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19-24 Felices son los humildes ***


Felices son los humildes

“Dios se opone a los altivos, pero da bondad inmerecida a los humildes.” (1 PEDRO
5:5.)

¿HAY alguna relación entre ser felices y ser humildes? En su sermón más famoso, Jesucristo,
el hombre más grande de todos los tiempos, menciona nueve felicidades. (Mateo 5:1-12.)
¿Relacionó Jesús la felicidad con la humildad? Sí, pues la humildad está implicada en varias de las
felicidades mencionadas. Por ejemplo, hemos de ser humildes para tener conciencia de nuestra
necesidad espiritual. Solamente los humildes tienen hambre y sed de justicia. Y los orgullosos
no son de genio apacible ni misericordiosos ni aman la paz.
2 Los humildes son felices porque ser humilde es el proceder apropiado y honrado. Además,
son felices porque es el proceder sabio; conduce a que tengan una buena relación con Jehová
Dios y con sus compañeros cristianos. Asimismo, son felices porque ser humilde es una expresión
de su amor.
3 ¿Por qué se requiere humildad para obrar con honradez? Una razón es que todos hemos
heredado la imperfección y seguimos cometiendo errores. El apóstol Pablo dijo de sí mismo: “Sé
que en mí, es decir, en mi carne, nada bueno mora; porque la facultad de desear está presente
conmigo, pero la facultad de obrar lo que es excelente no está presente”. (Romanos 7:18.) Sí,
todos hemos pecado y no alcanzamos a la gloria de Dios. (Romanos 3:23.) La franqueza impedirá
que seamos orgullosos. Se requiere humildad para reconocer las equivocaciones, y la honradez
nos ayudará a aceptar que somos culpables cuando cometemos un error. Dado que muchas veces
no logramos hacer lo que pretendemos, hay buena razón para ser humildes.
4 El apóstol Pablo da otra razón por la que la honradez debe hacer que seamos humildes. Dice:

“¿Quién hace que tú difieras de otro? En realidad, ¿qué tienes tú que no hayas recibido? Entonces,
si verdaderamente lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?”. (1 Corintios
4:7.) Está claro que no sería honrado que nos glorificáramos a nosotros mismos, que estuviéramos
orgullosos por nuestras posesiones, aptitudes o logros. La honradez contribuye a que tengamos
una buena conciencia ante Dios, para que podamos “comportarnos honradamente en todas las
cosas”. (Hebreos 13:18.)
5 La honradez hace que seamos humildes cuando cometemos un error. Estaremos más
dispuestos a reconocer que nos hemos equivocado, en vez de tratar de justificarnos o culpar a otra
persona. Por eso, aunque Adán culpó a Eva, David no culpó a Bat-seba, diciendo: ‘No debió
haberse bañado a plena vista. No pude evitar la tentación’. (Génesis 3:12; 2 Samuel 11:2-4.) En
realidad, se pudiera decir que, por un lado, la honradez nos ayuda a ser humildes, pero, por otro, la
humildad nos ayuda a ser honrados.
La fe en Jehová nos ayuda a ser humildes
6 La fe en Jehová también nos ayuda a ser humildes. Si reconocemos lo grandioso que es en
verdad el Creador, el Soberano Universal, no nos tomaremos demasiado en serio nosotros
mismos. En Isaías 40:15, 22, el profeta nos recuerda este hecho con exactitud: “¡Mira! Las
naciones son como una gota de un cubo; y como la capa tenue de polvo en la balanza han sido
estimadas. [...] Hay Uno que mora por encima del círculo de la tierra, los moradores de la cual son
como saltamontes”.
7 La fe en Jehová también nos ayuda cuando pensamos que hemos sido víctimas de una
injusticia. En vez de perturbarnos por lo sucedido, esperaremos con humildad en Jehová, como
nos recuerda el salmista en Salmo 37:1-3, 8, 9. El apóstol Pablo también nos aconseja: “No se
venguen, amados, sino cédanle lugar a la ira; porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré’,
dice Jehová’”. (Romanos 12:19.)
Ser humilde es el proceder sabio
8 Hay muchas razones por las que el ser humilde es el proceder sabio. Como ya se mencionó,

