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Jurisprudencia penal internacional

aplicable en Colombia
Grupo de investigación:
Por ProFis
Claudia López Díaz
Juan Pablo Cardona Chaves
Alejandro Guerrero Torres
Por la Universidad de los Andes
Sebastián Machado Ramírez
Guillermo Otálora Lozano
María Paula Martínez
Sebastián Boada Morales
Pamela Usta Yabrudy
Lina María Uribe Briceño
Tema I

Crimen de genocidio: existencia

1. Extractos jurisprudenciales traducidos


Radicado: TPIR-96-4-T. Asunto “Fiscal vs. Jean Paul Akayesu”, sentencia proferida el
2 de septiembre de 1998 por la Sala de Primera Instancia.

El crimen de genocidio, sancionable en los términos del artículo 2.3 del estatuto

494. La definición de genocidio, tal como es acordada por el artículo 2º del esta-
tuto, es retomada textualmente de los artículos 2º y 3º de la Convención Interna-
cional para la Prevención y la Represión del Crimen de Genocidio (la “Convención
contra el Genocidio”).

[…]

495. La Convención contra el Genocidio indudablemente es considerada como


parte del derecho internacional consuetudinario, tal como lo atestigua la opinión
consultiva proferida en 1951 por la Corte Internacional de Justicia, en el asunto de
las reservas sobre la convención, como además lo ha recordado el secretario general
de las Naciones Unidas en su informe sobre la creación del Tribunal Penal Interna-
cional para la antigua Yugoslavia.

496. El tribunal advierte que Ruanda adhirió, mediante un decreto ley, a la Con-
vención contra el Genocidio el 12 de febrero de 1975. Así, la represión penal del
crimen de genocidio existía en Ruanda en 1994, para la época de los hechos alega-
dos en el acta de acusación, y el autor podía ser llevado por la comisión de dicho
crimen ante los tribunales ruandeses competentes.

497. Contrariamente a la idea mayoritaria, el crimen de genocidio no se encuentra


subordinado al aniquilamiento de hecho de un grupo completo; se entiende come-
tido a partir de que uno de los actos enunciados en el artículo 2.2 a) a 2.2 e) ha sido
cometido con la intención específica de destruir todo o parte de un grupo nacional,
étnico, racial o religioso.
204

498. El genocidio se diferencia de otros crímenes en la medida en que comporta un


dolo especial, o dolus specialis. El dolo especial de un crimen es la intención precisa,
requerida como elemento constitutivo del crimen, que exige que el delincuente
haya claramente buscado provocar el resultado incriminado. A partir de allí, el dolo
especial del crimen de genocidio reside en la “intención de destruir, en todo o en
parte, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal”.

499. Así, para que un crimen de genocidio sea cometido es necesario que uno de
los actos enumerados en el artículo 2.2 del Estatuto haya sido cometido, y que ese
acto particular haya sido perpetrado contra un grupo específico, bien sea nacional,
étnico, racial o religioso. En consecuencia, a fin de explicitar los elementos consti-
tutivos del crimen de genocidio, la Sala expondrá sucesivamente las conclusiones
sobre los actos previstos en los literales a) y e) del parágrafo 2º del artículo 2º del
Estatuto, los grupos protegidos por la Convención sobre el Genocidio, y luego la
intención específica, o dolo especial, requerido para el genocidio.

Muerte de los miembros del grupo (literal a)

500. Tratándose del literal a) del parágrafo 2º del artículo 2º del estatuto, al igual
que en la Convención contra el Genocidio, la Sala advierte que se emplea meurtre
en la versión francesa y killing en la versión inglesa. La noción de killing del inglés,
le parece muy general a la Sala, porque ésta podría comprender tanto los homici-
dios intencionales como los que no lo son, mientras que meurtre del francés es más
precisa. Se admite que la meurtre es cometida cuando se causa la muerte con la in-
tención de hacerlo, como además lo prevé el Código Penal ruandés, el cual dispone
en su artículo 311 que “el homicidio cometido con la intención de causar la muerte
es calificada como meurtre”.

501. Teniendo en cuenta la presunción de inocencia de la cual goza el acusado, y


de conformidad con los principios generales del derecho criminal, la Sala es de la
opinión que conviene acoger la versión más favorable al acusado, y decide que el
literal a) del artículo 2.2 del estatuto debe ser interpretado de conformidad con la
definición de meurtre acordada por el Código Penal ruandés, calificándola como
el homicidio cometido intencionalmente. La Sala nota al respecto que los traba-
jos preparatorios de la Convención sobre el Genocidio muestran que la propuesta
de ciertas delegaciones, que deseaban se exigiera necesariamente la premedita-
ción en los casos de genocidio, no fue adoptada; algunas delegaciones estimaron
inútil exigir la premeditación, pues en sus opiniones el crimen de genocidio, in-
cluso más allá de los actos materiales que lo constituyen, implica necesariamente
premeditación.

Segunda parte. Crímenes internacionales


205

Atentado grave a la integridad física o mental de miembros del grupo (literal b)

502. Un atentado grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo no
requiere, según la Sala, que él sea permanente e irremediable.

503. En el marco del asunto “Adolf Eichmann”, quien fue condenado por crímenes
contra el pueblo judío, es decir, de genocidio bajo otra calificación jurídica, la Corte
del distrito de Jerusalén indicó, en su fallo del 12 de diciembre de 1961, que unos
atentados graves a la integridad física o mental de los miembros del grupo podían
ser causadas:

Por la esclavitud, deportación y persecución […] y por las detenciones en


guetos, envío a campos de concentración caracterizados por la degradación,
violaciones de sus derechos humanos, así como por la perpetración de tratos
inhumanos y torturas.

504. Para los fines de la interpretación del artículo 2.2 b) del estatuto, la Sala en-
tiende por atentado grave contra la integridad física o mental, sin que aquello
constituya un límite, los actos de tortura, sea esta última física o mental; los tratos
inhumanos o degradantes, la violación y la persecución.

Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que impliquen


su destrucción física total o parcial (literal c)

505. El tribunal considera que en la sumisión intencional del grupo a condiciones


de existencia que impliquen su destrucción física total o parcial, es necesario enten-
der por medios de destrucción aquellos por los cuales el autor no busca necesaria-
mente matar al instante a los miembros del grupo, pero que, con el tiempo, apuntan
a su destrucción física.

506. A los fines de interpretación del artículo 2.2 c) del estatuto, a juicio de la Sala,
los medios para someter intencionalmente al grupo a condiciones de existencia que
conduzcan a su destrucción física total o parcial, comprenden, sin que sean las úni-
cas, la sumisión de un grupo de personas a un régimen alimentario de subsistencia,
la expulsión sistemática de sus hogares y la reducción de los servicios médicos nece-
sarios más abajo del mínimo.

Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo (literal d)

507. La Sala considera que, para los fines de la interpretación del artículo 2.2 d) del
Estatuto, por medidas que apunten a entrabar los nacimientos en el seno del grupo
es necesario comprender las mutilaciones sexuales, la práctica de la esterilización,

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


206

la utilización forzada de medios anticonceptivos, la separación de sexos, la prohibición


del matrimonio. En el contexto de las sociedades patriarcales, donde la pertenencia al
grupo es dictada por la identidad del padre, un ejemplo de medida destinada a entra-
bar los nacimientos en el seno de un grupo es aquella donde, durante la violación, una
mujer de dicho grupo es deliberadamente inseminada por un hombre de otro grupo,
con la intención de que se dé a luz a un niño que no pertenecerá al grupo de su madre.

508. Además, la Sala anota que dichas medidas pueden ser de orden físico, pero
también mental. A título de ejemplo, la violación puede ser una medida que apunte
a entrabar los nacimientos cuando la persona violada se rehúsa subsecuentemente a
procrear, al igual que los miembros de un grupo pueden ser llevados por amenazas
o traumatismos infligidos a no procrear.

Traslado forzado de niños de un grupo a otro (literal e)

509. La Sala es de la opinión que en el traslado forzado de niños de un grupo a otro,


al igual que las medidas encaminadas a entrabar los nacimientos, no se trata sola-
mente de sancionar un acto directo de traslado forzado físicamente, sino también
las amenazas o traumatismos infligidos que conduzcan a forzar el traslado de niños
de un grupo a otro.

510. El dolo especial del genocida reside en la intención, por los actos en mención,
de “destruir, en todo o en parte, un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como
tal”. Conviene examinar la definición de grupo. El artículo 2º del estatuto, al igual
que la Convención sobre el Genocidio, prevén que los grupos víctimas de ese cri-
men sean de cuatro tipos: nacional, étnico, racial o religioso.

511. Al parecer, de conformidad con la lectura de los trabajos preparatorios de la


Convención sobre el Genocidio187, este último habría sido concebido únicamente
para grupos “estables”, constituidos de manera permanente y a los cuales se perte-
nece por nacimiento, con exclusión de los grupos más “inestables”, a los cuales se
pertenece voluntariamente, tales como los grupos políticos o económicos. Así, un
criterio común a los cuatro órdenes de grupos protegidos por la Convención contra
el Genocidio es el de que la pertenencia a tales grupos parecería que normalmente
no podría ser rechazada por sus miembros, quienes pertenecen a éste desde su naci-
miento de manera continua e irremediable.

Tomando en cuenta los análisis realizados durante las sesiones de la Sexta Comisión de la Asamblea Gene-
187

ral, llevada a cabo desde el 21 de septiembre al 10 de diciembre de 1948, documentos oficiales de la Asamblea
General.

Segunda parte. Crímenes internacionales


207

512. Sobre la base de la decisión “Nottebohm”,188 proferida por la Corte Interna-


cional de Justicia, la Sala considera que un grupo nacional califica un conjunto de
personas consideradas como unidas por un vínculo jurídico basado sobre una na-
cionalidad común, ligada por una reciprocidad de derechos y deberes ciudadanos.

513. El grupo étnico califica generalmente a un grupo cuyos miembros comparten


una lengua o una cultura común.

514. La definición clásica de grupo racial está fundada sobre los rasgos físicos he-
reditarios, a menudo identificados con una región geográfica, independientemente
de sus factores lingüísticos, culturales, nacionales o religiosos.

515. El grupo religioso es aquel cuyos miembros comparten la misma religión, con-
fesión o práctica de culto.

516. Por otra parte, la Sala pregunta sobre el hecho de saber si los grupos pro-
tegidos por la Convención sobre el Genocidio, retomados por el artículo 2º del
Estatuto, debían estar limitados a los cuatro grupos expresamente mencionados
o si deberían comprender a todo grupo que, al igual que aquéllos, se caracterice
por su estabilidad y pertenencia. En otras palabras, la cuestión que se plantea es
la de saber si sería imposible de aplicar la Convención sobre el Genocidio para
penalizar la destrucción física de un grupo como tal, si dicho grupo, bien que se
caracterice por su estabilidad y por el hecho de que se pertenece a éste por naci-
miento, no corresponde a la definición de uno de los cuatro grupos expresamente
protegidos por la Convención. A juicio de la Sala, conviene sobre todo respetar
la intención de los autores de la Convención sobre el Genocidio, la cual, según
los trabajos preparatorios, era la de asegurar la protección de todo grupo estable
y permanente.

517. Como se indicó supra, el crimen de genocidio se caracteriza por un dolus specialis,
o dolo especial, que reside en el hecho de que los actos imputados, enumerados en
el parágrafo 2º del artículo 2º del estatuto deben ser “cometidos con la intención de
destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como
tal”.

518. El dolo especial es un concepto del derecho penal bien conocido en los siste-
mas de tradición romano-continental. Se le requiere como elemento constitutivo
de ciertas infracciones y exige que el autor de la infracción haya tenido la intención

Corte Internacional de Justicia, 1995.


188

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


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de provocar el resultado imputado. En ese sentido, el dolo especial es constitutivo de


una infracción intencional caracterizada por una relación psicológica entre el resul-
tado material y el pensamiento del autor.189

519. Como lo observaba el representante del Brasil durante los trabajos preparato-
rios de la Convención sobre el Genocidio:

Lo que caracteriza al genocidio es la intención especial de destruir a un grupo,


sin la cual, cualesquiera sean las atrocidades de un acto y su analogía con aque-
llos mencionados en la convención, no se le puede calificar de genocidio.190

520. Para el crimen de genocidio, al agente no se le puede recriminar más que por si
ha cometido uno de los actos descritos en el parágrafo 2º del artículo 2º del estatuto
con la intención de obtener expresamente como resultado la destrucción total o
parcial de un grupo específico. Al agente se le condena porque sabía o debía haber
sabido que dicho acto que cometió era susceptible de producir la destrucción total
o parcial del grupo.

