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RELATOS BREVES DE UN HECHO CIERTO

HECTOR VERA RUIZ

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HECTOR VERA RUIZ
RELATOS BREVES DE UN HECHO CIERTO

(OVO)
( )
EDICIONES EN BUSCA DEL VIEJO BUHO

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RELATOS BREVES DE UN HECHO CIERTO
HECTOR VERA RUIZ

Derechos de edición reservados para el Perú


Editorial En Busca del Viejo Búho
Cercado Lima, Perú

Prohibida la reproducción parcial o total del contenido y las


características graficas de este libro.
Ningún párrafo de esta edición puede ser reproducido,
copiado o transmitido sin autorización
expresa de los editores.
Cualquier acto ilícito cometido contra los derechos de
Propiedad Intelectual que corresponden
A esta publicación estará sujeto bajo persecución criminal
Y será denunciado de acuerdo
Al DL. 822 (Ley sobre el Derecho de Autor).

Caratula : Juan Carlos Héctor Vera Lujan


Diseño : Juan Carlos Héctor Vera Lujan
Prologo : Juan Carlos Junior Vera Sardi
Digitado : Ricardo Andree Vera Sardi
Edición : Primera 2018

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DEDICATORIA
“Para mis hijos, como prueba que bien puedes empezar hacer
un libro en el último paradero de la vida; y a mi querida esposa
Martha, por acompañarme desde el primer paradero.”

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PROLOGO

La cotidianeidad del mundo se encarga de ser un recuerdo constante


de las líneas grises que articulan y dan forma a nuestras vidas.
Podemos apreciarlas al momento de despertarnos, caminar por las
calles o trabajar. Se siente que lo monótono de nuestra rutinas pasa
desapercibido pero se encuentra en nuestra psique, se convierte en
parte de la composición de nuestro mundo.

Así, un escritor se enfrenta ante la titánica tarea de colorear esas


líneas incoloras. De hacer frente al desafío de mostrarnos una
representación de la realidad distinta a la cual estamos
acostumbrados. El escribir te permite trazar una línea paralela a la
temporalidad reinante y ofrecernos una versión distinta del mundo
circundante. Esa es, la habilidad de un escritor. Llamémosle, el truco
de magia máximo, absorbernos en sus historias. Crear con su relato
un escape a la realidad que oprime, cansa, absorbe.

Dentro de este contexto, es grato hallar en la compilación Relatos


Breves de Un Hecho Cierto de Héctor Vera una reminiscencia del
relato como oportunidad al escape. Sus relatos, evocaciones de un
pasado ya vivido, nos invitan a descubrir un mundo en el cual la rutina
opresora de la modernidad hace gala de su ausencia. Sus ficciones
nos permiten adentrarnos en la inocencia de un mundo que
desconoce los patrones tecnológicos actuales. Son estas pues, los
frenesís desesperados de un espíritu que reclama volver a la palestra
en una realidad alejada de la inocencia de un tiempo ido.

Los invito a leer las siguientes páginas con los lentes de sus versiones
pasadas. Encaren el mundo presentado en estos relatos con el
ímpetu de un infante que afronta a la realidad con curiosidad
desmedida y disfruten de este compilado de historias que reflejan la
elegancia de un tiempo, quizás, más civilizado.

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RELATO BREVE DE UN HECHO CIERTO

POR HECTOR VERA RUIZ

Estos relatos sucedieron en mi querida Sullana allá por los años de


1946 - 1950 después de mucho tiempo los estoy narrando para
conocimiento de los que deseen leerlos. El primer relato se llama:

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“GORREAR PICHON”
I

En las vacaciones de Enero me reunía con mis amigos del barrio en la


plazuela checa de mi pueblo de 6 a 8 de la noche para conversar de
muchas
cosas sean
del colegio
como de la
vida diaria,
en ese
entonces
solamente
existían dos
calles que en
la actualidad
se llaman Bolívar y San Martín; la calle San Martín era de ingreso
hacia el centro de la ciudad existiendo un malecón el cual se
conectaba con el puente del rio Chira. Para viajar a Tumbes al regreso
los camiones que venían cargados de plátanos subían por la calle
Bolívar y pasaban por la plazuela Checa como venían despacio
nosotros esperábamos que bajaran la velocidad para subirnos por la
parte de atrás y pasearnos hasta la salida de la ciudad, a eso le
llamábamos “gorrear pichón”.

De vez en cuando nos apeábamos con una mano de plátano que los
disfrutábamos con los demás amigos que nos esperaban en una
banca que era nuestra favorita situada en el centro de la plazuela.

Un buen día, paso un camión a mínima velocidad como que se estaba


paseando y yo le dije a mi amigo el “loco” Tinoco: loco vamos a

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“gorrear pichón” y él me dijo ya, pasó el camión y empezamos a
correr lo alcanzamos y nos prendimos de la parte de atrás bien
agarrados íbamos conversando cuando parece que el chofer del
camión nos vio así que poco a poco aceleró y faltaba poco para
podernos bajar cuando nos dimos cuenta ya habíamos salido de la
ciudad rumbo a Piura a toda velocidad, así que lo único que nos
quedaba era tirarnos; le dije al loco Tinoco que nos pusiéramos en
cada lado del camión el por el lado derecho y yo por el lado izquierdo,
como al costado de la carretera había médanos de arena no había
peligro si nos aventábamos

A la cuenta de tres contamos y yo me aventé caí en un médano y


comencé a rodar
desde luego me llené
de arena, me levante y
me fui a la pista
llamaba al loco varias
veces y no me
contestaba comencé a
caminar hacia Piura
gritando su nombre

¡Tinoco…Tinoco…Tinoco! Pero no me contestaba la noche estaba


oscura como la boca de un lobo como cosa curiosa para agregar esta
situación durante el tiempo que duro la búsqueda del loco Tinoco
ningún carro apareció ni de ida ni de vuelta, en ese momento que yo
caminaba por el centro de la pista en el silencio sepulcral de la
soledad de la carretera solo se escuchaba los pasos que daba en la
pista cuando de pronto me quedé estático porque delante mío había
un gigante que media por lo menos tres metros de alto y tenía un
gorro y cara de niño; vestía un mameluco corto con un tirante caído
y a pesar de la oscuridad se le veía iluminado eso me dio más miedo,
lo único que hice fue dar tres pasos hacia atrás voltearme y empecé

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a correr con todas mis fuerzas creo que batí el record de los mil
metros planos después de correr un

buen tramo llegue donde los muchachos que estaban preocupados


por nuestra demora, interrogándome todos que es lo que había
pasado tome un poco de aire y les conté lo que había sucedido y
después lo que había visto y que del loco Tinoco no sabía nada…
habían pasado como cinco minutos y acabando de contar toda la
aventura que dicho sea de paso empezaron a burlarse de lo que me
había sucedido cuando llegó el loco Tinoco que no podía respirar y
más pálido que yo al ser interrogado por los muchachos un poco más
calmado conto lo mismo que yo había visto lo describió tal como lo
hice yo…

Todos se quedaron mudos dejaron de reírse poco a poco uno de ellos


dijo que mañana temprano tenía que hacer se fue rápido a su casa
otro le dijo espérame vamos juntos, cada uno se arrancó para su casa.

Que sucedió… ¿fue el miedo? … o tal vez una ilusión que nos jugó
nuestra mente…

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“EL DUENDE”
II

En verano como siempre nos reuníamos los muchachos del barrio en


la plazuela Checa todas las tardes de seis a ocho de la noche a
conversar de todo lo ocurrido durante la semana, siempre había un
tema que cada uno de nosotros tenia para contar y en esta vez uno
del grupo que no pasábamos de cuatro o cinco amigos comenzó a
contar el siguiente suceso:

Una señora de los pueblos de alrededor de la ciudad, llámese

Tamarindo – Vichayal – La Huaca y otros; resulta que esta señora


contaba mi amigo que había un duende que estaba enamorando a su
hija de unos seis años manifiesta que el duende era un individuo de
80 a 90 centímetros de estatura, su cara era de una persona mayor
tenía una casaca y pantalón beige y tenía un sombrero de ala grande,
su presencia venía precedido de un silbido largo fuerte y bien agudo,
parece que ese silbido era como un aviso para que la niña saliera a la
ventana y el duende comenzara a enamorarla para llevársela.

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La señora al comienzo le rezaba, le echaba agua bendita y nada el
duende no dejaba de molestar todas las noches a la niña que según
parecía que ella esperaba las 12 de la noche en que aparecía su galán
el duende; mientras que en el
barrio ya todos sabían del
suceso. Un buen día una
señora llego de visita venía de
otro pueblo le conto que ella
también había pasado por lo
mismo con su hija de seis años
y que la única forma de que el
duende dejara de molestar y
se fuera para siempre era que
le aventara excremento
humano, como lo hizo ella ya
que el duende era bien
asquiento.

Entonces la señora siguió al pie


de la letra los consejos que la
buena amiga le había recomendado y espero la noche, a eso de las
12 de la noche se escuchó el agudo silbido característico del
susodicho y cuando se acercó a la ventana porque la niña ya estaba
ahí, la señora abrió la puerta llevando un bacín cargado de
excremento humano cuyo olor ni ella misma lo aguantaba se lo arrojo
de lleno y el duende lo único que dijo fue:…¡Aggg que mujer para más
cochina y el duende desapareció dejando una estela de humo y a la
niña se le quito el encanto.

No había terminado mi amigo de contar el final de la historia cuando


para sorpresa de todos nosotros que estábamos nerviosos con la
historia fuimos sorprendidos de pronto por el grito desgarrador lleno
de llanto provenía de un niño de unos 6 años iba completamente
desnudo … paso por delante de nosotros a toda carrera; nos
quedamos perplejos sin atinar a movernos hasta que uno de nosotros
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dijo:…¡vamos a seguirlo!...del grupo solo 3 incluyéndome
comenzamos a darle el alcance ya que nos llevaba por lo menos dos
cuadras de ventaja y en la cuadra 3 de la calle que da al rio Chira y
cuya zona es completamente oscura el churre había bajado la loma
que da hacia el puente que tampoco tiene luz, éramos los tres los
únicos que lo estábamos persiguiendo y la noche estaba bien oscura
cerrada no había luna llena cuando de pronto se nos desapareció
dejamos de escuchar el llanto...nos detuvimos de golpe, un airecito
helado golpeaba nuestros rostros a lo lejos escuchábamos la
corriente del rio Chira nos armamos de valor y bajamos al rio a
encontrarlo; lo buscamos en la base del puente y nada, en unos
matorrales cerca al rio nada cuando en un rincón antes del puente
había una garita abandonada uno de nosotros se acercó a ella con
cierto sigilo y de pronto pego un grito y dijo: ¡acá esta!... los tres
rodeamos la garita y en el fondo de la garita en un rincón oscuro
estaba el chico así que lo sacamos y comenzamos a interrogarlo ya
más calmado nos comenzó a contar que su madre cada vez que le
pegaba lo desnudaba, lo azotaba con un chicote de siete lenguas que
se confeccionaba con el miembro del toro, al pasarle la mano por la
espalda nos pudimos percatar de las cicatrices que el pobre niño
tenía producto de la fuerte flagelación que su madre le había
propinado.

Entonces ya con el niño comenzamos a subir la loma y caminamos


hacia la ciudad cuando ya estábamos arriba apareció una señora y
varias personas más todavía la señora tenía el látigo en una mano y
en la otra llevaba la ropa del niño le entregamos al niño y nosotros le
dijimos a la señora que no le pegara tanto de esa manera, nos miró
con cólera y cogió al niño de la mano después de ponerle la ropa… el
niño comenzó a llorar de nuevo fue algo que nos puso a todos los
pelos de punta la señora se fue alejando con el niño y de pronto dejo
de llorar el niño volteó su rostro hacia nosotros que nos habíamos
quedado parados viendo la escena nos sonrió y desaparecieron en la
oscuridad de la noche…

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“SALVANDO UNA VIDA”
III

Siempre dije que las vacaciones de fin de año eran las mejores ya que
teníamos tres meses para poder disfrutarlas en diversas formas, en
la calle San Martin se estableció un señor que alquilaba bicicletas lo
conocían como el “borrao” le decían así porque tenía la cara
malograda por el acné, el alquiler era cómodo de un sol cincuenta a
dos soles la hora, había una bicicleta marca Monark que era la más
barata la hora; tenía unas llantas tan gruesas que parecían de carro

el timón era alto y parecía los cachos de un toro esa bicicleta la


alquilaban los principiantes, pero había una bicicleta de carrera de
color rojo nueva que costaba tres soles la hora.

Yo juntaba mis propinas durante toda la semana para el día sábado


poder alquilarla.

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La bicicleta estaba colgada en la pared y en cuanto yo aparecía
nuestro amigo el “borrao” sin decirle nada bajaba la bicicleta me la
entregaba, le pagaba los tres soles y el apuntaba la hora. Salía
embalado tratando de poder disfrutar al máximo la hora que había
alquilado; siempre trate de llegar a tiempo para devolverla, así era
como gozábamos nuestras vacaciones , también todos los días nos
íbamos a bañar al rio que era lo que más nos gustaba ya que
sacábamos camarones y así crudo lo comíamos; cierto día que fui al
rio con mi gran amigo Ramos (el charro) lo bautizaron con esa chapa
ya que fue el primero de nuestro grupo en trabajar y cada vez que
nos íbamos a una picantería a la hora de pagar la cuenta todos decían
“el charro paga”.

Volviendo de nuevo a aquel día que fui al rio con mi amigo Ramos,
después de nadar y estar por un par de horas refrescándonos del
intenso calor, decidimos retirarnos como a eso de las 12 del
mediodía, el sol estaba en el mero centro y la tierra de la loma estaba
muy caliente después de subir
con mucho esfuerzo y ya
estábamos llegando arriba,
cuando escuchamos gritos de la
gente que corría a la orilla del rio
gritando:… ¡se ahoga…se ahoga!
Volteamos nuestra mirada al rio
y efectivamente como nosotros
estábamos en la parte alta vimos que un chico iba en el centro del rio
que dicho sea de paso estaba crecido y el agua venia turbia, el pobre
muchacho hacia el máximo esfuerzo para mantenerse a flote daba
manotazos al agua y eso no le iba a durar mucho para mantenerse a
flote, Ramitos que estaba conmigo me miro con unos ojos de ayuda
diciéndome: …anda Hector sácalo al pobre muchacho…¡pero Ramitos
ya estamos arriba fíjate la distancia que hay…hasta que yo llegue
donde el chico ya se habrá hundido mira cómo está la corriente del
rio…! Estaba en crecida y el agua venia más turbia que de

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costumbre… me convenció de tal manera que yo le dije:…mientras
bajo al rio tú me vas recogiendo la ropa y así fue en menos de un

minuto estuve en la orilla y me aventé al


rio en calzoncillo, comencé a nadar con tal fuerza, a unos 30 metros
todavía lo veía al chico luchando contra la corriente , cuando estaba
por alcanzarlo …¡se hundió…! la turbidez del agua no me dejaba ver
por donde se había hundido así que me sumergí a ciegas, seria cosa
de Dios que tanteando toque sus cabellos cerré mi mano y lo jale
hacia la superficie; el chico al sentir el contacto con el aire pego un
grito desgarrador que me asusto estaba rendido de tanto esfuerzo
que había hecho le pase el brazo derecho por el pecho con la
intención de tener la cabeza a flote comencé a bogar con la mano
izquierda tratando de que la corriente me llevara jalando al chico
hacia la orilla.

Desde que lo tuve en mi brazo al muchacho la corriente nos arrastró


por lo menos ¡dos mil metros! mientras que la gente corría por la
orilla yo me estaba quedando sin fuerzas de tanto bregar con la
corriente y en un brazo tener al muchacho desfallecido hasta que por
fin ya cerca a la orilla algunas personas se metieron ayudarme y lo
sacaron fuera del agua; lo pusieron boca abajo y comenzaron a

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estirarle los brazos hacia atrás…yo les dije a los tres que habían
llegado primero a ayudarme que así no era; cuando Salí del agua me
di cuenta que estaba desnudo… la corriente me había quitado el
calzoncillo y desnudo como estaba lo voltee al chico boca arriba y
comencé a presionar sus brazos desde el estómago hacia arriba,
comenzó después de unos segundo a dar señales de vida arrojando
bastante agua, la palidez de su rostro todavía la tenia se sentó ya
más tranquilo y le pregunte:…te sientes bien… movió su cabeza
afirmativamente.

