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HERRAMIENTAS, LENGUAJE E INTELIGENCIA:

IMPLICANCIAS EVOLUTIVAS

KATHLEEN GIBSON
University of Texas

La reconstrucción de la evolución del lenguaje y el comportamiento social depende de nuestra


capacidad de inferir capacidades cognitivas superiores a partir de la evidencia del uso de herramientas y
otros restos de artefactos por parte de los homínidos. Este artículo resume el desarrollo de una
conferencia que se llevó a cabo recientemente para analizar las posibles relaciones entre la fabricación y
el uso de herramientas, las formas de cognición, la organización social y el lenguaje. Entre los resultados
de la conferencia, se encuentra la demostración de que las diferencias cognitivas entre los humanos y los
simios son menores de lo que se suponía. Se ha sugerido que existen aspectos comunes entre algunos,
pero no todos, los substratos cognitivos del uso de herramientas y el lenguaje. Asimismo, se puso en
evidencia que el lenguaje y el uso de herramientas están relacionados con el desarrollo ontogenético. Si
bien es la imitación, no el lenguaje, el factor que resulta crítico para la transmisión de las técnicas de las
herramientas, el uso de herramientas en los humanos está integrado a una tecnología más amplia y que se
transmite lingüísticamente.

Los antropólogos del siglo XX trazaron el mapa de la evolución humana. A los


antropólogos del siglo XXI les queda la tarea de trazar el mapa de la evolución de la
mente humana y sus capacidades en los campos correspondientes a la competencia
tecnológica, lingüística y social. Este esfuerzo requerirá que los antropólogos superen
su fragmentación interdisciplinaria actual para que puedan resurgir como un campo
holístico y que los antropólogos, psicólogos, neurólogos y lingüistas trabajen en
cooperación en el estudio de la naturaleza de la cognición humana a fin de fomentar la
comunicación interdisciplinaria sobre estas cuestiones. Para comenzar a indagar de
manera activa sobre las posibles relaciones existentes entre los procesos tecnológicos,
lingüísticos y de otro tipo fue que se realizó la conferencia Herramientas, lenguaje e
inteligencia: implicancias evolutivas que se celebró en Cascais, Portugal, del 16 al 24
de marzo de 1990. Hubo representantes de disciplinas tales como la antropología
social, antropología física, arqueología, primatología experimental, primatología de
campo, psicolingüística, neurología, psicología del desarrollo y zoología (ver lista
completa de participantes y títulos de ponencias en el apéndice).
La conferencia comenzó con una serie de preguntas dirigidas a un tema antropológico
común: la posible relación entre el uso de herramientas, el lenguaje y la conducta social.
Para expresarlo de forma más elocuente, cuando hablamos de evolución de la mente
humana ¿estamos analizando, como dijo Calvin, un gran hecho evolutivo? ¿o se trata de
varios hechos más pequeños? La pregunta es clave porque, en última instancia, nuestro
éxito en el trazado del mapa de la evolución del lenguaje, la inteligencia y el
comportamiento social dependerá de nuestra capacidad de realizar inferencias sobre la
base de restos arqueológicos homínidos. Por lo tanto, debemos saber si es probable
que el uso de herramientas haya evolucionado de manera independiente o juntamente
con habilidades cognitivas y lingüísticas específicas.
Los trabajos presentados en la conferencia abordaron esta cuestión desde diferentes
perspectivas y sugirieron que existen de hecho relaciones complejas entre estos
diferentes aspectos del comportamiento humano. Sin embargo, es necesario seguir
investigando para que nuestro entendimiento de estas relaciones nos permita realizar
una reconstrucción sólida de los hechos evolutivos.

