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Universidad Nacional De La Plata

Facultad de Trabajo Social

Cátedra de Trabajo Social V

Ensayo Final de la cursada

Aportes del Socialismo Libertario al


Trabajo Social Crítico
Trabajo Social, Estado y Autonomía

Nombre: Carlos Martínez Torres


Legajo: 8949/1

Año de Cursada: 2013


Profesora de Práctico: Lic. Anatilde Senatore
Profesora de Taller: Lic. Lorena Ugarte

Profesora Titular: Lic.Marina Capello


Profesoras Adjuntas: Lic. Carolina Mamblona
Lic. Valeria Redondi
Introducción

¿Tan bien está la democracia qué asusta decir dentro de las Ciencias Sociales que uno tiene un
proyecto Libertario?

Bueno, entonces entendamos algo primero.

La ideología libertaria ha originado siempre una fuerte controversia entre la clase dominante a lo
largo de la historia. Quienes han llevado al frente las banderas de esta filosofía política han sido
víctimas de ataques de todo tipo, y no solo de la feroz represión con la que se encarceló, asesinó y
persiguió a lxs libertarixs1, sino que también se realizaron grandes campañas de desprestigio por
parte de los Gobiernos, la prensa e incluso otros sectores de las izquierdas.

En la actualidad, el socialismo libertario sigue siendo objeto de erróneas interpretaciones. Las más
comunes son aquellas que lo asemejan al desorden, al caos y a la violencia, en parte debido a las
calumnias y ataques que por parte de los medios de comunicación y parte del intelectualismo
hegemónico, quienes como fieles voceros del Capital emprenden contra los partidarios de este
movimiento una campaña que pretende dejar fuera de la discusión política este tipo de postura
social.

Sin embargo lo libertario representa en sí mismo una oportunidad. Historia de lucha coherente en
Argentina y Latinoamérica (especialmente en Uruguay y Brasil como focos más fuertes, y Chile
como un foco menor pero igualmente importante2) que no abdicó en pos del poder ni negoció
puestos políticos con sistemas democráticos con la intención de destruir un sistema desde dentro
¿Sistema? ¿Qué tipo de sistema podemos tener más que el sistema burgués que negocia en sus
propios términos las resistencias y las oposiciones?

Como trabajadorxs sociales vemos día a día el entramado complejo que revela este sistema. Un
entramado por lo demás burocratizado que nos implica directamente.

Por un lado existen problemáticas que tienen que ver con nuestro rol político dentro de la
sociedad. Muchas veces hemos escuchado decir a compañerxs (en el aula, marchas y puestos

1
Se usará la “x” en las terminaciones de género para representar un lenguaje no sexista durante todo el
trabajo.
2
Para mayor información se puede revisar el texto “Anarquismo en Latinoamérica” de Carlos M.Rama y
Ángel Capelleti disponible para su uso libre en:
http://www.copppaljuvenil.org/DOCUMENTOS/Anarquismo%20en%20A%20L.pdf
laborales) que aquello que intentamos sustentar en luchas y reivindicaciones es lo mismo que nos
hace ser profesionales asalariados. Por lo tanto nos vemos en la encrucijada de pensar el límite del
“hasta donde puedo llegar” sin renunciar a mis ideales sociales sin tener que sacrificar algo más
que un futuro adecuado.

Entonces algunos llegamos a cuestionarnos con fuertes niveles de angustia las imposibilidades de
nuestra acción, de la supuesta praxis que debe existir entre la teoría y la práctica. Otros negocian,
acampando en terrenos fértiles de obcecadas consciencias que llegan a delimitar “horas” o
“campos específicos” entre el deber y la ideología. Finalmente hay los que están tan imbuidos en
sus conciencias capitalistas que no cuestionan los proyectos societales hegemónicos, sino que los
celebran, y los protegen por medios de justificar la ley del merecimiento y del esfuerzo.

Todos anclados a un sistema, a una institucionalidad que marca a hierro forjado los significados no
negociables de muchas cosas que creemos revolucionar. Porque el Estado, sea en mayor o menor
medida la institución más relevante dentro del trabajo social, es entendido desde el socialismo
libertario como una forma burguesa de control social que toma ribetes sociales, populistas o
autoritarios; todos enmarcados en una verticalidad que necesita de sumisión para funcionar3. Es
que sin hacer que los demás crean que las autoridades están en lo cierto (con mecanismos duros o
blandos), ningún Estado hubiese podido tomar las propiedades privadas, hacerlas públicas, luego
volver a privatizarlas (esta vez para cierto sector de la sociedad) y luego construir ideales sobre
recuperaciones para convertirlo en rédito político que siga validando un poder.

