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1. Concepto y naturaleza:
Se trata de una forma “de extinguir derechos patrimoniales en general, como son los
derechos reales y los derechos crediticios u obligaciones, y también la caducidad de
ciertas acciones que no tienen por objeto la efectividad de un específico derecho
patrimonial propiamente dicho como las acciones de nulidad, rescisión, revocación y
resolución de los actos y contratos […]”, también se conoce como liberatoria “para
concretar el concepto a la extinción de las obligaciones o, mejor aún, del crédito que
constituye el aspecto activo de estas, produciendo la liberación del deudor.” (Ospina,
2008, p.465).
El artículo 2512 del Código Civil (en adelante CC), la define como el modo de
extinguir las acciones o los derechos ajenos por no haber ejercido dichas acciones y
derechos durante cierto lapso y concurriendo los demás requisitos legales.
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Este documento de clase hace parte de los apuntes empleados por la profesora Sandra Eliana Cataño Berrío,
para la preparación del curso Complementaria de Derecho Privado, por lo cual está en constante revisión y
ajustes. Este es compartido con los alumnos matriculados en dicha asignatura, en el semestre académico
2015-1, con el fin de facilitar la lectura y estudio de la temática, por fuera del aula de clase.
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b. La inacción del acreedor: una vez el derecho del acreedor sea exigible (cuando se
haya vencido el plazo suspensivo o se haya cumplido la condición suspensiva, por
ejemplo), se requiere la inercia del acreedor o su negligencia para exigir la satisfacción
de su derecho.
Prescripción de largo término: la acción ejecutiva prescribe a los 5 años (pasados los
cuales se tendría que ejercer una acción ordinaria, con un término de otros 5 años para
hacerlo). Y el ejercicio de una acción ordinaria tiene un lapso de 10 años, pasados los
cuales el crédito se extingue civilmente, se convierte en un crédito natural (art. 1527,
ord. 2° CC).
Art. 2542: prescriben en 3 años los gastos judiciales incluidos los honorarios de los
defensores, médicos y cirujanos, lo de directivos o profesores de colegios y escuelas,
los de ingenieros y agrimensores y, en general, de los que ejercen profesión liberal.
Art. 2543: prescribe en 2 años la acción de los mercaderes, proveedores y artesanos, por
el precio de los artículos que despachan al menudeo. Y la de toda clase de personas por
el precio de servicios que se presten periódica o accidentalmente, como posaderos,
acarreadores, mensajeros, barberos, etc.”
El art. 488 del Código Sustantivo de Trabajo: los derechos regulados en este código
prescriben en 3 años.
Según Ospina, tomando como referente a otros autores, “los textos transcritos
contemplan casos de obligaciones que se suelen pagar inmediatamente se ha prestado el
servicio que da lugar a ellas, por lo cual, transcurridos los términos legales, se presumen
efectivamente pagadas.” (p. 471).
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La acción redhibitoria por vicios ocultos, tiene un término de 6 meses en relación con
bienes muebles y de 1 año respecto de bienes inmuebles. (Art. 1926 del CC).
La acción de saneamiento por evicción prescribe en 4 años, pero en relación con la sola
restitución del precio, prescribe según las reglas generales (Art. 1913 del CC).
La acción de reforma al testamento, tiene un lapso de 4 años para ejercerse. (Art. 1274
del CC).
La prescripción es una figura de orden público, “en cuanto ella consulta el interés
general al evitar la perduración injustificada de las situaciones que, por jurídicamente
irregulares, dan lugar a difíciles litigios y a la irredención de las obligaciones.” (Ospina,
2008, p.471). Por tal razón está prohibida la renuncia a la prescripción, antes de su
cumplimiento.
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5. Interrupción y suspensión de la prescripción:
Para efectos prácticos, de acuerdo con la norma procesal (Art. 94 de la Ley 1564 de
2012 o Código General del Proceso), es necesario para que opere la interrupción que la
demanda (mandamiento de pago o auto admisorio de la demanda) haya sido notificada
al deudor, dentro del año siguiente a la notificación de tales providencias al demandante
(acreedor).
Es importante tener en cuenta que este artículo en su inciso final señala que la
prescripción también se puede interrumpir por el requerimiento escrito realizado al
deudor directamente por el acreedor, requerimiento que se puede realizar por una vez.
Es decir esta norma está posibilitando que el requerimiento para la interrupción de la
prescripción pueda ser privado.
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cuando a ello hubiere lugar; o de pleito pendiente entre las mismas partes
y sobre el mismo asunto.
Efectos de la interrupción:
El efecto más importante de la interrupción, sea civil o natural, es que el tiempo corrido
se pierde, empieza a contar una nueva prescripción. La interrupción de la prescripción
de largo tiempo no cambia el carácter de la nueva prescripción que comienza a correr, a
menos que la interrupción sea natural mediante el reconocimiento de la obligación por
parte del deudor, que preste mérito ejecutivo, de modo que renace la acción pero de
carácter ejecutivo.
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de las obligaciones indivisibles (Art. 2540 del CC), en el evento que todos los
codeudores estén obligados bajo la misma modalidad.
Además, de acuerdo con la Ley 721 de 2002, en su artículo 10, modificatorio del
artículo 2541 del CC: “transcurridos diez años no se tomarán en cuenta las suspensiones
mencionadas, en el inciso precedente.” Por tal razón, una suspensión no puede exceder
el término máximo de 10 años.
