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APERTURA BUENOS AIRES - Relevamiento del Campo Freudiano

“La histeria aún” Colette Soler


Conferencia en la Facultad de Psicología, UBA - 12-07-04

Gabriel Lombardi: tengo el enorme agrado de presentar a Colette Soler, lo hago desde la
Cátedra I de Clínica de Adultos de esta Facultad. En principio quiero agradecer la colaboración que he
tenido de las autoridades de la Facultad, particularmente la Sra. Decana y del profesor Laznik, y de los
colaboradores de la Secretaría de Posgrado, para la organización de esto que veo que se ha
transformado en un evento, con mucho público que quiere conocer a Colette Soler, quien sin duda
tiene una trayectoria que avala esta respuesta que ustedes dan con su presencia aquí.
Colette Soler practica el psicoanálisis y lo enseña desde hace bastante tiempo, es catedrática
universitaria en Filosofía, diplomada en Psicopatología en la Universidad de París V y doctorada en
Psicología en la Universidad de París VII. Su encuentro con la enseñanza y el trato personal con
Jacques Lacan la llevó a elegir el Psicoanálisis -como ella misma ha declarado más de una vez.
Perteneció a la antigua Escuela Freudiana de Psicoanálisis, disuelta por Jacques Lacan en 1980.
Participó activamente en la creación de la Nueva Escuela de la Causa Freudiana -la última que fundó
Lacan-, fue nombrada inmediatamente Directora Adjunta de la Causa Freudiana en 1980, y después
Primera Directora de esa Escuela, de la Escuela de la Causa Freudiana, en el primer periodo que fue
entre 1981 y 1983. Fue miembro y Presidente de su Consejo y miembro de sus instancias de garantía:
la Comisión de Garantía, Carteles del Pase en más de una oportunidad.
Fue también afiliada de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, donde contribuyó de manera
continua para el desarrollo internacional de los seminarios del Campo Freudiano. En 1998, cuando se
produjo la resonada crisis de la AMP, estuvo en el origen del Movimiento de los Foros del Campo
Lacaniano, y trabajó como representante para la zona de habla francesa.
Fue Directora del Espacio-Escuela de los Foros del Campo Lacaniano y ha participado del
Colegio de Representantes y ahora participa como integrante de la Comisión Internacional de la
Garantía de dicha Escuela.
Ha publicado más de 250 –ya no sé cuántos son- artículos, numerosos libros en Francia, y en
el exterior también hay publicaciones en lengua española, que seguramente ustedes conocen, sobre la
formación, la clínica, la formación del analista, la ética del Psicoanálisis. Menciono algunas de las
últimas obras editadas, han sido: “La maldición sobre el sexo” –bien conocida en Buenos Aires-, “La
psicosis inspirada”, donde habla de Russeau, de Joyce y de Pessoa, que fue recientemente editado en
Medellín –si no me equivoco- en Colombia, y “El psicoanálisis de la civilización”, en Río de Janeiro.
Y también tengo el gusto de anunciarles que acaba de aparecer un libro que acaba de editarse
recientemente aquí, llamado “El inconsciente a cielo abierto de la psicosis”, que es una continuación –
podríamos decir- que pone en serie un conjunto de textos con el conocido libro “Estudio de la
psicosis” publicado en su momento por Manantial. Este libro ha sido editado por Juan Ventura
Esquivel, bien conocido dentro de la Facultad, y a modo de breve comentario quisiera destacar el
abordaje clínico, siempre preciso y tan útil a la lectura, que da en este caso Colette Soler sobre la
psicosis, donde verdaderamente se ve hasta qué punto en la perspectiva en que ella enfoca la clínica de
la psicosis lo opone al psicoterapeuta, en particular daría como ejemplo a Jung, que en tanto
psicoterapeuta protesta en un texto hermosísimo de todos modos –recién lo comentábamos con
Colette- un texto hermosísimo de Jung que se llama “Ulises, un monólogo” en donde Jung protesta
porque Joyce, con su manera peculiar de elaborar la literatura, con la manera en que él intersecta entre
lo simbólico y lo real, tratando de dejar de lado toda mediación imaginaria en muchos casos, el
psicoterapeuta protesta porque dice que siempre ejerce la terapia y para el psicoterapeuta la irritación
de Joyce supone que “aún no has visto lo que hay detrás”. “Aún no has visto lo que hay detrás, ni lo
verás”, constata también eso Jung, que no hay “lo que está detrás” en el estilo del texto joyceano, que
no hay una significación oculta. Entonces, plantear el inconsciente a cielo abierto de la psicosis –que
creo que es una expresión originariamente de Lacan, como título de un texto y como límite del trabajo
en relación a la psicosis- nos ubica en una perspectiva donde justamente no se trata de interpretar al
psicótico –tampoco se trata de dejarlo en su monólogo-: se trata de alojar su estilo peculiar de asumir
la no-intersubjetividad que condiciona el lenguaje. Y entonces, este modo de Colette Soler de abordar
la psicosis, tal como lo testimonia sus textos de “El inconsciente a cielo abierto...”, lo puedo resumir y
puedo resumir su posición ética con el primer párrafo de la conclusión que ella propone al final del
texto, dice así:

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“La histeria aún” Colette Soler
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“Al término de este recorrido, se habrá justipreciado el alcance de la tesis que hace de la
forclusión la condición mayor de la psicosis, ya sea que se explore la variedad de sus formas, los
dinamismos creadores que libera, las libertades que su alienación a veces engendra; en todas partes
se confirma que lo eficaz del sujeto está ahí operando, tanto y más que en la llamada normalidad.
Desde el primer momento Lacan, psiquiatra de formación como se sabe, denunció la segregación de
la enfermedad mental. Faltaba todavía que se construyese en acto y en doctrina, una abordaje que
fuese efectivamente no segregativo, los estudios aquí reunidos dan una medida de ello. Puede
percibirse cómo rompe con el abordaje freudiano. Freud, por cierto, manifestó mucho interés por la
psicosis, pero un interés más prudente que finalmente renunció a incluir la psicosis en el campo
definido por su práctica, pues creyó reconocer en la psicosis una objeción a la libido transferencial.”

El movimiento lacaniano en relación a la psicosis, que Colette Soler lo explica muy bien,
consiste entonces a atenerse a los criterios lacanianos para el diagnóstico, pero no con fines de
segregación, no con fines de selección de los pacientes, sino con el fin, justamente, de alentar al
psicoanalista a que no retroceda ante el sujeto con sus peculiaridades, con sus déficits y también sus
ventajas, como es el sujeto psicótico.
Por último, quiero agradecer en relación a esta publicación a Bibiana Benítez, quien ha
trabajado mucho por llegar a un cierto establecimiento del texto y colaborar también en la revisión
final.

Del tema de esta noche –del tema de la conferencia de esta noche- sólo conozco lo que ha
propuesto Colette como título, que es “La histeria aún”, y ella nos va a explicar ahora por qué este
título.

Colette Soler: bueno, primero quisiera decir que con el frío que hace fuera, es un placer
encontrar una acogida tan cálida.
Voy a hablar de la histeria aún, porque pienso que quedan cosas, muchas cosas para decir
siempre de la histeria. Y quiero intentar –si puedo- rectificar la idea que circula en el discurso común
respecto a la histeria. Lo que quedó de todas las elaboraciones analíticas sobre histeria, muchas veces
se resumen en el discurso común en la idea de que el sujeto histérico –generalmente pensado como
una mujer- el sujeto histérico es alguien con un carácter difícil, alguien más o menos de “mala leche”,
siempre insatisfecho, del cual no se puede confiar y que se dedica finalmente a las intrigas y protestas
espectaculares. Es la idea común sobre el sujeto histérico, y creo que no tiene nada que ver con el
mensaje del psicoanálisis. Entonces, pienso que una cierta rehabilitación sería útil para los
psicoanalistas mismos.
Puedo empezar observando que en la historia del Psicoanálisis –en las elaboraciones de Freud
y de Lacan después- hay hechos significativos, y voy a subrayar dos: tanto Freud como Lacan, al
principio, los dos, subrayaron dos caras del sujeto histérico, dos caras. Y Freud mismo habla de los
rasgos que llama “demoníacos” del sujeto histérico. “Demoníaco” es un término fuerte, ¿no? Y Lacan
-mucho más tarde- habla del histero-diabólico del sujeto histérico. Freud entonces dice: rasgo
demoníaco, perversión del carácter, del sujeto que se pone, que se presenta más bien como siempre
enfermo. Pero es sólo una cara, porque la otra cara, insiste mucho Freud para decir que la histeria es –
cito- es “la enfermedad de los mejores”, y habla del carácter irreprochable del sujeto histérico. Y
subraya que la histeria toca a los sujetos que han asimilado al máximo los valores morales de la
cultura, y termina diciendo que es la enfermedad muchas veces de las monjas, de las mujeres
continentes, de las personas con disposición hacia el arte y el teatro. Es decir, que Freud habla de la
histeria con mucha simpatía, con además inteligencia y sutileza, y podemos comprobar el contraste
con el estilo del psiquiatra Charcot -que conocen, supongo- y que es bastante vulgar, no es el caso en
Freud.
Lacan retoma las dos caras: histérico-diabólico por un lado, voy a decir como creo que se lo
debe entender; y por otro lado siempre ha subrayado el valor humano e histórico de la histeria.
Incluso saben que utiliza un equívoco de escritura en francés entre historia e hysterie, poniéndole la
“y” griega de la histeria a historia. Entonces, dos caras. Pero no sólo dos caras, más bien dos polos.
Hay dos polos de la estructura de la histeria, por eso hablé de la histeria “bipolar” en París. Dos polos

