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CONSEJO DE MUJERES DE LA BIBLIA PARA LA MUJER DE HOY.

Mujer virtuosa (Proverbios 31) Aunque no tenga nombre quién me destacó más
fueron las virtudes que el Señor me permitió. Esto fue el consejo que di a mi hijo,
Lemuel, pero también a ti joven mujer te digo valora tu matrimonio, no importando la
época en la que estás has sentir a tu esposo amado, respetado y que valoras su
liderazgo. Habla de él a los demás, y sé humilde, jamás te exaltes por tus logros.
Esfuérzate por hacer el bien a los demás sin importar qué, y teme en verdad al Señor.

Mi nombre es Sara (Gen 12-23; 1 P 3:4-6), mi consejo para ti es que creas a Dios, ya
que Él cumple lo que promete aun cuando pareciera locura. Además no quieras hacer
las cosas a tu manera porque las cosas pueden empeorar, como yo lo hice con
Abraham. Y mientras esperas el tiempo de Dios, trabaja en tener un espíritu afable que
es agradable a los ojos de Dios y sé sumisa al liderazgo de tu esposo en respeto y
dignidad, porque esto trae bendición a tu hogar.

Mi nombre es Lea (Gen 29-30; Rut 4:11), a pesar de que mi matrimonio fue difícil y tal
vez muchas veces me sentí menospreciada, fui leal a mi esposo y el Señor luego me
dio gracia. Y siempre reconocí a Jehová como mi Señor en medio de las
circunstancias. Luego de mucho tiempo fui reconocida como una de las mujeres que
edificó la casa de Israel y reconocida como aquella sobre quién estuvo también la
mano de Dios. Así que mi consejo es no te enfoques en las circunstancias confía en el
Señor y sé leal, Dios traerá su recompensa luego.

Soy reconocida como la hija del faraón (Ex 2:1-10) sé que tal vez no esperabas
verme por acá, yo era la hija de aquel faraón que creó un mandato para asesinar a
todos los bebés varones del pueblo hebreo, y aun cuando esa era la ley al oír el llanto
de aquel bebé sobre las aguas, tuve compasión y decidí desobedecer a mi padre y
esconderle la verdad para que ese niño no muriera, ese niño se llamó Moisés y fue
instruido en toda la sabiduría de los egipcios y fue usado por Jehová el Dios de los
hebreos. Mi consejo para ti, ten compasión de las personas, y haz lo correcto aunque
arriesgues tu vida no sabes los resultados futuros.
Mi nombre es Rahab (Josué 2, Stg 2:25-26, He 11:31, Mt 1:5 ) tuve una vida
bastante difícil era ramera en la tierra de Jericó cuando escuché de un pueblo llamado
Israel que había salido de la tierra de Egipto por mano de su Dios con grandes
hazañas, poderosas obras. Todo Jericó estaba afligido al saber que el Dios de este
pueblo era el más poderoso sobre todos los dioses. Entonces entendí que este era el
Dios verdadero. A nuestra ciudad fueron enviados 2 espías, sin embargo yo sabía que
estos varones venían de parte de aquel pueblo del Dios verdadero, entonces decidí
esconderles para resguardarles la vida cuando les perseguían. Yo habiendo confesado
mi fe en el Dios de ellos, pedí a cambio la vida de mis parientes y mi vida cuando
entraran a conquistar, y así lo hicieron. Cuando vino la destrucción de mi pueblo por
causa de su rebeldía, mi vida fue reservada y la de mis parientes. Y jamás volví a llevar
la vida pasada, mi consejo para ti mujer es que si llevas una vida que no agrada a Dios,
creas en Él, rindas tu vida a Él y dejes de una vez tu vida pasada atrás. Dios puede
tener misericordia de ti y tu familia como lo hizo conmigo.

ACSA

Mi nombre es Noemí (Rut 1-4) Hija mía no te enfoques en lo material. Mi esposo y yo


salimos de nuestra tierra por la necesidad de lo material y no esperamos el tiempo de
Dios ni su provisión a nuestro pueblo y las cosas no fueron bien, pues mi esposo y mis
dos hijos murieron en tierra ajena. Me llené de tanta amargura hasta pensé en que Dios
me había abandonado. Mandé a mis nueras a que buscarán un confort material y les
dije que volvieran a sus dioses. Pero mi nuera Rut no volvió aún cuando no teníamos
nada material y Dios restauró mi familia a través de ella. Fue tan difícil para mí
aprender a confiar en el Señor, en vez de confiar en las comodidades y lo material.
Aprende a confiar a Dios a pesar de las necesidades.

Mi nombre es Rut (Rut 1-4; Mt 1:5) Yo venía de un pueblo pagano, pero tomé la
decisión de creer en el Dios verdadero y seguirlo, no importando las circunstancias. A
pesar de haber perdido a mi marido, de haber perdido las comodidades, confiaba que
Dios hacía todo con un propósito. Mi consejo es nunca menosprecies a tu suegra, si
has perdido a tu esposo no te encierres en amargura y depresión, levántate y
esfuérzate. Se sacrificial, se fiel. Sobre todo si reconoces que estás creyendo en el dios
equivocado, vuélvete al Verdadero Dios de corazón, y con todo. Finalmente Dios me
bendijo con otra familia y fui parte del linaje del Mesías. Dios tuvo un hermoso propósito
conmigo.

Mi nombre es Miriam (Ex 2, 15:20-21; Núm 12:1-15, 20:1, 26:59; Dt 24:9; Mi 6:4)
también conocida como María la hermana de Aarón y Moisés. Cuando Moisés nació
estábamos preocupados de que la ley del faraón afectara a mi hermano menor, mi
madre tomó medidas y lo envió por el río. Dios me usó sabiamente con la hija del
Faraón para que Moisés viviese. Después de muchos años pude entender porque Dios
resguardó la vida de mi hermano Moisés, al ver las grandes hazañas que eran hechas
a través de Moisés conocí mejor a nuestro Dios del cual hablaban nuestros
antepasados, mi propia vida fue reservada ya que era la primogénita de mis padres.
Jehová nos libró de mano de los egipcios y fuimos hacia la tierra prometida, en todos
esos tiempos no dejaba de hablar de la Palabra de Dios y las mujeres de Israel me
seguían. Pero sucedieron muchísimas cosas por causa de nuestra desobediencia a
pesar de lo que habíamos visto. Aarón y yo pecamos en hablar contra Moisés, nuestros
corazones se habían llenado de envidia. Y Dios me reprendió con lepra, estuve así por
7 días tiempo en el cual pensé que había actuado locamente. A pesar de ello Dios tuvo
misericordia de mí, mi consejo para ti mujer, es que tengas cuidado de tu corazón, de
que se llene de envidia contra alguien, que cuides lo que hablas y no murmures porque
Dios es Justo. Sin embargo también recuerda que cuando peques y haya
arrepentimiento verdadero en tu corazón, Jehová es grande en misericordia, Dios
puede usarte para su plan maravilloso.

