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H I S T O R I A M I L I T A R Y P O L I T I C A DE LA A N T I G Ü E D A D Y EL M E D I E V O

DHSPERTA FERRO
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N-“ 5 2 7C c A n /u z iM f

La espada del islam j'WST*


Las huestes de Almanzor x í
El saqueo de Barcelona ií
Tierra de nadie: geoestrategia y frontera
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Extra n.° 53: El Tratado del Ebro:>\
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casus ilebde la Segunda Gfierra Púnica


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Ed itorial
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5 Los reyes de España con deshecho pavor
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Cu olvidaron a Ti, que eres su señor;
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uu tomáronse vasallos del rey Almozor.
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E D I C IO N E S [...] Señor: dame esfuerzo, seso e poder,
Que pueda al rey Almozore o matar o vencer.
Desperta Ferro Ediciones SLNE
Paseo del Prado, 1 2 -1 .° deha.
Anón., Poema de F e rn án G onzález, versos 397 y 400
28014 Madrid
CIF: B-85964815 El nombre de Almanzor (al-Mansur, “el Victorioso”) evoca en el ima­
Tlf. 912204200 - 663 690 961 ©
ginario colectivo un periodo de apocamiento de los incipientes reinos
info@despertaferro-ediciones.com
S infodespertaferro cristianos frente al inmenso poderío de un califato, el de Córdoba,
Edita en el cénit de su esplendor político y militar. Una época en la que
Alberto Pérez Rubio los ejércitos musulmanes azotaron hasta la extenuación las ciudades
Javier Gómez Valero y los territorios del norte peninsular con incursiones incesantes. Al­
Carlos de la Rocha
manzor dirigió hasta cincuenta y seis de ellas, algunas tan sonadas como
Co o rdinació n de publicacio nes
Jesús Jiménez Zaera
la que culminó con la toma de Santiago de Compostela y el robo de sus campanas que, para mayor agra­
jesusJimenez@despertaferro-ediciones.com vio, fueron más tarde empleadas como lámparas en la mezquita de Córdoba.
D irección Pero, ¿qué motivaba esta agresividad? Debemos recordar que Almanzor no era más que un chambelán
Eduardo Kavanagh (hayib) al servicio de un califa, primero, menor de edad y, durante toda su vida, incapaz - y según algunas
eduardo_kavanagh@despertaferro-edicionescom
fuentes, disminuido-; de modo que, para justificar su asunción del poder, se presentó ante la sociedad
Consejo edito rial
andalusi como el campeón del islam, hasta convertirse, aceifa tras aceifa, en el auténtico “azote del año
Francisco García Fitz (UEX)
Francisco Gracia Alonso (UB) mil”, como ha sido definido. En paralelo, en la segunda mitad del siglo X asistimos a una lucha sorda
David Nicolle (Nottingham University) entre las grandes familias del al-Ándalus y los advenedizos cortesanos de origen esclavo (saqaliba), que
Fernando Quesada Sanz (UAM) debían su influencia exclusivamente a su cercanía al califa. Almanzor satisfacía plenamente los intereses
José Sánchez-Arcilla (UCM)
Nicholas Sekunda (Uniwersytet Gdaiísk)
de los primeros pues, por un lado, anulaba al califa y por tanto a su capacidad de repartir prebendas entre
D iseño y m aq ueta c ió n
advenedizos y, por otro, aseguraba que los recursos del .Estado quedaran en manos de la aristocracia tra­
Raúl Clavijo Hernández dicional. Solo así se explica su meteòrico ascenso y la excepcional situación que se vivió en el califato
I lustraciones en sus días. Paradójicamente, bajo el esplendor y la gloria militar, este modelo sirvió de catalizador del
Jorge M. Corada inminente final del califato, que apenas sobrevivió unos pocos años tras la muerte del Victorioso, porque
José Luis García Morán “la soberbia es heraldo de la ruina, y la altivez de corazón, de la caída” (Proverbios 16:18).
Radu Oltean
Pablo Outeiral
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Foto grafía
Eduardo Kavanagh
Album
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ín d ice
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M apas
Carlos de la Rocha
0 Tierra de nadie: geoestrategia y frontera 38 La espada del islam por Jesús Lorenzo
por Eduardo Manzano Moreno
Colaboran
Raúl Catalán, Ana Echevarría Arsuaga, Maribel 44 “El día en el que Barcelona va a morir”
Fierro, Alejandro García Sanjuán, Irene Godino
Cueto, Enrique Hernández Prieto, Jesús
14 Almanzor, una personalidad fulgurante La campaña contra los condados
Lorenzo, Eduardo M anzano Moreno, Virgilio por Ana Echevarría Arsuaga catalanes por Virgilio Martínez
Martínez Enamorado, Eduardo de Mesa, Enamorado
Miguel Ángel Novillo López, David Soria
Molina, Josep Suñé
22 Las campañas militares de Almanzor
por Alejandro García Sanjuán
R evisió n de estilo
Alberto Pérez Rubio
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I m pr im e
M onterreina Comunicación
30 Cuando las cabezas volaban: las huestes
amiríes por Josep Suñé
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ISSN 2171-9276
Depósito Legal: M -25920-2012 del Ebro: casus
www.despertaferro-ediciones.com b e lli de la Segunda Guerra Púnica por
marzo-abril 2019 Enrique Hernández Prieto
Impreso en España/Printed in Spain PEFC
En portada

Veníen los almófares e los benimerinos, Verlos hemos llevar cativos, valer non los podremos;
Traíen en sus camellos sus fomos e molinos, Do nos mandaren ir, por fuerza allá iremos,
Veníen los moros todos, de Oriente vecinos, A nuestros fijos e fijas jamás nunca los veremos.
De todos estos eran cobiertos los caminos. Es desamparado de todo bien el cabtivo,
Veníen ahi destas gentes sin cuento e sin tiento, Mas dice muchas veces que non querría ser vivo;
Non eran de un logar nin de un entendimiento, Dice: Señor del mundo, porqué me eres esquivo,
Mas feos que Satán con todo su convento Que me faces vivir lacerado e mestivo?
Cuando sale del infierno sucio e carbón iento. Contesce eso mismo con la gente renegada:
Anón., Poema de Fernán González, versos 383-384. Heredan nuestra tierra e tiénenla forzada;
Mas mudarse ha la rueda que está trastornada,
La imagen de portada refleja un fenómeno que fue muy común Serán ellos vencidos; la fé de Cristo honrada
en los reinos cristianos del norte peninsular durante el siglo X: el Anón., Poema de F ernán González, versos 435-439.
saqueo de una iglesia por las huestes de Almanzor. El inmenso
poder económico, político y militar del califato de Córdoba garan­ La capilla es de estilo prerrománico, lo que implica que el
tizó su pleno dominio sobre sus pequeños vecinos septentrionales: ábside no sea circular sino cuadrangular, de pequeño tamaño y cu­
los reinos de León y Pamplona y los condados catalanes. La cam­ bierto por una bóveda de cañón. En esta aparece representado un
paña de aceifas del chambelán del califa perseguía, entre otros pantocrátor (o “todopoderoso”, del griego navioRpáicop), figura
fines, la intimidación y el despojo de sus recursos, tanto materiales mayestática de Cristo entronizado (o Cristo en majestad) que se
como humanos. En palabras del anónimo autor del Poem a de F e r­ inspira en la representación similar del folio 131v del Beato de
nán G onzález: G erona, obra compuesta en el siglo X. La cruz que sostiene uno de
los guerreros se inspira en la llamada CRUZ DE LA VICTORIA,
Si nos por mal pecado fuéremos arrancados, pieza de orfebrería fabricada en el año 908 por Alfonso III el
Los nuestros enemigos serán de nos vengados; Magno, rey de Asturias y conservada hoy en día en la Cámara
Seremos nos cativos, fambrientos e lacerados, Santa de la Catedral de Oviedo.
Serán los nuestros fijos de moros antenados.
Los fijos e las fijas, que nos tanto queremos, Ilustración: © Radu Oltean
Tierra de nadie
Geoestrategia y frontera
Eduardo Manzano Moreno - Instituto de Histoña-CSIC

D esde su p r o c l a m a c ió n , e n el a ñ o 929, e l c a l if a t o o m e y a d e C órdoba tu v o q ue h a c er fren te a un


PROBLEMA CADA VEZ MÁS ACUCIANTE! LA FRONTERA DEL NORTE, QUE LIMITABA CON REINOS Y CONDADOS
CRISTIANOS, ERA OBJETO DE UN NÚMERO CADA VEZ MAYOR DE ATAQUES POR PARTE DE EXPEDICIONES MILITARES
QUE SE INTERNABAN EN TERRITORIO ANDALUSÍ Y CAPTURABAN PERSONAS Y BOTÍN. No SE TRATABA DE GRANDES
EXPEDICIONES, SINO MÁS BIEN DE PEQUEÑAS PARTIDAS QUE A VECES ERAN DIRIGIDAS POR MAGNATES Y QUE, A LO
SUMO, CONGREGABAN UNAS CUANTAS DOCENAS O CENTENAS DE HOMBRES A CABALLO Y ACTUABAN CON ENORME
RAPIDEZ TANTO EN SU DESPLIEGUE, COMO EN SU RETIRADA. LOS ENCLAVES QUE HABÍAN IDO SURGIENDO EN LAS
DÉCADAS ANTERIORES EN LA LÍNEA DE VALLE DEL DUERO (SAN ESTEBAN DE GORMAZ, OSMA, CLUNIA, ROA, O
A z a , e n t r e o t r o s m u c h o s ) p r o p o r c io n a b a n a e s o s a t a c a n t e s e l n e c e s a r io a p o y o e n l a r e t a g u a r d ia ,
QUE PERMITÍA QUE TALES LAS EMPRESAS CULMINARAN CON ÉXITO.

E
l califa Abderramán III (912-961) fue muy consciente de sufrió una emboscada en un lugar llamado Alhándega, en el valle
este problema, pero también sufrió en carne propia sus del río Riaza: muchos soldados andalusíes perecieron en el campo
consecuencias. Fueron cuatro las campañas que dirigió de batalla y el califa apenas pudo escapar a una muerte segura,
personalmente contra territorios del norte de cristiano, especial­ huyendo precipitadamente y dejando atrás su pabellón y sus en­
mente contra la zona del valle del Duero, y fueron muchos los seres, entre los que se encontraba un precioso ejemplar del Corán
daños que intentó causar quemando cosechas, haciendo cautivos que le acompañaba en todas sus expediciones.
o destruyendo enclaves, como forma de hacer patente el poderío El desastre de Alhándega cambió radicalmente la política cor­
militar de Córdoba y las consecuencias que podía tener el des­ dobesa con respecto a la frontera. Dentro de la corte parecen
afiarlo, atacando territorio andalusí. En el año 936, sin embargo, haberse empezado a oír voces que se preguntaban si tenía algún
la seriedad del problema se hizo patente cuando la llamada “cam­ sentido la política de enviar continuas expediciones militares que,
paña del Gran Poder” comandada por el propio Abderramán III aparte de ser largas y costosas, tenían un alcance muy limitado:
DESPERTA FERRO 7

▼ Lápida funeraria romana de mármol, del siglo I d. C., reutilizada en el siglo X para servir de lápida funeraria y EPITAFIO DEL MONJE MARTÍN,
OBISPO DE ÉCIJA. Hallada en Villacevallos, Córdoba. El texto original estuvo dedicado a Postumio Aciliano, prefecto de la Legión XII Fulminato.
En el reverso, sin embargo, hallamos el epitafio de Martín, obispo de Écija, muerto el año 931. Este, redactado en latín, remite a los panegíricos
musulmanes dedicados al califa, pero en este caso al mencionado obispo. Lo traducimos aquí:

Aquí el panteón a la manera pontifical, sagrado recinto de las tumbas, oculta también os miembros del claro obispo Martín, quien ado­
lescente, sirviendo a Cristo, aspiró a la vida monástica y ya adulto ejerció sus reglas. Rigió la iglesia astigitana desde el alcázar episcopal,
de donde fue elevado hasta los héroes, pues esculpido fue en mármol el día tres de los idus de mayo de la era 969 (931 del calendario
gregoriano). Lector, encomienda a Dios en tus piadosas oraciones el sepulcro y [...].

Se trata, por tanto, de un interesantísimo testimonio de la supervivencia de la fe cristiana en territorio gobernado por el califato, así como de
la continuidad de las jerarquías religiosas en el seno de las COM UNIDADES MOZÁRABES, si bien, como es sabido, sometidas a la entrega de
impuestos especiales iyizya) de cuyo pago estaba eximida la población musulmana. Museo de Málaga, ©tyk

sin duda, los territorios que atravesaban califa de Córdoba, recibían de él di­
las columnas omeyas sufrían conside­ plomas en los que se reconocían sus
rables daños, pero la capacidad de des­ dominios, y contaban con su bene­
pliegue de las mismas no debía de ser plácito para repeler las expediciones
muy grande, pues las emboscadas en cristianas que se adentraban en te­
territorio hostil debían de estar a la or­ rritorio andalusí. Allí donde no exis­
den del día. Además, Alhándega había tía el dominio de alguna de estas fa­
demostrado que la persona del califa milias, el poder califal fortificaba y
podía verse envuelta en unos peligros guarnecía con sus propios hombres
extremos, por no hablar de la fuerte pér­ los enclaves estratégicos en la fron­
dida de prestigio político y militar que tera, lugares como, por ejemplo,
este tipo de derrotas acarreaba. Medinaceli, Calatalifa (cerca de la
actual Villaviciosa de Odón en Ma­
UNA NUEVA ESTRATEGIA drid) o Saktan (cuya ubicación es
Es muy probable que este tipo de re­ desconocida, aunque sin duda se en­
flexiones llevaran a tomar la decisión contraba al norte de Toledo). De esta
de cambiar radicalmente la política manera, el aseguramiento de la fron­
militar contra los reinos cristianos, tera se convirtió en una prioridad
algo de lo cual los historiadores ára­ compartida entre Córdoba y los po­
bes se hacen amplio eco. Las gran­ deres locales, una estrategia que los
des campañas dejaron de enviarse y andalusíes encontraban plenamente
en los veinticinco años que aún le satisfactoria: así lo reflejó el viajero
quedaban de vida, Abderramán III oriental Ibn Hawqal, quien años
no volvió a ponerse al frente de nin­ después de Alhándega recorrió el
gún ejército. El grueso de la guarda país y pudo comprobar de primera
de las fronteras quedó encomendado mano que sus informantes consi­
a las principales familias aristocrá­ deraban que las necesidades defen­
ticas que ocupaban territorios y en­ sivas del país estaban bien cubiertas
claves fronterizos a los que se permitió y no había demasiado motivo para preocuparse por lo que ocurría
un régimen de autonomía lo suficientemente amplio como para en la frontera del norte.
permitirles contar con sus propias tropas, así como transmitir
sus dominios a sus descendientes. Fue este el momento en el TREGUAS
que se cimentaron el poder político y los dominios de gentes A esta estrategia se le añadió, además, un elemento nuevo: la in­
como la familia de los tuyibíes, quienes señoreaban Zaragoza, tensificación de las misiones diplomáticas en las cortes cristianas,
Calatayud y Daroca y llegaron a extender su dominio por otras algo que tuvo como resultado la concertación de una serie de tre­
zonas del valle del Ebro; o la familia de los Banu Dhi 1-Nun, guas en los años posteriores a Alhándega. Estas treguas fueron
asentados en un amplio territorio conocido como Santaver, en especialmente importantes con los antiguos condados carolingios
el que se incluían enclaves como Zorita de los Canes o Huete; o de Cataluña, donde sirvieron para impulsar un naciente comercio
el linaje, en fin, de los Banu Razin, establecidos en el actual Al- que atravesaba ese territorio y comunicaba el al-Ándalus con la
barracín, territorio al que dieron nombre y en el que construyen Europa septentrional. Este comercio proveía tres de las importa­
diversas fortalezas. Estos y otros linajes rendían acatamiento al ciones más apreciadas en Córdoba: esclavos, armas y pieles, por

◄ Panorámica del CASTILLO DE AYYUB, en Calatayud, uno de los más tempranos y mejor conservados de cuantos erigieron los musulmanes para
fortificar la región fronteriza septentrional o Marca Superior, frente a los reinos cristianos. La fecha exacta de su construcción se desconoce, pero es
probable que coincida con el esfuerzo de fortificación del lugar que se dio en el año 862 cuando Muhammad I, emir independiente de Córdoba,
ordena la ampliación de las fortificaciones de esta villa con el fin de hacer frente a la rebeldía de los gobernantes de Zaragoza, los Banu Qasi. En el
año 937, el primer califa de Córdoba, Abderramán III, hubo de sofocar la rebelión de una familia noble de origen yemení, los tuyibíes. El control por
parte de estos de Calatayud obligó a Abderramán a sitiar y tomar esta fortaleza. Una peculiaridad muy interesante de este castillo es la heteroge­
neidad de las materias primas elegidas ara su construcción. La PIEDRA, dispuesta en forma de mampostería, coexiste con muros de TAPIAL, esto
es, una argamasa formada por la mezcla de arcilla, arena cal y cantos ocasionales. Para su aplicación es preciso la fabricación de encofrados de
madera que después se retiran, pero dejan tras de sí el negativo de su forma. El empleo de tapial con fines defensivos es, precisamente, una carac­
terística de la arquitectura musulmana, particularmente durante los periodos emiral y califal, como ejemplifican paralelos del mismo periodo, en
particular las murallas califales de Huete, en Cuenca. © luidger
Los sectores clave de la frontera
Entre el califato y el reino de León hay un sector especialmen­
te marcado por el enfrentamiento fronterizo, un lugar en el que
los límites entre ambos mundos se estrechan, hasta tocarse, en
un área de capital importancia geoestrátegica. Es el corredor
del Jalón y su unión con el Henares, que conecta las dos me­ A
setas con el valle del Ebro. La presión cristiana obliga al califato
a convertir Medinaceli, eje de este territorio, en una poderosa %%cy
*</<
fortificación y base de operaciones. Abderramán III, entregará a
la posición a su mejor general, Gálib, que la convertirá en una Miranda de Ebro
plataforma desde donde actuar con energía contra la amena­ O Amaya Cellorigo0 ®^
za representada por las ambiciones castellanas. Fruto de esta Alcocero B rio íie so
La última de las antiguas puertas de la mura­ política es la conquista del baluarte fronterizo de Gormaz, en la o Néjerao
lla musulmana de Medinaceli, aunque el arco Burgos
década de 960. La eficaz actuación de las fuerzas califales des­
que se observa es posterior, gótico-mudéjar.
En su época de esplendor, la muralla llegó a
de este vital enclave, frenará en seco toda progresión cristiana
o
Carrión
o
\ +H& i
San Millán de
tener 2400 m de recorrido. hasta la propia caída del Estado omeya, a partir del año 1035. V* la Cogolla
n sierra'foUriión

Territorio ganado por los musul­


manes, 950-975
R £ I N O DE
c'" iu t

Linajes o caudillos en la fronte­ Valladolid San Esteban


tuyibíes Simancas o de Gormaz
ra, ca. 970 Zamora batalla d e - ^ ° Duero
Campaña de la omnipotencia, 939 ° ^ ° Simancas,
Toro 939 GurTriaäöa* batalla c
(mencionada en el artículo)
Peñausende
Oporto ° Olmedo0
o
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Lamego Salamanca
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Trancoso Alba de Tormes
Viseu o Alhándiga ° , ,
o o Avila
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Arcos de la Frontera/Arkush Setenil Bobastro/ Jete/Xat «
Sanlúcar de Barrameda/Bahr al-Mada • ^
Jerez de la Frontera/Sharish o . * Ronda/ Adra Dalias
^ Takurunna Salobreña
Almuñécar/
Cádiz¡Qádis
al-M unacab
Medina Sidonia/S/c/ima Takurunna %
Véjer
25 50 75 100 km al-Yazirat #Gibraltar//aóo/ Tariq
Lfcy-U- al-Jadra Algecira s/al-Yazirat al-Jadra
Tarifa
H 4 M al-Andalus y la defensa de las fronteras
C 1
0 C C / n d » ca. 9 5 0 -1 0 0 0
D E N T a l

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Rosellón
0 Ribagorza Hispánica
Pamplona . cä
Aragón I Pallars " carolingio) _ , Perelada
t çanipl° na i Perelada
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Boltaña I Sort
* * CirC3 . jaca \ Cerdaña Besalú 0
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Cárcar
o
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o • Loarre Alqué;zar AinsaRoÿ I La Seo de c 0l0to ° Ampurias
•Calahorra/Qalahurra Banu Sabrit
Capella . J Gerona
c* t a/ o
0 • Alfaro Huesca/Wfasca $ ^ Barbastro/Borbotomÿo Solsona Berga
o o aVes
Arnedo @Tudela/7ï/t/7a • ni— fn/Ai Gerona Circunscripciones territoriales
Monzón/Muntshún Vieh
Tutija ' > c ^ piracés ^ • •Hisn-al-Roso
•Hb La administración territorial del califato contaba con
Manresa
Tarazona/ «Balaguer castillo Veli de seis grandes demarcaciones (tres interiores y tres
0 oO* V* °Llinars
À g r ^ a ^ Tarasûna ffffiTTBl <?/ < Corbins parida, Os° marcas o zonas fronterizas), a su vez subdivididas en
i " R u e d a ^ ^ Zaragoza/ Cervera circuscripciones provinciales (coras) cuyos límites
al-Suhayra r Saraqusta *7 * Lérida/Lar/da o Barcelona no siempre son conocidos.
S ic k Y c
Banu Zirwal <? » Fraga/Ifrágha ® Grandes ciudades (más de 40 000 habitantes
vi en algún momento de su historia andalusí)
n Bílbilis
A dudius
V a / Çalatayud/ Tarragona/T arra küna o Ciudades entre 20 000 y 40 000 habitantes
Ÿ 4 y ^ l'a t'A y y 'u b ^ • \ Territorio fronterizo, oscila • Ciudades y asentamientos de al-Ándalus
Alcañiz entre ambos contendien­
Daroca/Darawqa y* .Calanda tes o bien p e rm an e ceQ o Otras ciudades
y •
^urtusa
como tierra de nadie. „ $ Capitales de cora
^Tortosa/Turtusa
« Calamocha/Cfl/amwsa Fortificaciones principales
Molina de Aragón/ Baya Cora
, Mulina _____________ Morella * NOTA: En cursiva, el nombre de época.

Albarracín/al-Sahla
# Teruel /T irw a l •Alcalá de
Chivert
Banu Sabrit La frontera andalusí en el contexto del califato
Sarrión • •Oropesa Todo apunta a que, bajo el califato, las regiones
Onda fronterizas, divididas en tres marcas, mantenían
Cuenca/Qun/ca Segorbe
• Burriana/Buñyána
* características administrativas propias que las
• • diferenciaban de las coras del interior. El sistema
% Alpuente/al-Bunt • Uxó
•Almenara defensivo omeya confiaba la custodia de los terri­
\ • Santiago torios de frontera a una serie de familias y linajes
* asentados desde antiguo en estos lugares, desde
Requena los que mantenían a raya a los ejércitos cristianos.
@Valencia/Ba/a/is(ya
►Buñol El precio a pagar por el gobierno de Córdoba es el
de ceder buena parte de su soberanía a estos po­
Castell de Alcalans Alcira Cullerà deres locales o regionales. La autonomía con la
Sumacárcel • 9 •Alfandech que buena parte de ellos discurren representa, un
Játiva/S/wt/va • 03* constante factor de inestabilidad política. Ningún
Ibiza / Yâbisa
Chinchilla Onteniente Dénia/Dâniya califa se libra de tener que someter y castigar a
uno u otro de estos caudillos de la frontera, aunque
B o c a j e • Tárbena
Ondara ■* siempre con mesura. El transcurso del tiempo ha
•Ifach creado un complejo entramado de intereses entre
•Villena
Hellín los diferentes linajes, la mayor parte de ellos unidos
ejumilla ^ a los califas por vínculos de vasallaje particulares,
•Alicant e/Laqant por lo que no le resulta fácil al gobierno de Córdo­
cü ba imponer su autoridad sobre todos ellos. El mejor
Calasparra Cieza " h • Elche
Callosa general de Abderramán III y al-Hakam II es Gálib,
% a quien confían el sector más comprometido de la
C/D 9 Orihuela frontera omeya. Este hecho le permite articular una
Mula $ Murcia/Mursiyya * poderosa coalición -con sus propios recursos y los
que le proporcionan sus vecinos, señores de los
© Lorca/Lawraqa territorios fronterizos (tanto cristianos como musul­
manes)- con la que se enfrenta a Almanzor en la
Vélez-Rubio • Cartagena/Qartajanna lucha final por el poder.

# • Purchena/Bi/ rshána
í lijóla
# • Senés El ejército califal: el yund
Velefique Hasta Almanzor, la columna vertebral de la fuerza de choque del ejército omeya la formaba el yund. Son los descendientes
del antiguo ejército sirio que había entrado en al-Ándalus en el año 740. Se encuentran repartidos por el sur de la Península,
«Pechina agrupados según su lugar de procedencia, replicando así su organización de origen. Las diferentes circunscripciones militares

[ o Almería/al-Mariyya en las que se establecen son llamadas: (A ) Damasco (el más importante), (B Palestina, C Jordania, (D Quinnasrin,í E Hims
y F} Egipto. Estos hombres, que en tiempos de paz se hacían cargo de la recaudación de las contribuciones en los territorios
donde se asentaban, estaban obligados a tomar las armas -sin límite de tiem po- cuando eran movilizados, en cuyo caso se les
abonaba una paga. Con el tiempo, gracias al poder que representaban, fueron recompensados con ciertas prerrogativas como
la de servir un máximo, por yund, de seis meses al año y, a su vez, en dos secciones, cada una de las cuales solo podría estar
en campaña tres meses. Ahora bien, la eficacia de estos cuerpos ejército decae en la misma medida en que lo hace la falta
de agresividad del Estado omeya. Un observador imparcial anotará, en el año 948, que las fuerzas del califa no tenían arrojo,
solo servían para organizar emboscadas y, en conjunto, no eran rival para una fuerza bien preparada. Para concluir, afirma que
eran malos jinetes y que apenas se podían reunir el omeya a 5000 hombres a caballo. En este contexto, no es de extrañar que
la frontera fuera progresivamente abandonada por el Estado central y dejada en manos de los señores territoriales, que podían
hacerse cargo de su defensa inmediata.
ID DESPERTA FERRO

▼ Maqueta en terracota que representa una puerta o ACCESO FORTIFICADO a una dudad o recinto fortificado andalusí. La obra fue hallada en
Madrid y se data en el siglo X, por lo que es testimonio del modelo de fortificación musulmana del periodo. Museo Arqueológico Regional,
Alcalá de Henares, © o u t is n n
%
ese orden. Estas treguas estuvieron vigentes durante varias décadas los territorios al otro lado del Estrecho, es muy posible que en su
y pusieron las bases de lo que habrían de ser los intercambios a ánimo pesara el temor a que el poderío fatimí se consolidara en todo
través del Mediterráneo occidental durante los siglos siguientes. el norte de África y se pudiera extender así hasta la península ibérica,
pues no hay que olvidar que apenas unos años antes, en 969, los ca­
PAZ RELATIVA lifas de esa dinastía se habían apuntado un éxito resonante tras con­
La política que se puso en marcha después de la batalla de Alhándega quistar Egipto, país al que decidieron trasladarse.
se mantuvo durante el resto del califato de Abderramán III, así como Las campañas en el norte de África pusieron de nuevo de mani­
durante toda la época de su hijo y sucesor al-Hakam II (961-976), fiesto las limitaciones militares omeyas. Poco después de haberse
quien posiblemente había sido, como príncipe heredero, uno de sus desplegado, las tropas cordobesas sufrieron un pavoroso desastre en
principales artífices. Este califa nunca emprendió personalmente Fahs Mahran, no muy lejos de Ceuta, donde perecieron mil quinientos
ninguna campaña militar de importancia, redoblando, en cambio, soldados andalusíes junto con el caíd que los comandaba. A pesar
los esfuerzos diplomáticos para mantener las alianzas y aprovechar de la magnitud del desastre, al-Hakam II no se arredró. Durante los
las disensiones políticas intemas entre los cristianos para desactivar meses siguientes movilizó a un gran número de tropas de refresco,
posibles amenazas militares conjuntas. Con todo, y durante los años así como ingentes cantidades de riquezas, que fueron empleadas
de gobierno de este califa, la estrategia pareció dar sus frutos solo a para comprar lealtades y conseguir que, más por la enormidad del
medias. Las treguas con el condado de Barcelona despliegue que por estrategia militar, las tropas del califa ocuparan
se mantuvieron, y debían de ser muy prove­ los principales enclaves de la región, siendo así
chosas para todas las partes, pero ello muchos los caudillos y jefes que acep­
no evitaba que, de cuando en taron someterse a Córdoba. En
cuando, se libraran algunas es­ muchos casos, la rendición se
caramuzas que tenían como vio acompañada de una cláusula
resultado la captura de gentes extraordinaria para los berebe­
andalusíes por parte de parti­ res vencidos: la obligación de
das que atravesaban la fron­ trasladarse a la capital de al-
tera. “Más complicada parece Ándalus con objeto de engro­
haber sido la situación en la sar las tropas califales a cam­
zona del valle del Duero, bio de recibir estipendios
donde la fragmentación polí­ regulares.
tica era mucho mayor y no El reclutamiento masivo
siempre era fácil encontrar los de soldados bereberes, la ma­
interlocutores adecuados con los yor parte de ellos jinetes, trans­
que tratar. Además, este territorio formó radicalmente un ejército
carecía de bienes que pudieran omeya que hasta entonces se
resultar de interés para los mer­ había basado en movilizacio­
cados cordobeses, por lo que el nes anuales que duraban unos
alcance de las relaciones comer­ pocos meses. Ahora, en cambio,
ciales era aquí siempre mucho el peso pasó a recaer sobre estas
más limitado. La persistencia del tropas estipendiarías, que estaban
problema militar en esta zona se con­ siempre a disposición del califa y que
firma por la construcción durante estos años se caracterizaban por tener un entrena­
de la fortaleza de Gormaz (en la actual provincia de miento específico y estaban, por lo tanto, más
Soria) dominando uno de los pasos estratégicos del Duero. profesionalizadas. Su presencia planteaba, sin embargo,
La política militar del califato de Córdoba sufrió una dura prueba dos problemas: el primero, su mantenimiento, que era muy costoso
cuando en el año 972 al-Hakam II decidió trasladar su ejército al y drenaba gran cantidad de recursos del Estado; y el segundo, de or­
norte de África para controlar de manera efectiva los territorios del den público, pues al estar acantonados en la capital sus relaciones
actual Marruecos. Durante las décadas anteriores, los califas omeyas con la población cordobesa no siempre eran fáciles.
habían mantenido una fuerte rivalidad con los fatimíes, que habían Una de las figuras que, posiblemente, resultó clave en estas
instaurado un califato de inspiración chií en Ifriqiya, territorio que transformaciones fue Muhammad Ibn Abi ‘Amir, más conocido por
se corresponde grosso modo con el actual Túnez. Uno de los frentes el sobrenombre que adoptó años más tarde, Almanzor. En su rápida
de esa rivalidad se había desarrollado en el Magreb y había tenido ascensión dentro de la corte de al-Hakam II, este hombre desempeñó
como objetivo conseguir la obediencia de las tribus bereberes que tareas de supervisión e inspección durante la campaña norteafricana
ocupaban la región. En esta lucha interpuesta, las alternativas habían y es muy posible que por entonces comenzara a anudar contactos
sido muchas, como también los cambios de obediencia por parte de con los principales jefes bereberes, relaciones que habrían de resul­
los jefes tribales imbuidos también en sus propias querellas intemas tarle muy útiles en los años sucesivos. Dicho periodo estuvo marcado
que les hacían tomar partido por fatimíes u omeyas, dependiendo por la muerte de al-Hakam II en octubre de 976 y la proclamación
de complejas circunstancias. Aunque no están claras las razones de su hijo Hishám II como sucesor, algo que era completamente
que llevaron a al-fiakam II a tomar la decisión de ocupar militarmente irregular, pues el nuevo califa era todavía menor de edad y la ley
DESPERTA FERRO II

► Detalle de miniatura del BEATO EMIUA-


NENSE, de principios del siglo X. En la
imagen se representan una escena de
siega, otra de vendimia y un lagar, que
corresponden al escenario descrito por el
capítulo 14 del libro del Apocalipsis:
i
Y otro ángel salió del templo, cla­
mando al que estaba sentado sobre
la nube: echa tu hoz y siega, porque

UL-
llega la hora de segar, puesto que
está seca la mies de la tierra. Y el que
estaba sentado sobre la nube echó
su hoz sobre la tierra y la tierra fue
segada. Y salió otro ángel del tem­
plo que hay en el cielo, que también
tenía una hoz aguda. Y otro ángel
salió del altar, que tenía poder sobre
el fuego y gritó con una gran voz a
aquel que tenía la hoz aguda: echa
tu hoz aguda y vendimia los racimos
de la viña de la tierra, porque madu­
ras están sus uvas. Y metió el ángel
su hoz aguda y vendimió la viña de
la tierra, y la echó en el gran lagar de
la ira de Dios. Y fue pisado el lagar de
fuera de la ciudad y salió sangre del
lagar hasta los frenos de los caballos
hasta mil seiscientos estadios (Apo­
calipsis 14:14-20).

