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POESÍA

YCAPITALISMO
Iluminaciones 11

TAURUS
TEORÍA Y CRÍTICA LITERARIA WALTER BENJAMIN
Director: DARlo VILLANUEVA

OTRAS OBRAS DE WALTER BENJAMIN


publicadas por
POESÍA
TAURUS
·y CAPITALISMO
• Discur~os interrumpidos 1 (Col. «Ensayistas», n. 0 91).
• HaschlSch (Col. «Ensayistas», n.o 120). Iluminaciones JI
• Walter Benjamin/Gershom Scholem, Correspondencia 1933-
1940(Col. «Ensayistas», n.o 281).
• Irr;aginación Y sociedad (Iluminaciones 1) (Col. «Persiles»
numero 47). ' ,·
• ~entati~as sobre Brecht (Iluminaciones 3) (Col. «Persiles». Se-
• n~ T~ona y Crítica Literaria, n.o 83).
Dtarw de Moscú (Col. «Ensayistas», n. 0 286).
Prólogo y traducción
de
JESúS AGUJRRE

taurus

l[
© 1980, Suhrkamp Verlag, Frankfurt aro Main ÍNDICE

Cubierta
de
ALcoRTA/MARQutNEZ

Primera edición: 1972


Reimpresiones: 1980, 1988
Prólogo: Walter Benjamin: Fantasmagoría y objetividad,
por Jesús Aguirre ..... .......... .......... ......... .............. .. . 9

EL PAIS DEL SEGUNDO IMPERIO EN BAUDELAIRE ••...•..•.••••••. 21


l. La bohemia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
11. El «flaneur» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
111. Lo moderno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . 85

SOBRE ALGUNOS TEMAS EN BAUDELAIRE ·: ··· · ········ .. : ············ 121

PARis, CAPITAL DEL SIGLO XIX ••••..•..••.•.•.••.•..•••..• •....••••...• •• 171


l. Fourier o los pasajes .. .. .. ... . .. .. ... .. . . . ... .. ... . . .. .. . ... 173
11. Daguerre o los panoramas .... .. .. ... ......... :. ....... ... 176
III. Grandville o las Exposiciones Universales . . . . .. .. . . 179
IV. Luis Felipe o el interior......................... .... ....... 181
V. Baudelaire o las calles de París....... ................... 184
© 1980, TAURUS EDICIONES S A VI. Haussmann o las barricadas........... ...... .. ... ... .. ... 187
© 1988' ALTEA, TAURUS, ALFAGUARA
' · ·
S A
Juan Bravo, 38. 28006 MAoRm' . .
ISBN: 84-306-2051-6
Depósito legal: M. 30.727-1987
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EL PARÍS DEL SEGUNDO IMPERIO
EN BAUDELAIRE

Une capita/e n'est pas abso/ument nécesaire ii


l'homme.
SENANCOUR
1

LA BOHEMIA

La bohemia figura en Marx en un contexto muy ins-


tructivo. Cuenta en ella a los conspiradores profesionales,
de los que se ocupa en la detallada reseña de las me-
morias del agL·ntc de Policía De la Hodde publicada en
1850 en la Neue Rheinische Zeitung *.Actualizar la fisono-
mía de Baudelaire significa hablar de la semejanza que
éste presenta con ese tipo político. Marx le parafrasea
como sigue: «Al formarse las conspiraciones proletarias,
hace su aparición la necesidad de la división del trabajo;
quienes eran miembros se repartían en conspiradores de
ocasión, esto es, trabajadores que ejercían la conjura sólo
a la par que sus otras ocupaciones, que nada más asistían
a las reuniones y que estaban dispuestos a aparecer, si lo
mandaba el jefe, en el sitio convenido para la cita, y en
conspiradores profesionales que dedicaban toda su ac-
tividad a la conjura y que vivían de ella ... De antemano
la posición en la vida de dicha clase condiciona entera-
mente su carácter... Su oscilante existencia, más depen-
diente en cada caso del azar que de su actividad, su vida
desarreglada, cuyas únicas paradas fijas son las tabernas
de los vinateros (lugares de citas de los conjurados), sus
inevitables tratos con toda la ralea de gentes equívocas,
• Proudhon, que quiere distanciarse de los conspiradores profe-
sionales, se llama a si mismo en oca.slones "un hombre nuevo, un
hombre cuyo asunto no es la barricada, sino la polémica; un hom-
bre que cada tarde puede sentarse a la mesa con el jefe de la poli-
cía y ganarse la confianza de todos los De la Hodde del mundo"
(cit. en GUSTAVE GEFFROY : L'enjermé, Parls, 1897, págs. 180 y SS.).

-23-
les colocan en ese círculo vital
boheme» 1• que en París se llama la rasgos que nos hacen entender por qué la crítica oficial
De pasada advertiremos ue N l , -y en primer lugar la de Jules Lemaitre- rastrea tan
su ascenso en un medio b' q apo eon III comenzó parvamente las energías teóricas afincadas en la prosa de
, am lente que tien h d Bauddaire.
m un con el descrito Es b. d e mue o e co-
tos de su tiempo d~ Pre s~d 1 o 1ue uno de los instrumen- En su descripción del <<Conspirateur de profession»
diciembre, cuyos cuadro:~ e~!e u_e la sociedad del 10 de Marx prosigue: <<La condición única de la revolución es
rados por «toda la ma ~ ~an sido, según Marx, procu- para ellos la organización suficiente de su conjura ... Se
traída Y llevada de aqu¡a a~: ete~minada, desmembrada, lanzan a invenciones que han de lograr milagros re-
llaman la boheme» 2 Du p all~, a la que los franceses volucionarios; bombas incendiarias, máquinas destructi-
. . rante su Imperio N l , . .,
perfecc10nando costumb . apo eon sigUio vas de mágica eficacia. Motines que han de sorprender
razón de Estado del S resd conspiratorias. Propias de la tanto más maravillosamente cuanto menor es su motiva-
sorprendentes y las egun o Imperio son las proclamas ción racional. Ocupados con semejantes trebejos proyec-
. mercachiflerí
ve leidosas y las ironías . as secretas, las salidas tivos, no tienen otra meta que la próxima de derribar al
ricos de Baudelaire enc~:penetrables. En los escritos teó- gobierno existente, despreciando en lo más hondo la ilus-
gos. En la mayoría de lo ramos a su vez los mismos ras- tración teórica de los trabajadores acerca de sus
dícticamente La discu .s. casos expone sus opiniones apo intereses de clase. De ahí les viene su irritación no prole-
d U . SIOn no es asu t - taria, sino plebeya, contra los «habits noirs» (levitas os-
e e a cuando las escarpadas co ~ o_ suyo. Se escapa
hace suyas una tras otra e . .n!radiCCiones téticas, que curas), gentes más o menos cultivadas, que representan
«los burgueses» su Salon de
~~~Ian un careo. Dedicó a ese lado del movimiento, del cual los otros sin embargo,
voz y su gesto no es el d 1 d ' aparece como su porta- igual que de los· representantes oficiales del partido, jamás
por ejemplo en su inve~ti:: vocatus diaboli». Más tarde, podrán independizarse por entero'. Los atisbos políticos
sens» encuentra para el h condtra la escuela del «bon de Baudelaire no sobrepasan en el fondo los de estos
tario ' para 1os personaje « onra o burgues», · para el no conspiradores profesionales. ¿Ofreció sus simpatías al re-
hemio más rabioso a. Ha~ar~~~~tables los acentos del bo~ troceso clerical o las otorgó al levantamiento del 48? Su
es separable de la utilidad. pro~lama que el arte no expresión jamás lo puso en claro y su fundamento era
el_ «a_rt pour l'art». En tod¿ ;~~s anos después defiende quebradizo. La imagen que presentó en los días de febre-
pu~hco por una mediación i 1e esfuerza poco ante su ro, blandiendo un arma en la esquina de una calle de
casi de noche y a espalda' ra que Napoleón III pasa París al grito de « ¡Abajo el general Aupick! » •, resulta
proteccionismo aduanero ~ el Parlamento francés deÍ fehaciente. En cualquier caso hubiese podido hacer su-
a comercio libre. Estos so~ los yas las palabras de Flaubert: «De toda la política sólo
entiendo una cosa, la revuelta.» Así hubiese habido que
1 K. MARx-F. ENGELs Be entenderlo según el paso final de una anotación que trans-
Pa_rís, 1850, und Lucien , e spr. von Chenu Le
tJ~que en févríer 1848 pde, la Hodde, La nafssa s conspírateur., , mite con sus bosquejos sobre Bélgica: «Digo "¡viva la
~6), p. 555. ' ans, 1850,.; cit. sem'•n D~e de la Répu. revolución!», igual que diría "¡viva la destrucción!, ¡viva
K. MARx D .,....... re Neue Z ., 4
d R. ' er achtzehnt B e¡ , la penitencia!, ¡viva el castigo!, ¡viva la muerte!". No sólo
e 'a ba;anBov, pág. 73, Viena e191;umaire des Louis B sería feliz como víctima; no me desagradaría hacer el
· AUDELAIRE 0 ' · onaparte
PJéiade», París 1931 J2 euvres completes . . '
ción, indicand~ únic:a~e'!n adelant~ se d~ b!iotheque de la
1

se encuentra en II, pág. 4~5 sus págmas. Este t:~~mpre esta edi- ' MARX-ENGELS, «Bespr. von Chenu und De la Hodde», l. c., pá-
. o ahora citado gina 556.
• El general Aupick era el padrastro de Baudelaire.
-24-
-25-
fjel de verdugo, para sentir la revolución desde ambos
.a os. Todos tenemos espíritu republicano en la san re laire su contrapartida. El 23 de diciembre de 1865 es-
Igual que tenemos la sífilis en los huesos. es tamo . gf ' cribe a su madre: «Si vuelvo a hallar la fuerza de tensión
tados de mocratica
, · y SI"f"Ilíticamente» 5 • • s In ec- y la energía que he poseído algunas veces, haré que mi có-
Est~ ~ue Baudelaire señala podría designarse como la lera respire por libros que provoquen horror. Quiero po-
metafisica del provocador En B 'l . ner en contra mía a toda la raza humana. Sería esto un
cribió la tal anota . , h . b e gica, que es donde es- placer tan grande, que me resarciría de todo» 1 • Esta ira
CIOn, u o un moment 1
tomó por soplón de la Poi" , f o en que se e sañuda -la «rogne»- ha sido la actitud que durante
jantes componendas no era ICia rances_a. De suyo, seme- medio siglo ha alimentado en las luchas de las barricadas
laire el 20 de diciembre den 1~~~ extr~b~s, ya que Baude- a los conspiradores profesionales de París.
relación a 1 . escn Ia a su madre en De dichos conjurados dice Marx: «Ellos son los que
más os_ pe~siOnados literarios de la Policía. «<a-
aparecera m 1 nombre . . · alzan y dirigen las primeras barricadas» 10 • De hecho la
Lo que en Bél ica en_ sus Ignommiosas listas»'.
difícil que sólog fue!ut: ocas~on~le semejante fama es
barricada está en el punto fijo del movimiento conspira-
dor. En la revolución de julio atravesaron la ciudad más
claras en contra de Hu o enemist~ que puso bien a las de cuatro mil barricadas 11 • Cuando Fourier busca ansio-
brado allí En q d" hg ' proscnto entonces y muy cele- samente un ejemplo de <<travail non salarié, mais passion-
. ue IC o rumor 1
devastadora ironía. qu. , . h se evantase tuvo parte su né», no encuentra otro mejor que el del levantamiento de
derlo él mismo. EÍ «CU~:s de ara llegara a caer en exten- barricadas. En Les Misérables retiene Hugo de manera
encontrar en Georges Sorel : blague», que ~olvemos a impresionante la red de barricadas, dejando en las som-
te consistente, inalienable Je j e se ha convertido en par- bras a los que las ocupan: «Por doquier vigilaba la invi-
roa en Baudelaire uno de s a P_ropaganda fascista, for- sible Policía de la revuelta. Mantenía el orden, esto es la
didad. El espíritu en q C~I- pnmeros nudos de fecun- noche... Unos ojos que desde arriba se hubiesen fijado
les pour un massacre ~~ t'te ;ne h_a escrito sus Bagatel- en tales sombras hacinadas hubiesen quizá tropezado en
inmediatamente a una 'an tI ~óo mis~o,_ nos reconducen sitios dispersos con una apariencia poco clara, en la que
«Podría organizarse u bo a~I n del diano baudelairiano: se reconocían contornos quebrados, de línea arbitraria,
na omta cons . . ,
exterminar la raza . d, 7 PiraciOn con el fin de perfiles de curiosas construcciones. En estas ruinas se
JU Ia» . El bl . .
concluyó su carrera de co . d anquista Rigault, que movía algo que se asemejaba a unas luminarias. Y allí
en la Comuna parisina nspira or como jefe de Policía era donde estaban las barricadas» 12• En un fragmento que
macabro, del cual se h~~arece haber tenido igual humor nos ha quedado de arengas a París, y que por cierto debía
nios sobre Baudelaire A ~ mu~~o por cierto en testimo- haber concluido Les Fleurs du mal, no se despide Bau-
révolution de 1871 de. ChSI sle Ice en Les hommes de la delaire de la ciudad sin evocar sus barricadas; recuerda
to d os los asuntos •adem , ares d Prol'. es. «R"Igault tenía en sus «adoquinados mágicos que como fortines se encres-
, '
socarronena asoladora L as e una gra , una
n sangre fna, paban hacia lo alto» 13 • «Mágicos» son desde luego esos
hasta en su fanatismo ·• le rlesultaba ésta imprescindible
1a que topa Marx en los » . nc uso la ·1 · ,
«c . I USion terrorista, con 9 BAUDELAIRE, Lettres a sa mere, pág. 278.
onspirateurs,., tiene en Baude- 10 MARX-ENGELS, cBespr. von Chenu und De la Hodde»,
5
II, pág. 728. l. c. pág. 556.
6
BAUDELAIRE, Lettres a , 11 Cfr. A.JASSON DE GRANDSAGNE y MAURICE PLAUT, Révolution
; II, pág. 666. sa mere, París, 1932, pág. 83. de 1830. Plan des combats de París aux 27, 28 et 29 juillet, Pa-
CHARLEs PRotts L rís, s. a.
rís, 1898, pág. 9. ' es hommes de la révolution de 1871, Pa- 12 VICTOR HuGo, Oeuvres completes. Edition définitive. Ro-
roan VIII: Les Misérables, París, 1881, págs. 522 Y ss.
13
1, pág. 229.
-26-
-27-
adoquines, ya que el poema de .
manos que los pusieron en ~a~delaire desconoce las
pudiera muy bien estar obl" ~ovu;uento. Pero tal pathos tradición representa el tipo de político que, como Marx
que el «blanquista» Trid Iga lo a «blanquismo». Puesto dice, considera su misión la de <<adelantarse al proceso
. d
b,arnca on exc ama. 0 f revolucionario en desarrollo, empujarle artificiosamente
es, toi qui brilles d , , ·. « orce, reine des
e est vers toi que les riso a~s 1 eclair et dans I'émeute ... a la crisis e improvisar una revolución, sin que haya con-
chainées» u. Al final de la ~mers tendent leurs mains en- diciones para ella>> 17 . Pero si por otro lado nos atenemos
un animal tocado de m omuna el proletariado, como a descripciones que se conservan sobre Blanqui, aparece
pro . uerte en su gu .d éste más bien semejante a los <<habits noirs» en los que
Pio retroceso tras las b . d an a, palpaba su
cu_lpa que los obreros ad~rr;cad as. De la derrota tuvo la los conspiradores profesionales tenían sus desacreditados
competidores. Un testigo ocular describe del modo siguien-
rn~adas, no fuesen f~vor:~~ ra ~s en las luchas en ba- te un club- blanquista: <<Si queremos tener una idea pre-
Thiers no hubiese tenido má:s a c~mbate abierto que
ll_os obreros preferían se . re~ediO que atajar. Aque- cisa de la impresión que, desde el primer instante, cau-
Cientes historiadores de 1~n escnbe uno de los más re- saba el club revolucionario de Blanqui en comparación
po abierto la pelea en t om_una, «al encuentro en cam-
sa~io, la muerte tras lo: ~~Opi~ barrio ... y, de ser nece-
con los otros dos clubs de que disponía entonces el par-
tido del orden, lo mejor es que pensemos en el público
rnca~a en una calle de Pa .oq~mes amontonados en ha- de la Comédie Fran<;aise en una tarde en que se represen-
El Jefe , . ns» ten a Racine o a Corneille, a la par que nos imaginemos
. mas Importante de 1 b. . a la multitud popular que llena un circo en el que los acró-
fUI, se hallaba entonces en as ;r~Icadas parisinas, Blan-
aureau. En él y su u hma cárcel en F t d batas exhiben números de arte mortal. Por así decirlo, se
t~ospección de la r:~o~~~i~:mar~d~s vio Ma~, en ~~ r~ encontraba uno en una capilla consagrada al rito ortodoxo
nge~tes del partido prolet ~e J1?mo, «los verdaderos di- de la conspiración. Las puertas estaban abiertas para cual-
quiera, pero sólo volvía el que era adepto. Tras el mal-
: a Id~ demasiado alta de~no» .. ~esulta difícil hacerse
A anqUI poseía entonces y prestigio revolucionario que humorado desfile de los oprimidos ... se alzaba el sacer-
ntels de Lenin no hubo nadq?-e conservó hasta su muerte dote de aquella morada. Su pretexto era resumir las que-
en e proletana . d o rasgos m , Ie que ' com0 e'1 , h aya tenido. jas de sus clientes, del pueblo representado por la media
1 docena de imbéciles presuntuosos e irritados a los que
~:rl:n tam~ién en Baudelai::. ~:r~~- Los cuales se estam- acababa de escucharse. En realidad explicaba la situación.
1 bque, JUnto a otros dibujo . nos queda una hoja Su aspecto era distinguido; su indumentaria impecable;
a ca eza de Blanqui. s Improvisados, se exhibe
fino era el cuidado de su cabeza; su expresión tranquila;
L~s conceptos que Marx
~~~Ient~ conspirador en Par~~u~e en su exposición del sólo un relámpago hirsuto, nuncio de desgracias, atrave-
saba a veces por sus ojos. Eran éstos pequeños, afilados
meJor que bien d 1 , acen que nos
adoptara Blanqu· p e a posición híbrid percate- y penetrantes, y normalmente miraban más bien con be-
qu , I. or un lado h b a que en él nevolencia que con dureza. Su modo de hablar era mesu-
e este entrase en la tradición ay uenas razones para
1• . como «putschista». Para la rado, paternal y claro; el modo de hablar menos decla-
Cit. por Ci1ARLE B matorio que junto con el de Thiers he oído jamás>> 18 • Blan-
Revue des deux ~ ENOIST, «Le 'mythe' d qui aparece aquí como un doctrinario. Las señas del <<ha-
; GáEORGEs LA";.~;z:s·Jis~e. marzo de 1914 e ;:gcl~~;e o'!-vriere», bit noir» se confirman hasta en pequeños detalles. Era
192 , P g. 532. ' Olre de la Com:n · ·
16 K. MARx D une de 1871, París 17 MARx-ENGELS, «Bespr. von Chenu und De la Hodde•, l. c., .Pá-
l. c., pág. 28. , er. achtzehnte Brumaire des ,
Louis Bonaparte, gina 556.
18 Informe de J. J. WEISS, cit. por GUSTAVE GEFFROY, L'enfermé,
op. cit., págs. 346 y ss.
-28-
-29-
sabido que «el viejo acostumbraba a enseñar con guan- r hasta los comercios de las afueras.
tes negros *. Pero la seriedad medida, la impenetrabilidad, vino barato, a sa Ir b 1 vino libre de impuestos al ~ue
que le son a Blanqui propias, aparecen distintas a la luz En ello~ se. despacha a .~ » Si damos fe a H. A. Frégier,
en la que las coloca una advertencia de Marx, que escribe se llamo «Vm de la barr~ere :, General de la Policía, los
de estos conspiradores profesionales: «Son los alquimis- jefe de sección e~ la DI~ecc_w~o ue se les concedía, sus
tas de la revolución y comparten por entero el descon- trabajadores poman e~ e~, u; o;gullosa, exhibicionista.
cierto de ideas y las orejeras y las ideas fijas de los al- delicias de manera o stma a, ros en seguir a la "ba-
19 . no ponen repa ,
quimistas antiguos» • La imagen de Baudelaire se estable- «Hay muJeres qu.e . s hiJ"os que ya podnan
., " maridos JUnto con su h
ce así como por sí misma: el artículo enigmático de la rnere a sus , , esan a casa me d"o I borrac os y se
alegoría en unos, y en los otros la mercadería de misterios trabajar ... D~spue~ regr e están para que quede da-
del conspirador. muestra~ mas ebnos de 1: ~::n bebido y no poco. A veces
Despreciativamente, y no era de esperar otra cosa, ro a la VISta de todos qu d 21 Un observador contero-