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que se perciben, que se traducen en la historia del Psicoanálisis en una diferencia que hay entre Freud
y Lacan. Freud, desde el principio, es decir, antes de los años 1900, Freud habla de la “histeria de
conversión”, es decir, que hace –y lo dice explícitamente- hace de lo que llama la “disposición a la
conversión”, es decir, la disposición –según Freud- a traducir algo psíquico en algo somático, hace de
eso el rasgo paradigmático de la histeria, y lo dice explícitamente: el rasgo específico es la capacidad
de conversión. Para decirlo en otros términos –que provienen de Lacan- nos indica que Freud desde
el principio se acerca a la histeria como “evento de cuerpo”. “Evento de cuerpo” es una definición que
Lacan da al final de su enseñanza, como definición del síntoma. Lacan, al contrario, no se acerca a la
histeria con la conversión. Desde el principio, Lacan acentúa en la histeria lo que llama -él mismo- el
sujeto tachado, sujet barré. Y casi podríamos decir que Lacan se acerca a la histeria no como un
evento de cuerpo, pero más bien como un evento-sujeto, si se puede hablar de un evento-sujeto. Un
evento-sujeto que él mismo al principio identifica al deseo. Más precisamente al vacío del deseo. Y
finalmente entonces, Lacan aborda la histeria como el sujeto mismo del inconsciente. Él lo dice: la
histeria es el inconsciente en ejercicio. Bien, entonces creo que esta oposición nos indica
precisamente dos polos de la estructura histérica. No es que Lacan tenga razón en contra de Freud, los
dos tenían razón, porque son dos aspectos de la bipolaridad histérica. La bipolaridad histérica no es
nada más que la bipolaridad de la estructura, o sea, la bipolaridad no del lenguaje mismo, pero del
efecto del lenguaje. El lenguaje tiene un efecto doble, es la tesis fundamental de Lacan, eso que
demostró a lo largo de los años, efecto doble: un efecto primero que es un efecto de negativación de lo
real. Primer efecto: el lenguaje introduce un vacío en lo real y es lo que podemos llamar el “efecto
sujeto”. Pero no es el único efecto del lenguaje: el lenguaje, con los años Lacan terminó
demostrando, diciendo que el lenguaje es también lo que llama “el aparato del goce”. Esa expresión
se encuentra en el Seminario “Aún”, lo que quiere decir que –sencillamente- al menos en el síntoma,
en los síntomas, es el lenguaje también que determina, que ordena, la parte de goce que queda al ser
hablante, sujeto de la negativación primaria.
Bien, entonces ¿qué cosa Lacan hizo de la conversión freudiana? Porque Lacan no habla casi
de la conversión, es un hecho, habla mucho de la histeria pero no habla casi nunca de los síntomas de
conversión. A pesar de que es cierto, la histeria tiene síntomas de cuerpo, es verdad, Freud lo decía
con razón: “habla la lengua del cuerpo”, cuando el obsesivo habla más bien la “lengua del
pensamiento”. Lacan finalmente, ¿qué hizo de la conversión freudiana? Es cierto que no hace de la
conversión el rasgo paradigmático de la histeria, eso es seguro, y sobre este punto refuta a Freud.
Parece refutar a Freud, pero no es una refutación en realidad, en la medida en que Lacan generaliza la
tesis de la conversión. Su tesis, que podemos llamar la tesis del parletre, -del hablante-ser o ser
hablante-, consiste en decir que somos todos organismos convertidos al lenguaje. Y es lo que dice
cuando insiste en “Radiofonía” y después en “El Atolondradicho”, para decir que el lugar del Otro,
siempre definido como lugar del lenguaje, este lugar del Otro es el cuerpo. Y es lo que dice también
cuando dice en “Aún”: “hablo con mi cuerpo”. Esta frase es la tesis de la conversión generalizada.
Entonces, no es más un rasgo paradigmático. Y de hecho, clínicamente se encuentran síntomas de
cuerpo -conversiones en el sentido freudiano- en las obsesiones. Dejo de lado la psicosis, que es otro
problema.
Si preguntan ¿cómo hablo con el cuerpo? ¿Cómo se puede captar la tesis? Hablo con mi
cuerpo vía mis pulsiones y mis síntomas. O sea, que son mis pulsiones que dicen lo que quiero. Son
mis síntomas que dicen de qué gozo. Podríamos hablar de pulsiones y síntomas indiscretos, que
hablan por mí, y en este sentido vemos que no es sólo el rey que tiene dos cuerpos. No sé si conocen
la tesis de (inaudible) sobre los dos cuerpos del rey: todos tienen dos cuerpos, el cuerpo viviente y el
cuerpo incorporado del lenguaje. En este sentido, la conversión se encuentra en todas partes. Por eso
Lacan no se focaliza sobre en el problema de la conversión histérica. Se focaliza más bien sobre el
sujeto supuesto a la cadena de los síntomas descifrados, que se pueden descifrar. Y aquí vemos que
cuando Lacan dice que la histeria es el inconsciente en ejercicio, nos dice –y explícitamente- de una de
las funciones históricas de la histeria, una de ellas fue –con la ayuda de Freud, por supuesto, pero sin
ellas Freud no hubiera hecho nada- una de estas funciones históricas fue la de revelar lo que es el
cuerpo del ser hablante, para todos. Y es verdad que fue gracias a sus histéricas que Freud logró
construir su teoría de la pulsión y del síntoma. Entonces, la histeria ha revelado a Freud, que lo reveló
más o menos a la civilización, lo que puedo llamar “el cuerpo de la perversión polimorfa del adulto”,