Mi nombre es Abigail (1 Samuel 25) me casé con Nabal un hombre perverso delante
de todos y aunque tenía muchas riquezas era muy insensato, además no era creyente
en Dios. Puede ser que también estés en el mismo lugar que yo estuve. Por causa de
su falta de sensatez y falta de amabilidad, David el futuro rey casi toma venganza de
toda nuestra casa. Intervine para que David ese hombre de Dios reconocido por todas
las ciudades no cometiera tal agravio. Dios me dio sabiduría en medio de todo ese
confrontamiento. Al final Dios trajo su propia justicia sin que yo la pidiera y Nabal
falleció. David estando agradecido por haberlo detenido de pagar con la misma
moneda, estando viuda, me tomó como esposa, cosa que jamás hubiera esperado y un
gran privilegio de serlo. Así que a ti mujer soltera, casada, viuda, si hay alguien en tu
vida con quien es difícil llevarse y aún es una persona incrédula, mi consejo es sé sabia
en cómo vayas a actuar y lo que vayas a decir. Nunca hagas las cosas por impulso,
piensa y sobre todo glorifica a Dios en todo lo que hagas.

Mi nombre es Ana (Lc 2:36-38) solía ser de una de las tribus del norte no tan
reconocidas. Permanecí virgen hasta el matrimonio valorando y apreciando ese
hermoso regalo. Me casé joven y luego de 7 años de estar con mi esposo quedé viuda.
No me volví a casar sin embargo aun siendo una viuda joven decidí encontrar mi
refugio en el Señor, y todos los días iba al templo de Jerusalén para hablar de la
Palabra de Dios persistentemente hasta que luego de 84 años de viudez estando ya
muy anciana conocí al Redentor como bebé, viendo la promesa cumplida. A ti mujer de
hoy te digo, valora mucho tu matrimonio y se fiel, a ti joven guarda tu cuerpo hasta el
matrimonio y a ti anciana o viuda, no te llenes de amargura, no te aísles centra tu vida
en Dios. Finalmente habla de la venida del Redentor constantemente y ten una vida
fructífera para Dios.

Mi nombre es Débora (Jueces 4-5) estuve casada con Lapidot, mientras juzgaba con
sabiduría al pueblo de Israel. En un momento Dios me mostró que un hombre llamado
Barac liberaría al pueblo de Israel. Este hombre era temeroso de Dios y me pidió que lo
siguiera en la guerra pero no para que yo peleara sino para que la sabiduría de Dios
que me acompañaba le guiara a él. Finalmente Dios cumplió la profecía que me había
revelado y alabamos y glorificamos al Señor y juzgué durante 40 años al pueblo en
paz. Muchos piensan que por ser jueza tenía todo el poder en mis manos. Pero no era
más que el poder de Dios en mí, respeté el liderazgo masculino que me rodeaba (mi
esposo y los líderes del pueblo de Israel). Aunque era madre, esposa, jueza y profetisa
jamás dejé que todas mis capacidades me enorgullecieran o me exaltaran a mí misma
sino acepté humildemente la voluntad de Dios para que me usara con las capacidades
que Él me dio. Mi consejo para ti es que a pesar de que seas una líder en tu hogar o en
donde sea, ten cuidado de pensar que por tus propias capacidades lo podrás lograr
todo. Además nunca menosprecies el liderazgo masculino que te rodea, y recuerda
siempre traer la gloria a Dios y no a ti misma.

Soy Ana (1 Samuel 1, 2:1-11) la madre de Samuel, mi esposo tenía dos esposas,
penina y yo, en nuestro tiempo era algo común tener más de 1 esposa. Sin embargo
me sentía muy desdichada ya que no lograba tener hijos y Penina sí tenía hijos,
constantemente ella me echaba en cara eso. Me sentí tan triste a pesar de que mi
esposo me amaba muchísimo. Estuve mucho tiempo sin comer ni beber nada. Luego
recordé que en medio de mis necesidades Jehová en mis oraciones siempre atendía a
mi voz. Así que decidí acudir a Él confiando en que escucha a los de humilde corazón.
Fui al templo y oré y clamé, derramé todo mi ser a Dios, entregando mi aflicción a
Jehová. Tanto así que no podía pronunciar una sola palabra sólo movía mi boca y
prometí que si Jehová respondía mi súplica entregaría a ese niño al servicio completo
de Jehová. Después de eso confiando en que Dios me había escuchado, no estuve
más triste. Tiempo después Dios cumplió fielmente la promesa hecha a través del
sacerdote Elí y tuve un hijo llamado Samuel a quién Dios usó grandemente en su obra.
Mi consejo es que cualquier aflicción que tengas la entregues al Señor y confíes que
Dios te responderá según sea su voluntad y que Él es fiel a sus promesas siempre.

Mi nombre es Betsabé (2 Samuel 11, 12:1-24 Mt 1:6) mi esposo se llamaba Urías y


era parte de los soldados del rey David. Un di a de tantos no tomé cuidado de lo que
estaba haciendo y me bañé sobre la terraza de mi casa la cuál no estaba tan lejos del
terrado del palacio del rey. Y David el rey mandó a llamarme y acudí a su llamado, sin
saber lo que había pasado y lo que había provocado por mi descuido. Y el rey David y
yo pecamos en adulterio mientras mi esposo luchaba en la guerra. Me embaracé y di
aviso a David el rey, y él tomó medidas terribles de tal forma que mi esposo Urías murió
y el rey me tomó como mujer y le di un hijo. Jehová trajo consecuencia de nuestro
pecado y nuestro hijo se enfermó gravemente hasta que al final murió. Lloré
amargamente al haber perdido a mi hijo un dolor inmenso me consumió, pero también
me llevo a reconocer mi pecado y arrepentirme de lo que había hecho. Aunque no era
algo que esperabamos el Señor nos perdonó y me concedió tener otro hijo quién
sucedió a David su Padre, Salomón. Además Dios me permitió estar en en la
genealogía del Mesías el consejo para ti es que acudas en arrepentimiento delante del
Señor, no encubras tu pecado, Dios puede perdonarte y restaurarte, no importando lo
que haya pasado.

