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Esta traducción llega a ustedes gracias al trabajo completamente
gratuito de un grupo de chicas amantes de la lectura, y que compartimos
con la inmensa comunidad hispano hablante, que no tiene la facilidad de
poder leer este libro en inglés.
Adicionalmente es una forma de que conozcan el trabajo de muchas 3
autoras que seguirían en el anonimato en razón del idioma.
Como siempre, las invitamos a comprar los libros en papel si en algún
momento llegan a sus países a través de las editoriales.
Créditos

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ÍNDICE
SINOPSIS 6 11 93

1 10 12 107

2 18 13 118

3 26 14 123

4 34 15 134

5 45 16 146 5
6 51 17 152

7 55 18 168

8 62 TIL GRIM'S LIGHT 171

9 76 MICHELLE GROSS 172

10 81
Sinopsis
¿Cuánto tiempo toma cambiar la vida de una persona de feliz a
aterradora?
¿Cuánto tiempo fui normal antes que esa parte de mí fuera arrebatada?
¿Cuánto tiempo podría vivir con miedo después de eso?
Después de ser atacada cuando era niña por algo que no puede
explicar, Melanie Rose se queda con la capacidad de ver fantasmas y la
persigue toda su vida.
Sólo empeora la noche antes de cumplir los dieciocho años. Cuando
cosas que no deben ser reales, comienzan a aparecer ante ella.
El mal que la atacó cuando era niña ha vuelto para finalmente tomar
su vida.
Entonces aparece él, un desconocido usando una chaqueta de cuero
negro. 6
Todas las preguntas sin respuesta que ha tenido, comienzan a
develarse alrededor de ella.
Pronto se da cuenta de que es sólo el principio.
Melanie debe controlar su miedo antes que Fear1 la controle.

Recomendado para mayores de 18 años debido al contenido


sexual en las series y las situaciones que puedan ofender a algunos.

1 Fear: Miedo en inglés.


Prólogo
¿Cuánto toma cambiar la vida de una persona de feliz a horrible?
¿Cuánto tiempo fui normal antes que esa parte de mí me la arrebataran?
¿Cuánto tiempo podría vivir con miedo después de eso?

Murmuraba en voz baja, mordiendo mi pluma mientras hacía una


búsqueda de palabras. Era baja para mi edad, así que mis pies colgaban de
mi escritorio y ocasionalmente golpeaba el asiento de Steven, el chico que
estaba sentado frente a mí. Se dio la vuelta y me dio una de esas miradas
molestas. Sonreí, entrecerrando los ojos en forma de disculpa y se dio
vuelta.
—Está bien, vamos a tener un receso hoy —dijo la señora Wright a la
clase y se intercambiaron miradas emocionadas entre todos. Se apresuraron 7
a levantarse de sus asientos y siguieron a la señora Wright hasta la puerta.
—¿Qué estás haciendo? ¡Apresúrate, Melanie! —Kimberly hizo un gesto
con la mano para que me diera prisa, sonreí y me levanté. Mi pie se tropezó
con algo mientras trataba de caminar. Miré hacia abajo y vi que mi cordón
estaba desatado. Me incliné para atarlo—. ¡Melanie! —Kimberly se
impacientó.
—Adelántate, ahí voy. —No me molesté en levantar la vista. La
habitación quedó en silencio. Podía escuchar su risa desaparecer por el
pasillo.
Para cuando tenía los cordones atados, noté que la habitación parecía
más oscura. Mientras estaba de pie, vi las ventanas en el aula. Detrás de
las cortinas del alfabeto, había un campo negro. Incliné la cabeza
confundida. La intranquilidad subió por mi espina al pensar en el mal
tiempo. Nunca me gustaron las tormentas, pero esta oscuridad era
inusual. No podía ver nada fuera. Algo estaba mal... ¿Cómo es que estaban
jugando fuera cuando estaba tan oscuro?
Necesitaba encontrar a mi clase. Comencé a caminar hacia la puerta
cuando las luces empezaron a parpadear. Entonces, ¿era una
tormenta? Estaba empezando a tener miedo. Me apresuré a llegar a la
puerta. Se cerró de golpe. Las alarmas se apagaron en mi cabeza. ¿Cómo se
cerró la puerta cuando nadie estaba cerca? Dejé de caminar un minuto,
mirando alrededor. Las luces no estaban parpadeando por ahora. Corrí
hacia la puerta, pensando que estaba bien si me estaba volviendo loca,
siempre y cuando saliera de esta espeluznante habitación sola.
Agarré el pomo de la puerta y lo giré. Lo hice, pero no se abrió. Empujé
con fuerza contra la puerta, no se movió. Las luces empezaron a parpadear
de nuevo. Mi mente siempre pensaba que era al clima, pero no oí ningún
viento afuera. Ni un ruido en absoluto, a pesar del aumento del sonido de
mi respiración. Dije para calmarme:
—Um, ¿señora Wright? ¿Nadie? Estoy atrapado dentro del aula.
Traté de no sonar demasiado asustada mientras hablaba por la
puerta. No quería asustarme delante de mis amigos.
Me di la vuelta cuando las luces dejaron de parpadear. La fila de atrás
se apagó. Mi corazón latía y rugía en mis oídos, mi pánico se estaba
haciendo más de lo que podía manejar. Algo me dijo que esto no estaba
bien. Lo que estaba sucediendo no tenía sentido. Estaba sintiendo un miedo
real. Otra hilera de luces se apagó.
Empecé a golpear mis puños contra la puerta. Grité y grité para que
alguien me sacara de la habitación. No sabía por qué nadie podía
oírme. Algo siseó en la habitación. Me quedé inmóvil en el lugar, con las
manos aún colocadas contra la puerta. Me quedé en silencio tratando de
escuchar algo. ¿Lo había imaginado? 8
Estudié el fondo de la habitación. Ahora que la mitad de las luces
estaban apagadas y las ventanas exteriores estaban oscuras, no pude
distinguir nada más allá de la oscuridad. Todo mi cuerpo se
entumeció. Sentí algo en la habitación conmigo. Solo sabía…
Me sentí como si estuviera siendo observada por algo. Sentí una
presencia enfermiza. Pinchazos de miedo brotaron en mi piel. La siguiente
fila de luces se apagó. Eso dejó una fila más antes que estuviera en la
oscuridad. Estudié las luces encima de mí. Por favor, no te apagues. ¿Por
qué me estaba sucediendo esto? No tenía sentido, sin embargo... entrecerré
los ojos a la oscuridad, estaba más cerca. Demasiado cerca. Alguien estaba
en la habitación conmigo.
“Te encontré”. Nunca he oído a alguien sonar tan siniestro. No sonaba
humano.
La última fila se apagó. Estaba oscuro en la habitación. No podía
distinguir mis propias manos. Aparté mis manos de la puerta y me tapé la
boca. Sentí mis lágrimas y supe que estaba llorando, el sonido resonó en la
habitación. Sentí algo respirando delante de mí. Me congelé, incapaz de
moverme. Estaba paralizada por mi propio miedo. Ni siquiera podía hablar.
Me jalaron los pies debajo de mí y la parte posterior de mi cabeza golpeó
el piso. Perdí el aliento por un momento antes de intentar volver a
levantarme. No tuve oportunidad cuando algo se movió encima de mí. Ahí
es cuando encontré mi voz. Grité. Estiré mis manos por encima de mí. Sentí
la presencia atrapándome. Mis manos tocaron algo. Una risa que nunca
olvidaré estalló en la habitación. No era una risa, era el sonido del mal. Mi
mano se movió sobre lo que parecía un rostro. Algo se enganchó en mi
pierna haciendo que me sacudiera. Extendí las manos hacia todas partes
tratando de protegerme. Golpeé algo que conectó con su cabeza y mi pánico
creció. ¿Tenía cuernos?
Iba a morir. Lloré, lágrimas corriendo por mi rostro. ¿Por qué estaba
sucediendo esto? ¿Cómo? Nunca me di cuenta que no creía en monstruos
hasta ahora.
Algo me arañó el pecho dos veces. Grité de dolor. El dolor se convirtió
en ardor. Mi pecho estaba en llamas donde tocó. Me dolía tanto. Oí el giro
del picaporte en la distancia. Me soltó la pierna y sentí que la presencia salía
de la habitación.
Lo siguiente que supe fue que las luces se encendieron. Un chico de mi
edad estaba en la puerta. Lucía sorprendido y corrió a mi lado. Se inclinó
junto a mí.
—¿Estás bien? —preguntó preocupado. No reconocí al muchacho, pero
nunca había estado tan agradecida con nadie. Antes que pudiera responder,
el ardor en mi pecho se intensificó. Agarré mi pecho y grité de dolor—. ¿Qué
pasa? —Él entró en pánico.
—Mi pecho, quema —le dije.
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—Déjame ver. —No tuve tiempo de pensar que él era un niño y yo era
una niña. Sólo teníamos nueve. Le dejé tirar mi camisa hasta que ambos
vimos lo que me estaba causando dolor. Una X roja brillante quemó mi piel.
Lo tocó y se alejó inesperadamente, agarrando su mano.
—Ouch. —Miré sus manos mientras él la sostenía. La X se dibujó en
su piel. El dolor en mi pecho se extendió por todo mi cuerpo. Mi visión se
oscureció hasta que perdí de vista todo lo que me rodeaba.
1
Es de mañana.
La palabra en sí era fea. Odiaba las mañanas. Eran para felices,
burbujeantes personas que amaban todo y a todo el mundo. Sabía cómo
sonreír. De vez en cuando. Apenas dormí anoche. No es que duerma mucho
cualquier noche.
Salí del cuarto de baño con un cepillo de dientes apretado en mi
mandíbula y fui a la habitación de mis hermanos.
—Alex, es hora de despertar. —Encendí la luz y usé mi pie para patear
su manta al suelo. Él fingió dormir. Entrecerró los ojos mientras me
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acercaba, despertándolo. La corriente de sol que venía de su ventana estaba
en su rostro.
Suspiré.
—Levántate. Es viernes y luego nos vamos por dos días. —Siguió
ignorándome. Me cepillé los dientes por un segundo mientras lo
observaba. Sonreí antes de tirarlo de la cama.
—¿Quieres parar? Dios, eres tan molesta. —Sonreí ante su
rabieta. Había algo lindo en los hermanos de siete años.
—Levántate —gorgoteé. Apenas podía hablar con toda la pasta de
dientes en mi boca. Corrí al baño a escupirla. Cuando volví, me cerró la
puerta en la cara—. Será mejor que te estés preparando —le grité por la
puerta. Fui a mi habitación y me vestí. Me puse una camiseta de banda de
rock y vaqueros desgastados con un par de viejos Nike. Puse mi cabello
rubio en una cola de caballo. Eché un vistazo al espejo. Mis ojos azules eran
grandes y brillantes comparados a mi piel pálida. Siempre parecía que
estaba enferma. Lo que probablemente tenía algo que ver con la falta de
sueño.
Oh bien...
Treinta minutos más tarde, nos fuimos a la escuela. Siempre dejaba a
Alex en su escuela primaria. Era demasiado mimado como para tomar en el
autobús.
—¿Mamá tiene el fin de semana libre? —preguntó Alex, sonando
esperanzado.
Entré en su escuela.
—Sí, creo que este fue su último día por unos días. —Nuestra madre,
Tina, trabajaba en turnos nocturnos, así que me ocupaba mucho de Alex.
Papá falleció hace unos años.
—Bueno, estoy cansado de tu rostro —murmuró mientras detenía el
Ford Focus frente a la escuela y se apresuró a salir. Cerró la puerta antes
que tuviera la oportunidad de hablar.
—Sí, yo también te quiero —me quejé.

El gran Chevy rojo de Ryan Jones era fácil de localizar en el


estacionamiento. Sonreí sabiendo que eso significaba que Tess, su hermana
gemela, también estaba aquí.
Gracias a Dios.
Odiaba caminar sola por el edificio de la escuela. Tenía una manera de
llamar la atención de la gente. No en el buen sentido. Más como si estuviera 11
loca.
Suspiré saliendo del auto. La letra "C" en Campbell High School faltaba
por encima de la entrada del edificio. El resto de las letras estaban
desvanecidas y sucias. La escuela parecía peor cada año, y siempre había
rumores que iban a cerrarla. Nunca sucedió, lo que me alegraba. Este era
mi último año y me gustaba que fuera pequeña. La idea de ir a Ridge High,
una escuela mucho más grande y la próxima escuela más cercana, me
enfermaba. Era tres veces más grande que Campbell. Lo que significaba que
muchas más personas cuestionaran mi cordura.
No, gracias.
Denver, Kentucky, era una pequeña ciudad que sólo se hacía más
pequeña. La disminución de empleos y despidos destruían nuestra
región. Las familias se mudaban. Se estaba convirtiendo poco a poco en un
pueblo fantasma.
Hablando de fantasmas...
Caminé por los escalones que llevaban a la entrada. A mi derecha,
varias niñas riendo caminaban por la hierba junto al manzano. Había una
ráfaga enorme de viento que sólo soplaba allí, y ahora estaba soplando. Uno
de ellas llevaba una falda y el viento la levantó, revelando bragas
rosadas. Ella chilló femeninamente y lo sostuvo abajo. Otra perdió unos
papeles que llevaba y corrió a alcanzarlos mientras las demás se reían,
sosteniendo el cabello contra viento. Un chico se agachó detrás de ellas y se
acercó furtivamente a la de la falda. Puse los ojos en blanco. Su cabello
estaba arreglado y se vestía como si viniera de una película de los
ochenta. Su piel era de color blanco enfermizo y círculos negros enmarcaban
sus ojos. Una mancha de sangre cubría una parte de su camisa azul. No
podía ocultar mi molestia cuando lo observaba.
—Este viento estúpido. —La chica con la falda gruñó. No reconocí a
ninguno de ellos, así que probablemente eran estudiantes de primer
año. Pobres niñas, estaban siendo acosadas por Fred. Estaba bastante
segura que era su nombre ya que era el nombre de la chaqueta que
llevaba. Eso o él llevaba la chaqueta de alguien cuando murió. Está bien.
Fred está muerto. Como en un fantasma. Soy Melanie Rose y veo gente
muerta, ¿se me olvidó mencionarlo?
Fred me atrapó mirando y se puso de pie. Negué y entré. Busqué en el
pasillo a Tessa o Ryan. Todavía estaba bastante vacío. Todo el mundo estaba
todavía en la cafetería, además de unos cuantos. Fui a mi casillero y agarré
el libro que necesitaba para mi primera clase. Me quedé mirando el feo color
verde de nuestros armarios que necesitaban una mejora. Incluso los pisos
estaban agrietados.
Cerré mi casillero y me volteé, sintiendo que mis ojos se ampliaban
mientras saltaba de regreso sorprendida.
—Jesús, Ryan. No aparezca así de la nada. Ni siquiera te oí —le
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advertí. Me dio una brillante sonrisa con dientes igualmente perfectos. Era
lindo. Él sabía que era lindo. Toda la escuela lo sabía. Cabello castaño y
oscuros ojos de ensueño. Por supuesto, era mi mejor amigo junto con su
hermana gemela.
—¿Qué pasa? ¿Pensabas que era un fantasma? —Sonrió. También
sabía lo loca que estaba. Que podía ver muertos. O que deliraba y
fantaseaba. Pasé por muchos años dolorosos de terapia en el pasado antes
de darme cuenta que no podía seguir diciéndoles a mis padres que los
veía. Así que, cuando crecí, empecé a mentir. A los terapeutas y a mis
padres, hasta que estuvieron convencidos que estaba curada. Ahora los
únicos que sabían de mi secreto eran Ryan y Tessa.
—En realidad, sí —respondí.
Se rascó la barbilla mientras se inclinaba sobre mí. Podía oler el olor
fresco de su loción después de afeitar. Inhalé profundamente sin querer.
—Entonces, ¿esa pareja está al acecho hoy? —Se refería a la pareja
muerta que le conté. Han estado vagando por los pasillos desde que
entramos a la escuela secundaria. Constantemente los descubrí haciéndolo
en cualquier y en todas partes. Miré por encima de su hombro, por el pasillo
y luego hacia la entrada.
—Todavía no. —Eso le hizo sonreír. Nunca pude entenderlo. Nunca le
molestaba la forma que yo era. Seguía interesado en todo lo que le decía
acerca de los fantasmas—. Pero vi que tu hermana y Mike desaparecieron
en el armario de los conserjes —mentí y sonreí mientras su sonrisa
desapareció. Se volvió rápidamente, mirando la habitación de
conserjes. Mike era el novio de Tess desde hace varios meses. Finalmente
sonreí—. Bromeo.
Se dio la vuelta.
—¿Por qué...? —Sonó la campana y los estudiantes salieron de la
cafetería. El pasillo estaba lleno.
—Salvada por el timbre —me burlé.
—¡Ahí estás! —Tess me agarró del brazo y me apartó de su hermano.
—¿Qué sucede?
—Estoy enojada con Mike. —Se encogió de hombros llevándome a
rastras a la primera clase—. Te lo contaré más tarde. —Suspiré, sin tan solo
no estuviera enojada con él todos los días de la semana.

Me quedé mirando en blanco mi bandeja de desagradable comida de la


cafetería con Tess devorando el rostro de Mike. Bueno, está bien, lo estaban 13
haciendo, pero parecía que se estaban devorando entre ellos. Ella no se
mantuvo mucho tiempo enojada. Nunca entendí las parejas. Me sentí
avergonzada viéndolos besarse tan abiertamente en la cafetería. Nunca he
salido con nadie. No es que no me lo pidieran, unas pocas almas valientes
durante los últimos años tuvieron el valor para pedírmelo, a pesar de los
niveles de rareza que tenía. Era como si fuera la representante de lo extraño.
Era más probable que terminara con un muchacho muerto a la
velocidad a la que iba. Podía saborear los amargos celos en mi boca.
—Hola, Melanie. —Me giré para ver a Josh de pie detrás de mí. Miré
nerviosamente por encima del hombro y sentí que el terror se filtraba entre
mis huesos. Sí, ella siempre estaba allí. Josh miró por encima de su hombro
tratando de seguir mi mirada. Frunció el ceño, confundido—. Siempre estás
nerviosa. —Sonrió. Era lindo y dulce. Pero él no era el problema. Tenía un
antepasado muerto que lo seguía.
También era una vieja loca.
—Oh... sí —tartamudeé, evitando el contacto visual con los
muertos. Su tátara-tátara-tátara, no sé cuántos tátara, tátara abuela me
fulminó con la mirada. Puso sus manos en sus caderas y levantó la barbilla.
“Tienes caderas muy pequeñas. ¿Cómo planeas desnudar a los chicos
cuando estás tan flaca?”. Siempre decía eso. Nunca tenía algo bueno que
decirle a cualquier chica que Josh hablaba. La ignoré.
—¿Melanie? —Josh me dio una sonrisa perpleja. Era difícil tener una
conversación con él. Nunca podía concentrarme.
¿Qué le ves a esta?, le bufó ella a Josh, pero por supuesto no podía
oírla. Puse los ojos en blanco y me di cuenta que Josh me estaba
mirando. Por eso la gente pensaba que era rara. Sólo iba a empeorar si
seguía encontrándome con fantasmas como este.
—Uh, mis ojos me están matando. —Traté de explicar la razón por la
que puse los ojos en blanco. Necesitaba alejarme de estos dos. Tan dulce
como era Josh, no podía manejar a su pariente—. ¡Adiós! —Me apresuré en
alejarme.
Atrapé a Ryan mirando, sin duda disfrutando de la vista. También
conocía al antepasado. Sabía todo lo que había que saber sobre mi infeliz
vida. Tess miró furiosa mientras me observaba aproximarme.
Uh-oh.
Tomé el asiento al lado de Ryan.
—¿Dónde está Mike? —Intenté iniciar una conversación para evitar su
mirada mortal.
Me ignoró.
—Melanie, Josh totalmente tiene sus ojos en ti, pero siempre lo asustas 14
cuando estás en modo fantasma. —Gruñí. Ahora empieza.
—Tranquila, Tess. Él tiene una abuela muerta dando vueltas. —Le di a
Ryan una mirada molesta por ese comentario de idiota.
—Ryan, por favor, no la alientes en esto. —Le hizo señas con las
manos—. Necesita ignorar a los fantasmas cuando la gente está
alrededor. Por eso todo el mundo piensa que es un bicho raro. Un monstruo.
—Mi mirada molesta fue hacia el otro gemelo.
—Es más fácil decirlo que hacerlo. ¡Tú no eres la que los ve! —
siseé. Tess era hermosa y perfecta. Como su hermano, era impresionante y
alta. Cabello castaño, ojos oscuros, extrovertida y charlatana, todo lo que yo
no era. Y nunca ha visto un fantasma a menos que estuviera en una
película. Eso era una ventaja.
—¿Has pensado alguna vez que, si los ignoras, naturalmente
desaparecerán? —Sacudí mi zumo de naranja antes de abrirlo. Mike volvió
con dos refrescos de leche, entregándole uno a Tess.
—Hola, Melanie —dijo Mike.
—Hola —murmuré apuñalando mi pizza con un tenedor. Mike tenía
miedo de mí. Buen señor, sólo lo estaba empeorando.
—¿Qué te hizo esa pizza? —Ryan tomó el tenedor de mi mano.
—Entonces, ¿películas mañana? —Tess se animó mientras le daba a
Mike una mirada de ojos soñadores.
—Lo que quieras. —Fue su respuesta.
Vómito.
—Melanie, ¿tú también? —preguntó, y Mike se puso
pálido. Claramente, era una pesadilla si debía unirme a ellos.
—No, las películas no son lo mío. —Nunca había visto un fantasma en
el cine antes, pero odiaba pasar el rato con personas desconocidas. Tienden
a surgir de la nada y algunos podrían ser muy atemorizantes. Además, Mike
parecía que realmente no quería que fuera.
—Sí, Melanie, vamos. ¿Qué tal una película de terror? —Ryan levantó
las cejas de una manera amenazadora. Dios, era malo. A veces era más
difícil de tratar que los fantasmas.
—¡Eso suena genial! —Tess ya estaba emocionada.
—Realmente no me gustan las películas de terror —respondí con
brusquedad a Ryan. Ya lo sabía.
—No te preocupes, puedes abrazarme. —Traté de ignorar el alboroto
que sentía en mi estómago ante sus palabras. Ryan era mi amigo. Claro, era
un presumido, pero era así con todas las chicas. No sé por qué se molestaba
conmigo. Era un buen chico y un gran amigo. Uno que nunca me arriesgaría
a perder por algo tan tonto como el amor.
15

El resto del día pasó lentamente. Vi a la pareja de graduados en el


pasillo después del almuerzo haciéndolo frente al casillero de alguien. Me
preguntaba si incluso sentían algo al estar muertos y todo. Ni siquiera sabía
lo que sentía ser besada. Viví una vida bastante patética. La gente tenía
miedo de mí y el único chico que no, estaba fuera de límites.
Estuve feliz cuando sonó la campana de salida. Fui una de las primeras
que salió del aula. Metí mis libros en mi casillero. Eso era lo bueno de estar
en último año, casi nunca tenía tarea. Pero, tenía que lidiar con el resto de
mi vida.
¿Mi objetivo de vida? Dejar de ver a los muertos.
Nunca va a suceder.
Tess estaba afuera despidiéndose de Mike cuando salí. Alguien me
golpeó desde la izquierda. Incliné la cabeza.
—Oops. —Haley se llevó su mano sobre la boca. La miré—. Oh, sólo
eres tú. —Dejó caer la mano a su lado—. Rara. —Sus amigos rieron con ella
y continuaron caminando hacia sus autos. Cerré los ojos un momento y
suspiré. Los odiaba.
—Son tan malos. —Tess los miró fulminantemente a sus espaldas.
—Pero no es como si lo que dijeron no fuera cierto. —Caminamos
juntas. Era mi culpa que tanta gente me tratara como Haley. Ellos me vieron
hablando con fantasmas suficientes veces para pensar que era un
monstruo. Estúpidos fantasmas...
¿Por qué yo?
—No me importa cuántos fantasmas veas, todavía te amo. —Colocó su
brazo alrededor de mí.
Sonreí.
—Sí, a la mierda los demás. Al menos te tengo a ti. —Ella asintió.
—Y mi hermano. —Mi sonrisa desapareció cuando el revoloteo en mi
pecho comenzó. A veces, era fácil pensar en Ryan como amigo. Otras veces,
sólo quería besarlo como la mierda y averiguar por qué todas las parejas lo
hacían. Mi mente y corazón estaban siempre en confusión. Está fuera de
límites, Melanie.
—Sí.
—¿Por qué ninguno admite que se gustan? —Tess me sorprendió con
su pregunta. Me quedé mirando, con la boca abierta.
—¿Qué? Nosotros no...
—No me mientas, Melanie Rose. Sé dónde duermes por las noches. 16
Miré al suelo mientras caminábamos.
—Haces que suene tan sencillo.
—Porque lo es —respondió.
—No cuando estás en mis zapatos. Tess, ustedes dos son los únicos
que me aceptan sabiéndolo todo. Ni siquiera puedo arriesgar eso porque
desearía que tu hermano caminara cerca de mí sin camisa,
veinticuatro/siete. —Pasé nuestros años de secundaria viendo a los chicos
practicar fútbol para poder ver a Ryan sin camisa. No, no estaba tan
ardiente. En general. Es que, él era tan guapo.
—Sí puedes. —Rió—. Y qué asco.
—No, no puedo. —Me detuve en mi auto y tomé las llaves de mi bolsillo.
—¿No puedes qué? —dijo Ryan desde algún lugar detrás de mí. Me di
la vuelta, dejando caer mis llaves, como si me hubiera atrapado diciendo
algo que no debía. Levanté las llaves y miré a Tess. Mis ojos le dijeron que
era mejor mantener la boca cerrada.
—Nada —le dije.
—Te llamaré mañana y avisaré para que estés lista —dijo Ryan.
—¿Huh? —Fue todo lo que pensé decir.
—Películas, ¿recuerdas? —Tess sonrió—. Vamos al cine. Es
una cita doble. —Iba a matarla.
—Tess, necesitan ir solos para que sea una cita. ¿Por qué tenemos que
acompañarlos? —gruñí.
—Es una cita doble. Tenemos que ir. —Ryan chasqueó sus llaves en su
bolsillo con una expresión aburrida.
—Muy bien, nos vemos mañana, Melanie —gritó Tess.
Caminaron hasta la camioneta de Ryan y subieron. Y simplemente así,
esos dos siempre hacían lo que querían. Sonreí mientras subía a mi auto y
regresaba a casa.
Mamá tenía espagueti y pan de ajo para la cena. La actitud de Alex era
tan desagradable, pero sabía que estaba feliz que mamá estuviera fuera del
trabajo por unos días. Me fui a mi habitación después de comer.
Películas, ¿de verdad?
Temor se apoderó de mi estómago. Odiaba salir. Supongo que eso me
convertía en una ermitaña. No es que no quisiera ser normal. Vivir una vida
normal, tener novio. No ser ermitaña. Ir de compras con Tess. Es solo que
no era fácil ver nuevos fantasmas.
Escuché sirenas afuera. Salí de mi cama y corrí hacia la ventana. Había
una ambulancia en la puerta de al lado. Era la casa de Janet. Era una mujer
mayor. ¿Estaba bien? Miré varios minutos desde mi ventana antes que dos
hombres entraran y salieran acarreando el pequeño cuerpo de Janet en una 17
camilla.
Me sentía enferma, mi estómago se anudaba mientras miraba. No
podía ver con demasiada claridad, ya que su camino estaba parcialmente
oculto por un enorme árbol en el patio. Entrecerré los ojos tratando de mirar
a través de las ramas. Entonces, lo vi entrar en la ambulancia mientras se
alejaban. Me alejé de la ventana rápidamente, tropezando con mi pie en el
proceso y caí hacia atrás.
Alex entró corriendo por la puerta mientras me levantaba del suelo.
—La ambulancia acaba de llegar y llevan a Janet que vive al lado —
dijo.
—Sí, lo sé —murmuré.
—Espero que esté bien. Probablemente mamá va a ir a verla al hospital,
ya que no tiene a nadie más. —Mi corazón se hundió por sus palabras.
Me dejé caer sobre la cama. No podía decirle a mamá que sería inútil
ir. Ya era demasiado tarde para Janet. Tenía que estar muerta. Era positiva.
Debido a que la figura encubierta que entró en la ambulancia cuando
aceleraron, era la misma cosa que estuvo de pie sobre el cuerpo sin vida de
papá en la cama del hospital en el momento que tomó su último aliento.
2
Janet murió anoche. Mamá regresó poco después que ella se fuera y
nos dijo lo que yo ya sabía. Fui directamente a mi habitación en ese punto,
sin pensarlo demasiado. La gente moría, mundo continuaba. Con mi
lámpara encendida, intenté dormir, pero no pude. Cuando lo hice, soñé con
la figura encubierta. No estaba segura de lo que era, pero sabía que no era
un fantasma. Sólo lo he visto dos veces. Anoche y la mañana que mi padre
había muerto.
Después de unas pocas horas de sueño, salí de la cama alrededor de
las siete. Con el sol que salía por mi ventana, estaba lo suficientemente
cómoda como para apagar mi lámpara que estaba en mi mesa de
noche. Nunca dormía en la oscuridad. Lo odiaba. No, tenía miedo. Nunca he
superado el horror que experimenté encerrada en un aula cuando tenía
nueve años. Lo que pasó ese día cambió mi vida para siempre. Después de 18
eso, empecé a ver a los fantasmas. Era joven y quedé traumatizada. Todavía
podía recordar cómo me sentía cuando vi por primera vez uno.
Traté de decirles a mis padres como cualquier niño lo haría. No salió
bien. No me creyeron y cuando continué presionando, empeoró las cosas.
Después de años de terapia, causó una tensión en mi relación con mi padre,
Steven. Se frustró con su hija que siempre afirmaba que veía
fantasmas. Pensó que estaba inventando o tal vez pensó que estaba
perdiendo la cabeza, nunca estuve segura.
A los trece años, mis padres estaban en su punto de ruptura y estaban
considerando enviarme a algún lugar loco. Decidí entonces que tenía que
fingir. Fingir que era normal y no podía verlos. Tuve que fingir toda mi vida
y mentir. Odié a mis padres ese día.
Fue fácil después de eso, mis padres estaban contentos. Más que
felices, Alex estaba cerca de cumplir tres y yo era casi normal. Aún seguía
siendo extraño cuando veía un fantasma, pero guardaba lo que veía para
mí. Supongo que podrían manejar eso. Sólo un par de años más tarde, papá
se enteró que tenía cáncer de estómago y murió ocho meses después. Me
alegré de haber estado en buenas condiciones con él antes que muriera.
La única persona que me creyó al crecer, era el mismo muchacho que
encendió las luces en el aula hace nueve años.
Ryan.
Traté de ignorar la sensación en mi pecho que sentí por el mero
pensamiento de él.
Me quité la ropa y me metí en una tina caliente de agua. Suspiré por el
calor que envolvió mi cuerpo desnudo. Miré hacia abajo a mi pecho en una
neblina causada por el agua caliente agotando mi energía. Justo encima de
mi pecho izquierdo, estaba la X que apareció el día que fui atacada. Ryan
también compartía la misma marca en el interior de su palma por tocarla
cuando estaba quemando mi piel. Compartimos el mismo horrible
recordatorio del miedo que más temo.
Me deslicé más abajo en la bañera y cerré los ojos. Esa fue
probablemente la razón por la que me creía. En cierto modo, experimentó
un poco de lo que me pasó ese día. Todavía no sé qué pasó. Odiaba incluso
pensar en ello, pero mi mente siempre volvía a ese momento en el
pasado. Esa también fue la razón por la que nunca podría arruinar mi
relación con Ryan. Era mi compañero. Podría acabar con cualquier
sentimiento romántico que tenía por él si eso significaba que siempre podría
mantenerlo en mi vida. Siempre estuvo a mi lado cuando mis padres no lo
estaban. Y aún seguía conmigo. Eso significaba mucho para una chica que
veía fantasmas.
Así que, no importa lo dulce o sexy que era. O lo mucho que me gustaba
mirarlo sin una camisa o lo bien que su trasero se veía en jeans. Ya no era 19
el niño que siempre me sostenía la mano cuando tenía miedo, ahora era algo
peligroso para mi corazón. Pero eso es todo lo que será. El chico que
necesitaba. Estaba empezando a acalorarme. Será mejor que salga antes de
desmayarme del calor. Tampoco era bueno para mi corazón o cuerpo
evocando más imágenes de Ryan. Necesitaba mantener mis sentimientos
bajo control.
Tomé una toalla y empecé a mojarme cuando la luz parpadeó. Mi
corazón golpeó mi pecho. Me dije que mantuviera la calma y tomara una
respiración profunda. La luz podría estar a punto de quemarse. Sólo estaba
imaginando lo peor porque había estado pensando en el pasado. El
parpadeo se detuvo y esperé. Apreté la mano sobre la toalla. Me alejé
lentamente de la bañera y la envolví alrededor de mi cuerpo. Las luces se
apagaron cuando mi pie tocó el tapete fuera de la bañera. Me quedé helada.
Mi pecho se calentó. Puse una mano sobre la X mientras resplandecía
contra mi piel, quemándome. El resplandor rojo carmesí brillaba en la
oscuridad. Mi estómago se anudo de pavor. No, por favor, no de nuevo. Dejé
caer la toalla y corrí hacia la puerta.
“Melanie”, susurró la voz desde algún lugar de la habitación. Nunca
podría olvidar el sonido de pura malicia. Busqué la puerta y grité.
La luz volvió a encenderse. Estaba sola, desnuda, agarrando al pomo
de la puerta. La habitación estaba vacía. Era como si no hubiese sucedido.
Escudriñé el baño una y otra vez. Nada. Noté algo en el espejo y todo el
miedo regresó. Me tapé la boca con horror.
Eres mía
Tomé la toalla que dejé caer en el suelo y limpié el espejo. Me puse la
ropa y corrí escaleras abajo. Era alrededor del mediodía y mamá estaba
sentada en la sala leyendo un libro. Me miró, la preocupación reemplazó su
sonrisa.
—¿Melanie?
La ignoré y miré hacia fuera. Era de día. Mamá estaba aquí. Estaba
bien. Mis manos temblaban tanto que las apreté para que no viera. Estaba
ocurriendo otra vez. La oí moverse del sillón y sentir su presencia junto a
mí. Sólo que no quería mirarla. Sabía lo que iba a ver. Traté de tragar el mal
sabor de boca, pero no pude.
—Cariño, ¿qué pasa? —Buscó mi mirada y fingí una sonrisa y me
alejé. Mi cerebro trató de buscar una explicación. ¿Qué más había allá
aparte de fantasmas? ¿Qué sucedió? ¿O estoy realmente loca?
—Nada. —Aparté la mirada de la ventana. Ya podía sentir que ella
cuestionaba mis movimientos—. Creí oír el teléfono sonar mientras estaba
en el baño —mentí.
—No. —Podía sentir la tensión en su voz. Bien, estaba menos 20
preocupada por mi cordura.
El teléfono sonó y me asustó como la mierda. Atrapé la mirada de
mamá analizando cada movimiento mientras agarraba el teléfono.
—¿Hola?
—Hola. —Era Ryan. Mi sonrisa se hizo natural.
—Ryan. —Podía oír el alivio en mi voz sabiendo que era él.
—¿Está todo bien? —Su pregunta me tomó desprevenida. ¿Por qué
estaba comprobándome?
—Sí —contesté sin entusiasmo.
—De verdad, pensé... —Dudó y luego suspiró—. No importa. —Estaba
actuando extraño. ¿Por qué llamó? Mi X quemando, ¿lo sintió? Negué, eso
no era posible.
Oí a Tess por teléfono.
—¡Dame el teléfono! —gritó. Oí ruido en el teléfono, como si estuvieran
peleando por ello. Me imaginaba a los dos luchando por el teléfono y sonreí.
—¿Quieres irte? —le dijo a su hermana.
—¿Qué quiere ella? —Reí.
—Quién sabe —gruñó—. Bien, sólo por un segundo. —Le oí darle el
teléfono.
—Melanie, prepárate para las cinco —me ordenó.
—Podría haberle dicho eso —discutió Ryan al fondo.
—Es mi mejor amiga.
—Fue la mía primero —añadió.
—¿Tuya? —Podía oír la burla en su voz y me sonrojé. Era una idiota.
—Tess —le advertí—. Estaré lista.
—De acuerdo, te dejaré ir.
—Adiós.
Terminó la llama y traté de ignorar a la mirada penetrante de mamá y
me dirigí a mi habitación.
—Melanie.
Ah, hombre.
—¿Sí, mamá?
—¿A dónde vas?
—Al cine con Ryan y Tess, más tarde.
—Oh. —Le gustó mi respuesta—. Sólo los tres.
—No, también el novio de Tess. 21
—¿Una cita doble? —Vi el brillo en sus ojos. Amaba a Ryan.
—No diría eso...
—Ryan se ha convertido en un joven muy guapo —añadió.
—Sí, es genial —le dije y prácticamente huí de regreso arriba.

