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CONCEPTOS DE INTELIGENCIA CULTURAL:

La globalización es un fenómeno que está unificando de manera progresiva


las prácticas empresariales existentes. Ello significa que empleados,
accionistas y consumidores de todo el mundo, con múltiples sensibilidades
nacionales, regionales o locales, se interrelacionan cada vez más. Esta rica
amplitud de contactos provoca, sin embargo, que a veces se produzcan
malentendidos o surjan choques entre las personas.
Cuando este tipo de conflictos aparece en ambientes de trabajo
culturalmente diversos, su manejo y su resolución requieren de una
“inteligencia cultural”. Tanto los ejecutivos que son destinados a otros
países, como aquellos que se trasladan de una región a otra dentro de un
mismo país o de un departamento a otro en la empresa, se verán en
necesidad de hacer uso de ella. Sin duda cada vez es más patente que la
“inteligencia cultural” se está convirtiendo, en la economía actual, en una
condición de ventaja competitiva para individuos y organizaciones. Una
adaptación eficaz a las exigencias y condiciones de trabajo de nuevos
países y culturas es uno de los requisitos básicos para el mejor
funcionamiento de las empresas y del rendimiento de su personal, cuya
composición va siendo gradualmente más internacional.
Los ejecutivos obligados a desplazarse a través de las fronteras culturales
tienen que lograr el máximo desarrollo de su inteligencia cultural para
culminar con éxito sus tareas y cometidos. Esta capacidad es distinta de
otros tipos de inteligencia, como lo son la emocional, social, práctica, o la
empatía, porque la experiencia previa que tenemos de las acciones e
intenciones de los otros no sirven para comprender el verdadero significado
de las actuales.

En un mundo donde cruzar fronteras es una rutina, CQ se convierte en una aptitud y


habilidad de vital importancia, y no solo para banqueros y prestatarios internacionales.

Los psicólogos han sabido por mucho tiempo que ciertos individuos tienden a
desempeñarse mejor cuando están inmersos en culturas extranjeras que otros.
Ejemplos de tales expatriados ideales incluyen T.E. Lawrence, el famoso
Lawrence de Arabia3 de Gran Bretaña, y Greg Mortensen, fundador del Instituto
de Asia Central4. Ya sea liderando una revuelta pan-árabe contra el Imperio
Otomano, o construyendo escuelas para niñas en las remotas áreas tribales de
Afganistán y Pakistán, ambos demostraron una capacidad extraordinaria para
prosperar en culturas muy diferentes a las suyas. Los investigadores han
denominado a esta habilidad inteligencia cultural. Similar a la inteligencia
intelectual, la inteligencia cultural representa la aptitud de un individuo para las
relaciones interculturales. En los últimos años, los psicólogos y los
educadores culturales han dedicado un esfuerzo significativo para tratar de
definir, cuantificar y, en última instancia, aumentar la inteligencia cultural. Si
bien sus opiniones varían, generalmente están de acuerdo en que entender

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