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“El Papa Francisco impulsa una

Iglesia menos piramidal”


1 de junio de 2017

Scannone, en la charla con EL DIARIO

Se realizó anoche la charla del teólogo jesuita Juan Carlos


Scannone, formador del Papa Francisco y uno de los impulsores de
la Teología del Pueblo. En una entrevista con EL DIARIO repasó los
años como docente de Jorge Bergoglio y habló de temas
controvertidos como el celibato obligatorio de los sacerdotes y la
situación de los divorciados vueltos a casar

Scannone, en la charla con EL DIARIO


Uno de los teólogos que más influyó en la formación del Papa Francisco fue
Juan Carlos Scannone, quien estuvo disertando ayer en esta ciudad en el
marco de las actividades programadas por la Pastoral Social de Villa María y
la Municipalidad.

Fue uno de los filósofos que dio luz a lo que se conoce como la Teología del
Pueblo, una corriente que si bien adhiere a la opción por los pobres, no
toma la lucha de clases como matriz de interpretación.

“La Teología del Pueblo nació en Argentina, es una corriente de la Teología


de la Liberación, pero con características propias”, dijo.

“La Teología de la Liberación, parte de la opción preferencial por los pobres,


algo que fue asumido por el magisterio de la Iglesia; ya Juan XXIII había
hablado de una Iglesia de los pobres. Otra característica es que usa como
mediación a las ciencias sociales. Según aquel método de la Doctrina Social
de la Iglesia que nos enseña a ver, juzgar y actuar, decimos que ‘para el
ver’, usamos, no un ver ingenuo, sino el ver de las ciencias sociales. Es
decir, privilegiamos el análisis histórico-cultural. Hasta ahí, todos estamos
de acuerdo; pero algunas corrientes más radicalizadas de la Teología de la
Liberación se basan en el análisis marxista de la realidad, sobre todo el
concepto de la lucha de clases para comprender la historia y la sociedad.

Lo que distingue a la Teología del Pueblo es que privilegia el concepto de


pueblo y no de clases, y no toma a la lucha de clases como el principio de
interpretación de la sociedad.

La Teología del Pueblo nunca usó la interpretación del marxismo.

Como decía uno de los impulsores de esta corriente, Justino O’Farrell, ‘ni
liberales, ni marxistas’”.

Docente del joven Bergoglio

Scannone conoció a Jorge Bergoglio antes de ordenarse sacerdote en la


comunidad de los Jesuitas. Fueron las épocas del “maestrillo”, como le
llamaban a los que terminaban los estudios de Filosofía y se iniciaban en la
docencia a la par que continuaban la formación teológica.

Ahí fue que llegó un joven Bergoglio a quien le enseñaba griego. “No era el
mejor de la clase, pero estaba entre los mejores”, recordó.

Transcurrido el tiempo y ya siendo ambos sacerdotes, compartieron más de


una década de trabajo pastoral e intelectual en Buenos Aires.

Cuando nombran al cardenal argentino como máxima autoridad de la


Iglesia Católica, Scannone viajó a Roma para colaborar con artículos en el
periódico “La Civiltá Cattolica”, que es un órgano oficioso del Vaticano y
cuyo contenido es revisado por el círculo cercano del Papa.

Hoy, ya de regreso a Buenos Aires, sigue dando conferencias y escribiendo


libros, como el último -agotado en Argentina- titulado “La Teología del
Pueblo: raíces teológicas del Papa Francisco”.

Cambios en la Iglesia

Al ser consultado sobre los principales cambios que impulsa el Papa en la


Iglesia, a la luz de esa teología, Scannone refirió: “Se habla mucho de la
sinodalidad de la Iglesia. Sínodo, quiere decir ‘caminar con’. Lo que se
impulsa es cambiar la comprensión piramidal de la Iglesia, que empieza
con el Papa y los obispos, sigue con el obispo y los curas y en la base, los
curas y la gente; para ser más sinodal, caminando juntos. Eso ayudará
mucho, si se logra, para el diálogo con las iglesias ortodoxas, que tienen un
gobierno sinodal, y también con la iglesia anglicana, o inglesa, como
prefieren llamarse”. De todos modos, aclaró que eso no cambia el concepto
de autoridad y de jerarquías dentro de la Iglesia “pero sí el modo de
ejercerlo”.

