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Extracto de Clase sobre Introducción a la Masturbación en la Infancia temprana. Disponible solo para
uso informativo. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS, PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O
PARCIAL. Texto completo disponible en Curso de Educación Sexual Integral disponible en
www.cesi.cl
El
cambio
de
actitud
frente
a
la
masturbación
provendrá
del
mundo
científico.
El
nacimiento
de
la
psicología,
la
demostración
de
la
importancia
de
las
relaciones
afectivas
de
apego
a
través
del
cuerpo
entre
la
madre
y
el
niño,
le
van
dando
un
lugar
a
la
sexualidad
en
la
construcción
de
la
mente.
Estos
avances,
junto
con
las
observaciones
científicas
del
desarrollo
infantil
y,
más
tarde,
de
la
pubertad
y
la
adolescencia,
van
derivando
hacia
una
concepción
del
acto
masturbatorio
no
sólo
como
normal,
sino
también
como
factor
contribuyente
a
la
salud
mental.
Podemos
mencionar
al
respecto,
por
ejemplo,
el
estudio
de
Müller
del
año
1969,
realizado
en
Nueva
York
con
niños
blancos
privados
de
cuidados
maternales
por
su
situación
socioeconómica,
donde
constató
una
carencia
notable
de
juegos
masturbatorios.
Frente
a
situaciones
de
frustración
o
de
angustia,
allí
donde
otros
niños
recurrirían
a
actividades
autoeróticas
para
tranquilizarse,
los
del
estudio
actuaban
atacando
o
acariciando
objetos
o
personas
de
su
alrededor,
como
si
no
tuvieran
capacidad
de
encontrar
un
equilibrio
psíquico
a
través
de
su
propio
cuerpo
(McDougall
1993).
Pit (1962), en su observación de los lactantes durante el primer año de vida, demostró que cuando
la relación entre la mamá y el niño era óptima, el desarrollo del pequeño era más rápido y el juego
genital más frecuente; al contrario, cuando la relación era problemática, el juego genital era raro y
era sustituido por otras actividades autoeróticas. Cuando la relación entre madre e hijo estaba
ausente, el desarrollo general caía bajo la mediana y había una ausencia total de juego genital.
Algunos bebés de este último grupo que permanecieron en observación, mostraron que a los
cuatro años el juego genital aún estaba ausente. Según los hallazgos de esta investigación, la
interacción entre madre e hijo tiene un significado esencial: al cuidar el niño, la madre estimula
activamente una suerte de inclinación placentera que, más tarde, el bebé reproduce.
• Ayuda
al
bebé
a
hacer
conexión
mental
entre
sus
deseos
y
la
capacidad
de
iniciar
determinadas
acciones
que
producen
ciertos
efectos
en
él.
Lo
ayuda
a
entender
que
cuando
él
organiza
una
determinada
acción,
obtiene
cierta
sensación.
• Como
estas
sensaciones
le
son
placenteras,
aprende
a
controlar
y
coordinar
sus
acciones
para
producir
el
efecto
deseado.
• Esta
estimulación
libidinal
autoinducida
lo
ayuda
a
entender
que
su
conducta
puede
causar
efectos
definidos.
Curso
de
Educación
Sexual
Integral,
Doctor
Ricardo
Capponi
Martínez,
2014.
• El
lactante
que
se
chupa
el
dedo
o
se
acaricia
los
órganos
genitales
está
creando
ya
en
su
mundo
interno
la
primera
y
vaga
imagen
de
una
“madre
buena”,
y
de
esta
manera
está
desarrollando
la
capacidad
para
cumplir
una
función
materna
para
sí
mismo.
Esto
le
garantiza
una
cierta
independencia
del
ambiente
externo,
una
independencia
psíquica
destinada
a
aumentar
sin
cesar
si
su
impulso
no
es
obstaculizado
por
el
mundo
exterior.
La
masturbación
contribuye,
así,
a
que
el
bebé
se
dé
cuenta
de
su
capacidad
para
brindarse
lo
que
él
siente
que
es
bueno
para
sí
mismo,
y
refuerza
sanos
sentimientos
de
omnipotencia.
Lo
ayuda,
finalmente,
a
irse
considerando
a
sí
mismo
como
alguien
capaz,
valoración
personal
que
va
a
necesitar
para
enfrentar
los
problemas
propios
del
desarrollo
vital.
A medida que los infantes crecen y se desarrollan, los detalles y la complejidad de su autoimagen
sexual se reflejan en los cambios que experimentan sus genitales. En su segundo año de vida,
tienen una mirada bastante más clara acerca de sí mismos. Como una parte integral de este
proceso, son muy activos en la exploración de sus cuerpos y están muchas veces
excepcionalmente preocupados con el juego y la estimulación de sus genitales.
Curso
de
Educación
Sexual
Integral,
Doctor
Ricardo
Capponi
Martínez,
2014.
Otro aspecto en que la masturbación contribuye al desarrollo es la posibilidad de obtener el placer necesario
para mitigar las angustias y los dolores derivados de los procesos de separación, los cuales forman parte
importante de los eventos emocionales que afectan al bebé. Al igual que los niños mayores y los adultos, los
bebés pueden usar el orgasmo masturbatorio para relajar tensiones que son incapaces de descargar de otra
manera.
