Вы находитесь на странице: 1из 35

WALKER, Chales F. De Tupac Amaru a Gamarra.

Cusco y la Formación del Perú Republicano, 1780-


1840. Cusco: CBC, 2004, Introducción, cap. 5, Conclusiones, pp. 15-33, 156-194, 278-288.

1
INTRODUCCIÓN

"Cuzco, único lugar en que se


puede adquirir una verdadera idea
del Perú".
Juan Pablo Vizcardo y Guzmán,
1781.

"Una sola palabra resume adecuada­


mente lo que es el Cusco: evocador".
Ernesto Che Guevara
Diario de un motociclista.

El 18 ele mayo de 1781 José Gabriel Condorcanqui era arrastrado


por caballos hacia la Plaza Central de Cusco. Este líder loca!, que afirma­
ba descender del último Inca que gobernó en el siglo XVI, tomó el nom­
bre de Túpac Amaru II para dirigir la más grande rebelión que tuvo lugar
en la América Latina de tiempos de la Colonia. La sublevación, respalda­
da principalmente por indios, se había extendido en gran parte de Améri­
ca del Sur, y estuvo a punto de derrocar a los españoles; cuando ya habían
transcurrido seis meses de lucha, sin embargo, las autoridades coloniales
lograrori capturar a Túpac Amaru-II y a varios de los dirigentes claves. El
castigo que se infligió a los rebeldes refleja la magnitud del levanta­
miento y el pánico de las autoridades españolas: Túpac Amaru fue obli­
gado a observar la ejecución de sus compañeros y de los miembros de su
familia, incluyendo la de su esposa y principal confidente, Micaela Basti­
das, a quien cortaron la lengua después de estrangularla. Luego los ver­
dugos torturaron prolongadamente a José Gabriel, y finalmente ataron sus
miembros a cuatro caballos con el fin de descuartizarlo; pese a ello, sus
miembros no se separaron del torso, por lo que fue decapitado. Los bra­
zos,. piernas y cabezas de José Gabriel y Micaela fueron exhibidos a lo
largo y ancho del territorio del virreinato.
Sesenta años más tarde, el 18 de noviembre de 1841, el caudillo
cusqueño y presidente del Perú Agustín Gamarra fue asesinado cuando
intentaba rebelarse con sus tropas en Bolivia, y hay quienes afirman que
fue uno de sus propios soldados quien le disparó. El general Gamarra ha-
15
DE TúPAC AMAR U A GAMARRA Introducción

bía participado en todos los principales acontecimientos políticos ocurri­ tener conciencia política y que eran indiferentes a las batallas en relación
dos en la región desde 1815. Así, en la guerra de la Independencia (1809- al Estado'.
1824) combatió tanto en el bando realista como en el rebelde, invadió Sin embargo, sólo es posible entender las luchas políticas locales,
países vecinos, conspiró y llevó a cabo intentos golpistas y, como líder de regionales y "nacionales", si ellas se estudian en conjunto. De esa mane­
la coalición conservadora, llegó a alcanzar la presidencia del Perú por dos ni, las luchas basadas en la comunidad estuvieron vinculadas, y a la vez
períodos, 1829-1833 y 1839-1841. A lo largo de su carrera política y mi­ se vieron afectadas, por movimientos políticos más amplios, en dos mo­
litar; esta quintaesencia de caudillo mantuvo una fuerte base en su Cusco dalidades. En primer lugar, los miembros de la comunidad -y en ocasfo­
nativo. nes toda la comunidad- unirían a una coalición más amplia su propia
Estas dos muertes se vinculan a través de la exposición del pre­ oposici(?n a una determinada autoridad o a un conjunto d<::,políticas. Este
sente libro, pues las vidas de ambos personajes -Túpac Amaru II y Agu s­ fue el cas.o de cientos de comunidades indígenas durante el levantamiento
tín Gamarra- simbolizan los desafíos que irnplic.aba._c.Oil-vei:ti� de de Túpac Amaru, aunque también durante períodos menos tumultuosos o
un virreinato étnicamente db'gsu_)'_altamenl:e-estratificado, e�ción de menor connotación histórica. En segundo lugar, las comunidades an­
independiente. En esos años, el pueblo luchó por diversas opciones alter­ dinas usaron tácticas menos confrontacionales para resistir las onerosas
nativas al colonialismo español hasta que, finalmente, la República llegó demandas del Estado Borbón y de lós estados republicanos; por ejemplo,
al poder. Ambos, el líder indígena de un levantamiento de masas en el llevaron a autoridades abusivas ante los tribunales, con sorprendente
crepúsculo del dominio colonial español, y el caudillo mestizo y conser­ éxito. El presente trabajo demuestra que no sólo defendían sus derechos
vador en la aurora de la Independencia, enfrentaron muchos obstáculos políticos y económicos, sino que también pusieron límites al curso de la
comunes: tuvieron que hacer frente a las fuertes divisiones existentes en­ acción que- los grupos políticos podían tener en los Andes. Estos esfuer­
tre la mayoría indígena y aquéllos que no eran indígenas, así como a otras zos ayudan a explicar por qué, a pesar de sus alegatos de omnipotencia, el
tensiones geográficas, tales como la animosidad entre la Lima costeña y Estado colonial y el Estado republicano no pudieron imponer libremente
el Cusco andino. Y sobre todo, tuvieron que buscar formas de reconciliar sus ·programas �la sociedad andina.
las demandas c!e grupos dispares y enfrentados entre sí en una fórmula De una forma similar, se pone de relieve que los debates sobre el
que les permitiera la captura y la práctica del poder. Las páginas que si­ Perú postcolonial no estuvieron limitados a los ideólogos de la clase alta,
guen demuestran que la práctica del caudillismo y su relación con la for­ y qué las batallas ideológicas en tomo a la naturaleza de la sociedad colo­
mación del Estado -en el Perú y en toda América Híspana- sólo puede nial y postcolonial están en el núcleo de la formación del Estado y de la
entenderse a través de un análisis cuidadoso de la voluntad y los esfuer­ construcción de la nación -en la América Hispana. La acción recíproca
zos políticos de las clases bajas y de sus relaciones con los movimientos entre las identidades nacionales y aquéllas basadas en región, etnicidad,
políticos regionales y nacionales. religión y otras características, han determinado la política tanto en los
A lo largo del presente libro se demuestra que la vasta población primeros años de la República como a fines del siglo XX. Para abordar
indígena del Ande, que a menudo se cree son pasivos, y quienes por lo estas cuestiones los teóricos han venido poniendo un énfasis cada vez
general son presentados como una masa anónima y no como individuos, mayor en la manera cómo los diversos grupos "imaginaron" o "inventa­
es la clave para entender la turbulenta transición de la Colonia a la Repú­ ron" la nación, así como en la fonna en que el Estado implementaba su
blica. De hecho, hasta el día de hoy, desde los zapatistas del sur de Méxi­ visión particular2; En años recientes, los académicos han explorado la
co hasta los movimientos indígenas de Bolivia y Ecuador, ellos siguen forma en la cual diferentes grupos -sean o no de elite- han construido
estando en el centro de las luchas en tomo a la formación del E_stado­
nación. Los indios jugaron un rol importante -que a menudo se pasa por
alto- en los movimientos de masas que combatieron -y defendieron- el Éste ha sido el dogma central de los estudios subalternos. Véase Ranajit Guha: Ele­
dominio español y, décadas más tarde, chocaron entre sí en las guerras mentary Aspects of Peasant Jnsurgency in Colonial India, Delhi, Oxford University
civiles dirigidas por caudillos. _Los indios no sólo siguieron a líderes co­ Press, 1983. Mucho de la historiografía latinoamericana de los últimos diez al\os,
mo Túpac Amaru y Gamarra, si'ño que también influyeron en las plata­ parte de ella en diálogo con los estudios subalternos, ha puesto el énfasis en la ac­
ción política del campesinado.
formas de estos movimientos�iando los términos de su propia parti­ 2 Dos trabajos clave que refutan la noción "primordial" de nacionalismo y plantean la
cipación. Con demasiada frecuencia los historiadores· han aceptado opi­ primacía de la ideología por encima de las condiciones estructurales, son el libro de
niones de esa época que consideraban que los indios eran incapaces de Benedict Anderson: /magined Communities: Rejlections on the Origin and Spread
of Nationalism, London, Verso, 1983; y el de Eric Hobsbawm y Terence Ranger
(eds.): The lnvention ofTradi.tion, Cambridge, Cambridge University Press, 1983.

16 17
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA Introducción

nociones opuestas de nacionalismo3 • En el Perú, los ideólogos inventaron otro lado, dan luces_ sobre la difícil historia del período posterior a la In­
una definición de ciudadanía peruana que excluía a la vas.ta mayoría de la dependencia de la América Hispana.
población. Las políticas excluyentes y los discursos que caracterizan a las La propuesta esbozada líneas arriba, que pone énfasis en el rol de
repúblicas andinas hoy en día, datan de ese período. Sin embargo, los in­ las clases bajas y resalta las batallas ideológicas, sólo puede lograrse
dios y otros grupos de clases bajas también participaron en estas discu­ prestando estrecha atención a las propias luchas políticas. Con demasiada
siones, lidiando con las estrechas nociones de ciudadanía y de derechos frecuencia en la América Hispana el cambio vertiginoso de presidentes y
políticos que los grupos de elite habían propagado. otros signos de desorden que surgieron luego de la Independencia han
El presente estudio analiza las relaciones intrincadas y difícile� ��­ conducido a los académicos a interpretar tal período como un mero caos
tre ideología y política, movimientos políticos regionales, y clases bajas. o como simples maquinaciones de las elites y fracasos de las clases bajas.
Es necesario integrar estas diferentes esferas con el fin de entender las di­ Las anécdotas sobre varios políticos que reclamaban la presidencia si­
ficultades que la América Hispana encontró para la construcción del Es­ multáneamente, o las estadísticas que muestran a una docena de presi­
tado-nación. Esta integración requiere una reconstrucción cuidadosa de dentes en una década, sirven como símbolos de atraso político y social.
los movimientos políticos, que ponga atención en la diversidad de tátticas Este libro, en contraste, busca esclarecer la lógica y naturaleza de estas
que están detrás de la insurrección y la movilización colectiva y que, asi­ luchas; si bien los caudillos post-Independencia en gran medida estuvie­
mismo, estudie los diversos debates ideológicos. Este trabajo·exru,mna la ron de acuerdo con la República como una forma apropiada de gobierno,
forma en la cual los movimientos políticos incluyeron o excluyeron' a las. a su vez incorporaron en sus programas trazas de federalismo, regiona­
clases bajas y de piel oscura y cómo estos grupos, a su vez, influyeron lismo, e incluso revitalismo Inca. Incluso cuando tomaban el poder por la
sobre tales movimientos y también se vieron afectados por ellos, pues los fuerza y aparentemente abandonaban la Constitución, se alineaban con
movimientos políticos subalternos no son ni autónomos ni totalmente de­ los partidos políticos y creaban movimientos multiclasistas, como se
pendientes4. El examen de las conexiones y desconexiones entre "política apreciará en· el análisis sobre el movimiento de Gamarra, que da luces so­
campesina" y movimientos regionales multiclasistas y nacionalt:;s, por bre la complejidad ideológica y social de las coaliciones caudillistas.
"'"'"- En la búsqueda de las explicaciones se relacionan dos campos teó­
ricos, el de la cultura política y el de la nueva historia cultural. Estas es­
3 Partha Chatterjee: Nationalist Thoughl and lhe Colonial World: A Derivative Dis-'
course, segunda edición, Minneapolis. University of Minnesota Press, 1993 y, del cuelas han revitalizado la historia política, pues analizan los cambios ocu­
mismo autor: The Nalion and its Fragmenls: Colonial and Pos/colonial Histories, rridos en la conducta y el lenguaje políticos, en lugar de buscar simple­
Princeton, Princeton University Press, 1993. Véase también una serie de volúmenes mente ganadores y perdedores. Ambas -la cultura política y la nueva
editados sobre nacionalismo, entre los que está el libro de Geoff Eley y Ronald Gri­ historia cultural- otorgan a la política una cierta autonomía, viéndola bajo
gor Suny (eds.): Becoming National New York, Oxford University Press, 1996, en su propia luz en lugar de 'considerarla como un mero producto de proce­
particular la introducción (pp. 3-37), y el artículo innovador de ¡ulie Skurski sobre
América Hispana: "The ambiguities of Authenticity in Latín America: Doiia Bárbara sos estructurales más amplios, particularmente el económico. También
and the Construction of National Identity" (pp. 371-402). Una elaboración impor­ prestan atención al lenguaje, el discurso y la práctica, buscando patrones
tante sobre los campesinos y el nacionalismo en América Latina está contenida en el de conducta y perspectivas compartidas y enfrentadas sobre la práctica
libro de Florencia Mallon: Peasant and Nalion: The Making of Postcolonial Mexico concreta de la política5 • Los latinoamericanistas que leen esti!dios sobre la
and Pera, Berkeley, University of California Press, 1995, y en el artículo de Peter
Guardino: ''Identity and Nationalism in México: Guerrero 1780-1840", en Joumal historia cultural europea sienten envidia por las fuentes de que ésta dis­
of Historical Sociology N" 7, 1994, pp. 314-342. Sobre el concepto de nación en la pone, y se preguntan si sería posible realizar tales estudios para un perío­
América Hispana del siglo XIX véase de Mónica Quijada: "¿Qué nación? Dinámi­ do signado por desórdenes en una región que no siempre ha preservado
cas y dicotomías de la nación en el imaginario hispanoamericano del siglo XIX", en cuidadosamente los documentos históricos.
Fran9ois-Xavier Guerra y Mónica Quijada (eds.): Imaginar la nación, Hariiburgo;
AHILA, 1994, pp. 15-51.
La experiencia ganada en la realización del presente libro demues­
4 Ésta ha sido una cuestión clave relacionada con los estudios subalternos. Sobre este tra que tales análisis de política y cultura son posibles también para este
asunto véase el artículo de Florencia Mallon 'The Promise and Dilemma ·óf Subal­ período. Cuando ya habían transcurrido ocho meses de investigación en
tem Studies: Perspectives from Latín American History", en American Historical el Archivo Departamental del Cusco, uno de sus empleados mencionó
Review N" 99, 5, 1994, pp. 1491-1515; y su libro Peasanl and Nalion; y de Peter
Guardino: Peasants, Politics and the Forma/ion of Mexico's National State: Gue­
rrero, 1800-1857, Stanford, Stanford University Press, 1996. El decano de los histo0 5 Son trabajos particularmente influyentes los de Lynn Hunt: Politics, Culture and
riadores peruanos modernos, Jorge Basadre, ha abordado largamente esta cuestión; Class in. the French Revolution, Berkeley, University of California Press, 1989;
véase por ejemplo La iniciación de la República, dos vols., Lima, F. y E. Rosay, !(eith Baker (ed.): The Political Culture of the Old Regime, Oxford, Pergamon
1929. Press, 1987.

18 19
DE TÚPAC AMARU A GAMARR. .\ Introducción

que la colección Velasco Ar:igón estaba depositada bajo llave en una ha­ Clases bajas y caudiHos
bitación contigua. Luego de limpiar una gran cantidad de basura acumu­
lada, polvo y libros de todo tipo, descubrimos docenas de volúmenes en­ Este libro se basa en los actuales esfuerzos por colocar a las el�
cuadernados que contenían periódicos y folletos políticos del siglo XIX. bajas en el centro de la historia. Tomando ventaja de La gran cantidad de
Estas fuentes nos permitieron explorar la práctica y rituales de la política investigación de los "estudios .campesinos" en las décadas recientes, es­
de los caudillos, observar cómo los gamarristas crearon y sustentaron una pecialistas provenientes de una serie de disciplinas están correlacionando
coalición en el Cusco, y cómo operaron en todo el Perú•. No se trata sólo historias locales o la "pequeña tradición" con procesos mayores tales co­
de los levantamientos político� de masas, tales como las rebeliones y las mo la formación del Estado'. Así, exploran las formas cómo las tenden­
guerras civiles, sino también de elecciones, celebraciones y campañas cias locales, .regionales, nacionales y transnacionales se entrecruzan y
militares. En medio de guerras civiles, aquéllos que rivalizaban por el afectan una a otra. Al acentuar la naturaleza recíproca de esta relación,
control del Estado, incluyendo un -sorprendentemente amplio- sector de estos estudios demuestran que las tendencias nacionales no sólo modifi­
la sociedad civil, disputaban por seguidores, expresando sus opiniones en can a la sociedad local, sino que estas esferas locales o regionales influ­
las calles y en la prensa. No sorprende, entonces, que en toda América yen en la naturaleza política y en la creación de la identidad. Reconocen
española, los historiadores estén desempolvando antiguas fuentes y des­ que "en la historia social ha sido frecuente que el traslado de la política
cubriendo otras nuevas que dan luces sobre la política, la cultura y la so­ est�tal hacia el enfoque en el 'pe queño pueblo' haya ido demasiado lejos
ciedad7; es necesario, entonces. vincular el estudio de rituales públicos al punto de que el Estado quede borrado del mapa"w.
tales como los desfiles y las elecciones y discursos, con las luchas por el A lo largo del presente libro, se mantiene la tesis de que la política
poder que están en el centro de la política de los caudillos. Con demasia­ "campesina" y la política caudillista no fueron ámbitos separados sino
da frecuencia, los especialistas en la cultura política de Hispanoamérica que estuvieron íntimamente vinculados, pues los caudillos se apoyaban
han establecido una separación entre las prácticas políticas o los rituales, en los campesinos, y éstos a su vez se vieron involucrados en las luchas
por un lado, y los intereses materiales y las luchas por el poder del Esta­ políticas. Sostenernos que sólo vinculando estas dos áreas de estudios se
do, por el otro. Esta perspectiva no sólo pasa por alto los cambios que puede entender el difícil camino hacia la estabilidad política y la forma­
ocurren en la cultura política a través del tiempo, particularmente en la ción del Estado en la América Hispana ya que, con pocas excepciones,
transición de la Colonia a la República, sino que también disminuyen el las nacientes repúblicas se vieron envueltas en torbellinos políticos. Así, a
poder explicativo que las aproximaciones culturales tienen para entender lo largo del continente, los jefes militares lucharon por el poder del Esta-
la formación del Estado en el período posterior a la Independencia".
9 Para una revisión perspicaz sobre el auge de los estudios campesinos, veáse la Intro­
ducción que Steve Stem hace al libro del cual es editor: Resistance, Rebellion, and
Consciousness in the Andean Peasant World, J8th to 20th Centuries, Madison, Uni­
versity ofWisconsin Press, l 987, pp. 3-25. Otro importante análisis es el artículo de
William Roseberry: "Beyond the Agrarian Question in Latiil America", en Frederick
Cooper et al.: Confronting Historical Paradigms: Peasants, labor and the Capita­
list World System in A/rica and latín America, Madison, University of Wisconsin
6 El historiador alemán Thoma., Krilggeler ayudó en esta empresa Al igu¡tl como ha Press, l 993, pp. 318-368. Hay una serie de Cf!sayos sobre el campesinado de la
ocurrido con muchos "cl=.-ut-r.mientos" en los Andes, muchos residentes locales te­ América Hispana del siglo XIX en el libro de Heraclio Bonilla y Amado A. Guerre­
nían conocimiento de estas iuemes. ro Rincón (eds.): los pueblos campe.sinos de las Américas. Etnicidad, cultura e
7 Por ejemplo. véase los ens:i,, ><; en los siguientes volúmenes editados: Lelia Area, historia en el siglo XIX, Bucararnanga, Universidad Industrial de Santander, I 996.
Mabel Maraña (eds.): la ,,...,,lllllción histórica en el siglo XIX, Rosario, UNR Edi­ 10 Nicholas B. Dirks, Geoff Eley, Sherry B. Ortner (eds.): Culture!Powerl Historv: A
tores, l 994; William H. Bcezky. et al: Rituals ofRule, Rituals of Resistance: Public Reader in Contemporary Social Theory, Princeton, Princeton University Press,
Celebrations and Popular Culture in Mexico, Willmington, SR Books, I 994; Bea­ l 994, Introducción, p. 5. Véase también el ensayo introductorio de Joseph y Nugent
triz Gonzáles Stephan et al. ,c:ds.) Esplendores y Miserias del siglo XIX. Cultura y en Gilbert M. Joseph, y Daniel Nugent (eds.): Everyday Forms of State Formation:
Sociedad en América latina r3racas, Monte Ávila Editores, !994; Iván Molina Ji­ Revolution and the Negotiation of Rule in Modern Me:cico, Durham, Duke Univer­
ménez y Stephen Palmer (ah .. El Paso del Cometa. &tado, política social y cultu­ sity Press, l 994, pp. 12-15. Otros estudios que han investigado esto son los de Guar­
ras populares en Costa Ri,·,. ''l/J0-1950, San José, Porvenir-Plumsock Mesoameri­ dino: Peasant;, Politics... ; Mallon: Peasant and Nation ... , y Nelson Manríque: Cam­
can Studies, l 994. pesinado y TU1ción: las guerrillas indígenas en la guerra con Chile, Lima, C.I.C./
8 Ésta es mi principal critica al 1rabajo de Fran�ois-Xavier Guerra, el escritor más in­ !tal Peru S.A., l 98 l. Se puede encontrar una revisión de trabajos sobre México en el
fluyente sobre la cultura pohu..::1 de la América Hispana del siglo XIX. Yeáse su Ji. artículo de Eric Van Young: ''To See Someone Not Seeing: Historical Studies of
bro Modernidad e lndependrnn.ns, Madríd, Ediciones MAPFRE, !992. Peasants and Politics in Mexico", en Mexican Studies Nº 6, !, 1990, pp. 133-159.

21
20
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA Introducción

do, en algunos casos formando alianzas contra los grupos políticos diri­ cos del continente constituyen otra causa de inestabilidad política". Y, con
gentes -por lo general divididos en liberales y conservadores- y, en mu­ el fin de explicar la dificultad para establecer instituciones políticas esta­
chos otros, uniéndose a ellos mismos. Algunos rechazaron la subversión bles, así como el auge del caudillismo, algunos ponen el énfasis en los con­
de las clases bajas, en tanto que otros estuvieron a favor de movimientos flictos regionales, perspectiva finamente defendida por John Lynch, según
populistas. Algunos permanecieron en cargos públicos por décadas. en la cual el caudillo surgió para representar política y económicamente a las
tanto que otros encabezaron movimientos locales pequeños y aislados. A regiones atrasadas amenazadas por el centralismo y/o para controlar la in­
6
través del análisis del caudillo cusqueño Agustín Gamarra, este libro in­ surgencia de lasdases bajas en este contexto de desorden político' •
tenta comprender por qué y cómo predominaron los caudillos. Un elemento ausente en f:!Stos trabajos es un análisis detallado de
Por mucho tiempo esta cuestión ha perturbado a los· hispanoameri­ cómo los caudillos erigieron alianzas, elaboraron programas, y manejaron
canos. Desde el estudio clásico de Domingo Sarmiento sobre Facundo el Estado: pese a la importancia que el caudillismo tiene para entender a
Quiroga (1845), el análisis sobre los caudillos constituye una forma pro­ América Hispana, pocos estudios se han concentrado en estudiar su fun­
minente de autoanálisis nacional, un género constante en la literatura lati­ cionamiento. Las estructuras burocráticas y los proyectos culturales crea­
noamericana que va desde el romanticismo novecentista de Sanniento dos por figuras como Gamarra han tenido una duración mucho mayor que
hasta el boom literario de los sesenta y aún más allá''. Los caudillos son los propios caudillos, y han signado el Estado y la sociedad por décadas e
el sujeto de incontables novelas, biografías y ·ensayos de ciencias socia­ incluso por siglos. Por ejemplo, el sistema tributario de la década de 1820
les, y han servido como metáforas vivientes de problemas nacionales permaneció por muchos años, y el discurso conservador de Gamarra de
reales e incluso potenciales12 • En este sentido, como símbolo de la política "primero el Cusco" resuena hasta el día de hoy. El presente texto analiza
del "hombre fuerte", el concepto de caudillismo no está limitado a los je­ cómo Gamarra creó su movimiento en el Cusco, destacando los meca­
fes prominentes del siglo XIX; su estudio aborda los constantes proble­ nismos administrativos e ideológicos del Estado postcolonial, como en el
mas de inestabilidad, fragmentación y desunión, que sobrevivieron a los centro la cuestión de por qué miembros de grupos tan diversos como la
propios líderes militares. elite, los sectores medios;y las clases bajas, apoyaban o se oponían a de­
Los especialistas han abordado el caudillismo en muchas formas. terminados caudillós. Este análisis intenta responder' al argumento de Jo­
Richard Morse, por ejemplo, presentó al militar fuerte como un elemento seph y Nugent de que es necesario volver sobre el Estado pero sin ignorar
11
clave de los esfuerzos posteriores a la Independencia por resucitar el patri­ a las personas •
monialismo español13 • Otros afirman que tanto la falta de experiencia de Asimismo, se resalta la influencia que _la§_Jµc}I� ideológicas -que
autogobierno en las colonias españolas como los efectos nocivos de las lar­ datan.del sigloKVID- han tenido sobre la naturaleza postcoloiiiarcrer-i>e-�
gas guerras de Independencia, obstaculizaron la estabilidad política y pu­ l1J.,_ Q!l�S las gueq��_civi_les dirigiclas__por caudillOU}Q �ran. simplemente
14
sieron a los militares en condiciones de asumir la autoridad • Asimismo. es l�chas por el poder entre militares codiciosos; sino que involuéraron in­
frecuente que los científicos sociales señalen que los problemas económi- t�nsos debates en la prensa y en foros públicos en todo el país acerca del
Estado post-independentista, particularmente sobre las_ cuestiones de es­
f�b\_ Iidad política y ei rol de las clases más bajas. De esta manera, los re­
11 . Domingo F. Sarmiento: Life in the Argentine Republic in the Days ofthe Tyran:,. •r presentantes del gobierno y sus aliados inculcaron su noción de Estado y
Civilization and Barbarism, New Yorle: Hurd and Houghton, 1868. sociedad -su proyecto cultural- a través de diversas políticas y acciones,
12 Se puede encontrar un análisis incisivo de los caudillos y sus biógrafos en John y por medio de la prensa; en este trabajo se hace un seguimiento de la
Lynch: Caudillos in Spanish America, 1800-1850, Oxford, Clarendon Press. i ,:,,.;:_
particulannente el primer capítulo. forma cómo estás opiniones fueron difundidas y debatidas por diversos
13 Richard Morse: "Towards a Theory of Spanish American Govemment", en J._..,,.,._¡J sectores de la sociedad cusqueña, que van desde la elite urbana hasta el
ofthe History ofIdeas Nº 15 (1954: 71-93); y del mismo autor, ''The Herit;¡g� ,1 f campesinado rural.
Latin America", en The Founding ofNew Societies, New York, Harcoun, Bra..--r I
World, 1964. Para una revisión, véase de Frank Safford: "Politics, ldeology and So­
ciety", en Leslie Bethell (ed.): Spanish America after /ndependence c. 1820-c. /8�0.
Cambridge History of Latín America, Cambridge University Press, 1987, es�-1.11- 15 Esta explicación muestra que se requiere un análisis de la relación entre la política y
mente las pp. 117-118. la economía. Donald F. Stevens concluye que la política da fonna a la economía
14 Tulio Halperín Donghi ha analizado estos factores con panicular amplitud tr.�l<'c­ más que a la inversa en: Origins of /nstability in Early Republican Mexico, Durham,
tual y geográfica en The Aftennath ofRevolution in Latín America. traducido por Jo­ Duke University Press, 1991.
sephine de Bunsen, New York, Harper Torchbooks, 1973. Véase también L,n.:h: 16 Lynch: Caudillos... , cap. 10, p. 404. Halperín Donghi y Basadre también han anali­
Caudillos... , cap. 2; Guerra: "Identidades e Independencia" en su libro Modenu.i.,,.i e zado estos temas.
Independencias. 17 Joseph y Nugent, Everyday Fonns ... , pp. 12-15.

