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El presente documento, “Desarrollo humano y desarrollo social: una mirada crítica desde el aula”,
pretende reflexionar críticamente sobre estos conceptos y la notable importancia que tienen en el
desempeño del quehacer docente; con sus múltiples implicaciones en todas las dimensiones del ser
humano, desde la perspectiva individual hasta la colectiva. Se establece la importancia teórica y práctica
de la conciencia crítica del docente desde el desarrollo en la globalización.
Desarrollo humano y desarrollo social: una mirada crítica desde el aula
Creemos que una de las respuestas que se pueden dar a esta pregunta inicia con el
conocimiento de la importancia de dos nuevos paradigmas: el desarrollo humano y el desarrollo
social.
El desarrollo social implica, además, que todas y cada una de las naciones se encuentra en
vía de desarrollo, debido a que siempre es posible hacer más para mejorar las condiciones de
vida, salud, oportunidades y educación de las personas en particular, y de las comunidades en
general. En este sentido, Flórez Alonso, M. y Barrera Chavira, E. citan, en el mismo documento,
que “El desarrollo social es un camino que se recorre siempre, día tras día, pues siempre el
hombre tendrá posibilidades de ser mejor y de estar mejor”.
Pero el asunto va mucho más allá, si lo miramos como un proceso que toca aspectos
sensibles y críticos de la educación, ya que según las la cita encontrada por estas autoras, el
desarrollo social es “un proceso de mejoramiento de la calidad de vida del hombre, como ser
individual y de la sociedad como ente colectivo, vale poco si no siembra en ese hombre y en esa
sociedad el deseo de superarse constantemente”. Lo cual nos lleva otra vez al punto desde el que
iniciamos, a saber, “el fin primordial de la educación es la transformación y el mejoramiento de
la sociedad en general, pero partiendo desde el individuo en particular”.
Todo lo dicho anteriormente nos lleva a otra pregunta de capital importancia: ¿Cómo se
puede generar desarrollo desde el aula? En un primer momento se me ocurre pensar que el
docente debe convertirse en la verdadera conciencia crítica de la sociedad, del mismo modo que
Sócrates lo hizo con los atenienses y los educó para mejorar como personas y como ciudadanos
responsables de la polis.
También se me ocurre que, para problematizar el asunto, tomemos por caso el desarrollo
en la globalización. ¿Capacitamos a nuestros estudiantes para pensarse como individuos, y pensar
a la sociedad globalmente? Si hemos respondido afirmativamente, ¿somos verdaderamente
conscientes que para que para que ellos lo hagan debemos empezar nosotros mismos a pensar de
esa manera? Creo sinceramente que esta última pregunta radica el quid del asunto.
Hace poco, Aldo Civico (2018), al hablar sobre la marcha contra las armas de más de un
millón de adolescentes en Washington, afirmó que la llamada generación Z estaba cambiando el
mundo porque “los adolescentes y los jóvenes de la generación Z están cansados de vivir en una
sociedad fragmentada, constipada y temerosa, porque quieren ser protagonistas de una sociedad
fluida, sana, marcada por una condición de bienestar compartido”. Hacia allá vamos, hacia ese
mundo globalizado que nuestros estudiantes parecen conocer mejor que nosotros y con el que sin
duda interactúan de una manera más efectiva que nosotros sus educadores.
En esa misma línea, el columnista también afirmaba que “Impulsadas por la tecnología
exponencial y disruptiva, las nuevas generaciones están hambrientas de autenticidad, de
experiencias, de múltiples conversaciones y encuentros”. ¿Estamos preparados para ese
desarrollo globalizado de nuestros estudiantes? ¿Estamos a la altura social, económica, política y
ecológica que ese mundo exige?