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Miguel Molina
Umberto Eco
Copyright © 2016 Miguel Molina
A la memoria de mi padre, Carlos, quien siendo yo niño me dijo que me conven-
dría hacer un curso de Lógica. Creo que le hubiera gustado ver que la vida, por caminos
tortuosos, me llevó a cumplir su recomendación, quizá en una forma que no imaginó al darla.
A mi madre, Mirta, sin cuyo apoyo constante me hubiera sido imposible llegar a estar
en condiciones de realizarlo.
IV
La imagen de tapa y contratapa pertenece a un manuscrito del siglo XIII que contiene
Sophistici Elenchi, Topica, Analytica Priora y Analytica Posteriora de Aristóteles y se encuentra
en la Royal Collection de la British Library. Ha sido puesta en Internet bajo una Creative
Commons CC0 1.0 Universal Public Domain Dedication y se encuentra en
http://www.bl.uk/catalogues/illuminatedmanuscripts/ILLUMIN.ASP?Size=mid&IllID=
56510
Este libro fue realizado en LATEX a partir de la plantilla The Legrand Orange Book, creada
por Mathias Legrand y modificada por Vel para el sitio http://www.latextemplates.com.
Esta plantilla se encuentra bajo licencia CC BY-NC-SA 3.0 y se accede a ella en
http://www.latextemplates.com/template/the-legrand-orange-book.
Para el texto se ha utilizado la fuente Palatino; para los caracteres matemáticos la fuente
Euler Virtual Math; para los títulos, índices y encabezados de página la fuente Opensans y
se han elegido numerales antiguos para todas las instancias, desde la paginación hasta los
diagramas.
Palatino es creación del gran diseñador de fuentes Hermann Zapf, inspirada en tipos
renacentistas y nombrada en honor al maestro calígrafo Giovambattista Palatino (Rossano,
Calabria, c.1515). Como todas las fuentes humanistas, tiene eje inclinado y trazo modulado,
recordando las letras trazadas a mano con una pluma.
Euler Virtual Math está basada en el tipo Euler, otra creación de Zapf, hecha por encargo
de Donald Knuth, e intenta reproducir la grafía matemática escrita en una pizarra, en la que
las variables no van inclinadas.
Los numerales antiguos, puestos en un mismo renglón, no se presentan alineados.
Las cifras alineadas son una creación relativamente reciente, inventada para facilitar la
revisión de documentos contables y que recién llegó a la imprenta en 1788. A pesar de
lo acostumbrados que estamos a ellos, son chocantes cuando se encuentran en medio de
un texto y su presencia imprimiría un aire demasiado moderno a la estética de un libro
dedicado a una ciencia de tradición milenaria.
La fuente Opensans es una sans serif humanista creada por Steve Matteson.
A pesar de mis esfuerzos, persisten cuestiones de diseño tipográfico que me gustaría
mejorar. Pero algún día debía dejar de corregir. Todo comentario, sugerencia o advertencia
de error, será bienvenido a mmolina@fhuce.edu.uy o a migmolus@gmail.com.
Agradecimientos
para un curso de este nivel, aunque este libro en particular no fue pensado a partir de ellas,
que se pueden leer en el importante documento Guidelines on Logic Education1 , sino que se
nutre por un lado de la tradición de la enseñanza de la lógica en la Facultad y por otro de
lecturas y reflexiones personales, además de intercambios de ideas con los compañeros del
Departamento de Lógica y Filosofía de la Lógica.
Vale la pena mencionar que tan pronto como se ha considerado que se tienen elementos
para ello, se ha intentado establecer puentes entre los contenidos lógicos del curso y
ciertos aspectos particulares que atañen a la filosofía, esperando mostrar al estudiante
que la lógica no es una disciplina aislada de sus otros posibles centros de interés. Estos
intentos aparecen bajo la forma de “excursos”, secciones autocontenidas dedicadas a temas
estrictamente filosóficos en los que la lógica se puede aprovechar en forma fructífera. Así, la
metafísica se hace presente al considerar la adecuación de la lógica intuicionista para las
filosofías antirrealistas y en la crítica que Russell hace a la lógica aristotélica; la filosofía del
lenguaje aparece al considerar los contextos indirectos fregeanos en conexión con las reglas
sustitucionales y en la teoría de las descripciones definidas de Russell, y la teología en un
análisis de la versión cartesiana del argumento ontológico.
El establecimiento de estas conexiones es prácticamente la única esperanza de que
alguien no particularmente interesado por la filosofía de la lógica o la matemática considere
la posibilidad de profundizar sus estudios de lógica, y no tenemos derecho a privarle de esa
tentación.
En el epílogo se ofrecen consideraciones bastante personales, que no tienen más valor
que el de ser las opiniones de alguien que ha pensado lo que dice, acerca del papel que
cumple la lógica en la filosofía, su uso correcto en la evaluación argumental, y su valor
formativo.
Todo el libro está escrito en una forma muy cercana a los modos orales de comunicación,
sin presuponer conocimientos previos e intentando motivar cada uno de los conceptos
introducidos. No requiere ninguna formación matemática previa, excepto elementos básicos
de teoría intuitiva de conjuntos, que la mayoría de los estudiantes conoce. No quiere decir
esto que carezca de rigor. Tiene el suficiente y quizá más que el necesario para un curso de
estas características, pero no se confunde aquí rigor con notación compacta y abtrusa, o con
explicaciones parcas o inexistentes.
A pesar de haber sido fuente de enorme placer, escribirlo también ha representado un
gran esfuerzo, que yo sentiría plenamente justificado si sirve para despertar el interés y la
admiración de un estudiante por este modo específico que la humanidad se ha dado de
examinar e inquirir el más humano de sus productos, el discurso racional.
1 Accesible en http://www.ucalgary.ca/aslcle/guidelines.
Índice general
I Lógica
1 ¿Lógica? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
1.1 Dos acertijos 3
1.2 Inferencias, proposiciones y argumentos 9
1.3 El problema de la calidad 13
1.4 Argumentos deductivos e inductivos 14
1.5 Lógica: primera aproximación 16
1.6 Una clase importante de argumentos válidos 17
1.7 ¿Qué es la lógica? 31
1.8 Ejercicios 32
II Lógica proposicional
3 Sintaxis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
3.1 Alfabeto 65
3.2 Fórmulas 68
3.3 El bloqueo de la ambigüedad estructural 70
3.4 El teorema de lectura única 73
3.5 Árbol de formación de una fórmula 76
3.6 Ejercicios 78
XII ÍNDICE GENERAL
4 Semántica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
4.1 Verdadero, falso e interpretaciones 82
4.2 Tautologías, contradicciones y contingencias 84
4.3 Tablas de verdad 85
4.4 Asignaciones proposicionales e interpretaciones 88
4.5 Modelos y contramodelos 90
4.6 Vuelta a la biblioteca 93
4.7 ¿Decir lo mismo? Equivalencia 94
4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos 97
4.9 Ejercicios 104
8 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205
9 Sintaxis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209
9.1 Alfabeto 209
9.2 Fórmulas 214
9.3 El teorema de lectura única 219
9.4 Árbol de formación de una fórmula 220
9.5 Lenguajes de Primer Orden 221
9.6 Ejercicios 223
10 Semántica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
10.1 Interpretaciones 225
10.2 Estructuras 228
10.3 Valores de verdad bajo una interpretación 230
10.4 Modelos, fórmulas válidas, tautologías 235
10.5 Conjuntos satisfacibles e insatisfacibles 239
10.6 Ejercicios 245
IV Metateoría
14 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325
15 Corrección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 327
15.1 La demostración 327
15.2 Consecuencias de la corrección 335
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 366
1 ¿Lógica?; . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
1.1 Dos acertijos
1.2 Inferencias, proposiciones y argumentos
1.3 El problema de la calidad
1.4 Argumentos deductivos e inductivos
1.5 Lógica: primera aproximación
1.6 Una clase importante de argumentos válidos
1.7 ¿Qué es la lógica?
1.8 Ejercicios
E lógica?”. Como el lector imaginará, no se trata de una pregunta que admita una
respuesta a la vez correcta, comprensible para quien la desconoce a priori y que se
pueda dar en pocas líneas. Así es que comenzaremos un recorrido tendiente a responderla,
en el cual revisaremos variados elementos necesarios para ello.
Por poco contacto que hayamos tenido con la ciencia de la lógica, sabemos que esta tiene
relación con el razonamiento. Vamos, por tanto, a comenzar nuestro recorrido resolviendo
algunos problemas y acertijos, con la esperanza de que esa actividad, que seguramente será
divertida, nos ayude a aproximarnos a una comprensión cabal de qué es la lógica.
4 5 4 5
1 1
4 4
Antes de dar las reglas que nos permitirán determinar cuáles cuadrados deben quedar
negros y cuáles no, introduzcamos dos términos que nos serán útiles: diremos que las
casillas negras representan agua, mientras que las blancas representan islas.
Las reglas son:
1. Toda casilla debe quedar al final en negro (agua) o en blanco (o sea, formar parte de
una isla o ser ella misma una isla).
1 http://es.wikipedia.org/wiki/Nurikabe, consultada el 4 de agosto de 2013.
4 Capítulo 1. ¿Lógica?
2. Todas las casillas que representan agua deben quedar conectadas; es decir se debe
poder ir desde cualquier casilla con agua hasta cualquier otra también con agua sin
pasar jamás por una isla. La conexión se da a través de los lados. Si dos casillas con
agua comparten un vértice pero no un lado, ese contacto no cuenta como conexión.
3. No debe quedar ningún cuadrado de 2 por 2 formado solamente por casillas con agua.
4. Cada casilla numerada debe estar en una isla formada por tantas casillas como indica
su número. Las islas están formadas por casillas conectadas por un lado. Ninguna isla
debe tener más de una casilla numerada en su interior.
Observe que en la solución ofrecida se cumplen todas las condiciones impuestas por
las reglas. Examinemos ahora la resolución de un nurikabe. En las figuras hemos agregado
un sistema de coordenadas a la grilla (letras para las columnas, números para las filas),
de modo que podamos referir a cada casilla individualmente. La disposición inicial es la
siguiente:
5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e
Podemos resolver el problema de descubrir cuáles casillas tienen agua siguiendo este
razonamiento:
paso 1: Observe la casilla a2. Según la regla 4, esa casilla debe constituir por sí sola una
isla. Por lo tanto, debe estar completamente rodeada de agua. Por eso, se deduce que las
casillas a1, b2 y a3 tienen agua.
5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e
5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e
paso 3: La regla 2 indica que todas las casillas que tienen agua deben estar conectadas.
Para que las casillas con agua a1, b5 y d5 no queden aisladas, es necesario que haya agua en
b1, b4 y d4.
5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e
paso 4: Por regla 4, en a4 no puede haber agua, para conformar la isla de a5. Entonces,
la única forma de que el agua de a3 no quede aislada es que haya agua en b3.
5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e
paso 5: Por regla 4, las casillas c4 y c5 deben conformar una isla, de manera que en c3
debe haber agua.
5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e
paso 6: Por regla 4, las casillas e5, e4 y e3 deben conformar una isla, de manera que en
d3 y e2 debe haber agua.
6 Capítulo 1. ¿Lógica?
5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e
paso 7: Por regla 4, la casilla c2 forma parte de una isla de 3 casillas, que solo pueden
ser c1, c2 y d2 o c2, d2 y d1. Y no hay más islas. En cualquiera de los dos casos, en la casilla
E1 hay agua, y por tanto, en e1 hay agua.
5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e
paso 8: Por regla 2, el agua de las casillas e1 y e2 debe quedar conectada con el resto
del agua que aparece en la grilla. La conexión puede hacerse o bien a través de e3, pero en
este caso la isla de e5 quedaría con dos casillas, no con tres; o bien a través de d1 y c1, pero
en este caso la isla de c2 quedaría con dos casillas, no con tres; o bien a través de d2. Esta
es la única posibilidad de no violar las reglas. Entonces, hay agua en d2 y con esto queda
resuelto el nurikabe propuesto.
5 2 2 3
4
3
2 1 3
1
a b c d e
El oso
El problema del oso es muy famoso. Fue votado como uno de los diez acertijos más
conocidos en la lista de correo Snark, dedicada a los juegos de ingenio2 , y considero poco
probable que el lector no lo conozca. Sin embargo, será valioso analizarlo. El acertijo se
enuncia así:
Es muy probable que si el lector conoce el acertijo, recuerde que en la versión por él conocida
aparecía un cazador. Pero aquí analizaremos el pelaje del animal que pasea tranquilamente,
sin que nadie lo moleste.
Parece que de los datos no podemos inferir nada sobre el color del oso. Después de todo,
saber que algo se movió así o asá no parece decir nada acerca de su color. Pero examinemos
el enunciado con más detenimiento. Tiene algo extraño: se nos dice que el oso comienza y
termina su recorrido en el mismo punto. Hagamos un diagrama, suponiendo que el oso
parte de A:
A D
10 km 10 km
B 10 km C
Obviamente, esto no puede ser. Aparentemente, el problema está mal planteado, ya que
el oso no empieza y termina su recorrido en el mismo punto, sino en un punto que dista 10
kilómetros de donde partió.
Pero en realidad, el problema es nuestro, ya que este diagrama representa el recorrido
del oso en un plano, y hace ya algún tiempo que la humanidad sabe que no vive en un
planeta con forma de plato. Por lo tanto, una representación más adecuada sería la siguiente:
2 Seguramente, la mejor lista de correo para compartir acertijos en español. Para inscribirse: http://mailman.
uba.ar/mailman/listinfo/snark.
8 Capítulo 1. ¿Lógica?
A D
B
C
W E
Ahora vemos que no es verdad, en general, que el oso termine a 10 kilómetros de donde
empezó. Y también es obvio dónde puede empezar su recorrido el oso para cumplir las
condiciones impuestas por el acertijo:
N
A=D
B
C
W E
Aparentemente, el oso partió del Polo Norte y volvió allí. Nunca estuvo a una distancia
mayor a 10 kilómetros del polo. ¿Es necesariamente esto así? Tal vez el lector no resuelva
problemas de geometría esférica todos los días, de modo que adelantamos la respuesta: no, el
oso también puede moverse en las inmediaciones del Polo Sur. Considere lo siguiente: existe
un paralelo en el hemisferio sur cuya circunferencia mide exactamente 10 kilómetros. El oso
puede haberse encontrado 10 kilómetros al norte de ese paralelo al comenzar su recorrido. Al
caminar 10 kilómetros al sur, llega a ese paralelo, luego lo recorre completamente caminando
siempre hacia el este, con lo que vuelve al punto en que llegó a ese paralelo caminando
10 kilómetros, y al moverse al norte 10 kilómetros vuelve al punto de partida. La figura
siguiente muestra una posible trayectoria del oso (en una escala exagerada):
1.2 Inferencias, proposiciones y argumentos 9
E W
Y no hay más lugares donde pueda estar el oso para cumplir con el enunciado del
acertijo. Entonces, ni siquiera sabemos dónde está el oso. Sin embargo, en la Antártida (que
es donde se mueve el oso si está en el hemisferio sur) no hay osos. Por lo tanto, el oso se
mueve en las inmediaciones del Polo Norte. Así que, ¿de qué color es el oso? La respuesta
parece obvia: si está en las inmediaciones del Polo Norte, debe ser un oso polar, y por lo
tanto, blanco.
Es verdad que se considera que esa es la respuesta correcta al acertijo, y en cierto sentido,
lo es. Pero, ¿realmente el oso tiene que ser blanco?
En realidad, si pensamos bien, el problema es totalmente equivalente, en cuanto a lo
relevante, a “Hay un oso en el Polo Norte o muy cerca del Polo Sur. ¿Cuál es su color?”.
Nadie discutirá que es sumamente razonable responder que es blanco. Pero evidentemente,
no es absolutamente seguro que el oso sea blanco, aun si está en el Polo Norte. Podría ser
un oso grolar, un híbrido raro de oso polar y oso pardo, que tiene características de sus dos
padres y su pelaje a veces no es blanco. Podría ser un oso pardo, perdido por allí. Podría
ser de cualquier color, en realidad. Por improbable que parezca, podría ser un oso polar
al que alguien haya pintado de rojo. Esto sin contar con que el enunciado del problema
es compatible con que el oso esté en el hemisferio sur, en cuyo caso no tendríamos razón
alguna para afirmar que es de un color u otro. Por supuesto, es muy poco razonable decir algo
como que el oso es rojo. Pero es posible que el oso no sea blanco, por más que haya caminado
10 kilómetros al sur, luego 10 kilómetros al este, luego 10 kilómetros al norte y haya vuelto
a su punto de partida.
información que nos dieron, una relación que no es fácil de precisar, pero que podemos
presentar, en una primera aproximación así: en caso de que la información proporcionada sea
correcta, la conclusión es muy plausible.
Vamos a llamar inferir a la actividad de extraer una conclusión de una información dada.
La inferencia correspondiente será la información dada junto con su conclusión, siempre que
distingamos la conclusión de la información dada.
Es esta una definición muy amplia. Supongamos que estoy en mi casa, ya acostado, y
siento hambre. Me levanto sin encender la luz y me dirijo a la cocina. Antes de llegar, siento
un ruido de arrastre junto con un agudísimo dolor en el dedo meñique del pie derecho.
Infiero que me llevé por delante un mueble. En este caso, buena parte de la información
relevante para extraer la conclusión está presentada en una forma dolorosamente sensorial,
no lingüística. Por otro lado, si al otro día le cuento a un amigo “Anoche estaba ya acostado
y me vino hambre. Me levanto sin prender la luz, doy un par de pasos y ¡pah! sentí que me
arrancaban el dedo chiquito del pie derecho . . . ”, y mi amigo me interrumpe diciendo “¡Ja!
Te llevaste un mueble por delante.”, él ha concluido lo mismo que yo, pero lo ha hecho desde
información presentada en forma lingüística, mediante un lenguaje, en este caso, el español.
Como veremos en breve, vamos a interesarnos exclusivamente por las inferencias en las que
la conclusión surge o se extrae a partir de fragmentos lingüísticos, es decir, de expresiones
de algún lenguaje, y llamaremos argumentos a estas inferencias. Desde este punto de vista,
un argumento quedará determinado por un conjunto de expresiones lingüísticas: las que
contienen la información dada, y la que contiene la conclusión.
Nos interesa volver a presentar la inferencia del nurikabe bajo esta luz. Para hacerlo,
definamos algunos términos. Por “nurikabe de 5 por 5” entendemos una grilla cuadrada de
5 casillas de lado, en la cual algunas casillas contienen números. En un nurikabe 5 por 5
etiquetamos las columnas como a, b, c, d y e (en ese orden) y las columnas como 1, 2, 3, 4 y
5 (en ese orden). Por “casilla xy” significamos la casilla que se encuentra en la columna x y
en la fila y. Dos casillas diferentes se llamarán contiguas si comparten un lado, y diremos
que dos casillas α y ω están conectadas por negras (blancas) si hay una sucesión de casillas
negras (blancas) tal que cada casilla –excepto la primera– es contigua a la anterior, todas
las casillas de la sucesión son negras (blancas) y la primera casilla de la sucesión es α y la
última es ω.
Podemos mostrar así la inferencia colocando la conclusión bajo una línea horizontal
sobre la cual se encuentran las expresiones que contienen la información dada:
inferencia del nurikabe
En un nurikabe de 5 por 5, en la casilla a2 hay un 1; en las casillas a5 y c5 hay un 2;
en la casilla e5 hay un 3 y ninguna casilla, además de estas, contiene un número. Toda
casilla del nurikabe es blanca o negra (y no ambas cosas). Todas las casillas negras están
conectadas por negras y no hay cuatro casillas negras que ocupen la intersección de dos
filas consecutivas con dos columnas consecutivas. Si una casilla contiene el número n
es blanca y existen exactamente n − 1 casillas blancas que no tienen número y están
conectadas con ella. Además, todas las casillas blancas que no contienen un número
están conectadas por blancas con exactamente una casilla que sí contiene un número.
Las casillas a2, a4, a5, c1, c2, c4, c5, d1, e3, e4, e5 son blancas; las restantes son negras.
1.2 Inferencias, proposiciones y argumentos 11
El oso es blanco.
Ahora veremos qué características tienen las expresiones lingüísticas que nos proporcio-
nan la información necesaria para hacer inferencias y las que sirven como conclusiones.
Hay una clase de expresiones que tienen la característica de que podemos decir de ellas
que son verdaderas o falsas. La clasificación de las expresiones según los cánones de la
gramática española no nos ayudará demasiado a identificarlas. Por lo tanto, apelaremos a
nuestra condición de hablantes competentes de la lengua para identificarlas.
Podemos hacer una lista en dos columnas, y reconocer inmediatamente que de las
expresiones de la izquierda podemos decir que son verdaderas o falsas, mientras que de las
expresiones de la derecha no podemos decir lo mismo.
la naturaleza de las proposiciones en este mismo punto y continuamos con nuestro camino,
no sin antes indicar al lector interesado que puede encontrar una somera discusión sobre el
problema con referencias para profundizar en [Gra90].
¿Y por qué nos dedicamos a hablar de proposiciones? Estamos interesados en las
proposiciones porque vamos a acotar nuestro análisis a inferencias en las que la información
aportada, así como la conclusión están dadas a través de expresiones lingüísticas que
expresan proposiciones, o sea, a argumentos. Es más, consideraremos que lo esencial en los
argumentos no son las expresiones lingüísticas, sino las proposiciones que expresan. Que
esto es razonable queda claro considerando los dos argumentos siguientes:
Argumento 1 Argumento 2
Está lloviendo. Llueve.
Debo salir a la calle. Tengo que salir a la calle.
No tengo el paraguas aquí. Estoy sin mi paraguas.
Me mojaré. Me voy a mojar.
Hay un sentido en el que nos gustaría decir que ambos argumentos son el mismo. Este
sentido se podría expresar groseramente diciendo que se concluye lo mismo en ambos
a partir de la misma información. Y si aceptamos que los argumentos son conjuntos de
proposiciones con una destacada como conclusión, y que las proposiciones correspondientes
son las mismas, aunque sus expresiones lingüísticas son diferentes, parece indiscutible que
también debemos identificar ambos argumentos.
De ahora en adelante, las expresiones lingüísticas nos interesarán fundamentalmente en
tanto expresan proposiciones, y más aun, cometiendo un abuso de lenguaje, hablaremos de
las expresiones como si fueran proposiciones. Diremos, por ejemplo,
La proposición “Salió el sol”
queriendo significar la proposición expresada por la oración “Salió el sol”.
Continuando con este proceso de acercamiento gradual a nuestro objeto, reformulemos
lo que es un argumento a la luz de lo que hemos dicho sobre proposiciones:
un argumento es un par formado por
1. un conjunto de proposiciones llamadas premisas.
2. una proposición llamada conclusión.
Premisa 1
Premisa 2
..
.
Premisa n
Conclusión
Es importante recordar que tanto las premisas como la conclusión son proposiciones.
Por supuesto, los argumentos se expresan lingüísticamente, y así podemos referirnos a un
1.3 El problema de la calidad 13
determinado texto como un argumento. Pero es el mismo caso que el de las proposiciones,
es decir, el argumento, desde nuestro punto de vista, no es el texto que lo expresa sino el
par formado por el conjunto de proposiciones que el texto expresa y se llaman premisas, y
la proposición, también expresada por el texto, que llamamos conclusión.
Nos centraremos en los argumentos, ya que como veremos, de ellos es que se ocupa la
lógica.
No hay dudas de que este argumento es muy malo, y no vacilamos en decir eso porque
en caso de que las premisas sean verdaderas, es decir, si la información aportada por
las premisas es correcta, entonces la conclusión debe ser falsa. Consideremos este otro
argumento:
Este segundo argumento no parece ser tan malo como el anterior, pero sin embargo,
parece bastante malo. La información que las premisas aportan no es incompatible con la
ofrecida por la conclusión, como en el caso anterior. Sin embargo, la verdad de las premisas
no hace plausible la conclusión. Más bien, parece poco razonable afirmar la conclusión
en base a la información aportada por las premisas. Esto es así porque la única forma en
que la conclusión sea verdadera dada la información aportada por las premisas es que
tenga tres monedas iguales de 10 pesos cada una, y la información que las premisas dan es
compatible con muchos escenarios en los que eso no se cumple. Nos parece una conclusión
extremadamente poco segura, muy arriesgada. Veamos el siguiente argumento:
Este argumento no parece tan malo como el último. Por supuesto, es una inferencia
arriesgada, ya que la información aportada con las premisas es compatible con que tenga 13,
14 Capítulo 1. ¿Lógica?
14, 16, 17, 20, 21, 22, 25, o 30 pesos, y en cualquiera de esos casos la conclusión sería falsa.
Pero también es compatible con varios casos –no solo con uno, aquí radica la diferencia con
la inferencia anterior– en los que la conclusión sería verdadera. Como sea, la conclusión no
parece firmemente apoyada por las premisas, aunque el apoyo que recibe es mayor que en
la inferencia anterior. Veamos otra inferencia aun:
Este argumento parece bastante bueno. La información aportada por las premisas parece
apoyar en un grado muy alto la conclusión. En caso que las premisas sean verdaderas, la
conclusión lo será excepto solo en un caso: cuando las tres monedas que tengo sean de 1
peso cada una. Es una conclusión arriesgada, pero “sentimos” que el riesgo que asume es
pequeño. Y consideremos un último argumento con las mismas premisas:
Veamos cómo se articulan las premisas y la conclusión en este caso. Si tenemos tres
monedas, cada una de las cuales es de 1, de 2 , de 5 o de 10 pesos. ¿Cómo podría ser falsa la
conclusión? Un rápido análisis de las posibilidades nos convence de que es imposible que la
conclusión sea falsa si las premisas son verdaderas.
Eso indica que la calidad de este argumento es excelente, inmejorable. No arriesga nada,
la verdad de la conclusión está asegurada si está asegurada la de las premisas. En la próxima sección,
distinguiremos los argumentos que tienen esta característica de los demás.
Las numerosas veces que se han dejado caer dos cuerpos en el interior de un
tubo de vacío desde la misma altura han llegado al fondo al mismo tiempo.
Esta pluma y esta moneda serán dejadas caer desde la misma altura
en el interior de un tubo de vacío.
Esta pluma y esta moneda llegarán al fondo al mismo tiempo.
1.4 Argumentos deductivos e inductivos 15
Este argumento es excelente, en el siguiente sentido: tiene la misma virtud que el anterior,
de que la verdad de las premisas hace imposible la falsedad de la conclusión. Frente a este
argumento, si alguien quiere afirmar que la conclusión es falsa, solo tiene el camino de decir
que alguna de las premisas lo es, ya que, necesariamente, si las premisas fuesen verdaderas,
la conclusión también lo sería. Eso no sucede con el argumento de la pluma y la moneda.
Alguien puede a la vez aceptar que hasta el momento los cuerpos lanzados desde la misma
altura han llegado al fondo al mismo tiempo, pero negar que eso sucederá la próxima vez
que se lancen. No es una postura que parezca razonable, pero en principio, es posible que las
premisas sean verdaderas y la conclusión falsa en ese caso.
Vamos a introducir una distinción que a esta altura debe parecer muy natural y reviste
una fundamental importancia. Diremos que un argumento es válido si es imposible que su
conclusión sea falsa siendo verdaderas sus premisas. Otra forma de decir lo mismo es la
siguiente: un argumento es válido si es necesario que su conclusión sea verdadera si sus
premisas lo son.
La validez es, en cierto sentido, un grado máximo de virtud de un argumento: las
premisas dan apoyo total a la conclusión. Y como dado un argumento, sus premisas ofrecen
16 Capítulo 1. ¿Lógica?
apoyo total a su conclusión o no lo hacen, es una característica que los argumentos tienen o
no tienen, no hay grados en ello. No hay argumentos más válidos que otros, solamente hay
argumentos válidos y argumentos inválidos.
Un argumento que, además de ser válido, tiene premisas verdaderas, se llama sólido. Por
supuesto, los argumentos sólidos tienen conclusiones verdaderas.
Las inferencias o argumentos que no son válidos tienen diversos grados de bondad.
En este libro nos ocuparemos solamente de la cuestión planteada por la división de los
argumentos en válidos e inválidos. Básicamente, estaremos interesados en la determinación
de la validez de los argumentos. Cuando un argumento es válido, se lo llama deductivo.
Caso contrario, lo llamaremos inductivo o no deductivo3 . No está de más repetir que esta
cuestión no tiene nada que ver con la verdad de las premisas y la conclusión consideradas
aisladamente, sino con la cuestión de si la conclusión puede ser falsa siendo verdaderas
las premisas. Si la respuesta es “No”, el argumento es válido. Si es “Sí”, se trata de un
argumento inductivo.
El concepto introducido es tan importante que bien vale resaltarlo:
A veces esto mismo se expresa diciendo que en los argumentos válidos hay trasmisión
necesaria de la verdad de las premisas a la conclusión, pero creemos que esta forma de hablar
no es afortunada. Las premisas pueden perfectamente ser falsas, como hemos remarcado
varias veces. Incluso pueden ser tales que en ningún caso pudieran ser verdaderas. Por
supuesto, un argumento con premisas así será válido, porque es imposible que sus premisas
sean verdaderas y su conclusión falsa, ya que es imposible que sus premisas sean verdaderas.
La biblioteca
Si el lector ha disfrutado de la estupenda novela El nombre de la rosa, de Umberto Eco,
recordará que en ella el protagonista, Guillermo de Baskerville, debe resolver varios enigmas
en un ambiente dominado por la presencia de una maravillosa biblioteca. Allí hay una rígida
4 Elargumento, uno de los más brillantes de la historia de la filosofía (reconocer la brillantez de un
argumento no significa compartir su conclusión), fue dado por Hume en varias de sus obras, pero se encuentra
en forma compacta y clarísima en Compendio del Tratado de la naturaleza humana, disponible online en http:
//iesplayasanjuan.edu.gva.es/filosofia2bach/selectividad/humecompnh.pdf
18 Capítulo 1. ¿Lógica?
clasificación de las obras, con una sección dedicada a las heréticas, en las que la falsedad
campea y cuya libre circulación se considera muy peligrosa. Para acceder a ellas hay que
solicitar un permiso que rara vez se otorga.
Ficción por ficción, imaginemos que tenemos la suerte de llegar a una biblioteca medieval,
dedicada solamente a guardar las obras de dos famosos escritores, Veratius y Mendacius.
Ambos escribieron sobre temas muy arcanos, desconocidos en su totalidad por casi toda
la humanidad. Es común abrir uno de esos códices y encontrar frases como “El día que
murió Julio César un gladiador llamado Rufus encontró dos sestercios en la Vía Apia”,
o “Dios prefiere las biblias en códice a las biblias en rollo”. En general, casi todo lo que
escribieron está más allá de nuestras posibilidades de verificación. Pero sin embargo, la
posesión de esas obras es muy valiosa, porque todo lo que escribió Veratius es verdadero y todo
lo que escribió Mendacius es falso. Por eso, es muy importante, al leer uno de esos libros, saber
quién fue su autor. Sea el que fuere, la lectura nos dará conocimiento –si es que hacemos la
atribución de autoría correcta–. En esta biblioteca, los códices, manuscritos originales, están
dispuestos en estantes, y no tienen una marca de autoría que sea confiable en principio. En
general, en el primer folio dicen algunas cosas (escritas por el autor) que pueden permitir
hacer la atribución. Nuestro problema es clasificar los libros por autor en cada estante,
tarea que se ve dificultada porque ambos autores eran maestros calígrafos y –quizá por ser
hermanos gemelos– las maravillosas letras unciales que gustaban trazar son indistinguibles.
Recordemos que en esta biblioteca todo libro es de autoría de Veratius o de Mendacius, y
que todo lo que dicen las obras del primero es verdadero, mientras que todo lo que dicen las
del segundo es falso. Llamaremos “reglas de la biblioteca” a estas condiciones.
Un primer problema
En un estante hay tres códices. El título de uno es “Argos”, el de otro “Belerofonte” y
el del último “Casiopea”. Tomamos Argos y lo abrimos, con intención de leer el primer
folio. Para nuestra decepción, ha sido atacado por la humedad y parece haberse perdido
una parte clave de la información que podríamos obtener. Solo llegamos a leer
Argos
Este libro fue escrito por $ius
En buena parte de donde figuraba un nombre encontramos algo ilegible. Abrimos
Belerofonte, el que por suerte está mucho mejor conservado. Su primer folio dice
Belerofonte
En el primer folio de Argos su autor
afirmo que fue escrito por Mendacius
Casiopea
Belerofonte es un libro lleno de mentiras
Nos interesa especialmente saber quién es el autor de Casiopea, ya que hace mucho
tiempo queremos investigar sobre su tema, que es métodos de maquillaje de las nereidas.
¿Cómo podemos resolver este problema, si ninguno de los libros dice algo que sea
patentemente falso, como por ejemplo, “Dos más dos es igual a cinco” –en cuyo caso
sabríamos que el autor es Mendacius–, o patentemente verdadero, como “Esto es un ejemplo
de escritura” –en cuyo caso sabríamos que el autor es Veratius?
