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Grupo de investigación:
Por ProFis
Claudia López Díaz
Juan Pablo Cardona Chaves
Alejandro Guerrero Torres
Por la Universidad de los Andes
Sebastián Machado Ramírez
Guillermo Otálora Lozano
María Paula Martínez
Sebastián Boada Morales
Pamela Usta Yabrudy
Lina María Uribe Briceño
Tema I
El crimen de genocidio, sancionable en los términos del artículo 2.3 del estatuto
494. La definición de genocidio, tal como es acordada por el artículo 2º del esta-
tuto, es retomada textualmente de los artículos 2º y 3º de la Convención Interna-
cional para la Prevención y la Represión del Crimen de Genocidio (la “Convención
contra el Genocidio”).
[…]
496. El tribunal advierte que Ruanda adhirió, mediante un decreto ley, a la Con-
vención contra el Genocidio el 12 de febrero de 1975. Así, la represión penal del
crimen de genocidio existía en Ruanda en 1994, para la época de los hechos alega-
dos en el acta de acusación, y el autor podía ser llevado por la comisión de dicho
crimen ante los tribunales ruandeses competentes.
499. Así, para que un crimen de genocidio sea cometido es necesario que uno de
los actos enumerados en el artículo 2.2 del Estatuto haya sido cometido, y que ese
acto particular haya sido perpetrado contra un grupo específico, bien sea nacional,
étnico, racial o religioso. En consecuencia, a fin de explicitar los elementos consti-
tutivos del crimen de genocidio, la Sala expondrá sucesivamente las conclusiones
sobre los actos previstos en los literales a) y e) del parágrafo 2º del artículo 2º del
Estatuto, los grupos protegidos por la Convención sobre el Genocidio, y luego la
intención específica, o dolo especial, requerido para el genocidio.
500. Tratándose del literal a) del parágrafo 2º del artículo 2º del estatuto, al igual
que en la Convención contra el Genocidio, la Sala advierte que se emplea meurtre
en la versión francesa y killing en la versión inglesa. La noción de killing del inglés,
le parece muy general a la Sala, porque ésta podría comprender tanto los homici-
dios intencionales como los que no lo son, mientras que meurtre del francés es más
precisa. Se admite que la meurtre es cometida cuando se causa la muerte con la in-
tención de hacerlo, como además lo prevé el Código Penal ruandés, el cual dispone
en su artículo 311 que “el homicidio cometido con la intención de causar la muerte
es calificada como meurtre”.
502. Un atentado grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo no
requiere, según la Sala, que él sea permanente e irremediable.
503. En el marco del asunto “Adolf Eichmann”, quien fue condenado por crímenes
contra el pueblo judío, es decir, de genocidio bajo otra calificación jurídica, la Corte
del distrito de Jerusalén indicó, en su fallo del 12 de diciembre de 1961, que unos
atentados graves a la integridad física o mental de los miembros del grupo podían
ser causadas:
504. Para los fines de la interpretación del artículo 2.2 b) del estatuto, la Sala en-
tiende por atentado grave contra la integridad física o mental, sin que aquello
constituya un límite, los actos de tortura, sea esta última física o mental; los tratos
inhumanos o degradantes, la violación y la persecución.
506. A los fines de interpretación del artículo 2.2 c) del estatuto, a juicio de la Sala,
los medios para someter intencionalmente al grupo a condiciones de existencia que
conduzcan a su destrucción física total o parcial, comprenden, sin que sean las úni-
cas, la sumisión de un grupo de personas a un régimen alimentario de subsistencia,
la expulsión sistemática de sus hogares y la reducción de los servicios médicos nece-
sarios más abajo del mínimo.
507. La Sala considera que, para los fines de la interpretación del artículo 2.2 d) del
Estatuto, por medidas que apunten a entrabar los nacimientos en el seno del grupo
es necesario comprender las mutilaciones sexuales, la práctica de la esterilización,
508. Además, la Sala anota que dichas medidas pueden ser de orden físico, pero
también mental. A título de ejemplo, la violación puede ser una medida que apunte
a entrabar los nacimientos cuando la persona violada se rehúsa subsecuentemente a
procrear, al igual que los miembros de un grupo pueden ser llevados por amenazas
o traumatismos infligidos a no procrear.
510. El dolo especial del genocida reside en la intención, por los actos en mención,
de “destruir, en todo o en parte, un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como
tal”. Conviene examinar la definición de grupo. El artículo 2º del estatuto, al igual
que la Convención sobre el Genocidio, prevén que los grupos víctimas de ese cri-
men sean de cuatro tipos: nacional, étnico, racial o religioso.
Tomando en cuenta los análisis realizados durante las sesiones de la Sexta Comisión de la Asamblea Gene-
187
ral, llevada a cabo desde el 21 de septiembre al 10 de diciembre de 1948, documentos oficiales de la Asamblea
General.
514. La definición clásica de grupo racial está fundada sobre los rasgos físicos he-
reditarios, a menudo identificados con una región geográfica, independientemente
de sus factores lingüísticos, culturales, nacionales o religiosos.
515. El grupo religioso es aquel cuyos miembros comparten la misma religión, con-
fesión o práctica de culto.
516. Por otra parte, la Sala pregunta sobre el hecho de saber si los grupos pro-
tegidos por la Convención sobre el Genocidio, retomados por el artículo 2º del
Estatuto, debían estar limitados a los cuatro grupos expresamente mencionados
o si deberían comprender a todo grupo que, al igual que aquéllos, se caracterice
por su estabilidad y pertenencia. En otras palabras, la cuestión que se plantea es
la de saber si sería imposible de aplicar la Convención sobre el Genocidio para
penalizar la destrucción física de un grupo como tal, si dicho grupo, bien que se
caracterice por su estabilidad y por el hecho de que se pertenece a éste por naci-
miento, no corresponde a la definición de uno de los cuatro grupos expresamente
protegidos por la Convención. A juicio de la Sala, conviene sobre todo respetar
la intención de los autores de la Convención sobre el Genocidio, la cual, según
los trabajos preparatorios, era la de asegurar la protección de todo grupo estable
y permanente.
517. Como se indicó supra, el crimen de genocidio se caracteriza por un dolus specialis,
o dolo especial, que reside en el hecho de que los actos imputados, enumerados en
el parágrafo 2º del artículo 2º del estatuto deben ser “cometidos con la intención de
destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como
tal”.
518. El dolo especial es un concepto del derecho penal bien conocido en los siste-
mas de tradición romano-continental. Se le requiere como elemento constitutivo
de ciertas infracciones y exige que el autor de la infracción haya tenido la intención
519. Como lo observaba el representante del Brasil durante los trabajos preparato-
rios de la Convención sobre el Genocidio:
520. Para el crimen de genocidio, al agente no se le puede recriminar más que por si
ha cometido uno de los actos descritos en el parágrafo 2º del artículo 2º del estatuto
con la intención de obtener expresamente como resultado la destrucción total o
parcial de un grupo específico. Al agente se le condena porque sabía o debía haber
sabido que dicho acto que cometió era susceptible de producir la destrucción total
o parcial del grupo.