22 23
DE TÚP ACAMARU A GAMARRA Introducción

que pem;ianecerían donde estaban". Estos diversos proyectos fracasaron


no sólo por la oposición de Lima y otras regiones sino debido a las ten­
siones y desaFuerdos entre la población urbana de Cusco -particular­
mente los mestizos-- y la mayoría rural indígena. No obstante, aun cuando
• Huancayo no fueran puestos en práctica, estos proyectos constituyeron esfuerzos por
r-·.� ....·· ·-·--··-··.. ...····�.

construir un Estado postcolonial y por definir a quiénes se consideraba
\ .... Siglo
, ciudadanos. El propio Gamarra incorporó a los Incas en su discurso y en
xv11i· -:' (

Pisco Huamanga \ • ,]
1
•lea (Ayacucho .) Cuzco ;:. este trabajo se estudia la transición del revitalismo Inca, desde una plata­
i

�/ ,
. cuzco fonna revolucionaria durante la rebelión de Túpac Amaru, hacia una pla­
·... ··;_..__... ..·._ .... taforma que apoyó a un caudillo conservador en los primeros años de la
pERU República.

1
:

. PunoJÍi:

Arequipa
!ica

_i;i'-

•La Paz ,- - . -� ,·-;,.... '
\ '7,._.,.-·- \
....

acna ,-\ _.,·,.,


...·'
.. Urubamba Cal�
: \ \_.-·-· /
1 •

-., '
• 1 \ ..
¡

o
\

�ares
I
Paucartambo ·'
t CIDL�';
150 300
Potosi

, .... -.......... 1 ,

\ ... ___ ... , ........ \ l ,,-... �


¡ Abancay T--6uzco ... _____,,,
Millas
' ': \
;---r---' F ', ,- ---- · ,.,,.nen\
MBM
i ,...-...... _.:. • '>, ,...-- , .
Mapa l. Sur del Perú
.,.,·". �, Cota- ,\ ',: •--t
1:>.. ...........
au\s�,..,...
... ... -..... --·
!
-' ,.. ____,
',""o __',"
,' ........
,-bambas: \'---�
(9.;

Cusco y su gente
/' I '
'.
/ Aymaraes \ _,/ ( ,! Tinta
/ I ,,, 1 /

�/ ; r
El antiguo centro del Imperio Inca, la ciudad y región del Cusco,
\ • Canas i
\ __ . ___ .,·-·-:i----éhumbivílcas !
1

constituye un caso particularmente rico para analizar la cultura política de Canchis


la América Latina actual. Fueron movimientos basados en el Cusco los
! :

que dirigieron las primeras luchas contra el dominio español y, luego de


�_ . ·,...........
...
- .. __ ..,·'·,.-----�-
/

la Independencia, contra los esfuerzos por centralizar el poder en Lima'". o


Estos movimientos proponían diversos proyectos ideológicos contrahe­
50 100

gemónicos, todos los cuales implicaban una utopía andina, ya que el pue­ Millas
blo de Cusco intentaba crear alternativas tanto al colonialismo como a la
dominación de la costa, invocando al Imperio Inca. Estas "tradiciones in­ Mapa 2. Cosco en el siglo XVIII
ventadas" iban desde cambios revolucionarios donde eran indios quienes
estaban en la cúspide de la pirámide, hasta el monarquismo inca, con un La ciudad y la región de Cusco, en esos tiempos ubicada sólo des­
"Inca" en reemplazo del rey Borbón, manteniendo las jerarquías sociales pués de Lima en términos de población y de poder político y económico,
<!Stuvo a la cabeza de los levantamientos anticoloniales, las guerras de
18 En décadas recientes el término Cusco ha sido objeto de un gran debate. En la déca­ .:audillos, y las tensiones entre la Lima costeña y los Andes. En 1827 el
da de 1970, se cambió oficialmente el término de Cuzco a Cusco, pues los especia­
listas en quechua argumentaban que la letra z era una aberración española. En 1990 l <J Véase Alberto Flores Galindo: Buscando un Inca, 4a Edición, Lima, Editorial Hori­
el Alcalde de Cusco cambió el nombre, nuevamente a Qosqo, para acercarse más zonte, 1994 y, en relación a las tradiciones inventadas, Hobsbawm y Ranger, The in­
aún a la fonética quechua En este libro utilizaré Cusco, salvo en la citas. vention. ..

24 25
DE TÚPAC AMAR U A GAMARRA Introducción

departamento de Cusco tenía aproximadamente 250 mil habitantes, 40 obrajes s.ituados principalmente en Quispicanchi y Abancay al noroeste
mil de los cuales vivían en la ciudad, y el Perú en su conjunto tenía una producían los textiles de la región23 • El azúcar se sembraba principal­
población de un millón y medio de habitantes • El departamento ·estaba
211 mente en los c,listritos occidentales de Abancay y Aymaraes. Paucartam­
rodeado por las provincias altas por el sur, la cuenca amazóriica por el bo, y -particularmente sus áreas de ceja de selva- era el centro del cultivo
este y el norte, y Ayacucho y Arequipa por el oeste, y tenía once provin­ de coca, aunque en el siglo XVill la producción entre Urubamba y Calca
cias, incluyendo la correspondiente a la ciudad del Cusco. Los límites y Lares creció. Al principio de la República, las tierras bajas del este que
políticos de Cusco -que en 1784 se había convertido en intendencia y en los mapas de ese período denominan "frontera de indios salvajes" en gran
1824 en departamento- han permanecido siendo los misnjps desde fines medida seguía estando en manos de pueblos amazónicos con culturas
del siglo XVill hasta el día de hoy, con sólo cambios menores al sur y el distintas a fa de los indios del Ande y a la de la población hispanoha­
4
oeste 11• En ·algunos momentos el presente análisis se extiende desde las blante2 .
comunidades, pueblos y ciudad de Cusco hacia otras áreas de Perú y en La regióJJ de Cusco, ubicada entre Lima y el Alto Perú -que en
Bolivia, lo que demuestra los beneficios de un estudio enfocado a nivel 1825 se convirtió en Bolivia-, mantenía importantes lazos con la costa y
regional, que mantiene en la perspectiva tanto a las sociedades locales con otras áreas andinas. Así, los productores de Cusco comercializaban la
como a las nacionales. mayor parte de su azúcar y textiles en el Alto Perú, particularmente en la
La mayor parte de relatos sobre el Cusco antiguo y actual se cen­ ciudad minera de Potosí; de regreso, los arrieros traían una variedad de
tran en tres áreas diferenciadas: la ciudad majestuosa de Cusco con sus mercancías, sobre todo· a las propias mulas. Los comerciantes de Cusco
..ruinas" incas, al lado y debajo de las iglesias españolas y la arquitectura también operaban en- Arequipa, Ayacucho y Lima. Estos circuitos, así
colonial; las imponentes cadenas de montañas y los estrechos valles que como los que estaban más localizados, se concentraban en el tráfico
corren hacia el norte y el sur; y la "exótica" selva amazónica al este. Más constante en el Camino Real, a lo largo del río Vilcanota. Pero el comer­
específicamente, la región puede dividirse en aproximadamente media cio no era el único vínculo con otras regiones, pues de igual manera di­
docena de zonas productivas, principalmente según su altitud y su proxi­ versos peregrinajes_ religiosos reunían a los pueblos andinos", Las rutas
midad a los mercados. Las más elevadas de ellas están ubicadas en las de correo pueden dar una idea de la distancia de otras regiones; por ejem­
provincias altas en los distritos de Chumbivilcas, Cotabambas y Canas y plo, en 1834, las rutas que vinculaban a Cusco con el exterior eran tres, y
Canchis hacia el sur, la mayor parte de las cuales están ubicadas a por lo los transportistas del correo salían de Cusco dos veces al mes por cada
menos 4,000 metros sobre el nivel del mar, y están especializadas en ga­ rota: para un viaje de cinco días a Arequipa, luego para fa larga jornada
nadería. La región que rodea a Cusco, los distritos de Anta, Paruro, Quis­ de una semana hacia Puno en el sur, donde se reunía el correo para Boli­
picanchi, Urubamba, y Calca y Lares, eran notables por su producción de via y, el viaje más importante -de trece días- a Lima. Para llegar a esta
granos, que abastecía a gran parte del mercado de Cusco22 • Los valles fér­ última ciudad, los transpo.rtistas iban primero a Ayácucho, en el noreste,
tiles que rodean a la ciudad proporcionaban alimentos, mientras que los y de allí bajaban a la costa20•
Socialmente, en este período la división entre quienes eran indíge­
2r, Paul Gootenberg: "Population and Ethnicity in Early Republican Peru: Sorne Revi­ nas y quienes no lo eran dio forma a la sociedad cusqueña más que cual­
sions", en LARR N" 26, 3, 1991, especialmente las pp. 123-135; Thomas Krüggeler: quier otra cosa, como se observará en el presente estudio, en cuyo centro
"Unreliable Drunkards or Honorable Citizens? Artisans in Search of their Place in están las dicotomías raciales que persistieron e incluso se fortalecieron en
the Cusco Society (1825-1930)", Tesis de Ph.D., University of Illinois at Urbana­
Champaign, 1993, pp. 27-32.
la República. En 1827, aproximadamente el 75 por ciento de la población
21 A fines del siglo XVIII algunas zonas del actual departamento de Puno fueron trans­
feridas hacia Cusco y otras fueron incorporadas de Cusco a Puno, en tanto que los 23 Neus Escandell-Tur: Producción y comercio de tejÜÚJs coloniales: los obrajes y
distritos de Abancay, Aymaraes y Cotabambas pertenecieron a Cusco hasta media­ chorrillos del Cusco 1570-1820, Cusco, CBC, 1997.
dos del siglo XIX, antes de convertirse en el departamento de Apuñmac. Magnus 24 José Tamayo Herrera, Historia social del Cuzco Republicano, 2da. edición, Lima,
Momer: Perfil de la sociedad rural del Cuzco afines de la Colonia, Lima, Universi­ Editorial Universo, 1981, pp. 46-49; El Cuzco y sus provincias, Arequipa, Imprenta
dad del Pacífico, 1978, pp. 7-28 y 163-165. Miranda, 1848. Las poblaciones de la cuenca amazónica y de los Andes son muy di­
Sobre la geografía de Cusco, véase el libro citado de Momer; también Víctor Peralta ferentes, por lo menos desde el peñodo de los Incas. Véase José Manuel Valdez y
Ruiz: En pos del tributo: Burocracia estatal, elite regional y comunidades indígenas Palacios Viaje del Cuzco a Belén en el Gran Pará, Lima, Biblioteca Nacional del
en el Cusco rural, 1826-1854, Cusco, CBC, 1991; Pablo Macera y Felipe Márquez Perú, 1971 [1844].
Abanto: "Informe geográfico del Perú colonial", en Revista del Archivo Nacional Nº 25 Michael J. Sallnow (ed.): Pilgrims of the Andes: Regional C�lts in Cusco, Wa­
28,1964, pp. 132-147; y Deborah Poole: "Landscapes of Power in a Cattle-Rustling shington D.C., Smithsonian Institution Press, 1987.
Culture of Soúthem Andean Peru", en Dialectical Anthrópology Nº 212, 1988, pp. 26 Pedro Celestino Florez: Guía de Forasteros del Departamento del Cuzco para el
367-398. año 1834, Lima, Imprenta de M. Corral, 1834, pp. 59-6 J.

26 27
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA Introducción

del Cusco estaba conformada por indios, quienes constituían alrededor de sorias .entre ambos estuvieron más claramente trazadas que en México, �l
la mitad de la población de la ciudad del Cusco21• En 1845 el 84 por otro centro de la América Hispana, y los grupos intermedios, aunque eran
ciento de los indios registrados en las listas de contribuyentes vivían en importantes, tei;iían un significado comparativamente menor31 •
las comunidades -algunas ubicadas en la ciudad del Cusco- y el 16 por El otro extremo del espectro social, la elite, cambió entre 1780 y
ciento restante vivía en las haciendas:•. Hay que señalar que las fronteras 1840. Muchos de los comerciantes y propietarios de hacienda más promi­
entre indios y no indios, en modo alguno eran impermeables'\ .no obs­ nentes eran inmigrantes españoles ambiciosos que habían llegado al Cus­
tante, el pueblo de Cusco utilizaba constantemente el término indio para co en el siglo XVIII, y que establecieron negocios y redes políticas a tra­
referirse a los habitantes de los Andes que hablaban quechua tanto en el vés de matrimonios con miembros de familias poderosas, y de préstamos
campo como en la ciudad. de dinero y pago de fianzas a las autoridades coloniales. Como sus cote­
¿Quién era indio? Siglos de mezcla étnica y cruce cultural signifi­ rráneos en todo el continente, manejaban un portafolio diversificado,
caron que la aparición física o fenotipo no fuera un signo adecuado de centrando SUS, intereses en la ciudad de Cusco. Una búsqueda de la clase
"indianidad". Los signos culturales incluían el idioma quechua, la vesti­ dominante de Cusco nos conduce al vecindario que rodea la Plaza de
menta simple, la dieta dependiente de la papa, las técnicas productivas Armas más que a las hacie.ndas de la región. Las que constituían las prin­
rústicas, la vivienda de adobe. Las autoridades de los períodos de fines de cipales familias en 1780-0campo, Ugarte, Guisasola, La Madrid, Gutié­
32
la Colonia e inicios de la República empleaban, en el lenguaje cotidiano, rrez, entre otras- cincuenta años después ya no dominaban el Cusco . La
una serie de palabras para referirse a la población rural indígena: "natu­ violenta rebelión de Túpac Amaro, la decadencia del mercado del Alto
rales", "peruanos" y, sobre todo, ''indios". Para el Estado, indio era, en Perú, la derrota de los españoles, y otros factores, condujeron a muchos
última instancia, una categoría fiscal, ya que las autoridades defendían de ellos a emigrar. Este libro examina quiénes los reemplazaron y por qué
una definición tautológica de lo que constituía un indio: aquél que pagaba razones, siguiendo al auge de un nuevo grupo que se adaptó o incluso
el tributo de los indios y, en tiempos coloniales, aquél que cumplía una se­ obtuvo ganancias de la larga guerra de la Independencia, y que forjó lazos
rie de otras obligaciones, tales como la mita. Con pocas excepciones -tales con Gamarra y otros líderes políticos.
como los caciques y los sacristanes-. todos los indios varones cuya edad Es relativamente fácil definir los dos extremos sociales de la socie­
estaba entre 18 y 50 años pagaban el tributo, del cual estaban exentos dad colonial, los indios y las elites. Pero los grupos intermedios plantean
aquéllos que no eran indios y, hasta su abolición en 1854, el tributo sirvió problemas mayores. Si bien Cusco tenía una escasa población blanca, la
para reafirmar las definicíones raciales en el Perú. En el período cubierto población mestiza era numerosa, y constituía casi una cuarta parte de la
por el presente estudio, los indios no rechazaban masivamente esta cate­ población de la región. Esta gente diversa aparece a lo largo de este libro;
goría. Si bien encontraremos gente que desafía las categorías raciales y se trata de individuos ubicados económica, cultural y/o políticamente
que utiliza comprensiones divergentes de lo que significa ser un indio, "entre" los españoles y los indios: los comerciantes que no tenían los
quienes no eran indios y también los propios indios usaban constante­ contactos o el capital de la elite, así como residentes de los pequeños
mente el término. La Independencia no debilitó la bifurcación del Perú
Princeton University Press, 1995, pp. 279-298. Entre muchos trabajos sobre raza y
entre los indios y quienes no lo eran''. Es más, en el Perú, las líneas divi- etnicidad en los Andes, véase Brooke Larson: "Andean Comrnunities, Political
Cultures and Markets: The Changing Contours of a Field", y de Olivia Harris:
27 Gootenberg: "Population...", pp. 137-J-l-O; Peralta: En pos..., p. 61-62. "Ethnic Identity and Market Relations: Indians and Mestizos in the Andes", en Lar­
28 Gootenberg: ''Population... ", pp. 1 r-138; Peralta: En pos..., p. 61. Sobre la geogra­ son y Harris (eds.): Ethnicity, Markets and Migration in the Andes: Ar ¡he Cross­
fía social de la ciudad de Cusco. \'éase Ramón Gutiérrez: La Casa Cu.sgueña, Co­ roa;:/s of History and Amhropology. Durham, Dulce Uni versity �ss, 1995, pp. 5-53
rrientes, Universidad Nacional del ?'.ordeste, 1981, pp. 107-197. Y 351-190; Thomas Abercrombie: "Q'aqchas and La Plebe in 'Rebellion': Carnival
29 En el siglo XVIII, con la llegada de gente de África, Europa y Asia, y con la exten­ vs. Lene in 18th century Potosf', en Joumal of latín American Anthropology N° 2,
dida mezcla étnica, la división de la sociedad colonial en el siglo XVI en repúblicas 1, 1996, pp. 62-111; Marisol de la Cadena: "Las mujeres son más indias. Etnicidad y
separadas -india y española- se había transformado en un caleidoscopio de grupos género en una comunidad del Cusco", en Revista Andina Nº 9, 1, 1991, pp. 7-29;
de "castas". Para un análisis que cuestiona la noción de rangos de castas cerradas en Zoila S. Mendoza-Walker: "Contesting ldentities Through Dance: Mestizo Perfor­
América Hispana, demostrando la permeabilidad de estas categorías, véase Patricia mance in the Southem Andes ofPeru", en Repercussions N" 3, 2, J 994. pp. 50-80.
Seed: "Social Dimensions ofRace: :\lexico City, 1753", en HAH,R N" 62, 1982, pp. 31 Puede hallarse un resumen conciso de las diferencias entre México y Perú en Flo­
559-696, y R. Douglas C,Ope: The ü,,,its of Racial Domination: Plebeian Society in rencia Mallon: "lndian Communities, Po!itical Cultures, and the State in Latin Ame­
Colonial Mexico City, 1660-1720. M.xlison, University ofWisconsin Press, 1994. rica", 1780-1990", en JlAS N"24, 1992, pp. 35-53.
30 Para una deconstrucción del término indio, véase Irene Silverblatt: "Beéoming In­ ,32 Estas familias son estudiadas por Scarlett O'Phelan Godoy en: "Aduanas, mercado
dian in the Central Andes of Seventeenth-Century Peru", en Gyan Prakash (ed.): interno y elite comercial en el Cusco antes y después de la gran rebelión de 1780",
After Colonialism: Imperial Histories and Postcolonial Displacements, Princeton, en Aptuites N" 19, 1986. pp. 53-72.

28
29
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA Introducción

pueblos a lo largo del Camino Real y las vecindades más pobres de la cionó duras medidas anti-indígenas, los ideólogos condenaron a los in­
ciudad de Cusco; muchos de ellos participaron como líderes y seguidores dios por su atraso y violencia, y las autoridades locales pusieron en cues­
en las rebeliones de Túpac Amaru y Pumacahua. Luego de la Indepen­ tión la autonomía política de los indios. Sin embargo, como lo muestra el
dencia, los legisladores reconocieron a este grupo incluyéndolos en la tercer capítulo, el Estado colonial no pudo "reconquistar" la región luego
lista de tributos como castas. Si bien este nuevo tributo abarcaba a todas de la derrota de los rebeldes. Tampoco le fue posible aumentar significa­
las personas que no eran indígenas, incluyendo a los comerciantes ricos y tivamente la carga de impuestos que extraía o disolver la autonomía de
a los terratenientes, la mayoría eran trabajadores pobres del campo con que disfrutaban los caciques, porque era reticente a invertir en un sistema
una serie de ocupaciones. Con frecuencia, las facciones políticas opuestas administrativo más efectivo. Más aún, el temor a otro levantamiento y la
en el Cusco posterior a la Independencia se vieron enfrentadas respecto al economía estancada de la región disuadieron al Estado y a aquéllos que
lugar que los mestizos habrían· de ocupar en la República. Este libro no eran indígenas -quienes recordaban vívidamente el levantamiento de
presta particular atención al rol de los intermediarios culturales -caci­ Túpac Amaro- de.intentar usurpar las tierras de los indios y explotar su
ques, párrocos y arrieros sobre todo- que mediaban entre la sociedad in­ mano de obra. Se analiza de manera especial las gestiones que los indios
dígena y las políticas regional y nacional. Esta perspectiva trae luces en hacían -especialmente la utilización. del sistema legal- para enfrentar
tomo a las nociones opuestas y cambiantes sobre raza y sociedad; que �to al Estado como a los intrusos. Los procesos judiciales indican que
constituyen un tema fundamental de la difícil transición del Perú de la las relaciones de poder local variaban muchísimo entre una y otra comu­
Colonia a la República. nidad, pues en algunas de éstas los caciques permanecían en el poder,
mientras que en otras eran reemplazados por indios e incluso por perso­
nas que no eran indígenas. Las dificultades que las autoridades borbóni­
Organización cas hallaron eran un síntoma y, a la vez, prefiguraban al impasse postco­
lonial entre el Estado y los campesinos indígenas. Ni la Colonia ni el Es­
Entre noviembre de 1780 y abril de 1781, los rebeldes Túpacama­ tado republicano pu�ieron imponer su voluntad sobre el campesinado an­
ristas controlaron la mayor parte del sur del Perú, y casi llegaron a tomar dino.
el Cusco. La rebelión, que es el tema del segundo capítulo, se extendió Desde el levantamiento de Túpac Amaru hasta la rebelión de Pu­
desde su base en Tinta, al sur de Cusco, hasta lo que hoy en día es el macahua (1814-15), el sur andino fue escenario de numerosos levanta­
norte de Argentina, Chile, Bolivia y gran parte del Perú. Los rebeldes mientos indígenas. Luego de 1815, sin embargo, el centro de la lucha por
destruyeron los obrajes y las haciendas, ahuyentaron y ocasionalmente la Independencia se trasladó a la costa y a Lima. En este momento, las
asesinaron a las autoridades, y en algunas zonas crearon un Estado para­ fuerzas patriotas tuvieron que apoyarse en generales extranjeros -José de
lelo; el saldo final fue de unas cien mil personas muertas. Luego de seguir San Martín de Argentina y Simón Bolívar de Venezuela-, quienes diri­
muy de cerca el curso de la rebelión, el presente trabajo subraya esta pla­ gieron la lucha contra los españoles. El capítulo IV analiza este rompeca­
taforma protonacional pues, si bien múltiples corrientes ideológicas tales bezas, y revisa la larga guerra de Independencia del Perú (1808-1824),
como el pensamiento de la Ilustración, el revitalismo neo-Inca y el des­ mirándola-aesdeefCusco, mostrando que en 1815 las divisiones habían
contento en relación a las reformas de los Borbones nutrieron esta rebe­ desmantelado a los movimientos ubicados en el sur andino. En esos mo­
lión, el liderazgo puso énfasis en los lazos entre todos aquellos peruanos mentos, la población indígena no sólo había sido asolada por la guerra si­
nacidos en el Perú y en la necesidad de expulsar a los españoles. Las divi­ no que también se encontraba con sus esperanzas frustradas y la desilu­
siones sociales y raciales, sin embargo, socavaron esta plataforma y, por sión cundía. No sólo sale a la luz la adhesión de muchos pueblos al domi­
su lado, el Estado colonial mostraba esta rebelión como una guerra de nio español, sino que se demuestra que el pueblo del sur andino contem­
castas con el fin de reforzar sus propias actividades militares. La comuni­ pló -y en algunos casos combatió a favor de- otras alternativas tales co­
dad peruana de criollos, mestizos, indios y negros ...:fa visión de Túpac mo el revitalismo Inca y variantes de monarquía, remodelándolas de
Amaru- compartía la oposición al dominio español; sin embargo, tam­ acuerdo a sus tradiciones y objetivos políticos. En contra de lo que dice la
bién desconfiaban unos de otros. Estas tensiones, asimismo, marcaron o historiografía liberal y nacionalista, el reemplazo del domino español por
estropearon los esfuerzos por la formación del futuro Estado. un sistema republicano no era inevitable.
La derrota del levantamiento y la ejecución brutal de sus líderes, =---1' El capítulo V estudia el caudillismo y la formación del Estado
significaron tiempos difíciles para la población indígena del Cusco, que post-independentista a través del análisis de la coalición de Agustín Ga­
constituía la base de masas de la rebelión. De esta manera, el Estado san- marra en su Cusco natal. Luego de que se cambió del ejército realista al