Entonces, por un momento, imaginemos que las instituciones no determinan al trabajo social, que
no hacen lo que el Estado dicta, que como profesionales no tenemos que estar sometidxs a las
cadenas de las instituciones públicas o privadas que pagan los sueldos y entregan los recursos. Si
queremos ir más allá, imaginemos que la disciplina no se tiene que definir por quien lo financia.
Entonces ¿Qué haríamos? ¿Cómo intervendríamos los sectores más fragmentados y donde más
impacta la desigualdad y la injusticia?

Esa es una linda pregunta a la que este trabajo intentará aportar.

3
Guerín, Diego “Marxismo y Socialismo Libertario” Editorial Proyección, 1964, Buenos Aires. Disponible de
manera gratuita en: http://www.marxists.org/espanol/guerin/guerin1959.pdf
El Socialismo Libertario como pensamiento social

¿Pero no era que el socialismo libertario promovía la acción individual? SI, pero no niega la
comunidad. En el amplio sentido el socialismo libertario propone que toda acción individual es
parte de una acción colectiva, ya que eso que uno hace individualmente no es nada más que
aquello que uno espera de la sociedad. No mataré porque no es aquello que espero de los otros,
no robaré porque espero que los demás no tengan que hacerlo, participaré en instancias de
decisión porque espero que los demás lo hagan. Esta forma de pensarse y pensar la sociedad
propone una liberación individual porque cree en el sujeto y la sujeta como partícipes activos
dentro de un entorno socio cultural. No niega al otro, sino que desea que ese otro pueda tener la
libertad necesaria como para decidir qué hacer4. Para eso se necesita una educación no
direccional, una salud integral y por supuesto se necesita de los demás.

¿Suena parecido al trabajo social?

Claramente son dos cosas distintas, y probablemente hablar de una profesión como trabajo social
y socialismo libertario no sea nada más que patrañas teóricas y manipulaciones ideológicas. Sin
embargo hay una teoría dentro de la profesión que plantea cuestionamientos críticos similares,
con un compromiso político que cuestiona las hegemonías y hace un análisis social respecto a un
sistema capitalista que ocupa hegemónicamente una posición determinista en esta sociedad. Esa
teoría es la Teoría Crítica del Trabajo Social, corriente que ha luchado dentro de la profesión en
pos de la misma profesión y de su importancia a nivel político y social respecto a su propio génesis
y desarrollo.

A partir de ella es que se abren puertas para que ambas teorías (la crítica marxista y la libertaria)
puedan tener puntos de encuentro y discusión. Ambas parecen preguntarse qué hemos logrado
en esta democracia que tan bien nos cuida, que tan bien nos mantiene y que incluso nos financia
los libros e investigaciones que hablan de lo mal que nos trata. Ambas parecen avanzar en pensar
que si acaso el Estado y el Capital ejercen la violencia en nuestras vidas cotidianas ¿por qué no nos
defendemos de ella mediante la autodefensa? Y si lo hacemos ¿Qué pasa?

4
Diemer, Ullir “¿Qué es el socialismo Libertario?” Originalmente publicado en el Volumén 2, Númeror 1
(Verano 1977 publicación) de The Red Menace. Disponible en: http://www.diemer.ca/Docs/Diemer-
SocialismoLiber.htm
Si el Estado tiene el monopolio de la violencia ¿cómo nos defendemos de ella? La policía reprime,
la justicia desaloja, la educación forma en tiempo y modo que el proyecto societal hegemónico
define ¿y el trabajo social que hace? ¿Esperar una política social para intervenir? ¿Abrir la
negociación?

Algunas corrientes responden con simpleza que la respuesta es exigirle al Estado, incluso hay
quienes muestran estadísticas y números que hablan de un Estado presente. Pero ¿responde ese
Estado en la contingencia necesaria y con medios reales?

Todo parte por una liberación consciente, de hacerse cargo de esa liberación en el otro y no solo
en el ego, ya que se cae en el peligro de la política social de pedestal, poniéndose en la vanguardia
iluminada de algo que no se puede siquiera controlar.

¿Trabajo Social Libertario? Este trabajo al menos no pretender pensar en ese sentido ni proponer
una nueva corriente. Si pretender avanzar en preguntarse acerca si podemos pensarnos como
sujetxs sociales conscientes en proceso de liberación (social e individual), y como aquel proceso
(que es político) pueda llegar a ser rompiendo las reproducciones inconscientes que proliferan
este sistema capitalista de vida.

