Вы находитесь на странице: 1из 215

Un primer curso de Lógica

Para estudiantes de Filosofía

Miguel Molina

Toda la historia de la lógica es un intento por


definir una noción aceptable de estupidez.
Demasiado ambicioso.

Umberto Eco
Copyright © 2016 Miguel Molina
A la memoria de mi padre, Carlos, quien siendo yo niño me dijo que me conven-
dría hacer un curso de Lógica. Creo que le hubiera gustado ver que la vida, por caminos
tortuosos, me llevó a cumplir su recomendación, quizá en una forma que no imaginó al darla.

A mi madre, Mirta, sin cuyo apoyo constante me hubiera sido imposible llegar a estar
en condiciones de realizarlo.
IV

La imagen de tapa y contratapa pertenece a un manuscrito del siglo XIII que contiene
Sophistici Elenchi, Topica, Analytica Priora y Analytica Posteriora de Aristóteles y se encuentra
en la Royal Collection de la British Library. Ha sido puesta en Internet bajo una Creative
Commons CC0 1.0 Universal Public Domain Dedication y se encuentra en
http://www.bl.uk/catalogues/illuminatedmanuscripts/ILLUMIN.ASP?Size=mid&IllID=
56510

La imagen de la portada es una fotografía de una xilografía que muestra el cuadrado de


oposición aristotélico, e ilustra la cuarta edición de Margarita Philosophica de Gregor Reisch
(Basilea, 1517). La fotografía es de dominio público y se encuentra en https://commons.
wikimedia.org/wiki/Category:Square_of_opposition#/media/File:Gregor_Reisch_-_
Margarita_philosophica_-_4th_ed._Basel_1517_-_p._083_detail_-_square_of_
opposition_-_1000ppi.png

Este libro fue realizado en LATEX a partir de la plantilla The Legrand Orange Book, creada
por Mathias Legrand y modificada por Vel para el sitio http://www.latextemplates.com.
Esta plantilla se encuentra bajo licencia CC BY-NC-SA 3.0 y se accede a ella en
http://www.latextemplates.com/template/the-legrand-orange-book.

Para el texto se ha utilizado la fuente Palatino; para los caracteres matemáticos la fuente
Euler Virtual Math; para los títulos, índices y encabezados de página la fuente Opensans y
se han elegido numerales antiguos para todas las instancias, desde la paginación hasta los
diagramas.
Palatino es creación del gran diseñador de fuentes Hermann Zapf, inspirada en tipos
renacentistas y nombrada en honor al maestro calígrafo Giovambattista Palatino (Rossano,
Calabria, c.1515). Como todas las fuentes humanistas, tiene eje inclinado y trazo modulado,
recordando las letras trazadas a mano con una pluma.
Euler Virtual Math está basada en el tipo Euler, otra creación de Zapf, hecha por encargo
de Donald Knuth, e intenta reproducir la grafía matemática escrita en una pizarra, en la que
las variables no van inclinadas.
Los numerales antiguos, puestos en un mismo renglón, no se presentan alineados.
Las cifras alineadas son una creación relativamente reciente, inventada para facilitar la
revisión de documentos contables y que recién llegó a la imprenta en 1788. A pesar de
lo acostumbrados que estamos a ellos, son chocantes cuando se encuentran en medio de
un texto y su presencia imprimiría un aire demasiado moderno a la estética de un libro
dedicado a una ciencia de tradición milenaria.
La fuente Opensans es una sans serif humanista creada por Steve Matteson.
A pesar de mis esfuerzos, persisten cuestiones de diseño tipográfico que me gustaría
mejorar. Pero algún día debía dejar de corregir. Todo comentario, sugerencia o advertencia
de error, será bienvenido a mmolina@fhuce.edu.uy o a migmolus@gmail.com.
Agradecimientos

Muchísimas personas desconocidas por mí han hecho posible la existencia de este


libro. Quiero dejar constancia de mi agradecimiento a todos aquellos que colaboran en
la elaboración y perfeccionamiento de herramientas tan maravillosas como Linux y LATEX,
que son gratuitas y hacen posible que una sola persona produzca un documento de una
estructura tan compleja como este sin perder la cordura en el intento.
En un plano más personal, a varias personas debo que este libro tenga una cantidad
de errores mucho menor que la que tendría de no haber sido por ellos. Si en este recuento
olvido a alguien, pido disculpas desde ya.
Deseo agradecer a Julián Mazzoni, Daniel Pirotto, Ian Tayler, Leticia López, Elena Gómes,
Graciela Ortega, Diego Cuevas y Facundo Correa por sus aportes que mejoraron versiones
preliminares.
A Valeria Schaffel, por su colaboración en la elaboración de las figuras cuando yo aun
no me atrevía con el paquete TikZ y sobre todo por su involucramiento en el proyecto, que
constituyó un apoyo necesario para realizarlo.
A mis compañeros del Departamento de Lógica y Filosofía de la Lógica del Instituto de
Filosofía de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de
la República, Alejandro Chmiel y José Seoane, por las charlas mantenidas y sugerencias
ofrecidas.
Y finalmente, a mi amiga y también compañera del Departamento mencionado, María
Fernanda Pallares, quien cargará sobre su conciencia con buena parte de la responsabilidad
de que este libro salga a la luz. Sin su impulso, aliento, paciencia y ayuda en múltiples
maneras, no me habría dispuesto a escribirlo, ni hubiese continuado hasta el final.
Prefacio

Este libro es el resultado de la reflexión sobre la práctica docente en el curso de Lógica I


para la Licenciatura de Filosofía en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
de la Universidad de la República. Pretende introducir al estudiante de Filosofía en la única
ciencia que figura como asignatura obligatoria en su carrera.
Esta característica peculiar de la Lógica -el ser una ciencia- hace que su enseñanza
presente dificultades particulares en el marco de una carrera netamente humanística. Según
mi experiencia, la mayor de esas dificultades surge de la falta de contacto previo de la
mayoría de los estudiantes con la deducción.
Lejos están los tiempos en que nadie pasaba por la educación media sin haber sido
expuesto a demostraciones en matemática y sin haberlas estudiado, y es sabido que fuera
de esta ciencia, la deducción cumple un papel ancilar. Alguna vez leí que a demostrar se
aprende en matemática o no se aprende. Quizá haya exageración en esto, pero en todo caso,
indica algo a tener en cuenta.
Es por eso que considero que el curso debe comenzar con el planteamiento de situaciones
que impulsen al estudiante a realizar sus propias inducciones y deducciones, de manera de
proveerlo de un almacén de razonamientos que sirvan como materia de reflexión posterior.
No parece suficiente mostrar al alumno algunas inferencias deductivas, esperando
que vea en ellas algo particular –especialmente si esas inferencias son ejemplos triviales
preparados ad hoc–, ya que si bien el pensamiento deductivo es una de las cumbres
alcanzadas por el espíritu humano, difícilmente alguien lo comprenda gracias a que le
comuniquen que Sócrates es mortal dado que es hombre y todos los hombres son mortales.
Lo importante del asunto, que es la necesidad debida a los aspectos formales, queda
enterrado bajo la sencillez del ejemplo.
Es por eso que el curso comienza con acertijos (en esto la influencia del maravilloso
autor que es Raymond Smullyan está muy presente), que una vez resueltos, al reflexionar
sobre las justificaciones de sus soluciones, permiten demarcar las inferencias deductivas, y
distinguir en ellas, en términos informales, las constantes lógicas que las hacen posibles.
A partir de aquí es fácil justificar la necesidad de la formalización, si se tiene buen
cuidado en mostrar las dificultades que puede presentar el uso de las lenguas naturales
para la evaluación de la corrección argumental. Al tratarse de un curso para estudiantes
de Filosofía, no está de más ofrecer una panorámica histórica de las alternativas al uso de
las lenguas naturales que la humanidad ha ideado, para culminar en una caracterización
precisa de los lenguajes formales. Con esto queda conformada la primera parte del curso,
preliminar a la presentación de las lógicas que se estudiarán en las partes segunda y tercera.
Llegado este punto, en la segunda parte, el desarrollo de la lógica proposicional en
VIII

una forma estándar parece natural: se establece la sintaxis y la semántica. Atendiendo a la


imperiosa necesidad de tender puentes entre la lógica y otras disciplinas, especialmente
filosóficas, se dedica un capítulo a examinar algunas relaciones entre fórmulas de la lógica
proposicional y expresiones de la lengua española.
Inmediatamente se presenta uno de los conceptos centrales del curso: la consecuencia
semántica. Al presentarlo se tiene por primera vez la posibilidad de asegurar con rigor cien-
tífico que ciertas inferencias son correctas. Pero la reflexión sobre la relación de consecuencia
semántica no debería restringirse a su presentación formal y su aplicación en la evaluación
de algunos argumentos. Si se descuida este punto es muy posible que el alumno crea, con
buenas razones, que la lógica se limita al trabajo dentro de determinados sistemas formales.
Esta idea, errónea como es, debe ser corregida rápidamente si es que ha llegado a
surgir, porque esa concepción de la lógica como una actividad más o menos mecánica
de evaluación de argumentos o de investigación acerca de si unas fórmulas concretas se
encuentran en determinada relación con otras, además de desencaminada, es fuente de
severos malentendidos acerca del papel de esta ciencia en el quehacer filosófico. Por este
motivo, apenas resulta posible, se introducen reflexiones sobre los sistemas, bajo la forma
de teoremas sencillos como monotonía o deducción.
Seguidamente, se presenta el otro concepto central del curso, el de consecuencia sintáctica.
Para él valen las mismas consideraciones que se hicieron para la consecuencia semántica. Se
hace explícito que las relaciones entre consecuencia semántica y sintáctica deben aclararse,
ya que ambas nociones se han propuesto como correlato formal de la consecuencia lógica,
pero se posterga la cuestión para la cuarta parte.
La tercera parte del curso es estructuralmente igual a la segunda. Su objeto es la lógica
de primer orden. He optado por presentar un lenguaje sin términos funcionales, debido al
deseo de simplificar este primer acercamiento, y a que es sabido que no se pierde capacidad
expresiva por hacer esa elección.
La cuarta parte no pertenece propiamente a un primer curso de lógica para estudiantes
de filosofía. Está pensada especialmente para aquellos alumnos que deseen tener una somera
idea de los problemas que se tratan en un segundo curso de lógica, intentando que intuyan
que, por decirlo de algún modo, han aprendido apenas a trazar las letras y hay muchas
palabras por escribir. Aquí se demuestran los teoremas de corrección para la lógica de
primer orden, y de compacidad y completitud para la lógica proposicional. Idealmente, sería
bueno ofrecerlo en primer lugar a quienes no seguirán estudiando lógica, pero el mundo
real se aparta bastante del ideal en este aspecto.
Al final de cada capítulo (excepto el que sirve de introducción a la lógica de primer
orden y los de la cuarta parte) se encuentra una sección de ejercicios. Se ha evitado, en lo que
ha sido posible, saturar esas secciones con situaciones que se resuelven mecánicamente. Para
los alumnos, muchas de las propuestas son problemas, no ejercicios, y algunas presentan
cuestiones abiertas a amplias discusiones. Representan la vía más directa para que el alumno
integre, a través de su propia actividad, a la lógica en su cultura filosófica y no la aprehenda
como algo aislado. De ahí que considero de fundamental importancia trabajar sobre ellos o
sobre problemas similares. La lógica no puede aprenderse en forma pasiva, y la filosofía, si
es que se aprende, tampoco.
Al repasar lo expuesto se ve que los contenidos tratados se encuentran de acuerdo con
las recomendaciones del Committee on Logic Education de la Association of Symbolic Logic
IX

para un curso de este nivel, aunque este libro en particular no fue pensado a partir de ellas,
que se pueden leer en el importante documento Guidelines on Logic Education1 , sino que se
nutre por un lado de la tradición de la enseñanza de la lógica en la Facultad y por otro de
lecturas y reflexiones personales, además de intercambios de ideas con los compañeros del
Departamento de Lógica y Filosofía de la Lógica.
Vale la pena mencionar que tan pronto como se ha considerado que se tienen elementos
para ello, se ha intentado establecer puentes entre los contenidos lógicos del curso y
ciertos aspectos particulares que atañen a la filosofía, esperando mostrar al estudiante
que la lógica no es una disciplina aislada de sus otros posibles centros de interés. Estos
intentos aparecen bajo la forma de “excursos”, secciones autocontenidas dedicadas a temas
estrictamente filosóficos en los que la lógica se puede aprovechar en forma fructífera. Así, la
metafísica se hace presente al considerar la adecuación de la lógica intuicionista para las
filosofías antirrealistas y en la crítica que Russell hace a la lógica aristotélica; la filosofía del
lenguaje aparece al considerar los contextos indirectos fregeanos en conexión con las reglas
sustitucionales y en la teoría de las descripciones definidas de Russell, y la teología en un
análisis de la versión cartesiana del argumento ontológico.
El establecimiento de estas conexiones es prácticamente la única esperanza de que
alguien no particularmente interesado por la filosofía de la lógica o la matemática considere
la posibilidad de profundizar sus estudios de lógica, y no tenemos derecho a privarle de esa
tentación.
En el epílogo se ofrecen consideraciones bastante personales, que no tienen más valor
que el de ser las opiniones de alguien que ha pensado lo que dice, acerca del papel que
cumple la lógica en la filosofía, su uso correcto en la evaluación argumental, y su valor
formativo.
Todo el libro está escrito en una forma muy cercana a los modos orales de comunicación,
sin presuponer conocimientos previos e intentando motivar cada uno de los conceptos
introducidos. No requiere ninguna formación matemática previa, excepto elementos básicos
de teoría intuitiva de conjuntos, que la mayoría de los estudiantes conoce. No quiere decir
esto que carezca de rigor. Tiene el suficiente y quizá más que el necesario para un curso de
estas características, pero no se confunde aquí rigor con notación compacta y abtrusa, o con
explicaciones parcas o inexistentes.
A pesar de haber sido fuente de enorme placer, escribirlo también ha representado un
gran esfuerzo, que yo sentiría plenamente justificado si sirve para despertar el interés y la
admiración de un estudiante por este modo específico que la humanidad se ha dado de
examinar e inquirir el más humano de sus productos, el discurso racional.

Montevideo, junio de 2016.

1 Accesible en http://www.ucalgary.ca/aslcle/guidelines.
Índice general

I Lógica

1 ¿Lógica? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
1.1 Dos acertijos 3
1.2 Inferencias, proposiciones y argumentos 9
1.3 El problema de la calidad 13
1.4 Argumentos deductivos e inductivos 14
1.5 Lógica: primera aproximación 16
1.6 Una clase importante de argumentos válidos 17
1.7 ¿Qué es la lógica? 31
1.8 Ejercicios 32

2 Naturaleza, artificio y forma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39


2.1 Las lenguas naturales 40
2.2 Lenguas artificiales 42
2.3 Lenguajes formales 47
2.4 Lógica y lenguajes formales 56
2.5 Ejercicios 58

II Lógica proposicional

3 Sintaxis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
3.1 Alfabeto 65
3.2 Fórmulas 68
3.3 El bloqueo de la ambigüedad estructural 70
3.4 El teorema de lectura única 73
3.5 Árbol de formación de una fórmula 76
3.6 Ejercicios 78
XII ÍNDICE GENERAL

4 Semántica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
4.1 Verdadero, falso e interpretaciones 82
4.2 Tautologías, contradicciones y contingencias 84
4.3 Tablas de verdad 85
4.4 Asignaciones proposicionales e interpretaciones 88
4.5 Modelos y contramodelos 90
4.6 Vuelta a la biblioteca 93
4.7 ¿Decir lo mismo? Equivalencia 94
4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos 97
4.9 Ejercicios 104

5 Conectivos lógicos y lenguaje natural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107


5.1 El conectivo ¬ 108
5.2 El conectivo ∧ 111
5.3 El conectivo ∨ 112
5.4 El conectivo → 113
5.5 El conectivo ↔ 115
5.6 Ejercicios 117

6 Consecuencia semántica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121


6.1 La validez en el lenguaje formal 121
6.2 La relación de consecuencia semántica 124
6.3 Conjuntos insatisfacibles y contradicciones 124
6.4 Conjunto vacío y tautologías 125
6.5 Monotonía 125
6.6 El condicional asociado 127
6.7 El teorema de deducción (versión semántica) 130
6.8 El “absurdo” 131
6.9 Ejercicios 132

7 Consecuencia sintáctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137


7.1 Tras las huellas de los humanos 137
7.2 El sistema de deducción natural para LP 160
7.3 Consecuencia sintáctica 164
7.4 Heurística 167
7.5 Errores frecuentes al intentar hacer derivaciones 178
7.6 Propiedades de la relación de consecuencia sintáctica 182
7.7 Aparatos deductivos 185
ÍNDICE GENERAL XIII

7.8 Excurso filosófico: Lógica intuicionista 190


7.9 Ejercicios 199

III Lógica de primer orden

8 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205

9 Sintaxis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209
9.1 Alfabeto 209
9.2 Fórmulas 214
9.3 El teorema de lectura única 219
9.4 Árbol de formación de una fórmula 220
9.5 Lenguajes de Primer Orden 221
9.6 Ejercicios 223

10 Semántica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
10.1 Interpretaciones 225
10.2 Estructuras 228
10.3 Valores de verdad bajo una interpretación 230
10.4 Modelos, fórmulas válidas, tautologías 235
10.5 Conjuntos satisfacibles e insatisfacibles 239
10.6 Ejercicios 245

11 LPO y lenguaje natural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249


11.1 La elección de los predicados 249
11.2 La cuantificación 252
11.3 En la práctica 253
11.4 La igualdad 256
11.5 Excurso filosófico: Descripciones definidas según Russell 257
11.6 Excurso filosófico: Una versión del argumento ontológico 262
11.7 Ejercicios 268

12 Consecuencia semántica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271


12.1 Definición y primeros ejemplos 271
12.2 Propiedades de la consecuencia semántica en primer orden 274
12.3 La consecuencia semántica y la corrección argumental 276
12.4 Excurso filosófico: Lógica aristotélica y crítica de Russell 279
12.5 Ejercicios 290
XIV ÍNDICE GENERAL

13 Consecuencia sintáctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293


13.1 Las reglas de inferencia 293
13.2 El sistema de deducción natural para LPO 305
13.3 Consecuencia sintáctica 307
13.4 Heurística 307
13.5 Propiedades de la consecuencia sintáctica 317
13.6 Excurso filosófico: Contextos indirectos 317
13.7 Ejercicios 320

IV Metateoría
14 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325

15 Corrección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 327
15.1 La demostración 327
15.2 Consecuencias de la corrección 335

16 Compacidad y completitud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 337


16.1 Compacidad 338
16.2 Completitud de LP 343
16.3 En LPO 353

Epílogo: Lógica, ¿para qué? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 366

Índice alfabético . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371


I
Lógica

1 ¿Lógica?; . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
1.1 Dos acertijos
1.2 Inferencias, proposiciones y argumentos
1.3 El problema de la calidad
1.4 Argumentos deductivos e inductivos
1.5 Lógica: primera aproximación
1.6 Una clase importante de argumentos válidos
1.7 ¿Qué es la lógica?
1.8 Ejercicios

2 Naturaleza, artificio y forma; . . . . . . . . 39


2.1 Las lenguas naturales
2.2 Lenguas artificiales
2.3 Lenguajes formales
2.4 Lógica y lenguajes formales
2.5 Ejercicios
1 | ¿Lógica?

n esta primera parte intentaremos dar una respuesta a la pregunta “¿Qué es la

E lógica?”. Como el lector imaginará, no se trata de una pregunta que admita una
respuesta a la vez correcta, comprensible para quien la desconoce a priori y que se
pueda dar en pocas líneas. Así es que comenzaremos un recorrido tendiente a responderla,
en el cual revisaremos variados elementos necesarios para ello.
Por poco contacto que hayamos tenido con la ciencia de la lógica, sabemos que esta tiene
relación con el razonamiento. Vamos, por tanto, a comenzar nuestro recorrido resolviendo
algunos problemas y acertijos, con la esperanza de que esa actividad, que seguramente será
divertida, nos ayude a aproximarnos a una comprensión cabal de qué es la lógica.

1.1 Dos acertijos


Nurikabe
El nurikabe es un juego inventado en Japón en el año 1991, aparentemente por la
compañía Nikoli1 , en el que se parte de una grilla cuadrada en algunas de cuyas casillas
hay números, y el objetivo es determinar cuáles casillas son blancas y cuáles negras según
reglas dadas. La figura siguiente muestra la disposición inicial de un nurikabe de 5 por 5 y
su solución.

4 5 4 5

1 1
4 4

Antes de dar las reglas que nos permitirán determinar cuáles cuadrados deben quedar
negros y cuáles no, introduzcamos dos términos que nos serán útiles: diremos que las
casillas negras representan agua, mientras que las blancas representan islas.
Las reglas son:

1. Toda casilla debe quedar al final en negro (agua) o en blanco (o sea, formar parte de
una isla o ser ella misma una isla).
1 http://es.wikipedia.org/wiki/Nurikabe, consultada el 4 de agosto de 2013.
4 Capítulo 1. ¿Lógica?

2. Todas las casillas que representan agua deben quedar conectadas; es decir se debe
poder ir desde cualquier casilla con agua hasta cualquier otra también con agua sin
pasar jamás por una isla. La conexión se da a través de los lados. Si dos casillas con
agua comparten un vértice pero no un lado, ese contacto no cuenta como conexión.
3. No debe quedar ningún cuadrado de 2 por 2 formado solamente por casillas con agua.
4. Cada casilla numerada debe estar en una isla formada por tantas casillas como indica
su número. Las islas están formadas por casillas conectadas por un lado. Ninguna isla
debe tener más de una casilla numerada en su interior.

Observe que en la solución ofrecida se cumplen todas las condiciones impuestas por
las reglas. Examinemos ahora la resolución de un nurikabe. En las figuras hemos agregado
un sistema de coordenadas a la grilla (letras para las columnas, números para las filas),
de modo que podamos referir a cada casilla individualmente. La disposición inicial es la
siguiente:

5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e

Podemos resolver el problema de descubrir cuáles casillas tienen agua siguiendo este
razonamiento:
paso 1: Observe la casilla a2. Según la regla 4, esa casilla debe constituir por sí sola una
isla. Por lo tanto, debe estar completamente rodeada de agua. Por eso, se deduce que las
casillas a1, b2 y a3 tienen agua.

5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e

paso 2: Las casillas b5 y d5 separan casillas numeradas. Si no tuvieran agua, existirían


islas con más de una casilla numerada en ellas, violando la regla 4. Por lo tanto, en b5 y d5
hay agua.
1.1 Dos acertijos 5

5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e

paso 3: La regla 2 indica que todas las casillas que tienen agua deben estar conectadas.
Para que las casillas con agua a1, b5 y d5 no queden aisladas, es necesario que haya agua en
b1, b4 y d4.

5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e

paso 4: Por regla 4, en a4 no puede haber agua, para conformar la isla de a5. Entonces,
la única forma de que el agua de a3 no quede aislada es que haya agua en b3.

5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e

paso 5: Por regla 4, las casillas c4 y c5 deben conformar una isla, de manera que en c3
debe haber agua.

5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e

paso 6: Por regla 4, las casillas e5, e4 y e3 deben conformar una isla, de manera que en
d3 y e2 debe haber agua.
6 Capítulo 1. ¿Lógica?

5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e

paso 7: Por regla 4, la casilla c2 forma parte de una isla de 3 casillas, que solo pueden
ser c1, c2 y d2 o c2, d2 y d1. Y no hay más islas. En cualquiera de los dos casos, en la casilla
E1 hay agua, y por tanto, en e1 hay agua.

5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e

paso 8: Por regla 2, el agua de las casillas e1 y e2 debe quedar conectada con el resto
del agua que aparece en la grilla. La conexión puede hacerse o bien a través de e3, pero en
este caso la isla de e5 quedaría con dos casillas, no con tres; o bien a través de d1 y c1, pero
en este caso la isla de c2 quedaría con dos casillas, no con tres; o bien a través de d2. Esta
es la única posibilidad de no violar las reglas. Entonces, hay agua en d2 y con esto queda
resuelto el nurikabe propuesto.

5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e

Reflexionemos sobre lo que acabamos de hacer. Estamos absolutamente seguros de


que hemos resuelto el nurikabe. Además, repasando el razonamiento que hicimos para
conseguirlo, nos convencemos fácilmente de que hemos hallado la única solución de este. En
cada paso hemos estado “obligados” a optar como lo hicimos, de manera que no hay otra
solución.
Si se nos presenta la configuración inicial, y se nos dice que algunas casillas son blancas
y otras son negras, respetando las reglas, podemos estar seguros, absolutamente seguros, a
través del razonamiento hecho, de que si la configuración inicial es esa, y las reglas se cumplen,
entonces las casillas negras son a1, b1, b2, a3, b3, b4, b5, c3, d2, d3, d4, d5, e1, e2, y las restantes
son blancas.
1.1 Dos acertijos 7

Es imposible que si es verdad que en un nurikabe de 5 por 5 la configuración inicial es la


dada y las reglas se cumplen, la solución sea otra o no haya solución.
Examinemos ahora un conocido problema.

El oso
El problema del oso es muy famoso. Fue votado como uno de los diez acertijos más
conocidos en la lista de correo Snark, dedicada a los juegos de ingenio2 , y considero poco
probable que el lector no lo conozca. Sin embargo, será valioso analizarlo. El acertijo se
enuncia así:

Un oso camina 10 kilómetros hacia el sur, 10 hacia el este, y 10 hacia el norte,


volviendo al punto del que partió. ¿Cuál es el color del oso?

Es muy probable que si el lector conoce el acertijo, recuerde que en la versión por él conocida
aparecía un cazador. Pero aquí analizaremos el pelaje del animal que pasea tranquilamente,
sin que nadie lo moleste.
Parece que de los datos no podemos inferir nada sobre el color del oso. Después de todo,
saber que algo se movió así o asá no parece decir nada acerca de su color. Pero examinemos
el enunciado con más detenimiento. Tiene algo extraño: se nos dice que el oso comienza y
termina su recorrido en el mismo punto. Hagamos un diagrama, suponiendo que el oso
parte de A:

A D

10 km 10 km

B 10 km C

Obviamente, esto no puede ser. Aparentemente, el problema está mal planteado, ya que
el oso no empieza y termina su recorrido en el mismo punto, sino en un punto que dista 10
kilómetros de donde partió.
Pero en realidad, el problema es nuestro, ya que este diagrama representa el recorrido
del oso en un plano, y hace ya algún tiempo que la humanidad sabe que no vive en un
planeta con forma de plato. Por lo tanto, una representación más adecuada sería la siguiente:
2 Seguramente, la mejor lista de correo para compartir acertijos en español. Para inscribirse: http://mailman.

uba.ar/mailman/listinfo/snark.
8 Capítulo 1. ¿Lógica?

A D

B
C

W E

Ahora vemos que no es verdad, en general, que el oso termine a 10 kilómetros de donde
empezó. Y también es obvio dónde puede empezar su recorrido el oso para cumplir las
condiciones impuestas por el acertijo:

N
A=D

B
C

W E

Aparentemente, el oso partió del Polo Norte y volvió allí. Nunca estuvo a una distancia
mayor a 10 kilómetros del polo. ¿Es necesariamente esto así? Tal vez el lector no resuelva
problemas de geometría esférica todos los días, de modo que adelantamos la respuesta: no, el
oso también puede moverse en las inmediaciones del Polo Sur. Considere lo siguiente: existe
un paralelo en el hemisferio sur cuya circunferencia mide exactamente 10 kilómetros. El oso
puede haberse encontrado 10 kilómetros al norte de ese paralelo al comenzar su recorrido. Al
caminar 10 kilómetros al sur, llega a ese paralelo, luego lo recorre completamente caminando
siempre hacia el este, con lo que vuelve al punto en que llegó a ese paralelo caminando
10 kilómetros, y al moverse al norte 10 kilómetros vuelve al punto de partida. La figura
siguiente muestra una posible trayectoria del oso (en una escala exagerada):
1.2 Inferencias, proposiciones y argumentos 9

E W

Y no hay más lugares donde pueda estar el oso para cumplir con el enunciado del
acertijo. Entonces, ni siquiera sabemos dónde está el oso. Sin embargo, en la Antártida (que
es donde se mueve el oso si está en el hemisferio sur) no hay osos. Por lo tanto, el oso se
mueve en las inmediaciones del Polo Norte. Así que, ¿de qué color es el oso? La respuesta
parece obvia: si está en las inmediaciones del Polo Norte, debe ser un oso polar, y por lo
tanto, blanco.
Es verdad que se considera que esa es la respuesta correcta al acertijo, y en cierto sentido,
lo es. Pero, ¿realmente el oso tiene que ser blanco?
En realidad, si pensamos bien, el problema es totalmente equivalente, en cuanto a lo
relevante, a “Hay un oso en el Polo Norte o muy cerca del Polo Sur. ¿Cuál es su color?”.
Nadie discutirá que es sumamente razonable responder que es blanco. Pero evidentemente,
no es absolutamente seguro que el oso sea blanco, aun si está en el Polo Norte. Podría ser
un oso grolar, un híbrido raro de oso polar y oso pardo, que tiene características de sus dos
padres y su pelaje a veces no es blanco. Podría ser un oso pardo, perdido por allí. Podría
ser de cualquier color, en realidad. Por improbable que parezca, podría ser un oso polar
al que alguien haya pintado de rojo. Esto sin contar con que el enunciado del problema
es compatible con que el oso esté en el hemisferio sur, en cuyo caso no tendríamos razón
alguna para afirmar que es de un color u otro. Por supuesto, es muy poco razonable decir algo
como que el oso es rojo. Pero es posible que el oso no sea blanco, por más que haya caminado
10 kilómetros al sur, luego 10 kilómetros al este, luego 10 kilómetros al norte y haya vuelto
a su punto de partida.

1.2 Inferencias, proposiciones y argumentos


Revisemos lo que hemos hecho con el nurikabe y el problema del oso. En ambos casos
hemos partido de una información dada (la disposición inicial y las reglas del nurikabe en
un caso; que el animal cuyo color debíamos hallar era un oso y el recorrido que hizo en
otro), y hemos arribado a una conclusión.
¿Y qué es una conclusión? ¿Por qué algo es una conclusión? Parece claro que la conclusión
es lo que afirmamos luego de examinar cuidadosamente la información proporcionada.
Ese examen fue necesario porque hay una determinada relación entre la conclusión y la
10 Capítulo 1. ¿Lógica?

información que nos dieron, una relación que no es fácil de precisar, pero que podemos
presentar, en una primera aproximación así: en caso de que la información proporcionada sea
correcta, la conclusión es muy plausible.
Vamos a llamar inferir a la actividad de extraer una conclusión de una información dada.
La inferencia correspondiente será la información dada junto con su conclusión, siempre que
distingamos la conclusión de la información dada.
Es esta una definición muy amplia. Supongamos que estoy en mi casa, ya acostado, y
siento hambre. Me levanto sin encender la luz y me dirijo a la cocina. Antes de llegar, siento
un ruido de arrastre junto con un agudísimo dolor en el dedo meñique del pie derecho.
Infiero que me llevé por delante un mueble. En este caso, buena parte de la información
relevante para extraer la conclusión está presentada en una forma dolorosamente sensorial,
no lingüística. Por otro lado, si al otro día le cuento a un amigo “Anoche estaba ya acostado
y me vino hambre. Me levanto sin prender la luz, doy un par de pasos y ¡pah! sentí que me
arrancaban el dedo chiquito del pie derecho . . . ”, y mi amigo me interrumpe diciendo “¡Ja!
Te llevaste un mueble por delante.”, él ha concluido lo mismo que yo, pero lo ha hecho desde
información presentada en forma lingüística, mediante un lenguaje, en este caso, el español.
Como veremos en breve, vamos a interesarnos exclusivamente por las inferencias en las que
la conclusión surge o se extrae a partir de fragmentos lingüísticos, es decir, de expresiones
de algún lenguaje, y llamaremos argumentos a estas inferencias. Desde este punto de vista,
un argumento quedará determinado por un conjunto de expresiones lingüísticas: las que
contienen la información dada, y la que contiene la conclusión.
Nos interesa volver a presentar la inferencia del nurikabe bajo esta luz. Para hacerlo,
definamos algunos términos. Por “nurikabe de 5 por 5” entendemos una grilla cuadrada de
5 casillas de lado, en la cual algunas casillas contienen números. En un nurikabe 5 por 5
etiquetamos las columnas como a, b, c, d y e (en ese orden) y las columnas como 1, 2, 3, 4 y
5 (en ese orden). Por “casilla xy” significamos la casilla que se encuentra en la columna x y
en la fila y. Dos casillas diferentes se llamarán contiguas si comparten un lado, y diremos
que dos casillas α y ω están conectadas por negras (blancas) si hay una sucesión de casillas
negras (blancas) tal que cada casilla –excepto la primera– es contigua a la anterior, todas
las casillas de la sucesión son negras (blancas) y la primera casilla de la sucesión es α y la
última es ω.
Podemos mostrar así la inferencia colocando la conclusión bajo una línea horizontal
sobre la cual se encuentran las expresiones que contienen la información dada:
inferencia del nurikabe
En un nurikabe de 5 por 5, en la casilla a2 hay un 1; en las casillas a5 y c5 hay un 2;
en la casilla e5 hay un 3 y ninguna casilla, además de estas, contiene un número. Toda
casilla del nurikabe es blanca o negra (y no ambas cosas). Todas las casillas negras están
conectadas por negras y no hay cuatro casillas negras que ocupen la intersección de dos
filas consecutivas con dos columnas consecutivas. Si una casilla contiene el número n
es blanca y existen exactamente n − 1 casillas blancas que no tienen número y están
conectadas con ella. Además, todas las casillas blancas que no contienen un número
están conectadas por blancas con exactamente una casilla que sí contiene un número.

Las casillas a2, a4, a5, c1, c2, c4, c5, d1, e3, e4, e5 son blancas; las restantes son negras.
1.2 Inferencias, proposiciones y argumentos 11

Y podemos hacer lo mismo para la inferencia del oso:

inferencia del oso


Un oso caminó 10 kilómetros al sur de su punto de partida, giró al este y caminó
10 kilómetros, giró al norte, caminó 10 kilómetros y volvió a su punto de partida.

El oso es blanco.

Ahora veremos qué características tienen las expresiones lingüísticas que nos proporcio-
nan la información necesaria para hacer inferencias y las que sirven como conclusiones.
Hay una clase de expresiones que tienen la característica de que podemos decir de ellas
que son verdaderas o falsas. La clasificación de las expresiones según los cánones de la
gramática española no nos ayudará demasiado a identificarlas. Por lo tanto, apelaremos a
nuestra condición de hablantes competentes de la lengua para identificarlas.
Podemos hacer una lista en dos columnas, y reconocer inmediatamente que de las
expresiones de la izquierda podemos decir que son verdaderas o falsas, mientras que de las
expresiones de la derecha no podemos decir lo mismo.

con valor de verdad sin valor de verdad


Está lloviendo. ¿Está lloviendo?
Salió el sol. Ojalá salga el sol.
Partes el pan. Por favor, parte el pan.
Me duele. ¡Ay!

Los ejemplos podrían multiplicarse indefinidamente, pero no es necesario. La idea está


suficientemente clara. Diremos que esas expresiones de las que podemos decir que son
verdaderas o falsas expresan proposiciones.
Es conveniente que nos detengamos un poco en este punto. Advierta que no decimos
que la expresión es la proposición, sino que expresa la proposición. Determinar qué es una
proposición es un problema filosófico de importante calado, del que se ocupa la filosofía de
la lógica. Sin profundizar en el problema, daremos la principal motivación para no identificar
la proposición con la expresión lingüística que la expresa. Esta es que vamos a querer decir
que las expresiones lingüísticas “Llueve”, “Está lloviendo”, “It’s raining”, expresan todas la
misma proposición, aunque obviamente, como expresiones lingüísticas no son la misma. Es
adecuado pensar que una proposición es aquello que puede ser verdadero o falso en una
expresión lingüística de la que decimos que puede ser verdadera o falsa. La proposición
sería el portador de la verdad o la falsedad. Por supuesto, todo esto puede parecer una
sutileza inútil. En todo caso, el problema existe y no se conoce una solución que obtenga
amplios consensos. Algunos filósofos piensan que las proposiciones son hechos, otros que
son objetos abstractos, otros que son entidades mentales, otros se decantan por la opinión
de que son clases de expresiones lingüísticas. Afortunadamente, para hacer lógica no es
necesario saber qué es una proposición más allá de lo dicho: una proposición es aquello que
puede ser verdadero o falso, y en forma derivada, decimos que una expresión lingüística es verdadera
o falsa cuando lo es la proposición que esta expresa. Por eso, terminamos la discusión acerca de
12 Capítulo 1. ¿Lógica?

la naturaleza de las proposiciones en este mismo punto y continuamos con nuestro camino,
no sin antes indicar al lector interesado que puede encontrar una somera discusión sobre el
problema con referencias para profundizar en [Gra90].
¿Y por qué nos dedicamos a hablar de proposiciones? Estamos interesados en las
proposiciones porque vamos a acotar nuestro análisis a inferencias en las que la información
aportada, así como la conclusión están dadas a través de expresiones lingüísticas que
expresan proposiciones, o sea, a argumentos. Es más, consideraremos que lo esencial en los
argumentos no son las expresiones lingüísticas, sino las proposiciones que expresan. Que
esto es razonable queda claro considerando los dos argumentos siguientes:

Argumento 1 Argumento 2
Está lloviendo. Llueve.
Debo salir a la calle. Tengo que salir a la calle.
No tengo el paraguas aquí. Estoy sin mi paraguas.
Me mojaré. Me voy a mojar.

Hay un sentido en el que nos gustaría decir que ambos argumentos son el mismo. Este
sentido se podría expresar groseramente diciendo que se concluye lo mismo en ambos
a partir de la misma información. Y si aceptamos que los argumentos son conjuntos de
proposiciones con una destacada como conclusión, y que las proposiciones correspondientes
son las mismas, aunque sus expresiones lingüísticas son diferentes, parece indiscutible que
también debemos identificar ambos argumentos.
De ahora en adelante, las expresiones lingüísticas nos interesarán fundamentalmente en
tanto expresan proposiciones, y más aun, cometiendo un abuso de lenguaje, hablaremos de
las expresiones como si fueran proposiciones. Diremos, por ejemplo,
La proposición “Salió el sol”
queriendo significar la proposición expresada por la oración “Salió el sol”.
Continuando con este proceso de acercamiento gradual a nuestro objeto, reformulemos
lo que es un argumento a la luz de lo que hemos dicho sobre proposiciones:
un argumento es un par formado por
1. un conjunto de proposiciones llamadas premisas.
2. una proposición llamada conclusión.

De acuerdo con esto, el esquema general de un argumento será:

Premisa 1
Premisa 2
..
.
Premisa n
Conclusión

Es importante recordar que tanto las premisas como la conclusión son proposiciones.
Por supuesto, los argumentos se expresan lingüísticamente, y así podemos referirnos a un
1.3 El problema de la calidad 13

determinado texto como un argumento. Pero es el mismo caso que el de las proposiciones,
es decir, el argumento, desde nuestro punto de vista, no es el texto que lo expresa sino el
par formado por el conjunto de proposiciones que el texto expresa y se llaman premisas, y
la proposición, también expresada por el texto, que llamamos conclusión.
Nos centraremos en los argumentos, ya que como veremos, de ellos es que se ocupa la
lógica.

1.3 El problema de la calidad


Cuando resolvimos los acertijos del nurikabe y del oso construimos sendos argumentos.
Consideramos las proposiciones que aparecían en el enunciado del acertijo, las tomamos
como premisas y obtuvimos una conclusión. Pero, por supuesto, nos costó cierto trabajo
hacerlo. ¿Para qué nos tomamos ese trabajo? La respuesta es que nos tomamos ese trabajo
para asegurar la calidad del argumento. Veamos qué significa esto, a través de algunos
ejemplos de argumentos de los cuales intentaremos decir algo sobre su calidad.

Todo el dinero que tengo son tres monedas.


Las monedas que existen son de 1, de 2, de 5 y de 10 pesos.
Tengo 35 pesos.

No hay dudas de que este argumento es muy malo, y no vacilamos en decir eso porque
en caso de que las premisas sean verdaderas, es decir, si la información aportada por
las premisas es correcta, entonces la conclusión debe ser falsa. Consideremos este otro
argumento:

Todo el dinero que tengo son tres monedas.


Las monedas que existen son de 1, de 2, de 5 y de 10 pesos.
Tengo 30 pesos.

Este segundo argumento no parece ser tan malo como el anterior, pero sin embargo,
parece bastante malo. La información que las premisas aportan no es incompatible con la
ofrecida por la conclusión, como en el caso anterior. Sin embargo, la verdad de las premisas
no hace plausible la conclusión. Más bien, parece poco razonable afirmar la conclusión
en base a la información aportada por las premisas. Esto es así porque la única forma en
que la conclusión sea verdadera dada la información aportada por las premisas es que
tenga tres monedas iguales de 10 pesos cada una, y la información que las premisas dan es
compatible con muchos escenarios en los que eso no se cumple. Nos parece una conclusión
extremadamente poco segura, muy arriesgada. Veamos el siguiente argumento:

Todo el dinero que tengo son tres monedas.


Las monedas que existen son de 1, de 2, de 5 y de 10 pesos.
Tengo menos que 13 pesos.

Este argumento no parece tan malo como el último. Por supuesto, es una inferencia
arriesgada, ya que la información aportada con las premisas es compatible con que tenga 13,
14 Capítulo 1. ¿Lógica?

14, 16, 17, 20, 21, 22, 25, o 30 pesos, y en cualquiera de esos casos la conclusión sería falsa.
Pero también es compatible con varios casos –no solo con uno, aquí radica la diferencia con
la inferencia anterior– en los que la conclusión sería verdadera. Como sea, la conclusión no
parece firmemente apoyada por las premisas, aunque el apoyo que recibe es mayor que en
la inferencia anterior. Veamos otra inferencia aun:

Todo el dinero que tengo son tres monedas.


Las monedas que existen son de 1, de 2, de 5 y de 10 pesos.
Tengo más que 3 pesos.

Este argumento parece bastante bueno. La información aportada por las premisas parece
apoyar en un grado muy alto la conclusión. En caso que las premisas sean verdaderas, la
conclusión lo será excepto solo en un caso: cuando las tres monedas que tengo sean de 1
peso cada una. Es una conclusión arriesgada, pero “sentimos” que el riesgo que asume es
pequeño. Y consideremos un último argumento con las mismas premisas:

Todo el dinero que tengo son tres monedas.


Las monedas que existen son de 1, de 2, de 5 y de 10 pesos.
No tengo exactamente 10 pesos.

Veamos cómo se articulan las premisas y la conclusión en este caso. Si tenemos tres
monedas, cada una de las cuales es de 1, de 2 , de 5 o de 10 pesos. ¿Cómo podría ser falsa la
conclusión? Un rápido análisis de las posibilidades nos convence de que es imposible que la
conclusión sea falsa si las premisas son verdaderas.
Eso indica que la calidad de este argumento es excelente, inmejorable. No arriesga nada,
la verdad de la conclusión está asegurada si está asegurada la de las premisas. En la próxima sección,
distinguiremos los argumentos que tienen esta característica de los demás.

1.4 Argumentos deductivos e inductivos


Acabamos de ver que no todos los argumentos son igualmente “buenos”. Hay algunos
en los que la verdad de las premisas no asegura la verdad de la conclusión, y entre estos hay
“grados de bondad”, es decir, el grado de apoyo que las premisas prestan a la conclusión
puede ser variable. Estos son muy importantes, y se encuentran en la base de las afirmaciones
que, con un alto grado de certeza, hacen las ciencias naturales. Por ejemplo, cuando se
predice que en el interior de un tubo de vacío, una moneda y una pluma de ave, dejadas caer
desde la misma altura, llegarán al fondo al mismo tiempo, se está haciendo una inferencia
que podríamos representar así:

Las numerosas veces que se han dejado caer dos cuerpos en el interior de un
tubo de vacío desde la misma altura han llegado al fondo al mismo tiempo.
Esta pluma y esta moneda serán dejadas caer desde la misma altura
en el interior de un tubo de vacío.
Esta pluma y esta moneda llegarán al fondo al mismo tiempo.
1.4 Argumentos deductivos e inductivos 15

Es este un argumento fortísimo, dado que muchísimas veces se ha repetido la experiencia


(si la experiencia solo se hubiera hecho una vez, la inferencia no sería tan buena). No es
razonable esperar que la pluma y la moneda no lleguen al mismo tiempo al fondo. Sin
embargo, es claro que no es imposible que ese extrañísimo resultado se dé. Si bien las
premisas apoyan la conclusión en un grado alto, no la apoyan totalmente.
Y no solo la ciencia depende de inferencias de este tipo, sino también muchísimas
decisiones que tomamos en la vida cotidiana: cuando salgo de Facultad y voy a la parada de
siempre a esperar el ómnibus para volver a mi casa, lo hago basado en una inferencia que
tiene como premisa que el 188 ha parado muchas veces allí en un horario determinado, y
concluye que dirigiéndome a esa parada podré tomar un ómnibus que me lleve a casa. Por
supuesto, también se trata de una inferencia muy segura, pero no totalmente segura. Podría
pasar, por ejemplo, que se decida cambiar el recorrido del 188 o que se suprima la línea.
Por otro lado, hay argumentos de los que no cabe decir que son más o menos seguros,
o muy seguros, sino que son absolutamente seguros. La verdad de sus premisas asegura
totalmente la de su conclusión. Es imposible que sean a la vez las premisas verdaderas y
la conclusión falsa. Un ejemplo venerable es el que aparece en la memoria de tanta gente,
asociado con alguna lección de lógica en la enseñanza secundaria:

Todos los hombres son mortales.


Sócrates es hombre.
Sócrates es mortal.

Observemos que la calidad de un argumento no tiene relación con la verdad o falsedad de


las premisas y la conclusión consideradas aisladamente, sino meramente con la consideración
de si la verdad de las premisas impone verdad a la conclusión. Por ejemplo:

Todos los perros tienen plumas.


Sócrates es perro.
Sócrates tiene plumas.

Este argumento es excelente, en el siguiente sentido: tiene la misma virtud que el anterior,
de que la verdad de las premisas hace imposible la falsedad de la conclusión. Frente a este
argumento, si alguien quiere afirmar que la conclusión es falsa, solo tiene el camino de decir
que alguna de las premisas lo es, ya que, necesariamente, si las premisas fuesen verdaderas,
la conclusión también lo sería. Eso no sucede con el argumento de la pluma y la moneda.
Alguien puede a la vez aceptar que hasta el momento los cuerpos lanzados desde la misma
altura han llegado al fondo al mismo tiempo, pero negar que eso sucederá la próxima vez
que se lancen. No es una postura que parezca razonable, pero en principio, es posible que las
premisas sean verdaderas y la conclusión falsa en ese caso.
Vamos a introducir una distinción que a esta altura debe parecer muy natural y reviste
una fundamental importancia. Diremos que un argumento es válido si es imposible que su
conclusión sea falsa siendo verdaderas sus premisas. Otra forma de decir lo mismo es la
siguiente: un argumento es válido si es necesario que su conclusión sea verdadera si sus
premisas lo son.
La validez es, en cierto sentido, un grado máximo de virtud de un argumento: las
premisas dan apoyo total a la conclusión. Y como dado un argumento, sus premisas ofrecen
16 Capítulo 1. ¿Lógica?

apoyo total a su conclusión o no lo hacen, es una característica que los argumentos tienen o
no tienen, no hay grados en ello. No hay argumentos más válidos que otros, solamente hay
argumentos válidos y argumentos inválidos.
Un argumento que, además de ser válido, tiene premisas verdaderas, se llama sólido. Por
supuesto, los argumentos sólidos tienen conclusiones verdaderas.
Las inferencias o argumentos que no son válidos tienen diversos grados de bondad.
En este libro nos ocuparemos solamente de la cuestión planteada por la división de los
argumentos en válidos e inválidos. Básicamente, estaremos interesados en la determinación
de la validez de los argumentos. Cuando un argumento es válido, se lo llama deductivo.
Caso contrario, lo llamaremos inductivo o no deductivo3 . No está de más repetir que esta
cuestión no tiene nada que ver con la verdad de las premisas y la conclusión consideradas
aisladamente, sino con la cuestión de si la conclusión puede ser falsa siendo verdaderas
las premisas. Si la respuesta es “No”, el argumento es válido. Si es “Sí”, se trata de un
argumento inductivo.
El concepto introducido es tan importante que bien vale resaltarlo:

un argumento es válido si es imposible que sus premisas sean verdaderas y su


conclusión falsa, o dicho de otro modo, si es necesario que su conclusión sea
verdadera si sus premisas lo son.

A veces esto mismo se expresa diciendo que en los argumentos válidos hay trasmisión
necesaria de la verdad de las premisas a la conclusión, pero creemos que esta forma de hablar
no es afortunada. Las premisas pueden perfectamente ser falsas, como hemos remarcado
varias veces. Incluso pueden ser tales que en ningún caso pudieran ser verdaderas. Por
supuesto, un argumento con premisas así será válido, porque es imposible que sus premisas
sean verdaderas y su conclusión falsa, ya que es imposible que sus premisas sean verdaderas.

1.5 Lógica: primera aproximación


La lógica es una ciencia, y en esta sección intentaremos aproximarnos a su objeto. Las
ciencias pueden ser consideradas desde diversos puntos de vista, de los cuales dos muy
prominentes son el que las presenta como conjuntos de teorías, un corpus organizado de
conocimientos, y el que las presenta como una actividad humana inserta en la historia.
Desde el punto de vista histórico, hay cierto consenso acerca de que la lógica como ciencia
tiene sus orígenes en la obra de Aristóteles, quien dedicó una serie de tratados pioneros
a su estudio. En estos tratados, Aristóteles intentaba demarcar los “buenos” argumentos
de los “malos”, con independencia de la verdad o falsedad de sus premisas. Por supuesto,
no es que Aristóteles no se interesara en la verdad de las proposiciones, sino que buscaba
las condiciones bajo las que se podía confiar en el resultado de una inferencia, supuesta
la verdad de las premisas. No interesan ahora los detalles de la lógica aristotélica, que fue
sumamente influyente a través de la historia, al punto de que pudo considerarse superada
recién en el siglo XIX, es decir, unos 2500 años después de los tiempos de Aristóteles. Sin
3 Estaclasificación de los argumentos no recoge consenso universal, en el sentido de que no todos los filósofos
están de acuerdo en clasificar como inductivos a todos los argumentos no válidos. Es decir, hay clasificaciones
que encuentran divisiones más finas que la que hemos planteado entre los argumentos no válidos. En estas
clasificaciones, los inductivos son solo una clase de argumentos inválidos.
1.6 Una clase importante de argumentos válidos 17

embargo, este primer impulso es el que ha alentado fundamentalmente a la lógica desde


siempre. Podemos decir que la lógica es una ciencia que se ocupa de los argumentos,
centrándose en las formas de apoyo de las premisas a la conclusión.
Tradicionalmente, la lógica se ha ocupado de distinguir los argumentos válidos de
los inválidos y del estudio de los argumentos válidos -aunque en el propio Aristóteles se
encuentran rudimentos de una lógica que se ocupa de argumentos inválidos-. Una lógica
que se ocupara de los argumentos inductivos debería ser capaz de determinar la fuerza o
bondad relativa de estos, los diversos grados -no absolutos- en que la verdad de las premisas
apoya la de la conclusión y este proyecto, que ha tenido un enorme impulso desde el siglo
XX, es mucho más discutido que el de la lógica tradicional. Especialmente a partir de un
famoso argumento de Hume, que pretende establecer que una inferencia inductiva nunca da
razones para creer en su conclusión4 hay muchos filósofos que dudan incluso de la posibilidad
de una lógica inductiva. A pesar de esto, es de destacar que actualmente se hacen ingentes
esfuerzos en el sentido de desarrollar lógicas inductivas. Estos esfuerzos caen por completo
fuera del interés de este libro, y además el lector debe estar advertido de que cuando se
habla de “lógica” a secas, normalmente se está refiriendo a la lógica que se ocupa de la
clasificación de argumentos en válidos e inválidos y al estudio de los primeros. Cuando
se desea hablar de lógica entendiendo que se intenta la clasificación y calificación de los
argumentos inválidos, se suele decir “lógica inductiva”.
A esta altura del desarrollo, debe estar claro que la lógica de la que nos ocuparemos -de
ahora en más, simplemente “la lógica”- clasificaría la inferencia del nurikabe como válida,
la del oso como inválida y podría arrojar luz sobre algunas cuestiones que aun no sabemos
cuáles son concernientes a la primera. Análogamente, clasificaría como inválidas todas las
inferencias de las tres monedas menos la última, a la que clasificaría como válida. Podría,
además, aclarar algunos aspectos de esta inferencia.
Nuestra caracterización de la lógica, como ciencia que se ocupa de la discriminación de
argumentos válidos e inválidos, y del estudio de los argumentos válidos, está lejos de ser
completa. Veamos algunos aspectos necesarios para seguir comprendiendo qué es la lógica.

1.6 Una clase importante de argumentos válidos


Examinemos ahora algunos argumentos válidos, con el propósito de identificar alguna
característica común que tienen muchos de ellos, y diferenciarlos de otros, también válidos.
Para ello, volveremos nuestra atención a una familia de acertijos, inspirados en la obra del
eminente lógico, mago y escritor Raymond Smullyan, cuya lectura recomiendo con especial
énfasis (el lector hallará referencias en la bibliografía).

La biblioteca
Si el lector ha disfrutado de la estupenda novela El nombre de la rosa, de Umberto Eco,
recordará que en ella el protagonista, Guillermo de Baskerville, debe resolver varios enigmas
en un ambiente dominado por la presencia de una maravillosa biblioteca. Allí hay una rígida
4 Elargumento, uno de los más brillantes de la historia de la filosofía (reconocer la brillantez de un
argumento no significa compartir su conclusión), fue dado por Hume en varias de sus obras, pero se encuentra
en forma compacta y clarísima en Compendio del Tratado de la naturaleza humana, disponible online en http:
//iesplayasanjuan.edu.gva.es/filosofia2bach/selectividad/humecompnh.pdf
18 Capítulo 1. ¿Lógica?

clasificación de las obras, con una sección dedicada a las heréticas, en las que la falsedad
campea y cuya libre circulación se considera muy peligrosa. Para acceder a ellas hay que
solicitar un permiso que rara vez se otorga.
Ficción por ficción, imaginemos que tenemos la suerte de llegar a una biblioteca medieval,
dedicada solamente a guardar las obras de dos famosos escritores, Veratius y Mendacius.
Ambos escribieron sobre temas muy arcanos, desconocidos en su totalidad por casi toda
la humanidad. Es común abrir uno de esos códices y encontrar frases como “El día que
murió Julio César un gladiador llamado Rufus encontró dos sestercios en la Vía Apia”,
o “Dios prefiere las biblias en códice a las biblias en rollo”. En general, casi todo lo que
escribieron está más allá de nuestras posibilidades de verificación. Pero sin embargo, la
posesión de esas obras es muy valiosa, porque todo lo que escribió Veratius es verdadero y todo
lo que escribió Mendacius es falso. Por eso, es muy importante, al leer uno de esos libros, saber
quién fue su autor. Sea el que fuere, la lectura nos dará conocimiento –si es que hacemos la
atribución de autoría correcta–. En esta biblioteca, los códices, manuscritos originales, están
dispuestos en estantes, y no tienen una marca de autoría que sea confiable en principio. En
general, en el primer folio dicen algunas cosas (escritas por el autor) que pueden permitir
hacer la atribución. Nuestro problema es clasificar los libros por autor en cada estante,
tarea que se ve dificultada porque ambos autores eran maestros calígrafos y –quizá por ser
hermanos gemelos– las maravillosas letras unciales que gustaban trazar son indistinguibles.
Recordemos que en esta biblioteca todo libro es de autoría de Veratius o de Mendacius, y
que todo lo que dicen las obras del primero es verdadero, mientras que todo lo que dicen las
del segundo es falso. Llamaremos “reglas de la biblioteca” a estas condiciones.

En los problemas que siguen, la solución se encuentra inmediatamente bajo el


planteo. Quizá el lector quiera resolverlos por sí mismo antes de leer la solu-
ción. Sería bueno que al menos lo intentara, para comparar sus razonamientos
con los que ofrecemos. Estos razonamientos servirán de material de reflexión
en más de una ocasión en el curso.

Un primer problema
En un estante hay tres códices. El título de uno es “Argos”, el de otro “Belerofonte” y
el del último “Casiopea”. Tomamos Argos y lo abrimos, con intención de leer el primer
folio. Para nuestra decepción, ha sido atacado por la humedad y parece haberse perdido
una parte clave de la información que podríamos obtener. Solo llegamos a leer

Argos
Este libro fue escrito por $ius
En buena parte de donde figuraba un nombre encontramos algo ilegible. Abrimos
Belerofonte, el que por suerte está mucho mejor conservado. Su primer folio dice

Belerofonte
En el primer folio de Argos su autor
afirmo que fue escrito por Mendacius

Finalmente, miramos el primer folio de Casiopea:


1.6 Una clase importante de argumentos válidos 19

Casiopea
Belerofonte es un libro lleno de mentiras

Nos interesa especialmente saber quién es el autor de Casiopea, ya que hace mucho
tiempo queremos investigar sobre su tema, que es métodos de maquillaje de las nereidas.
¿Cómo podemos resolver este problema, si ninguno de los libros dice algo que sea
patentemente falso, como por ejemplo, “Dos más dos es igual a cinco” –en cuyo caso
sabríamos que el autor es Mendacius–, o patentemente verdadero, como “Esto es un ejemplo
de escritura” –en cuyo caso sabríamos que el autor es Veratius?
La clave está en imaginar qué es lo que podría haber originalmente en el folio que
encontramos corrompido. Supongamos el autor de Argos fuese Veratius. Si así fuese, no
podría escribir en su libro que el autor era Mendacius, porque estaría escribiendo algo falso.
Ahora supongamos que el autor de Argos fuese Mendacius. ¡Tampoco podría escribir que el
autor era él mismo, ya que Mendacius solo escribe cosas falsas! Y no hay otra posibilidad,
ya que en la biblioteca todos los libros son o bien de Veratius o bien de Mendacius. O sea,
en todos los casos posibles, el primer folio de Argos no podía decir que fue escrito por
Mendacius. Hemos deducido que ese folio no afirmaba que el libro era de Mendacius, aunque
la información dada en el problema no lo dice explícitamente. Es importante notar que
sabemos que en el primer folio de Argos no decía que era de Mendacius, pero no sabemos
si lo es o no. Sin embargo, esto nos permite resolver el problema de averiguar el autor de
Casiopea: en Belerofonte se dice que el primer folio de Argos afirmaba que había sido escrito
por Mendacius. Esto tiene que ser falso, es necesario que Belerofonte sea un libro lleno de
mentiras. Y eso es exactamente lo que afirma Casiopea, de modo que este está diciendo una
verdad, y por lo tanto su autor es Veratius.
Ahora que hemos entendido cómo funcionan las cosas en esa biblioteca tan extraña,
consideremos algunas situaciones particulares, de las cuales encontraremos unas sumamente
sencillas y otras no tanto. En cada caso, luego de resolverlas, haremos alguna reflexión sobre
lo que nos ha permitido hacer la inferencia conducente a la solución.

Todo lo contrario
En un estante se encuentran dos libros muy, muy viejos. Ambos han perdido su primer
folio, ni siquiera sabemos sus títulos, de modo que los llamaremos 1 y 2. A continuación se
muestra la primera oración de cada uno de ellos.

1
Dios existe

2
Dios no existe

¿Qué podemos inferir acerca de estos libros?


Quizá haya entre los lectores algunos teístas, quienes pensarán que el primero fue escrito
por Veratius. Tal vez haya algunos ateos, según los cuales el autor del primero es Mendacius.
Es posible que haya agnósticos, quienes no sabrán qué decir acerca de quién es el autor
20 Capítulo 1. ¿Lógica?

de cada uno de ellos5 . Pero, por más que la creencia acerca de la existencia de Dios pueda
dividir las opiniones, hay algo que está más allá de toda disputa: uno de los libros fue escrito
por Mendacius, y el otro por Veratius.
Stricto sensu, esto es todo lo que podemos inferir a partir de los datos dados con absoluta
seguridad. Es claro que la conclusión de que uno es de Veratius y el otro de Mendacius
surge de que uno niega lo que el otro afirma. La proposición expresada por el segundo es la
negación de la expresada por el primero, y recíprocamente. En un par así, necesariamente una
de las proposiciones es verdadera y la otra falsa. Además, la palabra “no” en la construcción del
enunciado es la que nos indica que se está expresando la negación de la proposición anterior.
De modo que si el primer libro dice la verdad, el segundo miente, y recíprocamente. Por lo
tanto, uno de ellos es de Veratius y el otro de Mendacius. El problema de resolver cuál de
ellos es el de Veratius, queda para los libros de teología.