521. Concretamente, para que alguno de los actos imputados en el parágrafo 2º del
artículo 2º del estatuto sea constitutivo de genocidio, éste debe haber sido come-
tido contra uno o varios individuos miembros de un grupo específico y en razón de
su pertenencia a él. Así, la víctima del acto es escogida, no en función de su identi-
dad individual, sino más bien en razón de su pertenencia nacional, étnica, racial o
religiosa. La víctima del acto es, pues, un miembro del grupo, seleccionado como tal,
lo que significa finalmente que la víctima de un crimen de genocidio es el grupo
mismo y no solamente el individuo.191
189
Ver, especialmente: Roger Merle y André Vitu, Traité de Droit Criminel, Cujas, 1984, pp. 723 y siguientes.
190
Tomando en cuenta los análisis realizados durante las sesiones de la Sexta Comisión de la Asamblea General,
llevada a cabo desde el 21 de septiembre al 10 de diciembre de 1948, p. 109.
191
Al respecto, ver especialmente: Nehemiah Robinson, “The Genocide Convention. Its origins as interpre-
tation”, p. 15, quien declara que las víctimas, en tanto que individuos, “son importantes no per se, sino en tanto
miembros de un grupo, al cual pertenecen”.
que resulta difícil, por no decir imposible, de aprehender. Es la razón por la cual,
a falta de la declaración del acusado, su intención puede ser deducida de ciertos
hechos. Por ejemplo, la Sala estima que es posible deducir la intención del geno-
cida habiendo tomado en cuenta la comisión de un acto particular del conjunto
de aquellos perpetrados por el acusado, o incluso del contexto general de la perpe-
tración de otros dirigidos sistemáticamente contra el mismo grupo, bien sea que
esos actos sean cometidos por el mismo agente o por otros. Otros factores, tales
como la cadena de atrocidades cometidas, su carácter general, en una región o país,
o aun el hecho deliberado y sistemático de seleccionar a las víctimas en razón de
su pertenencia a un grupo particular, excluyendo a los miembros de otros, pueden
igualmente permitirle a la Sala deducir de allí la intención genocida.
524. La Sala de Primera Instancia del Tribunal Penal Internacional para la antigua
Yugoslavia también ha indicado que la intención específica del genocidio:
Puede ser inferida de cierto número de elementos, tales como la doctrina ge-
neral del proyecto político que inspiraron los actos susceptibles de encuadrar
en la definición de genocidio, o la repetición de actos de destrucción discrimi-
natorios. La intención puede igualmente deducirse de la perpetración de actos
que constituyan atentados al fundamento del grupo, o aquellos que los autores
consideran como tales, actos que no necesariamente corresponden con los enu-
merados en el parágrafo 4º del artículo 2º, pero que son cometidos en el marco
de una misma línea de conducta.192
Radicado: IT-02-60-T. Asunto “Fiscal vs. Vidoje Blagojevic y Dragan Jokic”. Sentencia
proferida el 17 de enero de 2005 por la Sala de Primera Instancia del TPIY.
192
Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, decisión de la Sala de Primera Instancia I, asuntos
“Radovan Karadzic” (IT-95-5-R61) y “Ratko Mladic” (IT-95-18-R61), Examen del acta de acusación en el marco
del procedimiento del artículo 61 del Reglamento de Procedimiento y Prueba, p. 94.
193
Ibídem, p. 95.
[…]
a) La intención
656. La Sala de Apelaciones ha estimado que “la intención específica exige que el
autor del crimen… desee destruir, en todo o en parte, a un grupo nacional, étnico,
racial o religioso, como tal”,195 incluso si ha considerado que la existencia de un
plan o de una política no era un elemento jurídico constitutivo del genocidio.196
No basta con que el autor sepa simplemente que la destrucción del grupo resultaría
inevitablemente, o al menos probablemente, de la perpetración del crimen mencio-
nado, el cual debe apuntar a destruir al grupo, en todo o en parte.
b) Destruir
194
La Sala de Primera Instancia observa que la intención particular que supone el genocidio es comunmente
llamada “intención específica”, “intención especial”, dolus specialis o “intención genocida”.
195
Asunto “Jelisic”, p. 46.
196
Ibídem, p. 48.
197
Asunto “Krstic”, par. 25. La destrucción de la identidad sociológica o cultural de un grupo no entra en el marco
de la definición de genocidio en derecho internacional consuetudinario; ibídem, remítese al caso “Krstic”, p. 580.
198
El genocidio cultural entra en el marco de la definición de genocidio formulada en el Proyecto de Convención
sobre el Crimen de Genocidio, preparado por el secretario general, en aplicación de la Resolución del Consejo
Económico y Social del 28 de marzo de 1947, documentos oficiales de la ONU E/447, 26 de junio de 1947, y
en elproyecto de convención elaborado por el Comité Especial del Genocidio, documentos oficiales de la ONU
E/794, 24 de mayo de 1948.
658. La Sala de Primera Instancia observa que estuvo previsto en un inicio que el
genocidio cultural fuera excluido de la definición de genocidio y que, por el con-
trario, nada se opusiera a que la destrucción física o biológica adoptara otra forma
distinta de la muerte de los integrantes del grupo. La Sala de Primera Instancia está
de acuerdo con que en el tribunal, como en otras partes, se han realizado tentativas
para interpretar la noción de destrucción física o biológica en ese sentido.200
[…]
199
Informe de la CDI de 1996.
200
Así, la Sala de Primera Instancia, en el asunto “Krstic”, reconoció que los desarrollos recientes mostraban una
ampliación de la definición del genocidio, con el fin de incluir en éste otras formas de él; asunto “Krstic”, pars. 577
a 579.
201
Opinión que es igualmente compartida por K. KreB, Mûnchner Kommentar zum StGB, Rn. 57, 6, VStGB,
Munich, 2003, y por W. A., Shabas, Genocide in International Law, Cambridge, Cambridge University, 2000,
p. 200, habiendo sido retomada por la Sala de Primera Instancia, en el asunto “Stakic”. Ver asunto “Stakic”, p. 519.
202
Asunto “Krstic”, opinión disidente del juez Shahabuddeen, par. 57.
203
Asunto “Krstic”, par. 31.
662. Las Salas del TPIR también han adoptado una interpretación más amplia del
término “destruir”, incluyendo actos “cuya comisión no comporta la muerte de la
víctima”.204 En el asunto Akayesu, la Sala de Primera Instancia estimó que las viola-
ciones y los actos de violencia sexual participaban en el proceso de destrucción de
los tutsis en tanto grupos, y podían constituir un genocidio. Al respecto consideró:
[…]
204
Asunto “Kayishema”, par. 95.
205
Asunto “Akayesu”, pars. 731 y 732.
206
La Sala de Primera Instancia, en el asunto “Kayishema”, asimismo recordó que para la Comisión de Derecho
Internacional “la intención no debe consistir en la destrucción completa del grupo, alrededor del mundo” (asunto
“Kayishema”, par. 95, el cual remite al Informe de la CDI de 1996, par. 109). El razonamiento de la Sala de Pri-
mera Instancia en el asunto “Akayesu” fue seguido por la Sala de Primera Instancia en el caso Musema (ver asunto
“Musema”, par. 933).
207
Aplicación de la Convención para la Prevención y la Represión del Crimen de Genocidio, “Bosnia-Herze-
govina vs. Yugoslavia (Serbia y Montenegro)”, providencia relativa a las nuevas demandas en relación con las
medidas provisionales. CIJ, Recueil, 1993, pars. 325 a 795.