Se trata, claramente, de una amenaza,


una alegoría que anuncia un castigo di­
vino. Por otrojado, la imagen es especial­
mente interesante porque nos presenta
escenas de la vida rural del periodo.

musulmana prohibía taxativamente que la al castillo de Gormaz y, a pesar de que la pecial los enclaves que servían la retaguar­
dirección de la comunidad de creyentes re­ campaña constituyó un fiasco, las razias dia de las expediciones cristianas (Zamora,
cayera sobre un niño. cristianas en territorio andalusí seguían Simancas, Sepúlveda, Sacramenia, etc.).
El hecho de que Hishám II fuera menor siendo frecuentes en los territorios de fron­ Los efectivos que llevaron el peso de las
permitió que los principales personajes de tera, cuyos habitantes parecen haber mos­ campañas eran las tropas bereberes com­
la corte se hicieran con los resortes del po­ trado un descontento cada vez mayor. Es puestas fundamentalmente por jinetes, que
der. Aunque estuvo presente en toda la cons­ posible que su preocupación por este estado aseguraban una gran rapidez de movimien­
piración que llevó a Hishám al poder, el fu­ de cosas fuera una de las razones que le tos. El antiguo ejército regular omeya fue
turo Almanzor no estaba especialmente bien llevaron al enfrentamiento con Gálib, el disuelto por orden de Almanzor, quien a
situado al inicio de esta nueva etapa: su for­ gran general del Ejército omeya, artífice, cambio estableció una contribución que
mación era la de un ulema, especializado entre otras muchas cosas, del triunfo en el gravaba la exención de reclutamiento. El
en el conocimiento de distintas disciplinas norte de África y que, a la larga, acabó éxito de esta política de incansable acoso
religiosas, a lo que se unía su trabajo en el siendo vencido por Almanzor. militar se tradujo en sumisiones de condes
seno de la administración califal, debido a y monarcas, y muy posiblemente en un
los cargos que había desempeñado bajo al- EL REGRESO A LAS ARMAS cese de las expediciones cristianas.
Hakam II. En cambio, su experiencia militar La proclamación de Almanzor como el Tal vez movido por estos triunfos, Al­
era nula, pues las misiones que había des­ poderoso hayib que concentró en su per­ manzor se decidió a dar una nueva vuelta
empeñado durante la campaña norteafricana sona el poder del ya desactivado califa de tuerca al cambio de política con respecto
habían sido meramente burocráticas. Des­ Hishám II significó un brusco cambio con al pasado. En el año 985 dirigió una devas­
pués de la muerte de al-Hakam esta situa­ respecto a lo que había sido la política de tadora expedición contra Barcelona, cuyos
ción cambió y Almanzor pasó a estar cada las décadas anteriores. Las grandes cam­ condes habían venido manteniendo unas
vez más interesado en las cuestiones mili­ pañas dirigidas por el gobernante volvieron relaciones pacíficas y comerciales con Cór­
tares. Algunas indicaciones de las fuentes a sucederse de forma anual. La primera doba durante las décadas anteriores. Es muy
árabes permiten atisbar que poco a poco se de ellas, tras haberse desembarazo de Gá­ difícil saber qué fue lo que llevó a Almanzor
fue convenciendo de que la política que se lib, fue contra Zamora en 981, expedición a romper una relación que parece haber
había seguido hasta entonces en la frontera a la que siguieron otras ese mismo año y sido mutuamente beneficiosa y es tan solo
había sido un fracaso: en 975, por ejemplo, los siguientes. Los objetivos iniciales fue­ posible suponer que el poderoso hayib tu­
una coalición cristiana había puesto asedio ron los territorios del Duero y muy en es­ viera en mente instaurar una simple y clara
IZ DESPERTA FERRO

▼ En el siglo X (y fundamentalmente durante el gobierno de Abderramán III) el califato se preocupó de erigir una línea de pequeñas torres-vigía o
atalayas a lo largo de la frontera en torno a Toledo, distantes unos 40 km entre sí, y con el fin de reforzar la vigilancia frente a las posibles incursiones
cristianas así como ante eventuales insurrecciones locales. Una de ellas fue la ATALAYA DE EL VELLÓN, entre los municipios de El Vellón y Espartal
(Comunidad de Madrid). Su morfología es característica del fenómeno de atalayas musulmanas del periodo: planta casi siempre redonda (con
un diámetro de 6 m en este caso), paramentos de mampostería y un acceso a cierta altura del suelo (en este caso, a 2,5 m). Esto último permitía,
en caso de necesidad, esconder la escala y aislar a sus ocupantes. A partir del acceso se desarrollan tres plantas comunicadas entre sí por una es­
calera interna. El término moderno atalaya proviene precisamente del árabe tala'la ("pequeña torre"), o row anw indw histler
hegemonía política y militar andalusí. El resultado fue que Barcelona mente, este salió victorioso del encuentro, durante buena parte del
sufrió una de las peores catástrofes de su historia: fueron muchos combate la suerte estuvo poco decidida y los musulmanes sufrieron
los defensores de la ciudad que resultaron muertos, diversos mo­ grandes pérdidas. Casi dos décadas de incansables campañas, por
nasterios quedaron destruidos y el número de cautivos -muchos de lo tanto, habían conseguido instaurar una fuerte hegemonía militar
los cuales tuvieron que ser después rescatados mediante fuertes su­ omeya que, sin embargo, estaba lejos de haberse consolidado.
mas- fue enorme. La última campaña de Almanzor se produjo en el año 1002,
En los diecisiete años siguientes, Almanzor no varió un ápice cuando el caudillo contaba con sesenta y dos años y se encontraba,
su agresiva política militar. Los golpes contra enclaves del Duero al parecer, enfermo. De nuevo fueron los estratégicos territorios
se multiplicaron y, al menos en algunos de ellos, como Coímbra, del Duero y de la Rioja los que sufrieron su ataque, que llegó hasta
Clunia, Osma o San Esteban de Gormaz, llegaron a establecerse las inmediaciones de la ciudad de Nájera. Cuando se encontraba de
guarniciones musulmanas, lo que también suponía un cambio regreso a Córdoba, el estado de Almanzor empeoró y murió en
con respecto a épocas anteriores, en las que los gobernantes cor­ Medinaceli el 9 de agosto de 1002. Los cronistas árabes afirman
dobeses nunca se habían preocupado de una expansión territorial que fue enterrado en ese enclave fronterizo y añaden el pintoresco
más allá de las fronteras establecidas. Junto a estas expediciones detalle de que su tumba fue cubierta con tierra que había venido re­
se produjeron otras más ambiciosas, como la que en el año 997 se cogiendo en sus campañas y que estaba adornada con una inscrip­
dirigió contra Santiago de Compostela (véase “Exhibición de la ción que, entre otras cosas, afirmaba que “nunca volverá a dar el
fe y legitimidad política. Almanzor saquea Compostela” en D es­ mundo nadie como él, ni defenderá sus fronteras nadie que se le
p e n a F e rro H is to ria A n tig u a y M e die va l n.° 51). Allí se había pueda comparar” (Epitafio de Almanzor, según Ibn Al-Abbar e Ibn
consolidado ya el importante centro de peregrinación que ha per­ Idhari). Los autores cristianos, en cambio, tenían una visión distinta
vivido hasta nuestros días, algo que llevaba a los autores árabes a y afirmaban que había sido “sepultado en los infiemos”.
compararla con lo que “la Kaaba es para nosotros”. Movidos por La muerte de Almanzor no significó un cambio en su política.
las rivalidades internas del reino, algunos aristócratas leoneses se Su hijo y sucesor, que tomó el nombre de al-Muzaffar, continuó
enrolaron en el ejército andalusí, que saqueó la ciudad durante dirigiendo expediciones continuas contra el norte y haciendo os­
siete días obteniendo un enorme botín, en el que se incluyeron las tentación del poderío militar del califato. Sus triunfos, sin embargo,
campanas del templo que fueron utilizadas como lámparas para no fueron tan resonantes, a pesar de que las fuentes los describen
iluminar la mezquita de Córdoba. de forma entusiástica. Bien fuera porque carecía del talento militar
La continuidad de los ataques andalusíes favoreció, sin embargo, de su padre, bien por el hecho de que la resistencia cristiana era
la unión entre monarcas y magnates cristianos. La llamada campaña cada vez más organizada, o bien porque la maquinaría militar an-
de Cervera del año 1000 encontró una coalición militar formada dalusí comenzaba a dar muestras de agotamiento, lo cierto es que
por los reyes de León y Pamplona, así como el conde castellano, al-Muzaffar no consiguió en sus apenas nueve años de gobierno
que se enfrentó en ese lugar del valle de Arlanza (en la actual pro­ emular del todo las grandes hazañas de su padre. A su muerte, en
vincia de Burgos) a las tropas del hayib andalusí. Aunque, final- el año 1009, los problemas que Almanzor había tratado de conjurar
no solo no habían desaparecido, sino que se habían acrecentado.
De hecho, poco más de dos décadas más tarde el califato omeya
dejó de existir y fueron muchos los contemporáneos que achacaron
este desastre a la presencia de las tropas bereberes que el califato
se había visto obligado a reclutar en el norte de África.

B I B L I O G R A F Í A B Á S IC A
Manzano Moreno, E. (2019): Lo corte del califa. Cuatro años en la
Córdoba de los omeyas. Barcelona: Crítica.
Sénac, Ph. (2011): A lm anzor. El azote del a ño 1000. Valencia:
Universidad de Valencia.

E Bibliografía completa en www.despertaferro-ediciones.com

Eduardo Manzano Moreno es profesor de


investigación del CSIC, de cuyo Centro de Ciencias
Humanas y Sociales fue director. Ha sido profesor
invitado en las Universidades de Oxford, Chicago y
en School of Oriental and African Studies. Entre sus
libros se cuentan Conquistadores emires y califas: los omeyas y la
formación de al-Andalus y Épocas Medievales, ambos publicados por
la editorial Crítica.
Almanzor
Una personalidad fulgurante
AnaEchevarría Arsuaga - Universidad Nacional de Educación a Distancia

Sus HAZAÑAS TE INFORMARÁN SOBRE ÉL COMO SI CON TUS PROPIOS OJOS LO ESTUVIERAN VIENDO. ¡POR DlOS!, NUNCA
VOLVERÁ A DAR EL MUNDO NADIE COMO ÉL NI DEFENDERÁ LAS FRONTERAS OTRO QUE SE LE PUEDA COMPARAR.

E p it a f io de A lm anzor, según Ib n A l -A b b a r e Ib n I d h a ri
◄Detalle de la llamada ARQUETA DE LEYRE, arca de pequeño tamaño tallada en el año 1004 por Faray, artista hispanomusulmán. Probable­
mente fuera o bien capturada en el curso de alguna incursión cristiana o entregada a modo de paria o tributo a los reyes cristianos, lo que ex­
plique que acabara sus días en el monasterio de Leyre, en Navarra, que da actualmente nombre a la pieza. Allí fue reutilizada como relicario
de las santas Nunilo y Alodia. Pero su historia es muy anterior; la inscripción que contiene, en letra cúfica, indica que se fabricó a modo de RE­
GALO PARA ABD AL-MALIK, hijo y sucesor de Almanzor:

En el nombre de Alá, prosperidad, alegría, esperanza de obras buenas. Retraso del momento supremo para el hayib Saif al-Dawla 'Abd
al-Malik Ibn al-Mansur [hijo de Almanzor]. Dios le asista, de lo que le mandó hacer por orden suya bajo la dirección del Fata Al-Kabir
Zuhayr ibn Muhammad Al-amiri su esclavo. Año cinco, noventa y trescientos [según el calendario islámico].

Por lo mismo, es probable que la imagen que aquí vemos, que corresponde a uno de los laterales, corresponda bien al propio'Abd al-Malik, o
más probablemente, al CALIFA H IS H Á M II, que ejercía como tal en el momento en el que se fabricó esta arqueta (976-1009). El califa aparece
sentado "a la turca" sobre trono sustentado por leones. Nótese cómo en la mano izquierda porta un gran anillo que no es otra cosa que el
sello real, por tanto símbolo de autoridad califal. Con la misma mano sostiene una redoma o copa que es emblema de su dominio terrenal, e
influencia de la iconografía abasí del periodo. Con la diestra sujeta una piña, símbolo de abundancia. Le asisten dos sirvientes. El prolongado
pero débil califato de Hishám sirve de telón de fondo del periodo de gobierno de Almanzor y de sus sucesores e hijos, el mencionado'Abd al-
Malik y Abderramán Sanchuelo. Hishám llegó al trono siendo demasiado joven para gobernar (once años), lo que propició las luchas por el
poder. Los esclavos de la corte de origen eslavo (saqaliba) trataron de destronar al joven califa para reemplazarlo por un tío suyo, pero las an­
tiguas familias dominantes, enfrentadas a los saqaliba, reaccionaron y formaron un consejo de regencia en el que la figura dominante sería
Almanzor, quien asumía el título de hayib ("chambelán"). A partir de ese momento, sería este quien gobernase de facto, mientras Hishám era
recluido en la sombra, apartado del poder. A la muerte de Almanzor, sus herederos trataron de sostener este estado de cosas pero, carentes
de la pericia política y el prestigio militar de su progenitor, acabaron catalizando el final tanto de sus propias carreras como del califato de
Córdoba en su conjunto. Museo de Navarra.

EL ASCENSO EN LA ADMINISTRACIÓN CALIFAL

L
a trayectoria política del chambelán (h a y ib ) del califa
Hishám II, Muhammad Ibn Abi ‘Amir al-Mansur, co­ Almanzor se trasladó a casa de su tío materno para cursar sus es­
nocido en las fuentes cristianas por la latinización de su tudios en Córdoba. La ciudad que recibió al joven provinciano
sobrenombre, Almanzor (“el victorioso”), no solo despertaba era una de las principales metrópolis del islam occidental, con su
admiración entre los poetas musulmanes, sino que atrajo la muralla de piedra romano-visigoda y los más de veinte arrabales
atención de numerosos cronistas cristianos. Todos ellos contri­ desarrollados en tomo a fundaciones piadosas o mezquitas desde
buyeron a la creación de una leyenda que ha sobrevivido al que fuera designada como capital de al-Ándalus (véase “La Cór­
paso de los siglos, hasta el punto de que Almanzor es más co­ doba del califato. Una megalópolis en al-Ándalus” en Arqueología
nocido como personaje histórico en España que los califas de e H is to ria n.° 22). Pero la percepción espacial de la ciudad había
al-Ándalus. cambiado, sobre todo con la división de la administración entre
la medina de Córdoba y la nueva ciudad palatina de Medina Aza-
UNA GENEALOGÍA A MEDIDA hara, mandada construir por Abderramán III después de arrogarse
Las genealogías compuestas para explicar los orígenes del hayib el título de califa (929) y colocar así, en el marco del mundo islá­
de Hishám II remontan su ascendencia a ‘Abd al-Malik, que mico, al califato omeya de Córdoba, al mismo nivel que los otros
atravesó el estrecho de Gibraltar en el ejército de Táriq ibn Zi- dos ya existentes, el abasí de Damasco y el fatimí de El Cairo.
yád. Al mando de un grupo de tropas, se apoderó de Carteya y, Almanzor se educó con ilustres maestros y su progresión en
a cambio, recibió una propiedad en Torrox, a orillas del Gua- la carrera funcionarial, aparte de deberse a sus propias cualidades,
diaro, desde donde comenzó a ascender dentro de la élite local siguió el cursus honorum tradicional dentro del vasto aparato
y a desempeñar funciones en la administración, como emir o del Estado omeya. Accedió a él desde el humilde puesto de es­
gobernador del distrito de Algeciras, puerto clave -entonces cribano público en una tienda cercana al alcázar de Córdoba,
como ahora- del tráfico en el Estrecho. donde se ocupaba sobre todo de redactar peticiones e instancias,
Su descendiente y abuelo de Almanzor, el sabio Muhammad gracias a la intercesión de un importante cortesano, probablemente
Ibn Abi ‘Amir al-Mansur (I) -desposado con la hija de Yahya Ibn el visir Ya’far al-Mushafí, quien en la práctica desempeñó la re­
Isháq, médico del califa Abderramán III, visir y gobernador de gencia durante la enfermedad terminal de al-Hakam II. Su puesto
Badajoz- fue nombrado cadí de Sevilla por ‘Abd Alláh (895-903), clave fue el de administrador de los bienes del príncipe heredero
con lo que pasó a ser miembro de la elite judicial del emirato y y de su madre Subh, la favorita vascona de al-Hakam II. Desde
consolidó definitivamente la posición de la familia, ennobleciendo entonces, el ascenso de Almanzor en la corte fue imparable y,
sus orígenes por ambas ramas, la femenina y la masculina. El hijo como era habitual, fue acumulando las atribuciones: prefecto de
de este matrimonio, ‘Abd Alláh ibn Muhammad ibn Abi ‘Amir, la ceca -su nombre empieza a figurar en las monedas en 967-,
sería el padre de Almanzor, y Burayha, del igualmente prestigioso administrador de las herencias vacantes y, según algunas fuentes,
linaje árabe de los Tamim, su madre. La tardía biografía de ‘Abd cadí de Sevilla desde 968. Comenzó a frecuentar a los notables
Alláh se escribió de manera que resaltara sus rasgos piadosos, de Córdoba, al tiempo que se construía una residencia en el
frente a las virtudes políticas de su hijo, con referencias a su pro­ arrabal de al-Ruzafa, y se le encomendó el cargo de jefe de
funda religiosidad, su vida retirada de estudio, su despego hacia el policía (sahib a l-s h u rta ), lo que le abrió las puertas de los fastos
poder y su categoría como erudito del hadiz [N. del E.: dichos del que tuvieron lugar en Medina Azahara con ocasión de la fiesta
Profeta ante sus allegados, compilados con posterioridad]. A su de la ruptura del ayuno, en los que Almanzor, según el orden je­
muerte, hacia el año 960, sus dos hijos, Muhammad y Yahya, ya rárquico, ocupó el último puesto a la derecha del califa.
rondaban la veintena, y a pesar de ello Burayha tuvo que ganar su Durante los años 973-974, Almanzor formó parte de una
sustento, tal como proclamó años después su famoso hijo. comisión califal de inspectores encargada de supervisar las
IB DESPERTA FERRO

operaciones de los generales presentes en las campañas norte- de las herencias intestadas, procedió a recopilar los documentos
africanas de Ceuta y Tánger y el gasto excesivo que producían, de juramento público para repartirlos entre aquellos que lo
tras lo cual, en solitario, desempeñó el puesto de cadí supremo habían prestado, mientras al mismo tiempo organizaba un cuerpo
del Magreb (véase “Las campañas de Almanzor” en D espe na de guardia vinculado personalmente al califa.
F e rro A n tig u a y M e d ie va l n.° 7), región fundamental para ga­ A la muerte de al-Hakam, a principios de octubre de ese
rantizar los intercambios comerciales y el reclutamiento de sol­ año, quedó desbaratada una conjura palaciega para entronizar
dados para combatir a los fatimíes. Desde dicho cargo, Alman­ a uno de los hermanos del difunto califa, al-Mughíra, quien
zor era el responsable de llevar obsequios a los nobles bereberes acabó siendo asesinado por intervención directa de Almanzor
que abandonaban las filas enemigas para pasarse a las omeyas y Al-Mushafí. No obstante, el problema sucesorio no se limi­
y de informar directamente al califa, como muestran sus cartas taba a la edad del nuevo califa, puesto que, una vez alcanzada
en el M u q ta b is [N. del E.: antología de textos históricos com­ la mayoría, siguió sin asumir el mando y varios autores bara­
pilada en el siglo XI por Ibn Hayyán]. Cuando los asuntos nor- jaron la posibilidad, aceptada actualmente, de que no estuviese
teafricanos se apaciguaron, regresó a Córdoba y nunca más en sus plenas facultades. Así lo recogen figuras como Ibn
volvería al Magreb, sin embargo, esta misión le había permitido Hazm o el biógrafo al-Hiyari (m. 1155), quien afirmaba que el
ponerse en contacto con los bereberes, que serían un elemento califa, además de enfermo, tenía problemas de motricidad, una
fundamental para mantener el poder que llegó a adquirir durante parálisis parcial de la parte izquierda de la cara y era discapa­
el califato de Hishám II. citado mental -u n a exageración, para Ibn Sa‘id-, e incluso
numerosas anécdotas anónimas contemporáneas. Algunos his­
U N C A L IF A IN C A P A Z toriadores se refirieron a Almanzor con la palabra k a fil (“tu­
A la vuelta del Magreb, Almanzor se encargó de la gestión de tor”), sin embargo, la participación de Subh, madre de Hishám,
las tropas permanentes (hasham ), ámbito en el que ya había en los movimientos en torno a la sucesión, aportando fondos
destacado y en el que sus conexiones magrebíes le facilitaban la para facilitar la investidura y ejerciendo una verdadera regencia,
tarea. En ese momento, en la capital, la cuestión candente era la hacen sospechar del aparente desinterés de la actuación de Al­
sucesión en el trono omeya de un al-Hakam II que era un hombre manzor. Aunque infrecuente, el papel de “la gran señora”, o
enfermo, cuyo primogénito era menor de edad y que contaba “la señora Subh”, como regente desde el harén no es excep­
con otros parientes adultos más preparados para asumir el título. cional, como atestiguan las personalidades de Sagib, madre
Ello indujo al califa en el año 976 a asegurar el trono para su del califa abasí al-M uqtadir (908-932) o Sit al-M ulk (970-
hijo Abü 1-Wálid Hishám mediante un juramento de fidelidad 1023), tía del califa fatimí al-Zahir. Subh utilizó a Almanzor,
(bay'a) por parte de los cortesanos y los gobernadores, trámite que tenía acceso al harén por su cargo de administrador del
en el que Almanzor, en calidad de jefe de policía y administrador heredero, como su brazo armado, dado que tenía también la

Almanzor
Almanzor asume el cargo de responsable de la
Una vida entregada a la búsqueda del poder policía media (sahib al-shurta al-wusta).

Cadí Cursus honorum de Almanzor hasta


El conde Gundisalvo, de Galicia, informa al
alcanzar la cúspide del poder (sayyid) califa de la llegada de los normandos a su Llega a Córdoba el embaja­
territorio. La flota omeya sale en su búsque­ dor del emperador bizantino
O Aceifa cristiana da al Algarve, pero estos se han retirado. Juan I Tzimisces
Aceita musulmana
Almanzor responsable de la supervisión del buen funciona­ Un nutrido ejército califal desem­
o Aceifa en tiempos de Almanzor miento de la ceca (An-nazar fi amana dar as-sikka) barca en el norte de Marruecos.
durante el período IV/967-III/972. Derrocha buena Se combate la rebelión de los
parte de los recursos provenientes de la ceca para idrisíes contra la hegemonía
obsequiar y adular, principalmente, a Subh, madre omeya.
Moneda de plata (dirham) ^ del príncipe Hishám Almanzor obtiene de esta
forma una influencia decisiva sobre la favorita del Gálib, el mejor y más p
acuñada en Medina Azaha- Cadí de Niebla general omeya, se une al ejército
califa.
ra el año 968 o 969, durante y Sevilla. en África.
el califato de al-Hakam II
(reg. 961-976). Por entonces el jefe Auditor especial en el Ma­
de la ceca era, precisamente, Almanzor greb y máximo magistrado
(que accedió al cargo en el año 967), y en el Administrador de las judicial (Al-amana bi-ard
anverso aparece mencionado bajo su nombre herencias intestadas al-Magrib wa-quda
verdadero (Amir). (huttatu al-mawarith). Gestor de bi-ha).
los asuntos
del sucesor
designado
Con 26 años, nombrado (wakala wali
intendente, administra­ Llega a Córdoba el
Almanzor, un joven al-'ahd\.
dor de los bienes, del embajador de Otón II
alfaquí de provincias, emperador del Imperio
príncipe Hishám
se instala en Córdoba Romano Germánico.
para ampliar sus cono­
cimientos.
71 T
>0 951 952 953 954 955 957 958 959 960 961 962 963 964 965 966 967 968 969 970 971 972 973 .974
.. ...
975 976
Hishám, a la edad de 12_J
Abderramán I al-Hakam II años, designado sucesor por
(re g . 929-961) su padre Al-Hakam II
(re g . 961-976)
Ordoño III | Sancho 1 | Ordoño IV | Sancho 1 Ramiro III
1
García Sánchez 1 r ~ ............. — -— 1“
Borrell II
DESPERTA FERRO 17

capacidad de movilizar a los ejércitos y la policía acantonados García de Castilla y el rey Sancho Garcés de Pamplona. En
en la ciudad, mientras ella, por su parte, dominaba el consejo mayo, Almanzor asoló durante dos meses la Marca Superior,
de regencia encabezado por el chambelán Ya’far al-Mushafí. hasta acampar junto a la fortaleza de San Vicente, preparado
Este último, junto con el comandante supremo de la frontera, para enfrentarse a Gálib empleando parte de las antiguas fuerzas
el afamado Gálib, eran los personajes más importantes de la de la frontera de este, al mando de M a‘n al-Tuyibi -lo que sin
corte y Almanzor se apresuró a aliarse con ambos: con el pri­ duda debió doler profundamente al general-, tropas beréberes
mero, para minar la posición de los eslavones [N. del E.: anti­ a las órdenes de Ya‘far ibn al-Andalusí y su propio ejército de
guos esclavos de origen eslavo -d e ahí su nom bre- con gran la capital. Por parte de Gálib estaban las tropas fronterizas que
presencia en la administración califal] dentro del alcázar; y le seguían siendo fieles, encabezadas por otra rama de los tuyi-
con el segundo, mediante el matrimonio con su hija. bíes, la de Hashim, además de los contingentes de García Fer­
Es entonces cuando comenzaron las conocidas campañas nández y de los navarros, mandados por Ramiro, hijo de Sancho
de Almanzor, forzadas por los avances del conde castellano Garcés II. Cuando Gálib estaba a punto de vencer, se retiró de
García Fernández. Al-Mushafi, enfrentado al general Gálib, no la batalla y fue hallado muerto poco después sin huellas de he­
supo afrontar la emergencia y se contentó con ordenar la des­ rida alguna. Con la batalla de San Vincente (981), apodada por
trucción de un puente sobre el Guadiana para impedir a los al-‘Udri “de la victoria”, Almanzor quedó como h a yib y co­
enemigos el acceso a territorio musulmán. Almanzor consiguió menzó a utilizar el sobrenombre honorífico con el que ha pasado
el mando de las tropas de la capital y se dirigió a la plaza fuerte a la historia: al-Mansur (“el Victorioso”).
de al-Hamma (Baños de Ledesma, Salamanca), de donde re­
gresó con dos mil prisioneros, y de allí a Cuéllar (977), en una AL-ZAHIRÁ, UNA CIUDAD INTRAMUROS DE LA
campaña meramente defensiva. CAPITAL
Gálib y Almanzor se habían aliado para hundir a Ya’far al- Tras la conspiración que había acabado con los omeyas de Cór­
Mushafí, quien finalmente fue depuesto y humillado, pero el doba para facilitar la sucesión de Hishám II, el resto de sus pa­
siguiente en caer fue el propio Gálib, a pesar de ser su suegro y rientes se mantuvo en la sombra para evitar las represalias.
compañero de armas de aquel. Entre ambos habían surgido Pero el mismo Almanzor, temiendo también por su seguridad,
irreconciliables desacuerdos sobre el desempeño del poder, comenzó a edificar en 979 una nueva residencia que reemplazara
pues Gálib, cliente de los omeyas, no podía concebir la posición a la que ya tenía en al-Ruzafa, en un entorno mucho más pro­
en que se mantenía al califa y temía que la situación acabara tegido y controlable. La denominó Medina Al-Zahirá (“la ciudad
con la propia institución califal. En abril de 981, ambos se en­ resplandeciente”) y tardó menos de un año en poder trasladarse
frentaron en la llamada “rota de los M a‘afir”, en la que Alman­ a ella. La fortaleza-palacio serviría de acantonamiento de tropas
zor sucumbió frente a las fuerzas combinadas de Gálib, el conde fieles a su persona; le permitiría dirigir las campañas desde su

Almanzor, nuevo inspector del cuerpo per­


D a w I a a m El poderoso Ziri ibn Atiyya, en el contexto
del enfrentamiento entre Almanzor y Subh,
manente de soldados profesionales (al-nazar La d i n a s t í a a m i r í se desliga del sayyid y, desde su posición en
bil-hasam). Al-Hakam II, que ve acercarse su Marruecos, declara su lealtad directa al ca­
propio final, le brinda este cargo, de capital impor­ lifa, alineándose así con los enemigos de su
tancia, de cara a asegurar una sucesión ordenada Conspiración contra Almanzor liderada por
el comandante del ejército en Zaragoza, antiguo protector.
en el califato. Subh maniobra contra Almanzor, al que acu­
'Abd al-Rahmán ibn al-Mutarrif, unido al Almanzor hace que el califa, Hishám II, re­
ministro y cadí de Toledo, 'Abd al-'Aziz ibn sa de querer hacerse con el poder absoluto. La
respuesta del sayyid es la de purgar el círculo nuncie públicamente al ejercicio del poder y se
Marwán, y al hijo mayor de Almanzor, 'Abd lo ceda oficialmente a aquel y a su linaje. Es
Alláh. La conjura fracasa y 'Abd Alláh huye palaciego que acompaña a la madre del califa.
Tras la muerte del califa, al-Mushafi se hace Subh reacciona y trata de apoderarse de los el triunfo final e ¡ncontestado del sayyid, que
con el mando del gobierno (hayib). Almanzor, a territorio cristiano. Dos años después es definitivamente se hace, de tacto, con el control
entregado a Almanzor, que ordena su decapi­ fondos del tesoro público con el fin de poder
uno de sus hombres de máxima confianza, re­ financiar un levantamiento, lo que provoca una absoluto de todas la riendas del Estado omeya.
cibe el cargo de visir (wazit) y m inistro (wi- tación. En cuanto a los otros traidores, Alman­
zor, se limitará a hacer justicia, sin excesos. severa respuesta de Almanzor Este se hace Almanzor ordena pasar a África a un ejér­
zard). Almanzor conspira contra al-Mushafi con el control y la posesión legal de los cauda­
Pertenecen a poderosos linajes de la frontera cito de élite al mando de su mejor general.
con los que el hayib, probablemente, no desea les del Estado y, con apoyo de tropas leales, se Un año después, en 998, Ziri ibn Atiyya es
Almanzor se hace con la máxima m agis­ indisponerse. dirige a palacio y hace trasladar todo el tesoro derrotado y puesto en fuga.
tratura de la ciudad de Córdoba (sahib a su residencia de Madínat al-Zahirá.
Qj Ci. O

al-madina). Enfrentamiento abierto entre


al-Mushafi y Almanzor, alianza de este Almanzor se intitula sayyid, lo que a la Almanzor muere en el transcurso de una
con Gálib sazón supone el culmen de su carrera polí­ campaña. Su hijo y sucesor designado,
tica y, quizá, es el catalizador del movimien­ Abd al-M alik al-Muzaffar (975-1008),
Triunfo de Almanzor que, a la edad Hassán b. Qannun maniobra to que muy pronto se organiza en la corte
contra los omeyas en el Magreb. siguiendo los últimos consejos de su pa­
de 37 años, es nombrado hayib. contra él.
Almanzor ordena una interven­ dre, se dirige rápidamente a Córdoba para
Al-Mushafi es enviado a prisión. Al­
ción masiva. El rebelde es captu­ Ziri ibn Atiyya, caudillo zanata (Magreb) y ser el primero en dar al califa la noticia de
manzor al frente del gobierno.
rado y ejecutado en Córdoba. protegido de Almanzor, pone bajo obediencia la muerte del sayyid, y hacerse de inme­
Guerra en África omeya (entre 979 y 994) buena parte del Ma­ diato con los resortes del poder.
La lucha por la preeminencia entre Gálib y greb occidental y central, territorio que gobierna
Almanzor concluye con la batalla de San con autonomía.
Vicente y la muerte de Gálib.
r* . i .
1 2 3 * 4 5 . 1 6 . 7 8 91101
377 978 979 980 981 985 986 987 988 989 990 991 992 994 995 997 998 999 1000 1001 1002 1003 1004
Hishám II
(reg. 976-1009)
r ....... Bermudo II ::: .............. i ...... Alfonso V
Sancho II Garcés García Sánchez II | Sancho III Garcés
Ramón Borrell
18 DESPERTA FERRO

▲ Detalle de la llamada ARQUETA DE LEYRE (Pamplona). En ella se aprecia una escena cortesana, con músicos que tañen instrumentos para
solaz de los miembros de la corte andalusí.Tal y como ha puesto de relieve la investigación reciente, la administración califal no era un modelo
institucional consolidado sino una máquina cuyo objetivo era el DRENAJE DE RECURSOS del Estado. En consecuencia, la administración de
los recursos estatales era una fuente inagotable de riquezas por las que competían LAS GRANDES FAMILIAS del reino, caso de los Abi Abda,
los Suhayd, los Yahwar o los Futays, acostumbrados, generación tras generación, a monopolizar todos los cargos y dignidades del califato y,
en consecuencia, a nadar en la abundancia. Pero el califa Al-Hakam II comenzó, tímidamente, a repartir estas mismas dignidades entre personas
que carecían de apellidos ilustres, muchos incluso descendientes de esclavos. Son los famosos SAQALIBA, que despertaron el recelo de las
familias ¡lustres, que veían cómo advenedizos ajenos a su círculo les arrebataban parcelas de poder. Inevitablemente, estalló una pugna entre
unos y otros. El ascenso vertiginoso de Almanzor en la corte se explica, precisamente, por su alianza con las grandes familias en su lucha con
los advenedizos y descendientes de esclavos, o esclavones (caso de su gran opositor en la corte, Gálib).