30 31
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA
Introducción

ejército patriota en 1821, fue investido del grado de general, fue el primer Estado no pudo imponer su voluntad en el campo, pues tanto su naturale­
Prefecto del Cusco y, en dos oportunidades, fue Presidente del Perú. En za inestable como la economía decadente del Cusco obstaculizaron los
Cusco, Gamarra creó una coalición heterogénea; utilizando a los milita­ esfuerzos nea<;oloniales sostenidos por los gamarristas. Asimismo, el tor­
res, las milicias, y la oficina de subprefecto para forjar lealtades y para di­ bellino político impedía que las autoridades se pudieran establecer,
fundir su programa, ganó el apoyo de oficiales militares, curas influyen­ mientras el continuado estancamiento económico disminuía la demanda
tes, autoridades indígenas locales, y gran parte de la gente común del por tierra y mano de obra indígenas. Y, por otro lado, los propios indios
Cusco. Su movimiento creó una ideología autoritaria que ponía énfasis en negociaron mejores condiciones, pues en esencia pagaban el tributo y re­
el reclamo del predominio político y económico del Cusco, sobre la base cibían derechos especiales como tenedores de tierras y cierta autonomía
del rol anterior que jugó como centro del Imperio Inca, y de su importan­ política. Finalmente, incluso Gamarra fue incapaz de cerrar la brecha en­
cia durante la Colonia. Al abordar el porqué y cómo del caudillismo, se tre la sociedad indígena y la sociedad no-indígena. Su fracaso en reclutar
pone de relieve la complejidad social de su coalición, las conexiones im­ indios para sus campañas militares, como fue evidente en la Batalla de
portantes entre los movimientos locales, regionales y nacionales, y la ne­ Yanacocha (1836), estudiada en detalle en el presente trabajo, condujo a
cesidad de asumir seriamente los debates ideológicos del período. su derrota y simbolizó el prolongado .abismo entre la república de los in­
El sexto capítulo examina el funcionamiento de la política caudi­ dios y la república del Perú.
llista sobre el propio terreno y cómo, luego de la Independencia, la cultu­
ra política cambió en la ciudad del Cusco. Se explora la esfera pública,
específicamente la prensa, las festividades y las campañas e intrigas mi­
litares. Es necesario señalar que el pueblo debatió y combatió tanto res­
pecto al control del Estado como respecto a la relación entre el Estado re­
publicano y la sociedad civil. Aunque sólo una pequeña minoría de la po­
blación de Cusco era alfabeta, y los dos principales partidos postulaban
una noción restringida de la política, estas luchas y debates en relación al
Estado involucraron -sorprendentemente- a amplios sectores de la socie­
dad urbana, incluyendo a los analfabetos. Al analizar el modo cómo los
grupos políticos comunicaban su plataf(?rma en la prensa y en las calles,
se hace un contraste entre el éxito de Gamarra en la creación de una coa­
lición regional, por un lado, y el fracaso de sus opositores liberales para
elaborar un programa específico para Cusco, por el otro: al incorporar la
adoración de los Incas en su programa, Gamarra sacó provecho del sím­
bolo político más significativo en la región. A causa de su aversión a la
monarquía, a la que se asociaba con los Incas, y a su énfasis en los ideó­
logos europeos, los liberales no pudieron lograr que sus esfuerzos se vin­
cularan a un precedente histórico tan vívido. El éxito que Gamarra tuvo
en la construcción de una coalición tan amplia impregnada de costumbres
locales, al tiempo que se vinculaba con un movimiento nacional, propor­
ciona pistas importantes sobre la pervivencia del autoritarismo en la mo-
derna Hispanoamérica.
El capítulo final enfoca la cuestión central que enfrentaron los po­
líticos del Perú post-independentista: qué hacer con la mayoría indígena.
El Estado republicano, ya asentado, ráp�damente restituyó. el tributo indí­
gena, resucitando así la piedra de toque del colonialismo español y de las
divisiones raciales en los Andes. Las autoridades no-indígenas señalaban
el atraso de los indios y su falta de interés en la política, justificando de
esa manera su propia intrusión explotadora. Una vez más, sin embargo, el

32 33
El ángel negro de Cusco

sión de Simón Bolívar en 1825, planificando en 1829 la caída del general


José de La Mar, quien era un presidente liberal, y constituyéndose en la
punta de lanza para la derrota de la Confederación Perú-Boliviana im­
plementada por Santa Cruz a fines de la década de 1830. Sus actividades
contra La Mar y Santa Cruz le dejaron el camino libre para convertirse en
V presidente. Sus períodos presidenciales (1829-1833 y 1839-1841) cons­
tituyeron momentos de auge de los conservadores, como se denominó la
EL .ÁNGEL NEGRO DE Cosco: alianza que Gamarra dirigía. Finalmente, emprendió invasiones a Colom­
AGUSTÍN GAMARRA Y LA CREACIÓN DEL bia en 1829, y a Bolivia en 1828 y nuevamente en 1841, cuando encontró
ESTADO REPUBLICANO la muerte en la Batalla delngavi.
. Agustín Gamarra fue un clásico �audillo. Aunque, en general, este
término puede utilizarse como sinónimo de dictador, su definición más
"Estudiar a Gamarra es conocer el aliento precisa serefiere a los jefes militares que gobernaron la América Hispana
nacional, fijar su cultura, descubrir su mentalidad, en el siglo XIX. En ese período, los jefes 'militares lucharon por el control
abrir el panorama sociológico del país". del Estado y conformaron alianzas políticas, en algunos casos contra _los
José María Valega: República del Perú. principales grupos políticos, y en muchos otros del lado de los mismos. A
lo largo y'ancho de la mayor parte del continente, los militares controla­
"Un caudillo es como un imán: vive en la ron el Estado por largos períodos2. Surgieron diferentes tipos de coman­
medida en que atrae". dantes. Muchos caudillos encabezaron coaliciones políticas nacionales
Eduardo Galeano: We Say No. con participación civil y militar, mientras otros dirigieron movimientos
regionales que se resistían obstinadamente al control centralista. Si bien
muchos caudillos lucharon por plataformas conservadoras y rechazaron la
El 9 de diciembre de 1824 las fuerzas patriotas derrotaron a los subversión de las clases bajas y el utopismo liberal, otros como Rafael
realistas en la Batalla de Ayacucho, y los obligaron a capitular. Quince Carrera de Guatemala encabezaron movimientos populistas. Algunos
días más tarde, Agustín Gamarra,� quien Bolívar había ascendido a gene­ permanecieron en el cargo por décadas, en tanto otros dirigieron movía
ral y nombrado primer Prefecto de Cusco, llegaba a su ciudad natal. Ga­ mientos locales pequeños y aislados que casi no afectaron la política na­
marra no sólo sería la figura principaf en la creación del Estado Republi­ cional. Las bases sociales, ideologías e impacto de los caudillos variaron
�cano en Cusco, sino que desempeñó un papel central en la tumµltuosa vi­ grandemente en el siglo XIX; sin embargo, bajo diferentes apariencias,
q_:i política de las décadas que siguieron a la Independencia. Nó. se podría los jefes '· militares dominaron la política en el período post-in­
tildar de exagerada la afirmación de Mariano Felipe Paz Sold!n, que es­ dependentista de la América Hispana.
cribió sobre Gamarra y Andrés Santa Cruz, quien fuera su amigo de la in­ , Por mucho tiempo, la,p�gunta sobre las razones del predominio de
fancia, su aliado en la década de 1820, y su ajusticiador subsecuente: "La lós caudillos ha perturbado á'los hispanoamericanos y a quienes estudian
vida de Santa Cruz y Gamarra es la historia completa del Perú desde 1820 la región. Con frecuencia esta pregunta se plantea simplemente como:
hasta 1841, no hay una sola página y quizás un· solo cuadro en que no .¿cuál fue el error? En el siglo XIX, los escritores ponían énfasis en los
aparezcan estos dos personajes"1• rasgos personales del caudillo, a quienes con frecuencia estereotipaban
Gamarra luchó en la Guerra de la Independencia, primero del lado como.síntomas de los defectuosos atributos "nacionales". Profundamente
d: los españoles y, después de enero de 1821, como uno de los jefes pa­ parcializados, y por momentos hagiográficos, los relatos de esta época
tnotas. En 1824 participó en las batallas decisivas de Junín y Ayacucho ensalzaban el magnetismo del caudillo·o culpaban a su mano dura por los
que pusieron fin al dominio español. Estuvo involucrado en las endémi­ problemas del país. En otras palabras, estas descripciones se centraban eri
cas intrigas políticas de las décadas de 1820 y 1830, instigando la expul-
2 Puede hallarse diversas definiciones sobre los caudillos y el caudillismo en Safford:
"Politics, Ideology...", y en Lynch: Caudillos... , cap. l. El volumen editado por Hugh
Mariano Felipe Paz Soldán: "Brevísimas notas biográficas", en Revista Chilena de Hamill utiliza el término como sinónimo de líder y dictador, lo que reduce su valor
His!oria y Geografía 8, Nº 12, 1913, p. 150. Aunque nació en el Alto Pehí (Bolivia), descriptivo. Hamill (ed.): Caudillos: Dictators in Spanish America, Norman, Uni­
durante su niñez Andrés Santa Cruz estudió en Cusca. versity of Oklahoma Press, 1992.

156 157
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA
El ángel negro de Cusco

el propio caudill o como si él mismo fu� ra l � �xplicación _ de la si tu�ción


Este c�pítul o_ se centra en la forma cómo o peraba el Estado dirigido
política del país!. En Argentina, el e studio ;las1co de Do�n go �arm1ento
P?r los c�ud11los. E stos n o gobernaban en lu gar de un Es tad o si no más
so bre Facundo Quiroga planteaba el desafio que la Arne nca H1spai:1 a en­
bien trabaJab� al lado de las instituciones públicas. Si bien es cierto que
frenta ba en su lucha entr:e la barbarie -los caudillos y sus segm�or�s
. Gamarra manipul aba los ámbit os civiles y militares d el Estado de C usco
c ampesino s- y la civilizac ión . S u in fl uyente tr ab aj o consagr ó el �áhs,i s
en rea lidad no l os controlaba to talmente. Ciertas esferas del Est ado alean�
de l cau dillo como un a forma prominent e de búsqu eda del alma nacion al .
Prácticamente todos los principales caudillos han sido descritos en zar on un sorprenden te nivel de aut onomía, lo que e xpli ca que sobr evivie­
ran h�ta bien pas�da l a c aída de un determinado cau dillo. E n las pági nas
múltiples biografías. Siguiendo l a te ndencia general, algunos au�o re s han
ensalzado a Agustín Gamarra y o tros lo han vilipendiado. A mediados del que sigu en se anahza l a forma cómo Gamarra utilizó las insti tuciones del
Estado para construir una coalición, así como l a natural eza del Estado
siglo XIX, Felipe Pardo y Aliaga lo describía co mo "afable en su trato ,
qu� �l ayudó a crear. Como es conoc ido, a lo largo d e varias déc adas las
generoso, instruido y elocuente, al extremo de h aber, con una sol a palabra
ac tividades de l os caudill os modelaron la form ación del E s tad o en Amé­
en Quechua, hecho arrodillar de un golpe a 12,000"5• En contraste, en l a
rica Hi spana. El pres�nte estudio uti!iza publicaci ones, que por l o general
década de 1920 Jo sé María Val ega decía que "la si co lo gía del _sol �ad,o .
han _P��ado m advert1das, para ana lizar la ideología cusque ñis ta que l a
cusque ño acu sa, polític ame nte, el mal terrible �e �a raza qu e l� ps1qmatna
. coa lic1o n de Gamarra enarbol ab a. La plataforma aut oritaria que prometía
llama debilidad moral"º. Asumiendo una po s1c10n más ambivalente, en
r es taurar el Cusco a su preeminencia anterior e xplica -en la mis ma medi­
1941 Luis Alayza y Paz Soldán consideraba que Gamarra era � n "ángel
da que sus hazañas militares, su clien telismo, o su pod er políti co- el éxito
negro" • P ocos historiadore s toman en se rio aquellas i nt erpre t ac1ones que
7
_ que_ ?btuvo en l a creación de una base en su tierra natal. En algunos casos
se centran sólo en l os indivi duo s y en sus supuestos atnb u tos per son'.11 es,
h�c1endose _ eco y en o�os _modific ando el discur so conservado r prov e­
lo s que en las biografías a menudo se adj�di�an a cate�orías r�c1ales
ru ent e de Lima, los part1danos de Gamarra crearon una id eol ogía espe cí­
esoocia lizadas o a su relac ión con el vago terrm no de carisma. Sm em­
fic am���e cusque�a que atraj o a una amplia gama de seguidores , y que
bargo, lo s historiadores han vu elto los oj os a un �álisis fructífer� sobre puso en Jaque a qmenes se oponían a su movimient o .
los propios caudi llos, y en particular sobre l a relac1on que_ el�os te man con
sus seguidores, así como a lo s relatos -fuerteme nte parcializad o�- sobre
su s hazañas elabor ados por alguno s historiadore s y por_ su s pro p1� s con­
, Liberales, Conservadores, y el omnipresente Gamarra
temporáneos. Sus trayecto ri� y s us c �alic�ones políucas t amb�en son
dignas de atención, pues la hteratura b1ografica _ so bre,. los ca�ddlos no
, D�rant e las dé�adas que siguieron a la Independencia, el Perú que-
sól o demuestra m ucho sobre cada una d e las comentes 1deo�óg1cas Y �o ­
do en rumas por las mcesantes gu err as civi l es. En el caos político del si­
líticas de la República, sino que también prop orc iona gran riqueza de in­ glo �· l a di_v_isión entre conservadores y liberaleLC.Qnstituyó la brecha
formación sobre la p olíti ca postcolonial'.
más V!Slble. Gamarra, Antonio Gutiérrez de La Fuent e y Felipe Santia go
Cada uno·de los principales caudillos tiene su biógrafo. E l juicio crítico más conoci­
Sal�verry estuvier?n entre los líderes de los conservadores , en tanto que
3
do es el de Sarmiento: Lije.... Para una biografía más objetiva de Rosas, véase John Jose La Mar y Lms José Orbegoso encabezaban a l os liberales. Aunque
Lynch: Argentine Dictator: Juan Manuel de Rosas, 1829-1852, Oxford, Oxford todo s ellos eran generales, ambos grupos -y de hecho cada ca udillo- es­
University Press, 1981. . . . . tuvieron a la cabeza de alianza s políticas con cone xione s a lo largo de to­
4 Puede hallarse un análisis reciente sobre e l hbro de Samuento e n los ensayos mclu�- do el país. Eltrazo de esta división pued e remontarse en la larga Gue rra
dos en Tulio Halperín Donghi (ed.): Sarmiento: Author oja Nation, Berki:ley: Uru­
versity of California Press, 1994. Los caudil los y el "Gran Hombre" h� sido temas de l a Independencia. Los conservadores (con frecuenci a llamados autori­
_ tarios, principalmente por sus enemigos) eran los seguidores de quienes
constantes de la literatura latinoamericana; los más importantes son �l hbro de C3:­
los Fuentes: La muerte de Artemio Cru;. y prácticamente tod9s los ·libros de Garcta se h abían mostrado más reticentes al derrocamie nt o del col onialis mo es­
Márquez. ' . paiíol, mientras l�s liberales continuaban el combate de los más ardorosos
5 Felipe Pardo y Aliaga: "Semb lanzas peruanas", en Boletm de la Acadenua i ena
. Ch'l
l uchadores por la Independencia, y de qui enes estaban a.favor de una r e­
de la Historia 33, 1945, p. 66.
6 José María Valega: República del Perú, Lima, Librería e Imprenta Don Miranda, pública y no de una monarquía constiwfÍ.Q!l..a.l. Los políticos má s influ-
1927,p.16.
7 Luis Alayza Paz Soldán: El Gran !rfariscal losé de La Mar, Lima,. Gi· l S.A.,
. 1941 , P·
di/los. Albuquerque, University of New Mexico Press, 1995; y el ya citado libro de
Lynch: :4rgentine Dictator... Jorge Basadre escribió pequeños y conmovedores en­
8 :s· trabajos recientes que han minado las biografías anteriores son el de John
sayos biográficos sobre los caudillos, muchos de los cuales están reunidos en Jorge
Charles Chastee n: Heroes on Horseback: A Lije and Times ojthe Last Gaucho Cau-
Basadre: Peruanos del siglo XIX, Lima, Ediciones Rikchay Perú, 1981.
158
159
El ángel negro de Cusca
�....,,AL AMAR U A GAMARRA

y e ntes de los prime ros años de l a República (1820-1850) formaron arte que fav?re , !'ticas autoritarias;· sin embargo impleme ntó una política
�t� ��/ D e hecho, los g en erales Gutiérr�� de l� F�e nt e , Santa
de una gene ración que surgió durante la Independ enci a.L a mayorípa dé comerci
los g enerales que gobernaron el Perú en esos años habían recibido C�z Y � amarra tuvieron p
o inion es y c arre ras poht1cas s 1m1lar es, Y tr a­
su . tr cha m ente a fin es de l a décad a de 1820; no obstant e ,
bautizo político y militar durante la guerra cqntra los esp añoles, y mu baJaron JU�O� Y es e
chos d d e 1830 comb ati eron incesantemente unos contra

!
de e llos se h a bían pasado al lado de los patriotas recién cuando los e a lo largo e déc a a
spa­ � -�mo así corno la inc ertidumbre en r el ación a la natur a­
ñoles estaban ya al borde de la derrota". otros. 1
Los conse rvadores estaban a favor d e un Estado fue rte y le�a � ;:� r:�bli�ano, ayudan a exp l_icar que las division es entr e los
centr
z ado, de política s comerciales proteccionistas y del m ant e nimie nto ali­ p n�c�pa 1 es
gru p�s p
olíticos con frec uenci a se tornaran borrosas; y que l as
de las l rincipales caudillos fueran cambiantes .Así, la división ·
corporaciones y el ethos coloniales. A pesar del gran núm ero de a
sesóres, pos1c10nes de os p
ideólogos y oficiales extranj eros en sus filas, los conservadores entr e d.f I er ent es fr accio n es pennanec10·' flm·da y.-Ia fl ex1·b·1· 1 1dad fu e una c a· .
e ran x e ­ cion es po 1 ,1t1cas
· d e e ste mestable peno · do
nófobos. Vilip endi aban a ios liberales por e l su uesto favoritismo ractenst1c, · a de l
a s afilia
de este
grupo h_acia los extranj e ros y porque a licab an ideologías "im El federalismo también comp ¡·1c6 la d"1stmc1on · ·, e ntre l'b I er a l e� y
p
ortada s" arr er la c b z de los conserv dore , que tem an
que teman como resultado el caos olítico. Los liberales, conserva.dores. Gam
p a a e a
.
p a a s
por otro lado, l i stas y cu y se d e est ab a en Lim a, aunque mant em a un a
tr
p
buscaban un Estado me nos ce ntraliz ado y con fuertes restriccio
nes al o­ tendencias cen a a
¡ - Ge o-
d er d el president e. Asimismo, esta ban a favor de una olítica com p fuerte coal1c . 1on·, en Cusco' basada en e1 r eg1on · al"1smo anti-· ·1meno.
ercial , n .
más abierta y de una reducción drástica de los de rechos otorga dos a las
p
gráficam nt e, los con s erv a dor e s t e m a su b a s e e n Lima y en la costa
i e t to q e lo lib er al es eran más fu ert es en e l s ur, partic ul ar-
corporaciones. Aun cuando e ran menos ch auvinistas y militaristas q norte' en an u s
.
ue embarP-o, mueh os m · d1v1·d uos, grupos soci·a¡ es e
sus contraparte s cons erv adores, los liberale s no m ente en Are qu1·pa · Sin
proponí an cambios so­ . P
ciales radicales. Tulio Halperín señaló su " adhesión a un a imagen mcluso reg10n · es ent eras · no corresponden tan clarament e a este patron
j erar­ M, as 'n , los conservadores y los · erales no control aban to-
lib
quizada de la socie dad... [que] e xcluye d e ese prime r liberalismo norte-sur . au
. .
hispa­ cons rvador s d Lim enfrent ab an 1,ma constant e
noamericano todo motivo d emocrático" . Incre aban a los cons talmente sus b ases · los e
· . e
·
e a
erv adores rales d Lim d l a elite· y d e ¡ a el as e baJ· a-,
acusándolos de intentar de fender y recon
p
· ·, de. l os
opos1c1on lib e . e a -tanto e
struir las estructuras coloni al es y a fue s'l'd o I amente l"be I r aI .Es mas, . 1 as gu erras
d e oponerse a l a d emocr aci a. Si bien los rinci ales líd eres de los mi·entr s a e1 sur andi no nunc
libera- .. , do no simp lem nte enfr ntaron l ur de los Andes vers us
de1 peno
-les tenían una activa particip ación en el Congr espo, ara la lucha contr . 1es
c1v1
p
.
e e a s
a los n' st turbulento ,
nodo l s fr cciones polític · as c..am-
conservadores dependían d e la conducción d e j e fes militares débil
p
L. ima y e1 nort e '· e e e . p e a a
es y e m nt ' ues la g ent e se afil" 1 1a b a y ab and on ab a co al1c10-
maleables como La Mar y Orbegoso. Nótese, or otro lado, que b 1aban con s tant e e p
de los ideólogos liberales eran curas .
p muchos
nes y por otro la do, las pl atafonnas.con se rvador as y liberales · tamb"1 e, n
. .
Las luchas políticas del siglo XIX e n la América His ana no evo1uc1on' · aban . No ob stante, la opo s 1c10n
, l"b
I er a 1/con s erv ad or const1tuy 6
siem­ . n · c ntra l , incluso en 1 os peno , d os c a,
oticos
· en 1 o s cu al es
pre siguie ron líne as claramente partidarias.Algunos políticos te
p
l a 1,.me a d 1v1so· a e
. .
ndían un s e disputa ban l a pr es1denc1a.
pu ente, o incluso cruz a ban en uno y otro s entido entre los cam vanos ca ud"llos 1 .
os Gamarr a rep resenta ba la cons1st e.nc1.·a, entre estos
servador y liberal. En la zona andina es articularme nte notable p con­ , · vo1 ubl es signos ·
el caso de áfico s del eríodo: part1c1 o e n pracuc amente to d as I as
Andrés Santa Cruz, que condujo la Confederación Pe rú-Bolivian
p
soci·a1es y __
g ..
e _ ·
ogr p . p
a e ntre
1836 y 1839. Dirigió un Estado conservador fuertem ent e c
entraliz ado,
luchas políticas de l a época, s1ei:npre_ enarbolando la bandera d e ¡ os con-
antes d e
servador es. par a ente nderlo, l a h1stona deb· e remontarse a mucho ·'
nc1 · Lo d b te entr e los .h1stona · d or es, e n rel ac1on a 1 a v1- ·
9 Este fue el caso de Gamarra y Sa n t aCruz. 1 a 1nd epend e a. s e a s
..
1O Halperín Donghi: Reforma y disolución... , p. 220. da d e Agus tm , Gamarr a, comienz an con su .
nac1m1 ento en C usco, el 27 de
Frederich B . Pike: "Heresy, Real and Alleged in Peru: An
Aspect of the Conservati­ agosto de 1785. L a mayor p
arte de I os b1ogr ' a fos están de acuerdo en que
ve-Liberal Struggle, 1830-1875", en HAHR 47, N º 1, 1967,
pp. 50-74. En relación a
la nat�raleza conservadora del liberalismo peruano, véase
Aljovín Losada: "Repre­ Hale: Me.Jdcan Liberalism in the Age of Mora, 1821-1853, New Ha­
sentattve Govemment. .. ", cap. 2; Florencia Mallon: ''Econo
We_ �re and Where We Need to Go", en Joseph L. Love
mic Liberalism: Where.
12 ai:
Véas�Ch ¡e� University Press, 1968. Quisiera agradecer al profesor_ H�e por
ve n, onn.. al e
Guidmg the Invisible Hand: Economic Libera/ísm and
y Nils Jacobsen (eds.):
haberme ayu dado a clarificar. las diferencias ideológicas y soci ales y las snruhtudes
. .
History, New York, Praeger Press, 1 988, pp. 177-186;
the State in Latín American
entre os g ru p05 p olíticos de m1c1os
de Ia Repu'bl"1ca. . . . o .
Gonzalo Portocarrero: "Con- r l ra· "North-South: Trade Policy, Regionalism anJ Caudi(h sm_ m
liberalismo y democracia en el Perú del siglo XIX", 13 1 Paul Goo tenbe o· p ,, LA _ . J Histona de
Adnanzé n (ed.): Pensamiento político peruano, Lima, en Alberto ' post-Independence eru • J S 23 ' 1991 ' PP· 273 308' y orge· Basadre:
Femando �e i:raze�ies: La idea de derecho en el Perú
DESCO, 1987, pp. 85-98; _ Repú,blica
la
. deI peru. ' redición (11 vols.), Lima, Editorial Umvers11· ana.
· 1983 · 1 -2··
republicano del siglo XIX,
Lima, Ponufic1aUmversidad Católica, . passim.
161
·160
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA
El ángel negro de Cusco