Soy la reina de Sabá (1 Reyes 10:1-13, Mt 12:42) vine de aproximadamente unas mil
quinientas millas al sur de Jerusalén, por algo a lo cual estaba muy interesada. Habían
aparecido rumores de un rey con gran esplendor y sabiduría que su Dios le había
otorgado. Me pareció algo muy curioso que hubiera una gran fama de esto y quería
comprobar si en verdad alguien capaz de cumplir con esas altas expectativas. Con todo
mi poder e influencia me moví hasta Jerusalén para conocer a este rey. Le hice todas
las preguntas que había en mi corazón y aún acertijos que sólo sabios sabían
responder, hasta que finalmente todas mis preguntas fueron respondidas y vi todo lo
esplendoroso de sus posesiones. Además de las habitaciones de sus siervos y una
escalinata en la cual Salomón subía a la casa del Señor. Comprendí que todo lo que
me habían dicho no era ni siquiera la mitad. Realmente el Dios de este hombre, de este
pueblo era bendito, y se había agradado en poner a Salomón como rey por amor de
Israel. Quedé impactada de toda la sabiduría que Dios había dado a este rey. Por
causa de mi necesidad de comprobar la verdad y adquirir sabiduría Jesús me ubicó de
ejemplo delante de los fariseos. Mujer adquiere sabiduría, comprueba y gusta de la
verdad del Dios que llenó de todas estas cosas a Salomón. Entiende tu necesidad de la
verdadera verdad, ten un espíritu enseñable.

Soy la viuda de Sarepta (1 Reyes 17:8-24, Lc 4:24-26) y un día cuando fui a traer
leña en la entrada de la ciudad me encontré con un hombre que me pidió agua para
beber. Viendo la necesidad de aquel hombre me dispuse a traerle el agua, cuando él
otra vez volvió a llamarme pero esta vez para que le diera un bocado de pan. En aquel
momento había escasez de alimento y en ese momento había salido por leña para
cocinar el último bocado de pan que era para mi hijo y para mí, y después nos
dejaríamos morir. Aquel hombre llamado Elías me dijo que Jehová el Dios de Israel me
proveería de alimento mientras la escasez estaba presente. Y obedecí a la palabra que
él me dijo. Milagrosamente Jehová cumplió su Palabra y decidí creer en este Dios
verdadero. Pero al tiempo mi hijo enfermó gravemente muriendo, y comencé a pensar
que esto era por causa de mis pecados anteriores que por la presencia de este hombre
habían sido recordados otra vez. Elías tomó a mi hijo se encerró con él y cuando salió
¡MI HIJO VIVÍA! Comprendí que Jehová era el Dios verdadero y poderoso, y ese
hombre Elías era siervo suyo. Mi consejo, aún en medio de muchísimos dolores, como
la pérdida de un esposo, la falta de alimento, la muerte de un hijo, la palabra de Jehová
es fiel y verdadera. Y los milagros que Dios hizo en mi vida comenzaron cuando fui
hospitalaria con aquel varón de Dios, así que ten un corazón hospedador.

Soy la viuda del aceite ( 2 Reyes 4:1-7) mi marido un hombre temeroso de Jehová
había fallecido y había dejado una deuda que nos persiguió hasta su familia. El
acreedor vino a reclamar a mis dos hijos para ser sus siervos, yo siendo viuda no tenía
nada para poder pagarle. Así que acudí Eliseo varón de Dios, y la sabiduría de Eliseo lo
guío a decirme que me encerrara en mis aposentos con mis hijos y consiguiera la
mayor cantidad de tinajas que pudiera y echara lo que tenía de aceite sobre cada una
de ellas. Odecí a su palabra y creyendo en lo que Jehová podía hacer; milagrosamente
el aceite se multiplicó y luego Eliseo me dijo que lo vendiera y pagara la deuda con eso.
Fue tanto lo que Dios proveyó que hasta sobró para que mis hijos y yo pudiéramos
seguir manteniéndonos. Como viuda sé que es difícil salir adelante pero confía en lo
que Jehová puede hacer, en su providencia, finalmente de los milagros que Dios haga
en tu vida que sea Él quien se lleve la gloria, lo que Él haga en secreto en tu vida,
pueda ser glorificado Él en público.

Soy una mujer de Sunem ( 2 Reyes 4:8-37, 8: 1-6), muchas veces vi pasar a un
varón cerca de mi casa y yo insistentemente siempre lo invitaba a comer con mi familia
me parecía que este hombre no era cualquier hombre sino un siervo de Dios. Un día
hablé con mi esposo y en mi corazón tuve el deseo de hacerle un pequeño aposento
para que este hombre reposara y se quedara en él. Y así lo hicimos, luego este varón
de Dios llamado Eliseo me mandó llamar y me dijo que yo tendría un hijo. ¡Un hijo! Si
yo era estéril pensé que era burla, pero luego de 1 año tenía a mi hijo entre brazos,
pero luego enfermó y murió. No entendía nada de lo que pasaba, inmediatamente fui a
buscar a Eliseo para que me explicara porque me prometió un hijo que yo no pedí y al
final falleció, ya que había mucha tristeza por esto en mi corazón. Al final Jehová lo
devolvió a mí a través de Elías, di gracias y me fui con mi hijo vivo. Al cabo de un
tiempo volvió este varón y me dijo que me fuera de mi tierra porque Dios traería
hambre. Y obedecí, dejando todas mis posesiones luego de 7 años volví como me
había dicho Eliseo y se me fueron devueltos todas mis posesiones. Jehová siempre me
sostuvo en todo momento. Muchas veces no comprendemos lo que hace el Señor en
nuestras vidas, con nuestra familia, con nuestros hijos, con nuestras posesiones, tienes
que Jehová no te desamparará y siempre tiene grandes propósitos en tu vida. Pero
todo comenzó porque fui generosa con este varón de Dios. Quisiera preguntarte
¿Estás siendo generosa con las personas que te rodean? ¿Estás preocupándote por la
necesidad de los demás? Cuidado estás poniendo más tu confianza en las cosas
materiales.

