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Instituto Salesiano de Valdivia

Electivo Literatura e Identidad


Prof. Alexie Paredes Monasterio

“La santidad también para ti”


Guía N° 2
4° medio Electivo

UNA INTERPRETACIÓN DE LA CONQUISTA DEL "NUEVO MUNDO"


Jorge L. Alvarado Pisani

"Debo... suplicar a Su Majestad, con instancia importuna, que no conceda, ni


permita lo que los tiranos inventaron, prosiguieron y han cometido y que llaman conquista"
Fray Bartolomé de las Casas1

"En los anales de la historia real, lo que siempre predominó fue la conquista, la
esclavización, el robo a mano armada, el reinado de la fuerza bruta... En rigor, los métodos
de la acumulación primitiva (de capital) son todo lo que se quiera, menos materia para un
idilio"
Karl Marx2

"Los problemas económicos, sociales y raciales que surgieron durante la


conquista del Nuevo Mundo, persisten todavía. La conquista, por tanto, es, en el sentido
más amplio, un pasado con vida"
Sverker Arnoldsson3

1
BARTOLOME DE LAS CASAS, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Eudeba, Buenos Aires, 1966, p 30 (prim. ed. Sebastián Trujillo,
Sevilla, 1552)
2
KARL MARX, El Capital, t. I, c. XXVI, Ed. Cartago, Buenos Aires, 1973, p. 690
3
S. ARNOLDSSON, La conquista de América según el juicio de la posteridad. Vestigios de la leyenda negra, Madrid, 1960, p.9, citado por LEWIS
HANKE, "Más polémica y un poco de verdad acerca de la lucha española por la justicia en la conquista de América", en el texto colectivo Estudios sobre
Fray Bartolomé de las Casas y sobre la lucha por la justicia en la conquista española de América, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1968, pp.
381.
INTRODUCCIÓN

A las dos de la madrugada del doce de octubre de 1492, tras sesenta días de aventuras en la mar océana,
Cristóphoro Colombo, el mayor chiripero de la historia, se encontró con lo inesperado. Algo antes de la longitud geográfica
donde esperaba encontrar Cipango (Japón), apareció una "terra incognita"4, desnuda junto al mar, que fue violada por
primera vez el día que Occidente creyó haber alcanzado las Indias Orientales navegando hacia poniente. Del ayuntamiento
fortuito y forzoso que entonces comenzara, el "Nuevo Mundo" fue el embarazo resultante. Concebido por un grave error de
cálculo geodésico.
En efecto, calculando equivocadamente, Colombo sostenía que la distancia entre las Islas Afortunadas (Islas
Canarias) y Cipango (Japón), medida hacia el oeste, era de unos 5,700 Kms, mientras que, en realidad, resulta ser de unos
19,000, más del triple. De haber sabido que, para llegar a Cipango, debía atravesar 202 grados de longitud, en vez de los
68 que calculaba, nunca habría intentado él tal travesía ni nadie se la habría financiado. El historiador Yákov Svet ha
estudiado minuciosamente esa equivocación que hizo historia, demostrando que el error no era sólo de Colombo sino de la
cosmografía entera de su época5. Sin embargo, no es muy preciso Svet al afirmar que "el Cipango colombino estaba en el
meridiano de Cuba y Chicago", por cuanto 68 grados al oeste de Canarias (Isla de Hierro: 18ºO) no se encuentra tierra
cubana (Cayo San Antonio, extremo occidental de Cuba, está a 85ºO) ni tampoco el meridiano de Chicago (87.5ºO) sino el
meridiano 86ºO, que pasa por la ciudad de Granada, Nicaragua.
Muchos de los grandes descubrimientos científicos y técnicos se han logrado por azar, por la buena suerte de una
carambola inesperada. De chiripa, como se dice castizamente en los juegos de billar, o por serendipity, como se dice en
inglés. No cabe la menor duda de que, para Europa, el "descubrimiento" del "Nuevo Mundo" ha sido la gran carambola, el
gran chiripazo tecnológico y económico de su historia. Empero, para los pueblos amerindios, el descubrimiento de aquella
Europa que les llegaba con Colombo fue una experiencia mortal. Al entrar en la "historia universal" 6, aquella noche de
octubre, aún no sabían leer las palabras "Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate" (Inferno II, 9), escritas, sobre el dintel de la
puerta de esa "historia universal", en la lengua materna del judío genovés que muy sinceramente se tenía por Cristóphoro
(portador del Mesías) pero que, para ellos, resultó ser portaestandarte de los cuatro jinetes del apocalipsis.
A nosotros, mestizos latinoamericanos que malamente sobrevivimos en las postrimerías del segundo milenio, nos
separan entre diez y quince generaciones (a un promedio de dos o tres generaciones por siglo) del "descubrimiento" y la
conquista. Sin embargo, ese pasado late en nuestras venas, se prolonga en nuestra pobreza actual, y nos sale a la cara
cada vez que nos miramos en el espejo del porvenir. América nació enferma, económica y culturalmente deforme, porque
fue engendrada por la violación étnica más colosal que conoce la historia. Y hoy. en nuestra propia sangre, las sangres
asesinadas cantan una canción de resistencia a las sangres asesinas:

"Errando al calcular, creyó Colón


donde es Nicaragua ser Japón.
Pagamos cara la equivocación".

La historia es una mezcla extraña de necesidad y azar, casualidades y causalidades, cuyo sentido sólo aparece a
posteriori, luego que las cosas han pasado y ya no tienen vuelta de hoja. (La historia no tiene racionalidad prospectiva, sólo
racionalidad retrospectiva, dicen los filósofos.) La historia del "descubrimiento", la conquista y la colonización del "nuevo
mundo" se explica, desde nuestro presente, tanto por innumerables contingencias y casualidades, análogas al error de
Colombo, como por la lógica férrea de las tendencias que produjeron la transición del feudalismo al capitalismo. La
interpretación de esa historia que se ofrece en este artículo puede parecer antiespañola, aparente prolongación de la
llamada (con lenguaje obviamente racista) "leyenda negra". Nada más alejado de nuestra intención. Sin embargo, 70
millones de asesinados siguen clamando justicia (por lo menos justicia histórica) y España no necesita falsos apologistas,
porque si españoles fueron Pedro Arias Dávila, Lope de Aguirre y Francisco de Carvajal, también fueron españoles Juan de
Grijalva, Diego Hernández de Córdoba y Hernando de Soto. Y porque, mientras España y la fe católica se hundían con
Ginés de Sepúlveda y García de Toledo en las tinieblas de la estupidez ética y teológica, por otra parte, Montesinos, Las
Casas y Valdivieso encendían la clara luz de un nuevo día que sigue iluminando los caminos de nuestra liberación.

