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Universidad Nacional de Colombia

Departamento de Filosofía — SFA Platón Profesor: Raúl Meléndez


Estudiante: Mateo Andrés Díaz Torres Sesión: 23/01/2019
¿Preferible ser un mártir o un tirano?
Introducción: La presente ponencia consiste en un análisis del fragmento 458d—481b del
Gorgias. Me enfocare únicamente en esta parte del texto por la relevancia que evidencio en
este: nos permite profundizar en los problemas derivados de la solución Socrática a la
5 akrasia, tema que en la sesión anterior fue el eje principal de la discusión.
Sostendré que la opinión de Sócrates de que es preferible ser un mártir a un tirano puede
únicamente aspirar a una solución parcial. Para ser válida requiere que el tirano sea
consciente del tipo de acciones que comete y que posea una connotación moralmente
negativa a lo que referimos por injusticia. Organizo el texto de la siguiente manera:
10 primero, presento la estructura del diálogo con Polo; luego identifico los límites de la
argumentación de Sócrates; por último, hago comentarios sobre el trabajo realizado, en los
que identifico características clave para dilucidar la propuesta ética Socrática.
1. ¿Es preferible padecer o cometer injusticia?: Polo y Sócrates continúan la discusión
empezada con Gorgias, en la cual intentan identificar la naturaleza de la retórica. Esta
15 consiste, afirma Sócrates, en la producción de agrado y placer, además de ser un simulacro
de la política. Se presenta entonces por parte de Sócrates la habitual imagen negativa de la
retórica
Polo insatisfecho intenta persuadir a Sócrates con los bienes que permite conquistar la
retórica: p.e. dirigir las voluntades de las personas. Los oradores son los hombres más
20 poderosos, proclama, por lo cual es racional envidiar su poder siempre y cuando se
considere que el poder es un bien para quien lo posee (cf. 466a). Pero Sócrates se mantiene
inquebrantable con su opinión: hacer lo que parece mejor no es hacer lo que uno quiere. Si
esto es verdadero, evidentemente se seguiría que los tiranos no serían realmente poderosos.
Para sustentarse Sócrates argumenta lo siguiente: el fin es causa de nuestras acciones. P.e.
25 tomamos la desabrida medicina porque buscamos curar una enfermedad, o sea,
perseguimos aquello que sea provechoso (en este caso la salud); por lo tanto, no bebemos
de ella por un deseo masoquista sino porque el sentimiento de amargura es un medio para
un fin mayor. Extrapolando el caso de la medicina por uno más radical, p.e., matar, robar,
nos encontramos en una situación muy interesante: solamente podemos evaluar este tipo de

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acciones cuando conocemos las verdaderas repercusiones de estas acciones en nosotros.
Así, con estos datos podemos realizar un cálculo adecuado acerca de si las condenamos o
alabamos1.
De esta forma Sócrates establece una tesis aún más radical que la anterior: es preferible
5 sufrir injusticia que ejercerla, ya que el mayor mal es cometerla (cf. 469a-b). Es fácil
imaginar la reacción del público en este punto de la discusión, únicamente el controversial
Sócrates es capaz de defender algo tan absurdo.
Para enfrentar esta tesis Polo intenta demostrar que muchos hombres injustos son felices y
lo hace a través de la figura de Arquelao de Macedonia. Polo sostendrá del tirano que se le
10 ve bastante feliz, muchos gustarían de tener su vida y lujos, aun cuando consiguió su
estatus a través de asesinatos, mentiras y traiciones. Parecería que varios hombres injustos
pueden ser felices. Pero a Sócrates no le importa la apariencia, le importa la verdad (cf.
472c). Que el rey sea en apariencia feliz es de poco valor para él, le preocupa saber si
cometer injusticias ha sido perjudicial para él ¿qué es la buena vida?, ¿la vida justa es
15 remunerada? La respuesta para Sócrates es sencilla: si concluimos que el peor de los males
es la injusticia, entonces demostraremos que el injusto es desgraciado, aun cuando evada la
justicia.
¿Cómo intenta Sócrates establecer que el peor de los males es la injusticia? A través de la
relación que tiene la maldad, la injusticia, la fealdad y el daño. Sócrates convence a Polo de
20 aceptar que lo bello, lo bueno y lo justo atañen a los mismos objetos. Por lo cual, sus
contrarios también tendrán una relación de este tipo, o sea, la fealdad, la injusticia y la
maldad. De esto parece que se sigue que la injusticia es un mal.
Recapitulemos, Polo sostiene que los tiranos pueden ser felices, esto implica afirmar que es
peor sufrir de injusticia. Sócrates lo convence, no obstante, de aceptar que es más feo
25 cometer injusticia (cf. 474c) ¿Cómo puede ser más feo cometer injusticia y no ser peor
sufrirla? La respuesta para Sócrates es clara: es preferible sufrir la injusticia que cometerla.
Además, defiende la idea de que las acciones se ven reflejadas en sus actores (cf. 476d). Por
lo cual, cuando se comete una injusticia esta repercute de manera análoga en el actor. Por
ello cometer una injusticia es un mal: porque no se toma únicamente como saco de boxeo a
30 quien ejercemos injusticia sino también a nosotros mismos.
1En este pasaje que algo “parezca mejor” no parece hacer referencia a que percibir ciertas acciones son más
agradables para los sentidos. Consiste en poseer una idea equivocada acerca de los verdaderos bienes.