habla Marx de las tabernuchas en las que el conjurado los hijos imit.an a los pa res» . es seguro que el vino
inferior se sentía como en su casa. A Baudelaire le era fa- poráneo escnbe: «Por lo menos 1 a arato del gobierno
miliar el vaho que en ellas se sedimentaba. En ese vaho de las "barrieres" ha ahorrad~ a 1 ~esheredado sueños
se desarrolló ese gran poema que se intitula Le vin des no pocos golpes» 22 . El v~no, a f~~u:o Así en Le vin des
de futura venganza Y senono ·
chiftonniers. Podríamos datar su redacción a mitad de
chiffonniers:
siglo. Se discutieron entonces públicamente asuntos que
resuenan en estos versos. Se trató, por ejemplo, del im- . . · t hochant la tete,
puesto de los vinos. La Asamblea Constituyente de la Re- «On voit un chiffonmer qUl;~~; ~omme un poete
pública había acordado su abolición, como la acordó en Buttant, et se cogna~tdaux uchards, ses sujets,
1830. En Las luchas de clases en Francia muestra Marx Et sans perdre souct es mo . . ts
' gloneux pro¡e ·
cómo en la marginación de tales impuestos las reivindica- Epanche tout son coeur. en d lois sublimes
ciones del proletariado urbano saltan al encuentro de las Il prete des serments, dtcte esl . t ·mes
, h t releve es vtc t ,
de los campesinos. Los impuestos que sobrecargan al vino Terrasse les mee an s, dais suspendu
común en tan alta medida como al más refinado aminora- Et sous le firmament comme un re vertu>> s:~.
S' enivre des splendeurs de sa prop
ban el consumo, «ya que
a las puertas de todas las ciuda-
des de más de 4.000 habitantes se habían erigido fielatos y . n ma or número en las ciu-
cada ciudad se había transformado en un país extranjero Los traperos aparecieron e e~imientos industriales
con aduanas preventivas contra el vino francés» 20• Marx dades desde que lo~ ~uevos re:~~ valor. Trabajaban pa~a
dice que «en los impuestos del vino el campesino degusta dieron a los desperdicios unbc una especie de industna
. · representa an , ·
el "bouquet" del gobierno». Pero también perjudicaban intermed Ianos Y 11 El trapero fascino a su epa-
a los habitantes urbanos y les obligaban, para encontrar casera que estaba en la ca. e. s investigadores del pau-
ca. Las miradas de .los pr~::r~omo embrujadas por una
• Baudelaire sabia estimar estos detalles. Y aunque se la encaje perismo están pendientes
a un innominado, la siguiente fonnulación es suya: "¿Por qué los
pobres628).
pág. no se ponen ruantes para menc:ligu? Harian fortuna" (op. cit., dangereuses de la population
19 21 H. A. FRtGIER, Des classeso ens de les rendre meilleures,
M.uu-ENGELS, •Bespr. von Chenu und De la Hodde• ' l . e., pá- dans les grandes vi~les et des m y . ,. .
gina 556. París, 1840, vol. I, pag. 86. . . venteur. Physiologie de l mdustne
10
22 EDOUARD FOUCAUD, Parts m
pág. 87, MARx, 1895.
K.Berlín, Die Klassenkampfe in Frankreich 1848 bis 1850' fran~aise, París, 1844, pág. 10·
23 I , pág. 120.
-30- -31
Le acompañan camaradas; también en toro<? a ellos hay
pregunta muda: ¿cuándo se alcanza el límite de la mi- aroma de barriles y también ellos han encanec~d? pelea¡do.
seria humana? En su libro Des classes dangereuses de [a Su bigote le cuelga hacia abajo como una vleJa han e~a.
population, Frégier le dedica seis páginas. Le Play da el En su ronda le salen al paso los cmouchard~»·. 1o.,s sopo-
presupuesto de un trapero parisino y su familia en el nes sobre los cuales sus sueños le dan domimO ·dYa ~
tiempo que va de 1849 a 1850, presumiblemente tiempo Sai~te-Beuve se encuentran temas sociale~ toma os e
la vida cotidiana de París. Eran una conquista ~e ~ p~­
1
en el que surge el poema de Baudelaire •.
Naturalmente el trapero no cuenta en la bohemia. Pero sía lírica, pero no lo eran ~odavía de ~a P.ersplcr~l~~h~
todos los que formaban parte de ésta, desde el literato el espíritu del rentista cultivado, la misena Y ed.
hasta el conspirador profesional, podían reencontrar en se interpenetran en una relación es~ncialmente ¡versa a
el trapero algo de sí mismos. Todos estaban, en una pro- como lo hacen en el de un Baudelaire.
testa más o menos sorda contra la sociedad, ante un ma- Dans ce cabriolet de classe i' examine h.
ñana más o menos precario. A su hora podía el trapero L'homme qui me conduit, qui n'est plus que ml~~ .me,
sentir con aquellos que daban tirones a las casacas fun- Hideux, a barbe épaisse, a longs cheveux co ~:~·
damentales de la sociedad. En su sueño no está a solas. Vice, et vin et sommeil chargent ses yeux sou es.
• El presupuesto es un documento social no tanto por las en-
Comment l'homme peut- il ainsi tom~er? fensais-je,
cuestas realizadas en una determinada familia como por el intento Et je me reculais a l' autre coin du stege» ·
de que la más honda miseria aparezca como menos escandalosa
porque se la clasifica limpiamente. Con la ambición de no dejar óm la rebelión se abre lentamente ca-
a ninguna de sus faltas de humanidad sin el párrafo legal que hay • Es fascinante seguir e o 1 últimos versos del poema. Estos
que observar a su respecto, han hecho florecer los Estados totali- mino en las diversas versiones de os
tarios una semilla que presumimos latente en un periodo más tem- dicen en la primera versión :
prano del capitalismo. La cuarta sección de este presupuesto de un . e dans ses bienfaits,
C'est ainsi que le v~n 1 gne · de l'homme.
trapero -necesidades culturales, diversiones e higiene- es la siguien- Et chante ses explotts pdar ele g?s~~e tout nomme,
te : "Instrucción de los hijos : el que da trabajo a la familia paga Grandeur de la bonté e e ut 1 ·1
el dinero para la escuela : 48 francos ; compra de libros : 1,45 fran- Qui nous avait déja d~nné _le :ou;of~'('met '
cos. Ayudas y limosnas (los obreros de este estrato social no dan Et voulut ajouter le Vtn, ftls l~er la 'soutfrance
generalmente limosnas) ; fiestas y celebraciones : comidas en las Pour rechauffer le coeur . et ca ent en silence (op. cit., 1551).
que toda la familia toma parte en una de las "barriéres" (8 excur- De tous ces innocents qut meur
siones al afio) : vino, pan y patatas: 8 francos; comidas consisten-
t~s en macar:ones aderezados con mantequilla y queso, además del
vmo, en el d1a de Navidad, en el martes de carnaval, por Pascua En 1852 dicen :
Y en Pentecostés : estos gastos están consignados en la primera lmer la souffrance
sección; tabaco de mascar para el hombre (colillas que recoge el Pour apaiser . le coeur et .c~eurent en silence.
mismo obrero) ... representa desde 5 hasta 34 francos; rapé para De tous ces t~noc~nts qut le doux sommeil;
la mujer <se compra) ... 18,66 francos; juguetes y otros regalos para Dieu leur avat! dé~a donnéé d Soleil (op. cit., 1552).
11 ajouta le vtn, ftls sacr u
los nifios : 1 franco ; correspondencia con los parientes : cartas iand0 radicalmente el sentido :
a los hermanos del obrero que habitan en Italia : un promedio de y por fin en 185'l dicen camb
una al afio. El recurso más importante de la familia en casos de t bercer l'indolence
desgracia consiste en la beneficencia privada ... Ahorros anuales (el Pour noyer la rancoeurd~ ui meurent en silence,
obrero no tiene previsión alguna ; lo que sobre todo le importa es De tous ces vieux mau 115
q it fait le sommeil; .
procurar a su mujer y a su hijita todas las comodidades compa- Dieu, touché de remo~ds, ~vasacré du Soleil (op. ctt., 102).
tibles con su estado ; no ahorra en absoluto, sino que gasta dia a L'Homme ajouta le Vtn, ftls
dia todo lo que gana" (FRiDáuc L& PLAY : Les outniers, Paris, 1855, strofa encuentra su forma más
págs. 274 Y ssJ. Un comentario sarcástico de Buret ilustra el espiritu Se sigue obviamente que la e
de semejante encuesta: "Como el humanitarismo, incluso la de- segura junto con el contenido blasfemo. Les consolations. Pensées
cencia, prohiben dejar que un hombre muera como un animal no 14 CHARLEs-AUGUSTIN SAINTE-BEUVE,
podrá negársele la limosna de un ataúd" <EualNE ~URET : De la mÍsere
des classes laborieuses en Angleterre et en France Parla 1840 vol 1 d'aoút, Parls, 1863, pág. 193.
pág. 266.) ' ' ' . '
-33-
-32-
~asta aquí el comienzo del poema. lo ue s. vol te •. Las tres piezas que lo componen mantienen un
una I?,te1ret~ción edificante. Sainte-B;uve ~ pla~: ~= tono fundamentalmente blasfemo. No hay que tomar de-
~:~::~~c:e:~ ~~ :l~~~l!r~u alma t~n desamparada como
masiado en serio el satanismo baudelairiano. Si tiene al-
guna importancia, la tiene sólo en cuanto que es la única
La letanía intitulada Abel et e . l actitud en la que Baudelaire estaba en situación de man-
suelo s b 1 azn muestra e sub-
o ~e e que se apoya el concepto más libre más tener a la larga una posición no conformista. La última
~~~~~~nsiv~ que tenía Baudelaire de los deshere~ados pieza del ciclo, Les litanies deSatan, es, por su contenido
agomsmo entre los hermanos bíhli·cos h . teológico, el «miserere» de una liturgia ofídica. Satán se
tagonis d d · ace un an-
mo e os razas eternamente irreconciliables. manifiesta en su corona de rayos luciferinos: como guar-
dián del saber profundo, como instructor en las destrezas
«~ace d'Abel, dors, bois et mange· prometeicas, como patrón de los empedernidos y de los
Dzeu te sourit complaisamment. , inexorables. Entre líneas relampaguea la tenebrosa cabe-
za de Blanqui.
Race de Cain, dans la fange «Toi qui fais au proscrit ce regard calme et haut21
Rampe et meurs misérablement» 25. Qui damne tout un peuple autour d'un échafaud» •
El poema consiste en d · · ·. d. . Ese Satán, al que el rosario de las invocaciones cono-
zo, alternando es el . Ieciseis Ishcos, cuyo comien-
ce también como «confesor ... de los conspiradores», es
como el fundador d
1
Caín, antepasado de r;:~sr:;: hquedel de los precedentes.
s ere ados, aparece en ellos distinto del intrigante infernal al que los poemas llaman
e una raza y ésta d con el nombre de «Satan Trismégiste», de demonio, y las
que 1a proletaria. En el año Ís ~o pue e ser otra
Cassagnac su Histoire d 38 publicaba Granier de piezas en prosa con el de Su Alteza cuya morada subte-
bourgeoises Esta oh es e1asses ouvrieres et des classes rránea está cerca del bulevar. Lemaitre ha señalado la
. ra supo dar a e 1 . escisión que hace del diablo «por un lado autor de todo
1os proletarios· form b onocer e ongen de
bía surgido d~ un a anduna clase infrahumana que ha- • Sigue al título una advertencia previa suprimida en adiciones
nació Baudelaire e;t~ce e lafrones y prostitutas. ¿ Co- posteriores. Califica este grupo de poemas como una imitación
sumamente literaria de lOS "sofismas de la ignorancia y de la cólera".
y es cierto que Marx toes!'ecu aciones? Es muy posible. En realidad no puede hablarse de imitación. Los procuradores del
de Cassagnac al «pensad~~»c~~ ellas Y s~!udó en Granier Estado del Segundo Imperio asi lo entendieron y sus sucesores lo
En El Capital fija su teorí . la reaccwn bonapartista. entienden también asi. Como con mucha negllgencia lo descubre el
baron Seilliére en su interpretación del poema inicial. Se llama
«raza de auténticos propie~:r~~~sta en el conc.epto de una Le reniement de Saint Pierre y contiene los versos:
l~s que cuenta al proletariado y de mercancias» 21, entre
Révais- tu de ces 1ours ...
hdo aparece en Baudelaire la. exactamente en este sen-
Claro que él no hubiese podi;az: ?u~ procede de Caín. Ou, le coeur tout gonjlé cl'espoir et de vaillance,
raza de aquellos que no o e mirla. Se trata de la Tu jouettais tous ces vils marchands el tour de bras,
Ou tu jus maitre enjin? Le remorcl n•-a-t-il pas
pia fuerza de trabajo poseen otra mercancía que su pro- Pénétré dans ton Jlanc plus avant que la lance? (op. cit., 114).

El poema de Baudelaire está en el ciclo intitulado Ré- En ese remordimiento atisba el irónico hermeneuta autorrepro-
ches "por haber dejado escapar una ocasión tan buena para intro-
ducir la dictadura del proletariado" (ERNEST SEILLibE : Baudelaíre,
15 1, pág. 136.
Paris, 1931, pág. 193).
211 K. MARX, Das Kapital ed K
, . orsch, pág. 173, Berlín, 1932. 27 1, pág. 138.
-34- -35-
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~~malo y luego gran derrotado, gran víctima» 28 Al pro- burguesa! ¡Y sólo el robo a la propiedad, el perjurio a la
ema se le da la vuelta, pero nada más si se Íantea la religión, los bastardos a la familia, el desorden al orden» 30 •
pr~~ta de qué le obligaba a Baudelaire,a dar Jna forma En sus horas rebeldes Baudelaire, admirador de los je-
ra Ica mente teológica a su radical repudio de los po- suitas, no quería rehusarse por entero y para siempre a
d erosos. dicho salvador. Sus versos se contienen en lo que no se
La protesta contra los conceptos de orden y de hon- prohibía su prosa. Por eso se instala Satán en ellos. A él
ra d ez se conservaba me. t 1 d le deben esa fuerza tan sutil incluso en la irritación deses-
en la lucha de . . JOr, ras a errota del proletariado
.d . JUmo, entre los poderosos que en los so- perada por no rescindir del todo la adhesión a aquello
:et~ao:~~?~~e~~~ conf~saban el derecho y la libertad veían contra lo cual se indignaban la clarividencia y el huma-
nismo. La confesión piadosa se le escapa casi siempre a
miento de su tío no ~ em~era.dor-soldado que en segui-
Baudelaire como un grito de pelea. No quiere dejarse qui-
do por la suerte ~en~ se~ el, smo a~ aventurero favorecí-
tar su Satán. Este es la auténtica prenda en el conflicto
Por su lado la «bohe:I ~ti~nen su ~Igura los Chatiments. que Baudelaire tenía que sostener con su increencia. No
briagadores fes te. o e oree» consideraba que en los ero- son los sacramentos y la oración los que se ventilan; se
hacían realidad sJuss co~ qude se rodeaba, en su corte, se trata de la reserva luciferiana de ultrajar a Satán, del cual
suenos e una v·d l"b L
morías en las ue el . I a « I re». as me- es víctima.
del emperadorqde. an c:~~e VI~l-~astel describe el entorno Con su amistad por Pierre Dupont quiso Baudelaire
muy honrados ~u b a Mimi y a un Schaunard como
profesar como poeta social. De este autor dan un bos-
era de buen to~o er?'l urreses, mu~ cursis. El cinismo quejo los escritos críticos de D'Aurevilly: «En su talento
{n
razonamiento rebeldeas a:es supen~res; en las bajas el Y en su cabeza toma Caín la delantera al dulce Abel. Caín
Ha~ de Byron, ha rendido hu E loa,. VIgny, so~re las h~e­ el áspero, el hambriento, el que estalla de envidia, el mon-
al angel caído a L "f omenaJe en sentido gnóstico taraz, Caín que se ha ido a las ciudades para sorbetear
asociado en ;u N:ci e~. Die otro lado, Barthélémy había
hizo que se d.. mests. e satanismo a los poderosos· los posos del encono que se van acumulando en ellas,
IJese una misa del «agios» , para tomar parte en las falsas ideas que viven allí su
un salmo de la renta 211 T 1 Y que se cantase triunfo» 31 • Esta caracterización expresa exactamente lo
a Baudelaire más que f. ;. doble rostro de Satán le es que solidarizaba a Baudelaire con Dupont. Como Dupont,
para los de abajo sino tami~.a-r. En él Satán habla no sólo Caín «se ha ido a las ciudades» y se ha apartado del idi-
hubiese podido Marx d am Ien :p_ara los de arriba. Apenas
lio. «La canción tal como la entendieron nuestros padres ...
siguientes: «Cuando 1 esea~ meJor lector para las líneas 32
incluso la simple romanza, le caen muy lejos» • Dupont
cilio de Constanza d:~ pu~ta~os se quejaban en el Con- ha sentido llegar la crisis de la poesía lírica junto con la
tronaba contra ellos el~ VId a ;ce~ciosa de los Papas ... , desmembración progresiva entre ciudad y campo. Uno de
diablo en persona pued ar ~na Pierre d'Ailly: "Sólo el sus versos lo confiesa sin habilidad alguna; dice que el
vosotros reclamáis an' el ~? var a la Iglesia católica y
f rancesa después del ge 1es .dAs'I exc1amaba la burguesía
' poeta «presta alternativamente su o1do a los bosques y
a la masa». Las masas le remunerardn su atención; hacia
la sociedad del lO de di~~e peb e Estado: ¡sólo el jefe de
m re puede salvar a la sociedad
30 K. MARX, Der achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte,
• JUI.Es LEMAlTRE
, Les contemporains' IV• série, París, 1895, l. c. pág. 124.
• 30.
pág.
31 JuLEs-~DÉE BARBEY o'AUREVILLY, Le XIX• siecle. Les oeuvres
d Cfr. AUGUSTE-MARSEILLE B et les hommes, eles poetes», París, 1862, pág. 242.
omadaire, París, 1834 vol 1 ARTI!lláLán, Némésis. Satire heb- 31 PIERRE LARoussE, Dictionnaire universel du XIX• siecle,
boursea ). ' · , P g. 225 ( cL'archeveché et la
vol. 6, París, 1870, pág. 1413 (artículo cDupont» ).

-36- -37-
0 eran para él convic-
1848 Dupont estaba en boca de todos. Y cuando las ase- je» 36. <<Teocr(lcia y comumsmo>~ ~taban
• 37
su oído: la una
cuciones de la revolución fueron perdiéndose una tras ciones, sino susurros que.fse. dispel otro como él sin duda
otra, Dupont compuso su Chant du vote. Poc~ hay en la , f. · tan luci enno ,
no tan sera Ica, m , ho Baudelaire en abandonar su
pensaba. No tard~ mw~
poesía política de aquel tiempo que pueda medirse con su
una serie de años después
estribillo. Es una hoja del laurel que Karl Marx reclamara manifiesto revolucwnano y femenina es Pierre
entonces para las <<frentes amenazadoras y tenebrosas» 33 . ·a a esta ternura
escnbe: <<A esta graci , . cantos Por fortuna, y
de los combatientes de junio:
Dupont deudor .en ~~s pr~~:~~cionaria: que en aquella
«Fais voir, en déjouant la ruse t;UUY granllde, ~a ~~ti;~~:da casi todos los talentos, na? desl-
epoca se eva a d camino natural» . Ta
O Républicain a ces pervers vió por completo el ,suyo u~ l~~rt» tenía valor para Bau-
Ta grande face de Méduse áspera ruptura con <<1 art P?t d Le permitía dar a conocer
Au milieu de rouges éclairs» 34• delaire solamente como acti ~·. 'a como literato y que
el ámbito de juego del que ISP?tm es de su tiempo -sin
, · bre los escn or
La introducción con la que en 1851 contribuyó Bau- poseia con ventaJa so t ellos Con lo cual se
delaire a una entrega de poemas dupontianos fue un acto . 1 , randes de en re . .
exclmr a os mas g b ·ma del oficio literano
de estrategia literaria. En ella encontramos las curiosas pone en claro en qué esta a por enci
sentencias siguientes: <<La utopía pueril de la escuela del que le rodeó. . d' había movido a lo lar-
arte po~ el arte, al excluir la moral y con frecuencia inclu- El oficio literano de c_ada /adsed r de las revistas. Co-
so la pasión, tenía que ser necesariamente estéril.» Y más go de ciento cincu~nta anos a re h:c~a el final del primer
adelante, con una referencia manifiesta a Auguste Barbier: menzaron a cambiar las cotas de los periódicos la
«· .. cuando un poeta, desafortunado algunas veces, pero tercio del siglo. En los fol etones d En la introducción
casi siempre grande, se puso a proclamar en un lenguaje <<belle littérature» obtuvo un rrerca obios que trajo para
inflamado la santidad de la insurrección de 1830 y a c;antar de los folletones se ~~sume~ .0 s ~:~ la Restauración no
las miserias de Inglaterra y de Irlanda ... se despachó la la Prensa la revoluciOn de _JU1~· Jmeros de periódicos;
cuestión, y desde entonces el arte ha sido inseparable de se permitió vender determma os~ I"o'n Quien no podía
·b, or suscnpc ·
la moral y de la utilidad» 35 • Todo lo cual no tiene nada de algunos sólo se reci Ian ~ ochenta francos por suscrip-
esa honda duplicidad que da alas a la propia poesía de costear la elevada cuota ·~ 1 cafés en los que con
Baudelaire. Este se interesaba por los oprimidos, pero tan- ción anual, quedaba r~fen ~aa ~:a leer un ejemplar. En
to por sus ilusiones como por su causa. Daba escucha a frecuencia muchos hacian co p . te mil suscriptores de
los cantos de la revolución, pero también la prestaba a la 1824 hubo en París cuarenta y Sie ·¡ y doscientos mil en
«voz superior>> que habla desde el redoble de los tambo- . 'd" 1836 eran setenta mi -,
peno Icos; en . . L Presse desempeno en
res de las ejecuciones. Cuando Bonaparte llega al poder 1846. El periódico de GI~a:dm Había aportado tres inno-
con el golpe de Estado, Baudelaire se pone furioso por un este ascenso un papel decisivo. a precio de la suscnp-
b . del ·
momento. «Luego mira los acontecimientos desde un vaciones importantes: la re aJa . y la novela por en-
los anunciOs
ción a cuare?ta r~cos, la información breve, abrupta,
"punto de vista providencial" y se somete como un mon- f
tregas. Al mismo tiempo
33

K.Viena,
pág. 40, Dem Andenken der Junikiimpfer' ed. Rjazanov,
MARX,1928. 36 PAuL DESJARDINS, «Charles Baudelaire» ' La revue bleue, Pa-
rís, 1887, pág. 19.
: PIERRE DUPONT, Le chant du vote, París, 1850. 37 II, pág. 659.
11, pág. 403.
38 II, pág. 555.

-38- -39-
empezaba a hacerle la co mpe tencia · a 1 mforme
· sosegado En 1860 y en 1868 se publicaron en París y en Marsella
Resu1tab a recomendable
llamados " , 1 por su uti I ad mercantil. Los·
"l"d los dos volúmenes de las Revues parisiennes del barón
tendía un rec a.~es» abnan el camino: por tales se en- Gaston de Flotte. Se tomaban el trabajo de luchar contra
pero en re:l~~t~cia~ :~:arece: independiente del editor, la ligereza de los datos históricos en la prensa de París
de redac . , ~ g, por el, con la cual en la sección y muy especialmente en el folletón.
en el mis~oon s_e acia referencia a un libro para el que En los cafés, durante el aperitivo, se hinchaba la in-
numero o en el de la , formación. «La costumbre del aperitivo ... se estableció jun-
anuncio. Ya en 1839 se . . VIspera se reservaba un
desmoralizadores "·e~UeJaba Samte-Beuve de sus efectos to con la llegada de la prensa de bulevar. Anteriormente,
ción crítica" un e~ <.domo se puede condenar en la "sec- cuando sólo existían los grandes periódicos serios... no
se conocía la hora del aperitivo. Esta es consecuencia ló-
abajo leemos que s~e~a~~-d sobre el qu~ dos pulgadas más 41
tra época:> La f d e una maravillosa obra de nues- gica de la "crónica parisina" y del cotilleo de la ciudad» •
. uerza e atracc·, d 1 1 El ajetreo del café ejercitó a los redactores en el «tempo»
por cierto cada v , Ion e as etras del anuncio,
presenta una mol;z. mas g~andes, lleva la ·delantera; re- del servicio de noticias antes de que se desarrollase el
aparato de este último. Al ponerse en uso el telégrafo
Los «réclames>> est~:::t: a_ q_u~ trastorna la brújula» 39.
eléctrico hacia finales del Segundo Imperio, perdió el bu-
final es la noticia de bolsa leIniCIO ~e ~n desarrollo cuyo levar su monopolio. Se pudo desde entonces referir ca-
"b~ fs d~ano~ pagada por los
1
interesados. Es difícil tástrofes y crímenes del mundo entero.
ción por separado de l:~C:\ Ir a hist?_na de la informa-
La asimilación del literato a la sociedad en la que vivía
La información necesita:a corrupc~o~ de la prensa. se realizó, por tanto, en el bulevar. En el bulevar era donde
el artículo político de fond yoco SitiO; y era ella, no se mantenía a disposición de cualquier suceso, de un dicho
Il~tón, la que ayudaba al ~·.~u _tampoco la ~ovela del fo- gracioso o de un rumor. En él desplegaba las colgaduras
dia, variado con astu . .P rliOdico a ese cariz nuevo cada
residía una parte d Cia me uso en pruebas, y en el cual de sus relaciones con colegas y calaveras; y estaba tan
t e su encanto Ten'1 pendiente de sus efectos como las pelanduscas de su arte
antemente: cotilleos de la ciud . a ~ue renovarse cons- para vestirse •. En el bulevar pasabá sus horas de ocio
ta «lo que era dig d b ad, mtngas de teatro has-
no e sa erse »,eran sus f uentes preferi- ' que exhibía ante los demás como una parte de su tiempo
d as. Desde el prim
1 er momento ha de trabajo. Se comportaba tal y como si hubiese aprendido
e egancia, algo barata Y que percatarse de la
de Marx que el valor de toda mercancía está determinado
señora Girardin salud' tanl cfaracterística del folletón. La
. . a a a otografía L por el tiempo de trabajo que socialmente es necesario
:zszennes como sigue: «Ho , en sus ettres pa- para su producción. El valor de su propia fuerza de tra-
mvento del señor D Y en dia se trata mucho del
bajo cobra, pues, casi algo de fantástico en vista del di-
que las explicacionesa~e~~e y no hay nada más chusco
salón saben dar al ensimas que nuestros eruditos de latado no hacer nada que a los ojos del público era ne-
respecto El se- D. cesario para su perfeccionamiento. Y en semejante eva-
t ar tranquilo no van b. 1 nor aguerre puede es-
descubrimien~o es a ro" llar e su secreto ... De veras su luación no estaba el público a solas. La elevada remune-
b marav1 oso· p ,
a so1uto; lo han ex licad ' ~ro no se entiende en
tan rápido ni tan gen~r 1 ~ demasiadas veces» 60. No fue '1 GABRIEL GuiLLEMOT, Le boheme, París, 1868, pág. 72.
• S a e acomodo al estilo del folletón. • "Con una mirada un poco penetrante se percata uno de que
una muchacha, que hacia las ocho se deja ver elegante y ricamente
de AINTE-BEUVE, «De la litté t . vestida, es la misma que a las nueve se presenta como fácil modis-
'!;mondes, 1839, pág. 682. ra ure mdustrielle•, Revue des
tüla y que se muestra a las diez como campesina" (F. F. A. BtRAUD:
Mme. EMILE DE G Les filles publiques de PariiJ et la police qui les régit, París-Leipzig,
vol · 4' Lett res parisiennes
IRARDIN (DELPHINE G )
1836-1840 p , AY • Oeuvres completes,
' ans, 1860, págs. 289 Y ss. 1839, vol. I, págs. 51 y ss.>.

-40- -41-
ración del folletón de entonces muestra que estaba fun- La Revue des deux mondes escribió por entonces: «¿Quién
dada en circunstancias sociales. De hecho existía una in- conoce los títulos de todos los libros que ha firmado el
ter~onexión entre la baja del precio de las suscripciones, señor Dumas? ¿Los conoce él mismo? Si llevase un diario,
el mcremento de los anuncios y la importancia creciente en el "debe" y el "haber" seguro que olvidaría... a más
del folletón. de uno de esos hijos de los que es padre legítimo, natural
«A causa _de _la nueva_ disposición -la baja del precio o adoptivo» 45 • Corrió la fábula de que Dumas ocupaba en
de las. suscnpc10nes- tiene que vivir el periódico de los sus sótanos a toda una compañía de literatos pobres. To-
a~u~c10s; yara recibir muchos, la página cuarta, que ter- davía después de diez años de las observaciones de la gran
romo des~mada a la publicidad, debía llegar al mayor nú- revista -1855- encontramos en un pequeño órgano de
~e~o posible de suscriptores. Se hizo necesario un cebo di- la bohemia la siguiente y pintoresca descripción de la vida
ngido a, todos, sin miramientos por su opinión privada y de un novelista lleno de éxito al que el autor llama De
que_ t~ma su valor en la sustitución de la política por la Sanctis: «Llegado a casa, De Sanctis cierra cuidadosa-
cunosidad ... Dado el punto
. de partida , un precio
· d e cua- mente ... y abre una pequeña puerta oculta tras su biblio-
renta f rancos por suscripción, se llegó por necesidad casi teca. Y así se encuentra en un gabinete bastante sucio,
absoluta a través del anuncio a la novela del folletón» u. mal iluminado. En él está sentado, con una larga pluma
Y esto es lo que precisamente explica la alta remuneración de ganso en la mano, un hombre adusto, que mira sumisa-
de tal_es ~ontribuciones. En 1845 ajustó Dumas con Le mente y tiene enmarañados los cabellos. Reconocemos en
Co_nstztutwnnel Y con La Presse un contrato en el que se le él a una milla al verdadero novelista de raza, aunque no
senalaban por cinco a-nos unos h onoranos . mímmos. de sea más que un antiguo empleado de ministerio que ha
s~senta y ~res mil francos por una producción anual mí- aprendido el arte de Balzac leyeQdo Le Constitutionnel.
mma de dieciocho volúmenes 43 Eugene Sue ·b· , El auténtico autor de La cámara de los cráneos es él; él
Les M t' d p . perci IO por
cal 1y~ erles e aris ~n pago de cien mil francos. Se han es el novelista» 46 *. El Parlamento intentó bajo la Segunda
cu a o os honoranos de Lamartine en cinco millones República luchar contra la preponderancia del folletón.
de francos en el espacio de tiempo que va desde 1838 has- Se cargaba con un impuesto de un céntimo las entregas,
ta ~~51. Por la Histoire des Girondins que rimero a· a- una por una, de la novela. Pero tal prescripción quedó en
rec~ en fo_lletón, había recibido seiscientos pmil franc~s. corto plazo fuera de vigor con las leyes de prensa reaccio-
en lo:~i~~i~~:ra ~en_mneración _de la mercancía literaria narias que, al limitar la libertad de opinión, dieron al fo-
.d S d b conl UJO por necesidad a situaciones corrom- lletón un valor elevado .
PI as. ~ a a e caso de que el editor, al ad uirir los La elevada remuneración del folletón, junto con su
manuscntos, se reservase el derecho de hacerl¿s firmar gran consumo, ayudaba a los escritores que la servían a
por un autor de su elec · , L l conseguir un gran nombre entre el público. Algunos no
. Cion. o cua presuponía que al-
rnos ~ovebstas de éxito no tenían dificultades con su estuvieron lejos de emplear, combinándolos, sus medios
;rr¡;~· ond más detalle informa al respecto un panfleto y su fama: la carrera política se les abría casi automáti-
a rzque e romans, Maison Alexandre Dumas et Cie ~~:
ta ALFREo NEITE..\IENT Hist . . , 1s PAULIN LIMAYRAC, «Du roman actuel et de nos romanciers»,
le Gouvernement de lufllet ~lr~ df ~~ lttterature franfaise sou~
13 Cfr. S. CHARLIITY «~ ~ns, 8 . ' vol. I, .Pág. 301.
Revue des deux mondes, 1845, pág. 953.
~ PAUL SAULNIER, cDu romanen général et du romanc1er mo-
.
de France contempordine de u~narchie de ~uiile!"• en Histoire derne en particulier», La boheme, 1855, I, pág. 3.
de 1919, París 1921-1922 1 4P ls la Révolutwn Jusqu'a la paix
.. Cf ' ' VO • ' pág. 352. • El uso de los "negros" no estaba limitado al folletón. Scribe
r. E UGENE DE (JACQUOT) M ocupaba para el diálogo de sus piezas a toda una serie de colabora-
Maison Alexandre Dumas et Cie, p~~~~~~ .Fabrique de romans,
5 dores anónimos.

-42- -43-
camente. Con ello se dieron nuevas formas de corru . , dad como prosperidad campesina y se felicita por los ho-
cuyas consecuencias fueron mayores que las del m~c:~ norarios que su producto le procura en el mercado, son
del ~~~bre ~~ autores conocidos. Una vez des ierta la más que instructivas, si se las considera menos desde su
~~?ICion pohtic~ del literato, era fácil para etrégimen lado moral • que como expresión de un sentimiento de
m Icarle el cammo .apropiado. En 1846 Salvand Minis- clase. Este era el del pequeño campesino. He aquí una
tro pdara las Colomas, ofreció a Alexandre Du~as em- pieza .de la historia de la poesía de Lamartine. La situación
pren er a costa del gobier 1
lada en d" . f no -y a empresa estaba calcu- del pequeño campesino se hizo crítica en los años cua-
Iez mi1 rancos- un viaJ· e T, h renta. Estaba endeudado. Su minifundio no se hallaba
propaganda de la I'f . a unez para acer
se devoró mucho ~~~e~~a colom~l. _La expedición fracasó, ya «en la llamada patria, sino en el banco hipotecario>> ' 9 •
terpelación en la Cámara ~~=rmo _conf una pequeña in- Con lo cual se desmoronaba el optimismo campesino, base
además de aume . ue mas a ortunado, ya que de la contemplación transfiguradora de la naturaleza que
de Paris, el núme~~a~~ a cau.sa del éxito de Les Mysteres es propia de la lírica lamartiniana. «Al surgir el minifun-
de tres mil seiscientos susc:tptore; de Le Constitutionnel dio eh acuerdo con la sociedad, en dependencia de los
por los obreros de Par~s vem~~;;;I , fue .elegido diputado poderes naturales y sometido a la autoridad, fue natural-
votos. No ganaron mu h en con Ciento treinta mil mente religioso; el minifundio arruinado y desmoralizado,
rios; Marx llama a la e~ .~on ello los electores proleta-
0 desmembrado de la autoridad y de la sociedad, empujado
extenuante» de los lo ecciOn I<comentario sentimental y por encima de su propia limitación, era naturalmente irre-
literatura podía abrir g;~~sen e f m~ndato anterior '7. Si la ligioso» 50 • Y precisamente en este cielo hacían las poesías
ca, será dicha carrera a pre e~I~os una carrera políti- de Lamartine figuraciones de nubes. En 1830 había es-
ración crítica de sus esc:i~ vezLutihza?le para la conside- crito Sainte-Beuve: «La poesía de André Chénier ... es en
ejemplo. os. amartme depara un buen cierta manera el paisaje sobre el cual la de Lamartine
ha desplegado el cielo» 51 • Este cielo se derrumbó para
Los éxitos decisivos de La .
monies, alcanzan a los f martme, Méditations y Har- siempre cuando los campesinos franceses votaron en 1848
cés estaba todavía en Iempo~, en que el campesinado fran- por la presidencia de Bonaparte. Lamartine había coope-
logrado. En unos verso;?sesiOn del disfrute del terruño rado a preparar su voto**. Sainte-Beuve escribe acerca de
ta equipara su creació mglenduos a A~~honse Karr el poe-
n a a e un vmador: • El ultramontano Louis Veuillot escribe en una. carta abierta.
a Lamartine: "¿De veras que no sabe Ud. que 'ser libre• quiere decir
«Tout homme avec fierté mucho más que despreciar el oro? ¡Y para. procurarse esa indole de
le vends ma grappe en ~eut vendre sa sueur! libertad que se compra. con oro, produce Ud. sus libros de manera
Heureux quand son nectfrult comme tu vends ta fleur tan comercial como sus legumbres o su vino!" (LoUIS VEUILLOT:
· d qui la foule,'
Dans mes tonneaux nombar, sous m o.n pre Pages choises, ed. Albalat, Lyon, 1906, pág. 31).
' 9 K. MARX, Der achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte,
Produisant a son maitr ~euxden rursseaux d'ambre coule l. c., pág. 123.
Beaucoup d'or e rvre esa cherté, ' 50 /bid., pág. 122.
pour payer beaucoup de liberté!>>". 51 SAINTE-BEUVE, Vie, poésies et pensées de Joseph Delorme,
París, 1863, pág. 170.
Estas líneas en las
n ' que Lamartine ensalza su prosperi- •• Pokrowsld ha probado con informes del entonces embajador
ruso en París, Kisseljev, que los acontecimientos ocurrieron tal y
K. MARX Der a ht h como Marx los había previsto en Las luchas de clases en Francia.
l. c., pág. 68 , e ze nte Brumaire des Lou· B
" ALPHo · zs onaparte, El 6 de abril de 1849, Lamartlne había asegurado al embajador que
Ed Guya d N~E , DE LAMARTINE, Oeuvres é . las tropas se agruparían en la capital -una. medida que más tarde
. r ' ans, 1936, pág. 1506 ( L po tzques completes buscaría justificar la burguesía con las manifestaciones obreras del 16
« ettre a Alphonse Karr• ). ' de abril. La advertencia de Lamartine, según el cual se necesita.-
-44- -45-
-- - - - ~_,_, = --

su papel en la revolución: «... estaba determinado para ser ahora Baudelaire. ¡Y ni uno de estos escritores ha sido so-
~l Orfeo que con sus liras doradas guiase y mesurase tal cialista!» 57 , escribe el secretario particular de Sainte-Beu-
mtrusión de los bárbaros» 52 • Secamente, Baudelaire le ve, Jules Troubat. Baudelaire ha merecido, desde luego, el
llama «un poquito putañero, un poquito prostituido» 53 • reconocimiento que quiere tributarle esta última época.
Para los lados problemáticos de tan brillante fenóme- Pero no por ello dejó de calar en la verdadera situación del
no difícilmente_ podría alguien tener mirada más penetran- literato. Era usual que le confrontase -y a sí mismo en
te que ~audela1re. ~o cual tal vez esté en relación con que primer lugar- con las prostitutas. De eso habla el soneto
desde siempre hab1a sentido cuán poca brillantez se po- La muse vénale. El gran poema introductorio Au lecteur
saba so_bre él. Porché opina que parece como si Baudelaire representa al poeta en la postura poco ventajosa de quien
no hubiese podido elegir dónde colocar sus manuscritos M. acepta monedas contantes y sonantes por sus confesiones.
Ernest Reynaud escribe que «Baudelaire tuvo que contar Uno de sus primeros poemas, que no tuvo acceso a Les
con costumbres de tunantes; tuvo que habérselas con edi- Fleurs du mal, está dirigido a una muchacha de la vida. Su
tores que especu~a?an con la vanidad de las gentes de segunda estrofa dice:
~undo, de los aficionados y de los principiantes, y que
solo ace~taban manuscritos si conseguían suscriptores» 55• «Pour avoir des souliers, elle a vendu son ame;
El propio comportamiento de Baudelaire corresponde a Mais le bon Dieu rirait si, pres de cette infame,
e~t~- estado ~e cosas. Pone el mismo manuscrito a dispo- le tranchais du tartuffe et singeais la hauteur,
SICion de vanos editores 0 t d . . .
1 · · • orga segun as ImpresiOnes sm Moi qui vends ma pensée et qui veux etre auteur» 58•
:~:a ~rlas co_mo. ~ales. Temprana Y plenamente consideró
nmguna Iluswn el mercado literario. En 1846 escribe: La última estrofa, <<Cette-boheme- la, c'est mon tout»,
«Una ~asa puede ser muy hermosa, pero sobre todo y incluye sin reparos a esta criatura en la hermandad de la
antes e que nos detengamos en su belleza, tiene tan~os bohemia. Baudelaire sabía lo que de verdad pasaba con
mel~rtos de alta y tantos metros de larga. Igual pasa con
la 1 eratura que present . . el literato: se dirige al mercado como un gandul; y pien-
sobre d ', a una sustancia mestimable: es, sa que para echar un vistazo, pero en realidad va para
to o, hneas llenas; y el arquitecto literario al que encontrar un comprador.
no s Ólo su nombre promet . . '
a d . ;a e ganancia, tiene que vender
~a a pre~IO» . HastQ su muerte siguió estando Baude-
laire mal s~tuado en el mercado literario. Se ha calculado
que ~onl to a su ~bra no ganó más de quince mil francos
« a zac se amquila con caf, M .
ajenjo M e; usset se embota con
- - - ·._., urger muere ... en una Casa de Salud igual que
rlan aproximadamente diez di
arroja de hecho una luz am~~ara. la concentración de las tropas,
<Cfr. MICHAIL N PoKRowsKI. a ~bre aquellas manifestaciones.
ginas 108 y &.). • · Histonsche Autsatze, Viena, 1828, pá-

: ~~INTE-Bsuvs, Les consolations pág 118


It. por FRAN~IS PORCHÉ La ' · . .
Bar:,delaire, París, 1926, pág. 248: Vle douloureuse de Charles

55
Confr. ibid., pág. 156.
s7 Cit. por EuGENE CRÉPET, Charles Baudelaire, París, 1906,
;a EIIRNEáST RAYNAUD, Charles Baudelaire p
, p g. 385. • arís, 1922, pág. 319. pág. 196.
S8 J, pág. 209.
-46- -47-
11

EL «FLANEUR»

El escritor, una vez que ha puesto el pie en el mercado,


mira el panorama en derredor. Un nuevo género literario
ha abierto sus primeras intentonas de orientación. Es una
literatura panorámica. Le livre des Cent-et-Un, Les Fran-
fais peints par eux-memes, Le diable a París, La grande
ville, disfrutaron al mismo tiempo que los panoramas, y
no por azar, de los favores de la capital. Esos libros con-
sisten en bosquejos, que con su ropaje anecdótico diría-
mos que imitan el primer término plástico de los panora-
mas e incluso, con su inventario informativo, su trasfon-
do ancho y tenso. Numerosos autores les prestaron su
contribución. Estas obras en colaboración son el sedi-
mento del mismo trabajo literario colectivo que Girardin
había albergado por vez primera en el folletón. Eran ves-
tuarios de salón para escritos que de por sí venían mar-
cados del baratijo callejero. En ellos ocuparon sitio pre-
ferente los insignificantes cuadernos que se llamaban «fi-
siologías». Siguen las huellas a tipos como los que le
salen al paso al que visita el mercado. Desde los tenderos
ambulantes de los bulevares hasta los elegantes en el «fo-
yer» de la Opera, no hubo figura de la vida parisina que
no perfilase el fisiólogo. El gran momento del género coin-
cide con el comienzo de los años cuarenta. Es la escuela
superior de los folletones; la generación de Baudelaire
ha cursado en ella. Que a éste tuviese poco que decirle,
muestra lo pronto que anduvo su propio camino.

-49-
4
En _1841 se llegó a contar con setenta y seis fisiologías'. quiera entonces se podía ya callejear por toda la ciudad.
A partir de este año decayó el género; desapareció con la Antes de Haussmann eran raras las aceras anchas para
monarquía burguesa. Era pequeñoburgués desde sus raí- los ciudadanos, y las estrechas ofrecían poca protección
ces. Monnier, el maestro del género, era un cursi dotado de los vehículos. Difícilmente hubiese podido el callejeo
de una extraordinaria capacidad para la observación de desarrollar toda su importancia sin los pasajes. «Los pa-
sí mismo. Jamás traspasaron las fisiologías tan limitado sajes, una nueva invención del lujo industrial», dice una
hori~onte. Después d_e. haberse dedicado a los tipos, le guía ilustrada del París de 1852, «Son pasos entechados
lleg? el tu:no a _la, fisiología de la ciudad. Aparecieron con vidrio y revestidos de mármol a través de toda una
Par~s la_ nult, Pans a table, Paris dans 1'eau, Paris acheval, masa de casas cuyos propietarios se han unido para tales
Pans plt~oresque, Paris marié. Cuando se agotó el filón, especulaciones. A ambos lados de estos pasos, que reciben
se produjo un verdadero atrevimiento: la «fisiología» de su luz de arriba, se suceden las tiendas más elegantes,
los pueblos. Tampoco se olvidó la «fisiología» de los ani- de modo que un pasaje es una ciudad, un mundo en pe-
males que ~esde siempre resultaban muy recomendables queño». Y en este mundo está el <<flfmeun> como en su
com~ tema mocente. Porque lo que importaba era la ino- casa; agenciaba cronista y filósofo <<al lugar preferido por
cencia. E~uard Fuchs, en sus estudios sobre la historia los paseantes y los fumadores, al picadero de todos los
~e. la ~ancatura, advierte que en los comienzos de las pequeños empleos posibles» •. A sí mismo se agenciaba
fls10logms están las llamadas leyes de setiembre es decir un medio infalible de curar el aburrimiento que medraba
las exacerbadas medidas de censura de 1836. Por medí~ fácilmente bajo la mirada de basilisco de una reacción
de _ellas se separó de golpe de la política a un grupo de saturada. He aquí una frase de Guy que nos transmite
artistas ~a!'aces Y adiestrados en la sátira. y si logró éxito Baudelaire: <<. .. quien se aburra en el seno de la multitud,
~n lo graflco, con mayor razón tenía que lograrlo en la es un imbécil, un imbécil y yo lo desprecio» 5 • Los pasajes
hterat~ra la tal m~niob~~ del gobierno. Ya que en ésta son una cosa intermedia entre la calle y el interior. Si
no habm una e~ergia pohtica que pudiese compararse con queremos hablar de un mérito de las fisiologías, citare-
la de un Daumier. La reacción es, por tanto el presupuesto mos el bien probado del folletón: a saber, hacer del bu-
«por el que se explica la colosal revista de la vida bur- levar un interior. El bulevar es la vivienda del «fHineur»,
guesa que. .. ~e estab_leció en Francia. .. Todo desfilaba que está como en su casa entre fachadas, igual que el
como por encima ... dms alegres y días de luto, trabajo y burgués en sus cuatro paredes. Las placas deslumbrantes
desca_n~o, costu_IIolbres matrimoniales y usos propios de y esmaltadas de los comercios son para él un adorno de
l?s cehbes, f~.umha, casa, hijos, escuela, sociedad teatro pared tan bueno y mejor que para el burgués una pintura
tipos, profesiOnes» 2• ' ' al óleo en el salón. Los muros son el pupitre en el que
ALo apa;ible de estas pinturas se acomoda al hábito del apoya su cuadernillo de notas. Sus bibliotecas son los
«flaneur» que va a hacer botánica al asfalto. Pero ni si- kioscos de periódicos, y las terrazas de los cafés balco-
nes desde los que, hecho su trabajo, contempla su nego-
cio. Que la vida sólo medra en toda su multiplicidad, en
' Cfr. CBARLEs LouANDRE .. stat'1 r1 . , .
tion intellectuelle en Franc~ d . s ql:le btteraue de la produc- la riqueza inagotable de sus variaciones, entre los ado-
mondes, 15 de noviembre de tlJ.~1 s iumze ans», Revue des deux
1 EDUARD FucHs n· · ' P g. 686·
nic~, 1921, vol. I, pág.te36~~rtkatur der europiiischen VOlker, Mu- dea, que callejea, de este paseante en Cortes, que diríamos en
castellano, a la ciudad de París (N. del T.).
En el texto alemán original 1 • FERDINAND voN GALL, Paris und seine Salons, vol. 2, Olden-
término en francés Se · e autor emplea siempre el
en la referencia co~st:e~C::e p:es s~ decisión, sin duda apoyada . burg, 1845, pág. 22.
ace e este hombre que vagabun- 5
II, pág. 333.

-so- -51-
quines grises y ante el trasfondo gris del despotismo: dad» s, del que habla M~rx. La limitación. . 'n la fundamental
muestra una
éste era el secreto pensamiento político del que las fisio- que daban, si era neces~no, a s';s v~~~~hysiologie de !'in-
logías formaban parte.
descripción de! proletano fr~~~~Para el obrero un goce
Socialmente no eran sospechosos estos escritos. Una dustrie franfatse ~e F?ucau o.s ue agotador. Ya puede
cosa tienen en común las largas series de caracterizacio- tranquilo es ni ma.s m ~e~n c~lo sin nubes, verde y es-