La clave está en imaginar qué es lo que podría haber originalmente en el folio que
encontramos corrompido. Supongamos el autor de Argos fuese Veratius. Si así fuese, no
podría escribir en su libro que el autor era Mendacius, porque estaría escribiendo algo falso.
Ahora supongamos que el autor de Argos fuese Mendacius. ¡Tampoco podría escribir que el
autor era él mismo, ya que Mendacius solo escribe cosas falsas! Y no hay otra posibilidad,
ya que en la biblioteca todos los libros son o bien de Veratius o bien de Mendacius. O sea,
en todos los casos posibles, el primer folio de Argos no podía decir que fue escrito por
Mendacius. Hemos deducido que ese folio no afirmaba que el libro era de Mendacius, aunque
la información dada en el problema no lo dice explícitamente. Es importante notar que
sabemos que en el primer folio de Argos no decía que era de Mendacius, pero no sabemos
si lo es o no. Sin embargo, esto nos permite resolver el problema de averiguar el autor de
Casiopea: en Belerofonte se dice que el primer folio de Argos afirmaba que había sido escrito
por Mendacius. Esto tiene que ser falso, es necesario que Belerofonte sea un libro lleno de
mentiras. Y eso es exactamente lo que afirma Casiopea, de modo que este está diciendo una
verdad, y por lo tanto su autor es Veratius.
Ahora que hemos entendido cómo funcionan las cosas en esa biblioteca tan extraña,
consideremos algunas situaciones particulares, de las cuales encontraremos unas sumamente
sencillas y otras no tanto. En cada caso, luego de resolverlas, haremos alguna reflexión sobre
lo que nos ha permitido hacer la inferencia conducente a la solución.
Todo lo contrario
En un estante se encuentran dos libros muy, muy viejos. Ambos han perdido su primer
folio, ni siquiera sabemos sus títulos, de modo que los llamaremos 1 y 2. A continuación se
muestra la primera oración de cada uno de ellos.
1
Dios existe
2
Dios no existe
de cada uno de ellos5 . Pero, por más que la creencia acerca de la existencia de Dios pueda
dividir las opiniones, hay algo que está más allá de toda disputa: uno de los libros fue escrito
por Mendacius, y el otro por Veratius.
Stricto sensu, esto es todo lo que podemos inferir a partir de los datos dados con absoluta
seguridad. Es claro que la conclusión de que uno es de Veratius y el otro de Mendacius
surge de que uno niega lo que el otro afirma. La proposición expresada por el segundo es la
negación de la expresada por el primero, y recíprocamente. En un par así, necesariamente una
de las proposiciones es verdadera y la otra falsa. Además, la palabra “no” en la construcción del
enunciado es la que nos indica que se está expresando la negación de la proposición anterior.
De modo que si el primer libro dice la verdad, el segundo miente, y recíprocamente. Por lo
tanto, uno de ellos es de Veratius y el otro de Mendacius. El problema de resolver cuál de
ellos es el de Veratius, queda para los libros de teología.
Dragones
Dragones es obra de Mendacius
y
Esfinge es obra de Mendacius
Clasificar estos libros es fácil. Se comprende inmediatamente que Dragones no puede
haber sido escrito por Veratius, porque en ese caso tendríamos a este autor escribiendo
algo falso, al atribuir la autoría del libro que escribe a Mendacius. Ahora que sabemos que
Dragones fue escrito por Mendacius, podemos determinar la autoría de Esfinge. Si Esfinge
también fuese una obra de Mendacius, resultaría que este habría escrito una verdad en el
primer folio de Dragones. Pero eso es imposible, de modo que Esfinge tiene que ser obra
de Veratius. Por lo tanto, la respuesta es que el autor de Dragones es Mendacius, y el de
Esfinge es Veratius.
Esta inferencia se basó en el hecho fundamental –y previamente conocido por nosotros,
como hablantes competentes del español– de que la proposición expresada en Dragones se
construyó a partir de las proposiciones más simples “Dragones es obra de Mendacius” y
“Esfinge es obra de Mendacius” conectadas con un “y”, y en esas condiciones, la proposición
constituida sería verdadera si y solo si lo fueran ambas constituyentes. Es algo que nos puede
parecer trivial, pero sin apelar a eso, hubiera sido imposible resolver el problema.
5 Y quizá haya algún lector de talante positivista, que adhiera al criterio empírico del significado y opine que
en realidad, lo enunciado son pseudoproposiciones y por tanto, carecen de valor de verdad. A un tal lector le
sugiero que sustituya los enunciados dados por “Hay vida en otros planetas” y “No hay vida en otros planetas”.
1.6 Una clase importante de argumentos válidos 21
Fe
Fe es obra de Mendacius
o
Gracia es obra de Mendacius
Como ya tenemos cierta práctica en esto de inferir la autoría de cada libro, decidimos no
abrir Gracia e intentar deducirla solo a partir de los datos que obtuvimos con Fe. Otra vez
la solución es fácil: supongamos que Fe fuese obra de Mendacius. En ese caso, Mendacius
habría escrito una verdad, ya que lo escrito significa que al menos uno de los dos libros
es de su autoría. Pero no puede ser que Mendacius escriba una verdad y por lo tanto, el
autor de Fe debe ser Veratius. Ahora bien, si Gracia también fuese obra de Veratius, este
habría mentido en el primer pliego de Fe, ya que hubiera escrito algo que implica que al
menos uno de los dos libros es de Mendacius, pero ninguno de los dos lo sería. Por tanto,
Gracia tiene que haber sido escrito por Mendacius. La solución es entonces que Fe es obra
de Veratius y Gracia es de Mendacius.
En esta ocasión, lo que resultó fundamental para encontrar la solución fue el reconoci-
miento de que la proposición expresada en Fe se componía por “Fe es obra de Mendacius”
y “Gracia es obra de Mendacius”, conectadas por un “o”, y de que en esas condiciones, la
proposición constituida sería falsa si y solo si lo fueran ambas constituyentes6 .
Si yo soy, él también
Y por fin encontramos un problema bastante más delicado. En una vitrina había dos
libros, con los hermosos títulos “Hades” e “Infierno”, ambos con fuertes cierres metálicos.
Luego de maniobrar un poco con ellos, encontramos que el primer pliego de Hades reza:
Hades
Si
Hades es obra de Ueratius
entonces
Infierno es obra de Ueratius
Con estos datos podemos inferir la autoría de ambos libros. ¿Cómo? (Se sugiere al lector
pensar cuidadosamente este problema antes de leer la solución; y cuando vaya a leerla,
hacerlo también con cuidado).
Comenzaremos contando una breve anécdota. Cuando yo era pequeño, la ley no prohibía
a los padres dar palmadas a los hijos. Según me contaron, antes de que cumpliera los dos
años, una vez estaba con mis padres caminando por la calle, y bajé de la vereda a la calzada.
Mi padre me levantó, me puso sobre la vereda y me dijo: “Si volvés a bajar a la calle, te
daré una palmada”. Caminamos un poco más, yo volví a bajar a la calle. . . Inmediatamente
6 Así hemos entendido el “o” en este caso. A veces se usa el “o” para significar que lo expresado será verdadero si y solo
si uno y solo uno de los constituyentes es verdadero. Hablaremos de eso más adelante.
22 Capítulo 1. ¿Lógica?
averigüé que mi padre había dicho la verdad. O sea, me dio una palmada. Es obvio también
que si yo hubiera bajado a la calle y mi padre no me hubiera dado la palmada, habría
mentido. ¿Cuál es la moraleja? Bueno, hay varias, pero aquí no nos interesa ni la de que a
veces las palmadas vienen bien, ni la de que los niños deben obedecer a los padres, sino
otra: al bajar a la calle estaba poniendo a prueba la veracidad de lo dicho por mi padre en
una forma en que no podía quedar sin respuesta. Si daba la palmada, había dicho la verdad;
si no la daba, había mentido, lo que podemos resumir en
Bajas a la calle Te daré una palmada Si bajas a la calle, te daré una palmada
Verdadero Verdadero Verdadero
Verdadero Falso Falso
Ahora bien, como bajo la suposición de que Hades fue escrito por Veratius se cumplen
(1) y (2), también, bajo esa misma suposición, debe cumplirse:
Infierno fue escrito por Veratius. (Porque así entendemos que se comporta la expre-
sión “si . . . entonces. . . ” de (2) junto con (1)).
Entonces, recapitulemos: Hemos demostrado que bajo la suposición de que Hades fue
escrito por Veratius, Infierno fue escrito por Veratius. Pero esto es lo que entendemos por si
1.6 Una clase importante de argumentos válidos 23
Hades fue escrito por Veratius, entonces Infierno fue escrito por Veratius. Hemos demostrado que
lo que está destacado en la oración anterior es verdadero, de manera que el primer pliego de
Hades dice una verdad. Por lo tanto, Hades fue escrito por Veratius. Y como lo escrito es que
si Hades fue escrito por Veratius, entonces Infierno también lo fue, y efectivamente Hades
fue escrito por Veratius, se sigue que Infierno también es obra de Veratius. La solución, por
tanto, es que ambos libros fueron escritos por Veratius.
Quizá el lector no esté del todo convencido. Habíamos advertido que era este un proble-
ma complicado. Continuemos pensando en él, para despejar algunos aspectos importantes.
Habrá observado que intenté establecer una analogía entre mi traumática experiencia
infantil y la estrategia seguida en la solución del problema. Parece que es correcto decir
que una vez que bajé a la calle, era inevitable saber si lo que mi padre me había dicho era
verdadero o no. Si me daba la palmada, era verdadero, si no me la daba, era falso. También
podemos conceder que no era necesario que yo bajara a la calle para saberlo. Bastaría que
tuviéramos la capacidad de saber una de estas dos cosas:
Si sabíamos (3), lo dicho por mi padre hubiera sido verdadero, y si sabíamos (4), lo dicho
por mi padre hubiera sido falso. Ahora bien, es bastante difícil que alguien supiera (3) o (4)
si yo no bajaba a la calle. En el caso del problema pasa algo análogo, y afortunadamente
podemos saber que
(5) Bajo la condición de que Hades sea obra de Veratius, Infierno también lo es.
Podemos saberlo porque la estructura del problema nos permite hacer una deducción
que culmina en (5). Es verdad que esto nos da motivos para afirmar que lo expresado en el
primer pliego de Hades es verdadero. Pero, podría decir alquien, ¿qué pasa si suponemos
que el autor de Hades es Mendacius? ¿Acaso se concluye algo que nos obligue a rechazar
que su autor es Mendacius? ¿Por qué no podemos decir que el autor de Hades es Mendacius,
que por lo tanto lo que dice el primer pliego es falso y dejar indeterminada la autoría de
Infierno o inclusive atribuírsela a Veratius o Mendacius, uno de los dos, a placer?
Una respuesta terminante sería que no podemos suponer que el autor de Hades es
Mendacius, porque ya hemos demostrado que lo que dice el primer pliego de ese libro es
verdad: si el autor de Hades es Veratius, entonces el autor de Infierno es Veratius. Eso nos obliga a
aceptar que Hades fue escrito por Veratius. Pero aun así, resta un sentimiento de extrañeza,
porque no se ve cómo culminaría nuestro razonamiento si supusiéramos que Hades fue
escrito por Mendacius. Intentaremos aclarar eso ahora.
Si nuestro análisis del problema es correcto, Mendacius nunca podría escribir una
proposición de la forma Si el autor de este libro es Veratius, entonces X, donde X es cualquier
proposición, porque si encontramos una proposición así escrita en un libro, razonamos en
forma totalmente análoga a la anteriormente expuesta, y concluimos que el el libro fue
escrito por Veratius y X es verdadera.
Entonces, alguien podría pensar así:
El hecho de que Mendacius nunca pueda escribir Si el autor de este libro es Veratius,
entonces X indica que esa proposición, suponiendo que la escribiera Mendacius,
24 Capítulo 1. ¿Lógica?
sería siempre verdadera, sin importar lo que sea X. En ese caso, lo que tenemos
es una proposición en la que lo que está entre el si y el entonces es falso, y la
proposición resulta ser verdadera, sin importar si X es verdadera o falsa. ¿Será
que todas las proposiciones del tipo Si A, entonces B, donde A es una proposición
falsa son verdaderas? Eso obligaría a aceptar que expresiones tan extrañas como
Si el sol es un planeta, entonces la Tierra es un planeta, o Si el sol es un planeta, entonces
la tierra es una estrella o aun Si los chanchos vuelan, los burros estudian filosofía, son
verdaderas. Aquí hay algo muy raro.
Si p, entonces q.
Por supuesto que estamos dispuestos a afirmar que esta proposición es verdadera, y no
necesitamos para ello saber el estado meteorológico. Veámoslo en general: supongamos que
el antecedente es una proposición construida conectando dos proposiciones con un “y”, y el
consecuente es una de esas mismas proposiciones. Si llamamos a esas dos proposiciones r y
s, la proposición que estamos analizando será de una de las dos formas:
(6) Si r y s, entonces r.
(7) Si r y s, entonces s.
La clave de este asunto es que parece obligado admitir que proposiciones de ese tipo
tienen que ser siempre verdaderas, sin importar si r es verdadera o falsa y si s es verdadera
o falsa. Supongamos entonces que r fuese verdadera y s falsa. En ese caso, tendríamos que
el antecedente de (6) es falso, y su consecuente verdadero; pero hemos acordado que (6) es
1.6 Una clase importante de argumentos válidos 25
verdadera. Por otro lado, tenemos que el antecedente de (7) es falso y su consecuente falso,
pero hemos acordado que (7) es verdadera. De aquí, si aceptamos que todas las proposiciones
con la forma Si p, entonces q dependen, para ser verdaderas o falsas, únicamente de si p y q
lo son, debemos aceptar que todas las proposiciones de esa forma con antecedente falso son
verdaderas.
Consideremos otro argumento: supongamos que se da lo siguiente, que no es una
proposición
Esto no es una proposición, ya que A y B no son nombres, sino que están para indicar
que los podemos sustituir por nombres. “A es el padre de B” no tiene valor de verdad. Pero
si se sustituyen A y B por nombres de personas, se obtendrá una proposición. Y estamos
muy inclinados a decir que sin importar por cuáles nombres de personas sustituyamos A y B en
el esquema de oración destacado, obtendremos una proposición verdadera.
Bien, sustituyamos A por “Sócrates” y B por “Wittgenstein”. Obtenemos una proposición
del tipo analizado, con antecedente falso y consecuente verdadero. Pero habíamos acordado
que la proposición obtenida sería verdadera. Si sustituimos A por “Sócrates” y B por “Tales”,
obtenemos una proposición con antecedente y consecuente falsos, pero habíamos acordado
que sería verdadera. Del mismo modo que en el argumento anterior, bajo la suposición de
que todas las proposiciones con la forma de la analizada son verdaderas o falsas solo según
si su antecedente y consecuente, debemos aceptar que todas las proposiciones con de esa
forma con antecedente falso son verdaderas.
Un último argumento: supongamos que aceptamos
Las tres condiciones que acabamos de listar parecen aceptables. Tal vez no sea evidente,
pero si las aceptamos estamos obligados a aceptar que las expresiones de la forma Si p,
entonces q, en las que p es falsa, son verdaderas. Veámoslo:
Si no aceptamos que esas expresiones serán verdaderas cuando p es falso, solo tenemos
tres posibilidades, que consideraremos de a una.
Supongamos que aceptamos que la proposición Si p, entonces q será falsa si p es falsa y q
verdadera, y será verdadera si tanto p como q son falsas. Nos quedaría este esquema:
p q Si p entonces q
verdadera verdadera verdadera
verdadera falsa falsa
falsa verdadera falsa
falsa falsa verdadera
26 Capítulo 1. ¿Lógica?
Pero esto viola la condición 3, como el lector sabrá apreciar. Dadas p y q cualesquiera,
se le atribuye la misma calidad de verdadero o falso tanto a Si p, entonces q como a Si q,
entonces p.
Otra posibilidad sería aceptar el esquema siguiente:
p q Si p entonces q
verdadera verdadera verdadera
verdadera falsa falsa
falsa verdadera falsa
falsa falsa falsa
Pero nuevamente se viola la condición 3. De modo que sin aceptar que el antecedente
falso haga que el compuesto sea verdadero solo nos queda probar este esquema:
p q Si p entonces q
verdadera verdadera verdadera
verdadera falsa falsa
falsa verdadera verdadera
falsa falsa falsa
proposición del tipo “Si esta obra es de Veratius, entonces X”, ya que sin importar cuál
proposición sea X, estaría escribiendo una verdad. También vemos que si yo no hubiera
bajado a la calle, mi padre hubiera dicho la verdad, me diera la palmada o no.
Todos o ninguno
Y finalmente llegamos a un estante con dos libros, cuyos títulos son “Koiné” y “Lenguas”.
En el primer pliego de Koiné se leía
Koine
Koine es obra de Ueratius
si y solo si
Lenguas es obra de Ueratius
Pensando un poco, podemos darnos cuenta de que lo que esta oración expresa es que
tanto Koiné como Lenguas fueron escritos por el mismo autor. Separemos el enunciado en
dos partes:
O sea, según lo que dice, si Lenguas es obra de Veratius, Koiné también lo es. No puede ser
que Lenguas sea obra de Veratius y Koiné de Mendacius.
Esta expresión, “solo si” está diciendo que la única circunstancia bajo la que Koiné es obra
de Veratius es la de que Lenguas lo sea. En otras palabras, no puede ser que Koiné sea obra
de Veratius y Lenguas de Mendacius. Quedan excluidos los dos casos en los que los libros
son de autores distintos. Por lo tanto, la proposición escrita en el primer pliego de Koiné
equivale a la que afirma que ambos libros son del mismo autor.
Supongamos entonces que Koiné fue escrito por Veratius. Como el enunciado escrito
es verdadero, Lenguas también fue escrito por Veratius. Supongamos ahora que Koiné
fue escrito por Mendacius. En este caso el enunciado es falso, y por lo tanto, Lenguas no
puede haber sido escrito por él, sino que debe haber sido escrito por Veratius. Entonces, no
podemos saber quién escribió Koiné, pero en todos los casos posibles Lenguas fue escrito
por Veratius, y eso es lo que deducimos.
los problemas de la biblioteca. Ese aspecto se puede expresar así: las inferencias se basaron
fundamentalmente en nuestro entendimiento de la función de ciertas palabras en expresiones
complejas9 . Y estas palabras son muy particulares, porque si bien es casi imposible encontrar
un texto largo que no contenga alguna de ellas, si le preguntamos a alguien qué significan,
es muy probable que lo pongamos en un aprieto. Las palabras y expresiones a las que me
refiero son –considerando el acertijo en el que tienen un papel fundamental– no (Todo lo
contrario), y (Los dos mentimos), o (Acá hay un mentiroso), si . . . entonces . . . (Si yo soy, él
también) y . . . si y solo si . . . (Todos o ninguno). Como tal vez se haya quedado pensando en
el significado de una palabra “no”, consultemos el diccionario. Por supuesto, el lector bien
sabe que la palabrita “no” es salvajemente polisémica, de modo que nos quedaremos con la
primera acepción según el Diccionario de la Real Academia:
no.
(Del lat. non).
1. adv. neg. U. para negar, principalmente respondiendo a una pregunta.
Esa “U.” quiere decir “usado”. El diccionario nos dice para qué se usa. Es una palabra
que se usa para negar. Y esto es algo que ya sabíamos, pero sucede que muchas veces es
bueno reflexionar sobre las cosas que ya sabemos. Se usa para negar, y claramente, cualquier
proposición se puede negar. La negación de una proposición es otra proposición. Y además,
si una proposición es verdadera, su negación es falsa, y si una proposición es falsa, su
negación es verdadera. Esta reflexión nos indica algo obvio: si una proposición es verdadera,
la negación de su negación también lo será. De ese modo, este argumento es válido:
Los perros son mamíferos.
No es verdad que los perros no son mamíferos.10
Es válido porque es imposible que la premisa sea verdadera y la conclusión sea falsa,
ya que esta es la negación de la negación de aquella. Por supuesto, este otro argumento
también es válido:
La Tierra es plana
No es verdad que la Tierra no es plana.
Estamos viendo que hay toda una familia de argumentos válidos: aquellos que constan
de una premisa, y tienen como conclusión la negación de la negación de la premisa. Es
fácil considerar que este es un paso trivial, pero en realidad, es imposible sobrestimar su
importancia. Porque al darlo, nos estamos independizando del contenido concreto de las
proposiciones, y aseguramos que cualquier inferencia que tenga una determinada forma será
válida. Esa forma identificada es, siendo p cualquier proposición:
p
negación de la negación de p
9 Es
importante remarcar que lo fundamental no son esas palabras en sí, sino la función que ellas cumplen
contribuyendo a las condiciones de verdad de los enunciados en que se encuentran.
10 Observe las contorsiones lingüísticas necesarias para que la negación de la negación de “Los perros son
A partir de aquí, nos resulta natural requerir un modo cómodo y compacto de indicar la
negación de una proposición a la que se está designando con p. Los lógicos han adoptado
varios, y en este libro lo haremos anteponiendo el símbolo ¬ a la letra p. Así, podemos decir,
por ejemplo, que todos los argumentos de la forma
p
¬¬p
son válidos. Hemos trabajado partiendo de la palabra “no”, pero podemos hacerlo igual-
mente con las expresiones restantes sobre las que llamábamos la atención al principio. Cada
una de ellas determina, en los contextos que hemos analizado, aspectos formales que tienen
un impacto absolutamente central en la evaluación de algunos argumentos.
El problema llamado “Los dos mentimos” gira alrededor de la palabra “y”. Allí fun-
ciona conectando dos proposiciones, y basamos nuestra inferencia en el hecho de que la
proposición obtenida al conectar las dos anteriores por medio del “y” es verdadera si las
dos que se conectan lo son y falsa en otro caso. Llamemos “conjunción” a esa conexión
y simbolicemos la conjunción de dos proposiciones designadas con p y q como p ∧ q. El
lector podrá convencerse fácilmente de que todos los argumentos que tengan las siguientes
formas son válidos:
forma 1 forma 2 forma 3 forma 4 forma 5
p ¬¬p
q p∧q p∧q q ¬p
p∧q p q p∧q ¬(p ∧ q)
Por ejemplo, un argumento de la forma 4 es válido porque siempre que ¬¬p y q sean
verdaderas, serán ¬p falsa y q verdadera, o sea que tanto p como q serán verdaderas, y
en ese caso, p ∧ q es verdadera. Observe que al intentar expresar de esta manera la última
inferencia presentada, recurrimos a los paréntesis. Una reflexión ligera le mostrará qué
hubiera ocurrido en caso de no colocarlos. Trataremos el punto más adelante.
En el problema llamado “Acá hay un mentiroso” razonamos sobre lo que imponía la
palabra “o” en ese contexto. Al igual que “y”, sirve para conectar dos proposiciones. Allí
entendimos que la proposición que se obtenía sería verdadera si una de las conectadas lo
era: es decir, que solo sería falsa si las dos conectadas eran falsas. Es este un sentido inclusivo.
Por supuesto, en español a veces se usa la palabra “o” en un sentido exclusivo, significando
que lo afirmado es verdadero solo cuando exactamente una de las proposiciones conectadas
es verdadera. Un ejemplo claro de esto es cuando un padre le dice a un hijo, “Te compro
la tableta o te doy dinero para que viajes con tus amigos.” Quizá el padre tiene dinero
suficiente para hacer las dos cosas, pero está implícito que no hará las dos. Aclarado esto,
consignemos que si llamamos disyunción a la conexión hecha por el “o” inclusivo y la
simbolizamos mediante ∨, todos los argumentos con las formas siguientes serán válidos,
como el lector sabrá reconocer:
forma 1 forma 2 forma 3 forma 4 forma 5
¬p ¬p
p q p∧q p∨q ¬q
p∨q p∨q p∨q q ¬(p ∨ q)
30 Capítulo 1. ¿Lógica?
Por ejemplo, una inferencia de la forma 4 será válida, porque es imposible que q sea
falsa siendo ¬p y p ∨ q verdaderas: si q fuera falsa, al ser ¬p verdadera, sería también falsa
p. Así, p ∨ q sería falsa.
El problema llamado “Si yo soy, él también” fue el más trabajoso, y por mucho. En
él examinamos lo que sucedía con la proposición que se obtenía conectando otras dos
por medio de la expresión “si . . . entonces . . . ”. Afirmamos que, al menos en ese contexto,
entenderíamos que la proposición formada solo sería falsa en un caso: cuando la proposición
que llamábamos antecedente fuese verdadera y la que llamábamos consecuente fuese falsa.
Si llamamos “condicional” a esa conexión que se establece, y simbolizamos como p → q
a la proposición de antecedente p y consecuente q, todos los argumentos con las formas
siguientes serán válidos:
forma 1 forma 2 forma 3 forma 4 forma 5
p ¬q
p→q q ¬p ¬(p ∨ q) p→q
q p→q p→q p→q ¬p
Por ejemplo, todo argumento con la forma 5 será válido, ya que si ¬q y p → q son
verdaderas, tenemos, por un lado, que q es falsa y por otro que no se da a la vez que p sea
verdadera y q falsa. Entonces tiene que ser p falsa, y por lo tanto, ¬p verdadera.
Y el último acertijo ambientado en la biblioteca que consideramos, el titulado “Todos
o ninguno” fue resuelto una vez que establecimos que la expresión “. . . si y solo si . . . ”
conecta dos proposiciones de modo que la proposición formada es verdadera si las dos
proposiciones conectadas son verdaderas o si las dos son falsas; y es falsa si entre las dos
proposiciones conectadas una es verdadera y la otra falsa. Llamamos bicondicional a esa
conexión. Simbolizándola mediante ↔, podemos ver que todos los argumentos de las formas
siguientes son válidos:
forma 1 forma 2 forma 3 forma 4 forma 5
p ¬p p p↔q ¬p
q ¬q ¬q q p∨q
p↔q p↔q ¬(p ↔ q) p ¬(p ↔ q)
Podríamos examinar la forma 5 considerando nuevamente el comportamiento de la dis-
yunción, pero preferimos hacerlo de la siguiente manera: Observe la forma que numeramos
4 al ejemplificar la disyunción. Tiene el mismo esquema de premisas que esta, y conclusión
q. Entonces, sabemos que si las premisas son verdaderas, q tiene que ser verdadera. Pero
además, si las premisas son verdaderas, obviamente ¬p es verdadera, de modo que p es
falsa. De modo que, al ser q verdadera y p falsa, es p ↔ q falsa, y por lo tanto, ¬(p ↔ q)
verdadera.
A esta altura, debería ser evidente que gracias a la identificación de la forma, tenemos
la posibilidad de afirmar que algunas inferencias son válidas, de darles “certificado de
calidad”, por decirlo de algún modo. Por ejemplo, podemos decir que el argumento
Miguel se levantará temprano hoy si y solo si entra a trabajar temprano hoy.
Miguel entra a trabajar temprano hoy.
Miguel se levantará temprano hoy.
1.7 ¿Qué es la lógica? 31
es válido porque tiene la forma que se muestra bajo el número 4 en los ejemplos vistos sobre
el bicondicional.
Por supuesto, son infinitas las formas debido a las cuales un argumento puede ser válido.
Hemos visto solo una pequeña colección de ellas. Lo fundamental de este apartado es que
hay argumentos o inferencias que son válidos en virtud de su forma.
Miguel es soltero.
Miguel no está casado.
Miguel es bajo.
Miguel no está acostado.
Si bien, por razones que veremos más adelante, se debe ser muy cauto al dictaminar que
un argumento válido no lo es en virtud de su forma, podemos advertir que hay argumentos
válidos cuya validez no relacionamos con su forma. La distinción es importantísima, porque
apunta a un rasgo central de la lógica, que destacaremos ahora, para terminar de caracterizar
a esa ciencia, al menos en forma preliminar.
Hemos hablado de “forma” de una manera muy laxa. Precisar la noción de forma será
nuestra próxima tarea, antes de ingresar al estudio de la Lógica.
32 Capítulo 1. ¿Lógica?
1.8 Ejercicios
1. Resuelva el siguiente nurikabe. Explicite el razonamiento hecho para resolverlo.
7 2 1 2
6
5 4 2 1
4 2
3 3
2 1
1 1
a b c d e f g
3. De una secuencia se sabe que sus primeros términos son los que se muestran, y que
todos sus términos son letras. ¿Cuál es el primer término que no se muestra?
A, B, A, C, D, A, E, F, G, . . .
4. En los ejercicios 2 y 3 usted respondió si las inferencias hechas para resolver los
problemas planteados son deductivas o inductivas. ¿Realizó inferencias para saber si
las inferencias que le permitieron resolver los problemas son deductivas o inductivas?
En caso afirmativo, ¿estas segundas inferencias fueron deductivas o inductivas? ¿Debe
hacer alguna inferencia para saberlo? ¿De qué tipo es esta última inferencia, si es que
la hay? ¿Sugiere esto un regreso al infinito? ¿Podemos estar alguna vez seguros de que
una inferencia es inductiva? ¿Y deductiva?
Para llegar a la solución de algunos problemas es necesario hacer inferencias que tienen
como objeto otras inferencias. Ejemplos famosos son los planteados en los dos ejercicios
siguientes.
5. En una cárcel hay tres prisioneros y los carceleros prometen darle un premio a quien
logre deducir el color de un disco que le colocan en la espalda en las siguientes
condiciones: eligen discos de un conjunto de 5 entre los cuales hay 3 blancos y 2
negros, y le colocan uno en la espalda a cada prisionero. Ponen a estos en fila, de
modo que el último de la fila ve los discos de sus dos compañeros, el del medio ve
1.8 Ejercicios 33
Los siguientes tres ejercicios están ambientados en la biblioteca donde solo se encuentran
obras de Veratius y Mendacius, y todo lo escrito por el primero es verdadero mientras que
todo lo escrito por el segundo es falso.
8. En otro estante de la biblioteca hay tres libros. Uno de ellos dice que de los libros del
estante, exactamente uno fue escrito por Mendacius, otro dice que de los libros del
estante, exactamente dos fueron escritos por Mendacius y el último dice que los tres
libros del estante fueron escritos por Mendacius. ¿Quién escribió cada uno?
decarabia El secreto de la vida está explicado en mis páginas, o en las de Abbadon o en las
de Baal.
empusa El secreto de la vida se explica en Baal o en Decarabia.
Al leerla nos damos cuenta de que el bibliotecario solo extrajo oraciones que mencio-
naban el secreto de la vida pero no nos trajo nada que nos permita guiarnos en el
problema de determinar la autoría. Se lo explicamos y nos dice que nos puede traer
menos datos que la otra vez, porque teme que lo encuentren copiando de los libros,
cosa que tiene prohibida.
Nos trae lo siguiente:
En los siguientes ejercicios se trabajará con textos que se alejan de la asepsia común en
los textos de lógica.
11. Los siguientes textos expresan argumentos. Explicite la conclusión y las premisas.
a) El país debe mejorar urgentemente su sistema educativo aunque más no
sea porque necesita combatir en el largo plazo la pobreza y la delincuencia.
1.8 Ejercicios 35
Desde hace muchos años, todos los observadores coinciden en que la edu-
cación se encuentra en un proceso de deterioro acelerado. Sin ciudadanos
formados, la democracia se convertirá en un circo. Solo podremos evitarlo
dando educación de calidad a nuestros jóvenes.
b) El problema de la corrupción aparece en los medios todos los días. La
gente lo comenta en las redes sociales, reproduce editoriales y entrevistas.
Algunos candidatos prácticamente no se expresan sobre otra cosa. La corrup-
ción es una amenaza para el correcto funcionamiento de la democracia, pero
a pesar de su importancia, este tema no debería ocupar un lugar central en
las campañas políticas. Los candidatos y partidos tienen diferencias sobre
varios temas, algunos de los cuales son mucho más importantes para nuestro
destino que una corrupción que hasta ahora el poder judicial ha podido
descubrir y castigar. Si no atendemos a problemas como la educación, la
seguridad y la salud, sencillamente no valdrá la pena ningún sistema de
gobierno que nos podamos dar. No debería haber un criterio único para
tomar decisiones políticas en nuestra situación tan compleja e inestable.
El siguiente ejercicio presenta reconstrucciones de argumentos importantes en la historia
de la filosofía. No están en la forma original presentada por sus autores, sino que su
presentación se adapta a los propósitos de este curso.
12. Identifique premisas y conclusión. Represente los siguientes argumentos con los
símbolos que se han presentado informalmente en este capítulo.
Si la ética depende de la voluntad de Dios, entonces las cosas buenas son
buenas porque Dios las quiere. Las cosas buenas no son buenas porque Dios
las quiere. La ética no depende de la voluntad de Dios.
