Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
ISSN: 2463-2384
© De la edición:
Asociación Nacional de Internos y Residentes
Regional Antioquia – ANIR
Residentes de Neurología
Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia
Con el aval de la Asociación Antioqueña de Neurología
Editores académicos
Reydmar López-González
Yamile Calle-López
Diana M. Castrillón-Velilla
Imagen de carátula
Imagen tomada de https://co.pinterest.com/pin/622481979716429474/
con intervención digital de Laura Ortiz
Editorial Artes y Letras S.A.S.
Diagramación e impresión
Editorial Artes y Letras S.A.S.
Residentes de Neurología, U. de A.
E-mail: neuro.udea@gmail.com
Facebook: www.facebook.com/neuro.udea
Introducción
El ataque cerebrovascular isquémico (ACV) es la
cuarta causa de mortalidad en Estados Unidos; es la
principal causa de discapacidad en el mundo. Para el
año 2010, se estimó que ocurrieron 16.9 millones de
nuevos episodios de ACV en el mundo. Aunque en el
período 1990 – 2010 la prevalencia mundial de la enfer-
medad aumentó levemente, el número de sobrevivien-
tes incrementó en forma significativa en un 84%. Esto
coincide con el gran avance que se ha logrado en las
últimas dos décadas en el tratamiento de los pacientes
con ACV isquémico, entre los que se destacan la imple-
mentación de técnicas como la trombolisis intravenosa,
que permite la aplicación de un agente trombolítico en
las primeras cuatro y media horas de inicio del déficit
neurológico, y la trombectomía mecánica, que puede
utilizarse en casos de oclusión de la arteria carótida in-
terna distal o arteria cerebral media proximal, dentro
de las primeras seis horas de inicio del ACV, cumplien-
10 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Manejo intrahospitalario
Con fines prácticos dividiremos el curso de la atención en eta-
pas según tiempo de evolución del evento, tratando de dar res-
puesta a cada uno de los interrogantes más frecuentes en la prác-
tica clínica:
• Etapa hiperaguda (hora cero): Minutos hasta primeras ocho
horas de instaurado el evento
• Etapa aguda: Después de las ocho horas hasta completar los
primeros siete días
• Etapa subaguda: Después de los siete días del evento
• Fase tardía:
1. Evaluar vía de alimentación:
Los pacientes con infartos del tallo, infartos múltiples, in-
fartos hemisféricos o en quienes tienen disminuido el esta-
do de alerta son los que se encuentran en mayor riesgo de
broncoaspiración. Los trastornos de la deglución se asocian
con incremento en el riesgo de muerte. Un reflejo nauseo-
24 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Conclusiones
El ACV es una enfermedad que ocasiona gran impacto a las
personas y a la sociedad. Si bien, se ha recomendado y enfatizado
en el uso de terapia con trombolítico venoso (alteplase) y/o terapia
endovascular, sólo una minoría de pacientes reciben estos trata-
mientos.
Es deber de cada médico, que atiende pacientes con esta enfer-
medad, dar el manejo necesario para mejorar los desenlaces y ser
consciente de las complicaciones que se pueden presentar y tener
las herramientas de conocimiento necesarias para manejarlas.
Con un adecuado manejo en el período agudo del ACV y la
rehabilitación se puede lograr buenos resultados a largo plazo en
quienes padecen de esta afección.
Anexo
Criterios inclusión para trombectomía mecánica en período me-
nor a seis horas posACV:
• Edad dieciocho años o más
• Escala de funcionalidad Rankin modificada previa a ACV
de 0–1 (Adecuada funcionalidad)
• Puntaje NIHSS igual o superior a seis puntos
• Puntaje ASPECTS igual o superior a seis puntos en TAC de
cráneo simple
• TAC o resonancia de cráneo descartan sangrado
• Oclusión arterial intracraneana de arteria carótida interna
distal o arteria cerebral media proximal (M1 o M2): Demos-
trado por angioTAC, angiorresonancia o angiografía
• Tiempo suficiente para inicio de trombectomía endovascu-
lar dentro de seis horas de inicio del ACV
Diana Marcela Castrillón Velilla, Reydmar López–González • ¿Qué hacer con el ACV ... 31
Criterios de exclusión:
• Presión arterial más de 185/110 mmHg
• Glucosa menos de 50mg/dL o más de 400mg/dL
• Tratamiento con alteplase en dosis inferior a 0.9mg/kg o más
de 90mg
• Alteraciones de coagulación (plaquetas menos de 40000/mi-
crol, INR superior a 3.0)
Anotación: Los pacientes que cumplan criterios para admi-
nistrárseles terapia trombolítica intravenosa deben recibirla sin
retardo, incluso sin tratamiento endovascular como la trombecto-
mía mecánica está siendo considerada.
Pacientes con oclusión de grandes arterias de circulación an-
terior que no son candidatos para trombolisis intravenosa (por
cualquier motivo) pueden todavía ser tratados con trombectomía
mecánica si son elegibles.
Bibliografía
Definición
Se define como crisis sintomática a un evento pa-
roxístico con semiología de crisis epiléptica que tiene
una causa identificada con estrecha relación temporal
con un insulto o noxa al sistema nervioso central (SNC)
como por ejemplo un trauma craneal, una alteración
electrolítica, metabólica, una intoxicación aguda, in-
fección o inflamación (1). Es un concepto diferente de
la definición operacional actual de epilepsia que hace
referencia a “la presencia de al menos dos crisis no pro-
vocadas separadas por más de 24 horas” (2). Las crisis
pueden ser convulsivas o no convulsivas según la ma-
nifestación motora.
Respecto a la temporalidad, es necesario aclarar los
siguientes términos:
Las crisis sintomáticas agudas son aquellas que
ocurren dentro de los primeros siete días luego de la
exposición al factor o noxa que disminuye el umbral
convulsivo (3-5), como un trauma de cráneo (TEC), una
36 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Aspectos epidemiológicos
Las crisis sintomáticas agudas representan el 40% de todas las
crisis, el 40% de la primera crisis y el 50–79% de los estados epi-
lépticos. El riesgo de tener una crisis sintomática aguda desde el
nacimiento hasta los 80 años es de 3.6%. El riesgo es mayor en
hombres (5%) que en mujeres (2.7%). La incidencia ajustada por
edad es de 29–39/100.000 (7). El 31,7% de los pacientes con crisis
sintomáticas tienen más de 65 años (3).
Las principales causas de crisis sintomáticas son: ACV 16%,
TEC 16%, infección del SNC 15%, medicamentos, drogas de abuso
y licor 14%, alteraciones metabólicas y electrolíticas 9%, ence-
falopatías 5% y eclampsia 2% (7). Las etiologías de primera crisis
sintomática remota son: ACV 68.2%, TEC 25% e infección del SNC
6.8% (3).
En los neonatos son más frecuentes las crisis secundarias a en-
cefalitis, trastornos metabólicos y encefalopatía. En los niños son
más comunes las crisis por encefalitis y los TEC. En los adultos,
las causas de crisis sintomáticas más frecuentes son el TEC, secun-
dario a medicamentos o abstinencia a licor, ACV, tumores cerebra-
les y eclampsia (7).
Los ancianos tienen un perfil epidemiológico un poco diferen-
te. La incidencia de crisis sintomáticas agudas en mayores de 60
años es aproximadamente 100 por 100.000 y aumenta con cada
década (8). Un tercio de los pacientes tendrán epilepsia (9). Los an-
cianos tienen más riesgo de estado epiléptico. La causa más fre-
cuente en los ancianos es la enfermedad cerebrovascular siendo
el 40–54% de los casos (10) y de ellos, la hemorragia lobar anterior
tiene alta incidencia en esta población (11,12). Las crisis usualmente
ocurren en las primeras 48 horas del evento isquémico o de la he-
morragia, pero aproximadamente 1 al 2% de los pacientes tienen
crisis en los siguientes 15 días de un ataque isquémico transitorio
o de un infarto lacunar (13). A su vez, se ha encontrado que una
primera crisis en un anciano puede ser premonitoria de un ACV
en los siguientes meses con un HR de 2.89 y, por eso, algunos
expertos consideran que a los ancianos con primera crisis se les
debería hacer un estudio cardiovascular como a los pacientes con
38 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Electrolitos
Las alteraciones electrolíticas pueden ocurrir a cualquier edad.
Generalmente no se asocian a cambios morfológicos en el SNC, al
menos en la fase aguda, y las manifestaciones suelen ser reversi-
bles (31,32). Los trastornos que se instauran en forma rápida son los
más sintomáticos y los que más fácilmente llevan a crisis (27). En el
contexto de alteración electrolítica, la crisis sintomática aguda se
define basada en la muestra de sangre obtenida dentro de las 24
horas luego de la crisis (1).
Hiponatremia. El valor normal del sodio en sangre es de 135–
145 mEq/L, cuando desciende por debajo de 125 mEq/L se consi-
dera hiponatremia grave y generalmente las convulsiones ocurren
cuando está por debajo de 115–120 mEq/L. La hiponatremia aguda
grave que se instaura en menos de 48 horas conlleva a edema ce-
rebral y riesgo de herniación. La hiponatremia es causada por de-
pleción del volumen circulante (falla cardíaca, cirrosis, diarrea),
trastornos que aumentan los niveles de hormona antidiurética
(secreción inapropiada de hormona antidiurética, insuficiencia
adrenal, hipotiroidismo, embarazo, cirugía reciente), polidipsia,
medicamentos como tiazidas, desmopresina, manitol, carbamaze-
pina, oxcarbazepina (33). Además de las convulsiones, los pacien-
tes pueden cursar con síntomas como mareos, náuseas, cefalea,
letargia, desorientación, calambres, y signos como hiporreflexia,
alteración de conciencia hasta el coma, depresión respiratoria, hi-
potermia, respiración de Cheyne–Stokes (34).
Diana Marcela Díaz Marín, Diego Castaño Betancur • Crisis sintomáticas 43
Glucemia
Las crisis ocurren hasta en el 25% de las personas con diabetes
mellitus (35). El 25% presentan crisis en el contexto de hipergluce-
mia (mayor a 400–450 mg/dL) y un 7% por hipoglucemia (menor
de 36–40 mg/dL) (17).
La hipoglucemia no sólo ocurre en los pacientes con diabe-
tes en tratamiento con insulina o hipoglucemiantes; también, se
puede presentar en intoxicación por alcohol, falla hepática, in-
sulinoma, malignidades diseminadas, enfermedad de Addison y
en hipotiroidismo. La hipoglucemia no tratada lleva a pérdida de
la conciencia, crisis, estado epiléptico y focalización neurológica.
La hiperglucemia hiperosmolar no cetósica puede presentarse con
crisis de inicio focal o con estado epiléptico focal, sobre todo en
ancianos. Responden mejor a la corrección metabólica más que a
los fármacos antiepilépticos (18).
Trasplantados
El 20% de los pacientes trasplantados pueden tener crisis, de
ellas, el 4% son tónico-clónicas generalizadas (39). Las crisis pue-
den ser secundarias a infecciones oportunistas, terapia inmuno-
supresora como la ciclosporina y el tacrolimus, trastornos meta-
bólicos, PRES y en muchos casos se desconoce la causa (6,27).
Medicamentos
La lista de los medicamentos reportados asociados con crisis,
es muy extensa. Se mencionan algunos a continuación (17,27,40,41):
• Antidepresivos: imipramina, amitriptilina, bupropión, ven-
lafaxina en sobredosis.
• Antipsicóticos: clorpromazina, haloperidol, aripiprazol,
clozapina.
46 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Tratamiento
En términos generales, el tratamiento depende la causa de
base. Es así como las alteraciones electrolíticas y metabólicas re-
quieren una corrección oportuna y adecuada para lograr control
de las crisis. Si se expuso a una sobredosis de un medicamento o
a un tóxico, es necesario depurar y eliminarlo de la circulación,
para mejorar las crisis. Éstos son aspectos que quedan muy claros
y es sabido que, por lo general, los pacientes con crisis sintomáti-
cas agudas no requieren tratamiento antiepiléptico a largo plazo.
La dificultad estriba en aquellas injurias cerebrales que tienen el
potencial de dejar cicatrices con posterior riesgo de epilepsia o en
aquellas circunstancias que van a ser factores de exposición cró-
nica para los pacientes con riesgo de recurrencia de crisis sinto-
máticas. Es por ello que la decisión de usar o no fármacos antiepi-
lépticos se basa en dos aspectos: la probabilidad de recurrencia de
crisis y en el riesgo de desarrollar epilepsia posteriormente.
En el escenario del ACV, los pacientes con crisis tempranas an-
tes de dos semanas tienen baja recurrencia de crisis (3%), lo que
sugiere que los pacientes podrían ser tratados sólo durante las dos
primeras semanas posterior al evento isquémico o hemorrágico (44).
Algunos expertos sugieren el uso de antiepilépticos profilácticos
durante la primera semana luego de la hemorragia subaracnoidea,
Diana Marcela Díaz Marín, Diego Castaño Betancur • Crisis sintomáticas 49
Pronóstico
El riesgo a diez años de una primera crisis no provocada, luego
de una crisis sintomática aguda es del 17% para causas estructu-
rales, del 17% para causas encefalopáticas y del 41% para estado
epiléptico (7). Así se demostró en un estudio publicado en 1998
por Hesdorffer y colaboradores, donde las crisis sintomáticas agu-
das que se presentaron con estado epiléptico tuvieron un riesgo
del 41% (3.3 veces) para subsecuentes crisis no provocadas, com-
parado con un 13% para aquellos que tuvieron crisis sintomáticas
agudas sin estado epiléptico. El riesgo fue 18.8 veces más para pa-
cientes con encefalopatía anóxica, 7.1 veces cuando había lesión
estructural cerebral y 3.6 veces para causa metabólica (55).
El pronóstico de la primera crisis sintomática aguda es diferen-
te de la primera crisis no provocada cuando la etiología es ACV,
TEC o infección del SNC, pues estas crisis sintomáticas tienen alta
mortalidad a corto plazo (8.9 veces más antes de 30 días) y menor
riesgo (80% menos) para posteriores crisis no provocadas. Des-
pués de 30 días, la mortalidad a diez años fue similar (56).
Diana Marcela Díaz Marín, Diego Castaño Betancur • Crisis sintomáticas 51
Referencias
43. Sarkar P, Ibitoye RT, Sturman S, Sarkar PK. First seizure in the
adult: management in the emergency department. Br J Hosp
Med (Lond). 2013 Jan;74(1):18–23.
44. De Reuck J, De Groote L, Van Maele G. Single seizure and epi-
lepsy in patients with a cerebral territorial infarct. J Neurol Sci.
2008 Aug 15;271(1–2):127–30.
45. Gilad R, Lampl Y, Eschel Y, Sadeh M. Antiepileptic treatment
in patients with early postischemic stroke seizures: a retros-
pective study. Cerebrovasc Dis. 2001;12(1):39–43.
46. Ferro JM, Canhão P, Bousser M-G, Stam J, Barinagarremente-
ria F, ISCVT Investigators. Early seizures in cerebral vein and
dural sinus thrombosis: risk factors and role of antiepileptics.
Stroke. 2008 Apr 1;39(4):1152–8.
47. Kwan J, Günther A. Antiepileptic drugs for the primary and
secondary prevention of seizures after intracranial venous
thrombosis. In: Kwan J, editor. Cochrane Database of Systema-
tic Reviews. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd; 2006. p.
CD005501.
48. Chang BS, Lowenstein DH, Quality Standards Subcommittee
of the American Academy of Neurology. Practice parameter:
antiepileptic drug prophylaxis in severe traumatic brain injury:
report of the Quality Standards Subcommittee of the American
Academy of Neurology. Neurology. 2003 Jan 14;60(1):10–6.
49. Temkin NR, Dikmen SS, Wilensky AJ, Keihm J, Chabal S, Winn
HR. A Randomized, Double-Blind Study of Phenytoin for the
Prevention of Post-Traumatic Seizures. N Engl J Med. 1990 Aug
23;323(8):497–502.
50. Beghi E. Overview of studies to prevent posttraumatic epi-
lepsy. Epilepsia. 2003;44 Suppl 1:21–6.
51. Annegers JF, Hauser WA, Beghi E, Nicolosi A, Kurland LT. The
risk of unprovoked seizures after encephalitis and meningitis.
Neurology. 1988 Sep;38(9):1407–10.
52. Carpio A, Hauser WA. Prognosis for seizure recurrence in pa-
tients with newly diagnosed neurocysticercosis. Neurology.
2002 Dec 10;59(11):1730–4.
53. Medina MT, Rosas E, Rubio-Donnadieu F, Sotelo J. Neurocys-
ticercosis as the main cause of late-onset epilepsy in Mexico.
Arch Intern Med. 1990 Feb;150(2):325–7.
54. Garcia HH, Nash TE, Del Brutto OH. Clinical symptoms, diag-
nosis, and treatment of neurocysticercosis. Lancet Neurol.
2014 Dec;13(12):1202–15.
Diana Marcela Díaz Marín, Diego Castaño Betancur • Crisis sintomáticas 55
Introducción
La cefalea es uno de los motivos de consulta más
comunes en la práctica clínica diaria en el ámbito de la
consulta externa. En el mundo, la prevalencia de cefa-
lea es del 47%; siendo del 10% para migraña, 38% para
cefalea tipo tensión y 3% para cefaleas crónicas (1) lo
que constituye la séptima causa de discapacidad (2). En
Colombia la prevalencia de migraña es de 9.8%, siendo
de dos a tres veces más frecuente en mujeres (3). Si bien
la cefalea tipo tensión es menos intensa en cuanto a la
calificación del dolor, al ser más frecuente también es
una causa importante de discapacidad laboral (1).
Según cifras de estudios europeos acerca del costo
de la cefalea para la sociedad, considerando costos di-
rectos e indirectos, éstos superan los costos de muchos
otros trastornos neurológicos incluyendo la enferme-
dad cerebrovascular, la esclerosis múltiple y la enfer-
medad de Parkinson (4).
58 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Diagnóstico
No existe un examen o respuesta a algún tratamiento específico
para el diagnóstico de migraña o cefalea tipo tensión. Una historia
clínica y un examen neurológico completo disminuyen la posibi-
lidad de un diagnóstico erróneo (6).
Se debe hacer énfasis en el perfil temporal de la cefalea: cuán-
do comenzó, circunstancias que rodean el inicio de la cefalea, si
ésta ha permanecido igual en el tiempo o, en caso de variación,
qué tipo de variación. Igualmente, la descripción de la frecuencia,
duración y gravedad de las crisis en los últimos seis meses son
importantes a la hora del interrogatorio. La variación de la inten-
sidad de los síntomas según hora del día, asociación con actividad
física, aparición con cambios en la postura o maniobra de Valsalva
pueden orientar a causas específicas. La localización del dolor y
su diseminación, cualidad del dolor (quemante, pulsátil, punza-
da, sordo, electricidad, presión), síntomas acompañantes previos
(pródromo), durante y después de la crisis, tanto como esclarecer
la presencia o no de aura permiten optimizar la terapia farmaco-
lógica. Interrogar sobre desencadenantes o factores precipitantes
(dieta, menstruación, medicamentos, calidad y cantidad de sue-
ño, factores ocupacionales y del ambiente, esfuerzo físico), facto-
res que mejoran (distinto a medicamentos) o empeoran la cefalea
y comportamiento del paciente durante la crisis contribuyen a fa-
cilitar la prescripción de una terapia profiláctica efectiva. Indagar
sobre la historia personal (educación, ocupación, estado marital,
consumo de licor, cigarrillo u otras sustancias de abuso, enferme-
dades, consumo de anticonceptivos, etc.), historia familiar y final-
Alejandro Borja Jaramillo • Migraña y cefalea tipo tensión en consulta 59
Tabla 1
“Banderas rojas” en cefalea (7)
Tabla 2
Criterios diagnósticos de cefalea tipo tensión (9)
Tabla 3
Criterios diagnósticos de migraña sin aura (9)
Tabla 4
Criterios diagnósticos de migraña con aura (9)
Tabla 5
Criterios diagnósticos para migraña en el estudio ID Migraine validation study (10)
Durante los últimos tres meses, al menos dos de los siguientes aspectos
acompañan la cefalea:
• Náusea o malestar estomacal
• Sensibilidad a la luz (más que cuando no hay cefalea)
• Capacidad limitada para trabajar, estudiar o hacer lo que necesita
hacer por al menos un día
Tratamiento
El tratamiento de la cefalea tipo tensión y la migraña se divide
en dos categorías: tratamiento agudo en crisis y tratamiento pro-
filáctico (preventivo). Es importante que el paciente entienda las
diferencias entre estas dos categorías. Mientras que el uso diario
de medicamentos profilácticos es necesario para el éxito del tra-
Alejandro Borja Jaramillo • Migraña y cefalea tipo tensión en consulta 63
Tabla 6
Criterios diagnósticos de cefalea por sobreuso de analgésicos (9)
A. Cefalea que ocurre 15 o más días al mes en paciente con cefalea pre
existente.
B. Abuso habitual durante más de tres meses de uno o más fármacos que
se pueden administrar como tratamiento agudo y/o sintomático de la
cefalea (10 o más días al mes para ergotamínicos, triptanes, opioides y
analgésicos combinados, 15 días o más para analgésicos simples)
C. Sin mejor explicación por otro diagnóstico de la ICHD–3.
Tabla 7
Estrategias de tratamiento agudo de la migraña (15)
Estrategia Medicamentos
Acetaminofén y AINES para crisis de Acetaminofén
intensidad leve a moderada Ácido acetil salicílico
Ibuprofeno
Naproxeno
Diclofenaco
Tabla 8
Dosis recomendadas de medicamentos para tratamiento agudo de la migraña
Tabla 9
Tratamiento profiláctico de la migraña (18-20,22,23)
Tabla 10
Tratamiento profiláctico de la cefalea tipo tensión (16)
Amitriptilina 30 – 75 mg
Segunda elección
Mirtazapina 30 mg
Venlafaxina 150 mg
Tratamiento no farmacológico
Si bien no existen estudios aleatorizados sobre modificación
de estilos de vida, evitar posibles desencadenantes de cefalea (al-
cohol, ayuno prolongado, quesos madurados, vinos, chocolate,
privación de sueño, estrés emocional) contribuye de forma im-
portante a la reducción de la frecuencia e intensidad de la cefalea
(24)
. Algunos medicamentos como anticonceptivos orales, terapia
de reemplazo hormonal, inhibidores selectivos de la recaptación
de serotonina (IRSS) e inhibidores de bombas de protones pueden
exacerbar crisis de migraña por lo que se recomienda ajustar o
descontinuar dichos medicamentos (5,24).
Conclusiones
La cefalea es una causa importante de consulta en medicina
general y especializada. Las principales causas de cefalea son la
cefalea tipo tensión y la migraña.
El adecuado diagnóstico de la cefalea implica un interroga-
torio y un examen físico general y neurológico detallado en el
que se identifiquen signos y síntomas que sugieran una cefalea
secundaria.
