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“GUATEMALA: SU PUEBLO Y SU HISTORIA” JOSE ANTONIO MOBIL, ARIEL DE LEON

MELENDEZ. VOLUMEN I. SERVIPRENSA CENTROAMERICANA GUATEMALA, C.A. 1995.


CAPITULO 2
MESOAMERICA Y LOS PUEBLOS PRIMITIVOS

1. Introducción
2. Organización Social
3. Breve caracterización de los regímenes teocráticos y despótico-tributarios

1. INTRODUCCION

El territorio actual de la república de Guatemala formaba parte de una vasta región conocida
con el nombre de Mesoamérica, cuyos límites eran los siguientes: en el norte , la costa del Pacífico en
el actual Estado de Sinaloa, forrnando una gran curva depresiva hacia el centro, que luego asciende
para abarcar la región de la Huasteca y termina en el actual Estado de Tamaulipas , en la costa del
Golfo de México; en el sur, se extiende hasta Honduras, comprendiendo todo el territorio de
Guatemala y Belice y la mitad de las repúblicas actuales de El Salvador y Nicaragua.

El término Mesoamérica fue utilizado por primera vez por Kirchhoff en 1943. Las diez sub-
regiones en que ha sido dividida Mesoamérica, son las siguientes:

1. Tierras altas de los mayas. 2. Tierras bajas de los mayas. 3. Periferia sur -oeste. 4. Sudoeste de
Veracruz, Tabasco. S. Oaxaca. 6. Guerrero. 7. México Central. S. Centro Veracruz. 9. La Huasteca.
10. El oeste y el norte de Tamaulipas.

En el territorio de Mesoamérica existieron diversas culturas que presentaban algunos rasgos


comunes, tales como el calendario ceremonial de 260 días llamado Tzolkin por los mayas y
Tonalpohualli por los nahoas; el calendario solar de 365 días, llamado Haab en maya y Xíhuitl, por los
nahoas. Asimismo, se identificaban por utilizar una escritura jeroglífica, por sus avanzados
conocimientos astronómicos, por el uso de la numeración vigesimal y por un diversificado politeísmo
basado en el culto a los fenómenos naturales.

Los pueblos de Mesoamérica también habían desarrollado una medicina muy eficaz y
conocían a fondo la flora de su hábitat, la que utilizaban para muy diversos fines. Sus concepciones
estéticas les facilitaron la erección de templos ceremoniales de sobria estructura y grandes
dimensiones. Cultivaron el dibujo y la pintura y usaron el estuco en el acabado de sus
construcciones. Las lenguas de Mesoamérica tuvieron un origen común y una gran diversidad de
influencias recíprocas en su desarrollo.

El testimonio más antiguo de la presencia del hombre en Mesoamérica se remonta a un poco


antes de 7,000 años antes de nuestra era, constituido por los restos fósiles conocidos como hombre
de Tepexpan que datan de la era paleolítica.

2. ORGANIZACION SOCIAL

La organización social del hombre paleolítico mesoamericano debe haber sido una comunidad
igualitaria, cuya unidad básica sería la familia con algunos individuos agregados. Se debe suponer
que no tenían asentamiento fijo, debido a la necesidad de buscar alimentos de un lugar a otro, así
como para seguir los desplazamientos de las manadas.

Con el aparecimiento y desarrollo de la agricultura se inició la época neolítica, caracterizada


por la generalización de los instrumentos de piedra pulimentada; por el desarrollo de la alfarería y el
inicio de los tejidos de algodón, así como el incremento progresivo de la población que se agrupó en
comunidades rurales. A esta época corresponde también el incipiente comienzo de la horticultura.

La organización social de esta época podría haber sido el clan matrilíneal, aunque en diversos
grados de desarrollo. La época neolítica tuvo un desarrollo muy acelerado y en Mesoamérica puede
situarse entre los años 3,000 y 900 antes de nuestra era. En esta época se ubica el período
Pre-maya, que corresponde al arcaico o primitivo de otras regiones y a la llamada etapa
protoagrícola.
Durante los años 900 antes de nuestra era y 400 de nuestra era, se produjo en Mesoamérica
una transformación de las pequeñas comunidades rurales que basaban su economía en la agricultura
y se agrupaban en pequeños poblados diseminados. Esta transformación se dio inicialmente en las
zonas tropicales y consistió en el cambio de las comunidades igualitarias de agricultores en poblados
mucho más complejos que fueron el resultado directo del perfeccionamiento de la técnica, de la
agricultura intensiva, el conocimiento y perfeccionamiento de nuevos instrumentos, la división del
trabajo, la acumulación de riquezas debido al aumento de la productividad y la formación incipiente
de una clase dirigente que se aprovechaba y apropiaba de dichas riquezas.

Resultante directa de esta revolución en la productividad de alimentos fue la cultura Olmeca,


que tuvo su origen en las regiones tropicales y semitropicales del litoral del Golfo de México, desde
donde se difundió a las tierras altas rnexicanas, coincidiendo con la adaptación del cultivo del maíz en
las regiones de los Altos en Guatemala.

Entre los hallazgos arqueológicos más característicos de esta época se encuentran los de
Monte Albán I y II, Tres Zapotes inferior y medio y La Venta, en México; y las fases Mamón y
Chikanel, en Uaxactún, Guatemala.

A medida que aumentaba la productividad de las tierras fue acumulándose un excedente de


bienes materiales, especialmente de artículos alimenticios, que permitió una acentuación en la
división del trabajo, debido a que numerosas personas fueron desligándose del cultivo de la tierra,
dedicándose a desarrollar tareas artesanales especializadas.

Otro de los grandes cambios que produjo la acumulación de productos excedentes fue el
surgimiento de una minoría que planeaba y dirigía el trabajo colectivo y que era mantenida,
alimentada y sostenida por el grueso de la población. La aparición de esta minoría dirigente comenzó
a quebrar los cimientos solidarios de las comunidades primitivas y dio origen a la formación de
incipientes clases sociales.

El surgimiento de artesanos especializados en un solo oficio, el aparecimiento de la minoría


dirigente y la liberación de grandes contingentes de personas del trabajo de la tierra hizo derivar el
clan matrilineal dirigido por la mujer, al clan totémico que otorgaban iguales derechos al hombre y a
la mujer. No se conoce con claridad cuáles eran entonces los lazos del parentesco y por ende, la
organización de tales clanes. Sin embargo, puede suponerse que los dirigentes de aquellas
sociedades eran los individuos más ancianos o de mayor prestigio, cuyos cargos posteriormente
pudieron haber pasado a sus herederos, junto con sus conocimientos y aptitudes administrativas.
Estos herederos paulatinamente fueron convirtiéndose en hechiceros y sacerdotes, constituyéndose
en una verdadera casta dirigente que fue pasando sucesivamente de padres a hijos.

Tal como sucedió en diversas partes del mundo primitivo en Mesoamérica se produjo también
el fenómeno mediante el cual, cuando comienza a disgregarse la comunidad primitiva y aparece la
incipiente clase dirigente, se produce una combinación de la actividad productiva de las comunidades
aldeanas, y de la intervención económica de una autoridad superior que las explota al mismo tiempo
que las dirige.

Este nuevo modo de producción que ya no corresponde a la comunidad primitiva original,


sino que la ha sobrepasado debido al excedente de producción logrado, constituye una forma
particular, específica, de explotación tanto de la naturaleza como del hombre. Este modo de
producción corresponde al extenso período del tránsito histórico de la comunidad primitiva hacia el
esclavismo.

Durante este largo período se inició y se fue perfeccionando la organización técnica del
trabajo, la cooperación entre los individuos, así como una forma de coacción social ejercida por la
clase dirigente.

Las características de la producción aldeana durante este período de transición serían la


ausencia de la propiedad privada, la liga directa entre la agricultura y la producción artesanal y la
autarquía de la producción y el consumo dentro del marco de la aldea.

Uno de los aspectos históricos más confusos de los pueblos primitivos que habitaron el
territorio mesoamericano es el relativo al sistema de repartición y tenencia de la tierra.
Quizá al principio de este período que estudiamos hubo posesión hereditaria precaria por
cada familia con relativa estabilidad; o tal vez pudo haber evolucionado el derecho sobre la tierra de
acuerdo con redistribuciones frecuentes efectuadas por los jefes o ancianos de cada comunidad
aldeana.

En todo caso, las comunidades aldeanas según la evolución y desarrollo de la clase


dominante, fueron derivando hacia un estado de incipiente esclavismo generalizado que las hacía
caer en una situación de dependencia global fundamentalmente en lo que concierne al orden
económico y político.

En este orden de cosas, los derechos del individuo sobre la tierra. existieron en cuanto éste
pertenecía a la comunidad y la posesión individual de la tierra estaría mediatizada por la comunidad.

Es necesario aclarar que no existe conocimiento adecuado acerca de sí era el germen


incipiente del Estado mismo el verdadero poseedor de la tierra o si la posesión pertenecía a las
comunidades aldeanas. Debería pensarse que en este asunto hubo diversos estadios o momentos
históricos en que la propiedad pudo haber variado según la época y el lugar, considerando la
fortaleza o debilidad del poder central.

Algunos antecedentes de propiedad privada pudieron aparecer durante este tiempo histórico,
aunque sin modificar esencialmente los elementos básicos de la propiedad comunitaria aldeana.

Otra de las interrogantes que se presentarán al estudiar las comunidades aldeanas


organizadas en formas más complejas que las primitivas, se refiere a las funciones económicas del
Estado incipiente y a las relaciones existentes entre éste y aquéllas.

Las comunidades aldeanas se diferencian principalmente de las comunidades primitivas, en


cuanto las primeras no existen independientemente como las segundas, sino que se integran en un
conjunto más complejo y se someten a la dirección de un ente director que es un embrión del
Estado.

El Estado incipiente o embrionario, surgió como una respuesta a la necesidad de llevar a cabo
trabajos públicos de gran envergadura, tales como el abastecimiento de agua, así como para
asegurar la defensa colectiva ante las calamidades naturales y la seguridad de las aldeas.

Los trabajos públicos a los que hemos hecho referencia se pudieron iniciar y llevar a cabo
cuando hubo mano de obra liberada del trabajo agrícola. Surgió entonces la capa de los trabajadores
no agrícolas que estuvieron permanentemente avasallados por el Estado, o, como dice V. V. Strouve,
sometidos a una forma de esclavitud patriarcal.

En estas sociedades de incipientes clases sociales, en las que los medios de producción aún no
habían sido acaparados de manera privada por una clase dirigente, ya que no se había llegado
todavía al esclavismo, las relaciones de clase se manifiestan como una sujeción general de las
comunidades aldeanas que se encuentran subordinadas de manera directa al poder estatal y a sus
agentes representativos, que en este caso serían la aristocracia sacerdotal y su burocracia, que
actúan como recolectores de excedente en forma de tributo y reclutadores de servicios y soldados.

Con la acumulación de productos excedentes, creció también y se amplió el intercambio


comercial, cuya consecuencia directa fue la propagación de ciencias, técnicas, creencias, logros
estéticos y religiosos así como nuevas formas de organización social.

Estos cambios profundos y su difusión hicieron indispensable también cambiar la transmisión


oral por otras formas más seguras y de allí surgieron los principios de la escritura, las matématicas,
la astronomía y el uso de normas estables para pesar y medir.

3. BREVE CARACTERIZACION DE LOS REGIMENES TEOCRATICOS Y


DESPOTICO-TRIBUTARIOS
Como hemos dicho en los albores de los primeros asentamientos humanos en el territorio
mesoamericano, aparecieron los vestigios de una organización social incipiente, cuya dirección pudo
estar encabezada por los miembros más ancianos de la colectividad.

Poco a poco fue perfeccionándose y estratificándose la organización social y, en consecuencia,


también fueron adquiriendo prestigio y sabiduría los dirigentes de la comunidad. Con el surgímiento
de la agricultura, las sociedades dejaron de ser nómadas y se convirtieron en sedentarias. Estos
fenómenos económicos y sociales permitieron la acumulación de productos excedentes que sirvieron
para mantener a dicha minoría dirigente que además se aprovechaba del trabajo colectivo.

Al principio, como dijimos, los dirigentes de aquellas sociedades fueron los más ancianos.
Paulatinamente, acrecentaron sus conocimientos agrícolas, astronómicos y de muy diversa índole,
que les permitió conocer y tabular el tiempo, las estaciones, predecir la época de lluvias y cosechas y
dominar toda una gama de hechos científicos basados en la observación y la experimentación.

Los herederos de los ancianos fueron convirtiéndose en hechiceros y sacerdotes, cuyo


prestigio les servía para explotar a los miembros de su colectividad, fundamentalmente obligándoles
a pagarles un tributo y a cooperar en trabajos colectivos.

A grandes rasgos, podría decirse que la etapa de los pueblos teocráticos adquirió relevancia
hacia 1,200 aún antes de nuestra era. En este período y hasta 1,200 de nuestra era, surgieron los
primeros centros ceremoniales aledaños a las aldeas campesinas.

Sin embargo, puede situarse entre los años 200 a 900 de nuestra era, la época de esplendor
de los centros ceremoniales y el surgimiento de grandes ciudades que corresponderían a la etapa
clásica maya.

Bajo la dirección de la teocracia, la sociedad fue desarrollándose y adquiriendo cada vez


mayor grado de estratificación y a la par produjo un gran avance tecnológico, científico y artístico,
cuyo resultado fue la cristalización de una de las civilizaciones más complejas y esplendorosas del
mundo.

Sin embargo, algunos factores como el crecimiento demográfico, el aparecimiento de otros


estratos sociales -entre los que destacaban los guerreros y los comerciantes - así como el
hostigamiento de tribus guerreras extranjeras, fueron debilitando el control de sacerdotes y
hechiceros, hasta que se produjo el colapso del ciclo clásico maya y el derrumbe del régimen
teocrático.

Hacia el año 900 de nuestra era, aparecieron diversas migraciones de pueblos extranjeros
-uno de los grupos más importantes fue el de los toltecas - que suplantaron a los sacerdotes en el
poder y establecieron un régimen militarista, que como el anterior, también se fundamentó en el
despotismo y en el tributo. Así nació el régimen militarista despótico tributario, cuyo mayor
exponente fue la sociedad asentada en Chichén Itzá.

Esto confirma que las sociedades prehispánicas, al momento de la conquista, poseían ese
núcleo o comunidad aglutinante superior -o germen de Estado - a cuya cabeza estaba un jefe
superior, que aparecía como detentador de la tierra y del trabajo de los hombres. Esta forma social
guardaba dentro de sí, tanto elementos de la comunidad primitiva como los de una incipiente
sociedad de clases.

Es muy importante saber que el rasgo característico de una sociedad agraria primitiva consiste
en que los hombres poseen y explotan la tierra en forma común, mientras que en una sociedad de
clases, ya existe la propiedad privada de la tierra y un Estado cuyo poder ejerce un segmento de la
población que constituye la clase dominante en detrimento de los otros segmentos o clases, sobre las
cuales recaen fundamentalmente las tareas de la producción. Así se habla de las formas esclavista,
feudal y capitalista, que se sucedieron, en ese orden, a la comunidad agraria primitiva, y que
constituyen los tres estadios clásicos del desarrollo económico y político de la humanidad dentro de
un esquema clasista.

Como contraparte principal de los grupos predominantes de sacerdotes, señores y guerreros


que hegemonizaban el poder económico y político, existían las comunidades agrícolas constituidas
por el grueso del pueblo, a cuyo cargo se encontraban las tareas de producción de alimentos, de
proporcionar soldados para las guerras de conquista y de expansión territorial, de hacerse cargo de
la construcción de monumentos ceremoniales y habitacionales y fundamentalmente de tributar para
sufragar los gastos de los señores y del sistema. Esta especie de vasallos no tenía propiedad privada
sobre la tierra y únicamente se beneficiaban de su usufructo.

El Estado despótico tributario, representado por un jefe superior -llamado rey, déspota,
principal o jefe supremo- aparece como el detentador universal de la tierra, parte de la cual cede a
otros jefes menores, con quienes comparte el poder en determinados aspectos.

Uno de los rasgos fundamentales de las sociedades indígenas prehispánicas consistía en el


pago de un tributo a cargo del grueso de la población, que es lo que le daba al sistema su carácter
económico específico y que constituía, en última instancia, un plusproducto de la tierra en favor de
las capas privilegiadas.

Dentro de la sociedad prehispánica existieron también esclavos, aunque en cantidades muy


limitadas, quienes procedían de los prisioneros capturados en guerras de expansión o bien de
aquellos pobladores que cometían delitos mayores.

Los esclavos vivían generalmente en las casas de los señores o en las tierras propias de
principales. Tributaban y ejercían labores agrícolas o de servicio casero. Mantenían un status de
cierto privilegio ya que en algunas ocasiones podían aún casarse con descendientes de gente
principal. Cuando los esclavos eran señores de otras tribus cautivas, vivían en barrios especiales y se
les otorgaban tierras para sus labores.

Es necesario indicar que la fuerza de trabajo de los esclavos constituyó una fuente secundaria
tanto en lo que respecta a la producción de alimentos como a las tareas guerreras y a la tributación,
las cuales recaían fundamentalmente en el grueso de la población campesina.

En lo que respecta a la tecnología agrícola, las sociedades prehispánicas habían llegado a


dominar los cultivos intensivos y extensivos, gracias al riego y al conocimiento exacto de las leyes de
la naturaleza, principalmente los que se referían a la meteorología y la astronomía. Utilizaron
parcialmente los metales y su fundición. No utilizaron la tracción animal ni aplicaron el uso de la
rueda en labores agrícolas, aunque sí conocieron su principio. Sus instrumentos más comunes de
producción fueron la azada de bronce, un arado rudimentario y la picana o palo con punta de
obsidiana.

Aplicaron la división trabajo en lo que se refiere a las tareas agrícolas y a las labores
manuales que se desarrollaban intramuros, tales como la alfarería, calificada como la más
desarrollada de América, cuyos objetos cubrían tanto las necesidades de la vida cotidiana y familiar
-jarros, vasijas y otros objetos puestos al servicio de su alimentación- como al culto, la decoración y
la fabricación de instrumentos musicales.

También conocieron y dominaron otras manualidades rurales como la cestería, la plumería y,


fundamentalmente, el arte de hilar y tejer el algodón, que se utilizó para proveer vestuario,
decoración de casas, templos y palacios.