.
sus padres fueron el notario Femando Gamarra y Josefa Petronila Me�ía. los patnotas ••. En enero de 1821 Gamarra se presentó ante el coman
Algunos sostienen que su madre era india, una afirmación que se hizo dan te
en jefe de las fuerzas rebeldes José de San Martín, quien recono
cuando él vivía, con un claro intento peyorativo. El argumento de que era ció su
ran�o de �oronel y lo puso al f nte de un batallón que estaba
listo para
hijo de un cura, el Padre Saldívar, ha provocado u�a controversia in��uso partir hacia l s And�s centrales��. James Paroissien, un confid
mayor". En la década de 1830 en la prensa aparecieron ataques satmcos ? ente inglés
de San Martm, consideraba que esto era· una jugada ingeniosa
contra Gamarra, ridiculizando su ascendencia. Por ejemplo, el cáustico "ya que
[Gamarra] es nativo de Cuzco y habla perfectamente el quechua. Adem
"Nueva Historia Natural de la Tiranía en el Perú", clasificaba a Gamarra ás
sabe cómo tratar a esa gente"'H. Sus contactos en Cusco resulta
como "un cuadmpedo indíjeno y un animal" 15• Gamarra estudió en uno de ron valio­
sos. Por ejemplo, en 1823 los rebeldes·.d_el distrito de Aymaraes�
los mejores colegios de Cusco, y sus defensores han destacado su cono­ al oeste
de Cusco, robaron ocho mosquetes y se unieron a las fuerzas
cimiento de latín y quechua, señalando que en 1841, cuando fue muerto de Gamarra
en la costa". �in e bargo, Gamarra tuvo poco éxito inicial como
.en batalla, en su bolsillo tenía un ejemplar de la obra de Horacio. Gama­ � _ jefe re­
belde: era meJor pobt1co que general.
rra había ingresado al moñasterio de San Francisco, pero lo abandonó en En marzo y abril de 1821, Gamarra fu� derrotado en un enfren
1809 para unirse al ejército de Goyeneche. Sus contemporáneos y biógra­ miento con las numerosas tropas españolas dirigidas por el ta­
fos lo califican como w:i mestizo arribista, o como un hombre del renaci­ general Ca­
rratalá en las afueras de Jauja, permitiéndoles recapturar
miento que fue capaz de tender un puente entre los mundos quechua y es­ el Valle del
�antaro, que era una zona clave. Los soldados realistas apresaron a
pañol. cientos de sospechosos .de apoyar a las guerrillas, y convirtieron
Gamarra ganó importantes contactos y experiencia de combate du:-. la región
en un� b�e contra las fuerzas de San Martín en la costa. El genera
rante la Guerra de la Independencia. No obstante, no destacó en el campo l Juan
Antomo Alvarez de Arenales se quejó amargamente, y solicitó
de batalla, lo que es indicador de que no necesarimpente los caudillos ob­ a San
Martín que destituya a Gamarra2º. Después de eso, los supuestos
errores
tienen el poder a causa de sus hazañas militares. El participó en la cam­ de Gamarra en la derrota que los patriotas sufrieron a mediados
de 1822,
pana contra los rebeldes del Río de la Plata y el Alto Perú, y en 1814 y en la batalla que tuvo lugar en la hacienda La Macacona cerca
de lea
1815 combatió contra los rebeldes dirigidos por Pumacahua en Cusco Y condujeron a su suspensión temporal. No obstante, una c�misión
. le ex�
Arequipa, bajo el mando del general Ramírez. En 1815 condujo�� mo­ c�lpó �� 1 acusaciones que se le hacían de ser incompetente en el
� ám­
vimiento de guerrillas contra el comandante rebelde Salas. Ascend10 a co­ bito mihtar . A fines de 1822 y durante l 823, juntamente con Santa
Cruz
ronel y, después de un breve empleo como Tesorero de Puno, en 1818 se dirigió la Segunda Campaña Intermedia hacia, el sur, que terminó
en un�
convirtió en el jefe del Primer Regimiento de CuscO': En ese momento costosa derrota para los patriotas. No obstante, Gamarra ascendió
en el
comenzó a contemplar la posibilidad de cambiarse al bando de los insur­ ejército patriota, y continuó involucrándose en las intrigas políticas
de ese
gentes. El Virrey Pezuela lo suspendió por sospechar que estaba v�ncula­ período.
do a los rebeldes -incluyendo a Martín Güemes en Salta, Argentma-, Y En 1823, mientras la situación militar empeoraba para los insur­
por participar en diversas conspiraciones. Si bien Pezuela finalmente lo gentes, Andrés Santa Cruz y Gamarra dirigían con éxito una campaña
pa­
repuso, Gamarra continuó siendo vigilado a causa de sus simpatías con ra que José de la Riva Agüero reemplace a la Junta de Gobierno,
un
e�e_nto22que con frecu�ncia se ha definido en el Perú como el p.ti.rt1�r gQ].
pe
m1htar . Pero los miembros del congreso nunca reconocieron a
Se puede hallar biografías de Gamarra en N. Andrew Cleven: "Dictators Garn�a, Riva
Orbegoso, Salaverry and Santa Cruz", en: A. Curtís Wilgus (ed.): South American. Agüero Y más bien apoyaron al aristócrata José Bernardo de Torre Tagle.
Dictators during the First Century of lndependence, Washington D. C., George Wa­
shington University Press, 1937, pp. 289-233; Manuel de Mendibu�: Bio�rafias de 16 Cornejo Bouroncle: Pumacahua, pp. 3�368. Sobre la participación de
generales republicanos, Lima, Instituto Histórico del Peru, Academia Nacional de la Gamarra en
una conspiración de 1820, véase CDIP, VI, 4, pp. 195-305; CDJP, XVI,
Historia, 1963; Paz Soldán: "Brevísimas ... "; Miguel A. Martínez: El Mariscal de Pi­ 4, p. 152;
Paz Soldán: Historia..., vol. I, pp. 111-115. Un sospechoso señalaba
quiza, Don Agustín Gamarra, Lima, Librería e Imprenta D. Miranda, 1946; Alberto que "La Paz y
el Cuzcq están a su devoción" a Gamarra y otros conspiradores. CDIP, VI,
4, p. 295.
Tauro: "Agustín Gamarra, fundador de la Independencia Nacional", en César�­ 17 CDIP, VI, 2, carta de José de San Martín, 26 de febrero de 1821.
checo Vélez·(ed.): Historia del Perú, Biblioteca de Cultura Peruana Contempora­ 18 CDIP, XXVI, 2, p. 597.
nea Nº 7, Lima, Ediciones del Sol, 1963, pp. 507-518. Los argumentos sobre el Pa­ 19 ADC, Intendencia, CC, Leg. 119, 1824.
dre Saldívar se hallan en Pruvonena (José de la Riva Agüero): Memorias y docu­ 20 José I. Arenales: Segunda campaña a la sierra del Perú en 1821, con prólogo de
mentos para la historia de la Independencia del Perú (2 vols.), París, Libreña de Pedro de Ange!is, Buenos Aires, Vaccaro, 1920, pp. 64-67.
Ganiier Hermanos, 1858, vol. !, pp. 372-373. 21 CDIP, VI, 6, pp. 11-47.
15 "Nueva historia natural de la tiranía del Peru", Cusco, s.e., 1834. En el capítulo '11 22 Basadre lo denomina "el primer choque que hubo en el Peru entre el militarismo y el
del presente libro se analizan los ataques de Gamarra y en contra suya. caudillaje de un lado y el utopismo parlamentario de otro". Historia..., vol. I, p. 19.
.,,.:.
162 163
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA El ángel negro de Cusca

Simón Bolívar llegó al Perú el 1 º de setiembre de 1823, en medio de una autoridades y la mayor parte de·la población creían que el Perú se con­
extenuante lucha entre Torre Tagle y Riva Agüero. Ostentando poderes vertiría en una república independiente; sin embargo, la organización de
supremos, Bolívar obtuvo el apoyo de miembros del congres� �· de im­ esta república póstcolonial permanecía indefinida. En la medida en que la
portantes jefes militares como Santa Cruz y Gamarra. Este ultimo fue novedad y realidad de la Independencia tomaban cuerpo, el nuevo Estado
nombrado Primer Ministro y participó en las batallas de Junín y Ayacu­ enfrentaba multitud de problemas. Incluso antes de la victoria de Ayacu­
cho. El pacto entre Bolívar y los oficiales peruanos du�ó hasta la derro:a cho, los diferentes gobiernos con sede en Lima habían acumulado enor­
_
de los españoles en·1824, momento en el cual comenzo a erosionarse ra­ mes deudas que debilitaban los presupuestos y que por décadas signaron
23
pidamente . las relaciones del Perú con el exterior.Los ricos, por su lado, habían sa­
cado su dinero del Perú en momentos en que la propia guerra destruía
Cuadro 1 centros productivos y, además, el gobierno realista había dejado vacío al
Gobernantes del Perú 1821-1842, y el rol político de Agustín Gamarra Tesoro21 • Entre las apremiantes incertidumbres que por décadas alimenta­
ron los conflictos políticos estaban las interrogantes: ¿cómo se reconsti­
Gobernante Años en el cargo Cargo de Gamarra tuiría la sociedad peruana que era fuertemente diferenciada? ¿Qué lugar
José de San Martín 1921-1822 Inició carrera militar
Junta deGobierno: 1822-1823 Ayudó al derrocamiento de la junta ocuparían los indios en la República del Perú? ¿Cómo financiaría el na­
General José de la Mar ciente Perú su enorme deuda proveniente de la asoladora Guerra de la In­
Manuel Salazar y Baquíjano dependencia? ¿Bolivia y Ecuador se convertirían en naciones indepen­
Felipe A. Alvarado dientes o retornarían al Perú bajo alguna fórmula federalista?
Mariscal José de la Riva Agüero 1823 Inicialmente apoyó
1823 ? Cusco presentaba dificultades particulares. Desde la rebelión de
José Bernardo de Torre Tagle
Libertador Simón Bolívar 1823-1826 Apoyó, luego se opuso Pumacahua, la región no se había enfrentado colectivamente a los espa­
General Andrés Santa Cruz 1826-1827 Apoyó ñoles. Fuera de Cusco, eran pocas las personas que entendían cuán masi­
General José de la Mar 1827-1828 Ayudó al derrocamiento vo había sido el levantamiento de 1814-15, y para la mayoría Túpac
General Agustín Gamarra 1829-1833 Presidente Amaro había quedado como un recuerdo distante2º . Una vez establecido
General Luis José de Orbegoso
General Pablo Berrnúdez
1833-1834
1834
Se opuso
Apoyó en Cusco, el Virrey La Serna utilizó su imprenta rodante para bombardear
General Luis José de Orbegoso 1834-1835 Se opuso al enemigo con propaganda que ponía el acento en la lealtad de esa zona.
General Felipe Salaverry 1834-183.6 Se alió con él, luego se opuso Por todas esas razones; en 1825 muchos jefes patriotas así como sus se­
Mariscal Andrés Santa Cruz 1836-1839 Se opuso guidores cuestionaban el compromiso de la región con la Independencia.
Mariscal Agustín Gamarra 1838-1841 Presidente Más aún, su situación económica era desoladora. Su rol de última plaza
fuerte de los españoles no había beneficiado a la región; por el contrario,
el Estado virreinal había exigido a la región gran cantidad de dinero,
La Madre Patria: Los desafíos del Estado postcolonial abastecimientos y soldados, sin ofrecer mucho a cambio. En una carta a
Gamarra, fechada en diciembre de t826, dos importantes funcionarios del
Las autoridades, como fue el caso de Gamarra, compartían con to­ _.Tesoro de Cusco describían las largas horas que habían pasado intentando
da la población la incertidumbre sobre lo que vendría con el fin del domi­ volver a llenar las arcas de la región. Vilipendiaban a los españoles acu­
nio de los españoles. Si bien el ejército realista había sido claramente de­ sándolos de haber "saqueado en sus fondos, devastadas sus cuentas y
rrotado en el Perú, y a mediados de 1825 sería expulsado de su última
plaza fuerte en el Alto Perú, aún no estaba clara la naturaleza exacta de la
nueva política. A mediados de la década de 1820 en toda América Hispa­ 25 Los documentos de las décadas de 1820 y 1830 abruman al lector con quejas sobre
na se habían desbaratado las demandas a favor de una monarquía consti­ la destrucción y IJ.lina financiera provocada por la guerra. Sobre los efectos econó­
24 micos de la guerra, véase Alfonso W. Quiroz: "Estructura económica y desarrollos
tucional, aunque retomarían periódicamente . En esos momentos, las
regionales de la clase dominante, 1821-1850", en Alberto Flores Galindo (ed.): In­
dependencia y revolución (2 vols.), Lima, INC, 1987, vol. 2, pp. 201-267; y Paul
23 Sobre el Perú de este período, véase Anna: The Fall..; Basadre: la iniciación. .. ; Gootenberg: "Paying for Caudillos: The Politics of Emergency Finance in Peru,
Fisher: "La formación ..."; Lynch: Spanish American Revolutions... , pp. 266-293; Y 1820.1845", en Vincent Peloso y Barbara Tenenbaum (eds.): Liberals, Politics and
del mismo autor: ''Bolívar and the Caudillos", en HAHR 63, Nº l, 1983, pp. 3-35. Power: State Fomraiion in Nineteenth-Cent11ry latin America, Athens, University
24 Un interesante estudio sobre el monarquismo en Ecuador puede hallarse en Mari< ofGeorgia Press, 1996, pp. 134-165.
Van Alcen: King ofthe Night: Juan José Flores and Ecuador, 1824-1864, Berkeley, 26 Ya en 1808 el Estado colonial casi nunca mencionaba la sublevación de Túpac
University of California Press, l 989. Amaru, ni siquiera en la propaganda contra los rebeldes.

164 165
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA
El ángel negro de Cusca

subtraidos sus papeles"27• La interrupción de las rutas comerciales de


d_encia se mantuvieron en gran medida, pues el Perú estaba organizado en
Cusco durante la larga guerra había estropeado la ya debilitada economía,
siete departamentos que, a su vez, estaban divididos en provincias. Tres
pues originó la disminución de las "exportaciones" de Cusco al Alto Pe­
departamentos fueron bautizados en homenaje a la guerra de la Indepen­
rú. Desde 1791 hasta 1825, la población de la ciudad de Cusco permane­
dencia: La �ibertad (Trujíllo), Junfu (Tarma) y Ayacucho (Huamanga);
ció en una cifra aproximada de 32,000 habitantes, y experimentó una li­ ,
estas dos ultimas conmemoraban las principales batallas de 1824 Los 29

gera caída en la década de 1840, lo que constituye un indicador del estan­


camiento económico2�. prefectos y los subprefectos reemplazaron a los intendentes y a los sub­
delegados. De hecho, al menos por una década la gente utilizó indistinta­
En Cusco Gamarra necesitaba recuperar el sistema fiscal de la re­
mente un? u otro término, refiriéndose por ejemplo a los subprefectos
gión, establecer nuevas institucioncli de la República, e impedir el estalli­
do de una sublevación a favor de España. Tuvo éxito en todos estos pro­ como submtendentes. Los once "partidos" de Cusco, incluyendo la ciu­
pósitos. Con admiración, envidia, o disgusto, los comentaristas �o�ten:i­ dad ("El Cercado") fueron convertidos en provincias'º.
poráneos y varias generaciones de historiadores han señ�lado la ef1c1e�c1a
del gobierno de Gamarra en Cusco. El Estado republicano fue rápida­
mente implementado, bajo el firme pulso de Gamarra, quien había logra­
do mantener una fuerte base de apoyo en Cusco a lo largo de toda su ca­
rrera: como prefecto desde 1825 hasta mediados de 1827, como jefe de o

.
los ejércitos que invadieron Bolivia y luego Colombia, como presidente y Caracas
luego como jefe de la oposición a la Confederación Perú-Boliviana, y o � ,i
Bog tá O '.,·,\ ___ ,..>-.
&,
nuevamente como presidente. Sus éxitos en la puesta en marcha de _l� �'(
,:
\

estructuras republicanas se mantuvieron firmes a la luz de la severa cns1s •Quito �V


O�
r''
_,.,.-.-·
I I
·•·
económica que enfrentaba el régimen de Cusco. .
El análisis del gamarrismo ayuda a explicar los mecamsmos del 6� -�:::::-.\•
.....\'......... -··-.,�; .:·.-.,,--·'
caudillismo, en particular la fonna cómo Gamarra utilizó el clientelismo !

y una plataforma chauvinista, con el fin de construir una base regional. ( -·- -·-·-·-·-··- ..

./
Muestra, asimismo, que a pesar de la aparente anarquía o las frecuentes .
Lima ·r¿,. ..6-(?
..,., .'
__,_....,
_
guerras civiles, los Estados regional y nacional continuaban funcionan�o. ...... BRASIL
Una mirada ·a1 gamarrismo en Cusco también ayuda a abordar la cuestión Cuzco •
del significado político de la Independencia. Los líderes del gobierno )
cusqueño posterior a la Independencia intentaban forjar una nueva _rela­ \.' BOLIVIA
,
t
ción entre el Estado y la sociedad, pero en muchos aspectos, y despues de !
,(..'
., .•. --,�
\/ f'- .......... '
arduas negociaciones y algunos puntos muertos, terminaron resucitando 1
)
las relaciones coloniales. MBM
Mapa 4. El Perú en 1829

La burocracia, la Iglesia y las finanzas:


Cambios y continuidades administrativas

En términos de las estructuras administrativas, la transición de


Colonia a República estuvo caracterizada más por la continuidad que por 29 Basadre: Historia..., vol. 1, pp. 133-136.
el cambio radical. Las divisiones jurisdiccionales del sistema de Inten- 30 A lo largo dél siglo XIX y a inicios del siglo XX, el tamaño del departa
Cusca disminuyó con la creación de los departamentos de Apurímac (1873)mento de
y Madre
de Dios (1912) conformados por tenitorio que anteriorm ente había pertenecido a
27 Archivo General de la Nación (en adelante AGN), OL 144, 1826, pp. 311-471. La Cusca. También cedió tenitorio a los departamentos de Junín
carta de Agustín Baca y Anselmo Centeno está fechada el 12 de diciembre de 1826. y Loreto, y a B�il.
Véase Momer: Perfil..., pp. 163-165; Félix Denegri Luna, prólogo
28 En lo� capítulos VI y VII del presente trabajo se examina con mayor detalle la de­ María Blanco: Diario del viaje del Presidente Orbegoso al sur delalPerú libro de José -
(2 vals.),
mografía y la economía de este período. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1974, vol. 2, p. 59.
166
167
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA
El ángel negro de Cusco

En estos años, las fr ecuentes inva siones y guerras modelaron las


lítica alentó un alto grado de autonomía regional de facto: aunque en nin­
fronteras externas del P erú, signando la política peruana en la déc�da de
gún sentido los estados regionales se independizaron o se divorciaron de
1840. Los conflictos de frontera continuaron durante u� largo t1�mpo
la política nacional, los prefectos regionales tenían un gran poder d e ne­
despu és de q ue Bolivia y Ecua dor se hicieran/epúhlicas mdepe nd1entes
gociación frente al gobierno con sede en Lim a. A su vez, las c apitales
en 1825 y 1830, respectivamente . Para fortalecer su� fu� rz�s , Gamarr_a
provinciales como Cusco monopolizaron el poder regiona l'5• Las l uchas
tomó ventaja de la invasión de Bolivia en 1828 y, al ano s1gmente, se ali­
de los militares y el flujo de fondos hacia y desde Lima m antuvi er on e l
neó temporalmente con los generales La Fuente y Santa Cruz para usar la
desastrosa guerra con l a Gran Colombia como u n pretexto par� derrocar
vínc u lo entre las region es y el c entro. La amenaza constante de oposición
al presidente liberal La Mar, un a guerr� :n la cual_ ?am�a hab1a mostra­ armada y las permanentes cri si s fi scales obligaron al Estado central a ba­
sar se en las regiones en lo referid o a apoyo militar y m onetario. La de­
do una vez más sus cuestionables habilidades m1htares . Los esq uemas
pendencia frente al Estado central -y la incapacid ad relativa de é ste par a
para reunificar Bolivia y el Perú, o para formar: �na entidad política sepa­
s ojuzgar a las zonas del interior del paí s- p roporcionó a los gobi ernos de­
rada que vincu lara el sur de los And es y Bolivia , fracas aron un a � � tra
vez. Las fronteras -recientem ente definidas- no se basab� en lim ites partamentales un enorme poder. Gamarra con stituyó un ejem plo de este
,, poder p rovincia l, pues construyó alianza s políticas q ue duraría n hasta l a
naturales ni tampoco reforzaban _ las divisiones ��ltu rales � étnicas· .
d éc ada de 1840.
La política relativa a la crndad y la region evolucionó en torno al
Cabildo de la ci udad y la P refectu ra en tan to q ue, en contraste co� el pe­ Las nuevas estructuras legales, fiscales y municipales imitaron en
r íodo colonial, los t ribunales perdieron influencia. Aunque el Cabil�o de
gran medida a sus antecesores colonial es. En forma in mediata, Gam arr a
Cusco apoyó la línea ga marrista de( proteccionismo, con f�ecuenc1� se arregló una correlación de fuerzas para una transición c autelosa, invocan­
, do -como continuamente lo hacían los conservado res- l a n ecesidad de
enfren tó a G amarra y sus p rotegidos . En el cur so de las pnm:ras deca­
estabilidad. Epo de diciembr e de 1824 dec retó que mi entras la Rea l A u­
das de la República fueron derrotados diversos planes federalistas, mo­
, diencia estuvi era cerrada -hasta futuro aviso-, l a municipalidad debería
ná rquicos y parlamentarios . Las J untas D epartam�ntales, que r�uman ,ª jurar leal tad, y los jueces contin uarían usand o las leyes en vigencia
los notables de la provincia, constituyeron el expen me� to federalista m as
importante y, desde 1828 hasta su a�olición en 1834, 1�tent aro_ n _ pro mo­ "siempre q ue no sean opuestas, explícita o implícitamente al nuevo sis­
tema actual de Gobierno". En el mismo dec reto, alent aba a los juec es y
ver el desarrollo económico regional . Por otro lado, la mestab1hdad po-
otras autoridades a vigilar y desalentar los sentimi entos y acciones anti­
es pa ñolas:
31 Basadre: Historia ... , vol. l, pp. 203-247. Santiago Távara: Historia de los partidos,
editado por Jorge Basadre y Félix Denegri Luna, Liri;a, Editori'.11_Huascar� 1 95 1 ,
: "Detestando por carác ter , filos ofía, y religión tod a idea que per­
pp. 5 J -58; en su introducción a este libro, Basadre dec1a que Bohv1a era una bomba
de tiempo·· para el Perú (p. LXIV).
, . . . . vierta la paz en tre peruanos y españoles: p rocederán los jueces
32 Los nacionalistas del Perú y de otras nacientes repubhcas hub1e�on de d1 feren�1'.1'." a escrupu los amente sob re las injurias real es y verbales q ue se ori­
sus ciudadanos de aquéllos de las naciones vecinas que compart1an Jengu�, rehg¡on,
_
raza y -en Ja mayoría de los casos- historias comunes; lo que Franc;ms Xav1er Guerra
ginen, tal vez de los actuales resentimientos que ha ocasionad o la
denomina "la excepción americana". Véase: "Jdentid�des e inde�ndene1a: La ex- gu erra, haciéndoles entender q ue el mutuo y dulce enlace de ar­
_
cepción americana", en Guerra y Quijada (eds/ Imaginar la nacwn , pp. 9 3: l� (la monía entre unos y otros , será el germe n del buen orden y pros pe­
cita está en la p. [34). En relación a la defime16n de l_as '.ron��ras del Pe�, vease ridad común"'º.
Jore:e Basadre: La iniciación . . . , vol. 1, passim; AlJovm: Representative Go­
_
ve;;ment...", cap. 5; Albert Wagner de Reyna: los límites del P e rú, Lima, Ed1tonal
Universitaria, 1 961. Por tanto, las primera s medidas de Gamarra casi no alteraron las
33 Sobre las políticas proteccionistas del gobierno de Gamarra, véase Paul_ Gootenberg: estructuras coloniales exis tentes. La grave cri si s financi era q ue enfren tó
· Bi:tween Silver and Guano: Commercial Policy and the State m Posnndependence el gobi erno de Bolívar, así como la incerti dumb re sob re el tipo de sistema
Per11, Princeton: Princeton University Press, 1989, caps. 3-4: :rraduc<:ió? al castella \ político nacional que' se implementaría, y sobre si é s te se sos tendría, d e-
"l
no de Eleonora Falco: Caudillos y Comerciante s. Laformacwn economica del Esta- \
_
do peruano. /820-/860, Cusco, CBC,1998. . .
34 El folleto de 1 829 , "La libertad de la �atria" afirmaba que las Junt� mte?t�b�
"desmoralizamos, corrompemos, anarquizamos y vendemos después . Anom!Uº· 35 Un argumento interesante sobre las dificultades para la organización espacial de las
··La libertád de la patria", Cusco, l 829. Sobre las juntas, véase Raúl Rivera Sem�: jóvenes repúblicas, se halla en Guerra: "Identidades e Independencia..".
"Las juntas departamentales durante el primer go bierno del Manscal Don Agustin 36 Fructuoso Cahuata Corrales: Historia del p e riodismo cusqueño, Lima. SAGSA,
Gamarra", en Boletín de la Bibliot e ca Nacional 31-32, 1 964, pp. 3-18; y Gooten- 1990, pp. 28-29. Horacio Villanueva Urteaga: Gamarra y la iniciación republicana /
berg: Between Silver... , pp. 9 l-9 3.
en el Cuzco, Lima, Banco de los Andes, 1981, pp. 45-84. Sobre la Corte Superior,
F véase Blanco: Diario..., pp. 1 84-185.
168
169
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA El ángel negro de Cusco

salentaron la realización de reformas administrativas radicales. L os después �e que és�e partió dti! Cus o. �o sólo ocurrió que l o
� s c onvent os y
acreed ores e xtranj er os y l os ejércit os vict ori os os exigían p ag os. C on t od o, rnonasten os �esaf1aron las expro piaci ones en los tribunales, y
. se resistie­
las preocup aciones financieras y la incertidumbre general n o eran las úni­ r on a transfenr l a pro piedad y las rentas, sino que el debilítam
ient o de l a
cas raz ones para aferr arse al statu quo, pues el pr opio Gamarr a y sus ca­ ec on omía de �a región también tuv o c
orno c onsec uenci a que las h acien­
maradas aut oritarios no aviz oraban ni deseaban un cambi o radical. El es­ das Y las pr opiedades urbanas pro dujeran mu ch o men os din
er o que el es­
crit or españ ol c onservad or Marian o T orrente observaba con satisfacción per a�º: P or � u lado G�arr� m tuvo la pr otección a l os c o
, � legios per o
l o que ac ontecía en Cusc o baj o el g obierno de Gamarra, señaland o que perrmti o el cierre de las mst1tuc1ones de caridad, pues n o sól
o est aba en
"Esta capital dió aun en est a terrible crisis inequívocas prueb as de sensa­ desacuer�q c on la �l osofía de la recuperación pers onal auspici
a d a p or e l
te z i de respet o ácia l os g obernantes españoles i <lemas individuos c om- Est3:d o, sm o que obj etaba el gast o que estas instituci ones o
riginaban y las
pr ometidos p or el partido vencid o"37• tensi ones c on la Iglesia que ellas suscitaban. A medi ad os de
• • la década de
Pese a t o do ello, durante su est adía en Cusc o, entre el 25 de JUmo y 1830, el liberal Orbeg os o intentó resucitar las organiza ci on
es de carid a d
el 26 de julio de 1825, Simón B olívar decretó leyes que enf rentaban a las que B olívar había fundad o, e inclus o l os colegi os fuer on o
biet o de c on-
instituciones c ol oniales. Ab olió el carg o de cacique y l a obligación de los tr overs1. a•o. L os conservad ores culparon por el suicidi o de d ,
os estudiantes
indi os de prestar servici os pers onales a las aut oridades, y ordenó l a redis­ en la déc ada de 1830 a los liberales y,
de esa manera, a las ideas inmor a­
tribución de las tierras comunales que estaban en p oder de las co munid a­ les que se pr op agaban en los c olegi os41 •
des indígenas. C orno se verá en el sétimo capítulo, estas leyes· p or lo ge ­ . De i?�ediat o, Garnar:r a se vio enfrent ad o c on la jerarquí a de l a
neral n o se p usier on en efect o: algunos caciques sig uier on manteni end o el l�les1a C�o !1�a de �usco. Sm embarg o, se las ingenió n o sól
o para resis­
p oder, l os indi os c ontinuaron trabajand o duramente c orno sirvientes, y las tir la op osici on de esta sin o para, finalmente , obtener su ap
oy o . A pesar
c omunidades retuvier on gran parte de sus tierras'8• Asimism o, a l a ve z de ?aber respaldad o a l os españ oles hast a que ést os fuer on de
rr o tad os, el
que ign oró el levantamient o de Túpac Amaro, B olívar re compensó con C?b1sp o de Cusc o, José Calixt o Orihuela, participó en las celebr aci ones de
pensiones a l os descendientes de l os líderes de la rebelión de Purnaca­ fmes d� 1824 y 1825, demandand o a sus párr oc os que se
, adhieran a la
hu a.39. P or otr o lad o, inauguró varias escuelas e instituci ones de caridad Repubhca. No obstante , se quejó enérgicamente cuand o Gamar
ra comen­
p ara huérfanos, minusválid os y ancian os, financiad os con la renta de las zó a entr ometerse en l os límites jurisdiccionales de la diócesis
y en las fi­
pr opiedades expr opi adas a los c onvent os y monasterios de Cusc o. Estas nanzas de la Iglesia. Las rel aci ones se deteri or aron en febr
er o c uando
reformas inc orp oraban d os element os centrales del repu blicanismo de Gamarra exi�ió que el o bi�p o saque l os cuadros de la ca tedral
�ue m os­
B olívar: su disgusto p or l a Iglesia y su c onfianza en que las instituci ones tr aban a Santiag o y a l a Virgen María salvand o milagrosam
ente a esp a­
auspici ad as p or e l Esta d o p odrían "reformar" a l os desfav orecid os. La s ñ oles que c ombatían c ontr a l os Incas. El prefect o afirma ba que
sería "de ­
reformas de B olívar, además, no sólo perj u dicaban ec onómicamente a la sagradable" para B olívar, próximo a llegar, ver cuadros que m
uestren la
Iglesia, sin o que también usurpaban el papel que tradici onalmente ella
h abía tenido en la educación y la caridad. Dos de sus inn ovaci ones, el
"C olegi o de Ciencias y Artes" para varones, una fusión de l os c olegi os
jesuitas San B ernard o y San Francisc o, y el C olegio de Educandas, para
niñas, uno de l os primeros colegios seculares para mujeres, c ontinúan 40 Desde 1835, las'actividades de Orbegoso están señaladas en el periódico Cuzco Li­
funcionando hast a el día de ho y. bre ; véase también Blanco: Diario... , pp. 140-142. En 1832, una autoridad criticó el
La l ongevidad y dinamismo de est os colegi os fue l a excepción del plan para fusionar el orfanato y el hospital, afirmando que antes de su creación los
destin o de la may or parte de las reformas de B olívar, p ues l os h ospicios huérfanos eran "tirados al campo" y abandonados para que mueran. BN, Documen­
de caridad -p or ejemplo- enfrentaron seri os pr oblemas ec onómicos p o co tos, 1832, DI0855, "Indicación del Sr. Diputado Don Pablo Mar sobre huérfanos
co�das de toros, Y toda clase de alborotos". Cusco, 26 de junio de 1832. Sobre I�
noc10nes de caridad a inicios de la república, véase Quijada: "¿Qué nación?...".
37
38
CDIP, XXVI, 4, p. 313. r
Henri Favre: "Bolívar y los Indios", en Histórica I O. Nº l , 1986, particullfmente pp.
41 Blanco: Diario... , 1, p. �9. Estos hospicios sufrieron una decadencia a pesar de las
c�nmovedoras demoso:aciones de su rol en la promoción de los valores republicanos
9-13; "Introducción" de Blanca Muratorio (ed.): Imágenes e imagineros: Represen­ e mcluso para s�var vidas. Por ejemplo, en julio de 1829, un niño fue dejado en el
taciones de los indígenas ecuatorianos, Siglos XIX y XX, Quito, FLACSO, l994, orfanat� de la cmdad �on una nota toscamente escrita: "Me expongo a esta puerta
particularmente pp. 12-15. Los documentos sobre las reformas de Bolívar en �usco _
com� m°'.1 huerfano sm padre ni madre tan solamente del amparo de mi Padre la
se encuentran en CDIP, XIV, 1, pp. 546-587. Patr'.a quien nos a puesto esta grande beneficencia para los desgraciados como yo y
39 Villanueva Urteaga: Gamarra. .. , p. 39; en relación al silencio de Bolívar sobre Tú- grae1as al Sr. Gran Manscal Gamarra... [soy] hijo de la Nacion Peruana". ADC, Be­
pac Amaru, véase Favre: "Bolívar...", pp. 15-16. neficencia, Libro 90, Libro de partidos de los niños huérfanos expuestos, 1826-31.