Marxismo y Socialismo Libertario

Para empezar, es importante recalcar las diferencias que existen entre estas dos posturas.
Diferencias que se encuentran hermanadas en contra del mismo sistema capitalista y que los han
tenido compartiendo históricamente luchas y procesos históricos que han marcado además sus
contradicciones y peleas internas.

Fundamentalmente la disputa política entre ambas corrientes se basa en una interpretación muy
distinta sobre la organización y vía que deben de tomar las masas explotadas para alcanzar su
definitiva emancipación. Para ello hay que abocarse a los dos grandes referentes de una y otra
corriente: Marx y Bakunin. Si bien este último reconocía el gran carácter de estudioso e intelectual
del primero e incluso alabó su dedicación científica para el análisis de la sociedad, para Bakunin el
histórico “manifiesto comunista” escrito por Marx y Engels en 1848 pone al Marx político en una
posición en la cual su concepción particular acerca el cómo habría que terminar con tales
relaciones de producción pretende ser simplemente reformista, haciéndolo ver que su propueta
política no era tan “transformadora” como su real trabajo científico de análisis al capital5.

Lxs libertarixs consideran que el manifiesto es quizás el mejor de los ejemplos de esta
contradicción entre los postulados de carácter negativo y positivo, que representan tanto Marx
como Engels. Mientras que por una parte el Manifiesto comunista puede ser considerado como la
primera declaración de guerra a la civilización burguesa desde una óptica materialista de la
historia, puesto que nos dice claramente lo que está realmente detrás de las relaciones entre
patrones y trabajadores, es también preciso señalar que en sus consideraciones positivas
(constructivas), los planteamientos del manifiesto no son de carácter estrictamente
revolucionarios, sino socialdemócratas, reformistas6. Este carácter reformista al que hacen alusión
lxs libertarixs responde al modo en que se quiere cambiar el estado de poder que existe en la
sociedad.

Sin embargo, para ambas corrientes el verdadero mal de la sociedad provenía primeramente del
factor económico7, siendo sin duda uno de los estudios más serios sobre esta materia el
desarrollado por Proudhon, en su trabajo “¿Qué es la propiedad?”, donde el revolucionario
francés afirma una indiscutible verdad, sobre la que se asienta todo el pensamiento socialista.
Proudhon señaló que la propiedad privada es la primera piedra sobre la que se levanta el edificio
de la desigualdad y la injusticia. Más allá de que Proudhon terminara proyectando una sociedad
que no rompía con la propiedad, sino que únicamente se presentaba reducida extremadamente,
no cabe duda de que el estudio ya mencionado influyó mucho sobre Bakunin y el mismo Marx.

Aun así, la verdadera diferencia para ambas corrientes está en que el Marxismo propone dirigir sus
esfuerzos, primeramente, a la conquista del poder político, el cual puede conquistarse ya sea a
través de una insurrección obrera que ponga el poder político en manos de los jefes
revolucionarios, o mediante una transición pacífica, en la que por medio del sufragio universal, el
partido de los obreros consiguiese la hegemonía necesaria para imponer medidas que, ahora sí, le
permitieran atacar la “estructura” de la sociedad. En cambio la idea de la filosofía libertaria, en
contraposición a la Marxista, es el de una revolución económica y política a la vez; política no en su

5
Guerin, Diego Op. Cit
6
“Anarquismo y Marxismo: Análisis sobre las incompatibilidades teóricas y prácticas entre Bakunin y Marx”
En el número 1 de “Estrategia”, revista de teoría y análisis anarquista de la Alianza de los Comunistas
Libertarixs -Mex-
7
Idem
sentido positivo, es decir, de afirmación del Estado, sino completamente negativo, o sea, en la
total destrucción del Estado, instrumento sobre el que se apoya la dominación burguesa, que una
vez destruido, despoja a esa clase de la base real de su existencia, que se sustenta en la
legitimación jurídica de la propiedad por parte del Estado8.

Lo que hacen ambas corrientes es situar a las masas trabajadoras en el papel de protagonistas
principales en el proceso de transformación revolucionaria de la forma de propiedad burguesa
(privada) a la forma de propiedad socialista (colectiva), puesto que son las mismas masas las que
habrán de apoderarse de las fábricas, maquinas, herramientas, tierras y demás medios de
producción, y reorganizarán la sociedad de manera que pueda accederse a los medios de vida más
igualitarios posibles. Pero acá se forma una diferencia sustancial y de crítica del Socialismo
Libertario al Marxismo, en el sentido que para lxs libertarixs es criticable que el marxismo
proponga que tal liberación esté en las manos de alguna minoría intelectual constituida en
gobierno, siendo imposible que además todo esto esté pensado en un sistema “político” (con la
misma lógica de poder que la anteriormente depuesta) que elimine por completo la dominación
de unos sobre otros.

