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INTRODUCCIÓN
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puede decirse, sin embargo, que todo ser humano tenga familia, pues los hijos
ilegítimos no la tienen. Jurídicamente, afirma el autor, "son seres solitarios, no tienen
ni padre, ni madre, ni hermanos, ni otros parientes"3.
Así concebida hasta hace muy poco tiempo, la familia sería una institución social
básica, cuya expresión nuclear tradicional es recogida por la generalidad de los
códigos civiles del siglo XIX y gran parte del XX. En esta concepción, el matrimonio
es el vínculo fundamental sobre el que se construye la familia, constituyendo
simultáneamente un factor determinante del estatus social, económico y legal tanto
de los cónyuges como de los hijos4.
Es frecuente hoy en día escuchar que existiría una crisis de la familia como
institución social, proyectándose incluso el riesgo de su eventual desaparición, al
menos como la conocemos en la actualidad. Sin embargo, consideramos que un
diagnóstico más certero nos llevaría a concluir que, de existir una crisis, ella estaría
afectando al concepto tradicional del matrimonio como el vínculo social privilegiado
para fundar y desarrollar una familia. La noción de crisis de la familia a lo menos
debe ser relativizada, cuando no rechazada, porque lo realmente cierto es que el
sistema jurídico recoge la noción que está presente en un determinado tipo de
sociedad y en una determinada época, siendo histórico y relativo, excluyendo por
tanto cualquier mirada absolutista. Si cambian la constitución de la realidad familiar
y los valores particulares que estimulan y promueven una determinada valoración
jurídica, el derecho sin duda debe considerar estos cambios6.
2
2. CONCEPTO DE FAMILIA
Es posible realizar una aproximación conceptual a la idea de familia desde
distintas perspectivas disciplinarias, de las cuales destacaremos la visión
sociológica y la jurídica, indagando previamente en las raíces del término.
3
embargo, se ha distinguido como un común denominador la necesidad de entregar
a cada derecho positivo nacional la especificación de las características definitorias
más concordantes con la realidad de cada país.
3. TIPOS FAMILIARES Y
CLASIFICACIONES BÁSICAS
El concepto de familia que se considere como punto de partida, determina los
tipos familiares que es posible distinguir, al igual que las clasificaciones básicas que
se pueden realizar.
Si elegimos una opción más acotada, asumiendo que la familia surge a raíz de la
necesidad del ser humano de convivir, "especialmente con una persona del sexo
opuesto y con esa unión enfrentar las contingencias cotidianas, para buscar y
encontrar la complementariedad integral de lo que cada uno en pareja puede
ofrecer, con inclusión de la procreación misma"11, podemos distinguir sus dos
elementos fundamentales: la pareja y sus descendientes. La conjugación de estos
elementos, ya sea en forma plena y normal cuando todos ellos están presentes, o
de modo parcial y excepcional cuando falta alguno de ellos por cualquier causa, dan
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por resultado tipos básicos de familia, inicialmente clasificables según sea que vivan
todos sus integrantes en un hogar común o en hogares distintos, pero reconociendo
y manteniendo la vinculación afectiva y/o de pertenencia. Sin perjuicio de esto, en
una perspectiva práctica, interesa de modo preferente la familia entendida como
parte de un hogar común.
Antes de abordar los tipos familiares, cabe precisar que una pareja que no tiene
ni desea tener hijos, propios o adoptados, no constituye una familia propiamente tal,
sino una pareja reconocible como tal. Si la pareja tiene hijos, da origen a la familia
con la subsiguiente complejidad de relaciones que de ella emanan, como el vínculo
que los une con sus abuelos y con sus hermanos, quienes a su vez dan lugar a la
familia extendida, al afianzar las relaciones con sus respectivas parejas, dando
origen a la vinculación de tíos, sobrinos, primos y toda la amplia y rica trama de
relaciones humanas que provee la familia. Resuelto el punto anterior, abordaremos
la tipología básica ya anunciada.
5
por alianza desdibuja el tenor afectivo de los lazos de vinculación, asimilándolos a
vínculos sociales e incluso políticos.
En la actualidad, la familia sigue siendo considerada como una agrupación humana fundamental, la cual pese a su fortaleza
como unidad social, es afectada por los cambios globales derivados de fenómenos de gran incidencia en la familia La
respuesta pública, tanto a los problemas habituales que la afectan directamente, como ocurre con las contingencias
económicas o a los nuevos derivados de la globalización y de la evolución de las costumbres sociales, como la marginalización
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urbana, la violencia política, la emigración interna y externa y las actividades sectarias, ha sido reconocer la importancia de
la familia, de procurar su protección y de robustecerla con la aplicación de políticas públicas de carácter promocional y también
de tono paliativo. Nos ocuparemos brevemente de los dos últimos problemas indicados, a saber, la emigración y el impacto
de las sectas.
Respecto de la inmigración, entendida como la acción y efecto de llegar a un país para establecerse en él los que estaban
domiciliados en otro13, cabe decir que constituye una realidad que desafía al derecho, produciendo una serie de
consecuencias de diversa índole que repercuten en el ámbito jurídico.
7
de residencia ilegal en el país por cuanto su ingreso fue ilegal, o ya ha expirado el
permiso de residencia expedido, no posee una preparación profesional o técnica,
llega al país receptor con su familia o con los ingresos obtenidos mantiene a su
familia que se encuentra en su país de origen, es decir, tiene una precaria condición
económica. En esta materia, la xenofobia se manifiesta achacando a los extranjeros
la culpa de los eventuales aumentos de los índices de cesantía.
Además, los extranjeros pueden contraer matrimonio con chilenos sin tener un
verdadero ánimo de comenzar una comunidad de vida conyugal, no obstante lo
anterior, mientras el fraude no sea declarado por autoridad competente, la señalada
apariencia de matrimonio produce todos sus efectos, como la generación del
derecho de alimentos y la presunción de paternidad, entre otros.
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naturaleza religiosa, filosófica, económica, política, cultural y, en general, ser
motivadas por cualquier discurso público o privado que porte un relato atractivo para
quienes buscan pertenecer a organizaciones que aporten identidad, seguridad o
sencillamente un sentido básico de pertenencia social.
La actividad sectaria de cualquier tipo puede ser objeto de críticas, pero no existe
fundamento para su sanción por parte del derecho, salvo cuando se juzgue que
determinados propósitos o actuaciones afectan el orden público y en general la
convivencia normal y tranquila de la comunidad. En tal sentido, una secta religiosa
o tribal urbana puede ser peligrosa si afecta el orden natural de la familia, y extrae
del seno familiar a menores de edad a los cuales, pese a su insuficiente desarrollo
personal y social, les insta a repudiar a su familia o a realizar conductas y acciones
reñidas con las enseñanzas transmitidas bajo el alero familiar.
Algunos ámbitos familiares que pueden ser afectados por la irrupción de sectas,
son los siguientes.
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En cuarto lugar, la propiedad y la administración de los bienes familiares tienden
a ser un asunto que concita el interés de la secta, la que los convierte en bienes
comunitarios al servicio de los propósitos colectivos cuya definición tiende a ser
adoptada por el líder y no por los propios aportantes. Ligado con ello se encuentra
también la disposición de ellos, ya sea en vida de sus dueños o luego de sus días,
afectando la transmisión legal de los bienes y las prioridades sociales tenidas en
cuenta por las normas sucesorias.
1. EL DERECHO DE FAMILIA
En un sentido objetivo, el derecho de familia14 es el conjunto de normas jurídicas
que regulan las relaciones personales y patrimoniales de los integrantes de la familia
entre sí y respecto de terceros15. Su contenido comprende fundamentalmente las
relaciones de pareja y las relaciones de filiación.
El derecho de familia es la rama del derecho privado que tiene un carácter más
singular, especialidad que deriva de su historia, del fundamento racional y social de
sus decisiones, por el marcado carácter ético de sus normas, por la estructura
interna de sus relaciones y por su cercanía con el derecho público 16.
10
interés superior de la familia, y por la intervención de la sociedad a través del Estado
en función del objetivo de proteger la familia, garantizar la justicia de las relaciones
interpersonales en su seno, disciplinar su organización y facilitar la consecución de
sus fines. Estas características, como se ha adelantado, alejan al derecho de familia
del derecho privado y lo acercan al derecho público, manteniendo sin embargo su
esencia civil como una rama autónoma17.
Una prioridad reciente del derecho de familia está constituida por la recepción
jurídica del principio del interés superior del niño, traducido en el reconocimiento de
un nuevo paradigma en el derecho de familia que se impone como base y medida
de las relaciones familiares deseadas por la sociedad, morigerando o incluso
desplazando la tendencia precedente que colocaba a los niños y adolescentes en
una situación de absoluta subordinación respecto a quienes tenían
derechos, obligaciones y responsabilidades frente a ellos. Tal predominio del nuevo
paradigma, ha determinado que el menor quede situado "en una posición de
protagonismo y —en tanto su desarrollo y madurez lo permitan— como gestor de
su propia vida e intereses"
12
Sin embargo, la ausencia de una definición legal de familia puede ser suplida por
el concepto que aporta el Informe de la Comisión Nacional de la Familia20, en el
sentido que se la puede considerar, para los efectos públicos, como "un grupo
social, unido entre sí por vínculos de consanguinidad, filiación (biológica o adoptiva)
y de alianza, incluyendo las uniones de hecho cuando son estables" 21.
13
preservación de la estabilidad familiar y rechazo de su perturbación y
afectación destructiva.
14
Como elemento de interpretación, en cambio, su utilidad práctica puede ser
apreciada en su consideración como elemento de interpretación, lo que posibilita
resolver las posibles contradicciones suscitadas entre disposiciones positivas
concretas, brindando una clave de apreciación y solución para los casos dudosos.
Otra clasificación de interés, es la que distingue entre los principios expresos y los
principios generales del derecho, siendo estos últimos una fuente formal del
ordenamiento jurídico nacional. Este carácter se manifiesta en su valoración como
principios implícitos que pueden ser deducidos del conjunto del ordenamiento
jurídico, por lo cual en presencia de una disposición normativa contrapuesta al
principio, ésta se presentará como excepción o se constituirá a sí misma como un
nuevo principio. En cambio, tratándose de un principio expreso, su fuerza jurídica
emanará del texto dispositivo que lo consagra y del rango que ostente el receptáculo
normativo, por lo que ante una contradicción expuesta por una disposición, se estará
derechamente en presencia de una infracción del principio y no de una excepción.
15
los tratados internacionales suscritos por el Estado de Chile y por el marco
constitucional vigente, identificándose en muchos casos como derechos
fundamentales, entre los que destacan la libertad, la igualdad, la solidaridad social,
la autonomía moral de los individuos y el pluralismo como presupuesto de la
convivencia, y la concepción esencialmente comunitaria y no social de la familia,
que como tal es objeto de protección jurídica. Otros principios de una mayor
especificidad, resaltados por Marcela Acuña en la cuarta parte de esta obra, son la
interdependencia de la autonomía de la voluntad y la actuación judicial, la influencia
de la culpabilidad conyugal y la variabilidad de los efectos del divorcio 27. A ellos, se
podría agregar el interés de la familia, destacado por Barcia 28.
El artículo 2º, consagra en la ley civil el derecho al matrimonio o ius connubii, con
el siguiente texto:
El artículo 3º, finalmente, junto con incorporar los principios del interés superior de
los hijos y el cónyuge más débil, pronuncia ciertos criterios de resolución judicial en
causas que versen sobre materias de familia, en los siguientes términos:
"Las materias de familia reguladas por esta ley deberán ser resueltas cuidando
proteger siempre el interés superior de los hijos y del cónyuge más débil.
16
Conociendo de estas materias, el juez procurará preservar y recomponer la vida
en común en la unión matrimonial válidamente contraída, cuando ésta se vea
amenazada, dificultada o quebrantada. Asimismo, el juez resolverá las cuestiones
atinentes a la nulidad, la separación o el divorcio, conciliándolas con los derechos
y deberes provenientes de las relaciones de filiación y con la subsistencia de una
vida familiar compatible con la ruptura o la vida separada de los cónyuges" 31.
3. PRINCIPIO DE IGUALDAD
17
facilitando procesos de integración de los vértices masculino y femenino en muchas
áreas, entre ellas, las que tienen que ver con la autoridad, la fijación de límites en la
relación interpersonal, la interdicción y el ejercicio del poder, pero también ha tenido
efectos que han contribuido a tensionar la relación conyugal, como el declive de la
autoridad paterna, que contrasta con un incremento de la autoridad materna 33.
4. EL IUS CONNUBII
La expresión ius connubii fue acuñada por los romanos, expresando en opinión
de Hervada, un complejo unitario de situaciones jurídicas que incluyen la capacidad
para contraer matrimonio que es a la vez derecho a contraerlo y el poder de hacer
surgir el vínculo34.
El ius connubii se caracteriza por ser un derecho de carácter esencial, por poseer
una íntima vinculación con la personalidad y por ser irrenunciable, atendido el
interés social involucrado en la cautela de su ejercicio35.
18
de los requisitos para celebrar matrimonio en el propósito de asegurar el
consentimiento libre de los contrayentes, estableciendo para ello una edad mínima
para contraerlo en dieciséis años, variando de un requerimiento mínimo basado en
la capacidad de sostener relaciones sexuales y en la potencialidad de engendrar
hijos, a una exigencia de carácter más difuso y menos objetivo, como es la
adolescencia tardía.
El ius connubii ha sido reforzado legalmente con una verdadera acción popular,
al disponer que cualquier persona pueda exigir al juez que adopte medidas para
viabilizar el ejercicio legítimo de este derecho, cuando sea negado o restringido
arbitrariamente por la acción de un particular o de la autoridad. Dispone al efecto el
art. 2º, inc. 2º, de la LMC:
"El juez tomará, a petición de cualquier persona, todas las providencias que le
parezcan convenientes para posibilitar el ejercicio legítimo de este derecho
cuando, por acto de un particular o de una autoridad, sea negado o restringido
arbitrariamente".
El principio del interés superior del niño es una declaración de principios del
ordenamiento jurídico, que determina que los agentes de los poderes públicos
deben cautelar de un modo imperativo el respeto de los derechos fundamentales
del niño y la niña, considerados como una persona que no ha alcanzado la adultez,
debiendo entenderse que tales derechos están basados y determinados por el
desarrollo equilibrado de su personalidad.
19
formación, que requieren por estas mismas razones una mayor atención familiar,
social y estatal.
El principio del interés superior del niño y la niña admite las siguientes
características:
— La obligación estatal debe entenderse dentro del concepto de efecto útil de los
derechos del niño (a), alusión referida al sentido que éstos deben tener en las
prácticas de los agentes del Estado y de cualquier otra persona que interactúa con
20
los niños y niñas, de modo tal que su protección y ejercicio queden plenamente
garantizados42.
En Chile, la LMC prescribe que, "las materias de familia reguladas por esta ley
deberán ser resueltas cuidando proteger siempre el interés superior de los hijos...".
Al respecto, la norma legal se refiere genéricamente a los hijos, y no solamente a
los hijos menores de edad o que se encuentren dentro de la definición de niño o
niña, lo que incluye por tanto a los hijos mayores de edad, es decir a quienes hayan
cumplido 18 años, sin fijar un techo superior en cuanto al requisito de la edad, aun
cuando es razonable concluir que se debería aplicar a los hijos que residen con sus
progenitores, incluyendo entre tales a los no emancipados por edad y a quienes
deben permanecer en el hogar paterno o materno por una especial circunstancia de
discapacidad o enfermedad invalidante.
21
— La norma consagra un derecho que posee un correlato en el deber de tutela
que corresponde en primer lugar al juez, quien debe tener presente al momento de
dictar resoluciones relacionadas con los hijos de una pareja afectada por una
ruptura o conflicto matrimonial, el interés superior de éstos, así como velar por el
ejercicio y goce pleno y efectivo de sus derechos y garantías, ante cualquiera que
pudiere pretender la afectación o el menoscabo de los mismos45.
Entre los efectos de la aplicación del principio, cabe destacar los siguientes:
— Genera obligaciones particulares para los agentes públicos, como ocurre con
la actuación de oficio para asegurar la protección de niños y adolescentes, la
obligación de exhaustividad para atender la causa de pedir, la obligación de aplicar
el principio pro-niño en temas que afectan a la infancia y, en definitiva, el
aseguramiento del ejercicio y protección de sus derechos fundamentales en vista
de la satisfacción del objetivo del desarrollo de su personalidad 50.
22
— La aplicación del principio por parte de los tribunales nacionales ha tomado
como base su indeterminación, a partir de la cual se ha realizado una actividad
judicial muy fecunda cuya recepción interpretativa no coincidente de las normas
legales impide, por ahora, concordar en la existencia de una línea jurisprudencial en
la materia51.
La mayor debilidad a la cual se refiere la ley, dice relación con los aspectos
económicos y sociales, como la posibilidad de acceso al trabajo, la salud y en
general a la previsión social, desechándose una interpretación extensiva, por
ejemplo, a la debilidad emocional. Cumplido el supuesto, el legislador ha
considerado que se debe paliar el perjuicio emergente que le causará al cónyuge
afectado la nueva realidad que deberá enfrentar, constituida por factores como la
condición de adulto mayor o la diferencia de edad con el otro cónyuge, cuando dicha
diferencia sea determinante en la más pronta normalización de la vida personal; el
estado de salud; las posibilidades de acceso al mercado laboral; la situación
23
patrimonial objetiva; el no haber podido desarrollar una actividad remunerada o
lucrativa o haberlo hecho en grado menor que el otro como consecuencia de
haberse dedicado al cuidado de los hijos o labores propias del hogar. Como expresa
Rodríguez, será considerado cónyuge más débil aquel que "se encuentre en una
posición económica, psíquica, emocional o fisiológica desmedrada"54.
La ley no establece a cuál de los dos cónyuges se aplica la calificación, por lo que
se entiende que puede ser tanto al marido como a la mujer. La ley tampoco precisa
lo que deberá entenderse por debilidad relativa, por lo que corresponderá al criterio
del juez determinarlo, quien deberá considerar los principios generales en la
materia, las normas de contexto y otras referencias prescriptivas o declarativas
aplicables.
24
de las comunidades y jurídicamente consagrada en el caso de la sociedad, como
ocurre en el caso chileno con ocasión de su tutela constitucionalmente declarada.
25
El derecho de familia regula la intervención en la situación que se genera como
consecuencia de la ruptura matrimonial, accionando en favor de las personas que
se ven más afectadas, entendiendo que debe focalizar una atención preferente en
los hijos y en el cónyuge que se encuentre en la situación correlativa más
desmedrada. Entre los mecanismos e institutos legales que constituyen aplicación
de este principio, se incluye una forma atenuada de la institución conocida en la
doctrina y en el derecho comparado como "cláusula de dureza", consistente en la
posibilidad de negar el divorcio por voluntad unilateral cuando el cónyuge que
solicita dicha declaración no ha cumplido con sus obligaciones legales básicas,
como los alimentos debidos. Asimismo, contempla la posibilidad de compensar al
cónyuge social y económicamente más débil, por el deterioro que le afecta como
consecuencia de la ruptura, considerando determinados requisitos. Finalmente, la
conciliación apunta a agotar las instancias de reencuentro de la pareja y la
mediación a enfrentar por vías no controversiales la discusión de la situación
posterior a las rupturas58.
1. LA PERSONA EN PAREJA
26
La atracción sexual ha tenido una importancia fundamental en la formación
primaria de la pareja, pues se la considera no solo como un simple factor biológico
que insta a su satisfacción, sino un acontecimiento personalista esencial para la
condición de ser humano, aun cuando la búsqueda de una adecuada armonización
de la vida sexual de la pareja con la institución matrimonial ha deparado más
desencuentros que coincidencias en el debate doctrinario. Jurídicamente, se ha
avanzado en la inclusión de la sexualidad en el ámbito privado de la persona
humana, determinando la primacía de la autonomía personal y la garantía
constitucional de la libertad sexual como manifestación de la libertad humana60.
La unión de pareja, a través del tiempo y en todas las culturas, ha tenido una
reconocida importancia social y un significado diferente que varía según la
perspectiva desde la cual se aprecia, especialmente si se atiende a su expresión
socialmente más valorada: el matrimonio. Así, en una primera aproximación
general, la unión de pareja sobre la cual se concentra el interés del derecho, es una
relación estable de cohabitación sexual y domiciliar o territorialmente establecida,
entre un hombre y una mujer, la cual es reconocida por la sociedad como una
institución domiciliar y educativa de la prole que eventualmente pueda surgir. En
una mirada sociológicamente más analítica, la unión de pareja matrimonial es una
estructura social fuertemente influida por las visiones de los grupos de poder
predominantes, y cuya pretensión es la organización de la sexualidad de varones y
mujeres en función de la crianza de los hijos e hijas que pudieran nacer de esa
convivencia social61.
27
Todos los elementos anteriores han permitido confluir en una visión social
contemporánea muy compartida y valorada de la unión de pareja, cuyo sistema ideal
de consolidación es el matrimonio celebrado entre personas iguales a igual nivel,
con un núcleo constituido por una relación personal e íntima entre los cónyuges, a
la cual tiende a denominarse de forma muy amplia como afecto o, específicamente,
amor. Junto a esta modalidad idealizada y privilegiada jurídicamente de unión de la
pareja, coexisten otras realidades más o menos formalizadas como las uniones
civiles no matrimoniales y las meras uniones de hecho, configurando una diversidad
de modelos identitarios de pareja y de familia que exigen un grado mayor de
flexibilidad jurídica y el reconocimiento a los individuos de la capacidad y la
posibilidad legal de elegir entre distintas formas jurídicas que tutelen la relación de
pareja, que consideren también de un modo más natural las formas familiares
emergentes62. Analizaremos estas distintas modalidades de unión de pareja en los
capítulos siguientes, dedicando un título separado al tratamiento del matrimonio.
1. ASPECTOS GENERALES
28
Sin embargo, la diferencia entre las uniones de hecho y el matrimonio, radica en
la calidad del compromiso civil, el cual es diferenciado y regulado de modo también
diferente por la autoridad, por cuanto el matrimonio se orienta a consagrar social y
jurídicamente una unión perpetua, de por vida, caracterizada por la indisolubilidad
del vínculo, que al menos debe ser entendida como indisponibilidad de su término
por parte de los cónyuges, en tanto que la unión de hecho y otras formas similares,
la unión de la pareja tiene por base de sustentación un compromiso externamente
precario. Asimismo, el matrimonio goza de una legitimación social y jurídica que
nace en el momento de su celebración, amparando la realidad conyugal y familiar
que surge de dicho acto, en tanto que la unión de hecho surge en la marginalidad
social y jurídica y se desarrolla en la desprotección jurídica64.
En cuanto a las causas que provocan o facilitan las uniones de hecho, existe un
número apreciable de estudios que entregan variados fundamentos para las
distintas motivaciones que concurren en quienes se unen fácticamente como pareja.
Entre estos factores tienden a ser de carácter social, como el temor a disgustar al
entorno familiar o social inmediato, al elegir pareja en otra clase social, raza o grupo
religioso; de carácter legal, por existir matrimonio precedente no disuelto; por
razones económicas, al estimar que el matrimonio implica un compromiso
económico mayor; por razones ideológicas, sostenidas por quienes sustentan la
búsqueda del amor libre.
Por tanto, son dos las situaciones posibles que es necesario distinguir: la
regulación de los efectos de la ruptura de una unión de hecho y el régimen legal de
una unión diferente al matrimonio.
29
La primera situación exige normar los efectos de la ruptura de la vida en común
de dos personas que viven bajo un mismo techo, cuando no ha mediado un
compromiso formal reconocido por el derecho, atendiendo bajo la perspectiva del
interés social un conjunto de problemas emergentes de diversa naturaleza, como
por ejemplo, los que se suscitan a partir del dominio de los bienes adquiridos con
base en el esfuerzo común de los convivientes, por citar un ejemplo. La ausencia
de regulación puede generar efectos muy negativos para aquel de los convivientes
que posee una situación económica precaria y depende facultativamente de los
recursos que su pareja le proporciona. La desprotección del conviviente, social y
económicamente más débil, también se aprecia tras el fallecimiento de uno de ellos,
en que las normas de la sucesión intestada no le favorecen en lo absoluto 65.
¿Qué situaciones cabe distinguir? En una perspectiva amplia, esta figura jurídica
comprende desde parejas heterosexuales que, por razones justificadas en valores
y principios particulares, no desean celebrar un matrimonio de acuerdo a las normas
30
vigentes en un momento dado, pasando por las parejas heterosexuales impedidas
de celebrar matrimonio debido a la existencia de un matrimonio precedente válido y
no disuelto o anulado y, finalmente, las parejas conformadas por personas del
mismo sexo. Analizaremos brevemente las dos situaciones jurídicas que se originan
a partir de la consideración de los tres casos indicados.
31
El primer país en regular la materia fue el Reino de Dinamarca, cuya legislación
de 1989 instituyó un modelo basado en el sistema de registro de las parejas, acto
que produce los mismos efectos jurídicos del matrimonio, con la excepción de la
adopción y la potestad parental. El modelo, seguido luego por Noruega (1993),
Suecia (1994), Islandia (1996), Holanda (1998) y Alemania (2001), equiparó a las
uniones heterosexuales con las uniones entre homosexuales. Otros países optaron
derechamente por el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo,
como la reforma aprobada en Holanda en 2000 y la ley Nº 13/2005 en España, o
por formas de protección de tipo sectorial, como los pactos civiles de convivencia y
solidaridad, en Francia.
32
entre personas del mismo sexo, negando hasta el momento la posibilidad legal de
celebración del matrimonio en ausencia del requisito de diversidad de sexo de los
contrayentes. Esta imposibilidad legal se evidencia en la mantención intacta de la
definición contenida en el artículo 102 del Código Civil, el cual prescribe que el
matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen
actual e indisolublemente, y por toda la vida, impedimento reforzado por la norma
contenida en el artículo 80 de la LMC que prescribe que los requisitos de forma y
fondo del matrimonio serán los que establezca la ley del lugar de su celebración.
Así, el matrimonio celebrado en país extranjero, en conformidad con las leyes del
mismo país, producirá en Chile los mismos efectos que si se hubiere celebrado en
territorio chileno, "siempre que se trate de la unión entre un hombre y una mujer".
Tal conclusión, además, es prácticamente unánime en la doctrina70.
§. Homosexualidad
33
los derechos son reconocidos a la persona humana, cualquiera sea su edad, sexo,
estirpe o condición, no existiría fundamento para que el legislador establezca
diferencias que constituyan una discriminación negativa respecto de un segmento
de la población que, o ha nacido con una condición personal calificada dentro de la
normalidad o que ejercita conductas que naciendo de dicha condición son
igualmente legítimas y legales. La homosexualidad, en este caso, pasa a ser un
problema netamente político y, consiguientemente, jurídico.
Sobre esta base, es válido el fundamento del proceso que condujo a la aprobación
de la ley que ha consagrado los acuerdos de unión civil, que favorecen
preferentemente a las personas homosexuales, basado en la eliminación de un
34
factor de discriminación social respecto de una minoría, que ha percibido
históricamente conculcados sus derechos.
Matrimonio "igualitario"
Adopción
35
en la radicación del derecho que el Estado debe cautelar, vale decir, si prima el
mejor derecho del adoptante o del adoptado, pues la preeminencia del interés
superior del niño y la niña como principio informador del sistema matrimonial debe
ser claramente reconocida. Integran este derecho, precisamente el derecho a gozar,
cuando es posible, de la vida en familia con un padre y una madre, al igual que el
resto de las personas.
La nueva ley vino a sellar exitosamente una iniciativa que tuvo su origen en una
moción parlamentaria que proponía regular como una figura contractual la unión de
parejas sin referencia o distinción alguna al sexo de los eventuales contrayentes,
ingresada en junio de 2010, con el nombre de "Acuerdo de vida en común". Este
fue refundido con un segundo proyecto, de 11 de agosto de 2011, esta vez originado
en el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, con similar propósito que el
anterior.
La ley, en su artículo 1º, define al Acuerdo de Unión Civil como "un contrato
celebrado entre dos personas que comparten un hogar, con el propósito de regular
36
los efectos jurídicos derivados de su vida afectiva en común, de carácter estable y
permanente"76.
Al igual como ocurre con el matrimonio, materia que será abordada extensamente
en los capítulos siguientes, el AUC exige la concurrencia de ciertos requisitos para
su validez civil, los que abordaremos someramente a continuación:
37
descendientes por consanguinidad o afinidad, ni los colaterales por consanguinidad
en el segundo grado (art. 9º).
Estado civil. La celebración del Acuerdo de Unión Civil confiere a los contrayentes
el estado civil de convivientes civiles. La alusión a los convivientes efectuada por
leyes y reglamentos, sea que se utilice esta u otra denominación que pueda
entenderse como referidas a ellos, se aplicarán igualmente a los convivientes
civiles. El término de este acuerdo restituirá a los contrayentes el estado civil que
38
tenían antes de celebrar este contrato, salvo en la situación prevista en la letra c)
del art. 26, que se refiere al matrimonio de los convivientes entre sí cuando proceda.
39
en particular la facción de inventario solemne de los bienes que esté administrando
y le pertenezcan como heredero de su cónyuge difunto o con cualquier otro título.
En otra arista, la ley replica la prohibición vigente respecto del matrimonio para la
mujer embarazada que pretenda suscribir el acuerdo, lo que no podrá realizar con
varón distinto a aquel con quien desea suscribirlo, sino después de cumplirse a los
menos doscientos setenta días contados desde la expiración del acuerdo, con las
excepciones que la propia ley indica (art. 11). Finalmente, en cuanto a los efectos
de la presunción de paternidad debe aplicarse lo dispuesto en el art. 184 del CC.
40
autorización frente a diversas actuaciones de terceros, como ocurre a modo
ejemplar con la disposición de los órganos del occiso ante la petición médica de dar
curso a la voluntad del conviviente que en vida expresó su deseo de ser donante o,
en un sentido obligacional, el deber de dar sepultura al cadáver de su pareja (art.
38).
El AUC termina por muerte natural de uno de los convivientes civiles, por muerte
presunta de uno de ellos, por el matrimonio de los convivientes civiles entre sí, por
declaración judicial de nulidad del AUC, por mutuo acuerdo de los convivientes
civiles y por la voluntad unilateral de uno de ellos, debiendo constar en estos dos
últimos casos en escritura pública o en acta otorgada ante oficial del Registro Civil
produciendo efectos desde que dicha escritura pública o acta se anote al margen
de la inscripción del AUC en el Registro Especial de Acuerdos de Unión Civil (art.
26). El término del AUC pone fin a todas las obligaciones y derechos cuya titularidad
y ejercicio deriven de la vigencia de este contrato (art. 28).
Diversos son los aspectos que diferencian al AUC del matrimonio, partiendo por
la propia concepción de uno y otro, que permite definir al AUC como un pacto de
convivencia y al matrimonio como una institución centrada en la constitución de una
familia. Además, cabe destacar las siguientes diferencias puntuales:
41
— En el matrimonio el régimen patrimonial general es la comunidad de bienes, en
tanto que en el AUC éste debe ser expresamente indicado, pues en caso contrario
rige la separación total de bienes.
— La celebración del AUC puede siempre realizarse mediante poder, en tanto que
en el matrimonio la celebración por poder, en el caso de la celebración religiosa, no
está permitida.
1. CONCEPTO
42
En el concepto de matrimonio se cobijan dos nociones que poseen una entidad
diferenciada.
Entendido civilmente como el acuerdo público de un hombre y una mujer para dar
legitimidad social a sus relaciones conyugales, estableciendo derechos y deberes
correlativos, el matrimonio ha existido desde tiempos bíblicos, sin perjuicio que su
forma particular de regulación en cada realidad social y política histórica da cuenta
de una notoria evolución79.
¿Es relevante para el derecho civil la motivación que induce a una persona a
unirse en matrimonio?
§ Visión contractualista
45
acuerdo de los contrayentes. Las críticas han centrado sus reparos en la profusa y
ramificada regulación del mismo, que constriñe en exceso la autonomía de la
voluntad, como principio de la contratación, en no tener un carácter estrictamente
patrimonial y, por implicar una cierta manera de justificar la intervención del Estado
en el matrimonio. Se responde que no es el único contrato afectado por restricciones
en nombre del interés público, como algunas relaciones jurídicas respecto de cuya
índole contractual no se duda, y si aún subsistiera algún reparo, este puede ser
definido como un contrato de derecho de familia84.
§ Visión institucional
§ Visión mixta
46
legislación civil para su validez son plenamente aplicables. El estado de vida en
pareja o familiar que se constituye a partir del matrimonio, es una institución social,
fundada en el consentimiento de las partes, involucrando la regulación del soporte
económico de la nueva comunidad y las relaciones entre sus miembros.
§ Otras teorías
47
a) La unión basada en la diferencia de sexos
48
y requisito de heterosexualidad prima sobre la norma de principio del artículo
señalado, el que se debe entender restringido en su aplicación a los heterosexuales,
caso en que efectivamente solo se puede exigir la edad suficiente.
Su fundamento legal radica en el artículo 102 del Código Civil, toda vez que al no
ser reformado por la nueva Ley de Matrimonio Civil, mantiene vigente esta
interpretación, al establecer que "el matrimonio es un contrato solemne por el cual
un hombre y una mujer se unen...".
49
La tolerancia social, más o menos amplia, respecto de uniones paralelas al
margen del matrimonio, nunca ha repercutido en demanda de legalización de
formas polígamas, las cuales son rechazadas por contradecir el principio de
igualdad en su aplicación a la dignidad personal tanto del hombre como la mujer, la
que es afectada en el evento de ser contraído el vínculo matrimonial por un hombre
con varias mujeres o viceversa, una mujer con varios hombres. Su fundamento
radica en considerar que la poligamia constituye un error de la concepción misma
del matrimonio, ya que exige suponer que uno de los sujetos que contrae el vínculo,
no goza de una dignidad suficiente que permita justificar una entrega completa,
única y excluyente del otro.
Las consecuencias civiles del requisito de unidad del matrimonio, pueden ser
apreciadas en dos casos. En primer lugar, en su consideración como elemento del
matrimonio incorporado en la noción de comunidad de vida, debiendo el eventual
contrayente estar capacitado psíquicamente para entenderla como tal y asumirla en
consecuencia, pues en caso contrario, constituiría el supuesto de la causal de
nulidad establecida en el artículo 5º número 3 de la LMC. En segundo lugar, la ley
no admite la celebración de matrimonios múltiples ni forma alguna de poligamia,
voluntad que se expresa en la consagración del impedimento de vínculo, constituido
por la existencia de vínculo matrimonial no disuelto. Asimismo, si alguna entidad
religiosa pretendiere celebrar en forma religiosa un matrimonio polígamo, aduciendo
el respeto a un precepto religioso erigido en conformidad al principio de autonomía
reconocido por la ley de cultos93, éste sería inválido de cara al ordenamiento civil,
por afectación del orden público, la moral y las buenas costumbres.
50
La derogación del delito de adulterio, algunos años antes de la entrada en vigor
de la LMC, ya había restado fuerza a la exigibilidad del deber de fidelidad, siendo
su carácter civil declarativo el único remanente de un deber que ha mutado por su
ineficacia jurídica, en norma moral, sometido al escrutinio autónomo de la propia
conciencia.
51
La indisolubilidad en tanto propiedad del matrimonio, admite su consideración en
tres dimensiones.
52
contradicción al menos aparente entre la mantención del texto íntegro del artículo
102 del Código Civil y la introducción del divorcio, lo que justifica una mayor
detención en el problema suscitado.
Una clave útil para el análisis del problema estudiado, es proporcionada por la
doctrina canónica, que distingue entre disolubilidad interna y disolubilidad externa.
La disolubilidad interna admite que los cónyuges, por su mera voluntad, puedan
disolver el vínculo matrimonial válidamente contraído. La disolubilidad extrínseca
requiere de un tercero que goza de autoridad suficiente, y que competentemente
declara la disolución del matrimonio. En síntesis, considerando la inmutabilidad de
la definición legal de matrimonio, se debe interpretar la permanencia del artículo
102, asumiendo la imposibilidad de disolución intrínseca del matrimonio, debiendo
concurrir la acreditación del cumplimiento de una causal precisa de terminación del
vínculo, como es el cese de la convivencia, y su imprescindible declaración por un
53
tercero, investido jurídicamente de la autoridad para ello, como ocurre con la
sentencia firme de divorcio.
Esta normativa legal mantuvo su vigencia por más de un siglo, pese a varios
intentos tendientes a modificarla principalmente con el propósito de introducir el
divorcio, hasta su derogación por medio de la ley Nº 19.947, cuya entrada en vigor
se produjo en noviembre de 2004.
54
Longton, Barrueto, Cantero y Munizaga, el que es finalmente aprobado por la
Cámara de Diputados en la sesión del 8 de septiembre de 1997.
El matrimonio es definido legalmente en el artículo 102 del Código Civil, cuyo texto
es el siguiente: "El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una
mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos,
de procrear, y de auxiliarse mutuamente".
55
matrimonio civil, el que es constituido por la unión de un hombre y una mujer,
teniendo los caracteres de actual e indisoluble, y se orienta al cumplimiento de
ciertos fines socialmente valorados. Por tanto, se genera una unión o vínculo social,
reconocido jurídicamente con los caracteres que la propia ley establece, a partir de
un pacto celebrado por sujetos capaces, lo que determina que sólo son válidas las
uniones pactadas por quienes la ley declara capaces y que presten el
consentimiento en la forma debida. Esto permite distinguir al matrimonio del
concubinato y de otras formas de unión de pareja.
¿Ha sido alterada la definición contenida en el artículo 102 del Código Civil, luego
de la aprobación de la LMC de 2004, al incluir el divorcio?
56
otros en que la unanimidad doctrinal está lejana, precisamente por los cambios
introducidos por la nueva ley. Estos son la naturaleza civil del vínculo, la
indisolubilidad como carácter definitorio y la finalidad de procreación. Respecto del
carácter civil solemne, no se afectó por la introducción de la forma religiosa como
opción válida de celebración, pues sigue siendo uno de los actos regidos por la ley
civil, independientemente de la facultad indicada. Respecto de la procreación, lo
veremos con mayor detalle más adelante, para centrarnos en el carácter más
debatido como consecuencia de la inmutabilidad del artículo 102.
Por tanto, existe base suficiente para suponer que la voluntad del legislador ha
sido la de mantener vigente los contenidos esenciales que determinan la concepción
del matrimonio contemplada en la norma de Bello, actualizando la regulación de las
formas de terminación del matrimonio y del requisito de validez referido a la
capacidad de sostener relaciones sexuales. A partir de la afirmación anterior, puede
concluirse que la calificación de los fines, esencia y características tradicionalmente
atribuidas por nuestro ordenamiento al matrimonio, mantienen consecuencialmente
su vigencia, con la salvedad obviamente relevante de la interpretación que se
deberá brindar al término "indisolublemente".
a) El matrimonio es un contrato
57
Al analizar la naturaleza jurídica del matrimonio, hemos visto las razones que
justifican su carácter contractual, a las cuales se une la explícita declaración en tal
sentido contenida en la definición del artículo 102 del Código Civil, lo que
determinaría no solo la aplicación de la teoría general del contrato sino que,
además, lo referido a las formas de terminación, incluyendo por cierto el mutuo
acuerdo de los contrayentes. El objeto del contrato es la unión conyugal.
b) El matrimonio es solemne
La noción asumida por el legislador, considera que el matrimonio tiene por origen
y razón de ser la vinculación afectiva entre un hombre y una mujer, generando una
realidad humana con voluntad de permanencia, con el propósito de bienestar mutuo
de los cónyuges y de procreación, de la cual surgen obligaciones y derechos
recíprocos entre los cónyuges, respecto de los hijos y en su vinculación con la
sociedad.
58
celebración un plazo a partir del cual se producirían los efectos y
consecuencialmente se tornarían exigibles los derechos y deberes del matrimonio,
no sólo por la naturaleza del instituto matrimonial, sino por contrariar las bases de
estabilidad y seguridad del sistema jurídico. En cuanto a las cláusulas
modales aplicadas al matrimonio, éstas son de difícil ocurrencia, pues el supuesto
debiera asumir que ninguno de los contrayentes puede sostener la pretensión de
que se realicen unas ciertas prestaciones por el consentimiento que presta y, en
otros casos, como en el matrimonio religioso, el modo no puede ser asimilado al
rito. En cuanto a la condición, el consentimiento matrimonial es condicionado
cuando uno o ambos contrayentes tienen la intención, actual o virtual, que es la que
se incorpora al consentimiento en su proceso de formación, de subordinar el
nacimiento del vínculo matrimonial al cumplimiento o verificación de una
circunstancia o hecho determinado. (Un caso general en cuestión, es el contrato de
esponsales, el que claramente limita entre el campo de la plena autonomía de los
sujetos para establecer las condiciones y la indisponibilidad que caracteriza al
Derecho de Familia). En el caso de la condición suspensiva, implica que el
matrimonio quedará en suspenso o no consumado hasta que se cumpliere la
condición, como si se expresara que una mujer se casa con un hombre solo si se
titula de abogado. En todas estas situaciones, el estado subjetivo de la persona que
impone la condición, es el de una persona que duda y, por tanto, no está sólida la
libertad del consentimiento. Frente a la ocurrencia de la condición, el juez podrá
declarar inválido el consentimiento, tener la condición por no puesta o aceptar el
efecto suspensivo de la condición de futuro lícita y que, una vez cumplida ésta, el
consentimiento devenga jurídicamente en eficaz. La condición resolutoria tampoco
se aplica, pues el solo evento de su aceptación conspiraría radicalmente contra el
principio de indisolubilidad del vínculo matrimonial, como ocurre en el caso de un
individuo que pretendiera casarse hasta el momento en que dejara de agradarle su
cónyuge.
59
f) La unión derivada del contrato de matrimonio es vitalicia
Los fines específicos del matrimonio legal son la convivencia de los cónyuges, la
procreación y el auxilio mutuo, finalidades que serán analizadas en detalle en el
apartado siguiente.
60
interés individual de cada uno de sus integrantes, como ocurre con las finalidades
de mutuo auxilio y vida en común100. La fórmula más generalizada, recogida también
en el Código Civil chileno, es trilateral, comprendiendo la convivencia, la generación
o reproducción y el mutuo auxilio.
Actualmente, uno de los cambios más relevantes en torno a las finalidades del
matrimonio, es la revalorización del vínculo afectivo, tanto para constituirlo, si se
acepta la aplicación de la noción de causa, como para asegurar su permanencia,
derivándose a partir de ello, según parte de la doctrina, la finalidad de satisfacción
en mayor o menor grado de las expectativas ligadas a la afectividad101. Sobre esta
base, tanto la inexistencia de afecto o su insatisfacción plena, se han considerado
causales suficientes para demandar la disolución del vínculo102.
61
legalizada del matrimonio, vía divorcio. En su consideración básica, el mutuo
perfeccionamiento de los cónyuges, exige la entrega plena de ambos integrantes
de la pareja, el deber de una vida sexual exclusiva y excluyente, el deber de apoyo
y socorro en circunstancias difíciles y la natural compañía en los acontecimientos
que enriquecen la vida en pareja y familia. En tal entendimiento, la convivencia y la
ayuda mutua se encuentran involuntariamente limitadas en su proyección en el
tiempo, por la vigencia del divorcio.
62
ha argumentado en tal dirección, mencionando los ejemplos de matrimonios
celebrados en situación de muerte inminente y, en general, los matrimonios
celebrados por adultos mayores, que no pueden esperar hijos ordinariamente 103.
Sin embargo, estos mismos argumentos se devuelven en contra de la impotencia
perpetua e incurable, es decir la incapacidad de realizar el acto conyugal con todos
sus elementos esenciales y que es incurable por medios ordinarios lícitos que no
hagan peligrar la vida o sean perjudiciales para la salud de un modo grave,
circunstancia que figuraba en la antigua ley como impedimento absoluto para
celebrar el matrimonio.
La ley civil chilena señala como finalidad del matrimonio, la vida en común, bajo
la expresión "vivir juntos", utilizada por la definición del artículo 102 del Código Civil.
La síntesis que es necesario realizar para concordar la norma del Código con las
disposiciones de la LMC, se traduce en considerar que la unión conyugal, junto con
la procreación, asume las finalidades de convivencia y ayuda mutua entre los
cónyuges, unidas las tres en la noción de comunidad de vida.
La unión conyugal regulada por la Ley de Matrimonio Civil, tiene por finalidad la
constitución de una comunidad de vida que, orientada a la procreación y el bienestar
de los cónyuges, conlleva la ayuda mutua de sus integrantes, generando las
mejores condiciones para la crianza de los hijos y para proveer el auxilio mutuo en
las circunstancias adversas de la vida. La comunidad de vida realiza obras en el
interés de ambos cónyuges y de la prole, finalidad que es jurídicamente cautelada.
La vida en común, finalmente, supone la voluntad de los cónyuges de vivir juntos en
una comunidad ligada por el mutuo afecto, aun cuando el derecho no exija ni defina
el afecto a propósito del consorcio matrimonial.
63
Señala al efecto el artículo 5º número 3º, a propósito de la regulación de los
requisitos de validez del matrimonio: "No podrán contraer matrimonio: [...] 3º Los
que se hallaren privados del uso de razón; y los que por un trastorno o anomalía
psíquica, fehacientemente diagnosticada, sean incapaces de modo absoluto para
formar la comunidad de vida que implica el matrimonio".
Retomando el sentido civil del concepto, para precisar algunos efectos, la vida en
común implica vivir juntos, cuando ello es posible de un modo racional y con una
prudente consideración de las dificultades cotidianas de la convivencia. La vida en
viviendas separadas por mera voluntad de uno o ambos cónyuges viola este
principio. La ayuda mutua, es una consecuencia directa de la vida en común y del
afecto mutuo. Los regímenes económicos matrimoniales, en particular la comunidad
de bienes y la sociedad de gananciales, vienen en brindar el necesario soporte
económico al compromiso de vida asumido por la pareja.
1. INTRODUCCIÓN
El matrimonio, en tanto acto jurídico de familia regulado por el derecho civil, exige
el cumplimiento de un conjunto de requisitos legalmente establecidos, para que la
producción de efectos civiles sea jurídicamente reconocida, es decir, para que tenga
carácter vinculante.
64
Los requisitos son la existencia de una determinada capacidad de las personas
para realizar el acto, relacionada con la función y los fines que la institución trata de
cumplir; la voluntad de los contrayentes, que debe concretarse en el llamado
"consentimiento matrimonial", y las formas o solemnidades que, externamente,
deben revestir al acto105.
65
La teoría de la inexistencia, atribuida originalmente a Zacharie 108, distingue entre
los actos nulos y los actos inexistentes, según se incumplan los requisitos de validez
o de existencia, según el caso. Su consecuencia, en interpretación doctrinaria y con
recepción jurisprudencial, determina que el acto inexistente no produce ningún
efecto entre las partes, así como la posibilidad para el juez de declarar la
inexistencia del acto, aun cuando no se hubiera planteado acción. El derecho civil
chileno, y dentro de éste el derecho matrimonial, ha recepcionado y aplicado la
teoría, si bien no es un tema que suscite total acuerdo en la doctrina, sino más bien
ha sido fuente de un permanente desacuerdo.
Con base en esta doctrina, los requisitos para que el matrimonio exista —o
requisitos de existencia— son la diferencia de sexo de los contrayentes, el
consentimiento de las partes contrayentes y la solemnidad que debe revestir al
acto110.
66
como consecuencia, a su disolución; mientras que un matrimonio que no tiene
existencia a los ojos de la ley, no puede producir efectos jamás" 111.
§ Diferencia de sexo
67
normalidad tolerada. La diferencia de sexos como requisito explícito en el contrato
matrimonial es un tema de debate reciente, aun cuando en teoría el tema se ha
planteado en obras clásicas del derecho civil, justificando las bases de la teoría de
la inexistencia, como ya se ha visto en el apartado precedente.
68
Las posiciones contrarias han argumentado que si se atiende a la naturaleza y las
características del contrato, nada impide exigir el cumplimiento de requisitos
específicos, lo que alcanza aun mayor justificación y legitimidad social en el caso
del matrimonio, pues tiene éste además un carácter institucional así reconocido por
la mayoría de la población en los países de base cultural, social y religiosa cristiana.
En estos casos, la mayoría legítimamente puede establecer un contrato, el que ya
se ha dicho que jurídicamente también es concebido como institución, con normas
esenciales de adhesión, que sólo puede ser suscrito por un hombre y una mujer, en
consideración a una necesidad social orientada por el bien de la comunidad, que
exige mantener la esencial vinculación del matrimonio con la procreación y la
fundación de una familia, para que pueda configurarse exitosamente como el núcleo
fundamental de la sociedad.
"Los requisitos de forma y fondo del matrimonio serán los que establezca la ley
del lugar de su celebración. Así, el matrimonio celebrado en país extranjero, en
conformidad con las leyes del mismo país, producirá en Chile los mismos efectos
que si se hubiere celebrado en territorio chileno, siempre que se trate de la unión
entre un hombre y una mujer".
La diversidad de sexos, por tanto, es una condición esencial del matrimonio, por
lo que ante el evento de concurrir dos individuos de un mismo sexo reclamando
derechos en esta calidad, la autoridad —el juez en este caso— deberá pronunciarse
por la inexistencia del vínculo.
§ Consentimiento
69
El segundo requisito de existencia, es que exista consentimiento, considerado
como un requisito legalmente imprescindible para que exista matrimonio, el cual
además debe ser libre y espontáneo, como en todo acto o declaración de voluntad
con pretensión de validez jurídica. Siendo un acto de naturaleza contractual, el
consentimiento adquiere un carácter esencial, ya que este tipo de actos se
constituyen por la concurrencia de dos o más declaraciones de voluntad, de otros
tantos sujetos, que asienten sobre el objeto del contrato117.
70
oficial del Registro Civil, o ante un ministro de culto si se trata de un matrimonio
religioso.
La ley dispone que la validez del matrimonio requiere la presencia de una persona
revestida de autoridad para celebrar matrimonios, correspondiendo tal cometido al
oficial del Registro Civil, un funcionario del Servicio del Registro Civil e Identificación
(SRCEI) que tenga esta calidad. Asimismo, es válido el matrimonio celebrado ante
un ministro de culto de una entidad religiosa de Derecho público, con lo cual,
además del oficial del Registro Civil, también se reconoce la calidad de autoridad
facultada para celebrar matrimonios con efectos civiles al sacerdote, pastor o
ministro de culto que, sabiendo leer y escribir, cuente con la autorización para
celebrar matrimonios, extendida por la respectiva entidad religiosa a través de sus
conductos formales internos.
La LMC no incluye entre sus normas una mención explícita como causal de
nulidad del matrimonio, a la ausencia de un funcionario o autoridad, como sí lo hace
respecto de los testigos119, dando fuerza a su consideración como requisito de
existencia.
§. Simulación
71
que en distintos momentos de la tramitación del proyecto de la ley, algunos juristas
plantearon la conveniencia de su inclusión en el texto de la ley. Un matrimonio es
simulado cuando las partes excluyen deliberadamente la producción de los efectos
que el ordenamiento jurídico le atribuye, por lo que no puede exigirse el
cumplimiento de los deberes anexos al estatus de cónyuge 120.
72
justifica, como acto de tutela del interés supraindividual que el matrimonio encarna
y que se traduce en la primacía del interés de la comunidad por sobre los intereses
individuales, tornando irrelevante el acuerdo simulatorio. En concordancia, la
seguridad del estado civil creado por el matrimonio y la trascendencia jurídica y
social frente a terceros de tal negocio jurídico, no pueden permitir que el
consentimiento externo, libre, voluntario y consciente, pueda quedar eliminado
porque el sujeto diga o incluso pruebe que conscientemente no estaba de acuerdo
con su voluntad interna124.
"La celebración del matrimonio exige que ambos contrayentes sean legalmente
capaces, que hayan consentido libre y espontáneamente en contraerlo y que se
hayan cumplido las formalidades que establece la ley" 125.
5. LA CAPACIDAD MATRIMONIAL
73
El supuesto de incumplimiento del requisito de capacidad es la incapacidad. Las
causales que generan incapacidad, siguiendo su origen canónico, mantienen la
expresión negativa de las causales. Tradicionalmente, estas circunstancias o
requisitos negativos se han conocido con la denominación de impedimentos,
definidos como "la ausencia o falta de cualquiera de las condiciones que la ley
requiere para contraer matrimonio"126, distinguiendo en ellos los que provocan la
invalidez del acto, denominados dirimentes o impedimentos propiamente tales, que
coinciden con aquellos regulados en la LMC, y los que generan ilicitud, llamados
tradicionalmente impedientes o prohibiciones, regulados en el Código Civil, y que a
diferencia de los anteriores no vician el consentimiento ni acarrean la nulidad del
acto, pues traen aparejadas otras sanciones previstas por la ley. Son absolutos
cuando afectan a toda persona, y relativos cuando afectan a personas concretas
entre sí127.
74
"No podrán contraer matrimonio entre sí los ascendientes y descendientes por
consanguinidad o por afinidad, ni los colaterales por consanguinidad en el
segundo grado. Los impedimentos para contraerlo derivados de la adopción se
establecen por las leyes especiales que la regulan".
Por su parte, el artículo 7º, que regula los casos de indignidad, dispone:
6. EL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL129
capítulo II, normativa que debe ser complementada con aquellos contenidos en las
disposiciones del título IV del Libro primero del Código Civil.
75
alguna. Para completar este panorama, considérese,
además, la tradicional irrelevancia del dolo en sede de
consentimiento matrimonial. Todo lo anterior condujo a
un escenario en el que la nulidad de matrimonio por
vicios del consentimiento pasó a ser una institución en
extremo excepcional, más propia de las disquisiciones
académicas que del foro130.
En la actualidad, con la entrada en vigencia de la ley Nº 19.947, se ha producido
un avance en la tutela legislativa del consentimiento matrimonial. Los vicios del
consentimiento se encuentran regulados en el art. 8º de la mencionada normativa.
Tales son: el error en la identidad de la persona del otro contrayente, disciplinado
en el Nº 1, el error en las cualidades, en el Nº 2, y la fuerza en el Nº 3, siempre que
se observen los requisitos del art. 1456 y 1457 del Código Civil. El primer numeral,
en esencia, regula el error in corpore. La gran novedad se presenta en el Nº 2 al
introducirse en nuestro sistema el error en las cualidades personales del otro
contrayente, siguiendo el derrotero señalado por el Derecho Civil español y por el
Derecho canónico. La regulación de la fuerza presenta alguna novedad si se le
compara con la establecida en 1884, según analizaremos próximamente. El dolo, si
bien es cierto, no aparece en términos explícitos en el art. 8º, sí conduce a la nulidad
matrimonial, pero no per se, sino como origen de un error, ya sea en la persona o
en las cualidades. El rapto, por considerarse una figura anacrónica, fue derogado
como vicio del consentimiento en el matrimonio.
§ El error
"Si ha habido error acerca de alguna de sus cualidades personales que, atendida
la naturaleza o los fines del matrimonio, ha de ser estimada como determinante
para otorgar el consentimiento".