208
Ibídem, opinión individual del juez Lauterpacht, par. 69.
665. La Sala de Primera Instancia estima que el término “destruir”, que figura en la
definición de genocidio, puede ampliarse al desplazamiento forzado de población.
[…]
667. El artículo 4º del estatuto protege a los grupos nacionales, étnicos, raciales o
religiosos.209 Deriva de la jurisprudencia del tribunal que la identificación de un
grupo nacional, étnico, racial o religioso, se hace tomando como criterio la estigma-
tización de la cual ha sido objeto, especialmente por los autores del crimen, debido
a la percepción que éstos tienen de los rasgos nacionales, étnicos, raciales o reli-
giosos.210 Según la opinión de la Sala de Primera Instancia es, caso por caso, que se
debe determinar el grupo tomado por objetivo, apoyándose a la vez sobre criterios
objetivos y subjetivos.211 La acusación hace valer que el grupo concernido fue aquel
de los musulmanes de Bosnia.212 La Sala de Primera Instancia estima que los musul-
manes de Bosnia son el grupo protegido, en el sentido del artículo 4º del estatuto.213
209
Ver asunto “Brdanin”, par. 682.
210
Asunto “Krstic”, par. 557; “Fiscal vs. Dragan Nikolic”, asunto IT-94-2-R61, examen del acta de acusación en
marco del artículo 61 del Reglamento de Procedimiento y Prueba, Sala de Primera Instancia I, 20 de octubre de
1995, par. 27; asunto “Jelisic”, par. 70.
211
Asunto “Brdanin”, par. 684, citando el asunto “Semanza”, par. 317, así como el asunto “Kajelijeli”, par. 811.
212
Acta de acusación, par. 35.
213
La Sala de Primera Instancia, en el asunto “Krstic”, llegó a las mismas conclusiones en los pars. 559 y 560 de
la sentencia.
668. La Sala de Apelaciones ha juzgado que la expresión “en todo o en parte” exige,
por parte del autor presunto, “la intención de destruir al menos una parte sustan-
cial del grupo protegido”.214 Precisa que “la importancia numérica de la fracción del
grupo debe ser considerada”, no solamente en términos absolutos, sino en relación
con el tamaño del grupo en su conjunto, y su “lugar” en el seno del grupo, elementos
éstos que permiten determinar si la parte del grupo afectada es lo suficientemente
importante para que la condición sea cumplida. La Sala de Apelaciones ha con-
cluido además que “la intención de destruir, presente en el autor del genocidio,
estará siempre limitada por las posibilidades con que cuente. Si ese elemento no
basta para indicar si el mencionado grupo es considerable, se puede apelar a los
demás elementos”.
e) “Como tal”
669. Las víctimas del genocidio deben haber sido tomadas por blanco en razón de
su pertenencia al grupo protegido, incluso si el crimen puede haber obedecido a
otros motivos.215
Así como se ha dicho, la intención específica debe ser aquella de destruir al grupo en
tanto que entidad distinta.
2. Comentario jurisprudencial
El asunto “Fiscal vs. Jean Paul Akayesu” se inscribe en el genocidio ruandés que se per-
petró en 1994 por parte de facciones hutus contra tutsis y hutus moderados. Los esti-
mativos de víctimas oscilan entre 500 mil y 1 millón de personas.
214
Asunto “Krstic”, par. 12. Ver, igualmente: asunto “Jelisic”, par. 82; Decisión “Sikirika”, relativa a las demandas
de preclusión, pars. 66 a 86; asunto “Krstic”, pars. 590 y 591; asunto “Akayesu”, par. 521; asunto “Semanza”, par.
312; “Fiscal vs. Ferdinand Nahimana, Jean-Bosco Barayagwiza y Hassan Ngeze”, asunto TPIR-99-52-T, juicio y
sentencia del 3 de diciembre de 2003.
215
TPIR, asunto “Eliezer Niyitegeka vs. Fiscalía”, asunto TPIR-96-14-A, sentencia del 9 de julio de 2004,
par. 53.
Dentro de ese contexto, el burgomaestre Jean Paul Akayesu fue acusado de la comisión
de crímenes de genocidio, incitación al genocidio y crímenes de lesa humanidad.
A su vez, el asunto “Fiscal vs. Vidoje Blagojevic y Dragan Jokic” versa sobre lo suce-
dido alrededor del 6 de julio de 1995, cuando las Fuerzas Armadas de la República de
Srpska (VRS)216 empezaron un ataque en contra del “área segura” de Srebrenica.217 El
ataque continuó hasta el 11 de julio, cuando las fuerzas de VRS entraron al pueblo
de Srebrenica en Bosnia-Herzegovina. La Fiscalía alega que en los días siguientes al
ataque las Fuerzas Armadas de VRS forzaron el desplazamiento, fuera del enclave, de
mujeres y niños bosnios musulmanes de Srebrenica, y capturaron y ejecutaron suma-
riamente, y enterraron, cerca de 7.000 hombres bosnios musulmanes pertenecientes al
enclave de Srebrenica.
216
La creación de la República Srpska, entidad territorial serbobosnia, está estrechamente vinculada al inicio de
la guerra en Bosnia-Herzegovina. Su origen se remonta a la República Federal Socialista de Yugoslavia (SFRJ),
antes de 1990, compuesta por seis repúblicas: Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Montenegro y
República de Macedonia. Por diversos factores, su desintegración comenzó con la independencia de Eslovenia y
Croacia. En un principio fue denominada República Serbia de Bosnia y Herzegovina, y luego declarada Repú-
blica Srpska, por la Asamblea del pueblo serbio de Bosnia y Herzegovina, el 9 de enero de 1992.
Con el fin de mantener el dominio sobre todo Bosnia-Herzegovina, y la consolidación de la mencionada Re-
pública, las fuerzas serbobosnias cometieron todo tipo de delitos contra la población civil, incluyendo limpieza
étnica, violaciones masivas y genocidio. El Estado bosnio creó su propia fuerza militar, el Ejército de Bosnia-
Herzegovina (ARBiH), y la comunidad croata, su propio Estado, la República Croata de Herzeg-Bosnia, y su
ejército, el Consejo Croata de Defensa (HVO). Tras incruentas operaciones militares que enfrentaron, primero a
bosnios contra croatas, en Bosnia central, y luego a una alianza de éstos contra los serbobosnios, la ONU decidió
intervenir, creando un cuerpo especial (Unprofor), compuesto por fuerzas de varios países, para intentar detener
la guerra.
217
La masacre de Srebrenica, también conocida como genocidio de Srebrenica, consistió en el asesinato de
aproximadamente unas 8.000 personas de etnia bosnia en la región de Srebrenica, en julio de 1995, durante la
guerra de Bosnia. Dicho asesinato masivo, llevado a cabo por unidades del Ejército de la República Srpska, el
VRS, bajo el mando del general Ratko Mladić, así como por un grupo paramilitar serbio conocido como Los
Escorpiones, se produjo en una zona previamente declarada como “segura” por las Naciones Unidas, ya que en ese
momento se encontraba bajo la “protección” de 400 cascos azules holandeses.