La interdependencia entre comportamiento social, tecnología y lenguaje


Los últimos años han sido testigos de un caluroso debate sobre qué jugó un papel mayor
en la evolución de la inteligencia de los primates: ¿el uso de herramientas o la conducta
social? Varios de los participantes de la conferencia rechazaron esta polarización entre
lo social y lo tecnológico (Gibson, Ingold, Parker, Visalberghi). Argumentaron que las
estructuras sociales complejas, la comunicación lingüística y el uso de herramientas
avanzados constituyen juntos un único complejo adaptativo. Ninguno de estos campos
conductuales puede sostenerse solo sin los demás. Todos son productos de una
compleja interacción y retroalimentación mutua.
La fabricación y el uso de herramientas por parte de los humanos implica tanto la
existencia de técnicas (conocimiento procedimental) como de tecnología (conocimiento
declarativo) (Ingold, Parker). Las técnicas consisten principalmente en un conjunto de
habilidades sensoriomotoras adquiridas específicas y secuencias de acciones. La
tecnología consiste en un corpus de saber acumulado codificado que comprende
principios matemáticos y científicos e información sobre los entornos geográficos,
bióticos, físicos y sociales en los cuales se fabrican y utilizan las herramientas. La
mayoría de los participantes argumentaron que el comportamiento social tiene una
influencia directa sobre la técnica. El lenguaje puede tener una influencia menor o no
tener una influencia directa sobre la técnica, pero su influencia sobre la tecnología es
profunda. A la inversa, tanto la técnica como la tecnología tienen influencias profundas
sobre el lenguaje.
Las habilidades sociales involucradas en la imitación, y en la participación y división
del trabajo resultan cruciales para el desarrollo y la transmisión de las técnicas de uso de
herramientas. En los seres humanos, la mayoría de las técnicas se transmiten mediante
la imitación social (Wynn). Esta habilidad se suele caricaturizar con la frase "el mono
ve, el mono hace". Sin embargo, las grabaciones presentadas por Visalberghi señalaron
que los monos más hábiles en el uso de herramientas, los Cebus, carecen de habilidades
imitativas. Cada mono inventa sus propias técnicas de uso de herramientas, un hecho
que limita seriamente la posibilidad de transmisión cultural. A pesar de que los
chimpancés pueden imitar conductas de uso de herramientas (Boesch y Boesch), la
tendencia humana a imitar supera probablemente a la de la mayoría de los demás
primates. La evolución de la imitación ha desempeñado, indudablemente, un rol
integral en la evolución del uso de herramientas.
La existencia de divisiones sociales del trabajo, que traen implícito el compartir el
trabajo, poco frecuente en los monos, a pesar de que sí se da en algunos chimpancés,
les permite a los individuos desarrollar un uso especializado de las herramientas y de las
técnicas de fabricación de herramientas. Entre los chimpancés, las técnicas más
desarrolladas para romper nueces y la mayor dependencia de las herramientas para la
subsistencia se da en el Bosque Tai, en Costa de Marfil (Boesch y Boesch). Las madres
de los chimpancés de esta región, a diferencia de las madres de todas las otras
poblaciones de chimpancés conocidas, proveen a sus hijos de nueces hasta que cumplen
los ocho años. Esto permite que las crías puedan poner en práctica sus habilidades para
romper nueces durante años antes de volverse autosuficientes. Resulta notable que esta
es la única población de chimpancés que realiza una enseñanza activa de las tradiciones
de uso de herramientas. Según Boesch, los comportamientos sociales de compartir el
alimento, enseñar e imitar juegan un rol esencial en la adaptación para la subsistencia de
esta población, que se ve impulsada por el hecho de que dependen de alimentos que
pueden obtenerse sólo mediante el uso de técnicas de herramientas que puede llevar
años dominar. A la inversa, si no existiera este alto nivel de dependencia en el uso de
herramientas, no sería necesario compartir ni enseñar.
Todas las culturas humanas modernas realizan divisiones del trabajo según el género,
lo que hace que los machos y las hembras desarrollen y practiquen diferentes técnicas
(Falk, Hewes). Como resultado, todos los grupos sociales cuentan con una serie de
técnicas que superan las que podría dominar un individuo solo. En las sociedades
industriales modernas, las divisiones del trabajo son muy complejas y así permiten una
amplia diversificación de habilidades individuales especializadas. Sin embargo, la
división del trabajo funciona únicamente si va acompañada de sistemas bien
desarrollados para compartir e intercambiar. Cuando aprenden a hablar, los bebés
modernos les dan objetos a sus madres de manera repetitiva, lo que sugeriría que existe
una predisposición innata a compartir. En todas las sociedades humanas también hay
sistemas de normas o leyes que regulan la conducta de compartir e intercambiar. El
lenguaje resulta clave para la formación, la expresión y transmisión de estas normas y
leyes (Parker). Por lo tanto, parece jugar un rol indirecto, aunque esencial, en la
diversificación de las técnicas.
Los efectos facilitadores del lenguaje sobre el uso de herramientas se hacen más
evidentes, sin embargo, en los campos de la tecnología y en la planificación social de
los episodios de uso de herramientas. El lenguaje permite que el conocimiento
adquirido de manera individual pueda ser compartido con otros. En consecuencia,
grandes volúmenes de conocimiento acumulado culturalmente se transmiten
rutinariamente por medios lingüísticos (Ingold). Los humanos también hablan sobre
sus tareas relativas al uso y la fabricación de herramientas, por ejemplo, sobre la caza y
la recolección diarias, la agricultura y otras tareas mediadas por la técnica. A pesar de
que la importancia de tal discusión en la planificación directa de acciones cooperativas
es problemática (Ingold), cuando se realizan planes complejos y a largo plazo, el
lenguaje juega un rol crítico (Parker).
Del mismo modo en que el lenguaje y el comportamiento social facilitan el uso de
herramientas, el uso de herramientas también facilita las prácticas lingüísticas y
sociales. Las soluciones tecnológicas subyacen a las técnicas de subsistencia eficientes
que hacen posible la división compleja del trabajo. También son responsables de otros
comportamientos relacionados con el lenguaje como la escritura, la impresión y el
procesamiento de texto (Langer). Finalmente, el cambio tecnológico puede impulsar el
cambio lingüístico. Por lo tanto, las palabras que denotan herramientas y las acciones
que se realizan con ellas constituyen una parte sustancial de los diccionarios. De
hecho, las raíces de muchas de las lenguas europeas hacen referencia al uso de
herramientas como martillar o cortar (Hewes).
Tomadas en su conjunto, estas consideraciones indican que el lenguaje, el uso de
herramientas y la organización social han evolucionado a través de cadenas complejas
de causalidad recíproca. La pregunta clave para aquellos que trazarán el mapa de la
evolución humana es porqué estas interrelaciones causales habrían dado lugar al
surgimiento en los humanos modernos de capacidades comunicativas y técnicas que
superan ampliamente las que se observan en los primates no humanos. Específicamente,
debemos saber si y de qué manera los logros humanos se basan en las diferencias entre
el cerebro, la inteligencia y la cognición de los humanos y los simios