Los dos mentimos


En otro estante encontramos dos libros, titulados “Dragones” y “Esfinge”. Esfinge está
tan deteriorado que solo es legible la parte superior de cada uno de sus folios, por lo que
apenas si sabemos su título.
Pensamos que la única posibilidad que existe de descubrir quién es su autor –excluyendo
la de encontrar en él una expresión que podamos clasificar como verdadera o como falsa, lo
que no suele suceder en las obras de autores como estos, que se dedican a temas abtrusos–
es que otro libro se refiera a Esfinge. Ya hemos visto que, al igual que en la realidad, en esta
ficción sucede que unos libros hablan de otros, de modo que al abrir Dragones encontramos
que su primer folio (que está rasgado, pero perfectamente legible) tiene estas palabras:

Dragones
Dragones es obra de Mendacius
y
Esfinge es obra de Mendacius
Clasificar estos libros es fácil. Se comprende inmediatamente que Dragones no puede
haber sido escrito por Veratius, porque en ese caso tendríamos a este autor escribiendo
algo falso, al atribuir la autoría del libro que escribe a Mendacius. Ahora que sabemos que
Dragones fue escrito por Mendacius, podemos determinar la autoría de Esfinge. Si Esfinge
también fuese una obra de Mendacius, resultaría que este habría escrito una verdad en el
primer folio de Dragones. Pero eso es imposible, de modo que Esfinge tiene que ser obra
de Veratius. Por lo tanto, la respuesta es que el autor de Dragones es Mendacius, y el de
Esfinge es Veratius.
Esta inferencia se basó en el hecho fundamental –y previamente conocido por nosotros,
como hablantes competentes del español– de que la proposición expresada en Dragones se
construyó a partir de las proposiciones más simples “Dragones es obra de Mendacius” y
“Esfinge es obra de Mendacius” conectadas con un “y”, y en esas condiciones, la proposición
constituida sería verdadera si y solo si lo fueran ambas constituyentes. Es algo que nos puede
parecer trivial, pero sin apelar a eso, hubiera sido imposible resolver el problema.
5 Y quizá haya algún lector de talante positivista, que adhiera al criterio empírico del significado y opine que

en realidad, lo enunciado son pseudoproposiciones y por tanto, carecen de valor de verdad. A un tal lector le
sugiero que sustituya los enunciados dados por “Hay vida en otros planetas” y “No hay vida en otros planetas”.
1.6 Una clase importante de argumentos válidos 21

Acá hay un mentiroso


En otro estante encontramos otros dos libros, uno con el título de “Fe” y el otro titulado
“Gracia”. Miramos el primer pliego de Fe, donde se lee:

Fe
Fe es obra de Mendacius
o
Gracia es obra de Mendacius

Como ya tenemos cierta práctica en esto de inferir la autoría de cada libro, decidimos no
abrir Gracia e intentar deducirla solo a partir de los datos que obtuvimos con Fe. Otra vez
la solución es fácil: supongamos que Fe fuese obra de Mendacius. En ese caso, Mendacius
habría escrito una verdad, ya que lo escrito significa que al menos uno de los dos libros
es de su autoría. Pero no puede ser que Mendacius escriba una verdad y por lo tanto, el
autor de Fe debe ser Veratius. Ahora bien, si Gracia también fuese obra de Veratius, este
habría mentido en el primer pliego de Fe, ya que hubiera escrito algo que implica que al
menos uno de los dos libros es de Mendacius, pero ninguno de los dos lo sería. Por tanto,
Gracia tiene que haber sido escrito por Mendacius. La solución es entonces que Fe es obra
de Veratius y Gracia es de Mendacius.
En esta ocasión, lo que resultó fundamental para encontrar la solución fue el reconoci-
miento de que la proposición expresada en Fe se componía por “Fe es obra de Mendacius”
y “Gracia es obra de Mendacius”, conectadas por un “o”, y de que en esas condiciones, la
proposición constituida sería falsa si y solo si lo fueran ambas constituyentes6 .

Si yo soy, él también
Y por fin encontramos un problema bastante más delicado. En una vitrina había dos
libros, con los hermosos títulos “Hades” e “Infierno”, ambos con fuertes cierres metálicos.
Luego de maniobrar un poco con ellos, encontramos que el primer pliego de Hades reza:

Hades
Si
Hades es obra de Ueratius
entonces
Infierno es obra de Ueratius

Con estos datos podemos inferir la autoría de ambos libros. ¿Cómo? (Se sugiere al lector
pensar cuidadosamente este problema antes de leer la solución; y cuando vaya a leerla,
hacerlo también con cuidado).
Comenzaremos contando una breve anécdota. Cuando yo era pequeño, la ley no prohibía
a los padres dar palmadas a los hijos. Según me contaron, antes de que cumpliera los dos
años, una vez estaba con mis padres caminando por la calle, y bajé de la vereda a la calzada.
Mi padre me levantó, me puso sobre la vereda y me dijo: “Si volvés a bajar a la calle, te
daré una palmada”. Caminamos un poco más, yo volví a bajar a la calle. . . Inmediatamente
6 Así hemos entendido el “o” en este caso. A veces se usa el “o” para significar que lo expresado será verdadero si y solo

si uno y solo uno de los constituyentes es verdadero. Hablaremos de eso más adelante.
22 Capítulo 1. ¿Lógica?

averigüé que mi padre había dicho la verdad. O sea, me dio una palmada. Es obvio también
que si yo hubiera bajado a la calle y mi padre no me hubiera dado la palmada, habría
mentido. ¿Cuál es la moraleja? Bueno, hay varias, pero aquí no nos interesa ni la de que a
veces las palmadas vienen bien, ni la de que los niños deben obedecer a los padres, sino
otra: al bajar a la calle estaba poniendo a prueba la veracidad de lo dicho por mi padre en
una forma en que no podía quedar sin respuesta. Si daba la palmada, había dicho la verdad;
si no la daba, había mentido, lo que podemos resumir en

Bajas a la calle Te daré una palmada Si bajas a la calle, te daré una palmada
Verdadero Verdadero Verdadero
Verdadero Falso Falso

Después consideraremos la posibilidad de que yo hubiera nacido con una predisposición


genética a la obediencia y no hubiera vuelto a bajar a la calle, pero lo dicho por ahora basta
para generar una estrategia que podría resolver el problema de la biblioteca que tenemos
entre manos. La estrategia es la siguiente: así como podríamos saber si mi padre había
dicho la verdad al aseverar que si bajaba a la calle, entonces me daría una palmada imponiendo
la condición de que se cumpliera lo que queda entre el “si” y el “entonces” (en ese caso,
bajando a la calle), podríamos intentar averiguar si bajo la condición de que Hades sea
obra de Veratius, se cumple que Infierno también lo es. Si logramos deducir que bajo esa
condición Infierno es obra de Veratius, podremos afirmar que lo que dice el primer pliego
de Hades es verdadero. Si logramos deducir que bajo esa condición Infierno no es obra
de Veratius, podremos afirmar que lo que dice el primer pliego de Hades es falso. Esto es
análogo a bajar la calle para ver si se da la palmada o no. Con una diferencia: si bajamos
a la calle, nos dan o no nos dan la palmada, es inevitable que averigüemos si la amenaza
era verdadera. Pero si suponemos que el autor de Hades es Veratius, puede pasar que no
logremos deducir que Veratius es también autor de Infierno ni que no lo es. En ese caso,
nuestro intento, aunque bien encaminado, se habría perdido en el vacío. De todas formas,
intentémoslo:
Supongamos que Hades fue escrito por Veratius. Bajo esa suposición, lo que dice su
primer pliego es verdadero. Dice algo equivalente a “Si Hades es obra de Veratius, Infierno
también lo es". Entonces, tenemos que bajo la suposición de que Hades es obra de Veratius
se dan estas dos cosas:

(1) Hades es obra de Veratius. (Obviamente, esta es la propia suposición).


(2) Si Hades es obra de Veratius, Infierno también lo es. (Esto lo acabamos de inferir de
que sería algo escrito por Veratius, y por tanto, verdadero).

Ahora bien, como bajo la suposición de que Hades fue escrito por Veratius se cumplen
(1) y (2), también, bajo esa misma suposición, debe cumplirse:

Infierno fue escrito por Veratius. (Porque así entendemos que se comporta la expre-
sión “si . . . entonces. . . ” de (2) junto con (1)).

Entonces, recapitulemos: Hemos demostrado que bajo la suposición de que Hades fue
escrito por Veratius, Infierno fue escrito por Veratius. Pero esto es lo que entendemos por si
1.6 Una clase importante de argumentos válidos 23

Hades fue escrito por Veratius, entonces Infierno fue escrito por Veratius. Hemos demostrado que
lo que está destacado en la oración anterior es verdadero, de manera que el primer pliego de
Hades dice una verdad. Por lo tanto, Hades fue escrito por Veratius. Y como lo escrito es que
si Hades fue escrito por Veratius, entonces Infierno también lo fue, y efectivamente Hades
fue escrito por Veratius, se sigue que Infierno también es obra de Veratius. La solución, por
tanto, es que ambos libros fueron escritos por Veratius.
Quizá el lector no esté del todo convencido. Habíamos advertido que era este un proble-
ma complicado. Continuemos pensando en él, para despejar algunos aspectos importantes.
Habrá observado que intenté establecer una analogía entre mi traumática experiencia
infantil y la estrategia seguida en la solución del problema. Parece que es correcto decir
que una vez que bajé a la calle, era inevitable saber si lo que mi padre me había dicho era
verdadero o no. Si me daba la palmada, era verdadero, si no me la daba, era falso. También
podemos conceder que no era necesario que yo bajara a la calle para saberlo. Bastaría que
tuviéramos la capacidad de saber una de estas dos cosas:

(3) Bajo la condición de que yo bajara a la calle, mi padre me daría la palmada.


(4) Bajo la condición de que yo bajara a la calle, mi padre no me daría la palmada.

Si sabíamos (3), lo dicho por mi padre hubiera sido verdadero, y si sabíamos (4), lo dicho
por mi padre hubiera sido falso. Ahora bien, es bastante difícil que alguien supiera (3) o (4)
si yo no bajaba a la calle. En el caso del problema pasa algo análogo, y afortunadamente
podemos saber que
(5) Bajo la condición de que Hades sea obra de Veratius, Infierno también lo es.
Podemos saberlo porque la estructura del problema nos permite hacer una deducción
que culmina en (5). Es verdad que esto nos da motivos para afirmar que lo expresado en el
primer pliego de Hades es verdadero. Pero, podría decir alquien, ¿qué pasa si suponemos
que el autor de Hades es Mendacius? ¿Acaso se concluye algo que nos obligue a rechazar
que su autor es Mendacius? ¿Por qué no podemos decir que el autor de Hades es Mendacius,
que por lo tanto lo que dice el primer pliego es falso y dejar indeterminada la autoría de
Infierno o inclusive atribuírsela a Veratius o Mendacius, uno de los dos, a placer?
Una respuesta terminante sería que no podemos suponer que el autor de Hades es
Mendacius, porque ya hemos demostrado que lo que dice el primer pliego de ese libro es
verdad: si el autor de Hades es Veratius, entonces el autor de Infierno es Veratius. Eso nos obliga a
aceptar que Hades fue escrito por Veratius. Pero aun así, resta un sentimiento de extrañeza,
porque no se ve cómo culminaría nuestro razonamiento si supusiéramos que Hades fue
escrito por Mendacius. Intentaremos aclarar eso ahora.
Si nuestro análisis del problema es correcto, Mendacius nunca podría escribir una
proposición de la forma Si el autor de este libro es Veratius, entonces X, donde X es cualquier
proposición, porque si encontramos una proposición así escrita en un libro, razonamos en
forma totalmente análoga a la anteriormente expuesta, y concluimos que el el libro fue
escrito por Veratius y X es verdadera.
Entonces, alguien podría pensar así:

El hecho de que Mendacius nunca pueda escribir Si el autor de este libro es Veratius,
entonces X indica que esa proposición, suponiendo que la escribiera Mendacius,
24 Capítulo 1. ¿Lógica?

sería siempre verdadera, sin importar lo que sea X. En ese caso, lo que tenemos
es una proposición en la que lo que está entre el si y el entonces es falso, y la
proposición resulta ser verdadera, sin importar si X es verdadera o falsa. ¿Será
que todas las proposiciones del tipo Si A, entonces B, donde A es una proposición
falsa son verdaderas? Eso obligaría a aceptar que expresiones tan extrañas como
Si el sol es un planeta, entonces la Tierra es un planeta, o Si el sol es un planeta, entonces
la tierra es una estrella o aun Si los chanchos vuelan, los burros estudian filosofía, son
verdaderas. Aquí hay algo muy raro.

Efectivamente, aquí hay algo raro. Para considerarlo adecuadamente retrocedamos un


poco y veamos cómo resolvimos los problemas anteriores. En ellos, sabíamos bajo qué
condiciones es verdadera y bajo qué condiciones es falsa una proposición constituida por
dos proposiciones conectadas por un “y” o por un “o”. Ahora se trata de saber bajo qué
condiciones es verdadera y bajo qué condiciones es falsa una proposición que se construye
de la siguiente manera: empezamos con la palabra “Si”, continuamos con una proposición
p, a la que llamaremos el antecedente, colocamos la palabra “entonces” y terminamos con
una proposición q a la que llamaremos el consecuente.
Estamos entonces analizando una proposición de la forma

Si p, entonces q.

Por lo que habíamos considerado, los casos en que el antecedente es verdadero no


presentan problema. La proposición analizada es verdadera si tanto el antecedente como
el consecuente son verdaderos, y es falsa si el antecedente es verdadero y el consecuente
es falso. Pero el cuestionamiento hecho sobre el problema, al preguntar “¿Y qué pasa si
Hades fue escrito por Mendacius?” apunta a que no está claro si la proposición analizada es
verdadera o falsa en los casos en que el antecedente es falso. Y es un cuestionamiento muy
inteligente, que ha hecho correr ríos de tinta. Vamos a dar aquí un algunos de argumentos
tendientes a convencer al lector de que, cuando el antecedente es falso, la proposición
analizada debe considerarse verdadera. Después agregaremos algunos comentarios.
El primer argumento es el siguiente: consideremos la proposición

Si llueve y truena, entonces llueve.

Por supuesto que estamos dispuestos a afirmar que esta proposición es verdadera, y no
necesitamos para ello saber el estado meteorológico. Veámoslo en general: supongamos que
el antecedente es una proposición construida conectando dos proposiciones con un “y”, y el
consecuente es una de esas mismas proposiciones. Si llamamos a esas dos proposiciones r y
s, la proposición que estamos analizando será de una de las dos formas:

(6) Si r y s, entonces r.
(7) Si r y s, entonces s.

La clave de este asunto es que parece obligado admitir que proposiciones de ese tipo
tienen que ser siempre verdaderas, sin importar si r es verdadera o falsa y si s es verdadera
o falsa. Supongamos entonces que r fuese verdadera y s falsa. En ese caso, tendríamos que
el antecedente de (6) es falso, y su consecuente verdadero; pero hemos acordado que (6) es
1.6 Una clase importante de argumentos válidos 25

verdadera. Por otro lado, tenemos que el antecedente de (7) es falso y su consecuente falso,
pero hemos acordado que (7) es verdadera. De aquí, si aceptamos que todas las proposiciones
con la forma Si p, entonces q dependen, para ser verdaderas o falsas, únicamente de si p y q
lo son, debemos aceptar que todas las proposiciones de esa forma con antecedente falso son
verdaderas.
Consideremos otro argumento: supongamos que se da lo siguiente, que no es una
proposición

Si A es el padre de B, entonces A nació antes que B.

Esto no es una proposición, ya que A y B no son nombres, sino que están para indicar
que los podemos sustituir por nombres. “A es el padre de B” no tiene valor de verdad. Pero
si se sustituyen A y B por nombres de personas, se obtendrá una proposición. Y estamos
muy inclinados a decir que sin importar por cuáles nombres de personas sustituyamos A y B en
el esquema de oración destacado, obtendremos una proposición verdadera.
Bien, sustituyamos A por “Sócrates” y B por “Wittgenstein”. Obtenemos una proposición
del tipo analizado, con antecedente falso y consecuente verdadero. Pero habíamos acordado
que la proposición obtenida sería verdadera. Si sustituimos A por “Sócrates” y B por “Tales”,
obtenemos una proposición con antecedente y consecuente falsos, pero habíamos acordado
que sería verdadera. Del mismo modo que en el argumento anterior, bajo la suposición de
que todas las proposiciones con la forma de la analizada son verdaderas o falsas solo según
si su antecedente y consecuente, debemos aceptar que todas las proposiciones con de esa
forma con antecedente falso son verdaderas.
Un último argumento: supongamos que aceptamos

1. Las proposiciones de la forma Si p entonces q solo dependen, para ser verdaderas o


falsas, de cómo son p como q en cuanto a verdad o falsedad, y dependen de la verdad
o falsedad de ambas, no de una sola de ellas.
2. Cuando p es verdadera, Si p entonces q es verdadera si q lo es y es falsa si q lo es.
3. En algunos casos, la proposición Si p entonces q es verdadera a la vez que la proposición
Si q entonces p es falsa.

Las tres condiciones que acabamos de listar parecen aceptables. Tal vez no sea evidente,
pero si las aceptamos estamos obligados a aceptar que las expresiones de la forma Si p,
entonces q, en las que p es falsa, son verdaderas. Veámoslo:
Si no aceptamos que esas expresiones serán verdaderas cuando p es falso, solo tenemos
tres posibilidades, que consideraremos de a una.
Supongamos que aceptamos que la proposición Si p, entonces q será falsa si p es falsa y q
verdadera, y será verdadera si tanto p como q son falsas. Nos quedaría este esquema:

p q Si p entonces q
verdadera verdadera verdadera
verdadera falsa falsa
falsa verdadera falsa
falsa falsa verdadera
26 Capítulo 1. ¿Lógica?

Pero esto viola la condición 3, como el lector sabrá apreciar. Dadas p y q cualesquiera,
se le atribuye la misma calidad de verdadero o falso tanto a Si p, entonces q como a Si q,
entonces p.
Otra posibilidad sería aceptar el esquema siguiente:

p q Si p entonces q
verdadera verdadera verdadera
verdadera falsa falsa
falsa verdadera falsa
falsa falsa falsa

Pero nuevamente se viola la condición 3. De modo que sin aceptar que el antecedente
falso haga que el compuesto sea verdadero solo nos queda probar este esquema:

p q Si p entonces q
verdadera verdadera verdadera
verdadera falsa falsa
falsa verdadera verdadera
falsa falsa falsa

Esta posibilidad no viola la condición 3, pero sí la condición 1, porque el valor de verdad


de p no importa en este caso, y resultaría que para evaluar la verdad o falsedad de Si p
entonces q solo habría que atender al consecuente, y en realidad, no sería distinto, desde el
punto de vista de lo verdadero o lo falso, afirmar el compuesto que solo afirmar el segundo
componente.
Es esta una interpretación de la expresión “Si . . . entonces . . . ”, que se llama interpre-
tación del condicional material. Hay otras interpretaciones, e históricamente este tipo de
expresiones han provocado muchas controversias7 . Pero nadie ha podido dar una interpre-
tación generalmente más adecuada -al menos para nuestros propósitos, que incluyen por lo
menos abarcar los razonamientos comunes en las ciencias deductivas- que la que acabamos
de ofrecer. Más adelante estudiaremos las precauciones que debemos adoptar al trabajar
con el condicional material. Desde un punto de vista más general y profundo, no es este el
lugar para discutir el problema, que básicamente se reduce a que las expresiones de ese tipo
cumplen múltiples funciones en el español, y remitimos al lector interesado en introducirse
al problema a [Sai90], donde se analiza extensamente la adecuación de la interpretación del
condicional material sobre expresiones del tipo “Si . . . entonces . . . ” (en inglés, la mayor
parte del análisis es pertinente para el español).
Volviendo al problema, entendemos que si Mendacius escribiera “Si esta obra es de
Veratius, entonces Infierno también lo es”, estaría expresando una proposición del tipo
examinado con antecedente falso (ya que el antecedente afirma que el autor es Veratius,
cuando en realidad es Mendacius), y acabamos de ver que estas proposiciones son verdade-
ras, de modo que no la podría escribir. En general, Mendacius jamás podría escribir una
7 Estas controversias son milenarias. En [Mat61] se puede leer acerca de las diferentes interpretaciones que

expresiones de este tipo recibieron en la escuela estoica.


1.6 Una clase importante de argumentos válidos 27

proposición del tipo “Si esta obra es de Veratius, entonces X”, ya que sin importar cuál
proposición sea X, estaría escribiendo una verdad. También vemos que si yo no hubiera
bajado a la calle, mi padre hubiera dicho la verdad, me diera la palmada o no.

Todos o ninguno
Y finalmente llegamos a un estante con dos libros, cuyos títulos son “Koiné” y “Lenguas”.
En el primer pliego de Koiné se leía

Koine
Koine es obra de Ueratius
si y solo si
Lenguas es obra de Ueratius

Pensando un poco, podemos darnos cuenta de que lo que esta oración expresa es que
tanto Koiné como Lenguas fueron escritos por el mismo autor. Separemos el enunciado en
dos partes:

Koiné es obra de Veratius si Lenguas lo es.

O sea, según lo que dice, si Lenguas es obra de Veratius, Koiné también lo es. No puede ser
que Lenguas sea obra de Veratius y Koiné de Mendacius.

Koiné es obra de Veratius solo si Lenguas lo es.

Esta expresión, “solo si” está diciendo que la única circunstancia bajo la que Koiné es obra
de Veratius es la de que Lenguas lo sea. En otras palabras, no puede ser que Koiné sea obra
de Veratius y Lenguas de Mendacius. Quedan excluidos los dos casos en los que los libros
son de autores distintos. Por lo tanto, la proposición escrita en el primer pliego de Koiné
equivale a la que afirma que ambos libros son del mismo autor.
Supongamos entonces que Koiné fue escrito por Veratius. Como el enunciado escrito
es verdadero, Lenguas también fue escrito por Veratius. Supongamos ahora que Koiné
fue escrito por Mendacius. En este caso el enunciado es falso, y por lo tanto, Lenguas no
puede haber sido escrito por él, sino que debe haber sido escrito por Veratius. Entonces, no
podemos saber quién escribió Koiné, pero en todos los casos posibles Lenguas fue escrito
por Veratius, y eso es lo que deducimos.

Nigra sum, sed formosa: la forma


Después de esta maratón de acertijos que hemos resuelto, conviene recuperar el aliento
reflexionando sobre lo que acabamos de hacer. ¿Qué hicimos al resolverlos? ¿Y por qué
pudimos hacerlo? La respuesta a la primera pregunta debería ser obvia a esta altura: al
resolverlos hicimos inferencias, planteamos argumentos. Además, podemos advertir que
estos argumentos fueron deductivos8 .
La respuesta a la segunda pregunta es bastante más compleja, y eso porque no está
muy precisamente formulada. En realidad, lo que se pretende al plantearla es llamar la
atención sobre un aspecto prominente en esos argumentos que llevaron a la solución de
8 Queda para el lector dar una explicación de por qué esos argumentos son deductivos.
28 Capítulo 1. ¿Lógica?

los problemas de la biblioteca. Ese aspecto se puede expresar así: las inferencias se basaron
fundamentalmente en nuestro entendimiento de la función de ciertas palabras en expresiones
complejas9 . Y estas palabras son muy particulares, porque si bien es casi imposible encontrar
un texto largo que no contenga alguna de ellas, si le preguntamos a alguien qué significan,
es muy probable que lo pongamos en un aprieto. Las palabras y expresiones a las que me
refiero son –considerando el acertijo en el que tienen un papel fundamental– no (Todo lo
contrario), y (Los dos mentimos), o (Acá hay un mentiroso), si . . . entonces . . . (Si yo soy, él
también) y . . . si y solo si . . . (Todos o ninguno). Como tal vez se haya quedado pensando en
el significado de una palabra “no”, consultemos el diccionario. Por supuesto, el lector bien
sabe que la palabrita “no” es salvajemente polisémica, de modo que nos quedaremos con la
primera acepción según el Diccionario de la Real Academia:

no.
(Del lat. non).
1. adv. neg. U. para negar, principalmente respondiendo a una pregunta.

Esa “U.” quiere decir “usado”. El diccionario nos dice para qué se usa. Es una palabra
que se usa para negar. Y esto es algo que ya sabíamos, pero sucede que muchas veces es
bueno reflexionar sobre las cosas que ya sabemos. Se usa para negar, y claramente, cualquier
proposición se puede negar. La negación de una proposición es otra proposición. Y además,
si una proposición es verdadera, su negación es falsa, y si una proposición es falsa, su
negación es verdadera. Esta reflexión nos indica algo obvio: si una proposición es verdadera,
la negación de su negación también lo será. De ese modo, este argumento es válido:
Los perros son mamíferos.
No es verdad que los perros no son mamíferos.10
Es válido porque es imposible que la premisa sea verdadera y la conclusión sea falsa,
ya que esta es la negación de la negación de aquella. Por supuesto, este otro argumento
también es válido:
La Tierra es plana
No es verdad que la Tierra no es plana.
Estamos viendo que hay toda una familia de argumentos válidos: aquellos que constan
de una premisa, y tienen como conclusión la negación de la negación de la premisa. Es
fácil considerar que este es un paso trivial, pero en realidad, es imposible sobrestimar su
importancia. Porque al darlo, nos estamos independizando del contenido concreto de las
proposiciones, y aseguramos que cualquier inferencia que tenga una determinada forma será
válida. Esa forma identificada es, siendo p cualquier proposición:

p
negación de la negación de p
9 Es
importante remarcar que lo fundamental no son esas palabras en sí, sino la función que ellas cumplen
contribuyendo a las condiciones de verdad de los enunciados en que se encuentran.
10 Observe las contorsiones lingüísticas necesarias para que la negación de la negación de “Los perros son

mamíferos” quede expresada en una forma estilísticamente aceptable.


1.6 Una clase importante de argumentos válidos 29

A partir de aquí, nos resulta natural requerir un modo cómodo y compacto de indicar la
negación de una proposición a la que se está designando con p. Los lógicos han adoptado
varios, y en este libro lo haremos anteponiendo el símbolo ¬ a la letra p. Así, podemos decir,
por ejemplo, que todos los argumentos de la forma

p
¬¬p
son válidos. Hemos trabajado partiendo de la palabra “no”, pero podemos hacerlo igual-
mente con las expresiones restantes sobre las que llamábamos la atención al principio. Cada
una de ellas determina, en los contextos que hemos analizado, aspectos formales que tienen
un impacto absolutamente central en la evaluación de algunos argumentos.
El problema llamado “Los dos mentimos” gira alrededor de la palabra “y”. Allí fun-
ciona conectando dos proposiciones, y basamos nuestra inferencia en el hecho de que la
proposición obtenida al conectar las dos anteriores por medio del “y” es verdadera si las
dos que se conectan lo son y falsa en otro caso. Llamemos “conjunción” a esa conexión
y simbolicemos la conjunción de dos proposiciones designadas con p y q como p ∧ q. El
lector podrá convencerse fácilmente de que todos los argumentos que tengan las siguientes
formas son válidos:
forma 1 forma 2 forma 3 forma 4 forma 5
p ¬¬p
q p∧q p∧q q ¬p
p∧q p q p∧q ¬(p ∧ q)
Por ejemplo, un argumento de la forma 4 es válido porque siempre que ¬¬p y q sean
verdaderas, serán ¬p falsa y q verdadera, o sea que tanto p como q serán verdaderas, y
en ese caso, p ∧ q es verdadera. Observe que al intentar expresar de esta manera la última
inferencia presentada, recurrimos a los paréntesis. Una reflexión ligera le mostrará qué
hubiera ocurrido en caso de no colocarlos. Trataremos el punto más adelante.
En el problema llamado “Acá hay un mentiroso” razonamos sobre lo que imponía la
palabra “o” en ese contexto. Al igual que “y”, sirve para conectar dos proposiciones. Allí
entendimos que la proposición que se obtenía sería verdadera si una de las conectadas lo
era: es decir, que solo sería falsa si las dos conectadas eran falsas. Es este un sentido inclusivo.
Por supuesto, en español a veces se usa la palabra “o” en un sentido exclusivo, significando
que lo afirmado es verdadero solo cuando exactamente una de las proposiciones conectadas
es verdadera. Un ejemplo claro de esto es cuando un padre le dice a un hijo, “Te compro
la tableta o te doy dinero para que viajes con tus amigos.” Quizá el padre tiene dinero
suficiente para hacer las dos cosas, pero está implícito que no hará las dos. Aclarado esto,
consignemos que si llamamos disyunción a la conexión hecha por el “o” inclusivo y la
simbolizamos mediante ∨, todos los argumentos con las formas siguientes serán válidos,
como el lector sabrá reconocer:
forma 1 forma 2 forma 3 forma 4 forma 5
¬p ¬p
p q p∧q p∨q ¬q
p∨q p∨q p∨q q ¬(p ∨ q)
30 Capítulo 1. ¿Lógica?

Por ejemplo, una inferencia de la forma 4 será válida, porque es imposible que q sea
falsa siendo ¬p y p ∨ q verdaderas: si q fuera falsa, al ser ¬p verdadera, sería también falsa
p. Así, p ∨ q sería falsa.
El problema llamado “Si yo soy, él también” fue el más trabajoso, y por mucho. En
él examinamos lo que sucedía con la proposición que se obtenía conectando otras dos
por medio de la expresión “si . . . entonces . . . ”. Afirmamos que, al menos en ese contexto,
entenderíamos que la proposición formada solo sería falsa en un caso: cuando la proposición
que llamábamos antecedente fuese verdadera y la que llamábamos consecuente fuese falsa.
Si llamamos “condicional” a esa conexión que se establece, y simbolizamos como p → q
a la proposición de antecedente p y consecuente q, todos los argumentos con las formas
siguientes serán válidos:
forma 1 forma 2 forma 3 forma 4 forma 5
p ¬q
p→q q ¬p ¬(p ∨ q) p→q
q p→q p→q p→q ¬p
Por ejemplo, todo argumento con la forma 5 será válido, ya que si ¬q y p → q son
verdaderas, tenemos, por un lado, que q es falsa y por otro que no se da a la vez que p sea
verdadera y q falsa. Entonces tiene que ser p falsa, y por lo tanto, ¬p verdadera.
Y el último acertijo ambientado en la biblioteca que consideramos, el titulado “Todos
o ninguno” fue resuelto una vez que establecimos que la expresión “. . . si y solo si . . . ”
conecta dos proposiciones de modo que la proposición formada es verdadera si las dos
proposiciones conectadas son verdaderas o si las dos son falsas; y es falsa si entre las dos
proposiciones conectadas una es verdadera y la otra falsa. Llamamos bicondicional a esa
conexión. Simbolizándola mediante ↔, podemos ver que todos los argumentos de las formas
siguientes son válidos:
forma 1 forma 2 forma 3 forma 4 forma 5
p ¬p p p↔q ¬p
q ¬q ¬q q p∨q
p↔q p↔q ¬(p ↔ q) p ¬(p ↔ q)
Podríamos examinar la forma 5 considerando nuevamente el comportamiento de la dis-
yunción, pero preferimos hacerlo de la siguiente manera: Observe la forma que numeramos
4 al ejemplificar la disyunción. Tiene el mismo esquema de premisas que esta, y conclusión
q. Entonces, sabemos que si las premisas son verdaderas, q tiene que ser verdadera. Pero
además, si las premisas son verdaderas, obviamente ¬p es verdadera, de modo que p es
falsa. De modo que, al ser q verdadera y p falsa, es p ↔ q falsa, y por lo tanto, ¬(p ↔ q)
verdadera.
A esta altura, debería ser evidente que gracias a la identificación de la forma, tenemos
la posibilidad de afirmar que algunas inferencias son válidas, de darles “certificado de
calidad”, por decirlo de algún modo. Por ejemplo, podemos decir que el argumento
Miguel se levantará temprano hoy si y solo si entra a trabajar temprano hoy.
Miguel entra a trabajar temprano hoy.
Miguel se levantará temprano hoy.
1.7 ¿Qué es la lógica? 31

es válido porque tiene la forma que se muestra bajo el número 4 en los ejemplos vistos sobre
el bicondicional.
Por supuesto, son infinitas las formas debido a las cuales un argumento puede ser válido.
Hemos visto solo una pequeña colección de ellas. Lo fundamental de este apartado es que
hay argumentos o inferencias que son válidos en virtud de su forma.

1.7 ¿Qué es la lógica?


Acabamos de ver que hay inferencias o argumentos que son válidos en virtud de su
forma. Una pregunta sumamente interesante es si todos los argumentos válidos lo son en
virtud de su forma. Una ligera reflexión parece indicar que no es ese el caso. Considere el
siguiente:

Miguel tenía un perro llamado Sócrates.


Miguel tenía un animal llamado Sócrates.

Sin dudas, se trata de un argumento válido. No es posible que Miguel no tuviese un


animal llamado Sócrates bajo la condición de que tenía un perro llamado Sócrates, porque
los perros son animales. Pero el argumento es válido no gracias a su forma, sino a esa
relación que se da entre la clase de los perros y la de los animales. Un ejemplo clásico en la
literatura de argumento válido pero no en virtud de la forma es:

Miguel es soltero.
Miguel no está casado.

¿En qué se distingue la forma de ese argumento de la del siguiente?

Miguel es bajo.
Miguel no está acostado.

Si bien, por razones que veremos más adelante, se debe ser muy cauto al dictaminar que
un argumento válido no lo es en virtud de su forma, podemos advertir que hay argumentos
válidos cuya validez no relacionamos con su forma. La distinción es importantísima, porque
apunta a un rasgo central de la lógica, que destacaremos ahora, para terminar de caracterizar
a esa ciencia, al menos en forma preliminar.

lógica es la ciencia que, a través de la consideración de la forma los argumentos,


discierne entre válidos e inválidos y estudia las condiciones bajo las cuales, en
virtud de su forma, un argumento es válido.

Hemos hablado de “forma” de una manera muy laxa. Precisar la noción de forma será
nuestra próxima tarea, antes de ingresar al estudio de la Lógica.
32 Capítulo 1. ¿Lógica?

1.8 Ejercicios
1. Resuelva el siguiente nurikabe. Explicite el razonamiento hecho para resolverlo.

7 2 1 2
6
5 4 2 1
4 2
3 3
2 1
1 1
a b c d e f g

2. La vida del lógico y matemático Augustus De Morgan transcurrió en el siglo XIX. Se


sabe que tuvo la siguiente particularidad: uno de sus cumpleaños fue en el año que era
el cuadrado de la edad que estaba cumpliendo. ¿En qué año nació? ¿El razonamiento
que resuelve este problema impone que necesariamente la respuesta sea la dada? ¿La
respuesta se obtiene por una inferencia deductiva o inductiva?

3. De una secuencia se sabe que sus primeros términos son los que se muestran, y que
todos sus términos son letras. ¿Cuál es el primer término que no se muestra?

A, B, A, C, D, A, E, F, G, . . .

Explicite la inferencia por la que dio la respuesta. ¿Es deductiva o inductiva?

4. En los ejercicios 2 y 3 usted respondió si las inferencias hechas para resolver los
problemas planteados son deductivas o inductivas. ¿Realizó inferencias para saber si
las inferencias que le permitieron resolver los problemas son deductivas o inductivas?
En caso afirmativo, ¿estas segundas inferencias fueron deductivas o inductivas? ¿Debe
hacer alguna inferencia para saberlo? ¿De qué tipo es esta última inferencia, si es que
la hay? ¿Sugiere esto un regreso al infinito? ¿Podemos estar alguna vez seguros de que
una inferencia es inductiva? ¿Y deductiva?

Para llegar a la solución de algunos problemas es necesario hacer inferencias que tienen
como objeto otras inferencias. Ejemplos famosos son los planteados en los dos ejercicios
siguientes.

5. En una cárcel hay tres prisioneros y los carceleros prometen darle un premio a quien
logre deducir el color de un disco que le colocan en la espalda en las siguientes
condiciones: eligen discos de un conjunto de 5 entre los cuales hay 3 blancos y 2
negros, y le colocan uno en la espalda a cada prisionero. Ponen a estos en fila, de
modo que el último de la fila ve los discos de sus dos compañeros, el del medio ve
1.8 Ejercicios 33

el disco del primero, y el primero no ve ningún disco. Los carceleros le preguntan al


último de la fila si sabe de qué color es el disco que tiene en la espalda. Este responde
“No sé.”, lo que es escuchado por sus dos compañeros. Seguidamente preguntan al del
medio si sabe de qué color es el disco que tiene en su espalda. Este responde “No sé.”,
lo que es escuchado por el primero de la fila. Finalmente, preguntan al primero de
la fila si sabe de qué color es el disco que tiene en su espalda. Este responde que sí y
dice cuál es el color. ¿De qué color era ese disco?

6. Un encuestador se dirige a una casa y es atendido por una mujer. “¿Cantidad de


hijos?”, pregunta él. “Tengo tres hijas”, dice ella. “¿Cuáles son las edades de sus hijas?”,
pregunta el encuestador. La mujer responde: “El producto de las edades es 36 y la
suma es igual al número de ventanas del edificio de la esquina”. El encuestador se
va, pero al rato vuelve y le dice a la mujer que los datos que le dio no son suficientes.
La mujer piensa y le dice: “Tiene razón, la mayor tiene ojos azules”. Esto es suficiente
para que el encuestador sepa las edades de los hijos. ¿Cuáles son esas edades?

Los siguientes tres ejercicios están ambientados en la biblioteca donde solo se encuentran
obras de Veratius y Mendacius, y todo lo escrito por el primero es verdadero mientras que
todo lo escrito por el segundo es falso.

7. En la biblioteca encontramos tres libros en un estante. El primero, llamado Azur, tiene


el primer folio ilegible. El segundo, titulado Baroco, dice en su primer folio: “Azur
empieza diciendo que de los libros de su estante, exactamente dos fueron escritos por
Mendacius”. El tercero, cuyo título es Camestrop, dice en su primer folio: “Baroco fue
escrito por Mendacius”. ¿Quién escribió Camestrop?

8. En otro estante de la biblioteca hay tres libros. Uno de ellos dice que de los libros del
estante, exactamente uno fue escrito por Mendacius, otro dice que de los libros del
estante, exactamente dos fueron escritos por Mendacius y el último dice que los tres
libros del estante fueron escritos por Mendacius. ¿Quién escribió cada uno?

9. Uno de los libros de la biblioteca guarda el secreto de la vida. Los bibliotecarios


no saben cuál es ese libro, pero sí saben que se trata de uno entre cinco, llamados
Abbadon, Baal, Crocell, Decarabia y Empusa.
No permiten acceder a ellos libremente, como a los demás libros, y han establecido
la regla de que si alguien solicita uno, se le dará, pero con eso quedará impedido de
acceder a los otros cuatro. Como queremos conocer el secreto de la vida, sobornamos
a un bibliotecario, que accede a darnos información acerca de lo que está escrito en
esos libros.
Nos da una hoja donde se indica el libro y una frase textual copiada de él:

abbadon Decarabia no explica el secreto de la vida.


baal Crocell explica el secreto de la vida.
crocell En mis páginas se encuentra el secreto de la vida.
34 Capítulo 1. ¿Lógica?

decarabia El secreto de la vida está explicado en mis páginas, o en las de Abbadon o en las
de Baal.
empusa El secreto de la vida se explica en Baal o en Decarabia.

Al leerla nos damos cuenta de que el bibliotecario solo extrajo oraciones que mencio-
naban el secreto de la vida pero no nos trajo nada que nos permita guiarnos en el
problema de determinar la autoría. Se lo explicamos y nos dice que nos puede traer
menos datos que la otra vez, porque teme que lo encuentren copiando de los libros,
cosa que tiene prohibida.
Nos trae lo siguiente:

abbadon Decarabia fue escrito por Veratius.


baal Decarabia fue escrito por Mendacius. De hecho, de entre Abbadon, Baal, Crocell,
y Decarabia, Baal es la única obra de Veratius.
crocell Empusa fue escrito por Veratius.

¿Qué libro debemos pedir para conocer el secreto de la vida?

En los siguientes ejercicios se trabajará con textos que se alejan de la asepsia común en
los textos de lógica.

10. Considere los dos textos siguientes:


a) En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desorde-
nada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu
de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la
luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la
mañana un día.
b) El universo tal como lo conocemos debe haber tenido un principio, ya
que las galaxias parecen alejarse de nosotros a velocidades proporcionales
a su distancia. Esta observación apoya la idea de que el universo se está
expandiendo y si consideramos que esto ha estado sucediendo en el pasado,
el universo debe haber estado compactado. Por otra parte, si el universo
estuvo inicialmente muy caliente, como la teoría del Big Bang sostiene,
deberíamos ser capaces de encontrar algún resto de esa energía. En 1965,
Penzias y Wilson descubrieron una Radiación de Fondo de Microondas
Cósmica de 2,725 grados Kelvin ubicua en el universo observable. Esa es la
huella que ha dejado aquel estado increíblemente energético.
¿Se expresan proposiciones en las oraciones de ambos textos? ¿Expresan argumentos
ambos textos? ¿Hay un argumento válido expresado en alguno de los textos? Explique.

11. Los siguientes textos expresan argumentos. Explicite la conclusión y las premisas.
a) El país debe mejorar urgentemente su sistema educativo aunque más no
sea porque necesita combatir en el largo plazo la pobreza y la delincuencia.
1.8 Ejercicios 35

Desde hace muchos años, todos los observadores coinciden en que la edu-
cación se encuentra en un proceso de deterioro acelerado. Sin ciudadanos
formados, la democracia se convertirá en un circo. Solo podremos evitarlo
dando educación de calidad a nuestros jóvenes.
b) El problema de la corrupción aparece en los medios todos los días. La
gente lo comenta en las redes sociales, reproduce editoriales y entrevistas.
Algunos candidatos prácticamente no se expresan sobre otra cosa. La corrup-
ción es una amenaza para el correcto funcionamiento de la democracia, pero
a pesar de su importancia, este tema no debería ocupar un lugar central en
las campañas políticas. Los candidatos y partidos tienen diferencias sobre
varios temas, algunos de los cuales son mucho más importantes para nuestro
destino que una corrupción que hasta ahora el poder judicial ha podido
descubrir y castigar. Si no atendemos a problemas como la educación, la
seguridad y la salud, sencillamente no valdrá la pena ningún sistema de
gobierno que nos podamos dar. No debería haber un criterio único para
tomar decisiones políticas en nuestra situación tan compleja e inestable.
El siguiente ejercicio presenta reconstrucciones de argumentos importantes en la historia
de la filosofía. No están en la forma original presentada por sus autores, sino que su
presentación se adapta a los propósitos de este curso.

12. Identifique premisas y conclusión. Represente los siguientes argumentos con los
símbolos que se han presentado informalmente en este capítulo.
Si la ética depende de la voluntad de Dios, entonces las cosas buenas son
buenas porque Dios las quiere. Las cosas buenas no son buenas porque Dios
las quiere. La ética no depende de la voluntad de Dios.
[Platón (ca. 428 a.C./427 a.C.– 347 a.C.) en el Eutifrón. Este argumento hace honor a
Platón en su indiscutida brillantez para encontrar problemas filosóficos. Lo que este
argumento pone en cuestión es, en algún sentido, más básico que el problema del mal
para los creyentes en un Dios providente y omnipotente. Las posibilidades parecen ser
dos: Una es que las cosas buenas sean buenas porque Dios las quiere y en ese caso, si
Dios quisiera la mentira, el asesinato y la violación ¿esas cosas serían buenas? (esto
es inaceptable para Platón –y probablemente para cualquier persona decente, el grito
del fanático es “Dios lo quiere”, seguido de una atrocidad). Otra es que Dios quiera
algunas cosas porque son buenas en sí (esto es lo que plantea el argumento), y en ese
caso ¿quién manda acá, Dios o la Ética?]
Si Dios existe en el entendimiento y no en la realidad, es concebible un ser
mayor que Dios. Es falso que se puede concebir un ser mayor que Dios. Dios
existe en el entendimiento. Dios existe en la realidad.
[San Anselmo (1033-1109) en el Proslogion. Esta es la primera versión del argumento
ontológico (se llama “argumento ontológico” a aquel que pretende demostrar la exis-
tencia de Dios a partir de premisas a priori, es decir, independientes de la experiencia)
a favor de la existencia de Dios, retomado posteriormente por filósofos célebres como
Descartes, Leibniz, Spinoza y en nuestros días, Plantinga y nada menos que Gödel.
36 Capítulo 1. ¿Lógica?

Refutado por filósofos no menos célebres como Santo Tomás, Hume, Kant. Es uno de
los argumentos más discutidos en la historia de la Filosofía.]
Si la existencia es una perfección y Dios, por definición, tiene todas las
perfecciones, entonces Dios, por definición, debe existir. Dios por definición
tiene todas las perfecciones. La existencia es una perfección. Por definición,
Dios debe existir.
[Descartes (1596-1650) en las Meditaciones metafísicas (1641). Descartes necesitaba a
Dios para salir de los problemas que él mismo había generado con la duda metódica,
al crear argumentos escépticos de una fuerza desconocida hasta entonces. Más allá
del contexto histórico en que surge el cartesianismo, (con lo que a veces se intenta
explicar la introducción de Dios) la función que este cumple en su sistema es la de
garante de conocimiento. Esta es la versión cartesiana del argumento ontológico. A
pesar de haber sido publicada 600 años después del primer argumento ontológico, es
mucho más débil que esa primera versión. Presenta una falla que mostraremos más
adelante en el curso.]
Si tenemos conocimiento, entonces o algunas cosas son conocidas sin prueba
o podemos probar toda premisa mediante premisas previas, y así sucesiva-
mente. No podemos probar toda premisa mediante premisas previas y así
sucesivamente pero tenemos conocimiento. Algunas cosas son conocidas sin
prueba.

[Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.). Esta concepción aristotélica, que lleva directamente
a los sistemas axiomáticos, ha sido probablemente una de las ideas más influyentes en
la historia de la ciencia. El sistema axiomático más famoso y que fue considerado por
dos milenios como el paradigma de la perfección científica es también un producto
griego, los Elementos de Euclides. El libro más editado en la historia es por supuesto
la Biblia, en segundo lugar se encuentran los Elementos.]

En el siguiente ejercicio se mostrará un ejemplo de la relación entre forma y validez.

13. Considere el siguiente texto, aceptando que las palabras que no conoce expresan
proposiciones. Intente evaluar si el argumento que en tal caso se expresaría es válido,
ayudándose con los símbolos que hemos presentado informalmente.
Si wu shu o miao entonces wu-wei. Pero no wu-wei. Además, wu shu si y solo
si chung. Por otro lado, chung o ping. Por lo tanto, ping.

Finalmente, se considerará una dificultad frecuente a la hora de identificar argumentos.


Las premisas y la conclusión a veces no se presentan con marcas lingüísticas inequívocas.
En tales casos, una buena guía para el estudiante de filosofía es el principio de benevolencia.
Este indica que al reconstruir un argumento, se debe elegir de entre todas las posibilidades,
aquella que hace que el apoyo de las proposiciones que tomamos como premisas a la
proposición que tomamos como conclusión sea el máximo posible.
1.8 Ejercicios 37

14. Explicite premisas y conclusión de los argumentos expresados en los siguientes textos
utilizando el principio de benevolencia. Represente los argumentos con los símbolos
que hemos presentado informalmente. Argumente acerca de su validez.
a) Te sentirás muy mal si fracasas. Si le das demasiada importancia al éxito,
te sentirás muy mal si fracasas. Le das demasiada importancia al éxito.
b) Si dices tonterías, bebiste mucho. No dices tonterías. No bebiste mucho.
2 | Naturaleza, artificio y forma

i bien la lógica como ciencia comienza con los trabajos de Aristóteles ([Ari82] y [Ari95]),

S la preocupación por la calidad de los argumentos es anterior a él, como puede verse
claramente en algunos pasajes de la obra de Platón1 .
La evaluación de la calidad argumentativa tiene múltiples facetas, de las cuales la lógica
es apenas una de ellas. Un argumento puede ser impecable desde el punto de vista lógico;
es decir, sus premisas pueden apoyar en máximo grado a su conclusión, pero sin embargo,
es posible que ese argumento no sea en absoluto convincente. Eso sucederá en el caso de
que las premisas sean evidentemente falsas, por ejemplo. Otro caso en el que sucedería eso
sería el siguiente: imagine a un teísta discutiendo con un ateo, intentando convencerlo de la
existencia de Dios, y proponiendo para eso este argumento

Dios existe o dos más dos es igual a cinco.


Dos más dos no es igual a cinco.
Dios existe.

El argumento es, como el lector sabrá apreciar, válido. Impecable desde el punto de vista
lógico. Pero no es de extrañar que el ateo no se sienta impresionado por él. Sencillamente
responderá que la primera premisa es falsa. Si bien la primera premisa no es evidentemente
falsa, no es en modo alguno más segura que la conclusión, de modo que quien dude de esta
antes de enfrentarse al argumento, rechazará aceptar esa premisa cuando se la expresen.
Así como hay argumentos que, aunque son impecables desde el punto de vista lógico,
tienen muy poco valor persuasivo y cognitivo, como el acabamos de ver, también hay
argumentos defectuosos desde el punto de vista lógico que se han mostrado extremadamente
persuasivos. Un ejemplo que se ve frecuentemente en las redes sociales, también asociado
con discusiones religiosas, es el siguiente:

Todas las cosas tienen una causa.


Hay una causa de todas las cosas.

Este último argumento ha convencido a mucha gente a través de la historia, y sigue


haciéndolo hoy. Pero no es válido: perfectamente puede pasar que cada cosa tenga una
causa (que es lo que afirma la premisa), y no haya algo que sea causa de cada una de las
1 Especialmente recomendable es la lectura del divertido diálogo titulado Eutidemo, que se encuentra en

[Pla87], en el que se contraponen dos formas muy diferentes de argumentar: la sofística y la socrática o platónica.
Se debe recordar al leerlo, por supuesto, que el autor del diálogo es parte interesada.
40 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma

cosas. Si el lector tiene dudas, piense que cada ser humano tiene una madre, pero no hay
nada que sea madre de cada uno de los humanos.
La preocupación por la calidad lógica de los argumentos surge de que los humanos
somos falibles y no lo sabemos todo. Debemos inferir, y a veces lo hacemos en formas que
nos llevan de premisas verdaderas a conclusiones falsas, aun en casos en los que estamos
convencidos de que la verdad de las premisas asegura la de la conclusión. No estamos
pensando en los casos en que se proponen malos argumentos desde el punto de vista lógico
con intención de engañar a los demás, que los hay. Estamos pensando en que simplemente,
a veces caemos en error sin advertirlo. Y como la actividad inferencial y argumentativa está
en la base de nuestra sobrevivencia y de las posibilidades de mantener la civilización, el
control de la calidad argumental es de primordial importancia.

2.1 Las lenguas naturales


Aristóteles no fue el primero en pensar en la calidad de los argumentos, pero sí fue
el primero en hacerlo del modo sistemático y característico de la lógica. Siendo el más
prominente intelectual de la civilización griega2 , la que había alcanzado un altísimo grado de
desarrollo en las actividades intelectuales, Aristóteles tenía acceso a multitud de inferencias
de diversos tipos y provenientes de diferentes campos. Se argumentaba en el ágora, en
la matemática, en la filosofía. Aristóteles mismo tenía un proyecto de ciencia, y en él la
inferencia válida tenía un papel explícito y central.
La lógica aristotélica en sí no es nuestro centro de interés aquí –veremos más tarde que
puede ser reinterpretada como un pequeño fragmento de la lógica que vamos a estudiar
en este libro–, pero nos interesa remarcar algo obvio: las inferencias a las que Aristóteles
tuvo acceso como material primario para iniciar sus reflexiones sobre la calidad argumental
estaban expresadas en dialectos griegos. Es decir, en lenguas naturales. Es de notar que
Aristóteles consideró que el pródromo necesario para embarcarse en el estudio de la calidad
argumental era un examen cuidadoso de la lengua. Así, el primer libro del corpus de
trabajos de Aristóteles sobre lógica se llama Categorías y en él se clasifican de diversas formas
los vocablos. Este estudio se ha visto también como un tratado con fuertes tintes metafísicos,
pero el hecho es que dio pie, por ejemplo, a vastas investigaciones gramaticales. En el curso
de sus reflexiones, Aristóteles se percató de que le convenía apartarse, en cierta medida,
del lenguaje natural para evaluar la calidad de los argumentos. Uno de los motivos que
tuvo para ello es bastante obvio. Recordemos la famosa inferencia que todos sufrimos en la
educación secundaria

Todos los hombres son mortales.


Sócrates es hombre.
Sócrates es mortal.

Aristóteles advirtió que se trata de un argumento válido, y más aun: advirtió que se trata
de un argumento válido en virtud de su forma. (Se trata de una forma que no vimos en el
capítulo anterior pero estudiaremos más adelante). Si se sustituye “hombres” y “mortales”
2 Según la opinión del autor, Aristóteles es el más grande intelecto que la humanidad ha dado, y la especie

humana es la que da los intelectos mayores que se conocen.


2.1 Las lenguas naturales 41

por el nombre de otros dos colectivos, y “Sócrates” por el nombre de otro individuo, sean
estos los que fueren, la inferencia resultante será válida:

Todos los estafadores son poetas.


Empédocles es estafador.
Empédocles es poeta.

Aristóteles dio un paso fundamental al sustituir por letras los nombres de colectivos,
afirmando que todas las inferencias de la forma

Todos los A son B.


s es A.
s es B.

son válidas. Este primer paso era un avance enorme, porque si algo es la forma, tiene que ser
una estructura compartida por una clase de argumentos, y esta representación la muestra en
forma mucho más clara que la repetición de una cantidad arbitraria de ejemplos en griego,
en español o en cualquier lengua natural. Decimos que Aristóteles se apartó un poco del
uso de su lengua materna porque, obviamente, la gente no anda diciendo por ahí cosas
como “Todos los A son B”. Persiste el marco de la lengua natural, pero se han introducido
elementos que no pertenecen a ella.
Había además otros motivos de preocupación acerca la adecuación del lenguaje natural
como instrumento para la evaluación argumental, algunos de los cuales fueron advertidos
por el propio Aristóteles. Por ejemplo, en el lenguaje natural se dan fenómenos como
la polisemia y la ambigüedad estructural. La polisemia puede ser utilizada para generar
argumentos aparentemente buenos pero que en realidad son de pésima calidad, en los que
se entiende una palabra de un modo en una premisa y de otro modo en la conclusión:

El banco de la plaza tiene cuatro patas.


Los bancos son instituciones financieras.
Hay una institución financiera que tiene cuatro patas.

La ambigüedad estructural puede hacer que una oración asertiva, correctamente construi-
da desde el punto de vista gramatical, adopte una forma que impida saber qué proposición
está expresando:
Juan estudia filosofía y artes marciales o tarot.
No sabemos si lo que esa oración expresa es que Juan estudia filosofía y además, al
menos una de entre las dos otras disciplinas nombradas, o si la oración expresa que al
menos una de estas dos posibilidades se cumple: Juan estudia filosofía y artes marciales a la
vez y Juan estudia tarot.
Estas características, que no parecen deseables para los propósitos de la evaluación
argumental, al menos desde el punto de vista lógico (es muy posible que sean muy valiosas,
por ejemplo, desde un punto de vista retórico) no son evitables en el marco de las lenguas
naturales. No se puede someter a las lenguas naturales a reformas impulsadas por la conve-
niencia o el deseo de las elites intelectuales. Como dijo un gramático al emperador romano
42 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma

Tiberio, se puede dar ciudadanía a los hombres, pero no a las palabras3 . En reconocimiento
de esta realidad, el aliento normativo de la Real Academia está muy debilitado, pretende
ahora registrar los usos, ya no “limpia, fixa y da esplendor” a la lengua.
Las lenguas naturales no surgen de un convenio explícito entre los hombres, no tienen
una sintaxis y una semántica regida por reglas fijas, no son inmutables. Se parecen a
especies de seres vivos, están sometidas a procesos de evolución natural. Permiten la
metáfora, todos los tropos, la función poética. Y esta misma riqueza y ductilidad es la que
los hace instrumentos de muy difícil manejo para el estudio de la corrección argumental
desde el punto de vista lógico.

2.2 Lenguas artificiales


Se podría decir que hasta la modernidad los hombres más avisados advirtieron, en
algunos casos, las complejidades propias del uso de los lenguajes naturales. Por ejemplo, la
Edad Media fue testigo del surgimiento de teorías muy refinadas, como las de la significación,
de la suposición, de la distribución, que lograban en buena medida dar cuenta de esas
complejidades. Hacia el siglo XIV se disponía de dispositivos teóricos que permitían tratar
perfectamente la diferencia entre decir que los perros están comiendo carne, que los perros
son una especie y que los perros son dos palabras4 .
Con el advenimiento de la modernidad surge una actitud decididamente inconformista
y revolucionaria con respecto al lenguaje natural. Hasta ese momento, los pensadores que
habían considerado imperfectas las lenguas naturales, habían creído que las “imperfeccio-
nes” se debían a un proceso de degradación sufrido por una lengua perfecta originaria,
seguramente la lengua que Adán hablaba en el paraíso, la lengua común de la humanidad
antes de que Dios castigara la arrogancia humana en Babel. Con los nuevos esquemas de
pensamiento aparece una fuerte denuncia de las limitaciones de las lenguas naturales, junto
con el reclamo de la construcción de una lengua universal que superase esas deficiencias.
No todos los pensadores cultivaron ambas facetas, la crítica y la propositiva, pero la época
agudizó la primera y prohijó la segunda.
Francis Bacon, en su obra Novum Organum5 , publicada en 1620, dedica una buena parte
a la discusión de lo que llama “ídolos”. Estos son ilusiones, obstáculos o impedimentos
de diversas clases que perturban o inclusive imposibilitan el razonamiento correcto. Bacon
distingue cuatro clases de ídolos, entre las cuales hay una, los ídolos del foro, que está
directamente relacionada con el lenguaje natural.

Aforismo XLIII: Hay también ilusiones que surgen por acuerdo y de la asociación
de los hombres entre sí, a las que llamaremos ídolos del foro (...). Los hombres
se asocian a través del habla, y las palabras son elegidas para que se acomoden
3 La única referencia que he encontrado de esta maravillosa anécdota es [Mül61]
4 Talvez el lector eche de menos las comillas en la última oración. No fueron colocadas porque su utilización
para distinguir entre uso y mención no fue conocida por los medievales. Ellos dirían que “los perros” está en
suposición material. Quien haya leído la novela El nombre de la rosa, de Umberto Eco, recordará que en ella
Guillermo resuelve un enigma a partir de un relato casual de Adso y de su conocimiento de la suposición
material.
5 El título alude directamente a los trabajos sobre lógica de Aristóteles, cuya compilación es conocida como

Organum, “instrumento”. Aristóteles no creía que la lógica fuese una ciencia, sino un pródromo necesario para
todas las ciencias, un instrumento indispensable en todas ellas.
2.2 Lenguas artificiales 43

al entendimiento de la gente común. Y así un código pobre e inepto obstruye en


forma increíble el entendimiento. . .

Aforismo LIX: Pero los ídolos del foro son los que mayores perturbaciones
causan, porque se han ocultado en el entendimiento a partir del convenio
sobre palabras y nombres. Porque los hombres creen que su razón controla
las palabras. Pero también es verdad que las palabras reaccionan y dirigen su
fuerza contra el entendimiento: y así la filosofía y las ciencias se han vuelto
sofísticas e improductivas. Y las palabras (. . . ) disecan las cosas a lo largo de las
líneas más obvias al sentido común. Y cuando un entendimiento más agudo, o
una observación más cuidadosa intenta dirigir esas líneas en mejor acuerdo con
la naturaleza, las palabras resisten.