Era un muchacho de unos catorce años cuando de repente del


tumulto de gente se abrió paso la policía y lo primero que hicieron
fue levantar al muchacho y a mí como estaba desnudo uno de los
policías me cogió del brazo sin preguntar qué había sucedido, sin
saber que había rescatado al muchacho me llevaban detenido por…
inmoral… cuando la gente vio eso comenzó a protestar por tamaña
injusticia:… ¡abusivos!!! Y seguían gritando una señora me tiro un
mandil con el cual me pude tapar mis partes nobles, pasaron varios
minutos y recién apareció mi amigo
Ramos con mi ropa así que le dije al
policía que me iba a vestir y mientras lo
hacia el policía entendió lo que había
sucedido se desentendieron de mí y se
llevaron al muchacho a la asistencia
pública hasta que llegaran sus
familiares.

No tuve la oportunidad de saber cómo se llamaba, nunca más supe


de él, pero me quede con la satisfacción de haber salvado una vida;
ojala que haya valido la pena y que el muchacho se haya convertido
en un hombre de bien…

Donde quiera que este un abrazo.

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EL GRANITICO SEÑOR PORRAS (EL HOMBRE GORILA)
IV

Era un personaje muy conocido en la ciudad, un tipo de mas o menos


1.75 mt. De estatura muy fornido posiblemente de muy poca
instrucción (primaria cuando menos) de tez morena zambo y siempre
andaba descalzo y su caminar era rápido arrastrando los pies por
donde caminaba sin mirar el suelo haciendo volar cualquier obstáculo
que pudiera encontrar sin que sus pies sufrieran daño alguno; era
increíble este hombre que creo por eso le pusieron “el hombre
gorila” por su destreza que más adelante voy a relatar, lo conocí una
mañana en el “Mercado Central”, que dicho sea de paso ese día me
encontraba por ahí, en una de las calles donde los camioneros
acostumbran a descargar sus mercadería.

Había un tumulto de gente como muchacho curioso me fui acercando


y le pregunte a un señor que pasaba porque tanta gente, el señor me
contesto:…¡es el hombre gorila!...mi curiosidad fue tan grande que
paso a paso entre la multitud me fui acercando hasta llegar cerca al
hombre gorila estaba hablando con un señor y de vez en cuando se
exprimía un limón en la herida que tenía en la parte superior de la
mano derecha, al ver su herida se me escarapelo el cuerpo, pero él
seguía echándose limón sin un quejido ni mueca de dolor, seguía
conversando con el señor que al parecer lo conocía contándole que
había trabajado toda la mañana descargando el camión de sacos de
cebolla y solamente el dueño le había pagado la mitad de lo acordado
por el trabajo es por eso que había roto el faro del camión,
efectivamente pude observar que el faro del lado izquierdo estaba
roto a pesar que la luna era gruesa.

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No había terminado de contar el hombre gorila el suceso cuando se
apareció el dueño del camión con un policía, el policía le dijo:…¡ a ver
Porras que paso!... recién supe que apellidaba Porras al parecer el
policía ya lo conocía como siempre la gente estaba a favor de Porras
y este antes que hablara el policía le dijo :.-vamos a la asistencia
pública para que te curen la herida – y en la comisaria vas a dar tu
declaración, la asistencia pública quedaba a dos cuadras en la misma
calle en donde se habían producido los hechos Porras con su peculiar
caminar arrastrando los pies siguió al policía y no pude seguirlo
porque tenía que hacer y la verdad no supe como termino el lio.

En el distrito de Marcavelica después del puente del rio Chira a unos


dos kilómetros más o
menos a la margen
izquierda se
construyó un parque
infantil muy bonito
con diversos juegos
para niños donde era
bastante concurrida
por los padres de
familia con sus hijos
además que también
contaba con un restaurante muy bueno de rica comida y de precios
muy cómodos así que muchas familias pasaban el día en el parque,
pero había un peligro ya que dentro del parque habían tres palmeras
de coco dos estaban juntas y median unos doce metros de alto, la
otra estaba cerca de los juegos infantiles y la palmera de coco media
unos quince metros, digo nunca visto no sé si por el abono, la tierra
buena o algún otro factor, estas palmeras de coco habían crecido
tanto, la verdad que la municipalidad de Marcavelica estaba
preocupada por tratar de que alguien se subiera y tumbara los cocos
ya que muchas veces por efecto del viento o porque ya estaban
maduros se caían uno o dos cocos los cuales al contacto con el suelo

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se quebraban este hecho era el que le preocupaba al alcalde el temor
de que caiga el coco en la cabeza de cualquier persona adulta o tal
vez a un niño.

Cuando visitábamos el parque con mis amigos de vez en cuando


encontrábamos un coco caído del cual solo aprovechábamos la
comida ya que el agua se había regado, es por eso que la
municipalidad ya había ordenado con los jardineros del parque y a
otras personas más los cuales se habían negado hacer ese trabajo
porque las palmeras de coco eran muy altas y no había persona

alguna que se atreviera a subir.

Estaba con mis amigos bañándonos en el rio un día lunes y de pronto


nos pasaron la voz de que el hombre gorila iba a tumbarse los cocos,
con las mismas salimos del rio y nos vestimos rápido, entre mis
pensamientos dije otra vez voy a ver al hombre gorila pasamos el
puente casi a la carrera, llegamos jadeantes al parque y vimos al
hombre gorila sin camisa donde resaltaba su musculatura como la de

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un gladiador con un pantalón tipo “chavito” y como siempre sin
zapatos que para él no existían.

Se puso un soga en forma de lazo en las dos piernas a la altura de los


tobillos y comenzó a trepar con la destreza de un felino primero a la
palmera de doce metros
realizo su trabajo con
mucha destreza dejando
limpia la palmera de cocos y
de ramas secas; haciendo lo
mismo con la segunda
palmera.

Bajó de la palmera y un
municipal que estaba vigilando el trabajo le alcanzo una gaseosa que
a pesar de estar helada en tres sorbos se la termino, luego de un
breve descanso camino hacia la palmera más alta que se encontraba
solitaria sin que hubiera alguna planta alta a su alrededor el hombre
gorila se preparó poniéndose la cuerda alrededor de los tobillos y
comenzó a trepar; el espectáculo era fabuloso ver como el hombre
gorila trepaba la palmera con mucha destreza, la palmera se mecía
de lado a lado por el fuerte viento que empezó a correr.

Llego a la cima y lo primero que encontró fue una culebra llamada


macanche que no es venenosa la
cogió y la tiro se veía a la culebra
cayendo como si fuera un pedazo
de soga, al caer el alguacil con un
palo termino de matarla, del
cuero de esta víbora se hacen
zapatos, carteras es muy valiosa
su cuero, el hombre gorila
continuaba con su trabajo y arrojando los cocos que al llegar al suelo
se destrozaban, el viento soplaba más fuerte y veíamos como mecía
la palmera de un lado a otro, al parecer el hombre gorila ya había

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terminado su trabajo solo estaba sacando las ultimas ramas secas
cuando se escuchó un grito y el hombre gorila se agarró de una rama
y esta se rompió perdiendo el equilibrio y comenzó su caída al vacío
venia cayendo en forma vertical, pero a este hombre al parecer no le
había llegado la
hora o tenía la
bendición de algún
santo ya que en su
caída la palmera se
movió por el viento
por el lado que el
caía y por instinto y
reacción felina el
hombre gorila se
volvió abrazar del
tronco; que por la
velocidad que traía
se fue raspando los brazos y el pecho frenando su caída con la sogas
que todavía tenía amarrada en los tobillos la gente que en número
regular presenciaba los hechos comenzó a aplaudir cuando el
hombre gorila llego a la base de la palmera sin saber cómo se
encontraba, de sus heridas el hombre gorila no se movió y el primero
en acercarse fue el alguacil lo ayudo a levantarse y le puso una manta
en su espalda que le cubría sus brazos y su pecho, lo llevo hasta la
pista que quedaba muy cerca y se le escucho decir:…¡Porras vamos al
hospital deteniendo un taxi, la gente se quedó comentando el hecho
y contando la hazaña del hombre gorila.

Lo sucedido en el parque infantil por el señor Porras el “hombre


gorila” fue en la primera semana del mes de Enero pensé que ya no
volvería ver al hombre gorila pero me equivoque, estábamos los
muchachos del barrio disfrutando en el rio el último mes de nuestras
vacaciones o sea el mes de Marzo. El rio tenia abundante agua la
corriente estaba más lenta pero el agua todavía venia turbia, era ideal

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para nadar con tranquilidad estábamos en plena diversión como
siempre apostando quien resistía más bajo el agua cuando de pronto
apareció un bote grande en el que iban cuatro personas una en la
popa con un remo grande dos en la proa también con un remo grande
cada uno para tratar de frenar la canoa, en el centro del bote el
hombre gorila que tenía una soga amarrada a la cintura el bote venía
siguiendo una limeta o calabazo grande en el que muchas veces la
gente de la chacra utiliza para lavar la ropa en el rio dentro del
calabazo habían puesto ropa un pantalón y una camisa una imagen
de un santo y una vela encendida, el calabazo seguía el curso de la
corriente y de vez en cuando giraba rápido pero no se detenía avanzo
un buen trecho el bote siempre siguiendo el curso del calabazo
nosotros por supuesto seguimos al bote, la razón de seguir al
calabazo era porque estaban buscando a una persona que se había
ahogado y no había salido a flote lo asombroso sucedió después en
un remanso del rio en donde se detiene la corriente el calabazo
comenzó a girar sin moverse del sitio los tres balseros anclaron el
bote y recogieron el calabazo, el hombre gorila tomo varias
bocanadas de aire y se arrojó al agua transcurrieron unos minutos y
de pronto salió el hombre gorila y les dijo a los del bote: -¡está
atascado!.

La persona según los del bote se había ahogado un día antes, el


hombre gorila volvió a tomar varias bocanadas de aire y se volvió a
sumergir y al cabo de unos minutos salió con el cuerpo del ahogado
era un hombre adulto con la ayuda de los de la balsa lo subieron al
bote subió también el hombre gorila a quien aplaudimos por la
hazaña realizada, el bote elevo su ancla y se dirigió al lado opuesto
en donde un carro venía siguiendo al bote, dentro del bote lo
cubrieron al difunto porque estaba completamente desnudo al
parecer los familiares venían en el carro y ayudaron a trasladar al
difunto. Nosotros nos quedamos comentando una hazaña más de
Don Porras “el hombre gorila”.

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MIGUELITO “CAGA BOLAS”
V

Eran los meses de verano nos reuníamos los muchachos del barrio
para practicar diversos juegos, como el juego del trompo, jugar a “los
ñocos” con canicas o el juego de las canicas en la cuarta era el juego
que estaba de moda, este juego se desarrollaba de la siguiente
manera: para poder intervenir en el juego las canicas tenían que ser
de vidrio y de finos colores; el juego consistía

en un punto de arranque máximo tres jugadores comenzando a


perseguir unos a
otros, cada uno tenía
derecho a un tiro por
orden de salida o sea
el primero, el
segundo y el tercero
siempre las salidas
eran por sorteo a la
segunda ronda de
tiros comenzaba la
persecución que
consistía en lanzar la
bola hacia donde estaba la otra y tratar de que quede lo más cerca
posible si la distancia de canica a canica era de una cuarta de tu mano
o estaba dentro de esa cuarta esa bola era tuya y el contrincante
ponía otra bola para seguir jugando.

En el barrio había un muchacho de nombre Miguel pero todos les


decíamos “Miguelito”, el muchacho era de tez blanca de ojos azules
y de mediana estatura , todos los muchachos del barrio querían jugar

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con él porque tenía las mejores canicas eran de un cristal
transparente y en el centro unos colores brillantes; nunca quiso decir
donde las conseguía, unos decían que un familiar se las enviaba de
Lima otros decían que las compraba en Piura, la verdad que nunca
supimos de donde Miguelito conseguía sus canicas.

Una tarde llego Miguelito al barrio queriendo jugar a la cuarta de


inmediato se armó el equipo de tres, tocando a Miguelito ser el
primero lanzo su bola y el segundo también y luego el tercero, los
tiros fueron distantes ninguno cerca al otro, le toco a Miguelito jugar
siempre analizando al que este mas próximo y que el terreno esté en
condiciones de poder rodar la bola, el juego se desarrollaba
interesante por la destreza de los jugadores unos acertaban la
proximidad de las bolas ganando una bola, Miguelito jugaba teniendo
de tres a cuatro bolas en la mano izquierda mientras los otros
participantes las tenían en los bolsillos en el transcurso del juego le
toco a Miguelito jugar tiro su bola esta rodo y se plantó muy cerca de
la otra para eso tenías que usar la cuarta que así se llamaba el juego

Miguelito lo primero que hizo fue meterse tres o cuatro bolas las que
tenía en la mano izquierda a la boca en lugar del bolsillo con la
finalidad de estirar los dedos para hacer la cuarta; que consistía en
utilizar el dedo pulgar y cualquier dedo de la mano por lo general se
utilizaba el dedo mayor.

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Miguelito después del estiramiento de los dedos comenzó a medir su
bola con la del rival siempre en este juego se tenía que ver si los dos
dedos no dejaban ni un poquito de luz para esto la regla era que podía

hacerlo tres veces las dos primera Miguelito no alcanzo por más que
se estiraban los dedos, en la tercera y última intento tampoco alcanzo
a tocar la bola del contrincante; su rival se puso de pie y le dio una
fuerte palmada en la espalda diciéndole:…¡Miguelito ya perdiste!...
cual fue el asombro de Miguelito que de la palmada un poco fuerte
que le dieron se tragó las bolas que tenía en la boca ya se pueden
imaginar la bronca que se armó reclamándole Miguelito al de las
palmada que le devolviera las bolas que se había tragado el
muchacho le contesto …¡pero Miguelito para que te metes las bolas
en la boca y no en el bolsillo!...-mañana vas al baño y las recuperas,
después de muchos ajetreos y como el resto de muchachos no
apoyaron a Miguelito este se fue muy molesto prometiendo no
volver a jugar más.

Seguramente Miguelito se fue pensando cómo podría recuperar sus


bolas, en el wáter creo que no las iba a recuperar así que en la
mañana del siguiente día, Miguelito se fue a la bajada que da el
malecón en donde había crecido diversas plantas de tallo alto y allí

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agazapado se puso hacer sus necesidades y después que termino con
un palito que había llevado se puso a escarbar para recuperar una por
una sus preciosas canicas pero para mala suerte de un muchacho del
barrio lo había visto y lo comento a todos, desde ese día se le vino la
vía crucis para Miguelito porque fue a partir de ese día que lo
bautizaron Miguelito “caga bolas” en cuanto lo veían los mocosos del
barrio que ya sabían la chapa le gritaban “Miguelito caga bolas”
lamentablemente no podía hacer nada, hasta las chicas cuando lo
veían se reían de él. Miguelito no pudo soportar más lo que le estaba
pasando y desapareció del barrio.

Pasaron los años se terminó el colegio pocos fueron a postular a la


universidad de Piura, los otros como yo buscamos trabajo, un buen
día según me cuentan los muchachos que estaban en la misma banca
del centro de la plazuela que era nuestra banca favorita, a eso de las
seis de la tarde la gente acostumbra a tomar aire en la plazuela por
el calor que hace cuando vieron a un policía que se estaba paseando
por toda la plazuela teniendo en la mano su garrote que la hacía girar
de un lado a otro, en nuestro barrio casi nunca se veía a un policía y
esto llamo la atención más aún que se iba
acercando donde ellos estaban la curiosidad
fue grande porque no sabían quién era ya
que el quepí le tapaba la cara; cuando el
policía estuvo frente a ellos se levantó el
quepí y les dijo como están muchachos
grande fue la sorpresa al reconocer que era
Miguelito quien se había hecho policía
saliendo del asombro los muchachos
primero los abrazaron y luego lo felicitaron a
lo que Miguelito quedo muy agradecido
manifestando que de vez en cuando iba a
regresar, la noticia se corrió y desde ese día
nunca más se volvió a escuchar la palabra
“Miguelito caga bolas”.

28
“LA CAIDA DEL PUENTE”
VI

El 28 de Julio de 1937 fue inaugurado el primer puente vehicular y


tambien peatonal que cruza el rio Chira Es conocido como el puente
viejo lleva el nombre del ilustre poeta paiteño Isaias Garrido Ugarte
en reconocimeinto por su notable labor como alcalde de Sullana.