La expresión “genocidio” fue acuñada por Lemkin durante la Segunda Guerra Mundial
para referirse al holocausto judío. La palabra se compone del término griego genos, que
significa raza, y de la expresión latina caedere, que alude a la acción de matar. Según este
autor, el genocidio se caracteriza por atacar las condiciones de vida de un grupo humano
con el fin de exterminarlo.219
En 1946 la Asamblea General de la ONU adoptó la Resolución 96, titulada “El crimen
de genocidio”, texto en el cual lo califica en términos de “crimen de derecho internacio-
nal”, procediendo a esbozar algunos de sus elementos:
No sería entonces sino hasta 1948 cuando se estipularía, en el texto de un tratado in-
ternacional, el genocidio como un crimen internacional autónomo. En tal sentido, la
Convención sobre la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio vino a formular,
por primera vez en el derecho internacional, una definición de las características de
este comportamiento delictual, la cual se ha conservado tanto en los estatutos de los
tribunales penales internacionales ad hoc, como en el Estatuto de Roma de la CPI,
habiendo además sido calificada como norma consuetudinaria por la Corte Interna-
cional de Justicia.221
218
Sobre el concepto de actus reus, Van Sliedregt explica que este elemento objetivo y externo del delito se con-
forma por tres elementos, a saber: la conducta, sus consecuencias y las circunstancias en las cuales aquélla fue
perpetrada. Se puede tratar, a su vez, de acciones u omisiones. Cf. Sliedregt, E. van, The criminal responsability of
individuals for violations of International Humanitarian Law, La Haya: TMC Asser, 2003, p. 53.
219
Lemkin, R., Axis Rule in Occupied Europe: Laws of Occupation, Analysis of Government, Proposal for Redress,
Washington, Carnegie Endowment for International Peace, 1944.
220
Llama la atención, por supuesto, la alusión que realizó la Asamblea General a los grupos políticos, los cuales
finalmente no quedaron incluidos en el texto de la Convención contra el Genocidio de 1948.
221
CIJ, opinión consultiva del 28 de mayo de 1951, “Reservas a la Convención sobre la Prevención y el Castigo
del Delito de Genocidio”, en ICJ Reports, p. 23.
Importa igualmente destacar que, desde el punto de vista temporal, la comisión del
crimen de genocidio no presupone la existencia de un conflicto armado interno o inter-
nacional; tampoco se exige demostrar que el acto genocida individual se inscribe en un
ataque masivo o sistemático contra la población civil, aunque, en la práctica, así suceda.
Autores como Schabas224 sostienen que estos cuatro grupos adolecen de problemas de
precisión; en cierta forma se sobreponen, y en últimas su delimitación dependerá de pro-
cesos de percepción social. En tal sentido, Cassese225 explica que calificar a determinada
colectividad en términos de grupo nacional, étnico, racial o religioso podrá responder
a la aplicación de elementos objetivos (verbigracia, las características morfológicas, la
lengua, las costumbres, las tradiciones, etcétera). Sin embargo, también es posible re-
currir a criterios subjetivos, a partir de procesos sociales de adscripción, es decir, cuando
una colectividad se ve a sí misma como diferente de otra (self identification), o cuando
los agresores los perciben como distintos (identification by others). Ambos criterios
han sido acogidos por la jurisprudencia penal internacional.226
222
Werle, G., Tratado de derecho penal internacional, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, p. 314.
223
Ibídem, p. 317.
224
Shabas, W., Genocide in international law. The crime of crimes, segunda edición, New York, Cambridge Uni-
versity, 2000, p. 102.
225
Cassese, A., International Criminal Law, London, Oxford University, 2003, p. 96.
226
Werle, G., Tratado de derecho penal internacional, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, p. 319.
En efecto, en algunos casos, el TPIY se ha inclinado por el criterio subjetivo, ante las
dificultades teóricas y prácticas que plantean los factores objetivos. Así, en el asunto
“Fiscal vs. Jelisic”, fallado el 14 de diciembre de 1999, la Sala de Primera Instancia de
aquel tribunal sostuvo lo siguiente:
71. Tal estigmatización del grupo puede efectuarse según criterios positivos o
negativos. Una “aproximación positiva” consistirá para los autores del crimen en
distinguir del grupo aquello que estiman constituyen las características naciona-
les, étnicas, raciales o religiosas propias de ese grupo. Una “aproximación negativa”
consistirá en identificar a los individuos como extraños al grupo al cual los autores
del crimen consideran pertenecen y que presentan, según ellos, unas características
nacionales, étnicas, raciales o religiosas propias; el conjunto de individuos, así re-
chazados, constituyen, por exclusión, un grupo distinto.227
227
TPIY, IT-95-10, asunto “Fiscal vs. Jelisic”, sentencia proferida el 14 de diciembre de 1999, pars. 70 y 71.
228
CIJ, asunto “Lichtenstein vs. Guatemala (asunto “Nottebohm”), 6 de abril de 1955, recueil, 1955.
229
Schabas, W., “Le genocide”, en Droit International Pénal, París, Pedone, 2005.
No obstante lo anterior, señalemos que, en la práctica, las diferencias entre los grupos
étnicos y raciales no son evidentes. De hecho, la Convención Internacional sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, parece equipararlos:
Artículo 1º.
230
TPIR-96-4-T, asunto “Fiscal vs. Jean Paul Akayesu”, sentencia proferida el 2 de septiembre de 1998 por la Sala
de Primera Instancia, p. 514.
231
Planzer, A., Le crime de genocide, París, LGDJ, 1956, p. 45.
232
Werle, G., ibídem, p. 325.
Ahora bien, la convención de 1948 trae como primer acto genocida la “matanza de
miembros del grupo”. Al respecto, en el texto de los elementos de los crímenes de la CPI,
tal conducta se describe de la siguiente manera:
Artículo 6a)
Genocidio mediante matanza
Elementos
2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial
o religioso determinado.
Al respecto, como se comenta en el asunto “Fiscal vs. Akayesu”, se presentó una dis-
cusión en relación con los textos del estatuto del TPIY y de la Convención contra el
Genocidio debido a que en la versión francesa se emplea el término meurtre, es decir,
un homicidio intencional, en tanto que en la inglesa se emplea el término killing, el cual
comprende cualquier homicidio, sea intencional o no.233 Ante tal diferencia, los jueces
penales internacionales decidieron acoger la versión francesa de los instrumentos inter-
nacionales, por cuanto es más acorde con la naturaleza del genocidio.
Como segundo acto genocida, la convención de 1948 trae la “lesión grave a la integri-
dad física o mental de los miembros del grupo”. Al respecto, los elementos de los críme-
nes de la CPI definen tal comportamiento de la siguiente forma:
233
Acerca de los problemas que se han suscitado en los tribunales penales internacionales en relación con las
versiones, en diversos idiomas, de los textos normativos aplicables, ver: Ramelli, A., “La globalización en la ju-
risprudencia de los tribunales penales internacionales”, en: El derecho en el contexto de la globalización, Bogotá,
Universidad Externado de Colombia, 2007.
Artículo 6b)
Genocidio mediante lesión grave a la integridad física o mental
Elementos
1. Que el autor haya causado lesión grave a la integridad física o mental de una o
más personas.
2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial
o religioso determinado.