4
"Terra incognita" fue nombre posterior al de "América", pero quizás menos inadecuado. Cf. A. CURTIS WILGUS y R. D'ECA, Latin American
History, New York, 1967, p.34, citados por H. BORRAT, Terra Incognita, Ed. Estela, Barcelona, 1971, p.5: "Luego de su retorno a Europa, en 1504, parece
que Vespuccio visitó a Colón y poco más tarde escribió una serie de relatos de sus propias experiencias, otorgándose a sí mismo un sitio más prominente
en cada viaje que el que era realmente el caso. En 1507, en el Colegio de Saint Dié, un profesor de geografía llamado Martín Waldeseemüller, sabiendo
de los relatos de Vespuccio, publicó un mapa del Nuevo Mundo usando el nombre América, como homenaje a Américo Vespuccio. Más tarde, al conocer
su equivocación, el profesor publicó un nuevo mapa con el viejo término reemplazado por las palabras Terra Incognita".
Por su parte, el historiador y arqueólogo nicaragüense Jorge Espinoza Estrada sostiene la tesis de que el nombre de América proviene de la voz
nicaragüense Amerrisque: "Es importante dar a conocer el hecho de que el nombre de América es de origen nicaragüense. Era usado por los nativos de la
Costa Atlántica de Nicaragua. Los europeos lo oyeron y lo trasladaron a Europa. Este toponímico no se deriva del nombre del florentino Vespuccio, como
tradicionalmente se ha creído. En mi libro América. Descubrimiento y origen de su nombre, actualmente inédito, confirmo con pruebas documentales
irrefutables el origen nicaragüense de nuestro nombre continental": cf. J. ESPINOZA, El reclamo nicaragüense. Síntesis histórica de la evolución
antropológica en América, Banco de América, Managua, 1982, p.4, n.1.
5
YAKOV SVET, Cristóbal Colón, Ed. Progreso, Moscú, 1987, pp. 85-87.
6
"Una vez que hemos terminado con (la exposición de) el Nuevo Mundo y los sueños que puede suscitar, pasemos al Viejo Mundo. Este es,
esencialmente, el teatro de lo que constituye el objeto de nuestra consideración: la Historia Universal": G.W.F. HEGEL, Lecciones sobre la filosofía de la
historia universal, Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1974 (4ª), p.177.
EL GRAN HOLOCAUSTO

En nombre de Mammón: afán de oro y plata

Cristóphoro Colombo, desde el principio, buscaba oro. Hablando de los indígenas de Guanahaní escribió en su
diario: "... yo estaba atento y trabajaba de saber si había oro, y vide que algunos dellos traían un pedazuelo colgado en un
agujero que tenían a la nariz, y por señas puede entender que yendo al sur, o volviendo la isla por el sur, estaba allí un rey
que tenía grandes vasos dello, y tenía muy mucho... Del oro se hace tesoro, y con él el que lo tiene hace cuanto quiere en
el mundo y llega a que echen las ánimas al paraíso".7
Veintiséis años más tarde, cuando comience la conquista de México, los enviados de Motecuhzoma regalarán a los
españoles collares de oro, objetos de puro valor artístico-religioso sin valor de cambio. Cuenta el texto náhuatl, conservado
en el Códice Florentino, que, al recibirlos, "los españoles estaban deleitándose: como si fueran monedas levantaban el oro,
como que se sentaban en ademán de gusto, como que se les renovaba e iluminaba el corazón, como que cierto es que eso
anhelan con gran sed. Se les ensancha el cuerpo por eso, tienen hambre furiosa de eso, como unos puercos hambrientos
ansían el oro".8
Más tarde, Bartolomé de Las Casas, haciendo un balance de los móviles de la conquista, escribirá: "La causa
porque han muerto y destruido tantas y tales y tan infinito número de almas los cristianos, ha sido solamente por tener por
su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días y subir a estados muy altos en proporción a sus personas".9
Y Domingo de Santo Tomás, fraile dominico, como Las Casas, y Obispo de La Plata, escribirá en una carta del 1
de julio de 1550: "Avra quatro años, para acabarse de perder esta tierra, que se descubrió una boca del infierno por la cual
entra cada año gran cantidad de gente, que la codicia de los españoles sacrifica a su dios, y es una mina de plata que se
llama Potosí".10
Más de cuatrocientos años después, el peruano Gustavo Gutiérrez, en su libro Dios o el Oro en las Indias, estudiará
el testimonio del indio Felipe Guamán Poma de Ayala, quien escribió, a comienzos del siglo XVII, que: "... aún hasta ahora
dura aquel deseo de oro y plata, y se matan los españoles y desuellan a los pobres de los indios. Y por el oro y la plata
quedan ya despoblados, parte de este reino, los pueblos de los pobres indios, por oro y plata".11

En nombre de marte: guerra y esclavitud

Codicia de oro y plata hubo, ciertamente, cuya explicación abordaremos más adelante. Pero no sólo codicia,
también un desmesurado afán guerrero y esclavista.
En efecto, escribió Las Casas en 1552: "Dos maneras generales y principales han tenido los que allá han pasado,
que se llaman cristianos, en extirpar y raer de la faz de la tierra aquellas miserandas naciones. La una, por injustas, crueles,
sangrientas y tiránicas guerras. La otra, después que han muerto todos los que podían anhelar o suspirar o pensar en
libertad, o en salir de los tormentos que padecen, como son los señores naturales y los hombres varones (porque
comúnmente no les dejan en las guerras a vida sino los mozos y las mujeres), oprimiéndoles con la más dura, horrible y
áspera servidumbre en que jamás hombres ni bestias pudieron ser puestas".12
Años antes, en 1535, Las Casas había escrito al Rey, desde Nicaragua, una carta muy importante para comprender
por qué ésta es una tierra aún hoy tan despoblada:

"Sepa vuestra merced, excelente señor, que este reyno de Nicaragua es la médula y riñonada de todas las
Indias, puesto que de todas las Indias estimo por la más opolentísima del mundo, sino es aquella desventurada
tierra del Perú. Es esta Nicaragua un paraíso del Señor. Es unos deleites y alegría para el linaje humano... me
tiene admirado más que ninguna ver tanta fertilidad, tanta abundancia, tanta amenidad y frescura, tanta suavidad,
tantos frutales, ordenado todo como en las huertas de las ciudades de Castilla, y finalmente todo complimento y
provisión para vivienda y recreación y suavidad de los hombres"
"Sólo por las calidades dichas podrá ver vuestra merced el número de gentes que aquí podría haber. Todos
nuestros españoles que por aquí están dicen que había, hoy hace ocho años, en obras de cincuenta leguas de
tierra en cuadra, más de seiscientas mil personas; unas poblaciones admirables... pero pregunte vuestra merced
de tanto número de gente, de cuanta opulenta tierra abundaba y rebosaba, qué tantos vasallos tendrá hoy el rey,
nuestro señor, en ella... Habrá en todos cuantos indios e indias hay en toda esta provincia... no pasará de doce o
quince mil almas"
"Una de las vías inicuas con que la gente de esta provincia e reyno de Nicaragua en tan breve tiempo ha
sido miserablemente asolada, ha sido la triste licencia que ese Real Consejo ha dado para que se puedan hacer
esclavos... Han llevado de aquí a Panamá más de veinticinco mil ánimas por esclavos y todos son muertos. Y al
Perú, antes de los años dichos, más de otros quince mil y todos son muertos. No va ni uno de estos pueblos que

7
Citado por EDUARDO GALEANO, Las venas abiertas de América Latina, Ed Siglo XXI, 1983 (37ª), p.16. Consideraba Colón al oro como poder
temporal y supratemporal, eficaz hasta para librar a las "ánimas benditas" de sus castigos en el "purgatorio" mediante la compra de "indulgencias",
concepción para-teológica de la época contra la que se pronunció, con toda razón, Martín Lutero, en sus tesis de 1517, 25 años después que Colón escribiera
esas líneas.
8
E. GALEANO, op. cit., p.27.
9
LAS CASAS, Brevísima relación, op. cit., p.30 (subrayado nuestro)
10
Archivo General de Indias, Aud. Charcas, 313. Referido por ENRIQUE D: DUSSEL, Historia de la fe cristiana y cambio social en América Latina,
Ed. Gambeiro, Buenos Aires, 1973, p.195.
11
Cf. GUAMAN POMA DE AYALA, El primer Nueva Crónica y Buen Gobierno, Ed Sigo XXI, México, 1980, II, 372. Citado por GUSTAVO
GUTIERREZ, Dios o el Oro en las Indias, Ed. Instituto Bartolomé de Las Casas-CEP, Lima, 1989, p.1.
12
LAS CASAS, Brevísima relación, p. 36.
no lleve más de trescientas ánimas, y todos mueren antes que lleguen al Perú, de sed y hambre..."13.