[Platón (ca. 428 a.C./427 a.C.– 347 a.C.) en el Eutifrón. Este argumento hace honor a
Platón en su indiscutida brillantez para encontrar problemas filosóficos. Lo que este
argumento pone en cuestión es, en algún sentido, más básico que el problema del mal
para los creyentes en un Dios providente y omnipotente. Las posibilidades parecen ser
dos: Una es que las cosas buenas sean buenas porque Dios las quiere y en ese caso, si
Dios quisiera la mentira, el asesinato y la violación ¿esas cosas serían buenas? (esto
es inaceptable para Platón –y probablemente para cualquier persona decente, el grito
del fanático es “Dios lo quiere”, seguido de una atrocidad). Otra es que Dios quiera
algunas cosas porque son buenas en sí (esto es lo que plantea el argumento), y en ese
caso ¿quién manda acá, Dios o la Ética?]
Si Dios existe en el entendimiento y no en la realidad, es concebible un ser
mayor que Dios. Es falso que se puede concebir un ser mayor que Dios. Dios
existe en el entendimiento. Dios existe en la realidad.
[San Anselmo (1033-1109) en el Proslogion. Esta es la primera versión del argumento
ontológico (se llama “argumento ontológico” a aquel que pretende demostrar la exis-
tencia de Dios a partir de premisas a priori, es decir, independientes de la experiencia)
a favor de la existencia de Dios, retomado posteriormente por filósofos célebres como
Descartes, Leibniz, Spinoza y en nuestros días, Plantinga y nada menos que Gödel.
36 Capítulo 1. ¿Lógica?
Refutado por filósofos no menos célebres como Santo Tomás, Hume, Kant. Es uno de
los argumentos más discutidos en la historia de la Filosofía.]
Si la existencia es una perfección y Dios, por definición, tiene todas las
perfecciones, entonces Dios, por definición, debe existir. Dios por definición
tiene todas las perfecciones. La existencia es una perfección. Por definición,
Dios debe existir.
[Descartes (1596-1650) en las Meditaciones metafísicas (1641). Descartes necesitaba a
Dios para salir de los problemas que él mismo había generado con la duda metódica,
al crear argumentos escépticos de una fuerza desconocida hasta entonces. Más allá
del contexto histórico en que surge el cartesianismo, (con lo que a veces se intenta
explicar la introducción de Dios) la función que este cumple en su sistema es la de
garante de conocimiento. Esta es la versión cartesiana del argumento ontológico. A
pesar de haber sido publicada 600 años después del primer argumento ontológico, es
mucho más débil que esa primera versión. Presenta una falla que mostraremos más
adelante en el curso.]
Si tenemos conocimiento, entonces o algunas cosas son conocidas sin prueba
o podemos probar toda premisa mediante premisas previas, y así sucesiva-
mente. No podemos probar toda premisa mediante premisas previas y así
sucesivamente pero tenemos conocimiento. Algunas cosas son conocidas sin
prueba.
[Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.). Esta concepción aristotélica, que lleva directamente
a los sistemas axiomáticos, ha sido probablemente una de las ideas más influyentes en
la historia de la ciencia. El sistema axiomático más famoso y que fue considerado por
dos milenios como el paradigma de la perfección científica es también un producto
griego, los Elementos de Euclides. El libro más editado en la historia es por supuesto
la Biblia, en segundo lugar se encuentran los Elementos.]
13. Considere el siguiente texto, aceptando que las palabras que no conoce expresan
proposiciones. Intente evaluar si el argumento que en tal caso se expresaría es válido,
ayudándose con los símbolos que hemos presentado informalmente.
Si wu shu o miao entonces wu-wei. Pero no wu-wei. Además, wu shu si y solo
si chung. Por otro lado, chung o ping. Por lo tanto, ping.
14. Explicite premisas y conclusión de los argumentos expresados en los siguientes textos
utilizando el principio de benevolencia. Represente los argumentos con los símbolos
que hemos presentado informalmente. Argumente acerca de su validez.
a) Te sentirás muy mal si fracasas. Si le das demasiada importancia al éxito,
te sentirás muy mal si fracasas. Le das demasiada importancia al éxito.
b) Si dices tonterías, bebiste mucho. No dices tonterías. No bebiste mucho.
2 | Naturaleza, artificio y forma
i bien la lógica como ciencia comienza con los trabajos de Aristóteles ([Ari82] y [Ari95]),
S la preocupación por la calidad de los argumentos es anterior a él, como puede verse
claramente en algunos pasajes de la obra de Platón1 .
La evaluación de la calidad argumentativa tiene múltiples facetas, de las cuales la lógica
es apenas una de ellas. Un argumento puede ser impecable desde el punto de vista lógico;
es decir, sus premisas pueden apoyar en máximo grado a su conclusión, pero sin embargo,
es posible que ese argumento no sea en absoluto convincente. Eso sucederá en el caso de
que las premisas sean evidentemente falsas, por ejemplo. Otro caso en el que sucedería eso
sería el siguiente: imagine a un teísta discutiendo con un ateo, intentando convencerlo de la
existencia de Dios, y proponiendo para eso este argumento
El argumento es, como el lector sabrá apreciar, válido. Impecable desde el punto de vista
lógico. Pero no es de extrañar que el ateo no se sienta impresionado por él. Sencillamente
responderá que la primera premisa es falsa. Si bien la primera premisa no es evidentemente
falsa, no es en modo alguno más segura que la conclusión, de modo que quien dude de esta
antes de enfrentarse al argumento, rechazará aceptar esa premisa cuando se la expresen.
Así como hay argumentos que, aunque son impecables desde el punto de vista lógico,
tienen muy poco valor persuasivo y cognitivo, como el acabamos de ver, también hay
argumentos defectuosos desde el punto de vista lógico que se han mostrado extremadamente
persuasivos. Un ejemplo que se ve frecuentemente en las redes sociales, también asociado
con discusiones religiosas, es el siguiente:
[Pla87], en el que se contraponen dos formas muy diferentes de argumentar: la sofística y la socrática o platónica.
Se debe recordar al leerlo, por supuesto, que el autor del diálogo es parte interesada.
40 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma
cosas. Si el lector tiene dudas, piense que cada ser humano tiene una madre, pero no hay
nada que sea madre de cada uno de los humanos.
La preocupación por la calidad lógica de los argumentos surge de que los humanos
somos falibles y no lo sabemos todo. Debemos inferir, y a veces lo hacemos en formas que
nos llevan de premisas verdaderas a conclusiones falsas, aun en casos en los que estamos
convencidos de que la verdad de las premisas asegura la de la conclusión. No estamos
pensando en los casos en que se proponen malos argumentos desde el punto de vista lógico
con intención de engañar a los demás, que los hay. Estamos pensando en que simplemente,
a veces caemos en error sin advertirlo. Y como la actividad inferencial y argumentativa está
en la base de nuestra sobrevivencia y de las posibilidades de mantener la civilización, el
control de la calidad argumental es de primordial importancia.
Aristóteles advirtió que se trata de un argumento válido, y más aun: advirtió que se trata
de un argumento válido en virtud de su forma. (Se trata de una forma que no vimos en el
capítulo anterior pero estudiaremos más adelante). Si se sustituye “hombres” y “mortales”
2 Según la opinión del autor, Aristóteles es el más grande intelecto que la humanidad ha dado, y la especie
por el nombre de otros dos colectivos, y “Sócrates” por el nombre de otro individuo, sean
estos los que fueren, la inferencia resultante será válida:
Aristóteles dio un paso fundamental al sustituir por letras los nombres de colectivos,
afirmando que todas las inferencias de la forma
son válidas. Este primer paso era un avance enorme, porque si algo es la forma, tiene que ser
una estructura compartida por una clase de argumentos, y esta representación la muestra en
forma mucho más clara que la repetición de una cantidad arbitraria de ejemplos en griego,
en español o en cualquier lengua natural. Decimos que Aristóteles se apartó un poco del
uso de su lengua materna porque, obviamente, la gente no anda diciendo por ahí cosas
como “Todos los A son B”. Persiste el marco de la lengua natural, pero se han introducido
elementos que no pertenecen a ella.
Había además otros motivos de preocupación acerca la adecuación del lenguaje natural
como instrumento para la evaluación argumental, algunos de los cuales fueron advertidos
por el propio Aristóteles. Por ejemplo, en el lenguaje natural se dan fenómenos como
la polisemia y la ambigüedad estructural. La polisemia puede ser utilizada para generar
argumentos aparentemente buenos pero que en realidad son de pésima calidad, en los que
se entiende una palabra de un modo en una premisa y de otro modo en la conclusión:
La ambigüedad estructural puede hacer que una oración asertiva, correctamente construi-
da desde el punto de vista gramatical, adopte una forma que impida saber qué proposición
está expresando:
Juan estudia filosofía y artes marciales o tarot.
No sabemos si lo que esa oración expresa es que Juan estudia filosofía y además, al
menos una de entre las dos otras disciplinas nombradas, o si la oración expresa que al
menos una de estas dos posibilidades se cumple: Juan estudia filosofía y artes marciales a la
vez y Juan estudia tarot.
Estas características, que no parecen deseables para los propósitos de la evaluación
argumental, al menos desde el punto de vista lógico (es muy posible que sean muy valiosas,
por ejemplo, desde un punto de vista retórico) no son evitables en el marco de las lenguas
naturales. No se puede someter a las lenguas naturales a reformas impulsadas por la conve-
niencia o el deseo de las elites intelectuales. Como dijo un gramático al emperador romano
42 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma
Tiberio, se puede dar ciudadanía a los hombres, pero no a las palabras3 . En reconocimiento
de esta realidad, el aliento normativo de la Real Academia está muy debilitado, pretende
ahora registrar los usos, ya no “limpia, fixa y da esplendor” a la lengua.
Las lenguas naturales no surgen de un convenio explícito entre los hombres, no tienen
una sintaxis y una semántica regida por reglas fijas, no son inmutables. Se parecen a
especies de seres vivos, están sometidas a procesos de evolución natural. Permiten la
metáfora, todos los tropos, la función poética. Y esta misma riqueza y ductilidad es la que
los hace instrumentos de muy difícil manejo para el estudio de la corrección argumental
desde el punto de vista lógico.
Aforismo XLIII: Hay también ilusiones que surgen por acuerdo y de la asociación
de los hombres entre sí, a las que llamaremos ídolos del foro (...). Los hombres
se asocian a través del habla, y las palabras son elegidas para que se acomoden
3 La única referencia que he encontrado de esta maravillosa anécdota es [Mül61]
4 Talvez el lector eche de menos las comillas en la última oración. No fueron colocadas porque su utilización
para distinguir entre uso y mención no fue conocida por los medievales. Ellos dirían que “los perros” está en
suposición material. Quien haya leído la novela El nombre de la rosa, de Umberto Eco, recordará que en ella
Guillermo resuelve un enigma a partir de un relato casual de Adso y de su conocimiento de la suposición
material.
5 El título alude directamente a los trabajos sobre lógica de Aristóteles, cuya compilación es conocida como
Organum, “instrumento”. Aristóteles no creía que la lógica fuese una ciencia, sino un pródromo necesario para
todas las ciencias, un instrumento indispensable en todas ellas.
2.2 Lenguas artificiales 43
Aforismo LIX: Pero los ídolos del foro son los que mayores perturbaciones
causan, porque se han ocultado en el entendimiento a partir del convenio
sobre palabras y nombres. Porque los hombres creen que su razón controla
las palabras. Pero también es verdad que las palabras reaccionan y dirigen su
fuerza contra el entendimiento: y así la filosofía y las ciencias se han vuelto
sofísticas e improductivas. Y las palabras (. . . ) disecan las cosas a lo largo de las
líneas más obvias al sentido común. Y cuando un entendimiento más agudo, o
una observación más cuidadosa intenta dirigir esas líneas en mejor acuerdo con
la naturaleza, las palabras resisten.
Aforismo LX: Las ilusiones que las palabras imponen al entendimiento son de
dos clases. O bien son nombres de cosas que no existen (. . . ) o bien son nombres
de cosas que existen pero son confusas y están mal definidas (. . . )6
idioma analítico de John Wilkins [Bor74], el que a su vez fue fermental, según consigna el autor,
en la creación de Las palabras y las cosas [Fou02], de Michel Foucault. Pero además de la
dificultad taxonómica, plagada de complicadísimas cuestiones metafísicas y gnoseológicas,
parece inevitable dar la clasificación en una lengua natural, introduciendo los defectos que
se querían evitar. El lector interesado puede saciar su curiosidad leyendo el excelente libro
de Umberto Eco [Eco99].
Una de las mentes más brillantes del siglo, Leibniz, soñó con una lengua universal de
propiedades asombrosas. Aunque el proyecto leibniciano presenta dificultades hermenéuti-
cas y hay una copiosa literatura al respecto, existe consenso acerca de que se trataría de un
sistema lingüístico basado en caracteres sobre los que se pudiese aplicar un cálculo de modo
que solamente se pudieran producir proposiciones verdaderas. Si le suena familiar, no se
asombre: la lógica matemática es hija de ese sueño de Leibniz, solo que este era muchísimo
más complexivo. En palabras del propio Leibniz
Para entender las motivaciones que Leibniz podría tener para sostener este grandioso
proyecto, conviene recordar algunos elementos:
2.2 Lenguas artificiales 45
Él fue uno de los creadores del cálculo diferencial e integral. Lo hizo en forma
independiente de Newton, utilizando una notación mucho más práctica que este. La
notación leibniciana estaba tan adecuadamente elegida –es, básicamente, la que se usa
hoy universalmente– que facilitaba enormemente los cálculos.
Produjo modelos aritméticos de la lógica aristotélica. Por ejemplo, si a animal se le
asigna el número 2, a racional el 3, dado que hombre es, por definición, un animal
racional, se le asignará el 6, producto de 2 y 3. La pregunta acerca de si el hombre es
animal, racional, o las dos cosas, queda respondida al factorizar el 6.
Además, Leibniz consideraba que la razón podría descubrir todas las verdades. La
explicación de esto no nos interesa aquí, pero está intrínsecamente relacionada con su
concepto acerca de cómo Dios había creado el mundo.
No es objetivo de este libro decir más sobre las lenguas filosóficas, excepto que todos
estos proyectos parecen tener un punto débil común, sobre el que pronto confluyó la
crítica: necesitan codificar de alguna manera conceptos primitivos, y la identificación de
estos presupone una estructura en la naturaleza que parece al menos, extremadamente
dudosa, y es muy razonable pensar que el conocimiento humano puede organizarse de
muchos modos diferentes, de modo que un objeto que se incluye en una clase por algunas
propiedades, se considera también miembro de otra por otras propiedades. Un ejemplo
simple aclarará el punto: si se desea tener un lenguaje en el que nombres diferentes
correspondan a objetos diferentes, si se nombra al número 2 en una lengua filosófica por
la propiedad de ser el menor par, debería prohibirse nombrarlo como el menor primo,
o si no introduce esta interdicción, debería ser posible identificar ambos nombres como
correferenciales. En el caso del lenguaje matemático parece razonable esperar esta posibilidad
en principio, mediante el cálculo, aunque profundos descubrimientos del siglo XX arrojan una
larga sombra de duda sobre este optimismo restringido a lenguajes que pretendan hablar
“simplemente” de la aritmética. Pero además de este problema, ¿cómo hallar esos caracteres
primarios, reales, que se relacionen directamente con la estructura de la realidad? ¿Cuáles
son las propiedades básicas a partir de las cuales se pueden describir todas? Problemas
aparentemente insuperables que bloquearon el camino a la realización de los sueños de
lenguas filosóficas universales.
fines del siglo XIX, pero las disensiones entre sus hablantes sobre la conveniencia o no de
introducir reformas, y la competencia con el esperanto, surgido en 1887 con una gramática
más sencilla, determinaron que paulatinamente se fuera reduciendo la comunidad que lo
sostenía. Hoy se calcula que lo hablan menos de una centena de personas en el mundo.
El esperanto conoció un éxito mucho mayor. Posiblemente más de un millón de personas
lo hablen actualmente, y se supone que unos pocos miles lo han aprendido en su entorno
familiar, no como resultado de un estudio; de modo que se los puede considerar hablantes
nativos.
Las lenguas internacionales sufren siempre la tensión de su transformación con el uso,
como le sucede a las lenguas naturales. Desde determinado punto de vista, no es incorrecto
decir que las palabras que usted está leyendo están escritas en latín transformado. Si bien el
español tiene como ancestro al latín, no hubo un momento en el que la gente decidió crear el
español, sino que surgió como resultado de un lento proceso natural, de un modo análogo a
como una especie surge de otra como resultado de la evolución. Pero el español no es la
única lengua romance. Si el esperanto diera origen a lenguas tan distantes como el español y
el rumano, su propósito original se vería totalmente traicionado. Por ese motivo, las lenguas
internacionales se normativizan fuertemente, y eso hace que, al decir de algunos, se parecen
a las lenguas filosóficas en su rigidez, pero sin tener las ventajas que estas pretendían tener
al vincular estrechamente morfología y semántica, mientras que, debido a esa rigidez, no
poseen las ventajas expresivas del lenguaje natural.
Existen otras lenguas artificiales, que tienen propósitos diferentes. Todos conocemos
que algunas lenguas han sido creadas por motivos artísticos, tales como el sindarin o élfico
gris, creado por Tolkien, que aparece en El señor de los anillos. Obviamente, no cumplen otra
función aparte de su pertenencia a una obra literaria.
Inclusive, sin propósitos artísticos, hay personas que crean lenguas. El lector puede
encontrar un manual de construcción de lenguas artificiales en la página The Language
Construction Kit, cuya URL es http://www.zompist.com/kit.html.
Diferente es el caso de la lengua Lincos (nombre que abrevia la expresión latina lingua
cosmica). Esta lengua, creada por Hans Freudenthal en 1960, tiene como propósito la co-
municación con inteligencias extraterrestres. Se trata de un proyecto científico serio, no de
una fantasía ovnivológica. El proyecto SETI rastrea desde hace años el cielo en busca de
señales de exointeligencia. Si encontrásemos una señal electromagnética de la que la mejor
explicación fuese que ha sido emitida por seres inteligentes, ¿cómo podríamos intentar
comunicarnos con sus emisores? Dado que esos emisores presumiblemente sean muy dife-
rentes a los humanos, la tarea no es sencilla. Lincos está pensada para poder “enseñarse”,
y buena parte del programa consiste en la secuenciación de emisiones con ese fin. Es de
destacar que la lengua comenzaría a enseñarse con términos de aritmética en base 2, y luego
continuaría con las lógicas que vamos a estudiar en este libro. Esto es un reconocimiento
implícito de la consideración –que tal vez no recoja unanimidades entre los filósofos– de
que la aritmética y la lógica son universales, compartibles por todas las inteligencias del
universo.
2.3 Lenguajes formales 47
He aquí el propósito de Frege para crear su lenguaje formal. ¿Pero qué es un lenguaje
formal? Según la caracterización que se hace en [Hun73],
un lenguaje formal es un lenguaje que puede ser completamente descrito sin
hacer referencia a ninguna interpretación o apelación a significados.
¿Cómo puede ser eso? Obviamente, la forma de hacerlo es ver el lenguaje formal como
un conjunto de cadenas de caracteres. Todo lo que cuenta es poder decidir si una cadena
dada de caracteres pertenece o no al lenguaje, sin que la significación que se le pueda dar
tenga algo que ver con esto. Observe que en las lenguas naturales y en las artificiales, las
cadenas de caracteres –las palabras– forman parte del lenguaje en tanto significan algo.
¿Por qué querría uno hacer un lenguaje formal? se preguntará el lector. La respuesta es
que, al menos en nuestro caso, al relegarse en su construcción toda consideración material,
de contenido, la forma queda evidenciada en forma inequívoca.
Para construir un lenguaje formal, entonces, se debe hacer lo siguiente:
Dar un alfabeto, esto es, un conjunto de símbolos que servirán para construir las
fórmulas de nuestro lenguaje, o sea, las cadenas símbolos que pertenecerán a él.
Caracterizar inequívocamente las fórmulas, de manera que frente a cualquier cadena
de símbolos, se sepa si es una fórmula o no.
puede soportar semánticas diferentes. Con las lenguas naturales no pasa esto, si existiera
un lenguaje en el que las palabras se escribiesen exactamente como en español pero no
significaran lo que significan en español, no diríamos que se trata del español.
Veamos algunos ejemplos simples de lenguajes formales:
Ejemplo 2.1 — Lenguaje formal 1.
alfabeto: {♣, ♦}
Llamaremos “trébol” al símbolo ♣ y “diamante” al símbolo ♦.
fórmulas: Serán fórmulas todas las cadenas finitas en las cuales la cantidad de trébo-
les sea superior a la de diamantes. Ninguna cadena que no cumpla lo anterior será fórmula.
♦♦S1 S2 ...Sn
2.3 Lenguajes formales 49
donde S1 S2 ...Sn son los símbolos que siguen a los dos diamantes iniciales (sabemos que
deben ser al menos tres porque si no, la cadena no es una fórmula), y que no hay dos
tréboles consecutivos entre estos símbolos. Eso quiere decir que si recorremos esa cadena
de símbolos, después de un trébol siempre encontraremos al menos un diamante, con la
única excepción del símbolo final. En esas condiciones, hay al menos tantos diamantes
como tréboles en la cadena examinada, excepto en un único caso: cuando S1 es un trébol, y
luego se van alternando diamantes y tréboles hasta llegar a Sn , que es también un trébol, o
sea, cuando la cadena S1 S2 ...Sn empieza con trébol, sigue con diamante, sigue con trébol,
y así hasta que termina en trébol. Pero en este caso, en la cadena los tréboles superan a
los diamantes por uno. Si agregamos los dos diamantes del principio, en la cadena total
los diamantes superan a los tréboles y no es fórmula. Por otro lado, si no se alternan así,
en la cadena examinada hay al menos tantos diamantes como tréboles, y por lo tanto, en
la cadena total, que agrega dos diamantes al principio, hay más diamantes que tréboles.
Entonces, si la cadena que empieza con dos diamantes es fórmula, debe tener dos tréboles
contiguos en algún lado.
Ejemplo 2.4 — Lenguaje formal 2.
alfabeto: {a, b}
fórmulas: Esta vez caracterizaremos las fórmulas en forma inequívoca, como debe ser, pero
siguiendo un procedimiento distinto al seguido en el Lenguaje formal 1. Lo que haremos
será lo siguiente:
Daremos explícitamente las fórmulas más simples.
Daremos reglas que permitirán construir fórmulas más complejas a partir de fórmulas
de menor complejidad.
Explicitaremos que las únicas fórmulas son las que se pueden obtener comenzando
por las más simples de todas y aplicando las reglas sucesivamente hasta llegar a
ellas. Cualquier cadena que no se pueda obtener mediante ese procedimiento, no será
fórmula.
Siguiendo el plan establecido, las reglas de formación son las siguientes:
Podemos seguir aplicando las reglas 2 y 3 a cada una de las fórmulas obtenidas en el
paso anterior. Repitiendo el procedimiento, llegamos a obtener cualquier fórmula del
lenguaje.
a b
aaa ab aab bb
En la parte superior tenemos las dos cadenas que se nos dice explícitamente son fórmulas.
En el siguiente nivel, las fórmulas que podemos formar a partir de ellas con la aplicación de
una regla; en el siguiente nivel, las que podemos obtener de estas últimas y así podríamos
seguir. Toda fórmula tiene algún lugar en esa estructura de la que se muestran los primeros
tres niveles.
Se observa que la cadena aaa es fórmula y solo puede obtenerse de una manera:
comenzando con la fórmula a y aplicando la regla 2. (Está claro que las fórmulas que
quedan en niveles superiores en la estructura –o sea, más abajo si se piensa gráficamente–
tienen más símbolos, de modo que esa cadena no aparece en ningún otro lugar). Por otro
lado, la fórmula aaab se puede obtener de dos modos: comenzando con la fórmula a,
aplicando la regla 2 y luego aplicando la regla 3 al resultado, o comenzando con la fórmula
a, aplicando regla 3 y luego la regla 2 al resultado.
Podemos probar resultados generales sobre este lenguaje, mediante un método que
será importante en variadas ocasiones. Para comprender el método, hay que observar
que la estructura arborescente es muy similar a un árbol genealógico. Cada fórmula tiene
dos “hijos”, que son las fórmulas que resultan de aplicarle la regla 2 y la regla 3. Hemos
observado que algunas fórmulas tienen más de un “padre”, como aaab, que desciende de
aaa por regla 3 y también desciende de ab por regla 2.
Supongamos ahora que hay una propiedad que cumple la característica siguiente: si
una fórmula la tiene, sus hijos la tienen. En forma inexorable, es algo que se trasmite a
los dos descendientes, siempre que el padre lo tenga. Se puede pensar, sobre la estructura
arborescente, como algo que pasa en forma inevitable por las líneas hacia abajo. ¿Asegura
eso que todas las fórmulas lo tienen? No, de ninguna manera, solo dijimos que si una
fórmula tiene la propiedad, sus hijos la tendrán, pero eso no asegura que haya siquiera
una fórmula que tenga la propiedad. Sin embargo, hay una condición bajo la cual se puede
asegurar que todas las fórmulas del lenguaje tendrán la propiedad “hereditaria”. Y es una
condición obvia: si las fórmulas que están en la parte superior de la estructura tienen esa
propiedad, entonces todas las fórmulas la tendrán. Al tenerlas las de la parte superior (a y
2.3 Lenguajes formales 51
b), la tendrán las que están en el segundo nivel para abajo, y estas la trasmitirán a las del
tercer nivel, y así siguiendo.
De esta manera, si queremos probar que una propiedad es tenida por todas las fórmulas,
tenemos la posibilidad de hacerlo, aunque hay una infinidad de ellas. El método consiste en:
1. Probar que las fórmulas más básicas, a partir de las cuales se construyen todas las
demás, las que están en el tope de la estructura arborescente, (a y b en nuestro caso,
pero esto es de aplicación general cuando el lenguaje formal se explicita en la forma
en que lo fue este) cumplen la propiedad.
2. Probar que si una fórmula cualquiera tiene esa propiedad, sus descendientes la tienen
(en nuestro caso, probar que si una fórmula cualquiera tiene la propiedad, las fórmulas
que se obtienen al aplicar las reglas 2 y 3 a ella también la tienen).
Apliquemos el método para probar que todas las fórmulas del lenguaje cumplen la
siguiente propiedad: Si la fórmula tiene una b, a la derecha de esa b no hay ninguna a.
Primero trabajamos sobre las fórmulas más simples, a y b, y vemos que se cumple: la
fórmula a no tiene ninguna b, y la fórmula b no tiene ninguna a a la derecha de su única b.
Ahora tenemos que demostrar que si una fórmula cualquiera tiene la propiedad, sus
descendientes la tienen. No podemos tomar una fórmula específica, como aabb, para hacer
la prueba, porque en ese caso no estaríamos probando que la propiedad es trasmitida por
todas las fórmulas, sino solo que es trasmitida por la fórmula que elegimos. De modo que
consideramos cualquier fórmula (la llamamos X) y suponemos que cumple la propiedad. Es
decir:
Sea X una fórmula que o bien no tiene ninguna b o bien no tiene ninguna a a la derecha
de una b.
¿Cuáles son sus descendientes?
Uno de ellos es aaX. Es claro que aaX también cumple la propiedad, es decir: o bien no
tiene ninguna b (en el caso en que X no tuviera ninguna, ya que lo que hicimos fue agregar
dos aes), o bien tiene bes, pero a la derecha de ellas se encuentra lo mismo que en X, es
decir, ninguna a, porque agregamos las dos aes en el extremo izquierdo de la fórmula.
El otro descendiente es Xb. Pero también es claro que Xb no tiene ninguna a a la derecha
de una b, porque X no las tenía, y ahora lo que se ha hecho es agregar una b en el extremo
derecho, de manera que a la derecha de una b cualquiera de Xb (excepto la que acabamos
de agregar) hay lo mismo que había en X más una b, o sea, ninguna a, y a la derecha de la
que acabamos de agregar no hay nada.
De este modo, hemos demostrado que la propiedad es “hereditaria”, o sea, siempre que
una fórmula la tenga, la trasmite a las que se pueden formar a partir de ella por aplicación de
las reglas. Esto completa la demostración de que todas las fórmulas tienen la propiedad. Eso
nos permite decir, sin ninguna clase de dudas, que aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaababbbbbbbbbb
no es una fórmula.
Ejemplo 2.5 — Lenguaje formal 3.
alfabeto: {a, b, c, d, e, f, g, h, i, X, O, V, F}
fórmulas: Será fórmula cualquier letra mayúscula seguida de una letra minúscula.
Si X e Y son fórmulas, XFY es una fórmula.
Todas las fórmulas se pueden obtener por el procedimiento descrito.
52 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma
Hemos trabajado con tres lenguajes formales, y una pregunta sumamente pertinente es:
“Todo esto está muy bien, pero, ¿qué significan esas fórmulas?”.
La respuesta es que en principio no significan nada. Estos lenguajes fueron elegidos
para explicar qué son los lenguajes formales, y algunos métodos para trabajar con ellos.
Pero cuando uno construye un lenguaje formal, normalmente lo hace para un propósito no
meramente didáctico, sino que en verdad desea atribuir algún significado a las fórmulas.
Por ejemplo, el lenguaje formal 3, el último que hemos visto, puede servir para describir
2.3 Lenguajes formales 53
g h i
d e f
a b c
Interprete las letras minúsculas como nombres de las casillas de un tatetí. Interprete
además las letras mayúsculas como “tener una cruz marcada” para la X, “tener un círculo
marcado” para la O, y “estar sin marcar” para la V. Así, la fórmula Oe significará que
la casilla central del tablero está marcada con un círculo, y Va significará que la esquina
inferior izquierda está sin marcar. Interprete además la estrella como un “y”. Entonces,
XaFXeFXi significará que la diagonal que va de izquierda a derecha en sentido ascendente
está marcada con cruces, lo que según las reglas del juego, quiere decir que las cruces ganan.
De este modo, se pueden interpretar todas las fórmulas del lenguaje, inclusive una
fórmula como OaFXa que “dice” que la esquina inferior izquierda está marcada tanto con
un círculo como con una cruz. Por supuesto, en el transcurso de una partida normal, una
fórmula así nunca representará una proposición verdadera.
Si suponemos además que la fórmula muestra con el orden en que aparecen sus compo-
nentes el orden de las jugadas empezando con un tablero vacío, la fórmula
XgFOdFXeFOcFXhFOiFXb
representará una partida ganada por las cruces. Esto es así porque la fórmula contiene Xb,
Xe y Xh, lo que significa que la columna central fue ocupada por las cruces. La posición
final es
X X O
O X
X O
También se puede usar el lenguaje para especificar con toda precisión una situación
dada en el tablero, y para eso usaríamos el símbolo V con el objetivo de señalar las casillas
no marcadas.
Ejercicio 2.1
a) Especificar completamente, con ayuda del lenguaje formal 3 y la interpretación hecha,
la posición siguiente:
54 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma
X X
Por supuesto, otras interpretaciones de este lenguaje formal son posibles. Podríamos
interpretar que a, b, c, d, e, f, g, h, i representan los números naturales del 1 al 9 en
ese orden, que X representa “cuadrado de”, que O significa “doble de”, que V significa
“siguiente de” y que F significa suma. Así, la fórmula Vd significará el siguiente de d, o sea
el 5, y Vi significará 10. La fórmula
XaFObFVc
se interpretará como 12 + 2.2 + 4, o sea como 9. Observe que bajo esta interpretación, las
fórmulas XaFObFVc, Vh, OcFVb tienen todas el mismo significado.
Ejercicio 2.2 Encuentre tres fórmulas diferentes del lenguaje formal 3 que signifiquen el
número 14 en la última interpretación dada.
Lenguaje y metalenguaje
Para hablar se necesita un lenguaje. Nosotros, hispanoparlantes, hablamos normalmente
en español, una lengua natural, y haciendo uso de los recursos que ella nos proporciona,
hablamos de infinidad de cosas. Si bien los poetas suelen quejarse de la poca expresividad
de las palabras, suelen decir que hay algo inefable que escapa a la posibilidad de ser
expresado, las lenguas naturales son los medios más expresivos de que disponemos. Esa
expresividad permite que hablemos, como lo venimos haciendo, de, entre otras cosas, los
lenguajes formales. Todos los discursos están en un lenguaje, y a veces el discurso versa
sobre un lenguaje. Se establecen así dos posiciones diferentes que un lenguaje puede ocupar:
como objeto del discurso y como medio del discurso. Por ejemplo, si digo:
En latín no hay palabras agudas.
estoy usando el español como medio de expresión (obviamente, la oración está expresada
en español) y estoy tomando al latín como objeto del que hablo. En casos así, cuando el
discurso refiere a un lenguaje O y está expresado en un lenguaje M, se dice que el lenguaje O
es el lenguaje objeto y que el lenguaje M es el metalenguaje. Por supuesto, ningún lenguaje es
lenguaje objeto o metalenguaje de por sí, es algo relativo a ciertos discursos sobre lenguajes.
En el caso anterior, el latín era el lenguaje objeto, y el español el metalenguaje, pero en
Hispanica lingua barbara est.
el lenguaje objeto es el español y el metalenguaje el latín.