Unas horas más tarde, después de comer varias rebanadas de pizza,


estábamos de pie en la fila del cine para comprar nuestras entradas. A
diferencia de la mayoría de nuestra ciudad, el cine estaba en buen
estado. Era una de las cosas más bonitas de la ciudad. Juntó el dinero
suficiente de los adolescentes y parejas para estar medio decente. Aunque
no me gustaba la alfombra en espiral de laberinto. Me mareaba mirar hacia
abajo.
—Vamos a ver esa. —Mike señaló hacia el espeluznante póster.
—Sí, esa parece buena —concordó Tess. No me importaba, así que los
dejé decidir. Pero cada vez era más difícil ignorar el fantasma de pie frente
a nosotros. Se quedó mirando los carteles de la película. Me mordí los labios
nerviosamente. La pareja delante de nosotros caminó a través de él.
—Estoy helada. —La chica agarró sus brazos desnudos. Su novio
sonrió y comenzó a frotarlos. Si sólo supieran...
—Conozco esa mirada —dijo Ryan a mi lado. Me encogí de hombros—
. ¿Dónde está? —preguntó, interesado. Apunté mi cabeza a la pareja delante
de Mike y Tess.
—Está mirando los carteles —le dije.
—¿Está escogiendo una película? —bromeó Ryan, pero simplemente
me encogí de hombros de nuevo. No tenía ni idea de cómo vivían o pensaban
los fantasmas, pero después de años de verlos, supongo que realmente
estaría a punto de ver una película. Eran impredecibles. La fila avanzó. Tess
siguió y caminó hacia el fantasma. La gente caminaba a través de los
fantasmas todo el tiempo, pero no sin quejarse de escalofríos o dolores de
cabeza. No podía quedarme quieta y dejarla pasar a través de él. Tomé su
brazo.
—Espera, Tess.
Me dio una mirada perpleja. No tenía manera de explicar mis
acciones. Me odiaba cuando actuaba extraño en público, especialmente si
Mike estaba cerca.
—Um —tartamudeé. El fantasma finalmente se alejó. Sonreí aliviada—
. Nada. 22
No tomó mucho tiempo para que la fila avanzara y compráramos
nuestras entradas y comprar palomitas. Ryan compró todo para mí a pesar
de mis mejores esfuerzos de decirle que no era una cita. Simplemente me
ignoró.
—¿Qué más quieres? —preguntó, satisfecho, después de decirle a la
trabajadora que queríamos unas palomitas grandes.
Miré todo y sonreí. De acuerdo, si insistía.
—Una Coca Cola grande para las palomitas. Y algunos caramelos
ácidos. ¡Oh, y lo que sea que es eso! —Señalé el chocolate con forma de
dulces en el mostrador—. ¿Tal vez algunos Reese también? —Él sonrió
sacando su billetera.
El trabajador tomó todo lo que pedí.
—¿Qué hay de tu bebida? —añadí.
—Podemos compartir la tuya —dijo sin vacilar mientras estaba
perdiendo toda mi compostura. Miré mis chancletas y me concentré en
cualquier cosa menos en él. Debería haber re barnizado las uñas de mis
pies. El barniz rojo empezaba a despintarse.
—¿Vienes?
Escogimos un asiento en la fila de atrás. Lo sé, lo típico. Tess y yo nos
sentamos en el medio. Ryan se sentó al borde de la fila a mi lado. Cargué
mis palomitas con sal y mantequilla y olía tan bien. Coloqué las palomitas
entre mis piernas y me acomodé. Agarré un puñado y comencé a meterlo en
mi boca.
—La película ni siquiera ha comenzado todavía. Y te importaría
compartir esas. —Ryan se inclinó y metió la mano entre las
piernas. Corrección. Estaba tomando palomitas entre mis piernas, pero mi
respiración se detuvo y mi mente fue a pensamientos indecentes. Se dio
cuenta que me tensé y me sonrió. Por primera vez, me alegré que estaba
oscuro para ocultar la loca cantidad de rubor rosa cubriendo mi rostro y
cuello.
Gruñí y moví las palomitas entre nosotros. Eso sólo hizo que su sonrisa
fuera más grande. Me volví hacia Tess y la sorprendí mirándonos. Sonrió,
cómplice. Bueno, pensó que sabía algo, pero no iba a dejar que eso
sucediera. Ryan bebiendo de nuestra Coca Cola me llamó la
atención. Estaba mirando la pantalla en blanco. En serio, necesitaba
detenerse.
¿Qué estaba mal conmigo?
Quise abanicar mi cara, pero no lo hice. Necesitaba dejar de leer tantos
libros indecentes. Obviamente le estaba haciendo algo a mi cerebro
virgen. Especialmente cuando estaba cerca.
La pequeña cantidad de luces que había en la enorme sala empezó a
23
oscurecerse hasta que quedó completamente oscura. La pantalla se iluminó
con vistas previas. Ah, por fin. Me incliné hacia atrás en el asiento. Algo
necesario para distraer mi mente.
A quince minutos de la película y pude ver a Ryan deslizando su mano
sobre mi asiento. Se inclinó más cerca de mí, deslizando lentamente su
brazo alrededor de mi cuello. Realmente estaba haciendo esto. Le eché un
vistazo. Estaba mirando la pantalla. Iba a arruinar mi plan y nuestra
amistad si seguía.
Volví a mirar la pantalla y entrecerré los ojos. Eso fue extraño. Pensé
que había visto algún tipo de movimiento en la parte inferior de la pantalla
hacia el frente de la habitación. Me incliné hacia delante para poder ver
mejor. Definitivamente había algo en la parte inferior de la
pantalla. Comenzó como una pequeña sombra que creció de tamaño hasta
que dio forma a algo monstruoso. ¿Eso esa piel?
No, piel no.
La inquietud se instaló en la boca de mi estómago cuando empezó a
alejarse del frente y hacia las butacas. Un escalofrío recorrió mi espina
dorsal. Algo andaba mal. Eso no era un fantasma. Se movía como niebla y
la forma era gigante, pero a medida que se acercaba, todo parecía una nube
negra. Por supuesto, era la única que parecía notar la cosa. Mientras se
movía por los asientos, una parte se expandió, formando una mano. Estaba
llegando hacia mí. No había error, fuera lo que fuese, me buscaba.
Necesitaba salir de aquí. Mi conciencia me dijo que corriese. La niebla
pasó a través de los asientos y la gente. Bajaron sus cabezas cuando pasó
sobre ellos. ¿Qué? Nadie en el cine estaba prestando atención a nada más
que a la pantalla, había una escena de miedo. Sólo yo podía ver lo que estaba
sucediendo justo delante de nosotros. Me levanté de un salto golpeando mi
rodilla en el asiento frente a mí. Me moví sobre las piernas largas de Ryan
al salir de la fila.
—¿Qué demonios? —gritó la chica que estaba sentada en el asiento que
golpeé.
Miré hacia atrás por una fracción de segundo.
—Lo siento. —Salí corriendo, la luz en los pasillos me daba
consuelo. Miré hacia atrás y la oscuridad rezumaba por el fondo de la puerta
de donde venía. Esquivé a la gente enojada en el vestíbulo que me miraba o
me gritaba por correr. Fui hacia el baño, estaba más iluminado que la
mayoría de los lugares. Fui a un cubículo y me escondí. Me senté sobre el
inodoro y levanté los pies, acunando mis rodillas. Traté de recuperar el
aliento y calmarme. Parecía ayudar con cada segundo que esperaba la
oscuridad y no aparecía.
¿Qué acaba de pasar? ¿Qué estaba experimentando? Ver fantasmas,
24
de alguna manera, me las arreglé todos estos años. La niebla asustadiza que
me perseguía era más de lo que podía soportar.
La neblina negra empezó a entrar en el cuarto de baño. En las paredes,
en el suelo, miré hacia arriba con horror mientras la niebla me rodeaba,
extendiéndose, acercándose. Deseaba estar loca. Una lágrima se deslizó por
mi mejilla. Nunca supe lo que estaba pasando o cuándo la locura
terminaría. La niebla empezó a entrar desde el techo sobre mí, formando
una mano. Se estiró hacia mí.
“Melanie”, murmuraron cientos de pequeñas voces. Me incliné hacia
atrás hasta donde me permitía el retrete. La niebla estaba en el suelo,
subiendo por el inodoro.
La entrada del lavabo de mujeres se abrió de golpe. Unos pasos
resonaron por la habitación. La niebla literalmente comenzó a gritar a
medida que los pasos se acercaban, cada paso evaporaba la niebla hasta
que gritó y desapareció. Un par de enormes botas negras se detuvieron
frente al puesto en el que estaba. Intenté callar mis gemidos cuando me di
cuenta que los estaba haciendo. Un último pedazo de niebla intentó alejarse
de las botas, una bota se levantó para aplastarla. Un grito diminuto salió
mientras que chisporroteaba hasta que se disipó. Me congelé cuando las
botas apuntaron en dirección al puesto en el que estaba.
Segundos me parecieron minutos mientras esperaba a que la
misteriosa persona abriera la puerta. Me incliné hacia un lado intentando
echar un vistazo a quien estaba del otro lado. Era un hombre. ¿Por qué
estaba en el cuarto de baño de mujeres? Estaba cubierto de negro. No pude
ver su cara a través de la pequeña grieta, pero era alto. Realmente alto y
musculoso. Si las botas eran alguna indicación de lo grande que era el
hombre. Si fuera algún tipo de atacante, nunca podría huir de él. Esperé a
que mi puesto se abriera, esperando mi destino. Sólo se dio la vuelta y salió
del baño. Oí el sonido de la puerta cerrándose.
Dejé caer mis pies del inodoro y abrí el puesto. Nadie estaba aquí. La
niebla negra había desaparecido. Cuando salí del baño Ryan estaba
esperando.
—¿Qué pasó? Me asustaste. —Parecía preocupado, pero en ese
momento no podía concentrarme. Estaba en peligro. Eso era todo lo que
sabía.
—Necesito ir a casa —dije.
Me estudió un segundo antes de responder.
—De acuerdo, te llevaré a casa. Déjame decirle a Tess que nos vamos.
—Sacó su teléfono y le dejó un mensaje a su hermana.
Durante el viaje a casa apenas dije una palabra. Ryan no pedía 25
respuestas, incluso si sabía que algo andaba mal. Cuando se trataba de mis
asuntos, era más que comprensivo. Lo que hizo que me doliera el
corazón. Pero esto fue aún más de lo que podía soportar. No tenía ni idea de
lo que vi, pero no era bueno. No podía decírselo.
Así que, miré por la ventana en la oscuridad de la noche.
3
No creí que fuera posible, pero los círculos oscuros bajo mis ojos
estaban empeorando. Eso estaba destinado a suceder cuando una persona
nunca dormía. Estaba en mi tercera y última taza de café cuando mamá se
despertó a las ocho. Una hora más tarde, Alex despertó.
El domingo pasó y me sorprendí quedándome dormida en el sofá
alrededor del mediodía. El teléfono sonó y me desperté. Alex estaba jugando
en el iPad de mamá cuando sucedió y negó hacia mí antes de continuar lo
que estaba haciendo. Me arrastré del sofá y contesté el teléfono por el tercer
timbrazo.
—¿Hola? —Mi voz era un poco ronca por estar tan cansada.
—¿Estás bien? —Era Tess. Su parloteo habitual se había ido sustituido
por la preocupación que sentí por el teléfono. 26
—Sí.
—¿Que pasó ayer? Ryan dijo que te asustaste. —Suspiré por el teléfono,
pellizcando el puente de mi nariz—. No viste ni siquiera veinte minutos de
la película. Me dejó preocupada. Lo siento, ¿fue la película? No debería
haberte obligado a ver una de terror.
—No, no fue la película. —Aunque deseaba que lo fuera.
—Entonces. —Dudó—. ¿Fue un fantasma? —susurró. Quería sonreír
que estuviera siendo tan considerada con mi secreto.
Alex se dio un golpe a propósito mientras corría hacia la cocina. Lo miré
fulminantemente mientras desaparecía por el pasillo. Oí ruido fuera.
—¿Alguien llegó? —murmuré para mí. Fui a la ventana y eché un
vistazo a través de las persianas. La camioneta de Ryan estaba en la
entrada. ¿Qué estaba haciendo aquí?—. Tu hermano acaba de llegar —le
dije a Tess por teléfono.
—¿Eh? —Hubo un tono en su voz que fue sospechoso. Bajé la mirada
para ver lo que llevaba puesto.
—Mierda. Todavía estoy usando con lo que dormí. —Camisa de tirantes
delgados y pantalón de pijama. Se rió por el teléfono. Oh bien. Antes de
arreglarme femeninamente, sabía que era lo mejor. Él necesitaba ver lo poco
halagadora que estaba realmente. Como si no fuera suficiente a diario.
Fui a la puerta y la abrí. Tess y Ryan subían las escaleras hasta el
porche. Los miré cuando colgué el teléfono. Fue entonces cuando noté el
pastel en sus manos.
—Mírala. —Ryan se rió—. Se olvidó por completo.
—Es obvio —Tess estuvo de acuerdo y sentí que se burlaban de mí.
—¿Qué? —Hice una pausa y miré la fecha en mi teléfono. 18 de
septiembre. Era mi cumpleaños. Santa mierda. Olvidé mi decimoctavo
cumpleaños. Qué vergüenza. Sentí el rubor en mis mejillas. La tortura de
tener la piel pálida—. Ugh. —Traté de esconder mi vergüenza.
—Sorpresa. —Tess me abrazó. Me quedé allí torpemente. Ryan me
sonreía como un tonto. Un tonto guapo.
—Ryan, date prisa con el pastel antes que se derrita. —Mamá caminó
hacia la puerta y nos llevó dentro. Le di una mirada escéptica. Ella sabía
que iban a venir. Espera, me volví hacia Ryan que tenía el pastel.
—Pastel de helado. —Me animé mirando el pastel en su mano con
renovado interés. El pastel de helado era el mejor.
—Ahora ella está interesada —dijo. Él fue el último en entrar y mamá
cerró la puerta. Se quitó su chaqueta y siguió a mamá a la cocina. Por
supuesto que lo seguí. Tenía el pastel después de todo.
27
—¿No soy un poco demasiado vieja para un pastel? —les dije, pero mis
ojos nunca dejaron el pastel. Ryan se sentó en el mostrador.
—De todos modos, eres una perdedora. —Alex estaba sentado en uno
de los taburetes de la barra.
—Alex —le advirtió mamá. Suspiré ante la triste verdad que dijo mi
hermano. Incluso él sabía lo perdedora que era. Estúpidos fantasmas,
gracias por arruinar mi vida.
—Ahí está mi Alex. —Tess le dio una deslumbrante sonrisa y todo su
rostro se puso rojo. No podía negar que era mi hermano en esa
categoría. Ambos nos sonrojamos como idiotas. Tenía algo por Tess.
—Cállate —le dijo, entonces me miró—. ¿Cómo alguien olvida su
cumpleaños?
—Ahora, ahora. —Tess continuó molestándolo.
—Feliz cumpleaños, Melanie. —Ryan se acercó hacia mí, sonriendo
brillantemente.
—Gracias.
—¡Feliz cumpleaños! —Tess me atacó por un lado con un abrazo.
—¿Podemos cortar el pastel ya? —me quejé.
Me senté fuera una hora más tarde en el porche trasero. Era bonito y
tranquilo, el clima estaba simplemente bien. Miré inexpresivamente el viejo
columpio de neumático en nuestro patio trasero. Tess y Ryan pasaron
muchos veranos aquí conmigo, balanceándose mutuamente en esa cosa,
sonreí. Era más fácil algunos días que otros. Algunos días, como hoy, estaba
bien. Me quedaba en casa y nunca veía fantasmas. Podía imaginarme que
era normal.
Pero nunca viviría una vida normal.
Sabía que mi vida no iba a llegar a ningún lugar. Quería ser más fuerte,
de verdad. La idea de pasar cada cumpleaños con mamá sonaba... triste. La
amaba, pero la gente de mi edad hacía cosas que no deberían, junto a sus
amigos. Incluso retuve a Tess y Ryan.
—Oye. —Tess apareció a mi lado y se sentó.
—¿Dónde está Ryan? —pregunté.
—Ayudando a tu mamá a hacer algo. No lo sé —murmuró. Sonreí. Él
era dulce. Mi sonrisa desapareció tan rápidamente como apareció. Fue un
error querer que se quedara conmigo—. Pareces estar más cansada de lo 28
normal. —Me estudió con una sonrisa triste en sus labios—. Y no creí que
fuera posible.
—Sólo quiero ser normal. —Le di la verdad.
—Te quiero como eres —respondió. Eso me hizo sonreír por una
fracción de segundo.
—No los entiendo, ni ti ni a Ryan. ¿Por qué son mis amigos? —Me puse
de pie, sintiéndome emocionada—. Mis propios padres nunca me creyeron,
pero ustedes dos. —Puse una mano en mi pecho—. Lo siento.
—No tengo ni idea de dónde viene esto, pero ¿podrías parar por favor?
—Suspiró—. No sé lo que está pasando, y sé que no hay forma que lo
entienda, pero no necesito hacerlo. Acepto que puedes ver lo que yo no. No
necesito una explicación porque a veces las cosas no se explican. —La miré
fijamente—. Muy bien, suficiente. Este tipo de conversaciones me dan ganas
de vomitar. Así que, lo que sea que veas, es genial. El día que tú y Ryan me
contaron tu secreto, me reí, pero te creí. Por alguna extraña razón. —Se
rascó la mandíbula y caminó junto a mí—. Ves fantasmas, sean o no reales,
o en tu cabeza. Te amamos de todos modos. —Tan horrible como esa última
parte sonó, me hizo sentir mejor.
Me reí.
—Podría besarte ahora mismo.
—Bueno, no lo hagas. No estoy en ese tipo de cosas y mi hermano
podría matarme si lo hiciera. —Me reí más fuerte.
—Gracias, necesitaba eso.
—Para eso estoy.
—¿Para qué estás aquí? —Ryan abrió la puerta y dio un paso al porche.
—Para Melanie. Ella es la chica del cumpleaños —respondió. Puse los
ojos en blanco.
—Qué vida tan triste. —Incliné mis brazos hacia la barandilla del
porche y miré a lo lejos.
—Oye, tengo una idea. —Ryan y yo gemimos cuando Tess habló.
—No estoy seguro de querer saberlo —dijo Ryan, acercándose a mí.
—Vamos a planear una fiesta en el viejo club de stripper cerca de
Bernies el próximo fin de semana. Melanie nunca hace nada emocionante,
lo cual debe cambiar. Invitaré a un montón de gente.
—No lo creo —dije rápidamente.
Ryan estaba en silencio. Giré la cabeza, el ceño en su frente me dijo
que estaba considerando la idea.
—Suena entretenido. —Le fruncí el ceño. 29
—Ves, será divertido. Nunca has estado en una. —Ella estaba
realmente emocionada ahora. Estaba tratando de encontrar una razón por
la que seguir negándome. Aparte de mi problema de fantasmas. No había
ninguna. Necesitaba recuperar una parte de mi vida que los fantasmas me
quitaron.
—¿Habrá alcohol? —me pregunté en voz alta.
Tess soltó una risita al hombro de su hermano.
—¿Habrá alcohol? —imitó mis palabras—. Escucha lo inocente que
suena.
—No tienes que beber si no quieres —añadió Ryan. Probablemente
tenía miedo de que eso me asustara. Siempre estaba cuidándome, sonreí.
—No, creo que lo haré. —Estaba cansada de mi vida. Necesitaba algo
para mantener mi mente fuera de lo que pasó anoche.
—¿De verdad? —Ryan pareció sorprendido. No tan sorprendido como
me sentí. Fue un tipo agradable de sensación.
—¡Sí! He estado esperando este día. —Tess saltó.
Ya se había ido cuando cayó la noche y mamá fue a trabajar. Alex se
durmió en el sofá. Debatí en dejarlo allí, pero no lo hice. Apagué los dibujos
animados que estaba viendo antes de recogerlo. Apenas subí las escaleras
con él. Estaba creciendo tanto en estos días, que apenas tuve la fuerza para
llevarlo. Recordé cuándo era más lindo que el mocoso que era ahora. Mi
espalda sintió un gran alivio cuando lo dejé en su cama. Me estiré para
aliviar el dolor antes de salir de la habitación.
Estaba casi en mi habitación cuando oí la televisión abajo. La apagué
antes de acostar a Alex. Estaba segura. Bueno, bastante segura. Bajé las
escaleras y la apagué. Dejé la pequeña lámpara encendida en la sala de
estar. Necesitaba algún tipo de luz en la casa en caso que fuera a levantarme
durante la noche. Llegué a las escaleras cuando la televisión volvió a
encenderse.
Dejé de moverme. Apenas respirando, traté de decirme que lo estaba
imaginando. Me volteé lentamente para ver la luz de la televisión emitiendo
un resplandor en el pasillo donde estaba. Traté de decirme que no entrara
en pánico. Los nudos en mi estómago se endurecieron. Volví a entrar en la
sala de estar. Me apresuré a la mesa de café, agarré el control remoto, y
pulsé el botón de apagado. Esperé que algo sucediera, escudriñando la
habitación. No pasó nada. Nada de fantasmas. Pensé en la niebla de
ayer. No vendría de nuevo... ¿o sí? 30
—¡Ah! —Bajé mi camisa para mirar la X. Estaba roja, quemando mi
carne de nuevo. Algo estaba a punto de suceder. Todo empezaba cada vez
que esta X se calentaba en mi piel... El dolor se hizo más fuerte. Corrí hacia
el teléfono, pero no estaba en su base. Empecé a mirar alrededor de la
habitación. La televisión parpadeó. El miedo bombeó a través de mis venas.
Corrí hacia el pasillo, hacia las escaleras, pero me detuve cuando vi lo
que estaba arriba. Una chica joven que llevaba un vestido amarillo con
pequeñas flores blancas. Parecía un poco mayor que Alex. Sólo que estaba
muerta. Su piel era blanca como la de la mayoría de los fantasmas, pero no
por eso lo supe. Una mancha roja cubría el lado izquierdo de su
estómago. No era un fantasma normal... Sus ojos quemaron de color
rojo. Me tambaleé hacia atrás en la estantería de mamá en el pasillo. La
curva de su boca se levantó de una manera siniestra mientras inclinaba la
cabeza hacia un lado. Estaba jodida.
Tenía una de sus manos detrás de su espalda. Comenzó a mover el
brazo detrás de ella, tenía en su mano una pequeña espada fina, pero era
tan larga como ella. Iba a matarme. Empezó a bajar las escaleras y me puse
en marcha para correr.
“No tiene sentido”. Su voz era la de una niña y se rió. “Esta noche
morirás”.
La ignoré. No iba a esperar mi muerte. Salí corriendo sabiendo que ella
me seguiría. Si esta era la manera que iba a morir, no dejaría que nada le
pasara a mi hermano. Sin embargo, dudaba que ella quisiera tener algo que
ver con él. Todos parecían quererme.
Abrí la puerta principal y salí corriendo del porche descalza. Miré
alrededor de nuestro jardín decidiendo a dónde debía ir. Vivíamos al final de
una calle vacía en una colina. Mi vecino más cercano estaba al fondo de la
colina. Volví a mirar la casa y vi la sombra de su diminuta forma caminando
por el pasillo. La hierba estaba fría en mis pies cuando fui por mi auto. Lloré
cuando me di cuenta que estaba cerrada. Mis llaves estaban todavía en la
casa. Ella ya estaba afuera. Sabía que todo había terminado, pero eso no
significaba que me rendiría.
Luego, las cosas se volvieron extrañas. Apareció una figura delante de
mí. Me caí hacia atrás contra el coche haciendo que mi cabeza golpeara la
ventana. Agarré mi cabeza y calmé el dolor. A la velocidad que iba, sólo
estaba ayudando a matarme. Miré a quienquiera que estuviera delante de
mí. El tipo era alto, eso fue lo primero que noté de él. La segunda era la
forma en que su cabello oscuro salía en espiral fuera de control. No parecía
un fantasma por detrás. Su ropa era negra, lo que probablemente no era
una buena señal. Sentí que mis ojos se ensanchaban cuando miré hacia
abajo y vi las botas. Las mismas botas que estaban en el baño de mujeres
anoche. ¿Era este tipo?
Me senté allí aturdida hasta que pensé que no iba a dar la vuelta. No 31
sabía lo que estaba haciendo. Lo tomé como mi oportunidad de
escapar. Estaba tan concentrada en él que no me di cuenta que esa niña
fantasma de miedo había terminado en el auto. La espada que sostenía se
cernía sobre mí. La levantó sobre su cabeza sonriéndome.
Entonces, todo ocurrió de inmediato. Traté de salir corriendo, pero corrí
directo hacia su amplio pecho cuando la hoja cayó sobre nosotros. La chica
fantasma sólo pareció notarlo en ese momento, su malvada sonrisa se
convirtió en horror. Retrocedió de una manera antinatural.
“¡Tú!”, siseó hacia él antes de saltar del otro lado del coche. Las botas
de él crujieron mientras caminaba alrededor del coche hasta donde ella
saltó.
Empecé a correr. No llegué a dar el tercer paso antes que un fuerte
brazo pasara alrededor de mi cintura y me empujara hacia atrás, hacia su
pecho. Entré en pánico, dando golpes y pataleando.
—¡Déjame ir! —grité.
—No puedo hacer eso —respondió, causando un escalofrío por mi
espina dorsal. ¿Qué iba a hacerme? Mi corazón latía sin control—. ¿Quieres
detenerte? —Respiró hondo. Sentí su aliento sobre mi cabeza cuando lo
soltó.
—Déjame ir —dije de nuevo—. ¡No sé qué quieres, pero déjame ir!
Me soltó mientras seguía luchando contra él y caí sobre la grava. Sentí
rocas enterrarse en mis rodillas de la caída inesperada. Ignoré el dolor
agudo.
—¿Está feliz? —gruñó—. Tengo otras cosas que hacer, humana. —
Todavía estaba de rodillas, pero tenía demasiado miedo de darme la
vuelta. Podía sentir su mirada ardiendo en mi espalda. Él suspiró—.
Entonces, ¿qué piensas hacer cuando Molly vuelva? Oh, créeme,
regresará. Y muchos más.
Me levanté y finalmente, me di la vuelta.
—¿Molly? —Finalmente le eché un vistazo a su cara. Era guapo, de una
manera antigua y dura. Sus ojos eran fríos y oscuros. Su cabello era salvaje
y rizado. Sabía que era peligroso. Entonces recordé lo que dijo—. ¿Qué
quieres decir con "humana"? —Habló como si no fuera uno.
Su boca se curvó de un modo perverso que me hizo asustar.
—Molly es la que acaba de intentar matarte. Aunque, no es una niña.
—Sí, gracias por expresar lo obvio —espeté. Él sonrió haciendo que
pareciera aún más letal.
—Entiendes eso. Puedes ver fantasmas. —No era una pregunta, se
limitó a afirmarlo. ¿Quién era?—. Déjame decirlo así, Melanie. —Se acercó
más—. Hay mucho más que fantasmas, cosas que nunca pensabas que 32
fueran posibles. Este es sólo el comienzo.
—¿Qué quieres decir? —Fruncí el ceño.
—Lo que quiero decir, humana, es que ahora que tienes dieciocho, no
eres más que un objetivo para cada demonio del Inframundo. —Me quedé
con la boca abierta, tratando de no estallar en risas por lo ridículo que
sonaba este tipo. Sólo que tenía miedo, él era aterrador. No podía reír, por
muy loco que pareciese. ¿Demonios? ¿Inframundo? Mi vida estaba jodida,
tal vez por eso no podía creer lo que decía—. Sobre todo, una entidad muy
malvada y poderosa está detrás de ti.
—¿Qué? —murmuré, apenas logré escuchar su voz a través de todos
los pensamientos que corrían por mi cabeza. Agarró mi camiseta y la
tiró. Expuso la X por encima de mi pecho izquierdo. Debido a su acción
bárbara, me sentí violada, causando que mi mano bofeteara su rostro. Un
sonido fuerte resonó en el aire, seguido por el picor en mi mano.
Su cabeza se sacudió por el impacto de mi palma. Fue sólo en ese
momento que me di cuenta de lo que hice. Su expresión se oscureció, un
brillo malvado se acumuló en sus ojos.
—Muy tonto —me advirtió. Me alejé un paso de él—. No es algo muy
agradable de hacer con la persona que está aquí para mantenerte a salvo.
—¿Está aquí para mantenerme a salvo? Debería huir. Todo en él gritaba
peligro.
—Ni siquiera te conozco. Como si creyera cualquier cosa que acabas de
decir.
—Ah, tienes un punto. —Se llevó la mano a la barbilla mientras me
observaba—. Pero algo me dice que ya lo sabes. Muy pronto, sin embargo,
lo entenderás todo.
—Sólo mantente alejado de mí. ¡No vuelvas más aquí! —dije,
caminando hacia atrás para poder vigilarlo. Tenía mis manos delante de mí
por protección. (Como si eso lo detuviera si quería atacarme). Él nunca me
siguió. Mis talones llegaron al porche y caí de nuevo sobre los escalones.
Ouch, mi culo amortiguó la caída, pero me negué a frotar la zona
dolorida.
—Ni siquiera estás escuchando una palabra de lo que digo. —Una ceja
oscura se alzó en la diversión.
Levanté mi trasero palpitante de los escalones y corrí hacia
adentro. Cerré la puerta y eché un vistazo por la ventana, pero el
desconocido ya se había ido.

33
4
—Srta. Rose, esta es la tercera vez que la despierto. Siéntese. —Mi
frente golpeó el escritorio cuando ella me sobresaltó para que despertara. Me
estremecí, frotándome la frente. Todo el mundo se rió menos yo. Me
enderecé lentamente usando toda la fuerza que tenía para permanecer
despierta. Estaba tan cansada. Incluso recordar lo que pasó anoche no
pudo mantenerme despierta.
La señora Thorn miró a través de sus gafas demasiado
grandes. ¿Esperaba que me mantuviera despierta cuando esta clase era tan
aburrida? Lo único que hacía era hablar y leer libros aburridos. Estaba
empezando a sonar como una canción de cuna. Una horrible. No dormí
anoche. Tenía miedo.
El almuerzo no fue mejor. Apenas tenía apetito, pero, algo gracioso,
había comido la mayoría de mi comida de mi bandeja. Supongo que nada
34
podría mantener mi apetito a raya, incluso la falta de papilas gustativas y
fantasmas tratando de matarme. ¿O tal vez estaba más hambrienta de lo
que me di cuenta? O tan cansada que nunca me di cuenta de toda la comida
que estaba llenando mi boca.
—¿Qué te pasa hoy? —Tess me miró como si fuera un experimento
científico que salió mal.
—No pude dormir. —No dormí. Y no tenía intenciones de decirle la
razón.
—Sí, tus círculos oscuros te delataron. Entonces, ¿qué sucede? ¿Un
nuevo fantasma? —Se inclinó para que nadie pudiera oír lo que preguntó.
—Supongo que puede que sea eso —murmuré. Los fantasmas nunca
intentaron matarme antes.
—En serio, ¿qué pasa con los fantasmas? No se dan cuenta que una
vez que estás muerto, se supone que debes descansar en paz. No andes con
los vivos —gruñó. Estuve de acuerdo, pero eso no cambió el hecho que
algunos decidieron quedarse. Siempre me preguntaba por qué algunos
vagaban como fantasmas. ¿Era debido a un asunto inacabado,
arrepentimientos, amor? Cualquiera que sea la razón, ojalá no tuviera que
verlos. Prefiero no saber, como todos los demás y vivir completamente
ignorante al tema. Porque si nunca los ves, simplemente serían otra película
de miedo.
—¿Dónde está Mike? —Me di cuenta que no estaba en la mesa.
—Oh, el equipo de fútbol está comiendo allí. —Señaló a un grupo
ruidoso de chicos que llevaban camisetas. Vi a Ryan. Eso explicaba por qué
no estaban con nosotros. Algún tipo de ritual antes del juego, supongo—.
Tienen su primer partido de práctica esta noche y están bastante
emocionados. —Podía verlo por todas las risas y gritos.
—¿Un lunes? —pregunté. ¿Normalmente tienen partidos los lunes? No
podía recordar. Ryan me notó mirando desde la cafetería. Sonrió y mi
interior se revolvió. Caminó hacia nosotras.
—Hola. —Sonaba más como una pregunta que como un saludo.
—Hola —respondí.
Parpadeó unas cuantas veces, decidiendo si debía o no decir lo que
quería. Miró a sus pies antes de preguntar.
—¿Vienes al juego de práctica esta noche?
—Ah —murmuré.
—Estaremos allí —contestó Tess. Y eso fue el final de eso. Ahora, iba a
ir quisiera o no. Pero nunca era algo malo ver jugar a Ryan. Me
encantaba. El problema era que no tenía ni idea cuando algo malo iba a
suceder de nuevo. 35

Después de la escuela, busqué a Alex y fui a casa. Hice bistec y patatas


al horno. Mamá acababa de despertar cuando llegamos a casa. Se tambaleó
alrededor de la casa todavía medio dormida usando su bata roja y pantalón
de pijama rosa que no combinaban. El turno de noche era duro para ella,
pero era lo que prefería. Nos sentamos y comimos juntos, era como
cualquier otro lunes.
Comencé a relajarme más cuando llegué al campo de fútbol. Traje una
chaqueta delgada conmigo, las noches empezaban a enfriarse. Una señal
que el verano terminaba, y el otoño tomaba su lugar. Siempre me gustó el
olor crujiente del aire de otoño.
Después de pagar mi entrada, encontré a Tess abrazando a Mike junto
al campo. Ya llevaba puesta sus almohadillas debajo de su jersey. Me deslicé
a través de la cerca metálica hecha de tres barras que separaban las gradas
del campo de fútbol.
Las gradas ya se estaban llenando de gente, lo que me sorprendió, ya
que era sólo un partido de práctica. Pero a nuestra pequeña ciudad le
encantaba el fútbol local y muchos eran de primer o segundo año que ni
siquiera estaban interesados en el juego. Vinieron a socializar y atraer al
sexo opuesto.
—Melanie. —Me volteé para ver a Ryan corriendo hacia mí. Se veía tan
bien en su jersey, con todo el relleno y los pantalones blancos apretados que
pronto se mancharían con hierba y suciedad. Hizo que el feo color verde de
nuestra escuela se vea bien.
—Hola. —Le sonreí.
—Vaya, estás de buen humor. —Puso la mano en su pecho como si lo
hubiera apuñalado—. Tu sonrisa me tomó desprevenido. Eres tan hermosa
cuando sonríes.
Esa sonrisa fue porque eres tan agradable a la vista.
—Gracias, Ryan. Haces que suene como si fuera una gruñona. —
Golpeé su brazo juguetonamente.
—Tú eres la que lo dijo. —Abrí la boca por sus palabras y se rió. Me
dolía el pecho, ¿por qué no podía ser un idiota? El silbato me sobresaltó y el
entrenador empezó a llamar a todos los jugadores. Ryan miró a su
entrenador y luego a mí. Inclinó su mejilla hacia mí y la señaló con un
dedo—. Un beso de buena suerte. —Quería hacerlo y eso es lo que lo hizo
peligroso. No podía permitirme actuar sobre mis sentimientos, aunque
nuestros sentimientos eran recíprocos. Giré la cabeza y aparté su mejilla
con mi palma. Sonrió como si fuera suficiente—. ¿Eso fue de buena suerte?
—preguntó. 36
No podía hablar, así que simplemente asentí. Nos miramos por varios
momentos antes que él corriera para juntarse con los otros.
—Es triste verlos esquivar sus sentimientos el uno por el otro. —Tess
estaba a mi lado sin que me diera cuenta hasta que habló. La miré, luego a
mis pies. No tenía nada que decir. Tenía razón. Ryan había salido de la
rutina todo el verano dejando saber que quería más que una amistad
conmigo. Pero debido a mí, por la forma que soy, estábamos atrapados como
amigos. No lo arrastraría a mi mundo—. Vamos a sentarnos —dijo. Tal vez
sentía que no podía negar mis sentimientos por él en este momento. Así que
nos quedamos calladas.
Tomé la barra superior de la valla y volví al otro lado cuando lo noté
sentado en las gradas. Era imposible no notarlo. Parecía fuera de
lugar. Todavía llevaba ropa oscura, pero no llevaba su chaqueta de
cuero. Una camiseta negra ajustada cómodamente contra su cuerpo
musculoso. Su mirada intimidante decía no-jodas-conmigo. Todo el mundo
parecía salir de su camino para evitarlo. Las gradas que lo rodeaban estaban
vacías. Estiró una de sus piernas cubiertas por jeans oscuros que
desaparecieron en sus botas.
¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Me estaba siguiendo? Como si supiera lo
que estaba pensando, sus ojos se encontraron con los míos. Inclinó la
cabeza mientras su mirada me devoraba. Aparté la mirada. Supe la
respuesta, me estaba siguiendo.
—¿Quién diablos es ese tipo? —preguntó Tess con su habitual voz
alta. Entré en pánico.
—¡No lo mires! —le advertí rápidamente, agarrándola del brazo. Bajé la
mirada, miré alrededor, a cualquier lugar, excepto hacia él.
—¿Qué te pasa? —Arqueó una ceja. Era Tess con la que hablaba,
debería haber sabido antes de decirle que hiciera algo. Hará exactamente lo
contrario. Giró la cabeza rápidamente para verlo, detalladamente. Sus ojos
recorrieron todo su cuerpo. Estaba irritada con ella, no podía ver el
peligro. No le había dicho nada, así que no tenía derecho a estar molesta—
. Si miras sobre por encima de su estilo oscuro, es muy atractivo. —Le di
una mirada escéptica. Nada de él se veía atractivo para mí. ¿De miedo? ¡Sí!
—Parece peligroso —le señalé.
Ella rió y se agachó para pasar a través de las barras, yo ya estaba del
otro lado.
—Eso lo hace aún más sexy.
No podía ganar una discusión con ella. Era mejor dejar el tema por
completo. Sin embargo, Tess no pasaba por alto nada. La seguí hasta las
gradas, frunciendo el ceño cuando me di cuenta de dónde nos llevaba. Tomó
asiento justo debajo de él. Sonrió y palmeó a su lado para que me
uniera. Quería decirle que no, pero eso sólo la llevaría a ser más 37
imprudente. Lo miré fijamente mientras me sentaba.
Sentí la espalda como si estuviera en llamas y tuve la sensación que
todavía me miraba fijamente. Puse mi chaqueta a mi lado y traté de
concentrarme en ver a los chicos calentar en el campo. Las gradas de los
oponentes estaban llenas también.
Sonreí cuando encontré el número de la camiseta de Ryan, veintitrés,
en el campo.
—Veo a Mike —dijo Tess, señalándolo. Sonreí pensando que estábamos
haciendo lo mismo.
—Encontré a Ryan —añadí.
—Disculpa —dijo una tímida voz de una chica detrás de mí. Tenía
curiosidad, pero no lo suficiente para darme la vuelta y correr el riesgo de
hacer contacto visual con él. Tess se dio la vuelta para mirar—. Mi amiga
quería que te preguntara si podrías decirnos tu nombre. —La curiosidad
finalmente ganó sobre mí y me di la vuelta. Tres chicas se acercaron a él,
sonrojándose y adulándolo. Parecían tener dieciséis años. Sólo que él
parecía molesto. Inclinó la cabeza, vi el grosor de su vena en su mandíbula
mientras las miraba furiosamente.
Su sonrisa se desvaneció.
—Lo siento —dijo una apresuradamente.
—Sólo queríamos saber tu nombre. —Otra agarró a la que estaba al
frente y empezó a alejarla—. Vámonos.
—Qué idiota —murmuró antes que todas se alejaran. Las miró irse, y
luego se volteó hacia mí. Fui demasiado lenta al intentar voltearme, sabía
que él me sorprendió mirándolo. Oh, ahora que lo había hecho, supongo que
no tenían sentido detenerme. Sus ojos eran fríos y desaprobadores mientras
se encontraban con los míos.
Se inclinó hacia delante, acercándose a mí. Colocó los codos sobre sus
rodillas e hizo una sonrisa diabólica que no era realmente una sonrisa en
absoluto.
—Relaja tu expresión, te ves como si quisieras arrancarme el corazón.
—Levanté mi labio con disgusto. No estaba muy lejos de mis
pensamientos. Sólo que elegiría arrancar esos ojos fríos y calculadores
primero.
—¿Lo conoces? —Tess lo observó, la forma en que estaba tan cerca de
mí.
—No —dije abruptamente, pero supe que sonaba como una mentira.
—Estaba en tu casa anoche. —Dejó caer la bomba, el bonito rostro de
Tess se arrugó de sorpresa.
—¿Melanie? —Me miró expectante por una respuesta. 38
—No sé quién es —admití.
—Aún no. Pero lo sabrás —prometió su voz profunda. ¿Qué estaba
tratando de hacer?
—Sólo ignóralo. Es espeluznante —le contesté, sin importarme que me
oyera.
—No lo sé... —Ella dudó, inclinando la cabeza mientras lo miraba
fijamente—. ¿Estás coqueteando con Melanie? —Abrí la boca con horror por
lo que acababa de salir de sus labios.
Antes que pudiera responder, él rió amargamente.
—No. —Parecía asqueado por la idea y ahora yo era la que se sentía
ofendida—. Sólo estoy diciendo la verdad.
—Vamos a sentarnos en otro lugar. —Agarré mi chaqueta mientras me
levanté y me alejé. No miré hacia atrás para ver si ella me seguía. Esperaba
que lo hiciera.
Segundos después y Tess estuvo a mi lado.
—Ese tipo era extraño —murmuró.
—Escalofriante. De miedo. Loco —añadí.
—¿Deberíamos, quizás, denunciarlo o algo así? Dijo que lo
conocerías. Eso fue espantoso. —Se volvió hacia donde estaba sentado—
. Aún te mira fijamente. —Suspiró—. Y pensar que es tan guapo.
Gruñí.
—No, no quiero denunciarlo, pero creo que debo irme a casa. ¿Le dirías
a Ryan que me dolía la cabeza y me fui a casa?
Sonrió.
—Sí, por supuesto. ¿Quieres que vaya contigo?
Negué.
—No, quédate y mira a tu novio jugar. —Agarré sus hombros y le di un
apretón, tranquilizándola que estaba bien. Me hubiera gustado que fuera
verdad realmente.
—De acuerdo, envíame un mensaje cuando llegues a casa.
Mientras me alejaba de las gradas y del estacionamiento,
constantemente miraba por encima de mi hombro. No podía deshacerme de
la sensación que me estaba siguiendo. Sentí cierta comodidad cuando llegué
a mi auto y entré. Estaba poniéndome el cinturón de seguridad cuando noté
algo en el espejo retrovisor. Volví a mirar el espejo y grité. La chica fantasma
estaba en el asiento trasero. Solté el cinturón de seguridad y extendí la mano 39
hacia la puerta. Oí el chasquido de las puertas cerrándose.
“No vas a escaparte esta vez”. Su cabello oscuro flotaba en el aire
mientras se lanzaba entre los asientos delanteros. Grité por ayuda e intenté
abrir la puerta.
Sacó un pequeño cuchillo o tal vez sólo apareció en su mano. Intenté
tomar sus manos mientras ella se balanceaba hacia mi cuello. Mis manos
la atravesaron, pero me incliné lo suficiente para que su cuchillo fallara
sobre mi cuello y me cortara el hombro.
—¡Ah! —El dolor me atravesó.
Alguien abrió la puerta trasera. Se lanzó de nuevo hacia mí, pero su
cuerpo fue sacado por la puerta trasera. Gritó un sonido horrible que me
hizo taparme los oídos. Alcancé la puerta y esta vez se abrió. Salí,
sosteniendo mi hombro herido. Era él de nuevo y de alguna manera, no me
sorprendió tanto. Tenía el fantasma por el cuello. Ella se movió y siseó en
su agarre.
—Eres muy valiente, Molly. Regresar por ella, sabiendo que estaría aquí
—le dijo.
“Ella ya no pertenece a este mundo. ¡Le pertenece a él!” Sonrió como si
hubiese ganado antes de mirarme. “Su destino está sellado”.
—No lo creo. —La miró, apretando su agarre alrededor de su
cuello. Ella se rió una vez más antes de desaparecer. Él maldijo antes de
dejar caer su mano vacía. Me quedé quieta, viéndolo allí, pero sintiendo mi
mente en otro lugar. Estaba tratando de entender lo que el fantasma había
dicho—. Oye —me llamó. Cuando no le respondí ni lo miré, me sacudió—.
Oye. —Parecía molesto. Eso finalmente me hizo salir del trance. Sacudí la
cabeza y levanté la mirada. Su mano estaba sobre la mía, la tenía sobre el
desagradable corte en mi brazo—. Déjame ver —ordenó.
—¿Huh? —Aún estaba atónita.
Él suspiró.
—Déjeme ver tu hombro. ¿Qué tan malo está? —Oh, moví mi mano y
vi toda la sangre en ella. Estaba temblando y traté de calmarme. Él nunca
pasaba por alto nada de lo que trataba de esconder, me miró cerrar mi mano
ensangrentada antes de preguntar—: ¿Puedo? —Empecé a bajar mi
camiseta de mis hombros y él me ayudó. Quería gritar mientras la movíamos
sobre la herida. Tenía un aspecto desagradable y profundo. Era peor de lo
que pensaba.
—¿Cómo lo hizo un fantasma? —pregunté.
—No era un fantasma —contestó—. Lo era, pero se convirtió en un
poltergeist. Después de eso, le dieron poderes aún más demoníacos.
—¿Poderes demoníacos? —Traté de reír, pero sonó más como a un
grito. Así que me detuve por miedo a llorar. 40
—No preguntes cosas, Melanie. Aún no. No hasta que seas capaz de
entender lo que está pasando. —Su expresión era dura e imposible de
leer. Necesitaba saber quién era. Cómo vio lo que vi y qué era
exactamente. Pero más que nada quería saber qué me estaba
pasando. Parecía saberlo. Miró detrás de él, seguí su mirada hacia los
vehículos en el estacionamiento. Un grupo de adolescentes paseando, sin
interés en el juego, sólo querían pasar el rato—. Deberíamos ir a algún lugar
más privado.
Me agarró la mano, tomándome desprevenido con la forma en que sus
dedos atraparon los míos. Miré nuestras manos juntas mientras me
conducía al asiento del pasajero de mi auto. Abrió la puerta y me empujó
dentro. De verdad, me empujó allí. Estudié mi mano, sabiendo que no era
buena idea dejar que un extraño hiciera lo que quisiera. Él tenía las
respuestas que quería, sin embargo. Se movió por el frente del auto y se
metió en el lado del conductor.
—¿Dónde me llevas? —pregunté con cautela.
—A casa —contestó. Realmente no esperaba esa respuesta.
Diez minutos después, estaba estacionando el auto en mi entrada. No
había creído que estuviera diciendo la verdad hasta entonces. Desabroché
mi cinturón de seguridad y lo miré. Ahora, ¿por qué de repente era tan
incómodo? Pasé de odiar al tipo, tenerle miedo, pensando que era un
mentiroso... ¿quién era?
Una nueva idea pasó sobre mí. Tendría que conocerlo.
No estaba segura de lo que se suponía que debía decirle mientras
apagaba el motor.
—Um, ¿gracias? —le dije.
Alzó una ceja a mis nuevos modales antes de mirar hacia mi casa.
—Sube a tu habitación.
—¿Qué?
—Te encontraré allí arriba. —Puso su mano en el volante.
—Espera un segundo… —comencé a discutir, pero él me cortó con una
sola mirada. Insegura de poner hacer otra cosa, hice lo que dijo.
Entré. Mamá y Alex estaban viendo una película. Dije un rápido "hola" y
subí corriendo antes que cualquiera de ellos pudiera ver mi hombro. Cerré
la puerta de mi habitación detrás de mí. Cuando me volví, estaba allí—.
¡Estás realmente en mi habitación! —le susurré.
—Siéntate. —Debe amar darme órdenes. Cuando no lo hice, me agarró
del brazo y me obligó a sentarme en la cama. ¿Cómo entró en mi
habitación? Lo miré con recelo. No tardé casi nada en llegar hasta aquí para
que él hubiera encontrado una manera de escalar.
Se sentó a mi lado, me acercó más cuando tiró de mi camiseta. Me 41
estremecí por el dolor.
—¿Vas a empezar a enloquecer? —preguntó. Me puse nerviosa cuando
preguntó.
—Depende, ¿por qué preguntas?
—No te asustes —advirtió.
—Oh, Dios mío —dije ahora a punto de asustarme—. ¿Qué vas a hacer?
—Quise no entrar en pánico. Demasiado.
Parecía irritado.
—¿Quieres parar? Estás haciendo exactamente lo que dije que no
hicieras. —Traté de levantarme, pero me empujó de nuevo a la cama.
—No deberías haberme dicho que no me asustara, eso sólo me está
asustando más —dije.
Arqueó una ceja oscura antes de suspirar. Me agarró del brazo y me
puso la mano en el corte. Algo caliente golpeó mi hombro. Pude ver un
resplandor blanco extendiéndose por debajo de su palma. Calentó mi piel
hasta el punto de ser casi cosquilleante. El resplandor se detuvo y apartó la
mano. Miré con asombro mi hombro. Estaba sano. Ninguna marca, costra
o cicatriz para demostrar que alguna vez había ocurrido.
—Oh —dije con admiración—. Oh. —Esta vez con horror. Lo miré con
miedo—. ¿Que eres?
—Me pregunto... —Evitó la pregunta.
—¿Por qué ella intenta matarme? —susurré—. Y esa cosa en el cine,
impediste que me lastimara. —Cuando apartó la mirada, supe que tenía
razón—. Respóndeme.
—Ya te lo dije, los demonios te persiguen. Uno en particular ha tenido
su mirada puesta en ti desde hace mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo llevas la
marca en tu pecho? —preguntó.
—Desde que tenía nueve años. Me atacó algo.
—¿Desde entonces has sido capaz de ver fantasmas? —Asentí—.
Cuando él te atacó, te abrió el mundo de los espíritus. Cosas que los
humanos no deben ver. —Sabía que el ataque fue la causa de ello, nunca
supe por qué o cómo.
—¿Por qué me atacó? ¿Y por qué están todos estos demonios detrás de
mí ahora? —Se movió de la cama a la ventana. Se apoyó contra la pared y
miró afuera antes de contestarme.
—Tú eres un Vessel, Melanie. —Le di una mirada divertida.
—¿Un Vessel?
Se volvió para mirarme. Sólo que no sonreía.
—No sólo eres un Vessel. Eres el Vessel. La única. —Suspiró cuando 42
solo seguí mirándolo como si estuviera loco—. Se pensó que era un rumor
inventado de los ángeles. Hasta que naciste. No podías ser tocada de niña o
adolescente; Hasta tu decimoctavo cumpleaños.
—¿Qué? —dije estúpidamente. ¿Ángeles? ¿Yo era el Vessel?
—Lo que estoy diciendo es cierto. Tu vida está en peligro, pero eso ya
lo sabes. ¿Por qué no crees lo que digo con todo lo que ya ha pasado? —
Frunció el ceño, su cuerpo musculoso se tensó. La habitación se sentía más
pequeña con él aquí.
—Escucha lo que dices —le dije.
Gruñó, pasando las manos por su desordenado cabello oscuro. Miró
hacia arriba.
—No entiendo por qué tengo que protegerte.
—Afirmas estar aquí para protegerme, eso todavía está pendiente a
debate —añadí.
Me miró como si quisiera hacerme daño.
—Eres una humana imposible, ya estarías muerta si no fuera por mí.
Eso era cierto, pero eso no significaba que él no tramaba algo.
—De acuerdo, explica.
—Es difícil de explicar a una simple humana que no sabe nada.
—Explique la parte del Vessel.
Estudió la lámpara en la mesilla de noche. Se estaba poniendo más
oscuro en mi habitación ahora que el sol casi se había ido del cielo. Cada
segundo la habitación parecía estar más oscura y mi miedo también. Mi
lámpara parpadeó justo cuando me levantaba para encenderla. Lo miré
fijamente. De alguna manera, la encendió.
—Eres un arma —respondió finalmente.
—¿Un arma? —Coloqué mis brazos debajo de mis pechos, arqueando
una ceja. Sus ojos siguieron mi movimiento y se quedaron en mis pechos
un poco más de lo que me gustaba. Dejé caer mis brazos.
—Poder. Nadie sabe nada más acerca de ello que no sea una gran
cantidad de poder. Los demonios aman el poder, lo anhelan. Lo quieren para
ellos mismos. Es por eso que están detrás de ti y la razón por la que me
enviaron aquí para protegerte —dijo la última parte con desagrado.
—Todo esto suena tan loco. —Agarré mi cabeza y caí de nuevo sobre la
cama.
—Lo loco es que tenga que protegerte —dijo de nuevo, lo oí moverse e
incliné la cabeza para verlo.
Me estaba observando.
43
—¿Cómo encendiste esa lámpara? —pregunté, levantándome un poco.
—Poder —fue todo lo que dijo—. Soy un ser ocupado, tengo muchas
responsabilidades. Desafortunadamente, eso ahora implica cuidarte, así
que hazme un favor y haz lo que te digo. —Inclinó su barbilla—. Es decir, si
quieres vivir.
Me levanté de la cama y caminé hasta que estuve delante de él.
—¿Quién eres tú? Si tengo que volver a verte, por lo menos debería
saberlo.
—Killian —susurró.
—Killian. —Dejé que su nombre se deslizara por mis labios. Como si
decir su nombre hiciera que todo fuera real—. Bueno, ¿ahora qué diablos
eres, Killian?
Dio un paso más cerca de mí, estábamos sólo a unos centímetros de
distancia. Me aparté, pero mantuve los ojos fijos en los suyos. Extendió la
mano hacia mi cintura para evitar que me alejara. Elevó su inmenso cuerpo
sobre el mío más pequeño. Nunca quité mis ojos de los suyos, temerosa que
esto fuera una prueba para ver si apartaría la mirada. No lo haría, aunque
lo quisiera.
—¿Estás segura que quieres saber? —susurró en mi oído. Estaba tan
consciente de cada parte de él a mí alrededor que no podía pensar en una
respuesta. Se alejó y pude respirar de nuevo—. ¿Qué crees que soy? —
preguntó, divertido con mis mejillas enrojecidas.
—El diablo —respondí de inmediato.
Parecía repugnado.
—No me insultes así.
Me quedé boquiabierta.
—¿Hablas como si lo conocieras? —Eso fue muy inquietante.
—Bueno... —Se rió, mi lámpara parpadeó. Tendría miedo si no supiera
que tenía que ser él. Parecía aburrido con el tema—. Se puede decir que
mantengo su negocio bajo control, en cierto modo. —Nunca noté que estaba
alejándome de él hasta que caí en mi cama—. No tienes que temerme. No
voy detrás de los vivos. —Su voz era alarmante y juguetona al mismo
tiempo—. No hasta que mueras, entonces vengo por ti.
Era difícil no sentir miedo. No conocía a este hombre. O si era incluso
un hombre. Se presentó el mismo día que la niebla. ¿Cómo podía confiar
que un extraño me protegiera? Mis hombros cayeron en señal de derrota.
¿Qué otra opción tenía?
Miré hacia arriba de nuevo.
—¿Y eso que significa?
44
—Te dejaré pensar en ello. —Sonrió antes de desaparecer ante mis
ojos. Parpadeé varias veces. Me reí antes que se convirtiera en un grito de
ayuda. Sí, esto me estaba sobrepasando. Mi vida estaba tomando otro giro
drástico. Como si los fantasmas no fueran suficientes. ¿Ahora los
demonios? ¿Era un Vessel? ¿Qué significaba algo de esto? Me quedé
mirando la luz roja borrosa de mi despertador y me froté el hombro que
Killian sanó. No era como si resolvería algo más esta noche de todos modos.
5
Esa mañana me pregunté si tal vez podría ignorar mi alarma sonando
a lo lejos. Si ignoraba el hecho que necesitaba que Alex se levantara para ir
a la escuela. Si tan sólo dejara de preocuparme por todo y me quedaba en
el calor de mi cama. Tal vez todas mis preocupaciones desaparecerían.
Sólo que eso no era posible.
No podía quedarme en la cama para siempre. Tendría que hacer pis. Y
eventualmente, tendría hambre. El acostarme por la noche nunca fue una
comodidad para mí. Era sólo un recordatorio de lo poco que dormía,
cambiando de lado y dando vueltas cada noche. Mis propios pensamientos
me enloquecerían. Darme por vencida no era una opción para mí, así que
tiré la manta de mi rostro y apagué la alarma. Me levanté de la cama,
desperté a Alex y lo llevé a la escuela.
45
El día transcurrió en un borrón, en una horrible velocidad de cámara
lenta. Estaba allí, pero no realmente. Mis pensamientos me mantenían
donde querían, mientras mi cuerpo parecía saber todo lo que necesitaba
hacer. Un timbre sonó a lo lejos, pero apenas lo advertí.
—Melanie. —Tess sacudió mi hombro, haciendo un sonido irritado—.
Melanie. —Finalmente consiguió mi atención, no sabía cuánto tiempo había
estado allí ella, llamando mi nombre. El aula ya estaba vacía.
—Sí —murmuré. Cerré el libro abierto en mi escritorio, recogiéndolo
mientras me puse de pie. Podía oír sus ballerinas golpear el suelo de
hormigón mientras se apresuraba a alcanzarme.
—Oye, ¿estás bien? —Me alcanzó cuando salí del aula, inclinándose
más cerca. Su cabello fue entre sus labios y lo apartó—. Estás actuando
raro. Bueno, más raro —señaló.
—Estoy bien.
En nuestros armarios, lanzamos nuestros libros entro antes de ir a la
cafetería. En el menú había hamburguesas de queso con patatas
fritas. Comí cada mordida sin sabor. No recuerdo ninguna de las
conversaciones que tuvimos durante ese tiempo. El resto del día escolar
pasó así.
Mientras caminaba por el estacionamiento después de la escuela,
alguien me atrapó por el brazo. Salté, casi dejando caer la mochila gastada
que llevaba con mis libros. Ryan me volteó para que lo mirara.
—Hola. —Me quedé mirándolo, sintiendo la máscara que llevaba todo
el día desmoronándose debajo de su mirada preocupada.
Detente Melanie. Te hiciste una promesa que necesitas mantener.
—¿Qué pasa? Dime, la verdad. —Su expresión se endureció, su agarre
más apretado en mi brazo—. Nada más que la verdad.
Sentí que mi resolución se debilitaba. Quería mantenerlo en mi vida,
sólo porque era codiciosa por él. Pero también quería mantenerlo fuera de
mis problemas porque se merecía lo normal. Ahora me di cuenta de lo
imposible que era. Estaba a punto de desmoronarme y quería que él fuera
el ancla. Necesitaba a alguien que me dijera que todo iba a estar bien.
Estaba asustada. Atemorizada de mí misma. De todo. Así que, me
rendí.
—No me creerías —dije con voz temblorosa.
Me soltó el brazo y me miró como si lo hubiera lastimado físicamente.
—Melanie, entiendo por qué tienes miedo de dejar entrar a la gente. Lo
sé mejor que nadie, pero soy yo. Siempre he estado a tu lado. Creo todo lo
que dices porque sé que es la verdad. No veo las cosas que tú, pero deseé
poder hacerlo. Así nunca tendrías que estar sola en tu mundo. —Las
lágrimas cayeron de mis ojos, deslizándose por mis mejillas. Me puso las
manos en la cara y empezó a limpiarlas. El acto de bondad sólo me hizo 46
llorar más—. No tengo práctica, vendrás a casa conmigo y vas a contar todo
de corazón. —Sus manos aún cubrían mis mejillas cuando asentí en
respuesta.