Aforismo LX: Las ilusiones que las palabras imponen al entendimiento son de
dos clases. O bien son nombres de cosas que no existen (. . . ) o bien son nombres
de cosas que existen pero son confusas y están mal definidas (. . . )6

Las lenguas filosóficas


Unos cuarenta años después, también en las islas británicas, aparecen los esbozos de
lenguas filosóficas que, de tener éxito, superarían todas las maldiciones del lenguaje natural
denunciadas por Bacon. George Dalgarno y John Wilkins son los nombres de quienes
presentaron esos esbozos. La idea de las lenguas filosóficas, que explicaremos brevemente,
está inspirada en algo que había ya llamado la atención de Descartes: a pesar de que un
alemán y un francés hablan lenguas diferentes, ambos, frente a la cadena de caracteres
92357865 reconocen el mismo número, aunque nunca la hayan visto antes, y aunque cada
uno en su lengua la nombre en forma diferente. El objetivo era lograr algo análogo con una
lengua creada justamente con ese propósito: los nombres debían codificar de alguna manera
sus referentes –Descartes, luego de considerar la idea, no la consideró realizable–. Esto se
conseguiría de la siguiente manera: se clasificarían los conceptos, asociando un carácter
a cada uno de ellos. Lo que sigue es un ejemplo totalmente ficticio, inventado solo con
el propósito de que se comprenda la idea. Supongamos que hemos dividido las cosas en
materiales e inmateriales. A “materiales” le asignamos el carácter µ. Supongamos además
que convenimos en que las cosas materiales se dividen en varias especies, una de las cuales
es “artefactos”. A esta especie le asignamos el carácter α. También los artefactos, como
género, presentan especies: una de ellas podría ser “con mango”, a la que asignamos el
carácter γ. A su vez, de aquí podrían surgir subdivisiones, una de las cuales podría ser
“para golpear”, a la que le asignamos el carácter λ. Así, una lengua en la que el nombre de
los martillos fuera µαγλ tendría a su favor que si alguien no sabe lo que es un martillo, el
simple hecho de nombrárselo mediante esa palabra le explicará qué es.
Esto muestra también la dificultad básica de la empresa. Como Dalgarno advirtió, antes
de diseñar la lengua en sí se debe disponer de una clasificación adecuada de las cosas
de las que se desea hablar. No podemos distraernos con las dificultades que presentan
los proyectos taxonómicos, pero en resumen la dificultad de encontrar una clasificación
adecuada parece irremontable –fue brillantemente utilizada por J. L. Borges en su escrito El
6 Los aforismos fueron traducidos de [Bac03].
44 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma

idioma analítico de John Wilkins [Bor74], el que a su vez fue fermental, según consigna el autor,
en la creación de Las palabras y las cosas [Fou02], de Michel Foucault. Pero además de la
dificultad taxonómica, plagada de complicadísimas cuestiones metafísicas y gnoseológicas,
parece inevitable dar la clasificación en una lengua natural, introduciendo los defectos que
se querían evitar. El lector interesado puede saciar su curiosidad leyendo el excelente libro
de Umberto Eco [Eco99].
Una de las mentes más brillantes del siglo, Leibniz, soñó con una lengua universal de
propiedades asombrosas. Aunque el proyecto leibniciano presenta dificultades hermenéuti-
cas y hay una copiosa literatura al respecto, existe consenso acerca de que se trataría de un
sistema lingüístico basado en caracteres sobre los que se pudiese aplicar un cálculo de modo
que solamente se pudieran producir proposiciones verdaderas. Si le suena familiar, no se
asombre: la lógica matemática es hija de ese sueño de Leibniz, solo que este era muchísimo
más complexivo. En palabras del propio Leibniz

Todo razonamiento humano se realiza por medio de ciertos signos o caracteres.


No solamente las cosas mismas, de hecho, sino ni siquiera las ideas de las cosas
pueden siempre, ni deben, ser observadas distintamente, y por tanto, en lugar
de éstas, por razones de brevedad, se utilizan signos (. . . ) Por esto se ha llegado
a asignar nombres a los convenios, a las figuras y a las distintas especies de
cosas, signos, signos a los números de la aritmética y a las magnitudes del
álgebra . . . En la categoría de los signos, pues, incluyo las palabras, las letras,
las figuras químicas, astronómicas, chinas, jeroglíficas, las notas musicales, los
signos esteganográficos, algebraicos, aritméticos y todos los otros que usamos en
lugar de las cosas en nuestros razonamientos. Los signos escritos, o dibujados,
o esculpidos, se llaman caracteres... Las lenguas comunes, aunque sirven para
el razonamiento, no obstante están sometidas a innumerables equívocos, y
no pueden ser utilizadas para el cálculo, de manera que se puedan descubrir
los errores de razonamiento remontándose a la formación y a la construcción
de las palabras, como si se tratase de solecismos o barbarismos. Esta ventaja
admirabilísima hasta ahora solo la proporcionan los signos empleados por los
aritméticos y los algebristas, para quienes todo razonamiento consiste en el uso
de caracteres, y todo error mental equivale a un error de cálculo. Meditando
profundamente sobre este tema, de pronto vi claro que todos los pensamientos
humanos podían resumirse completamente en unos pocos pensamientos que
deben considerarse como primitivos. Si luego se les asignan los caracteres a
estos últimos, a partir de aquí se pueden formar los caracteres de las nociones
derivadas, de donde siempre es posible extraer sus requisitos y las nociones
primitivas que las componen, es decir, las definiciones y los valores, y por lo
tanto, también sus modificaciones que se pueden derivar de las definiciones.
Una vez hecho esto, quien se sirva de los caracteres así descritos a la hora de
razonar o de escribir, o bien no cometerá nunca errores, o los reconocerá siempre
por sí mismo, ya sean suyos o de otros, mediante comprobaciones muy simples.
[Eco99]

Para entender las motivaciones que Leibniz podría tener para sostener este grandioso
proyecto, conviene recordar algunos elementos:
2.2 Lenguas artificiales 45

Él fue uno de los creadores del cálculo diferencial e integral. Lo hizo en forma
independiente de Newton, utilizando una notación mucho más práctica que este. La
notación leibniciana estaba tan adecuadamente elegida –es, básicamente, la que se usa
hoy universalmente– que facilitaba enormemente los cálculos.
Produjo modelos aritméticos de la lógica aristotélica. Por ejemplo, si a animal se le
asigna el número 2, a racional el 3, dado que hombre es, por definición, un animal
racional, se le asignará el 6, producto de 2 y 3. La pregunta acerca de si el hombre es
animal, racional, o las dos cosas, queda respondida al factorizar el 6.
Además, Leibniz consideraba que la razón podría descubrir todas las verdades. La
explicación de esto no nos interesa aquí, pero está intrínsecamente relacionada con su
concepto acerca de cómo Dios había creado el mundo.

No es objetivo de este libro decir más sobre las lenguas filosóficas, excepto que todos
estos proyectos parecen tener un punto débil común, sobre el que pronto confluyó la
crítica: necesitan codificar de alguna manera conceptos primitivos, y la identificación de
estos presupone una estructura en la naturaleza que parece al menos, extremadamente
dudosa, y es muy razonable pensar que el conocimiento humano puede organizarse de
muchos modos diferentes, de modo que un objeto que se incluye en una clase por algunas
propiedades, se considera también miembro de otra por otras propiedades. Un ejemplo
simple aclarará el punto: si se desea tener un lenguaje en el que nombres diferentes
correspondan a objetos diferentes, si se nombra al número 2 en una lengua filosófica por
la propiedad de ser el menor par, debería prohibirse nombrarlo como el menor primo,
o si no introduce esta interdicción, debería ser posible identificar ambos nombres como
correferenciales. En el caso del lenguaje matemático parece razonable esperar esta posibilidad
en principio, mediante el cálculo, aunque profundos descubrimientos del siglo XX arrojan una
larga sombra de duda sobre este optimismo restringido a lenguajes que pretendan hablar
“simplemente” de la aritmética. Pero además de este problema, ¿cómo hallar esos caracteres
primarios, reales, que se relacionen directamente con la estructura de la realidad? ¿Cuáles
son las propiedades básicas a partir de las cuales se pueden describir todas? Problemas
aparentemente insuperables que bloquearon el camino a la realización de los sueños de
lenguas filosóficas universales.

Las lenguas internacionales


Mencionamos brevemente aquí otro intento de apartarse del lenguaje natural, pero
con propósitos diferentes a los de las lenguas filosóficas. Las lenguas internacionales son
creaciones que se proponen con el único objeto de facilitar la comunicación entre personas
con lenguas maternas diferentes. Es de observar que durante siglos, el latín cumplió esta
función en Occidente. Pero en la época del auge de las lenguas internacionales –el siglo
XIX–, el latín había dejado de cumplirla, y se consideraba impensable que alguna de las
lenguas vivas pudiera hacerlo. De ese modo, algunas personas consideraron que la solución
al problema de la comunicación de todos los humanos podría resolverse mediante una
lengua artificial.
Existen varias de estas lenguas, de las cuales tal vez las más importantes son el volapük y
el esperanto. Toman raíces léxicas de diversas lenguas naturales, y tienden a tener gramáticas
absolutamente regulares. El volapük, surgido en 1879, tuvo un momento de auge hacia
46 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma

fines del siglo XIX, pero las disensiones entre sus hablantes sobre la conveniencia o no de
introducir reformas, y la competencia con el esperanto, surgido en 1887 con una gramática
más sencilla, determinaron que paulatinamente se fuera reduciendo la comunidad que lo
sostenía. Hoy se calcula que lo hablan menos de una centena de personas en el mundo.
El esperanto conoció un éxito mucho mayor. Posiblemente más de un millón de personas
lo hablen actualmente, y se supone que unos pocos miles lo han aprendido en su entorno
familiar, no como resultado de un estudio; de modo que se los puede considerar hablantes
nativos.
Las lenguas internacionales sufren siempre la tensión de su transformación con el uso,
como le sucede a las lenguas naturales. Desde determinado punto de vista, no es incorrecto
decir que las palabras que usted está leyendo están escritas en latín transformado. Si bien el
español tiene como ancestro al latín, no hubo un momento en el que la gente decidió crear el
español, sino que surgió como resultado de un lento proceso natural, de un modo análogo a
como una especie surge de otra como resultado de la evolución. Pero el español no es la
única lengua romance. Si el esperanto diera origen a lenguas tan distantes como el español y
el rumano, su propósito original se vería totalmente traicionado. Por ese motivo, las lenguas
internacionales se normativizan fuertemente, y eso hace que, al decir de algunos, se parecen
a las lenguas filosóficas en su rigidez, pero sin tener las ventajas que estas pretendían tener
al vincular estrechamente morfología y semántica, mientras que, debido a esa rigidez, no
poseen las ventajas expresivas del lenguaje natural.

Otras lenguas artificiales

Existen otras lenguas artificiales, que tienen propósitos diferentes. Todos conocemos
que algunas lenguas han sido creadas por motivos artísticos, tales como el sindarin o élfico
gris, creado por Tolkien, que aparece en El señor de los anillos. Obviamente, no cumplen otra
función aparte de su pertenencia a una obra literaria.
Inclusive, sin propósitos artísticos, hay personas que crean lenguas. El lector puede
encontrar un manual de construcción de lenguas artificiales en la página The Language
Construction Kit, cuya URL es http://www.zompist.com/kit.html.
Diferente es el caso de la lengua Lincos (nombre que abrevia la expresión latina lingua
cosmica). Esta lengua, creada por Hans Freudenthal en 1960, tiene como propósito la co-
municación con inteligencias extraterrestres. Se trata de un proyecto científico serio, no de
una fantasía ovnivológica. El proyecto SETI rastrea desde hace años el cielo en busca de
señales de exointeligencia. Si encontrásemos una señal electromagnética de la que la mejor
explicación fuese que ha sido emitida por seres inteligentes, ¿cómo podríamos intentar
comunicarnos con sus emisores? Dado que esos emisores presumiblemente sean muy dife-
rentes a los humanos, la tarea no es sencilla. Lincos está pensada para poder “enseñarse”,
y buena parte del programa consiste en la secuenciación de emisiones con ese fin. Es de
destacar que la lengua comenzaría a enseñarse con términos de aritmética en base 2, y luego
continuaría con las lógicas que vamos a estudiar en este libro. Esto es un reconocimiento
implícito de la consideración –que tal vez no recoja unanimidades entre los filósofos– de
que la aritmética y la lógica son universales, compartibles por todas las inteligencias del
universo.
2.3 Lenguajes formales 47

2.3 Lenguajes formales


Los lenguajes formales no son lenguas naturales ni artificiales. No están pensados
para ser hablados, ni para expresar todo. Son lenguajes que se crean con propósitos muy
específicos. En nuestro caso, el propósito está relacionado con la evaluación de las inferencias
o argumentos. Veamos la motivación que impulsó a Gottlob Frege, considerado el más
grande lógico de la historia después de Aristóteles (veremos por qué, cuando estudiemos la
lógica de primer orden) a crear un lenguaje formal, cuando se enfrentó a la tarea de evaluar
inferencias que se daban en matemática:

. . . para que no pudiera introducirse inadvertidamente algo intuitivo, se debió


llegar a suprimir toda laguna en la cadena de inferencias. Al procurar cumplir lo
más rigurosamente posible con este requerimiento, me encontré, junto a todas
las dificultades que surgen de la expresión, un obstáculo en la inadecuación del
lenguaje: cuanto más complicadas eran las relaciones tanto menos podía alcanzar
la exactitud requerida por mi propósito. De estas necesidades nació la idea de la
presente conceptografía [este es el nombre que Frege dio a su sistema formal.
Un sistema formal está basado en un lenguaje formal, como veremos]. Por lo
tanto, esta debe servir para probar de la manera más segura la precisión de una
cadena de inferencias . . . [Fre72]

He aquí el propósito de Frege para crear su lenguaje formal. ¿Pero qué es un lenguaje
formal? Según la caracterización que se hace en [Hun73],
un lenguaje formal es un lenguaje que puede ser completamente descrito sin
hacer referencia a ninguna interpretación o apelación a significados.

¿Cómo puede ser eso? Obviamente, la forma de hacerlo es ver el lenguaje formal como
un conjunto de cadenas de caracteres. Todo lo que cuenta es poder decidir si una cadena
dada de caracteres pertenece o no al lenguaje, sin que la significación que se le pueda dar
tenga algo que ver con esto. Observe que en las lenguas naturales y en las artificiales, las
cadenas de caracteres –las palabras– forman parte del lenguaje en tanto significan algo.
¿Por qué querría uno hacer un lenguaje formal? se preguntará el lector. La respuesta es
que, al menos en nuestro caso, al relegarse en su construcción toda consideración material,
de contenido, la forma queda evidenciada en forma inequívoca.
Para construir un lenguaje formal, entonces, se debe hacer lo siguiente:

Dar un alfabeto, esto es, un conjunto de símbolos que servirán para construir las
fórmulas de nuestro lenguaje, o sea, las cadenas símbolos que pertenecerán a él.
Caracterizar inequívocamente las fórmulas, de manera que frente a cualquier cadena
de símbolos, se sepa si es una fórmula o no.

El lenguaje será el conjunto de las fórmulas. Observe que la caracterización de las


fórmulas equivale al establecimiento de una sintaxis, o sea, a dar reglas de combinación de
símbolos.
Una vez hecho esto, según nuestros propósitos, podemos asignarle significados a las
fórmulas, esto es, dar una semántica para el lenguaje. Pero el lenguaje formal queda
establecido con prioridad a la semántica que se le asigna. Un mismo lenguaje formal
48 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma

puede soportar semánticas diferentes. Con las lenguas naturales no pasa esto, si existiera
un lenguaje en el que las palabras se escribiesen exactamente como en español pero no
significaran lo que significan en español, no diríamos que se trata del español.
Veamos algunos ejemplos simples de lenguajes formales:
 Ejemplo 2.1 — Lenguaje formal 1.
alfabeto: {♣, ♦}
Llamaremos “trébol” al símbolo ♣ y “diamante” al símbolo ♦.

fórmulas: Serán fórmulas todas las cadenas finitas en las cuales la cantidad de trébo-
les sea superior a la de diamantes. Ninguna cadena que no cumpla lo anterior será fórmula.

Lo precedente describe en forma completa el lenguaje formal. Debido a la extrema


precisión de su descripción, siempre podemos, sistemáticamente, saber si una cadena dada
es fórmula (un elemento del lenguaje) o no lo es. Presentamos algunos ejemplos:
1. ♣♣♦♥♣ no es fórmula porque uno de sus símbolos no pertenece al alfabeto del
lenguaje.
2. La cadena formada por cinco diamantes seguidos por infinitos tréboles no es fórmula
porque no es finita.
3. ♣ es fórmula.
4. ♣♦ no es fórmula porque la cantidad de diamantes iguala a la de tréboles.

Es posible obtener resultados generales sobre el lenguaje:


 Ejemplo 2.2 — Fórmulas con cuatro símbolos.
¿Cuántas fórmulas con exactamente cuatro símbolos hay?
Podemos razonar así: una posibilidad de tener una fórmula con cuatro símbolos es que
todos sean tréboles. Eso da una única fórmula. Otra posibilidad es tener una fórmula con tres
tréboles y un diamante. Hay cuatro fórmulas así, según el lugar que ocupe el diamante. No
podemos tener fórmulas con otras cantidades, porque en ese caso los tréboles no superarían
los diamantes. Por lo tanto, hay exactamente cinco fórmulas con cuatro símbolos. Es posible,
aunque mucho más trabajoso, resolver el problema de cuántas fórmulas con k símbolos hay,
siendo k un natural dado.
Llamemos concatenar a la operación de formar una cadena a partir de dos dadas (en un
orden) colocando la segunda a continuación de la primera. Por ejemplo, la concatenación
de las cadenas ♦♦♣♦ y ♣♦ da como resultado ♦♦♣♦♣♦. Dos resultados sencillos cuya
demostración encarecemos al lector son los siguientes: El resultado de concatenar dos
fórmulas es una fórmula y si en una fórmula con al menos un diamante se elimina un
diamante y un trébol, se obtiene una fórmula.
Ejemplo 2.3 Si una fórmula comienza con dos diamantes contiguos, debe tener también
dos tréboles contiguos.
Supongamos que tenemos una fórmula

♦♦S1 S2 ...Sn
2.3 Lenguajes formales 49

donde S1 S2 ...Sn son los símbolos que siguen a los dos diamantes iniciales (sabemos que
deben ser al menos tres porque si no, la cadena no es una fórmula), y que no hay dos
tréboles consecutivos entre estos símbolos. Eso quiere decir que si recorremos esa cadena
de símbolos, después de un trébol siempre encontraremos al menos un diamante, con la
única excepción del símbolo final. En esas condiciones, hay al menos tantos diamantes
como tréboles en la cadena examinada, excepto en un único caso: cuando S1 es un trébol, y
luego se van alternando diamantes y tréboles hasta llegar a Sn , que es también un trébol, o
sea, cuando la cadena S1 S2 ...Sn empieza con trébol, sigue con diamante, sigue con trébol,
y así hasta que termina en trébol. Pero en este caso, en la cadena los tréboles superan a
los diamantes por uno. Si agregamos los dos diamantes del principio, en la cadena total
los diamantes superan a los tréboles y no es fórmula. Por otro lado, si no se alternan así,
en la cadena examinada hay al menos tantos diamantes como tréboles, y por lo tanto, en
la cadena total, que agrega dos diamantes al principio, hay más diamantes que tréboles.
Entonces, si la cadena que empieza con dos diamantes es fórmula, debe tener dos tréboles
contiguos en algún lado.
 Ejemplo 2.4 — Lenguaje formal 2.
alfabeto: {a, b}
fórmulas: Esta vez caracterizaremos las fórmulas en forma inequívoca, como debe ser, pero
siguiendo un procedimiento distinto al seguido en el Lenguaje formal 1. Lo que haremos
será lo siguiente:
Daremos explícitamente las fórmulas más simples.
Daremos reglas que permitirán construir fórmulas más complejas a partir de fórmulas
de menor complejidad.
Explicitaremos que las únicas fórmulas son las que se pueden obtener comenzando
por las más simples de todas y aplicando las reglas sucesivamente hasta llegar a
ellas. Cualquier cadena que no se pueda obtener mediante ese procedimiento, no será
fórmula.
Siguiendo el plan establecido, las reglas de formación son las siguientes:

1. Las cadenas a y b son fórmulas.


2. Si X es una fórmula, entonces aaX es una fórmula.
3. Si X es una fórmula, entonces Xb es una fórmula.

A esto agregaremos una estipulación que se suele llamar cláusula de cierre:


4. Todas las fórmulas se pueden obtener por las reglas 1 – 3.
Este modo de caracterizar el lenguaje nos permite ir construyendo las fórmulas siguiendo
un orden:
a es fórmula, b es fórmula (Lo establece directamente la especificación).
Si aplicamos la regla 2 a la fórmula a, obtenemos aaa. Si aplicamos la regla 3 a la
fórmula a, obtenemos ab. Si aplicamos la regla 2 a la fórmula b, obtenemos aab. Si
aplicamos la regla 3 a la fórmula b, obtenemos bb.
50 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma

Podemos seguir aplicando las reglas 2 y 3 a cada una de las fórmulas obtenidas en el
paso anterior. Repitiendo el procedimiento, llegamos a obtener cualquier fórmula del
lenguaje.

Esto se puede mostrar con esta estructura arborescente:

a b

aaa ab aab bb

aaaaa aaab aaab abb aaaab aabb aabb bbb

En la parte superior tenemos las dos cadenas que se nos dice explícitamente son fórmulas.
En el siguiente nivel, las fórmulas que podemos formar a partir de ellas con la aplicación de
una regla; en el siguiente nivel, las que podemos obtener de estas últimas y así podríamos
seguir. Toda fórmula tiene algún lugar en esa estructura de la que se muestran los primeros
tres niveles.
Se observa que la cadena aaa es fórmula y solo puede obtenerse de una manera:
comenzando con la fórmula a y aplicando la regla 2. (Está claro que las fórmulas que
quedan en niveles superiores en la estructura –o sea, más abajo si se piensa gráficamente–
tienen más símbolos, de modo que esa cadena no aparece en ningún otro lugar). Por otro
lado, la fórmula aaab se puede obtener de dos modos: comenzando con la fórmula a,
aplicando la regla 2 y luego aplicando la regla 3 al resultado, o comenzando con la fórmula
a, aplicando regla 3 y luego la regla 2 al resultado.

Podemos probar resultados generales sobre este lenguaje, mediante un método que
será importante en variadas ocasiones. Para comprender el método, hay que observar
que la estructura arborescente es muy similar a un árbol genealógico. Cada fórmula tiene
dos “hijos”, que son las fórmulas que resultan de aplicarle la regla 2 y la regla 3. Hemos
observado que algunas fórmulas tienen más de un “padre”, como aaab, que desciende de
aaa por regla 3 y también desciende de ab por regla 2.
Supongamos ahora que hay una propiedad que cumple la característica siguiente: si
una fórmula la tiene, sus hijos la tienen. En forma inexorable, es algo que se trasmite a
los dos descendientes, siempre que el padre lo tenga. Se puede pensar, sobre la estructura
arborescente, como algo que pasa en forma inevitable por las líneas hacia abajo. ¿Asegura
eso que todas las fórmulas lo tienen? No, de ninguna manera, solo dijimos que si una
fórmula tiene la propiedad, sus hijos la tendrán, pero eso no asegura que haya siquiera
una fórmula que tenga la propiedad. Sin embargo, hay una condición bajo la cual se puede
asegurar que todas las fórmulas del lenguaje tendrán la propiedad “hereditaria”. Y es una
condición obvia: si las fórmulas que están en la parte superior de la estructura tienen esa
propiedad, entonces todas las fórmulas la tendrán. Al tenerlas las de la parte superior (a y
2.3 Lenguajes formales 51

b), la tendrán las que están en el segundo nivel para abajo, y estas la trasmitirán a las del
tercer nivel, y así siguiendo.
De esta manera, si queremos probar que una propiedad es tenida por todas las fórmulas,
tenemos la posibilidad de hacerlo, aunque hay una infinidad de ellas. El método consiste en:

1. Probar que las fórmulas más básicas, a partir de las cuales se construyen todas las
demás, las que están en el tope de la estructura arborescente, (a y b en nuestro caso,
pero esto es de aplicación general cuando el lenguaje formal se explicita en la forma
en que lo fue este) cumplen la propiedad.
2. Probar que si una fórmula cualquiera tiene esa propiedad, sus descendientes la tienen
(en nuestro caso, probar que si una fórmula cualquiera tiene la propiedad, las fórmulas
que se obtienen al aplicar las reglas 2 y 3 a ella también la tienen).

Apliquemos el método para probar que todas las fórmulas del lenguaje cumplen la
siguiente propiedad: Si la fórmula tiene una b, a la derecha de esa b no hay ninguna a.
Primero trabajamos sobre las fórmulas más simples, a y b, y vemos que se cumple: la
fórmula a no tiene ninguna b, y la fórmula b no tiene ninguna a a la derecha de su única b.
Ahora tenemos que demostrar que si una fórmula cualquiera tiene la propiedad, sus
descendientes la tienen. No podemos tomar una fórmula específica, como aabb, para hacer
la prueba, porque en ese caso no estaríamos probando que la propiedad es trasmitida por
todas las fórmulas, sino solo que es trasmitida por la fórmula que elegimos. De modo que
consideramos cualquier fórmula (la llamamos X) y suponemos que cumple la propiedad. Es
decir:
Sea X una fórmula que o bien no tiene ninguna b o bien no tiene ninguna a a la derecha
de una b.
¿Cuáles son sus descendientes?
Uno de ellos es aaX. Es claro que aaX también cumple la propiedad, es decir: o bien no
tiene ninguna b (en el caso en que X no tuviera ninguna, ya que lo que hicimos fue agregar
dos aes), o bien tiene bes, pero a la derecha de ellas se encuentra lo mismo que en X, es
decir, ninguna a, porque agregamos las dos aes en el extremo izquierdo de la fórmula.
El otro descendiente es Xb. Pero también es claro que Xb no tiene ninguna a a la derecha
de una b, porque X no las tenía, y ahora lo que se ha hecho es agregar una b en el extremo
derecho, de manera que a la derecha de una b cualquiera de Xb (excepto la que acabamos
de agregar) hay lo mismo que había en X más una b, o sea, ninguna a, y a la derecha de la
que acabamos de agregar no hay nada.
De este modo, hemos demostrado que la propiedad es “hereditaria”, o sea, siempre que
una fórmula la tenga, la trasmite a las que se pueden formar a partir de ella por aplicación de
las reglas. Esto completa la demostración de que todas las fórmulas tienen la propiedad. Eso
nos permite decir, sin ninguna clase de dudas, que aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaababbbbbbbbbb
no es una fórmula.
 Ejemplo 2.5 — Lenguaje formal 3.
alfabeto: {a, b, c, d, e, f, g, h, i, X, O, V, F}
fórmulas: Será fórmula cualquier letra mayúscula seguida de una letra minúscula.
Si X e Y son fórmulas, XFY es una fórmula.
Todas las fórmulas se pueden obtener por el procedimiento descrito.
52 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma

Por ejemplo, Oe es una fórmula, así como XaFVaFOeFVb.


Llamemos “estrella” al símbolo F y demostremos lo siguiente: Ninguna fórmula tiene
dos estrellas consecutivas.
Para hacerlo, procedemos como en el ejemplo anterior: consideramos las fórmulas más
básicas (que en este caso son 27, cada una de ellas formada por una de las tres letras
mayúsculas seguida por una de las letras minúsculas) y demostramos que ellas cumplen la
propiedad de no tener dos estrellas consecutivas.
Esto es evidente, ya que estas fórmulas no tienen siquiera una estrella.
Una vez probado esto, tendríamos que probar que la propiedad se conserva sobre
la relación de descendencia. En este caso, un par de fórmulas da origen a una fórmula
descendiente. O sea, habría que probar que si dos fórmulas X e Y tienen la propiedad, la
fórmula que con ellas se puede formar, XFY, también la tiene. Intentémoslo:
Sean X e Y fórmulas del lenguaje que no tienen estrellas consecutivas. Debemos probar
que XFY tampoco tiene estrellas consecutivas.
Se nos presenta un problema: es claro que si el último símbolo de la fórmula X o el
primero de la fórmula Y es una estrella, la fórmula XFY tiene estrellas consecutivas. ¿Será
que estamos intentando demostrar una propiedad que no se cumple? No, la propiedad se
cumple, pero para demostrarla, debemos demostrar que no ocurre lo que acabamos de decir,
o sea, demostrar que ninguna fórmula empieza o termina con una estrella. Y a esta altura,
ya sabemos cómo hacerlo.
Demostración de que ninguna fórmula empieza o termina con una estrella:
Ninguna de las 27 fórmulas básicas empieza o termina con una estrella, porque estas
fórmulas no tienen estrellas. Sean X e Y fórmulas que no empiezan con estrellas. Entonces
la fórmula XFY no empieza con estrella, porque empieza con el mismo símbolo que X,
que hemos supuesto no es una estrella. Sean X e Y fórmulas que no terminan con estrella.
Entonces XFY no termina con estrella, porque termina con el mismo símbolo que Y, que
hemos supuesto no es estrella. Esto demuestra que ninguna fórmula del lenguaje empieza
ni termina con estrella.
Ahora podemos volver a la demostración de que ninguna fórmula tiene dos estrellas
consecutivas: Sean X e Y dos fórmulas que no tienen estrellas consecutivas. Entonces la
fórmula XFY solo puede tener estrellas consecutivas en el caso de que X termine en estrella
o Y comience con una estrella. Pero sabemos que ninguna fórmula empieza o termina
con estrella, por lo que XFY no puede tener dos estrellas consecutivas. Esto termina la
demostración.

Hemos trabajado con tres lenguajes formales, y una pregunta sumamente pertinente es:
“Todo esto está muy bien, pero, ¿qué significan esas fórmulas?”.
La respuesta es que en principio no significan nada. Estos lenguajes fueron elegidos
para explicar qué son los lenguajes formales, y algunos métodos para trabajar con ellos.
Pero cuando uno construye un lenguaje formal, normalmente lo hace para un propósito no
meramente didáctico, sino que en verdad desea atribuir algún significado a las fórmulas.
Por ejemplo, el lenguaje formal 3, el último que hemos visto, puede servir para describir
2.3 Lenguajes formales 53

disposiciones en una partida de tatetí:

g h i

d e f

a b c

Interprete las letras minúsculas como nombres de las casillas de un tatetí. Interprete
además las letras mayúsculas como “tener una cruz marcada” para la X, “tener un círculo
marcado” para la O, y “estar sin marcar” para la V. Así, la fórmula Oe significará que
la casilla central del tablero está marcada con un círculo, y Va significará que la esquina
inferior izquierda está sin marcar. Interprete además la estrella como un “y”. Entonces,
XaFXeFXi significará que la diagonal que va de izquierda a derecha en sentido ascendente
está marcada con cruces, lo que según las reglas del juego, quiere decir que las cruces ganan.
De este modo, se pueden interpretar todas las fórmulas del lenguaje, inclusive una
fórmula como OaFXa que “dice” que la esquina inferior izquierda está marcada tanto con
un círculo como con una cruz. Por supuesto, en el transcurso de una partida normal, una
fórmula así nunca representará una proposición verdadera.
Si suponemos además que la fórmula muestra con el orden en que aparecen sus compo-
nentes el orden de las jugadas empezando con un tablero vacío, la fórmula

XgFOdFXeFOcFXhFOiFXb

representará una partida ganada por las cruces. Esto es así porque la fórmula contiene Xb,
Xe y Xh, lo que significa que la columna central fue ocupada por las cruces. La posición
final es

X X O

O X

X O

También se puede usar el lenguaje para especificar con toda precisión una situación
dada en el tablero, y para eso usaríamos el símbolo V con el objetivo de señalar las casillas
no marcadas.
Ejercicio 2.1
a) Especificar completamente, con ayuda del lenguaje formal 3 y la interpretación hecha,
la posición siguiente:
54 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma

X X

b) En la posición anterior, juega círculo. Muestre, valiéndose de fórmulas de nuestro


lenguaje formal para expresarse, que cruz tiene una estrategia ganadora.

Por supuesto, otras interpretaciones de este lenguaje formal son posibles. Podríamos
interpretar que a, b, c, d, e, f, g, h, i representan los números naturales del 1 al 9 en
ese orden, que X representa “cuadrado de”, que O significa “doble de”, que V significa
“siguiente de” y que F significa suma. Así, la fórmula Vd significará el siguiente de d, o sea
el 5, y Vi significará 10. La fórmula

XaFObFVc

se interpretará como 12 + 2.2 + 4, o sea como 9. Observe que bajo esta interpretación, las
fórmulas XaFObFVc, Vh, OcFVb tienen todas el mismo significado.

Ejercicio 2.2 Encuentre tres fórmulas diferentes del lenguaje formal 3 que signifiquen el
número 14 en la última interpretación dada.

Lenguaje y metalenguaje
Para hablar se necesita un lenguaje. Nosotros, hispanoparlantes, hablamos normalmente
en español, una lengua natural, y haciendo uso de los recursos que ella nos proporciona,
hablamos de infinidad de cosas. Si bien los poetas suelen quejarse de la poca expresividad
de las palabras, suelen decir que hay algo inefable que escapa a la posibilidad de ser
expresado, las lenguas naturales son los medios más expresivos de que disponemos. Esa
expresividad permite que hablemos, como lo venimos haciendo, de, entre otras cosas, los
lenguajes formales. Todos los discursos están en un lenguaje, y a veces el discurso versa
sobre un lenguaje. Se establecen así dos posiciones diferentes que un lenguaje puede ocupar:
como objeto del discurso y como medio del discurso. Por ejemplo, si digo:
En latín no hay palabras agudas.
estoy usando el español como medio de expresión (obviamente, la oración está expresada
en español) y estoy tomando al latín como objeto del que hablo. En casos así, cuando el
discurso refiere a un lenguaje O y está expresado en un lenguaje M, se dice que el lenguaje O
es el lenguaje objeto y que el lenguaje M es el metalenguaje. Por supuesto, ningún lenguaje es
lenguaje objeto o metalenguaje de por sí, es algo relativo a ciertos discursos sobre lenguajes.
En el caso anterior, el latín era el lenguaje objeto, y el español el metalenguaje, pero en
Hispanica lingua barbara est.
el lenguaje objeto es el español y el metalenguaje el latín.
2.3 Lenguajes formales 55

Inclusive puede suceder que el lenguaje objeto y el metalenguaje sean el mismo, como
podrá comprobar el lector abriendo una gramática española escrita en español. Esta posi-
bilidad es una muestra de la riqueza expresiva del español (de las lenguas naturales en
general). Intente dar una interpretación de alguno de los tres lenguajes formales que hemos
visto que pueda servir para describir el propio lenguaje, y aunque no consiga demostrar
que es imposible, será muy fácil que se convenza de ello. Es más, no pueden darse las reglas
de construcción de un lenguaje formal en el propio lenguaje formal, por la obvia razón de
que sería como intentar levitar tirándose del pelo.
De este modo, se debe distinguir entre lenguaje y metalenguaje. La importancia será
obvia más adelante, pero en particular podemos remarcar un aspecto. Cuando hablamos
de un lenguaje formal, muchas veces enriquecemos el idioma español con expresiones que
también simbolizamos.
Supongamos que queremos decir que dos fórmulas del lenguaje formal 3 son equiva-
lentes si en la última interpretación dada significan el mismo número. Entonces, Vh es
equivalente a OcFVb. Para no estar escribiendo siempre “es equivalente a” creamos un
símbolo, digamos ≈. Ahora podemos escribir

Vh ≈ OcFVb

Esto tiene apariencia de fórmula, pero claramente no lo es. El símbolo ≈ no pertenece al


alfabeto del lenguaje, lo hemos introducido para tener un metalenguaje más cómodo.
A partir del próximo capítulo, describiremos y estudiaremos dos lenguajes formales que
son básicos para la lógica, y lo haremos en un español enriquecido con expresiones técnicas
definidas para nuestros propósitos, a las que les atribuiremos símbolos. Será importante
entonces distinguir entre las expresiones del lenguaje y las del metalenguaje.
Relacionada con la distinción lenguaje – metalenguaje existe otra: la distinción uso –
mención. Considere las siguientes oraciones:

(1) Wittgenstein era bastante excéntrico.


(2) Wittgenstein es muy difícil de pronunciar correctamente.

Está claro que la primera palabra de ambas oraciones funciona en ellas de dos formas
muy distintas. En la primera refiere a un hombre, el genial Ludwig Wittgenstein, quien,
entre otras cosas, renunció a heredar una de las fortunas más grandes de Europa, amenazó
con un atizador a Popper y pasó por largos períodos de aislamiento. Pero en la segunda,
esa misma palabra no está refiriendo a un hombre, sino a una palabra, que es ella misma,
y es justamente, el nombre de Wittgenstein. Se dice que en la oración (1) la palabra en
cuestión se está usando, y en la oración (2) se está mencionando. Los medievales dirían que
la palabra en cuestión está en (1) en suposición formal, y en (2) en suposición material, y
no llevarían la distinción a la forma de escribir ambas oraciones. Nosotros sí lo hacemos.
Cuando mencionamos una palabra o expresión, y no la usamos, al escribir la encerramos
entre comillas. Así, lo correcto es escribir

“Wittgenstein” es muy difícil de pronunciar correctamente.

Es claro que usamos la cadena de caracteres “Wittgenstein” para referirnos a la propia


palabra que está entrecomillada. Así, podemos escribir correctamente
56 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma

“Wittgenstein” es un apellido.7
¿Estará bien escrita la siguiente oración?
XaFXeFXi es una fórmula.
¿No debería ir la fórmula entre comillas, recomendación que no he seguido nunca en
este capítulo, cuando hablaba de fórmulas?
La respuesta podría ser la siguiente: Podría hacerse así, por supuesto, la fórmula se está
mencionando y no usando. Pero al ponerle comillas lo que haríamos sería indicar que no
estamos refiriendo a lo que la fórmula refiera, sino a la fórmula misma. Es decir, usaríamos
la fórmula entre comillas como un nombre de la fórmula. Y ya que las fórmulas no pertenecen
(naturalmente) a nuestro metalenguaje, que es el español, podemos optar por enriquecer
este diciendo que en el metalenguaje, las fórmulas son nombres de sí mismas. Así evitamos
nombrar a las fórmulas encerrándolas entre comillas. Cuando las escribimos directamente,
en medio de un texto en español, las estamos nombrando. Y seguiremos esa práctica, que es
muy cómoda.

2.4 Lógica y lenguajes formales


Habíamos hecho una primera caracterización de la lógica como la ciencia que se ocupa
de discernir y estudiar las inferencias o los argumentos válidos en virtud de su forma.
También observamos que la enorme expresividad de las lenguas naturales tiene como
contrapartida inevitable la existencia de fenómenos que pueden entorpecer el logro de los
objetivos declarados de la lógica.
Al comienzo de nuestro estudio de los lenguajes formales, vimos una cita de Frege que
ampliaremos con otra proveniente del mismo texto, el prólogo de la Conceptografía, donde
después de explicar las razones que lo llevaron a crear un lenguaje formal, apartándose
del lenguaje natural para el análisis de las inferencias, precisa, con una bella y acertada
comparación, la relación entre el lenguaje natural y el formal que acababa de crear, y
establece un programa para la ciencia:
Creo poder hacer muy clara la relación de mi conceptografía con el lenguaje
común si la comparo con la que hay entre el microscopio y el ojo. Este último, por
el campo de su aplicabilidad y la movilidad con que se sabe adaptar a las más
diversas situaciones, posee gran superioridad frente al microscopio. Considerado
como aparato óptico, muestra sin duda muchas imperfecciones, las cuales pasan
desapercibidas, por lo común, solo como consecuencia de su estrecha relación
con la vida mental. Pero tan pronto como los propósitos científicos establecen
mayores exigencias en la precisión de las distinciones, el ojo resulta insuficiente.
Por el contrario, el microscopio es lo más apropiado para tales fines, aunque, por
ello, no es utilizable para otros.
Así, esta conceptografía ha sido ideada como un auxiliar para determinados
propósitos científicos y no se la puede sentenciar porque no sirva para otros. Si
7 Lasrecomendaciones de la Real Academia española no son estas. Indica que cuando una palabra sea
mencionada, se la escriba con un tipo diferente al del resto del texto. Aparentemente, es la práctica corriente en
lingüística. En filosofía el uso que hemos indicado es universal, y para casos más complicados, que los hay, se
utiliza una creación de Quine llamada quasi quotation con sus marcas particulares.
2.4 Lógica y lenguajes formales 57

de algún modo corresponde a estos fines, no importa que se puedan echar de


menos verdades nuevas en mi trabajo. Me consolaría, sobre todo, la conciencia
de que también un desarrollo del método hace prosperar a la ciencia. Pues
Bacon consideró preferible inventar un medio por el cual se pudiera descubrir
fácilmente cualquier cosa, a descubrir algo particular, y, por cierto, todos los
grandes progresos científicos han tenido su origen en un perfeccionamiento del
método. [Fre72]

Frege afirma que la ciencia de la lógica necesita de un lenguaje formal, establece una
comparación entre este y el lenguaje natural, y expresa la esperanza de que su método
promueva el avance de la ciencia. A pesar de que su libro no fue inmediatamente reconocido
como la obra invalorable que es, actualmente podemos decir que Frege fue, sin dudas,uno de
los más grandes lógicos de la historia, probablemente la persona que más hizo avanzar a la
lógica desde los tiempos de Aristóteles. La senda que marcó, al inventar un lenguaje formal
capaz de examinar una enorme clase de inferencias como examina el microbiólogo sus
especímenes con el microscopio, es la que ha seguido esta ciencia hasta hoy. Tan profundo es
el impacto de su obra, que podemos caracterizar a la lógica de la siguiente manera:

la lógica es la ciencia que se ocupa de la identificación y el estudio de los


argumentos válidos mediante la utilización de lenguajes formales.

En el próximo capítulo comenzaremos el estudio de la primera de las dos lógicas que


vamos a tratar en este libro, y tendremos que empezar, obviamente, construyendo un
lenguaje formal apto para llevar adelante la identificación referida.
58 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma

2.5 Ejercicios
1. El lenguaje W se define de la siguiente forma:

Alfabeto: {4, }
Fórmulas: cualquier cadena finita de símbolos del alfabeto W que termine con 4
es una fórmula. Nada más es fórmula.

¿Es W un lenguaje formal?

2. El lenguaje X se define de la siguiente forma:

Alfabeto: {a, b, c, d, e, f, g}
Fórmulas: toda cadena finita de símbolos del alfabeto de X que sea una palabra
del castellano es una fórmula. Nada más es fórmula.

¿Es X un lenguaje formal?

3. El lenguaje Y se define de la siguiente forma:

Alfabeto: {a, b, c, d, e, f, g}
Fórmulas: toda cadena finita de símbolos del alfabeto de Y que aparezca en la
última edición del Diccionario de la Real Academia es una fórmula. Nada más es
fórmula.

¿Es Y un lenguaje formal?

4. Las partidas de ajedrez se registran sirviéndose de un sistema en el que las columnas


del tablero se indican con las letras a, b, c, d, e, f, g, h (de izquierda a derecha desde el
lado de las blancas) y las filas con las cifras 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 (siendo la fila 1 aquella
en la que se colocan al inicio las piezas blancas). De esa manera se puede referir
individualmente a las casillas, mediante una de las letras listadas seguidas por una de
las cifras listadas. Por ejemplo, la casilla h8 es aquella donde al inicio va la torre del
lado del rey de las negras y d2 es la casilla donde al inicio las blancas tienen un peón
frente su dama. Las piezas se indican con los símbolos R, N, B, Q, K, r, n, b, q y
k. Para indicar una jugada, se dispone el símbolo de la pieza movida (excepto si es
un peón), la casilla de donde parte, un guión (una cruz de San Andrés si la movida es
una captura) y la casilla a la que llega. En caso de que sea un enroque corto, se registra
con dos círculos separados por un guión. El enroque largo se registra con tres círculos
separados por guiones. Si en una jugada se da jaque, se coloca el signo + luego de su
registro y si la jugada es jaque mate, es seguida por el signo #. Numerando los pares
de jugadas alternativas se registra una partida. Por ejemplo, lo siguiente registra una
de las partidas más famosas de la historia, llamada “La Inmortal”, jugada entre Adolf
Anderssen (blancas) y Lionel Kieseritzky en Londres el 21 de junio de 1851:
2.5 Ejercicios 59

1. e2–e4 e7–e5 2. f2–f4 e5Xf4 3. Bf1–c4 Qd8–h4+ 4. Ke1–f1 b7–b5 5. Bc4Xb5


Ng8–f6 6. Ng1–f3 Qh4–h6 7. d2–d3 Nf6–h5 8. Nf3–h4 Qh6–g5 9. Nh4–f5
c7–c6 10. g2–g4 Nh5–f6 11. Rh1–g1 c6Xb5 12. h2–h4 Qg5–g6 13. h4–h5 Qg6–g5
14. Qd1–f3 Nf6–g8 15. Bc1Xf4 Qg5–f6 16. Nb1–c3 Bf8–c5 17. Nc3–d5 Qf6Xb2
18. Bf4–d6 Bc5Xg1 19. e4–e5 Qb2Xa1+ 20. Kf1–e2 Nb8–a6 21. Nf5Xg7+ Ke8–d8
22. Qf3–f6+ Ng8Xf6 23. Bd6–e7#

¿Considera que los ajedrecistas se comunican sus partidas utilizando un lenguaje


formal?

5. Las partidas de go se registran por medio de planillas llamadas kifus. El kifu representa
un tablero de go por medio de líneas, y los jugadores registran sus jugadas colocando
el número de jugada en las intersecciones de las líneas. Al publicarse en libros o
revistas, el kifu muestra además círculos blancos y negros allí donde se ha colocado
una piedra del color correspondiente. Por ejemplo, este es el kifu de la partida entre
Honinbo Shusai Meijin8 (con blancas) y Kitanu Minoru, jugada entre el 26 de junio y
el 4 de diciembre de 1938 en Japón, y que sirve de trasfondo a la maravillosa novela
del Nobel de literatura Yasunari Kawabata El maestro de go. Shusai perdió por cinco
puntos, aunque la partida se considera una de sus obras maestras.

¿Considera que los jugadores de go se comunican sus partidas usando un lenguaje


formal?

6. Los momentos en que las computadoras han vencido a los humanos que se desem-
peñan en el más alto nivel en juegos como las damas, el ajedrez o el go son hitos
importantes en la historia del desarrollo de la inteligencia artificial.
8 Honinbo y Meijin son títulos.
60 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma

Con respecto a las damas, la historia es la siguiente: en 1990 el mejor programa de


ese entonces, llamado Chinook, ganó una plaza para competir por el campeonato del
mundo. Las federaciones del juego estaban en contra de esa participación, lo que llevó
al campeón mundial, el matemático Marion Tinsley, considerado el mejor jugador
de la historia, a renunciar a su título. Forzadas por esta decisión, las federaciones
crearon un título mundial Hombre contra máquina. Chinook y Tinsley se enfrentaron,
ganando el hombre cuatro partidos, perdiendo dos, y empatando treinta y tres.
En 1994 se comenzó a jugar el match revancha. Luego de seis empates, Tinsley hubo
de retirarse por motivos de salud (murió de cáncer pancreático seis meses después de
retirarse del match), con lo que Chinook fue declarado campeón. Al año siguiente se
enfrentó por el título en un match a treinta y dos partidos con Don Lafferty (quien era
notoriamente más débil que Tinsley) y la máquina ganó un partido, empatando treinta
y uno. Luego de defender su título, Chinook no compitió más, y sus creadores se
dedicaron a resolver el juego. El 19 de julio de 2007 el equipo programador de Chinook
publicó un artículo en la revista Science demostrando que lo mejor que cualquier
oponente podría lograr al enfrentarse al programa es un empate.

Con respecto al ajedrez, en la década del 90 el mejor jugador del mundo con distancia
era Garry Kasparov. En 1996, el mejor programa de ajedrez, Deep Blue, logró vencerlo
en la primera partida de un match a seis, con lo que por vez primera un programa
vencía al mejor jugador humano. Sin embargo, Kasparov se impuso convincentemente
en el match, ganando tres y empatando dos de las partidas restantes.
Al año siguiente se jugó el match revancha, con Deep Blue mejorado, también a seis
partidas. Kasparov ganó un partido, Deep Blue dos, y hubo tres tablas9 . Deep Blue no
volvió a jugar con humanos.

El go es un juego mucho más complejo que el ajedrez (y muchísmo más que las
damas). Entre el 9 y el 15 de marzo de 2016 un programa llamado Alphago se enfrentó
a Lee Sedol en un match a cinco partidas. Lee Sedol había sido el mejor jugador en los
diez años anteriores y al momento de realizarse el match estaba rankeado tercero en
el mundo. El match terminó con la victoria de Alphago, que obtuvo cuatro victorias y
fue derrotada una vez.

¿Considera que es condición necesaria para programar una computadora que juegue a
este tipo de juegos el desarrollo de un lenguaje formal que permita la comunicación
del hombre y la máquina? Explique. Si contestó afirmativamente, ¿considera además
que si la máquina va a jugar a un buen nivel es necesario que sobre ese lenguaje formal
se pueda efectuar un cálculo, destacando algunas fórmulas sobre otras, de modo de
elegirlas como próxima jugada? Explique.

7. Euler (1707-1783), uno de los más grandes matemáticos de la historia, conjeturó que si
n es un natural mayor que 2, ninguna suma de menos de n potencias n-ésimas tendrá
como resultado una potencia n-ésima. Por ejemplo, según Euler se necesitan al menos
9 La última partida, ganada por Deep Blue, despertó muchas sospechas. Duró apenas diecinueve jugadas,

luego de un grosero error de Kasparov en la apertura.


2.5 Ejercicios 61

tres cubos para que sumados den un cubo, y al menos siete potencias séptimas para
que sumadas den una potencia séptima.
Esta conjetura fue refutada en 1967 por Lander y Parkin, en lo que se considera el
artículo matemático más corto jamás publicado (disponible en http://www.ams.org/
journals/bull/1966-72-06/S0002-9904-1966-11654-3/S0002-9904-1966-11654-3.
pdf). Tiene apenas dos oraciones :

A pesar de su brevedad,podemos considerar que este artículo cumple todos los


requisitos para ser una comunicación estándar de un matemático a otros matemáticos
de los resultados por él descubiertos o construidos. Si esto es así ¿se comunican los
matemáticos los resultados de su labor por medio de lenguajes formales? Explique su
respuesta. Si su respuesta fue negativa; ¿le parece adecuado llamar a la matemática una
ciencia formal? ¿Qué razones tendrán los matemáticos para no desprenderse totalmente
del lenguaje natural en sus comunicaciones?

8. Considere un lenguaje cuyo alfabeto quede determinado así:


Alfabeto: {|, ||, |||, ||||}
Sean fórmulas aquellas cadenas finitas tales que sus símbolos contiguos difieren solo
en una barra.
a) Muestre que hay fórmulas de cualquier longitud mayor que 1.
b) Muestre que todas las fórmulas de cinco símbolos que contienen todos los
símbolos del alfabeto tienen repetido el primer o el último símbolo.

9. Suponga que: (i) se define un lenguaje con un alfabeto finito, (ii) se establece que una
cadena finita determinada es fórmula, (iii) se establece que serán fórmulas todas las
cadenas que se obtengan agregando dos símbolos diferentes (siempre los mismos)
al final de una fórmula ya disponible en cualquier orden, y (iv) todas las fórmulas
pueden obtenerse por este procedimiento a partir de la cadena finita dada.
a) Muestre que si existe una fórmula de 5 símbolos, no puede existir una fórmula
de 16 símbolos.
b) Suponga que hay una fórmula de 5 símbolos. ¿Cuántas fórmulas de 6, 7, 8 y 9
62 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma

símbolos hay cuyo segmento inicial de 5 símbolos sea idéntico al de la fórmula


dada?

10. Suponga que se define un lenguaje con un alfabeto finito, se establece que una cadena
finita determinada es fórmula y que serán fórmulas todas las cadenas que se obtengan
agregando dos símbolos al final de una fórmula ya disponible o las cadenas que se
obtengan eliminando 4 símbolos del principio de una fórmula ya disponible (si tiene 5
o más símbolos), y que todas las fórmulas pueden obtenerse por ese procedimiento.
Suponga además que aabbccc es una fórmula. ¿Podría ser ccccmm fórmula?

11. Establezca si los siguientes enunciados son verdaderos o falsos:


a) ““Juan”” tiene dos pares de comillas.
b) Ni Juan ni “Juan” son nombres.
c) “Juan” es un nombre de Juan, y ““Juan”” nombra a “Juan”.
d) Podemos hallar a “Juan” en una lista de nombres, pero no podemos hallar a
Juan en una lista de nombres.
e) Cuando nos referimos a una cosa, hablamos de una cosa, y cuando nos referi-
mos a “una cosa” hablamos de ““una cosa””.
II
Lógica proposicional
3 Sintaxis;. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
3.1 Alfabeto
3.2 Fórmulas
3.3 El bloqueo de la ambigüedad estructural
3.4 El teorema de lectura única
3.5 Árbol de formación de una fórmula
3.6 Ejercicios

4 Semántica; . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
4.1 Verdadero, falso e interpretaciones
4.2 Tautologías, contradicciones y contingencias
4.3 Tablas de verdad
4.4 Asignaciones proposicionales e interpretaciones
4.5 Modelos y contramodelos
4.6 Vuelta a la biblioteca
4.7 ¿Decir lo mismo? Equivalencia
4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos
4.9 Ejercicios

5 Conectivos lógicos y lenguaje natural;107


5.1 El conectivo ¬
5.2 El conectivo ∧
5.3 El conectivo ∨
5.4 El conectivo →
5.5 El conectivo ↔
5.6 Ejercicios

6 Consecuencia semántica; . . . . . . . . . . . . 121


6.1 La validez en el lenguaje formal
6.2 La relación de consecuencia semántica
6.3 Conjuntos insatisfacibles y contradicciones
6.4 Conjunto vacío y tautologías
6.5 Monotonía
6.6 El condicional asociado
6.7 El teorema de deducción (versión semántica)
6.8 El “absurdo”
6.9 Ejercicios

7 Consecuencia sintáctica;. . . . . . . . . . . . 137


7.1 Tras las huellas de los humanos
7.2 El sistema de deducción natural para LP
7.3 Consecuencia sintáctica
7.4 Heurística
7.5 Errores frecuentes al intentar hacer derivaciones
7.6 Propiedades de la relación de consecuencia sintáctica
7.7 Aparatos deductivos
7.8 Excurso filosófico: Lógica intuicionista
7.9 Ejercicios
3 | Sintaxis

a sintaxis de un lenguaje formal lo determina completamente, indicando cómo

L podemos combinar los símbolos para obtener fórmulas. Por eso, para definir un
lenguaje formal lo primero que se debe establecer es cuál es el conjunto de símbolos
con que contamos, y luego debemos explicitar las reglas de combinación para la obtención
de fórmulas.

3.1 Alfabeto
El alfabeto será el conjunto de símbolos de que dispondremos para la construcción de
fórmulas, y tanto este como las reglas de combinación deben darse teniendo en cuenta los
propósitos para los que se crea el lenguaje formal. En nuestro caso, el propósito es poder
distinguir las inferencias válidas en virtud de su forma, en tanto esa forma dependa de la
función de palabras y expresiones como “no”, “y”, “o”, “si . . . entonces . . . ” y “si y solo si”,
según vimos en el capítulo 1.
Debemos entonces definir el alfabeto. ¿Qué cosas queremos incluir en él? Para decidirlo,
debemos preguntarnos qué tendremos que representar con los símbolos de nuestro lenguaje
formal.
Hemos visto que nos interesa poder representar proposiciones o enunciados. Ahora bien,
a este respecto se presenta una complicación. Hay ciertas proposiciones que consideraremos
como más básicas que otras, en el sentido de que no podremos, con nuestro lenguaje,
representar un análisis de ellas. Un ejemplo aclarará el punto:
Si consideramos las proposiciones
(1) Lueve.
(2) Lueve y truena.
es claro que (2) es más compleja que (1), ya que (2) aparece como el resultado de conectar
dos proposiciones, (1) y
(3) Truena.
a través de la palabra “y”, cuya función ya hemos discutido informalmente. O sea que un
análisis de (2) nos muestra que está compuesta por proposiciones más básicas, a saber (1) y
(3), y estas últimas proposiciones no arrojan como resultado proposiciones más simples al
ser analizadas. Obsérvese que la simple complejidad gramatical no es un indicador fiable en
esta cuestión: consideremos
(4) Lueve en Montevideo.
66 Capítulo 3. Sintaxis

(5) Lueve a baldes en Montevideo.

¿Qué sucede si intentamos encontrar componentes más simples de estas proposiciones?


Podríamos creer que (4) es, en realidad, algo que desde el punto de vista lógico equivale a
“Llueve y llueve en Montevideo”, pero es obvio que este análisis lo que hace es decir que (4)
equivale a (1) y (4) conectadas por un “y”. La aparición de (4) para explicar (4) hace que
el análisis sea insatisfactorio, y que consideremos que, desde nuestro punto de vista, (4)
no es analizable. Con (5) pasa algo idéntico, ya que si se piensa con cuidado, no podemos
decir que (5) sea equivalente a “Llueve y llueve a baldes y llueve en Montevideo” (entre
otros motivos, porque podría llover a baldes en Pando, pero mansamente en Montevideo,
con lo que diríamos algo verdadero al decir la última expresión entrecomillada, pero (5)
sería falso). Es por esto que consideramos que (5), desde el punto de vista proposicional, no
admite ulteriores análisis. Aceptamos entonces que necesitaremos representar proposiciones
o enunciados que no sean analizables, es decir, los que consideraremos más básicos. Como
resulta intuitivamente evidente que hay una cantidad infinita de tales proposiciones (en
realidad, es muy fácil generar un esquema que arroje como resultado infinitas de tales
proposiciones ¿podrá el lector hallar uno?), requeriremos que nuestro lenguaje tenga infinitos
símbolos para representarlas.
Estos símbolos serán llamados letras proposicionales o letras de enunciado, y tendrán todos
la misma forma: una letra “p” con un subíndice añadido. Incluiremos en nuestro alfabeto
todos los símbolos que constan de una letra “p” y un subíndice que sea un numeral natural.
Nada obsta para que se represente una proposición compleja mediante una letra propo-
sicional. Podemos representar (2) simplemente como p1 . Pero en muchos casos, obrar de
esta manera no nos permitirá capturar el funcionamiento lógico de lo que tengamos entre
manos. Por ejemplo, si alguien dice

Llueve y truena. Si llueve me quedo en casa. Por lo tanto, me quedo en casa.

la representación de “Llueve y truena” como p1 no será adecuada, porque no captura la


proposición “Llueve” que tiene un papel fundamental en el argumento. Pero si el argumento
fuera

Llueve y truena. Si llueve y truena me quedo en casa. Por lo tanto, me quedo en


casa.

al representar “Llueve y truena” como p1 no se perdería nada en cuanto a la evaluación del


argumento.
Aun en caso de que estemos trabajando una situación en la que solo aparezcan p1 , p2
y p3 , debemos recordar que nuestro alfabeto incluye a p4 , p5 , . . . y en general, a cualquier
letra “p” subindizada con un numeral natural.
Por supuesto, esto no es suficiente. Sabemos que es posible construir proposiciones
nuevas a partir de otras proposiciones, conectándolas de maneras muy diversas en lenguaje
natural, pero que comparten la característica siguiente:

el valor de verdad de la proposición resultante de conectar las proposiciones


dadas depende de los valores de verdad de las proposiciones constituyentes.
3.1 Alfabeto 67

En nuestro ejemplo anterior, el valor de verdad de (2) depende de los valores de verdad
de (1) y (3). Es por esto que agregaremos a nuestro alfabeto símbolos que sirvan para poner
de manifiesto esas conexiones. Los símbolos que agregaremos para este cometido serán:

¬ (negador)
∧ (conjunción)
∨ (disyunción)
→ (condicional)
↔ (bicondicional)

los cuales son llamados “constantes lógicas”1 .


Podría parecer que ya tenemos todos los símbolos necesarios. Pero recordemos este
enunciado, que ya consideramos cuando hablamos sobre el lenguaje natural:

(6) Juan estudia filosofía y artes marciales o tarot.