77
Con respecto a la naturaleza, Castaño sostiene que el matrimonio implica una
realidad que se denomina "comunidad conyugal"138, la que abarca, además del
aspecto jurídico, el biológico-sexual, social, sacramental, etc., las relaciones
interpersonales que exigen una total y mutua donación y aceptación del otro
contrayente139. Esta es la posición que consideramos adecuada; explica aquello en
que consiste el matrimonio. Por lo tanto, toda cualidad personal del otro contrayente
que afecte seriamente la comunidad de vida conyugal, y que, según lo exigido por
el Nº 2 del artículo 8º, haya sido determinante para la decisión de elegir al otro
contrayente, será relevante para efectos de la falta de un libre y espontáneo
consentimiento.
El precepto, además, se refiere a "los fines del matrimonio", sin precisar si el error
debe relacionarse con todos ellos o si, por el contrario, es suficiente con que se
vincule a uno. Entendemos que lo último es lo correcto. A esta conclusión nos
conduce la propia redacción de la norma, la que no exige que el yerro sea
determinante en consideración a todos los fines del matrimonio. Si la intención del
legislador hubiese sido exigir la afección de los tres fines matrimoniales, así lo
hubiese expresado. Pero no nos basamos exclusivamente en un argumento
gramatical, dado que lo central es que el error sea determinante para el
consentimiento, resultado que puede producirse sea que el yerro afecte la
observancia de todos o de uno de los fines del matrimonio. Así, a propósito de la
impotencia generandi, es claro que impide procrear, pero no vivir juntos ni auxiliarse
mutuamente, sin perjuicio de lo cual puede el que ha errado acudir a la nulidad
matrimonial.
Es posible que una misma cualidad pueda fundamentar la nulidad del matrimonio
por estar referida tanto a la naturaleza del matrimonio como a sus fines, incluyendo
dentro de éstos, incluso a más de uno, como sucede, por ejemplo, con el síndrome
de inmunodeficiencia adquirida en el evento en que la enfermedad se encuentre en
sus estadios más avanzados.
78
En nuestra opinión, al igual que Domínguez, entendemos que la aludida disputa
ha quedado resuelta. El error en la identidad jurídica, social o civil está comprendido
en el Nº 2 del artículo 8º, norma en la que se incluyen no sólo las cualidades de
índole física, sino también las de otra naturaleza, como sociales, morales, etc., de
ello se sigue que el error en la identidad civil, como el que recae en el parentesco o
en el tipo de filiación, debe sancionarse al tenor de lo prescrito en el Nº 2 del artículo
8º y no por el Nº 1 de la misma norma. Como ya hemos dicho, en este precepto se
incluyen el error en la identidad física y el error redundans. En consecuencia, si la
cualidad social sobre la que se ha errado individualiza a la persona del otro
contrayente, de forma tan intensa que redunda en la propia identidad de éste, debe
aplicarse el Nº 1 del artículo 8º, pero en atención a que se trata de
un error redundans, no porque la identidad social esté incluida per se en la fórmula
que tal precepto utiliza.
Debe recaer sobre una cualidad personal del otro cónyuge. Que sea una cualidad
personal significa que debe encontrarse ínsita en la persona del otro contrayente, y
no ser exógena o ajena142. Así, no es relevante que los parientes del futuro cónyuge
sean delincuentes o tengan mala fama.
La cualidad personal además debe ser común (no es necesario que sea única del
otro contrayente); puede ser positiva o negativa (se puede desear que la mujer sea
fértil o en un sentido negativo, que no sea infértil); de diversa naturaleza (no sólo las
cualidades de naturaleza física, cualidades de otra índole, como sociales o morales
pueden tener la misma o mayor entidad, piénsese, por ejemplo, en las convicciones
morales); estable (deben descartarse conductas aisladas o esporádicas);
desconocida por el que alega el error (el conocimiento, por definición, se opone al
error); y presente al momento de la celebración del matrimonio (así lo exige respecto
de todas las causales de nulidad el inc. 1º del art. 44 de la ley Nº 19.947)143.
79
Debe ser determinante, considerando la naturaleza o los fines del matrimonio,
para otorgar el consentimiento.
§ La fuerza
En conformidad al Nº 3 del art. 8º, "Si ha habido fuerza, en los términos de los
artículos 1456 y 1457 del Código Civil, ocasionada por una persona o por una
circunstancia externa, que hubiere sido determinante para contraer el vínculo".
En relación a la fuerza, y dada la remisión efectuada a los arts. 1456 y 1457 del
CC, ésta deberá cumplir con los requisitos de la fuerza ya estudiados en la teoría
del acto jurídico, es decir, debe ser grave, injusta y determinante, no bastando el
temor reverencial para viciar la voluntad. Sabemos que la fuerza vicio de la voluntad
es la fuerza moral, si se trata de la fuerza física, no hay voluntad, luego se está ante
la ausencia de un requisito de existencia del matrimonio.
80
determinante; luego, para entender que nuestro legislador exige tal requisito, basta
con la remisión que se efectúa al artículo 1457.
Sabemos que los vicios de que puede adolecer la voluntad son el error, la fuerza
y el dolo, así lo establece el art. 1451 del CC, pero tradicionalmente, durante la
vigencia de la Ley de Matrimonio Civil de 1884, se sostenía que el dolo no viciaba
el consentimiento matrimonial146, ello por los siguientes motivos:
Lo anterior tiene su origen en la imprecisión del legislador respecto del origen del
error, y claro es que los yerros a los que nos referimos pueden o no tener su origen
en el dolo. Lo relevante es el resultado producido: la falsa representación de la
realidad concretada en la elección del otro contrayente merced a un error inducido
por un dolo, es decir, no ha distinguido el legislador entre error doloso y error no
doloso, ni ha excluido a este último. Considérese, además, que la mayoría de los
yerros encuentran su origen en el dolo.
81
En este sentido, Salinas afirma que el legislador no ha distinguido entre error
doloso y no doloso, y sostiene que debe tenerse presente la causa que origina el
error, y si ésta resulta ser fraudulenta, debe declararse la nulidad del matrimonio:
"el cónyuge engañado incurre en error por acciones fraudulentas realizadas en su
contra por el otro que trata de inducirlo a error acerca de la presencia de una
cualidad de la que carece o de la ausencia de un defecto que tiene (...). Es por lo
que me parece que, al no distinguir, el legislador da cabida a las dos posibilidades
de error del modelo canónico"150.
No es baladí que actualmente se sancione el error inducido por dolo como un vicio
del consentimiento matrimonial, rompiendo con su larga historia de irrelevancia en
la materia, ya que su sanción produce efectos relevantes.
82
En primer lugar, la prueba del dolo contribuye a configurar de mejor manera el
error que se ha sufrido. En efecto, acreditándose el dolo se facilita la prueba del
error sufrido. En este sentido, siguiendo a Peña en España: "la demostración del
dolo facilitará la prueba del error"155, como puede suceder a propósito del
embarazo ab alio, bastará con acreditar que la mujer sabía que el padre de su hijo
es un hombre diverso de su marido, para tener por probado el yerro.
§ La no inclusión de la simulación
83
No reguló la nueva Ley de Matrimonio Civil la simulación. Lo anterior obedece a
que en el Senado se estimó que "la institución de la simulación era enteramente
ajena al ordenamiento civil chileno, ponderando además el riesgo de su errónea
percepción como una nueva concesión a la mayoría religiosa católica" 157. Además,
"exige un examen complejo de las motivaciones sinceras y reales de los
contrayentes que, nuevamente, sólo es posible de ser indagadas exitosamente en
el contexto de la aceptación por todas las partes del fundamento religioso de la
exploración de intenciones, posible sólo cuando asumen su pertenencia a una
misma comunidad de fe; tercero, porque surgiría la complicación adicional de
determinar cuándo, en qué momento o tiempo realmente la persona ha simulado: al
momento de contraer el matrimonio o al momento en que solicita se declare la
nulidad por simulación"158.
Finalmente, en sede penal, el art. 383 del Código Penal establece que "El que
engañare a una persona simulando la celebración de matrimonio con ella, sufrirá la
pena de reclusión menor en sus grados medio a máximo", castigando un caso de
simulación unilateral o de reserva mental.
84
7. FORMALIDADES DE LA CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO
El capítulo II, en sus párrafos 1º y 2º dispone los requisitos comunes para proceder
a la celebración en las dos formas legales previstas. El párrafo 1º fija los requisitos
de validez del matrimonio, estableciendo las normas relativas a capacidad y
consentimiento. El párrafo 2º, por su parte, prescribe las diligencias comunes
preparatorias para la celebración del matrimonio. El carácter común de ambos
párrafos determina que las normas de manifestación e información deben cumplirlas
tanto las personas que deseen contraer matrimonio en la forma civil general, como
también quienes opten por la forma religiosa especial. Asimismo, se aplican todas
las normas referidas a la exigencia de realizar cursos de preparación para el
matrimonio, el asenso, las normas especiales de celebración del matrimonio de
sordomudos que no puedan darse a entender por escrito, de extranjeros y minorías
étnicas, así como el plazo para celebrar el matrimonio tras rendir la información y
las exigencias de testigos hábiles.
85
ante el ministro de culto respectivo, para que el matrimonio celebrado en sede
eclesiástica tenga eficacia civil.
8. PROHIBICIONES
"Los requisitos de forma y fondo del matrimonio serán los que establezca la ley
del lugar de su celebración. Así, el matrimonio celebrado en país extranjero, en
conformidad con las leyes del mismo país, producirá en Chile los mismos efectos
que si se hubiere celebrado en territorio chileno, siempre que se trate de la unión
86
entre un hombre y una mujer. Sin embargo, podrá ser declarado nulo de
conformidad a la ley chilena, el matrimonio celebrado en país extranjero que se
haya contraído en contravención a lo dispuesto en los artículos 5º, 6º y 7º de esta
ley. Tampoco valdrá en Chile el matrimonio que se haya contraído en el extranjero
sin el consentimiento libre y espontáneo de los contrayentes".
Si la celebración tiene lugar en el extranjero, las formalidades que lo rigen son las
dispuestas en la ley del país respectivo, razón por la cual un matrimonio celebrado
en el extranjero que no cumpla con los requisitos formales exigidos por la ley de
dicho país, no tendrá validez en Chile, aun cuando el defecto de forma no sea
considerado como causal de nulidad del acto.
87
de sexo de los contrayentes como elemento esencial del matrimonio en la definición
contenida en el artículo 102 del CC. El carácter explícito de la disposición no deja
lugar a dudas sobre la invalidez, en nuestro ordenamiento civil, del vínculo
matrimonial celebrado entre dos personas del mismo sexo, aun cuando el
ordenamiento de origen sí lo reconozca.
88
En forma concordante con la norma anterior, el artículo 82 prescribe: "El cónyuge
domiciliado en Chile podrá exigir alimentos del otro cónyuge ante los tribunales
chilenos y de conformidad con la ley chilena. Del mismo modo, el cónyuge residente
en el extranjero podrá reclamar alimentos del cónyuge domiciliado en Chile".
Por su parte, el artículo 84 prescribe: "La ley que rija el divorcio y la nulidad del
matrimonio se aplicará también a sus efectos".
89
cónyuges, por la muerte presunta, por sentencia firme de nulidad y por sentencia
firme de divorcio.
§ Supuesto de muerte
Respecto del supuesto de muerte, en caso que uno de los cónyuges fuera chileno,
se aplica el criterio general que remite a las leyes patrias, en concordancia con lo
dispuesto por el art. 15 del CC. En caso de dos extranjeros, la ley chilena será
aplicable sólo en aquellos casos en que la disolución del matrimonio sea sometida
a la consideración de un juez nacional, ya que en caso opuesto, la ley competente
será la extranjera, debiendo los tribunales reconocer valor a la terminación que se
declare en conformidad a ella, por un juez extranjero166.
§ Nulidad
§ Divorcio
90
"Los matrimonios celebrados con anterioridad a la entrada en vigencia de esta ley
se regirán por ella en lo relativo a la separación judicial, la nulidad y el divorcio";
"de conformidad al inciso primero, habiéndose previamente cumplido el
procedimiento sobre ejecución de las resoluciones pronunciadas por tribunales
extranjeros, regulados por los artículos 242 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil, las sentencias relativas a divorcios pronunciadas por
tribunales extranjeros tendrán fuerza en Chile, sin perjuicio de haber sido dictadas
con anterioridad a la fecha de entrada en vigencia de la ley".
La regla general determina que las sentencias de divorcio dictadas por tribunales
extranjeros, deben ser reconocidas en Chile, para cuyo efecto el divorcio deberá
haber sido declarado por sentencia judicial, no haber sido obtenida en fraude de la
ley y no oponerse al orden público chileno. Cabe consignar también que respecto
de los países signatarios de la Convención de Derecho Internacional Privado,
pueden cumplirse en Chile las sentencias dictadas en uno de dichos Estados,
aplicándose lo dispuesto en el art. 242 del Código de Procedimiento Civil.
La exigencia de resolución judicial niega valor civil a toda otra decisión de carácter
no jurisdiccional, como ocurriría en el supuesto de una decisión contenida o fundada
en un acto administrativo, en una resolución de derecho eclesiástico particular o en
un acuerdo extrajudicial y en toda forma convencional.
91
hubieren tenido domicilio en Chile durante cualquiera de los tres años anteriores a
la sentencia que se pretende ejecutar, si ambos cónyuges aceptan que su
convivencia ha cesado a lo menos ese lapso, o durante cualquiera de los cinco años
anteriores a la sentencia, si discrepan acerca del plazo de cese de la convivencia",
pudiendo constar el acuerdo o la discrepancia observada entre los cónyuges, en la
propia sentencia o ser alegado durante la tramitación del exequátur167.
Los efectos del divorcio estarán sometidos a la misma ley que rija el divorcio. En
tal sentido, el reconocimiento de las sentencias que lo declaren, dictadas por los
tribunales extranjeros, se producirá en conformidad a las reglas generales que
establece el Código de Procedimiento Civil169, normas que, en general, disponen el
pronunciamiento favorable de la E. Corte Suprema de Justicia mediante el
procedimiento de exequátur, condicionado en su aprobación a lo estipulado en los
tratados suscritos por Chile, al principio de reciprocidad o al cumplimiento de ciertos
requisitos mínimos destinados a asegurar la regularidad internacional de la
sentencia170
92
El matrimonio es un negocio jurídico solemne, vale decir, de aquella clase de
negocios que debe celebrarse en una forma determinada, denominada forma ad
solemnitatem o ad substantiam. La solemnidad es un elemento esencial del
matrimonio, en que la ausencia o el incumplimiento de esta modalidad, determina
que el matrimonio será inexistente, en el primer caso, y nulo en el segundo.
La legislación civil afirmó la forma civil del matrimonio con el claro propósito de
establecer la competencia estatal sobre la celebración del matrimonio, evitando así
la subsistencia de matrimonios meramente religiosos celebrados en este carácter
como rebeldía a las reformas laicas suscitadas a fines del siglo XIX en Occidente,
tal como ocurrió en Chile durante el período que antecedió a la aprobación de la
LMC de 1884. Asimismo, se ha justificado en la necesidad de la publicidad del
matrimonio ya celebrado, con el propósito de controlar y luego evitar la poligamia y
el engaño de los contrayentes, respondiendo coherentemente a la progresiva
preponderancia del principio de seguridad jurídica.
93
caracterizan en función de las vinculaciones que establece entre el matrimonio
religioso y el matrimonio civil y por los caracteres y particularidades que reviste la
forma exigida para la válida celebración del matrimonio. En aplicación de la primera
perspectiva, se distinguen el sistema facultativo, el sistema de matrimonio civil con
forma optativa civil o religiosa, el sistema de matrimonio civil obligatorio y el sistema
de matrimonio de carácter religioso.
94
3. LA CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO: REQUISITOS PREPARATORIOS, CONSTITUTIVOS Y
REGISTRALES
Las formalidades que la LMC exige para la validez de los matrimonios que se
celebran en Chile, son la celebración ante un oficial del Servicio de Registro Civil e
Identificación o ante la autoridad religiosa facultada para tal efecto, ambos en
calidad de ministros de fe pública en el sistema chileno, y en el cumplimiento de
ciertos actos distribuidos en las siguientes tres etapas, en las cuales se prepara,
realiza y registra el matrimonio.
95
siguientes, deberá procederse a la celebración del matrimonio, lo que implica que
puede realizarse apenas se rinda la información, luego que conste que los testigos
han dado cuenta de la ausencia de impedimentos y prohibiciones. Usualmente los
contrayentes rinden la información junto con la manifestación en un solo acto en el
momento en que concurren a comunicar su interés en celebrar el matrimonio al
Registro Civil. Realizada esta gestión, se fija el día de la celebración dentro del plazo
legal de noventa días, transcurrido el cual sin que el matrimonio se haya efectuado,
habrá que realizar nuevamente las diligencias o trámites de manifestación e
información, con la excepción de los cursos de preparación al matrimonio. La ley
reconoce la posibilidad de celebrar el matrimonio en lengua indígena, lenguaje de
señas o idioma no castellano, lo que se materializa en la lectura de las normas
legales y la realización de los ritos en el idioma castellano —la lengua oficial de la
República de Chile— para ser traducidos posteriormente a la lengua particular de
los contrayentes por medio del intérprete traductor o perito.
96
efectos civiles en sentido estricto, sino asienta las bases para el pleno
reconocimiento del matrimonio, el que existe desde el momento en que se presta
válidamente el consentimiento. Los efectos civiles admiten una diferencia en cuanto
al momento a partir del cual se producen, ya que en el caso del matrimonio
celebrado en sede civil son producidos inmediatamente, puesto que los actos de
celebración e inscripción son sucesivos dentro de una misma ceremonia, en tanto
que en el matrimonio religioso pueden quedar suspendidos, considerando que la
celebración se realiza en un acto y la inscripción en otro, pudiendo entre ambos
actos mediar un lapso hasta de ocho días, a menos que se produzca la sucesión
inmediata de los actos de celebración e inscripción, lo que es permitido por la ley.
Finalmente, cabe destacar que la inscripción es un medio privilegiado de prueba de
la celebración de los actos jurídicos relevantes para las personas, especialmente si
tienen repercusión en terceros, ya que provee a los contrayentes de un título de
legitimación válido para actuar en el tráfico jurídico de un modo normal y habitual,
previniendo la bigamia y cumpliendo una función genérica de publicidad en beneficio
de terceros.
97
que intervino en la realización de las diligencias de manifestación e información. La
celebración tendrá lugar ante dos testigos, parientes o extraños, pudiendo
efectuarse en el lugar que señalaren los futuros contrayentes como la vivienda de
uno de ellos, siempre que se hallare ubicado dentro de su territorio jurisdiccional.
Toda la ceremonia debe celebrarse en un mismo acto, sin que sea posible realizarla
en momentos sucesivos.
98
consentimiento prestado ante el ministro de culto de su confesión. De todo lo
anterior quedará constancia en la inscripción respectiva, que también será
suscrita por ambos contrayentes. Sólo podrá denegarse la inscripción si resulta
evidente que el matrimonio no cumple con alguno de los requisitos exigidos por la
ley. De la negativa se podrá reclamar ante la respectiva Corte de Apelaciones.
Los efectos del matrimonio así inscrito se regirán, en todo, por lo prescrito en esta
ley y en los demás cuerpos legales que se refieren a la materia".
— Presentación personal del acta ante el Registro Civil por parte de los
contrayentes. Los contrayentes deben presentar personalmente el acta ante
99
cualquier oficial civil para su inscripción, dentro del plazo de ocho días, ya que si no
se inscribiere en el plazo fijado, tal matrimonio no producirá efecto civil alguno.
— Verificación del cumplimiento de los requisitos por parte del oficial civil. El oficial
civil debe verificar el cumplimiento de todas las exigencias legales e informar a los
contrayentes sobre los efectos civiles que produce el matrimonio. Si el oficial
establece que se han incumplido tales requisitos, podrá denegar la inscripción,
actuación que es reclamable ante la Corte de Apelaciones.
— Inscripción del matrimonio. El oficial del Registro Civil debe proceder a realizar
la inscripción del matrimonio, el cual producirá efectos civiles desde dicho momento.
100
§ Matrimonio católico
101
celebrando primero la ceremonia civil y luego procediendo a una bendición de la
unión conyugal por el ministro de culto de la iglesia respectiva, posición que se
explica por las circunstancias históricas del surgimiento de estas entidades en el
marco de la Reforma luterana, uno de cuyos pilares fue justamente la
desacralización del matrimonio y el reconocimiento de la tutela estatal sobre las
cuestiones referidas al estado civil.
El matrimonio supone una comunidad de vida que se instaura entre los cónyuges.
En este sentido, de él se generan efectos que abarcan tanto los aspectos
personales como los patrimoniales.
102
tratamiento dogmático determina su ubicación en el orden de las materias como
efectos de carácter patrimonial del matrimonio.
Antiguamente se distinguía entre los deberes recíprocos y los propios del marido
o de la mujer. Eran deberes recíprocos los de fidelidad, socorro y ayuda mutua. Eran
deberes del marido, la protección de la mujer y ésta debía obediencia al marido,
debía seguirlo y el marido estaba obligado a recibirla. En el texto original del Código
de Bello, se le otorgaba al marido la potestad marital, esto es, según el art. 132, "El
conjunto de derechos que las leyes conceden al marido sobre la persona y bienes
de la mujer". Esto permitía afirmar a Rossel que "...la ley colocaba a la mujer casada
bajo la dependencia de su marido, éste no sólo dirigía y controlaba su vida privada
sino también su vida jurídica"190.
La potestad marital fue derogada por la ley Nº 18.802. En la actualidad todos los
deberes son recíprocos, lo que concuerda con la igualdad que debe imperar entre
los cónyuges.
Según el art. 1º inc. 3º de la ley Nº 19.947: "Los efectos del matrimonio y las
relaciones entre los cónyuges y entre éstos y sus hijos, se regirán por las
disposiciones respectivas del Código Civil". Es decir, el primer efecto del matrimonio
no está regulado en la nueva Ley de Matrimonio Civil, sino que en el CC, en su título
VI del libro I, bajo el epígrafe "Obligaciones y derechos entre los cónyuges", arts.
131, 132, 133, 134 y 136.
Los derechos deberes que conforman las relaciones personales entre los
cónyuges son la fidelidad; el socorro recíproco y ayuda mutua; el respeto y
protección recíproca; la convivencia en el hogar común y el auxilio y expensas para
la litis.
103
Sin perjuicio de lo anterior, los efectos personales del matrimonio poseen una
naturaleza claramente civil, por cierto, tomando en cuenta los principios y
características propias del derecho de familia, de ahí que, se entienda según el
deber de que se hable, no proceda el cumplimiento forzado, como es evidente
respecto del deber de fidelidad. En este sentido se ha pronunciado Barrientos al
sostener que "...a diferencia del Code Civil, al que Bello cita a propósito de algunos
de los artículos de este título, el codificador chileno destaca la juridicidad de estas
reglas al utilizar la voz "obligaciones" y no la de "deberes", que era la que empleaba
el texto francés"191. Agrega este autor que "Así, los derechos y obligaciones entre
los cónyuges, de los que se ocupa el Código Civil, si bien no desconocen su amplia
y genérica pertenencia al campo social, constituyen propiamente derechos y
obligaciones de naturaleza jurídica que, fundados en el principio de la igualdad
moral y jurídica de los cónyuges, han de ser definidos en el contexto peculiar de la
familia y del derecho tocante a ella", concluyendo que se trata de obligaciones
propias del Derecho de las personas y de familia, con naturaleza propia en el
contexto de principios constitucionales y legales, diversas de las obligaciones de
contenido típicamente patrimonial192.
En similar sentido se pronuncia Ruz, para quien los efectos personales entre
cónyuges no son imperativos morales, sino que se trata de reglas jurídicas, lo que
determinaría que habría que sacarlas del Código, afirmando que "si se mantienen
en él, es porque son normas jurídicas y en un Estado de Derecho y laico como el
nuestro, las normas jurídicas se cumplen"193.
1. EL DEBER DE FIDELIDAD
104
El deber de fidelidad está regulado en los arts. 131 y 132 del CC. Según la primera
norma, "Los cónyuges están obligados a guardarse fe (...) en todas las
circunstancias de la vida", agrega la segunda, con la redacción que le dio la ley
Nº 19.335, "El adulterio constituye una grave infracción al deber de fidelidad que
impone el matrimonio y da origen a las sanciones que la ley prevé. Cometen
adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su marido y el varón
casado que yace con mujer que no sea su cónyuge".
Existe jurisprudencia que aplica la noción amplia del deber de fidelidad. Así, la
Corte de Apelaciones de San Miguel, en sentencia de 15 de octubre de 2010, luego
de citar los artículos 102 y 131 del Código Civil, en el considerando 5º, ha declarado
lo siguiente: "Que de las normas antes transcritas, interpretadas armónicamente,
fluye que el adulterio, en los términos definidos por el inciso segundo del citado
artículo 132 del Código Civil, no es la única causal de divorcio referida al deber de
fidelidad; el numeral 2º del artículo 54 de la ley Nº 19.947, sanciona la grave y
reiterada infracción al deber recíproco de guardarse fe, en la que por cierto se
comprende esa conducta, pero también otros hechos de infidelidad conyugal de
gran significación que importen un severo atentado al vínculo matrimonial". 197En
similar sentido, la Corte de Apelaciones de Santiago, en el considerando 5º de la
sentencia de 4 de julio de 2008, una vez citados los artículos 131 y 20 del Código
Civil: "a diferencia de lo que erróneamente argumenta la sentenciadora en el
considerando duodécimo de la sentencia siendo acogido el concepto de fidelidad
mucho más amplio que el de adulterio, se puede afirmar por ello que el deber de
fidelidad no sólo abarca el adulterio, sino que basta una vinculación con un tercero
que no guarde los límites de lo común y habitual en relaciones sociales y denote
una proximidad de tipo sentimental"198.
106
intrigas amorosas que perturban las relaciones matrimoniales". Agrega el
sentenciador, en el mismo considerando, lo siguiente: "Dada la gravedad que exige
la ley en el incumplimiento de este deber, puede concluirse que se refiere sólo a
aquella en que se comprueba un real ayuntamiento carnal".200
§ El socorro recíproco
Se encuentra regulado en el art. 131 del CC., el cual prescribe: "Los cónyuges
están obligados (...) a socorrerse (...) en todas las circunstancias de la vida". Esta
norma debe complementarse con el art. 321 del CC, que establece que los
cónyuges se deben alimentos entre sí. Para analizar este deber debemos distinguir
las siguientes situaciones.
— Si los cónyuges están separados judicialmente, según el art. 175, "El cónyuge
que haya dado causa a la separación judicial por su culpa, tendrá derecho para que
el otro cónyuge lo provea de lo que necesite para su modesta sustentación; pero en
este caso el juez reglará la contribución teniendo en especial consideración la
conducta que haya observado el alimentario antes del juicio respectivo, durante su
desarrollo o con posterioridad a él".
— El divorcio pone fin a los derechos patrimoniales que emanan del matrimonio
para los cónyuges.
107
En caso de no cumplimiento de este deber, podrá presentarse la correspondiente
demanda de alimentos, sin perjuicio de que se podrá solicitarse según corresponda
la separación o el divorcio; además, la mujer casada en sociedad conyugal podrá
pedir la separación de bienes.
§ La ayuda mutua
Está constituida por los cuidados constantes y recíprocos que deben prestarse los
cónyuges. Se desprende de la noción misma del matrimonio como un consorcio
para toda la vida, esto es, en todas sus circunstancias, sean positivas o negativas.
La ayuda mutua consiste, siguiendo a Ramos Pazos, "en los cuidados personales y
constantes que se deben recíprocamente" los cónyuges201.
Se encuentra disciplinado en el art. 131 del CC, norma que agrega "en todas las
circunstancias de la vida", es decir, como se suele escuchar, "en las buenas y en
las malas", lo que resulta ser fiel expresión de la donación mutua que exige a los
cónyuges la comunidad de vida conyugal en que consiste el matrimonio. Además,
en su parte pertinente, la definición legal de matrimonio contenida en el art. 102 del
CC señala "y de auxiliarse mutuamente".
En otras palabras, el matrimonio está ordenado al bien de los cónyuges; "fin que
determina la naturaleza esencial del matrimonio, sin el cual no es posible concebirlo
en cuanto tal, pues constituye la esencia misma del matrimonio" 203. Similar sendero
ha recorrido Del Picó Rubio: "la comunidad de vida realiza obras en el interés de
ambos cónyuges y de la prole, finalidad que es jurídicamente cautelada" 204. Esta
comunidad supone, además, la voluntad de vivir juntos en mutuo afecto205.
108
Regulados en el art. 131, en cuya virtud, el marido y la mujer se deben respeto y
protección recíprocos. "Esta obligación expresa lo que se ha denominado "la
solidaridad conyugal" como expresión de uno de los elementos constitutivos de la
comunidad de vida que genera el consorcio conyugal"206. Con la modificación de la
ley Nº 18.802 el respeto pasó a ser recíproco, con anterioridad, el marido debía
otorgar protección a su mujer.
Según dispone el art. 133, "Ambos cónyuges tienen el derecho y el deber de vivir
en el hogar común, salvo que a uno de ellos le asista razones graves para no
hacerlo".
El texto original de la norma transcrita era el que sigue: "El marido tiene derecho
para obligar a su mujer a vivir con él y seguirle donde quiera que traslade su
residencia. Cesa este derecho cuando su ejecución acarrea peligro inminente a la
vida de la mujer. La mujer, por su parte, tiene derecho a que el marido la reciba en
su casa". Explica Barrientos que, "desde temprano la doctrina chilena entendió que
la regla que sentaba el inciso 1º del artículo 133 del Código Civil chileno solamente
se aplicaba en cuanto el marido tenía una cierta residencia, es decir, un determinado
lugar fijado con ciertos caracteres de permanencia, de guisa que en caso alguno la
mujer podía hallarse obligada a seguir a su marido si éste se daba en vagar de un
punto a otro sin establecerse en lugar fijo"210.
109
Este deber se relaciona con otro deber: mantener los cónyuges, entre sí,
relaciones sexuales, lo que se ha denominado "débito conyugal". Una referencia a
este deber se encuentra en el art. 136, en cuya virtud la separación judicial deja
subsistente los derechos y obligaciones, salvo aquellos cuyo ejercicio sea
incompatible con la vida separada de ambos, como sucede con el deber de
cohabitación y el deber de fidelidad, los que se suspenden.
Regulado en el art. 136 del CC, en los siguientes términos, "Los cónyuges serán
obligados a suministrarse los auxilios que necesiten para sus acciones o defensas
judiciales. El marido debe, además, si está casado en sociedad conyugal, proveer
a la mujer de las expensas para la litis que ésta siga en su contra, si no tiene los
bienes a que se refieren los art. 150, 166 y 167, o ellos fueren insuficientes".
110
1. El momento crítico del matrimonio y su regulación legal. Justificación social
de la intervención pública en la vida privada conyugal; 2. La separación
matrimonial.
Ahora bien, en tanto los cónyuges mantengan el conflicto dentro de los límites de
su esfera personal o comunitaria, la intervención pública sólo se justificará cuando
se afecten bienes sociales tutelados por el derecho, como la vida y la integridad
física y síquica de los cónyuges y su familia, el interés superior del niño y de la niña
o el deber de alimentos y protección.
2. LA SEPARACIÓN MATRIMONIAL
La separación conyugal es la ruptura de la comunidad de vida establecida por dos
personas unidas por el matrimonio.
111
Tiene lugar en aquellos casos en que, permaneciendo el vínculo matrimonial, se
rompe la comunidad de vida originada legalmente a partir de la celebración del
matrimonio.
1. LA SEPARACIÓN DE HECHO
La separación de hecho constituye una situación fáctica, caracterizada por la
simple separación de cuerpos entre los cónyuges, lo cual se une en la mayoría de
los casos a un distanciamiento físico de uno de ellos respecto de la residencia que
antes compartían.
112
En la separación de hecho, los cónyuges "disponen privadamente, por sí y ante
sí, casi siempre con justas causas, pero también sin ellas, el quebrantamiento
permanente de la vida en común, dejando de lado de manera voluntaria, no
accidental o transitoria, el vivir bajo un mismo techo, que pesa sobre ellos como un
deber"214.
113
mutuas y las materias concernientes a los hijos, fijando una suerte de acuerdo de
separación convencional217
2. SEPARACIÓN JUDICIAL
114
materialización concordada de un acuerdo regulador de la separación conyugal,
cuyo detalle se analizará más adelante.
3. CESE DE LA CONVIVENCIA
115
Para establecer la fecha del cese de la convivencia, debe considerarse si existe o
no acuerdo entre los cónyuges sobre el punto.
Si existe acuerdo entre los cónyuges para fijar la fecha del cese de la convivencia,
aquel deberá constar por escrito en escritura pública, o acta extendida y
protocolizada ante un notario; en un acta extendida ante un oficial del Registro Civil,
o mediante transacción aprobada judicialmente. No obstante lo anterior, si el
cumplimiento del acuerdo requiriese una inscripción, subinscripción o anotación en
un registro público, se tendrá por fecha del cese de la convivencia aquélla en que
se cumpla tal formalidad. La declaración de nulidad de una o más de las cláusulas
de un acuerdo que conste por medio de alguno de los instrumentos ya señalados,
no afectará el mérito de aquél para otorgar una fecha cierta al cese de la
convivencia227. Respecto de la prueba del cese de la convivencia, no es
indispensable la existencia de un antecedente escrito para acreditarlo, sin perjuicio
de su acompañamiento si las partes disponen de él.
Si no existe acuerdo entre los cónyuges, como ocurrirá en aquellos casos en que
se produzca una separación unilateral, el cese de la convivencia tendrá fecha cierta
a partir de la notificación de la demanda. Asimismo, habrá fecha cierta, si no mediare
acuerdo ni demanda entre los cónyuges, cuando, habiendo uno de ellos expresado
su voluntad de poner fin a la convivencia a través de escritura pública, o acta
extendida y protocolizada ante notario o acta extendida ante un oficial del Registro
Civil o dejado constancia de dicha intención ante el juzgado correspondiente, se
notifique al otro cónyuge. En tales casos, se tratará de una gestión voluntaria y se
podrá comparecer personalmente. La notificación se practicará según las reglas
generales.
4. CONVENIO REGULADOR
Esta figura jurídica constituye una novedad en nuestro derecho de familia, siendo
introducida por la LMC de 2004. Tiene aplicación en los casos de separación, siendo
también la base principal del régimen aplicable a los casos de ruptura definitiva del
vínculo conyugal, pudiendo destacarse entre sus características la importancia que
se reconoce a la voluntad conjunta de los cónyuges para configurar el marco jurídico
que regirá los aspectos relevantes de la vida futura de la pareja y de su familia. La
116
falta de acuerdo, otorga a cualquiera de los cónyuges el derecho de solicitar que el
procedimiento judicial que se sustancie para reglar las relaciones mutuas, se
extienda a otras materias concernientes a dichas relaciones o con sus hijos 228.
La LMC regula el acuerdo en el párrafo 1º del capítulo III, en los arts. 21 a 24,
dentro de la regulación de la separación de hecho, prescribiendo que el objeto del
acuerdo es regular las relaciones mutuas de los cónyuges, en su nuevo estado de
separados.
5. EFECTOS DE LA SEPARACIÓN
117
La separación de hecho, entendida como cese de la convivencia, genera como
efectos la ineficacia de la alegación de adulterio para impetrar la separación judicial,
la exclusión de la figura jurídica del abandono de hogar y la constitución de causa
para demandar el divorcio y la separación judicial. A diferencia de otros
ordenamientos jurídicos, no excluye la presunción de paternidad ni implica el cese
de otros deberes y derechos232.
118
judicial o a la ya decretada y, en este último caso, restablece el estado civil de
casados.
119
definición del artículo 304 del Código Civil. Por otra parte, si se rechazara, cabe
preguntarse por el sentido de su inserción en la ley237.
Sin perjuicio del debate que este nuevo estado ha generado en doctrina, los
antecedentes de la discusión parlamentaria de la ley dan cuenta de la voluntad del
legislador de establecer una institución legal diferenciada del estado de divorciado
o soltero238. Asimismo, la norma del reformado artículo 305 del Código Civil,
distingue la separación judicial como un nuevo estado civil, al incluirlo expresamente
en su inciso primero, en los siguientes términos:
120
Título quinto La extinción del matrimonio240
Según la definición de matrimonio del art. 102 del CC, el matrimonio se contrae
para toda la vida, es decir, la muerte pone fin al estado matrimonial. Pero como lo
ha manifestado Del Picó, "Sin embargo, la voluntad inicial de los cónyuges puede
ser afectada por diversas circunstancias ocurridas durante el estado conyugal, que
incluyen desde la pérdida de la voluntad de construir un proyecto común, pasando
por la ocurrencia de graves transgresiones a los deberes y obligaciones que implica
la vida en común de las pareja, cometidas por uno o por ambos cónyuges, hasta la
progresiva pérdida de la atracción mutua o del afecto que, como causa del vínculo,
ha convertido el matrimonio en una mera formalidad sin contenido. En todas las
situaciones señaladas, la consecuencia fáctica es similar, afectando la voluntad de
convivir o determinando su imposibilidad, cuando existe en su origen una causa
grave"241.
121
Esta materia se encuentra regulada en el capítulo IV de la Ley de Matrimonio
Civil, De la terminación del matrimonio, arts. 42 y siguientes.
Lo anterior se explica del siguiente modo, "el legislador denominó al capítulo con
la palabra 'terminación', con el propósito de permitir la concurrencia de distintas
visiones sobre el modo como se produce o reconoce el fin del matrimonio. De este
manera, se evita derechamente la inclusión de un título que pudiera haberse
denominado 'de la disolución del matrimonio', por cuanto habría explicitado de un
modo muy significativo, que la solución pública a las rupturas matrimoniales
definitivas e irrevocables, transcurría única y exclusivamente por el cauce brindado
por el divorcio, identificando normativamente con el término disolución", es decir,
hablar de disolución hubiese extendido el debate parlamentario242.
— Si han transcurrido diez años desde la fecha de las últimas noticias, fijada en
la sentencia que declara la muerte presunta. Antes de la reforma el plazo era de
quince años.
122
— Si cumplidos cinco años desde la fecha de las últimas noticias, se probare que
han transcurrido setenta años desde el nacimiento del desaparecido.
— El mismo plazo de cinco años, contado desde la fecha de las últimas noticias,
se aplicará en el caso del art. 81 Nº 7 del CC, es decir, en el evento de herida grave
en una guerra u otro peligro semejante.
5. LA NULIDAD DE MATRIMONIO
123
se entiende que se ha formado una comunidad, la que deberá liquidarse en
conformidad a las reglas generales. Como medio de protección de la filiación, se ha
tomado del Derecho canónico la institución de la nulidad putativa del matrimonio, lo
que evita la aplicación a todo evento del efecto retroactivo de la nulidad
judicialmente declarada, no afectándose de esta manera la filiación matrimonial.
— No se aplica la regla que exige que no puede solicitar la nulidad el que conocía
o debía conocer el vicio que anulaba el acto o contrato, ello en razón de la
trascendencia de las causales de nulidad, aunque existe jurisprudencia en contrario.
"Así, por ejemplo, si una persona conociendo su parentesco, se casa con su
hermana, ¿podría alguien sostener que no puede alegar la nulidad porque celebró
el matrimonio conociendo el vicio que lo invalidaba?"245.
Cabe destacar que el art. 44, primera parte, exige que la causal exista al tiempo
de celebración del matrimonio. Asimismo, se ha derogado la causal de nulidad
basada en la incompetencia del oficial de Registro Civil, fundamento usual para
demandar la nulidad de matrimonio durante la vigencia de la ley de 1884.
124
nulidad. Se criticaba la redacción de la norma puesto que si era perpetua la
impotencia, ello significaba que no tenía cura.
— Por regla general, sólo puede hacerse valer en vida de uno de los cónyuges,
art. 47.
125
Por regla general, sujetos activos de la acción de nulidad son sólo los presuntos
cónyuges, así lo dispone el art. 46 de la LMC, pero existen varias excepciones a
esta regla:
El inciso final del art. 46 prescribe que "El cónyuge menor de edad y el interdicto
por disipación son hábiles para ejercer por sí mismos la acción de nulidad, sin
perjuicio de su derecho a actuar por intermedio de representantes".
La acción de nulidad, según establece el art. 47, sólo puede intentarse en vida de
ambos cónyuges, salvo en el caso de matrimonio celebrado en artículo de muerte,
en que corresponde la acción a los herederos del cónyuge fallecido, y cuando exista
vínculo matrimonial no disuelto, en que son sujetos activos el cónyuge anterior o
sus herederos.
126
— Si falta el espontáneo y libre consentimiento, la acción prescribe en tres años,
contados desde que hubiere desaparecido el hecho que origina el error o la fuerza,
art. 48 letra b.
127
— No se afecta la filiación matrimonial
6. EL MATRIMONIO PUTATIVO
Para evitar lo anterior, el derecho canónico creó la noción del matrimonio putativo,
que proviene del latín putare que significa creer246, es decir, el matrimonio putativo
producirá los mismos efectos que el matrimonio válido respecto del cónyuge que lo
celebró de buena fe y con justa causa de error.
— Se sostiene que si existe buena fe, entonces también existirá justa causa de
error. Justa causa de error implica que éste sea excusable, no bastando, por tanto,
cualquier error. Enseña Rossel que "en otros términos, la ley quiere que las partes
sean acuciosas y den los pasos necesarios para contraer matrimonio válido: si a
pesar de su diligencia incurren en algún vicio de nulidad, tendrán buena fe y,
además, justa causa de error"248. El error se clasifica en error de hecho y de
derecho. Respecto al error de hecho, hay consenso en afirmar que puede constituir
una justa causa de error. El problema se presenta respecto al error de derecho.
Algunos sostienen que el error de derecho no puede originar una justa causa de
error, ya que según el art. 8º, 706 inc. final y 1452, se trataría de un error
inexcusable. Otros, en cambio, sostienen que la ley sólo habla de "justa causa de
error", sin distinguir si se trata de un error de hecho o de derecho.
La ley Nº 19.947 establece en el art. 52 que "Se presume que los cónyuges han
contraído matrimonio de buena fe y con justa causa de error, salvo que en el juicio
de nulidad se probare lo contrario y así se declara en la sentencia". Por tanto, la
regla general es que se presume legalmente tanto la buena fe como la justa causa
de error, se admite la prueba en contrario. Es decir, por regla general, el matrimonio
nulo lo será putativamente, salvo que se acredite lo contrario, caso en el cual será
simplemente nulo.
Observa Troncoso que es muy difícil distinguir entre buena fe y justa causa de
error, agregando que "Se ha resuelto que hallándose la buena fe íntimamente ligada
a la justa causa de error, no cabe duda que existiendo aquélla existe también
ésta"250.
129
El matrimonio putativo, según el art. 51 inciso 1º de la LMC, produce los mismos
efectos civiles que el válido respecto del cónyuge que de buena fe y con justa causa
de error lo contrajo, pero dejará de producir efectos civiles desde que falte la buena
fe por parte de ambos cónyuges.
Se entiende que cesa la buena fe, en el caso del cónyuge que solicita la nulidad,
desde la presentación de la demanda. Respecto del cónyuge demandado, se dice
que desde la contestación de la demanda. Así lo enseñaba Somarriva 251quien
aplicaba por analogía el art. 907 del CC relativo a las prestaciones mutuas.
Respecto de los cónyuges, produce los mismos efectos que el matrimonio válido
respecto del cónyuge de buena fe; luego, se mantienen los deberes que impone el
matrimonio, como fidelidad, socorro, etc., y también se mantienen los efectos
respecto a los bienes, por tanto:
130
CAPÍTULO II EL DIVORCIO252
1. INTRODUCCIÓN
Con la inclusión del divorcio en nuestro ordenamiento civil, se puso fin a una
discusión de larga data en nuestro derecho y en la sociedad en su conjunto, que se
inició apenas aprobada la ley de 1884.
131
remedio necesario para regularizar la vida de las parejas y, por último, que no se
puede obligar a las personas a mantenerse en un estado civil que rechazan, máxime
si el fundamento esgrimido para defender su permanencia es de carácter religioso,
colisionando por tanto con el régimen de convivencia plural que garantiza la CPR,
toda vez que el ordenamiento reconoce el derecho a no tener una creencia
religiosa256.
2. CONCEPTO DE DIVORCIO
El divorcio constituye una causa de término del vínculo matrimonial, que tiene su
origen en una declaración judicial, y que permite a los que un día fueron cónyuges,
volver a contraer libremente un nuevo matrimonio, igualmente válido ante el
Derecho que el anteriormente celebrado.
Las causas del divorcio tienen su origen en un hecho ocurrido durante la vida
matrimonial, que significa, evidencia o da cuenta de graves desavenencias entre los
cónyuges. El origen del término remite a la divergencia u oposición de voluntades
del marido y de la mujer, lo que determina que cada uno de ellos tome su propio
camino en la vida, construyéndola en forma separada de quien, hasta ese momento,
era su cónyuge260.
132
En muchas oportunidades el divorcio aparece confundido con la separación de
cuerpos. En los hechos, se ha denominado divorcio también a la separación de
cuerpos, distinguiendo con la calificación de absoluto y relativo, según sea que se
ponga fin al vínculo conyugal, o que éste subsista, pese al cese de la convivencia
entre ambos cónyuges. Sin embargo, entre la separación y el divorcio existe una
gran diferencia, pues mientras en la separación los casados no pueden establecer
una nueva relación de pareja con el mismo nivel de formalidad anterior, en el
divorcio, cada uno de los ex cónyuges está facultado jurídicamente para contraer
un nuevo matrimonio con una persona distinta, constituyendo esta nueva relación,
una realidad jurídica y social similar al precedente vínculo.
Finalmente, por la misma razón que indica con fuerza la imposibilidad de descartar
la incidencia de los valores éticos, en el ordenamiento normativo de la comunidad,
tampoco es factible desconocer la realidad social, que reclama una solución urgente
a problemas que son percibidos socialmente como apremiantes en extremo. En
efecto, existen situaciones en las cuales la prudencia indica como solución mejor o
menos mala, permitir el divorcio civil, solución fundamentalmente avalada por dos
razones principales: evitar males mayores en la sociedad y en el matrimonio y, para
salvaguardar la libertad de conciencia, en aquellas parejas para las cuales el
divorcio no constituye en todos los casos un mal. Estas situaciones, en las cuales
cabe considerar como la mejor salida el divorcio civil, ordenado jurídicamente,
deben ser valoradas desde un discernimiento prudencial enmarcado en la
disposición contenida en el art. 3º de la LMC, es decir, mirando primordialmente la
realización posible del bien de los cónyuges y de su familia.
3. DISTINCIONES Y CLASIFICACIONES
Respecto del divorcio se han realizado diferentes clasificaciones, entre las cuales
se pueden destacar aquellas que realizan una distinción atendiendo a la existencia
de causa y, dentro de estas, las que centran la diferencia en la naturaleza de la
causal invocada y su distinta valoración social y jurídica.
133
Constituyen sistemas con expresión de causa o causalista aquellos en que se
exige una causa para acceder al divorcio, la que normalmente señala la ley. El
sistema chileno corresponde a esta categoría261. Constituyen sistemas sin
expresión de causa aquellos en que es suficiente la mera voluntad de divorciarse,
traducida en la petición de uno o ambos cónyuges, para que se decrete el divorcio,
sin que sea necesario acreditar ni invocar motivación alguna.
En esta concepción del divorcio sólo se justifica la disolución del vínculo cuando
ha ocurrido un acto repudiable constitutivo de un incumplimiento de los deberes
matrimoniales, el cual es imputable subjetivamente a uno o ambos cónyuges,
considerando por tanto al divorcio como una sanción en contra del cónyuge que no
ha cumplido sus obligaciones materiales. Por tanto, la demanda de divorcio debe
estar fundada en la violación de los deberes conyugales, según patrones
generalmente observados de comportamiento civilizado, según la base moral de la
sociedad en la que se aplica.
134
se le dio origen, vale decir, por la voluntad concurrente y coincidente de ambos
cónyuges.
El divorcio legal ha sido introducido en nuestro derecho como una solución para
aquellos casos en que se ha producido un quiebre irremediable y absoluto de la
relación conyugal, sea porque se acredita una falta grave cometida por uno de los
cónyuges, o por la concurrencia de la voluntad de ambos cónyuges unida al
transcurso del período de un año, contado desde el cese de la convivencia, por la
voluntad unilateral de uno de los cónyuges cuando ha transcurrido un plazo no
inferior a tres años desde que cesó la convivencia.
Expresa el artículo 54 de la LMC: "El divorcio podrá ser demandado por uno de
los cónyuges, por falta imputable al otro, siempre que constituya una violación grave
de los deberes y obligaciones que les impone el matrimonio, o de los deberes y
obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida en común".
§ Requisitos
136
derivados del hecho que uno de los cónyuges no ajustó su conducta a los
parámetros habituales de culpa leve, la cual constituye la base que rige las
relaciones generales del derecho privado. La constitución del agravio que implica la
falta, determina que el divorcio por esta causal debe ser demandado por uno de los
dos cónyuges, no procediendo la interposición de una acción conjunta.
La LMC incluye en el inciso 2º del art. 54, varios ejemplos de hechos que dan
lugar a la constitución de faltas a los deberes matrimoniales, constitutivos a su vez
de la causal respectiva de divorcio, tales como la existencia de violencia al interior
de la familia, el adulterio, la infracción grave o reiterada de los deberes de auxilio y
protección, la adopción de conductas que contradigan gravemente los fines del
137
matrimonio y el abandono injustificado del hogar común de modo permanente. La
norma señala causales específicas con un carácter ejemplarizador, lo que queda de
manifiesto con la redacción de la norma que dispone: "Se incurre en dicha causal,
entre otros casos, cuando ocurre cualquiera de los siguientes hechos". Por tanto,
asumiendo la validez de las interpretaciones extensivas, pueden existir otras
acciones que justifican la aplicación de la causal legal, ejemplos, siempre y cuando
constituya una violación grave de los deberes y obligaciones que impone el
matrimonio, o de los deberes y obligaciones para con los hijos, que torne intolerable
la vida en común.
138
aquellas situaciones en que un cónyuge debe trabajar en una localidad distinta de
aquella en que se ubica la residencia familiar. La infidelidad es una trasgresión
grave a los deberes matrimoniales y se evidencia en la ruptura del compromiso de
lealtad sexual, asumido por ambos cónyuges al contraer el matrimonio, el que exige
mantener relaciones sexuales exclusivas con el otro cónyuge.
— Tentativa para prostituir al otro cónyuge o a los hijos. Comprende los casos en
que se ha comprobado el intento o tentativa de corromper al cónyuge o sus hijos,
sean naturales, adoptados o descendientes de cualquiera de los cónyuges,
induciéndoles a que se dediquen a la prostitución o comercio sexual, concepto que
incluye la exposición, entrega y abandono de una mujer o un hombre a la pública
deshonra, vale decir, no solamente cuando media pago sino también todo acto
conducente a exponer o entregar a la persona para la pública comisión de actos
139
deshonestos. La tentativa o inicio de la ejecución del hecho sancionado, debe
manifestarse por actos externos, ya que, siguiendo a Illanes, "el sólo propósito forma
parte de la conciencia del individuo, aspecto que el derecho, al menos en esta parte,
no está autorizado para sancionar"271. Esta causal considera una violación del deber
de velar por el interés superior de los hijos y una violación del deber de respeto y
protección recíprocos entre los cónyuges.
140
hecho mismo de la inexistencia material del vínculo matrimonial, como una realidad
que la sociedad debe enfrentar para intentar aminorar sus efectos objetivamente
negativos. Las características esenciales de esta forma de divorcio son la exclusión
de las motivaciones reales que determinan la decisión de solicitar el divorcio, la
necesidad de acreditar el cumplimiento de un requisito objetivo para dar curso al
divorcio y, que no presupone culpa alguna de los cónyuges, y ésta tampoco incide
en los efectos.
La ley dispone que la causal de cese de convivencia pueda ser alegada de común
acuerdo por los cónyuges, en cuyo caso se exige el transcurso de un lapso mayor
a un año, y deberá acompañarse un acuerdo completo y suficiente sobre el régimen
de vida futura de la pareja y su familia, en los términos ya vistos con ocasión de la
separación. Si sólo uno de los cónyuges está de acuerdo en solicitar el divorcio,
basándose en el cese de la convivencia, deberán transcurrir a lo menos tres
años contados desde el momento en que conste formalmente dicha cesación. En
ambos casos deberá probarse el cese de la convivencia, pues, como se ha dicho,
no basta la voluntad de los cónyuges.
Se diferencia en que sólo uno de los cónyuges desea poner término al matrimonio,
no pudiendo el otro impedir que se declare, sin perjuicio de la excepción contenida
en el artículo 55 inciso tercero de la LMC. Asimismo, el cese de la convivencia debe
haberse extendido por más de tres años.
141
Por tanto, las diferencias del divorcio unilateral respecto del divorcio por mutuo
consentimiento, son la extensión del período de separación o cese efectivo de la
convivencia por un lapso superior a los tres años, que no se exige el acuerdo de los
dos cónyuges y, que se reconoce al juez la facultad para negar el divorcio si el
requirente, durante el cese de la convivencia, ha incumplido su obligación de
alimentos respecto del cónyuge demandado y de los hijos comunes pudiendo
hacerlo, materia que se analizará en el apartado siguiente.
Respecto del cese de la convivencia, rigen los mismos requisitos para el divorcio
por mutuo consentimiento y para el divorcio por voluntad unilateral, es decir, que el
cónyuge que adopta la decisión de iniciar los trámites de divorcio, deberá acreditar
que ha cesado su convivencia por los medios descritos en los artículos 22 y 25 de
la LMC. Los matrimonios celebrados con anterioridad a la entrada en vigencia de la
ley no tendrán limitaciones en los medios de prueba necesarios para acreditarlo,
pudiendo recurrir a los medios tradicionales, como la prueba testimonial y
documental, siempre que ellos permitan al juez formarse plena convicción sobre el
hecho y se entenderá que el cese de la convivencia no se ha producido con
anterioridad a las fechas de la notificación de la demanda en una causa por
alimentos que se deban, bienes familiares, cuidado personal o en cualquier
procedimiento destinado a reglar las relaciones mutuas entre cónyuges o entre
éstos y sus hijos. La reanudación de la vida en común de los cónyuges, con ánimo
de permanencia, interrumpe el cómputo de los plazos a que se refiere este
artículo273.
Entre las causas que darían lugar a esta facultad denegatoria, se encuentran la
precariedad de los medios disponibles para la subsistencia económica de los hijos
o del cónyuge luego del divorcio, o que teniendo una relación de causalidad con el
hecho del divorcio, exista el fundado temor que se agrave la enfermedad que
padece la persona de quien el demandante pretende divorciarse. Esta norma de
rigor constituye una limitación al régimen de divorcio en las leyes civiles
contemporáneas, apreciable en el Código Civil alemán y en el Código francés, por
citar dos ejemplos.
142
La LMC de 2004 introdujo una variante muy moderada de esta norma de rigor,
fundada en razones de equidad social y con el fin de aminorar los efectos en las
personas más vulnerables de la familia afectada por un quiebre o ruptura
matrimonial.