propia base, proteger a su familia mientras él estaba ausente, esposa de Almanzor, a Asma le correspondía la autoridad en
con guardias de su confianza, y podía ser aislada del resto de la el harén pero, muy especialm ente, la custodia del tesoro per­
capital por motivos de seguridad durante las crisis de gobierno. sonal de los am iríes [N. del E.: dinastía de Amir, esto es, A l­
Con el tiempo, tendría una administración paralela a la del pro­ manzor] durante las ausencias de su esposo de A l-Zahirá y el
pio califa y una vida cortesana igualmente lujosa. En torno a ordenamiento de sus pagos, según consta en las recom enda­
ella, los terrenos fueron cedidos a notables de la corte y secre­ ciones de este a ‘Abd al-M alik en el momento de su muerte:
tarios afines para que edificaran allí sus viviendas. Cuando se “el dinero que tu madre guarda es el bastim ento de tu poder
trasladó a Al-Zahirá y se sintió seguro, Almanzor tuvo un gesto y la munición frente a cualquier contingencia”.1Tras la muerte
simbólico: ordenó que se le invocara en todas las mezquitas de de Almanzor, siguió viviendo en su residencia habitual y uti­
al-Ándalus, detrás del nombre del califa, lo que motivó el es­ lizaba a un alfaquí de su confianza para m antenerse infor­
cándalo de muchos por ser una medida sin precedentes. mada, lo que le permitió avisar a su hijo de una conjura tra­
mada contra él por uno de los visires de la corte. Lo mismo
LA FAMILIA DE ALMANZOR ocurrió cuando proporcionó financiación al partido omeya
Las alianzas m atrimoniales de Almanzor condicionaron su cordobés para levantarse contra A bderram án Sanchuelo, a
ascenso y el mantenimiento de su poder. Asma, la hija de quien culpaba de la muerte por envenenam iento de su medio
Gálib, apodada la Chata (a l- D a lfa ), fue aceptada por Subh, hermano ‘Abd al-Malik, con la condición de que les vengaran
desempeñó un papel fundamental en la estrategia de Almanzor a ambos.
contra Ya’far al-M ushafí y fue la esposa principal en el harén De tipo político, pero de otro tenor, fueron las alianzas
de Almanzor y madre de su hijo ‘Abd al-M alik. Divorciada que contrajo Almanzor con las hijas de los principales líderes
de uno de los visires de al-Hakam II, tiene su propia biografía de los poderes del norte peninsular, asunto que los cronistas
en el D ic c io n a rio b io g rá fic o de al-Humaydi, un honor reser­ cristianos consideran profundamente humillante. Tras la cam­
vado a un número muy limitado de mujeres. Como principal paña de Castilla o “de las tres naciones” en el verano de 982,
Dinastías omeya y amirí Muhammad
Los califas y sus chambelanes ihn Abi 'Amir
Cadi de Sevilla

'Abd Allah
Abderramán III Burayha
ibn Muhammad rS J
C alifa 912-961 (lin a je de Tamim)
ibn Abi 'Amir
a\ianza ¿amarites?

al-Hakam II Subh
al-Mughîra Abd al-Jabarl O D]
Califa 961-976 ✓1 "la va s c o n a "
Sancho Garcés II
Rey de Pam plona
____| __induce¿Vi ' '

Hishâm II
Hishâm Califa 976-1009,
Asma al-Dalfa x r T 'j Almanzor Abda
"la C hata" H ayib 978-1002
1010-1013 y 1018
co oi
co __ ----------------------- destrona
1 iO ____ ________a s e s i n a ______________________
iS .Sá
g !
if ä Muhammad II 'Abd al-Malik al-Muzaffar Abderramán Sanchuelo
Casa omeya Hayib 1002-1008 H ayib 1009
1
t? ë
03 »
Califa 1009-1010
Cristiano o de origen cristiano
"Espada de la Dinastía" "D e fe n so r de la D inastía"
O -o )IMlIJI1 /"
I De origen bereber
© i M I Califa omeya (y número) I Saqaliba (antiguo esclavo de origen eslavo) ¿asesto^
Chambelán (hayib) Amiríes (descendientes de Almanzor)
Rey Familia de origen yemení 'Abd al-Aziz ibn Abi 'Amir
Rey taifa de Valencia y Almería

llegó la hija del rey Sancho II Garcés Abarca de Pamplona, mocionar su propia figura y justificar la delegación en él de
reconocida como “vascona” en las fuentes árabes, que se todos los poderes y afirmar la situación política (véase “Exhibi­
convirtió al islam con el nombre de Abda y fue madre del úl­ ción de la fe y legitimación política: Almanzor saquea Compos­
timo amirí, Abderramán, apodado Sanchuelo por sus cone­ tela” en D espena F e rro H is to ria A n tig u a y M e d ie va l n.° 51).
xiones navarras. La tregua consiguiente culminó con el viaje A partir de 998, año de comienzo del gobierno en solitario
de Sancho II a Córdoba en 992, donde fue recibido en Al- de la dinastía amirí, Almanzor fue apoyado por la élite religiosa
Zahirá, en medio de una gran formación militar, por su nieto que, viendo al califa incapaz de gobernar y temiendo una
Abderramán, recién nombrado visir a pesar de su minoría. guerra civil, impusieron a Hishàm II la renuncia a su propio
Según Ibn al-Jatíb, A lm anzor le recibió en su sala de recep­ tesoro en beneficio de Almanzor, lo que hacía a la corte califal
ciones, entre la guardia negra y la eslava. La otra unión co­ completamente dependiente de este, pero manteniendo la es­
nocida fue con Onega, hermana de Sancho García, conde de tabilidad aparente del califato. La crisis terminó con la confir­
Castilla desde 995. mación de Hishám II como califa y la pública delegación de
todos sus poderes en Almanzor. El tesoro califal fue trasladado
LA “DINASTÍA” AMIRÍ a Al-Zahirá. Después de esto, nada turbó el peculiar orden del
Ibn Hayyán consideraba la ruptura entre Almanzor y Subh como califato andalusi: Hishám permaneció bien asentado en el trono
el acontecimiento decisivo de la historia de los amiríes, fraguada gracias a su incapacidad de molestar a nadie, mientras Alman­
desde el año 996 una vez que esta se había percatado de las zor continuó gestionando el poder en su nombre. La pérdida
redes de poder que aquel había ido tejiendo y que superaban su de la crónica de su familia, escrita por Ibn Hayyán, hace que
propia influencia. Intentó financiar una rebelión apoyada por su conozcamos este periodo mucho peor que el anterior.
hermano Raiq, desencadenada por la consulta de Almanzor al
consejo de visires y alfaquíes, para requerir su consenso para EL LEGADO Y LA LEYENDA
asumir directamente el título de califa, dando como motivo de La muerte de Almanzor, el 27 de Ramadàn del año 392 de la
la grave decisión la incapacidad de Hishám II para desempeñar hégira -añ o 1002 de la era cristiana- a los sesenta y cinco años
sus funciones. Dado que el califa debía pertenecer a la tribu del y diez meses, fue un aldabonazo. Las recomendaciones en su
profeta Mahoma, el consejo interpuso su veto, decisión que lecho de muerte a su hijo ‘Abd al-Malik, recogidas por Ibn
acató Almanzor. Tras su ruptura con Subh, y dado lo delicado Hayyán, cubrían todos los aspectos de su herencia, tanto los
de la política interna cordobesa, Almanzor necesitaba un golpe familiares como los políticos. Su cuerpo reposó en Medinaceli,
de efecto y promovió la campaña de Santiago (997) para pro- que había sido feudo de su suegro.
2D DESPERTA FERRG

► Detalle de miniatura del Codex Vigilanus o Códice Albeldense, obra


r -—
redactada entre los años 881 y 976. En ella aparece el REY SANCHO
GARCÉSII, rey de Pamplona-Nájera y conde de Aragón, bajo la le­
yenda Sancio rex. Su reinado (de Pamplona-Nájera) se prolongó
entre los años 970-994 y constituye un ejemplo de adversario y víc­
tima de Almanzor, con quien hubo de lidiar en repetidas ocasiones,
siempre sin éxito. La larga sucesión de derrotas que sufrió frente al
cordobés le llevaron, finalmente, a buscar la vía diplomática. En con­
secuencia, en 983 entregó a su propia hija Urraca (rebautizada
Abda) para que desposara con Almanzor. En 992 visitó en persona
la capital califal, donde se entrevistó con su nieto, Abderramán, apo­
dado Sanchuelo por su parecido físico con su abuelo. Este, sin em­
bargo, lo despreció y brindó un trato distante y hasta humillante,
en señal de desprecio y de superioridad frente a él.

Su figura entraba así en la leyenda. La mayoría de las fuentes


biográficas andalusíes se basan en la mencionada H is to ria de
los am ines de Ibn Hayyán, escrita de forma casi contemporánea
a los hechos, combinando los recuerdos de su padre, que había
sido secretario de Almanzor y el diccionario biográfico de al-
Humaydi. La imagen que pretende dar del personaje es la del
héroe del islam, con anécdotas sobre sus cualidades morales
(justo, docto, valiente, devoto); virtudes que contribuyen a ocultar
o justificar sus defectos, como la crueldad debida al sentido de
la justicia, concepto muy barajado cuando se describe cómo
mandó dar muerte a su hijo ‘Abd Alláh, quien se rebeló contra
él apoyado por los cristianos. Su devoción se manifestaba en la
práctica de la yihad contra los cristianos y en su intento de con­
tentar a la clase de los ulemas, cuya legitimación, por otra parte,
le era necesaria: para ello no dudó en quemar una parte de la bi­
blioteca de al-Hakam dedicada a la astrología y la filosofía e in­
tentó que la oración de los viernes se hiciera también en la mez­
quita de su propia ciudad, Al-Zahirá, sin dejar de engrandecer
la mezquita mayor de Córdoba. No obstante, tampoco se ocultan
algunos de sus defectos, como el hecho de que bebía, en contra
de las enseñanzas del Profeta. Por su parte, ‘Abd Alláh de Gra­
nada, en sus memorias, lo puso como ejemplo del azar y los B I B L I O G R A F Í A B Á S IC A
cambios de la fortuna en el mundo, al describirlo como un indi­ Ballestín Navarro, X. (2004): A l-M a n su r y la d a w la 'am iriyya.
viduo inteligente, cuyos astros se habían conjugado de forma Barcelona: Universidad de Barcelona.
conveniente y que, mediante su habilidad política, había conse­ Bariani, L. (2003): Alm anzor. San Sebastián: Nerea.
guido alcanzar todas sus aspiraciones. Echevarría, A. (2011): Alm anzor, un califa en la sombra. Madrid:
Como era de esperar, la muerte de Almanzor produjo un Sílex.
sentimiento de alivio en los reinos cristianos peninsulares. Granja, F. de la (1999)://EI testamento de Almanzor", en Estudios
Desde el famoso “el demonio que había habitado dentro de él de historia de al-Andalus. Madrid: Real Academia de la Historia,
pp. 109-120.
en vida se lo llevó a los infiernos” de la H is to ria silense2, a la
La Chica Garrido M. (1979): A lm a n z o r en los poem as de Ibn
causa natural de su muerte aducida por la H is to ria com poste-
Darray. Zaragoza: Anubar.
la n a , con un moderado “entregó su alma infelizmente al seno
Puente, C. de la (1997):"La caracterización de Almanzor entre la
de Mahoma”3, todas las crónicas celebran su fin. Varios cronistas
epopeya y la historia", en M. L. Ávila y M. Marín (eds.) BOBA VIII.
destacan el hecho de que Almanzor tratara con justicia a las
Madrid: CSIC, pp. 367-401.
tropas cristianas que servían con él como mercenarios. Un par
Sénac, Ph. (2011): Alm anzor. El azote del a ñ o m il. Valencia:
de siglos más tarde, Lucas de Tuy dice de él que “era largo e Universidad de Valencia.
alegre el rey Almanzor”4, y Jiménez de Rada llega incluso a
considerarlo “persona juiciosa, valerosa, alegre y generosa”5, E Bibliografía completa y notas en www.despertaferro-ediciones.com
lo que significa llevar a un alto grado la estima caballeresca.
Sin embargo, la d a m n a tio m e m o ria e había empezado pa­
Ana Echevarría Arsuaga (Madrid, 1967) es profesora
ralelamente y los vestigios de al-Zahirá se borraron de Córdoba
titular de Historia Medieval en la UNED. Licenciada en
ya en época de Ibn Hazm (994-1064), quien decía que “uno Historia Medieval por la Universidad Complutense,
de los que han venido hace poco de Córdoba, a quien yo pedí recibió el doctorado en la University of Edinburgh. Es
noticias de ella, me contó cómo había visto nuestras casas de autora de numerosos libros y artículos de investigación
Balat Mugit, a la parte de poniente de la ciudad. Sus huellas sobre las relaciones entre el islam y el cristianismo, con especial interés
se han borrado, sus vestigios han desaparecido y apenas se en las minorías mozárabe y mudéjar, la conversión, la polémica
sabe dónde están”.6 antimusulmana y las cruzadas.
11 OESPERTA FERRD

Las campañas militares de Almanzor


Alejandro García Sanjuán - Universidad de Huelva

C omo c o n t in u a c ió n d e u n a p o l ít ic a ya in ic ia d a p o r
LOS DOS PRIMEROS CALIFAS OMEYAS, ALMANZOR LLEVÓ A
SU APOGEO LA CAPACIDAD MILITAR DEL CALIFATO DE
CÓRDOBA, DESARROLLANDO UNA AMPLIA INTENSIFICACIÓN
DE LA POLÍTICA DE YIHAD EN CONTRA DE LOS CRISTIANOS,
CON MÁS DE CINCUENTA CAMPAÑAS EN UN LAPSO DE TIEMPO
DE VEINTICINCO AÑOS, ENTRE 977 Y 1002.
DESPERTA FERRO 23

apoyo del conde de Castilla, Fernán González. Aunque al morir

L
as numerosas e importantes campañas militares de Al-
manzor contra los cristianos pueden entenderse, en gran Ordoño en 956 fue sucedido por Sancho, solo dos años más
medida, como la continuación de una política ya iniciada tarde una rebelión de nobles leoneses apoyados por el conde
en años anteriores por los dos primeros califas de Córdoba, en de Castilla lo depuso del poder y fue sustituido por un primo
especial Abderramán III. No obstante, durante la primera mitad suyo, que gobernó como Ordoño IV (958-960). Sancho buscó
del siglo X, los reyes cristianos, en especial los leoneses, habían entonces refugio en la corte cordobesa, donde fue tratado de
demostrado ya una considerable capacidad militar, suficiente sus graves problemas de obesidad por el médico judío del califa,
para llegar a penetrar de forma profunda en el propio territorio Hasday ibn Shaprut, y posteriormente, gracias a la ayuda de
musulmán. Hay sobre todo dos momentos importantes que de­ las tropas califales, logró recuperar el trono leonés en 960.
terminan esta creciente fortaleza bélica de los reyes leoneses. La situación de inestabilidad en la que había entrado el reino
leonés desde 956 aún se prolongaría durante varios años, hasta
LA AGRESIVIDAD LEONESA la llegada al poder de Almanzor, impidiendo, de este modo, la
El primero se produce en la época de Ordoño II, hijo de Alfonso III posibilidad de llevar a cabo una auténtica política ofensiva frente
(866-910). Desde la muerte de su padre, Ordoño gobernó, al prin­ al califato cordobés. La fuerte dependencia de León en estos
cipio, como rey de Galicia, sucediendo a partir de 914 a su her­ años respecto a Córdoba queda de manifiesto en el hecho de
mano García, primer rey de León. El abandono de la antigua ca­ que el depuesto Ordoño IV, al igual que había hecho antes su
pital, Oviedo, por la nueva sede legionense representa un aspecto rival Sancho, también buscó refugio en la corte califal.
importante a la hora de entender la amplitud de las incursiones A partir de 981, el rey leonés Ramiro III (966-985) tuvo
protagonizadas por Ordoño en años siguientes. que hacer frente a la rebelión iniciada por su primo Bermudo,
Ya antes de 910, Ordoño llevó a cabo una importante acción hijo del rey Ordoño III (951-956), apoyado por Gonzalo Me-
ofensiva en la que logró alcanzar la ciudad de Sevilla, donde néndez, titular del condado portucalense, que culminaría con
saqueó una de sus barriadas, según narra la H is to ria silense. No la coronación de aquel al año siguiente en Santiago de Com-
obstante, su campaña más célebre fue sin duda la del año 913, postela. El reino leonés quedó así dividido, de tal modo que los
en la cual alcanzó y saqueó la ciudad de Évora, situada a 600 nobles castellanos y leoneses apoyaban a Ramiro, frente a los
km de distancia de León, en la que dio muerte al gobernador y gallegos y portugueses que se decantaron por Bermudo.
a toda la guarnición que la defendía. En palabras de Ahmad al-
Razi, transmitidas por el célebre cronista cordobés Ibn Hayyán LA APARICIÓN DE ALMANZOR
(oh. 1075), se trató de una acción sin precedentes: “No había La citada fecha coincidía precisamente con la del ascenso de Al­
memoria en al-Ándalus de un desastre del islam, por parte del manzor, que ese mismo año 981 lograba deshacerse del general
enemigo, más afrentoso y terrible que éste” (Ibn Hayyán, a l- Gálib, su único rival en la lucha por el poder desatada en Córdoda
M u qtab is, V; trad. de M.a J. Viguera y F. Corriente, pp. 81-83). debido a la minoría de edad del califa Hishám, de apenas once
Solo dos años más tarde, el propio Ordoño realizaba otra incur­ años de edad al morir su padre, al-Hakam. A partir de entonces,
sión en territorio musulmán y alcanzaba la ciudad de Mérida, si Almanzor monopolizó el poder en Córdoba y los cuatro años de
bien, tras suscribir un pacto, se retiró sin atacarla (Ibn Hayyán, enfrentamiento interno en León, hasta la muerte de Ramiro en
a l-M u q ta b is V, Zaragoza, 1981, p. 81-83 y 100-102). 985, constituyeron un contexto favorable para su actuación. De
No obstante, sin duda la acción más conocida de los reyes le­ hecho, el apoyo de Almanzor fue decisivo en el triunfo final de
oneses fue la célebre victoria de Ramiro II (reg. 931-951) en Si­ Bermudo, que tras su victoria quedaba, debido a ello, en una po­
mancas frente al todopoderoso Abderramán III. En agosto de 939, sición de dependencia respecto al califato, hasta el punto de que
el rey de León (con la ayuda del conde de Castilla y del rey de las tropas cordobesas llegaron a permanecer durante un tiempo
Pamplona) venció al fundador del califato cordobés, infligiéndole en territorio leonés para garantizar su fidelidad.
su más dolorosa derrota, a tal punto que, a partir de entonces, Ab­ En realidad, la actividad militar del todopoderoso h ayib ha­
derramán no volvió jamás a ponerse al frente de sus ejércitos. bía comenzado ya años antes, a partir de 977, si bien la mayor
Todavía en 955 las fuentes latinas informan de una expedi­ parte de sus aproximadamente cincuenta y seis campañas contra
ción de Ordoño III (951-956) sobre Lisboa, en la que habría los cristianos, y en concreto las más importantes, tuvieron lugar
obtenido numerosos cautivos, volviendo a León “con paz y a partir de aquel 981. Sin duda, la característica principal que
victoria” (H is to ria silen se , ed. M. Gómez Moreno, Madrid, definió su actividad bélica fue su carácter sistemático, tanto
1921, pp. 105-106). Sin embargo, el reinado de Ordoño estuvo desde el punto de vista cronológico como geográfico.
marcado por una cierta inestabilidad, debido a que su procla­ A lo largo de un período de veinticinco años, entre 977 y
mación fue contestada por su hermano Sancho, que gozaba del 1002, solo se registró uno, el año 991, en el que no se desarrolló

◄ Tocó la trompeta el sexto ángel, y oí una voz que salía del altar de oro, que estaba colocado delante de los ojos del Señor, la cual decía:
suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al Éufrates. Fueron desatados los cuatro ángeles y, en visión, vi a millones de caballos
montados por jinetes que vestían armaduras de fuego, de color jacinto y azufre. Los caballos tenían boca como de león, por la cual arrojaban
fuego, humo y azufre; y su poder estaba en su boca, aunque también en su cola, pues sus colas terminaban en cabezas de serpientes, con
las cuales picaban de muerte a los hombres (Apocalipsis 9:13).

La imagen corresponde precisamente a la reconstrucción de este escenario descrito en el libro del Apocalipsis, y plasmado aquí en una de las
páginas del BEATO DEL ESCORIAL, edición del mencionado libro testamentario redactada, comentada e iluminada en torno a los años 950-
965. La obra coincide, por tanto, con uno de los periodos de mayor apocamiento de los reinos cristianos peninsulares frente a la omnipotencia
de Córdoba, inmediatamente anterior a la aparición en escena política de quien llevaría este estado de cosas a su extremo: Almanzor. En este
contexto, no es de extrañar que el relato del fin de los tiempos haga las veces de alivio para los cristianos, una suerte de "evangelio de la es­
peranza", un relato de liberación, que anuncia a poblaciones martirizadas que sus verdugos serán juzgados y el bien prevalecerá. En paralelo,
y sin conflicto con lo anterior, no ha de sorprendernos el hecho de que -tal y como sostiene el análisis académico moderno- los cristianos pe­
ninsulares hicieran una lectura en clave política del Apocalipsis, bajo la luz de la realidad de su momento. De este modo, la pecadora Babilonia
sería la Córdoba de su tiempo, mientras que el anticristo y otros monstruos apocalípticos son equiparables a los distintos califas, a sus huestes
o, poco después, al propio Almanzor. © real biblioteca de sa n lorenzo
At

Las campañas de Almanzor


977-1002

Santiago de / /
Compostela / /
•ria
Flavia 9 ; San Pedro de Miranda de Ebro
León Eslorza ^ J> ° Amaya C e llo n g o ^ ---^ ---.
o 0 (b ) <$c ¿F
Castellum \ Astorga Alcocero y o y
Sancii Pelagii de Luto ! Orense
Fortaleza de San Pelavo] O Burgos < jP Na)era 0 /
Ö° i S. Millàndeè / Q
Carrión c* coì) la Cogoli^/ ^Albelde
M onzón^ BarbackilloQ^ftr^
Palencia0 c Lerma

Altubilla
Valladolid
Simancas o
Zamora
San Román Portillo
'eñausende de Hinojosa
lOporto \
o ocastillo de ; Olmedo
\ Aguilar Lamego Ledesma
Arévalo
Salamanca
Trancoso/ Baños
Tarankusa
p Alba de Tormes
TVlhándiga • # fljJádalajara/
\ Goüveia sierra de Á vila y Madinatal-Fam
\\\ o cf Alcalá de Henares y Santabriyya

[ontemayor ¿ Coimbra
vi Madrid/M ayñt • /
Calatalifa • //
Zorita/ Surita •

Escalona Recopolis*
°Condeixa Huete/Wabdha •
Idanha Huecas/ Uclés/Uqlish
Talavera / . Ocaña
Talabira
Alcántara/al-Qantara Tulaytula 1
Vascos
Cácere«
Santarém/
Santarin
\\ Alcázar de San Juan/
\\ Qash'Atiyya
j? Malagón/Malaqun
J J * Calatrava ¡Q ala’at Rabah
Elvas M /rid a /' Medellin/ tV k larcos
• m f: Marida •
Madallin taracuel /Karküya
Badajoz/Bata/yaws
Lisboa/*
Usbuna Juromenha Alan Belalcázar/ •Oreto
Gafiq$
;a h s a l - B a l ] u t /
Alcacer do Sal/QasrAbi Danis Baños de la Beas de Segura/
Encina . Shaqüra
Andújar/ \ £azl< i • .
Andushar i Qas^
Hornos de Segura
Beja/ßoyo lóntoro
Baeza # Úbeda / Ubbadha
Aroche Almonaster fálartce
Constantina Medina. • Jódar/Shüdhar#Quesada/Qayshata
Cortegana Qa r mu n a Azahara /\
Mértola /Martulah • Setefilla Madínat&¿ ahira°rCUna» *Jaén /Yayyan • Tíscar
.Lorad el , n a . Martos Y a y y a n
Labi a ^ / 3S e « ftE c ija / Li que. *Alcaudete Baza/ B a s ta o s
Trigueros/7a/cima Niebla/Lañ/a Carmona/ /s
Qarmuna *
* C • Aznalcizar ®
w • Estepa/Istipa ^ ^ G u a d i x/W adiÁsh.
Silves/Shilb Marchena • s í' t it ir a / llb ir a
• Cácela. i* Almonte/ D?0rla del# • O
ulé -r *: sS' Utrera «
Osuna/Usuhuna ^ • Loja
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T ^ r Teba/Ateba
M orón/ •*«**»» § 2 £ g / Andarax
paro v Awnaba $ Lebrija jMawrur *
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Arcos de la Frontera/Arkush &
Sanlúcar de B arra m e d a /B a h r al-Mada • ^ 4
Jerez de la Frontera¡S^arish o <J\
I Salobreña
Cádiz/Qádis Almuñécar/
& al-Munacab
Medina Sidonia/Siduna T a k u r u n na %
Véjer •
al-Yazirat^ Q #Gibraltar//oòa/ Tañq
a 1- J a d r a Algeciras/al-Yazirat al-Jadra
Francia occi dental

a 'í s ^ Batallas relevantes


(A) Torre don Vicente, 981
Pamplona Rosellón (B) Río Esta, 982
/ '" / R E I N O DE Ribagorza a hispánica (C) Roa o Rueda,983
Aragón Pallars carolingio)
J _ . P.erelada (D) Moneada, 985
/ PAM PLONA o Sort Perelada
r Jaca Boltaña o Cerdaña (E) Cervera, 1000
Besalú °
^Carear stti/p Uncastillo Loarre Alquézar Aínsa Rot¿a La Seo de co „ ^ 0to ° Ampurias Las campañas de Almanzor
A O •
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Calahorra/Q alahurra Huesca/W asca
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^ , /D ,
*1 Barbastro Barbatam ya Solsona D C£*ta i
Gerona
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o Ber8a a / 3iies t> Guarnición omeya
taed0 «Tudela /T u tila ^ s . V * o
t ii f • , Pirará Monzon/Muntshun Vich Gerona establecida por Almanzor
, 1u f , Ia «Hiraces Principales fortificaciones
Manresa
Agreda # Tarazona/ ^ •Balaguer > ^ o castillo Veil de Llinars ^ Aceifas representadas, y
Tarasúna
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año de ejecución
Bue¡Ja S ^ Zarag°za, CerVera Pelele les Fuelles
al-Suhayra ^ */• " Lérida/L a n d a
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* » • Bílb,1,s
^C a la ta y u d /
Las campañas de Almanzor
: Z * > bTr‘,Ayr"b Alcañiz
Calanda X u r t u §4
Tarragona/T a rra kú na
Aceifa 1.a, de febrero a abril de 977, contra Baños de Montemayor.
v Medinaceli/ Daroca / Aceifa 2.a, de mayo a junio de 977, contra el Castillo de Mola.
Madínat Salim Aceifa 3.a, septiembre de 977, contra Salamanca.
• Calamocha/C al a mu sa • Tortosa/T u rtu sa
A Aceifa 4.a, de mayo a agosto de 978, contra al-Daliya, al-Fabra, Pam­
Molina de Aragón/ plona y Barcelona.
S Mulina Morella Aceifa 5.a, de noviembre a octubre de 978, contra Ledesma.
1v y Aceifa 6.a, del 1 al 29 de mayo de 979, contra Ledesma.
^ A ibarracín/al-S ahla Aceifa 7.a, de julio a agosto de 979, contra Sepúlveda.
/Alcalá de Aceifa 8.a, de septiembre de 979 a principios de 980, contra Algeciras.
• Teruel/T irw a l / Chivert Aceifa 9.a, también llamada “de la traición", entre abril y mayo de 980.
//
/ Aceifa 10.a, de septiembre a octubre de 980, contra al-Munya.
Sarrión • M,j Oropesa Aceifa 11 .a, entre el febrero y marzo de 981, contra Qalbilis.
Onda, Aceifa 12.a, entre marzo y abril de 981, Gálib derrota a Almanzor.
Segorbe ..
# • / •Burriana/Bunÿâna Aceifa 13.a "de la victoria" [frente a Gálib], de mayo a julio de 981.
Alpuente/a/-Bunt / • Uxó Aceifa 14.a, de agosto a septiembre de 981, contra Zamora.
/ ••Almenara
AIm ^ A c e i f a 15.a, de octubre a noviembre de 981, contra Tarankusa.
síya • Santiago Aceifa 16.a, de junio a agosto de 982, contra Qastiliya, Munt Balik y Gerona.
Requena Î Aceifa 17.a, de septiembre a octubre de 982, contra Toro y León.
^Valencia/Ba/ons/ya Q Aceifa 18.a, de junio a julio de 983, contra Simancas.
•Buñol Aceifa 19.a, del 1 al 29 de septiembre de 983, contra Salamanca.
Aceifa 20.a, de noviembre a diciembre de 983, contra Sacramenia.
Castell de Alcalans A lcira / Cullerà Aceifa 21a, de febrero a marzo de 984, contra Zamora.
Sumacárcel • j •Alfandech Aceifa 22.a, de junio a septiembre de 984, contra Sepúlveda y territorio en
»
]át\va/S hátiva 4 torno a Barcelona.
Ibiza / Yâbisa Q Aceifa 23.a, de mayo a julio de 985, contra Barcelona.
Dénia/D âniya
Aceifa 24.a, agosto de 985, contra Algeciras.
Bocarentef Tárbena Ondara Q Aceifa 25.a, en verano de 986, contra Zamora, Salamanca y León.
Aceifa 26.a, de septiembre a octubre de 986, contra Condeixa.
•Ifach Aceifa 27.a, primavera de 987, contra Coimbra (Portugal).
Villena
* Aceifa 28.a, en junio de 987, nuevamente contra Coimbra.
(umilia Aceifa 29.a, posiblemente en otoño de 987, contra Burbil (Portillo).
Elche ^A licant e /L a q a n t Aceifa 30.a, invierno de 988, contra Zamora y Toro.
Aceifa 31.a, en 988, contra Astorga.
Callosa / Aceifa 32.a, otoño de 988, nuevamente contra Portillo.
\ / * Aceifa 33.a, primavera de 989, contra la ciudad de Toro.
. / Orihuela/L/r/wo/a
Mula ¿ r' Q Aceifa 34.a, en 989, contra Osma y Alcubilla.
Aceifa 35.a, en diciembre de 990, contra Montemayor.
Murcia/M ursiyya
Aceifa 36.a, en 991, contra Buns, Nájera y Alcocero.
Aceifa 37.a, entre primavera y verano de 992, contra Galis.
Lorca/Lawraqa Cartagena/Q arta ja n n a * Aceifa 38.a, contra la localidad de al-Marakib.
Vélez-Rubio Aceifa 39.a, en 993, contra San Esteban de Gormaz.
Aceifa 40.a, en 993, contra al-Agar.
^ A c e i f a 41.a, junio de 994, contra Clunia, San Esteban y Pamplona.
t » ? \irc \\e n a /B u rsh â n a Aceifa 42.a, en otoño de 994, contra Astorga y León.
,4 Tíjola Aceifa 43.a, en mayo de 995, contra Castilla.
#• Sénés Aceifa 44.a, en verano de 995, la de Batrisa.
Velefique Aceifa 45.a, probablemente en 995, contra San Román.
Aceifa 46.a, en 995, contra Aguilar.
‘ .Pechina ® Grandes ciudades (más de 40 000 habitantes Aceifa 47.a, en otoño de 995, contra Astorga.
aPr
r \ o
en algún momento de su historia andalusí)
Ciudades entre 20 000 y 40 000 habitantes
8 Aceifa 48.a, de julio a octubre de 997, contra Santiago de Compostela.
Aceifa 49.a, agosto de 998, en África.
• Ciudades y asentamientos de al-Ándalus Aceifa 50.a, contra Pallars.
?/<

s,
Aceifa 51.a, primavera de 999, contra Pamplona.
o Otras ciudades Aceifa 52.a, verano de 1000, contra Castilla, batalla de Cervera.
♦ Capitales de cora Aceifa 53.a, invierno de 1000, contra Montemayor.
$ Monasterio Aceifa 54.a, ¿en 1001?, contra Pamplona.
Baya Cora Aceifa 55.a, ¿en 1001?, contra Bab ¿Baños de Rioja?
Aceifa 56.a, entre mayo y agosto de 1002, contra San Millón de la Co-
NOTA: En cursiva, el nombre de época.
8 i, y a cuyo regreso Almanzor halló la muerte.
La ciudad
de Santiago
ca. 1000

torre
de defensa

La villa Sancti lacobi. Entre los siglos I y V d. C. existió un hábitat rural romano que probablemente correspondiera al nombre de Assegonia. Tras
esa última fecha el lugar fue deshabitado, pero mantuvo una necrópolis activa al menos hasta el siglo Vil. Según la tradición, alrededor del año 813
el eremita Pelayo avistó luces nocturnas en el mencionado cementerio. El obispo de Iria Flavia indagó y halló, presumiblemente, la tumba con los
restos del apóstol Santiago, a quien otra tradición paralela (documentada desde el siglo VI) había hecho venir a la Península en uno de sus viajes de
predicación. El rey de Asturias, Alfonso II el Casto, ordenó erigir un mausoleo en el lugar para honrar al apóstol, fundando así un lugar de peregrina­
ción cristiana y destacando, al tiempo, un patrón para la causa cristiana en la lucha contra al-Ándalus. De ahí su apelativo de Santiago Matamoros,
acuñado en tiempos de Ramiro I (sucesor de Alfonso el Casto). Según la tradición, en vísperas de la batalla ficticia de Clavijo (en el año 844) se le
apareció en sueños el apóstol para revelarle que había sido designado por Dios como patrón de las Españas y favorecer el triunfo cristiano sobre las
huestes musulmanas. La población que creció en torno a la tumba recibió el nombre de Santiago de Compostela, acaso como corrupción de cam pus
stellae (“ campo de estrellas")-en recuerdo de las luces que avistara el eremita Pelayo- o, más probablemente, derivado de com posita tella ("tierras
hermosas"), eufemismo empleado para referirse a los cementerios.