Sobre este particular, la Ley 986 de 2005, artículo 13, de manera antitécnica habla
de interrupción, pero debe entenderse mejor como suspensión de las acciones que a
su favor tenía el secuestrado al momento del secuestro y durante todo el tiempo de
cautiverio; suspensión que también es extensible a las víctimas de delitos de toma
de rehenes y desaparición forzada, sus familias y las personas que dependan
económicamente de ellas.
De acuerdo con el artículo 2513 del CC la prescripción debe ser alegada por aquel que
le interese aprovecharse de esta, es decir no opera de pleno derecho o ipso facto, el juez
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no puede declararla de oficio. Se debe, entonces, proponer mediante una acción judicial
o proponer la excepción (que esto último es lo más frecuente).
De esta forma adicionó dicho artículo la Ley 791 de 2002 proponiendo que: “La
prescripción tanto la adquisitiva como la extintiva, podrá invocarse por vía de acción o
por vía de excepción, por el propio prescribiente, o por sus acreedores o cualquiera otra
persona que tenga interés en que sea declarada, inclusive habiendo aquel renunciado a
ella.”
7. La renuncia de la prescripción
Ahora bien, una vez cumplida la prescripción se puede renunciar a ella en forma
expresa o tácita, de conformidad con lo consagrado en el artículo 2514 del CC. Por
ejemplo, en forma tácita renuncia a la prescripción el que debe dinero y paga intereses o
pide un plazo (además es una interrupción natural de la prescripción).
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8. Efectos de la prescripción liberatoria:
• La extinción civil del crédito implica la de sus accesorios: privilegios de que gozara
este, de sus garantías, como garantías mobiliarias, hipotecas, fianzas y cláusulas
penales, las que ya no podría hacer valer el acreedor.
LA CADUCIDAD
Según Velásquez (2010) puede definirse esta figura como “la extinción de un derecho por
su no ejercicio en el plazo fatal que contempla la ley.” (Pp. 1346-1347).
Para esta figura se han empleado otras denominaciones tales como: plazo perentorio, plazo
prefijado, o plazo fatal, “expresiones que evocan la misma idea: la existencia de un término
en que inexorablemente debe ejercerse el derecho o la acción.” (p. 1348).
Afirma este autor que en la sentencia del 23 de septiembre de 2002, la Corte Suprema de
Justicia, con ponencia del magistrado José Antonio Castillo Rugeles, consideró que la
acción de rescisión por lesión enorme está sometida a un término de caducidad y no de
prescripción. De igual forma, el profesor Velásquez cita un texto de José Alejandro
Bonivento Fernández (“La caducidad en las relaciones contractuales privadas”, en Estudios
de derecho civil. Obligaciones y contratos, Bogotá, Universidad Externado de Colombia,
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2003, p. 157), en el cual se propone que habría caducidad, no prescripción, en las siguientes
acciones: “la de nulidad relativa; la que emana de la venta por cabida; la que nace del pacto
de mejor comprador; la que habilita el derecho de retracto; la de la garantía de obra
construida; y la acción pauliana.” (p. 1349).
De igual forma, manifiesta el profesor Velásquez que en caso de duda debe optarse por la
prescripción, sería el régimen común (la prescripción, no la caducidad), toda vez que de la
regulación del Código Civil se desprende que solo en contados casos Andrés Bello dispuso
con respecto al ejercicio de la acción un plazo perentorio (p.1349). Y en la sentencia ya
enunciada (23 de septiembre de 2002, M.P. Castillo Rugeles), también se expresa que los
términos de caducidad son excepcionales.
La caducidad, en los casos en que sea esta la que opere porque exista una consagración
clara del carácter perentorio o inexorable del término, la extinción de la acción o del
derecho es inevitable y automática, esta no tendría que alegarse en juicio, sino que debe ser
declarada de oficio por el juez “e, incluso, rechazar in límine la demanda cuando de ella o
de sus anexos aparece que el término está vencido” (p.1347).
Ahora bien, afirma el autor en mención que la interrupción no procede en este caso, pero la
suspensión sí: “Ciertamente la interrupción, dado que ella busca que se reanuden los
términos que deben correr, choca con el concepto de caducidad que dispone la existencia de
un plazo perentorio. Pero no sucede lo mismo en materia de suspensión.” (p.1350).
Propone para ello los siguientes ejemplos: circunstancias de fuerza mayor absoluta como
“un terremoto que devasta una ciudad o destruya la sede de los juzgados, o un incendio que
impida entrar a los despachos judiciales, o un paro, una guerra, una asonada, etc.,
multiplicidad de acontecimientos que imponen la necesidad de que la caducidad sea
suspendida, debido a que nadie se puede obligar a lo imposible […]” (p.1350).
Finalmente, la caducidad no puede establecerse por voluntad de la parte o las partes, sino
por la ley. “Por una sencilla razón: la caducidad es un asunto de ley de marcado orden
público, ya que con ella se mata de manera perentoria el respectivo derecho, o el ejercicio
de la acción si se quiere. Con ella se pretende imponer coercitivamente el ejercicio del
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derecho […] Siendo la caducidad tema relacionado con el orden público, le está vedado a
los sujetos inmiscuirse en su regulación.” (Velásquez, 2010, p.1351).
Bibliografía
Ospina Fernández, Guillermo (2008), Régimen General de las Obligaciones, 8ª ed. Bogotá,
Temis.
Velásquez Gómez, Hernán Darío (2010), Estudio sobre obligaciones. Bogotá: Temis.
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