Un correcto diagnóstico garantiza un tratamiento dirigido, que
tenga en cuenta prevención y manejo de crisis agudas de cefalea.
Alejandro Borja Jaramillo • Migraña y cefalea tipo tensión en consulta 69
Referencias
El procedimiento
Primero, recuerde realizar el consentimiento infor-
mado, en donde relacione las posibles complicaciones
que se puedan presentar (sangrado, cefalea, dolor, in-
fección, lesión nerviosa, entre otros).
Se debe seguir una técnica estéril incluyendo lava-
do quirúrgico de manos, guantes estériles, gorro y ta-
pabocas. Se puede realizar con el paciente en decúbito
lateral o sentado. En posición de decúbito lateral el pa-
ciente flexiona las rodillas hasta el pecho y ligeramente
también lo hace con el cuello. Es de gran ayuda contar
72 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Tabla 1
Recomendaciones a tener en cuenta en punción lumbar cuando el paciente
tome antiplaquetarios o esté anticoagulado
Ácido acetilsalicílico
Tabla 1 (continuación)
Recomendaciones a tener en cuenta en punción lumbar cuando el paciente
tome antiplaquetarios o esté anticoagulado
Warfarina
Tabla 2
Manejo de contraindicaciones para punción lumbar
Procedimiento para
Contraindicaciones Acción requerida
descartarlo
1. Lesión ocupante Examen físico y fondo TAC de cráneo
de espacio con de ojo
efecto de masa;
lesión fosa posterior
o malformación
Arnold Chiari,
hipertensión
endocraneana.
Figura 2. Vista lateral (A) y superior (B) de las puntas de las agujas espinales: 1, Aguja biselada estándar
de gran calibre; 2, Agua biselada estándar de pequeño calibre; 3, Aguja atraumática de pequeño calibre.
Tomado de: Engelborghs S, et al. Consensus guidelines for lumbar puncture in patients
with neurological diseases. Alzheimers Dement (Amst). 2017; 8: 111–126.
Recolección de la muestra
El líquido cefalorraquídeo además de ser usado para detectar
infecciones o microrganismos también puede servir para detectar
células malignas, por eso dada la labilidad de la muestra siempre
debe ser tratada como urgente para que sea procesada de esta ma-
nera y se eviten falsos negativos o falsos positivos por el tiempo
en que se demoró en ser analizada.
Las muestras deben ir en tubo de vidrio pues en los tubos plás-
ticos las células tienden a adherirse a las paredes. Aquellas que se
dirigen a patología pueden ser fijadas con metanol/etanol al 50%
o, si no posee el fijador, simplemente debe mantener a 36°C cen-
tígrados y transportar al laboratorio de inmediato para que ellos
realicen la fijación.
Carolina Estrada Pérez • Punción lumbar: procedimiento y análisis de líquido cefalorraquídeo 79
Apariencia
El líquido cefalorraquídeo normal es claro, descrito como
“agua de roca” y se torna turbio cuando hay más de 200 leucoci-
tos/mm3, 400 glóbulos rojos/mm3 o más de 10 UFC de bacterias.
La xantocromía se presenta de dos a cuatro horas después de que
los glóbulos rojos entren al espacio subaracnoideo, pero la misma
se debe confirmar por espectrofotometría. Para realizar el diag-
nóstico certero de hemorragia subaracnoidea, no basta sólo con la
apreciación macroscópica del líquido (10).
Conteo celular
El uso de antibióticos orales puede disminuir el rendimiento
del Gram y cultivos de LCR, pero tiene poco efecto en la respuesta
celular. El valor normal de leucocitos en neonatos es de 8/mm3,
en niños y adultos el número máximo es de 5/mm3. De estos leu-
cocitos presentes no debe haber ningún neutrófilo en adultos, en
niños se pueden presentar hasta en un 60% del total. Este debe ser
procesado inmediatamente dado que puede disminuir en 50% en
un lapso de dos horas.
Las meningitis bacterianas se asocian con pleocitosis (leuco-
citos en LCR) de más de 200/mm3 y predominio de neutrófilos,
aunque el 10% de éstos puede tener predominio linfocítico (Lis-
teria monocytogenes y bacilos Gram negativos en recién nacidos).
Las meningitis virales cursan con menos de 100/mm3 con predo-
minio linfocítico aunque al inicio del cuadro puede cursar con
predominio de neutrófilos (12–24 h). Otras causas de pleocitosis
linfocítica son Mycobacterium tuberculosis, Borrelia burgdorferi,
Treponema pallidum, hongos, neoplasias, o ser inducidas por me-
dicamentos. Con predominio de eosinófilos si son más del 10%,
cuya principal sospecha es Coccidioides immitis o parásitos (10).
80 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Concentración de glucosa
Típicamente la concentración de glucosa en LCR (45–80 mg/
dl) es dos terceras partes de la sanguínea (70–120 mg/dl) o con
una relación de glucosa LCR/suero de 0,6, siendo igual o inferior
a 0,5 anormal. Puede estar disminuida en infecciones bacterianas,
carcinomatosis meníngea; o elevada en pacientes diabéticos. Por
eso cuando se realiza punción lumbar también debe solicitarse
inmediatamente una glucometria del paciente para poder realizar
la relación LCR/suero (9).
Concentración de proteínas
En condiciones basales, la integridad de la barrera hematoen-
cefálica mantiene una concentración baja de proteínas en LCR,
sin embargo durante algún proceso inflamatorio se pierden dichas
uniones y hay un aumento de proteínas en LCR; también pueden
elevarse en caso de hemorragia subaracnoidea por lisis de gló-
bulos rojos con un aumento de 1 mg/dl por cada 1000 eritrocitos
presentes en LCR (10).
Estudios microbiológicos
Gram
Este paraclínico es el más rápido y fácil de realizar, sin embar-
go su desempeño depende del número de unidades formadoras
de colonias (UFC) que estén presentes. Así: menos de 103 UFC/
ml se relaciona con detección de microorganismos en el examen
de Gram en el 25% de los casos, 103–105 UFC/ml con detección en
Gram del 60%, y más de 105 con detección en Gram en 97% de
las veces. También la sensibilidad se ve afectada por el uso previo
de antibióticos disminuyendo hasta el 40%–60%. Varía según el
tipo de patógeno: Streptococcus pneumoniae detectado en un 90%
de las veces, Haemophilus influenzae en 86% de casos, Neisseria
meningitidis en 75% de veces y bacilos Gram negativos sólo en un
50% de los casos (11).
Carolina Estrada Pérez • Punción lumbar: procedimiento y análisis de líquido cefalorraquídeo 81
Tabla 3
Manejo de contraindicaciones para punción lumbar
Gram - - 60–90% -
Cultivo - - 70–85% -
Cultivos de LCR
• Cultivo bacteriano: Es la prueba de oro para el diagnósti-
co de meningitis bacteriana y es positiva en 70–80% de los
pacientes son meningitis bacteriana. Se requiere 3–5 ml de
LCR y toma al menos 48 h para detectar el patógeno.
• Cultivo de micobacterias: El aislamiento en cultivo es difí-
cil con un rango entre 52–78% y requiere al menos 20 ml de
LCR y un tiempo de incubación de seis semanas. Ante este
problema se han utilizado otros marcadores de infección
por Mycobacterium tuberculosis como la adenosín deamina-
sa que, cuando es mayor de 11,3 UI/ml, tiene una sensibili-
dad de 82% y especificad de 83%.
• Cultivo de hongos: A excepción de Cryptococcus neofor-
mans (identificado en 80% de las veces que está presente),
la identificación de hongos es difícil, aunque se puede au-
mentar la sensibilidad si se recolecta 15–20 ml de LCR.
82 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Tabla 4
Cantidades apropiadas de muestra de LCR según tipo de prueba o estudio a realizar
Cultivo bacteriano 3 – 5 ml
VDRL 0,5 ml
Bandas oligoclonales 2 ml
PCR virus 1 – 2 ml
Carolina Estrada Pérez • Punción lumbar: procedimiento y análisis de líquido cefalorraquídeo 83
Referencias
1. Frederiks JA, Koehler PJ. The first lumbar puncture. J Hist Neu-
rosci. 1997;6(2):147-53
2. Strauss SE, Thorpe KE, Holroyd-Ledu J (2006). How do I per-
form a lumbar puncture and analyze the results to diagnose
bacterial meningitis? JAMA. 2006;296(16):2012-22.
3. Hasbun R, Abrahams J, Jekel J, Quagliarello VJ. Computed to-
mography of the head before lumbar puncture in adults with
suspected meningitis. N Engl J Med 2001;345(24):1727-33.
4. Practice parameters: lumbar puncture (summary statement).
Report of the Quality Standards Subcommittee of the Ameri-
can Academy of Neurology. Neurology 1993;43(3):625–7.
5. Heidbuchel H, Verhamme P, AlingsM, et al. EHRA practical
guide on the use of new oral anticoagulants in patients with
non-valvular atrial fibrillation: executive summary. Eur Heart J
2013;34(27):2094–106
6. Kim S, Adler DK. Ultrasound-assisted lumbar puncture in pe-
diatric emergency medicine. J Emerg Med 2014;47(1):59–64.
7. Tunkel AR, Hartman BJ, Kaplan SL, et al. Practice guidelines
for the management of bacterial meningitis. Clin Infect Dis
2004;39(9):1267-84
8. Engelborghs S, et al. Consensus guidelines for lumbar punctu-
re in patients with neurological diseases. Alzheimers Dement
(Amst) 2017; 8:111–126.
9. Tunkel AR. Bacterial Meningitis. Lippincott Williams and Wil-
kins, Philadelphia, 2001.
10. Greenlee JE, Carroll KC. Cerebrospinal fluid in CNS infections.
In: WM Scheld, RJ Whitley, DT Durack (Eds.), Infections of
the Central Nervous System. 2ª ed. Lippincott-Raven, Phila-
delphia, pag 899–922. 1997
11. Durand ML, Calderwood SB, Weber DJ, et al. Acute bacterial
meningitis in adults. A review of 493 episodes. N Engl J Med
1993;328(1):21-8
12. Sánchez-Portocarrero J, Pérez-Cecilia E, Corral O, et al. The
central nervous system and infection by Candida species.
Diagn Microbiol Infect Dis 2000;37(3):169-79.
13. Yamamoto Y. PCR in diagnosis of infection: detection of
bacteria in cerebrospinal fluids. Clin Diagn Lab Immunol
2002;9(3):508-14.
Demencias neurodegenerativas:
información para el médico general
•
Luisa Fernanda Ahunca Velásquez
Médica Psiquiatra, Universidad del Valle
Neuropsiquiatra, Universidad Nacional Autónoma de México
Magíster en Ciencias Clínicas, Universidad de Antioquia
¿Qué es la demencia?
El término viene del latín y significa "desprovisto de la mente".
Se refiere a un estado persistente de deterioro cognitivo y funcio-
nal, siempre se debe comparar con el funcionamiento previo de la
persona, también se debe tener la precaución de no confundir con
una discapacidad intelectual, en la cual el desarrollo cognitivo es
deficiente pero no se puede hablar de un deterioro en relación con
el funcionamiento anterior del paciente (1).
Cuando se habla de demencia se hace referencia a un síndrome
y se define en términos clínicos, el síndrome tiene cuatro elemen-
tos claves: 1. Afecta la cognición, 2. Compromete varias áreas de
esta (varios dominios cognitivos), 3. Los síntomas generan com-
promiso en el funcionamiento de la persona, y 4. Se presenta en
ausencia de un delirium (2).
En la última edición del Diagnostic and Statistics Manual of
Mental Disorders (DSM-5) se hizo un cambio sustancial en el
diagnóstico de demencia, y se le cambió el nombre por "trastorno
neurocognitivo mayor"; hasta la edición anterior la clasificación
estaba muy influenciada por los síntomas de la demencia de Al-
zheimer, esto hacía que muchos pacientes con otros tipos de de-
mencias no llenaran los criterios de diagnóstico. En la edición ac-
tual se hace una definición inicial de la demencia como síndrome.
A partir de ahí se evalúan otros criterios con los cuales se clasifica
la etiología más probable (3).
Especificar si debido a:
Enfermedad de Alzheimer
Degeneración del lóbulo frontotemporal
Enfermedad por cuerpos de Lewy
Enfermedad vascular
Traumatismo cerebral
Consumo de sustancia o medicamento
Infección por VIH
Enfermedad por priones
Enfermedad de Parkinson
Enfermedad de Huntington
Otra afección médica
Etiologías múltiples
No especificado
Tomado de: Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5 (4)
88 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Enfermedad de Alzheimer
Epidemiología
Ocupa el primer lugar en prevalencia entre todas las demen-
cias, en todas las edades (mayor o menor de 65 años), entre 60 y
70%. La prevalencia va aumentando rápidamente en relación con
el incremento en el número de personas mayores de 65 años en la
población general, hay datos de Estados Unidos que estiman una
prevalencia de 14% en personas de 71 años o más (14).
La incidencia de la enfermedad se relaciona directamente con
la edad, siendo 2% a los 65 años, y duplicándose cada cinco años
90 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
a partir de entonces (2%, 4%, 8%, 16%, 32% a los 65, 70, 75, 80 y
85 años respectivamente) (15).
Factores de riesgo
El principal factor de riesgo es la edad, pero no es suficiente
para causar la enfermedad, otros factores de riesgo son (6,14,15):
- Presencia de alelos APOE4 (variante alélica de la apoli-
poproteína E4, se encuentra en el cromosoma 19): La pre-
sencia de un alelo aumenta el riesgo entre dos y tres ve-
ces, dos alelos incrementan el riesgo entre cinco y quince
veces
- Bajo nivel educativo y social
- Historia familiar de enfermedad de Alzheimer
- Trauma craneoencefálico moderado o grave
- Factores de riesgo cardiovascular
Síntomas iniciales
- Queja de memoria. La causa de consulta más común de
un paciente con demencia de Alzheimer es la pérdida de
memoria, es esencial en el diagnóstico y, usualmente, es
el síntoma que se evidencia más tempranamente.
El tipo de memoria que se compromete más temprano
suele ser la memoria episódica (recuerdo ligado a un
contexto temporo-espacial específico) de corto plazo; en
la entrevista clínica reportarán olvidos de cosas recientes
como razones, conversaciones, personas que han visto; la
evaluación se puede hacer con listas de palabras que se
preguntan nuevamente a los pocos minutos. La memoria
episódica de largo plazo se conserva en el estadio inicial
de la enfermedad, probablemente porque no depende
tanto del hipocampo como la memoria más reciente (1).
La memoria semántica se refiere al conocimiento que se
tiene del mundo, sin relación con un contexto temporal
o espacial, ésta se afecta menos al principio de la enfer-
medad, igual que la memoria de trabajo (14).
Luisa Fernanda Ahunca Velásquez • Demencias neurodegenerativas: información para el médico general 91
Tomado y modificado de: Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5 (4)
Epidemiología
La DCL es la segunda causa de demencia neurodegenerativa en
mayores de 65 años y la tercera en menores de 65 años. Los estu-
dios patológicos en centros especializados sugieren que 20 a 25%
de personas con demencia de inicio tardío tienen DCL, cuando los
estudios se hacen en comunidad, la frecuencia es menor, cerca del
10% (16). La prevalencia promedio de DCL probable fue 4.2% en
estudios basados en comunidad, y 7.5% en estudios basados en
clínica; en otro estudio en comunidad se diagnosticaron el 7.6%
de pacientes con demencia, como DCL; los estudios que involu-
cran neuroimagen hablan de una proporción de 10 a 15% de todos
los pacientes con demencia (16,17).
En cuando a la incidencia, un estudio en Estados Unidos
mostró DCL probable en 3.5/100.000 personas-año en general, y
31.6/100.000 personas-año en mayores de 65 años, mientras que
un estudio en Francia mostró una incidencia de 112/100.000 per-
sonas-año; se cree que la diferencia se dio por los criterios de in-
clusión de cada estudio (17).
Síntomas principales
- Síntomas cognitivos (16,18–20). Como en todas las demencias,
en la DCL se producen síntomas cognitivos de gravedad
suficiente para comprometer el funcionamiento indepen-
diente de la persona afectada; este compromiso es de inicio
insidioso y progresión gradual, a veces más rápida que en
la demencia de Alzheimer. El perfil cognitivo de un pacien-
te con DCL se puede diferenciar, en estadios iniciales, de
uno con demencia de Alzheimer, pues se va a encontrar un
compromiso prominente de la función ejecutiva, atención y
tareas visoespaciales y visocontruccionales, con una preser-
vación relativa de la memoria.
La disfunción ejecutiva se ve tempranamente, el paciente
empieza a tener dificultades para actividades multitarea,
juicio, toma de decisiones, planeación, disminución de
iniciativa; en los test se encuentran alteraciones en la ve-
locidad de procesamiento, atención alternante y dividida,
fluencia fonológica, tiempos de reacción.
94 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Neuroimagen
En la RMN cerebral estructural se va a ver preservación del
hipocampo y lóbulo temporal medial, con esta técnica de imagen
no es fácil distinguir la DCL de otros tipos de demencia. PET o
SPECT con medición de transportador de dopamina tiene buen
rendimiento para diferenciar de demencia de Alzheimer (sensibi-
lidad 78% y especificidad 90%), se ve una captación disminuida
del transportador de dopamina (18).
Criterios de diagnóstico
Los criterios de diagnóstico del DSM5 son los siguientes:
98 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Tomado y modificado de: Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5 (4)
Esencial
Decline cognitivo de magnitud suficiente para interferir con funciona-
miento social u ocupacional, o con actividades diarias. Compromiso pro-
minente de memoria no ocurre necesariamente en estadios tempranos pero
usualmente es evidente con la progresión. Los déficits en test de atención,
función ejecutiva y habilidad visoperceptual pueden ser especialmente
prominentes y ocurren tempranamente.
Luisa Fernanda Ahunca Velásquez • Demencias neurodegenerativas: información para el médico general 99
Biomarcadores indicativos
Disminución de captación del transportador de dopamina en ganglios ba-
sales, demostrado en PET o SPECT
Gammagrafía miocárdica con 123iodine-MIBG anormal (baja captación)
Confirmación polisomnográfica de sueño REM sin atonía
Biomarcadores de soporte
Preservación relativa de estructuras temporales mediales en TAC o RMN
cerebral
Baja captación generalizada en PET/SPECT con disminución de actividad
occipital y “cingulate island sign” (preservación de metabolismo del cín-
gulo medial y posterior) en imagen de PET-FDG
EEG con actividad de onda lenta prominente en regiones posteriores, con
fluctuaciones periódicas en rango pre alfa/theta
Los siguientes criterios deben estar presentes para llenar criterios para cDFT
I. Enfermedad neurodegenerativa
A. Deterioro progresivo del comportamiento y/o cognición evidenciado me-
diante la observación o la historia clínica
II. cDFT posible
Al menos tres de los siguientes síntomas cognitivos o conductuales, de
forma persistente o recurrente (A-F):
A. Desinhibición conductual precoz (uno de los siguientes debe estar presen-
te)
A1. Conducta socialmente inapropiada
A2. Pérdida de modales o decoro
A3. Acciones impulsivas, descuidadas
B. Apatía o inercia precoz (uno de los siguientes debe estar presente)
B1. Apatía
B2. Inercia
C. Pérdida de empatía precoz (uno de los siguientes debe estar presente)
C1. Disminución de respuesta a necesidades y sentimientos de otras perso-
nas
C2. Disminución de interés social, interrelación o calidez personal
D. Conducta perseverante, estereotipada, compulsiva o con rituales precoz
(uno de los siguientes debe estar presente)
D1. Movimientos simples repetitivos
D2. Conductas complejas, compulsivas o rituales
3. Estereotipias en el lenguaje
E. Hiperoralidad y cambios en la dieta (uno de los siguientes debe estar pre-
sente)
E1. Alteración en preferencias dietarias
106 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Historia clínica
Una de las herramientas más importante en el diagnóstico etio-
lógico de la demencia es la historia clínica, ella nos permite deter-
minar el tiempo y forma de evolución de los déficits, de esa forma
podemos tener una idea de los dominios cognitivos comprometi-
dos y, por ende, de la etiología de la demencia. Además permite
saber si el paciente tiene otras enfermedades, como depresión o
Luisa Fernanda Ahunca Velásquez • Demencias neurodegenerativas: información para el médico general 109
Evaluación neuropsicológica
Antes de hacer una evaluación neuropsicológica se pueden
aplicar test durante la consulta, entre los más usados está en mini-
mental (MMSE) (26) que tiene buena sensibilidad para demencia de
Alzheimer, pero no para otros tipos de deterioro cognitivo (27); otra
herramienta de fácil aplicación es el Montreal Cognitive Asses-
ment (MoCA) que tiene mayor utilidad en demencias diferentes
al Alzheimer en las cuales hay mayor compromiso de la función
ejecutiva (28,29). Estas dos pruebas pueden ser aplicadas en el con-
sultorio del médico general.
Para orientar mejor la etiología de la demencia se hace necesa-
rio solicitar una evaluación neuropsicológica completa que debe
ser realizada por un neuropsicólogo, esta evaluación nos da un
perfil cognitivo del paciente, esto nos dice cómo es el desempeño
del paciente en cada uno de los ítems evaluados, y al evaluar qué
dominios están comprometidos, y cuáles conservados, se puede
orientar el diagnóstico etiológico. La evaluación neuropsicológica
no es obligatoria para hacer el diagnóstico, se hace si hay dudas
en el diagnósticos, en aquellos casos en los que hay cuestiones
legales que se deben solucionar, o cuando se planea hacer un pro-
grama de rehabilitación, pues este debe ser individualizado según
los resultados del paciente (30).
Neuroimagen
En la labor clínica se usa principalmente la neuroimagen es-
tructural (TAC o RMN). En ella se puede ver un patrón específico
de atrofia en algunos casos, pero su uso principal es para descar-
tar causas tratables de deterioro cognitivo como hidrocefalia de
presión normal o tumores (30).
La neuroimagen funcional se usa principalmente en investiga-
ción, o en casos que plantean muchas dudas en el diagnóstico; no
se usa de forma rutinaria en la práctica clínica.
110 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Exámenes de sangre
En general se solicitan para descartar causas tratables pues en
algunos casos el tratamiento puede mejorar el deterioro cognitivo.
Los principales son: niveles de vitamina B12, ácido fólico, VDRL,
TSH y T4; según la historia clínica se solicitarán otros como he-
mograma completo (descartar anemia), pruebas de función renal
(falla renal), VIH, colesterol y triglicéridos (control de factores de
riesgo cardiovascular). No se recomienda solicitar rutinariamente
paraclínicos para descartar enfermedad inflamatoria del sistema
nervioso, tampoco punción lumbar ni electroencefalograma.