nes, estrafalarias o sencillas, simpáticas o severas, que ser la casa que habita, baJOde las flores y animada por los
las fisiologías presentaban al lector: su inocencia, su bona- tar penetrada P?_I' el aroma se encontrará desocupado. Es
chonería consumada. Semejante parecer sobre el próji- trinos de los paJaros, que !edad Pero si por ca-
mo estaba demasiado lejos qe la experiencia para que no inaccesible a los atractivos de 1a so . 'lbido agudos
se escribiese por causas desacostumbradamente polémi- 01'd un tono o un Sl
sualidad llega a sus os . ucha el sonsonete roo-
cas. Procedía de una inquietud de índole muy especial. desde una fábrica lejana ... , ls.l escd una manufactura, se
Las gentes tenían que arreglárselas con una nueva situa- . · e del momo e
notono que prov1en y . ercibe el selecto per-
ción, bastante extraña, que es peculiar de las grandes alegra en seguida su frente. : ~~ p chimeneas de las fá-
ciudades. Simmel ha retenido lo que aquí está en cues- fume de las flores. El humo e ads yunques le hacen
tión con una formulación feliz: «Quien ve sin oír, está bricas, los golpes estremecedores e 1os los dias venturosos
mucho más ... inquieto que el que oye sin ver. He aquí algo temblar de gozo. Recuerda enton~~~u inventor» 9. El em-
característico para la sociología de la gran ciudad. Las de su trabajo guiado por ~l :~pm e retiraba a descansar
relaciones alternantes de los hombres en las grandes presario que leía esta descnpcwn, s
ciudades ... se distinguen por una preponderancia expresa quizá más sosegado que nunca. era dar a las gen-
de la actividad de los ojos sobre la del oído. Las causas De hecho lo que estab a más a mano A su manera ur-
principales son los medios públicos de transporte. Antes tes, a unos de otros, una 1·magen a 1egre.ría de la vida pa-
del desarrollo de los autobuses, de los trenes, de los tran- dían así las fisiologías la f~ntas~ago no podía llevar
vías en el siglo diecinueve, las gentes no se encontraron risina. Tal procedimiento sm em atrg 0 si' como deudores
. ocían en re
en la circunstancia de tener que mirarse mutuamente lar- muy leJos. Las gentes se con 1' ntes como patronos
gos minutos,
6
horas incluso, sin dirigirse la palabra unos y acreedores, como vendedores Y e 1e, c'omo competido-
t do se conoc1an
a otros, • La nueva situación no era, según Simmel ·re- y empleados y, sob re 0 , d .
do prometedor desper-
conoce, precisamente hogareña. Ya Bulwer instrumentó res. A la larga no parec¡a em~sla s la representación de
su descripción de los hombres de las grandes ciudades en tar en ellos respecto de sus co ega t e formase en este
Eugen Aram refiriéndose a la observación goethiana un ser tan inocente. De a h,1 que pront o dría
s efectos mueh o
de que todo hombre, el mejor igual que el más miserable, género otra opinión del asunto q~:s e~sonomías del siglo
lleva consigo un misterio que, de ser conocido, le haría más tónicos. Se retrotrae hasta t'ene que ver con los
odioso a todos los demás 7 • Y las fisiologías eran buenas dieciocho. En cualquier ,caso :oc~av~ter o en Gall entra-
para dejar de lado como de poca monta semejantes re- sólidos empeños de aquellas. . ~ J·unto con la especu-
ha en juego un autentl~o
, · emp1nsm0 ,
presentaciones inquietantes. Si se nos permite decirlo así, f . 'logos vivían de su ere-
ladón y la extravagancia. Los ISIO Aseguraban que
hacían como de orejeras para el «estúpido animal de ciu- dito sin dar na d a d e 1o q ue era suy0 ·

; GEORG SIMMEL, Soziologie, B~rlín, 1958, pág. 486. Marx-Engels Archiv,


e «Marx und Engels über ~euer~~~~furt, ¡ (1926), pág. 271.
1832, pág. 314. GEORGE BULWER LYITON' Eugen Aram . A tale' París'
EowARD Zeitschrift des Marx-Engels-Instttuts,
9 FOUCAUD, op. cit., pág. 222·

-52- -53-
cualquiera, incluso el a d uno de los ídolos vecinos a Baco en el mercado. Baude-
tema, estaba en situa . , yuno e . todo conocimiento del
rácter, la extracción ;I~nm~d de~cif~ar la profesión, el ca-
laire apenas ha venerado dicho ídolo. La fe en el pecado
0 original le hacía inmune contra la fe en el conocimiento
En ellos ese don se e VIda de los viandantes.
de los hombres. Se emparejaba en esto con de Maistre,
hadas le han puest:reselnta como una capacidad que las
que por su lado había aunado el estudio del dogma con
ciudad. Con seme. an en a cuna al habitante de la gran
la afición a Baco_
que nadie, en su elem~~toce~te~as es~aba Balzac, y más
Pronto quedaron abolidos los metoduelos que los fi-
por enunciados sin lim·t .. e Iban bien a su preferencia
siologistas vendían al mejor postor. Por el contrario, un
ejemplo, «es tan perce;t~~;ones. «El genio», escribe por
gran futuro le estaba destinado a la literatura que se ate-
más inculto cuando I e en el hombre que hasta el
' nía a los lados inquietantes y amenazadores de la vida
un gran artista sab ,se pasea por p ans, ' SI· se cruza con
. ' ra en seguida do' d , 10 . Delvau urbana. También dicha literatura tenía que habérselas
anngo de Baudela· n e esta»
Ire y e1 más . t ' con la masa. Pero procedía de otra manera que las fisio-
queños maestros del f ll , m eresante entre los pe-
blico de París en °d. eton, pretende distinguir al pú- logías. Poco le importaba determinar los tipos; más bien
sus Iversas e · perseguía las funciones propias de la masa en la gran
mente como un geo'l di . apas sociales tan fácil-
. ogo stmgue la f · ciudad. Entre ellas toma aires de urgencia una que ya un
rocas. S1 algo semeja t f . s ormacwnes en las
la vida en la gran CI.udn de ~ese factible, no sería entonces informe policial destacaba en las postrimerías del siglo
a m mucho . . diecinueve. <<Es casi imposible», escribe un agente secreto
como a algunos les pare , b menos tan mqmetante
nada más que de u fl CI.a pro able. Se trataba entonces parisino en el año 1798, <<mantener un buen modo de vivir
na ontura e
gunta: <<¿Qué son lo r ' uan d o B audelaire se pre- en una población prietamente masificada, donde por así
decirlo cada cual es un desconocido para todos los demás
comparados con los s c~~fros del bosque y de la pradera 12
de la civilización:> y Ictos Y los choques cotidianos Y no necesita por tanto sonrojarse ante nadie» • Aquí la
· a en1ace a su , · masa aparece como el asilo que protege al asocial de sus
Y~ atraviese su presa en bo VIctima en el bulevar,
Siendo el hombre eterno ~ques .desconocidos, ¿no sigue perseguidores. Entre sus lados más amenazadores se anun-
fecto?» 11 • '
1 arumal de presa más per- ció éste con antelación a todos los demás. Está en el ori-
Paraes ' · gen de la historia detectivesca.
, . a VIchma utiliza Baudel . ., En los tiempos del terror, cuando cada quisque tenía
el termmo designa al en añ d aire la expreswn «dupe»;
a!~o de conspirador, cualquiera llegaba a estar en situa-
~a nariz; es la contrapart1da ~e~' bal que se deja llevar de Cion de jugar al detective. Para lo cual proporciona el
res. Cuanto menos sos d uen conocedor de hom-
to mayor conocimientoe~a ~ s~ hace la gran ciudad, tan- vagabundeo la mejor de las expectativas. <<El observador»,
necesario para operar en eel~ umano,. se pensaba, será dice Baudelaire, <<es un príncipe que disfruta por doquier
lucha por la competencia lleva. E~ reahdad la agudizada de su incógnito» 13 • y si el «flaneur» llega de este modo a
anuncie sus intereses . . so re todo a que cada uno ser un detective a su pesar, se trata, sin embargo, de al?o
.
P rec1so d e éstos sirv Impenosam f en t e. El conocimiento que socialmente le pega muy bien. Legitima su paseo ocio-
el de1 mismo
· e con
ser, cuando lo ue recuen · mueh o mejor que
Cia so. Su indolencia es solamente aparente. Tras ella se oculta
el comportamiento de u h q b hay que hacer es valorar una vigilancia que no pierde de vista al malhechor. Y así
que tan de buen grados~ uf:m r~. ~f! tanto, el don, del es como el detective ve abrirse a su sensibilidad campos
na e « aneur», es más bien 12 Cit. en AooLPHE ScHMIDT Tableaux de la révolution fran-
lOH
ONO~ DE BALZAC L ~ai~e, publiés sur les papiers' inédits du département et de la
u II, pág. 637. , e cousin Pons, París, 1914, pág. 130. pol:~e secrete de Paris, vol. 3, Leipzig, 1870, pág. 337.
11, pág. 333.
-54- -SS-
bastante anchurosos. Conforma modos del comportámien-
vah es su nombre y logra, durante un paseo en berlina,
to tal y como convienen al «tempo>> de la gran dudad.
arrancar la cabellera a sus cuatro acompañantes blancos
Coge las cosas al vuelo; y se sueña cercano al artista. Todo
sin que el cochero lo advierta en absoluto. Les My~teres
el mundo alaba el lápiz veloz del dibujante. Balzac quiere
de París señalan ya al comienzo a Cooper, prometiendo
q~e. la maestría artística esté en general ligada al captar
rap1do •. que sus héroes de los bajos fondos parisinos <<n? están
menos apartados de la civilización que los salvaJeS ~ue
. La sagacidad criminalista, unida a la amable negligen-
Cia del <<fHineur», da el boceto de Dumas Mohicans de Cooper representa tan acertadamente». Pero es especial-
mente Balzac· quien no se cansa de referirse a Coop~r
Pari~. ~u héroe se resuelve a entregarse a las aventuras como ejemplo. <<La poesía del terror, de. la que e~tan
~ers1gmendo un jirón de papel que ha abandonado a los
]Ue.gos del vie~to. Cualquiera que sea la huella que el llenos los bosques americanos en los que tnbus en~mtgas
<<flaneur» persiga, le conducirá a un crimen. Con lo cual se encuentran en el sendero de la guerra, esa poes1a, que
ap~tam?s que la historia detectivesca, a expensas de su tan bien le viene a Cooper, se adecúa exactamente ~asta
sob~I? calc~lo, coopera en la fantasmagoría de la vida en los mínimos detalles a la vida parisina. Los transeuntes,
los comercios, los coches de alquiler o un hombre que
P.a~sma. Aun no glorifica al criminal· pero sí que glo-
nfica a sus contrarios y sobre todo a' las razones de la se apoya en una ventana, todo ello interesaba a las gentes
caza en que éstos le persiguen. Messac ha mostrado cuál de la guardia de corps de Peyrades tan ardientemente como
es el e~~eño en aducir en esto reminiscencias de Cooper 14• un tronco de árbol una guarida de castor, una roca, una
Lo. mas. Interesante en la influencia de Cooper es lo si- piel de búfal~ una 'canoa inmóvil o una hoja que se mue-
Jefte. que no se la oculta, sino que más bien se hace ve interesan ~Í lector de Cooper.» La intriga de. Bal~ac
e e la ostentación. En los Mohicans de Paris citados di- es rica en formas de juego que están entre las .htstonas
eh a ostent ·' · ' de indios y las de detectives. Hubo quien pustera tem-
ac~on esta ya en el título; el autor promete
al 1ector abnrle en Pa - 1 . prano reparos a sus <<mohicanos en , spencer" Y a sus
El b ns una se va VIrgen y una pradera.
gra ado del frontispicio del tercer volumen muestra "hurones en levita"» 15 • Por otro lado, Hippolyt~ Babou,
~a calle poco transitada entonces y llena de maleza· la siempre cerca de Baudelaire escribe retrospecttvamen~e
tyenda de tal vista dice: «La selva virgen en la rue éEn- en el año 1857: <<Balzac ro~pe las paredes para abnr
er.» El pros~ecto editorial de la obra abarca esta relación camino libre a la observación ... , escucha en las puertas .. :,
con una flontura de g 1· .. se comporta, según dtcen . gazmon~- ente nuestros vect-
mos presumir . la mano ran d a Iento en 1a que . nos permiti-
. nos los ingleses como police detective» 16 ·
.
mismo: ,
«Pans- los m 0ehiun autor entusiasmado consigo
b canos ... estos dos nombres re- Las historias ' de detectives, cuyo mteres
· · resi"de en, una
er
otan.duno ~ontra otro como el quién vive de dos des- construcción lógica que como tal no tiene por que s .
conoci os gigantescos A b 1 '
propia de las narraciones de crímenes, aparee en por pn- El
éste - . · am os os separa un abismo;
~u f esta safcudtdo por las chispas de esa luz eléctrica mera vez en Francia al traducirse los cuentos de lroe)¿
h ~- ten~ su oco en Alexandre Dumas.» Ya antes Féval misterio de Marie Roget Los crímenes de la ca e or-
a la co ocado a una piel roja en aventuras urbanas. To- gue, La carta robada Con , la tra d ucc1on
· · de estos mo-,
delos adoptó Baudelai;e el género. La obra de Poe penetdro

--
• En Séraphita Balzac h bl
cepciones ponen, e~ cambi a. a de una "visión rápida, cuyas per- por entero en la suya; y Bau d el a1re. subraya este esta o
Paisajes más opuestos de :: ::~~~· a disposición de la fantasía los
u Cfr. ROGER MEssAc, Le «Detectif efr. ANoR~ LE BRETON, Balzac, Pans,
. 1905 pág. 83.
d M Champfleury,
15
la pensée scientifique, París, 1929. novel» et l'influence de 16
HIPPOLYTE BABOU La vérité sur le cas e ·
París, 1857, pág. 30. '
-56-
-57-
d~ cosas al hacerse solidario del método en el que coin- prototipo de la valoración de informaciones de per~ódico
Ciden todos los géneros a los que se dedicó Poe. Poe fue
en orden al descubrimiento de crímenes. El detective de
uno de los técnicos más grandes de la nueva literatura.
Poe, el caballero Dupin, no trabaja sobre la base de ins-
El ha sido el primero que, como advierte Valéry 17, intentó
pecciones oculares, sino sobre la de los informes de la
1~ .~arración científica, la cosmogonía moderna, la expo- prensa diaria. Un periódico, Le Commerciel, sostiene la
si.ciOn de n_tanifestaciones patológicas. Estos géneros te-
opinión de que a Marie Roget, la asesinada, la quitaron
man para el valor de ejecuciones exactas de un método
de en medio los criminales inmediatamente después de
par~ el que reclamaba vigencia general. En lo cual Bau-
dela~re se pone por completo a su lado y escribe en el que hubo abandonado la casa materna. «"Es imposible
que una persona tan popularmente conocida como_ la jo-
sentido de Poe: «No está lejos el tiempo en el que se
ven víctima hubiera podido caminar tres cuadras sm que
comprenderá que toda literatura que se rehuse a marchar
la viera alguien, y cualquiera que la hubiese vis~o la re-
fraternalmente entre la ciencia y la filosofía es una lite-
cordaría ..." Esta idea nace de un hombre que reside hace
ratura homicida Y suicida» 18• Las historias de detectives,
las m ' · mucho en París, donde está empleado y cuyas andanzas
as ncas en consecuencias entre todas las asecuciones
en uno u otro sentido se limitan en su mayoría a la ve-
de Poe, pertenecen a un género literario que satisface
al postulado_?~udelairiano. Su análisis constituye una
cindad de las oficinas públicas. Sabe que raras veces se
par~e. ~el anahsis de la propia obra de Baudelaire, sin aleja más de doce cuadras de su oficina sin ser recono-
cido o saludado por alguien. Frente a la amplitud de sus
per~UICIO de que éste no escribiera ninguna historia se-
meJante. Les Fleurs du mal conocen como disiecta mem· relaciones personales, compara esta notoriedad c~n la de
bra tres de sus elementos decisivos: la víctima y el lugar la joven perfumista, sin advertir mayor diferenci~ ent~e
del _hecho (Une martyre), el asesino (Le vin de l'as- ambas, y llega a la conclusión de que, cuando _Mane salta
sassm), 1~ masa (La crépuscule du soir}. Falta el cuarto, de paseo no tardaba en ser reconocida por diversas per~
' ser cier . t ~ SI.
~ue permite .~1 entendimiento penetrar esa atmósfera pre- sonas, como en su caso. Pero esto' po d na
~ada de ~as10n. Baudelaire no ha escrito ninguna historia Marie hubiese cumplido itinerarios regulares Y metodi-
detectives, porque la identificación con el detective cos, tan restringidos como los del redactor, Y análogos
1eeresu 1taba impos"bl a los suyos. Nuestro razonador va y viene a intervalos
1 1 I e a su estructura pulsional. El cálcu-
; · ~ momento constructivo, caían en él del lado asocial. regulares dentro de una periferia limitada, llena de per-
. "den con
B e~t~ ~ su vez total Y enteramente del de la crueldad. sonas que lo conocen porque sus intereses comci
adu e aire fu~ un lector de Sade demasiado bueno para los suyos puesto que se ocupan de tareas análogas. Pero
po er competir con Poe •. cabe suponer
' que los paseos de Mane · carecian· de rom-
El contenido social originario de las historias detecti- bo preciso. En este caso particular lo más prob~b!e es ~ue
tsc~ ~s la difuminación de las huellas de cada uno en haya tomado por un camino distinto de sus Itmerano s
a m htud de la gran ciudad. Poe se dedica a este tema acostumbrados. El paralelo que suponemos ~XIS 1a
· t'Ia en de
in~tran~emente en El misterio de Marie Roget su cuen- mente de Le Commerciel sólo es defendible SI se trata
0 e cnmenes más extenso. Cuento que ade~ás es el dos personas que atraviesan
. 1a cm. da d d e extremo
. a extre-
17 .
mo. En este caso si imagmamos que as r 1 elaciOnes perso-
b ..
Cfr. la introducc'ó1 d p tam Ien
1928) de Les Fleurs d Mn le AUL VAL~RY a la edición Cres. (París, '
nales de cada uno son equivalentes en numer ' , 0
1t lb ' u a. . . . . . d da uno encuentre
Id., II; pág. 424. seran Iguales las posibilidades e que ca .
. • "Es preciso volver siempre a Sade el mismo
. número de personas conoci·da s · Por mi. parte, h
Pag. 694. ··· Para explicar el mal", II, . creo posible sino muy prob a bl e, que Mane aya
no solo 1
'
an dado por las diversas calles que unen su casa con a
-58-
-59-
de su tía sin encontrar a ningún conocido. Al estudiar este
habitante urbano ~s ~ a
aspecto como corresponde, no se debe olvidar nunca _la - mor no tanto a primera como a
nto culminante del en-
gran desproporción entre las relaciones personales ~I-n·
el uso las .del hombre más popular de París) y la poblacton
total de la ciudad» 19 •
última vista. El «JamaiS~>- es
cuentro en el cual la paswn,
:n
1 ~uariencia frustrada, bro-
p ll ma y en ella se
ta en realidad del poeta e~:~ ~~~u: ni~gún ave fénix.
consume; claro. q~e no se e .
Dejando de lado el contexto que provoca en Poe estas
terceto abre un pano-
El vivísimo nacimiento del pr~re~ muy problemático a
reflexiones, el detective pierde su competencia, pero el
rama del suceso que se mam ~s a e hace que el cuerpo
problema no pierde su vigencia. Está, por cierto, un poco
entornado en la base de uno de los más famosos poemas la luz de la estrofa precedente. o qul turbación por eso
de Les Fleurs du mal, del soneto A une passante: . espasmo no es a
se contratga en un d d s recintos de su ser;
cuya imagen se apodera e to. os 1~oso antojo que se le
tiene más del choq~e de un 1 ~per:.tario. El aditamento
«La rue assourdissante autour de moi hurlait.
Longue, mince, en grand deuil, douleur majestueuse, viene encima sin aviso alguno 1a so I sa. el tono que dis-
Une femme passa, d'une main fastueuse
«comme un extravagant» casi lo expr~ ·Ón femenina está
Soulevant, balan~ant le feston et l'ourlet; l , el cual a apanci h
pone e· poeta, segun l En realidad hay una an-
de luto, no se para en ocultar o. ue abre la escena,
da ruptura entre el primer. cuartet~ ~ecir Thibaudet de
Agile et noble, avec sa jambe de statue.
Moi, je buvais, crispé comme un extravagant, y los tercetos que la transfiguran. . una gran ciu-
Dans son oeil, ciel livide o u germe 1'ouragan,
estos versos «que so, l o P u dieron
f .surgir en
S figura interior se
dad» 21, se queda en su supy ICI~. uor mismo estigma-
La douceur qui fascine et le plaisir qui tue.
acrisola al reconocerse en el os e am
Un éclair... puis la nuit! - Fugitive beauté
Dont le regard me fait soudainement renaitre, tizado por la gran ciudad * · la burguesía el em-
Ne te verrai-je plus que dans l'éternité? Desde Luis Felipe encontr~min¡a e~el rastro de la vida
peño por resarcirse de la per~ t dentro de sus cua-
.
pnvada en 1a gran cm· dad · Lo. mten a to su honor en no
Ailleurs, bien loin d'ici! trop tard! jamais peut-etre!
Car ¡'ignore ou tu fuis, tune sais ou je vais, tro paredes. Es como si hubiese pues . no de sus días
dejar hundirse en los sig . 1os ese rastro SItículos y reqmsi-
. .
O toi que j'eusse aimée, o toi qui le savais!» 20• , 1 nos de sus ar
sobre esta tierra, s1 a me las huellas a to d a
El soneto A une passante no presenta a la multitud tos · de consumo. Incansable le toma fundas y estuches
como asilo del criminal, sino como el del amor que se le una serie de objetos. ~e preoc~~~l:o;ermómetros y hue-
escapa al poeta. Cabe decir que trata de la función de la para zapatillas y reloJes de bo s f. ' las fundas de ter-
multitud no en la existencia del ciudadano, sino en la del .
veras, cubiertos y paraguas · Pre terehuella de to d o co n-
ciopelo y de felpa que conserven 1a
erótico. Dicha función aparece a primera vista como ne-
gativa; pero no lo es. La aparición que le fascina, lejos, 21
. París 1924, pág. 22.
muy lejos de hurtarse al erótico en la multitud, es en la ALBERT THIBAUDET, lntérzeurs, ' . l tema del amor
multitud donde únicamente se le entrega. El encanto del • Un Poema del primer Georg e ~~ogedecisivo -lae corrient ~a emulti-
tambien n que
a una mujer que pasa. Se le escapa ta es llevada por nfesarle
la mujer, que tropieza de paso c~r e1 ~ c~mo tiene qu~ c~nfiarse
50
11

EDGAR Ar.uN
488, Madrid, 1970. PoE, Cuentos, trad. de J. Cortázar, 1, págs. 487- tud-_ Las miradas del que ha a a 'artadas, antes e en Ber-
• lbid., I, pág. 106. a su dama "húmedas, anhelantes, P Hymnen Pilgejahrt d, que
hundiéndose' eu las tuyas", STEFAN GEOR~~ ar a duda acerca e
lin, 1922, pág. 23. Baudelaire no d~aa
hubiese mirado hondamente los oj 1
!mujer que pasa.
-60-
-61-
tacto. Al estilo del final del Segundo Imperio la casa se
desde luego a la larga capac~~ de un tejido múltiple de
le convierte en una especie de estuche. La concibe como de nada en contra del ero-
una funda del hombre en la que éste queda embutido peño por compensar por me IO e trajo consigo la des-
con todos sus accesorios; y esparce sus rastros, igual que registros la merma de rastros 1qu masas de las grandes
la naturaleza esparce en el granito úna fauna muerta. No aparición de los hombres en as er"udicado como
hay por qué pasar por alto que el proceso tiene sus dos ciudades. Baudelaire se encontraba ta~: ~uyendo de los
lados. Se subraya el valor sentimental o real de los ob- un criminal cualquiera por este e~pe lo.s de lectores. Se
.l. , afés y a circu
jetos así conservados. Se sustrae a éstos de la mirada acreedores, se a f I JO a e dos domicilios, pero
profana de quien no es su propietario y su contorno queda dio el caso de que habitaba a 1a ~ezpendiente pernoctaba
especialmente difuminado y de manera muy significativa. en los días ·en que la renta esta a · os y así vaga-
con frecuencia e~ un er
No hay nada de extraño en que la repulsa del control, que . t cero con amig ·
' era desde hacía tiempo,
en el asocial es una segunda naturaleza, retorne en la bundeó por una cmdad que ya no ' que se acostaba
burguesía propietaria.
la patria del ,,flfmeur». ~ada ca;:a ~~u1aCrépet cuenta en-
En estas costumbres podemos percibir la ilustración se le había vuelto un <<ht basar eu · . · as de Baude-
dialéctica de un texto aparecido en el Journal officiel en .
tre 1842 y · 1858 catorce d Ireccwn· es pansm
muchas entregas. Ya en 1836 había escrito Balzac en Mo-
laire. . en ayuda del pro-
deste Mignon: «¡Pobres mujeres de Francia! Querríais Medidas técnicas tuvieron que vemr . del procedí-
de muy buen grado seguir siendo desconocidas para hilar
vuestra pequeña novela de amor. Pero cómo vais a poder
ce~o admm.Istra~I~o .~ con ro· andard de entonces e~~a,
. . . d t 1 Al comienzo
miento de Identificacwn, cuy? st está la determinaciOn
lograrlo en una civilización que hace consignar en las dado por el método de B~rtiilon, de la fotografía repre-
plazas públicas la salida y la llegada de los carruajes, que personal de la firma. el .mvent~te rocedimiento. Para
'!
cuenta las cartas y las sella una vez a su recepción Y senta un paso en la histona de e P lo que para la
otra a su entrega, que provee a las casas de números Y la criminalística no sigm. TI.c,a menos
d . que
prenta. La fotogra-
que pronto tendrá 22
a todo el país catastrado hasta en su escritura significó la invenciO~ t
1a ~m er claramente y a
mínima parcela» • Desde la Revolución francesa una ex-
tensa red de controles había ido coartando cada vez
fía hace por primera vez posib: re {n historias detecti-
la larga las huellas de un hom re. as asegura esta con-
con más fuerza en sus mallas a la vida burguesa. La nu- vescas surgen en el instante en que ~e el incógnito del
meración de las casas en la gran ciudad da un apoyo muy quista la más incisiva de todas, so .reque terminen los
útil al progreso de la normatización. La administración
hombre. ' Desde entonce~ no se apreciabras y palabras.
nap9leónica la había hecho obligatoria para París en 1805. esfuerzos por fijarle cósicamente en °b de la multitud
En los barrios proletarios esta simple medida policial
tropezó desde luego con resistencias. En Saint-Antoine, el El famoso cuento de Poe El hom re hi"storia . detecti-·
barrio de los carpinteros, se dice todavía en 1864: «Si a al- es algo así como la ra wgr~ I.
d . fa de unaue presenta el cn-·
0
vesca El material de revestlmient q ha permanecido
guno de los moradores de este arrabal se le preguntase por · · Sí que
su dirección, dará siempre el nombre que lleva su casa y no men brilla en él por su ausenc~~~r la multitud, un des-
el número oficial y frío» 23 • Tales resistencias no fueron el mero armazón: el persegUI : Londres de tal
conocido que endereza su I·f m eranen o por
el centro. Ese d.es-
modo que sigue siempre estando dió Baudela1re,
: BALZAc, Mode~~eMignon, ~arís, 1850, pág. 99. . conocido es el «flaneur». y así lo enten bre Guy «1 'homme
.SI?MUND ENGUNoER, Geschzchte der franzosischen Arbetter-
Assoczattonen, vol. 3; Hamburgo, 1863-73, pág. 126.

-62-
--
que ha llamado a éste en su ensayo so

:M lbíd. , pág. 115.

-63-
. 'f la edición original de sus
des foules». Pero la descripción de Poe de esta figura !aire. En la nota bwgr_a Ica a H ffmann no fue nunca es-
está libre de la connivencia que Baudelaire le prestaba. últimos escritos se advierte: << ol El hombre comuni-
El <<flaneur» es para Poe sobre todo ése que en su propia pec~almente
. ·
amigo d e la natura
., eza. , el mero •ver a los
sociedad no se siente seguro. Por eso busca la multitud; cación por aquí, observa~wn por ~ 11 aSí paseaba durante
y no habrá que ir muy lejos para encontrar la razón por hombres valía para él mas 'V:e e!o ti~~po sucedía diaria-
la cual se esconde en ella. Poe difumina adrede la dife- el verano, cosa que con el ;: t b rna confitería en
mente por la tarde. ··, no ha ~\a~í= allí alguien y qué
0
rencia entre el asocial y el <<flaneur». Un hombre se hace
tanto más sospechoso en la masa cuanto más difícil re- la que no entrase para 'N.ver ,si arde se quejará Dickens,
sulta encontrarlo. Reposando de una larga persecución, clase de personas eran» · M~ t .d allejero indispen-
resume para sí el narrador su experiencia: <<Este viejo, estando de viaje, de la_ ~alta e r~~d~ cdecir c~ánto echo
dije por fin, representa el arquetipo y el género del pro-
fundo crimen. Se niega a estar solo. Es el hombre de la
sable para su produccw_n ._ <<No 1 desde Lausanne, co-
en falta las calles», escnbia en . 846en Dombey and Son.
gido como estaba por el t~abaJOb d lo cual no puede
multitud» 25 •
Y no sólo para este hombre reclama el autor el interés «Es como si diesen algo a ~I cere ro e ana quince días,
éste pasarse, si ha de tr~~aJar. Un_~ ~::rnen¡e en un lugar
del lector; por lo menos se apega en igual grado a la des-
cripción de la multitud. Y ello tanto por motivos docu- 1
sí que soy capaz de escnbir ma~avin Londres para reman-
mentales como artísticos. En ambos aspectos el narrador apartado; basta luego con un dia e esfuerzo y el tra-
sigue el espectáculo de la multitud. También le sigue, en tarme otra vez ... Pero son enormes e1 a'gi·ca Mis fi-
una conocida narración de E. T. A. Hoffmann, el pariente bajo de escribir a diano . sm . esa rm terna. mtas si ...no tienen
desde su ventana de chaflán. Pero qué apocada es la mi- . .
guras parece que qUisieran quedarse qme muchas' cosas
rada sobre la multitud de quien está instalado en su vida 1
a su alrededor una mu titu » ·· d 21
Entre 1 as
B delaire fuera de
casera. Y qué penetrante es la del hombre absorto en que en la odiada Bruselas ponen a aupecial· «No hay
ella a través de las lunas de los cafés. En la diferencia de SI, hay una que le l1ena d e un encono . t esn grato· a los pue-
los puestos de observación estriba la diferencia entre Ber- escaparates en las tiendas. El calle~eo, a_bl en Bruselas.
bl . .ón, es .Imposi e imposibles» 28 ·
lín Y Londres. De un lado el rentista· se sienta en el os dotados de imagmaci
mirador como en una platea; y cuando' quiere darse una No hay nada que ver Y 1os e ammos son quería en la mu l-
vue~ta por el mercado, -tiene en la mano unos gemelos Baudelaire amaba la soledad; pero 1a
de opera. De otro lado el consumidor, el innominado, que titud. d . que oscurezca.
entra en el café y en seguida lo abandona atraído por el ·
Al correr de sus narracwne s Poe eJa Sólo con d·f· I I-
imán de la masa que incansablemente le vapulea. De un . l a luz. ,de de
Se detiene en la ciuda d b aJO gas.gas de la apa-
lado un gran surtido de pequeñas estampas de género que cultad cabría separar la illliil:inacwn que se resume la
forman todas ellas un álbum de láminas coloristas; de riencia de la calle como intenor e~ e1 luz de gas pren-
otro lado un bosquejo que hubiese podido inspirar a un fantasmagoría del <<flfmeur»: !-a ~:~~:delaire se hizo el
gra~ grabador; una multitud inabarcable en la que nadie dió en los pasajes. En la mnez
está del to~o claro para el otro y nadie es para otro en-
teram~nte Impenetrable. Al pequeñoburgués alemán le --
• ERNsr THEODOR AMAoEus HoF~uiÍus
..hlte Schriften,
fiJ~d~ ~strechos
N Ausgewa · · Stut-
Eduard HltZig,
han límites. Y sin embargo, Hoffmann Vol. 15: Leben und Nachlass. Von . Neue
era por IdiOsincrasia ele la familia de los Poe y los Baude- 17 1839, pág. 32.
gart, )· «Charles Dickens•, Dte
Cit. anón. (FRANZ MEHRING •
25 E. A. PoE, op. cit., I, pág. 256. Zeit,21 30, 1911-12, vol. 1, pág. 621.
Ibíd., II, 710.

-64- -65-
intemo de utilizarla al aire libre; se dispusieron candela-
bros en la Place Vendóme. Y bajo Napoleón III crece . . h ritmo se destaca ecuánimemente
farolas. Pnmero die o . d des enteras se encuentran
rápidamente el número de las farolas de gas en París 29 • del crepúsculo, pero luegobcm ~ bajo el fulgor de la luz
Lo cual aumentaba la seguridad en la ciudad; hacía que de golpe, con un choque ruta , , icamente sobre asesi-
la multitud se sintiese en casa en plena calle también por eléctrica. «Esa luz debería c~ler ~ r los pasillos de los
'bl" s 0 1 umma
la noche; expulsaba al cielo estrellado de la imagen de nos o crimina1es pu lCO h h ra aumentar el terror,
la gran ciudad más confiadamente de como había suce- . · está ec a pa
mamcomws, ya que dicen que la luz de gas
dido por causa de sus casas elevadas. «Corro las cortinas
tras el sol; se ha ido éste a la cama como debe. En ade-
lante no veo otra luz que la de la llama de gas» 30 •. La
sólo tardíamente fue sentida t
el terror» aa. No pocas razo_nes no:Oanera tan idílica como
necrología. y sobre
la sintió Ste~enson _que ~~en t~bl~utexto de Poe. Apenas
luna y las estrellas no merecen ya mención alguna. todo lo atestigua asl, un , ls~u te los efectos de esa
En los tiempos florecientes del Segundo Imperio los podrá describirse mas lugu reme~ 'b.les al comienzo de
comercios de las calles principales no cerraban antes de luz: «... los resplandores de~ gas, ef:n. ascendiente y es-
las diez de la noche. Era el esplendor del noctambulismo. la lucha contra el día, gana a~ ~or deslumbrante. Todo
«El hombre», escribió Delvau en el capítulo de sus Heures parcían en derredor una luz aglt~· da y omo el ébano con el
parisiennes dedicado a la segunda hora después de media- era negro y sin embargo e~pléne lT~r~uliano» :w. y en otro
noche, «debe descansar de cuando en cuando; paradas, cual fue comparado el e~tilo _d r de la casa el gas es inad-
estaciones le están permitidas; pero no tiene derecho a lugar dice Poe que en el m~~no
d~m:nir» • Dickens se acuerda en el lago ginebrino nos-
31 ofende a los ojos.
misible. Su luz dura, tem . oro~Ía luz en la que se m~e-
talgicamente de Génova, en donde disponía de dos millas Tétrica y desmembrada, c?m L cual no vale solo
de calle para vagar bajo su iluminación por las noches. Más ve aparece la multitud londmehnse. dosliza «fuera de sus
tard~, al extinguirse los pasajes, caer fuera de moda el ' la chusma que con 1a noc e se e si·guiente la e1ase
para
callejeo y no resultar ya distinguida la luz de gas, lepa- · ·b d la manera
guaridas» ss. Poe descn e e 11 mostraban seña1es
reció a un último «flaneur», que arrastraba tristemente de los altos emple~dos: <<Tod~:~t~=da a sostener desde
sus pasos por el vacío pasaje Colbert, que el temblor de de calvicie y la oreJa derecha, , - mente separada.
los candelabros no exponía más que el miedo de su llama .
hacía mucho un lap1cero, ap arec1a extrana
, n el sombrero con
a no ser ya pagada a fin de mes 32 • Entonces escribió Ste- Noté que siempre se qmta . han o poma . con cortas cadenas
venson su lamento por la desaparición de las farolas de ambas manos y que 11evahan re1OJeSS6 E su descnpcwn . ·,
gas. Se deja sobre todo llevar por el ritmo en que los fa- de oro de maciza y antigua · forma»
. · n Están exage-
d·ata
roleros van por las calles encendiendo una tras otra las . ·a mme 1 • _
Poe no pretende la apanenci ete el pequeno bur-
radas las semejanzas a las que se somt - no dista mucho
~~r. transt_o~mation
19
gu
és al existir en la mu1ti.tu d·' su cor eJ dente la descnp- .
0
La de Paris sous le Second Empire.
ue tiene de mover~e.
E:cposrtwn ?e lf! !Jrblrotheque et des travaux historiques de la , ás sorpren
Vtll~
Pans,de1910,
10
Pans, red1gé
pág. 65. par Maree! Poete, E. Clouzot et G. Henriot.
de ser uniforme. Y aun, es m d
ción de la multitud segun el mo 0 q ndo tenían un a1re
JULIEN LEMER, Paris au gaz, París, 1861, pág. 10. «La gran mayona , de 1os que 1·han , pasa c¡'an pensar en 1a
• La misma imagen en Crévuscule du soir: el cielo. tan serio como satis . fec h o, y solo pare
se lerme lentement comme une grande alcóve u, pág. 108).
33
ROBERT LOUIS STEVENSON, Virginibus Puerisque and Other
: ALFREo DELVAU, Les heures parisiennes, París, 1866, pág. 206.
gina 1~f_-
Loms VEUILLOT, Les odeurs de Paris, París, 1914, pá-
Papers, Londres, 1924,_ pág.JJt
:u E. A. PoE, op. ctt., 1, ·
!S /bíd.
36
Ibíd., 1, pág. 248.
-66-
-67-
manera de abrirse paso en el apiñamiento. Fruncían las Hay una litografía de Senefelder que represent~ un
cejas y giraban vivamente los ojos; cuando otros tran- club de juego. Ni uno de los retratados en ella stgue
seúntes los empujaban, no daban ninguna señal de im- el juego de manera normal; todos están poseídos por su
paciencia, sino que se alisaban la ropa y continuaban pre- pasión. Uno por su alegría despreocupada, otro por la
surosos. Otros, también en gran número, se movían in- desconfianza hacia su compañero, un tercero por una
c~nsabl~s, rojos los rostros, hablando y gesticulando con- desesperación sorda, un cuarto por su afán pendenciero,
sigo mismos como si la densidad de la masa que los otro por los preparativos que hace para marcharse de
rodeaba los hiciera sentirse solos. Cuando hallaban un este mundo. Esta lámina recuerda a Poe en su extrava-
obstáculo a su paso cesaban bruscamente de mascullar, gancia. Desde luego que el tema de Poe es ma~or Y lo son
P_ero redoblaban sus gesticulaciones, esperando con son- en correspondencia sus medios. El trazo magtst:al en ~u
nsa forzada y ausente· que los demás les abrieran camino. descripción consiste en que expresa el aislarmento sm
Cuando los empujaban, se deshacían en saludos hacia los esperanza de los hombres en sus intereses privados, Y no
res~onsables, Y parecían llenos de confusión» aa. Se pen- como Senefelder, según la diversidad de su comporta-
sara que habla de individuos medio borrachos misera- miento, sino por la incongruente uniformid~~ ya sea de
bles. En realidad se trata de «gentilhombres cdmercian- su vestimenta, ya sea de sus gestos. El_ servihs~o con :1
~es, abogados, traficantes y agiotistas» 38 • Lo 'que está en que los que aguantan empujones encima se. disculpa ,
Juego no es una psicología de clases, es otra cosa**. permite reconocer de dónde proceden los mediOs que Poe
31
lbíd., I, pág. 247. utiliza en este caso. Proceden del repertorio del p~yas?.
• En Un jour de z · t · Y los utiliza de manera semejante a como sucede~a ~as
Aunque esté firm d 0 P Ute encon ramos el paralelo a este pasaJe. tarde con los excéntricos. En los ejercicios del excentnco
este poema (Cf a por otra mano, hay que atribuir a Baudelaire
Mouquet, París ~92~HAP~ BAuD~AIRE: . Vers retrouvés, ed. JuJes es patente la relación con la economía. En sus abruptos
alusión de p ' · analog¡a del último verso para con la movimientos ·imita igual de bien la maquinaria que da
poema fue esc~toa Tert_ullano es tanto más notable cuanto que el
laire nada sabia d~oPmas tarde en 1843, en un tiempo en que Baude- codazos a la materia y la coyuntura que se los da a la
oe. · d descn"ta por Poe
mercancía. Los sectores de la multitu
i;:::::·e~C:::.s /~udoyant, sur le _trottoir glissant, realizan una mímesis semejante del «movimiento enfe-
u. a • passe et nous eclabousse, brecido de la producción material» junto con las formas
~:~t:~r~~~~tr :~~s vite, en s'~"!ignant nous pousse. · · · de Poe se pre-
No· ·, e ug!!•. obscunte du ciel: pertinentes de negocio. En la d escnpc10n "ll
38
tr tableau qu eút reve le noir Ezéchiel! (I, pág. 211 ). figura lo que el Luna-Park, que hace de todo hombr~l 0
lbíd., I, pág. 248.
un excéntrico pondrá más tarde en marcha con sus am-
• • La imagen de Améric
del mismo material u a que
M
arx llevaba consigo parece ser boJeos y otras' diversiones pareci"das. s egun· él las gentes
miento enfebrecido, j~v enfta dde~ipción d~ Poe. Destaca "el moví- se comportan como si sólo pudiesen exteriorizarse aut?-
Unidos y le hace re~nsabl e d Producción material" en Estados . . . h ace el efecto de serbmas
biese ocasión para abolir e. e que "no fuese el tiempo ni hu- mahcamente. Su apresuramiento
Der achtuhnte Brumaireel antiguo. mundo de los espiritus" (K. MARX, desh umamzado. porque en Poe so o se habla de hom res.
'1
1917, pág. 30.) Incluso la ~ Louts Bonaparte, ed. Rjazanov, Viena,
Cuando la multitud se aglomera, no es, ponga~osJor
en Poe algo de demoniaco ;:omdfa de las gentes de negocios tiene
oscuridad · au elaire describe cómo al negar la caso, porque el tráfico de coches la detenga (a
· . . . otras
t:
multitu
diCO
Cependant des démo . m SiqUiera se le menciona), smo porque d fles
S'éveillent lourdemen~s malsams dans l'atmosphere la bloquean. En una masa de tal catadura no pu 0 o-
• comme des gens d'af!aire (1, pág. 108). recer el calle]· eo
Tal vez este Pasaje d e
texto de Poe. e répuscule du soir esté Influido por el ·
El París de Baudelaire no hab'ta 11egado aún a ese
b es-
tado. Donde más tarde hubo puentes había todavía arcas
-68-
-69-
que atravesaban el Sena. En el mismo año de la muerte
de Baudelaire pudo o~urrírsele a un empresario la idea saje es la forma clásica del interior (y así es como ~1
de hacer circular, para comodidad de los vecinos pu- «flaneur» se :imagina la calle), su forma en dec~denc1a
dientes, quinientas sillas de manos. Aún había afición por es el bazar. El bazar es la última comarca del «flaneur».
los pasajes en los que el «fh1neur» ni veía los vehículos Al comienzo la calle se le hizo interior y ahora se, le hace
que no toleran la competencia de los peatones. Había ese interior calle. Por el laberinto de las mercanctas vaga
transeúntes que se apretaban en la multitud; pero había como antes por el urbano. Un rasgo magnífico ~n ~1, cuen-
además el «flaneur» que necesita ámbito de juego y que to de Poe es el de inscribir en la primera descnpc10n del
no quiere privarse de su vida privada. Desocupado, se las «flaneur» la figura de su final. .
da de ser una personalidad y protesta contra la división Jules Laforgue ha dicho de Baudelatre que él _fue el
del trabajo que hace a las gentes especialistas. De la mis- primero que habló de París «como un condenad~ dia tr~s
ma manera protesta contra su laboriosidad. Hacia 1840 ' a la existencia
d1a · · en 1a capi't a1» 42 · Hubiese podido . decir
fue, por poco tiempo, de buen tono llevar de paseo por que también fue el primero que habló del o~I? que se 1~
los pasajes a tortugas. El «flaneur» dejaba de buen grado da a ése (y sólo a ése) condenado para su ahvto. La ~u_­
que éstas le prescribiesen su <<tempo>>. De habérsele hecho titud no es sólo el asilo más reciente para el desterrado,
caso, el progreso hubiera tenido que aprender ese «pas». ademas , . mas
, es e1 narcottco , · recten
· te para el abandona, o.
Pero no fue él quien tuvo la última palabra, sino Taylor, El «flaneur» es un abandonado en la multitud. Y asi es
que hizo una consigna de su «abajo el callejeo» 39• Tem- como comparte la situación de las mercancías. J?efl esa
!'rano pr?curaron algunos hacerse una imagen de lo que singularidad no es consciente. Pero no por ello m uye
Iba a vemr. En su utopía Paris n'existe pas, escribe Rattier menos en él. Le penetra venturosame nte como . .un estu-
L
en 1857: «El "flaneur", que habíamos encontrado en las pefaciente
. que le compensa d e mueh a s humillaciOnes. a
c~ll~s. pavimentadas y ante los escaparates, ese tipo in- ebnedad
. a la que se entrega e1 «fl.aneur» es la de 1a mer-
stgmftcante, sin importancia eternamente deseoso de ver, ,
cancia arrebatada por la rugiente . corn·ente de los com-
siempre dispuesto a emoci~nes de cuatro perras, igno- prado res.
rante de todo lo que no fuese adoquines, landós y farolas Si la mercancía tuviese un alma, ésa de la que a veces
de gas.·· se ~a convertido ahora en agricultor, en vina- habla Marx por broma 43 sería la más delicada que edn-
~ero, en fabncante de40 telas, en refinador de azúcar, en contrarse pueda en el reino , d e 1as a1mas · Puesto que e-
mdustrial del hierro» • hería ver en cada quien al comprador en cuya lmanot yra~
En sus vagabundeos el hombre de la multitud aterriza cuya casa quiere amoldarse. La sensi'b ITId a d es a na u la
tarde en un bazar muy frecuentado. Se mueve en él como leza de la ebriedad a la que el «flanellr>> se entrega enbl
u~ cliente. ¿Había en tiempos de Poe bazares de muchos multitud. «El poeta disfruta de1 pnvi . '1egi.o incompara almase
Pisos? Sea como sea, Poe deja que el inquieto pase en de poder ser a su guisa él mismo Y otro. Codmo 1a~ en
ese b~ar «como una hora y media». Iba de un anaquel a t cuan
errantes que buscan un cuerpo, en ';a, , d desocupa- o qUiere,
otro, sm comprar ·nada, «sin decir palabra y mirando las
mercanc' el personaje de cada uno. Sólo para el est~ to 0 será por-
---- Ias con OJOS ausentes y extraviados» 41 • Si el pa- do; y si algunos sitios parece que ~e. le fi::r:nÁquí habla
39
que a sus ojos no merece la pena VI~It~r 0 ;labras dan
Cfr.
pág. 76. GEORGES FRIEDMANN, La crise du progres, París, 1936, la mercancía misma. Incluso las ultrmas P
<ll PAUL ERNEST DE n ·
pág. 74. .rulTTIER, Paris n'existe pas, París, 1857,
42
JULES LAFORGUE, Mélanges post
h ':lmesá París ' 1903, pág. 111.
u E. A. PoE, op. cit., 1, pág. 253. 43
Cfr. K. MARX, Das Kapital, ed. cit., P g. 35 ·
" lbíd., I, pág. 420.
-70-
-71-
una idea bastante exacta de lo que musitan al pobre dia- la confrontación con el amor conserva su sentido, que la
blo que pasa por un escaparate con cosas bonitas y caras. prostitución del alma de la mercancía. «Esta santa pros-
No quieren saber nada de él; en él no se sienten a gusto. titución del alma que se da toda entera, poesía Y caridad,
En las frases de Les foules, este capítulo importante del a lo imprevisto que se muestra, al desconocido que pasa»",
Spleen de París, habla el mismo fetiche con el cual la dis- dice Baudelaire. Exactamente ésa es la poesía y exacta-
posición sensitiva de Baudelaire vibra al unísono tan po- mente ésa es la caridad que reclaman para sí los pros-
~erosamente que la sensibilidad para lo anorgánico cons- tituidos. Ellos han probado los misterios del mercado
tituye una de las fuentes de su inspiración •. abierto· la mercancía no les lleva delantera. En el merca-
~audelaire era un buen conocedor de estupefacientes. do residían algunos de sus incentivos que llegaron a con-