Soy la esclava de Naamán (2 Reyes 5:1-6) había sido cautiva del imperio Sirio y me
llevaron delante del general del ejército del rey, Naamán, para que sirviera a su mujer.
Y él era leproso, cuando lo supe confiando en mi corazón lo que había conocido de los
milagros del profeta Eliseo hablé con su mujer. Abrí mi boca y lo dirigí a que buscara al
profeta de Jehová. Y Dios uso al profeta para sanarlo. Pero todo esto aconteció porque
había podido ganarme el respeto de mis señores y confiaron en mi palabra. Yo confiaba
que esto podía lograrse porque Jehová Dios tiene misericordia de todo aquel que le
busca. Mujer no sabes, de cuánta bendición puedes ser a alguien que esté necesitado.
Además Dios puede usarte en medio de una situación tan hostil para que otra persona
crea en Jehová. Te aconsejo que siempre te dispongas a hablar de lo que Dios ha
hecho en tu vida y lo que puede hacer en la vida de otra persona si decide creer.

Mi nombre es Josaba (2 Reyes 11) fui hermana del rey Ocozías pero cuando éste
murió su madre Atalía tomó su lugar y comenzó a asesinar a todos los que seguían
para tomar el trono. Cuando vi esto escondí a mi sobrino Joás para que no fuera
asesinado, aunque con esto arriesgaba mi vida delante de la nueva reina. Yo tenía el
mismo derecho de estar en el trono que Joás, pero humildemente me resolví a instruir
a mi sobrino acerca del Señor para que lograra ser un mejor rey. Cuando llegó el día de
proclamar a mi sobrino como rey muchos hombres lo defendieron, inmediatamente
Joás procedió a destruir todos los altares dedicados a dioses falsos. Mi sobrino fue
usado para reinar de forma piadosa a Israel. Nunca pensé que Dios me usaría de esa
forma para que Dios trajera limpieza espiritual al pueblo. Mujer, ten cuidado de llenar tu
corazón de envidia por desear algo que alguien más tiene, aunque tengas el derecho
de tomarlo. Sé humilde y valiente, de esa forma podrás ayudar a la otra persona a
aprender del temor del Señor.

Mi nombre es Hulda (2 Reyes 22:1-18) fui una profetisa de Jehová en el tiempo del
reinado de JOSÍAS. Cuando éste comenzó a reinar encontró el libro de la ley de
Jehová el cual estaba tirado en el templo descuidado, por causa de que el pueblo había
olvidado a Dios. Josías no sabía cómo proceder con las cosas que el rollo decía y
mandó a preguntar a Jehová. Dios me usó para revelar cómo debía proceder el rey y el
pueblo en arrepentimiento. Aunque parecía algo fácil de hacer, ponía mi vida en riesgo
al decir la verdad del Señor ya que el pueblo estaba en pecado. Jehová me usó para
guiar a estos hombres, y a pesar de que era profetisa y me respetaban estos hombres
nunca me exalté por la sabiduría que Dios me había dado, sino que había puesto mi
confianza en Él. Te aconsejo qur aunque tu vida, tu trabajo, tu familia esté en riesgo
hables la verdad de Jehová y seas de humilde corazón para que Dios guíe también a
los varones que te rodean en la sabiduría del Señor.

Mi nombre es Ester (Ester 1-10) y fui reina en el imperio persa, fui la esposa del rey
Jerjes quién era un hombre malo en gran manera sin embargo Jehová me dio gracia
delante de él. Cuando nos preparaban a todas las jóvenes con los perfumes más caros,
las prendas más finas, yo prefería poner mi enfoque en obedecer a Dios y realzar mi
belleza interior, a pesar que tenía todas las cosas que las jóvenes quisieran tener para
realzar su belleza física. Yo no sabía los planes que Dios tenía conmigo al ponerme
como reina, el cual era para reservar la vida de mi pueblo delante de la amenaza de un
hombre malo. Arriesgué mi vida al presentarme delante del rey, pero sabía que era un
riesgo que no podía dejar pasar sólo por temor. Así que cuando todo llegó a su
momento mi pueblo del cual provenía los judíos fueron reservados. Mi consejo para ti
es que pongas mayor enfoque en tu relación con el Señor que en tu belleza física y no
tengas miedo de hacer lo correcto en momentos difíciles aún en aquellos momentos en
los cuales tu vida está en riesgo, pon tu confianza en el Señor.
Mi nombre es Loida, la abuela de Timoteo y Mi nombre es Eunice, la madre de
Timoteo (Hechos 16:1-3, 2 Timoteo 1:5, 2 Timoteo 3:10,14-15) nosotras criamos
juntas en la Palabra del Señor a Timoteo desde que era un pequeño niño y aunque su
papá era griego nosotras instruimos en el temor a Dios a Timoteo. Nosotras amábamos
muchísimo al Señor y queríamos glorificar su nombre. Ya cuando el tiempo pasó
Timoteo creció y se convirtió en un joven pastor y misionero predicando el evangelio
junto con Pablo y haciendo crecer en su fe a otras personas en las iglesias. Y a pesar
de que Timoteo se fue de nuestro hogar y mi madre y yo estuvimos triste, nos
alegramos al saber que él estaba sirviendo al Señor. Y no hubo mayor gozo para
ambas que eso. Nuestro consejo para ti es que cuides de la enseñanza que les dejas a
tus hijos, no hay mejor forma de enseñar que viviendo de forma genuina la fe de Cristo.
Apoya a tu hijo para servir fielmente al Señor, aunque por un momento eso traiga
tristeza, más adelante eso será de mayor gozo para ti, confía en lo que Dios puede
hacer a través de ti como madre y como abuela.