170 171
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA El ángel negro de Cusca

intervención divina a favor de los españoles • Orih uela se ne gó, pero en


42
nar s�s arcas y crear un_ sis em trib utari
_ � � o viable . Lej os de
abril Gamarra ya los había hecho q uitar. cambio radical, la urgencia dio ahento a la tradición. alentar un
Las relaciones con la Iglesia emp eoraron notablemente con l� lle- Así, e l t I de aoosto
de 1826 Bolí';ar restableció el tributo de indios que
gada de B olívar, con las expropiaciones que or denó, y con sus gest10n�s él mismo había ;bo li­
do el año anterior, aunq ue con la nue va denominació
n de "co ntrib ució n"
secularizadoras. Orihuela y o tros acusaron al Estado de apoyar el trabaJO y, como se anali_z� en detalle en el capítulo VII,
de los francmasones y calvinistas, a la vez q ue redactores � r�­ Gamarra apoyó total­
. mente este cambio . Ent re 1826 y 1845, la contribuci
1

gobiemistas contraatacaban en p u blicacio�es como el Censor Eclesiastl­ ón de indios cons­


tituyó más de la mitad del ingreso an ual de la p ref
e ctura. En e l caso de
co, afirmando q ue la jerarqu ía de la Iglesi a b uscab� el retomo de los es­ quienes no eran i ndígenas, una serie de imp uestos
pañoles43. Gamarra reclamó la victoria en esta pruner a batalla cuan�o directos si bien causa­
ron gr an cont roversia, nunca lle garon a s
er una parte sionificativa de
Orihuela renunció en se tiembre de 1826, y fue reemplazado por Antomo i ngr�sos del Tesoro, pues por lo general no llegaban los
Torres, un personaje más conciliador. En 1826 Y 1827 Gamarra se o� uso al diez por ciento �. 4

, Dos importantes fuentes de fon dos del Estado colonial,


a q ue dos curas, Eu gen io Mendoz a y Pedro J ose _ Leyva, fu; ran _ e le gidos
las contrib uciones
a la �inería y el imp uesto a las ventas o alcabal a, ta
parlamentarios por Tin ta, alegando que las elecciones hab ian si do fr�u­ mbié n producían po­
cos mgresos. En este período, las ganancias mineras
d ulentas y que ambos curas seg uían oponié ndose a la Ind epend�ncia, cayeron, en tanto
q ue en �826 se abolió la impo p ular alcabala. Otros
aunque tuvo c u idado en pre sentar a Mendoza y Leyva como exce pcio?e �
rezigos coloniales
co mo el imp uesto al papel se llado -hoja necesaria pa
ra todos los trámite s
respecto a la lealtad de la Iglesia a la República. No obstant e, termmo b urocrá t icos- y el noveno -la participación de l Estad
o en e l diezmo- así
ab andonando la l ucha luego de batallas legale s y de una r�cha de �o lletos como los diferentes tipos de empr éstitos, proporciona
_ ron in gresos adi�io­
acusatorios44• Desde este mo mento, Gamarra e vitó el anticlen�ahs�o, Y nales. Con notable velocidad, el Estado de C usco,
logró contar con el apoyo de la Iglesia en sus_ �os perí� d�s_ presid enciales. gobernado por Gama­
rra, estableció una efectiva base tr ibutaria, y con una
e ficie ncia similar,
El propio Bolívar había retrocedido en relacio? a sus 1?1crnles es:aram u­ gast ó estos r ec ursos en e l fortalecimiento de su base
. política en la re-
zas con la Iglesia, y orden ó a Gamarra que e vite �onfhctos p ues la� de­ g1on .
. , 49

savenencias con estos son siempre funestas ; la amistad con ellos es s1e�­ En esos momentos, e l futuro económico de C usco no
er a promete­
pre v entajosa'"''. Desp ués de 1828, no surgieron problemas con la Igle�ia dor, a u_nq ue la región había logrado evitar la destrucc
durante el gobierno de Gamarra en C usco . En 1842, d��te las_ ex�qmas ión q ue habría so­
brevemdo en o_tras zonas a ca usa de la g uerra. Danie
l Flo
de G amarra, e l padre Bartolomé Herrera, uno de los pr� c1pales 1deologos señalaba q ue "la ciudad había sufrido muy poco en el cur rence O'Leary
conservadores de la er a rep u blicana del Perú, lo ensalzo al p unto de com- so de la re volu ­
ción ""'. Sin embargo, tambié n se famentaba por el ais lanú
ento de C usc o,
pararlo con Jesús y con los mártir
, •
es cnsuanos . afirmando q ue , aunq ue había sido b
• • 46

. endito con ab undantes recurso s natu­


Las finanzas re presen taron la preoc upación más aprermante para rales, e l de partamento de C usco está "casi incomunica
Gamarra y otras autoridades. El naciente Estado necesitaba volver a lle- do con las provin ­
cias del litoral por falta de caminos"". Los continuos co
mbates de las si-
47 Peralta: En pos.,., pp. 36-43; Walker: "Peasants, Caudill
o s...", cap. 5.
42 Rubén Vargas Ugarte S.J.: Historia de la Iglesia e n el Perú (5 vo ls.), Burgo s, Im­ 48 María Isabel Remy: "La sociedad local al inicio de la repúbli
prenta de Aldeco a, 1968, vol. 5, pp. 239-240. ca: Cusco' 1824-1850"'
en Revista Andina 7, Nº 2, 1988, pp. 451-484.
43 Villanueva Urteaga: Gamarra..., pp. 96-114; Kathryn Jane Bums.. "Co nvent�, Cu(tu_ 49 El sistema de tnlmtos, particularmente sus implicancias
re and So ciety in Cuzco, Peru, 1550-1865", tesis de Ph: �-, Harvard Untv�rstty, po líticas y so ciales, so n el
tema del capítulo 5 de Walker: "Peasant, Caudillo s... ".
1993, pp. 226-241; Denegrí Luna: ''Prólogo" a B lanco : Diarw... , 2, �P· 74-79, Fred Véase también Malcolm
Deas: 'The Fiscal Problems ofNineteenth-Centu ry Colo mbia",
Spier: Religious Regimes in Peru: Religion and State D':"elopment m a Lo n g Term JlAS 14, noviembre
_ de 1982, pp. 287-328; Goo tenberg: Between Silver... , cap.
Perspective and the Effects in the Andean Village of'Zunte , Amsterdam, Amsterdam 5, y "Paying..."; Nils Ja­
co bsen: 'íaxation in Early Republican Peru, 1821-1851;
Po licy Making between
University Press, 1994, pp. 193-198. Reform and Traditio n", en Reinhard Liehr (ed.): América
Villanueva Urteaga: Gamarra... , pp. 114-130. Latina e n la época de Si­
44 . món Bolívar, Berlín, Co lloquium, 1989,
pp. 311-339; Llnda Alexander Rodríguez:
45 "Cartas de Bolívar", en Revista Peruana, Lima, 1879, 2, pp. 522-523; cttado po r The Search for Public Policy: Regional Politics and Govem
Denegrí Luna en Blanco : Diario ..., vol. 2, p. 78. ment Finances in Ecua­
. . . dor, 1830-1940, Berkeley, University o f California Press,
El discurso está en Barto lomé Herrera: Escritos y discursos (2 vo ls.), Lima, � 1? ho­ 1985; Barbara Tenen­
46 baum: T_he Politi of Penury: Debts and TaJCes in Mexico
teca de la República, [929, v ol. 1, pp. 14-34. Sobre la Iglesia y el Estado a 1 mc1o s _ c<: , /821-1856, Albuquer­
_ que, Umversity of New Mexico Press, 1986; Nico lás
Sánchez-Albo moz: Indios y
del Perú republicano , véase Pilar García Jordán: Iglesia y P? der e n el Peru cont�m­ tributos en el Alto Perú, Lima, IEP, 1978.
_
poráne o, 1821-1919, Cusco , CBC, 1991; Vargas Ugai:ie: His tona... ; Jeffrey Klaibe� 50 Villanueva Urteaga: Gamarra, p. 20.
_
s. J.: La Iglesia e11 el Perú, Lima, Po ntificia Umvers1dad Católica del Peru, 1988, 51 Tamayo Herrera: Historia... , p. 44; Tamayo Herrera prop
o rcio na o tras evidencias
Spier: Religious.... so bre el creciente aislamiento de Cusco . Bo lívar promo vió
el mej o ramiento de las
172
173
DE TÚP ACAMARU A GAMARRA El ángel negro de Cu.seo

guientes décadas, l a cre a ción de Bolivia como república �epar ad a, Y la sólida de seguidores po derosos en Cusca y sus provincias . Par a un análi­
, .
preeminencia creciente del tr� sporte manttmo sobre l as } ornadas tr�n­ sis del caudillismo se requiere apartar l a atención de los campos de bata­
sandinas, agravaron el aislamiento d e Cusca. En ese penado A�: qmpa ll a y dirigirlo a reexaminar el Estado: en el caso de Gama rra, por ejemplo,
surgió como el centro de la economí a sun1:n�ina, y Cusca perd10 gr an los funcionarios medios tales como los subprefectos y los dirigentes de la
·pa rte de su particip ación en el me rcad� bohv1ano y, a pe�ar de �gun_os milici a eran más importantes que los oficiales militares y las guerrill as.
momentos de resurgimiento, las industn as azucarera y textil langu1declf;­ Los caudillos funcionaban a través del Estado, no en tomo a éste'º. E n
ron en la primera mitad del siglo XIX. De los productos de l a _economia Cusca, l a a use ncia d e sublevaciones en l a décad a anterior a l a I nd epe n­
,
exporta dora coloni al, sólo el comercio de la coc� � e recupero e mcluso se de ncia significó que no había una cla ra div isión entre p atriota s y realistas.
_
expandió, en tanto que l a dem anda de lana crec10 �n la d�cada de 183�, A diferenci a de Lima, no había grupos de vete ranos que exigieran com­
_
dando forma al tímido inicio del "boom" de l a últtm a mitad del siglo . pensación bajo l a forma de cargo político, o realistas prominentes que
Los recaudadores de impuesto en el ca mpo se hacían a margo eco de l�s presentar an problemas . La Guerra de l a Independencia no pol ar izó a Cus­
quejas de los productores e n re�ación_ � los precios c�� ti�u�ente de�n­ ca corno sí h abía sucedido en Lima y los Andes centrales. Aunque mu­
midos de los alimentos, y a la d1spers1 0n de la poblac1 0n md 1gena debido chas autoridades designáda,s por Gamarr a habían sido a ctivos seguidores
a los tiempos duros y a las frecue ntes levas � ilitares' : Los artesanos de l a
3
_ de los españoles hasta vísperas de l a Independe ncia, h a bí a otros que
ciud ad de Cusco enfrenta ban l a competencia proveniente de otras cmd a­ combatieron contra la Corona en la rebelión d e Pumacahu a. Gamarra no
des sur andinas como Puno y Arequip a, y de una cantid ad c a da vez m a yor hizo mayor esfuerzo por excluir a los individuos que h abían estado vin­
de bienes importa dos"'. Fin almente, l a demand a por tierr a en la región de cul ados al Estado español; así, entre los nombrados por Gamarr a, algunos
Cusca continuó estancada a lo largo de gr an parte del siglo XIX''. seguían en los mismos cargos que habí an tenido b ajo el dominio de los
españoles, en t anto que otros tra b ajab an para el Estado por primera vez.
Por esa razón, los poüticos y los ideó logos de Lima critic aban a
El gamarrismo en Cusco Gamarra por incorporar a demasiados re alistas en la lista de subprefectos,
y en mayo de 1825 el propio Bolívar escribió a Gamarra señal ando su
Gamarra demostró toda su capa cidad respecto a una d e las tareas preocup ación sobre el alto número de "capitulados" a quienes se había
más importantes que l as autorid ades enfrentab an en l a joven República : otorgado cargos administr a tivos y militares57 • En una larg a respuesta,
_
seleccionar gente par a puestos del gobierno . A tr avés de nombrarrue ntos Gamarr a señal aba : "Difícil es descubrir el verdadero mérito de los sujetos
hábiles y de un cui dadoso cultivo de estos aliados, Gamarra creó un a base que han de ser destinados a las diversas funciones del estado", pero nega­
ba c:ualquie r suerte de favoritismo y defendía el p atriotismo de las perso­
nas a las que h abía nombrado. Resumí a los méritos de sus once subpre­
carreteras entre Puno, Arequipa y Cusco, particularmente para vehículos d�, rué?as.
con convertir el Lago Titicaca en un "pequeño mar
_
Mediterrá neo . V11la- fectos: C"into de ellos habían luchado del l ado de los insurgentes e n l a re­
Soñaba ·
nueva Urteaga: Simón Bolívar en el Cuzco, p. 34. . XIX, vease . Tamayo
belión de Pumacahua; dos eran hijos de líderes de esta rebelión, uno h abía
52 En relación a los problemas económicos de Cusco en el siglo luchado bajo órdenes de Bolívar, uno bajo órdenes de S anta Cruz -Tomás
Herrera: Historia... , pp. 27-54; Magnus Momer: Notas sobre el comercio y los co­ Becerra, que también era veterano de 1814-, uno bajo ó rdenes de Gama­
merciantes del Cusco desde fines de la colonia hasta 1930, Lima, IEP, 1979;
Glave:
Krüggeler: "El d b e desafío: Los artesanos rr a, y uno en la batalla de Ay acucho. Só lo.J�oséMariano Ugarte, subpre­
"Agricultu ra... ", pp. 213-143; Thomas � �
fecto de Quispicanchi, carecí a de cr edeü�1cL,, militares patriotas. Gam a-
del Cusco ante Ja crisis regional y la const1tuc1ón del reg1men repubhcano (1824-
1869)", en Allpanchis 38, J 99 J, pp. 13-65. Sobre la economía lanera, véase Jacob­
sen: Mirages... ; Escandell-Tur: Producción. ...
53 Véase por ejemplo, ADC, PL, 1826-1830, PL 6-307 , 1826. También ADC, Librnde 56 El argumento de que los caudillos funcionaron al interior de las estructuras del Esta­
Matrículas, Chumbivilcas N 1 , Castas, 1825, 1831 , que documenta la d1smmu�16n
º do, y no externamente a ellas, se encuentra en Noemí Goldman: "Legalidad y legi­
de la población indígena, culpando de ello a las campañas militares y a la estenhdad timidad en el caudillismo: Juan Fácundo Quiroga y La Rioja en el Interior Riopla­
de los campos. tense (1810-1835)", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y AmericallLI "Dr.
54 Krüogeler: "Unreliable Drunkards...". p. 64. Emilio Ravignani", 3ª serie, 7, Nº l, 1993, pp. 31-58. Véase también José Carlos
55 Sob::'e la tierra en el siglo XIX, véase Glave: "Agricultura...", particularmente l� PP· Chiaramonte: "Legalidad constitucional o caudillismo: El p_roblema del orden social
218-221; Momer: Notas ... y "Compraventas de tierras en el° Cuzco, 1825-1869 . , en en el surgimiento de los estados autónomos del litoral argentino en la primera mitad
Estudios Históricos sobre Estructuras Agrarias Andinas N 1, Estocolrno, Instituto del siglo XIX", en Desarrollo &onómico 26, N° 102, 1986, pp. 175-196.
de Estudios Latinoamericanos, 1984; también Lorenzo Huertas ValleJOS Y Nad1a 57 Simón B. O'Leary: Memori.as del General O'Leary publicadas por su hi)o Simó11 B.
Camero Albarrán: Diezmos del Cuzco, 1777-1853, Lima, Universidad Nacional O'Leary, Caracas, Imprenta de "El Monitor'', 1884, Nº 23, 164, doc. 793, 27 de ma­
Mayor de San Marcos, 1983. yo de 1825. Véase también CDIP, XIX, 1, fechada el 24 de mayo de 1825.

174 175
DETÚPACAMARU A GAMARRA El ángel negro de Cusca

rra lo describí a de la siguiente ma nera: "Es abogado honrado. No ha teni­ El cargo de subprefecto proporcionaba un a s erie de privilegios.
do ocasión de servir a la patria activamente, pero ha hecho ba stantes co­ Sobre todo, este funcionario tenía acceso a cie ntos de pesos que podían
medimientos. Tampoco ha servido al gobierno pa sado. Pero su padre fue invertirse y prestar se, de modo tal que retení a el diner o del tribu to en la
co.nducido a España por ins u rgente". Pero, en contraste, e n 1825 el g� n�­ medida de lo posible, exigiendo a los contribuyentes y recaudadores, y
ral Sucre se quejaba amargamente de que como subprefecto de Qmsp1- luego demo rando el envío a Cusca. A través de diversos subterfugios, el
canchi, Ugarte había intentado impedir la alimentación de las tropas_ pa­ subprefecto también podía asignarse más dinero que el porcentaje que la
triotas y su s cabalgaduras'". A lo largo y anch o del P erú muchos realistas ley le designaba. Por ejemplo, Santos Vale r, un recaudador de impuestos
as u mieron importantes roles po líticos en las décadas que siguiero n a la de Cana s, en sus informes inflaba el número de muertos de los pueblos
Independencia, particu larmente como partidari os de los con se rvadores. que le correspondían, pe ro seguía cobrando el tributo completo, y dividía
las ganancias de esta maniobra con el subprefecto '. Los funcionarios de
<\(
Luego de la bata lla de Ayacucho, algunos españoles y veteran os de esta
_ Cu sca y Lima insistían en que los subprefectos y sus dependientes esta­
batalla ha bían sido expulsados del país, pero los realistas que no eran es­
paño les O que no habían participado en las últim� campañas milit� es no ban descalificados y eran ineficientes. Muchos se quejaban de la escasez
fueron condenados al ostracismo: no debería olvidar se que el prop io G a­ de candidatos alfabetos para ocupar cargos como el de recaudador. En su
marra cambió de bando recién e n 1821'�. presenta ción de 1831 ante el Congres o, el Ministro de Economía José
La capacidad de Gamarra para reclutar y mantener � prote?idos María de Pando se lamentaba de la ausencia de subprefectos competen­
leales le permitió crear u na base consistente en Cusca. Tres m st1tuc1ones tes: "los ciudadanos más idóneos y honrados rehusa n abandonar sus ne­
demostraron ser importantes para el gamarrismo en Cusca: los subpre­ gocios particula res para tomar sobre sí la carga de unos destinos laborio­
fectos las milicias civiles, y los militares. Los subprefectos vincu laban el sos que no les proporcionan ni siquiera la debida decencia". Rememoran­
interi�r de Cu sca con los estados regional y nacional, que dependían en do los tibios esfuerzos de los Barbones por profesionalizar a las autorida­
gran medida de la capacidad de estas au toridades par a recaudar impues­ des provinciales , Pando rec ome ndaba proporcionar al su bprefecto u n in­
tos. E s más, a causa de la centralidad de la contribución de indios, las greso seguro con el fin de atraer a mejores candidatos y desalentar la co­
ge stiones de los subprefectos podí an levantar o quebrar a u n régimen. Por rrupción"1. Muchos de los críticos ponían énfasis en la afición de l os s ub­
ello, Gamarra los manejó cuidadosamente, recompensando a a quéllos cu­ pre fectos a embolsicarse tanto dinero como fue ra posible ; e n 1832 el Mi­
ya lealtad y e ficie ncia eran comprobadas, y castigando a otros. Por lo ge­ nistro de Economía Jo sé Serna citaba a u n "sa bio economista" qu e soste­
neral, ser su bpre fecto bajo el g obierno de G amarra signific aba un paso nía que "poca cosa es determinar u na contribución, y sacarla de man os
crucial en un a larga carrera. G amarra no sólo confiaba en ellos para la re­ del contribu yente, compa rada con· la dificu ltad de hacerla llegar a la s ar­
2
cau dación de impu estos, pues en tiempos de guerra civil -fue casi la ca s del tesoro, pasando al través de las ma nos recaudadoras...''° • P or su
norma entre 1825 y 1845- los su bprefectos reclutaban soldados y abaste­ parte Gamarra, au nque confiaba políticame nte en los s ubprefectos, tam­
cían de provisiones, y también vigilaban a los opositores y difundían in­ bién los supervisaba estrechamente con el fin de garantizar que los ingre­
forma ción política y propaganda gamarrista. Asimismo, los subprefectos sos provenientes de los impuestos llegaran a Cusca.
y s us subordinados eran el vínculo entre la población rural, compuesta
principalmente de campesinos indígenas, y los acontecimientos políticos
regionales y nacionales. 60 .
Véase ADC, Administración del Tesoro Público (en adelante ATP), Tributación,
leg. 68, 1831-49, caso contra Don Santos Valer de Canas.
61
58 Alberto Tauro: Epistolario del Gran Mariscal Agustín Gaman-a, Lima, Facultad de José María Pando: Memoria sobre el estado de La hacienda de la República Penia­
Letras, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1952, pp. 24-26; COIP, V, 6, na, Lima, José Masías, 1831, p. 12. Christine Hünefe ldt: "Poder y contribuciones:
pp. 258-259 Puno, 1825-1845", en Revista Andina 7, Nº 2, 1989, p. 375. Gamarra encontró pro­
59 Véase CDIP,VI, 9: ''Relación de los jenerales, jefes y oficiales del ejército español, blemas para hallar alguien que ocupara el cargo de juez fuera de la ciudad de Cusco.
tomados por el Ejército unido Libertador en consecuencia de la batalla de la capitu­ Culpaba de ello a la poca población del interior, y en particular al predominio indí­
lación de Ayacuclw, con espresión de los que se van par a Europa, � los que s�- q�e­ gena y a la escasez de comerciantes, lo que hacía que las "actividades judiciales" no
dan en el país". Este documento informa que 364 de los 1,350 oficiales del eJerclto fueran rentables. AGN, RJ, Cuzco Justicia, Leg. 194, 1825-1830, 18 de febrero de
realista fueron destin ados a Europa, y 986 "a sus hogares en este·país" (p. 252). Se­ 1825. Véase también Távara: Historia. .. , donde hay anécdotas divertidas sobre la in­
tenta oficiales tenían a Cusco como destino; entre quienes estaba Ramón Nada! Y al­ competencia de muchos funcionarios y su desconcierto frente a l a República; hay
gunos otros que en los años siguientes jugarían un papel en la política cusqueña (pp. una sinopsis en la introducción de Basadre a este libro (p. LXVI).
241-252). No hemos hallado ningún documento que mencione l a salida de los espa­ 62 José 'Serna: Memoria sobre el curso y progreso de las contribuciones directas del
ño les de Cusco a partir de la Independencia, o indicadores de actividades anti- Perú en Los años de 1830 y 1831, en Pablo Macera (comp.): Tie"a y población en el
españolas. Perú (2 vols.), Lima, Seminario de Historia Rural Andina, 1972, vol. 2, p. 445.