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no sólo del niño sino del adulto. Perversión que aquí no designa una estructura clínica, de ninguna
manera, designa sencillamente el hecho, las características del goce corporal de todo ser hablante, que
es un goce a la vez limitado y fragmentado. Por eso, este goce, vamos a decir que debe pasar en la
estructura fragmentada de los significantes, se encuentra evidentemente solidario de lo que Lacan
terminó por llamar “la no-proporción sexual”. [le consulta a G. Lombardi si es correcto traducir
rapport por proporción, y él le sugiere “no-relación sexual”]
El problema es que hay relaciones sexuales, en el sentido común de la palabra, y cuando
Lacan dice no hay rapport sexual –no hay proporción sexual- no quiere decir que no haya los
está mal dicho
que no hay acercamientos de cuerpos que llamamos relaciones sexuales. No, entonces prefiero “proporción”.
relación Entonces, he propuesto utilizar la fórmula siguiente, para resumir todo lo que termino de evocar
sexual… es rápidamente: la histeria, mártir de la no-proporción sexual. Por supuesto fabrico la expresión sobre el
otro dicho para
reformular
modelo de otra expresión que es de Lacan, que dice “el psicótico, mártir del lenguaje”. Mártir de la
no-proporción sexual no es la misma cosa que mártir del lenguaje. Mártir de la no-proporción sexual
quiere decir que el histérico o la histérica, es un sujeto que a la vez sufre y testimonia –es la definición
de mártir: sufrir y testimoniar sufrir- y entonces, el sujeto histérico sufre y testimonia a través, vía sus
pulsiones y síntomas del hecho que no hay proporción sexual. Habría que hacer un desarrollo que no
hago sobre la distinción entre mártir de la no-proporción sexual y mártir del lenguaje. El mártir del
lenguaje se ilustra de manera más visible en la esquizofrenia, es un mártir del lenguaje pero no
incorporado. El mártir de la no-proporción sexual es el mártir del lenguaje que ha tomado cuerpo, del
lenguaje incorporado, es decir, mártir de lo que llamaba hace un momentito mártir del efecto doble del
lenguaje. Y efectivamente, el sujeto histérico testimonia de la falta de goce y a la vez del goce siempre
parcial, del goce fragmentado. Y es por eso que este sujeto interpela (inaudible) al Otro: “Demuestra
si eres un hombre”, la interpelación proviene del estatuto de la falta y de la fragmentación de la cual el
sujeto padece. Y Lacan, siempre justo a, precisa y dice, después de citar esta frase, esta interpelación
“Demuestra si eres un hombre”, dice que el interés no es aquí en demostrar, en hacer su duelo en la
esencia del (inaudible), el interés de la histeria es el de producir el saber. Producir el saber, o revelar el
estatuto del goce por el ser hablante. Aquí puedo quizás decir un poco algo sobre la posición de la
histeria en la ciencia, puesto que justo termino de evocar el registro del saber. Podría decir que la
histeria es la instigadora del saber que falta a la ciencia. La ciencia, en efecto, no quiere nada sino el
saber. Quiere producir saber, pero no todo el saber. Y nada del saber sexual ligado al sujeto del
inconsciente. Entonces, la ciencia produce saber excluyendo precisamente el saber de lo sexual. Y en
realidad, este saber de lo sexual es la única cosa que le interesa al sujeto histérico. Evidentemente, en
este sentido, el discurso histérico se encuentra íntimamente ligado al saber de la ciencia. Podríamos
casi decir que lo completa o lo descompleta –como quieran. El problema es que el saber de lo sexual
no es un saber tan agradable: implica, determina la castración misma y las configuraciones
sintomáticas, las dos, castración y configuración sintomática. Y entonces, es un saber que refiere a la
objeción a la proporción sexual, precisamente. Es el goce que no convendría para que haya
proporción sexual. Y entonces el sujeto histérico, mártir de la no-proporción, es el mártir de este
doble efecto: castración y síntoma de goce. Y es aquí que denuncio la injusticia que se hace al sujeto
histérico, cuando uno reduce la figura de la histeria a ser sólo este sujeto que supuestamente quisiera la
el problema de
esto es que ese
castración del Otro. Es verdad que la interpelación histérica tiene un efecto-castración. Pero debemos
saber ya se distinguir el efecto-castración que proviene del inconsciente en ejercicio y las intenciones de la
produjo, es la persona, que son dos cosas bien distintas. Y no debemos olvidar la virtud propia de la estructura
diferencia entre histérica, tan subrayada por Lacan y que es su incidencia en la producción de un saber que podemos
pensar el
contenido por
decir “nuevo”: el saber elaborado desde Freud sobre lo sexual, puede ser calificado de “nuevo” a
sobre el pesar de que el problema de la proporción sexual fue siempre percibido, pero otra cosa es percibirlo,
mecanismo probarlo y construir la teoría que puede rendir cuenta.
¿Cuál es el resultado de la interpelación histérica? ¿Cómo contesta el interpelado? Podemos
poner en cuestión al interpelado. El mensaje de la histeria tiene un alcance que llamé universalizante.
El mensaje de la histeria, en este sentido tiene algo parecido a la ciencia: mensaje universalizante
quiere decir que vale para todos, no sólo para un sujeto. Y en este sentido, la histeria ha logrado vía el
psicoanálisis producir un saber sobre lo sexual. Pero ¿qué pasa con este saber? No tiene el mismo
destino que el saber de la ciencia, ahora podemos decir que comprobamos el triunfo del saber de la
ciencia, siempre más. No podemos hablar de un triunfo del saber de lo sexual revelado en la histeria,

