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Cultura Afroperuana”, fecha en la que nació Nicomedes Santa Cruz Gamarra, conocido
como el más grande folclorista e investigador de la cultura negra.
Como se sabe, los africanos que llegaron al Perú eran traídos de África Occidental y
trasladados al nuevo mundo a través de los puertos de Cartagena de Indias y Portobelo. Allí
eran bautizados y enviados al puerto del Callao donde eran comercializados dada su
naturaleza jurídica: eran un bien real que podía ser vendido e inclusive embargado a sus
dueños.
Esta realidad fue advertida y reconocida por el Estado en la denominada resolución del
“Perdón Histórico” −Resolución Suprema Nº 10-2009-MIMDES−, la cual constituye un
hito importante en la historia del país, pues en ella se reconoce que el Perú, como la gran
mayoría de las sociedades modernas, se ha edificado sobre la base de múltiples e
inaceptables injusticias. Asimismo, en los considerandos de esta resolución se señala que el
pueblo afroperuano ha contribuido en la lucha por la independencia, la defensa del territorio
nacional y la construcción de la Nación Peruana.
Los afrodescendientes reclaman del Estado peruano una serie de demandas debido a la falta
de reconocimiento del aporte de su cultura y la ausencia de información que permita
conocer su verdadera situación socioeconómica.
No existe una cifra actual y real que permita conocer el número de afroperuanos, su
ubicación y distribución geográfica, ni las condiciones en las que viven. El último registro
oficial que incorporó la variable raza data de 1940. Este señaló que la población
afroperuana representaba el 0.7% del total. La ENCO 2006 señaló que el 1.5% del total de
personas se reconoce afroperuano, los mismos que se concentran históricamente en las
regiones de Tumbes, Piura, La Libertad, Lima, Ica y algunas zonas de Arequipa y Tacna.
Debido a la discriminación racial que afecta de manera sustancial a esta población y que
refuerza su situación de exclusión, es necesario seguir impulsando medidas de prevención y
sanción de estos actos, como acciones afirmativas que logren equiparar las desigualdades
que afectan a esta población. Estos aspectos todavía no han sido convenientemente
atendidos por el Estado.
Hace ocho años, mediante la Ley N° 28761, se instituyó cada 4 de junio, como el “Día de la
Cultura Afroperuana”, fecha escogida en homenaje al gran Nicomedes Santa Cruz, poeta,
decimista, periodista de profesión y folclorista de vocación, reconocido en el año 2002
como digno representante del Patrimonio Cultural de la Nación.
En ese camino se han impulsado muchos esfuerzos, en especial desde las organizaciones
afroperuanas, pero aún no se logrado poner en su real valor su importante aporte en la
construcción de nuestro país. La invisibilidad de la presencia afroperuana en la historia,
afecta también el pleno ejercicio de sus derechos, y junto con ello, deben enfrentar –
además- las principales taras de nuestro pasado reciente: el racismo y la discriminación.
Hoy en día, “negrear” y “cholear” son moneda corriente en el Perú; prácticas frecuentes y
cotidianas que incluso intentan pasar desapercibidas o “encubrirse” bajo otras formas como
las bromas o “chistes”, que reproducen y refuerzan estereotipos y prejuicios hacia un
determinado colectivo.
De esa manera, los individuos son juzgados no por sus méritos y acciones sino por los
prejuicios que la sociedad generaliza de manera injustificada, creando barreras económicas,
sociales, culturales y políticas, que mantienen a esta población en condiciones de exclusión
y segregación.
Empero, conviene resaltar que si bien estas conductas se encuentran muy vivas en nuestra
sociedad, cada vez más merecen el rechazo de la ciudadanía, en especial de nuestros
jóvenes, que observan con una mirada más crítica la nocividad de estas prácticas a través de
diversas manifestaciones, en sus ámbitos y espacios de interrelación.
Combatirlas hace necesaria una respuesta integral y articulada del Estado orientada a la
prevención y sanción de estas conductas; y con ello, resulta indispensable la educación. La
discriminación y el racismo tienen como uno de sus orígenes el desconocimiento; lo que se
ignora, no se valora, no interesa, y muchas veces se desprecia. Por eso, los esfuerzos para la
formación de nuestros niños, niñas y adolescentes debe ser una tarea prioritaria del Estado;
debemos educar para el reconocimiento de nuestra diversidad, de nuestras culturas y
tradiciones.
Esa labor se encamina en las acciones de prevención en la que todos debemos asumir una
responsabilidad si queremos contribuir a erradicar prácticas racistas en nuestra sociedad.
Tú puedes ser parte del cambio; merecemos una sociedad mejor, respetuosa y orgullosa de
todas sus culturas y diversidad étnica.