Estacioné en la entrada de Ryan, detrás de su camioneta. Lo seguí para


que no tuviera que llevarme de vuelta a mi auto cuando me fuera. Admiraba
su hermosa gran casa. No era una casa de dos pisos, pero aun así era
grande. Siempre me encantaron las casas grandes, tenían algo magnífico y
tranquilo. Ryan salió de su camioneta y me sonrió. Sonreí, se sintió real por
primera vez hoy.
Tess salió con Mike y supe que sus padres no estaban en casa. Cerré
la puerta del auto y lo seguí adentro. Ryan y su padre eran cazadores, y era
obvio cuando entrabas en la casa. Había un lince montado en una pared
que veía cuando entraba, descansando sobre la chimenea. Sus ojos
parecían seguirme por todas partes en la habitación, siempre me asustaba
cada vez que venía. Dos ciervos estaban montados en otra pared. La cocina
y la sala de estar se unieron en una habitación enorme, separada por un
bar de madera.
También tenían una sala de trofeos que tenía todas sus armas en dos
cajas fuertes de armas y un búfalo estaba montado en esa habitación. No
era un fan de la caza, no tenía el corazón. Pero tenía respeto por Ryan y su
papá, no lo hacían sólo por deporte. Comían lo que mataban.
Sabía que sus padres no estaban porque no vi sus vehículos, pero aun
así pregunté:
—¿Dónde están tus padres?
Me quité los zapatos en la puerta.
—Papá está trabajando y mamá probablemente en la tienda de
comestibles o algo así. —Lanzó sus llaves en la barra de madera antes de ir
a su dormitorio—. Mi habitación es un desastre. No esperaba compañía. —
Cuando entré, estaba recogiendo montones de ropa sucia esparcidos por el
suelo. Sonreí mientras corría a la lavandería con ellos. Tenía unas latas de
refrescos esparcidas en la habitación. Tenía un escritorio de computadora
en una esquina y un televisor enfrente de su cama. Era muy diferente de mi
habitación limpia y organizada. No tenía una computadora en mi
habitación, en cambio tenía una gran estantería llena de libros.
Me reí cuando regresó a la habitación.
—Está bien, ya sé que eres un idiota. —Arrojó un calcetín que olvidó
en el suelo y grité, golpeándolo—. Nada lindo —le dije, y sonrió.
El silencio llenó la habitación. Estábamos solos en su habitación. No
debería haber estado tan nerviosa. Pasé muchos días encerrada en esta 47
habitación con él, a veces con Tess. Pero ahora se sentía nuevo.
Me moví hacia el escritorio y me senté en la silla de computadora. Tosió
torpemente y se dejó caer en su cama.
—Hablemos. —Rompió el silencio. Me giré en la silla, al azar, evitando
y temiendo esta conversación. Detuvo la silla, acercándola a él. Me miró por
respuestas.
Levanté mis piernas y escondí mi rostro en mis rodillas.
—No quiero que pienses que estoy aún más loca —murmuré en mis
rodillas.
Me tomó para que levantara la vista. Parecía desesperado.
—¿No has estado escuchando? Soy yo, mira cuánto tiempo hemos sido
amigos.
—Lo sé —dije rápidamente—. Lo sé. Estoy en peligro, Ryan. Las cosas
me persiguen. —Esperé, con esperanzas y rezando para que no me diera la
mirada que mis padres siempre me habían dado. Como si estuviera
loca. Pero nunca llegó. Con cada segundo que pasaba, todo lo que podía ver
era la preocupación que sentía, que provenía de sus ojos. Me creyó.
—¿Qué te persigue?
—Creo que demonios. O eso es lo que él me dijo.
—¿Él? —preguntó alarmado.
—Sí, no sé quién es... —Mi teléfono celular sonó, interrumpiéndome. Lo
saqué de mi bolsillo, era un número que no reconocí—. ¿Hola? —contesté.
—¿Quieres que borre los recuerdos de tus novios? —La voz áspera de
Killian se deslizó por mi oído.
—¿Qué? —dije con calma, Ryan me estaba mirando.
—Estás a punto de hablarle de mí. Y todo lo demás que ha pasado. No
lo hagas. Lo pondrá en peligro. —No respondí y miré a Ryan. Me miró
pacientemente. Nunca imaginé que lo pondría en peligro. Tragué,
sintiéndome mareada—. Ni una palabra más. —La llamada terminó. Dejé
caer la mano que sostenía el teléfono en mi oído.
—¿Quién era? —preguntó.
—Oh, um. —Traté de pensar en una respuesta para darle—. ¡Mamá! —
Eso también me recordó a alguien que olvidé—. Oh Dios. Alex. —Me olvidé
de recogerlo después de la escuela.
—¿Qué? —Ryan me miró confundido.
Salí corriendo de su habitación. Él me siguió cuando me detuve en la
puerta principal para colocarme mis zapatos.
—Olvidé recoger a Alex después de la escuela. Estaba tan preocupada
por mí misma que me olvidé de él. —Suspiré—. Soy una hermana horrible. 48
Ryan dio un paso delante de la puerta.
—Melanie, espera. ¿De quién hablabas? —Me tomó un segundo
recordar a quién se refería. Busqué el pomo de la puerta, evitando su
mirada.
—Oh, Alex. Ha estado tan nervioso últimamente, siempre hablando de
demonios y otras cosas —mentí—. Son los juegos que ha estado jugando,
pero me conoces. Las cosas más simples me dejan al borde. —Sus hombros
se relajaron con alivio y yo esbocé una sonrisa.
—Estaba preocupado.
—Lo siento. Debo irme. —Me abrió la puerta mientras corría hacia el
auto.
Me apresuré hacia la escuela de Alex, conduciendo
imprudentemente. Estacioné en la puerta y corrí hacia adentro. La oficina
del director estaba en la primera puerta a la derecha cuando entraba.
—¿Puedo ayudarte? —preguntó una anciana secretaria mientras
apilaba papeles en un montón.
—Sí, tengo que recoger a Alex Rose —le dije.
Arrugó la nariz mientras me miraba con los ojos entrecerrados.
—Está en la cafetería. Se quedó después de hora.
—Gracias. —Sonreí saliendo de la habitación. Lo había olvidado, hoy
era uno de los días de la semana que se quedaba para tutorías o
actividades. Entré en pánico de la nada. Caminé por el pasillo, recordando
mi propia infancia pasada aquí. Trajo tantos recuerdos.
Lo vi junto a un chico y una linda chica cuando entré en la
cafetería. Miré mi teléfono, regresé afuera y esperé. Quedaba otros treinta
minutos, podía esperar. Pero me desvié cuando salí y noté que un niño se
columpiaba en el patio de recreo. Para cualquier otra persona habría
parecido un columpio que se balanceaba por sí mismo, rodeado por una
línea de otros que no se movían. Una vida arrebatada demasiado pronto, me
hizo preguntarme qué le había pasado. Como si supiera que lo estaba
observando, se detuvo y se alejó, desapareciendo en la nada.
Caminé a los columpios, hacia el primero y comencé a balancearme. Me
moví en un ritmo constante. Sólo un momento, tan sólo en este momento,
sentí paz. Me olvidé de todo y recordé lo bien que se sentía relajarse.
—Pareces tranquila para alguien que corre tanto peligro. —La voz de
Killian vino detrás de mí. La paz duró casi treinta segundos. Giré la cabeza
mientras él caminaba alrededor de mí.
—¿Cómo sabes siempre dónde estoy? —Era espeluznante. También
sabía que estaba en la casa de Ryan y lo que iba a decirle. Me levanté y
comencé a revisar mi cuerpo. 49
Frunció el ceño.
—¿Qué estás haciendo?
—Buscando algún tipo de rastreador o dispositivo para oír —contesté
todavía tocando cada centímetro y curva de mi cuerpo.
—Sé todo lo que haces, Melanie. —Sus factores espeluznantes seguían
aumentando.
—Vete.
—No puedo hacer eso.
—¡Shoo! —Le pateé el pie, sintiéndome tonta, pero no me importaba.
—No soy un perro.
—¡Vete! —grité.
—No puedo, estoy aquí para mantenerte a salvo —discutió, frunciendo
el ceño por mi comportamiento. Retrocedí para sentarme en el columpio y
fallé, cayendo en la tierra. Él bufó.
—Tanto por protegerme, podría haberme roto algo. —Probablemente
no, en este momento estaba escogiendo cualquier cosa para discutir.
—Lo dudo —respondió—. Quieres mi ayuda, humana. —Ahí lo dijo de
nuevo.
—Sabes mi nombre, para con el humana —me burlé de su tono al decir
la palabra.
Vi a Alex y otros estudiantes saliendo. Me alegré y me alejé a toda prisa.
Conduje a casa, deseando poder olvidar a Killian. Para siempre.

50
6
El miércoles, noté que las cosas estaban cambiando. Los fantasmas
que habían vagado por los pasillos desde que estoy aquí,
desaparecieron. Ahora que lo pensaba, no había visto a Fred el día
anterior. O a la pareja. No los había visto a ninguno de ellos desde el
lunes. Había tanto que nunca lo noté hasta que Josh caminó a mi lado en
el pasillo y su antepasada no estaba allí mirándome fijamente.
Me sentí incómoda. No tenía que recoger a Alex, ya que mamá estaba
fuera hoy, así que me quedé después de hora y miré a los muchachos
practicar en el campo. No ayudó mucho, la desaparición de los fantasmas
me había confundido. ¿Tenía algo que ver con lo que me estaba pasando?
—¿Qué pasó entre tú y Ryan ayer? —Tess sorbió de su Dr. Pepper a
través de un sorbete en la lata.
51
Negué.
—Actué como una imbécil total, ¿cómo crees que fue?
Ella sonrió.
—De verdad. Estaba en las nubes ayer con solo tenerte a ti para él,
aunque sólo fuera por un tiempo. —No me digas eso.
Fingí que me molestaba. Sólo dolía.
—Bueno, es muy dulce.
—No creo que eso es lo que es —continuó.
—No puedo, Tess —dije, dejó de sorber su bebida y frunció el ceño—
. Sabes que tengo un problema, que necesita una solución. Nunca podría
soñar con estar con tu hermano como soy ahora.
—No creo que haya nada malo en ti que necesite arreglo.
—Eres amable, Tess. Como tu hermano. —Fruncí el ceño, moviendo
mis pies a través de las gradas mientras miraba el campo.
—No soy amable —murmuró.
Pero lo era. Ellos eran tan agradables cuando todos los demás no.
Esa noche, me tumbé y me giré. Me había quedado dormida sólo para
despertar de nuevo. Una y otra vez. No fue simplemente esta noche. Sino,
cada noche. Nunca me sentía descansada. Miré al techo, pensando en Tess
y Ryan, cuánto les importaba. Cuánto quería dejarlos entrar, pero no
podía. Era un peligro para ellos y yo también estaba en peligro, pero no tenía
a nadie. Ni siquiera ellos podrían ayudar a aliviar mi mente ahora.
¿Podría creía en lo que Killian me dijo? Me preguntaba cada segundo
del día y siempre tenía la misma respuesta. Sí. Siempre he visto fantasmas,
ahora uno estaba tratando de matarme. Algo más también lo
intentaba. Supongo que por eso fue tan fácil para mí creer en un completo
extraño.
Pero ¿cómo podía confiar en él para protegerme? ¿Qué era y por qué
tenía que protegerme cuando claramente no quería?
Apreté los ojos tratando de apagar mi cerebro. Quería que mi mente se
tranquilizara.
—Parece como si estuvieras sufriendo, no durmiendo. —Su voz siempre
tenía oscuridad. Abrí los ojos y lo encontré de pie junto a la ventana. Mi
mente siempre se preguntaba cómo podía entrar aquí. Lo cual era tonto, ya
que estaba segura que no era normal. Y utilizaba su poder.
Me levanté, sintiéndome enojada.
—Sal —le ordené, pero mi voz nunca hizo un sonido. Me agarré la
garganta—. ¿Qué tiene de malo mi voz? —dije con la boca porque las
palabras nunca salieron. Entré en pánico y luego miré a Killian—. ¿Qué 52
hiciste?
Sonrió.
—Sabía que gritarías. No puedes tener a tu madre oyendo la voz de un
hombre en tu habitación, ¿no?
Mi corazón latía salvajemente, no por miedo, sino por ira. ¿Cómo tomó
mi voz? Una pequeña parte quería creer que realmente estaba aquí para
protegerme, como él dijo. Pero sus acciones siempre me dejaban
confundida. La parte desesperada de mí, necesitaba creer que me
protegería. No me importaba que fuera un extraño. Sólo quería que alguien
me ayudara.
—¡Mi voz, devuélvemela!
—Creo que me gustas de esta manera. —Caminó hacia mi estantería,
sus ojos recorriendo mi colección. Sacó una de mis novelas eróticas
favoritas—. Entonces, ¿eres este tipo de chica? —Parecía sorprendido y me
sonrojé. Ni mi mamá sabía qué libros leía, sólo sabía que leía. Ni siquiera
Tess o Ryan. Guardaba esa parte en secreto, temiendo lo que los otros
pensaran de mí—. Entonces, de nuevo, puedo verlo. Las cosas que intentas
esconder. —Me alegré que la habitación estuviera casi oscura, la lámpara
emitió un pequeño resplandor a través de la habitación. Esperaba que no
fuera suficiente para mostrarle mi piel enrojecida.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Se giró a la estantería cuando le
pregunté. Las palabras nunca salieron de mis labios, la habitación
permaneció en un silencio mortal, excepto el sonido de los libros.
De alguna manera, él sabía lo que intenté decir, a pesar de estar de
espaldas.
—Es aburrido cuando no sabes que estoy contigo. Siguiéndote. —Se
alejó de la estantería. Sus ojos atraparon los míos mientras caminaba hacia
la cama. Por alguna razón, causó que mi corazón martilleara de una manera
completamente diferente. Tiré de la manta hasta mi barbilla cuando se sentó
a mi lado—. ¿Por qué me miras así? —Arqueó una ceja oscura. Todavía no
lo conocía y esta era la segunda vez que entraba en mi habitación. ¿De qué
otra manera debería mirarlo? Estudió mis manos agarrando la manta antes
de apartar la mirada—. No tienes que tener miedo. No de mí. —Se levantó
rápidamente, alejándose de la cama, de repente preocupándose de haber
cruzado la línea demasiado.
Lo observé con curiosidad. Sus acciones habían cambiado, extraño y
fuera de lugar, como si estuviera atormentando su cerebro sobre lo que
planeaba hacer a continuación.
—¿Es extraño que esté en tu habitación? —Lo miré
sorprendida. ¿Realmente acaba de hacer esa pregunta?
—Es espeluznante. No te conozco. —Me sorprendió que mi voz
53
regresara—. Incluso si lo hiciera, entras de todos modos.
—No entiendo el punto de vista de los humanos sobre la privacidad —
me dijo, moviendo las manos con sus palabras—. Las cosas son diferentes
en casa, pero de vez en cuando disfruto de mi propia intimidad. —Se pasó
la mano por el cabello, parecía diferente a todas las veces anteriores—. No
quiero hacer que me temas. Sólo quiero que lo entiendas. Y supongo que
estaba un poco aburrido de mirarte, así que no me había dado cuenta de lo
tarde que era o que estuvieras molesta al entrar en tu habitación. Eres
mujer.
—¿Realmente me estás mirando siempre? —pregunté con nerviosismo.
—No físicamente, sino que te siento. Sigo tus movimientos, así que sé
cuándo hay peligro.
—También escuchaste mi conversación con Ryan, me detuviste de
decírselo.
—Escucho cuando lo necesito.
—Eso es invasión a la privacidad —le señalé.
—No tengo otra opción. Podría mantenerte cerca y no tendrías que
preguntarte cuándo estoy viendo y escuchando…
—No, gracias —respondí de inmediato. Tenía la sensación que estaba
bromeando, pero también decía la verdad. Me observó—. Pero, de verdad. —
Levanté la mirada, encontrando la suya—. ¿Qué eres? Entiendo que no eres
humano. Siempre estás señalando que soy uno. —Hice una pausa—.
¿Eres... un demonio? —susurré.
—Lo soy. —Luego añadió rápidamente—: Pero no lo he sido desde hace
mucho tiempo. —Ahora estoy confundida. ¿Qué era entonces?—. Te dejaré
dormir. No quise invadir tu privacidad, por eso, me disculpo. Simplemente
noté que no estabas durmiendo... —Se apartó como si no estuviera seguro
por qué se explicaba a sí mismo.
—No duermo. —Inclinó la cabeza con incredulidad—. Quiero decir, no
puedo. Casi nunca. Desde el ataque y poder ver fantasmas, no puedo dormir
más de unos minutos a la vez. —No sé por qué lo dije. No era para que me
tuviera lastima, odiaba la compasión. Sólo pensé... que entendería.
—Eso explica por qué siempre te ves tan frágil. —Se acercó a la cama y
colocó su rodilla junto a mí. Vaciló por encima de mí y me hizo sentir
ansiosa.
—¿Qué estás haciendo? —Levanté la mirada.
—¿Quieres dormir? Realmente dormir —preguntó.
Lentamente asentí.
—¿Por qué?, ¿qué vas a hacer? —Sabía que estaba a punto de hacer
algo. 54
—Voy a ayudarte a dormir, acuéstate y ponte cómoda. —Se inclinó
sobre mí. Hice lo que me dijo. Puse mi cabeza sobre la almohada,
acomodándome tanto como podía con él sobre mí—. ¿Dejarías de mirarme
como si fuera a atacarte? Ya hemos pasado por eso, no estoy interesado.
—¡Lo entiendo! —dije con dureza, mirando a otro lado. Pude ver su
sonrisa por el rabillo del ojo—. ¿Y si los demonios me atacan mientras estoy
dormida? —susurré nerviosamente.
—Es por eso que estoy aquí. —Esas seis palabras y todas mis
preocupaciones desaparecieron—. Cierra los ojos. —Lo escuché y los
cerré. Sentí el calor de su palma tocar mi frente y luego me quedé dormida.
7
Por primera vez, me quedé dormida. Mi cama se sentía muy bien. Me
aferré a la almohada, apretando mi rostro en su calor. Un poco de ruido
resonó en una lejana distancia. Demasiado lejos para que mi ser consciente
se preocupara hasta que mamá abrió la puerta y gritó. Salté, retorciéndome
en la manta, enredándome en ella. Caí al suelo con un fuerte golpe.
Golpeé el botón de la siesta en mi alarma cuando mamá se paró en la
puerta.
—Nunca duermes de más. —Estaba sorprendida. Y también yo.
Iba a llegar tarde a mi primera clase. No había forma de llegar a la
escuela a tiempo. Corrí de todos modos, corriendo como un pollo con la
cabeza cortada. Me cepillé los dientes mientras levantaba mi cabello en un
moño desordenado. No es que mi peinado fuera diferente, siempre lo 55
usaba. Me puse una blusa rosa y leggings, no lo que usualmente usaba,
pero toda mi ropa usual estaba en el cesto, esperando ser lavada. Mamá
estaba apurando a Alex.
—Lo siento, debo haber estado durmiendo bien. —Muy bien. Incluso
me sentía energizada. Lo que Killian había hecho la noche anterior me hizo
dormir como un bebé. Corrí hacia abajo intentando recordar dónde dejé las
llaves de mi auto.
—Me alegro de verte durmiendo tan bien, siempre me preocupa que no
durmieras lo suficiente —dijo mamá. Recogí el correo basura para mirar
debajo de ellos.
—¿Has visto mis llaves? —pregunté.
—Al lado del microondas. —Señaló con la cabeza hacia la cocina—
. Adelántate y ve a la escuela. Llevaré a tu hermano.
Después de encontrar mis llaves, volví al pasillo para ponerme mis
chancletas. No quedaban muchos días para poder usarlas, las mañana y
noches ya estaban frías.
—¿Estás segura? —Agarré el pomo de la puerta.
Ella sonrió.
—Sí. Ya haces lo suficiente, ve.
Sólo perdí el primer período y el resto del día pasó rápidamente. Tal vez
eso tenía algo que ver con la forma en que me sentía. Estaba de mejor humor
de lo normal. Dormir fue increíble. Pero el hecho que ninguno de los
fantasmas estuviera en la escuela me hizo desconfiar.
En el almuerzo, agarré todos los alimentos ofrecidos y me uní a mi
grupo habitual en la mesa. Me encontré riéndome de las bromas que Mike
nos dijo, cuando normalmente no lo hacía. Sonreí y realicé conversaciones.
—Estás bien hoy. —Ryan se dio cuenta y sonrió.
—Sí. Dormí bien anoche —respondí.
—¿Estás segura que esa es la razón? —Le di una mirada divertida,
tratando de pensar en qué otra razón estaría de tan buen humor. No, el
sueño era mi nuevo amante—. Te ves tan feliz.
—Sabes que apenas duermo, anoche dormí toda la noche e incluso
dormí de más. Me siento como nueva, es todo. —Le sonreí.
—Tienes razón, es simplemente sorprendente, pero una buena
sorpresa. Del tipo que es bueno de ver. —Acercó la silla. Sus obvias
intenciones siempre me dejaban incómoda cuando intentaba mantenerme
lejos de él.
—Melanie —interrumpió Tess y agradecida me volteé para mirarla. Su
hermano estaba haciendo uno de sus movimientos que me causó mariposas. 56
—Sí —respondí rápidamente.
—La fiesta es el sábado, así que, no hay marcha atrás. Mucha gente ya
ha sido invitada —me advirtió.
—No lo haré. —Suspiré.
—Bien. —Sonrió antes de darle un beso a Mike.
Mantuve mi enfoque en ellos en lugar del chico a mi lado, tratando de
llamar mi atención. Sus intenciones eran muy claras.
—Melanie. —Ryan me habló al oído. Quería ignorarlo, pero eso sería
darle ventaja.
Volví la cabeza lentamente, estaba más cerca de lo que pensaba.
—¿Sí? —murmuré.
—La fiesta del sábado. —Miró mis labios cuando habló.
—¿Sí?
—Deberíamos... —Su voz se desvaneció de nuevo.
—Sí —dije de nuevo porque al parecer esa era la única palabra que
conocía.
Algo causó un fuerte golpe en la cafetería haciendo que todos
saltaran. Aparté la mirada de Ryan para ver qué causó el ruido. Una bandeja
cayó al suelo a una mesa de distancia frente a nosotros. La chica miró la
bandeja confundida, como si no supiera lo que pasó. El parloteo empezó de
nuevo cuando todos perdieron interés. Una señora de la cafetería salió a
limpiar el desorden y algo me llamó la atención mientras giraba hacia la
mesa.
—¿Lo hizo a propósito? —preguntó Tess.
Escudriñé la habitación y negué. Podría haber jurado ver a Killian salir
de la cafetería. Probablemente estaba equivocada.
—¿A quién buscas? —preguntó Ryan.
—A nadie. —Me encogí de hombros y me volví hacia la mesa.

Estaba cepillando mi cabello rubio esa noche deseando que todos los
días pudieran ser tan normales como hoy. Ningún fantasma significaba
ninguna preocupación. Sentía a Ryan más cerca, pero no estaba segura si
eso era algo bueno. Killian dijo que era peligroso. Suspiré.
Pero el temor regresó cuando puse mi cabeza sobre la almohada. Esta
noche no sería como anoche. Ya tenía miedo de dónde vagaría mi mente. Si
Killian estuviera aquí...
57
¡No! ¿Qué estaba pensando?
No podía pedirle que lo hiciera de nuevo. Ni siquiera sabía exactamente
lo que hizo. Podría ser peligroso. Él era peligroso. Ni siquiera era humano,
ya admitió que alguna vez fue un demonio. No sabía lo que era ahora.
Pero no era como si pudiera ponerme en contacto con él, aunque
quisiera... Me eché en la cama. Esto no funcionaba. Suspiré y me
levanté. ¿Iba a visitarme de nuevo? Eché un vistazo alrededor de mi
habitación. Espera, ¿quería que viniera?
La noche fue larga, di vueltas y vueltas. Killian nunca llegó. Y llegó la
mañana y el día era el mismo que ayer. No había fantasmas, me sentía
normal, pero no tan animada. Luego, llegó otra repetición de anoche
tratando de dormirme.
El viernes por la tarde después de la escuela, un pensamiento me
sorprendió. Tal vez ya no podía ver fantasmas. Calmando mis nervios, decidí
ir a un cementerio para comprobarlo. Me sentía nerviosa y casi enloquecí
unas cuantas veces en el camino. Me mantenía alejada de los lugares que
los fantasmas podrían estar. Pero estaba aún más estresada de no poder
verlos, así que tenía que saber. ¿Los fantasmas dejaron la escuela o no podía
verlos más? No había estado en ninguna parte, además de la escuela y mi
hogar, para saberlo. Estacioné a un lado del camino y caminé hacia el
cementerio, abriendo una pequeña puerta de madera para entrar. Elegí este
cementerio porque era pequeño, unas diez tumbas. Menos fantasmas.
Me estremecí a pesar que todavía estaba muy caluroso afuera. Caminé
tranquilamente por la valla de madera. No necesitaba ir más allá. Podía ver
las tumbas perfectamente. Estaba lo suficientemente cerca. El lugar no
había sido cuidado en un tiempo, la valla estaba cayendo y la hierba cubría
gran parte. Sería peligroso incluso tratar de caminar más lejos sobre la
hierba alta, podría haber serpientes. Los pinos alrededor del cementerio
bloquearon cualquier luz del sol, haciéndolo oscuro y espeluznante.
Esperé, pero todavía no había aparecido nada. Antes que perdiera la
valentía, grité:
—¿Hola?
Si alguien hubiera estado alrededor, habría lucido como una
idiota. Pero este lugar estaba a una buena distancia de cualquier casa, sólo
un viejo cementerio junto a la carretera.
Mi piel se sentía húmeda por el calor y posiblemente por mi agitación,
cada segundo que pasaba, estaba empezando a pensar que ya no podía
verlos. Debo irme. Cuando me volví, oí algo. Como si algo estuviera siendo
arrastrado. Giré la cabeza lentamente para mirar hacia atrás.
Un joven soldado se movió a través de la hierba, cojeando. No fue hasta
que estuvo fuera de la hierba alta que vi la forma en que su pierna estaba
retorcida y mutilada, deformada. La arrastraba detrás de él mientras
caminaba. La mitad de su rostro no estaba, por lo que podría haber sido
58
una herida de bala y no tenía su mano derecha. Me escapé, pero sólo
encontré otro fantasma. Era una mujer que lloraba sin parar, acunando sus
brazos como si estuviera sosteniendo un bebé, pero no había nada. Se
detuvo cuando me vio antes que su llanto se agravara.
—Por favor, mi bebé. Mi bebé —gritó. Me alejé de ella y atravesé al
soldado.
Era aterrador que nunca pudiera tocarlos, pero ellos sí. El soldado
agarró mi brazo con su única mano izquierda y miró hacia abajo.
—Dame este brazo —gimió, mirando hacia mi brazo como si estuviera
a punto de arrancarlo. Grité y me alejé de él. Corrí por la puerta y me encerré
en mi auto y me fui.
No había forma de dormir esta noche. Todavía podía sentir el frío tacto
del soldado y temblar. Traté de hablar con Alex, funcionó durante una
buena hora, pero se fue a dormir y me quedé sola y despierto. Era una idiota
en pensar que las cosas habían cambiado. Mamá estaba en el trabajo, no
que pudiera hablar con ella sobre nada.
Eran las dos de la mañana, había dejado de intentar dormir alrededor
de la medianoche y había agarrado un libro para leer. Estar cansado, pero
no poder dormir, ¿supongo que eso significaba que tenía insomnio? Tan
cansada como me sentía, en el momento en que cerraba mis ojos, vi todo lo
que temía.
Cerré el libro.
—Killian. —No sé por qué lo susurré. No esperaba que escuchara.
—Melanie. —Salté a pesar de ser la que lo llamó aquí. Se paró al final
de mi cama.
—Me asustaste —murmuré, todavía un poco asustada. Se encogió de
hombros.
—¿Qué quieres? —preguntó. Me di la vuelta y enderecé la
espalda. Sonó un par de veces al estar boca abajo durante tanto tiempo.
—¿Qué te hace pensar que quiero algo? —Por supuesto que quería
algo. ¿Por qué más llamaría su nombre?
—Quieres decir que me llamaste en tu habitación tan tarde para nada
—se burló, sonriendo.
Fui a la defensiva.
—Se supone que debes protegerme, ¿verdad? —Lo desafié,
levantándome de la cama y acercándome a él. Una vez que estuve cerca,
empujé mi dedo índice en su pecho—. Me atacaron hoy, ¿dónde estabas? —
Su sonrisa se convirtió en pura malicia. Me sorprendió lo joven que lo hizo
parecer. Y juguetón.
—¿Quieres decir tu encuentro con los fantasmas en el cementerio? — 59
Su risa en auge llenó la habitación, alimentando mi ira. ¿Cómo podía reír
cuando había tenido tanto miedo? Se detuvo cuando vio la mirada asesina
que le estaba dando—. Relájate, no estabas en peligro. No podrían hacerte
daño.
—Uno de ellos me tocó —discutí.
—Melanie, ¿qué sentiste realmente? Piense en ello, fue el frío de su
cuerpo pasando por el tuyo. Él te quería, pero nunca pudo retenerte allí. —
Traté de pensar en lo que pasó, ¿estaba equivocada? Estaba tan segura que
él agarró mi brazo—. Sentiste el tirón de su intento, para hacerle daño a un
ser humano, él tendría que convertirse en un poltergeist. Él no está en esa
etapa y nunca lo estará. —Suspiré—. Pero gracias por el entretenimiento,
fue muy interesante verte enloquecer cuando fueron por ti. —Abrí mi boca
para espetarle algo—. Respóndeme esto, si tienes tanto miedo de los
fantasmas, ¿Por qué fuiste a ese cementerio?
La cerré de nuevo, tirando de un mechón de mi cabello que caía sobre
mis pechos.
—No he visto a ninguno de los fantasmas en la escuela últimamente,
pensé que tal vez... ya no podía verlos. —Gran error. Parecía estúpido ahora
que lo pensaba.
—Es por mí. —Se alejó de mí y lo seguí con la mirada.
—¿Qué quieres decir?
—Los fantasmas huyen de mí.
—¿Por qué? —Se dejó caer en mi cama y se pasó las manos por el
cabello.
—Los fantasmas no se encuentran conmigo si desean permanecer en
el mundo humano. —Él comenzó a revolver mi mesa de noche. Otra invasión
a la privacidad, puse los ojos en blanco. Pero también estaba siendo un poco
curiosa sobre él también. No le tenía tanto miedo como debería. Rezumaba
peligro como si fuera una parte de él. Pero había algo que parecía
humano. Negué, borrando todos los pensamientos de él. ¿Qué estaba
pensando?
—¿No me vas a decir qué eres? —pregunté de nuevo.
Sacó una libreta de la mesa y me acerqué para agarrarla.
—Ya lo sabrás pronto. —Otra respuesta en blanco. Me incliné para
agarrar el cuaderno mientras lo levantaba en el aire. Mi pie se deslizó sobre
la alfombra cuando me levanté demasiado rápido para tomarla. Sus brazos
fueron hacia mí para que mi cabeza no golpeara el estante. El aire salió de
mis pulmones cuando me jaló. Caí sobre él. Mi cabeza golpeó su barbilla, y
gruñó. Moví mi cabeza frotándome la barbilla mientras me encontraba con
sus ojos.
—Lo siento. —Mis palabras se perdieron en algún lugar en la 60
profundidad de sus ojos. Nuestras narices se encontraron, me di cuenta que
estaba prácticamente en su regazo, pero no me moví. Aún no. Algo sobre la
forma en que me miró me robó el aliento. No era humano, pero era hombre
y lo recordé cuando sentí la fuerte presión de él debajo de mis manos
mientras estaba presionada contra su pecho. Era aterrador. Él era...
Parecía diferente de cerca, no podía apartar la mirada.
Algo se removió en mi pecho y fue entonces cuando decidí
apartarme. La habitación estaba tranquila mientras Killian me observaba
alejarme. Giré la cabeza, fingiendo un bostezo tratando de aliviar la extraña
tensión en la habitación. Todo se sentía extraño.
—¿Está bien tu mentón? —preguntó.
Recordé la razón de la caída y le arrebaté el cuaderno de su mano.
—¿Todo eso por un cuaderno? —bromeó, pero algo en su forma de
hablar parecía más suave. O tal vez era sólo yo.
—Escribo tonterías cuando no puedo dormir. Nada que quiera que la
gente lea. —Lo cual fue algo que hacía mucho. Las palabras eran mi
consuelo, con un buen libro podía escapar de todos mis problemas. En
algún lugar del camino, empecé a escribir cosas por mi cuenta.
—Ya veo. —La lámpara empezó a parpadear.
—¿Dejarás de hacer eso? —pregunté nerviosamente.
—La oscuridad no es tan mala, Melanie. —Sabía que tenía miedo de la
oscuridad—. Debería irme. —Fruncí el ceño tan pronto en cuanto lo dijo—.
Estás decepcionada. —Lo notó, un toque de suavidad tocando sus
labios. Tal vez hasta satisfacción—. ¿Por qué?
—Sólo... —Me quedé callada.
—Duerme, los humanos lo necesitan. —Él palmeó para que me
acostara, aún sentado en mi cama. Le di un asentimiento de esperanza y
me moví hacia la cama a su lado. Me acosté, girando mi cuerpo en la
dirección donde él estaba—. ¿Estás cómoda? —preguntó. Agarré mi manta
favorita y la coloqué sobre mí antes de asentir. Él se giró para enfrentarme
mejor. Lo último que recordé fue su palma tocando mi frente.

61
8
Mi teléfono celular me despertó alrededor del mediodía. Levanté la
cabeza, cubriendo mi rostro mientras lo buscaba en la mesita.
—¿Hola? —respondí atontada.
—¿Todavía estás durmiendo? —preguntó Tess, sorprendida—.
¿Cuándo vienes? Dile a tu madre que vas a pasar la noche —añadió.
—Lo sé —me quejé. Siempre me estaba enseñando como si fuera una
niña, ¿como si no supiera mentirle a mi mamá? Lo hacía todos los días
mientras fingía ser normal. Pero esto era diferente y nunca dije una mentira
sólo para ir a una fiesta. Probablemente podría decirle la verdad y ella
estaría feliz que estuviera haciendo cosas normales de la adolescencia.
—Está bien, no te tomes todo el día. —Terminó la llamada.
Me duché y comí un aperitivo antes de salir, llegando aproximadamente
62
dos horas más tarde. Le dije a mamá que me quedaría en casa de Tess, que
no era una mentira. Sólo dejé de lado la parte acerca que vamos a una
fiesta. Cuando entré, Tess llevaba unos shorts que apenas cubrían su
trasero. Esta noche iba a ser fría, esperaba que no fuera eso lo que llevaría
puesto a la fiesta. Yo tenía un top blanco y jeans, y traía una chaqueta
delgada para ponerme cuando se pusiera frío.
Mientras esperábamos para ir a la fiesta, nos sentamos en su
habitación escuchando música. Me pintó las uñas de las manos y
pies. Después de una larga discusión sobre maquillaje, finalmente cedí y
dejé que me aplicara un poco. Siempre se veía bonita, así que tal vez podría
hacer algo de magia en mí.
—Me voy, Tessa. —Su mamá metió su cabeza en la abertura de
puerta—. Chicas, sean buenas y regresaré mañana por la noche.
—Lo haremos —respondió Tess.
—Dile a tu hermano por mí —dijo, cerrando la puerta detrás de ella.
Hablando de Ryan, miré alrededor de su habitación. Ambos eran
desorganizados y desordenados. Ella tenía un televisor en su habitación y
un ordenador portátil rosa ubicado en un escritorio, escondido bajo un
montón de ropa. Su iPad estaba junto a sus pies, en la cama. Sabía que sus
padres estaban bien cuando se trataba de dinero, pero rara vez estaban en
casa.
—¿Dónde está tu hermano? —pregunté.
—Fue con Mike y su hermano a buscar alcohol. —Arqueé una ceja y
añadió—: El hermano de Mike tiene veinticuatro años. —Mi boca formó una
O. Así que, así es como lo estaban consiguiendo. Me sentí un poco nerviosa
por esta noche. Sentía como si estuviera a punto de hacer algo malo sólo
porque quería beber alcohol al menos una vez antes que algo tuviera éxito
en matarme.
—¿Habrá mucha gente? —pregunté.
—Probablemente unos pocos de la escuela y el hermano de Mike. —Se
encogió de hombros, levantándose de su cama y corriendo a su
armario. Buscó entre su ropa—. ¡Lo encontré! —gritó. Al decir "lo" se refería
a sus jeans rasgados.

