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 Curso

 de  Educación  Sexual  Integral,  Doctor  Ricardo  Capponi  Martínez,  2014.  

Extracto de Clase sobre Introducción a la Masturbación en la Infancia temprana. Disponible solo para
uso informativo. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS, PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O
PARCIAL. Texto completo disponible en Curso de Educación Sexual Integral disponible en
www.cesi.cl

Desarrollo del autoerotismo en la Infancia Temprana


( por Ricardo Capponi M)
En   el   niño,   el   placer   despertado   por   el   contacto   de   una   parte   de   su   cuerpo   con   otra   parte   de   su   propio  
cuerpo   —esto   es,   un   placer   de   tipo   autoerótico—   desencadena   un   placer   libidinal,   que   no   es   sino   el  
recuerdo   del   placer   libidinal   que   en   el   pasado   el   pezón   activó   en   él.   Por   ser   un   fenómeno   repetitivo   que  
produce   placer,   se   asimila   comúnmente   a   un   término   ampliamente   usado   para   referirse   a   la   forma   de  
obtener   placer   autoestimulándose   los   genitales   a   partir   de   la   pubertad:   masturbación.   Se   trata   de   un  
término   cuyo   origen   etimológico   no   es   claro,   pero   que   frecuentemente   es   asociado   a   la   expresión   “turbarse  
con  la  mano”,  o  sea,  perturbarse,  cambiar  el  curso  natural  de  las  cosas,  lo  que  puede  llevar  a  confusión  ya  
que  no  es  en  ningún  caso  un  acto  antinatural  ni  perverso.  

El  cambio  de  actitud  frente  a  la  masturbación  provendrá  del  mundo  científico.  El  nacimiento  de  la  psicología,  
la   demostración   de   la   importancia   de   las   relaciones   afectivas   de   apego   a   través   del   cuerpo   entre   la   madre   y  
el  niño,  le  van  dando  un  lugar  a  la  sexualidad  en  la  construcción  de  la  mente.  Estos  avances,  junto  con  las  
observaciones  científicas  del  desarrollo  infantil  y,  más  tarde,  de  la  pubertad  y  la  adolescencia,  van  derivando  
hacia  una  concepción  del  acto  masturbatorio  no  sólo  como  normal,  sino  también  como  factor  contribuyente  
a  la  salud  mental.  Podemos  mencionar  al  respecto,  por  ejemplo,  el  estudio  de  Müller  del  año  1969,  realizado  
en  Nueva  York  con  niños  blancos  privados  de  cuidados  maternales  por  su  situación  socioeconómica,  donde  
constató  una  carencia  notable  de  juegos  masturbatorios.  Frente  a  situaciones  de  frustración  o  de  angustia,  
allí   donde   otros   niños   recurrirían   a   actividades   autoeróticas   para   tranquilizarse,   los   del   estudio   actuaban  
atacando  o  acariciando  objetos  o  personas  de  su  alrededor,  como  si  no  tuvieran  capacidad  de  encontrar  un  
equilibrio  psíquico  a  través  de  su  propio  cuerpo  (McDougall  1993).  

Contribución de la masturbación al desarrollo mental en esta etapa

Pit (1962), en su observación de los lactantes durante el primer año de vida, demostró que cuando
la relación entre la mamá y el niño era óptima, el desarrollo del pequeño era más rápido y el juego
genital más frecuente; al contrario, cuando la relación era problemática, el juego genital era raro y
era sustituido por otras actividades autoeróticas. Cuando la relación entre madre e hijo estaba
ausente, el desarrollo general caía bajo la mediana y había una ausencia total de juego genital.
Algunos bebés de este último grupo que permanecieron en observación, mostraron que a los
cuatro años el juego genital aún estaba ausente. Según los hallazgos de esta investigación, la
interacción entre madre e hijo tiene un significado esencial: al cuidar el niño, la madre estimula
activamente una suerte de inclinación placentera que, más tarde, el bebé reproduce.

• Ayuda   al   bebé   a   hacer   conexión   mental   entre   sus   deseos   y   la   capacidad   de   iniciar   determinadas  
acciones   que   producen   ciertos   efectos   en   él.   Lo   ayuda   a   entender   que   cuando   él   organiza   una  
determinada  acción,  obtiene  cierta  sensación.    

• Como   estas   sensaciones   le   son   placenteras,   aprende   a   controlar   y   coordinar   sus   acciones   para  
producir  el  efecto  deseado.    

• Esta   estimulación   libidinal   autoinducida   lo   ayuda   a   entender   que   su   conducta   puede   causar   efectos  
definidos.    