Para lxs libertarixs esta diferencia de razonamientos puede resumirse de la siguiente manera9:
Marx cree en la división de la revolución en dos etapas, una en la que el proletariado debía aliarse
al ala más radical y democrática de la burguesía, para que ésta clase pudiese establecer su propio
dominio e impulsar ciertas libertades democráticas que le permitirían al proletariado, en una
segunda etapa, utilizar estas mismas libertades generadas por la burguesía para atentar contra
ella, y establecer por último “la dictadura del proletariado”. En cambio Bakunin juzga posible que
los explotados lograsen pasar de un marco capitalista no democrático hacia el socialismo de
manera directa, sin tener que asumir una táctica de colaboración de clases con la burguesía, para
que ésta instaurara su propia Republica. Lxs libertarixs consideran que una alianza con la clase
capitalista solo puede producir un efecto nocivo para el objetivo más profundo del proletariado, a
saber, la abolición de toda clase de explotación y dominación del hombre sobre el hombre.

Finalmente, y respecto a esta confrontación y relación entre Marxismo y Socialismo Libertario,


queda decir que solo puede ser superada en base del reconocimiento de las amplias enseñanzas
de Marx y del desarrollo de Bakunin en cuanto ordenamiento teórico de las acciones y

8
Guerin, Diego. Op. Cit
9
Anarquismo y Marxismo. Op. Cit
aspiraciones reales del proletariado, estudiadas en el seno mismo del desarrollo de la lucha de
clases. Dirán lxs libertarixs que la superación de la confrontación entre ambas corrientes solo
puede alcanzarse cuando se reconozca que el socialismo libertario es la superación misma del
programa socialdemócrata reformista del marxismo y que aquel (el socialismo libertario), es en sí
mismo solo el programa de la lucha natural que desarrolla el proletariado contra la burguesía.

Trabajo Social, El Estado y la autonomía de la profesión

Para el Trabajo Social crítico, solamente con la confluencia del conjunto de procesos económicos,
sociopolíticos y teóricos –culturales, se instaura el espacio histórico-social que posibilita el
surgimiento del servicio social como profesión. Sin la consideración de este cuadro especifico, el
análisis de la historia del servicio social pierde concreción y termina por transformarse en una
crónica esencialmente historiográfica y lineal10. Por otro lado para Marilda Iamamoto11, la
profesión surge como subproducto de la síntesis de los proyectos político-económicos que operan
en el desarrollo histórico del sistema capitalista, cuando el Estado toma para sí las respuestas a la
cuestión social.

En ambas concepciones se ve un Trabajo Social desde una génesis rupturista, poniendo énfasis en
el plano político de un Estado que se torna monopolista respecto a una Cuestión Social que surge
como forma de protesta y visualización de las desigualdades inherentes de una sociedad que ya se
está conformando como proyecto para el aprovechamiento de las clases dominantes, que además
pasan a ser parte de un Estado Burgués que controla.

Esta posición toma lo más importante de la profesión y la pone directamente en evidencia


respecto a una posición histórica que supera las formas de asistencialismos cristianos o
filantrópicos, y las supuestas “protoformas” que hablará otra corriente de la profesión. Para el
Trabajo Social crítico, la profesión surge como la respuesta de un Estado Burgués respecto al
control social de sus propios intereses de clase en desmejoramiento delas condiciones de
enajenación de la clase obrera. Es por esto, que a partir de este análisis, cabe el primer aporte que
se puede hacer desde una concepción más libertaria, poniendo el énfasis no en el Estado como
institución de surgimiento político, sino en la respuesta de una sociedad hegemónicamente
capitalista frente al levantamiento y lucha política de las clases obreras oprimidas que en ese

10
Netto, Paulo. “Capitalismo monopolista y Servicio Social.” Cap. I. Cortéz Editora. Brasil. 1997.
11
Iamamoto. Marilda. Servicio Social y división del trabajo. Cortéz Editora. San Pablo 1995.
momento vivían en condiciones tan malas que incluso el Estado tuvo que reconocer que su “mano
de obra” estaba siendo minada.