Había más de unas cuantas personas. Ryan nos llevó, el viaje duró
veinte minutos. No es que el viaje fuera largo, pero el camino de tierra lleno
de baches que subía varias colinas empinadas hizo que tomara más
tiempo. La zona ya no era un lugar de minería, la hierba cubría el campo
abierto. Estaba rodeado por pequeñas montañas que mantenían caminos 63
para camiones de cuatro ruedas. Todo seguía siendo del color del verano,
pero aquí arriba en las montañas, algunos de los árboles ya empezaban a
cambiar por el otoño.
Una vez que llegamos, salí de la enorme camioneta de Ryan. Había
mucha gente que reconocí de la escuela y había aún más que no podía
reconocer. No era una mariposa social como Tess o Ryan, así que no conocía
a estas personas, ni siquiera con las que iba a la escuela. Caminé
torpemente alrededor de la camioneta. Me alegré de haber elegido
zapatillas. La hierba estaba manchada, faltando algo en lugares mientras
que en otros era alta. Vi a Tess saltar por la hierba con chancletas.
—Te dije que te pusieras zapatos —dije mientras caminaba detrás de
ella.
—Sabes que no uso ningún tipo de zapato a menos que sean
chancletas, botas, o ballerinas —respondió.
Negué. Ryan se encontró conmigo en la parte trasera de su camioneta
con una sonrisa tonta en su rostro. Le sonreí de vuelta. El cielo se oscurecía
y la gente movió sus camionetas en un círculo, proporcionando luz mientras
alguien encendió una fogata. La música sonaba, saliendo de la parte trasera
de una camioneta. Ahí es donde también estaba todo el alcohol. Era mucho,
mi definición de mucho y la de alguien más podría ser diferente. Pero no
podía imaginar a todos bebiendo tanto.
Pero...
Hay bastantes personas aquí, algunas bebiendo y otras ya borrachas.
—Bueno —dije. La gente saltaba y se frotaban entre ellos mientras
bailaban. La hierba aplanada donde bailaban por el movimiento constante
de los zapatos de todos haciendo su propia pista de baile. No sólo estaban
moviéndose al bailar, había lenguas entrelazándose, y otras partes del
cuerpo frotándose también. Las chicas se frotaban contra las piernas de la
otra, bueno, estaban bailando, pero parecía que se estaban
frotando. Algunos chicos se pararon a un lado, mirando a las chicas y
riéndose de la broma de alguien.
—¿Qué piensas? ¿Demasiado? —preguntó Ryan en mi oído. Encontré
su mirada y sonreí. Sinceramente, no sabía qué pensar. Estaba fuera de mi
elemento.
Tess me apretó el brazo.
—Vamos buscarte un trago. —Sonrió y nos condujo a la parte trasera
de la camioneta que contenía todo el alcohol. Ryan nos siguió detrás. Tess
tomó una botella y un vaso, llenándolo antes de entregármela—. Aquí, bebe.
—Sonrió.
Me lo llevé a la nariz y olfateé. Oooh, era fuerte. Olía desagradable.
—¿Qué es? —Titubeé.
—Vodka. 64
Me observaban mientras yo llevaba el vaso a mi boca y bebí. Tosí, pero
lo tragué. Me quemó la garganta y el estómago cuando se deslizó hacia
abajo. Eso fue desagradable.
Ryan agarró mi vaso.
—Aquí, zumo de naranja o Cola lo hará mejor.
—Hola, preciosa. —Mike se deslizó furtivamente detrás de Tess
envolviendo sus brazos alrededor de ella. Se echó hacia atrás y sonrió.
—¿Zumo de naranja o una Coca Cola? —preguntó Ryan. Suspiré,
¿tenía que elegir? Esto fue por lo que vine.
—Sorpréndeme —le dije. Tomó el zumo de naranja. Después de verter
algo en mi vaso, me lo devolvió. Tomé otro sorbo. Mucho mejor. Aunque no
era algo que me encantara. Tomé otro trago.
—¿Mejor? —preguntó agarrando una cerveza y dando un enorme trago.
—Un poco.
—Vamos, Melanie. Vamos a bailar. —Para alguien que me quería con
su hermano, a ella le encantaba alejarme de él. Me reí cuando vi la mirada
desesperada en su rostro mientras me alejaba.
Entonces él me sorprendió.
—No tan rápido. —Me agarró del brazo y me hizo derramar algo de mi
bebida.
Tess gruñó antes de dejarme ir.
—Vamos, Mike. —Agarró su brazo y desapareció entre la multitud de
música y risas. Alguien golpeó mi espalda empujándome hacia Ryan. Me
agarró los brazos, aprovechando la oportunidad para acercarme. Apreté el
vaso entre nosotros y tomé otro trago.
—¿Quieres bailar? —Miré a todos frotándose el uno contra el otro y
girando. Algunos actuaban ridículo.
—Um. —Vacilé.
—Vamos. —Nos acercó más a los demás. Me movió al ritmo de la
música. No sabía lo que estaba haciendo, así que lo seguí. Después de
seguir unos cuantos movimientos de cadera y de cuerpo al azar, estaba
empezando a darme cuenta por qué tanta gente bailaba
enloquecedoramente. Estaba sonriendo y di otro trago. Me sentía libre.
Ryan me acercó más, lo dejé. Intenté dar otro trago, pero no había nada.
—Necesito más. —Le di mi vaso. Sonrió antes de ir a buscarlo por
mí. Volvió con más y bailamos un poco más. Mi segundo vaso estuvo vacío
antes que me diera cuenta. Así que me trajo otro y lo bebí.
65
Las risitas empezaron. Todo fue repentinamente divertido.
Vaya, eché la cabeza hacia atrás y me eché a reír. Ni siquiera me
importaba que algún tipo siguiera chocando con mi espalda. Alguien me
tocó mi trasero. No... Estaba bastante segura que me estaban
tocando. Envolví mis brazos alrededor del cuello de Ryan y me eché a reír.
—¿Tocaste mi trasero? —Ah, de nuevo. ¡Alguien me tocó de
nuevo! Agarré sus manos y las estudié intensamente.
¡De nuevo! Sostuve sus manos y las miré confundida.
—¿Huh? —¿Quién estaba tocando mi culo? Miré hacia atrás, pero nos
alejamos un poco de los otros.
Se rió.
—Ven aquí.
—Mi trasero —dije. Me apartó.
—Te estabas apoyando contra la camioneta de Brian, nadie te tocó el
trasero. Estás borracha y apenas puede estar de pie —me dijo. Miré hacia
atrás otra vez. Efectivamente, había una camioneta.
Sonreí.
—Jodida camioneta. —Le estaba hablando a la camioneta, tratando de
caminar hacia ella, pero me tambaleé. Traté de quedarme quieta, pero cosa
divertida, el suelo seguía moviéndose. ¿O fui yo? Sólo sabía que iba a caer,
así que moví mis manos como si estuviera nadando. Moviéndolos alrededor
vigorosamente delante de mí hasta que bufé.
Vaya.
Me incliné hacia atrás. Ryan me agarró del brazo.
—Está bien, creo que necesitas sentarte un rato. Estás borracha.
Todavía estaba luchando contra el aire, manteniéndome a flote cuando
dije:
—No lo estoy. —Luego me giré hacia él tratando de llegar a su rostro.
Capté su sonrisa mientras me llevaba a algún lugar y me sentaba en
algo. Bajé la mirada. Estaba bastante segura que era la camioneta que me
tocó antes. Sonreí.
—Quédate aquí por un segundo. —Iba a preguntarle a dónde iba, pero
mis palabras no salían. Me caí hacia atrás en la cama de la camioneta y
pensé que nunca iba a levantar mi borracho ser de nuevo. Mi mente nadó
cuando intenté darle sentido a lo que estaba mirando. ¿Gente bailando? Ese
fue un giro muy riesgoso que nunca había visto antes. O no, todo está
girando por el alcohol.
Alguien se movió hacia mí. Entrecerré los ojos, tratando de reconocer a
la persona. Era una mujer. Una linda pelirroja. Estaba mirando a todo el 66
mundo hasta que eructé. Le llamó la atención. Fue entonces cuando noté
que le faltaba la otra mitad de su rostro. Qué loco, me reí. Señalé su cara. Su
ropa era vieja y desgastada. Debe ser un fantasma.
—Sólo tienes la mitad de tu rostro —dije, sus ojos se abrieron.
“Me ves”. Se acercó a mí.
—Desafortunadamente. —Asentí, moviendo mis pies hacia adelante y
atrás en la caja de la camioneta.
“Me ves”. Se acercó más a mí.
—Veo que no eres muy brillante, al no tener la mitad de tu cerebro y
todo. —Señalé su cabeza antes de agarrarme el estómago—. Eso es lo que
dije, ¿verdad? —Me sentí enferma.
“Debo poseer tu cuerpo”. Las alarmas se encendieron en mi mente
borracha, pero tardé varios segundos más en darme cuenta que corría
peligro. Salté de la camioneta sólo para caer sobre mis rodillas. Tomó mucho
trabajo averiguar cómo funcionaban mis extremidades. Miré por encima
mientras la pelirroja se acercaba. Desapareció, y dejé caer mi cabeza. Botas
aparecieron en mi vista y miré hacia atrás para ver a un Killian muy
enojado. Intenté sonreír, pero se sentía incómodo. Se sentía torpe y mal, lo
que me hizo reír.
Estaba a salvo ahora.
Me agarró de los brazos y me arrastró para ponerme de pie.
—Eres un desastre. —Le di una mirada de desprecio. Lo oí murmurar
algo acerca de alguien que era un dolor de cuello.
Entonces un terrible impulso llegó, doblé mis piernas hacia adentro y
me retorcí.
—Tengo que hacer pis —le dije.
—¿Por qué me lo dices? —preguntó con cautela. Oh, iba a estallar si no
hacía algo. Agarré el botón de mis jeans. Me agarró la muñeca—. ¿Qué estás
haciendo?
Lo miré como si fuera estúpido.
—¡Te lo dije, tengo que hacer PIS!
Killian gruñó unas cuantas palabras malas mientras pasaba la mano
por su salvaje cabello. De acuerdo, me gustaba su cabello. La presión me
causó dolor en el estómago.
—Hay gente a tu alrededor. ¿Quieres que todo el mundo te vea mientras
orinas? —preguntó y no pude pensar cuál era el gran problema. Suspiró—.
No importa, estás borracha. Dudo que te importe, pero lo harás por la
mañana. —Me recogió en sus brazos.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté.
—Encontrarte un lugar para orinar. —Sonreí. Él era tan dulce. 67
—Gracias. Mi vejiga y yo realmente lo agradecemos. —Me moví hacia
su rostro para asegurarme que supiera lo agradecida que estaba. Sonrió y
miró al cielo.
—¿Qué diablos estoy haciendo aquí? —murmuró hacia el cielo.
—Ayudándome a orinar —le respondí—. Obviamente. —Incluso yo
sabía la respuesta a eso.
Nos llevó lejos de la fiesta para que pudiera hacer pis. Estaba oscuro,
no podía ver mi propia mano delante de mí. Me puso de pie y me sostuvo los
hombros por si caía.
—No puedo ver.
—Lo que es algo bueno. Si estuvieses sobria, no querrías que la gente
te viera. —Bufé antes de desabrocharme el pantalón. Me bajé el pantalón y
me senté en cuclillas. Sentí alivio instantáneo cuando la presión en mi
estómago desapareció. Terminé, pero me di cuenta de lo que había hecho.
—Uh-oh.
—¿Qué? —Suspiró.
—Creo que oriné en mis zapatillas. —Él soltó una risa agradable detrás
de mí. Casi caí tratando de levantarme, pero me tomó por mis brazos por la
espalda. Sonreí en la oscuridad. Un tipo estaba de pie detrás de mí y mi
pantalón estaba en mis rodillas. Estaba oscuro, así que estaba seguro que
no podía ver nada, pero mi mente estaba en la cuneta—. ¿Estás pisando mi
pis?
—No.
Me agaché para levantar los vaqueros y me tambaleé contra Killian. Mi
trasero desnudo se frotó contra él. Sentí el fresco tacto de sus vaqueros
contra mi carne. Rápidamente los levanté antes de darme la vuelta hacia
donde estaba. La acción me despertó un poco, pero no lo suficiente como
para cerrar la boca.
—Mi trasero se frotó contra ti. —Cuando no respondió, le pregunté—:
¿Viste algo?
—Melanie. —La alarma en su voz me hizo tensarme—. Es tiempo de
salir. Ahora. —Me empujó hacia adelante, de vuelta hacia la fiesta.
—¿Qué? ¿Por qué? —Incliné la cabeza hacia atrás para mirarlo
mientras caminábamos hacia adelante. Tropecé con mi pie y con sus manos
contra mi espalda, evitó que me cayera.
—Estás en peligro. Aquí, es hora que estés sobria. —Me giró y tocó su
pulgar contra mi frente. Mi mente se aclaró, el mareo se fue. Su mirada
penetrante me asustó, así es como supe que estaba sobria—. Vamos. —
Empezó a empujarme de nuevo hacia delante y nos llevó de regreso a la
fiesta ruidosa—. Encuentra con los que viniste y diles que te lleven a casa. 68
—¿Hay más demonios? —pregunté, asustada.
Asintió.
—Sí. Fear los llevó detrás de ti.
—¿Fear? —pregunté.
—Melanie, ahí estás. —Vi a Ryan pasando entre la gente para llegar a
mí. Su sonrisa se desvaneció cuando notó que Killian sostenía mi brazo—
. ¿Quién eres? —Miró a Killian de pies a cabeza y había mucho que mirar. A
Killian no le molestó.
—Llévala a su casa —ordenó a Ryan. Suspiré, palmeando mi frente. Iba
a enojar a Ryan.
—¿Qué diablos? —Fue a enfrentar a Killian, lleno de ira, a pesar que
Killian era mucho más grande y alto que él. Ryan no era alguien que daba
marcha atrás, pero sabía que esto no era por completo Ryan. Era el
alcohol—. ¿Quién diablos eres tú? —Luego se volvió hacia mí—. ¿Cómo
conoces este pedazo de...?
—Cuidaría lo que saldría de mi boca. —La voz de Killian se llenó de ira.
—Es difícil de explicar —interrumpí. Su expresión pasó de ira, a
conmoción, luego se veía herido mientras me miraba. Sentí una punzada de
culpa en mi estómago. Ryan estaba analizando la situación en su cabeza, vi
como sus ojos hacían suposiciones de mí y de Killian.
—No hay tiempo. —Killian me empujó, dirigiéndome a través de la
multitud.
—Dile a todos que se vayan. —Miré hacia atrás para decirle a Ryan,
que lucía como si estuviera a punto de explotar.
—¿Cuál es su camioneta? —me preguntó Killian.
—¿Qué demonios? —gruñó Ryan detrás de nosotros. Killian se detuvo
y se volvió, su expresión nunca cambió, pero sabía que estaba
impaciente. Podía sentir su agarre apretándose en mi brazo y la vena en su
cuello hinchándose.
—La camioneta —dijo Killian con calma.
—Ni un demonio que te lo diré —espetó Ryan.
El cuerpo de Killian parecía desvanecerse momentáneamente,
convirtiéndose en algo más... PERO sucedió tan rápidamente que pensé que
podría haber visto mal. Su paciencia se había ido. Ryan tenía una mirada
extraña en su rostro mientras miraba a Killian. ¿También vio el cambio en
su apariencia?
Killian agarró su cabeza. ¿Tenía dolor?
—Melanie, está en peligro —Forzó las palabras—. Tienes que llevarla a
algún lugar seguro. 69
—Espera, ¿y los demás? —pregunté.
—Cuando te vayas, estarán a salvo. —Levantó su cabeza de su
mano. De alguna manera supe que me estaba diciendo la verdad.
—¿Qué...? —comenzó a decir Ryan.
—Ryan, por favor —le supliqué—. Si dice que estoy en peligro, lo estoy.
—Lo miré fijamente hasta que finalmente suspiró.
—¿Qué está pasando? —Estaba herido y confundido, pero no tenía
tiempo de explicarle.
—Más tarde —le prometí.
—Déjame encontrar a Tess. —Ryan desapareció para encontrarla.
Dirigí a Killian a la camioneta de Ryan. Abrió la puerta, me levantó y
me echó dentro del asiento del pasajero. Ryan estaba de vuelta arrastrando
a una Tess muy borracha. Ella luchó cuando abrió la puerta trasera y la
puso en el asiento trasero.
—Llévame de vuelta a mi novio —gimió.
—Creo que no —respondió, peleando con sus piernas mientras ella le
daba patadas.
Killian caminó a toda prisa por el frente de la camioneta y se subió del
lado del conductor.
—¿En realidad no piensa que voy a dejar que maneje mi camioneta? —
preguntó Ryan incrédulo.
—Entra —dijo Killian—. ¿Llaves?
—Escucha…
—Ryan. —Giré mi cuerpo en el asiento para mirarlo. Me miró y
suspiró. Buscó su bolsillo y arrojó las llaves. Killian encendió la camioneta
mientras Ryan subía por la parte de atrás con Tess y cerraba la puerta.
—Ahora, ¿qué está pasando realmente? —Ryan movió a Tess que reía,
mientras él se ubicaba entre los asientos delanteros. Miré a
Killian. ¿Planeaba decirles?
—Sabes que Melanie ve fantasmas —declaró Killian y Ryan asintió.
—¡Síp! —masculló Tess desde atrás—. Nuestra Mel-Mel puede ver
fantasmas. Va a crecer y será una cazadora de fantasmas. —Ella tenía
hipo. Me encogí ante el viejo apodo que solía llamarme cuando éramos más
jóvenes. Él ignoró su comentario, conduciendo imprudentemente a través
de las montañas. Golpeamos todos los baches en el suelo mientras
conducíamos fuera de carretera. La cabeza de Ryan golpeó el techo una vez
y me agarré por el amor a mi vida. Todo lo que podía ver de Tess en la parte
de atrás, era su cabello revolviéndose alrededor.
—¿Por qué estás conduciendo como un loco? Todavía no he visto 70
ningún peligro. —Agarré el asiento con más fuerza cuando lo miré.
—Voy a vomitar. —Tess parecía enferma.
Ryan gimió y Killian pisó con fuerza el freno y nos llevó hacia un
lado. Mi cabeza rebotó por la ventana. Empezó a retroceder por el otro lado.
—Están aquí —nos dijo y mi estómago se revolvió.
—¿Quiénes? —preguntó Ryan. Tal vez fue por la adrenalina que
bombeaba a través de mis venas, pero no estaba tan asustada como pensé
que debería. Sin embargo, su manera de conducir me asustaba un poco. Un
sonido de gorgoteo provenía de atrás. Tess vomitó por todo el asiento trasero
y el suelo. Apestaba a alcohol y ácido estomacal. Me abaniqué la cara. Miré
hacia atrás para verla mirando intensamente a través de la ventana trasera.
—¿Qué es eso?
Miré hacia donde estaba señalando. Cinco criaturas peludas y muy
grandes nos esperaban.
—Demonios lobo —respondió Killian. Eran repugnantes y sin pelo en
el pecho y rostro. Lucían inmundos y sucios. Su hocico era largo y apuntado
hacia abajo, revelando unos dientes amarillos y feos, visibles incluso desde
esta distancia. Eran tan altos como Killian, ni un poco más. La peor parte
era la curva de sus rodillas, en vez de doblarse hacia delante como seres
humanos, se inclinaban hacia atrás. Uno saltó, desapareciendo en alguna
parte.
—¿Hombres lobo? —Arrugué la nariz tratando de entenderlos.
—No, estos son del Inframundo. Son demonios viciosos. Esa es su
forma verdadera y única. —Miré hacia atrás nerviosamente mientras todos
saltaban al cielo, separándose. Un golpe en la parte superior de la camioneta
me hizo saltar. Miré hacia arriba. Uno estaba en el techo de la camioneta.
—¡Qué diablos! —murmuró Ryan—. ¿Realmente son demonios?
Killian se retorció en el asiento del conductor como lo hizo en la
fiesta. No se veía bien, no estaba segura si debería estar más preocupado
por él o por los demonios.
—¿Estás bien? —pregunté. Las garras se estrellaron contra mi
ventana, destrozándola. Me alejé de la ventana mientras las garras afiladas
iban hacia mí. La mano peluda llegó a mi hombro y trató de sacarme por la
ventana. Dejé escapar un grito cuando sentí que la mano de Ryan me
empujaba hacia atrás. Entonces, miré la mano de Killian con horror y
fascinación mientras él se inclinaba para agarrar la mano de los demonios
y aplastarla. El demonio lobo grito, cayendo de la camioneta. Pero lo que me
llamó la atención fue la mano de Killian. Encontré su mirada nerviosamente.
Su piel lucía sudorosa. Su piel era pálida y brillante como si estuviera
a punto de estallar. Como si estuviera teniendo una batalla interior que no
podía ver. 71
—Killian... —Mi voz delató mi miedo y sabía que Ryan estaba mirando
su mano también—. Tu mano. —Señalé, alejando mi mano y alejándome de
él. Sólo su mano no era normal, eran huesos. Su piel había desaparecido,
sin músculos ni tendones. Nada más que la blanca mano esquelética y los
dedos. Una luz azul oscilaba alrededor de sus dedos, rodeándola como si
fuera una parte de él.
—Es por eso que no quería que lo supieras, pero sabía que tendrías que
hacerlo. Aun así, no quería... mostrarte. —Apretó los dientes, apenas capaz
de conducir o hablar—. No... quería... gustarte. —Un demonio saltó en la
caja de la camioneta y dos más saltaron a cada lado. Me movía a un lado de
Killian cuando una de sus manos con garras cruzó la ventana tras de mí.
Pisó el freno con fuerza. Los dos en el lateral se cayeron, pero el que
estaba en la caja se mantuvo.
—¿Qué te está pasando? —le pregunté, a pesar del peligro afuera.
—Ryan, toma el volante —gruñó antes de echar la cabeza hacia
atrás. Su carne se desvaneció, una y otra vez, convirtiéndose en un ser
esquelético. Se resistió al cambio y miró hacia adelante—. Quédate en la
camioneta, yo me ocuparé de los demonios. —Me miró para asegurarse que
estaba escuchando. Asentí, débilmente—. No puedo resistirme, él quiere
salir.
Abrió la puerta, se acercó al demonio en la caja y lo agarró por la
cola. Dio la vuelta para intentar atacarlo, pero Killian apretó su cuello y lo
arrojó como si no fuera nada más que aire. Uno alcanzó la ventana
destrozada y me tiró del cabello. Grité y Ryan se movió sobre mí, tomando
al demonio por el brazo, pero ya me estaba sacando por la ventana. Mi
espalda quedó atrapada en los fragmentos rotos de cristal y grité.
—¡Melanie! —gritó Ryan. La presión del demonio que tiraba de mi
cabello se había ido, pero caí de la ventana. Me puse en pie mientras una
risa resonó a mi lado, familiar pero tan diferente. Me volví para ver una
figura esquelética clavando sus dedos esqueléticos en los pechos de los
demonios. Llevaba una capa negra sobre el cuerpo. Cuando los demonios se
desmayaron, apartó su mano, dejándola caer al suelo. Él me miró. Sin ojos,
un resplandor azul se movía alrededor de su cuerpo debajo de su capa.
Tenía miedo. Retrocedí hasta que la espalda golpeó la camioneta. Sabía
quién era, pero ahora mismo, no podía creerlo. Estaba aterrada. Incluso
más de lo que estuve de los tres demonios lobos detrás de él. ¿Cómo podría
algo sin ojos hacer que se sienta como si estuviera viendo directamente a
través de mí? Como si me estuviera desnudando y observara mi alma. Su
mano esquelética me agarró, fría al tacto.
Su expresión sin ojos estaba sobre mí, antes de abrir la puerta y
empujarme dentro. Me retorcí en el asiento.
—Quédate. —Su voz resonó con fuerza. Igual que la de Killian, pero
resonando con oscuridad. Cerró de golpe la puerta y caminó hacia el frente 72
de la camioneta.
Tres demonios lobos estaban a su alrededor, manteniendo una
distancia segura, decidiendo el momento adecuado para atacar. Se miraron
unos a otros, uno retrocediendo inseguro y asustado, pero el más grande
protestó con un aullido. Estaba claro que tenían miedo, pero no iban a
parar. Ryan se sentó en el lado del conductor mirando, con incredulidad y
asombro.
—Melanie, ¿qué es? —preguntó Ryan.
Negué.
—No lo sé —susurré, pero algo acerca de su apariencia era
familiar. Como si lo hubiera visto antes.
Bones extendió la mano y un objeto de plata tomó forma, formándose
y estirándose, convirtiéndose en un arma. Era una larga vara de plata
oscura que era más que la longitud de él. Una punta larga de plata, no una
espada que había visto antes, un arma de formó afilada, curvándose hacia
abajo. La hoja era enorme. No sabía nada de espadas, pero no se parecía a
cualquier otra cosa que haya visto antes. Más antiguo.
—Una guadaña —jadeó Ryan, fascinado.
Uno de los demonios atacó, Bones levantó la guadaña, y toda el arma
cambió. Se transformó en una cadena oscura y gruesa que atrapó al
demonio en el aire y lo arrojó al suelo a sus pies. Se volvió a transformar,
una espada normal. Bones bajó la hoja sobre la garganta de los
demonios. Se escuchó un desagradable sonido de gorgoteo, la sangre
saliendo de su boca y saliendo de la herida del cuello. Bones retorció la hoja
en su cuello, el demonio nunca se movió de nuevo. Los dos últimos
demonios aprendieron del primer error y saltaron, desapareciendo en la
oscuridad.
Algo empezó a salir del cuerpo de los demonios muertos. La masa negra
salió de su cuerpo, rodeando la hoja. Comenzó a entrar en la espada hasta
que no quedó nada.
—Tu alma nunca descansará. Nunca encontrará consuelo. Eres una
mera parte de mi espada, un arma. Tu alma nunca encontrará paz. —Bones
habló a su arma.
Giró la cabeza encapuchada hacia la camioneta.
—Ryan —susurré rápidamente, agarrándolo del brazo y
golpeándolo. Se apresuró a alcanzar el cambio manual. Se dirigió hacia
nosotros, grandes pasos, como si supiera—. Sácanos como el infierno de
aquí. —No tuve que decirlo dos veces, giró la camioneta y aceleró.
Mantuve mi mirada hacia atrás mientras Ryan conducía, para ver si él
nos estaba siguiendo, pero estaba demasiado oscuro para ver algo. Tess
estaba durmiendo en el asiento trasero; no podía creer que se hubiera
dormido por todo eso. Sabía que estaba huyendo de Killian, pero eso no
73
cambiaba lo aterrador que era. Eso era otra cosa. Mi piel se enfrió sólo
pensando en él.
—¿Tienes que decirme qué está pasando? —Ryan condujo por la
montaña. Lejos de Bones/Killian, lejos de los demonios, y la fiesta, que
esperaba que estuvieran a salvo. Me froté la frente, pude sentir el dolor de
cabeza creciendo.
—¿Qué más puedo decirte? —Abrí la mano y suspiré—. Has visto
suficiente, Ryan. ¡Los demonios me persiguen!
—Jesús, Melanie, podrías haberte lastimado, si no fuera por... —Dejó
de hablar—. ¿Cuánto tiempo lleva pasando esto?
—La noche antes de mi cumpleaños. Killian dijo que era algo que
buscaban los demonios.
Golpeó su palma en el volante antes de suspirar.
—Incluso después de haber presenciado todo eso, todavía es raro
pensar que los demonios existen. Killian era el tipo de allá atrás... ¿En qué
diablos se había convertido?
Estábamos casi de regreso en la casa de Ryan, dejando casi el último
tramo de baches cuando llegamos al asfalto.
—Él está aquí para protegerme —dije en voz baja, insegura. Tan
confundida y asustada.
—Protegerte. —Sonaba como si quisiera reír, pero salió como un siseo.
Estudió mi rostro antes de decir—. ¿Y le crees?
—Sí, quiero decir. —Me quejé y presioné mi cabeza en el asiento—
. Nunca ha dejado de protegerme ni me ha hecho daño. Y créeme, tuvo
muchas oportunidades de hacerlo. —Pensé en todo el tiempo que pasé con
él en mi habitación. Y la forma que me ayudó a dormir. Me salvó del
fantasma, Molly, y curó mi herida. La culpa me golpeó. Lo dejé allí.
—Si le creíste, ¿por qué lo dejaste allí?
Bajé la mirada, frotando mis palmas contra mis jeans.
—No quise hacerlo. —Eso sonó como una mentira—. No lo sé, tenía
miedo. Cambió por completo. Tú también lo viste, ¿qué más iba a hacer? —
pregunté.
Asintió.
—Se convirtió en un esqueleto manejando una enorme jodida guadaña
que se transforma en otras armas. Diría que deberías estar lejos de todo
eso. Pero, por qué no me lo dijiste, podría haberte ayudado.
¿Ayudado con qué?
—Porque no quería involucrarte. Es peligroso. —Ahora era demasiado
tarde. Estaba involucrado. No podía decir nada para cambiar de opinión 74
ahora que lo sabía.
Nos detuvimos en la entrada y jadeé. Killian estaba de pie en el camino,
esperando.
—¿Cómo sabe dónde vivo? —preguntó Ryan.
—Lo sabe todo. —Y eso me asustó más.
Salí de la camioneta lentamente, temiendo lo que estaba a punto de
suceder. Dio un paso adelante. No podía confundir el ceño fruncido en su
rostro. Pero al menos tenía rostro. Junté mis manos, tratando de calmar
mis nervios trémulos. Su rostro se suavizó, sólo un momento, suficiente
para que viera algo allí que él quería ocultar, antes de mirar a Ryan.
—Tengo que borrar sus recuerdos. —Ryan miró fijamente, apretando
los puños.
Entré en pánico. ¿Borrar?
—No, Killian. No puedes. No se lo dirán a nadie. —Tomé su brazo y se
apartó como si fuera veneno.
—Ese no es el problema —siseó Killian—. Están en peligro si lo
saben. No, están en peligro por estar cerca de ti. —Sus ojos estaban fríos y
la distancia hacía que todo lo que dijo doliera más. Mis amigos estaban en
peligro sólo porque eran mis amigos.
—Con más razón debemos saber —dijo Ryan, acercándose. Miró a
Killian como si no hubiera sido testigo de las cosas que podía hacer. El
monstruo al que puede convertirse—. Sería mejor así.
Killian parecía que consideraba lo que Ryan dijo. Su mandíbula se
tensó antes de suavizarse.
—Si fueras inteligente, te alejarías de ella. —Algo sobre la forma en que
lo dijo...—. No, tal vez sea mejor sacarte del mundo humano. —Miró hacia
atrás, hacia mí. Mi estómago revoloteó de inquietud.
—No vas a llevar a Melanie a ninguna parte. —Ryan dio un paso delante
de mí, me llevó detrás de él. Como si eso resolviera algo. Killian haría lo que
quisiera. Le di un codazo a Ryan en el hombro, sintiéndome ahogado.
—¿Cuándo? —susurré, él me miró confundido—. ¿Terminará esta
horrible vida para mí? —Mi voz se quebró y medio dije con un sollozo y un
susurro—: ¿Voy a ser normal? ¿Estar a salvo? —Él apartó la mirada. La
respuesta me dio una punzada en el pecho.
Me tambaleé hacia adelante, Ryan me tomó en sus brazos. Me di
cuenta que Killian se apresuraba a ayudarme a levantarme, pero cuando
Killian se acercó para llevarme, Ryan me acercó más a su pecho. La mirada
de Killian fue de Ryan hacia mí, mirándome un momento largo, antes de
finalmente alejarse. Se movió alrededor de la camioneta y mis ojos lo
siguieron. No había notado cuánto sufrió el vehículo hasta mirarlo. Me
75
levanté, alejándome de Ryan. La caja estaba aplanada un poco, los dos lados
estaban abollados y el techo estaba arañado. Killian se paró junto a la
camioneta y mágicamente volvió a la normalidad. Las abolladuras, la caja,
y la pintura se arreglaron en cuestión de segundos.
Sabía que era el trabajo del poder de Killian de nuevo, pero tenía las
manos en los bolsillos, con la expresión en blanco. Todo parecía tan fácil
para él.
Algo golpeó en la puerta trasera dentro de la camioneta. Killian abrió la
puerta y Tess cayó a bruces en la acera. Moví mi mano hacia mi boca, jadeé,
y corrí hacia ella. Le di a Killian una mirada lacerante antes de agacharme
para revisarla. Podría haberla atrapado.
—¿Estás bien?
—¿Qué pasó? —preguntó, pero sus ojos castaños se abrieron,
aterrorizados—. ¿Y esas cosas? —murmuró. Antes que pudiera responder,
Killian cubrió sus ojos con su mano y su cabeza cayó en mi pecho. La
levantó y la llevó a Ryan.
—Ella no recordará nada. —Ryan lo miró sospechosamente antes de
tomar a su hermana—. Te arrepentirás de recordar. —Killian se dio la vuelta
y pensé que vendría por mí. Pero no lo hizo. Pasó por delante de mí y
desapareció, una vez más.
9
Tess se despertó a la mañana siguiente felizmente inconsciente de todo
lo que ocurrió la noche anterior. Bueno, no por completo. Todavía recordaba
ir a la fiesta y emborracharse, todo quedó en blanco de allí. Lo que me hizo
preguntarme si incluso tuvo que borrar su memoria, ella había estado
bastante perdida.
Me fui a casa esa mañana, paranoica y asustada. Ryan pasó la noche
tratando de consolarme, pero me sentía distante y confundida. Insegura de
todo, incluso de mis propios sentimientos. Pasé el domingo esperando a
Killian, pero nunca llegó. La mirada fría y oscura de sus ojos mientras
pasaba por delante de mí la noche anterior me hizo perder la cabeza. Pero
llegó la noche, me dormí y vi su cuerpo esquelético persiguiéndome, y me
despertaba sola en mi habitación.
La semana pasó lentamente sin la presencia de Killian en mi vida. Los
76
fantasmas seguían desaparecidos en la escuela, lo que significaba que
estaba cerca, aunque no podía verlo en ningún sitio. Siempre estaba
paranoica, todos los días caminando afuera, subiendo a mi auto, mirando
por encima de mi hombro esperando ver un demonio.
En algún momento desde que lo conocí, debí creer que me
protegería. Me sorprendía buscándolo alrededor, ya fuera en la escuela o en
casa, pero sobre todo por la noche en mi habitación, donde pasaba la mayor
parte del tiempo con él. Pero a medida que la semana pasaba lentamente,
su presencia desapareció, esa fe estaba disminuyendo. Entonces, me
recordaba que no era humano. Que su aspecto cambió justo ante mis ojos,
convirtiéndose en...
Mi cerebro estaba cansado de intentar reconstruir el rompecabezas que
llamaba vida.
Me encontré en la biblioteca el viernes por la mañana durante la
escuela. Raramente había alguien allí. Encontraba consuelo aquí, rodeada
de libros. Alguien dejó caer un libro sobre el que había estado leyendo en mi
mesa. Salté y levanté la vista para ver a Ryan.
—Sabía que había algo familiar en su transformación el sábado. —No
me había dado cuenta que Ryan estaba buscando respuestas por sí mismo,
en absoluto. He evitado el tema cada vez que lo mencionó. Estudié el libro
que colocó frente a mí. Era un libro nuevo, marrón y de tapa dura. Se
titulaba "Mitos y Folklore”.
—¿Qué clase de libro es este? —pregunté.
Sacudió la cabeza.
—Sólo algo sobre criaturas míticas, leyendas urbanas y folklore. Lo
tiene todo. —Abrió el libro y comenzó a revisar las páginas. Vi imágenes de
criaturas malvadas y animales que no debían existir, pero ahora lo sabía
mejor. Algunos eran horribles incluso en el papel—. La encontré ayer en la
biblioteca de la ciudad. Pasé después de la escuela. —Ryan nunca iba a la
biblioteca—. Aquí. —Se detuvo en una página.
Agarré los bordes del libro, inclinándome sobre él. Una figura
esquelética estaba impresa en la página, cubierta con una capa negra y una
guadaña. El dibujo era diferente de la transformación de Killian, pero no
cambiaba el hecho que todo era igual. Era como mirar una versión de
dibujos animados de él. Moví mi dedo índice por el papel hasta llegar al
nombre en la parte superior.
Muerte; también conocido como la Parca.
Sólo pude mirar fijamente.
Por eso había sido tan familiar. Todo el mundo ha visto un cuadro
representado de la Parca en algún momento. Ahora era obvio para mí. Los
fantasmas le temían.
—La muerte —susurré, mirando hacia Ryan. 77
Asintió.
—Y creo que ese es el verdadero problema. La jodida Parca.

Ryan me siguió a casa desde la escuela. Algo que ha estado haciendo


toda la semana. Ahora que sabía el peligro en el que estaba, no podía
mantenerlo alejado. ¿Qué podía hacer, honestamente, si un demonio
aparecía de nuevo? Era un humano. Nuestra fuerza no era nada en
comparación con el poder y la fuerza que había visto hasta ahora.
Ayudé a mamá a cocinar mientras Ryan jugaba videojuegos con Alex
en la sala de estar. Podía oírlos discutir sobre algo en la distancia.
—Estás molesta, ¿quieres hablar? —Mamá se dio cuenta, mientras
revolvía el puré de patatas. Yo estaba sacando las galletas caseras del horno.
—No es nada. —Nada que ella entienda o crea. Probablemente era más
seguro que nunca creyera ni una palabra que decía desde que era niña.
—Ryan. —Mamá arqueó una ceja y gruñí—. Ha estado pasando el rato
aquí toda la semana.
—No es lo que piensas. —Lo cual era la verdad, pero sabía que nada de
lo que yo pudiera decir cambiaría lo que creía. No, las cosas estaban lejos
de ser románticas entre nosotros. Saber que los demonios eran reales y me
perseguían, causó que Ryan cambiara por completo. El divertido y
encantador amigo por el que albergaba sentimientos en los últimos años,
desapareció, y fue sustituido por alguien que me ahogaba como si fuera una
niña.
—¿Oh? —Ella no estaba convencida.
Mamá gritó a los chicos que comieran. Ryan apresuró a Alex a la
mesa. Sonreí, disfrutando del hecho que al menos él estaba delante de mi
familia.
—Podrías pensar que estaban muriendo de hambre. —Mamá sonrió
mientras hablaba. Sabía que disfrutaba de estos momentos en casa con
nosotros. Yo también. Pero sabía que era aún más agradable que tuviera a
un chico en casa. Ryan superaba sus expectativas, ella lo adoraba tanto.
—Has estado viniendo mucho esta semana. —Alex tomó un bocado de
comida mirando a Ryan—. No es que me queje. —Ryan sólo sonrió y
continuó comiendo.
—Su comida siempre es deliciosa —elogió a mamá, y ella prácticamente
se desmayó.
—Así que, ¿tú y mi hermana están saliendo? —Me ahogué con una
galleta mientras Alex esperaba una respuesta. Ryan me miró a través de la 78
mesa, divertido.
—Tristemente, no. Tu hermana sigue ignorando todas mis señales.
Tomé un sorbo de Dr. Pepper e intenté ignorar lo que acababa de decir.
—Shh, lo que sea.
—Ves. —Me señaló con su tenedor—. Me rechaza tan fríamente. —
Negó, mirando a Alex.
Mamá estaba radiante.
—Vamos, Melanie.
—Eres estúpida, hermanita. ¿Quién más querría salir contigo? Tendría
cuidado de rechazarlo —añadió Alex.
—Alex —siseó mamá.
—Eres un bobo —le dije a Alex, y me sacó la lengua.
Ayudé a mamá a limpiar, y Ryan aún no se había ido. Incluso me siguió
arriba. Una vez que estuvimos en mi habitación, cerré la puerta. Me volví
hacia él, prácticamente soplando vapor de mis oídos.
—Ahora puedes parar.
—¿Parar qué? —Fingió ignorancia, cayendo sobre mi cama.
—Jamás dejar mi lado. —Bufé, negando, causando que mechones de
mi cabello rubio cayeran en mis ojos. Lo metí detrás de mi oreja.
—Es demasiado peligroso y no me importa.
—Creo que deberías irte. —Volví a abrir la puerta. Suspiró y se apartó
de la cama.
—Melanie. —Odiaba la manera tierna que decía mi nombre. Parecía
que nunca iba a dejarme. Ni ahora, ni nunca. Sabía cómo se sentía, porque
me sentía de la misma manera, pero mi corazón simplemente no estuvo en
eso esta semana. Tenía un montón de cosas actualmente, lo cual
probablemente era la razón por la que algo se sentía diferente. Sí, eso era
todo—. Sólo quiero mantenerte a salvo.
—No puedes, Ryan. —Las palabras salieron de mis labios antes de
darme cuenta. Era honesta y realista, pero no era algo que algún chico
quisiera oír. Que no podían mantener a una chica a salvo. Ryan se tambaleó
hacia atrás, sabiendo que era la verdad, pero incapaz de aceptarlo—. Por
favor —susurré—, si estás tan preocupado, puedes volver mañana.
Bajó la mirada por un momento. Entonces caminó hacia la puerta,
tomó mi mano en la suya. Se inclinó y me besó en la mejilla. Levanté la
mirada, me sorprendió.
—Haría cualquier cosa por mantenerte a salvo. —Sonrió y salió por la
puerta.
Fui a la cama y me tumbé. Tan dulce como era Ryan, en el momento 79
en que salió de mi vista, mis pensamientos sobre él también. Haciéndome
sentir culpable. Pero no por mucho. Los demonios plagaron mis
pensamientos. Los feos demonios lobos. La chica muerta, llamada Molly, y
cómo intentó matarme dos veces. Lo que sea que estuvo en el cine. Sobre
todo, pensé en Killian. Muerte. La. Parca. De todas las cosas que pudo haber
sido, ser la Muerte era lo que menos hubiera esperado. Todavía no parecía
real cuando lo pensé, quiero decir, vamos. Pero... si la Muerte era realmente
una persona, entonces Killian tenía que ser él. Era poderoso. Ahora sabía
por qué.
Aunque no era por eso que pensaba en él. Cada vez que pasaba por mi
mente, lo que sucedía mucho, me enfadaba y me ponía impaciente. ¿Dónde
ha estado? Pensé que me estaba protegiendo, pero no lo vi en toda la
semana. Sabía que no necesitaba verlo para mantenerme a salvo, pero...
Me hacía enfadar. No podía explicar mi frustración.
Podría llamar su nombre otra vez, y podría aparecer, pero no quería ser
la que cediera primero. Así que, no lo hice. Di vueltas y vueltas en la cama,
antes de presionar mi rostro en una almohada. Grité y levanté la cabeza de
nuevo. Miré alrededor de mi cuarto, esperando que de repente estuviera
allí. Caminé hacia la ventana y miré afuera. Caminé de un lado a
otro. Escribí furiosamente en mi cuaderno, aun esperando que apareciera.
La semana pasó tan lentamente esperándolo. Pero nunca
apareció. Pensé en su otra visita, toda la semana, y decidí que ya lo había
superado. Él era aterrador, pero reaccioné mal. Sólo quería que apareciera
al azar como siempre lo había hecho antes. Que me explicara todo para que
lograra entender. Que me dijera que no era un monstruo. Que me dijera que
me estaba protegiendo, para que me sienta segura. Quería que me dijera
quién era, no Ryan. Ahora probablemente lo sabía, y él no había sido el que
me lo dijo, lo cual me frustró.
¿No podía ver cómo me sentía?
Sólo dos semanas, esa es la cantidad de tiempo que Killian ha estado
en mi vida y logró cambiarlo todo. La forma en que me sentía incluso parecía
diferente. Ahora era una parte de mi vida y no me había gustado desde el
principio. Pero ahora todo lo que sentía era...
Soledad. Y temor.
Me senté en mi cama y acuné la almohada.

