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“EL INGENIOSO HIDALGO, DON QUIJOTE DE LA MANCHA”

A la pregunta de cuál es el libro más importante escrito en su lengua, cualquier hablante


de español responderá sin duda que Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. Aunque si se le
pregunta si lo ha leído entero, entonces no todo el mundo dirá que sí. De modo que te presentamos aquí
un resumen de este magnífico libro para que te animes a leerlo.

Alonso Quijano es un hidalgo -es decir, un noble empobrecido de escala social baja-, de unos cincuenta
años, que vive en una aldea de la región La Mancha a comienzos del siglo XVII. Su afición es leer libros de
caballería donde se narran aventuras fantásticas de caballeros, princesas, magos, castillos encantados… Se
dedica a estos libros con tanta pasión que acaba perdiendo el contacto con la realidad y decide que él
también puede emular a sus héroes de ficción.

Recupera una armadura de sus antepasados y saca del establo a su viejo caballo, al que da el nombre
de Rocinante. Como todo caballero necesita una dama, convierte el recuerdo de una campesina de la que
estuvo enamorado en la hermosa Dulcinea del Toboso. Y a sí mismo se pone el nombre de Don Quijote,
como el famoso caballero Lanzarote (Lancelot).

Sale así al campo, con un aspecto ridículo, con la idea de realizar hazañas heroicas. Pero pronto comienzan
los malentendidos con la realidad. Ve una posada y cree que es un castillo. Exige al dueño que lo arme
caballero en una escena cómica e intenta rescatar a un joven pastor que está siendo azotado por su dueño.
Ataca a unos mercaderes que se burlan de él pero es derribado y herido.

Vuelve a su casa y esta vez consigue convencer con promesas de fama y riqueza a un labrador, Sancho
Panza, para que sea su escudero. Sancho, al contrario que Don Quijote, es un hombre ignorante y práctico.
Pero poco a poco quedará contagiado por los sueños de su señor.

Nada más salir con Sancho, encuentran unos molinos de viento que Don Quijote ataca creyendo que
son gigantes. Viven otras muchas otras aventuras: ataca un rebaño de ovejas creyendo que es un ejército,
tiene un duelo a espada con un vizcaíno, libera a unos reclusos que después le atacan, encuentra
una palangana de barbero y cree que es un yelmo mágico y vive situaciones cómicas en una posada. Incluso
en una ocasión, Rocinante persigue unas yeguas. Don Quijote decide, además, irse a vivir a lo alto de una
montaña como penitencia para merecer el amor de su dama. Sus mejores amigos - un cura y un barbero- lo
logran engañar y lo llevan a su aldea dentro de una jaula.

En sus aventuras también encuentra diversos personajes que añaden acciones secundarias a la
novela: unos pastores enamorados, un prisionero de los piratas, etc.

En la segunda parte de la novela, Don Quijote sale de nuevo con Sancho. En esta parte es la
preferida de muchos críticos. Don Quijote es ahora un personaje tratado con más respeto por el
autor: a veces logra tener éxito en sus aventuras y es más reflexivo y consciente de sí mismo.
Sancho, por el contrario, se ha vuelto un soñador. Sin embargo, los personajes con los que se
encuentran ya los conocen porque han leído el primer libro, así que intentan aprovecharse de Don
Quijote y Sancho. Unos duques los acogen en su palacio para reírse de ellos. Hacen creer a Don
Quijote que Dulcinea y él están bajo un hechizo de Merlín y hacen a Sancho “gobernador” para
cumplir una promesa que le había hecho su señor. Sin embargo, Sancho resulta ser
un gobernante sabio.

Don Quijote y Sancho llegan a Barcelona, en cuya playa Don Quijote es derrotado por el Caballero
de la Blanca Luna -en realidad uno de sus amigos disfrazados. Don Quijote, desengañado, vuelve
a su aldea a pesar de que Sancho le pide que vayan a vivir nuevas aventuras. Llega enfermo y,
justo antes de morir, recupera la razón y muere pidiendo perdón a todos por sus locuras.
“TRAGICOMEDIA DE CALISTO Y MELIBEA”
LA CELESTINA

Calisto, joven de noble familia, persiguiendo un día un halcón, entra en el jardín de una doncella
también noble, Melibea, y queda rendidamente enamorado de ella, pero es rechazado. Su criado
Sempronio lo conduce hasta una vieja alcahueta y hechicera, Celestina, con el fin de que medie en
sus propósitos. Ésta consigue que la joven acceda a los requerimientos de Calisto. Mientras,
Sempronio y Pármeno —criados y confidentes de Calisto— y Celestina disputan por conseguir las
máximas ventajas económicas de los conciertos de esta pasión amorosa… En la obra se nos ofrece
la visión de que el amor humano, fusión de elementos contrarios, es una pasión que lo mueve
todo, pero que hace a los hombres tan impacientes y necios que lo anteponen al amor divino. Los
señores aman según los cánones del amor cortés, y los criados se mueven en el inframundo de los
prostíbulos, pero tanto unos como otros sienten el gozo y placer de vivir, y este amor lujurioso en
realidad se convertirá en una fuerza fatalista que conducirá a la destrucción y a la muerte. Como
telón de fondo, todo un retrato de época, en el que conviven ricos y ociosos burgueses con criados
poco leales y gentes que practican la brujería, y todos ellos con una visión fugaz de la existencia, y
con grandes ansias de gozar de los placeres de la vida. De todas las producciones literarias que se
hicieron a finales del siglo XV, la más importante, sin duda, es La Celestina, obra de tránsito entre
dos edades, que, de alguna manera, puede considerarse como el inicio de los Siglos de Oro de las
letras españolas.
SONETO DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
Hombres necios que acusáis

El famoso poema "Hombres necios que acusáis..." se trata de una redondilla, es decir, un poema
de estrofas de cuatro versos de arte menor con rima consonante del primero con el último, y el
segundo con el tercero. En este en particular, sor Juana critica la posición del hombre hacia la
mujer.

Hombres necios que acusáis


a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual


solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo


de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,


hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro


que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén


tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis


que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada


la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena


que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas


a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido


en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,


aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis


de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo


que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

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