176 177
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA El ángel negro de Cusco

Las milicias el fin de asegurar que mantuvieran equipad as a sus trop as66 • En t al senti­
do, eran frecuentes los elogios de los prefectos dirigidos a los coman­
Las milicias constituyeron el núcleo del gamarrismo en Cusca, y a dantes de milici a por donar uniformes, armas, o caballos; por ej emplo, en
que controlaban l a socied ad loca!� tra�és de l a in�orporación de nuev�s 1831 Domingo Farfán, comandante de l a milicia de jinetes d e Quispican­
miembros al gobierno, y de l a v1gilanci a a cualqu1�r am�� az a de oposi­ chi, envió un resumen de ocho páginas con sus nombramientos par a
ción. Las milicias servían como verd aderas academ.1as m1htares p�es era treinticinco cargos vacantes que iban desde capitán hasta asistente de
frecuente que, bajo l a tutel a de Gamarr a y su� p_rincipales segu�?o�es, campo • De hecho, la ocupación de estos cargos y la dirección de la mili­
67
. _
miembros destacados de las unidades de mihc1 a mgresaran al eJe,rc1to. ci a proporcionaban al comandante una ·base de apoyo leal y bien armad a,
Gamarr a promovió el desarrollo de las milicias est ablecid as por Bohvar a así como oportunidades económic·as, pues estos oficial es podí an promo­
principios de 1825, y ordenó que se enrolaran todos los varones cuyas ver sus propios intereses en la compra de provisiones; asimismo, los re­
ed ades estuvieran entre quince y cincuenta años; de esta m aner a, entre clutas trabajaban en las diversas empresas de los oficiales y estaban bajo
[827 y 1835, en Cusca se conformaron sete�ticua�o regimiento(.:ª en control social y laboral. Por ello, no extraña que los más importantes pro­
1831, haciendo alarde del crecimiento y meJoram.1ento de l_as m.1hci as, �¡ pietarios de obrajes tuvieran cargos importantes en los regimientos de l a
Prefecto Bujand a resumía l a disciplin a y el ord� n de los d1f�rentes regi­ milicia.
mientos com andados por lo mejor del g amamsmo: Gregono Lugone,s, En 1832, un documento de apoyo a la promoción de Pedro Cano
Juan Ceballos, Felipe Infantas y Juan Luis Oblitas64• �¡ c_aso de Agustín describe la importanci a de las milicias en la consolid ación de la coalición
Rose! es un típico de l a carrera de los principales part1danos de Gamarr a de Gamarra y el mecanismo usado por personas individuales para obtener
en Cusca: subprefecto y dirigente de milici a entre 1825 y 1834, co� an­ el favor político. El documento resumí a las actividades de C ano desde l a
dante militar contr a Orbegoso y Santa Cruz en 183� y 1835, pro:c� 1pto Independencia: desde 1824 hasta 1831 había tenido el cargo de gobern a­
perseguido durante la Confeder ación, y poder� so m.1 mbro del re�� m;n dor del tercer distrito de la provinci a de Tinta, "dando auxilio al Ejército
,
de Gamarra entre 1839 y 1841 (período denommado 7la Regenerac1on ). Unido y Nacional cuantas veces h a pasado al Sur del Departamento y re­
Su prominencia no debe confundirse con omnipotencia, pues �osel Y gresado de él, cuyo encarecido servicio le h an conservado por tantos años
otros subprefectos no escaparon a prolong ados procesos � n los tnbun ales en este destino." Igualmente, durante tres años h abía sido alcalde de Tin­
en rel ación a deudas de impuestos, tanto dur ante los gobiernos de 9s am a­ ta, que fue el centro de operaciones de Tú pac Amaru. En setiembre de
rr a -que fueron cordiales con ellos-,_ �º?1º durante el de �anta Cruz . , 1829 Cano se convirtió en capitán de l a Cuart a Compañía, Segundo Es­
Las altas posiciones en la milicia representaban 1':1portantes v��s cu adrón de la milicia de Tint a. Adquirió reput ación pues "se uniformó a
.
para lograr ventajas políticas y eco??micas, �ues los oficiales d_ e l a m.1h­ la fuerz a de su compa ñía a su costa y disciplinó con bastante dedicación".
.
cia tenían acceso a person ajes poht1cos y m1htares, y opo_rtumd ad� s de En 1830, durante la denominad a sublevación de Escobedo en Cusca -que
acumular poder loc al. Por otro lado, p� oporcio� a?� al go!::nerno, re?1on al se an aliz a más integralmente en el capítulo VI- preparó· a su tropa,
.
un a importante base social y fuerz a militar . _A m1c1os de la Repubhc a, el "manteniéndola a su costa para oponerse al curso de los perturbadores;
prefecto seleccionaba a los comandantes qmenes, a su �ez, nombraban a puso en conocimiento de l a autoridad política por hallarse inmediato par a
una larg a lista de oficiales y asistentes. En 1830 se dio un dec�et� que obrar de concierto con ella, cuyo comportamiento le granjeó encarecidos
.
exigía que los comandantes fueran "ciudadanos de fortun a conocid a con elogios de sus- jefes" ". Cano proporcionó reclutas al Ejército Nacional y
6

donó doscientos pesos "a la Nación". Para l a construcción del puente


Combapata, dio tres c aballos y "ha coayud ado con el servicio gr atuito de
más de mil jornaleros" y también el suyo propio. El autor felicit a a Cano
63 Villanueva Urteaga: Gamarra... , pp. 220-222; "La institucionalización de! � j�rcito:
Organización y doctrina", manuscrito, 1990, pp.586-591. E� _1834, la !"f ihc1a Na­
cional fue rebautizada como Guardia Nacional. Sobre las rruhc1as en Mex1co, _ v� 66 Decreto del 22 de octubre de 1830, dictado por el Ministro de Guerra José Rivade­
Guy P. C. Thompson: "Bulwarks of Patriotic Liberalism: Toe National Guard, Phil­ neyra, publicado en Juan Oviedo: Colección de leyes, decretos y órdenes publicadas
harmonic Corps and Patriotic Juntas in Mexico, 1847: 88", en JlAS 22, Nº 1, febrero en el Perú desde el año de 1821 hasta el 31 de diciembre de 1859 (16 vols.), Lima,
de 1990, pp.31-68; Mallon: Peasant... , cap.4; Guard�no: Peas� ts... , �ª� · 4. F. Bailly, 1861-1872, vol.13, p. 275.Los relatos rrúlitares tienden a pasar por alto a
64 Juan Angel Bujanda: "Mensaje del ciudadano Juan Angel Bu3anda prefecto del de­ las milicias, gran parte de cuya organización y funciones político-militares sigue
partamento de la muy honorable junta departamental", Cusco, 1831, p. 17.. siendo desconocida
65 Estos procesos constituyen toda una unidad compuesta por g�esos t;� ped1entes so- 67 Archivo Histórico Militar (en adelante AHM), Legajo Especial: ''Tesorería, Guardia
· bre impuestos en el Archivo Departamental de Cusco, denommad� Asu.� tos Con­ Nacional, Cuerpos Cívicos, 1826-39".
tenciosos". Para un análisis detallado, véase Walker: "Peasant, Caudillos... , cap. 5. 68 AHM, Legajo Especial, ''Tesorería... ".

178 179
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA El ángel negro de Cusca

por haber "mirado siempre como su primer deber el contribuir a cuanto ticamente73 • En una , carta de 1830 'escrita cerca de la frontera con Bo1-1via,
diga tenga tendencia 69al bien público". En 1834 Cano fue nombrado
. . . . . ·
Gam� _ a reco� oc1a la importancia de las rruhc1as y su virtual fusión con
miembro del Congreso Ios rru 11tares: Asombrado ha quedado el Ministro de Bolivia de ver tan ta
Imbuido en la retórica de caudillo , característica del nacionalismo .. . , . ·
gen t e, y tanta rru 11cia c1v1ca, uniformada a su costa de un m odo tan 1gua 1
militarista, este documento ilustra la relación entre las autoridades locales .
que no se d1stmgue· de la tropa veterana más que en la falta de armamen-
y el gobierno departamental. Periódicamente Cano abastecía reclutas, to"1•.
provisiones, dinero y trabajadores, y de esa forma complacía tanto a su Entre 1830_ � 1835 Gamarra continuó aumentando la cantidad de
comandante Juan Ceballos -un gamarrista prominente- como a las auto­ .. .
mil!c1as en la reg1�� de Cus��- E� 1833 sólo la provincia de Urubamba
ridades superiores a éste y, a su turno, recibía la oportunidad de escalar en tema doce _compan1as de milicianos estacionadas en los pueblos más
la jerarquía militar y acumular una gran cantidad de poder local. Su capa­ grtndes, as1 como puestos de avanzada en la zona que conduce a la sel­
cidad para reunir mil trabajadores provenía de su cargo como oficial de va . Gamarra_ con�aba en estas unidades para la represión de las rebelio­
las milicias; de esa manera, Cano representaba el escalón que vinculaba a nes _cuya cantidad �ba en aumento. En julio de 1833, por ejemplo, el Ba­
los subprefectos con la sociedad local. Al igual que este personaje, mu­ 6
tallon Paruro a_y�do a derrotar un levantamiento en Ayacucho7 . En medio
chos de quienes fueron designados por Anselmo Vera en un documento de _la �erra_ CIVli de 1834, Gamarra convirtió las compañías civiles de
similar de 1832, habían sido gobernadores, alcaldes, recaudadores de im­ Qmsp_1canch1 en el Bat_all_ón Quispicanchi, al cual el Ejército cooptó,
70
puestos, o habían ocupado otros cargos públicos • o�or�a�d �(e un rec.?noc1m1ento total. Elogiando su "modelo de moral y
Las milicias combatieron consistentemente del lado de Gamarra, al d1sc1phna , nombro a dos renombrados gamarristas, Martín Gavino Con­
punto que durante su período presidencial la distinción entre militares y cha y Pascual Aranab'.31, co!°° comandante y mayor, respectivamente. En
milicias llegó a tornarse borrosa. Es más, Gamarra incorporó a muchos 1834 muchos gamamstas importantes comandaban unidades de milicia
regimientos en el ejército nacional. Un contemporáneo afirmaba que du­ en Cusco, las que demostraron ser la base militar más- importante de Ga­
rante el gobierno de La Mar, en Cusco "[Gamarra] obra de un modo in­ marra en la efímera Federación de Cusco77•
dependiente. Desobedece las órdenes de La M ar y las desprecia, promue­ Mientras tanto, Santa Cruz observaba con cuidado las acciones de
ve, licencia, castiga y da grados sin consulta. Aumenta las plazas de los Gamarra. A inicios de 1834, en una carta al general Domingo Nieto,
batallones y escuadrones y el número de ellos"
71
En 1827 el Presidente

Santa Cruz decía que Gamarra quería "ocupar toda la Sierra, concentrán­
de la Corte Suprema de Cusco se quejaba de que Gamarra no permitía dose en el Cuzco, donde tiene grandes parques y almacenes". y luego de
que oficiales militares -al p arecer incluso oficiales de las milicias- testi­ derr�tar a G _ am�a _ en agosto d� 1835, Santa Cruz escribió a Orbegoso
moniaran ante el tribunal, y de que les había g arantizado inmunidad, lo que han sido an1qmlados p ara siempre el malvado de Gamarra y sus pro­
que constituía una reminiscencia del corporativismo colonial. Pero a pe­ sélitos 9�� habí� �r�cido considerablemente en este Depto., donde se
sar de las quejas de los tribunales y de la Junta Departamental, la virtual nos rec1b19 al prmc1p10 peor que a los Españoles"7H. En febrero de 1836
n
inmunidad de los oficiales continuó . Santa Cruz disolvió todas las milicias de Cusco79 • Los líderes de las mili-
Los resultados de los conflictos del Perú con sus vecinos del sur y
el norte también favorecieron a Gamarra, quien aumentó el tamaño y
fuerza del ejército del sur con el fin de invadir Bolivia en 1828. Así, logró
desestabilizar el gobierno de Sucre, y regresó al Perú con una mejor re­ 73 Basadre: f!istor�... , vol. l , pp. 225-227; Távara: Historia... , pp. 48-52 y 69-70.
74 Tauro: Epistolario... , p. 215, carta a La Fuente, 6 de diciembre de 1830.
putación y una base militar fortalecida: el Ejército del Sur. La desastrosa 75 Pedro Celestino Flórez: Guía deforasteros del departamento del Cuzco para el año
guerra con Colombia había diezmado al Ejército del Norte y condujo a de 1833, Cusco, Imprenta Puolica, 1833, p. 56.
que Gamarra, La Fuente y Santa Cruz desalojaran a La Mar, irónicamente 76 M. Nemesio Vargas: Historia del Perú independiente (8 vols.)' Lima' Imprenta de
el pobre desempeño de Gamarra en el campo de batalla lo fortaleció polí- ''El Lucero", 1912, vol. 6, p. 228.
77 Se puede hallar una lista de batallones que eran leales a Gamarra a mediados de
18�5, en "La institucionalización ...", p. 190. Entre las personas que esta lista incluye
estan Jos� Santos, Anselmo Vera, Manuel Orihuela. Agustín Rose!, Gregorio Quin­
69 [búi. tana, Felipe Infantas, Gregorio Lugones, Ramón Nadal, Luis Oblitas, José Gavino
70 AHM, Legajo Especial, ''Tesorería... ", apéndice: "Lista de Cívicos, Abancay", 1832. Concha Y Juan Ceballos. Flórez: Guía de forasteros del departamento del Cuzco pa­
71 Basadre: la iniciación. .. , vol. 1, pp. 148-149. ra el aíjo 1834, Lima, Imprenta de M. Corral, 1834, pp. 93-94.
72 ADC, Libros, 22 de agosto de 1827, p. 268: "Copiador de Correspondencia Oficial 78 Archivo Santa Cruz, La Paz, Bolivia, carta a Domingo Nieto, 12 de febrero de 1834;
que Llevó la Regencia-Presidencia del Cuzco con todas las Autoridades y Corpora­ carta a Orbegoso, 21 de agosto de 1835.
ciones desde el reestablecimiento de la Constitución". 79 ADC, Bandos, febrero de 1836.
180 181
DE TúPAC AMARU A GAMARRA El ángel negro de Cusco

cias y-la mayor parte de los propios milicianos, sin embargo, volverían a los dos obrajeros más prominentes de ese período, Gregorio Lugones,
escena. propietario del obraje Amancay en Paruro, y Ramón Nadal, propietario
del obraje de Lucre en Quispicanchi, apoyaran entusiastamente a Gama­
rra. En 1826 "[deseando] fomentar las fábricas de este departamento",
Los militares Gamarra ordenó que anualmente se comprara en Cusco cien mil varas
(aproximadamente 84 mil metros) de "bayetón" para el ejército. También
Con frecuencia los historiadores y los propios contemporáneos de solicitó material para miles de uniformes destinados a los soldados de to­
Gamarra han considerado que su primer período presidencial fue una oli­ 85
do el país, así como dos mil pares de zapatos • Y en 1827 Gamarra exigió
garquía militar"". La Ley de Reforma Militar promulgada en diciembre de que las camisas de los soldados se· fabricaran en Cusco, "conciliando así
1829 representó la medida más importante de Gamarra para obtener se­ la conveniencia de la tropa y la de los habitantes de este Depto.''"º. Du­
guidores en todo el país y para marginar a opositores potenciales al inte­ rante los siguientes quince años, Lugones y Nadal cumplieron incontables
rior de las Fuerzas Armadas. Destinada a recortar los gastos militares del encargos de ropa.
gobierno y a calmar las preocupaciones de los vecinos del Perú, la ley re­ Entre 1825 y 1835 el gobierno realizó numerosos pedidos a Lugo­
ducía el número de oficiales. Aunque se suponía que los extranjeros y los nes y era frecuente que él se quejara de que no podía cumplir estas órde­
veteranos del ejército español serían los primeros suspendidos del servi­ ' nes hasta no haber recibido el dinero que se le debía.,_ El procedimiento
cio activo, a través de diversos medios Gamarra convenció a muchos lí­ de pago más común era que un prefecto ordenaba a un subprefecto pagar
deres militares, peruanos de nacimiento, para que se "reformen", es decir, al propietario del obraje con el dinero de los tributos que ya se habían re­
para que se retiren. Los críticos de Gamarra le acusaban crecientemente caudado. En 1834, "por no haber un centavo en arcas nacionales" el pre­
de favorecer a los extranjeros ("los suizos"), cargos de los que se hacía fecto de Cusco instruía al subprefecto de Tinta para que entregara a Lu­
eco la activa prensa anti-gamarrista"'. Así, en una carta de 1830 Gamarra gones un adelanto sin especificar. Los problemas financieros de ese mis­
señalaba prudentemente que: "[c]on los reformados es necesario tener mo año obligaron al gobierno a reducir la solicitud de cuarenta mil varas
mucho cuidado"81• Aunque en 1831 el congreso cambió la ley, Gamarra a treinta mil. Los subprefectos de Cotabambas y Paruro recibieron la or­
siguió favoreciendo a sus aliados independientemente de la nacionalidad den de pagar 3,840 y 3,000 pesos, respectivamente"". En 1831 una explo­
que éstos tuvieran. A lo largo de todo su período, los opositores conspira­ sión y consecuente inundación en el obraje Amancay de Lugones mató a
ron sin éxito contra el gobierno de Gamarra; hay que señalar que las in­ 300 personas y destruyó las instalaciones. -Con el argumento de que las
trigas de los "reformados" constituyeron varias de las más importantes finanzas de Lugones estaban en un "estado deplorable", Bujanda hizo
entre las diecisiete conspiraciones que Gamarra enfrentó durante sus cua­ arreglos para garantizarle la hacienda Sahuasahua y un chorrillo en Paru­
tro años como presidente"'. En 1833 Gamarra promovió a más de una do­ ro, que anteriormente habían pertenecido al Convento La Merced. Pese a
cena de oficiales, y en 1834, cuando intentó permanecer en el cargo, to­ que las autoridades rechazaron este acto extremo de favoritismo, Lugones
dos ellos combatieron a su Iado114•
Otra fuente importante de apoyo político provino de los arreglos
que Gamarra realizó con el fin de que los militares compren las telas para
los uniformes en los obrajes de Cusco. No es sorprendente, por tanto, que
85 ADC, ATP, Comunicaciones, Leg. 108, 1825-26, carta de Vicente León a los admi­
nistradores del Tesoro, 5 de setiembre de 1826. A principios de 1826 Gamarra se
80 Basadre lo describió así en 1929. Basadre: La iniciación..., vol. 1, p. 262; y del mis­ quejaba de que "los talleres de esta ciudad están atrasado�. como viciosos sus arte­
mo autor: Historia... , vol. 1, pp. 276-278. sanos a quienes es preciso obligarlos con la punta de una espada a ser más honrados
81 Basad.re: Historia... , vol. 1, pp. 276-278. Las numerosas -y a menudo estridentes-­ y puntualt;S...". AGN, OL 144, pp. 311-471, 1826, carta fechada el 12 de noviembre
publicaciones contra Gamarra contradicen la idea de una prensa °:nsurada � de un de 1826.
sistema político totalitario que con frecuencia se asocia con los presidentes militares. 86 Al realizar estas solicitudes era frecuente que las autoridades pusieran énfasis en la
Un resumen sobre la situación de la prensa se halla en Basadre: Historia... , vol. 2, desnudez de los soldados. ADC, ATP, Comunicaciones, Leg. 109, 7 de diciembre de
pp. 290-291; Félix Denegrí Luna: "Apuntes para una bibliografía de periódicos cuz­ 1827, y Leg. 110, 1828-1829. A través de estas gestioni;s Gamarra ganó también el
queños (1822-1837)", en Revista Histórica Nº 26, 1964, pp. 106-235. apoyo de los artesanos de Cusco. Véase Krüggeler: "El doble desafío ...".
82 Tauro: Epistolario... , p. 213. 87 Se puede hallar una muestra de algunos de los incontables documentos que involu­
83 Dante Herrera Alarc6n: Conspiraciones que intentaron desmembrar al sur del Perú, craban a Lugones, en AGN, OL, 131, pp. 320-394, 1825; ADC, ATP, Administra­
Callao, Colegio Militar Leoncio Prado, 1961; y Basadre: Historia... , vol. 1, pp. 278- ción, Leg. 5, 1838-39; ADC, ATP, Comunicaciones, Leg. 109, 1827; y AHM, J-17,
279. Libros Copiadores, Correspondencia con el Prefecto del Cuzco, 1828-1834.
84 Vargas: Historia... , vol. 6, pp. 191-192. 88 ADC, ATP, Comunicaciones, Leg. 117, 1834-35.

182 183
DE TúPAC AMARU A GAMARRA El ángel negro de Cusca

comenzó a alquilar Sahuasahua a partir de 1833 • Desde 1830 hasta por


89
dante general del departamento, uno de los tres funcionarios más impor­
l
lo menos 1834, Lugones fue el comandante de las milicias d� Paruro•". �
95
tantes de Cusco •
control de un gran grupo de soldados , voluntar ios y con � cnptos, podna Las actividades de Gamarra no se limitaron a la creación de una
_
beneficiar al propietario de una actividad de mano de: obr� mten�1va com_o fuerte base para colocar a sus seguidores en los cargos políticos claves,
eran los obrajes. Empero, Lugones no era un gamarnsta mtrans1gente: si­ las milicias y el Ejército. También utilizó el sistema de recaudación para
guió vendiendo al gobierno durante 1836-1839, el período de la Confede­ recompensar a sus protectores. Así, en la guerra civil de 1834 utilizó
ración Perú-Boliviana. Así, a fines de 1835 un representante d� �anta exenciones de tributo para compensar a quienes lo defendían. A princi­
Cruz ¡0 había abordado diciéndole con astucia: "Creo que vd. es idolatra pios de mayo, Bujanda retransmitió un mensaje de Gamarra que excep­
de la ley"91• tuaba a determinados individuos de Quispicanchi y Paruro del impuesto
Ramón Nadal, por otro lado, apoyaba resueltamente a Gamarra, Y "de casta" como recompensa por sus "servicios distinguidos a la patria"'°.
se había jugado por el caudillo de Cusco. Nacido en_ ��ta, en 1? que lue­ Pocos días después, Bujanda prometió a los "vecinos blancos" que serían
go sería Argentina, Nadal había sido coronel del eJerc1to realista, Y -�e exceptuados de ese mismo tributo si combatían en las guerrillas o la mili­
capturado en la Batalla de Ayacucho. A fines de 1824 Gaman:_a lo env�o .ª 97
cia de Gamarra • Los prefectos también utilizaban las deudas por im­
Cusco para propagar las nuevas sobre la derrota de los espanoles. Rap1- puestos como un medio para atacar a sus enemigos. Luego de cada cam­
damente Nadal se convirtió, de un virtual prisionero de guerra, en un m­ bio de régimen la administración entrante examinaba los registros de los
fluyente oficial militar y hombre de negoci�s.. En 1827, cuando lo !1om­ funcionarios salientes. Por ejemplo, cuando Gamarra fue derrotado por
bró comandante de las milicias de Chumb1v1lcas, Gamarra afirmo que Santa Cruz en 1835, el general santacrucista Bias Cerdeña instruyó a las
Nadal "[n]o obstante que es un capitulado, tiene muy buena disposi_ción, autoridades del Tesoro de Cusco para que verifiquen las finanzas de todos
aptitudes, conducta, y que n? carece de patri�tism?··· por las rel��10nes 98
los subprefectos garnarristas •
de sangre que tiene en esta cIUdad por su matnmomo con una faIIllha de­ Todos los subprefectos nombrados por Gamarra enfrentaron proce­
cente",n. A través del matrimonio, Nadal se había vinculado con una co­ sos judiciales relacionados con el uso que habían hecho del dinero de los
nocida familia de Cusco, los Garmendia , y era propietario del obraje de impuestos, procesos iniciados no sólo por Santa Cruz sino también por el
Lucre, en la misma provincia
93
• En 1830 Bujanda lo recomendó para el propio Gamarra. Durante su administración, algunos de los seguidores
cargo de Coronel del Regimiento de la Milicia Ci_vi! en la importante más leales de Gamarra fueron llevados ante los tribunales para justificar
,
provincia de Quispicanchi. Y en 1834 Nadal se conv1rt10 en Cor�nel de la las deudas que habían contraído mientras fueron subprefectos. De hecho,
Caballería de Chumbivilcas. Aunque su apoyo a Gamarra era bien cono­ el Tesoro no sólo mantenía una cierta dosis de autonomía que le permitía
cido, logró continuar sus negocios durante la Confederación Perú­ perseguir a los deudores,· sino que el propio Gamarra se mostró deseoso
Boliviana . Luego de la derrota -bajo la dirección de Gamarra- de la
""
de llevar ante los tribunales a sus propias autoridades leales, ya que estos
Confederación Perú-Boliviana, las autoridades elogiaron a Nada! por ha­ procesos legales no sólo los mantenían bajo su control ·sino que las deu­
ber obstaculizado a los soldados del general Francisco de Paula Otero, un das que ellos pagaban le proporcionaban los ingresos que él necesitaba.
importante líder militar santacrucista. En 1839, Nadal organizó en Cusco
importantes actos públicos a favor de Gamarra, y en 1840 era coman-
95 Acta, 23 de febrero de 1839; y AHM, Legajo Especial, Tesorería, Guardia Nacional,
Cuerpos Ovicos 1826-39. Nadal encargó un volante de dos páginas en el cual ex­
presaba su gratitud -a los rrumerosos prefectos y al propio Nada!- por la derrota de
89 AGN, RJ, Justicia, Leg. 195, 1831-35. Escandell-Tur: ''Textile Production ... ", P· Santa Cruz, "el tirano que esclavizó al Perú". Gamarra también hizo distribuir un
467. volante de una página, escrito en quechua, y en prosa igualmente florida, donde ex­
90 Un funcionario anónimo recomendó a Lugones por haber puesto en "pie brillante" la presaba su gratitud a sus paisanos, señalando que la nación esperaba que su bravura
milicia civil de Paruro, a cuyos instructores pagó de su propio bolsillo. AHM, 1831, y patriotismo seguirían siendo el pilar del orden y la salvaguarda de la libertad. Cus­
Nº 990, 12 de abril de 1830. co, 20 de mayo de 1839. Estos documentos han sido hallados en la Colección Velas­
91 ADC, ATP, Comunicaciones, Leg. 117, 1834-35. co Aragón, que está depositada en la Universidad Nacional San Antonio Abad de
92 AHM, "Documentos Originales de la epoca del Virreynato", 1827, 8, 45, 12 de abnl Cusca.
de 1827. 96 ADC, ATP Comunicaciones, Leg. 116, 1833-34, carta a los sres. adm. del Tesoro
93 AHM, Legajo Especial, Tesorería, Guardia Nacional, Cuerpos Cívicos, 18 6-39. público, 9 de mayo de 1834.
_ 7
Los Garmendia terminaron como propietarios del obraje de Lucre, conv1rt1endose 97 ADC, ATP Comunicaciones, Leg. 116, 1833-34, carta a los sres. adm. del Tesoro
así en una de las familias más importantes de Cusco. público, 9 de mayo de 1834.
94 Heraclio Bonilla, Lía del Río y Pilar Ortiz de Zevallos: "Comercio libre y crisis de la 98 ADC, ATP, Asuntos Contenciosos, Leg. 82, 1836-37, carta fechada el 25 de agosto
economía andina: El caso del Cuzco", en Histórica 2, Nº J, 1978, p. 17. de 1834.