La albañilería prehispánica de los pueblos mayas fue considerada como la más avanzada de
toda América, tal como lo testimonian sus monumentos que también incluyen trabajos de
arquitectura, cerámica, pintura, labrado de piedra y tallado en dinteles de madera.

El comercio se hallaba notablemente desarrollado y existían rutas bien conocidas que unían
ciudades lejanas y regiones extensas. Existían mercados locales y ferias regionales a las que
concurrían comerciantes de diversos puntos geográficos que traían consigo mercancías que eran
trocadas por otras, o bien, vendidas por determinadas unidades de cambio, tales como almendras de
cacao, conchas, plumas vistosas, objetos de cobre, piedras preciosas o mantas de algodón ricamente
tejidas.

Los mercaderes ocuparon una posición preponderante en las sociedades indígenas


prehispánicas y al momento de la conquista ya formaban una casta que tomaba auge y competía
cada vez más con la nobleza tradicional, constituida por sacerdotes, príncipes y jefes guerreros.
Por lo que hemos explicado, puede decirse que las sociedades prehispánicas guatemaltecas
no eran grupos estáticos o decadentes, sino que, por el contrario, constituían entes sociales de gran
dinamismo en proceso de transformación hacia un estadio propio de las sociedades esclavistas.

En el momento de la conquista, a la par de la nobleza tradicional, habían surgido nuevos


estratos sociales, que pugnaban con aquella por compartir el poder político y económico entre los
que sobresalían los guerreros, los comerciantes y los artesanos, quienes a medida que cobraron
mayor importancia, tuvieron actuación destacada en las rebeliones que afectaron principalmente a la
nobleza tradicional, tal como aconteció en los disturbios que destronaron al rey Kikab y que veremos
en su oportunidad. Estas rebeliones -que conmovieron a casi todos los estratos sociales, incluyendo a
los campesinos- intentaron, exitosamente en el caso de Kikab, romper la hegemonía de las élites
tradicionales que gozaban con exclusividad de los privilegios del mando y fundamentalmente, de la
apropiación del tributo.

Un último aspecto general característico de las sociedades indígenas prehispánicas fue la


religión, esotérica y cruel, sobre todo en lo que se refiere a la práctica de sacrificios humanos que fue
utilizada como arma de dominación ideológica sobre los pueblos avasallados y como principal
coadyuvante para lograr el pago del tributo.

Caracterizada a grandes rasgos la civilización indígena que precedió a la conquista española,


entraremos ahora a conocer con algún detalle los orígenes y la historia general de los pueblos
mesoamericanos especialmente el de los mayas, los que corresponden a los habitantes del altiplano
guatemalteco y los de otros núcleos de población asentados en las tierras que constituyeron el
antiguo Reyno de Guatemala.

Para ayudarnos en esta tarea y facilitar la comprensión del desarrollo sociocultural de los
pueblos mesoamericanos, tomaremos como ejemplo el modelo de evolución social y cultural del
México precolombino propuesto por Piña Chan, que muy bien puede adaptarse a los pueblos que
vivieron en toda el área mesoamericana:

1. Época de la apropiación de alimentos:

Etapa de los recolectores y cazadores nómadas:

 Etapa preagrícola 20,000 a 7,000 a. de n. e.*


 Período protoagrícola: 6,000 a 5,000 a. de n. e.

II. Epoca de la producción de alimentos:

 Etapa agrícola incipiente: 5,000 a 2,4000 a. de n.e.

- Período agrícola incipiente: 5,000 a 2,4000 a. de n.e.


- Período agrícola aldeano: 2,400 a 1,2000 a. de n.e

 Etapa de los pueblos y estados teocráticos:

-Período de las aldeas y centros


ceremoniales 1,200 a de n. e. a 200 d. de n. e.
-Período de los centros ceremoniales
y ciudades: 200 a 900 d. de n. e.

 Etapa de los pueblos y estados militaristas:

- Período de las ciudades militaristas: 900 a 1,250 d. de. n. e.*


- Período de los señoríos y metrópolis imperialistas: 1,250 a 1,521 d. de n.

** Antes de nuestra era


* Después de nuestra era
CAPITULO 3

LAS PRIMERAS CULTURAS SUPERIORES


MESOAMERICANAS

1. La venta
2. Los olmecas
3. Teotihuacán
4. Los mayas
a) Noticia general
b) La estructura del poder
c) Desarrollo científico y artístico
d) El preclásico
e) La época clásica maya
f) El postelásico
g) La arquitectura
h) Los códices
i)La ciencia maya
j)Los idiomas mayas
k)La escritura j eroglíf ica maya
l)La decadencia y el final de las grandes ciudades

1. LA VENTA

Alrededor del siglo VIII antes de nuestra era, que corresponde según la tabla de Piña Chan,
al período de las aldeas y centros ceremoniales -ciclo que se ubicaría dentro del horizonte formativo
o preclásico medio- surge una sociedad muy desarrollada en el sitio geográfico conocido como La
Venta, en la costa del Golfo de México, asentada sobre restos que muestran el tamaño de un
verdadero centro ceremonial. Las excavaciones realizadas lo ubican sin duda como el sitio
arqueólogico más importante de aquella época.

La cultura de La Venta -que precedió y dió origen a la cultura Olmeca- ha sido considerada
como la base, como la cultura madre de todos los desarrollos mesoamericanos poste riores. La Venta
fue indudablemente la culminación de todo un proceso económico, social y cultural anterior que
produjo su apogeo en este sitio. La Venta muestra los vestigios de restos arquitec tónicos
ceremoniales o religiosos tan importantes como la pirámide identificada C-1, construida de tierra y
adobe, de 32.2 metros de altura y un eje longitudinal de más o menos 140 metros. Alrededor de esta
gran pirámide se encuentran otros grupos de construcciones que necesitaron para su erección más
de un millón de horas de trabajo, por lo que hay que suponer que ya existía una sociedad
estratificada y jerarquizada que erigía grandes obras públicas bajo una dirección centralizada.

Los datos anteriores también presuponen que alrededor de la ciudadela y dentro de un radio
de más o menos 900 kilómetros habitaban por lo menos 18,000 personas integrantes de 5,000
unidades familiares diseminadas en diversas aldeas circunvecinas.

Los habitantes de La Venta y sus entornos, posiblemente estaban dirigidos por


jefes-sacerdotes, asistidos por constructores, escultores, transportistas de materiales, ceramistas,
arquitectos, etc.

Además de los centros arquitectónicos, existen en La Venta cabezas esculturas


monumentales entre las que destacan enormes cabezas de piedra de entre 7.50 y 2.90 metros. Son
esculturas de bulto que alcanzaron su mayor desarrollo durante la época Olmeca clásica.

Las cabezas esculturales se definen por un rostro plano, de pómulos anchos, labios abultados
y nariz achatada y ancha. Otra forma escultórica característica de esta época matriz, es la figura de
niños obesos -conocidos como Baby face- que representan rasgos de jaguar, tales como colmillos en
la boca y muestran algunas veces patas o garras.

La influencia de esta cultura primigenia irradió hasta la costa del Pacífico en Guatemala y en
El Salvador y Costa Rica con algunos vestigios menores. También se encuentran muestras de esta
cultura, en una vasta área que se extiende desde las costas del golfo de México hasta el altiplano
mexicano.

Cuando el desarrollo de La Venta se encontraba en su apogeo, la cultura maya comienza a


emerger y apenas aparecen las primeras pirámides de las fases Mamom y Las Charcas de la serie
Kaminal-Juyú.

Otra importante cultura que hace su aparición en esta época es la de Tlatilco, en el valle de
México, que se expresa en figurillas de barro de primera calidad y de un detalle estético asombroso.
Son estatuillas de pequeño tamaño que fueron encontradas especialmente en tumbas y monumentos
funerarios.

2. LOS OLMECAS

De la cultura madre originada en La Venta se desarrolló un movimiento cultural que abarcó


un vasto territorio geográfico conocido como Olman o país del hule, de donde proviene posiblemente
el nombre Ulmeca u Olmeca, comprendido desde las costas del Golfo de México hasta la laguna de
Términos, en los confines del Istmo y la Península de Yucatán. La cultura olmeca está ubicada entre
1,150 y 500 años antes de nuestra era.

Las tierras de los olmecas eran abundantes en alimentos de toda especie, se cultivaba sobre
todo cacao y caucho; existían aves de colorido plumaje entre los que destacan la garza y el quetzal;
eran ricas en valiosos minerales y metales, tales como el jade, la turquesa, el oro y la plata.

Los dirigentes o principales jefes olmecas lucían un vestuario lujoso y variado que
comprendía túnicas de algodón y vestidos de fibra de amate, así como sandalias de hule y de cuero.

Además del sitio arqueológico de La Venta, la cultura olmeca tuvo sus principales centros en
Tres Zapotes y San Lorenzo, ubicados en el actual estado mexicano de Veracruz.

En la región del Pacífico que corresponde a Guatemala y dentro de una área geográfica que
se extiende hasta Kaminal-Juyú y la Costa del Pacífico en El Salvador, se han encontrado numerosas
esculturas que corresponden a las características del arte y la cultura olmeca. En estos sitios existen
desde figuras colosales -Baby face- y cantos rodados de piedra, que miden 1.40 metros de alto por
1.55 de ancho en la base, tal como el que se encuentra en la finca El Tránsito, que forma parte del
centro ceremonial de Monte Alto, en el municipio de La Gomera, Escuintla, en Guatemala, que
representa a una mujer en estado de gravidez. Otras esculturas del tipo olmeca localizados en
Guatemala representan personajes sentados, con las piernas cruzadas y la mirada hacia el cielo, en
posición de adoración. Existen también figuras zoomorfas, tales como lagartos, serpientes y pumas.

Las figuras humanas de aspecto arcaico y vientre prominente que representan estatuas de
mujer en estado de gravidez, evidencian el ascendiente social de la mujer en aquella época y su
relación directa con la fecundidad de la tierra.

Entre los logros científicos más destacados de los olmecas se cuenta la invención de los
primeros elementos calendáricos y los primeros trazos de la escritura en América, así como el
surgimiento de las observaciones astronómicas y el conocimiento de la medicina herbolaria.

Los olmecas también fueron creadores y cultivadores del juego de pelota, deporte que
desarrollaron otros pueblos posteriores tales como los mayas y los toltecas. El juego de pelota tuvo
un carácter ritual y lo practicaban únicamente miembros de las familias dominantes. Era una especie
de competencia épica y según se decía, el vencedor decapitaba al vencido. Durante el violento
ejercicio del juego de pelota, los competidores no usaban las manos ni los pies: únicamente hacían
uso de los glúteos, los codos y algunos músculos del cuerpo para introducir una pelota de hule
macizo dentro de un arco de piedra empotrado en un muro. Utilizaban caretas y protectores del
cuerpo.
Los olmecas fueron maestros del arte lapidario y con ayuda de cinceles, taladros, pulidores y
perforadores de piedra tallaron el jade y legaron a la posteridad obras extraordinarias en basalto,
cuarzo y otras piedras duras. Asimismo, la producción cerámica olmeca manifestó un gran
refinamiento estético. Los olmecas fueron también los primeros en erigir estelas de piedra grabada.

3. TEOTIHUACAN

La ciudad de Teotihuacán, situada a 40 kilómetros de la actual ciudad de México, fue una de


las más grandes urbes prehispánicas conocidas, edificada sobre una área de 32 kilómetros
cuadrados.

Hay que recordar que las aldeas prehispánicas y los centros ceremoniales no constituían
verdaderas ciudades en el sentido moderno de la palabra. Sin embargo, Teotihuacán, Tikal y Copán,
fueron excepciones notables de aquella regla común que las distinguieron del resto de asentamientos
prehispánicos.

La grandeza de Teotihuacán se nota en sus soberbias construcciones, sobre todo en los


templos dedicados al sol o Tonatiuh -ltzacualli, casa del sol-y a la luna, -o Meztli Itzacualli, casa de la
luna- pirámide menor, que junto al templo de Quetzalcoatl o culebra emplumada, cuya fachada está
compuesta por un mosaico de piedra y estuco policromado, forman el centro colosal de esta hermosa
ciudad, dividida de norte a sur por la calzada llamada de los muertos, a cuyos lados se levantan 23
complejos de edificios.

La pirámide del Sol tiene una base de 208 metros de largo y 55 metros de altura
perpendicular. La pirámide de la luna asciende hasta 44 metros sobre el suelo y su base es mucho
menor que la anterior. Los frentes de estos monumentos están orientados de norte a sur y de este a
oeste. Su interior es de arcilla con piedra y están finamente estucadas.

La ciudad está dividida en cuatro grandes cuadrantes y dentro de ellos se ubica el centro
ceremonial llamado también Gran Conjunto y la Ciudadela o fortaleza, que pudo haber sido el lugar
habitado por la alta jerarquía religiosa; allí también se encuentran el templo dedicado a la agricultura
y los llamados subterráneos, recubiertos con hermosísimas pinturas murales que se catalogan como
las primeras muestras de una plástica realista en el mundo prehispánico.

En la ciudad de Teotihuacán, además de los colosales monumentos dedicados al culto


religioso y a la observación astronómica, existieron también casas suntuosas que fueron
probablemente las viviendas que habitaron los miembros destacados de la jerarquía religiosa
dominante. También existieron otras edificaciones más alejadas del centro, consistentes en casas
más modestas que pudieron servir de vivienda a los artesanos y a otros funcionarios menores.
De esta disposición urbanística se infiere que la sociedad teotihuacana estaba dividida en
diversos estratos sociales cuya importancia se definía por la ubicación, suntuosidad y riqueza de las
viviendas.

La ciudad de Teotihuacán muestra un gran estilo artístico y un patrón urbano plenamente


caracterizado que la sitúa como el sitio más rico de Mesoamérica, dirigido por un grupo organizado
que rigió sus destinos y le permitió rebasar con creces la mera sociedad aldeana característica de
aquella época histórica.

Un examen de las características arquitectónicas de Teotihuacán, indica que los conjuntos


residenciales consistían en habitaciones edificadas alrededor de patios circulados con altos muros
exteriores que carecían de ventanas y ubicados dentro de un marco de angostas callejuelas. Estos
detalles implican la práctica de una vida privada y una concentración demográfica que sitúa a la
población teotihuacana entre 75,000 y 120,000 habitantes en la época de su mayor esplendor. Para
alimentar a esta vasta población era indispensable controlar no sólo el valle teotihuacano, sino otras
extensas regiones sobre las que la jerarquía religiosa, o teocracia ejercía indudablemente un control
significativo y un comercio exterior activo que llegó hasta el valle de Oaxaca y la Mixteca, Veracruz,
el Petén y las tierras altas de Guatemala, áreas en donde existen indicios de presencia teotihuacana,
principalmente en Kaminal-Juyú

Estos vestigios teotihuacanos encontrados en sitios tan alejados y diversos hacen pensar en
contactos comerciales e influencia religiosa, antes que en sometimiento militar -aún cuando
presupone cierto control- tomando en consideración que en época aun temprana debe hablarse de
teocracias pacíficas que contrastan con el militarismo abierto y beligerante de épocas muy
posteriores. No hay que descartar tampoco que en Teotihuacán hubo un militarismo embozado ya
que los sacerdotes ejercían funciones inherentes a las artes militares.

En Teotihuacán, más que en ninguna otra ciudad mesoamericana perduró un largo período
de dominación y de continuismo pacífico cuya seguridad y fuerza constituyen índices de una situación
absolutamente controlada que trascendió prácticamente a casi toda el área mesoamericana, sobre
un territorio de casi dos millones de kilómetros cuadrados, durante los 800 años que duró como
ciudad predominante. Es posible que el dominio teotihuacano -tal como ya lo expresamos- fue
ejercido fundamentalmente con base en una religión más compleja y prestigiosa que las
desarrolladas por otros pueblos, la que unida a descubrimientos científicos se reflejaron en la
producción de alimentos y en la jerarquización social.

De acuerdo a las excavaciones arqueológicas, se considera que los primeros asientos


poblacionales teotihuacanos ocurrieron alrededor del último siglo anterior a nuestra era, durante una
fase conocida como Patlachicue, sobre una extensión de cuatro kilómetros cuadrados y con una
población cercana a los 5,000 habitantes. En esta época pudieron haberse construido los primeros
centros ceremoniales.

En la fase siguiente, conocida como Tzacualli o Teotihuacán (100-150 d. de n. e.)


Teotihuacán ya ocupó una extensión de 17 kilómetros cuadrados y contó con otro centro poblacional
anexo cuya extensión es de 1.5 kilómetros cuadrados y con una población total que podría ascender
a 30,000 habitantes. La pirámide del sol pudo haber sido construida en ésta época y desde entonces
Teotihuacán se convierte en el centro más importante del altiplano mexicano.

La tercera fase, llamada Miccaotli o Teotihuacán II (150-200 d. de n. e.) constituye el


máximo esplendor de la ciudad y llega a su punto culminante en extensión territorial y con una
población de alrededor de 45,000 habitantes. Durante ésta época la ciudad comenzó a diseñarse y
dividirse en cuatro grandes cuadrantes y se inició la edificación del templo de Quetzalcoatl con sus
famosas esculturas.

Durante la siguiente fase, denominada Tlamimilolpa o Teotihuacán IIA y IIA -III (entre
250-400 d. de n. e.) la ciudad comenzó a decrecer, aún cuando la población siguió aumentando
hasta llegar a la fase Xolalpan o Teotihuacán III (250-650 d. de n. e.) en la que se produjo un
apiñamiento poblacional que quizá sobrepasó los 70,000 habitantes. Es probable que la llamada
ciudadela fuese construida durante esta etapa en su forma actual. Fue también en esta fase cuando
la trascendencia de la cultura teotihuacana irradió hasta el área maya.
Es también probable que la concentración urbana en menor territorio se debiese a razones
políticas que demandaban mayor control de la jerarquía religiosa sobre las masas poblacionales lo
que de hecho implicaría una enorme concentración de poder y la habilitación de tierras dedicadas a la
agricultura.

Posteriormente fue construido el llamado gran conjunto que con la ciudadela forman un
complejo en el centro de la ciudad.

Una de las últimas etapas, la fase Metepec o Teotihuacán IV (650-750 d. de n. e.) señala una
drástica disminución tanto en extensión territorial como poblacional. Teotihuacán se acercaba al
momento de su caída, lo que sucedió alrededor del 800 d. de n. e., en coincidencia con el derrumbe
clásico de la cultura maya.