Y sm embargo se le escapó uno de sus efectos socialmente vertirse en otros tantos medios de poder. Como tales los
más relevantes. Consiste éste en la gracia que los adictos registra Baudelaire en Crépuscule du Soir:
saca': a relucir bajo la influencia de la droga. Igual efecto
const~e a su vez la mercancía de la multitud a la que «A travers les lueurs que tourmente le vent
embnaga Y que la rodea de murmullos. La masificación La Prostutition s'allume dans les rues;
de los cliente~ que forman el mercado -y éste es el que Comme une fourmiliere elle ouvre ses issues;
hace referencia a la mercancía- acrecienta el encanto de Partout elle se fraye un occulte chemin, .
la misma para el comprador medio. Cuando Baudelaire Ainsi que l' ennemi qui ten te un coup de mazn;
habla. de la «ebriedad religiosa de las grandes ciudades» ' 5, Elle remue au sein de la cité de fange 48
su SUJeto, que no nombra, bien pudiera ser la mercancía. Comme un ver qui dérobe a l'Homme ce qu'il mange»
Y la «santa prostitución del alma» comparada con «eso
que l?s ~ombres llaman amor, más bien pequeño, más bien Sólo la masa de habitantes permite a la prostituci?n
restnngtdo ' ma's b"ten de'b"l '6
1 » , no puede ser otra cosa, si

ese esparcimiento por amplias partes de la ciudad. Y_ solo
• Entre 1
la masa hace posible que el objeto sexual se embnague
text os materiales reunidos en la primera parte de este con los cien efectos atractivos que ejerce a la vez.
men~ec~~n~~c?;n° importantísimo el segundo poema deSpleen. Diffcil-
ponda a su n ° un poeta antes que Baudelaire un verso que corres- Pero no a todos embriagaba el espectáculo que ofre~e
el público callejero de una gran ciudad. Mucho antes l e
Je suis un vieux boudoir plein de roses janées (!, pág. 86). que Baudelaire redactase su poema en prosa ~es. ~ou ~sÍ
El poem t· había emprendido Friedrich Engels la descnpciOn e
de una ma~er~s a ent~ramente dispuesto en la sensibilidad respecto ·
aJetreo · londinenses. «una ctu
en las calles · dad como. Loo-
más está exch~d:uderla en un sentido doble. Es inorgánica, y ade-
e Proceso de circulación. dres, en la que se puede caminar horas enteras sm 11~gar
siquiera al comienzo del fin sin topar con el mínimo stgno
D~ormais tu n'est plus, 6 matiere vivante 1
r'u!:
un .f/Tanit entouré d'une vague épouvdnte
:J:uxd4ns ~ /ond d'un Saharah brumeu~;
0
que permita deducir la cerc~nía de terreno abierto, es cosa
muy peculiar. Esa centralización colosal, ese amontonr
Oublié sphmx ignoré du monde insoucieux
Ne cha::: l~ carte, et dont l'humeur jarouc~
miento de tres millones y medio de hombres en.lunl so o
qu aux rayons du soleil qui se couche (!, pág. 86). Punto h an centuplicado la fuerza d e esos tres
, .mt ones y
La imagen de la esfinge medio ... Pero sólo después descubrimos las vtcdttmda~ que. ·r·
sombría belleza de los é ' co!l 1a cual concluye el poema, tiene la ha costado. Vagabundeando durante un par e tas po
Pasajes. g neros Invendibles que se encontraban en los
: Ibíd., II, pág. 627. 7
lbíd., I, pág. 421. ' Ibíd.
48
lbíd., I, pág. 108.
-72- -73-
!:s q:!o~~~~a~as d~alles principale~ es como se advier- menos estará en el caso de sentirse mercancía. Pero la cla-
mejor parte d~~~n~nses .han temdo que sacrificar la se de los pequeños burgueses, a la que Baudelaire perte-
necía, no había llegado tan lejos. En la escala de que ahora
maravillas de la civili~:~~~d~d para consuma~ todas las hablamos se encontraba al comienzo de la bajada. Re-
sa; se advierte también n . e las cuales su cmdad rebo-
taban en ellos ha que c~ent~s de fuerzas, que dormí- sultaba inevitable que en ella tropezasen un día muchos
midas Ya el ,h n ~ermadnecido mactivas, han sido repri- de ellos con la naturaleza mercantil de su fuerza de tra-
nante .algo ·· orm1gueo e 1as ca11es tiene algo de repug- bajo. Pero ese día no había llegado aún. Hasta entonces
, en contra de lo e 1 · d' podían, por así decirlo, pasar el rato. Y que entre tanto
humana. Esos cientos m . ua se m Igna la naturaleza su mejor parte fuese el goce, jamás el dominio, es lo que
1
otros, ¿no son todo • I~s que se apretujan unos a
hacía que el plazo que les daba la historia fuese objeto
piedades y capacid sd e11os ombres con las mismas pro-
felices? y si· ah es Y con el mismo interés por ser de pasatiempo. Quien pasa el tiempo, busca goces. Y des-
.... nemaro , de luego se sobreentiende que los límites trazados al goce
si nada tuviesen e g , corren dandose de lado, como
los otros con un ? ~omun, nada que hacer los unos con de dicha clase fuesen más estrechos al querer ésta entre-
, umco convenio t , .t 11 garse a aquél en su sociedad. El goce prometía ser más
que cada uno se ma t ac1 o entre e os, el de ilimitado en tanto la tal clase estuviese en situación de
a su derecha para n e~ga en el lado de la acera: que está
ción que se dispa que as dos corrientes de la aglomera- encontrarlo en sí misma. Y si quería llegar hasta el vir-
una 'a otra· a ni'nrgan en uno! y otro sentido, no se detengan tuosismo en esa manera de gozar, no debía entonces des-
airar su propia transposición en mercancía. Tenía que
ec.h ar una sola , d se e ocu rre d es d e 1uego dignarse
miruno .
apurar esa transposición con el placer y la zozobra que
1
aislamiento insensi~l a: ot~o. La indiferencia brutal, el le venían del presentimiento de su determinación en cuan-
vados, resaltan aún ~, e ca a uno en sus intereses pri-
to clase. Al fin y al cabo tenía que presentar un sensorium
que todos se aprieta as repelente, ~irientemente, cuanto
que le sacase encantos a lo deteriorado y podrido. Bau-
Sólo en aparienci· n .en un pequeno espacio»".
1amiento
. . 1a- delaire, que en un poema a una cortesana dice que:
insensibl da Irrumpe el «flAaneur» en ese «ais
d OS» a 1llenar su pro e e. cada. uno en sus Intereses . .
pnva-
« · .. son coeur, meurtri comme une peche,
ron en él, con los pr~;:a~~:~d~d, Ia.que sus intereses crea- Est mur, comme son corps, pour le savant amour»
Al lado de la clara d . e Imagmados de los extraños.
0 scuro 1o que escribe B
escnpción . que d a E nge1s, suena a poseía ese sensorium. Y a él le debía los goces en una so-
las multitudes es una aud~laire: «El placer de estar en
multiplicación del , expresión misteriosa del goce por la ciedad de la que era ya un medio desterrado.
En la actitud del que goza de este modo dejó que
1a pensamos dicha numero» so · Pe ro l a f rase se aclara si influyese en él el espectáculo de la multitud. Pero su fas-
h omb re como desdeno el dtanto desde e1 punto d e vista 'de1 cinación más honda consistía en no despojarle, en la ebrie-
hre, fuerza de trab . e 1a mercancía. En tanto el hom-
a]o, es mere ' dad en la que le colocaba, de su terrible realidad social.
ponerse propiament anc1a, no necesita trans-
ciente se haga de esee endestado de tal. Cuanto más cons- La mantenía consciente; claro que como <<todavía» son
capaces de ser conscientes de circunstancias reales los
de pro d ucc1ón, · cuantomo ,o de ser que 1e Impone · el orden embriagados. Por eso en Baudelaire la gran ciudad apenas
penetrará el escalof , mdas se proletarice, tanto mejor le
no e la eco nom1a , mercantil tanto cobra nunca expresión en una representación inmediata
49 F E
L . . . NGELS, Die Lag d , de sus habitantes. A su París no le convenía la dureza
eJ~ZJg, _1848, pág. 36. e er arbeitenden Klasse in England, directa con la que Shelley fijó a Londres en la pintura
lbzd., II, pág. 626.
de sus hombres.

-74- -75-
«El infierno es ciudad pareja a Londres, «la multitud le resultaba insoportable» 57• Hugo fue quien
Una ciudad con humo y populosa. durante su exilio en Jersey inauguró este tema para la poe-
Hay allí toda clase de gentes arruinadas sía. En sus paseos solitarios por la costa se afilió a él gra-
Y poca diversión, más bien ninguna, cias a una de las enormes antítesis indispensables a su
Y muy poca justicia y compasión aún menos» 51 • inspiración. En Hugo la multitud penetra en la poesía
como objeto de contemplación. El océano que bate las
Un velo cubre al «flfmeur» en esta estampa. Ese velo rocas es su modelo y el pensador, que cavila acerca de
es la masa que se agita «en los rugosos meandros de las ese espectáculo eterno, es el verdadero explorador de la
52
viejas metrópolis» • La masa, que hace que lo atroz le en- multitud, en la cual se pierde como en un estrépi~o ma-
ca~te. Cuando el velo se rasgue y deje libre a la vista del rino. «Igual que, desterrado, mira desde un arrecife so-
«flaneur» ~na de «esas plazas populosas que la revuelta litario por sobre las tierras con grandes destinos, así con:
ha convertido en soledad» 53 , sólo entonces verá sin obs- sidera también el pasado de los pueblos... Se lleva a SI
táculos la gran ciudad.
mismo y lleva sus mañas a la plétora de suce~os q~e se
Si. fue~e preciso un testimonio del poderío con que la le vuelven vivos y que transcurren con la existenci_a de
expenencxa de la multitud movió a Baudelaire, bastaría las fuerzas naturales, con el mar, con las rocas erosiOna-
con el_ ?echo de que, en el signo de dicha experiencia, em- das con las nubes en marcha y con todas las demás su-
p~endw una competición con Victor Hugo. Para Baude- bli~idades que contiene una vida tranquila y solitaria en
lair~ era patente ~ue en ella residía la fuerza que Hugo contacto con la naturaleza» 58 <<Incluso el océano se abu-
tuvie~e. Alaba en el un «carácter poético ... interrogante» 54 , rrió de él» ha dicho Baudelaire de Hugo rozando con el
Y r~p.Ite que no sólo entiende de cómo reproducir clara haz de luz' de su ironía al apostado cluecamente en los
Y mtidamente lo claro, sino que también reproduce con arrecifes. Baudelaire no se sintió movido a entregarse al
la oscuridad indispensable lo que no ha sido revelado sino espectáculo de la naturaleza. Su experiencia de la mul-
de manera oscura e _i~distinta. Uno de los tres poemas titud comportaba los rastros «de la iniq_uidad y . de lo_s
d~ los Tableaux parzszens dedicados a Victor Hugo co- miles de empellones» que padece el transe~te en ~l hervi-
m~e1nza co-? una invocación a la ciudad populosa: «Four- dero de una ciudad manteniendo tanto mas despierta su
mll ante Cité cite' 1 · d ~ .
. ' P eme
56
e reves» 55 ; otro sigue en el consciencia del yo. (En el fondo es esa c?nsciencia del yo
«_fourmillant tableau» de la ciudad, a través de la mul- la que le presta a la mercancía que calleJea.) Para B~~de­
titud, a las mujeres viejas •. En la lírica la multitud es un laire la multitud no fue nunca un aliciente que le hiciese
t~ma nuevo. A honra del innovador Sainte-Beuve se de- arrojar en la profundidad del mundo _la sonda del pe~­
Cia, como algo adecuado y conveniente a un po:ta, que samiento. Hugo, por el contrario, escnbe: <<las ~ro~ndi­
51
P ERCY BYSSHE SHELLEY dades son multitudes» 59 , con lo cual da a sus cavilaciOnes
dres, 1932, pág. 346. ' The Complete Poetical Works, Lon- un ámbito de juego inconmensurable. Lo natural-sob~ena­
52
lbíd., I, pág. 102.
53
lbíd., 11, pág. 193. tural, que concierne a Hugo como le concierne la m~lt1tu~,
54
lbíd., II, pág. 522. se presenta igual de bien en el bosque que en el remo am-
55
lbíd., I, pág. 100.
56
lbíd., I, pág. 103. , d'aout, París '
57 SAIN"TE-BEU VE, Lesconsolations. Pensees
• En E'l ciclo Les pet1·t · ·u
lidad por medi d es Vrel es, el tercer P<>ema subraya la riva- 1863, pág. 125. . y · t Rugo Mu-
de Hugo Les F~nt~~~ a:yo literal en el tercer pOema de la serie 58 H UGO VON HOFFMANNSTIIAL, Versuch úber te or '
mas más acabados · corresponden Por tanto uno de los poe- nich, 1925, pág. 49.
escribió Hugo. de Baudelaire Y uno de los más débiles que 59
Cit. en GABRIEL BoUNQURE, uAbimes de Victor Rugo», M e-
sures, 15 de julio de 1936, pág. 39.
-76- -77-
mal o en el oleaje; en ellos puede por momentos cente- que en el tratamiento «realista» que le aplica en la polí-
llear la fisionomía de una gran ciudad. Pente de la reverie tica. Puesto que la multitud es de hecho un capricho de
da una idea magnífica de la promiscuidad imperante entre la naturaleza, si es que dicha expresión puede ser tras-
la pluralidad de todo lo vivo: ladada a las circunstancias sociales. Una calle, un incen-
dio, un accidente de tráfico reúnen a gentes libres de deter-
«La nuit avec la foule, en ce reve hideux, minación de clase. Se presentan como aglomeraciones con-
Venait, s'épaississant ensemble toutes deux cretas; pero socialmente siguen siendo abstractas, esto
Et, dans ces régions que nul regard ne sond~, es, que permanecen aisladas en sus intereses privados. Su
Plus Z'homme était nombreux, plus l'ombre était pro- modelo son los clientes que, cada uno en su interés pri-
[fonde» 60 • vado, se reúnen en el mercado en torno a la «Cosa común».
Muchas veces esas aglomeraciones tienen sólo una exis-
<<Foule sans nom! chaos! des voix, des yeux, des pas. tencia estadística. Queda en ellas oculto lo que constituye
Ceux qu'o~ n'a jamais vus, ceux qu'on ne connait pas. su monstruosidad, a saber: la masificación de personas
Tous les vzvants! - cités bourdonnantes aux oreilles privadas por medio del azar de sus intereses privados. Si
Plus qu'un bois d'Amérique ou une ruche d'abeilles» 61 • esas aglomeraciones llegan a saltar a la vista (y de ello se
cuidan los Estados totalitarios en cuanto que hacen obli-
La naturaleza ejercita con la multitud su derecho ele- gatoria y permanente para todo propósito la masificación
me?~al en _la ciudad. Pero no es sólo la naturaleza la que de sus clientes), sale claramente a la luz su carácter am-
venf1ca asi su derecho. Hay en Les Misérables un pasaje biguo. Y sobre todo se pone en claro para aquellos mis-
sorprendent~ en el que la ondulación del bosque aparece mos a quienes concierne. Los cuales racionalizan el azar
co~o arquetipo de la existencia de la masa. «Lo que ocu- de la economía mercantil (ese azar que los junta) como
rna en esa calle no hubiese asombrado en un bosque. Los «destino» en el que la «raza» se encuentra a sí misma. Con
!ronc~s altos y los árboles bajos, las hierbas, las ramas ello dejan libre juego al gregarismo y a la vez a la actua-
I~extncal;>lemente enredadas unas en otras y el césped ción automática. Los pueblos que están en la embocadura
b~en cre~Id~ llevan una existencia de especie oscura. A tra- de la escena de Europa occidental traban conocimiento con
ves del Indiscernible hormiguero se desliza lo invisible lo sobrenatural que Hugo encuentra en la multitud. Aun-
Lo ~ue está por debajo del homb1·e verifica a través d~ que Hugo no fue, desde luego, capaz de descifrar el augu-
la m~bla lo que está por encima de él» 62 • En esta exposición rio histórico de tal magnitud. En su obra, sin embargo, sí
se VIerte 1~ que fue peculiar de la experiencia de Hugo que lo ha estampado como una dislocación muy especial:
con la mutitud. En la multitud aparece lo que está bajo en la figura de los protocolos espiritistas.
el ho~br~ en <;:ontacto con lo que sobre él impera. Esta El contacto con el mundo de los espíritus que, como
promiscuidad mcluye a todos. En Hugo la multitud apa- es sabido, influyó en Jersey hondamente tanto en su exis-
rece como una criatura híbrida que fuerzas deformes so- tencia como en su producción, fue sobre todo, por mu-
bhrehumanas, gestan para aquellas otras que están baj'o el cho que parezca extraño, un contacto con las masas, que
ombre. En el empaque VISionano
· · . existente
. en su con- era el que le faltaba al poeta en el exilio. Ya que 1~ ~ul­
cepto de la multitud el ser social cobra su derecho mejor titud es la manera de existir del mundo de los espintus.
Y así se vio Hugo en primerísimo lugar a sí mismo como
60. VICTOR Ruco, Oevres completes Poésie 11. Les Orientales,
Feuzlles d'automne, París 1880 pá ,365 . un genio en la gran asamblea de genios que eran sus ante-
Gl Ibíd., pág. 363. ' , g. y SS. pasados. William Shakespeare va a su lado, atravesando
62
lbíd., Roman VII·. Les M'zsérables, París, 1881. a golpe de rapsodia la serie de príncipes del espíritu que

-78- -79-
- - - = ===-==- - ===-

comienza con Moisés y termina con Hugo. Pero sólo se


trata de un pequeño tropel en la multitud imponente de los bituales en los monumentos. «El drama>>, «la lírica», «la
solitarios. Para el ingenio ctónico de Hugo el «ad piures poesía>>, «la idea>> y otras semejantes pueden escucharse
ire» de los romanos no era una frase hueca. Tarde, en la sin trabas junto a las voces del caos en los protocolos de
última sesión, llegaron cual mensajeros de la noche los es- Jersey. .
píritus de los muertos. Las anotaciones de Jersey conser- Para Victor Hugo (lo cual acerca el emgma a su ,s?lu-
van sus mensajes: «Cada uno de los grandes trabaja en ción) los tropeles inabarcables del mun?o de ~os esp1ntus
dos obras. En la obra que crea en cuanto viviente y en su son sobre todo público. Que su obra acoJa motivos de mesa
obra como espíritu. El viviente ~e consagra a la primera espiritista resulta menos sorprendente que su cost~m?re
obra. Pero por la noche, en la calma profunda, despierta de producir ante ella. El aplauso, <:i~e no ~e ~scatlmo. el
en ese viviente, ¡oh terror!, el creador de espíritus. ¿Cómo, más allá, le dio en el exilio una nocwn prehmmar del ~n­
grita la criatura, no es esto todo? No, responde el espíritu: conmensurable que ya anciano le esJ?eraba :~ su patna.
despierta y levántate; la tormenta está en marcha, aúllan Cuando en su septuagésimo aniversano se apmaba ~1 pue-
los perros y los zorros, hay tinieblas por doquier, la na- blo de la capital frente a su casa en la avenue d Elyau,
turaleza se hunde, se sobresalta bajo el látigo de Dios .. . se estaban haciendo efectivos la imagen de la ol~ .que
El creador de espíritus ve la idea-fantasma. Las palabras bate el arrecife y el mensaje del mundo de los espintus.
se resisten y la frase se aterra ... , la luna discurre maci- y en último término la oscuridad insondable de la
lenta, el miedo sobrecoge a las lámparas ... Guárdate vi- existencia de las masas fue también la fuente de, las es-
viente, guárdate hombre de un siglo, tú, vasallo de un .
peculacwnes ·
revolucwnanas· d e v·~~ tor
. Hugo · El d1a de la
pensamiento que procede de la tierra. Porque esto es la liberación se describe en Les Chatrments como
demencia, esto es la tumba, esto es lo infinito, esto es la
63
idea-fantasma>> • El espeluzno cósmico que en la vivencia «Le jour oit nos pillards, oit nos tyrans sands ~orr¡:breb "
de lo invisible sujeta a Hugo en este pasaje no tiene nin- Comprendront que quelqu'un remue au fon e om re» ·
guna semejanza con el terror desnudo que domina a Bau-
delaire en el «spleen>>. Tampoco logró Baudelaire mucha . A la representación en signo de multitud d~ una. masa
comprensión para la empresa de Hugo. «La verdadera ci- <.
oprimida podía correspond er un JUICIO
· · · r evolucwnano me- d
vilización», decía, «no reside en las mesas de los espiri- recedero de confianza? ¿No es más bien la forma c.arab 1 e
tistas». Pero no era la civilización lo que le importaba a esa limitación suya la que se perfila?· El 25 de nov1em d 1 e, re
Hugo. En el mundo de los espíritus se sentía como en su
casa. Podría decirse que era el complemento cósmico de
de 1848 había echado Hugo pestes en el d~bate de
mara contra la bárbara represión de Cavaignac e. a .róe-
a- t
un régimen doméstico en el que tampoco marchaban las 0 d · ·0 en la negoc1ac1 n
cosas sin horror. Su intimidad con las apariciones les qui- vuelta de junio. P~ro el ~ e J»unlctill.ó la frase siguien-
acerca de los «atehers natwnaux , a l 'blica tie-
taba a éstas mucho de su carácter terrorífico. No estaba
te: «La monarquía tenía sus h?lgazan:~fse:~:ude la opi-
además libre de laboriosidad y deja en ellas al descubierto ne sus gandules» •. El automatismo, e
un cierto deshilachamiento. Los fantasmas nocturnos
como contrapunto son abstracciones que no dicen nada, . V. L Chdtiments,j París, 1882.
" VICTORHuco, op. cit., Poésie 1 . es bohemia,
encarnaciones más o menos sensibles tal y como eran ha- t rístlco de la. ba a
• Pélin, un representante carac~ Les boulets rouges. FeuíUe
escribió sobre este discurso ~n su ~~~~ . "El ciudadano Hugo ha
y se ha acreditado, según era de
13
GusTAVE SIMON, Chez Victor Hugo. Les tables tournantes
du club pacifique des drotts . de
de Jersey, París, 1923, págs. 306 y ss. debutado en la Asamblea NaciOnal. héroe de la. frase; a tenor de
esperar como declamador, gestero Y calumniante ha hablado
su últ~o cartel de propaganda, taimado Y '
-80-
-81-
6
nión superficial diaria y de la superconfiada acerca del fu- .
JOnease a u'n con ma' s fuerza su confesión
d de
1 credo políti-
· d d
turo, se encuentra en Hugo junto al hondo presentimiento co Era el credo del «citoyen>>. La masa e a gr~~ CI~ a
de la vida que se forma en el seno de la naturaleza y del no. odía equivocarle. En ella reconocía ~ ~a mu titu po-
pueblo. Jamás logró una mediación; que no sintiese su ne-
cesidad era la condición de la imponente pretensión, del
t y quería ser carne de su carne. Laicismo, progreso,
pudemocracia
ar. eran el estand arte que agitaba
. sobre
. sus
l
imponente alcance y también de la repercusión imponente ~abezas. Tal estandarte transfiguraba la existenci~ de a
de su obra en sus contemporáneos. En el capítulo de Les masa. Ponía en sombra el umbral ~ue sepa:a a ca a un~
Misérables titulado «L'argot», chocan con tremenda brus- de la multitud. Baudelaire en cambio protegia ese_ubmbra~.l
quedad los dos lados opuestos de su naturaleza. Tras ca- esto le distingma , de VIctor
. H ugo. Pero
. se asemeJa lt'tud
aa e
las audaces en el taller lingUístico del pueblo bajo, el es- 1
al no penetrar el aura social que se asienta en a,ti?ua ciomo.
critor concluye: «Desde el 89, todo el pueblo se desarrolla ·
Ponía enfrente de e11 a una I~age h, en
n tan lpoco IC el mis-
e En
en individuos refinados: no hay ningún pobre, porque la concepción de Hugo. _Esa Imagen e~e~rae~~ ~asa como
tendría entonces su derecho y la aureola que cae sobre él; mo momento en que VIctor Hugo e. ara el
el pobre diablo lleva en su fuero interno la gloria de Fran- héroe del epos mod~rno, Baudelair~e e:~ru;:n ~iudad.
cia; la dignidad de ciudadano del Estado es una defensa héroe un luga: de hmda en la ma:~u ar de 1a multitud;
interior; quien es libre es concienzudo; y quien tiene de- Hugo como «Citoyen>>, se pone en e g ,
recho de voto, gobierna» 65 • Victor Hugo veía las cosas Baud~laire se separa de ella en cuanto heroe.
como se las planteaban las experiencias de una carrera
literariamente triunfante y brillante políticamente. Era el
primer gran escritor que tenía en su obra un título
colectivo: Les Misérables, Les Travailleurs de lamer. Para
él la multitud era, casi eh el sentido antiguo, la multitud
de los clientes, esto es, de sus lectores, de sus masas elec-
toras. En una palabra: Hugo no fue ningún «flaneur».
Para la multitud que iba con Hugo, y con la cual iba
también él, no había ningún Baudelaire. Sin embargo, para
éste sí que existía la multitud. Verla, motivaba en él un
diario sondeo de su hondo fracaso. Y no era ésta la última
de las razones por las que buscaba verla. En la fama de
Victor Hugo alimentaba un orgullo desesperado que pa-
decía por así decirlo a recaídas. Y es probable que le agui-

de los holgazanes, de la miseria. de los que no hacen nada, de los


'lazzaroni', de los pretorianos de la revuelta, de los condottieri :
en una Palabra ha fatigado a la metáfora para terminar con un
ataque a los "ateliers nationaux".
Y Euctm: SPULLER escribe en su Histoire parlementaire ele la
Seconae République (París, 1891, 111 y 266) : "Víctor Hugo había
sido elegido con los votos de la derecha." "Siempre votó con la derecha.
salvo en dos ocasiones en las que la política no desempeñaba papel
alguno."

" Ibíd., Roman VIII: Les Misérables, pág. 306.

-82- -83-
111

LO MODERNO

Baudelaire ha conformado su imagen del artista según


una imagen del héroe. Desde el comienzo están uno en
favor del otro. En el Salan de 1845 se dice: «Es preciso
que la voluntad sea una hermosa facultad y que sea siem-
pre fértil, ya que basta ... para dar a obras ... de segunda
fila algo inconfundible... El espectador disfruta del es-
fuerzo y el ojo bebe sudor» 1 • En los Conseils aux jeunes
littérateurs del año siguiente se encuentra la bella formu-
lación según la cual la «contemplation opiniatre de l'oeu-
vre de demain>> 2 ap.a rece como la garantía de la inspira-
ción. Baudelaire conoce la «indolence naturelle des ins-
pirés>> s; un Musset jamás ha captado cuánto trabajo se
necesita para «hacer que de un ensueño surja una obra de
arte>>'. Baudelaire en cambio se aparta del público desde
el primer momento con un código propio, propios. precep-
tos y propios tabús. Barres quiere «reconocer en el voca-
blo más mínimo de Baudelaire el rastro de los esfuerzos
que le ayudaron a ser tan grande» 5 • «Incluso hasta en
sus crisis nerviosas>>, escribe Gourmont, «conserva Bau-
delaire algo sano>> 6 • La formulación más feliz es la del
1
Il, p. 26.
2
Il, pág. 388.
S Il, pág. 531.
' ALBERT THIBAUDET, lntérieurs, pág. 15, París, 1924.
5 Cit. en ANDiffi GIDE, cBaudelaire et M. Fagueb, Nouvelle
Revue Fran~aise 1 de noviembre de 1910.
6 MMY DE G~URMONT Promenades littéraires. Deuxieme série,

pág. 85, París, 190Ó. '

-85-
simbolista Gustave Kah d d"
tico se aseme·aba e n, cua? o Ice que «el trabajo poé- intención cobra expresión, en su dedicatoria de la colec-
Prueba de elf n Baudelaire a un esfuerzo corporal» 7.
o encontramos en la · b
ción al redactor jefe de La Presse, Arsene Houssaye, lo
metáfora que vale 1 . propia o ra, en una que hay en el fondo de tales experiencias. «¿Quién de
Esa m t 'f a pena considerar de cerca. entre nosotros no ha soñado, en sus días de ambición, el
e a ora es la del luch d E 11
delaire de representar co _a _or. n e a gustaba Bau- milagro de una prosa poética, musical sin ritmo y sin
Cuando describe C mo artisticos los rasgos marciales. rima, suficientemente ágil y lo bastante bronca para adap-
mucho, le busca aa1 honstantin Guy' que para e'l canta ba tarse a los movimientos líricos del alma, a las ondula-
clinado sobre su a ora en que los otros duermen: <<in- ciones del ensueño, a los sobresaltos de la consciencia?
misma mirada q:~· penetrando una hoja de papel con la Este ideal obsesivo nace sobre todo de la frecuentación
sas, esgrimiendo su 1~c_e un momento dedicaba a las co-· de ciudades enormes del cruce de sus innumerables re-
la pluma en su ca . apiz, su pluma, su pincel, escurriendo laciones» 11 • ,

temiese que las i:I,sa, pre~uroso, violento, activo, como si Si presentizamos ese ritmo, si le seguimos la pista a
solo, y recibiendo -tg~nes e escapasen, peleador, aunque ese modo de trabajo, se pone de bulto que el «flaneur»
<<escaramuza fant ~ t~lllsmo sus golpes» 8 - Implicado en esta de Baudelaire no es, en el grado que pudiera pensarse,
.
mismo as ICa»
en la estrofa . . . se dha retra t a d o B au d e1aire
. a si,
un autorretrato del poeta. En esa efigie no ha entrado
Fleurs du mal q lllliCia1 e Soleil, único pasaje de Les un rasgo importante del Baudelaire real, a saber del en-
El duelo en que ~tá ~omi~estra trab~jando en su poesía. tregado a su obra. Se trata de una ausencia mental.
tes de ser vencido "t gd o todo artista
9
y en el cual <<an- El placer de mirar celebra en el «flaneur» su triunfo.
ca de un ·d·1· . ' gn_ a e terror>> • se concibe en el mar- Puede concentrarse en la observación, de lo cual resulta
I I IO, sus vwlenc· d
gracias las que se perciben: Ias que an al fondo y son sus el detective aficionado; puede estancarse en fisgonería,
Y entonces el <<flaneur» se convierte en un simplón.
<<Le long du vieux faubour , Las instructivas representaciones de la gran ciudad no
Les persiennes ab . d g, ou pendent aux masures ¡>roceden ni de uno ni de otro. Proceden de aquellos que,
Quand le soleiÍ cr n l es secretes luxures, por así decirlo, ausentes en su espíritu, perd~dos en sus
Sur la ville et 1 uhe frappe a traits redoublés pensamientos o cuidados han atravesado la cmdad. A és-
es e amps sur l t . l
J e vais m'exercer s l , , es ozts et es blés, tos les conviene la ima~en de la «fantasque escrim~»;
Flairant dans tous ~u a n:a fantasque escrime, Baudelaire ha apuntado a esta actitud, que es cua_lqmer
Trébuchant sur le es cozns les hasards de la rime, otra, pero no la del observador. En su libro sobre Dtckens
Heurtant parfoz·s ds mots comme sur les pavés ha fijado Chesterton magistralmente al que vaga por la
es vers d epuzs
· 1ongtemps revés»
' 10 •
gran ciudad perdido en sus pensamientos. Los constantes
. Dar su derecho en la ros laberintos de Charles Dickens habían comenzado en los
dica, era una de las · t ~ a a esta experiencia prosó- años de su niñez. <<Una vez terminado su trabajo, no le
en S Pleen de París In encwnes que Bau d e1atre
. persegma
, quedaba más remedio que vagabundear, Y vagabundea?a
' sus poemas en prosa. Junto a esta por medio Londres. De niño era soñador; más que nm-
1
BAUDELAlRE M
~a otra cosa le ocupaba su triste destino.· · En la oscu-
Gu:ta;; K?hn , pág. ~~ p~~~r ~5 a nu et Fusées. Prólogo de
1 ndad se detenía bajo las farolas de Holborne Y en Cha-
.' pag. 334. ring Cross padecía el martirio». <<No le importaba, como

--
' ' .
CJt. en RAYN a los pedantes, la observación; no miraba a su alrededor
lo I, pág. 96. AUD, Charles Baudelaire, op.
cit., pág. 317.
11 1, pág. 405.
-86-
-87-
en Charing Cross para informarse; no contaba las farolas . f no es sO'lo material;.
de Holborne para aprender aritmética ... Dickens. no .to- .
La necesidad, que así seducción
dis raza,poetica.
, . Las destereoh-
media-
maba en su mente las huellas de las cosas; más bien un·
primía a las cosas su espíritu» 12•
concierne1 tam Ie~
b.. a la pro
Penencia . s de
.
Baudelaire,
1 falta e
ad
ma a en
sus rasgos,
pias en as ex . la inquietud pas reservas que
El Baudelaire de los últimos años no pudo pasear con ción entre sus Ideas, . a su disposición es.as histórica am-
frecuencia por las calles parisinas. Sus acreedores le per- - b an que no tema saber y una vision n deficien-
senala . .
seguían, se anunciaba la enfermedad, y a todo ello se abren al hombre ~m g~:udelaire tenía ~na gr:te. Lo que
añadían las desavenencias con sus amantes. El Baude- plia. «Como escntor echaba: era Ignora La histo-
laire poeta reproducía en las fintas de su prosodia los 'l · mo no sosp
cia que e mis f d . pero sabia
.
po~ as cosas.
f' le fueron
choques con que le acosaban sus preocupaciOnes · Y las
. sabía, lo sabía ? on ~~ ueología, la f¡l~soe~~saba poco;
mil ocurrencias con que les hacía frente. Percatarse, baJO ría, la fisiologia, lal qndo exterior le mlt tudiaba» 11.
la imagen de la escaramuza, del trabajo que dedicó a sus siempre aJen~s·:·
. E mu
ero desde lueg~ . no o es
·ustificado se-
Püemas, significa aprender a comprender éstos com? una tal vez lo advrrtiera, P y ademas es J u la nece-
serie ininterrumpida de las más pequeñas improvisaci?nes. d la mano · ntes ,
constan.ci~
Está al alcance e ríticos y otros semeJa.a las tramas
Las variantes de esos poemas atestiguan su en ñalar, frente a estos ~b"l"dad del que trabaJd, cción. Pero
el trabajo y cómo en él le inquietaba hasta lo más mmrmo. . • "1 . accesi 1 1 da pro u 1
q~e
sana
. . . y uti. . m .
s Imprescin . dibles en to t o lad o. Favorece a
No siempre fueron voluntarias las correrías en las IdiOsmcrasica . . presenta o r bre de un
caía, en los rincones de París, con los brazos de las cr~a­ el estado de la cu~ti~ que produce en no:: peligrosa
turas poéticas de su alma. En los primeros años de su ~XIs­ P
P 1 · dor»
1
retensión exagera a e y es ésta tanto md 1 que pro-
· · ta e
tencia como literato cuando habitaba en el Hotel Pimo- rincipio: e «Crea · t" do narciSIS orden
an eferencia los m~ere 1 bohemio ha
dan, sus amigos admtraban la discreción con que había ba-
rrido de su cuarto todas las huellas del trabajo, sobre todo
la mesa de escribir •. Entonces había, simbólicamente, sa-
cuanto que, a
duce, defiende con
dul do el sen I
P~1 El modo de v1da
.

social que le es hosh . urso una supere enaobservación


:e .
ses de un
de lo crea-

lido a la conquista de la calle. Después, cuando ya se había contribuido a poner ~n el encuentro con una para el ma-
dejado arrebatar trozo a trozo su existencia burguesa, la dor a la que Marx sa e ah .o espiritual como to del pro-
calle fue para él cada vez más un lugar de asilo. Pero .e? válida tanto pa:a el tr~o~osición del prje~oda riqueza
el callejeo era desde el comienzo consciente de la fragili- nual. En la pnmera t~abajo es la fuente . e cLos burgu~­
dad de esa existencia. De la necesidad hizo una virtud Y grama de Gotha, «El d ·erte críticament~. r al trabaJO
en ello se muestra la estructura, característica en todas y de toda cultura», a vi azones para ac adca su condicio-
sus Partes, de la concepción del héroe en Baudelaire. buenas r rque e
ses tienen muy brenatural; P0 b que no posee
11 una fuerza creadora so. que el boro re que ser en
Gll.BERr KEITB CIIESTERro , Dickens, pág. 30, París, 1927. narniento natural se SI~erza de trabajo teng~e los otros
• Prarond, amigo de Juventud de Baudelaire, escrtbe recordando otra propiedad que s~ 1 yecultural el. escla;~s condiciones
los tlen¡pos de 1sts: "USábamoS Poco mesas de trabajo en las que
cualquier estado soc;:' ho propietanos .e poco de lo que
hombres que s~ han 15 e~audelaire poseyo
C&viláaeníos o escrtbi&emos algo... Por mJ Parte", prosfgue aludiendo
a Baudelaire, hle vefa bien ante mJ, cuando al vuelo, calle arriba, pág. 65, Pa-
calle abaJo, dúlponJa sua versos; no le vela sentado ante un montón
de P&Pel" <cll AuoaoNg Stcat, La vte au Fleur& du mal, pág.
Paria 1928). Banville refiere algo Parecido aobre el hotel Pimodan ·
~· laborales objetivas• ·
Souvemrs
. littéraires, vo1· 2'
pág 2 '
11 MAxlME Du CAMP, . littéraires, . 88
"La Primera vea QUe fUi alli, no encontré dlccionarios, nJ un cuarto . nom1es
de trabaJo, ni una meaa de eacrtbir ; tamPoco habla un comedor rís, 1906. RENCY, PhyslOg hen Arbeiter-
u Cfr. GEORGES der Deutsc
O una alacena o aJeo Que l'eCordaae una vivienda puesta burguesa-
mente" <T!úoDO:R5 D& BAI'fVII.u, Jte 1 souventrs, Pág. 82, Parla, 1882). Bruselas, 1907. nd lossen z;um Prog~~ñ.
u MARx, Ra g Berlfn,
partei, ed. Korsch, pág. 22,
-88- -89-
, im rceptible resuenan
forma parte de las condiciones objetivas del trabajo espi- Baudelaire las que con su SID:~?; soJ:l vacía de la que
ritual: desde la biblioteca hasta la casa, nada hubo a lo más claramente en esa cavt d estrofa del tercer poe-
que, en el curso de su vida, que discurrió tanto fuera como Marx habla. Conclu~e~ la segun ~as acompaña con estas
dentro de París, no tuviese que renunciar. El 26 de di- ma de Les petites vtetl.les. p~~~l~ d'aller au-dela 18.
palabras: «il semble tropos
ciembre de 1854 escribe a su madre: «Estoy habituado
hasta tal grado a los padecimientos físicos; sé tan bien . . d ces petites vieilles!
pasármelas con unos pantalones desgarrados y con una «Ah! que j' en ai su~Vl: e u le soleil tombant
chaqueta por la que sopla el viento, ir tirando con dos Une, entre autlres •. ~ z¡e~F:s~ures vermeilles,
camisas, arreglarme los zapatos agujereados con paja o Ensanglante e cte e n banc
con papel, que ca~i sólo siento como padecimientos los Pensive, s' asseyait a l' écart sur u ,
morales. Con todo, confesaré abiertamente que estoy a ts riches de cuivre,
punto de no andar mucho, de no hacer movimientos muy Pour entendre un de ces ~oncerde~t nos jardins,
arfois mnon .
repentinos, por miedo a romper mis cosas aún más de lo Dont les so ld a t s P . d' . l' on se sent revtvre,
que están» 16 • De esta índole eran las más inequívocas de Et qui, dans ces so~rs.. or ou coeur des citadins» 1'.
entre las experiencias que Baudelaire transfiguró en su V ersent quelque herOtsme au
imagen del héroe. ban los hijos de los caro-
Por este tiempo el desposeído asoma bajo la imagen Las charangas en las que tocah n sonar sus tonadas
del héroe en otro pasaje; y asoma irónicamente. Es el pesinos empob rec1·dos, ésas que .acedad procuran e1 he-
caso de Marx. Hablando de las ideas de Napoleón 1, dice: para la población pobre de 1al ciU e~conde pudibundo
«El punto culminante de las "idées napoléoniennes" ... es roísmo que en e1 term
' ino «que que»é tico precisamen e
t en
la preponderancia del ejército. El ejército era el "point su deshilachamiento Y que es aut n sociedad podía pro-
d'honneur" de los pequeños campesinos, el que los trans- ese gesto heroísmo único que esa habita ningún sen-
formaba en héroes». Pero bajo Napoleón 111 el ejército , h d sus héroes no - ntes
ducir. En el pec o e . . en el de las pequenas ge
«ya no es la flor y nata de la juventud campesina, sino timiento que no tenga sltl~ úsica militar.
que es el sumidero del miserable proletariado campesino. que se reúnen en torno a a m h bla en el poema coJ?o
En su mayor parte se compone de sustitutos ... , igual que Los J·ardines de los que se a 1 habitante de la ctu-
, 1 s abiertos a n-
el segundo Bonaparte es un sustituto de Napoleón» 17 • La de «los nuestros», son ° !rededor de 1os gra
mirada que se aparta de este aspecto para volverse a la dad, cuya nostalgia vaga e~b~.anoq~e acude a ellos no es
imagen del poeta gladiador sí que la encuentra, pero tras des parques cerrados: El pu ~~~l .. flaneur». cResulta im-
haber quedado deslumbrada unos segundos por la del del todo el que se agtta cerca
merodeador (mercenario que «pelea» de otra manera), decirlo baJo el casco
B udelafre por asi tro de su vida
que vaga por ahí •. Son sobre todo dos famosas líneas de George Y que representa a ! que coloQUe en el ce~en que, según
de Acero, resulta caracteriSU a saber el momento acia de DiOS.
16
BAUDELAIRE, Dernieres lettres inédites a sa m~re
ed. Crépet, la restauración ultramon~ecido remado por la fucientes por las
la mentalidad de un re de armas mmóviles Y re vencia decislva
págs. 44 y ss., París 1926.
17
'
MARx, Der achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte, ed.
se lleva al SantisimO rod~~o que haber sido
calles de Paris. Tiene .,...a
un:.
KLASSZN Baude14 e,
vipág. 9, Welm&r,
cit., págs. 122 y SS. para toda su exiStencia". <PBTER seis ai\os de edad.
• Cfr. "Pour toi, vieux maraudeur ¡ L'amour n'a plus de goftt, 1931) Baudelafre tenia entonces , !aire• Nouvelle Revue
· pos de Bauue •
non plus que la dispute" (1, pág. 89). Una de las pocas manifestacio- 18 MARCEL PROUST, cA pr~l,
nes repelentes en la amplia literatura sobre Baudelaire, en gran Fran~aise, 1 de junio de 19
Parte por cierto descolorida, es el libro de un tal Peter Klassen. Para 19 l. pág. 104.
dicho libro, redactado en la terminologia depravada del circulo de
-91-
-90-
posible», escribía Baudeiaire en 1851, «sea cual sea _ei_p~r­ d ta femme ravie;
tido al que se pertenezca, sean cuales fueren los preJUICios <<l'allumerai les yeu: ef ce et ses couleurs
que le hayan alimentado a uno, no conmoverse ante el · drat sa or ·
A ton fils Je ren .1 athlete de la vte 22
espectáculo de esa multitud enfermiza que respira el polvo t
Et serai pour ce re"te les muscles d es 1u tteurs» ·
de los talleres, tragando algodón, impregnándose de ce- L'huile qui rafferml bo en su labor
rusa de mercurio y de todos los demás venenos necesa- . ador a sueldo lleva a _e~. edad ayudaba
rios 'a Ia creación de Ias obras maestras ... Esa multitud Lo que el traba] lo que en la antlgu E ta imagen
suspirante y lánguida a la que la tierra debe sus mara- . . es menos que aplauso. s B
dmna no btener fama y . .ciones de a u-
villas, y que siente correr por sus venas una sangre pur- al gladiador para o en las mejores mtm propias cir-
púrea e impetuosa, lanza una mirada larga y cargada ~ es el tema de los tem~= cavilación sobre susnos revela lo
tristeza al sol y a Ia sombra de los grandes parques» · delaire; procede de ·e del Salon de 1859 Cuando oigo
Esa población es el transfondo en el que destaca el per- cunstancias. Un pas~e se la considerase~ ;; o Veronese,
fil del héroe. Baudeiaire intituló a su manera Ia imagen bien que él quenaesqa hombres co_mo Raé:ito que se pro-
que así se representa. Puso encima la palabra «moder-
nité». poner por las _nub . , de disminmr el m_ mérito que
con ladvisible mtenclilon me pregunto. Slf.u~tamente más
, de e os ... , es 1n 1n1 .
El héroe es el verdadero sujeto de la modernidad. Lo dujo espues . 1 al suyo ... no de manera VIC-
cual significa que para vivir lo moderno se precisa una por _lo ~enos es Igu:e se ha desarrollado hostiles>> 23. Bau-
constitución heroica. Esta fue también la opinión de Bai- mentono, puesto ~ f rayen un terreno el contexto
zac. Con ella se contraponen Balzac y Baudelaire al ro- toriosa en una at~os e:samblar sus te~~s ~~nación barro-
manticismo. Los dos transfiguran las pasiones y la fuez:a delaire gustaba ~ , os que en una 1 u d difuminar,
de resolución; el romanticismo, en cambio, la renuncia extremosamente ' d1nam ón teonca , . de esta .o siempre se
y la entrega. Aunque el nuevo modo de ver las cosas sea ca. Era parte de su ~a~erdependencia. ~a~ las . cartas.
desde luego incomparablemente más ralo, incomparable- cuando la había, su ~~mbríos por mediO lepasaje adu-
mente más restrictivo en el lírico que en el novelista. Dos aclaran esos tramos . dichos proce d"miento,
1 esu interd ep~n-
figuras retóricas muestran de qué manera. Ambas colocan Sin hacer necesan~ conocer clarame_ntede más de diez
al héroe ante el lector en su manifestación moderna. En cido de 1859 permite otro muy extra~o ·ones la recons-
Balzac el gladiador se convierte en viajante de comercio. dencia indudabl~ c~n te cadena de re exi
La sigmen 1.
El gran Gaudissart se prepara para trabajar Ia Touraine. años antes. natura liD-
Balzac describe sus preparativos y se interrumpe excla- truye. . ue lo moderno oponea amala 1 re1aci"ón
mando: « ¡Qué atleta,21
qué arena, qué armas: él, el mundo
y su buena labia!» • Baudelaire en cambio reconoce en
J
Las resistei_lcias hombre estál_l en ~el hombre se va
pulso productivo d Es comprensible, s derno tiene que
el proletario al gladiador esclavo. Entre las promesas que para con sus fuerza~ .a la muerte. Lo mo voluntad he-
el vino ha de cumplir para los desheredados, nombra Ia paralizando Y_ huye ~c;uicidio, sello. de un:e le es hostil.
estar en el Signo d~e nada a la actltu_~ nq heroica. Es 1~
quinta estrofa de L'áme du vin:
roica que no conce nuncia, sino p~siod las pasiones .
Ese suicidio no :o~:rno en el ámbitO e
conquista de lo
30
II, pág. 408.
punt~
21
:n 1, pág. 119. o bajo un
Nietzsche el ~ci~astante al crtsti
París, H.
1892 BALZAC, L'illustre Gaudissart, ed. Calmann-Lévy, pág. 5,
DE {?).
23 11, pág. 239.
• Más tarde aparece e!ndenará nunca o
vista semejant e : "No se
-92-
-93-
A saber, el suicidio como «passion particuliere de la vie miraba mucho, como un ágil dibujante ante el caballete,
moderne» aparece en el pasaje clásico dedicado a la teo- arrojando sobre el lienzo las maneras de morir de los
ría de lo moderno. La muerte libre de los héroes antiguos suicidas. En lo que concierne a los colores de la estampa,
es una excepción. «¿Dónde encontrar suicidios en los cua- la moda ofreció su paleta.
dros antiguos ... si exceptuamos a Hércules en el monte Desde la monarquía de julio comenzaron a prevalecer
Oeta, a Catón de Utica y a Cleopatra?» 2'. No como si Bau- en los trajes masculinos el negro y el gris. Esta nove?ad
delaire los encontrase en los modernos; la referencia a ocupó a Baudelaire en el Salon de 1845. Y en la frase fmal
Rousseau y a Balzac, que sigue a la frase citada, es insu- de su e·s crito primerizo expone: «El pintor, el verdadero
ficiente. Pero lo moderno mantiene presta la materia pri- pintor será el que sepa arrancar a la vida actual su lado
ma de esos cuadros y espera un maestro. Esa materia pri- épico y hacernos ver y comprender, con el color o con el
ma se deposita precisamente en las capas que destacan dibujo, lo grandes y poéticos que somos e_n ~uestras cor-
con toda claridad como fundamento de lo moderno. Los batas y nuestros botines acharolados. ¡Ojala pued~n l_os
primeros apuntes para su teoría son de 1845. Por ese tiem- verdaderos pioneros darnos el año próximo la alegna sm-
po se hizo habitual en las masas trabajadoras la repre- gular de celebrar la llegada de lo nuevo!» • Y_ un año
26

sentación del suicidio. «Había alborotos por las copias después: «Y en cuanto al traje, la cáscara del heroe mo-