Referencias
Sí No
Estudios confirmatorios Estudios de tamización
Bibliografía
Introducción
Las deficiencias de vitaminas son trastornos que,
aún hoy, tienen una importancia fundamental en la sa-
lud, teniendo en cuenta que son trastornos potencial-
mente reversibles con la suplementación adecuada. En
el pasado ocurrían con mayor frecuencia en poblacio-
nes con desnutrición o expuestas a deficiencias especí-
ficas, como es el caso de los marineros y la deficiencia
de vitamina C; actualmente, se presentan cada vez más
en pacientes sometidos a cirugías bariátricas, restric-
ciones dietarias, síndromes de malabsorción, y en el
contexto del alcoholismo. Cada una de las deficiencias
tiene múltiples manifestaciones en diferentes sistemas,
incluyendo síntomas dermatológicos, gastrointestina-
les, cardíacos, entre otros; al hablar específicamente de
las manifestaciones neurológicas, nos enfrentamos a un
abanico extenso de posibilidades, desde neuropatías
hasta demencia (1).
126 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Historia
Desde el siglo VII a. C se habla de la posibilidad de curar enfer-
medades con suplementos dietarios, cuando Sun Szu Mo descri-
bió la ceguera nocturna (por deficiencia de vitamina A) y su cura
con hígado de cerdo. Posteriormente, entre los siglos XIX y XX,
con los trabajos de pioneros como Mori, Ishihara, Lunin, y Eijk-
man, tanto en animales como en poblaciones carentes de alimen-
tos, se habla de manera hipotética acerca de algunos componen-
tes de los alimentos que pueden contribuir a evitar enfermedades
como el beriberi y la queratomalacia. Por la misma época, Carl
Wernicke describe los primeros casos de ataxia, oculoparesia y
encefalopatía que posteriormente tomarán su nombre. Y, en 1912,
Casimir Funk encuentra una sustancia parecida a una amina en la
cáscara del arroz, que cura el beriberi seco; de ahí deriva el nom-
bre "vitamina", literalmente amina que da vida (1,2).
Conceptos generales
A continuación se repasarán las funciones de cada una de las
vitaminas que son importantes para la aparición de manifestacio-
nes neurológicas:
• Vitamina A: es un compuesto liposoluble, encontrado en ve-
getales naranjas y rojos (en forma de ácido retinoico) y en
grasas animales (como retinol) del hígado, la yema de huevo
y la mantequilla. Sus funciones principales se encuentran
en la visión (precursora de la rodopsina en los bastones), di-
ferenciación y crecimiento epitelial (1). Las deficiencias ocu-
rren principalmente por el poco consumo de frutas y verdu-
ras, giardiasis, estrongiloidiasis, ascaridiasis, alcoholismo,
enfermedad celíaca, fibrosis quística, y colestasis biliar (3,4).
• Vitamina B1: también llamada tiamina, se encuentra en la
carne y en las cáscaras de los cereales (arroz, trigo, etc.). Es
Yamile Calle López • Manifestaciones neurológicas de las deficiencias de vitaminas 127
Ceguera
Las manifestaciones oftalmológicas ocurren principalmente en
las deficiencias de vitamina A y B12, por mecanismos diferentes.
En la deficiencia de vitamina A, puede ocurrir la llamada nicta-
lopía o ceguera nocturna, por la pérdida de rodopsina en los bas-
tones, que presenta como manifestación principal la tendencia a
chocarse con objetos o perderse en la oscuridad. Además puede
presentarse la xeroftalmía, debida a la pérdida del recambio ce-
lular frecuente en los epitelios corneanos, que puede conducir a
úlceras corneanas y perforación con posterior ceguera (3,4).
En la deficiencia de vitamina B12 se observa ocasionalmente
una neuropatía óptica, que como característica diferencial en el
130 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Neuropatías periféricas
La mayoría de las deficiencias de vitaminas causan neuropatía
periférica, por lo que la diferenciación entre ellas es difícil; aún
más considerando que las manifestaciones tienden a solaparse en-
tre sí. Se detallará un poco más las características correspondien-
tes al grupo del complejo B, que son las más comunes.
La deficiencia crónica de tiamina lleva a la aparición de be-
riberi seco, consistente en una polineuropatía sensitivo-motora
axonal, de instauración subaguda a crónica; inicia en miembros
inferiores, con hipoestesia, dolor y debilidad, posteriormente pue-
de ascender y comprometer nervios craneales –especialmente el
laríngeo recurrente, el facial y el hipogloso–. Se asocia hasta en el
25% de los casos con la encefalopatía de Wernicke y, si se presenta
con falla cardíaca, se le llama beriberi húmedo (5,6).
Tanto la deficiencia como la suplementación excesiva de pi-
ridoxina (en dosis mayores de 100 mg diarios) pueden generar
polineuropatía. En la deficiencia se observa una neuropatía sen-
sitivo-motora axonal similar a la presentada en el beriberi; la su-
plementación con dosis superiores a 100mg/día lleva a una neu-
ronopatía sensitiva, con ataxia sensitiva importante y ocasional
afección del ganglio de Gasser, que muestra una escasa respuesta
a la suspensión del tratamiento (9).
La deficiencia de ácido fólico genera defectos del tubo neural
en los neonatos nacidos de madres con deficiencia, tal como lo
establecieron estudios en los años noventa (2); en el adulto, sus
síntomas neuropáticos son indiferenciables de los presentados en
la deficiencia de vitamina B12.
La deficiencia de vitamina B12 causa manifestaciones en todo el
neuroeje: en los nervios periféricos genera una neuropatía sensitiva
axonal de fibra gruesa, manifestándose como ataxia sensitiva de
aparición simultánea en manos y pies, y parestesias aisladas (3,7).
Yamile Calle López • Manifestaciones neurológicas de las deficiencias de vitaminas 131
Miopatías
Se ha encontrado que la deficiencia de vitamina D, y ocasio-
nalmente la de vitamina E, generan síntomas miopáticos. La de-
ficiencia de vitamina D tiene como característica un compromiso
preferencial por la cintura pélvica y la musculatura del cuello,
generando una combinación de cabeza caída y la llamada marcha
de pato (8). Otros síntomas musculares, como mialgias, han sido
atribuidos a la deficiencia de esta misma vitamina, pero sin una
evidencia clara de la relación causal.
Encefalopatía de Wernicke
Con una prevalencia del 0,13% en la población general, ocurre
en pacientes con deficiencias agudas de tiamina, como en el alco-
holismo, la hiperemesis gravídica y la cirugía bariátrica. Consiste
en la aparición aguda de manifestaciones oculares, disfunción ce-
rebelosa, alteración de la memoria y la esfera mental (10), entre los
signos y síntomas están:
• Oculares: nistagmus, oftalmoplejía, paresias de la mirada
conjugada.
• Cerebelosos: ataxia, dismetría, disdiadococinesia.
• Memoria y esfera mental: falla para recordar palabras, des-
orientación, delirium, coma.
Además de lo anterior, para el diagnóstico se debe evaluar si el
paciente tiene historia de deficiencia dietaria (por desnutrición o
documentación de bajo consumo de tiamina en la dieta). El diag-
nóstico se realiza cumpliendo dos de las cuatro condiciones men-
cionadas: deficiencia dietaria, manifestaciones oculares, cerebe-
losas, memoria y esfera mental; con una sensibilidad del 88% y
especificidad del 100% (11).
Adicionalmente, algunos cambios en la neuroimagen pueden
ayudar a soportar el diagnóstico, especialmente en la resonancia
132 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Pelagra
La deficiencia de niacina lleva a la pelagra, la llamada enfer-
medad de las 4 D: Dermatitis-Diarrea-Demencia-Death (muerte).
Inicia como un eritema hiperqueratósico que afecta la cara, el
pecho (collar de Casal) y dorso de manos y pies; posteriormente
evoluciona a una diarrea con estomatitis y culmina con las ma-
nifestaciones neurológicas; inicialmente puede presentarse como
insomnio y fatiga, pasando por delirium y mioclonías, y culmi-
nando con el coma y la muerte (4,5).
Tratamiento
En todas las deficiencias, el principal tratamiento es la preven-
ción, haciendo suplementación de algunas de ellas durante la in-
fancia y la gestación (como las vitaminas A y B9) y en pacientes
con riesgo de deficiencias (cirugía bariátrica, hiperemesis gravídi-
ca, alcoholismo). A continuación se resumen las dosificaciones de
cada vitamina en caso de deficiencia.
• Vitamina A: 200.000 UI para ser dados en tres dosis, dos en
los primeros dos días de tratamiento, y un refuerzo a la se-
gunda semana (20,21). Además se deben usar lubricantes ocu-
lares para prevenir la queratomalacia.
• Vitamina B1 (tiamina): 200 mg IV diluidos en 100 cc de so-
lución salina al 0,9% o dextrosa en agua destilada al 5%,
para pasar en media hora, cada ocho horas para tratar la
encefalopatía de Wernicke en el momento agudo; con la re-
solución de los síntomas se cambia a la forma oral, dejando
una dosis de mantenimiento de 50 a 100 mg cada día por
el tiempo que se demore en desaparecer la causa de la defi-
ciencia (11). Para los pacientes con neuropatía, se administra
sólo la dosis oral ya mencionada.
Yamile Calle López • Manifestaciones neurológicas de las deficiencias de vitaminas 135
Conclusiones
• Las deficiencias de vitaminas son patologías aún prevalen-
tes, tanto en nuestras poblaciones con desnutrición, como
en ciertos casos específicos de enfermedades que llevan a
malabsorción.
• La deficiencia de vitamina A puede llevar a ceguera por di-
ferentes mecanismos, por lo cual es fundamental impulsar
las campañas de prevención mediante la suplementación en
el programa AIEPI (Atención Integrada a las Enfermedades
Prevalentes en la Infancia) tanto a las madres como a los
infantes.
• En las polineuropatías axonales siempre debe evaluarse en
el abanico de posibilidades las deficiencias de vitaminas del
complejo B, especialmente bajo ciertas condiciones como
el consumo de algunos medicamentos y la presencia de co-
morbilidades específicas.
• En pacientes con manifestaciones en varios niveles del neu-
roeje, se debe considerar la deficiencia de vitamina B12
como una de las posibilidades diagnósticas.
• La deficiencia de vitamina D es una causa poco común de
miopatía, por lo que se debe sospechar en pacientes en quie-
nes se combina la debilidad aislada de la cintura pélvica y
de la musculatura del cuello.
Yamile Calle López • Manifestaciones neurológicas de las deficiencias de vitaminas 137
Referencias
Epidemiología
Se ha reportado una incidencia que varía de 4.3 a 27 por
100.000 personas año, siendo más alta en mujeres. El pico de inci-
dencia está entre los 50 y 60 años, siendo más prevalente a mayor
edad. La mayoría de casos idiopáticos inician después de los 50
años. La prevalencia a lo largo de la vida se ha estimado entre el
0.16 al 0.3% (1,3).
Etiología
En 1934 Dandy propuso que el 30% de las NT era ocasionado
por una compresión vascular del nervio trigémino. Hoy en día
se sabe que la causa de la NT es por compresión u otros cambios
morfológicos del nervio trigeminal por un vaso sanguíneo, usual-
mente una arteria, en la cisterna cerebelopontina. Esto se conoce
como conflicto neurovascular por compresión. En estudios anató-
micos se ha descrito que en la transición de la mielinización por
las células de Schwann a la mielinización por la oligodendroglia
se estrecha gradualmente la parte proximal del nervio. Esta zona
de transición representa un área particularmente vulnerable a la
compresión, especialmente por un vaso sanguíneo. El conflicto
neurovascular conlleva a cambios morfológicos del nervio trigé-
mino como distorsión, dislocación, distensión, indentación, apla-
namiento y atrofia, hasta en el 50% de los casos de NT (1). También
se ha reportado casos de NT secundaria a implantes dentales y
uso de piercing lingual, debido a un mecanismo de galvanismo
intraoral que genera corrientes eléctricas, resultando en neural-
gia, aunque también se ha propuesto que puede ser el resultado
de un proceso irritativo del nervio con posterior sensibilización
secundaria de tipo central y periférico (4).
Cristian Gutiérrez Álvarez • Neuralgia del trigémino y otros dolores craneofaciales 143
Clínica
Debe sospecharse de una posible NT en la presencia de dolor
en el territorio facial o intraoral del nervio trigeminal de carácter
paroxístico. Se caracteriza porque es de tipo punzante o parecido
a un choque eléctrico, unilateral, que inicia y termina súbitamen-
te, inclusive puede durar sólo una fracción de segundo hasta dos
minutos y pueden recurrir en muchas ocasiones en un mismo día,
después de un período refractario y pueden aparecer en una se-
rie de ataques con muchos paroxismos, que pueden darse desde
uno hasta más de 50 ataques al día. Aproximadamente el 50%
tienen concomitantemente dolor continuo tipo quemazón o sor-
do de baja intensidad en la misma área del dolor paroxístico. El
dolor continuo usualmente está presente cuando aparece el dolor
paroxístico. Este dolor es más común que se presente en mujeres.
Lo típico es que el dolor sea desencadenado por estímulos sensi-
tivos inocuos en el lado afectado de la cara, que pueden ser extra
o intraorales, tales como hablar, masticar, cepillado de dientes,
tocarse o recibir viento frío sobre el rostro (1). Si la neuralgia afecta
al menos dos de las divisiones, el compromiso debe ser contiguo.
La rama maxilar (V2) y mandibular (V3) son las que frecuente-
mente se afectan, siendo más común el lado izquierdo. Al examen
físico se debe tener en cuenta que el dolor no se extienda más allá
del tercio posterior del cuero cabelludo, la parte posterior de la
oreja o el ángulo de la mandíbula, porque estos territorios reciben
inervación por otros nervios diferentes al trigémino. Sin embargo,
hay que tener en cuenta, que la división mandibular o V3 alcanza
el cráneo por delante de la oreja, el labio inferior y llega hasta la
sien (5).
Banderas rojas
Debe pensarse en una etiología secundaria en menores de 40
años, presencia de cambios sensitivos, hipoacusia, neuritis óptica
o mielopatía, afectación sólo de la rama oftálmica (V1) o de la len-
gua, compromiso bilateral (rara excepto en esclerosis múltiple que
puede manifestarse hasta en el 10% de los casos), dolor refractario
y en antecedente familiar de esclerosis múltiple (6). En general se
144 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Clasificación
La NT se clasifica en primaria (NTP) y en secundaria (NTS).
La forma clásica tiene una edad de aparición más tardía, a los
53 años, a diferencia de la secundaria que aparece en promedio
a los 43 años. La NTS ocurre en el 14 a 20% de los casos de NT.
Las etiologías más comunes en la NTS son tumores, aneurisma
cerebral, arteria basilar megadólica (dolicoectasia) y la esclerosis
múltiple. Recientemente se ha propuesto una nueva clasificación
de la NT en clásica, secundaria y de etiología desconocida. La
NT clásica es causada por la compresión vascular de la raíz del
nervio trigeminal. La NT secundaria es debido a una enfermedad
neurológica mayor, como un tumor del ángulo pontocerebeloso o
esclerosis múltiple. La NT idiopática ocurre sin causa aparente (5).
Figura. Áreas inervadas por el nervio trigeminal o V par craneal en la región facial y oral
El color amarillo corresponde al territorio inervado por la rama oftálmica (V1), el verde por la rama maxilar (V2),
el naranja por la rama mandibular (V3). Las áreas en blanco en el cráneo son inervadas por ramas cervicales.
Las áreas grises claras en el dorso de la lengua y la faringe son inervados por el nervio glosofaríngeo (IX nervio
craneal) (5).
Cristian Gutiérrez Álvarez • Neuralgia del trigémino y otros dolores craneofaciales 145
Tratamiento
El tratamiento más efectivo para la NT son los bloqueadores de
canales de sodio dependiente de la frecuencia con que aumentan
el período refractario del potencial de acción. La carbamazepina y
la oxcarbazepina, son consideradas de primera línea. Disminuyen
el dolor aproximadamente en el 90% de los casos. Ver tabla (Diag-
nóstico diferencial de las neuralgias cráneofaciales) (8). La dosis
de inicio usual de carbamazepina es 100–200 mg dos veces al día.
La dosis puede ser incrementada gradualmente en aumentos de
200mg/día a tolerancia hasta que la mejoría del dolor se logre. La
dosis de mantenimiento típica total es 600–800mg/día dados en
dos dosis divididas en el día para tabletas o cápsulas de liberación
extendida, o cuatro dosis dividida cuando se usa suspensión oral.
La dosis máxima sugerida total es de 1200mg/día
Neuralgia glosofaríngea
Definición
Trastorno caracterizado por dolor punzante transitorio y grave
en la región de inervación del nervio glosofaríngeo en la base de
la lengua, oído, fosa amigdalina o en el ángulo de la mandíbula.
Clínica
Se caracteriza por la aparición de ataques en clusters de dolor
agudo y punzante en el oído, parte posterior de la lengua, fosa
amigdalina, ángulo de la mandíbula o en el canal auditivo exter-
no. El dolor es similar al que experimentan los pacientes con NT
y puede desencadenarse al tragar, hablar, bostezar, toser; puede
tener períodos de remisión y recaer durante meses. El dolor puede
146 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
ser tan intenso, que los pacientes dejan de comer y pierden peso.
Las remisiones y recaídas espontáneas son frecuentes. Puede te-
ner una presentación orofaríngea u otálgica según predomine la
localización el dolor. Hasta el 10% de los ataques de dolor pue-
den acompañarse de síntomas vagales como bradicardia, sínco-
pe e incluso hay reportes de paro cardiaco, condición conocida
como neuralgia vago-glosofaríngea. También puede acompañarse
de déficit sensitivo leve lingual posterior o en fosa amigdalina; las
características del dolor en ausencia de reflejo nauseoso deben
llevar a la sospecha de una neuropatía del glosofaríngeo y se de-
bería de investigar la causa de base.
Epidemiología
Es un trastorno raro. Tiene una incidencia estimada de 0.2 a 0.8
por 100.000 personas año (7,8).
Fisiopatología
Similar a la neuralgia del trigémino, se ha encontrado que es
ocasionada por la compresión vascular en la zona de entrada de
la raíz nerviosa por la arteria cerebelosa posteroinferior (PICA) y
menos frecuente por la arteria cerebelosa anteroinferior (AICA).
Otras causas menos frecuentes son por trauma, neoplasias, infec-
ción o por la elongación del proceso estiloideo (síndrome de Eagle)
(9)
. Se ha propuesto que la bradicardia y el síncope asociado son
debidos al compromiso de las vías aferentes parasimpáticas y del
seno carotídeo. Hay reporte de casos familiares, que se atribuye a
mutaciones en un gen del canal de sodio dependiente de voltaje.
Clínica
En la mayoría de los casos, se considera una neuropatía glo-
sofaríngea, por la presencia de déficit sensitivo en la parte ipsila-
teral de la lengua, fosa amigdalina y un reflejo nauseoso débil o
ausente.
Diagnóstico
Se debe realizar resonancia magnética cerebral con y sin con-
traste con enfoque en tallo cerebral y con secuencia CISS, para
Cristian Gutiérrez Álvarez • Neuralgia del trigémino y otros dolores craneofaciales 147
Tratamiento
Ver tabla Diagnóstico diferencial de las neuralgias cráneofacia-
les (8)
Epidemiología
Es un trastorno raro. Hay una revisión sistemática que incluyó
150 casos reportados en la literatura entre 1932 y 2012 (10).
Fisiopatología
Se ha propuesto que, al igual que la neuralgia trigeminal, se
debe a un síndrome de compresión vascular.
Clínica
Se caracteriza por dolor punzante intermitente, similar a una
descarga eléctrica, en la porción profunda del oído. Siempre es
unilateral y la mayoría de los casos ocurre en personas de edad
avanzada. El dolor se puede acompañar de lagrimeo, salivación o
alteraciones en el gusto.
Diagnóstico
Para el diagnóstico es necesario descartar otras causas de otal-
gia. Puede estar en conjunto con neuralgia trigeminal y ser se-
148 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Tratamiento
Ver tabla Diagnóstico diferencial de las neuralgias cráneofacia-
les (8).
Neuralgia aurículotemporal
Definición
Trastorno caracterizado por dolor en la sien, oído, articulación
temporomandibular, región preauricular y parotídea.
Epidemiología
Se reportado una prevalencia del 0.2 al 0.4%. Es más frecuente
en mujeres en edad media (4).
Fisiopatología
El atrapamiento del nervio puede ocurrir en su recorrido a tra-
vés del músculo pterigoideo lateral, por efectos locales de com-
presión generada por inflamación o miositis cuando pasa el techo
de la fosa infratemporal, o puede ser causada por quistes sinovia-
les, malformación o aneurisma de la arteria meníngea media y
fractura del cóndilo mandibular (4).
Clínica
Se caracteriza por ser un dolor punzante o pulsátil de intensi-
dad moderada a grave, asociado a parestesias, la mayoría de las
veces es unilateral, que puede ser desencadenado en puntos es-
pecíficos en el área preauricular/temporal. Los episodios duran
varios de segundos a treinta minutos.
Diagnóstico
Se debe descartar primero una disfunción de la articulación
temporomandibular (ATM), por lo común de esta entidad, así
como el compromiso de los músculos masticatorios. La sensibi-
Cristian Gutiérrez Álvarez • Neuralgia del trigémino y otros dolores craneofaciales 149
Epidemiología
Ocasiona el 1.3 al 3% de las neuralgias craneales. Afecta a am-
bos sexos por igual.
Fisiopatología
Puede presentarse secundario a trauma/cirugía previa, inflama-
ción, divertículo laríngeo y desviación del hueso hioides.
Clínica
Se caracteriza por la evocación del dolor con la palpación del
nervio laríngeo superior en el punto de entrada a la laringe, puede
desencadenarse con el habla, deglución, tos y el bostezo. El dolor
con la deglución puede afectar la ingesta alimentaria y ocasionar
pérdida de peso. Puede aparecer ronquido.
Diagnóstico
Es un diagnóstico de exclusión, en primer lugar hay que descar-
tar patologías importantes, como carcinoma de faringe. Hay que
tener en cuenta diagnósticos que pueden afectar la misma región
anatómica, como el síndrome de Eagle, carotidinia y la neuralgia
glosofaríngea. La clave diagnóstica es que el dolor se desencadena
con la palpación (4).
150 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Tratamiento
Ver tabla Diagnóstico diferencial de las neuralgias cráneofacia-
les (8).
Neuralgia occipital
Definición
Trastorno caracterizado por dolor dentro del territorio de uno o
más de los territorios de los nervios occipitales mayores, menores
o ambos, a nivel cervical postero-superior y en la parte posterior
de la cabeza. Puede extenderse hacia el vértex en el cuero cabe-
lludo (4).
Epidemiología
Tiene una incidencia de 3.2 por 100.000 personas año, con li-
gero predominio en mujeres.