una razón es que nos ayuda a tener una buena relación con nuestro Hacedor. La Palabra de Dios
dice con claridad en Proverbios 16:5: “Todo el que es orgulloso de corazón es cosa detestable a
Jehová”. También leemos en Proverbios 16:18: “El orgullo está antes de un ruidoso estrellarse; y
un espíritu altivo, antes del tropiezo”. Tarde o temprano los orgullosos se lamentan. Sencillamente
tiene que ser así por lo que leemos en 1 Pedro 5:5: “Cíñanse con humildad mental los unos para
con los otros, porque Dios se opone a los altivos, pero da bondad inmerecida a los humildes”. El
mismo punto se destaca en la ilustración que dio Jesús del fariseo y el recaudador de impuestos
que oraban en el templo. El humilde recaudador de impuestos demostró ser el más justo de los
dos. (Lucas 18:9-14.)
9 Ser humilde es el proceder sabio porque hace que sea más fácil seguir el consejo de Santiago
4:7: “Sujétense, por lo tanto, a Dios”. Si somos humildes, no nos rebelaremos cuando Jehová
permita que suframos adversidad. La humildad nos permitirá estar contentos con nuestras
circunstancias y nos ayudará a aguantar. El orgulloso está descontento, siempre quiere más y se
rebela cuando se halla en circunstancias penosas. El humilde, en cambio, aguanta las dificultades
y las pruebas, como hizo Job. Este hombre perdió todas sus posesiones, sufrió una dolorosa
enfermedad y luego hasta tuvo que escuchar a su esposa aconsejarle que obrara con orgullo, pues
le dijo: “¡Maldice a Dios, y muere!”. ¿Cómo respondió Job? La Biblia relata: “Él le dijo: ‘Como habla
una de las mujeres insensatas, tú también hablas. ¿Aceptaremos solamente lo que es bueno de
parte del Dios verdadero, y no aceptaremos también lo que es malo?’. En todo esto Job no pecó
con sus labios”. (Job 2:9, 10.) Como Job era humilde, no se rebeló, sino que se sujetó sabiamente
a cualquier situación que Jehová permitiera que le sobreviniera. Al fin, recibió un magnífico
galardón. (Job 42:10-16; Santiago 5:11.)
La humildad produce buenas relaciones con otras personas
10 Ser humilde es el proceder sabio porque fomenta las buenas relaciones con nuestros
compañeros cristianos. El apóstol Pablo nos aconseja: “No [hagan] nada movidos por espíritu de
contradicción ni por egotismo, sino [consideren] con humildad mental que los demás son
superiores a ustedes, no vigilando con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con
interés personal los de los demás”. (Filipenses 2:3, 4.) La humildad hace que evitemos sabiamente
competir con otros o que intentemos destacarnos. Esas actitudes mentales son perjudiciales tanto
para nosotros como para nuestros compañeros cristianos.
11 Una y otra vez la humildad nos ayuda a no cometer equivocaciones. ¿Cómo? Impide que
confiemos demasiado en nosotros mismos. Agradecemos el consejo de Pablo en 1 Corintios
10:12: “El que piensa que está en pie, cuídese de no caer”. Como el orgulloso está muy seguro de
sí mismo, tiende a equivocarse, ya sea por las influencias externas o por sus propias debilidades.
12 La humildad nos ayudará a conformarnos al requisito de la sujeción. En Efesios 5:21 se nos
aconseja: “Estén en sujeción los unos a los otros en temor de Cristo”. En realidad, todos tenemos
que estar en sujeción, ¿no es cierto? Los hijos han de sujetarse a sus padres, las esposas a sus
esposos y estos al Cristo. (1 Corintios 11:3; Efesios 5:22; 6:1.) Además, todos los miembros de las
congregaciones cristianas, incluso los siervos ministeriales, deben estar en sujeción a los ancianos.
¿Y no es cierto que los ancianos también están en sujeción a la clase del esclavo fiel y discreto, y
lo muestran, sobre todo, al sujetarse a su representante, el superintendente de circuito? Por otra
parte, el superintendente de circuito tiene que estar en sujeción al superintendente de distrito, y
este al Comité de la Sucursal del país donde sirve. ¿Qué puede decirse del Comité de la Sucursal?
Sus miembros han de estar “en sujeción los unos a los otros” y al Cuerpo Gobernante, que
representa a la clase del esclavo fiel y discreto, que, a su vez, es responsable ante Jesús, el Rey
entronizado. (Mateo 24:45-47.) Al igual que en todos los cuerpos de ancianos, los que integran el
Cuerpo Gobernante deben respetar las opiniones de los demás. Por ejemplo, puede ser que uno
de ellos piense que tiene una buena idea. Sin embargo, si no hay una cantidad suficiente de
miembros que concuerden con su recomendación, no insiste en que se acepte. No hay duda de
que todos tenemos que ser humildes porque todos estamos en sujeción.
13 La humildad es el proceder sabio sobre todo porque hace que sea más fácil aceptar consejo y
disciplina. Todos necesitamos recibir disciplina de vez en cuando, y debemos prestar atención a la
admonición de Proverbios 19:20: “Escucha el consejo y acepta la disciplina, a fin de que te hagas
sabio en tu futuro”. Como bien se ha dicho, la humildad hace que la censura o la disciplina sean
menos dolorosas. El apóstol Pablo también aconseja en Hebreos 12:4-11 respecto a lo prudente
que es sujetarse con humildad a la disciplina. Solo así podremos dirigir nuestro derrotero futuro con
sabiduría y alcanzar el premio de la vida eterna. ¡Qué feliz resultado!
14 Podemos señalar a este respecto el ejemplo del apóstol Pedro. El apóstol Pablo lo aconsejó