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¿En dónde situamos el castigo? El castigo es preferible a la impunidad a causa de que la
primera conlleva cierto tipo de reparación del mal que nos acaece cuando cometemos
injusticia. La reparación consiste en que el daño físico es producto de una acción justa y
purga las consecuencias de ejercer la injusticia. Parece, entonces, que si se cometió
5 injusticia es preferible recibir el castigo que permanecer en la impunidad: el castigo nos
cura y la impunidad sería el consentimiento de permitir un mal que nos aqueja. El castigo
consiste entonces en el restablecimiento al estado previo de cometer una injusticia, la salud
es cierto tipo de orden armónico del alma y el cuerpo y el castigo el encargado de regresar
el alma corrupta a este estado original.
10 A la luz de lo anterior, se concluirá que el tirano es profundamente infeliz: posee una
enfermedad y no puede obtener una cura por su posición. Es más, la tragedia se acentúa tras
la revelación de que el tirano posee un tipo de cáncer del cual, probablemente, será
ignorante toda su vida En razón de esto podemos concluir lo siguiente: aquel que no ha
cometido injusticia será dichoso y digno de envidia, luego le seguirán aquellos que
15 recibieron el castigo por cometer injusticias y, por último, están aquellos infelices impunes
que no saben que sus acciones repercuten en ellos. Por lo tanto, rehusar del castigo sería
como rechazar la amputación de un miembro gangrenado.
¿Qué decir de la retórica bajo esta nueva perspectiva? La retórica será un bien si no es
usada para buscar la impunidad convenciendo a un jurado, sino más bien, para buscar el
20 castigo si se ha cometido injusticia. Y más controversial aún, si el objetivo es ocasionar el
mal a los enemigos, nada se obtendrá si se les lleva al castigo, a la cura de sus males; un
mayor mal que el dolor físico que conlleva el castigo será usar la retórica para que evadan
la justicia y así sufrir las consecuencias de la peste llamada injusticia.
2. ¿Qué demostró realmente Sócrates?: Se entiende por akrasia cuando se comete
25 conscientemente una acción que se considera perjudicial. Un ejemplo clásico es el de los
fumadores: son bien conocidos los efectos nefastos que conlleva el consumo regular de
tabaco, sin embargo, esto no detiene a los consumidores con su hábito. Podemos identificar
preliminarmente que lo que realmente se está poniendo en juego en el diálogo con Polo es
la dimensión política de la akrasia: por qué los políticos pueden ser corruptos y convertirse
30 en tiranos.

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Sócrates le da un giro a este problema al asumir lo siguiente: no es que los políticos
prefieran cometer injusticias, simplemente ignoran las verdaderas implicaciones de sus
actos cuando evalúan una acción, y por ello yerran. Es decir, los ejemplos de la akrasia no
son causa suficiente para renunciar a la tesis normativa de que actuamos acorde a lo que
5 consideramos mejor: consideramos mejor aquello a lo que nuestras capacidades y
conocimientos particulares nos permiten identificar como el bien; por lo tanto, la raíz del
mal radica en la ignorancia. De esta forma la argumentación de Sócrates disuelve la
paradoja, e identifica que el actor de una acción debe ponderar sobre sus acciones y tener
mejores criterios de elección para poder actuar acorde a lo correcto. En última instancia,
10 para actuar mejor se requiere de educación.
No obstante, es importante recapitular la argumentación de Sócrates e identificar a qué
responde. Se podría asumir, erróneamente, que el objetivo de Sócrates es identificar por qué
es preferible la justicia a la injusticia. Sin embargo, la argumentación se centra únicamente
en la elección entre padecer y cometer injusticia, pero no concluye que se deba rechazar
15 normativamente a la injusticia. Dicho de otra forma, el argumento establece que en la
situación de elección entre padecer o cometer injusticia (y si aceptamos que el cometer
injusticias es perjudicial para nosotros), una persona que pueda dimensionar el problema y
sus implicaciones tendría la disposición a considerar preferible el dolor físico. Por lo tanto,
actuar acorde a lo que consideramos mejor significa que actuamos en vistas a aquello que
20 nuestras capacidades nos permiten dimensionar como preferible.
En consecuencia, el argumento señala un criterio de preferencia y no que la injusticia deba
ser censurable; no se concluye que la injusticia no se deba cometer, sino que conlleva varias
complicaciones que hacen sensato rechazarla2. Por consiguiente, la fuerza del argumento
normativo no radica en la fuerza del juicio de autoridad de Sócrates proclamando una
25 afirmación del tipo “primero la virtud, luego los placeres”, sino, más bien, en que es más
agradable padecer injusticias una vez que hemos obtenido la foto panorámica de las
implicaciones y consecuencias que conlleva ser mártir o ser un tirano. Si esta perspectiva es
verídica, podría afirmarse que actuamos acorde a un criterio estético de lo que nos parece
mejor.