Fisiopatología
Es ocasionada por la irritación o compresión de los nervios oc-
cipitales por atrapamiento muscular, anomalías vasculares, infla-
mación vascular, tumores primarios o metastásicos, mielitis, es-
clerosis múltiple, enfermedad cervical degenerativa, secundario a
biopsia de cuero cabelludo y a lesión por latigazo cervical.
Clínica
Se caracterizada por ser un dolor paroxístico punzante, acom-
pañándose de un dolor profundo durante los paroxismos. Puede
desencadenarse con la palpación sobre el nervio occipital.
Tratamiento
Ver tabla Diagnóstico diferencial de las neuralgias cráneofacia-
les (8).
Diagnóstico diferencial y tratamiento de las neuralgias cráneofaciales (8)
Neuralgia laríngea Cuello anterior lateral, Sí Habla, deglución, tos, CBZ, OXC,
superior irradiación al ángulo bostezo, palpación ATC, GBP, PGB,
de la mandíbula sobre el nervio en la bloqueo nervioso,
laringe neuroablación de
raíces IX, X
VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Abreviaciones: ATC, antidepresivos triciclícos, CBZ, carbamazepina; GBP, gabapentina; ISRS, inhibidores de recaptación
de serotonina; LTG, lamotrigina; MVD, descompresión microvascular; NT, neuralgia trigeminal; OXC, oxcarbazepina; PGB,
pregabalina.
Cristian Gutiérrez Álvarez • Neuralgia del trigémino y otros dolores craneofaciales 153
Referencias
Tabla 1
Criterios diagnósticos en eventos de amnesia transitoria
Tabla 2
Compromiso de la memoria en diversas presentaciones de amnesia
Isquemia cerebral xx x
Transitoria
Amnesia epiléptica x xx
transitoria
Amnesia inducida x
por escopolamina
Amnesia psicógena x x
Amnesia psicógena
También conocida como “amnesia funcional”, “amnesia diso-
ciativa” o “amnesia histérica”. Su presentación puede darse como
una amnesia psicógena situacional ( una amnesia delimitada tem-
poralmente, que se asocia con un evento particular, usualmente,
con alta carga emocional), o como una amnesia psicógena global
que no está restringida a un solo evento, sino que implica la pér-
dida de memoria durante una gran franja del pasado e incluso
la pérdida de la propia identidad del paciente, algo que ayuda a
diferenciarla de la amnesia global transitoria, pues en esta última
no hay pérdida de la identidad personal.
Afecta a personas más jóvenes, entre la tercera y la cuarta dé-
cada de la vida, en quienes con frecuencia se documentan antece-
dentes de depresión y abuso de alcohol.
En estos pacientes existe un compromiso diferente de la me-
moria, lo que constituye el sello particular de la amnesia psicóge-
na, y es una amnesia retrograda focal, donde tienen una profunda
incapacidad para recordar la información adquirida antes de la
aparición de la amnesia, pero la memoria anterógrada se conser-
va, lo que les permite volver a aprender acerca de sí mismos. Pue-
den presentar también compromiso de la memoria para identifi-
car personas famosas, pero a pesar de esta pérdida percibida, los
pacientes pueden demostrar el uso implícito de la información
“olvidada” cuando se evalúan indirectamente (25).
164
Típicamente 50–70 años Edad media 57 años Típicamente mayores 55 años Más frecuente 30–45 años Mas frecuente 20–30 años
Precipitantes: Maniobras de Frecuentemente Con frecuencia asociado a Exposición accidental o Precipitantes: Eventos
Valsalva, inmersión en agua fría asociado al despertar factores de riesgo administración por un emocionales estresantes,
o caliente, ejercicio, eventos cardiovascular tercero, usualmente fines antecedente de alcoholismo
emocionales estresantes, dolor, delictivos y depresión son frecuentes.
relaciones sexuales.
Otros síntomas acompañantes Otros síntomas: Con frecuencia se acompañan Síntomas acompañantes Otros síntomas: debilidad
mareo, cefalea, náuseas, Alucinaciones olfativas de ataxia, disartria, nistagmus sugestivos de síndrome no orgánica en
vómito y gustativas en hasta o hemianopsia. anticolinérgico extremidades, pérdida
50%, automatismos de la habilidad para leer o
VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Referencias
Historia
Carl Wernicke describe por primera vez la enfermedad en 1881,
como una entidad de inicio súbito que cursaba con parálisis de los
movimientos oculares, ataxia y confusión mental. Este hallazgo
lo evaluó en tres pacientes: dos de ellos pacientes alcohólicos y
172 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Epidemiología
El SWK afecta aproximadamente el 0.5% de la población ge-
neral en el Reino Unido y se diagnostica en el 2% de la población
que abusa de alcohol (5).
Sólo un 20% de los casos de encefalopatía de Wernicke son
diagnosticados antes de morir, por esto, se considera que la preva-
lencia es más alta de lo esperado.
La mayor parte del conocimiento viene de estudios de necrop-
sia. En un estudio piloto donde se estudiaron 31 muertes rela-
cionadas con alcohol en un periodo de ocho meses, se encontró
SWK en 17 casos, el hallazgo clínico previo común a todos los pa-
cientes es la alteración del estado mental, con signos neurológicos
presentes en dos de los 17 casos (7). La prevalencia en los estudios
de necropsia se resume en la tabla 1.
El diagnóstico clínico aún es difícil de reconocer y por lo gene-
ral no se realiza. En un estudio de necropsia se encontró que sólo
se llegó al diagnóstico en el 20% de 131 casos (8).
Juliana Quintero Aguirre • Alcohol: del consumo social a la neurotoxicidad 173
Tabla 1
Prevalencia del Síndrome de Wernicke Korsakoff desde estudios de necropsia
Etiología
El SWK es considerado la forma más grave de daño cerebral
asociado al consumo de alcohol; sin embargo, no es la única cau-
sa. Se ha reportado en pacientes con antecedentes de tumores
del tercer ventrículo, infartos del lóbulo temporal, encefalitis por
herpes simplex; pacientes en terapia de reemplazo renal crónica,
inmunodeficiencias adquiridas, hiperemesis gravídica, gastro-
plastias para el manejo de la obesidad, hipertiroidismo, cáncer y
pacientes con antecedentes de nutrición parenteral prolongada.
No olvidar que las enfermedades psiquiátricas son una causa im-
portante de aparición de SWK (6,7).
Diagnóstico
1. Tener un alto índice de sospecha: Pacientes alcohólicos o
con sospecha de desnutrición
2. Buena historia clínica: Establecer cantidad, frecuencia, pa-
trón, duración del uso de alcohol, fecha del último consu-
mo, nutrición, vómito o diarrea. La información de los fami-
liares y acompañantes es crucial para el diagnóstico.
3. Examen clínico: Buscar signos de fallas en el cuidado per-
sonal, desnutrición. considerar el diagnóstico en pacientes
que cumplen con dos criterios de Caine. Tabla 2.
• En la fase crónica se usan los criterios DSM–5 para el tras-
torno neurocognitivo mayor amnésico-confabulatorios.
• Debe ser confirmado con pruebas neuropsicológicas lue-
go de al menos seis semanas de sobriedad.
Juliana Quintero Aguirre • Alcohol: del consumo social a la neurotoxicidad 179
Tabla 2
Criterios de Caine
1. Deficiencia dietaria
2. Anormalidades oculomotoras
3. Disfunción cerebelar
4. Alteración del estado mental o alteración leve de la memoria
Hallazgos de patología
Existe evidencia entre la relación del déficit cognitivo con la
disminución del flujo sanguíneo hemisférico. En pacientes con
SWK se ha encontrado por estudios de patología asociación entre
las anormalidades regionales y alteraciones cognitivas específi-
cas, con incremento del tiempo del tránsito cerebral, como se ha
visto previamente en demencias tipo Alzheimer (6).
180 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Figura. lmágenes de resonancia magnética axial en fase aguda. Muestran intensidad en la señal
de la sustancia gris periacueductal en T2 (A), compromiso del tálamo medial con restricción en la
difusión (B), hiperintensidad en los cuerpos mamilares en t2 en secuencia FLAIR (C )
Tomado de: Sara P Dias MDa, Mariana C Diogo MDb, Carlos Capela MDa, Rita Marques MDb,
Marco Gonçalves MDc. Wernicke's encephalopathy due to food refusal in a patient with
severe depressive disorder. 2017 doi: 10.1016/j.jns.2017.01.052.
Tratamiento
Los pacientes con SWK deben recibir tratamiento hospitalario.
El pilar del manejo es la administración de tiamina, en este caso
intravenosa pues la absorción intestinal es alterada y la biodis-
ponibilidad por esta vía es sólo del 5%. Hay que recordar que la
solución es termolábil por lo que debe protegerse de los cambios
de temperatura.
Existen múltiples esquemas de administración de tiamina. En
términos prácticos hay que recordar que se debe administrar una
dosis inicial intravenosa y posteriormente una de mantenimiento
la cual puede ser intravenosa o vía oral si las condiciones del pa-
ciente lo permiten.
La dosis inicial recomendada varía según las escuelas o los es-
tudios realizados, se debe administrar entre 100 a 500 mg IV en
solución salina tres veces al día por al menos tres días, luego pue-
de continuarse la mitad de la dosis de forma intravenosa por tres
días más y finalmente continuar el esquema oral con una dosis
entre 100 a 300 mg tres veces al día por el resto de la hospitaliza-
ción y preferiblemente después del alta (6,9).
Si al tercer día de tratamiento, el paciente no muestra una res-
puesta clínica, se deben considerar otras causas de alteración del
estado de conciencia y reorientar el diagnóstico.
La tiamina es un medicamento con un buen perfil de seguridad
y baja incidencia de eventos adversos. Se han descrito casos de
anafilaxia con una prevalencia estimada de uno en 250.000 pa-
cientes, por lo que se recomienda administración lenta en 100 cc
de solución salina normal en 15 a 30 minutos. Sin embargo, no se
debe dudar ante la sospecha de un SWK, pues el beneficio supera
enormemente el riesgo.
Siempre se debe administrar antes de los carbohidratos pues
las altas demandas metabólicas en estos pacientes, en el contexto
de administración de glucosa previo a la administración de tia-
mina, puede desencadenar la aparición de un SWK florido y más
intenso.
182 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Pronóstico
La mortalidad varía entre un 10 a 20%. Las principales causas
son los procesos sépticos, enfermedad hepática y estados irrever-
sibles de deficiencia de tiamina. La instauración rápida del trata-
miento puede modificar el pronóstico (14).
La oftalmoplejía puede mejorar en horas o días del inicio del
tratamiento, mientras que el nistagmus, ataxia y la confusión tar-
dan semanas en mejorar. Hasta un 60% de los pacientes pueden
persistir con algún grado de nistagmus o ataxia residual (14).
Cuando hay un síndrome de Korsakoff establecido el pronósti-
co empeora y un 80% de los pacientes pueden persistir con una
alteración crónica de la memoria. El grado de recuperación toma
un año o más en los pacientes que tienen un proceso de rehabi-
litación constante y adecuado; esto depende en su mayoría de la
edad y la abstinencia continua al alcohol y otras sustancias psi-
coactivas (6,9).
Referencias
1. https://www.ucsf.edu/news/2017/01/405346/alcohol-abuse-in-
creases-risk-heart-attack-atrial-fibrillation-and-heart-failure
2. Edith V. Sullivan, Ph.D.; R. Adron Harris, Ph.D.; and Adolf Pfe-
fferbaum, M.D. Alcohol’s Effects on Brain and Behavior Alco-
hol Res Health. 2010; 33(1-2): 127–143.
3. Klatsky AL. Alcohol and cardiovascular diseases: where do we
stand today? (Review). J Intern Med 2015;278: 238–250.
Juliana Quintero Aguirre • Alcohol: del consumo social a la neurotoxicidad 183
El autor
Oliver Wolf Sacks nace en Londres el 9 de julio de 1936. Era el
menor de cuatro hermanos, con padre y madre médicos de larga
tradición judía (aunque se describió a sí mismo como un “viejo
Luis Felipe González • Oliver Wolf Sacks 187
que leyó en 1968. Dice Sacks “durante las primeras treinta páginas
pensé que se trataba de una novela, pero de repente comprendí
que en realidad era un historial clínico: el historial más profundo
y detallado que había leído nunca, con la capacidad dramática, el
sentimiento y la estructura de una novela, transformó el foco y la
dirección de mi vida, y me sirvió de ejemplo no sólo en Desperta-
res, sino para todo lo que he escrito”.
En 1983 y nueve años después de haberlo comenzado, terminó
Con una sola pierna (editado en español en 1998). En este libro
la mirada se desvía sobre sí mismo, y él es su propio paciente,
tras un accidente en una desolada montaña de Noruega, sufre una
herida en una pierna; durante el período de recuperación que de-
bería ser rutinario, comienza a experimentar la sensación de que
la pierna se ha convertido en una parte de su cuerpo ajena a él,
experiencias de sensación de miembro fantasma, dolor neuropáti-
co durante la recuperación (en la que se documentó tardíamente
una lesión completa del nervio femoral) enmarcan una aventura
literaria por los misterios de la percepción del propio cuerpo.
De 1966 a 1991 fue consultor neurológico en varios sanatorios,
especialmente los administrados por las Hermanitas de los Po-
bres, en hospitales y el centro psiquiátrico del Bronx; fue profesor
de neurología en la Universidad Yeshiva del Colegio de Medicina
Albert Einstein y de la Escuela de Medicina de la Universidad
de New York hasta el 2007, ese año se unió a la Universidad de
Columbia. En 2012 regresó a la Universidad de New York como
profesor de neurología, encargado del centro de epilepsia.
En el 2006 recibió radioterapia para un melanoma en el ojo
derecho, quedando ciego de ese ojo; en enero de 2015 se encon-
traron metástasis de dicho melanoma en el hígado, y en febrero de
2015 publica en el New York Times su carta de despedida. Muere
en su apartamento de Manhattan el 30 de agosto de 2015, a los
ochenta y dos años de edad.
Libros
- Además de los comentados antes: Migraña, Despertares,
Con una sola pierna, El hombre que confundió a su mujer
192 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Introducción
Las acciones encaminadas al cuidado de las mujeres
con epilepsia tienen particularidades que modifican di-
versos aspectos de la cotidianidad de estas pacientes,
especialmente en el aspecto reproductivo; pasando por
la anticoncepción, la planeación preconcepcional, el
riesgo de malformaciones y trastornos del desarrollo en
la descendencia, hasta particularidades en el manejo de
la lactancia, las cuales son importantes tanto para el
médico encargado como para la paciente con epilepsia.
En las siguientes secciones haremos un repaso sobre
194 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Epidemiología
En términos generales, los grandes estudios epidemiológicos
han mostrado que la epilepsia es más común en la población
masculina, especialmente en la edad adulta, sin representar una
diferencia estadística significativa (RR 1,21); se cree que esa dife-
rencia sutil ocurre por la distribución de factores de riesgo para
epilepsia entre los géneros, especialmente los referidos a trauma
encefalocraneano, neuroinfección y accidente cerebrovascular.
Otros datos epidemiológicos que indican una diferencia asociada
a género, son: la mortalidad por cualquier causa es mayor en hom-
bres que en mujeres (RR 2,1 vs 1,6), las condiciones psiquiátricas
como comorbilidad de epilepsia son más comunes en mujeres que
en hombres (OR 4,2 vs 2,3) (1). No hay una diferencia significativa
en otros factores epidemiológicos o en diferentes tipos de epilep-
sia, a excepción de la epilepsia de ausencias infantiles, más co-
mún en niñas.
Anticoncepción
En las mujeres con epilepsia es más común encontrar embara-
zos no deseados, con una tasa promedio de 79% según un estudio
reciente; los porcentajes más elevados ocurren en las adolescentes
con un 91%, mujeres con crisis generalizadas en un 81%, y en la-
tinas con un 79% (2). Lo anterior indica la importancia de realizar
recomendaciones sobre métodos de anticoncepción por lo menos
una vez al año, como ya fue enfatizado por la Academia Ame-
ricana de Neurología en sus parámetros prácticos (3). Aconsejar
sobre métodos de anticoncepción en la mujer con epilepsia no es
una tarea fácil, teniendo en cuenta las múltiples interacciones que
pueden ocurrir entre los anticonvulsivantes y los anticonceptivos
hormonales, especialmente con los inductores de enzimas hepá-
ticas (fenitoína, carbamazepina, oxcarbazepina, fenobarbital) y la
lamotrigina (por la inducción del metabolismo de la misma por
los estrógenos) (4).
Yamile Calle López • Epilepsia y mujer ¿Cómo tratar a una mujer con epilepsia? 195
Tabla 1
Anticonvulsivantes y su interacción con métodos anticonceptivos hormonales (5)
Influencia de los
Influencia sobre
anticonceptivos
Anticonvulsivante anticonceptivos
sobre el
hormonales
anticonvulsivante
Carbamazepina, Disminución de los No estudiada
clobazam, niveles de estradiol y
oxcarbazepina, progestinas
fenobarbital, fenitoína
(Tomada de: Gerard E, Meador K. Managing epilepsy in women. Continuum. 2016; 22 (1):
204–226)
Planeación preconcepcional
Con respecto a la consejería preconcepcional, la Academia
Americana de Neurología recomienda tener un período libre de
crisis mínimo de nueve meses para disminuir el riesgo de crisis de
novo durante la gestación (6), discutir una vez al año en consulta
el riesgo de crisis y de malformaciones durante la gestación (3), así
como suplementar en el período preconcepcional con ácido fólico
(dosis mínima de 0,4 mg diarios) para disminuir la tasa de malfor-
maciones fetales (7). Diferente a estas recomendaciones, no existen
guías claras sobre el tema, aparte de elegir con anticipación (mí-
nimo un año antes, idealmente desde el primer contacto con la
paciente) un anticonvulsivante con bajas tasas de teratogenicidad.
Con respecto a ese último desenlace, lo ideal es buscar un an-
ticonvulsivante con una incidencia de teratogenicidad fetal (tanto
estructural como cognitiva) que sea similar a la de la población
general, la cual corresponde a 1–3% de las gestaciones (5). En tér-
minos generales, los anticonvulsivantes que tienen una menor
tasa de teratogenicidad son la carbamazepina, el gabapentin, la
lamotrigina y el levetiracetam (ver tabla 2); haciendo la salvedad
de que la lamotrigina tiene un incremento del 200% en su meta-
bolismo durante el embarazo (por el aumento en estrógenos cir-
culantes), lo cual disminuye sus niveles circulantes en sangre y
esto hace que no se perfile como el medicamento ideal durante
la gestación, requiriendo aumentos frecuentes en su dosificación
y seguimiento mediante niveles plasmáticos (no disponibles en
nuestro medio) (8,9); además, el levetiracetam pareciera tener un
comportamiento similar al de la lamotrigina, según lo eviden-
ciado en un estudio, pero se requieren más investigaciones para
aclarar lo anterior (8). En las epilepsias focales se puede usar cual-
quiera de los anticonvulsivantes recién mencionados y, en el caso
de las epilepsias generalizadas idiopáticas (epilepsia de ausencias
infantil y juvenil, epilepsia mioclónica juvenil, epilepsia con cri-
sis generalizadas), tanto la lamotrigina como el levetiracetam han
demostrado un adecuado perfil de control de crisis; aunque en
reportes iniciales se había discutido la posibilidad de aumento de
mioclonías con estos dos medicamentos, esto no se ha encontrado
claramente en la práctica clínica más extendida (5).
198
Tabla 2
Riesgo de teratogenicidad por anticonvulsivante (5,10-16)
Ácido valproico <700 mg/día 4,2% Defectos del tubo neural Reducción de 7 a 11 puntos
>700 mg <1500 mg/día 9% Paladar hendido con respecto al coeficiente
>1500 mg/día 23,2% Cardiopatías intelectual promedio,
Hipospadia comparado a carbamazepina,
lamotrigina y fenitoína
4,4% trastornos del espectro
autista
Tabla 2 (continuación)
Riesgo de teratogenicidad por anticonvulsivante (5,10-16)
Control prenatal
Como ya vimos en la sección de anticoncepción, en el mundo,
y especialmente en nuestro país, es frecuente encontrar que la
paciente con epilepsia llega al primer control prenatal con un em-
barazo no planeado y usando un anticonvulsivante con altas tasas
de teratogenicidad, lo cual puede generar que el primer impulso
del médico tratante sea cambiar el anticonvulsivante para dismi-
nuir ese riesgo; pero, si revisamos la evidencia, muchas de nues-
tras pacientes consultan por primera vez cuando la mayor parte
202 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Tabla 3
Variable de correlación de niveles de albúmina para fórmula
de corrección de ácido valproico
Posparto y lactancia
En el posparto, la mujer con epilepsia retorna a la fisiología
habitual en pocas semanas. Por tanto, vale la pena resaltar que
los niveles preconcepcionales de lamotrigina en sangre se alcan-
zan en dos a tres semanas postparto, por lo que es fundamen-
tal reducir lentamente la dosis de este medicamento a las dosis
preconcepcionales, antes de llegar a esa fecha; de lo contrario, la
disminución relativa de la glucuronidación de este medicamento
puede llevar a aumentos abruptos en la toxicidad, incluyendo la
aparición de síndrome de Stevens-Johnson.
En el período de posparto es fundamental reforzar la importan-
cia de la lactancia materna, enfatizando la presencia de evidencia
206 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Epilepsia catamenial
Para finalizar, un tema que frecuentemente aparece en relación
con epilepsia y mujer es la llamada epilepsia catamenial: ese es
el nombre dado a un patrón de aumento mínimo de dos veces en
Yamile Calle López • Epilepsia y mujer ¿Cómo tratar a una mujer con epilepsia? 207
Conclusiones
• Realizar recomendaciones sobre anticoncepción cada año
en la mujer con epilepsia, en edad fértil.
• Enfatizar la idoneidad de métodos no hormonales, especial-
mente el dispositivo intrauterino, para disminuir la posibi-
lidad de interacciones con los anticonvulsivantes.
• Elegir, desde el primer contacto con la paciente, un anticon-
vulsivante con bajo riesgo de teratogenicidad y con un ade-
cuado perfil de control de crisis, como la carbamazepina, el
levetiracetam, o la lamotrigina.
• Hacer lo posible por lograr las metas mencionadas (control
de crisis, anticonvulsivante adecuado, uso de ácido fólico,
adherencia al manejo) durante el período preconcepcional;
esto aumenta la probabilidad de un adecuado control de la
epilepsia durante la gestación y disminuye la aparición de
desenlaces adversos.
208 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
• www.eurap.org
• www.efa.org
• www.aedpregnancyregistry.org
• www.aan.com/go/practice/guidelines
Referencias
Definición
La definición del AIT ha sufrido variaciones desde la
descripción inicial de CM Fisher en los años cincuenta,
la cual tenía una base eminentemente clínica, a par-
tir de la recuperación completa del déficit neurológico
dentro de un período de veinticuatro horas, contadas
desde el inicio de los síntomas. Con el avance en los
212 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Epidemiología
El AIT es una condición frecuente, para la cual no contamos
con datos epidemiológicos en el país, pero para Estados Unidos se
calcula que se presentan 200.000 a 500.000 casos por año con una
incidencia de 0.29 a 1.1 por 1000 por año (3).