80
10
Dejé caer una lata de galletas en mi pie derecho la mañana siguiente
mientras preparaba el desayuno. Agarré mi pie, saltando alrededor en
agonía hasta que el dolor se volvió un dolor sordo. Me encontré en el suelo,
inspeccionando el nuevo moretón. Todo esto era culpa de Killian. Estaba tan
ocupada pensando en él, preguntándome dónde estaba, que seguía
haciendo las cosas mal.
Mamá me convenció de ver una película con ella, una comedia
romántica. Me levanté y fui a mi habitación cuarenta y cinco minutos
después, el protagonista masculino sólo me irritaba. Sabía que era un chico
esperando joder. Cerré la puerta de mi habitación. Y todo era culpa suya...
Mi estado de ánimo empeoraba. Todo me estaba volviendo loca, ¡sólo
porque él me estaba evitando! Caminé por mi espejo de cuerpo entero y me
detuve, mirando mi reflejo.
81
—No me mires de esa manera. —Sí, me estaba volviendo loca, pero tal
vez estaba tratando de ser graciosa. Sólo que no era divertida.
Estaba enojada. Killian apareció en mi vida una noche y la dio vuelta,
contándome sobre demonios. Que yo era un Vassel. Y podría haber seguido
con mi vida bien, completamente inconsciente de todo esto, si él no hubiera
intervenido. Los fantasmas eran suficientes problemas. Pero después de
contarme toda esa mierda, él va, ¿y qué? ¿Desapareció?
¿Por qué yo? ¿Por qué? Estaba haciendo un poco de auto odio y “¿por
qué, universo, por qué eres tan cruel conmigo?' cuando Tess entró en mi
habitación inesperadamente.
—¿Estás lista? —me preguntó como si tuviera una pista de lo que
estaba hablando.
—No sabía que iríamos a algún lugar. —Fruncí el ceño.
—Ryan está esperando, ¡date prisa! —respondió—. Quiere que vayas a
su práctica.
Puse los ojos en blanco, sintiendo realmente mi rabia hirviendo. Él se
estaba pasando.
—No puedo. Mamá fue a la tienda y tengo que quedarme en casa con
Alex.
Alex debió estar en el pasillo.
—No me importa ir a verlo practicar. —No, Alex. No debías decir eso,
pero luego fue y me dio ojos de cachorro de pie en mi puerta. Tess sonrió—
. Quiero salir de la casa —continuó.
Suspiré. Treinta minutos más tarde, estábamos en las gradas, mirando
al equipo practicando en el campo. Alex estaba caminando por la pista,
sonriendo. Bueno, no fue una pérdida total de tiempo. Alex se veía feliz y
estaba haciendo ejercicio. Pero lo atrapaba mirándolos practicar con
admiración y anhelo ¿Quería jugar? ¿Lo sabía mamá?
—¿Estás saliendo con mi hermano a mis espaldas? Ha estado en tu
culo toda la semana. Más que de costumbre. —Tess se sentó a mi lado.
—No, por supuesto que no —balbuceé. No podía decirle la verdad.
—Es verdad. Sería la primera en saberlo. —Sonrió y sentí la culpa
comiéndome viva. Ella no sabía nada, podría estar en peligro sólo sentada a
mi lado.
Yo era horrible.
Ryan nos saludó desde el campo, pero aparté mi mirada. Practicaron
algunas jugadas y suspiré continuamente. El viento soplaba, causando un
gran escalofrío. Me tapé los brazos. Está bien. Era octubre ahora, tal vez los
días calurosos se estaban acabando, pero aún continuaban antes que el frío
se estableciera para siempre. 82
—Mike se ve tan sexy cuando está sudado y sucio. —Sonreí tocándome
los labios por un momento. Qué agradable ser normal y que los dilemas con
chicos sea el mayor problema.
—¿Cómo están ustedes dos? —Traté de conversar.
Empezó a sonreír y conocía bien esa mirada.
—Finalmente tuvimos sexo anoche. —Fue sorprendente que tardara
tanto tiempo, Tess no era una persona que evitase los encuentros
sexuales. Ella tampoco negaba nada de su pasado. Aceptaba quién
era. Ojalá tuviera su confianza.
—Bueno, ¿cómo fue? —pregunté, sin tener lo más mínimo de
experiencia, pero con escuchar llegaba el conocimiento. O al menos, eso
esperaba. ¿Pero la experiencia era probablemente mejor?
—Bien. —Le sonrió a Mike en el campo—. Lo mejor hasta ahora, ni
siquiera miento, Melanie. —Hice caso omiso del comentario “hasta ahora”
preguntándome si eso significaba que no pensaba que ella y Mike durarían.
—Estoy feliz por ti. —Y lo decía en serio, pero también tenía
envidia. Quería tener algo de normalidad, pero lo normal no quería tener
nada conmigo.
La práctica terminó y los chicos se dispersaron fuera del campo. Ryan
fue a Alex y caminaron juntos. Ryan se frotó la cabeza mientras se reían de
algo. Después de eso, nos llevó a Pizza Hut. Alex estaba disfrutando y eso
casi me ponía de mejor humor. Me sorprendió Ryan mirándome mucho
mientras comíamos, debía querer decirme algo. No habíamos hablado en
todo el día, supongo que pensó que estaba molesta. Tess se fue con Mike
después de comer, y Ryan nos llevó a casa.
Mamá estaba dormida en su habitación, sería hora que se fuera a
trabajar pronto. Ryan nos siguió.
—Gracias por la comida —dije Alex, antes de quitarse los zapatos y
correr arriba a su habitación. Ahora, estábamos solos. La tensión era
pesada entre nosotros.
—Estás molesta conmigo. —Lo observé dudar—. ¿Por qué? —Trató de
acercarme, pero lo empujé.
—Ryan, no puedo tolerarte tenerte encima de mí. ¡Apenas te has
alejado de mí en toda la semana!
—Estoy preocupado por ti. —Bajó la cabeza.
—Lo sé, entiendo eso, pero creo que... —Las palabras se sentían como
arena en mi boca, siendo forzados a salir—. Creo que debemos mantener
distancia entre nosotros, sólo por ahora. Dejar de hablar, además de la
escuela. No puedo arriesgar tu vida.
—No puedes decirlo en serio. —Tomó mis manos. Nuestros dedos se
entrelazaron, antes de alejarme—. ¿Qué hay de ti? —Su voz estaba llena de 83
dolor y enojo—. ¿Quién te protegerá? —Apretó el puño.
—Killian. —Su nombre salió de mi boca tan rápidamente que sabía que
lo creía. También vino la paz al darme cuenta de eso. Creía en él. Por eso lo
seguía esperando.
—Se convirtió en un monstruo justo frente a nosotros. —El rostro de
Ryan estaba rojo de ira—. ¿Lo has visto desde entonces?
Miré hacia otro lado.
—No.
—¿Cómo puedes confiar en él? No es como nosotros. No es humano. —
Ryan era frío, echando la cabeza hacia arriba y abajo en irritación.
Pero mantenía mis ojos fijos en los suyos.
—Nunca me ha hecho daño.
No estaba convencido.
—No sabes nada de él.
—Baja la voz. —Lo callé, temiendo despertar a mamá. Odiaba que
estuviéramos tan enfadados. No era como nosotros en absoluto.
—Él no ha estado alrededor para protegerte toda la semana. —Aunque
sí lo estuvo—. Un protector —murmuró Ryan. Quería golpearlo por ser tan
infantil. Entonces me di cuenta que no se trataba que estuviera a salvo.
¿Estaba celoso?
Mi expresión se endureció.
—No voy a discutir. Vete. —Me volteé hacia la puerta principal y la abrí.
La ira de Ryan se desvaneció, bajó los hombros en derrota. Lucía triste
y tal vez incluso asustado.
—No me hagas irme, cuando estamos así entre nosotros. —Su voz era
suave y sabía que había vuelto a ser sensato.
Pero nuestras emociones ya habían sacado lo mejor de nosotros.
—Tú eres el que lo causó —dije entre dientes tratando de mantener mi
pequeña voz. Si no me apresuraba, mis emociones iban a delatarme por mis
ojos—. ¿Alguna vez te detienes a pensar en cómo me sentiría si algo llegara
a sucederte debido a mí? —Mi voz se quebró, pero mis ojos nunca dejaron
los suyos.
Él continuó presionando de todos modos.
—¿Y yo qué? —Se acercó más hasta que su rostro estuvo sobre el mío
y me agarró las mejillas. Tomé ese momento para cerrar los ojos y recordar
la forma en que esto se sentía, tenerlo tan cerca. Sólo por un momento. Si
las cosas hubieran sido diferentes, si fuera normal, este sería el momento 84
en que sus labios finalmente se encontraran con los míos. Pero esa no era
mi realidad. Abrí mis ojos—. ¿Cómo puedo sentarme y no hacer nada
cuando la chica que amo…?
Me alejé tan abruptamente que no tuvo la oportunidad de terminar.
—No.
Esta vez, realmente lo herí. Pero observé su expresión endurecerse con
determinación.
—No voy a quedarme sentado y no hacer nada. —No estaba mintiendo,
lo que era la peor parte de todo.
—Vete, Ryan —Señalé hacia la puerta. Antes de irse, se inclinó y metió
un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Un gesto amable antes de
entrar a casa.
Cerré la puerta a toda prisa. Agarré el picaporte de la puerta, lágrimas
escapando de la prisión que estaban encerrados. Me alejé de la puerta con
miedo que pudiera oírme. Mis lágrimas se convirtieron en fuertes sollozos
cuando fui a la cocina. Tomé un vaso del mueble y me serví un poco de
leche. Mis labios temblaban cuando el cristal tocó mis labios. Gimoteé
mientras trataba de beber, lo que hacía que la leche cayera por mi
barbilla. De alguna manera, estaba cubierta del líquido. Probablemente, no
era buena idea beber algo mientras lloraba. Me moví al fregadero y comencé
a limpiar la leche derramada por mi barbilla y pecho. Estaba oscuro, así que
cuando me acerqué a la ventana, todo lo que vi fue mi propio reflejo
mirándome fijamente. Mi cabello rubio ondulado que necesitaba lavado cayó
sobre mis hombros. Mis ojos estaban hinchados y rojos, así como mi rostro
y cuello.
Viendo lo miserable que me veía, sólo me hacía sentir peor. Me alejé del
fregadero y me detuve. Me pareció ver que algo se movía. No había nada,
sacudí la cabeza y entré en la cocina. Lo noté de nuevo. Miré la pared y vi el
reflejo de mi sombra. Ahora estaba aterrorizada de mi propia sombra, puse
los ojos en blanco. Me limpié debajo de mis ojos, sintiéndome un poco
refrescada después de llorar. Era bueno dejarlo salir todo, pero ahora tenía
un dolor de cabeza furioso.
Caminé por las escaleras, deteniéndome una vez más. Miré hacia atrás
desconcertada. Hmm. Podría haber jurado que mi sombra estaba en la
pared, ¿cómo estaba detrás de mí? Estaba siendo una idiota. Las sombras
cambiaban según la dirección que me movía y la iluminación. Levanté el pie
hacia el siguiente escalón… entonces, otra vez, algo no estaba bien.
Perdí el equilibrio y caí hacia adelante, evitando golpearme con las
manos.
—¡Oaf! —Salió de mis labios por el impacto y los pinchazos que
corrieron por mis brazos de la forma incómoda que caí. Suspiré, apartando
mi cabello del rostro y girando para ver a mi propia sombra de pie sobre mí.
¿Qué dia…? ¿Otro demonio? No hay tiempo para mirar.
85
Traté de levantarme, pero mis piernas no se movían. Miré hacia atrás
y vi que la sombra tenía mi tobillo en la mano. Sentí un ligero tirón antes de
ser arrastrada por las escaleras. Extendí la mano para agarrarme a algo,
pero no había nada. Mi estómago y pecho rebotaron en los escalones, y
finalmente conseguí agarrarme de la barandilla. La sombra se sacudió más
fuerte y perdí mi agarre, haciéndome caer por el resto de los peldaños y
aterrizar en el piso. La sombra me volteó sobre mi espalda. Gruñí y me
defendí, pero era como luchar contra el aire.
—¡Detente! Aléjate de mí —grité.
Esto era malo. Si no hacía algo... estaba en peligro de morir. DE
NUEVO.
La sombra detuvo de luchar. Se cernió sobre mí. Todo lo que tomó fue
un segundo y la sombra saltó a través de mí. No, mi estómago se anudó.
Estaba dentro de mí. Estaba presente en mi propia mente, pero no en mi
cuerpo. Miré a través de mis propios ojos mientras me levantaba y
comenzaba a caminar a la cocina. Traté de hablar, pero no salió ninguna
palabra. Perdí el control de cada parte de mí misma.
¿Dónde estaba Killian? ¿No se ha dado cuenta todavía? Sin duda, podía
sentir que estaba en peligro, ¿verdad? ¿Y si... realmente dejó de protegerme?
Estaba tan segura que estaría allí. ¿Tal vez Ryan tenía razón? Era una
tontería confiar en alguien que no era humano. Mi pánico creció cuando mi
cuerpo fue al mostrador y agarró un cuchillo de cocina.
Esto era todo, iba a morir y no había nada que pudiera hacer al
respecto.
Killian. Susurré su nombre en mi mente. La sombra, yo, tomé el
cuchillo más grande que teníamos. La luz se reflejaba en la hoja limpia
cuando la llevé por encima de mi pecho con ambos brazos. Fue en ese
momento que me di cuenta que no siempre podía estar a salvo. Sin embargo,
no quería morir. No podía morir, no así. Mi desesperación se arrastraba a
través de mí. No importaba lo arruinada que estuviera mi vida, no quería
que terminara. Así que, tenía que encontrar mi propia manera de salvarme.
Este era mi cuerpo, mi cuerpo, ¡mi cuerpo! Mi mente estaba clara, mi
razón fuerte. Vi el cuchillo temblar en mi mano. Podía sentir la sombra
dentro de mí, una fuerza invisible, pero fuerte. Una que no pertenecía. Era
una oscuridad que descansaba contra mi control y no podía
apartarla. Empecé a empujar. Podía sentir la tensión, el apretón y el tirón,
la batalla interna dentro de mí que no podía ver, sólo la sentía.
El cuchillo dirigido a mi pecho comenzó a moverse y usé toda mi fuerza
para luchar. La sombra salió de mi cuerpo con un extraño ruido cuando lo
hizo.
—¡OH DIOS MÍO, Melanie! —El grito agudo de mamá rompió mi
86
concentración por un momento, pero lo bloqueé. Cerré los ojos, dándome
cuenta que ganaba cierto control mientras la sombra se veía forzada a salir
de mi cuerpo más.
No muy pronto, el cuchillo ya estaba en movimiento. No pude detenerlo,
así que me obligué a moverlo justo a tiempo, cortándome en el hombro. Grité
mientras el cuchillo atravesaba mi piel y el hueso. Mamá sorprendida y
horrorizada, me dijo cosas que no podía entender.
Sentí que mi fuerza de voluntad y energía me dejaban como si la
sombra estuviera casi todo el camino de regreso dentro de mí. Utilicé la
fuerza que tenía para llamar su nombre.
—Killian. —Él estuvo allí antes que terminara de decirlo. Sus ojos se
encendieron, creciendo peligrosamente oscuros cuando notó el cuchillo
incrustado en mi hombro.
Lucía aterrador, nunca lo había visto tan escalofriante mientras
caminaba hacia mí. Perdí el control sobre mi cuerpo y no pude contarle
acerca de la sombra, así que sólo podía esperar que lo supiera. Y no me
decepcionó. Su mano entró en mi pecho y todo mi cuerpo se sacudió. Sacó
la sombra, pero la sombra se enganchó contra mí, tratando de volver a
entrar. Su esfuerzo fue inútil contra Killian. Con un poco más de fuerza, la
sombra salió de mí. Jadeé por aire, soltando mi mano del cuchillo
incrustado en mi hombro. Todo mi cuerpo se sacudió por el dolor en que
estaba. Mi camiseta estaba cubierta de sangre y también mis manos. Los
sollozos de mamá entraron en mi mente temblorosa, y levanté la mirada
para verla mirándome fijamente, horror y miedo llenaron su expresión. Sus
ojos saltaron de mí hacia Killian, mientras él disponía de la sombra.
Después de destruirla, corrió a mi lado. Negué, apretando fuerte los
dientes.
—¿Qué? —Los ojos de mamá eran salvajes e irreconocibles—. ¿Por qué
trataste de...? —Rompió en sollozos de nuevo mientras llevaba su mano
sobre su boca. Lucía aterrorizada. Caí contra el mostrados sintiéndome
mareada. Killian se apresuró a sostenerme. Lo empujé un poco.
—Por favor. —Levanté la mirada hacia sus ojos—. Mi mamá. Haz algo,
se está volviendo loca.
—Lo haré, pero primero déjame sacar el cuchillo.
Le agarré la mano.
—Por favor. —Mi mamá apenas estaba controlándose. No, ya estaba
perdida en lo que creía ver. No soportaba verla así. Sobre todo, no podía
soportar la mirada que me dio cuando me apuñalé. No podría haber sabido
que no era yo, pero una parte de ella encontró tan fácil creer que podría
hacerme daño. El miedo en sus ojos había sido por mi culpa. Y eso dolía
más que cualquier dolor físico. 87
Él asintió, comprendiendo mis sentimientos y fue hacia
ella. Retrocedió, gritando aterrorizada. Su mano se movió hacia su cabeza
rápidamente y cayó hacia atrás. La atrapó y la depositó suavemente en el
suelo. Se apresuró a regresar a mí.
Con mamá calmada, finalmente pude notar todo mi cuerpo temblando
por el dolor. Gemí mientras me deslizaba por el mostrador hasta el suelo. Se
inclinó a mi lado. Sacudí la cabeza, llorando cuando su mano se movió hacia
el cuchillo en mi hombro.
—Necesito quitarlo —me dijo suavemente.
—Va a doler. No puedo soportar más dolor. —Lloré. Mi tolerancia al
dolor era baja, pero ahora que el peligro había desaparecido, no podía
soportarlo.
Presionó su dedo y pulgar debajo de mi barbilla, y levantó mi cabeza
para que lo mirara.
—No va a doler —prometió.
Asentí, deteniendo mis lágrimas y cerrando los ojos. Sentí el peso de su
mano tocar el cuchillo y me tensé. El dolor se adormeció instantáneamente.
Abrí los ojos mientras sacaba el cuchillo. La sangre brotó a un ritmo más
rápido, Killian tomó la herida rápidamente. Vi la luz y el flujo de su poder
que me sanaba. Cuando quitó su mano, estaba sana. Me hundí con alivio
contra el mostrador.
La cocina era un desastre. Mi sangre. Cubría el suelo alrededor de
mí. Mi camiseta estaba manchada y las manos de Killian también. Vi los
pies de mamá por la esquina de la barra en medio de la cocina y sabía que
necesitaba meterla en cama, antes que su alarma sonara para ir a
trabajar. También necesitaba limpiar el desorden. Empecé a levantarme y
Killian agarró mis brazos para ayudarme. Estaba demasiado agotada para
apartarme.
Fue al fregadero y se lavó las manos.
—Ve a lavarte. Me voy a deshacer del lío —dijo, de espaldas en el
lavabo.
—Mi mamá.
—La llevaré a la cama —añadió suavemente. Subí las escaleras y fui a
la habitación de Alex. Estaba sentado frente al televisor con unos
auriculares encendidos. Desde esta distancia, podía oír perfectamente los
auriculares. Era bueno que no hubiera oído nada. Cerré la puerta. Continuó
su juego sin saber lo que pasó abajo.
Me duché y limpié la sangre. Me quedé allí con el agua cayendo sobre
mí, hasta que mi piel hormigueó y se volvió roja por la temperatura del
agua. Me puse una camisa holgada y shorts sueltos, y embolsé la ropa que
llevaba puesta. Volví abajo con la bolsa y la tiré a la basura. La cocina estaba
limpia. No quedaba ni una gota de sangre en el suelo. Volvió a usar su
88
poder. Corrí a la habitación de mamá y abrí silenciosamente la
puerta. Estaba durmiendo. Suspiré y fui a mi habitación
Killian me estaba esperando. Entré y cerré la puerta detrás de mí. Se
sentó en mi cama, con los hombros caídos en derrota. Todo mi ser se agitó
en su presencia. Me agarré el pecho, quería recordar la semana
pasada. Estaba cansada y molesta, de alguna manera no quería tener esta
conversación esta noche. Todo el tiempo que pasé esperándolo. Todas las
preguntas que tenía, de repente se sentía como una barrera entre nosotros.
En este momento sólo quería arrastrarme bajo mis sábanas y
esconderme. Casi muero. ¿Dónde estabas? Entonces me sentí tonta que me
importara tanto.
—Puedes irte ahora, me gustaría descansar un poco. —Me paré
torpemente en la puerta. Casi estaba segura que nada me impediría
quedarme dormida en el momento que mi cabeza se posara sobre la
almohada. Incluso mis propios pensamientos y preocupaciones.
—Me quedaré. —Finalmente levantó la cabeza—. Puedes descansar. —
Se puso de pie y sin importar la distancia, era extravagantemente alto e
imponente, sólo se sentía aún más cuando estábamos solos. ¿Por qué tenía
que ser tan grande y viril haciéndome sentir tan... pequeña? Se acercó antes
de sacar la mano para trazar la curva de mi cuello. Un escalofrío me recorrió
el cuerpo. No estaba mal, pero tampoco era cómodo. Era diferente. Un
nuevo sentimiento. Inhalé bruscamente antes de deslizarme hacia un lado,
lejos de él. Sus ojos me siguieron, siempre. Como si fuera algo para estudiar
y aprender, cada parte de mí, todo lo que hacía, sentí que calculaba todo.
—No hay manera que me quede dormida si estás aquí. —Eso era una
mentira. Era lo más segura que me sentí en toda la semana, con él. No podía
negar que me hacía sentir segura. Lo cual también hacía que fuera el
momento más agotador. Pero mi cuerpo ardía de rabia cuando pensaba en
lo segura que me sentía ahora y cómo lo esperé toda la semana. Se las
arreglaba para calmarme y molestarme—. ¿Por qué te molestas en
protegerme ahora? No lo hiciste en toda la semana, ¿por qué empezar de
nuevo? —Crucé los brazos sobre mi pecho. Sabía que estaba actuando
infantil, pero no pude detener mis acciones.
Suspiró.
—Tienes razón. Parece que sólo te curo en lugar de protegerte. —No
esperaba que estuviera de acuerdo tan fácilmente, bajé la mirada—. Pero
nunca he dejado tu lado, Melanie. Nunca iría tan lejos como para ponerte…
—Entonces, ¿qué pasa con lo que acaba de suceder? —Lo miré,
levantando la cabeza y mirando sus grandes ojos oscuros—. Sólo un
momento más, y podría haber sido… —Mi voz titubeó y no podía mantener
mis ojos fijos en él más tiempo—. Fue duro. Luchar contra algo dentro de
mi propio cuerpo, mirando el exterior, pero incapaz de hacer nada. Fue 89
aterrador y no podía seguir luchando contra ese control.
Tomó mi mano mientras estaba distraída. Le dio un suave apretón.
—Eso nunca va a suceder de nuevo. Habría detectado cualquier otro
ataque demoníaco, pero las sombras son diferentes. No tienen presencia. No
esperaba que usara una, lo cual era una tontería de mi parte. —Dudó—.
Estoy pensando que sería mejor permanecer a tu lado todo el tiempo. —Su
voz era diferente, más profunda y ronca. Lo que era extraño, la habitación
era extraña. Estaba pensando cosas extrañas. La pequeña lámpara de mi
mesita de noche proyectaba un brillo sobre sus facciones. Simplemente lo
miré. Y cuanto más lo hacía, más me preguntaba qué parte de mí lo había
encontrado desagradable. Bien, lucía aterrador, pero ya no tanto. Más como
misterioso. Admito que era realmente guapo. Robusto y cincelado, a lo que
yo considero perfección.
—Debes odiar eso —susurré sintiéndome un poco tímida. Qué
aleatorio, pero sí, esa era yo—. Sé lo mucho que te desagrada proteger a
esta humana —me burlé de su tono.
No pasé por alto la sonrisa sobre sus labios. Nunca lo había visto
sonreír de esa manera. Claro, había visto sus sonrisas arrogantes de
sabelotodo, pero nada tan real como esta. Se rió lentamente antes de decir:
—Oh, Melanie.
Movió la mano que sostenía la mía y la llevó a mi mejilla. Frotó
perezosamente su pulgar.
—Si no me equivoco, suena como que me has extrañado mucho, a pesar
de pretender lo contrario. —Se me olvidó cómo respirar por la forma
juguetona que hablaba—. No vine esta semana, no porque no quiera
hacerlo. Pensé que tenías miedo de mí después de ver lo que era. —Su mano
izquierda se alejó de mi mejilla, dejándola caer a su lado. Su sonrisa era
triste y forzada mientras me miraba.
Me aparté más de él rápidamente, tomando aire de nuevo en mis
pulmones.
—No tengo miedo. —Entonces dejé de caminar y suspiré—. De acuerdo,
esa fue mentira. Me asustaste como la mierda la semana pasada. Pero eso
es normal, teniendo en cuenta que te convertiste en una figura esquelética
que manejaba un arma gigante. Quiero decir, en serio. —Me volteé y volví a
mirarlo mientras exhalaba—. ¿Habría sido tan difícil decir, “Oh bueno, me
convierto en huesos andantes a veces" o algo así? —Levanté los brazos en
señal de frustración—. Así que, sí, tenía miedo. Eras súper escalofriante, y
aún estaba alterada hasta después, cuando reaccioné con frialdad
contigo. Pero he tenido toda la semana para pensar acerca de tenerte o no
miedo. —Tomé una respiración profunda y lo miré—. No, no tengo miedo. —
En su mayoría. 90
Killian parecía inseguro, pero su sonrisa parecía más genuina que
antes. Entonces me acordé de algo importante.
—Esto va a sonar probablemente loco, pero, ¿puede que seas la Parca?
—Levanté mis cejas con una media sonrisa mientras esperaba su respuesta.
—¿Al fin lo averiguaste? —Se rascó la barbilla, levantando la mirada—
. Sí, lo soy.
Me quedé boquiabierta. Pensar, y realmente saber que era la Parca,
eran cosas completamente diferentes.
—¿De verdad?
Algo perverso brilló en la profundidad de sus ojos antes que sus labios
se curvaran en una sonrisa.
—No todos los días se llega a conocer a la Muerte en carne. —Extendió
los brazos y resoplé. ¿Era siempre tan vanidoso?—. ¿Acabas de resoplarle a
la Muerte, Melanie? —Su voz se hizo oscura y peligrosa. Me estremecí. La
sensación de estar constantemente asustada y sentirme segura alrededor
de él, siempre me dejaba confundida.
—N-no —tartamudeé—. Me cuesta creer que la Parca estaría
protegiéndome. Lo dijiste tú mismo desde el principio —añadí.
Él suspiró.
—Sí. Era una petición. Del cielo.
—¿Cielo? —Dejé que la palabra se hundiera y lo miré incrédula. ¿El
cielo me quería a salvo?
—Sí, necesito recordarte que eres un arma peligrosa en manos de un
demonio. El cielo no puede permitir que eso suceda.
—Cierto —murmuré—. ¿Cómo puedo olvidarlo con todos estos
demonios detrás de mí? —agregué con veneno. Pero eso también me hizo
pensar en otra cosa que quería preguntar—. Killian-Parca. —Levanté mi
mano—. Quien sea, hay algo que me gustaría preguntar.
Asintió para que continúe.
—Cuando mi padre falleció, había una figura cubierta de pie junto a él,
segundos antes que... —Tosí, aclarando mi voz—. ¿Eras tú?
Me estudió un momento antes de responder rápidamente.
—No. —Fruncí el ceño—. Soy la Parca, pero tengo muchos otros Reaper
que hacen mi trabajo. Nunca tendría un momento para mí mismo si tuviera
que ir a cada persona moribunda. —Asentí con comprensión, pero no podía
dejar de sentirme decepcionado.
—Entonces, ¿qué haces exactamente? —pregunté, jugueteando con la
punta de mi camiseta—. ¿Enviar los muertos a la otra vida?
Fue a mi cama y se sentó, pasándose la mano por el cabello. Un hábito 91
que lo atrapé haciendo mucho. Puso sus codos sobre las rodillas y levantó
la vista. Fue entonces cuando me di cuenta que mis piernas estaban
doloridas de pie y me uní a él en la cama. Coloqué una pierna debajo de mi
trasero y me volví para mirarlo.
—Mando a los muertos al Cielo o al Infierno. Si fueron personas buenas
y amables, honestas durante la mayor parte de su vida; suben al Cielo. Los
que fueron malos y corruptos, descienden al infierno. Estoy en el centro, me
aseguro que lleguen a donde necesitan ir.
Asentí.
—¿Qué pasa con los fantasmas? ¿Por qué no se van?
—Se esconden de los Reaper. Los fantasmas todavía están unidos a
algo en la vida que les hace huir de la otra vida. Amor, odio, ira, celos,
venganza. Cualquier emoción puede convertirse en un arma contra ellos, si
es lo suficientemente fuerte como para mantenerlos con los vivos.
—Eso tiene sentido. Hay un chico que conozco que tiene un ancestro
que lo sigue. Siempre juzga a las chicas que se acercan a él. Es tan gruñona.
—Negué recordándola, y él rió.
—Suena como si su razón para quedarse fuera el amor. Quería vigilar
a su familia.
Sonreí.
—Sí, me lo imaginé. Aun así, tiene una boca mala. —Él nunca dejó de
sonreír mientras hablaba, lo que me hizo pensar que podría disfrutar
escuchando lo que decía. Ryan me escuchaba, Tess ocasionalmente lo hacía
cuando hablaba de fantasmas. Pero ninguno podía entender mi mundo. No
como Killian—. Entonces, sobre este demonio que está detrás de mí.
Dejó de sonreír, como si recordara toda su razón de estar aquí.
—Haces muchas preguntas para alguien que casi fue asesinada. —Me
estremecí pensando en el dolor que sentí cuando fui apuñalada.
—Estoy cansada de no saber nada.
—Mañana. Hablemos de todo. Esta noche, deberías descansar. —Dio
golpecitos a la cama y me hizo un gesto para que me acostara.
Bostecé. Estaba cansada. Sólo estaba ignorándolo porque finalmente él
estaba aquí.
—Sí, tengo sueño —admití y me metí en las sábanas. Me volví para
mirarlo una vez que estuve cómoda. Acerqué la almohada donde él estaba
sentado.
—¿Necesitas que te ayude a dormir? —susurró suavemente, tocando
mi frente.
Negué y una sonrisa se extendió por mi rostro. 92
—No, creo que estoy bien. —Su sonrisa me dijo que le gustó mi
respuesta—. ¿Te vas a quedar? —Levanté la mirada de la almohada hacia
él.
—Sí.
—¿No duermes?
Él rió.
—Soy increíblemente poderoso.
Puse los ojos en blanco.
—Eres tan vanidoso —dije.
—No me dejaste terminar. —Se acercó—. Soy poderoso, pero aun así
necesito dormir un poco, pero no tanto como los humanos. —Cerré los ojos
y escuché mientras hablaba.
—¿Oh? —susurré somnolienta—. Entonces deberías dormir.
Lo oí reír de nuevo antes de dormirme.
11
Cuando desperté, Killian se había ido. Miré al techo mientras pensaba
en lo de anoche. Casi había muerto mucho últimamente, pero Killian estaba
de vuelta, por lo menos. Mamá había presenciado todo. Cerré los ojos
tratando de bloquear las imágenes de la forma en que me miraba. Al menos
no lo recordaría. Pero podría suceder.
Me sentí decepcionada que Killian no estuviera aquí. ¿Pensaba que no
iba a dejar mi lado? Salí de la cama, negando, sin gustarme la dirección en
la que iban mis pensamientos. Hacía eso mucho últimamente. Pensando en
él y preguntándome dónde estaba, no debería importarme mucho.
Se oyó un golpe en la puerta de la planta baja. Oí a Alex gritarle a mamá
que contestara, uno de ellos abrió la puerta. Las voces eran bajas y no podía
distinguir nada más. Me encogí de hombros, probablemente era Ryan. Con
la forma que dejamos las cosas anoche, me sorprendía que llegue hoy. Ryan
93
no era alguien que se rindiera. Eso significaba que terminaría diciéndole las
mismas cosas duras de nuevo. Me quité el pijama.
¿En cuánto peligro estaban mamá y Alex por mi culpa? No podía
evitarlos como hacía con Ryan. Necesitaba preguntarle a Killian cuando lo
volviera a ver. No puedo soportar la idea que les suceda algo.
—¡Melanie, baja aquí! Tienes una visita —gritó mamá. Fruncí el
ceño. Eso fue extraño. Si Ryan o Tess estuviera en la puerta, mamá les
hubiera dicho que subieran a buscarme. Lo que significaba que alguien más
estaba en la puerta.
No sería una especie de demonio, ¿verdad? Sintiéndome preocupada,
bajé corriendo y me detuve cuando llegué al escalón inferior. Killian estaba
junto a mamá en la puerta. Le di una mirada confusa. Él simplemente
sonrió. ¿Qué estaba tramando?
—Melanie —dijo mi nombre con una cantidad alarmante de encanto y
entusiasmo. Resplandeció de felicidad. Era demasiado antinatural, me di
cuenta, estaba haciendo un acto delante de mamá. ¿Por qué se esforzaba
tanto? No quería decirle lo forzado que se veía, así que me dirigí a donde
estaban.
—¿Qué haces aquí? —pregunté lentamente, sintiendo la mirada de
mamá quemando un agujero a través de mí. Estudió a Killian con cautela e
incertidumbre. Ya podía decir que estaba desaprobando todo acerca de él.
—¿Conoces a este hombre? —No pasé por alto la forma que lo llamó
"hombre", implicando que sabía que no era de mi edad, ni que fuera a mi
escuela. Era mayor.
—Sí —respondí, tratando de encontrar una mejor respuesta—. Es un
amigo de Ryan —añadí. Sabía que fue un error en el momento que las
palabras salieron de mi boca, pero era demasiado tarde para cambiar mi
respuesta.
Ella lo miró, su penetrante mirada lo estudió de arriba a abajo. Quería
tapar mis ojos de la forma en que estaba actuando.
—¿Amigo de Ryan? —No parecía convencida—. Entonces, ¿por qué está
aquí? — Cruzó sus brazos contra su pecho.
—Mamá —siseé, incapaz de manejar más vergüenza. Sabía que
probablemente pensaba que estábamos en algún tipo de relación. Por
supuesto que se vería así. Sin embargo, debería conocer a su hija lo
suficiente como para saber que no tenía novio. Nunca.
Killian tosió, interrumpiéndonos. Levanté la mirada.
—Me llamo Killian. Es un placer conocerla. —Me detuve de poner los
ojos en blanco. Míralo, actuando como un caballero.
—Nombre extraño. —Mamá no se molestó en presentarse. Su
comportamiento era sorprendente, tenía buenos modales. Nunca trataba a 94
nadie con tanta frialdad. Aunque, pensé que podría tener algo que ver con
la edad de Killian. Tampoco sabía la edad que tenía, pero estaba claro que
era mayor que yo. No es que él se viera muy amable, incluso cuando sonreía.
—Eso he oído.
—Vamos a hablar afuera. —Me moví rápidamente, pasando a mamá y
agarrando su hombro. Lo aparté de la puerta, y lo llevé conmigo. Oí el
resoplido irritante de mamá cuando cerré la puerta. Sabía que iba a
responder sus preguntas más tarde. Salí del porche sabiendo que
probablemente iba a intentar espiar por la ventana. Caminé descalza por la
calzada hasta que mis pies tocaron el camino de grava. Solté su brazo y le
lancé una mirada furiosa—. ¿Qué diablos estás haciendo?
Se encogió de hombros y se apoyó en mi auto.
—Pensé que facilitaría las cosas si tu madre me conociera.
Me froté la cabeza antes de decir.
—¿Eso tiene sentido? Tienes todo ese poder, no tienes que preocuparte
nunca que te vea. Y, además, mírate. —Le señalé—. Pareces diez años mayor
que yo. ¿Cuántos años tienes, veintiocho? ¿Veintisiete? —Realmente estaba
curiosa y quería saber más sobre él.
—Eso depende. —Cruzó sus brazos y colocó su brazo muscular sobre
su pecho—. ¿Estamos hablando de años humanos o demonios?
Entrecerré los ojos.
—¿Importa?
—Sí. El tiempo corre mucho más lento donde vivo. Así que, si te referías
a los años humanos, entonces unos trescientos. —Abrí la boca—. Pero si
pasamos por mi edad actual, entonces tres mil. —Lo dijo tan casualmente
como si no fuera un gran problema.
—¿En serio?
—¿Parece que estoy bromeando? —respondió, entonces una enorme
sonrisa se extendió por su rostro.
Negué.
—Eres anciano.
—Todavía soy joven —dijo en desacuerdo.
—Si tú lo dices —murmuré. Me apoyé contra el auto a su lado.
—¿Qué haces hoy? —preguntó.
Suspiré.
—Bueno, probablemente seré interrogada una vez que vuelva a
entrar. Se preguntará cómo conozco a alguien que es mucho más grande
que yo. Muchísimo más grande —añadí—. Nunca la había visto actuar de 95
esa manera con nadie.
Miró hacia arriba, arrugando las cejas.
—Sólo estás acostumbrada a su adulación sobre Ryan.
—No lo hace.
Él continuó:
—Lo hace. Lo adora. —La forma en que me miraba, tuve que darme la
vuelta—. Quiere que los dos estén juntos —dijo.
—Sí, lo más probable —admití.
Miró al cielo.
—Quieres estar con él también. —Él sabía mis sentimientos por
Ryan. Aunque no estaba segura por la confusión que sentía
últimamente. Hacia Ryan, hacia él.
—Pero no tiene sentido. No puedo estar con él. Mi vida está tan jodida.
—Me encogí de hombros, pateando la grava.
—No le importa eso.
—No importa, no permitiré que se haga daño o peor, lo asesinen por mi
culpa —añadí con mal humor, lo hizo sonreír—. ¿Y mi madre y Alex? ¿Están
en peligro por mi culpa?
Se apartó del auto.
—Sí. —Sentí que mi corazón se retorcía. Ya sabía la respuesta, pero
también había esperado un milagro. Sentí el nudo en mi garganta—. Se está
impacientando. Ni siquiera ha intentado ir tras de ti con toda su fuerza. Tu
familia y amigos son todos herramientas que puede usar contra ti.
—No puedo permitir que eso suceda, Killian. —Negué.
—Sí, ya lo pensé. —Asintió—. Encuéntrame en la pequeña cafetería de
la ciudad... ¿cómo se llama? —Me miró buscando una respuesta.
—¿Debs?
—Ve allí en una hora —dijo antes de alejarse caminando.
—Espera... —Traté de llamarlo, pero su hábito de desaparecer en el aire
me dejó sola. Miré a la casa y esperé que mamá no estuviera espiando por
la ventana cuando desapareció. Me estaba esperando en la cocina cuando
entré. Traté de correr a mi habitación, pero me detuvo.
—No tan rápido, Melanie. —Suspiré, dando la vuelta para ir a la cocina.
—No es mi novio —le dije en cuanto entré en la habitación.
Frunció el ceño y cruzó los brazos. Estaba sentada en uno de los
taburetes de la barra.
—Entonces, ¿qué estaba haciendo aquí?
—Es amigo de Ryan. ¿No puedo ser amigo de él? —pregunté y moví mis
96
manos en el aire.
Suspiró.
—Parece más grande. ¿Cuántos años tiene? —Su nariz se arrugaba
cada vez que estaba irritada o molesta. Como ahora mismo.
—No estoy segura. —Miré hacia otro lado. Mis mentiras se
acumulaban.
—Melanie. —Su voz contenía una advertencia.
—¿Qué? —Fruncí el ceño.
—Parece peligroso, no lo quiero por aquí.
—¡Mamá, ni siquiera lo conoces! —gruñí. Aunque era La Parca. Había
visto lo peligroso que podía ser.
—¡No quiero conocerlo y tú tampoco!
—Tengo dieciocho años, ¿recuerdas?
—Vives bajo mi techo.
El teléfono sonó y me moví para sacarlo de la barra antes que ella lo
hiciera. Era de la casa de Ryan. Si era él o Tess, no lo sabía.
—Es Tess o Ryan —le dije antes de que ella decidiera tomar el teléfono
de mi mano. Subí las escaleras con el teléfono. Presioné el botón de cortar,
fingiendo que estaba contestando el teléfono—. ¿Hola? —Me detuve un
momento antes de hablar de nuevo mientras subía las escaleras—. Hola,
Ryan. —Mantuve la conversación fingida hasta que estuve en mi habitación
y segura que ya no podía oírme. Dejé el teléfono en la cama,
suspirando. Probablemente fue Ryan el que llamó, y yo no estaba lista para
hablar con él todavía. Me sentía culpable por mentirle tanto a mamá, pero
ella no sabía nada.
Me cambié de ropa y esperé unos cuarenta y cinco minutos antes de
volver a bajar. Agarré mis llaves del mostrador de la cocina. Mamá me
encontró mientras me ponía los zapatos.
—¿Adónde vas? —preguntó.
—A la biblioteca. No tengo nada que leer. —Y me dije que después iría
a la biblioteca para no mentirle.
Asintió, decidiendo creerme.
—Ten cuidado. Se supone que tendremos una mala tormenta esta
noche.
—Lo haré.
Debs Diner siempre estaba lleno los sábados. Entré y encontré a Killian
de inmediato, a pesar de la enorme multitud. Debs era un lugar
agradable. Tess y yo pasábamos aquí mucho cuando tenía el dinero
extra. Las paredes eran grises, pero todo lo demás era rojo o negro. Las 97
cabinas eran negras con brillantes cojines rojos. Taburetes negros con
asientos rojos. A Deb le encantaba su look retro, pero nunca le quitó la
sensación acogedora al lugar. A todo el mundo en la ciudad le encantaba
venir aquí. Familia, amigos, personas de todas las edades. El marido de
Deb, Bob, era uno de los cocineros y su comida siempre era increíble. Deb
se encargaba del trabajo enfrente. También tenían unos camareros. Ella
sonrió y me saludó cuando me vio entrar. Le devolví la sonrisa y me dirigí al
stand donde Killian estaba sentado.
Escogió la cabina trasera en la esquina. Se apoyó contra los cojines del
asiento. Sus piernas lucían apretadas debajo de la mesa y desprendió esa
vibra que hacía que la gente pensara dos veces antes de acercarse a él. Me
deslicé en la cabina, el asiento frente a él. Gruñó y trató de mover sus
piernas debajo de la mesa para que lograra deslizar las mías.
—Está bien, mis piernas son diminutas en comparación con las tuyas
largas. —Inclinó su cabeza y me estudió—. ¿Qué? —Fruncí el ceño.
—Tus labios están rojos. —Miré hacia otro lado y agarré uno de los
menús junto a la sal y pimienta. Utilicé el menú para cubrir mi rostro. Sentí
las llamas en mis mejillas y no quería que me viera. ¿Por qué me apliqué
lápiz labial? Nunca me maquillaba. Era una idiota.
—Es lápiz labial —dije, aun ocultando mi rostro detrás del menú.
Bufó.
—Sé lo que es lápiz labial.
—Melanie. Es bueno verte. —Deb estaba junto a nuestra mesa. Sonreí,
bajando mi menú. Mantenía su cabello teñido de negro y usaba su
maquillaje tan oscuro, a pesar de su edad. Le gustaba verse bien, supongo.
—Hola, Deb.
—No te he visto últimamente. ¿Cómo están mis gemelos
favoritos? ¿Dónde se esconden? —preguntó.
—Ryan se mantiene ocupado con el fútbol y Tess tiene novio.
—Esa chica, ¿otro más? —Sonrió.
Me reí.
—Creo que le gusta mucho este.
—¿Oh? —Deb sonó sorprendida y Killian se aclaró la garganta. Deb se
volvió para mirarlo. Apoyó su codo en la mesa, mirándome—. ¿Y quién es?
—Deb arqueó la ceja—. No creo que te haya visto antes, y lo recordaría si lo
hubiese hecho.
—Killian. —Asintió ligeramente—. Soy amigo de Melanie.
Deb tenía un brillo en sus ojos mientras me miraba.
—¿Ah sí? —dijo ella con curiosidad—. Solo amigos. 98
—Sí —agregué rápidamente y clavé la nariz en el menú.
—Creería que Ryan estaría muy destrozado si estuvieras en busca de
un hombre. —Esta mujer, cerré los ojos y tomé una respiración silenciosa
pero profunda. Nunca se guardaba nada. Eché un vistazo sobre el menú y
vi que Killian se había tensado. Sus manos descansaron frente a su
rostro. Sus nudillos se veían blancos, los estaba apretando con tanta
fuerza. Deb debió de percibir su estado de ánimo—. ¿Qué puedo traerles
para beber?
—Coca.
—Lo mismo.
—¿Ya saben lo que quieren? —Miró entre nosotros.
—Tomaré lo habitual. Hamburguesa con queso y patatas fritas. —Ella
asintió.
—Lo mismo —dijo él de nuevo. Nunca abrió su menú. Cuando Deb se
alejó, le fruncí el ceño.
—¿Comes?
—Sí. —Bajó sus codos de la mesa. Observó el lugar—. No soy un
vampiro. —Su estado de ánimo cambió a extraño desde que Deb mencionó
a Ryan.
—Está bien —contesté bruscamente—. Ni siquiera has mirado el menú.
—No me importa lo que coma. No soy tan exigente como...
—Los humanos. —Usé su tono monótono y frené mi lengua de
continuar. Finalmente sonrió y sentí que la tensión se aligeraba—. Lo
entiendo. —Bajé el menú—. ¿Por qué me pediste venir aquí? No es
exactamente un lugar para tener el tipo de conversación que pensé que
íbamos a tener. —Deb regresó con nuestras bebidas. Las puso sobre la
mesa.
—La comida saldrá en un minuto.
—Está bien. —Sonreí mientras se dirigía a otra mesa.
—Pensé que tendrías hambre. —Sonaba como si estuviera evitando la
pregunta.
—Lo estoy, pero eso no es lo que estoy preguntando.
—Pareces cercana a la mujer. —Inclinó la cabeza hacia Deb.
—Sí, he sido su cliente toda mi vida.
Deb trajo nuestra comida. Killian comió más rápido que cualquiera que
haya visto. La devoró. Todavía tenía la mitad de mi comida y él estaba
masticando el último bocado de su hamburguesa.
—¿Estás seguro que no eres el que tiene hambre? —Tiró el popote de
su vaso y bebió su Coca Cola. Sonrió, bajando el vaso vacío. 99
—Cuando uso poder, Melanie, debo reponerme. Al igual que los seres
humanos necesitan alimento y sueño para sobrevivir, yo también, y la
mayoría de los demonios. Sólo nuestras necesidades podrían ser totalmente
diferentes o iguales. Podría pasar sin dormir o comer mucho más tiempo
que tú, pero finalmente me afectará. Especialmente cuando uso cualquier
tipo de poder o me convierto en Parca. Es agotador.
—¿De verdad? Hmm, con todo ese poder imaginé... —Dejé de hablar
cuando vi la expresión en su rostro.
—¿Vas a preguntar todo? —murmuró.
—Probablemente —admití.
Terminé mi comida y me eché hacia atrás, agarrándome el estómago.
—Estoy muy llena.
Arrojó dinero en la mesa y parpadeé varias veces por la propina
extrema.
—¿Hay algún lugar donde te gustaría ir? —preguntó,
levantándose. ¿Por qué estaba actuando tan extraño? Sólo pude mirar
fijamente mientras agarraba mi brazo y me sacaba de la cabina. Nunca me
dejó ir mientras nos dirigíamos fuera. Lo dejé llevarme, sin entenderlo, ni a
mí misma. Recordé la primera vez que agarró mi mano. Había estado en el
estacionamiento del juego de fútbol de Ryan. Ahora sentía lo mismo de
nuevo. Estudié nuestras manos. Sentí como si faltara una pieza del
rompecabezas en mi cabeza. Incliné la cabeza, ¿qué era?
—¿Qué estás haciendo? —pregunté.
—¿Confías en mí? —¿Qué clase de pregunta era esa? Finalmente
aparté la mirada de nuestros dedos entrelazados y miré su rostro. No pude
tolerar su intensa mirada más de un par de segundos y tuve que mirar de
nuevo a nuestras manos. Incluso sus manos eran mucho más grandes que
las mías. Antes de empezar a racionalizar todo, asentí y volví a levantar la
mirada. Sonrió. Nos llevó por la esquina de Debs, hasta que estuvimos en la
parte de atrás, lejos de los ojos vigilantes. Había un basurero al lado de la
puerta trasera. Un pequeño acantilado era la única cosa aquí.
—¿Por qué nos trajiste aquí? —Lo miré confundida.
—Quiero mostrarte lo que soy.
—Pero ya he visto quién eres —le dije, sintiéndome nervioso.
—Me has visto, pero no sabes lo que hago —añadió—. Déjame
mostrarte. —Agarró mi mano, pero mi sonrisa cayó. La idea de verlo como
la Parca me asustaba. Vio mi miedo y soltó mi mano. En el momento en que
lo hizo, quería acercarme y hacer esa conexión entre nosotros otra vez—.
Nunca te haría daño —dijo suavemente. Le creí.
—Lucías como otra persona esa noche. 100
—No es que sea diferente, Melanie, soy más poderoso de esa forma. No
cambia quién soy. Soy yo, pero diferente. Soy la Parca. —Eso no tenía
sentido para mí, pero no sabía nada de su mundo—. ¿No tienes
curiosidad? Te ofrezco mostrarte. —Me tendió su mano, expectante entre
nosotros. Miré su palma. ¿Por qué de repente parecía que tomar su mano
era mucho más? Levanté la mirada, ya sabiendo mi elección. Me acerqué y
puse mi mano en la suya. Sus dedos se cerraron alrededor de mi mano. Una
sonrisa se extendió por su rostro—. No hay vuelta atrás ahora. —Perdí el
aliento ante esa sonrisa. No me importó lo que pasó después.
Todo se oscureció a nuestro alrededor. Oscuro, luego luz, y me di
cuenta un poco demasiado tarde que estaba usando su poder para llevarnos
a algún lugar. Cuando la luz finalmente se desvaneció, yo estaba cayendo
del cielo. Grité. La hierba y los árboles se acercaron rápidamente por debajo
de mí. Estaba cayendo y rápido. Mi estómago estaba en mi garganta
mientras seguía gritando. Podía ver mi muerte cada vez más cerca con cada
respiración que tomaba. Cerré los ojos y esperé el momento en que mi
cuerpo golpearía las grandes ramas de los árboles. Algo agarró mi tobillo y
dejé de caer. La sangre corrió a mi cabeza y una risa estalló sobre mí. La
Parca flotaba sobre mí con un apretado agarre en mi tobillo.
—¡OH DIOS MÍO! —grité—. ¿Qué estás haciendo? —Negó, y se rió aún
más. La risa hizo que un escalofrío recorriera mi espina dorsal. Era la voz
de Killian, sólo con algo de trueno de poder y travesura. Me arrojó en el aire
por encima de él y me tomó en sus brazos. Habría alejado al lunático si no
hubiéramos estado cayendo del cielo.
—Agárrate fuerte. —Su voz bailó en mi oído. Envolví mis brazos
alrededor de su cintura. Su cintura era mucho más pequeña como la
Parca. No había masa de músculos, sólo el fresco toque de huesos a través
de su camisa. Grité con mi corazón cuando nos dejó caer del cielo, a través
de los árboles. En el momento en que estuvimos en la tierra, me aparté de
sus brazos. No tuve suficiente equilibrio y me caí sobre mi trasero. Me
levanté y me sacudí el polvo. Lo fulminé con la mirada.
—¿Estás loco? —pregunté. Entonces mi ceño se desvaneció cuando
miré nuestro entorno. Los árboles eran monstruosos. Bueno, no es lo que
estaba acostumbrada a ver. Estaba oscuro, pero este lugar era
hermoso. Todo era tan verde, húmedo y cubierto de rocío. Vides envueltas
alrededor de los árboles. Musgo cubría el suelo y un río diminuto fluía entre
mis pies. Parecía un bosque tropical—. ¿Dónde demonios me llevaste? —le
pregunté a la Parca.
Miró a su alrededor, rascándose la barbilla antes de encogerse de
hombros. ¿Ni siquiera lo sabía? Levanté las manos en el aire.
—¿En serio? Sácanos de aquí —le grité. Entonces oí un ruido. Podía oír
algún tipo de insecto chirriando, pero empezó a callarse. No podía distinguir
ninguno de los sonidos, mi imaginación estaba empezando a correr 101
salvajemente. Sonaba entre un mono y una risa. Me froté las sudorosas
palmas contra mis jeans—. ¿Qué fue eso? —susurré.
En vez de contestar, agarró mi muñeca y me empujó hacia adelante. Me
llevó por un sendero. Caminamos por varias enormes raíces de árbol y
seguimos a lo largo del pequeño río hasta que un lago apareció a la
vista. Seguí caminando hacia adelante después que soltara mi brazo. Era
hermoso. Claro y azul. La luz de la luna se reflejaba en el agua e iluminó los
árboles alrededor del lago. Me agaché y reuní agua en mis palmas. Hacía
calor.
El movimiento en medio del lago me hizo mirar hacia arriba. Las
ondulaciones comenzaron desde el centro, extendiéndose por el lago. Un
gran tentáculo salió del agua y se enganchó en mi brazo, tirándome hacia
adelante. La Parca estuvo allí antes que pudiera llevarme y me echó hacia
atrás. Se movió delante de mí, poniéndose entre yo y el agua. Y lo que estaba
allí.
—Demonio de agua —respondió a mi pregunta tácita mientras
estudiaba el agua.
Las burbujas rápidamente aparecieron en el medio y una mujer se
levantó de ellos. Era bellísima. Cabello rojo, ojos verdes y piel
escamosa. Entonces vi el resto de su cuerpo. La mitad inferior de su cuerpo
era de tentáculos. Verde y viscoso, parecido a un pulpo.
—Parca, ¿qué te trae aquí? —Le sonrió casualmente y con alegría.
—Perla —contestó extendiendo su mano.
—¿Quieres mi única perla? —Se rió, y él asintió—. Me temo que no
puedo hacer eso. Pero, ¿qué trajiste? Huele delicioso. —Olisqueó el aire y se
lamió los labios, sus ojos aterrizando en mí. Di un paso atrás.
—Nada que te incumba. Esta noche, mueres. —Su sonrisa se
desvaneció y sus ojos se estrecharon. Un tentáculo salió disparado del agua
hacia la Parca. Su guadaña apareció y la cortó por la mitad. Ella gritó.
—Traes a un humano contigo, deshonrándome a mí y a todos los
demonios, ¡y pidiendo mi perla! —gruñó.
—Mi guadaña exige tu vida, demonio. —La Parca habló con un sonido
tempestuoso—. Todos los humanos que comiste, las almas que atrapaste,
yo las exijo. —Su guadaña se convirtió en una lanza. Ella siseó hacia el
arma—. Tu alma se convertirá en una con mi arma.
Ella se encogió de nuevo, la ira y el miedo marcando su hermoso
rostro. La Parca lanzó la lanza contra su pecho. Sus tentáculos subieron
para bloquearlo, pero pasó por los diez de ellos y directamente a su
corazón. Dio un último grito mientras caía hacia atrás, bajo el agua. El agua
se volvió negra, el color de sus fluidos corporales. Era como si estuviera
podrida. La lanza apareció en el agua y volvió a su dueño. Una nube negra 102
seguía a la lanza.
—La muerte es sólo el comienzo de tu sufrimiento. —Habló a la nube
negra que se cernía frente a él. La lanza volvió a ser su guadaña y la nube
fue absorbida por la guadaña antes de desaparecer.
—¿Qué hiciste? —Estaba detrás de él.
—He salvado incontables vidas tomando una. Sufrirá eternamente
ahora. —Algo resplandeció en el agua negra, pronto el agua volvió a ser
clara. La Parca se sumergió en el lago. Contuve mi propia respiración hasta
que su cabeza apareció por encima del agua. Salió, resbalando algo blanco
y brillante en sus vaqueros oscuros. Luego se acercó a mí, agarró mi cintura
y me lanzó sobre su hombro.
—Ahora, ¿qué estás haciendo? —Le di un empujón a su
hombro. Entramos otra vez en esa oscuridad, y luego en la luz, sabía que
estaba usando su poder para llevarnos a otro lugar. Me dejó sobre mi trasero
cuando llegamos al nuevo destino. Estábamos en un hospital. Estaba lleno
de gente, enfermeras y médicos corriendo frenéticamente. Parpadeé,
ajustándome a las brillantes luces fluorescentes. Los ruidos de las
máquinas, los médicos gritando, y el "pitido" constante de la línea de vida
de alguien me llenaron los oídos. Pellizqué mi nariz, nunca pude tolerar el
olor de un hospital. Olía a muerte, enfermedades y suministros de limpieza.
Observé a la gente pasar, ni siquiera nos miraba. Era como si no
estuviéramos allí.
—¿No pueden vernos? —Asintió—. ¿Qué estamos haciendo aquí?
Lo seguí por los pasillos. Me miró una vez.
—Te mostré lo malo. Ahora te mostraré lo bueno. —Fruncí el ceño,
confundida. No veía nada bueno en el hospital. Se detuvo en la habitación
303. Lo vi pasar. Miré a mí alrededor y estudié la puerta. ¿Podría hacer eso
también? Nadie podía verme. Decidí probarlo con mi mano primero. Jadeé
cuando mi mano pasó directamente a través de la puerta. Por lo tanto, así
se sentía para los fantasmas. Me metí en la habitación.
Mi sonrisa cayó cuando entré. Era fácil ver lo que estaba
sucediendo. Varios miembros de la familia estaban al lado de un anciano
tendido en la cama del hospital. Un hombre de mediana edad y dos
mujeres. Las mujeres lloraban. El doctor estaba parado al otro lado, frente
a ellos. Todos esperaron mientras el aliento del anciano era entrecortado y
débil. Estaba muriendo.
Ahí es cuando me di cuenta que alguien estaba en la habitación. Ella
también era anciana. Estaba de pie junto al doctor, con lágrimas en los ojos
mientras miraba al hombre. Eran lágrimas felices pero tristes. Ella ya
estaba muerta.
La Parca se movió hasta que estuvo a su lado. A ella ni siquiera le
molestó que él estuviera de pie a su lado. El doctor se alejó para darle a la
familia privacidad. Una de las mujeres agarró la mano del anciano y sonrió,
103
a pesar de las lágrimas que le caían por las mejillas.
—Pronto estarás con mamá. Estoy segura que te está esperando. —Me
sorprendí cuando me di cuenta de quién era la anciana. Era su esposa. La
miré mientras sonreía a sus hijos.
El monitor empezó a dejar de emitir el pitido, el corazón del hombre
dejó de latir. No importaba cuánto tiempo tuvieras que prepararte, en el
momento que perdías a un ser querido, tu corazón literalmente se rompe. Mi
pecho se tensó, recordando el momento que perdí a papá de la misma
manera. La habitación estaba tranquila antes que los sollozos estallaran en
la habitación. Me sentía emocionada, triste por estas personas que ni
siquiera conocía. El anciano se levantó de su cuerpo como un fantasma. Vio
a sus hijos primero y sus ojos se llenaron de lágrimas. Su esposa tocó
suavemente su mano fantasmal, y entonces la miró. Él sonrío
enormemente. Una lágrima escapó de mi ojo por su reunión. Era tan fácil
ver cuán fuerte era su amor. Se apartó de su cadáver para poder estar a su
lado. Se abrazaron y se dieron un beso. Luego se volvieron hacia la Parca y
le dieron una inclinación de cabeza.
Me hizo preguntarme cuánto tiempo la anciana esperó a su esposo para
que pudieran dejar este mundo juntos. Se despidieron silenciosamente de
sus hijos afligidos, aunque no pudieran verlos. Sus despedidas habían
terminado. La guadaña de la Parca se materializó en su mano. La extendió
y un sendero circular brillante se formó a su lado. Tan brillante que no podía
mirarlo directamente. Entrecerré los ojos tratando de concentrarme en la
pareja. Caminaron mano a mano, juntos.
El camino se cerró. Me quedé sorprendida. Acababa de ver la puerta
del cielo. La Parca caminó hacia mí. Tomó mi mano y sabía que iba a
llevarnos a otro lugar. La oscuridad siempre llegaba antes de la luz y
estábamos de pie en medio de la carretera delante de Debs. El cielo se llenó
de truenos. Estaba lloviendo con fuerza. Ya estábamos empapados, y por
nosotros, me refería a Killian y a mí. Había cambiado de nuevo. Nuestras
manos todavía estaban entrelazadas. Sonreí, aún sintiendo las emociones
de todo lo que acababa de presenciar. Aparté mi cabello de mi rostro con mi
mano libre, no queriendo dejar ir la suya. Él usó su mano para ayudarme a
moverlo detrás de mi oreja, sin soltar mi mano tampoco.
—No sabía que la muerte podría ser tan...
—Hermosa. —Sus ojos se encontraron con los míos. La lluvia caía
sobre sus mejillas, goteando de su barbilla. Su cabello oscuro caía sobre su
frente, ocultando parte de sus ojos. Quería apartarlo de sus ojos... Su mano
se apretó sobre la mía y la otra me tocó perezosamente la mejilla—. Tan
hermosa. —Apenas podía oírlo por la lluvia. La lluvia goteaba en mis ojos y
tuve que parpadear. Tuve que soltar su mano para limpiar mis ojos.
—¿Por qué estamos de pie bajo la lluvia? —pregunté. El trueno rugió y
me hizo saltar contra él. Agarré su chaqueta de cuero. Entonces todo lo que 104
sucedió a continuación me hizo salir de mi propio control. Su mano agarró