 
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• El  lactante  que  se  chupa  el  dedo  o  se  acaricia  los  órganos  genitales  está  creando  ya  en  su  mundo  
interno   la   primera   y   vaga   imagen   de   una   “madre   buena”,   y   de   esta   manera   está   desarrollando   la  
capacidad   para   cumplir   una   función   materna   para   sí   mismo.   Esto   le   garantiza   una   cierta  
independencia  del  ambiente  externo,  una  independencia  psíquica  destinada  a  aumentar  sin  cesar  si  
su   impulso   no   es   obstaculizado   por   el   mundo   exterior.    La   masturbación   contribuye,   así,   a   que   el  
bebé  se  dé  cuenta  de  su  capacidad  para  brindarse  lo  que  él  siente  que  es  bueno  para  sí  mismo,  y  
refuerza  sanos  sentimientos  de  omnipotencia.  Lo  ayuda,  finalmente,  a  irse  considerando  a  sí  mismo  
como  alguien  capaz,  valoración  personal  que  va  a  necesitar  para  enfrentar  los  problemas  propios  
del  desarrollo  vital.    

Explorándose y acariciándose, el bebé gradualmente construye una representación mental de la


forma y la función de su cuerpo, imagen corporal que será un componente crucial del sentimiento
de sí mismo que desarrolle. Desde el placer que le brinda su autoestimulación, comienza a percibir
su cuerpo en términos positivos. Descubriendo que su cuerpo es una fuente de placer y de gozo,
puede experimentarse a sí mismo como alguien que posee la capacidad de satisfacer sus
necesidades. Este darse cuenta capacita al niño en crecimiento para desarrollar un sentimiento de
adecuación personal y de confianza en sí mismo. La aceptación y confianza proveniente de una
imagen positiva de su cuerpo —que es un representante fundamental del “sí mismo”— lo lleva a
aproximarse a otra gente con el mismo grado de aceptación y confianza.

Sumado a lo anterior, la autoobservación y autoestimulación son factores importantes en la


formación de la imagen de la propia identidad sexual. Para el niño y la niña, el sentido de
pertenencia a un determinado género es resultado tanto de la percepción de sí mismo, como de la
manera en que sus padres lo perciben. En el caso del varón, el pene es claramente observable: el
niño tiene una imagen mental clara de ese órgano, y la certeza de que su estimulación por las
manos o por el pensamiento lo levanta. Para la niña, que no puede observar directamente sus
genitales, no es tan fácil desarrollar una imagen mental de su apariencia. Ellas también se dan
cuenta de las sensaciones placenteras que emanan de la estimulación táctil de los genitales, pero
no pueden verlos. De ahí la importancia de que puedan desarrollar a través de lo táctil y
kinestésico una imagen mental de la zona del clítoris, de los labios y de la vagina. Al descubrir las
diferentes sensaciones que derivan de la manipulación de estas áreas, se consolidará una parte
fundamental de su autoimagen.

A medida que los infantes crecen y se desarrollan, los detalles y la complejidad de su autoimagen
sexual se reflejan en los cambios que experimentan sus genitales. En su segundo año de vida,
tienen una mirada bastante más clara acerca de sí mismos. Como una parte integral de este
proceso, son muy activos en la exploración de sus cuerpos y están muchas veces
excepcionalmente preocupados con el juego y la estimulación de sus genitales.

 
 Curso  de  Educación  Sexual  Integral,  Doctor  Ricardo  Capponi  Martínez,  2014.  

Otro aspecto en que la masturbación contribuye al desarrollo es la posibilidad de obtener el placer necesario
para mitigar las angustias y los dolores derivados de los procesos de separación, los cuales forman parte
importante de los eventos emocionales que afectan al bebé. Al igual que los niños mayores y los adultos, los
bebés pueden usar el orgasmo masturbatorio para relajar tensiones que son incapaces de descargar de otra
manera.

Por otra parte, siendo la masturbación una de las primeras actividades autoproducidas por el infante sin ayuda
externa, lo ayuda a sentirse más seguro y responsable de sus propios sentimientos. Se constituye así en uno de
los primeros y más importantes mecanismos por medio de los cuales el bebé comienza el largo y exigente
camino de llegar a ser independiente psicológicamente. Al masturbarse como una persona autónoma e
independiente, el bebé expresa y satisface sus propios deseos, otorgándose así un sentimiento de
independencia, de posesión de un cuerpo y una mente propios. La masturbación, con o sin orgasmo, es una
expresión perfecta de la sexualidad del bebé.

Los padres pueden confirmar las percepciones que tiene el bebé acerca de su masturbación y reforzar esa
creciente habilidad que está desarrollando para reconocer los efectos de su propia conducta. Aceptando su
masturbación y reconociéndole cuán placentera es, le muestran a su hijo que las sensaciones eróticas que
logra por sí mismo son vistas como buenas. Esto asegura al pequeño acerca de lo adecuado de sus propias
reacciones y lo motiva a continuar explorando tanto su cuerpo como el mundo externo que lo rodea.