En lo que respecta al arte teotihuacano, diremos que la pintura mural exalta y dignifica los
conceptos religiosos de su teocracia, cuyo panteón de deidades era muy extensa.

La cerámica teotihuacana pasó por las diversas fases históricas que mencionamos arriba y
viene desde los más sencillos vasos y platos decorados con la imagen de Tlaloc, durante la fase
Tzacua, pasando por ánforas con asas, copas, vasijas sentadas sobre trípodes, de colores rojo y café,
rojo y amar¡llo, que corresponden a la fase Miccaotli. La cerámica de la fase Tlamimilolpa, incluye
candelabros, vasos en miniatura en color naranja que muestran un alto grado de excelencia e
incorporan por primera vez pinturas al fresco y decoración del tipo Champlevé.

La ciencia teotihuacana incrementó los conocimientos del calendario, la escritura Jeroglífica y


la medicina herbolaria. El comercio, como ya lo mencionamos, se exténdió prácticamente por todo el
ámbito mesoamericano.

El carácter sagrado de Teotihuacán está expresado en los antiguos mitos que recogieron los
colonizadores españoles. Uno de los más hermosos es el relativo al quinto sol que recuerda cómo,
después que el mundo fue destruido cuatro veces consecutivas, los dioses reunieron en Teotihuacán
un quinto sol, el quinto sol definitivo.

A continuación reproducimos un texto que los informantes de fray Bernardino de Sahagún le


proporcionaron en lengua nahuatl. Relata historias que ya nadie puede contar, de las que ya casi
nadie puede acordarse, y que se refiere a los hombres de tiempos remotos que se encaminaron a
Teotihuacán:

Enseguida se pusieron en movimiento, todos se pusieron en movimiento: los niñitos, los


viejos, las mujercitas, las ancianas. Muy lentamente, muy despacio se fueron, allí vinieron a reunirse
en Teotihuacán. Allí se dieron las órdenes, allí se estableció el señorío. Los que se hicieron señores
fueron los sabios, los conocedores de las cosas ocultas, los poseedores de la tradición. Luego se
establecieron allí los principados...

Y toda la gente hizo allí adoratorios (pirámides), al Sol y a la Luna, después hicieron muchos
adoratorios menores. Alli hacian su culto y allí se establecían los sumos sacerdotes de toda la gente.
Así se decía Teotihuacán, porque cuando morían los señores, allí los enterraban. Luego encima de
ellos construían pirámides, que aún ahora están. Una pirámide es como un pequeño cerro, sólo que
hecho a mano. Por allí hay agujeros, de donde sacaron las piedras,con que hicieron las pirámides, y
así las hicieron muy grandes, la del Sol y la de la Luna. Son como cerros y no es increíble que se diga
que fueron hechas a mano, porque todavía entonces en muchos lugares había gigantes...

Y lo llamaron Teotihuacán, porque era el lugar donde se enterraban los señores. Pues según decían:
"Cuando morimos, no en verdad morimos, porque seguimos viviendo, despertamos. Esto nos hace
felices."

Así se dirigían al muerto, cuando moría. Si era hombre, le hablaban, lo invocaban como a un ser
divino, con el nombre de faisán, si era mujer con el nombre de lechuza, les decían:

Despierta, ya el cielo se enrojece, ya se presentó la aurora, ya cantan los faisanes de color de


llama- , las golondrinas color de fuego, ya vuelan las mariposas.
Por esto decían los viejos, quien ha muerto, se ha vuelto un dios. Decían: "se hizo allí dios, quiere
decir que murió".

4. LOS MAYAS

Vamos ahora a examinar con detalle el desarrollo histórico de uno de los grupos más
interesantes y complejos que habitaron el continente americano. Se trata de los mayas, esos sabios
increíbles que se establecieron en un área geográfica ubicada entre lo que hoy día son los estados
mexicanos de Yucatán, Campeche y Tabasco, parte del de Chiapas y Quintana Roo, también en
territorio mexicano; el departamento, de Petén y las tierras altas adyacentes situadas al sur de
Guatemala; la región occidental de Honduras y todo el actual territorio de Belice. Esta región
comprende alrededor de 325,000 kilómetros cuadrados.

Sylvanus G. Morley, el científico que inició sistemáticas investigaciones sobre la cultura maya,
dividió el territorio que ocuparon en tres regiones diferentes: la primera o zona norte, comprende las
cadenas de montañas o cordilleras de la América Central y de Chiapas; la segunda o zona central se
encuentra ubicada desde Tabasco hasta Honduras y Campeche y la cuenca interior del departamento
de Petén, mientras que la tercera o zona sur se sitúa en la llanura caliza y baja que forma la mitad
norte de la Península de Yucatán, además de Campeche y parte de Quintana Roo.

La cadena montañosa que ocupa las tierras altas de Guatemala tiene una serie de altos
volcanes, tales como el Tajumulco, Tacaná, Agua, Acatenango, Fuego, Santa María y Pacaya. Dos
grandes sistemas fluviales bañan esta región: el del río Motagua y el del Usumacinta.

La región montañosa de Guatemala tiene una altura promedio de alrededor de mil metros
sobre el nivel del mar. Los inviernos son secos y frescos y los veranos menos calurosos que los del
Petén. Existen grandes praderas y en las faldas de las montañas crecen y abundan los pinos,
pinabetes y cipreses. Arriba de los 3,000 metros existen buenos pastos.

La fauna de esta región comprende jaguares, pumas, venados y mamíferos menores.


También aquí habita el quetzal, entre otra gran cantidad de aves.

Es precisamente en esta región, en los valles elevados del occidente de Guatemala en donde
probablemente tuvo su origen el maíz, durante el primer milenio anterior a nuestra era.

Las principales ciudades de esta zona maya fueron Chincultik, Toniná, Kaminal-Juyú, Charná,
Nebaj y Zaculeu.

Las tierras bajas del Petén o sabanas, tiene una altura promedio de 150 metros sobre el nivel
del mar. Existe también una cadena de cerros y alrededor de 14 lagos, de los cuales el de Petén -ltzá
es el mayor. El suelo de la sabana está formado por una arcilla roja y dura en la que no puede
cultivarse el maíz.

Los cerros y los valles están cubiertos por una densa selva tropical, en la que crecen árboles
de caoba, chico-zapote, cedro, ceiba, amate, ramón, aguacate y varias especies de palma.

En los bosques del Petén abundan los jaguares, venados, pecaríes, dantas, saraguates,
micos, armadillos, murciélagos, etc.Las aves son numerosas y destacan el colibrí, el loro, la
guacamaya, los tucanes, las garzas, el pavo silvestre, perdices, codornices y otra gran variedad de
seres alados. Por el suelo se arrastra una gran diversidad de serpientes, tales como el pitón, el
cascabel, la nabuyaca, el cantil y el coral. En los ríos se deslizan los cocodrilos. Los insectos diurnos y
nocturnos constituyen verdaderas plagas. Abundan la piedra caliza y los yacimientos de cascajo
calizo para la construcción de viviendas

Fue en esta región donde se asentaron centros ceremoniales y ciudades extraordinarias como
Palenque, Bonanpak, Yaxchilán, Calakmul, Uaxactún, Tikal y Piedras Negras.

En la tercera región maya o planicies bajas de la mitad norte de la península de Yucatán, se


encuentran pequeños árboles, arbustos y matas espinosas; existen pequeños ríos y lagos y en
Quintana Roo abundan las tierras pantanosas. En esta región casi no existe el agua superficial, salvo
los grandes pozos naturales, llamados cenotes, a cuyo alrededor se agrupaban las aldeas y caseríos.
Aquí florecieron centros tan importantes como Uxmal, Chichén Itzá, Kabáh, Labná, Mayapán,
Edzná, Hochob, Cobá y Tulum.

¿Quiénes fueron los mayas primitivos ¿De dónde vinieron? Morley sostiene que los primeros
asentamientos mayas tuvieron lugar entre 3,000 y 2,000 años antes de nuestra era, y que la
civilización maya se originó en algún lugar próximo a Tikal y a Uaxactún, en el departamento del
Petén, tomando en consideración que es allí donde se encuentran los vestigios indiscutiblemente más
antiguos de la escritura jeroglífica y del techado de bóveda angular, o arco falso, que constituyen las
características más determinantes de la cultura maya.

Por su parte, Rafael Girard opina que la civilización maya:

... Nació, evolucionó durante muchos siglos y alcanzó un alto grado de desarrollo en un medio
tropical de tierras aluviales muy fértiles y donde llueve en abundancia la mitad del año, Las
peculiaridades de este medio, que los mayas dominaron, pero a la vez fueron dominados por él,
imprimieron su sello propio a la cultura. Tanto los mitos, como el calendario, la cosmogonía y el arte
que los refleja establecen que los patrones básicos de la civilización maya se formaron y
desarrollaron en el área del Pacífico. El arte mismo de Kaminal Juyú acusa su procedencia de la
costa, tan cercana a este centro ceremonial.

Luego, en apoyo a su tesis, indica que:

La agricultura maya está basada originalmente en la producción de dos cosechas de maíz,


según las prescripciones rituales codificadas en el calendario u la mitología, prescripciones, vigentes
aún. En el área del Pacífico se lograban fácilmente esas cosechas consecutivas, por el sistema de
agricultura de roza, único que conocieron los mayas hasta el final del período clásico.

Como se expresa, existen dos teorías diamétralmente opuestas relativas a esclarecer el


problema del origen de la civilización maya. Sin embargo, casi todos los científicos en la actualidad,
se inclinan por la teoría de Morley.

El aspecto físico del pueblo maya era bien definido: de corta estatura, cabeza ancha, piel
morena, nariz aguileña, pómulos anchos y salientes, ojos oblicuos y mancha mongólica.

Algunos rasgos que distinguían a los jefes y señores mayas y constituían signos de
embellecimiento eran las deformaciones craneanas, mutilaciones dentales, tatuajes o escarificaciones
de la piel, pinturas corporales y ojos bizcos inducidos.

El vestuario maya variaba de acuerdo a la importancia del status social al que pertenecían. La
plebe usaba un simple taparrabo o una túnica sencilla. Los señores, sacerdotes y mujeres de alto
rango se cubrían con ricos atuendos consistentes en faldas, blusas, capas o mantos, cinturones,
sandalias, pectorales, brazaletes, aretes, así como plumas y pieles de diversos animales.

Los señores mantenían a su alrededor, guerreros, músicos, joyeros, arquitectos y una gran
variedad de artesanos altamente calificados.

La sociedad maya, sobre todo la que corresponde históricamente al período clásico, estuvo
altamente estratificada en capas sociales bien definidas. Por un lado se encontraban las masas de
campesinos y por el otro quienes ocupaban el rango superior, especialmente la jerarquía teocrática y
los señores, quienes dirigían los destinos de la sociedad. En medio de estos dos polos sociales existió
una variadísima capa poblacional que incluía desde servidores domésticos, hasta comerciantes,
artesanos, guerreros y funcionarios públicos.

Uno de los rasgos principales que definió la cultura maya fue la erección de estelas y altares
frente a los grandes monumentos piramidales. Las primeras estelas fueron erigidas alrededor de 200
años antes de nuestra era, durante la época protoclásica.

Las fiestas rituales mayas estaban regidas por el calendario religioso y se ofrecían en honor
de los dioses quienes tenían funciones específicas. En esas solemnidades, la música ocupaba un
lugar preferente: se tocaban flautas, pitos, ocarinas, tambores, trompetas fabricadas con caracolas
marinas y tambores sacados del carapacho de la tortuga. Alrededor de los músicos danzaban los
bailarines quienes casi siempre usaban máscaras.

Los señores mayas se entretenían jugando a la pelota, ceremonia que, como dijimos,
terminaba con la decapitación del vencido.

El panteón maya fue prolífico. Hunab Kú, fue el creador de todas las cosas y padre de
Itzamná, dios de los cielos, del día y de la noche; Kukulkán, era el dios del viento y Chac el de la
lluvia. Yom Kaax era el joven dios del maíz y Ek Chuah el patrón de los comerciantes. Ix Tab
encarnaba al dios de los suicidas, mientras que Ix Chel era la diosa de la salud y de las artes
femeninas; Ah Pucho era el dios de la muerte, e Ix Azal Uo era el patrón de los caminantes.

Según la cosmogonia maya el universo estaba dividido en trece cielos superiores en donde
residía OxIahuntikú y nueve inferiores donde habitaba Boluntijú. El mundo -decían los sabios mayas-
estaba apoyado sobre cuatro Bacabs, asociados a los cuatro puntos cardinales. Los Bacabs fueron
concebidos como cuatro hermanos que sostenían el cielo para que no se cayese.

El primer Bacab, residente en el sur, tenía el amarillo como color predilecto. Canzienal era el
segundo Bacab, su residencia estaba en el este y el rojo era su color distintivo. El tercer Bacab vivía
en el norte, era un señor malévolo y su color era el blanco. El Bacab del oeste era el señor más
temible y malo, su nombre era Ozanek y su color el negro.

Los Bacabs eran los guardianes del gran árbol llamado Ceiba cuyas raíces penetraban a los
nueve cielos del inframundo y de la muerte, mientras que elevaban sus hermosas ramas hacia los
trece cielos superiores.

b) La estructura del poder

Los Mayas primitivos se agrupaban en pequeños caseríos, distantes unos de otros.


Posteriormente fueron erigidos algunos centros ceremoniales. La vida de estos primeros habitantes
del área maya dependía enteramente de los elementos naturales y del cultivo y recolección de sus
cosechas.

Con la vida sedentaria y la práctica continua de la agricultura primit¡va, surgió que al


principio fue el culto sencillo de la naturaleza y de los elementos ligados ala siembra, tales como el
sol, la lluvia, el viento, las montañas, las corrientes de agua, etcétera.

Habría que imaginar que las sencillas ceremonias eran oficiadas y dirigidas por el jefe de
familia. Posteriormente, con la tecnificación incipiente de la agricultura, la práctica religiosa fue
organizada en forma más compleja y surgieron los primeros sacerdotes profesionales.

Estos sacerdotes fueron transmitiendo sus conocimientos a sus descendientes, hasta formar
una verdadera casta privilegiada que conocía, tanto los secretos de la naturaleza, como el ritual
misterioso del culto.

Los sacerdotes se convirtieron en los depositarios de la ciencia y adquirieron un poder político


creciente que los transformó en una casta dominante. A ellos se debió el perfeccionamiento del
calendario, la cronología y la escritura jeroglífica.

En el siglo IV de nuestra era, la cultura maya se había establecido sólidamente en el norte y


centro del Petén. La religión maya se había convertido en un culto sumamente desarrollado y
complejo, concebida alrededor de los astros. Morley dice a este respecto que:

Aunque difundida entre la gente del pueblo, esta religión era por naturaleza altamente
esotérica, siendo interpretada y servida por un sacerdocio organizado bajo una regla estricta y
compuesta de astrónomos, matemáticos, profetas y maestros del ritual, y dirigida por hábiles
administradores y hasta por estadistas a medida que crecía y se hacia más compleja.

Hemos visto cómo la primera etapa de la civilización maya transcurre durante el ciclo
correspondiente a la caza, a la pesca y a la recolección de alimentos naturales. También hemos
conocido la etapa correspondiente al cultivo de las primeras plantas o período inicial de la civilización
agrícola. Durante esta segunda etapa surgió una nueva unidad política que era la aldea gobernada
por un consejo de jefes o cabezas de familia.

La tercera fase del desarrollo de la civilización maya corresponde al desarrollo tecnológico y


acrecentamiento de los medios de subsistencia y se caracteriza por la hibridación del maíz y el de la
verdadera agricultura. A esta etapa corresponde un orden social y económico en el que predomina la
mujer y se establece el matriarcado. Comienzan a desarrollarse durante este período el calendario,
las artes y las ciencias. Aparece el vestuario y los adornos de plumas, colmillos y huesos de
animales.

La cuarta etapa de desarrollo se caracteriza por la consolidación de las formas esenciales de


la civilización maya y por el paso del derecho materno al paterno definitivo.

En la época de mayor florecimiento de la civilización maya -hablamos del período clásico que
se sitúa entre 250 y 900 de n. e.- la jerarquía del poder estaba conformada por sacerdotes
gobernantes.

El sumo sacerdote maya -Ah-Kin-May- constituía la más alta jerarquía sacerdotal. Siempre
iba cargado en hombros por sirvientes sobre una litera y generalmente utilizaba máscara en las
contadas ocasiones en que se presentaba frente al público. Era prácticamente un dios viviente.

El sumo sacerdote recibía tributo de los demás miembros del aparato religioso; conocía los
misterios astrales y sus consecuencias sobre el manejo de la agricultura, escribía los libros sagrados
y enseñaba sus secretos a sus descendientes; expresaba la voluntad de los dioses y establecía los
ritos y sacrificios ceremoniales.

Por la índole de las funciones privilegiadas que desempeñaba y los conocimientos que poseía,
puede colegirse que el sumo sacerdote era el verdadero jefe de la comunidad. Por esa circunstancia
se dice que los mayas del período clásico eran regidas por un gobierno teocrático.

Cada pueblo maya estaba regido por un gobernante principal: el sacerdote, a quien llamaban
Halach Uinic -verdadero hombre- cuyo sucesor en línea directa era su hijo mayor. La familia del
señor ocupaba importantes puestos de mando dentro de la jerarquía de gobierno y todos juntos
explotaban al pueblo que los mantenía con sus tributos y trabajos personales.

Después de los jefes y señores principales estaban los Bacab. Residían cerca de los más altos
dignatarios y se preocupaban de proveerlos de todos los bienes y servicios necesarios para que
pudiesen vivir, comer y vestirse de acuerdo con su alto rango.

Otro funcionario importante era el Ah-Kulel, quien se distinguía por usar una vara corta y
gruesa llamada Caluac. Era una especie de mayordomo real.

Los propios gobernantes y sus representantes ejercían los cargos de jueces y su sentencia no
tenía apelación porque se consideraba justa y ecuánime.

Existía una especie de consejo de estado, integrado por los sacerdotes, jefes y gente
principal.