2.3 Lenguajes formales 55
Inclusive puede suceder que el lenguaje objeto y el metalenguaje sean el mismo, como
podrá comprobar el lector abriendo una gramática española escrita en español. Esta posi-
bilidad es una muestra de la riqueza expresiva del español (de las lenguas naturales en
general). Intente dar una interpretación de alguno de los tres lenguajes formales que hemos
visto que pueda servir para describir el propio lenguaje, y aunque no consiga demostrar
que es imposible, será muy fácil que se convenza de ello. Es más, no pueden darse las reglas
de construcción de un lenguaje formal en el propio lenguaje formal, por la obvia razón de
que sería como intentar levitar tirándose del pelo.
De este modo, se debe distinguir entre lenguaje y metalenguaje. La importancia será
obvia más adelante, pero en particular podemos remarcar un aspecto. Cuando hablamos
de un lenguaje formal, muchas veces enriquecemos el idioma español con expresiones que
también simbolizamos.
Supongamos que queremos decir que dos fórmulas del lenguaje formal 3 son equiva-
lentes si en la última interpretación dada significan el mismo número. Entonces, Vh es
equivalente a OcFVb. Para no estar escribiendo siempre “es equivalente a” creamos un
símbolo, digamos ≈. Ahora podemos escribir
Vh ≈ OcFVb
Está claro que la primera palabra de ambas oraciones funciona en ellas de dos formas
muy distintas. En la primera refiere a un hombre, el genial Ludwig Wittgenstein, quien,
entre otras cosas, renunció a heredar una de las fortunas más grandes de Europa, amenazó
con un atizador a Popper y pasó por largos períodos de aislamiento. Pero en la segunda,
esa misma palabra no está refiriendo a un hombre, sino a una palabra, que es ella misma,
y es justamente, el nombre de Wittgenstein. Se dice que en la oración (1) la palabra en
cuestión se está usando, y en la oración (2) se está mencionando. Los medievales dirían que
la palabra en cuestión está en (1) en suposición formal, y en (2) en suposición material, y
no llevarían la distinción a la forma de escribir ambas oraciones. Nosotros sí lo hacemos.
Cuando mencionamos una palabra o expresión, y no la usamos, al escribir la encerramos
entre comillas. Así, lo correcto es escribir
“Wittgenstein” es un apellido.7
¿Estará bien escrita la siguiente oración?
XaFXeFXi es una fórmula.
¿No debería ir la fórmula entre comillas, recomendación que no he seguido nunca en
este capítulo, cuando hablaba de fórmulas?
La respuesta podría ser la siguiente: Podría hacerse así, por supuesto, la fórmula se está
mencionando y no usando. Pero al ponerle comillas lo que haríamos sería indicar que no
estamos refiriendo a lo que la fórmula refiera, sino a la fórmula misma. Es decir, usaríamos
la fórmula entre comillas como un nombre de la fórmula. Y ya que las fórmulas no pertenecen
(naturalmente) a nuestro metalenguaje, que es el español, podemos optar por enriquecer
este diciendo que en el metalenguaje, las fórmulas son nombres de sí mismas. Así evitamos
nombrar a las fórmulas encerrándolas entre comillas. Cuando las escribimos directamente,
en medio de un texto en español, las estamos nombrando. Y seguiremos esa práctica, que es
muy cómoda.
Frege afirma que la ciencia de la lógica necesita de un lenguaje formal, establece una
comparación entre este y el lenguaje natural, y expresa la esperanza de que su método
promueva el avance de la ciencia. A pesar de que su libro no fue inmediatamente reconocido
como la obra invalorable que es, actualmente podemos decir que Frege fue, sin dudas,uno de
los más grandes lógicos de la historia, probablemente la persona que más hizo avanzar a la
lógica desde los tiempos de Aristóteles. La senda que marcó, al inventar un lenguaje formal
capaz de examinar una enorme clase de inferencias como examina el microbiólogo sus
especímenes con el microscopio, es la que ha seguido esta ciencia hasta hoy. Tan profundo es
el impacto de su obra, que podemos caracterizar a la lógica de la siguiente manera:
2.5 Ejercicios
1. El lenguaje W se define de la siguiente forma:
Alfabeto: {4, }
Fórmulas: cualquier cadena finita de símbolos del alfabeto W que termine con 4
es una fórmula. Nada más es fórmula.
Alfabeto: {a, b, c, d, e, f, g}
Fórmulas: toda cadena finita de símbolos del alfabeto de X que sea una palabra
del castellano es una fórmula. Nada más es fórmula.
Alfabeto: {a, b, c, d, e, f, g}
Fórmulas: toda cadena finita de símbolos del alfabeto de Y que aparezca en la
última edición del Diccionario de la Real Academia es una fórmula. Nada más es
fórmula.
5. Las partidas de go se registran por medio de planillas llamadas kifus. El kifu representa
un tablero de go por medio de líneas, y los jugadores registran sus jugadas colocando
el número de jugada en las intersecciones de las líneas. Al publicarse en libros o
revistas, el kifu muestra además círculos blancos y negros allí donde se ha colocado
una piedra del color correspondiente. Por ejemplo, este es el kifu de la partida entre
Honinbo Shusai Meijin8 (con blancas) y Kitanu Minoru, jugada entre el 26 de junio y
el 4 de diciembre de 1938 en Japón, y que sirve de trasfondo a la maravillosa novela
del Nobel de literatura Yasunari Kawabata El maestro de go. Shusai perdió por cinco
puntos, aunque la partida se considera una de sus obras maestras.
6. Los momentos en que las computadoras han vencido a los humanos que se desem-
peñan en el más alto nivel en juegos como las damas, el ajedrez o el go son hitos
importantes en la historia del desarrollo de la inteligencia artificial.
8 Honinbo y Meijin son títulos.
60 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma
Con respecto al ajedrez, en la década del 90 el mejor jugador del mundo con distancia
era Garry Kasparov. En 1996, el mejor programa de ajedrez, Deep Blue, logró vencerlo
en la primera partida de un match a seis, con lo que por vez primera un programa
vencía al mejor jugador humano. Sin embargo, Kasparov se impuso convincentemente
en el match, ganando tres y empatando dos de las partidas restantes.
Al año siguiente se jugó el match revancha, con Deep Blue mejorado, también a seis
partidas. Kasparov ganó un partido, Deep Blue dos, y hubo tres tablas9 . Deep Blue no
volvió a jugar con humanos.
El go es un juego mucho más complejo que el ajedrez (y muchísmo más que las
damas). Entre el 9 y el 15 de marzo de 2016 un programa llamado Alphago se enfrentó
a Lee Sedol en un match a cinco partidas. Lee Sedol había sido el mejor jugador en los
diez años anteriores y al momento de realizarse el match estaba rankeado tercero en
el mundo. El match terminó con la victoria de Alphago, que obtuvo cuatro victorias y
fue derrotada una vez.
¿Considera que es condición necesaria para programar una computadora que juegue a
este tipo de juegos el desarrollo de un lenguaje formal que permita la comunicación
del hombre y la máquina? Explique. Si contestó afirmativamente, ¿considera además
que si la máquina va a jugar a un buen nivel es necesario que sobre ese lenguaje formal
se pueda efectuar un cálculo, destacando algunas fórmulas sobre otras, de modo de
elegirlas como próxima jugada? Explique.
7. Euler (1707-1783), uno de los más grandes matemáticos de la historia, conjeturó que si
n es un natural mayor que 2, ninguna suma de menos de n potencias n-ésimas tendrá
como resultado una potencia n-ésima. Por ejemplo, según Euler se necesitan al menos
9 La última partida, ganada por Deep Blue, despertó muchas sospechas. Duró apenas diecinueve jugadas,
tres cubos para que sumados den un cubo, y al menos siete potencias séptimas para
que sumadas den una potencia séptima.
Esta conjetura fue refutada en 1967 por Lander y Parkin, en lo que se considera el
artículo matemático más corto jamás publicado (disponible en http://www.ams.org/
journals/bull/1966-72-06/S0002-9904-1966-11654-3/S0002-9904-1966-11654-3.
pdf). Tiene apenas dos oraciones :
9. Suponga que: (i) se define un lenguaje con un alfabeto finito, (ii) se establece que una
cadena finita determinada es fórmula, (iii) se establece que serán fórmulas todas las
cadenas que se obtengan agregando dos símbolos diferentes (siempre los mismos)
al final de una fórmula ya disponible en cualquier orden, y (iv) todas las fórmulas
pueden obtenerse por este procedimiento a partir de la cadena finita dada.
a) Muestre que si existe una fórmula de 5 símbolos, no puede existir una fórmula
de 16 símbolos.
b) Suponga que hay una fórmula de 5 símbolos. ¿Cuántas fórmulas de 6, 7, 8 y 9
62 Capítulo 2. Naturaleza, artificio y forma
10. Suponga que se define un lenguaje con un alfabeto finito, se establece que una cadena
finita determinada es fórmula y que serán fórmulas todas las cadenas que se obtengan
agregando dos símbolos al final de una fórmula ya disponible o las cadenas que se
obtengan eliminando 4 símbolos del principio de una fórmula ya disponible (si tiene 5
o más símbolos), y que todas las fórmulas pueden obtenerse por ese procedimiento.
Suponga además que aabbccc es una fórmula. ¿Podría ser ccccmm fórmula?
4 Semántica; . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
4.1 Verdadero, falso e interpretaciones
4.2 Tautologías, contradicciones y contingencias
4.3 Tablas de verdad
4.4 Asignaciones proposicionales e interpretaciones
4.5 Modelos y contramodelos
4.6 Vuelta a la biblioteca
4.7 ¿Decir lo mismo? Equivalencia
4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos
4.9 Ejercicios
L podemos combinar los símbolos para obtener fórmulas. Por eso, para definir un
lenguaje formal lo primero que se debe establecer es cuál es el conjunto de símbolos
con que contamos, y luego debemos explicitar las reglas de combinación para la obtención
de fórmulas.
3.1 Alfabeto
El alfabeto será el conjunto de símbolos de que dispondremos para la construcción de
fórmulas, y tanto este como las reglas de combinación deben darse teniendo en cuenta los
propósitos para los que se crea el lenguaje formal. En nuestro caso, el propósito es poder
distinguir las inferencias válidas en virtud de su forma, en tanto esa forma dependa de la
función de palabras y expresiones como “no”, “y”, “o”, “si . . . entonces . . . ” y “si y solo si”,
según vimos en el capítulo 1.
Debemos entonces definir el alfabeto. ¿Qué cosas queremos incluir en él? Para decidirlo,
debemos preguntarnos qué tendremos que representar con los símbolos de nuestro lenguaje
formal.
Hemos visto que nos interesa poder representar proposiciones o enunciados. Ahora bien,
a este respecto se presenta una complicación. Hay ciertas proposiciones que consideraremos
como más básicas que otras, en el sentido de que no podremos, con nuestro lenguaje,
representar un análisis de ellas. Un ejemplo aclarará el punto:
Si consideramos las proposiciones
(1) Lueve.
(2) Lueve y truena.
es claro que (2) es más compleja que (1), ya que (2) aparece como el resultado de conectar
dos proposiciones, (1) y
(3) Truena.
a través de la palabra “y”, cuya función ya hemos discutido informalmente. O sea que un
análisis de (2) nos muestra que está compuesta por proposiciones más básicas, a saber (1) y
(3), y estas últimas proposiciones no arrojan como resultado proposiciones más simples al
ser analizadas. Obsérvese que la simple complejidad gramatical no es un indicador fiable en
esta cuestión: consideremos
(4) Lueve en Montevideo.
66 Capítulo 3. Sintaxis
En nuestro ejemplo anterior, el valor de verdad de (2) depende de los valores de verdad
de (1) y (3). Es por esto que agregaremos a nuestro alfabeto símbolos que sirvan para poner
de manifiesto esas conexiones. Los símbolos que agregaremos para este cometido serán:
¬ (negador)
∧ (conjunción)
∨ (disyunción)
→ (condicional)
↔ (bicondicional)
Un análisis muestra que el valor de verdad de (6) dependería del valor de verdad de
(7) p1 ∧ p2 ∨ p3
3.2 Fórmulas
Para proseguir debemos responder la siguiente pregunta, y con ella entramos de lleno
en los problemas de sintaxis, o sea, en el estudio de las formas en que vamos a permitir que
los símbolos se combinen.
¿Qué distingue las cadenas de símbolos que son fórmulas de aquellas que no lo son?
Intuitivamente, es claro que una cadena como ¬p1 “debería” ser una fórmula, y una como
pq → ∧ no. Sin embargo, por más que parezca suficiente manejarse a un nivel intuitivo
examinando cada caso, eso no es satisfactorio. Por un lado, podríamos enfrentarnos a
cadenas de símbolos muy complejas, ante las que nuestra intuición no nos ayudara; y por
otro, necesitamos un criterio claro y objetivo que nos permita, en todos los casos, determinar
si una cadena dada es una fórmula o no, sin ambigüedades de tipo alguno.
Nuestro alfabeto ha sido elegido con el propósito de representar determinadas estruc-
turas proposicionales, a través de cadenas de símbolos cuyo conjunto será el lenguaje de
la lógica proposicional. Para construirlo, recordemos que la negación de una proposición
es una proposición, que la conjunción de dos proposiciones es una proposición, así como
su disyunción, su implicación y su doble implicación. Por eso, resulta razonable exigir lo
siguiente:
¿Por qué en 3–6 se introducen paréntesis? (Considerar qué sucedería si se fuera a aplicar
la regla 4 sobre p ∧ q y r sin los paréntesis).4 Por esto dijimos que la representación de una
proposición como p1 ∧ (p2 ∨ p3 ) no era exacta, ya que le faltan los paréntesis exteriores.
Esto es decir, básicamente, que si partimos de las letras proposicionales, y aplicamos
negaciones y conectivos binarios (cuidando la colocación de paréntesis) a lo que ya tengamos
y vayamos obteniendo, nunca obtendremos algo que no sea una fórmula. Pero en realidad,
nuestra intuición es más fuerte: nos dice que no solamente no obtendremos algo que no sea
una fórmula, sino además que cualquier fórmula se puede obtener mediante ese procedimiento
consistente en partir de letras proposicionales e ir aplicando negaciones y conectivos binarios,
ya que las proposiciones o bien son inanalizables o bien son compuestos en los términos
que venimos tratando. De esa manera, tenemos una caracterización completa de fórmula:
Fórmula es aquello que puede obtenerse a partir de ese procedimiento, y toda fórmula se
puede obtener con este procedimiento. Con esto in mente, presentamos la siguiente
Definición 3.2.1 — Secuencia de formación para la lógica proposicional.
Una secuencia de formación (S. F.) es una secuencia finita en la que cada elemento:
paréntesis exteriores.
70 Capítulo 3. Sintaxis
De la discusión anterior, resulta claro que aquellas cadenas que deseamos sean fórmulas
son exactamente aquellas que pueden obtenerse a través de secuencias de formación. Por lo
tanto, definimos:
Definición 3.2.2 — Fórmula de la lógica proposicional.
A es una fórmula de la lógica proposicional si y solo si existe una secuencia de formación
para la lógica proposicional de la cual A es el último elemento.
Notación 3.1. Al lenguaje de la lógica proposicional, o sea, al conjunto de las fórmulas de la lógica
proposicional lo notaremos LP.
Así, podemos demostrar rigurosamente que una cadena dada es una fórmula exhibiendo
una secuencia de formación de la cual la cadena dada sea el último elemento.
Supongamos que queremos demostrar que la cadena ((p1 → (p1 ∧ p1 )) ∨ (p2 ∨ p3 )) es
una fórmula.
Ejercicio 3.1 Justificar que lo siguiente se trata de una secuencia de formación, explici-
tando en cada elemento, qué ítem de la definición 3.2.1 asegura que la construcción es
correcta.
1. p1
2. (p1 ∧ p1 )
3. (p1 → (p1 ∧ p1 ))
4. p2
5. p3
6. (p2 ∨ p3 )
7. ((p1 → (p1 ∧ p1 )) ∨ (p2 ∨ p3 ))
Esto demuestra que la cadena dada es una fórmula del lenguaje LP.
Esta nueva secuencia de formación contiene elementos que en algún sentido, caen
fuera de nuestro interés. Pero hay algo bastante profundo que podemos observar aquí. Si
rastreamos cómo se construyó la fórmula en la última secuencia, vemos que el onceavo
elemento, o sea nuestra fórmula, se construyó con los elementos (p1 → (p1 ∧ p1 )) (número
6) y (p2 ∨ p3 ) (número 9). A su vez, el elemento número 6 se construyó con los elementos
p1 (número 1) y (p1 ∧ p1 ) (número 4), mientras que el elemento número 9 se construyó
con los elementos p2 (número 7) y p3 (número 8). Por su parte, el elemento número 4
fue construido a partir de p1 (número 1). No hemos explicado cómo se construyeron los
elementos numerados con el 1, el 7 y el 8 pero obviamente, son letras proposicionales,
elementos básicos que no han sido construidos a partir de otros. Los elementos que nos
parecían inútiles no aparecen en este análisis. Es más, si miramos la primera secuencia de
formación para esta fórmula, que parece ser de máxima economía –en el sentido de que
ninguna secuencia más breve será de formación para esa fórmula–, y hacemos el mismo
trabajo, encontramos que la fórmula se ha construido usando exactamente los mismos
elementos (pruébelo el lector).
Sin embargo, esto no tendría por qué haber sido así si no hubiéramos tomado ciertos
recaudos relacionados con la utilización de paréntesis. Veámoslo con un ejemplo de otro
lenguaje formal, que ya conocemos. Reconsideremos el Lenguaje formal 2 del capítulo
anterior. Ese lenguaje tenía como alfabeto el conjunto {a, b} y podríamos reformular su
definición de fórmula así:
Una secuencia de formación (S.F) es una secuencia finita en la que cada elemento cumple
lo siguiente:
(i’) O bien es a.
(ii’) O bien es b.
(iii’) O bien es de la forma aaA, siendo A un elemento anterior en la propia secuencia.
(iv’) O bien es de la forma Ab, siendo A un elemento anterior en la propia secuencia.
Pero también podemos presentar esta secuencia de formación para la misma fórmula:
1. p1
2. p2
3. p3
4. p1 ∧ p2
5. p1 ∧ p2 ∨ p3
1. p1
2. p2
3. p3
4. p2 ∨ p3
5. p1 ∧ p2 ∨ p3
3.4 El teorema de lectura única 73
Según esta secuencia de formación, la fórmula es algo que debería ser muy diferente: la
conjunción de p1 con p2 ∨ p3 . Debería ser diferente, pero no lo es en este lenguaje tentativo.
Para evitar esto fue que se introdujeron los paréntesis en el alfabeto del lenguaje LP. Pero,
¿cómo podemos estar seguros de que ninguna fórmula de LP es ambigua en el sentido
que venimos tratando? En el caso particular que estudiamos, se trataba de una fórmula
que podía ser leída como una conjunción y también como una disyunción. Deberíamos
demostrar un teorema que nos asegurase que en el lenguaje LP ninguna fórmula puede ser
leída de dos maneras diferentes. ¿De qué herramientas disponemos para ello?
todas las fórmulas que son una única letra proposicional tienen la propie-
dad P.
siempre que la fórmula A tenga la propiedad P, la fórmula ¬A tendrá la
propiedad P.
siempre que las fórmulas A y B tengan la propiedad P, la fórmula (A B)
(siendo uno cualquiera de estos símbolos: ∧, ∨, → o ↔) tendrá la propiedad
P.
Esto es así porque, evidentemente, en esas condiciones, cualquier término de una secuencia
de formación tendrá la propiedad P. Este procedimiento se conoce como inducción sobre
fórmulas.
de “Lema”.
y una derecha, ¬((p1 ∧ p2 ) → p3 ). En este caso la parte izquierda consta solo de negadores.
Otra posibilidad es que la parte izquierda sea ¬¬¬((p1 ∧ p2 ) → y la derecha p3 ). En este
caso la parte izquierda consta de dos paréntesis izquierdos y uno derecho.
Lema 3.4.2 — Partes derechas e izquierdas de las fórmulas.
Si en una fórmula de más de n símbolos se considera la cadena formada por los primeros
n de ellos –a la que llamaremos “parte izquierda de la fórmula”– se tiene que o bien esa
cadena consta solamente de negadores o bien en esa cadena hay más paréntesis izquierdos
que paréntesis derechos.
demostración: Es claro que no tenemos que probar nada sobre las letras proposicionales,
porque no pueden dividirse en parte derecha e izquierda.
Sea A una fórmula tal que cada vez que se divide en parte derecha e izquierda, o bien
la parte izquierda consta solo de negadores o bien la parte izquierda tiene más paréntesis
izquierdos que derechos.
Consideremos la fórmula ¬A y dividámosla en una parte izquierda y una derecha. La
parte izquierda que hemos obtenido es o bien el negador que la encabeza o bien una parte
izquierda de A precedida de un negador. En el primer caso, es claro que la parte izquierda
tiene solo negadores. En el segundo caso, si la parte izquierda de A que consideramos solo
tiene negadores, lo mismo pasa con la parte izquierda de ¬A. Si la parte izquierda de A
que consideramos tiene más paréntesis izquierdos que derechos, lo mismo pasa con la parte
izquierda de ¬A, ya que solo difieren en un negador.
Sean ahora dos fórmulas, A y B, que cumplen la propiedad que venimos considerando:
cualquiera de sus partes izquierdas consta solo de negadores o tiene más paréntesis izquier-
3.4 El teorema de lectura única 75
dos que derechos. Formemos la fórmula (A B), siendo uno cualquiera de los conectivos
binarios, y dividamósla en una parte izquierda y una derecha.
Tenemos varios casos:
¿Por qué nos hemos tomado el trabajo de demostrar estos tediosos lemas? La respuesta
es que juntos dan un corolario que nos será fundamental para demostrar que hemos
evitado completamente la ambigüedad estructural: dado que ninguna fórmula consta solo
de negadores o tiene más paréntesis izquierdos que derechos,
Observemos, antes de demostrarlo, que nos asegura lo que su título pregona: toda
fórmula puede leerse de una manera única y determinada. Si una fórmula es de la forma
2, diremos que su conectivo principal es una negación, y también que la fórmula es una
negación. Si es de la forma 3, diremos que su conectivo principal es una conjunción y
también que la fórmula es una conjunción; y análogamente con las formas 4 – 6. Así,
estamos seguros, por ejemplo, de que ninguna conjunción es también una disyunción.
Procedamos ahora a la
demostración: Es obvio que cualquier fórmula debe tener una de las formas 1 – 6, ya
que todos los elementos en una secuencia de formación son de alguna de esas formas. El
problema es mostrar que ninguna fórmula tiene más de una de esas formas. Es claro además
que si una fórmula tiene la forma 1 (es una variable proposicional) no tiene ninguna de las
otras formas, y lo mismo si tiene la forma 2 (es una negación) no tiene ninguna de las otras
formas. Además, si pn = pm , obviamente n = m, y si ¬A = ¬X, obviamente A = X.
Supongamos ahora que tenemos una fórmula que podemos expresar de dos maneras
en un par de las formas 3 – 6, es decir, una fórmula que se puede escribir como (C D)
y también como (E F), donde y son conectivos binarios, C, D, E y F fórmulas.
Mostraremos que debe ser C = E, = y D = F.
Como las cadenas (C D) y (E F) son iguales, también son iguales las cadenas que se
obtienen al quitar los paréntesis iniciales de cada una:
C D) = E F)
Pero entonces es claro que si C y E fueran distintas, C sería parte izquierda de E o E
sería parte izquierda de C, lo que es imposible por el Corolario 3.4.3 dado que ambas son
fórmulas. Entonces E = C, y por lo tanto
D) = F)
De aquí es inmediato
=
y entonces
D) = F)
y nuevamente, si D y F fuesen diferentes, una sería parte izquierda de la otra, lo que es
imposible. Por lo tanto, D = F.
(p1 ∧ ¬p2 ) p4 p2 p1
p1 ¬p2
p2
(¬p1 → p2 )
¬p1 p2
p1
3.6 Ejercicios
1. ¿Son fórmulas de LP las siguientes cadenas? (En caso de que lo sean, demostrarlo a
través de una secuencia de formación; en caso de que no lo sean, justificarlo).
a) p385716
b) pi
c) (p ∧ q)
d) (A → B)
e) (p12 ∨ p11 )¬p4
f ) ((¬(p12 ∨ p11 ) ↔ ((¬p4 ∧ p3 ) → p5 )))
3. Demostrar que una fórmula que tiene exactamente n símbolos (contando repeticiones)
no tiene n − 1 subfórmulas.
4. Escriba una fórmula de LP que no pueda aparecer como quinto elemento de ninguna
secuencia de formación.
8. Demuestre que ninguna fórmula de LP que no tiene negadores tiene 4000, 4002, 4003
o 4004 símbolos.
9. Suponga que tiene una fórmula de LP, y que la coloca entre paréntesis (es decir, coloca
un paréntesis izquierdo precediéndola y un paréntesis derecho siguiéndola). ¿Es la
cadena así obtenida una fórmula de LP en algún caso? Justifique.
10. Busque información sobre la notación polaca para la lógica proposicional. Traduzca a
3.6 Ejercicios 79
Alguien podría decir que las dos premisas son verdaderas y que la conclusión es falsa.
Sin embargo, hay algo que rechazamos en esta posibilidad, ya que tenemos la fuerte intuición
de que la inferencia es correcta, es decir que, sin tomar partido sobre si las premisas son
verdaderas o no, no nos parece admisible que si las premisas fuesen verdaderas, no lo fuese
la conclusión. Es más, supongamos que alguien nos expresa las dos proposiciones que
fungen de premisas en el argumento:
Ni siquiera necesitamos que nos explicite oralmente que su opinión es que el conocimiento
no es sensación. Lo suponemos, porque aceptamos que esa opinión es consecuencia lógica de
lo que ya nos ha dicho. Si luego agregara
El conocimiento es sensación.
1 En ciertos casos porque esto depende de la capacidad expresiva del lenguaje que construyamos. Habrá
inferencias correctas cuya corrección no se podrá capturar con el lenguaje de la lógica proposicional, y sí con
otros lenguajes más ricos.
82 Capítulo 4. Semántica
entenderíamos que ha habido algún tipo de error. Tal vez, en un caso así, pensemos que
hemos oído mal, o que nuestro interlocutor ha pronunciado mal alguna oración, o que
ha dicho las cosas a la ligera, sin pararse a pensar en sus dichos. Si le hacemos notar que
creemos que hay un error y nuestro interlocutor se obstina en mantener que las premisas
son ambas verdaderas y que la conclusión (El conocimiento no es sensación) es falsa, no
dudaríamos en decir que su razonamiento no es correcto, que está transgrediendo, de alguna
manera, la lógica.
Ahora bien; ¿qué es lo que nos impide aceptar que existe la posibilidad de que esas pre-
misas sean verdaderas y a la vez, esa conclusión falsa? De acuerdo a anteriores discusiones,
lo que nos compele a asegurar que bajo la condición de que las premisas sean verdaderas,
la conclusión también lo será, es el comportamiento o significado que asignamos a la construcción
“Si. . . entonces . . . ” y a la palabra “no”.
Las funciones de esa construcción y de esa palabra, –ambas pertenecientes al lenguaje
natural–, son representadas en nuestro lenguaje formal mediante las conectivas → y ¬2 , y si
deseamos que esta formalización sea fructífera a la hora de representar las relaciones entre
los valores de verdad que otorgamos a diversas fórmulas –para poder distinguir algunas
inferencias como correctas–, es necesario que tengamos en cuenta esas funciones al dar los
significados a nuestras fórmulas.
Las cuestiones del significado se consideran en la semántica del lenguaje, que es lo que
abordaremos a continuación. Queda claro por lo tanto que la semántica de nuestro lenguaje
formal deberá ocuparse de la correspondencia entre fórmulas y valores de verdad, y que
deberá hacerlo no de cualquier manera, sino de acuerdo al comportamiento que esperamos
tengan los conectivos lógicos.
Notación 4.1. Si A es una fórmula, y v una valuación, representaremos con v(A) el valor de verdad
que la valuación v asigna a la fórmula A.
Por supuesto, existen infinitas valuaciones; una valuación (a la que podemos llamar v)
es tal que v(A) = V para toda fórmula A; otra valuación u es tal que u(A) = F para toda
fórmula A; otra valuación w es tal que w(A) = V si A es una fórmula en la que aparece p1
y w(A) = F si A es una fórmula en la que p1 no aparece, etc. Veremos en breve que ninguna
de estas valuaciones tiene relevancia para nuestros intereses. Consideremos nuevamente el
2 Observe que no se representan las palabras “si”, “entonces”, “no”, sino las funciones que cumplen en los
enunciados.
3 V y F no son, por supuesto, símbolos del lenguaje. Esta presentación de la semántica necesita de estos dos
Hay infinitas valuaciones que asignan valor V a (p1 → p2 ) y a ¬p2 , a la vez que asignan
valor F a ¬p1 . Estas valuaciones no respetan el comportamiento de los conectores que está en la base
del funcionamiento lógico del argumento. Por lo tanto, nuestra tarea será cumplida observando
en cada caso el comportamiento de los conectivos, para fundar la semántica de nuestro
lenguaje formal solamente en aquellas valuaciones que sí respeten ese comportamiento.
Consideremos la negación. De acuerdo a discusiones previas, si una valuación asigna
valor V a una fórmula A, esperamos que asigne valor F a la fórmula ¬A, y esta condición
sea recíproca. Con respecto a la conjunción, esperamos que, si una valuación asigna valor
de verdad V a las fórmulas A y B, entonces asigne valor de verdad V a la formula (A ∧ B),
y recíprocamente, si asigna valor de verdad V a (A ∧ B), entonces asigne valor de verdad V
tanto a A como a B, y hay consideraciones similares para los restantes conectivos, que ya
hemos discutido en un nivel informal.
Las valuaciones que nos interesan realmente son las que cumplen con las condiciones
arriba sugeridas, a las que llamaremos interpretaciones y esto amerita la siguiente
Definición 4.1.2 — Interpretación de LP.
Una interpretación I de LP es una valuación de LP que cumple las siguientes condiciones
(para fórmulas A y B cualesquiera):
Para hacernos una idea concreta acerca de cómo funcionan las interpretaciones, exami-
nemos el siguiente argumento, presentado con su formalización adjunta:
estamos frente a un argumento válido. Las interpretaciones logran capturar esa intuición.
Supongamos que I es una interpretación que cumple:
I(p2 ) = V
1. I(p1 ) = I(p2 ) = V
2. I(p1 ) = I(p2 ) = F
3. I(p1 ) = F
I(p2 ) = V
Pero 2 y 3 no pueden ser porque tenemos que I(p1 ) = V. Un razonamiento análogo muestra
que siendo I(p2 ) = V (como acabamos de demostrar) e I((p2 → p3 )) = V, tiene que ser
I(p3 ) = V
Así como hay fórmulas que son verdaderas bajo toda interpretación, otras son falsas bajo
toda interpretación (el lector podrá probar fácilmente que la fórmula (p5 ∧ ¬p5 ) lo es), y hay
otras que son verdaderas bajo unas interpretaciones y falsas bajo otras, como cualquier letra
proposicional. Es una distinción sumamente importante y queda recogida en la siguiente
Definición 4.2.1 — Tautología, contradicción, contingencia.
Una fórmula A es una
Nos enfrentamos ahora al problema de determinar si una fórmula dada es una tautología,
una contradicción o una contingencia, y en este último caso, bajo qué “condiciones” es
verdadera y bajo qué “condiciones” es falsa, o sea, cuáles interpretaciones le asignan valor
V y cuáles le asignan valor F.
Consideremos la fórmula ((p1 ∧ p2 ) → p1 ). Intuitivamente parece tratarse de una tauto-
logía (habíamos utilizado proposiciones de este tipo en nuestra discusión informal acerca
del condicional material, y habíamos dicho que debían ser siempre verdaderas). Pero ¿cómo
probarlo? Lo más natural es considerar los valores de verdad que una interpretación podría
otorgar a los “elementos mínimos” o sea, las letras proposicionales p1 y p2 , y con ellos,
encontrar los valores de verdad de cada subfórmula de la fórmula dada. Esto nos lleva al
siguiente estudio por casos:
Al inicio tenemos que decidir cuántos casos consideraremos. Como el valor de verdad
que la fórmula obtendrá en una interpretación solo depende de los valores de verdad
que esta asigne a las letras proposicionales que aparezcan en la fórmula, solo debemos
concentrarnos en considerar todas las combinaciones posibles de valores de verdad para esas
letras proposicionales. En nuestro caso, en la fórmula aparecen dos letras proposicionales,
p1 y p2 , lo que nos da cuatro combinaciones posibles:
p1 p2
V V
V F
F V
F F
¿Qué sucedería si en vez de dos letras proposicionales tuviésemos tres? En ese caso, las
combinaciones posibles serían ocho:
86 Capítulo 4. Semántica
p1 p2 p3
V V V
V V F
V F V
V F F
F V V
F V F
F F V
F F F
((p1 ∧ p2 ) → p1 )
V V V
V F V
F V F
F F F
tenemos. Recordando que una conjunción solo es verdadera si sus dos conyuntos lo son,
completamos la columna bajo el conectivo ∧, tomando en cuenta los valores de verdad
atribuidos a los conyuntos, que son p1 y p2 :
((p1 ∧ p2 ) → p1 )
V V V V
V F F V
F F V F
F F F F
Ahora solo resta evaluar los valores de verdad que se asignan a toda la fórmula,
colocándolos bajo su conectivo principal, el condicional. Para hacerlo, recordamos que
un condicional es falso solo cuando su antecedente es verdadero y su consecuente falso, y
consideramos los valores ya asignados al antecedente, (p1 ∧ p2 ), que se encuentran bajo el
conectivo principal de esta subfórmula, ∧, y su consecuente, p1 , que se encuentran en la
última columna:
((p1 ∧ p2 ) → p1 )
V V V V V
V F F V V
F F V V F
F F F V F
¬ A (A ∧ B) (A ∨ B) (A → B) (A ↔ B)
F V V V V V V V V V V V V V
V F V F F V V F V F F V F F
F F V F V V F V V F F V
F F F F F F F V F F V F
((p1 ∨ p2 ) → p1 )
V V V V V
V V F V V
F V V F F
F F F V F
La presencia tanto de uves como efes bajo el conectivo principal indica que se trata de
una contingencia.