de una litografía que representaba a un obrero inglés que, derno ... ¿no tiene su belleza y encanto congemtos ,.
... :>· ¿ N o
desesperado por no poder ganarse el pan, se quita la vida. es el traje necesario a nuestra época que sufre Y que lleva
Incluso un obrero llega a entrar en la casa de Eugene sobre sus hombros negros y flacos el símbolo de un p~r­
Sue y se ahorca en ella; tiene en la mano una nota: "He petuo duelo? Advirtamos que el traje negro Y la le~I:a
pensado que me sería más fácil morir bajo el techo del tienen no solamente su belleza política, que es la expreswn
hombre que hace algo por nosotros y que nos ama"» 25 • de la igualdad universal, sino que tienen ade~ás_ su be-
Adolphe Boyer, un impresor, publica en 1841 un pequeño lleza poética, que es la expresión del alma pubhc~;. un
escrito: De l'état des ouvriers et de son amélioration par inmenso desfile de sepultureros, sepultureros pohticos,
1'organisation du travail. Era una exposición mesurada sepultureros enamorados, sepultureros burgueses. Todos
que buscaba ganar para la asociación obrera a las anti- celebramos un entierro. La librea uniforme de la_ de~ola­
guas corporaciones de operarios ambulantes presas en ción atestigua la igualdad; y en cuanto a !os excentncos,
costumbres gremiales. No tuvo ningún éxito; el autor ·
que · .
denunciaban antes f,aci.1men t e a. la vista los. colores
- en
se quitó la vida y en una carta abierta exhortaba a sus chillones se contentan hoy con matices en el di_seno:
compañeros de sufrimiento a seguirle. El suicidio pudo el corte más' que en el co1or. (.. No t"Ie nen su gracia miste-
muy bien por tanto aparecer a los ojos de un Baudelaire .
nosa esos pliegues gestiCU . 1antes que J·uegan como ser-
c~mo la única acción heroica que les quedaba en los pientes alrededor de una carne morti·f·Icad a.». :> 27 · Estas
., re-
tiempos de la reacción a las «multitudes maladives» de . .
presentaciOnes tienen parte en a 1 honda fascmacwn
. que
b
las ciudades. Quizá vio la muerte de Rethel, al que ad- la muJ· er del soneto que pasa ves ti"da d e luto ' eJercehso , re
el poeta. El texto de' 1846 concluye asi:· «p or~u e los .eroes
mo. · · por haber desvalorizado... el valor de un gran movimiento de la Ilíada van en pos de vosotros, Vautrm, ~astignac,
nihilista_ purijica~i~~ que estaba en marcha : siempre ha impedido . , que no t e has atrevido
la hazana del mhtltSmo, el suicidio" ( F'RIEDRICH NIETZSCHE : Werke, Birotteau. Y tú Fontanares, b a con-
ed Schlechta, vol. 3, pág. 792, Munich, 1956). tar al público tus sufrimientQs b aJO e rae· 1 f fúne re y con-
ill 11, pág. 113.
25
«L'homme de 1848», Revue des deux mon-
CHARLEs BENOIST, 26
des, 1 de febrero de 1914. II, pág. 54.
27
II, pág. 134.
-94- -95-
vulsionado que todos endosamos. Y tú, Honoré de Bal- Baudelaire determina más claramente el rostro de lo
zac, tú, el más heroico, el más singular, el más romántico moderno, sin negar el signo de Caín sobre su frente:
Y el más poético entre todos los personajes que has sacado « · · · la mayoría de los artistas que han abordado temas
de tu regazo» 28 , ~odernos se han contentado con temas públicos y ofi-
Quince años más tarde el demócrata de Alemania del Ciales: con nuestras victorias y nuestro heroísmo político.
Sur Friedrich Theodor Vischer llega en su crítica de la Y enci.ma lo hacen a regañadientes y porque se lo encarga
moda masculina a intuiciones parecidas a las de Baudelai- el gobierno que les paga. Sin embargo, hay temas privados
re. Sólo que cambia el acento; lo que en Baudelaire entra que .son heroicos muy de otra manera. El espectáculo de
como tinta, como matiz en el prospecto crepuscular de l~ VIda elegante y de miles de existencias flotantes que
lo ~oderno, es en Vischer un argumento lustroso que Circulan por los subterráneos de una grari ciudad ( crimi-
esta a mano para la lucha política. Considerando la reac- nales Y muchachas <<arrimadas»), la Gazette des Tribu-
ción dominante desde 1850 escribe Vischer: «Declararse nau.x Y el M.oniteur, nos prueban que no tenemos más que
partidario de los colores pasa por ridículo e ir ceñido abnr los OJOS para conocer nuestro heroísmo» 32 • Aquí
pasa por infantil. ¿Cómo no iba a hacerse incolora, des- en~ra el «apache>> en la imagen del héroe. En él tienen
madejada y encogida la indumentaria?» 29 • Los extremos asiento los caracteres que Bounoure registra en la soledad
se tocan; la crítica política de Vischer se entrecruza, cuan- de Baudelaire: «un noli me tangere, un enquistamiento
do ~cuña metáfo~as, con una imagen temprana de la fan- d~l individuo en su diferencia» 33 • El «apache» abjura de las
tasia .d~ Baudelaire. En el soneto L'Albatros (que procede VIrtudes y de las leyes. Rescinde de una vez por todas el
del. viaJe transoceánico del que se esperaba que mejorase contrato social. Y así se cree separado del burgués por
al Joven poeta), se reconoce Baudelaire en esos pájaros, todo un mundo. No reconoce en él los rasgos del compin-
cuyo desvalimiento sobre las planchas del barco donde che, esos que muy pronto dibujará Hugo en Les Chdti-
los depositan los marineros, describe así: rnents con poderosa eficacia. Cierto que a las ilusiones
de Baudelaire debía dárseles un hálito de mayor alcance.
«A peine le~ ont i~s déposés sur les planches, Fundamentan la poesía del «apache». Son las de un gé-
Que ces rots de 1azur, maladroits et honteux nero cuya validez no ha sido demolida en más de ochenta
Laissent piteusement leurs grandes ailes bla~ches a~os. Baudelaire es el primero que abordó esa veta. El
Comme des avirons trainer a coté d' eux. heroe de Poe no es el criminal, sino el detective. Por su
Ce voyageur ailé, comme il est gauche et veule!» 30• parte Balzac conoce 'sólo al gran «outsider» de la socie-
Vischer dice acerca de las mangas amplias del traje de dad. Vautrin experimenta la ascensión y la caída; como
c~aqueta que caen sobre los puños: «Ya no son brazos, todos los héroes balzacianos tiene una carrera. La de
smo rudimentos de alas, romas alas de pingüino, aletas criminal es una carrera como las otras. También Ferra-
de pez, Y al andar los movimientos de sus informes adic- gus trama cosas grandes y hace planes a largo plazo; es de
tos se asemejan a un braceo, a un como remar, a una la casta de los carbonarios. El «apache», que durante toda
c?~ezón, a un ir empujando loco y simplón» 31 • La misma su vida está referido a los arrabales de la sociedad Y de
VISión del asunto, la misma imagen. la gran ciudad, antes de Baudelaire no tiene sitio alguno
en la literatura. El Vin de J'assassin, la formulación más
18
11, pág. 136. aguda de este tema en Les Fleurs du mal, se ha convertido
29
FRIEDRICH THEOOOR VISCHER Ve .. ft. Gedanken über
die jetzige Mode, pág. 117 Stuttg'art ~~f tge
30 1, pág. 22. , , .
31
: 11, pág. 134.
VrSCBER, loe. cit., pág. 111. · BouNouRE, «Abimes de Victor Hugo», art. cit.

-96- -97-
en punto de partida de un género parisino. Su taller fue ¿O no es más bien héroe el poeta que edifica su obra
e! «Chat noino: La inscripción que llevaba en los primeros con esa materia? •. La teoría de lo moderno concede am-
tiempos heroicos rezaba: «Passant, sois moderne». bas cosas. Pero el Baudelaire viejo insinúa en un poema
En sus calles encuentran los poetas las basuras de la tardío, Les plaintes d'un Icare, que ya no siente con la
s~:>ciedad Y. en ésta su reproche heroico. Y así parece como casta de hombres entre los que de joven buscaba héroes:
SI en su tipo más preclaro se estampase otro más bien
grosero. En él calan hondo los rasgos del trapero que tan «Les amants des prostituées
constantemente ocupó a Baudelaire. Un año antes de Sont heüreux, dispos et repus;
Le Vin_ de chiffonniers apareció una exposición en prosa Quant a moi, mes bras sont rompus
de la figura: «Aquí tenemos 'a un hombre que deberá re· Pour avoir étreint des nuées» 36•
coger las basuras del pasado día en la gran capifal. Todo
lo que la gran ciudad arrojó, todo lo que perdió, todo El poeta que, como dice el título del poema, ocupa el lu-
lo 9-ue ha despreciado, todo lo que ha pisoteado, él lo gar del héroe antiguo ha tenido que evitar al héroe. moder-
registra _Y lo recoge. Coteja los anales del libertinaje, el no, cuyas hazañas refiere la Gazette des Tribunaux ••. En
Cafarnaun de la escoria; aparta las cosas lleva a cabo realidad esa renuncia está ya apuntada en el conce~to del
una selección acertada; se porta como un tacaño con su héroe moderno. Está éste predeterminado a hundirse,. Y
t~soro Y se de~iene en los escombros que entre las man· para exponer que esto es necesario no es preciso que surJa
~I?ulas de la d10sa Industria adoptarán la forma de cosas un trágico. Pero lo moderno termina cuando alcanza su de-
utiles y agradables» Si · Est a d escnpcwn
. . , es una unica
, . pro- recho. Entonces se .le hará prueba. Después de s~ .~in, se
long~da metáfora del comportamiento del poeta segÓn el probará si puede convertirse algún día en antiguedad.
sentir de B~udelaire. Trapero o poeta, a ambos les concier· Baudelaire percibió esta cuestión consta_?teme.?te. La
ne la escona· ambo . . . . antigua pretensión de inmortalidad la expenme~to com?
h ' s persiguen sohtanos su comercio en
c~r:s0
en que los ciudadanos se abandonan al sueño; in· pretensión de ser alguna vez leído como un escntor anti-
el gesto 35es en los dos el mismo Nadar habla del guo. El acotamiento de la tarea artística en general es para
epas saccadé» de B d 1 . · él que «toda modernidad sea digna de convertirse en an-
1 . au e aire; es el paso del poeta que
vaga por a Ciudad tras su botín de rimas· tiene también tigüedad» 37 • Gustave Kahn percibe muy certeramente en
que ser el paso del t ' Baudelaire un «refus de l'occasion, tendu par la natui'e
tiene en su . rapero, que en todo momento se de-
pieza. Hay :~~no para rebuscar en la basura con que tro- du prétexte lyrique» 38 • La consciencia de su tarea era 0
haya querido d.o~ arrmentos en favor de que Baudelaire que le hacía ser esquivo a ocasiones y pretextos. En la
rentesco. En cu~~Im~ adamente poner de relieve ese pa· época que le tocó en suerte nada le parece estar m~s cerca
años más t d qmer caso esconde un presagio. Sesenta del «cometido» del héroe antiguo, de los «trabaJOS» de
poeta que d:: e j~rece con Apollinaire un hermano del
el «PQete ass;:~~~ has~a ser t~ap_ero. Es Croniamantai. t ·ó de presentar dicho
• Baudelaire abrigó largo tiempo la in ene! n tas encontramos
debía acabar en tod' rn~era VICtima del progrom que ambiente en novelas. Entre las cosas que dejó inéf
huellas en figuras de títulos: "Les enseignemen 8
d'un monstre",
Una luz d d a a tierra con la raza de los líricos. "L'entreteneur", "La femme malhonnéte".
u osa se cierne b 1 ,
ches». ¿Los hér d so r~ a poesia de los «apa· 36
1, pág. 193.
----. 1
oes e a gran cmdad son inmundicia? nueva vida la confron-
: 1, pag. 249. • • Tres cuartos de siglo después cobró
taclón del mamporrero con el literato.
Cit. en FIRMIN MAIL . •
París, 1905. LARD, La crte des intellectuels, pág. 362. 37
11, pág. 336.
38
G. KAHN, loe. cit., pág. 15.
-98- -99-
Hércules, como la tarea que él mismo se impuso como la visión que de lo moderno tiene Baudelaire. Esta última
propia: configurar lo moderno. pone de bulto los temas modernos; asunto de la primera
Entre todas las relaciones en las que lo moderno se hubiese sido el careo con el arte antiguo. Pero Baudelaire
adentra, ésta para con la antigüedad es notable. Para Bau- jamás intentó algo semejante. Su teoría no se ha hecho
delaire quien la representa es Víctor Hugo. «La fatalidad con la renuncia, que en su obra aparece como ·una defi-
le arrastró. .. a transformar la oda antigua y la antigua ciencia de la naturaleza y de la ingenuidad. Expresión de
tragedia ... en los poemas y dramas que conocemos» 39 • Lo su apocamiento es su dependencia, hasta en la .formula-
moderno designa una época; y designa a la vez la fuerza ción, de Poe. Su orientación polémica es otra; se destaca
que trabaja en dicha época por asemejarla a la antigüe- del fondo gris del historicismo, del alejandrinismo aca-
dad. De mala gana y en casos contados la reconoció Bau- démico que entró en boga con Villemain y Cousin. Nin-
d.elaire en Hugo. Wagner en cambio le parecía un efluvio guna de sus reflexiones estéticas ha expuesto lo moderno
sm barreras ni falsificaciones de esa fuerza. «Al escoger en su imbricación con la antigüedad, tal y como ocurre
sus. t~mas y su método dramático se acerca Wagner a la en ciertos poemas de Les Fleurs du mal.
antiguedad, y por la energía apasionada de su expresión Entre ellos está en primer lugar el poema Le cygne.
es actualmente el representante más auténtico de la na- No en vano es alegórico. Esta ciudad, que está en constante
turaleza moderna» .o. Esta frase contiene «in nuce» la teo- movimiento, se pasma. Se hace quebradiza como el vidrio,
r~a baudelairiana del arte moderno. Según ella la ejempla- pero también como el vidrio transparente de su propia
ndad de la antigüedad se limita a la construcción· la sus- significación. («La forme d'une ville / Change plus ·;ite,
tancia Y la inspiración de la obra son asunto de 'la «IDO- hélas!, que le. coeur d'un mortel») ". La figura d.e. París es
dernité>>. <<Desgraciado aquel que en la antigüedad estudie frágil; está cercada por emblemas de la fragilidad. De
otra cosa que el arte puro, la lógica, el método general. criaturas frágiles: la negra y el cisne; y de fragilidad his-
Para sumergirse mucho en todo ello... abdicará de los tórica: Andrómaca, «viuda de Héctor y mujer de Heleno».
privilegios que le proporciona la circunstancia» 41 • Y en El rasgo común es el duelo por lo que fue y la desespe-
las f~ases finales del ensayo sobre Guy dice: «Buscó por ranza por lo que vendrá. París, siempre que ocurre en
doq_mer la belleza pasajera, fugaz, de la vida presente, el Les Fleurs du mal, lleva su marca. El Crépuscule du
caracte~ de 1~ que el le~tor nos ha permitido llamar la matin es el sollozo de alguien que se despierta imita?o en
modermdad» . La doctrma se presenta así como en un el material de una ciudad; Le soleil muestra a la cmdad
:esull_len: «Lo bello está hecho de un elemento eterno, deshilachada como un antiguo tejido a la luz del sol; el
mv~na?le. · · Y de un elemento relativo, circunstancial que anciano que resignadamente coge cada día su inst~mento
sera, SI se quiere, en parte o todo entero, la época, la de trabajo, porque ni en la ancianidad le han dejad~ ~as
mod~, la moral, la pasión. Sin este segundo elemento ... preocupaciones, es la alegoría de la ciu~ad Y las :V~eJaS
el pnmero sería indigerible, inapreciable no adaptado y -Les petites vieilles- son sus únicos habitant.es espiritua-
no apropiado a la naturaleza humana» 03 : No puede afir- lizados. Que estos poemas hayan atravesado rmpunes los
marse que esto sea cosa profunda. decenios se lo deben a una reserva protectora. E~ la re-
La teoría del arte moderno es el punto más débil en serva fre~te a la gran ciudad. Y los distingue ?e casi tod?s
39 los poemas que sobre este tema han vemdo despues.
II, pág. 580.
.o Il, pág. 508. Para captar lo que aquí se ventila, basta una estrofa de
41
03
Il, pág. 337. Verhaeren:
Il, pág. 363.
63
Il, pág. 326.
ü 1, pág. 99.

-100- -101-
«Et qu'importent les maux et les heures démentes Sibila y en vjnculación con los astros sa.ntos; las me~as
Et les cuves de vice ou la cité fermente de esas tabernas eran casi trípodes, y Enmo habla del vmo
Si quelque jour, du fond des brouillards et des voiles sibilino que allí se bebía» 47 • El ciclo de poemas de Hugo
Surgit un nouveau Christ, en lumiere sculpté A l'arc de triomphe, en el cual aparece por ~ez primera .la
Qui souleve vers lui l'humanité imagen de una «antigüedad parisina», proviene de la mis-
Et la baptise au feu des nouvelles étoiles» 45 • ma manera de ver las cosas. La g1on'f'Icacwn · ' de ese. mo-
.
numento parte de la visión de una «campiña» pansma,
Baudelaire no conoce semejantes perspectivas. Su idea de una <dnmense campagne» en la que sólo ~erduran tres
de la caducidad de la gran ciudad está en el origen de la monumentos de la ciudad derruida: la Samte-Chapelle,
duración de los poemas que ha escrito sobre París. la columna de Vendóme y el Arco de Triunf~. La suma
El poema Le cygne también está dedicado a Hugo; tal importancia que este ciclo tiene en la obra de VIctor Hugo
vez a uno de los pocos, cuya obra, según le parecía a Bau- corresponde al lugar que ocupa en e1 surgimien · · t o de una
delaire, sacaba a luz una nueva antigüedad. En cuanto imagen del París del siglo diecinueve conformada a la
pueda hablarse de ello, en Víctor Hugo la fuente de ins- antigüedad. Baudelaire la conoció sin duda alguna. Pro-
piración es fundamentalmente diversa de la de Baude-
laire. A Hugo le es ajena la capacidad de entumecimiento cede del año 1837. · · d · h on
Ya siete años antes anota el historiador Fne nc v
que, si el concepto biológico es admisible, se manifies~a Raumer: «Desde la torre de Notre-Dame a~arcaba ay~~
en la poesía de Baudelaire mil veces como una especie la inmensa ciudad· (.·quién ha edificado la pnmera casa.l~
de mímesis de la muerte. Por el contrario, de Hugo po- '
¿cuándo se derrumbará · la última . 1
Y aparecera' eh sued o
demos decir que tenía una disposición ctónica. Sin que de París como el de Tebas y Babilonia?» • Hu_go a e~-
48

la aluda con precisión, la hace valer Charles Péguy en las . este suelo tal y como sera, cua ndo un dia «esta
cnto d n-
frases siguientes. De ellas resulta cómo hay que buscar la bera en la que el agua rompe en resonantes arca !s, sea
diferencia entre la concepción de la antigüedad de Hugo '
devuelta a los susurrantes y encorvados Jun . COS» ·•
Y la de Baudelaire. «De eso hay que estar seguros: cuando
Hugo veía al mendigo en el camino... le veía tal y como · dans cette plaine
«Mais non tout sera mort. PI us nen . so
es, tal y como realmente es ... mendigo antiguo en el ca- ,
Qu'un peuple évanoui dont ell e es t encore p1eme» .
mino antiguo, antiguo suplicante. Cuando veía el reves-
timiento de mármol de una chimenea o el enladrillado L, Daudet contempla
Cien años después de Raumer, eon do de la ciu-
con cemento en una de nuestras chimeneas modernas, los
París desde el Sacré-Coeur, otro lugar e1e~~ terrorífica
veía como lo que son, a saber, la· piedra del hogar. La · se re fl eJa,
dad . E n sus OJOS · en una contraccwnto presente:,
piedra del hogar antiguo. Cuando veía la puerta de una
casa Y el umbral, que corrientemente es una piedra talla- la historia de lo moderno hasta ~\:uJ;e~acios, monu-
da, reconocía en esa piedra la línea antigua: la línea del «Desde arriba se ve esta aglom~raci~l sen~miento de que
mentos, casas y barracas, Y se ti~ne , t ofes metereoló-
~bral sant?» ". No hay comentario mejor para el si- están predestinados a una o vanas cata~ r rvieres con la
guiente pasaJe de Les Misérables: «Los establecimientos gicas o sociales ... He pasado horas en ou
del Faubourg Saint-Antoine se asemejaban a las tabernas
del Aventino, que están levantadas sobre la cueva de la 47 M' 'rables pág. 55.
VIcToR Ruco, o p. cit.,
Les. rse us Pdris und Frankreich
45 48 FRIEDRICH VON RAUMER, Brrefe .a
1904. EMILE VERHAEREN, Les villes tentaculaires, pág. 119, París, 1831
im lahre 1830, vol. 2, pág. 127, ~eipZlg,_ Parí~ 1880.
49
VICTOR Ruco, op. cit., Poés1e Ill, '
" CHARLEs ~CUY, Oeuvres de prose, pág. 388, París, 1916. 50 lbíd.

-102- -103-
mirada sobre Lyo N ción exacta de Atenas en tiempo de Pericles, de Cartago
rada sobre Marse~~ en otre-Da~e de la Garde con la mi-
bre Part's L , en el Sacre-Coeur con la mirada so- en tiempo de Barca, de Alejandría en tiempo de los Pto-
. ·
alturas era la· o que se pe rct·b'Ia mas
- e1aramente desde esas lomeos, de Roma en tiempo de los Césares ... Gracias a una
amenaza Las agio . d h b inspiración a modo relámpago, que es la que a veces nos
son amenazadoras ... El. mer~cwnes e om res
to, pero tambié t. hombre necesita del trabajo, cier- ayuda en un tema extraordinario, concibió el plan de es-
necesidades tien~ I~e~:I ot-:a.s _necesidades ... Entre otras cribir sobre París el libro que los historiadores de la an-
la sociedad que f smctdto, que se afinca en él y en tigüedad no habían escrito sobre su ciudad ... Ante su 52
mi-
1
de conservación e porma '· y es mas , fuerte que su instinto rada interior apareció la obra de su edad madura» • En
ha, desde FourvÍere~r ~so, cuando se mira desde arr~­ el poema de Hugo A !'are de triomphe, en la gran exposi-
Coeur se admt· ' otre-Dame de la Garde, el Sacre- ción técnico-administrativa que Du Camp hizo de su ciu-
,
tan todavía» ra uno de que Lyon, Marse11 a, Pans
s1 E t
, exts-
. dad, se reconoce la misma inspiración que fue decisiva
1
recibe la «pas~io~ e e~ e rostro que, en el siglo presente, para la idea de lo moderno en Baudelaire.
el suicidio. . mo erne» que Baudelaire reconocía en Haussmann puso manos a la obra en 1859. Proyectos
de ley le habían abierto camino y su necesidad se sentía
La ciudad de París e · desde tiempo ha. En la obra citada escribió Du Camp:
dio Haussmann p ntra este stglo en la figura que le
gen de la ciudad usolpor ob~a su revolución de la ima· «Después de 1848 París estaba a punto de convertirse en
ginarse pueda: p~lon °~ medtos más modestos que ima- inhabitable. La constante expansión de la red del ferro-
carril ... apresuraba el tráfico y el crecimiento de la po-
i_Y _cuál fue la des~~ PI~?s, palancas y cosas parecidas.
hmttados' ·y e, hccton que provocaron medios tan blación urbana. Las gentes se ahogaban en las antiguas
• 1 omo a n c-:ect"do desde entonces con las Y estrechas callejuelas, sucias y retorcidas, en las que no
grandes ciudades 53
1 tenían más remedio que sentirse acorraladas» • Al comien-
¡Qué imágenes del oso~ed~os de acomodarlas al suelo!
de Haussmann 11 p emr no provocan! Los trabajos zo de los años cincuenta la población parisina se iba ha-
egaron a su p t
t eros fueron derribad 1 . . ciendo a la idea de una gran limpieza inevitable de la ima-
un o cu mmante. Barnos en-
encontraba Max· Dos. En una tarde del año 1862 se gen de la ciudad. Podemos suponer que en su período de
tme u Cam
d e la tienda de su ó t"
,1 incubación dicha limpieza influyera con fuerza so?re ~na
P en e Pont-Neuf. No lejos
fantasía importante, que influyera incluso con mas vtgor
que estaba en el u!~~~~ eJperaba _sus anteojos. «El autor:
uno de esos mo e una cterta edad experimento que el aspecto de los trabajos urbanísticos realizados. «Le_s
sobre su vida yma etntos en los que el hombre cavilando poetes sont plus inspirés par les images que p_ar la pre-
ranscu rn"da,_ ve reflejada en ' todo su sence meme des objets», dice Joubert S'. Lo mtsmo pasa
propia melancolía L
con los artistas. Se hace imagen eso de lo cual se sabe que
de su vista, que 1 ~ h ~~s~rsa dtsminución de la agudeza
cardó la inevitable a ~a . evado a visitar al óptico, le re- pronto no estará ante nosotros. Y así ocurrió con las calles
nas ... Le vino d ca uctdad de todas las cosas huma- parisinas en aquel tiempo. En todo caso la. ?bra, cuy~ de-
e repente el p · , pendencia subterránea con la gran revolucwn de Pans es
vaga d o lejos por 0 . ensamtento, a él que habta
arena es polvo d nente ' que e · d
ra versa o en páramos cuya 52 PAUL BouRGET «Discours académique du 13 juin _18?5, Suc-
e muertos
r 0 d eab a con sus ruidos t ' d ~ que esta cmdad,
. que le cesion a Maxime Í>u Camp•, L'anthologie de l'Academ1e fran-
tantas o~ras capitales ... 'h en_dna que morir un día coro~ raise, vol. 2, págs. 191 y ·ss., París, 1921. .
MAXIME Du CAMP, Paris, ses organes, ses fonctwns et ~a
extraordmario interés on~I?n muerto. Se le ocurrió que
53
vie dans la seconde moitié du XIX• siecle, vol. 6, pág. 253, Pans,
p namos hoy en una representa- 18~ d
M JoSEPH JoUBERT, Pensées, précédées de sa correspon ance,
SI LlloN DAUDET P
' aris vécu, vol. 1, pág. 220, París, 1929. vol. 2, pág. 267, París, 1883.

-104- -105-
absolutamente indudable t De nous pourquoi ne faire
ésta emprendida E 1 , es _aba acabada años antes de ser
Meryon. A nadie ·I·mran ~s VIstas de París del aguafortista Comme du pont de pierre» 55 *.
preswnaron tant 0 .
N o 1e movía, como mo , _ como a Baudelaire. Gustave Geffroy acierta en su centro a la obra de Me-
1
a:queológica de la catá:~~o~s ;ue~os _de Hug?, .!a visión ryon y acierta también su parentesco con Baudelaire; pero
ma que surgir de pronto ~- egun ella antiguedad te- sobre todo acierta la fidelidad en la reproducción de la
Zeus incólume de u . , , tia una Atenas de la cabeza de
, na meo ume d "d ciudad de París, que pronto se convertiría en un campo
a 1a luz el rostro ant" d 1 mo erm ad. Meryon sacó de ruinas, al buscar la singularidad de esas estampas «en
Iguo e a · d d .
~o1o de sus adoquines E .e~~ a , sm abandonar uno que por mucho que estén elaboradas inmediatamente, se-
Incansablemente suge t.. stba VISIOn del asunto es la que
gún la vida, dan impresión de una vida transcurida ya,
ba en lo moderno Ads wna . b a a B au d e1aire · cuando pensa-
· mira a a Me . que está muerta o que va a morir» 56 **. El texto de Bau-
. Ambos tenían afinidades 1 ~on apasiOnadamente. delaire sobre Meryon da a entender subrepticiamente la
miento es el mism . 1 e ectivas. Su año de nací-
meses. Ambos mu ?· a muerte les distancia sólo unos importancia de esta antigüedad parisina. «Raras veces he-
d neron en s 1 d d mos visto representada con más poesía la solemnidad na-
os; Meryon, demente Cho e a Y gravemente daña- tural de una gran ciudad. La majestuosidad de las piedras
habl_a, en una clínica pr· end aren ton, y Baudelaire, sin
cammo tarde. Baud . Ivaf a. La_fama de ambos se abrió acumuladas, los campanarios señalando al cielo con el
e1aire ue casi 1 , . dedo, los obeliscos de la industria vomitando contra el
por Meryon cuando , t . , e umco que se interesó
es e VIVIa • p h firmamento sus coaliciones de humos***, los andamiajes
nas en prosa que puedan m . . ocas ay entre sus pági-
prodigiosos de los monumentos en reparación que sobre
Meryon. Tratando de M edirse con el breve texto sobre
honra en él el ro t ~ryon, honra a lo moderno· pero el cuerpo sólido de la arquitectura aplican su arquitectura
. s ro antiguo p ' de un día paradójica, arácnidamente bella, el cielo bru-
~e mterpenetran la anti ··ed .d orque también en Meryon moso cargado de cólera y de rencor, la profundidad de las
el se presenta con todagu_ -~ Y lo moderno; también en
perspectivas que aumentan si se piensa en los dramas que
miento, la alegoría En mti ~z esa forma de deslumbra-
tante. La demencia. e t sus p anchas el rótulo es impor- 55 Cit. G u sTAVE GEFFROY, Charles Meryon, pág. 2, París, 1926.
hace smo . subrayar sun ra. en. el t t • Meryon comenzó como oficial de marina. Su último grabado
«sigmfi. ex · , o Y su oscuridad no representa el Ministerio de Marina en la Place de la Concorde. Un
~on bajo la vista del p cacion». Los versos de Me- s~quito de caballos, carruajes y - delfines se precipita sobre el Mi-
CIon,
' sm · perjuicio de ont-Neuf
.. e s t an
' como interpreta- rusterlo. No faltan los barcos y los animales marinos tampoco faltan ;
L S su suti1Idad . también puede verse alguna que otra criatura de forma humana en
e quelette ta.boureur: ' en vecmdad estrecha de
semejante tropel. Geffroy encuentra la "significación" sin forzar
nada Y sin detenerse en la forma de la alegoría : "Sus sueños asal-
taban ese edificio que era tan firme como una fortaleza. Allí se
«~i-git du vieux Pont-Neuf registraron en su juventud, cuando todavía estaba en plena marcha,
los datos de su carrera, de su servicio. Y ahora se despide de esta
L exacte ressemblance ciudad, de esta casa por las que tanto ha sufrido" (GusTAVE GEFFROY,
Tout radoubé de neuf Charles Meryon, op. cit., pág. 161).
~ar récente ordonnance. 56
lbíd.
sa_vants médecins, •• Parte más que decisiva en este arte tiene la. voluntad de con-
Habzles chirurgiens, servar el "rastro". El titulo de Meryon para la serie de ~us gra-
bados muestra una piedra resquebrajada con las huellas unpresas
de formas de plantas antiguas. . .
• En el siglo xx M *** Cfr. la observación preñada de reproches, de P1erre Hamp ·
froy. No es e eryon encontró
biografía de :~ualidad que la obra maustn biógrafo en Gustave Gef- "El artista.. . admira las c~lumnas del templo babilónico Y _desprecia
anqul. e ra de este autor sea una la chimenea de la fábrica." (PlERRE HAMP, "La littérature unage de
la société", en Eneyclopédie trant;aise, vol. 16, París, 1935).

-106- -107-
contienen No olvid · que hubo en su experiencia, lo que ha estado bajo el signo
de que se. com a rmguno de los elementos complejos
civilización» 57 p~n~ e !doloroso Y magnífico ornato de la de lo «verdaderamente nuevo». Lo moderno es lo que
lamentar coro~ un re , os. planes, cuyo fracaso hay que menos ha seguido pareciéndose a sí mismo; y la antigüe-
Delatre, que quer~a ~~~Ida, debe c.ontarse el del editor dad, que debía esconderse en lo moderno, representa en
tos de Baudel . Fp Icar una sene de Meryon con tex- realidad la imagen de lo anticuado. «Bajo las cenizas en-
aire. ue cosa del b d contraremos de nuevo Herculanum; pero unos pocos años
biesen estos textos· no , gra a or que no se escri-
tarea de Baudela' ' , logro ser capaz de imaginarse la entierran las costumbres de una sociedad mejor que todo
Ire mas que coro · . . el polvo del volcán» 60 •
casas y las ramif . o un mventano de las
Baudelaire se hu~~aciOnes de calles que él reproducía. Si La antigüedad de Baudelaire es la romana. Sólo en un
más sensible de e Iese ~uesto a esta labor, sería entonces pasaje penetra la antigüedad griega en su mundo. Grecia
«el papel de las a ~~o oy se lee la frase de Proust sobre es para él la imagen de la heroína digna y capaz de ser
re y el color esc::l~~=s ciudades ~n. la obra de Baudelai- transpuesta a lo moderno. Nombres griegos -Delphine e
can» ss. Entre esas ciudaJue esporadicamente ~e comuni- Hippolyte- llevan las figuras femeninas en uno de los
to. En una carta a L es, Ro~a ocupa el pnmer pues- más grandes y célebres poemas de Les Fleurs du mal.
predilección» por d' ~co~ted de Lisie confiesa su «natural Está dedicado al amor lésbico. La lesbiana es la heroína
f
dilección le venga ~e cm ~d .. Es probable que esa pre- de lo moderno. En ella una imagen erótica central en Bau-
delaire -la mujer que habla de clnreza y de masculini-
l~s ruinas no restau~a~:s paisaJes de Piranesi en los que
cmdad. aparecen a una con la nueva dad- está penetrada por una imagen histórica, la de la
grandeza en el mundo antiguo. El puesto de la mujer les-
. Así co ·
mienza el soneto q f'
Simo noveno de L Fl ue Igura como poema trigé- biana es inconfundible en Les Fleurs du mal. Así se ex-
es eurs du mal: · plica por qué Baudelaire pensó durante largo tiempo en
<<le te donne ces ¡· Les lesbiennes como título. Por lo demás Baudelaire está
Aborde heureu vers a m que si mon nom muy lejos de haber descubierto a la lesbiana para el arte.
Et fait rever u sem~ntl aux époques lointaines, Balzac ya la conocía en su Filie aux yeux d'or; Gautier en
Vaisseau favor~ ~otr es cervelles humaines, Mademoiselle de Maupin; Delatouche en Fragoletta. Bau-
tse par un grand aquilon, delaire la encuentra también en Delacroix; un poco en-
T a mémoire pareill f cubiertamente habla en la crítica de sus cuadros de <<la
Fatigue le 1~ t e.aW: ables incertaines, mujer moderna en su manifestación heroica, en el sen-
e eur amst qu'un tympanon» 59.
. Baudelaire quería ser 1 ,d . tido infernal o divino» 61 •
Cia venció extraordi' . ei o como un antiguo. Su exigen- El tema está asentado en el saintsimonismo que con
gad o eI futuro leja nanamente h pron t o. p orque ya ha lle· frecuencia ha valorado en sus veleidades cultuales la idea
nes» de las que ha~~· y~ an llegado las <<époques lointai- de lo andrógino. Entre ellas cuenta el templo que debía
de su muerte com a ~ 1soneto, tantos decenios después resplandecer en la «ciudad nueva» de Duveyrier. Un adep-
O Sig OS hubies
C'
Ierto que París está , . e pensa d o Baudelaire. to de la escuela dice de él: «El templo ha de exponer lo
del desarrollo social aun endpi~; Y las grandes tendencias andrógino, un hombre y una mujer ... Igual distribución
m'as consistentes son son , t to avia las mismas. · Pero cuanto debe preverse para toda la ciudad, in~luso pa~a to.do el
es as, tanto más caduco es todo lo reino y para la tierra entera: procurara el hemisfeno del
: II, pág. 293.
BARBEY o'AUREVILLY, Du dandysme et de G. Brummel. Me-
59 IPRo~sT, loe. cit., pág. 656 60
, pag. 53. · moranda, pág. 30, París, 1887.
61
11, pág. 162.
-108- -109-
- , al hombre su fuerza f'ISIC · a y la,
hombre y de la mujer>> 62 • En los procesos del pensamiento prójimo el ho~bre. ·: DeJe . es ropia, pero junto a. el
de Claire Demar se capta mejor que en esta arquitectura, índole de inteligencia qu~ 1~ ne:a corporal de la mujer
nunca edificada, la utopía saintsimoniana según su con- Puse como de igual valor . ~ el 64 Una reflexión crítica
es espintua es>> . lt
tenido antropológico. Pero Claire Demar ha sido olvidada y sus específ icos d on . sido fácil pasar por a ~·
por las fantasías de Enfantin que sí han dejado grandes de Baudelaire que no hubiese. Está dedicada a la pn-
huellas. El manifiesto que ella nos legó está más cerca de suena como un eco de la antenor. e Madame Bovary, P,or
la médula de la teoría saintsimoniana, a saber, la hipós- mera heroína de Flaubert «-~ásq~mbicioso, de más ener-
tasis de la industria como fuerza que mueve al mundo, todo lo que en ella hay de h guido siendo un hom-
que el mito de la madre de Enfantin. También en su texto . , d e ma's soñador,.l'da sedel cereb ro d e Zeus '
gico y tamb Ien
se trata de la madre, pero con una opinión esencialmente bre. Como Pallas armada; ~a I ha conservado todas las
distinta de las que irrumpieron en Francia para buscarla esta curiosa cna · t ura androgma .. a n encantad or cue rpo
luego en Oriente. Su fuerza y su apasionamiento la hac~n seducciones d e un a lma VID enbre
1 u el escritor mis · mo··
estar aislada en la literatura de nuestro tiempo, amplia- femeninO>> 6>. y más_ adelant:le:ole agradecerán que h~ya
mente ramificada, que tiene que habérselas con el futuro «Todas las mujeres mtelectu alto poder, tan leJOS
de la mujer. Apareció con el título Ma loi d'avenir. En su elevado a la pequeña hembra :elta;ombre ideal, y que la
capítulo final se dice: « ¡Nada de maternidad! ¡Nada de del animal puro y tan cerca d ble carácter de cálculo
ley de la sangre! Yo rligo: que no haya ya maternidad. Si haya hecho participar de ~ste oerfecto>> 66. Con un golpe
un día la mujer ... se libera de los hombres, que le pagan y ensueño que constituye e ser p leva Baudelaire a he-
el precio de su cuerpo ... , tendrá que agradecer su exis- de mano que eso era muy suyob, e és de Flaubert.
tencia ... únicamente a su propio poder creativo. Además ' esposa d e1 Pequeño
roína a la . ha urguun buen nume~o
, de
tendrá que dedicarse a una obra y cumplir una función.·· En la poesía de Baudelaire y han sido considera-
Tenéis por tanto que resolveros a pasar al recién nacido hechos importantes y patent~s iu~i~~ contrapuesta de los
del pecho de la madre natural al brazo de la madre so- dos. Entre ellos cuenta la or.Ien a Epaves. Lesbos es un
cial, al brazo del ama estatal. Al niño se le educará mejor , b.
dos poemas les ICOS qu e se siguen
h. en t Hippolyte por e1 con-
así... Porque sólo entonces y no antes se desligarán por himno al amor lesbiana; Del!' ~ne e ·brante de lástima, de
ellos mismos hombre, mujer y niño de la ley de la sangre, trario es una con d enaciO . 'n ' SI bien VI
de la ley que explota a la humanidad>> 6.1 • esa pasión.
He aquí, pues, cómo se acuña en su versión original la
. u ·usce et de l'injuste?
«Que nous veulent les ~ots dho~neur de l'archipel,
imagen de la mujer heroica que acogió Baudelaire. No
fueron los escritores los primeros que llevaron a cabo su .
variación lesbiana, sino que ocurrió en el mismo círculo V terges au coeu r sublzme, autre est augus t e,
saintsimoniano. Lo que como testimonio entraría en dis- Votre religion c~mmde r.:~fer et du ciel! 61 •
Et l'amour se nra e
cusión, no está muy bien tratado por los cronistas de la
escuela. Con todo poseemos la curiosa confesión siguiente y en el segundo:
Así se dice en el primer poema;
de una mujer que profesaba la doctrina de Saint-Simon:
«Comencé a amar a mi prójimo la mujer igual que a mi émancipée, pág. 65,
62 64
. MILLARD, La légende de la femme
CJt.
HENRY-REN!l DE ALLEMAGNE, Les Saint-Simoniens 1827-1837, París, (s. d.)
pág. 310, París, 1930. 65 II, pág. 445.
13
CLAIRE DEMAR, Ma loi d'avenir. Ouvrage posthume publié 66 Il, pág. 448.
par Su~anne, pág. 58, París, 1834. 6? 1, pág. 157.

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«Descendez, descendez, lamentables victimes, cuadro compuesto de mujeres. En los estatutos se dice:
Descendez le chemin de l' enfer éternel! 68 • «Nos llamamos vesubianas, declarando con ell~ que
en cada mujer de las nuestras ~p~ra . ~m volean . re-
La escisión sorprendente se explica de este modo: mien- volucionario» 70 • En semejante modificaciOn del hab1tus
tras que Baudelaire veía a la mujer lesbiana no como un femenino cobraron vigencia tendencias que ~cuparon la
problema, problema social, problema de disposición na- fantasía de Baudelaire. No sería sorprendente qu: su hon-
tural, podría decirse que como prosista no tomaba nin- da idiosincrasia en contra del embarazo desempenase tam-
guna posición al respecto. Tenía sitio para ella en la ima- bién su papel •. La masculinización de la mujer habla en
gen de lo moderno; no la reconocía en la realidad. Por eso su favor. Baudelaire, por tanto, afirmó el proceso_. A_ la
escribe con toda espontaneidad: «Hemos conocido a la vez que le importaba redimirlo del domín~o econom1co.
mujer-autor filántropo ... , a la poetisa republicana, poetisa Y así consiguió dar a esta dirección evolutiva un acento
d~l porvenir, four~erista o saintsimoniana •, y nuestros puramente sexual. Lo que nunca pudo perdonar a George
OJOS.·. no han podido acostumbrarse a todas esas fealda- Sand fue quizá que hubiese profanado por su aventura
des acompasadas ... , a todos esos sacrilegios que no son con Musset los rasgos de una mujer lesbiana. _
sino malas imitaciones del espíritu masculino» 69 • Sería La atrofia del elemento «prosaico», que se acuna en la
descaminado suponer que se le hubiese ocurrido nunca posición de Baudelaire respecto de la m_u~er lesbiana, ~am­
salir públicamente en defensa de la mujer lesbiana. Así lo bién es característica en otras composiciones. Extra~aba
prueban las propuestas que hace a su abogado para su a observadores atentos. En 1895 escribe Jules Lemaltr~:
defensa en el proceso contra Les Fleurs du mal. No separa <<Estamos ante una obra llena de ardides Y de contradic-
la proscripción burguesa de la naturaleza heroica de di- ciones intencionadas... En el mismo momento ~n que se
cha pasión. El «descendez, descendez, lamentables vícti- complace en la d escnpciOn· · , mas ' era sa de los mas descon-.
~es» es_ la última palabra que Baudelaire grita a la mu- soladores detalles de la realidad, se explaya e~ un e_spi-
Jer lesbiana. La abandona en su hundimiento. Es insalva- . .
ntuahsmo que nos d esv1a , 1eJOS
· d e la 1·mpresión mmed1ata
ble, p_orque la confusión no se desliga de ella en la con- que las cosas nos producen ... La mujer le vale ~ Baude-
cepciOn de Baudelaire. laire como esclava o como animal, pero le de?I.ca. · · l~s
El siglo diecinueve comenzó a utilizar a la mujer, fue- mismas honras que se le tributaron a la Sant1srm~ VIr-
r~, de la casa ~ sin mir~mientos, en el proceso de produc- gen... Maldice el "progreso", siente horror por la md~s-
Cion. Predommantemente lo hizo de una manera primiti- tna . del siglo
. y sm . emb argo d"IS f ru ta de la nota especial
va; la colocaba en fábricas. En el curso del tiempo tenían que esa indu;tria ha aportado a nuestra vida _actual ... Creo
que _aparecer e~ ~lla rasgos masculinos. El trabajo en la , . b au d e1a1na
· · no consiste en aunar
q ue lo especificamente ,
fábnca la ~?ndicionaba y resultaba patente que la dislo- siempre dos maneras opuestas e reacc10n d · ' ... , podnamos
caba ~amb1en. Las formas superiores de la producción,
decir que una pasada y una presen te · Una obra maestra
ademas de la lucha política en cuanto tal podían favo-
recer de forma más noble rasgos masculin~s. Quizá haya d e 1a vo1un tad ... , la U, ltima novedad en el terreno de la
q~e entender en este sentido el movimiento de las vesu- . E "tion de la Biblio-
bmnas. Puso a disposición de la revolución de febrero un 'oParis sous la Rép~bltq':'e de dl 848l. ~h~s~e Paris, pág. 28,
theque et de travaux h1stonques e a v
68
I, pág. 161. París, 1909. t nto
. ) esulta clave en es e pu ·
• Tal vez sea esto una alusión a Ma loi d'avenir de Clair!' • Un fragmento de 1844 (1, pag. 213 r hizo a su amante mues-
De mar. El conocido dibujo a pluma que Baudelair~r rendentemente a la de
•• II, pág. 534. tra una manera de andar que se ase:ejan co~tra de la idiosincrasia.
una embarazada. Lo cual nada prue a e

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El héroe es tan fuerte, tan inspirado, tan armónico, tan
~~~=ir~e ;os sentimientos» n. Estaba en el sentir de Bau· bien hecho como esos veleros. En vano, sin embargo, le
la volunt=~r;sentarse esa actitud como gran hazaña de' hace señas el alta mar. Porque sobre su vida hay una
clari'v¡'de : edro su reverso es una falta de convicción de mala estrella. Lo moderno se prueba como su catástrofe.
taba Baud nc1a,
1 · e constancia · E n to d as sus emociones' es· El héroe no está previsto en ello; lo moderno no tiene
manera de ec~~e expuesto a _un cambio súbito, cambio a utilización alguna para ese tipo. Le amarra seguro y para
manera de . ~ue. T~nto mas atractiva se imaginaba otra siempre en el puerto; le entrega a un eterno no hacer
encantamien~~;r en os extremos. Esta se forma en lós nada. En esta última encarnación se presenta el héroe
perfectos. en alg~ue ~rocleldefil de muchos de sus versos como dandy. Si ·tropezamos con una de esas figuras, per-
' nos e e os lega hasta a nombrarse.
fectas gracias a la fuerza y al sosiego de sus gestos, nos
diremos: <<he aquí tal vez un hombre rico, aunque con
«Vois sur ces canaux
más seguridad será un Hércules sin trabajos» u.. Da la im-
Dormir ces vaisseaux
presión de que es su grandeza la que le mantiene. Y así se
Dont l'~umeur est vagabonde;
entiende que Baudelaire creyese que en ciertas horas su
C est pour assouvir
vagabundeo estaba revestido de la misma dignidad que el
Ton moindre désir
Qu'ils viennent du bout du monde» 72. tenso esfuerzo de su potencia poética.
Baudelaire se representa al dandy como un descen-
diente de grandes antepasados. Para él es el dandysmo
Un ritmo de cuna es el d ,
miento capta a 1 b e esta celebre estrofa; su moví- <<el último resplandor del heroísmo en la época de las
Baudelaire añorab os arcos que está n anc1a d os en e1 cana1. decadencias»75 • Se complace en descubrir en Chateaubriand
es privilecno de loa sber acunado entre los extremos, como una referencia a dandys indios, testimonio de los flore-
b' s arcos La im d , cientes tiempos de antaño de aquellas tribus. En realidad
cuando se ventila f · agen e estos emerge
gen central· ser llsu pdro unda, acallada y paradójica ima- resulta imposible pasar por alto que los rasgos que se
. eva o por lo gra d 'd 1 reúnen en el dandy llevan una signatura histórica muy
grande. «Esos navíos, bell n e, ser acogi ~ en o
(contoneándose) e os Y grandes, balanceandose determinada. El dandy es una creación de los ingleses que
1 mantenían la batuta en el comercio mundial. En manos
de aspecto desocun ~s aguas t_ra~quilas, navíos robustos,
nos con un mud p~ 0 Y ~ostalgico, ¿no están diciéndo- de las gentes de la bolsa londinense estaba la red comer-
felicidad'>» 73 En
· ·
° benguaJe: cuándo partimos hacia la
1os arcos se ,
cial que abarcaba todo el globo terráqueo; sus mallas per-
cibían las contracciones más variadas, frecuentes e insos-
la disposición pronta aunan 1a despreocupación y pechadas. El comerciante tenía que reaccionar ante ellas,
proporciona una sign'af. un~ !'otencia extrema. Lo cual les pero no hacer de sus reacciones un espectáculo. Los dan-