Soy Lidia (Hechos 16:13-15; 18:24-26, Rom 16:3-5) una mujer de negocios, vendía
púrpura, era de la ciudad de Tiatira. En un día sábado me encontraba donde las
mujeres se reunían para orar, cuando un hombre llamado Pablo comenzó a hablarnos.
Atendí a cada palabra que decía y comprendí el evangelio de Cristo y decidí creer. Yo
estaba muy consciente de que el Señor era lo más importante para mí antes que mi
trabajo. Di testimonio de mi fe a través del bautismo. Además abrí las puertas de mi
casa para que estos hombres de Dios pudieran tener un refugio. Aún cuando fueron
arrestados no tuve miedo de que mi negocio sufriera al recibirlos de vuelta en mi casa
cuando fueron puestos en libertad. En medio de otros comerciantes y empresarios
testificaba lo que Dios hizo en mi vida. Tal vez tú seas una mujer de negocios, pero no
te olvides que Dios es más importante que cualquier negocio. Sé generosa al ayudar a
los siervos del Señor de forma humilde. Y sobretodo ten un corazón abierto para
escuchar la Palabra de Dios y lo que Él quiere que tú hagas.

Soy Dorcas (Hechos 9:36-42), estuve muerta pero fui resucitada. Antes de que
muriera amaba tanto al Señor, y había aprendido profundamente del servicio de Jesús
que me encantaba poder ayudar a las viudas haciéndoles túnicas que les fueran de
provecho. Aunque no tenía muchísimo dinero, me gustaba servir al Señor aun con lo
poco que tenía. Siempre estaba dispuesta a servir, por amor a Jesús. Entendía muy
bien que las pequeñas cosas que lograba hacer con buena disposición traían gloria al
Señor. Hasta que enfermé gravemente y morí. Sólo recuerdo que cuando volví otra vez
a la vida, era Pedro el discípulo de Jesús quién estaba frente a mí. Comprendí que
había sido una obra milagrosa del Señor y con un propósito. Y adivinen, mi
resurrección permitió que muchos creyeran en Jesús y que las personas a las que
había hecho bien también vieran el testimonio fiel de Cristo. Puede ser que a tu
alrededor hayan personas que estén necesitando algo. Con una simple comida para
una familia necesitada, ayudar a limpiar una casa, ofrecerse a cuidar niños, ayudar a
estudiantes con sus tareas, enseñar música, visitar a alguien en el hospital, o leerle a
una persona ciega puede ser algo que llegue a impactar sus vidas trayéndolas a la fe
en Jesús a través de tu testimonio. La lista de formas en la que puedes ayudar a otros
está limitada sólo por tu imaginación, mujer dispónte a ayudar a alguien que lo
necesite, sólo hazlo.

Soy la esposa de Job (Job 1-2) sé que generalmente siempre hablan de mi esposo
pero me gustaría contarles las cosas desde mi perspectiva. Yo era la esposa de un
hombre con muchas comodidades materiales, temeroso de Jehová, teníamos hijos e
hijas. Pero repentinamente perdí a todos mis hijos, como madre si has perdido a algún
hijo entenderás que fue un dolor terrible. Los hijos que había llevado en mi vientre y
que había visto crecer, en un solo día habían sido muertos, ninguno sobrevivió. Como
si no fuese suficiente ese terrible dolor, mi esposo Job fue afectado por forúnculos con
espantosos dolores en su cuerpo. Me sentía tan inútil ya que no podía hacer nada por
mi esposo sólo verlo sufrir, con todo ello nunca decidí apartarme de mi esposo. Pero
llegué a mi punto de quiebre en mi fe y le dije a mi esposo que maldijera a Dios y se
muriera. A lo mejor Dios si Job maldecía a Dios, sería muerto fulminantemente y dejaría
de sufrir. Pero inmediatamente mi esposo me reprendió y me mostró que debíamos
confiar en Jehová en lo bueno y en lo malo. Luego de todo el tiempo de sufrimiento, el
Señor restauró todas nuestras posesiones y aún más. También nos dio hijos e hijas, y
hubo gran gozo en nuestra familia. El Señor nos restauró, puede ser que no entiendas
las dificultades que estás pasando, no llegues como yo a un quiebre de tu fe,
permanece como mi esposo confiando en que Dios tiene todo bajo control aún de lo
bueno y de lo malo. El Señor te restaurará en su tiempo como lo hizo conmigo, sólo ten
fe. Además jamás abandones a tu esposo cuando esté pasando por un tiempo difícil,
confíen en el Señor.

Mi nombre es María (Lc 1: 26-56, 2; Jn 19:26-27, Hch 1:12-14) soy la madre de


Jesús, era bastante joven cuando esto aconteció así. Yo estaba desposada con José
un hombre del linaje de David, él era un hombre temeroso de Dios con un corazón
humilde, era carpintero y trabajador. Un día mientras dormía se me apareció un ángel
del Señor, me asusté terriblemente al ver aquello cuando entonces el ángel me habló y
me dijo que concebiría al Hijo de Dios quién vendría en rescate de muchos. A pesar de
que tenía miedo comprendí que era la señal del Señor, y dispuse mi corazón para que
Dios hiciera conmigo lo que Él deseaba. Quedé embarazada y tuve que afrontar lo que
estaba sucediendo con valentía y confianza en el Señor, ya que mi esposo creyó que
había adulterado pero el Señor le reveló que eso no era así. Pasamos por muchas
dificultades a pesar de que estábamos haciendo la voluntad del Señor, Jesús nació en
un pesebre, tuvimos que mudarnos a Egipto por que mandaron a asesinar a todos los
niños varones, ya luego que regresamos a nuestra tierra, pude ver la sabiduría de este
niño, que era diferente. Lo criamos José y yo con mucho amor sabiendo que Dios tenía
un plan para Jesús. Cuando ya cumplió los 30 años comenzó su ministerio y vi las
grandes hazañas que hacía en nombre del Padre. Todo iba bien, mi hijo era el Siervo
de Dios, el Hijo del Altísimo, hasta que 3 años después fue encarcelado, y asesinado
en una cruz injustamente, cuán doloroso fue para mí ver aquello, no lograba
comprender por qué había pasado eso. Hasta que a los 3 días vi a Jesús resucitado,
vino el Espíritu Santo a nosotros y comprendimos todo lo que había acontecido. Y que
fui una mujer privilegiada al llevar al Hijo de Dios humildemente en mi vientre, para que
a través de Jesús pudiésemos ser salvos por fe en Él. Mi consejo para ti, es que a
pesar de los riesgos, aceptes la voluntad de Dios en tu vida, seas valiente en hacer lo
que Él manda en su Palabra. También te digo que tengas un espíritu humilde y que
ame al Señor por sobre todas las cosas.
Mi nombre es Elisabet (Lucas 1: 5-25, 39-80) soy la esposa de Zacarías sacerdote
del templo, ambos éramos ancianos y no teníamos hijos, porque yo era estéril. Durante
mucho tiempo pedíamos al Señor por un hijo, pero así pasó el tiempo y nada pasaba.
Seguíamos sirviendo al Señor con un corazón limpio, siguiendo sus mandatos. Hasta
que un día a mi esposo se le reveló que yo concebiría, algo tan impresionante y
maravilloso pero Zacarías no creyó y quedó mudo hasta que naciera el niño. Cuando
tenía 6 meses de embarazo me vino a visitar María parienta mía, y mi hijo saltó de
alegría y fui llena del Espíritu Santo. El Señor estaba obrando tan maravillosamente
dentro de nuestra familia, María llevaba al Hijo del Altísimo en su vientre, el Salvador
prometido desde tiempos antiguos. Dios escuchó nuestras oraciones y respondió en su
tiempo perfecto, además prometió usar a este niño para preparar el camino del Señor y
los corazones de las personas. Mi hijo fue lleno del Espíritu Santo y usado para
predicar de su Palabra. Mi consejo para ti es no te canses de orar, pueden pasar años
pero el Señor traerá respuesta a tu oración. Además recuerda dichosa la mujer que
creyó porque se cumplirá lo que el Señor prometió. Aunque pareciera algo imposible de
suceder.