La empresa que hizo la torre Effiel de Paris, se encargo de la


construccion de este majestuoso puente, durante el gobierno del
presidente del Peru Oscar Benavides..

El 11 de
marzo de
1939 una
creciente del
rio arrastro
dos tramos
del puente
por lo que

posteriormente fue reconstruido en 1941 por el presidente don


Manuel Prado con un solo cuerpo en forma ovalada; en esa epoca el
rio Chira aumentaba su caudal al maximo y traia en sus aguas
cualquier cantidad de madera animales y hasta casas que eran
arrastradas por la corriente, en ese verano el rio habia aumentado su
caudal mas de lo normal podria decir que en forma exagerada tanto
asi que un dia antes la policia no permitia que la gente se metiera al
río o que cualquier bote lo surcara, mi padre era administrador del
camal de Sullana y en la parte posterior del camal se habia construido
una glorieta en donde de vez en cuando se realizaban almuerzos de

29
amigos de mi padre, la glorieta era muy bonita muy bien adornada,
en su techo con buganbilias y otras plantas mas. Lo acogedor de la

glorieta era que tenia una vista al rio y se divisaba plenamente el


puente majestuoso sobre el rio Chira, ese dia me levante temprano
tome mi desayuno y me fui a la glorieta a contemplar el caudaloso rio
Chira cual no seria mi sorpresa que vi al rio que parecia el mar iba de
bote a bote como suelen decir cuando se sobrepàsa del limite, la
policia en un gran numero no dejaba pasar a nadie tanto de ida como
de regreso de inmediato me bajo la loma para poder observar de
cerca la crecida del rio faltaba muy poco para que el agua alcanzara
el piso del puente que según los entendidos tiene siete metros de
altura contando desde el piso de la primera base, que dicho de paso
daba un
espectaculo
nunca visto que
el agua a la
velocidad que
iba chocaba
con la primera
base
levantando un
chiflon de agua
que

30
sobrepasaba el techo del puente y la base de miles de toneladas de
fierro y cemento resistia heroicamente la fuerza de la naturaleza por
esos dias se habia ahogado un joven de buena familia de apellido
Miranda los comentarios de muchas personas decian que el rio lo
habia varado a la altura del pueblo del arenal, mientras los policias
no se daban abasto para poder controlar a la poblacion, el rio que ya
inundaba el piso del lo hacia estremecer dado que la corriente habia
aumentado en fuerza se comenzo a mecer de un lado a favor de la
corriente la locura de la gente fue total, gritos llantos y mucha
deseperacion en ese trance de angustia y dolor, aparecio desde el
otro lado del puente, que no se sabe como burlo la vigilancia policial
pero se arriesgo a pasar el puente se veia que a la velocidad que venia
que no era mucha dada la antigüedad de la camioneta sus llantas
salpicaban mucha agua el puente seguia meciendose de un lado a
otro cada vez mas seguido; le faltaria unos cuantos metros para
terminar de pasar la camioneta el puente y tal vez por el agua que
salpicaban las llantas se le apago el motor la angustia, la
desesperacion de la gente que gritaba , el puente que se mecia con
el chirriar de los fierros como si la fuerza del rio los arrancara de sus
cimientos, el chofer que era un hombre de estatura alta, trataba
desesperadamente arrancar la camioneta y no podia; el puente se
mecia y el carro tambien ante esta situacion no falto un pequeño
grupo de personas que se lanzaron en su ayuda rompiendo el cordon
policial todos empezaron a empujar la camioneta cuando llego a
cruzar el puente se escucho un ruido terrible el puente empezo a
crujir y por la fuerza de la corriente no soporto mas y se vino abajo el
agua se llevo miles de toneladas de fierro rodando como si fuera un
papel, salvada la camioneta cuyo propietario era un señor de
apellido Bidango muy conocido.

Al interrogarlo la policia el señor Bidango que todavia estaba blanco


como un papel y temblaba mas aun no podia hablar balbuceando
manifesto que la familia Miranda lo habia contratado para que
recogiera el cadaver, y en efecto en la camioneta estaba el ataud con

31
los restos del occiso, posiblemente la policia lo iba a detener por su
negligencia y poner en peligro a las personas que lo ayudaron a jalar
la camioneta no habia terminado la policia de interrogarlo cuando la
gente comenzo a gritar que un hombre del otro lado del rio se habia
arrojado para cruzarlo, al escuchar los gritos me fui por el malecon a
toda carrera para mirar a ese audaz hombre que se habia atrevido a
cruzar el majestuoso rio Chira, lo vi como nadaba contra la corriente
por encima de tumbos y remolinos que manera de este hombre de
romper la corriente a punta de brazadas alcanzo la otra orilla cerca a
la planta de agua, su ropa que consistia en un overol gris lo llevaba
amarrado en la cabeza, salio del agua, se puso el overol y su gorra los
que estabamos ahí lo aplaudimos nos miro y sonrio trepo la escalera
del malecon y cuando la policia llego ya habia desaparecido.

32
“MI PRIMER VIAJE A LA CAPITAL (LIMA)”
VII

Yo siempre dije que los mejores meses del año eran los verano,
porque las vacaciones eran largas y uno siempre la pasaba bien con
los muchachos del barrio, siempre contando anécdotas diversas pero
ninguno de nosotros conocíamos más allá de nuestro suelo en
referencia a decir Chiclayo Lima y otras ciudades grandes. Conmigo
estudiaba la primaria en el colegio fiscal 1031 José Cardó mi amigo

Santiago Temoche que ya terminada la primaria un buen día me dijo


que se marchaba a Lima que su papa lo había llamado; bueno las
cosas si son para mejorar en buena hora, se despidió y me dijo que
se comunicaría conmigo, efectivamente después de un prolongado
tiempo recibí noticias de él, que siempre me invitaba a Lima yo
durante mucho tiempo estaba con la espinita de la curiosidad de
conocer Lima, Siempre con mis amigos del barrio lo conversábamos
pero la posibilidad de viajar era muy remota para cada uno de
nosotros, yo siempre tenía espíritu aventurero ya que mi padre en

33
cada año me mandaba en mis vacaciones a un balnearios de Paita,
Talara, El Alto así que cuando termine tercero de media y tenía 15
años y picado por ese bichito de la curiosidad y después de muchas
vueltas para encontrar el momento oportuno para poder pedirle a mi
padre que en estas vacaciones la quería pasar en Lima. Tome valor ya
que mi viejo era de carácter fuerte y un buen día me avente al ruedo,
se lo dije así muy suave como quien solicita permiso para irse a la
esquina, mi viejo después de escuchar mi solicitud pego un grito al
cielo y de arranque me dijo que no, que Lima es muy grande y que yo
era un muchacho que apenas tenía 15 años y que me podía pasar
cualquier desgracia, para esto yo a mis amigos del barrio ya les había
dicho que mis vacaciones las pasaba en Lima que sería el primero en
conocer la capital…no podía fallar sino mis amigos me harían
tremendo roche así que volví a la carga a tratar de convencer a mi
viejo para tratar de conseguir el permiso para poder viajar… al fin de
tanto insistir hasta le metí un poco de lágrimas para ablandarlo mi
padre accedió a darme el permiso para que yo viajara. Me comenzó
a contar que yo me hospedaría en la casa de su prima hermana
Felicita, como es la vida mi viejo nunca me conto que en Lima tenía 3
Primas hermanas dos casadas y una soltera, la tía Felicita casada con
un español que cariñosamente le decía “chita”, la tía Ernestina
soltera que vivía con su hermana “chita” y la tía Gloria que vivía con
sus hijos que realmente ya son adultos, dentro de los hijos de la tía
Gloria el mayor era muy apegado a la ti Chita y se llamaba Enrique le
decían “cachito” ya con el conocimiento de quien era la familia
comencé con los preparativos de mi viaje los muchachos del barrio
no creían que pasaría mis vacaciones en Lima; terminados los
preparativos llego el día que tenía que partir mi viejo me dio todas
las bendiciones y recomendaciones sobre mi comportamiento en la
casa de mis tías, además me dijo :.- llévale esta carta a Chita y le voy
a pasar un telegrama que viajas para que cachito te recoja en cuanto
llegues, de paso también le llevas a tu tía un pavito bien gordo, ahí si
no me agrado mucho tener que llevar un pavo vivo pero
lamentablemente decir no era no viajar así que acepte a

34
regañadientes, aliste mi maleta y mi pavo y nos dirigimos a la agencia
de viajes “Cruz de Chalpon” que su oficina quedaba al costado del
concejo en la plaza de armas, mi viaje salía a las siete de la noche
llegamos a acompañados de mis hermanos, mis amigos del barrio era
toda una procesión de gente que llegaba a despedirme entre las
bendiciones y regresa pronto partió el ómnibus yo estaba feliz que al
fin me iba a encontrar con mi amigo Santiago, después de tantas

paradas para comer ese mismo día y al día siguiente tomar desayuno
y almorzar mientras teníamos esas paradas veía cómo iba el pavo y
le daba su agua porque comida tenia, luego de dos días de viaje al fin
llegamos a Lima entramos a las siete y media de la noche, la agencia
estaba en el jirón Lampa desembarque con mi maleta y mi jaba con
el pavo un día más y yo terminaba siendo “pata” del pavo. Yo estaba
nervioso y a la expectativa ya que muchas personas venían a escoger
a los pasajeros pero a mí nadie preguntaba por mi nombre, las horas
avanzaban y seguía en la agencia sin poder moverme, muchos taxis
llegaban ofreciendo sus servicios pero eran unos zambos altos y
corpulentos para mis adentros con ninguno en caso de que me
asalten podía trompearme porque iba salir perdiendo, eran las nueve
y media de la noche y el señor de la agencia me dijo que ya iba a

35
cerrar la oficina, Dios mío y ahora qué hago hasta me arrepentí de
haber venido tanto era mi nerviosismo que ni siquiera le pregunte al
señor de la agencia donde quedaba la dirección que tenía que
solamente decía Piedra 380 ni la avenida ni el jirón en ese momento
se acercó un taxista que al parecer Dios lo había enviado porque era
un hombre de edad de estatura baja y delgado me pregunto si quería
taxi le dije que sí, tome sus servicios subí mi maleta la jaba con el pavo
que no dejaba de gritar instalado en el taxi el señor me pregunto a
donde lo llevo yo muy suelto de huesos le dije a Piedra 380, la oficina
de la agencia quedaba en el jirón Lampa bajo el taxi a la plaza San
Martin y después entro por el jirón de la unión en el trayecto el taxista
decía Piedra Piedra yo le dije maestro no conoce la dirección y como
alumbrándome dijo ya se así que terminamos el jirón de La Unión y
dobla a la izquierda yo iba mirando todo el trayecto cuando vi en la
pared una placa Callao maldición este me estaba llevando al Callao
cuando ya iba a hablar el taxista me dijo llegamos efectivamente en
la pared había un numero grande 380 pero por ningún sitio decía
Piedra me baje con mi maleta y el pavo que no dejaba de gritar, les
cuento el trayecto porque después lo supe una vez instalado; pague
al taxista y me di con la sorpresa que la casa de la tía era un
condominio y la entrada era
un portón otra vez dije para
que miércoles he venido me
puse a tocar el portón con
mucha insistencia y naca la
pirinaca ninguna luz
interiormente se prendía para
tener una mejor visión baje de
la vereda a la pista cuando de
pronto el suelo comenzó a
temblar no salía de mi
asombro y pensé que era un
terremoto como mi padre me
conto cuando estuvo en Lima sucedió un terremoto me dije recontra

36
piña mi viaje en eso miro a la derecha y vi una luz muy potente que
avanzaba hacia mi precedida de una sirena fuerte y el suelo se movía
más así que de un salto subí a la vereda y me pegue a la pared y paso
el tranvía de 5 esquinas, miércoles dije en mi ignorancia los trenes
andan por la ciudad, después del tremendo susto y el pavo que no
dejaba de gritar volví a insistir en tocar el portón sin resultados
positivos en eso en la calle apareció un señor joven de mediana
estatura y me dijo así de arranque ¿vienes de viaje? A lo que yo le dije
si y no te abren la puerta si le dije ya me contestaron ya vienen y me
dijo no tienes un cigarro mi respuesta fue un no, me miro a los ojos
dudo unos segundos se volteó y siguió su camino con esto ya no me
quedaba otra alternativa que buscar un hotel así que cogí mi maleta
y mi pavo que no dejaba de gritar y comencé a caminar primero a la
derecha en línea recta llegue hasta la avenida Tacna y no encontré
hotel volví por el mismo trayecto para no perderme preocupado por
la hora eran las 10 y media y al llegar de nuevo al portón levanto la
vista y a cuatro puertas en los alto estaba un letrero de un hotelito
de nombre Aurora el alma me vino al cuerpo me acerque toque la
puerta el hotelero me atendió pedí un cuarto solo pidió mi nombre a
pesar que tenía mi partida de nacimiento y una autorización notarial
que mi padre autorizaba mi viaje en cuanto me dieron el cuarto de
inmediato entre y lo primero que hice fue darle agua al pavo porque
seguro estaba muerto de sed, esa noche dormí con un ojo abierto y
el otro cerrado ya que el pavo siempre gritaba y me despertaba ya
los demás inquilinos gritaban¡ callen a ese pavo! Menos mal que el
joven hotelero toco mi puerta y me dijo señor trate de que el pavo
no grite, pensé que me iba a desalojar, yo ni de vainas iba dejar el
cuarto preferiría torcerle el pescuezo al pavo antes de dejar el hotel,
entre dormido y despierto amaneció, lo primero que hice fue darme
un duchazo y me puse mi mejor ropa, Salí y le dije al hotelero que me
iba donde un familiar acá cerca en el condominio 380, dejo mi maleta
y el pavo y Salí con la carta en la mano para mi tía chita, el portón ya
estaba abierto entre al condominio ya eran las ocho de la mañana de
un día domingo yo sin comer desde el día anterior y sin desayunar,

37
tenía más hambre que el
pavo, al entrar me
encontré con un señor
que parecía el guardián
me pregunto a quien
buscaba de inmediato le
dije a la Sra. Felicita de
Garay me pregunto es
Ud. cobrador no, le dije
la Sra. Es mi tía y vengo
de provincia a ya toque
el numero 5 subí una
rampa y toque el timbre
salió una señora ya
entrada en años y me
dijo .-si joven que
desea.- yo la verdad no
sabía si era una de mis
tías le di mi nombre y el
de mi papa al oír esto pego un grito y llamo a su hermana chita
manifestando casi a gritos que había venido un hijo de Pancho que
así lo llamaban a mi papa, lo primero que me dijo la tía fue ..-
muchacho como te vienes de tan lejos y tu padre no nos avisas...- en
ese momento sonó el timbre la tía abrió la puerta un mensajero le
dijo... ¡Telegrama señora ¡!! Recién llegaba el telegrama de mi padre
donde le escribía que yo viajaba, a lo que la tía Chita dijo ¡qué
barbaridad! la suerte que ya estas acá hijo y que no te ha pasado
nada, de inmediato me pregunto dónde estás yo le dije acá a tres
puertas de la casa en el hotel aurora anda hijo trae tus maletas y el
pavo que dice que tu padre me envía. Más rápido que
inmediatamente fui al hotel cancele el alojamiento cogí mi maleta y
el bendito pavo y en un santiamén estuve en la casa de mi tía como
era el primer día de llegada me quede todo el día en la casa, el esposo
de la tía Cita era un español que a la hora del almuerzo le gustaba

38
tomar vino el oporto del abuelo era la marca del vino yo caí como
anillo al dedo el tío me invitaba una copa de vino aunque la tía no
estaba de acuerdo porque yo tenía solamente 15 años, el español le
decía que en su tierra los destetaban con vino y no pasaba nada en la
noche el pavo que tanto me había fregado estaba en la mesa
horneado con las patas hacia arriba, esa noche invitaron a un tío que
era de la P.I.P. y tocaba piano muy bien a partir de esa fecha lo volví
a ver dos veces más como nunca el pavo estuvo delicioso y me chupe
hasta el último huesito no se en que momento la tía hizo matar y
hornear el pavo lo interesante es que hubo un banquete esa noche
más con la velada que nos ofreció el tío Ricardo que así se llamaba, al
ofrecer varias canciones en el piano que tenía la tía Chita los días
siguientes fui saliendo poco a poco a conocer los alrededores como
la Plaza de Armas el Palacio de Gobierno, el Jirón de la Unión, la Plaza