521. Concretamente, para que alguno de los actos imputados en el parágrafo 2º del
artículo 2º del estatuto sea constitutivo de genocidio, éste debe haber sido come-
tido contra uno o varios individuos miembros de un grupo específico y en razón de
su pertenencia a él. Así, la víctima del acto es escogida, no en función de su identi-
dad individual, sino más bien en razón de su pertenencia nacional, étnica, racial o
religiosa. La víctima del acto es, pues, un miembro del grupo, seleccionado como tal,
lo que significa finalmente que la víctima de un crimen de genocidio es el grupo
mismo y no solamente el individuo.191

522. La perpetración del acto incriminado sobrepasa entonces su simple realización


material, por ejemplo el homicidio de un individuo particular, para inscribirse en
la realización de un designio posterior, consistente en la destrucción total o parcial
del grupo del cual el individuo no es más que un integrante.

523. Tratándose de la cuestión de saber cómo determinar la intención específica del


agente, la Sala considera que aquella es un factor de orden psicológico del agente

189
Ver, especialmente: Roger Merle y André Vitu, Traité de Droit Criminel, Cujas, 1984, pp. 723 y siguientes.
190
Tomando en cuenta los análisis realizados durante las sesiones de la Sexta Comisión de la Asamblea General,
llevada a cabo desde el 21 de septiembre al 10 de diciembre de 1948, p. 109.
191
Al respecto, ver especialmente: Nehemiah Robinson, “The Genocide Convention. Its origins as interpre-
tation”, p. 15, quien declara que las víctimas, en tanto que individuos, “son importantes no per se, sino en tanto
miembros de un grupo, al cual pertenecen”.

Segunda parte. Crímenes internacionales


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que resulta difícil, por no decir imposible, de aprehender. Es la razón por la cual,
a falta de la declaración del acusado, su intención puede ser deducida de ciertos
hechos. Por ejemplo, la Sala estima que es posible deducir la intención del geno-
cida habiendo tomado en cuenta la comisión de un acto particular del conjunto
de aquellos perpetrados por el acusado, o incluso del contexto general de la perpe-
tración de otros dirigidos sistemáticamente contra el mismo grupo, bien sea que
esos actos sean cometidos por el mismo agente o por otros. Otros factores, tales
como la cadena de atrocidades cometidas, su carácter general, en una región o país,
o aun el hecho deliberado y sistemático de seleccionar a las víctimas en razón de
su pertenencia a un grupo particular, excluyendo a los miembros de otros, pueden
igualmente permitirle a la Sala deducir de allí la intención genocida.

524. La Sala de Primera Instancia del Tribunal Penal Internacional para la antigua
Yugoslavia también ha indicado que la intención específica del genocidio:

Puede ser inferida de cierto número de elementos, tales como la doctrina ge-
neral del proyecto político que inspiraron los actos susceptibles de encuadrar
en la definición de genocidio, o la repetición de actos de destrucción discrimi-
natorios. La intención puede igualmente deducirse de la perpetración de actos
que constituyan atentados al fundamento del grupo, o aquellos que los autores
consideran como tales, actos que no necesariamente corresponden con los enu-
merados en el parágrafo 4º del artículo 2º, pero que son cometidos en el marco
de una misma línea de conducta.192

Así, en el asunto examinado por el Tribunal Penal Internacional para la antigua


Yugoslavia, la Sala, en sus conclusiones, estimó:

Esa intención resulta del efecto conjugado de discursos o proyectos preparati-


vos o justificativos de esos actos, del carácter masivo de sus efectos destructivos,
así como de la naturaleza específica, que apuntan a acabar con los fundamentos
del grupo.193

Radicado: IT-02-60-T. Asunto “Fiscal vs. Vidoje Blagojevic y Dragan Jokic”. Sentencia
proferida el 17 de enero de 2005 por la Sala de Primera Instancia del TPIY.

192
Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, decisión de la Sala de Primera Instancia I, asuntos
“Radovan Karadzic” (IT-95-5-R61) y “Ratko Mladic” (IT-95-18-R61), Examen del acta de acusación en el marco
del procedimiento del artículo 61 del Reglamento de Procedimiento y Prueba, p. 94.
193
Ibídem, p. 95.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


210

[…]

II) La intención específica en el genocidio

655. El artículo 4º del estatuto describe la intención específica en el genocidio como


aquella “intención de destruir en todo o en parte, un grupo nacional, étnico, racial
o religioso, como tal”.194 El examen versará sobre cada elemento de esta definición.

a) La intención

656. La Sala de Apelaciones ha estimado que “la intención específica exige que el
autor del crimen… desee destruir, en todo o en parte, a un grupo nacional, étnico,
racial o religioso, como tal”,195 incluso si ha considerado que la existencia de un
plan o de una política no era un elemento jurídico constitutivo del genocidio.196
No basta con que el autor sepa simplemente que la destrucción del grupo resultaría
inevitablemente, o al menos probablemente, de la perpetración del crimen mencio-
nado, el cual debe apuntar a destruir al grupo, en todo o en parte.

b) Destruir

657. A propósito de la definición del término, la Sala de Apelaciones recientemente


confirmó que “la Convención sobre el Genocidio, y el derecho internacional con-
suetudinario en general, prohíben únicamente la destrucción física o biológica de
un grupo humano”.197 Los trabajos preparatorios de la Convención sobre el Geno-
cidio establecen una distinción entre el genocidio físico o biológico y el genocidio
cultural.198 La Comisión de Derecho Internacional explica así esta distinción:

La destrucción de la cual se trata, es la destrucción material de un grupo de-


terminado por medios sean físicos o biológicos, y no la destrucción de la iden-
tidad nacional, lingüística, religiosa, cultural u otra de tal grupo. El elemento

194
La Sala de Primera Instancia observa que la intención particular que supone el genocidio es comunmente
llamada “intención específica”, “intención especial”, dolus specialis o “intención genocida”.
195
Asunto “Jelisic”, p. 46.
196
Ibídem, p. 48.
197
Asunto “Krstic”, par. 25. La destrucción de la identidad sociológica o cultural de un grupo no entra en el marco
de la definición de genocidio en derecho internacional consuetudinario; ibídem, remítese al caso “Krstic”, p. 580.
198
El genocidio cultural entra en el marco de la definición de genocidio formulada en el Proyecto de Convención
sobre el Crimen de Genocidio, preparado por el secretario general, en aplicación de la Resolución del Consejo
Económico y Social del 28 de marzo de 1947, documentos oficiales de la ONU E/447, 26 de junio de 1947, y
en elproyecto de convención elaborado por el Comité Especial del Genocidio, documentos oficiales de la ONU
E/794, 24 de mayo de 1948.

Segunda parte. Crímenes internacionales


211

nacional o religioso no es tomado en consideración en la definición de la pala-


bra “destrucción”, no más que el elemento racial o étnico. La destrucción debe
entenderse solamente en su sentido material, su sentido físico o biológico.199

658. La Sala de Primera Instancia observa que estuvo previsto en un inicio que el
genocidio cultural fuera excluido de la definición de genocidio y que, por el con-
trario, nada se opusiera a que la destrucción física o biológica adoptara otra forma
distinta de la muerte de los integrantes del grupo. La Sala de Primera Instancia está
de acuerdo con que en el tribunal, como en otras partes, se han realizado tentativas
para interpretar la noción de destrucción física o biológica en ese sentido.200

[…]

660. A propósito del desplazamiento forzado, el juez Shahabuddeen consideró que


“un simple desplazamiento” no constituye un genocidio. Sin embargo, agrega que
se puede hablar de genocidio cuando el desplazamiento tiene por consecuencia la
disolución del grupo.201 Además, considera, en relación con el asunto “Krstic”:

No se trataba, en el caso concreto, de un simple desplazamiento. Las ejecu-


ciones, sumadas con los esfuerzos llevados a cabo por otros prisioneros para
cumplirlas, las transferencias forzadas o el exilio del resto de la población, así
como de las habitaciones y lugares de culto, constituyen una única operación,
ejecutada con la intención de destruir, en todo o en parte, a un grupo, en los
términos del inciso inicial del artículo 4.2 del Estatuto.202

661. La Sala de Primera Instancia remarca igualmente que en el asunto “Krstic” la


mayoría de los jueces de la Sala de Apelaciones consideraron:

El desplazamiento forzado puede ser otro medio de lograr la destrucción fí-


sica de la comunidad musulmana de Srebrenica. El desplazamiento compren-
día la evacuación de todos los musulmanes de Srebrenica, incluso descartando
para la comunidad musulmana de la región la posibilidad de reconstituirse.203

199
Informe de la CDI de 1996.
200
Así, la Sala de Primera Instancia, en el asunto “Krstic”, reconoció que los desarrollos recientes mostraban una
ampliación de la definición del genocidio, con el fin de incluir en éste otras formas de él; asunto “Krstic”, pars. 577
a 579.
201
Opinión que es igualmente compartida por K. KreB, Mûnchner Kommentar zum StGB, Rn. 57, 6, VStGB,
Munich, 2003, y por W. A., Shabas, Genocide in International Law, Cambridge, Cambridge University, 2000,
p. 200, habiendo sido retomada por la Sala de Primera Instancia, en el asunto “Stakic”. Ver asunto “Stakic”, p. 519.
202
Asunto “Krstic”, opinión disidente del juez Shahabuddeen, par. 57.
203
Asunto “Krstic”, par. 31.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


212

662. Las Salas del TPIR también han adoptado una interpretación más amplia del
término “destruir”, incluyendo actos “cuya comisión no comporta la muerte de la
víctima”.204 En el asunto Akayesu, la Sala de Primera Instancia estimó que las viola-
ciones y los actos de violencia sexual participaban en el proceso de destrucción de
los tutsis en tanto grupos, y podían constituir un genocidio. Al respecto consideró:

Esas violaciones tuvieron como efecto disminuir física y psicológicamente a


las mujeres, sus familias y comunidades. La violencia sexual hacía parte inte-
gral del proceso, particularmente dirigida contra las mujeres tutsis, habiendo
contribuido, de manera significativa, a su disminución, y a aquella del grupo,
considerado como tal… la violencia sexual era una etapa en el proceso de des-
trucción del grupo tutsi, destrucción de su moral, de la voluntad de vivir de sus
miembros y de sus propias vidas.205

Las Salas de Primera Instancia, en los asuntos “Kayishema” y “Musema”, siguieron


la anterior postura.206

663. La idea de ampliar la noción de destrucción a efectos de incluir los desplaza-


mientos de poblaciones, tiene sus partidarios. En el asunto relativo a la aplicación
de la Convención para la Prevención y la Represión del Crimen de Genocidio, lle-
vado ante la Corte Internacional de Justicia,207 el juez Elihu Lauterpacht concluyó
en su voto particular:

Los desplazamientos forzados de civiles… hacen parte de una campaña delibe-


rada por parte de los serbios para eliminar el control, incluso la presencia de los
musulmanes en amplias regiones de Bosnia-Herzegovina. Así las cosas, resulta
difícil no ver en tales comportamientos de los serbios, actos de genocidio.208

[…]

204
Asunto “Kayishema”, par. 95.
205
Asunto “Akayesu”, pars. 731 y 732.
206
La Sala de Primera Instancia, en el asunto “Kayishema”, asimismo recordó que para la Comisión de Derecho
Internacional “la intención no debe consistir en la destrucción completa del grupo, alrededor del mundo” (asunto
“Kayishema”, par. 95, el cual remite al Informe de la CDI de 1996, par. 109). El razonamiento de la Sala de Pri-
mera Instancia en el asunto “Akayesu” fue seguido por la Sala de Primera Instancia en el caso Musema (ver asunto
“Musema”, par. 933).
207
Aplicación de la Convención para la Prevención y la Represión del Crimen de Genocidio, “Bosnia-Herze-
govina vs. Yugoslavia (Serbia y Montenegro)”, providencia relativa a las nuevas demandas en relación con las
medidas provisionales. CIJ, Recueil, 1993, pars. 325 a 795.
208
Ibídem, opinión individual del juez Lauterpacht, par. 69.

Segunda parte. Crímenes internacionales


213

665. La Sala de Primera Instancia estima que el término “destruir”, que figura en la
definición de genocidio, puede ampliarse al desplazamiento forzado de población.