Cuando Las Casas escribió este documento, en 1535, hacía cinco años que había muerto, en León, Pedro Arias
Dávila, conocido como "El Enterrado" porque se hacía decir todos los años un funeral, mientras oía los responsos desde el
fondo de una sepultura, en memoria de una ocasión en que lo dieron por muerto y estuvo a punto de ser enterrado vivo.
Este Pedro Arias es el paradigma de la paranoica ferocidad de los conquistadores,14 responsable de la mortandad
denunciada por Las Casas en su carta al rey. En efecto, de ello dejó constancia el capitán Gonzalo Fernández de Oviedo
y Valdés, primer cronista del Nuevo Mundo:

"Ni han tenido más largas jornadas que caminar dos millones de indios que, desde el año mil e quinientos
y catorce que llegó Pedrarias a la tierra firme hasta que él murió, en espacio de diez y seis años e algunos meses,
son muertos en aquellas tierras, sin que se les diese a entender aquel requerimiento que el Rey Católico les mandó
hacer antes que les rompe la guerra. E no creo que me alargo en la suma de dos millones que he dicho, si se
cuentan, sin los muertos, los indios que se sacaron de aquella gobernación de Castilla del Oro e de la Nicaragua
en el tiempo que he dicho, para los llevar por esclavos a otras partes" 15

El caso de Nicaragua, testimoniado por Las Casas y Oviedo de forma independiente, es un botón de muestra del
exterminio, mediante guerras, esclavización y "guerra bacteriológica", de la población autóctona del "nuevo mundo". La
aniquilación de los amerindios, sin contar a los afroamericanos, a manos cristianas (católicas y no católicas), es el Gran
Holocausto de la "historia universal". A fin de cuentas, españoles, portugueses, ingleses, holandeses y franceses, redujeron
en 150 años la población autóctona, de unos 70 millones a sólo unos tres millones y medio16. A este respecto, afirma el
autor Tzvetan Todorov:

"Si alguna vez el término genocidio se ha aplicado con precisión a un caso, ciertamente es éste. Me parece
que es un record, no sólo en términos relativos (una disminución del 90% y más) sino también en términos
absolutos, pues se habla de una disminución estimada de la población de unos 70 millones de seres humanos.
Ninguna de las grandes masacres del siglo XX se puede comparar con esta hecatombe".17

Ya Claude Lévi-Strauss afirmaba, categóricamente: "Es el crimen de los crímenes...".

En nombre de satán: sadismo psicopático

El psiquiatra e historiador venezolano Francisco Herrera Luque ha intentado demostrar, desde 1961, una doble hipótesis:

1) "Si los viajeros de Indias se singularizaron por su extraordinaria crueldad es legítimo inferir que la incidencia de
psicópatas, locos y degenerados en sus huestes tenía que ser muy elevada"18
2) “Tal sobrecarga psicopática es causa de esa supuesta predisposición motivacional del mestizo latinoamericano
a entrar en conflicto, consigo mismo y con los demás, que lo hace proclive a los desbordamientos delictivos y, en
particular, a los hechos de sangre” 19.

La segunda hipótesis de Herrera Luque es discutible, sobre todo porque da por supuesta la transmisión hereditaria
tanto de las psicopatías como de la "personalidad básica" de un pueblo. Sin embargo, la primera parte es muy
probablemente verdadera. En efecto, fue "una extraña crueldad", dice Las Casas una y otra vez, la que llevó a muchos de
aquellos 15,000 aventureros que pasaron a las Indias, entre 1509 y 155920, a violar, empalar, degollar, incendiar, traicionarse
unos a otros, ahorcar, matar con perros y marcar al hierro sus esclavos. Resulta bastante bien dibujada la "figura psicosocial"
de la conquista y la colonia que reconstruye Herrera Luque:

"Los conquistadores españoles del XVI no fueron fieles intérpretes de la moral española de aquellos
tiempos, ni de las sabias Leyes de Indias que los reyes dictaron. Aislados, sin mujeres, victoriosos de cientos de
peligros, rodeados de pueblos bárbaros, atormentados por su insania, en conflicto con la sociedad de la cual
partieron y de la cual por lo mismo emigraron, si tuvieron que hacer un mundo, lo hicieron como todo hombre sueña
y fantasea, y más un psicópata: a su medida"
"Si delincuentes y criminales eran buena parte de ellos, como lo señalan hasta la saciedad todos los

13
B. DE LAS CASAS, Obras Escogidas, Bib. de Autores Españoles, vol V, pp.59-64, referido por JUAN B. LASSEGUE, La larga marcha de Las
Casas, Centro de Estudios y Publicaciones, Lima, 1974, pp.202-207.
14
Dice FRANCISCO HERRERA LUQUE, Los viajeros de Indias, Ed. Monte Avila, Caracas, 1979 (3ª), p. 263: "Si tuviéramos que escoger como
paradigma de la insania de los conquistadores, no vacilaríamos en señalar a este hombre como el ejemplo más acabado de ferocidad paranoica".
15
GONZALO FERNANDEZ DE OVIEDO Y VALDES, Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del Mar Océano, Banco de América,
Managua, 1976, p. 277.
16
El error relativo de esta estimación (cautelosa) es del 20 por ciento. La cifra de 70 millones coincide con la estimada por DARCY RIBEIRO, Las
Américas y la civilización, Buenos Aires, t. I, 1969, de quien la toma GALEANO (op. cit., p.58). W. DENEVAN ha hecho un balance de los estudios dedicados
al tema: Native Population of the Americas en 1492, U. of Wisconsin Press, Madison, 1976. Entre estimaciones que señalan, hacia 1492, por un lado
8,400.000 (A. KROEBA) o 13.380.000 (A. ROSENBLAT) y, al otro extremo, 100,000,000 personas (W. BORHAVY-H. DOBYNS), Denevan, después de una
minuciosa revisión de los criterios usados para hacer los cálculos, opta por una posición media. Considera que, antes de la llegada de los europeos, había
en el conjunto de estas tierras alrededor de 57,300,000 personas (cf. pp. 1-12, 289-292). Por otra parte, existe cierto consenso en decir que, hacia 1570, la
población "india" de la llamada América española se había reducido a 8,900,000: Cf. L.N.McALYSTA, Spain and Portugal, U. of Minnesota Press,
Minneapolis, 1984; ver también N. SANCHEZ ALBORNOZ, "The Cambridge Colonial Spanish", en L. BETHEL (ed.). The Cambridge History of Latin America,
Cambridge Univ. Press, Cambridge, 1984, t.I, pp.3-35. Ver GUSTAVO GUTIERREZ, op. cit., p.10, nota 2.
17
TVETAN TODOROV, La conquista de América. El problema del otro, Ed. Siglo XXI, 1991 (3ª), pp.144ss.
18
F. HERRERA LUQUE, op. cit., p. 251.
19
Cf. ib., pp.19-20.
20
Cf. ib. pp. 203-204.
cronistas, es comprensible que tuvieran una actitud tolerante, complaciente, casi lenitiva -como también lo
demuestran las crónicas e historias hasta nuestros días- con el delito, falta y crimen. Lo que en España era crimen,
entre ellos era delito; y el delito, falta; y la falta hasta tiembre de orgullo, como el donjuanismo y la picardía. Si en
España se perseguía el amancebamiento, en América el hogar, al principio, fue un serrallo; y los hijos bastardos,
antes de ser baldón, afirmación de hombría. Si en España al levantisco y al insurrecto se lo calificaba como
bandolero, entre nosotros a la misma actitud se la llamó hombría; cobardía y desvergüenza, la aceptación de la
jerarquía; y vivo, hábil y aprovechado al que, valido de la fuerza, desplumaba el erario público o a su vecino. Como
todos los hombres de garra y acción, su mayor virtud era alcanzar el éxito, el botín económico. Los valores el
espíritu, cosa de leguleyos, valores menospreciables"
"En esas creencias nacieron y crecieron sus hijos y el pueblo a quien sojuzgaron. La mejor educación es
el ejemplo. Sin otro medio de contraste que los aventureros que llegaron luego, que en poco discrepaban de los
primeros, la segunda y tercera generación asimilaron el aporte de la primera y así, generación tras generación,
hasta que llegaron los vascos en 1730, con visión distinta y moralizadora. Pero ya habían pasado cinco
generaciones. Ya la personalidad básica del pueblo y de su clase dirigente estaba formada. Por eso poco o nada
pudieron los recién llegados, quienes, a la postre, fueron absorbidos por el medio mayoritario y homogéneo en sus
creencias y arquetipos, y así continuó sucediendo en las siete generaciones que vinieron luego y nos separan de
aquellos aparentemente lejanos tiempos"21.