Los jefes y los señores principales vivían en casas de mampostería o en hermosos edificios
construidos con materiales no perecederos, adornados con exquisitas pinturas, dinteles de madera
finamente tallados y se servían de vajilla de loza decorada. Usaban buena ropa y sus alhajas y
objetos de uso personal tallados en hueso o jade con incrustaciones, así como penachos de plumas
de garza, quetzal y otras vistosas aves que servían para adornar la cabeza de los señores,
constituían verdaderas obras de arte.

Existían dos jefes guerreros principales llamados Nacon. Eran personajes de gran importancia
y uno de ellos de mucha experiencia y sabiduría era elegido por vida. Junto a él se colocaba a un
joven guerrero de probada audacia y ambos -sabiduría y fuerza- comandaban los ejércitos llamados
Holcan. Los dos Nacon principales constituían la cabeza del ejército.
Como hemos visto, el vasto territorio ocupado por los mayas estuvo conformado por una red
de ciudades y centros ceremoniales que se mantuvieron relativamente autónomos unos de otros,
Podría decirse que las ciudades mayas en alguna forma se parecían en su conformación y
funcionamiento a las ciudades-estados griegos, tomando como referencia fundamental su autonomía
en cuanto a regir sus propios destinos.

Sin embargo y aunque no existen pruebas concluyentes que determinen la existencia de una
confederación de ciudades sí hay evidencias de la fusión o conquista de una ciudad importante por
otra, tal el caso de Copán y Quiriguá, que aparecen gobernadas en una etapa de su historia por el
mismo personaje llamado Dos piernas cielo.

También es necesario aclarar que las comunidades menores ubicadas cerca de las ciudades
de importancia, pagaban los tributos correspondientes en señal de sometimiento, tal como sucedió
en Teotihuacán

Una opinión muy generalizada acepta que la cohesión que mantuvo unido al mundo maya tal
como sucedió en Teotihuacán, fue producto de las ideas religiosas manejadas por un clero muy
celoso de sus funciones y muy eficaz para ejercer el dominio sobre las masas, principalmente
campesinas, que soportaban el mayor peso del pago del tributo que mantenía el boato sacerdotal y
religioso.

El tributo, cuya esencia radicaba en ofrecer las dos terceras partes de los productos
cosechados en las tierras comunales, se ampliaba con donaciones de sal, copal, productos de caza y
pesca, ropas, calzado, adornos, miel, etcétera. Además de todo esto, a los tributarios también se les
exigía servicios personales consistentes en levantar las casas de los gobernantes y los templos y
edificios utilizados para las prácticas rituales. Las masas campesinas también eran utilizadas para la
construcción de grandes obras públicas y para servir de soldados en las guerras.

e) Desarrollo cultural

Los sabios mayas expresaron el desarrollo de su ciencia principalmente en la astronomía, las


matemáticas y por medio de su escritura jeroglífica.

De acuerdo con el desarrollo de la ciencia y el dominio que obtuvieron sobre la naturaleza, la


historia del pueblo maya se ha dividido en tres períodos consecutivos que se denominan Preclásico,
Clásico y Postclásico.

d) El preclásico

La época o era preclásica maya llamada también formativa, está ubicada históricamente
entre los últimos veinte siglos anteriores a nuestra era -2,000 años a. de n e.- y el siglo tercero de
nuestra era.

Durante este largo tiempo los mayas se organizaron en núcleos sedentarios dedicados a la
agricultura, principalmente al cultivo del maíz y subsidiariamente a la caza y a la pesca. Al principio
se alimentaban del producto de su trabajo, y a medida que la agricultura se hacía más intensiva y
extensiva -lo cual significa que utilizaron el riego artificial y el sistema de terrazas - fueron
relacionándose a través de los comerciantes que tomaron en sus manos el trueque de mercancías y
abrieron las vías de comunicación entre las diversas comunidades indígenas.

Fue tan intenso el intercambio comercial durante la época preclásica, que algunos hallazgos
arqueológicos determinan que los antiguos habitantes de Kaminal-juyú, por ejemplo, mantenían
relaciones comerciales con los teotihuacanos, como ya hemos explicado.

Una de las primeras manifestaciones importantes de organización social de la era preclásica


fueron las matriarcales -durante el tiempo en que la madre determinaba el linaje- y en consecuencia
la religión y el arte cerámico estuvieron ligados a la fecundidad de la tierra -derivada de la
fecundidad de la mujer- por lo que las figurillas de barro, toscas al principio, representaban mujeres
de abultado vientre y busto prominente. Durante el llamado preclásico medio se perfeccionó la
técnica ceramista En este lapso el arte cerámico sigue manifestándose en estatuirías de mujeres
generalmente desnudas con niños en brazos o en la espalda, o bien ataviadas con faldas cortas. Las
figurillas muestran diversos tatuajes en el cuerpo y expresan con claridad algunas costumbres en el
vestuario y la forma del peinado femenino. Otras expresiones del arte cerámico de esta época
muestran jugadores de pelota, enanos encostalados y personajes barbudos. También existen
recipientes en forma de vasijas con asas y superficies lustrosas por el recubrimiento de engobe.

Los pueblos mayas que habitaron las tierras bajas de Petén y los altos de Guatemala
produjeron escasas muestras del arte cerámico preclásico y únicamente se han encontrado objetos
muy primitivos En Uaxactún, Petén, se hallaron algunos objetos preclásicos cerámicas consistentes
en utensilios de cocina, tales como ollas, grandes escudillas de arcilla espesa de colores gris, rojo,
anaranjado o negro. Este primer período de arcilla elaborada y casi sin ninguna ornamentación
corresponde al llamado período Mamom.

Un segundo período de arte cerámico maya llamado Chicanel -"200 a. de n. e.- muestra
objetos más elaborados con sisas que rodean el cuello y la base de los recipientes. Se trata de
dibujos geométricos de variadas formas. En este período se comienza a pintar en negativo. También
se conocen figurillas antropomorfas aunque son escasas. En Uaxactún fueron encontrados diversos
vestigios de cerámica del período Chicanel.

Kaminal-Juyú muestra abundantes objetos cerámicos correspondientes al período preclásico,


consistentes en pequeñas figuras antropomorfas cabezas pequeñas modeladas a mano con arcilla
cuyos ojos y boca son simples incisiones. Las diversas etapas o fases de escultura cerámica de
Kaminal-Juyú se conocen, de acuerdo con su antigüedad, con los nombres de Las Charcas, a la cual
corresponden vasos decorados a veces configuras de monos o grecas en forma de S horizontal
rodeando el recipiente; otra fase se conoce con el nombre de Sacatepéquez, cuya cerámica es más
fina y con decoración más elaborada. La tercera fase se denomina Miraflores y se caracteriza por la
elaboración de artículos de cerámica, sobre todo vasijas cilíndricas, de color entre pardo y negro con
fina decoración. También pertenecen a esta fase pequeños vasos apoyados sobre un trípode y
vasijas de acabado muy fino de color anaranjado con fondo amarillo, o rojo sobre fondo crema así
como blanca o roja.

Las primeras pirámides simples de tierra encontradas en Kaminal-Juyú corresponden al


período Miraflores.

El tercer periodo de la etapa preclásica se conoce con el nombre de Matzanel y se sitúa entre
200 antes de nuestra era y 200 de nuestra era.

La arquitectura del preclásico maya aparece definida hacia el segundo milenio antes de
nuestra era, durante el llamado preclásico inferior y coincide con el asentamiento de las primeras
aldeas agrícolas.

Fueron los olmecas durante el preclásíco medio (1,200-800 a de n. e.) quienes por primera
vez esculpieron grandes bloques de basalto a los que dieron forma de cabezas colosales y, monolitos
labrados en relieve, que actualmente conocemos como estelas, además de altares y otras esculturas
entre los que sobresalen los rasgos del hombre jaguar,

Cupo también a los olmecas el privilegio de ser el primer pueblo -recordemos que fueron
creadores de la cultura madre que posteriormente irradió hacia el mundo maya- que erigió vastos
montículos y plataformas artificiales de barro compacto o adobe, que fueron utilizados como
santuarios, plazas o canchas para el juego de pelota.

Hacia la última fase del preclásico -entre 800 y 300 a. de n. e.- el influjo olmeca había
trascendido prácticamente a todo el territorio mesoamericano. Los Mayas sustituyeron los montículos
de barro por construcciones de piedra, unida primero con lodo y después con armagasa, lo cual
redundó en el reforzamiento de los costados laterales y en dar más cuerpo a las escalinatas de los
edificios.

Sin embargo, no fue sino hasta el período protoclásico, ubicado entre 300 a. de n. e. y 250
de n. e., cuando se supera la influencia Olmeca y se afirman los rasgos culturales mayas, sobre todo
en sus primeras ciudades, tales como DzibiIchaltún y algunas otras ubicadas en la península de
Yucatán, así como en Chiapas, hasta sitios como Itzapa y Abaj Takalik sobre la vertiente del Pacífico
y Kaminal-Juyú en la actual ciudad de Guatemala, donde se encuentra una abundante producción
escultórica, sobre todo en lo que concierne a las primeras estelas, frecuentemente acompañadas de
altares.

e) La época clásica maya La época clásica maya

La época clásica duró alrededor de 800 años, de 250 a 900 de nuestra era. El clásico
temprano, el clásico medio, y el clásico tardío, son las tres épocas en que se dividió esa etapa de
auge artístico de los pueblos mayas que habitaron parte de las tierras mesoamericanas.

Desde los primeros siglos de nuestra era, las sociedades asentadas en Teotihuacán, Chiapas,
Petén y en los valles del bajo Motagua y del río Copán, fueron erigiendo grandes complejos
arquitectónicos que abundaban en pirámides, templos y estelas.

La civilización clásica maya se difundió por varios cientos de ciudades ubicadas en un


territorio de 325,000 kilómetros. Morley enumeró alrededor de ciento quince centros poblacionales
con características mayas. Esta cantidad se ha acrecentado con los importantes hallazgos
arqueológicos efectuados a la fecha.

Casi todos los centros mayas de la época clásica están dedicados al culto religioso y
sobresalen los templos erigidos sobre pirámides, las plazas anchas para las celebraciones populares
de las fiestas religiosas y vastas canchas para el juego de pelota. Salvo en Teotihuacán, Tikal y
Copán, consideradas como verdaderas ciudades, todos los demás centros no tienen casas destinadas
a viviendas. Aún cuando los rasgos arquitectónicos son comunes a toda el área maya, las diversas
ciudades y centros ceremoniales tienen características específicas que las diferencian unas de otras.

La escritura aparece desde los albores del período clásico; el conocimiento de los fenómenos
astrológicos se perfecciona y el sistema numeral alcanza su máximo esplendor.

Las primeras ciudades colosales comienzan a construirse y entre ellas, Tikal y Uaxactún
fueron quizá las pioneras. A medida que pasaba el tiempo fueron apareciendo Copán, Yaxchilán,
Piedras Negras, Naranjo, Cobá, Palenque, Quiriguá y Ceibal. Chichén Itzá floreció hasta la época
postclásica.

La arquitectura del período clásico es todavía primitiva en sus inicios. Casi al mismo tiempo
se erigen las pirámides espectaculares de Teotihuacán y los monumentos mayas del Petén, sobre
todo las pirámides que alcanzan alturas hasta de 45 metros y una base de 59 metros. Las
características de la arquitectura maya son la excelente calidad de los materiales utilizados, el grueso
de las paredes -en algunos casos alcanzan hasta un metro de ancho- y el uso de la bóveda conocida
como arco falso o arco maya, que se une por medio de una loza plana cuando las paredes al
engrosarse casi se unen.

Las enormes pirámides del cielo clásico tenían en su interior uno o dos pequeños recintos,
destinados quizá para el arreglo y atavío de jerarcas sacerdotales. Las fiestas religiosas se oficiaban
al aire libre sobre grandes explanadas construidas alrededor del graderío que circundaba las
pirámides.

Los llamados palacios son grandes construcciones no aptas para la vivienda, debido a que las
salas interiores son muy estrechas y mal iluminadas y carecen de ventanas. Quizás servían para
guardar la utilería del culto o para celebrar ayunos previos a las ceremonias religiosas.

La escultura maya clásica está representada fundamentalmente por las estelas y los altares
trabajados con la técnica del bajo y alto relieve. Algunas estelas alcanzan hasta diez metros de
altura, utilizándose en su construcción piedras de diversa textura. Generalmente están talladas en
una sola cara, aunque en el esplendor del período clásico se tallaron las cuatro caras. Representan a
grandes señores y entre las más destacadas por su belleza se encuentran las estelas de Copan,
Quiriguá, Piedras Negras, Uaxactún y Tikal.

La pintura clásica maya se evidencia en la cerámica que alcanzó niveles técnicos Y simbólicos
de gran maestría y excelcitud. También fue utilizada en grandes murales utilizando la técnica del
fresco. La pintura mural más antigua conocida se encuentra en Uaxactún, y los colores aplicados son
el amarillo, rojo, anaranjado, gris y negro. El fresco de Uaxactún contiene escenas con figuras de
personajes rodeados de números y jeroglíficos.

Sin embargo, es en Bonanpak donde se encuentra el más célebre y extenso fresco pintado en
varias salas. En la primera sala los personajes representados parecen celebrar una ceremonia; en la
sala central se aprecia una acción guerrera quizá con el objeto de capturar esclavos, mientras que en
la tercera habitación se notan diversos aspectos de sacrificios humanos.

La cerámica de la época maya clásica tiene un gran valor estético e histórico. Por medio de
los objetos cerámicos se ha podido conocer las costumbres, el vestuario y otros aspectos de la vida
cotidiana de los mayas, debido a la riqueza documental que constituyen sus figuras. Incluso la
medicina moderna ha logrado identificar algunas de las enfermedades del pueblo maya, utilizando la
cerámica y la escultura que representan figuras de personajes deformes o enfermos, cuyos labios y
ojos abultados así lo indican.

La primera época de la cerámica maya clásica se denomina Tzacol. Las figuras de este
período son aún primitivas pero de gran expresividad; las vasijas son generalmente de color negro y
se les encuentra principalmente en Holmul y Uaxactún en el Petén y en Kaminal-Juyú.

Es, sin embargo, durante el período siguiente llamado Te peuh, cuando el arte cerámico maya
alcanza su serena plenitud en las vasijas policromadas que representan escenas con personajes
realistas. Existen abundantes vestigios cerámicos Tepeuh en el Petén y en las tierras altas de
Guatemala tales como Chamá, Nebaj, etcétera.

Las figurillas de barro modeladas a mano que corresponden a la época Tepeuh son muy
apreciadas por su estilo elegante y la riqueza de sus detalles. Estas figuras representan mujeres con
peinados extraordinarios, ejecutantes de música, guerreros ricamente ataviados, cuyas facciones
fueron exquisitamente dibujadas.

La época de mayor esplendor del período clásico maya se sitúa entre los siglos VI y VIII.

f) El Post-clásico El postclásico

A partir del siglo VI después de nuestra era, Teotihuacán comenzó a declinar, mientras que
los mayas siguieron desarrollando su compleja cultura. Sin embargo, promediando los siglos IX y X
fueron despoblándose poco a poco las ciudades mayas hasta llegar a su decadencia definitiva y al
abandono total de los majestuosos centros ceremoniales.

A medida que se despoblaban las ciudades mayas ubicadas en el área central y en casi toda
el área norte, en una región situada entre la cuenca del río Pasión y en el delta del Usumacinta y
Grijalva comenzó a producirse migraciones de algunos grupos como el Putun que habían recibido
influencias mexicanas. Estos grupos conquistaron y dominaron por algún tiempo la parte noroeste de
la península de Yucatán. Un grupo (los Itzaes), cuya cultura es fruto de la hibridación maya y
mexicana, se establece en Chichén Itzá alrededor de 918 de nuestra era. Otro grupo, al mando del
jefe Tutul Xiu se apodera de Uxrnal.

Estas incursiones de grupos culturalmente híbridos, facilitan la tarea de penetración definitiva


hacia finales del mismo siglo o principios del XI, de fuertes grupos de emigrantes toltecas que
dominan económica, política, militar y culturalmente una parte significativa de la península yucateca.

g) La Agricultura La arquitectura

Es precisamente en Chichén Itzá donde se producen los logros arquitectónicos más


importantes de la época postclásica maya. Es el fruto de una arquitectura y un arte maya -tolteca. A
pesar de que los toltecas tenían una cultura desarrollada -cuyos logros fueron evidentes en su
antigua capital Tula- resulta que el pueblo sometido poseía un acervo cultural mucho más acabado y
rico; de esa suerte el arte que surgió en Chichén Itzá es una simbiosis cultural de ambos pueblos,
que no sólo sobrepasó la arquitectura de Tula sino que la rebasó evidentemente. Ejemplos como el
del observatorio astronómico conocido como El Caracol, muestra un detalle inusitado en la
arquitectura maya clásica, como es una planta circular. Otro logro arquitectónico de mucha
importancia es el llamado Templo de Kukulkán, el cual es considerado como el monumento
arquitectónico más bello que produjo la fusión maya-tolteca.

Sin embargo, la arquitectura de Chichén-ltzá producida en ésta época, sigue mostrando los
rasgos excelentes de la arquitectura- maya clásica, tales como las molduras biseladas y las máscaras
de Chac. Las aportaciones toltecas consisten en serpientes emplumadas talladas en las escaleras de
acceso a los templos y pirámides, las cabezas de guerreros toltecas, así como el uso generalizado de
la columna que sostiene no sólo los dinteles de las puertas, sino los techos de edificios y templos, en
una profusión y magnitud tales que dan a Chichén-Itzá una fisonomía verdaderamente peculiar. Tal
es el caso del complejo arquitectónico conocido como el Grupo de las mil columnas.

Otras construcciones notables de Chichén-ltzá son el templo de los guerreros y el inmenso


patio del juego de pelota, dotado de grandes anillos en forma de serpientes entrelazadas. A los lados
se encuentran talladas varias escenas del juego que terminan con el ritual del sacrificio de la
decapitación del jugador vencido.

Los bajorrelieves de Chichén-ltzá se encuentran muy abundantemente en las paredes y


pilastras de casi todos los edificios. Constituyen un elemento decorativo de gran valor ornamental.

La pintura mural del postclásico se encuentra representada en toda su magnitud en los


frescos del templo de los tigres. Además datan de ésta época los tres códices que describimos a
continuación.

h) Los Códices Los códices

Los libros mayas que sobrevivieron a la destrucción casi total a que fueron sometidos por el
fuego inquisitorial de los frailes españoles se conocen con el nombre de Códices. Sus hojas se
fabricaron de la pulpa machacada de las hojas de una higuera -ficus octinofolia - cuya consistencia se
sitúa entre el papel y el papiro de los egipcios.