San Martin, el Parque Universitario y otros lugares más, lo


problemático era que andaba solo, por eso quería encontrar a mi
amigo Santiago, su papa era dueño de una cadena de sastrerías y

39
según lo que él me había
escrito era que estaba en la
tienda en el Rima casi que día
a día salía buscarlo hasta que
lo encontré, se quedó
sorprendido al verme
después de muchas
preguntas por toda la gente
del norte luego de una
conversación muy
prolongada me pregunto
dónde me hospedaba se la di
y desde luego me invito a almorzar le dije que para mañana podría
ser porque no le había dicho nada a mi tía y no quería preocuparla,
Santiago lo encontré desconocido estaba con terno y corbata de un
casimir ingles muy elegante, cerro la tienda y nos fuimos para la casa
de mi tía, tomamos un micro a la vez que enseñaba que líneas tomar
para ir a la tienda, a mi tía le cayó muy bien mi amigo Santiago aparte
de que era un palabreado tenía mucha “labia”, quedamos para el día
siguiente ir almorzar cuando llegue a casa le dije a mi tía que el

40
domingo mi amigo Santiago me había invitado a pasar el día en el
balneario de Agua Dulce mi tía me recomendó que tuviera mucho
cuidado con el mar, llego ese día salimos como a las 10 de la mañana
caminando por el Jirón de la Unión hasta la Plaza San Martin en
donde era el paradero de los tranvías subimos al tranvía que iba al
Callao nos bajamos en Agua Dulce; para bajar a la playa era de dos
formas por el cerro que había un caminito o por un funicular había
que pagar para subir a la cabina que tenía capacidad para cuatro el
valor del pasaje era de 20 centavos, llegamos en un santiamén
alquilamos una carpa con dos perezosas y ya con la ropa de baño
fuimos a un kiosco dejamos la ropa y nos dieron una ficha metálica
con el número del casillero y un imperdible para sujetar la ficha en la
ropa de baño para que no se extravié era una alegría inmensa me
metía al mar hasta cierta distancia yo siempre he respetado la
bravura del mar y desde luego escuchando las recomendaciones de
mi tía que cada vez que yo salía me advertía de todos los peligros, ese
domingo y los que vinieron fueron espectaculares con mi amigo
Santiago a las 5 de la tarde de ese domingo emprendimos el regreso
volvimos a utilizar el funicular de subida después de habernos bañado
en la cascada de agua dulce que de las rocas caía sin saber de dónde
venía esa agua dulce y así fui pasando mis vacaciones que para mí
fueron inolvidables, un día después de visitarlo a Santiago en su
tienda a fines de Enero porque yo llegue a Lima a mediados de Enero,
Santiago me dijo el domingo me han invitado a un cumpleaños de un
amigo que vive en la victoria, nos pusimos de acuerdo para ir, la
mañana del domingo Santiago fue a la casa para hablar con mi tía y
le dijo que era cumpleaños de un primo y que lo iban a festejar en la
casa, mi tía como ya le tenía confianza a Santiago me dio permiso
hasta el día siguiente como era en su casa no había problema. A eso
de las siete de la noche llego Santiago a buscarme en una bicicleta
que la dejo al costado del portón de la entrada del condominio,

41
grande fue mi sorpresa al
salir de la casa con la
bendición de la mi tía y sus
recomendaciones como
siempre, Santiago me dijo
súbete en la varilla y
comenzamos el trayecto
hacia la victoria o sea a la
“rica Vicky” como la
llamaban, la fiesta estaba
en todo su punto así que Santiago cogió la bicicleta y cerca de la casa
había un poste de luz arrincono la bicicleta al poste le puso una
cadena entre la bicicleta y el poste y cerro la cadena con un candado;
terminado el operativo y dejando bien asegurada la bicicleta
entramos a la fiesta, yo pasaba como adulto por mi estatura, la
pasamos de lo más bien buen trago, buena comida y buena música a
las cuatro de la mañana Santiago me dijo para irnos, nos despedimos
del dueño del santo y salimos a la calle y ahí estaba la bicicleta intacta
nos fuimos a dormir a la tienda del Rímac en donde tiramos fardos de
casimir ingles al suelo y nos acostamos, a las ocho de la mañana ya
estábamos despiertos, Santiago me dijo vamos a tomar un caldo de
gallina a la pasada cogimos unos carritos viejos cuyo recorrido era la
ruta de la Victoria, Viterbo, la verdad que el caldo de gallina era un
levanta muerto, después de un buen rato me despedí de mi amigo y
me fui a casa desde luego que ha mi tía le conté otra historia; uno de
los tantos días que mi primo cachito que radicaba en Venezuela y que
estaba de vacaciones visitaba a mi tía en las conversaciones que
teníamos y lo bien que la pasaba con mi amigo, me dijo si para el
próximo sábado estaba libre me invitaba al club revolver, para mis
adentros me dije esta invitación no me la pierdo, así que llego el día
y desde luego temprano ya estaba listo, llegamos al club me encanto
porque podías entretenerte en un sinfín de juegos después de jugar
frontón con mi primo me fui a la piscina olímpica y me subí al último
trampolín, me tire un clavado que los asistentes en la piscina me

42
aplaudieron recordé los días cuando me lanzaba desde el puente en
mi rio Chira después de esa hazaña mi primo cachito me presento a
Cesar Brush defensa del deportivo municipal, entre paseos ,agasajos
y otras diversiones más llego el mes de Febrero ya habían
transcurrido más de 15 días de mi llegada a Lima así que lo primero
que le dije a mi tía si me pudiera quedarme el mes de Febrero para

pasar los carnavales a lo que mi tía me dijo que si yo quería el tiempo


que quisiera, a lo que agradecí mucho. Al fin llegaron los carnavales
en todo el Perú se festejaba 3 días que preceden al miércoles de
ceniza eran feriado en donde el carnaval se jugaba con todo , en la
Victoria era desde la mañana hasta en la noche, mi amigo Santiago
me dijo pídele permiso a tu tía para ir a la fiesta del club revolver, yo
ni corto ni perezoso saque permiso a mi tía; llego el día mi amigo llego
a la casa; lo interesante que la fiesta era con disfraz, a lo que mi amigo
me dijo todo esta listo de un bolsa saco dos disfraces de Pierrot yo
me mate de risa porque era como un mameluco de dos colores
brillosos, tomamos un taxi al club revolver y al entrar nos pusimos los

43
disfraces y pasamos piola, fue algo espectacular para mi ver tanta
gente con unos disfraces de conde, reinas, aviadores, princesas,
médicos, enfermeras, y muchos personajes más y todos con un
chisguete de éter en la mano, se arrojaban serpentinas y dentro de
ellas una frase romántica, lo más espectacular era que habían 3
orquestas que no paraban de tocar, lamentablemente no teníamos
pareja pero igual nos estábamos divirtiendo de lo lindo ya que en mi
pueblo por este tiempo cuando hay fiesta en el club de la Unión el
que tenía plata contrataba una orquesta de Piura a veces de Chiclayo,
yo estaba pensando que suerte la mía de haber venido a Lima;
cuando regrese seguro que mis amigos no me van a creer, todo en la
vida se acaba y el tiempo pasa con mucha pena llego la hora de
regreso, les agradecí por toda su hospitalidad que tuvieron para
conmigo abrace fuerte a mi tía y mi tío quien al abrazarlo me dijo:..
me vas hacer falta para tomar vino casi con lágrimas en los ojos me
despedí de mis tías prometiéndoles volver algún día, desde luego mi
entrañable y buen amigo Santiago me estaba esperando para
acompañarme a la agencia tome mi maleta y caminamos por el Jirón
de la Unión a la Plaza San Martin en el trayecto estaba triste por mi
retorno pero a la vez alegre por volver a mi tierra a mi rio Chira a
reunirme con mis amigos, llegamos a la Plaza San Martin y le digo a

44
mi amigo no me llevo una foto contigo, me dijo no te preocupes llamó
a un fotógrafo ambulante de los que están en la plaza y nos tomó una

foto la cual salió perfecta en la Plaza San Martin que hasta la fecha la
conservo como uno de mis mejores tesoros, caminamos a la agencia
de viaje, la misma Cruz de Chalpon en la que vine y con la tranquilidad
de viajar sin ningún pavo que me fregara en todo el camino. Partió a
la 5 de la tarde la despedida con mi amigo Santiago fue volvernos a
ver lo que nunca sucedió, en esta vez el telegrama si llego a tiempo
ya que a mi llegada estaba mi familia y mi mancha ansiosa para que
yo les contara como me fue en Lima, después de contarles a mis
padres como me había ido en Lima lo cual quedaron contentos sin
mencionar la llegada que para mí fue terrible, fueron tres día que no
fui a la plazuela porque a mis hermanos les contaba todo lo que me
había divertido , al cuarto día fui con las fotos a conversar con mis
amigos, este relato de mi viaje duro una semana ya que les contaba
por capítulos, tuve correspondencia con mi amigo por poco tiempo
lo mismo que con mis tías, al parecer el destino nos traza un camino,
estando yo trabajando en Nazca tierra que la considero con mucho
cariño, y en donde forme mi hogar y que a pesar del tiempo

45
transcurrido que ya son 60 años sigo teniendo a mi lado a esa
hermosa chinita con quien me case y que me dio tres hermosos hijos,
en el banco que yo trabajaba en
Nazca en el año de 1973 en
Febrero fui trasladado a la oficina
principal situada en el Jirón de la
Unión, me traslade con mi
familia mis tres hijos una
mujercita y dos hombrecitos, me
dieron 15 días de licencia para
poder instalarme y matricular a
mis hijos que estaban cursando
estudios secundarios a mi hija en
el colegio Juana Alarco de
Danmert y a mis hijos en el
Alfonzo Ugarte ya instalado en
Lima y recordando lo conocido
me hice presente en la oficina de
personal cuyo jefe era mi amigo,
lo primero que hice fue buscar a
mis tías esta vez ya no Vivian en
el jirón Piedra 380 mi tía se había
comprado una casa en la Perla
Callao, en el jirón Amazonas
paralela a la avenida La Marina la visité un día sábado con mi señora
y mis hijos, le causó una alegría tremenda verme casado y con tres
hijos, la casa donde vivían era inmensa y estaban las dos viejitas
solitas acompañadas de una muchacha, estuve con ellas tanto en su
casa como en la mía hasta que fueron falleciendo una por una, para
mí fue una tristeza grande ya que mis tías le tuvieron un gran cariño
a mi señora, pero todavía me quedaba algo, buscar a mi amigo del
alma Santiago, comencé indagando por las tiendas me encontré con
que ya no existía ninguna, publiqué un anuncio en el periódico y no

46
tuve respuesta desde el
año 1973 que llegué a
radicar en Lima hasta la
fecha que escribo este
relato (70 años y recuerdo
este mi primer viaje a Lima
como si fuera ayer) no
volví a saber de mi querido
amigo parece que la tierra
se lo tragó yo siempre
como hoy sigo recordando los momentos tan buenos que pasé en su
compañía, si ya no está en este mundo que Dios lo tenga a su lado
por haber sido un gran amigo. Adiós…

47
“EL ELECTRICO MARTIN ALVAREZ”
VIII

Como contaba en uno de mis anteriores relatos, al terminar los


estudios, muy pocos siguieron estudios superiores en la Universidad
de Piura, teniendo que viajar cada vez que tenían clase, ya que la
movilidad era abundante, como autos, micros, ómnibus; y el pasaje
era barato ya que Sullana-Piura tiene una distancia de 90 kilómetros.
Los otros como yo teníamos que buscar trabajo, yo con mucha
suerte, la cual nunca me abandono hasta la fecha gracias a Dios, logré
conseguir trabajo en la prestigiosa negociación Agrícola Mallares, en
donde trabajaba en la oficina como empleado hasta el día sábado al

medio día, es por eso que con los patas del barrio, en edad adulta,
nos reuníamos los domingos. La verdad que solamente éramos cinco
los que siempre nos juntábamos en las buenas y en las malas,

48
siempre nos juntábamos los cinco y entre el grupo estaba Martin
Álvarez, amigo muy alegre y simpático por lo físico y su trata,

infaltable en cada reunión de los domingos,


muchas veces visitábamos el restaurante del Parque Infantil del
distrito de Marcavelica, el cual también lo menciono en mis
anteriores relatos en donde había buena comida, casi todos los
potajes deliciosos de la comida norteña, como mondonguito, arroz
con pato, seco de cabrito, carne seca, majau de yuca con
chicharrón y otros platos más. Además, los almuerzos estaban
amenizados por los mejores conjuntos criollos con un gran repertorio
de las más modernas canciones, más de uno de los asistentes se
enamoraron siendo después pareja, ya que cuando íbamos, siempre
estaban juntos muchas veces nos quedábamos hasta las seis de la
tarde, mientras van los tragos uno tras otro. Martin “el eléctrico”, en
cada trago que tomaba se llenaba de energía y no faltaba uno del

grupo que le decía: “Martin, ¿cómo va la carga electromotriz?,


¿cuántos voltios van?”, él se sacudía como si su cuerpo estuviera

49
cargando energía y después de ese movimiento decía: “van mil
voltios”, a lo que todos al unísono decían: “va muy baja la energía,
tomate otro trago para que suba la temperatura”, y Martin se llenaba
el vaso y lo secaba al instante y así nos divertíamos escuchando
música y bailando, de vez en cuando más de una dada la hora que
nos retirábamos no conseguíamos movilidad para los cinco porque
teníamos una consigna que ninguno se iba por separado, de no
conseguir movilidad teníamos que caminar. Esto sucedió más de una
vez, mientras atravesábamos el puente, al espectacular Martin, quien
iba cargado de energía, después de su espectacular movimiento de la
cabeza a los pies, decía: “tengo la energía de cinco mil voltios”, y de
arranque se trepaba al segundo pasamano del puente con la
intención de arrojarse al río, cuya altura del puente al río era de siete
metros, unos lo cogían de una pierna, otros se subían para tratar de
bajarlo; en fin, era una lucha tremenda para poder tranquilizar al
eléctrico de Martin, que siempre más de un susto nos daba.