Por otra parte, siendo la masturbación una de las primeras actividades autoproducidas por el infante sin ayuda
externa, lo ayuda a sentirse más seguro y responsable de sus propios sentimientos. Se constituye así en uno de
los primeros y más importantes mecanismos por medio de los cuales el bebé comienza el largo y exigente
camino de llegar a ser independiente psicológicamente. Al masturbarse como una persona autónoma e
independiente, el bebé expresa y satisface sus propios deseos, otorgándose así un sentimiento de
independencia, de posesión de un cuerpo y una mente propios. La masturbación, con o sin orgasmo, es una
expresión perfecta de la sexualidad del bebé.
Los padres pueden confirmar las percepciones que tiene el bebé acerca de su masturbación y reforzar esa
creciente habilidad que está desarrollando para reconocer los efectos de su propia conducta. Aceptando su
masturbación y reconociéndole cuán placentera es, le muestran a su hijo que las sensaciones eróticas que
logra por sí mismo son vistas como buenas. Esto asegura al pequeño acerca de lo adecuado de sus propias
reacciones y lo motiva a continuar explorando tanto su cuerpo como el mundo externo que lo rodea.
Las palmadas, los gritos, los retos y castigos frente a la conducta masturbatoria son nocivos. La mayor parte
de los padres ya no responden punitivamente frente a la masturbación; sin embargo, suelen reaccionar de
forma tal que dan claras señales al bebé de que es preferible evitar esa conducta. Por ejemplo; si al estar
desnudo empieza a tocar sus genitales, rápidamente le ponen los pañales o tratan de que el niño retire sus
manos de ahí ofreciéndole un juguete. O le toman las manos como tratando de darles una muestra de cariño,
para así retirárselas y muy gentilmente evitar que sigan tocándose. O inventan cualquier actividad o juego que
lo distraiga de dicha actividad masturbatoria.
Estos métodos de distracción no son tan negativos como los métodos punitivos; sin embargo, el bebé capta la
ambivalencia de sus padres, quienes de esta forma indirecta le dan a entender que ellos no aceptan sus
conductas masturbatorias. El bebé termina no sabiendo qué es lo que sus padres quieren realmente que haga
con sus necesidades de autoerotismo. La desviación y supresión de su actividad masturbatoria por parte de los
padres, por gentil y delicada que sea, le refuerza de allí en adelante una actitud de represión hacia todo lo que
tiene que ver con la sexualidad. Con ello se dificulta la posibilidad de que el niño, a través de su desarrollo,
vaya satisfaciendo su curiosidad acerca de todo lo vinculado con su sexualidad y aumente su conocimiento al
respecto.
La actitud ambivalente de los padres en relación con la sexualidad de sus hijos también se refleja en su
dificultad para llamar en forma directa y franca a los genitales por su nombre. Usan términos vagos como
“esto” o “ahí abajo”.
Es importante que los padres validen la existencia individual de sus hijos confirmando su intrínseca bondad,
su capacidad de cuidarse a sí mismos y sus derechos a satisfacer sus propias necesidades. Habiendo sido
validado de esta manera por sus padres, un niño es capaz de apreciarse a sí mismo, y cada vez desarrolla una
mayor capacidad para darse cuenta de lo que piensa y siente. De esta forma, va ganando en confianza en su
facultad de dar y recibir validación en su relación con otros. Al contrario, cuando los padres desaprueban su
masturbación, le niegan su derecho a expresar sus propias necesidades. De alguna manera el niño siente que
lo están tratando como si fuera una mera extensión de sus padres, y se siente presionado a comportarse como
ellos consideran que debe hacerlo. Se dificulta así su capacidad para desarrollar una percepción de sí mismo
como un ser individual y único, que merece gratificar sus sentimientos de amor sexual y satisfacer sus deseos,
los cuales son respetuosamente aceptados por quienes lo rodean.
Curso
de
Educación
Sexual
Integral,
Doctor
Ricardo
Capponi
Martínez,
2014.
a)Si el niño lo está haciendo en privado, no se le debe interrumpir, ni tampoco es necesario luego
conversar del tema, ya que esta es una actividad privada.
Curso
de
Educación
Sexual
Integral,
Doctor
Ricardo
Capponi
Martínez,
2014.
¿Cómo actuar?
Proteger.
Se le indica de manera discreta que deje de hacerlo. Se le puede dar una seña sutil o bien llamarlo
a conversar a un lado. Luego más tarde, será importante conversar. No se debe sacarle la mano,
retarlo o avergonzarlo en público.
2. Escuchar y Aclarar.
o ¿Por qué cree que la mamá o el papá le indicaron que no tocara dónde los estaba haciendo?
Aclarar que no tiene nada de malo, que es algo natural, pero privado. ¿Dónde o cuando se te
ocurre que está bien tocarse a sí mismo?
o Antes que le llamaran la atención, ¿Se había dado cuenta que se estaba tocando? Aclarar que la
masturbación es para conocerse y hacerse sentir bien. No porque está nervioso o aburrido. Se
debe poner ojo si el niño se está masturbando frecuentemente como forma de calmar su ansiedad,
ayudándole a descubrir que le tiene nervioso así como ayudarle a manejar su ansiedad de otra
forma.
2014