[…]

666. La Sala de Primera Instancia considera que la destrucción física o biológica


de un grupo no implica, necesariamente, la muerte de sus integrantes. Si el asesi-
nato de un hombre importante entre los miembros del grupo puede ser el medio
más directo para destruirlo, otros actos en serie pueden también conducir al mismo
resultado. Un grupo es definido no sólo por sus integrantes, sino también por su
historia, sus costumbres, por los vínculos que unen a los miembros, al igual que
aquellos que tienen con la tierra y otros grupos. La Sala de Primera Instancia con-
sidera que la destrucción física o biológica de un grupo es la consecuencia proba-
ble de un desplazamiento forzado cuando se efectúa de tal forma que el grupo no
puede reconstruirse, en particular, en casos de dispersión de sus integrantes. En esas
circunstancias, la Sala de Primera Instancia estima que el desplazamiento forzado
puede conducir a la destrucción material del grupo, en la medida en que deje de
existir como tal, al menos en ese estado. La Sala de Primera Instancia señala que el
razonamiento que siguió, y las conclusiones a las que llegó, no deben interpretarse
como un alegato a favor del reconocimiento del genocidio cultural, sino como una
tentativa por precisar el sentido de la destrucción física o biológica.

c) Un grupo nacional, étnico, racial o religioso

667. El artículo 4º del estatuto protege a los grupos nacionales, étnicos, raciales o
religiosos.209 Deriva de la jurisprudencia del tribunal que la identificación de un
grupo nacional, étnico, racial o religioso, se hace tomando como criterio la estigma-
tización de la cual ha sido objeto, especialmente por los autores del crimen, debido
a la percepción que éstos tienen de los rasgos nacionales, étnicos, raciales o reli-
giosos.210 Según la opinión de la Sala de Primera Instancia es, caso por caso, que se
debe determinar el grupo tomado por objetivo, apoyándose a la vez sobre criterios
objetivos y subjetivos.211 La acusación hace valer que el grupo concernido fue aquel
de los musulmanes de Bosnia.212 La Sala de Primera Instancia estima que los musul-
manes de Bosnia son el grupo protegido, en el sentido del artículo 4º del estatuto.213

209
Ver asunto “Brdanin”, par. 682.
210
Asunto “Krstic”, par. 557; “Fiscal vs. Dragan Nikolic”, asunto IT-94-2-R61, examen del acta de acusación en
marco del artículo 61 del Reglamento de Procedimiento y Prueba, Sala de Primera Instancia I, 20 de octubre de
1995, par. 27; asunto “Jelisic”, par. 70.
211
Asunto “Brdanin”, par. 684, citando el asunto “Semanza”, par. 317, así como el asunto “Kajelijeli”, par. 811.
212
Acta de acusación, par. 35.
213
La Sala de Primera Instancia, en el asunto “Krstic”, llegó a las mismas conclusiones en los pars. 559 y 560 de
la sentencia.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


214

d) “En todo o en parte”

668. La Sala de Apelaciones ha juzgado que la expresión “en todo o en parte” exige,
por parte del autor presunto, “la intención de destruir al menos una parte sustan-
cial del grupo protegido”.214 Precisa que “la importancia numérica de la fracción del
grupo debe ser considerada”, no solamente en términos absolutos, sino en relación
con el tamaño del grupo en su conjunto, y su “lugar” en el seno del grupo, elementos
éstos que permiten determinar si la parte del grupo afectada es lo suficientemente
importante para que la condición sea cumplida. La Sala de Apelaciones ha con-
cluido además que “la intención de destruir, presente en el autor del genocidio,
estará siempre limitada por las posibilidades con que cuente. Si ese elemento no
basta para indicar si el mencionado grupo es considerable, se puede apelar a los
demás elementos”.

e) “Como tal”

669. Las víctimas del genocidio deben haber sido tomadas por blanco en razón de
su pertenencia al grupo protegido, incluso si el crimen puede haber obedecido a
otros motivos.215

Así como se ha dicho, la intención específica debe ser aquella de destruir al grupo en
tanto que entidad distinta.

2. Comentario jurisprudencial

2.1. Hechos relevantes de las decisiones

El asunto “Fiscal vs. Jean Paul Akayesu” se inscribe en el genocidio ruandés que se per-
petró en 1994 por parte de facciones hutus contra tutsis y hutus moderados. Los esti-
mativos de víctimas oscilan entre 500 mil y 1 millón de personas.

214
Asunto “Krstic”, par. 12. Ver, igualmente: asunto “Jelisic”, par. 82; Decisión “Sikirika”, relativa a las demandas
de preclusión, pars. 66 a 86; asunto “Krstic”, pars. 590 y 591; asunto “Akayesu”, par. 521; asunto “Semanza”, par.
312; “Fiscal vs. Ferdinand Nahimana, Jean-Bosco Barayagwiza y Hassan Ngeze”, asunto TPIR-99-52-T, juicio y
sentencia del 3 de diciembre de 2003.
215
TPIR, asunto “Eliezer Niyitegeka vs. Fiscalía”, asunto TPIR-96-14-A, sentencia del 9 de julio de 2004,
par. 53.

Segunda parte. Crímenes internacionales


215

En cuanto al detonante del mencionado crimen se suele citar lo sucedido el 6 de abril de


1994, cuando el avión que transportaba al presidente Juvénal Habyarimana, de Ruanda,
y al presidente Cyprien Ntaryamira de Burundi, se accidentó en el aeropuerto de Ki-
gali, falleciendo todos sus ocupantes. Debido a la muerte de ambos mandatarios las
matanzas se generalizaron, comenzando por la capital y extendiéndose a otras partes
de Ruanda.

Dentro de ese contexto, el burgomaestre Jean Paul Akayesu fue acusado de la comisión
de crímenes de genocidio, incitación al genocidio y crímenes de lesa humanidad.

A su vez, el asunto “Fiscal vs. Vidoje Blagojevic y Dragan Jokic” versa sobre lo suce-
dido alrededor del 6 de julio de 1995, cuando las Fuerzas Armadas de la República de
Srpska (VRS)216 empezaron un ataque en contra del “área segura” de Srebrenica.217 El
ataque continuó hasta el 11 de julio, cuando las fuerzas de VRS entraron al pueblo
de Srebrenica en Bosnia-Herzegovina. La Fiscalía alega que en los días siguientes al
ataque las Fuerzas Armadas de VRS forzaron el desplazamiento, fuera del enclave, de
mujeres y niños bosnios musulmanes de Srebrenica, y capturaron y ejecutaron suma-
riamente, y enterraron, cerca de 7.000 hombres bosnios musulmanes pertenecientes al
enclave de Srebrenica.

216
La creación de la República Srpska, entidad territorial serbobosnia, está estrechamente vinculada al inicio de
la guerra en Bosnia-Herzegovina. Su origen se remonta a la República Federal Socialista de Yugoslavia (SFRJ),
antes de 1990, compuesta por seis repúblicas: Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Montenegro y
República de Macedonia. Por diversos factores, su desintegración comenzó con la independencia de Eslovenia y
Croacia. En un principio fue denominada República Serbia de Bosnia y Herzegovina, y luego declarada Repú-
blica Srpska, por la Asamblea del pueblo serbio de Bosnia y Herzegovina, el 9 de enero de 1992.
Con el fin de mantener el dominio sobre todo Bosnia-Herzegovina, y la consolidación de la mencionada Re-
pública, las fuerzas serbobosnias cometieron todo tipo de delitos contra la población civil, incluyendo limpieza
étnica, violaciones masivas y genocidio. El Estado bosnio creó su propia fuerza militar, el Ejército de Bosnia-
Herzegovina (ARBiH), y la comunidad croata, su propio Estado, la República Croata de Herzeg-Bosnia, y su
ejército, el Consejo Croata de Defensa (HVO). Tras incruentas operaciones militares que enfrentaron, primero a
bosnios contra croatas, en Bosnia central, y luego a una alianza de éstos contra los serbobosnios, la ONU decidió
intervenir, creando un cuerpo especial (Unprofor), compuesto por fuerzas de varios países, para intentar detener
la guerra.
217
La masacre de Srebrenica, también conocida como genocidio de Srebrenica, consistió en el asesinato de
aproximadamente unas 8.000 personas de etnia bosnia en la región de Srebrenica, en julio de 1995, durante la
guerra de Bosnia. Dicho asesinato masivo, llevado a cabo por unidades del Ejército de la República Srpska, el
VRS, bajo el mando del general Ratko Mladić, así como por un grupo paramilitar serbio conocido como Los
Escorpiones, se produjo en una zona previamente declarada como “segura” por las Naciones Unidas, ya que en ese
momento se encontraba bajo la “protección” de 400 cascos azules holandeses.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


216

2.2. Aspectos relevantes de las decisiones

2.2.1. El aspecto externo del hecho (actus reus)218

La expresión “genocidio” fue acuñada por Lemkin durante la Segunda Guerra Mundial
para referirse al holocausto judío. La palabra se compone del término griego genos, que
significa raza, y de la expresión latina caedere, que alude a la acción de matar. Según este
autor, el genocidio se caracteriza por atacar las condiciones de vida de un grupo humano
con el fin de exterminarlo.219

Ahora bien, los acuerdos de Londres no incluyeron expresamente el crimen de genoci-


dio en el listado de delitos por los cuales serían juzgados los líderes nacionalsocialistas,
motivo por el cual tales actos terminaron siendo calificados, en la práctica, como críme-
nes de lesa humanidad.

En 1946 la Asamblea General de la ONU adoptó la Resolución 96, titulada “El crimen
de genocidio”, texto en el cual lo califica en términos de “crimen de derecho internacio-
nal”, procediendo a esbozar algunos de sus elementos:

El genocidio es una negación del derecho a la existencia a grupos humanos enteros,


de la misma manera que el homicidio es la negación a un individuo humano del
derecho a vivir… muchos ejemplos de tales crímenes de genocidio han ocurrido
cuando grupos raciales, religiosos o políticos han sido destruidos parcial o total-
mente220 (énfasis agregado).

No sería entonces sino hasta 1948 cuando se estipularía, en el texto de un tratado in-
ternacional, el genocidio como un crimen internacional autónomo. En tal sentido, la
Convención sobre la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio vino a formular,
por primera vez en el derecho internacional, una definición de las características de
este comportamiento delictual, la cual se ha conservado tanto en los estatutos de los
tribunales penales internacionales ad hoc, como en el Estatuto de Roma de la CPI,
habiendo además sido calificada como norma consuetudinaria por la Corte Interna-
cional de Justicia.221

218
Sobre el concepto de actus reus, Van Sliedregt explica que este elemento objetivo y externo del delito se con-
forma por tres elementos, a saber: la conducta, sus consecuencias y las circunstancias en las cuales aquélla fue
perpetrada. Se puede tratar, a su vez, de acciones u omisiones. Cf. Sliedregt, E. van, The criminal responsability of
individuals for violations of International Humanitarian Law, La Haya: TMC Asser, 2003, p. 53.
219
Lemkin, R., Axis Rule in Occupied Europe: Laws of Occupation, Analysis of Government, Proposal for Redress,
Washington, Carnegie Endowment for International Peace, 1944.
220
Llama la atención, por supuesto, la alusión que realizó la Asamblea General a los grupos políticos, los cuales
finalmente no quedaron incluidos en el texto de la Convención contra el Genocidio de 1948.
221
CIJ, opinión consultiva del 28 de mayo de 1951, “Reservas a la Convención sobre la Prevención y el Castigo
del Delito de Genocidio”, en ICJ Reports, p. 23.

Segunda parte. Crímenes internacionales


217

En cuanto a la estructura del crimen de genocidio, resulta pertinente destacar que se


trata de dirigir ciertas acciones cuyo fin es la destrucción total o parcial de un grupo
nacional, étnico, racial o religioso. De tal suerte que, según Werle, “en primer lugar se
protegen la existencia física y la continuidad social de los grupos; el tipo protege, en
segundo lugar, la dignidad de las víctimas”.222

Importa igualmente destacar que, desde el punto de vista temporal, la comisión del
crimen de genocidio no presupone la existencia de un conflicto armado interno o inter-
nacional; tampoco se exige demostrar que el acto genocida individual se inscribe en un
ataque masivo o sistemático contra la población civil, aunque, en la práctica, así suceda.

Así mismo, en cuanto al elemento subjetivo, se precisa demostrar la intención (dolus


specialis) de destruir total o parcialmente a un determinado grupo étnico, racial, reli-
gioso o nacional, en su calidad de tal.

2.2.1.1. Los grupos protegidos

Un grupo es “una pluralidad de personas unidas de forma duradera por características


comunes, que se diferencia del resto de la población”.223 En tal sentido, los autores de la
Convención contra el Genocidio consideraron que sólo los grupos nacionales, étnicos,
raciales y religiosos cumplían con las características de estabilidad y permanencia nece-
sarias para ser víctimas de tal crimen internacional.