Más de una vez cambiábamos de lugar, había domingos que


visitábamos a la picantería, que anunciaba tener el clarito de chicha,
que era como si fuera champán, habían muchas picanterías o
chicheros, como se los conocían llámese “la burra amarrada”, “la
panza rota”, “el celoso”, “ la pespita”, “la puerta de lata”; y así se
conocían las picanterías, la verdad que estos establecimientos, cuyas
paredes medianeras eran construidas de caña de carrizo con un
empaste de barro, por eso que cuando Martin estaba lleno de
energía, con cuatro o cinco mil voltios, hacía su acostumbrado
movimiento y se paraba frente a la pared y a la voz de uno de
nosotros en que se le preguntaba: “Martin, ¿cuantos voltios van?”, él
contestaba: “cinco mil” y le metía un puñetazo a la pared , cuyo puño
pasaba al otro lado, dejando un forado en la pared, cuyos aplausos
recibía Martin y las disculpas de la dueña de la casa, esto lo hacía
siempre cada vez que visitábamos una picantería o chichero. Pasa el
tiempo y una vez nos pasaron el dato de una nueva marca, en donde
no solo había buena chicha y también buen clavito, además tenían a

50
unas chicas muy buena mozas que atendían, así que nos pusimos de
acuerdo para el próximo domingo visitarlo, efectivamente las chicas
que atendían eran muy guapas, la chicha buena y el clavito espumoso
y muy agradable, lo mismo la comida, cuyos platos al comienzo los ya
mencionado eran muy agradables, todo estaba a pedir de boca, los
patos o calabozos de chicha y de clavito iban y venían a cada rato ya
que había un gran consumo y Martin se iba cargando de energía
llegando a los seis mil voltios y para impresionar a las chicas se paró
de frente a la pared, y haciendo su acostumbrado movimiento, y en
esta vez tomando fuerte impulso, le metió un puñetazo a la pared
que solamente se
escuchó un ¡crack!,
sonido de rotura de
huesos precedido de
un desgarrador grito
de dolor, cuya mano
del eléctrico Martin
sangraba
profundamente; el pobre estaba a un paso de desmayarse, la verdad
que no sabía qué hacer, la dueña de la casa lo curó echándole
timolina y Martin volvió a pegar otro grito de dolor, la verdad que
todos estábamos preocupados ya que Martin tenía el puño de la
mano derecha, cuyos dedos no los podía mover, cuyo movimiento
para poderlos enderezar era un grito de dolor, no quedaba otra que
llevarlo a la asistencia pública, la dueña del establecimiento le prestó
un mantel blanco grande que se lo pasamos por el cuello y le
suspendimos el brazo amarrándolo y poniendo su mano en el mantel
como si su mano estuviera en una bolsa, de inmediato pagamos lo
consumido y salimos a buscar un taxi, lo llevamos a la asistencia
pública, el médico que lo examinó nos recomendó que lo lleváramos
al hospital porque de acuerdo al examen parecía que tenía fractura
en las falanges y que solamente con una radiografía se podía evaluar
la lesión, así que volvimos a tomar un taxi al hospital, entramos por
emergencia, el médico que lo atendió, lo mandó a rayos X, le tomaron

51
la radiografía y efectivamente Martin tenía fractura en la falanges de
los dedos de la mano derecha, así que el médico le dijo: “tengo que
anestesiarte la mano para ponerte los dedos en su lugar, salvo que
seas tan valiente y te los arregle sin anestesia”; Martin casi llorando
le dijo al médico que le aplique la anestesia. Comenzó el tratamiento
y una vez puesto los dedos en su sitio, procedió el médico a enyesarle
la mano, sin dejar el medico de preguntar qué había pasado, a lo que
yo, que estaba presente le dije que había tropezado y al haber
apoyado su mano derecha sobre el piso, a lo que el medico dijo: “¡qué
tal caída!”, pero seguro se dio cuenta por el olor a trago que
teníamos, es por eso que el doctor se rio y le dijo a Martin que tenga
más cuidado al caminar

Pasaron varias semanas y un domingo acordamos volver a la


picantería con el pretexto de devolverle a la señora su mantel blanco
bien lavadito, Martin con su mano enyesada sostenida por un
cablecito dijo: “yo también voy”. Así, una vez en la picantería, las
chicas se le arremolinaron a Martin preguntándole cómo se sentía, a
lo que Martin, como ya lo describí al comienzo, las cautivo a las
chicas; le devolvimos el mantel a la señora y le agradecimos por sus
atenciones, contándole que lo sucedido a Martin fue una broma que
quiso hacer, a lo que la señora nos dijo: “¿Cómo es posible que le
pegue a la pared que es de ladrillo?”, todos nos quedamos
sorprendidos, y al contactar el hecho nos dimos cuenta que la pared
medianera era de ladrillo enlucida con barro, todos nos miramos y
nos comenzamos a reír a carcajadas que Martin nos dijo :”¿qué
pasa?”, a lo que nosotros le dijimos: “¿Cuántos voltios tienes?”, él se
rio también y lo llevamos a la pared y le contamos que la pared estaba
hecha de ladrillo, a lo que Martin dijo: “¡qué imbécil que soy!, por
hacer estupideces casi quedo inválido”.

A partir de la fecha, a Martin se le desconectaron los chicotes y se


quedó sin corriente para nunca más.

52
“MISTER BOBBY”
IX

Lo he dicho anteriormente, lo digo y lo vuelvo a decir, que los mejores


meses para nosotros del año era el verano, ya que teníamos tres
meses de vacaciones. Durante ese largo tiempo podíamos viajar,
jugar y en especial, nadar en nuestro querido río Chira, que durante
su crecimiento precisamente era en el mes de verano, nuestro río por
ese tiempo era una caja de Pandora porque en su crecida trae de
todo, hasta casas de madera con aves dentro entre patos, gallinas y
otras aves más, que los muchachos aprovechaban para sacarlas; por
ese tiempo, era una fiesta ya que nuestro río de todo trae en especial
madera, que era aprovechada por todos nosotros, yo en especial
tenía unos amigos que su papá tenía una panadería una calle después
donde yo vivía, apellidaban Ramírez, pero tanto el papá como los dos
hijos eran de baja estatura, es por eso que la gente los conocían como
los “panamitos” (frejol pequeño). En las tardes, yo iba a la panadería
a limpiar pan, que era horneado con leña cuyo horno era de barro,
similar al nido de un chilado, ave cantora y muy hábil para construir
su nido tan igual al de una panadería, volviendo al trabajo que yo
hacía en la panadería, era limpiar el pan que salía del horno, la labor
era sentarse con dos canastones, uno lleno de pan, el otro vacío; en
las piernas un mantel blanco que era de los costales de harina;
comenzabas a friccionar el pan en el mantel para sacarle la harina
que tenía pegada al salir del horno, el pan quedaba brilloso y desde
luego, yo me separaba los panes más tostaditos, por lo menos unos
diez, esa era mi paga por limpiar pan, para esto el señor Ramírez me
había hablado que quería que yo le sacara leña del río, en especial la
madera hualtaco, también lo conocemos como el árbol, quisquilloso.
Cuando pasas caminando junto a él hay que saludarlo (basta un

53
"buenos días compadrito hualtaco") y no le gusta que lo toquen o que
pasen junto a él de mal humor, pues si lo haces el árbol te impregnará
de granos, algo parecido a la sarna, del
cual uno no se cura si no se va, al día
siguiente, a bailarle desnudo y pedirle
perdón por la ofensa. Cuentan que un
amigo mío paso por la zona y toco el
árbol y se llenó de granos, para sanarse,
tuvo que ir al día siguiente tempranito a
disculparse con el hualtaco... por
supuesto con su respectivo baile como
Dios lo trajo al mundo. Hay que tener en
cuenta también que el hualtaco no
afecta a todos, sino a quienes no tienen
el espíritu "templado".

La explicación científica
Me enteré que, en efecto, si es cierto que una persona puede llenarse
de granos si lo toca. No salen a causa del estado de ánimo del
hualtaco y/o de la persona que pasó junto a él y lo tocó, sino a causa
de un gusano lanudo que vive en ese árbol. Este gusano, que llega a
medir unas tres pulgadas, al desplazarse sobre las ramas y tronco del
árbol, lo impregnan de una sustancia irritante que parece causa un
proceso alérgico a quienes son sensibles a ella. Al gusano lo puedes
hallar en la época de lluvias, en estiaje sólo están sus nidos lanudos.
Misterio resuelto. Si mi amigo hubiese sabido esto, quizá la próxima
vez no habría ido a bailar calato frente al árbol, sino derechito a la
farmacia a comprar un buen antialérgico. Bien volviendo a la
narración la taja de leña de hualtaco tenía 90 centímetros de largo y
un espesor de 30 centímetros, así que también pactamos el precio,
30 centavos por cada taja, en la mañana fuimos

54
al río, que desde luego traía de todo, yo arriba del puente en el primer
pasamano y mis amigos, los panamitos, estaban en la orilla, a la vez

que cuidaban mi ropa, esperando recibir cada raja de hualtaco que


yo sacaba del río, tenía que estar con los ojos bien abiertos, ya que el
agua como siempre era turbia; muchas veces tenía suerte que
cuando divisaba el hualtaco y me tiraba del puente, me encontraba
con 3 o 4 rajas que de inmediato sacaba y mis amigos los panamitos
las recogían de la orilla, desde las 10 de la mañana hasta la una de la
tarde ya tenía como 30 que me representaba la suma de nueve soles,
los mismos que cobraba en la tarde cuando iba a limpiar pan, dinero
que lo aprovechaba muy bien ya que más de los días y mientras el rio
seguía crecido yo me recursiaba con la madera, pero no solamente
había eso, teníamos un amigo que se llamaba Bobby, este personaje
era el encargado de la parroquia del barrio situada frente a la plazuela
checa, él tocaba las campanas cuando los domingos había misa, la
parroquia tenía 3 campanas, una de regular tamaño, la otra mediana
y la tercera era más chica que la segunda.
Bobby para mí era un experto músico, ya que cuando tocaba las
campanas hacía música muy melodiosa, era un vacilón escucharlo. Su
trabajo de Bobby era cargar un piano (organillo) todos los domingos

55
y recorrer las picanterías ofreciendo sus servicios, en ese tiempo, la
hora costaba 5 soles y desde luego de piano u organillo, le grababan
las canciones de última moda. Tenía un cuartito al costado de la
parroquia por donde subía a tocar las campanas cuando había misa.

Bobby era una persona adulta no muy alta, delgada pero fornida,
tenía musculatura quien sabe de cargar el piano al hombro, se hizo
amigo de nosotros que siempre con mucho respeto lo saludábamos.
Un buen día que estábamos sentado en nuestra banca preferida se
acercó y su primera palabra fue: “míster, les propongo algo, si
ustedes sacan una cabeza de plátanos del río, yo les preparo un
majau para que lo disfruten cuando salgan del río, nadie nunca nos
había ofrecido algo parecido, de inmediato aceptamos tan buena
oferta, desde ese día Bobby sentado en la toma a unos 10 metros de
la orilla del río, mirando fijamente las aguas turbias del río, nosotros
mientras sacábamos nuestra madera que era nuestro negocio con
don panamito, de vez en cuando le dábamos una miradita a Bobby,
cuando de repente impulsado por un resorte se puso de pie y con su
mano derecha señalando nos gritó: ¡míster!, como estábamos arriba
del puente observamos con mucha atención los cuatro que

56
estábamos de acecho y cual sería nuestra sorpresa que
efectivamente una cabeza de plátanos venía semi-hundida en el
agua, dos de los muchachos se aventaron y bogando a la orilla
sacaron la cabeza de plátanos que por lo menos tenía 50 60 plátanos,
ya en la orilla la levantaron, le sacudieron el agua y se la pusieron en
el hombro de Bobby; de inmediato, comenzó a subir la loma con su
carga, mientras tanto nosotros seguimos sacando madera, nos
dieron las doce y media en donde el sol quema más y nos retiramos
los cuatro pensando en el majau de plátano que Bobby nos había
ofrecido, llegamos al sitio, que era un cuartito al costado de la
parroquia de unos 4 metros de ancho por unos 6 o 7 metros de largo,
en ese espacio Bobby tenía una escalera con la que subía al
campanario, había una cocina a querosene , una mesa, una sartén,

un mortero en donde chancaba el plátano frito, efectivamente había


una fuente de majau de plátano, nos sirvió en unos pequeños platos
despostillados, la verdad que el majau más el hambre que traíamos
nos saboreamos toda la fuente, desde luego dejándole a Bobby su
gran parte, le preguntamos cómo lo preparaba, nos dio la receta:
primero, se pelan los plátanos, luego se cortan en rodajas, luego se

57
fríen y una vez fritas las rodajas se chancan en el mortero, con su
respectiva sal, pimienta, después de estar satisfechos nos retiramos
agradeciéndole a Bobby, a lo que nos dijo su clásica palabra: “cuando
gusten míster.

Pasó el tiempo, dos o tres veces volvimos a sacar cabezas de plátanos


para Bobby que siempre, sin que le pasemos la voz, estaba sentado
en la loma del río, muchas de las veces no sacamos ninguna cabeza
de plátano y míster Bobby se retiraba haciéndonos un adiós con la
mano en alto, pasaron los meses, dejamos el río, vino el estudio y
dejamos de ver a Bobby, a pesar que los sábados y domingos nos
reuníamos en nuestra banca favorita. Un buen día, entre los meses
de octubre a noviembre, uno de los muchachos nos dijo que Bobby
estaba loco y que desde la mañana a la noche estaba sentado frente
a la banca que daba a la parroquia y que solo pronunciaba la palabra
“Cura fatal”, de inmediato fuimos a verlo y efectivamente estaba
sentado y cada rato decía: “cura fatal, cura fatal” lo repetía
constantemente, cada día se iba deteriorando más la salud de
nuestro amigo Bobby, llego a tal extremo que comenzaron a salirle
piojos en la cabeza, lo lamentable era que los piojos los tenía en
abundancia, tanto así que al mover la cabeza se le caían por el polo,
lo extraño era que los piojos eran negros y grandes; nunca vistos, le
cortaron el pelo a coco, pero en cuanto le crecía el pelo volvían a
tratarle, cada día se iba enflaqueciendo y su piel tenía un color
azulado, la gente, en especial las mujeres, manifestaban que le
habían hecho daño y que era un daño fuerte que solamente en las
guaringas, en donde están los mejores brujos, podían curarlo.
Transcurrió el tiempo y un buen día Bobby desapareció, preguntamos
a muchas personas conocidas y nos dijeron que había muerto, desde
ese día no lo volvimos a ver nunca más, ya no había quien
melodiosamente tocara las campanas cada domingo antes de la misa,
nunca más volvimos a saborear un majau de plátano como lo
preparaba míster Bobby, que Dios los tenga en su santa gloria.
AMEN=HASTA SIEMPRE MISTER BOBBY.

58
“TESOROS OCULTOS”
X

Este relato sucedió hace mucho


tiempo, posiblemente antes de
que yo naciera, allá por el año
de mil novecientos veintinueve
antes de esa fecha y creo que
también en la actualidad, la
gente, al menos los
campesinos, acostumbraban a
huaquear, no recuerdo el mes
exacto, si era con la luna llena
que tenía que ver con el
momento propicio para
huaquear.

Este relato sucedió en una de las haciendas de los hoy distritos La


Huaca, Tamarindo, Vichayal, etc.; el hijo de la Sra. Josefina Ruiz era
ingeniero y dueño de una de las haciendas de esa localidad, como su
casa quedaba un poco lejos de la hacienda, todas las mañanas, a eso
de las seis, ensillaba su caballo y partía para supervisar la faena
encomendada a los peones el día anterior, su regreso era más o
menos entre las seis o siete de la noche, su madre la Sra. Josefina,
cuando el sol estaba ocultándose y se venía la noche . La Sra. Josefina,
más conocida por los lugareños, se sentaba en el porche de su casa a
esperar a su único y querido hijo soltero de unos veinticinco a treinta
años de edad en la pampa que era inmensa; a unos mil metros de su
casa había un algarrobo grande y frondoso, un buen día que la Sra.
Josefa esperaba a su hijo, se hizo de noche y su hijo llego un poco
tarde de lo normal, ella sentada en el porche de repente vio que a la
59
altura del árbol frondoso una luz emergía del tronco del árbol, de esto
pasaron varios días y la Sra. Josefa no le quería contar a su hijo por
temor a equivocarse, pasaron los días y ella seguía viendo la misma
luz, hasta que un día se animó y esperó que su hijo llegara para
contarle lo de la luz que todos los días ella veía, la respuesta de su
hijo, ella ya se la esperaba, le dijo que muchas veces de luna llena la
luz que se proyecta a la tierra hace que algún objeto emita una luz,
pero ella le dijo: “hijo, yo veo la luz en la noche que la pampa esta
oscura y que ni siquiera se ve al árbol a pesar de ser inmenso, el hijo
respondió: “mamá ya deja de pensar en eso porque esa luz puede ser
también de algún viajero que pasa por ahí fumando, la Sra. Josefa no
se quedó conforme con las explicaciones que su hijo Ricardo le decía,
por mucho tiempo estuvo pensando cómo hacer para aclarar el
misterio de la luz, hasta que un día le dijo a su hijo Ricardo que a eso
de las cinco de la tarde le enviara a dos peones porque quería mover
algunos muebles y también hacer una limpieza general de la casa, al
día siguiente llegaron a la casa de la señora Josefa dos peones, ella

60
con mucha delicadeza les explico que en las noches veía una luz en
aquel árbol, el cual señalo con mucha precisión y que fueran a
escarbar al lado del árbol, los peones con mucha atención tomaron
las indicaciones de la patrona, con sus palas al hombre, se fueron al
lugar indicado, más o menos después de 3 horas se aparecieron los
peones llevando una tinaja o cántaro de más o menos de unos 80
centímetros de circunferencia (boca)y unos 40 centímetros de alto,
de material muy fino; al ver la vasija, la señora Josefa les preguntó a
los peones qué había dentro, a lo que ellos contestaron que había
una tierra amarilla que cuando la botaron y el viento se la llevó hacía
muchos brillos, señora la tierra era brillante en el aire, ante esa
noticia, la señora Josefa casi se desmaya, les agradeció a los peones
por el trabajo y de inmediato se puso a raspar el interior de la tinaja
y pudo rescatar 30 gramos de oro en polvo, el cual guardo muy

celosamente sin que su hijo supiera; desde ese día la señora Josefa
nunca más volvió a ver la luz cada vez que esperaba a su hijo, cuanta
fortuna por la ignorancia fue desperdiciada.