con severidad, según se indica en Gálatas 2:14: “Cuando yo vi que no estaban andando
rectamente conforme a la verdad de las buenas nuevas, dije a Cefas [Pedro] delante de todos
ellos: ‘Si tú, aunque eres judío, vives como las naciones, y no como los judíos, ¿cómo obligas a
gente de las naciones a vivir conforme a la práctica judía?’”. ¿Se ofendió el apóstol Pedro? Lo que
se sabe es que no permaneció ofendido, si acaso se ofendió, pues más tarde se refirió a Pablo en
2 Pedro 3:15, 16 como “nuestro amado hermano Pablo”.
15 También podemos mencionar el que sepamos contentarnos con lo que tenemos.
No podemos ser felices si no estamos contentos con nuestras circunstancias, nuestros privilegios y
nuestras bendiciones. El cristiano humilde adopta la actitud: “Si Dios lo permite, lo puedo soportar”,
que es en realidad lo que dice el apóstol Pablo en 1 Corintios 10:13: “Ninguna tentación los ha
tomado a ustedes salvo lo que es común a los hombres. Pero Dios es fiel, y no dejará que sean
tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con la tentación también dispondrá la
salida para que puedan aguantarla”. Vemos de nuevo que el ser humilde es el proceder sabio,
pues nos ayuda a ser felices a pesar de nuestras circunstancias.
El amor nos ayuda a ser humildes
16 El amor altruista, a·gá·pe, es lo que más nos ayuda a ser humildes. ¿Por qué pudo Jesús
aguantar con tanta humildad el sufrimiento en el madero de tormento que Pablo menciona a los
filipenses? (Filipenses 2:5-8.) ¿Por qué no dio consideración a ser igual a Dios? Por la razón que él
mismo presentó: “Amo al Padre”. (Juan 14:31.) Por eso siempre dio la gloria y la honra a su Padre
celestial, Jehová. En otra ocasión hizo hincapié en que solo su Padre celestial era bueno. (Lucas
18:18, 19.)
17Examinemos a este respecto un incidente en la vida de uno de los primeros poetas
estadounidenses, John Greenleaf Whittier. Este poeta tuvo una novia en su juventud que, en un
certamen de ortografía, deletreó correctamente una palabra, mientras que él no pudo. La
muchacha se entristeció mucho. ¿Por qué? El poeta recuerda lo que le dijo: “Me pesa haber sabido
cómo se escribe esa palabra. No me gusta ser superior a ti [...,] porque, ¿sabes?, te amo”. Sí,
cuando amamos a una persona, queremos que sea superior a nosotros, no inferior, porque el amor
es humilde.
18 Esta es una buena lección para todos los cristianos, en particular para los hermanos. Por