184 185
DETÚPACAMARU A GAMARRA El ángel negro de Cusca

el
En 1833, mientras Gamarra todavía estaba en el cargo de presidente, La ideología gamarrista: Priínero el Cosco
prefécto Buja:nda fue llevado ante el trib nal por deudas de cuando er !
.� _
subprefecto de Urubamba. El culpó a los perversos enem1g?s �el orden A través de más de una década y media de conspiraciones, coali­
por la prueba a la que se vio sometido. Y aunque no se tomo mn�1.ma de­ ciones, golpes y campañas militares, Gamarra llegó a ubicarse como el
cisión, el hecho de que un gamarrista prominente de Cusco tuviera q�e conservador más prominente del Perú a inicios de la República. Rápida­
defenderse ante ""los tribunales pone en cuestión la noción sobre un caudi­ mente se unió a los opositores a Bolívar, quien lo había nombrado pre­
llo omnipotente . Para la supervivencia política en este tumultuoso pe­ fecto de Cusco, y a fines de la década de 1820 dirigió las actividades
ríodo, con frecuencia ux,el dinero era más importante que el apoyo de una contra los liberales. En 1829 asumió la presidencia, la que mantuvo hasta
determinada autoridad . 1833. La derrota de Santa Cruz en 1838 y el retomo de Gamarra a la pre­
La política de Cusco, en esos mom�ntos, n� debería �nt�nderse sidencia.constituyeron el punto más alto de los conservadores peruanos.
únicamente como una división entre gamarnstas y liberales. S1 bien mu­ La Constitución de 1839, a la que Pablo Macera clasificara como "el más
chos individuos no participaron en las habituales luchas políticas, otros vergonzo documento de la historia republicana del siglo XIX", defendía
sirvieron y aún apoyaron a ambos lados de la contienda. la esclavitud y el poder centralizado en el Presidente, y eliminaba cual­
Pablo Mar y Tapia es un ejemplo de la _habilida� �ue mu�h?� mos­ quier remanente de reforma social"". El Presidente Gamarra apoyaba to­
traron para esquivar el alto costo del ostr�c1smo _ p_?hhco. � m1c10s de das las causas que eran comunes a los conservadores del siglo XIX: polí­
1804 mantuvo importantes cargos en la admm1st rac10n colomal de Cusco, ticas comerciales proteccionistas, severas medidas de control social, ins­
incluyendo la de Procurad or de la Real Audienc ia. Hab �a ayudado a la tituciones centralistas, y un discurso xenofóbico. Y, por otro lado, la coa­
Corona cuando ésta combatió a los rebeldes del Alto Peru y contra la re­ lición de Gamarra en Cusco demostró una característica notable de la po­
belión de Pumacahua, y en 1816 reemplazó a Agustín Chacón y Becei:ra lítica de inicios del Perú republicano: las firmes conexiones entre los mo­
en el cargo de Notario de la Real Intenden cia. Luego de la Indepen �enc1�, vimientos regionales y los movimientos nacionales.
Mar y Tapia logró superar todos los � bstá � ulos pu � stos a su promme ncia En su gestión en Cusco, en Lima como presidente, o en todo el país
_
durante el dominio colonial. Era prop1etano de vanas haciendas Y de una y sus fronteras durante sus numerosas campañas militares, Gamarra per­
de las casas más elegantes de Cusco, la Casa del Almirante, donde hos­ petuó un rasgo central de su movimiento: el autoritarismo. Él y sus segui­
pedó al general Sucre, al Presidente Orbegoso y al Preside;1te Santa_Cruz. dores culpaban de los males del país a instituciones indecisas e inaplica­
En 1825 organizó la recepción a Bolívar -con lo que gano los elog10s de bles como el Congreso o las juntas departamentales, y planteaban que la
Gamarra-, y en 1826 fue representante por Paruro en el Congres o IOl
. solución era Gamarra, un gobernante fuerte y eficiente. Por ejemplo, en
Mar y Tapia tuvo preferencia por los rivales políticos de Gamarra. una obsequiosa carta escrita a Bolívar en 1826, Gamarra señalaba que:
En julio de 1834 Juan Bautista Arguedas, un prefecto p�idario de, Orbe­
goso nombró a Mar y Tapia como tesorero, cargo que este ostento hasta "Los pueblos no quieren teorías impracticables; quieren salir de
mado de 1835. Arguedas decía que Marl02y Tapia había sido "el blanco de la pobreza y descansar de la guerra que los ha oprimido. La li­
las persecuciones" del régimen anterior • No obstante, Mar y Tapia re­ bertad que consiste en hablar y escribir sin trabas, es insignifi­
cuperó el apoyo de Gamarra y, manteniéndose fuera de las perm�entes cante para la presente civilización. En una palabra: la América
luchas políticas de fines de la década de 1830, en 1839 re_tomo a su entera necesita de un Gobierno vigoroso y paternal"I0 •
4

puesto de notario. Como lo demuestra el caso de este personaJ�, e� �ons­


tante caos y la aguda retórica de las luchas entre �a_u�illos no s1gmf1cab,a Los ideólogos autoritarios ponían énfasis en los males-de la política
que la sociedad del Cusco estuviera claramente d1v1d1da en campos poh­ de los partidos y culpaban a los liberales por la inestabilidad del Perú.
ticos correspondientes a cada caudillo. Así, un autor anónimo afirmaba que "los anarquistas todo lo hacen con
liberalismo"I05. En 1839,el peri.ódico gamarrista Cuzco Libre celebraba
cautelosamente la derrota de Santa Cruz en términos similares: "El Perú
está libre de la dominación estranjera; pero aún no está de la tiranía de los
99 AGN, PL, 13-58, 1831.
100 Estos procesos están en la voluminosa sección "Asuntos Cont�nciosos". . ,, 103 Pablo Macera: Trabajos de historia (4 vols.), Lima, INC, 1977, vol. 4, p. 79.
en
101 Horacio Villanueva Urteaga: "Don Pablo Mar y Tapia, anfitnón de presidentes , 104 Tauro: Epistolario... , pp. 51-52, carta a Simón Bolívar, 26 de julio de 1826.
Revista del Archivo General de la Nación 7, s.f., pp. 163-175. 105 Las citas están en un folleto anónimo fechado en Cusco el 11 de junio de 1833. Los
102 Villanueva Urteaga: "Don Pablo...", p. 174. tres documentos han sido hallados en la Colección Velasco Aragón.

186 187
DETÚPACAMARU A GAMARRA El ángel negro de Cusco

partidos, de las rencillas, de la trivialidad, del incensato... y de la fuerza ser sus esclavos, y sostener a toda trance la horrenda dominación
de la ambición:.. ""'". Los ideólogos de l autoritarismo argumentaban que que intentó...""º.
las argollas de políticos liberales -que además eran extraños a Cusco­
impedían la unificación del Perú bajo la égida de Gamarra. El tema central que dividió a los liberales y a los conservadore s fue
En Cusco, los de bates y acu saciones entre liberales y conservado­ si sería posible que en el Perú funcionaran instituciones republicanas co­
res -o gamarristas- iban paralelos a los debates que se llevaban a cabo e_n mo e lecciones, congreso, o libertad de prensa.
Lima. A través de la prensa activa -que se analiza en de talle en el si­ Gamarra no proponía para Cusco el mismo programa que para el
guiente capítulo- la g ente de las provincias �eía y coment�?ª. los trabajos país. Durante su período como prefecto y posteriormente, cuando Bujan­
de los ide ólogos limeños. Los artículos pubhcados en penódrcos de Cus­ da y otros de sus protegidos mantenían ce losamente el apoyo a Gamarra
co, Ayacucho, Trujillo y otros lugares no sólo transmitían noticias d� Li­ en la región, éste ofreció lo que podría llamarse la plataforma de "Prime ­
ma, sino que informaban a los lectores de Lima sobre lo qu e ocum� en ro el Cus_co". El gamarrismo ponía énfasis en esta predilección del caudi­
las provincias. Al tiempo que el flujo de noticias y debates ideológicos llo por su· tierra natal, a la que elogiaba exageradamente a través de una
iba de Europa y Estados Unidos hacia Lima y de ahí con gran fuerza ha­ retórica chauvinista, y que se materializaba en diferentes tipos de favori­
cia e l interior del país, una persistente contracorriente permitía a los mo­ tismo. Centrándose en el doloroso contraste entre su glorioso pasado Inca
vimie ntos provinciales influenciar en los círculos intelectuales y políticos y e l estancamiento de inicios del siglo XIX, Gamarra e chaba la culpa de
de la capital. En Lima, Cusco y otros lu gares, los re dactores conservado­ la decadencia de la región a la usurpación y discriminación proveniente
res pregonaban los beneficios de un gobierno fuerte y estable, � condena­ de los forasteros, particu larmente a las fuerzas políticas de Lima, Arequ i­
ban a los liberales por lle var al Perú hacia al anarquía. Por eJ emplo, en pa y Bolivia. De esa manera, Gamarra y sus colegas difundían un discur­
1833 los escritores gamarristas decían que sus enemigos eran "malvados so hiperbólico que ponía énfasis en el hecho de que Gamarra había naci­
sans-culote s! [que n]ada quieren sino e l desorden y la anarquía"un_ La do en Cusco, y en su deseo de que ésta recu pere su preeminencia anterior.
primera edición del periódico gamarrista La Aurora se iniciaba _con un Prácticamente todos los textos que formaron parte de las celebraciones de
artículo titulado "Revolución", que comenzaba llamando a los hberales 1824 y 18_25 enaltecían sus orígenes cusqueños. Una década después, e n
"la ruina de los pueblos""'". 1835, e n un volante que anunciaba su regreso a Cusco, Gamarra procla­
Los seguidore s de Gamarra alegaban que los liberales tenían la in­ maba así:
tención de poner en el poder a una nue va oligarquía. Con e l fin de subra­
yar la naturaleza cerrada y elitista de los liberales, los denominaban club "COMPATRIOTAS:
o partido, en un sentido claramente peyorativo. En un folleto titulado "A Hoy he pisado el sue lo sagrado del país natal, después de un año
los habitantes de Cuzco", Martín de Concha, Prefecto gamarrista -en ese de ausencia. En todas partes, y aun en me dio de los pe ligros,
mome nto partidario de Salaverry- declaraba: "No conoceréis más parti­ siempre permanecisteis en mi memoria y en mi corazón. Al repa­
dos: han huido con los enemigos de l orden, los nombres de serviles, libe­ sar el Desaguadero, fui instruido de que la cuna de los Incas ocu ­
rales, forasteros y estranjeros: todos somos hijos de la patria y amigos"u". pada por una soldadezca insolente, padecía humillaciones inme­
111
Los liberales, a su vez, criticaban a los conservadores por retrotraer al Pe­ recidas; me decidí a cumplir con el-más grato de mis de beres"
rú a un despotismo de estilo colonial, y a Gamarra por corrupción y ami­
guismo. Un folleto de 1833 se lamentaba de que :
"Por una fatalidad deplorable he mos visto en nue stros tiempos
que Gamarra concentró todos los elementos de conspiración y de
desorden particularmente en· este departamento, y sacó de la obs­ 110 El gobierno y la nación, Cusco, 1833. Véase también Méndez: "Incas sí...", y los di­
curidad hombres que reunidos en torno de su persona pudiesen versos trabajos de Basadre sobre el pensanúento autoritario.
111 Agustín Gamarra: El Mariscal Don Agustín Gama"ª a los cuzqueños, Cusco, 9 de
junio de 1835. Se refiere a las tropas de Salaverry que, cuando ocuparon Cusco a
mediados de 1835, fueron acusadas de maltratar a la población. A su retomo a Cus­
106 Cuzco libre, 1º de febrero de 1839, vol. l. co en 1839, Gamarra lanzó una proclama similar:
107 Folleto anónimo, 11 dejunio de 1833. "Paisanos: al pisar la tierra de mi nacimiento, mi corazón se ha conmovido más con
108 La Aurora Política del Cuzco, 24 de marzo de 1835, y 30 de marzo de 1835. la reseña que me habeis hecho de vuestras desgracias, que con las demostraciones de
109 Martín de Concha: El prefecto del departamento del Cuzco, a sus habitantes, Cusco, júbilo y de entusiasmo...". Agustín Gamarra: El presidente provisorio de la repúbli­
16 de marzo de 1835. �-J\J; -¡;;-,.
, �°\\\'J<I
tl_· _ fc'{f<:
ca a los habitantes del depanamento del Cuzco, Cusco, 20 de mayo de 1839.

'- 189
188
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA El ángel negro de Cusco

De esta manera, el discurso gamarrista en Cusco reafirmaba, una y casi puro de los aborígenes de esfe país"114• El general Orbegoso, que ha­
otra vez, su lealtad hacia su tierra natal y la anterior importancia de la re­ bía sido depuesto por Gamarra y cuyas fuerzas lucharon contra las de
gión. Gamarra en una guerra civil en el momento en que esta carta se escribía,
Por otro lado, los folletos políticos subrayaban la significativa había alertado a Lamed en relación al peligro que planteaba Gamarra. Si
grandeza de la región durante los períodos Inca y colon_ial. Cuando se bien las acusaciones sobre las supuestas inclinaciones monárquicas de
contrastaba la desalentadora situación presente con el pasado, los ideólo­ Gamarra podrían ser descartadas corno mera propaganda liberal, la men­
gos gamarristas fusionaban el Imperio Inca y la fortaleza política y eco­ ción a los Incas suena verosímil. Los garnarristas invocaban consistente­
nómica de Cusco en el período colonial. Escritores y oradores presenta­ mente a los focas corno ocurrió, por ejemplo, a mediados de 1835, cuan­
ban a los Incas corno un símbolo de la anterior grandeza de Cusco, sin re­ do finalizaba la guerra civil entre Orbegoso y Gamarra que condujo a la
ferirse en algún modo sustantivo a los propios Incas o a sus descendien­ Confederacíón Perú-Boliviana dirigida por Andrés Santa Cruz, cuando un
tes. Por momentos las referencias a los Incas trascendían el mero chauvi­ coronel gamarrista distribuyó un folleto que decía:
nismo cusqueño para sustentar históricamente los méritos de un gobierno
autoritario. Por ejemplo, en 1827 una crítica a las autoridades corruptas "COMPATRIOTAS:
de la República elogiaba el orden y moralidad de la región desde los El Perú está todo dislocado y va a perecer víctima de la aspira­
tiempos de los Incas hasta la derrota de los españoles, los que el autor ción y de los partidos sino trabajáis en rehacerlo de entre sus
atribuía: mismos fracrnentos. Y que: ¿la Roma de América, la opulenta
Cuzco, la cuna del grande imperio que debe ser el centro común
"No por las ciencias que les ilustraron, ni por la lenidad de sus de todos los Peruanos, consentirá fríamente en su disolución y
sabias leyes: por el contrario la rigidez fatal de éstas, el asiduo rnuerte?"m.
trabajo a que los dedicaban, y la infatigable vigilancia de los jefes
en castigar los más pequeños descuidos, fueron los ajentes que Gamarra y sus seguidores reelaboraron en su propia plataforma
dieron brillo, y esclarecimiento desmedido a todos los que perte­ conservadora la antigua interpretación del Imperio de los Incas corno un
necen al Imperio del Inca..." 112 símbolo de resistencia y renacimiento. Si bien en el período colonial los
Incas habían servido corno una alternativa utópica para diferentes rebel­
En 183 l, un folleto se preguntaba, ridiculizando a los liberales: des y revolucionarios, incluyendo a Túpac Arnaru y Purnacahua, para l.os
"¿Para qué querernos más pacto social que el que establecieron nuestros garnarristas constituyeron un ícono clave en el Cusco posterior a la Inde­
Incas? ¿Qué cosa más racional que el que mande uno i. obedezcan to­ pendencia. Los liberales de la región no pudieron -ni lo hicieron- érn­
dos?"113. Los gamarristas representaban al Imperio Incaico corno un mo­ plear a los Incas con el mismo éxito.
delo de jerarquía y control social, interpretación que otros conservadores Gamarra recordaba constantemente a la población del Cusco lo be­
habían desarrollado en el siglo XIX. neficioso que era tener a un leal hijo de la tierra en el cargo durante tiem­
En febrero de 1834 Samuel Lamed, Encargado de Negocios de pos fugaces. De hecho, su favoritismo por la región era muy notorio en
Estados Unidos en Lima, escribió al Secretario de Estado de su gobierno los negocios qrie él encomendaba a los propietarios y operarios de los
advirtiéndole que Gamarra usaba a los Incas corno parte de sus esfuerzos obrajes de Crisco: a lo largo de este período, estos empresarios estuvieron
por establecer una monarquía en el Perú; _''.no cabe ninguna duda de la a la cabeza de la campaña a favor de políticas comerciales proteccionis-
intención de Gamarra y sus partidarios de establecer un gobierno monár­
quico en el Perú... bajo el imperio de este personaje que afirma descender
de los Incas... y cuya afirmación tiene sustento en lo que se refiere a su
aspecto personal; ... ya que su origen es evidente: que es un descendiente 114 Carta de Samuel Lamed a Louise McLane, 13 de febrero de 1834, en William R.
Manning (ed.): Diplomatic Correspondence of the United States: lnter-American
112 El Cuzqueño Observador, Lima, 1827. Affairs 1831-1860 (12 vols.), Washington D.C., Carnegie Endowinent for Interna-·
113 "Lima, 17 de abril de 1831". El Peruano Avergonzado, Valparaíso, Imprenta de tional Peace, 1938, vol. JO, pp. 319-320. En otra carta, incluida en este mismo vo­
Ontiveros, 183 J. Para otros ejemplos sobre la utilización de los Incas con el fin de lumen, Lamed comparaba a Gamarra con el mexicano Santa Anna, argumentando
justificar un gobierno autoritario, véase el discurso del Padre Francisco Zúñiga, pro­ que ambos intentaban establecer gobiernos monárquicos. Carta de Lamed a John
nunciado en febrero de J 825, en Manuel Jesús Aparicio Vega: ''Testimonios cus­ Forsyth, 26 de marzo de 1824 (pp. 330-332).
queños del libertador: La oración de Zúñiga en honor de Bolívar", en Revista del 115 José Miguel Medina: El coronel prefecto y comandante jeneral del depa11amento a
Archivo General de La Nación 4-5, 1977, pp. 35-53. sus habitantes, Cusco, 2 de junio de 1835.

190 191
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA
El ángel negro de Cusca

tas116 • Invariablemente, los autores de este período afirmaban que los cul­ za celosa y turbulenta"119• Los habitantes de Cusco compartían con sus
pables de la crisis económica de Cusco eran las políticas de libre comer­
vecinos del sur andino un antiguo disgusto por el centralismo de Lima,
cio que habían debilitado a los obrajes de la región. En 1830 los comer­ sentimiento que había animado la serie de revueltas coloniales a lo largo
ciantes de Cusco se resistían al establecimiento de casas comerciales ex­
de la región • Un viajero francés que visitó Cusco en 1834 observaba
120
tranjeras en su ciudad. Condenaban la "invasión" de mercancías extranje­
que a los residentes de Cusco "como aquéllos de La Paz y· otras ciudades
ras que según ellos estaba destruyendo los obrajes y chorrillos y dejando
andinas, no les gusta la gente de la Costa y profesan por ellos un desdén
a la gente sin trabajo. Claramente interesado en hacer a un lado a la com­ por lo que ellos creen es su usura" •
121

petencia extranjera, Ramón Nada! encabezó la acusación de proteccio­


Los cu. s queños también desconfiaban de Arequipa con el temor de
nismo, !�entando la "furiosa gu erra" lanzada por los extranjeros contra
q�e, si los esquemas liberales provenientes de Arequipa se ponían éri ac­
la producción nacional, así como la ruina potencial de "el suelo de los In­
ción, Cusco perdería su tradicional supremacía económica y administrati­
cas" si se dejaba las manos libres a los "insaciables europeos". No sor­
va en el sur. Andrés Santa Cruz proporcionó un testimonio vívido sobre
prende, luego, que el gobierno nacional encabezado por Gamarra se pu­
la animosidad entre las dos regiones cuando, en julio de 1834, con evi­
siera del lado de los comerciantes de Cusco • Muchos grupos de Cusco
117
dente frustración, escribió a su gabinete que no sólo Gamarra y Orbegoso
avizoraban que las políticas de libre comercio por las que abogaban los
eran enemigos irreconciliables, sino también lo eran Arequipa y Cusco,
liberales constituían una amenaza a su producción textil y una dádiva a
pues cada uno "quiere el aniquilamiento del otro". Al siguiente mes, se­
favor de los comerciantes de la Costa. En 1829, un autor culpaba a las
ñalaba que "los arequipeños no quieren componer familia con el Cuz­
importaciones permitidas bajo el libre comercio de que en la región estu­ 122
co" . Asimismo, Gamarra constantemente incitaba sentimientos anti­
viera ocurriendo:
bolivianos en Cusco, particularmente contra Santa Cruz. Suele suceder
"la disminución de las rentas públicas, el desmayo de la agricul­ que el análisis de una perspectiva política "de la región " exagere la cohe­
sión; sin embargo, en el caso de inicios de Cusco republicano, Gamarra
tura, la parálisis del comercio, el entorpecimiento de la circula­
ción, la notable escasez del numerario, la aniquilación del crédito tuvo éxito en la creación de una amplia alianza que definía sus objetivos
en oposición a otras ciudades principales y sus líderes123
público y privado, el temor, la desconfianza, y lo que es mucho
más sensible y doloroso, el que cincuenta mil familias que antes
se ocupaban y mantenían honradamente en manufacturar tocuyos,
bayetas... se vean hoy reducidas a la indigencia y a la desespera­
ción, así como la numerosa arriería que se empleaba en sus trans­
portes desde las provincias interiores"m.

Gamarra también sacó provecho de la animosidad de Cusco hacia 119 Departamento de Estado de los Estados Unidos, Despachos Consulares, Lima 1823-
otras regiones importantes: Lima, Arequipa y Bolivia. En 1836 el cónsul 54, Archivos Nacionales, M l 54, rollo 3, 22 de enero de 1836-10 de julio de 1838,
carta de T. Taylor al Secretario de Estado John Forsyth.
de Estados Unidos en Arequipa consideraba que Cusco debería ser la ca­ 120 Fisher: "Royalism... "; Alberto Flores Galindo: ''Región y conflictos sociales: Lima y
pital nominal de una confederación, pues sus habitantes "son de naturale- Cusca en el siglo XVUI", en Los caminos del laberinto Nº 2, 1985, pp. 33-41; y
O'Phelan Godoy: "El Mito...".
121 Etienne Gilbert y Eugene de Sartiges: Dos viajeros en el Perú Republicano, editado
por Raúl Porras Barrenechea, traducido por Emilia Romero; Lima, Editorial Cultural
116 Según �aul Gootenberg, Cusco "no era sólo una zona proteccionista, pues se había Antártica, 1947, p. 68. Eugene de Sartiges usó originalmente el seudónimo de E. S.
convertido en un verdadero centro de agitación nacionalista, por lo menos hasta la de Lavand_ais. Para un análisis sobre los beneficios del traslado de la capital de Lima
década de 1830". Véase "North-South...", p. 294. a Cusca, véase La Brújula Nº 2, 1831.
117 AGN, Sección Republicana del Archivo Histórico de Hacienda, PL 10-19, 1830. 122 Archivo Andrés Santa Cruz, La Paz Bolivia, carpeta de 1834, 26 de junio y del 22
Esta _fuente está citada y analizada en Bonilla et al.: "Comercio libre... ", pp. 19-20, de julio de 1834. Sobre la rivalidad entre Gamarra y Santa Cruz véase Ernesto Diez­
que mcluy_e otras citas_ escogidas. Véase también Félix Denegri Luna: "La antigua Canseco: Perú y Bolivia: pueblos gemelos, Lima, Imprenta Torres Aguirre, 1952,
controversia sobre el hbre comercio en el Cuzco de 1829" ' en Banca 2' Lima, di- particularmente las pp. 130-131; John Frederick Wibel: 'íhe Evolution of a Regio­
ciembre de 1982, pp. 77-81. nal Community within the Spanish Empire and Peruvian Nation: Arequipa, 1780-
118 Artículo anónimo: "Economía Política", en El Acento de la Justicia, Cusco, 3 de se­ 1845", tesis de Ph. D., Stanford University, 1975.
tiembre de 1829, Nº 33, 4, citado por Denegri Luna en Blanco: Diario... , vol. 2, p. 123 "Cusca" no fue una entidad artificial creada a partir de la ruptura con España, sino
185. que por siglos existió como un centro político y administrativo. A lo largo del perío­
do colonial la gente reconocía a Cusca como su "patria".
192
193
Conclusiones

rebeldes lucharon por ubicar la capital de la República en los Andes y no


en la costa.
Por otro lado, la muerte de Gamarra también marcó un cambio más
sutil en la política caudillista. Los jefes militares continuaron gobernando
el Perú durante la mayor parte del siglo XIX, aunque con notables dife­
VIII r�ncias respecto a cómo habían gobernado Gamarra y sus congéneres de
los primeros tiempos de la República. Es necesario señalar que, luego de
CONCLUSIONES la década de 1840, los conflictos fronterizos ya no constituían la actividad
central de los jefes militares, 'ya que las luchas que se analizan en este
trabajo habían definido, en gran medida, el territorio peruano. Asimismo,
"Cuzco. ¡Qué complejo es su destino!" luego de mediados del siglo, los caudillos provinieron principalmente de
Jorge Basadre' las filas de la clase media alta costeña. Ya no predominaban los mestizos
provincianos como Gamarra, Santa Cruz y Castilla, y habían surgido par­
tidos políticos más fuertes. Si bien los caudillos seguían rivalizando por
En noviembre de 1841, Gamarra se encontraba en Bolivia, comba­ el poder, sus bases y antecedentes institucionales eran diferentes'.
tiendo. Como presidente del Perú por segunda vez había estado a la cabe­ En tercer lugar, en las décadas posteriores a la muerte de Gamarra
za de la Regeneración, un gobierno firmemente conservador formado por la relación entre los indios y el Estado experimentó cambios drásticos, ya
quienes habían derrotado a Santa Cruz y a la Confederación Perú­ que la abolición de la contribución de indios en 1854, y la implementa­
Boliviana. Las fuerzas de Gamarra habían ingresado a Bolivia con el fin ción de una Constitución liberal, pusieron fin al orden de cosas que se ha
de impedir que Santa Cruz retome al poder y, supuestamente, para orga­ estudiado en el presente trabajo. Por otro lado, en las últimas décadas del
nizar una confederación bajo el control de los peruanos (y del suyo pro­ siglo XIX, aumentó la demanda tanto por la tierra que estaba en poder de
pio). Pero el 18 de noviembre, las tropas bolivianas pusieron en fuga a los las comunidades indígenas como por la mano de obra indígena. Las co­
peruanos, y Gamarra contempló cómo su ejército se desbarataba, y su ca­ munidades campesinas ya no contaban con un Estado inclinado a conci­
ballería emprendía la retirada. En momentos en que estaba haciendo lo liár en retomo por los tributos que ellos pagaban. Por el contrario, el Es­
imposible por animar a sus tropas, recibió un disparo y cayó muerto; mu­ tado encabezó, o por lo menos apoyó, las arremetidas que sectores no in­
chos afirman -tal vez sea cierto- que fue asesinado por uno de sus pro­ dígenas lanzaron hacia la autonomía indígena con el fin de obtener acceso
pios soldados en venganza por los maltratos que éstos recibían en los a los recursos de las comunidades. De esta manera, el "asalto liberal" a
cuarteles2• las comunidades indígenas comenzó más abiertamente en la segunda mi­
La muerte de Gamarra coincidió con una serie de importantes tad del siglo XIX.
cambios en Cusco. Primero, después de 1840 ésta ya no era la sede de los A la luz de los acontecimientos posteriores, el período comprendi­
proyectos políticos disidentes más significativos. Durante los sesenta do entre 1780 y 1840 puede considerarse como un intervalo largo y caóti­
años anteriores, una serie de conspiraciones, sublevaciones y gobiernos co, luego del cual el florecimiento de una economía de exportación per­
efímeros se habían alzado contra el colonialismo español y el centralismo mitió a la oligarquía limeña, a los caudillos menos quijotescos y a mesti­
limeño. Aunque �on diferentes estrategias y bases sociales, los partici­ zos usurpadores de tierras, conformar una coalición duradera, aunque frá­
pantes en estos movimientos intentaron descolonizar el Perú, al que espe­ gil. Así, el período que cubre el presente estudio de alguna manera cons­
raban transformar de un virreinato étnicamente diverso y altamente estra­ tituiría un preámbulo desordenado al capitalismo y a la usurpación a gran
tificado, en una nación independiente. Después de la Independencia, los escala de los recursos de los campesinos andinos. Sin duda, en la última
mitad del siglo XIX, la expansión de la economía de exportación -cen­
1 Jorge Basadre: Prólogo a Tamayo Herrera: Historia social..., p. 16. trada en la extracción de guano, algodón y azúcar- y la creciente codifi­
2 En 1873, un peruano moribundo dijo a Manuel González Prada que él-y no los bo­ cación del racismo en la mentalidad y las leyes del Perú,. profundizaron
livianos- había asesinado a Gamarra, opinión que Abraham Valdelomar reproduce
en La Mariscala: Doña Francisca Zubiaga y Berna/es de Gama"ª· Lima, Taller
Tip. de la Penitenciaría, 1914, y Alfredo González Prada: Un crimen pe,fecto: El 3 Se puede hallar estos argumentos en Basadre: La iniciación... , vol. 1, pp. 126-30.
asesinato del Gran Mariscal Don Agustín Gama"ª· Presidente del Perú, New Véase también Celia Wu: Generals and Diplomats: Great Britain and Peru, 1 820-
York, H. Wolff, 1941. Jorge Basadre refuta esta afirmación; Historia. .. , vol. 2, pp. 1840, Cambridge, Centre of Latin American Studies, University of Cambndge, _
148-152. 1991.