CI n especial en la que t b. , secreta · H ay una conste1a-
1 IcaciOn
dys adoptaron para la puesta en escena por su parte la
deza e indolenc ·a y am Ien en el hombre se unen gran- oposición que en él se producía. Desarrollaron el inge-
b re la existencia1 ·de B
esa dconstela
. · ' es 1a que Impera so-
CIOn
1 nioso entrenamiento que era necesario para realizarlo.
«lo moderno» y cu ~u e aire. El la descifró y la llamó Unieron la reacción rápida como el rayo con gestos y mí-
barcos en la r~da :~ 0 se pierde en el espectáculo de los
, 1
ace para entresacarles una alegoría.
mica relajados, fláccidos incluso. El tic, que durante un
tiempo pasó por elegante, es en cierto modo una rep1 e-
71
LEMAITRE, Les
72 1, pág. 67. contemporains, op. cit., IV• série, pág. 29.
73
,. 11, pág. 352.
11, pág. 630. 75 11, pág. 351.

-114- -115-
sentación torpe, subalterna del problema. Las frases si-
, reúnen en estas estrofas de
guientes son características al respecto: «El rostro de un Decorado, ac~or y ~eroe ~:}entender. Los contemporá-
hombre elegante tiene que tener siempre algo de convul- manera que es Imposible f ¡"a Cuando le estaba
sivo y desencajado. Tales muecas podemos adjudicárse- . b de tal re erenc . d
neos no necesita an . de ue Baudelaire tiene ca a
las, si nos parece bien, a un satanismo natural» 76 • Así se pintando, Courb~t se que~aCha~pfleury le concede el don
imaginaba un asiduo del bulevar parisino la figura del día un aspecto diferent~., su rostro como un forzado
dandy londinense. Y así se reflejaba fisonómicamente en de disimular la expreswn d;. 78 En su maligna necro-
Baudelaire. Su amor por el dandysmo no era afortunado. a galeras que acaba de eva Irse d. isión Valles llamó a
No poseía el don de agradar que es un elemento tan im- logía buen testimonio de su agu a v .'
' 79
portante en el arte de no agradar propio del dandy. Ele- Baudelaire farsante · ba el poeta que fue
vando a afectación lo que por naturaleza resultaba en él , 1 , caras que usa ,
Detras de as mas . , "t Podía parecer muy pro-
extraño, cayó en el abandono más profundo, ya que su Baudelaire guardaba el mcogbm o. ocedía muy circunspec-
inaccesibilidad se hizo mayor al crecer su aislamiento. vocativo en el trato; en su~ r~ pr poesía. La estructura
Baudelaire no se complacía, como Gautier, en su épo-
ca, ni tampoco se engañaba, como Leconte de· Lisie, res-
tamente. El incógni~o es la
de su verso es eqmparabl_e
?i ~as:o de una gran ciudad
p tados encubiertos por
pecto de ella. El idealismo humanitario de un Lamartine en la que nos movemo s s1n ser no, de •puertas o patios. .
o de un Víctor Hugo no estaba a su alcance; ni le fue dado, asos a traves .
bloques de casas, por p 1 labras su sitio exacto,
·gna a aspa
como a Verlaine, escaparse por la devoción. Como no En ese plano se 1es d esi t lle una revuelta. Bau-
tenía convicción alguna, adoptaba apariencias siempre .
como a conJura d os an t e s de que . es . a Calcula sus e fectos
nuevas. «Flé:ineur», «apache>>, dandy, trapero: otros tantos .
delaire conspira con e !lenguaJe mismo.
"t do descubrirse f rente
papeles. Puesto que el «heros» moderno no es héroe, sino . e haya ev1 a
paso a paso. Que siempr , ha llamado la aten-
que representa héroes. La heroicidad moderna se acredita . nte lo que mas .
al lector es prec1same d uy calculado entre. Irna-
como un drama en el que el papel de héroe está disponi- ción. Gide advierte un desacuer odm ómo Baudelaire parte
ble. Baudelaire mismo lo ha insinuado así al borde de su gen y cosa so . Ri VIere
·, ha destaca , o- e a presentarse que da·
Les sept vieillards, un poco a escondidas, como en una de palabras distantes, como ensena utela 81. Lemaitre ha-
nota: , d las cosas con ca d
mente, acercan ose a , das de tal modo que ~en an
bla de formas, que estan trama f e pone de reheve la
«Un matin, r:ependant que dans la triste rue • , 82 y La orgu 1
la rotura de la paswn · d" , mos desmiente a a
Les maisons, dont la brume allongeait la hauteur, comparación baud e l ainan . . a que ' Ina '
aguafiestas. «"La
Simulaient les deux quais d'une riviere accrue, Persona lírica y cae en e1 texto como· un on" y multitu d e
. d
. amsi· · q u'une 1o1s
Et que, décor semblable a l'ii.me de l'acteur nuit s'épaississa1t , eos» •
añade Laforgue 83• ·
1
otros ejemplos que en contranam ,
Un brouillard sale et jaune inondait tout l'espace,
le suivais, roidissant mes nerfs comme un héros 78Cfr J H CHAMPFLEURY, Sou venirs et portraits de jeunesse,
,
Et discutant avec mon ame déja lasse, · · , · 872 ' 189 Pans,
pág. 135, Pans, 1 . L é rivains de combat, pag. ,
Le faubourg secoué par les lourds tombereaux» 77• 79 Cit. ANDRÉ BILLY, es e