2
ninguna operación sobre territorio cristiano. Por otra parte, las COMPOSTELA
campañas organizadas permitieron a los musulmanes alcanzar Sin embargo, la campaña más célebre de Almanzor, “el mayor de
prácticamente todos los puntos de la geografía peninsular, desde todos los bárbaros”, como lo llama el autor de la anónima H isto ria
Galicia y el norte de Portugal, en la parte occidental, hasta Ca­ silense (p. 110), fue sin lugar a dudas la que le permitió alcanzar
taluña, en el extremo oriental. Como veremos más adelante, Santiago de Compostela. Esta algazúa se produjo en el verano
los propios textos árabes que narran estas campañas afirman del año 997 y representa una de las muestras más evidentes de la
que en el transcurso de las mismas los musulmanes llegaron a eficacia militar de las fuerzas de Almanzor, capaces de alcanzar
alcanzar territorios que nunca antes habían recorrido, clara ma­ una ciudad situada a más de 800 km de distancia de Córdoba (vé­
nifestación de la singularidad que atribuyen a su actuación. ase “Exhibición de la fe y legitimación política: Almanzor saquea
Las dos sedes regias que sufrieron de forma más intensa Compostela” en D espena F e rro A n tig u a y M e die va l n.° 51).
el rigor de las campañas de Almanzor fueron León y Pam­ Obviamente, la fama de esta campaña obedece a la gran im­
plona, pero también alcanzó otras ciudades, como Barcelona, portancia que ya en esta época tenía Santiago entre los cristianos
Burgos y Santiago. Durante la década de 980, la capital leonesa como lugar de enterramiento del apóstol, un hecho que no era, en
vio en tres ocasiones a los ejércitos cordobeses. La primera absoluto, desconocido por los musulmanes. De hecho, las fuentes
ocasión fue en 982, en el contexto de la guerra civil desatada árabes que narran esta campaña comparan Santiago con La Meca,
en el seno del reino leonés entre Bermudo y Ramiro III. La el principal centro de peregrinación del islam, denominando la
segunda se produjo cuatro años más tarde, en 986, como re­ ciudad gallega como “la Kaaba de los cristianos”. Como es sabido,
presalia por la decisión de Bermudo, una vez derrotado su ri­ la Kaaba se encuentra en La Meca, la principal ciudad santa islá­
val, de expulsar las tropas que Almanzor había establecido en mica, y supone el centro del rito de la peregrinación, el quinto y
territorio leonés. último de los llamados “pilares del islam”, es decir, las obligacio­
De igual forma, otras poblaciones leonesas fueron también nes básicas y fundamentales de todos los musulmanes.
objetivo de las tropas de Almanzor, entre ellas Simancas, cer­ Las fuentes árabes afirman que el caudillo amirí salió de
cana a Valladolid, cuya guarnición y parte de su población fue­ Córdoba al frente de sus tropas a principios de julio y habría
ron masacradas en 983, con tal violencia que, según una fuente
árabe tardía, refiriéndose al Pisuerga, “las aguas del río se tiñe­
ron de rojo por la sangre vertida” (D ik r , II, 198). Otras impor­
tantes poblaciones leonesas, como Salamanca (977, 983 y 986)
y Zamora (979, 981, 984 y 986) padecieron en distintos mo­
mentos, del mismo modo, la acción de las fuerzas cordobesas.
DESPERTA FERRO 27

▼ Panorámica del CASTILLO DE GO RM AZ (Soria) erigido en el siglo IX durante la dominación musulmana de la región y PIEZA CLAVE EN LA
ESTRATEGIA DE DEFENSA FRONTERIZA frente a los reinos cristianos del norte, en tanto controlaba visualmente uno de los pasos principales
del río Duero. Sus grandes dimensiones (perímetro amurallado de 1200 m) hicieron de él un bastión imponente. Por todo ello, su dominio fue
siempre codiciado y disputado: los cristianos lograron tomarlo en el año 912, pero durante el califato de al-Hakam II volvió a manos musul­
manas. Este califa emprendió la ampliación y refuerzo de sus defensas, tarea que encomendó al general GÁLIB. Frente a sus murallas se
produjo, en 975, una batalla entre las tropas de este último y las del conde de Castilla García Fernández. Este había acudido con la ambición
de tomar la plaza, pero sufrió una dura derrota. Sin embargo, en 978 el castellano probó suerte por segunda vez y en esta ocasión sí logró ha­
cerse con la plaza, para perderla nuevamente en 983 frente a las tropas musulmanas acaudilladas por el propio ALMANZOR. A partir de ese
momento la fortificación permanecería en manos musulmanas hasta su definitiva conquista por las tropas del rey Fernando I de León, en
1060. El gran protagonismo de Gormaz en las luchas fronterizas del periodo es a todas luces evidente. ©alejandro m e z c u a

tardado poco más de un mes en alcanzar Santiago, que fue to­ En su D e rebus H ispaniae, Rodrigo Jiménez de Rada narra
mada el día 10 de agosto y, posteriormente, saqueada y des­ otra de las tradiciones más célebres sobre la campaña de Santiago:
truida: “acopiaron una descomunal cantidad de botín (todo el como señal de su victoria, Almanzor decidió llevarse las campanas
que pudieron haber), demolieron completamente los edificios, menores de la iglesia que, tras ser fundidas, fueron convertidas
las murallas y la iglesia, arruinaron cuanto encontraron a su en lámparas y usadas en la mezquita de Córdoba (R. Jiménez de
paso y desolaron el lugar concienzudamente”, si bien Almanzor Rada, H is to ria de los hechos de España, Madrid, Alianza, 1989,
ordenó que no se profanase el sepulcro del santo (G. Turienzo, Libro V, cap. 16).
E l R eino de León en las fuentes islám ica s m edievales, Univer­
sidad de León, 2010, 312-313). PAMPLONA
La anónima H is to ria com postelana (escrita durante la pri­ El reino de Pamplona tampoco se libró de las acometidas del todo­
mera mitad del siglo XII), coincide en señalar el carácter se­ poderoso hayib, ya que se estima que hasta nueve de sus campañas
lectivo del daño causado por los sarracenos, quienes “destru­ alcanzaron su territorio entre los años 978 y 1001, de las cuales
yeron totalmente la mayor parte de las paredes de la iglesia de cuatro afectaron a su capital. La relación de los califas omeyas con
Santiago excepto su santísimo altar”. No obstante, a continua­ el reino pamplonés era estable desde que los embajadores de Sancho
ción añade que los infieles recibieron merecido castigo divino Garcés II (943-994), apodado Abarca, acudieran en 971 a la capital
por estos hechos, de forma que casi todos murieron, incluido el cordobesa para establecer acuerdos de paz con el califa al-Hakam II.
propio Almanzor, víctimas de la enfermedad: Con posterioridad, el propio soberano había entregado a Almanzor
en matrimonio a su hija Abda, la cual se convertiría en la madre de
Así pues, el santísimo Santiago que no quería que esca­ ‘Abd al-Rahmán ibn Abi ‘Amir, conocido como Sanchuelo debido,
paran impunemente de su iglesia, que ellos con tanta al parecer, a su parecido con su abuelo pamplonés.
soberbia habían pisoteado, los castigó con una enfer­ Durante la mayor parte de la década de 980 las relaciones
medad tan grande de disentería que, muertos la mayoría, entre Córdoba y Pamplona fueron estables. La primera campaña
solo algunos pocos regresaron a sus casas. Y como su tuvo lugar en 992, tras la cual el propio Sancho Garcés se des­
jefe Almanzor comprendió que los suyos habían sido plazó personalmente a Córdoba para sellar la paz con Almanzor,
castigados duramente con el escarmiento de tan gran una embajada que fue seguida al año siguiente por otra enca­
venganza, se dice que preguntó a los que guiaban su bezada por su hijo Gonzalo, ratificando así la sumisión de los
camino, quién era aquel cuyo palacio ya casi había sido reyes pamploneses a Córdoba.
destruido por su ataque. Y al comprender por la respuesta Pero las relaciones debieron empeorar rápidamente, pues
de estos que allí estaba enterrado con seguridad San­ ya en 994 se habría producido un primer ataque contra Pam­
tiago, uno de los discípulos del Hijo de la Virgen María, plona, que vino seguido por otros periodos de paz. Ese mismo
cuyo nombre entre ellos significa “He aquí, María”, año había accedido al trono el rey García Sánchez, apodado el
arrepintiéndose de tan gran audacia emprendió sin inte­ Temblón, el cual hubo de padecer el más grave de los ataques
rrupción la huida y mientras huía fue atacado por una de Almanzor, cuyas tropas arrasaron Pamplona en 999.
repentina enfermedad en Medinaceli, donde fue sepul­
tado, y donde entregó su alma infelizmente al seno de
Mahoma (H is to ria com postelana, trad. E. Falque, Ma­
drid: Akal, 1994, p. 75).
28 DESPERTA FERRO

CASTILLA zor, tras haber conquistado en 990 la ciudad de Osma (hoy El


Como el resto de las formaciones políticas cristianas de la Burgo de Osma, en la provincia de Soria), “la pobló con mu­
época, el condado de Castilla fue también otro de los grandes sulmanes para hostigar a los cristianos” (D/7cr, II, 200), e igual­
objetivos militares de Almanzor. Había razones para que así mente Almanzor habría establecido una población musulmana
fuera, ya que esta entidad, dependiente del reino de León, había en Zamora en 998. Asimismo, una de sus acciones más dura­
experimentado un importante proceso de consolidación y for­ deras fue la toma en 987 de la ciudad de Coímbra, situada en
talecimiento durante el largo período de gobierno de Fernán una zona donde la presencia islámica no había sido importante
González (931-970), el cual, entre otras cosas, participó de hasta entonces: a raíz de esta conquista, la ciudad permaneció
forma destacada en la victoria de Simancas sobre en manos de los musulmanes durante casi un siglo, hasta que
Abderramán III en 939. Su hijo y sucesor García Fernández en 1064 el rey leonés Fernando I la incorporó de forma defini­
(970-995) fue el primero de los condes castellanos que hubo tiva a los dominios cristianos.
de enfrentarse de forma directa al h ayib cordobés. En definitiva, durante los veinticinco años que Almanzor
permaneció en el poder, en especial, a partir de 981, los reinos
BARCELONA cristianos estuvieron sometidos a una constante presión que no
Otra de las ciudades atacadas por Almanzor fue Barcelona, en les permitió reaccionar, obligándolos a estar en permanente si­
la que las fuentes árabes suelen situar como su vigesimotercera tuación defensiva y convirtiéndolos, en muchas ocasiones, en
campaña. La ciudad había formado parte de las primeras con­ tributarios de Córdoba. Tan abrumadora llegó a ser la superio­
quistas de los musulmanes en la Península después de 711, si ridad militar musulmana que Almanzor pudo eximir a la po­
bien fue conquistada por Carlomagno en 801, a través de la ac­ blación del deber de combatir (yihad), “satisfecho del tamaño
ción de su hijo, Luis el Piadoso. Casi ciento cincuenta años del ejército”. Se trataba, nuevamente, de una medida claramente
después, en 985, los musulmanes volvían a alcanzarla. Se trata “populista”, destinada a ganarse el favor de la población, ya
de un acontecimiento que dejó una profunda huella en la me­ que, como las propias fuentes afirman, los andalusíes no eran
moria catalana, si bien las fuentes disponibles para su estudio “gente de guerra”, de tal modo que la parte principal de los
son muy escasas, menos de una decena de textos árabes, bastante contingentes lo formaban las tribus bereberes venidas del Ma-
breves y probablemente procedentes, en mayor o menor medida, greb y contratadas para combatir.
de Ibn Hayyán, cuyo padre fue secretario de Almanzor. Al regresar de su última campaña militar, Almanzor, que
Cuando se produjo el ataque de Almanzor, el condado de contaba con más de sesenta años, se sintió enfermo y murió en
Barcelona estaba gobernado por Borrel II (947-992), el cual agosto del año 1002 en la ciudad de Medinaceli (Soria), donde
había mantenido hasta entonces buenas relaciones con los califas fue enterrado. Las fuentes árabes describen en términos expre­
cordobeses. Las razones del ataque del caudillo amirí no son sivos ese momento, marcado por el fuerte sentido bélico que
muy claras, pero las fuentes hablan de que el conde fue derro­ tuvo su actividad durante un cuarto de siglo:
tado por las fuerzas del h a y ib , y algunas incluso dicen que
murió en el combate. Con posterioridad, los musulmanes ase­ Fue enterrado bajo el polvo que había recogido durante
diaron la ciudad y usaron las catapultas para lanzar las cabezas sus campañas, pues, cada vez que salía en expedición,
de los vencidos al interior (una información que repiten fuentes sacudía todas las tardes sus ropas sobre un tapete de
catalanas tardías del siglo XIII), tomándola finalmente por la cuero e iba reuniendo todo el polvo que caía. Cuando
fuerza. Asimismo, algunos monasterios cercanos a Barcelona murió lo cubrieron con ese polvo. Sobre su tumba se
fueron saqueados, entre ellos San Cucufato, San Pablo del escribió: “Sus hazañas te informarán sobre él como si
Campo y San Pedro de las Puellas. Este tipo de establecimientos con tus propios ojos lo estuvieras viendo. ¡Por Dios!,
siempre fueron uno de los grandes objetivos de los ataques nunca volverá a dar el mundo nadie como él ni defenderá
musulmanes, ya que en ellos se acumulaban importantes ri­ las fronteras otro que se le pueda comparar” (D ik r , II,
quezas, por lo cual ha llegado a decirse que saquear un monas­ 204-205).
terio era el equivalente medieval a atracar un banco.
La acción de Almanzor sobre Barcelona tuvo importantes
B I B L I O G R A F Í A B Á S IC A
consecuencias en el futuro de los condados catalanes. Dado que
Ballestín Navarro, X. (2004): A l-M a n su ry la D aw la 'am iriya: Una
el soberano carolingio no había acudido en ayuda de sus vasallos, d in á m ica de p o d e r y le g itim id a d en el occidente m u sulm án
cuando en 987 Hugo Capeto, fundador de una nueva dinastía de medieval. Universidad de Barcelona.
reyes francos, exigió la renovación del vasallaje, no obtuvo res­ Bariani, L. (2003): Alm anzor. San Sebastián: Nerea.
puesta del conde catalán, rompiéndose así el vínculo feudal que Sénac, Ph. (2011): A lm anzor, el azote del a ño mil. Valencia:
unía a los condes de Barcelona con los soberanos francos desde Universidad de Valencia.
el siglo IX, si bien legalmente se mantuvo hasta el XIII.
z Bibliografía completa en www.despertaferro-ediciones.com
FINALIDAD
¿Cuál fue el objetivo de Almanzor con todas estas campañas Alejandro García Sanjuán es profesor de Historia
de ataque sobre territorio cristiano? Las acciones de las fuerzas Medieval en la Universidad de Huelva. Entre sus
cordobesas consistían habitualmente en el saqueo de las zonas publicaciones más importantes se cuentan Coexistencia
conquistadas, sin voluntad de permanecer en los territorios ni y conflictos. Minorías religiosas en la península ibérica
de apoderarse de ellos de forma definitiva. En algunos casos, durante la Edad Media (Universidad de Granada, 2015) y
sin embargo, se produjeron situaciones algo distintas. En una La conquista islámica de la península ibérica y la tergiversación del pasado:
de sus campañas sobre territorio castellano se dice que Alman­ del catastrofismo al negacionismo (Marcial Pons, 2013).
Cuando las cabezas volaban
Las huestes amiríes Josep Suñé Arce - Universität de Barcelona

IbnA bi A mir a l - M a n s u r se h iz o c o n e l p o d e r c o r d o b é s e n e l a ñ o 978 y r e l e g ó a u n s e g u n d o p l a n o el


CALIFA HlSHÁM II. Su POLÍTICA HACIA LOS CRISTIANOS DEL NORTE PENINSULAR ESTUVO MARCADA POR LA
REALIZACIÓN DE UNA VIOLENTA Y EXITOSA YIHAD EN LA QUE LAS CAMPAÑAS REITERADAS, EL ASALTO DE NÚCLEOS
FORTIFICADOS Y LAS ACCIONES DE TERROR FUERON SUS CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES. SUS VICTORIAS SE
CONSIGUIERON GRACIAS A UN EJÉRCITO ORGANIZADO, NUMEROSO, RELATIVAMENTE BIEN ARMADO Y, EN BUENA
MEDIDA, PROFESIONALIZADO.

de personas empezó a exclamar: “ ¡Murió el importador de es­

E
n el año 1006, ‘Abd al-Malik al-Muzaffar, que ostentaba
el cargo de h a y ib en la adm inistración del califato clavos, murió el importador de esclavos!”. Ese importador de
omeya, el equivalente actual a la figura de primer mi­ esclavos al cual se estaba haciendo referencia con aquella pro­
nistro, realizó una expedición militar contra el Sobrarbe y la clama burlesca no era otro que Almanzor, padre de al-Muzaffar,
Ribagorza. Tras unos inicios prometedores, las fuerzas musul­ quien había ejercido el cargo de h ayib hasta el año 1002 sin
manas descendieron por el valle del Isábena y se adentraron en apenas conocer el fracaso. El éxito militar, sin embargo, no ex­
la frontera leridana. Fue mientras atacaban uno de los castillos plica por sí solo la relación de Almanzor con la esclavitud.
cristianos próximos a esa marca, concretamente el de Torà, que Esta vinculación únicamente se hace evidente al observar que
los andalusíes sufrieron una dura derrota a manos de los con­ sus grandes victorias consistieron la mayoría de las veces en
tingentes movilizados por los condes catalanes. Al regresar a conquistar núcleos habitados y en apresar a las mujeres y niños
Córdoba los supervivientes sin el botín esperado, un tratante que había en su interior.
DESPERTA FERRO 31

◄ Miniatura del BEATO DE URGEL. En ella se representa la toma de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor, hecho acontecido en el año 589
a. C. (Libro de Jeremías, 52) Sin embargo, la miniatura se compone en torno al último tercio del siglo X y refleja los usos de la moda militar de
este periodo. La imagen que aquí vemos se interpreta como una suerte de metonimia en la que cada figura representa no a un combatiente
sino a una unidad militar en su conjunto. De este modo, la imagen sirve de expresión de los tipos de tropas que se podría esperar hallar en un
ejército peninsular del siglo X. Así, apreciamos tres jinetes y tres peones. Dos de los jinetes aparecen armados con espadas, mientras que un
tercero emplea arco compuesto. Nótese la presencia de escudos redondos -rodelas- colgando de los arreos del cuello del caballo. Merecen
destacarse también los pequeños pinjantes metálicos que cuelgan de los mencionados arreos y cuya función es la de servir de amuletos que
alejan la mala fortuna, un fenómeno que se documenta ya en época romana (probablemente sea incluso anterior) y que sobrevive por lo
menos hasta la fecha de composición de esta miniatura. Nótese también el carácter de las espadas, que son relativamente largas, de doble
filo y punta, y empleadas con una única mano. De los peones identificamos a uno armado con espada, a otro con lanza y a un tercero que
arroja piedras, aparentemente con la mano. Todos ellos se arman con escudos redondos, presumiblemente de madera recubierta por tela
pintada con los motivos radiales que aquí vemos. Nótese la ausencia de defensas corporales o protecciones para la cabeza, algo relativamente
poco frecuente en el periodo y reservado a los más pudientes.

▼ Juguete de época califal procedente de Bayyana (la moderna Pechina, Almería). Representa a un JINETE, presumiblemente un combatiente
andalusí del periodo. Destaca el uso de la silla de montar de arzones. En los primeros siglos de presencia musulmana en la península, la caba­
llería andalusí no destacó particularmente, pero durante el califato se desarrolló enormemente. El califa Al-Hakam II, en particular, le dio un
enorme impulso, con la fundación de una yeguada militar en la almunia Amiriya, en las cercanías de Córdoba. ©m u s e o de A lmería

EL ASEDIO procedían al derribo de los muros para facilitar la conquista.


Efectivamente, la actuación táctica más destacada de los ejércitos Lo podían hacer de tres maneras distintas: mediante el impacto
amiríes -los de Almanzor y al-Muzaffar- fue el asalto de los prin­ de las piedras lanzadas por los almajaneques -lo s trabucos de
cipales centros fortificados. La expugnación violenta de ciudades tracción-, picando los paramentos para producir una brecha o
amuralladas y fortalezas no era en aquel entonces un recurso ha­ apuntalando los cimientos con una cava subterránea. En estas
bitual a causa de la gran cantidad de hombres que se necesitaban dos últimas técnicas el papel de los albañiles y
para llevar a cabo ese propósito y de las elevadas bajas que se po­ zapadores era fundamental. No obstante, la tarea
dían producir en el intento. En su lugar se realizaban largos ase­ que tenían encomendada les hacía estar muy
dios precedidos de incursiones y acciones de pequeña en­ expuestos a las armas arrojadizas de los de­
vergadura para desgastar al oponente. Sin embargo, no fensores. Con la finalidad de proteger su trabajo,
parece que a Almanzor le preocuparan estos problemas en los almajaneques y arqueros musulmanes no pa­
exceso. Las fuentes árabes insisten en raban de lanzar piedras y flechas contra los ocupantes
el gran número de efectivos que te­ de la fortaleza. A veces, las brechas realizadas en la mu­
nía a su disposición y sabemos que ¿ ralla eran rellenadas con leña empapada en alquitrán
las promesas de recompensa divina para provocar un incendio y hacer que el muro cayera.
para los musulmanes caídos en la yi- Otro recurso buscado por los ejércitos amiríes -aunque
had fueron difundidas con intensidad en más difícil de lograr, porque dependía muy a menudo
aquellos años, constituyendo el K ita b qud- de las condiciones clim atológicas- era el de privar de
w at al-gazi de Ibn Abi Zamanin (ob. 1008) agua a los defensores.
el mejor ejemplo de este interés por esti­ En todo este proceso de asalto a las plazas for­
mular la lucha contra los enemigos del is­ tificadas la guerra psicológica era uti-
lam (véase “Yihad durante el califato” en 1izada ampliamente para desmo-
Desperta Ferro Antigua y Medieval n.° 7). ralizar a los adversarios. El
El núcleo de la expedición salía de Cór­ takbir, popularizado tristemente
doba y antes de entrar en territorio cristiano por los actuales grupos terroris­
se le unían las tropas procedentes de la fron­ tas, consistía en gritar A lla h u a kb a r,
tera. Junto al ejército iban trenes de acémilas y se acompañaba con el redoble de atabales.
cargadas de pertrechos, armas y provisiones. Tampoco se dudaba en mutilar y humillar
En ocasiones, como fue el caso de la campaña los cadáveres para aterrorizar a los cris­
de Santiago de Compostela (997), el recurso tianos. Caso paradigmático es el de Bar­
a la flota permitía reducir el número de muías celona (985), donde Almanzor ordenó
movilizadas. Con todo, los andalusíes no po­ accionar los almajaneques para lanzar ca­
dían mantenerse en tierra enemiga por largo bezas sobre la ciudad en vez de piedras. La fama cierta de que
tiempo solo con sus propios suministros. Esto les obligaba a quienes se resistían eran ejecutados a sangre fría -aunque luego
desplazarse constantemente para buscar alimentos. De esta se rindiesen- y de que sus mujeres e hijos eran hechos esclavos,
necesidad surgían muchos de los saqueos y devastaciones que hacía el resto. Aquellos que sufrían la yihad de los amiríes sabían
nos transmiten los documentos. Otra gran dificultad, aún más que solo lograrían salvar sus vidas, y las de sus seres queridos,
urgente que la anterior, era la de proveerse de agua. En una si claudicaban sin combatir, obtenían el am an -rendición con
de las aceifas dirigidas contra el reino de León centenares de condiciones- o rechazaban a los musulmanes exitosamente.
combatientes musulmanes habrían muerto de sed. Si el ataque directo a la fortificación fracasaba o se consi­
Cuando las fuerzas amiríes llegaban a su objetivo, lo primero deraba que las posibilidades de éxito eran escasas, no se esta­
que hacían era obligar a los cristianos a que se encerrasen tras blecían asedios, sino que, por el contrario, se saqueaban los
las murallas. Para ello no era extraño que se produjeran encar­ arrabales de la población, se destruían los castillos dependientes
nizados combates por el control de los arrabales. A continuación, de ella y se arrasaban las tierras de los alrededores. La idea era
» S S B 'y w * y r - '" \ < 'Jtr(

desgastar al máximo la capacidad de re­ zona. Tras un combate con los jinetes
sistencia de los cristianos para que un andalusíes, el conde fue herido y hecho
ataque ulterior pudiese tomar a la fuerza prisionero. Murió poco después y su ca­
la plaza deseada. Victorias amiríes como beza fue enviada a Córdoba (995). sufrido la derrota de los dos flancos.
las de Salamanca (986), Sepúlveda Aquel día, de todos modos, las bajas an­
(984), Zamora (988), León LA BATALLA dalusíes alcanzaron cifras muy elevadas.
(994/995), Toro (989/990), ^ Las batallas campales, al igual que También conocemos algunas tácticas
Barcelona (985), Coímbra sucedió con la mayoría de los utilizadas por los bereberes, quienes se
(987), Astorga (997), San conflictos desarrollados en la habían convertido en las unidades de
Esteban de Gormaz (994) Edad Media, fueron un tipo élite amiríes. Abrir las filas de la forma­
y Pamplona (1000/1002) ^ de enfrentamiento poco fre- ción para a continuación rodear a quie­
fueron consecuencia de esta cuente dentro de las campañas nes habían cargado contra ella y la ha­
insistencia. Los contingentes an- amiríes. Con todo, sabemos que bían atravesado, así como alancear de
dalusíes instalados de manera los dispositivos tácticos orde­ manera conjunta y coordinada las mon­
permanente en la frontera tam­ nados por Almanzor se mostra­ turas rivales mientras se estaba lu­
bién contribuirían al debilitamiento de ban débiles en ambos flancos. Venció chando, son algunas de las maniobras
las defensas enemigas mediante incur­ en la batalla de Atienza (981) porque descritas en las fuentes árabes.
siones de corto alcance propias de la cuando su enemigo, el anciano Gálib,
guerra cotidiana. Lamentablemente las estaba lanzando la carga final contra el LOS BEREBERES
fuentes árabes son casi mudas al res­ centro de su formación -después de ha­ Los bereberes nunca antes habían tenido
pecto. La única excepción la constituye ber puesto en fuga a sus dos alas- falle­ un protagonismo tan destacado en el ejér­
una acción de pequeña escala que por ció oportunamente. Años después, en la cito andalusí. El califa al-Hakam II (961-
su importancia recibió la atención pri­ pírrica victoria de Peña Cervera o batalla 976) los empezó a incorporar en
vilegiada de los compiladores bajome- de Cervera (1000), ocurrió un gran número después de
dievales. Se trata de la captura del conde fenómeno similar. Solo me- quedar maravillado por sus
castellano García Fernández, quien ha­ diante la astucia de fingir que aptitudes bélicas, pero fue
llándose de caza de forma temeraria en los criados y sirvientes del cam- j el h ayib Almanzor quien
J r;
la frontera tuvo la desgracia de ser des­ pamento musulmán eran tropas de Jp ^ reclutó a la mayoría de
cubierto por un escuadrón de la caballe­ refuerzo se consiguió salvar del || ellos con la finalidad de
ría musulmana que se encontraba en la desastre un ejército que ya había Ji crear un contingente de
◄Imagen general y fotografías de detalle de algunos de los relieves que decoran la llamada ARQUETA DE SANTO D O M IN G O DE SILOS que,
merced a las inscripciones que contiene, podemos saber fue esculpida en el taller de Muhammad ibn Zayan, en Cuenca, en el año 1026. Por
razones que se desconocen acabó en manos cristianas y, en torno al siglo XII, le fueron añadidas algunas piezas que representan ángeles y
otros motivos de iconografía cristiana. La pieza original, sin embargo, representa escenas de cacería o de lucha entre humanos y animales,
tanto fantásticos como reales. Interesa particularmente el detalle con el que se representan las armas y protecciones corporales de las figuras
humanas, que reflejan fielmente las empleadas por las HUESTES ANDALUSÍES DEL PERIODO. Así, por ejemplo, se aprecia el empleo del arco
compuesto, de origen oriental, mucho más potente que el arco simple. Los dos jinetes y dos de los arqueros visten lo que parecen ser gam-
besones o prendas acolchadas para absorber los golpes de un arma blanca. Otros dos, por el contrario, visten lo que parece ser algún género
de cota de malla, que el artista ha tratado de representar mediante el troquelado de gran número de orificios en la superficie de la prenda.
Bajo esta armadura se aprecia el gambesón, visible en los antebrazos. Los jinetes son muy interesantes, ya que reflejan varias características
importantes de la monta del periodo: por un lado, el empleo de estribos, claramente discernibles en uno de los casos. Ahora bien, se trata de
estribos altos, que mantienen la rodilla flexionada, a la inversa de lo que ocurre con los estribos empleados en el occidente cristiano, que se
disponen más abajo y permiten al jinete estirar completamente la pierna para descansar su peso de mejor manera. Nótese asimismo el empleo
de pequeñas rodelas redondas y planas decoradas con motivos serpentiformes, así como espadas de doble filo y hoja recta, comunes tanto
a cristianos como a musulmanes. Museo de Burgos. ©Eduardo kavanagh

tropas enteramente leal a sus intereses. infancia para ser forma­ neral la calidad de los efectivos
La calidad de estos efectivos se explica dos como militares. asalariados, cum plían una
por el hecho de haber sido escogidos de Los andalusíes eran, { función relevante en el des­
manera muy selectiva entre las diferentes como es fácil de supo­ arrollo de las campañas. Estos
confederaciones tribales del Magreb. ner, musulmanes autóc­ se pueden dividir en dos grandes
Esto era así debido a que cuando un jefe tonos que servían como sol­ grupos: los soldados de leva y
de estos clanes enviaba una embajada a dados profesionales. Muchos los voluntarios. Ambos tenían
Córdoba para agradecer los regalos de de ellos se consideraban des­ en común que no recibían del Estado
prestigio que desde allí se le hacían, parte cendientes de los árabes que habían lle­ una remuneración ordinaria -sí la podían
de los hombres armados que acompaña­ gado a la península ibérica en la primera recibir extraordinariamente- por su ac­
ban la delegación se alistaban en el ejér­ mitad del siglo VIII y mantenían una tividad bélica, pero mientras los prime­
cito andalusí atraídos por las riquezas cierta idiosincrasia tribal que se mani­ ros estaban obligados a hacer el servicio
que se les ofrecían. Hay crónicas árabes festaba en la organización de sus unida­ militar si no pagaban un tributo que les
donde se afirma que los bereberes aca­ des. Era de estos últimos efectivos, es­ eximía de él, los segundos acudían es­
baron siendo, en tiempos de Almanzor, pecialmente, contra quienes Almanzor pontáneamente a la expedición.
el grupo étnico mayoritario dentro del se quería proteger haciendo venir a los Las fuentes árabes nos informan de
ejército regular (yun d ). Sin embargo, las bereberes. Pero la llegada de magrebíes que los soldados de leva se encargaban
mismas compilaciones contradicen este no fue la única medida que emprendió de tareas que podríamos denominar auxi­
dato al ofrecernos cifras, pues los ma­ para limitar su amenaza. Además, pro­ liares, como talar árboles frutales, cuidar
greóles habrían representado solo 3000 hibió que los distintos contingentes an­ las acémilas que transportaban las armas
jinetes del total de 21 000 efectivos que dalusíes estuvieran formados por hom­ y provisiones, y colaborar en la expugna­
había repartidos entre la capital y las bres que com partiesen un mismo ción de fortalezas cargando y depositando
fronteras. La información anterior parentesco y ordenó que toda uni­ haces de leña cerca de las murallas. Sa­
tiene más sentido si en vez de dad contase con la presencia bemos que Almanzor ordenó prescindir
referirse al y u n d en con­ de varias familias. De esta de las levas en 998, argumentando que ya
junto se hace alusión a una manera pretendía elimi­ tenía suficientes hombres con el ejército
parte específica de él cono­ nar la cohesión ciánica regular. La decisión, no obstante, parece
cida como hasam (sing.) o ah- que había caracterizado que no habría sido respetada por su here­
sam (pl.). Ambas tipologías hasta entonces a aquellas tro­ dero, al-Muzaffar, quien las habría vuelto
de combatientes recibían pas. También parece ser que les a convocar tras la muerte de su padre en
del Estado una remunera­ limitó la capacidad de autofinan- 1002. Menos datos tenemos sobre las fun­
ción ordinaria por sus ser­ ciarse al retirarles las concesio­ ciones que cumplían los voluntarios, aun­
vicios, pero los segundos tenían la fun­ nes territoriales que disfrutaban. que la destacada presencia de combatien­
ción concreta de proteger al emir y Las tropas regulares -incluido el ha­ tes bereberes entre sus filas sugiere que
asegurar su poder absoluto, motivo por s a m - constituían el núcleo del ejército asumirían un papel más relevante. Cono­
el cual residían cerca del palacio o en amirí. Sus miembros ocupaban las posi­ cemos también la predilección que los
las fortalezas más estratégicas del país. ciones más críticas en el campo de bata­ amiríes sentían por las gentes del rib a t
Almanzor hizo de los bereberes su lla, tales como el centro y los flancos, y [N. del E.: defensa fronteriza]. Estos eran
hasham, porque cuando alcanzó el poder realizaban las operaciones que requerían
temió una conspiración del resto del mayor sangre fría, por ejemplo la ejecu­
yund en su contra. Los grandes grupos ción de prisioneros. Sin embargo, no
étnicos que integraban el ejército regular eran los únicos contingentes que parti­
en aquel entonces eran los saq alib a y cipaban en las expediciones militares.
los andalusíes. Los primeros eran escla­ Junto a ellos acudía un importante nú­
vos procedentes de la Europa oriental mero de combatientes no profesionales
que habían sido comprados durante su que, si bien no alcanzaban por regla ge­
34 DESPERTA FERRO

Decía: ferid de recio, mis leales amigos;


La batalla de Cervera Habedes muchos tuertos de Almozorre recebidos;
Para vengarnos dél sed bien mente metidos,
Año 1000 Membradvos que por eso somos aquí venidos.
(Anón., Poema de Fernán González, verso 507)

La ilustración reconstruye los momentos más críticos de la batalla de


Cervera, enfrentamiento lidiado en el año 1000 entre las tropas de Al-
manzor y una coalición de reyes cristianos; posiblemente, el momento
en el que el caudillo amirí estuvo más cerca de hallar la muerte. En julio
del año 1000 Almanzor partió en dirección a Castilla, pero no esperaba
que allí le esperase una coalición formada por los reyes de Pamplona y
León, así como el conde de Castilla, que sorprendieron al hayib en las
proximidades de Cervera (Burgos). En palabras del cronista árabe Ibn
Jatib, en su Kitab amalal-alam (trad. Rafaela Castrillo Marques, Madrid,
Instituto Hispano-Arabe de Cultura, 1983):

v V
DESPERTA FERRO 35

Nunca afrontó al-Mansur una lucha más intensa ni en circuns­ muy grande el desconcierto. Tan malas se pusieron las circuns­
tancias más difíciles ni cruentas [...] Los enemigos de Allah tancias para los musulmanes que los hombres comenzaron a
concentraron su caballería y atacaron simultáneamente las alas separarse sin atinar a adoptar una actitud común. Cada uno
derecha e izquierda musulmanas, descargando sobre ellas procedía a su arbitrio, buscando la oportunidad de huir, hasta
todo el peso de sus escuadrones, con la consecuencia de que el punto de que uno de los secretarios de al-Mansur llamado
se desarticularon las líneas de los defensores islamitas y los cris­ 'Abd al-Malik ibn Idris al-Yaziri, púsose a decirle a Said Ibn Yusuf,
tianos se afianzaron, atacando con más brío. La lucha se pro­ conocido por Ibn al-Qalina:'Ven a despedirte, oh mártir, pues
longó bastante, tornándose cada vez más insostenible la con seguridad hoy has de morir'. Y una vez finalizada la jornada
posición crítica en que estaban los musulmanes, pues al ver, resultó que el presagio se había cumplido.
los que estaban atrás en la línea de los defensores, el aprieto
en que los mismos se hallaban, se desorientaron y desanima­ La situación era por completo desesperada para los andalusíes, aun­
ron. La mayoría aflojó y, a su vez, los más de éstos se dieron a que ello no impidió que algunos de ellos destacasen por sus actos
la fuga. Los ataques menudeaban por todos los flancos, hasta heroicos. Siguiendo al mismo Ibn Jatib:
el punto de que casi hicieron morder el ignominioso polvo de
la derrota a los musulmanes. [...] Así continuaron las cosas Fue'Abd al-Malik, el hijo de al-Mansur, el combatiente más des­
hasta que descalabró el ala derecha y se quebró, haciéndose tacado de aquella hueste de defensores de la fe; y ello, por opi­
nión unánime y sin ningún espíritu de adulación, es decir, por
justicia y no por favoritismo, estando con él una cantidad de
campeones de los más brillantes que existían entre los musul­
manes de al-Andalus y de África, predominando en número los
caballeros bereberes. De éstos el más reputado en ese día fue
Kayaddayr al-Dammar¡ al-Abra ("el Leproso"), quien era un prín­
cipe de la tribu norteafricana de los Banu Dammar y, a la vez,
uno de los jefes principales de los bereberes. Este hombre mos­
tró una extraordinaria intrepidez, habiendo matado, en un fu­
ribundo arranque, a uno de los condes de Banu Gumis,
cortándole la cabeza y trayéndola consigo.