Ahora bien, ¿de dónde les nació a los europeos esa codicia de oro y plata, ese afán guerrero y esclavista, ese
sadismo psicopático? ¿En qué parte del imaginario colectivo de los conquistadores está la fuente de las leyendas de El
Dorado y las Siete Ciudades de Cibola que, entre otras, trastornaron sus mentes y endurecieron sus voluntades para cumplir
las hazañas realmente sobrehumanas que realizaron? ¿Cómo pudo ser posible que Mammón, marte y satán -los dioses
del oro, la guerra y la soberbia sádica- lograran convertir en espadas las cruces de las carabelas? ¿Cuál es el pecado
original de la conquista y la colonización del "nuevo mundo”?

EL PECADO ORIGINAL DEL “NUEVO MUNDO”

Acumulación primitiva de capital

En el tomo I de la investigación económica, sociológica e histórica que Karl Marx tituló "El Capital" podemos leer:
"La acumulación primitiva (anterior a la acumulación capitalista) desempeña, en la economía política, casi el mismo papel
que el pecado original en la teología"22.
En el tomo III podemos leer:

"No cabe duda de que las grandes revoluciones de los siglos XVI y XVII que los descubrimientos geográficos
provocaron en el comercio y que engendraron el rápido desarrollo del capital mercantil, constituyen un factor
esencial en la aceleración del paso del modo de producción feudal al capitalista"23.

Y un poco atrás, en el mismo tomo III, leemos:

"Cuando el capital mercantil domina, representa, por tanto, en todas partes, un sistema de saqueo, así como, por
otra parte, su evolución entre los pueblos comerciantes antiguos y nuevos tiene una relación directa con el saqueo
por la violencia, la piratería, la captura de esclavos y la conquista (en las colonias). Así ocurrió en Cartago, en Roma
y más tarde entre los venecianos, los portugueses, los holandeses, etc."24

De manera que el "descubrimiento" se produce cuando en Europa está ocurriendo la transición del feudalismo al
primer capitalismo comercial. Y este primer capitalismo requiere una acumulación de recursos financieros y productivos
(materias primas, en particular) que, a su vez, condiciona y ocasiona el dominio de Mammón y marte sobre esos pueblos,
supuestamente "evangelizados". El pecado original no ocurre en un extraño tiempo mítico, antes o al margen de la historia,
sino que acontece en cada época cuando las furias del interés privado logran apoderarse de la economía, la política, el
derecho y la cultura de un sistema social. ¿Por qué ansiaban oro y plata los europeos con tanta codicia? A ello responde
Marx en el tomo II de El Capital:

"El modo de producción capitalista -basado en el salario, en el pago del obrero en dinero y, en general, en
la transformación de las prestaciones en dinero- sólo puede realizarse con alguna amplitud y profundidad cuando
en el país existe una masa de dinero suficiente para la circulación y para la constitución de un tesoro (fondo de
reserva, etc.) determinado por ella. Tal es la condición previa que exige la historia. Pero no hay que imaginar que
primero se forma una masa suficiente de dinero atesorado y que sólo después se inicia la producción capitalista.
Ésta se desarrolla al mismo tiempo que las condiciones, y una de éstas consiste en un aporte suficiente de metales
preciosos. Por eso el crecimiento de dicho aporte de metales preciosos es, desde el siglo XVI, un factor esencial

21
Cf. ib. pp. 26-27.
22
KARL MARX, El Capital, Ed. Cartago, Buenos Aires, 1973, tomo I, cap. XXVI, p.689.
23
KARL MARX, op. cit., t. III, cap. XX, p.343.
24
Ib., p. 342. Es importante notar que, al definir el capitalismo mercantil como sistema de saqueo, Marx cita in extenso un texto de Martín Lutero,
tomado de Von Kauffshandlung und Wucher (Sobre el comercio y la usura), según la edición Obras de Lutero, Wittemberg, 1589, 6ª parte. pp.296ss. En
ese texto, Lutero desenmascara el robo cotidiano y aplaudido de los comerciantes y lo juzga peor que el robo eventual, y castigado por la ley, que hacen
los caballeros convertidos en asaltantes.
en la historia del desarrollo de la producción capitalista"25.

Hablando, pues, en términos marxianos, el proceso de acumulación primitiva de capital es el determinante


económico de la conquista, su pecado original y originante. Ahora bien, a todo proceso económico éticamente aberrado
corresponde una ética individual aberrante. ¿Cuál era la estructura ética de los conquistadores?