Indica al respecto el artículo 55 inciso tercero: "... salvo que, a solicitud de la parte
demandada, el juez verifique que el demandante, durante el cese de la convivencia,
no ha dado cumplimiento, reiterado, a su obligación de alimentos respecto del
cónyuge demandado y de los hijos comunes, pudiendo hacerlo...".
— Debe ser precedida de una solicitud de parte, ya que el juez no puede actuar
de oficio en esta materia.
143
— El juez debe verificar el incumplimiento, con las características señaladas,
procediendo a abrir un término probatorio que posibilite acreditar la ocurrencia
efectiva de los hechos alegados en el juicio.
8. LA ACCIÓN DE DIVORCIO
El efecto más importante del divorcio es poner término al vínculo jurídico que ha
unido a los cónyuges desde la celebración del matrimonio. En general, el régimen
de los efectos está contenido en los artículos 59 y 60 de la LMC, en concordancia
144
con lo prescrito en el artículo 53 de la misma ley, debiendo también considerarse
las normas pertinentes del Código Civil y de la LMC, además de las disposiciones
legales que conforman el derecho de familia275. Los efectos jurídicos tendrán lugar
a contar del momento en que quede firme la sentencia, salvo la situación
excepcional contemplada en el inciso segundo del artículo 59, el que analizaremos
más adelante.
145
las donaciones que por causa del mismo matrimonio se hayan hecho al cónyuge
que dio motivo a la separación judicial o al divorcio por su culpa verificada la
condición señalada en el inciso precedente, esto es, que de la donación y de su
causa haya constancia en escritura pública"282.
— Nuevo estado civil. En materia de estado civil, la LMC crea un nuevo estado
civil, el de divorciado, según establece la reforma que el art. tercero Nº 22 de la ley
Nº 19.947 introduce en el art. 305 del Código Civil. En cuanto a su oponibilidad a
terceros, es necesaria la subinscripción de la sentencia ejecutoriada en que se
declare el divorcio, situación excepcional contemplada en el artículo 59 inciso
segundo de la LMC. La norma dispone que "la sentencia ejecutoriada en que se
declare el divorcio deberá subinscribirse al margen de la respectiva inscripción
matrimonial", luego de lo cual será oponible a terceros. En especial, debe
destacarse que a partir del momento en que se practique la subinscripción y así
conste, los cónyuges adquieren el estado civil de "divorciados", pudiendo volver a
contraer matrimonio si así lo desean.
146
canónico se mantiene incólume, pues el pronunciamiento judicial es referido al
matrimonio civil y sólo a los efectos civiles del matrimonio religioso, en aplicación de
lo dispuesto en el inciso final del art. 20, que dispone: "Los efectos del matrimonio
así inscrito se regirán, en todo, por lo prescrito en esta ley y en los demás cuerpos
legales que se refieren a la materia". Por tanto, tratándose de matrimonios religiosos
en los cuales recae una sentencia de divorcio, se entenderá que ésta dispone la
cesación de los efectos civiles, sin tocar el significado religioso que éste posee.
1. INTRODUCCIÓN
El divorcio vincular, entre sus efectos jurídicos personales, crea el estado civil de
divorciado287y, dentro de los efectos patrimoniales, disuelve el régimen patrimonial
del matrimonio, cesan los derechos sucesorios recíprocos y el derecho de
alimentos. Asimismo, también, puede generar una eventual compensación
económica en los casos que de acuerdo a la ley así proceda.
Esta institución se crea como respuesta al cese de todo vínculo entre los
cónyuges que se han divorciado o, en su caso, anulado. Desde los modelos de
alimentos se transitó a un modelo compensatorio y siguiendo la experiencia del
derecho comparado, especialmente la legislación francesa y la española, se crea
esta institución en Chile288. Asimismo, su establecimiento constituye una excepción
al principio de autorresponsabilidad que informa la introducción del divorcio vincular,
en que se asume que los cónyugesterminan su matrimonio y también los efectos
del mismo, de modo tal que inicien una vida absolutamente liberada del vínculo
matrimonial289.
147
que debe ser atendida por los jueces, quienes al fallar el divorcio o la nulidad
matrimonial, tienen, por lo general, antecedentes relativos a un patrimonio común,
especialmente el que se forma por la sociedad conyugal, debido a que es el régimen
legal supletorio. Además, en muchas ocasiones existen pretensiones respecto a la
compensación económica. Todo ello determina que el juez debe decidir si evaluar
o no de forma conjunta ambos temas o si sólo analizar sus presupuestos y dejar el
tema de la liquidación de la sociedad conyugal a cargo de las partes, para que ellas
concurran ante un juez árbitro. Actualmente, la mayoría de los jueces sólo efectúa
el análisis de los presupuestos de la compensación económica, cuestión que ha
significado que un gran número de los matrimonios que se disuelven en Chile, no
obedezcan al espíritu original de la Ley de Matrimonio Civil (LMC), esto es, generar
una separación limpia o "clean break" de los cónyuges, puesto que los ex cónyuges
quedan vinculados por una comunidad de bienes que nace una vez que la sociedad
conyugal termina en razón de la terminación del matrimonio. Es decir, la institución
de la compensación económica se aplica de forma particular sin revisar los diversos
efectos de la disolución del matrimonio290.
2. CONCEPTO Y FUNDAMENTOS
148
"... el derecho que asiste a uno de los cónyuges cuando, por haberse dedicado al
cuidado de los hijos o a las labores propias del hogar, no pudo desarrollar durante
el matrimonio una actividad lucrativa, o lo hizo en menor medida de lo que podía
y quería, para que, producido el divorcio o la nulidad, se le compense y corrija el
menoscabo económico que ha sufrido por esta causa..." 291.
§ Fundamento
149
La compensación económica es señalada como una manifestación del principio
de protección al cónyuge más débil. Así, lo ha reconocido la Corte Suprema en fallo
ya arriba citado, de 10 de septiembre de 2013, rol Nº 3521-2013, en la última parte
del considerando séptimo dispone:
"Las materias de familia reguladas por esta ley deberán ser resueltas cuidando
proteger siempre el interés superior de los hijos y del cónyuge más débil".
Por ello, este principio se encuentra inmerso desde hace mucho en nuestro
ordenamiento jurídico. Al indicar que se protege al cónyuge más débil, se está
implícitamente indicando que se comparan ambos cónyuges y uno de ellos se
considera más débil y, por lo tanto, al otro más fuerte. La pregunta fundamental en
este sentido es precisar si se le debe dar un carácter económico a esta comparación
o si dicha comparación es de carácter más general y uno de los aspectos a ser
evaluados es el elemento económico. Esencial resulta optar por la segunda
alternativa, toda vez, que como se ha indicado se está frente a la especificación de
la protección al más débil y ello no puede implicar desnaturalizar dicho principio,
existen muchas razones para ser el más débil en una relación jurídica, por ejemplo,
se puede ser el más débil porque no se cuenta con toda la información necesaria
para celebrar una convención. Si se plantea un ejemplo desde el derecho de las
personas, se puede señalar que a los menores de edad se les protege por dicha
calidad, con prescindencia a si ellos poseen patrimonio o no. De este modo, puede
existir un menor de edad con un patrimonio considerable y aún así requerir de la
actuación de un adulto que lo represente, todo ello en razón de que el ordenamiento
jurídico estima que debe ser protegido. Por lo tanto, si se observan diversos casos
en que se protege al más débil en una relación jurídica, se llega a la conclusión que
150
la protección se establece por diferentes factores, entre ellos se puede proteger al
que es más débil desde el punto de vista económico.
3. REQUISITOS DE PROCEDENCIA
151
la materia, particularmente en el artículo 61 de la Ley de Matrimonio Civil, sino
porque dicha norma confrontada con la situación fáctica que a su respecto
concurre, logra identidad en el sustrato que permite su razón de ser" 294.
Se podría pensar, que con este fallo se abrió una puerta para la aplicación de la
compensación económica no sólo al matrimonio sino que también a las parejas de
hecho, con todo, el fallo es enfático al indicar que no se aplican analógicamente las
normas de la compensación económica, sino que se aplica la equidad. Al respecto,
Leonor Etcheberry295 se muestra crítica ante la aplicación de normas matrimoniales
a las parejas de hecho, asimismo, estima que la equidad está basada en un
razonamiento analógico. Con una opinión distinta, Susana Espada 296, al comentar
esta sentencia, explica que el fundamento se extrae de la misma sentencia en su
considerando vigésimo octavo: "indemnización por perjuicio personal, siendo la
equidad el instrumento para determinar el daño resarcible". En síntesis, actualmente
sólo se aplica la institución de la compensación económica al matrimonio, pero de
acuerdo a las nuevas normas introducidas en el ordenamiento jurídico, se deberán
aplicar también a las convivencias civiles.
152
aplicación de la ley, es posible afirmar que el criterio también ha sido interpretado
desde una faz cualitativa. Así, la Corte Suprema ha determinado que en un caso el
cambio de trabajo desde una posición de gerente a ejecutiva, en razón del cambio
de domicilio, se entiende incorporado a este requisito298. En este caso, aparece muy
claramente que obtener una remuneración menor a la que pudo haber obtenido se
considera una hipótesis factible para determinar la aplicación de la institución.
También ha sostenido la Corte Suprema el criterio de que haber trabajado no
excluye la posibilidad de demandar la compensación económica 299. En este caso
cabe agregar que el matrimonio duró 28 años, la mujer no poseía ahorros y estaba
endeudada. Por lo tanto, se evaluó esencialmente la faz cualitativa de este requisito.
Por otra parte, un sector de la doctrina ha criticado que aun sin cumplirse este
requisito se haya determinado una compensación económica. Así, Susan Turner 300,
critica la sentencia de 3 de mayo de 2006 de la Corte de Apelaciones de Valdivia,
rol Nº 196-2006, en la cual se otorga una compensación económica a una mujer
que trabajó en forma remunerada durante el matrimonio e incluso financió la carrera
de su marido. Muy probablemente la mujer estimó tener un perjuicio, pero dicho
perjuicio no se generó en razón de los presupuestos del artículo 61 de la LMC, ella
no cuidó a los hijos ni trabajó menos de lo quería o podía. Ella realizó actividades
remuneradas, tal es así que financió la carrera de su marido. Esta institución es de
carácter estricto, y por ello no pudo haberse aplicado en este caso. Por ende, el
criterio jurisprudencial ha sido valorar cualitativamente el trabajo realizado por el
cónyuge que solicita la compensación económica, y ha dejado más bien en un
segundo plano el aspecto cuantitativo.
153
dichos términos por el legislador, según se aprecia del claro tenor del artículo 61
de la Ley de Matrimonio Civil, el que circunscribe la procedencia de este derecho
al menoscabo económico sufrido a causa de no haber podido desarrollar una
actividad remunerada o lucrativa durante el matrimonio, como consecuencia de
su dedicación al cuidado de los hijos y/o del hogar común".
e) Menoscabo económico
154
las mismas puedan enfrentar individualmente el futuro, protegiéndose de esta
manera a la que ha tenido la condición de más débil. Esto encuentra justificación
en que, precisamente, al producirse el término del vínculo matrimonial que unía a
las partes, deja de tener causa tal detrimento, el que durante la vigencia del mismo
se veía compensado con las obligaciones y deberes que la ley establece para la
institución del matrimonio, como el deber de asistencia y socorro que existe entre
los cónyuges, del que derivan entre otras la obligación de proporcionar
alimentos"301.
Los criterios fijados por la ley son la duración del matrimonio y convivencia marital,
la situación patrimonial de ambos cónyuges, la buena o mala fe, la edad y el estado
de salud del cónyuge beneficiario, situación en materia de beneficios previsionales
y de salud, la cualificación profesional y posibilidades del acceso al mercado y,
finalmente, la colaboración que hubiere prestado a las actividades lucrativas del otro
cónyuge.
155
La autora clasifica los criterios del artículo 62 de la LMC en: circunstancias
asistenciales e indemnizatorias. De acuerdo a Susan Turner, todas las
circunstancias corresponden a circunstancias asistenciales. Sólo la circunstancia de
la buena o mala fe que tiene un carácter indemnizatorio y la colaboración en las
actividades del otro, que según la misma autora no podría clasificarse ni en una
circunstancia asistencial ni tampoco indemnizatoria. Asimismo, todas las
circunstancias, excepto la buena o mala fe, tendrían un carácter objetivo.
156
60 años habrá tenido y tiene actualmente mayores dificultades para ingresar al
mercado laboral que una mujer de 30 años.
Una labor fundamental del tribunal es conjugar los diversos criterios del artículo
62 de la LMC, como a modo ejemplar lo estableció la Corte de Apelaciones de
Valdivia en los siguientes términos:
"...Que a este respecto, cabe tener presente que a falta de acuerdo entre las
partes corresponde al juez de la causa establecer si se dan los requisitos que la
institución exige y fijar en su caso la cuantía de la compensación económica,
aspecto este último que es entregado a la discrecionalidad de los sentenciadores,
los que en todo caso, deben considerar los parámetros que el legislador establece
para estos efectos"305.
157
En efecto, si no hay acuerdo de las partes el tribunal determinará la cuantía de la
compensación económica. Por lo tanto, la misma ley en primer lugar entrega a las
partes un amplio margen de libertad para fijar la cuantía y la forma de pago de la
compensación económica. Los requisitos que se establecen en el artículo 63 de la
NLMC para determinar —de forma convencional— la procedencia, cuantía y forma
de pago de la compensación económica son: la mayoría de edad de los cónyuges,
que el acuerdo conste en escritura pública o acta de avenimiento y, además, se
requiere la aprobación judicial. Es decir, la regulación de la compensación de los
cónyuges puede efectuarse mediante un instrumento jurídico particular y la misma
ley insta a los cónyuges a realizar esta labor. También, es posible —dentro del
contexto de un divorcio por mutuo acuerdo— la determinación de la compensación
económica dentro del acuerdo completo y suficiente que exige dicho divorcio y en
ese caso se regulará la compensación económica como un efecto más dentro de
los diversos efectos del divorcio. En síntesis, los primeros llamados a determinar la
procedencia y fijar la cuantía de la compensación económica son los cónyuges,
cuando ellos no realizan dicha actividad, es el juez quien efectuará dicha labor.
158
tarea fácil fijar el monto, sobre todo si el cónyuge nunca ha realizado labores
remuneradas, si el cónyuge que solicita el beneficio se ha incorporado a lo menos
parcialmente a la vida laboral, resulta más sencillo determinarlo. Sin embargo,
todavía existen fallos que determinan compensaciones económicas equivalentes a
pensiones alimenticias, además fijando excesivas cuotas para su pago.
159
de amparo presentado en contra de la sentencia del Cuarto Juzgado de Familia de
Santiago. En dicho fallo se ordenaba el arresto nocturno y el arraigo en contra del
demandado por incumplimiento en el pago de las cuotas fijadas para el pago de la
compensación económica. En el considerando segundo se indica: "Que el
fraccionamiento del pago en cuotas en los términos que dispone el artículo 66 de la
ley Nº 19.947, ordena considerar la obligación, como alimentos para los efectos de
su cumplimiento, de manera que todo lo que atañe a su solución queda sujeto a las
prescripciones del artículo 14 de la ley Nº 14.908, que contempla la medida de
arresto en caso de incumplimiento". Esta sentencia ha sido criticada por una parte
de los autores, ya que se estima que en la compensación económica no proceden
apremios de carácter personal, indicando que se infringe los tratados
internacionales sobre Derechos Humanos. En esta línea de razonamiento, se
rechazan los argumentos históricos, que dan cuenta del propósito de asimilarla,
especialmente atendiendo a la posibilidad de solicitar el arresto nocturno. El Tribunal
Constitucional en la sentencia de 27 de septiembre de 2012, rol Nº 2102-2011, en
su considerando decimosexto:
160
Asimismo, en el considerando trigésimo quinto, agrega:
161
Título primero Efectos patrimoniales y régimen económico del matrimonio
162
2. PRINCIPIOS QUE RIGEN EL ORDENAMIENTO ECONÓMICO DEL MATRIMONIO
163
casados en el extranjero tendrían la opción de acudir al mandato, pero nuestra
crítica se mantiene, por qué obligarlos a recurrir a un representante convencional,
en circunstancias que más adecuado, y no apreciamos ningún inconveniente en
ello, sería permitir la inscripción de los matrimonios en cualquier oficina del Registro
Civil.
§ La administración de la sociedad
conyugal concentrada en el marido
De tenor claro y preciso es el inc. 1º del art. 1749, que dispone: "El marido es el
jefe de la sociedad conyugal (...)". En virtud de la misma norma, el marido administra
tanto los bienes sociales como los bienes propios de la mujer. En su gestión, el
marido tiene una doble limitación: primero, las que puedan establecerse en las
capitulaciones matrimoniales que se celebren en forma previa a la constitución del
vínculo, y en segundo lugar, la necesidad de la autorización de la mujer para un
conjunto de actos jurídicos de relevancia, tales como la enajenación y gravamen
voluntario de los bienes raíces sociales y de los bienes propios de la mujer.
164
En el momento de escribir estas líneas se encuentra en tramitación en el
Congreso Nacional un proyecto de ley destinado a remediar el injusto tratamiento
hasta ahora otorgado a la mujer plenamente capaz que se casa en el régimen de
sociedad conyugal. Esperamos que su contenido solucione el problema descrito y
que sea norma vigente dentro de un breve plazo. Sobre dicho proyecto, pareciera
ser que se establecerá que los cónyuges deberán decidir si el marido o la mujer
ejercerá la administración, el cónyuge no administrador podrá tener patrimonio
reservado (nótese que ya no será un beneficio exclusivo de la mujer). En caso de
no existir acuerdo, se ejercerá en forma conjunta la administración de la sociedad
conyugal.
165
sociedad conyugal, pero si el matrimonio ha sido contraído en el extranjero la
situación es diversa: el régimen legal supletorio es el de separación total de bienes.
Con todo, una vez efectuada la opción, no pueden los cónyuges vía convenciones
celebradas entre ellos desnaturalizar dichos regímenes, sin perjuicio de la
posibilidad de cambiar de régimen de acuerdo al tenor del art. 1723. En virtud de
este escenario, ha señalado Barcia que "El principio de la autonomía privada está
limitado en cuanto a la libertad para adoptar los regímenes que son legales, como
también en cuanto a la libertad contractual, es decir, para la alteración del contenido
de cada régimen"311.
166
Por su parte, el régimen secundario está referido a las normas que regulan las
relaciones pecuniarias de los cónyuges entre sí o respecto de terceros, pero que
han sido pactadas por los cónyuges.
1. CONCEPTO
168
Están definidas en el art. 1715 inc. 1º, "Se conocen con el nombre de
capitulaciones matrimoniales las convenciones de carácter patrimonial que celebran
los esposos antes de contraer matrimonio o en el acto de su celebración".
2. CARACTERÍSTICAS
— Obligatoriedad. Son obligatorias tanto para las partes como para los terceros
que contratan con ellos.
En el caso del menor de edad, debe tener como mínimo dieciséis años, y requiere
la autorización de las personas que deben otorgar el asenso, pero para renunciar
los gananciales, enajenar bienes raíces, gravarlos con hipoteca, censos o
servidumbres será necesaria autorización judicial, es decir, en estos supuestos
requiere de una doble autorización: de las personas que deben otorgar el asenso y
del juez. En conformidad al art. 1721 inc. 1º, "El menor hábil para contraer
matrimonio podrá hacer en las capitulaciones matrimoniales, con aprobación de la
persona o personas cuyo consentimiento le haya sido necesario para el matrimonio,
todas las estipulaciones de que sería capaz si fuese mayor; menos las que tengan
por objeto renunciar los gananciales, o enajenar bienes raíces, o gravarlos con
hipoteca o censos o servidumbres. Para las estipulaciones de esta clase será
siempre necesario que la justicia autorice al menor".
La situación del disipador interdicto se regula en el inc. 2º, "El que se halla bajo
curaduría por otra causa que la menor edad, necesitará de la autorización de su
curador para las capitulaciones matrimoniales, y en lo demás estará sujeto a las
mismas reglas que el menor".
170
hábiles para contraer matrimonio, por lo tanto, son incapaces para celebrar
capitulaciones matrimoniales.
4. SOLEMNIDADES
Las capitulaciones matrimoniales son siempre actos jurídicos solemnes, pero hay
que distinguir entre las que se celebran antes del matrimonio y las que se realizan
en el acto del matrimonio.
Debe distinguirse entre las que se celebran con anterioridad o en el acto mismo
del matrimonio.
171
— Objeto de las capitulaciones matrimoniales que se celebran con anterioridad al
matrimonio. El objeto es más amplio, pero siempre relativo al aspecto patrimonial
del matrimonio, por ejemplo:
• Destinar valores propios para comprar bienes, de forma tal que éstos no
ingresen a la sociedad conyugal.
§ Estipulaciones prohibidas
172
Título tercero Bienes familiares
1. REGULACIÓN Y FUNDAMENTO
173
Lo anterior no quiere decir que los bienes familiares no operan en la sociedad
conyugal. Su campo de aplicación es amplio, se aplican en la sociedad conyugal,
separación de bienes y participación en los gananciales, incluso un bien del
patrimonio reservado puede ser declarado familiar.316Lo anterior es sin perjuicio que
su principal utilidad, por los motivos expuestos, se produce en la separación de
bienes y en la participación en los gananciales.317
2. CARACTERÍSTICAS DE LA INSTITUCIÓN
174
derechos o acciones que los cónyuges tengan en sociedades propietarias de un
inmueble que sea residencia principal de la familia.
— Las normas que regulan los bienes familiares son de orden público, por ello los
derechos concedidos por ellas son irrenunciables, siendo sancionado con nulidad
absoluta cualquiera estipulación que contravenga las disposiciones de este párrafo,
según lo dispone el artículo 149 del Código Civil.
Por otro lado, debe tratarse de un inmueble que sirva de residencia principal de la
familia, sólo uno, de hecho, la ley habla de "el inmueble". En consecuencia, se ha
entendido por residencia principal el lugar donde efectivamente vive la familia, por
ello, debe excluirse una casa de veraneo, de descanso, como las denominadas
parcelas de agrado y las cabañas en las playas. El juez deberá resolver, caso a
caso, el carácter de residencia principal de un inmueble323.
175
No obstante, se presentan dos problemas interesantes. En primer lugar, en
relación con la expresión familia. Mientras algunos han entendido que debe
aplicarse el artículo 983, relativo a la sucesión intestada, para otros debe emplearse
una fórmula más estricta, contenida en el artículo 815324.
Por otro lado, se ha discutido el alcance que debe darse a exigencia de que el
inmueble sirva de residencia a la familia, especialmente en los casos de
disgregación familiar, es decir, cuando el cónyuge no propietario abandona la
vivienda familiar, o bien, cuando el cónyuge no propietario ha pretendido la
declaración sin que existan hijos comunes. Una sentencia interesante en este
sentido, es la de la Corte Suprema, de 31 de marzo de 2014, 325 la que declaró lo
siguiente:
176
y para ella el bien raíz es su residencia principal y como no puede vivir sola es lógico
que también allí resida su madre. Para la menor sigue existiendo el vínculo con su
padre y por ende ellos constituyen una familia de modo que el bien raíz que ocupa
es su residencia principal. Si bien, los cónyuges se divorciaron, de modo que ya no
les une un vínculo matrimonial, con ello no desaparece la familia, pues permanecen
los vínculos entre la hija con su padre y madre".
Por último, tanto Tomasello como Verdugo comparten la idea de que es posible
la declaración o afectación de bienes muebles que guarnecen el hogar, aun cuando
no exista propiedad sobre un inmueble y éste sea, por ejemplo, arrendado. 334
177
§ Los derechos y acciones que los cónyuges
tengan en sociedades propietarias de un inmueble
que sea residencia principal de la familia
Conforme al artículo 146, pueden ser afectados también los derechos o acciones
que los cónyuges tengan en sociedades propietarias de un inmueble que sirva de
residencia principal a la familia. Nótese que en este caso los cónyuges no son
dueños del inmueble que sirve de residencia principal de la familia, sino de derechos
y acciones en la sociedad titular del bien raíz.
§ La afectación judicial
El inciso 3º del artículo 141 permite la constitución provisoria de bien familiar: "Con
todo, la sola interposición de la demanda transformará provisoriamente en familiar
el bien de que se trate. En su primera resolución el juez dispondrá que se anote al
margen de la inscripción respectiva la precedente circunstancia. El Conservador
practicará la subinscripción con el solo mérito del decreto que, de oficio, le notificará
el tribunal". Podrá apreciarse que de la lectura de la norma se concluye que basta
la sola interposición de la solicitud para que el bien se transforme en familiar, incluso
178
sin que se practique la subinscripción. Esta interpretación ha sido rechazada por la
mayoría de la doctrina, ya que los terceros no pueden verse afectados mientras no
se practique la subinscripción.335Sin embargo, Corral considera que hay aquí un
defecto grave de la ley (la que debió exigir medidas de publicidad), que no puede
corregirse mediante las interpretaciones doctrinarias, so pena de desconocer el
texto expreso de la ley.336
Opera la constitución definitiva con la sentencia firme que declara al bien como
familiar. No exige el legislador que deba inscribirse, pero ello es evidente.337En el
caso de los bienes muebles que guarnecen el hogar, silencio guardó el legislador
sobre su afectación, pero se entiende que deben aplicarse las reglas dadas para el
inmueble residencia principal de la familia. No es necesario practicar alguna
subinscripción.
§ Fraude en la afectación
Conforme al inciso final del artículo 141: "El cónyuge que actuare
fraudulentamente para obtener la declaración a que se refiere este artículo, deberá
indemnizar los perjuicios causados, sin perjuicio de la sanción penal que pudiere
corresponderle". Como enseña Corral, originariamente la ley disponía que se
sancionaba la conducta del: "cónyuge que hiciere fraudulentamente la declaración
a que se refiere este artículo", dejando de lado la declaración contenida en el artículo
146. Lo curioso era que el artículo 141 no contemplaba posibilidad alguna de que
se hiciera una "declaración" de bien familiar, atribuyendo dicha facultad al juez. Fue
el texto refundido del D.F.L. Nº 2-95 el que dio la actual redacción a la norma, que
se refiere ahora al "cónyuge que actuare"; no obstante, se mantuvo fuera de su
ámbito de aplicación.
179
La declaración de bien familiar produce los siguientes efectos: primero, limita la
facultad de disposición; segundo, el beneficio de excusión; tercero, la notificación al
cónyuge no propietario del mandamiento de ejecución y embargo.
En relación con los actos, hay una evidente semejanza con el artículo 1749. En
primer lugar, la autorización se exige para la enajenación y gravamen, o promesa
de gravamen o enajenación voluntarios de los bienes declarados familiares (el bien
inmueble que sirve de residencia principal a la familia y los muebles que guarnecen
el hogar). No alcanza, por lo tanto, las enajenaciones forzadas, que se hacen por el
ministerio de la justicia. Tampoco a aquellos actos que no constituyen enajenación,
como las adjudicaciones. Finalmente, como en el caso del artículo 1749, la
autorización debe otorgarse en el respectivo título que sirve de antecedente a la
enajenación o al gravamen. En segundo término, se necesita la autorización para la
cesión del uso o goce de los bienes declarados familiares.
180
se trata requiere de esa solemnidad; además, puede intervenir otorgando mandato
especial, siempre que conste por escrito o por escritura pública, según el caso.
Puede apreciarse que la autorización debe otorgarse en términos similares a la
regulada en el art. 1749 respecto de los bienes sociales.339
181
§ Constitución de derechos de usufructo,
uso o habitación sobre bienes familiares
182
el artículo 766, el artículo 147 regule la constitución directamente por el juez, de
modo que, de forma similar a la usucapión, la inscripción de la sentencia se hace
para fines de oponibilidad y publicidad.343
183
Según el inciso 2º del artículo 148, toda vez que se proceda ejecutivamente en
contra del cónyuge propietario y se decrete el embargo de un bien familiar, el juez
ordenará que se notifique personalmente el mandamiento de ejecución al cónyuge
no propietario. Lo anterior, para que pueda oponer el beneficio de excusión. No
obstante, como afirma Verdugo, es el principal objetivo, pero no el único. 348
7. NORMAS DE COGESTIÓN
Hemos analizado que la naturaleza de las reglas que rigen los bienes familiares
constituye lo que la doctrina ha denominado el régimen primario y, en consecuencia,
se aplica tanto si el régimen patrimonial es la separación de bienes, participación en
los gananciales o sociedad conyugal. En relación con este último, se presentan
importantes problemas de concurso de las normas que regulan la administración
del régimen patrimonial y la cogestión derivada de la administración de bienes
familiares.
184
En sí mismo, el régimen de sociedad conyugal ya es bastante complejo.351 En
principio, existen una serie de patrimonios de afectación: un haber absoluto, otro
relativo, patrimonios propios de cada cónyuge y, los patrimonios especiales de los
artículos 150, 166 y 167 del Código Civil. A todo ello se suma un entramado de
normas que regulan el régimen de administración: el marido administra tanto los
bienes sociales como los bienes propios de la mujer (artículos 1749 y 1754 del
Código Civil), sujeto a las limitaciones que las mismas normas antes citadas
establecen y a las reglas especiales de los artículos 138 y 138 bis, sin perjuicio de
la administración extraordinaria de la sociedad conyugal (artículos 1758 y
siguientes).
Sin embargo, no es posible evitar una revisión de las dificultades que pudieran
presentarse con el sistema registral chileno. Piénsese, por ejemplo, en la
adquisición de un bien inmueble a título oneroso por la mujer, durante la vigencia
del régimen, sin que se configuren los requisitos del artículo 150 del Código
Civil.352 O la hipótesis, bastante común, en la que los cónyuges, casados en
sociedad conyugal adquieren una propiedad en calidad de comuneros.
185
participación en los gananciales. Si pensamos que dicho bien, adquirido en
comunidad, puede ser declarado familiar, tendremos tres estatutos que
eventualmente pueden colisionar.
Como solución a este concurso de normas que se produce entre las normas de la
sociedad conyugal y las normas contenidas en los artículos 141 y siguientes, Corral
señala que el principio de especialidad debería llevarnos a la aplicación de las
normas del régimen de sociedad conyugal, por sobre aquellas relativas a los bienes
familiares, que se aplican a todos los matrimonios, y que por lo mismo han de ser
calificadas de generales.353
186
Título tercero La sociedad conyugal como régimen económico tradicional del
matrimonio
Esta realidad social tuvo un correlato jurídico en la regulación que sobre los
efectos patrimoniales del matrimonio estableció Andrés Bello: administración
concentrada en el marido, en principio, con grandes facultades de administración,
gestionando, incluso, los bienes propios de la mujer, la incapacidad relativa de la
mujer casada en sociedad conyugal, entre otros aspectos.
187
Así como es entendible la primera regulación del Código Civil relativa a la
sociedad conyugal, por ser adecuada a la sociedad chilena de aquel entonces, en
virtud de las transformaciones experimentadas por la misma sociedad, con el
devenir de los años, la disciplina legislativa de la sociedad conyugal pasó a ser
objeto de diversas críticas, no obstante las reformas legales que establecieron el
patrimonio reservado, la exigencia de autorización de la mujer para un conjunto de
actos que con el tiempo se fue ampliando, la plena capacidad de la mujer casada
en sociedad conyugal, y las que permitieron pactar separación total de bienes o
participación en los gananciales.
Esta teoría ha sido objeto de numerosas críticas, dadas las diferencias existentes
entre el contrato de sociedad y la sociedad conyugal. En primer lugar, se afirma que
la sociedad es un contrato, en cambio la sociedad conyugal es impuesta por la ley
respecto de aquellos cónyuges que no han pactado un diverso régimen conyugal;
en segundo lugar, en la sociedad no se exige, a diferencia de la sociedad conyugal,
la diversidad de sexo; en tercer lugar, el contrato de sociedad exige como requisito
el aporte, en cambio, dicha exigencia no existe en la sociedad conyugal; en cuarto
lugar, una sociedad no termina necesariamente por la muerte de uno de los socios,
ya que puede pactarse que se continúa con los herederos del fallecido, a diferencia
de la sociedad conyugal en que la muerte le pone término; en quinto lugar, en la
sociedad los beneficios se distribuyen entre los socios en la forma estipulada, a falta
de estipulación, a prorrata de los aportes, en tanto que en la sociedad conyugal los
188
gananciales se dividen en mitades; en sexto lugar, el contrato de sociedad puede
estar sujeto a plazo, no así la sociedad conyugal.
Las críticas a esta teoría son las siguientes. Primero, que durante la vigencia de
la sociedad conyugal la mujer no tiene derechos sobre los bienes sociales y
respecto de terceros, el marido es el dueño de tales bienes, como si los suyos y los
sociales formasen un solo patrimonio, tal como dispone el art. 1750 del CC,
refrendado por el art. 1752 del mismo código, que dispone: "La mujer por sí sola no
tiene derecho alguno sobre los bienes sociales durante la sociedad, salvo en los
casos del art. 145". Segundo, Andrés Bello en una anotación hecha en el proyecto
de 1853 descartó el dominio de la mujer sobre los bienes sociales durante la
vigencia de la sociedad conyugal, calificándolo de ficción inconducente. Tercero, la
sociedad conyugal no es una comunidad, ya que a su disolución nace, precisamente
una comunidad formada entre los cónyuges o entre uno de éstos y los herederos
del cónyuge fallecido, que se liquida según las reglas generales.
189
hecho del matrimonio se contrae sociedad de bienes entre los cónyuges, y toma el
marido la administración de los de la mujer, según las reglas que se expondrán en
el título De la sociedad conyugal".
El art. 135 es una norma de orden público, tal como se desprende del inciso final
del art. 1721, "No se podrá pactar que la sociedad conyugal tenga principio antes o
después de contraerse el matrimonio; toda estipulación es contrario es nula", salvo
el caso de los que se han casado en el extranjero, en conformidad al inc. 2º del art.
135.
Dentro del activo o haber cabe distinguir entre el haber absoluto o real y el haber
relativo. Dentro del pasivo o debe, cabe distinguir entre el pasivo absoluto y el
pasivo relativo. Analizaremos en forma pormenorizada esta materia.
190
El haber absoluto o real de la sociedad conyugal está formado por aquellos bienes
que ingresan a la sociedad en forma absoluta e irrevocable, sin generar recompensa
para el cónyuge que los ingresó. Ruz lo define del siguiente modo: "aquel que está
integrado por todos aquellos bienes, corporales e incorporales, muebles o
inmuebles, que constituyen, en definitiva, los gananciales del régimen, sin que la
sociedad conyugal deba compensar por ello al cónyuge que los aporta o adquiere
durante el régimen"356.
Los bienes que integran el haber absoluto son, en primer lugar, los salarios y
emolumentos de todo género de empleos y oficios, devengados durante el
matrimonio; segundo, todos los frutos, réditos, pensiones, intereses y lucros de
cualquier naturaleza, que provengan, sea de los bienes sociales, sea de los bienes
propios de cada uno de los cónyuges, y que se devenguen durante el matrimonio;
tercero, los bienes que cualquiera de los cónyuges adquiera durante el matrimonio
a título oneroso; cuarto, las minas denunciadas por uno o por ambos cónyuges,
durante la vigencia de la sociedad conyugal y, quinto, la parte del tesoro que
corresponde al dueño del sitio en que se encuentra, si el tesoro es hallado en un
terreno social.
Se refiere este primer caso al producto del trabajo de los cónyuges con
independencia de su denominación, duración, forma de remuneración, etc. Lo
anterior, en la medida que se devenguen durante la vigencia de la sociedad
conyugal, por tanto, un honorario pagado durante la sociedad conyugal, pero
devengado con anterioridad al inicio de ella, no ingresa a la sociedad conyugal, pero
debe diferenciarse entre el trabajo divisible y el indivisible.
191
época de su terminación, en consecuencia, si se terminó durante la vigencia de la
sociedad conyugal, ingresará el honorario a ésta.
Ingresan al haber absoluto los frutos tanto de los bienes sociales como de los
bienes propios. Lo último se justifica ya que la sociedad conyugal debe hacerse
cargo de los gastos de mantención de la familia. Considérese que, además, según
el art. 1740 Nº 4, las cargas y reparaciones usufructuarias de los bienes propios
deben hacerse con cargo a la sociedad conyugal.
La norma no distingue, luego se refiere tanto a los frutos civiles como naturales,
devengados durante el matrimonio, es decir, durante la vigencia de la sociedad
conyugal.
Para determinar a quién pertenecen los frutos naturales, hay que distinguir si
están pendientes o percibidos. Si al momento de iniciarse la sociedad conyugal los
frutos están pendientes, ingresarán al haber absoluto, pero si están percibidos,
ingresan al haber relativo, arts. 648, 781 y 1772 del CC.
192
Los frutos civiles se devengan día a día, según el art. 790 del CC, norma de
aplicación general, aunque esté ubicada a propósito del usufructo.
Según el art. 1736, "La especie adquirida durante la sociedad, no pertenece a ella
aunque se haya adquirido a título oneroso, cuando la causa o título de la adquisición
ha precedido a ella", por tanto, no ingresan a la sociedad si la adquisición procede
de:
193
• Lo que se paga a cualquiera de los cónyuges por capitales de créditos
constituidos antes del matrimonio, pertenecen al cónyuge acreedor, lo mismo si el
interés se devengó con anterioridad al matrimonio y se pagó una vez vigente la
sociedad conyugal.
Los mismos principios se aprecian en los artículos 1728 y 1729 del Código Civil.
Dispone el art. 1728: "El terreno contiguo a una finca propia de uno de los
cónyuges, y adquirido por él durante el matrimonio a cualquier título que lo haga
comunicable según el artículo 1725, se entenderá pertenecer a la sociedad; a
menos que con él y la antigua finca se haya formado una heredad o edificio de que
el terreno últimamente adquirido no pueda desmembrarse sin daño; pues entonces
la sociedad y el dicho cónyuge serán condueños del todo, a prorrata de los
respectivos valores al tiempo de la incorporación". Por tanto, debe tratarse de una
adquisición a título oneroso, tal es el sentido de la expresión "a cualquier título que
lo haga comunicable". Si la adquisición es a título gratuito, se aplican las reglas
generales. En principio, se aplica la regla general del art. 1725 Nº 5, esto es, dado
que se trata de una adquisición a título oneroso operada durante la vigencia de la
sociedad conyugal, ingresa el bien al haber absoluto. A continuación se agrega una
excepción: si ambos predios forman una sola heredad o edificio, esto es, si pierden
su individualidad, de forma tal que el terreno recientemente adquirido no puede
separarse sin causar daño, se crea una comunidad entre la sociedad conyugal y el
cónyuge respectivo, a prorrata de los valores correspondientes al tiempo de la
incorporación. Si los terrenos mantienen su individualidad rigen las reglas
generales357. Como lo explica Rossel, "Esta regla se ha adoptado para evitar, por
razones de equidad y conveniencia pública, la división de inmuebles que no la
admiten sin desvalorizarse considerablemente"358.
Por su parte, el art. 1729 dispone: "La propiedad de las cosas que uno de los
cónyuges poseía con otras personas proindiviso, y de que durante el matrimonio se
hiciere dueño por cualquier título oneroso, pertenecerá proindiviso a dicho cónyuge
y a la sociedad, a prorrata del valor de la cuota que pertenecía al primero, y de lo
que haya costado la adquisición del resto". Esto quiere decir que, antes del inicio de
la sociedad conyugal, existía comunidad sobre un bien entre un cónyuge y otras
194
personas, y durante aquella el cónyuge adquiere el dominio exclusivo del bien, a
título oneroso. Se mantiene la indivisión, pero ahora entre el cónyuge y la sociedad
conyugal. Si las nuevas cuotas se adquieren a título gratuito, cesa la comunidad y
el cónyuge será dueño de todo el bien.
— Las minas denunciadas por uno o por ambos cónyuges, durante la vigencia de
la sociedad conyugal, salvo que exista patrimonio reservado (1730). Esta norma
concuerda con el art. 25 del Código de Minería, por lo que, siguiendo a Barcia, "el
hallazgo de minas y su explotación son jurídicamente trabajo"359.
La parte del tesoro que corresponde al dueño del sitio en que se encuentra, si ello
ocurre en un terreno social (art. 1731).
El haber relativo está formado por aquellos bienes que ingresan a la sociedad
conyugal en forma transitoria, pero que otorgan un crédito o recompensa al cónyuge
respectivo, crédito que se hará efectivo a la disolución de la sociedad conyugal.
Como explica Barcia, "Así al haber relativo de la sociedad conyugal ingresan los
bienes de forma temporal o transitoria, pues respecto de ellos se encuentra
conferido al cónyuge propietario del bien un crédito o derecho de recompensa contra
la sociedad que es su deudora, equivalente al valor de adquisición del bien"360.
Integran el haber relativo, en primer lugar, los dineros que los cónyuges aportaren
al matrimonio o que durante la sociedad conyugal adquirieren a título gratuito, art.
1725 Nº 3; segundo, cosas fungibles y especies muebles que cualquiera de los
cónyuges aportare al matrimonio, o durante él adquiriere, a título gratuito, art. 1725
Nº 4; tercero, la parte del tesoro que corresponde al descubridor, encontrado
durante la vigencia de la sociedad conyugal, art. 1731; cuarto, donaciones
remuneratorias muebles, cuando el servicio prestado no da acción en contra de la
persona servida, art. 1738 inc. 2º; quinto, bienes muebles adquiridos a título oneroso
durante la vigencia de la sociedad conyugal, si la causa o título de la adquisición es
anterior a ella, (art. 1736 inc. final).
195
actualidad, la correspondiente recompensa debe pagarse reajustada, según el art.
1734.
Está formado por aquellos bienes que no ingresan ni al haber absoluto ni al haber
relativo, los bienes pertenecen al cónyuge respectivo. Siguiendo a Ruz, "es aquel
que se compone de bienes excluidos de la comunidad, ya sea por la ley, por la
voluntad de los esposos o por la voluntad del tercero que los transfiere a título
gratuito a alguno de los cónyuges"363. El haber propio está compuesto por los
siguientes bienes: primero, bienes inmuebles que cada cónyuge tiene al momento
196
de casarse; segundo, bienes inmuebles adquiridos durante la vigencia de la
sociedad conyugal a título gratuito; tercero, bienes muebles excluidos de la sociedad
conyugal en las capitulaciones matrimoniales; cuarto, aumentos que experimentan
los bienes propios de cada cónyuge; quinto, lo debido a los cónyuges a título de
recompensas; sexto, inmuebles subrogados a un inmueble propio o a valores
destinados a tal objeto en las capitulaciones matrimoniales o en una donación por
causa de matrimonio.
197
El bien propio de un cónyuge puede experimentar aumentos por causas naturales
o por obra del hombre. Si el aumento procede por causas naturales, no se genera
recompensa para la sociedad conyugal, art. 1771 inc. 2º, "Por los aumentos que
provenga de causas naturales e independientes de la industria humana, nada se
deberá a la sociedad". En cambio, si el aumento proviene de la mano humana, sí
se origina recompensa en favor de la sociedad conyugal, art. 1746, "Se la debe
asimismo recompensa por las expensas de toda clase que se hayan hecho en los
bienes de cualquiera de los cónyuges, en cuanto dichas expensas hayan
aumentado el valor de los bienes, en cuanto subsistiere este valor a la fecha de la
disolución de la sociedad; a menos que este aumento del valor exceda al de las
expensas, pues en tal caso se deberá sólo el importe de éstas". Señala Ramos
Pazos364, "No escapará que la situación que venimos tratando tiene mucha
importancia cuando, por ejemplo, en un sitio de propiedad de uno de los cónyuges
se levanta durante la vigencia de la sociedad conyugal un edificio de elevado valor.
Es bien claro que el edificio es un bien propio del cónyuge, no es un bien social,
aunque el edificio tenga mayor valor que el terreno, lo que corrientemente ocurre
hoy día con la tendencia de construir edificios de altura".
198
• Subrogación de inmueble a inmueble por permuta. Según la primera parte del
inc. 1º del art. 1733, "Para que un inmueble se entienda subrogado a otro inmueble
de uno de los cónyuges, es necesario que el segundo se haya permutado por el
primero (...)". Por tanto, primero, se requiere que uno de los cónyuges deba ser
dueño de un inmueble365; segundo, que durante la vigencia de la sociedad conyugal,
se permute ese bien raíz por otro366; tercero, que en la escritura pública de permuta
debe expresarse el ánimo de subrogación367; cuarto, si el bien raíz que se subroga
es de la mujer, deberá ésta autorizar la subrogación, a diferencia de lo que ocurría
con anterioridad a la ley Nº 18.802, en que se exigía autorización judicial con
conocimiento de causa, y, quinto, que exista proporcionalidad entre el valor de los
bienes, atendiendo al inc. 6º del art. 1733 que dispone: "Pero no se entenderá haber
subrogación, cuando el saldo a favor o en contra de la sociedad excediere a la mitad
del precio de la finca que se recibe, la cual pertenecerá entonces al haber social,
quedando la sociedad obligada a recompensar al cónyuge por el precio de la finca
enajenada o por los valores invertidos, y conservado éste el derecho a llevar a
efecto la subrogación, comprando otra finca". Es decir, si el saldo no excede a la
mitad del precio de la finca que se recibe opera la subrogación, no ocurre lo mismo
si el saldo es superior. Por ejemplo, el bien de propiedad de un cónyuge asciende
a $ 6.000.000, el bien que lo sustituye asciende a $ 10.000.000, el saldo en contra
de la sociedad asciende a $ 4.000.000, la mitad del valor de la finca que se recibe
es de $ 5.000.000. En este ejemplo sí hay subrogación, ya que el saldo en contra
de la sociedad conyugal no excede a la mitad del valor de la finca que se recibe.
199
absoluto de la sociedad conyugal. Existen excepciones, una de las cuales se refiere
a la subrogación, pero como tal institución es de procedencia restrictiva, deben
cumplirse rigurosamente sus requisitos, no siendo posible obviar o modificar
éstos373.
200
final del artículo establece una presunción simplemente legal, disponiendo: "Se
presume que todo bien adquirido a título oneroso por cualquiera de los cónyuges
después de disuelta la sociedad conyugal y antes de su liquidación, se ha adquirido
con bienes sociales. El cónyuge deberá por consiguiente, recompensa a la
sociedad, a menos que pruebe haberlo adquirido con bienes propios o provenientes
de su sola actividad personal"376. Concluimos el estudio de este artículo señalando
la existencia de una regla de índole probatoria en su inc. 2º, en cuya virtud, "Ni la
declaración de uno de los cónyuges que afirme ser suya o debérsele una cosa, ni
la confesión del otro, ni ambas juntas, se estimarán suficiente prueba, aunque se
hagan bajo juramento". Agrega el inc. 3º: "La confesión, no obstante, se mirará como
una donación revocable, que, confirmada por la muerte del donante, se ejecutará
en su parte de gananciales o en sus bienes propios, en lo que hubiere lugar".
CAPÍTULO III
EL PASIVO SOCIAL
1. EL PASIVO SOCIAL
2. EL PASIVO ABSOLUTO
201
contribución a las deudas a las relaciones de los cónyuges entre sí, en el sentido de
determinar en definitiva qué patrimonio deberá soportar las consecuencias del pago
realizado378.
— La mujer asume una deuda autorizada por el marido: esta regla se entendía
antes de la ley Nº 18.802 cuando la mujer era una incapaz relativa; luego,
necesitaba de la autorización del marido para obligarse, pero en la actualidad la
norma no tiene sentido y reclama una pronta modificación. La mujer se obliga en
virtud de autorización judicial: es el caso del art. 138 inc. 2º, es decir, si existe un
202
impedimento del marido que no sea de larga ni de indefinida duración, en este caso,
se obligan los bienes sociales y los del marido como si éste hubiese actuado,
también obliga la mujer sus bienes propios hasta concurrencia del beneficio
particular que ha recibido del acto de que se trate. Mujer mandataria del marido: si
la mujer contrae obligaciones en virtud de un mandato del marido general o especial
rigen las reglas generales. Con todo, existe una norma especial que no altera lo
anterior. Así, debe aplicarse el art. 1751 inc. 1º, "Toda deuda contraída por la mujer
con mandato general o especial del marido, es, respecto de terceros, deuda del
marido y por consiguiente de la sociedad; y el acreedor no podrá perseguir el pago
de esta deuda sobre los bienes propios de la mujer, sino sólo sobre los bienes de la
sociedad y sobre los bienes propios del marido". Se trata de una aplicación del art.
1448. El inc. 2º, agregado por la ley Nº 18.802, vino a regular la situación de la mujer
mandataria, en aplicación del art. 2151, que actúa a nombre propio: "Si la mujer
mandataria contrata a su propio nombre, regirá lo dispuesto en el artículo 2151",
esto es, no obliga a la sociedad conyugal ni al marido, la deuda sólo podrá
perseguirse en el patrimonio reservado de la mujer o en los bienes que administra
según los arts. 166 y 167. Deuda que se ha contraído conjuntamente por marido y
mujer o por éstos en forma solidaria o subsidiaria: dichas deudas se harán efectivas
sobre los bienes sociales, salvo si la deuda cede en utilidad de la mujer, en cuyo
caso se aplica el art. 1751 inc. final, en cuya virtud "Los contratos celebrados por el
marido y la mujer de consuno o en que la mujer se obligue solidaria o
subsidiariamente con el marido, no valdrán contra los bienes propios de la mujer,
salvo en los casos y términos del sobredicho inciso 2º, y sin perjuicio de lo dispuesto
en el inciso 1º del artículo 137", o sea, se afectan los bienes propios de la mujer si
la deuda ha cedido en su interés particular. Compras hechas por la mujer al fiado
de determinados bienes muebles: el art. 137 inc. 2º se refiere a las compras al fiado
realizadas por la mujer de bienes muebles destinados al consumo ordinario de la
familia, "obligan al marido en sus bienes y en los de la sociedad conyugal; y obligan
además los bienes propios de la mujer, hasta concurrencia del beneficio particular
que ella reportare del acto, comprendiendo en este beneficio el de la familia común
en la parte en que de derecho haya ella debido proveer a las necesidades de ésta".
Llamativo resulta que cuando debe fiarse la mujer obligue a la sociedad conyugal.
Probablemente se trate de una norma práctica, dado que son las mujeres las que
usualmente solicitan compras al fiado, no así los maridos.
203
conyugal, de uno de los cónyuges o de un tercero: Si el marido garantiza con
prenda, hipoteca o fianza una obligación de la sociedad conyugal, la sociedad
conyugal deberá pagar la deuda, lo accesorio sigue la suerte de lo principal. Si el
marido garantiza con prenda, hipoteca o fianza una obligación personal de uno de
los cónyuges, la sociedad conyugal deberá pagar y soportar el pago de la deuda,
pero tiene derecho a recompensa, es decir, la deuda ingresa al pasivo relativo. Si el
marido garantiza con prenda, hipoteca o fianza una obligación ajena, para ello
requiere autorización de la mujer, y en tal caso, se obliga la sociedad sin derecho a
recompensa. Si la mujer no autoriza, el marido obliga sólo sus bienes propios.
204
personal de la crianza y educación de los hijos. Los gastos de educación
comprenden la enseñanza básica, media, y superior, sea técnica o profesional. Se
distingue entre expensas ordinarias y extraordinarias. Las expensas ordinarias de
educación son de cargo de la sociedad conyugal, incluso si el hijo tuviese bienes
propios, art. 231 en relación con el 1740 Nº 5 y 1744. Sólo si los bienes sociales
fuesen insuficientes se podrá sacar de los bienes propios del hijo. Se trata de los
gastos que demanda la educación normal y corriente de los hijos, atendida la
posición social de los padres, así opina Alessandri381. Las expensas extraordinarias
de educación, es decir, las que exceden los gastos normales de educación, como
seguir estudios en el extranjero, deben pagarse con los bienes propios del hijo, si
los tuviere y sólo si le han sido efectivamente útiles.
Los gastos de establecimiento del hijo, es decir, los necesarios para darle un
estado o colocación estable, enseña Alessandri, como los que demande el
matrimonio, ingreso a un servicio público o particular, instalación de un taller u
oficina382, son de cargo de la sociedad conyugal, pero si el hijo tuviese bienes
propios podrán sacarse de ellos, conservándose íntegros los capitales en cuanto
sea posible, art. 231. Gastos para mantener otras cargas de familia, según el art.
205
1740 inc. 2º del Nº 5, "Se mirarán como carga de familia los alimentos que uno de
los cónyuges esté por ley obligado a dar a sus descendientes o ascendientes,
aunque no lo sean de ambos cónyuges; pero podrá el juez moderar este gasto si le
pareciere excesivo, imputando el exceso al haber del cónyuge". Tales gastos, en
principio, son de cargo de la sociedad conyugal y no generan recompensa, salvo
que sean excesivos, caso en el que hay recompensa por el exceso.
3. EL PASIVO RELATIVO
Está formado por aquellas deudas que son de cargo de la sociedad conyugal,
pero no de manera definitiva, ya que se genera una recompensa a favor de la
sociedad conyugal en contra del cónyuge respectivo. Es decir, son deudas sociales
desde el punto de vista de la obligación a las deudas, ya que la sociedad conyugal
debe pagarlas, pero no desde el punto de vista de la contribución a las deudas,
puesto que no está obligada a soportar en definitiva su pago, procediendo
recompensa a favor de la sociedad conyugal en contra del cónyuge en cuyo
beneficio ha cedido la deuda.
— En conformidad al art. 1745 inc. 1º, "En general, los precios, saldos, costas
judiciales y expensas de toda clase que se hicieren en la adquisición o cobro de los
bienes, derechos o créditos que pertenezcan a cualquiera de los cónyuges, se
presumirán erogados por la sociedad, a menos de prueba contraria, y se le deberán
206
abonar". Por lo tanto, ingresan al pasivo aparente las deudas hereditarias o
testamentarias que se originan de una herencia adquirida por un cónyuge, (art. 1745
inc. final).
— El supuesto del art. 1746: "Se la debe asimismo recompensa por las expensas
de toda clase que se hayan hecho en los bienes de cualquiera de los cónyuges, en
cuanto dichas expensas hayan aumentado el valor de los bienes, y en cuanto
subsistiere este valor a la fecha de la disolución de la sociedad; a menos que este
aumento del valor exceda al de las expensas, pues en tal caso se deberá sólo el
importe de éstas".
Se ha sostenido que el art. 1778 establecería una presunción en orden a que las
deudas serían sociales, se trataría de una presunción simplemente legal, en
consecuencia, aquel acreedor que sostuviese que se tratase de una deuda personal
de un cónyuge y que es, por consiguiente, propia del pasivo relativo, deberá
soportar el onus probandi. El citado artículo señala: "El marido es responsable del
total de las deudas de la sociedad; salvo su acción contra la mujer para el reintegro
de la mitad de estas deudas, según el artículo precedente". Siguiendo a Frigerio,
"La presunción anterior protege a la mujer en sus bienes, como una especie de
compensación por no tener, por sí sola, derecho alguno a los bienes sociales
durante la sociedad salvo los casos del artículo 145"384.