En cohortes recientes, se ha encontrado que entre el 12% y el
23% de los pacientes con AIT han tenido un ACV isquémico pre-
vio y los pacientes con ACV isquémico hasta el 24% han tenido en
algún momento un episodio de AIT (6).
Leonardo Moreno Gómez • Ataque isquémico transitorio 213
Etiología y fisiopatología
La etiología y la fisiopatología del AIT son similares a la del
ACV isquémico. Los procesos de hipoperfusión, con la consecuen-
te disminución de aporte de oxígeno y glucosa al tejido cerebral,
conllevan a una alteración funcional en la zona comprometida, de
acuerdo con la presencia o no de adecuada circulación colateral
que permita mantener un flujo sanguíneo suficiente.
La etiología corresponde de manera similar a la conocida para
el ACV isquémico agudo: cardioembolismo: 34%, enfermedad
de vaso pequeño 10–18%, compromiso de vaso grande: 9–13% y
otras causas 3–6%.
Manifestaciones clínicas
Las manifestaciones clínicas del AIT guardan en relación con
el territorio vascular comprometido y corresponden a los mismos
síndromes clínicos vasculares conocidos en el ACV isquémico,
con una duración que puede ir desde segundos hasta horas, aun-
que en la mayoría de los casos los episodios tienen una duración
menor de sesenta minutos.
Sin embargo, existen dos cuadros clínicos de especial relevancia
como son: la amaurosis fugaz y el síndrome de alarma capsular.
El término amaurosis fugaz, se refiere al cuadro transitorio de
pérdida visual unilateral en relación con compromiso de la arteria
carótida interna proximal al origen de la arteria oftálmica.
El síndrome de alarma capsular (SAC) corresponde a un cua-
dro de manifestaciones estereotipadas, transitorias, repetitivas,
usualmente síndromes lacunares, con ausencia de signos de com-
promiso cortical, que se presentan en un corto período que puede
214 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Evaluación inicial
El diagnóstico del AIT está basado en las características clí-
nicas del déficit, teniendo en cuenta que, en la mayoría de los
casos, no va a estar presente al momento de la evaluación. En
el escenario clínico de persistir los síntomas al momento de la
evaluación, deberá ser manejado como un ACV isquémico hasta
que sea evidenciada la ausencia de lesión tisular. El objetivo de la
evaluación aguda de los pacientes con AIT es la determinación,
de ser posible, de la etiología del evento. La evaluación e inicio de
prevención secundaria realizadas de manera temprana reduce el
riesgo de ACV isquémico (12).
En los últimos años, ha surgido el interés por la creación de
unidades de atención para pacientes con ACV (UACV–Stroke
Units) ha demostrado un gran impacto benéfico en el pronóstico,
disminuyendo tanto la mortalidad como la discapacidad de los
pacientes atendidos en dichas unidades, aumentando día a día
el número de camas disponibles en el mundo. Recientemente se
ha tratado de replicar dicho modelo para la atención aguda de los
pacientes con AIT, ya sea a través de módulos especiales en los
Leonardo Moreno Gómez • Ataque isquémico transitorio 215
Prevención secundaria
El manejo a largo plazo de los pacientes que han presentado un
AIT busca disminuir el riesgo de presentar un ACV isquémico a
través del manejo de la causa específica identificada y la interven-
ción de los factores de riesgo vascular.
Antiagregación plaquetaria. La base de la prevención secun-
daria en los casos de AIT se soporta en el uso de medicamentos
antiagregantes plaquetarios, estando recomendados en todos los
casos de AIT de origen diferente a embolismo cardiogénico. Está
indicada la monoterapia con ASA (50–325 mg/día), clopidogrel
(75 mg/día), ticlopidina o dipiridamol. La utilización de terapia
dual con ASA y clopidogrel, iniciada en las primeras veinticuatro
horas y mantenida durante noventa días, tiene un nivel de evi-
dencia más bajo, aunque algunos estudios muestran una menor
incidencia de recurrencia de ACV isquémico. No existe una reco-
mendación acerca del cambio de dosis o del tipo de medicamento
antiagregante plaquetario en los casos en los que se presente un
AIT durante su utilización (17-19).
Las recomendaciones actuales se dirigen al control de factores
de riesgo vascular como: hipertensión arterial, dislipidemia (uso
de estatina en sospecha de origen aterosclerótico con una meta
de LDL menor de 100mg/dL), diabetes, obesidad, sedentarismo,
tabaquismo y consumo pesado de alcohol (17,20).
Pronóstico
La importancia en el reconocimiento y diagnóstico de los casos
de AIT radica en el riesgo de presentación de ACV isquémico,
en las horas y días siguientes de no realizarse una intervención
adecuada y oportuna. El riesgo de ACV isquémico se ha reportado
que alcanza al 10 a 15% en los siguientes tres meses del episodio
y, de estos nuevos eventos vasculares, hasta el 50% de ellos se
presentan en las primeras cuarenta y ocho horas (3).
Afortunadamente, en los últimos años se ha reportado una dis-
minución progresiva de las tasas de riesgo de ACV, debido pro-
bablemente a la mejor y más rápida atención de los pacientes, al
igual que a la implementación de unidades especializadas para el
manejo de eventos neurovasculares agudos (22).
Los estudios también han demostrado que el hallazgo de múl-
tiples lesiones isquémicas antiguas, la presencia aterosclerosis en
arterias grandes y un puntaje de seis o siete en ABCD2, aumentan
Leonardo Moreno Gómez • Ataque isquémico transitorio 219
Referencias
18. Zhou X, Tian J, Zhu MZ, He CK. A systematic review and me-
ta-analysis of published randomized controlled trials of com-
bination of clopidogrel and aspirin in transient ischemic attack
or minor stroke. Exp Ther Med. 2017;14(1):324-32.
19. Ge F, Lin H, Liu Y, Li M, Guo R, Ruan Z, et al. Dual antiplatelet
therapy after stroke or transient ischaemic attack - how long to
treat? The duration of aspirin plus clopidogrel in stroke or tran-
sient ischaemic attack: a systematic review and meta-analysis.
Eur J Neurol. 2016;23(6):1051-7.
20. Fang JX, Wang EQ, Wang W, Liu Y, Cheng G. The efficacy and
safety of high-dose statins in acute phase of ischemic stroke
and transient ischemic attack: a systematic review. Intern
Emerg Med. 2017;12(5):679-87.
21. Yuan K, Kim AS. When a Single Antiplatelet Agent for Stroke
Prevention Is Not Enough: Current Evidence and Future Appli-
cations of Dual Antiplatelet Therapy. Curr Treat Options Car-
diovasc Med. 2016;18(4):26.
22. Amarenco P, Lavallée PC, Labreuche J, Albers GW, Bor-
nstein NM, Canhão P, et al. One-Year Risk of Stroke after
Transient Ischemic Attack or Minor Stroke. N Engl J Med.
2016;374(16):1533-42.
23. Dennis M, Bamford J, Sandercock P, Warlow C. Prognosis of
transient ischemic attacks in the Oxfordshire Community
Stroke Project. Stroke. 1990;21(6):848-53.
24. Lisabeth LD, Ireland JK, Risser JM, Brown DL, Smith MA, Gar-
cia NM, et al. Stroke risk after transient ischemic attack in a
population-based setting. Stroke. 2004;35(8):1842-6.
25. Cadilhac DA, Kim J, Lannin NA, Kapral MK, Schwamm LH,
Dennis MS, et al. National stroke registries for monitoring and
improving the quality of hospital care: A systematic review. Int
J Stroke. 2016;11(1):28-40.
Evaluación del paciente con
pérdida visual transitoria
•
Andrés Castaño Parra
Neurólogo Universidad de Antioquia
Neurooftalmólogo Clínica Santa Lucía
Causas oculares
• Blefaroespasmo: el examen físico es evidente en estos casos.
• Irregularidad de capa lagrimal: debe mejorar con parpadeo o
lágrimas naturales o mirando a través de agujero estenopei-
co (6).
• Opacidades de cámara anterior: hifema, uveítis, glaucoma.
• PVT acompañado de halos y de dolor: descartar glaucoma
de ángulo cerrado.
• PVT o "afterimages" (es la imagen atrasada que queda des-
pués de que la imagen ya desapareció) indican alteraciones
maculares para lo que se debe realizar prueba de fotoestrés
o deslumbramiento (anexo).
Órbita
Masas intraconales: Es decir aquellas localizadas entre el es-
pacio limitado por los músculos rectos y las membranas que los
unen. Contiene el nervio óptico y la grasa intraconal. Estas lesio-
nes pueden ser meningiomas u hemangiomas y están asociadas a
edema de disco óptico. Pueden tener obscuraciones especialmen-
te al mirar hacia abajo (por obstrucción vascular posicional). Se
pueden asociar a proptosis y restricción en la oculomotilidad.
Pronóstico
Depende de la etiología. Las dos grandes urgencias que re-
quieren un diagnóstico y tratamiento temprano son la arteritis
de células gigantes y la PVT secundaria a isquemia (amaurosis
fugax) (7).
Hasta un 60% de los pacientes con amaurosis fugax pueden
tener enfermedad carotidea, pero esta condición no se relaciona
siempre con ateromatosis carotidea y se puede observar en menor
grado en otras condiciones como displasia fibromuscular, disec-
ción carotidea, arteritis de Takayasu, trauma y arteritis por radia-
ción.
230
Tabla 1
Características de las tres causas más frecuentes de pérdida visual transitoria binocular
síntomas
Duración de 20−30 min Pocos minutos Desde segundos hasta tres minu-
síntomas tos.
visuales
Frecuencia Rara vez son diarias. Variable Usualmente más frecuentes que
en la migraña.
Tabla 1 (continuación)
Características de las tres causas más frecuentes de pérdida visual transitoria binocular
Tabla 2
Riesgo de infarto cerebral según manifestaciones clínicas
Riesgo de infarto
Grupo de pacientes
cerebral por año (%)
Sin estenosis carotidea significativa 0,1
Soplo carotideo asintomático 0,1 – 0,4
Amaurosis fugax 2,0
Estenosis carotidea asintomática 2,5
Émbolo – infarto retinal 3,0
AIT cerebral o hemisférico 8,0
Resumen
Los siguientes son elementos que pueden ayudar en el momen-
to de evaluar al paciente que consulta por pérdida visual transi-
toria (tabla 3):
Tabla 3
Elementos de ayuda en el diagnóstico de PVT
234 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Tabla 3 (continuación)
Elementos de ayuda en el diagnóstico de PVT
PVT: Pérdida visual transitoria; AIT: Ataque isquémico transitorio; MAV: Malformación
arterio-venosa
Andrés Castaño Parra • Evaluación del paciente con pérdida visual transitoria 235
Anexo
Test de foto stress
Interpretación:
90% de los ojos normales se recuperan en cincuenta segundos o
menos, con una desviación estándar de once segundos. El tiempo
de recuperación visual está anormalmente prolongado en lesiones
maculares –aun cuando no sean visibles– pues se compromete
el metabolismo de los pigmentos visuales en los fotorreceptores,
generalmente igual o mayor de setenta segundos (10).
Referencias
Tabla 1
Clasificación de las miopatías
Adquiridas Hereditarias
- Miopatías inducidas por medica- Canalopatías
mentos Miopatías congénitas
- Miopatías endocrinas Miopatías metabólicas
- Miopatías inflamatorias Miopatías mitocondriales
- Miopatías asociadas con enferme- Distrofias musculares
dades sistémicas Miotonías
- Miopatías tóxicas
Adaptado de: Barohn R, Dimachkie M and Jackson C. Neurol Clin. 2014; 32: 569–593
Tabla 2
Signos y síntomas que puede presentar un paciente con enfermedad muscular
Negativos Positivos
- Intolerancia al ejercicio Calambres
- Fatiga Contracturas musculares
- Atrofia muscular Hipertrofia muscular
- Debilidad Mialgias
Mioglobinuria
Miotonía
Rigidez muscular*
Tabla 3
Causas de mioglobinuria
Golpe de calor
Fiebre prolongada
Adaptado de: Kissel J, Ed. Muscle disease. Continuum (Minneap Minn). 2000; 6(2): 7-23
242 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Tabla 4
Medicamentos y sustancias que pueden causar miopatias tóxicas
Necrotizante Rabdomiolisis
Pérdida de
Inflamatoria o vacuolar no y
miosina
inflamatorio mioglobinuria
Cimetidina Alcohol Alcohol Bloqueadores
neuromusculares
no despolarizantes
Emetina Tolueno
Ácido Ácido
ε-aminocaproico ε-aminocaproico
Ácido retinoico
Labetalol
Adaptado de: Barohn R, Dimachkie M and Jackson C. Neurol Clin. 2014; 32: 569–593.
Tabla 5
Escala ampliada MRC
Grado MRC
Grado de fuerza
modificado
5 Fuerza normal
5- Debilidad apenas detectable
4+ Debilidad leve
Capaz de mover la articulación contra la gravedad y algo
4
de resistencia
4- Capaz de resistencia mínima
3+ Capaz de resistencia transitoria pero colapsa abruptamente
3 Movimiento activo contra la gravedad
Capaz de moverse contra la gravedad pero no a través de
3-
rango completo
2 Capaz de moverse con la gravedad eliminada
1 Esbozo de contracción
0 Sin contracción
Tabla 6
Evaluación funcional de la debilidad muscular
Adaptado de: Barohn R, Dimachkie M and Jackson C. Neurol Clin. 2014; 32: 569–593
tiroidea (1). El aumento focal del músculo también puede ser cau-
sado por un proceso inflamatorio o neoplásico, ruptura tendinosa,
osificación ectópica o denervación parcial (2).
Después de responder las preguntas clave sobre la historia y
el examen neurológico, se puede intentar clasificar el trastorno
miopático en uno de los diez patrones descritos. El objetivo de
simplificar esta visión es lograr acercarse a un diagnóstico final,
que posteriormente podrá ser confirmado con exámenes de labo-
ratorio (tabla 7).
Tabla 7
Patrones clínicos de trastornos musculares
DEBILIDAD
Patrón Proximal Distal Asimétrico Simétrico Episódico Disparador Diagnósticos
La mayoría
1. Debilidad de miopatías
+ - - + - -
cinturas hereditarias
y adquiridas
Miopatías
distales (y la
2. Distal - + - + - - mayoría de
las neuropa-
tías)
3. Brazo + + + FEH, escápu-
+
proximal/ Brazo (FEH) (Otras) - - lo-peroneal
Pierna
Pierna distal congénita
4. Mano
+ + MCI
distal/
VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
DEBILIDAD
Patrón Proximal Distal Asimétrico Simétrico Episódico Disparador Diagnósticos
7. Debilidad
MG, SMLE,
bulbar: disar- + - - + - -
DMOF ELA
tria, disfagia
+
8. Dolor Miopatías
Ejercicio
episódico, metabóli-
+ - - + + Infección
debilidad y cas, drogas,
Fiebre
mioglobinuria toxinas
Parálisis
periódica
9. Debilidad primaria
episódica no Canalopa-
relacionada + - - + + +/- tías (Na++,
con el ejer- Ca++)
cicio Parálisis
periódica
secundaria
Abreviaciones: FEH: facioescapulohumeral, MCI: miositis por cuerpos de inclusión, MG: miastenia gravis, DMOF: distrofia muscular oculofa-
ringea, MEC: miopatía del extensor del cuello, ELA: esclerosis lateral amiotrófica, SMLE: síndrome miasténico lambert-eaton
249
250 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Referencias
Temblor de acción
Temblor esencial
Aunque el término “esencial” implica necesario o deseable, en
realidad significa que no hay una causa conocida y el término es
sinónimo de “idiopático”. El término lo inició Pietro Burresi, pro-
fesor de medicina en la Universidad de Siena, Italia, 1874, quien
lo llamó “simple temblor esencial”. Se ha observado que la ampli-
tud del temblor tiende a aumentar con la edad y la frecuencia a
disminuir.
Este temblor se caracteriza por ser postural y cinético, que pue-
de observarse durante una variedad de actividades en el examen
neurológico, como realizar una espiral, vertiendo agua entre dos
vasos, y la maniobra dedo–nariz–dedo. En general, el temblor es
levemente asimétrico, afectando un brazo más que al otro, con
una diferencia aproximada del 30%. En el 5% de los pacientes
el temblor es marcadamente asimétrico o unilateral. El 50% de
los pacientes tiene un componente de intención (que empeora al
aproximarse al objeto). El temblor generalmente está desfasado
entre un brazo y otro, lo que en ocasiones mejora la funcionalidad
cuando se usa las dos manos.
El temblor de reposo se presenta en aproximadamente el 20%
de los pacientes con temblor esencial, sin las características pro-
pias del parkinsonismo. Otra característica que se puede presen-
tar en el temblor esencial es marcha atáxica, en forma leve en la
mayoría, más marcada en los temblores axiales. Con respecto a los
temblores cefálicos son más frecuentes en “no” y en “sí”, que los
de la voz y, más aun, que el mentoniano o mandibular; este últi-
mo visto en especial con la boca abierta o durante movimientos
como hablar (a diferencia del que se presenta en la Enfermedad de
Omar Buriticá • Temblor 263
Temblor fisiológico
Los temblores fisiológicos normales y aumentados son las for-
mas más comunes de temblor postural. Consiste en un temblor de
acción que ocurre en todas las personas, la postura y el compo-
nente cinético es de una frecuencia más rápida con una amplitud
264 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Temblor distónico
Una variedad de temblores pueden acompañar el diagnóstico
de distonía. Se pueden presentar en cualquier segmento corporal
que esté comprometido o en los que no, pueden aparecer estan-
do el paciente en reposo. En ocasiones, es difícil de diferenciar
cuando un temblor de larga data presenta posturas leves distóni-
cas, de una distonía como diagnóstico principal, por lo que hay
que tomar en consideración la historia clínica, la evolución de los
síntomas y el examen físico, especialmente evaluando que en el
temblor distónico no es rítmico ni oscilatorio en un eje, para de-
terminar qué fue primero.
Otra pista para diferenciar ciertos tipos de temblor del temblor
distónico es que el temblor cefálico mejora si se está recostado, en
cambio en la distonía cervical con temblor persiste aun estado el
paciente recostado. El manejo incluye anticolinérgicos, baclofeno,
benzodiacepinas o beta bloqueadores, con mejores resultados al
usar toxina botulínica; en casos refractarios se puede plantear la
cirugía funcional con estimulación cerebral profunda.
Omar Buriticá • Temblor 265
Temblor ortostático
Se acompaña de inestabilidad al pararse. La queja principal de
estos pacientes es temblor en miembros inferiores al estar de pie,
por lo que tienden a evitar hacer filas. Desaparece al recostarse
en la pared o sentarse. Durante el examen físico se puede auscul-
tar el temblor con una frecuencia rápida de 14–16 Hz. El manejo
es frustrante, se han utilizado varios fármacos como clonazepam,
gabapentina, carbidopa/levodopa, con variable respuesta; otros
medicamentos se han usado como carbamazepina, etosuximida,
propranolol, primidona, fenitoina, baclofeno y acetazolamida.
Temblor funcional
Se presenta en pacientes con condiciones psiquiátricas especí-
ficas como el trastorno conversivo; generalmente tiene un inicio
abrupto con una actividad máxima desde el inicio, con caracte-
rísticas inusuales, frecuencias variables, cambios de dirección,
y confluyen varias formas de temblor (de reposo, postural, ciné-
tico). A la evaluación el examinador debe tener la habilidad de
sugestionar al paciente para lograr variabilidad en el síntoma e
incluso lograr distraer al paciente lo suficiente para suprimir mo-
mentáneamente el síntoma.
El tratamiento es multidisciplinario, donde se requiere manejo
por psiquiatría, terapia psicológica de corte conductual y de neu-
rólogo.
Temblor de reposo
Generalmente está asociado a la enfermedad de Parkinson
(EP) o inducido por fármacos. En la EP se presenta con inicio asi-
Omar Buriticá • Temblor 267
Lecturas recomendadas
Introducción
El sistema nervioso opera en un ambiente de gran
complejidad, que requiere una distribución y concen-
tración precisa de los electrolitos en los compartimen-
tos intra y extracelular. Las alteraciones electrolíticas
son comunes y se asocian con una gran variedad de
manifestaciones neurológicas, que involucran tanto al
sistema nervioso central como al periférico. Casi siem-
pre ocurren como efecto de un trastorno primario y por
eso, su control efectivo requiere de la identificación y
tratamiento de la alteración subyacente. Los síntomas
neurológicos de los trastornos electrolíticos suelen ser
funcionales más que estructurales y por eso, típica-
mente son reversibles. A continuación, se presentan las
principales manifestaciones neurológicas de las altera-
ciones en el sodio, potasio, calcio y magnesio.
Sodio (Na)
El volumen de líquido extracelular depende del so-
dio corporal total, que es el principal componente os-
270 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Hiponatremia
Se define como la concentración plasmática de sodio menor
a 135 mmol/L. Es problemática en la medida en que la osmolari-
dad plasmática descienda por debajo de 285 mmol/L, ya que en
el contexto de la hipoosmolaridad el agua se desplaza desde el
plasma y el líquido intersticial hacia el compartimento intrace-
lular, llevando a edema y alteración del funcionamiento celular.
En ese sentido, el principal riesgo de la hiponatremia desde el
punto de vista neurológico es su potencial inducción de edema
cerebral e hipertensión intracraneana secundaria. Para que la hi-
ponatremia sea considerada como verdadera (hipotónica), tanto
el sodio como la osmolaridad deben ser bajos. La pseudohipona-
tremia (sodio bajo con osmolaridad sérica normal) aparece en el
contexto de hiperlipidemia o hiperproteinemia y la hiponatremia
con hiperosmolaridad ocurre cuando hay hiperglicemia o uso de
manitol (figura 1). La hiponatremia con hipoosmolaridad siempre
se debe a un exceso relativo de agua en comparación con el sodio
y usualmente se divide en tres categorías, dependiendo del volu-
men de líquido extracelular, lo que a su vez tiene implicaciones
terapéuticas (ver tabla 1).