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al contrario, debemos decir que más bien es el saber que se rechaza, que el interpelado rechaza.
Evidentemente, porque es un saber que vehiculiza una promesa de castración y una promesa de
impasse de la pareja sexual. ¿Quién puede acoger un tal mensaje? Y Lacan lo ha subrayado: el efecto
fue el reforzamiento del discurso del amo. Y lo formula explícitamente en su texto de “Radiofonía”
donde dice: “el discurso del amo encuentra su razón –no su causa: su razón- en el discurso histérico, y
es en la medida en que el hombre renuncia a contestar como hombre a la interpelación histérica y
prefiere –dice Lacan- hacerse el agente del Todopoderoso”, eso dice: interpelación histérica a la cual
contesta un reforzamiento del discurso del amo. Es decir, que hay una cierta paradoja: porque la
histeria –sujeto mismo del inconsciente- produce en retorno un reforzamiento de la forclusión del
sujeto en el discurso del Otro. Lo curioso es que algo de eso pasó en el Psicoanálisis. Lo ubico en el
momento en el Psicoanálisis, especialmente en Francia, que Lacan denunció, donde los psicoanalistas
mismos –no se puede entender cómo, se cantaron una canción tal- desarrollaron la tesis del final del
es diferente a
análisis con la aparición de la oblatividad sexual. Es decir, exactamente, era la tesis que consistía en
pensar que se
decir que alguien bien analizado debía ser curado del mensaje inconsciente de la histeria. Y trata de
podríamos mirar otras cosas en la civilización que indican que el mensaje histérico se rechaza, se preservar lo
borra, se intenta huirle. Quizás el ascenso de algunas homosexualidades masculinas podrían quizás existente
como es,
aclararse un poco con esto también. instituyente vs
¿Qué pasa ahora con la histeria en nuestro tiempo? Una parte del mensaje histérico, sin instituido
embargo -a pesar de lo que acabo de decir, del rechazo de su mensaje- una parte del mensaje ha pasado
y es efectivamente como decía, un siglo después de Freud, todos saben lo que Freud con muchas
dificultades, muchas penas, logró empezar a escribir en sus “Tres Ensayos en la Sexualidad”. Texto
que ahora no tienen nada especialmente impactante, que fue un escándalo en su tiempo, pero que
ahora ha pasado completamente a la civilización, es decir, el mensaje que dice que hay la perversión
generalizada del goce, goce sólo fragmentado, parcial, insatisfactorio, todos lo saben, todos lo
admiten, el discurso ha captado el mensaje. Es decir que, estamos en un tiempo donde no es posible
hablar del goce, por ejemplo, en términos de un amor infinito. Hubo un tiempo donde podía hablar del
goce bajo la forma del sacrificio amoroso a un dios, encarnado o no. Ahora se terminó –como Lacan
lo diagnosticó- ahora, nuestro modo de satisfacción se reduce –es una reducción- se reduce a lo que él
plus de goce
ha llamado el “más de goce”. Se reduce al “más de goce” y no se habla de otra manera que el término
“más de goce”. Entonces creo que podemos acentuar, creo que puedo acentuar una cierta curva de la
historia a propósito de la histeria. La histeria freudiana puso su cuerpo en escena, se representó cerca
del saber psiquiátrico con sus síntomas de conversión, pero no es el caso de la histeria actual y no fue Sócrates es
tampoco el caso de la histeria pre-freudiana. La histeria pre-freudiana: hablo de Sócrates mismo, EL ejemplo
histérico perfecto, dice Lacan, incluso, histérico puro. Sócrates no se presenta en la civilización con de lo que
llamo
sus síntomas de conversión. Tenía síntomas de conversión, pero no es con sus síntomas de conversión investigador
que se pone enfrente del amo antiguo. Se pone enfrente del amo antiguo sólo con sus preguntas, y enseñante
interpelando al amo sobre lo que sabe, qué vale su saber de amo. a la vez! Y no
La histeria post-freudiana tampoco se presenta con sus conversiones, a pesar de que tengan lo hace
dando las
algunas conversiones. La histeria actual acentúa –dice Lacan- el “sujeto-amo”, agente de su discurso. respuestas
sino
Es decir, que no se distingue por su cuerpo, pero por su posición de sujeto tachado en el lugar del justamente.
semblante en su discurso. Quiero detenerme un poco sobre este sujeto-amo, porque muchas veces se
hace una total confusión: el sujeto-amo es exactamente el contrario de la maestría, del dominio, es lo
contrario a dominio. No es el dominio de una persona, eso no pertenece mucho a la estructura
histérica. El sujeto-amo quiere decir el sujeto en tanto que enigma irreductible que manda a la
producción que interpela y va hacia una producción hipotética de respuesta: es eso el rasgo demoníaco
de la histeria. Es el inconsciente demoníaco, no es la persona. Contrario del dominio entonces, y
Lacan lo formula explícitamente, además -no es una interpretación libre que hago yo- lo formula
explícitamente: el sujeto en el sitio del agente, es un sujeto que no tiene acceso a la causa de su
división, y entonces padece de la división misma. Y que va con lo que llama “la pantalla de un yo
transparente”. ¿Ven que no se trata de dominio? Como se habla ahora: el sujeto “amo de sí mismo”.
El sujeto-agente es el contrario del sujeto “amo de sí mismo”, dueño de sí mismo. Entonces, es un
sujeto que -decía- padece, mártir de su división. Si concluyo, puedo concluir que el sujeto-amo es el
anti-perverso, el contrario de un sujeto perverso. ¡Cuidado!: no hay que equivocarse sobre este punto.