El trabajo social surge como indican Iamamoto y Netto, pero como nos ha demostrado Oliva en su
libro “Trabajo Social y Lucha de clases”, también surge en un momento histórico en el cual hubo
en Argentina un movimiento político y de organización tan importante que logró finalmente que el
Estado hubiese tenido que acceder a hacerse cargo de problemáticas que, en ese entonces,
siquiera estaban en el tapete mundial a modo de Derechos Humanos o bien de Estados
comprometidos con el bienestar de sus miembros más pobres. Acá la profesión se enmarca en esa
lucha de clases y como bien recupera la autora, no hubo solo una concesión del Estado a las clases
trabajadoras por medio del Trabajo Social, al contrario, la población fue activa políticamente en
exigir y obligar a ese Estado a que se cumplieran sus demandas respecto a condiciones mínimas
para su subsistencia.

En este sentido se recupera la concepción del socialismo libertario en poner primero como
protagonistas a lxs sujetxs sociales que luchan al interior de las sociedades para que no exista
opresión ni desigualdades en torno a la búsqueda de una justicia social que se evidencia como el
gran proyecto de una clase a partir de su condición de enajenadxs. Para lxs libertarixs, la
concepción de profesión que surge junto con el trabajo social sería producto de las luchas al
interior de la sociedad en cuanto hubo profesionales mujeres que encararon la tarea de visualizar
las problemáticas de los sectores obreros en cuanto mejoramiento de sus condiciones de vida. Esa
decisión, fundamental para el desarrollo de la profesión, nunca se dio por asumida sino que se fue
completando a medida que las condiciones se daban a conocer y eran parte de un proyecto mayor
respecto a una clase en lucha con otra. Esa decisión, de las primeras mujeres trabajadoras
sociales, fue el puntapié individual que marcó socialmente una profesión que hasta el día de hoy
se piensa hacia los sectores vulnerables de una sociedad. Sin el arrojo de mujeres como las que
narra Oliva en su libro, la profesión simplemente hubiese sido funcional al sistema y no hubiese
podido avanzar en el proyecto político de las clases sociales de las que se hicieron frecuentes y
ante las cuales trabajaban.

Cuando desde la teoría crítica se expone que la profesión pasa a “administrar” la cuestión social en
el marco de la sociedad burguesa, en el contexto de sus “refracciones”, y con ello el ocultamiento
de las problemáticas. No se expone que este carácter es necesariamente un deber ser de la
profesión misma, sino se invita al análisis desde el principio de realidad que se hace parte desde la
génesis propuesta. Por eso para el socialismo libertario es interesante tomar este análisis y partir
desde un acuerdo en que la profesión fue creada con un motivo burgués para un objetivo
específico y controlador. Sin embargo, la misma historia de la profesión nos hace darnos cuenta
que, lejos de haber cumplido ese objetivo, hemos ido de a poco visualizando el carácter
emancipador de la profesión hacia las mismas clases que se intentaban controlar. Aun cuando en
medio haya habido un proceso “reconceptualizador” de la profesión (con más ganas que proyecto
político), en sí misma la profesión ha avanzado a un estatus de lucha dentro de la sociedad bajo el
amparo político y social de las clases populares que han iniciado procesos interesantes de lucha
dentro de las sociedades burguesas en contra, incluso, del mismo sistema capitalista.

Muchas de esas luchas han sido eliminadas a punta de muerte y represión, y en muchas de esas
luchas (y procesos históricos) han caído profesionales del trabajo social siendo más que él o la
profesional con título que sale de la universidad para cumplir una función específica.

Lo que se intenta aportar desde una postura libertaria, es el despegue de la profesión del Estado
con fines de lograr pensar su autonomía profesional y política. Ese despegue no es un despegue
liberal para pasar a formar parte de un “tercer sector” en donde prime lo privado en relación
contractual con el Estado. Tampoco pasar a ser parte deslindada de los procesos sociales, ajeno a
la dinámica política de la democracia actual. Para la postura libertaria, el trabajo social puede ser
pensado desde su condición de sujetx social en donde ya es partícipe políticamente de las
contradicciones de la sociedad en cuanto además ser profesional en el campo de lo social le
facilita el análisis y la acción dentro del proyecto político de lucha y emancipación de las clases
sociales (hoy en día e históricamente) oprimidas.

Para la corriente libertaria, la persona no se califica por su profesión, sino por su proyecto político
al que hace parte de manera responsable por su comunidad. En este sentido, cualquier profesional
del Trabajo Social debería actuar políticamente en consecuencia según su mismo proyecto
político. Esto le generaría una doble autonomía respecto al Estado y al carácter histórico
intelectual de su profesión.