Autores como Schabas224 sostienen que estos cuatro grupos adolecen de problemas de
precisión; en cierta forma se sobreponen, y en últimas su delimitación dependerá de pro-
cesos de percepción social. En tal sentido, Cassese225 explica que calificar a determinada
colectividad en términos de grupo nacional, étnico, racial o religioso podrá responder
a la aplicación de elementos objetivos (verbigracia, las características morfológicas, la
lengua, las costumbres, las tradiciones, etcétera). Sin embargo, también es posible re-
currir a criterios subjetivos, a partir de procesos sociales de adscripción, es decir, cuando
una colectividad se ve a sí misma como diferente de otra (self identification), o cuando
los agresores los perciben como distintos (identification by others). Ambos criterios
han sido acogidos por la jurisprudencia penal internacional.226

222
Werle, G., Tratado de derecho penal internacional, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, p. 314.
223
Ibídem, p. 317.
224
Shabas, W., Genocide in international law. The crime of crimes, segunda edición, New York, Cambridge Uni-
versity, 2000, p. 102.
225
Cassese, A., International Criminal Law, London, Oxford University, 2003, p. 96.
226
Werle, G., Tratado de derecho penal internacional, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, p. 319.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


218

En efecto, en algunos casos, el TPIY se ha inclinado por el criterio subjetivo, ante las
dificultades teóricas y prácticas que plantean los factores objetivos. Así, en el asunto
“Fiscal vs. Jelisic”, fallado el 14 de diciembre de 1999, la Sala de Primera Instancia de
aquel tribunal sostuvo lo siguiente:

70. Si la determinación objetiva de un grupo religioso es todavía posible, inten-


tar hoy definir un grupo nacional, étnico o racial a partir de criterios objetivos, y
científicamente no discutibles, sería un ejercicio a la vez peligroso y cuyo resultado
no correspondería necesariamente a la percepción de las personas vinculadas con
tales categorizaciones. Así pues, resulta más apropiado apreciar la calidad del grupo
nacional, étnico o racial desde el punto de vista de la percepción que tienen las
personas que quieren diferenciar a ese grupo del resto de la colectividad. La Sala
decide entonces apreciar la pertenencia a un grupo nacional, racial o étnico, a partir
de un criterio subjetivo: es la estigmatización, por la colectividad, de un grupo en
tanto que entidad étnica, racial o nacional distinta, la que permite determinar si una
determinada población constituye, para los autores presuntos del acto, un grupo
étnico, racial o nacional.

71. Tal estigmatización del grupo puede efectuarse según criterios positivos o
negativos. Una “aproximación positiva” consistirá para los autores del crimen en
distinguir del grupo aquello que estiman constituyen las características naciona-
les, étnicas, raciales o religiosas propias de ese grupo. Una “aproximación negativa”
consistirá en identificar a los individuos como extraños al grupo al cual los autores
del crimen consideran pertenecen y que presentan, según ellos, unas características
nacionales, étnicas, raciales o religiosas propias; el conjunto de individuos, así re-
chazados, constituyen, por exclusión, un grupo distinto.227

En cuanto al grupo nacional, se puede afirmar que se trata de un conjunto de personas


consideradas como unidas por un vínculo jurídico basado en una nacionalidad común,
ligada por una reciprocidad de derechos y deberes ciudadanos. Ahora bien, cabe señalar
que, según el asunto “Nottebohm”,228 lo importante es demostrar la existencia de una
nacionalidad efectiva, lo que significa la presencia de vínculos afectivos y materiales
reales entre el individuo y un determinado Estado, más que el nexo exclusivamente jurí-
dico. Al respecto Schabas229 critica la denominación grupo nacional, en el sentido de ser
muy restrictiva, por cuanto excluye a minorías nacionales, las cuales a menudo carecen
de todo reconocimiento por el derecho interno y pueden ser una población vulnerable.

227
TPIY, IT-95-10, asunto “Fiscal vs. Jelisic”, sentencia proferida el 14 de diciembre de 1999, pars. 70 y 71.
228
CIJ, asunto “Lichtenstein vs. Guatemala (asunto “Nottebohm”), 6 de abril de 1955, recueil, 1955.
229
Schabas, W., “Le genocide”, en Droit International Pénal, París, Pedone, 2005.

Segunda parte. Crímenes internacionales


219

A su vez, el grupo étnico, según la jurisprudencia penal internacional, refiere a los


miembros de una colectividad cuyos integrantes comparten una lengua o una cultura
común. Se trata, en consecuencia, de personas vinculadas por unas mismas costumbres,
que tienen un pasado común, y a menudo se encuentran ubicadas en una determinada
región, sin que se exija la presencia entre ellos de determinados rasgos raciales.

El grupo racial, de conformidad con la jurisprudencia del TPIR,230 se caracteriza por


compartir determinados rasgos físicos hereditarios, independientemente de sus factores
lingüísticos, culturales, nacionales o religiosos.

No obstante lo anterior, señalemos que, en la práctica, las diferencias entre los grupos
étnicos y raciales no son evidentes. De hecho, la Convención Internacional sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, parece equipararlos:

Artículo 1º.

En la presente convención la expresión “discriminación racial” denotará toda dis-


tinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje
u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar
el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos
humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cul-
tural, o en cualquier otra esfera de la vida pública (énfasis agregado).

Finalmente, los grupos religiosos se caracterizan, según la jurisprudencia del TPIR,


por encontrarse conformados por personas que comparten una misma religión, con-
fesión o práctica de culto. Según Planzer,231 aunque el grupo religioso, a diferencia de
los otros, se constituye sobre una base voluntaria, históricamente se ha conformado
de manera estable.

2.2.1.2. Los comportamientos genocidas

Examinando los diversos comportamientos genocidas que estipula la convención de


1948, Werle232 explica que existirían varias modalidades de comisión de tal crimen: el ge-
nocidio físico (homicidio, lesiones graves físicas o mentales e imposición de condiciones

230
TPIR-96-4-T, asunto “Fiscal vs. Jean Paul Akayesu”, sentencia proferida el 2 de septiembre de 1998 por la Sala
de Primera Instancia, p. 514.
231
Planzer, A., Le crime de genocide, París, LGDJ, 1956, p. 45.
232
Werle, G., ibídem, p. 325.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


220

de vida destructivas); genocidio biológico (medidas encaminadas a evitar los nacimien-


tos en el grupo) y genocidio cultural (traslado de niños a otro grupo).

Ahora bien, la convención de 1948 trae como primer acto genocida la “matanza de
miembros del grupo”. Al respecto, en el texto de los elementos de los crímenes de la CPI,
tal conducta se describe de la siguiente manera:

Artículo 6a)
Genocidio mediante matanza

Elementos

1. Que el autor haya dado muerte a una o más personas.

2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial
o religioso determinado.

3. Que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese


grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.

4. Que la conducta haya tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de


conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa
destrucción.

Al respecto, como se comenta en el asunto “Fiscal vs. Akayesu”, se presentó una dis-
cusión en relación con los textos del estatuto del TPIY y de la Convención contra el
Genocidio debido a que en la versión francesa se emplea el término meurtre, es decir,
un homicidio intencional, en tanto que en la inglesa se emplea el término killing, el cual
comprende cualquier homicidio, sea intencional o no.233 Ante tal diferencia, los jueces
penales internacionales decidieron acoger la versión francesa de los instrumentos inter-
nacionales, por cuanto es más acorde con la naturaleza del genocidio.

Como segundo acto genocida, la convención de 1948 trae la “lesión grave a la integri-
dad física o mental de los miembros del grupo”. Al respecto, los elementos de los críme-
nes de la CPI definen tal comportamiento de la siguiente forma:

233
Acerca de los problemas que se han suscitado en los tribunales penales internacionales en relación con las
versiones, en diversos idiomas, de los textos normativos aplicables, ver: Ramelli, A., “La globalización en la ju-
risprudencia de los tribunales penales internacionales”, en: El derecho en el contexto de la globalización, Bogotá,
Universidad Externado de Colombia, 2007.

Segunda parte. Crímenes internacionales


221

Artículo 6b)
Genocidio mediante lesión grave a la integridad física o mental

Elementos

1. Que el autor haya causado lesión grave a la integridad física o mental de una o
más personas.

2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial
o religioso determinado.

3. Que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese


grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.

4. Que la conducta haya tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de


conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa
destrucción.

Ahora bien, ¿qué se entiende por lesión grave a la integridad física de una persona? La
Sala de Primera Instancia del TPIR, en el asunto “Fiscal vs. Kayushema y Ruzindana”,
en sentencia del 21 de mayo de 1999, consideró:

Atentado grave contra la integridad física.

108. La expresión atentado grave contra la integridad física debe ser apreciada caso
por caso, apoyándose en el sentido común. En el asunto “Akayesu”, la Sala concluyó
que el hecho de que un atentado grave pueda versar sobre la integridad física de una
víctima no implica, necesariamente, que sus efectos sean permanentes e irreversi-
bles.234 Además, consideró que los actos de violencia sexual, la violación, las muti-
laciones y los interrogatorios con golpizas, o las amenazas de muerte, constituyen
hechos asimilables a los atentados graves contra la integridad física de la persona. La
Sala hace suyas tales conclusiones.

109. La Sala considera que, en un sentido amplio, la expresión atentado grave con-
tra la integridad física sobrepasa tal explicación. Así, puede ser interpretada como
concerniente a un acto que implica un atentado grave contra la salud de la víctima o
que tiene por efecto su desfiguración o provocar alteraciones graves de sus órganos,
internos o sensoriales.235

Asunto “Akayesu”, par. 502.


234

TPIR-95-1-T, asunto “Fiscal vs. Kayishema y Ruzindana”, sentencia proferida el 21 de mayo de 1999 por la
235

Sala de Primera Instancia II, pars. 108 y 109.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


222

Al respecto Werle236 comenta que la causación de lesiones físicas graves a los integrantes
del grupo no requiere que sea duradera ni irreversible, pero tampoco puede tratarse de
una meramente pasajera.

A su vez, la expresión “atentado grave contra la integridad mental” ha sido fuente de dis-
cusiones en la jurisprudencia del TPIR. Así, en el citado asunto “Fiscal vs. Kayushema
y Ruzindana”, el órgano de acusación sostenía que el atentado contra la integridad men-
tal no resultaba, necesariamente, de uno físico contra la víctima. Como apoyo a su tesis,
citaba los trabajos preparatorios de la Convención contra el Genocidio, según los cuales
el atentado contra la integridad mental iba más allá de uno “menor o temporal contra
las facultades mentales”. De tal suerte que, para el fiscal, el hecho de inspirar a la víctima
miedo o terror extremos, de intimidarla o amenazarla, podía constituir un atentado
grave con su integridad mental. Por el contrario, la defensa de los acusados sostenía que
se trataba de simples tentativas de homicidio, mas no de hechos constitutivos de geno-
cidio. Finalmente, la Sala concluyó:

112. La Sala estima que la responsabilidad de un acusado no puede verse com-


prometida en tales circunstancias mas que si, al momento de los hechos, aquel se
encontraba animado de la intención de llevar a cabo un atentado grave contra la
integridad mental de la víctima, a fin de materializar la intención específica de des-
truir al grupo, en todo o en parte.

113. La Sala considera que la expresión atentado grave contra la integridad men-
tal debe ser interpretada caso por caso, a la luz de los principios generales del
derecho.237

En lo que concierne al “sometimiento a condiciones de vida destructivas”, en tanto que


acto genocida, los elementos de los crímenes de la CPI lo describen de la siguiente forma:

Artículo 6c)

Genocidio mediante sometimiento intencional a condiciones de existencia que hayan


de acarrear su destrucción física.

Elementos:

1. Que el autor haya sometido intencionalmente a una o más personas a ciertas


condiciones de existencia.

Werle, G., ibídem, p. 327.


236

TPIR-95-1-T, asunto “Fiscal vs. Kayishema y Ruzindana”, sentencia proferida el 21 de mayo de 1999 por la
237

Sala de Primera Instancia II, pars. 112 y 113.

Segunda parte. Crímenes internacionales


223

2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial
o religioso determinado.
3. Que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese
grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.
4. Que las condiciones de existencia hayan tenido el propósito de acarrear la des-
trucción física, total o parcial, de ese grupo.
5. Que la conducta haya tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de
conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa
destrucción.

Se trata, en pocas palabras, de acciones que no matan de forma inmediata a los inte-
grantes del grupo pero, que con el tiempo, conducen a tal resultado. Así por ejemplo,
en la citada sentencia del asunto “Fiscal vs. Kayushema y Ruzindana”, la Sala de Primera
Instancia del TPIR describió tal conducta en los siguientes términos:

115. La Sala hace suya la exposición de motivos del proyecto de convención, ela-
borada por el secretario de la ONU, que interpreta ese concepto como una si-
tuación en la cual se condena a los miembros de un grupo a morir a fuego lento,
especialmente, privándolos de alojamiento y de vestidos adecuados; rehusándoles
el acceso a instalaciones sanitarias y a cuidados médicos, o sometiéndolos a traba-
jos excesivos…238

Y más adelante señala:

116. La Sala considera que la expresión “sometimiento intencional del grupo a con-
diciones de existencia que comporten su destrucción física total o parcial”, com-
prende igualmente unos métodos de destrucción que no implican inmediatamente
la muerte de los miembros del grupo. Hace suya la interpretación evocada ante-
riormente, la cual considera que las condiciones de existencia apuntadas incluyen,
especialmente, la violación, la privación de alimento, la reducción de los servicios
sanitarios, por debajo de los mínimos requeridos, así como la detención excesiva en
locales cuya superficie es insuficiente, en la medida en que tales actos comportan la
destrucción del grupo, en forma total o parcial.239

Un cuarto comportamiento que es considerado como genocida consiste en aplicar


medidas “destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo”, tales como, por

Ibídem, par. 115.