mi cintura, acercándome más cuando ya no podía acercarme. Inhalé
mientras su rostro se alzaba sobre el mío. Las facciones de su rostro
coincidían con la tormenta. Salvaje y siempre inesperado. Levantó mi
mentón con fuerza con su pulgar. Su boca se aplastó sobre la mía. Sólo pude
suspirar en su boca porque nada se sentía tan perfecto. Su mano dejó mi
mejilla y se enredó en mi cabello. Mis manos encontraron su camisa. Agarré
sus costados, derritiéndome en él.
Esto no era besar, su boca seguía devorando la mía. Empujó hacia
adelante, mi inexperiencia no lo retrasó. Su mano encontró de nuevo mi
barbilla y me obligó a abrirme más. Nuestras lenguas chocaron y mi corazón
martilló. Sentí que mi mente daba vueltas. El calor se acumulaba a través
de cada parte de mi cuerpo como nada de lo que sentí antes. Se sentía
increíble. Se sentía peligroso. Me encantó.
La puerta de Debs se abrió y un grupo de adolescentes salió corriendo
bajo la lluvia, riendo, corriendo hacia sus coches. Su beso se ralentizó hasta
que sus labios rondaron cerca de los míos. Sin tocarme, pero tampoco
queriendo alejarse. Sentí su aliento respirar en mi mejilla. Lo cual causó un
dolor que nunca antes había sentido en el estómago. Era un placer oscuro
que amenazaba con romperme hasta el centro. Me besó la nariz antes de
apartarse, poniéndonos a cierta distancia entre nosotros. Finalmente pude
respirar, pero la pérdida que sentía me hizo desear que nunca se hubiese
detenido. Él tenía los labios hinchados y rojos, la punta de la nariz
también. El beso todavía impreso en él, haciéndome sonreír. Me devolvió la
sonrisa, perezoso y dulce, exponiéndose a mí aún más. El trueno resonó.
—Eres peligrosa, Melanie Rose —susurró. Negué y me eché a
reír. Nunca supe cómo se sentía la verdadera felicidad hasta ese momento.
Nos separamos después que me acompañara al auto. Desapareció en
la lluvia una vez que estuve segura en mi auto. Miré a la lluvia, sonriendo,
pero también decepcionada que me dejara. Me di cuenta de la luz
parpadeando en mi teléfono celular cuando encendí el auto. Estaba helada
y empapada. Esperaba no enfermarme. Tomé mi teléfono del asiento del
pasajero. Veintitrés llamadas perdidas. Todas eran de Ryan. Suspiré, dejé
caer el teléfono en el asiento y regresé a casa.
Fui a mi habitación una vez que estaba en casa, antes que mamá se
diera cuenta que estaba empapada. Olvidé parar en la biblioteca. Ya estaba
cerrada cuando volví con Killian. Agarré un poco de ropa y fui a tomar un
largo baño caliente. Encendí la radio con volumen bajo. Sonreí mientras
balanceaba mis manos en el agua jabonosa. Pensé en el beso y toqué mis
labios. Me reí y me di cuenta de lo tonta que estaba actuando, y me
detuve. ¿Qué diablos me pasaba? Coloqué la cabeza bajo el agua y volví a
salir.
Cuando pensé en Ryan, me sentía culpable. Sólo éramos amigos. Eso
no importaba, conocía sus sentimientos y pensaba que los míos eran los 105
mismos. Las cosas estaban cambiando. No sabía qué hacer. Las cosas se
estaban complicando. No estaba segura de cómo me sentía. Moví mis
piernas en el agua. ¿Qué significa ese beso?
Dejé salir el agua de la bañera y salí. Mi estado de ánimo se arruinó
con dudas y preocupaciones. Pensé que apartar a Ryan lo mantendría a
salvo. Sólo lo lastimé y lo justifiqué diciéndome que estaría a salvo. Siempre
he sabido mis sentimientos por Ryan, entonces por qué... ¿por qué estaban
cambiando las cosas?
¿Por qué besé a Killian? La Parca tomó mi primer beso.
Me sequé y me puse el pijama. Cuando entré en mi habitación, mi
estómago dio vueltas locas cuando vi a Killian tendido al pie de mi
cama. Abrió los ojos cuando oyó cerrarse la puerta.
—Estás en mi habitación.
—Sí. —Se levantó. Silbó mientras miraba alrededor de la habitación
como si nunca hubiera estado aquí antes—. Agradable y acogedor —
añadió. Me froté el cuello y Killian miró el lugar que me froté. Estaba
actuando diferente y no estaba segura en absoluto cómo se suponía que
debía actuar. Dio un suspiro—. ¿Qué pasa? ¿Hay alguna razón particular
por la que de repente eres tan tímida? —preguntó, arqueando su ceja. Movió
su mano a su lado y dio una sonrisa diabólica—. Creo que podría tener las
huellas de tus uñas en mi costado. —Me sonrojé, recordando la forma en
que me había aferrado a él mientras nos besábamos.
—¿Te detendrías? —Lo miré lacerantemente, deseando ocultar mi
vergüenza. Estaba tan nervioso.
—¿Detener qué?
—Deja de burlarte de mí. Tú eres el que me besó.
—Relájate. No lo haremos de nuevo. —Levantó sus manos en el aire
para hacer su punto. Me decepcionó que lo dijera tan fácilmente—. A menos
que eso sea lo que quieres, entonces por todos los medios, bésame como el
infierno. —Algo peligroso parpadeó en sus ojos. Una oscura promesa. El
calor en espiral que me sentí en la boca del estómago regresó con rabia por
sus palabras. Tragué saliva, mirando a otro lado.
—Voy a dormir —dije rápidamente, corriendo a mi cama y
escondiéndome bajo las sábanas. Mi pie tocó el lado en el que se sentó en el
borde de la cama. Lo dejé quedarse cerca de él. Cerré los ojos y traté de
pensar en dormir.
Él movió. Se sentía más cerca. Dormir. Dormir. Dormir. Sostuve la
sábana sobre mi rostro, con los ojos cerrados. Se levantó de la
cama. Escuché sus botas deslizarse por el suelo. ¿Qué estaba haciendo? Se
quedó en silencio varios segundos antes de moverse de nuevo. Salté de la 106
cama y suspiré.
—No puedo dormir contigo haciendo ruido.
Se paseó por la habitación, pasándose la mano por el cabello. Parecía
un poco más fuera de control de lo normal. Se detuvo y me miró. Moví las
piernas debajo de la sábana tratando de ponerme cómoda. Observó el
movimiento.
—¿Quieres dejar de moverte tanto? Tú eres la que está haciendo todo
el ruido. —Lo miré divertida.
—Tú estás al acecho alrededor de mi habitación como una pantera —
gruñí en respuesta.
—Me estás matando —se quejó, y me dio una sonrisa miserable.
—No estoy haciendo nada.
Mi puerta se abrió.
—¿Por qué gritas? —Mamá estaba en la puerta. Miré hacia donde
estaba Killian. Ya había desaparecido. Suspiré.
—Pensé que había visto un insecto —murmuré—. Un insecto muy
grande.
12
Gemí mientras sus dedos rozaban mi vientre. Su cuerpo se extendía
entre mis piernas mientras sembraba besos en mi vientre. Cuando traté de
moverme para liberarme, él apretó su agarre en mi cadera. Sus dedos
pasaron por mi cintura, bajando hasta mis muslos. Un placer que nunca había
conocido causó que se me erizara la piel.
—Eres tan sensible, apenas te estoy tocando. —Me miró, su boca
cerniéndose sobre mi ombligo. Luego continuó con sus besos, intoxicando mis
sentidos hasta que su boca encontró mis bragas. Había una mirada lujuriosa
en sus ojos mientras las admiraba—. Eres tan hermosa —susurró, su aliento
calentando mis bragas. Era demasiado para mí. Me moví bajo su agarre. Sus
palabras eran demasiado. Su toque me prendió fuego. Quería escapar de esta
hermosa agonía. Pero la idea de liberarme del placer que su toque prometía…
no podía. Sólo podía gimotear en respuesta. 107
Presionó su rostro en mis bragas, arqueé mi espalda justo cuando pasó
su lengua. Grité. Sus manos sostuvieron mis caderas y su dedo giró bajo la
tira de mis bragas antes de arrancarlas. No fue gentil, fue duro. Mis piernas
se levantaron en el aire para poder deslizar las bragas. Los arrojó al
suelo. Cuando traté de bajar mis piernas, él las sostuvo. Las observó,
deslizando la mano hasta que encontró mi mejilla. La ahuecó antes de
golpearme. Gemí, sin estar acostumbrada al ardor. La sensación también
causó una reacción entre mis muslos. Sentí el goteo de algo húmedo escapar
de mi sexo.
Separó mis piernas. Sus ojos devoraron mi desnudez. Movió su mano
entre mi muslo, me encontré levantando mi trasero de la cama para satisfacer
su toque. Una vez que lo hizo, me sentí como si me hubiera disuelto en un
charco a sus pies.
—Estás tan mojada. —Mis mejillas se sonrojaron, pero no por vergüenza,
estaba demasiado lejos de eso. Levanté mis caderas, presionándome en su
mano, necesitando y deseando todo lo que ofrecía.
Dejó caer mis piernas y se inclinó sobre mi estómago, arrastrando besos
hasta que estuvo entre mis muslos. Cuando su boca descendió sobre esa
parte de mí, me volví loca por él. Se sentía increíble. Agarré su cabello,
clavando las uñas en su cuero cabelludo. Su dedo se deslizó dentro de mi
lugar más íntimo y exploté en un millón de piezas.
—Killian. —Mi voz estaba llena de placer.
—No ha terminado, amor. —Se inclinó sobre mí. Extendí la mano y le
toqué el pecho, algo que no pude hacer cuando estuvo entre mis piernas. Era
sexy. Y poderoso. Mi cuerpo casi se deshizo de nuevo ante la mera visión de
él—. Eres mía —gruñó.
Cerré los ojos y gemí.
—Eres mía —dijo de nuevo, pero su voz era de alguna manera
diferente. Abrí los ojos y vi el horror. La Parca estaba encima de mí, en el lugar
de Killian. Uno de sus dedos huesudos rastrilló contra mi pecho desnudo
antes de pellizcar mi pezón.
Grité, abriendo los ojos. Me encontraba flotando en el aire sobre mi
cama. Todo en la habitación estaba flotando. Las manos de Killian entraron
en contacto con mi cintura y todo cayó al suelo, incluyéndome a mí, caí en
mi cama. Se movió en la cama a mi lado. Miré a mi alrededor el desastre en
la habitación. Pero lo peor de todo era que mamá podría haber oído. La idea
que fuera testigo de algo así volvió a enfermarme.
Finalmente, noté el resplandor en mi piel.
—Eso no es posible —dijo Killian, luciendo sorprendido y preocupado.
—¿Qué está pasando? —Miré mis brazos. Temía lo que me estaba
pasando. El brillo debajo de mi piel parecía atenuarse hasta que se
desvaneció por completo. 108
—El Vessel. —Me miró el brazo mientras hablaba—. Es como si hubiera
sido despertado.
—Acaba de suceder. —Miré alrededor de la habitación antes de
añadir—: ¿Eso fue por el Vessel? ¿El poder que hay dentro de mí? —susurré.
Asintió antes que un ceño fruncido apareciera en su hermoso rostro.
—Esto no debería ser posible. No tiene sentido. —Negó. Levantó su
mano para tocar mi mejilla. Me estremecí cuando recordé el sueño que
tuve. Mis mejillas se calentaron. Dios, un beso y ya estoy fantaseando con
él.
—¿Estás bien? —Parecía preocupado.
—Sí —dije demasiado pronto. La marca en mi pecho quemó mi piel y
me estremecí. Killian rápidamente tiró de mi camiseta, exponiendo la X.
Brillaba de un rojo carmesí.
Maldijo y me miró a los ojos.
—Él lo sabe.
Killian me dijo que era mejor no ir a la escuela. Llamé a mamá mientras
estaba en el trabajo y fingí una tos. Me creyó. No, nunca pensó en no
creerme. Me di cuenta que le estaba mintiendo mucho últimamente. No era
algo que hacía, aparte de ocultar el hecho que veía fantasmas.
Me puse delante del espejo en mi habitación y supe que la chica que
estaba mirando era completamente diferente a la de dos semanas atrás. Era
triste, pero gracioso lo mucho que, casi salir asesinada repetidamente,
conocer a la Parca, y descubrir que mi vida era así porque un demonio
estaba detrás de mí, cambiaba a una persona. La Melanie de hace dos
semanas era tímida y temerosa, sin estar segura de nada. O por qué su vida
era así. Vivía en constante temor todos los días y nunca sabía por qué. ¿Y
qué irónico que la cosa que me quería se llamaba Fear? Pero ya no era ella.
Ahora, estoy enferma y cansada. Enferma de este miedo sin fin del
futuro. Y tan cansada de ser controlada por ello. Ahora no estaba
completamente despistada. Lo que hizo las cosas más fáciles de
aceptar. Finalmente sentí que podía entender. Veía fantasmas por el
contacto que Fear hizo conmigo cuando era niña. Fear me quería porque
llevaba un poder dentro de mí. Uno que nunca conocí, hasta ahora. Y
comenzó a despertar dentro de mí. Una chica humana normal. Eso no
debería haber sido posible, según Killian. Hubiese sido activado por mi
muerte.
Pero lo hizo.
Luego vino la parte más aterradora. Más demonios vendrán por mí
eventualmente cuando descubran de mi existencia. El Vessel estaba
poniendo mi vida en juego. Un poder del que todavía no sabía nada. Puso a 109
todos los que amaba en peligro. Los fantasmas desaparecieron a mí
alrededor porque la Parca estaba cerca, pero a cambio, los demonios
estaban tomando su lugar. Algo mucho peor.
Pero tenía a Killian. Mi protector.
Miré al espejo y lo noté detrás de mí. Se encontró con mi mirada en el
espejo. Sus hombros estaban tensos, pude sentir la intranquila energía en
la habitación procedente de él. Simplemente lo miré. No tenía ni idea de
dónde encajaba en todo. Pensé que me odiaba cuando nos conocimos. Y me
sentí de la misma manera... Ahora, su ira me asustaba. ¿A qué estaba
dirigida su ira? ¿Me atrevía a pensar que su ira era preocupación por mi
seguridad? ¿Acaso le importaba lo que me pasara? ¿O era porque era su
trabajo? Me volví para mirarlo lentamente.
—¿Cómo podría ser algo bueno no ir a la escuela y quedarme en casa?
Confiaba en él ahora. Incluso cuando estaba asustada, en el fondo
sabía que podía contar con él. Solo esperaba que esos sentimientos fuesen
confiados. Su rostro estaba en conflicto con tantas emociones, como si
estuviera pensando en todos sus problemas, uno tras otro. Suspiró.
—Él ha estado fuera de control durante siglos. Esto nunca debería
haber ocurrido.
Lo estudié.
—Lo dices mucho.
—¿Qué? —Levantó la mirada.
—Esto nunca debería haber sucedido. Esto no debería ser posible —
respondí, poniendo mi mano en mi cadera—. Pero pasó. ¿Y quién es él? —
Dejé caer mis manos a mis costados, el miedo clavándose en mi pecho, lo
cual luchaba por ignorar—. ¿Te refieres a Fear? Creo que así es como lo
llamaste.
—Sí. Antes de que yo fuera Parca, era… —Titubeó, inseguro de querer
continuar—. Era su amigo, o al menos eso pensé. Él no era así antes...
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal.
—¿Cómo puede alguien ser amigo de algo tan malo? —Alzó sus manos
cuando vio la mirada hostil en mis ojos.
—No, no lo he explicado bien. Fear también es una entidad. Era amigo
del demonio con el que se unió. No la entidad misma. Fue hace mucho
tiempo, pero supongo que es la razón por la que me enviaron aquí para
mantenerte a salvo.
Recordé el día que Fear me atacó en el aula. Podía recordar cómo me
sentía ante su presencia. Era como estar frente al puro mal. No podía creer
que Killian alguna vez haya sido amigo de algo tan malvado. Killian no era
en absoluto un humano como yo, pero sabía que no era malo. Realmente
aterrador, sí. Mucho más peligroso, oh, ¡sí! Era increíblemente poderoso y 110
yo estaba empezando a preguntarme si había algo que no pudiera
hacer. Cuando lo conocí, pensé que era malo. Pero ahora lo conocía
mejor. No era para nada como Fear.
—Nunca vi lo que me atacó ese día —susurré, mi mente regresó a ese
tiempo oscuro. Donde mi vida pasó de feliz y brillante, a oscura y
aterradora—. Pero lo que sentí. —Negué, retorciendo mis manos—. Fue a
un monstruo. Se sentía malvado y mal. Como si todo lo engañoso y malo en
este mundo estuviera cubierto de carne en esa habitación conmigo. Nunca
podré olvidar ese sentimiento.
—Cuando se fusionó con Fear, tomó todos sus rasgos. Él mismo se
convirtió en el monstruo.
—¿Estás de alguna manera tratando de defenderlo?
Negó, respondiendo de inmediato.
—Jamás. Sólo estoy diciendo que el demonio que era antes de la fusión,
no es el monstruo que es hoy.
Di tres pasos, acercándome a él.
—Sigues diciendo fusión, ¿qué quieres decir?
—Es algo que sucede entre un demonio y una entidad. Cuando un
demonio alcanza una edad madura, una entidad puede elegir un demonio
con el que fusionarse.
—No lo entiendo.
Suspiró.
—Es un vínculo. El demonio elige compartir su cuerpo y mente con la
entidad. Se convierten en un ser. Para la eternidad.
Arrugué mi nariz.
—¿Algo así como amantes?
Gruñó, golpeándose la cara con la mano.
—No lo entenderías. Sólo eres...
—No, continúa. —Puse mi dedo índice en mis labios para hacerle saber
que me callaría—. Tengo mucha curiosidad —agregué tranquilamente.
Él sonrió.
—Los demonios no son muy poderosos por sí solos. La mayoría son
demonios de baja graduación con poco o ningún poder. Has visto a los
demonios lobos, a no ser la fuerza bruta y un gran mordisco, no tienen
poderes especiales. —Asentí y él arqueó una ceja—. Como los demonios
incubus y succubus. —Abrí mi boca para decir algo y su mano la
cubrió. Quería preguntar qué demonios era. Fruncí el ceño—. Son demonios
sexuales. Para sobrevivir, se alimentan de sus apetitos sexuales. —Sonrió y
estudió mi reacción como si sólo hablara de esos tipos de demonios para 111
burlarse de mí. Me sonrojé y miré hacia otro lado—. Además del arte de la
seducción y el poder de la persuasión, no tienen poder.
Esperó otra reacción. No le di ninguna.
—Mi punto... —Tomó su barbilla—. Es que muchos demonios son
así. Los demonios aman el poder. Odian sentirse débiles. Es por eso que
muchos intentan fusionarse con una entidad.
—¿Sucede mucho? —pregunté.
Asintió.
—Me temo que sí. Hay muchas fusiones. Marcus se fusionó con Fear el
mismo día que yo lo hice con la Parca. —Me quedé atónita por un momento,
tratando de entender lo que eso significaba. Entonces todo tenía sentido. Mi
boca formó una “O” cuando lo entendí. Él sonrió.
—Sí que eso explica la forma en que te cambias a él de la manera que
lo haces. —Asintió de nuevo. Era extraño, pero tan fascinante—. ¿Qué clase
de demonio eras/eres tú? —pregunté.
Se movió rápidamente, tomando mi mano y levantándola en el aire
sobre mi cabeza. Siguió presionando mi mano más hacia arriba hasta que
tuve que estar de puntitas. Movió mi mano en el aire en su dirección,
haciéndome andar de puntillas más cerca hasta que mis pechos rozaban el
suyo. Su sonrisa se volvió arrogante mientras su otra mano se movía detrás
de mí y se presionaba contra la parte inferior de mi espalda. Mi aliento se
perdió en algún momento mientras empujaba mis caderas hacia las
suyas. Su dedo se deslizó por debajo de mi camisa y rozó mi espalda. Una
nueva sensación se extendió por mi estómago en dirección a mis muslos. Su
olor invadió mis sentidos; oscuro y viril. Olía pecador y travieso, haciéndome
pensar en chocolate y café. Era como si pudiera probar el olor exótico de él
en mi mente. Me perdí completamente en su cercanía.
Rozó mis labios muy rápidamente. Un breve contacto que terminó
demasiado pronto y soltó mi mano que sostenía en el aire. Me desmoroné al
suelo a sus pies, incapaz de incorporarme. Mi corazón palpitaba, mis orejas
ardían, todo mi cuerpo ardía, y sentía el dolor de no sentir su tacto. Me
quedé mirando la alfombra. No pude levantar la vista sabiendo que su
sonrisa sería pura travesura.
Deseé ferozmente que me besara otra vez. El anhelo creció dentro de
mí por él, por todo lo que era. Todo lo que me hacía sentir. Pero por eso me
levanté. Me relajé, bajando la temperatura de la necesidad que sentía por
él. No era el momento adecuado cuando aún no estaba segura lo que era
para mí. Sin embargo, se estaba convirtiendo en algo... Eso me aterrorizaba
y me excitaba.
Endurecí mis facciones, antes de levantar la mirada para ver su rostro
presumido. Sus labios estaban inclinados en una media sonrisa, su mirada
ardiendo. 112
—Entonces, ¿eres uno de los demonios sexuales? —pregunté.
—Incubus. —Asintió, satisfecho consigo mismo.
—Podrías haber dicho eso. —Estaba avergonzada, pero no podía dejar
de mirar sus labios—. Tú y tus juegos de adivinanzas —murmuré.
—¿Por qué lo diría y perdería la oportunidad de besarte otra vez? —
bromeó, agarrando un mechón de mi cabello sobre mi clavícula.
—Eso no fue un beso —gimoteé, y rápidamente bajé la mirada después
de decirlo.
Le eché un vistazo, para ver sus dientes brillar con su perfecta sonrisa.
—¿Oh?
—Apenas un roce —murmuré.
—¿Deberíamos hacerlo de nuevo?
La puerta de la casa se abrió en la planta baja y un segundo más tarde
oí que se cerraba. Mamá estaba en casa del trabajo.
—Melanie, ¿cómo te sientes? —gritó, oí sus zapatos subiendo las
escaleras. Killian suspiró, la decepción clara en su rostro.
—Tu mamá es muy oportuna, ¿prueba de lluvia? —Sus ojos brillaron
con su sonrisa. Sabía que probablemente se refería al beso. Oculté mi rubor
y desapareció cuando mamá abrió la puerta. Me estaba acostumbrando a
sus actos de desaparición.
Ella sonrió al llegar a la puerta.
—Es sólo mi estómago, pero me está matando. Me voy a acostar. —
Caminé hacia mi cama y me acosté, colocando la manta sobre mí.
—Sí, probablemente es lo mejor. —Asintió—. ¿Quieres que te haga
algo?
Negué.
—No, gracias.
—Bueno. Voy a ducharme y dirigirme a la tienda antes de acostarme
para descansar un par de horas antes de trabajar esta noche. —Asentí
mientras cerraba mi puerta.
Esperé hasta que la oí salir, antes de levantarme de la cama. Me metí
en mi estantería, esperando que Killian reapareciera. No podía haber ido a
ninguna parte, especialmente cuando se estaba volviendo más peligroso
para mí estar sola. Mi celular sonó en la mesita de noche, lo
tomé. Ryan. Estudié el teléfono, luchando con el pensamiento si debería
responder o no. No podía seguir ignorándolo. Presioné el botón de responder
en el teléfono y lo llevé a mi oído.
113
—Melanie. —Su voz aliviada flotó a través del teléfono antes que
pudiera responder. Se sentía bien oír su voz. La idea de estar lejos de él me
molestaba, incluso cuando sabía que era lo mejor.
—Hola.
—Lo siento —dijo inmediatamente. Yo era la que debería disculparse—
. Me preocupé cuando no te vi en la escuela.
—Killian pensó que no era buena idea ir a la escuela hoy. Cree que algo
malo está por suceder.
Se quedó en silencio antes de explotar en mi oído.
—¡No confío en él ni en nada de esto! Debería estar contigo.
—Ryan, no —contesté rápidamente—. Estoy bien. Por favor, mantente
alejado. Es demasiado peligroso. —Maldijo por el teléfono antes de soltar un
largo suspiro.
—Tengo que irme, el segundo período ya empezó. —Colgó antes que
pudiera decirle adiós.
—Humano tonto. ¿Cómo piensa protegerte cuando es humano? —No
me había dado cuenta que Killian estaba en la habitación. Miré detrás de
mí y lo vi parado junto a la ventana, con un ceño desagradable enmascarado
en sus rasgos endurecidos. Sabía que era por Ryan. Tenía ese efecto sobre
él.
—Se preocupa por mí —defendí a Ryan. Tan viejo como Killian afirmaba
ser, no parecía muy familiarizado con las relaciones. Amigo o no, la gente se
cuidaba el uno al otro. Hacía que el mundo siguiera adelante, a pesar del
mal en el mundo. Supongo que los demonios no eran iguales.
—Deberías decirle cómo te sientes. Se está volviendo loco por ti. Podría
dar marcha atrás su supiera tus sentimientos —gruñó, apartándose de mí,
y colocó su mano contra la pared mientras miraba fuera. Simplemente
observé su espalda, insegura si realmente había dicho eso. ¿En qué estaba
pensando? ¿Lo dijo honestamente? Siempre era ilegible, excepto por su ira
que siempre mostraba sin duda alguna. ¿Nada lo hacía cambiar? ¿No le
importaba lo que sentía por Ryan?
Ojalá supiera lo que estaba pasando en su cabeza. Pensé que
finalmente estábamos haciendo algún tipo de conexión. Pensé que podría
haber sentido algo hacia mí. Probablemente estaba equivocada. No, he
interpretado mal su beso por algo más, porque podría haber sido algo
increíblemente fabuloso para mí; no significaba nada para él. ¿A dónde iban
mis pensamientos?
Estaba demasiado molesta ahora para pensarlo.
—¿Estás diciendo que debería estar con Ryan? —Mi voz goteaba de ira.
Se volvió, sus ojos se volvieron negros mientras se dirigía hacia mí como
si fuera su presa. Me estremecí de anticipación a pesar de estar loca.
114
—¿Dices que aún quieres estar con él? —dijo lentamente. Lo estudié,
reconociendo mi error y sus celos mientras hervía delante de mí. Sus
palabras me habían confundido, cuando en realidad significaba lo
contrario. Había confundido su enojo con algo diferente. Quería saber mis
verdaderos sentimientos. Cuando se acercó, retrocedí, cayendo sobre la
cama, nerviosa por lo que planeaba hacer. Una vez que él estaba flotando
sobre mí, me agarró por debajo de mis axilas y me arrastró de nuevo a mis
pies. Le miré cautelosamente mientras me miraba furioso. La diferencia de
altura era intimidante—. Creo que estás equivocada en algo, Melanie.
Mi corazón salió de mi pecho cuando dijo mi nombre. Una oleada de
placer subió por mi espalda. Realmente estaba celoso. No sabía mucho
acerca de romance, pero reconocí los celos con tanta facilidad. Lo vi bastante
en las relaciones de Tess. Traté de no pensar en lo mucho que los celos de
Ryan me habían molestado, pero con Killian, fue un sentimiento feliz. El
poder femenino creció dentro de mí, dándome suficiente coraje para
enfrentar su mortífera mirada.
—¿Qué quieres decir? —contesté con altivez.
—Deberías decirle cómo te sientes, no lo que él quiere oírte decir. La
verdad.
Finalmente era la que sonría arrogantemente, mientras arqueaba una
ceja hacia él.
—¿Oh? Quizá debería decírselo entonces.
Sus ojos me devoraron cuando no le di la respuesta que esperaba. No
admití mi atracción por él. Tampoco mis persistentes sentimientos por
Ryan. Sus fosas nasales se dilataron, sus ojos se volvieron negros antes que
su rostro comenzara a relajarse y una sonrisa se apoderó de él mientras me
miraba.
—Por supuesto —concordó. Su mano encontró mi cabello; enredando
sus dedos alrededor de mis rizos rubios. Bajó la cabeza hasta que nos
miramos al mismo nivel. Me derretí bajo su mirada exigente. ¿Cómo se
suponía que iba a saber cómo se sentía él cuando siempre me derretía a su
alrededor?
Rompió nuestro contacto visual. Sus ojos se dirigieron hacia la puerta,
su cuerpo se quedó quieto, los hombros tensos y alarmados como si
estuviera esperando que algo sucediera. Incliné la cabeza para mirar la
puerta, pero él estaba corriendo por la puerta como yo. Ni siquiera se
molestó en abrirla, sólo se deslizó directamente a través, como un
fantasma. Lo seguí, abriendo la puerta porque no podía hacer las cosas de
la manera extraña, como Killian. No estaba arriba. Oí un ruido en el piso de
abajo, como si las cosas fueran destrozadas. No tuve tiempo de preocuparme
por lo que mamá haría si descubriera lo que estuvieran destruyendo. Corrí
hacia abajo y me encontré cara a cara con Molly una vez que llegué 115
abajo. Killian tenía un demonio, o podía ser un fantasma, clavado contra la
mesa de café rota. Bueno, sé de dónde vino el sonido. El demonio/lo que
sea, le sonrió a Killian como si no le importara que estuviera a punto de
morir. Eso hizo que Killian gruñera.
Miré a Molly con cautela, esperando que se moviera. La niña sonrió
brillantemente, pero fue desagradable, lo que hizo que mi piel se erizara.
“Eres una molestia”, se burló.
—Podrías dejar de intentar matarme —le ofrecí.
Su rostro se iluminó, echó la cabeza hacia atrás y empezó a reír.
“No hace falta que ahora el Vessel ha despertado”. Killian tenía razón,
Fear ya lo sabía.
—Mucho problema por este Vessel del que todo el mundo habla. ¿Estás
segura que vale la pena? —murmuré. El hombre que Killian sostenía
lentamente comenzó a desvanecerse después que él aplastara su cuello. Se
levantó de sus rodillas, lanzando puñales con los ojos hacia Molly, mientras
se acercaba. Notó que su movimiento venía de detrás y saltó al segundo
piso. Se dio la vuelta rápidamente, encontrándose con mis ojos.
“No lo sé, Fear es el que quiere, no yo”. Se encogió sus hombros como si
estuviera cansada de esta conversación. “Sin embargo, solo hago lo que él
pide”, respondió agudamente, tenía la sensación que no le importaba tanto
el demonio para el que trabajaba. “Por eso estoy aquí. Vine a entregar un
mensaje”. Killian se movió delante de mí, su mano apareció frente a mí de
una manera protectora mientras miraba a Molly. Me empujó más atrás.
—No pondrá una mano sobre ella. Dile que es hora de parar. No dejaré
que se la lleve. Nunca. —Killian lucía aterrador, incluso para mí, y su ira ni
siquiera estaba dirigida hacia mí.
Si Molly tenía miedo, lo escondió bien. Ella comenzó a bajar las
escaleras, lentamente, tomando su tiempo. Lo miró, y luego a mí. Sus ojos
entendieron más de lo que me di cuenta, sus ojos estudiaron la forma que
me aferraba a su espalda, agarrando su chaqueta de cuero, y la forma que
me mantenía a salvo detrás de él. Sus ojos se levantaron con diversión.
“Qué interesante”, dijo, Killian gruñó. “Pero eso debería ser suficiente
tiempo para que el trabajo termine”.
Mis ojos se agrandaron, la inquietud llenó mi cuerpo entero.
—¿Qué quieres decir? —grité.
“¿No lo entiendes?”. Sonrió. “Tú no eras el objetivo. Vine a entregar un
mensaje. El mensaje es una advertencia. Es lo que continuará ocurriendo si
sigues negándote a ir a Fear. No le gusta esperar. Aún más...”. Miró a Killian.
“No le gusta quién te está apartando de él”.
Inclinó la cabeza con burla, colocando un dedo en su barbilla como si
estuviera esperando. Killian se cansó de sus juegos y agarró su diminuto 116
cuerpo, haciéndolo caer en la pared causando que los cuadros cayeran y se
rompieran una vez que golpearan el suelo.
—Suficiente de juegos. —Dio un respiro, probablemente para
mantenerse en calma.
Molly le siseó. Me miró mientras la mantenía sujeta contra la pared por
sus hombros.
“Me dijo que te dijera: Ven a mí o…”. Se rió. “Whoops, lo olvidé”. Seguía
jugando y mi preocupación creció. Killian rugió, pero desapareció bajo su
agarre.
—¿Qué crees que quería decir? —susurré unos minutos después que
desapareciera. Temí algo horrible y miré a Killian para que respondiera.
Maldijo, pasando una mano por su cabello.
—Nos distrajo, no estoy seguro por qué. —Rondó alrededor de la
habitación, caminando y agitado. En algún momento del proceso empezó a
arreglar el lío que había hecho, moviendo la muñeca como si no fuera nada.
—Mamá acaba de irse a la tienda... —Mi estómago tocó fondo al pensar
que algo le sucediera. Se detuvo en seco, desapareciendo un momento
después.
El tiempo pareció detenerse en su ausencia mientras esperaba a que
volviera. Tomé el teléfono del mostrador de la cocina y marqué el número de
mamá. Ella respondió al tercer tono.
—¿Hola?
Suspiré aliviada.
—Mamá.
—¿Qué pasa? —Reconocí su voz preocupada de madre y supe que yo
había causado que se alarmara.
—Nada… —Mi celular estaba sonando en mi habitación, arriba. Me
apresuré a subir para responder—. Llamo luego. —Colgué y agarré mi
celular. Era Tess—. Hola, ¿puedo llamarte m…? —Me detuve cuando la oí
llorar por el teléfono. Un llanto espantoso, horrible, que alertó de nuevo mi
pánico. Mi corazón dio un vuelco con un miedo repugnante—. ¿Qué sucede?
—Melanie. —Hipó mientras lloraba, apenas capaz de hablar—. Es R-R-
Ryan. Acaba de chocar con su camioneta. —Todo mi cuerpo se entumeció.
—De qué estás hablando. Tess. Estaba en la escuela, acabo de hablar
con él hace poco. —Mi voz sonó débil y frenética, no queriendo creer lo que
estaba oyendo.
Lloró más fuerte.
—Él salió de la escuela. Algo sobre ir a verte. —Tapé mi boca, la bilis
aumentando en mi garganta. Me caí de rodillas mientras las lágrimas
corrían por mi rostro. 117
La voz de Molly resonó en mi oído, una y otra vez.
Vine a darte una advertencia.
13
Era una pesadilla. Una horrible, horrible pesadilla de la que no podía
despertar. Me dirigí al hospital de Denver, sin saber cómo me las arreglé,
cuando mi mente se concentraba en Ryan. Encontré a Tess en la sala de
espera. Era un desastre, delineador de ojos manchado debajo de sus ojos y
comenzó a llorar de nuevo cuando llegué. Hizo que mis propias lágrimas
comenzaran a caer de nuevo mientras corríamos para abrazarnos,
necesitando esa comodidad la una de la otra. Me contó brevemente lo que
estaba pasando. Al parecer, llevaron a Ryan a cirugía en el momento en que
llegó en la ambulancia.
Llamé a mamá a la hora que estuvimos esperando y le dije lo que
pasó. Este era su lugar de trabajo, ella llegó corriendo justo después que la
llamara. Coloqué la cabeza en mis rodillas y observé a Tess caminar por el
suelo mientras esperábamos al doctor. Mamá se ofreció a darnos un 118
aperitivo para comer en la cafetería, pero la idea de comida hizo que mi
estómago nervioso estuviera mareado.
No fue sino hasta dos horas, tal vez más tiempo, antes que Linda, la
mamá de Ryan corrió llevando su carísimo bolso y estaba escribiendo
furiosamente en su celular. Cuando al fin levantó la vista para ver a su hija,
tenía una expresión preocupada en el rostro. Nunca me sentí tan molesta
con sus padres hasta este momento. Incluso cuando no estaban cerca,
pensé que aún les importaba, pero nunca me pareció de esa manera. Era
porque mis padres eran tan diferentes. Ryan y Tess siempre tenían la mejor
ropa, los últimos celulares y los autos más bonitos. Sus padres se
aseguraron de eso, pero la falta de calor y amor de sus padres siempre
fueron visibles para mí.
Observe a Linda besar la mejilla de Tess y la envolvió en un abrazo. La
expresión de Tess era ilegible mientras su madre la abrazaba.
—¿Dónde está papá? —le preguntó a Linda mientras se separaba del
abrazo.
Suspiró, llevándolas a unas sillas para sentarse.
—Está en Kansas trabajando. No va a poder llegar hoy. —Tess miró a
su madre.
—¡Su único hijo está en una cirugía de un choque! —acusó Tess.
—No es tan simple.
Tess no respondió y la sala de espera se llenó de un silencio
intenso. Linda finalmente nos notó sentadas en el otro lado de la habitación.
—Oh, no las vi. —Sonrió, tratando de ocultar su mirada
sobresaltada. Simplemente asentí, incapaz de pensar algo agradable que
decir.
—Sí, nos preocupamos mucho por Ryan. —No pasé por alto el tono
helado en la voz de mamá mientras miraba a Linda. Los instintos
protectores de mamá estaban a la vista, consideraba a mis amigos como uno
de los suyos. Pasó muchas noches alimentándonos a todos.
La habitación quedó en silencio de nuevo hasta que otra familia se unió
a nosotros, esperando a alguien para salir de cirugía. Mamá se fue a recoger
a Alex de la escuela, trayéndolo de regreso al hospital con ella. Finalmente,
después de lo que sentí como una vida entera, un médico salió luciendo
agotado.
—¿La familia de Ryan Jones? —Su acento era fuerte, pero comprensible
y todos nos precipitamos hacia él.
—Soy su madre. ¿Cómo está mi hijo? —Linda miró con preocupación
su rostro.
El médico suspiró, haciendo clic en la pluma en su mano antes de
ponerla en el bolsillo de su bata. 119
—Está estable por ahora. —Mi cabeza giró. ¿Qué significaba eso?
—¿Qué pasó? ¿Qué le pasa? —preguntó Tess, sonando tan impotente
como todos nos sentíamos.
—Sufrió un trauma en la cabeza. Además de eso, se rompió varias
costillas, perforando su pulmón. Encontramos un sangrado interno que
logramos detener. Ambas piernas están rotas. Es por eso que la cirugía tomó
tanto tiempo. Lo tenemos sedado. Se los digo ahora, sólo para que no se
preocupen cuando lo vean. Vamos a mantenerlo con un respirador por esta
noche como una precaución. —Oí lo que estaba diciendo, pero mi mente y
corazón no sabía cómo procesarlo. Me tambaleé hacia atrás y Alex estaba
allí para agarrar mi mano. Me sentí entumecida.
Tess empezó a llorar y mi madre la abrazó. Linda cubrió su boca con
su mano, el miedo y la sinceridad reflejando a través de sus ojos. Esta vez
fue un verdadero miedo.
—Lo hemos puesto en UCI. Unidad de cuidados intensivos. Ustedes
pueden visitarlo durante las horas de visita. —Asintió antes de alejarse.
El camino para llegar a la UCI parecía tomar toda una vida. Tuvimos
que presionar un botón fuera de la puerta que alertaba a las enfermeras.
Afortunadamente, eran horas de visita, pero sólo dos podían verlo a la
vez. Fruncí el ceño mientras veía a Tess y Linda pasar por las puertas para
verlo. Caminé por la puerta esperando que una de ellas saliera.
Mamá me agarró suavemente el hombro como para consolarme. Alex
parecía estar de pie contra la pared del pasillo. Tenía la cabeza baja,
nervioso. Quería estar allí para él, pero ni siquiera sabía cómo controlarme
a mí misma.
Mi consciente culpable me comía viva.
La puerta se abrió y Linda salió limpiando sus ojos con un pañuelo. Su
maquillaje se arruinó por las lágrimas que derramó. Su labio hizo un
pequeño temblor al encontrarme con los ojos. Si ella estaba así, sólo
mostraba lo mal que estaba la situación. Cuando trató de hablar, salió como
un sollozo.
—Ve a verlo. No puedo verlo así. —Con esas palabras, corrió por el
pasillo.
Mamá apretó mi hombro.
—Él estará bien. —Apenas asentí, rezando que ella estuviera en lo
correcto. Entré. Algunas de las camas de las unidades de la UCI estaban
expuestas y vi a pacientes mientras caminaba. Otras habitaciones eran
privadas, reconocí a la persona sollozando cuando me acerqué a la
habitación de Ryan. Esta unidad estaba especialmente tranquila, todo el
mundo hablaba silenciosamente y todo lo que podía oír era el pitido
constante de las máquinas. Encontré su habitación. Lo vi en la cama
cuando entré. Y me desmoroné al suelo. Lloré y agarré el pie de la cama del
120
hospital como apoyo.
Tess yacía sobre su pecho, pero no le ponía ningún peso. Estaba
irreconocible, su cuerpo y su rostro parecían hinchados por todos los
moretones. Algunas varillas de metal estaban aseguradas a sus piernas, que
sostenían sus huesos. Llevaba una bata de hospital, pero no lo habían
limpiado desde el choque. La sangre cubría su hermoso rostro y partes de
sus brazos. Tess rápidamente escondió sus piernas debajo de la pequeña
sábana como si fuera a esconderla de nuestra vista. Tenía un corte
desagradable por encima del ojo izquierdo. Pero lo más aterrador era el tubo
que entraba en su boca y la forma en que su pecho se levantaba y bajaba
con la máquina.
Aún llorando, me levanté y logré caminar junto a Tess, donde ella
estaba. La mirada que me dio hizo que se retorciera mi corazón, sabiendo
que sentíamos el mismo dolor. Encontré la mano de Ryan y envolví mis
dedos en los de él, dándole un suave apretón antes de inclinarme y
susurrarle al oído:
—Lo siento mucho.
Mi lágrima cayó y golpeó su mejilla.
Tess y yo estuvimos en el hospital esa noche. Falté a la escuela de
nuevo al día siguiente, pero mamá nunca dijo una palabra. Alex se quedó
con la hermana de mamá, nuestra tía Brenda, donde trabajaba. Su hijo
pequeño tenía casi la misma edad que Alex e iban a la escuela juntos. Mamá
constantemente nos comprobaba durante toda la noche cuando tuvo la
oportunidad. Dormimos en la sala de espera, Linda regresó temprano a la
mañana siguiente. Me encontré caminando por los pasillos sola mientras
dejaba que Tess hablara con su mamá.
Fui a la cafetería y compré un café. Nunca tomé café, lo odiaba, pero
necesitaba algo. Tomé un sorbo. Era horrible. Lo bebí de todos modos. La
cafetería estaba vacía, además de un par a unas pocas mesas lejos de mí y
los cocineros.
Alguien se movió junto a mí y se sentó. No tuve que levantar la cabeza
de la mesa para saber quién era. Siempre reconocía su presencia, llenaba
toda la habitación cada vez que estaba cerca. Levanté la mirada de mi brazo
para verlo mirándome. Su rostro reflejaba tristeza y preocupación por mí o
por Ryan, no lo sabía.
Sorbí por la nariz, deseando llorar sólo porque él estaba aquí. Me
incorporé y me pellizqué la nariz con la esperanza de que me impidiera
hacerlo. Acercó más su silla y me empujó hasta quedar atrapada en su
abrazo. De alguna manera, me acomodé en su fuerte abrazo para poder 121
envolver mis manos alrededor de él, presionando mi oreja contra su
pecho. Podía oír el ritmo constante de su latido. Mis preocupaciones
parecían evaporarse en su cercanía, entre sus brazos.
Todo esto era culpa mía. Lo horrible era que nadie lo sabía excepto
yo. Ryan no se merecía lo que le pasó. Todo lo que hizo fue cuidarme. Sentí
tanto odio por mí misma. Ni siquiera sabía si estaría bien. Pero ¿por qué
estaba abrazando a Killian cuando la persona que ha estado allí para mí la
mitad de mi vida está acostado en la cama de un hospital? Mejor aún, la
Parca, alguien que apenas conocía. Me puse de pie abruptamente, la silla
chirrió mientras se deslizaba por el suelo. Killian me miró sorprendido.
Me apresuré a alejarme. Lo sentí seguirme. No me sigas. No lo hagas.
—Melanie. —Hice caso omiso de la extraña atracción que sentía por
él. Que parecía tirar de mi corazón y mente. Abrí la puerta de la cafetería y
entré en los pasillos. Oí su profundo suspiro, uno de impaciencia mientras
me tomaba el brazo por detrás y me empujaba para mirarlo.
Traté de mantener mi expresión neutral.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—Lo que sea que estés pensando. Lo que sea que estés sintiendo. No lo
hagas. Él va a estar bien. —Alejé mi brazo de él.
—Esto es mi culpa —retorcí mis manos—, porque me están pasando
cosas que no deberían. Cosas que no deberían ser reales, están detrás de
mí.
Miró hacia atrás y adelante en el pasillo.
—No creo que este sea el mejor lugar para esta conversación.
—Ya no puedo hacer esto.
Su frente se arrugó, no muy seguro de lo que quería decir.
—¿Qué quieres decir?
—No pedí esto. ¿Por qué me sucede? Sólo quiero ser normal. No. —
Negué—. Desearía que las cosas vuelvan a estar como antes de
conocerte. Cuando ver a los fantasmas era mi único problema. No tratar con
demonios. O contigo.
Se estremeció ante mis palabras, algo parpadeó en sus ojos. ¿Era
tristeza? ¿O le hice daño? Mi garganta se cerró, no había querido decirlo de
la forma en que había salido, pero no podía retractarme en lo que
dije. Porque una parte de mí se sentía así.
—En realidad no lo dices en serio —susurró. Pensé que iba a llegar a
mí, pero cambió de opinión.
No podía ver nada, las lágrimas en mis ojos que me negaba a dejar caer, 12
hicieron borrosa mi visión. Finalmente levanté la mano y me limpié los ojos.
2
—No puedo perderlo. Él es todo lo que realmente he tenido. —Mi voz
era suave por el llanto, pero nunca titubeé. Estaba diciendo la
verdad. Amaba a Ryan. No sabía qué era ese amor, pero era especial.
Su rostro se endureció, lo vi lentamente esconderse bajo su máscara,
arrinconando cada emoción que sentía dentro. Sabía cómo sonaron mis
palabras. Casi le dije que no podía perder a Ryan, pero podría perderlo a
él. Dio un paso atrás. Me sentía febril, mi corazón latía frenéticamente, todo
mi cuerpo se convulsionaba pidiéndome que me retractara. Este
sentimiento, mi corazón debía saber, lo que sentía era más que herida.
Era angustia.
Una pérdida.
La pérdida de algo tan frágil y precioso antes de llegar a conocerlo.
14
—La policía dijo que lo más probable es que perdió el control de su
camioneta cuando su neumático explotó. Por no mencionar que estaba en
una curva cuando ocurrió causando que la camioneta cayera en la zanja. —
Tess tomó un trago de su té helado antes de sacar su teléfono de su bolsillo
trasero—. Mamá me envió fotos de la camioneta.
Tomé el teléfono de su mano y miré la imagen. Allí estaba la camioneta,
volcada sobre la parte superior junto al pequeño acantilado que pasaba al
ir a la escuela cada mañana. El techo de la camioneta estaba completamente
roto y faltaba un neumático. Pasé mi dedo por la pantalla para mirar la
siguiente foto. Ellos habían remolcado la camioneta a su casa en esta
foto. Ahora que la camioneta ya no estaba de cabeza, pude ver el daño
real. Agarré el teléfono, con un violento estremecimiento que recorrió mi
cuerpo. ¿Cómo podría una persona sobrevivir a este accidente? La parte 123
superior estaba completamente aplastada, podía ver dónde doblaron lo que
quedaba de la puerta para sacar a Ryan. La camioneta estaba destruida. Le
devolví el teléfono a Tess incapaz de mirar por más tiempo.
—Quiero hablar con él. Ojalá lo dejaran despertar sólo para que sepa
que va a estar bien. —Tess sollozó. Se inclinó hacia mí, apoyándonos una a
la otra.
Sentí lo mismo que Tess. Entendí por qué decidieron mantenerlo
sedado, pero por un minuto, sólo un minuto, me gustaría ver sus grandes
ojos marrones y que me dijera que estaba bien. Apoyada contra Tess, levanté
la mirada, tratando de contener mis lágrimas y me di cuenta que esto era
así, en ese momento me di cuenta que mi amor verdadero debía ser
Ryan. Siempre Ryan. Esta opresión en mi pecho me dolía tanto. Una vez que
estuviera despierto, le diría cómo me sentía. Lo mucho que significaba para
mí. No me reprimiría más, alejarlo sólo lo motivó a ser más imprudente. No
me reprimiría a causa del peligro, ya era demasiado tarde para eso. El
hermoso rostro de Killian pasó por mi mente y sacudí la cabeza, tragando el
nudo en mi garganta. No le diría cuánto me afectó que la Parca fuera enviada
a protegerme. O cómo con tal sólo su nombre iluminaba todo mi ser. No,
Ryan era demasiado bueno para eso. Demasiado dulce. Se merecía algo
mejor.
No sabía qué hacer ahora. Tomé una respiración profunda, captando
el aroma del champú de fresa de Tess antes de alejarme. Esperar era
difícil. No podía hacerlo. Además, no podía esperar. ¿Quién sería el próximo
objetivo de Fear? Mike entró cuando salí, Tess le dio una pequeña sonrisa
cuando lo vio. Enterró su rostro en su pecho cuando él llegó a ella.
Ahora que Mike estaba allí para Tess, pude relajarme. Tenía que hacer
algo. Nadie más necesitaba salir herido por mi causa Estaba tan cansada
que Fear tratara de quitarme todo. Esa emoción ha controlado toda mi vida
desde el día que lo conocí en el aula. Fear destruyó mi vida, marcó mi piel
permanentemente con un recordatorio enfermo de él, perseguida por
fantasmas. Debido a eso, viví con miedo, miedo de hacer cualquier cosa
digna con mi vida. Mi rostro estaba ardiendo con tanto odio, agarré mi
pantalón para calmarme.
Es curioso cómo pensé que el miedo era sólo una emoción. Ahora sabía
que era un monstruo muy real que me atrapó con miedo. Se sentía tan tonto
ahora, tener miedo por tanto tiempo. Quería defenderme, pero no sabía
cómo hacerlo. Hoy, no temería a Fear. Si me quería, lo dejaría
tenerme. Aprendería a luchar.
De alguna manera.
Fui a ver a Ryan en la UCI. Todavía tenía el respirador. Me dijeron que
era sólo una precaución, pero la preocupación se filtraba en mi pecho
diciéndome lo contrario. ¿No estaba a salvo? ¿Qué no estaban diciendo? O
qué sabía su madre... Tomé su mano, tratando de reunir la fuerza para 124
sonreírle cuando aparté un mechón de cabello enmarañado de su frente. No
lucía como Ryan, tan lastimado y sin vida.
Fue en ese momento que me hice otra promesa. Encontraría una
manera de protegerme a mí misma para que nadie saliera lastimado por
mí. Bajé mi rostro al suyo y le di un pequeño beso en la mandíbula. Su piel
estaba fresca al tacto, otro recordatorio que este no era el chico que conocía
desde hacía tanto tiempo. Aquí, en esta habitación, en esta cama, era un
niño durmiente. Sólo un niño, luchando por su vida. ¿Se le ocurrió pensar
en su vida mientras estaba en este estado? Cerré mis ojos, apartando los
pensamientos de mi mente.
—No puedo permitir que esto le suceda a nadie más. —Reabrí mis ojos
y le dije, con la esperanza que pudiera oírme—. Prometo que encontraré una
manera de luchar. Estoy tratando de no tener miedo. Así que, por favor abre
los ojos, ¿de acuerdo? —susurré. La habitación estaba tranquila, el ritmo
constante de la máquina que ayudaba a Ryan a respirar se hizo más fuerte
en mis oídos mientras lo miraba, hasta que finalmente salí de la habitación.
Mientras caminaba a un par de habitaciones, un monitor comenzó a
sonar fuera de control. Varias enfermeras y doctores comenzaron a correr
hacia la habitación al lado de la de Ryan. Todo mi cuerpo hormigueó
mientras me congelé en el lugar, temerosa de moverme mientras
escuchaba. Un doctor gritó y las enfermeras revolotearon, ayudando, y el
plástico se abrió cuando la máquina continuó sonando frenéticamente.
—Lo estamos perdiendo —gritó una enfermera. No podía no mirar más,
me giré para ver al grupo trabajando duro para mantener al hombre vivo en
la cama. Pero me hubiera gustado no haber dado la vuelta.
La Parca se materializó en la habitación, frente a la cama. Las
enfermeras lo atravesaron mientras se movían apresuradas alrededor de la
cama. El ritmo cardíaco del hombre comenzó a desplomarse, haciendo que
todos se esforzaran más, pero sabía que no sería suficiente. Ya se había
terminado para el hombre. La Parca en la habitación sólo lo probó. El
hombre estaba tendido en su lecho de muerte. Su ritmo cardíaco se apagó
completamente, las máquinas se detuvieron y la sala se quedó en
silencio. Una de las enfermeras bajó la cabeza mientras el médico
encontraba su mirada.
—Hora de muerte 2:13 p.m.
—Señorita. —Miré a una enfermera mayor a mi lado—. Voy a tener que
pedirte que te vayas. —Dejé que me acompañara a la entrada de la UCI
mientras me volvía para mirar la espalda de la Parca antes de irme. Me miró
justo cuando la enfermera me cerraba la puerta en la cara.
Suspiré, temblorosa y avergonzada porque un solo pensamiento se me
escapó de la cabeza cuando el hombre murió.
Gracias a Dios no fue Ryan. 12
5
Esa noche, una vez que terminó el horario de escuela, el hospital estuvo
lleno de gente con la que íbamos a la escuela. Todos querían visitar, pero
ninguno de ellos pudo. La gente le trajo a Tess y Linda dinero y comida para
su estadía en el hospital, así como oraciones y consuelo. Me escapé para
recuperar el aliento. No podía lidiar bien con esta gente. Sabía que alguien
saldría pronto para mandarlos a casa por tan fuerte que estaban hablando.
Mi mente se dirigió hacia Killian, y cuándo volvería a verlo, mientras
las voces se volvían más débiles cuanto más me alejaba de los demás. Y, por
supuesto, como costumbre de Killian, y como si pudiera saber cuándo
estaba pensando en él, apareció en la esquina del pasillo. Su ropa oscura se
destacaba bajo las brillantes luces fluorescentes del hospital. Metió las
manos en los bolsillos del pantalón antes de mirarme hacia abajo. Digo
“hacia abajo” porque es imposiblemente enorme. Necesito acortarlo de
alguna manera, pero no había tiempo para pensar en todas las cosas que
notaba acerca de él.
—Necesitamos hablar —dije rápidamente.
Asintió.
—Sí. —Su voz profunda y rica me causó un escalofrío a través de mi
espina dorsal cuanto más me acercaba. Sólo que esta vez había frialdad y
dureza en cada palabra que me hacía temblar—. Pero no aquí. —Me extendió
la mano y me hizo pensar en todas las veces que lo había hecho
antes. Siempre lo hacía por protección y preocupación, siempre con algo de
inquietud y con algo de guerrero mezclado. Otras veces, como la noche que
cambió lo mucho que sentía por él, cuando me ofreció tomar su mano, pude
ver preocupación, podía ver que quería mi aceptación, que lo
conociera. Sobre todo, quería mi confianza. Tal vez, incluso esa noche
probablemente vi la incertidumbre brillando en sus ojos, inseguro de sí
mismo o de mí, o lo que estábamos haciendo. Fue una sensación tímida
para los dos. Pero esta vez, esto era diferente...
Su rostro estaba en blanco, completamente desprovisto de emoción. No
podía decir lo que estaba pensando. Su mirada glacial penetró en mi corazón
y me dolió más de lo que quería admitir. No sentí ninguna
emoción. Nada. Sólo la mirada dura de sus ojos mientras me miraba
fijamente. Me merecía esto, pero no significaba que me gustara. Le tomé la
mano. Simplemente parpadeé y de repente estuvimos en el techo del
hospital. Me quedé mirando el tráfico y el estacionamiento ocupado. Hacía
frío hoy, agarré mis brazos desnudos para cubrirme un poco del frío.
—Creo que deberías venir conmigo. —Mi cabello cubrió mi rostro,
causado por el viento y lo aparté detrás de mis orejas. Lo miré, confundida.
—No entiendo. 126
Se volvió ligeramente, mirándome desde el rabillo del ojo, estudiando
mi expresión como si hubiera una respuesta que no conocía.
—Puedo protegerte mejor si estás conmigo. Y lejos de todo lo que pueda
retenerte contra ti. —Le di una de mis miradas divertidas.
Me reí, negando y colocando mis brazos debajo de mis pechos.
—No puedes decirlo en serio. —Mi risa se desvaneció cuando vi que no
estaba compartiendo los mismos sentimientos. Hablaba en serio. Suspiré—
. ¿Dónde iríamos?
—A mi casa.
—¿Tu casa? Como, ¿no en la tierra? —pregunté estúpidamente.
—Vivo justo fuera del Inframundo.
Mis ojos se agrandaron.
—-¿No es un sinónimo para Infierno? —Estaba absolutamente loco.
—Sí —contestó, suspiró cuando seguí mirándolo como si fuera un
alienígena—. No me mires así. No es como te lo imaginas.
—¡No voy a ir a ninguna parte! —espeté—. No puedo. Mi familia está
aquí y todo el mundo me importa. ¿Cómo puedo desaparecer?
Fue su turno de mirarme.
—Están todos en peligro, Melanie. Estarían más seguros si no
estuvieras cerca. —No podía fingir que lo que había dicho no me había
dolido. Porque lo hizo. Era algo que ambos sabíamos, pero la forma que lo
dijo fue como un puñetazo en el estómago. No, una puñalada al corazón—.
Mi trabajo es protegerte, no a ellos. —Sentí aún más dolor, pero ese
sentimiento se convirtió rápidamente en ira mientras más lo escuchaba.
Levanté la barbilla.
—Eso es todo lo que he sido para ti. Un trabajo. Eres incluso más cruel
de lo que pensé.
—Tú eres la que dejó las cosas claras entre nosotros. Tú eres la que lo
hizo así. —Su mandíbula se tensó mientras hablaba.
Me moví hacia él, levantando mis manos en el aire.
—Entonces, ¿qué? He hecho una elección. —El estado de ánimo se hizo
más oscuro entre nosotros, pero ya era demasiado tarde para detener
cualquier cosa ahora—. Pensé que lo entenderías. —Mi voz se quebró un
poco, mostrando vulnerabilidad que no quería que él viera.
Se burló de mí con su sonrisa y fue una burla aún mayor para mí
cuando mi corazón se aceleró por su sonrisa diabólica.
—Nunca pretendí ser comprensivo.
127
—Ya veo —espeté esas dos palabras con frialdad mientras me
alejaba. Pero no duró mucho antes de darme la vuelta y agarrar sus
hombros—. Me quedaré. No me voy a ir contigo —le dije severamente,
mirándolo a los ojos—. Así que, supongo que puedes seguir protegiéndome
o simplemente ir a matarlo.
Su cabeza cayó hacia atrás con una risa hasta que notó mi mirada en
blanco, arqueó su ceja.
—Oh, ¿estás hablando en serio? —Asentí, y suspiró, alejándose de mí—
. Fear no puede ser asesinado, es una entidad. No puedes matar algo que
ha estado existiendo casi desde el principio de los tiempos —dijo en
respuesta. No me gustó su respuesta.
—Entonces, ¿qué? —Puse mis manos en mis caderas—. No quiero
morir para que pueda tener más poder. Y no quiero que la gente salga herida
por mí.
Por primera vez, su sonrisa parecía genuina.
—¿No tienes miedo?
—Siempre tengo miedo. Lo he tenido toda mi vida a causa de
él. Simplemente no quiero ser controlada por Fear por más tiempo.
Me estudió.
—Eres más fuerte, Melanie. —Sus rasgos endurecidos se suavizaron en
algo hermoso mientras me miraba. Casi como si estuviera admirando una
parte de mí. Traté de ignorar la forma que me hizo sentir.
—¿Qué será, Parca? ¿Me ayudarás? —El viento pareció soplar hacia él,
llevando mis palabras. Cerró los ojos y soltó un profundo suspiro.
—Como si me dieras otra opción. —Sonreí a su respuesta.
Me llevó de nuevo al hospital antes de desaparecer en las sombras,
observándome en secreto porque sabía... no, sentí que nunca dejaría mi
lado.
En ese momento, parecía que todo iba a estar bien.