Soy Salomé (Mr 15:40-41, Mr 16:1-7, Mt 20:21-27 Hch 1:14) esposa de Zebedeo y
madre de Juan y Jacobo. Nosotros inculcamos en la vida de nuestros hijos el amor a
Dios y las escrituras y sus promesas. Conocimos a Jesús que era poderoso en
milagros y creímos que este era el Mesías prometido, mis hijos fueron llamados por
Jesús y le siguieron. No solamente ellos le siguieron sino también yo. Sus palabras
eran poderosas, y sabias. Hubo un momento en el cual aún no había comprendido la
razón por la que Jesús había venido en ese momento. En mi mente tenía un Mesías
que vendría a reinar y pedí que mis hijos fueran gobernantes, pero recibí la exhortación
de Jesús mostrándome que tenía un concepto distinto del Mesías. Cuando llegó el
momento de la cruz, me mantuve con María la madre de Jesús, María Magdalena y
todas las mujeres que les servíamos con amor a Jesús, lo vimos morir. Nos llenó de
mucha tristeza lo que estaba pasando. Al tercer día cuando ya había pasado el día de
reposo íbamos a ungir especias aromáticas al cuerpo muerto de Jesús, ya que le
amábamos y estábamos muy tristes de lo que había acontecido. Cuando llegamos un
joven con ropas largas y blancas, nos dijo que Jesús había resucitado, ¡Resucitado!
Salimos inmediatamente a avisarles a los discípulos lo que había pasado, estábamos
muertas de miedo. Pero luego entendimos que se había cumplido lo que Jesús había
dicho, y luego que el Ascendió al cielo nos quedamos juntos para orar y estar unánimes
y Recibimos el Espíritu Santo. Mi consejo para ti mujer, es que tengas cuidado de ser
sabia con lo que pides porque puede que estés pidiendo equivocadamente, dispón tu
corazón para ver cómo Dios puede trabajar en tu vida mientras le sirves. Además
instruye a tus hijos de tal forma que puedan seguir a Jesús sin dudar siguiendo el
ejemplo piadoso de sus padres.

Soy Priscila (Hch 18:1-3,24-26, Rom 16:3-5) mi esposo se llamaba Aquilas, ambos
trabajamos en el mismo oficio, que era hacer tiendas. Ambos conocimos del Señor y
amábamos mucho a Cristo a quién servíamos. Pablo siervo del Señor quién también
tenía el mismo oficio que nosotros. Se quedó con nosotros una parte de los 18 meses
que estuvo en Corinto. Cuando Pablo no estaba predicando o enseñando en otros
lugares, los 3 nos poníamos a platicar de nuestro oficio y de nuestro amor por el Señor.
Pablo ejerció mucha influencia sobre nosotros y fuimos compañeros fieles en medio de
la predicación del evangelio. Le teníamos un gran aprecio a nuestro hermano Pablo y
siempre manteníamos nuestras puertas abiertas para él. Luego Pablo nos llevó a mi
esposo Aquilas y a mí a Éfeso para trabajar en la obra de la iglesia ahí, y él siguió solo
su viaje. Muchas veces expusimos nuestra vida para salvar la de Pablo por las
amenazas que recibía de muerte por causa del evangelio, pero nunca nos deteníamos
de hablar de Cristo. En un momento nos topamos con Apolos un varón elocuente,
fervoroso del Señor que hablaba de la Palabra de Dios pero se limitaba al bautismo de
Juan. Y Dios puso en el corazón de mi esposo y mío que debíamos instruirle en la
verdad de Dios con amor, así que lo tomamos por aparte y le instruimos más
exactamente el camino de Dios, usándolo luego el Señor grandemente. Muchas veces
pensamos que al tener el mismo oficio de nuestros esposos será una tortura, o nos
desarrollaremos bien o habrá competencia dentro del negocio, pero mi esposo y yo
estando en el mismo negocio y amándonos supimos usar eso para dar testimonio de
nuestro amor al Señor y de nuestro amor como matrimonio. Si sos una mujer que
trabajas junto con tu esposo, no lo tomes como un castigo sino como una oportunidad
para dar testimonio del evangelio. Mujer no sabes cómo te puede usar el Señor en tu
matrimonio o soltería para instruir a otros en Su verdad, así que hazlo con amor y
pasión.