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En cuanto al goce incluido –aunque se trate de un anti-perverso- en cuanto al goce que incluye
el discurso y la posición histérica, es seguro que se trata de un goce que pertenece todo al registro del
Uno. Y es por eso que Lacan puede decir –después de haber dicho que la identificación
paradigmática de la histeria era la identificación a la falta de deseo, añade que es también una
identificación al goce del amo castrado. Evidentemente, identificarse a un deseo implica identificarse
al goce ligado a este deseo, por supuesto. Y en este sentido –voy rápido- el anti-perverso es también –
lo pongo en femenino- una anti-mística. Digo anti-mística en la medida en que el goce que circula en
esta estructura es el goce fragmentado del Uno, no es el goce continuo que se busca en la mística. Y
creo que si seguimos estas dos vertientes de la estructura, podemos entender la presentación de las
histéricas modernas de hoy. Presentan al menos dos caras bien contrastadas, me parece, porque
esto es falta de conocemos la cara desencadenada, desatada, de las histéricas de hoy, consumidoras de goces diversos:
perspectiva de
género lol
el sexo, el saber, el poder; y a veces se puede confundir con una voluntad de goce perverso, pero no es
el caso. Si más allá de la observación de la conducta, escuchamos en análisis a estos sujetos, siempre,
rechazan el siempre –si escuchamos bien en vez de observar- encontramos la identificación que funda Lacan: también es
lugar de lo identificación generalmente a un hombre, que puede ser cualquiera: un partenaire, un padre, etc. La el problema
femenino en lo
social, la
identificación al deseo del Uno y al goce de Uno, en este sentido esta cara en la cual la histeria “hace de Hombre
= h…
identificación de hombre”, como se dice a veces. Pero no debemos olvidar que la otra cara ligada a la primera,
plus de goce
viril se ligada a la insatisfacción de este goce actual, reducido al “más de goce”, es la cara bien conocida de la el “hace de
relaciona a una deflación del deseo, la del cansancio, la depresión, es la otra cara de la histeria actual. Y por eso había hombre” hoy en
variable
política…
utilizado la expresión “anoréxicas de los más de goce”, anoréxicas que rehusan, que denuncian el sin día en que hay
crisis de las
sentido de este modo de goce. Y que aspiran aún a encontrar verdaderos amos, que se podrían querer. masculinidades,
Entonces, ¿qué solución para los sujetos histéricos actuales? No podemos esperar nada de la ¿cómo se
mística. El modo de “más de goce” lo excluye. No podemos esperar resucitar los verdaderos amos: piensa?
el capitalismo los destruye. ¿Qué se puede anticipar sino esperar? Hay algo que se busca –me parece-
del lado de un principio de colectivización histérica, saben que Freud mismo ha captado -hablando de
las jóvenes de la pensión- cómo se producen a veces fenómenos grupales, casi epidémicos, en un
ambiente entre sujetos, cuando un sujeto capta –voy a decir- el punto de dolor y de decepción de un
otro sujeto, y se identifica enseguida a este punto de dolor. Entonces, creo que aquí quizás hay un
pequeño principio de colectivización que no sería dentro de un grupo –si hay un grupo histérico- no es
la masa freudiana. La masa freudiana, descripta por Freud, tiene toda otra estructura: en la masa
freudiana el lazo entre cada miembro de la masa, es condicionado por el lazo de cada uno al jefe,
(inaudible) que tiene el conjunto, es una estructura fuertemente...
Tampoco el grupo histérico es el agregado del discurso capitalista aislado en agregado. No, es
un grupo fundado sobre la identificación recíproca a la falla del otro. Y en este sentido, ahora creo que
en lo que se desarrolla de tantas asociaciones de defensa de las víctimas, creo que aquí hay algo de la
eficiencia histérica. No digo que no haya que defender a las víctimas, no me meto en este punto, no es
el problema, pero digo que hay una vocación de defensa a la víctima en el sujeto histérico, es decir,
una vocación reparadora, para reparar el sufrimiento del ser hablante, vamos a decir. Y de este lado
quizás alguna (inaudible) histérica pueda desarrollarse o tener algo, pero no va a solucionar la
desgracia histérica incurable. Incurable, quizás el Psicoanálisis pueda prometer algo a pesar de lo
incurable de la estructura.
El Psicoanálisis puede prometer algo del lado del punto de juntura entre saber sexual y verdad
sexual, pero por supuesto, para que el Psicoanálisis pueda algo, se necesita que haya psicoanalista. Y
será mi conclusión.

Gabriel Lombardi: vamos a recibir preguntas e intervenciones del público.