207
La norma fundamental en esta materia es el art. 1749, precepto que en su inc. 1º
prescribe, "El marido es jefe de la sociedad conyugal, y como tal administra los
bienes sociales y los de su mujer; sujeto, empero, a las obligaciones y limitaciones
que por el presente Título se le imponen y las que haya contraído por las
capitulaciones matrimoniales". Si el marido es menor de edad deberá nombrarse un
curador y estaremos en presencia de la administración extraordinaria de la sociedad
conyugal. La citada norma debe complementarse con los arts. 1752 y 1754 inc. final.
En virtud del primero, "La mujer por sí sola no tiene derecho alguno sobre los bienes
sociales durante la sociedad, salvo en los casos del artículo 145". Según el segundo
precepto: "La mujer, por su parte, no podrá enajenar o gravar ni dar en
arrendamiento o ceder la tenencia de los bienes de su propiedad que administre el
marido, sino en los casos de los artículos 138 y 138 bis".
La administración ordinaria se refiere tanto a los bienes sociales como a los bienes
propios de la mujer, no obstante la plena capacidad de ésta. En relación a la
administración de los bienes sociales, una doble limitación tiene el marido: las
establecidas en las capitulaciones matrimoniales y la ley.
La primera limitación, por tanto, está dada por las capitulaciones matrimoniales,
pero como éstas no se celebran con frecuencia, en la práctica las limitaciones a la
administración ordinaria de la sociedad conyugal se circunscriben a la limitación
legal constituida por la exigencia de la autorización de la mujer para ciertos actos
jurídicos. Sin perjuicio de lo anterior, en una capitulación matrimonial podrían
excluirse bienes de la sociedad conyugal o establecer que la mujer periódicamente
recibirá una suma mensual, pero no se puede llegar al extremo de privar al marido
de la administración de la sociedad conyugal, toda vez que si así ocurriese
procedería la nulidad absoluta por objeto ilícito en atención a los arts. 1717, 1682, y
1466385.
208
consistió en establecer para estos actos la autorización de la mujer. En 1989, con
la ley Nº 18.802, nuevamente se modificó el art. 1749, ampliando los actos respecto
de los cuales el marido necesita autorización de la mujer llegando, de este modo, a
la situación actualmente vigente.
§ Autorización de la mujer
— Especificidad. Según el art. 1749 inc. 7º, primera parte, "La autorización de la
mujer deberá ser específica". Así lo estableció la ley Nº 18.802. Durante la vigencia
de la ley Nº 10.271, se discutía si la autorización debía ser especial o podía ser
genérica, generando posturas discrepantes en la doctrina. Así, Alessandri 387y
Somarriva388sostenían que la autorización debía ser genérica, en tanto que Larraín
y De la Maza opinaban en un sentido contrario389. La ley Nº 18.802 decidió la
cuestión, disponiendo que la autorización debe ser específica, es decir, deberá
otorgarse para un acto determinado en condiciones concretas390. En la actualidad
se discute si la hipoteca con cláusula de garantía general es compatible con la
especificidad de la autorización. La hipoteca con cláusula general garantiza
obligaciones futuras, por tanto, cauciona obligaciones indeterminadas. Para Ramos
Pazos la hipoteca con cláusula de garantía general, teniendo presente que no debe
confundirse contrato principal con contrato accesorio, no se opone a la especificidad
de la hipoteca, bastaría precisar el bien raíz respectivo391. En palabras de Rozas
"Lo que se quiso evitar fue que la mujer, presionada por su marido, diera
autorizaciones genéricas en que no se supiere hasta dónde se comprometía el
patrimonio familiar. Por ejemplo, que el marido diera en hipoteca cualquier bien
social para garantizar toda clase de obligaciones. Esta autorización sería genérica,
no específica, y no cumpliría con lo que dispone el art. 1749, al respecto" 392. Según
Troncoso, reconociendo que se trata de un punto debatible, la autorización para la
hipoteca con cláusula general es específica, "porque al otorgar su autorización para
una caución con dicha cláusula la mujer tiene cabal conocimiento del acto que se
realiza y la forma en que se compromete el patrimonio de la sociedad conyugal.
Además, la autorización dice relación precisamente con la constitución de una
caución determinada"393. En nuestra opinión, la hipoteca con cláusula de garantía
general se opone a la especificidad de la autorización de la mujer que exige el art.
1749. En efecto, mal puede cumplirse con ella si ni siquiera es posible saber si
surgirá una nueva obligación, y como lógica consecuencia de lo anterior, el monto
de la misma. Se trata de una cláusula abusiva. Con todo, algunas entidades
financieras permiten optar al mutuario en orden a si acepta o no la referida cláusula,
lo que nos hace cuestionarnos sobre la eficacia de la información que sobre el
particular es entregada por los bancos y financieras.
209
— Solemnidad. Según el art. 1749 inc. 7º, la autorización debe otorgarse por
escrito o por escritura pública si el acto exige esa solemnidad. Antes de la
ley Nº 18.802 la autorización debía otorgarse siempre por escritura pública. Por lo
tanto, si se trata de la venta de un inmueble, deberá otorgarse por escritura pública,
en cambio, si el contrato a autorizar fuese una promesa, bastará que conste por
escrito, aunque ciertamente lo recomendable es la escritura pública.
— Debe ser anterior a la celebración del acto o contrato. La autorización debe ser
previa o simultánea a la celebración del acto. Sin perjuicio de la ratificación del acto
anulable.
210
Estos actos, señalados en el art. 1749, son los siguientes:
211
— Enajenar o gravar voluntariamente o prometer enajenar o gravar los derechos
hereditarios que correspondan a la mujer. Según el inc. 3º del art. 1749, "El marido
no podrá enajenar o gravar voluntariamente ni prometer enajenar o gravar los
bienes raíces sociales ni los derechos hereditarios de la mujer, sin autorización de
ésta", constituyendo una limitación introducida por la ley Nº 18.802. Explica Ramos
Pazos, "Dijimos que no había razón para que estuviera en el art. 1749, por no
tratarse de un bien social, sino propio de la mujer. Hoy día pensamos de manera
distinta, puesto que los derechos hereditarios que pudieren corresponder a la mujer,
al no ser derechos inmuebles, no constituyen un bien propio e ingresan por ello al
activo relativo de la sociedad conyugal"397.
— Disponer por acto entre vivos a título gratuito de bienes sociales. Prescribe el
inciso cuarto del art. 1749: "No podrá tampoco, sin dicha autorización, disponer
entre vivos a título gratuito de los bienes sociales, salvo el caso del art. 1735". Ya
habíamos señalado que el marido puede disponer con libertad de los bienes
muebles sociales enajenándolos, salvo el supuesto de donación. Debemos precisar
que la norma es relativa únicamente a las donaciones de bienes muebles sociales,
ya que la donación de los bienes inmuebles ya está comprendida en la enajenación
de bienes inmuebles sociales.
— Arrendar los bienes inmuebles por más de cinco años si son urbanos o por más
de ocho si son rústicos. Esta norma se refiere al arriendo de bienes inmuebles y
contratos que impliquen ceder la tenencia del bien, como el comodato. El texto legal
explicita que se incluyen en la limitación las prórrogas de los plazos, (art. 1749 inc.
4º).
212
contrato y en el endoso y no en la constitución de la caución, no se necesita
autorización de la mujer399-400.
Si el marido celebra uno de los actos respecto de los cuales requiere autorización
de la mujer sin contar con ésta, la sanción, por regla general, es la nulidad relativa.
Así lo establece el art. 1757, el cual dispone que, "los actos ejecutados sin cumplir
con los requisitos prescritos en los arts. 1749 y 1754 y 1755 adolecerán de nulidad
relativa (...)".
En el segundo caso, cuando una vez casada desea ser socia de una sociedad de
personas, si la mujer tiene un patrimonio reservado y actúa dentro de éste, no
necesita al marido en lo absoluto, ella actúa en forma independiente y se le
considera parcialmente separada de bienes. Si no tiene patrimonio reservado, dado
que es plenamente capaz, puede celebrar el contrato de sociedad sin necesidad de
la autorización del marido, pero surge el problema de cumplir con el aporte, para lo
que requiere de la voluntad del marido, o puede aportar los bienes que administra
en conformidad a los arts. 166 y 167, o aportar su trabajo.
Estas situaciones excepcionales son, en primer lugar, compras que la mujer hace
al fiado de bienes muebles naturalmente destinados al consumo ordinario de la
familia (art. 137 inc. 2º), caso en que la mujer obliga los bienes sociales; en segundo
lugar, si la mujer actúa mediante un mandato general o especial otorgado por el
marido, obliga los bienes sociales y del marido, pero si el acto cedió en su utilidad,
obligará, además, sus bienes propios (art. 1750 y 1751 inc. 1º); en tercer lugar, en
caso de impedimento que no sea de larga ni de indefinida duración, la mujer podrá
obligar los bienes sociales, y los bienes propios suyos y del marido, previa
autorización judicial con conocimiento de causa, si de la demora se siguiere perjuicio
(art. 138 inc. 2º). Agrega el inciso final, "La mujer, en el caso a que se refiere el
inciso anterior, obliga al marido en sus bienes y en los sociales de la misma manera
que si el acto fuera del marido; y obliga además sus bienes propios, hasta
concurrencia del beneficio particular que reportare del acto.
214
§ Administración de los bienes propios de la mujer
— Nombrar partidor de bienes en que tenga interés la mujer. Según el art. 1326
inc. 1º y 2º, "Si alguno de los coasignatarios no tuviere la libre disposición de sus
bienes, el nombramiento de partidor, que no haya sido hecho por el juez, deberá
ser aprobado por éste. Se exceptúa de esta disposición la mujer casada cuyos
bienes administra el marido; bastará en tal caso el consentimiento de la mujer, o el
de la justicia en subsidio". La norma se refiere a la situación en que el marido pide
el nombramiento del partidor, caso en el que requiere de la autorización de la mujer,
215
pero si es la propia mujer la que pide el nombramiento, considerando que es
plenamente capaz, no vemos ninguna ilegalidad en ello.
— Enajenar y gravar bienes muebles de la mujer que el marido esté o pueda estar
obligado a restituir en especie. En este caso, nuevamente, el marido requiere de la
autorización de la mujer, art. 1755. Esta norma habla de "otros bienes", pero debe
entenderse referida a los bienes muebles, ya que el art. 1754 regla la situación de
los bienes raíces. El marido está obligado a restituir en especie los bienes muebles
excluidos de la sociedad conyugal en las capitulaciones matrimoniales (art. 1725
Nº 4 inc. 2º). El marido puede estar obligado a restituir en especie los bienes que la
mujer aporta al matrimonio en las capitulaciones matrimoniales, y que han sido
debidamente tasados, de forma tal de devolverlos en valores o en especie a
elección de la mujer (art. 1717).
216
de la mujer debe prestarse en la forma prescrita en el art. 1749. Con anterioridad a
la ley Nº 18.802 la norma solo incluía los arriendos y no los contratos que implicaban
ceder la tenencia.
— Aceptar o repudiar una herencia o legado. Según el inc. final del art. 1225, "El
marido requerirá el consentimiento de la mujer casada bajo el régimen de sociedad
conyugal para aceptar o repudiar una asignación deferida a ella. Esta autorización
se sujetará a lo dispuesto en los dos últimos incisos del art. 1749".
— Aceptar o repudiar una donación. Situación regulada en el art. 1411 inc. final,
"Las reglas dadas sobre la validez de la aceptación y repudiación de herencias o
legados se extienden a las donaciones".
La sanción que procede es la nulidad relativa, por regla general, salvo respecto
de arrendar o ceder la tenencia de bienes raíces de la mujer por más de cinco años
si son urbanos o por más de ocho si son rústicos, caso en el que la sanción es la
inoponibilidad más allá de dichos plazos. Esta sanción se establece en el art. 1757.
Puede alegar la nulidad y la inoponibilidad la mujer, sus herederos o cesionarios,
para ello disponen de cuatro años contados desde la disolución de la sociedad
conyugal o desde que cesa la incapacidad de la mujer o de sus herederos. Si
transcurren diez años desde la celebración del acto o contrato no puede pedirse la
nulidad.
Sabemos que el que administra los bienes propios de la mujer es el marido, por
ello, según el art. 1754 inc. final, "La mujer, por su parte, no podrá enajenar o gravar
ni dar en arrendamiento o ceder la tenencia de los bienes de su propiedad que
administre el marido, sino en los casos de los artículos 138 y 138 bis". En caso de
infracción al art. 1754 se ha discutido qué sanción es la procedente, la nulidad
absoluta o la nulidad relativa. Algunos, como Rozas406y Troncoso407, opinan que la
sanción es la nulidad absoluta, ya que el art. 1754 es una norma prohibitiva. La
jurisprudencia ha aceptado esta posición. Ramos Pazos408, en un primer momento,
sostenía que debía aplicarse la nulidad relativa, pero actualmente entiende que
procede la nulidad absoluta. Podría pensarse que la sanción es la nulidad relativa,
considerando que la mencionada sanción de ineficacia se habría establecido, en la
especie, en atención al estado o calidad de la mujer, pero como ya se ha indicado,
el art. 1754 es una norma prohibitiva y su infracción hace procedente la nulidad
absoluta por objeto ilícito.
218
prefiere dar a un tercero, un curador. Ese curador puede ser un curador general o
un curador de bienes. Será curador general cuando el marido es menor de edad o
se le haya declarado en interdicción por demencia, sordomudez o disipación. En
cambio, será curador de bienes si el marido está ausente (arts. 342 y 343)" 409.
Establece el inc. 1º del art. 138, "Si por impedimento de larga o indefinida
duración, como el de interdicción, el de prolongada ausencia, o desaparecimiento,
se suspende la administración del marido, se observará lo dispuesto en el párrafo
4º del Título De la sociedad conyugal". Por su parte, según el art. 1758, "La mujer
que en el caso de interdicción del marido, o por larga ausencia de éste sin
comunicación con su familia, hubiere sido nombrada curadora del marido, o
curadora de sus bienes, tendrá por el mismo hecho la administración de la sociedad
conyugal". Agrega el inc. 2º, "Si por incapacidad o excusa de la mujer se encargaren
estas curadurías a otra persona, dirigirá el curador la administración de la sociedad
conyugal".
219
§ Facultades de administración de la mujer
Respecto a los bienes propios de la mujer, los administra ésta con libertad, sin
necesidad de autorización alguna. Sí tiene limitaciones tratándose de los bienes
sociales y de los propios del marido, asunto que analizaremos a continuación. La
mujer que administra debe rendir cuenta de su administración, como todo tutor o
curador (art. 415), y debe responder de la culpa leve (art. 391).
En conformidad al art. 1759 inc. 1º, "La mujer que tenga la administración de la
sociedad, administrará con iguales facultades que el marido". Pero requiere
autorización judicial, dada con conocimiento de causa, respecto de los siguientes
casos:
— Disponer por acto entre vivos a título gratuito de los bienes sociales. Se refiere
tanto a los muebles como a los inmuebles, dado que el precepto no distingue. Se
exceptúan las donaciones de poca monta, atendidas las fuerzas del haber social
(art. 1759 inc. 3º parte final en relación con el art. 1735).
— Arrendar o ceder la tenencia de bienes raíces sociales por más de cinco años
si son urbanos y por más de ocho si son rústicos. En este caso, además de la
autorización judicial, dada con conocimiento de causa, se requiere información de
utilidad (art. 1761). En conformidad al art. 1760, "Todos los actos y contratos de la
mujer administradora, que no le estuvieren vedados por el artículo precedente, se
mirarán como actos y contratos del marido, y obligarán en consecuencia a la
sociedad y al marido; salvo en cuanto apareciere o se probare que dichos actos y
contratos se hicieren en negocio personal de la mujer".
Sanción en caso de ejecutar los actos señalados sin autorización judicial. Por
regla general la sanción es la nulidad relativa, con dos excepciones: primera,
constituirse en avalista, codeudora solidaria o subsidiaria u otorgar otras cauciones
respecto de terceros, la sanción es que la mujer sólo obliga sus bienes propios y los
que administra de acuerdo a los art. 150, 166 y 167; segunda, arrendar o ceder la
tenencia de bienes raíces sociales por más de cinco años si son urbanos y por más
220
de ocho si son rústicos, en este caso, la sanción es la inoponibilidad para el marido
y sus herederos más allá de los plazos respectivos (inc. 1º, parte final del art. 1761).
Corresponde la acción de nulidad e inoponibilidad al marido, sus herederos o
cesionarios. El plazo es de cuatro años contados desde que cesó el hecho que
motivó la curaduría, si han transcurrido diez años no podrá solicitarse la nulidad (art.
1759 incs. 4º y 5º).
La mujer administra los bienes propios del marido en conformidad a las reglas de
las curadurías, inc. final del art. 1759. Es decir, para enajenar y gravar bienes raíces
con hipoteca, censo o servidumbre y para enajenar y empeñar bienes muebles
preciosos o que tengan valor de afección, se requiere autorización judicial por causa
de utilidad o necesidad manifiesta, la venta debe hacerse en pública subasta (arts.
393 y 394).
221
técnicamente hablando. En principio, existen una serie de patrimonios de
afectación: un haber absoluto, otro relativo, patrimonios propios de cada cónyuge y,
los patrimonios especiales de los artículos 150, 166 y 167 del Código Civil. A todo
ello se suma un entramado de normas que regulan el régimen de administración: el
marido administra tanto los bienes sociales como los bienes propios de la mujer
(artículos 1749 y 1754 del Código Civil), sujeto a las limitaciones que las mismas
normas antes citadas establecen, y a las reglas especiales de los artículos 138 y
138 bis, sin perjuicio de la administración extraordinaria de la sociedad conyugal
(artículos 1758 y siguientes). Y, como si el cuadro no fuese complejo, el régimen de
administración limitada, puede superponerse al sistema de coadministración de los
bienes familiares, como lo prescriben los artículos 140, Nº 1, en relación con los
artículos 141 y siguientes.
— Muerte natural de uno de los cónyuges (art. 1764 Nº 1). La causal requiere que
uno de los cónyuges debe haber fallecido. Conforme al artículo 78 del Código
Civil: "La persona termina en la muerte natural". La muerte es, como señala
Ducci: "...la terminación de las funciones vitales del individuo. Es un concepto claro,
aunque hoy día se habla también de "muerte clínica". Se entiende por tal un estado
en que se conservan algunas funciones vitales, especialmente vegetativas, que se
mantienen, por lo general, en forma artificial, pero, no obstante ellas, el individuo ha
perdido toda conciencia o proceso intelectual".412
222
terapéuticos, el artículo 149 del Código Sanitario y el cual dispone lo siguiente: "Para
los efectos de lo previsto en el inciso segundo del artículo 146 y en el precedente,
la muerte se acreditará mediante certificación médica otorgada por dos facultativos,
uno de los cuales, al menos, deberá desempeñarse en el campo de la neurología o
neurocirugía. Los facultativos que otorguen la certificación no podrán formar parte
del equipo que realice el trasplante. Sólo podrá otorgarse la certificación cuando se
haya comprobado la abolición total e irreversible de todas las funciones encefálicas,
lo que se acreditará mediante la certeza diagnóstica de la causa del mal y, a lo
menos, dos evidencias electroencefalográficas, en la forma que señale el
reglamento. Este podrá, además, indicar procedimientos adicionales para certificar
la muerte. En estos casos, al certificado de defunción expedido por el médico se
agregará un documento en que se dejará constancia de los antecedentes que
permitieron acreditar la muerte". Con todo, la disposición fue derogada por el artículo
17 de la ley Nº 19.451, que establece normas sobre trasplante y donación de
órganos, de 29 de marzo de 1996, que a su vez fue modificada por las leyes
Nºs. 20.413, de 15 de enero de 2010 y 20.673, de 20 de junio de 2013.
Podemos darnos cuenta que la norma es bastante más precisa que la regulación
anterior, contenida en el artículo 149 del Código Sanitario, pero además la propia
norma legal reconduce la regulación al reglamento que se debía dictar al efecto. La
primera regulación reglamentaria corresponde al Decreto Nº 656, de 17 de
diciembre de 1997, Título II, artículos 20 a 25. Actualmente, la materia se encuentra
223
regulada por el Decreto Nº 35, de 21 de octubre de 2013, Título IV, artículos 17 a
22.
• Si una persona recibe una herida grave en la guerra o le sobreviene otro peligro
semejante (artículo 81 Nº 7). Aquí encontramos una doble excepcionalidad. Por un
lado, el día presuntivo de muerte será: a) el del día de acción de guerra o peligro;
b) si no puede determinarse exactamente un día, un término medio entre el principio
y el fin de la época en que pudo ocurrir el suceso. En segundo término, en estos
casos se concederá derechamente la posesión definitiva de los bienes del
desaparecido. Si la persona recibió una herida grave, por ejemplo, y las últimas
noticias que se tienen de ella son, como en nuestro ejemplo, del 30 de septiembre
de 2000, el juez puede declarar la muerte presunta, comprobadas las exigencias
del artículo 81, transcurridos cinco años, es decir, a partir del 30 de septiembre de
2005. La muerte será fijada ahora en un día y no es una fecha. Si por ejemplo, hay
constancia de que el combate o la actividad de peligro se registró el 20 de
septiembre de 2000, ese será el día presuntivo de muerte, pero si no puede fijarse
con certeza, el juez debe fijar un término medio. Si los combates se prolongaron por
un mes, por ejemplo, entre los días 1 y 31 de julio de 2000, el juez deberá fijar la
fecha de muerte el 15 de julio de ese año;
224
• Pérdida de una nave o aeronave (artículo 81 Nº 8). Aquí encontramos una triple
excepcionalidad, plenamente justificada por lo demás. Transcurridos tres meses del
desaparecimiento (y no los cinco años que se exige en otros casos), el juez
declarará la muerte presunta como en el caso anterior y concederá también la
posesión definitiva de los bienes. La misma norma se aplica al tripulante que cae a
tierra o al mar; si la misma aeronave cae en tierra o mar, siempre que no puedan
encontrarse cuerpos o restos de los viajeros desaparecidos.
• Si transcurren cinco años desde las últimas noticias y el desaparecido tenía más
de setenta años, o si han transcurrido más de diez años contados desde la últimas
noticias, sin importar la edad, el juez debe decretar inmediatamente la posesión
definitiva de los bienes. Los efectos serán distintos, según se otorgue la posesión
provisoria o definitiva de los bienes a los interesados. El otorgamiento del decreto
que concede la posesión provisoria de los bienes del desaparecido, disuelve la
sociedad conyugal, no el matrimonio, conforme a lo prescrito en el artículo 84 del
Código Civil. En aquellos casos en que se pase de la mera ausencia a la posesión
definitiva sin pasar por la posesión provisoria, el decreto que concede la posesión
definitiva pone término a la sociedad conyugal. Distinto es el caso en que se otorgue
la posesión definitiva, pero para ello habrá que distinguir entre el régimen general y
los regímenes especiales que antes hemos descrito. Comencemos por estos
últimos. Todos los casos en que se otorga derechamente la posesión definitiva de
los bienes del desaparecido, con arreglo a los regímenes de excepción de los
artículos 81 números 7, 8 y 9; y, en los supuestos del artículo 82, ponen término al
matrimonio. Lo dispone así el artículo 43 de la Ley de Matrimonio Civil:
"El matrimonio termina por la muerte presunta de uno de los cónyuges, cuando
hayan transcurrido diez años desde la fecha de las últimas noticias, fijada en la
sentencia que declara la presunción de muerte. El matrimonio también se termina
si, cumplidos cinco años desde la fecha de las últimas noticias, se probare que
han transcurrido setenta años desde el nacimiento del desaparecido. El mismo
plazo de cinco años desde la fecha de las últimas noticias se aplicará cuando la
presunción de muerte se haya declarado en virtud del número 7 del artículo 81
del Código Civil. En el caso de los números 8 y 9 del artículo 81 del Código Civil,
225
el matrimonio se termina transcurrido un año desde el día presuntivo de la muerte.
El posterior matrimonio que haya contraído el cónyuge del desaparecido con un
tercero, conservará su validez aun cuando llegare a probarse que el desaparecido
murió realmente después de la fecha en que dicho matrimonio se contrajo". 413
226
retorna, resurgirá el matrimonio que le ligaba a su anterior cónyuge, y se considerará
que la disolución no ha tenido lugar. Para restaurar la vida en común no le será
necesario contraer nuevas nupcias".415
227
los bienes no comprendidos en ella", artículo que debe relacionarse con el 158 inc.
2º. Debemos recordar que según lo dispuesto en el inc. 1º del artículo 165, "La
separación efectuada en virtud de decreto judicial o por disposición de la ley es
irrevocable y no podrá quedar sin efecto por acuerdo de los cónyuges, ni por
resolución judicial".
228
— Pacto de sustitución de régimen. Nos referiremos al pacto separadamente en
el apartado siguiente.
229
El pacto del art. 1723 se caracteriza por ser solemne, irrevocable, no puede estar
sujeto a modalidades y no puede perjudicar los derechos de terceros. Analicemos
brevemente cada una de estas características.
Solemnidad. Que el pacto sea solemne no cabe la menor duda, porque debe
otorgarse por escritura pública; pero además, conforme al inc. 2º del art. 1723: "...no
surtirá efectos entre las partes ni respecto de terceros, sino desde que esa escritura
se subinscriba al margen de la respectiva inscripción matrimonial". Para ello existe
el plazo de treinta días contados desde la fecha de la escritura pública. Es decir, el
pacto tiene una doble solemnidad: la escritura pública y la subinscripción. 422 En
relación al plazo de treinta días, éste es fatal, ya que la norma utiliza la expresión
"dentro de", y es de días corridos.
No puede perjudicar a terceros. El artículo 1723 inc. 2º parte final dispone: "El
pacto que en ella conste (se refiere a la escritura pública) no perjudicará, en caso
alguno, los derechos válidamente adquiridos por terceros respecto del marido o de
la mujer". El supuesto típico está representado por la celebración del pacto como
mecanismo para eludir obligaciones, comúnmente dinerarias, contraídas por el
marido antes de la celebración del pacto, liquidando en el acto la sociedad conyugal
y adjudicándole los bienes a la mujer.424 De todos modos, no hay inconveniente
230
alguno para que se produzca, hoy en día, la situación contraria, es decir, que la
mujer pretenda eludir una deuda contraída con anterioridad a la celebración del
pacto y que, en la liquidación de la sociedad conyugal se adjudiquen todos los
bienes al marido, recibiendo ella, en cambio, dinero. Pueden utilizarse, en este
sentido, mecanismos adicionales para aparentar una genuina liquidación, como por
ejemplo, que el cónyuge que deba recibir su mitad de gananciales en dinero y no
en los bienes adjudicados al otro, lo reciba mediante letras de cambio giradas en su
beneficio, aceptadas por el otro cónyuge, con ánimo de novar, lo que produce la
extinción de las obligaciones que le dieron origen a la letra. 425 Sin embargo, no ha
sido feliz la inteligencia de la frase que consagró la protección de los terceros y,
desde temprano, provocó problemas de interpretación. Para Somarriva, la frase
empleada por el artículo 1723 no tiene sentido en la medida que la disolución de la
sociedad conyugal tiene alcance limitado, quedando, en consecuencia, con pleno
vigor los actos ejecutados vigente la sociedad conyugal. Tampoco tiene sentido la
frase, en su concepto, tratándose de la acción pauliana, porque aunque el precepto
no existiera, concurriendo mala fe, debería proceder ésta. El objetivo de la
disposición habría sido crear una "cuasipresunción" de fraude, considerando
sospechosos los actos ejecutados en perjuicio de los acreedores y facilitando, de
este modo, el ejercicio de la acción pauliana.426 Para Peñailillo, el pacto puede ser
impugnado por cualquiera de estas tres vías: una acción pauliana, una acción
ordinaria de inoponibilidad y una acción por simulación. A diferencia de Somarriva,
la frase tiene sentido únicamente en el supuesto que pueda intentarse una acción
de inoponibilidad, pues tanto en el supuesto de acción pauliana, como en el de
simulación, bastaría remitirse a las normas generales.427Tratándose de la acción
pauliana, la principal dificultad en su aplicación estriba en la calificación que pudiese
tener el pacto de sustitución y el acto posterior de liquidación. Según el autor,
aunque el pacto de sustitución no pueda calificarse ni de oneroso (pues se trata de
una convención destinada a regular las relaciones económicas entre los cónyuges,
sin que importe necesariamente un gravamen en beneficio recíproco), es
perfectamente aplicable la acción pauliana, por cuanto el artículo 2468, en su
numeral segundo, se refiere en general a los actos y contratos no comprendidos en
el número anterior, es decir, que no pueden ser calificados de onerosos. No existiría
inconveniente en cuanto a la partición de común acuerdo, que se considera por la
doctrina como una convención onerosa428. En lo que toca a la acción de simulación,
como indica Peñailillo: "Como todo acto que se celebra, conscientemente, sin la
voluntad de realizarlo, el pacto de separación y la subsiguiente partición, si es el
caso, son atacables por la vía de la simulación. Si ha habido simulación, lo
más probable es que se trate de la denominada "absoluta" (tras el acto ostensible
no se oculta ninguno). Sólo se habría aparentado una separación y liquidación, pero
se tiene la intención de continuar en el mismo estado de cosas (la continuación de
la vida económica de los cónyuges, en la misma situación de antes, especialmente,
231
la tenencia material de los bienes liquidados, sería uno de los elementos de prueba
que tiende a configurarla)"429. Como advierte el propio Peñailillo, se trata de una
acción difícil de configurar. De hecho, hemos tomado conocimiento sólo de muy
pocos fallos que, conociendo la acción de simulación deducida en contra del pacto
y la liquidación del régimen matrimonial, han tenido la oportunidad de pronunciarse
sobre el punto430. Finalmente, justifica la frase consignada en el artículo 1723, en la
medida que fundamentaría una acción ordinaria de inoponibilidad, como hemos
visto. Pero el autor agrega la importante cuestión de que la expresión empleada en
el artículo 1723 supone que el fraude que implica la acción de inoponibilidad no
debe ser probado por el acreedor, a diferencia de la acción pauliana, en la que sí
debería acreditarse dicho fraude.431 Dicha posición del citado autor parece
discutible, desde que no existe diferencia en lo que respecta a su naturaleza jurídica,
entre la acción de inoponibilidad y la acción pauliana. De hecho, por ejemplo, Ducci,
quien ha tratado expresamente la inoponibilidad por fraude, reconoce en el artículo
2468, precisamente, la consagración de la causal de ineficacia. De este modo, la
opinión de Peñailillo, parece referir a la declaración del artículo 1723 simplemente
un contenido del que carece.432 Hay otras alternativas planteadas por Peñailillo,
como la ejecución de la mujer, amparados en la aceptación de los gananciales y en
su obligación de contribuir al pago de las deudas sociales, fundado especialmente
en el artículo 1777. También indica que se ha discutido la posibilidad de demandar
ejecutivamente al marido y, en dicho juicio, embargar los bienes adjudicados a la
mujer. Ramos Pazos indica que todas estas alternativas son propuestas por
Peñailillo como diferentes posibilidades de actuación del acreedor, pero lo cierto es
que Peñailillo se opone, al menos, a esta última alternativa , pues considera que
supone otorgarle una interpretación excesiva al artículo 1723. Advierte que una vez
subinscrito, el pacto tiene efectos absolutos, que no podrían operar respecto del
acreedor. En consecuencia, estima que el acreedor debería probar, al menos, el
perjuicio irrogado por el pacto y la subsecuente liquidación. 433 La observación de
Peñailillo es acertada, en el sentido de que permitir el embargo de los bienes de la
mujer, cuando se le han adjudicado los bienes, como si el pacto no existiese, supone
entender la inoponibilidad como una sanción que opera de pleno derecho. Sin
embargo, es necesario hacer notar que se trata de una opinión aceptada en algún
sector de la doctrina434. ¿Qué ocurre con la jurisprudencia?, ¿cuál es el alcance la
fórmula de no perjuicio a los terceros? En esta materia, los tribunales han asumido,
a nuestro juicio, dos posiciones claramente diferenciadas y que se han analizado en
los párrafos precedentes. Un grupo de sentencias, de las que tomaremos algunos
ejemplos, estima que estamos frente a una inoponibilidad de pleno derecho, porque
permite al acreedor, especialmente en el contexto de un juicio ejecutivo, dirigirse en
contra del cónyuge deudor y los bienes adjudicados al otro, como si el pacto no
hubiese existido. De otro lado, otro grupo exige que se deduzca, necesariamente,
una acción de inoponibilidad, sosteniendo que, en dicho supuesto, el acreedor debe
232
acreditar el perjuicio. El primer grupo de sentencias, como hemos dicho, parece
entender que estamos frente a una inoponibilidad de pleno derecho 435. Como se
aprecia en las sentencias comentadas, con independencia de la fuente de la
obligación, es decir, se trate de un delito o cuasidelito o bien de una fuente
convencional, los tribunales han interpretado mayoritariamente que el cónyuge
puede oponerse al embargo del bien adjudicado, sin necesidad que el acreedor
rinda prueba alguna. Este criterio debe ser complementado con la tendencia
jurisprudencial a restringir o limitar los alcances retroactivos de la adjudicación,
materia a la que nos hemos referido detalladamente. No obstante, hay que
reconocer la interesante cuestión de que la Corte rechaza la tercería porque el
embargo era anterior al acto de adjudicación, en cuyo caso cabe preguntarse por el
criterio jurisprudencial que debe seguirse, en los casos en que bienes inmuebles
sean adjudicados y se intente un embargo con posterioridad a dicho acto,
fundándose en una deuda anterior al pacto. Una tendencia minoritaria entiende que
la inoponibilidad debe ser declarada, exigiendo el perjuicio del acreedor. En este
sentido se pronunció el fallo de la Corte Suprema de 30 de agosto de 2004436.
Según el inc. 3º del art. 1723, "En la escritura pública de separación total de bienes
o en la que se pacte participación en los gananciales, según sea el caso, podrán los
cónyuges liquidar la sociedad conyugal o proceder a determinar el crédito de
participación o celebrar otros pactos lícitos, o una y otra cosa; pero todo ello no
producirá efecto alguno entre las partes ni respecto de terceros, sino desde la
subinscripción a que se refiere el inciso anterior". Por lo tanto, en una misma
escritura se puede cambiar de régimen y liquidar la sociedad conyugal e incluso
celebrar otros pactos lícitos, como renunciar a los gananciales. Es altamente
recomendable cambiar de régimen y liquidar en el mismo acto la sociedad conyugal,
para evitar la aplicación de la presunción del art. 1739 inc. final, ya que se presumen
sociales los bienes adquiridos a título oneroso después de disuelta la sociedad
conyugal, pero antes de su liquidación.
233
— Generación de una comunidad entre los cónyuges o entre el cónyuge
sobreviviente y los herederos del fallecido. Como se sabe, disuelta la sociedad
conyugal, con arreglo al artículo 1764 del Código Civil, se forma una comunidad
entre los cónyuges (o entre el sobreviviente y los herederos) que debe ser liquidada,
siguiendo para ello las reglas de la partición. Desde luego, en los casos de las
causales contenidas en los números 1764 Nº 1, en relación con el artículo 42 de la
ley Nº 19.947, en adelante LMC, en los supuestos de divorcio; y, en los casos de
los números 3 y 4, es decir, las sentencias de separación judicial, separación total
de bienes y la que declara la nulidad de matrimonio; finalmente, por el pacto de
sustitución de régimen, del artículo 1723 del Código Civil. La comunidad, no
obstante, también puede formarse entre el cónyuge sobreviviente y los herederos
del fallecido, en los supuestos de los números 1 y 2 del artículo 1764, es decir,
muerte natural (en relación con el artículo 42 de la LMC) y la muerte presunta (en
relación con el artículo 84 del Código Civil). No dispone explícitamente la ley la
conformación de dicha comunidad, pero no se puede desprender otra cosa de los
artículos 1774 y 1776. Conforme a la primera disposición: "Ejecutadas las
antedichas deducciones, el residuo se dividirá por mitad entre los dos cónyuges".
Y, respecto de la segunda: "La división de los bienes sociales se sujetará a las
reglas dadas para la partición de los bienes hereditarios". No haría falta la
disposición, porque el artículo 2313 sujeta a las comunidades a las reglas de la
partición, pero, precisamente en virtud de dicha regla especial, puede afirmarse que
la naturaleza es la de una comunidad.437Desde luego, la jurisprudencia ha
enfatizado también el carácter de comunidad438. Con todo, el problema estriba en
resolver la naturaleza de dicha comunidad, ¿estamos en presencia de una indivisión
que supone una universalidad jurídica, como en la herencia, o sólo se trata de una
comunidad que recae sobre bienes individualmente considerados? La cuestión no
es menor, si pensamos en las consecuencias jurídicas que supone adoptar una
posición u otra. Como afirma Somarriva, de las distintas categorías de indivisión, la
que distingue entre indivisión sobre una cosa universal e indivisión sobre una cosa
singular, que es la que nos interesa, está expresamente reconocida en nuestra
legislación, por cuanto, el artículo 1317 dispone: "Ninguno de los coasignatarios de
una cosa singular o universal será obligado a permanecer en la indivisión". Para
Somarriva, estamos en presencia de una indivisión que recae sobre una cosa
universal, cada vez que la comunidad recaiga sobre un patrimonio, es decir, un
conjunto de bienes y pasivos, distinto del patrimonio, que antes de los indivisarios,
ha tenido otro titular. En cambio, si la comunidad tiene por objeto bienes
determinados, no estamos en presencia de una indivisión sobre cosa
universal.439Las consecuencias entre ambos tipos de indivisión, son considerables.
Según el profesor Somarriva, en la comunidad sobre universalidad, se producen las
siguientes: en principio, el derecho del comunero es indeterminado, como lo
denomina "flotante", que sólo va a determinarse hecha la partición440. Ello es
234
precisamente lo que justifica, en su concepto, el efecto declarativo de la partición,
conforme al artículo 1344. Y, como el derecho tiene carácter indeterminado; en otros
términos, no se comunica con los bienes que componen la indivisión, la tradición no
se sujeta a las reglas de los bienes raíces, ni puede rescindirse la compraventa, por
ejemplo, por lesión enorme.441En la indivisión sobre cosa singular, los efectos son
los inversos442. Para Somarriva, no cabe duda que la comunidad que resulta de la
disolución de la sociedad conyugal, sea entre los cónyuges o bien entre el cónyuge
sobreviviente y los herederos del fallecido, tiene la naturaleza, como el derecho real
de herencia, de una universalidad jurídica.443Esta es también la opinión categórica
de Ramos Pazos, quien subraya la circunstancia que disuelta la sociedad conyugal,
se genera una comunidad a título universal, pues recae sobre un patrimonio, con un
activo y un pasivo, incluyendo el activo todos los bienes que eran de la sociedad,
inclusive los reservados y, en el pasivo, todas la deudas sociales, incluidas las
adquiridas en el patrimonio reservado.444Pueden hallarse algunas sentencias que
siguen este criterio, es decir, que estamos en presencia de una comunidad a título
universal445. Como indica Ramos Pazos, los tribunales han acogido este criterio
cuando han permitido las tercerías de dominio, en los casos de embargo de un bien
perteneciente a la comunidad. Los tribunales han entendido que, en tal caso, el
cónyuge puede alegar la exclusión de los derechos recaídos sobre el bien
embargado. Por ejemplo, en la sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago,
de 7 de enero de 1998, la Corte declaró que: "Los acreedores de uno de los
cónyuges, por deudas posteriores a la disolución de la sociedad conyugal, podrán
perseguir y embargar bienes propios y los derechos que, como comunero, le
corresponden sobre los bienes sociales, pero de ninguna manera la totalidad de
éstos y si de hecho la embargaren, el otro cónyuge o sus herederos pueden deducir
la correspondiente tercería para que el embargo se reduzca a esos derechos. Una
vez disuelta la sociedad conyugal nace una comunidad sobre los bienes sociales
cuyos propietarios son ambos cónyuges".446En el fallo de la Corte Suprema, de 26
de enero de 2005, el tribunal reiteró el criterio de que disuelta la sociedad conyugal,
se genera una comunidad, de modo que ambos tienen una cuota en el derecho de
dominio de la cosa: "Por lo mismo, a la fecha en la que se trabó el embargo, el
marido ejecutado sólo era dueño del 50% del derecho de dominio sobre la
cosa...".447Hay algunos autores que se muestran escépticos. Para Peñailillo, la
cuestión es discutible, aunque no profundiza en el problema. 448Una opinión muy
interesante sostuvo Lira Urquieta, quien la califica como una comunidad de hecho.
Para él, enfocando el asunto desde la perspectiva de los frutos y aumentos de los
bienes comunes, la disolución de la sociedad conyugal supone que ésta deviene en
una comunidad de hecho, agregando que los frutos, aumentos y mejoras deben
dividirse entre los cónyuges por mitades y no según el aporte a la comunidad, como
resulta de la interpretación armónica de los artículos 1772 y 1774. Ello quiere decir,
según Lira, que el Código ha asumido una posición ecléctica, abandonando el
235
rigorismo que hubiese implicado aceptar la subsistencia de una comunidad a tabula
rasa, lo que importa concluir que subsiste, mediante una suerte de ficción legal, el
régimen de la sociedad conyugal en algunos aspectos. 449Siendo así, a nuestro
parecer, es difícil pensar en una universalidad. A nuestro juicio, una precisión, de la
mano de Silva Segura, se impone. Así como en la sucesión por causa de muerte
debe distinguirse entre el derecho real de herencia, que sí constituye una
universalidad jurídica que recae sobre el patrimonio del causante, y el derecho de
dominio recaído sobre los bienes que componen ese patrimonio, diferencia
expresamente admitida en el artículo 1268 del Código Civil, es necesario tener en
cuenta este criterio a la hora de analizar la comunidad que se forma disuelta la
sociedad conyugal.450Como señalan Díez-Picazo y Gullón, la universalidad no es
un objeto distinto de las cosas que lo componen; no tiene existencia ontológica, sino
lógica. En las universalidades de hecho existe un agregado de bienes de la mano
del hombre (un rebaño, una pinacoteca); en cambio, las universalidades jurídicas
suponen la agregación de cosas materiales y derechos, pero por obra de la
ley.451Partiendo de estos supuestos, a nuestro juicio, hay buenas razones para
dudar de la naturaleza o carácter de la comunidad quedada a la disolución de la
sociedad conyugal. En principio, porque, a diferencia de la herencia, es evidente
que en la comunidad entre los cónyuges, no se ha reconocido la existencia de un
derecho real distinto e independiente del dominio, como lo dispone el artículo 1268
del Código Civil. Pero al margen de esta consideración, no se aprecia en la
comunidad quedada a la disolución de la sociedad conyugal un conjunto correlativo
de activos y pasivos. En efecto, así como se reputa al marido dueño de los bienes
sociales vigente la sociedad conyugal y que la mujer, por sí sola, no tiene derecho
en los bienes sociales (artículos 1750 y 1752), disuelta la sociedad conyugal, de
acuerdo con lo que dispone el artículo 1778, el marido es el responsable del total
de las deudas de la sociedad, salvo la acción contra la mujer para el reintegro de la
mitad de sus deudas, con la limitación del beneficio de emolumentos. Ello quiere
decir que el pasivo se encuentra dividido por ley y no exactamente en proporción a
lo que se recibe, ni tampoco subsiste esta división para los terceros, lo que
constituye una diferencia elemental con la herencia.452No existe una transmisión de
un patrimonio, porque el único titular, antes de disolverse la sociedad conyugal es
el marido y, después de disuelta, lo es también en relación con las deudas, de modo
que sólo se podría pensar en un condominio sobre una masa de bienes. La
jurisprudencia invocada por los partidarios de la tesis de la universalidad jurídica, de
hecho, se refiere claramente a la comunicabilidad de la cuota de cada cónyuge con
los bienes que, en particular, integran los gananciales.
236
sociedad conyugal; no obstante, debemos tener presente que si se adquiere un bien
a título oneroso después de la disolución, pero antes de la liquidación de la sociedad
conyugal, por aplicación del inc. final del art. 1739, tal bien se presume adquirido
con bienes sociales, como hemos tenido la oportunidad de analizar. En definitiva,
se incluyen en el activo: los bienes sociales, los bienes reservados, salvo que la
mujer renuncie a los gananciales, los frutos de los bienes de la mujer que administra
según los arts. 166 y 167 y lo que ha adquirido con tales frutos. Los bienes
adquiridos con posterioridad pertenecen al cónyuge respectivo, con excepción de la
hipótesis contenida en el artículo 1739 del Código Civil.Por su parte, el pasivo se
integra con todas las deudas sociales, incluidas las del patrimonio reservado, a
menos que la mujer renuncie a los gananciales. Las deudas contraídas con
posterioridad son del cónyuge respectivo y podrán perseguirse en los bienes que le
correspondan en la liquidación de la sociedad conyugal. Si un acreedor intentase
embargar bienes comunes o del otro cónyuge, procede la correspondiente tercería
de dominio, como hemos tenido la oportunidad de analizar.
— Cesa el derecho de goce que tenía la sociedad sobre los bienes de los
cónyuges. Los frutos de los bienes propios de los cónyuges, en conformidad al art.
1725 Nº 2, ingresan al haber absoluto de la sociedad conyugal y son administrados,
por tanto, por el marido, en su rol de jefe de la sociedad conyugal, pero según lo
prescrito en el artículo 1772: "Los frutos pendientes al tiempo de la restitución, y
todos los percibidos desde la disolución de la sociedad, pertenecerán al dueño de
las respectivas especies", mismo criterio que sigue el art. 781 respecto al usufructo.
La norma del art. 1772 es aplicable sólo a los frutos naturales, respecto de los frutos
civiles, según el art. 790, otra norma del usufructo, pero que tiene aplicación
general: "Los frutos civiles pertenecerán al usufructuario día por día". Ramos
Pazos453propone el siguiente ejemplo: "Si la sociedad se disuelve un 15 de agosto,
por ejemplo, la renta de arriendo de un bien raíz propio de uno de los cónyuges se
reparte de la forma siguiente: la correspondiente a los primeros quince días ingresa
a la masa común; la proveniente de los últimos quince días incrementa el haber del
cónyuge dueño". La liquidación de la sociedad conyugal y la renuncia a los
gananciales serán tratadas especialmente.
Se puede entender por renuncia a los gananciales al "al acto por el cual la mujer,
antes del matrimonio o después de la disolución de la sociedad conyugal, abandona
el derecho a participar de las utilidades que resulten de la administración de los
bienes sociales y propios de cada cual".454Si la mujer renuncia a los gananciales,
no responderá por parte alguna de las deudas sociales, luego, es otra forma en que
la protege la ley, su cuota acrecerá al marido o a sus herederos, pero aquél deberá
237
soportar el total de las deudas sociales.455Para los herederos, la renuncia es
divisible, de modo que pueden hacerlo algunos y otros no. Por eso, según el artículo
1785: "Si sólo una parte de los herederos de la mujer renuncia, las porciones de los
que renuncian acrece a la porción del marido".
Dos son, por lo tanto, los momentos en que la mujer podrá renunciar a los
gananciales: en las capitulaciones matrimoniales y después de la disolución de la
sociedad conyugal. En el primer caso, debe tratarse de una capitulación matrimonial
celebrada con anterioridad al matrimonio, y si la mujer es menor de edad, requiere
autorización judicial, como lo dispone el artículo 1721 inciso 1º. Después de la
238
disolución de la sociedad conyugal, que será el caso más común, la facultad de
renuncia se encuentra consagrada en el artículo 1781:
¿Qué significa que no haya entrado en su poder alguna parte del haber a título de
gananciales? Sobre esta materia, la sentencia de la Corte Suprema, de 17 de
febrero de 2015, resolvió lo siguiente:
"El artículo 1782 del Código Civil utiliza la conjunción temporal "mientras" como
única alusión a tiempo para los efectos del ejercicio de la prerrogativa que le
concede a la mujer casada en orden a renunciar a los gananciales, para luego
someter dicho ejercicio a una condición, cual es, que "no haya entrado en su poder
ninguna parte del haber social a título de gananciales. Dicho de otro modo, la
facultad de renunciar permanece en el acervo de la mujer casada en régimen de
sociedad conyugal durante todo el lapso en que mantenga una conducta negativa
en relación con los gananciales, esto es, que ninguna porción de ellos haya
ingresado al ámbito de su disponibilidad, es decir, sin que haya realizado actos
que induzcan al observador a entender una aceptación de los gananciales, sin
que haya desarrollado conductas más allá de los actos que puedan considerarse
puramente conservativos, de inspección o de administración provisoria urgente, y
que importen, sin duda, la aceptación de los gananciales (considerando 6º de la
sentencia de casación). En este contexto resulta claro que el plazo para renunciar
a los gananciales no está dado por ninguna otra circunstancia que no sea el
ingreso de alguna parte de los gananciales al poder de la mujer, cuestión que, en
el caso de autos, no se ha dado, ya que la solicitante no fue quien realizó las
gestiones pertinentes para obtener la posesión efectiva de la herencia que habría
quedado al fallecimiento de su cónyuge, ni tampoco gestionó para la
conservación, inspección o administración provisoria de urgencia en relación con
los gananciales, de manera que mal puede presumirse que optó por sumar sus
bienes propios al haber social, permaneciendo en inactividad en lo que a los
gananciales se refiere, hasta el momento en que manifestó expresamente su
voluntad de renunciar a ellos, a través de la escritura pública que el Conservador
de Bienes Raíces rehusó inscribir y que motiva la presente solicitud. Por
239
consiguiente, no existe razón para rechazar la inscripción de la renuncia a los
gananciales formulada por la solicitante, desde que, además, se modificó la
posesión efectiva de la herencia eliminando del inventario de bienes quedados al
fallecimiento del cónyuge de la peticionaria, el inmueble de que se trata, sin que
obste a ello el hecho que la renuncia se haya concretado con posterioridad a la
primitiva concesión de la posesión efectiva, en la medida que no fue gestionada
por la compareciente y que fue corregida por la autoridad correspondiente
(considerandos 7º y 8º de la sentencia de casación)".457
240
La renuncia a los gananciales produce como efectos, en primer lugar, la confusión
de los derechos de la sociedad y del marido. Al respecto, el artículo 1783
dispone: "Renunciando la mujer o sus herederos, los derechos de la sociedad y del
marido se confunden e identifican, aun respecto de ella", luego la mujer no recibirá
ningún bien del haber social, pero tampoco le corresponderá parte alguna de las
deudas de la sociedad y como todos los bienes pasarán al marido, no hay
comunidad que liquidar. En segundo lugar, los bienes del patrimonio reservado y
los frutos de los bienes que administra la mujer, según los arts. 166 y 167 le
pertenecerán sólo a la mujer. En tercer lugar, en caso alguno pierde la mujer su
derecho a las recompensas e indemnizaciones, conforme al artículo 1784.
241
que, recuérdese que según el inc. 1º del art. 1739 éstos se presumen sociales.
Además, deberán comprenderse las deudas sociales y las del patrimonio reservado
y los frutos de los bienes que la mujer administra según los arts. 166 y 167. En
cambio, no se incluyen en el inventario los bienes que la mujer administra según los
arts. 166 y 167.
La norma no establece un plazo para inventariar los bienes, pero éste debe
hacerse "inmediatamente" disuelta la sociedad, de modo que, si la demora en su
confección causa perjuicio, la hace responsable de los daños que cause, por cuanto
en dicho caso puede emplearse un criterio análogo al sostenido en el artículo 1766,
que seguidamente veremos.461
242
no la nulidad de la liquidación de la sociedad conyugal, no obstante se ha vulnerado
una formalidad que puede juzgarse de habilitante. Sin perjuicio de lo anterior, si bien
es cierto, no siempre es obligatorio practicar inventario solemne, es recomendable
por los siguientes motivos:
— Permite a la mujer gozar del beneficio de emolumentos del inc. 1º del art.
1777: "La mujer no es responsable de las deudas de la sociedad, sino hasta
concurrencia de su mitad de gananciales".
Para que se aplique la sanción, los requisitos son los siguientes: debe tratarse de
un bien social;462 debe haber un acto material de ocultación o distracción; el acto de
distracción u ocultación debe realizarse con dolo. Según Alessandri, 463 hay
distracción si "alguno de los cónyuges o de sus herederos sustrae un bien social
para apropiárselo exclusivamente en perjuicio del otro, de sus herederos o de los
acreedores sociales", y existe ocultación si "con el mismo objeto, esconde o hace
desaparecer un bien social o silencia o niega su existencia, no obstante que la
conoce o lo tiene en su poder". En relación con los actos de distracción, en la
sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago, de 6 de octubre de 1955, 464 se
resolvió: "Significación del verbo "distraer". "Distraer", según el Diccionario de la
Lengua, es, tratándose de fondos, sinónimo de "malversar" y este último verbo
expresa "la acción de invertir caudales en usos distintos a aquellos para que están
destinados". Y agregó que "El artículo 1768 del Código Civil ha dado una
significación más amplia al verbo "distraer", que fluye de su propio texto, pues ha
contemplado no sólo la distracción o malversación de fondos, sino también la
distracción de cualquiera clase de objetos muebles o raíces". En la sentencia de la
243
Corte de Apelaciones de Santiago, de 26 de diciembre de 1957, 465 se señaló: "La
distracción u ocultación de alguna cosa de la sociedad supone un acto material que
puede consistir en silenciar, esconder, sustraer o hacer desaparecer un bien, y, en
general, cualquier hecho que importe eliminar bienes o valores de la liquidación de
la sociedad para destruir la igualdad entre los cónyuges o sus herederos o para
burlar a los acreedores sociales; y entre estos actos, ciertamente, están los
contratos ficticios o simulados".
Empero, para que los actos sean constitutivos del delito civil, deben haberse
practicado con dolo, y no basta la culpa. Con todo, no parece posible separar el
propósito de ocultamiento o distracción de la intención de configurar un fraude o
daño deliberado a los restantes partícipes.
244
En cuanto a la tasación, exigida en virtud del mismo artículo 1766, deben tasarse
los mismos bienes que se han inventariado. Ya señalamos que el legislador se
remite a las reglas de la sucesión por causa de muerte. Aquí corresponde aplicar el
art. 1335, según el cual la tasación debe efectuarse por peritos, salvo que los
coasignatarios, en la medida que sean capaces, legítima y unánimemente hayan
convenido otra forma, o si se licitan las especies. Pero lo anterior ha sido
complementado y modificado por el art. 657 del Código de Procedimiento
Civil: "Para adjudicar o licitar los bienes comunes, se apreciarán por peritos
nombrados en la forma ordinaria. Podrá, sin embargo, omitirse la tasación, si el valor
de los bienes se fija por acuerdo unánime de las partes, o de sus representantes,
aun cuando haya entre aquéllas incapaces, con tal que existan en los autos
antecedentes que justifiquen la apreciación hecha por las partes, o que se trate de
bienes muebles, o de fijar un mínimo para licitar bienes raíces con admisión de
postores extraños".
A partir del inventario se formará el acervo común o bruto, integrado por todos los
bienes sociales, propios de cada cónyuge y bienes reservados. Además, se debe
formar el cuerpo común de frutos integrado por los frutos de los bienes indicados en
el párrafo anterior, además de los frutos de los bienes que administraba la mujer
según los artículos 166 y 167.