Procesamiento y jerarquización de la información como vínculos entre la tecnología, el


lenguaje y el comportamiento social
Las grabaciones y diapositivas presentadas por Savage-Rumbaugh, Boesch y McGrew
ayudaron a dilucidar la serie completa de capacidades cognitivas de los simios y a poner
por tierra muchos preconceptos sobre sus limitaciones. Comúnmente se cree que los
grandes simios son capaces de dominar la sintaxis simple o de fabricar herramientas
rudimentarias de piedra sin necesidad de mayor entrenamiento humano. Con frecuencia
se dice también que los humanos son los únicos primates que alimentan a sus crías
después del destete y los únicos que les enseñan activamente técnicas de uso de
herramientas. Al cierre de la conferencia, ninguno de estos preconceptos quedó sin ser
puesto en cuestionamiento.
En las grabaciones, Kanzi, un chimpancé pigmeo, daba respuestas correctas a la sintaxis
del inglés oral (Savage-Rumbaugh). Kanzi también inventó sus propias estructuras
sintácticas ergativas para combinar lexigramas pictóricos. Estas estructuras se asemejan
a las inventadas por niños que padecían sordera congénita y sin entrenamiento del
lenguaje (Goldwin-Meadow).
En las grabaciones del bosque Tai, de Costa de Marfil (Boesch), se veían chimpancés
salvajes partiendo nueces, compartiéndolas con las crías y enseñándoles a los más
jóvenes cómo usar martillos de madera.
Las diapositivas mostradas por McGrew también daban cuenta de la capacidad de los
chimpancés para producir cantos como un subproducto de sus actividades de romper
nueces.
Estos hallazgos sugieren que es posible que las diferencias entre la cognición de los
simios y los humanos sean diferencias de grado y no de clase. Se sugirió que los
humanos aplican mayor capacidad de procesamiento de información a sus conductas, y
la organizan en más niveles jerárquicos (Gibson, Greenfield, Langer). Dado que los
comportamientos técnicos, lingüísticos y sociales humanos manifiestan capacidades
similares de procesamiento de información y organización jerárquica, es posible que los
sustratos neurológicos y cognitivos que subyacen al uso de herramientas, al lenguaje y a
la organización social sean, de hecho, los mismos. Los humanos también tienen
habilidades muy desarrolladas para integrar jerárquicamente diversos campos de la
conducta. Esto permite que los conceptos que se desarrollan en un campo, por ejemplo,
el de la manipulación de objetos, puedan integrarse a otro como el del lenguaje.
En los humanos modernos, el lenguaje y la manipulación de objetos son jerárquicos
por naturaleza ya que en ambos campos, unidades simples de comportamiento, tales
como las palabras o las operaciones de uso de herramientas (por ejemplo, cortar o
golpear) se combinan de formas diversas en un todo prefigurado en el despliegue de los
elementos que lo componen. Estas combinaciones funcionan luego como subunidades
de estructuras superiores. Los procesos jerárquicos resultan evidentes, por ejemplo, en
la construcción de oraciones, en la fabricación de herramientas, en las tareas de cubos
de construcción que los psicólogos han utilizado para evaluar el desarrollo de
habilidades de construcción en los niños. Los simios son capaces de realizar muchos
de los elementos individuales del uso de herramientas por parte de los humanos y de sus
comportamientos lingüísticos y, por lo tanto, pueden usar herramientas simples y
símbolos gestuales. Los humanos, sin embargo, incorporan más elementos y un número
mayor de niveles jerárquicos en sus actividades lingüísticas, sociales y de uso de
herramientas. Por lo tanto, los humanos, y no así los simios, construyen oraciones
complejas, párrafos y relatos. Del mismo modo, los humanos usan con facilidad
diferentes tipos de herramientas sucesivamente para lograr objetivos preconcebidos,
pero los simios rara vez lo hacen. Sólo los humanos fabrican herramientas a partir de
diferentes elementos, sólo los humanos diseñan y fabrican máquinas y construcciones
complejas (Gibson, McGrew). Las habilidades bien desarrolladas de organización
jerárquica también les permiten a los humanos, pero no a los simios, participar de
proyectos tecnológicos que requieren planificación a largo plazo por parte de grupos
sociales (Parker).
Se observó que las diferencias propias de cada especie en cuanto al procesamiento de
información y las habilidades de jerarquización ya son evidentes desde la infancia
(Langer). Los niños durante el primer año de vida colocan espontáneamente objetos en