Un análisis muestra que el valor de verdad de (6) dependería del valor de verdad de

Juan estudia filosofía, que representaremos con p1 .


Juan estudia artes marciales, que representaremos con p2 .
Juan estudia tarot, que representaremos con p3 .

Aparentemente, podemos representar (6) como

(7) p1 ∧ p2 ∨ p3

pero esto es totalmente insatisfactorio, porque estamos reflejando el fenómeno de la ambi-


güedad estructural en nuestro lenguaje, como mostraremos. ¿Cuáles son las condiciones
de verdad de (6), representado por (7)? No hay forma de decidirlo. Podemos entender el
enunciado de dos maneras:

1. El enunciado expresa que al menos una de estas dos posibilidades se da:


a) Juan estudia filosofía y artes marciales.
b) Juan estudia tarot.
2. El enunciado expresa que se cumplen estos dos hechos:
a) Juan estudia filosofía, y además
b) Juan estudia artes marciales o tarot.

Adviértase que si alguien adhiere a la interpretación 1, dirá que el enunciado es verda-


dero en el caso de que Juan solo estudie tarot, pero no filosofía ni artes marciales, y quien
opte por la interpretación 2, dirá que es falso en ese caso.
1 Este nombre deriva de que su comportamiento —su significado– es invariable, como se verá al estudiar la

semántica del lenguaje.


68 Capítulo 3. Sintaxis

Si no deseamos que la ambigüedad estructural quede reflejada en nuestro lenguaje


formal, debemos hacer algo al respecto. Nuestra solución2 consistirá en la introducción de
nuevos símbolos: los paréntesis derechos e izquierdos, que nos permitirán distinguir entre
las dos posibilidades con expresiones así:
Para la primera interpretación: (p1 ∧ p2 ) ∨ p3
Para la segunda: p1 ∧ (p2 ∨ p3 )
(Esto no es exacto, como se verá un poco más adelante, pero en este momento el detalle no
tiene importancia).
Hemos terminado el listado de los símbolos de nuestro alfabeto.
alfabeto de la lógica proposicional
consta de los siguientes símbolos:
letras proposicionales p1 , p2 , p3 , . . .
conectivos proposicionales ∧, ∨, →, ↔, ¬
paréntesis (, )

3.2 Fórmulas
Para proseguir debemos responder la siguiente pregunta, y con ella entramos de lleno
en los problemas de sintaxis, o sea, en el estudio de las formas en que vamos a permitir que
los símbolos se combinen.
¿Qué distingue las cadenas de símbolos que son fórmulas de aquellas que no lo son?
Intuitivamente, es claro que una cadena como ¬p1 “debería” ser una fórmula, y una como
pq → ∧ no. Sin embargo, por más que parezca suficiente manejarse a un nivel intuitivo
examinando cada caso, eso no es satisfactorio. Por un lado, podríamos enfrentarnos a
cadenas de símbolos muy complejas, ante las que nuestra intuición no nos ayudara; y por
otro, necesitamos un criterio claro y objetivo que nos permita, en todos los casos, determinar
si una cadena dada es una fórmula o no, sin ambigüedades de tipo alguno.
Nuestro alfabeto ha sido elegido con el propósito de representar determinadas estruc-
turas proposicionales, a través de cadenas de símbolos cuyo conjunto será el lenguaje de
la lógica proposicional. Para construirlo, recordemos que la negación de una proposición
es una proposición, que la conjunción de dos proposiciones es una proposición, así como
su disyunción, su implicación y su doble implicación. Por eso, resulta razonable exigir lo
siguiente:

1. Las letras proposicionales serán fórmulas.


2. Si A es una fórmula, ¬A también será una fórmula.
3. Si A y B son fórmulas, (A ∧ B) también será una fórmula.
4. Si A y B son fórmulas, (A ∨ B) también será una formula.
2 Hay otras soluciones, entre las cuales destaca la llamada notación polaca, que prescinde de los paréntesis
y de introducir otros símbolos para resolver el problema. Se genera así un lenguaje formal diferente al que
presentaremos aquí. Ármese el lector de paciencia, de mucha paciencia, si algún día debe leer un libro que
utilice la notación polaca.
3.2 Fórmulas 69

5. Si A y B son fórmulas, entonces (A → B) también será una fórmula


6. Si A y B son fórmulas, entonces (A ↔ B) también será una fórmula3 .

¿Por qué en 3–6 se introducen paréntesis? (Considerar qué sucedería si se fuera a aplicar
la regla 4 sobre p ∧ q y r sin los paréntesis).4 Por esto dijimos que la representación de una
proposición como p1 ∧ (p2 ∨ p3 ) no era exacta, ya que le faltan los paréntesis exteriores.
Esto es decir, básicamente, que si partimos de las letras proposicionales, y aplicamos
negaciones y conectivos binarios (cuidando la colocación de paréntesis) a lo que ya tengamos
y vayamos obteniendo, nunca obtendremos algo que no sea una fórmula. Pero en realidad,
nuestra intuición es más fuerte: nos dice que no solamente no obtendremos algo que no sea
una fórmula, sino además que cualquier fórmula se puede obtener mediante ese procedimiento
consistente en partir de letras proposicionales e ir aplicando negaciones y conectivos binarios,
ya que las proposiciones o bien son inanalizables o bien son compuestos en los términos
que venimos tratando. De esa manera, tenemos una caracterización completa de fórmula:
Fórmula es aquello que puede obtenerse a partir de ese procedimiento, y toda fórmula se
puede obtener con este procedimiento. Con esto in mente, presentamos la siguiente
Definición 3.2.1 — Secuencia de formación para la lógica proposicional.
Una secuencia de formación (S. F.) es una secuencia finita en la que cada elemento:

(i) O bien es una letra proposicional.


(ii) O bien es de la forma ¬A, siendo A un elemento anterior en la propia secuencia.
(iii) O bien es de la forma (A ∧ B) siendo A y B elementos anteriores en la propia
secuencia.
(iv) O bien es de la forma (A ∨ B) siendo A y B elementos anteriores en la propia
secuencia.
(v) O bien es de la forma (A → B) siendo A y B elementos anteriores en la propia
secuencia.
(vi) O bien es de la forma (A ↔ B) siendo A y B elementos anteriores en la propia
secuencia.
Por ejemplo, una secuencia de formación, en la que al lado de cada elemento se ha
justificado su inclusión, es la siguiente:

1. p1 Es letra proposicional. Definición de S. F. (i).


2. p5 Es letra proposicional. Definición de S. F. (i).
3. ¬p1 Definición de S. F. (ii) aplicada al elemento 1.
4. (p1 ∧ ¬p1 ) Definición de S. F. (iii) aplicada a los elementos 1 y 3.
5. (p5 → (p1 ∧ ¬p1 )) Definición de S. F. (v) aplicada a los elementos 2 y 4.
6. p3 Es letra proposicional. Definición de S. F. (i).
3 Obsérvese que A y B no pueden pertenecer al lenguaje, sino que se usan para representar cualquier
elemento del lenguaje. Son metavariables, y, como tales, pertenecen al metalenguaje.
4 En caso de que p ∧ q fuese una fórmula. Según lo que estamos discutiendo, no lo es, pues le faltan los

paréntesis exteriores.
70 Capítulo 3. Sintaxis

7. ((p5 → (p1 ∧ ¬p1 )) ∨ p3 ) Definición de S. F. (iv) aplicada a los elementos 5 y 6.

De la discusión anterior, resulta claro que aquellas cadenas que deseamos sean fórmulas
son exactamente aquellas que pueden obtenerse a través de secuencias de formación. Por lo
tanto, definimos:
Definición 3.2.2 — Fórmula de la lógica proposicional.
A es una fórmula de la lógica proposicional si y solo si existe una secuencia de formación
para la lógica proposicional de la cual A es el último elemento.

Notación 3.1. Al lenguaje de la lógica proposicional, o sea, al conjunto de las fórmulas de la lógica
proposicional lo notaremos LP.

Así, podemos demostrar rigurosamente que una cadena dada es una fórmula exhibiendo
una secuencia de formación de la cual la cadena dada sea el último elemento.
Supongamos que queremos demostrar que la cadena ((p1 → (p1 ∧ p1 )) ∨ (p2 ∨ p3 )) es
una fórmula.
Ejercicio 3.1 Justificar que lo siguiente se trata de una secuencia de formación, explici-
tando en cada elemento, qué ítem de la definición 3.2.1 asegura que la construcción es
correcta.

1. p1
2. (p1 ∧ p1 )
3. (p1 → (p1 ∧ p1 ))
4. p2
5. p3
6. (p2 ∨ p3 )
7. ((p1 → (p1 ∧ p1 )) ∨ (p2 ∨ p3 ))

Esto demuestra que la cadena dada es una fórmula del lenguaje LP.

3.3 El bloqueo de la ambigüedad estructural


Acabamos de demostrar que una cadena de símbolos, ((p1 → (p1 ∧ p1 )) ∨ (p2 ∨ p3 )), es
una fórmula, exhibiendo una secuencia de formación. Pero ¿es esta la única secuencia de
formación que la tiene como último elemento? Obviamente no. Por ejemplo, esta también es
secuencia de formación de la misma fórmula:

1. p1 Es letra proposicional. Definición de S. F. (i).


2. ¬p1 Definición de S. F. (ii) aplicada al elemento 1.
3. p17 Es letra proposicional. Definición de S. F. (i).
4. (p1 ∧ p1 ) Definición de S. F. (iii) aplicada a 1.
5. (p1 ∨ ¬p1 ) Definición de S. F. (iv) aplicada a 1 y 2.
3.3 El bloqueo de la ambigüedad estructural 71

6. (p1 → (p1 ∧ p1 )) Definición de S. F. (v) aplicada a 1 y 4.


7. p2 Es letra proposicional. Definición de S. F. (i).
8. p3 Es letra proposicional. Definición de S. F. (i).
9. (p2 ∨ p3 ) Definición de S. F. (iv) aplicada a 7 y 8.
10. (p3 → (p2 ∨ p3 )) Definición de S. F. (v) aplicada a 8 y 9.
11. ((p1 → (p1 ∧ p1 )) ∨ (p2 ∨ p3 )) Definición de S. F. (iv) aplicada a 6 y 9.

Esta nueva secuencia de formación contiene elementos que en algún sentido, caen
fuera de nuestro interés. Pero hay algo bastante profundo que podemos observar aquí. Si
rastreamos cómo se construyó la fórmula en la última secuencia, vemos que el onceavo
elemento, o sea nuestra fórmula, se construyó con los elementos (p1 → (p1 ∧ p1 )) (número
6) y (p2 ∨ p3 ) (número 9). A su vez, el elemento número 6 se construyó con los elementos
p1 (número 1) y (p1 ∧ p1 ) (número 4), mientras que el elemento número 9 se construyó
con los elementos p2 (número 7) y p3 (número 8). Por su parte, el elemento número 4
fue construido a partir de p1 (número 1). No hemos explicado cómo se construyeron los
elementos numerados con el 1, el 7 y el 8 pero obviamente, son letras proposicionales,
elementos básicos que no han sido construidos a partir de otros. Los elementos que nos
parecían inútiles no aparecen en este análisis. Es más, si miramos la primera secuencia de
formación para esta fórmula, que parece ser de máxima economía –en el sentido de que
ninguna secuencia más breve será de formación para esa fórmula–, y hacemos el mismo
trabajo, encontramos que la fórmula se ha construido usando exactamente los mismos
elementos (pruébelo el lector).
Sin embargo, esto no tendría por qué haber sido así si no hubiéramos tomado ciertos
recaudos relacionados con la utilización de paréntesis. Veámoslo con un ejemplo de otro
lenguaje formal, que ya conocemos. Reconsideremos el Lenguaje formal 2 del capítulo
anterior. Ese lenguaje tenía como alfabeto el conjunto {a, b} y podríamos reformular su
definición de fórmula así:
Una secuencia de formación (S.F) es una secuencia finita en la que cada elemento cumple
lo siguiente:

(i’) O bien es a.
(ii’) O bien es b.
(iii’) O bien es de la forma aaA, siendo A un elemento anterior en la propia secuencia.
(iv’) O bien es de la forma Ab, siendo A un elemento anterior en la propia secuencia.

Definimos igualmente fórmula como cualquier elemento final de una secuencia de


formación.
Es claro que la cadena aaab es fórmula, ya que podemos presentar esta secuencia de
formación:

1. a Definición de S.F. (i’).


2. aaa Definición de S.F. (iii’) aplicada a 1.
3. aaab Definición de S.F. (iv’) aplicada a 2.
72 Capítulo 3. Sintaxis

Pero también podemos presentar esta secuencia de formación para la misma fórmula:

1. a Definición de S.F. (i’).


2. ab Definición de S.F. (iii’) aplicada a 1.
3. aaab Definición de S.F. (iv’) aplicada a 2.

Advertimos que en la primera secuencia de formación aaab ha sido construida usando


la cadena aaa, y en la segunda, esta cadena no aparece, sino que lo hace ab, la cual no
aparece en la primera.
Esto está íntimamente relacionado con el fenómeno que ya hemos mencionado un par
de veces y que llamamos ambigüedad estructural.
Supongamos que no hubiéramos incluido los paréntesis en el alfabeto de LP, y que
hubiésemos definido secuencia de formación como una secuencia finita en la que cada
elemento

1. O bien es una letra proposicional.


2. O bien es de la forma ¬A, siendo A un elemento anterior en la propia secuencia.
3. O bien es de la forma A ∧ B siendo A y B elementos anteriores en la propia secuencia.
4. O bien es de la forma A ∨ B siendo A y B elementos anteriores en la propia secuencia.
5. O bien es de la forma A → B siendo A y B elementos anteriores en la propia secuencia.
6. O bien es de la forma A ↔ B siendo A y B elementos anteriores en la propia secuencia.

En este caso, la cadena p1 ∧ p2 ∨ p3 (que, según vimos, habíamos propuesto como


traducción a nuestro tentativo lenguaje formal de, por ejemplo, “Juan estudia filosofía y
artes marciales o tarot”, estructuralmente ambigua) sería una fórmula:

1. p1
2. p2
3. p3
4. p1 ∧ p2
5. p1 ∧ p2 ∨ p3

¿Cómo es que se refleja la ambigüedad estructural en este lenguaje formal tentativo


que venimos manejando? Observe que según esta secuencia de formación, la fórmula es
la disyunción de p1 ∧ p2 y p3 . Sin embargo, tenemos otra secuencia de formación para la
misma fórmula:

1. p1
2. p2
3. p3
4. p2 ∨ p3
5. p1 ∧ p2 ∨ p3
3.4 El teorema de lectura única 73

Según esta secuencia de formación, la fórmula es algo que debería ser muy diferente: la
conjunción de p1 con p2 ∨ p3 . Debería ser diferente, pero no lo es en este lenguaje tentativo.
Para evitar esto fue que se introdujeron los paréntesis en el alfabeto del lenguaje LP. Pero,
¿cómo podemos estar seguros de que ninguna fórmula de LP es ambigua en el sentido
que venimos tratando? En el caso particular que estudiamos, se trataba de una fórmula
que podía ser leída como una conjunción y también como una disyunción. Deberíamos
demostrar un teorema que nos asegurase que en el lenguaje LP ninguna fórmula puede ser
leída de dos maneras diferentes. ¿De qué herramientas disponemos para ello?

Inducción sobre fórmulas


Para contestar esa pregunta, repasemos algunas consideraciones ya hechas en el capítulo
anterior. Habíamos visto allí que en los casos en que tenemos una especificación de las
fórmulas del lenguaje proporcionada a través de una lista o descripción de algunas fórmulas
básicas, y de reglas para la construcción de fórmulas a partir de otras, y una cláusula que
especifique que toda fórmula se puede obtener a partir de las más básicas por aplicación
sucesiva de las reglas de construcción, podíamos demostrar que todas las fórmulas del
lenguaje tienen una propiedad determinada si demostramos que todas las fórmulas básicas
tienen esa propiedad, y que cada vez que se construye una fórmula a partir de algunas que
tienen esa propiedad, la fórmula construida también la tendrá. Aplicado a nuestro lenguaje
LP, eso resulta en lo siguiente:
Supongamos que queremos demostrar que todas las fórmulas de nuestro lenguaje tienen
una propiedad P.
si demostramos que

todas las fórmulas que son una única letra proposicional tienen la propie-
dad P.
siempre que la fórmula A tenga la propiedad P, la fórmula ¬A tendrá la
propiedad P.
siempre que las fórmulas A y B tengan la propiedad P, la fórmula (A B)
(siendo uno cualquiera de estos símbolos: ∧, ∨, → o ↔) tendrá la propiedad
P.

habremos demostrado que todas las fórmulas de LP tienen la propiedad P.

Esto es así porque, evidentemente, en esas condiciones, cualquier término de una secuencia
de formación tendrá la propiedad P. Este procedimiento se conoce como inducción sobre
fórmulas.

3.4 El teorema de lectura única


Quisiéramos demostrar que toda fórmula de LP tiene la propiedad de admitir una única
lectura. No nos conviene en este punto un abordaje demasiado directo, sino que será mejor
demostrar un par de resultados relativos a los paréntesis en las fórmulas –a fin de cuentas,
la introducción de paréntesis fue motivada por el deseo de evitar las lecturas múltiples–.
Comencemos entonces demostrando algo muy fácil, a lo que le pondremos el humilde mote
74 Capítulo 3. Sintaxis

de “Lema”.

Lema 3.4.1 — Paréntesis derechos e izquierdos.


En toda fórmula del lenguaje LP hay la misma cantidad de paréntesis derechos que de
paréntesis izquierdos.
demostración: Es claro que las fórmulas que son una letra proposicional tienen la misma
cantidad de paréntesis izquierdos y derechos, cero de cada uno de ellos.
Sea A una fórmula con la misma cantidad de paréntesis izquierdos y derechos. Clara-
mente, la fórmula ¬A tiene también la misma cantidad de paréntesis izquierdos y derechos
que A, y en A estas cantidades son iguales.
Sean A y B fórmulas en cada una de las cuales la cantidad de paréntesis izquierdos iguala
a la de paréntesis derechos. Consideremos la fórmula (A B) siendo uno cualquiera de
los símbolos ∧, ∨, → o ↔, y veamos que tiene la misma cantidad de paréntesis derechos e
izquierdos: si A tiene m paréntesis derechos y m paréntesis izquierdos, mientras B tiene n
paréntesis derechos y n izquierdos, en la nueva fórmula están los mismos símbolos que en
A y B más un paréntesis derecho, uno izquierdo y , por lo que en (A B) habrá m + n + 1
paréntesis izquierdos y la misma cantidad de paréntesis derechos.
Demostraremos ahora otro lema que nos dirá que si partimos una fórmula en dos partes,
izquierda y derecha –ninguna de las dos vacía–, o bien la parte izquierda es una cadena que
consta solo de negadores, o bien tiene más paréntesis izquierdos que derechos.
 Ejemplo 3.1 Podemos dividir la fórmula ¬¬¬((p1 ∧ p2 ) → p3 ) en una parte izquierda, ¬¬,

y una derecha, ¬((p1 ∧ p2 ) → p3 ). En este caso la parte izquierda consta solo de negadores.
Otra posibilidad es que la parte izquierda sea ¬¬¬((p1 ∧ p2 ) → y la derecha p3 ). En este
caso la parte izquierda consta de dos paréntesis izquierdos y uno derecho.
Lema 3.4.2 — Partes derechas e izquierdas de las fórmulas.
Si en una fórmula de más de n símbolos se considera la cadena formada por los primeros
n de ellos –a la que llamaremos “parte izquierda de la fórmula”– se tiene que o bien esa
cadena consta solamente de negadores o bien en esa cadena hay más paréntesis izquierdos
que paréntesis derechos.
demostración: Es claro que no tenemos que probar nada sobre las letras proposicionales,
porque no pueden dividirse en parte derecha e izquierda.
Sea A una fórmula tal que cada vez que se divide en parte derecha e izquierda, o bien
la parte izquierda consta solo de negadores o bien la parte izquierda tiene más paréntesis
izquierdos que derechos.
Consideremos la fórmula ¬A y dividámosla en una parte izquierda y una derecha. La
parte izquierda que hemos obtenido es o bien el negador que la encabeza o bien una parte
izquierda de A precedida de un negador. En el primer caso, es claro que la parte izquierda
tiene solo negadores. En el segundo caso, si la parte izquierda de A que consideramos solo
tiene negadores, lo mismo pasa con la parte izquierda de ¬A. Si la parte izquierda de A
que consideramos tiene más paréntesis izquierdos que derechos, lo mismo pasa con la parte
izquierda de ¬A, ya que solo difieren en un negador.
Sean ahora dos fórmulas, A y B, que cumplen la propiedad que venimos considerando:
cualquiera de sus partes izquierdas consta solo de negadores o tiene más paréntesis izquier-
3.4 El teorema de lectura única 75

dos que derechos. Formemos la fórmula (A B), siendo uno cualquiera de los conectivos
binarios, y dividamósla en una parte izquierda y una derecha.
Tenemos varios casos:

La parte izquierda de (A B) que consideramos es (. En este caso obviamente consta


de más paréntesis izquierdos que derechos.
La parte izquierda de (A B) que consideramos es (X siendo X una parte izquierda
de A. Tanto si X consta solo de negadores como si X tiene más paréntesis izquierdos
que derechos, (X tiene más paréntesis izquierdos que derechos.
La parte izquierda de (A B) que consideramos es (A o (A . En ambos casos la
cantidad de paréntesis izquierdos supera en 1 a la cantidad de paréntesis derechos en
esa parte izquierda, ya que según el lema 3.4.1, la cantidad de paréntesis izquierdos y
derechos en A –que es una fórmula– es la misma.
La parte izquierda de (A B) que consideramos es (A X siendo X una parte izquierda
de B. Si X consta solo de negadores, por la misma razón que en el caso anterior, la
cantidad de paréntesis izquierdos supera en 1 a la de paréntesis derechos en (A X. Si
X tiene más paréntesis izquierdos que derechos, y la diferencia entre esas cantidades
es k, es claro que en (A X hay k + 1 paréntesis izquierdos más que derechos.
La parte izquierda de (A B) que consideramos es (A B. En este caso, como A y B
son fórmulas, por el lema 3.4.1, tienen la misma cantidad de paréntesis izquierdos que
derechos, de modo que en (A B la cantidad de paréntesis izquierdos supera en 1 a
la de paréntesis derechos.

¿Por qué nos hemos tomado el trabajo de demostrar estos tediosos lemas? La respuesta
es que juntos dan un corolario que nos será fundamental para demostrar que hemos
evitado completamente la ambigüedad estructural: dado que ninguna fórmula consta solo
de negadores o tiene más paréntesis izquierdos que derechos,

Corolario 3.4.3 Ninguna parte izquierda de una fórmula es una fórmula.

Estamos en condiciones de demostrar que no hay ninguna fórmula de nuestro lenguaje


que admita dos lecturas diferentes. Eso es exactamente lo que establece el

Teorema 3.4.4 — Lectura única.


Toda fórmula de LP tiene una y solo una de las siguientes formas:

1. pk (o sea, es una letra proposicional)


2. ¬A, siendo A una única fórmula.
3. (A ∧ B), siendo A y B fórmulas únicas.
4. (A ∨ B), siendo A y B fórmulas únicas.
5. (A → B), siendo A y B fórmulas únicas.
6. (A ↔ B), siendo A y B fórmulas únicas.
76 Capítulo 3. Sintaxis

Observemos, antes de demostrarlo, que nos asegura lo que su título pregona: toda
fórmula puede leerse de una manera única y determinada. Si una fórmula es de la forma
2, diremos que su conectivo principal es una negación, y también que la fórmula es una
negación. Si es de la forma 3, diremos que su conectivo principal es una conjunción y
también que la fórmula es una conjunción; y análogamente con las formas 4 – 6. Así,
estamos seguros, por ejemplo, de que ninguna conjunción es también una disyunción.
Procedamos ahora a la
demostración: Es obvio que cualquier fórmula debe tener una de las formas 1 – 6, ya
que todos los elementos en una secuencia de formación son de alguna de esas formas. El
problema es mostrar que ninguna fórmula tiene más de una de esas formas. Es claro además
que si una fórmula tiene la forma 1 (es una variable proposicional) no tiene ninguna de las
otras formas, y lo mismo si tiene la forma 2 (es una negación) no tiene ninguna de las otras
formas. Además, si pn = pm , obviamente n = m, y si ¬A = ¬X, obviamente A = X.
Supongamos ahora que tenemos una fórmula que podemos expresar de dos maneras
en un par de las formas 3 – 6, es decir, una fórmula que se puede escribir como (C  D)
y también como (E  F), donde  y  son conectivos binarios, C, D, E y F fórmulas.
Mostraremos que debe ser C = E,  =  y D = F.
Como las cadenas (C  D) y (E  F) son iguales, también son iguales las cadenas que se
obtienen al quitar los paréntesis iniciales de cada una:
C  D) = E  F)
Pero entonces es claro que si C y E fueran distintas, C sería parte izquierda de E o E
sería parte izquierda de C, lo que es imposible por el Corolario 3.4.3 dado que ambas son
fórmulas. Entonces E = C, y por lo tanto
D) = F)
De aquí es inmediato
=
y entonces
D) = F)
y nuevamente, si D y F fuesen diferentes, una sería parte izquierda de la otra, lo que es
imposible. Por lo tanto, D = F.

3.5 Árbol de formación de una fórmula


Podemos, a partir de este resultado, idear un procedimiento que nos garantizará, dada
una fórmula, obtener una secuencia de formación para ella que sea mínima, es decir, sin
elementos innecesarios, a la vez que nos proporciona una comprensión perspicua de su
estructura sintáctica. Ese procedimiento es la construcción de un árbol de formación. Conside-
raremos que el árbol generado por una fórmula es un diagrama5 construido mediante las
siguientes reglas:
5 En puridad el árbol no es el diagrama, sino el grafo –una estructura matemática– que se representa con el

diagrama. Pero para nuestros propósitos es suficiente considerarlo un diagrama.


3.5 Árbol de formación de una fórmula 77

1. En la raíz del árbol se coloca la fórmula en cuestión.


2. Como es una fórmula, o bien:
a) Es una letra proposicional (en cuyo caso no tiene descendientes)
b) Es de la forma ¬A, en cuyo caso tiene como descendiente a A.
c) Es de la forma (A ∧ B), (A ∨ B), (A → B), (A ↔ B), en cuyo caso tiene como
descendientes a A y a B.
3. Se repite el proceso con los descendientes obtenidos, hasta que solo queden letras
proposicionales en los nodos terminales del árbol.

Los árboles de formación desafían la ley de la gravedad: convencionalmente, la raíz está


arriba, y los descendientes de cada nodo se colocan debajo de él. Disponiendo del árbol, se
puede construir una secuencia de formación sin elementos innecesarios, cuyos elementos
serán los nodos, comenzando por los más bajos, y teniendo siempre el cuidado de no incluir
nunca un nodo hasta tanto no se hayan incluido todos sus descendientes.
Los nodos del árbol (incluyendo la propia fórmula) se llaman subfórmulas de la fórmula
dada. Son los componentes mínimos requeridos para una secuencia de formación cuyo
último elemento sea la fórmula dada. Es claro que todas las subfórmulas de una fórmula
son, a su vez, fórmulas y que toda fórmula es subfórmula de sí misma.
 Ejemplo 3.2 Árbol de formación de la fórmula (((p1 ∧ ¬p2 ) → p4 ) ↔ (p2 ∨ p1 ))

(((p1 ∧ ¬p2 ) → p4 ) ↔ (p2 ∨ p1 ))

((p1 ∧ ¬p2 ) → p4 ) (p2 ∨ p1 )

(p1 ∧ ¬p2 ) p4 p2 p1

p1 ¬p2

p2

 Ejemplo 3.3 ¿Es (p1 → p2 ) subfórmula de (¬p1 → p2 )?


El árbol de formación de esta última fórmula es:

(¬p1 → p2 )

¬p1 p2

p1

Como en ningún nodo del árbol se encuentra (p1 → p2 ), la respuesta es negativa.


78 Capítulo 3. Sintaxis

3.6 Ejercicios

1. ¿Son fórmulas de LP las siguientes cadenas? (En caso de que lo sean, demostrarlo a
través de una secuencia de formación; en caso de que no lo sean, justificarlo).
a) p385716
b) pi
c) (p ∧ q)
d) (A → B)
e) (p12 ∨ p11 )¬p4
f ) ((¬(p12 ∨ p11 ) ↔ ((¬p4 ∧ p3 ) → p5 )))

2. Presentar el árbol de formación y una secuencia de formación de las siguientes


fórmulas de LP:
a) (¬(p2 ∨ p1 ) → p3 )
b) ¬((p2 ∨ p1 ) → p3 )
c) (¬¬(p1 ∧ ¬p1 ) → (¬¬p1 ∨ ¬p1 ))
d) (¬((((p2 ∨ p3 ) ∨ p2 ) ∨ p3 ) ∨ p2 ) ∨ p3 )
e) ¬¬(¬p1 ↔ ¬p2 )
f ) ((p1 ∧ p2 ) ∨ ¬¬¬¬(p1 → p14 ))
g) (p1 → (p1 → (p1 → (p1 → p1 ))))

3. Demostrar que una fórmula que tiene exactamente n símbolos (contando repeticiones)
no tiene n − 1 subfórmulas.

4. Escriba una fórmula de LP que no pueda aparecer como quinto elemento de ninguna
secuencia de formación.

5. ¿Puede una fórmula de LP constar de cinco letras proposicionales diferentes y de


cinco pares de paréntesis, además de otros símbolos que no sean letras ni paréntesis?
Explique.

6. Si una fórmula de LP tiene doce pares de paréntesis y cinco conjunciones, ¿Cuál es el


máximo de disyunciones que puede tener? ¿Y de negaciones?

7. ¿Cuáles símbolos no pueden aparecer contiguos en una fórmula de LP? Explique.

8. Demuestre que ninguna fórmula de LP que no tiene negadores tiene 4000, 4002, 4003
o 4004 símbolos.

9. Suponga que tiene una fórmula de LP, y que la coloca entre paréntesis (es decir, coloca
un paréntesis izquierdo precediéndola y un paréntesis derecho siguiéndola). ¿Es la
cadena así obtenida una fórmula de LP en algún caso? Justifique.

10. Busque información sobre la notación polaca para la lógica proposicional. Traduzca a
3.6 Ejercicios 79

ella cinco fórmulas que aparezcan en esta sección de ejercicios.


4 | Semántica

e acuerdo a la caracterización de la lógica que hicimos, nuestro propósito al cons-

D truir el lenguaje formal LP que presentamos, es lograr distinguir algunas inferencias


como correctas. En nuestro marco, que una inferencia sea correcta significa que si
sus premisas son verdaderas, entonces necesariamente su conclusión también debe serlo.
Esto es suficiente para mostrar que debemos considerar el problema de asignar valores
de verdad a los correlatos formales de las proposiciones, ya que necesitamos establecer un
criterio que nos permita distinguir, al menos en ciertos casos1 , aquellas inferencias en las
que es imposible que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa, de aquellas en las
que puede darse que la conclusión sea falsa aunque las premisas sean verdaderas. Es por
esto que no basta simplemente con “otorgar” un valor de verdad a todas las fórmulas, sino
que, para nuestros propósitos, esto debe hacerse teniendo en cuenta algunas restricciones
muy fuertes.
Consideremos la siguiente inferencia de cuño platónico:

Si el conocimiento es sensación, entonces los cerdos tienen conocimiento.


Los cerdos no tienen conocimiento.
El conocimiento no es sensación.

Alguien podría decir que las dos premisas son verdaderas y que la conclusión es falsa.
Sin embargo, hay algo que rechazamos en esta posibilidad, ya que tenemos la fuerte intuición
de que la inferencia es correcta, es decir que, sin tomar partido sobre si las premisas son
verdaderas o no, no nos parece admisible que si las premisas fuesen verdaderas, no lo fuese
la conclusión. Es más, supongamos que alguien nos expresa las dos proposiciones que
fungen de premisas en el argumento:

Si el conocimiento es sensación, entonces los cerdos tienen conocimiento.


Los cerdos no tienen conocimiento.

Ni siquiera necesitamos que nos explicite oralmente que su opinión es que el conocimiento
no es sensación. Lo suponemos, porque aceptamos que esa opinión es consecuencia lógica de
lo que ya nos ha dicho. Si luego agregara
El conocimiento es sensación.
1 En ciertos casos porque esto depende de la capacidad expresiva del lenguaje que construyamos. Habrá

inferencias correctas cuya corrección no se podrá capturar con el lenguaje de la lógica proposicional, y sí con
otros lenguajes más ricos.
82 Capítulo 4. Semántica

entenderíamos que ha habido algún tipo de error. Tal vez, en un caso así, pensemos que
hemos oído mal, o que nuestro interlocutor ha pronunciado mal alguna oración, o que
ha dicho las cosas a la ligera, sin pararse a pensar en sus dichos. Si le hacemos notar que
creemos que hay un error y nuestro interlocutor se obstina en mantener que las premisas
son ambas verdaderas y que la conclusión (El conocimiento no es sensación) es falsa, no
dudaríamos en decir que su razonamiento no es correcto, que está transgrediendo, de alguna
manera, la lógica.
Ahora bien; ¿qué es lo que nos impide aceptar que existe la posibilidad de que esas pre-
misas sean verdaderas y a la vez, esa conclusión falsa? De acuerdo a anteriores discusiones,
lo que nos compele a asegurar que bajo la condición de que las premisas sean verdaderas,
la conclusión también lo será, es el comportamiento o significado que asignamos a la construcción
“Si. . . entonces . . . ” y a la palabra “no”.
Las funciones de esa construcción y de esa palabra, –ambas pertenecientes al lenguaje
natural–, son representadas en nuestro lenguaje formal mediante las conectivas → y ¬2 , y si
deseamos que esta formalización sea fructífera a la hora de representar las relaciones entre
los valores de verdad que otorgamos a diversas fórmulas –para poder distinguir algunas
inferencias como correctas–, es necesario que tengamos en cuenta esas funciones al dar los
significados a nuestras fórmulas.
Las cuestiones del significado se consideran en la semántica del lenguaje, que es lo que
abordaremos a continuación. Queda claro por lo tanto que la semántica de nuestro lenguaje
formal deberá ocuparse de la correspondencia entre fórmulas y valores de verdad, y que
deberá hacerlo no de cualquier manera, sino de acuerdo al comportamiento que esperamos
tengan los conectivos lógicos.

4.1 Verdadero, falso e interpretaciones


Consideremos entonces dos objetos (no entraremos en la discusión filosófica acerca de
la naturaleza de estos objetos) a los que llamaremos “verdadero” y “falso”, designaremos
respectivamente con las letras V y F, y serán llamados valores de verdad3 .
Las fórmulas “toman” valores de verdad a través de valuaciones, como indica la siguiente
Definición 4.1.1 — Valuación de LP.
Una valuación de LP es una asignación de un único valor de verdad a cada fórmula de
LP.

Notación 4.1. Si A es una fórmula, y v una valuación, representaremos con v(A) el valor de verdad
que la valuación v asigna a la fórmula A.

Por supuesto, existen infinitas valuaciones; una valuación (a la que podemos llamar v)
es tal que v(A) = V para toda fórmula A; otra valuación u es tal que u(A) = F para toda
fórmula A; otra valuación w es tal que w(A) = V si A es una fórmula en la que aparece p1
y w(A) = F si A es una fórmula en la que p1 no aparece, etc. Veremos en breve que ninguna
de estas valuaciones tiene relevancia para nuestros intereses. Consideremos nuevamente el
2 Observe que no se representan las palabras “si”, “entonces”, “no”, sino las funciones que cumplen en los
enunciados.
3 V y F no son, por supuesto, símbolos del lenguaje. Esta presentación de la semántica necesita de estos dos

objetos extralingüísticos (con respecto al lenguaje objeto).


4.1 Verdadero, falso e interpretaciones 83

argumento platónico. Si representamos El conocimiento es sensación con p1 , Los cerdos tienen


conocimiento con p2 , el argumento se puede representar así:

(p1 → p2 ) Si el conocimiento es sensación, entonces los cerdos tienen conocimiento.


¬p2 Los cerdos no tienen conocimiento.
¬p1 El conocimiento no es sensación.

Hay infinitas valuaciones que asignan valor V a (p1 → p2 ) y a ¬p2 , a la vez que asignan
valor F a ¬p1 . Estas valuaciones no respetan el comportamiento de los conectores que está en la base
del funcionamiento lógico del argumento. Por lo tanto, nuestra tarea será cumplida observando
en cada caso el comportamiento de los conectivos, para fundar la semántica de nuestro
lenguaje formal solamente en aquellas valuaciones que sí respeten ese comportamiento.
Consideremos la negación. De acuerdo a discusiones previas, si una valuación asigna
valor V a una fórmula A, esperamos que asigne valor F a la fórmula ¬A, y esta condición
sea recíproca. Con respecto a la conjunción, esperamos que, si una valuación asigna valor
de verdad V a las fórmulas A y B, entonces asigne valor de verdad V a la formula (A ∧ B),
y recíprocamente, si asigna valor de verdad V a (A ∧ B), entonces asigne valor de verdad V
tanto a A como a B, y hay consideraciones similares para los restantes conectivos, que ya
hemos discutido en un nivel informal.
Las valuaciones que nos interesan realmente son las que cumplen con las condiciones
arriba sugeridas, a las que llamaremos interpretaciones y esto amerita la siguiente
Definición 4.1.2 — Interpretación de LP.
Una interpretación I de LP es una valuación de LP que cumple las siguientes condiciones
(para fórmulas A y B cualesquiera):

1. I(¬A) = V si y solo si I(A) = F.


2. I(A ∧ B) = V si y solo si I(A) = I(B) = V.
3. I(A ∨ B) = F si y solo si I(A) = I(B) = F.
4. I(A → B) = F si y solo si I(A) = V e I(B) = F.
5. I(A ↔ B) = V si y solo si I(A) = I(B)

Para hacernos una idea concreta acerca de cómo funcionan las interpretaciones, exami-
nemos el siguiente argumento, presentado con su formalización adjunta:

Existe una ley moral objetiva. p1


Si existe una ley moral objetiva, entonces hay una fuente de la ley moral. (p1 → p2 )
Si hay una fuente de la ley moral, entonces Dios existe. (p2 → p3 )
Dios existe. p3

(El argumento es de C. S. Lewis, quien al exponerlo, elimina la posibilidad de otras


fuentes de ley moral diferentes de Dios).
Sin importar si consideramos las premisas verdaderas o falsas, es intuitivamente claro
que si las premisas son verdaderas, entonces la conclusión debe serlo. Intuitivamente,
84 Capítulo 4. Semántica

estamos frente a un argumento válido. Las interpretaciones logran capturar esa intuición.
Supongamos que I es una interpretación que cumple:

I(p1 ) = I((p1 → p2 )) = I((p2 → p3 )) = V

(o sea, que asigna valor de verdad V a todas las premisas).


En ese caso, se cumple que I(p3 ) = V (o sea, I no puede, siendo una interpretación,
asignar valor de verdad F a la conclusión, dado que asignó V a las premisas, lo que indica
el buen funcionamiento de las interpretaciones para capturar la idea de corrección lógica),
como veremos:
De I(p1 ) = V e I((p1 → p2 )) = V se infiere que

I(p2 ) = V

con el siguiente razonamiento: I es interpretación, y tenemos que I((p1 → p2 )) = V. Consi-


derando cómo tratan las interpretaciones el condicional (Definición 4.1.2 (4)), advertimos
que tiene que darse una de las siguientes posibilidades:

1. I(p1 ) = I(p2 ) = V
2. I(p1 ) = I(p2 ) = F
3. I(p1 ) = F
I(p2 ) = V

Pero 2 y 3 no pueden ser porque tenemos que I(p1 ) = V. Un razonamiento análogo muestra
que siendo I(p2 ) = V (como acabamos de demostrar) e I((p2 → p3 )) = V, tiene que ser

I(p3 ) = V

como pretendíamos que sucediese si el sistema se comporta en la forma esperada.

Ejercicio 4.1 Argumente, a través de interpretaciones de LP, que el argumento platónico


que concluye que el conocimiento no es sensación al inicio capítulo, es válido.

4.2 Tautologías, contradicciones y contingencias


Es en el sentido que acabamos de ver que las interpretaciones recogen nuestras intui-
ciones lógicas. Es natural por tanto, que aquellas cosas que llamamos a veces “verdades
lógicas”, puedan ser vistas bajo la luz de las interpretaciones. Sin necesidad de hacer viajes
interplanetarios consideramos verdadera la siguiente proposición:
Hay vida en Urano o no hay vida en Urano.
Esa proposición es traducible por la fórmula (p7 ∨ ¬p7 ). Es obvio que una interpretación
I puede asignar tanto I(p7 ) = V como I(p7 ) = F. Pero si I(p7 ) = V, como I es interpretación,
será I((p7 ∨ ¬p7 )) = V; y si I(p7 ) = F, como I es interpretación, será I(¬p7 ) = V, con lo que,
recordando nuevamente que I es interpretación, sabemos que I((p7 ∨ ¬p7 )) = V. Hemos
concluido que cualquier interpretación asigna valor V a la fórmula (p7 ∨ ¬p7 ).
4.3 Tablas de verdad 85

Así como hay fórmulas que son verdaderas bajo toda interpretación, otras son falsas bajo
toda interpretación (el lector podrá probar fácilmente que la fórmula (p5 ∧ ¬p5 ) lo es), y hay
otras que son verdaderas bajo unas interpretaciones y falsas bajo otras, como cualquier letra
proposicional. Es una distinción sumamente importante y queda recogida en la siguiente
Definición 4.2.1 — Tautología, contradicción, contingencia.
Una fórmula A es una

tautología si I(A) = V para toda interpretación I.


contradicción si I(A) = F para toda interpretación I.
contingencia si existen un par de interpretaciones, I y J, tales que
I(A) = V y J(A) = F.

4.3 Tablas de verdad

Nos enfrentamos ahora al problema de determinar si una fórmula dada es una tautología,
una contradicción o una contingencia, y en este último caso, bajo qué “condiciones” es
verdadera y bajo qué “condiciones” es falsa, o sea, cuáles interpretaciones le asignan valor
V y cuáles le asignan valor F.
Consideremos la fórmula ((p1 ∧ p2 ) → p1 ). Intuitivamente parece tratarse de una tauto-
logía (habíamos utilizado proposiciones de este tipo en nuestra discusión informal acerca
del condicional material, y habíamos dicho que debían ser siempre verdaderas). Pero ¿cómo
probarlo? Lo más natural es considerar los valores de verdad que una interpretación podría
otorgar a los “elementos mínimos” o sea, las letras proposicionales p1 y p2 , y con ellos,
encontrar los valores de verdad de cada subfórmula de la fórmula dada. Esto nos lleva al
siguiente estudio por casos:
Al inicio tenemos que decidir cuántos casos consideraremos. Como el valor de verdad
que la fórmula obtendrá en una interpretación solo depende de los valores de verdad
que esta asigne a las letras proposicionales que aparezcan en la fórmula, solo debemos
concentrarnos en considerar todas las combinaciones posibles de valores de verdad para esas
letras proposicionales. En nuestro caso, en la fórmula aparecen dos letras proposicionales,
p1 y p2 , lo que nos da cuatro combinaciones posibles:

p1 p2
V V
V F
F V
F F

¿Qué sucedería si en vez de dos letras proposicionales tuviésemos tres? En ese caso, las
combinaciones posibles serían ocho:
86 Capítulo 4. Semántica

p1 p2 p3
V V V
V V F
V F V
V F F
F V V
F V F
F F V
F F F

De acuerdo a un hecho básico de combinatoria, si tenemos n letras proposicionales,


debemos considerar 2n combinaciones posibles de sus valores de verdad. Advierta el lector
que el número de combinaciones crece muy rápidamente con el de letras proposicionales.
Por ejemplo, con 10 de estas se tendrían 210 = 1024 combinaciones. Una forma muy cómoda
de encontrar todas esas combinaciones es la siguiente: colocadas las letras proposicionales en
un renglón, como hicimos antes, se determina la cantidad de combinaciones que necesitamos
examinar. Imaginemos que son 64 combinaciones (porque tenemos 6 letras proposicionales).
Eso nos indica que utilizaremos 64 renglones bajo las letras proposicionales, y los llenaremos
así: bajo la primera letra proposicional considerada, colocaremos dos bloques: uno de 32
uves y otro de 32 efes (en general, la cantidad de uves y efes es la mitad de la cantidad
de combinaciones a considerar). Luego se va duplicando la cantidad de bloques como se
muestra a continuación. Bajo la segunda letra proposicional considerada, irán 4 bloques:
uno con 16 uves, seguido de uno de 16 efes, al que le seguirá otro de 16 uves, terminando
con uno de 16 efes. Bajo la tercera letra proposicional se colocarán 8 bloques alternados
de uves y efes que constarán de 8 renglones cada uno. Bajo la cuarta letra proposicional
deben ir 16 bloques alternados de uves y efes con 4 renglones cada uno. Bajo la quinta letra
se alternarán bloques de dos renglones cada uno, y bajo la última las uves y las efes se
alternarán de renglón en renglón. Es usual que se haga de modo que en el primer renglón
se lean todas uves y en el último todas efes. Si el lector observa los ejemplos dados, verá
que es el procedimiento que hemos seguido.
Con esto in mente volvamos a la fórmula que teníamos entre manos, colocando bajo sus
letras proposicionales valores de verdad que evidencien todas las combinaciones posibles
de estos:

((p1 ∧ p2 ) → p1 )
V V V
V F V
F V F
F F F

Obviamente, la última columna debe repetir la primera, ya que ambas se encuentran


bajo la misma letra proposicional.
De lo estudiado en sintaxis, sabemos que la fórmula es un condicional. O sea, el segundo
conectivo que aparece en ella es el principal, por lo que será el último que se evaluará. El
condicional conecta (p1 ∧ p2 ) y p1 . Para poder evaluarlo debemos conocer los valores de
verdad asignados a (p1 ∧ p2 ), los que colocaremos bajo el conectivo ∧, y a p1 , que ya los
4.3 Tablas de verdad 87

tenemos. Recordando que una conjunción solo es verdadera si sus dos conyuntos lo son,
completamos la columna bajo el conectivo ∧, tomando en cuenta los valores de verdad
atribuidos a los conyuntos, que son p1 y p2 :

((p1 ∧ p2 ) → p1 )
V V V V
V F F V
F F V F
F F F F

Ahora solo resta evaluar los valores de verdad que se asignan a toda la fórmula,
colocándolos bajo su conectivo principal, el condicional. Para hacerlo, recordamos que
un condicional es falso solo cuando su antecedente es verdadero y su consecuente falso, y
consideramos los valores ya asignados al antecedente, (p1 ∧ p2 ), que se encuentran bajo el
conectivo principal de esta subfórmula, ∧, y su consecuente, p1 , que se encuentran en la
última columna:

((p1 ∧ p2 ) → p1 )
V V V V V
V F F V V
F F V V F
F F F V F

La columna correspondiente al conectivo principal de la fórmula, compuesta únicamente


de uves, indica que se trata de una tautología. Hemos analizado todas las combinaciones
posibles de valores de verdad para p1 y p2 , y en todas ellas el valor de verdad asignado a la
fórmula es verdadero.
Para realizar tablas de verdad es necesario recordar el comportamiento semántico de los
conectivos, que presentamos ahora en forma de tabla, siendo A y B fórmulas cualesquiera:

¬ A (A ∧ B) (A ∨ B) (A → B) (A ↔ B)
F V V V V V V V V V V V V V
V F V F F V V F V F F V F F
F F V F V V F V V F F V
F F F F F F F V F F V F

Consideremos ahora la fórmula ((p1 ∨ p2 ) → p1 ). Un tratamiento similar nos da la


siguiente tabla:

((p1 ∨ p2 ) → p1 )
V V V V V
V V F V V
F V V F F
F F F V F

La presencia tanto de uves como efes bajo el conectivo principal indica que se trata de
una contingencia.
88 Capítulo 4. Semántica

Estos dos ejemplos nos han mostrado dos cosas fundamentales. La primera es un método
sistemático para clasificar fórmulas en tautologías, contradicciones, contingencias y para
determinar cuáles interpretaciones asignan V a una contingencia y cuáles le asignan F. Este
método se llama método de tablas de verdad y fue introducido por Wittgenstein e, independien-
temente, por Post. Consiste en el cálculo sistemático y ordenado de los valores de verdad
de las subfórmulas de la fórmula en consideración bajo todas las combinaciones posibles
de atribuciones de valores de verdad a las letras proposicionales que en ella aparecen,
como muestran los ejemplos dados. Es importantísimo recordar, al aplicarlo, que se deben
considerar todas las combinaciones posibles de asignación de valores de verdad a las letras
proposicionales, para lo que hemos mostrado un procedimiento sistemático. La segunda
cosa fundamental que intuimos en este ejemplo es que una interpretación queda totalmente
determinada una vez que asignamos valor de verdad a todas las letras proposicionales. Con
esto queremos decir que si sabemos que una valuación es una interpretación y conocemos
los valores de verdad que asigna a las letras proposicionales, entonces, podemos encontrar
el valor de verdad que asigna a cualquier fórmula.
Definición 4.3.1 — Asignación proposicional.
Una asignación proposicional es una asignación de un único valor de verdad a cada una
de las letras proposicionales.

Notación 4.2. Si pk es una letra proposicional y j una asignación proposicional, representaremos


con j(pk ) el valor de verdad que la asignación proposicional j asigna a la letra proposicional pk .

4.4 Asignaciones proposicionales e interpretaciones


Vamos a demostrar que teníamos una intuición correcta al suponer que asignando
valores de verdad a las letras proposicionales, estamos, implícitamente, asignando valores
de verdad a todas las fórmulas del lenguaje. Así, lo que vamos a demostrar es que una
interpretación determina y queda determinada por una asignación proposicional.

Teorema 4.4.1 — Determinación recíproca de asignaciones e intepretaciones.


Dada una interpretación I, existe una única asignación proposicional j tal que
j(pk ) = I(pk ) para toda letra proposicional pk .
Dada una asignación proposicional j, existe una única interpretación I tal que
j(pk ) = I(pk ) para toda letra proposicional pk .

demostración: Es obvio que la primera parte del teorema se cumple. Una interpretación
I dada, como asigna valores de verdad a todas las fórmulas, en particular, asigna valores
de verdad únicos a cada letra proposicional. La asignación proposicional j que asigna los
mismos valores que I a cada letra proposicional es la buscada y es la única que cumple lo
pedido.
Demostrar la segunda es más complicado. Partimos de una asignación proposicional j y
debemos demostrar que existe una única interpretación I que asigna los mismos valores de
verdad que j a cada letra proposicional. Dividiremos la demostración en dos partes. Primero
demostraremos que existe una interpretación que asigna a cada letra proposicional el mismo
valor de verdad que j, y luego demostraremos que esa interpretación es única.
4.4 Asignaciones proposicionales e interpretaciones 89

1. Existencia: Sea A cualquier fórmula. Según el teorema 3.4.4, de lectura única, A


tiene un conjunto único de subfórmulas, entre las que se encuentran algunas letras
proposicionales. Sea I tal que asigna el mismo valor que j a esas letras proposicionales,
y a las subfórmulas de A (de las cuales una es la propia A) los valores que les
corresponden según las reglas de las interpretaciones, calculados a partir de los
valores dados a las letras proposicionales. El procedimiento es equivalente a hacer el
árbol de formación de las fórmulas, asignar el valor de verdad a los nodos terminales,
que son letras proposicionales, según los valores que j les asigna, e ir subiendo por las
ramas respetando las constricciones de las interpretaciones hasta llegar a la fórmula A.
Es obvio que haciendo esto sobre todas las fórmulas, obtenemos una interpretación I
que asigna los mismos valores que j a todas las letras proposicionales.
2. Unicidad: Supongamos que hay dos interpretaciones I y J tales que asignan el mismo
valor de verdad a todas las letras proposicionales. Mostraremos que deben asignarle
el mismo valor de verdad a todas las fórmulas de LP. Para eso, introduciremos
una nueva forma de hablar: diremos que dos interpretaciones coinciden sobre un
conjunto de fórmulas si asignan el mismo valor de verdad a todas las fórmulas de
ese conjunto. En estos términos, queremos demostrar que si dos interpretaciones
coinciden sobre el conjunto de las letras proposicionales, coinciden sobre LP. Para
hacerlo, introduzcamos otro concepto: el grado de una fórmula. Este será la cantidad
de conectivos que tenga, y si A es una fórmula, notaremos su grado como gr(A). Así,
gr(p12 ) = 0, gr((¬p5 ↔ p104 )) = 2, etc. Obviamente, las únicas fórmulas de grado 0
son las letras proposicionales. Procedamos ahora a la demostración. Supongamos que
I y J coinciden sobre el conjunto de las letras proposicionales y no coinciden sobre un
conjunto no vacío de fórmulas y llegaremos a una contradicción así: En el conjunto
de las fórmulas sobre el que I y J no coinciden (o sea, asignan valores distintos) hay
algunas que tienen el grado mínimo. Todas las fórmulas de grado menor que ellas
reciben el mismo valor de verdad por I y por J. Sea A una de las fórmulas de grado
mínimo sobre las que I y J no coinciden. Nuevamente, según el Teorema 3.4.4, una y
solo una de las siguientes posibilidades se cumple:

a) A = pk (o sea, es una letra proposicional). Esto es imposible, porque I y J difieren


sobre A pero coinciden sobre las letras proposicionales.
b) A = ¬X, siendo X una fórmula determinada. Esto es imposible, porque como
gr(X) < gr(A), se tiene I(X) = J(X) y consecuentemente, al ser I y J interpretacio-
nes, debe ser I(¬X) = J(¬X), o sea, I(A) = J(A).
c) A = (X Y), siendo un elemento de {∧, ∨, →, ↔} y X e Y fórmulas de-
terminadas. Esto es imposible, porque al ser gr(X) < gr(A) y gr(Y) < gr(A),
se tiene I(X) = J(X) e I(Y) = J(Y). Como I y J son interpretaciones, debe ser
I((X Y)) = J((X Y)), o sea, I(A) = J(A).

Hemos demostrado así que ninguna de las opciones es posible, de modo que las
interpretaciones I y J, si coinciden sobre todas las letras proposicionales, deben coincidir
sobre todo LP.
Esto nos permite, cuando queremos dar una interpretación, dar simplemente una asig-
nación proposicional. La única interpretación que coincide con la asignación proposicional
90 Capítulo 4. Semántica

dada sobre las letras proposicionales se llama interpretación inducida por la asignación proposi-
cional.

Notación 4.3. Ij es la interpretación inducida por la asignación proposicional j.

O sea, Ij cumple:

Es interpretación.
Es una extensión de j a todo el lenguaje (es decir, se comporta como j sobre las letras
proposicionales y además da valor de verdad a todas las fórmulas).
Es la única extensión de j que es a la vez una interpretación.

 Ejemplo 4.1 Consideremos la asignación proposicional j que asigna valor de verdad V a

p1 y F a todas las demás letras proposicionales. ¿Qué valor de verdad asigna Ij a la fórmula
(p1 ∧ (¬p31 → p1 ))?
El problema se reduce a hallar un renglón de la tabla de verdad:
(p1 ∧ (¬ p31 → p1 ))
V V V F V V
Concluimos que le asigna valor de verdad V, y es claro que podríamos haber determinado
el valor de verdad asignado a cualquier fórmula del lenguaje por la interpretación inducida
por la asignación proposicional dada.

4.5 Modelos y contramodelos


Examinemos ahora las “condiciones” bajo las que una proposición es verdadera un poco
más en detalle. Supongamos que un político dice que la educación mejora si se dictan más
horas de clase y se crean más institutos de enseñanza. Parece claro que lo que dice no es
una verdad lógica ni una contradicción, como podemos verificar fácilmente con el método
de las tablas de verdad, una vez traducida la proposición a la fórmula ((p1 ∧ p2 ) → p3 ):

((p1 ∧ p2 ) → p3 )
V V V V V
V V V F F
V F F V V
V F F V F
F F V V V
F F V V F
F F F V V
F F F V F
Este análisis muestra que esta proposición es una contingencia. Ahora bien, ¿en qué
casos lo que dijo es verdadero? El mismo análisis muestra que:

Es falso si p1 y p2 son ambas verdaderas (es decir, si se dictan más horas de clase y
además se crean más institutos de enseñanza) y p3 es falsa (es decir, si la educación no
mejora). Todas las asignaciones proposicionales en las que p1 y p2 sean verdaderas y
p3 sea falsa, harán falsa la fórmula en su interpretación inducida.
4.5 Modelos y contramodelos 91

Es verdadero si p1 o p2 son falsas, y también es verdadero en cualquier caso en que p3


sea verdadera. Todas las asignaciones proposicionales que hagan p1 falsa, o p2 falsa,
o p3 verdadera (o más de una condición a la vez) harán verdadera la fórmula en su
interpretación inducida.

Definición 4.5.1 — Modelos y contramodelos.


Las interpretaciones que asignan el valor de verdad V a una fórmula se llaman modelos
de la fórmula, y las que le asignan el valor de verdad F se llaman contramodelos de
la fórmula. Los modelos de un conjunto de fórmulas son las interpretaciones que son
modelo de todas las fórmulas del conjunto.

Por lo tanto, todas las interpretaciones son modelos de cualquier tautología, así como
son contramodelos de cualquier contradicción.
 Ejemplo 4.2 — Búsqueda de modelos y contramodelos de una fórmula. Hallemos los
modelos y contramodelos de la fórmula ((p1 → p2 ) ∧ p3 )

((p1 → p2 ) ∧ p3 )
V V V V V Modelos
V V V F F Contramodelos
V F F F V Contramodelos
V F F F F Contramodelos
F V V V V Modelos
F V V F F Contramodelos
F V F V V Modelos
F V F F F Contramodelos

Se observa que hemos encontrado tres filas que indican modelos y cinco que indican
contramodelos. Sin embargo, todas las interpretaciones existentes son o bien modelos o
contramodelos, no solamente ocho de ellas. Lo que la tabla nos indica es:

(Primer renglón): Las infinitas interpretaciones inducidas por las asignaciones propo-
sicionales j que cumplen j(p1 ) = j(p2 ) = j(p3 ) = V, sean cuales sean los valores que
asignen a las restantes letras proposicionales, son modelos de ((p1 → p2 ) ∧ p3 ).
(Quinto renglón): Las infinitas interpretaciones inducidas por las asignaciones propo-
sicionales j que cumplen j(p2 ) = j(p3 ) = V, j(p1 ) = F, sean cuales sean los valores que
asignen a las restantes letras proposicionales, son modelos de ((p1 → p2 ) ∧ p3 ).
(Séptimo renglón): Las infinitas interpretaciones inducidas por las asignaciones propo-
sicionales j que cumplen j(p1 ) = j(p2 ) = F, j(p3 ) = V, sean cuales sean los valores que
asignen a las restantes letras proposicionales, son modelos de ((p1 → p2 ) ∧ p3 ).

Todas las demás interpretaciones son contramodelos de ((p1 → p2 ) ∧ p3 ).

Con respecto a los conjuntos finitos de fórmulas, es inmediato el siguiente


92 Capítulo 4. Semántica

Teorema 4.5.1 Una interpretación I es modelo de un conjunto finito de fórmulas


{A1 , . . . , An } si y solo si es modelo de la fórmula (A1 ∧ · · · ∧ An )a .
a Por supuesto, estamos expresándonos de forma poco rigurosa, ya que no hay fórmulas con esa forma.
Nos referimos a cualquier conjunción de conjunciones de las fórmulas dadas.

La demostración queda como ejercicio para el lector.