238

Ibídem, par. 116.


239

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


224

ejemplo, la esterilización, los controles de natalidad obligatorios, la prohibición de con-


traer matrimonio y la separación de los sexos, el empleo forzado de anticonceptivos, et-
cétera. Al respecto, en los elementos de los crímenes de la CPI se establece lo siguiente:

Artículo 6d)
Genocidio mediante la imposición de medidas destinadas a impedir nacimientos.
Elementos:
1. Que el autor haya impuesto ciertas medidas contra una o más personas.
2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial
o religioso determinado.
3. Que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese
grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.
4. Que las medidas impuestas hayan estado destinadas a impedir nacimientos en el
seno del grupo.
5. Que la conducta haya tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de
conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa
destrucción.

Aunado a lo anterior, en el asunto “Fiscal vs. Akayesu”, el TPIR precisó que “en el con-
texto de las sociedades patriarcales, donde la pertenencia al grupo es dictada por la
identidad del padre, un ejemplo de medida destinada a entrabar los nacimientos en el
seno de un grupo es aquella donde, durante la violación, una mujer de dicho grupo es
deliberadamente inseminada por un hombre de otro grupo, con la intención de que
se dé a luz a un niño que no pertenecerá al grupo de su madre”.240 Así mismo, la Sala
precisó que las medidas también pueden ser de carácter mental cuando, por ejemplo, la
violación apunte “a entrabar los nacimientos cuando la persona violada se rehúsa subse-
cuentemente a procrear, al igual que los miembros de un grupo pueden ser llevados por
amenazas o traumatismos infligidos a no procrear”.241

Un último acto considerado como genocida, consiste en el traslado por la fuerza de


niños de un grupo a otro. Sobre el particular, en el texto de los elementos de los críme-
nes se describe tal comportamiento de la siguiente forma:

Asunto “Akayesu”, ob. cit., par. 507.


240

Ibídem, par. 508.


241

Segunda parte. Crímenes internacionales


225

Artículo 6e)
Genocidio mediante el traslado por la fuerza de niños.

Elementos:

1. Que el autor haya trasladado por la fuerza a una o más personas

2. Que esa persona o personas hayan pertenecido a un grupo nacional, étnico, racial
o religioso determinado.

3. Que el autor haya tenido la intención de destruir, total o parcialmente, a ese


grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.

4. Que el traslado haya tenido lugar de ese grupo a otro grupo.

5. Que los trasladados hayan sido menores de 18 años.

6. Que el autor supiera, o hubiera debido saber, que los trasladados eran menores
de 18 años.

7. Que los actos hayan tenido lugar en el contexto de una pauta manifiesta de
conducta similar dirigida contra ese grupo o haya podido por sí misma causar esa
destrucción.

Como se puede advertir, se acoge la definición de “niño” como aquel menor de 18 años
de edad, es decir, en los mismos términos que la Convención de Derechos del Niño de
1989.242 Así mismo, en el asunto “Fiscal vs. Akayesu”, el TPIR precisó lo siguiente:

Traslado forzado de niños de un grupo a otro (literal e).

La Sala es de la opinión que en el traslado forzado de niños de un grupo a otro, al


igual que las medidas encaminadas a entrabar los nacimientos, no se trata solamente
de sancionar un acto directo de traslado forzado físicamente, sino también las ame-
nazas o traumatismos infligidos que conduzcan a forzar el traslado de niños de un
grupo a otro”.243

La Convención de Derechos del Niño establece lo siguiente:


242

“Artículo 1º. Para los efectos de la presente convención, se entiende por niño todo ser humano menor de die-
ciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad”.
243
Asunto “Akayesu”, ob. cit., par. 509.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


226

Por su parte, Drost244 comenta que el traslado por la fuerza de niños de un grupo a otro
constituye una forma de genocidio cultural, por cuanto se trata de que ellos sean educa-
dos en un ambiente social y lingüístico ajeno a sus costumbres ancestrales. Así pues, en
la actualidad, se presenta un debate entre quienes, como Drost, sostienen la existencia
del denominado “genocidio cultural”, en tanto que la jurisprudencia penal internacional
se inclina por la postura según la cual sólo existe el genocidio físico del grupo.245

2.2.2. El aspecto interno del hecho (dolus specialis)

La Convención contra el Genocidio dispone que se trata de la comisión de actos perpe-


trados “con la intención de destruir, total o parcialmente” (dolus specialis) un determi-
nado grupo (nacional, étnico, racial o religioso).

Así las cosas, los actos genocidas deben haber sido cometidos sobre un individuo
en particular, en razón de que pertenece a un grupo determinado y en razón de tal
circunstancia,246 de tal suerte que el acto incriminado, en últimas, es cometido con el
propósito de destruir total o parcialmente al grupo. En otras palabras, la víctima es es-
cogida, no en función de su identidad personal, sino en razón de su pertenencia étnica,
racial, religiosa o nacional. De allí que la víctima es, en definitiva, más que el individuo
tomado aisladamente, el grupo al que pertenece. Al respecto, en el asunto “Fiscal vs.
Akayesu”, se dijo:

523. Tratándose de la cuestión de cómo determinar la intención específica del


agente, la Sala considera que aquella es un factor de orden psicológico que es di-
fícil, incluso imposible, de aprehender. Es la razón por la cual, a falta de confe-
sión por parte del acusado, puede deducirse de un cierto número de hechos. Por
ejemplo, la Sala estima que es posible deducir la intención genocida que presidió
la comisión de un acto particular incriminado, del conjunto de actos propios del
acusado, o incluso del contexto general de perpetración de otros actos reprochables
sistemáticamente dirigidos contra el mismo grupo, sean cometidos por el mismo
agente o por otros. Otros factores, tales como la escala de atrocidades cometidas,
su carácter general, en la región o país, o el hecho de deliberadamente haber escogido
a las víctimas en razón de su pertenencia a un grupo particular, excluyendo al mismo
tiempo a los integrantes de otros grupos, pueden igualmente permitirle a la Sala de-
ducir una intención genocida.247

244
Drost, P., The crime of State, Leyden, A. W. Sythoff, 1959.
245
Ver por ejemplo, TPIY, asunto “Fiscal vs. Vidoje Blagojevic y Dragan Jokic”, ob. cit., par. 657.
246
Cassese, A., “On the use of Criminal Law notions in determining State responsibility for genocide”, en Jour-
nal of International Criminal Justice, 2007.
247
Asunto “Akayasu”, ob. cit., par. 523.

Segunda parte. Crímenes internacionales


227

De igual manera, la jurisprudencia del TPIR,248 en el asunto “Fiscal vs. Bagilishema”,


en fallo de primera instancia del 7 de junio de 2001, precisó que el contexto de per-
petración de los actos alegados puede ayudarle a los jueces a determinar la intención
del acusado, “en especial, cuando sus propósitos y sus actos no revelan tal intención”.
Sin embargo, a renglón seguido se apresta a aclarar que “cuando se recurre al contexto
para deducir la intención del acusado, se debe hacer referencia a la conducta misma
del acusado. La Sala considera que la intención del acusado debe deducirse, ante todo,
de sus propios actos, y surgir claramente de una línea de conducta deliberada”.249

Directamente relacionada con el contexto, se encuentra la zona geográfica en la cual


se comete el genocidio250. En tal sentido, el TPIY, en el asunto “Fiscal vs. Jelisic”251 la
Sala de Primera Instancia, en sentencia del 14 de diciembre de 1999 consideró que,
teniendo en cuenta el objeto y el fin de la Convención contra el Genocidio, así como la
costumbre internacional, se admite que él pueda ser cometido en una región geográfica
reducida. Puede tratarse, por ejemplo, de una municipalidad.

Autores como Werle252 consideran además que, debido a sus específicas particularidades
como grupo nacional, étnico, racial o religioso, no basta con que el autor ataque a indi-
viduos pertenecientes a ellos, sino que lo haga precisamente debido a tal pertenencia.

Ahora bien, en cuanto a la expresión “destruir total o parcialmente” a un grupo, deben


hacerse algunas precisiones. Así, la destrucción ha sido entendida en términos físicos y
biológicos, mas no culturales. En tal sentido, la Sala de Primera Instancia del TPIY, en
el asunto “Fiscal vs. Vidoje Blagojevic y Dragan Jokic”, consideró:

657. La Sala de Primera Instancia observa que estuvo previsto en un inicio que el
genocidio cultural fuera excluido de la definición de genocidio y que, por el con-
trario, nada se opusiera a que la destrucción física o biológica adoptara otra forma
distinta de la muerte de los integrantes del grupo. La Sala de Primera Instancia está
de acuerdo con que en el Tribunal, como en otras partes, se han realizado tentativas
para interpretar la noción de destrucción física o biológica en ese sentido.253

248
Maison, R., “Le crime de génocide dans les premiers jugements du tribunal pénal international pour le
Rwanda”, en RGDIP, t. 103, vol. 1, 1999, pp. 129-145.
249
TPIR- 95-1A-T, asunto “Fiscal vs. Bagilishema”, sentencia proferida el 7 de junio de 2001 por la Sala de Pri-
mera Instancia I, par. 63.
250
En relación con la crisis en Sudán y su calificación en términos de genocidio, ver especialmente: Decaux, E,
“La crise du Darfour. Chronique d’un génocide annoncé”, En: AFDI, 2004, p. 744.
251
TPIY, IT-95-10-T, asunto “Fiscal vs. Jelisic”, sentencia proferida el 14 de diciembre de 1999 por la Sala de
Primera Instancia I, par. 80.
252
Werle, ob. cit., p. 338.
253
TPIY, asunto “Fiscal vs. Vidoje Blagojevic y Dragan Jokic”, ob. cit., par. 657.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


228

Así mismo, la jurisprudencia del TIYR254 ha estimado que esa intención de destruir
total o parcialmente al grupo debe entenderse como una voluntad de acabar con el
grupo en tanto entidad separada y distinta, y “no simplemente contra algunos indivi-
duos en razón de su pertenencia al grupo”.255 Se debe entonces tratar de la intención de
destruir “una parte sustancial del grupo”.256

De igual manera, la jurisprudencia del TPIY ha precisado257 que el genocidio se dife-


rencia del crimen de persecución, donde el autor selecciona a sus víctimas en razón de
su pertenencia a una comunidad específica, pero no pretende con ello, necesariamente,
la destrucción como tal del grupo.

Así mismo, en el asunto “Fiscal vs. Jelisic”, la Sala de Primera Instancia del TPIY explicó
que la destrucción del grupo podía ser analizada desde dos perspectivas: desde el punto
de vista de acabar con un número muy elevado de sus integrantes (hipótesis de la des-
trucción masiva del grupo); o bien, la destrucción de un número menos amplio de inte-
grantes, pero seleccionados en razón del impacto que con su desaparición se le causará
al grupo (hipótesis de la destrucción selectiva del grupo). En definitiva, lo importante
es la eficacia que sobre la existencia del grupo pueda tener la eliminación parcial de éste
(verbigracia, ataques contra líderes religiosos, espirituales, sociales, etcétera).

Finalmente, en cuanto a la prueba de la intención genocida, la jurisprudencia penal


internacional ha considerado que se puede construir mediante indicios tales como: el
elevado número de víctimas, la selección de éstas, la existencia de un plan, el comporta-
miento desplegado por el acusado, la destrucción de bienes destinados al culto, etcétera.
Con todo, en el asunto “Fiscal vs. Jelisic” la Sala de Primera Instancia consideró que “en
la práctica es muy difícil aportar la prueba de la intención genocida de un individuo
si las exacciones cometidas no presentan un carácter de masivo y si el acto criminal
reprochado no es apoyado por una organización o un sistema”.258 Además, en el asunto
“Fiscal vs. Omar Al-Bashir”259, la CPI sostuvo que para ese tribunal260, sería necesario,

254
Maison, R., “Le crime de génocide dans les premiers jugements du tribunal pénal international pour le
Rwanda”, en RGDIP, vol. 1, t. 103, 1999, pp. 129-145.
255
TPIR, asunto “Fiscal vs. Bagilishema”, ob. cit., par. 123.
256
Ibídem.
257
TPIY, Sala de Primera Instancia, sentencia del 14 de diciembre de 1999, asunto “Fiscal vs. Jelisic”.
258
Ibídem.
259
Sobre el asunto “Fiscal vs. Omar Al-Bashir”, cf. Vyver, J. van Der, “International Criminal Court decision on
the standard of proof of mens rea for genocide”, en AJIL, vol. 104, julio de 2010, pp. 461-467.
260
Sobre las discusiones acerca del crimen de genocidio, en la Conferencia de Roma de 1998 y en la Asamblea
de los Estados Partes, cf. Hebel, H. von y Robinson, D., “Crimes within the jurisdiction of the Court”, en The
International Criminal Court. The making of the Rome Statute. Issues, negotiatins, Results, La Haya, 1999, p. 89.

