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LA PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA O LIBERATORIA1

1. Concepto y naturaleza:

Se trata de una forma “de extinguir derechos patrimoniales en general, como son los
derechos reales y los derechos crediticios u obligaciones, y también la caducidad de
ciertas acciones que no tienen por objeto la efectividad de un específico derecho
patrimonial propiamente dicho como las acciones de nulidad, rescisión, revocación y
resolución de los actos y contratos […]”, también se conoce como liberatoria “para
concretar el concepto a la extinción de las obligaciones o, mejor aún, del crédito que
constituye el aspecto activo de estas, produciendo la liberación del deudor.” (Ospina,
2008, p.465).

El artículo 2512 del Código Civil (en adelante CC), la define como el modo de
extinguir las acciones o los derechos ajenos por no haber ejercido dichas acciones y
derechos durante cierto lapso y concurriendo los demás requisitos legales.

De acuerdo con Ospina (2008) la finalidad de la prescripción liberatoria es destruir “el


vínculo obligatorio, es decir, que extingue, no solamente las acciones del acreedor, sino
el derecho mismo subordinante del deudor.” (p.467). En suma esta prescripción se
refiere a la “aniquilación de los derechos crediticios, aspecto activo de la relación
jurídica obligacional, por la inacción del acreedor durante el tiempo que la ley fija para
que su titular los haga valer.” (p.467).

2. Requisitos de la prescripción liberatoria o extintiva:

a. La prescriptibilidad del crédito: los derechos crediticios están sujetos a su


extinción por prescripción, salvo las expresas excepciones legales, como son: el
derecho del comunero a obtener la división de los bienes comunes (art. 1374 CC) “[…]
la partición del objeto asignado podrá siempre pedirse, con tal que los coasignatarios no
hayan estipulado lo contrario”; la del propietario de un predio para obligar a los dueños
de los predios colindantes a contribuir al deslinde, demarcación y cerramiento de tales
predios y a la conservación del cerramiento común (Arts. 900 y 904); la del derecho de
obtener la constitución de servidumbre de tránsito (Art. 905). Estos derechos no
prescriben.

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Este documento de clase hace parte de los apuntes empleados por la profesora Sandra Eliana Cataño Berrío,
para la preparación del curso Complementaria de Derecho Privado, por lo cual está en constante revisión y
ajustes. Este es compartido con los alumnos matriculados en dicha asignatura, en el semestre académico
2015-1, con el fin de facilitar la lectura y estudio de la temática, por fuera del aula de clase.

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b. La inacción del acreedor: una vez el derecho del acreedor sea exigible (cuando se
haya vencido el plazo suspensivo o se haya cumplido la condición suspensiva, por
ejemplo), se requiere la inercia del acreedor o su negligencia para exigir la satisfacción
de su derecho.

c. El transcurso del tiempo: la no exigencia de la satisfacción del crédito por sí sola


no libera al deudor (porque podría configurar un simple plazo de gracia), sino que se
requiere que esa inacción del acreedor haga presumir el abandono del derecho. De
modo que, la ley señala unos precisos términos dentro de los cuales el acreedor debe
exigir el cumplimiento de la obligación, so pena de que su crédito se extinga. Existen,
entonces, prescripción de largo tiempo y de corto tiempo, como se estudiará a
continuación:

Prescripción de largo término: la acción ejecutiva prescribe a los 5 años (pasados los
cuales se tendría que ejercer una acción ordinaria, con un término de otros 5 años para
hacerlo). Y el ejercicio de una acción ordinaria tiene un lapso de 10 años, pasados los
cuales el crédito se extingue civilmente, se convierte en un crédito natural (art. 1527,
ord. 2° CC).

Prescripción de corto término: varias normas establecen un término de prescripción


liberatoria más corto con fundamento en un criterio que según Ospina (2008) debería
ser general: “la presunción de pago de las deudas que se han dejado de exigir durante el
lapso legal.” (p. 470). Algunos casos son los siguientes:

Art. 2542: prescriben en 3 años los gastos judiciales incluidos los honorarios de los
defensores, médicos y cirujanos, lo de directivos o profesores de colegios y escuelas,
los de ingenieros y agrimensores y, en general, de los que ejercen profesión liberal.

Art. 2543: prescribe en 2 años la acción de los mercaderes, proveedores y artesanos, por
el precio de los artículos que despachan al menudeo. Y la de toda clase de personas por
el precio de servicios que se presten periódica o accidentalmente, como posaderos,
acarreadores, mensajeros, barberos, etc.”

El art. 488 del Código Sustantivo de Trabajo: los derechos regulados en este código
prescriben en 3 años.