Ahora bien, ¿qué se entiende por lesión grave a la integridad física de una persona? La
Sala de Primera Instancia del TPIR, en el asunto “Fiscal vs. Kayushema y Ruzindana”,
en sentencia del 21 de mayo de 1999, consideró:
108. La expresión atentado grave contra la integridad física debe ser apreciada caso
por caso, apoyándose en el sentido común. En el asunto “Akayesu”, la Sala concluyó
que el hecho de que un atentado grave pueda versar sobre la integridad física de una
víctima no implica, necesariamente, que sus efectos sean permanentes e irreversi-
bles.234 Además, consideró que los actos de violencia sexual, la violación, las muti-
laciones y los interrogatorios con golpizas, o las amenazas de muerte, constituyen
hechos asimilables a los atentados graves contra la integridad física de la persona. La
Sala hace suyas tales conclusiones.
109. La Sala considera que, en un sentido amplio, la expresión atentado grave con-
tra la integridad física sobrepasa tal explicación. Así, puede ser interpretada como
concerniente a un acto que implica un atentado grave contra la salud de la víctima o
que tiene por efecto su desfiguración o provocar alteraciones graves de sus órganos,
internos o sensoriales.235
TPIR-95-1-T, asunto “Fiscal vs. Kayishema y Ruzindana”, sentencia proferida el 21 de mayo de 1999 por la
235
Al respecto Werle236 comenta que la causación de lesiones físicas graves a los integrantes
del grupo no requiere que sea duradera ni irreversible, pero tampoco puede tratarse de
una meramente pasajera.
A su vez, la expresión “atentado grave contra la integridad mental” ha sido fuente de dis-
cusiones en la jurisprudencia del TPIR. Así, en el citado asunto “Fiscal vs. Kayushema
y Ruzindana”, el órgano de acusación sostenía que el atentado contra la integridad men-
tal no resultaba, necesariamente, de uno físico contra la víctima. Como apoyo a su tesis,
citaba los trabajos preparatorios de la Convención contra el Genocidio, según los cuales
el atentado contra la integridad mental iba más allá de uno “menor o temporal contra
las facultades mentales”. De tal suerte que, para el fiscal, el hecho de inspirar a la víctima
miedo o terror extremos, de intimidarla o amenazarla, podía constituir un atentado
grave con su integridad mental. Por el contrario, la defensa de los acusados sostenía que
se trataba de simples tentativas de homicidio, mas no de hechos constitutivos de geno-
cidio. Finalmente, la Sala concluyó:
113. La Sala considera que la expresión atentado grave contra la integridad men-
tal debe ser interpretada caso por caso, a la luz de los principios generales del
derecho.237
Artículo 6c)
Elementos:
TPIR-95-1-T, asunto “Fiscal vs. Kayishema y Ruzindana”, sentencia proferida el 21 de mayo de 1999 por la
237
2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial
o religioso determinado.
3. Que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese
grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.
4. Que las condiciones de existencia hayan tenido el propósito de acarrear la des-
trucción física, total o parcial, de ese grupo.
5. Que la conducta haya tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de
conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa
destrucción.
Se trata, en pocas palabras, de acciones que no matan de forma inmediata a los inte-
grantes del grupo pero, que con el tiempo, conducen a tal resultado. Así por ejemplo,
en la citada sentencia del asunto “Fiscal vs. Kayushema y Ruzindana”, la Sala de Primera
Instancia del TPIR describió tal conducta en los siguientes términos:
115. La Sala hace suya la exposición de motivos del proyecto de convención, ela-
borada por el secretario de la ONU, que interpreta ese concepto como una si-
tuación en la cual se condena a los miembros de un grupo a morir a fuego lento,
especialmente, privándolos de alojamiento y de vestidos adecuados; rehusándoles
el acceso a instalaciones sanitarias y a cuidados médicos, o sometiéndolos a traba-
jos excesivos…238
116. La Sala considera que la expresión “sometimiento intencional del grupo a con-
diciones de existencia que comporten su destrucción física total o parcial”, com-
prende igualmente unos métodos de destrucción que no implican inmediatamente
la muerte de los miembros del grupo. Hace suya la interpretación evocada ante-
riormente, la cual considera que las condiciones de existencia apuntadas incluyen,
especialmente, la violación, la privación de alimento, la reducción de los servicios
sanitarios, por debajo de los mínimos requeridos, así como la detención excesiva en
locales cuya superficie es insuficiente, en la medida en que tales actos comportan la
destrucción del grupo, en forma total o parcial.239
Artículo 6d)
Genocidio mediante la imposición de medidas destinadas a impedir nacimientos.
Elementos:
1. Que el autor haya impuesto ciertas medidas contra una o más personas.
2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial
o religioso determinado.
3. Que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese
grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.
4. Que las medidas impuestas hayan estado destinadas a impedir nacimientos en el
seno del grupo.
5. Que la conducta haya tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de
conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa
destrucción.
Aunado a lo anterior, en el asunto “Fiscal vs. Akayesu”, el TPIR precisó que “en el con-
texto de las sociedades patriarcales, donde la pertenencia al grupo es dictada por la
identidad del padre, un ejemplo de medida destinada a entrabar los nacimientos en el
seno de un grupo es aquella donde, durante la violación, una mujer de dicho grupo es
deliberadamente inseminada por un hombre de otro grupo, con la intención de que
se dé a luz a un niño que no pertenecerá al grupo de su madre”.240 Así mismo, la Sala
precisó que las medidas también pueden ser de carácter mental cuando, por ejemplo, la
violación apunte “a entrabar los nacimientos cuando la persona violada se rehúsa subse-
cuentemente a procrear, al igual que los miembros de un grupo pueden ser llevados por
amenazas o traumatismos infligidos a no procrear”.241
Artículo 6e)
Genocidio mediante el traslado por la fuerza de niños.
Elementos:
2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial
o religioso determinado.
6. Que el autor supiera, o hubiera debido saber, que los trasladados eran menores
de 18 años.
7. Que los actos hayan tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de
conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa
destrucción.
Como se puede advertir, se acoge la definición de “niño” como aquel menor de 18 años
de edad, es decir, en los mismos términos que la Convención de Derechos del Niño de
1989.242 Así mismo, en el asunto “Fiscal vs. Akayesu”, el TPIR precisó lo siguiente:
“Artículo 1º. Para los efectos de la presente convención, se entiende por niño todo ser humano menor de die-
ciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad”.
243
Asunto “Akayesu”, ob. cit., par. 509.
Por su parte, Drost244 comenta que el traslado por la fuerza de niños de un grupo a otro
constituye una forma de genocidio cultural, por cuanto se trata de que ellos sean educa-
dos en un ambiente social y lingüístico ajeno a sus costumbres ancestrales. Así pues, en
la actualidad, se presenta un debate entre quienes, como Drost, sostienen la existencia
del denominado “genocidio cultural”, en tanto que la jurisprudencia penal internacional
se inclina por la postura según la cual sólo existe el genocidio físico del grupo.245
Así las cosas, los actos genocidas deben haber sido cometidos sobre un individuo
en particular, en razón de que pertenece a un grupo determinado y en razón de tal
circunstancia,246 de tal suerte que el acto incriminado, en últimas, es cometido con el
propósito de destruir total o parcialmente al grupo. En otras palabras, la víctima es es-
cogida, no en función de su identidad personal, sino en razón de su pertenencia étnica,
racial, religiosa o nacional. De allí que la víctima es, en definitiva, más que el individuo
tomado aisladamente, el grupo al que pertenece. Al respecto, en el asunto “Fiscal vs.
