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El nuevo gatopardo – Cartas Bizantinas

Luis López Nieves

El príncipe Constantino, embajador de Bizancio en el Caribe, le escribe a la


princesa Eudocia, su hermana menor, quien reside en la capital bizantina.

Querida Eudocia:
Una de las novelas italianas más famosas se llama El gatopardo. La
escribió el príncipe siciliano Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Este
aristócrata, nacido en 1896, dedicó casi toda su vida a viajar y
descansar, porque era rico, pero a los 60 años de edad de pronto le
dio ganas de escribir un libro.
El gatopardo fue su única novela. La sometió a varias editoriales
pero se la rechazaron; al año siguiente, Lampedusa murió. Poco
después un amigo logró que publicaran la obra, que de inmediato
pasó a ganar un importante premio literario y se convirtió en un
gran éxito de ventas.
El gatopardo es una novela histórica que transcurre durante la
unificación de Italia en el siglo XIX. El protagonista es el príncipe
Fabrizio Corbera, un aristócrata de Sicilia. En la novela los ejércitos
de Giuseppe Garibaldi están llegando a Sicilia con el objetivo de
unirla al resto de Italia, pero Fabrizio se opone porque es leal a su
rey, quien se opone a la unificación.
El Príncipe tiene un sobrino que se llama Tancredi. Éste se
incorpora con mucho entusiasmo al ejército unificador, que en ese
momento lucha a favor de una república. Como es lógico, hay un
choque entre el viejo príncipe Fabrizio, quien está a favor del status
quo y la monarquía, y su joven sobrino, quien favorece la unidad y
el nuevo sistema republicano. El príncipe Fabrizio piensa que su
sobrino es ingenuo. Le grita que está cometiendo un error, que debe
estar con el rey y la nobleza, y que no debe dar su apoyo a una
vulgar república democrática. Tancredi le contesta con una de las
frases más famosas de la literatura universal:
–Tío, si queremos que todo siga igual, es preciso que todo cambie.
En ese momento el viejo príncipe se da cuenta de que su sobrino no
es un idealista tonto sino todo lo contrario: un político sagaz,
pragmático e inescrupuloso, que ha comprendido que si quiere
seguir viviendo una vida de privilegio debe adaptarse a los “nuevos
tiempos”. El tío, por su edad y valores, es incapaz de adaptarse:
representa el pasado que muere. El sobrino, enérgico y flexible,
representa el futuro que apenas nace.
Los historiadores usan el término “gatopardista” para describir al
político oportunista dispuesto a aceptar cambios y reformas,
siempre que pueda proteger sus privilegios. Es decir, el que acepta
cambios cosméticos para que lo sustancial siga igual.
Al enterarme de los resultados de las elecciones del 4 de noviembre
de 2008 en el Imperio del Norte, pasé el resto de la noche
recordando esta famosa frase de El gatopardo y sentí fuertes deseos
de volver a leer la novela.
Es asombroso, querida Eudocia, este ritual que llevan a cabo cada
cuatro años en el Imperio del Norte. Los políticos prometen
cambios estremecedores. A sus actividades multitudinarias asisten
miles de personas que los escuchan con ojos llorosos. Los políticos,
que han cambiado sus colores, canciones, discursos y lemas de
campañas, prometen de todo: paz, felicidad, mejor educación,
menos crimen, menos impuestos… prometen todo. Los votantes
salen eufóricos de las actividades, como si caminaran sobre una
nube. Entonces votan por el político, y lo eligen, pero cuatro años
después, al acercarse las próximas elecciones, el país sufre de
amnesia colectiva y olvida las promesas de los pasados cuatro años.
Todo sigue igual, pero nadie se da cuenta.
No me cuesta esfuerzo imaginarme a los políticos, que no tienen la
menor idea de quién fue el príncipe Giuseppe Tomasi di
Lampedusa, hablando entre sí en privado y diciéndose los unos a
los otros: “Oye, socio, si queremos que todo siga igual, es preciso
que todo cambie”.
Te besa tu hermano,
Constantino
FIN

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