ejemplo, ¿nos regocijamos cuando nuestro hermano recibe un privilegio de servicio especial en
vez de nosotros, o sentimos un poco de celos y envidia? Si amamos de verdad a nuestro hermano,
nos alegrará que reciba una asignación, un reconocimiento o un privilegio de servicio especial. La
humildad ciertamente hace que sea más fácil seguir el consejo: “En cuanto a mostrarse honra unos
a otros, lleven la delantera”. (Romanos 12:10.) Otra traducción dice: “En cuanto a la honra, daos
preferencia el uno al otro”. (Versión Hispano-Americana.) El apóstol Pablo también nos aconseja:
“Mediante el amor, sírvanse como esclavos unos a otros”. (Gálatas 5:13.) No cabe duda de que, si
tenemos amor, serviremos a nuestros hermanos con gusto, como si fuéramos sus esclavos, y
pondremos sus intereses y bienestar antes de los nuestros, lo cual requiere que seamos humildes.
La humildad también impide que nos jactemos, y así no despertamos en otros un espíritu de celos
o de envidia. Pablo escribió que el amor “no se vanagloria, no se hincha”. ¿Por qué no? Porque el
motivo que subyace tras la vanagloria y el hincharse es egoísta, egotista, mientras que el amor es
la esencia misma del altruismo. (1 Corintios 13:4.)
19 La relación de David con el rey Saúl y su hijo Jonatán es un ejemplo notable que muestra que
el amor y la humildad se dan la mano, al igual que el orgullo y el egoísmo. Debido al éxito de David
en las batallas, las israelitas cantaron: “Saúl ha derribado sus miles, y David sus decenas de
miles”. (1 Samuel 18:7.) Dado que Saúl no era humilde en absoluto, sino más bien estaba lleno de
orgullo, empezó a abrigar un odio asesino a David. En cambio, ¡qué diferente era el espíritu de su
hijo Jonatán! La Biblia dice que Jonatán amaba a David como a su propia alma. (1 Samuel 18:1.)
Por lo tanto, ¿cómo reaccionó Jonatán cuando, con el tiempo, fue obvio que la bendición de
Jehová estaba sobre David, y que sería él, y no Jonatán, quien sucedería a Saúl como rey de
Israel? ¿Sintió Jonatán celos o envidia? ¡En absoluto! A causa del gran amor que tenía a David,
dijo, según se recoge en 1 Samuel 23:17: “No tengas miedo; porque no te hallará la mano de Saúl
mi padre, y tú mismo serás rey sobre Israel, y yo mismo llegaré a ser segundo a ti; y Saúl mi padre
también tiene conocimiento de que así es en efecto”. El gran amor que Jonatán sentía por David
hizo que aceptara con humildad lo que comprendía que era la voluntad de Dios respecto al sucesor
de su padre como rey de Israel.
20 Otro incidente que pone de relieve la relación entre el amor y la humildad es el que sucedió la
última noche que Jesucristo estuvo con sus apóstoles antes de morir. En Juan 13:1 leemos que
Jesús, “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Después el
relato pasa a decir que Jesús lavó los pies de sus apóstoles, como si fuera un criado. ¡Qué
impactante lección de humildad! (Juan 13:1-11.)
21Sin lugar a dudas, hay muchas razones para ser humildes. Es el proceder apropiado y
honrado. Además, da prueba de nuestra fe. Conduce a una buena relación con Jehová Dios y con
nuestros compañeros de creencia. Es el proceder sabio. Sobre todo, es el proceder amoroso y
redunda en verdadera felicidad.

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