Estando en este duro trance, y temiendo la batalla se convirtiese en


una amarga derrota, Almanzor ideó una estratagema que daría un
vuelco a la fortuna:

Al intensificarse el calamitoso desarrollo de los acontecimien­


tos, se le ocurrió a al-Mansur una idea que fue la causa más
eficiente de la victoria. Ella consistió en esto: al-Mansur dis­
puso que se levantara el campamento de su ejército, sacán­
dolo de la hondonada en que estaba -y de la que él mismo
había tenido que apresurarse a salir por causa del enem igo-
para instalarlo en el promontorio en que él se hallaba. Or­
denó, pues, a gritos a los que le rodeaban que efectuaran el
transporte de los efectos, con amenazas para los que se atra­
saran en la operación. Además, llamó a los sirvientes que cui­
daban de su tienda de campaña y les mandó que la
condujeran a dicho promontorio con toda celeridad amena­
zándoles también a ellos con graves castigos por cualquier
demora. Los sirvientes llevaron el pabellón de inmediato, car­
gándolo sobre sus espaldas, de modo que enseguida quedó
debidamente instalado.
Cuando los enemigos vieron a al-Mansur se desmoralizaron,
suponiendo que los musulmanes tenían detrás tropas de re­
fuerzo, y desde ese momento comenzaron a replegarse. La
huida no se interrumpió ya, siendo perseguidos por los mu­
sulmanes, que mataron cuantos quisieron, resultando, a la
postre, que los cristianos, en su mayoría, se vieron atados con
las mismas cuerdas que habían preparado para ligar a los cau­
tivos islamitas.

La victoria fue en efecto para los andalusíes, pero a costa de un duro


sacrificio. Las propias fuentes musulmanas reconocen una cifra de
ochocientos "mártires" entre sus filas. En nuestra imagen se aprecia
la hueste cristiana que avanza por la izquierda para asestar el golpe
-pretendidam ente- definitivo sobre las líneas andalusíes, ya muy
debilitadas. Sin embargo, en la distancia se aprecia el pabellón real
que los sirvientes de Almanzor erigen en una colina cercana, un
gesto que los cristianos interpretarán como prueba de la de la lle­
gada de refuerzos y de la seguridad de los árabes en la victoria, lo
que al poco hará que pierdan la fe en la victoria y emprendan la
huida, dejando el triunfo en manos del hayib. © p a b l o o u te ir a l
36 DESPERTA FERRO

voluntarios que se instalaban durante un tiempo en las rábidas de fragmentación política del califato (1009-1031), ni eslavos ni
la frontera para rezar y practicar la yihad. Ellos y los reclutas que andalusíes puedan expulsar de la península ibérica a los ma-
se habían presentado a la leva con un caballo recibían del botín grebíes, a pesar de que estos últimos contaban con unos efecti­
presas tan valiosas como las mujeres y los niños. vos mucho más reducidos. A nivel armamentístico se deduce
La generosidad de los amiríes con los voluntarios del rib a t que las protecciones de metal no estaban demasiado extendidas
y los reclutas montados a caballo se explica por el deseo de entre las tropas musulmanas. Este hecho, sin embargo, no de­
compensar económicamente a unos contingentes que habían muestra que los cristianos estuviesen mejor armados y equipa­
tenido que costear su propio equipo. dos por aquel entonces, algo que sí será evidente durante los
siglos centrales de la Edad Media. Pero no eran la buena orga­
ARMAMENTO nización, una cantidad aceptable de lorigas o la profesionaliza-
En relación con el armamento de los ejércitos andalusíes del úl­ ción de una parte considerable de las tropas los aspectos que
timo cuarto del siglo X y principios del XI, algo que se debería hacían diferente al ejército amirí, sino la extraordinaria capaci­
evitar es imaginar unas tropas vistiendo hierro de la cabeza hasta dad para tomar al asalto los principales núcleos fortificados de
los pies. Las protecciones de metal existían y eran utilizadas, los cristianos. Ni antes se había conocido una eficacia parecida
pero su uso estaba restringido a una minoría de combatientes. a la hora de superar el obstáculo de las murallas ni después se
Para hacerse una idea, la cantidad de escudos en el arsenal de al- volverá a ver. Quizá lo más sorprendente es que todos estos
Zahira, en Córdoba, era de 40 000 ejemplares, mientras que la éxitos se consiguieron con una tecnología muy limitada, donde
suma de cotas de malla no alcanzaba la cifra de 13 000. Esto sig­ tan solo los almajaneques parecen haber requerido una inge­
nifica que, virtualmente, por cada combatiente que pudiera llevar niería más sofisticada. En mi opinión, los éxitos militares de
ambas defensas, había otros tres que solo portarían escudo. Parece Almanzor y de su hijo al-Muzaffar solo se explican por el gran
además que las lorigas estaban reservadas a los integrantes de la número de efectivos que conseguían movilizar para sus expe­
caballería acorazada que servían en el ejército regular, quienes diciones -se dice, sin duda de manera exagerada, que en alguna
también recibían almófares y yelmos cuando salían en campaña. de estas campañas participaron hasta 46 000 jinetes y 26 000
Otra protección usada por los jinetes musulmanes de manera ex­ infantes-, por la insistencia en atacar repetidamente una misma
cepcional eran unas placas de acero indio que se llevaban en los plaza, ocasionándole así un desgaste que facilitaría a la larga
antebrazos. Con ellas se buscaba que los hombres a caballo pu­ su expugnación, y por el uso de una brutal política de terror
dieran proteger sus caras y cabezas de los golpes enemigos. Se que nos hace estremecer cada vez que leemos los relatos que
emplearon durante la expedición de Barcelona (985) para con­ nos la describen.
trarrestar las mortíferas espadas francas y no vuelven a aparecer
en los relatos de los siguientes enfrentamientos. La necesidad de
recurrir a este tipo de defensa sugiere que al menos una parte de B I B L I O G R A F Í A B Á S IC A
la caballería andalusí no portaba escudo cuando combatía. En Ballestín, X. (2004): A l-M a n su ry la daw la 'amiriya: una dinám ica
cuanto al armamento ofensivo, este consistía en lanzas, espadas, de p od er y le g itim id a d en el occidente m u sulm án medieval.
mazas, hachas y arcos árabes. Tampoco podemos descartar el Barcelona: Universidad de Barcelona.
recurso a algún tipo de ballesta primitiva (véase “El guerrero an­ Ballestín, X. (2015): A lm ansor i la destrucció de Barcelona, de les
dalusí” en D espertó F e rro A ntig ua y M edie va l n.° 7). cendres del R egom ir a I'u ltim á tu m d'H ug Capet. Barcelona:
Si la información sobre el armamento es escasa, menos Editorial Base.
datos aún aportan las fuentes árabes sobre la vestimenta y los Benet i Ciará, A. (1997): “Les ¡ncursions dAlmansor i Abd al-
Malik", en Pladevall, Antoni (dir.) C atalunya Rom ánica.
atuendos de los combatientes amiríes, más allá de hacernos
Barcelona: Enciclopédia Catalana, vol. XXIV, p. 301.
saber que los bereberes cubrían sus cabezas con turbantes.
Maíllo Salgado, F. (1993): Ibn Idári. La caída del califato de
Esta carencia de noticias se puede compensar con las imágenes
Córdoba y los reyes de taifas (al-Bayán al-M ugrib). Salamanca:
que nos ofrecen los beatos mozárabes y la eboraria andalusí.
Estudios Árabes e Islámicos, Universidad de Salamanca.
Gracias a estas fuentes iconográficas sabemos que los caballos
Molina Martínez, L. (1981): "Las campañas de Almanzor a la luz
y las sillas de montar iban adornados con diferentes objetos y de un nuevo texto". Al-Q antara: Revista de estudios árabes, 2/1-
señales, tales como pinjantes, lazos, nudos, cascabeles, crótalos, 2, pp. 209-263.
canilleras y marcas de hierro candente. Asimismo, las colas Zozaya Stabel-Hansen, J. (2010): "Militares en iluminaciones y
de los equinos eran peinadas de distintas maneras. Tal como marfiles: una visión del ejército califal". Cuadernos de M a d in a t
sugirió Juan Zozaya en uno de sus trabajos más interesantes, al-Zahrá ’, 7, pp. 43-63.
es probable que todos estos ornamentos tuvieran como objetivo
identificar las unidades en el fragor del combate, así como re­ E Bibliografía completa en www.despertaferro-ediciones.com
conocer la graduación de sus diferentes miembros.
Josep Suñé Arce es doctor en Historia por la Univesitat
EPÍLOGO de Barcelona (2017), ha centrado su investigación en el
Recapitulando todo lo dicho hasta ahora, podemos afirmar que análisis de los ejércitos andalusíes y en el estudio de las
el ejército amirí era una estructura bien organizada en la cual causas que explican su retroceso ante las huestes
tomaban parte tropas regulares y combatientes no profesionales. cristianas. Recientemente ha sido galardonado con el
La procedencia geográfica de los soldados era mayoritariamente Premio Jóvenes Investigadores AIHM-Banco Santander Totta (2018).
andalusí aunque desde un punto de vista cualitativo la calidad Asimismo, tiene publicaciones destacadas en Gladius, Anuario de
de los bereberes destacaba por encima de la de los demás. Esta Estudios Medievales, Al-Qantara y Al-Masaq. En la actualidad compagina
realidad será especialmente patente cuando, al producirse la sus tareas de investigador con las de profesor de secundaria.
H asta q u e l a ir r u p c ió n d e in t e r n e t y l a g l o b a l iz a c ió n d e
LA CULTURA TRAJERON CONSIGO LA INVASIÓN DE HÉROES DE LA
PANTALLA O DE LOS VIDEOJUEGOS, ALMANZOR FORMABA PARTE
DEL IMAGINARIO COLECTIVO CASTELLANO Y SU NOMBRE POBLABA
LOS RELATOS QUE LOS ABUELOS CONTABAN A SUS NIETOS,
PERPETUANDO ASÍ LA MEMORIA DE SUS TERRIBLES CAMPAÑAS.

La espada
del islam
Jesús Lorenzo Jiménez - Universidad del País Vasco
enorme poder que acumulaba, convirtió la guerra santa en un efi­
cacísimo instrumento de propaganda que le hizo merecedor a ojos
de los andalusíes del puesto que ocupaba. Fueron tantas las expe­
diciones militares que emprendió que los cronistas árabes no se
ponen de acuerdo a la hora de cifrar su número. El D ik r b ila d al-
Andalus habla nada menos que de cincuenta y seis campañas entre
el año 977, fecha de su primera expedición a la cabeza de las tropas,
y su muerte en 1002, vencido por la enfermedad, nunca por la es­
pada, lo que arroja la espeluznante media de no menos de dos cam­
pañas cada año. A lo largo de esos años, ninguno de los reinos ni de
los condados de la península ibérica se vio libre de sus ataques.
De entre todos ellos, el reino de León fue el que sufrió de forma
más acusada la intervención de Almanzor. Ya desde el siglo VIII,
ry este reino había representado la mayor amenaza para Córdoba, con
frecuentes incursiones de saqueo sobre territorio andalusí que per­
mitieron ampliar su área de influencia prácticamente hasta el rio
Tajo. Para Almanzor, este territorio constituyó desde el principio un
n cronista árabe dijo de él: “Durante toda su vida, al- objetivo preferente desde su primera campaña, en la que destruyó

U Mansur ibn Abi Amir no dejó nunca .de atacar a los cris­
tianos, asolar su país y saquear sus bienes [...]. Comba­
tiendo contra ellos llevó a cabo hazañas memorables y batallas
gloriosas”. Y es que, efectivamente, durante los veinticinco años
Baños de Ledesma. A esta le siguieron otras muchas dirigidas contra
las ciudades de León, Zamora, Simancas, Salamanca, Coimbra, Se­
pulveda, Cuéllar y un largo etcétera, que serían destruidas de forma
sistemática y su población diezmada, ya fuera por la aniquilación o
que duró su gobierno, Almanzor consiguió poner de rodillas a por la toma masiva de cautivos.
todos los soberanos del norte peninsular, con los que jugaba a su Estas campañas se vieron favorecidas no solo por la eficacia
antojo, como lo hace un gato con su presa cuando la tiene a su del ejército de Almanzor, sino también por la propia debilidad del
merced entre sus garras: sin prisa, sin piedad. A pesar de ello, los reino, que se encontraba inmerso en luchas intestinas. Las faccio­
cronistas latinos apenas pueden disimular su admiración por esté nes enfrentadas acudían no pocas veces a Almanzor para solicitarle
terrible enemigo, a quien reconocieron su valor y su sentido de la ayuda contra sus rivales, y este la otorgaba de forma aleatoria.
justicia, una imagen que recuerda en alguna medida a la memoria Los contingentes leoneses rebeldes pasaban a engrosar el ejército
que dejaron otros personajes míticos del islam, en particular Sala- de Almanzor y participaban junto a los musulmanes en las des­
dino en oriente, casi dos siglos más tarde. trucciones y saqueos sobre territorio del reino.
De todas las campañas realizadas contra el reino de León, la
ALMANZOR Y LA YIHAD que más impacto causó entre los cristianos fue la que llej/ó a la
A la muerte del califa Abderramán III en el año 961, el califato destrucción de Santiago en el año 997, por la carga simbólica que
había caído en una especie de desidia en relación con los reinos representaban tanto la ciudad como su templo. Desde el punto de
cristianos del norte peninsular, lo que de alguna manera suponía el vista religioso, se trata del lugar donde se encontraba el presunto
reconocimiento tácito de su existencia. El califa al-Hakam II, que sepulcro del apóstol Santiago, cuyo cadáver habría sido conducido
gobernó en al-Ándalus entre los años 961 y 976, había sido más por sus discípulos en una barca desde Jerusalén hasta el extremo
proclive a la diplomacia que al empleo del ejercito para dirimir las occidental del mundo conocido, esto es, Galicia (véase “Antes
diferencias, incluso tolerando en ocasiones los ataques provenientes del camino...” en A rqueología e H is to ria n.° 6).
del otro lado de la frontera. Esta situación se iba a transformar ra­ Fue en el año 814, durante el convulso reinado de Alfonso II,
dicalmente durante el gobierno de Muhammad Ibn Abi ‘Amir al- cuando, según cuenta la tradición, unas luces en el cielo advirtieron
Mansur: consciente de la falta de legitimidad para el ejercicio del a un ermitaño de la presencia del sepulcro en ese lugar. Al tener


DESPERTA FERRO 39

◄Miniatura del BEATO EMILIANENSE, de principios del siglo X y, por lo mismo, considerada la más antigua copia conservada del original que
da lugar a todos los beatos, esto es, los Comentarios al Apocalipsis del beato de Liébana (año 778). La imagen refleja ei pasaje del Apocalipsis
correspondiente al séptimo ángel, cuando Dios envía a dos profetas para predicar pero estos son ejecutados por el Anticristo, aunque al
poco cobrarán vida de nuevo:

Entretanto yo [N. del E.: Dios] daré orden a dos testigos míos y harán oficio de profetas, cubiertos de sacos o hábitos de penitencia, por
espacio de mil doscientos y sesenta días. [...] Mas después que concluyeren de dar su testimonio, la bestia [N. del E.: el Anticristo], que
sube del abismo, moverá guerra contra ellos y los vencerá y les quitará la vida (Apocalipsis 11:3-7).

▼ Miniatura del BEATO MORCAN, también llamado Beato Pierpoint, redactado e iluminado entre los años 922 y 958 por encargo del monasterio
de San Miguel de la Escalada (León). En esta imagen en concreto se representa un escenario del Apocalipsis (11:13) que narra la destrucción
de la ciudad que figuradamente recibe el nombre de Sodoma. La DESTRUCCIÓN DE CIUDADES era, lamentablemente, algo a lo que los
reinos cristianos estaban sobradamente acostumbrados a causa de las continuas aceifas de sus vecinos andalusíes. Ledesma, Sepúlveda,
Salamanca, Armuña deTajuña, Zamora, Simancas, Barcelona, León, Coimbra, Toro, San Esteban de Gormaz, Astorga, Santiago de Compostela,
Pamplona y Clunia debieron de soportar, entre otras, los ataques de las huestes de Almanzor, algunas hasta en dos o más ocasiones. Estos
casi siempre culminaban con la toma y saqueo de las poblaciones, y la toma de innumerables prisioneros que eran conducidos a Córdoba
para ser vendidos como esclavos y arrastrar, en adelante, una vida penosa. Estas aceifas andalusíes tenían, por tanto, dos finalidades espe­
cíficas: por un lado el debilitamiento de los reinos cristianos y por otro la obtención de inmensos beneficios económicos por medio del
saqueo y la venta de esclavos. Adicionalmente, podrían brindar un tercer fin del que se beneficiaban exclusivamente los líderes militares,
como era su crecimiento en prestigio, requisito indispensable para desarrollar una carrera política de éxito. Almanzor lo entendió bien y,
consecuentemente, dedicó buena parte de su vida a guerrear. Lo mismo hizo su hijo y sucesor'Abd al Malik, aunque su temprana muerte
por enfermedad truncó prematuramente su gobierno.

noticia del hallazgo, el monarca erigió una capilla en ese preciso destacamento de musulmanes que habían acudido a la concentra­
lugar, que quedaría desde entonces indisolublemente unido al ción siguiendo la ruta marítima con todos sus pertrechos. Una
reino de Asturias. A principios del siglo X un descendiente de vez atravesado el Duero, el ejército marchó sembrando la des­
este rey, Alfonso III, a quien se atribuye la idea de restitución del trucción a su paso, hasta llegar a Santiago, que sus habitantes ya
reino visigodo de Toledo, erigía un gran templo en ese mismo habían evacuado, y procedió a su saqueo y destrucción. Las tropas
lugar en sustitución de la iglesia original y, años más tarde, en se emplearon durante una semana en arrasarla hasta sus cimientos,
985, el rey Bermudo II se hizo coronar precisamente en esta ciu­ poniendo un especial énfasis en la destrucción de su iglesia. Sin
dad. No es por ello casual que cuando Bermudo dio muestras de embargo, el sepulcro de Santiago no fue tocado. Hay que tener
desidia a la hora de cumplir los pactos a los que había llegado presente que, al igual que varias iglesias del cristianismo oriental,
con Almanzor, el hayib pusiera en marcha su máquina militar y los musulmanes consideran a Santiago hermanastro de Jesucristo,
eligiera la ciudad de Santiago como lugar sobre el que descargar por cuanto le atribuyen la condición de hijo de José, pero no de
su furia y, de paso, dar un escarmiento que sirviera de aviso a María. Por tanto, debido a su parentesco con Jesucristo, profeta
todo aquel que cuestionara su autoridad. del islam (Corán 5:75), está también tocado por un aura de santi­
El ejército salió de Córdoba el 3 de julio de 997. Tras atravesar dad. No debe por tanto sorprender que Almanzor respetara el se­
el Tajo, recibió los contingentes que aportaban los condes cristianos pulcro, pero no así el templo que le servía de mausoleo, que, este
opuestos al rey Bermudo, y aún en Oporto se le unió un numeroso sí, era la obra de los sucesivos reyes de Asturias.
año 956, el territorio era gobernado por el conde Borrell, que se
Junto con el enorme botín en bienes y cautivos, el ejército se llevó
había ido liberando de los vínculos con la monarquía franca prácti­
consigo las puertas de la ciudad y las campanas menores del templo
camente hasta hacerlos desaparecer. Si la desaparición del vínculo
cristiano con destino a la mezquita aljama de Córdoba, que en ese
fue el causante de los ataques de Almanzor o si simplemente estos
momento estaba en fase de ampliación. Las primeras, para construir
ataques respondían a otras motivaciones del hayib en su afán por
con ellas la armadura de la techumbre, mientras que las segundas
someter a los poderes peninsulares es algo que no nos es dado co­
serían utilizadas como lámparas que alumbraran la oración de los
nocer. Lo cierto es que Almanzor dirigió varias campañas contra
musulmanes. Antes de regresar a Córdoba, Almanzor agasajó a los
este territorio, en particular contra Girona y la misma sede del con­
condes cristianos que le habían ayudado en el saqueo de la ciudad.
dado, Barcelona. La más destacada de ellas es la que llevó a la des­
Si la relación con León había sido conflictiva desde siglos
antes, no puede decirse lo mismo de la que mantenía con Barcelona, trucción de esta última el año 985.
Frente a otras expediciones contra Barcelona, de las que
que era desde el siglo IX un pequeño condado bajo titularidad no­
solo quedó constancia de la fecha, la campaña del año 985 está
minal franca que apenas había dado problemas al califato. Desde el
DESPERTA FERRO | 41

◄ Lleno Almanzor con su hueste mui grand, et entro en Gallizia por


Portogal, corriendo et astragando uillas et cibdades; et quando
llego a la marisma astrago la cibdad et la eglesia de Sant Yague, et
quemóla; et no catando al, entro en aquel logar do yazie el cuerpo
de sant Yague aposto! pora quebrantar el su monumento (Crónica
General o Estoria de España de Alfonso X el Sabio, X. 1.4).

En el año 997, Almanzor no se contentó con hostigar y saquear re­


petidamente los territorios cristianos sino que llevó a cabo un acto
destinado a humillar lo que hasta la fecha había sido el soporte de la
resistencia: la confianza en el credo religioso. La cuadragésimo octava
campaña militar la emprendió contra SANTIAGO DE COMPOSTELA
lugar en el que, como es bien sabido, los cristianos reconocían la
tumba del apóstol Santiago. Al su llegada el 10 de agosto, el hayib
encontró la ciudad deshabitada y sus ocupantes fugados en previ­
sión de ser hechos prisioneros, lo que le permitió saquearla a placer.
Según las fuentes musulmanas, arrasó la ciudad y destruyó el mo­
nasterio, pero respetó la tumba del apóstol. Eso sí, antes de irse tomó
las campanas del santuario, que se llevó consigo a Córdoba, a modo
de trofeo, para que sirviesen de lámparas en la mezquita de Córdoba,
el recinto sagrado de la fe contraria. En la imagen hemos reconstruido
el aspecto de la ciudad, relativamente bien conocido merced a las in­
vestigaciones arqueológicas. A la izquierda, la propia iglesia de San­
tiago, consagrada en 899. Al otro lado de la calle vemos la Iglesia de
San Salvador de Antealtares, de finales del siglo IX. Junto a esta se
aprecia el claustro que se le adosaba, con sala capitular adosada a la
iglesia monacal. Ya a la derecha de nuestra imagen se aprecia el dor­
mitorio de Antealtares, perteneciente a la iglesia homónima. En el
fondo vemos el lienzo de la muralla de la ciudad, que por entonces
era de reducidísimo tamaño. Intramuros, algunas viviendas adosadas
al paramento interno de la muralla. Entre las murallas y las mencio­
nadas iglesias se aprecia una torre que corresponde a la iglesia del
monasterio de San Esteban, dedicada a Santa María. En la imagen re­
flejamos asimismo el ROBO DE LAS CAMPANAS de la iglesia de San­
tiago. Tanto la arqueología como las fuentes del periodo callan acerca
dónde se hubieran podido hallar, lo que nos permite sospechar que
acaso estuvieran sobre una espadaña similar a la documentada en
Valluerca (Álava), en un campanario o en otro tipo de soporte. Ante
esta dificultad nos hemos permitido la conjetura de representar un
campanario -siempre hipotético-, en primer plano en nuestra ilus­
tración. Este se inspira en representado en una miniatura del Beato
de Tábara (siglo X) que corresponde, aparentemente, al que tenía el
primitivo monasterio de San Salvador de Tábara (Zamora) en esta
misma centuria. Por otro lado sabemos que las campanas del periodo
eran todavía de un tamaño muy modesto, caso de la campana del
abad Sansón, de los años 810-890, que mide 21 por 20 cm. A los pies
del campanario vemos un grupo de cautivos cristianos que perma­
necen maniatados y custodiados por sus captores musulmanes, fe­
nómeno muy extendido en el periodo y objetivo preferido de la
mayoría de las aceifas fronterizas, o j. l . garcía m o r a n

en estado de defensa. Almanzor dispuso que las tropas la rode­


aran completamente, por tierra y por mar y, a continuación, or­
denó que se construyeran almajaneques o catapultas de contra­
peso en torno a la ciudad, no para arrojar proyectiles de piedra,
sino para lanzar al interior las cabezas de los defensores muertos.
especialmente documentada. La expedición partió de Córdoba Una crónica catalana da la cifra de quinientas, entre las que
a finales de la primavera y se prolongó durante ochenta días. estaba la del propio Borrell, mientras que las crónicas árabes
Almanzor no condujo su ejército directamente a su objetivo, elevan notablemente el número hasta las mil diarias. No es
sino que, en una marcha no exenta de exhibicionismo frente a difícil imaginar el efecto devastador que esta inusitada lluvia de
los propios, dio un rodeo que le llevó primero a Elvira, luego a cabezas tuvo que causar entre los moradores de la ciudad, con
Baza y Murcia, y después, remontando la costa, hasta Barcelona. toda probabilidad mucho más demoledor que el que hubieran
Estos paseos militares por el territorio andalusí solían tener por podido causar otras tantas andanadas de piedras lanzadas contra
objeto vencer las eventuales resistencias internas: la sola pre­ los muros. En todo caso, no sabemos si los habitantes de Barce­
sencia del ingente y enfervorizado ejército de Almanzor par­ lona tuvieron o no la intención de rendirse: tras ocho días de
tiendo a la yihad hacía palidecer toda tentativa de disidencia. asedio, las tropas de Córdoba tomaron la ciudad al asalto, la so­
Cuando llegó a Barcelona la noticia de la presencia del ejér­ metieron a saqueo, arrasándola hasta los cimientos, como tantas
cito de Córdoba, el conde Borrell se aprestó a poner la ciudad otras, y la dejaron despoblada. Almanzor entraba en Córdoba
42 OESPERTA FERRO

► ESTELA FUNERARIA del siglo IX hallada en La Cerrada de Ranes (Zierbena, Vizcaya). Destaca el motivo procesional formado por una cruz de tipo
griego (de brazos del mismo tamaño) y grandes dimensiones y un hombre vestido con una larga túnica hasta los tobillos, ceñida por un cinturón.
La mano derecha -dotada de seis dedos, por cierto- se alza como queriendo señalar, o más probablemente sostener, la mencionada cruz. En torno
a la cruz figuran unos motivos incisos de difícil interpretación. Bajo los pies de la figura se aprecia una superficie no desbastada que sin duda iría
empotrada en la tierra. En el reverso -aquí no visible- aparecen nuevamente motivos geométricos entre los que destacan los círculos concéntricos
en torno a un punto central. Esta diferencia entre anverso y reverso podría hacernos pensar que se trata de labras de distintas épocas; sin embargo,
contamos con ejemplos de estelas similarmente talladas, lo que sugiere que todos los relieves de la estela fueron tallados en un mismo momento.
Su interpretación, en cambio, no es tan evidente. Algunos suponen que podría tratarse de la imagen del difunto, otros que se trata de invocaciones
al sol (caso de los círculos concéntricos del reverso). La estela, en su torpe factura y primitivismo, es sin embargo testimonio de la creciente com­
plejidad social de las regiones vascas en el periodo, con la aparición de una progresiva jerarquización social que se manifiesta en la presencia de
clérigos y señores que ordenan la ejecución de estas estelas. Piedra arenisca, 82 por 47 cm. Museo de las Encartaciones. © A ndreaspraefcke

un 23 de julio de 985, llevando consigo un cuantioso botín y, si que legitimaba a Almanzor para el desempeño del poder absoluto
creemos al cronista, nada menos que 70 000 cautivos. que ostentaba, por encima incluso del califa, una autoridad obtenida
Al igual que Barcelona, el reino de Pamplona había mantenido por medios no siempre bien vistos por los andalusíes. Almanzor
una relación pacífica con Córdoba desde la muerte de Sancho había puesto un especial énfasis en acentuar el elemento religioso de
Garcés I en el año 925. Su esposa y -en la práctica- sucesora en las campañas, según quedó constancia en los muchos panegíricos
la regencia, la reina Toda, no había dudado en acudir a Córdoba que le escribieron los poetas de la corte. Porque si por algo quedó
tantas veces cuantas fue preciso para solicitar la ayuda del poderoso grabada la imagen de Almanzor en la memoria, tanto de musulmanes
vecino del sur para conseguir sus objetivos políticos, lo que con­ como de cristianos, fue por su empeño en la yihad, esto es, la guerra
vertía al reino pirenaico en un aliado. Pero se trataba de un aliado Santa contra los musrikun, los politeístas. Con este término despectivo,
ciertamente díscolo, que en ocasiones hacía amagos de escapar a que alude a la Trinidad, los cronistas árabes denigraban a los cristianos
la tutela de Córdoba, una situación que siempre se resolvía vol­ que habitaban en los reinos del norte de la península, al otro lado de
viendo al redil ante la amenaza de una intervención militar. la frontera del islam, allí donde no regía la ley islámica, un territorio
En el año 970 subió al trono pamplonés Sancho Garcés II, que, por eso mismo, recibía la calificación de d ar al-harb o tierra de
conocido como Sancho Abarca. Almanzor ignoró los pactos con la guerra. Así, varias de estas campañas militares se iniciaron en vier­
Pamplona y, en el año 978, solo dos años después de acceder al nes, el día en el que los musulmanes realizan la oración en comunidad,
cargo de hayib, Almanzor, que había hecho de la guerra contra y partieron desde la mezquita aljama de Córdoba. No es difícil ima­
los soberanos del norte peninsular un medio de propaganda, lan­ ginar las arengas que se lanzarían desde los almimbares, no ya de la
zaba su primera campaña contra el pequeño reino, para dirigirse mezquita mayor sino de todas y cada una de las mezquitas de Córdoba,
posteriormente hasta Barcelona, sin que se tengan noticias de las haciendo llamadas a la guerra santa y exhortando al martirio.
causas que la motivaron. A partir de ese momento, Pamplona se Fuera por razones políticas de carácter intemo, de cara a justi­
sumaba a la lista de objetivos militares, lo que impulsaba al mo­ ficar su enorme poder ante los ojos de los propios andalusíes, o
narca pamplonés a buscar aliados entre los enemigos de Almanzor. por convicción sincera, Ibn Abi Amir era profundamente religioso,
No obstante, en el año 984 Sancho Abarca, en un intento de con­ o así lo presentan las crónicas. Dicen que en sus campañas siempre
graciarse con él, le entregó en matrimonio a su propia hija. Con­ llevaba un Corán y un sudario. El Corán lo había copiado él mismo
vertida al islam, esta mujer tomó el nombre de Abda, y dio a Al­ de su puño y letra en su juventud y todo su ejército era el garante
manzor un hijo de nombre Abd al-Rahman, pero conocido con el de que este libro sagrado nunca cayera en manos impías. En cuanto
sobrenombre de Sanchuelo por el gran parecido que tenía con su al sudario, destinado a envolver su cuerpo el día de su muerte, es­
abuelo pamplonés. Este Abd al-Rahman sería el segundo sucesor taba cubierto con el polvo que había ido recogiendo cada día que
de Almanzor. La historia, sin embargo, le reservaba un triste final. pasaba en campaña militar enarbolando la bandera de la yihad.
Por más que fueran frecuentes, estos enlaces matrimoniales En cuanto a los reinos latinos, el efecto de estas campañas fue
no suponían en absoluto alianzas políticas. De hecho, tan solo demoledor, no ya desde el evidente punto de vista físico, sino tam­
seis años después de este desposorio, en el año 990, Sancho bién desde el moral, haciendo que sus habitantes vivieran en un
Abarca se alió con García Fernández, conde de Castilla -y, por clima permanente de inseguridad bajo el peso de la amenaza cons­
cierto, cuñado del pamplonés-, contra su poderoso yerno. En el tante. Si el elevadísimo número de expediciones militares no hubiera
año 992 llegaba la respuesta de Almanzor en forma de campaña sido suficiente para generar terror entre los habitantes de los terri­
militar contra Pamplona. Los detalles de esta campaña son des­ torios atacados, la imprevisibilidad de estas incursiones aumentaba
conocidos, pero debió de resultar muy persuasiva, ya que en ese aún más la sensación de estar a merced de la voluntad del hayib
mismo año Sancho solicitaba audiencia a Almanzor, que le recibió Muhammad Ibn Abi ‘Amir al-Mansur. Tradicionalmente, las ex­
en su ciudad palatina de Medina al-Zahira [N. del E.: no confundir pediciones de saqueo se llevaban a cabo en verano, coincidiendo
con Medina Azahara, erigida asimismo en las cercanías de Cór­ con la cosecha, que pasaba a manos de los atacantes en concepto
doba pero con anterioridad, en tiempos del califa Abderramán III]. de botín. Las campañas de Almanzor, sin embargo, no seguían este
Tras un espectacular recibimiento, el hayib reprendió de forma patrón, al contrario, se documentan en todas las estaciones del año,
humillante al pamplonés, que nunca más volvería a sublevarse. incluso en invierno, cuando las condiciones meteorológicas son
más adversas para un ejército invasor y las posibilidades de botín
EL EFECTO DE LAS CAMPAÑAS son más reducidas. En consecuencia, cualquier momento era pro­
Los réditos que estas campañas reportaron a Almanzor fueron es­ picio para una campaña militar y cualquier causa la justificaba.
pectaculares, tanto frente a los andalusíes, sus súbditos, como frente La incertidumbre permanente en la que vivían los reinos
a los reinos latinos. De cara al interior, el entusiasmo con el que se latinos queda reflejada en un fragmento de la C rónica de San
entregó a la yihad colocaba al califato en una situación como nunca Juan de la Peña. Dice el cronista, refiriéndose al periodo del rei­
antes se había visto, ni tan siquiera en tiempos de Abderramán III, lo nado del pamplonés Sancho Abarca (970-994), que:
DESPERTA FERRQ 43