Le generaría una autonomía del Estado porque su acción profesional no se enmarcaría


necesariamente en la línea del gobierno que tenga o no a su poder (democráticamente escogido)
los mecanismos para influir y actuar sobre las problemáticas de las clases vulnerables. El Estado
somos todos (en el ideal del concepto) y con ello cada uno y una es ciudadanx parte de un
proyecto social en conjunto. En ese sentido es que la profesión no necesita enmarcarse
necesariamente en un proyecto capitalista (o socialista) sino que debe enmarcarse en la
consecución de los intereses políticos de los que hará parte el o la profesional en cuestión. Estos
intereses, si son cercanos a los grupos populares en lucha, son necesariamente en contra del
Estado Burgués, por lo tanto su acción profesional (tanto dentro como fuera) deberá ir enmarcada
en la mejor manera de hacerle frente a esos intereses contrapuestos. Para ello primero debe
ahondar en su compromiso político (no necesariamente partidario) en cuanto liberarse como
sujetx social de las condiciones capitalistas enajenantes que lo definen, para luego pensar en cómo
accionar de manera transformadora y comunitaria.

Por otro lado le generaría una autonomía respecto al carácter intelectual de la profesión ya que la
o el profesional se compone como unx sujetx social y no como un profesional legitimado por la
academia. Todo esto frente a la contingente realidad que lo o la interpela en su acción diaria. En
este sentido se intenta dejar por fuera la idea de que se es unx profesional solo lo que dura el
horario de trabajo y luego se vuelve a ser una persona en sociedad. Para darle sentido a este tipo
de autonomía, la persona tiene que integrar el ser profesional con su acción diaria política y
perteneciente a la clase trabajadora. Unx trabajadorx social que haga de gerente social, estará
sometidx al arbitrio del lugar donde le dan el espacio para su acción, administrando recursos y
proponiendo acción dentro un marco establecido. Una persona que se pueda mover políticamente
por sus convicciones y su acción directa, por mucho que pueda estar en una condición de
trabajadorx en alguna institución, tendrá la suficiente necesidad de anteponer los ideales
consecuentes a su pensamiento y contingencia ante que los intereses ajenos de las personas para
las que trabaja. Esto conlleva un riesgo, claramente, pero acá es donde hace sentido que para una
postura libertaria se tenga primero que pensar en cuanto compromiso político tengo con la lucha
individual de un cotidiano bastante enajenado, para que con eso también (de manera directa)
tenga conciencia de la lucha a nivel comunitario.

Hay que pensar que para el socialismo libertario la cuestión social no es más que una herramienta
de opresión y manipulación de los intereses de las clases trabajadoras en pos de filtrar los
componentes políticos e ideológicos de lucha que existen como fundamento de los reclamos y
necesidades12. Por lo tanto el Trabajo Social no necesitaría necesariamente de esta mediación
intelectual con la realidad porque la o el profesional acciona directamente con la realidad de los
que son parte de la contingencia social. Por lo tanto cualquier política social está reducida a una
acción indirecta y manipulada por el Estado Burgués en pos de un interés que no es el de la clase
que se representa.

Lo anterior puede visualizarse en las acciones que se realizan al interior de las organizaciones
populares y que no cuentan necesariamente con una vinculación al Estado o alguna política social.
Charlas, reuniones, marchas, ollas populares, capacitaciones, asambleas, etcétera; son todas parte
de una gran gama de instrumentos que tiene el Trabajo Social para accionar por fuera de los
intereses del Estado y muy cerca de los intereses de movimientos sociales cuya acción es
justamente en contra y en reclamo de un Estado ausente.

El mismo colegio de Trabajadores Sociales de la provincia de Buenos Aires, ante las inundaciones
de Abril del 2013 de la Plata, accionó una encuesta autogestionada para dar cuenta de una
realidad contingente por fuera de las “verdades oficiales” que vertían de los medios del Estado.
Esto no los hizo ser menos trabajadorxs sociales, ni tampoco menos “profesionales”. Por el
contrario, hicieron una acción directa cuando los intereses sociales de los órganos oficiales
estaban por fuera de las necesidades reales de información que tenían lxs afectados y la sociedad
en general.