Los cónyuges, o sus herederos, deberán retirar las especies o cuerpos ciertos que
le pertenezcan, sean corporales e incorporales, muebles e inmuebles. Así lo
prescribe el inciso 1º del artículo 1770: "Cada cónyuge, por sí o por sus herederos,
tendrá derecho a sacar de la masa las especies o cuerpos ciertos que le
pertenezcan, y los precios, saldos y recompensas que constituyan el resto de su
haber". El retiro lo hacen a título de dueño y, por tanto, no corresponde hablar de
adjudicación, puesto que no ha existido indivisión: el cónyuge siempre ha mantenido
el dominio del bien, aunque en el caso de la mujer, el marido se los administre.
Dichos bienes se reciben en el estado en que se encuentren, con arreglo al artículo
1771: "Las pérdidas o deterioros ocurridos en dichas especies o cuerpos ciertos
deberá sufrirlos el dueño, salvo que se deban a dolo o culpa grave del otro cónyuge,
en cuyo caso deberá éste resarcirlos", según el inc. 1º del art. 1772: "Los frutos
245
pendientes al tiempo de la restitución, y todos los percibidos desde la disolución de
la sociedad, pertenecen al dueño de las respectivas especies".
El legislador no establece plazo para la restitución, pero según el art. 1770 deberá
hacerse tan pronto como fuere posible una vez terminado el inventario y tasación.
Los bienes propios de un cónyuge no pueden adjudicarse al otro, ya que, insistimos,
sobre tales bienes no existe comunidad, salvo que un cónyuge suceda al otro,
conforme al artículo 1337 o que los bienes sociales sean insuficientes para pagar a
la mujer. En dicho caso, ella podrá dirigirse contra los bienes propios del marido que
se elijan de común acuerdo, a falta de acuerdo, los elegirá el juez partidor o
liquidador, como lo dispone el artículo 1773 inc. 2º. En relación con los precios,
saldos y recompensas que constituyan el resto de su haber, el retiro se efectúa
como acreedor de la sociedad y se hace efectivo pagándose con los bienes sociales
en el siguiente orden: dinero, bienes muebles e inmuebles, todo ello con arreglo al
ya citado artículo 1773.
Los cónyuges pueden convenir que se altere este orden y renunciar a este pago
directo y exigir que se rematen los bienes sociales y que se les pague con el
producido.471Estos retiros sí constituyen técnicamente adjudicación, a la que nos
referiremos más adelante. El plazo para realizar estos pagos es de un año contado
desde el término del inventario y tasación, plazo que podrá ampliarse o restringirse
por el partidor, como lo dispone el artículo 1770, inciso 2º.
246
conyugal tal saldo, por lo que debe acumularlo imaginariamente de acuerdo al art.
1769".
6. EL BENEFICIO DE EMOLUMENTOS
Alessandri lo define como "la facultad que tiene la mujer o sus herederos para
limitar su obligación y su contribución a las deudas hasta concurrencia de su mitad
de gananciales, es decir, del provecho o emolumento que obtuvieron en
247
ella".474 Prescribe el inc. 2º del artículo 1777: "Mas para gozar de este beneficio
deberá probar el exceso de la contribución que se le exige, sobre su mitad de
gananciales, sea por el inventario y tasación, sea por otros documentos auténticos",
es decir se prueba sólo con instrumentos públicos, no privados, ni mediante testigos.
248
pierde la cosa, en que deberá restituirse doblada (artículo 1768); si la mujer renunció
a los gananciales, su cuota acrece a la porción del marido (artículo 1785) y, si en
las capitulaciones matrimoniales se convino una diversa división.
249
retroactivos de la adjudicación, pero no se trata de una decisión aislada, toda vez
que en la sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago, de 22 de diciembre de
2008, se vuelven a destacar las diferencias entre el alcance del efecto declarativo
de la partición, en la sucesión por causa de muerte y en la liquidación de la sociedad
conyugal. Precisamente, como indica Somarriva, uno de los efectos de la partición
y del efecto retroactivo consagrado en el artículo 1344 del Código Civil, es la
caducidad del embargo constituido por un comunero a quien no se ha adjudicado el
bien embargado.479 En el caso presentado en el fallo que comentamos, la Corte
resolvió que el embargo trabado, vigente la sociedad conyugal, no queda afectado
por la liquidación y la adjudicación al cónyuge que no era el deudor, rechazando la
tercería de dominio deducida por el adjudicatario.480
250
claramente, a nuestro juicio, en dos hipótesis distintas. Primero, en la adquisición
del dominio de un inmueble a título oneroso por el marido. Éste pertenecerá a la
sociedad conyugal, de acuerdo con lo prescrito en el artículo 1725. Como la
sociedad conyugal no es una persona jurídica y, además, teniendo presente que el
marido es respecto de terceros dueño exclusivo de los bienes sociales (artículo
1750) y que la mujer no tiene derecho alguno sobre ellos (artículo 1752), ¿cómo
llega la mujer a ser comunera? Porque la adquisición del dominio para el marido
puede explicarse por la tradición, pero no es el caso de la mujer. Luego, si la mujer
es la adjudicataria del bien, es difícil explicar que el efecto declarativo de la partición
opere desde la adquisición del dominio, mediante la tradición. Pongámonos, ahora,
en el caso contrario. La mujer ha adquirido un bien raíz en virtud de su patrimonio
reservado, pero, como no ha renunciado a los gananciales, éste bien ingresa la
comunidad generada a la disolución del régimen. El artículo 150 dispone
expresamente que disuelta la sociedad conyugal, dichos bienes formarán parte de
la masa común de bienes. Y, tanto el artículo 166 Nº 3, como el artículo 167, se
remiten al artículo 150 para estos efectos. ¿No podría pensarse en estos casos que
la ley establece directamente la comunidad?
251
La regulación del patrimonio reservado ya se contempló en el proyecto de 1853,
en el párrafo 3º, denominado excepciones relativas a la profesión u oficio de la
mujer, artículos 172 y 173.484El Proyecto Inédito lo reguló en el párrafo 2, con la
misma denominación, artículo 170, que dispuso: "Si la mujer casada ejerce
públicamente una profesión o industria cualquiera (como la de directora de colejio,
maestra de escuela, actriz, obstetriz, posadera, nodriza), se presume la autorización
general del marido para todos los actos i contratos concernientes a su profesión o
industria, mientras no intervenga reclamación o protesta del marido, notificada de
antemano al público, o especialmente al que contratare con la mujer".485
2. CARACTERÍSTICAS
— Constituye una protección que la ley otorga a la mujer que trabaja separada
del marido; por lo tanto, son una atribución privativa y exclusiva de la mujer. El
marido no puede tener bienes reservados.
252
renunciar al patrimonio reservado en las capitulaciones matrimoniales, como
dispone el artículo 1717.
3. REQUISITOS
Conforme lo dispone el artículo 150, inciso segundo: "La mujer casada, que
desempeñe algún empleo o que ejerza una profesión, oficio o industria, separados
de los de su marido, se considerará separada de bienes respecto del ejercicio de
ese empleo, oficio, profesión o industria y de lo que en ellos obtenga, no obstante
cualquier estipulación en contrario...". De dicha disposición se pueden deducir los
requisitos que se detallan a continuación.
253
— El trabajo tiene que ser separado del de su marido. La doctrina es
particularmente parca a propósito de este requisito.494 Del análisis de la doctrina, se
concluye que no se configura el requisito si los cónyuges trabajan en colaboración,
pero, a nuestro juicio, no resulta suficiente con ello. Es evidente que si los cónyuges
trabajan para distintos empleadores o ejercen actividades lucrativas de distintos
giros o separadas, se configura el requisito. De modo que podría pensarse que la
colaboración implica que los cónyuges trabajan juntos, pero, repetimos, no siempre
podrá estimarse de esta manera. Piénsese en el siguiente caso: si los cónyuges
trabajan en colaboración, pero como trabajadores dependientes para una
institución, ¿entenderíamos que la remuneración que recibe la mujer ingresa al
patrimonio reservado? A nuestro juicio, sí, porque el problema se encuentra a la
hora de entender la expresión "colaboración". Si entendemos por ello trabajo
colaborativo, en algunos casos podrá generar el patrimonio reservado y en otros no,
en los casos en que la colaboración tiene por objeto generar directamente una
ganancia que no permita diferenciar la verdadera titularidad, como cuando la mujer
trabaja para el marido, por ejemplo, o el caso en que ambos tengan un negocio o
realicen una industria, como denomina el Código, conjuntamente.
• Los frutos del producto del trabajo o de los bienes adquiridos con ese producto.
Por tanto, los intereses de un depósito bancario ingresan al patrimonio reservado.
Está formado por todas las deudas que se pueden hacer efectivas en ese
patrimonio reservado, incluyendo las siguientes:
254
• Obligaciones provenientes de los actos y contratos celebrados por la mujer,
dentro de este patrimonio, artículo 150 inciso 5º. Por regla general, no se afectan
los bienes del marido o los sociales, sino sólo los bienes reservados. La excepción
consiste en aquella situación en que el marido ha accedido como fiador o de otro
modo a las obligaciones contraídas por la mujer, o si se produjo beneficio de la
familia común.
255
mandato al marido para administrarlos, con arreglo al artículo 162, y en el supuesto
de incapacidad de la mujer, v.gr., demencia, sordomudez o disipación. En este
caso, el marido puede ser designado curador de la mujer, pero debe sujetarse en
todo a las reglas de los curadores.
256
conforme a las reglas generales, incluso por testigos, porque es un hecho, y no un
acto jurídico, por lo tanto no rige la limitación a la prueba testimonial.
Junto con lo anterior, se ha indicado que el contrato de que se trata debe constar
por escrito. La ley no lo dice muy claramente, pero indica: "a los que se hará
referencia en el instrumento que se otorgue al efecto", de modo que en un contrato
simplemente consensual no puede operar la presunción.
257
La mujer puede recurrir a todos los medios de prueba legales, sin embargo, la
jurisprudencia y la doctrina señalan que no es posible valerse de la confesión, por
aplicación de la regla a propósito de la sociedad conyugal, como prescribe el artículo
1739 inciso 2º: "Ni la declaración de uno de los cónyuges que afirme ser suya o
debérsele una cosa, ni la confesión del otro, ni ambas juntas, se estimarán suficiente
prueba, aunque se hagan bajo juramento".
258
6º dispone: "Los acreedores del marido no tendrán acción sobre los bienes que la
mujer administre en virtud de este artículo, a menos que probaren que el contrato
celebrado por él cedió en utilidad de la mujer o de la familia común".
259
§ Carácter convencional
260
el régimen de sociedad conyugal por el de separación total de bienes, podían, o no,
posteriormente reemplazar este último por el de participación de gananciales. En mi
opinión, bajo la sola vigencia del inciso segundo del citado artículo, no cabía esta
posibilidad. Según el precepto la convención no puede ser dejada sin efecto por
mutuo consentimiento de los cónyuges. Sin embargo, hoy día el nuevo artículo 165
del CCCh, modificado por la ley Nº 19.947, deja abierta la posibilidad de sustituir,
por una sola vez, la separación convencional de bienes por el régimen de
participación. Esta disposición evidencia que nuestro legislador reconoce a los
cónyuges la opción de pactar, por una sola vez, cualquiera de los regímenes
matrimoniales de aplicación convencional. Lo que no está permitido es el regreso al
régimen de bienes ya sustituido; así, por ejemplo, los cónyuges pueden haberse
casado bajo régimen de sociedad conyugal, luego reemplazarlo por el de
separación total de bienes y finalmente por el de participación en los gananciales.
Si contraen matrimonio bajo régimen de participación de los gananciales, en este
caso, sólo procede sustituirlo por el de separación de bienes, llegando hasta ahí la
autonomía privada de los cónyuges".504
Durante su vigencia, cada cónyuge administra con libertad sus bienes, sujeto a
los siguientes límites. La doctrina está de acuerdo, en consecuencia, en que el
régimen opera como si se tratara de la separación de bienes. 507 Así lo dispone el
artículo 1792-2: "En el régimen de participación en los gananciales los patrimonios
del marido y de la mujer se mantienen separados y cada uno de los cónyuges
administra, goza y dispone libremente de lo suyo. Al finalizar la vigencia del régimen
de bienes, se compensa el valor de los gananciales obtenidos por los cónyuges y
261
éstos tienen derecho a participar por mitades en el excedente. Los principios
anteriores rigen en la forma y con las limitaciones señaladas en los artículos
siguientes y en el párrafo I del Título VI del Libro Primero del Código Civil".
262
contará desde el día en que el cónyuge que la alega tuvo conocimiento del acto.
Pero en ningún caso podrá perseguirse la rescisión pasados diez años desde la
celebración del acto o contrato".
En segundo lugar, las limitaciones que contempla el artículo 1792-15. Ruz Lártiga
y Vidal, consideran que la disposición citada constituye en la práctica una limitación
a la administración de los cónyuges, al disponer que deben agregarse
imaginariamente los montos de deducciones de los siguientes actos ejecutados
durante la vigencia del régimen: a) donaciones irrevocables que no correspondan al
cumplimiento proporcionado de deberes morales o usos sociales; b) pagos de
rentas vitalicias que persigan asegurar el futuro del cónyuge que ha hecho la
inversión, salvo las que provengan del D.L. Nº 3.500; c) actos fraudulentos o de
dilapidación en perjuicio del otro cónyuge.510 Estamos de acuerdo a la conclusión a
la que arriban, en el sentido que estaríamos frente a un supuesto de inoponibilidad.
Claro que, en nuestro concepto, dicha inoponibilidad opera de pleno derecho: no es
necesaria declaración alguna a objeto de agregar imaginariamente los valores de
los referidos actos511.
263
no obste a la acumulación imaginaria, solución a la que se llegaría del mismo modo,
según las reglas generales.515
264
Un segundo problema dice relación con la naturaleza de la comunidad. Sabemos
que la comunidad puede recaer sobre una cosa singular o universal: sólo en el
primer caso puede hablarse, como hemos visto, según la perspectiva de la doctrina
mayoritaria, de comunicabilidad entre los derechos de los comuneros y los bienes
que forman la comunidad. Si la comunidad recae sobre cosa universal (como la
herencia), los herederos tienen un derecho flotante o indeterminado, en cuyo caso
no podría aplicarse la norma, que claramente se pone en el caso de comunidades
sobre cosas singulares.
El artículo 1792-6 dispone: "Se entiende por gananciales la diferencia del valor
neto entre el patrimonio originario y el patrimonio final de cada cónyuge". Y Corral
dice: "En consecuencia, los gananciales son el resultado de la operación aritmética
de comparar el valor del patrimonio de cada uno de los cónyuges en dos momentos
específicos: el del inicio del régimen (patrimonio originario) y el de la terminación del
régimen (patrimonio final)".518
§ El patrimonio originario
Integran dicho patrimonio, todos los bienes que los cónyuges tenían al momento
de iniciarse el régimen (artículo 1792-7, inciso 1º), con excepción de los frutos, que
constituyen ganancias que se producen vigente el régimen (con arreglo al artículo
1792-9). Además, deben agregarse a dicho patrimonio, los siguientes bienes:
• Bienes que se poseían antes del régimen de bienes por un título vicioso, si el
vicio se ha purgado durante la vigencia del régimen por la ratificación o por otro
medio legal.
• La proporción del precio pagado con anterioridad al inicio del régimen, por los
bienes adquiridos de resultar de contrato de promesa.519
§ Deducciones
266
tales como registros, facturas o títulos de crédito. Con todo, serán admitidos otros
medios de prueba si se demuestra que, atendidas las circunstancias, el esposo o
cónyuge no estuvo en situación de procurarse un instrumento.
La ley establece una suerte de prelación de pruebas que, en cuanto a sus efectos
y valor probatorio, se regirán por las reglas generales. Así, se ha sostenido
acertadamente que el inventario no puede hacer prueba respecto de terceros, sino
solo entre cónyuges; también se ha indicado que, a diferencia de lo prescrito en el
artículos 1739, para la sociedad conyugal, la confesión de un cónyuge a favor del
otro puede constituir prueba, salvo la limitación contenida en el artículo
2485.522También se ha sostenido que el inventario no permite acreditar la
adquisición de los bienes y para facilitar dicha prueba rige la presunción del artículo
1792-12, que analizaremos más adelante.523
Como dispone el artículo 1792-13, los bienes que componen el activo originario
se valorarán según su estado al momento de entrada en vigencia del régimen de
bienes o de su adquisición. Por consiguiente, su precio al momento de incorporación
al patrimonio originario será prudencialmente actualizado a la fecha de la
terminación del régimen. La valoración podrá ser hecha por los cónyuges o por un
tercero designado por ellos. En subsidio, por el juez. Las reglas anteriores rigen
también para la valoración del pasivo.
§ Patrimonio final
Es aquel que exista al término del régimen. Como dispone el artículo 1792-14,
resulta de deducir al valor total de los bienes de que el cónyuge es dueño al término
del régimen, el valor total de las obligaciones que tenga a la misma fecha.
Forman parte del patrimonio final, todos los bienes muebles e inmuebles,
corporales e incorporales, reales o personales (incluso los créditos que tenga con
el otro, conforme al artículo 1792-19), que el cónyuge tuviera al término del régimen,
incluyendo aquellos que forman parte del patrimonio originario y que se encuentren
en poder del cónyuge al finalizar el régimen. Deben computarse también el valor del
usufructo, uso o habitación constituido a favor del cónyuge no propietario, sobre
bienes afectados como familiares, con arreglo al artículo 1792-23.524Por último,
debe considerarse el valor de los bienes muebles adquiridos durante el régimen,
que se presumen comunes, salvo prueba en contrario, conforme al artículo 1792-
12. No se deben considerar los fondos previsionales regulados por el D.L.
Nº 3.500.525
267
§ Agregaciones
§ Deducciones
En el ámbito de las deducciones, el artículo 1792-14 ordena deducir del valor total
de los bienes de que el cónyuge sea dueño al momento de terminar el régimen, el
valor total de las obligaciones que tenga en esa misma fecha.
Conforme al artículo 1792-17, los bienes que componen el activo final se valoran
según el estado al momento de la terminación del régimen de bienes. Los bienes a
que se refiere el art. 1792-15 se apreciarán según el valor que hubieren tenido al
término del régimen de bienes. Las mismas reglas se aplican respecto a la
valoración del pasivo. La valoración del activo y del pasivo la efectuarán los
cónyuges o un tercero designado por ellos, en subsidio, por el juez.
El artículo 1792-16 establece que dentro de los tres meses siguientes al término
del régimen de participación en los gananciales, cada cónyuge estará obligado a
proporcionar al otro un inventario valorado de los bienes y obligaciones que
componen su patrimonio final. El juez podrá ampliar este plazo por una sola vez y
hasta por igual término. Este inventario será, normalmente, simple, y si está firmado
por el cónyuge declarante, hará prueba a favor del otro cónyuge para determinar su
patrimonio final. Sin embargo este último podrá objetar el inventario, alegando que
no es fidedigno, para ello podrá usar todos los medios de prueba para demostrar la
composición o el valor de efectivo del patrimonio del otro cónyuge. Cualquiera de
los cónyuges podrá solicitar la facción de inventario conforme a las reglas del
Código de Procedimiento Civil y requerir las medidas precautorias que procedan.
Determinados los patrimonios originario y final de cada cónyuge, éstos deben ser
confrontados, lo que da origen a las siguientes situaciones.
— Que sólo uno de los cónyuges haya obtenido gananciales, en cuyo caso el otro
participará de la mitad de ellos (artículo 1792-19, inciso 2º);
269
§ Características del crédito de gananciales
Entre las características del crédito de gananciales cabe destacar las siguientes.
— Se origina al término del régimen, con arreglo al artículo 1792-20: "El crédito
de participación en los gananciales se originará al término del régimen de bienes".
Esto determina como consecuencias que, por una parte, durante el régimen el
crédito no existe. Por la otra, que el crédito, una vez nacido, es ilíquido, por lo que
se determina una vez que se liquidan los gananciales. Respecto de la primera
consecuencia, lo dispone así el inciso segundo del artículo 1792-20: "Se prohíbe
cualquier convención o contrato respecto de ese eventual crédito, así como su
renuncia, antes del término del régimen de participación". Al margen de la
naturaleza del derecho que se menciona como eventual en el texto legal, 530todos
los actos que se mencionan están prohibidos, de modo que no quedarían
comprendidos en la prohibición, por ejemplo, los actos jurídicos unilaterales distintos
de la renuncia del crédito. La sanción para la celebración de dichos actos es
obviamente la nulidad absoluta y, una vez terminado el régimen, todos los actos
antes prohibidos son ahora perfectamente válidos. En consecuencia, el crédito se
puede transferir, transmitir y renunciar. Que sea transmisible admite un doble
comentario. Por un lado, vigente el régimen, la intención del legislador fue haber
dejado a salvo las disposiciones testamentarias sobre cosa futura (al producir la
muerte el término del régimen, nacería el crédito), lo que debe relacionarse con los
artículos 1113 (legado de cosa futura) y 1127 (legado de crédito). 531Una vez
terminado el régimen y habiendo nacido el crédito, es perfectamente transmisible a
los herederos (que pueda legarse o no estará sujeto a la existencia de legitimarios
y a los bienes de que pueda disponer el testador), como lo dispone implícitamente
el artículo 1792-22, al prescribir que puede exigir el crédito el cónyuge o sus
herederos. En el segundo caso, de cualquier modo, habrá una confusión parcial,
por cuanto el cónyuge sobreviviente (deudor del crédito), es legitimario del causante
y, por lo tanto, su heredero, conforme al artículo 1182.
270
§ Liquidación del crédito de gananciales
En cuanto al pago del crédito de gananciales, según el artículo 1792-21, "el crédito
de participación en los gananciales es puro y simple y se pagará en dinero". Es
decir, podrá exigirse de inmediato su pago, pero la misma norma prescribe que si
ello causa perjuicio al cónyuge deudor o a los hijos comunes, y se probare
debidamente, el juez podrá conceder plazo de hasta un año para el pago del crédito,
el que se expresará en unidades tributarias mensuales. Este plazo no se concederá
si no se asegura, por el propio deudor o un tercero, que el cónyuge acreedor
quedará de todos modos indemne.
Ahora bien, una cosa es la acción para solicitar la liquidación del crédito, y otra
muy distinta es derechamente demandar el pago del crédito, para esto no hay
ningún plazo legal, pero se entiende que el plazo es de cinco años para la acción
ordinaria y tres años para la acción ejecutiva, contados desde que la obligación se
ha hecho exigible, es decir, desde que queda firme la sentencia que liquida el
régimen, y si ésta fija un plazo, desde su vencimiento. 534 El crédito se paga en
dinero, como prescribe el artículo 1792-22, pero los cónyuges o sus herederos
podrán convenir daciones en pago para solucionar el crédito de participación en los
gananciales; en caso de evicción de la cosa dada en pago, renacerá el crédito, el
que deberá pagarse en dinero y de inmediato, salvo que el cónyuge acreedor haya
tomado sobre sí el riesgo de la evicción, especificándolo. La norma permite sostener
la naturaleza jurídica de la dación en pago como modalidad del pago y no como
271
novación objetiva, de otro modo no puede sostenerse que la evicción de la cosa
haga renacer el crédito primitivo.
Si los bienes del cónyuge deudor fuesen insuficientes, como prescribe el inciso
segundo del artículo 1792-4, el acreedor podrá dirigirse en contra de los bienes
donados entre vivos, sin su consentimiento, o enajenados en fraude de sus
derechos. Es decir, debe distinguirse. Para los actos a título gratuito, se concede
una acción de inoficiosa donación en contra de los donatarios en orden inverso al
de sus fechas, mientras que para los actos celebrados a título oneroso, se concede
una acción revocatoria. La acción prescribe en cuatro años contados desde la fecha
del acto.535Para Corral, toda vez que presenta semejanzas con la acción pauliana
(artículo 2468) y con la acción de inoficiosa donación (artículo 1187), deben ser
aplicadas por analogía las normas de estos preceptos; en particular, considera que
debe aplicarse la exigencia de la prueba de la mala fe para el tercero que contrata,
si el acto es oneroso.536
Finalmente, el artículo 1792-25 establece que los créditos contra un cónyuge cuya
causa sea anterior al término del régimen de bienes, preferirán al crédito de
participación en los gananciales. El objetivo de esta norma es proteger a los terceros
acreedores que tengan tal calidad, con anterioridad a la extinción del régimen. Si el
régimen termina por el pacto de sustitución de régimen, tanto Vidal, como Corral
consideran que la regla de inoponibilidad del artículo 1723 es complementaria a la
protección que dispensa el artículo 1792-25. Corral agrega que la regla del artículo
1723 sería, incluso, inoficiosa.537Estando de acuerdo con la premisa que estos
autores proponen, consideramos que las normas pueden ser perfectamente
complementarias, siempre que estimemos que la regla de protección del artículo
1723 opera de pleno derecho a favor del acreedor. Si ello es así, perfectamente
podrá hacer efectiva la preferencia.
272
Las causales de extinción del régimen de participación en los gananciales se
establecen en el artículo 1792-27 y son las siguientes:538
1. CONCEPTO
273
La actual redacción del artículo 152, determinada por la ley
Nº 19.947, señala: "Separación de bienes es la que se efectúa sin separación
judicial, en virtud de decreto de tribunal competente, por disposición de la ley o por
convención de las partes". En consecuencia, se puede clasificar el régimen, según
su fuente, en legal, judicial y convencional; y, de acuerdo con su extensión, total y
parcial. La separación judicial es siempre total, a diferencia de la legal y la
convencional pueden ser totales o parciales.
274
salvo que en el país donde se casaron hubiera habido sociedad de bienes. Esto
obligaba a realizar un estudio de derecho comparado. Con la modificación ello no
es necesario, la ley los considera simplemente como separados de bienes en Chile.
Sin embargo, pueden pactar sociedad conyugal o participación en los gananciales
cumpliendo con los requisitos de inscribir su matrimonio en Chile en el registro de
la 1º sección de la comuna de Santiago y, que en el acto de inscripción matrimonial
pacten sociedad conyugal o participación en los gananciales, dejándose constancia
de ello en dicha inscripción matrimonial. Este caso del 135 inciso 2º, es el único en
que la sociedad conyugal puede comenzar con posterioridad al matrimonio, desde
el momento de la inscripción del matrimonio en Chile.
Se aplica en las situaciones previstas por el artículo 150, que regula los bienes
reservados de la mujer casada en sociedad conyugal, y en la del artículo 166, es
decir, el supuesto en que la mujer acepta una donación, herencia o legado que se
le hizo con la condición precisa que no los administre el marido; la mujer se
considerará respecto de tales bienes separada de bienes.
• La mujer tiene respecto de estos bienes las mismas facultades que la mujer
separada judicialmente de bienes (art 159);
• Los acreedores de la mujer por los actos o contratos que ella celebre, sólo
tendrán acción sobre los bienes que componen este patrimonio, sin que tenga
responsabilidad el marido, a menos que se haya obligado conjunta, solidaria o
subsidiariamente con la mujer, o que se haya beneficiado él o la familia común en
la parte que de derecho haya debido proveer a las necesidades de la familia, caso
en el cual deberá responder hasta el monto del beneficio.
275
• Si la mujer es incapaz se le nombrará a un curador que administre estos bienes,
y el marido puede serlo, porque el art. 503 no lo impide porque tal norma se refiere
a los casos de separación total.
• Los frutos producidos por estos bienes, y todo lo que con ellos se adquiera,
pertenecen a la mujer, pero disuelta la sociedad, ingresan a los gananciales, a
menos que la mujer renuncie a ellos, en cuyo caso se hará definitivamente dueña
de ellos, art. 166 Nº 3. Sin embargo, si la mujer los acepta, el marido responde de
las obligaciones contraídas por la mujer en esta administración separada, pero sólo
hasta el monto de la mitad de lo que le corresponde de los frutos y de lo que
adquiere con ellos.
§ Características
— Por regla general, sólo puede ser solicitada por la mujer, cuando los cónyuges
están casados en sociedad conyugal. En consecuencia, en el caso del régimen de
participación en los gananciales, ambos cónyuges son legitimados.
276
— La mujer menor de edad requiere curador especial para poder pedir la
separación judicial de bienes, art. 154.
— Interdicción o larga ausencia del marido. Esta causal opera cuando la mujer no
quiere tomar sobre sí la administración extraordinaria de la sociedad conyugal, ni
someterse a un curador, como lo dispone el artículo 1758.
— Insolvencia del marido, artículo 155, inciso 1º. A nuestro juicio, la insolvencia
no puede traducirse simplemente como el desbalance entre activos o pasivos, que
puede deberse a causa momentánea, ni menos puede traducirse en la falta de
cumplimiento de alguna obligación contractual; por el contrario, estamos en
presencia de un estado patrimonial complejo y vicioso, que impide la satisfacción
de los créditos, en este caso, para el marido.543Este sentido sustantivo de la
insolvencia ha sido comprendido de la misma manera por la Corte Suprema. En la
sentencia de 9 de octubre de 1984, se declaró: "La insolvencia que exige el artículo
155 del Código Civil para que el juez pueda decretar la separación de bienes se
produce cuando el marido se encuentra incapacitado para pagar sus deudas,
independientemente de que su activo pueda ser superior a su pasivo". 544También
se ha declarado que no es necesario que la insolvencia del marido haya sido
declarada por sentencia judicial previa, de modo que se puede acreditar y discutir
en el juicio de separación de bienes en forma directa.545-546
— Mal estado de los negocios del marido. No basta con que los negocios del
marido estén en mal estado, ya que es necesario además que el mal estado
provenga de especulaciones aventuradas o de una administración errónea o
descuidada, como lo prescribe el artículo 155 inciso final. Ello quiere decir que no
puede configurarse la causal si el marido es pobre o ha tejido una fortuna que ha
perdido con el tiempo o ha hecho una gestión desafortunada. 547Por otro lado, es
evidente la relación que existe entre esta causal y la consecuencia de la insolvencia:
277
el mal estado de los negocios constituye causal de separación judicial, en la medida
que pone al marido en situación de insolvencia y coloca a los bienes sociales,
especialmente, en situación de riesgo, de modo tal que no sea posible liquidar algo
a favor de la mujer.548 Con todo, la causal presenta características especiales:
278
acreedor pretende alguno de los efectos especiales del dolo, como por ejemplo los
perjuicios imprevistos, la responsabilidad solidaria, nos parece que debe probar la
culpa grave, porque alega una agravación de la responsabilidad del deudor".551En
el caso que analizamos, consideramos que no pueden seguirse las reglas de
presunción de culpa, diseñadas para el régimen de la responsabilidad contractual,
fundamentalmente por dos razones: en primer lugar, porque el ámbito de aplicación
del artículo 1547 no puede extenderse a otros ámbitos en que la sanción que se
persigue no es la reparación de los daños. Cierto que este argumento parecería
oponerse al artículo 1459, inciso segundo, en relación con el artículo 2317, permiten
demandar indemnización de perjuicios. No obstante, aquí se revela nuestro
segundo argumento. En primer término, la mala administración dolosa (o por culpa
grave), sirve de causal para la pretensión de separación de bienes; en todo caso,
de poder demandarse indemnización, ciertamente el régimen no puede ser el
contractual, en cuyo caso no puede regir la presunción de culpa. Así lo entendió la
misma sentencia de la Corte Suprema que antes hemos citado, que exigió la prueba
de la mala administración, tanto para el dolo como para la hipótesis de culpa lata.
— Incumplimiento culpable del marido de las obligaciones del 131 y 134 o "incurra
en alguna causal de separación judicial de acuerdo a la ley". Según lo dispone el
artículo 155, inciso segundo: "También la decretará si el marido, por su culpa, no
cumple con las obligaciones que imponen los artículos 131 y 134, o incurre en
alguna causal de separación judicial, según los términos de la Ley de Matrimonio
Civil". La causal se configura si se viola el deber de lealtad o si se vulnera el deber
de socorro, concretamente, el derecho de alimentos.
279
estando establecido que las partes están en dicha situación por un lapso que es,
incluso, superior a 10 años, y estando acreditado también, que se encuentran
casados bajo el régimen de sociedad conyugal, los jueces del fondo, al hacer lugar
a la demanda, han dado una correcta aplicación a la disposición legal impugnada,
pues al contrario de lo sustentado por el recurrente, la norma que él dice infringida,
no contempla como requisito de procedencia que los bienes de la sociedad conyugal
estén en poder de la mujer. El artículo 155 del Código Civil, luego de establecer en
sus incisos primero y segundo diversas causales de separación judicial de bienes,
agrega en su inciso tercero que "en el caso del Nº 8 del artículo 21 de la Ley de
Matrimonio Civil, la mujer podrá pedir la separación de bienes transcurrido un año
desde que se produce la ausencia del marido. Lo mismo será si, sin mediar
ausencia, existe separación de hecho de los cónyuges".553 En relación con la
separación de hecho, por más de un año, introducida por la ley Nº 19.335, Ramos
Pazos entiende que carecen de relevancia los motivos de la separación e incluso
procede la causal si la propia mujer abandona el hogar común.554
280
sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo II, título IV del libro I (bienes familiares),
ya que existen restricciones en cuanto a su enajenación.
En consecuencia:
• Los acreedores de la mujer sólo tienen acción sobre sus bienes, conforme al
artículo 161. Se entiende que los terceros acreedores no tienen acción contra el
marido salvo: a) que el marido se hubiere obligado conjunta, solidaria o
subsidiariamente con la mujer; b) cuando esos actos hubieren reportado un
beneficio para la familia común.
• Si la mujer confiere poder al marido para administrar alguna parte de sus bienes,
el marido será obligado como un simple mandatario, por lo tanto tiene la obligación
de rendir cuenta a su mandante y de cumplir el encargo.
281
Los efectos de la separación convencional de bienes, en términos generales, son
los mismos que la judicial, pero con ciertas diferencias, toda vez que en caso de
incapacidad de alguno de los cónyuges, el otro puede ser designado curador del
otro, porque el artículo 503 lo permite expresamente y, porque de acuerdo al artículo
165, se puede sustituir la separación total de bienes por el régimen de participación
en los gananciales.
Cuarta parte Relaciones jurídicas entre los padres y el (la) hijo (a). Filiación
Título primero Aspectos generales sobre la filiación, determinación y acciones
CAPÍTULO I GENERALIDADES
La palabra filiación tiene su origen en el latín filius que significa hijo, referido
específicamente al que mama, connotando con ello la centralidad del hijo. Conforme
a su sentido natural y obvio, el término indica la procedencia de los hijos respecto
de sus padres (Diccionario de la Real Academia). Comúnmente se emplea la
expresión filiación para referirse tanto a la condición de una persona (el hijo) por el
hecho de tener a otra u otras por progenitores, como a la relación que une a una
persona con sus dos progenitores o con uno solo555. La relación de filiación da
cuenta de un vínculo entre los hijos con su padre y/o madre, por ello ha sido definida
como la relación de descendencia que existe entre dos personas, una de las cuales
es el padre o la madre de la otra556. En tal relación no solo es importante la
identificación de las personas, sino también el contenido mismo de la vinculación,
de ahí que en forma más completa la relación paterno-filial557 o simplemente
relación de filiación, ha sido entendida como la existente entre generantes y
282
generados, padres e hijos, con el conjunto de derechos, deberes y funciones que
los vinculan558.
283
por lo mismo el legislador permite que el hijo concurra en las sucesiones abiertas
con anterioridad a la determinación de su filiación, cuando sea llamado en su calidad
de tal. Con todo, la prescripción de los derechos y de las acciones tiene lugar
conforme a las reglas generales (art. 181 CC). Sin perjuicio de los efectos que
estudiaremos desde la óptica del derecho de familia, es necesario precisar que la
relación de filiación genera, se vincula o influye en otros efectos jurídicos como son
algunos atributos de la personalidad (estado civil, nombre, nacionalidad y domicilio
del hijo) o los derechos sucesorios, por nombrar los más evidentes.
284
Este principio implica la no discriminación entre los hijos cualesquiera sean las
circunstancias del nacimiento, sean habidos dentro o fuera del matrimonio. Se trata
de una igualdad jurídica en cuanto al goce de derechos, que tiene su entronque en
la igualdad ante la ley que reconoce la Constitución a todas las personas y que exige
eliminar las diferencias arbitrarias, esto es, aquellas que no están justificadas por
una razón objetiva suficiente. El artículo 33 del Código proclama en su parte final: la
ley considera iguales a todos los hijos.
285
personas a quienes se deben alimentos se refiere a los descendientes y a los
ascendientes sin distinción562; y muy especialmente en materia sucesoria, el art.
988 CC relativo al orden sucesorio y el art. 1182 CC relativo a los legitimarios, que
se refieren sin distinción a los "hijos", con lo cual todos los hijos son cabeza de orden
y todos los hijos gozan de igual cuantía como asignatarios forzosos y legitimarios.
El art. 3.1 de la CDN establece que en todas las medidas concernientes a los
niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los
tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una
consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño. Se trata
de un principio transversal tanto por los sujetos e instituciones a que vincula
(instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades
administrativas, órganos legislativos, padres, tutores o cuidadores); como por su
extensión material (todas las medidas concernientes a los niños).
En la legislación nacional también reviste este carácter, por ello aparece referido
no solo en el Código Civil, sino también en la Ley de Matrimonio Civil Nº 19.947 de
2004 (arts. 3º, 27, 55 y 85); Ley de Tribunales de Familia Nº 19.968 de 2004 (art. 16
esta ley tiene por objetivo garantizar a todos los niños, niñas y adolescentes que se
encuentren en el territorio nacional, el ejercicio y goce pleno y efectivo de sus
derechos y garantías. el interés superior del niño, niña y adolescente, y su derecho
a ser oído, son principios rectores que el juez de familia debe tener siempre como
consideración principal en la resolución del asunto sometido a su conocimiento);
Ley de Adopción Nº 19.620 de 1999 (art. 1º la adopción tiene por objeto velar por el
interés superior del adoptado...); y en la Ley que establece un Sistema de
Responsabilidad de los Adolescentes por Infracciones a la Ley Penal Nº 20.084 de
2005 (art. 2º.- interés superior del adolescente: en todas las actuaciones judiciales
o administrativas relativas a los procedimientos, sanciones y medidas aplicables a
los adolescentes infractores de la ley penal, se deberá tener en consideración el
286
interés superior del adolescente, que se expresa en el reconocimiento y respeto de
sus derechos), por nombrar algunas.
287
autonomía y orientado a asegurar el libre desarrollo de su personalidad (sentencia
de 1 de julio de 2009, en autos rol Nº 408-09).
A partir de todo ello, conceptualmente el interés superior del menor entiende a los
niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho, no como objetos de
protección sino como personas con autonomía en desarrollo, en ocasiones titulares
autónomos de sus derechos; por ello una de las concreciones del interés superior
de los hijos es su derecho a ser oídos. El derecho de los niños a ser oídos y a que
su opinión sea tomada en cuenta por el juez al momento de adoptar una decisión
que afectara´ su vida futura resulta funcional a la construcción de su interés superior,
en tanto respeta la posibilidad de que los niños participen en la determinación de su
propio interés superior (Corte Suprema, sentencia de 28 de mayo 2014, rol
Nº 16.306-13), al tiempo que es una manifestación del derecho a la libertad de
expresión y del derecho a defensa. Así lo deja ver la ley Nº 19.585 al modificar el
inciso 2º del art. 242 CC que ahora prescribe para adoptar sus resoluciones el juez
atenderá, como consideración primordial, al interés superior del hijo, y tendrá
debidamente en cuenta sus opiniones, en función de su edad y madurez. También
esta funcionalidad aparece en el inc. 2º del art. 85 de la Ley de Matrimonio Civil, que
obliga al juez de familia cuando está resolviendo sobre una separación judicial,
nulidad de matrimonio o divorcio y existieren menores de edad comprometidos (los
hijos), a considerar especialmente su interés superior y oír a aquellos que estén en
condiciones de formarse un juicio propio, esto es, aquellos que evidencien
capacidad de entender el significado de sus actos, debiendo tener debidamente en
cuenta sus opiniones, en función de su edad y madurez, es decir, más allá de su
edad cronológica importan sus capacidades intelectuales concretas, al resolver
todos los asuntos relacionados con su persona o sus bienes (así, cuidado personal,
derecho de relación directa y regular, derecho de alimentos y patria potestad).
288
Es recurrente hablar de la supremacía del interés de los hijos568, pues conforme
a la consagración en el plano constitucional e internacional del favor minoris o
interés del menor, éste se alza como principio superior que debe presidir las
resolución en materia de protección de menores permitiendo la no vinculación del
juez con lo acordado por los padres, por ejemplo, en un convenio regulador. En el
plano legal esta idea es recogida en diversas disposiciones de nuestro Código Civil
que, dentro de las relaciones paterno-filiales, ponen énfasis en la primacía del
interés superior de los menores sobre otros intereses legítimos que pudieran
concurrir; lo que permite al juzgador aplicar incluso de oficio las medidas que sean
conforme a aquel interés. Una disposición paradigmática en la materia es el inc. 1º
del art. 222 CC que subraya la preocupación fundamental de los padres es el interés
superior del hijo, es decir, si bien como hombre y mujer los progenitores pueden
tener diversos intereses legítimos, en cuanto padres la primacía la tiene el interés
de sus hijos que es superior. En esta misma perspectiva, al ser un principio de
preferencia, lo es también de exclusión de otros intereses subjetivos que puedan
colisionar con dicho interés, como por ejemplo, con una pretendida igualdad
parental o la autonomía de la voluntad de los padres, al punto que la jurisprudencia
ha señalado: resulta indiscutido que los padres tienen derechos y obligaciones
respecto a sus hijos, pero que ante la controversia que se pueda suscitar en el
ejercicio de ellos ésta debe resolverse siempre teniendo como fin prioritario el
interés superior del niño por explícito mandato legal (Corte de Apelaciones de San
Miguel, sentencia de 25 agosto 2014, rol Nº 275-2014). Lo anterior no implica
ignorar o rechazar de entrada cualquier otro derecho o interés legítimo, sino buscar
una adecuada coordinación569. Como apunta Rivero Hernández, la prevalencia o
superioridad del interés del menor, no es absoluta, por cuanto queda moderada por
el principio de proporcionalidad. Se trata, solo de una regla general, sin excluir la
posibilidad de excepciones, y sin desconocer que hay también otros bienes e
intereses valiosos jurídicamente (...) que deben ser apreciados en cada caso, en su
propio significado objetivo y en relación con las personas, y que en general deberán
ceder ante el interés del menor. Pero no siempre570.
289
general administrativa; como principio de política judicial y finalmente, en los
ámbitos de cuidado personal de los hijos y del derecho a mantener con ellos una
relación directa y regular, como un criterio, baremo o estándar de adjudicación de
litigios573. En suma, el principio actúa como criterio de resolución de conflictos; como
pauta de comportamiento de los padres en sus roles parentales (art. 222 inc. 1º CC);
como eje de las políticas públicas en materia de infancia; como criterio de
interpretación de normas sustantivas.
§ El derecho a la identidad
290
Es el derecho de toda persona a conocer su origen, principalmente manifestado
en la posibilidad de conocer a quienes son sus padres y con ello, alcanzar su
pertenencia a una determinada familia. Este derecho tiene una amplia significación,
engloba otros derechos, atributos o cualidades y está vinculado con la dignidad
humana pues la dignidad solo se afirma cuando la persona goza de la seguridad de
conocer su origen y sobre esa base, puede aspirar al reconocimiento social que
merece575. La CDN reconoce como elementos de la identidad a la nacionalidad, el
nombre y las relaciones familiares (art. 8º). Para favorecer el ejercicio de este
derecho, todo niño debe ser inscrito inmediatamente después de su nacimiento y
tiene derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la
medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos (art. 7º
CDN)576. Aun cuando la Constitución chilena no reconozca en su texto el derecho a
la identidad personal éste constituye un derecho implícitamente reconocido en
nuestro ordenamiento constitucional en base a lo dispuesto en los arts. 1º, 5º inc.
segundo, y 19, Nº 4º de la Carta Fundamental, constituyendo un deber para los
órganos del Estado respetarlo y promoverlo.
291
oficio o a petición de parte, se basan en la preferencia que desea dar el legislador
a la verdad real por sobre la verdad formal.
§ Corresponsabilidad parental
292
en el principio de corresponsabilidad parental en virtud del cual ambos padres, vivan
juntos o separados, participarán en forma activa, equitativa y permanente en la
crianza y educación de sus hijos.
Su fundamento reside en el art. 18.1 CDN conforme al cual los Estados Partes
pondrán el máximo empeño en garantizar el reconocimiento del principio de que
ambos padres tienen obligaciones comunes en lo que respecta a la crianza y el
desarrollo del niño. Incumbirá a los padres o, en su caso, a los representantes
legales, la responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo del niño. Su
preocupación fundamental será el interés superior del niño. También hay
antecedentes del principio en La Convención sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer, aprobada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979 y ratificada por el Estado chileno
por Decreto Nº 789 del 10 de diciembre de 1989. Su preámbulo reafirma la función
tanto del padre como de la madre en la familia y en la educación de los hijos, y
señala que el papel de la mujer en la procreación no debe ser causa de
discriminación, sino que la educación de los niños exige la responsabilidad
compartida entre hombres y mujeres y la sociedad en su conjunto. En virtud de ello,
su artículo 5º letra b) establece que los Estados Partes tomarán las medidas
apropiada para garantizar que la educación familiar incluya una comprensión
adecuada de la maternidad como función social y el reconocimiento de la
responsabilidad común de hombres y mujeres en cuanto a la educación y al
desarrollo de sus hijos, en la inteligencia de que el interés de los hijos constituirá la
consideración primordial en todos los casos. Luego, en su artículo 16 letra d) se
impone a los Estados la obligación de adoptar todas las medidas tendientes a
asegurar en condiciones de igualdad, los mismos derechos y responsabilidades
como progenitores a hombres y mujeres, cualquiera que sea su estado civil, en
materias relacionadas con sus hijos; en las mismas la consideración primordial será
el interés superior de los hijos.
Destaca de la redacción del art. 224 CC la mayor carga de deber que se impone;
la norma no señala que conforme al principio de corresponsabilidad parental los
padres tienen derecho a participar en la crianza y educación de sus hijos, sino que
está redactado en términos imperativos "participarán", con lo cual, se exterioriza
que los padres no pueden sustraerse de su responsabilidad, no hay libre
disposición. La centralidad de la corresponsabilidad es la asunción de la
responsabilidad común y la consecuente participación en la crianza y educación de
los hijos, cuestión que no reviste mayor complejidad si los padres viven juntos, pero
se torna compleja cuando viven separados, pues hay que entender que no solo
mantiene las funciones o deberes respecto de los hijos aquél que asume el cuidado
personal, sino también aquél que no lo tiene y habrá de arbitrarse los medios para
293
que ello pueda concretarse. Debe desaparecer la creencia errónea de que el
progenitor custodio es el que ostenta el poder sobre el menor. De algún modo lo
que el principio impone es un cambio de conductas y de comprensión de la relación
entre los padres y los hijos conforme al cual la responsabilidad de los padres, que
es común, no cambia por el hecho de divorciarse o vivir separados y tampoco se
altera por el régimen de cuidado personal de los hijos que se acuerde o establezca.
El legislador pretende modelar las conductas de los padres y su ejercicio del cuidado
personal, especialmente en el caso de los padres que se encuentran separados.
294
padres. Conforme al artículo 224 del Código Civil, la participación de ambos padres
debe ser activa, equitativa y permanente, con lo cual, la participación en la crianza
y educación de los hijos, vivan los padres juntos o separados debe ser de parte de
ambos: diligente y eficaz y no pasiva (activa); en igualdad de condiciones y sin
exclusiones (equitativa) y en forma constante, mantenida y estable en el tiempo
(permanente)
Desde el punto de vista de su origen la filiación presenta hoy tres clases: una
biológica o por naturaleza; otra adoptiva y otra por técnicas de reproducción humana
asistida, (en adelante, TRA)584.
295
Ahora bien, en la práctica y pese a que un hijo siempre ha sido engendrado por un
hombre y una mujer, es posible que su filiación no se encuentre determinada. La ley
precisa: la filiación de los hijos puede no encontrarse determinada respecto de su
padre, de su madre o de ambos (art. 37); a partir de ahí, la primera gran clasificación
de la filiación biológica es aquella que distingue entre la filiación que se encuentra
determinada y la que no lo está. La filiación que se encuentra determinada puede
ser matrimonial (en cuyo caso siempre estará determinada respecto de padre y
madre, es decir, se es hijo de ambos padres) o puede ser no matrimonial (pudiendo
estar determinada en los términos del art. 37 CC, esto es, ser no matrimonial solo
respecto del padre o solo de la madre o serlo respecto de ambos, es decir, se puede
ser legalmente hijo solo de uno).
En dicha línea, conforme al art. 179 CC, la filiación por naturaleza puede ser
matrimonial o no matrimonial. La filiación es matrimonial si entre los progenitores
existe matrimonio al tiempo de la concepción o del nacimiento o los padres contraen
matrimonio con posterioridad al nacimiento del hijo pero la paternidad y la
maternidad estaban previamente determinadas por los medios legales o se
determina por reconocimiento realizado por ambos padres en el acto del matrimonio
o durante su vigencia, en la forma prescrita por el artículo 187 CC (art. 180 incs. 1º
y 2º CC); condición que no se altera por hechos posteriores que afecten el
matrimonio de los padres como la nulidad del matrimonio, la separación de los
cónyuges o la declaración de divorcio. En todos los demás casos la filiación
biológica es no matrimonial (art. 180 inc. final CC).
296
familia que le brinde el afecto y le procure los cuidados tendientes a satisfacer sus
necesidades espirituales y materiales, cuando ello no le pueda ser proporcionado
por su familia de origen, confiriéndole el estado civil de hijo respecto del o los
adoptantes. Como explica CORRAL, la adopción es siempre un remedio que
pretende solucionar un mal previo: el abandono o desamparo de un menor que no
puede solucionarse por la vía de los vínculos parentales por naturaleza 586. Desde
este punto de vista la adopción se inscribe dentro de las instituciones civiles de
protección de menores, aunque como se verá más adelante, diversos caracteres la
diferencian de una pura medida de protección.
297
La determinación de la maternidad se encuentra regulada en el art. 183 del CC
conforme al cual la maternidad queda determinada legalmente por el parto, cuando
el nacimiento y las identidades del hijo y de la mujer que lo ha dado a luz constan
en las partidas del Registro Civil. En los demás casos la maternidad se determina
por reconocimiento o sentencia firme en juicio de filiación. En consecuencia, el
legislador reconoce tres vías para determinar la maternidad: por el parto, por el
reconocimiento y por sentencia firme.
§ Por el parto
298
Como la maternidad supone la existencia del parto y la identidad del hijo nacido
de ese parto, la prueba de los hechos contrarios la desmienten; así conforme lo
expresa el inc. 1º del art. 217 CC la maternidad podrá ser impugnada, probándose
falso parto, o suplantación del pretendido hijo al verdadero.
§ Por reconocimiento
299
hijo puede haber sido concebido durante el matrimonio y haber nacido luego que
éste ha terminado. La situación que menos conflicto genera es la primera, por
cuanto una de las finalidades del matrimonio es precisamente la procreación (art.
102 CC) y los deberes conyugales de fidelidad y débito conyugal hacen presumir
que todos esos hijos son matrimoniales.
Cuando los hijos son concebidos antes del matrimonio, pero nacen en él (letra b)
la filiación matrimonial queda determinada por el nacimiento siempre y cuando la
maternidad esté establecida legalmente por el parto conforme al art. 183 CC ya
visto, y la paternidad esté legalmente establecida por la presunción del art. 184 CC
(art. 185 inc. 1º CC). Dicha presunción beneficia también a los hijos concebidos
durante el matrimonio y nacidos cuando éste ha terminado o se ha suspendido (letra
c).
300
En segundo lugar, la filiación es matrimonial cuando los padres contraen
matrimonio con posterioridad al nacimiento del hijo. Para ello se requiere, eso sí,
que la paternidad y la maternidad hayan estado previamente determinadas por los
medios que el Código establece (reconocimiento o sentencia firme), o bien que se
determinen por reconocimiento realizado por ambos padres en el acto del
matrimonio o durante su vigencia (art 180 inc. 2º CC). En consecuencia, para que
pase a ser matrimonial la filiación del hijo nacido antes de casarse sus padres, no
es suficiente que los padres contraigan posteriormente matrimonio, pues no opera
aquí presunción legal alguna; es indispensable que la paternidad y la maternidad se
determinen por otros medios, pasando a ocupar un lugar relevante la declaración
de voluntad de querer tener a dicho niño como hijo. Dos son las condiciones que
deben concurrir respecto de los hijos que nacen cuando los padres no están
casados: i. la celebración posterior de matrimonio de los padres y ii. que la
maternidad y la paternidad estén ya determinadas (filiación no matrimonial hasta
ese momento por reconocimiento de ambos o sentencia firma en juicio de filiación)
o se determinen por reconocimiento en el acto del matrimonio o posteriormente (art.
185 inc. 2º CC). Esta filiación matrimonial aprovechará, en su caso, a la posteridad
del hijo fallecido.
En tercer lugar, no hay que olvidar que la filiación matrimonial podrá también
determinarse por sentencia dictada en juicio de filiación, que se subinscribirá al
margen de la inscripción de nacimiento del hijo (art. 185 inc. 3º CC).
301
El reconocimiento voluntario: es un acto jurídico unilateral, solemne e irrevocable,
por el cual el padre y/o la madre afirman su paternidad y/o maternidad respecto de
un hijo. Se realiza mediante una declaración formulada con ese determinado objeto
por el padre, la madre o ambos en sede extrajudicial; si es uno solo de ellos el que
reconoce, no será obligado a expresar la persona en quien o de quien tuvo al hijo.
Cuando uno solo de los padres reconoce al hijo, su filiación se encontrará no
determinada respecto del otro (recordemos que el art. 37 CC expresa que la
filiación de los hijos puede no encontrarse determinada respecto de su padre, de su
madre o de ambos).
— Ante el oficial del Registro Civil, al momento de inscribirse el nacimiento del hijo
o en el acto del matrimonio de los padres. En este último caso el hijo será de filiación
matrimonial.
— En acta extendida en cualquier tiempo, ante cualquier oficial del Registro Civil.
— En escritura pública.
302
Son capaces para reconocer hijos los menores adultos, quienes no requieren la
autorización de sus padres para ello (art. 262 CC). El reconocimiento puede hacerse
personalmente o por medio de mandatario constituido por escritura pública y
especialmente facultado para ello —mandato especial y solemne— (art. 190 CC),
salvo cuando es hecho en testamento, ya que al ser la voluntad de testar
indelegable (art. 1004 CC), el reconocimiento de hijos que consta en dicho
instrumento será siempre personal.
El hijo reconocido, por su parte, puede estar vivo o muerto; ser menor o mayor de
edad y, en los hechos, puede ser o no hijo biológico de quien reconoce; en
consecuencia, se puede reconocer como hijo a quien en realidad no lo es, pasando
a existir una dicotomía entre la verdad formal y la verdad real o biológica. Si bien no
es necesaria su aceptación para que el reconocimiento produzca efectos, el hijo sí
tiene derecho a repudiar.