No tengo nombre pero se me conoce como una pecadora (Lc 7:36-50 Mt 26:6-13,
Mr 14:3-9) mi corazón estaba lleno de pecado, y reconocía que esa era mi condición,
no podía justificarme porque era cierto. Al conocer y ver las enseñanzas de este
hombre llamado Jesús, conocí que este hombre era el Mesías prometido y según lo
que había visto era hombre misericordioso y que era poderoso para salvar mi alma de
la angustia y la culpa que cargaba mi corazón. Al saber que Jesús estaba en la casa de
Simón el fariseo, entré con un frasco de alabastro con perfume. Y comencé a llorar
derramando todo mi corazón, reconociendo que era indigna de tocar siquiera los pies
de Jesús, mientras lloraba, mis lágrimas caían a sus pies tomaba mi cabello y los
enjugaba agregando también el perfume. Dentro de mí pensaba, ¡Señor no soy digna
de que me perdones, mis pecados son muchos pero estoy aquí arrepentida,
reconociéndote como perdonador y misericordioso! Eres tan bueno y tan justo, ten
misericordia de mí. No paraba de besar sus pies. Hasta que el Señor habló y dijo una
parábola, y confrontó a los hombres que lo habían invitado por haberme juzgado en sus
corazones. Finalmente me dijo Tus pecados te son perdonados, tu fe te ha salvado, ve
en paz y me fui en paz. Fue el encuentro más hermoso que pude haber tenido. Mi
consejo para ti mujer, aunque te sientas indigna, cargada de pecados, llena de
suciedad y destrozada, acude a Cristo con un corazón contrito, un corazón arrepentido,
en busca de perdón, que reconozcas a Cristo como el único que puede darte perdón. Y
tengas fe, Él puede darte la paz que necesitas como lo hizo conmigo.

Mi nombre es María soy de Magdala, mejor conocida como María Magdalena (Lc
8:2, 24:1-12; Jn 19:25; Mt 28:1-10; Mr 16: 1-11) pasé durante mucho tiempo poseída
por 7 demonios que me atormentaban, me oprimían y me controlaban no tenía paz,
vivía constantemente ansiosa. Aconteció que un hombre llamado Jesús andaba por
todas las aldeas y ciudades, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios y
doce hombres con él. En su paso por mi ciudad fui sanada por Jesús, me sanó de esos
espíritus malos que me atormentaban y ¿saben? Nunca había sentido tanta paz en mi
corazón, aquel hombre había hecho un milagro en mi vida. Cuán agradecida estaba,
así que decidí seguirle y entre más aprendía de Él, de que era el Mesías, el Hijo de
Dios, más quería estar con Él y más le amaba. Le servía con todo lo que podía, como
muestra de gratitud por lo que había hecho por mí, Creía en su Palabra. Estuve en el
momento de dolor más fuerte para Él, la cruz, junto con su madre y junto con otras
mujeres que le habíamos servido y seguido, fue asesinado injustamente. A los 3 días
desperté muy de mañana para ungirlo pero la tumba estaba abierta y pensé que habían
robado su cuerpo, lloré y lloré, y preguntaba dónde lo habían llevado, y cuando volteé
mi rostro vi a un hombre, y me dijo ¡María! Ese era mi maestro, era mi Señor, cuánta
emoción me dio verlo vivo, había resucitado de la muerte. Me mandó a que se lo dijese
a los once, y cuando les dije no me creyeron. Pero yo sí sabía que Él estaba vivo.
Desde ese momento decidí estar con aquellos que siguieran las palabras de Jesús, mi
Señor y Salvador. Aun cuando los discípulos lo abandonaron al momento de la cruz yo
no me aparté y estuve al pie de la cruz en el momento de su muerte. Mujer, mi consejo
para ti es que tengas un corazón agradecido con Dios, una verdadera gratitud a Cristo,
te llevará a seguirle a donde sea, a servirle con amor de cualquier forma, y aún en los
momentos duros aferrarte a Él. También predica, habla de Cristo con gran pasión, Él
resucitó y está vivo, así como yo lo hice, aunque decidan no creer, sigue fiel hablando
del evangelio.

Soy Marta (Lc 10:38-42, Jn 11:1-43, 12:1-8) hermana de María y Lázaro. Nosotros
oíamos de la fama de Jesús pero aún no lo conocíamos. Cuando escuchamos de
Jesús mismo sus enseñanzas supimos que Él era el enviado de Dios, creímos en él y
comenzamos a seguirle. Cada vez que podía siempre me disponía a tener las puertas
de mi casa abiertas para Jesús. Establecimos con él una relación de amistad muy
estrecha. En uno de los días que Jesús se había quedado con nosotros, comencé a
hacer los preparativos para Jesús andaba de arriba a abajo preocupada por todas las
cosas para recibir bien a Jesús. Pero estaba haciéndolo sola María no me ayudaba ella
se fue a sentar a los pies de Él. Yo le dije al Señor que le dijera a María que me
ayudara con todas las cosas que tenía. Pero Jesús como mi amigo me exhortó con la
verdad, y me dijo prácticamente que me estaba enfocando en hacer cosas para servirle
a él pero no estaba dando tiempo para estar con él y disfrutar de Su Palabra. Muchas
veces nosotras estamos tan llenas de actividades para servir al Señor y no damos
tiempo para disfrutar de Su Palabra y su presencia. Mujer mi consejo para ti es este sé
que a veces hay muchas cosas por hacer pero más importante es estar a los pies de
Jesús.

Mi nombre es María (Lc 10:38-42, Jn 11:1-43, 12:1-8) hermana de Marta y Lázaro

Soy una mujer de Samaria (Juan 4:1-42) mi vida no había sido fácil había tenido 5
maridos y estaba con un hombre que no era mi marido. Creo que en mi interior estaba
necesitada de algo que aún no sabía que era. Por causa de lo que sentía no me
gustaba estar con otras personas y me iba sola a traer agua cuando en el pozo no
hubiera nadie. Un día encontré a un hombre de los judíos, y me pidió agua, ¿Acaso no
sabía que judíos y samaritanos no debíamos tratarnos? En medio de toda la plática que
tuvimos, constantemente me decía que me daría agua de vida, pero no entendía ni
siquiera tenía con qué sacarla. Luego me dijo todo lo que había hecho en mi vida, este
hombre me conocía sin yo saber nada de Él, entendí quera varón de Dios. Me habló
acerca de que vendría una hora en la cual adoraremos en espíritu y en verdad, yo
entendía que hablaba del Mesías, obviamente siendo yo samaritana sabía de la
profecía del Mesías, y este hombre me dijo: Yo soy. Quedé completamente sorprendida
pero con lo que antes había hecho, entendí que verdaderamente Él era, salí a avisarles
a todos los hombres lo que había pasado. Todos creyeron en Él al escucharle.
Comprendí que lo que necesitaba aquel vacío que sentía, era mi necesidad del agua
viva que sólo Jesús podía darme y no había entendido. A ti mujer te aconsejo que si
estás buscando llenar el vacío de tu corazón con tal vez chicos, o dinero o cualquier
otra cosa y sientes que no te satisface, lo que necesitas es otra cosa. Necesitás el
agua viva en tu vida, que sólo Jesús puede darte, ahora ha llegado el Mesías, un
Salvador, necesitas creer en Él, y encontrar tu plenitud en Él.