Akayesu”, se dijo:
244
Drost, P., The crime of State, Leyden, A. W. Sythoff, 1959.
245
Ver por ejemplo, TPIY, asunto “Fiscal vs. Vidoje Blagojevic y Dragan Jokic”, ob. cit., par. 657.
246
Cassese, A., “On the use of Criminal Law notions in determining State responsibility for genocide”, en Jour-
nal of International Criminal Justice, 2007.
247
Asunto “Akayasu”, ob. cit., par. 523.
Autores como Werle252 consideran además que, debido a sus específicas particularidades
como grupo nacional, étnico, racial o religioso, no basta con que el autor ataque a indi-
viduos pertenecientes a ellos, sino que lo haga precisamente debido a tal pertenencia.
657. La Sala de Primera Instancia observa que estuvo previsto en un inicio que el
genocidio cultural fuera excluido de la definición de genocidio y que, por el con-
trario, nada se opusiera a que la destrucción física o biológica adoptara otra forma
distinta de la muerte de los integrantes del grupo. La Sala de Primera Instancia está
de acuerdo con que en el Tribunal, como en otras partes, se han realizado tentativas
para interpretar la noción de destrucción física o biológica en ese sentido.253
248
Maison, R., “Le crime de génocide dans les premiers jugements du tribunal pénal international pour le
Rwanda”, en RGDIP, t. 103, vol. 1, 1999, pp. 129-145.
249
TPIR- 95-1A-T, asunto “Fiscal vs. Bagilishema”, sentencia proferida el 7 de junio de 2001 por la Sala de Pri-
mera Instancia I, par. 63.
250
En relación con la crisis en Sudán y su calificación en términos de genocidio, ver especialmente: Decaux, E,
“La crise du Darfour. Chronique d’un génocide annoncé”, En: AFDI, 2004, p. 744.
251
TPIY, IT-95-10-T, asunto “Fiscal vs. Jelisic”, sentencia proferida el 14 de diciembre de 1999 por la Sala de
Primera Instancia I, par. 80.
252
Werle, ob. cit., p. 338.
253
TPIY, asunto “Fiscal vs. Vidoje Blagojevic y Dragan Jokic”, ob. cit., par. 657.
Así mismo, la jurisprudencia del TIYR254 ha estimado que esa intención de destruir
total o parcialmente al grupo debe entenderse como una voluntad de acabar con el
grupo en tanto entidad separada y distinta, y “no simplemente contra algunos indivi-
duos en razón de su pertenencia al grupo”.255 Se debe entonces tratar de la intención de
destruir “una parte sustancial del grupo”.256
Así mismo, en el asunto “Fiscal vs. Jelisic”, la Sala de Primera Instancia del TPIY explicó
que la destrucción del grupo podía ser analizada desde dos perspectivas: desde el punto
de vista de acabar con un número muy elevado de sus integrantes (hipótesis de la des-
trucción masiva del grupo); o bien, la destrucción de un número menos amplio de inte-
grantes, pero seleccionados en razón del impacto que con su desaparición se le causará
al grupo (hipótesis de la destrucción selectiva del grupo). En definitiva, lo importante
es la eficacia que sobre la existencia del grupo pueda tener la eliminación parcial de éste
(verbigracia, ataques contra líderes religiosos, espirituales, sociales, etcétera).
254
Maison, R., “Le crime de génocide dans les premiers jugements du tribunal pénal international pour le
Rwanda”, en RGDIP, vol. 1, t. 103, 1999, pp. 129-145.
255
TPIR, asunto “Fiscal vs. Bagilishema”, ob. cit., par. 123.
256
Ibídem.
257
TPIY, Sala de Primera Instancia, sentencia del 14 de diciembre de 1999, asunto “Fiscal vs. Jelisic”.
258
Ibídem.
259
Sobre el asunto “Fiscal vs. Omar Al-Bashir”, cf. Vyver, J. van Der, “International Criminal Court decision on
the standard of proof of mens rea for genocide”, en AJIL, vol. 104, julio de 2010, pp. 461-467.
260
Sobre las discusiones acerca del crimen de genocidio, en la Conferencia de Roma de 1998 y en la Asamblea
de los Estados Partes, cf. Hebel, H. von y Robinson, D., “Crimes within the jurisdiction of the Court”, en The
International Criminal Court. The making of the Rome Statute. Issues, negotiatins, Results, La Haya, 1999, p. 89.
261
CPI, Sala de Cuestiones Preliminares I, fiscal C. Al-Bashir, ICC-02/05-02/09, “Decision on the Prosecution’s
Application for a Warrant of Arrest against Omar Hassan Ahmad Al-Bashir”, 4 de marzo de 2009.
262
Ambos, K. y Bohm, “Una explicación criminológica del genocidio: la estructura del crimen y el requisito de
la ‘intención de destruir’”, en Revista Penal, núm. 26, junio 2010. Ver igualmente, Ambos K., “¿Qué significa la
‘intención de destruir’ en el delito de genocidio?”, en Revista Penal, núm. 26, julio de 2010.
263
Sobre la investigacion judicial de casos relacionados con pueblos indígenas, cf. Sánchez Botero, Esther y
ProFis-GTZ-Embajada de la República Federal de Alemania, El peritaje antropológico, justicia en clave cultural,
Bogotá, Alvi, 2010.
Sobre la contextualización histórica y de comisión de delitos contra pueblos indígenas de la Sierra Nevada de
Santa Marta, cf. Fundación Cultura Democrática, Cuando la madre tierra llora: crisis en derechos humanos y
humanitaria en la Sierra Nevada de Gonawindúa (Santa Marta) 2003-2008, ProFis-GTZ-Embajada de la Repú-
blica Federal de Alemania, 2009.
264
Sobre la situación de los afrodescendientes en el conflcito armado, cf. ProFis-GTZ-Embajada de la República
Federal de Alemania e Indepaz, Memorias: diplomado comunidades afrocolombianas y memoria histórica en el
marco de justicia y paz, Bogotá, Alvi, 2010.
265
Sobre los antecedentes en el Código Penal de este delito, cf. ProFis-GTZ-Embajada de la República Federal
de Alemania, Delitos en justicia y paz: legislación en la línea del tiempo, Bogotá, Milla, 2009.
Artículo II Capítulo I
En la presente convención se entiende por Artículo 101. Genocidio. El que con el
genocidio cualquiera de los actos mencio- propósito de destruir total o parcial-
nados a continuación, perpetrados con la mente a un grupo nacional, étnico,
intención de destruir, total o parcialmente, racial, religioso o político, por razón de su
a un grupo nacional, étnico, racial o reli- pertenencia al mismo, ocasionare la muerte
gioso, como tal: de sus miembros, incurrirá en prisión
de cuatrocientos ochenta (480) meses a
a) Matanza de miembros del grupo; seiscientos (600) meses; en multa de dos
b) Lesión grave a la integridad física o mil seiscientos sesenta y seis punto sesenta
mental de los miembros del grupo; y seis (2.666.66) a quince mil (15.000) sa-
larios mínimos mensuales legales vigentes
c) Sometimiento intencional del grupo y en interdicción de derechos y funciones
a condiciones de existencia que hayan públicas de doscientos cuarenta (240) a
de acarrear su destrucción física, total trescientos sesenta (360) meses.
o parcial; La pena será de prisión de ciento sesenta
d) Medidas destinadas a impedir los (160) a cuatrocientos cincuenta (450)
nacimientos en el seno del grupo; meses, la multa de mil trescientos treinta y
tres punto treinta tres (1.333.33) a quince
e) Traslado por fuerza de niños del mil (15.000) salarios mínimos legales
grupo a otro grupo. vigentes y la interdicción de derechos y
funciones públicas de ochenta (80) a dos-
Artículo III cientos setenta (270) meses cuando con el
mismo propósito se cometiere cualquiera
Serán castigados los actos siguientes: de los siguientes actos:
a) El genocidio; 1. Lesión grave a la integridad física o
mental de miembros del grupo.
b) La asociación para cometer
genocidio; 2. Embarazo forzado.