75
Les Petits-Paris. Par les auteurs des Mémoires de Bilboquet,
193~.
11
Cfr.
Cfr.
GIDE, loe. cit.,pá~t~~;s,
JACOUES RIV:d!RE,.
pág.
á 29.
15, París, 1938.
vol.77 10, Paris viveur, pág. 25, París, 1854.
1, pág. 101. 82 Cfr.LEMAÍTRE: loe. Clt~srh:~es, op. cit., pág. 113.
83 LAFORGUE, Melanges p .
• De esa gran cantidad de ejemplos .
-116-
-117-
La división de las palabra se alcanzaba así el punto más bajo de la poesía clasicista.
para un uso elevado l sen 1as _que parecían idóneas Baudelaire n'O se dejó afligir por ello. Se vale de multitud
mismo influía en tod! l:s qu~ de~Ian s~r. excl~idas del de alegorías: por medio del entorno en que las coloca
validez fuese menor 1 pro u_ccwn poetica, sm que su modifica fundamentalmente su carácter. Les Fleurs du
En l?s primeros dec:~io~ t~:fe~I~ qu~ e~ la poe~ía lírica. mal es el primer libro que emplea en la lírica palabras de
vencwnalismo conser b . Sig o diecmueve dicho con- procedencia no sólo prosaica, sino urbana. Sin evitar de
sentación del Cid d;aLa~mpufe su fuerza. En la repre- ningún modo expresiones que, libres de la pátina poé-
vantó un murmullo d d_e run a palabra «chambre» le- tica, sorprenden por la brillantez de su sello. Conoce
de Alfred de Vigny \ Is;:~to. Otelo, en una traducción «quinquet», «wagon», «omnibus»; no retrocede ante «hi-
choir», cuya menciÓ~e enu~ ~o a ca~sa de la palabra «mou- lan», «réverbere», «voirie». Se crea así un vocabulario lí-
table. Víctor Hugo h b' ragedia rayaba en lo insopor- rico en el que de pronto y sin preparación alguna aparece
la diferencia entre l~s Ia Cf~enzado a allanar en la poesía la alegoría. Si en algún caso podemos apresar el espíritu
las del elevado. En se f.~ a ras ?el lenguaje coloquial y del lenguaje de Baudelaire, será en esta brusca coinci-
Sainte-Beuve, que se n I ro sem;Jante le había precedido dencia. Claudel la ha formulado definitivamente. Baude-
a mi manera mod t exb Ica asi: «Intenté ... ser original laire, ha dicho, une el modo de escribir de Racine al de
nombre a la~ es da, ur~esamente. · · Nombré por su
. cosas e la vida ínt" . un periodista del Segundo Imperio 86 • Ninguna palabra de
Siempre estuvo más d Ima, pero la cabaña su vocabulario está determinada de antemano para la ale-
. cerca e mí qu 1 1 b tM
laire fue más allá del ·a b. . e. a ~-co_ a» . Baude- goría. Recibe ese papel en cada caso; según de qué se
Hugo y de las libertad~s c~u I~i~mo lmguistico de Víctor trate, según el tema que toque, será acechada, cercada y
metáforas son originales col Icas_ de Sainte-Beuve. Sus ocupada. En el golpe de mano que es para él la poesía,
comparación Mant· por_ a baJeza de los objetos de Baudelaire hace a las alegorías sus confidentes. Son las
. Iene su mirada b 1
para acercarle el poéti H bl so re e proceso trivial únicas que están en el secreto. Cuando se muestran «la
ces affreuses nuits ¡ O ~o. a a de «vagues terreurs de Mort», «le Souvenir», «le Repentir» o «le Mal», se con-
papier qu'on froisse» 85UI~ompriment le coeur comme un vierten en centros de estrategia poética. El surgimiento
racterísticos del artista B~o~ _ademanes del lenguaje, ca- como de rayo de esos papeles, perceptibles en sus ma-
te significativos respectoa~ leBair~ re_sultan verdaderamen- yúsculas y que se encuentran en medio de un texto que
alegoría esa equivocidad ~e l au .el~Ire alegórico. Dan a su no rechaza los vocablos más triviales, muestra que está
Con éstas había pobladoqLe a di~tlngue de las corrientes. en juego la mano de Baudelaire. Su técnica es la del
mercier el parnaso celestial;
putsch.
Nous voulons au passa e u .. Pocos años después del fin de Baudelaire coronaba
Que nous pressons bien~ n plcustr clandestin.
ort comme une vieille organe (I, pág. 17). Blanqui su carrera como conspirador con una operación
Ta gorge triomphante es t une belle armoire (1, pág. 65). magistral que es digna de ser recordada. Fue después del
Comme un sanglot cou é
asesinato de Víctor Noir. Blanqui quería procurarse una
Le chant du coq au loi: drz¡;. u~ ~a'!g écumeu.x visión de conjunto acerca del contingente de sus tropas.
• e lrcut l a1r brumeux (I, pág. 118).
En lo esencial conocía únicamente cara a cara a sus sub-
La tete avec l'ama d .
Et de ses b ..s e sa ~rmiere sombre jefes. Falta por saber hasta qué punto le conocían a él
Sur la table de n~gu~:réeteux, sus hombres. Se entendía con Granger, su ayudante, que
Repose (I, pág. 1 f;¡~e une renoncule,
86 dio las órdenes l'ara la revista de los blanquistas. Geffroy
CHARLES-AUGUSTIN SAINTE-B •
loseph Delorme, vol. 1 pá EUVE, Vte, poésie et pensées de
85 1, pág. 57. ' g. 170• París, 1863. 86 Cit. RIVItRE, loe. cit., pág. 15.