303
conducta previa que ha consentido en proclamarse públicamente hijo de una
persona y la pretensión posterior de restar efectos al reconocimiento que determina
esa filiación anteriormente admitida; se trataría de una manifestación de la doctrina
de los actos propios en derecho de familia587. El art. 192 CC señala que la
aceptación es expresa cuando se toma el título de hijo en instrumento público o
privado, o en acto de tramitación judicial (por ejemplo el hijo demanda al padre por
alimentos); es tácita cuando se realiza un acto que supone necesariamente la
calidad de hijo y que no se hubiere podido ejecutar sino en ese carácter (por
ejemplo, cuando concurre aceptando la herencia). Si el hijo es mayor de edad la
repudiación debe hacerla en el plazo de un año contado desde que tomó
conocimiento del reconocimiento; si es menor de edad al tiempo del reconocimiento,
el plazo de un año se cuenta desde que llegado a la mayoría de edad toma
conocimiento de él.
— Los herederos del hijo en tres casos: cuando se reconoció a un hijo muerto,
para lo cual tienen el plazo de un año desde el reconocimiento; cuando el
reconocido menor de edad fallece antes de llegar a la mayor edad, en cuyo caso
tienen el plazo de un año desde el fallecimiento y; cuando el reconocido mayor de
edad fallece antes de expirar el plazo que tiene para repudiar, para lo cual cuentan
con el lapso que falta para completar dicho plazo.
Cabe recordar que es posible que el reconocimiento haya dado lugar a la filiación
matrimonial del hijo nacido antes del matrimonio de los padres (arts. 180 y 185 CC),
en cuyo caso la repudiación impide que se determine legalmente dicha filiación (art.
194 CC).
Así como la ley permite que se puedan reconocer hijos sin correspondencia con
la verdad filiativa, se permite que se pueda repudiar el reconocimiento aunque sea
efectiva la filiación a que dio lugar.
304
No se debe confundir la repudiación que es un acto jurídico unilateral y
extrajudicial, con la impugnación que es una acción judicial. Ambas permiten dejar
sin efecto el reconocimiento voluntario. Conviene tener presente además que si bien
el reconocimiento es irrevocable, se puede impetrar su nulidad en juicio por vicios
de la voluntad, como se verá más adelante.
305
impugnación de la paternidad del hijo concebido o nacido dentro del
matrimonio; impugnación de la paternidad determinada por reconocimiento;
reclamación e impugnación ejercida en forma simultánea; impugnación de la
maternidad; 4. Acción de desconocimiento y de nulidad del reconocimiento.
306
gran principio orientador del sistema, se configuran dos principios en materia de
acciones de filiación:
En cuanto a las reglas adjetivas, son competentes para conocer de las acciones
de filiación los tribunales de familia (art. 8º Nº 8 ley Nº 19.968), en un proceso que
tiene carácter secreto hasta que se dicte sentencia de término, y al cual sólo tienen
acceso las partes y sus apoderados judiciales (art. 197 CC). Es legítimo contradictor
en la cuestión de paternidad el padre contra el hijo, o el hijo contra el padre, y en la
cuestión de maternidad el hijo contra la madre, o la madre contra el hijo y lo son
307
también los herederos del padre o madre fallecidos en contra de quienes el hijo
podrá dirigir o continuar la acción y, también, los herederos del hijo fallecido cuando
éstos se hagan cargo de la acción iniciada por aquél o decidan entablarla (art. 317
CC).
308
Corte de Apelaciones de Copiapo, sentencia de 17 de agosto de 2007, en autos rol
Nº 230-07).
La ley faculta al hijo que alcanza plena capacidad para restituir al padre o madre
reticente en todos los derechos de los que está privado, lo cual requiere de una
manifestación de voluntad expresa y solemne del hijo efectuada por escritura
pública o por testamento. Tal declaración del hijo es indefectible. El tipo de
instrumento que se emplea para el restablecimiento de derechos al padre o madre
tiene importancia para conocer desde cuándo se producen los efectos del
restablecimiento, así: el restablecimiento por escritura pública producirá efectos
desde su subinscripción al margen de la inscripción de nacimiento del hijo y será
irrevocable; en cambio, el restablecimiento por acto testamentario producirá efectos
desde la muerte del causante y como toda declaración testamentaria que no tiene
tratamiento especial y expreso, debe entenderse que es revocable por acto
testamentario posterior a su otorgamiento.
En materia de régimen probatorio el inc. 1º del art. 198 CC proporciona dos líneas
rectoras: primero, la admisión de toda clase de pruebas en juicio para establecer la
maternidad y la paternidad, lo que resulta concordante con la libertad probatoria que
consagra el art. 28 de la ley Nº 19.968 (Todos los hechos que resulten pertinentes
para la adecuada resolución del conflicto familiar sometido al conocimiento del juez
podrán ser probados por cualquier medio producido en conformidad a la ley); y
segundo, que las mismas pueden ser decretadas no solo a petición de parte, sino
también de oficio, lo que a su turno resulta concordante con lo dispuesto en el inc.
final del art. 29 de la ley Nº 19.968 (El juez, de oficio, podrá asimismo ordenar que
se acompañen todos aquellos medios de prueba de que tome conocimiento o que,
a su juicio, resulte necesario producir en atención al conflicto familiar de que se
trate).
— Las presunciones deben cumplir con los requisitos del art. 1712 CC, esto es,
deben ser graves, precisas y concordantes. Mención especial merece el
concubinato de la madre con el supuesto padre porque puede dar lugar a una
presunción judicial de paternidad en los términos del art. 210 CC. Para ello debe
309
haberse suscitado durante la época en que ha podido producirse legalmente la
concepción. Ahora bien, si el supuesto padre prueba que la madre cohabitó con otro
durante el período legal de la concepción, esta sola circunstancia no bastará para
desechar la demanda, pero no podrá dictarse sentencia en el juicio sin
emplazamiento de aquél. De la norma no queda clara cuál es la finalidad y objetivo
de este emplazamiento.
310
a lo menos cinco años continuos y se pruebe por un conjunto de testimonios y
antecedentes o circunstancias fidedignos que la establezcan de un modo
irrefragable. Es tal su importancia por los lazos familiares de apego que se pudieron
haber generado entre padre e hijo, que el legislador en ciertos casos la prefiere a
una verdad biológica en caso de conflicto de pruebas, salvo que resulte
inconveniente para el hijo: La posesión notoria del estado civil de hijo, debidamente
acreditada, preferirá a las pruebas periciales de carácter biológico en caso de que
haya contradicción entre una y otras. Sin embargo, si hubiese graves razones que
demuestren la inconveniencia para el hijo de aplicar la regla anterior, prevalecerán
las pruebas de carácter biológico (art. 201 CC). Lo que debe primar es la
prevalencia que se debe dar al interés superior del hijo y así en algunos casos, será
mejor para el menor, mantener como padre a quien ha ejercido en muy buena forma
tal papel (Corte de Apelaciones de Valparaíso, sentencia de 10 de enero 2013).
Ahora bien, lo que debe quedar claro es que la posesión notoria no genera un
estado civil, sino que solo sirve para probarlo, pues no es una acción sino un medio
de prueba de filiación.
311
filiación es un derecho, irrenunciable e imprescriptible, aunque veremos que en el
caso de los herederos del hijo incapaz se hace excepción a esto. Es una acción
personalísima, que genera responsabilidad por su interposición de mala fe o con el
propósito de lesionar la honra de la persona demandada (art. 197 inc. 2º CC). Los
efectos patrimoniales que se puedan generar como consecuencia de lo resuelto en
el juicio quedan sometidos a las reglas generales de prescripción y renuncia.
312
maternidad o manifestar dudas sobre ella, en cuyos casos el juez debe ordenar de
inmediato la práctica de la prueba pericial biológica, lo que se notificará
personalmente o por cualquier medio que garantice la debida información del
demandado (art. 199 bis CC). Si en definitiva se dicta sentencia determinando
judicialmente la paternidad o maternidad contra la oposición del padre o madre se
producirán los efectos de privación de derechos del art. 203 CC ya revisados. La
sentencia respectiva es declarativa y no constitutiva del estado filiativo, carácter que
subyace de lo dispuesto en el art. 181 CC.
El Código Civil regula dos supuestos en que se hace excepción a las reglas y
características de la acción de reclamación: la del hijo póstumo o cuyos padres
fallecen dentro de los ciento ochenta días siguientes al parto (art. 206 CC) y la del
hijo que fallece siendo incapaz (art. 207 CC):
— En el segundo caso, del hijo que fallece siendo incapaz, la acción puede ser
ejercida por sus herederos, con lo cual deja de ser personalísima, pero también deja
de ser imprescriptible, pues los herederos deben ejercerla dentro del plazo de tres
años contados desde la muerte del hijo. Si el hijo falleciere antes de transcurrir tres
años desde que alcanzare la plena capacidad, la acción corresponderá a sus
herederos por todo el tiempo que faltare para completar dicho plazo. Si los
herederos son incapaces, el plazo o su residuo empezará a correr desde que
alcancen la plena capacidad.
313
señalados en los arts. 204 y 205 CC, pues permitirían dirigir la acción ya no contra
el padre o madre, sino contra sus herederos.
314
es imprescriptible e irrenunciable. Sin embargo, sus efectos patrimoniales quedan
sometidos a las reglas generales de prescripción y renuncia".
Por otro lado, en cuanto a la igualdad ante la ley, estima el Tribunal que la
diferencia de trato introducida por el art. 206 CC importa que si, como en la especie,
una persona se entera de su verdadera filiación después de transcurridos 180 días
de la muerte de su padre, frente a quien lo hace antes de transcurrido ese término,
y como consecuencia de ello, se ve privada de poder accionar en pos del
reconocimiento de la paternidad respectiva, ve afectado su derecho a la igualdad
ante la ley [...] y ha declarado que, en consecuencia, la aplicación del art. 206 CC,
resulta contraria al art. 19 Nº 2 de la Constitución592. Como advierte la doctrina, lo
que está en juego aquí es la relación entre el derecho a la identidad y la filiación y
la relación entre aquél derecho y la certeza jurídica, al punto de cuestionarse si el
derecho a la identidad debe o no ceder ante la certeza jurídica y el respeto de la
vida privada de la familia y parientes593.
Es pertinente tener presente que el art. 317 CC también se refiere a los legítimos
contradictores, aunque no coincide plenamente con la extensión subjetiva de las
normas del Título VIII del Libro I del Código. Dispone la norma:
315
Son también legítimos contradictores los herederos del padre o madre fallecidos
en contra de quienes el hijo podrá dirigir o continuar la acción y, también, los
herederos del hijo fallecido cuando éstos se hagan cargo de la acción iniciada por
aquel o decidan entablarla.
La Corte Suprema ha señalado que del tenor literal del inciso segundo antes
transcrito, se infiere que el artículo 317 del Código Civil constituye la regla general
en materia de acciones de filiación y que el legislador no distingue situaciones
particulares, pues, luego de definir quiénes son "legítimos contradictores", amplía el
concepto y lo extiende también a los herederos. Por consiguiente, no puede sino
entenderse que la ley autoriza expresamente al hijo para dirigir la acción de
reclamación en contra de los herederos del presunto padre si éste fallece antes de
la demanda y para continuarla en su contra, si el deceso tiene lugar en el curso del
juicio. Esta interpretación se refuerza aún más si se tiene presente que el artículo
318, modificado por la misma ley Nº 19.585, resolvió el problema de la multiplicidad
de herederos al disponer que: "El fallo pronunciado a favor o en contra de cualquiera
de los herederos aprovecha o perjudica a los herederos que citados no
comparecieron".
Reconoce la Corte que como se trata de una regla general, nada impide la
existencia de excepciones a ella y es así como, tratándose de la acción de
reclamación de la filiación no matrimonial, el artículo 206 del Código Civil, prevé dos
situaciones especiales, lo que permite afirmar que la transmisibilidad de la acción a
los herederos está limitada por la ley. En efecto, tal norma contempla los casos del
hijo póstumo, esto es, el del nacido después del fallecimiento del padre y el del hijo
cuyo padre o madre fallece dentro de los 180 días siguientes al parto, preceptos
que prevalecen sobre la regla del artículo 317. En consecuencia, en estas hipótesis,
el hijo sólo puede demandar a los herederos del padre o de la madre fallecidos en el
término de tres años contados desde la muerte del progenitor, o desde que el hijo
alcance la plena capacidad, si a esa fecha no lo era. Lo dicho precedentemente se
explica porque el fallecimiento del padre antes del parto o del padre o madre dentro
del plazo señalado, es el máximo que fija el legislador para considerar que el difunto
puede ser su padre o madre (sentencia de 11 de abril de 2011, en autos rol Nº 522-
2011).
La acción de impugnación es aquella que tiene por objeto obtener en juicio que
se deje sin efecto una filiación ya determinada por no ser efectivos los hechos en
316
que se funda; lo que se discute es si quien aparece como padre o madre es en
realidad el padre o madre biológica. Se encuentra regulada en los arts. 211 a 220
del CC que distinguen tres supuestos: la impugnación de la paternidad del hijo
concebido o nacido dentro del matrimonio; la impugnación de la paternidad
determinada por reconocimiento; y la impugnación de la maternidad. Antes de
revisarlos conviene tener presente que no procede la impugnación de una filiación
determinada por sentencia firme, sin perjuicio de lo que se dispone en el art. 320
CC, esto es, que siempre un tercero puede ejercer las acciones pertinentes para
que se investigue su paternidad o maternidad o su calidad de hijo, porque no hay
prescripción ni fallo alguno que puedan oponerse a ello (art. 220 CC).
Se trata de impugnar la filiación matrimonial del hijo, por lo mismo, dado que la
sentencia afectará no solo al padre, sino también a la madre, en el juicio la madre
será citada, pero no obligada a comparecer (art. 215 CC). Son titulares de la acción:
— El marido (art. 212 CC), dentro de los 180 siguientes al día en que tuvo
conocimiento del parto, o dentro del plazo de un año, contado desde esa misma
fecha, si prueba que a la época del parto se encontraba separado de hecho de la
mujer. El legislador presume que el marido tuvo conocimiento inmediatamente del
parto, si tenía residencia en el lugar del nacimiento del hijo, salvo que pruebe que
por parte de la mujer ha habido ocultación del parto. Si al tiempo del nacimiento el
marido se hallaba ausente, se presumirá que lo supo inmediatamente después de
su vuelta a la residencia de la mujer; salvo que se pruebe que la mujer ocultó el
parto.
— Los herederos del marido, cuando éste muere sin conocer el parto, o fallece
antes de vencido el término que tiene para impugnar (art. 213 CC). Ellos tienen el
mismo plazo que su causante o el tiempo que faltare para completarlo. Cesa su
derecho, si el padre hubiere reconocido al hijo como suyo en su testamento o en
otro instrumento público. La norma no señala desde cuándo debe contarse el plazo
que tienen los herederos para impugnar; la Corte Suprema ha señalado al
respecto: no puede desconocerse que la muerte del marido es el hecho que da
origen a la condición de heredero y que autoriza a éstos, a ejercer la impugnación
de filiación en contra del supuesto hijo, por lo que apareciendo ligado este derecho
al deceso del padre, lo lógico es que el plazo para su ejercicio, debe contabilizarse
a partir de la verificación del mismo; garantizándose de este modo, además, la
certeza y consolidación en el estatuto filiativo (sentencia de 30 de octubre de 2012,
en autos rol Nº 3674-2012).
317
— Toda persona a quien la pretendida paternidad irrogare perjuicio actual (art.
213 CC), cuando el marido muere sin conocer el parto, o fallece antes de vencido
el término que tiene para impugnar. Estas personas tienen el mismo plazo que el
marido o el tiempo que faltare para completarlo. Cesa su derecho, si el padre
hubiere reconocido al hijo como suyo en su testamento o en otro instrumento
público.
— El representante legal del hijo incapaz (art. 214 CC), en interés de éste, durante
el año siguiente al nacimiento.
— El propio hijo reconocido, dentro del plazo de dos años contado desde que
supo de ese reconocimiento. Ya sabemos que el hijo puede repudiar el
reconocimiento en la forma y plazos que señala el art. 191 CC, sin embargo,
además puede ejercer la acción judicial de impugnación.
— Toda persona que pruebe un interés actual en ello, en el plazo de un año desde
que tuvo ese interés y pudo hacer valer su derecho (art. 216 inc. final CC). En cuanto
a la naturaleza del interés que se requiere para accionar, la doctrina se encuentra
dividida entre aquellos que estiman que es necesario un interés patrimonial y los
318
que proponen que al no distinguir la ley el interés puede ser pecuniario, moral o de
otra índole594. La Corte Suprema en fallo reciente ha sentado un criterio amplio
basado en el principio de igualdad que se concreta, entre otros aspectos, en la
facultad de cualquier persona de accionar con el fin de establecer su verdadera
filiación, esto implica que se debe interpretar el "interés" exigido en el art. 216 CC
como habilitante para el ejercicio de la acción para impugnar la paternidad
determinada por reconocimiento, a la luz del referido principio y que, en
consecuencia, no puede limitarse a lo meramente patrimonial o económico que así
considerado es contradictorio con la propia normativa del Derecho de Familia que
en varios artículos (225 y 330 Código Civil, 12 Nº 2 ley Nº 19.620), dejan en claro
que el elemento patrimonial no es el preponderante al momento de decidir en estas
materias como tampoco puede ser obstáculo para ejercer la acción debiendo
aquilatarse y ponderarse en su justa medida; en consecuencia, señala que si del
mérito de los antecedentes, en especial una pericia biológica que da cuenta que los
actores no son los abuelos biológicos de la niña de autos y de las consecuencias
morales y materiales que aquello conlleva, surge de manera inequívoca que existe
un interés actual que se encuadra al exigido por el referido precepto legal, que los
legitima para ejercer la acción de impugnación (rol Nº 7779-2014, de 20 de octubre
de 2014). La Corte también ha tenido oportunidad de precisar en relación a los
titulares de la acción de impugnación del reconocimiento a que alude este inciso
final del art. 216 CC que el mismo excluye al padre biológico, de lo contrario, existiría
una manifiesta contradicción entre esa norma y lo dispuesto por el inciso segundo
del artículo 189 del Código Civil, conforme al cual el reconocimiento es
irrevocable (sentencia de 23 de mayo de 2013, en autos rol Nº 1258-2013).
§ Impugnación de la maternidad
319
Tienen derecho a impugnar la maternidad:
— El verdadero padre o madre del hijo, el verdadero hijo o el que pasa por tal si
se reclama conjuntamente la determinación de la auténtica filiación del hijo
verdadero o supuesto, para ello pueden ejercer la acción en cualquier tiempo. Si la
acción de impugnación de la maternidad del pretendido hijo no se entablare
conjuntamente con la de reclamación, deberá ejercerse dentro del año contado
desde que éste alcance su plena capacidad. No obstante haber expirado los plazos
indicados, en el caso de salir inopinadamente a la luz algún hecho incompatible con
la maternidad putativa, podrá subsistir o revivir la acción respectiva por un año
contado desde la revelación justificada del hecho.
§ Acción de desconocimiento
320
constituyéndose aquí un nuevo caso de aplicación de la doctrina de los actos
propios en el Derecho de Familia. Explica Corral que el Código considera en este
caso que la contradicción de conducta es impeditiva de la pura acción de
desconocimiento, pero que ella no alcanza a privar al supuesto padre de la acción
de impugnación de la paternidad, en la cual debe probar que el hijo no es suyo 595.
321
El art. 202 CC contiene una regla expresa respecto del plazo de prescripción
especial cuando la acción de nulidad se intenta por vicios de la voluntad del
reconociente, del siguiente tenor: La acción para impetrar la nulidad del acto de
reconocimiento por vicios de la voluntad prescribirá en el plazo de un año, contado
desde la fecha de su otorgamiento o, en el caso de fuerza, desde el día en que ésta
hubiere cesado (distinción que guarda armonía con lo dispuesto en el art. 1691
CC). Salvo esa situación especial respecto del plazo que lo restringe de cuatro años
(art. 1691 inc. 2º CC) a un año, la nulidad del reconocimiento se rige por las reglas
generales de nulidad de los actos y contratos del Libro IV del Código y por tanto se
debe recurrir al sistema general de la voluntad viciada por error, fuerza y dolo y de
las demás causales de invalidez (falta de solemnidades, incapacidad del otorgante).
322
1. EVOLUCIÓN LEGAL
Antes de la ley Nº 19.585 respecto de los hijos legítimos existía autoridad paterna
y patria potestad, derecho de alimentos forzosos y derechos hereditarios; éstos dos
últimos era recíprocos. Los hijos de filiación natural solo se encontraban vinculados
con el padre o madre que los había reconocido y no con el resto de su ascendencia,
tenían derecho a alimentos y derechos sucesorios aunque disminuidos en relación
con los hijos legítimos. Los hijos simplemente ilegítimos (nacidos fuera del
matrimonio y no reconocidos) solo tenían derecho a reclamar alimentos necesarios,
por regla general.
La ley Nº 19.585 de 1998, de reforma del Código Civil en materia de filiación, tuvo
dentro de sus objetivos suprimir la distinción entre hijos legítimos y naturales, igualar
la condición jurídica de todos los hijos y facilitar la determinación de la filiación.
323
2. MOMENTO A PARTIR DEL CUAL SE PRODUCEN LOS EFECTOS
324
y apellidos con que haya sido individualizada en su respectiva inscripción de
nacimiento (art. 1º ley Nº 17.344).
— Cuando el solicitante haya sido conocido durante más de cinco años, por
motivos plausibles, con nombres o apellidos, o ambos, diferentes de los propios. En
este caso se trata de modificar el nombre o apellido de la partida por uno distinto.
Conociendo de una causa de cambio de apellido, la Corte de Apelaciones de
Concepción ha precisado que no se debe olvidar que en esta materia también es
aplicable el interés superior del niño, contemplado en la Convención de Derechos
del Niño, ratificada por Chile. Entendiéndose como niños y niñas a los menores de
18 años, calidad que revestía la niña al inicio de su petición en que su madre
325
solicitaba el cambio de apellido, y que es relevante también para la decisión en esta
materia, pues es la propia menor quien solicita este cambio de apellido por las
razones que se han dado, originadas porque en sus sentimientos prevalece como
padre el que, desde hace muchos años, es el conviviente de su madre y con quien
ha formado una nueva familia, con hijos comunes, y no su padre
biológico (sentencia de 17 de octubre de 2013, en autos rol Nº 900-13, antes y en
semejante sentido Corte de Apelaciones de Coyhaique, sentencia de 12 de abril de
2010, en autos rol Nº 27-10).
— Cuando una persona haya sido conocida durante más de cinco años, con uno
o más de los nombres propios que figuran en su partida de nacimiento, el titular
podrá solicitar que se supriman en la inscripción, en la de su matrimonio y en las de
nacimiento de sus descendientes menores de edad, en su caso, el o los nombres
que no hubiere usado. En este caso se trata de suprimir uno o más nombres o
apellidos que aparecen en la partidas por no uso.
Es competente para conocer de todas estas materias el juez de letras del domicilio
del peticionario. Se trata de una gestión voluntaria, donde, no existiendo oposición,
el tribunal debe proceder con conocimiento de causa, previa información sumaria,
de acuerdo al art. 2º inc. 5º de la mencionada ley. Los tribunales deben apreciar
prudencialmente el mérito de las justificaciones y pruebas de cualquiera clase que
se produzcan (art. 819 del Código de Procedimiento Civil). Incluso, en caso de
326
oposición, la ley Nº 17.344 que autoriza el cambio de nombres y apellidos, señala
que se procede sin forma de juicio, apreciando la prueba en conciencia.
327
5. DERECHOS Y OBLIGACIONES ENTRE PADRES E HIJOS: AUTORIDAD PATERNA Y PATRIA
POTESTAD
Los efectos de la filiación dicen relación tanto con los aspectos personales que
vinculan a padres e hijos, como con los aspectos patrimoniales. Apartándose de la
forma como la mayoría de los ordenamientos jurídicos realiza la regulación de
ambos aspectos (en forma conjunta), nuestro Código comprende a los primeros
dentro de lo que genéricamente se denomina autoridad paterna, hoy mejor,
autoridad parental para evocar un ámbito en que ambos padres interactúan con los
hijos; y de los segundos se hace cargo mediante la patria potestad. Tanto en la
discusión de la ley Nº 19.585, como en la de la ley Nº 20.680 se debatió la
posibilidad de establecer un estatuto regulatorio único de los efectos de la filiación,
lo que no prosperó. En la primera, la idea se desechó principalmente en
consideración a que la distinción entre ambas instituciones respondía a la
conveniencia de utilizar criterios y normas particulares para los aspectos pecuniarios
y los de orden personal600; en la segunda, la tarea unificadora y sistematizadora fue
desechada por extralimitar la idea matriz del mismo, cuyo objetivo era proteger la
integridad del menor en caso de que sus padres vivan separados601.
Hay que precisar también que si bien la relación de filiación se extiende durante
toda la vida de sus protagonistas, los principales efectos regulados lo son para la
etapa en que los hijos no han llegado a la mayoría de edad, por ello, en la
generalidad de los efectos de la filiación de que trata el Libro I del CC las normas
se refieren a menores de edad.
328
resguardo de su persona y del goce de sus derechos, pero no desde una óptica
paternalista sino integral. El interés superior de todo niño en alcanzar un pleno y
armonioso desarrollo de su personalidad, se identifica con un contexto familiar en el
que participen activamente ambos progenitores (art. 7º CDN). Los hijos necesitan
el contacto, trato y comunicación lo más amplio posible con ambos padres para su
desarrollo integral. El interés superior del menor exige un protagonismo de los
padres y concede al Estado un rol subsidiario en la materia.
2. DEBERES DE LOS HIJOS PARA CON SUS PADRES: RESPETO Y OBEDIENCIA A LOS PADRES;
CUIDADO Y SOCORRO DE LOS PADRES Y DEMÁS ASCENDIENTES
Parece tan natural y lógico que los padres estén obligados a proporcionar a los
hijos los cuidados y atenciones, al menos mínimos, para su desarrollo, que en
ocasiones se olvida que los padres también tienen derechos y que los hijos tienen
329
ciertos deberes y responsabilidades al respecto. Algunos de estos deberes y
responsabilidades corresponden al periodo de minoría de edad; otros se extienden
por toda la vida.
Conforme al inc. 2º del art. 222 CC: Los hijos deben respeto y obediencia a sus
padres. Se trata de dos deberes con fuerte contenido moral. El primero (respeto) es
perpetuo e implica una conducta considerada y adecuada de los hijos hacia los
padres, ausente de insultos y menosprecios; el segundo (obediencia) que es
temporal y se extingue con la emancipación, alude a cierto grado de dependencia y
sujeción de los hijos respecto de los padres. El cumplimiento de este último deber
ha de ser compatible con la autonomía progresiva del menor (según su edad y
madurez), con lo cual será mayor la dependencia y sujeción a menor edad de los
hijos y será menor la dependencia y sujeción (pero no inexistente) a medida que se
acercan a la mayoría de edad y hasta que la emancipación les confiera el derecho
de obrar independientemente de sus padres.
330
pueden ser solventadas total o parcialmente en forma autónoma por el padre; su
principal manifestación será el deber de alimentos, bajo las diversas fórmulas en
que puede ser satisfecho, por ejemplo: pagando la pensión fijada, recibiendo en su
propia casa al padre anciano, costeando la residencia geriátrica o centro asistencial
respecto de un padre enfermo o demente, entre otras. En cualquiera de los casos,
la vulneración grave y reiterada de este deber de cuidado supone abandono familiar
y genera sanciones civiles de naturaleza patrimonial por la dificultad obvia de
compeler adecuadamente a su cumplimiento en naturaleza604.
Comprende el cuidado personal de los hijos, cuando los padres viven juntos,
cuando los padres viven separados y cuando uno de los padres ha fallecido; relación
directa y regular entendida como derecho y deber; crianza y educación de los hijos
entendida como derecho y deber; facultad de corrección de los padres a los hijos;
situación especial del permiso para que el hijo menor salga del país.
331
una serie de situaciones de poder otorgadas a los padres para el cumplimiento de
deberes siempre en beneficio ajeno: el beneficio del hijo, aunque no se puede
desconocer el beneficio personal, humano y afectivo que a los padres reporta el
desarrollo de su paternidad y maternidad.
332
principio que orienta la actuación de ambos padres respecto de la crianza y
educación de los hijos.
En el primer caso, cuando los padres viven juntos, conforme al nuevo art. 224 CC,
modificado por la ley Nº 20.680 de 2013, toca de consuno a los padres, o al padre
o madre sobreviviente, el cuidado personal de sus hijos. Previo a la modificación, el
art. 224 CC establecía: toca de consuno a los padres, o al padre o madre
sobreviviente, el cuidado personal de la crianza y educación de sus hijos. Ambas
normas parecen similares, pero no lo son tanto, pues si bien acogen la regla
evidente para el caso, es decir, que a ambos padres les corresponde el cuidado de
los hijos pues viven juntos, no es menos cierto que, antes de la modificación el
cuidado personal aparecía indisolublemente ligado a la crianza y educación de los
hijos, de tal modo que podía estimarse que estas funciones eran su contenido
esencial, con lo cual, en vida separada se daba pie para excluir de las mismas a
aquel padre que no tenía atribuido el cuidado personal de los hijos. Hoy, en cambio,
las funciones de crianza y educación corresponden a ambos padres vivan juntos o
separados (corresponsabilidad parental) y el cuidado personal relativo a los
cuidados y atenciones diarias y habituales del menor, es lo que puede no
corresponder a ambos.
333
Si los padres viven separados, conforme al nuevo art. 225 CC, pueden determinar
de común acuerdo que el cuidado personal de los hijos corresponda al padre, a la
madre o a ambos en forma compartida. Para estos efectos, la misma norma define
el cuidado personal compartido como un régimen de vida que procura estimular la
corresponsabilidad de ambos padres que viven separados, en la crianza y
educación de los hijos comunes, mediante un sistema de residencia que asegure
su adecuada estabilidad y continuidad (inc. 2º art. 225 CC). A falta de acuerdo, los
hijos continuarán bajo el cuidado personal del padre o madre con quien estén
conviviendo. Sin embargo, cuando las circunstancias lo requieran y el interés
superior del hijo lo haga conveniente, el juez podrá atribuir el cuidado personal del
hijo al otro de los padres, o radicarlo en uno solo de ellos, si por acuerdo existiere
alguna forma de ejercicio compartido.
Volviendo al nuevo art. 225 CC, existen tres reglas de atribución del cuidado
personal de los hijos, a saber:
Esta regla de atribución del cuidado personal devela la voluntad del legislador de
dar preeminencia a los progenitores en cuanto a la forma de organizar la
convivencia con los hijos, por ello la intervención judicial se reserva para cuando no
exista acuerdo y el interés de los hijos así lo requiera.
334
— Atribución legal: sitúa el cuidado personal de los hijos en aquel de los padres
con quien se encuentren conviviendo, sin distinción de sexo o edad de los hijos, ni
de sexo de los padres. A diferencia de la regla legal anterior a la modificación de la
ley Nº 20.680 (Si los padres viven separados, a la madre toca el cuidado personal
de los hijos), la actual norma no prefiere a un progenitor en particular, sino que
atiende a una situación de hecho, dado que en todo momento el cuidado personal
de los hijos debe estar radicado en alguien.
Del desglose anterior resulta que si bien se ha regulado por primera vez en
nuestro país el cuidado personal compartido, no se ha establecido éste como
modalidad prioritaria o preferente, pues no se instituye como una consecuencia legal
de la vida separada de los padres, ni está dentro de las opciones de regulación
judicial del cuidado personal de los menores. En suma, en vida separada de los
padres puede darse una modalidad de cuidado personal individual o de cuidado
personal compartido de los hijos; la primera procede por vía convencional, legal o
judicial: la segunda solo procede por vía convencional.
335
cuando éste se refería a distintos hijos por haberse distribuido su cuidado, en virtud
del inc. 2º de la norma, que permitía acordar que el cuidado de unos hijos lo tuviera
el padre, conservando la madre el cuidado de los restantes, en lo que se denomina
custodia distributiva o partida, esto es, aquella que permite separar a los
hermanos610.
Pese a las posibilidades que reconocían los incisos 2º y 3º del art. 225 CC y a los
esfuerzos de algunas Cortes en orden a señalar que la regla legal que otorgaba
preferencia a la madre para el cuidado personal de los hijos, cedía frente al interés
superior del niño, es decir, deja de ser tal y, por consiguiente, viene a prevalecer
dicho principio, toda vez que se trata, precisamente de definir la situación a favor
del menor, buscando la mejor alternativa para él, para dejarlo bajo el cuidado de
quienes, a la luz de las pruebas, reúnen las mejores condiciones integrales 611, la
regla fue adquiriendo una fuerza desmedida, como se advierte desde el mismo
Poder Judicial: los jueces normalmente daban a la regla supletoria un carácter
imperativo, sin abrirse a otras posibilidades; incluso se señaló que el atavismo
cultural hacía que en los tribunales de familia el interés o bienestar de los menores
se confundiera con la tuición materna612.
336
establecía una discriminación en contra del hombre, que no se justificaba con
ningún criterio de necesidad aceptable, ni de razonabilidad, ni de
proporcionalidad614.
337
— Se consolida el acuerdo de los padres como mecanismo prioritario en la materia
y se amplía el ámbito de los acuerdos posibles, permitiendo expresamente el pacto
de cuidado compartido de los hijos;
— Se refuerza el rol cautelar del juez, con la entrega —en el art. 225-2 CC— de
una serie de orientaciones y criterios que permiten que éste haga una revisión de
los elementos que son centrales para la verificación del interés superior del menor
en el caso concreto; y
— Se vigoriza como principal bien jurídico protegido el interés superior del menor,
al cual deben propender tanto los padres como el juez. Sumado a ello, hay que
recordar que el art. 224 CC establece el principio rector en materia de crianza y
educación de los hijos, vivan los padres juntos o separados: corresponsabilidad
parental, lo que tiene especial significación precisamente en la situación de vida
separada.
338
— La aptitud de los padres para garantizar el bienestar del hijo y la posibilidad de
procurarle un entorno adecuado, según su edad;
— La actitud de cada uno de los padres para cooperar con el otro, a fin de
asegurar la máxima estabilidad al hijo y garantizar la relación directa y regular, para
lo cual considerará especialmente lo dispuesto en el inciso quinto del artículo 229;
— La dedicación efectiva que cada uno de los padres procuraba al hijo antes de
la separación y, especialmente, la que pueda seguir desarrollando de acuerdo con
sus posibilidades;
— Cualquier otro antecedente que sea relevante atendido el interés superior del
hijo617.
El cuidado personal compartido aparece definido en el inc. 2º del art. 225 CC como
un régimen de vida que procura estimular la corresponsabilidad de ambos padres
que viven separados, en la crianza y educación de los hijos comunes, mediante un
sistema de residencia que asegure su adecuada estabilidad y continuidad. La
conceptualización aparece como una novedad legal, pues no es usual que las
legislaciones asuman el desafío de definir la figura. El cuidado personal compartido
es una modalidad de cuidado personal de los hijos de padres que no viven juntos,
339
que supone un reparto más o menos equitativo de los tiempos de convivencia y
atención de los hijos con los progenitores, basada en los principios de la igualdad
entre hombres y mujeres, la corresponsabilidad parental y coparentalidad. Es una
figura inclusiva de los roles parentales.
Parece evidente que para el caso que los padres vivan separados, lo mejor para
el desarrollo integral de los hijos es el mantenimiento de las relaciones con ambos
progenitores de la manera más plena e intensa posible y, desde esta perspectiva,
el régimen de guarda que garantiza el contacto con los dos padres en forma
conjunta o alterna es, en los casos en que sea posible, más conveniente que aquél
que privilegie el contacto con uno de ellos en detrimento del otro; sin embargo, se
debe tener presente que los dos principales argumentos esgrimidos en derecho
comparado en contra de la guarda alterna son, de una parte, la necesaria estabilidad
que precisan los menores para su desarrollo personal y afectivo, con referentes
claros y determinados, debiendo prevalecer esta estabilidad en defensa de su
interés, por sobre el interés de los padres y de su derecho de igualdad en el cuidado
de los hijos; y por otro lado, la exigencia para el buen funcionamiento del régimen
de un acuerdo de cooperación activa y de corresponsabilidad entre los progenitores
que no se da en los supuestos de ruptura conflictiva 618. En razón de ello, parece
prudente que nuestro ordenamiento haya establecido como única fuente de esta
modalidad de cuidado, el acuerdo de los padres y que no pueda ser impuesta por
el juez o el legislador en contra de la voluntad de quienes luego tendrían que
ejercerlo.
Uno de los mayores peligros que se observa en la norma chilena es que su tenor
literal dé lugar a interpretaciones que solo se enfoquen en las decisiones sobre
residencia y su rotación más o menos estricta y simétrica, desconociendo que el
cuidado personal de los hijos tiene que ver con una variedad de aspectos relevantes
en relación con ellos.
340
consecuencia de la vida separada de los padres. Esta reciprocidad de roles paterno
y materno se sustenta en la apreciación del beneficio que ambos progenitores
reportan en la formación integral del hijo.
Los padres tienen autonomía para repartir el tiempo de permanencia de los hijos
con ellos, teniendo en cuenta las circunstancias particulares de cada caso,
especialmente las referidas a los menores, como su edad y responsabilidades
escolares. No es exigencia de este tipo de cuidado personal la división matemática
del tiempo en porciones iguales. En cuanto a la periodicidad, el reparto del tiempo
en que van a convivir los hijos con cada uno de los padres puede hacerse semestral,
mensual o semanalmente, incluso cabría la posibilidad, cuando la buena relación
de los padres lo permita y el interés del menor no se vea afectado, de fijar un
régimen de custodia compartida sin delimitar estrictamente los períodos de
convivencia, con base en la libre relación de los menores con sus progenitores, por
ejemplo, tratándose de menores adolescentes que además ya tienen una vida social
propia más amplia que la de menores en edad infantil.
341
Por lo que respecta al sistema de residencia, hay que entender que la convivencia
con cada uno de los padres se puede materializar básicamente mediante dos
posibilidades: que sean los hijos los que alternen su permanencia en los hogares
de sus padres o que, sean éstos los que vayan rotando en el domicilio de los hijos,
siempre que ello asegure su adecuada estabilidad y continuidad, conforme señala
la norma619.
342
4º Cuando consintieren en que el hijo se entregue en la vía o en los lugares públicos
a la vagancia o a la mendicidad, ya sea en forma franca o a pretexto de profesión u
oficio; 5º Cuando hubieren sido condenados por secuestro o abandono de menores;
6º Cuando maltrataren o dieren malos ejemplos al menor o cuando la permanencia
de éste en el hogar constituyere un peligro para su moralidad; 7º Cuando
cualesquiera otras causas coloquen al menor en peligro moral o material.
El juez podrá apremiar en la forma establecida en el art. 543 CPC, esto es, con
arresto hasta por quince días o multa proporcional, con posibilidad de repetir estas
medidas, para obtener el cumplimiento de la obligación, a quien fuere condenado
por resolución judicial que cause ejecutoria, a hacer entrega del hijo y no lo hiciere
o se negare a hacerlo en el plazo que se hubiere determinado para estos efectos.
En igual apremio incurrirá el que retuviere especies del hijo y se negare a hacer
entrega de ellas a requerimiento del juez (art. 227 CC).
El inc. 2º del art. 229 CC establece que se entiende por relación directa y regular
aquella que propende a que el vínculo familiar entre el padre o madre que no ejerce
el cuidado personal y su hijo se mantenga a través de un contacto periódico y
estable. El concepto alude a la finalidad del derecho: que el vínculo familiar entre
padre e hijo se mantenga, y para ello enfatiza que no sirve cualquier tipo de
comunicación y trato, sino que se requiere un contacto periódico y estable, lo que
343
tiene importancia para los efectos del establecimiento del régimen concreto de
relación, como se verá.
El derecho de los padres a relacionarse con los hijos, es decir, mantener trato y
contacto con ellos, forma parte, por regla, del contenido de toda relación paterno-
filial y encuentra su fundamento profundo en la propia relación de filiación que los
une624. El derecho de relación entre padres e hijos es un componente de la relación
de filiación.
Sin perjuicio de lo anterior y del aparente carácter restrictivo del encabezado del
primer inciso del art. 229 CC, debe entenderse que también pueden ser titulares del
derecho los padres cuando han acordado el cuidado personal compartido y los
períodos de alternancia hacen necesario el contacto con el padre/madre que no
ejerce el cuidado en cada periodo, así por ejemplo si los períodos son de seis meses
o incluso de un mes, no parece razonable que durante dicho tiempo el hijo no puede
relacionarse con el otro progenitor; aunque en estos casos se entiende que
posiblemente la forma de ejercicio del derecho sea de una menor intensidad que
cuando le corresponde su ejercicio al padre/madre privado del cuidado personal.
Conforme al primer inciso del art. 229 CC se trata para el padre/madre titular tanto
de un derecho como de un deber; el inc. 2º del mismo artículo expresa que Se
entiende por relación directa y regular aquella que propende a que el vínculo familiar
entre el padre o madre que no ejerce el cuidado personal y su hijo se mantenga a
través de un contacto periódico y estable. El derecho de relación directa y regular
344
cobra relevancia y notoriedad, entonces, en primer lugar cuando los padres viven
separados y, por tanto, no pueden convivir ambos simultáneamente con el hijo, ya
sea que solo uno tenga atribuido el cuidado personal, ya sea que los períodos de
alternancia en la modalidad de cuidado personal compartido haga conveniente para
el hijo regular igualmente un régimen de relación directa y regular. Es igualmente
procedente, en segundo lugar, cuando ambos padres por inhabilidad física o moral
han sido privados por el juez del cuidado personal del hijo, y éste ha pasado a un
tercero en los términos del art. 226 CC; en este caso el juez deberá regular un
régimen de relación para ambos padres conjuntamente si viven juntos y eso
conviene al hijo o un régimen para cada uno de los padres si ellos viven separados,
salvo que manifiestamente perjudique el interés del hijo.
345
Para determinar el régimen de relación directa y regular el legislador atiende en
primer lugar al acuerdo de los padres: a ellos corresponde en primer término acordar
la frecuencia y libertad para el ejercicio del derecho. Si los padres acordaron
conforme al art. 225 inc. 1º CC una modalidad de cuidado personal, en ese mismo
acuerdo solemne debe constar el régimen de relación directa y regular. También
son instrumentos aptos para que conste el convenio de los padres, el acuerdo
completo y suficiente que se debe acompañar en un proceso de separación judicial
o divorcio (arts. 21, 27 y 55 LMC) o el acta de mediación previa obligatoria conforme
al art. 106 de la Ley de Tribunales de Familia. El acuerdo también podría alcanzarse
dentro del proceso judicial, por ejemplo en la audiencia de conciliación.
Cualquiera sea el caso, ya venga determinado el régimen por los padres o sea
establecido por el juez, debe tenerse presente que la finalidad del régimen consiste
en que el vínculo familiar entre padre e hijo se mantenga por medio de un contacto
periódico y estable, lo que impide que en los acuerdos o en la sentencia se
contengan cláusulas abiertas o ambiguas que dejen entregado a la voluntad de uno
de los progenitores el ejercicio.
346
— La vinculación afectiva entre el hijo y su padre o madre, según corresponda, y
la relación con sus parientes cercanos.
Se impone al padre o madre que ejerza el cuidado personal del hijo el deber de
no obstaculizar el régimen de relación directa y regular que se establezca a favor
del otro padre. Incluso, de la lectura de la letra d) del art. 225-2 CC resulta que al
padre/madre cuidador también se le imponen deberes activos de cooperar con el
otro, a fin de asegurar la máxima estabilidad al hijo y garantizar la relación directa y
regular.
347
lugar y tiempo que se determine627. Representa una limitación al ejercicio pleno del
derecho de relación directa y regular por cuanto comporta contactos esporádicos,
exentos de espontaneidad y dentro de los horarios breves predeterminados y, por
tanto, amerita la concurrencia de factores o circunstancias que la justifiquen,
debiendo tener su adopción por finalidad única la protección del interés superior del
menor. Se trata de una forma residual y alternativa de relación cuando no caben
otras formas más completas628. Los factores que fundamentan esta modalidad
pueden ser variados y provenir tanto del padre, como del hijo, entre otros: la
enfermedad prolongada del hijo, su corta edad, los trastornos psíquicos del visitante.
El lugar de realización de la visita es, en muchas ocasiones, indiferente, pudiendo
presentarse básicamente tres alternativas: en el domicilio del menor —forma
primigenia de realizar el derecho629—; en el domicilio del visitador; en un lugar
distinto a ambos domicilios.
348
— Cuando el progenitor deja de cumplir, injustificadamente, la forma convenida
para el ejercicio del derecho o la establecida por el tribunal (art. 48 inc. 4º Ley de
Menores).
349
una relación directa y regular con ellos. Además de los aspectos antropológicos
vinculados con la circunstancia de ser los abuelos la memoria viva de la familia y
por tanto, contribuir en la transmisión de la cultura y las tradiciones a las
generaciones más jóvenes, el valor de tales relaciones en situaciones de vida
separada de los padres, y especialmente de crisis de pareja, se pone de manifiesto
al poder desempeñar los ascendientes un importante papel en la estabilidad del
menor por brindarle, tales relaciones, un entorno familiar más completo.
Aunque la denominación legal de este derecho del hijo es idéntica a la que emplea
el art. 229 CC para referirse a la relación con el padre que no tiene el cuidado
personal, hay que entender que la relación con los abuelos normalmente será de
una intensidad menor que la que vincula con los padres, además de no satisfacer
las mismas finalidades. Por otro lado, debe hacerse mención a una técnica legal
deficiente al generar vacíos por ejemplo en cuanto a quién tiene la titularidad
procesal para accionar solicitando la fijación judicial del régimen de relación (el hijo
o los abuelos); o en cuanto a quiénes serán las partes del acuerdo a que alude la
norma (ambos padres o solo el que tiene el cuidado personal; el o los abuelos y los
padres; el hijo y los abuelos, entre otras posibilidades). Conjuntamente con ello, el
legislador ubica este derecho dentro del Título IX del Libro I del Código Civil, De los
derechos y obligaciones entre los padres y los hijos, por inadvertencia o como si no
hubiera encontrado otro lugar más adecuado para ubicarlo, pues ciertamente no se
trata de un derecho u obligación entre padres e hijos sino de un derecho de familia,
de un derecho entre parientes y finalmente de un derecho del menor, niño, niña o
adolescente631.
Respecto de otros parientes el Código Civil nada dice, sin embargo, la Ley de
Menores faculta al juez para conferir, en la forma y condiciones que determine, el
derecho a otros parientes de visitar al menor cuando, luego de oír a los padres y a
la persona que tiene el cuidado personal, parezca de manifiesto la conveniencia
para éste (art. 48 inc. final, Ley de Menores). Esta norma mantiene la tradicional
nomenclatura al referise al derecho de visitar al menor.
350
La crianza es, en términos generales, el proceso de cuidado, alimentación y
educación de los hijos, que en naturaleza corresponde a los padres hasta que ellos
pueden valerse por sí mismos. El art. 2º de la Ley General de Educación Nº 20.370
define la educación como el proceso de aprendizaje permanente que abarca las
distintas etapas de la vida de las personas y que tiene como finalidad alcanzar su
desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico y físico, mediante la
transmisión y el cultivo de valores, conocimientos y destrezas y señala que ella se
manifiesta a través de la enseñanza formal o regular, de la enseñanza no formal y
de la educación informal, esta última es todo proceso vinculado con el desarrollo de
las personas en la sociedad, facilitado por la interacción de unos con otros y sin la
tuición del establecimiento educacional como agencia institucional educativa. Se
obtiene en forma no estructurada y sistemática del núcleo familiar, de los medios de
comunicación, de la experiencia laboral y, en general, del entorno en el cual está
inserta la persona.
El Código Civil por su parte reconoce que la educación de los hijos es tanto un
derecho como un deber de los padres: Los padres tendrán el derecho y el deber de
educar a sus hijos; asimismo la norma fija el objetivo de la educación que los padres
deben a sus hijos: orientándolos hacia su pleno desarrollo en las distintas etapas de
su vida (art. 236 CC).
351
el derecho-deber de educación comprende tanto la responsabilidad indirecta por la
educación formal mediante la elección del centro educativo y el apoyo para que
asista a él, como la responsabilidad directa por la educación y proceso formativo
que se hace al interior de la familia. La orientación de los hijos debe irse
acomodando a su proceso evolutivo, es decir, según las etapas de su vida: primera
infancia, preadolescencia; adolescencia y juventud. Si los padres no procuran o
velan por la educación de sus hijos incurren en causal de inhabilidad que puede
generar la pérdida del cuidado personal de los hijos (art. 42 Nº 3 Ley de Menores
en relación con el art. 226 CC).
En cuanto a los gastos que demanda la educación de los hijos, los arts. 230, 231
y 233 CC se refieren a las diversas hipótesis, así:
Dado su carácter de deber y no de mero derecho, hay ciertos casos en los que la
ley priva a los padres del derecho-deber de educar a sus hijos, estos casos son:
— Cuando los padres que por su inhabilidad moral hayan dado motivo a una
medida de separación de los hijos de su lado; a menos que ésta haya sido después
revocada (art. 239 CC).
352
Tal privación no implica que los padres puedan desentenderse de su
responsabilidad en los costos de la educación de los hijos, por ello el art. 43 de la
Ley de Menores señala que la pérdida de la patria potestad, lasuspensión de su
ejercicio y la pérdida o suspensión de la tuición de los menores no importa liberar a
los padres o guardadores de las obligaciones que les corresponden de acudir a su
educación y sustento.
Expresa el art. 234 CC Los padres tendrán la facultad de corregir a los hijos,
cuidando que ello no menoscabe su salud ni su desarrollo personal. Esta facultad
excluye toda forma de maltrato físico y sicológico y deberá, en todo caso, ejercerse
en conformidad a la ley y a la Convención sobre los Derechos del Niño. La ley
Nº 19.585 eliminó la facultad que tenían antes los padres para castigar
moderadamente a los hijos y en su reemplazo dejó una facultad de corrección, que
no puede implicar maltrato al menor, pues conforme al art 19 CDN los Estados
Partes, deben proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o
mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso
sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un
representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo.
En su inciso segundo el art. 234 CC concede una acción popular para que
cualquier persona solicite al juez que decrete medidas cautelares especiales en
protección del menor, no solo cuando existe un menoscabo cierto, sino también
cuando hay temor de que éste se produzca. En las mismas situaciones el juez
puede actuar de oficio: Si se produjese tal menoscabo o se temiese fundadamente
que ocurra, el juez, a petición de cualquiera persona o de oficio, podrá decretar
una o más de las medidas cautelares especiales del artículo 71 de la ley Nº 19.968,
con sujeción al procedimiento previsto en el Párrafo primero del Título IV de la
misma ley, sin perjuicio de las sanciones que correspondiere aplicar por la
infracción632.
353
menor de edad o discapacitada que se encuentre bajo el cuidado o dependencia de
cualquiera de los integrantes del grupo familiar (art. 5º ley Nº 20.066). En tales
casos, además de las medidas y sanciones que prevé la propia ley de VIF, pueden
ser aplicables las medidas cautelares en protección de la víctima que contempla el
art. 92 de la Ley de Tribunales de Familia.
354
que se pide autorización para que el padre salga con su hijo de corta edad al
extranjero, se deberá indagar cuál es el interés superior del niño, conforme a los
siguientes factores: a) las necesidades emocionales del niño; b) las condiciones del
que solicita la autorización para sacar al menor del territorio nacional; c) el efecto
probable de cualquier cambio de situación en la vida actual del menor; y d) si
existiere algún riesgo de sufrir un daño por consecuencia de la salida al extranjero
del menor (sentencia de 14 de febrero de 2012, en autos rol Nº 99-2012).
Expirado el plazo señalado por el juez sin que el menor, injustificadamente, vuelva
al país, podrá el juez decretar la suspensión de las pensiones alimenticias que se
hubieren decretado.
1. Concepto (derecho en bienes de los hijos). Caso del 203 CC.; 2. Titulares;
3. Atributos y forma de ejercicio; 4. Suspensión de la patria potestad; 5.
Emancipación.
La patria potestad se encuentra regulada en el Título X del Libro I del Código Civil,
artículos 243 a 273. Conforme lo dispone el art. 243 CC: La patria potestad es el
355
conjunto de derechos y deberes que corresponden al padre o a la madre sobre los
bienes de sus hijos no emancipados. La patria potestad se ejercerá también sobre
los derechos eventuales del hijo que está por nacer. Tres aspectos destacan del
concepto legal: primero, el contenido estrictamente patrimonial de la patria potestad,
que distingue esta institución en la regulación nacional y la diferencia de la autoridad
parental referida al ámbito personal de la relación paterno filial; segundo, su
atribución conferida siempre como una función de los padres, individual o
conjuntamente, pero nunca entregada a terceros, lo que también la distingue del
cuidado personal de los hijos que conforme al art. 226 CC puede ser entregado por
el juez a un tercero, pariente o extraño; y finalmente, su carácter temporal, dado que
la emancipación pone término a la patria potestad, a diferencia de otros efectos de
la filiación que pueden extenderse más allá de la mayoría de edad, según se
anticipó.
356
establece que la madre, en caso de corresponderle el cuidado personal de los hijos,
podría pedir que se le otorgue también la patria potestad (entre 1989 y 1999);
finalmente, corresponderá la patria potestad, sin necesidad de petición a la justicia,
al padre o madre que detente el cuidado personal de los hijos (desde 1999 a la
fecha)"633. Con las modificaciones introducidas por la ley Nº 20.680 se da lugar a
una nueva fase en esta evolución, caracterizada por un mayor equilibrio entre
ambos padres en el ejercicio del cuidado personal y de la patria potestad y por una
ampliación de las situaciones en que es posible el ejercicio conjunto de esta última.
Cabe recordar la sanción que establece el art. 203 CC al padre o madre renuente
a reconocer al hijo y que afecta expresamente al ejercicio de la patria potestad.
Cuando la filiación haya sido determinada judicialmente contra la oposición del
padre o madre, aquél o ésta quedarán privados, entre otros, de la patria potestad y
el juez así lo declarará en la sentencia y de ello se dejará constancia en la
subinscripción correspondiente. Pero eso no significa que padre o madre puedan
desentenderse de sus deberes legales, pues conservan todas sus obligaciones
legales cuyo cumplimiento vaya en beneficio del hijo o sus descendientes. Los
padres pueden ser restituidos en todos los derechos de los que están privados y en
consecuencia recuperar la patria potestad de los bienes del hijo, si éste, alcanzada
su plena capacidad, manifiesta por escritura pública o por testamento su voluntad
de restablecerle en ellos. El restablecimiento por escritura pública producirá efectos
desde su subinscripción al margen de la inscripción de nacimiento del hijo y será
irrevocable, en cambio, el restablecimiento por acto testamentario producirá efectos
desde la muerte del causante y como se explicó previamente, es revocable por acto
testamentario posterior.