En aquel tiempo, por miedo a los árabes, todo hombre


otro que se le pueda comparar (D ik r hilad
tenía sus caballos en las estancias o palacios donde es
a l-A nd alu s li-m u a llif mayhul, ed y trad. Luis
taban sus mujeres, por poder tenerlos y ser­
Molina. Madrid, CSIC, vol. 1, p. 195 y
virse de ellos cuando fuera preciso y
trad. en vol. 2, p. 205).
obligase la necesidad (C rónica de San
Juan de la Peña, versión aragonesa,
ed. Carmen Orcastegui Gross (1986): Este epitafio compendia en unas
pocas palabras la figura de Almanzor,
Zaragoza: Diputación Provincial, pg. 29).
que durante veinticinco años fue dueño
La espada de Almanzor podía llegar y señor de la península ibérica y parte
en cualquier momento y en cualquier lu­ del Magreb, haciendo y deshaciendo a
gar. Y esto sumía a los monarcas cristia­ su antojo, merced a la enorme poten­
nos en la desesperación y el miedo, lo que cia de su ejército. A su muerte le
les llevaba a pactar la paz por cualquiera sucedió su hijo ‘Abd al-Malik, que,
de los medios a su alcance, entre ellos, la siguiendo la estela de su padre, con­
entrega de las hijas a Almanzor para engrosar tinuó con éxito la práctica de la yi-
su harén. Un poeta árabe recogió de forma had. Pocos años más tarde, sin em-
bargo, caía asesinado y le sucedía su
cruda el sentimiento de humillación que su­
ponía esta vergonzosa entrega: hermano Abd al-Rahman, el nieto de
Sancho Abarca, conocido como San-
chuelo. Apenas había transcurrido un año
La honra de un pueblo —dijo Tarasia
a su padre, Bermudo II, cuando cuando fue apresado por una facción re­
belde y ejecutado. Su cadáver fue cruci­
marchaba a Córdoba— no se en­
cuentra en los muslos de sus mu­ ficado y expuesto a la multitud. Corría
jeres, sino en las lanzas de sus el año 1009. Su muerte no era sino un
funesto presagio del destino que aguar­
hombres (Ibn al-Nahhas al-Dum-
daba al califato andalusí.
yati: M a s a ri a l-asw aq ilá m asa ri al-ussaq
fi a l-y ih a d w a -fa d a ilih i; eds. Durish Muhammad Ali &
Muhammad Jalid Istambuli. Beirut, Dar al-Basair al- FU EN TES PR IM A R IA S
lslamiyya, 2002, vol. 2, p. 833). Dikr bilad al-Andalus li-m u a lllf m ayhul (Una descripción anónim a
de al-Andalus). Ed. y trad. L. Molina (1983) (2 vols). Madrid: CSIC.
Y sin embargo, a pesar de los enormes daños que Almanzor Jiménez de Rada: Historia de los hechos de España. Trad. J.
infligió a las monarquías cristianas, a pesar de las destrucciones Fernández Valverde (1989). Madrid, Alianza Editorial.
y los saqueos, y a pesar de las constantes humillaciones a las que
les sometió, las crónicas del reino de León, más tarde de Castilla, B IB L IO G R A F ÍA B Á SIC A
reflejan el enorme respeto que su figura inspiró a sus enemigos. Bariani, L. (2003): A lm anzor .San Sebastián: Nerea.
A inicios del siglo XIII, Jiménez de Rada calificaba a Almanzor Cañada Juste, A. (1992): "Las relaciones entre Córdoba y
de persona juiciosa, valerosa, alegre y generosa”, y destacaba Pamplona en la época de Almanzor (977-1002)" Príncipe de
asimismo que “intentaba por todos los medios ganarse a los cris­ Viana, 196, pp. 371-90.
tianos, de forma que daba a entender que apreciaba más a los Echevarría Arsuaga, A. (2011): Alm anzor. Un califa en la sombra.
cristianos que a los árabes”. Ambos, cristianos y musulmanes, Madrid: Sílex.
formaban parte de su ejército, e incluso señalan las crónicas Pérez de Tudela, M. I. (1998): "Guerra, violencia y terror. La
latinas que castigaba con mayor dureza a los musulmanes que a destrucción de Santiago de Compostela por Almanzor hace
los cristianos. Por todo ello, continúa Jiménez de Rada, “era mil años" En la España M edieval, 21, pp. 9-28.
amadísimo por los suyos hasta el punto de que todos por igual se Puente, C. de la (1997): 'La caracterización de Almanzor: entre
desvivían espontáneamente por servir” (Rodrigo Jiménez de la epopeya y la historia" en M. L. Ávila Navarro; M. Marín
Rada: H is to ria de rebus H ispaniae sive h is to ria gothica, ed. Juan (coords.), Biografías y género biográfico en el occidente islámico.
EOBA VIII. Madrid: CSIC, pp. 367-402.
Fernández Valverde, 1987: Tumhout, Brepols, pg. 163).
Rovira i Sola, M. (1980): "Notes documentáis sobre alguns
efectes de la presa de Barcelona per al-Mansur (985)" A cta
EL ÚLTIMO GRAN GUERRERO ANDALUSÍ
histórica e t archaeologica m edioevo lia, 1, pp. 31 -53 .
En el año 1002 Ibn Abi Amir al-Mansur emprendía su última cam­
paña, que hacía el número cincuenta y seis y que finalizaría con su
~Bibliografía completa en www.despertaferro-ediciones.com
muerte en Medinaceli. No fue una derrota militar lo que le abatió,
sino la enfermedad que arrastraba desde hacía años, pero que se
Jesús Lorenzo Jiménez es doctor en Historia por la
agudizó por aquellas fechas. Fue enterrado en el mismo lugar en
Universidad del País Vasco (2008). A lo largo de su
el que falleció. Sobre su tumba se escribió el siguiente epitafio:

Sus hazañas te informarán de él como si con tus propios


ojos lo estuvieras viendo. Por Dios, nunca volverá a
carrera ha compaginado el estudio de la historia y
cultura árabes con la práctica de la arqueología en
lugares como Chipre o Cirenaica. Es autor de £
numerosos artículos publicados en revistas científicas, así <:omo de la
dar el mundo nadie como él ni defenderá las fronteras | monografía titulada La dawla de los Bañó Qasi (Madrid, 201 0).
"El día en el que
Barcelona va a morir"
La campaña contra los condados catalanes
Virgilio Martínez Enamorado - Universidad de Málaga

C abe im a g in a r s e l o q u e s ig n if ic a b a e n u n a l - Á n d a l u s q u e p o r e n t o n c e s e m p e z a b a a s e r c o n s c ie n t e d e
UNOS SÍNTOMAS, TODAVÍA INCIPIENTES, DE UNA, AÚN INDEFINIDA, DEBILIDAD MILITAR CUALQUIERA DE LAS
CAMPAÑAS TRIUNFANTES DE MUHAMMAD IBN ABI ‘AMIR AL-MANSUR (CA. 939-1002). ESTE PERSONAJE, QUE HA
PASADO A LA HISTORIA COMO ALMANZOR, PERSONIFICA LA IDEA DE UN AL-ÁNDALUS TRIUNFANTE, POR MÁS QUE
CON SU DESAPARICIÓN EN EL AÑO 1002 SE INICIARA EL LENTO CAMINO DE SU DECADENCIA. Su GENIO MILITAR SE
ACABA CON ÉL Y SUS HIJOS ‘ABD AL-MALIK AL-MUZAFFAR Y ABDERRAMÁN SANCHUELO, NOMBRADOS SUCESORES
EN EL “ HAYIBATO” POR ÉL MISMO PARA CONTINUAR SU OBRA, QUEDARÁN ABSOLUTAMENTE ENSOMBRECIDOS ANTE
UNA FIGURA POLÍTICA Y MILITAR COMPLETAMENTE EXCEPCIONAL.

espués de décadas de expansión por el territorio pe­ todo el norte peninsular, salvo la comisa cantábrica protegida por

D ninsular y magrebí, la sociedad andalusí tal vez sabía


que Almanzor le ofrecía una oportunidad -la últim a-
para mantener esa idea de la y ih a d fi s a b il A lla h (“el esfuerzo
en el camino/vía de Dios”) que contrarrestara la actividad mi­
el murallón de las montañas que la protegían, y los centros simbó­
licos más destacados que los cristianos habían ido edificando desde
tiempo atrás. Desde Santiago de Compostela, atacada unos años
después (997), a Barcelona, el conjunto de las tierras septentrionales
litar, cada vez mejor organizada, de aquellos núcleos cristianos más o menos próximas a las fronteras de al-Ándalus fueron transi­
que hasta esa segunda mitad del siglo X solo podían ser consi­ tadas y ocupadas temporalmente por las tropas comandadas por
derados meros subsidiarios y vasallos del califato omeya. este fascinante personaje cuya legitimidad se fundaba no en la per­
La campaña de Barcelona (gazwat B arsiluna) entra en una ló­ tenencia a la familia de los omeyas, sino en su desbordante capacidad
gica de los hechos perfectamente programados por el hayib. De militar puesta al servicio de los marwaníes y en su osadía estratégica.
hecho, todas estas incursiones en territorio enemigo implicaban Dentro de ese conjunto de expediciones (cincuenta y seis enu­
una organización en su diseño que dista mucho de la idea de unas mera el anónimo autor del D ik r b ila d al-Andalus), la de Barcelona,
expediciones regidas por el azar o la improvisación. A pesar de que hacía la número veintitrés de la serie, tuvo una destacada signi­
esto que decimos, no sabemos las razones concretas que llevaron a ficación. De la jomada en la que se produjo, el 6 de julio del año
Almanzor a emprender una acción militar como esta, aunque se 985, se ha llegado a decir que fue “el día en el que Barcelona va a
puede argumentar que los efectos positivos para sus intereses que morir” (sg. Pere Catalá y Roca), tal fue el colosal impacto que en la
produciría esa intimidación sobre los cristianos hispanos (“política vida de la ciudad tuvo aquel asedio. Barcelona, por supuesto, no
del terror” se ha dicho) y, particularmente, sobre las poblaciones murió y, de hecho, sufrió otros devastadores asedios, centurias des­
del condado de Barcelona no serían banales. Si se observan las di­ pués -el de 1714 de las tropas borbónicas y los bombardeos de la
ferentes expediciones o aceifas (del árabe al-saifa, que literalmente Guerra Civil por parte de los franquistas-, pero sí que es cierto que
significa “veraniega, de verano” por ser expediciones que tenían aquel acontecimiento hizo virar su historia para tomar otros derroteros
lugar en esa temporada) protagonizadas por Almanzor, se puede que habrían de tener una destacada repercusión en el futuro. Las
comprobar que cubrieron, de manera meticulosa cabría decirse, consecuencias, y no es exagerado lo que decimos, llegan al presente

◄ Miniatura del BEATO DE FERNANDO IY DOÑA SANCHA, también denominado Beato de Facundo, por el nombre del copista, obra redactada
e iluminada en torno al año 1047. En esta miniatura en concreto se representa el JUICIO DE BABILONIA, REDUCIDA A UN BRASERO, profe­
tizada por el Apocalipsis (18:21):

Entonces un ángel poderoso levantó una piedra, que era como una gran piedra de molino, y lanzándola al mar dijo: Así serás tú echada
abajo, Babilonia, la gran ciudad, y nunca más te volverán a ver. Nunca más se oirá en tus calles música de arpas, flautas y trompetas, ni
habrá en ti trabajadores de ningún oficio, ni se oirá en ti el ruido de la piedra del molino. Nunca más brillará en ti la luz de una lámpara,
ni se oirá en ti el bullicio de las fiestas de bodas. Porque tus comerciantes eran los poderosos del mundo y engañaste a todas las naciones
con tus brujerías'.

La miniatura que aquí vemos representa, de forma esquemática, la ciudad en su conjunto, y es por tanto un interesante testimonio tanto de
las fórmulas iconográficas empleadas en el periodo como del aspecto de las urbes altomedievales peninsulares. Un análisis cuidadoso permite
identificar detalles importantes. Así, destaca, ante todo, la gran puerta central cobijada bajo un arco de herradura, solución arquitectónica
común a los periodos visigodo y andalusí. Sobre este vano, un pórtico o, más probablemente, una ventana ajimezada o con dos arcos de he­
rradura. En el alféizar, dos vasos. Sobre esta ventana vemos una fila de merlones que sugieren que la construcción tiene un carácter defensivo,
esto es, una puerta fortificada. Esta misma impresión proporcionan las dos torres, muy estrechas, que flanquean a la principal y se yerguen
hasta una altura muy superior a la del lienzo central. Se dotan, a su vez, de puertas de tamaño mucho menor, lo que probablemente remita
al modelo iconográfico de los arcos triunfales de época romana. A los lados de estas aparecen sendos lienzos de manipostería, cuyos sillares
ha marcado cuidadosamente el dibujante mediante un damero de cuadrados grises y amarillos. Sobre estos, más ventanas ajimezadas. Por
fin, todo el conjunto es abrazado por una segunda pareja de torres, similares a las centrales pero de menor tamaño. Sobre todo lo descrito se
yerguen formas diagonales que con toda probabilidad traten de representar los tejados de las viviendas del interior de la ciudad. Cabe señalar
que la estructura resultante de la ciudad en su conjunto se asemeja enormemente a los iconos empleados para representar ciudades en la
cartografía de época tardorromana caso, por ejemplo, de la Tabula Peutingeriana o la Notitia Dignitatum. Biblioteca Nacional de España.
En el siglo X la ciudad de Barcelona mantenía aún muchas características del primitivo municipio romano. Conservaba el recinto amurallado de época romana
O ' reparado y mantenido hasta la fecha. No se puede decir lo mismo de sus acueductos © , que habían caído en el descuido y abandono y, consecuentemente,
habían perdido su función. La ordenación urbana interna era mucho más caótica de lo que había sido en época romana, pero conservaba también trazas de lo
que fueron las calles principales de la aquella. Así, en el centro de la ciudad se abría la Plaça de Sant Jaume © , que ocupaba lo que tanto ahora como antes
había sido el centro de la urbe romana y punto donde se cruzaban sus dos arterias principales, el cardo y el decumano, en sentido norte-sur y este-oeste res­
pectivamente. El CARDO sobrevivía tanto entonces como ahora en son el Carrer de la Ciutat © y del Bisbe © . Por su parte, el DECUMANO hace lo propio en
las modernas calles de Ferran o y Jaume IO En el mencionado cruce entre ambos se erguía la IGLESIA DE SANT JAUME © mientras que, más al noreste,
la mucho más importante BASÍLICA PALEOCRISTIANA DEDICADA A LA SANTA CRUZ (Sanctae Crucis) © , sede episcopal cuyos restos se pueden ver hoy en
día bajo el Museu d'História de la Ciutat de Barcelona. Se trataba de una construcción de tres naves asociada al palacio episcopal. Las huestes de Almanzor la
destruyeron por completo y, sobre sus ruinas, se erigió una iglesia románica que a su vez es precedente de la catedral gótica que podemos ver hoy en día en
el mismo lugar (la Seu). Saliendo de la ciudad propiamente dicha, se aprecian dos grandes arrabales a extramuros, erigidos cada uno de ellos en torno a una
construcción religiosa. El primero de ellos crece en torno a la iglesia de SANTA MARÍA DEL MAR © , de la que toma nombre todo el barrio. Su cercanía a la
o
costa garantizó su carácter portuario. Y, efectivamente, un poco más al este hallamos el propio muelle de la ciudad , que en el momento del asedio amirí no
tuvo ningún protagonismo ya que los musulmanes tomaron pronto control de las costas y bloquearon todo posible socorro que pudiera recibirse por mar. Las
naves que vemos en la imagen se inspiran en los pedos de Yenikapi y Yassi-Ada © y corresponden a las comunes en el mediterráneo en los siglos IX-X. Más al
norte hallamos el arrabal de Sant Pere, formado en torno a la iglesia de SANT PERE DE LES PUEL-LES © . Más al norte incluso, pero ya fuera de esta imagen,
estaría el arrabal de SANT CUGAT DEL VALLÈS, en la zona del Besos, de carácter agrario. Las fuentes señalan que los tres barrios sufrieron el mismo destino:
fueron arrasados y sus habitantes hechos prisioneros o cruelmente degollados. Hacia el suroeste el terreno cae en dirección a lo que hoy en día se conoce
como las Ramblas © . En nuestra imagen podemos ver a las huestes musulmanas que han tomado ya posiciones en torno a la ciudad
merced al usó de catapultas, una lluvia de cabezas cortadas 0 con el fin de desmoralizar a los defensores. ©jorge m . cor ada
0 y lanzan sobre ella,
48 DESPERTA FERRO

de acuciante actualidad. Porque la expugnación de Barcelona por (d a r al-sina ’a) del Estado califal y centro urbano fundamental en
Almanzor en aquel remoto verano del año 985 incluye un compo­ la Marca Superior de al-Ándalus, para desde allí acometer la entrada
nente que ha sido orillado por una buena parte de la investigación en la capital condal. Pasando antes por Madinat Ilbira [N. del E.:
española: supone la primera manifestación política de la necesidad entre Atarfe y Pinos Puente, en Granada] y Basta (Baza), los cro­
del condado de Barcelona (para muchos, una suerte de Cataluña nistas andalusíes se detienen en explicar un acontecimiento sucedido
embrionaria y en ciernes) de cortar las relaciones de vasallaje que en la ciudad de Murcia que retuvo a Almanzor y su ejército un
mantenía con el reino franco, una vez se comprobó la indefensión y buen tiempo. Al igual que Abderramán III, Almanzor siempre co­
soledad en la que fueron dejados sus habitantes por aquellas autori­ mandaba personalmente estas aceifas a través de las cuales, oca­
dades del norte cuando se produjo el cerco del jefe andalusí. Hasta sionalmente, se podían analizar las relaciones de poder en el seno
finales del siglo X pueden llegar, sin problemas ni contradicciones, de la D aw la U m aw iyya a m iriyya (el Estado omeya y, dentro de
los fundamentos históricos de nacionalismos de distinta laya. este, el amirí fundado en tomo a la figura de Almanzor y su incesante
Los precedentes de esta expedición son contradictorios. Bien actividad pública): como si fuera un rutilante califa, la hospitalidad
es cierto que Almanzor ya había llevado a cabo diversas incursio­ ofrecida al hayib con una duración entre trece y veintiún días -que
nes por tierras catalanas y adyacentes en los años anteriores a la son las jomadas a las que se refieren los cronistas- por parte de un
toma de Barcelona (978, 982 y 984), pero nada hacía presagiar destacado miembro de la jassa (la élite social y cultural) árabe, em­
que dirigiera sus miras con tanta saña y brutalidad a la principal parentado con las familias aristocráticas de origen visigodo del ám­
ciudad de ese nordeste hispánico, Barcelona. Algo hubo de vis­ bito murciano (era descendiente del mítico Tudmir), Abü ‘Umar
lumbrar Almanzor en esas expediciones previas, alguna manifiesta Ahmad ibn Jattáb, permitieron a Almanzor disfrutar de unos días
debilidad de los francos, para planificar con cierta celeridad la al- de lujo y abundancia. La imagen del jefe militar, como describe al-
gazúa del año 985. ‘Udri, recibiendo un baño de agua de rosas extremadamente olorosas
Por otro lado, las relaciones diplomáticas entabladas entre los es de una gran fuerza evocadora. Esa hospitalidad no era moco de
omeyas y Borrell II, conde de Barcelona, Gerona y Osona (947- pavo pues aquel murciano acogía no únicamente al jefe de la expe­
992), así como de Urgel (948-992), marcharon razonablemente dición, Almanzor, con su séquito, sino a todo su ejército, un contin­
bien desde que este último se entronizara hasta que el mismo Al­ gente de entre 15 000 y 50 000 soldados. Y las contrapartidas tam­
manzor emprendiera esas incursiones por el nordeste hispánico, poco pueden ser esquivadas: por esa acción con la que se prodigó
preparatorias de la de 985. De nada sirvieron estas expediciones Ibn Jattáb, el hijo de aquel, Abü 1-Asbag Musa, recibió la titulatura
para que Borrell organizara una adecuada defensa ante un presu­ de cadí o juez de todo el territorio de Sharq al-Andalus, esto es, de
mible embate mayor, como el que efectivamente se dio en aquella los territorios de las ciudades de Balansiya (Valencia), Uriwala
recordada expedición almanzoriana por tierras catalanas. (Orihuela) y Turtusa (Tortosa) así como de las islas orientales de
Mayurqa (Mallorca), Manurqa (Menorca) y Yabisa (Ibiza).
LA CAMPAÑA Desde Murcia, Almanzor remontó la costa mediterránea si­
La algazúa de Almanzor partió de Córdoba el día 5 de mayo de ese guiendo el mismo recorrido de la actual N-340. Una vez que las
año de 985 para dirigirse a los territorios del oriente de al-Ándalus tropas musulmanas cruzaron el Ebro, los catalanes entendieron que
(Sharq al-Andalus) que ya habían manifestado una cierta proclividad era necesario realizar un primer esfuerzo para detener esa contun­
a configurarse como “autónomos” en el conjunto andalusí. Y, sin dente expedición que amenazaba Barcelona. Borrell le sale, por
duda, el objetivo inicial era llegar a Turtusa (Tortosa), atarazanas ello, al paso, pero va a ser derrotado en un indeterminado lugar -
DESPERTA FERRO 49

◄Miniatura del ya mencionado BEATO DE FERNANDO IY DOÑA SANCHA. En ella se representa al falso profeta (figura de gran tamaño que sos­
tiene un libro abierto) y a sus huestes asediando a los justos, refugiados estos últimos en una fortificación: "Y saldrá a engañar a las naciones
que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del
mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo,
y los consumió" (Apocalipsis 20:8-9). Interesa, aquí, en particular, el aspecto de los guerreros que siguen al falso profeta (con corona triangular),
que portan espadas de pomo trilobulado y se defienden con escudos redondos de tipo rodela cubiertos de lienzo y decorados al exterior con
motivos radiales sinuosos. Nótese también la ausencia de cualquier otro tipo de defensa corporal. La realidad que refleja esta miniatura no es
la propia del momento de factura de este beato (siglo XI) sino, más probablemente, la de un siglo antes, en época califal, lo que se explica por­
que presumiblemente este beato es una copia fiel de un prototipo del siglo X, sin pretensiones de actualización por parte del copista.

los estudiosos no se ponen de acuerdo-, tal vez en las cercanías del partido del mismo Almanzor en alguna de las expediciones por
río Llobregat. La huida del conde Borrell en busca de ayuda a aquellas comarcas que precedieron a esta.
Manresa permite presuponer que confiaba en las defensas de la Se cuenta que una de las razones que sirven para explicar la
ciudad. Lo cierto es que Almanzor sometió inmediatamente, y casi abrumadora superioridad de los califales fue que sus jinetes
simultáneamente al cerco de Barcelona, a todas sus comarcas cer­ habían recubierto sus brazos con láminas de acero, de tal manera
canas a una notable intimidación basada en el asalto y destrucción que los golpes de espada de los francos resultaban en el cuerpo a
de distintos monasterios: Sant Pere de les Puelles, Sant Pau del cuerpo inanes.
Camp y Sant Cugat. Todo este deambular por tierras de lo que des­ El saqueo de Barcelona hubo de ser muy intenso, pero las
pués será la Cataluña profunda no hace sino certificar la inexorable huellas del mismo a través de restos de incendios no parecen apre­
superioridad de los ejércitos andalusíes que no sufrieron ni una ciarse en las diversas intervenciones arqueológicas efectuadas en
sola acometida de reacción de parte los condales, paralizados por la ciudad. Los testimonios literarios, por el contrario, sí insisten en
la acometida de aquel voluminoso y adiestrado ejército andalusí. describir una verdadera situación apocalíptica en los días que duró
la breve ocupación de la ciudad. Tal visión tiene mucho que ver
EL ASEDIO con el impacto psicológico entre los despavoridos barceloneses
Las tropas califales se encontraron ante los muros de la ciudad que vivieron la expugnación de su ciudad por los andalusíes y con
condal el 1 de julio, sin que sepamos cual fue la estrategia concreta la gran cantidad de cautivos que Almanzor capturó, pero también
para acceder al interior de la misma, hecho que se produjo el 6 del las evidencias literarias reflejan las durísimas repercusiones de la
mismo mes. Ni los textos latinos ni las crónicas árabes describen campaña: en los documentos de Sant Cugat del Vallés se comprueba
los detalles de la expugnación, por lo que carecemos de unos datos cómo familias enteras fueron asesinadas; los judíos de la ciudad
más concretos que hubieran permitido saber si los califales abrieron casi desaparecieron de Barcelona, integrándose sus bienes en el
alguna brecha en la muralla o si utilizaron torres para escalarla y patrimonio condal. También, un buen número de campesinos de
acceder al interior de la villa. Con todo, el autor del D ik r h ila d a l- localidades cercanas se refugiaron intramuros de la ciudad, en la
Andalus se detiene en un hecho macabro en apariencia difícil de errónea idea de que una conquista de Barcelona por Almanzor se
creer por meras razones cuantitativas. Es este: les antojaba imposible.

[Almanzor] acampó ante ella [Barcelona], la asedió e LOS CAUTIVOS


instaló los almajenaques, que arrojaban cabezas de cris­ La convulsión ocasionada afectó a dos asuntos primordiales, como
tianos (r u ’us a l-ru m ) en lugar de piedras. Se estuvieron refleja la documentación posterior al acontecimiento. Uno fue la
lanzando diariamente mil cabezas hasta que, finalmente, pérdida de títulos de propiedad y la otra, la más relevante, la creación
[Barcelona] fue conquistada. Los cautivos que hizo, en­ de una gran masa de cautivos que fueron trasladados desde Barce­
tre mujeres y niños, alcanzaron la cifra de setenta mil. lona hasta los territorios andalusíes (fundamentalmente, la capital
( D ik r b i-b ila d a l-A n d a lu s , ed. y trad. de L. Molina Mar­ cordobesa). La implicación económica de los rescates de aquellos
tínez, CSIC, Madrid, 1983, pp. 198-199). cautivos fue clara: como habían de pagarse en dinares, la circulación
monetaria andalusí integró a los territorios catalanes en ese circuito
Estas cifras han de ser valoradas con prudencia por su des­ que desde el África subsahariana (Siyilmassa) proveía de oro a al-
mesura. No podemos, sin embargo, dudar de la veracidad de lo Ándalus. Y es lógico pensar en comerciantes andalusíes que al
que el cronista describe: el lanzamiento sobre el perímetro in­ calor del dinero afluyeran hacia aquellos territorios en busca de
terior de Barcelona de las cabezas de los caballeros abatidos en nuevas oportunidades de negocio. De hecho, afloran mercaderes
la contienda anterior a la instalación del campamento en los al­ sarracenos en la documentación de aquellas fechas que, segura­
rededores de la ciudad, por un lado, y la captura de un buen mente, tendrían que ver con los cautivos llevados al sur.
número de cautivos, por otro. Por otro lado, como no podía ser de otra manera, la gestión de
Evidentemente, el lanzamiento de cabezas humanas perseguía la recuperación de los cautivos se convirtió en una de las prioridades
no tanto un objetivo militar concreto (es de suponer que fuera de las autoridades franco-catalanas. Los nombres de los prisioneros
acompañado de una lluvia de proyectiles por más que el cronista más ilustres, miembros de la aristocracia local, comparecen en la
afirme que las piedras fueran sustituidas por testas) como de ame­ documentación tras la conquista: propietarios acaudalados como
drentamiento de la población. En todo caso, habría que explicar la Mocio y su hijo Guisardo; Emma, esposa de Guillem, quien com­
utilización de almajenaques (al-m ayaniq) por parte de los califales, batió en la defensa de la ciudad; Udalardo, hijo del vizconde Gui-
para lo cual la explicación más convincente es la que proporciona tardo; Guandalgod de Gerona; el canónigo Langobardo o el archi­
Xavier Ballestín. Dada la ralentización que hubiera supuesto el diácono Arnulfo. De muchos otros (la mayoría de habitantes
transporte de una maquinaria de asedio como esta desde Córdoba capturados sin tanta relevancia social) nada sabemos. Por su actua­
atravesando todo el oriente de al-Ándalus, cabe pensar en su cons­ ción como intermediario, uno de los cautivos más célebres fue el
trucción en las atarazanas de Tortosa, orden que previamente habría juez Aurús, de vuelta en Barcelona en el 986 tras pagar su rescate,
52 DESPERTA FERRO

▼ DIÑAR (moneda de oro) DE H IS H Á M II, califa cuyo periodo de reinado (reg. 976-1009) sirve -com o ya se ha explicado en páginas pasadas-
de telón de fondo de los gobiernos de los chambelanes Almanzor y, después de este, sucesivamente sus hijos'Abd al-Malik (1002-1008) y
Abderramán Sanchuelo (otoño 1008 - invierno 1009). Este último cometió la torpeza de tratar que Hishám lo nombrara su heredero, lo que
contradecía la norma que estipulaba que solo un descendiente del profeta podría ser califa. Ello provocó un levantamiento popular, histó­
ricamente recordado como la revolución cordobesa de febrero de 1009, que acabó con el asesinato de Sanchuelo y la deposición de Hishám.
Pero las luchas de poder entre distintas facciones (árabes, bereberes, eslavos) continuaron y, poco más tarde, en julio de 1010, Hishám fue
repuesto en el trono por las tropas mercenarias eslavas. Finalmente, en 1013, Hishám fue nuevamente depuesto -y probablemente asesi­
nado- por un golpe orquestado por tropas bereberes que, además, tomaron y saquearon la capital. Estas idas y venidas continuaron durante
cerca de dos décadas más hasta culminar, en 1031, con la disolución del califato y la división de al-Ándalus en múltiples reinos taifas. En el
anverso se puede leer la leyenda inna muhammad 'abduhu wa rasuluhu ("Mahoma es Su servidor y Su mensajero").

e incapaz en el testamento de Almanzor, por otro príncipe omeya. siquiera pertenecía a los árabes del norte. Su genealogía era en
Fue esto un indicio claro de que dentro de la familia omeya se­ efecto de los árabes del sur (Qahtan). Tenía, pues, poco que argu­
guía habiendo quienes querían recuperar el control del califato mentar para sustentar su derecho al califato y desde esta perspec­
y de que el buen gobierno no era suficiente para salvaguardar el tiva, cualquier justificación podía pasar por buena. Entre los cris­
poder de los amiríes -la familia de A lm anzor- tianos existía la posibilidad de que las mujeres heredasen un reino
tras la muerte de este. y de que un varón llegase a ser rey por ser descendiente de la hija
Cuando al-M uzaffar falleció en de un rey. Quizás fuese este el marco referencial en el que
1008, le sucedió su hermano (por quiso inscribirse Abderramán Sanchuelo como única salida
parte de padre, no de madre) Ab­ al cul de sac que para alguien como él constituía la nor­
derramán, a quien se respon­ mativa legal islámica referente al califato. Es de supo­
sabiliza de haber puesto fin al ner también que había quienes podían ver en esa pre­
equilibrio entre am iríes y tensión de parentela cierta dosis de legitimidad, por
omeyas que Almanzor había ejemplo, los soldados beréberes reclutados por Al­
construido y que su primer manzor en el norte de África y para los que la ma-
sucesor' sí había sabido pre­ trilinealidad sí tenía sentido tal y como revelará
servar. La ruptura vino tanto más adelante la onomástica almorávide con nom­
por el lado omeya como por bres como Ibn Fátima.
el amirí. Pero si Abderramán Sanchuelo pensó que
Abderram án era conocido su pretensión podía prosperar, los hechos no le
como Sanchuelo, apodo que hacía dieron la razón, sobre todo porque también rompió
referencia al hecho de que era nieto la unidad familiar. La madre de al-Muzaffar, al-Dalfa,
de Sancho Garcés II Abarca (reg. 943- es la mujer mencionada en el testamento de Al­
994).4 En efecto, una hija del rey de Pamplona, manzor como poseedora de una cuantiosa
Abda, se había casado con Almanzor en 982 y fortuna que serviría para proteger los in­
con ella este tuvo a Abderramán, quien, al tereses de la familia. Pero al-D alfa
poco de suceder a su hermano, tomó la deci­ sospechó que Abderramán había te­
sión de obligar a Hishám II a nombrarle he­ nido algo que ver con la muerte
redero suyo. En el documento en el que se de su hijo ‘Abd al-M alik, falle­
hacía público dicho nombramiento, citado cido después de tan solo siete
por Ibn ‘Idari en a l-B a ya n a l-m u g rib , afir­ años de reinado. Aprovechando
maba Hishám II haber tomado tal decisión que Abderramán Sanchuelo ha­
tras haber llegado a la conclusión de que: bía abandonado la capital al
■ mando de un ejército en direc­
[...] no se encuentra nadie más digno ción a la frontera con León, un
que confiársele [pueda] el califato dadas príncipe omeya llamado Muham-
la bondad de su espíritu, la nobleza de su Y mad ben Hishám ben ‘Abd al-Yab-
natural, la excelencia de su séquito y lo ele­ bár (bisnieto de Abderramán III) se
vado de su origen, unido a su piedad, su hones levantó contra el califa y su nuevo he­
tidad, su resolución y su inteligencia.5 redero, contando con la financiación de al-
Dalfa y con unas tropas salidas del común del pue­
También según Ibn Tdari, otro argumento que se adujo -au n ­ blo.6 Hishám II abdicó, Muhammad fue proclamado nuevo
que no se mencionaba dentro del documento- fue la parentela de califa y la plebe cordobesa destruyó la ciudad de los amiríes,
Sanchuelo con el califa omeya, pues su madre, como la del califa, M edina al-Zahira. El título que tomó el nuevo califa, a l-
era vascona. Si esa fue una de las maneras con la que intentó le­ M a h d i b i- Ilá h , tenía resonancias mesiánicas asociadas sin
gitimar su derecho al califato, no deja de ser sorprendente dado duda con la fecha de su proclamación (el cambio de siglo de
que la genealogía por parte de madre no tiene apenas valor en el la hégira) y posiblemente también con el hecho de que A b­
rígido sistema patrilineal árabe y más aún tratándose de un vínculo derramán Sanchuelo había intentado previamente asociarse
cognaticio no musulmán, pero no por sorprendente hay que des­ con otra figura mesiánica, la de al-Qahtani.
deñarla, ya que Abderramán Sanchuelo carecía de uno de los re­ La ruptura del equilibrio entre omeyas y amiríes ocurrió
quisitos necesarios para ser califa, la pertenencia al clan de Qurays de forma muy rápida, como señaló un testigo de los aconteci­
que había sido el del profeta Mahoma. No solo no era quraysí, ni mientos:
DESPERTA FERRO 53

▼ Detalle del BEATO DE GERONA, manuscrito fechado en torno al año 975. En ella aparece una representación de la PROSTITUTA DE BABILO­
NIA, personaje mencionado en un pasaje del Apocalipsis (17:3-4). Al personaje se le atribuye una gran soberbia, avaricia y lujuria; se trata, cla­
ramente, de la encarnación de la corrupción y el vicio, que los hebreos asociaban a la ciudad de Babilonia desde que una parte de ellos
transcurriera en ella un largo periodo de exilio (la célebre "cautividad babilónica"). Como ya hemos avanzado anteriormente, los Beatos, re­
dactados en torno al siglo X, adquieren significación a la luz de la realidad política de los reinos cristianos peninsulares del momento, sometidos
a la hegemonía andalusí. En este contexto, la ciudad de Córdoba y el Estado califal son asimilados a la Babilonia bíblica, con la consecuente
atribución de vicios y pecados que ello conlleva. Es más, la prostituta adopta en ocasiones una postura "a la turca"y con una copa en la mano,
al igual que sucede con la figura del califa abasí en la iconografía persa coetánea, en este caso con el significado de dominio terrestre. En
algún caso aparece vestida con tocados andalusíes e incluso con un creciente lunar invertido en el tocado. El mensaje que se pretende trans­
mitir es evidente: una identificación de Córdoba y su poder como la fuente de toda corrupción al tiempo que se advierte que, al igual que Ba­
bilonia, llegado el día caerá la ira divina sobre ella.