61
“LA BAJADA DE REYES Y EL PELAMIENTO”
XI

En el mundo católico se celebra en diciembre el nacimiento de Jesús


y el 6 de enero también se celebra la Bajada de los Reyes, este
acontecimiento en mi tierra se había convertido en un negocio ya que
antelada mente buscaban a las personas allegadas para que fueran
ellas quienes bajaran al niño Jesús, desde luego, tienen que ser
personas de buen estado económico; para al comienzo de la
ceremonia de la bajada del nacimiento, el capillo, que así lo llaman,
fuera generoso; por ejemplo, en el nacimiento se encontraba un
azafate de regular tamaño en donde las personas principalmente
nombradas después de bajar el niño, que era la imagen más
importante, se acercaba al azafate y ponía su capillo que desde luego
era uno o varios billetes de la más alta denominación, lo mismo el
que bajaba la virgen, mamá del niño, el que bajaba a San José, papa
del niño Jesús, pieza importante del nacimiento, también incluyendo
a los Reyes Magos que eran tres, Melchor, Gaspar y Baltazar, los
menos pudientes bajaban una vaquita, un burrito, una ovejita o
cualquier otro animal. Del nacimiento, esos asistentes a la bajada de
Reyes, ponían en el azafate desde diez soles hasta cinco soles en la
forma muy camuflada para que el resto de los invitados no se dieran
cuenta, después de que el nacimiento se quedara sin ninguna figura
y la dueña de casa o la organizadora levantara, el azafate, el cual iba
repleto de billetes de distinta denominación y también monedas;

62
recién comenzaría la fiesta de la bajada de Reyes , en donde la
anfitriona comenzaba primero con la música bailable y después las
cervezas heladas, las butifarras de gallina, chancho y res; las jaranas
duraban hasta altas horas de la noche, porque en la madrugada la
cerveza se vendía, lo que era un negocio redondo para la
organizadora, igual negocio se efectuaba con el Pelamiento o Pichate
que consistía en una costumbre muy arraigada en nuestro pueblo
que no se si todavía se efectúa hasta el día de hoy, este Pelamiento o
Pichate se efectuaba con un niño, las niñas no se les consideraba, por
eso que los hombres se sentían orgullosos de tener un hijo hombre
era como sacarse la lotería, ya que desde los cuatro o cinco años ya
producía dinero, comenzando con el Pelamiento o Pichate al hijo
hombre desde que nacía se le dejaba crecer el cabello, el cual era
cuidado esmeradamente por la madre, quien se preocupaba de que
no tuviera piojo.

El Pelamiento comenzaba con los niños de aproximadamente entre


los cuatro a cinco años de edad,
muchas veces se veía un niño entre
los seis a siete años de edad, el día
de la ceremonia del Pelamiento,
desde muy temprano, se
comenzaba a preparar la ceremonia
tanto en los potajes que se iban a
servir así como las bebidas que eran
desde chicha, anís, ron y cerveza; el
acontecimiento era a lo grande.

Por la tarde, a eso de las cinco de la


tarde comenzaban a preparar al
niño, la madre así como las
hermanas, lo bañaban, lo
talqueaban y comenzaban con las
trenzas, en el centro de la cabeza del niño se le hacían dos trenzas

63
grandes que desde luego eran para el padrino y la madrina, el resto
de trenzas eran de poco cabello para que salieran la mayor cantidad
posible.

Esta ceremonia en el barrio ya se conocía de antemano y los vecinos


comentaban que la Juana a su churre le va a cortar los moños, a
muchas personas, las hijas de doña Juana se encargaban de comentar
el acontecimiento indicando el día y la hora para que los amigos
asistan al Pelamiento.

Una hora antes de la ceremonia, el churre ya estaba bien vestido,


desde luego con toda la vestimenta nueva desde los zapatos. Llego la
hora del Pelamiento y los invitados comenzaron a llegar a eso de las
ocho de la noche, los Jarimeros fueron los padrinos, que desde luego
ya habían sido invitados de antemano por los dueños de casa y
asignados para iniciar la ceremonia, a eso de las nueve de la noche y
viendo que la asistencia era mayoritaria, el dueño de casa tomó, la
palabra agradeciendo a los invitados su presencia, el actor de este
Pichate o sea el churre sentadito en una silla, inmóvil; los primeros
desde luego que inician la ceremonia son los padrinos, quienes se
acercan al churre y una de las hermanas alcanza una tijera que lleva
una cinta bicolor amarrada en una de las rejas de la tijera junto a la
silla del churre una mesita, con un azafate y una cesta; los padrinos,
primero la madrina corta una de las trenzas, deposita el moño en la
cesta y un billete de la más alta denominación en el azafate bajo los
aplausos de la concurrencia, acto seguido el padrino hace lo mismo,
corta el moño y pone dos billetes, desde luego con los aplausos de
los asistentes, y así acto seguido uno por uno va cortando un moño y
deja un billete en el azafate, una vez terminada la ceremonia se inicia
la fiesta con buena comida, buen trago y buena música, esta jarana
dura hasta la madrugada, el negocio salió perfecto, al comienzo
manifesté que el Pelamiento y la Bajada de Reyes era un negocio, y
así es.

64
El 6 de enero, día de la Bajada de Reyes, mi amigo Luchito Mena me
invitó a su casa manifestándome que su mamá, el sábado, va a
realizar la Bajada de Reyes, ese día, me puse mi mejor camisa y un
pantalón nuevo que mi papa me mandó hacer, con el fin de poder
ayudar a mi amigo Luchito llegue temprano a su casa, al ingresar a la
sala en donde habían instalado el nacimiento me quedé asombrado,
nunca había visto un nacimiento tan grande de pared a pared, con
papel cometa azul, se había hecho el cielo, con papel blanco, las
nubes, había un pesebre con una estrella en lo alto, dentro del
pesebre estaba el niño Jesús, la virgen María, San José, delante del
niño Jesús , los tres Reyes Magos; Melchor, Gaspar y Baltazar, en la
parte izquierda del nacimiento había un espejo grande dentro de él
unos patos y otras aves que a simple vista parecía que estaban
nadando, más allá una montaña hecha con escalones con papel crac
hecho de tal forma que parecía un cerro en donde habían colocado
unas ovejas, también dentro del pesebre estaba la burrita y más allá
una vaca; habían tantas figuras que me es difícil enumerar una por
una, como manifesté anteriormente el nacimiento era espectacular,
en ese año la Sra. Juanita se había esmerado ya que la gente del
Barrio Sur y otras personas del centro visitaban el nacimiento
quedando muy impresionadas.

A eso de las ocho y media y cuando la sala estaba llena de gente,


felicitando a la Sra. Juanita por tan bonito nacimiento, se dio por
inicio la Bajada de Reyes, varias chicas comenzaron a colocar en las
nubes luces de bengala, las mismas que fueron de inmediato
prendidas, al comienzo, el espectáculo se vio muy bonito pero a
medida que las luces de bengala se fueron consumiendo e hicieron
contacto con el papel se produjo un incendio violento que casi la
mayor parte de los invitados salieron a la calle, los que nos
quedamos, tratamos de apagarlo y también poder salvar algunas
figuras, la cosa fue terrible porque con agua y trapo se pudo apagar
el incendio. Todas las personas allegadas a la casa y amigas de la Sra.
Juanita se encargaron de inmediato de la limpieza, quedando la sala

65
como si nada hubiera pasado, ya eran las diez de la noche y algunos
invitados se habían marchado, Luchito Mesa se me acerco con una
fuente y me dijo que la pasara a ver si los que quedaban, que era una
mayoría, pudieran colaborar, así que preparé mi mejor discurso y les
manifesté que tomaran en cuenta que la Bajada de Reyes se había
realizado, acto seguido pase la fuente, primero, el que iba a bajar al
niño Dios puso un billete grande, los demás asistentes se me
acercaron y uno por uno iba poniendo un billete, hasta las mujeres
también colaboraron económicamente, desde luego, al final, puse
mis cinco soles, la Sra. Juanita no dejaba de llorar en la cocina, una
comisión de vecinas le fueron a comunicar lo que había sucedido,
recibiendo de antemano la fuente llena de billetes, desde luego,
guardando la plata, se secó las lágrimas y salió a la sala agradeciendo
a la concurrencia su generosidad y anunciando que la fiesta seguía,
esta vez las butifarras de pavo y el pollo al horno fueron gratis, pero
todos estuvimos de acuerdo que la cerveza se pagara, a pesar de
todo, la fiesta duró hasta altas horas de la madrugada, pero esta vez,
la Bajada de Reyes no fue un negocio para la Sra. Juanita en este año,
quizás, si el niño Jesús lo permite, será el próximo año.

66
“CANCHAQUE”
XII

Voy a relatar primero el pueblo donde viaje en el año de 1946, que


se llama Canchaque, es un distrito de la provincia de Huancabamba,
que en el año de 1990 su extensión (km2) era de 4.25414, su
población era de
123.903.00, su densidad habitacional por km2 era de 2913 y el
número de sus distritos eran 8; me imagino que en la actualidad, ese
pueblo debe de haber crecido a la fecha del 2017, en que estoy
narrando este relato, la verdad que me gustaría volver a visitarlo, ya
que en esa fecha su vida agrícola era de café, caña dulce y naranjas,
yo siempre he disfrutado a lo máximo de mis vacaciones, tanto en
invierno como en verano, como a mitad del año, en el mes de julio,
nos daban vacaciones por 15 días, si bien es cierto que nuestra
diversión en esa época era pescar en el río Chira, ya que su caudal era

67
bajo y el agua era cristalina, a parte de los días sábados, que en el
cine Excélsior pasaban las seriales como los cinco llaneros, la invasión
del mango, y otras más, no habrá mayor diversión para los chicos de
14 años como yo, comenzando las vacaciones de medio año allá por
el año de 1946, mi hermano Félix que vivía en Piura, dicho hermano,
que era uno de los 20 hijos que tuvo mi padre en 4 camadas, increíble
pero cierto, yo en especial, tuve la suerte de llevarme bien con mis
hermanos de la primera camada, es por eso que mi hermano Félix,
que cariñosamente le decían “Chanito”, la verdad que nunca supe de
ese apelativo, un buen día se apareció en la casa de Sullana y para mi
suerte yo me encontraba en casa, entró, saludó a nuestro Padre, eso
sí, con mucho cariño; mi pregunta hacia mi hermano fue que milagro,
Chanito por acá, su respuesta me dejo perplejo, “he venido a invitarte
para viajar”, mi respuesta un poco incrédula y algo asombrado le dije:
“¿y en qué?”, así de golpe que me dejó sin aliento me dijo: “me
compré un camión”, le dije: “¿y dónde está?”, me contestó: “afuera
de la casa”, sin ninguna otra respuesta, salí embalado a la calle y
efectivamente había un camión Ford del año, mi papá también salió
y juntos vimos el camión de Chanito.

68
Después del saludo protocolar y de la conversación de Chanito con
mi viejo, le pidió permiso para llevarme de viaje con la autorización
de mi padre y en menos de un santiamén, yo ya tenía mi maleta con
un par de mudas, mi mamá, desde luego, con las recomendaciones
de siempre, que tenga mucho cuidado y su bendición respectiva, una
vez en el camión, dicho de paso que mi hermano no sabía manejar y
para eso había contratado a un chofer, un tipo de un metro sesenta
de tez morena pero muy buena gente, al parecer creo que mi
hermano ya lo conocía de hace mucho tiempo lo deduje por el trato
que tenían, instalado en el camión mi primera pregunta a mi
hermano fue: “¿a dónde vamos?” y él me contestó, como quien se
dirige hacia la tierra prometida: “a CANCHAQUE”.

Como ya lo mencioné al comienzo, es un distrito de la Provincia de


Huancabamba, en donde mi hermano estuvo por esos lares y conoció
a una chica lugareña de gran abolengo de la alta sociedad de esa
comarca, lamentablemente ella falleció dejando dos hijos, cuyos
sobrinos son hombres de bien y muy cariñosos con su tío tanto así
que al segundo de los dos le puso mi nombre, después del largo viaje
llegamos a Canchaque, desde luego que a mi hermano, los conocidos
del pueblo y los que se acordaban de él, lo recibieron con mucho
cariño, nos alojamos en la casa de sus suegros, en donde fuimos
invitados por un hermano de su esposa, quien amablemente nos dio
una gran bienvenida, después de las presentaciones de rigor a mi
persona, que con mis catorce años y por primera vez había tenido un
viaje tan largo, mientras mi hermano conversaba sobre negocios con
su cuñado, yo me fui a conocer el pueblo, era una campiña muy
pintoresca, con una población muy reducida que por lo general todos
se conocían, a grandes rasgos tenía su plazuela muy pequeña, con sus
banquitas de madera en donde las personas de la tercera edad en las
mañanas y en la tarde se sientan a la tertulia y de paso a comer
naranjas, a pesar de que yo era desconocido en la zona, la gente me
saludaba muy atentamente, no sé si porque me vieron llegar con mi
hermano, mientras mi hermano sondeaba la posibilidad de ver

69
alguna mercadería para transportar, se encontró con un señor
hacendado de apellido Perla, después del amistoso saludo el señor lo
invito a su casa porque al día siguiente, que era sábado, era su
cumpleaños, mi hermano me comentó que el señor Perla era uno de
los gamonales del pueblo que sembraba café y caña dulce, y
efectivamente mi hermano me llevó para que conociera el trapiche
que tenía el señor Perla, cuando llegamos mi hermano, el chofer y yo
nos recibieron con mucha amabilidad, justo en ese momento estaban
procesando el exprimido de la caña dulce, el trapiche es un molino
para extraer el jugo de algunas frutas como aceituna o caña de
azúcar, el jugo exprimido de la caña se llama guarapo, el señor a cargo
del molino nos invitó, es desde luego muy agradable, pero si tú
tomas bastante te puedes marear, ese jugo se fermenta y se prepara
el cañazo, que es el aguardiente de caña, al fin llego el día sábado , el
cumpleaños del señor Perla, ese día nos pusimos nuestra mejor gala,
aunque mi hermano no quería que yo fuera, si no es por su cuñado
que le dijo a mi hermano: “déjalo, que vaya para que se haga
hombre”, mi hermano aceptó con una condición, que no le contara a
nuestro padre, así que arrancamos a la casa del cumplimentado era
un caserón enorme, nos recibió el dueño de casa con mucho agrado,
nuestra hora de llegada fue al medio día (12) al parecer todo el
pueblo estaba presente y la gente de otros pueblitos, la música
estaba cargo de la mejor banda de Huancabamba, que tocaban sin
descanso ya que eran como 15 los músicos, entre ellos se turnaban,
desde luego el licor principal era el aguardiente, la cerveza y la chicha,
después del saludo protocolar me di una vuelta por la cocina, quedé
asombrado, como siete mujeres y hombres también preparaban el
almuerzo, chanchos, cabritos, patos, gallinas era lo que habían
matado para hacer el mejor almuerzo para agasajar a los invitados,
como yo ya me había hecho amigo de las cocineras, porque en la
cocina es donde más paraba, así que le pregunté a una de ellas cuál
serían los potajes para el almuerzo, a lo que de inmediato me
contestó con la siguiente información: “vea joven, estamos