Según Ospina, tomando como referente a otros autores, “los textos transcritos
contemplan casos de obligaciones que se suelen pagar inmediatamente se ha prestado el
servicio que da lugar a ellas, por lo cual, transcurridos los términos legales, se presumen
efectivamente pagadas.” (p. 471).

Otros eventos son:


La acción de nulidad relativa o rescisión: en materia civil prescribe en 4 años, en
materia comercial en 2 años. (Artículos 1750 del CC y 900 del Código de Comercio).

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La acción redhibitoria por vicios ocultos, tiene un término de 6 meses en relación con
bienes muebles y de 1 año respecto de bienes inmuebles. (Art. 1926 del CC).

La acción de saneamiento por evicción prescribe en 4 años, pero en relación con la sola
restitución del precio, prescribe según las reglas generales (Art. 1913 del CC).

La acción de reforma al testamento, tiene un lapso de 4 años para ejercerse. (Art. 1274
del CC).

3. Punto de partida de la prescripción

Empieza a contarse el término de la prescripción liberatoria desde el día que la


obligación se ha hecho exigible, por ejemplo: cuando la obligación es pura y simple,
comienza el cómputo desde la celebración del contrato; si es a plazo, desde el
vencimiento de este, y si es bajo condición una vez se cumpla esta.

Esto es independiente de la mora, que implica un retardo injustificado en el tiempo, que


causa perjuicios al acreedor, que por lo general necesita requerimiento, para efectos de
la indemnización de perjuicios.

4. Sobre la modificación de los términos de prescripción

La prescripción es una figura de orden público, “en cuanto ella consulta el interés
general al evitar la perduración injustificada de las situaciones que, por jurídicamente
irregulares, dan lugar a difíciles litigios y a la irredención de las obligaciones.” (Ospina,
2008, p.471). Por tal razón está prohibida la renuncia a la prescripción, antes de su
cumplimiento.

Y en relación con la ampliación o reducción de los términos legalmente previstos, la


doctrina ha aceptado la posibilidad de celebrar convenios dirigidos a reducir los
términos, pero condena las situaciones en las que se pretende ampliarlos.

Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia, en sentencia del 4 de marzo de 1988


(Magistrado Héctor Marín Naranjo), determinó la nulidad de las cláusulas negociales
que modifiquen los términos de prescripción a menos que haya una norma legal que lo
autorice, como ocurre en los artículos 1923 y 1938 del CC.

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5. Interrupción y suspensión de la prescripción:

Existen dos fenómenos que pueden afectar el término de prescripción, la interrupción y


la suspensión. A continuación se realiza una breve referencia a cada uno de ellos:

La interrupción, implica que una vez ha comenzado a correr o a contarse el término


este se pierde y, por tanto, la prescripción no pueda consumarse, sino que en su lugar se
inicie una nueva (Ospina, 2008, p.472). Esa interrupción puede ser civil o natural, esta
denominación es prestada de la clasificación de las obligaciones en civiles y naturales,
según que el hecho que la produzca provenga del acreedor (interrupción civil) o del
deudor (interrupción natural).

La interrupción civil, se produce por la presentación o instauración de la demanda por


parte del acreedor y en contra del deudor (Art. 2539 del CC), de modo que el tiempo
hasta entonces transcurrido equivale a un plazo de gracia concedido al deudor, que no
produce consecuencia alguna. Esta interrupción opera cuando el acreedor ejerce
cualquiera de las acciones que la ley le otorga para el caso de incumplimiento del
deudor: la acción ejecutiva, ordinaria, la acción de indemnización de perjuicios o la
acción resolutoria del contrato.

Para efectos prácticos, de acuerdo con la norma procesal (Art. 94 de la Ley 1564 de
2012 o Código General del Proceso), es necesario para que opere la interrupción que la
demanda (mandamiento de pago o auto admisorio de la demanda) haya sido notificada
al deudor, dentro del año siguiente a la notificación de tales providencias al demandante
(acreedor).

Es importante tener en cuenta que este artículo en su inciso final señala que la
prescripción también se puede interrumpir por el requerimiento escrito realizado al
deudor directamente por el acreedor, requerimiento que se puede realizar por una vez.
Es decir esta norma está posibilitando que el requerimiento para la interrupción de la
prescripción pueda ser privado.