Ética eurocéntrica

En su libro Dios o el oro en las Indias, G. Gutiérrez analiza un documento fechado el 16 de marzo de 1571, conocido
como el "Parecer de Yucay", escrito muy probablemente por el dominico García de Toledo, primo del virrey del Perú, como
un alegato a la teoría y a la praxis de Bartolomé de Las Casas26. Este documento ofrece una de las exposiciones más
transparentes de la ética de la conquista, el texto que Gutiérrez llama "Parábola de la blanca bonita y de la india fea":

"(Dios se comportó) con estos gentiles miserables y con nosotros como un padre que tiene dos hijas: la
una, muy blanca, muy discreta y llena de gracia y donaire; la otra, muy fea, legañosa, tonta y bestial. Si ha de casar
la primera, no ha menester darle dote sino ponerla en palacio, que allí andarán en competencia los señores sobre
quién se casará con ella. A la fea, torpe, necia, desgraciada, no basta ésto sino darle gran dote: muchas joyas,
ropas ricas, suntuosas, caras. ... Lo mismo hizo Dios con éstos y con nosotros. Todos éramos infieles, esa Europa,
esa Asia, mas en lo natural gran hermosura, muchas ciencias, discreción... Poco fue menester para que los
apóstoles y varones apostólicos desposasen estas almas con Jesucristo por la fe del bautismo... Pero esas otras
naciones, aunque criaturas de Dios y para la bienaventuranza capaces de este matrimonio con Jesucristo, empero
eran feos, rústicos, tontos, inhábiles, legañosos, y era menester gran dote. Y así les dió hasta las montañas de oro
y plata, tierras fértiles y deleitosas, porque en este olor hubiese gentes que por Dios quisieran venir a esta
predicación evangélica y los bautizasen y quedasen estas almas esposas de Jesucristo"27.

Comenta Gutiérrez:

"Es difícil encontrar una expresión más abierta de racismo y europeocentrismo. Afirmación de la
superioridad de la raza blanca y la cultura occidental ("nosotros") y desprecio por el indígena ("estos"). Sólo gracias
al aroma que se desprende de las minas y otras riquezas, estas pobres gentes tan desvalidas y carentes de
cualidades naturales han podido interesar a presuntos evangelizadores (p.114) ... En una palabra, si no hay oro no
hay Dios en las Indias (p.121) ... El oro resulta así el verdadero mediador de la presencia de Dios en las Indias. La
posición de García de Toledo es una especie de cristología al revés. En última instancia el oro ocupa el lugar de
Cristo, en tanto que intermediario del amor del Padre; porque gracias al oro los indios pueden recibir la fe y salvarse;
en cambio, sin él se condenarían. Este es el corazón de la teología del Parecer de Yucay; él da sentido y vida a
sus argumentos en defensa de los derechos de la corona y de los encomendadores (p.124)".

Casi al final del libro escribe Gutiérrez:

"Conquistadores encomenderos -más los teólogos que los apoyan- están llenos de ellos mismos, de su
presunta superioridad humana, su mundo de origen y su búsqueda del oro. En esta visión los indios no poseen
valores propios (son tábula rasa, decía ya Colón), su destino es trabajar para los recién llegados y finalmente ser
asimilados por ellos. Esta mentalidad se expresa bien, por ejemplo, en el empeño casi obsesivo de dar nuevos
nombres a todo lo que encontraban, cosas y personas. El mismo calificativo de indios resultó postizo para llamar a
los habitantes de este continente. En la práctica, éstos parecían no existir" (p. 173).

Es decir, ética euro-céntrica (no excéntricamente orientada al prójimo, como la ética cristiana) y teología criso-
céntrica (no cristo-céntrica) fueron las características de la mentalidad conquistadora y colonialista. ¿Cómo fue posible tal
inversión del cristianismo hecho ideología imperial? Para entender el fenómeno habrá que tomar en cuenta dos largos y
complejos procesos históricos: la Reconquista y la Cristiandad de Indias.

La larga lucha contra el Islam

La primera expedición de Colombo salió a la mar el viernes 3 de agosto de 1492. Siete meses antes, el 2 de enero
de 1492, las lágrimas de Boabdil, en Granada, habían puesto punto final a una guerra de siete siglos entre los "jinetes de
Alá" y los caballeros cristianos. El "descubrimiento" y conquista españoles del "nuevo mundo" fueron, así, actos de
postguerra, mas no de una postguerra cualquiera sino actos de postguerra santa. Los Viajeros de Indias vinieron a ser,
entonces, la versión católica de aquellos Jinetes de Alá. Salvo excepciones que confirman la regla, dos caras del mismo
carácter mesiánico, fundamentalista en religión, hiperactivo, soberbio ante la muerte, megalómano, reacio a la monotonía
del trabajo productivo, fuertemente machista e hiperlibidinoso. Por otra parte, sabemos que la mayoría de los
conquistadores venidos a Indias fueron andaluces (más de 11,000 sobre el total de 15,000 que pasaron entre 1509 y 1559).

25
C. MARX, op. cit., t.II, cap. XVII, pp 315-6.
26
El texto se halla en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, y fue publicado en la Colección de documentos para la historia de España, t.XIII,
MAdrid, 1848, pp. 425-469, como "copia de una carta que se hallaba en el Archivo General de Indias, y que hemos rectificado con otra que tenemos a la
vista, donde se trata del verdadero y legítimo dominio de los reyes de España sobre el Perú, y se impugna la opinión del P. Fr. Bartolomé de Las Casas".
Para la descripción, análisis teológico y crítica histórica del Parecer, cf. G. GUTIERREZ, op. cit., pp. 55ss; para la autoría, cf. p.5, nota 2.
27
Cg. G. GUTIERREZ, op. cit., pp. 113-114.
Y ¿qué era Andalucía a fines del siglo XV? Responde el historiador y psiquiatra Herrera Luque:

"Andalucía fue el último acto de una selección biológica de siete siglos. En ella siguió viviendo la simiente
del león y de la hiena, del santo y del loco, del criminal y del aventurero. Andalucía, como el fondo de una centrífuga,
recibió la decantación de siete siglos de guerra. Por eso no es de extrañar lo que ocurrió en España, y en especial
en Andalucía, inmediatamente después del armisticio. No se había extinguido el llanto de Boabdil y ya comienza a
asolar la tierra andaluza el bandolerismo... La situación es crítica. Los bandidos asolan las villas y los caminos. Los
señores feudales se van a las manos. Dirimen sus problemas en guerras privadas. Los veteranos deambulan por
los campos como almas en pena. Algunos mendigan, otros toman por la fuerza lo que por la fuerza siempre han
tomado... Estos hombres, estos veteranos de Granada, serán la razón mediata o inmediata de los viajeros de
Indias"28

La Cristiandad de Indias

"Cristiandad" es toda formación social donde el cristianismo (invertido) funciona como ideología legitimadora del
poder jurídico-militar y la dominación económica. La Cristiandad de las Indias no fue un experimento nuevo en la historia
de Europa, sino que fue heredera de la cristiandad constantiniana, la cristiandad bizantina, la cristiandad carolingia y el sacro
imperio romano-germánico. Oigamos la dulce canción de esa tierna ideología en la "Loor de españoles" escrita por el
cronista Francisco López de Gómara:

"Tanta tierra como dicho tengo han descubierto, andado y convertido nuestros españoles en sesenta años
de conquista. Nunca jamás gente anduvo y sujetó tanto en tan breve tiempo como la nuestra, ni ha hecho ni
merecido lo que ella, así en armas y navegación como en la predicación del santo evangelio y conversión de
idólatras, por lo cual los españoles son dignísimos de alabanza en todas partes del mundo. ¡Bendito Dios, que les
dió tal gracia y poder! ¡Buena loa y gloria! Es de nuestros reyes y hombres de España que hayan hecho a los indios
tomar y tener un Dios, una fe y un bautismo, y quitándoles la idolatría, los sacrificios de hombres, el comer carne
humana, la sodomía y otros grandes y malos pecados, que nuestro buen Dios mucho aborrece y castiga. Hanles
también quitado la muchedumbre de mujeres, envejecida costumbre y deleite entre todos aquellos hombres
carnales; hanles mostrado letras, que sin ellas los hombres son como animales, y el uso del hierro, que tan
necesario es a hombres; así mismo les han mostrado buenas costumbres, artes y policía para mejor pasar la vida;
lo cual todo, y aun cada cosa por sí, vale sin duda ninguna mucho más que las plumas, ni las perlas, ni la plata, ni
el oro que les han tomado"29