Fui conocida como la Mujer adúltera (Juan 8:1-11) y no había nada de falso en
aquello, estaba con una persona que no era debido. Reconocía que había cometido
este pecado y sabía que al ser sorprendida de esa forma irremediablemente tenía que
morir conocía la ley. Conocía que en la ley tanto el hombre como la mujer adúlteros
seríamos muertos, pero los fariseos sólo me llevaron a mí. Me llevaron hacia uno que
se llamaba Jesús, no entendía por qué lo hacían, pero ahí estaba en el suelo
esperando mi muerte por causa de mi pecado, estaba consciente de ello. Alrededor
estaban todos los judíos con piedras en sus manos, listos para asesinarme, cuando
dijeron el caso a Jesús esperando su respuesta. Él dijo que todo el que estuviera limpio
de pecado cumpliera la sentencia; entendía perfectamente que estaba haciendo la
sentencia, seguía con temor. Hasta que cada uno de los que estaban ahí iniciando con
los ancianos terminando con los jóvenes se fueron retirando y dejando sus piedras.
Sólo quedaba Jesús, Él sí podía cumplir la sentencia, Él sí podía apedrearme, Él había
escuchado que era justo en gran manera. Pero escuché: ¿Dónde están los que te
acusaban, no ha quedado nadie? Y respondí: Ninguno- mientras esperaba su
sentencia. Él respondió y dijo, ni yo te condeno vete y no peques más. No me condenó,
me perdonó, perdonó mi pecado. Cómo podía ser, este tenía que ser el día de mi
muerte, pero se convirtió en el día en el que viví, y encontré La Vida. Mujer puede que
haya algún pecado en tu vida que te esté atando, tu pecado te condena, hay un
resultado por el pecado y es la condenación, sin embargo Jesús te extiende salvación y
vida eterna, decide creer en Él para que puedas ser salva de toda condenación, y vivir
de una forma diferente, ese es mi consejo para ti.

Mi nombre es Rode (Hch 12:3-16) era una de las seguidoras de Cristo en la iglesia
primitiva, estábamos pasando persecuciones y dos de los apóstoles fueron atrapados,
Jacobo fue muerto y Pedro estaba encarcelado. Estábamos afligidos por lo que estaba
pasando pero a pesar de ello orábamos a Dios sin cesar por Pedro, confiando que Dios
respondería. Estábamos en la casa de María la madre de Juan Marcos cuando de
repente escuché la voz de Pedro, salí tan emocionada a llamar a todos, que ni siquiera
le abrí la puerta a Pedro. Los que estaban orando no creían a lo que decía, de que la
oración que estábamos haciendo fue respondida tan prontamente. Pedro seguía
tocando así que salimos a abrirle y cuando lo vieron todos estábamos llenos de gozo, y
nos contó cómo el Señor lo había librado. Mujer, puede ser que tengas las nuevas de
gozo en tus manos y te estés deteniendo de hablar de ese mensaje a los demás.
Nunca te detengas de hablar del mensaje de gozo aunque no te crean, persiste en ello.
Además persiste en la oración como lo hacíamos y puede que recibas la respuesta de
oración que necesitas de la forma menos esperada.
Fui una mujer enferma durante mucho tiempo (Mt 9:20-22, Mr 5:25-34, Lc 8:43-48)
más exactamente durante 12 años sufrí de flujo de sangre, constantemente me sentía
débil, somnolienta, pero también tenía mucho dolor. El hecho de que estuviera
constantemente sangrando, hacía que tuviera un olor desagradable. Tenía que estar
apartada de las personas porque me apartaban y me rechazaban, no podía estar cerca
de algún grupo de personas. En medio de mi desesperación por este azote, acudí a los
médicos de mi época y me cobraban muy caro, aún así decidía pagarles para encontrar
ayuda. Sin embargo salía peor, con más dolores y el flujo seguía, me sentía demasiado
desesperada, constantemente en búsqueda de los recursos para poder sanarme, pero
nadie podía hacer nada por mí, todos fracasaban. Hasta que oí de un hombre llamado
Jesús que sanaba enfermos, que echaba demonios, que hacía grandes milagros,
inmediatamente lo supe, creí en que Él sí tenía el poder para sanarme, según lo que
había visto y oído era el Mesías prometido. Me aventuré mientras Él iba de camino a la
casa de uno de los principales de la sinagoga. Me entremetí entre la gente y en mi
mente decía, si tan sólo toco el borde de su manto seré salva, confiaba en que Él tenía
poder, que Sí me podía sanar, no era su manto el poderoso, era su Persona, pero no
me importaba sólo poder tocar el borde de su manto. Lo toqué y fui sana
inmediatamente, y Él se dio cuenta que lo toqué, porque preguntó, yo con temor de que
me reprendiera por haber hecho eso, pero más bien se tomó el tiempo para hablar
conmigo y decirme que por mi fe en Él me había salvado y sanado. Que gran alegría y
gozo sentí, Él es el verdadero Mesías. Muchas veces cuando estamos en problemas
acudimos a las soluciones equivocadas y gastamos nuestros recursos, cuando lo
primero que debemos hacer es acudir a Jesús, entregar nuestras debilidades a Él,
creer que Él es poderoso para Salvar y Él nos guiará a la solución más adecuada.
Mujer cuidado estás acudiendo al lugar incorrecto en tus dificultades, ya sea
enfermedades, problemas en el trabajo, en tu familia, luchas personales.

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