Los códices mayas más conocidos son tres y se encuentran en Europa. El más bello de todos,
conocido como códice de Dresde o Codex Dresdensis, se encuentra en la biblioteca de Sajonia,
Alemania. Mide 3.56 metros de largo y cada una de sus hojas tiene 20.5 centímetros de alto por 9 de
ancho. Está hermosamente ilustrado y sobresale por la elegancia de su trazo, y por la colorida y
cuidadosa ejecución de sus figuras. Se cree que fue escrito por diversas manos y sus glifos
representan figuras astrológicas y cronológicas; algunas de ellas se refieren a los eclipses de luna y
de sol y a la órbita de Venus. Erns Fórstemann lo editó en 1,882, después de someterlo a un
laborioso estudio de catorce años.

Otro de los libros mayas conocido es el llamado Códice de París, publicado en 1,864. Mide
1.45 metros de largo y tiene un espesor de 23.5 centímetros. Está parcialmente destruido y la parte
visible reproduce 1,600 Jeroglíficos y muchas representaciones de figuras mitológicas y divinas. Se
considera como una especie de calendario ritual y de predicciones.

El tercero de los libros mencionados se conoce como Códice Tro Cortesiano, nombre derivado
del nombre del señor Tro y Ortolano, quien cedió la primera parte del mismo al abate Brasseur de
Bourboug, en 1,876, y de Cortéz, conquistador de México, quien probablemente envió la segunda
parte a España. Miden las dos partes completas 6 metros de largo y tiene un espesor de 23 x 14.4
centímetros. Está doblado en 56 hojas que guardan 3,200 jeroglíficos relacionados con los ritos
sacerdotales exclusivos de los Ah Quin o sacerdotes mayas.

Chichén ltzá fue el último centro ceremonial grandioso del área maya que declinó totalmente
hacia el siglo XIII, cuando se disolvió la liga de Mayapán, integrada por Chichén ltzá, Uxinal y
Mayapán, constituída con el objeto de ejercer dominio sobre el área geográfica de la península de
Yucatán.

Mayapán continuó con la erección de estelas y ejerciendo el poder político hasta 1,460, en
forma cada vez más caótica y desordenada, hasta la llegada de los españoles casi un siglo más
tarde.

i) La ciencia maya
El calendario y la numeración

Los mayas elaboraron un calendario tan exacto que aventaja incluso al gregoriano que usamos
en la actualidad. De acuerdo al cálculo maya, el año está compuesto de 18 meses (o uinales) que
contiene cada uno 20 kines (días).

Veinte kines (días) hacen un uinal (mes) y 18 uinales forman un tun. Esto es 360 días o kines.
Para completar el año solar, agregaban cinco días llamados nefastos o Uayeb, durante los cuales no
hacían ninguna clase de trabajo.

La siguiente tabla comparativa de Morley da una idea de la exactitud del año solar maya:

Duración del año según la astronomía moderna: 365,2422 días.


Duración del año según el actual año gregoriano: 365,2425 días. Duración del año según el
calendario maya: 365,2420 días.

La numeración vigesimal maya presupone el descubrimiento del cero, cifra que no tiene valor
si no se relaciona con otros símbolos siempre dependiendo de su ubicación. Los mayas repre -
sentaban el cero con una especie de figura de concha y lo relaciona ban con dos símbolos más que
eran la barra y el punto.

El sistema decimal que usamos en la actualidad y el vigesimal de los mayas se basan en el


mismo principio del cero que multiplica de 10 en 10 según nuestro sistema y de 20 en 20 según el
sistema maya, mediante la posición relativa de dicha cifra.

Véase a continuación algunos ejemplos de numeración maya:

p q r s t

Jeroglificos de la cifra 0 y de los números del I al XIX inclusive, en la notación de puntos y barras, la
"Numeración Romana" de los mayas: a, cero; b, I; e, II; d, III; e, IV; f, V; g, VI; h, VII; l, VIII; J, IX;
k, X; 1, XI; m,' XII; n, XIII; o, XIV; p, XV; q, XVI; r, XVII; s, XVIII; t, XIX.

(Tomado de "La vida de los Mayas", de Frans Blom p. 114).

Con estos tres símbolos -el cero, el punto y la barra-colocados de abajo para arriba, podían
construir cifras de cualquier magnitud, multiplicando siempre por veinte. Por ejemplo: veinte tunes
hacen un catún; veinte catunes constituyen un pictún; veinte pictunes son iguales a un calabtún;
veinte calabtunes hacen un kinchitún, mientras que veinte kinchitunes son iguales a un alautún de
23,040,000,000 kines o días.

De acuerdo con la cronología maya, las fechas registradas en sus estelas y monumentos se
inician a partir de una notación que correspondería al año 3,433 de nuestra cronología. Es quizá una
coincidencia que dicha cronología corresponda a la notación he brea del tiempo que se inició hace
3,761 años, fecha hebrea para la creación mítica del mundo.

Además del calendario solar o Haab, los mayas manejaron a la perfección otro calendario
llamado Tzolkín, de carácter religioso, formado por 20 nombres, cada uno de los cuales denomina un
día y se combina con 13 números, para constituir un ciclo de 260 días.

Los veinte nombres que identifican cada uno de los días eran los Siguientes: Imix, Ik, Akbal,
Kal, Chichán, Cin-d, Manik, Lamat, Muloc, Oc, Chuen, Eb, Ben, Ix, Men, Cib, Caban, Eznab, Cauac y
Ahau.

Los nombres de los 18 meses que conforman el calendario solar eran: Pop, Uo, Zip, Zotz,
Tzec, Xul, Yaxkín, Mol, Chén, Yax, Zac' Ceh, Mac, Kankín Muan, Pax, Kayab, Cumhú. Además
estaban cinco días nefastos llamados Uayeb.

La combinación de estos dos calendarios constituían el calendario circular cuyo ciclo era de 52
años, lo cual significa que ningún día que se iniciara con nombre del año solar se repetía hasta
después de 18,980 días. Este método de cálculo se conoce como la cuenta larga.

Además del cálculo calendárico, los mayas conocieron a la perfección los ciclos lunares, las
estaciones, los equinoccios y solsticios así como el ciclo de Venus de 584 días y de otros planetas y
constelaciones con un error de un día por cada cien años. También predecían los eclipses astrales.

Las ciencias mayas adquieren una trascendencia muy significativa, tomando en consideración
que no tuvieron transferencias científicas de otras regiones del planeta, tal como sucedió con la
ciencia del viejo mundo que fue pasando de los primeros pobladores de la tierra hacia una región y
luego a otras, sucesivamente.

j) Los idiomas mayas

Uno de los rasgos sobresalientes que identificó a los pueblos mayas fue el idioma común que
hablaban. La familia lingüística Mayense estaba divídida entre los grupos huasteco, yucateco, chol,
canjobal, mam y quiché y constituía, junto a diversos idiomas, el complejo lingüístico mesoamericano
que en la actualidad abarca alrededor de 70 idiomas indígenas que utilizan más de 6 millones de
seres.

Actualmente, en Guatemala se hablan 23 idiomas de los cuales, 22 son mayenses y uno


caribe. Dichos idiomas son:

Quiché Tzutuhil Pocoman Maya Mopan


Cakchiquel Ixil Chuj Xinca Tacaneco
Mam Chortí Sacapulteco Sipacapense Rabinal
Kekchí Pocomchí Aguacateco Uspanteco Achí
Kanjobal Jacalteco Caribe Chol Itza

El idioma con más hablantes es el quiché.

El estudio de los idiomas indígenas mesoamericanos se originó en los siglos XVI y XVII
debido a la necesidad de algunos misioneros dominicos y franciscanos, radicados en América
después de la conquista, de comunicarse con los nativos.

Escribieron gramáticas y tradujeron textos cristianos para catequizar a los indios. En el siglo
XIX, con la creación de la ciencia de la lingüística comienza la preocupación de estudiosos
extranjeros, principalmente norteamericanos, de conocer los idiomas nativos, quienes a partir de
1,910 iniciaron estudios sistemáticos acrecentados en 1,930 por los misioneros protestantes que
recorrieron Mesoamérica y por lingüistas académicos desde la década de los 40.
Casi todos los idiomas mesoamericanos han sido cuidadosamente estudiados y a la fecha
existe mucho material gramatical y lexicográfico sobre ellos.

Vamos a seguir muy de cerca el estudio del doctor Terrence Kaufman, doctorado por la
universidad de Berkeley, California y miembro fundador del Language Behavior Laboratory de dicha
casa de estudios, para explicar el cuadro de los idiomas mesoamericanos. En 1,970, el doctor
Kaufman fue asesor técnico de los programas de lingüística del proyecto lingüístico Francisco
Marroquín, de Antigua Guatemala. Fruto de su experiencia es el estudio denominado Idiomas de
Mesoamérica.

La familia lingüística mayanse fue identificada en 1,874 por el doctor Otto Stoll. Dicha familia
tiene entre 24 y 30 idiomas y es hablada por alrededor de 4 millones de seres humanos. Se le
considera como la más vasta y popular de Mesoamérica.

El complejo lingüístico mesoamericano está conectado por una parte con Norteamérica y en
lo que compete a Costa Rica y Nicaragua con la América del Sur. Todos los idiomas mayas de origen
arcaico pertenecen a un tronco común llamado Macro Penucio.

Dos grupos lingüísticos arcaicos han sido bien determinados y constituyen idiomas
sobresalientes en Mesoamérica. Uno de ellos es el misquito-sumo-matagalpa en el sur del área, y el
mixteco-zapoteco-otorní, en el sur de México. Los idiomas mayas datan de una época muy
temprana.

Dentro de las principales culturas precolombinas, los aztecas y los toltecas hablaban Náhuatl;
los mayas clásicos probablemente hablaban 2 o 3 idiomas mayanses y se cree que los olmecas eran
hablantes de idiomas mixezoques, mientras que los habitantes de Teotihuacán pudieron haber
hablado idiomas otomíes o bien el totonaco. El idioma zapoteco fue propio de los habitantes de
Monte Albán.

Hubo naturalmente difusión de los diversos idiomas que se hablaban localmente. Un


fenómeno principal dentro de este orden de cosas pudo haber sido la importancia económica
comercial y política que representaban los grupos culturales más avanzados o culturas madres, antes
mencionadas, que indudablemente influyeron en los grupos más rezagados culturalmente. Fueron los
comerciantes en todo caso, los más destacados difusores de los idiomas de las culturas dominantes.

La escritura de los pueblos precolombinos, hay que recordarlo, se hacía a base de


inscripciones en piedra y por medio de dibujos en los códices.

Sin embargo, sólo el idioma maya se apartó de lo puramente pictográfico -fechas, nombres y
números- ya que además de estas anotaciones logró presentar morfemas y fonemas por medio de
símbolos denominados glifos. Los especialistas en lingüístíca parecen estar de acuerdo acerca de que
la escritura maya es un sistema mixto ideográfico y fonológico.

Un índice que muestra la riqueza de los idiomas precolombinos es la hermosísima y profusa


literatura mesoamericana. Abunda en mitos poéticos, poesía lírica, fábulas, cuentos y otras
expresiones de la prosa imaginativa, así como escritos sobre acontecimientos astronómicos y
científicos de diversa índole.

Después de la conquista española hubo una interacción entre el español y los idiomas
indígenas lo cual produjo abundantes poblaciones totalmente bilingües. Los préstamos que ha
recibido el español de los idiomas locales en Mesoamérica son muy vastos, principalmente en lo que
se refiere al Náhuatl.

Además de los idiomas mayas que se hablan en Guatemala, Chiapas, Tabasco y el enclave
huasteco, existen enclaves idiomáticos pinares en Guatemala y El Salvador, en donde también se
habla el Xinca. En Honduras existen hablantes del Jicaque, de la familia Lenca, Pipil y Paya, mientras
que en Nicaragua se hablan el Subtiava, Mangue e idiomas afines a la familia Misumalpa.

Los mapas que aparecen a continuación, muestran, el primero, las lenguas que se hablan en
Guatemala, mientras que el segundo se refiere a las lenguas que se hablan en Centroamérica.
Ahora haremos un breve esbozo de las regiones donde se hablan los idiomas indígenas
guatemaltecos.

Al poniente de la ciudad capital de Guatemala comienza la región cakchiquel. Abarca parte de


los departamentos de Guatemala, Sololá y Escuintla y en su totalidad los de Sacatepéquez y
Chimaltenango.

El Tzutuhil, idioma muy parecido al cakchiquel, se habla al sur del lago de Atitlán, en el
departamento de Sololá y en el norte del departamento de Suchitepéquez.

El idioma Quiché se habla en la parte sur del departamento de Quiché, en todo el


departamento de Totonicapán, gran parte de Quetzaltenango y en diversas partes de los
departamentos de Retalhuleu, Suchitepéquez y Baja Verapaz. El idioma uspanteco es muy parecido
al quiché y se habla en Uspantán, de allí deriva su nombre.

El Ixil se habla en la parte central de Quiché y en los municipios de Nebaj, Chajul y Cotzal. El
Sacapulteco, de Sacapulas, constituye una isla idiomática en medio del idioma quiché.

En el municipio de Cubulco, perteneciente al departamento de Baja Verapaz, se habla el Achí.

El idioma Pocomchí se habla en una pequeña área geográfica del centro -oriente de Quiché y
al sur de Alta Verapaz.

El idioma Mam se extiende desde el poniente del departamento de Quetzaltenango y abarca


todo el departamento de San Marcos, así como la mitad inferior de Huehuetenango hasta el límite de
los Cuchumatanes. El aguacateco es un idioma parecido al Mam y se habla en Aguacatán.

El Tectiteco se habla en un pequeño territorio en el sur del departamento de Huehuetenango


y el tacaneco, en la parte norte de San Marcos, junto a la frontera con México. También en
Huehuetenango se hablan los idiomas jacalteco, chuj y kanjobal, que se relacionan mucho entre
ellos.

Los idiomas Kekchí Pocomchí se hablan en Alta Verapaz. El Kekchí se habla en una vasta área
geográfica que se extiende casi hasta Lívingston en el Océano Atlántico y cubre el departamento de
Izabal, así como el sur de Petén y Belice y se extiende hasta el departamento de Quiché.

El idioma Pocomchí habla en la parte norte de Baja Verapaz y en la esquina sur oriental del
departamento de Quiché. El Rabinal Achí cubre gran parte del departamento de Baja Verapaz y el
Maya Mopán se habla en algunas partes de Belice.

En el oriente de Guatemala, junto a la frontera con Honduras, se habla un idioma distinto de


los que hemos mencionado anteriormente. Se trata del Chortí que se localiza al oriente del
departamento de Chiquimula y en el pueblo de la Unión, ubicado en el departamento de Zacapa.

El Pocomam Oriental se habla en el departamento de Jalapa y el Pocomam central -muy


parecido al primero- se habla en Chinautla y Palín.

k) La escritura jeroglífica maya

Los primeros investigadores de esta importante cultura creyeron, hasta muy recientemente,
que el pueblo maya no tenía una conciencia histórica de su pasado. Siempre se dijo, hasta hace muy
poco tiempo, que sus glifos y otros símbolos covencionales, realizados en piedras, códices y murales,
únicamente representaban inscripciones calendáricas y anotaciones sobre agricultura y astronomía.

Sylvanus C. Morley y J. Eric Thompson, dos de los grandes investigadores del mundo maya
participaron de la opinión de quienes negaron la preocupación de los mayas por dejar constancia de
su pasado.

Morley afirmó que


Las inscripciones mayas... no encierran en manera alguna la glorificación de una persona...
no refieren historias de conquistas reales ni registran los procesos de un imperio, ni elogian ni
exaltan, glorifican o engrandecen a nadie; en verdad, son tan completamente impersonales y no
individualistas que es posible que jamás se haya grabado en ellas el jeroglífico del nombre de algún
hombre o de alguna mujer.

Thompson también negó los registros históricos en las inscripciones mayas. Dijo que

hasta donde se sabe, los textos jeroglíficos del período clásico tratan enteramente del
transcurso del tiempo y de asuntos astronómicos... No parece que se refieran de modo alguno a
personas en particular. Probablemente en este período ningún individuo es identificable por su glifo
de nombre.

Sin embargo y pese a tan contundentes afirmaciones, en 1,959, Tatiana Proskouriakoff,


destacada mayanista, encontró en piedras Negras, Petén, varios monumentos cuyos glifos
representaban acontecimientos guerreros, historias de sacrificios humanos y hazañas de sacerdotes
y gobernantes, que constituían verdaderos relatos históricos.

Ya el obispo Landa, en plena época colonial, hablando de los códices mayas reconoció la
vocación historicista de los pueblos mayas cuando expresó que

usaban también esta gente de ciertos caracteres o letras con los cuales escribían en sus
libros sus cosas antiguas y sus ciencias; y con ellas, y figuras de algunas señales en las figuras,
entendían sus cosas y las daban a entender y enseñaban. Hallémosles grande número de libros de
estas sus letras; y porque no tenían cosa en que no hubiere superstición y falsedades del demonio,
se los quemamos todos, lo cual a maravilla sentían y les daba pena.

Avanzando en el lento camino de desentrañar la escritura glífica maya, Heinrich Berlín,


descubrió que en las inscripciones mayas existe un glifo exclusivo para cada ciudad maya, al cual
denominó glifo emblema, que podría ser, incluso, el nombre propio de cada ciudad, el de una
dinastía o bien el de alguna deidad tutelar.

A veces, el emblema de una ciudad aparece en otra, lo que podría significar que entre ambas
existió una relación de tipo político.

Quizá el descubrimiento más importante en el campo de la lectura de los glifos mayas y su


relevancia histórica, fue él análisis efectuado en 1,959 por Berlin del sarcófago de Palenque, tumba
de un personaje llamado Pacal, en el cual aparecen con nitidez algunos glifos que no se refieren ni a
inscripciones religiosas ni astronómicas, sino que sugieren fechas y hechos ligados a nombres de
personas.

En este mismo sentido, Proskouriakoff encontró en Piedras Negras inscripciones que


aparecen como registros independientes que constituyen según su criterio, el relato de la vida de un
personaje.