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la describe así: «Blanqui ... salió de casa armado, dijo
adiós a sus hermanas y ocupó su puesto en los Campos SOBRE ALGUNOS TEMAS
Elíseos. Según .su acuerdo con Granger, allí debía tener EN BAUDELAIRE
lugar el desfile de las tropas, cuyo misterioso general era
Blanqui. Este conocía a los jefes; sólo tenía que ver pasar
a sus gentes detrás de ellos en paso acompasado, en for-
maciones regulares. Ocurrió como estaba convenido. Blan-
qui les pasó revista sin que nadie sospechase nada del cu-
rioso espectáculo. En la multitud, entre las gentes que
miraban lo que él mismo miraba apoyado en un árbol,
contemplaba el viejo atentamente pasar a sus amigos que
se acercaban mudos en un murmullo cada vez más inte-
rrumpido por las exclamaciones» 87 • La fuerza que hacía
esto posible está a buen recaudo en la palabra de la poe-
sía de Baudelaire.
En ocasiones Baudelaire ha qü .;rido reconocer en el
conspirador la imagen del héroe moderno. «¡No más tra-
gedias!>>, escribió durante los días de febrero en Salut
public. «¡Basta de la historia de la antigua Roma! ¿No
somos hoy más grandes que Bruto?>> 88 • Claro que ser
más grande que Bruto era ser poco grande. Porque cuan-
do Napoleón III llegó al poder, Baudelaire no reconoció
en él a César. En esto Blanqui fue superior a él. Pero lo
que les era común alcanza más hondo que la diversi-
dad de ambos; calan hondo la obstinación y la impacien-
cia, la fuerza para indignarse y para odiar; y también
cala hondo la impotencia que fue cuota de los dos. En
una frase famosa Baudelaire se despide con el corazón
ligero de un 89
mundo «en el que la acción no es hermana
del sueño» • Pero su sueño no estaba tan a solas como le
parecía a él. La acción de Blanqui ha sido hermana del
sueño de Baudelaire. Ambos están entrelazados. Son las
manos entrelazadas sobre una piedra bajo la cual ha en-
terrado Napoleón 111 las esperanzas de los combatientes
de junio.

G~FFROY, L'enfermé, op. cit., pág. 276.


87
88
89 Cit. EUGENE CRÉPET, Charles Baudelaire pág. 81, París, 1906.
I, pág. 136. '

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Los textos sobre Baudelaire que recogemos en Iluminaciones 11 son un ejemplo de los atisbos sociológicos
que Benjamín centra en París como capital del siglo XIX, y en Baudelaire como poeta maldito y prisionero de
las estructuras del capitalismo en la época de su esplendor. La ciudad, con sus calles comerciales ysus tipos
serviles u ociosos, deja su huella en la transmutación poética de Baudelaire. Benjamín contrasta esta
experiencia con la de Poe, con la de Víctor Hugo y con la de Engels. La riqueza de sus fuentes de información
abarca desde los primeros textos del socialismo hasta memorias de agentes de policía y aristócratas de
abundante vida mundana. En estas Iluminaciones sobre Baudelaire se esclarecen las relaciones entre poesía
y capitalismo,cara aun poeta cuya creación sólo en apariencia está fuera de leyes no poéticas. Walter .
Benjamín (1892-1940), uno de los más destacados pensadores europeos contemporáneos, miembro de la
Escuela de Frankfurt.

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