88 Capítulo 4. Semántica
Estos dos ejemplos nos han mostrado dos cosas fundamentales. La primera es un método
sistemático para clasificar fórmulas en tautologías, contradicciones, contingencias y para
determinar cuáles interpretaciones asignan V a una contingencia y cuáles le asignan F. Este
método se llama método de tablas de verdad y fue introducido por Wittgenstein e, independien-
temente, por Post. Consiste en el cálculo sistemático y ordenado de los valores de verdad
de las subfórmulas de la fórmula en consideración bajo todas las combinaciones posibles
de atribuciones de valores de verdad a las letras proposicionales que en ella aparecen,
como muestran los ejemplos dados. Es importantísimo recordar, al aplicarlo, que se deben
considerar todas las combinaciones posibles de asignación de valores de verdad a las letras
proposicionales, para lo que hemos mostrado un procedimiento sistemático. La segunda
cosa fundamental que intuimos en este ejemplo es que una interpretación queda totalmente
determinada una vez que asignamos valor de verdad a todas las letras proposicionales. Con
esto queremos decir que si sabemos que una valuación es una interpretación y conocemos
los valores de verdad que asigna a las letras proposicionales, entonces, podemos encontrar
el valor de verdad que asigna a cualquier fórmula.
Definición 4.3.1 — Asignación proposicional.
Una asignación proposicional es una asignación de un único valor de verdad a cada una
de las letras proposicionales.
demostración: Es obvio que la primera parte del teorema se cumple. Una interpretación
I dada, como asigna valores de verdad a todas las fórmulas, en particular, asigna valores
de verdad únicos a cada letra proposicional. La asignación proposicional j que asigna los
mismos valores que I a cada letra proposicional es la buscada y es la única que cumple lo
pedido.
Demostrar la segunda es más complicado. Partimos de una asignación proposicional j y
debemos demostrar que existe una única interpretación I que asigna los mismos valores de
verdad que j a cada letra proposicional. Dividiremos la demostración en dos partes. Primero
demostraremos que existe una interpretación que asigna a cada letra proposicional el mismo
valor de verdad que j, y luego demostraremos que esa interpretación es única.
4.4 Asignaciones proposicionales e interpretaciones 89
Hemos demostrado así que ninguna de las opciones es posible, de modo que las
interpretaciones I y J, si coinciden sobre todas las letras proposicionales, deben coincidir
sobre todo LP.
Esto nos permite, cuando queremos dar una interpretación, dar simplemente una asig-
nación proposicional. La única interpretación que coincide con la asignación proposicional
90 Capítulo 4. Semántica
dada sobre las letras proposicionales se llama interpretación inducida por la asignación proposi-
cional.
O sea, Ij cumple:
Es interpretación.
Es una extensión de j a todo el lenguaje (es decir, se comporta como j sobre las letras
proposicionales y además da valor de verdad a todas las fórmulas).
Es la única extensión de j que es a la vez una interpretación.
p1 y F a todas las demás letras proposicionales. ¿Qué valor de verdad asigna Ij a la fórmula
(p1 ∧ (¬p31 → p1 ))?
El problema se reduce a hallar un renglón de la tabla de verdad:
(p1 ∧ (¬ p31 → p1 ))
V V V F V V
Concluimos que le asigna valor de verdad V, y es claro que podríamos haber determinado
el valor de verdad asignado a cualquier fórmula del lenguaje por la interpretación inducida
por la asignación proposicional dada.
((p1 ∧ p2 ) → p3 )
V V V V V
V V V F F
V F F V V
V F F V F
F F V V V
F F V V F
F F F V V
F F F V F
Este análisis muestra que esta proposición es una contingencia. Ahora bien, ¿en qué
casos lo que dijo es verdadero? El mismo análisis muestra que:
Es falso si p1 y p2 son ambas verdaderas (es decir, si se dictan más horas de clase y
además se crean más institutos de enseñanza) y p3 es falsa (es decir, si la educación no
mejora). Todas las asignaciones proposicionales en las que p1 y p2 sean verdaderas y
p3 sea falsa, harán falsa la fórmula en su interpretación inducida.
4.5 Modelos y contramodelos 91
Por lo tanto, todas las interpretaciones son modelos de cualquier tautología, así como
son contramodelos de cualquier contradicción.
Ejemplo 4.2 — Búsqueda de modelos y contramodelos de una fórmula. Hallemos los
modelos y contramodelos de la fórmula ((p1 → p2 ) ∧ p3 )
((p1 → p2 ) ∧ p3 )
V V V V V Modelos
V V V F F Contramodelos
V F F F V Contramodelos
V F F F F Contramodelos
F V V V V Modelos
F V V F F Contramodelos
F V F V V Modelos
F V F F F Contramodelos
Se observa que hemos encontrado tres filas que indican modelos y cinco que indican
contramodelos. Sin embargo, todas las interpretaciones existentes son o bien modelos o
contramodelos, no solamente ocho de ellas. Lo que la tabla nos indica es:
(Primer renglón): Las infinitas interpretaciones inducidas por las asignaciones propo-
sicionales j que cumplen j(p1 ) = j(p2 ) = j(p3 ) = V, sean cuales sean los valores que
asignen a las restantes letras proposicionales, son modelos de ((p1 → p2 ) ∧ p3 ).
(Quinto renglón): Las infinitas interpretaciones inducidas por las asignaciones propo-
sicionales j que cumplen j(p2 ) = j(p3 ) = V, j(p1 ) = F, sean cuales sean los valores que
asignen a las restantes letras proposicionales, son modelos de ((p1 → p2 ) ∧ p3 ).
(Séptimo renglón): Las infinitas interpretaciones inducidas por las asignaciones propo-
sicionales j que cumplen j(p1 ) = j(p2 ) = F, j(p3 ) = V, sean cuales sean los valores que
asignen a las restantes letras proposicionales, son modelos de ((p1 → p2 ) ∧ p3 ).
(1) I(p11 ) = V
(2) I(p12 ) = F
No es trabajoso verificar que una interpretación que cumple (1) y (2) es modelo de todas
las fórmulas del conjunto, y que cualquier interpretación que no cumple (1) o (2) no es
modelo de todas las fórmulas del conjunto. Entonces, los modelos del conjunto dado son las
Ij tales que j(p11 ) = V y j(p12 ) = F.
Por supuesto, puede suceder que un conjunto de fórmulas no tenga modelos. Si alguno
de los elementos del conjunto es una contradicción, eso es inmediato, pero no es el único
caso en el que puede suceder, como se ve en el siguiente
Ejemplo 4.4 — Un conjunto que carece de modelos. El conjunto {p1 , ¬p2 , (p1 ↔ p2 )} no
tiene modelos, como muestra el siguiente razonamiento: si una interpretación I fuese modelo
del conjunto, debería ser
I((p1 ↔ p2 )) = V
I(p1 ) = V
I(p2 ) = V
I(¬p2 ) = F
por lo que ninguna interpretación I puede asignar el valor de verdad V a las tres fórmulas
del conjunto.
Introducimos ahora un par de términos técnicos que serán muy usados en el resto del
curso:
4.6 Vuelta a la biblioteca 93
Definición 4.5.2 — Conjuntos satisfacibles e insatisfacibles.
Un conjunto de fórmulas que tiene al menos un modelo se dice satisfacible. Si no tiene
modelos, se dice insatisfacible.
y sobre los datos que se dan en el problema concreto, ya que esa es la información necesaria
para deducir quién ha escrito cada libro.
Supongamos que un libro, al que llamaremos A, expresa una proposición cuyo valor
de verdad no conocemos, la que simbolizaremos con p. ¿Qué es lo que sabemos con total
certeza? Obviamente, la respuesta pasa por las reglas de la biblioteca: sabemos que p es
verdadera si A fue escrito por Veratius, y p es falsa si A fue escrito por Mendacius. Sabemos
además que A fue escrito o bien por Veratius o bien por Mendacius. Todo esto es lo mismo
que decir que p es verdadera si y solo si A fue escrito por Veratius. O sea, el valor de verdad
de la proposición “A fue escrito por Veratius” y el valor de p son el mismo: ambas son
verdaderas o ambas son falsas. Entonces, tenemos lo siguiente:
Podemos, en muchos casos, buscar los modelos de VA ↔ p, que nos darán la solución al
problema.
Ejemplo 4.5 En uno de los problemas habíamos encontrado dos libros, Dragones y Esfinge.
En Dragones se leía: “Dragones es obra de Mendacius y Esfinge es obra de Mendacius”.
Sean VD la proposición “Dragones fue escrito por Veratius” y VE la proposición “Esfinge
fue escrito por Veratius”. Es claro que la proposición “Dragones fue escrito por Mendacius”
se simboliza como ¬VD , y la proposición “Esfinge fue escrito por Mendacius” como ¬VE .
Además, la proposición expresada en Dragones se puede simbolizar como ¬VD ∧ ¬VE .
Consecuentemente, la proposición VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) debe ser verdadera. Confeccionemos
su tabla de verdad:
VD ↔ (¬ VD ∧ ¬ VE )
V F F V F F V
V F F V F V F
F V V F F F V
F F V F V V F
Se advierte que los únicos modelos de la fórmula son las interpretaciones que hacen
falsa VD y verdadera VE . La solución es, por tanto, que Dragones fue escrito por Mendacius
y Esfinge por Veratius, conclusión a la que habíamos llegado sin utilizar un procedimiento
mecánico.
p q A
V V V
V F F
F V V
F F V
¿Cuál fórmula A tiene esa tabla de verdad? La respuesta no es única. Como el lector
podrá verificar, las siguientes fórmulas podrían estar en el lugar de A:
y por supuesto, otra infinidad de fórmulas responden a esa misma tabla. ¿Qué es lo que
estamos diciendo? Podemos reformularlo así: hay fórmulas que tienen exactamente los
mismos modelos. Cuando dos fórmulas tienen los mismos modelos diremos que son
equivalentes y consideraremos como equivalentes entre sí a todas las contradicciones, o sea,
las fórmulas que no tienen modelos.
Definición 4.7.1 — Fórmulas equivalentes.
La fórmula A es equivalente a la fórmula B si y solo si todos los modelos de A son
modelos de B y recíprocamente (por supuesto, si ni A ni B tienen modelos, esto se cumple
trivialmente).
Es trivial verificar que la equivalencia es, justamente, lo que se llama una relación de
equivalencia en LP, o sea:
p q p→q (p ∨ p) → (q ∧ q)
V V V V V V
V F F V F F
F V V F V V
F F V F V F
La tabla conjunta muestra que tienen los mismos modelos. La equivalencia resulta en
indistinguibilidad semántica. Por ejemplo, consideremos la fórmula r → (p → q). Hagamos
su tabla de verdad para conocer su comportamiento semántico.
96 Capítulo 4. Semántica
r → (p → q)
V V V V V
V F V F F
V V F V V
V V F V F
F V V V V
F V V F F
F V F V V
F V F V F
Es claro que (p → q) es subfórmula de la fórmula que acabamos de estudiar. Construya-
mos una nueva fórmula sustituyendo en r → (p → q) la subfórmula (p → q) por la fórmula
(p ∨ p) → (q ∧ q) que, como sabemos es, equivalente a ella. Obtenemos:
r → ((p ∨ p) → (q ∧ q))
¿Cuál será su tabla de verdad, o sea, cuál será su comportamiento semántico, o dicho de
otra manera, cuáles serán sus modelos? Podríamos hacer la tabla, que será más compleja
que la anterior, pero una ligera reflexión nos muestra que no necesitamos hacerla. Esto
es así porque al ser p → q y (p ∨ p) → (q ∧ q) fórmulas que tienen los mismos modelos,
presentarán exactamente los mismos valores de verdad en los mismos lugares de la tabla,
con lo que resultará que los modelos de r → (p → q) y de r → ((p ∨ p) → (q ∧ q)) serán
exactamente los mismos. Dado que este ejemplo se puede generalizar tenemos el siguiente
resultado:
si en una fórmula sustituimos una subfórmula por una fórmula equivalente a
esta, obtenemos una fórmula equivalente a la original.
Supongamos que A y B son fórmulas equivalentes. ¿Habrá alguna fórmula del lenguaje
cuyo comportamiento semántico indique esta equivalencia? El hecho de que dos fórmulas
sean equivalentes se manifiesta en la tabla de verdad conjunta como la igualdad de los
valores de verdad que se obtienen en los mismos renglones.
Recordemos que en toda interpretación la fórmula A ↔ B es verdadera si y solo si el
valor de verdad de A es igual al valor de verdad de B. Pero si A y B son equivalentes, bajo
toda interpretación, sus valores de verdad son iguales y por eso, bajo toda interpretación, la
fórmula A ↔ B es verdadera. Por lo tanto, tenemos el siguiente resultado:
La equivalencia es una noción tan potente que, por ejemplo, se encuentra en la base de
algo con lo que todo estudiante de matemática se encuentra tarde o temprano, y le provoca
una fuerte noción de extrañeza: la demostración por contrarrecíproco.
Los teoremas matemáticos son proposiciones que tienen la forma H → T , donde H se
llama hipótesis y T se llama tesis. Normalmente, para demostrarlos, se supone H y bajo esa
suposición se infiere T . Ahora, veamos lo que podemos encontrar en un excelente texto de
análisis matemático [Rud90]:
teorema: Si E es un subconjunto infinito de un conjunto compacto K, E tiene un
punto límite en K.
4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos 97
No se preocupe el lector por el contenido, que no nos interesa. Se trata de un teorema como
tantos, en el que la hipótesis H es “E es un subconjunto infinito de un conjunto compacto
K” y la tesis T es “E tiene un punto límite en K”. A renglón seguido, como es norma en las
obras matemáticas, viene la demostración. Esperaríamos que empezara suponiendo H, y
que a partir de allí infiriera T . Sin embargo, continúa así:
p q r A
V V V V
V V F F
V F V V
V F F F
F V V F
F V F F
F F V F
F F F V
¿Habrá una fórmula del lenguaje LP cuyos modelos y contramodelos sean los allí
indicados? Y en caso de que la respuesta sea positiva, ¿podrá el lector hallar una?
Examinemos la cuestión de la existencia. Si razonamos sobre lo que hemos hecho en
todo nuestro recorrido, nos daremos cuenta de que introdujimos un lenguaje formal que nos
permitiera representar proposiciones. Además de esa dimensión representacional de nuestro
lenguaje, debimos considerar una dimensión semántica, para poder estudiar la corrección
98 Capítulo 4. Semántica
de los argumentos. Como la corrección de los argumentos es algo que depende de los
valores de verdad de las proposiciones, esa semántica consistió en la asignación de valores
de verdad a las fórmulas del lenguaje formal de modo que se respetara el comportamiento
esperado de los conectivos. Ahora bien, en nuestro lenguaje formal existen cinco conectivos,
que de alguna manera, hemos abstraído del lenguaje natural. Sin embargo, cabe hacerse
una pregunta: ¿Serán suficientes estos conectivos para nuestros propósitos?
Es muy fácil pensar alternativas en las que esto no hubiera sido cumplido. Por ejemplo, si
el único conectivo que hubiésemos considerado en nuestro lenguaje fuese la conjunción, sería
imposible construir una fórmula que se comportara desde el punto de vista semántico igual
que ¬(p ↔ q). Esto es así porque al solo tener la conjunción, cualquier fórmula, bajo una
interpretación donde todas las letras proposicionales sean verdaderas, será verdadera, y la
fórmula que acabamos de escribir es falsa bajo una interpretación así. Es decir, imaginemos
que tenemos una tabla de verdad de esta forma:
p q A
V V F
V F V
F V V
F F F
Se nos pide hallar una fórmula A de nuestro lenguaje que tenga ese comportamiento
semántico. Si solo tuviésemos la conjunción, resultaría imposible. Con nuestra batería de
conectivos sí es posible, por ejemplo la fórmula ¬(p ↔ q) responde a esa tabla.
¿No podrá suceder que estemos en esa situación, es decir, que para tablas suficientemente
complejas, no existan fórmulas en nuestro lenguaje que se comporten desde el punto de
vista semántico como indica la tabla? Si así fuese, tendríamos que intentar ampliar nuestro
lenguaje agregándole conectivos.
Para nuestra tranquilidad, la respuesta a esta pregunta es: no solo tenemos los conectivos
suficientes como para hallar una fórmula que se comporte semánticamente como indique
cualquier tabla dada, sino que para eso nos sobran conectivos. Veámoslo con un ejemplo,
que se puede generalizar en forma obvia. Intentemos encontrar una fórmula que responda a
la tabla con la que abrimos esta sección:
p q r A
V V V V
V V F F
V F V V
V F F F
F V V F
F V F F
F F V F
F F F V
Debemos hallar una fórmula A que sea verdadera solo si p, q y r son verdaderas (caso 1,
primer renglón); o si p y r son verdaderas y q es falsa (caso 2, tercer renglón); o si p, q, y r
son falsas (caso 3, octavo renglón). Obsérvese que si se da el caso 1 o se da el caso 2 o se da
4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos 99
el caso 3, la fórmula será verdadera, y será falsa solo cuando no se dé ninguno de los tres
casos. Supongamos entonces que encontrásemos una fórmula que sea verdadera solo en el
caso 1, es decir, sea verdadera si y solo si tanto p como q como r sean verdaderas, a la que
llamaremos C1, una fórmula que sea verdadera solo en el caso 2, o sea, que sea verdadera
si y solo si p y r son verdaderas y q falsa, a la que llamaremos C2, y una fórmula que sea
verdadera solo en el caso 3, es decir, que sea verdadera si y solo si tanto p como q como r
son falsas. Si esto fuese posible, es trivial observar que la fórmula
C1 ∨ C2 ∨ C3
(p ∧ q ∧ r) ∨ (p ∧ ¬q ∧ r) ∨ (¬p ∧ ¬q ∧ ¬r)
Ejercicio 4.2 Expresar los conectivos → y ↔ con el conjunto {¬, ∨, ∧}, es decir, hallar me-
tafórmulas que solo usen estos tres conectivos y tales que sus fórmulas correspondientes
tengan la tabla de verdad de las correspondientes a A → B y de A ↔ B.
En realidad, existen conjuntos adecuados de conectivos que tienen menos que tres
elementos. Dado que es posible expresar la conjunción utilizando solo la disyunción y la
100 Capítulo 4. Semántica
A ∧ B ≡ ¬(¬A ∨ ¬B)
el conjunto {¬, ∨} es adecuado (toda conjunción puede sustituirse por una expresión en la
que solo aparecen la negación y la disyunción sin alterar el comportamiento semántico).
Ejemplo 4.6 Podemos encontrar una formula equivalente a p → (q ↔ r) usando solo
negación y disyunción a través de la siguiente cadena de equivalencias:
p → (q ↔ r) ≡ ¬p ∨ (q ↔ r)
≡ ¬p ∨ ((q → r) ∧ (r → q))
≡ ¬p ∨ ((¬q ∨ r) ∧ (¬r ∨ q))
≡ ¬p ∨ ¬(¬(¬q ∨ r) ∨ ¬(¬r ∨ q))
p q p↓q
V V F
V F F
F V F
F F V
4 Como veremos en breve, el alfabeto de LP no tiene símbolos expresamente destinados a representar
esos conectivos. Para estudiar estos conjuntos adecuados los simbolizaremos, pero estaremos trabajando fuera
de nuestro lenguaje formal. Esto implica que en nuestro lenguaje, con la semántica dada, no hay conjuntos
adecuados unitarios.
4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos 101
∨ ∧ → ↔ A ¬A B ¬B > ⊥
A B 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16
V V V V V V F F F F V F V F V F V F
V F V F F F F V V V V F F V V F V F
F V V F V F F V F V F V V F V F F V
F F F F V V V V F F F V F V V F V F
Este conectivo traduce bien la expresión “Tanto p como q son falsas” o “Ni p ni q”. Lo
llamaremos Nor (expresión inglesa que viene de que se puede expresar como la negación de
la disyunción). Pues bien, el conjunto {↓} es adecuado. Para mostrarlo, basta demostrar que
podemos expresar ¬ y ∨ solo con ↓.
La tabla de verdad de p ↓ p
p ↓ p
V F V
F V F
(p ↓ q) ↓ (p ↓ q)
V F V V V F V
V F F V V F F
F F V V F F V
F V F F F V F
p q p|q
V V F
V F V
F V V
F F V
Ejercicio 4.3 Encontrar alguna expresión del lenguaje natural a la que corresponda y
demostrar que {|} es adecuado.
Una pregunta pertinente es ¿por qué trabajamos con cinco conectivos si con uno solo
tendríamos la misma capacidad expresiva? La respuesta es también obvia: el uso exclusivo
102 Capítulo 4. Semántica
La fórmula que hemos obtenido es muy poco legible, no tenemos intuición alguna acerca
de su comportamiento semántico y hasta podemos tener problemas para reconocer de un
vistazo su estructura sintáctica. Es interesante el ejercicio de expresarla en español con
alguna expresión propia de esta lengua: “Ni ni p ni ni q ni q. . . ” Hágalo el lector, si gusta.
Imagine qué clase de objeto inmanejable para seres humanos puede resultar al intentar
expresar solo con este conectivo una fórmula equivalente a otra que sea medianamente
compleja en nuestro lenguaje. Por lo tanto, restringirse a un único conectivo es una pésima
opción si uno quiere trabajar dentro del sistema –que es lo que deseamos hacer en buena
parte de este curso-, pero puede ser una muy buena opción si lo que se desea es estudiar
resultados acerca del sistema. (Por ejemplo, si optásemos por hacer un lenguaje con un
único conectivo, las reglas de las interpretaciones, que con nuestro lenguaje formal requieren
de cinco incisos, solo requerirían un inciso. Por contrapartida, representar un argumento
dado en lenguaje natural en ese lenguaje de un solo conectivo sería una tarea engorrosísima,
así como la evaluación de la corrección del argumento).
Terminaremos esta sección demostrando que los únicos conjuntos adecuados de conecti-
vos binarios que tienen un solo elemento son {↓} y {|}:
p q p]q
V V Val (V,V)
V F Val (V,F)
F V Val (F,V)
F F Val (F,F)
Si{]} es adecuado, es necesario que Val (V,V)=F, porque si fuese Val (V,V)=V, todas las
fórmulas que tuvieran únicamente este conectivo tomarían el valor V siempre que todas
las letras proposicionales lo tomasen, y así no se podría expresar una contradicción o una
contingencia que fuese falsa cuando sus letras proposicionales sean verdaderas con este
único conectivo. Por una razón análoga, es necesario que Val (F,F)=V. Tenemos cuatro
posibilidades para otorgar valores a Val (V,F) y Val (F,V):
1. Val (V,F) = Val (F,V) = V. En este caso, ] =↓.
2. Val (V,F) = Val (F,V) = F. En este caso, ] = |.
3. Val (V,F) = V y Val (F,V) = F. En este caso, p]q ≡ ¬q. Obviamente, la negación no
conforma un conjunto adecuado.
4. Val (V,F) = F y Val (F,V) = V. En este caso, p]q ≡ ¬p. Por la misma razón que en el
caso anterior, esta combinación de valores de verdad no es admisible.
4.8 ¿Será suficiente? Conjuntos adecuados de conectivos 103
Queda así demostrado que {↓} y {|} son los únicos conjuntos adecuados y unitarios de
conectivos binarios.
104 Capítulo 4. Semántica
4.9 Ejercicios
1. Muestre que si a partir de una interpretación I se construye una nueva valuación
cambiando el valor de verdad que I asigna a un conjunto finito de fórmulas y dejando
igual el resto, la nueva valuación no es interpretación.
7. En este ejercicio veremos que es posible introducir las nociones semánticas sin referirse
a los objetos extralingüísticos V y F. Un conjunto Γ de fórmulas se llamará conjunto T
si y solo si cumple las siguientes condiciones:
Para fórmulas X, Y cualesquiera
a) X es elemento de Γ si y solo si ¬X no es elemento de Γ .
b) (X∧Y) es elemento de Γ si y solo si tanto X como Y son elementos de Γ .
c) (X∨Y) es elemento de Γ si y solo si al menos una de entre X e Y son elementos de
Γ.
d) (X→Y) es elemento de Γ si y solo si X no es elemento de Γ o Y es elemento de Γ .
e) (X↔Y) es elemento de Γ si y solo si tanto X como Y son elementos de Γ o ni X ni
Y son elementos de Γ .
Demostrar:
i. Una fórmula es tautología si y solo si es elemento de todos los conjuntos T.
ii. Una fórmula es contradicción si y solo si no es elemento de ningún conjunto T.
iii. Una fórmula es contingencia si y solo si hay un conjunto T al que pertenece y
hay un conjunto T al que no pertenece.
9. Demostrar que toda fórmula es equivalente a una negación, a una conjunción, a una
disyunción, a un condicional y a un bicondicional.
106 Capítulo 4. Semántica
10. Demostrar que toda fórmula que no tenga repeticiones de ninguna letra proposicional
es una contingencia.
11. Sea I una interpretación de LP, y sea v una valuación tal que v(X) = F si y solo si
I(A) = V para alguna fórmula A tal que A ≡ X. ¿Es v una interpretación?
13. ¿Cualquier conjunto de conectivos del alfabeto de LP al que pertenezca ¬ y tenga más
de un elemento es adecuado? Justificar.
Premisa 1 P1
Premisa 2 P2
.. .. V
. Traducción . Interpretaciones
F
Premisa n Pn
Conclusión C
Fragmento del
lenguaje
proposicional
que representa las
Oraciones que proposiciones
expresan expresadas en
proposiciones de lenguaje natural
un argumento
que nos interesa
evaluar
Evaluación de la correción
argumental: ¿existe alguna
relación entre {P1 , P2 , ..., Pn }
y C que nos la asegure?
(En próximos capítulos)
5.1 El conectivo ¬
Obviamente asociamos este conectivo a la palabra “no”. Pero, según el principio que
acabamos de establecer, el hecho fundamental a tener en cuenta cuando decidamos traducir
un fragmento de lenguaje natural como ¬A, es que ese fragmento será considerado verdadero si
el fragmento de lenguaje natural que corresponda a A es considerado falso, y será considerado falso si
el fragmento de lenguaje natural correspondiente a A es considerado verdadero. Como la palabra
“no” delante de una oración cumple normalmente esa función, establecemos esa asociación.
Por ejemplo, es claro que si p es la traducción de
(1) Llueve.
¬p es la correcta traducción de
5.1 El conectivo ¬ 109
No llueve.
Esto es claro porque “Llueve” es verdadero si “No llueve” es falso, y es falso si “No llueve”
es verdadero. Sin embargo, no siempre es tan evidente la relación entre una proposición y
su negación. Tal vez, si uno le pregunta a un niño pequeño cuál es la negación de
este responda, mostrando una frecuente confusión en estadios tempranos del desarrollo
Un adulto entiende que la negación de (2) no es (3). Pero ¿por qué? La respuesta es:
(3) no es la negación de (2) porque es posible que (2) y (3) sean ambas falsas, y como
hemos dicho, en un par formado por una proposición y su negación, es necesario que
una de ellas sea verdadera y la otra falsa. Esto es trivial, pero en algunos casos podemos
estar tentados de cometer algún error similar. En general, si X es una oración en lenguaje
natural que expresa una proposición, la oración “No es el caso que X” expresará la negación
de la proposición expresada por X, aunque muy posiblemente haya una mutación en el
modo verbal, típicamente, de indicativo a subjuntivo o puede aparecer una construcción con
gerundio: la negación de (1) puede expresarse como
o también como
Lo mismo podemos decir de “No es cierto que X” o “No es verdad que X”, aunque es
claro que en este caso, quien profiere la oración está negando X indirectamente, es decir,
afirmando que el valor de verdad de X es F, no afirmando directamente la negación de
X. Mencionaremos a continuación algunos casos en los que conviene ser cuidadoso al
considerar las negaciones.
no se expresa con
Esto es así porque ambas proposiciones pueden perfectamente ser falsas (y muy proba-
blemente lo sean). La negación de (4) se expresa con
o con
Del mismo modo, encarecemos al lector prestar especial atención a las formas de negar
proposiciones expresadas por oraciones que comiencen con “algunos” o “unos”. Este es un
punto importante, frecuentemente desatendido al tratar la lógica proposicional. Como los
argumentos que incluyen proposiciones de este tipo son generalmente tratados en forma
más eficaz con otras lógicas, no se suele prestar atención a este tipo de proposiciones en
conexión con el aparato proposicional. Pero es muy importante advertir desde el primer
momento algunas de las múltiples formas en que una proposición puede negarse, y las
proposiciones cuantificadas son un buen campo de prueba.
doxásticos referidos no implica que se encuentre en otro definido, sino que se encuentra en
alguno de los otros dos.
Las proposiciones que expresan que algo es obligatorio, está permitido o prohibido
presentan complicaciones particulares. Por ejemplo, la negación de
Debes dejar de fumar.
es una proposición expresada por
No es tu deber dejar de fumar.
Lo que parece la “negación natural”, o sea
No debes dejar de fumar.
se usaría, normalmente, para expresar al receptor que debe continuar fumando. En todos
los casos, se debe recordar que en principio, algo puede estar prohibido, o ser obligatorio,
o ni una cosa ni otra. Y decir que algo es obligatorio, equivale a decir que no hacerlo está
prohibido.
Finalmente, la negación de
Es necesario que Dios exista.
no es
Es necesario que Dios no exista.
sino
No es necesario que Dios exista.
o, lo que es lo mismo
Es posible que Dios no exista.
Otra vez, esto se da porque en general consideramos que algunas proposiciones son
necesarias, otras son imposibles, y otras no son lo uno ni lo otro: tanto la proposición como
su negación son posibles. Sucede que en estos casos, así como en el de las proposiciones
cuantificadas, nos encontramos frente a un algo estructuralmente idéntico: la negación de
una proposición cuantificada con “todos” puede expresarse por medio de la negación y un
cuantificador que signifique “alguno”; la negación de una proposición modalizada con “es
obligatorio” puede expresarse por medio de la negación y un operador modal que signifique
“está permitido”; la negación de una proposición modalizada con “es necesario” puede
expresarse con negación y un operador modal que signifique “es posible”.
5.2 El conectivo ∧
Este conectivo no presenta mayores dificultades. Si bien se lo relaciona con la palabra “y”,
hay ocasiones en las que la aparición de esta palabra no debe traducirse con ∧, y también
hay ocasiones en que la palabra no aparece, y lo correcto sería traducir el conectivo. Un
ejemplo de lo primero es
Bolívar y San Martín se entrevistaron en Guayaquil.
112 Capítulo 5. Conectivos lógicos y lenguaje natural
Se advierte que la palabra “y” no está conectando oraciones que expresan proposiciones,
que toda la oración expresa una proposición que no admite análisis en términos proposi-
cionales porque no tiene partes que puedan ser consideradas verdaderas o falsas. Por lo
tanto, esta oración debería traducirse al lenguaje de la lógica proposicional con una letra
proposicional.
Un ejemplo de lo segundo es
Platero es pequeño, peludo, suave.
Consideraremos esta oración como verdadera solo en caso de que Platero sea pequeño,
sea peludo y además sea suave. Por eso, la proposición expresada puede expresarse también
como
Platero es pequeño y Platero es peludo y Platero es suave.
con lo que podría traducirse como p ∧ q ∧ r. Omitimos los paréntesis porque sabemos todas
sus disposiciones son equivalentes. Es importante notar que, en este caso, razones estilísticas
explican la desviación entre estructura gramatical y lógica. Hay otros casos en los que se
puede sostener que la desviación entre ambas estructuras es mucho más profunda que esto,
como mostraremos más adelante.
Otra forma común que tiene el lenguaje natural de expresar proposiciones cuya traduc-
ción natural incluye el conectivo ∧ es mediante conjunciones adversativas, en las que no
aparece la palabra “y”. Por ejemplo
Está soleado pero tengo frío.
de la que una traducción correcta es (p ∧ q).