Como se puede observar, el tipo penal colombiano: 1) consagra los grupos tradicionales
atacados mediante actos genocidas, adicionando al listado a los “grupos políticos”; 2) in-
troduce un elemento subjetivo, en el sentido de que el ataque se lleve contra los integrantes
del grupo “en razón de su pertenencia al mismo”; 3) en vez de aludir a la “matanza de los
miembros del grupo”, se refiere a la “muerte de sus miembros”; y 4) introduce como ele-
mento adicional de los comportamiento genocidas al “embarazo forzado”.
Bien es sabido que la Convención contra el Genocidio de 1948 no consagra a los grupos
políticos en tanto víctimas de tal crimen internacional; otro tanto sucede con los estatu-
tos de los tribunales penales internacionales ad hoc y con el Estatuto de Roma de la CPI;
de allí que no se cuente con referentes normativos derivados de la legalidad internacional,
ni con jurisprudencia penal internacional que aclare qué debe entenderse por aquéllos.
De igual manera, no existe una disposición de derecho interno que ayude a aclarar qué
se entiende por ellos. ¿Significa acaso lo anterior que no se pueden investigar tales delitos
en Colombia? Consideramos que sí, recurriendo a diversas herramientas interpretativas,
como son: 1) los antecedentes del tratado internacional; 2) los comentarios de la doc-
trina especializada; 3) la jurisprudencia constitucional, y 4) la voluntad del legislador.
Así pues, ¿por qué razones no figuran los “grupos políticos” dentro del espectro de pro-
tección de la Convención contra el Genocidio de 1948? Las razones para tal omisión
aparecen resumidas en el texto del llamado “Informe Whitaker”266, rendido en 1985
por este relator de la extinta Comisión de Derechos Humanos de la ONU:
266
Acerca de los debates que se presentaron en relación con los grupos políticos, cf. Martín, F., “The notion of
‘protected group’ in the Genocide Convention and its application”, en The UN Genocide Convention. A com-
mentary. Oxford: Oxford University, 2009, p. 115.
La protección de los grupos políticos y de otros grupos puede ser asegurada por
fuera de la convención, de conformidad con la respectiva legislación interna y la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.267
En el mismo “Informe Whitaker” se resumen las razones que defendieron los Estados
que consideraban necesaria la inclusión de los grupos políticos dentro del texto de la
Convención contra el Genocidio:
267
E/CN.4/Sub.2/1985/6, 2 july 1985. Revised and updated report on the question of prevention and punishment
of the crime of genocide prepared by Mr. B. Whitaker.
Una posible solución al problema del asesinato de grupos políticos y otros, que fue
considerada ante la ausencia de consenso, podría ser aquella de incluirlos en un
protocolo adicional.268
Al dejar a los grupos políticos más allá de la supuesta protección los autores de la
convención también crearon una amplia y peligrosa laguna para que cualquier go-
bierno escape a sus deberes frente al tratado, ejecutando el genocidio bajo el amparo
de medidas ejecutivas adoptadas contra grupos políticos por razones de seguridad,
orden público y otras razones de Estado. Si quizás razones políticas no puedan ser
aducidas como tales, el pretexto para la adopción de medidas genocidas adoptadas
contra un grupo protegido bajo el artículo II probablemente será el de que la polí-
tica gubernamental apunta a defender ámbitos económicos, sociales o culturales. El
carácter nacional, étnico, racial o religioso del grupo, en tales casos, no constituye el
objeto de los alegados actos de destrucción, pero se dice que las medidas son adop-
tadas contra las mismas personas en tanto son miembros de uno económico, social
o cultural (grupos desprotegidos)… el crimen de genocidio es, en su más grave mo-
dalidad, la deliberada destrucción física de la vida de seres humanos en razón de su
pertenencia a cualquier colectividad humana como tal.
Ibídem.
268
Por el contrario, limitar la protección penal a los grupos políticos que actuaran “dentro
del marco de la ley”, fue considerado por la Corte inaceptable, en especial, por contra-
riar el principio de ley scripta et certa, e igualmente, por desconocer en forma flagrante
las garantías “de respeto irrestricto de los derechos a la vida y a la integridad personal
que deben reconocerse por igual a todas las personas, ya que respecto de todos los seres
humanos tienen el mismo valor”.
270
Tal postura fue asumida por la Corte en sentencia C-148 de 2005, cuando consideró: “En el ámbito interno
cabe hacer énfasis en que la tipificación del delito de genocidio no obedece exclusivamente al cumplimiento de los
compromisos internacionales a que se ha hecho referencia o al acatamiento de normas que como la prohibición
del exterminio selectivo hacen parte del ius cogens, sino que halla fundamento en la Constitución misma, la cual
reconoce el derecho a la vida como inviolable (art. 11, CP) al tiempo que impone al Estado el deber de garantizar
la diversidad étnica y cultural (art. 7, CP), la libertad religiosa (art. 19, CP), el derecho de asociación (art. 38,
CP), la conformación de movimientos o grupos políticos (art. 40.3, CP) y proscribe la discriminación por razo-
nes de raza, sexo, origen nacional, lengua, religión, opinión política o filosófica (art. 13, CP).
101 de la ley 599 de 2000, es decir, un elemento que igualmente no coincide con la defi-
nición que de genocidio trae la convención de 1948, motivo por el cual, precisamente,
fue demandada su inexequibilidad.
Al respecto la Corte consideró que la Convención contra el Genocidio hace parte del
bloque de constitucionalidad, en virtud de lo establecido en los artículos 93 y 214.2 su-
periores. Igualmente, precisó que el artículo 6º del Estatuto de Roma, mediante el cual
se tipifica el crimen de genocidio a efectos de la competencia de la CPI, se incorpora
al bloque de constitucionalidad, por cuanto “recoge integralmente el contenido de la
Convención para Prevenir y Sancionar el Genocidio”. Y a renglón seguido adujo:
Sin embargo, advierte la Corte, lo anterior “no implica que todas las normas del Es-
tatuto de Roma hagan parte del bloque de constitucionalidad per se”, pues es claro
que dicha normatividad tiene un marco de aplicación particular y concreto en vir-
tud del principio de complementariedad frente a la legislación nacional. Tampoco
supone que todos los tratados de derecho internacional que consagran el deber de
tipificar ciertos delitos se integren al bloque de constitucionalidad, pues no todos
se relacionan con la protección directa de derechos humanos o del derecho interna-
cional humanitario (énfasis agregado).
