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Séneca, uno de los filósofos estoicos más reconocidos, escribió el texto Sobre el enojo, en el
que lidia con el problema de perder los estribos, aplicando la entereza y la ecuanimidad, que es
la característica esencial de este grupo filosófico. Sugiere ahí que el enojo es una locura
temporal y, aunque puede ser justificado, no debemos actuar impulsivamente bajo su trance, ya
que el enojo compromete nuestro juicio con una enorme intensidad.
El profesor de filosofía Massimo Pigliucci, autor del reciente libroHow to Be a Stoic: Ancient
Wisdom for Modern Living, señala que aunque algunas personas sugieren que el enojo
moderado es la respuesta adecuada para ciertas situaciones, los estoicos dirían que no existe
tal cosa como enojo moderado, pues la moderación y el enojo son contradictorios. Así, el enojo
nunca es la mejor respuesta a una situación. Se dice que el enojo puede ser una motivación
para actuar, por ejemplo, cuando se siente indignación por una injusticia. Pero entonces, la
motivación correcta no sería enojo -una cierta violencia, un cierto odio o un cierto deseo de
venganza- sino la emoción positiva de desear ayudar o mejorar las cosas.
El enojo nunca es necesario y es casi siempre evitable. Y, como sugirió Marco Aurelio, cuando
alguien hace algo malo, incluso algo peligroso, lo que uno debe hacer es "enseñarles, y
mostrarles sin estar enojado" la forma correcta. Este es el reto, y para ayudarnos Pigliucci ha
compilado una lista de 10 puntos basados en la sabiduría de Séneca pero adaptados al mundo
actual, para evitar la locura temporal que es el enojo:
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