 Ejemplo 4.3 — Búsqueda de modelos de un conjunto. Encontrar un modelo del conjunto

{(((p5 ∨ p11 ) → p11 ) ∧ p11 ), p11 , (p11 ∨ p8 ), ¬p12 }

Según el teorema anterior, podríamos hacer la tabla de verdad de la conjunción de esas


cuatro fórmulas y seleccionar las interpretaciones que sean sus modelos. Pero ese sería
un procedimiento largo y tedioso, y tenemos otra forma de hacerlo aplicando un poco de
ingenio. Es claro que si una interpretación I es modelo del conjunto, debe ser

(1) I(p11 ) = V
(2) I(p12 ) = F

No es trabajoso verificar que una interpretación que cumple (1) y (2) es modelo de todas
las fórmulas del conjunto, y que cualquier interpretación que no cumple (1) o (2) no es
modelo de todas las fórmulas del conjunto. Entonces, los modelos del conjunto dado son las
Ij tales que j(p11 ) = V y j(p12 ) = F.
Por supuesto, puede suceder que un conjunto de fórmulas no tenga modelos. Si alguno
de los elementos del conjunto es una contradicción, eso es inmediato, pero no es el único
caso en el que puede suceder, como se ve en el siguiente
 Ejemplo 4.4 — Un conjunto que carece de modelos. El conjunto {p1 , ¬p2 , (p1 ↔ p2 )} no
tiene modelos, como muestra el siguiente razonamiento: si una interpretación I fuese modelo
del conjunto, debería ser

I((p1 ↔ p2 )) = V
I(p1 ) = V

Para que esas dos condiciones se cumplan, es necesario que

I(p2 ) = V

pero en ese caso tendríamos

I(¬p2 ) = F

por lo que ninguna interpretación I puede asignar el valor de verdad V a las tres fórmulas
del conjunto.
Introducimos ahora un par de términos técnicos que serán muy usados en el resto del
curso:
4.6 Vuelta a la biblioteca 93
Definición 4.5.2 — Conjuntos satisfacibles e insatisfacibles.
Un conjunto de fórmulas que tiene al menos un modelo se dice satisfacible. Si no tiene
modelos, se dice insatisfacible.

4.6 Vuelta a la biblioteca


Una advertencia importante
En esta sección aplicaremos el método de las tablas de verdad para resolver los problemas
de la biblioteca, vistos en 1.6, a través de la búsqueda de modelos. Pero antes de hacerlo,
nos conviene introducir algunos cambios importantes en la forma de trabajar.
Hasta ahora hemos sido muy cuidadosos con el uso de nuestro lenguaje formal. Pero
en la mayoría de los contextos, tanta escrupulosidad no es algo cómodo ni esclarecedor.
Por ese motivo comenzaremos a trabajar, en ciertas circunstancias, de otra manera. La
primera modificación que vamos a hacer refiere a las letras proposicionales. El objetivo de
tomarlas como una “p” subindizada no era otro que el de poder distinguirlas de cualquier
otra cosa y asegurarnos de tener una provisión infinita de ellas. Pero en muchos contextos,
estamos interesados en una proposición particular, y lo mismo nos da si la representamos
como p514 o simplemente como p. En realidad, no nos da lo mismo, porque es más fácil
escribir la “p” sola que la “p” con el subíndice. Por supuesto, si queremos representar otra
proposición diferente en el mismo contexto, no podemos usar la “p”, pero sí podemos usar
la “q”, por ejemplo. De esa manera, escribiríamos (p514 → p514 ) como (p → p), mientras que
escribiríamos (p514 → p32 ) como (p → q).
Además de esto, introduciremos una modificación en cuanto al uso de paréntesis. Estos
fueron introducidos con el fin de bloquear la ambigüedad estructural, que podría producirse
al combinar fórmulas mediante conectivos binarios. Ahora bien, si tenemos una fórmula
que no presentamos combinada con otra, ni vamos a combinar con otra, sus paréntesis
externos no evitan ninguna ambigüedad ya que esta no puede producirse. Por eso, en
vez de (p514 → p32 ) escribiremos, por ejemplo, p → q; pero si queremos escribir lo que en
lenguaje formal es ((p514 → p32 ) ∧ p15 ), reintroducimos los paréntesis que ahora quedan
como internos y eliminamos los externos: (p → q) ∧ r. En todo caso, es fundamental tener
clarísmo, sin ninguna clase de dudas, un correlato en lenguaje formal de lo que estamos
escribiendo.

La tabla de verdad en la biblioteca


Los problemas de la biblioteca que hemos planteado en el primer capítulo pueden
resolverse a través de una búsqueda de modelos realizable con el método de las tablas de
verdad, como se muestra en [Smu95b] y [Smu09] con una narrativa diferente. El método
consiste en encontrar una proposición que, dadas la condiciones del problema, deba ser
verdadera y las condiciones bajo las cuales es verdadera. Como la proposición debe ser
verdadera, esas condiciones deben cumplirse. El primer paso consiste en encontrar la forma
de una proposición que, siempre que se cumplan las condiciones de la biblioteca, y dado lo
escrito en un libro, deba ser verdadera. Por lo tanto, debe portar información sobre las reglas
de la biblioteca (el hecho de que todo lo escrito por Veratius es verdadero, todo lo escrito por
Mendacius es falso, y que todos los textos han sido escritos por uno de estos dos escritores)
94 Capítulo 4. Semántica

y sobre los datos que se dan en el problema concreto, ya que esa es la información necesaria
para deducir quién ha escrito cada libro.
Supongamos que un libro, al que llamaremos A, expresa una proposición cuyo valor
de verdad no conocemos, la que simbolizaremos con p. ¿Qué es lo que sabemos con total
certeza? Obviamente, la respuesta pasa por las reglas de la biblioteca: sabemos que p es
verdadera si A fue escrito por Veratius, y p es falsa si A fue escrito por Mendacius. Sabemos
además que A fue escrito o bien por Veratius o bien por Mendacius. Todo esto es lo mismo
que decir que p es verdadera si y solo si A fue escrito por Veratius. O sea, el valor de verdad
de la proposición “A fue escrito por Veratius” y el valor de p son el mismo: ambas son
verdaderas o ambas son falsas. Entonces, tenemos lo siguiente:

en un problema se afirma que un libro de la biblioteca llamado A se expresa una


proposición que se traduce como p. Sea VA una traducción de la proposición “A
fue escrito por veratius”. Entonces la fórmula VA ↔ p es verdadera en toda
interpretación bajo la cual sean verdaderas las traducciones de las sentencias
que según el problema y las reglas de la biblioteca son verdaderas.

Podemos, en muchos casos, buscar los modelos de VA ↔ p, que nos darán la solución al
problema.
 Ejemplo 4.5 En uno de los problemas habíamos encontrado dos libros, Dragones y Esfinge.
En Dragones se leía: “Dragones es obra de Mendacius y Esfinge es obra de Mendacius”.
Sean VD la proposición “Dragones fue escrito por Veratius” y VE la proposición “Esfinge
fue escrito por Veratius”. Es claro que la proposición “Dragones fue escrito por Mendacius”
se simboliza como ¬VD , y la proposición “Esfinge fue escrito por Mendacius” como ¬VE .
Además, la proposición expresada en Dragones se puede simbolizar como ¬VD ∧ ¬VE .
Consecuentemente, la proposición VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) debe ser verdadera. Confeccionemos
su tabla de verdad:

VD ↔ (¬ VD ∧ ¬ VE )
V F F V F F V
V F F V F V F
F V V F F F V
F F V F V V F

Se advierte que los únicos modelos de la fórmula son las interpretaciones que hacen
falsa VD y verdadera VE . La solución es, por tanto, que Dragones fue escrito por Mendacius
y Esfinge por Veratius, conclusión a la que habíamos llegado sin utilizar un procedimiento
mecánico.

4.7 ¿Decir lo mismo? Equivalencia


El hecho de que la semántica del lenguaje de la lógica proposicional concierna únicamente
con la asignación de valores de verdad a cada fórmula tiene consecuencias de muy largo
alcance.
Una de ellas es que desde el punto de vista semántico dos fórmulas que respondan a la
misma tabla de verdad serán indistinguibles. Considere la siguiente tabla:
4.7 ¿Decir lo mismo? Equivalencia 95

p q A
V V V
V F F
F V V
F F V

¿Cuál fórmula A tiene esa tabla de verdad? La respuesta no es única. Como el lector
podrá verificar, las siguientes fórmulas podrían estar en el lugar de A:

p→q (p ∨ p) → (q ∧ q) ¬p ∨ q ¬(p ∧ ¬q)

y por supuesto, otra infinidad de fórmulas responden a esa misma tabla. ¿Qué es lo que
estamos diciendo? Podemos reformularlo así: hay fórmulas que tienen exactamente los
mismos modelos. Cuando dos fórmulas tienen los mismos modelos diremos que son
equivalentes y consideraremos como equivalentes entre sí a todas las contradicciones, o sea,
las fórmulas que no tienen modelos.
Definición 4.7.1 — Fórmulas equivalentes.
La fórmula A es equivalente a la fórmula B si y solo si todos los modelos de A son
modelos de B y recíprocamente (por supuesto, si ni A ni B tienen modelos, esto se cumple
trivialmente).

Notación 4.4. Si A es equivalente a B, escribiremos A ≡ B.

Es trivial verificar que la equivalencia es, justamente, lo que se llama una relación de
equivalencia en LP, o sea:

Toda fórmula es equivalente a sí misma: A ≡ A para toda fórmula A.


Si la fórmula A es equivalente a la fórmula B, B es equivalente a A: Si A ≡ B, entonces
B ≡ A.
Si la fórmula A es equivalente a la fórmula B, y B es equivalente a la fórmula C, A es
equivalente a C: Si A ≡ B y B ≡ C, entonces A ≡ C.

Mostremos que las fórmulas p → q y (p ∨ p) → (q ∧ q) son equivalentes:

p q p→q (p ∨ p) → (q ∧ q)
V V V V V V
V F F V F F
F V V F V V
F F V F V F

La tabla conjunta muestra que tienen los mismos modelos. La equivalencia resulta en
indistinguibilidad semántica. Por ejemplo, consideremos la fórmula r → (p → q). Hagamos
su tabla de verdad para conocer su comportamiento semántico.
96 Capítulo 4. Semántica

r → (p → q)
V V V V V
V F V F F
V V F V V
V V F V F
F V V V V
F V V F F
F V F V V
F V F V F
Es claro que (p → q) es subfórmula de la fórmula que acabamos de estudiar. Construya-
mos una nueva fórmula sustituyendo en r → (p → q) la subfórmula (p → q) por la fórmula
(p ∨ p) → (q ∧ q) que, como sabemos es, equivalente a ella. Obtenemos:
r → ((p ∨ p) → (q ∧ q))
¿Cuál será su tabla de verdad, o sea, cuál será su comportamiento semántico, o dicho de
otra manera, cuáles serán sus modelos? Podríamos hacer la tabla, que será más compleja
que la anterior, pero una ligera reflexión nos muestra que no necesitamos hacerla. Esto
es así porque al ser p → q y (p ∨ p) → (q ∧ q) fórmulas que tienen los mismos modelos,
presentarán exactamente los mismos valores de verdad en los mismos lugares de la tabla,
con lo que resultará que los modelos de r → (p → q) y de r → ((p ∨ p) → (q ∧ q)) serán
exactamente los mismos. Dado que este ejemplo se puede generalizar tenemos el siguiente
resultado:
si en una fórmula sustituimos una subfórmula por una fórmula equivalente a
esta, obtenemos una fórmula equivalente a la original.

Supongamos que A y B son fórmulas equivalentes. ¿Habrá alguna fórmula del lenguaje
cuyo comportamiento semántico indique esta equivalencia? El hecho de que dos fórmulas
sean equivalentes se manifiesta en la tabla de verdad conjunta como la igualdad de los
valores de verdad que se obtienen en los mismos renglones.
Recordemos que en toda interpretación la fórmula A ↔ B es verdadera si y solo si el
valor de verdad de A es igual al valor de verdad de B. Pero si A y B son equivalentes, bajo
toda interpretación, sus valores de verdad son iguales y por eso, bajo toda interpretación, la
fórmula A ↔ B es verdadera. Por lo tanto, tenemos el siguiente resultado:

A ≡ B si y solo si A ↔ B es una tautología.

La equivalencia es una noción tan potente que, por ejemplo, se encuentra en la base de
algo con lo que todo estudiante de matemática se encuentra tarde o temprano, y le provoca
una fuerte noción de extrañeza: la demostración por contrarrecíproco.
Los teoremas matemáticos son proposiciones que tienen la forma H → T , donde H se
llama hipótesis y T se llama tesis. Normalmente, para demostrarlos, se supone H y bajo esa
suposición se infiere T . Ahora, veamos lo que podemos encontrar en un excelente texto de
análisis matemático [Rud90]:
teorema: Si E es un subconjunto infinito de un conjunto compacto K, E tiene un
punto límite en K.
4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos 97

No se preocupe el lector por el contenido, que no nos interesa. Se trata de un teorema como
tantos, en el que la hipótesis H es “E es un subconjunto infinito de un conjunto compacto
K” y la tesis T es “E tiene un punto límite en K”. A renglón seguido, como es norma en las
obras matemáticas, viene la demostración. Esperaríamos que empezara suponiendo H, y
que a partir de allí infiriera T . Sin embargo, continúa así:

demostración: Si ningún punto de K fuera punto límite de E, (...) [sigue algo


que no nos interesa, inferencias que llegan a] lo que contradice la compacticidad
de K.

Y eso es la demostración. No es necesario saber matemática para darse cuenta de que el


autor supuso la negación de T , hizo inferencias y llegó a la negación de H. ¡Y llama a esto
una demostración de H → T , cuando es claro que lo que ha demostrado es ¬T → ¬H!
Lo que sucede es que las proposiciones H → T y ¬T → ¬H son equivalentes, como el
lector podrá demostrar sin dificultad alguna, haciendo una tabla conjunta. Esta equivalencia
hace que en los textos matemáticos se consideren ambas estrategias, tanto suponer H e
inferir T como suponer ¬T e inferir ¬H como perfectamente legítimas a la hora de demostrar
el teorema H → T . Alguien podría decir que en realidad, están demostrando ¬T → ¬H
(que se llama contrarrecíproco del anterior, y desde el punto de vista sintáctico no es igual
a él), pero en todo caso es claro que la demostración de uno de ellos vale tanto como la
demostración del otro: o bien ambos son verdaderos o bien ambos son falsos.

4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos


Comenzamos la sección anterior presentando una tabla de verdad y preguntándonos qué
fórmula respondería a ella. Encontramos varias fórmulas cuyo comportamiento semántico
quedaba descrito por la tabla, y de hecho, hay infinitas que lo hacen, en aquel caso particular.
Pero ¿no podría haber ocurrido que ninguna fórmula tuviese ese comportamiento semántico?
Más en general, ¿existe alguna tabla tal que ninguna fórmula del lenguaje la tenga como
tabla de verdad? Por ejemplo, dada la siguiente tabla

p q r A
V V V V
V V F F
V F V V
V F F F
F V V F
F V F F
F F V F
F F F V

¿Habrá una fórmula del lenguaje LP cuyos modelos y contramodelos sean los allí
indicados? Y en caso de que la respuesta sea positiva, ¿podrá el lector hallar una?
Examinemos la cuestión de la existencia. Si razonamos sobre lo que hemos hecho en
todo nuestro recorrido, nos daremos cuenta de que introdujimos un lenguaje formal que nos
permitiera representar proposiciones. Además de esa dimensión representacional de nuestro
lenguaje, debimos considerar una dimensión semántica, para poder estudiar la corrección
98 Capítulo 4. Semántica

de los argumentos. Como la corrección de los argumentos es algo que depende de los
valores de verdad de las proposiciones, esa semántica consistió en la asignación de valores
de verdad a las fórmulas del lenguaje formal de modo que se respetara el comportamiento
esperado de los conectivos. Ahora bien, en nuestro lenguaje formal existen cinco conectivos,
que de alguna manera, hemos abstraído del lenguaje natural. Sin embargo, cabe hacerse
una pregunta: ¿Serán suficientes estos conectivos para nuestros propósitos?
Es muy fácil pensar alternativas en las que esto no hubiera sido cumplido. Por ejemplo, si
el único conectivo que hubiésemos considerado en nuestro lenguaje fuese la conjunción, sería
imposible construir una fórmula que se comportara desde el punto de vista semántico igual
que ¬(p ↔ q). Esto es así porque al solo tener la conjunción, cualquier fórmula, bajo una
interpretación donde todas las letras proposicionales sean verdaderas, será verdadera, y la
fórmula que acabamos de escribir es falsa bajo una interpretación así. Es decir, imaginemos
que tenemos una tabla de verdad de esta forma:

p q A
V V F
V F V
F V V
F F F

Se nos pide hallar una fórmula A de nuestro lenguaje que tenga ese comportamiento
semántico. Si solo tuviésemos la conjunción, resultaría imposible. Con nuestra batería de
conectivos sí es posible, por ejemplo la fórmula ¬(p ↔ q) responde a esa tabla.
¿No podrá suceder que estemos en esa situación, es decir, que para tablas suficientemente
complejas, no existan fórmulas en nuestro lenguaje que se comporten desde el punto de
vista semántico como indica la tabla? Si así fuese, tendríamos que intentar ampliar nuestro
lenguaje agregándole conectivos.
Para nuestra tranquilidad, la respuesta a esta pregunta es: no solo tenemos los conectivos
suficientes como para hallar una fórmula que se comporte semánticamente como indique
cualquier tabla dada, sino que para eso nos sobran conectivos. Veámoslo con un ejemplo,
que se puede generalizar en forma obvia. Intentemos encontrar una fórmula que responda a
la tabla con la que abrimos esta sección:

p q r A
V V V V
V V F F
V F V V
V F F F
F V V F
F V F F
F F V F
F F F V

Debemos hallar una fórmula A que sea verdadera solo si p, q y r son verdaderas (caso 1,
primer renglón); o si p y r son verdaderas y q es falsa (caso 2, tercer renglón); o si p, q, y r
son falsas (caso 3, octavo renglón). Obsérvese que si se da el caso 1 o se da el caso 2 o se da
4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos 99

el caso 3, la fórmula será verdadera, y será falsa solo cuando no se dé ninguno de los tres
casos. Supongamos entonces que encontrásemos una fórmula que sea verdadera solo en el
caso 1, es decir, sea verdadera si y solo si tanto p como q como r sean verdaderas, a la que
llamaremos C1, una fórmula que sea verdadera solo en el caso 2, o sea, que sea verdadera
si y solo si p y r son verdaderas y q falsa, a la que llamaremos C2, y una fórmula que sea
verdadera solo en el caso 3, es decir, que sea verdadera si y solo si tanto p como q como r
son falsas. Si esto fuese posible, es trivial observar que la fórmula

C1 ∨ C2 ∨ C3

tendrá el mismo comportamiento semántico que el que le pedimos a A, o sea, responderá a


esa tabla de verdad. Entonces, el problema se reduce a encontrar C1, C2 y C3.
Para hallar C1 debemos preguntarnos por una fórmula que solo sea verdadera solo en
un caso, a saber, cuando p, q y r son verdaderas. Es obvio, a partir del comportamiento de
la conjunción, que la fórmula p ∧ q ∧ r satisface lo pedido.
Para hallar C2 debemos preguntarnos por una fórmula que sea verdadera también en
un único caso, cuando p y r sean verdaderas y q falsa. El hecho de que sea verdadera en un
único caso nos hace pensar en la conjunción como un conectivo a utilizar, pero obviamente,
debemos hacer que esa conjunción sea verdadera cuando q sea falsa, que es lo mismo que
decir que será verdadera cuando p sea verdadera, la negación de q sea verdadera, y r sea
verdadera. Por eso hallamos que la fórmula p ∧ ¬q ∧ r se comporta como esperamos que se
comporte C2.
Para hallar C3 razonamos análogamente y concluimos que la fórmula ¬p ∧ ¬q ∧ ¬r se
comporta como esperamos que lo haga C3.
Por lo tanto, la fórmula

(p ∧ q ∧ r) ∨ (p ∧ ¬q ∧ r) ∨ (¬p ∧ ¬q ∧ ¬r)

tiene la tabla de verdad, o sea el comportamiento semántico dado.


Es claro que el procedimiento se puede generalizar para tablas de cualquier cantidad de
letras proposicionales, y también es claro que solo hemos utilizado 3 conectivos. Solo queda
un detalle. Si en la tabla de verdad no apareciera ninguna fila con valor de verdad V (o sea,
la fórmula buscada fuese una contradicción) el procedimiento no sería aplicable. Pero en
ese caso, la fórmula p ∧ ¬p tiene el comportamiento semántico dado.
Definición 4.8.1 — Conjunto adecuado de conectivos.
Un conjunto de conectivos tal que, dada cualquier tabla de verdad, existe una fórmula en
la que solo figuran esos conectivos y su comportamiento semántico es el indicado por la
tabla, se llama conjunto adecuado de conectivos.

Acabamos de mostrar que {¬, ∨, ∧} es un conjunto adecuado de conectivos.

Ejercicio 4.2 Expresar los conectivos → y ↔ con el conjunto {¬, ∨, ∧}, es decir, hallar me-
tafórmulas que solo usen estos tres conectivos y tales que sus fórmulas correspondientes
tengan la tabla de verdad de las correspondientes a A → B y de A ↔ B.

En realidad, existen conjuntos adecuados de conectivos que tienen menos que tres
elementos. Dado que es posible expresar la conjunción utilizando solo la disyunción y la
100 Capítulo 4. Semántica

negación, como muestra la siguiente equivalencia, siendo A y B fórmulas cualesquiera, que


lleva el nombre del lógico De Morgan

A ∧ B ≡ ¬(¬A ∨ ¬B)

el conjunto {¬, ∨} es adecuado (toda conjunción puede sustituirse por una expresión en la
que solo aparecen la negación y la disyunción sin alterar el comportamiento semántico).
Ejemplo 4.6 Podemos encontrar una formula equivalente a p → (q ↔ r) usando solo
negación y disyunción a través de la siguiente cadena de equivalencias:

p → (q ↔ r) ≡ ¬p ∨ (q ↔ r)
≡ ¬p ∨ ((q → r) ∧ (r → q))
≡ ¬p ∨ ((¬q ∨ r) ∧ (¬r ∨ q))
≡ ¬p ∨ ¬(¬(¬q ∨ r) ∨ ¬(¬r ∨ q))

Encarecemos al lector verificar cada una de las equivalencias establecidas, y también


demostrar que los conjuntos {¬, ∧} y {¬, →} son adecuados.
Tal vez lo más curioso de todo sea que hay conjuntos adecuados de conectivos que
tienen un solo elemento. O sea, un conectivo que, solo, es capaz de producir fórmulas
con cualquier comportamiento semántico4 . Considere el cuadro de la página siguiente,
en el que se muestran todos los conectivos binarios posibles, que son 16. Las columnas
encabezadas contienen los que conocemos y a los que les hemos dado nombre. Tal vez al
lector le sorprenda que consideremos la negación de uno de los componentes o al conectivo
que arroja como resultado el mismo valor de verdad que la primera o segunda componente
como un conectivo binario. Aunque propiamente son unarios, se los puede considerar como
conectivos binarios que no dependen de una de las componentes del compuesto, y lo mismo
sucede con los conectivos numerados como 13 y 14, que arrojan siempre valor V o F, por lo
que son propiamente conectivos ceroarios. Se los puede ver como binarios que no dependen
de ninguna de las componentes del compuesto. En algunas presentaciones de la lógica se
usan estos dos últimos conectivos y se nombran respectivamente, con los símbolos > y ⊥.
Volveremos a encontrarnos con ⊥ cuando examinemos someramente la lógica intuicionista.
Observe la columna 5. Allí se representa un conectivo binario que tiene este comporta-
miento y al que asignaremos el símbolo ↓:

p q p↓q
V V F
V F F
F V F
F F V
4 Como veremos en breve, el alfabeto de LP no tiene símbolos expresamente destinados a representar
esos conectivos. Para estudiar estos conjuntos adecuados los simbolizaremos, pero estaremos trabajando fuera
de nuestro lenguaje formal. Esto implica que en nuestro lenguaje, con la semántica dada, no hay conjuntos
adecuados unitarios.
4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos 101

∨ ∧ → ↔ A ¬A B ¬B > ⊥
A B 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16
V V V V V V F F F F V F V F V F V F
V F V F F F F V V V V F F V V F V F
F V V F V F F V F V F V V F V F F V
F F F F V V V V F F F V F V V F V F

Cuadro 4.1: Conectivos binarios posibles

Este conectivo traduce bien la expresión “Tanto p como q son falsas” o “Ni p ni q”. Lo
llamaremos Nor (expresión inglesa que viene de que se puede expresar como la negación de
la disyunción). Pues bien, el conjunto {↓} es adecuado. Para mostrarlo, basta demostrar que
podemos expresar ¬ y ∨ solo con ↓.
La tabla de verdad de p ↓ p

p ↓ p
V F V
F V F

muestra que p ↓ p ≡ ¬p. Consideremos ahora la tabla de (p ↓ q) ↓ (p ↓ q)

(p ↓ q) ↓ (p ↓ q)
V F V V V F V
V F F V V F F
F F V V F F V
F V F F F V F

Esto muestra que p ∨ q es equivalente a (p ↓ q) ↓ (p ↓ q), y así, el conjunto {↓} es


adecuado.
Hay otro conjunto unitario adecuado, el formado por el conectivo que corresponde a
la columna 6 de la tabla donde se mostraban todos los conectivos binarios posibles. Se lo
llama Nand, su símbolo es | (la “barra de Scheffer”), y su tabla

p q p|q
V V F
V F V
F V V
F F V

Ejercicio 4.3 Encontrar alguna expresión del lenguaje natural a la que corresponda y
demostrar que {|} es adecuado.

Una pregunta pertinente es ¿por qué trabajamos con cinco conectivos si con uno solo
tendríamos la misma capacidad expresiva? La respuesta es también obvia: el uso exclusivo
102 Capítulo 4. Semántica

de un único conectivo como el Nor resultaría en traducciones de expresiones del lenguaje


natural al lenguaje formal muy alejadas de nuestra intuición, y sumamente largas, en general.
Por ejemplo, para expresar la fórmula p ∨ ¬q con el Nor únicamente tendríamos:

p ∨ ¬q ≡ (p ↓ ¬q) ↓ (p ↓ ¬q) ≡ (p ↓ (q ↓ q)) ↓ (p ↓ (q ↓ q))

La fórmula que hemos obtenido es muy poco legible, no tenemos intuición alguna acerca
de su comportamiento semántico y hasta podemos tener problemas para reconocer de un
vistazo su estructura sintáctica. Es interesante el ejercicio de expresarla en español con
alguna expresión propia de esta lengua: “Ni ni p ni ni q ni q. . . ” Hágalo el lector, si gusta.
Imagine qué clase de objeto inmanejable para seres humanos puede resultar al intentar
expresar solo con este conectivo una fórmula equivalente a otra que sea medianamente
compleja en nuestro lenguaje. Por lo tanto, restringirse a un único conectivo es una pésima
opción si uno quiere trabajar dentro del sistema –que es lo que deseamos hacer en buena
parte de este curso-, pero puede ser una muy buena opción si lo que se desea es estudiar
resultados acerca del sistema. (Por ejemplo, si optásemos por hacer un lenguaje con un
único conectivo, las reglas de las interpretaciones, que con nuestro lenguaje formal requieren
de cinco incisos, solo requerirían un inciso. Por contrapartida, representar un argumento
dado en lenguaje natural en ese lenguaje de un solo conectivo sería una tarea engorrosísima,
así como la evaluación de la corrección del argumento).
Terminaremos esta sección demostrando que los únicos conjuntos adecuados de conecti-
vos binarios que tienen un solo elemento son {↓} y {|}:

Teorema 4.8.1 — Conjuntos adecuados unitarios.


Sea ] un conectivo binario. Si {]} es adecuado, entonces ]=↓ o ]=|.

demostración: Consideremos la tabla de ]:

p q p]q
V V Val (V,V)
V F Val (V,F)
F V Val (F,V)
F F Val (F,F)
Si{]} es adecuado, es necesario que Val (V,V)=F, porque si fuese Val (V,V)=V, todas las
fórmulas que tuvieran únicamente este conectivo tomarían el valor V siempre que todas
las letras proposicionales lo tomasen, y así no se podría expresar una contradicción o una
contingencia que fuese falsa cuando sus letras proposicionales sean verdaderas con este
único conectivo. Por una razón análoga, es necesario que Val (F,F)=V. Tenemos cuatro
posibilidades para otorgar valores a Val (V,F) y Val (F,V):
1. Val (V,F) = Val (F,V) = V. En este caso, ] =↓.
2. Val (V,F) = Val (F,V) = F. En este caso, ] = |.
3. Val (V,F) = V y Val (F,V) = F. En este caso, p]q ≡ ¬q. Obviamente, la negación no
conforma un conjunto adecuado.
4. Val (V,F) = F y Val (F,V) = V. En este caso, p]q ≡ ¬p. Por la misma razón que en el
caso anterior, esta combinación de valores de verdad no es admisible.
4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos 103

Queda así demostrado que {↓} y {|} son los únicos conjuntos adecuados y unitarios de
conectivos binarios.
104 Capítulo 4. Semántica

4.9 Ejercicios
1. Muestre que si a partir de una interpretación I se construye una nueva valuación
cambiando el valor de verdad que I asigna a un conjunto finito de fórmulas y dejando
igual el resto, la nueva valuación no es interpretación.

2. Clasifique las siguientes fórmulas en tautologías, contingencias y contradicciones:


a) (p3 ∨ ¬p3 )
b) p15
c) (p3 → (p12 → p9 ))
d) (p3 → (p12 → p3 ))
e) (p4 → (¬¬¬(¬p8 ∧ p8 )))
f ) (p4 → (¬¬¬¬(¬p8 ∧ p8 )))
g) (¬(p7 → p11 ) ∧ ¬(p11 → p7 ))

3. Presente los modelos y contramodelos de las siguientes fórmulas:


a) (((p1 ∨ p2 ) → p2 ) ∧ p1 )
b) (((p1 ∨ p2 ) → p2 ) ∧ p2 )
c) (((p1 ∨ p2 ) ∧ ¬p2 ) ↔ p3 )
d) ((p1 ↔ p2 ) ↔ p3 )

4. Sean C1 y C2 contradicciones, G1 y G2 contingencias, y T1 y T2 tautologías. Clasifi-


que las las fórmulas que se obtendrían con los esquemas siguientes en tautologías,
contradicciones o contingencias. En caso de que no haya respuesta única, indique los
posibles resultados.
a) (C1 ↔ C2 )
b) (C1 → T2 )
c) (T1 ∨ C1 )
d) (G1 ∨ G2 )
e) (G1 → T1 )
f ) (G1 ∧ G2 )
g) (T1 ∧ T2 )
h) (T1 → C2 )
i) (G1 ↔ C2 )
j) (G1 → C2 )

5. Determine cuáles de los siguientes conjuntos son satisfacibles. Presente un modelo de


cada uno de los conjuntos satisfacibles.
a) {p1 , (p1 → p2 ), ¬p2 }
4.9 Ejercicios 105

b) {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (p2 → p3 )}


c) {(p1 ↔ p2 ), (p2 ↔ p3 )}

6. Sean los conjuntos infinitos de fórmulas:

Γ1 = {p1 , (p1 → p2 ), (p2 → p3 ), (p3 → p4 ), . . . , (pn → pn+1 ), . . . }

Γ2 = {(p2 → p1 ), (p3 → p2 ), (p4 → p3 ), . . . , (pn+1 → pn ), . . . }

Indique si es verdadero o falso lo siguiente. En todos los casos, justifique la respuesta.


a) Existe una interpretación que es modelo de Γ1 y no de Γ2 .
b) Existe una interpretación que es modelo de Γ2 y no de Γ1 .
c) Existen al menos dos modelos distintos de Γ1 .
d) Existen al menos dos modelos distintos de Γ2 .
e) Existen más de dos modelos distintos de Γ2 .
f ) Existen interpretaciones que no son modelos ni de Γ1 ni de Γ2 .

7. En este ejercicio veremos que es posible introducir las nociones semánticas sin referirse
a los objetos extralingüísticos V y F. Un conjunto Γ de fórmulas se llamará conjunto T
si y solo si cumple las siguientes condiciones:
Para fórmulas X, Y cualesquiera
a) X es elemento de Γ si y solo si ¬X no es elemento de Γ .
b) (X∧Y) es elemento de Γ si y solo si tanto X como Y son elementos de Γ .
c) (X∨Y) es elemento de Γ si y solo si al menos una de entre X e Y son elementos de
Γ.
d) (X→Y) es elemento de Γ si y solo si X no es elemento de Γ o Y es elemento de Γ .
e) (X↔Y) es elemento de Γ si y solo si tanto X como Y son elementos de Γ o ni X ni
Y son elementos de Γ .
Demostrar:
i. Una fórmula es tautología si y solo si es elemento de todos los conjuntos T.
ii. Una fórmula es contradicción si y solo si no es elemento de ningún conjunto T.
iii. Una fórmula es contingencia si y solo si hay un conjunto T al que pertenece y
hay un conjunto T al que no pertenece.

8. Sean I y J dos interpretaciones de LP. Demostrar que si para todas fórmulas A y B se


tiene que I(A → B) = J(A → B), entonces I(X) = J(X) para toda fórmula X de LP.

9. Demostrar que toda fórmula es equivalente a una negación, a una conjunción, a una
disyunción, a un condicional y a un bicondicional.
106 Capítulo 4. Semántica

10. Demostrar que toda fórmula que no tenga repeticiones de ninguna letra proposicional
es una contingencia.

11. Sea I una interpretación de LP, y sea v una valuación tal que v(X) = F si y solo si
I(A) = V para alguna fórmula A tal que A ≡ X. ¿Es v una interpretación?

12. Demostrar que el conjunto {→} no permite expresar ninguna contradicción.

13. ¿Cualquier conjunto de conectivos del alfabeto de LP al que pertenezca ¬ y tenga más
de un elemento es adecuado? Justificar.

14. Suponga que una fórmula de LP tiene n negadores, y conjunciones, d disyunciones, c


condicionales y b bicondicionales. ¿Con cuántos NOR estará seguro de poder encontrar
una fórmula con el comportamiento semántico de la dada en el lenguaje que lo tiene
como único conectivo?
5 | Conectivos lógicos y lenguaje
natural

lamamos “traducción” al procedimiento por el cual representamos objetos lingüís-

L ticos pertenecientes al lenguaje natural en el lenguaje formal de la lógica proposicional.


Y llamamos “interpretación” a una forma de asignar valores de verdad a todas las fór-
mulas del lenguaje de la lógica proposicional de modo que sean respetadas las constricciones
que provienen del comportamiento esperado de los conectivos lógicos.
Sabemos además que no todas las expresiones lingüísticas pertenecientes al idioma
español son traducibles al lenguaje de la lógica proposicional, sino que este lenguaje formal
está diseñado especialmente para representar proposiciones o enunciados. La figura en la
página siguiente muestra parte del procedimiento más básico para evaluar la corrección
argumental sirviéndose de la lógica.
Se parte de un texto argumental, y en él se individualizan las oraciones que fungen como
premisas y la que lo hace como conclusión. Estas oraciones deben expresar proposiciones.
Se traducen a fórmulas del lenguaje formal (en este caso a LP), y, una vez hecho esto, como
veremos en el próximo capítulo, se puede proceder a la evaluación de la corrección del
argumento según las capacidades del lenguaje que estamos manejando: si no es posible que
una interpretación otorgue el valor de verdad F a la fórmula que representa la conclusión
a la vez que otorga el valor de verdad V a las que representan las premisas, diremos que
el argumento es válido. En caso contrario, si hay interpretaciones bajo las cuales el valor
de verdad de las fórmulas que representan las premisas es V y el valor de verdad de que
representa la conclusión es F, puede pasar que nos encontremos frente a un argumento
inválido, o que nos encontremos frente a un argumento válido, pero en ese caso se tratará
de uno que lo sea no gracias a su estructura en términos de los conectivos que recoge
el lenguaje proposicional, sino gracias a alguna otra característica, que tal vez pueda ser
reflejada con lenguajes más ricos.
En este capítulo vamos a ocuparnos de algunos aspectos de la traducción de expresiones
en lenguaje natural (español) a fórmulas del lenguaje proposicional, ya que si bien en
muchísimos casos la traducción es directa, la riqueza del lenguaje natural puede jugarnos
malas pasadas. Examinaremos entonces algunas de las variadas formas en que en español
podemos modificar la expresión de una proposición, de manera en que quedaría bien
reflejada por un conectivo en nuestro lenguaje formal. Nada más ingenuo que traducir
automáticamente cada “no” por ¬, nada más directo para arribar a errores que solo colocar
→ en caso de que aparezca la construcción “si. . . entonces. . . ”, etc. Un principio rector que
debe guiarnos es el siguiente:
108 Capítulo 5. Conectivos lógicos y lenguaje natural

la traducción al lenguaje formal no debe comprometerse con reflejar direc-


tamente palabras y expresiones como “y”, “no”, “si. . . entonces. . . ”, etc., que son
meros indicadores, sino que debe preservar en la semántica del lenguaje formal,
las condiciones de verdad que advertimos en el lenguaje natural.

Expresiones del Fórmulas del


lenguaje natural lenguaje formal

Premisa 1 P1
Premisa 2 P2
.. .. V
. Traducción . Interpretaciones
F
Premisa n Pn
Conclusión C

Fragmento del
lenguaje
proposicional
que representa las
Oraciones que proposiciones
expresan expresadas en
proposiciones de lenguaje natural
un argumento
que nos interesa
evaluar

Evaluación de la correción
argumental: ¿existe alguna
relación entre {P1 , P2 , ..., Pn }
y C que nos la asegure?
(En próximos capítulos)

5.1 El conectivo ¬
Obviamente asociamos este conectivo a la palabra “no”. Pero, según el principio que
acabamos de establecer, el hecho fundamental a tener en cuenta cuando decidamos traducir
un fragmento de lenguaje natural como ¬A, es que ese fragmento será considerado verdadero si
el fragmento de lenguaje natural que corresponda a A es considerado falso, y será considerado falso si
el fragmento de lenguaje natural correspondiente a A es considerado verdadero. Como la palabra
“no” delante de una oración cumple normalmente esa función, establecemos esa asociación.
Por ejemplo, es claro que si p es la traducción de
(1) Llueve.
¬p es la correcta traducción de
5.1 El conectivo ¬ 109

No llueve.

Esto es claro porque “Llueve” es verdadero si “No llueve” es falso, y es falso si “No llueve”
es verdadero. Sin embargo, no siempre es tan evidente la relación entre una proposición y
su negación. Tal vez, si uno le pregunta a un niño pequeño cuál es la negación de

(2) La pared es blanca.

este responda, mostrando una frecuente confusión en estadios tempranos del desarrollo

(3) La pared es negra.

Un adulto entiende que la negación de (2) no es (3). Pero ¿por qué? La respuesta es:
(3) no es la negación de (2) porque es posible que (2) y (3) sean ambas falsas, y como
hemos dicho, en un par formado por una proposición y su negación, es necesario que
una de ellas sea verdadera y la otra falsa. Esto es trivial, pero en algunos casos podemos
estar tentados de cometer algún error similar. En general, si X es una oración en lenguaje
natural que expresa una proposición, la oración “No es el caso que X” expresará la negación
de la proposición expresada por X, aunque muy posiblemente haya una mutación en el
modo verbal, típicamente, de indicativo a subjuntivo o puede aparecer una construcción con
gerundio: la negación de (1) puede expresarse como

No es el caso que llueva.

o también como

No es el caso que esté lloviendo.

Lo mismo podemos decir de “No es cierto que X” o “No es verdad que X”, aunque es
claro que en este caso, quien profiere la oración está negando X indirectamente, es decir,
afirmando que el valor de verdad de X es F, no afirmando directamente la negación de
X. Mencionaremos a continuación algunos casos en los que conviene ser cuidadoso al
considerar las negaciones.

La negación de proposiciones cuantificadas


La negación de

(4) Todos los políticos son corruptos.

no se expresa con

Ningún político es corrupto.

Esto es así porque ambas proposiciones pueden perfectamente ser falsas (y muy proba-
blemente lo sean). La negación de (4) se expresa con

No todos los políticos son corruptos.

o con

Algunos políticos no son corruptos.


110 Capítulo 5. Conectivos lógicos y lenguaje natural

Del mismo modo, encarecemos al lector prestar especial atención a las formas de negar
proposiciones expresadas por oraciones que comiencen con “algunos” o “unos”. Este es un
punto importante, frecuentemente desatendido al tratar la lógica proposicional. Como los
argumentos que incluyen proposiciones de este tipo son generalmente tratados en forma
más eficaz con otras lógicas, no se suele prestar atención a este tipo de proposiciones en
conexión con el aparato proposicional. Pero es muy importante advertir desde el primer
momento algunas de las múltiples formas en que una proposición puede negarse, y las
proposiciones cuantificadas son un buen campo de prueba.

La negación de proposiciones que expresan relaciones asimétricas


La negación de
La mesa es más ancha que la puerta.
no es
La mesa es más angosta que la puerta.
ni
La mesa es menos ancha que la puerta.
sino que se puede expresar con
La mesa no es más ancha que la puerta.
o con
La puerta es al menos tan ancha como la mesa.
En estos casos hay que observar cuidadosamente cómo se comporta la relación con
respecto a la que, según el lenguaje natural, es la inversa.

La negación de algunas proposiciones modalizadas que expresan creencia, posibi-


lidad, etc.
La negación de
Juan cree que Dios existe.
no es
Juan cree que Dios no existe.
sino
Juan no cree que Dios existe.
Esto está relacionado con el hecho de que frente a un proposición p, un agente tiene al
menos tres estados doxásticos1 : creer que p, creer la negación de p, o no creer ni p ni su
negación. Por ejemplo, si p es la proposición “Dios existe”, un teísta cree que p, un ateo cree
en la negación de p y un agnóstico (o alguien que nunca ha definido su creencia al respecto)
no cree ni p ni su negación. Negar que una persona se encuentra en uno de los estados
1 Relativos a la creencia u opinión.
5.2 El conectivo ∧ 111

doxásticos referidos no implica que se encuentre en otro definido, sino que se encuentra en
alguno de los otros dos.
Las proposiciones que expresan que algo es obligatorio, está permitido o prohibido
presentan complicaciones particulares. Por ejemplo, la negación de
Debes dejar de fumar.
es una proposición expresada por
No es tu deber dejar de fumar.
Lo que parece la “negación natural”, o sea
No debes dejar de fumar.
se usaría, normalmente, para expresar al receptor que debe continuar fumando. En todos
los casos, se debe recordar que en principio, algo puede estar prohibido, o ser obligatorio,
o ni una cosa ni otra. Y decir que algo es obligatorio, equivale a decir que no hacerlo está
prohibido.
Finalmente, la negación de
Es necesario que Dios exista.
no es
Es necesario que Dios no exista.
sino
No es necesario que Dios exista.
o, lo que es lo mismo
Es posible que Dios no exista.
Otra vez, esto se da porque en general consideramos que algunas proposiciones son
necesarias, otras son imposibles, y otras no son lo uno ni lo otro: tanto la proposición como
su negación son posibles. Sucede que en estos casos, así como en el de las proposiciones
cuantificadas, nos encontramos frente a un algo estructuralmente idéntico: la negación de
una proposición cuantificada con “todos” puede expresarse por medio de la negación y un
cuantificador que signifique “alguno”; la negación de una proposición modalizada con “es
obligatorio” puede expresarse por medio de la negación y un operador modal que signifique
“está permitido”; la negación de una proposición modalizada con “es necesario” puede
expresarse con negación y un operador modal que signifique “es posible”.

5.2 El conectivo ∧
Este conectivo no presenta mayores dificultades. Si bien se lo relaciona con la palabra “y”,
hay ocasiones en las que la aparición de esta palabra no debe traducirse con ∧, y también
hay ocasiones en que la palabra no aparece, y lo correcto sería traducir el conectivo. Un
ejemplo de lo primero es
Bolívar y San Martín se entrevistaron en Guayaquil.
112 Capítulo 5. Conectivos lógicos y lenguaje natural

Se advierte que la palabra “y” no está conectando oraciones que expresan proposiciones,
que toda la oración expresa una proposición que no admite análisis en términos proposi-
cionales porque no tiene partes que puedan ser consideradas verdaderas o falsas. Por lo
tanto, esta oración debería traducirse al lenguaje de la lógica proposicional con una letra
proposicional.
Un ejemplo de lo segundo es
Platero es pequeño, peludo, suave.
Consideraremos esta oración como verdadera solo en caso de que Platero sea pequeño,
sea peludo y además sea suave. Por eso, la proposición expresada puede expresarse también
como
Platero es pequeño y Platero es peludo y Platero es suave.
con lo que podría traducirse como p ∧ q ∧ r. Omitimos los paréntesis porque sabemos todas
sus disposiciones son equivalentes. Es importante notar que, en este caso, razones estilísticas
explican la desviación entre estructura gramatical y lógica. Hay otros casos en los que se
puede sostener que la desviación entre ambas estructuras es mucho más profunda que esto,
como mostraremos más adelante.
Otra forma común que tiene el lenguaje natural de expresar proposiciones cuya traduc-
ción natural incluye el conectivo ∧ es mediante conjunciones adversativas, en las que no
aparece la palabra “y”. Por ejemplo
Está soleado pero tengo frío.
de la que una traducción correcta es (p ∧ q).
Por otra parte, a veces se utiliza la palabra “y” con una carga semántica que no resulta
traducible mediante el conectivo ∧. Este es el caso en el que la palabra “y” conecta dos
proposiciones no solo en sentido veritativo, sino que además las ordena temporalmente. Por
ejemplo
César fue apuñalado repetidas veces y murió al pie de la estatua de Pompeyo.
Esta oración indica un hecho histórico, que consideramos verdadero. Pero
César murió al pie de la estatua de Pompeyo y fue apuñalado repetidas veces.
indica más bien que el cadáver de César fue ultrajado, cosa que tenemos por falsa. Sin
embargo, si representáramos la primera como (p ∧ q), deberíamos asignarle el mismo valor
de verdad que a (q ∧ p).

5.3 El conectivo ∨
Este conectivo se asocia con la palabra “o”. Como sabemos, existen dos usos de esa
palabra: la disyunción exclusiva y la disyunción inclusiva. El segundo es el que recoge
directamente el conectivo, y para el primero no tenemos un símbolo que lo represente en
nuestro lenguaje proposicional (aunque otras presentaciones sí incluyen un símbolo cuyo
comportamiento semántico refleja adecuadamente el del uso exclusivo de “o”). Sin embargo
sabemos que podemos representar una disyunción exclusiva como ((p ∨ q) ∧ ¬(p ∧ q)).
Una confusión común surge cuando se establece una disyunción entre dos proposiciones
que por su naturaleza no pueden ser ambas verdaderas. Supongamos que alguien nos dice
5.4 El conectivo → 113

El número que estoy pensando es mayor que 5 o el número que estoy pensando es
menor que 3.
¿Se trata de una disyunción inclusiva o exclusiva? Como no puede ser a la vez que
el número pensado sea mayor que 5 y menor que 3, en principio no habría diferencia en
considerar que es un uso inclusivo o exclusivo. Por lo tanto, consideraremos, por simplicidad,
que se trata de un uso inclusivo y reservaremos la expresión de la disyunción exclusiva solo
para aquellos casos en los que ambas proposiciones puedan ser verdaderas pero está claro
que el emisor quiera excluir esa posibilidad, como por ejemplo, si un padre le dice a una
hija
Podés elegir la fiesta o el viaje.
A veces se remarca la exclusividad de la disyunción con el giro “o bien. . . o bien. . . ”.

5.4 El conectivo →
El condicional es y por mucho el conectivo que más complicaciones presenta en los
procesos de traducción al lenguaje formal. Ateniéndonos a nuestro principio corresponde traducir
con un condicional toda expresión que conecte dos proposiciones de manera tal que la expresión sea falsa
únicamente si, de las proposiciones conectadas, una determinada es verdadera y la otra proposición es
falsa y además la expresión sea verdadera en cualquier otro caso. Básicamente, las dificultades en la
traducción se deben a que por un lado, hay expresiones muy corrientes en lenguaje natural
que nos inducen erróneamente a una traducción en términos de condicional, generalmente
por la aparición del giro “si. . . entonces. . . ”, y por otro hay expresiones que admiten una
traducción correcta como condicional, pero sin la marca lingüística del “si. . . entonces. . . ”.
Hay casos “normales”, donde figura el giro y la traducción a una fórmula condicional
corresponde. Por ejemplo
Si Juan está en su casa entonces la puerta está abierta.
Pero no todos los casos de “si. . . entonces. . . ” son traducibles por el conectivo →. Un
ejemplo clásico son los contrafácticos, o sea, expresiones del tipo “si. . . entonces. . . ” en
subjuntivo con “antecedente” no correspondiente a un hecho:
(5) Si Hitler hubiera invadido Inglaterra, entonces Alemania hubiese ganado la guerra.
Lo primero que nos advierte en contra de usar una traducción con un condicional es la
gramática: el modo subjuntivo hace dudar de que se estén conectando proposiciones. Además,
si aceptáramos de algún modo que lo conectado son proposiciones y nos atenemos a la
interpretación del conectivo → para entender los contrafácticos seguramente deberíamos
decir que todos son verdaderos, en cuyo caso expresiones como
(6) Si Uruguay hubiese invadido Estados Unidos, entonces tendríamos los mejores
jazzistas.
serían verdaderas y este resultado sería muy chocante. Quien expresa (5) quiere decir algo
por lo menos discutible y quien expresa (6) está diciendo tonterías.
Un ejemplo clásico de la enorme diferencia entre condicionales materiales y contrafácti-
cos, en el sentido de que establecer un condicional material no parece dar ningún apoyo
114 Capítulo 5. Conectivos lógicos y lenguaje natural

para establecer un contrafáctico semántica y morfológicamente cercano, es el que surge al


considerar estos dos enunciados
Si Lee Harvey Oswald no mató a Kennedy, entonces algún otro lo hizo.
Si Lee Harvey Oswald no hubiera matado a Kennedy, entonces algún otro lo hubiera
hecho.
El primero parece verdadero a todas luces, mientras que el segundo es extremadamente
dudoso. Las condiciones de verdad de los contrafácticos son muy discutidas, pero en
cualquier caso, no son las del condicional material. El lector interesado puede profundizar
con la lectura de [Ben03], donde se trata un sinnúmero de problemas que surgen de
expresiones de este tipo y otros, también relacionados con alguna condicionalización.
Por otra parte, hay muchas expresiones traducibles mediante un condicional en las que
no aparece el giro “si. . . entonces. . . ”, de las que veremos algunas a continuación.

Condiciones suficientes
Un condicional traducido como (p → q), refleja que si p es verdadera lo será q, de
manera que es una forma de expresar que p es una condición suficiente para q. Por eso,
Es suficiente que estudies en los apuntes para que salves el examen.
es equivalente a
Si estudias en los apuntes, entonces salvarás el examen.
Se debe tener en cuenta que a veces no aparece la expresión “entonces” y el orden se
intercambia. Por ejemplo
Se ofenderá si le dices eso.
es equivalente a
Si le dices eso, entonces se ofenderá.
o sea que es suficiente para que se ofenda, que le digas eso.

Condiciones necesarias
Del mismo modo, un condicional traducido como (p → q), refleja que si q es falsa lo
será p, de manera que es una forma de expresar que q es una condición necesaria para p.
Para ver un ejemplo algo complejo, consideremos la expresión en negrita junto con los
versos que la acompañan

Los sabios dicen:


Solo los tontos se apresuran
Pero yo no puedo evitar
enamorarme de ti2 .

Ese verso resaltado expresa que


2 De la canción Can’t Help Falling in Love, interpretada, entre otros, por Elvis, Andrea Bocelli, Bruce Springs-

teen, Celine Dion, Pearl Jam, y destrozada por UB40.


5.5 El conectivo ↔ 115

Solo si alguien es tonto se apresura.


o sea
Es necesario que alguien sea tonto para que se apresure.
lo que puede expresarse como
Si alguien se apresura, entonces ese alguien es tonto.
Obsérvese que no se dice que si alguien es tonto, se apresura. Si lo que la frase expresa
es verdadero, es perfectamente posible que haya tontos que no se apresuren. Sin embargo
la frase expresa que el apresuramiento debe ir acompañado de tontera. Análogamente, las
expresiones clásicas de que una cosa es necesaria para otra pueden traducirse a través del
condicional. Si decimos
Es necesario estar bautizado para salvarse.
expresamos algo que significa
Solo las personas bautizadas son salvas.
o
Si una persona es salva, entonces está bautizada.
Obsérvese entonces que el condicional (p → q) es una forma de establecer la suficiencia
de p para q y la necesidad de q para p. Sabemos que esto no debe entenderse de modo
causal, sino que se trata de una relación entre los valores de verdad de p y q: si alguien se
compromete con el condicional (p → q), se compromete con que si p es verdadero, q lo es y
si q es falso, p lo es. De aquí, derivativamente tenemos que el condicional (¬q → ¬p) es
equivalente al anterior, como ya habíamos mencionado y se puede verificar fácilmente por
medio de tablas de verdad. Esto es así porque si q es necesario para p, si es el caso que ¬q
deberá ser el caso que ¬p.

Condicionales expresados con un “y”


El lenguaje natural presenta una riqueza de expresiones que hace inabarcable el estudio
de todas las que lógicamente funcionan como un condicional. Por ejemplo, algunas expre-
siones en la que aparece la conjunción “y” deberían ser traducidas como un condicional:
Dejás la ventana abierta y te roban la casa.
Es obvio que esto expresa que si dejas la ventana abierta, entonces te robarán. La estruc-
tura es la misma que se advierte en la siguiente frase fosilizada, que intenta condicionalizar
el triunfo, y que es traducible a un condicional a pesar de la presencia del imperativo:
Persevera y triunfarás.

5.5 El conectivo ↔
El bicondicional se asocia principalmente con la expresión “si y solo si”, pero por lo que
hemos visto también expresa condiciones necesarias y a la vez suficientes. Por ejemplo
116 Capítulo 5. Conectivos lógicos y lenguaje natural

Don Quijote dejará las armas si y solo si es derrotado en combate singular.


es equivalente a
Para que Don Quijote deje las armas es necesario y suficiente que sea derrotado en
combate singular.
Al examinar la expresión “X si y solo si Y” se observa que el primer “si” establece que Y
es suficiente para X, y el “solo si” establece que Y es necesario para X.
5.6 Ejercicios 117

5.6 Ejercicios
1. Extraiga cinco proposiciones simples desde el punto de vista de la lógica proposicional
de los siguientes textos. Identifique la función de algún conectivo proposicional. El
primer texto es un fragmento de La superación de la metafísica mediante el análisis lógico
del lenguaje, de Carnap; y el segundo uno de Fenomenología del espíritu, de Hegel.

Primer texto:
Desde los escépticos griegos hasta los empiristas del siglo XIX ha habido
muchos opositores a la metafísica. La naturaleza de las críticas expuestas
ha sido muy diversa. Algunos han declarado que la teoría metafísica es
errónea en razón de oponerse a nuestro conocimiento empírico. Otros la
han considerado únicamente incierta en base al hecho de que sus problemas
trascienden el límite del conocimiento humano. Muchos antimetafísicos han
declarado estéril el ocuparse de las interrogantes metafísicas, pudieran o
no ser respondidas, porque en todo caso es innecesario preocuparse por
ellas; mejor es dedicamos enteramente a las tareas prácticas que absorben la
diaria actividad del hombre. El desarrollo de la lógica moderna ha hecho
posible dar una respuesta nueva y más precisa al problema de la validez
y justificación de la metafísica. Las investigaciones de la lógica aplicada o
de la teoría del conocimiento, cuyo propósito es esclarecer por medio del
análisis lógico el contenido cognoscitivo de las proposiciones científicas y, a
través de ello, el significado de las palabras que aparecen en dichas propo-
siciones, conducen a un resultado positivo y a uno negativo. El resultado
positivo es elaborado en el campo de la ciencia empírica: se esclarecen los
conceptos particulares de distintas ramas de la ciencia, se explicitan tanto
sus conexiones lógico–formales como epistemológicas
Segundo texto:
Para ella, lo singular en general aparece, en la esencia inmutable y, al mismo
tiempo, lo singular suyo aparece en aquél. En efecto, la verdad de este
movimiento es precisamente el ser uno de esta conciencia duplicada. Pero
esta unidad deviene para ella misma primeramente una unidad en la que la
diversidad de ambos es todavía lo dominante. De este modo, tenemos que
lo singular se presenta para ella vinculado a lo inmutable de tres modos.
En primer lugar, ella misma resurge de nuevo como lo opuesto a la esencia
inmutable, y se ve retrotraída hasta el comienzo de la lucha, que permanece
como el elemento de toda la relación. En segundo lugar, lo inmutable mismo
en ella tiene para ella lo singular, de tal modo que es la figura de lo inmutable,
a la que se transfiere, así, todo el modo de la existencia. Y, en tercer lugar, ella
misma se encuentra como este singular en lo inmutable. El primer inmutable
es para ella solamente la esencia ajena que condena lo singular; en cuanto al
segundo es una figura de lo singular como ella misma -deviene entonces en
tercer lugar hacia el espíritu, tiene la alegría de encontrarse a sí.

2. Represente en el lenguaje proposicional los siguientes pares de enunciados:


118 Capítulo 5. Conectivos lógicos y lenguaje natural

a) Llueve. / Está soleado.


b) Llueve. / No es verdad que sea el caso que llueva.
c) Quiero algo. / Es falso que quiera algo.
d) Quiero algo. / No quiero nada.
e) Quiero algo. / Nada quiero.
f ) No quiero nada. / Nada quiero.
g) Debes ir. / No debes dejar de ir.
h) Estudio todos los días. / No estudio nunca.
i) Creo en Dios. / Creo que Dios no existe.
j) Creo en Dios. / No creo que Dios no exista.

3. Represente en el lenguaje proposicional los siguientes enunciados:


a) Laika y Dolly fueron animales famosos.
b) Laika y Dolly no se conocieron.
c) Laika viajó al espacio pero sin embargo los EE.UU. tuvieron los mayores éxitos
en la carrera espacial.
d) Este número es par o es impar.
e) (En las condiciones en que estaba en 1941) Hitler atacaría Gran Bretaña o la Unión
Soviética.
f ) Al menos uno de estos dos (se refiere a Aníbal y César) fue un genio militar.

4. ¿Corresponde traducir con un condicional la oración “Si quieres servirte, hay comida
en la cocina.”?

5. Considere la siguiente situación. Juan es un joven ni-ni (o sea que ni estudia, ni trabaja).
Un día su padre le dice: “Juan, esto no puede seguir así. Tenés que estudiar o trabajar”.
Represente lo dicho por el padre en el lenguaje proposicional.

6. Considere la siguiente situación. Juan es un joven que estudia y trabaja, pero no


está haciendo bien ninguna de las dos cosas, porque se esfuerza mucho en ambas
y el tiempo no le resulta suficiente, además de que su salud se está resintiendo. Un
día su padre le dice: “Juan, esto no puede seguir así. Tenés que estudiar o trabajar”.
Represente lo dicho por el padre en el lenguaje proposicional.

7. Es común oír: “Si ladra, no muerde”. Tradúzcala al lenguaje de la lógica proposicional.


¿Cómo traduciría al lenguaje proposicional lo siguiente: “Si ladra, no muerde; si
muerde, no ladra”. ¿Considera usted que para propósitos de seguridad con respecto a
relaciones canino-humanas es suficiente la advertencia dada o sería mejor (desde el
punto de vista lógico) sustituirla por la segunda? ¿Es admisible traducir la segunda
forma de la misma manera que “Ladra si y solo si no muerde”?
5.6 Ejercicios 119

8. Una persona dice que lo bueno no es barato. Otra persona dice que lo barato no es
bueno. ¿Es posible traducir lo que dicen ambos por una misma fórmula del lenguaje
proposicional?

9. Según Kant, los juicios3 verdaderos se clasifican en dos categorías: a priori y a posteriori
(o empíricos). Podemos decir grosso modo, que un juicio es empírico cuando su
validación depende necesariamente de la experiencia, cuando alguna experiencia
(pensable) –esto es, información obtenida a través de los sentidos- podría hacernos
cambiar de idea acerca de su valor de verdad. Un juicio es a priori si no es empírico.
Por ejemplo, un juicio tal como “La pared es blanca” es empírico y uno como “Toda
cosa es igual a sí misma” es a priori. Por otro lado, los juicios también se pueden
clasificar en otras dos categorías: analíticos y sintéticos. Un juicio analítico es aquel en
el cual el predicado está comprendido en el sujeto (o podemos decir grosso modo, que
para validarlo basta el mero conocimiento del significado de las palabras empleadas al
expresarlo). Un juicio sintético es uno no analítico. Por ejemplo, “Un soltero no está
casado” es analítico, mientras que “Juan es soltero” es sintético. Suponga que dos
filósofos kantianos están examinando un mismo juicio.
a) Uno concluye que el juicio es sintético y el otro que el juicio es analítico. ¿Consi-
dera usted que uno está concluyendo la negación de lo que concluye el otro?
b) Uno concluye que el juicio es analítico y el otro que el juicio es empírico. ¿Consi-
dera usted que uno está concluyendo la negación de lo que concluye el otro?
c) Suponga que uno concluye que el juicio es sintético, y el otro concluye que
es a priori. Un filósofo no kantiano, que no conoce el juicio que está siendo
examinado, hace el siguiente comentario: “Al menos uno de los dos tiene que
estar equivocado”. ¿Qué premisa implícita está manejando el filósofo no kantiano?