Por otra parte, a veces se utiliza la palabra “y” con una carga semántica que no resulta
traducible mediante el conectivo ∧. Este es el caso en el que la palabra “y” conecta dos
proposiciones no solo en sentido veritativo, sino que además las ordena temporalmente. Por
ejemplo
César fue apuñalado repetidas veces y murió al pie de la estatua de Pompeyo.
Esta oración indica un hecho histórico, que consideramos verdadero. Pero
César murió al pie de la estatua de Pompeyo y fue apuñalado repetidas veces.
indica más bien que el cadáver de César fue ultrajado, cosa que tenemos por falsa. Sin
embargo, si representáramos la primera como (p ∧ q), deberíamos asignarle el mismo valor
de verdad que a (q ∧ p).
5.3 El conectivo ∨
Este conectivo se asocia con la palabra “o”. Como sabemos, existen dos usos de esa
palabra: la disyunción exclusiva y la disyunción inclusiva. El segundo es el que recoge
directamente el conectivo, y para el primero no tenemos un símbolo que lo represente en
nuestro lenguaje proposicional (aunque otras presentaciones sí incluyen un símbolo cuyo
comportamiento semántico refleja adecuadamente el del uso exclusivo de “o”). Sin embargo
sabemos que podemos representar una disyunción exclusiva como ((p ∨ q) ∧ ¬(p ∧ q)).
Una confusión común surge cuando se establece una disyunción entre dos proposiciones
que por su naturaleza no pueden ser ambas verdaderas. Supongamos que alguien nos dice
5.4 El conectivo → 113
El número que estoy pensando es mayor que 5 o el número que estoy pensando es
menor que 3.
¿Se trata de una disyunción inclusiva o exclusiva? Como no puede ser a la vez que
el número pensado sea mayor que 5 y menor que 3, en principio no habría diferencia en
considerar que es un uso inclusivo o exclusivo. Por lo tanto, consideraremos, por simplicidad,
que se trata de un uso inclusivo y reservaremos la expresión de la disyunción exclusiva solo
para aquellos casos en los que ambas proposiciones puedan ser verdaderas pero está claro
que el emisor quiera excluir esa posibilidad, como por ejemplo, si un padre le dice a una
hija
Podés elegir la fiesta o el viaje.
A veces se remarca la exclusividad de la disyunción con el giro “o bien. . . o bien. . . ”.
5.4 El conectivo →
El condicional es y por mucho el conectivo que más complicaciones presenta en los
procesos de traducción al lenguaje formal. Ateniéndonos a nuestro principio corresponde traducir
con un condicional toda expresión que conecte dos proposiciones de manera tal que la expresión sea falsa
únicamente si, de las proposiciones conectadas, una determinada es verdadera y la otra proposición es
falsa y además la expresión sea verdadera en cualquier otro caso. Básicamente, las dificultades en la
traducción se deben a que por un lado, hay expresiones muy corrientes en lenguaje natural
que nos inducen erróneamente a una traducción en términos de condicional, generalmente
por la aparición del giro “si. . . entonces. . . ”, y por otro hay expresiones que admiten una
traducción correcta como condicional, pero sin la marca lingüística del “si. . . entonces. . . ”.
Hay casos “normales”, donde figura el giro y la traducción a una fórmula condicional
corresponde. Por ejemplo
Si Juan está en su casa entonces la puerta está abierta.
Pero no todos los casos de “si. . . entonces. . . ” son traducibles por el conectivo →. Un
ejemplo clásico son los contrafácticos, o sea, expresiones del tipo “si. . . entonces. . . ” en
subjuntivo con “antecedente” no correspondiente a un hecho:
(5) Si Hitler hubiera invadido Inglaterra, entonces Alemania hubiese ganado la guerra.
Lo primero que nos advierte en contra de usar una traducción con un condicional es la
gramática: el modo subjuntivo hace dudar de que se estén conectando proposiciones. Además,
si aceptáramos de algún modo que lo conectado son proposiciones y nos atenemos a la
interpretación del conectivo → para entender los contrafácticos seguramente deberíamos
decir que todos son verdaderos, en cuyo caso expresiones como
(6) Si Uruguay hubiese invadido Estados Unidos, entonces tendríamos los mejores
jazzistas.
serían verdaderas y este resultado sería muy chocante. Quien expresa (5) quiere decir algo
por lo menos discutible y quien expresa (6) está diciendo tonterías.
Un ejemplo clásico de la enorme diferencia entre condicionales materiales y contrafácti-
cos, en el sentido de que establecer un condicional material no parece dar ningún apoyo
114 Capítulo 5. Conectivos lógicos y lenguaje natural
Condiciones suficientes
Un condicional traducido como (p → q), refleja que si p es verdadera lo será q, de
manera que es una forma de expresar que p es una condición suficiente para q. Por eso,
Es suficiente que estudies en los apuntes para que salves el examen.
es equivalente a
Si estudias en los apuntes, entonces salvarás el examen.
Se debe tener en cuenta que a veces no aparece la expresión “entonces” y el orden se
intercambia. Por ejemplo
Se ofenderá si le dices eso.
es equivalente a
Si le dices eso, entonces se ofenderá.
o sea que es suficiente para que se ofenda, que le digas eso.
Condiciones necesarias
Del mismo modo, un condicional traducido como (p → q), refleja que si q es falsa lo
será p, de manera que es una forma de expresar que q es una condición necesaria para p.
Para ver un ejemplo algo complejo, consideremos la expresión en negrita junto con los
versos que la acompañan
5.5 El conectivo ↔
El bicondicional se asocia principalmente con la expresión “si y solo si”, pero por lo que
hemos visto también expresa condiciones necesarias y a la vez suficientes. Por ejemplo
116 Capítulo 5. Conectivos lógicos y lenguaje natural
5.6 Ejercicios
1. Extraiga cinco proposiciones simples desde el punto de vista de la lógica proposicional
de los siguientes textos. Identifique la función de algún conectivo proposicional. El
primer texto es un fragmento de La superación de la metafísica mediante el análisis lógico
del lenguaje, de Carnap; y el segundo uno de Fenomenología del espíritu, de Hegel.
Primer texto:
Desde los escépticos griegos hasta los empiristas del siglo XIX ha habido
muchos opositores a la metafísica. La naturaleza de las críticas expuestas
ha sido muy diversa. Algunos han declarado que la teoría metafísica es
errónea en razón de oponerse a nuestro conocimiento empírico. Otros la
han considerado únicamente incierta en base al hecho de que sus problemas
trascienden el límite del conocimiento humano. Muchos antimetafísicos han
declarado estéril el ocuparse de las interrogantes metafísicas, pudieran o
no ser respondidas, porque en todo caso es innecesario preocuparse por
ellas; mejor es dedicamos enteramente a las tareas prácticas que absorben la
diaria actividad del hombre. El desarrollo de la lógica moderna ha hecho
posible dar una respuesta nueva y más precisa al problema de la validez
y justificación de la metafísica. Las investigaciones de la lógica aplicada o
de la teoría del conocimiento, cuyo propósito es esclarecer por medio del
análisis lógico el contenido cognoscitivo de las proposiciones científicas y, a
través de ello, el significado de las palabras que aparecen en dichas propo-
siciones, conducen a un resultado positivo y a uno negativo. El resultado
positivo es elaborado en el campo de la ciencia empírica: se esclarecen los
conceptos particulares de distintas ramas de la ciencia, se explicitan tanto
sus conexiones lógico–formales como epistemológicas
Segundo texto:
Para ella, lo singular en general aparece, en la esencia inmutable y, al mismo
tiempo, lo singular suyo aparece en aquél. En efecto, la verdad de este
movimiento es precisamente el ser uno de esta conciencia duplicada. Pero
esta unidad deviene para ella misma primeramente una unidad en la que la
diversidad de ambos es todavía lo dominante. De este modo, tenemos que
lo singular se presenta para ella vinculado a lo inmutable de tres modos.
En primer lugar, ella misma resurge de nuevo como lo opuesto a la esencia
inmutable, y se ve retrotraída hasta el comienzo de la lucha, que permanece
como el elemento de toda la relación. En segundo lugar, lo inmutable mismo
en ella tiene para ella lo singular, de tal modo que es la figura de lo inmutable,
a la que se transfiere, así, todo el modo de la existencia. Y, en tercer lugar, ella
misma se encuentra como este singular en lo inmutable. El primer inmutable
es para ella solamente la esencia ajena que condena lo singular; en cuanto al
segundo es una figura de lo singular como ella misma -deviene entonces en
tercer lugar hacia el espíritu, tiene la alegría de encontrarse a sí.
4. ¿Corresponde traducir con un condicional la oración “Si quieres servirte, hay comida
en la cocina.”?
5. Considere la siguiente situación. Juan es un joven ni-ni (o sea que ni estudia, ni trabaja).
Un día su padre le dice: “Juan, esto no puede seguir así. Tenés que estudiar o trabajar”.
Represente lo dicho por el padre en el lenguaje proposicional.
8. Una persona dice que lo bueno no es barato. Otra persona dice que lo barato no es
bueno. ¿Es posible traducir lo que dicen ambos por una misma fórmula del lenguaje
proposicional?
9. Según Kant, los juicios3 verdaderos se clasifican en dos categorías: a priori y a posteriori
(o empíricos). Podemos decir grosso modo, que un juicio es empírico cuando su
validación depende necesariamente de la experiencia, cuando alguna experiencia
(pensable) –esto es, información obtenida a través de los sentidos- podría hacernos
cambiar de idea acerca de su valor de verdad. Un juicio es a priori si no es empírico.
Por ejemplo, un juicio tal como “La pared es blanca” es empírico y uno como “Toda
cosa es igual a sí misma” es a priori. Por otro lado, los juicios también se pueden
clasificar en otras dos categorías: analíticos y sintéticos. Un juicio analítico es aquel en
el cual el predicado está comprendido en el sujeto (o podemos decir grosso modo, que
para validarlo basta el mero conocimiento del significado de las palabras empleadas al
expresarlo). Un juicio sintético es uno no analítico. Por ejemplo, “Un soltero no está
casado” es analítico, mientras que “Juan es soltero” es sintético. Suponga que dos
filósofos kantianos están examinando un mismo juicio.
a) Uno concluye que el juicio es sintético y el otro que el juicio es analítico. ¿Consi-
dera usted que uno está concluyendo la negación de lo que concluye el otro?
b) Uno concluye que el juicio es analítico y el otro que el juicio es empírico. ¿Consi-
dera usted que uno está concluyendo la negación de lo que concluye el otro?
c) Suponga que uno concluye que el juicio es sintético, y el otro concluye que
es a priori. Un filósofo no kantiano, que no conoce el juicio que está siendo
examinado, hace el siguiente comentario: “Al menos uno de los dos tiene que
estar equivocado”. ¿Qué premisa implícita está manejando el filósofo no kantiano?
10. El siguiente fragmento se encuentra en el libro “La filosofía china” de Lin Yutang:
11. Representamos con p la proposición “Todos los planetas tienen satélites” y con q
la proposición “Algunos astros siguen órbitas elípticas”. ¿Cuál de las siguientes
representaciones corresponde a “Si algunos planetas no tienen satélites entonces
3 Los juicios son los análogos de las proposiciones en contextos de comprensión psicologista de la lógica.
120 Capítulo 5. Conectivos lógicos y lenguaje natural
esta altura del curso ya tenemos las herramientas suficientes para dar cuenta, al
33 Ellos [los miembros del Sanedrín], al oír esto, se consumían de rabia y trataban
de matarlos [a los apóstoles].
34 Entonces un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, con prestigio ante todo
el pueblo, se levantó en el Sanedrín. Mandó que se hiciera salir un momento a
aquellos hombres,
35 y les dijo: “Israelitas, mirad bien lo que vais a hacer con estos hombres.
36 Porque hace algún tiempo se levantó Teudas, que pretendía ser alguien y que
reunió a su alrededor unos cuatrocientos hombres; fue muerto y todos los que le
seguían se disgregaron y quedaron en nada.
37 Después de éste, en los días del empadronamiento, se levantó Judas el Galileo,
que arrastró al pueblo en pos de sí; también éste pereció y todos los que le habían
seguido se dispersaron.
38 Os digo, pues, ahora: desentendeos de estos hombres y dejadlos. Porque si
esta idea o esta obra es de los hombres, se destruirá;
39 pero si es de Dios, no conseguiréis destruirles. No sea que os encontréis
luchando contra Dios.” Y aceptaron su parecer.
En el libro [Gen10] Harry Gensler afirma que este argumento es probablemente el más
complejo que la Biblia presenta. Consideremos la siguiente reconstrucción:
122 Capítulo 6. Consecuencia semántica
(Observe la enorme distancia que hay entre el texto bíblico y la reconstrucción presenta-
da1 .
Sin embargo, es una buena reconstrucción ya que captura el sentido de lo dicho y las
condiciones de verdad involucradas). Si procedemos a la traducción al lenguaje de la lógica
proposicional siendo:
P = {p ∨ q, (p ∧ r) → t, q → s, (s ∧ r) → u}
es modelo de
r → (u ∨ t)
decir, mostraremos que suponer que hay una interpretación que es modelo de todas las
premisas y no es modelo de r → (u ∨ t) lleva a una contradicción2 . Sea I una interpretación
tal que
(a) Es modelo de todas las premisas.
(b) Es contramodelo de r → (u ∨ t).
Por (b):
(1) I(r) = V
(2) I(u ∨ t) = F
Como I es interpretación es necesario, por (2), que
(3) I(u) = I(t) = F
Considere la premisa (p ∧ r) → t. Según (a) es V, y dado que según (3), I(t) = F, debe
ser
(4) I(p ∧ r) = F
Pero por (1) sabemos que I(r) = V, de modo que (4) y (1) hacen necesario que
(5) I(p) = F
Considere ahora la premisa (s ∧ r) → u. Según a es V y dado que, por (3), I(u) = F,
debe ser
(6) I(s ∧ r) = F
Pero por (1) sabemos que I(r) = V, de modo que (6) y (1) hacen necesario que
(7) I(s) = F
Considere ahora la premisa q → s. Según a es V y dado que por (7), I(s) = F, debe ser
(8) I(q) = F
Entonces por (8) y (5), tenemos que
I(p ∨ q) = F
Pero p ∨ q es una premisa, de modo que se contradice nuestra suposición en (a) de que
todas las premisas eran V bajo I, con lo que queda demostrado que ninguna interpretación
que asigne F a la conclusión asignará V a todas las premisas, o lo que es lo mismo, que
si una interpretación hace V a todas las premisas hará V también a la conclusión, o dicho
de otra manera, que todos los modelos del conjunto de las premisas son modelos de la
conclusión. Y es por esto que decimos que la inferencia es correcta y diremos que cualquier
inferencia cuya traducción al lenguaje formal cumpla eso será correcta.
Tenemos entonces la posibilidad de describir cómo se “refleja” en nuestro lenguaje
formal y su semántica la corrección argumental del lenguaje natural en tanto es tributaria
de la forma proposicional. Lo haremos a través del concepto de consecuencia semántica.
2 Observe
que no se está usando la palabra en el sentido técnico en que la definimos, como una fórmula que
no tiene modelos, sino en sentido coloquial. Esta es una forma de razonamiento común: suponer algo, y llegar a
algo inaceptable lógicamente, con lo que estamos obligados a rechazar lo que supusimos. Veremos con mucho
más detalle esto en próximos capítulos.
124 Capítulo 6. Consecuencia semántica
Es esta una de las nociones centrales de la Lógica, y dedicaremos el resto de este capítulo
a estudiarla.
Observemos en primer lugar que en un nivel preformal decíamos que una inferencia es
correcta si su conclusión necesariamente es verdadera si sus premisas lo son. Ahora que hemos
matematizado la noción al sumergirla en un lenguaje formal, la necesidad queda reflejada
al decir que toda interpretación que asigne V a las premisas asignará V a la conclusión. En el
ejemplo de la inferencia de Gamaliel, la conclusión es consecuencia semántica del conjunto
de las premisas, y eso clasifica científicamente la inferencia como correcta desde el punto de
vista lógico, o sea, podemos afirmar que es válida.
Es claro que dado cualquier conjunto de fórmulas Γ y cualquier fórmula A, la fórmula A
es consecuencia semántica de Γ o no lo es. Nunca una fórmula es “más o menos consecuencia
semántica” de un conjunto. Esto se corresponde con la división tajante entre argumentos
válidos e inválidos, ya habíamos visto que no hay argumentos “más o menos válidos”.
Consideremos ahora algunos de los aspectos más salientes del concepto que acabamos
de definir.
Γ |= r ∧ s
con lo que decimos que ninguno de los modelos de Γ es contramodelo de (r ∧ s), cosa que
se cumple trivialmente porque Γ no tiene modelos.
Hemos demostrado el
6.4 Conjunto vacío y tautologías 125
Notación 6.2. |= τ
Sin embargo queda por tratar el problema de si el conjunto vacío tiene alguna otra
consecuencia semántica aparte de las tautologías. Optamos convencionalmente por decir que
cualquier interpretación es modelo del conjunto vacío (ya que para que una interpretación
no sea modelo de un conjunto es necesario que exista una fórmula en el conjunto que no
sea verdadera bajo esa interpretación). Por lo tanto, ninguna contingencia o contradicción
puede ser consecuencia semántica del conjunto vacío y se tiene
6.5 Monotonía
Supongamos que Γ y A son tales que Γ |= A. Modifiquemos ahora el conjunto Γ
agregándole fórmulas. Llamemos ∆ al conjunto de las fórmulas que agregamos obteniendo
un conjunto Γ ’ que será la unión de Γ y ∆. En símbolos de la teoría de conjuntos, Γ 0 = Γ ∪ ∆.
Nos preguntamos si se cumple Γ 0 |= A.
Se pueden presentar dos casos. Si Γ ’ es insatisfacible, entonces, como toda fórmula es
consecuencia semántica de cualquier conjunto insatisfacible, tenemos Γ ’|= A.
Si Γ ’ tiene modelos, entonces esos modelos tienen que asignar V a todas las fórmulas de
Γ , y por lo tanto serán también modelos de Γ . De modo que todo modelo de Γ ’ es también
modelo de Γ y como Γ |= A, es también modelo de A. Hemos demostrado el
126 Capítulo 6. Consecuencia semántica
(1) Γ |= A
Γ ∪ {¬A} |= A
Piolín es un ave.
Piolín es un ave.
Piolín es un ave. Piolín vive en la Antártida
Piolín es un ave. Piolín vive en la Antártida
Piolín vive en la Antártida Piolín no es un pingüino
Piolín no es un pingüino
Piolín vuela Piolín nació sin alas
Piolín vuela
Piolín vuela
Piolín vuela
(A1 ∧ ... ∧ An ) → B
vemos que será falso si y solo si estamos en el “caso prohibido”, o sea si existe una
interpretación que sea modelo de Γ y no lo sea de B.
Esto nos lleva a decir que si ese condicional es verdadero bajo toda interpretación
entonces Γ |= B, y recíprocamente, si Γ |= B entonces el condicional es verdadero bajo toda
interpretación. Hemos demostrado así el
Observe que hemos dispuesto una única columna bajo ¬p2 colocando en ella los valores
de verdad asignados al compuesto, en vez de utilizar dos columnas, una para la letra
proposicional y otra para el conectivo unario que la afecta. Es la práctica usual, que
simplifica en algo la presentación.
6.6 El condicional asociado 129
El resultado es, por supuesto, que dado que el condicional asociado es tautológico, hay
relación de consecuencia semántica.
Ejemplo 6.3 Es trivial observar que {p1 } 2 (p1 ∧ p2 ) ya que el condicional asociado
(p1 → (p1 ∧ p2 ))
En cada fila se va desarrollando un paso del razonamiento hecho en el orden en que fue
realizado.
Ninguna interpretación hace que antecedente del condicional asociado sea verdadero y
a la vez su consecuente falso, o sea que el condicional asociado es tautológico y hay relación
de consecuencia semántica.
(1) Γ , A |= B
o sea, B es consecuencia semántica del conjunto formado por las fórmulas de Γ y la fórmula
A. El teorema de deducción afirma que en esas circunstancias se cumple
(2) Γ |= (A → B)
Una fórmula A implica una fórmula B si y solo si todos los modelos de A son modelos
de B, o sea, si y solo si {A} |= B.
6.8 El “absurdo”
Se trata de un teorema que justifica un tipo de razonamiento muy común. Su enunciado
es
Teorema 6.8.1 — El “absurdo” (versión semántica).
Para todo conjunto Γ y toda fórmula A, Γ |= A si y solo si Γ , ¬A es insatisfacible.
4 Por supuesto, el símbolo 2 se utiliza para significar que la fórmula que le sigue no es consecuencia
6.9 Ejercicios
1. Evalúe si es correcto lo que se afirma en cada caso. Si no es correcto, encuentre un
modelo del conjunto dado que sea contramodelo de la fórmula dada.
a) {((p1 ∧ p2 ) → p2 ), p3 } |= (¬p2 → ¬(p1 ∧ p2 ))
b) {p1 } |= (p1 ∨ (¬¬p2 → (p4 ↔ p1 ))
c) {((p2 → p4 ) → p3 )} |= (¬p3 → ¬(p2 → p4 ))
d) {((p1 ↔ p2 ) ∧ (p2 ↔ p1 )), p3 , (p4 ∨ p4 )} |= p1
e) {¬(p1 → p2 ), ¬p1 } |= (p3 ∧ p1 )
f ) {(p1 ∨ (p1 → p2 )), ¬(p1 → p2 )} |= p1
Comentario: David Stove, en [Sto93], afirma que los filósofos tienen un comprensible
interés en generar argumentos que cumplan las siguientes tres características:
a) Tengan premisas absolutamente ciertas.
b) Sean totalmente correctos desde el punto de vista lógico.
c) Tengan conclusiones interesantes.
Desde el punto de vista proposicional, es obvio que las proposiciones que mejor
cumplen a) son las tautologías y las que mejor cumplen c) son las contingencias
–proposiciones que expresan algo que podría haber sido de otra manera-. Por lo tanto,
se trata de un ideal inalcanzable. Stove dice haber identificado importantes argumentos
en la historia de la filosofía que adolecen de algo análogo a tener premisas tautológicas
y conclusión contingente: sin más análisis, se puede afirmar que no son válidos.
3. Sea Γ un conjunto de fórmulas y sea Cons(Γ ) el conjunto de las fórmulas que son
consecuencia semántica de Γ .
a) Demuestre que Cons(Γ ) es infinito sin importar cuál sea Γ .
b) Sea A una fórmula que pertenece a Cons(Γ ). Demuestre que la fórmula X → A
pertenece a Cons(Γ ) sin importar cuál sea X. ¿Se puede decir lo mismo de A → X?
c) Sea A una fórmula que pertenece a Cons(Γ ) y sea B una fórmula que pertenece a
Cons({A}). Demuestre que, siendo X cualquier fórmula se cumple Γ ∪ {¬B} |= X.
5. Sean A, B y C fórmulas tales que C es consecuencia semántica del conjunto {A, B}.
Demostrar que A → (B → C) es una tautología.
pertenece a Γ .
9. Sea Γ un conjunto satisfacible que cumple que, dada cualquier fórmula X del lenguaje,
o bien Γ |= X o bien Γ |= ¬X. Defina ahora una valuación v de modo que v(X) = V si y
solo si Γ |= X. Demuestre que v es una interpretación.
Suponga ahora que se define una valuación u de modo que u(X) = V si y solo si
Γ |= ¬X. ¿Es u una interpretación?
a) Si la ética depende de la voluntad de Dios, entonces las cosas buenas son buenas
porque Dios las quiere. Las cosas buenas no son buenas porque Dios las quiera.
La ética no depende de la voluntad de Dios.
b) Si Dios existe en el entendimiento y no en la realidad, es concebible un ser mayor
que Dios. Es falso que se puede concebir un ser mayor que Dios. Dios existe en el
entendimiento. Dios existe en la realidad.
c) Si la existencia es una perfección y Dios, por definición, tiene todas las perfeccio-
nes, entonces Dios por definición, debe existir. Dios por definición tiene todas las
perfecciones. La existencia es una perfección. Por definición, Dios debe existir.
d) Si tenemos conocimiento, entonces o algunas cosas son conocidas sin prueba o
podemos probar toda premisa mediante premisas previas, y así sucesivamente.
No podemos probar toda premisa mediante premisas previas y así sucesivamente
134 Capítulo 6. Consecuencia semántica
12. En el artículo “El caso Galileo” de Owen Gingerich5 , se presentan estos dos argumen-
tos:
Gingerich afirma que Galileo basó su defensa del heliocentrismo, entre otros elementos,
en el argumento ii). Traduzca ambos argumentos al lenguaje de la lógica proposicional,
evalúe la corrección argumental. ¿Le merece algún comentario el resultado obtenido?
A utilizar el lenguaje formal LP para clasificar algunas inferencias como válidas. Sin
embargo, hay una brecha importante entre nuestra práctica deductiva más o menos
cotidiana cuando nos enfrentamos a un conjunto de premisas y buscamos una conclusión, o
cuando queremos evaluar una inferencia, y lo que hacemos al evaluar si existe la relación de
consecuencia semántica sobre el lenguaje formal. Esta diferencia se debe principalmente a
que al intentar deducir, no solemos pensar en términos de modelos, ni tampoco evaluamos
sistemáticamente todas las posibilidades, un procedimiento que parece ser lo que hacen en
el fondo las tablas de verdad.
Pero es claro que estas formas de resolver o verificar la solución del problema se
encuentran muy alejadas de lo que haría cualquiera que se enfrentase por primera vez a
él. En esa situación, seguramente la mayoría de la gente razonaría en forma parecida a la
que se mostró en 1.6, página 20. Examinaremos con detalle ese razonamiento “natural”,
dividiéndolo en pasos que justificaremos.
La siguiente tabla esquematiza ese trabajo inferencial. Recordemos que, debido a las
reglas de la biblioteca, la condición de no haber sido escrito por Veratius es equivalente a la
de haber sido escrito por Mendacius.
138 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
Habrá observado el lector que al justificar los pasos inferenciales no aparecen referencias
explícitas a conceptos semánticos -con excepción de la contradicción- sino que se apela
siempre a la posibilidad de aceptar determinadas proposiciones en ciertas circunstancias,
por razones concernientes a la función que cumplen en la inferencia (premisas y supuestos)
o por haber aceptado ya otras proposiciones con determinadas características sintácticas, o
mejor dicho, características que, consideradas en traducciones a LP, se reflejarían sintácticamente,
como por ejemplo, en el paso 9, aceptamos un una proposición porque es uno de los
conyuntos de una conjunción ya aceptada. Además, el razonamiento tomó la forma de
una secuencia de proposiciones que iban siendo tomadas como sabidas, aceptadas porque
ya habíamos aceptado otras, o supuestas. Lo que hemos presentado es lo que llamaremos
una deducción. Nuestro objetivo ahora será la obtención de un conjunto de reglas que
nos permitan construir secuencias de fórmulas que se correspondan con estas secuencias
inferenciales, que llamamos deducciones, de tal modo que esas reglas dependan únicamente
de la forma de las fórmulas en la secuencia, o sea, serán reglas puramente sintácticas. Por
supuesto, nuestro objetivo será además que las reglas sean tales que al generar una secuencia
a partir de un conjunto de fórmulas, obtengamos siempre como último elemento de la
secuencia una fórmula que sea consecuencia semántica de las que utilizamos como base
para construir la secuencia.
Dicho en forma más clara: queremos generar un procedimiento que nos permita evaluar
la validez, pero que solo dependa de consideraciones sintácticas, y que sea un correlato
formal de las deducciones.
Hay varias formas de lograr eso, pero en este curso elegiremos una que fue creada
especialmente para “copiar” el razonamiento humano. Por el momento, y hasta que poda-
mos definir precisamente cuál será el correlato formal de las secuencias inferenciales que
producimos informalmente, llamaremos “secuencia inferencial” tanto a lo que tenemos en
el nivel informal, que está formado por pasos que se expresan en lenguaje natural, como
a lo que vamos a ir viendo puede establecerse en el lenguaje formal como una adecuada
mimesis de una deducción.
Ahora valorará el lector la propiedad de la metáfora del microscopio empleada por
Frege en el pasaje citado en la sección 2.4, página 56. Examinaremos con sumo detalle el
razonamiento hecho, “rastreando” paso a paso el procedimiento inferencial y observando
muy cuidadosamente cada avance. Nuestra inferencia se verá como una secuencia de
fórmulas, que terminará en la que representa la conclusión, o sea la solución del problema.
Intentaremos explicar cómo justificaríamos cada paso a partir de consideraciones puramente
sintácticas, lo que resultará en el establecimiento de reglas que permitan la inclusión de
140 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
fórmulas en las secuencias inferenciales. Esas reglas, si bien serán sintácticas, deberán tener
un respaldo semántico, en el sentido de que deseamos evitar a toda costa la posibilidad de
que ellas nos permitan partir de algunas fórmulas y arribar a otra que no sea consecuencia
de ellas.
Comencemos entonces ese examen de la inferencia presentada.
Las reglas de la biblioteca nos obligan a aceptar que Dragones fue escrito por Veratius si y
solo si él mismo y Esfinge fueron escritos por Mendacius. Esa proposición, que simbolizamos
como VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ) (recordemos que en la biblioteca todos los libros fueron escritos
por Veratius o por Mendacius, es imposible que algún algún libro sea obra de los dos y
que representábamos la proposición “X fue escrito por Veratius” como VX 1 ) es la base de
nuestros razonamientos.
Esta aceptación no es más que la de las bases para comenzar a razonar: allí se contienen
de algún modo las reglas de la biblioteca (en el bicondicional) y los datos aportados por
Dragones (en el miembro derecho del mismo bicondicional). O sea, esta es la premisa
de nuestro argumento. Por ahora, nuestro desarrollo se ve muy modesto, y lo podemos
presentar así:
¿Estamos justificados siempre en aceptar una premisa? La respuesta es: por supues-
to. En todo punto de una secuencia inferencial puede agregarse una premisa. Quien toma una
premisa para desarrollar una inferencia no necesariamente se está comprometiendo con
su verdad. Simplemente está intentando extraer las consecuencias que de ella (y otras,
quizá) se siguen. Por supuesto, al enfrentarse a una inferencia concreta uno debe tomar
únicamente las premisas dadas, porque de otro modo estaría extrayendo consecuencias
de proposiciones arbitrarias. Podemos establecer este principio para la construcción de las
secuencias inferenciales:
en una secuencia inferencial siempre se puede introducir cualquiera de las
premisas de la inferencia. Para justificar esa inclusión, basta apelar a su calidad
de premisa.
paso 2: Suponemos que Dragones fue escrito por Veratius, o sea, suponemos VD .
Esto puede parecer arbitrario, pero es necesario notar lo siguiente: al suponer que
Dragones fue escrito por Veratius, no estamos comprometiéndonos con que así sea, ni
tampoco con que “Dragones fue escrito por Veratius” se siga de lo que hemos aceptado
hasta ahora. La suposición es una “apuesta” que hacemos con la esperanza de que nos
permita avanzar en la inferencia. Es importantísimo notar que a partir de ahora debemos
tener cuidado en distinguir cuáles proposiciones de las que infiramos se dan bajo la
1 El lector se habrá percatado de que para no complicar la notación, tomamos la inicial del nombre de X al
subindizar.
7.1 Tras las huellas de los humanos 141
condición de que Dragones haya sido escrito por Veratius y cuáles son independientes
de ella. El punto es que inferir que bajo la condición de que Dragones haya sido escrito por
Veratius se cumple una proposición p, puede llevarnos a inferir justificadamente algo en
forma independiente de esa suposición, pero seguramente dependiente de lo que sea p. ¿Y
cuáles proposiciones se pueden introducir como supuestos? En esto hay total libertad. Lo
que sucede es que podemos hacer supuestos que no nos lleven a ningún lado. Es muy
obvio que si en el razonamiento hubiéramos supuesto la proposición “Llueve”, difícilmente
estaríamos haciendo algo que nos ayudara a encontrar la solución. Tenemos un nuevo
principio:
¿Qué puede justificar esto? Una justificación puede ser dada considerando modelos. Es
muy fácil ver que se cumple {VD ↔ (¬VD ∧ ¬VE ), VD } |= (¬VD ∧ ¬VE ). Pero podemos pen-
sar en términos puramente sintácticos (por más que estemos apoyados en esa consideración
semántica), extrayendo una regla puramente sintáctica (solamente depende de la forma de
proposiciones previas en la secuencia) que servirá universalmente en las deducciones, y que
podemos expresar así:
si en una secuencia inferencial se tiene un bicondicional y uno de sus miembros,
se puede agregar el otro miembro a la secuencia.