grupos que pueden organizarse según criterios numérico formales o funcionales, y
también espontáneamente, realizan manipulaciones causales objeto-objeto (por ejemplo,
el uso simple de herramientas). Los Cebus y los grandes simios también realizan
agrupamientos clasificatorios y causales de objetos (Langer). Los niños, sin embargo,
agrupan más objetos juntos que las crías de los primates o incluso los adultos, y hacen
varios agrupamientos simultáneos, mientras que los Cebus sólo arman un grupo por vez.
Lo que resulta aún más importante, en el segundo año de vida, los niños realizan
constructos jerárquicos entre diferentes campos (Langer, Lock, ver también Case,
1985). Como resultado, cada campo del comportamiento funciona como parte de un
complejo mayor, factor que resulta clave en la génesis de la inteligencia y el lenguaje
humanos. La capacidad de los niños para usar símbolos vocales de manera eficaz, por
ejemplo, requiere una integración jerárquica de un número de habilidades que incluyen
la producción fonética, la imitación vocal, los gestos, el señalamiento de objetos del
discurso y el reconocimiento de que los sonidos producidos por un individuo pueden
afectar las acciones de otros.
La manipulación de objetos, incluido el uso de herramientas, tiene una influencia
singular en la maduración de la inteligencia humana, el lenguaje y la conducta social ya
que los conceptos que derivan de actividades de manipulación de objetos se integran en
constructos superiores, clasificatorios, matemáticos, lingüísticos y sociales (Langer). La
importancia de los conceptos de objeto en las relaciones sociales humanas resulta
evidente en el uso casi universal de los juegos que incluyen objetos, y en el papel que
juegan el obsequiar, el compartir y el intercambiar en la formación y el mantenimiento
de relaciones sociales. Los conceptos de objetos son una parte constitutiva del lenguaje
de tal modo que resulta difícil imaginar de qué manera podrían haberse desarrollado las
lenguas modernas en ausencia de conceptos complejos de objetos y del uso de
herramientas. Por ejemplo, muchas de las primeras palabras hacen referencia a los
objetos del entorno del niño y las relaciones entre los objetos, por ejemplo, "abajo",
"adentro", "atrás”. Estas palabras ingresan al vocabulario del niño junto con su
creciente entendimiento de las relaciones entre los objetos (Gopnick y Meltzoff 1986,
1987, citados por Lock). Del mismo modo, los gestos inventados por los niños que
padecen sordera congénita suelen hacer referencia a objetos, herramientas y esquemas
de uso de herramientas (Goldin-Meadow). En los humanos, los constructos
gramaticales iniciales también reflejan acciones humanas sobre los objetos al tomar la
forma actor-acción-objeto.
Langer observó que, a diferencia de los humanos, los monos y simios dan muestras de
una integración mínima entre campos de esquemas lógicos, causales, clasificatorios y
comunicativos. Esto impide que alcancen los niveles más altos de cognición y de
funcionamiento lingüístico. Según Langer, una de las razones de la ausencia de
integración entre campos en los simios maduros podría ser una demora madurativa en el
desarrollo de algunas conductas críticas de manipulación.
Las diferencias en el tamaño y la estructura del cerebro también dan cuenta de las
diferencias características de cada especie en cuanto a la capacidad de procesamiento de
información y las habilidades que forman parte de la integración jerárquica (Calvin,
Falk, Gibson, Greenfield, Lieberman). Como observaron Greenfield y Lieberman, el
área de Broca del cerebro media las conductas secuenciales tanto en la modalidad oral
como manual. Según Greenfield, esta área, que es mayor en el cerebro humano, puede
brindar un circuito común para la jerarquización tanto de las conductas lingüísticas
como del uso de herramientas. Los modelos modernos de procesamiento paralelo de la
función del cerebro sugieren que los principales aumentos de la sustancia neuronal, tales
como los que distinguen el cerebro humano del de los simios, también pueden permitir
una mayor capacidad de procesamiento de información que resulta necesaria para la
conducta organizada jerárquicamente. De todas las áreas neuronales, las áreas de
asociación son las que exhiben el mayor agrandamiento relativo en el cerebro humano.
Durante mucho tiempo se ha considerado que estas áreas son las que median las
conductas sintéticas multimodales y su agrandamiento puede haber desempeñado un rol
central en la evolución de las habilidades humanas de jerarquización entre campos.