También le consultamos sobre el cambio que hubo en lo que hace a la


apertura con los divorciados vueltos a casar: “Ha sido un paso muy grande.
En la exhortación ‘Amoris Laetitia’ (La alegría del amor) el Papa incorpora la
cuestión del discernimiento de los divorciados vueltos a casar e impulsa que
tengan un acompañamiento de un cura o incluso, de un laico”, expresó.

Sobre el celibato obligatorio de los sacerdotes, Scanonne expresó: “Hay


que distinguir entre el clero diocesano y el de los religiosos. En las
comunidades religiosas es esencial el voto de la castidad, tanto para
hombres como mujeres, ya sean sacerdotes, hermanos o hermanas. En el
clero, no fue siempre obligatorio y hay ritos orientales que ordenan a
sacerdotes casados. Igual, hasta ahora no se ha modificado”, concluyó.

https://www.eldiariocba.com.ar/el-papa-francisco-impulsa-una-iglesia-menos-piramidal/

MENSAJE DE MONS. JOFRÉ EN LAS JORNADAS DE


ENCUENTRO Y TERRITORIO
Publicado por Prensa | Jun 11, 2017 | Mensajes y Homilías, Mons. Jofré | 0 |

http://odvm.com.ar/11/06/2017/mensaje-de-mons-jofre-en-las-jornadas-de-
encuentro-y-territorio/

Los días 30 y 31 de mayo se realizaron en la ciudad de Villa María unas Jornadas de


encuentro y territorio, organizadas de manera conjunta por la Pastoral Social de la Diócesis
de Villa María y la Municipalidad de Villa María.
La segunda jornada comenzó con la reflexión que realizó nuestro Obispo Diocesano, y que
compartimos a continuación.

Agradecemos a la Municipalidad de Villa María la imagen que acompaña este artículo.


Cultura del encuentro y territorio
Apertura

Villa María, 31 de mayo de 2017

Sr. Intendente municipal, autoridades presentes, queridos amigos:

Agradezco a todos aquellos que con sus decisiones y trabajos han hecho posible este
encuentro, en el marco de los 150 años de la ciudad y los 60 años de la diócesis de Villa
María; especialmente al R.P. Juan Carlos Scannone s.j., quien ha tenido la generosidad de
acercarse hasta nosotros para enriquecernos con algo de su extensa producción teológica.
Bienvenido, Padre, muchas gracias.

He querido expresar mi beneplácito con una pequeña intervención inicial que no quiero sea
solamente formal. Por ello me permito sumar alguna consideración sobre la motivación de
estas jornadas: “Cultura del encuentro y territorio”.

El aporte propio de los cristianos al encuentro de los ciudadanos es específico, aunque no


exclusivamente, espiritual, sobrenatural: la caridad. Un don que recibimos nosotros de Dios
y ofrecemos generosamente a nuestros conciudadanos como fraternidad y amistad,
consecuencias de la filiación y amistad divinas recibidas en el bautismo. Esta amistad y
fraternidad no nos vinculan sólo con otros individuos sino que nos hacen miembros de una
red de vínculos, una familia, una comunidad, un pueblo de Dios al que llamamos Iglesia.