Laura Ramírez Aguilar • Manifestaciones neurológicas de las alteraciones electrolíticas 271
Hiponatremia
Tabla 1
Clasificación de la hiponatremia según el volumen extracelular
Tipo de
hiponatremia Fundamento
Causas principales
según el volumen terapéutico
extracelular
Hipovolémica Pérdidas renales ([Na] urinario Reposición de
> 30) : diuréticos, deficiencia agua y sodio
de mineralocorticoides, con salino
nefropatía perdedora de sal isotónico
Pérdidas extrarrenales ([Na]
urinario < 30): vómito, diarrea,
pérdidas al tercer espacio
(quemaduras, trauma)
Normovolémica (sin Síndrome de secreción Restricción de
edema) inadecuada de hormona líquidos
antidiurética (SIADH)
Deficiencia de glucocorticoides
Hipotiroidismo
Medicamentos, dolor
Polidipsia psicógena
Hipervolémica (con Cirrosis, falla cardíaca, Restricción de
edema) síndrome nefrótico ([Na] líquidos, tratar
urinario < 30) la causa.
Falla renal aguda o crónica ([Na]
urinario > 30)
272 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Hipernatremia
Se define como la concentración plasmática de sodio mayor de
145 mmol/L. Como el sodio es el principal responsable de la os-
molaridad plasmática, la hipernatremia siempre está asociada con
hiperosmolaridad. Ésta causa deshidratación celular debido a pér-
dida de agua hacia el compartimento extracelular. La hipernatre-
mia es más frecuente en los pacientes de edades extremas. En los
niños, las pérdidas gastrointestinales son una causa común y en
los ancianos la causa más frecuente es el pobre acceso al agua por
fragilidad. También puede haber pérdidas renales de agua debido
a diuresis osmótica por hiperglicemia o manitol, diabetes insípi-
da nefrogénica cuando el riñón no responde adecuadamente a la
ADH, o diabetes insípida central cuando no se producen niveles
suficientes de ADH. Sin embargo, la diabetes insípida rara vez
causa hipernatremia grave a menos que el paciente tenga además
pobre acceso al agua. También puede haber hipernatremia en el
hiperaldosteronismo primario, el síndrome de Cushing y la admi-
nistración excesiva de sodio.
Manifestaciones clínicas. Las alteraciones del estado mental
son una manifestación frecuente de la hipernatremia y van desde
letargia hasta coma. La deshidratación del parénquima cerebral
puede causar ruptura de venas cerebrales, llevando a hemorra-
gias intraparenquimatosas, o ruptura de venas puente, produci-
endo hematomas subdurales. Las convulsiones son frecuentes
y pueden aparecer en relación con hemorragias focales o como
consecuencia de edema cerebral durante la fase de rehidratación.
También puede haber hiperreflexia, rigidez, temblor, mioclonías,
asterixis y corea asociados con hipernatremia. En los casos agu-
dos puede haber desmielinización sin que se presente el curso
bifásico del clásico síndrome de desmielinización osmótica. La
hipernatremia crónica causa síntomas de encefalopatía, que son
reversibles. Especialmente en los niños, los osmoles orgánicos,
que entran a la célula como adaptación a la hipernatremia cróni-
ca, se pierden lentamente y una corrección rápida puede llevar a
edema cerebral y convulsiones.
Laura Ramírez Aguilar • Manifestaciones neurológicas de las alteraciones electrolíticas 275
Tabla 2
Guía para el tratamiento de la hiponatremia
Uno a dos días Posoperatorio, Cefalea, vómito, Bolos de 100 ml de No aumentar las
enfermedad crisis, coma, edema SS 3% concentraciones más
intracraneana cerebral Aumentar de 10 mmol/L/día
concentraciones en
4-6 mmol/L en las
primeras 6 horas
VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Desconocida o más de Recordar riesgo Fatiga, confusión, Dar bolos de SS 3% No aumentar las
dos días de síndrome de calambres, crisis solo si hay crisis. concentraciones más
desmielinización raras (Na < 110 Aumentar de 8 mmol/L/día
mmol/L), no riesgo de concentraciones en
herniación 4-6 mmol/L en 24
horas
Tabla 3
Guía para el tratamiento de la hipernatremia
Potasio
Las complicaciones cardíacas de las alteraciones en el potasio
son bien conocidas, mientras que las manifestaciones neurológi-
cas asociadas se reconocen con menos frecuencia. A diferencia del
sodio, rara vez comprometen el sistema nervioso central. Aproxi-
madamente el 98% del sodio corporal total se localiza intrace-
lularmente y el 60% del potasio intracelular está en el músculo
esquelético. Por lo tanto, en los trastornos del potasio predominan
los síntomas musculares.
Hipocalemia
Se define como la concentración plasmática de potasio men-
or de 3.5 mmol/L. Es el trastorno electrolítico más frecuente en
la práctica clínica y se produce por ingesta inadecuada, pérdidas
renales o gastrointestinales excesivas, o por paso al interior de la
célula (tabla 4). Los síntomas relacionados con la hipocalemia son
típicamente musculares y suele respetarse la musculatura crane-
al, así como los reflejos miotendinosos (tabla 5).
Tratamiento. Reposición de potasio a tasa menor de 20 mEq/h
y corregir hipomagnesemia coexistente.
Tabla 4
Mecanismos de hipocalemia
Tabla 5
Síntomas según el grado de hipocalemia
Concentraciones
Síntomas
plasmáticas de potasio
3 – 3.5 mEq/L Debilidad muscular leve, mialgias,
fatigabilidad fácil
Hipercalemia
Se define como la concentración sérica de potasio mayor de 5
mmol/L. Es una complicación común de la falla renal. También
puede ocurrir en la insuficiencia adrenal. La toxicidad cardíaca de
la hipercalemia es su complicación más temida (fibrilación ven-
tricular, asistolia). Neurológicamente, produce debilidad muscu-
lar ascendente, asociada con sensación de parestesias quemantes.
Tabla 6.
Tratamiento. Cloruro o gluconato de calcio (estabilización de
membrana del miocardiocito), solución polarizante de insulina +
280 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Tabla 6
Mecanismos de hipercalemia
Calcio
El calcio plasmático estabiliza las membranas excitables en el
tejido nervioso y muscular, por lo que sus trastornos producen
manifestaciones neurológicas. La homeostasis del calcio está regu-
lada por la hormona paratiroidea, el colecalciferol y la calcitonina.
Hipercalcemia
Se define como la elevación en los niveles plasmáticos de cal-
cio total. La mayoría de casos son por neoplasias malignas (mama,
pulmón, mieloma múltiple, metástasis osteolíticas) e hiperparati-
roidismo. Las manifestaciones neurológicas más frecuentes son
las alteraciones progresivas del estado mental, directamente re-
lacionadas con el grado de hipercalcemia. Cuando los niveles se
encuentran por encima de 14 mg/dl la alteración de conciencia
suele ser profunda. También puede haber cefalea y convulsiones.
Asimismo, la hipercalcemia produce disminución de la excitabi-
lidad neuromuscular y puede llevar a debilidad muscular, espe-
Laura Ramírez Aguilar • Manifestaciones neurológicas de las alteraciones electrolíticas 281
Hipocalcemia
Suele ser asintomática, pero puede generar manifestaciones
tanto en el sistema nervioso central como en el periférico. La cau-
sa más común de hipocalcemia aguda es el hipoparatiroidismo,
como complicación de cirugía tiroidea. También puede aparecer
en la pancreatitis aguda y en la falla renal. En el sistema nervioso
periférico las manifestaciones van desde parestesias, hasta tetania,
opistotonus y espasmo glótico con estridor laríngeo y compromi-
so respiratorio. El signo de Chvostek (contracción de músculos
faciales después de percusión del nervio facial) y el de Trousseau
(tetania inducida al inflar el tensiómetro 20 mmHg por encima
de la presión sistólica) son muestra de la irritabilidad del nervio
periférico inducida por la hipocalcemia. En el sistema nervioso
central, la manifestación más común es la aparición de convul-
siones y de cambios en el estado mental: irritabilidad, ansiedad,
agitación, confusión, delirios, alucinaciones. En la hipocalcemia
crónica puede haber calcificación de los ganglios basales, con
corea y parkinsonismo. Los pacientes con hipocalcemia aguda
sintomática (calcio total menor de 7 mg/dl) deben ser tratados con
calcio intravenoso: 10–30 ml de gluconato de calcio al 10% en
diez minutos y luego de dos horas, iniciar infusión continua a tasa
entre 0.5–1 mg/kg/h.
Magnesio
Menos del 2% del magnesio corporal total se localiza en el lí-
quido extracelular. La mayoría del magnesio intracelular se en-
cuentra unido y no es intercambiable hacia el líquido extrace-
lular, puesto que juega un rol indispensable en el metabolismo
intracelular, como activador de una gran cantidad de enzimas in-
tracelulares. A nivel extracelular tiene un papel importante en la
transmisión sináptica.
282 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Hipomagnesemia
Ocurre principalmente por disminución de la ingesta o de la
absorción o por aumento de las pérdidas renales. Las manifesta-
ciones neurológicas de la hipomagnesia son similares a las de la
hipocalcemia. En ocasiones puede haber hipocalcemia concomi-
tante, pues la hipomagnesemia puede inducir una disminución
en la producción de hormona paratiroidea. Por eso, siempre debe
evaluarse el magnesio en pacientes con hipocalcemia que no re-
spondan a la suplementación con calcio.
Hipermagnesemia
La forma sintomática es poco frecuente en la práctica clínica.
El escenario típico es de la administración excesiva de magnesio
(antiácidos, laxantes, tratamiento de la preeclampsia y la eclamp-
sia). Con niveles entre 7 y 9 mmol/L aparecen debilidad e hiporre-
flexia. Con más de 9 mmol/L puede haber arreflexia, depresión del
estado de conciencia y parálisis flácida por bloqueo de la trans-
misión neuromuscular. La aparición de hiporreflexia o arreflexia
es un signo de alarma de parálisis muscular inminente y debe ser
vigilada en las pacientes con preeclampsia a quienes se les admi-
nistre sulfato de magnesio.
Bibliografía
ras y media horas para trombolisis sistémica con rTPA (1) y terapia
combinada, seis horas para trombectomía mecánica (2).
Recientemente, se están evaluando protocolos de manejo que
incluyen imágenes de perfusión para definir cuáles de los pacien-
tes con ACV del despertar o pacientes con ACV por oclusión de
vaso mayor entre seis y veinticuatro horas se benefician de tera-
pias de reperfusión (2,3).
Tabla 1
Signos de falla ventilatoria inminente de origen neuromuscular
Signos
Taquipnea, ortopnea
Taquicardia sinusal
Habla en staccato
Sudoración en la frente
Respiración paradójica
Tomado y modificado de: Rabinstein AA, Wijdicks EF. Warning Signs of Imminent Respira-
tory Failure in Neurological Patients. Semin Neurol. 2003 Mar;23(1):97-104.
286 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Oftalmoscopia directa
Como muchas de las técnicas que usamos en la exploración
física, el uso del oftalmoscopio para observar la retina y el nervio
óptico se domina a partir del uso constante y la repetición. En
ocasiones, se encuentran dificultades para lograr ver los detalles
Sebastián Urrego C. • Claves para el examen neurológico en urgencias 289
Tabla 2
Escala de coma FOUR (Full of UnResponsiveness
Respuesta Ocular
4 = Ojos abiertos, seguimiento visual o parpadeo al comando
3 = Ojos abiertos, no hay seguimiento
2 = Ojos cerrados, apertura al llamado (voz fuerte)
1 = Ojos cerrados, apertura al estímulo doloroso
0 = Ojos permanecen cerrados al estímulo doloroso
Respuesta Motora
4 = El paciente es capaz de hacer el signo de la paz, extender el primer dedo
o hacer un puño
3 = Localiza el estímulo doloroso
2 = Flexión al estímulo doloroso
1 = Respuesta extensora al estímulo doloroso
0= No hay respuesta al dolor o evidencia de estado epiléptico mioclónico
generalizado
Reflejos de Tallo
4 = Reflejo pupilar y corneano presentes
3 = Una pupila dilatada y fija
2 = Reflejo pupilar o corneal ausente
1 = Reflejo pupilar y corneal ausente
0 = Ausencia de reflejo pupilar, cornea y de tos (carinal)
Respiración
4 = No intubado, patrón respiratorio regular
3 = No intubado, respiración de Cheyne-Stokes
2 = No intubado, respiración irregular
1 = Respira por encima de la frecuencia del ventilador
0 = Respira a la frecuencia del ventilador o apnea
Tomado y modificado: de Wijdicks EF, Bamlet WR, Maramattom BV, et al. Validation of a
new coma scale: The FOUR score. Ann Neurol. 2005 Oct; 58(4):585-93.
Sebastián Urrego C. • Claves para el examen neurológico en urgencias 291
Referencias
6. Anderson NE. The forearm and finger rolling tests. Pract Neu-
rol. 2010 Feb;10(1):39-42.
7. Anderson NE, Mason DF, Fink JN, et al. Detection of focal cere-
bral hemisphere lesions using the neurological examination. J
Neurol Neurosurg Psychiatry. 2005 Apr;76(4):545-9.
8. Campbell W. Motor Strength and Power. En: Dejong’s The Neu-
rological Examination.7th Edition. Lippincott Williams & Wil-
kins; 2013. p. 411-465
9. Wiles CM. Pyramidal weakness. Pract Neurol 2017;0:1–2.
10. Stone J, Aybek S. Functional limb weakness and paralysis.
Handb Clin Neurol. 2016;139:213-228.
11. Kerr NM, Chew SS, Eady EK, et al. Diagnostic accura-
cy of confrontation visual field tests. Neurology. 2010 Apr
13;74(15):1184-90.
12. Digre KB. Ophthalmoscopy: an important skill for all neuro-
logists. The American Academy of Neurology Institute. 2012.
The American Academy of Neurology’s 64th AAN Annual
Meeting.
13. Shibasaki H, Hallett M. Neurologic Emergency. En: The neuro-
logic examination: scientic basis for clinical diagnosis. Oxford;
2016. p. 269-279.
14. Posner J, Sapper C, et al. Examination of the comatose patient.
En: Plum and Posner’s diagnosis of stupor and coma. 4th edi-
tion. Oxford; 2007. p. 38-87.
15. Wijdicks EF, Bamlet WR, Maramattom BV, et al. Validation
of a new coma scale: The FOUR score. Ann Neurol. 2005
Oct;58(4):585-93.
16. Stone J, Carson A. Functional Neurologic Disorders Conti-
nuum (Minneap Minn). 2015 Jun;21(3):818-37.
17. Stone J, Aybek S. Functional limb weakness and paralysis.
Handb Clin Neurol. 2016;139:213-228.
18. Daum C, Hubschmid M, Aybek S. The value of ‘positive’ cli-
nical signs for weakness, sensory and gait disorders in con-
version disorder: a systematic and narrative review. J Neurol
Neurosurg Psychiatry. 2014 Feb;85(2):180-90.
19. Stone J, Vermeulen M. Functional sensory symptoms. Handb
Clin Neurol. 2016;139:271-281.
Parálisis facial:
Más allá de parálisis de Bell
•
Juan Pablo Millán Sandoval
Reydmar López-González
Residentes de Neurología Clínica
Universidad de Antioquia
Introducción
La parálisis de Bell es la denominación comúnmente
utilizada para describir una parálisis facial periférica
aguda de causa desconocida. A pesar de esto, los térmi-
nos “parálisis de Bell” y “parálisis facial idiopática” ya
no pueden considerarse sinónimos. Una parálisis facial
periférica es un síndrome clínico de muchas causas,
siendo la activación probable del virus del Herpes sim-
ple la causa más común de parálisis de Bell en la mayo-
ría de los casos. La mayoría de los pacientes con pará-
296 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Historia
El nombre de Sir Charles Bell, nacido en Edimburgo, Escocia
en 1774, se asocia con la parálisis facial, no porque haya sido el
primero en describir esta entidad, pues de hecho médicos como
Sydenham, Stalpart Van der Wiel, Douglas, Friedreich y Thomas-
sen describieron la parálisis facial mucho antes que Bell. El méri-
to de este personaje radica en la descripción anatómica del nervio
facial y su asociación con la parálisis facial periférica idiopática.
Aunque las alusiones a los trastornos del nervio facial se pueden
rastrear hasta Hipócrates, la primera descripción completa fue
realizada por el médico persa del siglo IX Abu Bakr Muhammad
Ibn Zakariya Razi (865–925 d.C), en su sexto libro del al-Hawi, en
el que le dedica un capítulo entero a "las alteraciones del nervio
facial, espasmos y parálisis".
Sin embargo, es Bell quien reconoce que la parálisis facial pe-
riférica es el resultado del daño del séptimo nervio craneal (co-
nocido en su época como el nervio respiratorio). En una serie de
experimentos clínicos y observacionales, realizados en primates,
demuestra que el VII nervio craneal era el nervio encargado de
controlar los músculos de la expresión facial. Además de ser un
gran anatomista, Bell era un consumado artista que ilustró mu-
chas de sus disecciones. En 1804, Bell se mudó a Londres, donde
ayudó a fundar la escuela para médicos en la University College
de Londres y Middlesex. Antes de su descubrimiento de la iner-
vación de la cara por el nervio facial, Bell demostró que la raíz
espinal ventral tenía funciones motoras. La ley de Bell-Magendie
atribuye funciones motoras y sensoriales a las raíces ventrales y
dorsales, respectivamente. Bell también es conocido por el signo
Juan Pablo Millán Sandoval, Reydmar López-González • Parálisis facial: más allá de parálisis de Bell 297
Anatomía
El nervio facial (VII nervio craneal) es un nervio mixto, com-
puesto por fibras motoras que inervan los músculos faciales, pa-
rasimpáticas que inervan las glándulas lacrimales, submandibu-
lares y sublinguales, fibras aferentes que llevan la información
adquirida por los receptores gustativos de tercio anterior de la
lengua y aferentes somáticas provenientes de la pared postero-su-
perior del conducto auditivo externo.
El núcleo del VII nervio craneal se encuentra a nivel del teg-
mento de la protuberancia caudal. El fascículo asciende, dando
vuelta alrededor del núcleo abducens, sobresaliendo en el cuarto
ventrículo como el colículo facial antes de salir de la protube-
rancia dorsolateral a través del ángulo pontocerebeloso. La parte
parasimpática del VII nervio craneal, surge del núcleo salivatorio
superior; las fibras del gusto terminan en el núcleo del tractus
solitarius, y las aferentes sensoriales terminan en el núcleo del
tracto espinal del V nervio craneal.
El nervio surge de dos raíces de la unión pontomedular (una
motora y una visceral –el nervio intermedio–) y discurre lateral-
mente a través del ángulo pontocerebeloso junto con el nervio
vestibulococlear hacia el meato auditivo interno, que es de apro-
ximadamente un cm de longitud. Posteriormente avanza hacia
el canal facial (falopio), el cual mide aproximadamente 3.3 cm
de longitud y consta de tres segmentos consecutivos: laberíntico,
timpánico y mastoideo. Debido a que el canal es más estrecho en
el segmento laberíntico (diámetro promedio de 0.68 mm), cual-
quier edema del nervio es más probable que cause compresión en
esta zona. El nervio corre lateralmente hacia la pared medial del
receso epitimpánico, donde se dobla bruscamente hacia atrás; el
ganglio geniculado se encuentra en el segmento laberíntico del
canal. El nervio luego pasa hacia atrás y hacia abajo para alcan-
zar el foramen estilomastoideo por donde discurre la cuerda del
tímpano, la cual constituye la última rama del VII nervio craneal.
298 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
La primera rama del nervio facial sale a nivel del ganglio geni-
culado y se compone de fibras que inervan la glándula lacrimal,
a través del nervio petroso mayor superficial. Si la lacrimación
se ve disminuida en una parálisis facial periférica, sugiere una
lesión proximal del VII nervio craneal. Distal al ganglio genicu-
lado se encuentran fibras que inervan el músculo estapedio (esto
explica por qué algunos pacientes con parálisis de Bell pueden
tener hiperacusia). Más distalmente, la cuerda del tímpano surge
del tronco principal del nervio facial a unos seis mm por encima
del foramen estilomastoideo. Esta última, es la rama más grande
del nervio facial, pasa a través de la membrana timpánica, sepa-
rada de la cavidad del oído medio sólo por una membrana mu-
cosa. Continúa anteriormente para unirse al nervio lingual y se
distribuye en los dos tercios anteriores de la lengua. La cuerda
del tímpano, contiene fibras secretomotoras para las glándulas su-
blinguales y submandibulares, y aferentes viscerales para el gus-
to. Los cuerpos celulares de las neuronas gustativas unipolares se
encuentran en el ganglio geniculado y viajan a través del nervio
intermedio al tracto solitario.
Las fibras restantes del nervio facial emergen en el foramen
estilo mastoideo, siguen un curso anterolateral y pasan a través
de la glándula parótida. Estas fibras se dividen en cinco grupos
de nervios entre los lóbulos profundo y superficial de la glándula
en el pie anserinus (“pie de ganso” en latín) y se distribuyen a los
músculos faciales en un patrón variable.
Epidemiología
La incidencia de la parálisis de Bell es de 20–30 casos por cada
100.000 personas por año. Representa del 60 al 75% de todos los
casos de parálisis facial periférica unilateral. Los sexos se ven
afectados por igual. La edad promedio de inicio es de 40 años,
pero la enfermedad puede ocurrir a cualquier edad. La incidencia
es más baja en niños menores de 10 años, aumenta de los 10 a los
29 años, se mantiene estable en las edades de 30 a 69, y es más
alta en personas mayores de 70 años. Los lados izquierdos y dere-
cho de la cara están involucrados con la misma frecuencia. La ma-
Juan Pablo Millán Sandoval, Reydmar López-González • Parálisis facial: más allá de parálisis de Bell 299
Patogénesis
La activación del virus del herpes simple se ha vuelto amplia-
mente aceptada como la causa más probable de la parálisis de Bell
en la mayoría de los casos, aunque la evidencia no es del todo
concluyente. Un mecanismo inflamatorio e inmunitario viral me-
diado por herpes simple fue objeto de controversia durante años
y se sospechó sobre la base de pruebas serológicas. La prueba de
ADN de la reacción en cadena de polimerasa respalda la noción
de propagación axonal y la multiplicación de un virus neurotró-
pico reactivado, que conduce a inflamación, desmielinización y
parálisis.
El herpes zoster es probablemente la segunda infección viral
más común asociada con la parálisis facial. En una gran serie de
1701 casos de parálisis de Bell, 116 tenían herpes zóster. Otras
causas infecciosas de parálisis facial periférica aguda incluyen
300 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Evaluación Clínica
Los pacientes con parálisis de Bell típicamente desarrollan de-
bilidad facial unilateral completa, alcanzando su pico máximo en
menos de 72 horas. Pueden descubrir que la crema de dientes, los
líquidos o la comida se filtran por el lado afectado de la boca, que
el párpado no se cierra o que es más difícil hablar, lo que lleva a
muchos pacientes al departamento de emergencia por temor de
haber presentado un evento cerebral isquémico.