70
preparando un arroz con pato en punto meloso”, “guácala” dije yo,
“después, un seco de cabrito con yucas, un estofado de gallina con
papas, y por último chicharrón de chancho con chifles”, “madre mía
que tal banquete, bueno la cantidad de invitados justifica todo ese
menú”, después del exquisito almuerzo seguía la fiesta y la banda no
dejaba de tocar, pasaron las horas y como siempre la banda tocaba,
la gente bailaba, también tomaba y así llegó las doce de la noche, yo
como más paraba en la cocina, ya había visto en un rincón, un sillón
grande que allí era donde iba a dormir, como así fue, ya que la cocina
era el sitio más calientito de la zona, por las enormes hornillas que
siempre estaban prendidas, aunque parezca increíble, había un señor
que se encargaba de mantener el fuego, poniendo leña de algarrobo,
que era la que más duraba prendida, y como siempre la banda seguía
tocando mérito aparte para esa gente, a las siete de la mañana, una
de las cocineras me paso la voz: “joven despierte para que tome
desayuno”, yo me había hecho amigo de las cocineras, la señora
Matilde, que así se llamaba, me alcanzó un pocillo de café puro y dos
panes con chicharrón que los saboree exquisitamente, después del
desayuno fui a hablar con mi hermano para saber a qué hora nos
íbamos, su respuesta fue en la tarde, efectivamente vino el almuerzo,
yo como siempre en la cocina y en esta vez, el menú era pepián de
choclo con chancho, escabeche de pato y un suculento caldo de
gallina para despertar a los dormidos, y en el otro salón la banda
seguía tocando; efectivamente a las cinco de la tarde, mi hermano
que estaba un poco ebrio y el chofer también me paso la voz para
irnos, desde luego, le agradeció al Sr. Pedro Perla su amable atención,
el Sr. Perla le manifestó a mi hermano que se quedara un poco más,
felizmente le dijo que mañana lunes tenía que transportar una carga
a Chiclayo, así que de un fuerte apretón de manos nos despedimos y
la banda seguía tocando, de frente nos fuimos a la casa a seguir
durmiendo, ya que el cuñado de mi hermano ya estaba en casa ese
domingo. Después de la cena, nos acostamos temprano porque
según mi hermano teníamos que madrugar para buscar carga, a lo
que yo le dije a mi hermano que cuando nos despedimos del Sr. Perla

71
tú le dijiste que el lunes tenías que llevar carga, a lo que me contestó:
“¿por qué crees que yo no desperdicié mi tiempo en la fiesta?, ya
estaba buscando entre los amigos que conozco quién me podía dar
carga, así que mañana madrugamos”, y así fue, a las seis de la
mañana ya estábamos tomando desayuno, porque en esa zona el sol
sale a las cinco, la primera operación fue ir a una plantación de
sembrío de naranjas, el propietario era amigo de mi hermano, que
justo habían estado en la fiesta, nos recibió muy amable, yo como
siempre junto a mi hermano para saber en cuánto el señor nos vendía
las naranjas, a lo que escuché, en tanto, si tú la cortas y en tanto, si
yo te lleno el camión. La verdad que no recuerdo el precio, que si
nosotros cortábamos las naranjas era mucho menor; mi hermano me
dijo: “haber anda corta veinte naranjas” a lo que yo de inmediato
comencé a cortar, no había cortado ni diez y estaba como Cristo, todo
arañado de los brazos y las manos, mi hermano y el chofer se reían a
carcajadas de mi aventura; los peones de la chacra con una habilidad
asombrosa comenzaron a cortar las naranjas, mientras las mujeres
los iban encajonando, las que se cortaron eran casi verdes ya que el
mercado era Chiclayo, así que partimos a nuestro destino no sin antes
despedirnos del cuñado de mi hermano, desde luego que yo me
había cogido las naranjas más maduras, si bien es cierto que tenían
pepas, pero eran jugosas y dulces, una delicia, todo el camino fui
comiendo naranjas, después de una larga travesía de Canchaque
hasta Chiclayo, llegamos a las seis de la mañana y en cuanto el camión
entró al mercado, los compradores mayoristas ofrecían comprar toda
la mercadería, al fin, después de un tira y afloja mi hermano llegó a
un buen precio, desde luego que al terminar nos fuimos a tomar
desayuno en la parada de Chiclayo, yo me pedí un café con leche y
un lomito saltado que desde luego estaba bien taipá, después del
desayuno tan suculento le dije a mi hermano: “¿y cuál es el nuevo
destino? a lo que me contestó: “nos regresamos Canchaque, ya que
hay carga que nos está esperando”, mi respuesta fue a Canchaque de
nuevo, así que regresamos a la tierra de Chanito, que así le decían a

72
mi hermano, cuando llegamos, un ganadero de la localidad, que en la
fiesta del Sr. Perla ya mi
hermano había hecho un
trato con el ganadero para
transportar reses a
Chiclayo, desde luego
descansamos un día, ese
día yo nuevamente me fui
a pasear por el pueblo en
los lugares que no había
conocido, todos los
pueblitos cercanos eran
muy pintorescos y su
gente muy amable, en la
noche, estaba sentado en
el porche de la casa y en la
oscuridad se escuchaba
como que te llamaban la
palabra o sonido era oiga, oiga, oiga, oiga, oiga, mi curiosidad de
acuerdo con mis 14 años, salí del porche y me fui siguiendo el sonido
de la voz, que venía del suelo, con una linterna de mano descubrí que
eran unos sapitos diminutos que emitían ese sonido que parecía una
voz, también, en la noche, logré ver un enjambre de luciérnagas que
con su destello de luz casi alumbraban la zona, eso se lo conté a mi
hermano y me dijo que eso era muy común en la zona, también en
mi recorrido en la zona me encontré con plantas gigantes de ceibo
que según un chacarero me dijo que si yo quería engordar abrasara
una planta delgada de ceibo, y cuando ya no quería engordar más,
que volviera y la cortara, el ceibo produce un algodón que es muy
requerido por las señoras de la localidad para hacer sus tejidos,
también le conté a mi hermano lo del ceibo que me había contado;
el chacarero me contestó que me habían hecho cholito, que a los
turistas siempre les cuentan esa historia y muchos se la creen.

73
Al día siguiente, después de un buen desayuno con chicharrones y
leche pura, nos despedimos nuevamente del cuñado de mi hermano,
quien nos deseó mucha suerte, enrumbamos a un establo, en donde
mi hermano ya había acordado trasladar reses a Chiclayo, entramos
al establo, que era enorme, y salió a recibirnos un señor de unos
cincuenta años, de buen aspecto y daba la impresión de ser un
ganadero, después de los saludos protocolares mi hermano me lo
presentó y al pronunciar su apellido me dijo Del Águila, yo casi le digo
Del Cóndor, pero iba a resultar una malcriadez, acto seguido, el Sr.
Del Águila llamó a su personal, quienes trajeron una rampa que la
colocaron atrás del camión que ya estaba cuadrado en el sitio
señalado para subir a las reses, yo como siempre, mirando la faena,
la cual me llamó poderosamente la atención por primera vez, veía
cómo subían las reses, la primera, la pusieron al fondo del camión con
la cabeza izquierda, la segunda, con la cabeza a la derecha y así
sucesivamente una por una, había que destacar la destreza de la
gente en acomodar a las reses, una vez colocadas las reses que
teníamos que llevar, mi hermano se despidió del ganadero, a la vez
que a uno de sus ayudantes también viajaría con nosotros, el señor,
desde un comienzo del viaje todo el tiempo iba en la tolva, el trayecto
fue bastante accidentado ya que como el trayecto era largo tuvimos
74
bastantes dificultades con las reses, lamentablemente, por el viaje
largo y el cansancio, una de las reses se caía y el señor, que para eso
iba en la tolva, nos pasaba la voz, levantar esa res sí que era trágico,
mi falta de conocimiento pensé que la res que se caía, la cogían de
los cachos y la paraban, la cosa no era así, había que bajar una por
una hasta llegar a la que estaba caída, la ponían de pie y nuevamente
se volvían a subir una por una, para esto, el señor que venía con
nosotros se encargaba de este trabajo, otras de las cosas que vi fue
que el señor, que lo llamaremos Juan, ya que no recuerdo su nombre,
tenía una especie de sogas trenzadas que le ponía a las reses en las
patas delanteras en cuanto bajaban del carro para que no caminaran,
en ese viaje fue para mí una tortura, ya que cuando estaba bien
acomodado, con mi hermano, el sueño me vencía, así que mi
hermano hacia parar el camión y con una frazada me mandaba a la
tolva con don Juan, allí hacía un frío de la gran flauta, yo tenía que
aguantar lo máximo que pudiera, entre bajar de la tolva y volver a
subir, ya que mi hermano no quería según él, que yo al dormir lo
contagiara al chofer, es por eso que me mandaba a la tolva, entre
parar y continuar el viaje, al fin llegamos a las seis de la mañana a
Chiclayo, la gente, como siempre, atrás del camión ofreciendo la
compra del ganado, don Juan le indicó al chofer en donde debía de
dejar el ganado, era un corral bastante grande, en donde dejamos las
reses que tanto malestar nos habían ocasionado en el trayecto, mi

75
hermano, de inmediato mandó lavar el camión y desde luego nos
fuimos a tomar desayuno a la parada del mercado de Chiclayo, yo
esta vez me pedí un saltado de riñoncito que estuvo de lo más
delicioso. Mientras estábamos desayunando, un militar de la fuerza
aérea se le acercó a mi hermano y le preguntó si ese camión era de
él, mi hermano le dijo que sí y le manifestó si podía conversar con él
sobre un transporte a Piura, mi hermano se levantó con el militar,
caminó unos pasos y después de un buen rato regresó a terminar de
tomar desayuno y nos dijo: “apúrense que ya tenemos carga para
Piura”, yo dije: “Guácala”, era el 26 de julio de 1946, yo como siempre
curioso, le pregunté a mi hermano: “¿qué tipo de carga era?, no
vayan a ser de nuevo reses”, a lo que mi hermano soltó una carcajada
y me dijo: “¿con las reses te fue mal?” y yo le dije: “recontra mal, no
te preocupes que en esta vez no va a ser reses, ya verás la carga que
vamos a llevar”, nos dirigimos a un determinado sitio en Chiclayo, casi
a la salida del pueblo, cuando llegamos, estaba el militar que habló
con mi hermano, que resultó ser capitán de la Fuerza Aérea de Piura,
en cuanto llegamos de una casa salieron once avioneros, que yo me
quedé asombrado y todos, incluyéndome, pasamos atrás como
carga, ya que el capitán ocupó mi asiento adelante, en el trayecto
cerca de la pista habían rumas de sacos de carbón listos para ser
embarcados, paró el camión, bajó el capitán, dio una orden y los
avioneros en fila de uno comenzaron a subir los sacos de carbón,
unos kilómetros más fue el mismo operativo; en total fueron diez
sacos de carbón los que subieron, dentro de mi inocencia juvenil
pensé que por eso no habían viajado en ómnibus, llegamos a Piura
en buena hora y al capitán los avioneros y los sacos de carbón los
dejamos en Castilla, un distrito de Piura en una bodega, lo curioso fue
que en el camión dejaron un saco de carbón, mi hermano me dijo:
“pasa adelante que nos vamos a dejarte a Sullana en el camino de los
90 kilómetros entre Piura y Sullana”, veníamos conversando de los
avioneros, y yo le hice la pregunta a mi hermano Félix: “¿te regalaron
un saco de carbón?, a lo que me contestó: “por supuesto, el
transporte era avioneros y no carbón, tremendos ladrones”, yo me

76
sorprendí a su respuesta, “¿qué?, ¿el carbón se lo han robado?”,
“claro, ¿por qué crees que contrató el camión y no un ómnibus?, el
capitán ya lo tenía planeado, pero me pagaron bien el transporte”,
después de esto me dijo: “hermano, vamos para dejarte en la casa y
cogimos la carretera a Sullana, saludo a nuestro padre y después de
un breve conversar se despidió, no sin antes darme un fuerte abrazo
y me metió la mano al bolsillo, en cuanto se fue de inmediato metí
mi mano al bolsillo, saque varios billetes que sumaban cien soles, en
ese momento, me sentí millonario, solamente atiné a decir: “que
Dios te bendiga hermano Chanito”, desde luego, esa plata no la
comenté con nadie, pero sí fui muy dadivoso con mis hermanos,
invitándolos al cine y a comer helados, nunca voy a olvidar ese paseo,
es por eso que lo relato.

77
“CAZANDO PATOS”
XIII

No todo el tiempo, el curso del río Chira fue igual. Antes, su curso fue
llegando a la altura de la carretera que conduce al distrito de
Querecotillo, el río, en tiempo de creciente, venía serpenteando por
la margen de la carretera haciendo una curva a la altura de un cerro
denominado “la curva de la muerte”. Los agricultores de esa zona
sufrían mucho cada año cuando el río aumentaba su caudal, ya que
arrasaba con todas las cosechas, lo cual significaba muchas pérdidas
para todos los agricultores, pero a veces, la mano de Dios, cambia el
destino de los hombres, para eso los expertos allegados al gobierno
veían que tanta agua, millones de m³ se perdían en el mar. Mediante
grandes estudios, se decidió hacer una represa; el problema era que
el cauce del río no lo permitía, por lo tanto, había que cambiar el
curso del río. Manos a la obra, lo primero que se tenía que hacer era
desviar el curso y, efectivamente, se comenzaron los trabajos, y se
construyó la represa de Puechos, la parte de la desviación del río que
pasaba por “la curva de la muerte” en la carretera al pueblo de
78
Querecotillo. Esto dio lugar a que se formara una hermosa laguna, la
cual se convirtió en un paraje para todas las aves migratorias, en
especial los patos de agua dulce, mi amigo Káiser (de ascendencia
japonesa) y yo siempre íbamos a esa laguna a pescar; había bastantes
lisas, mojarras y otros peces más. Nos metimos dentro de la laguna
con una atarraya, y siempre pescábamos bastante.

Un buen día que estábamos pescando, vimos cómo cuatro o cinco


patos aterrizaban en la laguna y de inmediato se metieron en el
gramalote, que estaba bastante alto al lado derecho de la laguna, ese
día no teníamos un arma para poder cazar un pato. Estuvimos
pensando por casi una semana la manera cómo podríamos cazar a
los patos, hasta que Káiser me que dijo que fabricaríamos una
escopeta. Yo me quedé perplejo y lo primero que le dije fue que
estaba loco. Pasaron unos días y yo siempre lo visitaba después del
colegio, ya que yo tenía 14 años y él 25 años y una tarde, ya había
hecho de madera la armazón de la escopeta. Era fabulosa, solo le
faltaba el cañón y el gatillo. Pasaron unos días y lo fui a visitar, porque
de mi casa a la de él eran como cuatro cuadras, cuando llegué, me
llevé tremenda sorpresa; había conseguido un tubo acerado con el

79
que fabricó el cañón que lo acopló en la madera, y de un clavo fabricó
el cañón y el gatillo. La escopeta quedó maravillosa, yo me
entusiasmé mucho, ahora faltaba probarla, así que manos a la obra,
antes de hablar de la prueba, les voy a relatar la composición de la
escopeta; la armazón era de madera de algarrobo torneada, con una
culta normal que va pegada al hombro, el cañón era de un tubo
acerado que al comienzo tenía un hueco en donde se ponía el
fulminante, el gatillo era de un clavo grande doblado en “s” cuya
cabeza del clavo servía como el percutor o martillo, servía para hacer
detonar el arma de fuego, el procedimiento para cargar el arma era
el siguiente: primero le introducíamos la pólvora por el cañón, luego
un taco de papel con una baqueta (varilla de acero) que servía para
acuñar el taco de papel, después las municiones, que nosotros
fabricábamos con los soldaditos de plomo, a veces nos íbamos fuera
de la ciudad en donde estaba situado el club de tiro de la ciudad,
escarbando la arena encontrábamos plomo, el cual lo derretíamos
haciendo muchos perdigones, la pólvora se compraba en las
ferreterías . Todo estaba listo, solo faltaba la prueba, así que un fin
de semana, con el arma escondida, nos fuimos a un potrero
abandonado. A las orillas del río nos posicionamos bien, Káiser cargó
el arma, puso el fulminante, apuntó a un árbol en el que habíamos
colocado el bul hecho de madera con todos los círculos del 10 al 0. La
angustia de mi parte era tremenda, rogaba a Dios que el arma
funcionara, así que mi amigo tomó unos diez a doce pasos del bul,
apuntó y disparó. Fue una alegría tremenda ver que la escopeta
funcionó. Con respecto al tiro al blanco, faltó un poco de práctica ya
que algunos perdigones dieron en el blanco, la verdad que mi amigo
y yo no somos expertos en armas, pero al menos no estaba del todo
mal, efectuamos varios tiros más y con el mismo resultado de éxito;
ahora tocaba la caza de patos, esperamos al sábado para ir en la
mañana, ese día estuve bien temprano en la casa de Káiser, creo que
no dormí esa noche de emoción, nos alistamos, desarmó la escopeta
y la camuflé dentro de un saco de harina y desde luego también
llevamos la atarraya (por si las moscas). Después de un largo trajinar,

80
llegamos a la laguna, antes de entrar, mi amigo armó la escopeta y la
cargó. La laguna estaba tranquila, aparte de unas cuantas gallaretas,
no se veía ningún pato, esperamos varias horas, ya casi al medio día
cuanto estábamos por marcharnos apareció un pato que salía del
gramalote, mi amigo se posicionó, tomó aire, apuntó y ¡zas!, salió el
disparo. Al sonar el disparo, salió volando una bandada de patos,
nuestra presa todavía aleteaba herida, más rápido que un rayo
comencé a nadar antes que el pato herido se metiera al gramalote,
lo cogí, estaba pesado, gordo; nos pusimos muy alegres, y ese día
almorzamos pato preparado por la señora Nieves, tía de mi amigo.