2. TITULARES
Si los padres viven juntos la patria potestad será ejercida por el padre o la madre
o ambos conjuntamente, según convengan formalmente (inc. 1º art. 244 CC). El
acuerdo es solemne, debe otorgarse por escritura pública o acta extendida ante
cualquier oficial del Registro Civil, que se subinscribirá al margen de la inscripción
de nacimiento del hijo dentro de los treinta días siguientes a su otorgamiento. A falta
de acuerdo, toca al padre y a la madre en conjunto el ejercicio de la patria potestad
(inc. 2º art. 244 CC). Cuando el interés del hijo lo haga indispensable, a petición de
uno de los padres, el juez podrá confiar su ejercicio al padre o madre que carecía
357
de él, o radicarlo en uno solo de ellos, si la ejercieren conjuntamente. Se sigue la
lógica del cuidado personal en vida conjunta, esto es, por regla, ambos padres
deben compartir las funciones.
Si los padres viven separados la patria potestad será ejercida por aquel que tenga
a su cargo el cuidado personal del hijo, o por ambos, de conformidad al art. 225 CC.
Con ello se mantiene la dependencia entre ejercicio de la patria potestad y atribución
del cuidado personal, lo que encuentra plena justificación en razones prácticas.
Ahora bien, por acuerdo de los padres o resolución judicial fundada en el interés del
hijo, se puede alterar la anterior regla legal y se puede atribuir la patria potestad al
otro padre o radicarla en uno de ellos si la ejercieren conjuntamente. Además,
basándose en igual interés, los padres pueden ejercerla en forma conjunta (art. 245
inc. 2º CC). En estas hipótesis, por primera vez se permite que aun viviendo
separados los padres el ejercicio de la patria potestad pueda ser conjunto, tengan
o no el cuidado personal compartido de los hijos.
Conviene tener presente que antes de la modificación legal de 2013, si los padres
vivían juntos, el art. 244 CC establecía el ejercicio por el padre o la madre o por
ambos conjuntamente, según convinieran en acuerdo solemne; a falta de acuerdo,
al padre le tocaba por ley el ejercicio de la patria potestad y solo cuando el interés
del hijo lo hiciera indispensable, a petición de uno de los padres, el juez podía confiar
el ejercicio de la patria potestad al padre o madre que carecía de él, o radicarlo en
uno solo de ellos, si lo ejercían conjuntamente. Aun viviendo juntos los padres el
legislador daba preeminencia al ejercicio individual y hasta lo imponía; solo con
carácter excepcional y por acuerdo solemne era posible el ejercicio conjunto de la
patria potestad. Resultaba extraña la solución legal, pues mientras el cuidado
personal debía ser asumido —sin excepción— de consuno por ambos padres,
siguiendo el orden normal de la dinámica familiar habitual, la patria potestad por ley
le correspondía al padre, con lo cual, la propia ley generaba una fisura normativa en
la asunción de las funciones parentales que solo encontraba explicación en la lógica
original del Código consistente en limitar la administración materna de bienes.
Si los padres vivían separados el art. 245 CC disponía que la patria potestad sería
ejercida por aquel que tenga a su cargo el cuidado personal del hijo, de conformidad
al artículo 225. Dicha atribución legal se podía alterar por acuerdo de los padres, o
resolución judicial fundada en el interés del hijo, en ambos casos para atribuir
individualmente al otro padre la patria potestad. Fluye de la norma la estrecha
dependencia entre la patria potestad y el cuidado personal de los hijos en los casos
de vida separada de los padres: la patria potestad era ejercida por el padre que
tenía el cuidado personal del hijo, solución que se justifica en la necesidad de
facilitar su ejercicio. Como consecuencia de lo anterior, el ejercicio de la patria
358
potestad siempre era individual y constantemente le correspondía a la madre, ya
fuera por la ausencia de acuerdo que otorgara al padre tal cuidado, ya fuera por la
dificultad de probar en juicio las circunstancias legales que permitían alterar la
atribución legal634.
b) Cuando falta un padre, la patria potestad corresponde al otro (art. 244 inc. final
CC). Se entiende que falta un padre cuando concurra a su respecto una causal de
suspensión (art. 267 CC) y cuando concurre a su respecto causal de emancipación
legal o judicial (arts. 270 y 271 CC).
359
La patria potestad concede derechos bien precisos a los padres, que conforman
lo que tradicionalmente se conoce como su contenido o atributos. El ejercicio de la
patria potestad cuando es conjunto se extiende a todos ellos, aunque con distinta
intensidad. Se revisarán a continuación los tres atributos de la patria potestad: el
derecho legal de goce sobre los bienes del hijo; la administración de bienes y, la
representación legal del hijo.
El derecho legal de goce sobre los bienes del hijo consiste en la "facultad de usar
los bienes del hijo y percibir sus frutos, con cargo de conservar la forma y sustancia
de dichos bienes y de restituirlos, si no son fungibles; o con cargo de volver igual
cantidad y calidad del mismo género, o de pagar su valor, si son
fungibles (obligación restitutoria en especie o en valor)", arts. 250, 252 y 260 CC.
Es un derecho personalísimo e irrenunciable, en cuya virtud el dominio de los frutos
se adquiere por el solo ministerio de la ley (Corte Suprema, sentencia de 13 de
marzo de 2012, en autos rol Nº 8761-09.). El derecho recae sobre todos los bienes
del hijo, salvo las excepciones legales, tales como, los bienes que integran el peculio
profesional o industrial del hijo o los que pertenecen al peculio adventicio
extraordinario. Entonces es posible encontrar bienes que pertenecen al hijo pero
cuyo derecho legal de goce lo tienen el o los padres y bienes que pertenecen al hijo,
respecto de los cuales él tiene también el goce.
360
el artículo 124. Pero si no hace inventario solemne, deberá llevar una descripción
circunstanciada de los bienes desde que entre a gozar de ellos (art. 252 inc. 2º CC).
La administración de los bienes del hijo (arts. 253 y siguientes CC), en términos
generales, corresponde a quien ejerza el derecho legal de goce (art. 253 CC: El que
ejerza el derecho legal de goce sobre los bienes del hijo tendrá su administración,
y el que se encuentre privado de ésta quedará también privado de aquél) y
comprende la gestión normal u ordinaria de dichos bienes en provecho del
patrimonio del hijo. Se refiere a los bienes del peculio adventicio ordinario y no a
todos los bienes del hijo, pues, como expresamente señala el art. 251 CC, El hijo
se mirará como mayor de edad para la administración y goce de su peculio
profesional o industrial.
En general la ley establece que la patria potestad se ejerce sobre todos los bienes
del hijo, sin embargo, para conocer con precisión sobre qué bienes se ejerce es
necesario formular algunas distinciones, por cuanto existen bienes excluidos del
derecho legal de goce o de la administración. Ello es expuesto por el art. 250 CC
que señala:
La patria potestad confiere el derecho legal de goce sobre todos los bienes del
hijo, exceptuados los siguientes:
1. Los bienes adquiridos por el hijo en el ejercicio de todo empleo, oficio, profesión
o industria. Los bienes comprendidos en este número forman su peculio
profesional o industrial;
2. Los bienes adquiridos por el hijo a título de donación, herencia o legado, cuando
el donante o testador ha estipulado que no tenga el goce o la administración quien
ejerza la patria potestad; ha impuesto la condición de obtener la emancipación, o
ha dispuesto expresamente que tenga el goce de estos bienes el hijo, y
3. Las herencias o legados que hayan pasado al hijo por incapacidad, indignidad
o desheredamiento del padre o madre que tiene la patria potestad.
El goce sobre las minas del hijo se limitará a la mitad de los productos y el padre
que ejerza la patria potestad responderá al hijo de la otra mitad.
361
A partir de ahí tenemos bienes del hijo que quedan sometidos a patria potestad
(peculio adventicio ordinario) y bienes que quedan excluidos. Éstos últimos pueden
ser bienes que desde el punto de vista de su origen no están sujetos al derecho
legal de goce, como los del Nº 1 del art. 250 CC Los bienes adquiridos por el hijo
en el ejercicio de todo empleo, oficio, profesión o industria (peculio profesional o
industrial) o bienes que por disposición convencional o legal no pueden ser
administrados ni gozados por el padre como los bienes de los Nºs. 2 y 3 del art. 250
CC (peculio adventicio extraordinario).
— Art. 254 CC: No se podrán enajenar ni gravar en caso alguno los bienes raíces
del hijo, aun pertenecientes a su peculio profesional o industrial, ni sus derechos
hereditarios, sin autorización del juez con conocimiento de causa.
362
— Art. 255: No se podrá hacer donación de ninguna parte de los bienes del hijo,
ni darlos en arriendo por largo tiempo, ni aceptar o repudiar una herencia deferida
al hijo, sino en la forma y con las limitaciones impuestas a los tutores y curadores.
No se distingue si se trata de bienes muebles o inmuebles.
Por otro lado, una mala administración puede dar lugar a la posibilidad de que en
virtud de una resolución judicial se suspenda la administración, como expresa el art.
257 CC: Habrá derecho para quitar al padre o madre, o a ambos, la administración
de los bienes del hijo, cuando se haya hecho culpable de dolo, o de grave
negligencia habitual, y así se establezca por sentencia judicial, la que deberá
subinscribirse al margen de la inscripción de nacimiento del hijo. Perderá también
la administración siempre que se suspenda la patria potestad, en conformidad con
el artículo 267. Privado uno de los padres de la administración de los bienes, ésta
pasará al otro; si ninguno de ellos la tuviese, la propiedad plena pertenecerá al hijo,
y se le dará un curador para la administración (art. 258 CC).
363
El último atributo de la patria potestad es la representación legal de los hijos,
regulada en los arts. 260 y ss. CC; en su virtud, el hijo menor de edad actúa en el
ámbito judicial o extrajudicial a través de su representante (si es absolutamente
incapaz) o bien, representado o autorizado por él (si es relativamente incapaz). En
la representación legal del hijo sujeto a patria potestad, se altera el efecto normal
de la representación, que conforme al art. 1448 CC produce respecto del
representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo, en cuanto la
actuación del padre o madre obligan al representante (padre o madre) hasta
concurrencia del beneficio que éste hubiere reportado de dichos actos o contratos
y sólo subsidiariamente obligan al hijo representado (art. 261 CC). Este atributo
opera con independencia de que el hijo tenga bienes y permite que se actúe por él
o se le autorice tanto en el ámbito judicial como extrajudicial; por tanto es posible
que el ejercicio de la patria potestad solo se manifieste a través de la representación
legal del hijo sin que existan, en el caso concreto, bienes que administrar y gozar,
ya sea porque el hijo no los tiene en absoluto; ya sea porque teniéndolos se trata
de bienes excluidos del goce y administración de los padres conforme al art. 250
CC. En cuanto al ámbito operativo de la representación legal, en doctrina existe
bastante aceptación en considerar que su funcionalidad solo es patrimonial. Varas
ha precisado con acierto que no se extiende a la representación personal no
patrimonial propia de la vida diaria, también denominada extrapatrimonial,
existencial o vital641.
Si el hijo actúa sin cumplir estas formas o maneras de suplir su incapacidad, sus
actos y contratos no autorizados por el padre o la madre que lo tenga bajo su patria
potestad, o por el curador adjunto, en su caso, le obligarán exclusivamente en su
peculio profesional o industrial (art. 260 inc. 1º CC). Se trata de una excepción a los
principios generales en materia de incapacidad, ya que por regla cuando un incapaz
relativo actúa sin la autorización, el no cumplimiento de esta formalidad habilitante
se sanciona con la nulidad relativa. El acto jurídico no obstante haber sido celebrado
364
sin la autorización produce efectos, pero esos efectos se radican en su peculio
profesional, en él se radica el derecho de garantía general de los acreedores,
porque en buenas cuentas en cuanto a su peculio se le mira como mayor de edad
(art. 251 CC). La norma impone un límite, pero no podrá tomar dinero a interés, ni
comprar al fiado (excepto en el giro ordinario de dicho peculio) sin autorización
escrita de las personas mencionadas. Y si lo hiciere, no será obligado por estos
contratos, sino hasta concurrencia del beneficio que haya reportado de ellos (art.
260 inc. 2º CC). No obstante se le mira como mayor de edad, existe una limitación
a las obligaciones dinerarias constitutivas de un préstamo que generará intereses
de conformidad a la ley Nº 18.010. Hay una clara excepción a los principios
generales de la incapacidad en esta materia.
— En el ámbito judicial: La ley distingue según se trate de acciones del hijo contra
terceros, de terceros contra del hijo o situaciones de acciones entre el padre y el
hijo. En cuanto a la legitimación activa (acciones del hijo contra terceros), el hijo no
puede parecer en juicio, como actor contra un tercero, sino autorizado o
representado por el padre o la madre que ejerce la patria potestad, o por ambos, si
la ejercen de manera conjunta (art. 264 CC). En lo que respecta a la legitimación
pasiva (acciones civiles seguidas por terceros contra el hijo): en las acciones civiles
contra el hijo deberá el actor dirigirse al padre o madre que tenga la patria potestad,
para que autorice o represente al hijo en la litis; si ambos padres ejercen en conjunto
la patria potestad, la ley flexibiliza la regla y permite que la gestión judicial sea válida
aun cuando ambos padres no participen, bastará que el actor se dirija en contra de
uno de ellos (art. 265 CC)642. Por otra parte, en las acciones penales contra el hijo
no es necesaria la intervención paterna o materna —o de ambos en los casos de
ejercicio conjunto—, para proceder criminalmente contra el hijo; pero el padre o
madre que tiene la patria potestad —o ambos, en su caso— será obligado a
suministrarle los auxilios que necesite para su defensa (art. 266 CC).
365
conjunto, sino que además es la propia ley la que se inclina por dicha modalidad en
ciertos casos, quedando solo excluida la posibilidad de su imposición por decisión
judicial. Durante la tramitación de la ley Nº 20.680 existió un amplio consenso en la
idea de ampliar las situaciones de ejercicio conjunto, así como en la necesidad de
buscar fórmulas que no entorpecieran en demasía tal ejercicio. Para esto se transitó
por diversas alternativas: presunción de consentimiento de un cónyuge en los actos
realizados por el otro; división de la administración cuando el volumen del patrimonio
lo justificara; actuación indistinta para cumplir funciones de representación legal que
no menoscaben los derechos del hijo ni le impongan obligaciones; actuación
conjunta o de uno con mandato otorgado por el otro; administración y
representación legal para ambos padres pudiendo actuar uno con el conocimiento
y consentimiento del otro, y finalmente la opción que fue aprobada: actuación
indistinta en actos de mera conservación durante el ejercicio conjunto. La discusión
giró siempre en torno a dos atributos de la patria potestad: la representación legal
de los hijos y la administración de sus bienes.
— Cuando los padres viven juntos y así lo acuerdan (art. 244 inc. 1º CC);
— Cuando los padres viven juntos en ausencia de acuerdo por la sola disposición
legal (art. 244 inc. 2º CC);
— Por disposición legal consecuencial cuando los padres viven separados y han
determinado de común acuerdo que el cuidado personal de los hijos les
corresponda a ambos en forma compartida (art. 245 inc. 1º en relación con el inc.
1º del art. 225 CC);
— Cuando los padres viven separados y uno de ellos tiene el cuidado personal,
pero basándose en el interés del hijo, ejercen en los hechos en forma conjunta la
patria potestad (art. 245 inc. 2º CC).
366
padres en todo ámbito que diga relación con sus hijos, ya no sólo en los aspectos
personales vinculados con su crianza y educación.
— Actos de mera conservación: para estos actos el legislador permite que los
padres puedan actuar indistintamente, por lo cual resulta interesante determinar
cuándo estamos en presencia de actos de mera conservación; qué implica actuar
indistintamente y cuál es la finalidad normativa. En términos lingüísticos se trata de
actos destinados a mantener algo o cuidar de su permanencia (Diccionario RAE);
Claro Solar, tratando de los curadores de bienes, en cuando se distinguen de los
curadores generales, particularmente en relación con lo dispuesto en los arts. 487
a 489 CC, alude a actos que no pueden demorarse sin perjuicio para el patrimonio;
actos de mantenimiento de los bienes en la forma que el curador los recibe, no
pudiendo alterar la forma de los bienes, lo que se justifica por el carácter provisional
de estas curadurías644; durante la discusión parlamentaria se los identificó como
aquellos que no producen alteración del patrimonio645. A partir de todo ello, se debe
entender que los actos de mera conservación que se pueden ejecutar
indistintamente, vigente un ejercicio conjunto de la patria potestad, son aquellos
destinados a mantener los bienes en su estado normal, evitar pérdidas inminentes,
menoscabos o disminuciones en su valor. Para reconocerlos, normalmente se les
atribuyen los caracteres de necesarios y urgentes646. ORREGO explica que los actos
conservativos pueden ser materiales o jurídicos. Es un acto conservativo material,
por ejemplo, ejecutar mejoras necesarias en una vivienda; es un acto conservativo
jurídico, por ejemplo, interponer una querella posesoria 647. Actuar indistintamente,
367
significa que tanto el padre como la madre, sin distinción ni preferencia, pueden
ejecutar el acto meramente conservativo. Resultando necesario y hasta urgente
para el bien del patrimonio del hijo, al legislador le resulta indiferente cuál de los dos
padres lo ejecuta, con lo cual al mismo tiempo se ratifica la idea de que padre y
madre se encuentran igualmente calificados. La finalidad de esta regla es facilitar la
gestión del patrimonio evitando que la administración se entorpezca en exceso al
exigir siempre la reunión de ambos padres cuando se trata de actos simples que no
suponen obligaciones ni detrimentos en el patrimonio del hijo y cuya no ejecución
pronta puede acarrear riesgos.
368
considerando que ciertos actos de disposición (la venta de un bien, por ejemplo)
pueden llegar a considerarse como de mera conservación, según las circunstancias
(o viceversa). Para la calificación del acto será determinante evaluar, en el caso
concreto, el efecto patrimonial que provoca y la presencia o no del carácter urgente.
Todos los problemas que se puedan generar como consecuencia del ejercicio
conjunto de la patria potestad son de conocimiento de los Tribunales de Familia ante
quienes habrá que probar —en caso de conflicto— la naturaleza del acto según las
circunstancias del caso concreto.
En todos los casos anteriores para que sea posible la realización del acto es
necesaria la autorización judicial (art. 244 inc. 3º y 245 inc. final, ambos del CC),
siendo competentes para ello los tribunales de familia
Opera por la vía judicial, salvo un caso, conforme a los arts. 267 y 268 CC. Son
causales de suspensión:
369
b) La minoría de edad del padre o madre que la ejerce.
e) Otro impedimento físico, de los cuales se siga perjuicio grave en los intereses
del hijo, a que el padre o madre ausente o impedido no provee.
Si estas causales afectan a uno solo de los padres, la patria potestad la ejercerá
el otro. Si afectan a los dos, la patria potestad se suspenderá respecto de ambos y
el hijo quedará sujeto a guarda.
Por regla general la suspensión debe ser decretada por el juez con conocimiento
de causa, y después de oídos sobre ello los parientes del hijo y el defensor de
menores. Solo se produce de pleno derecho cuando se trate de la menor edad del
padre o de la madre.
El juez, en interés del hijo, podrá decretar que el padre o madre recupere la patria
potestad cuando hubiere cesado la causa que motivó la suspensión. La resolución
que decrete o deje sin efecto la suspensión deberá subinscribirse al margen de la
inscripción de nacimiento del hijo.
5. EMANCIPACIÓN
— La muerte del padre o madre, salvo que corresponda ejercitar la patria potestad
al otro;
370
— Haber cumplido el hijo la edad de dieciocho años (art. 270 CC).
Aparece el principio informador del interés superior del hijo como límite para que
opere la revocación de la emancipación, pues aunque se acredite fehacientemente
la existencia del padre o madre desaparecidos o el cese de la inhabilidad que les
371
afectaba, no procederá la revocación judicial cuando ésta no convenga al interés
del hijo.
1. FUNDAMENTOS Y JUSTIFICACIÓN
Adoptar, en su sentido natural y obvio, significa "recibir como hijo, con los
requisitos y solemnidades que establecen las leyes, al que no lo es naturalmente"
(RAE). Siguiendo esta idea, Abeliuk comenta que la filiación adoptiva tendría que
ser definida en forma negativa como aquella que no deriva de la naturaleza, esto
es, no es biológica, sino que está determinada por la ley, donde interviene la
voluntad de las partes y la autoridad judicial, que finalmente la constituye 650. Las
normas que regulan la adopción se fundamentan actualmente en la protección del
adoptado, en concordancia con el encabezado del art. 21 de la CDN que prescribe
que los Estados Partes que reconocen o permiten el sistema de adopción cuidarán
de que el interés superior del niño sea la consideración primordial y en tal entendido,
velarán por que la adopción del niño sólo sea autorizada por las autoridades
competentes, las que determinarán, con arreglo a las leyes y a los procedimientos
aplicables y sobre la base de toda la información pertinente y fidedigna, que la
adopción es admisible en vista de la situación jurídica del niño en relación con sus
padres, parientes y representantes legales y que, cuando así se requiera, las
personas interesadas hayan dado con conocimiento de causa su consentimiento a
la adopción sobre la base del asesoramiento que pueda ser necesario. Ahora bien,
conviene tener presente que si bien es una forma de protección del niño, no puede
considerarse una simple medida de protección principalmente por la ausencia de
carácter transitorio, como se verá, y porque además el foco ya no reside solo en el
cuidado material y afectivo del niño desamparado, sino en la posibilidad de
proporcionarle una familia.
372
familia de origen que pueda hacerse cargo responsablemente de ellos; se habla
de niñez vulnerable para resignificar la situación en que se encuentran651. Esa
condición que justifica la institución de la adopción, pone de manifiesto que ésta no
se encuentra al servicio de los padres, sino de los menores 652. El interés público
impregna las normas que la regulan, que pasan a ser normas de orden público,
imperativas para todas las partes y para el juez que interviene, e inderogables por
la voluntad de los particulares653. La intervención estatal en todo el proceso de
adopción no solo se hace presente por medio de la actuación judicial, sino también
por medio de órganos administrativos que ejercen un control de cumplimiento de
ciertos aspectos objetivos.
En nuestro país la adopción fue excluida del Código Civil. Leyes posteriores la
regularon con diversos caracteres que dan cuenta de la evolución de la institución
de mano de los avances en la protección de los menores. Resumidamente tenemos:
373
— Ley Nº 5.343 de enero de 1934, en su art. 1º definía la adopción como un acto
jurídico destinado a crear entre adoptantes y adoptados los derechos y obligaciones
que establece la presente ley. La adopción así regulada no era constitutiva de
estado civil.
374
a los divorciados; la ley Nº 19.968 que crea los Tribunales de Familia estableció
adecuaciones al nuevo procedimiento y; finalmente por la ley Nº 20.203 de agosto
del año 2007 que reduce de 4 a 2 meses el plazo de falta de atención personal o
económica por padres biológicos al menor para efectos de proceder a la declaración
judicial de susceptibilidad de adopción.
— Tiene por fin velar por el interés superior del menor adoptado. Dicho interés
considerara´ su realización personal, espiritual y material, y el respeto a los
derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana, de un modo conforme
a la evolución de sus facultades (art. 1º Reglamento).
375
— La adopción es siempre subsidiaria a las responsabilidades propias de la
paternidad biológica (arts. 1º y 15 ley Nº 19.620), como manifestación del derecho
prioritario del niño a no ser separado de su familia biológica.
— Es irrevocable, debido a que es un acto de familia que genera estado civil, salvo
acción de nulidad si existe algún vicio al momento de constituirla (art. 38 ley
Nº 19.620). Este rasgo la diferencia de una medida ordinaria de protección de
menores que tiene el carácter de esencialmente transitoria.
— Sólo para efectos del procedimiento aplicable, la ley distingue entre la adopción
constituida por personas residentes en Chile y aquélla constituida por personas no
residentes en el país.
376
La ley crea nuevas instituciones, denominadas organismos acreditados, y se
establece que la acreditación se otorgará únicamente a corporaciones o
fundaciones que tengan entre su objeto la asistencia o protección de menores de
edad, demuestren competencia técnica y profesional para ejecutar programas de
adopción, y sean dirigidas por personas idóneas (art. 6º inc. 2º ley Nº 19.620).
Además fortalece las atribuciones que la legislación le había otorgado al SENAME
para intervenir en los procedimientos de adopción y hacerse parte en todos los
asuntos que regula la ley, en defensa de los derechos del menor (arts. 4º, 5º, 6º, 7º,
9º, Nºs. 3, 10, 13, 17, 18, 19, 33 ley Nº 19.620). Se crean dos importantes registros
a cargo del SENAME: el Registro de menores susceptibles de ser adoptados y el
Registro de personas interesadas en adoptar.
Conjuntamente con ello se regula por primera vez la adopción internacional, con
lo que se pretende evitar el tráfico de niños, la explotación de menores, y la venta
de niños para la realización de prácticas contra los niños.
377
objeto, la referida evaluación deberá´ realizarse conforme a las pautas técnicas
elaboradas por la Dirección Nacional del Servicio Nacional de Menores (art. 10).
Con esto además para efectos de adopción se fija un criterio decisorio que otorga
preferencia al interés del adoptado de existir conflicto de intereses.
Vinculado con el interés superior del adoptado, este principio exige en primer lugar
que se realicen los mayores esfuerzos para que un niño pueda desarrollarse en su
medio familiar biológico: tendrá´ derecho desde que nace a un nombre, a adquirir
una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser
cuidado por ellos (art. 7.1 en relación con el art. 20 ambos de la CDN). En tal sentido,
la filiación adoptiva procede de manera supletoria a la filiación natural, siendo la
familia biológica la llamada a cuidar y criar a los niños que provienen de ella. Por
tanto, los Tribunales deben agotar las instancias que permitan mantener a un niño
junto a su familia biológica. Los artículos 1º y 15 de la ley Nº 19.620, recogen el
principio de subsidiariedad del estatuto de la adopción que se manifiesta en que la
filiación natural es el estado normal y la filiación adoptiva solo es procedente en
carácter supletorio. Por su parte el Reglamento señala El programa de apoyo y
orientación a la familia de origen del menor tendrá´ como objetivo fundamental
constatar si esta podría procurarle los cuidados tendientes a satisfacer sus
necesidades espirituales y materiales (art. 8º). En la realidad aplicativa resulta
relevante determinar cuándo se presenta este carácter o naturaleza subsidiaria de
la adopción. Podría concluirse, acudiendo a un criterio formal, que la adopción sólo
va a poder materializarse ante la inexistencia jurídica de la familia biológica nuclear
o extensa o si ésta se encuentra impedida de tener al menor y de proporcionarle las
condiciones para su desarrollo, o cuando el grupo familiar rechaza al niño, o los
padres no asumen sus funciones y responsabilidades filiales. Siendo posible
disponer de otras medidas que permitan la permanencia del menor en la familia de
origen nuclear o extensa no procedería la adopción, por ejemplo, cuando un
miembro de la familia se opone a la declaración de susceptibilidad de la adopción.
Acuña San Martín estima que un criterio teleológico, exige una valoración y análisis
más profundo de la situación del menor desde la perspectiva de lo que aconseja la
protección de su interés superior en la búsqueda de la situación que garantice su
crecimiento, educación y bienestar. A partir de ahí, la inexistencia de la familia
biológica no solo está dada por una situación física (el menor no tiene filiación
determinada, ha sido abandonado; ningún miembro de su familia biológica se opone
a la declaración de susceptibilidad de la adopción, entre otros), sino también en la
carencia de un vínculo real y permanente en el tiempo respecto del menor,
denotando incapacidad para asumir su cuidado659. En este sentido, la Corte
378
Suprema ha expresado que si bien en la materia rigen los principios de la
subsidiariedad de la adopción y de la prioridad de la familia biológica, consagrados
en nuestra legislación considerando dicha institución como una forma alternativa
cuando el niño o niña no cuente con un medio familiar adecuado que lo acoja, lo
cierto es que esta última circunstancia ha resultado fehacientemente demostrada,
desde que no existe tampoco una familia extensa capaz de asumir la integral
satisfacción de los derechos del menor en todos los ámbitos de su vida. En los
autos, el máximo Tribunal concluyó que si bien la abuela materna se había opuesto
a la declaración de susceptibilidad de la adopción, los antecedentes del proceso
eran suficientes para concluir que ella no está capacitada para constituirse en una
figura de protección respecto del menor, no contando con las habilidades necesarias
para hacerse cargo de su cuidado y contribuir a su desarrollo, incurriendo en
situaciones de abandono en su cuidado y crianza (Corte Suprema, sentencia de 9
de enero de 2013, en autos rol Nº 6948-12).
Se manifiesta en el mandato que la ley realiza al juez para que procure que los
hermanos en situación de ser adoptados, lo sean por los mismos solicitantes. La
justificación de este principio radica en que la adopción no cause un nuevo daño al
niño en desamparo, separándolo de sus hermanos biológicos: En caso de que dos
o más menores que se encuentren en situación de ser adoptados sean hermanos,
el tribunal procurara´ que los adopten los mismos solicitantes (art. 23 inc. 5º ley
Nº 19.620).
Consiste en el derecho de los niños a conocer sus orígenes, es decir, a sus padres
biológicos. Se encuentra consagrado tanto en la CDN (art. 7º), como en la ley
Nº 19.585 de Filiación, que permite una amplia investigación de paternidad y
maternidad con el objeto de garantizar el ejercicio del derecho a la identidad. En el
379
caso de la adopción se trata de que el menor pueda conocerse a sí mismo a través
de la reconstrucción de su historia personal y sus orígenes y no de alternar su
filiación por adopción. Conforme al art. 27 inc. final: cualquier interesado mayor de
edad y plenamente capaz que tenga antecedentes que le permitan presumir que
fue adoptado podrá´ solicitar personalmente al Servicio de Registro Civil e
Identificacio´n que le informe si su filiacio´n tiene ese origen.
¿Quiénes pueden ser adoptados? Conforme a la ley Nº 19.620, sólo pueden ser
adoptadas personas menores de edad que se encuentren en algunas de las
situaciones contempladas en el art. 8º de la ley, a saber:
— El menor que haya sido declarado susceptible de ser adoptado por resolución
judicial del tribunal competente, de acuerdo a lo dispuesto en los arts. 12 y ss.
380
les concede un plazo de 30 días para retractarse desde la fecha de la declaración
voluntad ante el tribunal. Vencido este plazo, no podrán ejercitar tal derecho. Por
otro lado, haciéndose cargo de la situación real que viven algunas mujeres en
conflicto con su maternidad, la ley permite iniciar el procedimiento antes del
nacimiento del hijo, solo cuando sea patrocinado por el SENAME o un organismo
acreditado. Si la madre va primero al tribunal éste remitirá´ los antecedentes al
SENAME, suspendiendo la tramitación de la solicitud. Dentro del plazo de 30 días,
contado desde el parto, la madre deberá´ ratificar ante el tribunal su voluntad de
entregar en adopción al menor, pudiendo presentarse diversas situaciones prácticas
al respecto, con distintas consecuencias jurídicas: a) si la madre no ratifica su
voluntad en el plazo legal se le tiene por desistida; b) si fallece antes de ratificar,
será suficiente manifestación de su voluntad de dar al menor en adopción la que
conste en el proceso y; c) si ratifica su voluntad, el juez citara´ a la audiencia de
juicio para dentro de los 5 días siguientes.
Respecto del segundo caso, esto es, el que dice relación con un menor que es
descendiente consanguíneo de uno de los adoptantes se produce la paradoja de
que en definitiva se podrá adoptar a quien verdaderamente es hijo, es decir, se
reemplazará la filiación biológica ya determinada por una filiación adoptiva, entre las
mismas personas. Bajo este supuesto, también es posible que un abuelo pase a ser
padre (adoptivo) de su nieto. El art. 11 de la ley Nº 19.620 refiere diversas hipótesis,
así: cuando uno de los cónyuges que lo quisieran adoptar es su padre o madre, y
sólo ha sido reconocido como hijo por él o ella, se aplicará directamente el
procedimiento de adopción previsto en el Título III de la ley; si en cambio, el hijo ha
sido reconocido por ambos padres o tiene filiación matrimonial, será necesario el
consentimiento del otro padre o madre, aplicándose, en lo que corresponda, el
procedimiento del menor cuyos padres expresan su voluntad de darlo en adopción
del art. 9º de la ley (audiencia preparatoria, citación al otro padre, posibilidad de
oposición, informe de organismo acreditado, etc., según se verá más adelante.); si
falta un padre o si uno de ellos se opusiere a la adopción, el juez resolverá si el
menor es susceptible de ser adoptado de conformidad al artículo 13 de la ley;
finalmente, si uno de los solicitantes que quieran adoptar es otro ascendiente
consanguíneo del padre o madre del menor (por ejemplo, un abuelo), se aplicará el
procedimiento establecido en los artículos 9º o 13, según corresponda.
381
— Estén inhabilitados física o moralmente para ejercer el cuidado personal, de
conformidad al art. 226 CC, para cuyo efecto se deberá relacionar con el art. 42 de
la Ley de Menores. Habría que entender que en este caso además de la inhabilidad
de ambos padres, no existen otros adultos responsables a quien el juez pueda
confiar el cuidado personal del menor.
Los matrimonios residentes en Chile deben tener dos o más años de casados,
salvo que uno o ambos cónyuges sean infértiles, en cuyo caso no se exige un
mínimo; deben ser mayores de 25 años de edad y menores de 60, a menos que
uno de los adoptantes sea ascendiente consanguíneo (abuelo, bisabuelo, etc.) del
adoptado, caso en que no se exigen dichos li´mites de edad y deben tener una
diferencia mínima de 20 años de edad con el adoptado, requisito al que se aplica la
misma excepción anterior. El juez, por resolución fundada puede rebajar los li´mites
de edad o la diferencia de años, no pudiendo la rebaja exceder de cinco an~os.
Además deben haber sido evaluados como idóneos física, mental, psicológica y
moralmente por el SENAME o algún organismo autorizado para llevar programas
de adopción. Los co´nyuges debera´n actuar siempre de consuno en las gestiones
que requieran de expresio´n de voluntad de los adoptantes.
382
El artículo 22 de la ley Nº 19.620 se refiere a la situación especial del viudo o
viuda, a cuyo respecto la adopción se puede entender efectuada a ambos cónyuges,
cuando, además de concurrir los requisitos anteriores en cuando a límites de edad
y diferencias de años, en vida de ambos co´nyuges se hubiere iniciado la tramitación
correspondiente o, no habie´ndose iniciado e´sta, el co´nyuge difunto hubiere
manifestado su voluntad de adoptar conjuntamente con el sobreviviente. A esta
situación la doctrina la denomina adopción post mortem661. La voluntad podrá
probarse por instrumento público, testamento o un conjunto de testimonios
fidedignos que la establezcan de modo irrefragable, no siendo suficiente la sola
prueba de testigos.
Estos matrimonios deben cumplir con los requisitos de los arts. 20, incs. 1º, 3º y
4º (requisitos de edad y de diferencia de edad), y art. 22 (situación especial del
viudo, separado o divorciado). Su solicitud debe contar con el patrocinio del
SENAME o de un organismo acreditado y conjuntamente con su solicitud de
adopción deben presentar, autenticados, autorizados y legalizados, segu´n
corresponda, y traducidos al castellano, los antecedentes que señala el art. 32 de
la ley.
Finalmente, la ley permite que puedan adoptar los solteros, viudos o divorciados
individualmente, aunque de un modo siempre supletorio a la inexistencia de
co´nyuges interesados (art. 21 ley Nº 19.620). Para ello se requiere que cuenten
con residencia permanente en el pai´s y con una evaluacio´n de idoneidad fi´sica,
383
mental, psicolo´gica y moral por el SENAME o algu´n organismo autorizado para
llevar programas de adopcio´n; que cumplan los mismos rangos de edad y de
diferencia de edad con el menor que se pretende adoptar que los exigidos a los
matrimonios, y que hayan participado en un programa de adopcio´n a que se refiere
el art. 7º de la ley.
384
postulantes. Una vez que la evaluación es positiva, las personas se ingresan al
registro de personas postulantes a la adopción que lleva el SENAME.
385
necesario y se manifestará expresamente ante el juez, durante el respectivo
procedimiento previo a la adopción. Finalmente, se debe citar a la o las personas a
cuyo cuidado este´ el menor y a todos quienes puedan aportar antecedentes para
una acertada resolucio´n del asunto, que hubieren sido mencionados en la solicitud.
Por regla general a los padres se les notifica personalmente, y por carta certificada
a las dema´s personas. Si no se conocen sus domicilios se requiere al Servicio
Electoral y al Servicio de Registro Civil e Identificación que informen, dentro de
quinto día, el u´ltimo domicilio de dichas personas que conste en sus registros. De
no establecerse el domicilio de alguna de ellas, o no ser habidos en el que hubiere
sido informado, se ordena la notificacio´n por medio de un aviso que se publicara´
gratuitamente en el Diario Oficial el día 1 o´ 15 de un mes o el di´a ha´bil siguiente
si aque´l fuese feriado. El aviso deberá´ incluir el ma´ximo de datos disponibles para
la identificacio´n del menor. La notificacio´n se entendera´ practicada tres días
después de la publicación del aviso (art. 14). A las personas que no comparecen a
la audiencia se las considerara´ rebeldes por el solo ministerio de la ley.
La sentencia que declare que el menor puede ser adoptado se notificara´ por
ce´dula a los consangui´neos que hayan comparecido al proceso, salvo que sea
posible efectuar la notificacio´n en forma personal en la audiencia respectiva. Una
vez ejecutoriada, sera´ puesta en conocimiento del SENAME, para los efectos de
incorporar al menor al registro de personas que pueden ser adoptadas.
386
organismo acreditado en materia de adopcio´n, el cual deberá´ ser presentado ante
el tribunal correspondiente.
387
El procedimiento de adopción propiamente tal o constitutivo, es aquel que tiene
por objeto constituir, mediante una resolución judicial, la adopción de un menor
otorgándole el estado civil de hijo respecto de los adoptantes. Se trata de un
procedimiento no contencioso, en el que no se admite oposición. En él el tribunal
competente (juez de familia del domicilio del niño) tiene facultades para decretar de
oficio las diligencias necesarias para comprobar las ventajas de la adopción y la
idoneidad de los solicitantes; además, puede otorgar el cuidado personal del niño a
quienes hayan manifestado su voluntad de adoptarlo siempre que se cumplan con
los requisitos contemplados en la ley. La sentencia que otorgue la adopción
ordenará la cancelación de la inscripción de nacimiento anterior y ordena una nueva;
contra ella procede recurso de apelación, suspendiéndose su aplicación mientras
se resuelve.
El primero se inicia por la respectiva solicitud de adopción la que debe ser firmada
por todos los solicitantes y acompan~arse a ella:
388
En la audiencia preparatoria el juez dictara´ sentencia definitiva, si en base a los
antecedentes expuestos se acreditan las ventajas que la adopción puede reportar
al menor. Si no se cuenta con los antecedentes necesarios, el juez decretara´ las
diligencias que estime conveniente, las que deben presentarse en la audiencia de
juicio.
La sentencia que acoja la adopcio´n de un menor debe contener los requisitos del
art. 66 de la ley Nº 19.968 y adema´s debe:
389
El procedimiento en caso de matrimonios no residentes es el mismo establecido
para los solicitantes con residencia en el país, con las siguientes salvedades:
La adopción así constituida es irrevocable, salvo que haya sido obtenida por
medios ilícitos o fraudulentos. En estos casos podrá pedir la nulidad de la adopcio´n
exclusivamente el adoptado por si´ o por medio de curador especial. La accio´n de
nulidad prescribe en cuatro años contados desde la fecha en que el adoptado,
alcanzada su plena capacidad, haya tomado conocimiento del vicio que afecta la
adopción (art. 38 de la ley). Conoce la solicitud el juez del domicilio o residencia del
adoptado, en conformidad al procedimiento ordinario previsto en la ley Nº 19.968 de
Tribunales de Familia.
La ley permite que cualquier interesado mayor de edad y capaz que tenga
antecedentes que le permitan presumir que fue adoptado, pueda solicitar
personalmente al Servicio de Registro Civil que le informe si su filiación tiene ese
390
origen (art. 27 inc. final). Solo por resolución judicial se podrán otorgar copias de la
sentencia o de los antecedentes de la adopción, a pedido del adoptado o de sus
ascendientes y descendientes.
Gómez de la Torre, señala que este tipo de adopción se encuentra informada por
los siguientes principios: principio de subsidiariedad respecto de la adopción por
residentes; principio del interés superior del niño; principio de preferencia de la
familia matrimonial; opinión y consentimiento del menor y derecho a la identidad663.
391
el secuestro, la venta o el tráfico de niños, adoptó la Convención sobre Protección
del Niño y Cooperación en Materia de Adopción Internacional. Nuestro país
promulgó dicha Convención mediante Decreto 1215 del Ministerio de Relaciones
Exteriores, publicado el 4 de octubre de 1999 en el Diario Oficial. Uno de los
propósitos de esta Convención es instaurar un sistema de cooperación entre los
Estados Contratantes para garantizar que las salvaguardias que permitan garantizar
que las adopciones internacionales se llevan a cabo en beneficio del niño y
respetando sus derechos fundamentales conforme le son reconocidos por el
Derecho Internacional sean respetadas y, con ello, impedir el secuestro, venta o
tráfico de niños.
En los estudios y debates recientes sobre las TRA se enfrentan con fuerza bienes
jurídicos diversos protegidos por el Derecho, como son la vida, la filiación, los
derechos sucesorios, los derechos del hijo y los nuevos derechos reproductivos,
que podrían tener un sentido positivo, expresado en el derecho a que se
proporcionen los medios para tener hijos o, en sentido negativo, referido a que no
se impida el acceso a dichos medios y en la libre elección por los padre de los
procedimientos para tener un hijo: aunque sin duda uno de los principales
problemas jurídicos que plantean las TRA consiste en determinar la filiación del
nacido665.
393
Desde el punto de vista de la filiación, las TRA generan el cuestionamiento del
elemento biológico en la filiación; este cuestionamiento lo es en doble vertiente: en
el plano conceptual, dada la diferencia que se produce entre las nociones de padre
y de progenitor por consecuencia de la distinción entre filiación real o biológica y
filiación legal; y en el plano de las consecuencias jurídico-prácticas asociadas,
principalmente vinculadas a determinar la filiación del nacido. La aplicación de las
TRA remece las tradicionales nociones de paternidad y maternidad y
consecuentemente la claridad de las acciones de filiación; por otro lado, su
aplicación representa un cambio en la familia, al ensanchar la generación de nuevos
núcleos familiares, tanto tradicionales como no tradicionales667.
394
posible y aceptada como implícita en cualquier técnica de reproducción la selección
y descarte de embriones por protocolos no suficientemente esclarecidos en la
regulación, y de ahí también que de hecho la selección eugenésica sea una
condición sine qua non de las técnicas de reproducción asistida.
— Porque, no solo implica una contractualización que podría teñir las demás
categorías filiatorias en el futuro, sino que impacta más profundamente aún en ideas
fundamentales de derechos humanos, o del mismo concepto de Derecho. Aún sin
diagnóstico preimplantatorio, los embriones que muestran rasgos de malformación,
son descartados. Es verdad que la naturaleza también descarta embriones
espontáneamente pero, la diferencia entre la naturaleza y el descarte voluntario, es
que la voluntariedad es la condición de imputabilidad en el Derecho.
En otras palabras, son aquellos métodos que permiten procrear a un ser humano
por medios distintos de la relación sexual natural entre un hombre y una mujer; la
actividad sexual del hombre es sustituible en la procreación670.
Ahora bien, es conveniente desde ya aclarar que las TRA no tienen efectivamente
fines terapéuticos, como en ocasiones se pretende, para justificar su uso, y por lo
mismo, conceptualmente no pueden estar vinculadas con un remedio o cura. La
fecundación asistida no es un remedio terapéutico de la esterilidad, que supone un
impedimento para concebir, pues la mujer será infértil tanto antes como después,
aunque haya dado a luz. La reproducción asistida no es un tratamiento de la
esterilidad, pero resuelve sus perniciosos efectos mediante fórmulas alternativas.
hay personas perfectamente fecundas que no tienen descendencia y ahora también
al revés; en su caso, el hijo se produce, pero sin que sane la infertilidad 671.
395
La práctica de las TRA puede dar origen a una filiación biológica o no en función
de la procedencia de los gametos. Si la práctica de las técnicas es heteróloga, es
decir, con intervención de tercer donante, la filiación podrá ser biológica respecto de
uno de los padres cuando solo un gameto (el óvulo o el espermio) sean de donante
o podrá no ser biológica respecto de ambos padres cuando ambos gametos sean
de un donante. Si en cambio la técnica es homóloga, es decir, cuando el óvulo y el
espermio pertenecen a quienes se someten a las técnicas, la filiación será biológica
respecto de ambos padres. Así puede resultar ser madre o padre legal quien no lo
es desde el punto de vista biológico, generándose la distinción entre el progenitor y
la categoría jurídico-social de padre/madre.
No existe en nuestro país una ley que regule las TRA672; pese a tal carencia, en
la práctica las TRA se aplican. Este asincronismo entre la ciencia y el derecho
origina un vacío jurídico respecto de temas concretos, así por ejemplo, el acceso a
las técnicas se encuentra desprovisto de control, más allá de las restricciones que
cada centro médico pueda imponer, lo que marca una diferencia relevante en
comparación con la adopción, sometida a requisitos y controles, legales,
administrativos y judiciales.
Para enfrentar uno de los principales problemas jurídicos que plantean las TRA
consistente en determinar la filiación del nacido, la ley Nº 19.585 incorporó al Código
Civil el art. 182 CC dentro del párrafo de reglas generales del título De la Filiación,
única norma que regula en nuestro ordenamiento los efectos de la aplicación de
estas técnicas. Prescribe su inciso primero: El padre y la madre del hijo concebido
mediante la aplicación de técnicas de reproducción humana asistida son el hombre
y la mujer que se sometieron a ellas. La filiación del nacido deriva de una regla legal;
la voluntad de quienes se someten a ellas es determinante, no para generar la
filiación, sino como presupuesto del vínculo que la ley determina, se trata de una
manifestación de la voluntad procreacional del hombre y la mujer, que se califica
como un elemento más importante que la intervención de un donante 673. La filiación
así establecida será matrimonial o no según si los padres que se someten a ella
están o no casados en los casos de los arts. 180 y 186 del CC, ya analizados.
Ahora bien, aquí se presenta un primer problema que tiene que ver con la
constancia del consentimiento ante el silencio legal, pues no se exige que el
consentimiento de someterse a las técnicas se formalice de algún modo particular;
por razones de seguridad jurídica debería otorgarse por algún instrumento que
constituya plena prueba, como una escritura pública. Un segundo problema tiene
que ver con la disociación entre la verdad biológica y la verdad legal que se
396
producirá siempre, al menos respecto de uno de los padres, en los casos de
prácticas heterólogas, no así en las homólogas.
397
genético. El legislador evita el establecimiento futuro de todo vínculo filiativo con
dicho tercero y disocia la calidades de padre y madre, que están legalmente
establecidas respecto de las personas que se sometieron a las TRA, con la realidad
biológica de progenitor al señalar que no podrá reclamarse una filiación distinta de
aquella establecida legalmente a favor del hombre y la mujer que se sometieron a
las técnicas.
1. CONCEPTOS AFINES
El derecho de alimentos es, sin duda, uno de los efectos más importantes que
surgen de las relaciones de familia.676
398
correspondiente a su posición social (según puede desprenderse del art. 323 del
CC). Claro está que debemos entender por alimentos, no solo aquello que en
estricto rigor sirve como tal (la comida) sino todo cuanto aborde el sustento de quien
los recibe; vale decir, vestuario, salud, transporte, educación, habitación, etc.
2. LEGISLACIÓN ATINGENTE
Las normas generales las encontramos en nuestro Código Civil bajo el título XVIII
denominado "De los alimentos que se deben por ley a ciertas personas", entre los
artículos 322 y siguientes. Son normas generales porque, en palabras de Schmidt
Hott681, sólo regulan aspectos genéricos de la materia y deben, necesariamente, ser
compatibilizadas con las normas especiales, según ordena el art. 322 del mismo
cuerpo legal: "...sin perjuicio de las disposiciones especiales que contiene este
399
Código respecto de ciertas personas"682-683. Téngase en cuenta que las
disposiciones contenidas entre los arts. 321 y 337 del CC, no rigen respecto de las
asignaciones alimenticias hechas voluntariamente por testamento o por donación
entre vivos, acerca de las cuales deberá estarse, según señala el art. 337 del CC,
a la voluntad del testador o del donante, en su caso (no atañe, por tanto, a los
alimentos voluntarios a los que nos referiremos posteriormente).
El derecho de alimentos, que tiene un carácter legal, es un derecho personal, personalísimo, inembargable e
imprescriptible; es materia de arbitraje prohibido y, no pueden compensarse las obligaciones alimenticias. Analizaremos
brevemente estas características.
— Carácter legal. Únicamente el legislador señala entre quiénes se deben alimentos. Norma principal, art. 321 CC.
— Derecho personal. Se traduce en que sólo lo tiene el alimentario respecto del alimentante y, por tanto, se otorgan en
consideración a la persona. Véase el art. 578 del CC.
— Carácter personalísimo. Como consecuencia de ello, se trata de un derecho irrenunciable, incomerciable, intransferible
e intrasmisible. Asimismo, se extingue la obligación con la muerte del deudor (alimentante), salvo que se trate de alimentos
devengados, en cuyo caso los herederos del acreedor podrán cobrarlos y, a su turno, los herederos del deudor están obligados
a pagarlos687. En cuanto a la renuncia de los alimentos, esta adolecería de nulidad absoluta, conforme a lo señalado,
400
principalmente, en el art. 12 del CC y, por supuesto, en los arts. 1466 y 1682 del mismo. No obstante, las pensiones de
alimentos atrasadas, sí pueden ser renunciadas por el alimentario, según lo dispone el art. 336 del CC.
— Derecho inembargable. Según lo establece el art. 1618 del CC, número 1º,
inciso II: "No son embargables... 1º... La misma regla se aplica a los montepíos, a
todas las pensiones remuneratorias del Estado, y a las pensiones alimenticias
forzosas".
— Arbitraje prohibido. Así lo señala el art. 229 del Código Orgánico de Tribunales:
"No podrán ser sometidas a la resolución de árbitros las cuestiones que versen
sobre alimentos o sobre derecho a pedir separación de bienes entre marido y
mujer".
401
Téngase en cuenta que a partir del año 1999, con las modificaciones instauradas
por la ley Nº 19.585, se termina con aquella clasificación que atendía a la calidad
de los hijos en legítimos o ilegítimos, distinguiendo en consecuencia entre alimentos
congruos y necesarios689. Por alimentos necesarios, se entendían aquellos
indispensables para sustentar la vida de una persona; mientras que por alimentos
congruos, se entendían aquellos destinados a proporcionar una modesta
subsistencia de acuerdo a la posición social del alimentario690. Hoy, según sabemos,
se considera que todos los alimentos deben servir para una modesta subsistencia
del modo correspondiente a la posición social del alimentario (art. 323, inciso I).
402
sentencia absolutoria a su favor, salvo que el demandante haya actuado de buena
fe al momento de interponer su demanda (art. 327 del CC, modificado en su inciso
I por la ley Nº 19.741, de 24 de julio de 2001). Se estima que su fundamento radica
en la urgencia de subsistencia que subyace a la solicitud de una pensión
alimenticia.693 Son definitivos, por su parte, aquellos que se decretan en juicio de
alimentos, por sentencia definitiva (entiéndase firme y ejecutoriada) y no son
susceptibles de restitución (art 332, inciso I: "Los alimentos que se deben por ley se
entienden concedidos para toda la vida del alimentario, continuando las
circunstancias que legitimaron la demanda"). No obstante el carácter de
permanencia, y según se desprende de la misma disposición, las pensiones de
alimentos decretadas por sentencia definitiva pueden ser modificadas (aumentadas,
rebajadas o cesadas) cuando varíen las circunstancias que le dieron lugar o cuando
se cumpla alguna de las causales de extinción, a las que también nos referiremos
de forma sucinta posteriormente694.
403
Son dos las condiciones principales que deben darse además, por supuesto, de
contar con un título legal en que se funda el derecho de pedir alimentos (art. 321 del
CC)696: el estado de necesidad del alimentario y los medios del alimentante.
En cuanto a los medios de prueba, a través de los cuales se debe dar cuenta del
estado de necesidad del alimentario, podemos invocar también el art. 1698, que en
su inciso II señala: "Las pruebas consisten en instrumentos públicos o privados,
testigos, presunciones, confesión de parte, juramento deferido, e inspección
personal del juez".
Recuérdese, por último, que los alimentos deben habilitar al alimentado para
subsistir modestamente de un modo correspondiente a su condición social (art. 323
del CC) de modo tal que es eso precisamente lo que debe probarse, sin tomar en
cuenta, creemos, los lujos y actividades que no califican en un rango de "modestia"
por muy elevada que sea la posición social de quien los demanda. Asimismo, aun
404
cuando la persona obligada a prestar alimentos tenga medios económicos muy
cuantiosos, sólo se le exigirá aquel monto que cubra las necesidades del
alimentario, en atención a los parámetros señalados por el legislador.
— Medios del alimentante (demandado). Señala el art. 329 del Código Civil: "En
la tasación de los alimentos se deberán tomar siempre en consideración las
facultades del deudor y sus circunstancia domésticas". En otras palabras, el
alimentante debe "poder" proporcionar alimentos o debe ser solvente, entendiendo
por "solvencia", el sentido natural y obvio de la palabra: "acción y efecto de solver y
resolver". Por su parte, el art. 3º de la ley Nº 14.908 señala que "para los efectos de
decretar los alimentos cuando un menor los solicitare de su padre o madre, se
presumirá que el alimentante tiene los medios para otorgarlos" 701. Téngase en
cuenta que se trata de una presunción simplemente legal y, como tal, admite prueba
en contrario.
A partir de dicha presunción, la ley establece los montos mínimos y máximos que
puede fijar el juez como pensión de alimentos. Así, señala el art. 3º, inciso I de la
ley Nº 14.908, que el monto mínimo de la pensión alimenticia que se decrete a favor
de un menor alimentario no podrá ser inferior al 40% del ingreso mínimo
remuneracional, mientras que si se trata de dos o más menores, dicho monto no
podrá ser inferior al 30% por cada uno de ellos. No obstante, si el alimentante
probare ante el tribunal que carece de los medios para pagar dichos montos, el juez
podrá rebajarlos prudencialmente (art. 3º, inciso IV de la misma ley).
405
correspondería a cada uno de ellos, como mínimo, el 30% del ingreso mínimo
remuneracional. Así, cada niño recibiría una pensión de $ 67.500.