Además, de acuerdo con el artículo 95 de esta misma norma, será ineficaz la


interrupción civil:

1. Cuando el demandante desista de la demanda.

2. Cuando el proceso termine por haber prosperado la excepción de


inexistencia del demandante o del demandado; o de incapacidad o
indebida representación del demandante o del demandado; o no haberse
presentado prueba de la calidad de heredero, cónyuge o compañero
permanente, curador de bienes, administrador de comunidad, albacea y en
general de la calidad en que actúe el demandante o se cite al demandado,

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cuando a ello hubiere lugar; o de pleito pendiente entre las mismas partes
y sobre el mismo asunto.

3. Cuando el proceso termine con sentencia que absuelva al demandado.

4. Cuando el proceso termine por haber prosperado la excepción de


compromiso o cláusula compromisoria, salvo que se promueva el
respectivo proceso arbitral dentro de los veinte (20) días hábiles
siguientes a la ejecutoria del auto que dé por terminado el proceso.

5. Cuando la nulidad del proceso comprenda la notificación del auto


admisorio de la demanda o del mandamiento ejecutivo, siempre que la
causa de la nulidad sea atribuible al demandante.

En el auto que se declare la nulidad se indicará expresamente sus efectos


sobre la interrupción o no de la prescripción y la inoperancia o no de la
caducidad.

6. Cuando el proceso termine por desistimiento tácito.

7. Cuando el proceso termine por inasistencia injustificada de las partes a


la audiencia inicial.

Ahora bien, la interrupción natural, se produce cuando el deudor en forma expresa o


tácita reconoce la deuda, por ejemplo cuando hace abonos o paga intereses, o solicita un
plazo, o cuando ofrece garantías que la deuda no tenía.

Efectos de la interrupción:

El efecto más importante de la interrupción, sea civil o natural, es que el tiempo corrido
se pierde, empieza a contar una nueva prescripción. La interrupción de la prescripción
de largo tiempo no cambia el carácter de la nueva prescripción que comienza a correr, a
menos que la interrupción sea natural mediante el reconocimiento de la obligación por
parte del deudor, que preste mérito ejecutivo, de modo que renace la acción pero de
carácter ejecutivo.

En el caso de obligaciones con sujetos plurales, si es simplemente conjunta o


mancomunada, la interrupción de la prescripción que favorece a un acreedor no
beneficia a los demás, ni la que perjudica a uno de los deudores perjudica a los demás,
pero si la obligación es pasivamente solidaria, interrumpida la prescripción respecto de
uno de los codeudores, se interrumpe respecto de los demás, y si es activamente
solidaria, la interrupción beneficia a todos los codeudores. Lo mismo ocurre en el caso

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de las obligaciones indivisibles (Art. 2540 del CC), en el evento que todos los
codeudores estén obligados bajo la misma modalidad.

La suspensión de la prescripción, se da con el fin de proteger a las personas


legalmente incapaces para intervenir en el comercio jurídico, como son los incapaces o
en general quienes se encuentren bajo tutela jurídica, el heredero beneficiario y la
herencia, frente a quienes administran patrimonios ajenos como son curadores, albaceas
o representantes de personas jurídicas, y los titulares de aquellas. Solamente se
suspenden las prescripciones de largo término porque según el artículo 2545 del CC las
prescripciones de corto tiempo corren contra toda persona, salvo que expresamente se
establezca otra regla.

Además, de acuerdo con la Ley 721 de 2002, en su artículo 10, modificatorio del
artículo 2541 del CC: “transcurridos diez años no se tomarán en cuenta las suspensiones
mencionadas, en el inciso precedente.” Por tal razón, una suspensión no puede exceder
el término máximo de 10 años.

Según Velásquez Gómez (2010),

Toda circunstancia que imposibilite que efectivamente el acreedor


pueda hacer uso de su derecho, impide que corra el término de
prescripción. Por ello existen causales de suspensión que, de todas
maneras, a la luz de la Constitución Política, no pueden considerarse
taxativas, debido a que se afecta seriamente el derecho fundamental
de acceso eficaz a la administración de justicia. Por ejemplo, la
fuerza mayor proveniente de un secuestro; las maniobras
fraudulentas del deudor engañando al acreedor; el estado de
discapacidad mental absoluta del acreedor; el desconocimiento de la
deuda; etc., no permiten que la prescripción corra. Si bien el punto
no es aceptado por la generalidad de la doctrina, en aras de la
justicia, así se afecte en algo la seguridad, debe propugnarse por tal
solución (p.1319).

Sobre este particular, la Ley 986 de 2005, artículo 13, de manera antitécnica habla
de interrupción, pero debe entenderse mejor como suspensión de las acciones que a
su favor tenía el secuestrado al momento del secuestro y durante todo el tiempo de
cautiverio; suspensión que también es extensible a las víctimas de delitos de toma
de rehenes y desaparición forzada, sus familias y las personas que dependan
económicamente de ellas.