De lo más extraño que vi entre las vicisitudes de este los que se habían establecido en la Península en siglos anteriores
mundo es que desde el mediodía del martes [14 de fe­ se hace referencia a ellos como los “nuevos bereberes”.9 Se les
brero de 1009...] hasta la medianoche del miércoles [14 consideraba extranjeros por sus costumbres, hasta el punto de
de marzo de 1009...] se cumplió un mes, y en ese mismo que la imposición de su forma de vestir o el rechazo de la
tiempo fue tomada la ciudad de Córdoba y destruida la misma se convirtieron en una de las formas en las que los go­
ciudad de al-Zahira; fue depuesto un califa de largo rei­ bernantes señalaban sus alianzas y lealtades.10 Para el historiador
nado [...] y proclamado un califa que no tenía derecho cordobés Ibn Hayyán fueron los bereberes “nuevos” los máxi­
antes y sobre el cual no recayó elección [...]; [tuvo lugar] mos responsables de la fitn a , a la que se hace referencia con la
la desaparición del reinado [d a w la ] de la familia de Amir expresión fitn a b a rb a riy y a . Es fitn a un término con una gran
y la vuelta al poder [d a w la ] de los Banu Omeya; la for­ carga negativa en la cultura política islámica porque implica la
mación de unos ejércitos de la plebe [am m a], reunidos ruptura de la unidad entre musulmanes, el conflicto entre cre­
para sustituir a las tropas aguerridas y experimentadas yentes, el estallido de la guerra civil.11 Las crónicas abundan
del soberano [su ltá n ] y [en fin] la caída de los grandes en relatos sobre el sufrimiento de los cordobeses durante esos
visires y la elevación de sus contrarios, a los que los años, la violación de mujeres, las masacres de unos y otros, el
ojos despreciaban por su bajeza y vileza. Y aconteció hambre, la pérdida de moralidad, el caos reinante.
todo esto por mano de unos diez hombres de los más Al poco de llegar al poder, al-M ahdi fingió que Hishám II
viles de pueblo [...]: sangradores, zapateros, corraleros había m uerto y sim uló su entierro. H ishám II reapareció
y basureros que se atrevieron a ello (Ibn ‘Idári, L a caída unos meses después para volver a ser proclam ado califa. El
del c a lifa to y los Reyes de Taifas, p. 74).7 reino de al-M ahdi en efecto duró solo nueve meses, víctim a
de la desafección de los bereberes que eligieron como califa
Abderramán Sanchuelo encontró la muerte el 3 de ra yab
(marzo) de 1009, cuando regresaba a Córdoba con la esperanza
vana de retener el poder heredado de su padre. Pero los amiríes
no volverían a recuperar la posición alcanzada por Almanzor,
si bien algunos de ellos lograron durante un tiempo hacerse
con el poder en Valencia cuando se cjuebró la unidad territorial
y empezaron a surgir los gobiernos locales que darían lugar a
los reinos de taifas.
El equilibrio entre amiríes y omeyas no fue el
único que se rompió tras la desafortunada ini­
ciativa tomada por Sanchuelo. También lo
hizo el que había mantenido unida a la fa­
milia omeya. El destronamiento de His­
hám II era inédito en la trayectoria suce­
soria de los omeyas: por primera vez en dos
siglos y medio, un gobernante omeya era de­
puesto por la fuerza en Córdoba. No sería el último.
La decisión de Sanchuelo no solo afectó a los ome­
yas. Con la caída de Hishám II, también se sintieron ame­
nazados los eslavos (s a q a lib a ) amiríes y los bereberes.
Los saqaliba eran esclavos traídos de las tierras euroasiá-
ticas y empleados en la administración palaciega, la guardia
palatina y las tropas provinciales, cuyo número había cre­
cido bajo Almanzor quien recurrió a ellos para dotarse
de servidores fieles a su persona.8 Los bereberes
eran mercenarios traídos desde el norte de África
para debilitar a los regimientos (yunds-s) árabes
y dar a los amiríes una base militar en la que
apoyarse, en una política ya iniciada bajo al-
Hakam II. Para distinguir a estos bereberes de
B) El inicio de la guerra civil en el califato, 1009-1010
La caída de Hishám II (comienzos de 1009) a causa de un levantamiento
popular, conduce rápidamente a la ruptura del orden imperante. Mien­
tras los hombres del viejo régimen son barridos de los puestos guber­ 4
namentales y sustituidos por improvisados líderes. El califa, que se apo­
ya en la facción andalusí, trata con desdén a los eslavo-amiríes y los Vixc*'
bereberes, cosa que muy pronto deriva en un enfrentamiento abierto
entre todas las facciones: estalla la guerra civil. Los ejércitos berebe­ 4 /^ 0
res combaten contra andalusíes y eslavos, aliados ahora del califa. Los
contingentes de la frontera se envuelven en estas querellas y, con ellos, Miranda de Ebro
miles de mercenarios cristianos. En medio del vacío de poder, comienza ° Amaya Cellorigo0°
Briones
el proceso de fragmentación del califato. Los primeros en actuar son los
eslavo-amiríes que, tras ser expulsados de Córdoba, se han establecido Alcocero
Casa Real, palacio de Medina Azahara. Durante los dos prime­
en el Levante. Serán pronto imitados por el partido bereber y, por último, Burgos ° 0 Ná¡e"V
ros años de la guerra civil, los dos complejos palaciegos más o S a n M illá n d e S ... .,0
majestuosos de Córdoba fueron saqueados y abandonados. por los andalusíes, una vez que la autoridad central se va diluyendo víc­ Ojj la Cogolla Albelda
Medina Azahara, la ciudad de los califas, y Madínat al-Zahirá, tima del caos reinante. Con una asombrosa rapidez, en solo trece años, Barbadillo0
el palacio de Almanzor. El primero a manos de los bereberes, el otrora poderoso Estado omeya ha implosionado, desaparecido y sido Lerma° </e
el segundo, del propio pueblo de Córdoba. remplazado por más de veinte Estados de pequeña entidad.
A ' ‘" ' I ,

Baños de la Beas de Segura/


Encina Shaqüra
Andújar/ \ Cazlona/
Andushar i Qastalla Hornos de Segur
Montoro ^ Baeza Úbeda / Ubbadha
Bujajance Quesada/Qayshata
• Jódar/Shüdhar» •
Madmatal-Zahira°rCUna. c#Jaén • Tíscar
t Baena • Martos Y a v v a
*Río g>Écija/ Luque. #Alcaudete
^Carmona/ Jstiyya »Cabra/Oabra. /fj/ M B a s t a
Qarmuna nBanuW T T Dammar
fiW IT ffll ^ Guadix/WadiAsh
Marchena/ (Morón) Elvira///ó/ra
Almonte/ j f e « % ^ Granada /
i • Loja ^ '¿ h a rn á ta
Utrera , ú y ya • Archidona j—j
Mawrur 'è • Antequera
/ Arcos de la Frontera/A > Setenil • l u f''
r * * Jete/Xat *
al-Bakri * nii l ^ Bobas* roÆ
Banu Harún (Huelva) Jerez de la Frontera/S/?arís/? _ j^%Bubashti¡^Q ^ ái Banu Ziri
(Faro-Algarve) 1012 o * Rom_^ . (Granada)
^T ak u ru n n d \ Salobreña
1018 1013
% Almuñécar/

Banu Ifran
X% al-Munacab
hammudíes
Medina Sidonia/Siduna (Ronda) (Málaga)
100 km 1015 1026
hammudíes feciras/al-Yazirat al-Jadra
(Algeciras)
Tarifa
1023
La caída del califato de Córdoba**
1002-1031
R E I N O DE F R A N C I A
Los ú ltim o s am iríes
1002-1009
Principales aceitas de 'Abd
al-Malik, y año de ejecución
Pamplona Rosellón
O Enclave atacado
REINO
Pallars „ , P.erelada Guarnición omeya establecida por
Perelada h 'Abd al-Malik
Sort cn „ _
° gif .Cerdaña Besalú °
La Seo de 9 <fn ^ 0o ° Ampurias La F itn a (guerra c iv il)
Las primeras taifas, con personaje o clan
UrgnUrgel.Berga
6 0 C a t a ¡l ea «„ e s Gerona fundacional y año de creación
o
Meya t> Solsona ni>
^ Taifa bereber
Monzôn/Muntshûn sastre Gerona ^ Taifa fundada por andalusíes
• mUisn-al-Roso 6 --
• R o la m .o r IV ld llie S a
tíalaguer cast;elloli o «p 0 castillo Vell de Llinars ^ Taifa fundada por eslavo-amiríes
•V- a- -í i d a * ao^ Posiciones entregadas por el cali­
Cervera ^í-r*í^Sant Cugat fa fa al conde de Castilla durante la
i ? Sant Pere de les Puelles
a/Larida guerra civil (1010)
o Barcelona
Fraga/Ifrà glia
A)Los hijos de Almanzor
Las campañas de 'Abd al-M alik
Tarragona/Tarrakúna El ejército legado por Almanzor, e inmediatamente recogido por su
hijo 'Abd al-Malik, es una engrasada maquinaria de guerra que en
las condiciones adecuadas no tiene rival en la Península. Durante su
rtosa/Tu rtusa gobierno, 'Abd al-Malik continúa con la dinámica puesta en prácti­
O ca por su padre. Atacar y presionar constantemente a los territorios
cristianos que no acatan la hegemonía cordobesa en cualesquiera
Labib al-'Amiri de sus facetas, sea militar o política. Las aceifas dirigidas por 'Abd
(Tortosa) al-Malik, si bien no llegan a la espectacularidad de las de su antece­
sor, sí que logran mantener la apariencia de superioridad indispensa­
•Alcalá de ble para mantener el prestigio del califato incólume.
Chivert
Aceita 1.a, invierno de 1002-1003. Su primera aceifa se dirige con­
Oropesa tra León. Posiblemente una columna de invasión se interna en terri­
torio leonés por Coímbra y otra marcha hacia la capital. Sin datos.
Aceifa 2.a, verano de 1003. Contra los condados catalanes. Un nu­
•Burriana/Buriyána trido ejército califal, al que se unen en Medinaceli contingentes leo­
• Uxó
•Almenara al-Muwaffaq neses, ataca la frontera. Se ocupan varios enclaves y, seguidamente,
(Valencia) se devasta todo el territorio hasta Barcelona. Se toman más de 5500
cautivos y se destruyen 85 lugares fortificados.
Aceifa 3.a, invierno de 1003. Movimiento contra territorio castella­
lentia/Balansiya no, sin datos.
Aceifa 4.a, otoño de 1005. Solo se sabe de la incursión de un con­
f Cullerà tingente contra Zamora y su territorio, el movimiento y los objetivos
•Alfandech del grueso del ejército califal en territorio leonés son desconocidos.

Ondara
Tárbena
m a/Dániya
Ibiza / Yâbisa
Aceifa 5.a, verano de 1006. Es llamada por las crónicas musulmanas
la "campaña contra el reino de Pamplona". Se ataca la frontera pire­
naica, sobre todo la Ribagorza, con un resultado desigual. El botín es
exiguo, de ahí que en Córdoba se la tilde de fracaso.
•I fach al-Muwaffaq Aceifa 6.a, verano de 1007. La "incursión de la victoria". 'Abd al-

V 1010
(Dénia) Malik dirige esta vez su ataque sobre Clunia, en el Duero. La cam­
paña es tildada de gran victoria en la crónica de Ibn 'Idari, por el
hecho de que los cristianos opusieron un gran ejército a la hueste
Alicante/Laqant musulmana y fueron claramente derrotados. Para 'Abd al-Malik su­
pone el éxito que le resarce del fracaso de su anterior aceifa contra
Pamplona.
Orihuela/U riw ala Aceifa 7.a, invierno de 1007. El ejército omeya marcha sobre la dis­
Aurcia/Mursiyya putada frontera en el Duero, en este caso la posición elegida es la
del castillo de San Martín, que es asediado y conquistado, y donde
¡V i-
se instala, seguidamente, una guarnición.
Lorca/Lawraqa Aceifa 8.a, la "expedición de la enfermedad", verano de 1008. Du­
• * Cartagena/Qartajanna *
Vélez-Rubio rante los primeros compases de la campaña, 'Abd al-Malik enferma
gravemente, lo que conduce a un final precipitado de la aceifa y el
Purchena/Burshâna Jayràn al-'Amiri regreso a Córdoba, donde muere.
(Murcia)
.¿Jijóla Abderramán Sanchuelo
w «Sénés 1012
Durante sus primeras semanas de gobierno, y antes de asentarse
firmemente en el poder, Sanchuelo comete errores que socavan
decisivamente su aparente autoridad. Tratando de enmendar en la
® Grandes ciudades (más de 40 000 habitantes guerra sus desaciertos en la política, organiza precipitadamente una
en algún momento de su historia andalusí) aceifa contra territorio cristiano. La llamada "aceifa del lodo" es un
o Ciudades entre 20 000 y 40 000 habitantes desatino desde el principio. Emprendida en invierno, sufre de una
• Ciudades y asentamientos de al-Ândalus climatología calamitosa y queda en la memoria como paradigma
o Otras ciudades del desastre. El comportamiento de Sanchuelo, por otra parte, es
errático. Mientras hace parada en Toledo con su ejército, camino de
$ Capitales de cora
la frontera, llegan las noticias del levantamiento en Córdoba. Aban­
5 Monasterio donado por todos menos por sus auxiliares cristianos, Sanchuelo es
Baya Cora
capturado por las tropas del nuevo califa y ejecutado. El último amirí
NOTA: En cursiva, el nombre de época.
había gobernado únicamente durante cinco meses.
56 DESPERTA FERRO

a Sulaymán bin al-H akam al-M usta’in bi-lláh y lograron im­ Sancho Garcés, denominado Ibn Mama en las fuentes árabes,14
ponerlo en Córdoba con la ayuda de Sancho Garcés y sus jefe de las tropas cristianas que entraron en Córdoba con el
tropas castellanas. Ello ocurría el 2 de noviembre de 1009. nuevo califa, reaccionó ante lo que vio durante aquella guerra
En m ayo-junio de 1010, al-M ahdi, con la ayuda de tropas civil diciendo:
catalanas, volvió a entrar en Córdoba y se desencadenó una
masacre de bereberes. A quellos del ejército de al-M usta’in Creíamos que la religión, la valentía y la equidad eran
que lograron salvarse som etieron la ciudad a un durísimo [patrimonio] de los cordobeses, pero he aquí que son
asedio durante el cual se dio m uerte a al-M ahdi, traicionado gentes que no tienen religión, ni valentía, ni tienen in­
por algunos esclavos am iríes. Su segundo reinado duró m e­ teligencia, y solamente les cupo lo que les cupo, de
nos de dos meses. Nuevos califas fueron nom brados con go­ triunfo y victoria, por mérito de sus reyes. Pero, cuando
biernos en general tan efím eros como el de al-M ahdi, hasta [estos] desaparecieron, se descubrió su [verdadera] con­
que en el año 1031 los cordobeses, cansados, decretaron la dición [...] se desbandó su ejército, sus príncipes y todos
abolición del califato.12 ellos, ante menos de dos centenares de hombres a caba­
llo, que no tenían jefe ni eran conocidos [...] [Los cris­
MUSULMANES Y CRISTIANOS: LA QUIEBRA DEL tianos] saquean y roban sin orden. Luego vienen las
PREDOMINIO MILITAR gentes de Córdoba y les compran lo robado, los bienes
Tanto Almanzor como al-Muzaffar habían legitimado su go­ de sus compañeros los musulmanes, y ninguno de entre
bierno y engrosado las arcas del Estado lanzando expediciones ellos tiene escrúpulos en comprarlos.15
anuales contra los reinos cristianos en el norte peninsular, ya
fuesen los condados catalanes, Pamplona, Castilla o León. Fue Refleja este pasaje, por un lado, la existencia de un imagi­
a su regreso de una de esas expediciones cuando Abderramán nario idealizado sobre la potencia militar de la Córdoba musul­
Sanchuelo, abandonado por sus tropas, fue arrestado por emi­ mana entre los cristianos y, por otro lado, el momento en el
sarios de al-Mahdi y ejecutado, tras lo cual su cuerpo fue cru­ que ese imaginario se rompió.
cificado en Córdoba. La turbulenta situación en la ciudad tuvo
su reflejo militar en las zonas fronterizas, con la pérdida de LAS CONSECUENCIAS DE LA F I T N A
fortalezas como Medinaceli. Las carencias militares de los an- La fitn a trajo muchas otras consecuencias. La familia omeya, a
dalusíes quedaron entonces al descubierto13 y se agudizaron pesar del elevado número de sus miembros, desapareció de la
posteriormente, como revela el sistema de parias por el cual escena política andalusí con una breve reaparición siglos después
los musulmanes empezaron a pagar a los cristianos para no ser durante la rebelión de los moriscos cuando su cabecilla Hernando
atacados por estos. de Válor (ca. 1545-1569) reivindicó una genealogía omeya (véase
La fitn a abrió también las puertas de Córdoba a las tropas D espena F e rro H is to ria M o de rn a n.° 25: la Guerra de las Alpu-
cristianas. Cuando Sulaymán al-M usta’in atacó a al-Mahdi en jarras). Algunos de los reinos de taifas continuaron prestando
Córdoba lo hizo con tropas bereberes y cristianas. El conde obediencia al recuerdo del califa omeya bajo la forma de un

Tras emprender una aceifa invernal y fitna


abandonar la capital, estalla la rebe­ o guerra civil
lión en Córdoba. El califa Hishám II
D a wl a es derrocado. Muhammad II califa. La primera guerra civil termina
con la victoria de Sulaymán, Al-Násir, el primer califa de la dinastía hammudí, de la fac­
La dinastía amirí Abderramán Sanchuelo regresa a la
que entra en Córdoba. Asesinato ción bereber, ataca Córdoba con sus fuerzas y, tras tomarla,
ciudad pero, abandonado por todos, es
Muerte de Almanzor, su hijo 'Abd posterior de Hishám II, quien, captura y ejecuta a su antecesor, el califa Sulaymán
ejecutado por orden del califa. La caída
al-M alik al-Muzaffar (975-1008) al del último amirí representa el inicio de la antes de morir, nombra heredero Un nuevo pretendiente, en este caso de
frente del gobierno. fitna, la guerra civil, y a la vez, el final de a al-Násir La facción amirí huye origen omeya, Abderramán IV, disputa el
la época de las grandes aceifas contra los al Levante. trono. Al-Násir es asesinado en Córdoba.
Abd al-M alik al-Muzaffar prosigue cristianos. Abderramán IV califa.
con desigual éxito la agresiva política Batalla de Alcolea. El omeya Sulaymán, con
adoptada por su padre contra los Esta­ apoyo bereber y castellano, derrota a las fuer­ Abderramán IV cae asesinado víctima de una
dos cristianos. zas del califa. Saqueo de Córdoba. Sulaymán _ conjura Ma'mün, hermano de Al-Násir, es
califa. nombrado califa por sus seguidores en Cór­
Muerte de 'Abd al-M alik al-Muzaffar Su doba.
hermano, Abderramán Sanchuelo, se hace
Muhammad II, que cuenta con el apoyo de Incapaz de asegurar su posición en la capital,
con las riendas del poder. Incapaz y atolon­
un ejército mercenario de catalanes, comba­ Al-Muhtal huye Al-Ma'mün recupera el con­
drado, su comportamiento inicial le granjea,
te a Sulaymán y sus aliados bereberes. Su­ trol de Córdoba con el respaldo bereber.
el desprecio de buena parte de la población y
laymán huye. Muhammad II califa. Intenta
clases dirigentes.
aniquilar a los bereberes, pero es derrotado
por estos. El hijo de Al-Násir, Al-Ma'mün depuesto. Caos en I
Isá b. Sald al-Yahsubi, visir de doba, guerra entre los bereberes ||
Al-Muhtal, disputa el trono
'Abd al-M alik, conspira contra él. El Nueva victoria, decisiva, bereber, a Al-Ma'mün El califa huye los cordobeses. Al-Ma'mün, con i
amirí ajusticia, de su propia mano, al los mercenarios catalanes aban­ derrota bereber, huye de la ciudad. E
a Sevilla, mientras su sobri­
visir. A partir de ese momento se hace donan a Muhammad y regresan pueblo de la capital nombra califa á.
no se instala en Córdoba y
cargo, personalmente, de los asuntos — a su tierra. Los amiríes asesinan a Abderramán V, que en solo dos meses
asume al mismo tiempo el
de Estado. Muhammad III y elevan de nuevo a sucumbe a manos de su primo y suct|
título de califa.
Hishám II al trono. Sulaymán desde sor, Muhammad III
Algeciras, apoyado por el partido be­
reber, lucha por el trono. Guerra civil.

9 •* • I
“ 1008 1009 -

Hishám II
DESPERTA FERRD 57

►Anverso y reverso de TALISMÁN ANDALUSÍ


(en árabe, hirtz), seguramente de tradición ha-
rrania, con asidero para ser llevado prendido al
cuello. Se trata de una pieza de bronce fundido
a molde, se fecha en los siglos Vlll-X. Presenta
en sus dos caras leyenda en árabe inscrita en un
característico cúfico inciso. En la cara A desarro­
lla la azora CXII (surat al-ijlas), que es el verda­
dero credo musulmán en el que están
contenidos los principios básicos de su radical
monoteísmo. En la cara B, parece incluir un
breve texto cabalístico, sin aparente sentido, al
tiempo que despliega un motivo de ataurique
central que puede recordar el árbol del paraíso
o hom. Según el testimonio del astrónomo
turco Thabit ibn Qurrá (siglo X) -recogido por
Juan Hispalense (miembro en el siglo XII de la
escuela de traductores de Toledo)-, la ciencia
de los talismanes era mucho más útil que la ge­
ografía y más excelente que la filosofía.

falso Hishám II promovido inicialmente nando bajo los reinos de taifas fue la de
por los abadíes de Sevilla. Durante la reconocer a un ambiguo abd A lla h a m ir
fitna, otra dinastía califal hizo su apari­ a l-m u m in in que podía ser identificado
ción en territorio peninsular, la de los con el califa abasí, pero que sobre todo de Sevilla, Toledo y Zaragoza- expan­
hammudíes. Descendientes de los emires ofrecía una solución a la necesidad polí­ diéndose a expensas del resto y desarro­
idrisíes que habían reinado en Fez y en tica de reconocer la “idea” del califato, llando diversos procesos de legitimación
otras regiones del actual Marruecos donde independientemente de la presencia o no política y religiosa.17 Rivalizaron entre sí
se berberizaron, los califas hammudíes de un imán al frente de la comunidad. en mecenazgo artístico, científico y lite­
(al-Násir, al-Ma’mün y al-Mu’tali) se pre­ Los reinos de taifas se constituyeron rario, gracias al cual el siglo XI constituye
sentaron primero como herederos de los a partir de tres grandes grupos de los que uno de los períodos de mayor esplendor
omeyas, pero cuando tuvieron que aban­ surgieron quienes se hicieron con el po­ cultural de la historia de al-Ándalus en
donar Córdoba buscaron nuevas y origi­ der: los bereberes “nuevos”, los saqaliba todos los terrenos. Pero como ha desve­
nales formas de legitimar su gobierno y los andalusíes. Los reyes de taifas no lado Josep Suñé en un estudio reciente,
como revelan las monedas que acuña­ fueron considerados rebeldes ya que no ello hizo que los reyes de taifas carecieran
ron.16 La fórmula que acabó predomi- se alzaron contra un poder central, sino de fondos económicos suficientes para
que se limitaron a ocupar el vacío que mantener ejércitos, agudizando una de­
quedó cuando este dejó de existir. El nú­ bilidad militar que hizo necesario el re­
mero de esos reinos varió a lo largo de su curso a los almorávides hacia finales de
El final andadura, con algunos -com o los reinos la centuria.18

del califato B IB L IO G R A F ÍA B Á SIC A


La eclosión de las taifas Bariani, L. (2003): Alm anzor. San Sebastián: Nerea.
Guichard-B. Soravia, P. (2006): Los reinos de taifas. F ragm entación p o lítica y esplendor
O Aceifa cristiana cultural. Málaga: Sarriá.
# Aceifa musulmana Martinez-Gros, G.;T¡xier du Mesnil, E. (2011 ):"La fitna. Le désordre politique dans Nslam
médiéval", Médiévales 60.
Ajuicio del historiador Ibn Idari Muhammad III es un
vago y un libertino, un ignorante enviado por Dios para cas­ Scales, P.C. (1994): The fa ll o f the caliphate o f Córdoba. Berbers a n d Andalusis in conflict.
tigar a Córdoba, el más nefasto de los califas de esta etapa. Leiden: New York y Cologne.
Confuso período en el que Muhammad es depuesto y Suñé Arce, J. (2019): "Was the Umayyad caliphate of Cordoba as Strong as Arab
vuelto a elevar en el trono Al-Muhtal, desde Málaga, Chroniclers Claimed?", Al-M asáq 31.
ha reclutado un ejército para marchar contra la ciudad.
Muhammad huye, siendo asesinado a los pocos días. Wasserstein, D. (1993): The caliphate in the West. An Islamic Political Institution in the Iberian
Al-Muhtal gobierna desde Málaga, delegando el go­ Peninsula. Oxford: Clarendon Press.
bierno de la turbulenta capital en su visir.
Hishám III gobierna z Bibliografía completa y notas en www.despertaferro-ediciones.com
por medio de su visir.
Matanza de bereberes en La mala administra­
Córdoba. Desordenes en la ción dirigida por él
capital. Al-Muhtal, depuesto. mismo provoca su Maribel Fierro es profesora de investigación en el Instituto de Lenguas y Culturas
caída. Los cordobeses del Mediterráneo (CCHS-CSIC). Trabaja sobre la historia política, social e intelectual
Los cordobeses nom­ deciden expulsar a
bran a Hishâm III todos los omeyas y de las sociedades islámicas premodernas, especialmente en el Occidente islámico
califa. gobernarse por sí mis­ (Norte de Africa y Península Ibérica). Es autora de Abdarramán III y el califato omeya
mos. Fin del califato. de Córdoba (2011) y The Almohad revolution. (2012). Ha editado con F. García Fitz,
El cuerpo derrotado: cómo trataban musulmanes y cristianos a los enemigos vencidos (Península
- i - - 1...■■■■*■ — 1 1 1
111 11. 11 11111 11111 1 Ibérica, ss. VIII-XIII) (2008).
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Libros
ELIZABETH DRAYSON
El último sultán. Boabdil y el fin de al-Ándalus
El 2 de enero de 1492 capitulaba Granada al entregar Boabdil las llaves del reino a los Reyes
Católicos. La leyenda asegura que en su posterior ruta al exilio, el último sultán de la capital
árabe volvió la vista atrás para contemplar por última vez el que había sido su paraíso en la
tierra, y se echó a llorar. Supuestamente fue entonces cuando su madre le sentenció con aquella
frase que pasaría a la historia: “te haces bien, hijo mío, de llorar como una mujer por lo que no
puedes defender como un hombre”. Aunque de aquello haga ya más de cinco siglos, las hosti­
lidades religiosas continúan vigentes y la herencia andalusí permanece todavía hoy viva e in­
EL negable en nuestro acervo cultural, artístico y científico. También desde el siglo XVI se hizo
patente en el imaginario colectivo la figura de un monarca traidor a su propio pueblo, débil,
ÚLTIMO
pusilánime, amigo y aliado secreto de su enemigo cristiano Fernando el Católico. Ahora bien,
SULTÁN ¿por qué ha llegado hasta nuestros días una imagen tan denostada? ¿Y qué hay de cierto en
B O A B D IL Y EL F IN DE A L A N D A L U S
ello? Elizabeth Drayson se muestra rotunda en este libro y, sin pretender dejar lugar a dudas,
desvela las claves y presenta un Boabdil muy diferente a lo que la tradición nos contó. Basa la
investigación en relatos biográficos e históricos de autores cristianos y árabes contemporáneos
ISBN: 978-84-948208-4-7
para mostrarnos a un hombre tan culto como excepcional en política y guerra; un personaje
Páginas: 216
que desempeñó un papel significativo para la historia de España al sacrificarse por su reino. E l
Autor: Elizabeth Drayson
ú ltim o sultá n es un estudio extenso de su vida y época que parte del nacimiento del regente
Editor: Pasado & Presente
nazarí y bucea en la conflictiva e intrigante red de relaciones políticas y familiares hasta su
Web editor:
exilio en Fez, muerte y misterioso enterramiento. Según su autora, la obra “reconsidera el ve­
www.pasadopresente.com
redicto de la historia, que lo ha marginado y favorecido a sus vencedores. Examina su papel
Reseñadora: Irene Godino
decisivo en la España de finales del s. XV [...] e investiga cómo se creó y preservó su
Cueto
reputación hasta convertirse en materia de leyenda”. En poco más de doscientas páginas nos
encontramos con una obra que consigue sumergirnos en una historia de celos, afrentas, rencores
y traiciones, casi como si de una novela se tratase. Mantiene incluso la tensión en la trama. De
hecho, tanto su estilo narrativo como sus evocadoras descripciones incitan al lector a seguir
hacia delante en una lectura continua sin darse apenas cuenta de tener entre sus manos un
trabajo de investigación. ¿Fue al-Zugabi “el Desdichado” víctima de su destino? ¿Fue un
Hombres de religión y guerra héroe sacrificado o sacrificó a su propio pueblo? Drayson se arriesga y apuesta por lo primero
Cruzada y guerra sania
en la Edad Media peninsular (siglos x-xv) intentando arrojar luz sobre las sombras de esta controvertida figura histórica.
Carlos de Ayala Martínez
Santiago Palacios (eds.)
Hombres de religión y guerra. Cruzada y guerra
santa en la Edad Media peninsular (Siglos X-XV)
Los profesores Carlos de Ayala y J. Santiago Palacios son los impulsores del proyecto de in­
vestigación “ C o n fro n ta tio . Violencia religiosa en la Edad Media peninsular: guerra, discurso
apologético y relato historiográfico (ss. X-XV)”. Fruto de su primer año de andadura es el pre­
sente libro, un conjunto de veinte trabajos de ellos mismos y otros dieciocho autores que
versan sobre la participación de los clérigos, tanto cristianos como musulmanes, en las guerras
que se dieron en España y Portugal entre los siglos X y XV. Estos conflictos fueron poco a
poco transformándose hasta ser vividos por muchos de sus combatientes como auténticas
guerras de fe. Podemos poner todos los reparos que se quieran sobre las causas últimas del en­
ISBN: 978-84-773754-9-4 frentamiento entre estos mundos de frontera, pero muchos lucharon convencidos de que podían
Páginas: 541 alcanzar la remisión de sus pecados y la vida eterna peleando por su fe. No se luchaba única­
Autor: Carlos Ayala Martínez mente por botines y ganancias territoriales. En el islam, el recurso a la violencia por motivos
y J. Santiago Palacios religiosos no era algo extraño. Mahoma fue un gran jefe militar a más de profeta para escándalo
Ontalva (editores) de los primeros tratadistas cristianos que supieron de su existencia. La yihad, la guerra santa
Traductor: en una de las acepciones del término, es uno de los puntos más importantes de la fe islámica
Editor: Silex según la interpretación mayoritaria de los teólogos de la época. En este contexto no puede ex­
Web Editor: trañar la participación de ulemas, alfaquíes o místicos en las guerras peninsulares. El cristianismo
www.silexediciones.com fue poco a poco evolucionando desde un pacifismo inicial hasta aceptar el concepto de guerra
Reseñador: Antonio Checa justa primero y, ya en el siglo XI, abrazar de forma clara el ideal de cruzada, una auténtica re­
Sainz volución que solo fue posible por el éxito de la reforma gregoriana y la percepción de una cris-
tiandad amenazada por musulmanes y paganos. En un interesante capítulo se argumenta que
este concepto iba más allá del elaborado por los clérigos asturianos en el siglo IX, al incluir la
idea de la remisión de los pecados y acentuar los actos religiosos antes de entrar en batalla.
Los obispos cristianos no solo defendieron estas ideas desde el pulpito sino que ellos mismos
se convirtieron en ocasiones en hombres de guerra, como nos recuerdan los distintos autores
con varios ejemplos. Las órdenes militares serían un fenómeno claramente fruto del espíritu
cruzado y fusionarían los ideales de vida monástica y caballeresca. Se realiza aquí una
aportación interesante sobre la eficacia y relevancia militar de la Orden de Santiago, capaz
hasta finales del siglo XV de poner en pie ejércitos de peso para la época. Muchos de los con­
flictos que hubo en la península fueron declarados cruzada por Roma, y sus participantes ob­
tuvieron las mismas indulgencias que si hubieran luchado en Tierra Santa; de hecho una de las
primeras cruzadas declaradas contra un rey cristiano fue la de Celestino III contra Alfonso IX
de León, en castigo por haberse aliado con los almohades. En el siglo XIII tenemos las figuras
del arzobispo toledano Jiménez de Rada y del obispo barcelonés Berenguer de Palou, prota­
gonista de uno de los mejores trabajos aquí incluidos y merecedor de mayor atención historio-
gráfica. Estamos ante un proyecto colectivo que no termina en este volumen y del que se
pueden esperar nuevos resultados. Quien lo desee puede seguir su labor a través de la página
de Facebook que han creado con el fin de informar de las novedades y enlaces sobre esta te­
mática. Habiendo, por tanto, un claro interés divulgativo, no se comprende que cuatro de los
trabajos y varias citas extensas en latín estén sin traducir y en lengua distinta del castellano.
Habría sido de agradecer un índice onomástico y temático para facilitar la búsqueda de datos.
Dos capítulos sobre la cruzada y los clérigos en Tierra Santa tienen su interés, pero no se com­
prende su inclusión en un libro sobre la península ibérica. Son cuestiones pequeñas que, junto
con algún pequeño fallo de edición, pueden corregirse en futuras reimpresiones y que no em­
pañan en absoluto la obra que presentamos, claramente atrayente para los interesados en los
vínculos entre religión y guerra en la Edad Media. El volumen aborda temas realmente
originales en algunos capítulos y siempre desde una lectura directa de las fuentes de la época,
por lo que el lector saldrá enriquecido de su lectura.

