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Sin embargo, las autoras señalan que antes de trabajar una obra de arte con los
estudiantes se deben tener en cuenta sus conocimientos previos. Además de
haber trabajado con ellos las habilidades conceptuales, procedimentales y
actitudinales para que el proceso de aprendizaje sea efectivo. El verdadero
aporte que encontramos en este trabajo se basa en que lo importante es ver la
obra de arte como un instrumento de enseñanza que nos permita entregar
herramientas a los estudiantes y así optimizar el proceso de aprendizaje. “La
opción de utilizar la obra de arte como documento primario portador de
información, cotejándola con otros documentos, primarios y secundarios, así
como material gráfico, etc., obliga al alumnado de una manera casi continua a
poner en marcha distintos procedimientos desde los más simples, como la
observación, comparación, etc., a otros más complejos, como el de dar
explicaciones causales o el de tratamiento de la información.” (Gil y Pol 1994: 41).
A través de estas ideas se observa que el complemento de usar la obra de arte
como fuente con otras como las escritas, podrían llegar a cumplir con el objetivo
de mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje.
La dupla Arte-Historia permite articula, tanto dimensiones emocionales como
cognitivas, brindando una manera que podría ser atractiva en este tipo de
abordaje didáctico. La calidad de las propuestas no residiría en el uso en sí mismo
de las obras de arte en la enseñanza de la Historia, sino también en la búsqueda
de estrategias que favorezcan la comprensión de la disciplina, es decir que
propicien el desarrollo de procesos reflexivos para generar construcción de
conocimiento. En este proceso se articulan:
Las obras artísticas de diferentes culturas y épocas llevan a reflexionar sobre las
formas de pensamiento de la cultura en la que se producen. Ciertas actividades artísticas
en diferentes contextos culturales demuestran que las ideas son visibles, audibles y táctiles
y reflejan sentimientos y emociones. Tal como argumenta Hernández:
“...mirar una manifestación artística de otro tiempo u otra cultura, supone una
penetración más profunda de la que aparece en lo meramente visual: es una mirada en la
vida de la sociedad, y en la vida de la sociedad representada en esos objetos. Esta
perspectiva de mirar los hechos artísticos es una mirada cultural. Lo que llamamos
cultura sería, de acuerdo con Geertz, la construcción y participación de los individuos en
un sistema general de formas simbólicas, y lo que denominamos arte sería una parte de
esa cultura.” (1997: 56)
Es así como las obras de arte se hallan inmersas en el mundo cultural formando
parte del universo de las sociedades. En estudios históricos como “La colonización
de lo imaginario” (1988) Gruzinski considera el papel de las imágenes para
comprender los mecanismos de dominación más íntimos y eficaces en el dominio
colonial de América en los siglos XVI al XVIII. (citado en Burucúa, 1999). Más
concretamente señala Siracusano (2005) que la Iglesia de San Francisco de Yavi
guarda en el interior retablos, esculturas, pinturas que son señales de un Arte
puesto al servicio de la religión como exitosa herramienta de dominación.
Otro ejemplo referido a la importancia del contexto cultural en relación con las
producciones artísticas: comprender de qué se trata la pintura flamenca exige
cierta comprensión de la situación geográfica de Flandes, su dependencia del
comercio y el surgimiento de una clase de comerciantes adinerados. No pueden
comprenderse las relaciones entre la forma y el contenido de las obras de arte
prescindiendo de los eventos geográficos, históricos, económicos en el contexto
de la cultura que los ha creado. (Eisner, 2004)
Las obras de arte, como referentes culturales del Arte se producen dentro de contextos
culturales; la valoración del Arte será variada, para algunas personas, los modelos
estéticos de diferentes culturas pueden tener escasa relevancia, pero pueden ser
comprendidos abordando las funciones del Arte en el contexto de las culturas y la
diversidad en sus formas concretas de expresión. La educación debería incorporar
referentes culturales del arte con el objetivo de ayudar a los estudiantes a comprender las
funciones del Arte en los diferentes contextos culturales y además a comprender y valorar,
a través del Arte, las culturas mismas. Como señala Pankratz:
“debería ser que los estudiantes comprendiesen los principios de valoración de las obras
de arte en una serie de culturas diferentes...para poder experimentar las obras de arte de
diversas culturas de la forma adecuada a cada una de esas culturas, ya sea que eso
constituya una experiencia estética tal como ésta viene definida por la tradición
occidental de las bellas artes, o experimentando las funciones que desempeña el arte en
otras culturas a través de la reconstrucción imaginaria de los contextos culturales de las
obras de arte.” (1987, citado en Chalmers, 2003: 37)
Al tomar ejemplos de la cultura que nos rodea, se corre el peligro de naturalizar los
referentes artísticos. Su inclusión en propuestas de enseñanza tiene como función
aprender a interpretarlos desde distintos puntos de vista y favorecer la toma de
conciencia comprensiva sobre ellos mismos y el mundo del que forman parte. Este
propósito de examinar los objetos artísticos, en su contexto cultural, de construir, tal como
plantea Hernández (1997) alternativas no se limita a experiencias cotidianas sino a ampliar
el espectro hacia otros problemas y realidades ubicados en diferentes horizontes
temporales y espaciales.
HIPOTESIS: La imagen ayuda a comprender los diferentes puntos de vista con los
que se debe trabajar la historia, es decir, el tiempo histórico total; ya que una imagen nos
puede hablar de todos los puntos de vista de la sociedad de una época: política,
economía, sociedad y cultura. Así pues, la imagen facilita el aprendizaje significativo de
los contenidos históricos, y por tanto los comprenden mejor.