2Estoparece suponer el establecimiento de una especie de cálculo hedonista o utilitarista en la interpretación


normativa de Sócrates. Con la diferencia de que la salud sustituye al placer como criterio.

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Recapitulando, el argumento establece una jerarquía de preferencia de una acción en vistas
a una elección entre varias acciones candidatas y el criterio de elección es de agrado.
Además, el criterio de agrado es causa de las capacidades mentales y el conocimiento que
posea un individuo. De esta forma, si regresamos al caso del consumidor de tabaco, nos
5 encontramos con que este prefiere alimentar su hábito porque al construir el cálculo de
agrado de su adición no dimensiona las consecuencias que esto acarrea. O sea, ejerce un
cálculo utilitario deficiente.
La respuesta a la pregunta si es preferible ser un mártir o un tirano llega a una respuesta
parcial. Se puede responder afirmativamente únicamente si se comparte la idea de que la
10 injusticia es de una naturaleza determinada. Falta entonces exigir a Sócrates las razones por
las que la justicia no le parece agradable y lo que considera justo lo es. En suma, la
argumentación de Sócrates parece incapaz de convencer a alguien que conciba como
relativos los conceptos de justicia e injusticia: después de todo, interpreta todo relativismo
con el recurso de ignorancia. Un tirano que carezca de una conciencia parecida a la de
15 Sócrates, es decir, que no concluya con él que es preferible padecer injusticia no podrá ser
convencido con el argumento presentado: ya que requiere que se compartan conceptos
como el de belleza y bien.
Se presenta entonces el problema de que la argumentación de Sócrates ha chocado con un
muro que es urgente atravesar: la ignorancia acerca de lo que es justo o injusto, es decir, la
20 esfera de nuestros juicios morales. Y este problema será tratado en su discusión con
Calicles

3. Consideraciones finales: En vista a lo anterior podemos reflexionar sobre la naturaleza


de la moralidad para Sócrates en este fragmento. Esta propuesta ética-normativa de la
primera parte del Gorgias no se fundamenta en el castigo. Tampoco parece basada en un
25 criterio de autoridad, sino más bien en la búsqueda personal por la felicidad: tal como
afirma Sócrates, uno prefiere padecer y recibir el castigo porque si estos están acorde a mi
criterio de justicia3, no perjudico mi alma. Aparece palpable entonces la relevancia de lo

3 De idea de justicia manejada por Sócrates parecería seguirse que promulga una especie de actitud sumisa frente a
las injusticias. Para esto podemos recordar el pasaje 480e—481a. Esto sería profundamente perjudicial, ya que
recriminaría el valor de la protesta (asunto señalado en sesiones anteriores). Sin embargo, creo que Sócrates deja
abierta una posibilidad para combatir la injusticia: mostrando que tan perjudiciales son para ellos sus acciones. Es
decir, la injusticia se combate a través del diálogo, es decir, de la evaluación de nuestras diferentes opiniones.

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que se pone en tela de juicio: Sócrates al intentar identificar una ética que no está basada en
el castigo, identifica que podemos actuar éticamente no en temor a él (ya sea en vida o
después de la muerte); dicho de otra forma, parece que en su interpretación de la naturaleza
humana se puede actuar éticamente sin ningún tipo de autoridad, esto incluyendo también a
5 Dios4. No actuamos éticamente porque esperamos ser recompensados, sino porque lo
preferimos, nos es más agradable, etc.