La comunicación gestual en contraposición con la comunicación oral

El gesto es un elemento constitutivo de todos los sistemas de comunicación humanos


modernos (Kendon). En la mayoría de las culturas, se usa para dar énfasis e imagen a
las manifestaciones orales tanto de los adultos como de los niños. Pero juega un rol
particularmente importante en la comunicación de los niños cuando aprenden a hablar,
ya que se comunican tanto con gestos como con la palabra hablada (Lock). En
circunstancias especiales, los sistemas de comunicación gestual desarrollan
complejidades gramaticales y semánticas comparables con las del lenguaje hablado.
Esta característica les permite a las personas sordas y a aquéllas que no pueden
comunicarse oralmente intercambiar mensajes muy complejos (Goldin-Meadow,
Kendon).
El gesto juega un rol tan importante en los sistemas de comunicación modernos que
parece probable que nuestros ancestros homínidos siempre hayan tenido medios
gestuales de comunicación. La pregunta crucial para los teóricos evolutivos es si los
sistemas de comunicación gestual funcionaron alguna vez como el único medio de
comunicación lingüística entre nuestros ancestros homínidos con capacidades auditivas.
Muchos teóricos han sugerido que tal fue el rol del gesto en la evolución del lenguaje
(Hewes). La conferencia no resolvió esta cuestión.
Los argumentos críticos a favor del rol del gesto en la evolución del lenguaje siempre
se han centrado en la supuesta incapacidad de los ancestros homínidos de imitar los
sonidos y de usar vocalizaciones simbólica y sintácticamente. Esta postura deriva de
los estudios de laboratorio que no lograron encontrar tales habilidades vocales en los
primates no humanos, así como de los modelos teóricos de Lieberman que indican que
los primates no humanos no pueden producir el sonido "ee" que es esencial para el
funcionamiento del sistema fonético. Sin embargo, como bien señaló Snowden, algunos
monos poseen elementos mínimos de sintaxis vocal y de referencia vocal al entorno. Lo
que es aún más importante, en los monos, la existencia de habilidades orales mínimas
únicamente no implica la misma carencia en los grandes simios, como lo señaló
McGrew, y como señaló McGrew, muy pocos estudios analizan las capacidades orales
de los grandes simios. En este sentido, las cintas de audio de Kanzi de Savage-
Rumbaugh fueron notables porque el chimpancé producía sonidos sorprendentemente
parecidos a los de las palabras inglesas “carrot”, “snake” y “right now”. Por lo tanto,
las visiones de que los grandes simios carecen de habilidades de imitación vocal y de
capacidad simbólica oral todavía pueden ser refutadas, como ha ocurrido con muchos
otros preconceptos sobre las incapacidades de los simios.
El simbolismo oral, por supuesto, habría surgido con anterioridad a las capacidades
fonéticas modernas. Los primeros homínidos podrían haber contado con una forma de
simbolismo oral sin el sonido "ee" y con una naturaleza más gestual que fonética (Foster
1983). Las evidencias neurológicas presentadas en la conferencia tendían a sustentar la
visión de que las capacidades orales y gestuales habrían evolucionado juntas. Existe
una considerable superposición entre las áreas del cerebro humano que controlan el
gesto y la vocalización, las neuronas que generalmente median los movimientos
manuales pueden, en determinadas circunstancias, mediar movimientos orales (Calvin,
Greenfield, Lieberman). Asimismo, los pacientes que padecen Alzheimer que pierden
las habilidades orales simbólicas, también pierden la capacidad de imitar y de hacer
gestos simbólicos (Kempler). Esta evidencia de la superposición neuronal entre el
modo gestual y el oral pone en cuestión las teorías que asumen que las capacidades
simbólicas avanzadas en el modo gestual podrían haber existido con anterioridad a las
habilidades orales similares.