Todas las estelas de un grupo se inician siempre con un glifo que representa a una rana
volteada hacia arriba - rana virada o0 upened frog- que significaría su nacimiento además, lleva una
fecha asociada o fecha inicial, o fecha inaugural, que correspondería a la dedicación del monumento.

El motivo de la primera estela de cada grupo siempre es el mismo o sea un personaje con
traje ceremonial que aparece sentado dentro de un nicho elevado y rodeado de signos astronómicos.
Luego aparecen unas huellas ascendentes, que fueron interpretadas por Proskouriakoff como el
ascenso de un gobernante al trono.

En Yaxchilán, la investigadora pudo descifrar los glifos que identifican la ascensión al poder
de dos gobernantes llamados Escudo- jaguar y Pájaro- jaguar, cuyas fechas alusivas pudieron ser
leídas. Tanto en las estelas como en los dinteles, Proskouriakoff pudo leer la historia de cada uno de
ellos, así como las conquistas y sacrificios humanos efectuados por el primero, y diversos actos
protocolarios y alianzas llevados a cabo por el segundo. Deduce la investigadora que el uso frecuente
del glifo Jaguar en Yaxchilán conduce a pensar en gobiernos sumamente autocráticos.
David KeIley, otro importante estudioso de la escritura glífica maya, investigó las
inscripciones de las estelas de Quiriguá y estableció que aún cuando existen similitudes con las de
Piedras Negras en lo que respecta a la repetición de fechas, difieren en los glifos asociados. Esto
induciría a pensar que así como existen rasgos culturales comunes en todas las ciudades mayas,
también poseen distintos estilos artísticos y connotaciones peculiares para el registro de sus hechos
históricos.

Sin embargo, Kelley estableció, por medio de las fechas registradas en Copán y Quiriguá, que
entre ambas ciudades existió algún tipo de conexión histórica y también la posibilidad de que en un
lapso determinado de tiempo, un mismo gobernante llamado Cielo de dos piernas rigió los destinos
de ambas ciudades.

El libro Chilam Balam de Chumayel, dice en sus páginas que la relación de la historia de esta
tierra, en su tiempo, se hacía con pinturas.

El mismo libro, en sus páginas 158 y 159, expresa frases premonitorias acerca de la llegada
del hombre blanco:

... arderá la tierra. Aparecerán círculos blancos en el cielo, en el día que ha de llegar. Viene de la
boca de dios, no es palabra mentirosa. ¡Ay, pesada carga es la servidumbre que llega, dentro del
cristianismo! ¡Ya está viniendo! ¡Serán esclavas las palabras, esclavos los árboles, esclavas las
piedras, esclavos los hombres cuando venga!

... Ceñudo es el aspecto de la cara de su dios. Todo lo que enseña, todo lo que habla es: ¡Vais a
morir”

¡Vais a vivir, vosotros, los que entendáis las palabras de estas

escrituras de vida, hijo de Mayapán! 1

Mercedes de la Garza, investigadora mexicana, afirmó en 1975:

Las Inscripciones mayas no relatan cualquier suceso del pasado, sino sólo las biografías y los hechos
sobresalientes de los hombres pertenecientes a los linajes ilustres, los hombres cuyas acciones
afectaron la trayectoria histórica de la comunidad. En sus códices, el maya relató también el origen
de su pueblo, la fundación de ciudades, las guerras con otros grupos, la organización de su gobierno
y las catástrofes naturales que influyeron en ¡a vida de la comunidad.

Como puede notarse, de Morley a nuestro tiempo, la escritura maya ha sido casi totalmente
descifrada y, gracias a ello, el conocimiento sobre los pueblos antiguos de Guatemala ha avanzado
considerablemente.

I) La decadencia y el final de las grandes ciudades

Hemos examinado con detalle el surgimiento y esplendor de las grandes culturas


mesoamericanas y nos hemos dado cuenta del grado de civilización que lograron desarrollar en sus
extraordinarias ciudades. El arte, la ciencia y la aplicación práctica de su conocimiento produjeron
sociedades altamente jerarquizadas y cohesionadas por un poder central basado en una teocracia
eficiente y moderna. Sin embargo y pese a todo el aparato burocrático y la centralización de poder
en manos de una jerarquía bien establecida, sobrevino un verdadero caos económico, social y político
que derrumbó aquel orden establecido.

Las preguntas obligadas entre investigadores y científicos son las siguientes: ¿Qué pasó con
la civilización maya? ¿Qué causas de conmoción general condujeron al despoblamiento y abandono
de ciudades, templos y observatorios astronómicos?; las respuestas han variado en su formulación
pero a la fecha casi ninguna responde cabalmente a las circunstancias que condujeron a la
liquidación de la cultura clásica maya.
Quizá, para orientarnos mejor en lo que respecta al colapso cultural mesoamericano clásico,
debemos tener una visión de conjunto sobre dicho fenómeno.

El Principio del desastre tuvo sus inicios en Teotihuacán a finales del siglo VI de nuestra era y
en un período de trescientos años, una tras otra, en las ciudades mayas fueron desapareciendo los
signos vitales de su cultura, tanto en Yucatán como Petén.

Podemos enfatizar entonces que el colapso no fue repentino como se ha creído, sino que por
el contrario duró alrededor de 400 años.

La historia nos enseña que al terminar ciertos ciclos vitales se producen contradicciones
agudas que confrontan los medios de producción con las condiciones generales de existencia, que
obligan a su extinción y al aparecimiento de nuevas formas de desarrollo.

Durante el período clásico maya, los gobiernos teocráticos lograron estabilizar y dirigir con
acierto la producción de alimentos y ampliar las capas artesanales que, cada día, se volvieron más
competentes y especializadas. Dentro de este espectro social, surgieron también los comerciantes
que fueron adquiriendo mayor poder económico y social debido a la importancia de sus tareas, que
consistían en llevar de unos lugares a otros materias primas excedentes, recursos y objetos
suntuarios, junto con la ideología y los esquemas religiosos propios de las grandes culturas. Por otra
parte, desde el siglo VI comenzó a organizarse un aparato militar dependiente de la élite teocrática,
cada vez más extenso, cuyo objeto era respaldar por medio de la coerción a la administración
encargada de recaudar el tributo de los aldeanos dependientes de los centros políticos principales.

Como es natural, la jerarquía militar también comenzó a tener un control cada día más
efectivo sobre la población y, junto con los comerciantes tomaron un papel preponderante que exigió
a los sacerdotes una cuota de poder político.

Hacia comienzos del siglo VIII el desequilibrio y la decadencia cultural que sufrieron las
sociedades mayas era evidente y progresivo. Sin embargo, debemos enfatizar en el hecho de que no
fue una causa aislada la que produjo el colapso maya ni tampoco fue un hecho de la naturaleza como
terremotos, depauperación de la corteza terrestre o plagas animales.

Por el contrario, debemos considerar el desequilibrio de las sociedades mayas, como el efecto
de una serie de causas concurrentes que a través de ese largo proceso histórico de alrededor de 400
años, fueron socavando las bases económicas sociales y culturales de aquellos pueblos de alta
cultura.

Creemos que entre las causas internas del colapso tuvo especial importancia la relación entre
el incremento de la población y la insuficiente producción de alimentos capaz de sustentarla, debido
quizá a la erosión del suelo y a cambios climáticos que incrementaron la extensión de la sabana.

El incremento de la población pudo producir epidemias y revueltas internas que cuestionaron


la estabilidad de los gobiernos teocráticos, cada vez más incapaces de lograr el control demográfico.
Es posible que los sacerdotes hubiesen adoptado algunas medidas en ese sentido.

En apoyo de esta tesis, encontramos en Los Anales de los Cakchiqueles y en los Anales de los
Xahil, diversos párrafos que indican que el poder central ordenó algunas medidas de control de la
natalidad, con el objeto de contrarrestar el desbordamiento demográfico. Veamos:

Los Anales de los Cakchiqueles en la página 85, expresan:

43. Tampoco eran casados los tukuchés cuando llegaron allá a tomar esposas (sólamente) venía la
mujer de nuestro abuelo Gagavitz, que se llamaba Qomakaa, nuestra primera abuela, la que nos dió
el ser a nosotros los Xahilá. Ellos sí eran casados. En realidad se les había prohibido casarse. Cuando
se bañaban, se extendían sus Organos y derramaban por el extremo su simiente. Y se les prohibía la
unión sexual, según cuentan.

Por su parte, los Anales de los Xahil, en la parte que se refiere a que tomaron mujeres de los
indios cakchiqueles refieren en las paginas 31 y 32:
43. Habiendo llegado y habiéndose establecido los Tukuche, nuestro antepasado volcán se
casó con la llamada Qomakaa, nuestra primera abuela, de quien nacimos los Xahil. Muchos otros se
casaron también. Había habido gran impedimento para casarse; sus lingam se abrían y la simiente
brotaba. A muchos se les impidió concluir, se dice, y hubo un segundo impedimento para el
casamiento porque copulaban del otro lado de la faz, detrás, dicen los hombres de otro tiempo.

Existieron también causas externas que coadyuvaron a producir el colapso de la sociedad


maya clásica. Entre esas causas se cuentan la migración de grandes masas de grupos humanos que
invaden y dominan -a pesar de su cultura inferior- los centros poblacionales mayas y ejercen por la
fuerza su señorío sobre ellos. Tales serían los casos de las invasiones toltecas, nonoalcas, itzáes,
xiúes, quichés, etcétera, que conforman nuevos linajes, nuevas poblaciones dominadas ya no por la
teocracia clásica, sino por guerreros que inician conflictos interestatales, obligan al cierre de algunas
rutas comerciales con el consiguiente decaimiento de los mercados clásicos y sobre todo con el
implantamiento de nuevas ideologías.

La teocracia, en fin, sucumbió ante el militarismo y le cedió sus prerrogativas así como el
poder económico y político. Casos típicos de estos hechos son la ocupación de Uxmal por los Xiúes y
de Chichén Itzá primero por los itzaes y luego por los toltecas.

Dentro de este nuevo orden comienzan a surgir ciudades amuralladas y alianzas guerreras
como la Liga de Mayapán. Esta época de claro predominio militar, que abarca del 900 al 1,250
después de nuestra era, se caracteriza por las alianzas entre pue blos, por la organización política
confederada que apunta hacia una tendencia imperial, por la construcción de ciudades amuralla das y
fortificadas y por la creación de nuevas rutas terrestres y marítimas para la expansión de un
comercio cada vez más intensivo.

Esta concentración de poder llevó a la división de la península de Yucatán en 19 cacicazgos,


que duró hasta la conquista española. Igual situación se produjo en el altiplano guatemalteco, ya que
después de largas luchas intestinas y cruentas guerras entre los pueblos anteriores a la conquista,
surgen dos grupos hegemónicos poderosos que concentran sus esfuerzos fundamentalmente en la
guerra por el control militar de la región y la apropiación del tributo. Estos pueblos son los Quichés y
los Cakehiqueles.

LOS TOLTECAS Y LOS POBLADORES DEL


ALTIPLANO GUATEMALTECO

1. Los toltecas y Chichén Itza


2. Migraciones toltecas y pueblos del altiplano guatemalteco
3. Asentamientos
a) Los Quichés Los Quichés
b) Los Cakchiqueles

4. Organización del Estado despótico tributario en el altiplano guatemalteco


5. Tenencia de la tierra
6. Dioses y religión

1. LOS TOLTECAS Y CHICHEN ITZA


Como ya hemos explicado, desde los inicios del siglo X de nuestra era, diversos grupos de
chichimecas que habitaban originalmente las estepas septentrionales del Altiplano mexicano,
emigraron en busca de lugares más adecuados para vivir y llegaron al altiplano central mexicano.

Estas migraciones fueron conducidas principalmente por los toltecas, que constituyeron su
grupo aglutinador y por consiguiente más importante. Formaron afianzaron de esta manera una
nueva cultura unida por la lengua Náhuatl. que se difundió desde Michoacán, en la Costa del Pacífico,
hasta la costa del golfo de Yucatán.

Los toltecas llegaron al Altiplano mexicano alrededor del año 900 de nuestra era, conducidos
por su jefe llamado Mixcoatl, que significaba Serpiente de las nubes, fundador de la primera dinastía
de este pueblo. Mixcoatl fue asesinado por un usurpador llamado lhuitamal. Un hijo de Mixcoatl, Ce
Acatl Topiltzin, vengó a su padre y gobernó con el nombre de Quetzalcoatl, o Serpiente Emplumada,
cuyo nombre usó y elevó a la categoría de dios tribal del pueblo tolteca.

Ce Acatl Topiltzin -Quetzalcoatl- fundó la ciudad de Tula, convertida después en la capital de


un gran imperio. Tula fue construida cerca del moderno Estado mexicano de Hidalgo, cuyas ruinas
aún pueden verse.

Quetzalcoatl, según cuenta la leyenda, era un hombre sumamente feo, de quien se decía que
parecía un trozo de madera. Usaba barba y vivía retraído, aislado en su palacio y rodeado de
inmensos tesoros.

En la última década del 900 llegó al poder una nueva dinastía y Quetzalcoatl tuvo que
emigrar al sur, rumbo a los países mayas. De esta manera llegó a Yucatán.

Otros grupos mexicanos atacaron a los toltecas que habían quedado en Tula e incendiaron la
ciudad en 1156. Desde esa fecha hasta el siglo XV, varias generaciones pertenecientes a diversas
tribus que poblaban el Altiplano mexicano se enredaron en guerras de saqueo y exterminio, hasta
que los aztecas lograron imponer a todos su poder hegemónico.

También ya supimos que los toltecas, al llegar a Yucatán, ciudad penetraron en el corazón de
la península y ocuparon la ciudad sagrada de Chichén ltzá, sitio al que llegaban peregrinos de
México, Centroamérica y Panamá. Bajo la dominación tolteca, Chichén ltzá cobró una preponderancia
extraordinaria y se convirtió en la ciudad maya más importante de aquella época.

Los toltecas fueron un pueblo muy laborioso que produjo hábiles artesanos y consumados
artistas. Según cuentan las leyendas, los toltecas se consideraban los progenitores de la humanidad
y habían sembrado a los hombres. Sus narraciones les hacían aparecer como seres superiores:
corrían más velozmente; eran mucho más sabios; conocían y cortaban a la perfección las piedras ; se
ataviaban con vestidos color turquesa y usaban tocados de conchas. Consideraban a su país como un
verdadero paraíso en donde las mazorcas de maíz era tan robustas y pesadas que había que
hacerlas rodar para desgranarlas, las legumbres eran tan altas como palmeras y el algodón crecía
libre y fecundo.

Asimismo, fueron los toltecas hábiles arquitectos, escultores, artífices y la ciudad de Tula así
lo testimonia ya que a pesar el incendio que la arrasó casi hasta los cimientos y del natural deterioro
de los siglos, aún guarda la grandeza que la caracterizó: existen vestigios de plazas y edificios de
fastuosa arquitectura, así como pirámides, patio de juego de pelota y otros monumentos de índole
que constituyeron el más grande y espectacular conjunto de manifestaciones artísticas de su época.

En la ciudad de Tula los toltecas crearon manifestaciones artísticas y culturales de un aspecto


sumamente definido y personal. Cuando llegaron a Chichén ltzá y ocuparon la habilidosa mano de
obra maya -cuyos albañiles tal como dijésemos antes fueron considerados los mejores de toda
Mesoamérica- comenzaron a aprender y utilizar nuevas técnicas, como la bóveda falsa, que
constituye uno de los elementos principales típicos de la arquitectura maya.

2. MIGRACIONES TOLTECAS Y PUEBLO DEL ALTIPLANO GUATEMALTECO

Hemos explicado cómo los toltecas emigraron hacia Yucatán y cómo se asentaron en Chichén
ltzá. Ahora nos ocuparemos de otras olas migratorias del pueblo tolteca, también acaecidas a finales
del siglo X de nuestra era, que a diferencia de aquellas que buscaron la península yucateca, llegaron
a tierras centroamerica y se asentaron en diversos lugares tanto del Altiplano guatemalteco como de
otras regiones del país.

Cuando Quetzalcoatl decidió el éxodo tolteca, convergieron hacia Tula diversas tribus
aledañas que se reunieron en dicha ciudad, antes de partir todas juntas en busca de nuevas tierras
en donde vivir.

Según cuenta el Popol Vuh, o libro sagrado del pueblo quiché, entre las tribus que se
reunieron en Tula y se encaminaron a tierras centroamericanas se encontraban los quichés, las trece
de Tecpán con Tamub e Illocab, las de Rabinal, los cakchiqueles, los de Yaqui y algunos otros más ,
capitaneados todos por Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iquibalam. Por su parte, el Memorial
de Tecpán Atitlán cuenta la llegada de las trece parcialidades a Tula y enumera las siguientes:
zutujiles, quichés, rabinales, zotziles, tukuchées, tuhalahay, buchabahay, ah chumilajay, lamaquis,
cumatz, akahales y tucurús.

Recinos, en su Introducción del Popol Vuh, indica la ruta primaria de los toltecas al ingresar a
Guatemala:

En su peregrinación hacia las tierras del interior las tribus guatemaltecas siguieron
probablemente el curso del río Usumacinta y sus afluentes, el Chixoy que los llevó al occidente y el
Pasión al oriente del territorio actual de Guatemala, y otras se dirigieron al valle del Motagua y sus
afluentes, por donde se encaminaron al centro del país. Como es bien sabido, estos ríos eran en
tiempos precolombinos las grandes arterias del comercio entre los indios mayas de Yucatán y
Tabasco y sus hermanos de Guatemala.

Siguiendo con atención la lectura del Popol Vuh, podemos reconstruir a grandes rasgos el
itinerario que siguieron las tribus que emigraron de Tula y llegaron al mar -en el golfo de México-
despues de una fatigosa travesía que duró un largo lapso de tiempo, tan largo, que incluso alteró el
lenguaje de los diversos pueblos que la efectuaron.

Durante el viaje y después de bordear el mar Caribe, llegaron a la laguna de Términos, en


donde levantaron ranchos y vivieron durante algún tiempo. Después, quizá disgustados con el lugar,
volvieron a emprender el viaje y llegaron a un paraje que denominaron Chicpach, en donde también
residieron y levantaron un monumento conmemorativo de su paso.

Cuando salieron de Chicpach, siguieron su peregrinación y pasando por muchas privaciones y


alimentándose de raíces y hierbas. Por último, llegaron a un lugar que llamaron Chi -Quiché y a un
cerro que denominaron Hacavitz Chipal donde hicieron pie.