10. El siguiente fragmento se encuentra en el libro “La filosofía china” de Lin Yutang:

(Motsé) se burló de los confucionistas, comparándolos con campanillas que


solo suenan cuando se las golpea, y no suenan cuando se las golpea.

Considere que p representa “Estas campanillas suenan” y q representa “Estas cam-


panillas son golpeadas”. Represente en el lenguaje de la lógica proposicional lo que
dice Motsé de los confucionistas entendiéndolos como “estas campanillas”. Explique
la metáfora. (Para hacerlo debe inferir algo que no está explícito).

11. Representamos con p la proposición “Todos los planetas tienen satélites” y con q
la proposición “Algunos astros siguen órbitas elípticas”. ¿Cuál de las siguientes
representaciones corresponde a “Si algunos planetas no tienen satélites entonces

3 Los juicios son los análogos de las proposiciones en contextos de comprensión psicologista de la lógica.
120 Capítulo 5. Conectivos lógicos y lenguaje natural

ningún astro sigue una órbita elíptica”?


(¬r → ¬s)
(¬p → ¬q)
(¬r → ¬q)
(¬p → ¬r)
(r y s representan proposiciones de las que no se ha dado su correspondiente en
lenguaje natural. Si usted elige un condicional en el que aparece r o s como la
respuesta correcta debe decir cuál es el enunciado que está representando).
6 | Consecuencia semántica

esta altura del curso ya tenemos las herramientas suficientes para dar cuenta, al

A menos parcialmente, de cómo servirá el lenguaje formal que hemos desarrollado


para nuestros propósitos al embarcarnos en el estudio de la lógica. Habíamos dicho
que esta ciencia tiene como uno de sus objetos principales la inferencia correcta, y estamos
en condiciones de clasificar científicamente –es decir, según la ciencia de la lógica– algunas
inferencias como correctas.
Todos los conceptos que necesitamos para esto han sido ya expuestos y desarrollados, y
lo único que resta es combinarlos de determinada manera que recoja la idea de corrección
argumental.

6.1 La validez en el lenguaje formal


Para iniciar nuestro recorrido hacia una caracterización científica de los argumentos
válidos estudiemos una inferencia que consideramos correcta a nivel intuitivo:
En Hechos de los Apóstoles 5: 33 – 39 se lee:

33 Ellos [los miembros del Sanedrín], al oír esto, se consumían de rabia y trataban
de matarlos [a los apóstoles].
34 Entonces un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, con prestigio ante todo
el pueblo, se levantó en el Sanedrín. Mandó que se hiciera salir un momento a
aquellos hombres,
35 y les dijo: “Israelitas, mirad bien lo que vais a hacer con estos hombres.
36 Porque hace algún tiempo se levantó Teudas, que pretendía ser alguien y que
reunió a su alrededor unos cuatrocientos hombres; fue muerto y todos los que le
seguían se disgregaron y quedaron en nada.
37 Después de éste, en los días del empadronamiento, se levantó Judas el Galileo,
que arrastró al pueblo en pos de sí; también éste pereció y todos los que le habían
seguido se dispersaron.
38 Os digo, pues, ahora: desentendeos de estos hombres y dejadlos. Porque si
esta idea o esta obra es de los hombres, se destruirá;
39 pero si es de Dios, no conseguiréis destruirles. No sea que os encontréis
luchando contra Dios.” Y aceptaron su parecer.

En el libro [Gen10] Harry Gensler afirma que este argumento es probablemente el más
complejo que la Biblia presenta. Consideremos la siguiente reconstrucción:
122 Capítulo 6. Consecuencia semántica

La enseñanza de los apóstoles viene de Dios o es de origen humano.


Si viene de Dios y matamos a los apóstoles, entonces estaremos luchando contra Dios.
Si es de origen humano, se destruirá por sí misma.
Si se destruye por sí misma y matamos a los apóstoles, entonces esas muertes serán innecesarias.
Si matamos a los apóstoles, entonces esas muertes serán innecesarias o estaremos luchando contra Dios.

(Observe la enorme distancia que hay entre el texto bíblico y la reconstrucción presenta-
da1 .
Sin embargo, es una buena reconstrucción ya que captura el sentido de lo dicho y las
condiciones de verdad involucradas). Si procedemos a la traducción al lenguaje de la lógica
proposicional siendo:

p: La enseñanza de los apóstoles viene de Dios.


q: La enseñanza de los apóstoles es de origen humano.
r: Matamos a los apóstoles.
s: La enseñanza de los apóstoles se destruirá por sí misma.
t: Estaremos luchando contra Dios.
u: La muerte de los apóstoles será innecesaria.
Obtenemos:
p∨q
(p ∧ r) → t
q→s
(s ∧ r) → u
r → (u ∨ t)
¿Cómo podemos, con los elementos a nuestra disposición, mostrar que la inferencia de
Gamaliel es correcta? Habíamos dicho, a nivel intuitivo, que una inferencia es lógicamente
correcta cuando no es posible que la conclusión sea falsa si las premisas son verdaderas.
Esto debería quedar reflejado en la semántica de nuestro lenguaje formal de la siguiente
manera: ninguna interpretación que asigne V a todas las premisas puede asignar F a la
conclusión o, dicho de otro modo, todo modelo de las premisas debe ser modelo de la
conclusión. Mostraremos que todo modelo del conjunto

P = {p ∨ q, (p ∧ r) → t, q → s, (s ∧ r) → u}

es modelo de

r → (u ∨ t)

Para hacer esto, consideraremos una interpretación que no sea modelo de r → (u ∨ t)


y mostremos que es imposible que esa interpretación sea modelo de todas las premisas. Es
1 Todo
este argumento -como muchos otros- está erizado de complejas cuestiones filosóficas, derivadas
del estatus de proposiciones contingentes sobre el futuro. Básicamente el problema es que aceptar que una
proposición como “La enseñanza de los apóstoles se destruirá por sí misma” tiene un valor de verdad en el
momento en que se la expresa, parece obligar a un determinismo lógico, es decir, que tanto si es V como si es F
entonces lo que sucederá con esa enseñanza ya está determinado. El problema fue estudiado con mucho detalle
por Aristóteles en el cap. 9 de Peri Hermeneias. Es tema de la filosofía de la lógica y no diremos otra cosa sobre él
salvo que usaremos esas expresiones como expresando proposiciones.
6.1 La validez en el lenguaje formal 123

decir, mostraremos que suponer que hay una interpretación que es modelo de todas las
premisas y no es modelo de r → (u ∨ t) lleva a una contradicción2 . Sea I una interpretación
tal que
(a) Es modelo de todas las premisas.
(b) Es contramodelo de r → (u ∨ t).
Por (b):
(1) I(r) = V
(2) I(u ∨ t) = F
Como I es interpretación es necesario, por (2), que
(3) I(u) = I(t) = F
Considere la premisa (p ∧ r) → t. Según (a) es V, y dado que según (3), I(t) = F, debe
ser
(4) I(p ∧ r) = F
Pero por (1) sabemos que I(r) = V, de modo que (4) y (1) hacen necesario que
(5) I(p) = F
Considere ahora la premisa (s ∧ r) → u. Según a es V y dado que, por (3), I(u) = F,
debe ser
(6) I(s ∧ r) = F
Pero por (1) sabemos que I(r) = V, de modo que (6) y (1) hacen necesario que
(7) I(s) = F
Considere ahora la premisa q → s. Según a es V y dado que por (7), I(s) = F, debe ser
(8) I(q) = F
Entonces por (8) y (5), tenemos que
I(p ∨ q) = F
Pero p ∨ q es una premisa, de modo que se contradice nuestra suposición en (a) de que
todas las premisas eran V bajo I, con lo que queda demostrado que ninguna interpretación
que asigne F a la conclusión asignará V a todas las premisas, o lo que es lo mismo, que
si una interpretación hace V a todas las premisas hará V también a la conclusión, o dicho
de otra manera, que todos los modelos del conjunto de las premisas son modelos de la
conclusión. Y es por esto que decimos que la inferencia es correcta y diremos que cualquier
inferencia cuya traducción al lenguaje formal cumpla eso será correcta.
Tenemos entonces la posibilidad de describir cómo se “refleja” en nuestro lenguaje
formal y su semántica la corrección argumental del lenguaje natural en tanto es tributaria
de la forma proposicional. Lo haremos a través del concepto de consecuencia semántica.
2 Observe
que no se está usando la palabra en el sentido técnico en que la definimos, como una fórmula que
no tiene modelos, sino en sentido coloquial. Esta es una forma de razonamiento común: suponer algo, y llegar a
algo inaceptable lógicamente, con lo que estamos obligados a rechazar lo que supusimos. Veremos con mucho
más detalle esto en próximos capítulos.
124 Capítulo 6. Consecuencia semántica

6.2 La relación de consecuencia semántica


De acuerdo a lo que acabamos de mostrar, definimos:
Definición 6.2.1 — Consecuencia semántica.
Sea Γ un conjunto de fórmulas de LP y A una fórmula de LP. A es consecuencia
semántica de Γ si y solo si todo modelo de Γ es también modelo de A.

Notación 6.1. Si A es consecuencia semántica de Γ , escribimos Γ |= A.

Es esta una de las nociones centrales de la Lógica, y dedicaremos el resto de este capítulo
a estudiarla.
Observemos en primer lugar que en un nivel preformal decíamos que una inferencia es
correcta si su conclusión necesariamente es verdadera si sus premisas lo son. Ahora que hemos
matematizado la noción al sumergirla en un lenguaje formal, la necesidad queda reflejada
al decir que toda interpretación que asigne V a las premisas asignará V a la conclusión. En el
ejemplo de la inferencia de Gamaliel, la conclusión es consecuencia semántica del conjunto
de las premisas, y eso clasifica científicamente la inferencia como correcta desde el punto de
vista lógico, o sea, podemos afirmar que es válida.
Es claro que dado cualquier conjunto de fórmulas Γ y cualquier fórmula A, la fórmula A
es consecuencia semántica de Γ o no lo es. Nunca una fórmula es “más o menos consecuencia
semántica” de un conjunto. Esto se corresponde con la división tajante entre argumentos
válidos e inválidos, ya habíamos visto que no hay argumentos “más o menos válidos”.
Consideremos ahora algunos de los aspectos más salientes del concepto que acabamos
de definir.

6.3 Conjuntos insatisfacibles y contradicciones


Supongamos que Γ no tiene modelos, o sea que es un conjunto insatisfacible, y sea A una
fórmula cualquiera. ¿Es o no es A consecuencia semántica de Γ ? No es simple responder a
la pregunta de si todos los modelos de Γ son modelos de A si es que Γ no tiene modelos.
Preguntémonos qué es necesario, en general, para que A no sea consecuencia semántica
de Γ . La respuesta obvia es: para que A no sea consecuencia semántica de Γ , debe existir
una interpretación que sea modelo de Γ y no sea modelo de A. Pero es claro que si Γ es
insatisfacible esto no puede cumplirse porque ninguna interpretación es modelo de Γ . Dado
que no puede cumplirse que A no sea consecuencia semántica de Γ , aceptamos que lo es.
 Ejemplo 6.1 Sea Γ = {p, q, p → ¬q}. ¿Es la fórmula r ∧ s consecuencia semántica de Γ ?
Según lo que acabamos de decir, y dado que Γ es insatisfacible (verifíquelo el lector), se
tiene:

Γ |= r ∧ s

con lo que decimos que ninguno de los modelos de Γ es contramodelo de (r ∧ s), cosa que
se cumple trivialmente porque Γ no tiene modelos.
Hemos demostrado el
6.4 Conjunto vacío y tautologías 125

Teorema 6.3.1 Si Γ es insatisfacible, entonces Γ |= A, sea cual sea la fórmula A.

Relacionada con esto se encuentra la siguiente pregunta: Una contradicción no tiene


modelos. ¿Cuáles conjuntos tienen a una contradicción como consecuencia semántica?
Sea κ una contradicción, y supongamos que Γ |= κ. Es claro que como todas las inter-
pretaciones son contramodelos de κ, si Γ tuviese un modelo, la relación de consecuencia
semántica no podría darse. Por eso y lo anterior tenemos:

Teorema 6.3.2 Siendo κ una contradicción, Γ |= κ si y solo si Γ es insatisfacible.

6.4 Conjunto vacío y tautologías


¿De cuáles conjuntos serán consecuencias semánticas las tautologías? La intuición nos
dice que una tautología no necesita de que otras proposiciones le ofrezcan apoyo para
que la consideremos verdadera. Examinemos la posibilidad de decir que una tautología es
consecuencia semántica de cualquier conjunto de fórmulas. Sea τ una tautología y Γ un
conjunto cualquiera de fórmulas. Es claro que Γ |= τ es algo que debemos aceptar siempre
que Γ contenga al menos una fórmula, ya que es imposible hallar contramodelos de τ y a
fortiori, contramodelos de τ que sean modelos de Γ . Pero este argumento sirve de la misma
manera en el caso de que Γ sea el conjunto vacío. Diremos entonces que una tautología es
consecuencia semántica del conjunto vacío y usaremos la siguiente

Notación 6.2. |= τ

Sin embargo queda por tratar el problema de si el conjunto vacío tiene alguna otra
consecuencia semántica aparte de las tautologías. Optamos convencionalmente por decir que
cualquier interpretación es modelo del conjunto vacío (ya que para que una interpretación
no sea modelo de un conjunto es necesario que exista una fórmula en el conjunto que no
sea verdadera bajo esa interpretación). Por lo tanto, ninguna contingencia o contradicción
puede ser consecuencia semántica del conjunto vacío y se tiene

Teorema 6.4.1 La fórmula A es tautología si y solo si |= A.

6.5 Monotonía
Supongamos que Γ y A son tales que Γ |= A. Modifiquemos ahora el conjunto Γ
agregándole fórmulas. Llamemos ∆ al conjunto de las fórmulas que agregamos obteniendo
un conjunto Γ ’ que será la unión de Γ y ∆. En símbolos de la teoría de conjuntos, Γ 0 = Γ ∪ ∆.
Nos preguntamos si se cumple Γ 0 |= A.
Se pueden presentar dos casos. Si Γ ’ es insatisfacible, entonces, como toda fórmula es
consecuencia semántica de cualquier conjunto insatisfacible, tenemos Γ ’|= A.
Si Γ ’ tiene modelos, entonces esos modelos tienen que asignar V a todas las fórmulas de
Γ , y por lo tanto serán también modelos de Γ . De modo que todo modelo de Γ ’ es también
modelo de Γ y como Γ |= A, es también modelo de A. Hemos demostrado el
126 Capítulo 6. Consecuencia semántica

Teorema 6.5.1 — Monotonía de la consecuencia semántica.


Si Γ |= A, entonces Γ ∪ ∆ |= A para todo conjunto de fórmulas ∆.

Se observa que si se parte de un conjunto de fórmulas y se agregan fórmulas, todos los


modelos del conjunto así obtenido serán modelos del conjunto de partida, lo que es decir,
con este procedimiento se pueden perder modelos pero nunca ganar nuevos.
Este aspecto llamado monotonía merece una pequeña digresión.
Es sabido que desde los filósofos griegos se ha distinguido un tipo de conocimiento
llamado a veces “racional”, que podríamos decir es el que se obtiene a través de inferencias
correctas a partir de determinados supuestos (que se consideran verdaderos). Algunos
estudiosos han dicho que una de las características más salientes de ese tipo de conocimiento
es que es inconmovible. Esto quiere decir que una vez que alguien ha adquirido un
conocimiento a través de inferencias deductivas partiendo de supuestos que se tienen
por verdaderos, ningún razonamiento hará que cambie el valor de verdad que le asigna a
la proposición que representa su conocimiento en tanto mantenga esos supuestos. Y esto
queda bien reflejado en lo que acabamos de decir. Supongamos que alguien partiendo de
un conjunto Γ de premisas infiere deductivamente A. En nuestro marco esto es lo mismo
que decir que ha advertido que Γ |= A. Supongamos ahora que aprende nuevos hechos, o
sea, que acepta nuevas proposiciones a cuyo conjunto llamaremos ∆. Su conocimiento de
A es inconmovible porque sea cual sea ∆, A será consecuencia semántica de Γ ∪ ∆. O sea
que una vez que se ha aceptado una proposición A por medios deductivos, la aceptación de
nuevas premisas, sean estas cuales sean, no hará cambiar la aceptación de A. Y esto puede
parecer extraño pero un poco de reflexión muestra que no lo es. La inconmovibilidad se
da solamente en tanto se mantengan todas las premisas que llevaron a A. Supongamos el
caso extremo en el que lo nuevo que se acepta es ¬A. Según lo que venimos diciendo, A
continuará siendo consecuencia semántica del nuevo conjunto. En símbolos:

(1) Γ |= A

y el sujeto acepta A porque la ha deducido de las proposiciones contenidas en Γ .


Ahora el sujeto acepta ¬A a la vez que mantiene su creencia en todas las proposiciones
de Γ . Como

Γ ∪ {¬A} |= A

A sigue siendo una conclusión correctamente extraída de su (nuevo) conjunto de premisas,


y si el sujeto se apega a la regla de creer todo aquello que puede deducir a partir de sus
supuestos aceptados, debe continuar creyendo A a pesar de haber supuesto ¬A.
Esto es así porque (1) indica que si una interpretación es modelo de Γ entonces es modelo
de A o lo que es lo mismo, es contramodelo de ¬A. Por eso, no hay modelos de Γ ∪ {¬A},
o sea, el nuevo conjunto es insatisfacible y por lo tanto, toda proposición es consecuencia
semántica de él. En particular Γ ∪ {¬A} |= A. En este caso, lo que tenemos es que el razonador
alberga creencias incoherentes (el conjunto de fórmulas que representa sus creencias es
insatisfacible).
Por supuesto que se puede cambiar de creencias obtenidas racionalmente por medios
también racionales, es decir, se puede dejar de creer una proposición que previamente
6.6 El condicional asociado 127

ha sido aceptada porque se ha llegado a ella a través de inferencias deductivas correctas,


pero para esto es necesario abandonar alguna de las premisas que llevaron a su aceptación.
Nunca se abandona una conclusión obtenida lógicamente por medios puramente deductivos a causa
del agregado de nuevas premisas. Es esta una de las diferencias más importantes entre las
inferencias deductivas y las no deductivas. En una inferencia deductiva nunca se debilita el
grado de apoyo que las premisas dan a la conclusión por el agregado de nuevas premisas. En
una inferencia inductiva el grado de apoyo que la conclusión recibe de las premisas puede
cambiar drásticamente con el agregado de ellas. Aníbal Corti gusta de poner como ejemplo
estas inferencias, que parecen ser respectivamente buena, mala, muy buena y horrible, y
esos cambios abruptos en el apoyo que las premisas dan a la conclusión se van produciendo
por el sucesivo agregado de una premisa3 :

Piolín es un ave.
Piolín es un ave.
Piolín es un ave. Piolín vive en la Antártida
Piolín es un ave. Piolín vive en la Antártida
Piolín vive en la Antártida Piolín no es un pingüino
Piolín no es un pingüino
Piolín vuela Piolín nació sin alas
Piolín vuela
Piolín vuela
Piolín vuela

Es decir, la inferencia inductiva es no monótona.

6.6 El condicional asociado


¿Cómo evaluar si una proposición dada es consecuencia semántica de un conjunto dado?
Hicimos esa evaluación para la formalización del argumento de Gamaliel al principio del
capítulo, pero el método que usamos, si bien concluyente, no podemos decir que haya sido
sistemático. Intentemos desarrollar un método sistemático para el caso en que Γ sea un
conjunto finito. Sea Γ = {A1 , ..., An } y consideremos el problema de determinar si Γ |= B.
Según el Teorema 4.5.1, todo modelo del conjunto Γ es modelo de la fórmula (A1 ∧ ... ∧
An ), y recíprocamente, todo modelo de esta fórmula es modelo de Γ . Esto permite reducir el
problema de la consecuencia semántica a la relación de valores de verdad de dos fórmulas:
(A1 ∧ ... ∧ An ) y B.
Supongamos que se da la relación de consecuencia semántica. Decir que todo modelo
de Γ es modelo de B es equivalente a decir que toda interpretación que asigne V a la
fórmula (A1 ∧ ... ∧ An ) también asignará V a la fórmula B, o lo que es lo mismo, que toda
interpretación que asigne F a B, asignará F a (A1 ∧ ... ∧ An ). La relación de consecuencia
semántica impone restricciones a las combinaciones de valores de verdad de esas dos
fórmulas que se muestran en la siguiente tabla:

(A1 ∧ ... ∧ An ) B Si {A1 , ..., An } |= B, tenemos


V V Caso permitido
V F Caso prohibido
F V Caso permitido
F F Caso permitido

3 Ejemplo presentado en la Primera Escuela de Argumentación y Lógica Informal, Montevideo, 2011.


128 Capítulo 6. Consecuencia semántica

¿Cómo distinguir el “caso prohibido” de los restantes? Es obvia la similitud de esta


“metatabla” con la tabla de verdad del condicional. Si consideramos el condicional

(A1 ∧ ... ∧ An ) → B

vemos que será falso si y solo si estamos en el “caso prohibido”, o sea si existe una
interpretación que sea modelo de Γ y no lo sea de B.
Esto nos lleva a decir que si ese condicional es verdadero bajo toda interpretación
entonces Γ |= B, y recíprocamente, si Γ |= B entonces el condicional es verdadero bajo toda
interpretación. Hemos demostrado así el

Teorema 6.6.1 — Condicional asociado.


{A1 , ..., An } |= B si y solo si (A1 ∧ ... ∧ An ) → B es una tautología.

Ese condicional se llama condicional asociado al par (Γ , B).


No es ocioso repetir que encontrar una sola interpretación que hace falso al condicional
asociado es encontrar una interpretación que hace verdadera a la conjunción que le sirve de
antecedente a la vez que hace falsa a la fórmula que le sirve de consecuente, y esto equivale
a encontrar un modelo de Γ que no es modelo de B.
Si ninguna interpretación logra eso es porque todos los modelos de Γ son modelos de B.
De ahí que surge este fortísimo resultado que nos permite reducir el problema de evaluar si
una fórmula es consecuencia semántica de un conjunto finito de fórmulas a determinar si
una fórmula (el condicional asociado) es una tautología.
En el caso en que Γ sea insatisfacible, la conjunción que sirve de antecedente al con-
dicional asociado será una contradicción (porque ninguna interpretación puede hacer
simultáneamente verdaderas a todas las Aes) y entonces el condicional asociado, al tener
como antecedente una contradicción, será tautológico sin importar cuál sea la fórmula B
que le sirva de consecuente. Esperábamos este resultado ya que habíamos afirmado que
cualquier fórmula es consecuencia semántica de un conjunto insatisfacible.
 Ejemplo 6.2 Determinar si se cumple {(p1 ∨ p2 ), ¬p2 } |= (p1 ∧ (p2 → p3 ))
Evaluemos la tabla de verdad de su condicional asociado:

(((p1 ∨ p2 ) ∧ ¬p2 ) → (p1 ∧ (p2 → p3 )))


V V V F F V V V V V V
V V V F F V V F V F F
V V F V V V V V F V V
V V F V V V V V F V F
F V V F F V F F V V V
F V V F F V F F V F F
F F F F V V F F F V V
F F F F V V F F F V F

Observe que hemos dispuesto una única columna bajo ¬p2 colocando en ella los valores
de verdad asignados al compuesto, en vez de utilizar dos columnas, una para la letra
proposicional y otra para el conectivo unario que la afecta. Es la práctica usual, que
simplifica en algo la presentación.
6.6 El condicional asociado 129

El resultado es, por supuesto, que dado que el condicional asociado es tautológico, hay
relación de consecuencia semántica.
 Ejemplo 6.3 Es trivial observar que {p1 } 2 (p1 ∧ p2 ) ya que el condicional asociado

(p1 → (p1 ∧ p2 ))

no es tautológico, como el lector comprobará fácilmente.


 Ejemplo 6.4 Determinar si se cumple {(p1 ∧ p2 ), (p1 →(p4 ∨ p3 ))}|=(p4 ∨ p3 )
Construyamos el condicional asociado al par que tenemos entre manos:

((p1 ∧ p2 ) ∧ (p1 → (p4 ∨ p3 ))) → (p4 ∨ p3 )

Debemos investigar si es una tautología. Podríamos hacerlo desarrollando la tabla


de verdad, lo que sería muy trabajoso ya que en este caso sería una tabla con 16 líneas.
¿Qué procedimiento alternativo tenemos para saber si ese condicional es o no tautológico?
Recordemos el inicio de este trabajo, cuando analizamos el argumento de Gamaliel. En esa
ocasión supusimos que una interpretación hacía V a las premisas y F a la conclusión. De ahí
obteníamos una contradicción. Análogamente ahora podemos buscar una interpretación
que haga F el consecuente y V el antecedente. Si la encontramos, el condicional asociado no
es tautológico y si arribamos a una contradicción a partir de la suposición de que existe, el
condicional asociado es tautológico.
Desarrollaremos el procedimiento en mucho mayor detalle que el necesario, para que se
comprenda su funcionamiento.

(((p1 ∧ p2 ) ∧ (p1 → (p4 ∨ p3 ))) → (p4 ∨ p3 ))


1 F
2 V F
3 V V F F
4 V V F F F
5 X

En cada fila se va desarrollando un paso del razonamiento hecho en el orden en que fue
realizado.

1. Suponemos que el condicional asociado es F.


2. Si el condicional asociado es falso, su antecedente es V y su consecuente es F, lo que
se marca bajo cada uno de los conectivos principales.
3. Al ser falsa la disyunción del consecuente, p4 y p3 son falsas, y al ser verdadera la
conjunción del antecedente, las fórmulas (p1 ∧ p2 ) y (p1 →(p4 ∨ p3 )) son verdaderas,
lo que se marca bajo sus conectivos principales.
4. Al ser verdadera (p1 ∧ p2 ), tanto p1 como p2 son verdaderas. Además, en la fila 3
habíamos deducido que p4 y p3 son falsas, por lo que (p4 ∨ p3 ) es falsa.
5. El condicional (p1 →(p4 ∨ p3 )) es verdadero (fila 3) y su consecuente es falso (fila 4).
Entonces su antecedente p1 es falso. Pero p1 es verdadero (fila 4). Contradicción.
130 Capítulo 6. Consecuencia semántica

Ninguna interpretación hace que antecedente del condicional asociado sea verdadero y
a la vez su consecuente falso, o sea que el condicional asociado es tautológico y hay relación
de consecuencia semántica.

6.7 El teorema de deducción (versión semántica)


El teorema de deducción es un muy importante resultado que expresa algo que puede
parecer una perogrullada, pero tiene consecuencias de muy largo alcance.
Antes de enunciarlo, expliquemos una notación que simplificará las cosas. En vez de
Γ ∪ {A} escribamos Γ , A lo que resulta más cómodo.
Supongamos que se cumple

(1) Γ , A |= B

o sea, B es consecuencia semántica del conjunto formado por las fórmulas de Γ y la fórmula
A. El teorema de deducción afirma que en esas circunstancias se cumple

(2) Γ |= (A → B)

y recíprocamente, que si cumple (2) se cumple (1).


Observe el lector que si en el enunciado se sustituyera → por ∧, ∨ o ↔ no obtendríamos
algo que se cumple en todos los casos.
¿Qué es lo que nos dice el teorema de deducción acerca de la validez argumental?
Por un lado, que dado un argumento válido tal que una de cuyas premisas es A y su
conclusión es B, también será válido el argumento que tiene las mismas premisas excepto A
y como conclusión el condicional A → B. O sea, a partir de cualquier argumento válido que
tenga al menos una premisa, podemos obtener otro argumento válido que tiene una premisa
menos. Obsérvese que si se trata de un argumento con una cantidad finita de premisas, la
repetición del procedimiento nos lleva a concluir algo a partir del conjunto vacío, o sea,
terminamos en una forma tautológica.
Por otro lado, que dado un argumento válido con conclusión en forma de condicional,
también será válido el argumento que se obtenga agregando el antecedente de la conclusión
a las premisas, y dejando como nueva conclusión el consecuente.
O sea, este resultado, considerado desde el punto de vista de la corrección argumental,
nos dice que la corrección lógica de ciertos argumentos asegura la corrección de otros,
relacionados con el primero en forma precisa, y recíprocamente. De manera que ciertos
argumentos son tales que o bien son todos válidos o bien son todos inválidos, no pueden ser
unos válidos y otros inválidos. Pasemos al enunciado preciso y la demostración:

Teorema 6.7.1 — Deducción (versión semántica).


Para todo conjunto de fórmulas Γ y para cualesquiera fórmulas A y B:
Γ , A |= B si y solo si Γ |= (A → B).

demostración: Trabajaremos con los contrarrecíprocos: Demostraremos que si no se cumple


Γ |= (A → B), entonces no se cumple Γ , A |= B; y que si no se cumple Γ , A |= B, entonces
no se cumple Γ |= (A → B).
6.8 El “absurdo” 131

Supongamos Γ 2 (A → B)4 . En este caso tendríamos un modelo de Γ que sería contra-


modelo de (A → B), o sea, que sería modelo de A y contramodelo de B. Pero si existe un
modelo de Γ que es además modelo de A y contramodelo de B, entonces Γ , A 2 B.
Recíprocamente, supongamos que Γ , A 2 B. En ese caso tendríamos un modelo de Γ y
de A que es contramodelo de B. Pero esa interpretación sería modelo de Γ y contramodelo
de (A → B), por lo que Γ 2 (A → B).
Introduzcamos un nuevo concepto, el de implicación.
Definición 6.7.1 — Implicación.

Una fórmula A implica una fórmula B si y solo si todos los modelos de A son modelos
de B, o sea, si y solo si {A} |= B.

A partir del teorema de deducción, es evidente el siguiente

Corolario 6.7.2 A implica B si y solo si A → B es una tautología.

6.8 El “absurdo”
Se trata de un teorema que justifica un tipo de razonamiento muy común. Su enunciado
es
Teorema 6.8.1 — El “absurdo” (versión semántica).
Para todo conjunto Γ y toda fórmula A, Γ |= A si y solo si Γ , ¬A es insatisfacible.

Frecuentemente se razona de esta manera: se acepta un conjunto de proposiciones que


se consideran establecidas Γ , al que se le adjunta la negación de una proposición A. Si se
encuentra que el nuevo conjunto que se obtiene es insatisfacible se rechaza la negación
que se había adjuntado y se acepta la proposición A. Esa aceptación se debe a que A es
consecuencia de un conjunto de proposiciones que se consideran establecidas.
demostración: Si Γ |= A todo modelo de Γ es modelo de A y por lo tanto, todo modelo de
Γ es contramodelo de ¬A. Se concluye que Γ , ¬A no tiene modelos, o sea, es insatisfacible.
Por otro lado, si Γ , ¬A es insatisfacible, todo modelo de Γ es contramodelo de ¬A, y por
lo tanto, todo modelo de Γ es modelo de A, o sea Γ |= A.

4 Por supuesto, el símbolo 2 se utiliza para significar que la fórmula que le sigue no es consecuencia

semántica del conjunto que le precede.


132 Capítulo 6. Consecuencia semántica

6.9 Ejercicios
1. Evalúe si es correcto lo que se afirma en cada caso. Si no es correcto, encuentre un
modelo del conjunto dado que sea contramodelo de la fórmula dada.
a) {((p1 ∧ p2 ) → p2 ), p3 } |= (¬p2 → ¬(p1 ∧ p2 ))
b) {p1 } |= (p1 ∨ (¬¬p2 → (p4 ↔ p1 ))
c) {((p2 → p4 ) → p3 )} |= (¬p3 → ¬(p2 → p4 ))
d) {((p1 ↔ p2 ) ∧ (p2 ↔ p1 )), p3 , (p4 ∨ p4 )} |= p1
e) {¬(p1 → p2 ), ¬p1 } |= (p3 ∧ p1 )
f ) {(p1 ∨ (p1 → p2 )), ¬(p1 → p2 )} |= p1

2. Mostrar que cualquier consecuencia semántica de un conjunto de tautologías es una


tautología.

Comentario: David Stove, en [Sto93], afirma que los filósofos tienen un comprensible
interés en generar argumentos que cumplan las siguientes tres características:
a) Tengan premisas absolutamente ciertas.
b) Sean totalmente correctos desde el punto de vista lógico.
c) Tengan conclusiones interesantes.
Desde el punto de vista proposicional, es obvio que las proposiciones que mejor
cumplen a) son las tautologías y las que mejor cumplen c) son las contingencias
–proposiciones que expresan algo que podría haber sido de otra manera-. Por lo tanto,
se trata de un ideal inalcanzable. Stove dice haber identificado importantes argumentos
en la historia de la filosofía que adolecen de algo análogo a tener premisas tautológicas
y conclusión contingente: sin más análisis, se puede afirmar que no son válidos.

3. Sea Γ un conjunto de fórmulas y sea Cons(Γ ) el conjunto de las fórmulas que son
consecuencia semántica de Γ .
a) Demuestre que Cons(Γ ) es infinito sin importar cuál sea Γ .
b) Sea A una fórmula que pertenece a Cons(Γ ). Demuestre que la fórmula X → A
pertenece a Cons(Γ ) sin importar cuál sea X. ¿Se puede decir lo mismo de A → X?
c) Sea A una fórmula que pertenece a Cons(Γ ) y sea B una fórmula que pertenece a
Cons({A}). Demuestre que, siendo X cualquier fórmula se cumple Γ ∪ {¬B} |= X.

4. Demuestre que Cons(Cons(Γ )) = Cons(Γ ).

5. Sean A, B y C fórmulas tales que C es consecuencia semántica del conjunto {A, B}.
Demostrar que A → (B → C) es una tautología.

6. Sea Γ un conjunto de fórmulas tal que:


i) Todas las tautologías pertenecen a Γ .
ii) Para cualesquiera dos fórmulas A y B, si A y A → B pertenecen a Γ , entonces B
6.9 Ejercicios 133

pertenece a Γ .

a) Mostrar que si A y B pertenecen a Γ , entonces A ∧ B pertenece a Γ .


b) Mostrar que si A y ¬A pertenecen a Γ , entonces toda fórmula de LP pertenece a
Γ.

7. a) Sean A1 , A2 ,. . . ,An , ϕ, ψ, χ, ξ fórmulas cualesquiera tales que se cumple:


{A1 , A2 , . . . , An } |= ϕ
Demostrar que
(χ → ((A1 ∧ A2 ∧ · · · ∧ An ∧ ψ) → (ϕ ∨ ξ))) es tautología.
b) En la siguiente “fórmula” se consideran todas las letras proposicionales indizadas
entre 1 y n. Demostrar que:
((p1 ∨ ¬p1 ) → ((¬p1 ∧ p2 ∧ · · · ∧ pn ∧ (p4 → p3 )) → (¬(p1 ∨ ¬p2 ) ∨ (p4 → p3 ))))
es tautología.

8. Sea Γ un conjunto de fórmulas, ϕ y ψ fórmulas tales que:


Γ , ϕ |= ψ
Γ , ψ |= ϕ
Γ |= ((ϕ ∧ ¬ψ) ∨ (ψ ∧ ¬ϕ))
Demuestre que Γ es insatisfacible.

9. Sea Γ un conjunto satisfacible que cumple que, dada cualquier fórmula X del lenguaje,
o bien Γ |= X o bien Γ |= ¬X. Defina ahora una valuación v de modo que v(X) = V si y
solo si Γ |= X. Demuestre que v es una interpretación.
Suponga ahora que se define una valuación u de modo que u(X) = V si y solo si
Γ |= ¬X. ¿Es u una interpretación?

10. Traduzca los siguientes argumentos al lenguaje de la lógica proposicional y evalúe su


corrección a través de la la evaluación de la relación de consecuencia semántica entre
el conjunto de premisas y la conclusión.

a) Si la ética depende de la voluntad de Dios, entonces las cosas buenas son buenas
porque Dios las quiere. Las cosas buenas no son buenas porque Dios las quiera.
La ética no depende de la voluntad de Dios.
b) Si Dios existe en el entendimiento y no en la realidad, es concebible un ser mayor
que Dios. Es falso que se puede concebir un ser mayor que Dios. Dios existe en el
entendimiento. Dios existe en la realidad.
c) Si la existencia es una perfección y Dios, por definición, tiene todas las perfeccio-
nes, entonces Dios por definición, debe existir. Dios por definición tiene todas las
perfecciones. La existencia es una perfección. Por definición, Dios debe existir.
d) Si tenemos conocimiento, entonces o algunas cosas son conocidas sin prueba o
podemos probar toda premisa mediante premisas previas, y así sucesivamente.
No podemos probar toda premisa mediante premisas previas y así sucesivamente
134 Capítulo 6. Consecuencia semántica

pero tenemos conocimiento. Algunas cosas son conocidas sin prueba.

11. Traduzca los siguientes argumentos al lenguaje de la lógica proposicional y evalúe su


corrección a través de la la evaluación de la relación de consecuencia semántica entre
el conjunto de premisas y la conclusión. En el caso de que su estudio no corrobore la
validez del argumento, indique si considera que se trata de un argumento inválido
o de un argumento válido cuya validez no queda capturada por su estructura en
términos de conectivos proposicionales.
a) Laika es una perra. Laika tiene dos orejas. Por lo tanto, existe una perra que tiene
dos orejas.
b) Laika es una perra. Laika tiene dos orejas. Por lo tanto, todos los perros tienen
dos orejas.
c) Todas las hormigas son insectos. Si todas las hormigas son insectos y todos los
insectos tienen seis patas, entonces todas las hormigas tienen seis patas. Es falso
que existan insectos que no tienen seis patas. Por lo tanto, todas las hormigas
tienen seis patas.
d) Todas las hormigas son insectos. Si todas las hormigas son insectos y todos los
insectos tienen seis patas, entonces todas las hormigas tienen seis patas. Es falso
que existan insectos que no tienen seis patas. Por lo tanto, ninguna hormiga tiene
cinco patas.
e) Todos los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Sócrates es mortal.
f ) Todos los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Si todos los hombres son
mortales y Sócrates pertenece a la especie Homo sapiens, entonces Sócrates no es
inmortal.
g) Si Dios creó algo, entonces Dios creó todo. Dios creó todo. Por lo tanto, Dios creó
algo. [Este argumento fue presentado por Carlos Oller en el coloquio sobre Vaz
Ferreira, Montevideo, 2011 en el marco de una ponencia en la que analizaba la
capacidad de la lógica formal para decidir absolutamente sobre la invalidez de un
argumento, inspirado en Oliver: “Formal Fallacies and other invalid arguments”,
Mind, octubre de 1967.]
h) Si el cielo es azul, entonces la atmósfera tiene varios kilómetros de altura o está
cargada de partículas. Para que el cielo sea azul es necesario y suficiente que
la atmósfera se comporte como un prisma ajustado a esa longitud de onda. La
atmósfera está cargada de partículas y la dirección del campo magnético terrestre
no es Este-Oeste. Si la atmósfera se comporta como un prisma ajustado a esa
longitud de onda, entonces el campo magnético terrestre está en dirección Este-
Oeste. Por todo esto, concluimos que la atmósfera tiene varios kilómetros de
altura.
i) Si el cielo es azul, entonces la atmósfera tiene varios kilómetros de altura o está
cargada de partículas. Para que el cielo sea azul es necesario y suficiente que
la atmósfera se comporte como un prisma ajustado a esa longitud de onda. La
atmósfera está cargada de partículas y la dirección del campo magnético terrestre
6.9 Ejercicios 135

no es Este-Oeste. Si la atmósfera se comporta como un prisma ajustado a esa


longitud de onda, entonces el campo magnético terrestre está en dirección Este-
Oeste. Por todo esto, concluimos que la atmósfera no tiene varios kilómetros de
altura.
j) Si el cielo es azul, entonces la atmósfera tiene varios kilómetros de altura o está
cargada de partículas. Para que el cielo sea azul es necesario y suficiente que
la atmósfera se comporte como un prisma ajustado a esa longitud de onda. La
atmósfera está cargada de partículas y la dirección del campo magnético terrestre
no es Este-Oeste. Si la atmósfera se comporta como un prisma ajustado a esa
longitud de onda, entonces el campo magnético terrestre no está en dirección
Este-Oeste. Por todo esto, concluimos que la atmósfera tiene varios kilómetros de
altura.

12. En el artículo “El caso Galileo” de Owen Gingerich5 , se presentan estos dos argumen-
tos:

i) Si el sistema planetario es heliocéntrico, Venus muestra fases. El sistema planetario


es heliocéntrico. Por consiguiente, Venus muestra fases.
ii) Si el sistema planetario es heliocéntrico, Venus muestra fases. Venus muestra
fases. Por consiguiente, el sistema planetario es heliocéntrico.

Gingerich afirma que Galileo basó su defensa del heliocentrismo, entre otros elementos,
en el argumento ii). Traduzca ambos argumentos al lenguaje de la lógica proposicional,
evalúe la corrección argumental. ¿Le merece algún comentario el resultado obtenido?

5 Publicado en Investigación y Ciencia, octubre de 1982.


7 | Consecuencia sintáctica

l introducir la importantísima noción de consecuencia semántica hemos podido

A utilizar el lenguaje formal LP para clasificar algunas inferencias como válidas. Sin
embargo, hay una brecha importante entre nuestra práctica deductiva más o menos
cotidiana cuando nos enfrentamos a un conjunto de premisas y buscamos una conclusión, o
cuando queremos evaluar una inferencia, y lo que hacemos al evaluar si existe la relación de
consecuencia semántica sobre el lenguaje formal. Esta diferencia se debe principalmente a
que al intentar deducir, no solemos pensar en términos de modelos, ni tampoco evaluamos
sistemáticamente todas las posibilidades, un procedimiento que parece ser lo que hacen en
el fondo las tablas de verdad.

7.1 Tras las huellas de los humanos


Pensar como la gente
Consideremos un ejemplo concreto. Recordemos uno de los problemas de la biblioteca
ya resuelto:
En el primer folio de Dragones se lee: “Dragones es obra de Mendacius y Esfinge es
obra de Mendacius”. ¿Quiénes son los autores de estas obras?
El lector puede referirse a 4.6, en la página 93, donde hallará la obtención de la solución
por medio de tablas de verdad, o puede probar que el problema queda bien resuelto al
establecer que Dragones es obra de Mendacius y Esfinge de Veratius a través de la verifica-
ción de que se tiene (utilizando la notación introducida en el mismo lugar anteriormente
referido)

{VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE )} |= (¬VD ∧ VE )

Pero es claro que estas formas de resolver o verificar la solución del problema se
encuentran muy alejadas de lo que haría cualquiera que se enfrentase por primera vez a
él. En esa situación, seguramente la mayoría de la gente razonaría en forma parecida a la
que se mostró en 1.6, página 20. Examinaremos con detalle ese razonamiento “natural”,
dividiéndolo en pasos que justificaremos.
La siguiente tabla esquematiza ese trabajo inferencial. Recordemos que, debido a las
reglas de la biblioteca, la condición de no haber sido escrito por Veratius es equivalente a la
de haber sido escrito por Mendacius.
138 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

Paso Contenido Justificación

1 Aceptamos que Dragones fue escri- Por las reglas de la bilioteca y lo


to por Veratius si y solo si Dragones escrito en Dragones.
y Esfinge no fueron escritos por Ve-
ratius.
2 Suponemos que Dragones fue escri- Esperamos llegar a una contradic-
to por Veratius. ción bajo ese supuesto, lo que nos
obligaría a rechazarlo.
3 Aceptamos, bajo el supuesto hecho, Por 1 y 2.
que Dragones y Esfinge no fueron
escritos por Veratius.
4 Aceptamos, bajo el supuesto, que Por 3.
Dragones no fue escrito por Vera-
tius.
5 Aceptamos, bajo el supuesto, que Por 2 y 4.
Dragones fue escrito por Veratius
y que Dragones no fue escrito por
Veratius.
6 Rechazamos el supuesto de 2, o sea, Porque las contradicciones no son
aceptamos que Dragones no fue es- aceptables, y por tanto no podemos
crito por Veratius. aceptar la contradicción de 5. Pero
aceptar el supuesto de 2 nos obliga-
ría a ello.
7 Suponemos que Esfinge no fue es- Esperamos llegar a una contradic-
crito por Veratius. ción bajo ese supuesto, lo que nos
obligaría a rechazarlo.
8 Aceptamos, bajo el supuesto de 7, Por 6 y 7.
que Dragones no fue escrito por Ve-
ratius y Esfinge no fue escrito por
Veratius.
9 Aceptamos, bajo el supuesto de 7, Por 1 y 8.
que Dragones fue escrito por Vera-
tius.
10 Aceptamos, bajo el supuesto de 7, Por 9 y 6.
que Dragones fue escrito por Vera-
tius y que Dragones no fue escrito
por Veratius.
7.1 Tras las huellas de los humanos 139

11 Rechazamos el supuesto de 7, o sea, Porque las contradicciones no son


aceptamos que Esfinge fue escrito aceptables, y por tanto no podemos
por Veratius. aceptar la contradicción de 10. Pero
aceptar el supuesto de 7 nos obliga-
ría a ello.
12 Aceptamos que Dragones no fue es- Por 6 y 11.
crito por Veratius y Esfinge fue es-
crito por Veratius.

Habrá observado el lector que al justificar los pasos inferenciales no aparecen referencias
explícitas a conceptos semánticos -con excepción de la contradicción- sino que se apela
siempre a la posibilidad de aceptar determinadas proposiciones en ciertas circunstancias,
por razones concernientes a la función que cumplen en la inferencia (premisas y supuestos)
o por haber aceptado ya otras proposiciones con determinadas características sintácticas, o
mejor dicho, características que, consideradas en traducciones a LP, se reflejarían sintácticamente,
como por ejemplo, en el paso 9, aceptamos un una proposición porque es uno de los
conyuntos de una conjunción ya aceptada. Además, el razonamiento tomó la forma de
una secuencia de proposiciones que iban siendo tomadas como sabidas, aceptadas porque
ya habíamos aceptado otras, o supuestas. Lo que hemos presentado es lo que llamaremos
una deducción. Nuestro objetivo ahora será la obtención de un conjunto de reglas que
nos permitan construir secuencias de fórmulas que se correspondan con estas secuencias
inferenciales, que llamamos deducciones, de tal modo que esas reglas dependan únicamente
de la forma de las fórmulas en la secuencia, o sea, serán reglas puramente sintácticas. Por
supuesto, nuestro objetivo será además que las reglas sean tales que al generar una secuencia
a partir de un conjunto de fórmulas, obtengamos siempre como último elemento de la
secuencia una fórmula que sea consecuencia semántica de las que utilizamos como base
para construir la secuencia.
Dicho en forma más clara: queremos generar un procedimiento que nos permita evaluar
la validez, pero que solo dependa de consideraciones sintácticas, y que sea un correlato
formal de las deducciones.
Hay varias formas de lograr eso, pero en este curso elegiremos una que fue creada
especialmente para “copiar” el razonamiento humano. Por el momento, y hasta que poda-
mos definir precisamente cuál será el correlato formal de las secuencias inferenciales que
producimos informalmente, llamaremos “secuencia inferencial” tanto a lo que tenemos en
el nivel informal, que está formado por pasos que se expresan en lenguaje natural, como
a lo que vamos a ir viendo puede establecerse en el lenguaje formal como una adecuada
mimesis de una deducción.
Ahora valorará el lector la propiedad de la metáfora del microscopio empleada por
Frege en el pasaje citado en la sección 2.4, página 56. Examinaremos con sumo detalle el
razonamiento hecho, “rastreando” paso a paso el procedimiento inferencial y observando
muy cuidadosamente cada avance. Nuestra inferencia se verá como una secuencia de
fórmulas, que terminará en la que representa la conclusión, o sea la solución del problema.
Intentaremos explicar cómo justificaríamos cada paso a partir de consideraciones puramente
sintácticas, lo que resultará en el establecimiento de reglas que permitan la inclusión de
140 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

fórmulas en las secuencias inferenciales. Esas reglas, si bien serán sintácticas, deberán tener
un respaldo semántico, en el sentido de que deseamos evitar a toda costa la posibilidad de
que ellas nos permitan partir de algunas fórmulas y arribar a otra que no sea consecuencia
de ellas.
Comencemos entonces ese examen de la inferencia presentada.
Las reglas de la biblioteca nos obligan a aceptar que Dragones fue escrito por Veratius si y
solo si él mismo y Esfinge fueron escritos por Mendacius. Esa proposición, que simbolizamos
como VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) (recordemos que en la biblioteca todos los libros fueron escritos
por Veratius o por Mendacius, es imposible que algún algún libro sea obra de los dos y
que representábamos la proposición “X fue escrito por Veratius” como VX 1 ) es la base de
nuestros razonamientos.

paso 1: Aceptamos VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE )

Esta aceptación no es más que la de las bases para comenzar a razonar: allí se contienen
de algún modo las reglas de la biblioteca (en el bicondicional) y los datos aportados por
Dragones (en el miembro derecho del mismo bicondicional). O sea, esta es la premisa
de nuestro argumento. Por ahora, nuestro desarrollo se ve muy modesto, y lo podemos
presentar así:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa

¿Estamos justificados siempre en aceptar una premisa? La respuesta es: por supues-
to. En todo punto de una secuencia inferencial puede agregarse una premisa. Quien toma una
premisa para desarrollar una inferencia no necesariamente se está comprometiendo con
su verdad. Simplemente está intentando extraer las consecuencias que de ella (y otras,
quizá) se siguen. Por supuesto, al enfrentarse a una inferencia concreta uno debe tomar
únicamente las premisas dadas, porque de otro modo estaría extrayendo consecuencias
de proposiciones arbitrarias. Podemos establecer este principio para la construcción de las
secuencias inferenciales:
en una secuencia inferencial siempre se puede introducir cualquiera de las
premisas de la inferencia. Para justificar esa inclusión, basta apelar a su calidad
de premisa.

paso 2: Suponemos que Dragones fue escrito por Veratius, o sea, suponemos VD .

Esto puede parecer arbitrario, pero es necesario notar lo siguiente: al suponer que
Dragones fue escrito por Veratius, no estamos comprometiéndonos con que así sea, ni
tampoco con que “Dragones fue escrito por Veratius” se siga de lo que hemos aceptado
hasta ahora. La suposición es una “apuesta” que hacemos con la esperanza de que nos
permita avanzar en la inferencia. Es importantísimo notar que a partir de ahora debemos
tener cuidado en distinguir cuáles proposiciones de las que infiramos se dan bajo la
1 El lector se habrá percatado de que para no complicar la notación, tomamos la inicial del nombre de X al

subindizar.
7.1 Tras las huellas de los humanos 141

condición de que Dragones haya sido escrito por Veratius y cuáles son independientes
de ella. El punto es que inferir que bajo la condición de que Dragones haya sido escrito por
Veratius se cumple una proposición p, puede llevarnos a inferir justificadamente algo en
forma independiente de esa suposición, pero seguramente dependiente de lo que sea p. ¿Y
cuáles proposiciones se pueden introducir como supuestos? En esto hay total libertad. Lo
que sucede es que podemos hacer supuestos que no nos lleven a ningún lado. Es muy
obvio que si en el razonamiento hubiéramos supuesto la proposición “Llueve”, difícilmente
estaríamos haciendo algo que nos ayudara a encontrar la solución. Tenemos un nuevo
principio:

en una secuencia inferencial siempre se puede introducir cualquier proposición,


justificándola como supuesto.

Por ahora, tenemos:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto

paso 3: Utilizando el bicondicional del paso 1 y que hemos supuesto su miembro


izquierdo en el paso 2, inferimos su miembro derecho, o sea, inferimos que Dragones
no fue escrito por Veratius y Esfinge no fue escrito por Veratius, esto es, ¬VD ∧ ¬VE .

¿Qué puede justificar esto? Una justificación puede ser dada considerando modelos. Es
muy fácil ver que se cumple {VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ), VD } |= (¬VD ∧ ¬VE ). Pero podemos pen-
sar en términos puramente sintácticos (por más que estemos apoyados en esa consideración
semántica), extrayendo una regla puramente sintáctica (solamente depende de la forma de
proposiciones previas en la secuencia) que servirá universalmente en las deducciones, y que
podemos expresar así:
si en una secuencia inferencial se tiene un bicondicional y uno de sus miembros,
se puede agregar el otro miembro a la secuencia.

Esto en realidad nos da dos reglas, que llamaremos Regla E↔ i y Regla E↔ d y represen-
taremos así:

Regla E↔ i Regla E↔ d
A↔B A↔B
B A
A B

Estas representaciones deben entenderse del siguiente modo: siempre que en una
secuencia inferencial se disponga de las fórmulas de la forma que se indican sobre la línea
horizontal (sin importar el orden en que aparecen o si hay fórmulas en el medio), se puede
agregar a la secuencia la fórmula que queda indicada bajo la línea. Son reglas puramente
sintácticas, solo atienden a la forma de las fórmulas en juego. La que acabamos de enunciar
142 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

nos basta como justificación, aunque en el caso de la inferencia que tenemos entre manos, se
debe recordar que lo que agregamos lo hacemos bajo el supuesto que introdujimos en el paso 2.
La secuencia tiene ahora este aspecto:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto
3 ¬VD ∧ ¬VE Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.

paso 4: La conjunción del paso 3 nos permite inferir cualquiera de sus conyuntos, y en
este caso inferimos ¬VD .

Nuevamente, consideraciones sobre modelos permiten justificar ese paso inferencial. Y


nuevamente, lo que surge es una regla puramente sintáctica, a saber:

si en una secuencia inferencial se tiene una conjunción, se puede agregar cual-


quiera de los conyuntos a la secuencia.

Esto también se desdobla en dos reglas, que llamaremos E∧ i y E∧ d:

Regla E∧ i Regla E∧ d
A∧B A∧B
A B

La aplicación de la regla justifica el paso, y seguimos trabajando bajo el supuesto


introducido:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto
3 ¬VD ∧ ¬VE Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 ¬VD Regla E∧ i aplicada a 3 Bajo el supuesto de 2.

paso 5: Utilizando el supuesto del paso 2 y lo inferido en el paso 4, inferimos la


conjunción de ambas, en este caso VD ∧ ¬VD .

Parece de Perogrullo decir que se puede inferir la conjunción de proposiciones acep-


tadas o supuestas, ya que el respaldo semántico a esto es obvio. Así extraemos la regla
sintáctica:
en una secuencia inferencial se puede agregar la conjunción de dos elementos
previos.

que llamaremos I∧ y representaremos así:


7.1 Tras las huellas de los humanos 143

Regla I∧
A
B
A∧B

Nuestra secuencia va tomando este aspecto:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto
3 ¬VD ∧ ¬VE Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 ¬VD Regla E∧ i aplicada a 3 Bajo el supuesto de 2.
5 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 2 y 4 Contradicción bajo el supuesto de 2.

paso 6: A partir de la subsecuencia que empieza en 2 (el supuesto VD ) y termina en 5


(una contradicción) inferimos la negación del supuesto, o sea ¬VD .

La justificación de este paso es delicada. El apoyo semántico que tiene, sin embargo, es
simple: Si el supuesto hecho fuese verdadero (en el marco dado por las otras proposiciones aceptadas),
entonces también lo sería la contradicción, porque hemos llegado a ella a través de reglas que
fueron elegidas de modo que mantienen la consecuencia semántica. Por lo tanto, dado que
las contradicciones no pueden ser verdaderas, el supuesto hecho tampoco puede serlo y
debe ser verdadera su negación, que es lo que afirmamos.
Debemos observar algunos puntos:

A diferencia de los otros pasos que hemos dado, este no se justifica por una o dos
líneas anteriores, ni por la inclusión en la secuencia de una nueva proposición como
premisa o supuesto. Se justifica por la existencia de una subsecuencia que comienza con el
supuesto y termina en una contradicción.
Recordemos que estamos buscando criterios sintácticos (esto es, únicamente basados
en la morfología de las fórmulas) que nos permitan representar la deducción. Pero
contradicción es un concepto semántico, según lo hemos definido: recordará el lector
que una contradicción es una fórmula que no tiene modelos. Debemos, por tanto,
establecer un criterio sintáctico de reconocimiento de contradicciones que nos permita
realizar pasos inferenciales como el que estamos comentando.

No podemos aceptar que cualquier contradicción –en sentido semántico– sea lo que
consideremos una contradicción en sentido sintáctico, porque las contradicciones no tienen
una forma característica o única. Por eso, elegiremos una de esas formas, una de las más
simples, para dar la siguiente
Definición 7.1.1 — Contradicción (en sentido sintáctico).
Una contradicción en sentido sintáctico es una fórmula de la forma B ∧ ¬B.
Esto nos lleva a postular la siguiente regla sintáctica:
144 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

en una secuencia inferencial, luego de una subsecuencia que comienza con una
fórmula introducida como supuesto y termina con una fórmula de la forma
B ∧ ¬B, se puede agregar la negación del supuesto que da inicio a la subsecuencia.

Esta regla será llamada I¬ , y la representaremos así:


Regla I¬
[A]
..
.
B ∧ ¬B
¬A
Algunas precisiones sobre esta representación:
Los paréntesis rectos que rodean la “A” están ahí para indicar que se trata de un
supuesto.
Los puntos verticales indican la parte de la subsecuencia que queda entre el supuesto y
la contradicción. Esta puede ser cualquiera, no hay restricciones a lo que allí se puede
encontrar excepto, por supuesto, que debe tratarse de una subsecuencia formada
respetando las reglas que estamos descubriendo y comentando.
La justificación del paso en que se agrega la negación del supuesto debe referir a la
regla I¬ y a la subsecuencia que comienza en el supuesto y termina en la contradicción. Si
tenemos las líneas numeradas, esto es muy fácil.
La secuencia quedará así, luego de aplicar este último paso:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto
3 ¬VD ∧ ¬VE Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 ¬VD Regla E∧ i aplicada a 3 Bajo el supuesto de 2.
5 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 2 y 4 Contradicción bajo el supuesto de 2.
6 ¬VD Regla I¬ aplicada a 2-5 No depende del supuesto de 2.

Habíamos dicho que esta regla presenta muchas sutilezas, y por ello, antes de proseguir
con el siguiente paso, debemos detenernos a hacer algunas consideraciones.
La primera de ellas, que tal vez el lector ya se estará preguntando, es acerca de las
consecuencias de limitar la definición de contradicción sintáctica a fórmulas de la forma
B ∧ ¬B. Un cuestionamiento legítimo es el siguiente: Si se hace un supuesto, y se encuentra
una subsecuencia iniciada en él y terminada en una fórmula que es contradicción en sentido
semántico pero no en sentido sintáctico, ¿podemos agregar a la cadena la negación del
supuesto?
La respuesta es “No”, y la razón para ello ya ha sido dada: si así hiciéramos, el criterio
sería semántico, no sintáctico.
Se podría pensar entonces en ir agregando reglas de modo que cada vez que se identifi-
que una forma que sea la de una contradicción semántica, se cree una nueva regla que sea
7.1 Tras las huellas de los humanos 145

como la que tenemos, solo que aparezca la forma contradictoria identificada en lugar de
B ∧ ¬B. Por ejemplo, se podría agregar una regla así:

[A]
..
.
B ↔ ¬B
¬A
Se podría hacer eso, pero el resultado sería una proliferación de reglas que no vemos
como deseable. En realidad, nos quedaremos con esta regla que solo considera la forma
B ∧ ¬B y volveremos más adelante sobre el punto de las “reglas” que nos parezcan adecuadas
pero no introducimos.
Bajo esta piedra se esconde un enorme cangrejo: para que nuestro sistema funcione
como deseamos, es necesario lo siguiente (para capturar la forma de razonamiento que
estamos discutiendo): Las reglas deben ser tales que a partir de una contradicción en sentido
semántico cualquiera se debe poder construir una secuencia que finalice en una contradicción en
sentido sintáctico. Esto es así porque nuestro razonamiento era del tipo

[A]
..
.
κ
¬A
siendo κ una contradicción en sentido semántico. Por lo tanto, para que nuestro sistema de
reglas funcione adecuadamente es necesario que siempre podamos obtener una secuencia
del tipo

κ
..
.
B ∧ ¬B
de modo que tengamos algo así, recogiendo el razonamiento que nos permite llegar a la
negación de un supuesto bajo el que se produce una contradicción en sentido semántico:

n [A]
..
.
κ
..
.
m B ∧ ¬B
¬A Regla I¬ n-m

Esto que acabamos de exigir es una propiedad que debe tener nuestro sistema si
queremos que funcione adecuadamente. Hacia el final del curso veremos que este aspecto
está garantizado.
La segunda consideración que debemos hacer concierne a los pasos de la subsecuencia
que va desde el supuesto hasta la contradicción. ¿Podemos seguir usándolos para obtener
146 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

nuevas cosas? Si el lector reflexiona un poco, se percatará de que todos esos pasos estaban
afectados por el supuesto, y este no es una premisa, o sea, no es algo que podemos tomar
como dado para hacer el razonamiento. Sin embargo, la negación del supuesto no depende
de este. Por lo tanto, para seguir razonando con independencia del supuesto, debemos prescindir de
él y de todo lo que obtuvimos afectado por él. Y es lo que haremos. Diremos que la aplicación de
la regla I¬ cancela el supuesto que utiliza, y con eso queremos decir que no podemos seguir
usando ese supuesto ni lo obtenido en los pasos afectados por este. De ese modo, una mejor
representación de la secuencia que estamos generando sería:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto
3 ¬VD ∧ ¬VE Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 ¬VD Regla E∧ i aplicada a 3 Bajo el supuesto de 2.
5 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 2 y 4 Contradicción bajo supuesto de 2.
6 ¬VD Regla I¬ aplicada a 2-5 No depende del supuesto de 2.