278 279
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA Conclusiones

las divisiones geográficas, étnicas y de clase. En otras palabras, el centra­ fu�ron mucho más allá de los salones de las casas elegantes de la Plaza de
lismo y el racismo se institucionalizaron bajo un barniz liberal. Armas. Tales debates dieron forma a las luchas sobre la naturaleza y
No obstante, se puede establecer continuidades importantes entre el control del Estado postcolonial y, de igual manera, influyeron en las pos­
período transicional que se analiza aquí y el Perú posterior a 1840. En teriores discusiones. La división liberal/autoritario, que caracterizó la po­
estas conclusiones revisaremos algunos de los argumentos centrales desa­ lítica peruana hasta bien entrado el siglo XX, -y que pareciera haber re­
rrollados en el presente trabajo, a la luz de los acontecimientos ocurridos cuperado actualidad en años recientes, a la luz del poco ortodoxo régimen
después de mediados del siglo XIX. Aunque se resalta las principales 4
de Fujimori- se desarrolló en las décadas de 1820 y 1830 • A lo largo de
transformaciones sóciales y políticas, se intenta, asimismo, poner el énfa­ este libro, hemos intentado demostrar que las guerras. civiles y los regí­
sis principal en la contribución de los argumentos teóricos y metodológi­ menes inestables conducidos por generales no son sinónimos de ausencia
cos de este libro para alcanzar una comprensión más profunda del Perú de debate o de falta de participación política externa al campo de batalla.
moderno. En tercer lugar, hemos puesto de relieve los beneficios que trae si­
tuar la cultura política en su contexto específico, en términos de las lu­
chas políticas sobre el terreno, incluyendo las elecciones, las festividades,
Caudillos, Estado y cultura política la prensa y otros tópicos similares. Más aún, éstos deben ser ubicados
históricamente; es decir, no basta con revisar los "antecedentes colonia­
Hemos planteado tres tesis centrales sobre caudillismo e inestabili­ les" de los rituales públicos, los discursos, y el uso del espacio, sino que
dad política en América Hispana. Es necesario señalar que los caudillos también se requiere tomar en consideración las tradiciones locales y las
no existieron en un vacío político sino que, por el contrario, crearon coa­ luchas duraderas. Por ejemplo, el régimen de Gamarra en Cusco puede
liciones políticas, y dirigieron Estados que, aunque eran inestables, fun­ entenderse sólo a la luz de las rebeliones de Túpac Amaru, así como de la
cionaban totalmente. Caudillismo no es sinónimo de ausencia de Estado; utopía andina o del revitalismo Inca.
en consecuencia, para el análisis ha sido importante dirigir los ojos hacia Regresemos al caudillismo en el Pení luego de la muerte de Gama­
las estructuras políticas y las unidades administrativas del Estado caudi­ rra, específicamente a ciertas ramificaciones de este estudio. En los últi­
llista, así como hacia los propios caudillos y sus coaliciones. Nuestra in­ mos ciento cincuenta años, los militares han continuado jugando un rol
tención es que este trabajo ayude a explicar el difícil camino hacia la clave en la política. En tal sentido, durante la segunda mitad del siglo
formación del Estado en América Latina, así como la persistencia del XIX, fueron los combates militares, más que elecciones formales, los que
autoritarismo. decidieron quién sería el próximo presidente: entre 1841 y 1899, veintiu­
Nuestra primera tesis es que el gamarrismo en Cusco demuestra no de los veintinueve presidentes del Perú fueron militares5 • De hecho, en
que las luchas políticas de inicios del Perú republicano no debieran ser la década de 1990 en el Perú todavía siguen rondando los rumores de
entendidas como un combate entre los toscos caudillos del campo y las golpes militares.
elites modernas de Lima, o como una confrontación sin sentido entre, al Aunque con el transcurrir del tiempo las ideologías y las bases so­
interior de éstas, y con las elites y sus sustitutos pretorianos. Los caudi­ ciales de los movimientos y Estados caudillistas han cambiado, una ca­
llos crearon alianzas multiclasistas, pues no eran ni los títeres de las cla­ racterística del período 1820-1840 permanece: el relativamente débil
ses altas que estaban detrás del telón, ni los amos de las masas campesi­ control de los caudillos en el poder, como lo muestra que en el Perú el
nas. Ciertamente, ningún caudillo peruano ha dependido exclusivamente caudillo que tuvo un gobierno más prolongado, Ramón Castilla, gobernó
de las clases bajas y, por otro lado, tampoco ha podido re·nunciar a tener por doce años (1845-1851 y 1855-1862), mucho menos que Juan Manuel
una base popular. En otras palabras, las clases bajas no eran ni totalmen�e de Rosas, Porfirio Díaz, u otros gobernantes hispanoamericanos. Ningún
dependientes ni independientes de los caudillos. Aunque todos los caudi­ caudillo, por ofro lado, dejó una marca indeleble en el Perú del siglo XIX.
llos requerían una base de masas, las clases bajas demostraron que cu�­
do así lo decidían, eran capaces de retirar su apoyo o incluso de cambiar
de bando. Gamarra y los indios de su Cusco nativo constituyen un ejem- 4 Jorge Basadre resalta el legado político e ideológico de inicios de la República. Al­
plo de esta intrincada relación. berto Fujimori, quien hace alarde de su fuerza de voluntad y de su eficiencia, al
. mismo tiempo que denigra a las instituciones políticas, trae a la memoria a Gamarra
En segundo lugar, es necesario tomar seriamente los debates ideo­
y a otros c¡¡udillos autoritarios. . .
lógicos de las luchas caudillistas. Como el presente trabajo lo ha m?stra­ 5 Algunos estuvieron en el cargo por más de un período. Igualmente, surgieron _cau?1-
do para el caso de Cusco, las discusiones sobre el Estado y la sociedad llos civiles como Nicolás de Piérola. David Scott Palmer: Peru: The Authontarzan
Tradition, New York, Praeger, 1980, pp. 37-39.

280 281
DETÚPACAMARU A GAMARRA Conclusiones

Muchos, como Gamarra, crearon bases de poder regional y_ nacional, pero los beneficios que trae la vinculación entre las luchas políticas a nivel lo­
se mostraron incapaces de institucionalizar su autoridad. cal, regional y nacional. Debe señalarse que los caudillos no constituye­
Empero, el caudillismo también cambió en otros aspectos. En el ron una aberración o un reflejo desafortunado del fracaso de la formación
período inmediatamente posterior a la Independencia, el campo y los pe­ política republicana sino que, por el contrario, la política caudillista
queños poblados jugaron un rol inusualmente importante en las luchas constituyó un tipo singular de formación del Estado. Los caudillos enca­
políticas que ocurrieron en toda América Hispana, pero este rol cambió bezaron coaliciones amplias, con frecuencia forjando vínculos con los
con el auge de la economía de exportación, la relativa institucionalización partidos políticos, o incluso representándolos y, con la ayuda de una red
de la política, y el ascenso de las ciudades -particularmente de la capital­ de ideólogos e intermediarios c:ulturales, promovieron ideas y plataformas
' que data de fines del siglo XIX". El fracaso de los liberales en su intento influyentes sobre el Estado y la sociedad postcoloniales. Más aún, el aná­
por construir una base en el campo cusqueño. prefigura estos cambios. lisis de los grupos de la clase baja, como se ha relevado a lo largo de este
Como se ha visto en el capítulo VI, las clases bajas urbanas participaban libro, representa otro elemento clave para la comprensión del caudillis-
en las constantes luchas políticas que ocurrían en torno al control del Es­ •
mo .
tado, alterando así las normas y la práctica política. Estos grupos jugaron El período posterior a la Independencia dio forma a la moderna
una parte importante, aunque episódica, en el caos político del largo siglo República peruana. Por un lado, el sistema político y las fronteras nacio­
XIX. nales han sido básicamente los mismos. A fines del siglo XVIII e inicios
Pero en la zona rural de Cusco no hubo el mismo nivel de partici� del XIX, los peruanos examinaron una serie de opciones políticas, sobre
pación, pues las coaliciones caudillistas -como la de Gamarra- muy ra­ todo, diferentes formas de republicanismo y monarquía, y combatieron en
ramente hacían proselitismo fuera de la ciudad y de los pueblos de cierta torno a ellas, lo que tuvo como resultado el predominio de la República.
importancia. En el campo reclutaban soldados, pero no los incorporaban Por otro lado, surgió una forma de nacionalismo, más fuerte que lo que
en los movimientos políticos. El debate constante -por lo general apasio­ muchos especialistas podrían sugerir, que consentía un sentido de unidad
nado- sobre política, que marcó a la ciudad de Cusco de este período, no mientras a la vez permitía diversas nociones de lo que el Perú era, es, y
tuvo el mismo efecto en sus diez provincias. Los términos de las discu­ será. De esta manera, pese a las divisiones del período caudillista, y al
siones políticas a nivelnacional y regional no fueron ampliamente incor­ discurso etnocéntrico que recorría los diferentes ámbitos del Estado, un
poradas en las discusiones en las provincias, por tanto, las creencias y sentido de peruanidad se extendió a lo largo de gran parte del país. Es ne­
demandas de la sociedad local y rural no pudieron influir en los debates cesario señalar que, aun cuando a lo largo de este libro se pone énfasis en
ideológicos de ámbitos mayores. En Cusco, los campesinos indígenas -que las divisiones, ello no quiere decir que la identidad peruana fuera débil o
constituían la abrumadora mayoría de la población rural- no se involucra­ inexistente. Por el contrario, creemos que circulaban diversas nociones de
ron en forma masiva en la política caudillista Como se ha visto en el ca­ peruanidad, incluyendo conceptos más incluyentes que contradecían las
pítulo VII, ellos rechazaron la invitación a actuar como mercenarios oca­ opiniones excluyentes que el Estado y la elite local defendían".
sionales.
La ausencia de campesinos indígenas en las luchas caudi!Iistas
ocurridas en Cusco no significa que la política y la sociedad no cambia­ Los indios y el Estado
ran con la Independencia, o que el campo fuera "apolítico". De hecho, en
el siglo XIX se intensificaron las luchas en torno a quién tenía el gobierno Después de la década de 1840, el poder político y económico se
local, las que se habían hecho evidentes con el estallido de la sublevación trasladó de Cusco y los Andes hacia Lima y la costa. Con la abolición de
de Túpac Amaro. En líneas generales, el cargo de cacique entró en deca­ la contribución_ de indios en 1854, el Estado ya no tenía un incentivo fi-
dencia, y los alcaldes indígenas o varayoks, se fueron haciendo cada vez
más importantes7 • Personajes que no eran indios siguieron pugnando por
8 La participación de los campesinos en las luchas caudillistas del siglo XIX varió de
tener una mayor influencia, aunque su atrincheramiento en cargos de au­ una región a otra Algunos caudillos peruanos contaron con una base campesina de
toridades locales no fue un proceso sin fisuras. masas, como las guerrillas de Andrés Avelino Cáceres, en la zona del valle del
¿Cómo es que el estudio del gamarrismo contribuye a la compren­ Mantaro. Sin embargo, estos grupos no estuvieron totalmente incorporados en las
sión de las causas del caudillismo? El presente libro muestra, sobre todo, alianzas políticas, y la exclusión del campesinado siguió adelante. De hecho, Cáce­
res traicionó a sus seguidores, e incluso los persiguió cuando se convirtió en presi­
dente. Véase Mallon: The Dejense..., y Manrique: Campesinado...
6 Halperín Donghi: The Aftermath. .. 9 Para muchos lectores debe ser evidente la deuda que estas ideas tienen con Jorge
7 Sala i Vila: Y se armó... ; Thumer. From Two Republics... Basadre, un terco optimista sobre el Perú.
282 283
DE TÚPAC AMARU A GAMARRA
Conclusiones

nanciero para defender el derecho de las comunidades indígenas a la tie-. den para el partido en el poder y, en la mayor parte de los casos, el apoyo
rra. No obstante, el campesinado indígena opuso resistencia a los desafíos en caso de elecciones o incluso de guerras civiles. Sin embargo, era fre­
que amenazaban su autonomía política y sus recursos económicos y, por cuente que este acuerdo se rompiera, y en algunas regiones los gamonales
ello, los diversos proyectos para "desindianizar" el Perú fracasaron. En o sus representantes chocaran con el Estado central. La presencia del Es­
1961, los "indios" constituían poco menos que la mitad de la población tado limeño en los Andes siguió siendo débil, particularmente después de
nacional y, todavía en nuestros días, tal vez un 35 por ciento de la pobla­ la abolición de la contribución de indios y del ulterior desmantelamiento
((}
ción habla quechua . Para entender la persistencia de los indios como de la red fiscal. Las dificultades topográficas del Perú y la falta de trans­
grupo social clave en los Andes, es necesario considerar una serie de porte y comunicación ampliaron la brecha entre la costa y los Andes •
12

factores: las divisiones al interior de la elite, los obstáculos estructurales Por tanto, en el siglo XIX la formación del Estado tuvo dos debili­
que enfrenta una política anti-indígena, la divergencia entre ideología y dades fundamentales. La primera fue que los diferente proyectos políticos
práctica, y el rol activo en política que los propios indios han desempeña­ provenientes de Lima estaban de acuerdo, explícita o tácitamente, en ex­
do. Este libro ha intentado proporcionar una explicación integral de este cluir a las clases bajas: hasta bien entrado el siglo XX (y tal vez hasta hoy
proceso. en día), el Estado se ha mostrado incapaz de incorporar en sus proyectos
A lo largo del siglo XIX, las clases altas continuaron divididas en a la mayoría indígena. Segundo, las conexiones entre los diferentes es­
torno al significado e implementación que el liberalismo tuvo en los An­ tratos del Estado seguían siendo frágiles, pues se hallaban desgastadas
des. Al igual que en el caso de las reformas borbónicas, estas divisiones tanto por el abismo existente entre Lima y provincias, como por la in­
dificultaron los esfuerzos por cambiar la relación entre los indios y el fluencia de las elites locales. En el siglo XIX el Estado central se basaba
Estado. Mientras algunos gobiernos, como el régimen civilista del Presi­ en una coalición provisional con el poder local, que excluía a la mayoría
dente Manuel Pardo (1872-1876), intentaron integrar a los indios -en de la población. Las consecuencias se mostraron de una forma brutal­
realidad, occidentalizarlos- otros, como el gobierno de Nicolás de Piérola mente evidente en la desastrosa Guerra del Pacífico (1879-1883), cuando
(1879-1891 y 1895-1899), afirmaba que los protegía de las perniciosas el ejército chileno arrasó el Perú enteron.
influencias externas. Los intelectuales y los políticos estuvieron de acuer­ A la luz de las políticas de un Estado hostil, ¿cómo podemos expli­
do en la necesidad de desindianizar a la población peruana y de ampliar la car la supervivencia de los indios? La división de las elites y la ineficacia
economía de mercado; sin embargo, tenían diferencias sobre la forma de del gobierno son sólo parte del problema. Los indios y las clases bajas en
lograrlo. Aunque entre los grupos de elite persistía una mentalidad anti­ Cusco y en todo el país emplearon una serie de tácticas políticas para de­
indígena, que se hizo más sofisticada con el auge del racismo científico, fenderse y asegurar un lugar en la República: protestaron no sólo a través
las políticas que ellos proponían eran muy diversas". de la rebelión, sino también utilizando el sistema legal, conformando
No obstante, como el presente libro lo ha mostrado para el período alianzas y enfrentando las intrusiones de los foráneos. De hecho, las su­
1780-1840, las ulteriores divisiones políticas no pueden reducirse a meras blevaciones no fueron frecuentes hasta inicios del siglo XX:14• Asimismo,
disputas entre las elites. Para cualquier análisis es de suma importancia los indios incorporaron y subvirtieron el discurso oficial, sacando a luz
considerar la tenue relación existente entre los diferentes grupos sociales, las promesas incumplidas y las contradicciones. Empero, la consecuencia
y los diversos ámbitos del Estado. En general, a la sombra de un acuerdo de sus actividades se muestra de un modo más evidente en aquello que
tácito con el Estado' central con sede en Lima, los funcionarios locales de
los Andes se ocupaban principalmente de sus propios intereses, entre los
cuales estaba la atención a las exigencias de los gamonales, que eran 12 Con frecuencia, la relación entre Lima y las provincias era tirante, y los gamonales
quienes ostentaban el poder local. Tales autoridades garantizaban el or- no disfrutaban de un poder absoluto e indisputable. A lo largo del siglo XIX, los go­
biernos nacional y regional no pudieron ofrecer a funcionarios locales que no eran
indígenas un apoyo militar o financiero adecuado que les permitiera atrinchera�se _en
10 Mallan: "Indians and the State", pp. 36-37. el poder, por tanto los gamonales. se vieron obligados a realizar a�ianzas. �s indios
11 Sobre las complejidades de la relación entre los indios y el Estado en el siglo XIX, tomaron ventaja del débil poder de las autoridades locales. Más aun, segma en pie la
véase Nils Jacobsen: "Liberalism and Indian Communities in Peru, 1821-1920", en complejidad sociológica de las divisiones políticas evidentes en Cusca. En la mayo­
Robert H. Jackson (ed.): Liberals, the Church and lndian Peasants: Corporate ría de regiones, se podía encontrar indios en bandos opuestos.
Lands and the Challenge of Reform in Nineteenth-Century Spanish America, Albu­ 13 Por mucho tiempo los intelectuales han presentado a la Guerra del Pacífico como un
querque, Univernity of New Mexico Press, 1997, pp. 123-170. Entre otras síntesis símbolo de la debilidad de la nación (o del Estado-nación), aunque no se han puesto
importantes está la de Paul Gootenberg: Imagining Development: Economic Ideas in de acuerdo en cuáles eran las raíces de tal debilidad.
Peru's "Fictitious Prosperity" ofGuano, /840-1880, Berkeley, University ofCali­ 14 Véase Coastworth: "Pattems... ", pp. 21-62; y las diver.;as introducciones de Stem a
fomia Press, 1993; y Larson: "Communities, Cultures and Markets..." su libro Resistence, Rebellion.. .

284 285
DETÚPAC AMARU A GAMARRA
Conclusiones

pudieron impedir: los diversos planes por privarlos de su cultura y de sus Cuseo
recursos económicos y políticos 15•
Al parecer estas diferentes formas de resistencia tuvieron éxito Para concluir, retornemos a Cusco, centro e inspiración del pre­
frente a amenazas cada vez mayores a la tierra y la autonomía política in­
sente estudio. Después de 1840, disminuyó la importancia relativa de la
dígenas, así como a la difundida creencia de que para lograr el progreso ciudad y'la región. Si se mira en perspectiva, en 1830 la ciudad de Cusco
era necesario desembarazarse de los indios. No obstante, tal visión del
tenía casi el 60 por ciento de la población de Lima (30 mil versus 50 mil),
problema simplifica excesivamente la historia andina. De hecho, muchas y hoy en día ese porcentaje es menos de un cinco por ciento (320 mil a 7
comunidades perdieron tierra, muchas sufrieron bajo la tiranía de gamo­ millones). En la actualidad � la cuarta ciudad más grande del Perú, don­
nales, y muchas vieron cómo sus miembro� se veían obligados a bus�ar
de el pilar económico es el turismo, que ha reemplazado a la prod?cción
trabajos en haciendas y minas. Y, en la medida en que la demanda de tie­
para el mercado peruano-boliviano andino. Incluso el más convencido re­
rra y mano de obra indígena aumentaba, el campesinado indígena e�­ gionalista cusqueño tiene que reconocer que la ciudad y la zona no pue­
frentaba penurias económicas y presión política. Por ello, es necesano den competir con Lima. No obstante, aunque Cusco ya no repres�nt� :l
examinar de cerca estos procesos con el fin de impedir la "ligereza etno­
principal opositor al centralismo limeño, allí continúan surgiendo s1g_mf�­
gráfica" que plaga muchos trabajos sobre la "resistencia"'•. Ya bien en­
cativos movimientos disidentes.- Uno de los más importantes fue el md1-
trado el siglo XX, los indios seguían siendo "no-ciudadanos".
genismo, surgido a principios del siglo XX, que fue un movimiento cons­
Más aún, los indios no sólo se pusieron en sus trece y defendieron
tituido por personas que no siendo indígenas colocaron a los indios en el
sus derechos a ser indios; raza y sociedad son mucho más complicados de
centro de la agenda nacional. Luego, a fines de la década de 1950, las fe­
lo que este esquema señala. En la República, la complejidad sociológica
deraciones campesinas organizadas por Hugo Blanco y otros en el Valle
continuó: los protagonistas no eran indios homogéneos y .unificados que
de La Convención, al norte de Cusco, pusieron en marcha un movimiento
enfrentaban a una "elite" que no era indígena. No sólo se trataba (y se
radical que culminó con los movimientos guerrilleros de la década �e
trata) de grupos políticos dominantes divididos sobre lo que hay que ha­
1960. No obstante, en términos generales, es claro que en el presente si­
cer con la población indígena, sino que las propias clases bajas tomaron 18•
glo el significado político de Cusco ha disminuido
ventaja -y a la vez contribuyeron- de las fluctuantes definiciones de ca­
Por tanto, no es sorprendente que, en busca de símbolos y alterna­
tegorías raciales en los Andes. Desde que disminuyó el interés del Estado
tivas históricos, los movimientos sociales, intelectuales y políticos de
colonial y postcolonial en la definición y la defensa de la categoría indio,
Cusco invariablemente hayan puesto los ojos en el período 1780-1840,
diversos factores sociales, económicos y políticos han ido modelando al
que se ha estudiado en el presente trabajo. Prácticamente todas 1� fuerzas
significado de este término. Millones de personas han abandonado esta
políticas de Cusco invocan a Túpac Amaru, Pumacahua y Agustm G�a­
categoría para convertirse en castas, mestizos o cholos. Otros han pasado
rra quien mereció una estatua en la importante Plaza de San Francisco.
de una categoría a otra y de ésta a la primera • No obstante se puede
11
Para muchos, estos hombres fueron héroes que aun cuando -por desgra­
afirmar que, aún enfrentados con un Estado hostil y con poderosos que no
cia- fueron derrotados, intentaron cambiar el curso de la historia andina
eran indios, que andaban en pos de su mano de obra y de las tierras de sus
desafiando el dominio español y el centralismo de Lima, con el fin de que
comunidades, los indios continuaron siendo una parte importante del Pe­
Cusco retorne al lugar que le corresponde. A la luz de las divisiones ra­
rú: ciertamente un logro sorprendente.
ciales, geográficas y de clase que continúan signando el Perú de hoy, mu­
chos cusqueños -y no sólo ellos- siguen planteando una pregunta que
atormenta: ¿Qué hubiera sucedido si estos personajes hubieran alcanzado
la victoria? No. es sorprendente que estas especulaciones otorguen a �os
héroes capacidades míticas en lo que con frecuencia es una perspectiva
profundamente chauvinista: "Primero el Cusco". Ot ros van más ali� Y
_
afirman que si el Perú contemporáneo ha de ser cambiado, las estrategias,
15 Se puede hallar una perspicaz explicación del significado de "nll9ionalismo alterna­
tivo" incluso cuando es derrotado, en Mallon: Peasant andNation... , p. 141.
18 En Cusco, Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario _ Túpac Amaru
16 Sherry Ortner: "Resistance and the Problem of Ethnographic Refusal", en Compa­
(MRTA) tuvieron una presencia mucho menor que en otras zonas andinas, en parte a
rative Studies on Society and History 37, Nº 1, 1995, especialmente las pp. 180-183.
causa de la importancia que las "fuerzas represivas" del Estado han d�do a Cusco
17 Una visión global sobre etnicidad y sociedad en los Andes puede hallarse en Harris:
desde los años sesenta. Obviamente, hay otras explicaciones como la fuerza de las
"Ethnic Identity...", en Larson y Harris (eds.): Ethnicity, Marlrets...
federaciones campesinas.
286 287
DE TÚPACAMARU A GAMARRA

objetivos y utopías difundidas por estos personajes siguen siendo la clave


de tal cambio. En otras palabras, Túpac Amaru, Pumacahua y Gamarra
son algo más que símbolos de oportunidades perdidas: son los portadores
de vías alternativas para el Perú.

ABREVIATURAS

ADC Archivo Departamental del Cusco


AGI Archivo General de Indias
AGN Archivo General de la Nación
AHM Archivo Histórico Militar
ALF Archivo de Límites y Fronteras
ATP Administración del Tesoro Público
BN Biblioteca Nacional del Perú
CBC Centro Bartolomé de Las Casas
ce Causas Criminales
CDBTU Colección Documental del Bicentenario de Túpac Amaru
CDIP Colección Documental de la Independencia del Perú
CLAR Colonial Latin American Review
CML Colección Mata Linares
CNDBRETA Comisión Nacional del Bicentenario de la Rebelión
Emancipadora de Túpac Amaru
CSIC Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Doc. Documento
HAHR Hispanic American Historical Review
IEP Instituto de Estudios Peruanos
INC Instituto Nacional de Cultura
JLAS Joumal of Latin American Studies
LARR Latin American Research Review
Leg. Legajo

288 289

Вам также может понравиться