El país al cual llegaron y que había sido prometido por sus mayores, colmó de satisfacción a
las tribus que habían pasado tantos trabajos para encontrarlo. ¡Al fin habían llegado al paraíso
prometido!

...y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto una hermosa tierra llena de
deleites, abundante mazorcas amarillas y mazorcas blancas, y abundante también en paxtate y
cacao, y en innumerables zapotes, anonas, jocotes, nances, matasanos y miel. Abundancia de
sabrosos alimentos había en aquel pueblo...

La conquista tolteca de los pueblos primitivos que habitaban el altiplano de Guatemala fue
rápida y efectiva: los dominaron con su técnica guerrera y mediante sus prácticas religiosas que los
atemorizaron y los dejaron inermes en manos de sus vencedores.

3. ASENTAMIENTOS

Los Quichés

Los Quichés se establecieron en el monte Hacavitz, ubicado en la zona de la Verapaz, al norte


de Rabinal, desde donde se lanzaron contra los mames, a quienes también sujetaron a su dominio.
Sujetos los pueblos locales, los cuatro capitanes o reyes quichés entregaron el gobierno a sus
tres hijos, Qocaib (de Balam Quitzé), Qoacutee (de Balam Acab) y Qoahau (de Mahucutah), Iquí
Balam no tuvo descendencia. Posteriormente la sucesión de Iquí Balam -según Carmak- fue
adoptada por un jefe llamado Tzu tuhá, cuyo linaje se denominó Sakic.

Transcurrido algún tiempo, la ciudad de Hacavitz ya no fue suficiente para albergar al


creciente pueblo quiché. Buscaron nuevos asentamientos y encontraron el sitio denominado Chi-
Quixché o simplemente Quix-Ché, en donde erigieron una nueva ciudad llamada Izmachi y
comenzaron a utilizar la piedra y la cal en la construcción de viviendas y monumentos.

Los quichés se agruparon en tres parcialidades principales llamadas Cavec , de Nihaib y de


Ahau-Quiché, junto a los grupos de Tamub e Ilocab. La rama preponderante y hegemónica fue la de
Cavec, donde provenían los reyes absolutos. Los de Tamub e Ilocab también eran tribus quichés
propiamente dicjhas, aunque de rango inferior a las tres principales:

Balan Quitzé era el abuelo y el padre de las nueve casas grandes de Cavec. Balan- Acab era
el abuelo y el padre de las nueve casas grandes de los Nihaib; Mahucutah, el abuelo y padre de las
cuatro grandes de Ahau- Quiché.

Como se recordará, Iqui-Balam no tuvo descendencia, y a ese hecho se debe que sólo tres
casas principales fueran las que representaron a los quichés, en igualdad de condiciones, salvo la
hegemónica preeminencia de la de Cavec. Así lo dice el Popol Vuh:

Tres grupos de familias existieron; pero no olvidaron el nombre de su abuelo y padre, los que
se propagaron y multiplicaron allá en el Oriente.

En lo que respecta a las tribus de Tamub e llocab, el Popol Vuh siempre las menciona
relacionadas con las otras tres parcialidades quichés. Así:
Primero estaban las tres ramas de los quichés propiamente dichas, los de Tamub y los de
Ilocab...

... tres ramas de la familia quiché, los Cavec, los Nihaib y los de Ahau- Quichés; la tribu de Tamub y
la de Ilocab.

Se conoce también el principio de los de Tamub y los de Ilocab, que vinieron juntos allá del
Oriente

El parentesco cercano de las tres casas principales quichés y los de Tamub e llocab , se hace
evidente con la siguiente cita del Popol Vuh:

Reuniéronse allí y se ensalzaron así mismos. - ¡Yo soy,yo, el pueblo del Quiché! y tú Tamub;
este será tu nombre. Ya los de llocab les dijeron: - ¡Tú Ilocab, este será tu nombre! Y estos tres
pueblos quichés no desaparecerán, una misma es nuestra suerte, dijeron cuando designaron sus
nombres.

A pesar de su cercano e indiscutible parentesco, existían diferencias de rango y de alguna


otra naturaleza que provocaron severas discordias entre ellos. Así lo testimonia el Popol Vuh:

Sin embargo, el engrandecimiento de las tres casas reales de Cavec, Nihaib y Ahau- Quiché
provocó los celos de los de Tamub e Ilocab, quienes se propusieron dar muerte a los reyes y
aniquilar a la nación quiché, pero habiendo fracasado en su intento, fueron sacrificados en gran
número o reducidos a la esclavitud. El fracaso de la revuelta consolidó el poder de los quichés...

Las tribus de Tamub e llocab tenían sus propios reyes . Recinos así lo indica y menciona a
Copichoch, Cochohlam, Mahqui y Ahcanabil como a los jefes de la tribu de Tamub; y a Chi
Chi-Ya-Tziquin; Xol-Chi-Tom, Xol-Chi-Ramag y Chi-PelCamuhel, como los de la tribu de llocab.

Un dato revelador cita el Popol Vuh, cuando indica que Tohil era el dios de Balam Quitzé y de
Tamub e Ilocab, mientras que el dios de Balam Acab era Avilix, el de Mahucutah era Hacavitz y el de
Iqui-Balam, Nicahtacah.
En la época de su mayor apogeo, durante el reinado de Kikab, la nación quiché se extendía
desde el país de los lacandones hasta el Océano Pacífico, con excepción de los distritos orientales
vecinos el lago de Izabal y de las provincias marítimas de la costa de Escuintla.

Según el anónimo autor de la Isagoge, el imperio quiché en la época de su mayor esplendor


comprendía los actuales departamentos de Quetzaltenango, Totonicapán, Atitlán, Tecpán,
Suchitepéquez y los señoríos de los mames y los pocomames, gran parte del territorio de Chiapas y
Soconusco y los célebres dominios de los poderosos reyes de Copán; Ximenez coincide con esta
descripción pero no incluye el reino de Copán.

b. Otros pueblos y nacionalidades

Otra nacionalidad llamada Mam se extendía desde el área aledaña a los quichés hasta la
frontera con Chiapas. Una de las ramas que integraba esta tribu poderosa tenía su capital en el sitio
llamado Culahá, situada al pie del volcán Santa María, la cual también era conocida con el nombre de
Nima Amac, que significa la Gran Ciudad. Esta importante ciudad fue conquistada posteriormente por
los quichés, quienes la llamaron Xelahun o Xelahun nombre que significa "Bajo los Diez Venados".
Después de la conquista fue conocida por el nombre mexicano de Quetzaltenango.

Otra soberanía bien definida era la de los pocomanes pueblo que constituía parte íntegral de
las trece tribus de Tecpán, de que habla el Popol Vuh. Poblaba la Verapaz y las tierras situadas sur
del río Motagua.

Los cakchiqueles habitaban la parte central de Guatemala mientras que los tzutuhiles y los
atziquinayí ocupaban las márgenes del lago de Atitlán. Los rabinales vivieron en la Verapaz y todos
constituían nacionalidades independientes pero tributarias del reino quiché .

Los pipiles poblaron algunas áreas de Guatemala y El Salvador, entre los que se encontraban
las situadas al pie del volcán de Hunapú (Agua), Itzcuintlán (Escuintla), Cenzonatl (Sonsonate)
Naolinco, Apanescan, Ahuachapán y Cuscatlán, además de Comapán y Xutiapán. Edificaron el
famoso templo de Mictlán (Mita).

Desde que llegaron a Guatemala las tribus toltecas encabeza das por los primeros jefes Balam
Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui-Balam, hasta los días de la conquista española en 1,524,
hubo, según cálculo del cronista Ximénez 14 dinastías, calculadas en 40 años cada una, lo que daría,
como consecuencia el año 1054 como el inicio de la monarquía quiché con Balam Quitzé.

Recinos anota el siguiente cuadro con la nómina de los reyes -Ahpop- y príncipes adjuntos
-Ahpop Carnha- que coincide con el dato expresado por Ximénez:

AHPOP

1. Balam Quitzé
2. Qocaib
3. Conache (aquí comenzó a utilizarse el título de Ahpop).
4. Cotuha (guerra con los Ilocab)
S. Cucumatz (división en 24 casas grandes)
6.Tepepul
7. E-Gag-Quicab
8.Tepepul
9. Tecum (sublevación cakchiquel)
10. Vahxaqui-Caam
11. Vucub-Noh
12. Oxib-Queh (ahorcados por Alvarado)
13. Tecum (comienza el tributo a los castellanos
14. Don Juan de Rojas

AFIPOP CANIFIA

3. Beleheb-Queh
4. IztayuI
5. Cotuha Il
6. Iztayu1
7. Cavizimag
8. Iztayub
9.Tepepul
10. Quicab
11 . Cavatepech
12. Beleheb-Tzi
13. Tepepul o Sequechul
14. Donjuan Cortés

Se ha afirmado que el traslado de la ciudad de Hacavitz a ChiQuix-Ché y la fundación de


Izmachí se llevó a cabo durante el reinado de Qocaib, hijo de Balam-Quitzé.

Los quichés vivieron tranquilos y en forma pacífica en Izmachí durante un largo período. Sin
embargo, durante el señorío de Cotuhá e Iztayul, cuartos monarcas quichés, la tribu de Ilocab, tal
como hemos anotado, se enfrentó en una gran guerra contra ellos, aduciendo proyectos
expansionistas de los primeros. Los de llocab fueron severamente diezmados, reducidos a esclavitud
y sacrificados a Tohil, quien junto con Avilitz y Hacavitz formaban la trilogía básica de dioses de la
región quiché, corno hemos visto.

Derrotados los de llocab, los quichés fortificaron su ciudad y continuaron engrandeciéndose .


Fue en esta época cuando dividieron su ciudad en siete Calpules o barrios.

Los siguientes soberanos, Gucumatz, llamado el portentoso por los hechos mágicos y
sobrenaturales que se le atribuían Cotuha II, se vieron enfrentados a graves discordias que se
suscitaron entre las principales familias de la nación quiché y después trascendieron a las capas más
bajas de la población.

Estos graves disturbios obligaron el traslado de Izmachí a Utatlán ciudad que también recibió
el nombre de Gumarcaah.

Uno de los resultados inmediatos de los disturbios y disensiones fue la división de las tres
grandes familias en 24 casas principales, con lo cual Gucurnatz no sólo debilitó la fuerza de las
grandes casas al subdividirlas, sino que satisfizo las ansias de poder de la nobleza inferior que
clamaba por compartir el gobierno con la alta aristocracia. En la nueva ciudad de Utatlán se
construyeron veinticuatro nuevos palacios para alojar a todos los jefes de familias principales.

Durante el reinado de Gucumatz el reino quiché gozó de, respeto y paz y se desarrolló sin
llegar al uso de las armas. Se atribuye a Gucumatz el empleo del cacao para hacer chocolate, así
como haber plantado y cultivado el algodón.

El sucesor de Gucurnatz fue Tepepul, sexto soberano quiché, quien gobernó junto con
Iztayul, pero no dejaron huellas de hechos notables.

El séptimo rey se llamó Caquicab o Cabiquicab, quien gobernó junto con Cavizimah. Caquicab
fue más conocido como Quicab. Ellos extendieron la dominación quiché por medio de la conquista y
lograron doblegar a los naturales de Chuvilá, que habitaban parajes cercanos a Chichicastenango;
también sujetaron a los rabinales que poblaban las montañas de la Verapaz y a otros pueblos que
habitaban Cobqueb, sitio cercano a Santa María y Santiago Cauqué. Asimismo arrollaron a los
pueblos que vivían en Zacabahá, Zaculehu, Chuvi-Megená, en las inmediaciones de Totonicapán,
Xelahú, Chuva-Tzak (Momostenango) y otros pueblos cakchiqueles y mames. Todos estos pueblos
fueron saqueados y sus habitantes asesinados con lujo de crueldad. Los sobrevivientes fueron
reducidos a la esclavitud.

La descripción que hace el Popol Vuh de las guerras -de Quicab es sumamente elocuente. El
pago del tributo y la sujeción eran los motivos fundamentales de la conquista:

...lejos llevaron sus armas los soldados de Quicab. Una o dos tribus nos trajeron el tributo, y
entonces cayó sobre todas Ciudades. Y tuvieron que llevar el tributo ante Quicab Cavizimah.
Luego indica que a los enemigos

Los hicieron esclavos, fueron.heridos y asaeteados contra los árboles y ya no tuvieron gloria,
no tuvieron poder. Así fue la destrucción de las ciudades que fueron al instante arrasadas hasta los
cimientos. Semejante al rayo que hiere y destrozaron, así llenó de terror en un momento a los
pueblos vencidos.

Cuando consolidaron su imperio y se aseguraron el pago del tributo

Estaban, pues, muy contentos cuando vencieron a todas las tribus, a las que derrotaron allá
en la cumbre del monte. Así fue como llevaron a cabo la derrota de las tribus. Después de ésto
descansaron sus corazones.

Quicab hizo amurallar la ciudad y colocó vigías a lo largo de sus extensos territorios; también
levantó fortificaciones en diversos puntos estratégicos temeroso de un ataque de sus múltiples
enemigos.

Durante su reinado, Quicab edificó dieciocho nuevas ciudades importantes y las puso bajo el
mando de seis de los señores principales, quienes nombraron capitanes militares para cada ciudad.
Los seis señores, junto con los capitanes, se unieron contra Quicab y le plantearon la concesión de
libertades para todo el pueblo, así como la supresión del pago de tributos excesivos.

La petición de los señores hizo estallar una cruenta guerra civil en la que las bajas capas de
la población unieron su voz y sus esfuerzos para abolir el pago de tributos y las cargas crecientes a
que se veían sometidos para pagar el enorme aparato estatal y de guerra que mantenía Quicab.

La nobleza exigió a Quicab que los cabecillas de la revuelta fueran ahorcados y así se hizo.
Esta medida represiva amplió la revuelta a cuyo frente se Pusieron dos hijos de Quicab, llamados
Tataxac y Thitza y dos de sus nietos, Chis y Quehnay. Los palacios de los nobles fueron saqueados y
asesinados los señores principales.

Quícab fue puesto en prisión y posteriormente liberado y reinstalado en el poder. La


aristocracia fue sustituida en los cargos principales por los cabecillas de la rebelión.

c) Los Cakchiqueles
La monarquía cakchiquel era feudataria y aliada del reino quiché . Se había establecido en las
montañas de Chiabar y Tzupitaxah, cercanas a los límites geográficos del reino Quiché, con el que
mantenía relaciones frecuentes.

El Estado cakchiquel era de una extensión similar al quiché. El poderío de ambos era casi
equivalente aunque su jurisdicción era más limitada e incluía a algunos sectores de pipiles de la
región de la costa y a casi todos los pokomames que habitaban los actuales departamentos de
Sacatepéquez y Guatemala.

Su centro político era la ciudad-fortaleza de lximché, que significa Planta de Maíz y era tan
sólida y majestuosa como Utatlán. Los españoles construyeron en Iximeché la primera capital de
Guatemala, por lo que posteriormente se denominó Guatemala a todo el territorio conquistado. El
nombre Guatemala viene de la voz mexicana Cuautemalan que dieron a lximché los ayudantes
mexicanos que llegaron con Alvarado durante la conquista.

A fines del siglo XV y principios del XVI, gobernaban a los cakchiqueles los reyes Huntoh y
Vukubatz, amigos del rey Quicab.

Durante la revuelta popular contra Quicab, las capas bajas de la población quiché se
enfrentaron también contra Huntoh y Vukubatz. Quicab logró convencer a los monarcas fraternos
para que dejaran sus tierras y emigraran hacia lximché.

El Memorial de Sololá informa que el rey Quicab, dijo a los reyes Huntoh y Vukubatz:

Este no es el principio ni el fin de la guerra contra nosotros ¡oh hijos míos! Bien habéis visto
lo que han hecho conmigo. Codiciaban mis esclavos, mi gente, mis piedras preciosas, mi plata. Lo
mismo harán con vosotros, hijos míos, mis hermanos y parientes... mañana dejaréis de ejercer aquí
el mando y poder que hemos compartido con vosotros. Abandonad la ciudad a estos rebeldes sucios
y cochinos. Que no oigan más vuestras palabras, hijos míos. Id a vivir al lugar de Iximche sobre el
Ratzamut. Ahí será vuestra capital. Construid allí vuestras casas donde vayan a fortificarse todas las
tribus. Abandonad a Chiavar. Y en cuanto a vosotros, plebeyos, que mi maldición os acompañe en
vuestro triunfo.

4. ORGANIZACION DEL ESTADO DESPOTICO TRIBUTARIO EN EL ALTIPLANO


GUATEMALTECO

Algunos signos incipientes de autoridad de los primeros grupos tribales autóctonos del
Altiplano fueron indudablemente los ejercidos por los jefes de familia Posteriormente, después de la
llegada de los pueblos toltecas, se inició la época formativa de las nuevas nacionalidades que
integraron los reinos quichés, cakchiquel, zutuhil, etc . y se inició la integración de las parcialidades
(Amak) que constituyeron las unidades básicas de la estructura social de los pueblos quichés.
Surgieron también los jefes de dichas agrupaciones que recibían su puesto por herencia patrilineal o
sea de padre a hijo.

Estos jefes heredaban toda la sabiduría y esencia de sus antepasados y eran considerados
verdaderos patriarcas.

Desde tiempos inmemoriales, los jefes enseñaban a sus hijos los oficios relativos al ejercicio
del poder político y del sacerdocio. Quienes heredaban el poder, recibían, entre otras cosas, un
legado esotérico y casi misterioso que les hacía más poderosos ante los ojos del pueblo.

Un ejemplo de este legado se relata en el Popol-Vuh, cuando Balam-Quitzé, se despidió de


sus descendientes:

Luego dejó Balam- Quitzé la señal de su existencia: - Este será un recuerdo que dejo para
vosotros. Este será vuestro poder. Yo me despido lleno de tristeza, agregó. Entonces dejó la señal de
su ser, el Pizoin- Gagal, (el envoltorio, símbolo del poder y la majestad, el paquete misterioso que
guardaban los servidores del pueblo como símbolo de la autoridad y la soberanía) así llamado, cuyo
contenido era invisible, porque estaba envuelto y no podía desenvolverse; no se veía la costura
porque no se vio cuándo lo envolvieron.