Segunda parte. Crímenes internacionales


229

adicionalmente, probar un elemento contextual, consistente en un “patrón manifiesto


de conducta similar”, por lo cual sería necesario probar el carácter masivo del crimen
como un elemento independiente de éste. La Sala de Cuestiones Preliminares I afirmó
que “el crimen de genocidio sólo es completo cuando la conducta relevante presenta
una amenaza concreta contra la existencia del grupo, o una parte de él.261

Finalmente, Ambos y Bohm plantean que los resultados de investigaciones criminoló-


gicas sobre el genocidio sugieren que la triple distinción entre perpetradores de niveles
alto, medio y bajo, completada con una distinción entre agentes estatales y actores par-
ticulares, sugiere que sólo los primeros tendrían conocimiento genocida como conse-
cuencia de sus funciones y deberes oficiales, mientras que los últimos “ sólo pueden ser
clasificados como genocidas si conocen específicamente la conexión de sus actos con
la política genocida general, es decir, si cumplen con el requisito subjetivo del conoci-
miento específico”.262 En otras palabras, estos autores plantean que el examen del dolus
specialis debe tener presente la función que cumplía el acusado en el aparato estatal o
en la organización particular, e igualmente, la diferencia entre conocer el contexto y la
intención de participar en él.

2.3. Implicaciones para Colombia

La jurisprudencia penal internacional acerca del delito de genocidio presenta importan-


tes implicaciones en Colombia, en especial frente al tratamiento de los indígenas263 y los
afrodescendientes264. De igual manera, el tema del genocidio contra grupos políticos es
una particularidad de nuestro sistema penal que amerita algunas reflexiones265.

261
CPI, Sala de Cuestiones Preliminares I, fiscal C. Al-Bashir, ICC-02/05-02/09, “Decision on the Prosecution’s
Application for a Warrant of Arrest against Omar Hassan Ahmad Al-Bashir”, 4 de marzo de 2009.
262
Ambos, K. y Bohm, “Una explicación criminológica del genocidio: la estructura del crimen y el requisito de
la ‘intención de destruir’”, en Revista Penal, núm. 26, junio 2010. Ver igualmente, Ambos K., “¿Qué significa la
‘intención de destruir’ en el delito de genocidio?”, en Revista Penal, núm. 26, julio de 2010.
263
Sobre la investigacion judicial de casos relacionados con pueblos indígenas, cf. Sánchez Botero, Esther y
ProFis-GTZ-Embajada de la República Federal de Alemania, El peritaje antropológico, justicia en clave cultural,
Bogotá, Alvi, 2010.
Sobre la contextualización histórica y de comisión de delitos contra pueblos indígenas de la Sierra Nevada de
Santa Marta, cf. Fundación Cultura Democrática, Cuando la madre tierra llora: crisis en derechos humanos y
humanitaria en la Sierra Nevada de Gonawindúa (Santa Marta) 2003-2008, ProFis-GTZ-Embajada de la Repú-
blica Federal de Alemania, 2009.
264
Sobre la situación de los afrodescendientes en el conflcito armado, cf. ProFis-GTZ-Embajada de la República
Federal de Alemania e Indepaz, Memorias: diplomado comunidades afrocolombianas y memoria histórica en el
marco de justicia y paz, Bogotá, Alvi, 2010.
265
Sobre los antecedentes en el Código Penal de este delito, cf. ProFis-GTZ-Embajada de la República Federal
de Alemania, Delitos en justicia y paz: legislación en la línea del tiempo, Bogotá, Milla, 2009.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


230

2.3.1. La tardía tipificación del crimen de genocidio

La Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, adoptada por la


Asamblea General de las Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1948, la cual entró en
vigor el 12 de enero de 1951, fue aprobada por el Estado colombiano mediante la ley 28
de 1959. Sin embargo, no sería hasta la ley 589 de 2000, “por medio de la cual se tipifica
el genocidio, la desaparición forzada, el desplazamiento forzado y la tortura, y se dictan
otras disposiciones”, modificada por la ley 599 del mismo año, que dicho crimen inter-
nacional sería tipificado en el ordenamiento penal colombiano, por cierto, con algunas
particularidades que lo diferencian de su regulación en el orden internacional. En efecto,
el siguiente cuadro evidencia las semejanzas y diferencias:

Convención contra el Genocidio Código Penal colombiano

Artículo II Capítulo I
En la presente convención se entiende por Artículo 101. Genocidio. El que con el
genocidio cualquiera de los actos mencio- propósito de destruir total o parcial-
nados a continuación, perpetrados con la mente a un grupo nacional, étnico,
intención de destruir, total o parcialmente, racial, religioso o político, por razón de su
a un grupo nacional, étnico, racial o reli- pertenencia al mismo, ocasionare la muerte
gioso, como tal: de sus miembros, incurrirá en prisión
de cuatrocientos ochenta (480) meses a
a) Matanza de miembros del grupo; seiscientos (600) meses; en multa de dos
b) Lesión grave a la integridad física o mil seiscientos sesenta y seis punto sesenta
mental de los miembros del grupo; y seis (2.666.66) a quince mil (15.000) sa-
larios mínimos mensuales legales vigentes
c) Sometimiento intencional del grupo y en interdicción de derechos y funciones
a condiciones de existencia que hayan públicas de doscientos cuarenta (240) a
de acarrear su destrucción física, total trescientos sesenta (360) meses.
o parcial; La pena será de prisión de ciento sesenta
d) Medidas destinadas a impedir los (160) a cuatrocientos cincuenta (450)
nacimientos en el seno del grupo; meses, la multa de mil trescientos treinta y
tres punto treinta tres (1.333.33) a quince
e) Traslado por fuerza de niños del mil (15.000) salarios mínimos legales
grupo a otro grupo. vigentes y la interdicción de derechos y
funciones públicas de ochenta (80) a dos-
Artículo III cientos setenta (270) meses cuando con el
mismo propósito se cometiere cualquiera
Serán castigados los actos siguientes: de los siguientes actos:
a) El genocidio; 1. Lesión grave a la integridad física o
mental de miembros del grupo.
b) La asociación para cometer
genocidio; 2. Embarazo forzado.

Segunda parte. Crímenes internacionales


231

Convención contra el Genocidio Código Penal colombiano

c) La instigación directa y pública a 3. Sometimiento de miembros del


cometer genocidio; grupo a condiciones de existencia
que hayan de acarrear su destrucción
d) La tentativa de genocidio; física, total o parcial.
e) La complicidad en el genocidio. 4. Tomar medidas destinadas a impe-
dir nacimientos en el seno del grupo.
5. Traslado por la fuerza de niños del
grupo a otro grupo.

Como se puede observar, el tipo penal colombiano: 1) consagra los grupos tradicionales
atacados mediante actos genocidas, adicionando al listado a los “grupos políticos”; 2) in-
troduce un elemento subjetivo, en el sentido de que el ataque se lleve contra los integrantes
del grupo “en razón de su pertenencia al mismo”; 3) en vez de aludir a la “matanza de los
miembros del grupo”, se refiere a la “muerte de sus miembros”; y 4) introduce como ele-
mento adicional de los comportamiento genocidas al “embarazo forzado”.

2.3.2. Una aproximación al concepto “grupo político”

Bien es sabido que la Convención contra el Genocidio de 1948 no consagra a los grupos
políticos en tanto víctimas de tal crimen internacional; otro tanto sucede con los estatu-
tos de los tribunales penales internacionales ad hoc y con el Estatuto de Roma de la CPI;
de allí que no se cuente con referentes normativos derivados de la legalidad internacional,
ni con jurisprudencia penal internacional que aclare qué debe entenderse por aquéllos.
De igual manera, no existe una disposición de derecho interno que ayude a aclarar qué
se entiende por ellos. ¿Significa acaso lo anterior que no se pueden investigar tales delitos
en Colombia? Consideramos que sí, recurriendo a diversas herramientas interpretativas,
como son: 1) los antecedentes del tratado internacional; 2) los comentarios de la doc-
trina especializada; 3) la jurisprudencia constitucional, y 4) la voluntad del legislador.

Así pues, ¿por qué razones no figuran los “grupos políticos” dentro del espectro de pro-
tección de la Convención contra el Genocidio de 1948? Las razones para tal omisión
aparecen resumidas en el texto del llamado “Informe Whitaker”266, rendido en 1985
por este relator de la extinta Comisión de Derechos Humanos de la ONU:

266
Acerca de los debates que se presentaron en relación con los grupos políticos, cf. Martín, F., “The notion of
‘protected group’ in the Genocide Convention and its application”, en The UN Genocide Convention. A com-
mentary. Oxford: Oxford University, 2009, p. 115.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


232

Un número considerable de comentaristas de la convención también han criticado


la omisión de proteger grupos políticos, sexuales y sociales, a pesar de la mención
que de ellos se hace en la resolución 96/1 acerca de la destrucción de grupos “racia-
les, religiosos, políticos y otros”.

Luego de largos debates, la Sexta Reunión decidió no incluir en la convención a los


grupos políticos, entre otros. La oposición fue defendida, en especial, por el repre-
sentante de la Unión Soviética. Los argumentos avanzados contra la inclusión de
los grupos políticos fueron, en esencia, los siguientes:

Un grupo político no posee características claras, permanentes y estables. No


constituye un grupo inevitable y homogéneo, basado en el querer de sus miem-
bros, y no en factores que les sean externos.

La inclusión de los grupos políticos podía conducir al rechazo a la convención


y de su jurisdicción penal internacional, por parte de un número elevado de Es-
tados, por cuanto podría comprometer a las Naciones Unidas en los conflictos
internos de éstos.

Su inclusión podría crear dificultades para los gobiernos legalmente estableci-


dos en su función de prevenir acciones contra elementos subversivos.

La protección de los grupos políticos y de otros grupos puede ser asegurada por
fuera de la convención, de conformidad con la respectiva legislación interna y la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.267

En el mismo “Informe Whitaker” se resumen las razones que defendieron los Estados
que consideraban necesaria la inclusión de los grupos políticos dentro del texto de la
Convención contra el Genocidio:

En apoyo a la inclusión de los grupos políticos se argumentó y se argumenta que,


resulta lógico y correcto que éstos sean tratados como grupos religiosos. Un rasgo
distintivo de ambas clases de grupos consiste en que poseen creencias comunes,
sentimientos que unen a sus integrantes. Ejemplos específicos tomados de la histo-
ria reciente como el nazismo muestran que los grupos políticos son perfectamente
identificables y, dada la persecución a la que fueron sometidos en cierta época y en
medio de un conflicto ideológico, la protección era necesaria. Durante el debate, el
representante francés argumentó que “mientras que los anteriores crímenes de ge-
nocidio fueron cometidos por sobre grupos raciales o religiosos, está claro que en el

267
E/CN.4/Sub.2/1985/6, 2 july 1985. Revised and updated report on the question of prevention and punishment
of the crime of genocide prepared by Mr. B. Whitaker.

Segunda parte. Crímenes internacionales


233

futuro aquéllos serán perpetrados, especialmente, sobre grupos políticos”, opinión


que fue ampliamente compartida por los demás delegados. En una era ideológica,
la gente será asesinada por razones ideológicas. Muchos observadores encontraron
dificultad para comprender por qué los principios que subyacen en la convención
no resultaban igualmente aplicables en los casos de homicidios en masa encamina-
dos a exterminar, por ejemplo, comunistas, o kulaks. Adicionalmente, en algunos
casos de horrendas masacres no resulta fácil determinar cuál de los factores políti-
cos, económicos, nacionales, étnicos o religiosos resultó ser determinante. Así, por
tomar dos ejemplos: ¿el crimen de apartheid es esencialmente racial, político o eco-
nómico?; o ¿el genocidio selectivo llevado a cabo en Burundi fue intrínsecamente
político o étnico en sus propósitos? Numerosos genocidios presentan, al menos,
un rasgo político, así como un considerable número de masacres cometidas por
los nazis debido a razones políticas. Se ha argumentado que, dejando a los grupos
políticos y a otros, más allá de la supuesta protección de la convención, se crea una
amplia y peligrosa laguna que le permite al grupo señalado ser exterminado con la
excusa de que se trata de razones políticas.