El mapa de la evolución del lenguaje y el uso de herramientas

Las interconexiones postuladas entre el uso de herramientas, el lenguaje y la


organización social sugieren que estos tres campos de la conducta podrían haber estado
ligados durante la mayor parte, sino toda, la evolución humana. Por lo tanto los avances
en las técnicas y la tecnología de fabricación de herramientas documentados
arqueológicamente bien podrían indicar la existencia de avances en las estructuras
comunicativas sociales. En la conferencia se presentaron puntos de vista muy
divergentes sobre los niveles de habilidades cognitivas necesarios para la producción de
herramientas de los primeros homínidos.
Tanto McGrew como Wynn consideraron que las herramientas olduvayenses del Plio-
pleistoceno están dentro de las capacidades cognitivas y técnicas de los chimpancés
modernos. McGrew nos interpeló más aún al sugerir que los chimpancés podrían haber
fabricado las herramientas que comúnmente se les atribuyen a los primeros homínidos,
y que los conjuntos de herramientas de algunas culturas humanas modernas, por
ejemplo, los aborígenes de Tasmania, difieren sólo mínimamente de los de los
chimpancés. Sin embargo, Toth observó que los cantos olduvayenses eran producidos
por individuos diestros y que poseían plataformas para golpear lo que daba indicio de la
existencia de habilidades motoras y perceptivas muy desarrolladas. Y como observó
Folk, los chimpancés normalmente no son diestros. Davidson enfatizó la importancia
de examinar tanto la tecnología como la técnica. Es posible que los tasmanos usen
herramientas sencillas, como sugirió McGrew, pero las usan para una serie de funciones
que superan ampliamente las demostradas por los simios. Existe la posibilidad nada
desdeñable de que los chimpancés salvajes tengan las habilidades técnicas para fabricar
herramientas olduvayenses pero carezcan de las habilidades cognitivas y comunicativas
para desarrollar las tecnologías del Plio-pleistoceno. Por lo tanto, a pesar de que los
chimpancés salvajes producen cantos, no los usan ni poseen la tecnología de búsqueda
basada en herramientas que demuestran los primeros homínidos.
Claramente, es necesario seguir investigando sobre las capacidades técnicas de los
grandes simios. Varios proyectos de esta naturaleza, estimulados directamente por los
debates realizados en la conferencia, ya se encuentran en curso. Wynn es arqueólogo y
está trabajando con McGrew, que es especialista en conducta de los chimpancés. Otro
arqueólogo, Toth, ha visitado el laboratorio de Yerkes para trabajar con el primatólogo
Savege-Rumbaugh. Savege-Rumbaugh ha informado que sus chimpancés fabrican
cantos de piedra y los utilizan. Aún resta ver si aprenderán a hacerlo de acuerdo con los
patrones estandarizados de los primeros homínidos.
Varios de los que consideraron que la habilidad manual y el uso de herramientas eran
criterios importantes del avance cognitivo argumentaron que para los tiempos del Homo
habilis, la cognición de los homínidos superaba la de los simios modernos. Por el
contrario, Wynn consideró que las hachas acheulenses de mano fabricadas por el Homo
erectus son las primeras herramientas de piedra que requieren para su fabricación
capacidades cognitivas que superan las de los simios. En su visión, el Homo erectus
fue no sólo el primero en superar a los simios en términos de inteligencia sino también
el primero en adquirir niveles de inteligencia comparables con los de los humanos
modernos. En el otro extremo, Davidson consideró que tales niveles no se alcanzaron
hasta el surgimiento del Homo sapiens sapiens anatómicamente moderno, como
evidencian la aparición del arte y de tecnologías complejas.
Los estudios de la cognición de los simios no resultan de mayor ayuda para nuestras
