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Los alemanes no pueden…

Rodrigo Mita Molina


En el aula magna de la Universidad Técnica de Berlin le preguntaron a Evo sobre la
reelección. El “jefazo” respondió sin sutilezas: “los alemanes no pueden preguntarme
eso.” Dijo además que la continuidad política después de la guerra hizo que Alemania
pudiera levantarse como país. Y remató: “¿la hermana canciller Merkel, cuánto tiempo
hace que está?” Los dos mil estudiantes, por enésima vez, rompieron en aplausos. Fue
contundente, como suele serlo cuando responde a preguntas que él cree
malintencionadas. Pero, pensando de mala fe, me pregunto cuál será el grado de
fascinación con el poder en el que se encuentra el presidente. ¿Estará ya enfermo de
poder? ¿Será acertado el diagnóstico de la oposición? ¿O solo estará deshidratado?
¿Estarán exagerando como siempre? ¿Hablarán de envidia? ¿O será que la ambición ya
atenaza a nuestro presidente? ¿Y si es sólo embriaguez? ¿Y si sólo padece de
intoxicación utópica? ¿Será por eso que llega al palacio de madrugada? ¿Para seguir
soñando en el futuro? ¿Por mucho madrugar el progreso llega más temprano? ¿A quien
madruga el futuro le ayuda? ¿Y si ya es locura política? ¿Y si ya se siente el pueblo en
persona? ¿Y si en lo íntimo se dice a sí mismo: “el pueblo soy yo”? ¿Quién podrá
ayudarnos? Pero bueno, que no panda el cúnico; cabe la posibilidad de que ya esté muy
agobiado con el poder y, por ende, invadido por la lucidez. Esperemos que así sea. Caso
contrario, no solo los alemanes estarán impedidos de preguntarle. Todos lo estaremos.

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