Esto en realidad nos da dos reglas, que llamaremos Regla E↔ i y Regla E↔ d y represen-
taremos así:
Regla E↔ i Regla E↔ d
A↔B A↔B
B A
A B
Estas representaciones deben entenderse del siguiente modo: siempre que en una
secuencia inferencial se disponga de las fórmulas de la forma que se indican sobre la línea
horizontal (sin importar el orden en que aparecen o si hay fórmulas en el medio), se puede
agregar a la secuencia la fórmula que queda indicada bajo la línea. Son reglas puramente
sintácticas, solo atienden a la forma de las fórmulas en juego. La que acabamos de enunciar
142 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
nos basta como justificación, aunque en el caso de la inferencia que tenemos entre manos, se
debe recordar que lo que agregamos lo hacemos bajo el supuesto que introdujimos en el paso 2.
La secuencia tiene ahora este aspecto:
paso 4: La conjunción del paso 3 nos permite inferir cualquiera de sus conyuntos, y en
este caso inferimos ¬VD .
Regla E∧ i Regla E∧ d
A∧B A∧B
A B
Regla I∧
A
B
A∧B
La justificación de este paso es delicada. El apoyo semántico que tiene, sin embargo, es
simple: Si el supuesto hecho fuese verdadero (en el marco dado por las otras proposiciones aceptadas),
entonces también lo sería la contradicción, porque hemos llegado a ella a través de reglas que
fueron elegidas de modo que mantienen la consecuencia semántica. Por lo tanto, dado que
las contradicciones no pueden ser verdaderas, el supuesto hecho tampoco puede serlo y
debe ser verdadera su negación, que es lo que afirmamos.
Debemos observar algunos puntos:
A diferencia de los otros pasos que hemos dado, este no se justifica por una o dos
líneas anteriores, ni por la inclusión en la secuencia de una nueva proposición como
premisa o supuesto. Se justifica por la existencia de una subsecuencia que comienza con el
supuesto y termina en una contradicción.
Recordemos que estamos buscando criterios sintácticos (esto es, únicamente basados
en la morfología de las fórmulas) que nos permitan representar la deducción. Pero
contradicción es un concepto semántico, según lo hemos definido: recordará el lector
que una contradicción es una fórmula que no tiene modelos. Debemos, por tanto,
establecer un criterio sintáctico de reconocimiento de contradicciones que nos permita
realizar pasos inferenciales como el que estamos comentando.
No podemos aceptar que cualquier contradicción –en sentido semántico– sea lo que
consideremos una contradicción en sentido sintáctico, porque las contradicciones no tienen
una forma característica o única. Por eso, elegiremos una de esas formas, una de las más
simples, para dar la siguiente
Definición 7.1.1 — Contradicción (en sentido sintáctico).
Una contradicción en sentido sintáctico es una fórmula de la forma B ∧ ¬B.
Esto nos lleva a postular la siguiente regla sintáctica:
144 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
en una secuencia inferencial, luego de una subsecuencia que comienza con una
fórmula introducida como supuesto y termina con una fórmula de la forma
B ∧ ¬B, se puede agregar la negación del supuesto que da inicio a la subsecuencia.
Habíamos dicho que esta regla presenta muchas sutilezas, y por ello, antes de proseguir
con el siguiente paso, debemos detenernos a hacer algunas consideraciones.
La primera de ellas, que tal vez el lector ya se estará preguntando, es acerca de las
consecuencias de limitar la definición de contradicción sintáctica a fórmulas de la forma
B ∧ ¬B. Un cuestionamiento legítimo es el siguiente: Si se hace un supuesto, y se encuentra
una subsecuencia iniciada en él y terminada en una fórmula que es contradicción en sentido
semántico pero no en sentido sintáctico, ¿podemos agregar a la cadena la negación del
supuesto?
La respuesta es “No”, y la razón para ello ya ha sido dada: si así hiciéramos, el criterio
sería semántico, no sintáctico.
Se podría pensar entonces en ir agregando reglas de modo que cada vez que se identifi-
que una forma que sea la de una contradicción semántica, se cree una nueva regla que sea
7.1 Tras las huellas de los humanos 145
como la que tenemos, solo que aparezca la forma contradictoria identificada en lugar de
B ∧ ¬B. Por ejemplo, se podría agregar una regla así:
[A]
..
.
B ↔ ¬B
¬A
Se podría hacer eso, pero el resultado sería una proliferación de reglas que no vemos
como deseable. En realidad, nos quedaremos con esta regla que solo considera la forma
B ∧ ¬B y volveremos más adelante sobre el punto de las “reglas” que nos parezcan adecuadas
pero no introducimos.
Bajo esta piedra se esconde un enorme cangrejo: para que nuestro sistema funcione
como deseamos, es necesario lo siguiente (para capturar la forma de razonamiento que
estamos discutiendo): Las reglas deben ser tales que a partir de una contradicción en sentido
semántico cualquiera se debe poder construir una secuencia que finalice en una contradicción en
sentido sintáctico. Esto es así porque nuestro razonamiento era del tipo
[A]
..
.
κ
¬A
siendo κ una contradicción en sentido semántico. Por lo tanto, para que nuestro sistema de
reglas funcione adecuadamente es necesario que siempre podamos obtener una secuencia
del tipo
κ
..
.
B ∧ ¬B
de modo que tengamos algo así, recogiendo el razonamiento que nos permite llegar a la
negación de un supuesto bajo el que se produce una contradicción en sentido semántico:
n [A]
..
.
κ
..
.
m B ∧ ¬B
¬A Regla I¬ n-m
Esto que acabamos de exigir es una propiedad que debe tener nuestro sistema si
queremos que funcione adecuadamente. Hacia el final del curso veremos que este aspecto
está garantizado.
La segunda consideración que debemos hacer concierne a los pasos de la subsecuencia
que va desde el supuesto hasta la contradicción. ¿Podemos seguir usándolos para obtener
146 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
nuevas cosas? Si el lector reflexiona un poco, se percatará de que todos esos pasos estaban
afectados por el supuesto, y este no es una premisa, o sea, no es algo que podemos tomar
como dado para hacer el razonamiento. Sin embargo, la negación del supuesto no depende
de este. Por lo tanto, para seguir razonando con independencia del supuesto, debemos prescindir de
él y de todo lo que obtuvimos afectado por él. Y es lo que haremos. Diremos que la aplicación de
la regla I¬ cancela el supuesto que utiliza, y con eso queremos decir que no podemos seguir
usando ese supuesto ni lo obtenido en los pasos afectados por este. De ese modo, una mejor
representación de la secuencia que estamos generando sería:
Esta vez la justificación es, como el lector ya habrá previsto, la regla E↔ i. La secuencia
toma este aspecto:
paso 11: De lo subsecuencia que comienza con el supuesto del paso 7 y termina en la
contradicción del paso 10 inferimos la negación del supuesto, o sea ¬¬VE .
Esto es un error para nuestros propósitos, y la razón es que se trata de una forma
netamente semántica de razonar, que viola la regla sintáctica que nos hemos impuesto. Si
hacemos un supuesto y llegamos a una contradicción, lo único que la regla I¬ nos permite
hacer es agregar a la secuencia el supuesto precedido por ¬. Ninguna otra cosa.
Recordemos además, que la utilización de la regla cancela el supuesto, por lo que la
secuencia queda así:
Esto requiere una nueva regla sintáctica que llamaremos E¬ y representaremos de este
modo:
Regla E¬
¬¬A
A
Por supuesto, la justificación es la regla I∧ aplicada a 6 y 12. Y con esto hemos terminado
nuestro breve razonamiento. La secuencia inferencial es esta:
3 Observe la austeridad que nos imponemos en cuanto a la aceptación de reglas. Por lo dicho, podríamos
admitir una regla que nos permita obtener, a partir de una fórmula, su doble negación. Pero no lo haremos,
no es necesario. El lector puede ver que siempre podemos obtener la doble negación de una fórmula que se
encuentra en la secuencia sin introducir esa regla: si parte de una fórmula A, puede suponer ¬A, obtener
A ∧ ¬A por I∧ , y de allí ¬¬A por I¬ . Intentaremos darnos un conjunto de reglas que basten para formalizar
las deducciones que hacemos en términos proposicionales, y que a la vez sea económico, en el sentido de que
no tenga reglas cuyos efectos se puedan lograr prescindiendo de ellas.
150 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
Regla E¬ Regla I¬
¬¬A [A]
..
A .
B ∧ ¬B
¬A
Estas fueron todas las reglas que consideramos necesarias al resolver el problema.
Refieren al bicondicional, a la conjunción y a la negación. Es muy claro que hay una
7.1 Tras las huellas de los humanos 151
En este momento es claro cómo continuar, a partir de las líneas 2 y 3. En una de ellas
se encuentra un condicional; en la otra, el antecedente de ese condicional. Consideraciones
semánticas obvias nos permiten sostener esta regla:
en una secuencia inferencial en la que figuran un condicional y el antecedente
de ese condicional se puede agregar el consecuente de ese condicional.
Regla E→
A
A→B
B
4 Modo de afirmar, en latín. Hay gente lo suficientemente pedante como para llamarla modus ponendo ponens
Ahora consideremos un problema absolutamente general, que nos servirá para dar el
siguiente paso. Recordemos que si suponemos A y bajo ese supuesto llegamos a inferir una
contradicción, entonces podemos inferir la negación de A. Eso es lo que recoge la regla I¬ .
Pero consideremos el caso más general, en el cual, a partir de un supuesto A, llegamos a
inferir B. ¿Qué se puede inferir de allí?
Una ligera reflexión indica que desde el punto de vista semántico, estamos afirmando
que siendo A verdadero, B también lo será. Es muy claro que el conectivo que establece
esa relación entre A y B es el condicional. Por lo tanto, podemos extraer la siguiente
regla:
en una secuencia inferencial, luego de una subsecuencia que comienza con una
fórmula introducida como supuesto y termina con una fórmula cualquiera B, se
puede agregar el condicional cuyo antecedente es el supuesto que da inicio a la
subsecuencia y su consecuente es la fórmula B.
Regla I→
[A]
..
.
B
A→B
Por consideraciones idénticas a las hechas al presentar la regla I¬ , esta regla también
cancela el supuesto que utiliza, y al usarla para justificar un paso, debe referirse a la
subsecuencia utilizada.
La secuencia inferencial queda así:
A partir de aquí, podemos completar la secuencia inferencial sin utilizar ninguna regla
desconocida por nosotros:
154 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
Al razonar sobre este problema hemos establecido dos de las reglas que nos faltaban, las
que conciernen al condicional. Las usaremos para hallar la regla que nos falta concerniente al
bicondicional, I↔ . Como la regla recibirá una justificación semántica, estamos en condiciones
de apoyarnos en la noción de equivalencia para hallarla.
Sabemos que
A ↔ B ≡ (A → B) ∧ (B → A)
Pues bien, ¿bajo qué condiciones se puede introducir en una secuencia inferencial
(A → B) ∧ (B → A)?
La respuesta es muy simple, recordando la regla I∧ , deberíamos tener una secuencia así:
Justificación
.. .. ..
. . .
m A→B
.. .. ..
. . .
n B→A
.. .. ..
. . .
r (A → B) ∧ (B → A) Regla I∧ m, n
Por lo tanto, podemos establecer la regla I↔ (aunque sabemos cómo introducir los
condicionales, no seguiremos el análisis más allá):
Su representación es:
Regla I↔
A→B
B→A
A↔B
7.1 Tras las huellas de los humanos 155
l: Llueve.
t: Truena.
p: El perro se asusta.
e: El gato se esconde.
Regla I∨ i Regla I∨ d
A A
B∨A A∨B
una de las dos subsecuencias se inicia con uno de los disyuntos como su-
puesto y la otra subsecuencia se inicia con el otro disyunto como supuesto.
no se solapan ni se justifican elementos en cualquiera de ellas por elemen-
tos en la otra.
La fórmula final de ambas es la misma.
El respaldo semántico se puede ver de varias maneras, pero preferimos que el lector lo
vea a través recordar que una subsecuencia comenzada en un supuesto y terminada en una
fórmula cualquiera permite aplicar la regla I→ , que ya estaba justificada semánticamente, y
de considerar que se cumple
{A ∨ B, A → C, B → C} |= C
Regla E∨
A∨B
[A]
..
.
C
[B]
..
.
C
C
Al aplicarla se debe cancelar los supuestos que usa. La justificación debe referir a la
disyunción eliminada y a las dos subsecuencias utilizadas. La secuencia inferencial queda,
finalmente:
160 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
De este modo hemos terminado de presentar un conjunto de reglas con las que esperamos
poder dar cuenta de las deducciones en el marco de la lógica proposicional.
Regla E¬ Regla I¬
¬¬A [A]
..
A .
B ∧ ¬B
¬A
Regla E→ Regla I→
A→B [A]
..
A .
B B
A→B
7 Por el lógico Fredric Brenton Fitch, quien lo inventó y es famoso por la llamada paradoja de la cognoscibilidad.
162 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
2 p1
3 (¬p1 ∧ ¬p2 ) E↔ d, 1, 2
4 ¬p1 E∧ i, 3
5 (p1 ∧ ¬p1 ) I∧ , 2, 4
6 ¬p1 I¬ , 2–5
7 ¬p2
8 (¬p1 ∧ ¬p2 ) I∧ , 6, 7
9 p1 E↔ i, 1, 8
10 (p1 ∧ ¬p1 ) I∧ , 9, 6
11 ¬¬p2 I¬ , 7–10
12 p2 E¬ , 11
13 (¬p1 ∧ p2 ) I∧ , 6, 12
academia recomienda “con sangrado” (refiere a la sangría, el desplazamiento del texto a la derecha), pero aparte
de ser una recomendación desagradable, en este contexto, “indentado” es de uso común.
7.2 El sistema de deducción natural para LP 163
1 (p1 → p2 )
2 (p2 → p3 )
3 p1
4 p2 E→ , 1, 3
5 p3 E→ , 2, 4
6 (p1 → p3 ) I→ , 3–5
y esto agota todas las posibilidades, en una deducción no pueden aparecer proposiciones
que no caigan bajo alguna de estas categorías.
El problema que enfrentamos es que desde un punto de vista intuitivo es muy claro que
una secuencia con supuestos abiertos (no cancelados) no puede ser una deducción a partir
del conjunto dado. Si en una secuencia no se cancela un supuesto, la proposición final es
dependiente de ese supuesto, que en principio puede ser arbitrario.
164 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
Por lo tanto, tenemos que distinguir las sucesiones que no tienen supuestos abiertos de
aquellas que sí los tienen. Consideremos las reglas que cancelan supuestos. Son I¬ , I→ y E∨ .
Exigen, para ser aplicadas, la existencia de una o dos subsecuencias previas comenzadas con
un supuesto. La aplicación de la regla cancela los supuestos que inician esas subsecuencias,
y lo que esto quiere decir es que ninguna proposición externa a esas subsecuencias –con la
única excepción de la que cancela el supuesto– es justificada por aplicación de una regla
sobre fórmulas internas a las subsecuencias. Diremos, por tanto, que un supuesto está
cancelado si posteriormente aparece en la secuencia una única fórmula A que surge de la
aplicación de alguna regla que cancela supuestos sobre una subsecuencia que él inicia, y si
ninguna fórmula exterior a la subsecuencia por él iniciada sobre la que se aplica la regla
para producir esa fórmula A se justifica aplicando reglas a fórmulas de la subsecuencia.
Podemos ahora dar una definición fundamental:
Definición 7.2.1 — Derivación.
Sean Γ un conjunto de fórmulas y A una fórmula. Una derivación de A a partir de Γ es
una sucesión de fórmulas en la que cada fórmula
o bien pertenece a Γ
o bien es un supuesto cancelado
o bien es el resultado de aplicar alguna de las reglas a fórmulas o subsecuencias
anteriores en la sucesión
Se debe observar que las justificaciones no son parte de las las derivaciones. Pero para nosotros
es muy importante disponer de ellas, porque nos permiten hacer un control de que una
sucesión de fórmulas es efectivamente una derivación.
Nuestro último ejemplo es, por tanto, una derivación de ((p2 → p3 ) → (p1 → p3 )) a
partir de {(p1 → p2 )}
El conjunto Γ
El conjunto a partir del cual se va a hacer una derivación puede ser cualquiera.
Supongamos que Γ es infinito. Es claro Γ ` A si y solo si para algún subconjunto finito
Γ0 de Γ se tiene Γ0 ` A, lo que es debido a que las derivaciones son secuencias finitas de
fórmulas.
Γ puede ser el conjunto vacío. En ese caso, la derivación no puede comenzar con una
premisa, porque no las hay, ni tampoco con una fórmula que surja de la aplicación de reglas
a fórmulas anteriores de la sucesión, porque tampoco hay, de modo que es necesario que la
derivación comience con un supuesto.
Mostremos que existe una derivación a partir del conjunto vacío de cualquier fórmula
de la forma ¬(A ∧ ¬A), donde A es cualquier fórmula de LP. Para lograrlo, utilizaremos
un diagrama de Fitch, sobre el que haremos algunas observaciones:
1 (A ∧ ¬A)
2 A E∧ i, 1
3 ¬A E∧ d, 1
4 (A ∧ ¬A) I∧ , 2, 3
ranguea sobre objetos del lenguaje LP). Sustituyendo A por cualquier fórmula obtenemos
una derivación.
La segunda observación es que se evidencia que tales derivaciones no tienen premisas
porque la fórmula que se encuentra sobre la primera barra horizontal tiene dos barras
verticales (y no solo una) a la izquierda.
Es obvio que si A es consecuencia sintáctica del conjunto vacío, será consecuencia
sintáctica de todo conjunto. Al igual que hicimos con la consecuencia semántica, daremos la
notación y la definición correpondiente:
Notación 7.2. Si A es consecuencia sintáctica del conjunto vacío escribimos ` A.
Reglas derivadas
Se podría pensar que sería conveniente agregar al sistema reglas diferentes a las que
hemos admitido si es que no ofrecen dudas acerca de su adecuación para nuestros propósitos.
Si se observa la última derivación presentada, vemos que en la línea 4 obtuvimos lo que
teníamos en la 1. Eso podría llevarnos a considerar que tal vez sea conveniente agregar una
regla que podríamos esquematizar así:
Regla Repetición
A
A
cuya conveniencia se hace evidente en un caso como el que acabamos de ver (en la última
derivación nos ahorraría dos líneas) y cuya inocuidad es del todo evidente. A nivel intuitivo
dice que lo que está en una secuencia deductiva puede repetirse o volverse a tomar, y su
apoyo semántico es trivial.
Se podría plantear una infinidad de “candidatos” a reglas, pero esto llevaría a una
proliferación insostenible. Por esto, tomaremos una solución salomónica: no admitiremos
esas reglas como reglas de nuestro sistema, pero nos permitiremos usarlas en la práctica
siempre que hayamos demostrado que lo que con ellas se logra se puede lograr prescindiendo de ellas.
Veámoslo con un ejemplo, el de la regla de repetición. Antes de usarla, debemos demostrar
que sin hacer uso de ella, siempre podemos “repetir” una fórmula en una derivación.
En nuestro caso la demostración consiste en una secuencia que respete las reglas origina-
les y partiendo de una fórmula, termine en la misma fórmula. Aquí se presenta una:
1 A
2 ¬A
3 (A ∧ ¬A) I∧ , 1, 2
4 ¬¬A I¬ , 2–3
5 A E¬ , 4
7.4 Heurística 167
Esto justifica que se pueda repetir una fórmula siempre en una derivación, ya que el
procedimiento es totalmente general. Podemos, por tanto, aceptar esta regla como regla “de-
rivada”, es decir, que se justifica con las reglas del sistema. Usando esa regla, la demostración
de que ¬(A ∧ ¬A) es un teorema se reduce a:
1 (A ∧ ¬A)
2 (A ∧ ¬A) Repetición, 1
Obviamente, en toda derivación es posible agregar una fórmula que sea un teorema
(con independencia de lo que se haya hecho en la derivación, se podría en cualquier punto
comenzar la derivación del teorema a partir del conjunto vacío). Por eso, aceptaremos como
regla derivada la introducción de teoremas:
Regla Teorema
siendo τ un teorema.
En los ejercicios veremos varios ejemplos de reglas que suelen considerarse derivadas.
7.4 Heurística
Dado un conjunto Γ y una fórmula A tales que se cumple que Γ ` A, no siempre es fácil
encontrar una derivación que así lo demuestre9 .
Veamos algunos ejemplos con el fin de ir captando ciertas estrategias que ayudan a
guiarse en la maraña de posibilidades que nos ofrecen las reglas:
Ejemplo 7.2 Para toda fórmula A, (A ∨ ¬A) es un teorema.
Cuando vamos a probar que algo es un teorema, la única posibilidad es comenzar con un
supuesto. Alguna regla deberá cerrar ese supuesto. Una reflexión nos muestra que en nuestro
caso lo más fructífero es comenzar suponiendo la negación de lo que queremos demostrar
es teorema, y eso marca nuestra estrategia: intentaremos llegar a una contradicción. Por lo
tanto:
1 ¬(A ∨ ¬A)
La única fórmula que tenemos es una negación. Un repaso por todas las reglas nos
muestra que no podemos aplicar ninguna, excepto I∨ , pero no parece tener ningún sentido
9 Hay trampa en esta afirmación. Lo fácil o difícil depende, muchas veces, de las herramientas de que se
dispone para acometer la tarea. Veremos sobre el final del curso que en LP existe un procedimiento mecánico
para encontrar la derivación en caso de que la haya y para afirmar que no existe la derivación en caso de que no
se dé la relación de consecuencia sintáctica. Pero ese procedimiento traiciona el objetivo original de la deducción
natural: reflejar de algún modo los procesos corrientes de razonamiento.
168 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
obtener una disyunción con lo que ya tenemos. Parece necesario utilizar otro supuesto.
Claramente no vamos a suponer algo que no tenga nada que ver con lo que ya tenemos.
¿Qué sucede si suponemos A? Quizá lleguemos a una contradicción así. (El lector puede
intentar en este punto continuar por sí mismo la derivación). Probémoslo:
1 ¬(A ∨ ¬A)
2 A
Ahora podemos aplicar muchas reglas, pero recordemos que estamos bajo supuestos,
y por ello es una buena idea intentar llegar a contradicciones. ¿Podremos construir en el
siguiente paso una fórmula que en conjunción con alguna de las que tenemos sea una
contradicción? Claramente podemos llegar a la fórmula (A ∨ ¬A), y de allí seguir hasta
extraer las consecuencias de la contradicción inferida:
1 ¬(A ∨ ¬A)
2 A
3 (A ∨ ¬A) I∨ , 2
5 ¬A I¬ , 2–4
En este punto hemos demostrado que bajo nuestro supuesto inicial se deriva ¬A. No es
lo que queríamos, nuestro plan era llegar a una contradicción. Es claro que no podemos
cerrar el supuesto inicial ahora porque lo haríamos introduciendo un condicional que no
nos serviría para nada. ¿Habrá que desistir de este camino e intentar otro?
De ninguna manera. Si recordamos que Si con caldito va sanando, caldito seguile dando,
nos daremos cuenta de que podemos repetir la estrategia de construir una fórmula que
en conjunción con alguna de las que tenemos (que son la que acabamos de obtener y el
supuesto abierto) dé la contradicción buscada. Una vez visto esto, el resto de la derivación
es fácil:
1 ¬(A ∨ ¬A)
2 A
3 (A ∨ ¬A) I∨ , 2
5 ¬A I¬ , 2–4
6 (A ∨ ¬A) I∨ , 5
9 (A ∨ ¬A) E¬ , 8
7.4 Heurística 169
¿Qué aprendimos en este ejemplo? Principalmente, que los supuestos son “armas” muy
poderosas. Pero debemos usarlas con extremo cuidado, porque una vez que abrimos un
supuesto, estamos obligados a cerrarlo alguna vez. Por eso, uno debe hacer un supuesto con
una idea de hacia dónde quiere dirigir la derivación. En este caso hemos visto la posibilidad
de introducir supuestos con la idea de obtener contradicciones, lo que da como resultado la
negación de la fórmula supuesta. En cada caso se debe evaluar si eso es útil o no.
Ejemplo 7.3 Mostrar que {(p1 → p2 ), (p2 → p3 )} ` (p1 → (p2 ∧ p3 ))
Observemos la fórmula final. Siempre debemos empezar por eso, ya que nos fija la meta.
Normalmente, uno debe pensar en la derivación a realizar en grandes bloques, con ideas
borrosas que se van precisando al avanzar. Una de las primeras preguntas que debemos
hacernos, en ese intento de delinear bloques, es ¿Es razonable esperar que la fórmula final se
obtenga en el último paso por medio de la regla de introducción del conectivo correspondiente? En
nuestro caso, la pregunta es si podemos esperar razonablemente obtener esto:
1 (p1 → p2 )
2 (p2 → p3 )
.. ..
. .
n (p1 → (p2 ∧ p3 )) I→
¿Qué sería necesario para obtenerlo? Según la justificación de la regla I→ , una subderi-
vación iniciada con el antecedente del condicional final como supuesto y terminada en el
consecuente de ese condicional:
1 (p1 → p2 )
2 (p2 → p3 )
3 p1
.. ..
. .
n−1 (p2 ∧ p3 )
Obsérvese que el problema se ha reducido a obtener (p2 ∧ p3 ), con todas las premisas y
además bajo el supuesto p1 . Y si con caldito va sanando, caldito seguile dando, corresponde,
en primer lugar, preguntarnos si podemos obtener esa conjunción por la regla de introduc-
ción. Su justificación nos exige disponer de ambos conyuntos al momento de aplicarla, de
modo que deberíamos llegar a algo así:
170 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
1 (p1 → p2 )
2 (p2 → p3 )
3 p1
.. ..
. .
k p2
.. ..
. .
n−2 p3
Si el lector piensa con cuidado, verá que las letras proposicionales que necesitamos
surgen de aplicar eliminación sobre las premisas:
1 (p1 → p2 )
2 (p2 → p3 )
3 p1
4 p2 E→ , 1, 3
5 p3 E→ , 2, 4
6 (p2 ∧ p3 ) I∧ , 4, 5
1 (p1 ∨ p2 )
2 (p1 → p3 )
3 (¬p2 ∨ p4 )
4 p1
.. ..
. .
j (p3 ∨ p4 )
k p2
.. ..
. .
l (p3 ∨ p4 )
1 (p1 ∨ p2 )
2 (p1 → p3 )
3 (¬p2 ∨ p4 )
4 p1
5 p3 E→ , 2, 4
6 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 5
7 p2
.. ..
. .
l (p3 ∨ p4 )
recién usamos para completar la primera subderivación, y para empeorar las cosas (o para
mejorarlas, ya que no nos deja demasiadas opciones), p2 solo aparece en la tercera premisa,
¡que también es una disyunción! Entonces, como no parece razonable obtener ahora (p3 ∨ p4 )
a través de una regla de introducción, intentaremos aplicar eliminación a la tercera premisa.
Esto nos impulsa a pensar en abrir dos nuevas subderivaciones, cada una de ellas iniciada
con un disyunto de la premisa de la línea 3 como supuesto, esperando que terminen en la
fórmula buscada. Estas dos nuevas subderivaciones se encontrarán bajo el supuesto de la
línea 7. Concretamente, estamos impulsados a plantear algo así:
1 (p1 ∨ p2 )
2 (p1 → p3 )
3 (¬p2 ∨ p4 )
4 p1
5 p3 E→ , 2, 4
6 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 5
7 p2
8 ¬p2
.. ..
. .
j (p3 ∨ p4 )
j+1 p4
.. ..
. .
l (p3 ∨ p4 )
Se advierte que para lograr la segunda subderivación que buscamos no hay que agregar
nada, solo justificar, porque podemos pasar del supuesto de la línea j + 1 a la fórmula buscada
en la línea l con una sola aplicación de I∨ . Esto nos deja con una única subderivación por
completar, en la que a partir de las tres premisas y los supuestos p2 y ¬p2 deberíamos
obtener (p3 ∨ p4 ):
1 (p1 ∨ p2 )
2 (p1 → p3 )
3 (¬p2 ∨ p4 )
7.4 Heurística 173
4 p1
5 p3 E→ , 2, 4
6 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 5
7 p2
8 ¬p2
.. ..
. .
j (p3 ∨ p4 )
j+1 p4
j+2 (p3 ∨ p4 ) I∨ , j + 1
demostración:
1 (A ∧ ¬A)
2 ¬B
3 (A ∧ ¬A) Repetición, 1
4 ¬¬B I¬ , 2–3
5 B E¬ , 4
Esto nos permite aceptar una importantísima regla derivada, llamada ex contradictione
quodlibet10 , que abreviaremos como ECQ y podemos representar así:
Regla ECQ
(A ∧ ¬A)
B
10 "De una contradicción se sigue lo que se desee".
174 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
1 (p1 ∨ p2 )
2 (p1 → p3 )
3 (¬p2 ∨ p4 )
4 p1
5 p3 E→ , 2, 4
6 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 5
7 p2
8 ¬p2
9 (p2 ∧ ¬p2 ) I∧ , 7, 8
10 (p3 ∨ p4 ) ECQ, 9
11 p4
12 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 11
En este ejemplo hemos aprendido a guiarnos por los puntos de partida (premisas
o supuestos abiertos) considerando las reglas de eliminación y hemos recordado que la
semántica ofrece invalorables puntos de apoyo para guiarse en las derivaciones. El próximo
ejemplo profundizará en este aspecto:
Ejemplo 7.5 Demostrar: {(p1 ↔ p2 )} ` ((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 ))
Nuevamente, la fórmula buscada es una disyunción, y eso desalienta inmediatamente la
idea de lograrla por introducción en este caso, a través de un razonamiento semántico, que nos
indica que ni (p1 ∧ p2 ) ni (¬p1 ∧ ¬p2 ) (las fórmulas que permitirían introducir la disyunción final)
son consecuencias semánticas de {(p1 ↔ p2 )}, de modo que no podemos esperar derivarlas libres de
supuestos.
Otra forma de enfrentar el problema sería suponer la negación de la fórmula buscada,
esperando derivar una contradicción. Pero en nuestro caso (imagine el lector cómo quedaría
planteado el inicio de la derivación) esto no parece simplificar ni acercarnos la solución.
Por tanto, debemos pensar en aplicar reglas de eliminación sobre la premisa, seguidas
de introducción de condicionales. Eso es fácil y obtenemos:
7.4 Heurística 175
1 (p1 ↔ p2 )
2 p1
3 p2 E↔ , 1, 2
4 (p1 → p2 ) I→ , 2–3
5 p2
6 p1 E↔ , 1, 5
7 (p2 → p1 ) I→ , 5–6
.. ..
. .
Y parece que nos encontramos en una situación desesperada. Intentar llegar a la fórmula
final por introducción sigue siendo igualmente inapropiado, y las reglas de eliminación
aplicadas a los condicionales obtenidos no parecen poder darnos nada nuevo. Aquí debe
venir en nuestro apoyo la semántica. Podemos razonar así:
La premisa y los condicionales obtenidos expresan que si p1 es verdadera, p2 lo
es, y recíprocamente. Debo mostrar la disyunción según la cual o bien ambas son
verdaderas o bien ambas son falsas, que es lo que la fórmula buscada expresa.
Ahora bien, solo hay dos posibilidades:
(1) p1 es verdadera. En este caso, claramente p2 es verdadera, y por lo tanto
ambas lo son. Tenemos el primer disyunto de la disyunción y por tanto, la
disyunción.
(2) p1 es falsa. En ese caso, como si p2 es verdadera, p1 también lo es, debe ser p2
falsa. Tenemos que ambas son falsas, el segundo disyunto, y por lo tanto, la
disyunción.
¿Cómo nos puede servir este razonamiento para construir la derivación buscada? Obser-
vemos que parte de decir que hay solo dos posibilidades respecto al valor de verdad de p1 .
¿Hay alguna fórmula que exprese eso? Sí, claramente la fórmula (p1 ∨ ¬p1 ) lo hace. Luego
el razonamiento continúa extrayendo las consecuencias de cada una de las posibilidades, lo
que viene a ser una eliminación de la disyunción.
Para arrancar la contrapartida formal de ese razonamiento tendríamos que poder incluir
en nuestra derivación, libre de supuestos, la fórmula (p1 ∨ ¬p1 ). ¿Y lo podemos hacer?
La respuesta es que sí, lo podemos hacer gracias a que esa fórmula es un teorema, y
esto ha sido demostrado páginas atrás. O sea, podemos utilizar la regla Teorema para
introducir esa fórmula en la derivación, e inmediatamente nos planteamos eliminar esa
disyunción, iniciando dos subderivaciones, cada una con un disyunto como supuesto,
esperando que ambas terminen en la misma fórmula que estamos intentando derivar,
((p1 ∧ p2 ) ∨ (¬p1 ∧ ¬p2 )), y lograr la última línea por regla E∨ :
176 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
1 (p1 ↔ p2 )
2 p1
3 p2 E↔ , 1, 2
4 (p1 → p2 ) I→ , 2–3
5 p2
6 p1 E↔ , 1, 5
7 (p2 → p1 ) I→ , 5–6
9 p1
.. ..
. .
k+1 ¬p1
.. ..
. .