Hemos tachado lo que no podemos usar de aquí en más. De hecho, si quisiéramos


saber qué otras cosas se infieren bajo el supuesto VD , nada nos impide volver a introducirlo
posteriormente en la secuencia.
paso 7: Supongamos que Esfinge no fue escrito por Veratius, o sea, supongamos ¬VE .
En el paso anterior inferimos que Dragones no fue escrito por Veratius. Es natural,
por tanto, que guiemos la inferencia hacia la autoría de Esfinge. La de Dragones quedó
establecida haciendo un supuesto, por lo que, siguiendo el excelente consejo
Si con caldito va sanando
caldito seguile dando.2
intentaremos determinarla a través de la misma estrategia, o sea, haciendo un supuesto
esperando generar una contradicción. Esta vez será ¬VE . La secuencia inferencial queda así:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto
3 ¬VD ∧ ¬VE Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 ¬VD Regla E∧ i aplicada a 3 Bajo el supuesto de 2.
5 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 2 y 4 Contradicción bajo supuesto de 2.
6 ¬VD Regla I¬ aplicada a 2-5 No depende del supuesto de 2.
7 ¬VE Supuesto
2 El
refrán, que obviamente significa que las estrategias o procedimientos exitosos se deben repetir, fue
escuchado por el autor innumerables veces jugando al ajedrez con gente de edad provecta, que ya no se
encuentra entre nosotros. Al hacer una búsqueda en Google se encuentra que ese inmenso repositorio de
información no lo recupera, aunque sí dos variantes, una mexicana “Si con atolito va sanando, atolito vámosle
dando.”, y otra de la que no registra la procedencia, “Si con caldo de gallina va sanando, caldo de gallina
váyanle dando”.
7.1 Tras las huellas de los humanos 147

paso 8: De lo inferido en el paso 6 y lo supuesto en el 7, inferimos la conjunción de


ambos, ¬VD ∧ ¬VE .

Por supuesto, la justificación es la regla I∧ y la secuencia queda así:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto
3 ¬VD ∧ ¬VE Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 ¬VD Regla E∧ i aplicada a 3 Bajo el supuesto de 2.
5 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 2 y 4 Contradicción bajo supuesto de 2.
6 ¬VD Regla I¬ aplicada a 2-5 No depende del supuesto de 2.
7 ¬VE Supuesto
8 ¬VD ∧ ¬VE Regla I∧ aplicada a 6 y 7 Bajo el supuesto de 7.

paso 9: De lo inferido en el paso 8 y el bicondicional de la premisa, inferimos VD .

Esta vez la justificación es, como el lector ya habrá previsto, la regla E↔ i. La secuencia
toma este aspecto:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto
3 ¬VD ∧ ¬VE Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 ¬VD Regla E∧ i aplicada a 3 Bajo el supuesto de 2.
5 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 2 y 4 Contradicción bajo supuesto de 2.
6 ¬VD Regla I¬ aplicada a 2-5 No depende del supuesto de 2.
7 ¬VE Supuesto
8 ¬VD ∧ ¬VE Regla I∧ aplicada a 6 y 7 Bajo el supuesto de 7.
9 VD Regla E↔ i aplicada a 1 y 8 Bajo el supuesto de 7.

paso 10: De lo inferido en el paso 9 y en el 6, inferimos VD ∧ ¬VD .

La justificación es la regla I∧ aplicada a los elementos que se encuentran en sexto


y noveno lugar. Es natural hacer esta inferencia porque era lo que buscábamos al hacer
el supuesto del paso 7: llegar a una contradicción en sentido sintáctico que nos permita
deshacernos del supuesto. El aspecto de la secuencia es:
148 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto
3 ¬VD ∧ ¬VE Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 ¬VD Regla E∧ i aplicada a 3 Bajo el supuesto de 2.
5 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 2 y 4 Contradicción bajo supuesto de 2.
6 ¬VD Regla I¬ aplicada a 2-5 No depende del supuesto de 2.
7 ¬VE Supuesto
8 ¬VD ∧ ¬VE Regla I∧ aplicada a 6 y 7 Bajo el supuesto de 7.
9 VD Regla E↔ i aplicada a 1 y 8 Bajo el supuesto de 7.
10 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 9 y 6 Contradicción bajo el supuesto de 7.

paso 11: De lo subsecuencia que comienza con el supuesto del paso 7 y termina en la
contradicción del paso 10 inferimos la negación del supuesto, o sea ¬¬VE .

La justificación, a esta altura, no requiere mayores comentarios: es la regla I¬ aplicada


a la subsecuencia que va del paso 7 al 10. Pero hay algo a lo que es importante prestar
mucha atención. Si estamos muy imbuidos del aspecto representacional de los signos que
utilizamos, puede ser que caigamos en la tentación de razonar así en este paso:

He logrado inferir la negación del supuesto ¬VE , o sea, la negación de la negación


de que Esfinge fue escrita por Veratius. La negación de ’Esfinge no fue escrita
por Veratius’ es ’Esfinge fue escrita por Veratius’, o sea, lo que debo agregar a la
secuencia es VE .

Esto es un error para nuestros propósitos, y la razón es que se trata de una forma
netamente semántica de razonar, que viola la regla sintáctica que nos hemos impuesto. Si
hacemos un supuesto y llegamos a una contradicción, lo único que la regla I¬ nos permite
hacer es agregar a la secuencia el supuesto precedido por ¬. Ninguna otra cosa.
Recordemos además, que la utilización de la regla cancela el supuesto, por lo que la
secuencia queda así:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto
3 ¬VD ∧ ¬VE Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 ¬VD Regla E∧ i aplicada a 3 Bajo el supuesto de 2.
5 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 2 y 4 Contradicción bajo supuesto de 2.
6 ¬VD Regla I¬ aplicada a 2-5 No depende del supuesto de 2.
7 ¬VE Supuesto
8 ¬VD ∧ ¬VE Regla I∧ aplicada a 6 y 7 Bajo el supuesto de 7.
9 VD Regla E↔ i aplicada a 1 y 8 Bajo el supuesto de 7.
10 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 9 y 6 Contradicción bajo el supuesto de 7.
11 ¬¬VE Regla I¬ aplicada a 7-10 No depende del supuesto de 7.

paso 12: De ¬¬VE , inferida en el paso anterior, inferimos VE .


7.1 Tras las huellas de los humanos 149

La justificación semántica es obvia: el valor de verdad de la negación de la negación de


una proposición es el mismo que el de la proposición que está siendo doblemente negada,
por lo que de la primera podemos inferir la segunda3 . Entonces

si un elemento de una secuencia inferencial es la negación de la negación de


una fórmula, se puede agregar esa fórmula a la secuencia.

Esto requiere una nueva regla sintáctica que llamaremos E¬ y representaremos de este
modo:

Regla E¬
¬¬A
A

Luego de aplicarla, la secuencia llega al siguiente estadio, en el que ya se avizora la


conclusión.

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto
3 ¬VD ∧ ¬VE Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 ¬VD Regla E∧ i aplicada a 3 Bajo el supuesto de 2.
5 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 2 y 4 Contradicción bajo supuesto de 2.
6 ¬VD Regla I¬ aplicada a 2-5 No depende del supuesto de 2.
7 ¬VE Supuesto
8 ¬VD ∧ ¬VE Regla I∧ aplicada a 6 y 7 Bajo el supuesto de 7.
9 VD Regla E↔ i aplicada a 1 y 8 Bajo el supuesto de 7.
10 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 9 y 6 Contradicción bajo el supuesto de 7.
11 ¬¬VE Regla I¬ aplicada a 7-10 No depende del supuesto de 7.
12 VE Regla E¬ aplicada a 11

paso 13: De ¬VD , inferida en el paso 6, y VE , inferida en el paso anterior, inferimos la


conjunción de ambas, (¬VD ∧ VE ).

Por supuesto, la justificación es la regla I∧ aplicada a 6 y 12. Y con esto hemos terminado
nuestro breve razonamiento. La secuencia inferencial es esta:
3 Observe la austeridad que nos imponemos en cuanto a la aceptación de reglas. Por lo dicho, podríamos
admitir una regla que nos permita obtener, a partir de una fórmula, su doble negación. Pero no lo haremos,
no es necesario. El lector puede ver que siempre podemos obtener la doble negación de una fórmula que se
encuentra en la secuencia sin introducir esa regla: si parte de una fórmula A, puede suponer ¬A, obtener
A ∧ ¬A por I∧ , y de allí ¬¬A por I¬ . Intentaremos darnos un conjunto de reglas que basten para formalizar
las deducciones que hacemos en términos proposicionales, y que a la vez sea económico, en el sentido de que
no tenga reglas cuyos efectos se puedan lograr prescindiendo de ellas.
150 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

Fórmula Justificación Observaciones


1 VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) Premisa
2 VD Supuesto
3 ¬VD ∧ ¬VE Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 ¬VD Regla E∧ i aplicada a 3 Bajo el supuesto de 2.
5 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 2 y 4 Contradicción bajo supuesto de 2.
6 ¬VD Regla I¬ aplicada a 2-5 No depende del supuesto de 2.
7 ¬VE Supuesto
8 ¬VD ∧ ¬VE Regla I∧ aplicada a 6 y 7 Bajo el supuesto de 7.
9 VD Regla E↔ i aplicada a 1 y 8 Bajo el supuesto de 7.
10 VD ∧ ¬VD Regla I∧ aplicada a 9 y 6 Contradicción bajo el supuesto de 7.
11 ¬¬VE Regla I¬ aplicada a 7-10 No depende del supuesto de 7.
12 VE Regla E¬ aplicada a 11
13 ¬VD ∧ VE Regla I∧ aplicada a 6 y 12 ¡Fin!

Observe el lector que la cantidad de elementos en la secuencia aumentó con respecto a


la cantidad de pasos que habíamos considerado al expresar el razonamiento en lenguaje
natural. Es un claro efecto amplificador del microscopio de Frege.

¿Qué nos falta?


Repasemos las reglas que hemos extraído a partir de reflexionar sobre nuestro modo de
pensar para llegar a la solución del problema anterior. Son las siguientes:
Regla E↔ i Regla E↔ d
A↔B A↔B
B A
A B

Regla E∧ i Regla E∧ d Regla I∧


A∧B A∧B A
A B B
A∧B

Regla E¬ Regla I¬
¬¬A [A]
..
A .
B ∧ ¬B
¬A
Estas fueron todas las reglas que consideramos necesarias al resolver el problema.
Refieren al bicondicional, a la conjunción y a la negación. Es muy claro que hay una
7.1 Tras las huellas de los humanos 151

insuficiencia aquí, desearíamos tener reglas concernientes a todos los conectivos, y no


tenemos nada relativo al condicional ni a la disyunción. Pero además, en lo que tenemos
hasta ahora, hay una evidente asimetría. Observe el lector los nombres de las reglas. Todos
empiezan con la letra “E” o con la letra “I” que se subindiza con el conectivo correspondiente.
Las reglas cuyo nombre comienza con “E” presentan, en su esquema, el conectivo sobre
la barra y no bajo ella. La “E” se elige para nombrarlas porque esas reglas se llaman reglas
de eliminación. Así, la regla E¬ se llama “Regla de eliminación de la negación". Esas reglas
pretenden mostrar lo que se puede inferir a partir de una proposición que tiene el conectivo
referido como principal. La “i” de E∧ i quiere decir “izquierda” (porque se elimina la
conjunción quedándose con el conyunto izquierdo). La interpretación en los demás nombres
de las reglas es similar, siendo obviamente “d” un recordatorio de “derecha” (en general, al
justificar pasos, no distinguiremos entre derecha e izquierda. El contexto hará obvio cuál de
ambas “versiones” de la regla se usa).
Por su parte, las reglas cuyo nombre comienza con “I” se llaman reglas de introducción.
En su esquema, el conectivo referido aparece bajo la barra y no sobre ella. Estas reglas
pretenden mostrar a partir de qué, en cuáles condiciones se puede inferir una proposición
que tenga ese conectivo como principal.
De lo dicho surge que deberíamos buscar reglas que serán llamadas E→ , I→ , E∨ , I∨ y
I↔ .
Hagámoslo a partir de otro de los problemas de la biblioteca. Comencemos con el
condicional, para lo cual volveremos a un muy discutido acertijo:
En el primer folio de Hades se lee: “Si Hades es obra de Veratius entonces Infierno
es obra de Veratius”. ¿Quiénes son los autores de estas obras?
Planteemos el razonamiento que hicimos nuevamente, valiéndonos del lenguaje natural.

Paso Contenido Justificación

1 Aceptamos que Hades fue escrito Por las reglas de la biblioteca y lo


por Veratius si y solo si, si Hades escrito en el primer folio de Hades.
fue escrito por Veratius, entonces
Infierno fue escrito por Veratius.
2 Suponemos que Hades fue escrito Esperamos llegar, bajo ese supues-
por Veratius. to, a que Infierno fue escrito por
Veratius o a que Infierno no fue es-
crito por Veratius. En el primer caso,
aceptaríamos “Si Hades fue escrito
por Veratius, Infierno también” y
en el segundo aceptaríamos la ne-
gación de lo entrecomillado.
3 Aceptamos, bajo el supuesto hecho, Por 1 y 2.
que si Hades fue escrito por Vera-
tius, entonces Infierno fue escrito
por Veratius.
152 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

4 Aceptamos, bajo el supuesto, que Por 2 y 4.


Infierno fue escrito por Veratius.
5 Aceptamos que si Hades fue escrito Porque mostramos que bajo el su-
por Veratius, Infierno fue escrito por puesto de que Hades fue escrito por
Veratius. Veratius, se sigue que infierno tam-
bién lo fue, en la sucesión que va
del paso 2 al 4.
6 Aceptamos que Hades fue escrito Por 1 y 5.
por Veratius.
7 Aceptamos que Infierno fue escrito Por 5 y 6.
por Veratius.
8 Aceptamos que Hades fue escrito Por 6 y 7.
por Veratius e Infierno fue escrito
por Veratius.

Fácilmente podemos empezar a hacer la secuencia correspondiente:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VH ↔ (VH → VI ) Premisa
2 VH Supuesto
3 VH → VI Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.

En este momento es claro cómo continuar, a partir de las líneas 2 y 3. En una de ellas
se encuentra un condicional; en la otra, el antecedente de ese condicional. Consideraciones
semánticas obvias nos permiten sostener esta regla:
en una secuencia inferencial en la que figuran un condicional y el antecedente
de ese condicional se puede agregar el consecuente de ese condicional.

Esa regla es, por supuesto, E→ , y la representaremos así:

Regla E→
A
A→B
B

La secuencia queda, aplicando esta regla (también llamada modus ponens4 ):

4 Modo de afirmar, en latín. Hay gente lo suficientemente pedante como para llamarla modus ponendo ponens

(modo de afirmar afirmando), pero es muy escasa.


7.1 Tras las huellas de los humanos 153

Fórmula Justificación Observaciones


1 VH ↔ (VH → VI ) Premisa
2 VH Supuesto
3 VH → VI Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 VI Regla E→ aplicada a 2 y 3 Bajo el supuesto de 2.

Ahora consideremos un problema absolutamente general, que nos servirá para dar el
siguiente paso. Recordemos que si suponemos A y bajo ese supuesto llegamos a inferir una
contradicción, entonces podemos inferir la negación de A. Eso es lo que recoge la regla I¬ .
Pero consideremos el caso más general, en el cual, a partir de un supuesto A, llegamos a
inferir B. ¿Qué se puede inferir de allí?
Una ligera reflexión indica que desde el punto de vista semántico, estamos afirmando
que siendo A verdadero, B también lo será. Es muy claro que el conectivo que establece
esa relación entre A y B es el condicional. Por lo tanto, podemos extraer la siguiente
regla:
en una secuencia inferencial, luego de una subsecuencia que comienza con una
fórmula introducida como supuesto y termina con una fórmula cualquiera B, se
puede agregar el condicional cuyo antecedente es el supuesto que da inicio a la
subsecuencia y su consecuente es la fórmula B.

Esta regla es I→ y la representamos así:

Regla I→
[A]
..
.
B
A→B

Por consideraciones idénticas a las hechas al presentar la regla I¬ , esta regla también
cancela el supuesto que utiliza, y al usarla para justificar un paso, debe referirse a la
subsecuencia utilizada.
La secuencia inferencial queda así:

Fórmula Justificación Observaciones


1 VH ↔ (VH → VI ) Premisa
2 VH Supuesto
3 VH → VI Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 VI Regla E→ aplicada a 2 y 3 Bajo el supuesto de 2.
5 VH → VI Regla I→ 2-4 No depende del supuesto de 2.

A partir de aquí, podemos completar la secuencia inferencial sin utilizar ninguna regla
desconocida por nosotros:
154 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

Fórmula Justificación Observaciones


1 VH ↔ (VH → VI ) Premisa
2 VH Supuesto
3 VH → VI Regla E↔ d aplicada a 1 y 2 Bajo el supuesto de 2.
4 VI Regla E→ aplicada a 2 y 3 Bajo el supuesto de 2.
5 VH → VI Regla I→ 2-4 No depende del supuesto de 2.
6 VH Regla E↔ i aplicada a 1 y 5
7 VI Regla E→ i aplicada a 5 y 6
8 VH ∧ VI Regla I∧ aplicada a 6 y 7

Al razonar sobre este problema hemos establecido dos de las reglas que nos faltaban, las
que conciernen al condicional. Las usaremos para hallar la regla que nos falta concerniente al
bicondicional, I↔ . Como la regla recibirá una justificación semántica, estamos en condiciones
de apoyarnos en la noción de equivalencia para hallarla.
Sabemos que

A ↔ B ≡ (A → B) ∧ (B → A)

Pues bien, ¿bajo qué condiciones se puede introducir en una secuencia inferencial
(A → B) ∧ (B → A)?
La respuesta es muy simple, recordando la regla I∧ , deberíamos tener una secuencia así:

Justificación
.. .. ..
. . .
m A→B
.. .. ..
. . .
n B→A
.. .. ..
. . .
r (A → B) ∧ (B → A) Regla I∧ m, n

Por lo tanto, podemos establecer la regla I↔ (aunque sabemos cómo introducir los
condicionales, no seguiremos el análisis más allá):

en una secuencia inferencial, si dos elementos son condicionales recíprocos, se


puede agregar el bicondicional cuyos miembros son el antecedente y el conse-
cuente de uno de esos condicionales.

Su representación es:

Regla I↔
A→B
B→A
A↔B
7.1 Tras las huellas de los humanos 155

Solo nos resta encontrar las reglas de eliminación e introducción de la disyunción.


El problema de la biblioteca basado en ese conectivo presenta ciertas complejidades,
de modo que nuestro plan no será plantearlo y extraer las reglas buscadas a partir de su
resolución, como hemos hecho hasta ahora. En lugar de eso, plantearemos una situación
mucho más simple de la cual extraeremos las reglas. El lector será invitado más adelante a
presentar una secuencia que lleve a la solución del problema de la biblioteca cuya clave es la
disyunción.
Consideremos las siguientes proposiciones:
Llueve.
Si llueve o truena, entonces el gato no quiere salir o el perro se asusta.5
Si el gato no quiere salir, se esconde.
Si el perro se asusta, debo atender a los animales.
Si el gato se esconde, debo atender a los animales.
Queremos justificar que la proposición Debo atender a los animales se deduce de las que
hemos dado. Como otras veces, hagamos un razonamiento en lenguaje natural, en el que
comenzaremos poniendo al principio todas las premisas:

Paso Contenido Justificación


1 Aceptamos que llueve. Es premisa.
2 Aceptamos que si llueve o truena, Es premisa.
entonces o bien el gato no quiere
salir o bien el perro se asusta.
3 Aceptamos que si el gato no quiere Es premisa.
salir, se esconde.
4 Aceptamos que si el perro se asusta, Es premisa.
debo atender a los animales.
5 Aceptamos que si el gato se escon- Es premisa.
de, debo atender a los animales.
6 Aceptamos que llueve o truena. Por 1.
7 Aceptamos que el gato no quiere Por 2 y 6.
salir o el perro se asusta.
8 Suponemos que el gato no quiere Suponemos uno de los disyuntos
salir. de 7. La estrategia se basa en que
si de él extraemos una consecuen-
cia, y esa misma consecuencia se
extrae de suponer el otro disyunto,
esa consecuencia es de la disyun-
ción.
9 Aceptamos que el gato se esconde Por 3 y 8.
(bajo supuesto de 8).

5 Este enunciado debe entenderse como un condicional.


156 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

10 Aceptamos que debo atender a los Por 5 y 9.


animales (bajo supuesto de 8).
11 Suponemos que el perro se asusta. Suponemos el otro disyunto, pero
no bajo el anterior supuesto sino en
forma independiente, es decir debe-
mos llegar a lo mismo que nos per-
mitió inferir el supuesto anterior sin
utilizarlo, y así habremos extraído
una consecuencia de la disyunción
de 7.
12 Aceptamos que debo atender a los Por 11 y 4.
animales (bajo el supuesto de 11).
13 Aceptamos que debo atender a los Porque habíamos establecido que
animales. el gato no quiere salir o el perro
se asusta (en 7). De que el gato no
quiere salir surge que debo atender
a los animales (8-10) y de que el pe-
rro se asusta surge que debo tender
a los animales (11-12). Por lo tanto,
debo atender a los animales.

Intentemos ahora construir una secuencia inferencial valiéndonos de los elementos


que nos da la lógica proposicional, aunque no usaremos el lenguaje formal para favorecer
la legibilidad. Como en el caso de los acertijos de la biblioteca, utilizaremos letras que
funcionarán como letras proposicionales. Las elegiremos de modo que nos ayuden a recordar
su dimensión representacional.
Sea entonces:

l: Llueve.

t: Truena.

g: El gato no quiere salir.

p: El perro se asusta.

e: El gato se esconde.

a: Debo atender a los animales.

Comencemos a construir la secuencia inferencial en el lenguaje semiformalizado que


nos hemos permitido:
7.1 Tras las huellas de los humanos 157

Fórmula Justificación Observaciones


1 l Premisa
2 (l ∨ t) → (g ∨ p) Premisa
3 g→e Premisa
4 p→a Premisa
5 e→a Premisa

El siguiente paso consiste en inferir l ∨ t a partir de l. Es muy claro que la semántica


respalda que

a una secuencia inferencial, se le puede agregar la disyunción de uno de sus


elementos con una fórmula cualquiera.

La regla que estamos encontrando es I∨ , cuya representación se desdobla en dos:

Regla I∨ i Regla I∨ d
A A
B∨A A∨B

La secuencia inferencial queda:

Fórmula Justificación Observaciones


1 l Premisa
2 (l ∨ t) → (g ∨ p) Premisa
3 g→e Premisa
4 p→a Premisa
5 e→a Premisa
6 l∨t Regla I∨ d aplicada a 1

El siguiente paso no requiere comentarios:

Fórmula Justificación Observaciones


1 l Premisa
2 (l ∨ t) → (g ∨ p) Premisa
3 g→e Premisa
4 p→a Premisa
5 e→a Premisa
6 l∨t Regla I∨ d, 1
7 g∨p Regla E→ 2, 6

Hemos inferido una disyunción. Comienza el trabajo de eliminarla. Lo primero que


debemos hacer es suponer uno de sus disyuntos. Lo hacemos hasta obtener, bajo ese
supuesto, la fórmula buscada, que en este caso es a.
158 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

Fórmula Justificación Observaciones


1 l Premisa
2 (l ∨ t) → (g ∨ p) Premisa
3 g→e Premisa
4 p→a Premisa
5 e→a Premisa
6 l∨t Regla I∨ d, 1
7 g∨p Regla E→ 2, 6
8 [g] Supuesto
9 e Regla E→ 3, 8 Bajo el supuesto de 8.
10 a ReglaE→ 5, 9 Bajo el supuesto de 8.

Hemos conseguido inferir a suponiendo el primer disyunto de 7. Si logramos lo mismo


a partir de suponer el segundo disyunto, estaremos habilitados a inferir a. El supuesto de
8 ya no se puede seguir usando para llevar adelante esta estrategia inferencial. Pero aun
no concluimos nada, de modo que tacharemos lo que no podemos seguir usando a la vez
que remarcaremos lo que necesitaremos para efectuar la inferencia final: que teníamos una
disyunción, supusimos uno de sus disyuntos e inferimos a

Fórmula Justificación Observaciones


1 l Premisa
2 (l ∨ t) → (g ∨ p) Premisa
3 g→e Premisa
4 p→a Premisa
5 e→a Premisa
6 l∨t Regla I∨ d, 1
7 g∨p Regla E→ 2, 6 Disyunción a eliminar.
8 [g] Supuesto Uno de los disyuntos.
9 e Regla E→ 3, 8 Bajo el supuesto de 8.
10 a ReglaE→ 5, 9 Bajo el supuesto de 8 (fórmula buscada).

Procedemos suponiendo el otro disyunto, hasta inferir a

Fórmula Justificación Observaciones


1 l Premisa
2 (l ∨ t) → (g ∨ p) Premisa
3 g→e Premisa
4 p→a Premisa
5 e→a Premisa
6 l∨t Regla I∨ d, 1
7 g∨p Regla E→ 2, 6 Disyunción a eliminar.
8 [g] Supuesto Uno de los disyuntos.
9 e Regla E→ 3, 8 Bajo el supuesto de 8.
7.1 Tras las huellas de los humanos 159

10 a ReglaE→ 5, 9 Bajo el supuesto de 8 (fórmula buscada).


11 [p] Supuesto El disyunto restante.
12 a Regla E→ 4,11 Bajo el supuesto de 11 (fórmula buscada).

Y el último paso de la secuencia inferencial es deducir a. ¿Qué regla lo permite?


Podemos deducir a porque habíamos establecido una disyunción, y a es consecuencia de
sus dos disyuntos (junto con las otras proposiciones aceptadas). El principio que aplicamos
en general se recoge así:

si en una secuencia inferencial un elemento es una disyunción y hay dos subse-


cuencias posteriores a ella tales que:

una de las dos subsecuencias se inicia con uno de los disyuntos como su-
puesto y la otra subsecuencia se inicia con el otro disyunto como supuesto.
no se solapan ni se justifican elementos en cualquiera de ellas por elemen-
tos en la otra.
La fórmula final de ambas es la misma.

entonces se puede agregar a la secuencia la fórmula final de ambas.

El respaldo semántico se puede ver de varias maneras, pero preferimos que el lector lo
vea a través recordar que una subsecuencia comenzada en un supuesto y terminada en una
fórmula cualquiera permite aplicar la regla I→ , que ya estaba justificada semánticamente, y
de considerar que se cumple

{A ∨ B, A → C, B → C} |= C

La regla es E∨ , y la representamos así:

Regla E∨
A∨B
[A]
..
.
C
[B]
..
.
C
C

Al aplicarla se debe cancelar los supuestos que usa. La justificación debe referir a la
disyunción eliminada y a las dos subsecuencias utilizadas. La secuencia inferencial queda,
finalmente:
160 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

Fórmula Justificación Observaciones


1 l Premisa
2 (l ∨ t) → (g ∨ p) Premisa
3 g→e Premisa
4 p→a Premisa
5 e→a Premisa
6 l∨t Regla I∨ d, 1
7 g∨p Regla E→ 2, 6 Disyunción a eliminar.
8 [g] Supuesto Uno de los disyuntos.
9 e Regla E→ 3, 8 Bajo el supuesto de 8.
10 a ReglaE→ 5, 9 Bajo el supuesto de 8 (fórmula buscada).
11 [p] Supuesto El disyunto restante.
12 a Regla E→ 4,11 Bajo el supuesto de 11 (fórmula buscada).
13 a Regla E∨ ,7, 8-10, 11-12

De este modo hemos terminado de presentar un conjunto de reglas con las que esperamos
poder dar cuenta de las deducciones en el marco de la lógica proposicional.

7.2 El sistema de deducción natural para LP


En la extensa sección anterior presentamos un conjunto de reglas sintácticas que, en
general, nos permiten obtener fórmulas a partir de conjuntos de fórmulas y mostramos
reunidas en la página siguiente.
Estas reglas pertenecen a un aparato o sistema deductivo llamado deducción natural, o mejor
dicho, configuran un sistema de deducción natural (hay diferentes sistemas, no en todos
las reglas son las mismas). Su nombre proviene de que es “natural” en el sentido de que
las reglas pretenden hacer mímesis de los pasos que uno puede reconocer en multitud de
razonamientos en diferentes situaciones6 .
El sistema se aplica, aunque no lo hemos hecho aun, sobre el lenguaje formal LP sin
modificaciones, excepto las notacionales, y permite, dado un conjunto de fórmulas, obtener
otras fórmulas. Esto ya lo hemos hecho, a partir de las fórmulas que hemos introducido en
las secuencias como premisas, hemos obtenido otras fórmulas. El procedimiento es construir
la secuencia a partir de las fórmulas dadas introduciéndolas como premisas, extendiéndola
mediante la introducción de supuestos o de la aplicación de reglas a fórmulas que ya
aparezcan en la secuencia, y considerar la fórmula final de la secuencia como obtenida a
partir de las fórmulas dadas, siempre que la secuencia obtenida cumpla ciertas condiciones.
Esto es la contrapartida formal de nuestras deducciones, como veremos.
6 Por extraño que parezca, los sistemas de deducción natural aparecieron relativamente tarde en la historia de
la lógica. Fueron desarrollados en forma independiente por Gentzen y Jaśkowski en 1934. Hasta ese momento,
los sistemas deductivos de que se disponía se apartaban mucho de la dinámica de los razonamientos comunes, y
esta fue la motivación para desarrollar los de deducción natural. En palabras de Gentzen: “Mi punto de partida
fue el siguiente: La formalización de la deducción lógica, especialmente como ha sido desarrollada por Frege,
Russell y Hilbert, está bastante alejada de las formas de deducción que se utilizan en la práctica demostrativa
matemática. Esto tiene considerables ventajas formales. Por contraste, intenté ante todo establecer un sistema
formal que se acercase lo más posible a los razonamientos que efectivamente se hacen . . . ” [Gen69]
7.2 El sistema de deducción natural para LP 161

reglas del sistema de deducción natural para LP

Regla E↔ i Regla E↔ d Regla I↔


A↔B A↔B A→B
B A B→A
A B A↔B

Regla E∧ i Regla E∧ d Regla I∧


A∧B A∧B A
A B B
A∧B

Regla E¬ Regla I¬
¬¬A [A]
..
A .
B ∧ ¬B
¬A

Regla E→ Regla I→
A→B [A]
..
A .
B B
A→B

Regla E∨ Regla I∨ d Regla I∨ i


A∨B A A
[A] B∨A A∨B
..
.
C
[B]
..
.
C
C

Las presentaciones de las secuencias se harán en un formato estandarizado, que se llama


diagramas de Fitch7 . Para explicar la forma de disponer la información en los diagramas de
Fitch, traeremos a cuento la primera secuencia que construimos en la subsección 7.1, en la

7 Por el lógico Fredric Brenton Fitch, quien lo inventó y es famoso por la llamada paradoja de la cognoscibilidad.
162 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

que partiendo de la fórmula VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) llegábamos a (¬VD ∧ VE ). Presentada en


diagrama de Fitch y poniendo, para ser más formal, p1 por VD y p2 por VE , quedaría:

1 (p1 ↔ (¬p1 ∧ ¬p2 ))

2 p1

3 (¬p1 ∧ ¬p2 ) E↔ d, 1, 2

4 ¬p1 E∧ i, 3

5 (p1 ∧ ¬p1 ) I∧ , 2, 4

6 ¬p1 I¬ , 2–5

7 ¬p2

8 (¬p1 ∧ ¬p2 ) I∧ , 6, 7

9 p1 E↔ i, 1, 8

10 (p1 ∧ ¬p1 ) I∧ , 9, 6

11 ¬¬p2 I¬ , 7–10

12 p2 E¬ , 11

13 (¬p1 ∧ p2 ) I∧ , 6, 12

Como vemos, los diagramas de Fitch tienen estas características:


A su izquierda tienen una barra vertical que va de principio a fin. Las fórmulas
contiguas a esta barra no dependen de supuestos, las que tienen dos barras a su
izquierda están bajo un supuesto, las que tienen tres están bajo dos supuestos, etc.
Se colocan las premisas al principio de la secuencia, y quedan todas sobre una misma
barra horizontal. No es necesario indicar que se trata de premisas, ya que su posición
en la parte superior sobre la primera barra horizontal, y contiguas a la barra de la
extrema izquierda así lo indica.
Cada supuesto aparece indentado8 y con una barra vertical que se extiende de modo
de quedar a la altura de las fórmulas obtenidas bajo ese supuesto. Por eso, tampoco
es necesario indicar que se trata de un supuesto ni escribir que tal fórmula se ha
agregado a la secuencia bajo ese supuesto.
Las únicas justificaciones requeridas son las de fórmulas obtenidas por aplicación de
las reglas, ya que el aspecto gráfico indica el resto.
 Ejemplo 7.1 — Supuesto bajo otro supuesto. El lector solo debe verificar que la secuencia
siguiente está correctamente construida. Se trata de probar que tomando como premisa la
8 No busque el lector esta palabra en los diccionarios de la RAE, no la encontrará. Es un anglicismo. La

academia recomienda “con sangrado” (refiere a la sangría, el desplazamiento del texto a la derecha), pero aparte
de ser una recomendación desagradable, en este contexto, “indentado” es de uso común.
7.2 El sistema de deducción natural para LP 163

fórmula (p1 → p2 ) se obtiene la fórmula ((p2 → p3 ) → (p1 → p3 )):

1 (p1 → p2 )

2 (p2 → p3 )

3 p1

4 p2 E→ , 1, 3

5 p3 E→ , 2, 4

6 (p1 → p3 ) I→ , 3–5

7 ((p2 → p3 ) → (p1 → p3 )) I→ , 2–6

Se ve claramente que la única premisa se encuentra en la línea 1 (debido a que es la


única fórmula que se encuentra sobre la primera barra horizontal y contigua a la barra de la
extrema izquierda), que el primer supuesto está en la línea 2 (es lo que se encuentra sobre
una barra horizontal que no es la que indica las premisas) y abre una subsecuencia que de
él depende y se extiende hasta la 6 (porque la barra vertical que empieza en 2 llega hasta la
línea 6, indicando que todas esas fórmulas están bajo el supuesto), que el segundo supuesto
está en la línea 3 y abre una subsecuencia dependiente de él que se extiende hasta la 5, y
que la fórmula final no se encuentra bajo supuesto alguno, es decir, todos los supuestos han
sido cancelados.
Vamos a proponer estas sucesiones de fórmulas como correlato formal de las deducciones.
Para ello, debemos precisar cuáles sucesiones de fórmulas tienen las características necesarias
para ese propósito.
Intuitivamente, es claro que si partimos de un conjunto de proposiciones, a las que
tomamos como premisas, y hacemos una deducción, o sea, vamos generando una sucesión
de proposiciones hasta llegar a una conclusión, esa sucesión debe cumplir condiciones
bastante estrictas. Es decir, cada una de las proposiciones que la constituye debe tener
alguna relación con el conjunto de partida o con el resto de las proposiciones de la secuencia.
En principio, podemos distinguir tres clases de proposiciones en la secuencia, según lo que
hemos examinado:

Las que pertenecen al conjunto (o sea, las premisas).


Los supuestos.
Las que son el resultado de aplicar alguna de las reglas a proposiciones o subsecuencias
de proposiciones anteriores en la misma secuencia.

y esto agota todas las posibilidades, en una deducción no pueden aparecer proposiciones
que no caigan bajo alguna de estas categorías.
El problema que enfrentamos es que desde un punto de vista intuitivo es muy claro que
una secuencia con supuestos abiertos (no cancelados) no puede ser una deducción a partir
del conjunto dado. Si en una secuencia no se cancela un supuesto, la proposición final es
dependiente de ese supuesto, que en principio puede ser arbitrario.
164 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

Por lo tanto, tenemos que distinguir las sucesiones que no tienen supuestos abiertos de
aquellas que sí los tienen. Consideremos las reglas que cancelan supuestos. Son I¬ , I→ y E∨ .
Exigen, para ser aplicadas, la existencia de una o dos subsecuencias previas comenzadas con
un supuesto. La aplicación de la regla cancela los supuestos que inician esas subsecuencias,
y lo que esto quiere decir es que ninguna proposición externa a esas subsecuencias –con la
única excepción de la que cancela el supuesto– es justificada por aplicación de una regla
sobre fórmulas internas a las subsecuencias. Diremos, por tanto, que un supuesto está
cancelado si posteriormente aparece en la secuencia una única fórmula A que surge de la
aplicación de alguna regla que cancela supuestos sobre una subsecuencia que él inicia, y si
ninguna fórmula exterior a la subsecuencia por él iniciada sobre la que se aplica la regla
para producir esa fórmula A se justifica aplicando reglas a fórmulas de la subsecuencia.
Podemos ahora dar una definición fundamental:
Definición 7.2.1 — Derivación.
Sean Γ un conjunto de fórmulas y A una fórmula. Una derivación de A a partir de Γ es
una sucesión de fórmulas en la que cada fórmula

o bien pertenece a Γ
o bien es un supuesto cancelado
o bien es el resultado de aplicar alguna de las reglas a fórmulas o subsecuencias
anteriores en la sucesión

y además su última fórmula es A.

Se debe observar que las justificaciones no son parte de las las derivaciones. Pero para nosotros
es muy importante disponer de ellas, porque nos permiten hacer un control de que una
sucesión de fórmulas es efectivamente una derivación.
Nuestro último ejemplo es, por tanto, una derivación de ((p2 → p3 ) → (p1 → p3 )) a
partir de {(p1 → p2 )}

7.3 Consecuencia sintáctica


Habíamos visto que la relación de consecuencia semántica nos daba un modo de capturar
formalmente la noción de consecuencia lógica. A esta altura del curso estamos en condiciones
de presentar otro modo de capturar formalmente esa noción: la consecuencia sintáctica.
La primera noción, la de consecuencia semántica, hace énfasis en que toda interpretación
que haga verdaderas las premisas, hará verdadera la conclusión. El concepto de verdad le es
intrínseco.
La segunda noción prescinde del concepto de verdad, que pertenece a la semántica.
Su énfasis se encuentra en la idea de que si se parte de ciertas premisas y se siguen
determinadas reglas que conciernen a la forma sintáctica de las fórmulas con las que se opera,
se habrá capturado la idea intuitiva de corrección lógica.
La definición de consecuencia sintáctica es la siguiente:
Definición 7.3.1 — Consecuencia sintáctica.
Sea Γ un conjunto de fórmulas de LP y A una fórmula de LP. A es consecuencia sintáctica
de Γ si y solo si existe una derivación de A a partir de Γ .
7.3 Consecuencia sintáctica 165

Notación 7.1. Si A es consecuencia sintáctica de Γ , escribimos Γ ` A.


Por supuesto que esto hace surgir inmediatamente preguntas acerca de las relaciones en-
tre consecuencia semántica y consecuencia sintáctica, pero esas preguntas (que plantearemos
en su momento) deberán esperar.
Ahora haremos algunas consideraciones importantes acerca de las derivaciones.

Acerca de las derivaciones


Salvando una aparente inconsistencia
El lector atento habrá observado que cuando definimos derivación no impusimos ninguna
restricción a los lugares de la secuencia donde pueden hallarse las premisas. Sin embargo,
al presentar los diagramas de Fitch, exigimos que comenzaran con las premisas.
La consecuencia de esto es que los diagramas de Fitch no pueden mostrar toda derivación,
sino solo aquellas que comienzan con sus premisas. Pero esto carece de importancia, porque
nuestro interés central pasa por el establecimiento de la consecuencia sintáctica. Es claro
que un diagrama de Fitch correctamente construido muestra una derivación. Y también
se cumple, como el lector advertirá a través de una reflexión ligera, que dada cualquier
derivación D de A a partir de Γ se puede obtener otra derivación D 0 , de la misma fórmula
a partir del mismo conjunto, que sí es representable mediante un diagrama de Fitch. Basta
para ello remover todas las premisas de donde se encuentren en D y colocarlas en el bloque
inicial, generando así D 0 .

El conjunto Γ
El conjunto a partir del cual se va a hacer una derivación puede ser cualquiera.
Supongamos que Γ es infinito. Es claro Γ ` A si y solo si para algún subconjunto finito
Γ0 de Γ se tiene Γ0 ` A, lo que es debido a que las derivaciones son secuencias finitas de
fórmulas.
Γ puede ser el conjunto vacío. En ese caso, la derivación no puede comenzar con una
premisa, porque no las hay, ni tampoco con una fórmula que surja de la aplicación de reglas
a fórmulas anteriores de la sucesión, porque tampoco hay, de modo que es necesario que la
derivación comience con un supuesto.
Mostremos que existe una derivación a partir del conjunto vacío de cualquier fórmula
de la forma ¬(A ∧ ¬A), donde A es cualquier fórmula de LP. Para lograrlo, utilizaremos
un diagrama de Fitch, sobre el que haremos algunas observaciones:

1 (A ∧ ¬A)

2 A E∧ i, 1

3 ¬A E∧ d, 1

4 (A ∧ ¬A) I∧ , 2, 3

5 ¬(A ∧ ¬A) I¬ , 1–4

La primera observación es que este diagrama no presenta una derivación, sino un


esquema de derivación. A es una metavariable (o sea, una variable del metalenguaje que
166 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

ranguea sobre objetos del lenguaje LP). Sustituyendo A por cualquier fórmula obtenemos
una derivación.
La segunda observación es que se evidencia que tales derivaciones no tienen premisas
porque la fórmula que se encuentra sobre la primera barra horizontal tiene dos barras
verticales (y no solo una) a la izquierda.
Es obvio que si A es consecuencia sintáctica del conjunto vacío, será consecuencia
sintáctica de todo conjunto. Al igual que hicimos con la consecuencia semántica, daremos la
notación y la definición correpondiente:
Notación 7.2. Si A es consecuencia sintáctica del conjunto vacío escribimos ` A.

Definición 7.3.2 — Teorema.


A es un teorema si y solo si ` A.

Reglas derivadas
Se podría pensar que sería conveniente agregar al sistema reglas diferentes a las que
hemos admitido si es que no ofrecen dudas acerca de su adecuación para nuestros propósitos.
Si se observa la última derivación presentada, vemos que en la línea 4 obtuvimos lo que
teníamos en la 1. Eso podría llevarnos a considerar que tal vez sea conveniente agregar una
regla que podríamos esquematizar así:

Regla Repetición
A
A

cuya conveniencia se hace evidente en un caso como el que acabamos de ver (en la última
derivación nos ahorraría dos líneas) y cuya inocuidad es del todo evidente. A nivel intuitivo
dice que lo que está en una secuencia deductiva puede repetirse o volverse a tomar, y su
apoyo semántico es trivial.
Se podría plantear una infinidad de “candidatos” a reglas, pero esto llevaría a una
proliferación insostenible. Por esto, tomaremos una solución salomónica: no admitiremos
esas reglas como reglas de nuestro sistema, pero nos permitiremos usarlas en la práctica
siempre que hayamos demostrado que lo que con ellas se logra se puede lograr prescindiendo de ellas.
Veámoslo con un ejemplo, el de la regla de repetición. Antes de usarla, debemos demostrar
que sin hacer uso de ella, siempre podemos “repetir” una fórmula en una derivación.
En nuestro caso la demostración consiste en una secuencia que respete las reglas origina-
les y partiendo de una fórmula, termine en la misma fórmula. Aquí se presenta una:

1 A

2 ¬A

3 (A ∧ ¬A) I∧ , 1, 2

4 ¬¬A I¬ , 2–3

5 A E¬ , 4
7.4 Heurística 167

Esto justifica que se pueda repetir una fórmula siempre en una derivación, ya que el
procedimiento es totalmente general. Podemos, por tanto, aceptar esta regla como regla “de-
rivada”, es decir, que se justifica con las reglas del sistema. Usando esa regla, la demostración
de que ¬(A ∧ ¬A) es un teorema se reduce a:

1 (A ∧ ¬A)

2 (A ∧ ¬A) Repetición, 1

3 ¬(A ∧ ¬A) I¬ , 1–2

Obviamente, en toda derivación es posible agregar una fórmula que sea un teorema
(con independencia de lo que se haya hecho en la derivación, se podría en cualquier punto
comenzar la derivación del teorema a partir del conjunto vacío). Por eso, aceptaremos como
regla derivada la introducción de teoremas:

Regla Teorema

siendo τ un teorema.
En los ejercicios veremos varios ejemplos de reglas que suelen considerarse derivadas.

7.4 Heurística
Dado un conjunto Γ y una fórmula A tales que se cumple que Γ ` A, no siempre es fácil
encontrar una derivación que así lo demuestre9 .
Veamos algunos ejemplos con el fin de ir captando ciertas estrategias que ayudan a
guiarse en la maraña de posibilidades que nos ofrecen las reglas:
 Ejemplo 7.2 Para toda fórmula A, (A ∨ ¬A) es un teorema.
Cuando vamos a probar que algo es un teorema, la única posibilidad es comenzar con un
supuesto. Alguna regla deberá cerrar ese supuesto. Una reflexión nos muestra que en nuestro
caso lo más fructífero es comenzar suponiendo la negación de lo que queremos demostrar
es teorema, y eso marca nuestra estrategia: intentaremos llegar a una contradicción. Por lo
tanto:

1 ¬(A ∨ ¬A)

La única fórmula que tenemos es una negación. Un repaso por todas las reglas nos
muestra que no podemos aplicar ninguna, excepto I∨ , pero no parece tener ningún sentido
9 Hay trampa en esta afirmación. Lo fácil o difícil depende, muchas veces, de las herramientas de que se
dispone para acometer la tarea. Veremos sobre el final del curso que en LP existe un procedimiento mecánico
para encontrar la derivación en caso de que la haya y para afirmar que no existe la derivación en caso de que no
se dé la relación de consecuencia sintáctica. Pero ese procedimiento traiciona el objetivo original de la deducción
natural: reflejar de algún modo los procesos corrientes de razonamiento.
168 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

obtener una disyunción con lo que ya tenemos. Parece necesario utilizar otro supuesto.
Claramente no vamos a suponer algo que no tenga nada que ver con lo que ya tenemos.
¿Qué sucede si suponemos A? Quizá lleguemos a una contradicción así. (El lector puede
intentar en este punto continuar por sí mismo la derivación). Probémoslo:

1 ¬(A ∨ ¬A)

2 A
Ahora podemos aplicar muchas reglas, pero recordemos que estamos bajo supuestos,
y por ello es una buena idea intentar llegar a contradicciones. ¿Podremos construir en el
siguiente paso una fórmula que en conjunción con alguna de las que tenemos sea una
contradicción? Claramente podemos llegar a la fórmula (A ∨ ¬A), y de allí seguir hasta
extraer las consecuencias de la contradicción inferida:

1 ¬(A ∨ ¬A)

2 A

3 (A ∨ ¬A) I∨ , 2

4 ((A ∨ ¬A) ∧ ¬(A ∨ ¬A)) I∧ , 3, 1

5 ¬A I¬ , 2–4
En este punto hemos demostrado que bajo nuestro supuesto inicial se deriva ¬A. No es
lo que queríamos, nuestro plan era llegar a una contradicción. Es claro que no podemos
cerrar el supuesto inicial ahora porque lo haríamos introduciendo un condicional que no
nos serviría para nada. ¿Habrá que desistir de este camino e intentar otro?
De ninguna manera. Si recordamos que Si con caldito va sanando, caldito seguile dando,
nos daremos cuenta de que podemos repetir la estrategia de construir una fórmula que
en conjunción con alguna de las que tenemos (que son la que acabamos de obtener y el
supuesto abierto) dé la contradicción buscada. Una vez visto esto, el resto de la derivación
es fácil:

1 ¬(A ∨ ¬A)

2 A

3 (A ∨ ¬A) I∨ , 2

4 ((A ∨ ¬A) ∧ ¬(A ∨ ¬A)) I∧ , 3, 1

5 ¬A I¬ , 2–4

6 (A ∨ ¬A) I∨ , 5

7 ((A ∨ ¬A) ∧ ¬(A ∨ ¬A)) I∧ , 6, 1

8 ¬¬(A ∨ ¬A) I¬ , 1–7

9 (A ∨ ¬A) E¬ , 8
7.4 Heurística 169

¿Qué aprendimos en este ejemplo? Principalmente, que los supuestos son “armas” muy
poderosas. Pero debemos usarlas con extremo cuidado, porque una vez que abrimos un
supuesto, estamos obligados a cerrarlo alguna vez. Por eso, uno debe hacer un supuesto con
una idea de hacia dónde quiere dirigir la derivación. En este caso hemos visto la posibilidad
de introducir supuestos con la idea de obtener contradicciones, lo que da como resultado la
negación de la fórmula supuesta. En cada caso se debe evaluar si eso es útil o no.
 Ejemplo 7.3 Mostrar que {(p1 → p2 ), (p2 → p3 )} ` (p1 → (p2 ∧ p3 ))
Observemos la fórmula final. Siempre debemos empezar por eso, ya que nos fija la meta.
Normalmente, uno debe pensar en la derivación a realizar en grandes bloques, con ideas
borrosas que se van precisando al avanzar. Una de las primeras preguntas que debemos
hacernos, en ese intento de delinear bloques, es ¿Es razonable esperar que la fórmula final se
obtenga en el último paso por medio de la regla de introducción del conectivo correspondiente? En
nuestro caso, la pregunta es si podemos esperar razonablemente obtener esto:

1 (p1 → p2 )

2 (p2 → p3 )
.. ..
. .

n (p1 → (p2 ∧ p3 )) I→

¿Qué sería necesario para obtenerlo? Según la justificación de la regla I→ , una subderi-
vación iniciada con el antecedente del condicional final como supuesto y terminada en el
consecuente de ese condicional:

1 (p1 → p2 )

2 (p2 → p3 )

3 p1
.. ..
. .

n−1 (p2 ∧ p3 )

n (p1 → (p2 ∧ p3 )) I→ , 3–(n − 1)

Obsérvese que el problema se ha reducido a obtener (p2 ∧ p3 ), con todas las premisas y
además bajo el supuesto p1 . Y si con caldito va sanando, caldito seguile dando, corresponde,
en primer lugar, preguntarnos si podemos obtener esa conjunción por la regla de introduc-
ción. Su justificación nos exige disponer de ambos conyuntos al momento de aplicarla, de
modo que deberíamos llegar a algo así:
170 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

1 (p1 → p2 )

2 (p2 → p3 )

3 p1
.. ..
. .

k p2
.. ..
. .

n−2 p3

n−1 (p2 ∧ p3 ) I∧ , (k), (n − 2)

n (p1 → (p2 ∧ p3 )) I→ , 3–n − 1

Si el lector piensa con cuidado, verá que las letras proposicionales que necesitamos
surgen de aplicar eliminación sobre las premisas:

1 (p1 → p2 )

2 (p2 → p3 )

3 p1

4 p2 E→ , 1, 3

5 p3 E→ , 2, 4

6 (p2 ∧ p3 ) I∧ , 4, 5

7 (p1 → (p2 ∧ p3 )) I→ , 3–6

¿Qué hemos aprendido en este ejemplo? Principalmente, la importancia de considerar a


la fórmula a la que debemos arribar como guía a través de las reglas de introducción. Eso
nos obliga a pensar “hacia atrás”, analíticamente. También se nos hizo aparente algo que no
debe sernos indiferente: sobre el final de nuestro razonamiento encontramos que sobre las
premisas aplicamos reglas de eliminación. Profundizaremos esto en el siguiente
 Ejemplo 7.4 Debemos mostrar que {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (¬p2 ∨ p4 )} ` (p3 ∨ p4 )
En este caso la fórmula a la que queremos llegar es una disyunción. Razonamos, como
en el ejemplo anterior, que quizá podamos obtenerla por la regla de introducción. Pero eso
nos obligaría a obtener, libres de supuestos, o bien p3 o bien p4 . Y examinando las premisas,
no se ve cómo lograr eso (es muy fácil obtener p3 bajo el supuesto de p1 , o p4 bajo el
supuesto de p2 , pero esto no nos sirve a causa de la dependencia de supuestos). Por lo tanto,
volvamos nuestra atención a las premisas y consideremos la posibilidad de avanzar desde
7.4 Heurística 171

ellas, obteniendo consecuencias a través de las reglas de eliminación. Si nos planteamos


eliminar la disyunción en la primera premisa, con la idea de que esa eliminación nos lleve a
la fórmula buscada, estaríamos pensando en algo así:

1 (p1 ∨ p2 )

2 (p1 → p3 )

3 (¬p2 ∨ p4 )

4 p1
.. ..
. .

j (p3 ∨ p4 )

k p2
.. ..
. .

l (p3 ∨ p4 )

l+1 (p3 ∨ p4 ) E∨ , 1, 4–j, k–l

Concentrémonos en la primera subderivación. Es necesario llegar a la misma disyunción


que nos planteamos al principio, pero ahora bajo el supuesto de p1 . Bajo esa condición es
muy fácil lograrla por introducción, ya que podemos obtener p3 en forma inmediata:

1 (p1 ∨ p2 )

2 (p1 → p3 )

3 (¬p2 ∨ p4 )

4 p1

5 p3 E→ , 2, 4

6 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 5

7 p2
.. ..
. .

l (p3 ∨ p4 )

l+1 (p3 ∨ p4 ) E∨ , 1, 4–6, 7–l

Ahora nos enfrentamos a un problema más complicado, obtener nuevamente la misma


disyunción pero bajo el supuesto p2 . No parece haber nada tan directo como lo que
172 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

recién usamos para completar la primera subderivación, y para empeorar las cosas (o para
mejorarlas, ya que no nos deja demasiadas opciones), p2 solo aparece en la tercera premisa,
¡que también es una disyunción! Entonces, como no parece razonable obtener ahora (p3 ∨ p4 )
a través de una regla de introducción, intentaremos aplicar eliminación a la tercera premisa.
Esto nos impulsa a pensar en abrir dos nuevas subderivaciones, cada una de ellas iniciada
con un disyunto de la premisa de la línea 3 como supuesto, esperando que terminen en la
fórmula buscada. Estas dos nuevas subderivaciones se encontrarán bajo el supuesto de la
línea 7. Concretamente, estamos impulsados a plantear algo así:

1 (p1 ∨ p2 )

2 (p1 → p3 )

3 (¬p2 ∨ p4 )

4 p1

5 p3 E→ , 2, 4

6 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 5

7 p2

8 ¬p2
.. ..
. .

j (p3 ∨ p4 )

j+1 p4
.. ..
. .

l (p3 ∨ p4 )

l+1 (p3 ∨ p4 ) E∨ , 3, 8–j, j + 1–l

l+2 (p3 ∨ p4 ) E∨ , 1, 4–6, 7–l + 1

Se advierte que para lograr la segunda subderivación que buscamos no hay que agregar
nada, solo justificar, porque podemos pasar del supuesto de la línea j + 1 a la fórmula buscada
en la línea l con una sola aplicación de I∨ . Esto nos deja con una única subderivación por
completar, en la que a partir de las tres premisas y los supuestos p2 y ¬p2 deberíamos
obtener (p3 ∨ p4 ):

1 (p1 ∨ p2 )

2 (p1 → p3 )

3 (¬p2 ∨ p4 )
7.4 Heurística 173

4 p1

5 p3 E→ , 2, 4

6 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 5

7 p2

8 ¬p2
.. ..
. .

j (p3 ∨ p4 )

j+1 p4

j+2 (p3 ∨ p4 ) I∨ , j + 1

j+3 (p3 ∨ p4 ) E∨ , 3, 8–j, j + 1–j + 2

j+4 (p3 ∨ p4 ) E∨ , 1, 4–6, 7–j + 3


En la subderivación que nos resta se observa algo interesante: podemos obtener inmedia-
tamente una contradicción, (p2 ∧ ¬p2 ). ¿Será posible obtener, a partir de ella, la disyunción
que buscamos? Aquí conviene recordar algo que hemos dicho varias veces: las reglas, si bien
son sintácticas, fueron escogidas de modo que preserven la consecuencia semántica. Por eso, siempre
podemos apoyarnos en razonamientos semánticos para guiarnos en la maraña de reglas.
Una contradicción tiene como consecuencia semántica cualquier fórmula. ¿Valdrá también
que a partir de una contradicción se podrá derivar cualquier fórmula? Sí:

Teorema 7.4.1 Sean A y B fórmulas cualesquiera. Entonces {(A ∧ ¬A)} ` B.

demostración:

1 (A ∧ ¬A)

2 ¬B

3 (A ∧ ¬A) Repetición, 1

4 ¬¬B I¬ , 2–3

5 B E¬ , 4

Esto nos permite aceptar una importantísima regla derivada, llamada ex contradictione
quodlibet10 , que abreviaremos como ECQ y podemos representar así:
Regla ECQ
(A ∧ ¬A)
B
10 "De una contradicción se sigue lo que se desee".
174 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

Y volviendo a nuestra derivación, podemos terminarla construyendo la contradicción y


usando ECQ para obtener la disyunción que deseábamos:

1 (p1 ∨ p2 )

2 (p1 → p3 )

3 (¬p2 ∨ p4 )

4 p1

5 p3 E→ , 2, 4

6 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 5

7 p2

8 ¬p2

9 (p2 ∧ ¬p2 ) I∧ , 7, 8

10 (p3 ∨ p4 ) ECQ, 9

11 p4

12 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 11

13 (p3 ∨ p4 ) E∨ , 3, 8–10, 11–12

14 (p3 ∨ p4 ) E∨ , 1, 4–6, 7–13

En este ejemplo hemos aprendido a guiarnos por los puntos de partida (premisas
o supuestos abiertos) considerando las reglas de eliminación y hemos recordado que la
semántica ofrece invalorables puntos de apoyo para guiarse en las derivaciones. El próximo
ejemplo profundizará en este aspecto:
 Ejemplo 7.5 Demostrar: {(p1 ↔ p2 )} ` ((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 ))
Nuevamente, la fórmula buscada es una disyunción, y eso desalienta inmediatamente la
idea de lograrla por introducción en este caso, a través de un razonamiento semántico, que nos
indica que ni (p1 ∧ p2 ) ni (¬p1 ∧ ¬p2 ) (las fórmulas que permitirían introducir la disyunción final)
son consecuencias semánticas de {(p1 ↔ p2 )}, de modo que no podemos esperar derivarlas libres de
supuestos.
Otra forma de enfrentar el problema sería suponer la negación de la fórmula buscada,
esperando derivar una contradicción. Pero en nuestro caso (imagine el lector cómo quedaría
planteado el inicio de la derivación) esto no parece simplificar ni acercarnos la solución.
Por tanto, debemos pensar en aplicar reglas de eliminación sobre la premisa, seguidas
de introducción de condicionales. Eso es fácil y obtenemos:
7.4 Heurística 175

1 (p1 ↔ p2 )

2 p1

3 p2 E↔ , 1, 2

4 (p1 → p2 ) I→ , 2–3

5 p2

6 p1 E↔ , 1, 5

7 (p2 → p1 ) I→ , 5–6
.. ..
. .

n ((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 ))

Y parece que nos encontramos en una situación desesperada. Intentar llegar a la fórmula
final por introducción sigue siendo igualmente inapropiado, y las reglas de eliminación
aplicadas a los condicionales obtenidos no parecen poder darnos nada nuevo. Aquí debe
venir en nuestro apoyo la semántica. Podemos razonar así:
La premisa y los condicionales obtenidos expresan que si p1 es verdadera, p2 lo
es, y recíprocamente. Debo mostrar la disyunción según la cual o bien ambas son
verdaderas o bien ambas son falsas, que es lo que la fórmula buscada expresa.
Ahora bien, solo hay dos posibilidades:
(1) p1 es verdadera. En este caso, claramente p2 es verdadera, y por lo tanto
ambas lo son. Tenemos el primer disyunto de la disyunción y por tanto, la
disyunción.
(2) p1 es falsa. En ese caso, como si p2 es verdadera, p1 también lo es, debe ser p2
falsa. Tenemos que ambas son falsas, el segundo disyunto, y por lo tanto, la
disyunción.
¿Cómo nos puede servir este razonamiento para construir la derivación buscada? Obser-
vemos que parte de decir que hay solo dos posibilidades respecto al valor de verdad de p1 .
¿Hay alguna fórmula que exprese eso? Sí, claramente la fórmula (p1 ∨ ¬p1 ) lo hace. Luego
el razonamiento continúa extrayendo las consecuencias de cada una de las posibilidades, lo
que viene a ser una eliminación de la disyunción.
Para arrancar la contrapartida formal de ese razonamiento tendríamos que poder incluir
en nuestra derivación, libre de supuestos, la fórmula (p1 ∨ ¬p1 ). ¿Y lo podemos hacer?
La respuesta es que sí, lo podemos hacer gracias a que esa fórmula es un teorema, y
esto ha sido demostrado páginas atrás. O sea, podemos utilizar la regla Teorema para
introducir esa fórmula en la derivación, e inmediatamente nos planteamos eliminar esa
disyunción, iniciando dos subderivaciones, cada una con un disyunto como supuesto,
esperando que ambas terminen en la misma fórmula que estamos intentando derivar,
((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 )), y lograr la última línea por regla E∨ :
176 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

1 (p1 ↔ p2 )

2 p1

3 p2 E↔ , 1, 2

4 (p1 → p2 ) I→ , 2–3

5 p2

6 p1 E↔ , 1, 5

7 (p2 → p1 ) I→ , 5–6

8 (p1 ∨ ¬p1 ) Teorema

9 p1
.. ..
. .

k ((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 ))

k+1 ¬p1
.. ..
. .

l ((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 ))

l+1 ((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 )) E∨ , 8, 9–k, k + 1–l

Completar la primera de las subderivaciones restantes es fácil:

1 (p1 ↔ p2 )

2 p1

3 p2 E↔ , 1, 2

4 (p1 → p2 ) I→ , 2–3

5 p2

6 p1 E↔ , 1, 5

7 (p2 → p1 ) I→ , 5–6

8 (p1 ∨ ¬p1 ) Teorema


7.4 Heurística 177

9 p1

10 p2 E↔ , 1, 9

11 (p1 ∧ p2 ) I∧ , 9, 10

12 ((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 )) I∨ , 11

13 ¬p1
.. ..
. .

l ((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 ))

l+1 ((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 )) E∨ , 8, 9–12, 13–l

Para completar la subderivación restante, recordemos lo que habíamos pensando en


términos semánticos al considerar la segunda posibilidad: “En ese caso, como si p2 es
verdadera, p1 también lo es, debe ser p2 falsa.” O sea, estamos diciendo que bajo ese supuesto
tendríamos ¬p2 . Para establecerlo en la derivación, podemos intentar hacer el supuesto p2 .
Si llegamos a una contradicción, inferimos ¬p2 por introducción de la negación, y podemos
construir la conjunción (¬p1 ∧ ¬p2 ) y a partir de allí la disyunción buscada, ya que la última
fórmula escrita es uno de sus disyuntos. Siguiendo ese plan, la derivación termina así:

1 (p1 ↔ p2 )

2 p1

3 p2 E↔ , 1, 2

4 (p1 → p2 ) I→ , 2–3

5 p2

6 p1 E↔ , 1, 5

7 (p2 → p1 ) I→ , 5–6

8 (p1 ∨ ¬p1 ) Teorema

9 p1

10 p2 E↔ , 1, 9

11 (p1 ∧ p2 ) I∧ , 9, 10

12 ((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 )) I∨ , 11


178 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

13 ¬p1

14 p2

15 p1 E↔ , 1, 14

16 (p1 ∧ ¬p1 ) I∧ , 15, 13

17 ¬p2 I¬ , 14–16

18 (¬p1 ∧ ¬p2 ) I∧ , 13, 17

19 ((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 )) I∨ , 18

20 ((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 )) E∨ , 8, 9–12, 13–19

Este ejemplo debería ser muy instructivo. En primer lugar, muestra que el razonamiento
semántico es una guía insustituible al intentar encontrar derivaciones. En segundo lugar,
habrá observado el lector que podríamos haber hecho la derivación sin hacer lo que
estuvimos haciendo hasta la línea 7. Eso no nos sirvió para nada. Se prefirió hacerlo
así en vez de mostrar una marcha directa al objetivo porque si bien se puede generar
mecánicamente una derivación de lo buscado, a esta altura lo que se debe incentivar es la
práctica y el dominio de los sanos principios que hemos expuesto como heurística adecuada
para enfrentarse a estas tareas:
Los supuestos deben introducirse con un objetivo definido in mente, generan el com-
promiso de cerrarlos.
Las premisas sugieren la aplicación de reglas de eliminación, la fórmula buscada de
una regla de introducción.
En muchos casos, pensar cómo se demostraría algo estructuralmente igual a lo pedido
razonando en términos semánticos ilumina la construcción de una derivación. Esto es
así porque el sistema ha sido construido para reflejar de algún modo el razonamiento
común.
Luego de estudiar estos ejemplos, seguramente el lector está preparado para verificar la
corrección de la solución ofrecida al problema de la biblioteca que quedó pendiente a través
del siguiente

Ejercicio 7.1 Demostrar: {VF ↔ (¬VF ∨ ¬VG )} ` (VF ∧ ¬VG )

7.5 Errores frecuentes al intentar hacer derivaciones


Creer en la magia
Las reglas no dan recetas mágicas para obtener lo que se desea. Un error muy frecuente
es razonar de esta manera:

Necesito la disyunción A ∨ B ¿Qué problema hay? Agrego a mi derivación A ∨ B


y lo justifico por introducción de la disyunción.
7.5 Errores frecuentes al intentar hacer derivaciones 179

Este es un disparate común, las reglas no permiten, invocando su nombre, cual si


fueran conjuros mágicos, agregar lo que uno quiera a la secuencia. Cada una de ellas tiene
condiciones estrictas de aplicación. En el hipotético caso anterior, el paso solo es correcto
si en la secuencia aparecen previamente A o B. Un buen antídoto es recordar siempre lo
necesario para justificar la aplicación de una regla, y si no podemos justificarla, es que no la
podemos aplicar. Recordamos aquí lo necesario para justificar la aplicación de cada regla:

Regla Justificación
E¬ Línea con la fórmula obtenida doblemen-
te negada.
I¬ Una subderivación comenzada con la fór-
mula obtenida sin negar y terminada en
contradicción.
E∧ Línea con una conjunción de la cual uno
de los conyuntos es lo obtenido.
I∧ Dos líneas, cada una con un conyunto de
la conjunción obtenida.
E∨ Una línea con una disyunción y dos sub-
derivaciones, una comenzada con uno de
los conyuntos y la otra con el otro, y ter-
minadas ambas en la fórmula obtenida.
I∨ Una línea con uno de los disyuntos de la
disyunción obtenida.
E→ Dos líneas, en una de las cuales hay un
condicional cuyo antecedente está en la
otra línea y su consecuente es la fórmula
obtenida.
I→ Una subderivación comenzada con el an-
tecedente y finalizada con el consecuente
del condicional obtenido.
E↔ Dos líneas, en una de las cuales hay un bi-
condicional y en la otra uno de sus miem-
bros, siendo el otro miembro la fórmula
obtenida.
I↔ Dos líneas, en las cuales figuran condicio-
nales recíprocos, siendo el antecedente y
consecuente de uno de ellos los miembros
del bicondicional obtenido.