Es importante lo que dice Ma. Laura Silva Barroco ya que para ella, refiriéndose a la ética y al
“ethos” de la profesión, dando por supuesto que el Servicio social contribuye, de forma específica,
a la reproducción de las relaciones sociales capitalistas, señala las mediaciones ético-morales de
este proceso que en el origen de la profesión se vinculan: 1) a la función ideológica de la moral. 2)
al tratamiento moral de la “cuestión social”, tomando en cuenta los intereses de legitimación del
Estado burgués y la presencia de proyectos sociales conservadores como por ejemplo la Iglesia
Católica.3) a la existencia de profesiones potencialmente adecuadas al tratamiento13.

12
Ángeles B, Alonso. “Anarquismo y Cuestión Social”. Universidad de Cantabria, 2012. Disponible en:
http://www.historiacontemporanea.ehu.es/s0021-
con/eu/contenidos/boletin_revista/00021_revista_hc29/es_revista/adjuntos/29_09.pdf
13
Silva Barroco, María Lucía. “Ética y Servicio Social: fundamentos ontológicos. Parte 1, Parte 2, cap. I”
Cortéz Editora. San Pablo. 2004
Lo anterior genera preguntas respecto si es solo la moral de la iglesia aquella que nos media con la
realidad, o es la moral de la sociedad que hoy en día no es tan conservadora sino que tiende a ser
más apegada a valores de lo liberal económico por sobre, incluso, de lo conservador. Acá hay otro
aporte que puede hacer el Socialismo libertario respecto al análisis de poder que genera la moral
por sobre la acción de las clases populares. No se trata de pensar que las clases trabajadoras no
tienen una “moral”, pero al menos no es la moral impuesta por los dogmas de poder que han
querido pretender normalizar a las clases. No, al contrario, la misma historia de las sociedades dan
por sentado que la moral burguesa cristiana nos ha llevado a guerras y a una depredación selectiva
y continua del planeta. Por el contrario, países como Cuba, que han adoptado ideologías
socialistas, han pensado mucho más humanitariamente dándole en rigor importancia a la
educación y a la salud por sobre los intereses liberales de consumo. Las experiencias libertarias de
la República Española o bien la comuna de París, han demostrado que cuando la sociedad se libera
de la opresión constante de la necesidad superficial, logran grandes niveles de organización y
autocontrol, donde se imparte una moral de solidaridad y comunitarismo en pos de la equidad y la
mejor calidad de vida para la totalidad de la población, y no para unos pocos (como suele imponer
el sistema que ha demolido a balas y muerte las experiencias alternativas). Inclusive la experiencia
Zapatista ha dado nuevos bríos de pensar que la moral no es necesariamente la única moral
pensada como cristiana, obediente y conservadora; o la moral capitalista de liberalismo de
consumo por sobre todo lo anterior (puedo escoger que comprar y donde comprar, pero no te
asegura nadie que tengas el suficiente capital económico ni cultural para hacerlo), sino una moral
comunitaria donde cada sujetx social que la compone acciona para el mejoramiento común, que
finalmente es el mejoramiento individual14.

Conclusiones

Es apresurado sacar conclusiones que sea efectivamente una propuesta para pensar un trabajo
social crítico con aportes del socialismo libertario. Más que nada porque este ensayo plantea
muchas aristas que se abren para pensar la profesión desde una dimensión mucho más integrada

14
Acá hay que hacer una diferencia entre individualismo liberal e individualismo social. El primero hace
cuenta de un ser sólo en el mundo que hará lo necesario por mejorar su estado, pasando y compitiendo por
encima de otrxs. En cambio el individuo social es aquel que sintiéndose parte de una comunidad es
consciente de los procesos que él, como individuo, acciona en la sociedad de la que es parte, por lo tanto lo
que él hace es aquello que necesariamente cree que los demás deberían también hacer.
a los procesos de autonomías regionales que a los procesos políticos democráticos en los que
finalmente se inserta de manera real la profesión hoy por hoy.

No es lo mismo el marxismo que el socialismo libertario. Ambos tienen una base social pero se
diferencian en el post-análisis de la situación al momento de ejercer la acción correspondiente.
Ante esto es que una profesión como el trabajo social queda en posición de poder ser debatida
constantemente como forma política de transformación constante de las condiciones en las que
viven hoy en día los sectores trabajadores de la sociedad. Porque algo es claro, y aunque otras
teorías posmodernas han querido dejar de lado a la clase trabajadora, esta se alza hoy en día más
compleja pero no menos viva, en lo que Antunes llamaría la actual clase-que-vive-del-trabajo15, en
realidad ha sido más precarizada y su forma de vida mucho más difícil, pero no ha desaparecido, y
se nota cada vez que como profesión vemos los ribetes de una sociedad en la que accionamos
constantemente desde su vulneraciones de derecho.