Estos condicionamientos operantes en la psicología del conquistador español bloquearon casi totalmente la fuente
de toda ética: el reconocimiento del otro y lo otro como sagrados. En vez del reconocimiento existió un casi total
desconocimiento de la calidad sagrada de la vida humana de los hombres y mujeres de las Indias. Y también existió, a la
par, un auto-endiosamiento casi total, un pecado original ético, causa y consecuencia del pecado original socioeconómico
que antes estudiamos. Con toda razón escribió Enrique Dussel: "El pecado originario de la modernidad fue el haber ignorado
en el indio, en el africano, en el asiático, al "otro" sagrado y el haberlo cosificado como un instrumento dentro de la
dominación nordatlántica"30.
Ahora bien, cabe preguntarse, ¿podían los conquistadores europeos reconocer como semejantes y sagrados a
seres "primitivos", "iletrados", "idólatras", "caníbales y sodomitas", de los que ni siquiera se sabía en un principio si tenían
"alma racional"? ¿Podían reconocer en tales seres algún derecho a vida, tierras y propiedades que les impidiera tratarlos
como a animales salvajes (se se resistían) o como a animales de labor (si se mostraban pacíficos)? Si tal reconocimiento
les era imposible, los conquistadores son éticamente inocentes del Gran Holocausto. Si en realidad podían, resulta
insoslayable el veredicto de genocidio y robo. Y los países europeos deben pagar reparaciones a los pueblos destruidos,
puesto que los conquistadores no actuaban motu proprio sino como apoderados de sus reyes y reinos.
Estas preguntas nos llevan de la mano a considerar el delicado problema ético, jurídico y teológico de la legitimidad
de la conquista y la colonia.

LEGITIMACIÓN Y DESLEGITIMACIÓN DEL GRAN HOLOCAUSTO

Consideremos tres juicios casi coincidentes. En primer término:

28
F. HERRERA LUQUE, op. cit., p.160.
29
FRANCISCO LOPEZ DE GOMARA, Historia General de las Indias y Conquista de México, Madrid, 1932, t. II, pp.258-9. Referido por LEWIS
HANKE, op. cit., pp.384-5.
30
E. DUSSEL, op. cit., pp 193-4. Los teólogos católicos THOMAS Y GERTRUD SARTORY sostienen la tesis de que la causa (moral) de esa
perversión del cristianismo que lleva a los cristianos a no reconocer el derecho a la vida de los malditos (anatematizados) está en la fe en el infierno:
"Ninguna religión del mundo ...tiene sobre su conciencia tantos millones de personas de otra ideología, de otras creencias. El cristianismo es la religión más
sangrienta y mortífera que ha existido jamás. Con esta realidad deben vivir hoy los cristianos, este es el pasado que tienen que "superar". Y la verdadera
causa de esta perversión del espíritu cristiano es la "fe en el infierno". Quien tiene la convicción de que Dios condena a un hombre al infierno por toda la
eternidad por el simple hecho de ser pagano, judío o hereje, no puede por menos de juzgar a su vez que todos los paganos, judíos o herejes "no valen la
cuerda que merecen" ni merecen la existencia ni son dignos de vida. El exterminio casi total de los pueblos norteamericanos y sudamericanos por los
conquistadores "cristianos" es, desde este punto de vista, enteramente lógico. "Bautismo o muerte", desde la perspectiva del dogma del infierno, resulta una
divisa fácil de entender". Cf. TH. y G. SARTORY, In der Hölle brennt kein Feuer, München, 1968, referido por H. KUNG, ¿Vida eterna?, Ed.Cristiandad,
Madrid, 1983, pp. 220-1.
"Las causas que al principio hubo para matar tanta numerosidad de gentes, fueron estas: la una, creer
todos los que acá pasaron que, por ser estas gentes sin fe, podían indiferentemente matarlas, cautivarlos, tomarles
sus tierras, posesiones, señoríos de cosas, y de ello ninguna conciencia se hacía. Otras ser ellos gentes tan mansas
y pacíficas y sin armas. Con estas se juntó ser los que pasaron, o la mayor parte de ellos, el escoria de España,
gente codiciosa y robodosa"

(Carta de franciscanos y dominicos, 1517)31

Por otra parte, Karl Marx, en el cap. XXXI del tomo I de El Capital habla del "carácter cristiano de la acumulación
primitiva". El cristianismo habría sido, entonces, la ideología cohonestadora de la acumulación originaria del capitalismo.
Aparentemente igual opinión sostiene el teólogo y sociólogo Giulio Girardi en su libro La Conquista de América,
¿con qué derecho?32:

"El papel del cristianismo es decisivo en este caso, pues proporciona la justificación jurídica y moral de la
conquista. Los reyes católicos ocupan las tierras y someten a las poblaciones sobre la base de un derecho que les
confirió el Papa..." (p. 35)
"La conquista es, por tanto, objeto de un pacto constantiniano (aunque aquí la "donación" no es del
emperador sino del Papa). La iglesia confiere al rey católico un derecho imperial y desarrolla con su apoyo una
campaña ideológica. La corona, por su parte, le garantiza a la iglesia las condiciones materiales y el poder temporal
necesario para su obra de evangelización..." (p.36)

Estos juicios de valor son muy serios. Si es cierto que el cristianismo, en cuanto tal, es una ideología de dominación
(en el opresor) y de sometimiento (en el oprimido), la única opción éticamente válida, frente a él, es encerrarlo en una vitrina
del museo de las monstruosidades y poner doble cerradura para impedir que se difunda otra vez. Según Girardi, ni siquiera
el cristianismo profético de Bartolomé de Las Casas o el cristianismo racionalista de Francisco de Vitoria pudieron poner
sobre sus pies evangélicos (es decir, liberadores) el cristianismo invertido que dominaba la conciencia europea:

"El proyecto imperial cristiano constituye el horizonte común y el contenido de la utopía histórica de los
conquistadores y misioneros europeos. Pues ni siquiera los defensores de los indios, como Bartolomé de Las
Casas, ni los teóricos del derecho de los pueblos, como Francisco de Vitoria, ponen en cuestión ese proyecto..."
(p.37)
"La tesis de la inferioridad de los indios es preponderante en la época de la conquista. Hasta el mismo
Francisco de Vitoria la da por descontada... Un autor como Sepúlveda atribuye expresamente a esta inferioridad un
fundamento natural biológico evocando la clásica distinción aristotélica según la cual unos hombres nacen para ser
patronos y otros para ser siervos. El adversario más decidido contra esta tesis es Bartolomé de Las Casas, quien
afirma la igualdad entre indios y españoles, y sobre esta base lleva adelante una campaña de defensa de esta raza
oprimida... Igualdad de los indios, pero establecida sobre la base de un criterio de los españoles, Igualdad de los
indios, pero sin implicar el derecho de éstos a rechazar el dominio imperial y papal" (pp 38-9)
"Pero es cierto: a pesar que él (Bartolomé) rechaza la esclavitud, no se opone al colonialismo. Si defiende
la libertad social de los indios no saca ninguna consecuencia respecto a su libertad, no reconoce el derecho de los
pueblos a la autodeterminación (Todorov). A un hombre moderno le impresiona el hecho de no encontrar
referencias precisas al derecho de autodeterminación de los indios en todo ese marco" (p. 41)