Una posible solución al problema del asesinato de grupos políticos y otros, que fue
considerada ante la ausencia de consenso, podría ser aquella de incluirlos en un
protocolo adicional.268

Al respecto conviene, igualmente, traer a colación el concepto de Drost269 acerca de la


no inclusión de los grupos políticos:

Al dejar a los grupos políticos más allá de la supuesta protección los autores de la
convención también crearon una amplia y peligrosa laguna para que cualquier go-
bierno escape a sus deberes frente al tratado, ejecutando el genocidio bajo el amparo
de medidas ejecutivas adoptadas contra grupos políticos por razones de seguridad,
orden público y otras razones de Estado. Si quizás razones políticas no puedan ser
aducidas como tales, el pretexto para la adopción de medidas genocidas adoptadas
contra un grupo protegido bajo el artículo II probablemente será el de que la polí-
tica gubernamental apunta a defender ámbitos económicos, sociales o culturales. El
carácter nacional, étnico, racial o religioso del grupo, en tales casos, no constituye el
objeto de los alegados actos de destrucción, pero se dice que las medidas son adop-
tadas contra las mismas personas en tanto son miembros de uno económico, social
o cultural (grupos desprotegidos)… el crimen de genocidio es, en su más grave mo-
dalidad, la deliberada destrucción física de la vida de seres humanos en razón de su
pertenencia a cualquier colectividad humana como tal.

Ibídem.
268

Drost, P., The crime of State, Leyden, A. W. Sythoff, 1959.


269

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


234

Ahora bien, la jurisprudencia constitucional aporta algunos elementos que ayudan a la


comprensión del término “grupo político”. Veamos.

En sentencia C-177 de 2001 la Corte examinó la constitucionalidad de la expresión


“que actúe dentro del margen de la ley”, condición que establecía el artículo 332A de la
ley 589 de 2000 para que un grupo político quedara cobijado por la protección del tipo
penal. La Corte declaró inexequible el mencionado segmento normativo basada en las
siguientes consideraciones.

La ampliación del ámbito de aplicación de la Convención contra el Genocidio no


ofrece reparo alguno de constitucionalidad, por cuanto los instrumentos internacio-
nales, en ocasiones, son normas de mínimos, lo cual significa que los Estados partes,
a condición de que no contraríen el objeto y fin del tratado, pueden extender su res-
pectivo espectro de protección, con fundamento, por ejemplo, en su respectivo texto
constitucional.270 De igual manera, estimó la Corte que los grupos políticos pueden
tener una “identidad definida”.

Por el contrario, limitar la protección penal a los grupos políticos que actuaran “dentro
del marco de la ley”, fue considerado por la Corte inaceptable, en especial, por contra-
riar el principio de ley scripta et certa, e igualmente, por desconocer en forma flagrante
las garantías “de respeto irrestricto de los derechos a la vida y a la integridad personal
que deben reconocerse por igual a todas las personas, ya que respecto de todos los seres
humanos tienen el mismo valor”.

Aclaró asimismo el juez constitucional que la expresión acusada no se justificaba por la


necesidad del cumplimiento de los deberes de la fuerza pública de combatir a los “gru-
pos políticos alzados en armas”, por cuanto “salta a la vista, que se basa en un supuesto
equivocado como quiera que confunde el exterminio de grupos políticos con el com-
bate a organizaciones armadas ilegales”.

Más recientemente la Corte, en sentencia C-488 de 2009, se pronunció acerca de la


constitucionalidad de la expresión “por razón de su pertenencia al mismo”, del artículo

270
Tal postura fue asumida por la Corte en sentencia C-148 de 2005, cuando consideró: “En el ámbito interno
cabe hacer énfasis en que la tipificación del delito de genocidio no obedece exclusivamente al cumplimiento de los
compromisos internacionales a que se ha hecho referencia o al acatamiento de normas que como la prohibición
del exterminio selectivo hacen parte del ius cogens, sino que halla fundamento en la Constitución misma, la cual
reconoce el derecho a la vida como inviolable (art. 11, CP) al tiempo que impone al Estado el deber de garantizar
la diversidad étnica y cultural (art. 7, CP), la libertad religiosa (art. 19, CP), el derecho de asociación (art. 38,
CP), la conformación de movimientos o grupos políticos (art. 40.3, CP) y proscribe la discriminación por razo-
nes de raza, sexo, origen nacional, lengua, religión, opinión política o filosófica (art. 13, CP).

Segunda parte. Crímenes internacionales


235

101 de la ley 599 de 2000, es decir, un elemento que igualmente no coincide con la defi-
nición que de genocidio trae la convención de 1948, motivo por el cual, precisamente,
fue demandada su inexequibilidad.

Al respecto la Corte consideró que la Convención contra el Genocidio hace parte del
bloque de constitucionalidad, en virtud de lo establecido en los artículos 93 y 214.2 su-
periores. Igualmente, precisó que el artículo 6º del Estatuto de Roma, mediante el cual
se tipifica el crimen de genocidio a efectos de la competencia de la CPI, se incorpora
al bloque de constitucionalidad, por cuanto “recoge integralmente el contenido de la
Convención para Prevenir y Sancionar el Genocidio”. Y a renglón seguido adujo:

Sin embargo, advierte la Corte, lo anterior “no implica que todas las normas del Es-
tatuto de Roma hagan parte del bloque de constitucionalidad per se”, pues es claro
que dicha normatividad tiene un marco de aplicación particular y concreto en vir-
tud del principio de complementariedad frente a la legislación nacional. Tampoco
supone que todos los tratados de derecho internacional que consagran el deber de
tipificar ciertos delitos se integren al bloque de constitucionalidad, pues no todos
se relacionan con la protección directa de derechos humanos o del derecho interna-
cional humanitario (énfasis agregado).

En este orden de ideas, los antecedentes de la Convención contra el Genocidio apun-


tan a que la exclusión de los grupos políticos del catálogo de víctimas de tal crimen se
intentó justificar argumentando, especialmente, la ausencia de dos componentes que
los diferencian de los demás grupos, como son: la ausencia de permanencia y la carencia
de elementos objetivos que permitan realizar una fácil identificación de sus integrantes.
Sin embargo, los mismos debates entre los Estados revelan que, en realidad, existía un
temor en el sentido de que el combate de determinadas organizaciones subversivas fuera
calificado como un acto de genocidio. Por el contrario, la jurisprudencia constitucional
colombiana271 pretende, por un lado, mostrar lo infundado de tales temores, y por el
otro, sostiene que es posible hallar el elemento de identidad común entre los integrantes
del grupo político.

No obstante, en la práctica subsisten muchos interrogantes en cuanto a qué significa


realmente un “grupo político”. En efecto, al carecer de un referente normativo interna-
cional o interno; no existir una jurisprudencia ordinaria decantada tendiente a precisar
sus rasgos distintivos, y contar tan sólo con algunos elementos de juicio aportados por
los antecedentes del tratado internacional y la jurisprudencia constitucional, no queda
otra salida que aportar algunos elementos de discusión a efectos de ir construyendo,
poco a poco, una noción desde la perspectiva dogmática.

Ver, especialmente: sentencia C-177 de 2001, M. P.: Fabio Morón Díaz.


271

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


236

En tal sentido, un primer interrogante puede ser: ¿debemos acoger un concepto amplio,
o restrictivo, del vocablo “grupo político”? Es decir, una noción amplia, quizá dema-
siado, podría apuntar a comprender dentro de tal categoría a todas aquellas personas
que comparten, en un momento histórico determinado, una ideología. Tal compren-
sión, efectivamente, presentaría serios problemas en términos de identificación de los
miembros del grupo.

Por el contrario, un concepto restrictivo se encaminaría a equiparar a los integran-


tes del grupo político con aquellos miembros de un partido político. En tales casos,
el grado de identificación se incrementa notoriamente, sin que, de todas formas re-
sulte evidente precisar quiénes hacen parte del grupo. En efecto, dentro de los grupos
políticos es posible diferenciar variados papeles, tal como lo hizo la Corte Constitu-
cional en sentencia C-342 de 2006, al momento de examinar algunas disposiciones
de la ley de bancadas:

Pues bien, la Corte considera que una adecuada interpretación de las señaladas
disposiciones constitucionales debe partir por precisar el sentido y el alcance de
los conceptos de ciudadano, miembro de un partido o movimiento político e inte-
grante de un partido o movimiento político que ejerce un cargo de representación
popular, categorías que demuestran diversos grados de intensidad en la participa-
ción del ciudadano en el funcionamiento de los partidos políticos modernos.

Así, el ciudadano es la persona titular de derechos políticos, y éstos a su vez se tra-


ducen, de conformidad con la Constitución, en la facultad de los nacionales para
elegir y ser elegidos; tomar parte en elecciones, plebiscitos, referendos, consultas
populares, cabildos abiertos, revocatorias de mandatos, constituir partidos, movi-
mientos y agrupaciones políticas; formar parte de ellos libremente y difundir sus
ideas y programas; promover acciones de inconstitucionalidad en defensa de la in-
tegridad y supremacía de la Constitución y, en fin, desempeñar cargos públicos.
En tal sentido, el ciudadano es un elector, es decir, es titular del derecho a ejercer
el sufragio, mediante el cual concurre en la conformación de las autoridades re-
presentativas del Estado. La calidad de elector no depende, en consecuencia, de la
afiliación o no a determinado partido o movimiento político, lo cual no obsta para
que el ciudadano pueda ser simpatizante de un partido político.

A su vez, el miembro de un partido o movimiento político es aquel ciudadano que,


de conformidad con los estatutos de éstos, hace parte formalmente de la organi-
zación política, situación que le permite ser titular de determinados derechos es-
tatutarios, como lo es aquel de tomar parte en las decisiones internas, pero a su
vez le impone determinados deberes, encaminados a mantener la disciplina de la
agrupación. En tal sentido, en términos de ciencia política, el miembro del partido
o movimiento político es usualmente un militante.

Segunda parte. Crímenes internacionales


237

Por último, el integrante de un partido o movimiento político que ejerce un cargo


de representación popular es aquel ciudadano que no sólo es miembro formal de
una determinada organización política, que milita activamente en ella, sino que,
merced al aval que recibió de ella, participó y resultó elegido para ocupar una curul
a nombre de aquél. En tal sentido, confluyen en este ciudadano las calidades de
miembro de un partido o movimiento político, motivo por el cual debe respetar
los estatutos, la disciplina y decisiones adoptadas democráticamente en el seno de
aquél; y al mismo tiempo, al ser integrante de una corporación pública, deberá
actuar en ella como integrante de una bancada, con el propósito de defender un
determinado programa político. De tal suerte que se trata de la categoría en la cual
el ciudadano puede participar con la máxima intensidad posible en el funciona-
miento de los partidos políticos modernos; correlativamente, es aquella donde se
exige un mayor compromiso y lealtad con el ideario que se comprometió a defender.

Así las cosas, se podría sostener que integran un “grupo político”: los militantes y los
elegidos por un partido político.

Ahora bien, tomando en consideración la jurisprudencia penal internacional, podría-


mos decir que el ataque contra el grupo político, al igual que sucede con los grupos
étnicos, raciales o religiosos, puede ser analizado desde dos perspectivas: desde el punto
de vista de acabar con un número muy elevado de sus integrantes (hipótesis de la des-
trucción masiva del grupo); o bien, la destrucción de un número menos amplio de inte-
grantes, pero seleccionados en razón del impacto que con su desaparición se le causará
al grupo (hipótesis de la destrucción selectiva del grupo).

En definitiva, para el caso colombiano, los grupos políticos estarían conformados por
los militantes de un partido político y quienes fueron elegidos por él. Por el contra-
rio, resulta más cuestionable y controversial calificar en términos de grupos políticos
determinadas asociaciones civiles, tales como los sindicatos, las organizaciones no gu-
bernamentales, las organizaciones cívicas, etcétera. En estos últimos casos, los ataques
sistemáticos contra sus integrantes pueden constituir crímenes de lesa humanidad.

La anterior conclusión se apoya, además, en la voluntad de legislador, plasmada a lo


largo de los debates que concluyeron con la reforma al Código Penal de 2000,272 enca-
minada a sancionar el llamado “genocidio de la Unión Patriótica”.