Para la profesión es un desafío constante el juego de saber “dónde está”, si del lado del Estado
que representa a la burguesía o del lado de quienes intervenimos. En este sentido hay que apelar
a lo que dice nuevamente Marilda Iamamoto respecto al carácter de la profesión en cuanto somos
profesionales de “la coerción y el consenso” lo que implica que para mantener nuestra fuente de
trabajo debemos cumplir con la función para la que fuimos contratados, en general, como
ejecutor terminal de políticas sociales que se caracterizan por ser asistenciales, compensatorias
que ni siquiera llegan a cubrir las necesidades elementales de los sectores más pauperizados de la
sociedad. Sin embargo, no debemos caer en posiciones fatalistas, nosotros podemos romper con
este lugar que se nos asigna y actuar con un marco de autonomía relativa, superando este tipo de
prácticas que predominan en la intervención profesional16. Este es el desafío que desenmascara y
pone en evidencia el socialismo libertario, ya que interpela directamente a quien es profesional en
su dimensión política de compromiso consigo mismo, y por ende con la comunidad. No hay
fragmentación de la persona, sino que el socialismo libertario pide una coherencia entre un
discurso y una acción, siendo esta una acción directa muy complicada, ya que tiene que pasar por
sobre un sistema que no es ingenuo ni tampoco tan vulnerable en cuanto prepara y forma
profesionales al interior de universidades que responden a sus intereses inmediatos.

15
Antunes, Ricardo.” ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre la metamorfosis la centralidad del mundo del trabajo”.
Cortéz Editora. San Pablo, 2001
16
Iamamoto, Marilda. Op. Cit
Noam Chomsky17 habla de que actualmente asistimos a una sociedad en la que el capitalismo ha
pasado a tener intelectuales prescindibles en las universidades, tanto así que hoy en día el trabajo
de los académicos en las universidades se hace difícil ya que se intenta “domesticar” al trabajador
para que se traspase a sí mismo la exigencia de tener un trabajo y mantenerlo, y no que sea un
derecho que la institución universitaria debiese procurar. Por eso qué, por mucho que exista
libertad de cátedra, las persecuciones constantes a lxs profesionales docentes que imparten o
enseñan teorías (y que con su práctica demuestran coherencia) que contrapongan intereses de
clase o sean críticas al sistema, les asignas menos recursos, las dejan en complicadas situaciones
curriculares o simplemente les recortan presupuestos para mantener sus mismas cátedras y a sus
ayudantes. Además explica otra técnica para llevar adelante esta invisibilización es cortar el
contacto de los estudiantes con el personal docente: clases grandes, profesores temporales que,
sobrecargados de tareas, apenas pueden vivir con un salario de ayudantes. Y puesto que no tienes
seguridad en el puesto de trabajo, no puedes construir una carrera, no puedes irte a otro sitio y
conseguir más. Todas esas son técnicas de disciplinamiento, de adoctrinamiento y de control. Y es
muy similar a lo que uno espera que ocurra en una fábrica, en la que los trabajadores fabriles han
de ser disciplinados, han de ser obedientes; y se supone que no deben desempeñar ningún papel
en, digamos, la organización de la producción o en la determinación del funcionamiento de la
planta de trabajo: eso es cosa de los ejecutivos. Esto se transfiere ahora a las universidades. Y yo
creo que nadie que tenga algo de experiencia en la empresa privada y en la industria debería
sorprenderse; así trabajan.

Si esto hace a la profesión, entonces hay que ponerse en una posición real de combatir desde
muchos frentes esto que a veces visualizamos de manera teórica pero que nos cuesta mantener
en el terreno de lo práctico.

El compromiso es de seguir debatiendo en las posturas que nos unen dentro de los intereses de lxs
trabajadorxs. Pero más allá de que seamos parte de esa clase (o nos podamos o no sentir parte),
tiene que ver con la interpelación a uno mismo desde el lugar de donde acciona para llevar
adelante el proyecto político que se propuso. Si no hay proyecto político, entonces habrá que
luchar contra eso, porque en el fondo el trabajo social crítico y el socialismo libertario son claros
en que la lucha de clases está, y es una lucha que nos involucra como trabajadorxs sociales en

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En su artículo “El trabajo académico, el asalto neoliberal a las universidades y cómo debería ser la
educación superior” en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=181563
cuanto somos y hemos sido parte importante de hacer notar esa lucha al calor de nuestra labor al
lado de los movimientos sociales y populares.
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