6. ¿Cómo opera la prescripción?

De acuerdo con el artículo 2513 del CC la prescripción debe ser alegada por aquel que
le interese aprovecharse de esta, es decir no opera de pleno derecho o ipso facto, el juez

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no puede declararla de oficio. Se debe, entonces, proponer mediante una acción judicial
o proponer la excepción (que esto último es lo más frecuente).

De esta forma adicionó dicho artículo la Ley 791 de 2002 proponiendo que: “La
prescripción tanto la adquisitiva como la extintiva, podrá invocarse por vía de acción o
por vía de excepción, por el propio prescribiente, o por sus acreedores o cualquiera otra
persona que tenga interés en que sea declarada, inclusive habiendo aquel renunciado a
ella.”

7. La renuncia de la prescripción

Ahora bien, una vez cumplida la prescripción se puede renunciar a ella en forma
expresa o tácita, de conformidad con lo consagrado en el artículo 2514 del CC. Por
ejemplo, en forma tácita renuncia a la prescripción el que debe dinero y paga intereses o
pide un plazo (además es una interrupción natural de la prescripción).

De conformidad con lo señalado en este artículo, y según lo manifestado por Ospina


Fernández (2008), “[…] la regla que se refiere a la prohibición de renunciar
anticipadamente a la prescripción queda reducida a que, en el momento de comenzar a
correr la prescripción o antes de consumada esta, los interesados no pueden renunciarla
de modo absoluto, ni ampliar los términos legales de ella. Pero si, en el curso de estos
términos, el beneficiario de la prescripción reconoce el dominio ajeno o la deuda, según
el caso, claramente renuncia a lo transcurrido de dichos términos y, como la
prescripción interrumpida comienza a contarse de nuevo, la realidad es que por
voluntad del beneficiario los referidos términos legales resultan ampliados.” (p. 478).

De acuerdo al tipo de proceso en el que sea demandado el deudor (ordinario o


ejecutivo) debe presentar la respectiva excepción de prescripción, dentro del término
para contestar la demanda o dentro de los diez días siguientes a la notificación del
mandamiento de pago. Por tal razón, si el demandado no contesta la demanda o si en su
respuesta no aduce la excepción de prescripción, o si no la propone en el proceso
ejecutivo, ya no podrá hacerlo posteriormente, su oportunidad para ello está precluida,
lo que equivale a la renuncia misma a la prescripción (Ospina, 2008, p. 479).

Y es de total recibo que se pueda presentar la demanda o acción por prescripción


liberatoria o extintiva (no solo mediante una excepción), lo cual, como ya se indicó,
está reconocido por la Ley 721 de 2002, lo que resulta práctico para obtener la
cancelación de la hipoteca o la restitución de la garantía mobiliaria con tenencia,
constituidas en garantía de la obligación prescrita, garantías que se extinguen junto con
la obligación.

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8. Efectos de la prescripción liberatoria:

• Una vez opera la prescripción el crédito respectivo se extingue civilmente, como


también todos los derechos auxiliares a este, como son las acciones civiles de
cumplimiento, de indemnización de perjuicios, de resolución del contrato no cumplido,
las medidas cautelares y las reconstitutivas del patrimonio del deudor. Precisa
Velásquez (2010) que la sentencia que se dicta en estos casos tiene carácter declarativo,
no constitutivo, porque el juez “se limita a verificar el transcurso del tiempo y el lleno
de los demás requisitos de ley.”(p. 1337).

• Se convierte la obligación en una obligación natural, en el evento del deudor pagar o


cumplir esta libre y voluntariamente, el acreedor puede retener dicho pago.

• La extinción civil del crédito implica la de sus accesorios: privilegios de que gozara
este, de sus garantías, como garantías mobiliarias, hipotecas, fianzas y cláusulas
penales, las que ya no podría hacer valer el acreedor.

• La renuncia a la prescripción del deudor principal no afecta a los terceros garantes,


como fiadores y los terceros constituyentes de garantías mobiliarias o hipotecas. De este
modo el artículo 2516 del CC autoriza al fiador para oponer al acreedor la prescripción
renunciada por el principal deudor, regla que es aplicada a los demás terceros garantes,
en virtud también del artículo 2537 del CC.

• Recordar que si la obligación es de sujetos plurales, puede que la prescripción no


corra pareja para todos, toda vez que puede existir pluralidad de vínculos jurídicos, la
prescripción que favorece a un codeudor o perjudica a un acreedor, puede que no
favorezca o perjudique a los demás.