Ahora bien, me parece que tanto Marx, entonces, como Girardi, ahora, cometen un error interpretativo. No es
absolutamente cierto que "el" cristianismo proporcionara la legitimación jurídica y moral de la conquista y la colonia. La
afirmación no explicita a qué tipo de cristianismo se refiere. Los juicios son ciertos referidos al “tipo imperial” de cristianismo
que hemos llamado "cristianismo invertido", siguiendo el lenguaje de Gustavo Gutiérrez. Los juicios son verdaderos a
medias si se refieren al “tipo racionalista jurídico-teológico”, que podríamos llamar "tipo vitoriano", o al “tipo protestante”. Y
ciertamente resultan falsos referidos al tipo de cristianismo profético-evangélico que podríamos llamar "lascasiano". En el
siglo XVI coexistieron los cuatro tipos de cristianismo, cada uno con su propia teología política (implícita o explícita) bien
diferenciada.
El “tipo imperial” fue la legitimación teológica de la praxis del poder imperial español, del mismo modo que tipos
análogos legitimaron la praxis del poder imperial romano, del poder imperial bizantino y del poder imperial carolingio. El
“tipo vitoriano”, por su parte, intentó ponerle límites "naturales" y "sobre-naturales" al ejercicio del poder. El “tipo protestante”,
salvo excepciones, devino legitimación de la praxis del creciente poder de las burguesías nacionales europeas. Y el “tipo
profético-evangélico lascasiano” fue, en realidad, verbalización de la praxis cristiana de la renuncia a todo poder, excepto al
poder del amor fraterno.
El “cristianismo lascasiano” nunca legitimó conquistas ni coloniajes. El “tipo vitoriano” restringió las pretensiones
absolutistas del cristianismo invertido de “tipo imperial”. Y el “tipo protestante” no pudo zafarse, salvo excepciones, de la
imagen de Dios como "Imperator Mundi" y se prestó a legitimar la actuación de los conquistadores y colonizadores
protestantes,33 con argumentos no muy diferentes a aquellos con los que el humanista católico Ginés de Sepúlveda, cronista

31
Carta de franciscanos y dominicos (entre ellos, Pedro de Córdoba y Antonio de Montesinos), del 4 de junio de 1517, enviada desde La Española,
al Gran Chambelán de Carlos I, Guillermo de Croy, señor de Xévres, y reproducida en la Colección de Documentos Inéditos relativos al descubrimiento,
conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de América y Oceanía, L. TORRES MENDOZA (ed.), Madrid, 1987, vol. VII, 401. Citado
por GUSTAVO GUTIERREZ, op. cit., p. 24, nota 5.
32
G. GIRARDI, op. cit., pp. 35-41,
33
Por ejemplo, la poco sutil legitimación de la práctica colonial en las comunidades protestantes de Nueva Inglaterra está expresada con toda
candidez en las resoluciones adoptadas por ellas en 1640: " a) La tierra es del Señor y la plenitud de la misma. Aprobado; b) El Señor puede regalar la tierra
o parte de ella a su pueblo escogido. Aprobado; c) Nosotros somos un pueblo escogido. Aprobado": cf. LEWIS HANKE, op. cit., p. 330. Nótese que aquí
no se da el rodeo de la trasmisión del poder mediante la autoridad papal, como hacían los españoles, pero el resultado es el mismo. En otro ensayo escribió
Hanke: "No hubo ningún Las Casas en las colonias inglesas o francesas en América. Los puritanos consideraban a los indios y a los negros como salvajes
malditos que podían ser destruidos o esclavizados sin consideración. Decían: "No sabemos cómo ni cuándo llegaron estos indios a ser habitantes del
imperial, defendió ante la corona de España, adversando a Las Casas, los supuestos derechos del reino español a la
conquista.
Sentirse impresionado, como dice Girardi, por no encontrar referencias precisas al derecho de autodeterminación
de los indios en el contexto de las polémicas jurídico-teológicas de la época, en España y en el Nuevo Mundo, es por lo
menos una obvia subestimación de que hombres como Las Casas habían llegado a deducir, desde el núcleo ético del
Evangelio, un conjunto de proposiciones totalmente anticolonialistas que pueden considerarse precursoras del así llamado
"derecho de autodeterminación" de los pueblos. Para comprobarlo, basta citar las tesis contenidas en los tratados "De
Thesauris" y "Doce Dudas" que Las Casas envió a Felipe II en mayo de 1565, siendo remitidas por el Rey al Consejo de
Indias quien, a su vez, hipócritamente, se "dio por enterado" poco antes de morir Las Casas a la edad de 94 años.34 Las
Proposiciones de Las Casas eran:

"1. Que todas las guerras que llamaron conquistas fueron y son injustísimas y de propios tiranos.
2. Que todos los reinos de las Indias tenemos usurpados.
3. Que las encomiendas o repartimientos son injustísimos y per se malos, y así tiránicos, y tal gobierno
tiránico.
4. Que todos los que las dan (encomiendas o repartimientos) pecan mortalmente y los que las tienen están
siempre en pecado mortal y si no las dexan no se podrían salvar.
5. Que el rey, nuestro señor, que Dios prospere y guarde con todo cuanto poder Dios le dió, no puede justificar
las guerras hechas a esas gentes ni las dichas encomiendas más que justificar las guerras y robos que
hacen los turcos al pueblo.
6. Que todo cuanto oro, plata, perlas y otras riquezas que han venido a España, y en las Indias se trata, entre
españoles muy poquito (se ha) sacado, por lo que quizá sea de las Islas y parte que ya hemos despoblado.
7. Que si no lo restituyen los que lo han robado y hoy roban por conquistas y encomiendas y los que de ello
participan no podrán salvarse.
8. Que las gentes naturales de todas las partes y de cualquier de ellas donde hemos entrado en las Indias,
tiene derecho adquirido de hacernos guerra justísima y raernos de la tierra y este derecho les durará hasta
el día del juicio."