El primer paso clave para evaluar al paciente es determinar si
la debilidad facial es periférica o central. Debido a que el nervio
facial está compuesto fibras motoras eferentes provenientes del
núcleo facial, las cuales reciben influjo sináptico de la corteza
motora contralateral para todos los movimientos faciales excepto
la frente, que tiene influjo de la corteza de ambos hemisferios ce-
rebrales, en una parálisis facial de origen central se produce una
preservación del movimiento del tercio superior (área de la frente)
de la cara contralateral –porque solo se afecta un hemisferio–. Con
una parálisis facial periférica, se produce debilidad de todos los
músculos de la expresión facial (tanto hemicara superior como
inferior): el surco de la ceja se pierde y el paciente no puede elevar
la ceja (es decir, en respuesta a la orden, “levante la frente como
si estuviera sorprendido”), la fisura palpebral es más ancha, el
pliegue nasolabial está aplanado, la mejilla no se puede inflar. El
paciente no puede silbar, y cuando sonríe o muestra los dientes,
la comisura labial se dirige hacia el lado intacto. Hacer que el
paciente pruebe su capacidad para silbar es una forma útil de do-
cumentar la recuperación. Algunos pacientes pueden presentarse
con lágrimas en la mejilla, presumiblemente debido a la debilidad
de la porción inferior del orbicularis oculi, lo que evita que las
lágrimas se dirijan hacia el conducto lagrimal, posiblemente en
combinación con irritación ocular. Si está involucrado el músculo
estapedio, puede producirse hiperacusia, ya que la contracción
del estapedio funciona para amortiguar la vibración de los huese-
cillos del oído. A pesar de la inervación de las glándulas salivales
menores por el nervio facial, es poco frecuente que el paciente
se encuentre con boca seca. La afectación de la rama cuerda del
302 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
timpano, causa pérdida del gusto en los dos tercios anteriores ip-
silaterales de la lengua. Esto, a veces, puede ser el primer síntoma
observado los pacientes y el deterioro del gusto puede augurar un
peor pronóstico para la recuperación. Existe la clasificación de
House-Brackmann que permite asignar clínicamente al paciente
en una de seis categorías, lo cual servirá para hacer el seguimiento
clínico objetivamente (tabla 1).
Si el paciente aisladamente muestra los signos previamente
mencionados hay una alta probabilidad de que se trate de una pa-
rálisis facial periférica (de Bell), sin embargo hay que recordar que
el núcleo del nervio facial se encuentra ubicado en la protuberan-
cia, y una lesión en esta estructura también puede dar la clínica
de una parálisis facial periférica, no obstante, es inusual que se
presente sin acompañarse de lesiones de otras estructuras cerca-
nas, por eso las herramientas clínicas que ayudan a localizar una
lesión a este nivel incluyen una parálisis de la mirada horizontal
ipsilateral debido a la participación de la formación reticular pon-
tina paramediana, parálisis ipsilateral del sexto nervio craneal;
oftalmoplejía internuclear debido a la participación del fascículo
longitudinal medial ipsilateral; hipoestesia facial ipsilateral, de-
bido a la afectación del tracto descendente del V nervio craneal
y una hemiparesia contralateral. La combinación de una parálisis
periférica del séptimo nervio craneal acompañado de una paráli-
sis horizontal de la mirada ipsilateral y oftalmoplejia internuclear,
se conoce como el síndrome de ocho y medio, agregando a la pará-
lisis del séptimo nervio craneal el síndrome de uno y medio.
Juan Pablo Millán Sandoval, Reydmar López-González • Parálisis facial: más allá de parálisis de Bell 303
Tabla 1
Escala de House Brackmann
II Disfunción leve:
Global: Debilidad superficial notable a la inspección cercana
Puede haber mínima sincinesias. Al reposo, tono y simetría normal
Movimiento frente: Función de buena a moderada
Ojo : Cierre Completo con mínimo esfuerzo
Boca: Asimetría mínima al movimiento
V Disfunción severa:
Global: Solamente movimientos apenas perceptibles. Asimetría al re-
poso
Al reposo, asimetría
Movimiento frente: Ninguno
Ojo : Cierre incompleto
Boca: Movimientos ligeros
VI Parálisis total
Modificada de: Hazin R, Azizzadeh B, Bhatti MT. Medical and surgical management of
facial nerve palsy. Curr Opin Ophthalmol. 2009;20(6):440-50.
Pruebas Diagnósticas
Como fue descrito anteriormente, los estudios de electrodiag-
nóstico podrían ayudar a determinar el pronóstico y los estudios
de imágenes pueden definir las posibles causas quirúrgicas de la
parálisis facial. Sin embargo, estas pruebas no son necesarias en
todos los pacientes. Los pacientes con una lesión típica que está
incompleta y se recupera no necesitan más estudios.
Tabla 2
Correlación clínica según sitio de daño de nervio facial
están intactos.
305
306 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Diagnósticos diferenciales
Existe una lista larga de causas de parálisis facial periférica que
se encuentran resumidas en la tabla 3. Al menos el 50% de las pa-
rálisis faciales periféricas se deben a la parálisis de Bell, y cuando
no hay señales de alerta (tabla 4) en la historia, este porcentaje se
incrementa. La mayoría de las causas enumeradas en la tabla 3
no deben confundirse con la parálisis de Bell, siempre y cuando
se adhiera a las características de la parálisis de Bell menciona-
das anteriormente: espontánea, que se desarrolle en menos de 72
horas, examen neurológico y sistémico normal, mejora a lo largo
de varios meses, y no hay banderas rojas que hagan pensar en un
diagnóstico alternativo.
Las banderas rojas en la historia clínica que arrojan dudas so-
bre el diagnóstico de parálisis de Bell como causa de una paráli-
sis facial periférica incluyen inicio gradual de semanas a meses,
vértigo concomitante o pérdida de la audición, síntomas consti-
tucionales, cáncer, virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)
o factores de riesgo para el VIH y características que sugieren en-
fermedad de Lyme (p. ej., área endémica, mordedura conocida de
la garrapata, erupción cutánea) (tabla 4). Como la mayoría de los
pacientes con parálisis de Bell mejoran en varios meses, la falta de
mejoría o una progresión gradual de la paresia facial de forma bi-
lateral debe hacer pensar en un diagnóstico diferencial. Alrededor
del 7% de los pacientes con parálisis de Bell tendrá una recurren-
Juan Pablo Millán Sandoval, Reydmar López-González • Parálisis facial: más allá de parálisis de Bell 309
cia, pero cuando esto ocurra, se debe considerar una señal de ad-
vertencia, lo que provocará una evaluación neurológica detallada,
incluyendo neuroimágenes y una punción lumbar si es necesario.
Algunas señales de alerta del examen neurológico incluyen
la parálisis facial bilateral, afectación de otros nervios craneales,
hemiparesia, pérdida de la audición o nistagmo, ataxia, parálisis
horizontal de la mirada, o debilidad sistémica. Al examen físico se
deben buscar vesículas en el conducto auditivo externo, membra-
na timpánica o paladar, adenopatías cervicales, otitis media, masa
en parótida, cáncer de piel, lengua fisurada y edema facial. Es
importante reconocer que una parálisis facial periférica puede ser
el primer signo de un trastorno evolutivo como neurosarcoidosis,
carcinomatosis meníngea o síndrome de Guillain-Barré.
La parálisis facial constituye la manifestación de la enfermedad
de Lyme y se debe considerar siempre en pacientes que viven en
un área endémica, especialmente si la parálisis facial es bilateral o
sucede en un niño. Hasta el 25% de las parálisis faciales, durante
los meses de verano en áreas endémicas pueden ser causadas por
la enfermedad de Lyme. Debido a que ninguna otra característica
clínica puede sugerir la enfermedad de Lyme antes o en el mo-
mento de la parálisis facial (por ejemplo eritema migratorio) y la
evidencia serológica puede retrasarse con respecto a las manifes-
taciones clínicas más tempranas, la decisión de tratar debe estar
basada en la sospecha clínica por parte del médico tratante. Si
no hay síntomas o signos adicionales a la parálisis facial, como
polineuropatía craneal o evidencia de afectación del parénquima,
entonces probablemente no esté indicada la punción lumbar.
El síndrome de Ramsay Hunt se manifiesta por una parálisis
facial periférica con eritema y vesículas en el conducto auditivo
externo, la membrana timpánica o la orofaringe. Es causado por la
reactivación del virus varicela-zoster a nivel del ganglio genicula-
do. Puede tener síntomas acompañante como vértigo, pérdida de
la audición o tinnitus por afectación del nervio vestibulococlear
que se encuentra anatómicamente cercano al ganglio geniculado.
Alrededor del 5% de los pacientes con sarcoidosis tendrá afec-
tación neurológica aislada, y en la mitad de éstos, la parálisis fa-
310 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Manejo
La mayoría de los pacientes con parálisis de Bell están preocu-
pados de haber sufrido un ataque cerebrovascular, por lo que la
tranquilidad y la educación son partes importantes del tratamien-
to junto con la orientación de que el pronóstico es favorable para
la mayoría de los pacientes, especialmente aquellos con debilidad
facial leve o moderada. Debido a la debilidad del cierre de los
párpados y al riesgo de exposición corneal, particularmente en
aquellos con parálisis completa, los pacientes deben usar gotas
lubricantes oftálmicas con frecuencia durante las horas de vigilia
y un ungüento lubricante por la noche. Se puede realizar oclusión
ocular durante la noche para evitar daño de la córnea por exposi-
ción.
El uso de esteroides y antivirales para mejorar la recuperación
de la parálisis de Bell se basa en las observaciones mencionadas
anteriormente sobre el posible rol del edema y el virus herpes
tipo 1 en la fisiopatología y la etiología en la parálisis de Bell.
Existen dos estudios de Clase I con los que se basan las guías de
las Asociación Americana de Neurología del 2012 (AAN, por sus
siglas en inglés) para sus recomendaciones acerca del uso de es-
teroides y los antivirales. El primero de ellos escrito por Sullivan
et al. comparó cuatro brazos de tratamiento: prednisolona sola (25
mg dos veces al día durante diez días), aciclovir solo (400 mg dos
veces al día durante diez días), una combinación de prednisolona
y aciclovir, y placebo en pacientes mayores de 16 años que se pre-
sentaron dentro de las 72 horas del inicio de la parálisis de Bell.
El resultado primario fue el grado de debilidad facial observado
en las fotografías digitales por tres revisores cegados, utilizando el
sistema de graduación del nervio facial House-Brackmann, a los
Juan Pablo Millán Sandoval, Reydmar López-González • Parálisis facial: más allá de parálisis de Bell 311
Conclusiones
La parálisis de Bell se caracteriza por el inicio espontáneo, agu-
do (24 a 72 horas) de parálisis facial periférica unilateral aislada,
es decir, ninguna característica de la historia clínica, el examen
neurológico o el examen general sugieren un diagnóstico alter-
nativo. Las banderas rojas que arrojan dudas sobre el diagnóstico
de parálisis de Bell incluyen inicio gradual, vértigo concurrente o
pérdida de audición, vesículas en el canal auditivo externo, vivir
en un área endémica para la enfermedad de Lyme, factores de
riesgo para el VIH y cáncer sistémico.
Juan Pablo Millán Sandoval, Reydmar López-González • Parálisis facial: más allá de parálisis de Bell 313
Parálisis
facial
¿Arruga
Parálisis facial
la frente?
Sí central
Evalúe para ACV
No
Diagnóstico diferencial:
- Otitis media
¿Hay alguna - Trauma local a nervio facial
causa de parálisis Sí Trate la causa
- Complicación posquirúrgica subyacente
facial? -Virus Varicela Zoster reactiva-
do (Síndrome de Ramsay Hunt)
Parálisis de Bell:
No Tratamiento si
presentación <72h
Prednisolona Prednisolona
1mg/kg/d por 7 días 1mg/kg/d por 7 días VO +
VO Aciclovir 400 mg 5 veces
al día por 7 días VO
Evaluaciones Recuperación
de seguimiento completa
Tabla 3
Diagnósticos diferenciales
• Lesiones Parenquimatosas
Esclerosis múltiple
ACV
Abscesos
Encefalitis
Neoplasma
Otros
• Congénitos
Síndrome de Moebius
Trauma por forceps
• Trauma
Fractura en base de cráneo
Posoperatoria/iatrogénica
• Neoplasia extra-axial
Schwannoma
Neuroma
Meningioma
Metástasis
Colesteatoma
Tumor de parótida
Invasión perineural
Otra
• Meningitis
Bacteriana (incluyendo tétano)
Viral: HIV, Zika, Epstein-Barr, Polio, otro
Fúngica
Mycobacterias: tuberculosis, lepra
Espiroquetas: sífilis, enfermedad de Lyme
Juan Pablo Millán Sandoval, Reydmar López-González • Parálisis facial: más allá de parálisis de Bell 315
Tabla 3 (continuación)
Diagnósticos diferenciales
• Infecciones no meníngeas, inflamatorias o infiltrativas
Zoster geniculado (Síndrome de Ramsay Hunt )
Síndrome de Guillain Barré
Polineuropatía desmielinizante inflamatoria crónica
Osteomielitis de la base del cráneo
Otitis media
Parotiditis
Mastoiditis
Amiloidosis, sarcoidosis
Granulomatosis con poliangeítis
Síndrome de Sjögren
• Otra
Hipertensión intracraneana idiopática
Síndrome de Melkerson-Rosenthal
Enfermedad de Paget
Neuropatía hereditaria con parálisis por presión
Encefalopatía de Wernicke
Ingestión de etilenglicol
• Miopatía o trastornos de la unión neuromuscular
Distrofia muscular fascio-escápulo-humeral
Distrofia óculo-faríngea
Distrofia miotónica
Miastenia gravis
Tabla 4
Banderas rojas
Inicio gradual
Vértigo, pérdida auditiva, tinnitus
No mejoría a los cuatro meses
Parálisis facial bilateral
Otros pares craneales involucrados
Debilidad bulbar o en extremidades
Ensanchamiento la glándula parótida
Otitis media
Vesículas en el canal auditivo externo, membrana timpánica u orofaringe
Adenopatía cervical
Edema facial/ lengua fisurada
Brote en piel/ Otros signos de enfermedad de Lyme o encontrarse en un área endémica
VIH
Cáncer de piel en cara
Cáncer sistémico
316 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Bibliografía
• Baugh RF, Basura GJ, Ishii LE, Schwartz SR, Drumheller CM,
Burkholder R, et al. Clinical Practice Guideline. Otolaryngol
Neck Surg 2013;149(5):656–63.
• Blumenfeld H. Neuroanatomy through clinical cases. 2nd ed.
Su. Associates S, editor. 2010.
• Eggenberger E. Eight-and-a-half syndrome: one-and-a-half sy-
ndrome plus cranial nerve VII palsy. Vol. 18, Journal of neu-
ro-ophthalmology : the official journal of the North American
Neuro-Ophthalmology Society. 1998. p. 114–6.
• Engström M, Berg T, Stjernquist-Desatnik A, Axelsson S, Pi-
tkäranta A, Hultcrantz M, et al. Prednisolone and valaciclovir
in Bell's palsy: a randomised, double-blind, placebo-contro-
lled, multicentre trial. Lancet Neurol. 2008;7(11):993–1000.
• Garro A, Nigrovic LE. Managing Peripheral Facial Palsy. Ann
Emerg Med. 2017 Oct 27. pii: S0196-0644(17)31504–4.
• Gilden DH. Bell’s Palsy. N Engl J Med. 2004;1323–31.
• Gronseth GS, Paduga R. Evidence-based guideline update: Ste-
roids and antivirals for Bell palsy American Academy of Neu-
rology. Neurology: 79(22):209–13.
• Grzybowski A, Kaufman MH. Sir Charles Bell (1774-1842):
contributions to neuro-ophthalmology. Acta Ophthalmol
Scand. 2007;85(8):897–901.
• Hato N, Yamada H, Kohno H, et al. Valacyclovir and predni-
solone treatment for Bell’s palsy: a multicenter, randomized,
placebo-controlled study. Otol Neurotol 2007;28:408–13.
• Minnerop M, Herbst M, Fimmers R, et al. Bell’s palsy: com-
bined treatment of famciclovir and prednisone is superior to
prednisone alone. J Neurol 2008;255:1726–30.
• Quesnel AM, Lindsay RW, Hadlock TA. When the bell tolls
on Bell’s palsy: Finding occult malignancy in acute-onset
facial paralysis. Am J Otolaryngol - Head Neck Med Surg.
2010;31(5):339–42.
• Reich SG. Bell’s Palsy. Continuum (Minneap Minn). 2017;
447–66.
• Sajadi MM, Sajadi MRM, Tabatabaie SM. The history of
facial palsy and spasm: Hippocrates to Razi. Neurology.
2011;77(2):174–8.
Juan Pablo Millán Sandoval, Reydmar López-González • Parálisis facial: más allá de parálisis de Bell 317
• Sullivan FM, Swan IRC, Donnan PT, Morrison JM, Smith BH,
McKinstry B, et al. Early Treatment with Prednisolone or Acy-
clovir in Bell’s Palsy. N Engl J Med. 2007;357(16):1598–607.
• Sullivan F, Daly F, Gagyor I. Antiviral Agents Added to Corti-
costeroids for Early Treatment of Adults With Acute Idiopathic
Facial Nerve Paralysis (Bell Palsy). JAMA. 2016;316(8):874-5.
Enfoque del paciente
con vértigo
•
Jorge Andrés Jiménez
Neurólogo - Neuroclínica
Introducción
La capacidad de mantenerse de pie en equilibrio es
característica de la especie humana. Depende de una
compleja organización en la que intervienen todos los
niveles del sistema nervioso, desde el sistema neuro-
muscular periférico a la médula, el cerebelo, el aparato
vestibular, el sistema visual y todos los circuitos sensi-
tivo-motores de los ganglios de la base y de la corteza
cerebral. El sistema vestibular es uno de los tres siste-
mas sensoriales que facilitan la orientación espacial y
la postura; los otros dos son el sistema visual (desde
la retina hasta la corteza occipital) y el sistema soma-
tosensorial que lleva información periférica de los re-
ceptores cutáneos, articulares y musculares. Una lesión
en alguno de estos sistemas integradores o el predomi-
nio de uno sobre el otro, puede provocar desequilibrio
corporal que es percibido como vértigo. Las más fre-
cuentes son las afectaciones del sistema vestibular, ge-
neralmente por una asimetría aguda en el tono de este
320 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Fisiopatología
El sistema vestibular se encuentra en el oído interno y está for-
mado por el vestíbulo y los canales semicirculares. En el vestíbulo
se distinguen dos estructuras: el utrículo y el sáculo. En el utrí-
culo y el sáculo se encuentra un órgano receptor denominado la
mácula, que está integrado por células receptoras sensoriales ci-
liadas, recubiertas por una membrana horizontal, que alberga una
serie de cristales de carbonato de calcio, que reciben el nombre
de otolitos, los cuales son susceptibles al movimiento por efecto
de la gravedad. Su función es percibir la posición de la cabeza en
relación con la gravedad y con la aceleración de tipo lineal.
Los conductos semicirculares son tres (anterior, posterior y la-
teral), orientados en los tres planos del espacio. Presentan una
dilatación en su parte inferior, denominada ampolla; dentro de la
misma se encuentra un órgano del equilibrio, denominado cresta
ampular. La cresta ampular está integrada por células sensoriales
receptoras ciliadas, recubiertas por una membrana gelatinosa en
forma de cúpula. Estas células descansan sobre otras de tipo con-
juntivo y se conectan con las neuronas que inician el nervio que
conducirá la información hasta la corteza cerebral. Su función es
percibir la aceleración angular (rotación).
Como resultado, la descripción de un paciente de una sensa-
ción de giro es probable que indique una alteración de los cana-
les semicirculares o las estructuras del sistema nervioso central
que procesan las señales de los canales semicirculares. Del mismo
modo, una sensación ilusoria de flotar o de inclinación puede in-
dicar un trastorno del sistema otolítico.
Lo importante de la patogénesis del vértigo, es el hecho de que
hay un laberinto vestibular en cada lado del cuerpo. El sistema
nervioso central recibe señales de los laberintos tanto el derecho
como el izquierdo, y los compara. Cuando la cabeza está inmóvil,
las descargas tónicas en ambos aferentes vestibulares están equili-
Jorge Andrés Jiménez, Cristian Gutiérrez Álvarez • Enfoque del paciente con vértigo 321
Características clínicas
Vértigo. Es el síntoma más común de la disfunción vestibular.
Los pacientes refieren el vértigo como una ilusión de movimien-
to; algunos lo interpretan como auto-movimiento, otros como el
movimiento del ambiente que lo rodea. La ilusión de movimiento
más común es la sensación de giro. No es necesaria una sensación
324 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Anamnesis
Historia clínica
La historia permite al médico diferenciar el vértigo de otros
tipos de mareos y hacer una impresión diagnóstica sobre el sitio
y el tipo de lesión. Se recomienda clasificar las causas de vértigo
en periféricos y centrales, porque tienen características clínicas
diferentes.
Perfil temporal. El vértigo nunca es continuo durante más de
unas pocas semanas. Incluso cuando la lesión vestibular es per-
manente, el sistema nervioso central se adapta al defecto para que
el vértigo disminuya paulatinamente. Los mareos constantes que
duran meses suelen ser psicógenos, no vestibulares. Sin embargo,
el médico debe tener claro lo que un paciente quiere decir con
“constante”. Algunos pacientes que dicen tener mareos constan-
tes durante meses en realidad presentan mareos episódicos fre-
cuentes; probablemente causados por un problema vestibular.
Un enfoque práctico para el diagnóstico comienza con el curso
temporal de los síntomas:
1. Inicio rápido, vértigo sostenido. Los diagnósticos comunes
en este entorno incluyen neuritis vestibular, enfermedad desmie-
326 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Tabla 1
Causas de vértigo asociado a hipoacusia
* El vértigo en estadios iniciales de neuritis vestibular aguda puede durar dos días a una
semana o más.
Factores desencadenantes
Ciertos tipos de vértigo ocurren espontáneamente, mientras
que otros se precipitan con maniobras en donde se cambia la po-
sición de la cabeza o la presión del oído medio (p. ej., tos, estornu-
dos o maniobras de Valsalva). El vértigo posicional y el presíncope
postural son dos condiciones comunes que a menudo se confun-
den. Ambos se asocian con mareos al ponerse de pie, como cuan-
do los pacientes se levantan de la cama. La clave del diagnóstico
es determinar si los mareos pueden ser provocados por maniobras
que cambian la posición de la cabeza sin disminuir la presión san-
guínea o disminuir el flujo sanguíneo cerebral. Tales maniobras
incluyen acostarse, darse la vuelta en la cama y doblar el cuello
hacia atrás para mirar hacia arriba. El vértigo agravado por tos, es-
328 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Tabla 2
Factores que desencadenan diferentes causas de vértigo
Tabla 3
Síntomas asociados para diferentes causas de vértigo
Tabla 3 (continuación)
Síntomas asociados para diferentes causas de vértigo
Tabla 4
Causas de vértigo asociado a hipoacusia
Examen físico
El examen físico debe confirmar la disfunción vestibular y dis-
tinguir las causas de las periféricas.