Las palmadas, los gritos, los retos y castigos frente a la conducta masturbatoria son nocivos. La mayor parte
de los padres ya no responden punitivamente frente a la masturbación; sin embargo, suelen reaccionar de
forma tal que dan claras señales al bebé de que es preferible evitar esa conducta. Por ejemplo; si al estar
desnudo empieza a tocar sus genitales, rápidamente le ponen los pañales o tratan de que el niño retire sus
manos de ahí ofreciéndole un juguete. O le toman las manos como tratando de darles una muestra de cariño,
para así retirárselas y muy gentilmente evitar que sigan tocándose. O inventan cualquier actividad o juego que
lo distraiga de dicha actividad masturbatoria.

Estos métodos de distracción no son tan negativos como los métodos punitivos; sin embargo, el bebé capta la
ambivalencia de sus padres, quienes de esta forma indirecta le dan a entender que ellos no aceptan sus
conductas masturbatorias. El bebé termina no sabiendo qué es lo que sus padres quieren realmente que haga
con sus necesidades de autoerotismo. La desviación y supresión de su actividad masturbatoria por parte de los
padres, por gentil y delicada que sea, le refuerza de allí en adelante una actitud de represión hacia todo lo que
tiene que ver con la sexualidad. Con ello se dificulta la posibilidad de que el niño, a través de su desarrollo,
vaya satisfaciendo su curiosidad acerca de todo lo vinculado con su sexualidad y aumente su conocimiento al
respecto.

La actitud ambivalente de los padres en relación con la sexualidad de sus hijos también se refleja en su
dificultad para llamar en forma directa y franca a los genitales por su nombre. Usan términos vagos como
“esto” o “ahí abajo”.

Es importante que los padres validen la existencia individual de sus hijos confirmando su intrínseca bondad,
su capacidad de cuidarse a sí mismos y sus derechos a satisfacer sus propias necesidades. Habiendo sido
validado de esta manera por sus padres, un niño es capaz de apreciarse a sí mismo, y cada vez desarrolla una
mayor capacidad para darse cuenta de lo que piensa y siente. De esta forma, va ganando en confianza en su
facultad de dar y recibir validación en su relación con otros. Al contrario, cuando los padres desaprueban su
masturbación, le niegan su derecho a expresar sus propias necesidades. De alguna manera el niño siente que
lo están tratando como si fuera una mera extensión de sus padres, y se siente presionado a comportarse como
ellos consideran que debe hacerlo. Se dificulta así su capacidad para desarrollar una percepción de sí mismo
como un ser individual y único, que merece gratificar sus sentimientos de amor sexual y satisfacer sus deseos,
los cuales son respetuosamente aceptados por quienes lo rodean.

 
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La prohibición a la masturbación no sólo restringe el desarrollo de la sexualidad y la identidad de género;


también acarrea temores a satisfacer necesidades que se plantean en otras áreas de la vida. Estos temores se
pueden ver en la dificultad para relacionarse con extraños, o en la intensa ansiedad que el niño puede
experimentar cuando es separado de sus padres. Mientras más negativa sea la reacción de los padres a la
autoestimulación del bebé, más incapaz se va a sentir de enfrentar con habilidad su propia vida. Incluso, como
un resultado paradójico, eso lo puede llevar a aumentar su deseo de masturbarse. Una observación final en
relación con el papel desempeñado por los padres en estas materias: un estudio presentado por Malone el año
1968 reveló que en las familias de padres con alto nivel de violencia, los niños prácticamente no se
masturbaban o recurrían a otros desahogos autoeróticos y/o autoagresivos.

¿Qué  se  recomienda  hacer  si  sorprendemos  a  un  niño  masturbandoce?  

a)Si el niño lo está haciendo en privado, no se le debe interrumpir, ni tampoco es necesario luego
conversar del tema, ya que esta es una actividad privada.

 
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b) Si el niño lo está haciendo en lugar público o con otros presentes.

¿Cómo actuar?

Proteger.

Se le indica de manera discreta que deje de hacerlo. Se le puede dar una seña sutil o bien llamarlo
a conversar a un lado. Luego más tarde, será importante conversar. No se debe sacarle la mano,
retarlo o avergonzarlo en público.

2. Escuchar y Aclarar.

o ¿Por qué cree que la mamá o el papá le indicaron que no tocara dónde los estaba haciendo?
Aclarar que no tiene nada de malo, que es algo natural, pero privado. ¿Dónde o cuando se te
ocurre que está bien tocarse a sí mismo?

o Antes que le llamaran la atención, ¿Se había dado cuenta que se estaba tocando? Aclarar que la
masturbación es para conocerse y hacerse sentir bien. No porque está nervioso o aburrido. Se
debe poner ojo si el niño se está masturbando frecuentemente como forma de calmar su ansiedad,
ayudándole a descubrir que le tiene nervioso así como ayudarle a manejar su ansiedad de otra
forma.

2014  

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