LA CADUCIDAD

Según Velásquez (2010) puede definirse esta figura como “la extinción de un derecho por
su no ejercicio en el plazo fatal que contempla la ley.” (Pp. 1346-1347).

Para esta figura se han empleado otras denominaciones tales como: plazo perentorio, plazo
prefijado, o plazo fatal, “expresiones que evocan la misma idea: la existencia de un término
en que inexorablemente debe ejercerse el derecho o la acción.” (p. 1348).

Afirma este autor que en la sentencia del 23 de septiembre de 2002, la Corte Suprema de
Justicia, con ponencia del magistrado José Antonio Castillo Rugeles, consideró que la
acción de rescisión por lesión enorme está sometida a un término de caducidad y no de
prescripción. De igual forma, el profesor Velásquez cita un texto de José Alejandro
Bonivento Fernández (“La caducidad en las relaciones contractuales privadas”, en Estudios
de derecho civil. Obligaciones y contratos, Bogotá, Universidad Externado de Colombia,
8
2003, p. 157), en el cual se propone que habría caducidad, no prescripción, en las siguientes
acciones: “la de nulidad relativa; la que emana de la venta por cabida; la que nace del pacto
de mejor comprador; la que habilita el derecho de retracto; la de la garantía de obra
construida; y la acción pauliana.” (p. 1349).

De igual forma, manifiesta el profesor Velásquez que en caso de duda debe optarse por la
prescripción, sería el régimen común (la prescripción, no la caducidad), toda vez que de la
regulación del Código Civil se desprende que solo en contados casos Andrés Bello dispuso
con respecto al ejercicio de la acción un plazo perentorio (p.1349). Y en la sentencia ya
enunciada (23 de septiembre de 2002, M.P. Castillo Rugeles), también se expresa que los
términos de caducidad son excepcionales.

La caducidad, en los casos en que sea esta la que opere porque exista una consagración
clara del carácter perentorio o inexorable del término, la extinción de la acción o del
derecho es inevitable y automática, esta no tendría que alegarse en juicio, sino que debe ser
declarada de oficio por el juez “e, incluso, rechazar in límine la demanda cuando de ella o
de sus anexos aparece que el término está vencido” (p.1347).

Ahora bien, afirma el autor en mención que la interrupción no procede en este caso, pero la
suspensión sí: “Ciertamente la interrupción, dado que ella busca que se reanuden los
términos que deben correr, choca con el concepto de caducidad que dispone la existencia de
un plazo perentorio. Pero no sucede lo mismo en materia de suspensión.” (p.1350).

Propone para ello los siguientes ejemplos: circunstancias de fuerza mayor absoluta como
“un terremoto que devasta una ciudad o destruya la sede de los juzgados, o un incendio que
impida entrar a los despachos judiciales, o un paro, una guerra, una asonada, etc.,
multiplicidad de acontecimientos que imponen la necesidad de que la caducidad sea
suspendida, debido a que nadie se puede obligar a lo imposible […]” (p.1350).

Y también se refiere a causales de suspensión de la caducidad, consagradas por el


ordenamiento jurídico: artículo 21 de la Ley 640 de 2001, sobre conciliación, que permite
suspender la caducidad desde la presentación de la solicitud de conciliación, hasta que se dé
uno de los hechos que allí se relacionan. El artículo 72 de la Ley 1116 de 2006, que dispone
la suspensión de la caducidad desde que inicia el proceso de reorganización o de
liquidación judicial. El artículo788 del C de Co., en el que la caducidad del título valor se
suspende por fuerza mayor. O el artículo 13 de la Ley 986 de 2005 que establece la
“interrupción” (debe entenderse la suspensión), de cualquier término que esté corriendo
contra un secuestrado y durante todo el período de cautiverio.

Finalmente, la caducidad no puede establecerse por voluntad de la parte o las partes, sino
por la ley. “Por una sencilla razón: la caducidad es un asunto de ley de marcado orden
público, ya que con ella se mata de manera perentoria el respectivo derecho, o el ejercicio
de la acción si se quiere. Con ella se pretende imponer coercitivamente el ejercicio del

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derecho […] Siendo la caducidad tema relacionado con el orden público, le está vedado a
los sujetos inmiscuirse en su regulación.” (Velásquez, 2010, p.1351).

Bibliografía

Ospina Fernández, Guillermo (2008), Régimen General de las Obligaciones, 8ª ed. Bogotá,
Temis.

Velásquez Gómez, Hernán Darío (2010), Estudio sobre obligaciones. Bogotá: Temis.

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