interpretaciones de las etapas posteriores de la evolución homínida. Si el tamaño o la
estructura del cerebro significan algo, sin embargo, el análisis de los cerebros fósiles
debería resultar informativo. Para los tiempos del Homo habilis, sino antes, el tamaño
del cerebro había aumentado, al igual que la lateralización, con agrandamiento del área
de Broca y de la asociación parietal del área (Falk). A pesar de que el significado del
salto cuantitativo en el tamaño del cerebro es otra área que requiere mayor
investigación, varios investigadores consideraron que estos resultados implicaban que el
Homo habilis poseía capacidades neurológicas que de algún modo superan a las de los
simios, y que estas capacidades implican procesamiento de información, habilidades de
jerarquización y especialización lateral de conductas vocales y manuales. El cerebro
del Homo erectus era sustancialmente más grande que el del Homo habilis, lo que indica
la existencia de un avance considerable en las capacidades cognitivas. Además, Calvin
demostró la gran utilidad potencial de las hachas acheulenses de mano como armas
arrojadizas. Observó que la mayor masa neural aportaría las capacidades motoras
necesarias para arrojar con precisión y sugirió que la cognición y el tamaño del cerebro
del Homo erectus reflejan tales habilidades.
Como suele ser el caso, los debates sobre las habilidades del Neanderthal fueron muy
acalorados. El cerebro del Neanderthal era casi tan grande como el cerebro moderno,
pero con una forma diferente y una región occipital más protuberante, y lóbulos
frontales y parietales más aplanados. Se desconoce cuál es el correlato neuronal de
estas diferencias de forma. Algunos consideraron que no tenían importancia alguna y
sencillamente le atribuyeron inteligencia moderna al Neanderthal. Sin embargo, existe
la posibilidad de que a pesar del gran tamaño del cerebro, el Neanderthal tuviera de
algún modo menos capacidades del lóbulo frontal que los humanos modernos y, por lo
tanto, menos flexibilidad conductual y menos capacidad de planificar a largo plazo.
No sorprende entonces que las visiones divergentes sobre la inteligencia de los
homínidos fueran acompañadas por visiones divergentes sobre los orígenes del
lenguaje. Sobre la base del crecimiento del área de Broca y el aumento de la
dependencia de herramientas de piedra, se sugirió que el Homo habilis podría haber
tenido una capacidad lingüística rudimentaria. La visión de Calvin de que el aumento
de la capacidad para arrojar objetos podría, por medio del "reclutamiento neuronal",
también dar lugar a una ampliación de los mecanismos motores del habla podría indicar
además la existencia de mayores capacidades vocales en el Homo erectus. Otros
observaron que el Homo sapiens sapiens fue no sólo el primero en exhibir la forma
moderna del cerebro, y en producir conjuntos de herramientas muy diversas y arte
(Davidson, Wynn) sino también el primero en tener el tracto vocal moderno completo
(Lieberman). Esta evidencia sugiere que las lenguas, como las conocemos hoy, no
habrían existido antes del surgimiento del Homo sapiens sapiens moderno. En
particular, los sistemas fonéticos eficientes no habrían evolucionado con anterioridad al
tracto vocal moderno. Sin embargo, es probable que hayan existido otras formas de
lenguaje oral o gestual. Una posibilidad es que los primeros homínidos tuvieran una
capacidad vocal o gestual lingüística rudimentaria, similar a la de los simios entrenados
en el uso del lenguaje y a la de los niños modernos, pero que las habilidades simbólicas
y sintácticas avanzadas que implican un procesamiento masivo de la información y las
capacidades fonéticas desarrolladas surgieron mucho más tarde en la evolución
homínida.