Es paradójico realizar la comparación, pero la propuesta delineada por Sócrates posee


mucho en común con la idea de Dostoievsky sobre el castigo5. Dostoievsky no resalta en su
obra que sus personajes perversos y perturbados cambian por obligación, porque una
10 autoridad (política o Dios) los ordenan. Cambian cuando son conscientes de las
implicaciones y el daño que se hacen a sí mismos al cometer cierto tipo de acciones
prefieren asumir el castigo. Iván en Los Hermanos Karamazov identifica que si Dios no
existe todo está permitido, es decir, una ética sin Dios, y por ello sin castigo, no es posible.
El problema con esto radica a que Iván ignora que la felicidad del agente puede ser un
15 excelente criterio de elección ética. Así, el peso y el criterio de mayor importancia pasa a
ser la felicidad del agente y no que matar está mal porque Dios lo estableció así. Quizá el
caso más revelador es el de Crimen y castigo dónde se presenta una tortura moral cuya
mezcla son el asesinato junto a la impunidad: Raskolnikov se entrega a la justicia porque
considera que es preferible sufrir a padecer injusticia, aun sabiendo que podía llevar una
20 vida impune de su atroz crimen (asesinar una anciana prestamista y a su hermana). Así,
accede a pagar por sus crímenes en búsqueda de su estabilidad mental: en búsqueda de la
felicidad.

De lo anterior, surge un tema importante: la relación entre el castigo y la consciencia. La


discusión entre Sócrates y Polo concluye en un acuerdo mutuo precisamente porque ambos
25 estaban de acuerdo en que las acciones injustas son propiamente injustas, que lo que
consideraba feo Sócrates también lo era para Polo, es decir, se posee la consciencia de que
las injusticias son reprochables. De esto, que el tema de la discusión sea, más bien, intentar

4 Es cierto que el Gorgias termina con un mito escatológico sobre los bienaventurados. No obstante, mi punto se
centra en la propuesta ética delineada en la primera parte del diálogo. Lo delineado ahí, considero, es
suficientemente rico para proponer una ética basada en la maximización de la salud.
5 Lo paradójico radica en intentar establecer una relación entre una persona profundamente religiosa, como

Dostoievsky, con la imagen más discreta con la que presento la ética de Sócrates.

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establecer la relación de interdependencia entre felicidad y justicia. Por lo tanto, y
regresando a la pregunta que da nombre a la ponencia, parece que es preferible ser mártir
que un tirano si, al igual que los dos interlocutores, compartimos una idea de lo injusto. Un
asunto distinto sería realizar esta pregunta sobre preferencia a alguien que no posea una
5 concepción moral parecida. Dicho de otra forma, es preferible ser un mártir si
consideramos de antemano que ser un tirano es cometer cierto tipo de acciones
reprochables. Por lo cual, si consideramos que las acciones del tirano no son reprochables,
que la injusticia no acarrea ningún tipo de daño moral es un asunto diferente, la respuesta
será indeterminada en el mejor de los casos. Y es sobre este tema, acerca de nuestra
10 consideración moral frente a la justicia, lo que se ocupa la última parte del diálogo.

Por otra parte, podemos puntualizar ciertos aspectos de la antropología humana que maneja
Sócrates. Evidentemente el diálogo se encuentra retratando una visión intelectualista de la
naturaleza humana, siguiendo así la tradición establecida por la Apología y el Critón.
Después de todo, en el diálogo la idea misma del deseo como querer es interpretada como
15 un cálculo que nos inclina a aquello que consideramos bueno. La idea de que el bien esté
relacionado con la idea de salud también permite deducir que probablemente se encuentra
entendiendo una concepción utilitarista6 de la felicidad. En razón a esto, la idea de akrasia
parece reducirse a la mera ignorancia. También su imagen refleja la fuerza normativa que
contienen las acciones que tiendan hacia la salud de nuestra alma. Es más, la explicación
20 normativa de nuestra conducta está mediada por nuestros conocimientos y perjuicios.
Por último, recordemos que Sócrates no identifica explícitamente que toda acción injusta es
mala y perjudicial únicamente cuando repercute directamente en el agente. Por
consiguiente, Sócrates considera lícito matar o robar en casos particulares dónde estas
acciones no sean injustas, p.e. asesinar a nuestros enemigos en la guerra y robar la
25 información secreta de un reino enemigo.

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Es necesario señalar que no nos encontramos entendiendo una concepción usual de utilitarismo entendiendo el
bien como la optimización del placer. Únicamente me encuentro refiriendo a la idea de cálculo clásica del
utilitarismo y el criterio de salud, ya sea del cuerpo o alma.

Bibliografía
Platón. Gorgias en “Diálogos IV”. Gredos. Madrid: 1986.
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