Alarico. La integración frustrada (365/370 - 410 A.D.)


La figura de Alarico, uno de los personajes centrales del periodo en el que se materializó la des­
integración como entidad política del Imperio romano occidental, cuenta con un abultado
volumen de obras en las que se aborda su figura y su papel en este proceso. Desde la propia An­
ISBN: 978-84-166625-3-1 tigüedad clásica hasta nuestros días, su figura se ha visto alternativamente, o bien como la de un
Páginas: 184 bárbaro responsable de la caída de la ciudad que representaba los ideales de orden y civilización,
Autor: Javier Arce o bien como una fuerza motora, un hombre dotado del valor y la energía necesarios para desen­
Editor: Marcial Pons cadenar un proceso de cambios que acabaría con un imperio languideciente y moribundo. El
Web Editor: trabajo de Javier Arce trata de reconstruir la vida de este icónico personaje, a partir de las
www.marcialpons.es escasas fuentes escritas disponibles (desde los autores clásicos hasta los trabajos monográficos
Reseñador: Raúl Catalán más recientes), sirviéndose además del apoyo de los datos arqueológicos cuando esto es factible.

el Gran Capitán
historia m ilitar
www.elgrancapitan.org/foro
Libros
El autor trata de reconstruir la vida de Alarico desde su nacimiento en algún lugar indeterminado
del curso bajo del Danubio, hasta su fallecimiento en el sur de Italia, poco después de intentar
pasar al norte de África y establecerse en el que pasaba por ser, junto a Egipto, el granero del
que se alimentaba el Imperio. Como señala Arce, las dificultades para abastecer a sus seguidores
-una amalgama de germanos de origen bien diverso y provinciales romanos, muy alejada con­
formar una entidad étnicamente hom ogénea- parecen explicar las acciones y las decisiones lle­
vadas a cabo por el líder godo, encaminadas en origen a lograr un encaje firme en la sociedad
romana para asegurar su porvenir y el de sus seguidores. Así, Arce detalla los primeros pasos de
Alarico al servicio del Ejército romano, su intervención en los conflictos entre las diferentes
facciones y su ascenso al poder, seguidos por la serie de reconciliaciones y desencuentros tanto
con la corte de Constantinopla como con la de Rávena. Estos acabaran finalmente con el saqueo
de Grecia por parte de los godos y más tarde la propia Italia, materializados sobre Atenas y
Roma respectivamente. Esta acción, como detalla el investigador aragonés, suponía el punto de
no retorno en las relaciones con el Imperio, y consumaba el fracaso de Alarico en sus intentos
de integrarse en el mismo, en buena parte motivado por la hostilidad de la corte de Rávena
hacia todo aquello que fuera germánico. Al respecto del episodio concerniente al saqueo de
Roma, Arce hace una interesante contraposición entre la figura de Alarico (que tratará de buscar
una salida negociada en todo momento, incluso llegando a rebajar sus aspiraciones personales
para evitar el conflicto y poder integrarse en el aparato romano), y Honorio, el emperador
reinante en Rávena (intransigente frente a cualquier tipo de petición emanada de un líder
germano e indolente ante el destino de sus propios súbditos en Roma). En conclusión, este vo­
lumen ofrece una visión equilibrada de Alarico, en la que se le presenta como un jefe militar
capaz, que ha pasado a la historia por un hecho que a la vez supone su mayor fracaso. No
obstante, no se trata de una visión edulcorada del líder godo, ya que se explica que Alarico no
dudó en emplear la violencia cuando creyó que mediante esta obtendría los fines que perseguía,
pero desde luego las pruebas arqueológicas y las fuentes más fiables descartan el reguero de
muerte y destrucción con el que en algunas ocasiones se le ha asociado. Asimismo, otro de los
logros de este libro es ofrecer una visión no solo del personaje en sí, sino también del entorno
en el que este se desarrolla y sus antagonistas, en especial la corte de Rávena, sin la que no se
entendería la deriva de los acontecimientos. Un libro muy recomendable para entender las
fuerzas en juego en el proceso de desaparición del Imperio romano a principios del siglo V.

On Ancient Warfare. Perspectives on Aspects of


War in Antiquity, 4000 BC to AD 637
Este libro constituye una interesante y original aportación a la historia militar de la Antigüedad.
A pesar de lo que su título podría sugerir en un principio, una vez el lector se aproxima a los
contenidos de esta obra, descubre que este no es, ni mucho menos, “otro libro sobre la guerra
en el mundo antiguo”. Lejos de caer en un manido recorrido convencional (geográfico-crono-
lógico) sobre la evolución del arte de la guerra en la Antigüedad, habitual en otros tantos
títulos divulgativos similares, este libro, como veremos, supone una obra innovadora, tanto en
sus objetivos y estructura, como en sus múltiples aportaciones y perspectivas. El libro se es­
tructura en dos grandes partes claramente diferenciadas pero relacionadas entre sí. La primera
parte, compuesta por los capítulos 1 a 11, constituye un amplio y preciso recorrido sobre múl­
tiples aspectos de la guerra en la Antigüedad, transversales a los distintos periodos y culturas,
en el marco de las cuales el autor no olvida considerar el subcontinente indio y China. Temáticas
ISBN: 978-1-52671-8-457 como la tecnología, las enfermedades, la sanidad militar, la alimentación, la naturaleza de las
Páginas: 313 fuentes escritas antiguas o, incluso, un innovador estudio preliminar sobre síndrome de estrés
Autor: Richard A. Gabriel postraumático en la Antigüedad, constituyen el núcleo de esta primera parte. Cada capítulo re­
Idioma: inglés presenta una acertada - a la par que com pleta- síntesis de cada uno de estos y otros aspectos,
Editor: Pen & Sword Books Ltd. contemplados desde una perspectiva transversal e interdisciplinar donde los únicos defectos
Web editor: perceptibles son un ocasional exceso de entusiasmo en torno a los logros y avances en la Edad
www.pen-and-sword.co.uk Antigua en determinados aspectos, así como una cierta tendencia a la asunción de generaliza­
Reseñador: David Soria ciones, ya superadas, en materias específicas como la evolución del ejército romano o las con­
Molina secuencias de la presencia de contingentes “bárbaros” en sus filas. La segunda parte, que com-
DESPERTA FERRO 61

prende los capítulos 12 a 28, supone un conjunto de detallados y precisos estudios sobre acon­
tecimientos y procesos históricos concretos escogidos por el autor, muchos de ellos completa­
mente alejados de lo que consideraríamos como una “selección convencional”. Estos breves
pero en su mayoría innovadores ensayos, nos dan a conocer, por ejemplo: una interesante in­
terpretación crítica de determinados episodios del Antiguo Testamento como fuentes para la
historia militar del Oriente Próximo; un rompedor análisis del origen de la doctrina budista
como fruto del estrés postraumático sufrido por su fundador; una acertada reivindicación de
las figuras de Filipo II de Macedonia y Agripa; el análisis de la importancia de la flota romana
en época imperial; o un actualizado estudio sobre las guerras fundacionales del islam. Buena
parte de estos capítulos constituye, además, una interesante contribución historiográfica que
aporta nuevas perspectivas de estudio a los especialistas en la historia militar de la Antigüedad.
Bien estructurado, redactado con enorme fluidez, en un lenguaje preciso a la par que accesible,
la calidad científica del libro se refuerza con numerosas y sistemáticas notas críticas (ubicadas
al final), una amplia y actualizada bibliografía selecta, así como un útil índice analítico. Aunque
emplea las ilustraciones estrictamente necesarias, así como numerosas y útiles tablas, todas
debidamente referenciadas, quizás se le podría reprochar una cierta carencia en lo que a aparato
cartográfico se refiere, circunstancia sobradamente compensada por la calidad general de la
obra. Coherente en su conjunto e innovador en sus planteamientos, este libro es justo resultado
y compendio de la trayectoria investigadora de su autor. Supone, además, una excelente obra
de divulgación y, al mismo tiempo, una recopilación de nuevas perspectivas e interesantes
puntos de partida para el investigador especialista, no pudiendo faltar en la biblioteca de
ningún entusiasta (profesional o aficionado) de la historia militar del mundo antiguo.

Los templarios. Auge y caída de los guerreros de Dios


DAN JONES
A lo largo de los siglos se ha llegado a escribir de todo sobre los templarios, desde sesudos
LOS tratados históricos a las más variopintas barbaridades místicas y esotéricas. No son pocas las
TEMPLARIOS páginas -tam bién películas y series de televisión- dedicadas a esta orden religiosa medieval,
Auge y caída de los guerreros de Dios
unas veces con más acierto que otras y, aún así, hoy continúan fascinando los relatos de unos
hombres que dedicaron su vida a la espada y la cruz. ¿Qué novedad puede aportar entonces la
obra de Dan Jones? El autor de Los P la n ta g e n e t promete ofrecernos la versión definitiva
donde quede explicada la historia real tal y como fue, desmitificada y libre de las teorías
conspiratorias y fantasiosas que siempre los acompañó y que los convirtió en el imaginario
popular en héroes semilegendarios. Bebiendo de fuentes originales y estudios académicos,
Jones examina y redefine su historia dividiéndola en cuatro grandes apartados cronológicos:
el humilde nacimiento de la orden como guerreros religiosos dispuestos a proteger a los pe­
regrinos occidentales que seguían los pasos de Cristo por caminos de Tierra Santa y su rápida
, un urna Bkr NAHÜ CORNWELL expansión gracias al reclutamiento de hombres y al apoyo popular y sobre todo financiero de
■ ■" I ■ ■ ... ............. .... ■ «Ilí llSI
sus patrocinadores; su conversión en unidad militar de élite y su papel decisivo en la Segunda
ISBN: 978-84-162228-0-3 Cruzada, desempeñando así un papel destacado en la historia política y militar de los Estados
Páginas: 505 cruzados cristianos; su maduración y transformación posterior en una institución que combinaba
Autor: Dan Jones la capacidad militar y geopolítica con una sofisticada red financiera internacional que auspi­
Editor: Ático de los libros ciaba a reyes y papas; y por último, la desestabilización, el desencadenante y las causas de su
Web editor: brutal aniquilación en una guerra sin cuartel en la que sus miembros fueron perseguidos, juz­
www.aticodeloslibros.com gados, torturados y ejecutados en la hoguera hasta su total desaparición. Finalmente, se les
Reseñadora: Irene Godino acusó de una lista de crímenes -herejía, blasfemia y orgías- diseñada específicamente para
Cueto provocar la repulsión en la opinión pública, algo que, sin embargo, ayudó a magnificar la le­
yenda templaría, la cual quedó plasmada en obras de arte, baladas y crónicas hasta nuestros
días. Lo que consigue este historiador inglés es un relato emocionante sobre una organización
religiosa y guerrera que acumuló tantas riquezas que devino más poderosa y peligrosa que al­
gunos gobiernos. Es un libro de divulgación histórica y, al mismo tiempo, una narración
sobre el poder de la propaganda y de la creación de mitos, la violencia, la deslealtad, la
traición y la codicia que convirtió a hombres en reyes y destruyó reinos. Jones guía a los
lectores con un estilo claro y sencillo que combina la información rigurosa con la lectura por
placer. Su ritmo vibrante y las sorprendentes anécdotas que salpican el texto cautivarán el in­
terés de cualquier apasionado de la Orden del Temple.
El Tratado del Ebro
Casus belli de la
Segunda Guerra Púnica
Enrique Hernández Prieto - Universidad de Salamanca

L
a victoria de Roma en la Primera Guerra Púnica marca un nalidad de Asdrúbal, los es­
punto de inflexión en la política exterior de Cartago. Tras critores antiguos destacan su
la pérdida de sus dominios en Sicilia, Córcega y Cerdeña preferencia por recurrir a la
frente a la nueva potencia mediterránea, la península ibérica se vía diplomática frente a la
convirtió en su nuevo escenario de expansión, destinada a propor­ fuerza, lo que pudo animar
cionar los recursos que posibilitaran su recuperación económica y al Senado a emprender direc­
geopolítica. En los nueve años siguientes a su desembarco (237 tamente con él las negociacio­
a. C ), AmíJcar Barca (el Rayo), el más brillante de los estrategas nes en lugar de acudir a las auto
púnicos, dirigió la conquista de los nuevos territorios y fue sucedido ridades de la metrópoli púnica.
a su muerte por su yerno Asdrúbal el Hermoso. En él recayó tanto
el mando de la misión hispana como la educación y formación EL TRATADO CON ASDRÚBAL
para el servicio público de sus sobrinos: Aníbal y sus hermanos, Entramos ahora a considerar uno de los aspectos más oscuros y
aún menores de edad. Será con Asdrúbal, como máximo repre­ complejos del acuerdo alcanzado con el dirigente cartaginés: la exis­
sentante político púnico en Hispania, con quien los romanos esta­ tencia de importantes y expresivas diferencias entre los distintos es­
blecerán un tratado que regule sus relaciones y actuaciones políticas critores antiguos sobre cuál era su contenido. Así, Polibio afirma
en la zona. Sus contenidos no solo ponen de manifiesto la preocu­ que en el texto solo se imponía a los púnicos la prohibición de atra­
pación de Roma por la nueva posición de Cartago en occidente, vesar el río Ebro en armas, sin mención al resto de Hispania (Pol.
sino que juegan un papel de primer orden en la construcción de la II. 13.7; III.29.3). Por el contrario, el historiador romano Tito Livio
legitimación moral del segundo conflicto entre ambos Estados. (59 a. C.-17 d. C.) subraya la existencia de una cláusula que salva­
guardaría la independencia de los saguntinos, situados en la zona
CUANDO ROMA DESPERTÓ... intermedia y a los que considera fruto de una unión entre colonos
Mientras los cartagineses, capitaneados por los bárcidas, desarrollaban griegos zacintios e itálicos ardeatinos (Liv. XXI.2.7). El alejandrino
su expansión en suelo hispano, los romanos concentraron sus esfuerzos Apiano (95-165 d. C.), más tardío, también se hace eco del supuesto
en reforzar su autoridad en los territorios recién anexionados y en es­ origen heleno de los saguntinos y los localiza entre el Ebro y los Pi­
cenarios más próximos a la península itálica. Merced al testimonio rineos (App. VI.7). Apunta que junto a las otras colonias griegas de
del autor tardío Dión Casio (155-235 d. C.) se conserva una noticia Hispania, preocupados por el avance de los púnicos, habrían acudido
de historicidad discutida acerca de una entrevista con Amílcar para a los romanos. En el pacto establecido, estos últimos se comprometían
esclarecer sus intenciones en la zona, donde quedó satisfecha la cu­ a no atacar a los pueblos al sur del Ebro, en tanto que los cartagineses
riosidad de los delegados romanos con la alusión a la necesidad de lo hacían a no atravesar el río y a respetar la libertad de las poblaciones
obtener recursos con los que hacer frente al pago de indemnización griegas. Por tanto, en lo único en que todos coinciden es en el reco­
por el conflicto anterior. Esta actitud pasiva de Roma experimentó nocimiento del Ebro como línea de demarcación... y aún este punto
un vuelco en tomo al 226 a. C., cuando nuevos embajadores se pre­ no ha estado exento de polémica, ya que se ha llegado a plantear
sentaron en Hispania para establecer un nuevo acuerdo que articulase que el río al que el tratado hacía realmente referencia era el Júcar (J.
las relaciones romano-púnicas en ese escenario. El historiador griego Carcopino) o el Segura (P. A. Barceló Batiste). Estos planteamientos
Polibio (200-118 a. C.), principal analista de los movimientos diplo­ simplificarían notablemente la cuestión de responsabilidades en la
máticos entre las potencias mediterráneas, afirma que los romanos Segunda Guerra Púnica: los cartagineses habrían vulnerado el pacto
constataron que los cartagineses habían emergido como una gran al atravesar el límite para atacar a los saguntinos. Sin embargo,
potencia en la región en tanto ellos habían “permanecido como dor­ existen importantes objeciones a estas hipótesis. En primer lugar,
midos”, despreocupados de la gran amenaza que su renacido enemigo no tendría sentido que los romanos hubieran esperado a la destrucción
le deparaba (Pol. 11.13). En efecto, no solo la expansión territorial y de Sagunto para declarar el conflicto. En segundo, la polémica en
la recuperación financiera de Cartago constituían materia de preocu­ tomo al casus b elli resultaría insustancial, algo en contra de lo ates­
pación para los senadores romanos. La reciente y estratégica fundación tiguado por los propios escritores antiguos, que reconocen que no
de Qart Hadast (Cartagena), con un magnífico puerto bien comunicado fue así. Por último, en la región levantina solo el río actualmente co­
con las costas africanas y frente a las itálicas, habría despertado el nocido como Ebro presenta un recorrido y caudal de entidad sufi­
fantasma de la antigua talasocracia púnica. El contexto exterior, por ciente como para cumplir la función señalada.
otro lado, tampoco se presentaba propicio para medidas expeditivas, Asumido el Ebro como línea de demarcación efectiva, cabe
pues una inminente invasión de galos, sempiternos adversarios de plantearse su elección en lugar de los Pirineos, una frontera más
Roma, amenazaba con desbordar los dispositivos militares al norte natural y evidente. Optando por el primero, los romanos cubrían
de la península itálica (véase “La batalla de Telamón” en Despena dos importantes objetivos: establecer una amplia distancia geo­
F erro Antigua y M edieval n.° 2). Por último, refiriéndose a la perso­ gráfica entre cartagineses y galos, en previsión de una eventual
La frontera
romano-cartaginesa
◄ HEMIDRACMA ACUÑADO EN ARSE (la moderna SAGUNTO) en
torno a la segunda mitad del siglo III a. C., en todo caso con anterio­ Pirineos
ridad al año 218 a. C. Corresponde, por tanto, al periodo de indepen­ O Rhode
dencia de la ciudad ibérica conocida en lengua indígena como Arse ° Emporion
y por griegos y romanos como Sagunto. En sus proximidades (el mo­
derno Grau Vell) se estableció un puerto mercantil que llegaría a ser,
con el tiempo, uno de los principales del levante mediterráneo. Con­
secuentemente, la ciudad tuvo un estrechísimo contacto con los co­
merciantes griegos que recalaban en su muelle y recibió un enorme / a
aporte cultural heleno, hasta el punto de que sería considerada co­
lonia griega. La ciudad cobró un inusitado protagonismo cuando, en ■>
219, Aníbal la puso bajo asedio y, meses más tarde, tras una dura re­ río Ebro
sistencia, logró tomarla. El episodio fue empleado por Roma para jus­
tificar la declaración de guerra sobre Cartago y el inicio de lo que sería
la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.). En el anverso aparece la ca­
beza de un équido rodeada de una inscripción en lengua y signario
ibérico que reza arsbikisteekiar. Probablemente se trate de una alu­
sión al nombre propio del magistrado concreto de la ciudad encar­
gado de la acuñación, cuyo nombre aparece precedido por el de la O Sagunto
propia ciudad (Arse). En el reverso, un toro androcéfalo (con cabeza
humana, y barbada) acompañado de la leyenda asimismo ibérica ar- río Júcar
seetar, probablemente una alusión a la propia ciudad de Arse. Frente
al toro, una estrella. En términos generales, esta acuñación remite a
prototipos helenísticos. En concreto, la combinación del toro acom­
pañado de una estrella la vemos también en las acuñaciones del siglo
IV a. C. de la ciudad deTurios, en el golfo deTarento.
@
coalición entre sus antiguos rivales y, además, salvaguardar las río Segura
colonias focenses al norte del río, Emporion (Ampurias) y Rhode
(Rosas). A pesar de que solo Apiano menciona la participación de O
embajadores griegos en aquellos instantes, no resultaría extraño Cartago Nova
que Roma hubiera brindado ese gesto a sus aliados, preocupados (Quart Hadast) 0 40 80 100 km
Iv>
por el avance cartaginés en la Península. Presumiblemente, muchos
de los enclaves comerciales por ellos frecuentados al sur del Ebro
se hallarían ya bajo la influencia comercial y política púnica. En
este mismo sentido, aunque la existencia de relaciones comerciales misos que los cartagineses: no atravesar el Ebro con fines militares.
entre Italia y la península ibérica se encuentra bien constatada a Si volvemos al relato de los escritores antiguos, tan solo Apiano
través de ánforas y otros materiales arqueológicos, no parece que apunta a este hecho. A través de Polibio (III. 15.7), sabemos que
esos vínculos fueran aún tan intensos como para influir de manera unos años más adelante delegados romanos habrían ejercido como
decisiva en las decisiones políticas de Roma. árbitros en un conflicto intemo en Sagunto, a resultas del cual
La existencia de la cláusula que garantizaría la seguridad e algunos ciudadanos habrían sido ejecutados. Esta acción, duramente
independencia de los saguntinos, tajantemente negada por Polibio criticada por Aníbal en las negociaciones previas al estallido, no
(II. 13.7) y defendida por los restantes escritores antiguos, debe fue, sin embargo, denunciada como una violación del texto pactado.
ser valorada con prudencia. Su inclusión supondría, de facto, Asumida la falta de indicios firmes que demuestren la dualidad del
responsabilizar plenamente a los cartagineses del estallido de la pacto, cabe preguntarse por los motivos que llevaron a Asdrúbal a
Segunda Guerra Púnica, pues el ataque a Sagunto constituiría aceptar la propuesta romana. Ciertamente, tal y como Polibio presenta
una flagrante violación del tratado, una lectura muy conveniente el documento, se asemeja más a una misiva por la que el dirigente
para el público hacia el que dirigía sus obras. Así, resulta alta­ bárcida asumiría un compromiso informal que a un tratado conven­
mente probable que fueran analistas romanos, hacia el 150 a. C., cional entre dos Estados. La aceptación de un límite a su expansión
los responsables de esta manipulación, asumida por los autores territorial en Hispania, sin lograr retribuciones a cambio, pondría de
posteriores de manera más o menos consciente o, simplemente, manifiesto tanto el talante conciliador de Asdrúbal como su preocu­
inducidos al error por no hallarse evidentemente Sagunto salva­ pación por evitar fricciones con los romanos. No obstante, resulta
guardada desde el punto de vista geográfico (a unos 150 km al extraño que un hábil estadista como Asdrúbal no hubiera aprovechado
sur del Ebro)... o étnico. Pues, a pesar de la insistencia en esta­ para obtener algún provecho o ventaja del compromiso. Así, puede
blecer un pretendido origen griego e incluso itálico a esa pobla­ que ratificase el acuerdo bajo la convicción de que suponía el reco­
ción levantina, la mayoría de especialistas consideran que nos nocimiento, al menos de forma indirecta, de los nuevos dominios
hallaríamos ante una comunidad indígena, ampliamente heleni- púnicos en Hispania, una cuestión de trascendental relevancia de
zada a través de un intenso contacto comercial. Del mismo modo, cara a evitar injerencias romanas en la zona. De hecho, según recogen
el supuesto origen itálico de la ciudad merece ser descartado e los escritores antiguos, solo se limitaban las actuaciones militares al
interpretado como un ardid más, destinado a exaltar el vínculo otro lado de la línea de demarcación, por lo que implícitamente se
entre Roma y Sagunto en detrimento de la legitimidad de la toleraba el tráfico y la presencia comercial mutua en ambas áreas de
ofensiva cartaginesa contra la ciudad. influencia. Así, se evitaría perjudicar los intereses de mercaderes
La siguiente cuestión que se plantea es la bilateralidad del tratado púnicos, griegos, hispanos e incluso itálicos, muy interesados en
o, dicho de otra manera, si los romanos asumían análogos compro- mantener su actividad en la zona.
GA DESPERTA FERRO

Una coniente de la historiografía antigua, entre cuyos expo­ drúbal, marca un punto de inflexión total. La interferencia romana
nentes figura el analista romano Fabio Píctor (254-201 a. C ), acu­ al sur del límite establecido debió de molestar y alertar profunda­
saba a Asdrúbal de haber pretendido imponer su monarquía en mente a los cartagineses, presagiándoles acciones cada vez más
Cartago (Poi. III.8.1-4). También Tito Livio recriminó a los bárcidas directas. Más allá de controlar de cerca el avance púnico en His­
por haber establecido en Hispania un poder personal y hereditario pania y promover disturbios en la región, Sagunto tenía muy poco
(Liv. XXI.3.4-6). Sin embargo, los propios acontecimientos de­ más que ofrecer al Estado itálico. Aníbal debía de ser consciente
muestran que los sucesivos dirigentes de esta prestigiosa familia de las peligrosas consecuencias que su ataque contra esta ciudad
siempre se mantuvieron bajo las directrices del Estado púnico, re­ podía provocar, pero puede que con su destrucción solo pretendiera
mitiendo informes y aguardando instrucciones antes de emprender poner fin a las injerencias romanas. Para el gran estratega cartaginés
acciones decisivas. A pesar de lo señalado, cierto talante autocràtico ese riesgo debía de ser más sencillo de asumir que la sumisión
sí resulta detectable. El entorno local era propicio a asumir jefaturas ante las exigencias de Roma, que ya había demostrado anterior­
de carácter individual, como destaca el hecho de que Asdrúbal mente su avidez exterior.
fuera proclamado rey (basileus) por los indígenas tras su matrimonio También desde el punto de vista púnico el Tratado del Ebro
con una princesa íbera. También Aníbal procedió de forma similar, pudo ser fácilmente considerado como una medida temporal. La
tomando por esposa a una mujer noble oriunda de Kastilo o Cástulo línea de demarcación se hallaba muy lejos aún de los territorios
(Linares, Jaén). Por otro lado, lejos del núcleo metropolitano y de­ controlados por ellos. Nada en aquellos momentos habría hecho
positarios de grandes responsabilidades, es asumible que los go­ pensar a Asdrúbal en un conflicto con Roma a corto o medio
bernadores púnicos de Hispania hubieran desarrollado cierta capa­ plazo. Si el avance cartaginés proseguía, siempre quedaba la opción
cidad de iniciativa, asumida incluso por los propios estadistas de negociar un nuevo acuerdo, acorde a la situación del momento.
romanos al remitirles a ellos sus embajadas en lugar de acudir di­ Según recogen Polibio y Tito Livio, en la discusión que precedió
rectamente a Cartago. El modelo helenístico establecido en tomo a a la declaración de la Segunda Guerra Púnica, los senadores carta­
la emulación de Alejandro Magno, modelo de rey y conquistador, gineses rechazaron la validez legal del tratado, señalando que no
habría sido el espejo en que se habrían mirado los bárcidas, como había sido ratificado por ellos (Pol. III.21.1; Liv. XXI.18.11). Sin
demuestran, por ejemplo, las monedas que acuñaron (véase “La embargo, Aníbal nunca expresó su rechazo al acuerdo y se abstuvo
imitado Alexandri” en D espena F e rro A ntig ua y M edieval n.° 32). de dirigir sus campañas al norte del Ebro y de cruzar el río hasta
En la misma línea, resulta muy probable que el espacio en que tu­ que el conflicto estuvo oficialmente anunciado.
vieron lugar las negociaciones que dieron lugar al tratado, fuera el En la escalada de tensiones, reproches y amenazas que siguie­
posteriormente conocido como A rx H asdrub alis: el magnífico pa­ ron a la ofensiva de Aníbal contra Sagunto y que se intensificaron
lacio que el líder cartaginés había edificado en Qart Hadast (Carta­ tras la destrucción de la ciudad, el Tratado del Ebro fue vaciándose
gena), y que operaría no solo como residencia de los bárcidas, sino de sentido. Cuando los escritores antiguos trataron de reconstruir
también como centro neurálgico de su poder en Hispania. Recientes el origen de la Segunda Guerra Púnica en sus obras, fueron aco­
trabajos arqueológicos han sacado a la luz imponentes restos de modando sus contenidos de forma que la responsabilidad del con­
esta fastuosa construcción que seguía los arquetipos helenísticos flicto recayera en los cartagineses. El espíritu conciliador de As­
tan de boga en el Mediterráneo por aquellos momentos. drúbal se esfumó junto con los relatos de los autores filopúnicos.
A la hora de valorar globalmente el tratado, no cabe duda de Una vez más, la historia la escribirían los vencedores.
que debe considerarse como un éxito diplomático para Roma.
No solo establecía un límite a la expansión de la potencia antago­
nista, sino que lo hacía en unos momentos en que no se hallaba
B IB L IO G R A F ÍA B Á SIC A
Barceló Batiste, P. A. (1994): “Otra vez el tratado de Asdrúbal:
en disposición de emprender demostraciones de fuerza más con­
hipótesis y evidencias", M ainake 32,1, pp. 407-416.
tundentes, con los galos a las puertas de sus dominios. La medida,
Bendala Galán, M. (2015): "Hijos del Rayo": los Barca y el dom in io
en sí misma, constituye un mecanismo de evidente carácter pre­
cartaginés en Hispania. Las Matas (Madrid):Trébede.
ventivo, que aprovecha una coyuntura de diálogo y distensión Carcopino, J. (1953): T e traité d'Hasdrubal et la responsabilité
entre romanos y cartagineses. Pronto se haría patente que su vi­ de la Deuxième Guerre Punique", REA 55,3-4, pp. 258-293.
gencia dependía exclusivamente del marco concreto que lo im­ Hernández Prieto, E. (2017): H ispania y los tratados ro m a n o -
pulsó y que resultó un instrumento ineficaz durante la crisis di­ púnicos. Vitoria-Gasteiz: Universidad del País Vasco.
plomática que precedió a la Segunda Guerra Púnica. Hoyos, B. D. (ed.) (2011 ): A C om panion to the Punie Wars. Malden:
Wiley-Blackwell.
EL TRATADO DEL EBRO SIN ASDRÚBAL Scardigli, B. (1991): / tra tta ti rom ano-cartaginesi. Pisa: Scuola
En 221 a. C. Asdrúbal Barca fue asesinado en sus aposentos por Normale Superiore.
un esclavo indígena en oscuras circunstancias. Como ya hemos
apuntado, el marco de negociación y entendimiento entre las dos E Bibliografía completa en www.despertaferro-ediciones.com
potencias mediterráneas tampoco sobrevivió mucho tiempo más.
Tal y como nos es presentado por Polibio, el Tratado del Ebro pre­ Enrique Hernández Prieto (Salamanca, 1985) es
senta ciertos visos de provisionalidad. Libres de la amenaza de los doctoren Historia Antigua por la Universidad de
galos, ciertos sectores del Senado romano habrían encontrado in­ Salamanca. Sus principales líneas de investigación son
suficientes las garantías ofrecidas por los púnicos y habrían im­ la Segunda Guerra Púnica, la conquista romana de
pulsado una política mucho más intervencionista y arriesgada en Hispania y las relaciones internacionales en el mundo
el escenario hispano. La alianza entre Roma y Sagunto, de la que antiguo. Ha dedicado varias publicaciones a los tratados romano-
ningún autor antiguo proporciona su fecha, pero que solo tiene púnicos. Actualmente pertenece al Cuerpo de Profesores de Educación
Secundaria de Castilla y León.
sentido con posterioridad al establecimiento del acuerdo con As-
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