1. Piden si se puede explayar más sobre el goce fragmentado del Uno.
2. ¿Cómo entiende una respuesta -si puede entender una respuesta- masculina no rechazante?
¿Alguien más quiere preguntar algo ahora?

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Colette Soler: bueno, el goce fragmentado del Uno. Por supuesto, cada expresión puede
llamar a un desarrollo. Finalmente, para tomar una idea de lo que designo como goce fragmentado, lo
más sencillo es mirar del lado de lo que Freud ha descripto de las pulsiones parciales. Es decir –y que
Lacan ha retomado de diversas maneras- es decir, un goce que supone el cuerpo, que se inserta al nivel
erógenas
de las zonas eróticas, como decía Freud, y que en tanto tal, es un goce fragmentado, como son
fragmentados los efectos parciales, las zonas corporales. ¿Por qué decir -entonces así se puede acercar
al sentido de “fragmentado”- por qué hablar de goce fragmentado Uno? Quizás el hecho del Uno,
sería mejor decir “el goce Uno”. ¿Para significar qué? Para significar que el goce –Lacan lo dice de
otra manera- es siempre fálico. Es decir que el goce en sí mismo no hace relación, en sí mismo. Lo
que hace relación ¿qué es? La palabra intenta enlaza, el amor intenta enlazar, pero el goce mismo no
enlaza. Cada uno goza solo, entonces goce fragmentado pero solo. Y es algo bastante perceptible al
nivel de lo que se llama la vida amorosa. Las tensiones entre cuidar al otro y cuidar su goce, son dos
cosas en las que se puede hacer equilibrio pero nunca completamente (inaudible).
La respuesta que no sería rechazante respecto a la interpelación, creo que cuando algo de no
rechazante se produce –se encuentra más bien- es siempre en un sujeto que es –cómo decir- no sé si
puedo decir que soporta la castración. Pero que la soporta en la medida del (inaudible), porque la
interpelación castrante (inaudible). Entonces (inaudible) Lacan considera, y con razón, que el análisis
puede cambiar algo, en los hombres. En las mujeres también. Pero aquí contesto a la pregunta
precisa, sobre las condiciones para que un hombre no sea rechazante a la interpelación histérica,
sabemos bien lo que es la respuesta rechazante: consiste en decir: “sigue hablando, sigue hablando,
quejándote, basta, basta, voy a mirar el match de fútbol”. La respuesta no rechazante supone
exactamente lo que Lacan en un momento llama, en los años ‘60 hasta el ‘66, llama “la asunción de la
castración”. La asunción de la castración no consiste en aceptar la privación: todos somos privados
de muchas cosas, eso es un destino del ser limitado que somos. La asunción de la castración, Lacan la
define de manera precisa con diversas expresiones, dice “dar su castración”, o dice también “hacer
servir su castración al otro”. Eso es la asunción de la castración. Y creo que es una condición,
efectivamente, para que un hombre pueda acoger, en cierta medida, el padecimiento histérico y la
interpelación que comporta.

Comentario inaudible

Colette Soler: sí, sí, sí, era la primera idea que me había venido: se necesita un poco de
amor, pero enseguida se impone la pregunta ¿pero qué es amor? El amor, la definición del amor es
eso: aceptar el hacer servir su castración, ponerla en juego y hacerla servir. Entonces eso es un punto
que el análisis toca, (inaudible), no en todos los casos, puede tocar.

Gabriel Lombardi: allá hay otra pregunta.

Comentario: con lo que sucedió en España, con su participación en la guerra, y


posteriormente con los atentados, que terminó con la caída del gobierno, me interrogo: ¿podría ser un
efecto de esto que usted llama cierta grupalidad histérica?

Colette Soler: ¿cierta grupalidad histérica? Lo que entendí –quizás no es lo que preguntó-
creo que preguntabas si en la guerra en España y en el efecto de los atentados, que hicieron caer el
gobierno no había una influencia del grupo histérico.

Comentario: un efecto de la colectividad.

Colette Soler: yo me encuentro un poco reservada en hacer equivalente una reacción política
con una reacción de una estructura clínica, entonces no iría en esa dirección. No para decir que el
sujeto histérico no ha tenido un papel, sin duda, pero quizás no en tanto grupo.

Gabriel Lombardi: [repitiendo un comentario] Si podría ampliar un poco el punto de


juntura entre...

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APERTURA BUENOS AIRES - Relevamiento del Campo Freudiano
“La histeria aún” Colette Soler
Conferencia en la Facultad de Psicología, UBA - 12-07-04

Comentario: entre el saber sexual y verdad sexual y si el Psicoanálisis podría prometer


algo...

Colette Soler: ah, sí, lo que dijimos al final.

Gabriel Lombardi: y hay otra pregunta: la diferencia entre hombre histérico y mujer
histérica. Allá hay otra pregunta: cómo incluye el tema de la feminidad en la histeria y el más allá
del goce fálico.
Eso fue algo que me sorprendió, que haya una conferencia sobre Histeria donde no se hable de
la femineidad...

Colette Soler: fue a propósito, totalmente.

Gabriel Lombardi: la última pregunta: entre goce fragmentado del Uno y goce Otro, si el
Psicoanálisis puede ser pensado como algo que permite el pasar de un goce al otro.