Nistagmo. El nistagmo es una oscilación rítmica de los ojos.
Hay muchos tipos de nistagmo. Algunos tipos de nistagmo sugie-
ren que el vértigo del paciente se origina a partir de una patología
en el sistema vestibular.
Una función del sistema vestibular es mantener la mirada fija
durante los movimientos de la cabeza a través de los reflejos ócu-
lo-vestibulares. Las lesiones vestibulares agudas unilaterales con-
llevan a una asimetría patológica en la actividad vestibular. Esto
ocasiona una desviación lenta de los ojos en una sola dirección
hacia el sitio donde se fija la mirada, seguida de un movimiento
rápido correctivo en la dirección inversa. Los ojos parecen oscilar
332 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Figura 3. Skew
Jorge Andrés Jiménez, Cristian Gutiérrez Álvarez • Enfoque del paciente con vértigo 337
Exámenes de diagnóstico
Los estudios de neuroimagen como la resonancia magnética
del cerebro están indicado cuando la historia y el examen físico
sugieren un vértigo de etiología central o un neuroma del acústi-
co. La TAC es menos sensible para el diagnóstico de infarto cere-
beloso y para patologías que afectan el tronco cerebral o el nervio
vestibular.
338 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Etiología
El enfoque inicial para el paciente que se queja de vértigo es
determinar si la causa del síntoma se origina en el nivel periférico
o en el central.
Jorge Andrés Jiménez, Cristian Gutiérrez Álvarez • Enfoque del paciente con vértigo 339
Causas periféricas
El 80% de las causas de vértigo es de origen periférico; de éstas,
las más comunes son el vértigo posicional paroxístico benigno,
neuritis vestibular y la enfermedad de Ménière.
Vértigo posicional paroxístico benigno. Es la causa más co-
mún de vértigo y su incidencia aumenta con la edad avanzada,
siendo del 10% a los 80 años. Es más común en la mujeres que en
los hombres con una relación dos a uno, tiene una prevalencia del
3.2% en las mujeres, 1.6% en hombres, con una prevalencia en la
población general del 2.4%.
La mayoría de los casos son idiopáticos, aunque puede estar
asociado con trauma o infecciones virales. Es la causa más fre-
cuente de problemas vestibulares, seguido del trauma de cabeza.
Alrededor del 13% de los pacientes con lesión cerebral traumática
manifiestan vértigo posicional, la mayoría en la primera semana
del trauma.
Es causado por restos de carbonato de calcio que erosionan o
se salen de la mácula y entran al utrículo, tienen una densidad de
2.7g/ml, mayor que la endolinfa, lo que les permite moverse o caer
por efecto de la gravedad en uno de los canales semicirculares. El
canal posterior por su posición anatómica, es el que más se afecta,
siendo el 80 al 90% de los casos de VPPB, seguido por el canal
horizontal en un 15% y el menos frecuente, el canal anterior en el
1 a 2 % de los casos.
El mecanismo más común de VPPB es la canalolitiasis, que
consiste en la activación de la ampolla nerviosa por el movimien-
to de restos de calcio; por el contrario, la cupulolitiasis es el me-
canismo menos común, en el que el material de calcio está adhe-
rido a la misma cúpula, causando la activación inapropiada de la
ampolla nerviosa. La cúpula es una estructura parecida a un gel
de la ampolla de cada canal semicircular que transduce el estímu-
lo mecánico del flujo endolinfático en señales electroquímicas,
transportadas por las fibras nerviosas al sistema nervioso central
para evaluar la aceleración de los movimientos de la cabeza en el
plano de cada canal.
340 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Causas centrales
Las causas de vértigo central comprenden el 20% de los casos;
de éstos, la migraña vestibular, y etiologías vasculares son los más
comunes. El vértigo central puede resultar de lesiones que afectan
al tallo cerebral y el cerebelo. Es raro que el vértigo sea el resulta-
do de las lesiones que afectan a la corteza vestibular.
Migraña vestibular. Es una de las causas de vértigo recurren-
te. Sin embargo, el mecanismo por el que lo causa es descono-
cido, y el diagnóstico sigue generando controversia. Puede tener
manifestaciones vestibulares tanto centrales como periféricas. La
intensidad del vértigo y su duración es variable, los episodios tí-
picos duran de varios minutos a unas pocas horas; sin embargo,
algunos pacientes se quejan de síntomas fugaces, que duran solo
segundos.
El diagnóstico es clínico: los ataques de vértigo están asociados
con cefalea tipo migraña u otro fenómeno migrañoso (aura visual,
fotofobia, fonofobia, entre otros). Los episodios de mareos relacio-
nados con la migraña generalmente ocurren de forma espontánea,
pero al igual que la migraña, pueden ser provocados por ciertos
Jorge Andrés Jiménez, Cristian Gutiérrez Álvarez • Enfoque del paciente con vértigo 343
Tabla 5
Características diferenciadoras de vértigo periférico y central
Bibliografía
Introducción
Tanto en los servicios de urgencias como en el ám-
bito ambulatorio, médicos generales y especialistas de
diversas áreas se enfrentan, con frecuencia, a pacien-
tes que se presentan con episodios de pérdida de la
consciencia. Alrededor de cuatro de cada diez perso-
nas presentarán algún episodio de estas características
a lo largo de su vida (1), sin embargo tan solo la mitad
se presentarán a la atención médica (2). Aun así, estos
casos llegan a constituir hasta el 1% de las admisiones
por urgencias, el 1% de las admisiones hospitalarias y
el 4 % de las solicitudes de valoración ambulatorias por
neurología (2).
La evaluación del paciente con pérdida transitoria
de la consciencia puede llegar a ser problemática. En
primer lugar el evento rara vez es presenciado por per-
sonal médico; y en segundo, la calidad de la informa-
ción aportada por los testigos (si es que los hay) en oca-
siones es deficiente. La inseguridad diagnóstica suele
350 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Definiciones de caso
Plum y Posner definen la consciencia como el “estado de per-
cepción completa del ser y de su relación con el ambiente” (4).
Identifican dos componentes:
• Cualitativo, o contenido de la consciencia.
• Cuantitativo o nivel de consciencia (alertamiento o arou-
sal); este componente es imprescindible para la existencia
del anterior.
En este sentido, la “pérdida de la consciencia”, podría corres-
ponder a dos formas (5):
• Observándose aparentemente alerta, pero sin percepción de
estímulos (falta del componente cualitativo); es el caso de
las crisis epilépticas generalizadas tipo ausencia y las parcia-
les complejas (ahora focales con pérdida de la consciencia).
• Con deterioro franco del alertamiento (somnolencia a estu-
por y coma).
En lo que continua de este capítulo, haremos referencia al se-
gundo concepto al utilizar el término “pérdida de consciencia” el
cual implica tres características básicas (5):
Mario Ardila Vera • Pérdida transitoria de la consciencia y síncope 351
Síncope
Definición
Epidemiología
Se estima que entre el 20 y 50% de las personas habrán experi-
mentado algún episodio sincopal en sus primeros 60 años de vida,
con una incidencia aproximada de cuatro a seis casos nuevos por
cada mil personas cada año (7). Entre el 13 y 30% de las personas
tienen síncopes recurrentes (7).
Tiene una presentación bimodal, con un primer pico entre los
quince a veinte años, conformado en su mayoría por mujeres con
síncope reflejo, y un segundo pico arriba de los 65 años, tanto en
hombres como en mujeres, en el que toman fuerza las etiologías
ortostáticas y cardiogénicas. Globalmente, es, en promedio, 1.5
veces más frecuente en mujeres, quienes además tienden a pre-
sentar mayor grado de recurrencia (en promedio tres episodios vs.
uno en hombres) (1).
Mario Ardila Vera • Pérdida transitoria de la consciencia y síncope 353
Fisiopatología
En el síncope se produce un desequilibrio entre los diversos
factores hemodinámicos y los mecanismos compensatorios encar-
gados de mantener la presión arterial (PA), lo cual lleva a hipoper-
fusión cerebral global con la subsecuente pérdida de consciencia,
usualmente a PA sistólicas menores a 50 mmHg (8).
La alteración de cualquiera de los determinantes de la presión
arterial o de los mecanismos reflejos de adaptación a los cambios
ambientales puede culminar en un episodio sincopal.
Presentación clínica
Una manera práctica de abordar la fenomenología de los episo-
dios sincopales y otras causas de TLOC para facilitar su correcta
identificación, es dividir estas en tres fases:
• Fase preictal, o pródromos: lo que sucede previo a la pérdida
de la consciencia
• Fase ictal: lo que sucede durante la pérdida de la consciencia
• Fase postictal: lo que sucede posterior a la pérdida de la
consciencia
Se describirán inicialmente las manifestaciones comunes a los
episodios sincopales en estas tres fases, para posteriormente abor-
dar las características de cada una de las etiologías.
Los síntomas presentados durante la fase preictal dependen
de la etiología del síncope y de la velocidad de instauración de la
hipoperfusión cerebral. En casos de caídas abruptas de la perfu-
sión, esta fase es corta, con pocos síntomas previos a la pérdida de
consciencia o pasando incluso completamente inadvertida. Esto
sucede especialmente en individuos de edad avanzada. Cuando
se presentan, los síntomas se pueden agrupar en:
• Síntomas de activación autonómica: característicos (mas no
exclusivos) de los síncopes de etiología refleja; se discuten
en esta sección.
• Síntomas de hipoperfusión cerebral y retiniana, comunes a
las distintas etiologías (8):
354 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Causas de síncope
De acuerdo con el mecanismo causal se reconocen tres grandes
etiologías de síncope, lográndose identificar alguna en el 50 a 80%
de los casos (7). En otros casos se identifican múltiples causas posi-
bles, en particular en pacientes de edad avanzada.
Síncope reflejo
También conocido como neuralmente mediado, corresponde a
la causa más frecuentemente identificada de síncope y de TLOC
en general. Es más frecuente en mujeres y el primer episodio se
presenta antes de los cuarenta años en el 95% de los casos (13). Por
356 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Presentación clínica
La fase preictal es esencial para la distinción de las diversas
causas de TLOC. En el caso del síncope reflejo, es característico
la presencia de un cortejo autonómico (mal llamados síntomas
vagales) que preceden a los síntomas de hipoperfusión comunes a
las distintas causas de síncope. Se presentan usualmente entre 30
segundos y varios minutos previos a la pérdida de la consciencia
y la realización de maniobras de contrapresión (ver tratamiento)
durante esta fase puede abortar la progresión a la TLOC (8).
Los síntomas suelen consistir en incomodidad inespecífica o
presentar una sensación de calor o discomfort epigástrica, náuseas,
cólico abdominal o urgencia fecal. No es infrecuente la presencia
de palpitaciones. La palidez suele ser el primer signo visible, y
puede seguirse de diaforesis fría, bostezos, suspiros, taquipnea,
inquietud, sialorrea y midriasis, peristaltismo aumentado. Estos
síntomas autonómicos son característicos en individuos jóvenes,
pero pueden estar completamente ausentes (o con amnesia de los
mismos) en adultos mayores (8).
Las manifestaciones de la fase ictal son similares entre el sín-
cope reflejo y las de otras etiologías. Finalmente, es frecuente que
durante la fase postictal persista la sintomatología autonómica
(náuseas, palidez, diaforesis) que precedió la TLOC.
Síncope ortostático
La hipotensión ortostática (HTO) es una causa frecuente de
síncope en individuos de edad avanzada, afectando hasta el 20%
de mayores de 65 años (17), especialmente aquellos con enferme-
dades crónicas y polimedicación. Se define como un descenso en
la presión arterial sistólica mayor a 20 mmHg o diastólica mayor a
10 mmHg tras asumir una postura erguida (18).
358 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Presentación clínica
La característica definitoria es la presencia de síntomas de
hipoperfusión cerebral que se instalan de manera consistente y
progresiva desde el momento que se asume la postura erguida,
usualmente, en los primeros tres minutos. Se diferencia del sínco-
pe vasovagal (SVV) asociado a estrés ortostático, porque (7,8):
• En el SVV los síntomas inician con un cortejo autonómico y
se presentan después de un período prolongado de bipedes-
tación (cinco, diez o más minutos), pero de manera relativa-
mente rápida por una caída brusca de la PA.
• En la HTO la caída de la PA y los síntomas de hipoperfusión
se desarrollan tempranamente y de manera progresiva tras
la bipedestación.
• En la HTO está ausente el cortejo autonómico característico
del SVV.
Mario Ardila Vera • Pérdida transitoria de la consciencia y síncope 359
Síncope cardiogénico
Es una causa menos frecuente de síncope, sin embargo, es la
que conlleva peor pronóstico, es un indicador de morbilidad car-
diovascular importante y de mayor riesgo de mortalidad a corto
y largo plazo (14), en general ligado al estadio de la cardiopatía
subyacente.
Si bien típicamente se presenta en personas de edad avanzada,
se debe mantener un alto índice de sospecha en individuos jóve-
nes aparentemente sanos (atletas incluso), en especial con histo-
ria familiar de muerte súbita a edad temprana.
Existen dos grandes grupos etiológicos de síncope cardiogénico:
• Arrítmica: siendo más frecuente por bradicardia sostenida
(Fc menor a 30/min por 15 a 30 segundos) o bloqueos (pau-
sas mayores a 4–8 segundos) (7) que por taquicardias.
• Estructural: incluyendo diversas causas de falla cardíaca
como los síndromes coronarios, la estenosis aórtica y el ta-
360 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Presentación clínica
La presencia de síncope en pacientes de edad avanzada, his-
toria familiar de muerte súbita o en presencia de comorbilidades
cardiacas debe hacer sospechar siempre una etiología cardiogéni-
ca. Sin embargo, el síncope reflejo constituye la principal causa
incluso en pacientes con cardiopatía de base.
Característicamente la fase de síntomas preictales en el sínco-
pe cardiogénico es corta o inclusive ausente, a diferencia de las
otras causas de síncope. Por otro lado, algunos casos de síncope
reflejo de tipo cardioinhibitorio pueden instaurarse de manera si-
milar (5,8).
La presencia súbita de palpitaciones seguidas rápidamente
de pérdida de la consciencia obliga a sospechar una etiología
arrítmica. Por otro lado, se recuerda que las palpitaciones tam-
bién son frecuentes en el síncope reflejo, aunque en general en el
contexto del cortejo autonómico típico, el cual está ausente en el
cardiogénico (20). La presencia de angina o disnea súbitas son es-
pecialmente sugestivas de entidades graves (isquemia miocárdica,
embolismo pulmonar).
Por lo general son pacientes con tiempo de evolución corto; la
presencia de eventos recurrentes de larga data sugiere una etiolo-
gía alternativa. La ausencia de desencadenantes es la regla, siendo
bastante sugestivo los eventos súbitos en decúbito (21).
En particular, la presencia de eventos durante el ejercicio obli-
ga a sospechar la presencia de arritmias ventriculares o cardiopa-
tías estructurales con obstrucción del tracto de salida ventricular
(estenosis aórtica valvular en pacientes mayores o subvalvular
por cardiomiopatía hipertrófica en jóvenes) (21). Esto es diferente
al síncope ortostático y al reflejo, que se facilitan en la fase recu-
peración una vez cesa la actividad física (16).
Durante la fase ictal se ha descrito la cianosis facial como su-
gestiva de una etiología cardiogénica, similar a la que se presenta
Mario Ardila Vera • Pérdida transitoria de la consciencia y síncope 361
TLOC no sincopal
Las causas no sincopales comprenden alrededor del 16% de
los pacientes atendidos en urgencias por pérdida transitoria de la
consciencia (7). En éstos se incluyen entidades con mecanismos
diversos que llevan a la TLOC y los casos de falsa pérdida de la
consciencia.
Crisis epilépticas
La epilepsia y las crisis epilépticas son la principal fuente de
confusión con los eventos sincopales, aunque su prevalencia es
mucho menor (alrededor del 1% de la población general). En un
estudio canadiense, el 13% de los pacientes referidos para estudio
a clínicas de epilepsia finalmente correspondieron a casos de sín-
cope vasovagal (22). Esto es particularmente importante en pacien-
tes con aparente refractareidad a la medicación anticonvulsivante
o con presentaciones dudosas. Se ha encontrado que hasta el 50%
de estos pacientes presentan pruebas de mesa basculante posi-
tivas sugestivas de sincope reflejo (11). Mientras que un síncope
reflejo, por ejemplo, tiene una connotación en general benigna,
un diagnóstico erróneo de epilepsia tiene múltiples implicaciones
personales y sociales.
Las crisis que más frecuentemente se presentan como TLOC y
confunden con eventos sincopales son las tónicas, atónicas (muy
infrecuentes en población adulta) y tónico-clónicas, bien sea ge-
neralizadas o, como es lo más frecuente en el adulto, con evolu-
ción a bilateral de una crisis focal. Ya se ha discutido que las crisis
de ausencia y parciales complejas no suelen cursar con pérdida
del tono postural y por tanto no suelen causar confusión diagnós-
tica con síncope.
Ya se han descrito algunas de las características que permiten
diferenciar las crisis epilépticas de los episodios sincopales; a con-
tinuación, se resumen y se complementan las más importantes (11):
362 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Ítem Puntaje
¿Presencia de mordedura de lengua después del evento? +2
Evolución corta
Fluctuación del
alertamiento
AIT Adulto mayor Súbito sin Déficit focal Corto Déficit focal
Factores de riesgo desencadenante. En ocasiones sin
vasculares. verdadera pérdida
de consciencia (drop
attack).
SR, SO, SC: síncope reflejo, ortostático y cardiogénico, respectivamente. CE: crisis epiléptica. TF: trastorno funcional.
Mario Ardila Vera • Pérdida transitoria de la consciencia y síncope
369
370 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Estudios neurológicos
Generalidades de tratamiento
Las causas no sincopales de TLOC requieren un manejo espe-
cífico de acuerdo con la etiología causal, para lo que se remite al
lector a los capítulos acordes en estas memorias u otros textos de
referencia.
El manejo de las causas estructurales de síncope cardiogénico
varía según la causa, e incluye medidas farmacológicas, interven-
cionistas o quirúrgicas.
Mario Ardila Vera • Pérdida transitoria de la consciencia y síncope 375
1
Para información adicional sobre el manejo de síncope cardiogénico, se remite al lector
a las lecturas recomendadas y a las guías de las asociaciones americanas y europeas.
376 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Puntos clave
• El síncope se define como un episodio de pérdida transito-
ria de la consciencia asociada a pérdida del tono postural,
con recuperación rápida, espontánea y completa que ocurre
como consecuencia de hipoperfusión cerebral global.
• Otras causas de TLOC incluyen las crisis epilépticas y los
trastornos funcionales. Rara vez la isquemia cerebral se pre-
senta de manera aislada como TLOC.
• De acuerdo con su etiología, el síncope se puede clasificar
en síncope reflejo, ortostático o cardiogénico.
• El abordaje inicial del paciente con síncope u otras causas
de TLOC únicamente requiere una buena anamnesis, un
examen físico dirigido (incluyendo medición ortostática de
la PA) y un electrocardiograma.
• En la anamnesis, el contexto del paciente, las circunstancias
y desencadenantes de los eventos y las características de
la fase preictal, ictal y postictal permiten la diferenciación
entre las etiologías de síncope y las demás causas de TLOC
(ver tabla).
• Es muy frecuente que se presenten movimientos durante la
fase de pérdida de consciencia del síncope; a diferencia de
los asociados a una crisis tónico-clónica, éstos, en general,
son sacudidas breves, arrítmicas, asincrónicas y multifoca-
les. Rara vez hay mordedura de lengua.
378 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Referencias
5. Van Dijk JG, Thijs RD, Benditt DG, Wieling W. A guide to disor-
ders causing transient loss of consciousness: focus on syncope.
Nat Rev Neurol. 2009 Aug 14;5(8):438–48.
6. Brignole M, Alboni P, Benditt D, Bergfeldt L, Blanc JJ, Bloch
Thomsen PE, et al. Guidelines on management (diagnosis and
treatment) of syncope. Eur Heart J. 2001 Aug 1;22(15):1256–
306.
7. Bassetti CL. Transient loss of consciousness and syncope. In:
Handbook of clinical neurology . 2014;119;169–91.
8. Wieling W, Thijs RD, van Dijk N, Wilde AAM, Benditt DG,
van Dijk JG. Symptoms and signs of syncope: a review of the
link between physiology and clinical clues. Brain. 2009 Oct
1;132(10):2630–42.
9. Lempert T, von Brevern M. The eye movements of syncope.
Neurology. 1996 Apr;46(4):1086–8.
10. Lempert T, Bauer M, Schmidt D. Syncope: A videometric
analysis of 56 episodes of transient cerebral hypoxia. Ann
Neurol . 1994 Aug;36(2):233–7.
11. Sheldon R. How to Differentiate Syncope from Seizure. Car-
diol Clin . 2015 Aug;33(3):377–85.
12. Benbadis SR. Value of Tongue Biting in the Diagnosis of Seizu-
res. Arch Intern Med. 1995 Nov 27;155(21):2346.
13. Sheldon RS, Sheldon AG, Connolly SJ, Morillo CA, Klingenhe-
ben T, Krahn AD, et al. Age of First Faint in Patients with Vasova-
gal Syncope. J Cardiovasc Electrophysiol. 2006 Jan;17(1):49–54.
14. Lpidoforos E, Oteriades SS, Ane J, Vans CE, Artin M, Arson
GL, et al. Incidence and prognosis of syncope. N Engl J Med.
2002;878(12).
15. Moya A, Sutton R, Ammirati F, Blanc J-J, Brignole M, Dahm JB,
et al. Guidelines for the diagnosis and management of syncope
(version 2009): The Task Force for the Diagnosis and Manage-
ment of Syncope of the European Society of Cardiology (ESC).
Eur Heart J. 2009 Nov 1;30(21):2631–71.
16. Shen W-K, Sheldon RS, Benditt DG, Cohen MI, Forman DE,
Goldberger ZD, et al. 2017 ACC/AHA/HRS guideline for the
evaluation and management of patients with syncope. Hear
Rhythm. 2017 Aug;14(8):e155–217.
17. Rutan GH, Hermanson B, Bild DE, Kittner SJ, LaBaw F, Tell GS.
Orthostatic hypotension in older adults. The Cardiovascular
Health Study. CHS Collaborative Research Group. Hypertens.
1992 Jun;19(6 Pt 1):508–19.
380 VI Simposio Residentes de Neurología • Neurología en la práctica clínica
Presentación ......................................................................... 7
¿Qué hacer con el ACV al que NO se le hizo trombolisis?
Diana Marcela Castrillón-Velilla, Reydmar López-González.......... 9
Crisis sintomáticas
Diana Marcela Díaz Marín, Diego Castaño Betancur............... 35
Temblor
Omar Buriticá.................................................................. 259