Ver al respecto: Gaceta del Congreso 189, del 6 de agosto de 1998, “Proyecto de ley por el cual se expide el Có-
272

digo Penal”, exposicion de motivos. Ver, igualmente: Ramelli, A., “Aproximación crítica al nuevo Código Penal
en materia de derecho internacional humanitario”, en XXIII Jornadas Internacionales de Derecho Penal, Bogotá,
Universidad Externado de Colombia, 2001, pp. 331 y ss.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


238

2.4. A modo de conclusión

De lo anterior es posible extraer las siguientes conclusiones:

1) Debido a la historia del conflicto armado interno, las investigaciones penales por
la comisión de crímenes de genocidio podrían concentrarse, prima facie, en ataques
contra poblaciones indígenas y afrodescendientes. En efecto, se trata de grupos ra-
ciales definidos, identificables y estables, quienes han sido víctimas del accionar de
los actores del conflicto, situación que ha sido denunciada por relatores de Nacio-
nes Unidas273 y diversas ONG. Con todo, la dificultad en estos casos estribará en
demostrar la existencia del dolus specialis del genocidio, es decir, que el ataque fue
motivado por la pertenencia de las víctimas al grupo, y no por otra clase de razo-
nes (verbigracia, obtener el control sobre territorios estratégicos para actividades
de narcotráfico, desarrollar proyectos productivos lícitos a gran escala, etcétera).
En otras palabras, no bastará con demostrar la existencia de un número elevado de
víctimas, que de hecho existen, para imputar cargos por genocidio.

2) Las investigaciones penales que se adelanten por genocidio, al igual que aque-
llas por crímenes de lesa humanidad, deberán seguir unos parámetros distintos a
los empleados para los casos de delitos comunes. En efecto, los genocidios, aunque
expresamente no lo prevea así la convención de 1948, en la práctica suelen presen-
tar un carácter masivo o sistemático. De allí que los programas metodológicos y la
estructura misma de las unidades investigativas de la Fiscalía deberán ajustarse a
efectos de demostrar la concurrencia de los elementos material (actus reus) y subje-
tivo (mens rea) del genocidio.

3) En el caso de los grupos políticos, el tema que por supuesto se encuentra en el


centro del debate es el referente al llamado “genocidio de la Unión Patriótica”. Al
respecto conviene traer a colación algunos apartes del Informe de Admisibilidad de
la CIDH, 5, del 12 de marzo de 1997, caso 11.227, asunto “Reiniciar y Comisión
Colombiana de Juristas vs. Estado colombiano”:

La definición de genocidio de la Convención no incluye la persecución de gru-


pos políticos, si bien fueron mencionados en la resolución original de la Asam-
blea General de las Naciones Unidas que llevó a la redacción de la Convención
sobre el Genocidio. El texto final de la convención excluyó de manera explí-
cita los asesinatos en masa de grupos políticos. La definición de genocidio,

273
Ver al respecto el documento A/HRC/15/34, del 8 de enero de 2010, Consejo de Derechos Humanos, “La
situación de los pueblos indígenas en Colombia: seguimiento realizado por el anterior relator especial”, Gine-
bra, 2010.

Segunda parte. Crímenes internacionales


239

incluso en su aplicación más reciente en foros como el Tribunal de Crímenes


de Guerra de Yugoslavia, no se ha ampliado para incluir la persecución de gru-
pos políticos.

Los hechos alegados por los peticionarios exponen una situación que comparte
muchas características con el fenómeno del genocidio y se podría entender
que sí lo constituyen, interpretando este término de conformidad con su uso
corriente. Sin embargo, la comisión ha llegado a la conclusión de que los he-
chos alegados por los peticionarios no caracterizan, como cuestión de derecho,
que este caso se ajuste a la definición jurídica actual del delito de genocidio,
consignada en el derecho internacional. Por lo tanto, en el análisis de los méri-
tos del caso, la comisión no incluirá la alegación de genocidio.

No obstante, los peticionarios han presentado argumentos que procuran esta-


blecer una práctica de asesinatos políticos en masa y la persecución extrema de
los miembros de la Unión Patriótica con la intención de eliminar físicamente
al partido y de diluir su fuerza política. Los peticionarios anexaron a su peti-
ción una lista de 1.163 miembros de la Unión Patriótica que fueron ejecutados
extrajudicialmente entre 1985 y 1993. Presentaron, asimismo, una lista de 123
personas que fueron desaparecidas por la fuerza, otra de 43 personas que sobre-
vivieron atentados de asesinato y una de 225 personas que recibieron amenazas
durante el mismo período. Los peticionarios han continuado entregando listas
con los nombres de varios miembros de la Unión Patriótica que han sido asesi-
nados cada año. En la audiencia ante la comisión celebrada en octubre de 1996
los peticionarios presentaron información indicando que en el período trans-
currido entre enero y septiembre de 1996 se produjo, cada dos días, el asesinato
de un activista de la Unión Patriótica.

[…]

Por lo tanto, la comisión concluye que los peticionarios han presentado hechos
e información que tiende a caracterizar una pauta de persecución política con-
tra la Unión Patriótica y su práctica, con el objetivo de exterminar el grupo,
y la tolerancia de esa práctica por parte del Estado de Colombia. En el caso
Velásquez Rodríguez, la Corte estableció jurisprudencia importante con res-
pecto a los criterios de valoración de los reclamos por violaciones de derechos
humanos fundamentados en una pauta o práctica a la luz de las disposiciones
de la convención. La Corte opinó que sí se puede demostrar que existió una
práctica gubernamental de violaciones graves a los derechos humanos llevada a
cabo por el gobierno, o al menos tolerada por él, y si la violación alegada en un
caso concreto se puede vincular con ella, se determinará que hubo violación en
el caso en cuestión.

Tema I. Crimen de genocidio: existencia


240

Por lo tanto, la comisión debe determinar si se ha establecido una pauta y práctica


de persecución de los miembros de la Unión Patriótica con la participación o
al menos con la tolerancia del Estado colombiano, a la cual estarían vinculadas
las víctimas. De ser así, se determinará que hubo violaciones individuales en el
caso de las víctimas mencionadas en la lista, lo cual constituiría la conculcación
de los siguientes derechos consagrados en la convención: el derecho al recono-
cimiento de la personalidad jurídica (artículo 3º), el derecho a la vida (artículo
4º), el derecho a la integridad personal (artículo 5º), el derecho a la libertad
personal (artículo 7º), el derecho a la libertad de asociación (artículo 16), los
derechos políticos (artículo 23), el derecho a las garantías judiciales y a la pro-
tección judicial (artículos 8º y 25). Por lo tanto, la petición es admisible de
conformidad con el artículo 47 b) de la convención, con fundamento en que los
peticionarios han expuesto hechos que caracterizan una violación múltiple de
la convención”.

De los anteriores extractos se evidencia que para la CIDH: 1) la Convención Ame-


ricana puede ser interpretada de conformidad con la Convención contra el Genoci-
dio; 2) fruto de tal hermenéutica se constató que este último tratado internacional
no prevé el genocidio contra grupos políticos; 3) de allí que no haya admitido el
alegato de violación de la convención de 1948 contra el Estado colombiano; 4) sin
embargo, admite que el cuadro presentado por los peticionarios encuadra dentro de
un uso corriente del término “genocidio” y que denota la existencia de una persecu-
ción política; y 5) declara admisible el caso.

En este orden de ideas, aunque la CIDH no admitió el cargo por genocidio contra
el Estado colombiano, resulta importante que este órgano internacional haya sos-
tenido que los hechos alegados por los peticionarios se enmarcaban en un uso co-
rriente del término, por cuanto demuestran la existencia de una persecución contra
un grupo. En otras palabras, se podría sostener que para la CIDH sí existió, prima
facie, un genocidio contra un grupo político, aunque finalmente se declare incom-
petente para conocer de éste por cuanto el tratado internacional al cual se remite la
CADH no comprende a los grupos políticos.

Por su parte, la CteIDH, en el asunto “Manuel Cepeda Vargas vs. Colombia”, en


sentencia proferida el 10 de mayo de 2010, tampoco calificó los delitos perpetrados
contra los integrantes de la UP en términos de genocidio, ni condenó al Estado
colombiano por violar la Convención contra el Genocidio de 1948. En efecto, la
CteIDH se limita a traer a colación los diversos calificativos empleados para descri-
bir tales hechos, en los siguientes términos:

La violencia contra la UP ha sido caracterizada como sistemática, tanto por


organismos nacionales como internacionales, dada la intención de atacar y

Segunda parte. Crímenes internacionales


241

eliminar a sus representantes, miembros e incluso simpatizantes. La alta co-


misionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos se refirió a las
ejecuciones de militantes de la UP como “sistemáticas”; el defensor del pue-
blo calificó la violencia contra los dirigentes y militantes de ese partido como
“exterminio sistematizado”; la Corte Constitucional de Colombia, como
“eliminación progresiva”; la Comisión Interamericana, como “asesinato ma-
sivo y sistemático”; la Procuraduría General de la Nación se refiere a “exter-
minio sistemático”; y la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación,
como “exterminio”.

4) La dificultad que existe para adelantar una investigación penal por el genoci-
dio de la Unión Patriótica, sucedido antes del año 2000, consiste en determinar si
con ello se violaría el principio de legalidad penal. Me explico. Incluso acogiendo
una tesis extensiva del principio de legalidad penal, en los términos del artículo 15
del PIDCP, según el cual lo importante es la preexistencia de normas internas o
internacionales que sancionen el comportamiento, el referente normativo termi-
naría siendo igualmente la Convención contra el Genocidio de 1948, instrumento
internacional que, como se ha explicado, no comprende el genocidio contra grupos
políticos. De allí que investigar a una persona por genocidio contra grupos políti-
cos por hechos sucedidos antes del año 2000 desconocería la legalidad interna e
internacional.

5) Se podría, con todo, plantear que el genocidio contra la UP es un delito de


ejecución permanente, que si bien se inició en 1984 con los primeros asesinatos y
desapariciones forzadas de sus integrantes, y se intensificó a finales de esa década
con el homicidio de importantes dirigentes de la organización, habría continuado
produciéndose después de la entrada en vigencia de la ley 589 de 2000. Sostener
ese planteamiento, a diferencia de lo acontecido con otros crímenes como la des-
aparición forzada y el reclutamiento de menores, por ejemplo, presenta un grado
de dificultad mayor, precisamente porque, como se ha explicado, no existe un refe-
rente en el orden internacional. En otros términos, sería un planteamiento fundado
exclusivamente en argumentos de derecho interno.

2.5. Bibliografía

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17 de enero de 2005 por la Sala de Primera Instancia.

b. TPIR

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bre de 1998 por la Sala de Primera Instancia.

TPIR-95-1-T, asunto “Fiscal vs. Kayishema y Ruzindana”, sentencia proferida el 21 de


mayo de 1999 por la Sala de Primera Instancia II.

TPIR-95-1A, asunto “Fiscal vs. Bagilishema”, sentencia proferida el 7 de junio de 2001


por la Sala de Primera Instancia.

TPIR-96-14-A, asunto “Eliezer Niyitegeka vs. Fiscalía”, sentencia del 9 de julio de 2004,
par. 53.

c. CteIDH

CteIDH, asunto “Manuel Cepeda Vargas vs. Colombia”, sentencia proferida el 10 de


mayo de 2010.

d. CPI

CPI, Sala de Cuestiones Preliminares I, fiscal C. Al-Bashir, ICC-02/05-02, “Decision


on the Prosecution’s Application for a Warrant of Arrest against Omar Hassan Ahmad
Al-Bashir”, 4 de marzo de 2009.

e. CIJ

CIJ, opinión consultiva del 28 de mayo de 1951, “Reservas a la Convención sobre la


Prevención y el Castigo del Delito de Genocidio”, en: ICJ Reports.

Segunda parte. Crímenes internacionales


245

CIJ, asunto “Lichtenstein vs. Guatemala” (asunto “Nottebohm”), 6 de abril de 1955,


Recueil, 1955.

f. Corte Constitucional

Colombia, Corte Constitucional (2000), “sentencia C- 177”. M. P.: Fabio Morón Díaz,
F., Bogotá.

__ (2006). “sentencia” C-342. M. P.; Sierra Porto, H. A., Bogotá.

__ (2009). “sentencia” C-488. M. P.: Palacio Palacio, J. I., Bogotá.

2.5.3. Organismos internacionales de derechos humanos

E/CN.4/Sub.2/1985/6 (2 july, 1985), Revised and updated report on the question of


prevention and punishment of the crime of genocide prepared by Mr. B. Whitaker.

CIDH, Informe de Admisibilidad 5, del 12 de marzo de 1997, caso 11.227, asunto


“Reiniciar y Comisión Colombiana de Juristas vs. Estado colombiano”.

Consejo de Derechos Humanos. A/HRC/15/34 del 8 de enero de 2010, “La situación


de los pueblos indígenas en Colombia: seguimiento realizado por el anterior relator
especial”, Ginebra, 2010.

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