Fue un almuerzo delicioso, desde esa vez, comenzamos a ir los fines


de semana, algunas veces tomamos suerte y cualquier pato distraído
era nuestro, en el mes de diciembre, dos semanas antes de la
navidad, Káiser me dijo para ir el domingo a azar patos, yo, encantado
de la vida, acepté; llegamos a las 2 de la tarde y estuvimos como 2
horas y nada, en la parte de arriba estaba la carretera a Querecotillo,
en toda la curva había un canal hecho de cemento que había servido

81
de canaleta para llevar agua a ciertos fundos del alrededor, estaba
abandonada, dentro de ella te llegaba a la cintura y al frente el
gramalote, ese día, Káiser y yo pensábamos que ese día no íbamos a
comer pato; antes de navidad, estábamos en nuestro escondite
cuando escuchamos la bulla de la gente que hablaba el idioma de mi
amigo, así que salimos al descubierto siempre escondiendo la
escopeta, los visitantes eran japoneses, bajaron de los dos autos seis
personas, tres de ellos con escopetas, los que quedamos
contemplando al descubierto se posicionaron en la canaleta y nos
pasaron la voz de esta forma: “muchachos, métanse al gramalote y
espanten los patos que les vamos a regalar dos patos”. Mi amigo y yo
nos miramos y le dije, “oye, tus paisanos están locos, cómo van a
cazar los patos y entramos al gramalote haciendo bulla los patos van
a volar y como los van a cazar”. Ante nuestra demora, volvieron a
insistir: “muchachos, espanten los patos”. De inmediato, nadando y
haciendo una bulla infernal, los patos comenzaron a salir y
emprendieron vuelo. Los tres tiradores comenzaron a disparar
cuando el pato estaba en el aire. Las escopetas eran de repetición, no
conté de cuántos tiros eran, al parecer de cinco o seis, lo interesante
era que los patos caían algunos en picada al agua y otros al
gramalote; juntamos diez patos, subimos a donde estaban ellos con
la sarta de patos. Los japoneses estaban felices, pude ver (hasta me
dejaron tocar) la escopeta, había una gran cantidad de cartuchos
vacíos en la acequia que los recogimos, los japoneses le dieron a mi
amigo un pato y a mí también, trajeron una caja grande y metieron
los patos ahí, se despidieron con un ¡Ari katoo! “muchas gracias”.

Esperamos que se fueran y bajamos a la laguna, entramos al


gramalote y encontramos tres patos. Ese domingo en la tarde nunca
lo olvidaremos porque pasamos una linda navidad comiendo pato
hasta más no poder. Feliz navidad.

82
“PESCANDO EN EL RIO CHIRA”
XIV

En los meses de agosto y setiembre, el caudal del rio Chira baja sin
disminuir su corriente y profundidad, era una fecha propicia para
pescar.

Nuevamente vuelvo a mencionar a mi gran amigo de descendencia


japonesa, Leoncio Káiser, que en esta vez conjuntamente con su tío
Néstor de profesión joyero y muy bueno confeccionando joyas, era
un señor muy buena gente y su esposa la señora Santos también a
pesar de mi corta edad me acogieron en su hogar con mucho cariño;
al señor Néstor también le gustaba la pesca, así que un sábado en la
mañana me invitaron a pescar,
salimos los tres, bajamos al río y nos
fuimos caminando por la orilla por
lo menos unos veinte kilómetros
buscando la zona adecuada para
poder pescar. Para la carnada
llevamos una atarraya, la que
utilizábamos cuando vimos en el
trayecto un barco del río en el que
las lisas entraban para comer barro, que increíble era el alimento de
estos peces; cuando a lo lejos se divisaba una saliente del río, mi
amigo Káiser con la atarraya preparada, por lo menos nos
deteníamos a unos diez metros en donde estaba el brazuelo del río,
las lisas son unos peces de unos 10 a 12 centímetros de largo, durante
todo el tiempo que estuve pescando con mis amigos nunca sacamos
una lisa del tamaño de las de agua salada (mar), continuando el
relato, estos peces no sé si tienen un oído especial muy sensible, pero
al menor movimiento de pisar la tierra más o menos a tres o cuatro
83
metro las lisas salen del brazuelo (surco de agua de regular tamaño,
tanto de largo como de ancho en donde las lisas entraban a comer
barro) a toda velocidad hacia la corriente profunda del río, es por eso
que para poderlas pescar habría que ser más veloces que ellas, mi
amigo Káiser estaba listo para emprender la carrera con la atarraya
en mano, llegando hasta el surco de agua y el cardumen también
salieran velozmente hacia la profundidad del río; con los últimos que
quedaban, lanzó la atarraya logrando atrapar un número regular,
estos peces nos servían como carnada y también fritos bien
tostaditos eran muy deliciosos, al fin encontramos el sitio adecuado
para comenzar la pesca, era una fuente larga y profunda, el ojo clínico
de don Néstor nos dijo este es el lugar, de inmediato nos despojamos
de la ropa, ya con los cordeles preparados, que dicho de paso en esa
época no existir el nylon y nuestros cordeles eran de madeja
trenzada, el sistema de pesca era el siguiente entraba al agua hasta
más arriba de la cintura, tirabas el cordel y dejabas que la corriente
se lo lleve y esperar que los peces piquen, para esto tenías que
ponerte un sombrero y una camiseta para cubrirte la espalda ya que
el sol era inclemente y cada cierto tiempo te sumerges para mojar la
camiseta y así evitar que el sol te achicharre, a las cinco minutos, el
primero en pescar fui yo, atrapé un cascafe, de regular tamaño de
forma plana, con escamas, tiene muy poca carne que es muy rica y
tiene abundantes espinas, en la mayoría se prepara en un chilcano el
cual es muy agradable, ya vencida la mañana casi al medio día en que
ya teníamos regulares bagres y cascafe, el maestro de la pesca don
Néstor venia jalándose cordel, cuando sintió un fuerte tirón y de
inmediato se dio cuenta que había caído, era un Robalo de regular
tamaño, más aún se le conoce porque comienza a girar a velocidad al
lado lateral con la finalidad de querer cortar el cordel ya que en cada
lado de la cabeza tiene como una sierra, es por eso que a veces, al
pescar un Robalo, tenía uno o dos anzuelos en su boca, el maestro
don Néstor, conocedor de las artimañas del Robalo comenzó a jalar
el cordel de frente sin darle tregua para que no girara a la izquierda

84
o a la derecha, moví las dos manos con rapidez y poco a poco saliendo
del agua una vez a fuera se pudo apreciar la hermosura del pez de
aproximadamente de ocho a diez kilos, esta hazaña merecía el
aplauso y la felicitación al maestro, quiero dejar claro que durante mi
corta vida de pescador en el río Chira jamás pude pescar un Robalo,
ya que su carne es muy estimada , al parecer es primo hermano de la
corvina, ya siendo más o menos la una de la tarde, nos preparamos
para regresar, que fue más fácil que la ida ya que todos los peces bien
amarrados con un grueso cordel en grupo de dos, mi amigo Káiser y
yo nos fuimos nadando con la sarta de peces mientras el maestro don
Néstor llevaba nuestra ropa, cuando llegamos a la casa, la Sra. Santos,
esposa de don Néstor, lo primero que preparo fue el Robalo frito
apanado seguido de un chilcano de cascafe, ese almuerzo fue una
delicia. Después de esa fabulosa pesca que tuvimos, mi amigo Káiser
no dejaba de sorprenderme inventando formas o sistemas para
pescar, ese día que fui a verlo me enseñó que había confeccionado
un mata lisas que consistía en un alambre de un metro de largo de
regular grosor y una empuñadura de madera, me manifestó que
como la atarraya era pesada y grande no lo dejaba correr rápido,
como fue sábado mi visita, yo le dije: ¿qué te parece si en la tarde
viajamos al rio a eso de las cuatro?, esperando las lisas que salen a
comer, llego la hora, fuimos al río y llevamos los alambre, había hecho
dos, uno para cada uno, encontramos un vaso de agua largo y poco
profundo a diez metros de distancia, mi amigo me manifestó que él
por la derecha y yo por la izquierda, chicoteáramos con el alambre el
agua en donde estaban las lisas, a la cuenta de tres salimos corriendo
hacia el brazuelo y vimos el cardumen de lisas que a toda velocidad
se dirigían a la profundidad del río, comenzamos la operación del
chicoteo hacia el cardumen y desde luego las lisas flotaban unas sin
cabeza, otras sin cola, otras partidas por la mitad, de inmediato
procedimos a comenzar a recogerlas a toda velocidad, ya que la
corriente se las estaba llevando, la operación fue un éxito,
regresamos a casa con una buena cantidad; como siempre la Sra.

85
Santos nos preparó un ceviche que estuvo delicioso y desde luego
festejando el nuevo sistema de pescar lisas.

Con motivo de los exámenes de medio año dejé de visitar a mis


amigos, tanto a don Néstor, a su señora Santos y a mi amigo el
inventor Káiser, por el tiempo de más o menos dos semanas, al fin
terminaron los exámenes y estábamos próximos a las vacaciones de
Julio, así que un sábado fui a la casa de mi amigo y lo encontré que
estaba tejiendo una red con madeja gruesa y unos cocos más grandes
de los de una atarraya, (cocos son los huesos) de aproximadamente
de un metro setenta de alto y un metro treinta de ancho era la red,
en la parte superior tenía dos orificios al lado derecho como el
izquierdo, en la mitad de la red también tenía dos orificios en ambos
lados iguales, a los de arriba, en la parte final, un dobles sostenido
por tirantes hechos de la misma madeja que formaban como un seno
y al final varias pesas de plomo para evitar que la red flotara, mi
asombro fue tan grande que le pregunté a mi amigo el inventor como
se llamaba esta red y para qué servía, si no se podía tirar como una
atarraya, riéndose me contestó que era una red de arrastre y que con
ella se iba a pescar en favor de la corriente, ya que los peces suben
en su contra. La verdad que me quede pensando de la explicación
que mi amigo me había dicho, a lo que yo de inmediato le respondí:
“¿cuándo la probamos?, el me respondió: “el próximo sábado que
esté terminada?”, la verdad para mí, que era joven y ansioso, no veía
la hora que llegara el próximo sábado, pero no hay mal que dure cien
años ni cuerpo que lo resista, al fin llego el esperado sábado, me
levanté bien temprano y después de tomar desayuno pedí permiso a
mi mamá, que siempre me lo daba, cogí mi ropa de baño y mi
sombrero y me fui embalado donde mi amigo, después del saludo
pregunté: “¿ya está terminada?”, la respuesta fue: “afirmativa”.

Después de meter la red en un saco blanco, en los que transportan la


harina y coger dos sacos más, vi con sorpresa que el maestro don

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Néstor también integraba el grupo, lo cual me alegró pensando que
esto sería algo grande.

Como en esta época las lavanderas bajan al río a lavar su ropa y de


otros también, al parecer fuera como si el sonido de una corneta las
llevara al río en una gran mancha, nosotros bajamos al río y buscamos
el sitio adecuado para probar la red de arrastre, después de varios
sitios, ya que en cada uno de ellos mi amigo Káiser se metía al agua y
después de buscar nos dijo: “este es el lugar”, el brazo que el río había
formado, era de cinco metros de ancho y la profundidad de un metro
setenta, mi amigo Káiser y don Néstor pasaban esa estatura, así que
manos a la obra, desde el inicio del brazo de agua entro don Néstor,
de una orilla extendió la red y de la otra mi amigo Káiser, arrastrando
la red a favor de la corriente, habían recorrido más o menos diez o
quince metros y salieron del agua jalando la red a la orilla, yo corrí
con los sacos y santo Dios la red estaba cargada de bagres de todos
los toma años era tal la cantidad que saltaban en la arena, la gente
en especial las lavanderas se acercaron al ver tanto pescado y una de
ellas me preguntó si le podía vender un pescado, de inmediato
consulte con mis amigos y me dieron el visto bueno, les pregunte:
“¿cuánto cobro? y me dijeron: “tú has el negocio”, así que me puse
mosca, separe los chicos a un lado y los grandes a otro lado, los peces
chicos a cincuenta centavos o tres por un sol y los grandes a sol,
mientras mis amigos seguían sacando, yo seguía vendiendo, fue un
negocio redondo de peces y de plata, yo lo felicitaba a mi amigo por
sus inventos brillantes, al final ya de regreso mucha gente se
acercaba y nos pedía un pescado muchos regalamos a fin de que nos
aliviaran el peso.

Ya que el trayecto a la casa era largo y que servir la loma es por eso
como manifiesto líneas arriba a mucha gente que lamentablemente
no tenía dinero le regalábamos uno o dos pescados, yo me sentía feliz
ese día fue algo inolvidable para mí se venían las vacaciones de medio
año y el caudal del río Chira todavía se mantenía, el agua estaba clara

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y habían brazuelos que tenían gran caudal y mantenían su
profundidad.

Hacía varias semanas, después de la exitosa pesca que no visitaba a


mis amigos así que un día sábado los fui a visitar, desde luego me
recibieron como siempre con mucho cariño, desde luego disculpando
mi ausencia por motivos de estudio, mi amigo Káiser me dijo, que
ahora vamos a pescar de noche, desde luego le dije: “¿estás loco?,
¿cómo vamos a caminar en el río a oscuras?”, él se rio y como
siempre lo hacía me volvió a sorprender, me mostró dos antorchas
que había confeccionado de la siguiente forma: un tubo de unos 80
centímetros de largo en una de las partes que sería la superior, había
tejido con alambre grueso una canasta como si fuera un foco de luz
grande que estaba soldado al tubo en la parte de abajo, un pedazo
de madera introducida en el tubo que servía como empuñadura, la
verdad como siempre me
quedé impresionado de los
inventos de mi amigo, mi
respuesta de inmediata fue:
“¿y cómo funciona?”, el muy
suelto de huesos me dijo:
“mira, hemos comprado
guaipe y hemos conseguido
aceite de carro quemado”,
enseguida me dijo: “¿qué te
parece si esta noche
hacemos la prueba?”, desde
luego yo más entusiasmado
que nunca mi respuesta fue:
“¿a qué hora vengo?”, de
inmediato a la hora acordada
que fue a las 8 de la noche
estuve presente, el grupo
estaba conformado por mi

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amigo Káiser, don Néstor, su hijo Jano, se llamaba Alejandro pero le
decían Jano, joven como yo, pero no muy entusiasta de esta
excursión más aún que a él lo comisionaron para que llevara una
antorcha, la otra yo y don Néstor la atarraya, llegamos al río y
comenzamos primero a empapar las antorchas de aceite, una vez que
estaba bien empapada, el guaipe se prendieron, me entusiasmo
mucho ya que había un resplandor de luz fantástico, era increíble en
el agua cristalina ver cómo los peces se movían, no sé si será cierto
que los peces no duermen, mi amigo Káiser enfocó con la antorcha
un pez y se quedó quieto, sin moverse, que se podía coger con la
mano, la pesca como siempre fue buena, la experiencia fenomenal,
creo que yo me siento feliz de haber tenido estos amigos que hicieron
que mi juventud fuera muy placentera, de muy buenas y sanas
aventuras doy gracias a Dios por haberlos puesto en mi camino y si
ya no están en esta bendita tierra que Dios los tenga en su Santa
Gloria.

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Héctor Vera Ruiz, nació un 19 de
febrero de 1932 en la provincia de
Sullana.

Sus recuerdos de su querida tierra los


plasmas en este pequeño libro, donde
narra sus aventuras con sus amigos y
de esa bendita y calurosa tierra que lo
vio nacer; tenía innumerables
personajes de la vida cotidiana, sus
veranos que marcaron junto al rio
Chira y sus largas vacaciones cargadas
de anécdotas y de historias.

Don Héctor Vera entrega una serie de


cuentos para todo aquel que desee
retroceder el tiempo de esa Sullana
cálida de días calurosos y de noches
frescas por los años de 1940

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