Puede ocurrir también que el tribunal fije un monto de pensión de alimentos que
no se traduzca en porcentajes, sino en una suma fija de dinero, en cuyo caso habrá
que reajustar dicho monto semestralmente de acuerdo al alza del IPC703. El reajuste
no opera de modo automático y tampoco de oficio. Es el alimentario quien debe
solicitar al tribunal que lo haga, en cuyo caso, si procede, se ordenará volver a
liquidar el monto de la pensión alimenticia ya decretada. Entendemos que se trata
de una carga y no de una obligación para el alimentario de modo tal que, si no se
realizare la solicitud ante el tribunal, y se pagaren por parte del alimentante
pensiones no reajustadas, estas se entenderán correctamente pagadas,
perdiéndose por tanto el reajuste que hubiere correspondido, de haberse actuado
oportunamente. A su vez, si a solicitud del alimentario, el tribunal ha reajustado la
pensión alimenticia y ésta sigue siendo pagada sin reajuste, podrán ejercerse todas
las medidas de apremio contempladas por el legislador, en contra del alimentante,
toda vez que la obligación de otorgar alimentos sólo se entiende cumplida cuando
se realiza el pago íntegro y oportuno de la misma.
Considérese, por último, que en caso de que los alimentos decretados no sean
pagados o bien sean insuficientes para solventar las necesidades del o los hijos,
podrán ser demandados los abuelos, según lo dispone el art. 232 del CC (tema que
abordaremos más adelante).
6. ¿QUIÉNES TIENEN DERECHO A ALIMENTOS? CASOS CONTEMPLADOS EN EL ARTÍCULO 321 DEL CÓDIGO CIVIL704
A continuación estudiaremos los casos contemplados en la disposición citada, en el orden que en ella aparecen.
Sabemos ya que, mientras los cónyuges viven juntos, debe operar entre ellos el deber de socorro, según se colige de los
artículos 102 y 134 del Código Civil. Señala el art. 102 del CC que, "El matrimonio es un acto solemne por el cual un hombre
y una mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse
mutuamente", mientras que el art. 134 del CC, dispone: "El marido y la mujer deben proveer a las necesidades de la familia
406
común, atendiendo a sus facultades económicas y al régimen de bienes que entre ellos medie. El juez, si fuere necesario,
reglará la contribución".
407
materias vinculadas al régimen de bienes del matrimonio. A falta de acuerdo,
cualquiera de los cónyuges podrá instar a que se inicie un procedimiento para
regular tanto esta como otras materias, en cuyo caso será el juez quien resolverá la
procedencia y el monto de los alimentos que se pagarán entre cónyuges.
Debe tenerse en cuenta que el art. 321, número 2º, no se refiere únicamente a los
hijos, como pudiera pensarse, sino que a todos los descendientes. En esta ocasión
vamos a distinguir entre los alimentos que deben los padres a sus hijos (derecho
derivado del vínculo de filiación) y los alimentos que deben los abuelos a los nietos,
en la forma que a continuación se señala.
— Respecto de los hijos. La ley no hace ya, según hemos indicado, diferencia
alguna entre la filiación matrimonial o no matrimonial para otorgar el derecho de
alimentos (y, en general, tampoco respecto de ninguno de los derechos que emanan
del vínculo entre padres e hijos: efectos de la filiación); tampoco distingue si se trata
de una filiación adoptiva o de aquellas derivadas de la aplicación de técnicas de
reproducción humana asistida. Hoy, todos los hijos tienen derecho a recibir
alimentos.707 En esta materia rige, principalmente, la ley Nº 14.908 sobre Abandono
de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias, cuyos artículos hemos ido
desarrollando en los diversos apartados de este capítulo; la Ley de Matrimonio Civil
(Nº 19.947); la ley Nº 19.968 que crea los Tribunales de Familia en cuanto al
procedimiento aplicable, en uno u otro caso; y la ley Nº 16.618 (de menores), según
veremos en las siguientes páginas. Sí habrá que distinguir, si los padres viven juntos
o separados y, en este último caso, si media entre ellos una separación de hecho,
una sentencia de separación judicial o un divorcio.
408
• Si los padres viven juntos, podemos adelantar que, según señala el art. 230 del
CC, los gastos de educación, crianza y establecimiento de los hijos son de cargo de
la sociedad conyugal (siempre que, por supuesto, exista matrimonio y que no se
haya pactado un régimen patrimonial distinto). Si no hay sociedad conyugal (ya sea
porque los padres no se han casado o porque habiéndose casado, han optado por
otro régimen), estos contribuirán en proporción de sus respectivas facultades a los
gastos aludidos. En caso de fallecimiento del padre o madre, tales gastos
corresponden al padre o madre sobreviviente. Por su parte, señala el art. 231 del
CC que si el hijo tuviere bienes propios, los gastos de su establecimiento, y en caso
necesario los de su crianza y educación, podrán sacarse de ellos, conservándose
íntegros los capitales en cuanto sea posible. Por último, señala el art. 233 del CC
que, en caso de desacuerdo entre los obligados a la contribución de los gastos de
crianza, educación y establecimiento del hijo, los montos serán determinados por el
juez de acuerdo a las facultades económicas de cada uno de ellos, los que podrán
ser modificados de tiempo en tiempo, según varíen las circunstancias.
409
máximos entre los que puede oscilar la pensión de alimentos que se deben a los
hijos, así como la forma en que serán valoradas judicialmente las circunstancias
para su otorgamiento (véase el apartado referente a los requisitos o condiciones
para solicitar y decretar alimentos).
410
derechos que correspondan en su caso, al padre o madre de ese nieto; y, por
supuesto, respetando el orden de prelación de los títulos, que más adelante se
expresan. Señala el artículo 321, en su inciso final, y luego de determinar quiénes
son los beneficiarios del derecho de alimentos (alimentos legales o forzosos), que
no se deberán tales alimentos a las personas allí designadas, cuando una ley
expresa se los niegue. En el caso de los descendientes debemos entonces invocar
el art. 203 del CC, en el que se señala: "Cuando la filiación haya sido determinada
judicialmente contra la oposición del padre, o madre, aquel o esta quedará privado
de la patria potestad y, en general, de todos los derechos que por el ministerio de la
ley se le confieren respecto de la persona y bienes del hijo o de sus ascendientes.
El juez así lo declarará en la sentencia, y de ello se dejará constancia en la
subinscripción correspondiente". Claro está que dentro de estos derechos, se
encuentra el derecho de alimentos. Así, el padre o madre que no haya reconocido
a su hijo y cuya filiación haya sido determinada judicialmente contra su oposición,
no tendrá derecho a los alimentos que, eventualmente, pudiere demandar. Téngase
en cuenta, no obstante, que dicho padre o madre conserva, en cambio, todas sus
obligaciones legales respecto de sus hijos o descendientes (entre ellas, la de otorgar
alimentos, si procediere). Por último, considérese la posibilidad que otorga el inciso
final de la disposición aludida, en sentido tal de restituir al padre o madre todos los
derechos de los que se encuentre privado, si el hijo, alcanzada su plena capacidad,
manifiesta por escritura pública o por testamento su voluntad de restablecerle en
ellos. El restablecimiento por escritura pública producirá sus efectos desde la
subinscripción al margen de la inscripción de nacimiento del hijo, y será irrevocable;
mientras que aquel restablecimiento que se realice por testamento, producirá sus
efectos, como es lógico, desde la muerte del causante. Por su parte, y en el mismo
sentido, el art. 324, inciso III, señala que: "Quedarán privados del derecho a pedir
alimentos al hijo el padre o la madre que le haya abandonado en su infancia, cuando
la filiación haya debido ser establecida por medio de sentencia judicial contra su
oposición". Coincide la doctrina en afirmar que esta disposición es más exigente
que el art. 203 del CC, pues se desprende de ella que, para que el padre o la madre
no tenga derecho a recibir alimentos de su hijo, deben concurrir de forma conjunta
dos requisitos: por un lado, que la filiación haya sido establecida contra su voluntad
y, por otro, que se haya abandonado al hijo en su infancia 713. Por último,
considérese además, aunque esto es aplicable a todos beneficiarios del derecho de
alimentos que, según señala el art. 324 en su inciso I, en los casos de injuria atroz
(entendiéndose por tales las conductas descritas en el art. 968 del CC) cesará la
obligación de prestar alimentos. No obstante, señala el legislador, acto seguido, que
si la conducta del alimentario fuere atenuada por circunstancias graves en la
conducta del alimentante, podrá el juez moderar el rigor de esta disposición.
411
En este caso, son aplicables los artículos 323 y 332 del CC. En términos
generales, el derecho de pensión alimenticia entre los hermanos dura hasta los 21
años de edad, salvo que estén estudiando una profesión u oficio, caso en el cual
cesarán a los 28 años de edad. Si se probare que, al igual que en el caso de los
descendientes, les afectare una incapacidad física o mental que les impida subsistir
por sí mismos, o si por causas calificadas el juez considera que los alimentos son
indispensables para la subsistencia del alimentario, conservarán los hermanos su
derecho a percibirlos, según lo señala expresamente el art. 332, inciso II del CC.
Téngase en cuenta que corresponde el mismo derecho tanto a los hermanos de
simple como de doble conjunción, pues aquí el legislador tampoco distingue, como
sí ocurre, por ejemplo, en materia sucesoria y los derechos que corresponden a los
herederos. En todo lo demás, se aplican las mismas reglas hasta ahora estudiadas.
Hasta ahora, todos los casos que contempla el art. 321 y que hemos analizado,
tenían como fuente ya sea el vínculo matrimonial o la relación de parentesco
existente entre alimentante y alimentario. El numeral 5º de la disposición aludida,
tiene en cambio un fundamento diverso y que se basa, aparentemente, en la justicia
y equidad. En palabras de Somarriva: "Si el donante tuvo un gesto de
desprendimiento que, sin duda, contribuyó a su bancarrota económica, nada más
humano que pueda compeler al donatario a darle alimentos". La determinación de
si la donación ha sido o no cuantiosa es algo que corresponde determinar al tribunal
caso a caso. Evidentemente, se habla de las donaciones hechas entre vivos, vale
decir de aquellas reguladas entre los artículos 1386 y siguientes del CC. Téngase
en cuenta que cesa la obligación del donante si la donación ha sido rescindida o
revocada, según señala el mismo numeral 5º del art. 321. Esto es absolutamente
lógico pues los bienes donados, tras quedar sin efecto la donación, vuelven al
patrimonio del donante y ya no se cumplirían a su respecto los presupuestos de su
derecho de alimentos en contra del que fuere donatario. En palabras de Abeliuk, al
hablar el CC de rescisión, no ha querido únicamente referirse al término jurídico en
su sentido estricto, sino también a la resolución ya que, como sabemos, el art. 1426
llama rescisión a lo que realmente es una resolución. El mismo criterio se aplica,
señala el autor, en los casos de nulidad en general ya que, en todos estos casos,
se produciría el efecto de restituirse los bienes donados al patrimonio del donante.
412
que la habilita para demandar pensión alimenticia. Es, por ejemplo, el caso de la
mujer casada que puede solicitarlos o bien a su marido o bien a sus hijos, o incluso
a sus hermanos: "El que para pedir alimentos reúna varios títulos de los
enumerados en el art. 321, sólo podrá hacer uso de uno de ellos, en el siguiente
orden...".
Así, procede primero solicitar alimentos en virtud del título que se posea según el
número 5º del art. 321, vale decir, al que hizo una donación cuantiosa, si no hubiere
sido rescindida o revocada; en segundo lugar, como cónyuge (Nº 1º del art. 321);
en tercer lugar, como descendiente (Nº 2º del art. 321); en cuarto lugar como
ascendiente (Nº 3 del art. 321). Como hermano, sólo podrán pedirse alimentos en
caso de faltar todos los demás obligados por el legislador a otorgarlos.
413
Nº 14.908, impide o dificulta el fiel y oportuno cumplimiento de la obligación
alimenticia. La diferencia con la redacción anterior al año 2007, radica entonces,
como bien señala Orrego Acuña, en que ya no es responsable el concubino por el
solo hecho de serlo, sino por las mismas razones que lo sería cualquier tercero, si
lograsen acreditarse los presupuestos que señala la ley.715
Así, la regla general es que el derecho de alimentos se extinga por la muerte del
alimentario ya que, como también hemos señalado, la obligación alimentaria es,
desde el punto de vista de su beneficiario, intransmisible, según señala el art. 334
del CC (lo cual se deriva, principalmente, de su carácter de personalísima). No es
intransmisible, en cambio, la obligación alimentaria, desde el punto de vista del
alimentante y no cesa por tanto esta con su muerte, siempre que signifique una
asignación forzosa en atención a lo señalado en el art. 1167, número 1º del CC. 716
Por otro lado, no obstante existir una sentencia firme y ejecutoriada, podrá
siempre solicitarse ya sea el cese, el aumento o la rebaja de la pensión de alimentos,
por parte del alimentante o del alimentario, según corresponda, conforme a las
reglas previstas en la ley Nº 14.908 y en las demás leyes especiales atingentes,
414
cuando hayan variado las circunstancias invocadas (excepción a los efectos de la
cosa juzgada). Incluso es posible, y así lo ha declarado reiteradamente la
jurisprudencia, solicitar la modificación de las pensiones de alimentos que hayan
sido fijadas ya sea por transacción o por avenimiento aprobado
judicialmente.717Señala el art. 242 del CC que: "Las resoluciones del juez bajos los
respectos indicados en las reglas anteriores se revocarán por la cesación de la
causa que haya dado motivo a ellas, y podrán también modificarse o revocarse, en
todo caso y tiempo, si sobreviene motivo justo, y se cumple con los requisitos
legales". El inciso II agrega: "En todo caso, para adoptar sus resoluciones, el juez
atenderá, como consideración primordial, al interés superior del hijo, y tendrá
debidamente en cuenta sus opiniones, en función de su edad y madurez".
— Alimentos obtenidos con dolo. Señala el art. 328 del CC que en el caso de dolo
para obtener alimentos, serán obligados solidariamente a la restitución y a la
indemnización de perjuicios, todos los que hayan participado de él. Legalmente,
entendemos por dolo, y según lo señala el art. 44, inciso final, del CC "...la intención
positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro"718, mas, como bien señala
Abeliuk, se trata de una cuestión que ha sido aprobada judicialmente y, por tanto,
nos encontramos más bien frente a un caso de fraude procesal. Así, puede inferirse
que se trata de aquellos casos en que la pensión de alimentos ha sido obtenida tras
la presentación, por ejemplo, de testigos falsos o de documentos adulterados 719.
Téngase en cuenta que, mediando dolo, no sólo cesará la pensión de alimentos,
sino que deberá restituirse lo pagado e indemnizarse al afectado (alimentante).En
cuanto a la indemnización de perjuicios se refiere, se ha sostenido que no son
competentes los Tribunales de Familia para conocer de tales demandas720-721.
— Casos de injuria atroz. Aunque ya hemos hecho alusión a este caso en relación
a lo señalado en el art. 321 inciso final, reiteramos que, según lo dispone el art. 324,
en el caso de injuria atroz (situaciones del art. 968 del CC) cesará la obligación de
prestar alimentos. Recuérdese, sin embargo, que si la conducta del alimentario
415
fuere atenuada por circunstancias graves en la conducta del alimentante, el juez
podrá moderar el rigor de lo dispuesto por el legislador. En cuanto al alcance y
sentido de la disposición, ha entendido la jurisprudencia que de acuerdo
precisamente al art. 324 del CC: "...hoy se encuentra definida la injuria atroz,
reproduciendo en virtud de la modificación de la ley Nº 19.585 de 26 de octubre de
1998, el concepto que tanto la jurisprudencia como la doctrina ya tenían establecido,
en orden a que ella se produce en los casos de indignidad para suceder,
enumerados en el art. 968 del Código Civil y, la causal que sería aplicable en este
caso está contemplada en el número 2 de este último precepto, esto es haberse
cometido atentado grave contra la vida, el honor o los bienes de la persona del
alimentante. Pero como el precepto exige que las circunstancias constitutivas de la
causal estén acreditadas por sentencia ejecutoriada, no puede prosperar la
alegación de injuria atroz en esta causa"722. Así se pone término a la multiplicidad
de interpretaciones en cuanto a qué debía entenderse por injuria atroz, imperando
la posición predominante, tanto de la doctrina como de la jurisprudencia 723.
1. Mediación en materia de alimentos; 2. Tribunal competente y legitimación activa; 3. Hechos a probar en un juicio de
alimentos; 4. Alimentos provisorios; 5. Cumplimiento de sentencias y medidas de garantía y apremio para asegurar el
pago de las pensiones alimenticias devengadas; 6. Constitución de ciertos derechos reales que se imputen total o
parcialmente al pago de la pensión alimenticia.
Entiéndase por mediación, según lo dispone el art. 103 de la ley Nº 19.968: "aquel sistema de resolución de conflictos en
el que un tercero imparcial, sin poder decisorio, llamado mediador, ayuda a las partes a buscar por sí mismas una solución al
conflicto y sus efectos, mediante acuerdos".
416
regular entre padres e hijos que viven separados 727), previa judicialización, aun
cuando se traten dentro de un contexto de divorcio o separación judicial. Para ello
las partes pueden acudir a un mediador privado o a los centros licitados. Si no se
llega a un acuerdo o bien una de las partes no asiste a las sesiones fijadas por el
mediador, se otorga un certificado de mediación frustrada que habilita para
demandar alimentos a través de la demanda escrita, patrocinada por un abogado,
ante el Tribunal de Familia que corresponda.
Señala el art. 109 de la ley Nº 19.968 reglas especiales para esta materia. Así,
tratándose de casos que versen, en todo o parte, sobre el derecho de alimentos, el
mediador, en la primera sesión, deberá informar al alimentario de su derecho de
recurrir en cualquier momento al tribunal para la fijación de alimentos provisorios,
de acuerdo al artículo 54-2 de la misma ley. De esta actuación deberá dejarse
constancia escrita firmada por el mediador y las partes. Sin perjuicio de lo anterior,
las partes podrán adoptar directamente un acuerdo sobre la materia. Si el requerido,
citado por una sola vez, no acude a la primera sesión de mediación y no justifica su
ausencia, el requirente quedará habilitado para iniciar el procedimiento judicial.
Quinto, debe dejarse constancia por escrito de ello, con las firmas de las partes y
del mediador. En la actualidad, este requisito se cumple en el acta de sesión
conjunta, según los procedimientos de la Unidad de Mediación del Ministerio de
Justicia a sus mediadores licitados, de acuerdo al formato contenido en el SIMEF
(Sistema Nacional de Mediación Familiar).
La madre del menor, cualquiera sea su edad, podrá solicitar alimentos para el hijo
ya nacido o que está por nacer. Si aquella es menor de edad, el juez deberá ejercer
la facultad que le otorga el artículo 19 de la ley Nº 19.968, en interés de la madre
(procurar la debida representación).729
En los casos del inciso II del art. 332 del Código Civil aquel de los padres en cuyo
hogar vive el alimentario mayor de edad se entenderá legitimado, por el solo
ministerio de la ley, para demandar, cobrar y percibir alimentos de quien
corresponda, en interés del alimentario, sin perjuicio del derecho de éste para actuar
personalmente, si lo estima conveniente. Si el alimentario no actúa personalmente
se entenderá que acepta la legitimación activa del padre o madre junto a quien vive
(inciso final, art. 19 ley Nº 19.968).
418
En primer término, debe probarse el vínculo de parentesco o el matrimonio
existente entre el alimentario y el demandado (alimentante), lo cual se acredita
mediante certificado de nacimiento o libreta o certificado de matrimonio, según sea
el título en que se fundamenta la existencia de la obligación alimentaria.
4. ALIMENTOS PROVISORIOS
419
La resolución que decrete los alimentos provisorios o la que se pronuncie
provisionalmente sobre la solicitud de aumento, rebaja o cese de la pensión de
alimentos será susceptible de recurso de reposición con apelación subsidiaria, que
se concederá en el solo efecto devolutivo y que gozará de preferencia para su vista
y fallo en la Corte respectiva.
Según señala el art. 11 de la ley Nº 14.908, toda resolución judicial que fijare una
pensión alimenticia o que aprobare una transacción bajo las condiciones legales,
tendrá mérito ejecutivo y podrá, por tanto, procederse a su cumplimiento.
Primero, suspender la licencia de conducir del alimentante hasta por seis meses;
420
Tercero, castigar a quien colabore en el ocultamiento del demandado, a fin de
impedir su notificación o el cumplimiento de sus obligaciones parentales, con pena
de reclusión nocturna hasta por 15 días.
Cuarto, disponer el arresto nocturno hasta por 15 días (entre las 22:00 y las 6:00
hrs.). Si cumplido el arresto el demandado deja de pagar la pensión correspondiente
al mes siguiente, podrá repetirse la medida hasta obtener el pago total de la pensión
de alimentos que se adeude.
Séptimo, ordenar el arraigo o prohibición para salir fuera del país hasta que se
efectúe el pago de lo adeudado. Asimismo, se puede solicitar el arraigo toda vez
que existan motivos calificados para estimar que el alimentante se ausentará del
país sin dejar garantía para el pago de la pensión decretada por el tribunal;
Noveno, solicitar que se constituyan garantías sobre los bienes de propiedad del
alimentante, tales como la solicitud de las rentas del arriendo de un bien inmueble
de éste (como imputación al pago de las pensiones de alimentos) o la prohibición
de celebrar ciertos actos o contratos sobre el mismo;
Señala el inciso I del art. 9º de la ley Nº 14.908 que el juez podrá fijar que la
pensión alimenticia se impute total o parcialmente a un derecho de usufructo, uso o
habitación sobre bienes del alimentante, quien no podrá ni enajenarlos ni gravarlos
sin autorización judicial. De tratarse de un bien raíz, la resolución judicial servirá de
título, según señala la misma disposición, para inscribir los derechos reales y la
prohibición de enajenar o gravar en el Registro del Conservador de Bienes Raíces
que correspondiere; inscripciones que también pueden ser requeridas por el
alimentario.
422
confección de un inventario simple. Al usufructo se aplicarán las normas de los arts.
819, inciso I y 2466, inciso II del CC.
Cuando el cónyuge del alimentario, y según lo establece el inciso final del art. 9º,
tenga derecho a solicitar para sí o para sus hijos menores, la constitución de un
usufructo, uso o habitación en conformidad a dicha disposición legal, no podrá pedir
lo que establece el art. 147 del CC respecto de los mismos bienes (declaración de
bien familiar).
423
Sexta parte Instituciones jurídicas de protección en sustitución de las familias
424
cargos impuestos a ciertas personas a favor de aquellos que no pueden dirigirse a
sí mismos o administrar competentemente sus negocios, y que no se hallan bajo
potestad de padre o madre, que pueda darles la protección debida". 734
En nuestra legislación, son guardas las tutelas y las curadurías o curatelas y las
personas que están sometidas a tutelas o curatelas (o curadurías), vale decir, los
incapaces, se denominan pupilos, según señala el artículo 346 de nuestro CC. 735
Primero, puede una misma tutela o curaduría ser ejercida por dos o más
guardadores;
Tercero, no puede darse curador (general) al que está sujeto a patria potestad, a
menos que se encuentre suspendido su ejercicio por alguna de las causales
contempladas en el art. 267 inciso II del CC; vale decir, aquellos casos en los que
ambos padres son o dementes, o menores de edad, o están en entredicho de
425
administrar sus propios bienes, o que por su larga ausencia u otro impedimento
físico, se siga un grave perjuicio al interés del hijo;
La guarda general (identificada más bien con el término "tutela") es aquella que
confiere al guardador tanto la representación del pupilo, como la administración de
su patrimonio y el cuidado de su persona (art. 340 del CC). Recuérdese que no se
puede dar tutor o curador general al que está bajo la patria potestad. Están sujetos
a guarda general los menores adultos, los disipadores declarados interdictos, los
dementes en la misma situación y los sordos o sordomudos que no se puedan dar
a entender claramente. Son guardadores especiales, aquellos curadores que se
designan para ciertas circunstancias particulares, entre los que se distinguen los
siguientes:
— Curadores de bienes (arts. 473 y ss. del CC). Se entiende por tales, aquellos
guardadores que se dan a los bienes del ausente, a la herencia yacente, y a los
derechos eventuales de los que están por nacer (art. 343 del CC). Se comprende
entre los ausentes, al deudor que se oculta. Para que haya lugar al nombramiento
de un curador a una persona ausente, deben reunirse las siguientes circunstancias,
según dispone el art. 473 del CC: Primero, que no se sepa de su paradero, o que a
lo menos haya dejado de estar en comunicación con los suyos, y de la falta de
comunicación se originen perjuicios graves al ausente o a terceros; segundo, que
no haya constituido procurador, o solo se haya constituido para cosas o negocios
especiales (art. 844 del CPC). El nombramiento del curador en estos casos podrá
ser provocado por las mismas personas que son admitidas para provocar la
interdicción del demente, según se verá en el apartado correspondiente 740. Además,
en este caso, pueden también pedir el nombramiento del curador, los acreedores
del ausente para que responda por sus demandas.
426
orden preestablecido, a petición de los herederos legítimos o de los acreedores, si
fuere necesario.741
— Curadores adjuntos. Son aquellos que se dan, en ciertos casos, a las personas
que están bajo la potestad de padre o madre, o bajo tutela o curaduría general, para
que ejerzan una administración separada (art. 344). Se dará curador adjunto al hijo
cuando el padre o la madre hayan sido privados de la administración de los bienes
del mismo, o de una parte de ellos, según lo dispone el art. 251 del CC. 744 Por su
parte, dispone el art. 350 que, en general, aquellas personas que ya tienen curador
o tutor, no podrán tener otro guardador, sino que únicamente se les podrá designar
un curador de carácter adjunto y en los casos que la ley señala. Tienen los
curadores adjuntos, sobre los bienes que se pongan a su cargo, las mismas
facultades administrativas que los tutores y curadores en general (a las que nos
referiremos posteriormente). No obstante, si son agregados a los curadores de
bienes, tendrán únicamente tales facultades. Téngase en cuenta, según dispone el
art. 493 del CC. que los curadores adjuntos son independientes de los padres,
maridos o guardadores.
427
el apartado siguiente).Los curadores ad litem, es decir, aquellos que se nombran
para el pleito, son dados por el juez que conoce del mismo; si se tratare de
procuradores del número, no requerirán que se realice el discernimiento (formalidad
a la que nos referiremos más adelante). El curador especial no es obligado tampoco
a la confección del inventario (otra de las formalidades), sino solo a otorgar recibo
de los documentos, cantidades o efectos que se pongan a su disposición para el
desempeño de su cargo, de los que dará cuenta fiel y exacta.
428
bienes que no se le deba a título de legítima y será limitada la curaduría, en tal caso,
a los bienes donados.747 Podrán nombrarse también por testamento varios tutores
o curadores que se substituyan o sucedan unos a otros. Así, señala el art. 364 del
CC, que establecida la sustitución o sucesión para un caso en particular, se aplicará
a los demás en que falte el tutor o curador, a menos que manifiestamente aparezca
que el testador ha querido limitar la sustitución o sucesión a los casos designados.
Téngase en cuenta, finalmente, que las tutelas y curatelas pueden estar sujetas a
condición, tanto suspensiva como resolutoria y a plazo suspensivo o extintivo (art.
365 CC), además, evidentemente, de la condición esencial de que muerto el padre
o la madre, no esté el otro padre o madre para ejercer la patria potestad.
Legítimas. Son aquellas guardas que se confieren por ley a los parientes o
cónyuge del pupilo y que tienen lugar cuando falta o expira la guarda testamentaria
y, especialmente, cuando es emancipado el menor o se suspende la patria potestad
por decreto judicial (art. 366 del CC). También opera cuando quien haya sido
designado para ejercer la guarda se excusa o es un incapaz para el cargo, según
veremos en un apartado posterior.
429
filiación no ha sido determinada (en caso de no haber ni padre ni madre) o de haber
sido judicialmente establecida en contra de la oposición de padre o madre, estamos
frente a una guarda dativa, a la que nos referiremos a continuación.
Dativas. Son aquellas guardas conferidas por el magistrado, a falta de otra tutela
o curatela. Tienen lugar cuando, por cualquier causa, se retarda el discernimiento
de una tutela o curatela (formalidad a la que nos referiremos posteriormente), o bien
cuando durante el ejercicio de una tutela o curatela se produce un impedimento o
embarazo que no permita al curador o tutor seguir adelante en sus funciones (según
se desprende del art. 371 del CC). Para la elección del guardador dativo, el juez
debe oír a los parientes del pupilo. Si lo estimare conveniente, el magistrado puede
nombrar dos o más tutores y dividir entre ellos las funciones, tal como vimos en el
caso de las guardas testamentarias. En caso de existir un curador adjunto
designado, el juez le preferirá, en lugar de cualquier otro. Así, el curador dativo
puede ser guardador general o especial y, en su caso adjunto o, a su vez especial.
Hay quienes, por prohibición legal, no pueden ser tutores y curadores (incapaces)
y otros que pueden excusarse de ejercer dichos cargos (excusas), por las causales
y bajo las circunstancias que declara el legislador. Se estudiarán a continuación,
entonces, las incapacidades y las excusas, respectivamente.
Reglas relativas a las incapacidades generales. Los arts. 512 y 513 del CC
establecen reglas de carácter general, para todos quienes sean incapaces de
ejercer cargos de guarda. La primera de tales disposiciones dice relación con el
ocultamiento de las causales de incapacidad, señalando que quienes así lo hicieren
perderán los emolumentos que habrían podido percibir, desde el día en que
supieron de la misma y siguieron ejerciendo su cargo; mientras que la segunda,
alude a la alegación de la incapacidad por parte del tutor o curador y a la
circunstancia de sobrevenir una incapacidad durante el ejercicio del cargo. Así, el
guardador que se creyere incapaz, tendrá para provocar el juicio sobre su
incapacidad los mismos plazos señalados para alegar sobre las excusas,
430
establecidos en el art. 520 del CC: si el tutor o curador se encontrare dentro del
territorio jurisdiccional en que reside el juez, tendrá un plazo de 30 días, contados
desde aquel en que se le haya hecho conocer su nombramiento; si, en cambio, se
encontrare fuera del territorio jurisdiccional en que reside el juez, pero dentro del
territorio de la República, el plazo será ampliado en cuatro días por cada cincuenta
kilómetros de distancia entre ambas ciudades. También puede denunciar la
incapacidad al juez, cualquiera de los consanguíneos del pupilo, su cónyuge y
cualquier persona del pueblo, según señala en su inciso final, la misma disposición.
En aquellos casos en los que la incapacidad sobreviene al nombramiento del cargo
y se produce o conoce durante el ejercicio de la tutela o curatela, debe ser
denunciada al juez dentro de los tres días subsiguientes a aquel en que la
incapacidad haya comenzado a existir o en que hubiere sido conocida. El plazo se
ampliará de la misma manera señalada anteriormente, si el tutor o curador residiere
fuera del territorio jurisdiccional del juez y dentro del territorio de la República.
Téngase en cuenta que el art. 509 del CC señala que las causales que sobrevengan
al ejercicio de la tutela o curatela, le pondrán fin.
431
del guardador. Por último, en los arts. 502 y 503, relativos ambos a las relaciones
de familia existentes entre guardador y pupilo, señalan que el marido y la mujer no
podrán ser curadores del otro cónyuge si están totalmente separados de bienes; y
que no puede el hijo ser curador de su padre disipador.
b) Excusas para ser tutor o curador (399). Se trata de aquellas personas que, si
bien, pueden ser guardadores de otros, se les permite excusarse de ejercer el cargo,
si se encuentran afectos a alguna de las causales enumeradas en el art. 514 del
CC. Así, son causales de excusas, entre otras, el Presidente de la República, los
Ministros de Estado, los jueces, aquellos que están obligados a servir por largo
tiempo a un empleo público a considerable distancia de la comuna en la que se ha
de ejercer la guarda, todos aquellos que tengan su domicilio a considerable
distancia de dicha comuna y los que han cumplido 65 años. Las excusas deben
alegarse por quien quiera aprovecharse de ellas, ya sea al tiempo de deferirse la
guarda o cuando sobrevengan al ejercicio del cargo. Los plazos para hacerlo están
señalados en el art. 520 del CC, al que nos referimos anteriormente. Sin embargo,
los motivos de excusas que sobrevengan durante la guarda, no prescriben por
ninguna demora, según señala el art. 522 del CC.
— Tanto las unas como las otras son de orden estricto, en sentido tal que las
establece taxativamente el legislador. Téngase en cuenta que, tal como
señalábamos en un inicio, una de las características de las guardas es,
precisamente, su obligatoriedad.
a) Discernimiento
432
Se trata de aquel decreto judicial que autoriza al tutor o curador para ejercer su
cargo. Según señala el art. 373 del CC, toda tutela o curatela debe ser discernida.
Asimismo, según el art. 853 del CPC que el tutor o curador testamentario que pida
el discernimiento de la tutela o curaduría, presentará el nombramiento que se le
haya hecho y hará constar que se han verificado las condiciones legales necesarias
para que el nombramiento tenga lugar. Encontrando justificada la petición, el tribunal
lo aprobará y mandará discernir el cargo, previa audiencia del defensor de menores.
La regla general es que tal decreto judicial deba ser reducido a escritura pública,
firmada por el juez que lo concede y sólo desde ese momento se entenderá
discernida la guarda (art. 854 del CPC). No es necesaria, sin embargo, la escritura
pública en el caso del curador ad litem, ni en aquellos casos en que fuere escasa la
fortuna del pupilo a criterio del tribunal.
b) Fianza o caución
Señala el artículo 374 del CC que para discernir la tutela o curatela será necesario
que preceda el otorgamiento de la fianza o caución a que el tutor esté obligado.
Puede tratarse también, y según lo dispone el art. 376 del CC, de una prenda o
hipoteca que fueren suficientes para asegurar las obligaciones contraídas.
Todos los tutores o curadores son obligados a prestar fianza, salvo aquellos a los
que expresamente exime el legislador en el art. 375 del CC, y que son el cónyuge,
los ascendientes y descendientes751; los interinos, que sean llamados por poco
tiempo a ejercer el cargo; los que han sido dados para un negocio en particular y
que no tienen a su cargo la administración de bienes; aquel tutor o curador de un
pupilo que tuviere pocos bienes; y, aquel tutor o curador que fuere persona de
433
conocida probidad y de bastantes facultades para poder responder de los bienes
del pupilo. En los últimos dos casos, se requiere de autorización judicial para ser
relevado de la fianza.
c) Inventario solemne
434
§ Normas del Código de Procedimiento Civil
relativas a las formas del inventario solemne
Señala el art. 858 del CPC que es inventario solemne el que se hace, previo
decreto judicial, por el funcionario competente y con los requisitos que en el artículo
859 se expresan. Se citará a todos los interesados conocidos y que según la ley
tengan derecho de asistir al inventario.
Primero, se hará ante un notario y dos testigos mayores de dieciocho años, que
sepan leer y escribir y sean conocidos del notario. Con autorización del tribunal
podrá hacer las veces de notario otro ministro de fe o un juez de menor cuantía;
segundo, el notario o el funcionario que lo reemplace, si no conoce a la persona que
hace la manifestación, la cual deberá ser, siempre que esté presente, el tenedor de
los bienes, se cerciorará ante todo de su identidad y la hará constar en la diligencia;
tercero, se expresará en letras el lugar, día, mes y año en que comienza y concluye
cada parte del inventario; cuarto, antes de cerrado, el tenedor de los bienes o el que
hace la manifestación de ello, declarará bajo juramento que no tiene otros
que manifestar y que deban figurar en el inventario; quinto, será firmado por dicho
tenedor o manifestante, por los interesados que hayan asistido, por el ministro de fe
y por los testigos. Concluido el inventario, se protocolizará en el registro del notario
que lo haya formado, o en caso de haber intervenido otro ministro de fe, en el
protocolo que designe el tribunal. El notario deberá dejar constancia de la
protocolización en el inventario mismo. El art. 12 de la ley Nº 7.868, de 25 de
septiembre de 1944, dispone: "La protocolización de inventario en los casos en que
proceda se hará en la notaría que elija el interesado".
Primero, una relación de todos los bienes raíces y muebles del pupilo; segundo,
los títulos de propiedad; tercero, escrituras públicas y privadas; cuarto, créditos y
deudas del pupilo de las que hubiere comprobante o solo noticia; quinto, libros de
comercio o de cuentas, si los hubiere; sexto, y en general, todos los objetos
presentes, exceptuándose aquellos que fueran conocidamente de ningún valor o
inútiles o aquellos que fuere necesario destruir con algún fin moral. Finalmente,
deben comprenderse en el inventario, no solo las cosas propias del pupilo, sino
también aquellas que no lo fueren, si se encontraren entre las que sí lo son, y la
responsabilidad del tutor se extiende también a ellas. Los pasajes obscuros o
dudosos del inventario, serán interpretados a favor del pupilo, a menos de probarse
lo contrario.
435
6. ADMINISTRACIÓN DE TUTORES Y CURADORES RELATIVA A LOS BIENES
Según señala el art. 390 del CC, toca al tutor o curador representar o autorizar al
pupilo en todos aquellos actos judiciales o extrajudiciales que, concerniéndole,
puedan menoscabar sus derechos o imponerle obligaciones.
Debemos distinguir entre aquellos actos a los que está obligado el tutor, de
aquellos para los cuales requiere de decreto o autorización judicial, con
conocimiento de causa, y de aquellos que están derechamente prohibidos por el
legislador.754
— Enajenar los bienes raíces del pupilo o gravarlos con hipoteca censo o
servidumbre. No obstante, si hubiere precedido decreto de ejecución y embargo
sobre tales bienes, no será necesario nuevo decreto para su enajenación. Tampoco
será necesaria la autorización judicial cuando se trate de la constitución de hipoteca,
censo o servidumbre, cuando los bienes hayan sido transferidos al pupilo con la
carga de constituir tales derechos reales sobre ellos.
— Enajenar o empeñar los muebles del pupilo que tengan un valor elevado o un
valor de afectación (el legislador se refiere a los bienes muebles "preciosos" en el
art. 393 del CC). En todo caso, la venta de los bienes enumerados en los dos
apartados anteriores, de ser autorizada, se realizará en pública subasta, según lo
dispone el art. 394 del CC756.
436
— Transigir o comprometer sobre los derechos del pupilo o sobre sus bienes
raíces. En tales casos, producida la transacción o compromiso, requiere también de
la aprobación judicial, so pena de nulidad, según declara el art. 400 del CC.
— Donar bienes raíces del pupilo. Sólo podrá, y previo decreto judicial, donar
dinero u otros bienes muebles, que no serán autorizados por el juez sino por causas
graves, como la de socorrer a un consanguíneo necesitado o contribuir a un objeto
de beneficencia pública u otro semejante, y con tal que sean proporcionados a las
facultades del pupilo y que con ellas no se sufra un menoscabo notable en los
capitales productivos (art. 402, inciso II del CC). Los gastos de poco valor no están
sujetos a esta prohibición.
— Dar en arriendo ninguna parte de los predios rústicos del pupilo por más de 8
años, ni de los urbanos por más de 5, ni por más número de años de los que falten
al pupilo para cumplir los 18 años de edad. De hacerlo, no será obligatorio el
arrendamiento para el pupilo o para el que le suceda en el dominio del predio, por
el tiempo que excediere de los límites señalados (art. 407 del CC).
Señala el art. 413 del CC que habiendo muchos tutores o curadores generales,
todos ellos autorizarán de consuno los actos o contratos del pupilo. Sin embargo,
señala la misma disposición que, en aquellas materias en las que por haberse
dividido la administración (según lo dispuesto en los artículos 361 y ss. del CC) se
hallen especialmente a cargo de uno de tales tutores o curadores, bastará su sola
autorización o intervención. Se entenderá que obran de consuno cuando uno de
ellos lo hiciere a nombre de los otros, en virtud de un mandato, pero subsistirá en
tal caso la responsabilidad solidaria de los mandantes. En caso de discordia entre
437
ellos, será el juez quien decida. La responsabilidad de los guardadores que
administran conjuntamente es solidaria. No obstante, si se ha dividido entre ellos la
administración, ya sea por el testador o por aprobación del juez, cada uno de ellos
será únicamente responsable directamente de sus propios actos y,
subsidiariamente, de los actos de los otros tutores o curadores, en cuanto ejerciendo
el derecho que les concede el art. 416, inciso II del CC, hubiere podido frenar la
torcida administración de los otros guardadores757. Sin embargo, y como
contrapartida a lo señalado, si los diversos guardadores pactan por acto privado la
división de la administración entre sí, no será cada uno de ellos responsable por sus
propios actos, sino que se vuelve a la regla general de responsabilidad solidaria
entre ellos, pues así lo dispone el art. 421 del CC. Téngase en cuenta que esta
responsabilidad subsidiaria se extiende también a los guardadores que no
administran.
438
presentar una sola cuenta, a menos que se haya dividido entre ellos la
administración, en cuyo caso presentará cada uno una cuenta por separado.
— Restituir los bienes a quien por derecho corresponda. Una vez finalizado su
cargo, debe el guardador proceder a la entrega de los bienes administrados tan
pronto como le fuera posible. Lo anterior, sin perjuicio de ejecutar en tiempo
intermedio (durante el ejercicio de su cargo) aquellos actos que de otro modo se
retardarían con perjuicio del pupilo. En opinión de Claro Solar de la interpretación
de los arts. 415 y 417 del CC, queda claro que se trata de una obligación distinta e
independiente de las demás que se originan al culminar la guarda. El deber consiste
en restituir los bienes del pupilo a quien deba asumir la administración de ellos, que
es la misma persona a quien el tutor o curador debe rendir cuenta de su
administración.759
439
7. SOBRE LA REMUNERACIÓN DE TUTORES Y CURADORES
§ Causales de remoción
— Incapacidad.
440
— Fraude o culpa grave en el ejercicio de su cargo, y en especial por las
señaladas en los arts. 378 y 434 (obligación de efectuar inventario solemne y
negligencia continuada en proveer a la educación y sustentación adecuada del
pupilo; ambos motivos suficientes para ser removidos del cargo). El que ejerce
varias tutelas o curadurías y es removido de una de ellas por esta causa, lo será
también de las otras, a petición del respectivo defensor, de cualquiera persona del
pueblo, o de oficio.
— Ineptitud manifiesta.
— Conducta inmoral, de que pueda resultar daño a las costumbres del pupilo.
§ Efectos
— Cuando ha sido removido el guardador por culpa grave o fraude, será removido
también de las demás guardas que pudiere estar ejerciendo, según señalamos
anteriormente.
441
— Si se trata del padre o madre removido de la guarda del hijo por la mala
administración, pierde el derecho de designarle, por estamento tutor o curador,
salvo el caso ya visto del art. 360.
Se trata de aquella a la que sólo por razón de su edad, está sujeto el adulto
emancipado; vale decir, el menor adulto. Una vez llegado el menor a la pubertad,
entrará su tutor a desempeñar la curatela por el sólo ministerio de la ley y, por tanto,
no será necesario ni el discernimiento ni las nuevas cauciones ni el inventario a que
están obligados los guardadores, según lo señalado precedentemente. Aquel menor
adulto que no tuviere curador, deberá pedir su designación al juez, señalando quién
lo será. También pueden pedirlo sus parientes, pero la designación del curador
corresponderá siempre al pupilo o al juez en subsidio. Según señala el art. 439 del
CC, el menor que está bajo curaduría tendrá las mismas facultades administrativas
que el hijo sujeto a patria potestad, respecto de los bienes adquiridos por él en el
ejercicio de su empleo u oficio. El curador representa al menor de la misma manera
que el tutor al impúber, sin perjuicio de lo cual, si lo juzgare conveniente, puede
confiar al pupilo la administración de alguna parte de sus bienes, pero autorizando
bajo su responsabilidad los actos en dicha administración. El curador también
ejercerá, de pleno derecho, la tutela o curatela de los hijos bajo patria potestad del
pupilo.
El curador del disipador o pródigo, vale decir, de aquella persona que ha sido
puesta en entredicho de administrar sus bienes764, puede ser legítimo, dativo, o
incluso testamentario, en el caso del art. 451 del CC, vale decir, aquel padre o madre
que ejerce la curaduría del hijo disipador, podrá nombrar por testamento a la
persona que, a su fallecimiento, haya de sucederle en la guarda.
442
Habrá que declarar en juicio la interdicción765 del disipador, lo cual puede ser
provocado por el cónyuge no separado judicialmente del supuesto disipador; por
cualquiera de sus consanguíneos hasta el cuarto grado; por el defensor público,
quien será siempre oído, incluso en los casos en que el juicio de interdicción no
haya sido iniciado por él; por el competente funcionario diplomático o consular, si el
supuesto disipador fuere extranjero (además de los enumerados en las letras
precedentes).
No podrá un cónyuge ser curador del otro declarado en interdicción por disipación.
Será el curador del marido disipador quien administrará la sociedad conyugal si es
que esta subsiste y ejercerá de pleno derecho la guarda de los hijos en aquellos
casos en que la madre, por cualquier razón, no ejerza la patria potestad.
443
proveer por sí mismo a la subsistencia del disipador, procurándole cuanto sea
necesario.
Señala el art. 465 del CC que aquel adulto que se encuentra en un estado habitual
de demencia767, aun cuando tenga intervalos lúcidos, deberá ser privado de la
administración de sus bienes. Si se tratare de un niño demente, podrá el padre de
familia, cuando haya éste llegado a la pubertad, seguir cuidando de sus bienes
hasta la mayor edad; pero una vez alcanzada, deberá también provocarse el juicio
de interdicción. La curaduría del demente, al igual que la del disipador, puede ser
legítima, dativa o testamentaria, en los términos anteriormente vistos.
Pueden provocar la interdicción del demente, las mismas personas que pueden
hacerlo respecto del disipador. Pero si sobreviene la demencia durante la curaduría,
deberá provocarla el curador del mismo.
444
válidos, a menos de probarse que quien los ejecutó o celebró estaba entonces
demente.768
Señala el art. 469 del CC que la curaduría del sordo o sordomudo que no pueda
darse a entender claramente y que ha llegado a su pubertad, puede ser legítima,
dativa o testamentaria. Los frutos de los bienes, en caso necesario, serán
empleados en aliviar su condición y en procurarle la educación conveniente al sordo
o sordomudo, previa autorización judicial. Cesará la curaduría, según señala el art.
472 cuando el sordo o sordomudo se haya hecho capaz de entender y de ser
entendido claramente, cuando él mismo lo solicitare y tuviere suficiente inteligencia
para la administración de sus bienes, para lo cual el juez se hará de los informes
competentes. Son también de aplicación en esta materia, los artículos 449, 457,
458, inciso I, 462 y 463 del CC, previamente estudiados en los apartados del
disipador y del demente.
446
la definición de Linacero resulta más completa que la descripción presentada por
De Castro.
447
alude el artículo 27 de la Ley Sobre Matrimonio Civil, no constituye un estado civil,
sino que tal como se señaló precedentemente en el motivo anterior, es una mera
condición que conserva en aquellos que la adquieren vía resolución judicial la
calidad de estado civil de casados". Por lo tanto se puede indicar que sin perjuicio
de que en el artículo 305 del Código Civil se contiene el estado civil de separados
judicialmente, no es menos cierto que la mayoría de la doctrina nacional, considera
la imposibilidad de gozar de dos estados civiles por el misma fuente, es decir,
separado judicialmente y casado en razón de la existencia en ambos casos de una
misma fuente u origen: el matrimonio. Otro argumento para apoyar esta posición es
el análisis de la historia fidedigna de la ley, que permite afirmar simplemente que no
se eliminó toda referencia al estado de separados judicialmente y por una omisión
quedó en el artículo 305 del Código Civil. Finalmente, la jurisprudencia ha apoyado
la tesis mayoritaria en la doctrina, considerando el estado civil de separado
judicialmente como una condición, calidad o calificación especial respecto del
estado civil de casado. Se puede indicar que haber obtenido una sentencia de
separados judicialmente no implica que dichas personas que se han separado, han
dejado de tener el estado civil de casados. Por lo tanto, en realidad es posible
afirmar que la separación judicial caracteriza o si se prefiere califica al estado de
casados, porque de ello se derivan una serie de efectos determinados por la ley,
pero que, sin embargo, no logran modificar lo esencial del estado civil de casados.
En definitiva, la separación judicial es un elemento calificador del estado civil de
casados.
448
tanto para el estado de divorciado como también para el estado de viudo indicar que
ellos son más bien elementos calificadores que se asocian o que caracterizan al
estado civil de soltero.
449
protección a tercero, pero desde que la sentencia queda ejecutoriada se origina el
estado civil784.
450
inscripciones de matrimonio, indica: "Las inscripciones de matrimonios celebrados
ante un oficial del Registro Civil, sin perjuicio de las indicaciones comunes a toda
inscripción, deberán contener: 3º Su estado de soltero, viudo o divorciado. En estos
dos últimos casos, el nombre del cónyuge fallecido o de aquél con quien contrajo
matrimonio anterior y el lugar y la fecha de la muerte o sentencia de divorcio,
respectivamente". Asimismo, el numeral 5º del art. 40 bis, también referido a las
inscripciones de matrimonio, refiriéndose al matrimonio religioso, expresa: "El acta
a que se refiere el artículo 20 de la Ley de Matrimonio Civil deberá estar suscrita por
el ministro de culto ante quien hubieren contraído matrimonio religioso los
requirentes, y deberá expresar la siguiente información:...5º Su estado de soltero,
divorciado o viudo y, en estos dos últimos casos, el nombre del cónyuge fallecido o
de aquél con quien contrajo matrimonio anterior, y el lugar y la fecha de la muerte o
sentencia de divorcio, respectivamente". Finalmente, la Nueva Ley de Matrimonio
Civil en su artículo 9º en relación con las diligencias para la celebración del
matrimonio, señala: "Los que quisieren contraer matrimonio lo comunicarán por
escrito, oralmente o por medio de lenguaje de señas, ante cualquier Oficial de
Registro Civil, indicando sus nombres y apellidos; el lugar y la fecha de su
nacimiento; su estado de solteros, viudos o divorciados y...".
451
En síntesis, de acuerdo a lo expuesto en las líneas precedentes, los estados
civiles en Chile debiesen ser: el estado civil de soltero, de casado, de conviviente,
de hijo, de padre o de madre.
El estado civil es relevante pues sitúa a una persona dentro de un lugar, por lo
menos, así lo indicaba Somarriva. Definitivamente la calidad de hijo, madre o padre
de una persona es el estado civil de carácter más permanente que se conoce.
452
La edad y la muerte podrán acreditarse o probarse por las respectivas partidas de
nacimiento o bautismo, y de muerte.
Troncoso explica que las partidas "son el asiento que consta en el libro o registro
que lleva el respectivo oficial de Registro Civil"793. El valor probatorio de las partidas
es de instrumento público. Dichas partidas son fundamentalmente las partidas de
nacimiento, matrimonio y muerte. Tanto el artículo 307 como el artículo 308 ambos
del Código Civil distinguen entre la autenticidad y veracidad de lo declarado. Así, el
artículo 307 dispone que las partidas pueden rechazarse, aun cuando conste su
autenticidad y pureza, probando que no son una misma la persona a la que el
documento se refiere y la persona a quien se pretende aplicar. Específicamente, en
cuanto a las partidas de matrimonio, el artículo 308 expresa que las partidas:
atestiguan la declaración hecha por los contrayentes de matrimonio, por los padres,
padrinos u otras personas en los respectivos casos, pero no garantizan la veracidad
de esta declaración en ninguna de sus partes.
Ahora bien, corresponde analizar los medios de prueba supletorios del estado
civil. Para que se puedan utilizar estos medios necesariamente no existe la partida
correspondiente. A dichos medios supletorios se refiere el artículo 309 del Código
Civil e indica: "La falta de partida de matrimonio podrá suplirse por otros documentos
auténticos, por declaraciones de testigos que hayan presenciado la celebración del
matrimonio y, en defecto de estas pruebas, por la notoria posesión de ese estado
civil. La filiación, a falta de partida o subinscripción, sólo podrá acreditarse o
453
probarse por los instrumentos auténticos mediante los cuales se haya determinado
legalmente. A falta de éstos, el estado de padre, madre o hijo deberá probarse en
el correspondiente juicio de filiación en la forma y con los medios previstos en el
Título VIII".
De esta norma se desprende que respecto del matrimonio existen tres medios
supletorios, los otros documentos auténticos, las declaraciones de testigos
presenciales y la posesión notoria. En cuanto a la expresión "auténticos", ella debe
ser entendida en su sentido técnico, según lo establecido en los artículos 20 y 1699
del Código Civil. Las declaraciones de los testigos que hayan participado del
matrimonio, pueden utilizarse como un medio supletorio, no así las declaraciones
de testigos de oídas. Finalmente, se debe analizar la prueba del estado civil por
medio de la posesión notoria. A ella le preceden la prueba documental como la
prueba de testigos presenciales. Una persona posee notoriamente el estado civil de
casado cuando, dicha persona y su supuesto cónyuge se trataron como marido y
mujer de forma pública, esto es, en sus relaciones sociales. Además, que para el
caso de la mujer hubiese sido recibido en ese carácter por los deudos y amigos de
su marido, también por el vecindario en general795. Asimismo, la posesión notoria
requiere de una continuidad en el tiempo, ella debe haber durado —según lo
establecido en el artículo 311 del Código Civil— por lo menos diez años continuos.
¿Cómo se prueba la posesión notoria del estado civil, de acuerdo al artículo 313 del
Código Civil?, ello se realiza por medio de un conjunto de testimonios de carácter
fidedigno, que lo establezcan de un modo irrefragable, particularmente en el caso
de no explicarse y probarse satisfactoriamente la falta de la partida respectiva o la
pérdida o extravío del libro o registro en que debiera encontrarse 796.
Indudablemente, la posesión notoria se verá algo afectada como medio supletorio,
pues, en determinados casos será complejo distinguir entre los cónyuges y los
convivientes.
Ahora bien, en cuanto a la filiación el artículo 309 del Código Civil determina que
a falta de partida o subinscripción se podrá acreditar con instrumentos auténticos.
A falta de éstos, es decir de forma subsidiaria se deberá probar en un juicio de
filiación. En este último caso, la Corte Suprema se ha pronunciado respecto a la
posesión notoria indicando que consiste sólo en un medio de prueba dentro del
juicio de filiación y no en una acción797. Con todo, dicho medio de prueba puede
prevalecer a los medios de carácter biológicos.
El artículo 315 del Código Civil se presenta como una excepción al efecto relativo
de las sentencias judiciales, pues la dictación de una sentencia que declara
verdadera o falsa la paternidad o maternidad del hijo no sólo tiene efectos respecto
de los que intervienen en dicho juicio sino que posee efectos erga omnes. Los
454
requisitos exigidos por la ley para que se produzca el efecto erga omnes son los
establecidos en el artículo 316 del Código Civil. En primer lugar, exige la norma que
la sentencia haya sido pasada en autoridad de cosa juzgada, vale decir que la
sentencia se encuentre firme o ejecutoriada. Además, se requiere que se haya
pronunciado contra legítimo contradictor. El legítimo contradictor está definido por
la misma ley. Por lo tanto, en la cuestión de paternidad es legítimo contradictor el
padre contra el hijo, o el hijo contra el padre, y en la cuestión de maternidad el hijo
contra la madre, o la madre contra el hijo. En caso de fallecimiento del legítimo
contradictor también se puede actuar en contra de sus herederos. Por último, la ley
exige que no haya habido colusión en el juicio. Ello es para evitar acuerdos
fraudulentos entre las partes que actúan en el juicio para la obtención de
determinados resultados.
455