Colette Soler: pienso que van a tener dentro de poco, espero, la traducción al castellano de mi
libro “Lo que Lacan decía de las mujeres”, donde ya he contestado estas cosas. Entonces, voy a
contestar a las diversas preguntas.
Lo que evocaba cuando hablaba de la diferencia y a la vez de la juntura entre saber y verdad,
aludía al hecho de que en cada discurso que se trate de del discurso histérico, pero del discurso del
amo también, y del discurso analítico también, hay una hiancia, una diferencia entre el goce producido
en este discurso y la verdad del goce. Podemos hablar de un goce producido en el discurso, el
discurso común, es lo que llamé las ofertas del goce del discurso. Todo discurso ordena los goces, y
define normas de goce, define los goces prohibidos y los goces prescriptos. Y el síntoma, si hay
síntoma en el sentido patológico del término, es precisamente pero porque el discurso no logra ordenar
todo el goce, y que hay una verdad del goce en cada uno, disidente de las formas prescriptas. En este
sentido hay una oposición entre lo que en el discurso histérico se produce de saber al sitio del goce y la
verdad del goce íntimo del sujeto. Y en en ese punto el análisis puede revelar algo a alguien que se
analiza.
Entonces, ahora, la histeria femenina y la histeria masculina. Lamento verdaderamente que
hoy se piense que la histeria es únicamente femenina, no es verdad. Entonces, se recibe una mujer y...
en seguida: histérica, un hombre... obsesivo. Realmente, es divertido pero serio. ¡Hemos perdido la
clínica! Realmente, hemos perdido la precisión de la clínica freudiana y lacaniana.
Entonces, hay hombres histéricos, sí, y si preguntan cómo se diferencia, al menos puedo
recordarles o informarles si no saben, la tesis de Lacan, que es una tesis contundente. Lacan dice –no
sólo que Lacan siempre ha considerado la histeria masculina, al principio, al final, también- pero dice
en el ’75 en sus conferencias sobre Joyce, que en cuanto a la histeria, el hombre tiene superioridad
sobre la mujer. No sólo entonces afirma la existencia de la histeria masculina, pero nos afirma que es
sólo en los hombres que se encuentran las histerias puras. Lacan dice que Sócrates es un histérico
perfecto. ¿Y por qué? Intenté recién contestar la pregunta, creo que precisamente porque la estructura
histérica se identifica al goce fragmentado, Uno, y que precisamente en las mujeres, la posición mujer
limita a la histeria. Al revés de lo que uno se imagina.
Ahora, histeria y feminidad. Aquí también tenemos una tesis de Lacan contundente, de la cual
no hacemos el caso que merece, y la tesis consiste en distinguir de manera fuerte, porque incluso va
hasta a preguntarse si un análisis puede hacer de una histérica una mujer. Lo que quiere decir que no
lo es. Es la tesis de Lacan, de distinguir la posición histérica de la posición mujer. Lo que no impide
por supuesto que haya mujeres –anatómicamente mujeres- que puedan ser histéricas, pero lo define
como dos posiciones diversas. ¿Y cuál es el eje de la distinción? Hay muchos textos de Lacan, los
comenté en detalle, pero el eje de la distinción consiste en decir que la histeria, sujeto tachado, se
define al nivel del deseo, es un sujeto-deseo. Y nunca Lacan ha definido a la mujer al nivel del deseo,
al contrario, ha intentado –cuando intenta, y lo intentó en los textos del ‘58- contestar a la pregunta
¿Qué quiere una mujer? Y contesta –a pesar de que no se lee, a veces- contesta: quiere gozar. Quiere
ah, y el hombre no? lol
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pero eso sería la satisfacción no parcial, imposible…


gozar de un goce no fragmentado, no-Uno, continuo –dice en el 58- y que en “Aún” va a llamar un
goce Otro. Y entonces en toda la enseñanza de Lacan sigue el hilo de la oposición deseo o goce,
sujeto-deseo identificado a la falta del deseo, o sujeto que va hacia el goce femenino. Entonces, les
invito efectivamente a trabajar estas tesis de Lacan que son fuertes y -debo decir- más ajustadas a la
clínica efectiva que a la idea vaga de que la histeria es la mujer, porque no es así.

Gabriel Lombardi: una última vuelta de preguntas.


La pregunta es respecto de relación de la histérica con el saber científico.
Lo que había concluido Colette respecto de que es necesario que haya psicoanalista, y si
podría haber cierta crisis del psicoanálisis por la hegemonía del saber científico.

Colette Soler: la última frase donde decía “se supone que haya psicoanalista” es porque en
una parte del medio psicoanalítico se habla del futuro del Psicoanálisis, y de si se puede decir que el
Psicoanálisis vaya a poder continuar en el Capitalismo. Y se desarrolla la tesis que dice que los
analizantes no son más lo que eran, y la verdad es que los psicoanalistas tampoco lo son. Y por
supuesto, efectivamente, hay un problema, no creo que sea la ciencia que amenaza a los psicoanalistas,
son más los valores del Capitalismo mismo. Eso entonces era sencillamente, una duda sobre otro
tema. Pero por el momento, hay todavía algunos psicoanalistas.

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