Sólo que todo no estaba bien. Otro día pasó y Ryan aún no se
despertó. Su padre acababa de llegar al hospital, lo que me hizo enojar, pero
no era mi lugar para decir nada. Sorprendentemente, Linda pasó la mayor
parte de su tiempo en el hospital, parecía una madre para mí por primera
vez. Las cosas empeoraron cuando me informó que lo habían mandado a
otra cirugía después que encontraron un poco más de sangrado en su
cerebro. Me sentía enferma y con náuseas después de tres días de apenas 12
comer. Mamá me hizo ir a la escuela al día siguiente. Afortunadamente, ya
era jueves, así que la semana estaba casi estaba terminada. Estaba 8
preocupada porque faltaba demasiado a la escuela.
Envié a Tess un mensaje para hacerle saber que no iría allí hasta esa
noche y llevé mi triste culo a la escuela. Tess me sorprendió apareciendo en
la escuela.
—Hola, estoy sorprendida que vinieras —le dije.
Se encogió de hombros.
—Esperar en casa no va a cambiar nada. Creo que Ryan preferiría que
fuéramos a la escuela en lugar de estar encima de él, ¿sabes? —Asentí,
entendiendo completamente.
El día pasó en un borrón, estar cerca de Tess mientras todo el mundo
hablaba constantemente de su hermano, era demasiado. Podía ver que la
estaba estresando. Pero lo toleró. No entendí cómo nadie podía ver lo mucho
que sus preguntas la estaban lastimando. Me dolía, pero nunca les importé
a estas personas. Siempre me dejaban a un lado. Aunque no me importaba.
Comí en el almuerzo sabiendo que era hora de empezar a comer mejor,
o estaría yo en el hospital. Tess tenía razón, él no querría que actuáramos
como últimamente. Sin duda, la comida nos ayudó. Mi dolor de cabeza se
alivió y el mareo que había estado sintiendo toda la mañana había
desaparecido.
Pero en cuanto esas cosas se desvanecieron, el problema comenzó. Los
fantasmas comenzaron a atravesar las paredes, entrando en la cafetería. No
como los fantasmas que he visto antes. No, eran mucho más espeluznantes.
Eran similares al soldado en el cementerio, pero mucho peor. Les faltaban
partes del cuerpo y los miembros estaban colgando, algunos caminaban
torpemente, su ropa estaba rasgada y algunos estaban incluso desnudos,
pero los desnudos carecían de cualquier parte del cuerpo que los hiciera
hombres o mujeres. Lo que los hacía más aterradores eran sus rostros. O la
falta de ellos. Sus rostros parecían huecos, y tampoco había nada en el
interior. Sólo oscuridad ahuecada.
No tuve que dar la vuelta para sentir la presencia detrás de mí. La
oscura sensación que sentí por la cosa que estaba detrás de mí, me hizo
endurecer en mi silla. Giré la cabeza muy lentamente para ver quién era.
Molly estaba allí de pie junto a un gran hombre. Era calvo, las cicatrices
cubrían su rostro y su cuerpo, sumándose a la pura violencia en él. Era
aterrador. Molly contuvo el aliento.
—Venganza, trata de no matarla. Fear la quiere viva. —Sonrió,
mostrando unos desagradables dientes amarillos, como de tiburón. Inclinó
el cuello hacia un lado, haciéndolo crujir de una manera enfermiza. Molly
desapareció.
Mientras me levantaba, noté que todos los rostros huecos estaban 129
quietos. Inclinaron la cabeza y gritos penetrantes resonaron por toda la
cafetería. Me escogí de nuevo en mi silla, cubriendo mis orejas con mis
manos y colocando mi cabeza entre mis muslos. Me dolía tanto, que ni
siquiera podía pensar con el aullido en mi cabeza. Sentí algo gotear de mis
oídos. Intenté levantar la cabeza para observar los rostros huecos. Nadie en
la cafetería parecía oírlo, sólo yo.
Finalmente se detuvieron. Me enderecé lentamente en mi silla, dejando
caer mis manos a mis lados. Tess jadeó, dándome una mirada preocupada.
—Melanie, ¿qué te pasó? Oh Dios. ¡Tus oídos están sangrando! —No
tuve tiempo de escucharla, Venganza rió detrás de mí. Me volví para mirarlo
fijamente.
“¿Sentiste el dolor que invocaron?”, se burló de mí. “Son mis títeres. Se
alimentan de la venganza. De los secretos y sentimientos más oscuros de la
gente. Cuando alguien o algo hace un mal, buscan venganza. Ven, humana.
Ahora se alimentarán de tus sentimientos”. Sus palabras eran confusas, pero
aún me preocupaban. Lo que acababa de decir no sonaba bien.
La Parca se materializó detrás del demonio, Venganza. Él debe haber
sentido su presencia porque se movió más rápido de lo que mis ojos
pudieron seguir. La Parca estaba justo detrás, moviéndose tan rápido como
él. La Parca extendió su mano huesuda y su guadaña apareció justo cuando
esquivaba de frente a Venganza. La guadaña se convirtió en una espada y
Venganza solo sonrió, silbando al apreciar la enorme espada antes que
apareciera su propia espada gigante. ¿Tenía el mismo tipo de habilidad que
la Parca?, me pregunté mientras los miraba a ambos.
—¿Melanie? —susurró Tess a mi lado, no noté la extraña mirada que
me estaba dando. O cualquier otra persona para nada. No podían ver lo que
yo—. Me estás asustando. ¿Qué pasa? —añadió.
“Venganza, he oído que disfrutas las peleas de espadas más. ¿Quieres
que te enseñe cómo usarla correctamente?”. La voz de la Parca siempre
estaba llena de poder cuando estaba en su forma Reaper. Volví a girar la
cabeza para hacerles frente, ignorando completamente a Tess.
“Me estás fastidiando, Parca. Tratando de distraerme de mi premio”. El
resplandor azul de la Parca que siempre se arremolinaba alrededor de sus
huesos se oscureció cuando Venganza habló. “Me alimentaré de su alma.
Voy a tomar ese poder para mí”. La Parca apretó su agarre en su espada, su
resplandor azul ahora se volvió completamente negro. Esa emoción debía
ser ira, puro odio. Lo supe.
La Parca avanzó, apuntando con su espada a Venganza. Justo antes
que él estuviera lo suficientemente cerca, Venganza saltó en el aire. La Parca
deslizó sus botas contra el suelo de baldosas y saltó tras él. Chocaron con
sus espadas en el aire. La fuerza de su golpe los hizo salir volando. Ambos
aterrizaron sobre sus pies y se fueron uno tras otro. Esta vez, la colisión de
sus espadas fue más fuerte. La Parca fue golpeado contra la pared, la fuerza 130
de su peso contra la pared produjo un sonido crujiente en la cafetería. Todo
el mundo se quedó quieto. Venganza cayó sobre la mesa de las animadoras.
La mesa se dobló y cayó al suelo, bajo su peso. Las chicas gritaron, huyendo
de la mesa misteriosamente rota. Todos miraron alrededor de la cafetería
confundidos.
Pero mientras todo el mundo estaba preocupado, los títeres empezaron
a moverse hacia cada mesa. Se inclinaron junto a cada persona,
susurrándole al oído. Tuve un mal presentimiento...
El caos se desató, la gente empezó a discutir de la nada, estaban
dándose golpes, y las chicas estaban teniendo peleas de gato. Miré a mi
alrededor completamente sorprendida. La Parca continuó luchando con
Venganza mientras todo el mundo empeoraba. Me volví hacia mi mesa
cuando escuché a Tess abofetear a Mike. Los miré, sorprendida y
horrorizada. Fue entonces cuando noté que la marioneta le susurraba al
oído. Él la fulminó con la mirada.
—¿Qué diablos, Tess?
Otro comenzó a susurrar en el de Mike.
—Jodido hijo de puta. ¡Me has engañado con Haley! —acusó. Me
preguntaba si estas discusiones eran reales o por manipulación de
Venganza. La cafetería era una locura. Algo se presionó contra mi oreja.
La Parca es culpable.
Una voz sonó en mi oído. Mi mente se puso un poco nebulosa. ¿Huh?
¿Lo es? ¿Culpa de qué? Me di la vuelta para ver a una de las marionetas de
pie detrás de mí. Se estaba haciendo más difícil concentrarse. Mi mente se
sentía ligera y mi cuerpo pesado.
Sabía que Ryan estaba en peligro, pero dejó que sucediera...
¡No! Parpadeé, aturdida. Eso era una mentira. La Parca no lo haría...
Lo quería fuera del panorama. No te quiere a ti, quiere tu poder.
La voz se alejó y vi rojo.
Vi a la Parca luchando con Venganza en el centro de la cafetería. Ahí
es donde miré fijamente, pura malicia enmarcando mis rasgos. Venganza
fue el primero en notarme que me acercaba y sonrió.
“¡Sí!”, rugió, complacido consigo mismo. Sin embargo, lo ignoré y
concentré todo mi odio en la Parca.
La Parca paró sus ataques cuando me vio. No pude leer lo que estaba
pensando cuando estaba como un esqueleto. Me detuve una vez que estuve
delante de él.
—¿Sabías que Ryan iba a salir lastimado? —pregunté con los dientes
apretados.
Su cuerpo se quedó completamente quieto cuando le pregunté, me 131
asustó más que mis pensamientos.
“No escuches a sus marionetas”. Trató de caminar hacia mí, pero lo
mantuve alejado levantando una mano entre nosotros.
—¡No! —grité—. Respóndeme.
“Sí”. Lo sabía. Lo sabía. Lo sabía hizo. Me congelé conmocionada y
horrorizada. Mi pecho literalmente se sentía como si hubiera sido abierto.
—¿Has fingido que te preocupas por mí porque quieres el poder que
poseo? —gimoteé, al borde de las lágrimas. O tal vez ya estaba llorando.
Se adelantó, extendiendo sus dedos esqueléticos hacia mí.
“Jamás”, dijo sin vacilar. Negué, incapaz de creer lo que decía.
—¡No! —siseé—. Quédate lejos. —Se congeló ante mis palabras, la
mano todavía extendida hasta que lentamente cayó a su lado. Otra malvada
risa surgió de Venganza.
—No puedo creer que pensaba que eras diferente a Fear. ¡O cualquiera
de ellos! Eres exactamente igual. Un monstruo —espeté la palabra en su
cara, la Parca se tambaleó hacia atrás realmente tomado por sorpresa por
mis palabras. Fue en ese momento que Venganza lo tomó con la guardia
baja, y abrió el pecho de la Parca. El resplandor azul a su alrededor empezó
a salir de su herida en el pecho, la Parca agarró su pecho antes que su
resplandor se ennegreciera de nuevo cuando se volvió hacia Venganza.
“Eres un tonto. Igual que Fear. ¿Como si le entregaría el Vessel a él?”.
Venganza negó con una sonrisa antes de mirarme. Lo fulminé con la mirada.
Señaló hacia mí. “Todo ese poder es mío. Ya que Fear la tiene marcada, es
casi imposible que cualquier otro demonio la encuentre. Por suerte, él fue lo
suficientemente estúpido como para darme su paradero, por supuesto,
pensando que iba a llevársela”. Entonces, ¿me mantuvo escondida de otros
demonios con la marca que me puso? Miré a mi alrededor, todo el mundo
era ajeno a lo que estaba sucediendo. Todo el mundo estaba en su propia
batalla. Retrocedí, alejándome de los dos monstruos que tenía frente a mí.
Estaba completamente sola. “Ese poder, me lo puedes dar, niña, mientras
me alimento de ese odio que estás sintiendo en este momento”. Se dirigió
hacia mí, mi cólera se disipó lo suficiente para que sintiera el temor de lo
que está por venir. Comencé a voltearme, pero la Parca estaba delante de
mí, bloqueando a Venganza antes que él tuviera la oportunidad. Me agarró
del brazo y se volvió.
“Tenemos que irnos”. Su voz era profunda, pero también sonaba débil.
La herida era una cosa graciosa de ver en él. No sangraba, su resplandor
azul que pensé que podría ser su propia esencia, se filtró. Aunque, en lugar
de fluir completamente fuera, sólo parecía flotar en el aire, esperando volver
a su lugar. “Tu madre está en peligro”. Mi corazón se aceleró con más miedo.
Sólo que no tuve la oportunidad de preguntar; nos sacó de la cafetería.
Luego, estábamos de pie en el dormitorio de mi madre. 132
Molly estaba de pie sobre su cuerpo dormido encima de la cama con
una sonrisa siniestra en los labios.
“Ah, los estaba esperando”.
Dos figuras saltaron detrás de nosotros y agarraron a la Parca. Cayó de
rodillas. Lo miré sorprendida. No parecía ser alguien que derribaran tan
fácilmente. Pero ya estaba herido. Algo que sostenían en sus manos parecía
mantenerlo en su lugar, era una vara negra que emitía una especie de luz
contra su cuerpo, manteniéndolo inmóvil. Gruñó con enojo mientras miraba
a Molly.
“Los demonios son tan crédulos. Venganza tomó el cebo como Fear
esperaba. No era más que una distracción. Y ya que estabas al pendiente de
todas las personas importantes de ella, fue difícil de utilizarlas. Por lo tanto,
necesitábamos a alguien que distrajera lo suficiente para que pudiéramos
arrebatar a santa mami, y debido a que estabas tan ocupado con Venganza,
no te diste cuenta hasta que fue demasiado tarde. E incluso caíste en nuestra
trampa, ¿qué ha pasado, Parca? Estás debilitándote. ¿Ella tiene algo que ver
con eso?”. ¿Qué quería decir? ¿Estaba realmente protegiendo a todos los que
me importaban? Me dolía la cabeza y puse una mano en mi frente. No, sólo
estaba tras mi poder. Ella estaba equivocada. Molly notó la herida en su
pecho y sonrió. “Incluso logró hacer algunos daños, impresionante”. No era
impresionante, no realmente. Fue porque fue tomado desprevenido por mi
culpa. Negué.
El cuerpo entero de la Parca pareció sacudirse de rabia y un resplandor
de preocupación brilló en los ojos de Molly antes de ocultarlo. Las luces se
desvanecieron de las armas demoníacas, ellos las miraron, confundidos,
antes que la Parca se levantara y con el balanceo de sus hombros, los arrojó
al suelo con un movimiento de sus brazos.
Sólo Molly parecía preparada para que hiciera eso. Sacó un cuchillo de
su vestido y se inclinó sobre el cuerpo dormido de mamá. Entré en pánico
cuando la hoja apuntó contra su pecho.
—¡Detente! —grité.
“Escoge. Ven conmigo, tu vida, por la seguridad de tu madre. Y todos los
demás que amas”. Molly me dio una opción, vi a la Parca moviéndose por el
rabillo del ojo. Ella también, soltó el cuchillo, pero el cuchillo aún estaba
sobre el pecho de mamá. “No tan rápido, Parca. Mira, sabía que no podía
retenerte, pero no importa. El cuchillo está encantado, en el momento en que
me persigas o al cuchillo, cae y da el golpe final”. La Parca se detuvo junto a
mí. Mi corazón martilleaba, esto era lo que planeaba hacer de todos modos.
Simplemente sucedió antes de lo que esperaba. Asentí, agarrando mi
pantalón con las manos hasta que los nudillos se pusieron blancos. Esta
era la forma en que podía proteger a todos.
—No. —La Parca agarró mi brazo, pero me aparté de su agarre. Ni
siquiera me giré para mirarlo. No lo haría. No, no quería hacerlo. 133
—Está bien —dije sin vacilar. Molly sonrió y con un giro de su muñeca,
un enorme portal negro se abrió detrás de ella. Miré el cuchillo con cautela
mientras caminaba alrededor de la cama. Ella se dio cuenta—. El hechizo
terminará en el momento que entres en el portal y tu mamá estará a salvo.
No tenemos ninguna necesidad de hacerle daño, siempre y cuando vayas a
él. —Él. A pesar de lo mucho que decidí hacer esto, la idea de estar cerca de
Fear hizo que me ardiera la piel.
Asentí. Podía sentir un cambio en la habitación, un cambio detrás de
mí.
—Melanie. —Killian ya no era la Parca, lo noté por la diferencia en su
voz. Volví la cabeza ligeramente. Sus ojos oscuros parecían rogarme,
desesperado. Otra vez, tenía ese sentimiento de estar conectada con él. Tan
atraída, pero fue una tontería de mi parte.
—Esto tiene que parar. Nadie más tiene que salir lastimado por mí.
Giré la cabeza y entré en el portal.
15
Salté por algún tipo de túnel sin fin, rayos de colores corrían contra la
oscuridad ovalada a mi lado. Se filtraron luces que me hacían pensar en
estrellas, antes de caer con fuerza en el suelo. La roca endurecida debajo
golpeó en mi mejilla y raspó a lo largo del lado mi cara por el impacto. Me
obligué a levantarme lentamente, sentándome y acomodándome para poder
ver dónde estaba. Lo primero que pensé fue que era una especie de
caverna. Las paredes cavadas, grandes y macizas, se extendían por encima
y alrededor de mí. La roca de granito debajo de mí se sentía fresca al tacto,
pero todo parecía estar caluroso. La roca de las paredes era gris con
manchas negras, haciendo que todo el lugar parezca oscuro y espeluznante.
Linternas que parecen haber sido derretidas en las paredes de la cueva,
daban un pequeño halo de luz. El techo se sentía tan lejos de donde me
sentaba en el suelo, haciéndome sentir pequeña y temerosa a lo que venía 134
después. Ahí es cuando noto la exquisita alfombra roja que se desplegaba
ante mí. Observé que la alfombra rodaba y rodaba hasta que terminaba
donde yo estaba sentada. Seguí la alfombra roja con la mirada hasta un
enorme trono vacío. No pude evitar resoplar. ¿De verdad? Todo acerca de
este lugar me hacía pensar en alguna época medieval.
Salté, poniéndome de pie cuando dos fuentes empezaron a chorrear
agua al mismo tiempo. Estaban separadas, exactamente coordinadas, sólo
en lados opuestos de la cueva. Las fuentes fueron hechas para que lucieran
como dragones. Ambas bocas de los dragones estaban inclinadas hacia
arriba, como si estuvieran escupiendo fuego, sólo que salía agua. Era
admirable, algo misterioso y cauteloso. Sus alas salían de sus costados
como si estuvieran volando hacia el cielo. Los admiré más de lo que
comprendía, pero esa admiración se convirtió en horror cuando el agua se
puso roja, como si fuera sangre.
Todo mi cuerpo se enfrió y recordé por qué estaba aquí. Dónde estaba
y lo que estaba haciendo. Me tensé. No podía tener miedo. Miré el trono por
un minuto y comencé a caminar sobre la alfombra roja. El trono pertenecía
sin duda a Fear. Un demonio que se trataba como rey, ansiando más poder.
Tenía sentido, sentía que mi mente se oscurecía. Sentí que el temor trataba
de derrotarme, hacer que me acobardara, pero no podía dejarlo. Hice una
elección. Y para mí, esa elección era la correcta. Me las arreglé para proteger
a la gente que me importaba. Y no había decidido renunciar. No, incluso
ahora mientras caminaba hacia el trono vacío. No tenía planes ni ventajas
contra ese monstruo... quería vivir. Pero si morir significaba proteger a los
que amaba, que así sea.
Ahí es cuando me di cuenta de la figura acechando detrás del trono. El
trono era tan alto. Parecía como si estuviera hecho de huesos, mientras me
acercaba me di cuenta que era huesos, forjados juntos para hacer un trono
gigante. Un paño de oro cubrió el asiento. Me detuve, esperando que la
figura saliera. Un poco de miedo de ver la cosa que he temido tanto
tiempo. He imaginado tantas cosas en mi cabeza, de cómo sería. El aula
había estado oscura, pero sabía que tenía cuernos en la cabeza.
—Melanie —dijo una voz sorprendentemente agradable detrás del
trono. Me incliné ligeramente, deseando verlo, también atraída por la dulce
voz masculina. Entonces escuché sus pisadas mientras resonaban
alrededor de la cueva, y lo observé salir de la oscuridad. No pude ocultar mi
expresión sobresaltada o el jadeo que escapó de mis labios. Era
precioso. No, era magnífico. Su cabello era largo y rubio, descendiendo por
sus hombros y espalda. Los ojos azules cristalinos me miraban
fijamente. Sus rasgos eran suaves y angelicales, nada como la dura y áspera
belleza de Killian. Sacudí la cabeza cuando me di cuenta que estaba
pensando en Killian.
—¿Quién eres? —le pregunté con incredulidad, incapaz de creer que
este hombre pudiera ser malo—. ¿Eres Fear? —pregunté. 135
Su cabeza se inclinó ligeramente, su sonrisa demasiado dulce. Algo de
esto causó que se me erizara la piel.
—¿Estás decepcionada?
Cuanto más aprendía de los demonios, más me di cuenta que nunca
eran como parecían. Le hice una mueca.
—Recuerdo el día que me atacaste. Nunca imaginé que te verías
tan normal.
Se apartó el cabello de su hombro, haciendo que todo cayera contra su
espalda mientras se movía hacia el trono y se sentaba. Giró su muñeca una
y otra vez, antes que su fachada finalmente cayera. Sus rasgos angélicos se
endurecieron, aún hermoso pero aterrador.
—¿Estás intentando preguntar si así es como realmente luzco? —
Inclinó su barbilla—. Lo es. Pero tengo otra forma, al igual que Killian. —
¿Por qué debe mencionarlo?—. ¿Debemos haber empezado con el pie
equivocado? —preguntó amablemente.
Lo fulminé con la mirada.
—Oh, no sabía que debía olvidar todas las veces que intentaste
matarme. Ryan está en el hospital por tu culpa. Y amenazaste la vida de mi
madre para que me trajeras aquí.
Alzó una mano hacia mí, atreviéndose a reír mientras mi cólera seguía
creciendo.
—Oh querida. Te he molestado. —Su risa murió, y una vez más su
fachada cayó mostrando su falta de emociones—. Pero deberías aprender a
morir a la primera —siseó, retrocedí.
El suelo cayó detrás de mí cuando lo hice, salté hacia adelante
torpemente tratando de alejarme del granito roto debajo de mí. Miré hacia
abajo, a través de la tierra abierta y vi la lava fundida, y tragué. El calor de
la lava me calentó el rostro, mi cabello voló hacia atrás y retrocedí. Suspiré,
haciendo que mi atención volviera hacia él.
—No importa, el poder ya ha despertado gracias a la Parca. Debo darle
las gracias, facilita las cosas.
—¿De qué estás hablando? —Mantuve mi concentración en él y la lava
detrás de mí.
—Ah —dijo dramáticamente—. No lo sabes.
—Si supiera de lo que estabas hablando, ¿estaría preguntando? —dije
irritada.
—Tus sentimientos hacia la Parca, ¿qué son? —Su pregunta me tomó
desprevenida. Sin quererlo, me encontré pensando en mis sentimientos.
136
Entonces me di cuenta de mi error, pasé demasiado tiempo pensando
en mi respuesta, confirmando su sospecha.
—¿De qué estás hablando? —dije apresuradamente.
—Sabes muy bien de lo que estoy hablando. —Miré hacia otro
lado. Molly apareció a mi lado, tambaleándose hasta que cayó de rodillas. Se
veía horrible. Bueno, más de lo habitual. Aún estaba muerta después de
todo. Me preguntaba si Killian tenía algo que ver con sus heridas.
—¿Mi mamá? —le pregunté, sin importarme molestarme que estuviera
gravemente herida.
—Está viva —respondió, voz ronca y pequeña. En ese momento,
recordé que Molly era sólo una niña. Bueno, eso no era cierto. Murió como
una niña. Quién sabe cuántos años pasó así después de morir.
—¿La Parca? —Fear golpeó el brazo de su trono con impaciencia.
Molly alzó la cabeza para mirarlo.
—¿Qué piensas? Está enloqueciendo. Apenas logré pasar a través del
portal —susurró, cerrando los ojos mientras sacudía su brazo y lo
retorcía. Me encogí ante el sonido que oía, giró su brazo, probando ver si lo
había vuelto a colocar en su lugar. Parecía doloroso, pero se puso de pie, se
encogió de hombros como si no fuera nada.
—Estoy seguro que pronto hará una visita —murmuró Fear, su mirada
se apartó de Molly y volvió a mí. Pasó su mano por su barbilla, y no puedo
creer que acababa de notar lo largas que eran sus uñas. Eran horripilantes,
puntiagudas y amarillas. Completamente incomparables al resto de su
belleza—. Mientras esperamos, ¿qué debemos hacer mientras tanto? —Me
di cuenta que me estaba hablando de nuevo, mientras sus ojos recorrían
todo mi cuerpo. Me sentía enferma—. Necesitaré ese Vessel de ti, Melanie,
antes que él que llegue.
Sentí que todo mi cuerpo ardía de rabia.
—Sí, has tenido muchos problemas para conseguirlo —añadí
sarcásticamente.
—Ahora, ¿cómo vamos a sacarlo? —reflexionó en su trono y mi
estómago se revolvió. Oh, sí. ¿Cómo tenía que hacer eso? ¿Tenía que morir
para que lo tomara? Lo miré nerviosamente.
—¿Qué tal si lo dejamos donde está? —Intenté convencerlo
lamentablemente. Él inclinó la cabeza.
—Molly, muéstrale el dormitorio. —Los ojos de Fear nunca dejaron los
míos mientras hablaba con Molly.
Miré a Molly, tratando de ocultar mi miedo. Tranquilízate. Vine aquí
sabiendo que probablemente moriría. Pero, ¿por qué tenía que ir a un
dormitorio? Todos estos horribles pensamientos seguían filtrándose en mi
mente. De repente, me sentí ligera y temblorosa. No estaba bien, me estaba 137
poniendo nerviosa. No podía moverme, pero Molly me empujó hacia la
izquierda. Eso hizo que mis pies se movieran, pero no ayudó que ella me
arrastrara hacia la puerta de madera incrustada en la pared de la cueva.
Me llevó directamente a un dormitorio. Una cama de madera estaba en
el centro de la habitación. Seda roja cayendo a un lado. Pero ahí es donde
terminaba la parte hermosa; había criaturas colgadas en las paredes, unas
que nunca había visto antes, o que pensara que existieran. Se sentía como
si me siguieran con la mirada cuando entramos en la habitación. Una bestia
gigante tenía la boca muy abierta, como si estuviera a punto de atacar. Aún
podía sentir su mal olor, como si estuviera vivo. Un escritorio estaba ubicado
en el fondo de la habitación, de madera y amontonado con papeles. Molly
me llevó a la cama y me obligó a sentarme.
Apreté las manos y las piernas juntas.
—¿Qué me va a hacer? —Encontré el coraje de preguntarle.
Se apartó de mí y se dirigió hacia la puerta. No iba a contestarme.
—Fear encontrará una manera de quitarte el Vessel. —Ella dejó de
caminar, suspiró mientras miraba al suelo. No podía ver su rostro, pero me
pregunté por un momento lo que podría estar pensando—. Entonces
desearás que te mate, porque la muerte es seguramente misericordiosa en
comparación a lo que te hará. —Empezó a caminar de nuevo, saliendo por
la puerta. Se cerró detrás de ella.
Las palabras de Molly alimentaron mi urgencia de hacer algo. Traté de
salir de la habitación en el momento que se fue, pero no pude. La puerta
debía estar bloqueada desde el otro lado. Golpeé y embestí contra la puerta,
gruñendo mientras lo hacía, pero nunca se movió.
Empecé a buscar alrededor de la habitación, evitando tocar las
criaturas en la pared lo mejor que pude. El desagradable brillo de los dientes
de las bestias parecía crecer cada vez que los miraba de nuevo. Uno parecía
viscoso y asqueroso, como si fuera algún tipo de habitante del agua. Como
el resto de la cueva, las paredes eran de piedra, incluso la habitación. Pero
deslicé mis manos a lo largo de las paredes esperando encontrar algún tipo
de pasaje secreto. Incluso miré debajo de la cama y cuando vi un espejo que
no había notado antes, corrí hacia él, presionando mi palma contra el
cristal, esperando algún milagro, por el que pudiera escaparme. Por
supuesto que no podía.
—Esto no es una película, ¿qué estoy esperando? —me gruñí a mí
misma, el pánico causando que mi corazón se acelerara y rugiera en mis
oídos. No podía hacer nada. Estaba atascada aquí hasta que alguien viniera
a buscarme. Agarré mi frente, no podía hacer nada, pero traté de
tranquilizar mi respiración.
Miré fijamente mi reflejo, mi mandíbula estaba roja y arañada por caer
del portal. En realidad, lucía sin esperanzas. Incluso podía ver el destino en 138
mis ojos. Me hizo pensar en mamá y Alex, lo que me hizo llorar. Odiaba
pensar que ni siquiera sabrían lo que me pasó. Cuánto tiempo tardarían en
darse cuenta que no estaba. Me puse de rodillas y giré mi cuerpo, hasta que
mi espalda estuvo presionada contra el espejo. Mamá estará devastada.
Ryan y Tess también. Ni siquiera llegaría a estar allí cuando se
despertara. Va a despertar sabiéndolo todo. Va a estar preocupado. No, él
sería la única persona que sabía la verdad. Lo perseguiría.
No tuve tiempo de preocuparme por ellos. Estaba en peligro
real. Estaba bastante segura que Killian dijo algo sobre Fear incapaz de
tomar el Vessel de mí por matarme, ahora que había despertado. Pero
encontraría una forma. Odiaba pensar en lo que me pasaría una vez que lo
hiciera.
Mis pensamientos se aferraban a Killian. Lo más probable es que
viniera a recatarme. Pero no sería a mí a quien buscaba, ¿no? Era al
Vessel. No era distinto a los otros. No importaba lo que pudiera haber
sentido por él, no importaba que me sintiera engañada. Cuando pensaba en
su traición, me dolió tanto que tuve que agarrar mi pecho. Tal vez todavía
no quería creer que me traicionó. Tal vez quería que se preocupara por mí.
Sólo en mí.
Pero nunca podría perdonarlo por saber que Ryan estaba en peligro y
no hacer nada. No decir nada.
La puerta de madera se abrió y me paré rápidamente. Una extraña
criatura entró. Minúsculo y extraño, me encontré inclinando mi cabeza
tratando de averiguar qué diablos podría ser. Tres más entraron, los cuatro
apenas me llegaban a las rodillas. A pesar que eran pequeños, feos y
desagradables. El que estaba al frente hizo señas a los otros con su mano
para que se acercaran a mí. Retrocedí. Aquél parecía estar a cargo mientras
silbaba a los otros como si los estuviera apurando. Sus dientes eran blancos
y cuadrados, en lugar de puntiagudos como tantos otros demonios. Eran
calvos y brillantes mientras rebotaron y se movieron hacia mí, sus piernas
eran demasiado pequeñas para caminar normalmente.
—¿Qué demonios son? ¡Aléjense! —Los espanté con mis
manos. Continuaron y me puse de pie en la cama para alejarme de ellos. Los
miré debajo de mí. Dos rieron y me señalaron, obviamente era divertida.
—Son duendes. Pequeñas criaturas desagradables. —Seguí la voz de
Molly hacia donde estaba en la puerta. Miró a los duendes con disgusto.
—¿Qué quieren de mí? —pregunté. Uno trató de subir la cama y le
pateé la cabeza con mi zapato. Retrocedió un par metros. Los demás se
reunieron alrededor de su amigo, examinándolo. Una vez que se aseguraron
que estaba bien, todos se volvieron y me silbaron.
—Tranquilízate —me advirtió Molly—. No quieres molestarlos. Sólo
están aquí para hacer su trabajo. —Apartó su cabello oscuro de su hombro. 139
—¿Trabajo? —No me gustó el sonido de eso.
Ella asintió, apartándose de la puerta y entrando en la
habitación. Siempre era extraño lidiar con Molly. Parecía una joven, aunque
muerta, pero la forma en que hablaba y se comportaba, me decía que era
mucho mayor.
—Son Dreamkeepers. Pueden ver tus sueños, así como crearlos. —¿E
iban a hacer algo conmigo? Tragué nerviosa—. Acuéstate y relájate,
Melanie. Vas a estar soñando pronto.
Los cuatro estaban subiendo la cama, la miré.
—No entiendo. Pensé que iban a tomar el Vessel. ¿Por qué necesito
dormir? —pregunté confundida.
Molly sonrió.
—No juegues conmigo. Cuando tu poder despertó al principio, ¿qué
estabas haciendo? Más bien, ¿qué estabas soñando? —Me miró a los ojos a
sabiendas. Me sonrojé. ¿Cómo lo sabía? Las imágenes del sueño se filtraban
por mi mente de Killian entre mis piernas.
Oh, querido señor.
No entendía cómo era eso importante. ¿Planeaba avergonzarme antes
de quitarme el Vessel?
—¿Qué tiene eso que ver con el Vessel? —pregunté.
—Porque el sueño fue lo que despertó al Vessel. Para que el Vessel
abandone tu cuerpo, debemos llevarlo a la superficie. —Dos de los duendes
se engancharon en mis piernas, jalándolas debajo de mí. Eran más fuertes
de lo que parecían. Me caí contra el material de seda del colchón. Cuando
traté de levantarme, los otros dos ya estaban en mis brazos. Me mantuvieron
quieta. Molly estaba junto a la cama.
—Honestamente, no estoy segura de qué piensa Fear —murmuró Molly,
insegura si estaba hablando conmigo, no respondí—. ¿Vas a decirme de qué
era el sueño? —Inclinó su cabeza sobre la mía. Miré hacia otro lado, lo que
la hizo reír—. No importa, los duendes lo sabrán. —Se volvió hacia los
duendes, les dio un rápido asentimiento antes de alejarse. Uno de ellos saltó
sobre mi pecho.
Me sobresaltó y traté de alejarme. El duende subió por mi pecho y se
inclinó sobre mi rostro. Sus manos verdes viscosas corrieron sobre mi
rostro.
Me quedé dormida.