En el citado libro sagrado del pueblo quiché hay algunas otras alusiones al Pizom Gagal, o sea
el legado de la autoridad:

.. . Y así el envoltorio fue muy querido por ellos. Era el recuerdo de sus padres e
inmediatamente quemaron copal ante este recuerdo de sus padres.

Se acordaban de la grandeza de sus padres. Grande era para ellos la gloria del envoltorio.
jamás lo desataban, sino que estaba siempre enrollado y con ellos.

Este era el precio de la vida feliz, el precio del poder, o sea el mando...

Casi desde sus inicios, las parcialidades quichés se dividieron en diversas patrilíneas, pues
cada hijo de un fundador inició su propia patrilínea.

Cada parcialidad tenía un territorio en la montaña y un dios patronal que era en realidad su
símbolo totémico. Había dioses de la tempestad (Tohil), la serpiente emplumada (Gucumatz),
guacamaya (Cakix), la luna (Avilix), etc. El dios patronal tenía una influencia decisiva para la
parcialidad: les proporcionaba ayuda y seguridad; les identificaba y diferenciaba y constituía su
Nagual o sea su protector.

A este respecto, el Popol Vuh, explica y aclara algunas cuestiones relativas a la divinidad y su
culto:

Primeramente estaban Tohil, Avilix y Hacavitz. Grande era su gloria, su fuerza y su poder
sobre los dioses de las otras tribus.
Y prosigue:

Diremos ahora el nombre de la casa del dios. La casa era designada asimismo con el nombre
del dios. El Gran Edificio de Tohil era el nombre del edificio del templo de Tohil, de los de Cavec.
Avilix era el nombre del edificio del templo de Avilix, de los de Nihaib; y Hacavitz era el nombre del
templo del dios de los Ahau- Quiché.

Tzutuhá, que se ve en Cahbahá, es el nombre de un gran edificio en el cual había una piedra
que adoraban todos los Señores del Quiché y que era adorada también por todos los pueblos.

Los jefes de las parcialidades eran a su vez los sacerdotes. Servían a los dioses con
sacrificios, oraciones y ofrendas. Entre las principales ceremonias se distinguía la llamada del Alba,
dedicada a recibir a la estrella de la montaña. Subían a lo alto de la montaña para quemar incienso
(Pom), cantar y bailar.

El mago y sacerdote era a la vez el jefe político de la parcial¡dad: daba consejos, era caudillo
en la guerra y engrandecía en toda forma a su parcialidad.

Dice Recinos que,

Los quichés, lo mismo que los toltecas, elegían como jefes a sus sacerdotes, "que - según
Sahagún- eran sabios y adivinos y los que sabían de encantamientos."

El mismo Recinos, citando a Brinton y confirmando lo que hemos dicho acerca del esoterismo
de la religión, indica que los signos, símbolos y ceremonias eran únicamente del dominio de los
iniciados en ellos:

Estas letras y caracteres no las entendían sino los sacerdotes de los ídolos... y algún indio principal.

Para mantener su condición de sacerdotes y jefes, era necesario, además de conocer los
secretos del ritual, someterse a ayunos y algunas otras penitencias, que los brindaban prestigio ante
los ojos del pueblo. El citado Popol Vuh, lo expresa con elocuencia, cuando dice que:

... no sólo de esta manera era grande la condición de los señores Grandes eran también sus
ayunos. Y esto era en pago de habe sido creados y en pago de su reino. Ayunaban mucho tiempo y
hacían sacrificios a sus dioses.

He aquí cómo ayunaban: nueve hombres ayunaban, y otros nueve hacían sacrificios y
quemaban incienso. Trece hombres más ayunaban, otros trece hacían ofrendas y quemaban incienso
ante Tohil. Y delante de su dios se alimentaban únicamente de frutas, de zapotes, de matasanos y
de jocotes.

Agrega que durante los ayunos no

...tenían tortillas que comer...

Ni

Tampoco tenían mujeres con quien dormir...

En una época posterior las diversas parcialidades se unieron para integrar una nueva
formación social y política. A esta unión de parcialidades, Carmak la denomina, por comodidad,
confederación, que constituye el inicio de los incipientes reinos que encontraron los españoles en el
momento de la conquista.

Entre las llamadas confederaciones se distinguió una en particular, integrada por una parte
de los quichés, Tamub e llocab, quienes se integraron en un solo bloque con el grupo constituido por
los cakchiqueles y los tzotziles. Esta coalición ha sido llamada quicheana, debido a la preponderancia
del grupo quiché y a las similitudes lingüísticas, de organización social y política que representaban
esas parcialidades.
El grupo quiché tenía el rango más alto y su dios Tohil traído de Tulán, era la deidad
preponderante. Asimismo, tenía el mayor derecho sobre los tributos.

Se ha dicho que los tzutujiles seguían en rango a los quichés, quizá por haber sido los
primeros que llegaron a Tula.

En el último rango y como hemos dicho anteriormente, estaban los cakchiqueles, quienes
eran exclusivamente guerreros. Tenían que ir siempre detrás de los demás cuando caminaban y
llevaban el equipaje de los quichés. Los rabinales se encontraban en condición similar de servicio.

Los quichés expresaban su superioridad en los ritos y en los mitos. Su dios Tohil y su
presencia ritual basada en la posesión del fuego sagrado les hacía temibles. Las otras tribus les
guardaban respeto y miedo.

La religión tolteca, heredada por los quichés, fue desde los primeros tiempos de su llegada a
los Altos de Guatemala, una de sus principales armas de dominio. Los sacerdotes sacrificaban a los
prisioneros de otras tribus ante Tohil y esta práctica atemorizaba a los nativos. También el pago de
los tributos se iniciaba con sacrificios y se proseguía en torno a ritos complicados y secretos que
llenaban de miedo a quienes debían pagarlos. Los señores hacían creer a los tributarios que eran
descendientes directos de los dioses, lo cual facilitaba la recolección del tributo.

Como es bien sabido, el tributo que pagaban los pueblos a sus jefes y sacerdotes constituía
la base económica fundamental de la sociedad prehispánica. Sobre el tributo descansaba toda la
existencia de la nobleza civil, sacerdotal y militar y su recolección hizo crecer toda una burocracia
extensa, entre la que destacaban el Lolmay, o factor, el Atzihuinac, o contador, el Galel, o tesorero,
etc.

El Popol Vuh, fuente directa de nuestro conocimiento sobre la sociedad quiché dice que:

Los pueblos hacían primero sus sacrificios ante Tohil y después iban a ofrecer sus respetos al
Ahpop y Ahpop- Camhá. Luego iban a presentar sus plumas ricas y su tributo ante el rey. Y los reyes
a quienes sostenían eran el Ahpop y el Ahpop Camhá que habían conquistado sus ciudades.

Luego agrega que,

No fue poco lo que hicieron, ni fueron pocos los pueblos que conquistaron. Muchas ramas de
los pueblos vinieron a pagar el tributo al Quiché; llenos de dolor llegaron a entregarlo.

Indica también que los

... pueblos pequeños y los pueblos grandes pagaron cuantiosos rescates; trajeron piedras preciosas
y metales, trajeron miel de abejas, pulseras, pulseras de esmeraldas y otras piedras y trajeron
guirnaldas hechas de plumas azules, el tributo de todos los pueblos.

Sin embargo, sale en defensa de los jefes, cuando dice que aquellos

... No derrochaban los dones de los que los alimentaban y sostenían, sino que se los comían
y bebían. Tampoco los compraban: habían ganado y arrebatado su imperio poder y su señorío.

Una de las principales funciones de las confederaciones de los pueblos quichés era la de la
guerra y la conquista. Todos juntos se lanzaban contra otros pueblos a fin de sojuzgarlos, lo cual
lograron casi siempre muy fácilmente, debido a su preparación militar y a su técnica bélica más
desarrollada.

Como ya dijimos, alrededor del siglo XV se logró la consolidación del reino quiché y con ello la
expresión más alta de su estructuración política y social.

Para entonces, en la cúspide del poder político del pueblo quiché se encontraban los jefes de
los patrilinajes principales. Los puestos más altos eran el Ahpop (a quien por comodidad se podía
denominar rey) y el Ahpop- Camhá (o virrey), quienes ejercían el poder y pertenecían a la casa de
Cavec.

Luego se encontraban los puestos de mando colocados inmediatamente después de los


reyes. Eran ellos el Kalel (príncipe); el Atzij Winak (orador); Popol Winak (consejero); el Nim Chocó
(pregonero. Los Aitojil (sacerdotes); Lolmet (colectores de tributos) y Escuchan (tesoreros).

En el segundo nivel de la estructura de poder estaban los encargados de atender la


administración de los barrios, las fortificaciones de los centros políticos y la vigilancia de las
provincias.

Los jefes de barrio eran el Utzam Chinamital (jefe de barrio) el Ajfz'alam (escribano). Aún
durante el período de la dominación española siguieron ejerciendo sus funciones.

Existieron también los jefes militares que guardaban los centros fortificados, a quienes se
anteponía la palabra Achij (soldado) a sus respectivos títulos; así, por ejemplo, Kalel Achij.

Había también un tercer nivel de funcionarios constituido por señores generalmente jóvenes
que pertenecían a patrilinajes mínimos. Servían como pregoneros, guardianes, sacrificadores,
músicos, ayudantes, jefes de cargadores, jefes de temascal, sirvientes para fiestas, artesanos
especiales, jicareros, plateros, pintores, etc.

Posiblemente hubo otro nivel de artesanos que estaba situado más abajo de los anteriores en
el contexto social y económico ejercían labores de oficiales ingeniosos -como los llamó el padre Las
Casas- tales como pintores, plumoneros, plateros, entalladores, etc. Se les conocía por usar el prefijo
aj y llevaban sus productos a los mercados para traficar con ellos.

Existían también los mercaderes, quienes viajaban de un lugar a otro, cubriendo a veces
grandes distancias para traficar con productos tales como sal, cacao, plumas, etc. Estos mercaderes
tributaban a los señores de los pueblos que visitaban dándoles parte de sus productos.

Los mercaderes viajaban durante todas las épocas del año, comprando, vendiendo e
intercambiando productos entre los diversos mercados . Se afirma que los mercaderes se hospedaban
en la casa de los señores a quienes entretenían tocando instrumentos musicales y pintando,
atributos que indican su alta condición. Existe la palabra Aibeyom para designar al mercader, que
significa el rico, el que mercadea, el que va y viene.

Además de los mercaderes, existían también quienes vendían sus artículos en los mercados
locales. Se les denominaba con la palabra Ajc'ay - - el que vende- y negociaban cosas menudas cuyos
precios eran menores de 20 cacaos, por ejemplo tortillas de maíz.

Los tributarios campesinos ocupaban el último lugar en la escala social y económica de los
pueblos quichés. Estos estaban obligados a pagar tributo a los señores, hecho que constituía la
diferencia fundamental entre ambos estratos.

Los campesinos tenían que trabajar en común en las casas y sementeras de los señores;
pagaban tributo cada ochenta días; contribuían para sufragar las ofrendas que se enviaban a otros
Jefes hostiles; contribuían a costear las fiestas religiosas; daban ofrendas y regalos, tales como
primicias de cosechas, casamientos, justicia, etc.

El tributo se llamaba patán, que significa carga, y el tributario recibía el nombre de Ajpatán,
el que da tributos. El encargado de recibir los tributos se llamaba Clulpatán y eran gentes principales,
es decir, señores. En algunos casos, como entre los cakchiqueles, tenían derecho a las mujeres de
los tributarios, quienes los consideraban mágicos y poderosos. Generalmente, el tributo iba unido a
fiestas religiosas y se acompañaba de grandes ritos y pompa a efecto de ligarlos a la deidad y al
esoterismo. Esto hacía más fácil su recolección y los tributarios temblaban de temor ante los
recaudadores.

5. TENENCIA DE LA TIERRA
En lo que se refiere a la tenencia de la tierra, existen documentos españoles del siglo XVI que
indican que los campesinos usufructuaban la mayor parte de la tierra, cuya administración estaba a
cargo de cada patrilinaje o parcialidad. El jefe y los señores de cada parcialidad distribuían las
parcelas entre las familias. Cuando una familia se extinguía, el patrilinaje concedía las tierras
vacantes a otra familia del grupo. La parcela se heredaba de padres a hijos y la esposa no la
heredaba, salvo que volviera a casarse, preferentemente con un miembro del grupo.

La tierra de los señores, así como sus títulos y puestos, era heredada por sus parientes
patrilineales, es decir, que es probable que la tierra perteneciera junto con otros títulos y cargos al
status de cada jefe o señor.

Existieron esclavos en las sociedades quicheanas, quienes trabajaban las tierras de los
señores, ofrendaban tributos y ejercían trabajos domésticos en las casas de los principales. Como se
dijo anteriormente, los esclavos eran los prisioneros capturados durante las guerras y aquellos que
habían cometido delitos mayores.

Es necesario reiterar que los esclavos no efectuaban una parte considerable en el trabajo de
las tierras, sino únicamente coadyuvaban en forma secundaria. La obligación principal del laboreo de
tierras, construcción de edificios ceremoniales y pago de tributos recaían sobre los campesinos . Esto
significa, que el trabajo esclavista tenía un lugar secundario en las tareas productivas. Eran utilizados
sin embargo, para sacrificios humanos.

El padre Las Casas informa al respecto que

...nunca en todas estas Indias se halló que hiciesen diferencia, o muy poca, de los libres y
aún de los hijos a los esclavos, cuanto al tratamiento, cuasi en la mayor parte, sino fue en la nueva
España y en las otras provincias donde acostumbraban sacrificar hombres a sus dioses, que
sacrificaban comúnmente los que en las guerras cautivaban por esclavos...

Los esclavos que se hacían durante las guerras incluían casi siempre a algunos señores o
gente principal. Quizá debido a esa causa todos ellos eran relegados a barrios especiales en donde
llegaban incluso a tener sus propias patrilíneas y una condición social respetable.

Los esclavos también eran utilizados como soldados para las guerras que emprendían sus
señores; servían también como guardianes residenciales y como cargadores de mercancías y bienes
siempre al servicio de su amo.

Los esclavos únicamente se distinguían de la amplia masa del pueblo constituida por
campesinos, en que éstos eran sometidos a mayor grado de explotación.

Tanto esclavos como gente común, estaban obligados a pagar tributos y servicios, peleaban
en las guerras y ejecutaban trabajos en obras al servicio de los señores y el culto.

Generalmente las guerras entre grupos de indígenas antagónicos eran crueles y sangrientas.
La contienda constituía prácticamente una cacería y los enemigos que caían prisioneros eran
arrastrados al altar de sacrificios en donde se les arrancaba el corazón o bien los ataban a los árboles
para asotearlos hasta que morían.

Algunas veces, y quizá cuando los sacrificados eran señores principales, después de sacarles
el corazón comían su carne.

6. DIOSES Y RELIGION

Hemos hecho algunas menciones sobre la religión de los pueblos quichés. Ahora dedicaremos
algún espacio para conocer más ordenadamente este importante tema.

Dijimos que la religión quiché y la de los otros pueblos del Altiplano guatemalteco tuvieron su
base fundamental en los ritos sagrados de los toltecas , quienes la trajeron a Guatemala durante la
migración y conquista que efectuaron en el siglo X de nuestra era, pero fue mezclada con los
antiguos ritos mayas de los pueblos primitivos de la región.
También dijimos que la religión fue elemento esencial para aterrorizar, someter y conquistar
a los pueblos nativos de Guatemala, debido a la crueldad de sus sacrificios humanos, y a la magia y
al esoterismo de sus manifestaciones.

Casi todos los actos de la vida cotidiana del indígena estaban ligados a la religión: el
nacimiento, la muerte, el casamiento, las siembras, la cosecha, el pago del tributo, la guerra, la paz,
etc.

Los ritos del culto se llevaban a cabo frente a los altares dedicados a los dioses, en
festividades públicas y generales en las que tomaba parte la mayoría de la población, o atendidas
únicamente por ciertos grupos o familias principales. También efectuaban sacrificios de animales y de
seres humanos.

Las fiestas, principalmente las relacionadas con siembras y cosechas , estaban rodeadas de
ritos especiales, en las que los sacerdotes y los encargados del culto ayunaban durante largos
períodos y practicaban la abstinencia sexual.

El sacerdote máximo era generalmente el mismo rey o bien delegaba las funciones del culto
en algunos de los señores de las casas principales.

De acuerdo con sus creencias religiosas, habían días propicios, malos o neutros para contraer
matrimonio, iniciar las siembras, cosechar, iniciar o terminar las guerras, sacrificar prisioneros, etc.
Cada uno de los días era personificado cuando menos por dos dioses diferentes, por eso, la vida de
una persona estaba ligada al dios o patrón del día en que había nacido y su nombre era el de ese
dios tutelar.

Deificaron el tiempo y el espacio y vivían atentos a la salida y puesta de¡ sol, a la aparición de
la luna y las estrellas y de otros fenómenos naturales que les permitían conocer científicamente la
variación del clima, la época y densidad de las lluvias, el tiempo óptimo para las cosechas y otros
aspectos importantes de la vida del indígena.

Naturalmente, el conocimiento casi exacto de estos hechos hacía que los campesinos y otras
capas de la población dependieran enteramente de las decisiones de los sacerdotes y de la alta clase
dominante, quienes tenían en la religión, en sus ritos y en sus ídolos, un arma de dominación
absoluta.

El dios superior de los quichés y de las otras sociedades afines era el llamado Corazón del
Cielo, creador y formador del hombre y de la tierra. El Popol Vuh, libro sagrado del pueblo quiché,
dice:

Solamente había inmovilidad y silencio en la obscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el


Formador, Tepeu, Gucumatz, los progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban
ocultos en el agua rodeada de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules, por eso se les
llamaba Gucumatz. De grandes sabios. De grandes pensadores de la naturaleza. De esta manera
existía el cielo y también el Corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios y así es como se llama.

El Corazón del Cielo dispuso que cuando amaneciera debía aparecer el hombre -según el
Popol Vuh-, así como los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida.

En las tinieblas de la noche se dispuso así por el Corazón del Cielo que se llamaba Huracán
(gigante).

El primero se llamaba Cuculhá Huracán (relámpago). El segundo es Chipi- Caculhá (rayo


pequeño). El tercero es Raxa- Cuculhá (rayo verde). Y estos tres son el Corazón del Cielo.

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