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CONCIENCIA FAMILIAR
Cuando estamos en una relación nos guía una voz interior que reacciona
automáticamente si hacemos algo que podría dañarla o ponerla en peligro.
La conciencia tiene la tarea de vigilar que exista armonía en las tres necesidades
elementales de todo ser humano: la vinculación o pertenencia al sistema familiar,
la nivelación entre el dar y el recibir, y la necesidad de mantener el orden natural
de la vida y del amor. Si se conserva un equilibrio en todas tres, podemos
conseguir buenas relaciones.
Esto es algo complejo si tenemos en cuenta que cada una de estas necesidades
se impone en nuestra conciencia con una sensación particular de culpa o de
inocencia. Así, nuestra experiencia de culpa es diferente, dependiendo de si
proviene de una alteración o violación a las leyes de la vinculación, a las de dar
y el tomar (recibir) o al orden natural.
La conciencia nos sensibiliza hacia nuestro propio sistema familiar y nos hace
ciegos para la de otros grupos. Las reglas del juego son distintas para cada
familia y todo miembro las conoce, y se atiene a ellas. Una familia de
negociantes, por ejemplo, explota y abusa de los demás sin cuestionarse, si ése
es un valor que se respeta al interior de la conciencia familiar.
Lo primero que hay que señalar es que no existe tomar (recibir) sin que se pague
un precio por ello (quedar en deuda). Viene así, la obligación como culpa.
Y, si decido que recibo y devuelvo tanto como recibí, también quedo libre de
obligación. Detengo la fuerza que tiene el proceso de dar y el tomar. Me siento
ligero de obligación, pero ya no conservo ninguna vinculación.
De manera que, para que se mantenga una relación tenemos que recibir y
después dar lo que nos dieron y un poco más. Enseguida, el que recibe devuelve
lo que recibió y un poco más. Este dar en mayor proporción permite que las
relaciones continúen, pues siempre habrá alguno en deuda, presionado a
devolver. Es decir, se establece un intercambio sano que ayuda, que hace crecer
el vínculo. Hay un dar y un tomar permanente.
La conciencia y el equilibrio
La conciencia familiar no solo facilita que estemos vinculados al grupo sino que
sirve para satisfacer la necesidad de equilibrio dentro de éste. Muchas veces,
dar más en el grupo familiar nos permite liberarnos de culpa. Es el caso de los
que tienen el sentimiento de aventajados, con mejor suerte o preferidos. Buscan
la compensación a su sentimiento, dando mucho.
La culpa nos indica hasta qué punto podemos ir para seguir manteniendo nuestra
vinculación al grupo familiar; nos pone los límites. No obstante, podemos
movernos dentro de un margen de libertad sin sentir culpa ni ver amenazada
nuestra pertenencia. Esos márgenes varían con cada relación, Y así como a
veces se vuelven estrechos, otras se hacen muy amplios. Pero lo cierto es que
si traspasamos los limites hacia cualquiera de los extremos, el precio que
pagamos es la culpa, con las respectivas consecuencias para nuestra felicidad
y la de otros.
Reconocer la culpa
Si se impone una de las tres necesidades, las otras quedan insatisfechas. Por
eso, cuando la conciencia nos declara culpables por una parte, por otra nos
absuelve. De manera que, nunca podemos tener la conciencia del todo tranquila.
Y, si hay injusticias ocultas, la conciencia las repara a través de mecanismos
especiales.