En tal sentido, un primer interrogante puede ser: ¿debemos acoger un concepto amplio,
o restrictivo, del vocablo “grupo político”? Es decir, una noción amplia, quizá dema-
siado, podría apuntar a comprender dentro de tal categoría a todas aquellas personas
que comparten, en un momento histórico determinado, una ideología. Tal compren-
sión, efectivamente, presentaría serios problemas en términos de identificación de los
miembros del grupo.
Pues bien, la Corte considera que una adecuada interpretación de las señaladas
disposiciones constitucionales debe partir por precisar el sentido y el alcance de
los conceptos de ciudadano, miembro de un partido o movimiento político e inte-
grante de un partido o movimiento político que ejerce un cargo de representación
popular, categorías que demuestran diversos grados de intensidad en la participa-
ción del ciudadano en el funcionamiento de los partidos políticos modernos.
Así las cosas, se podría sostener que integran un “grupo político”: los militantes y los
elegidos por un partido político.
En definitiva, para el caso colombiano, los grupos políticos estarían conformados por
los militantes de un partido político y quienes fueron elegidos por él. Por el contra-
rio, resulta más cuestionable y controversial calificar en términos de grupos políticos
determinadas asociaciones civiles, tales como los sindicatos, las organizaciones no gu-
bernamentales, las organizaciones cívicas, etcétera. En estos últimos casos, los ataques
sistemáticos contra sus integrantes pueden constituir crímenes de lesa humanidad.
Ver al respecto: Gaceta del Congreso 189, del 6 de agosto de 1998, “Proyecto de ley por el cual se expide el Có-
272
digo Penal”, exposicion de motivos. Ver, igualmente: Ramelli, A., “Aproximación crítica al nuevo Código Penal
en materia de derecho internacional humanitario”, en XXIII Jornadas Internacionales de Derecho Penal, Bogotá,
Universidad Externado de Colombia, 2001, pp. 331 y ss.
1) Debido a la historia del conflicto armado interno, las investigaciones penales por
la comisión de crímenes de genocidio podrían concentrarse, prima facie, en ataques
contra poblaciones indígenas y afrodescendientes. En efecto, se trata de grupos ra-
ciales definidos, identificables y estables, quienes han sido víctimas del accionar de
los actores del conflicto, situación que ha sido denunciada por relatores de Nacio-
nes Unidas273 y diversas ONG. Con todo, la dificultad en estos casos estribará en
demostrar la existencia del dolus specialis del genocidio, es decir, que el ataque fue
motivado por la pertenencia de las víctimas al grupo, y no por otra clase de razo-
nes (verbigracia, obtener el control sobre territorios estratégicos para actividades
de narcotráfico, desarrollar proyectos productivos lícitos a gran escala, etcétera).
En otras palabras, no bastará con demostrar la existencia de un número elevado de
víctimas, que de hecho existen, para imputar cargos por genocidio.
2) Las investigaciones penales que se adelanten por genocidio, al igual que aque-
llas por crímenes de lesa humanidad, deberán seguir unos parámetros distintos a
los empleados para los casos de delitos comunes. En efecto, los genocidios, aunque
expresamente no lo prevea así la convención de 1948, en la práctica suelen presen-
tar un carácter masivo o sistemático. De allí que los programas metodológicos y la
estructura misma de las unidades investigativas de la Fiscalía deberán ajustarse a
efectos de demostrar la concurrencia de los elementos material (actus reus) y subje-
tivo (mens rea) del genocidio.
273
Ver al respecto el documento A/HRC/15/34, del 8 de enero de 2010, Consejo de Derechos Humanos, “La
situación de los pueblos indígenas en Colombia: seguimiento realizado por el anterior relator especial”, Gine-
bra, 2010.
Los hechos alegados por los peticionarios exponen una situación que comparte
muchas características con el fenómeno del genocidio y se podría entender
que sí lo constituyen, interpretando este término de conformidad con su uso
corriente. Sin embargo, la comisión ha llegado a la conclusión de que los he-
chos alegados por los peticionarios no caracterizan, como cuestión de derecho,
que este caso se ajuste a la definición jurídica actual del delito de genocidio,
consignada en el derecho internacional. Por lo tanto, en el análisis de los méri-
tos del caso, la comisión no incluirá la alegación de genocidio.
[…]
Por lo tanto, la comisión concluye que los peticionarios han presentado hechos
e información que tiende a caracterizar una pauta de persecución política con-
tra la Unión Patriótica y su práctica, con el objetivo de exterminar el grupo,
y la tolerancia de esa práctica por parte del Estado de Colombia. En el caso
Velásquez Rodríguez, la Corte estableció jurisprudencia importante con res-
pecto a los criterios de valoración de los reclamos por violaciones de derechos
humanos fundamentados en una pauta o práctica a la luz de las disposiciones
de la convención. La Corte opinó que sí se puede demostrar que existió una
práctica gubernamental de violaciones graves a los derechos humanos llevada a
cabo por el gobierno, o al menos tolerada por él, y si la violación alegada en un
caso concreto se puede vincular con ella, se determinará que hubo violación en
el caso en cuestión.
En este orden de ideas, aunque la CIDH no admitió el cargo por genocidio contra
el Estado colombiano, resulta importante que este órgano internacional haya sos-
tenido que los hechos alegados por los peticionarios se enmarcaban en un uso co-
rriente del término, por cuanto demuestran la existencia de una persecución contra
un grupo. En otras palabras, se podría sostener que para la CIDH sí existió, prima
facie, un genocidio contra un grupo político, aunque finalmente se declare incom-
petente para conocer de éste por cuanto el tratado internacional al cual se remite la
CADH no comprende a los grupos políticos.
4) La dificultad que existe para adelantar una investigación penal por el genoci-
dio de la Unión Patriótica, sucedido antes del año 2000, consiste en determinar si
con ello se violaría el principio de legalidad penal. Me explico. Incluso acogiendo
una tesis extensiva del principio de legalidad penal, en los términos del artículo 15
del PIDCP, según el cual lo importante es la preexistencia de normas internas o
internacionales que sancionen el comportamiento, el referente normativo termi-
naría siendo igualmente la Convención contra el Genocidio de 1948, instrumento
internacional que, como se ha explicado, no comprende el genocidio contra grupos
políticos. De allí que investigar a una persona por genocidio contra grupos políti-
cos por hechos sucedidos antes del año 2000 desconocería la legalidad interna e
internacional.
2.5. Bibliografía
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2.5.2. Jurisprudencia
a. TPIY
IT-02-60-T, asunto “Fiscal vs. Vidoje Blagojevic y Dragan Jokic”, sentencia proferida el
17 de enero de 2005 por la Sala de Primera Instancia.
b. TPIR
TPIR-96-4-T, asunto “Fiscal vs. Jean Paul Akayesu”, sentencia proferida el 2 de septiem-
bre de 1998 por la Sala de Primera Instancia.
TPIR-96-14-A, asunto “Eliezer Niyitegeka vs. Fiscalía”, sentencia del 9 de julio de 2004,
par. 53.
c. CteIDH
d. CPI
e. CIJ
f. Corte Constitucional
Colombia, Corte Constitucional (2000), “sentencia C- 177”. M. P.: Fabio Morón Díaz,
F., Bogotá.