Esta Iglesia que Cristo fundó subsiste en la Iglesia Católica[1] y está presente en todas las
legítimas comunidades locales de fieles, unidas a sus pastores[2]. Llamamos a estas
comunidades Iglesias particulares, formadas a imagen de la Iglesia Universal.
¿Qué son las Iglesias particulares? Son una porción del pueblo de Dios, cuyo cuidado
pastoral se encomienda al Obispo con la cooperación del presbiterio. En ellas, unidas a su
pastor y congregadas por él en el Espíritu Santo mediante el Evangelio y la Eucaristía, está
presente y actúa la Iglesia de Cristo una, santa, católica y apostólica[3]. En ellas y a partir
de ellas existe la Iglesia católica, una y única[4].
Siendo muchas, gracias a la comunión que éstas tienen con la Iglesia de Roma, bajo el
pastoreo de su obispo, el Papa[5], no dejan de ser la única Iglesia de Cristo. Pero si son
muchas ¿cómo se delimitan unas a otras para que no se perjudique el buen orden y la
caridad? Desde siempre ha prevalecido, no exclusivamente, el criterio territorial que la
Iglesia asumió de los romanos, incluso en su nombre “diócesis”, que era para ellos una
circunscripción, un distrito.
En el Concilio Vaticano II, se atendió a la creciente importancia de la movilidad humana en
el mundo moderno y se abrió más ampliamente la posibilidad de que se crearan Iglesias
particulares de tipo personales y no ya delimitadas con criterio solamente territorial. Por
ello el nuevo código de derecho canónico, inspirado en los criterios conciliares, estableció
que “Debe tenerse como regla general que la porción del pueblo de Dios que constituya una
diócesis se circunscriba dentro de un territorio determinado, de manera que comprenda a
todos los fieles que habiten en él… Sin embargo, cuando ello resulte útil… pueden erigirse
dentro de un mismo territorio Iglesias particulares distintas por razón del rito de los fieles o
por otra razón semejante”[6]. Siguiendo los mismos criterios conciliares, algo parecido se
estableció para las parroquias: “Como regla general, la parroquia será territorial, es decir,
comprenderá a todos los fieles de un determinado territorio; sin embargo, donde ello
convenga, se constituirán parroquias personales en razón del rito, de la lengua, de la
nacionalidad de los fieles, incluso, por otra razón determinada”[7].
Tanta importancia tenía antes el criterio territorial, que algunos autores llegaron a verlo
como un elemento constitutivo de la Iglesia particular. Iluminados por la teología conciliar,
resulta indudable que no es así. La Iglesia no es un lugar sino un pueblo. Pero qué duda
cabe que un pueblo necesita un lugar y que si no lo tiene sufre, que la tierra de sus padres
(la patria) es vital para él. Asumir un territorio, sin confundirse con él, es parte de la
evangelización de la cultura que la Iglesia siempre tiene como objetivo.
Con todo, cabe la pregunta: sin desdeñar el territorio ¿no sería más eficaz organizarse de
manera que cada diócesis estuviese circunscripta por otro criterio donde se salvara mejor la
homogeneidad de sus fieles? Como el objetivo de la Iglesia es “la salvación de las almas”
no podemos excluir los casos en los cuales a los hombres concretos se llegue con una
organización no territorial; pero es la organización territorial de las diócesis y las
parroquias la que mejor hará presente una de las notas esenciales de la Iglesia de Cristo: su
catolicidad. Sabemos que católico significa universal. La Iglesia de Cristo es católica, es
para todos los que creen y aceptan a Jesús y por eso mismo a todos los hombres debemos
proponerles esta fe. La Iglesia católica no es la suma de Iglesias particulares o su
federación. Cada Iglesia particular, cada diócesis es católica. Para ello ningún criterio
delimitador se muestra más apto que el territorial. En el territorio entran los viejos y los
jóvenes, las mujeres y los varones, los pobres y los ricos, los rudos y los inteligentes, los
pecadores y los santos.

Por todo esto, el territorio es óptimo para el encuentro que Cristo nos propone: el de la
caridad, que no excluye afinidades humanas, pero las supera ampliamente llegando hasta el
amor al enemigo circunstancial.

Demos gracias a Dios que nos ha regalado este territorio: la ciudad y la diócesis de Villa
María. Entusiasmémonos por cultivar aquí esta fraternidad que Cristo nos ha regalado y que
el Papa Francisco predica incansablemente.

Muchas gracias.

+Samuel Jofré

Obispo de Villa María

[1] Lumen Gentium 8.


[2] Lumen Gentium 13.
[3] CIC 369.
[4] Lumen Gentium 23.
[5] CATIC 834.
[6] CIC 372.
[7] CIC 518

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