Y Las Casas no era una golondrina sola. Recordemos, entre otros, a Pedro de Córdoba y Antonio de Montesinos,
en La Española; Antonio Valdivieso, en Nicaragua; Cristóbal Pedraza, en Honduras; Pablo Torres, en Panamá; Juan del
Valle, en Popayán; Fernando Uranga, en Cuba; Tomás Casillas, en Chiapas; Bernardo Albuquerque, en Oaxaca; Pedro
Angulo, en Verapaz; Pedro Agreda, en Coro; Juan Simancas, en Cartagena; Domingo de S. Tomás, en La Plata; Pedro
Peña, en Quito; y Agustín de la Coruña, en Popayán. Es indudable que Las Casas y el "partido lascasiano" no defendían
un sistema colonial en beneficio de la metrópoli. Si, por una parte, el ideal de Francisco de Vitoria, Domingo de Soto y los
teólogos-juristas vitorianos era incorporar a los indios como súbditos y vasallos libres de la corona real,35 por otra parte
Pedro de Córdoba, Antonio de Montesinos, Bartolomé de Las Casas y los lascasianos los superaron en radicalidad
evangélica. A este respecto dice G. Gutiérrez que para Las Casas los habitantes de las Indias fueron ciertamente seres
humanos con todos los derechos, pero, sobre todo, hermanos por quienes Cristo no sólo ha dado su vida sino con quienes
se identifica: "Este será un punto central del pensamiento teológico de Bartolomé de Las Casas que se presenta así con
profundas raíces evangélicas y espirituales. A ellas conduce invariablemente la práctica de solidaridad con el pobre. Dicha
perspectiva lo distinguirá, neta y definitivamente, de aquellos que son considerados los grandes teólogos españoles del siglo
XVI que prefirieron permanecer más bien en un nivel filosófico y jurídico o, a lo sumo, jurídico-teológico. Las consecuencias
de estas diferencias no son pocas"36.
En resumen, y tratando de ser estrictamente fieles a la objetividad histórica, hay que decir que en las guerras de
conquista y en los métodos de colonización del Nuevo Mundo los europeos rivalizaron entre sí en crueldad, ceguera ética e
infidelidad al Evangelio. Ya fuesen españoles, portugueses, holandeses, alemanes, ingleses o franceses; católicos,
puritanos o luteranos. Todos usaron su cristianismo (invertido) como legitimación ideal de sus actos. Pero hubo otros
cristianos que usaron su cristianismo (profético) como deslegitimación del sistema de conquista y coloniaje. Entre éstos
hubo quienes, además, entregaron su vida defendiendo a los "indios" sin segundas intenciones, desde posturas limpiamente
evangélicas. Ello no desmerece la obra de los pensadores españoles que crearon el corpus teológico y jurídico precursor
de todo el moderno derecho internacional. Sin embargo, en conjunto, la influencia de los lascasianos y los vitorianos no
logró revertir significativamente los modos y costumbres de sus coetáneos. Y, ante el tribunal de la historia, las Leyes de
Indias no son suficiente descargo para impedir la condena por la parte de culpa que le toca a España en la ejecución del
Gran Holocausto.

inmenso continente, pero tenemos derecho a suponer que el diablo encerró aquí a estos miserables salvajes con la esperanza de que el Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo nunca vendría a disputarle su absoluto imperio sobre ellos" " (cf. L. HANKE, Las teorías políticas de Bartolomé fe Las Casas,
Buenos Aires, 1935, p.15, n.1). Sin embargo, también hubo en el protestantismo excepciones, como la evangelización calvinista de los tupís brasileños en
1557 (cf. ROBERTO ZUB, "La conquista y los indios", en el volumen colectivo Reforma y Conquista en América Latina: 500 años después, CIEETS,
Managua, 1989, pp.98-99) y la predicación del pastor Rishworth en Providencia (cf. MELVIN PAREDES, La conquista de América. Esbozo del proceso de
dominación e ideologización, id., p. 109 y n.24)
34
Estas proposiciones están contenidas en dos manuscritos conservados en la Biblioteca de John Carter Brown dn Providence, Rhode Island. Si
comparamos las Proposiciones de 1565 con los capítulos XCIX-CIV del libro III de la Historia de las Indias de 1527, veremos que Las Casas mantuvo una
línea argumentativa sin solución de continuidad desde 1527 hasta 1566, año de su muerte. Y esta observación es decisiva para optar por la interpretación
anti-imperialista de la obra de Bartolomé de Las Casas frente a la interpretación de Tzvetan Todorov, a la que se adhiere Giulio Girardi (en GIRARDI, op.
cit., p. 37 n.10b).
35
Cf. Fr. VENANCIO CARRO, O.P., La teología y los teólogos juristas españoles ante la conquista de América, 2 vols., ed. Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Madrid, 1944, t. II, p. 423.
36
Cf. G. GUTIERREZ, op. cit., p.172.
CONCLUSIÓN

¿Cuál es el significado histórico de la conquista europea del "Nuevo Mundo”?


Económicamente, el "descubrimiento" y conquista del "Nuevo Mundo" significan, para Europa: el origen de sus
imperios coloniales, el desarrollo del capitalismo comercial (mediante la acumulación originaria de capital y el mercado de
manufacturas) y la confirmación de su carácter de líder de la "historia universal". Para las colonias significa: el origen de la
dependencia, la creación de clases burguesas comerciales ("criollos"), el bloqueo de todo desarrollo industrial autónomo, la
despoblación de los territorios, la sobre-explotación de la fuerza de trabajo local y la distorsión monoexportadora.
Culturalmente significó, para Europa, la condición de posibilidad de la Edad Moderna. Para América
Afroindohispana, el descentramiento, la precariedad y el desarraigo.
Teológicamente, tanto para Europa como para América, significa el aún irredento dominio de un pecado original
cometido en nombre de Mammón-marte-satán, la anti-trinidad del poder, y bautizado como obra justa por un tipo de
cristianismo invertido (invertido con respecto al Evangelio de Jesús, que sólo reconoce como justo el poder del amor
fraterno).
Parafraseando el texto de Sverker Arnoldsson que sirve de epígrafe a este artículo, hay que decir que, realmente,
los problemas económicos, sociales, étnicos, políticos, culturales y teológicos que surgieron durante la conquista del "nuevo
mundo" persisten todavía, de forma estructural, en el escenario. La anti-trinidad del poder domina el actual desorden
económico internacional y reina soberana en las conciencias de quienes ignoran todavía, después de casi dos mil años de
"cristianismo", que el Dios de Jesús actúa al margen de la "historia universal", trabajando contra toda marginalidad con la
todopoderosa paciencia de su amor sin condiciones.
El "nuevo mundo" que Europa descubrió por equivocación en 1492, no era el Nuevo Mundo que espera todo el
mundo. El Nuevo Mundo de verdad aún está por descubrir. Quizás cuando los tres o cuatro mundos actuales sean un solo
mundo solidario pueda comenzar el auténtico descubrimiento de ese Nuevo Mundo que Jesús llamaba "El Reino", que no
es de este mundo, de esta aldea global donde la mayoría de personas seguimos siendo marginadas y marginales.
Para concluir, recordemos una parte del diálogo final, entre Cortés y Marina, del episodio octavo de la obra Todos
los gatos son pardos, del mexicano Carlos Fuentes:

"Cortés: Tu tierra está maldita; es tierra de sacrificios, ídolos y sodomía...


Marina: Nunca un sacrificio ha sido peor que el que tú has impuesto... Señor, escúchame, escúchame: Mira más
allá de las apariencias; detrás de todo lo que mires de corrupto y degradado, hay en mi pueblo un espíritu original,
limpio y anhelante; Moctezuma es el nombre de una usurpación; desde antes que los aztecas llegaran al sitio del
águila y la serpiente, mi pueblo soñaba, imaginaba, construía, creaba. Mi pueblo está cerca de las ideas que hacen
posible y resistente la vida; no asesines el bien de mi pueblo, señor, tratando de curar sus males... ¡Oh, señor, trata
de entendernos, danos una oportunidad, no borres nuestros sueños de la tierra con tu espada, no destruyas nuestra
frágil identidad; toma lo que está construido aquí y construye al lado de nosotros!; ¡déjanos aprender de tu mundo,
aprende tú del nuestro!... (pausa) Y piensa que hasta tu vieja edad te roerá una duda, una pregunta alucinante que
legarás a tus hijos de México y España. Pregúntate, señor: ¿Qué hubiera sido de esta tierra si en vez de asesinarla
le permites vivir y con ella vives?37.

37
CARLOS FUENTES, Todos los gatos son pardos, Ed. Siglo XXI, México, 1970, pp. 153-4.

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