1 (p1 ↔ p2 )
2 p1
3 p2 E↔ , 1, 2
4 (p1 → p2 ) I→ , 2–3
5 p2
6 p1 E↔ , 1, 5
7 (p2 → p1 ) I→ , 5–6
9 p1
10 p2 E↔ , 1, 9
11 (p1 ∧ p2 ) I∧ , 9, 10
13 ¬p1
.. ..
. .
1 (p1 ↔ p2 )
2 p1
3 p2 E↔ , 1, 2
4 (p1 → p2 ) I→ , 2–3
5 p2
6 p1 E↔ , 1, 5
7 (p2 → p1 ) I→ , 5–6
9 p1
10 p2 E↔ , 1, 9
11 (p1 ∧ p2 ) I∧ , 9, 10
13 ¬p1
14 p2
15 p1 E↔ , 1, 14
17 ¬p2 I¬ , 14–16
Este ejemplo debería ser muy instructivo. En primer lugar, muestra que el razonamiento
semántico es una guía insustituible al intentar encontrar derivaciones. En segundo lugar,
habrá observado el lector que podríamos haber hecho la derivación sin hacer lo que
estuvimos haciendo hasta la línea 7. Eso no nos sirvió para nada. Se prefirió hacerlo
así en vez de mostrar una marcha directa al objetivo porque si bien se puede generar
mecánicamente una derivación de lo buscado, a esta altura lo que se debe incentivar es la
práctica y el dominio de los sanos principios que hemos expuesto como heurística adecuada
para enfrentarse a estas tareas:
Los supuestos deben introducirse con un objetivo definido in mente, generan el com-
promiso de cerrarlos.
Las premisas sugieren la aplicación de reglas de eliminación, la fórmula buscada de
una regla de introducción.
En muchos casos, pensar cómo se demostraría algo estructuralmente igual a lo pedido
razonando en términos semánticos ilumina la construcción de una derivación. Esto es
así porque el sistema ha sido construido para reflejar de algún modo el razonamiento
común.
Luego de estudiar estos ejemplos, seguramente el lector está preparado para verificar la
corrección de la solución ofrecida al problema de la biblioteca que quedó pendiente a través
del siguiente
Regla Justificación
E¬ Línea con la fórmula obtenida doblemen-
te negada.
I¬ Una subderivación comenzada con la fór-
mula obtenida sin negar y terminada en
contradicción.
E∧ Línea con una conjunción de la cual uno
de los conyuntos es lo obtenido.
I∧ Dos líneas, cada una con un conyunto de
la conjunción obtenida.
E∨ Una línea con una disyunción y dos sub-
derivaciones, una comenzada con uno de
los conyuntos y la otra con el otro, y ter-
minadas ambas en la fórmula obtenida.
I∨ Una línea con uno de los disyuntos de la
disyunción obtenida.
E→ Dos líneas, en una de las cuales hay un
condicional cuyo antecedente está en la
otra línea y su consecuente es la fórmula
obtenida.
I→ Una subderivación comenzada con el an-
tecedente y finalizada con el consecuente
del condicional obtenido.
E↔ Dos líneas, en una de las cuales hay un bi-
condicional y en la otra uno de sus miem-
bros, siendo el otro miembro la fórmula
obtenida.
I↔ Dos líneas, en las cuales figuran condicio-
nales recíprocos, siendo el antecedente y
consecuente de uno de ellos los miembros
del bicondicional obtenido.
1 (p1 ∨ p2 )
2 (p1 → p3 )
3 (¬p2 ∨ p4 )
4 p1
5 p3 E→ , 2, 4
6 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 5
7 p2
8 ¬p2
9 (p2 ∧ ¬p2 ) I∧ , 7, 8
10 (p3 ∨ p4 ) ECQ, 9
11 p4
12 (p3 ∨ p4 ) I∨ , 11
En ella, desde cualquier línea se puede invocar las fórmulas que aparecen en 1, 2 y 3,
ya que ellas son las premisas. No repetiremos que esto es así. Hasta la línea 6, se pueden
invocar todas las anteriores. Pero como se indica gráficamente, allí termina la acción de un
supuesto y las líneas 4, 5, 6 ya no pueden ser invocadas en adelante, excepto para cerrar el
supuesto bajo el que están. Obsérvese la línea 10. Desde ella se pueden invocar (aparte de
las premisas) solo la 7, la 8 y la 9. En la 13 solo se pueden invocar las premisas y la línea 7
como fórmulas, pero es posible invocar subderivaciones que se encuentran bajo el supuesto
de 7.
Examinemos más cuidadosamente la derivación. Se observa que cada vez que agregamos
un supuesto, hacemos algo análogo a introducir una premisa. Evidentemente el supuesto
no es una premisa, pero lo que obtenemos bajo él, es consecuencia sintáctica de las premisas
y del supuesto. Mirando la derivación vemos:
1. Línea 5: {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (¬p2 ∨ p4 ), p1 } ` p3
2. Línea 6: {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (¬p2 ∨ p4 ), p1 } ` (p3 ∨ p4 )
3. Línea 9: {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (¬p2 ∨ p4 ), p2 , ¬p2 } ` (p2 ∧ ¬p2 )
4. Línea 10: {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p3 ), (¬p2 ∨ p4 ), p2 , ¬p2 } ` (p3 ∨ p4 )
7.5 Errores frecuentes al intentar hacer derivaciones 181
Por eso en general si utilizamos una fórmula obtenida bajo un supuesto ya cerrado,
estamos agregando ese supuesto al conjunto del cual extraemos la consecuencia sintáctica,
y eso nos lleva inevitablemente a un error. La forma de evitarlo es simple, cuidando la
construcción correcta de los diagramas y observando que solo se pueden utilizar fórmulas
por cuya izquierda pasen exactamente las mismas líneas verticales que las que pasan por el
lugar donde nos encontramos. Esto vale para la invocación de líneas y no de subderivaciones.
No cerrar supuestos
De lo dicho anteriormente, es claro que si uno presenta un diagrama de Fitch sin todos
los supuestos cerrados, la última fórmula será, en el mejor de los casos, consecuencia
sintáctica de las premisas y de los supuestos que hayan quedado abiertos. Por lo tanto, la
última fórmula de un diagrama de Fitch debe tener siempre una única línea vertical a su
izquierda, al igual que las premisas.
1 p1
1 p1
2 ¬p1
3 (p1 ∧ ¬p1 ) I∧ , 1, 2
4 ¬¬p1 I¬ , 2–3
Regla ¬¬
A
¬¬A
182 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
En general, para utilizar este tipo de reglas que no están en nuestro sistema, debemos
acordarlo explícitamente, y sobre todo, debemos tener demostrado que esa regla que
queremos usar es prescindible, o sea, que sin ella podemos obtener lo mismo en nuestro
sistema, aunque a través de derivaciones más largas. Veremos más sobre reglas derivadas
en los ejercicios.
0 Γ
.. ..
. .
n (A ∧ ¬A)
n+1 B ECQ, n
Monotonía
Supongamos que Γ y A son tales que Γ ` A. Modifiquemos ahora el conjunto Γ agre-
gándole fórmulas. Llamemos ∆ al conjunto de las fórmulas que agregamos obteniendo un
conjunto Γ ’ que será la unión de Γ y ∆. En símbolos de la teoría de conjuntos, Γ 0 = Γ ∪ ∆.
Nos preguntamos si se cumple Γ 0 ` A.
La respuesta afirmativa es inmediata. Como existe una derivación de A a partir de Γ ,
podemos construir siempre una derivación de A a partir de Γ 0 = Γ ∪ ∆, simplemente usando
como premisas los elementos de Γ e ignorando los de ∆. Y si Γ fuere vacío, A es un teorema
y no necesitamos premisa alguna para derivarlo.
Queda demostrado el
7.6 Propiedades de la relación de consecuencia sintáctica 183
0 Γ
n A
.. ..
. .
m B
0 Γ
n A
.. ..
. .
m B
m+1 (A → B) I→ , n–m
Esta segunda derivación tiene las mismas fórmulas que la primera entre A y B, y muestra
que Γ ` (A → B).
Supongamos ahora que se cumple Γ ` (A → B). Entonces existe una derivación que
corresponde al diagrama:
184 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
0 Γ
.. ..
. .
k A→B
0 Γ
n A
.. ..
. .
k+1 A→B
k+2 B E→ , n, k + 1
Las fórmulas que van en lugar de los puntos suspensivos de ambos diagramas son las
mismas, que se extraen exclusivamente de Γ . Esta derivación muestra que Γ , A ` B.
El “absurdo”
Su enunciado es
Teorema 7.6.5 — El “absurdo” (versión sintáctica).
Para todo conjunto Γ y toda fórmula A, Γ ` A si y solo si Γ , ¬A es inconsistente.
demostración: Supongamos que Γ ` A. Esto significa que existe una derivación así:
0 Γ
.. ..
. .
k A
Queremos demostrar que de Γ , ¬A se puede derivar una contradicción. Que esto es así
surge de que lo siguiente es una derivación:
0 Γ
n ¬A
.. ..
. .
k+1 A
k+2 (A ∧ ¬A) I∧ , n, k + 1
7.7 Aparatos deductivos 185
0 Γ
n ¬A
.. ..
. .
k (B ∧ ¬B)
0 Γ
n ¬A
.. ..
. .
k (B ∧ ¬B)
k+2 A E¬ , k + 1
Como en los casos anteriores, las fórmulas por las que están los puntos suspensivos son
las mismas en ambas derivaciones.
Hemos visto que la relación de consecuencia sintáctica comparte varias propiedades
con su homóloga semántica. Sobre las relaciones entre ambas nociones de consecuencia
hablaremos más adelante.
de Γ como resultado de aplicar una de las reglas. En caso de que se pueda, se dice
que ∆ es consecuencia inmediata de Γ .
El aparato deductivo debe poder explicitarse sin hacer referencia alguna a interpreta-
ciones del lenguaje formal, y puede carecer de axiomas o de reglas de inferencia pero no,
obviamente, de ambas cosas.
Ejemplo 7.6 (Sistema formal S1 )
lenguaje formal:
Alfabeto: {a, b}
Fórmulas:
• a es una fórmula
• b es una fórmula
• Si Xa es una fórmula, o X es la cadena vacía, Xab es una fórmula.
• Si Xb es una fórmula, o X es la cadena vacía, Xba es una fórmula.
• Todas las fórmulas se obtienen de las cláusulas anteriores.
aparato deductivo:
Axiomas:
• ab es el único axioma
Reglas de inferencia:
1. La fórmula Xb tiene como consecuencia inmediata a la fórmula Xbaba
2. Toda fórmula tiene como consecuencia inmediata a la fórmula que se obtiene al
intercambiar todas las aes por bes y todas las bes por aes.
a b
ab ba
aba bab
abab baba
ababa babab
ababab bababa
abababa bababab
abababab babababa
.. ..
. .
7.7 Aparatos deductivos 187
Pero si consideramos el sistema formal, vemos que este recoge algunas fórmulas del
lenguaje y otras no, en el siguiente sentido: Si partimos del axioma (o de los que tuviésemos),
aplicando las reglas de inferencia sucesivamente obtenemos algunas de las fórmulas del
lenguaje (idealmente, no todas, porque si no, ¿para qué sirve el sistema formal?). Esto puede
verse en el siguiente diagrama, en el que se resaltan las fórmulas que se pueden obtener a
partir del axioma ab, y donde las flechas indican la relación de consecuencia inmediata:
a b
ab ba
aba bab
abab baba
ababa babab
ababab bababa
abababa bababab
abababab babababa
.. ..
. .
Por ejemplo, la fórmula aba no puede obtenerse a partir del axioma aplicando reglas de
inferencia.
Se observa que en este caso particular, si en vez de tener como único axioma la fórmula
ab tuviésemos la fórmula ba, conservando las reglas de inferencia, el sistema deductivo
resultante nos permitiría obtener exactamente las mismas fórmulas que nos permite nuestro
sistema.
Este es un ejemplo de sistema formal que consta tanto de axiomas como de reglas de
inferencia. Si un sistema solo tiene axiomas, es decir, carece de reglas de inferencia, lo único
que hace es seleccionar algunas fórmulas, destacándolas y llamándolas axiomas. No son
sistemas interesantes, salvo para algunos propósitos teóricos, y no nos ocuparemos de ellos.
El sistema que conocemos bien, el de deducción natural, carece de axiomas. Es por ello que
no profundizaremos en ese tipo de sistemas y nos conformaremos con examinar brevemente
los sistemas axiomáticos.
1. ab (Axioma)
2. ababa (Regla de inferencia 1, aplicada a 1.)
3. babab (Regla de inferencia 2 aplicada a 2.)
4. babababa (Regla de inferencia 1 aplicada a 3.)
5. abababab (Regla de inferencia 2 aplicada a 4.)
Lo que acabamos de mostrar es, como el lector habrá adivinado, una derivación de la
fórmula abababab en nuestro sistema formal. Cuando existe una derivación de una fórmula
en un sistema formal, esa fórmula es un teorema del sistema formal. Recogemos estas ideas
en las siguientes definiciones:
Definición 7.7.2 — Sistema axiomático, derivación en sistema axiomático, teorema.
Un sistema formal axiomático es un sistema formal que destaca algunas de las fór-
mulas del lenguaje formal sobre el que está definido como axiomas.
Una derivación de una fórmula A en un sistema formal axiomático es una secuencia
finita de fórmulas tal que cada fórmula de la secuencia:
o bien es un axioma
o bien es consecuencia inmediata de alguna o algunas de las fórmulas que figuran
como elementos anteriores de la secuencia
y la última fórmula de la secuencia es A.
Si en el sistema formal axiomático S hay una derivación de la fórmula A, se dice que
A es un teorema en el sistema S.
Está claro que en los sistemas formales axiomáticos sin reglas de inferencia, los únicos
teoremas son los axiomas, y todas las derivaciones en ellos tienen un solo elemento. Vol-
viendo al sistema formal axiomático en el que venimos trabajando, parece que las fórmulas
aba y bababa no son teoremas. Efectivamente, no lo son, y podemos demostrarlo. Para
demostrar que no son teoremas, se debe mostrar que ninguna derivación en el sistema
tiene como último elemento a una de esas fórmulas. No basta probar con unas cuantas
derivaciones y ver que no terminan con la fórmula buscada, porque eso no asegura que no
exista otra derivación que sí lo haga. Es por eso que debemos recurrir a propiedades de
todas las derivaciones, y demostrar que una derivación que terminara con la fórmula aba,
por ejemplo, carecería de una propiedad que todas las derivaciones en el sistema tienen.
Observando diagrama que presentamos, no es difícil conjeturar que todos los teoremas
de este sistema son fórmulas que constan de 2, o de 5, o de 8, o de 11, o en general, de
un número k de símbolos, donde k es un múltiplo de 3 más 2. Si lográsemos probar que
todos los teoremas tienen esa propiedad, inmediatamente quedaría probado que ni aba ni
bababa son teoremas, ya que la cantidad de símbolos en las dos fórmulas es múltiplo de 3.
trasmite por las reglas de inferencia. Así queda probado que todos los teoremas tienen la
propiedad. Esto equivale a demostrar que los teoremas que se pueden obtener por medio
de derivaciones de longitud mínima cumplen la propiedad, y que, si todos los teoremas
que se obtienen con derivaciones de longitud j cumplen la propiedad, los teoremas que se
obtienen por medio de derivaciones de longitud j + 1 también cumplen la propiedad. La
longitud se mide, naturalmente, como la cantidad de fórmulas en la derivación.
El axioma, ab, consta de 0+2, o sea, un múltiplo de 3 (el cero) más dos símbolos.
Supongamos que la fórmula A consta de un múltiplo de 3 más 2 símbolos. Es decir, la
cantidad de símbolos de A es 3k + 2 para algún número natural k.
Si le aplicamos
La regla de inferencia 1, lo que hacemos es agregarle la cadena aba al final, que
consta de 3 símbolos. La cantidad total de símbolos de la fórmula obtenida es
3k + 2 + 3 = 3(k + 1) + 2, o sea, un múltiplo de 3 más 2.
La regla de inferencia 2, la cantidad de símbolos no se altera, o sea que en la
fórmula que obtenemos también hay 3k + 2, un múltiplo de 3 más 2 símbolos.
Por lo tanto, todos los teoremas tienen un múltiplo de 3 más 2 símbolos. Como aba y
bababa no tienen una cantidad de símbolos que se pueda expresar como un múltiplo de 3
más dos, no son teoremas de S1 .
(1) A → (B → A)
(2) (A → (B → C)) → ((A → B) → (A → C))
(3) (¬A → ¬B) → ((¬A → B) → A)
Esto nos da esquemas de axiomas que llamaremos por su número. El lector podrá
190 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
comprobar que las fórmulas con esas formas son tautologías, y con más trabajo, que son
teoremas en el sistema de deducción natural.
La única regla de inferencia es la eliminación del condicional o modus ponens(abreviado
MP).
Se puede demostrar que este sistema tiene la misma potencia que el nuestro, es decir, si
con este sistema se puede derivar una fórmula a partir de un conjunto –o sea, si existe una
derivación en la cual, además de axiomas y resultados de aplicar MP a fórmulas anteriores
podemos introducir en cualquier punto fórmulas del conjunto–, con el nuestro de deducción
natural también se puede; y si con nuestro sistema de deducción natural se puede derivar
una fórmula, con este sistema axiomático se puede derivar una fórmula equivalente.
Para que se haga una idea de lo poco intuitivo que puede ser trabajar en sistemas
axiomáticos, vamos a presentar una derivación de un teorema nada complejo, la fórmula
p1 → p1
Espero que después de ver esto, por más que el lector haya sufrido con la deducción
natural, se sienta agradecido por la elección del sistema.
dos). Según la primera, que corresponde al llamado platonismo, los objetos del discurso
matemático son objetos reales, con existencia objetiva, del mismo modo que los objetos
físicos para un realista acerca del mundo externo. Así como la existencia de la luna no
depende de que nadie la perciba o la piense -según el realista-, los objetos matemáticos
existen con esa misma independencia objetiva. Según el platónico, cuando decimos
y lo que decimos es verdadero, existe una cosa llamada “gato”, existe una cosa llamada
“sillón” y la primera está con la segunda en una relación que llamamos “estar sobre”.
Del mismo modo, cuando decimos
y lo que decimos es verdadero, existe una cosa llamada “siete”, existe una cosa llamada
“tres” y la primera está con la segunda en una relación que llamamos “mayor que”.
O sea, el platónico aboga por algo muy deseable: una uniformidad semántica en la
matemática y fuera de ella, y lo hace desde una perspectiva realista. Una cita del eminente
matemático G. H. Hardy, tomada de [Har12] dejará en negro sobre blanco lo que se postula
desde esta perspectiva:
Creo que la realidad matemática yace fuera de nosotros, que nuestra función
es descubrirla u observarla, y que los teoremas que demostramos, y que descri-
bimos en forma grandilocuente como nuestras “creaciones” son simplemente las
notas de nuestras observaciones.
Es esta una presentación del platonismo11 primigenio, por así decirlo, que ha sido muy
atacado12 y por eso muy pocos filósofos lo sostienen en esta forma.
Sin embargo, es interesante considerar la razón principal que expuso Kurt Gödel, el
mayor lógico del siglo XX y uno de los tres grandes de la historia, junto con Aristóteles y
Frege, para apoyar ese punto de vista.
Se resume en esta cita, de [Göd90]:
Me parece que la suposición de tales objetos [se refiere a los objetos mate-
máticos] es tan legítima como la suposición de los cuerpos físicos y que hay
tanta razón para creer en su existencia [como en la de estos]. Son necesarios para
obtener un sistema de matemática satisfactorio así como los cuerpos físicos son
necesarios para una teoría satisfactoria de nuestras percepciones sensoriales y en
ambos casos es imposible interpretar las proposiciones que se desea expresar
sobre esas entidades como proposiciones acerca de los “datos”, i. e., en el último
caso como sobre las percepciones mismas.
11 Debe tenerse en cuenta que “platonismo” no quiere decir “perteneciente a la filosofía de Platón”, sino que
refiere a un método filosófico de estructurar soluciones a diversos problemas consistente en la postulación de
objetos abstractos, o sea, sin determinación espaciotemporal. Es posible ser platónico al considerar problemas
que jamás preocuparon a Platón o aceptando soluciones diferentes a las aceptadas por él.
12 Quizá los dos ataques más fuertes que ha recibido el platonismo matemático en esta forma se deban a la
misma persona: Paul Benacerraf, quien en sendos artículos [Ben65] y [Ben73] plantea dos desafíos al platonismo
matemático tradicional que han llevado a modificaciones de la teoría dada la fuerza de sus argumentos.
192 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
bar, cuando se encuentran con el filósofo, frente a las debilidades del platonismo lo abandonan declarativamente
y se pasan a algo más políticamente correcto. Debe ser una infamia.
7.8 Excurso filosófico: Lógica intuicionista 193
potencial.
Este movimiento de fortísimos tintes antimetafísicos se complementa con el desinterés
semántico acerca de la noción de verdad, al menos en tanto “verdad” signifique lo que
significa para el platónico. Veamos la motivación para esto, considerando un problema
abierto en la matemática.
Un número perfecto es un número natural igual a la suma de sus divisores diferentes a
él. Por ejemplo, 6 es perfecto, ya que sus divisores diferentes de 6 son 1, 2 y 3 y 1+2+3=6.
28 es perfecto, ya que sus divisores diferentes de 28 son 1, 2, 4, 7 y 14 y 1+2+4+7+14=28.
Al momento de escribir estas líneas se conocen 49 números perfectos. Todos los números
perfectos conocidos son pares. Nadie sabe si existe algún perfecto impar, ya que nadie ha
demostrado que ser perfecto implique ser par, ni tampoco nadie ha hallado un perfecto
impar.
Frente a esta situación y el enunciado “Existe un número perfecto impar”, el intuicionista
dirá que preguntarse por su verdad es inapropiado. Suponer que la proposición expresada
por ese enunciado es verdadera o falsa es introducir tácitamente la presuposición metafísica
de que el conjunto de los números naturales es una totalidad completa y acabada, y por
supuesto, si es así, entonces el enunciado sería o bien verdadero o bien falso. Pero según el
intuicionista no es así, no hay una totalidad de números naturales completa y acabada en la
cual hay o no hay un perfecto impar.
Se comprende entonces la necesidad que tiene el intuicionista de rechazar nuestra lógica.
Sea p la proposición
Existe un número perfecto impar.
Nosotros, a partir de nuestra lógica, la clásica, y el matemático que adhiere a ella (los
llamaremos “matemáticos clásicos”, mote que incluye claramente a los platónicos pero no
solo a ellos), aceptamos que no sabemos si p es verdadera o si p es falsa. Pero a la vez
sostenemos que sabemos que la proposición
(1) Existe un número perfecto impar o no existe un número perfecto impar.
es verdadera.
Y si nos preguntan por qué, respondemos que simplemente lo sabemos por lógica.
Nuestra lógica tiene dos formas de afirmar eso: p ∨ ¬p, que es la representación formal de
(1), es tanto una tautología como un teorema, según ya hemos visto.
Frente a esto, el intuicionista dirá que estamos haciendo todo mal. Que partimos de un
concepto de verdad metafísico en forma inadvertida y eso ha contaminado todo nuestro
razonamiento. La validez es un concepto absolutamente dependiente de ese concepto estrafa-
lario de verdad y nuestra teoremicidad se debe a un sistema de reglas que fueron elegidas
para preservar esa misma validez.
Por supuesto, si esto fuera todo, el intuicionismo no sería más que una crítica a la lógica
clásica, pero es mucho más que eso, debido a que tiene una interesantísima parte propositiva
que vamos a exponer ahora. Si se le pregunta al intuicionista cómo es que hay que razonar
entonces, dado que nuestra lógica es incorrecta, él comenzará insistiendo en el rechazo al
concepto de verdad, y nos dirá:
Mira, olvídate de la verdad. Preocuparse por eso está mal, es un disparate.
No debería preocupar a nadie lo que es verdadero sobre los conjuntos que
194 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
en circunstancia alguna.
metafísicos.
Ahora podemos ver más claramente el rechazo intuicionista a afirmar (1). Para que el
intuicionista aceptara que esta proposición es asertable, debería tener una prueba de uno de
sus disyuntos, con indicación de cuál. Es decir, se debería conocer una prueba de
Existe un número perfecto par.
o una de
No existe un número perfecto par.
pero no se tiene prueba de ninguna de las dos.
Hemos visto que los matemáticos clásicos aceptarán cualquier instancia del tercero
excluido, o sea, cualquier instancia de fórmulas del tipo A ∨ ¬A, mientras que el intuicionista
no lo hará. Esto no quiere decir que el intuicionista rechace todas las instancias, sino solo
aquellas en las que se carece de prueba de ambos disyuntos.
Para evaluar la profundidad del desacuerdo, examinemos las reglas de inferencia que
hemos aceptado, para ver cuáles rechazaría el intuicionista y cuáles aceptaría. En vez de
presentarlas sistemáticamente, podemos dirigirnos a un núcleo del problema prestando
atención a la derivación clásica de la ley de tercero excluido (abreviada LTE). Esa derivación
fue presentada en 7.2, página 167 y es:
1 ¬(A ∨ ¬A)
2 A
3 (A ∨ ¬A) I∨ , 2
5 ¬A I¬ , 2–4
6 (A ∨ ¬A) I∨ , 5
9 (A ∨ ¬A) E¬ , 8
Obviamente, el intuicionista debe rechazar alguna de las reglas que ponemos en juego en
esta derivación, so pena de aceptar LTE, lo que no se puede permitir. La derivación se abre
con un supuesto. El intuicionista no tiene ningún problema con la posibilidad de hacerlos,
solo que al suponer una fórmula A lo interpreta como la suposición de que se tiene una
prueba de A. La primera regla que se aplica es I∨ , que tiene la forma
Regla I∨ i Regla I∨ d
A A
B∨A A∨B
196 Capítulo 7. Consecuencia sintáctica
Es claro que se corresponde exactamente con lo que el intuicionista requiere para poder
afirmar una disyunción. Bajo su interpretación, siempre que se tiene una prueba de A se
puede asertar A ∨ B o B ∨ A. De modo que no está aquí el problema.
La siguiente regla que se aplica es I∧ , cuya forma
Regla I∧
A
B
A∧B
es inobjetable por parte del intuicionista: Recoge la idea, una vez reinterpretada, de que
una prueba de A y una prueba de B constituyen una prueba de A ∧ B. Este tampoco es el
problema.
La siguiente regla en ser aplicada es I¬ , cuya forma
Regla I¬
[A]
..
.
B ∧ ¬B
¬A
Regla E¬
¬¬A
A
¿Cómo puede ser que alguien no acepte que de la doble negación de A se sigue A? ¿No
es claro que si la negación de la negación de A es verdadera, la negación de A es falsa, y
consecuentemente, A es verdadera?
Quien eso pregunta olvida completamente el terreno sobre el que se situó el intuicionista
desde el principio, rechazando hablar acerca de la verdad. La pregunta con sentido para
el intuicionista es: Suponiendo que se puede asertar la doble negación de A ¿es asertable
A? Para contestarla en el marco intuicionista, debemos recordar que podemos asertar A si
tenemos una prueba de A. ¿Y de qué partimos? Partimos de lo siguiente: es asertable ¬¬A.
Esto quiere decir (recordando la cláusula pertinente de BHK) que tenemos una construcción
c1 que, a partir de una prueba de ¬A nos da una contradicción. Y una prueba de ¬A es una
construcción c2 que, a partir de una prueba de A nos da una contradicción.
O sea, juntando todo esto, lo que afirmamos desde el punto de vista intuicionista al
afirmar ¬¬A es que tenemos una construcción que, dada una construcción cualquiera que
7.8 Excurso filosófico: Lógica intuicionista 197
De este modo el intuicionista rechaza la regla E¬ . Quizá el lector esté pensando que si
bien la derivación de LTE que mostramos necesita de E¬ , tal vez haya alguna derivación de
LTE que prescinda de ella. No es así, se puede demostrar que todas las derivaciones de LTE
posibles en el sistema de deducción natural clásico utilizan en algún paso E¬ . De hecho, los
intuicionistas aceptan todas las demás reglas junto con ECQ (la regla que permite pasar a cualquier
fórmula a partir de una contradicción), la regla de repetición (la que permite repetir cualquier fórmula
anterior de una secuencia que no haya sido obtenida bajo un supuesto ya cerrado) y eso constituye el
aparato deductivo de la lógica proposicional intuicionista. De esta manera, todo razonamiento
intuicionista será aceptable para un clásico, pero no recíprocamente.
demostración:
√ √2
Consideremos el número 2 . Este número es racional o no es racional (es irracional).
√
Si es racional, entonces existen dos números irracionales, α y β, ambos
√
iguales a 2 tales
√ 2 √
que αβ es racional. Si es irracional,
√
entonces como se cumple ( 2 ) 2 = 2, existen dos
√ 2 √
números irracionales, α = 2 y β = 2 tales que αβ es racional. Como en ambos casos
existen α y β irracionales tales que αβ es racional, se concluye la tesis.
Como decíamos, esta demostración es totalmente correcta desde el punto de vista clásico,
y es inaceptable desde el punto de vista intuicionista.√ Sin formalizarla, podemos ver que el
√ 2
intuicionista se negará a aceptar “Este número ( 2 ) es racional o no es racional” si no
dispone una prueba de que lo es o bien una prueba de que no lo es. En ausencia de ambas,
no aceptará la instancia de LTE que la proposición representa.
1 ¬A
.. ..
. .
n B ∧ ¬B
n+2 A E¬ , n + 1
7.9 Ejercicios
1. Demostrar:
a) {(p1 → p2 ), (p3 → p4 ), (p1 ∧ p3 )} ` (p2 ∧ p4 )
b) {(p1 → p2 ), p1 , (p2 → p3 )} ` (p3 ∨ p5 )
c) {(p1 ∧ p2 ), ((p1 ∨ p3 ) → p8 )} ` (p1 ∧ p8 )
d) {(p1 → ((p1 ∧ p2 ) → p3 )), (p1 ∧ p2 )} ` p3
e) {p1 } ` (p2 → ((p2 ∧ p1 ) ∨ p3 ))
f ) {(p1 → p2 ), (p2 → p3 )} ` (p1 → p3 )
g) {((p1 ∧ p2 ) → p3 ), (p1 → p2 )} ` (p1 → ((p1 ∧ p2 ) ∧ p3 ))
h) {(p1 → p2 ), (p1 → (p2 → p3 ))} ` (p1 → p3 )
i) {(p1 → p2 ), (p3 → p4 ), (p1 ∨ p3 )} ` ((p1 ∧ p2 ) ∨ (p3 ∧ p4 ))
j) {(p1 ∨ p2 ), (p1 → p4 ), (p2 → p5 )} ` (p4 ∨ p5 )
k) {(p1 ∧ (p2 ∨ p3 )), (p1 → p4 ), (p2 → (p4 → p6 )), ((p3 ∧ p4 ) → p6 )} ` (p5 ∨ p6 )
l) {(p1 ∨ p2 ), (p3 → ¬p1 ), (p4 → p3 ), (¬p5 → p4 ), (p3 → ¬p2 )} ` p5
m) {(p4 → (p3 → ¬p2 )), p4 , (p3 → p2 )} ` ¬p3
n) {(¬p1 → p2 ), (p3 → (¬p1 → ¬p2 )), p3 } ` p1
ñ) {(p1 → p2 ), ((p2 ∨ p3 ) → p4 ), (p1 → ¬p4 )} ` ¬p1
o) {(p1 → (p2 ∨ p3 )), (p1 → p5 ), (p5 → ¬p2 ), (¬p7 → ¬p3 ), (p7 → ¬p5 )} ` ¬p1
p) {((p1 ∨ p2 ) → (p3 ∨ p4 )), ((p3 ∨ p4 ) → (p5 ∧ p6 )), p1 } ` p5
q) {(p1 ∧ p2 ), (p4 → ¬p2 ), (p3 → ¬p1 )} ` (¬p3 ∧ ¬p4 )
r) {(p1 → (p2 → ¬p3 )), (p1 → p3 )} ` (p1 → ¬p2 )
2. Demostrar que las siguientes reglas pueden aceptarse como derivadas (el estudiante
podrá usarlas apenas lo demuestre).
4. Sean A, B y C fórmulas tales que C es consecuencia sintáctica del conjunto {A, B}.
Demostrar que (A → (B → C)) es un teorema.
6. ¿Cuántos pasos como mínimo tiene una derivación en deducción natural de un teorema
que tenga diez mil ocurrencias de constantes lógicas?
9. Dadas las siguientes premisas, elija una de las opciones como conclusión que se
sigue de ellas. Demuestre, traduciendo al lenguaje LP y evaluando la relación de
consecuencia sintáctica, que efectivamente el argumento así formado es correcto
lógicamente.
Posibles conclusiones:
Posibles conclusiones:
El incendio se extenderá.
Si no llueve, el incendio se extenderá.
El incendio no se extenderá.
A
A
¿Es necesariamente esta regla inútil, es decir, si tenemos un sistema que incluye esta
regla y consideramos el sistema que se obtiene al eliminarla, ambos sistemas tendrán
los mismos teoremas?