Invocar fórmulas bajo supuestos cerrados


La existencia de supuestos en una derivación tiene como resultado que no podemos
invocar toda fórmula anterior en la aplicación de una regla. Por eso, cuando comenzamos el
180 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

estudio de la consecuencia sintáctica, antes de introducir los diagramas de Fitch, tachábamos


las líneas que no nos eran accesibles.
Consideremos una derivación ya realizada:

1 (p1 ∨ p2 )

2 (p1 → p3 )

3 (¬p2 ∨ p4 )

4 p1

5 p3 E→ , 2, 4

6 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 5

7 p2

8 ¬p2

9 (p2 ∧ ¬p2 ) I∧ , 7, 8

10 (p3 ∨ p4 ) ECQ, 9

11 p4

12 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 11

13 (p3 ∨ p4 ) E∨ , 3, 8–10, 11–12

14 (p3 ∨ p4 ) E∨ , 1, 4–6, 7–13

En ella, desde cualquier línea se puede invocar las fórmulas que aparecen en 1, 2 y 3,
ya que ellas son las premisas. No repetiremos que esto es así. Hasta la línea 6, se pueden
invocar todas las anteriores. Pero como se indica gráficamente, allí termina la acción de un
supuesto y las líneas 4, 5, 6 ya no pueden ser invocadas en adelante, excepto para cerrar el
supuesto bajo el que están. Obsérvese la línea 10. Desde ella se pueden invocar (aparte de
las premisas) solo la 7, la 8 y la 9. En la 13 solo se pueden invocar las premisas y la línea 7
como fórmulas, pero es posible invocar subderivaciones que se encuentran bajo el supuesto
de 7.
Examinemos más cuidadosamente la derivación. Se observa que cada vez que agregamos
un supuesto, hacemos algo análogo a introducir una premisa. Evidentemente el supuesto
no es una premisa, pero lo que obtenemos bajo él, es consecuencia sintáctica de las premisas
y del supuesto. Mirando la derivación vemos:
1. Línea 5: {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (¬p2 ∨ p4 ), p1 } ` p3
2. Línea 6: {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (¬p2 ∨ p4 ), p1 } ` (p3 ∨ p4 )
3. Línea 9: {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (¬p2 ∨ p4 ), p2 , ¬p2 } ` (p2 ∧ ¬p2 )
4. Línea 10: {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (¬p2 ∨ p4 ), p2 , ¬p2 } ` (p3 ∨ p4 )
7.5 Errores frecuentes al intentar hacer derivaciones 181

5. Línea 12: {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (¬p2 ∨ p4 ), p2 , p4 } ` (p3 ∨ p4 )


6. Línea 13: {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (¬p2 ∨ p4 ), p2 } ` (p3 ∨ p4 )
7. Línea 14: {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (¬p2 ∨ p4 )} ` (p3 ∨ p4 )

Por eso en general si utilizamos una fórmula obtenida bajo un supuesto ya cerrado,
estamos agregando ese supuesto al conjunto del cual extraemos la consecuencia sintáctica,
y eso nos lleva inevitablemente a un error. La forma de evitarlo es simple, cuidando la
construcción correcta de los diagramas y observando que solo se pueden utilizar fórmulas
por cuya izquierda pasen exactamente las mismas líneas verticales que las que pasan por el
lugar donde nos encontramos. Esto vale para la invocación de líneas y no de subderivaciones.

No cerrar supuestos
De lo dicho anteriormente, es claro que si uno presenta un diagrama de Fitch sin todos
los supuestos cerrados, la última fórmula será, en el mejor de los casos, consecuencia
sintáctica de las premisas y de los supuestos que hayan quedado abiertos. Por lo tanto, la
última fórmula de un diagrama de Fitch debe tener siempre una única línea vertical a su
izquierda, al igual que las premisas.

Abusar del conocimiento semántico


A veces sabemos que dos fórmulas son equivalentes o que una implica la otra, y
queremos usar eso para simplificar la derivación. Por ejemplo, supongamos que queremos
demostrar {p1 } ` ¬¬p1
Podemos estar tentados de presentar

1 p1

2 ¬¬p1 Me pareció que podía, 1

Eso es un error, la derivación, por supuesto, debió ser

1 p1

2 ¬p1

3 (p1 ∧ ¬p1 ) I∧ , 1, 2

4 ¬¬p1 I¬ , 2–3

La primera “derivación” equivale a utilizar una regla de este tipo:

Regla ¬¬
A
¬¬A
182 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

En general, para utilizar este tipo de reglas que no están en nuestro sistema, debemos
acordarlo explícitamente, y sobre todo, debemos tener demostrado que esa regla que
queremos usar es prescindible, o sea, que sin ella podemos obtener lo mismo en nuestro
sistema, aunque a través de derivaciones más largas. Veremos más sobre reglas derivadas
en los ejercicios.

7.6 Propiedades de la relación de consecuencia sintáctica


Corresponde ahora que examinemos las propiedades de la relación que hemos definido.
Al hacerlo, iremos ofreciendo las definiciones necesarias:
Definición 7.6.1 — Conjuntos consistentes, conjuntos inconsistentes.
Sea Γ un conjunto de fórmulas. Γ es inconsistente si existe una fórmula A tal que
Γ ` (A ∧ ¬A), y es consistente en caso contrario.

O sea, un conjunto es inconsistente si de él se puede derivar una contradicción, y es


consistente si no se puede.

Consecuencias de conjuntos inconsistentes


Supongamos que Γ es inconsistente. Es muy fácil demostrar que Γ ` B para toda fórmula
B:

0 Γ
.. ..
. .

n (A ∧ ¬A)

n+1 B ECQ, n

Hemos modificado la presentación del diagrama de Fitch en forma obvia: ponemos Γ


donde irían las premisas, y queda numerado con 0 (esto no se debe al deseo del autor, sino al
del realizador del paquete de LATEX utilizado para hacer diagramas de Fitch, Peter Selinger).
Bajo él, lo que se puede obtener según la información que se posee. Queda demostrado
el
Teorema 7.6.1 Si Γ es inconsistente, entonces Γ ` B, sea cual sea la fórmula B.

Monotonía
Supongamos que Γ y A son tales que Γ ` A. Modifiquemos ahora el conjunto Γ agre-
gándole fórmulas. Llamemos ∆ al conjunto de las fórmulas que agregamos obteniendo un
conjunto Γ ’ que será la unión de Γ y ∆. En símbolos de la teoría de conjuntos, Γ 0 = Γ ∪ ∆.
Nos preguntamos si se cumple Γ 0 ` A.
La respuesta afirmativa es inmediata. Como existe una derivación de A a partir de Γ ,
podemos construir siempre una derivación de A a partir de Γ 0 = Γ ∪ ∆, simplemente usando
como premisas los elementos de Γ e ignorando los de ∆. Y si Γ fuere vacío, A es un teorema
y no necesitamos premisa alguna para derivarlo.
Queda demostrado el
7.6 Propiedades de la relación de consecuencia sintáctica 183

Teorema 7.6.2 — Monotonía de la consecuencia sintáctica.


Si Γ ` A, entonces Γ ∪ ∆ ` A para todo conjunto de fórmulas ∆.

Se concluye también el siguiente

Corolario 7.6.3 Si τ es un teorema, entonces Γ ` τ para todo conjunto Γ .

El teorema de deducción (versión sintáctica)


El teorema de deducción en su versión sintáctica tiene la misma forma que en la versión
semántica, pero se refiere a la consecuencia correspondiente (usamos la misma notación que
al enunciar la versión semántica):

Teorema 7.6.4 — Deducción (versión sintáctica).


Para todo conjunto de fórmulas Γ y para cualesquiera fórmulas A y B:
Γ , A ` B si y solo si Γ ` (A → B).

demostración: Supongamos que se cumple Γ , A ` B. Entonces existe una derivación que


podemos presentar así:

0 Γ

n A
.. ..
. .

m B

Entonces lo siguiente también es una derivación:

0 Γ

n A
.. ..
. .

m B

m+1 (A → B) I→ , n–m

Esta segunda derivación tiene las mismas fórmulas que la primera entre A y B, y muestra
que Γ ` (A → B).

Supongamos ahora que se cumple Γ ` (A → B). Entonces existe una derivación que
corresponde al diagrama:
184 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

0 Γ
.. ..
. .

k A→B

A partir de ella, podemos construir la siguiente derivación:

0 Γ

n A
.. ..
. .

k+1 A→B

k+2 B E→ , n, k + 1

Las fórmulas que van en lugar de los puntos suspensivos de ambos diagramas son las
mismas, que se extraen exclusivamente de Γ . Esta derivación muestra que Γ , A ` B.

El “absurdo”
Su enunciado es
Teorema 7.6.5 — El “absurdo” (versión sintáctica).
Para todo conjunto Γ y toda fórmula A, Γ ` A si y solo si Γ , ¬A es inconsistente.

demostración: Supongamos que Γ ` A. Esto significa que existe una derivación así:

0 Γ
.. ..
. .

k A

Queremos demostrar que de Γ , ¬A se puede derivar una contradicción. Que esto es así
surge de que lo siguiente es una derivación:

0 Γ

n ¬A
.. ..
. .

k+1 A

k+2 (A ∧ ¬A) I∧ , n, k + 1
7.7 Aparatos deductivos 185

En los puntos suspensivos de ambas derivaciones van las mismas fórmulas.


Supongamos ahora que Γ , ¬A es inconsistente. Esto significa que existe una derivación
así:

0 Γ

n ¬A
.. ..
. .

k (B ∧ ¬B)

Que Γ ` A queda demostrado por el hecho de que lo siguiente es una derivación:

0 Γ

n ¬A
.. ..
. .

k (B ∧ ¬B)

k+1 ¬¬A I¬ , n–k

k+2 A E¬ , k + 1

Como en los casos anteriores, las fórmulas por las que están los puntos suspensivos son
las mismas en ambas derivaciones.
Hemos visto que la relación de consecuencia sintáctica comparte varias propiedades
con su homóloga semántica. Sobre las relaciones entre ambas nociones de consecuencia
hablaremos más adelante.

7.7 Aparatos deductivos


El sistema de deducción natural es un sistema formal. En esta parte del capítulo estudia-
remos los sistemas formales con mayor generalidad, sin centrarnos en un lenguaje ni unas
reglas específicas.
Un sistema formal se basa en un lenguaje formal pero no se reduce a él. Es más, así
como en el plano semántico el mismo lenguaje formal puede ser soporte de interpretaciones
diversas, en el plano sintáctico el mismo lenguaje formal puede ser soporte de sistemas
formales diversos.
Definición 7.7.1 — Sistema formal, aparato deductivo. Un sistema formal S es un len-
guaje formal L junto con un aparato deductivo, es decir:
Un conjunto de fórmulas destacadas de L, que se llaman los axiomas de S.
Un conjunto de reglas de inferencia que determinan inequívocamente, si dados dos
conjuntos o sucesiones de fórmulas Γ y ∆ de L cualesquiera, es posible obtener ∆
186 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

de Γ como resultado de aplicar una de las reglas. En caso de que se pueda, se dice
que ∆ es consecuencia inmediata de Γ .
El aparato deductivo debe poder explicitarse sin hacer referencia alguna a interpreta-
ciones del lenguaje formal, y puede carecer de axiomas o de reglas de inferencia pero no,
obviamente, de ambas cosas.
 Ejemplo 7.6 (Sistema formal S1 )

lenguaje formal:
Alfabeto: {a, b}
Fórmulas:
• a es una fórmula
• b es una fórmula
• Si Xa es una fórmula, o X es la cadena vacía, Xab es una fórmula.
• Si Xb es una fórmula, o X es la cadena vacía, Xba es una fórmula.
• Todas las fórmulas se obtienen de las cláusulas anteriores.
aparato deductivo:
Axiomas:
• ab es el único axioma
Reglas de inferencia:
1. La fórmula Xb tiene como consecuencia inmediata a la fórmula Xbaba
2. Toda fórmula tiene como consecuencia inmediata a la fórmula que se obtiene al
intercambiar todas las aes por bes y todas las bes por aes.

Podemos ver el lenguaje dispuesto en estructura arborescente a partir de las fórmulas


básicas, generándose mediante las reglas de formación de fórmulas. Obtendríamos:

a b

ab ba

aba bab

abab baba

ababa babab

ababab bababa

abababa bababab

abababab babababa

.. ..
. .
7.7 Aparatos deductivos 187

Pero si consideramos el sistema formal, vemos que este recoge algunas fórmulas del
lenguaje y otras no, en el siguiente sentido: Si partimos del axioma (o de los que tuviésemos),
aplicando las reglas de inferencia sucesivamente obtenemos algunas de las fórmulas del
lenguaje (idealmente, no todas, porque si no, ¿para qué sirve el sistema formal?). Esto puede
verse en el siguiente diagrama, en el que se resaltan las fórmulas que se pueden obtener a
partir del axioma ab, y donde las flechas indican la relación de consecuencia inmediata:

a b

ab ba

aba bab

abab baba

ababa babab

ababab bababa

abababa bababab

abababab babababa

.. ..
. .

Por ejemplo, la fórmula aba no puede obtenerse a partir del axioma aplicando reglas de
inferencia.
Se observa que en este caso particular, si en vez de tener como único axioma la fórmula
ab tuviésemos la fórmula ba, conservando las reglas de inferencia, el sistema deductivo
resultante nos permitiría obtener exactamente las mismas fórmulas que nos permite nuestro
sistema.
Este es un ejemplo de sistema formal que consta tanto de axiomas como de reglas de
inferencia. Si un sistema solo tiene axiomas, es decir, carece de reglas de inferencia, lo único
que hace es seleccionar algunas fórmulas, destacándolas y llamándolas axiomas. No son
sistemas interesantes, salvo para algunos propósitos teóricos, y no nos ocuparemos de ellos.
El sistema que conocemos bien, el de deducción natural, carece de axiomas. Es por ello que
no profundizaremos en ese tipo de sistemas y nos conformaremos con examinar brevemente
los sistemas axiomáticos.

Derivaciones en sistemas formales axiomáticos


Dijimos anteriormente que en el sistema formal S1 , la fórmula aba no se puede obtener
partiendo de los axiomas y aplicando las reglas de inferencia, no importa cuántas veces las
apliquemos. Sin embargo, el diagrama que hicimos muestra que la fórmula abababab sí
se puede obtener de ese modo. Podemos presentar una secuencia, que no es su secuencia de
formación justificándolo:
188 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

1. ab (Axioma)
2. ababa (Regla de inferencia 1, aplicada a 1.)
3. babab (Regla de inferencia 2 aplicada a 2.)
4. babababa (Regla de inferencia 1 aplicada a 3.)
5. abababab (Regla de inferencia 2 aplicada a 4.)

Lo que acabamos de mostrar es, como el lector habrá adivinado, una derivación de la
fórmula abababab en nuestro sistema formal. Cuando existe una derivación de una fórmula
en un sistema formal, esa fórmula es un teorema del sistema formal. Recogemos estas ideas
en las siguientes definiciones:
Definición 7.7.2 — Sistema axiomático, derivación en sistema axiomático, teorema.
Un sistema formal axiomático es un sistema formal que destaca algunas de las fór-
mulas del lenguaje formal sobre el que está definido como axiomas.
Una derivación de una fórmula A en un sistema formal axiomático es una secuencia
finita de fórmulas tal que cada fórmula de la secuencia:
o bien es un axioma
o bien es consecuencia inmediata de alguna o algunas de las fórmulas que figuran
como elementos anteriores de la secuencia
y la última fórmula de la secuencia es A.
Si en el sistema formal axiomático S hay una derivación de la fórmula A, se dice que
A es un teorema en el sistema S.
Está claro que en los sistemas formales axiomáticos sin reglas de inferencia, los únicos
teoremas son los axiomas, y todas las derivaciones en ellos tienen un solo elemento. Vol-
viendo al sistema formal axiomático en el que venimos trabajando, parece que las fórmulas
aba y bababa no son teoremas. Efectivamente, no lo son, y podemos demostrarlo. Para
demostrar que no son teoremas, se debe mostrar que ninguna derivación en el sistema
tiene como último elemento a una de esas fórmulas. No basta probar con unas cuantas
derivaciones y ver que no terminan con la fórmula buscada, porque eso no asegura que no
exista otra derivación que sí lo haga. Es por eso que debemos recurrir a propiedades de
todas las derivaciones, y demostrar que una derivación que terminara con la fórmula aba,
por ejemplo, carecería de una propiedad que todas las derivaciones en el sistema tienen.
Observando diagrama que presentamos, no es difícil conjeturar que todos los teoremas
de este sistema son fórmulas que constan de 2, o de 5, o de 8, o de 11, o en general, de
un número k de símbolos, donde k es un múltiplo de 3 más 2. Si lográsemos probar que
todos los teoremas tienen esa propiedad, inmediatamente quedaría probado que ni aba ni
bababa son teoremas, ya que la cantidad de símbolos en las dos fórmulas es múltiplo de 3.

Inducción sobre la longitud de las derivaciones


El método estándar para probar algo sobre todos los teoremas es muy parecido al
que se usaba para probar algo sobre todas las fórmulas del lenguaje. Allí se partía de las
fórmulas más básicas y se mostraba que la propiedad considerada se trasmitía por las
reglas de formación. Cuando trabajamos con sistemas formales axiomáticos, probamos
que los teoremas más simples (los axiomas) cumplen la propiedad, y que la propiedad se
7.7 Aparatos deductivos 189

trasmite por las reglas de inferencia. Así queda probado que todos los teoremas tienen la
propiedad. Esto equivale a demostrar que los teoremas que se pueden obtener por medio
de derivaciones de longitud mínima cumplen la propiedad, y que, si todos los teoremas
que se obtienen con derivaciones de longitud j cumplen la propiedad, los teoremas que se
obtienen por medio de derivaciones de longitud j + 1 también cumplen la propiedad. La
longitud se mide, naturalmente, como la cantidad de fórmulas en la derivación.

inducción sobre derivaciones en un sistema formal axiomático


si se demuestra que:
los axiomas cumplen una propiedad P.
cada vez que se aplica una regla de inferencia a fórmulas que cumplen la
propiedad P, se obtiene una fórmula que cumple la propiedad P
queda demostrado que todos los teoremas del sistema formal axiomático cumplen
la propiedad P.

De esta manera, es sencillo probar que aba y bababa no son teoremas:

El axioma, ab, consta de 0+2, o sea, un múltiplo de 3 (el cero) más dos símbolos.
Supongamos que la fórmula A consta de un múltiplo de 3 más 2 símbolos. Es decir, la
cantidad de símbolos de A es 3k + 2 para algún número natural k.
Si le aplicamos
La regla de inferencia 1, lo que hacemos es agregarle la cadena aba al final, que
consta de 3 símbolos. La cantidad total de símbolos de la fórmula obtenida es
3k + 2 + 3 = 3(k + 1) + 2, o sea, un múltiplo de 3 más 2.
La regla de inferencia 2, la cantidad de símbolos no se altera, o sea que en la
fórmula que obtenemos también hay 3k + 2, un múltiplo de 3 más 2 símbolos.

Por lo tanto, todos los teoremas tienen un múltiplo de 3 más 2 símbolos. Como aba y
bababa no tienen una cantidad de símbolos que se pueda expresar como un múltiplo de 3
más dos, no son teoremas de S1 .

Un sistema axiomático para la lógica proposicional


Existen sistemas axiomáticos para la lógica proposicional, y en esta sección presentaremos
uno. Este sistema no funciona sobre el lenguaje LP, sino sobre uno que además de las
letras proposicionales y paréntesis, solo consta de los conectivos ¬ y →, que constituyen un
conjunto adecuado. La sintaxis es la misma que en LP restringiéndose únicamente a esos
conectivos.
Los axiomas son todas las fórmulas de las siguientes formas:

(1) A → (B → A)
(2) (A → (B → C)) → ((A → B) → (A → C))
(3) (¬A → ¬B) → ((¬A → B) → A)

Esto nos da esquemas de axiomas que llamaremos por su número. El lector podrá
190 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

comprobar que las fórmulas con esas formas son tautologías, y con más trabajo, que son
teoremas en el sistema de deducción natural.
La única regla de inferencia es la eliminación del condicional o modus ponens(abreviado
MP).
Se puede demostrar que este sistema tiene la misma potencia que el nuestro, es decir, si
con este sistema se puede derivar una fórmula a partir de un conjunto –o sea, si existe una
derivación en la cual, además de axiomas y resultados de aplicar MP a fórmulas anteriores
podemos introducir en cualquier punto fórmulas del conjunto–, con el nuestro de deducción
natural también se puede; y si con nuestro sistema de deducción natural se puede derivar
una fórmula, con este sistema axiomático se puede derivar una fórmula equivalente.
Para que se haga una idea de lo poco intuitivo que puede ser trabajar en sistemas
axiomáticos, vamos a presentar una derivación de un teorema nada complejo, la fórmula
p1 → p1

1 p1 → (p1 → p1 ) Axioma, esq. (1)


2 p1 → ((p1 → p1 ) → p1 ) Axioma, esq. (1)
3 (p1 → ((p1 → p1 ) → p1 )) → ((p1 → (p1 → p1 )) → (p1 → p1 )) Axioma, esq. (2)
4 (p1 → (p1 → p1 )) → (p1 → p1 ) MP 2,3
5 p1 → p1 MP, 1,4

Espero que después de ver esto, por más que el lector haya sufrido con la deducción
natural, se sienta agradecido por la elección del sistema.

7.8 Excurso filosófico: Lógica intuicionista


Vamos a terminar este extenso capítulo haciendo un excurso que resultará de interés
para aquellos preocupados por ciertos problemas filosóficos.
La lógica que hemos estudiado es parte de la Lógica clásica, y esta no es, en modo
alguno, la única lógica que existe. No nos estamos refiriendo a la posibilidad de cambiar
nuestro lenguaje en modos que veremos en los próximos capítulos, con el objetivo de poder
formalizar clases de inferencias más amplias que las que actualmente están a nuestro alcance.
Nos referimos a lógicas con el mismo lenguaje pero con reglas de inferencia diferentes,
siendo esta diferencia de una profundidad tal que modifica la relación de consecuencia
sintáctica, haciendo que derivaciones correctas en nuestra lógica no sean tenidas como
correctas en esas otras lógicas.
El trasfondo de esto es que no todas las personas creen que los argumentos que validamos
como correctos lo sean. Algunos consideran que hay algo profundamente equivocado en la
forma en que hemos planteado las cosas.
Un ejemplo prominente de esto está dado por el intuicionismo, una corriente lógica que
rechaza algunas de las reglas de inferencia que hemos aceptado.
Más allá de que el intuicionismo se pueda rastrear, en su desarrollo, al menos hasta
Kant, haremos una exposición prescindente de los aspectos históricos y centrada en las
motivaciones filosóficas.
El problema se presenta en forma nítida en la filosofía de la matemática. Simplificando
mucho y hablando grosso modo, hay dos al menos formas de considerar los objetos del
discurso matemático (hay más, pero solo nos interesan, para propósitos explicativos, estas
7.8 Excurso filosófico: Lógica intuicionista 191

dos). Según la primera, que corresponde al llamado platonismo, los objetos del discurso
matemático son objetos reales, con existencia objetiva, del mismo modo que los objetos
físicos para un realista acerca del mundo externo. Así como la existencia de la luna no
depende de que nadie la perciba o la piense -según el realista-, los objetos matemáticos
existen con esa misma independencia objetiva. Según el platónico, cuando decimos

El gato está sobre el sillón.

y lo que decimos es verdadero, existe una cosa llamada “gato”, existe una cosa llamada
“sillón” y la primera está con la segunda en una relación que llamamos “estar sobre”.
Del mismo modo, cuando decimos

Siete es mayor que tres.

y lo que decimos es verdadero, existe una cosa llamada “siete”, existe una cosa llamada
“tres” y la primera está con la segunda en una relación que llamamos “mayor que”.
O sea, el platónico aboga por algo muy deseable: una uniformidad semántica en la
matemática y fuera de ella, y lo hace desde una perspectiva realista. Una cita del eminente
matemático G. H. Hardy, tomada de [Har12] dejará en negro sobre blanco lo que se postula
desde esta perspectiva:

Creo que la realidad matemática yace fuera de nosotros, que nuestra función
es descubrirla u observarla, y que los teoremas que demostramos, y que descri-
bimos en forma grandilocuente como nuestras “creaciones” son simplemente las
notas de nuestras observaciones.

Es esta una presentación del platonismo11 primigenio, por así decirlo, que ha sido muy
atacado12 y por eso muy pocos filósofos lo sostienen en esta forma.
Sin embargo, es interesante considerar la razón principal que expuso Kurt Gödel, el
mayor lógico del siglo XX y uno de los tres grandes de la historia, junto con Aristóteles y
Frege, para apoyar ese punto de vista.
Se resume en esta cita, de [Göd90]:

Me parece que la suposición de tales objetos [se refiere a los objetos mate-
máticos] es tan legítima como la suposición de los cuerpos físicos y que hay
tanta razón para creer en su existencia [como en la de estos]. Son necesarios para
obtener un sistema de matemática satisfactorio así como los cuerpos físicos son
necesarios para una teoría satisfactoria de nuestras percepciones sensoriales y en
ambos casos es imposible interpretar las proposiciones que se desea expresar
sobre esas entidades como proposiciones acerca de los “datos”, i. e., en el último
caso como sobre las percepciones mismas.
11 Debe tenerse en cuenta que “platonismo” no quiere decir “perteneciente a la filosofía de Platón”, sino que
refiere a un método filosófico de estructurar soluciones a diversos problemas consistente en la postulación de
objetos abstractos, o sea, sin determinación espaciotemporal. Es posible ser platónico al considerar problemas
que jamás preocuparon a Platón o aceptando soluciones diferentes a las aceptadas por él.
12 Quizá los dos ataques más fuertes que ha recibido el platonismo matemático en esta forma se deban a la

misma persona: Paul Benacerraf, quien en sendos artículos [Ben65] y [Ben73] plantea dos desafíos al platonismo
matemático tradicional que han llevado a modificaciones de la teoría dada la fuerza de sus argumentos.
192 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

Según Gödel, la postulación de la existencia del gato y el sillón es razonable dado


que es la mejor explicación de nuestras experiencias. No solamente vemos el gato y el
sillón aunque no queramos verlos. Permanecen y otros nos comunican que también los
ven. En esas circunstancias, la postulación de la existencia es la mejor explicación de lo que
experimentamos.
Con los objetos matemáticos pasa algo idéntico, según Gödel, solo que no a través del
aparato perceptual. Pero de algún modo sabemos que siete es mayor que tres, no podemos
hacer que no sepamos eso, y otros nos comunican lo mismo.
El platonismo matemático, muy especialmente en esta versión, no tiene mucho pre-
dicamento entre filósofos, aunque quizá sí entre matemáticos13 . Su debilidad mayor está
en la dificultad de proveer una epistemología razonable, una explicación de los modos
que los humanos, seres espaciotemporales, tenemos de conocer esos objetos que no tienen
determinación espaciotemporal.
Frente a esta concepción, que implica que el universo no está constituido únicamente
por objetos físicos, se levanta otra que sostiene que los objetos matemáticos no tienen el tipo
de existencia objetiva que el platónico cree que tienen, sino que son construcciones, o sea
objetos de algún modo dependientes de las mentes.
No quiere decir esto que cada individuo, cada mente, pueda hacer la matemática que
quiera, como si hacer matemática y escribir novelas fuese lo mismo. Una vez que se ha
realizado una construcción, es esa la construcción “correcta”. Pero en tanto no ha sido
realizada, está indeterminada.
O sea, para el platónico, la realidad matemática está completa y determinada, y el
matemático la explora y reporta sus descubrimientos, del mismo modo que un explorador
ingresa en un continente desconocido y va reportando sus observaciones, describiéndolo.
Para el intuicionista, la realidad matemática no está acabada y completa sino en cons-
trucción. El intuicionismo no tiene, por tanto, problemas para proveer una epistemología
adecuada para el conocimiento matemático. Sus problemas filosóficos son de otra índole y
emergen frente a la aparente necesidad y atemporalidad de los asertos matemáticos.
Pensándolo bien, la divergencia planteada no debería acarrear profundos desacuerdos,
de no ser por algo que se introduce en la matemática naturalmente y es la pesadilla de los
filósofos: el infinito. Si la realidad matemática fuera finita, la actividad constructiva podría
llegar a abarcarla toda, y no habría desacuerdo alguno.
Pero los matemáticos tratan objetos infinitos (por ejemplo, el conjunto de los números
naturales) como si fueran realidades acabadas, completas, y esto es inadmisible para los
intuicionistas, porque entienden, con toda razón, que los procesos constructivos infinitos no
se pueden acabar nunca, y en forma más discutible, agregan que ni siquiera idealmente. O
sea, para el intuicionista no existe nada como el conjunto de todos los números naturales.
Existen sí conjuntos de naturales que tienen tantos elementos como se quiera, pero son
siempre finitos. Según él, cuando un matemático dice que el conjunto de números naturales
es infinito, no quiere decir que hay un objeto con infinitos elementos, sino que dado cualquier
conjunto finito de números naturales, se puede construir un número natural que no está en
el conjunto. Básicamente, los intuicionistas rechazan los infinitos actuales, aceptando solo el infinito
13 Se suele decir que los matemáticos son platónicos fanáticos mientras hacen matemática pero luego, en el

bar, cuando se encuentran con el filósofo, frente a las debilidades del platonismo lo abandonan declarativamente
y se pasan a algo más políticamente correcto. Debe ser una infamia.
7.8 Excurso filosófico: Lógica intuicionista 193

potencial.
Este movimiento de fortísimos tintes antimetafísicos se complementa con el desinterés
semántico acerca de la noción de verdad, al menos en tanto “verdad” signifique lo que
significa para el platónico. Veamos la motivación para esto, considerando un problema
abierto en la matemática.
Un número perfecto es un número natural igual a la suma de sus divisores diferentes a
él. Por ejemplo, 6 es perfecto, ya que sus divisores diferentes de 6 son 1, 2 y 3 y 1+2+3=6.
28 es perfecto, ya que sus divisores diferentes de 28 son 1, 2, 4, 7 y 14 y 1+2+4+7+14=28.
Al momento de escribir estas líneas se conocen 49 números perfectos. Todos los números
perfectos conocidos son pares. Nadie sabe si existe algún perfecto impar, ya que nadie ha
demostrado que ser perfecto implique ser par, ni tampoco nadie ha hallado un perfecto
impar.
Frente a esta situación y el enunciado “Existe un número perfecto impar”, el intuicionista
dirá que preguntarse por su verdad es inapropiado. Suponer que la proposición expresada
por ese enunciado es verdadera o falsa es introducir tácitamente la presuposición metafísica
de que el conjunto de los números naturales es una totalidad completa y acabada, y por
supuesto, si es así, entonces el enunciado sería o bien verdadero o bien falso. Pero según el
intuicionista no es así, no hay una totalidad de números naturales completa y acabada en la
cual hay o no hay un perfecto impar.
Se comprende entonces la necesidad que tiene el intuicionista de rechazar nuestra lógica.
Sea p la proposición
Existe un número perfecto impar.
Nosotros, a partir de nuestra lógica, la clásica, y el matemático que adhiere a ella (los
llamaremos “matemáticos clásicos”, mote que incluye claramente a los platónicos pero no
solo a ellos), aceptamos que no sabemos si p es verdadera o si p es falsa. Pero a la vez
sostenemos que sabemos que la proposición
(1) Existe un número perfecto impar o no existe un número perfecto impar.
es verdadera.
Y si nos preguntan por qué, respondemos que simplemente lo sabemos por lógica.
Nuestra lógica tiene dos formas de afirmar eso: p ∨ ¬p, que es la representación formal de
(1), es tanto una tautología como un teorema, según ya hemos visto.
Frente a esto, el intuicionista dirá que estamos haciendo todo mal. Que partimos de un
concepto de verdad metafísico en forma inadvertida y eso ha contaminado todo nuestro
razonamiento. La validez es un concepto absolutamente dependiente de ese concepto estrafa-
lario de verdad y nuestra teoremicidad se debe a un sistema de reglas que fueron elegidas
para preservar esa misma validez.
Por supuesto, si esto fuera todo, el intuicionismo no sería más que una crítica a la lógica
clásica, pero es mucho más que eso, debido a que tiene una interesantísima parte propositiva
que vamos a exponer ahora. Si se le pregunta al intuicionista cómo es que hay que razonar
entonces, dado que nuestra lógica es incorrecta, él comenzará insistiendo en el rechazo al
concepto de verdad, y nos dirá:
Mira, olvídate de la verdad. Preocuparse por eso está mal, es un disparate.
No debería preocupar a nadie lo que es verdadero sobre los conjuntos que
194 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

llamamos infinitos, porque sobre esas realidades no acabadas, no hay verdad. En


vez de preocuparnos por las condiciones de verdad de un enunciado, debemos
preocuparnos por las condiciones bajo las cuales podemos sostener un enunciado,
o sea, debemos preocuparnos por las condiciones de asertabilidad. Lo que nos
debe importar no es bajo qué condiciones es verdadera o falsa la proposición,
sino bajo qué condiciones es asertable.
Y si se concede este paso fundamental, el rechazo del cumplimento las condiciones de
verdad como regulador de la aceptación de las proposiciones en favor de las condiciones
de asertabilidad, según lo entiendo, el intuicionista tiene la partida ganada. Veamos cómo
prosigue su argumentación:
En matemática, las condiciones de asertabilidad son las condiciones de prueba o
demostración. Podemos afirmar algo, algo es asertable, cuando ha sido probado.
Obsérvese el movimiento central del intuicionista: está queriendo sustituir los cimientos
del edificio lógico, constituidos por las relaciones de valores de verdad de las proposiciones,
por otros absolutamente epistémicos, referidos a lo demostrable. El punto no es otra cosa que
lo que podemos afirmar, demostrar, saber. Y continúa el intuicionista:
Entonces rechacemos esa semántica basada en la noción de verdad y tomemos
otra, la adecuada para nuestros propósitos, basada en el concepto de demos-
tración o prueba. Esta interpretación del significado de las fórmulas queda
expresada así:

una prueba de A ∧ B es un par de pruebas, una de A y una de B. (o sea, una


conjunción es asertable si y solo si lo son sus dos conyuntos).
una prueba de A ∨ B es una prueba de A o una prueba de B, con indicación de
cuál es la que se posee. (o sea, una disyunción es asertable si y solo si uno
de sus disyuntos, identificable, es asertable).
una prueba de A → B es una construcción que permite transformar toda
prueba de A en una prueba de B. (esta cláusula parece la más difícil de
entender. Significa que un condicional es asertable si y solo si, partiendo
de cualquier prueba del antecedente, es posible construir una prueba del
consecuente).
una prueba de ¬A es una prueba de A → ⊥ para cualquier B. (o sea, la
negación de una proposición A es asertable cuando es posible construir la
prueba de una contradicción a partir de cualquier prueba de la proposición
A).
no hay prueba de ⊥a .
a ⊥ es una constante lógica, que viene a funcionar como una contradicción, es lo no asertable

en circunstancia alguna.

Esta, la llamada interpretación Brouwer – Heyting – Kolmogorov14 (abrevia-


da BHK) es la sólida base que la lógica necesita, libre de dudosos supuestos
14 Tres prominentes intuicionistas.
7.8 Excurso filosófico: Lógica intuicionista 195

metafísicos.

Ahora podemos ver más claramente el rechazo intuicionista a afirmar (1). Para que el
intuicionista aceptara que esta proposición es asertable, debería tener una prueba de uno de
sus disyuntos, con indicación de cuál. Es decir, se debería conocer una prueba de
Existe un número perfecto par.
o una de
No existe un número perfecto par.
pero no se tiene prueba de ninguna de las dos.
Hemos visto que los matemáticos clásicos aceptarán cualquier instancia del tercero
excluido, o sea, cualquier instancia de fórmulas del tipo A ∨ ¬A, mientras que el intuicionista
no lo hará. Esto no quiere decir que el intuicionista rechace todas las instancias, sino solo
aquellas en las que se carece de prueba de ambos disyuntos.
Para evaluar la profundidad del desacuerdo, examinemos las reglas de inferencia que
hemos aceptado, para ver cuáles rechazaría el intuicionista y cuáles aceptaría. En vez de
presentarlas sistemáticamente, podemos dirigirnos a un núcleo del problema prestando
atención a la derivación clásica de la ley de tercero excluido (abreviada LTE). Esa derivación
fue presentada en 7.2, página 167 y es:

1 ¬(A ∨ ¬A)

2 A

3 (A ∨ ¬A) I∨ , 2

4 ((A ∨ ¬A) ∧ ¬(A ∨ ¬A)) I∧ , 3, 1

5 ¬A I¬ , 2–4

6 (A ∨ ¬A) I∨ , 5

7 ((A ∨ ¬A) ∧ ¬(A ∨ ¬A)) I∧ , 6, 1

8 ¬¬(A ∨ ¬A) I¬ , 1–7

9 (A ∨ ¬A) E¬ , 8

Obviamente, el intuicionista debe rechazar alguna de las reglas que ponemos en juego en
esta derivación, so pena de aceptar LTE, lo que no se puede permitir. La derivación se abre
con un supuesto. El intuicionista no tiene ningún problema con la posibilidad de hacerlos,
solo que al suponer una fórmula A lo interpreta como la suposición de que se tiene una
prueba de A. La primera regla que se aplica es I∨ , que tiene la forma

Regla I∨ i Regla I∨ d
A A
B∨A A∨B
196 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

Es claro que se corresponde exactamente con lo que el intuicionista requiere para poder
afirmar una disyunción. Bajo su interpretación, siempre que se tiene una prueba de A se
puede asertar A ∨ B o B ∨ A. De modo que no está aquí el problema.
La siguiente regla que se aplica es I∧ , cuya forma

Regla I∧
A
B
A∧B

es inobjetable por parte del intuicionista: Recoge la idea, una vez reinterpretada, de que
una prueba de A y una prueba de B constituyen una prueba de A ∧ B. Este tampoco es el
problema.
La siguiente regla en ser aplicada es I¬ , cuya forma

Regla I¬
[A]
..
.
B ∧ ¬B
¬A

se adapta perfectamente a las exigencias intuicionistas. Reinterpretada, expresa que a partir


de una prueba de A se puede construir una prueba de una contradicción (la construcción,
obviamente, es lo que queda en los puntos suspensivos). Por lo tanto, tampoco es este el
problema.
Y nos queda una única regla utilizada en la derivación, regla que el intuicionista debe
rechazar, si no quiere aceptar la asertabilidad de LTE en toda su generalidad. Esta regla es
E¬ :

Regla E¬
¬¬A
A

¿Cómo puede ser que alguien no acepte que de la doble negación de A se sigue A? ¿No
es claro que si la negación de la negación de A es verdadera, la negación de A es falsa, y
consecuentemente, A es verdadera?
Quien eso pregunta olvida completamente el terreno sobre el que se situó el intuicionista
desde el principio, rechazando hablar acerca de la verdad. La pregunta con sentido para
el intuicionista es: Suponiendo que se puede asertar la doble negación de A ¿es asertable
A? Para contestarla en el marco intuicionista, debemos recordar que podemos asertar A si
tenemos una prueba de A. ¿Y de qué partimos? Partimos de lo siguiente: es asertable ¬¬A.
Esto quiere decir (recordando la cláusula pertinente de BHK) que tenemos una construcción
c1 que, a partir de una prueba de ¬A nos da una contradicción. Y una prueba de ¬A es una
construcción c2 que, a partir de una prueba de A nos da una contradicción.
O sea, juntando todo esto, lo que afirmamos desde el punto de vista intuicionista al
afirmar ¬¬A es que tenemos una construcción que, dada una construcción cualquiera que
7.8 Excurso filosófico: Lógica intuicionista 197

produzca una contradicción a partir de una prueba de A, produce una contradicción. Lo


podemos ver así, dada la definición de negación intuicionista: ¬¬A es (A → ⊥) → ⊥. El
intuicionista dirá que a partir de eso es necesario negar la negación de A, ya que la negación
de A lleva a contradicción. Pero no aceptará que eso obligue a aceptar A, ya que no provee
de por sí una prueba de A. Solo sabemos que si suponemos que tener una prueba de A
lleva a contradicción, podemos construir una contradicción. Pero en todo esto las pruebas
de A brillan por su ausencia y por lo tanto el intuicionista no se ve obligado a aceptar A.

De este modo el intuicionista rechaza la regla E¬ . Quizá el lector esté pensando que si
bien la derivación de LTE que mostramos necesita de E¬ , tal vez haya alguna derivación de
LTE que prescinda de ella. No es así, se puede demostrar que todas las derivaciones de LTE
posibles en el sistema de deducción natural clásico utilizan en algún paso E¬ . De hecho, los
intuicionistas aceptan todas las demás reglas junto con ECQ (la regla que permite pasar a cualquier
fórmula a partir de una contradicción), la regla de repetición (la que permite repetir cualquier fórmula
anterior de una secuencia que no haya sido obtenida bajo un supuesto ya cerrado) y eso constituye el
aparato deductivo de la lógica proposicional intuicionista. De esta manera, todo razonamiento
intuicionista será aceptable para un clásico, pero no recíprocamente.

Veamos un ejemplo famoso de un razonamiento perfectamente aceptable para un clásico


pero que sería rechazado por un intuicionista:

 Ejemplo 7.7 teorema:

Existen dos números irracionales α y β tales que αβ es racional.

demostración:
√ √2
Consideremos el número 2 . Este número es racional o no es racional (es irracional).

Si es racional, entonces existen dos números irracionales, α y β, ambos

iguales a 2 tales
√ 2 √
que αβ es racional. Si es irracional,

entonces como se cumple ( 2 ) 2 = 2, existen dos
√ 2 √
números irracionales, α = 2 y β = 2 tales que αβ es racional. Como en ambos casos
existen α y β irracionales tales que αβ es racional, se concluye la tesis.

Como decíamos, esta demostración es totalmente correcta desde el punto de vista clásico,
y es inaceptable desde el punto de vista intuicionista.√ Sin formalizarla, podemos ver que el
√ 2
intuicionista se negará a aceptar “Este número ( 2 ) es racional o no es racional” si no
dispone una prueba de que lo es o bien una prueba de que no lo es. En ausencia de ambas,
no aceptará la instancia de LTE que la proposición representa.

Otro punto de discrepancia importantísimo entre clásicos e intuicionistas afecta una


estrategia demostrativa en forma profunda. Supongamos que un clásico y un intuicionista
quieren probar A. El clásico supone la negación de A, ¬A, y llega con métodos aceptables
para el intuicionista a una contradicción. Afirma que esto es una prueba de A. ¿Aceptará
esa prueba de A el intuicionista?

La respuesta es "no" por lo siguiente: El clásico ha hecho esto


198 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

1 ¬A
.. ..
. .

n B ∧ ¬B

n+1 ¬¬A I¬ , 1–n

n+2 A E¬ , n + 1

y por supuesto, el intuicionista lo rechazará debido a la presencia de la regla que no acepta


justificando la última línea. Es decir, el intuicionista dirá que todo que se ha demostrado es
la negación de la negación de A, y que luego de la línea donde eso se establece, la derivación
desbarra. De este modo, esta regla derivada ha llegado a llamarse “absurdo clásico”

Regla Absurdo clásico


[¬A]
..
.
B ∧ ¬B
A

y no es aceptada por los intuicionistas.


¿Qué consecuencias tiene todo esto? Los intuicionistas, convencidos de la inadecuación
de la lógica clásica para la actividad matemática abogan por una reforma de ella, que sería
más o menos profunda según los campos de que se trate. Por ejemplo, en aritmética no sería
demasiado importante, pero en análisis sería profundísima. La reacción de los matemáticos
clásicos ha sido en general ver al intuicionismo como una teoría matemática más, pero en
filosofía los debates han sido mucho más agudos. Esto es así porque la lógica intuicionista
es una lógica adecuada a todas las realidades indeterminadas, inacabadas, mientras que la
lógica clásica se adecua perfectamente a realidades determinadas, ya que esas realidades
imponen las condiciones de verdad de todo lo que se diga sobre ellas. Por lo tanto, la
lógica intuicionista viene como anillo al dedo a varias clases de antirrealismos, no solo en
matemática. Un antirrealista con respecto al pasado, por ejemplo, puede negarse a aceptar
la proposición “Napoleón vio un gato gris el día de su quinto cumpleaños o Napoleón no
vio un gato gris el día de su quinto cumpleaños” por razones estrictamente análogas a las
√ √2
que tendría el intuicionista para negarse a aceptar que “ 2 es racional o no es racional.”
El lector interesado en conocer más sobre intuicionismo puede leer con mucho provecho
los estupendos libros [Dum99] y [Dum00].
Espero que al lector no le dé un ataque de antirrealismo justo ahora, cuando retomaremos
el estudio de la lógica clásica.
7.9 Ejercicios 199

7.9 Ejercicios
1. Demostrar:
a) {(p1 → p2 ), (p3 → p4 ), (p1 ∧ p3 )} ` (p2 ∧ p4 )
b) {(p1 → p2 ), p1 , (p2 → p3 )} ` (p3 ∨ p5 )
c) {(p1 ∧ p2 ), ((p1 ∨ p3 ) → p8 )} ` (p1 ∧ p8 )
d) {(p1 → ((p1 ∧ p2 ) → p3 )), (p1 ∧ p2 )} ` p3
e) {p1 } ` (p2 → ((p2 ∧ p1 ) ∨ p3 ))
f ) {(p1 → p2 ), (p2 → p3 )} ` (p1 → p3 )
g) {((p1 ∧ p2 ) → p3 ), (p1 → p2 )} ` (p1 → ((p1 ∧ p2 ) ∧ p3 ))
h) {(p1 → p2 ), (p1 → (p2 → p3 ))} ` (p1 → p3 )
i) {(p1 → p2 ), (p3 → p4 ), (p1 ∨ p3 )} ` ((p1 ∧ p2 ) ∨ (p3 ∧ p4 ))
j) {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p4 ), (p2 → p5 )} ` (p4 ∨ p5 )
k) {(p1 ∧ (p2 ∨ p3 )), (p1 → p4 ), (p2 → (p4 → p6 )), ((p3 ∧ p4 ) → p6 )} ` (p5 ∨ p6 )
l) {(p1 ∨ p2 ), (p3 → ¬p1 ), (p4 → p3 ), (¬p5 → p4 ), (p3 → ¬p2 )} ` p5
m) {(p4 → (p3 → ¬p2 )), p4 , (p3 → p2 )} ` ¬p3
n) {(¬p1 → p2 ), (p3 → (¬p1 → ¬p2 )), p3 } ` p1
ñ) {(p1 → p2 ), ((p2 ∨ p3 ) → p4 ), (p1 → ¬p4 )} ` ¬p1
o) {(p1 → (p2 ∨ p3 )), (p1 → p5 ), (p5 → ¬p2 ), (¬p7 → ¬p3 ), (p7 → ¬p5 )} ` ¬p1
p) {((p1 ∨ p2 ) → (p3 ∨ p4 )), ((p3 ∨ p4 ) → (p5 ∧ p6 )), p1 } ` p5
q) {(p1 ∧ p2 ), (p4 → ¬p2 ), (p3 → ¬p1 )} ` (¬p3 ∧ ¬p4 )
r) {(p1 → (p2 → ¬p3 )), (p1 → p3 )} ` (p1 → ¬p2 )

2. Demostrar que las siguientes reglas pueden aceptarse como derivadas (el estudiante
podrá usarlas apenas lo demuestre).

modus tollens (MT) contraposición transitiva


(A → B) (A → B)
¬B (A → B) (B → C)
¬A (¬B → ¬A) (A → C)

silogismos disyuntivos dilemas disyuntivos de morgan


(A ∨ B) (A ∨ B)
(A ∨ B) (A ∨ B) (A → C) (A → C)
¬A ¬B (B → C) (B → D) ¬(A ∨ B) ¬(A ∧ B)
B A C (C ∨ D) (¬A ∧ ¬B) (¬A ∨ ¬B)
200 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica

definición → definición ∧ definición ∨


(A → B) (A → B) (A ∧ B) (A ∧ B) (A ∨ B) (A ∨ B)
¬(A ∧ ¬B) (¬A ∨ B) ¬(A → ¬B) ¬(¬A ∨ ¬B) (¬A → B) ¬(¬A ∧ ¬B)

3. a) Si un teorema es de la forma (A ∨ B), ¿son A y B necesariamente teoremas?


b) Si un teorema es de la forma (A ∧ B), ¿son A y B necesariamente teoremas?

4. Sean A, B y C fórmulas tales que C es consecuencia sintáctica del conjunto {A, B}.
Demostrar que (A → (B → C)) es un teorema.

5. Sea Γ un conjunto de fórmulas tal que:


i) Todos los teoremas pertenecen a Γ .
ii) Para cualesquiera dos fórmulas A y B, si A y (A → B) pertenecen a Γ , entonces B
pertenece a Γ .

a) Mostrar que si A y B pertenecen a Γ , entonces (A∧B) pertenece a Γ .


b) Mostrar que si A y ¬A pertenecen a Γ , entonces toda fórmula del lenguaje LP
pertenece a Γ .

6. ¿Cuántos pasos como mínimo tiene una derivación en deducción natural de un teorema
que tenga diez mil ocurrencias de constantes lógicas?

7. a) Demuestre que la concatenación de dos derivaciones, una a partir de Γ1 y otra a


partir de Γ2 es una derivación a partir de Γ1 ∪ Γ2 .
b) Demuestre que la secuencia que se obtiene al alternar líneas de dos derivaciones
como las de la parte anterior, respetando el orden y sin omitir ninguna es una
derivación a partir de Γ1 ∪ Γ2 .
c) Demuestre que en general, al alterar el orden en una derivación no se obtiene
una derivación.
d) Demuestre que cualquier secuencia finita de fórmulas es una derivación de su
última fórmula a partir de algún conjunto.

8. Demuestre que en la derivación de cualquier teorema se utiliza la introducción del


condicional o de la negación.

9. Dadas las siguientes premisas, elija una de las opciones como conclusión que se
sigue de ellas. Demuestre, traduciendo al lenguaje LP y evaluando la relación de
consecuencia sintáctica, que efectivamente el argumento así formado es correcto
lógicamente.

a) Si hay agua en el planeta entonces es probable que haya vida en él.


O no hay actividad atmosférica en el planeta o no hay agua en él.
7.9 Ejercicios 201

No es probable que haya vida en el planeta.

Posibles conclusiones:

Hay actividad atmosférica en el planeta.


No hay actividad atmosférica en el planeta.
No hay agua en el planeta.

b) Si hay viento entonces, si no llueve, el incendio se extenderá.


Hay viento o no llueve.
Es necesario que la lectura del higrómetro descienda para que no llueva.
La lectura del higrómetro no desciende.

Posibles conclusiones:

El incendio se extenderá.
Si no llueve, el incendio se extenderá.
El incendio no se extenderá.

10. Demuestre que son equivalentes:


a) Para ninguna fórmula A, A ∧ ¬A es teorema.
b) Existe una fórmula A que no es teorema.
c) Existen Γ y A tales que Γ 0 A

11. a) Se ha atribuido a un político la frase: “Si [se] es de izquierda no [se] es corrup-


to y si [se] es corrupto no [se] es de izquierda”. Claramente, desde el punto
de vista de la lógica proposicional clásica se trata de un pleonasmo, ya que
{(p → ¬q)} ` (q → ¬p), de modo que la segunda mitad de la frase se puede
inferir de la primera. ¿Sucede lo mismo en lógica intuicionista? Justifique.
b) ¿Sería el mismo caso si hubiera dicho una instancia de “Si no se es A se es B y si
no se es B se es A”? Justifique.

12. Suponga que en un sistema formal existe la regla de inferencia

A
A

¿Es necesariamente esta regla inútil, es decir, si tenemos un sistema que incluye esta
regla y consideramos el sistema que se obtiene al eliminarla, ambos sistemas tendrán
los mismos teoremas?

Вам также может понравиться