Conclusiones y nuevas direcciones

Las diversas perspectivas presentadas en la conferencia indican que existen, de hecho,


complejas relaciones mutuas entre el uso de herramientas, la conducta social y el
lenguaje. Las capacidades humanas en estos campos reflejan la capacidad evolucionada
de organizar jerárquicamente grandes cantidades de información tanto dentro como
entre diferentes campos. Sin embargo, aún resta definir claramente los vínculos
específicos entre el uso de herramientas, el lenguaje, la conducta social y la inteligencia
para poder reconstruir la evolución del lenguaje y la cognición a partir de registros
fósiles. Se requiere información nueva. Pero además, debemos repensar los términos
teóricos en los cuales se organiza esta información. Las propias nociones de lenguaje,
inteligencia, tecnología y sociedad siguen tan indefinidas y polémicas como siempre, y
nuestras especulaciones sobre la evolución siguen atadas a las poderosas metáforas de la
raíz del pensamiento occidental.
Pero por sobre todo, necesitamos una investigación interdisciplinaria que pueda
arrojar más luz sobre las capacidades cognitivas, técnicas, gestuales, vocales e
imitativas de los grandes simios. También necesitamos más conocimiento de la
neurología y el desarrollo de la cognición de los humanos y los simios y de las
conductas cognitivas, y de los usos dados a las herramientas de piedra de los primeros
homínidos. Finalmente, es necesario saber más sobre las maneras en las que el habla,
el uso de herramientas y la socialidad se enlazan en el tejido de la vida cotidiana de los
grupos humanos contemporáneos.

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