Hubo un golpe en la puerta mientras estaba por buscar un vaso de agua


en la cocina. Miré al reloj de la estufa, son las dos de la mañana, ¿quién rayos
estaría en la puerta tan tarde? Bajé el vaso y entré en el pasillo. Hubo un
golpe de nuevo antes que tenga la oportunidad de abrirla. Ryan me dio una
140
sonrisa ladeada cuando abrí la puerta. Le di una mirada de preocupación,
pensando que algo debe estar mal para que esté aquí tan tarde.
—¿Ryan? ¿Qué pasa? ¿Qué haces aquí tan tarde?
Se encogió de hombros, aún sonriendo.
—Sólo necesitaba verte.
Sólo le di una mirada estupefacta.
—Está bien —dije lentamente.
Parecía que estaba esperando que dijera algo más antes que finalmente
me preguntara.
—¿Me vas a dejar entrar?
Asentí.
—Sí, por supuesto. —Me hice a un lado y él pasó junto a mí, me di cuenta
de cómo se quedó a mi lado varios segundos antes de recorrer el resto del
tramo de la puerta. Mamá estaba trabajando esta noche y Alex estaba
profundamente dormido en su habitación.
—¿Estás seguro que todo está bien? —pregunté de nuevo.
Se volvió y sonrió.
—Sólo quería verte. —Bajé la mirada, la forma que estaba actuando me
hizo sentir tímida. Cada vez estaba más claro que decía la verdad. Sólo quería
verme. Mi estómago revoloteó. Eran las dos de la mañana, ¿qué tan audaz
era Ryan? Sabía que se preocupaba por mí, pero esto era diferente.
—Deberías venir durante el día, Ryan. Son las dos de la mañana.
Me ignoró, lo seguí hasta el salón donde se sentó en el sofá. Apoyó su
hombro izquierdo hacia atrás y usó su mano derecha para acariciar el cojín a
su lado.
—Ven aquí.
Hice lo que me pidió, con los nervios en la garganta. No pude mirarle,
temiendo lo que pudiera ver. Encendí la televisión. La luz de la televisión era
brillante y me tomó unos segundos a mis ojos acostumbrase. Dejé una
película aleatoria en la pantalla. Su mano encontró mi pierna donde
lentamente pasó sus dedos sobre mi carne. Finalmente lo miré, su rostro
estaba lleno de deseo, algo que nunca había visto en él. Normalmente era un
caballero. Aunque no me importaba esto tampoco...
Aspiré aire cuando me sorprendió agarrándome las piernas y
colocándolas sobre las suyas. Su brazo que descansaba en el sofá agarró mis
hombros y me acercó. Cerré los ojos e inhalé su olor.
—Ya no quiero que seamos amigos. Hemos estado deseando más
durante mucho tiempo, Melanie. No vamos a luchar contra ello —susurró en
mi oído, asentí sintiendo nuestra verdad. No podía recordar cuántas veces me 141
imaginé besarle los labios, que me abrazara como ahora. Siempre he deseado
esto, pero todo estaba mal en mi vida. Pero eso no importaba ahora. Los
fantasmas y todos mis problemas no existían en este momento. Por alguna
razón, no pude encontrarme a mí misma para preocuparme en
absoluto. Finalmente tuve lo que quería.
Cuando sus labios rozaron los míos, abrí los ojos con sorpresa. Esto era
lo que siempre he querido, mis pensamientos se disolvieron y mis ojos se
cerraron. Apreté más fuerte mi boca contra la suya. Su mano encontró mi
espalda donde me acercó más, me aferré a él con más fuerza. Separó
ligeramente su boca, repetí su movimiento y pronto nuestras lenguas se
estaban entrelazando. Suspiré.
Esto era agradable.
Pero yo quería más. Su mano bajó por mi espalda. Hmm, me quedé
esperando algo, no estaba seguro de lo que era. Gemí de frustración. Siguió
besándome, abrí los ojos. Él era tan impresionante, sus ojos estaban cerrados
mientras seguía rastrillando su lengua en mi boca, pero...
¿Qué faltaba?
Mi cerebro se revolvió. Una voz se filtró a través de la niebla.
—Persona equivocada, idiotas. ¡Cámbienlo! —rugió el hombre,
parpadeé, rompiendo nuestro beso, confundida. Miré alrededor del cuarto.
—¿Qué pasa? —susurró, sin aliento.
—¿Qué estás haciendo? —Una voz profunda y retumbante vino desde la
entrada de la sala. Salté del regazo de Ryan con prisa. Me bajé el short que
estaba levantado y me di la vuelta. Un hombre enorme ligeramente visible
estaba en el pasillo, sombreado por la oscuridad, pero pude ver sus ojos
recorrer mi cuerpo. Mi respiración se detuvo, el alto desconocido se dio cuenta
y dejé que el aire escapara de mis labios. Me volví hacia Ryan, pero no estaba.
Pero mis pensamientos no me dejaron confundirme, mi mirada se volvió
hacia el hombre. Por alguna razón, me sentía diferente en su presencia, su
mera apariencia parecía generar un sentimiento extraño dentro de mí. Todo
mi cuerpo se calentó mientras él se acercaba más, sus ojos oscuros
moviéndose a través de la oscuridad, vagando por mi cuerpo.
—Te hice una pregunta. —Su voz, tanto perversa como pura, llenó mis
oídos—. No estaba segura si tener miedo o simplemente correr a sus
brazos. Ambos pensamientos cruzaron mi mente.
—Esta es mi casa. ¿Qué... qué haces aquí? —De alguna manera logré
hablar.
—Lo sé. —Su mano agarró la tira de mi camiseta. Su dedo se entrelazó
debajo de la pequeña tira. Ese simple acto hizo que una oleada de placer
pasara sobre mi cuerpo—. Estoy aquí ahora, ¿qué quieres que haga? —
preguntó con voz ronca.
Lo miré confundida, insegura de lo que quería decir.
142
—No lo sé. —Arrugué mi nariz hacia él—. ¿Quién eres tú?
Bajó la cabeza, su pecho se movió sobre mi rostro mientras susurraba
en mi oído:
—Sabes quién soy, Melanie. —El calor de su aliento me acarició la oreja.
Sus manos encontraron mi cintura, empujándome hacia atrás hasta que
mis talones golpearon el sofá. Vi su sonrisa arrogante al tiempo que me
atrapaba. Luego giró mi cuerpo, presionando mis rodillas sobre el sofá. Mi
cabeza terminó presionada contra el cojín de arriba. Su presencia detrás de
mí sólo parecía alimentar mi entusiasmo. Se apretó contra mi espalda y un
escalofrío se apoderó de mí.
No me importaba nada. Ni siquiera lo malo que era esto. Sólo él podía
hacerme sentir así. Giré la cabeza para mirarlo. El deseo se apoderó de sus
facciones. El deseo que tenía por mí. Observé que sus ojos recorrían mis
nalgas antes de levantar su mano para hacer exactamente lo mismo que
había estado haciendo con sus ojos. Presioné mi trasero en su palma,
instintivamente. Eso le hizo sonreír, pero sólo pude pensar en lo grandes que
estaban sus manos contra mí.
—Melanie —gimió mi nombre, su control se deslizó lo suficiente como
para ver algo tierno debajo de la superficie. Entre nosotros. Desapareció antes
que tuviera la oportunidad de cuestionarlo, su control volviendo a su lugar. De
un tirón rápido, mi short cayó por mis rodillas. Mi rostro enrojeció de calor,
puse mi cabeza en el cojín, avergonzada de estar ardiendo de deseo. Algo se
acumuló en mi estómago, apretando mis entrañas, haciéndome desear algo
que nunca he tenido. Mi cabeza se sacudió de nuevo hacia él cuando oí el
sonido de una cremallera.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté, con la voz suave y aún gutural.
Sabía lo que estaba haciendo. Aunque no me importaba, no había
pensado que perdería mi virginidad en la posición de perrito. Lo miré mientras
se quitaba el pantalón. No era lo suficientemente valiente como para mirar
hacia abajo, así que me concentré en su pecho. Grande e imponente detrás
de mí. Más del placer extraño se movía entre mis muslos, me sentía mojada
y dolorida allá abajo. Era increíble. Era una tortura.
—Voy a follarte por detrás. Aliviar el dolor que has causado entre
nosotros.
Asentí en silencio, incapaz de decir algo a tales palabras malvadas. Me
encontré gimoteando, deseando que se diera prisa. Mi necesidad de este
extraño apartó todos mis pensamientos de mi mente. Me estremecí cuando
sentí su camiseta contra mi carne pálida. A pesar que nuestra piel aún no se
había tocado, el dolor sólo se hizo más intenso. Me sentí loca y fuera de
control. Sabía que la locura era sólo el deseo que tenía por él.
—Por favor —gemí, levantando la mirada para ver su rostro. Su mano
fue hacia mi hombro. Me empujó contra él hasta que mi rostro se presionó
143
contra el suyo. El contacto fue increíble, un simple toque me dejó en
llamas. Reclamó mi boca y me sentí derretir en él, completamente. Puse mi
mano atrás agarrando su mandíbula. Quería más. Su mano se deslizó sobre
mi estómago, encendiendo cada nervio. Su mano se deslizó más abajo hasta
que presionó sus dedos contra mi sexo. Encontró mi minúsculo clítoris y lo
oprimió.
—Di mi nombre. —Me mordió los labios mientras me besaba.
Sabía exactamente quién era. Rompí nuestro beso por un momento tan
ínfimo para poder mirar fijamente la profundidad de sus oscuros ojos.
—Killian —respondí suavemente, tal vez incluso un poco tímida. Tomó su
nombre en mis labios y me besó con feroz pasión, y supe que era todo lo que
ansiaba. Todo lo que quería.
Me separé cuando su dedo encontró mi entrada y presionó dentro.

Me desperté para encontrar la mano de Fear extendiéndose sobre mi


abdomen resplandeciente. Grité y lo empujé, cayendo de nuevo sobre la
cama. Debo haber estado flotando de nuevo. Mi piel brillaba aún más que
la primera vez que sucedió. Fear gruñó. Se agarró a mis brazos cuando
empezó a dar enormes tragos en el aire, aspirando el resplandor de mi
cuerpo. Lo vi salir de mi piel y entrar en su boca. Los duendes se alejaron
de la cama y se apartaron de nosotros. Fear me mantenía firme. Miré que
su boca se extendía anormalmente delante de mí, tomando el resplandor. Lo
miré nerviosamente, ¿estaba realmente tomando el Vessel? Algo surgió en
mi pecho ante la idea de perderlo. Su agarre se apretó en mis brazos antes
que empezara a toser y ahogarse. Pronto el resplandor que había tragado
salió corriendo por el aire hacia mí. Se tambaleó hacia atrás, agarrándose la
garganta como si se quemara y me miró acusadoramente.
Miré hacia abajo, mientras el resplandor se desvaneció de nuevo en mi
piel. Fear vino tras de mí. Me puso las manos en el cuello, levantándome de
la cama. Coloqué mis manos sobre las de él, tratando de aspirar aire a través
de mis pulmones. No podía. Mi garganta ardía y se apretaba, agarré sus
manos. ¡No podía respirar, me estaba ahogando! Intenté alcanzar su cuello,
pero cuanto más intentaba, sus manos parecían alejarme de él. ¿Le estaban
creciendo los brazos? No podía pensar, mi visión borrosa y manchas
comenzaron a nublar mi visión. Estaba muriendo... tenía que hacer algo. El
pánico corría por mis venas. No quería morir.
Una de sus manos se apartó de mi cuello, fue entonces que pude
respirar un poco de aire. Tragué con fuerza y su agarre se apretó una vez
más. Su mano libre se movió hacia mi pecho, sus uñas afiladas me
lastimaban. Su mano fue rápidamente hacia mi pecho. No tuve tiempo de
cerrar los ojos. Estaba viendo mi propia muerte. Me sorprendió cuando su
mano fue directamente a través de mí como si fuera un fantasma. 144
Fear no pudo ocultar su sorpresa, su rostro se irritó más cuando sacó
su mano y lo intentó de nuevo. Lo mismo ocurrió. Su mano pasó a través de
mí, ni siquiera la sentí. Rugió y me arrojó a través de la habitación. Mi
cuerpo se estrelló contra la pared de roca, casi golpeando una de sus
criaturas en la pared. Grité mientras el dolor corría a través de mi
cuerpo. Era difícil respirar. Me tumbé en el suelo, no queriendo mover ni un
músculo hasta que el dolor disminuyera en un dolor sordo. Me levanté
lentamente.
Fear estaba furioso al otro lado de la habitación. Sus manos en puños,
mientras me miraba. Algo andaba mal. No podía conseguir el Vessel. Le
sonreí triunfante, lo que hizo aumentar su ira.
Su rostro pareció deformarse por un momento, sus dientes se
alargaron, su cabello rubio se volvió negro. Los cuernos sobresalían de su
cabeza antes de desaparecer de nuevo. Respiró y se calmó, como si estuviera
luchando por quedarse en una forma. Finalmente logró calmarse.
Su cabeza giró hacia la puerta cuando Molly entró. Ella apoyó sus
brazos contra su pecho mientras miraba a Fear.
—Los duendes me informaron que no pudiste tomar el Vessel.
Se acercó a ella.
—El Vessel la ha tomado. —Me miró sorprendida.
—¿Y ya has tratado de matarla? —preguntó tan rápido que la miré
boquiabierta. Mi muerte era una conversación tan normal por aquí.
Las comisuras de sus labios se crisparon, su pregunta alimentó su ira
una vez más.
—Parece que... está protegiéndola —dijo entre dientes, su voz
deformada con furia y decepción. Eso tenía sentido. No es de extrañar que
estuviera tan molesto. Trató de matarme, pero no pudo. Tal vez podría
sobrevivir de alguna manera si el Vessel realmente me estaba manteniendo
a salvo.
Molly no lucía tan molesta, en realidad su expresión estaba en blanco.
—Hay otro problema. —Le llamó la atención una vez más. Cuando
finalmente se volvió hacia ella, continuó—: La Parca fue descubierto en las
afueras del Inframundo. No tardará mucho.
Eso hizo sonreír a Fear. Era una sonrisa que no me gustaba.
—Excelente. Hemos estado esperándolo. —Se volvió hacia mí, todavía
sonriendo. Aparté la mirada—. Prepara a nuestra huésped para nuestra
compañía —mandó a Molly antes de salir por la puerta. Ella asintió mientras
se marchaba.
¿Por qué tenía un sentimiento tan ominoso?
145
16
Me vi obligada a llevar un vestido de seda blanca que se aferraba a mi
cuerpo. Destacó la curva de mis caderas que nunca me di cuenta que
tenía. Miré mi reflejo en el espejo, al menos mis senos estaban cubiertos,
pero la curva redonda de ellos seguía presionando contra el vestido, de
alguna manera haciéndome sentir expuesta. Miré a Molly detrás de mí a
través del espejo. ¿Por qué Fear me quería con esto? No entendía cómo
funcionaba su mente retorcida. ¿Qué estaba planeando?
Noté una indirecta de algo en la expresión de Molly mientras me
observaba. La estudié, ¿qué era? ¿Envidia? ¿O anhelo? Decidí que no me
importaba molestarme en sus pensamientos. Ella tenía la culpa tanto como
él.
—¿Por qué tengo que jugar a los vestidos? —Suspiré, mirando el espejo
y hacia ella.
146
Soltó un largo suspiro antes de responder.
—Fear ama el entretenimiento. O juegos, en realidad. Me temo que eres
el entretenimiento.
Me lo imaginé. Miré su ropa manchada de sangre repentinamente
preguntándome.
—Ya que ya no eres una fantasma, ¿no puedes cambiarte la ropa? —
pregunté, lo cual respondió inmediatamente con un gruñido áspero,
agarrando su vestido manchado de sangre y apretándolo en sus diminutas
manos—. Qué molesto —me burlé.
Parecía como si quisiera arrojarme algo, pero respiró hondo y decidió
no hacerlo. Parecía que encontré algo que le molestaba. Tenía que
asegurarme de sacar el tema más a su alrededor. Se sentía mal molestar a
una niña, pero no lo era en realidad. Probablemente era mucho mayor que
yo. Sin mencionar que era la razón por la que estaba aquí. Ella ayudó a
Fear, aunque no entendía por qué. Parecía odiarlo tanto como yo.
—No es broma —respondió finalmente, girando en sus pies caminando
a la puerta—. Vámonos.
Seguí detrás, mientras me llevaba de nuevo a la sala del trono. La
alfombra roja había desaparecido, sustituida por una larga mesa en
rectángulo a centímetros delante del trono. Un mantel rojo se extendía sobre
toda la longitud de la mesa, sólo cuando estuve más cerca de la mesa me di
cuenta que el mantel parecía escamoso. Me tentó a correr mis dedos a través
de él; era áspero y lleno de hendiduras.
—Toma asiento. —Molly sacó una silla para que me sentara en el otro
extremo de la mesa.
—¿Vamos a comer? —pregunté nerviosamente. La idea de tener que
comer cualquier cosa que me ofreciera, hacía que se me revolviera el
estómago. No había manera que comiera algo.
—Quién sabe —gruñó detrás de mí antes de alejarse. Desapareció en
las oscuras sombras de la habitación. Suspiré, mirando alrededor
ansiosamente. Ambas fuentes de dragón seguían fluyendo con ese líquido
rojo. Noté a alguien saliendo de las sombras.
Fear ya no llevaba el pantalón y camisa de antes, los reemplazó con un
kimono negro y rojo que estaba abierto en la parte superior, exponiendo su
pálida piel. No tenía vellos en su pecho, incluso impecable.
—Te ves bien para alguien tan malvado —espeté las palabras. Sólo
pareció agradarle. Se sentó en el extremo opuesto de la mesa. Me alegré que
haya elegido quedarse lejos de mí.
—Veo que llevas el vestido que te envié. —Puse los ojos en blanco, como
si me diera una opción. Se inclinó y miró por debajo de la mesa. Sabía que
estaba mirando mis piernas, me cubrí las rodillas con mis manos, no 147
queriendo que viera ninguna parte de mí—. El vestido le pertenecía a una
de mis últimas esposas. Era una mujer encantadora, eso fue —su voz se
volvió más oscura—, antes que tuviera que matarla por intentar escapar. —
Debo haberle mirado con los ojos muy abiertos porque echó la cabeza hacia
atrás y echó a reír. Estaba loco.
No estaba segura si eso significaba una amenaza real o una manera de
asustarme más. Tragué, mi garganta estaba cerrada y seca. Necesitaba
calmarme. Realmente, ¿cómo era posible? No, era obvio que no podía
matarme como lo había planeado o ya estaría muerta cuando lo había
intentado antes.
Con un chasquido de dedos, los sirvientes comenzaron a salir con
platos en la mano. Miré alrededor preguntándome de dónde vinieron, vi
solamente la puerta a la habitación. ¿Tal vez eran otras puertas ocultas en
la oscuridad? Las linternas no estaban encendidas y las paredes de la cueva
estaban cubiertas de oscuridad. Todo lo que iluminaba la habitación era
una especie de luz emitida sobre la mesa, no estaba segura de dónde venía
la luz, estaba allí. Uno de los sirvientes tenía piel roja, pero aparte de eso,
lucía normal.
Otra salió completamente cubierto de pelo, ni siquiera podía ver su
rostro. Sin ojos, orejas, sólo un hocico que se extendía a través de una
melena larga. Supuse que era un macho, puesto que llevaba el mismo
atuendo que el otro de piel roja. Sus cabellos salían de una camisa blanca y
colgaban por encima de sus pantalones. Era desagradable. Dos hembras
salieron y tuve que mirar dos veces para asegurarme que estaba viendo
bien.
Una tenía piel roja, pero la otra hembra tenía la parte trasera de un
caballo. Estaba mirando demasiado, lo sabía. La mitad superior de ella era
completamente normal hasta que miré su torso y vi el resto de su forma de
cuerpo de caballo. Cuerpo peludo marrón, cascos, cola que se balanceaba
de su espalda.
Ella golpeó el plato frente a mí y aparté la mirada rápidamente para ver
su enojado ceño fruncido.
—Deja de mirar fijamente, es grosero.
Miré hacia abajo rápidamente, sintiendo mi rostro caliente. No quise
ofenderla, pero era tan extraño mirarla.
—No te preocupes, Elise. Ella no tiene tu belleza. —Él miró su torso, su
expresión llena de lujuria. Iba a vomitar.
Oculté el disgusto de mi rostro. Ella le dio una brillante sonrisa y le
guiñó un ojo. La miró completamente de arriba abajo.
—¿Debería ir a ti esta noche? —preguntó, su voz estaba llena de
esperanza y deseo.
148
—Voy a estar esperando. —Él inclinó su cabeza hacia atrás con una
sonrisa, antes de volver su enfoque en mí—. ¿Quieres unirte a nosotros? —
Me estaba mirando directamente. Deseé que no lo estuviese haciendo, para
poder fingir que la pregunta no se había dirigido a mí.
—Me enfermas —gruñí.
El hombre peludo, lo que fuera, empezó a quitar las tapas de los
platos. Miré con horror, abriendo la boca, mientras una mano comenzó a
arrastrarse hacia mí. Me puse de pie.
—Siéntate de nuevo —ordenó Fear y el tono de su voz me dijo que no
me atreviera a desobedecer. Me senté lentamente, tratando de poner
distancia a la mano que venía hacia mí.
Me di cuenta que otro plato tenía un tentáculo aún flotando alrededor
como si estuviera vivo. El plato al lado del tentáculo casi parecía normal a
pesar del color brillante de la carne y verduras. Tuve la sensación que no
era nada de lo que quería saber. Oí a Fear sorber algo a través de la mesa,
oí un crujido, me encogí, pero no me atreví a levantar la mirada para ver lo
que estaba comiendo.
La mano saltó en mi regazo y traté de apartarla, pero se mantuvo
prendiéndose a mi vestido cada vez que lo hacía. Sostuve mi vestido
mientras la mano trataba de pasar por debajo, entre mis piernas. Un
sentimiento enfermo se disparó en mi estómago.
—Déjalo, es tu compañero para esta noche. —Me estremecí, parecía
estar divirtiéndose. Esto era peor que ser asesinada, así era exactamente
como planeaba atormentarme. Finalmente conseguí tener un buen agarre
en la mano y la arrojé al suelo. Levanté la cabeza y miré a Fear.
—¿Preferirías que fuera la mano de la Parca en su lugar? —Lo ignoré,
sabiendo que sólo estaba tratando que reaccionara mal—. Oh, ¿no? —
agregó, girando su dedo en el aire mientras sonreía—. O mejor aún, Killian,
¿verdad? ¿A quién te apetece?
—¿A dónde quieres llegar? —Apreté los dientes.
—¿Qué? ¿Tus sentimientos por la Parca te están distrayendo como
sucede conmigo? —Inclinó su barbilla para burlarse de mí.
—No me puede importar menos —respondí. Sentí un hilo de sudor
recubrir mi piel. Tal vez podría creer mis propias mentiras si las repetía.
Negó, sus uñas afiladas ondulando de un lado a otro en el aire
irritándome como el infierno mientras movía su mano alrededor de su
rostro.
—Mientes. Te importa mucho Reaper.
—Aún no sé de qué estás hablando. —Me retorcí en mi silla, deseando
que esta conversación terminara. No me gustaba lo mucho que notaba
Fear. La mano estaba subiendo mi pie y la pateé. 149
La mujer de piel roja sacó dos vasos de vino y llevó uno a cada uno de
nosotros. Vertió algo verde en ellos. Arrugué mi nariz con disgusto.
—No puedes mentirme, Melanie. Conozco los miedos y debilidades de
todos. Especialmente los tuyos, me alimento de ellos. —Cerró los ojos y se
lamió los labios—. El miedo que llevas siempre huele tan delicioso. —
Olisqueó el aire frente a él y yo me tensé—. Tienes miedo de tus sentimientos
por la Parca, no tienes control sobre él. Sientes vergüenza y culpa cuando
piensas en el chico humano... —Inclinó la cabeza en el aire tratando de
recordar algo—. Ryan, ese es su nombre. Te sientes culpable por tener
pensamientos sobre la Parca sabiendo que el chico te ama.
—¡Basta! —espeté—. No sabes nada. —Pero la voz en mi cabeza
susurró, él lo sabe todo.
Sólo sonrió.
—No hay necesidad de mirarme así. —La mano saltó hacia atrás en mi
regazo y tuve que romper nuestro contacto visual para luchar con ella. La
mano sólo hacía que mi furia creciera, hasta que noté el
tenedor. Rápidamente agarré la mano, la coloqué sobre la mesa, cogí el
tenedor y apuñalé a la desgraciada a la mesa. Se movía y retorcía, pero se
hundía más en su carne hasta que dejó de moverse. Suspiré aliviada.
—Eso fue innecesario. —Fear miró la mano con lástima.
—Debería haber mantenido su mano para sí mismo —dije mirando la
mano.
Vi la sonrisa de Fear por el rabillo del ojo. No me gustó la forma en que
me estaba mirando. Levanté la vista hacia él.
—Creo que seguimos por el mal camino. —Sonrió suavemente y mi piel
hormigueó en incomodidad.
Mi sonrisa no era tan dulce.
—Creo que es un eufemismo.
—No tiene que ser de esta manera. —Estaba tratando de jugarme un
truco. No me enamoraría de nada de lo que decía.
—Tú lo hiciste así.
—Quédate aquí como invitada hasta que el Vessel sea mío y tendrás mi
palabra que no te haré daño.
Puse los ojos en blanco.
—No soy lo suficientemente estúpida como para creer lo que digas. La
verdad es que no puedes hacerme daño, ¿o no? Ya intentaste matarme y
fracasaste. —Sus ojos se cristalizaron y supe que debía dejar de hablar, pero
no podía hacerlo—. Ya no necesito temerte, Fear. No puedes hacerme daño
—me burlé. 150
Tomó un sorbo de las cosas verde de la copa de vino antes de burlarse
de mí.
—Eso es algo en lo que estás muy, muy equivocada. —Mis labios se
curvaron—. Verás, admito, no creo que pueda hacerte daño. Pero eso no
significa que no pueda de otras maneras. —Me quedé quieta ante sus
palabras. ¿Qué quiso decir? ¿Estaba equivocada?—. Ya ves, no puedo
matarte por mí mismo, pero eso no quiere decir que no puedas morir de
causas naturales. Tal como... ahogarte por un líquido que fuera por el lugar
equivocado. —Señaló el vaso del líquido verde dentro—. Bebe —me ordenó.
No lo hice. No lo haría. Negué.
—No me hagas enfadar —añadió amargamente. Miré el líquido verde
con sospecha antes de agarrarlo y tomar un trago. Era amargo y cálido,
desagradable en mi boca. Lo escupí de inmediato. Él se echó a reír mientras
tomó otro trago de su copa. Estaba jugando conmigo.
—No te preocupes, no eres más que una humana. No vivirás para
siempre. Al final morirás y una vez que lo hagas, tu alma vendrá a mí. —
Señaló la marca en mi pecho y la cubrí instintivamente. La marca empezó a
arder y empezó a doler en mi piel. Sonrió—. El Vessel será mío porque tú
me perteneces, Melanie. Si mueres esta noche o sesenta años a partir de
ahora. Tu alma vendrá a mí y estará aquí, donde estarás atrapada por toda
la eternidad. —No pude evitar el temor que sentía por sus palabras.
Algo explotó detrás de mí.

151
17
—Veo que finalmente llegó nuestro invitado —dijo en voz alta Fear.
Giré la cabeza para ver a Killian de pie, los hombros tensos, luciendo
letal y aterrador. Se paró junto a la desmoronada entrada de la cueva que él
mismo hizo, rocas destrozadas esparcidas a sus pies mientras más
continuaba cayendo de la pared de la cueva destruida. El alivio se esparció
por mi pecho al verlo. Vino por mí, mi corazón latía. Vino por el Vessel,
susurró la parte amarga de mí. Sin embargo, intenté levantarme de la silla,
pero el apoyabrazos se transformó y me agarró los brazos, convirtiéndose en
manos que me sujetaron a la silla. Los brazos serpenteaban alrededor de mi
abdomen y espalda, envolviéndose una y otra vez alrededor del respaldo de
la silla, cuando bajaron a mis piernas hicieron lo mismo. Mis brazos
quedaron atrapados en el proceso y no pude ni siquiera moverme, me
agarraban con fuerza. 15
—No tenías que destruir mi cueva. Tengo una puerta —añadió Fear con 2
indiferencia, juntando sus manos sobre la mesa antes de sonreír.
Traté de girar la cabeza para ver lo que Killian estaba haciendo, pero la
silla me apretó. Como si la silla pudiera leer mi mente, se giró para que
pudiera verlo. Sus ojos se encontraron con los míos de inmediato,
suavizándose, con tan sólo saber que estaba bien, antes de oscurecer
mientras su mirada recorrió mi cuerpo atrapado. Sus hombros se
tensaron. Parecía aún más aterrador que cuando entró. El cuello de Killian
hizo un estallido repugnante cuando lo inclinó hacia un lado, parecía
loco, delirante incluso, mientras me miraba. El sonido me hizo
estremecer. La silla decidió moverse de nuevo y estaba siendo tirada hacia
atrás con la silla, y se deslizó a un lado antes de detenerse junto a Fear. La
furia de Killian parecía calentar toda la habitación, pero Fear sólo sonrió.
Estaba jugando con él. Killian estaba demasiado molesto para darse cuenta.
—¿Estás bien? —La voz de Killian salió dura y fría, cuando se dio
cuenta de eso, sus ojos se suavizaron un poco. Le di una rápida inclinación
de cabeza. Su atención volvió a Fear—. No te preocupes, he venido a llevarte
a casa. —Sólo que no me miraba cuando hablaba, sus ojos desafiaban a
Fear.
Fear bajó sus manos y se recostó en su silla. La silla me sujetó con más
fuerza. Siseaba de dolor, tratando de aspirar aire hacia adentro como se
suponía que debía hacerlo, pero mis costillas parecían que iban a
romperse. Succioné, tratando de acostumbrarme al dolor. Sentí mis cejas
juntas y cerré los ojos, tratando de no enfocarme en el dolor.
—¡Detente! —rugió Killian.
—Pero, me estoy divirtiendo mucho.
La silla me soltó. Me incliné sobre mi regazo mientras me aliviaba,
recuperando parte del oxígeno que había perdido.
—No eres rival para mí, Marcus ¿Realmente deseas que peleemos? —
La voz profunda de Killian crepitó en la cueva.
Levanté la cabeza, inclinándola ligeramente para poder ver a Fear. Su
expresión se agrió.
—Marcus. —Se rió—. No me has llamado así desde hace mucho tiempo.
—¿Cómo te has convertido en esto? —preguntó Killian.
—Eso viene con el nombre. —Fear se encogió de hombros.
—No tienes necesidad de ella.
—Sí —respondió rápidamente Fear—. Como acabas de recordarme,
necesito el Vessel. Estoy destinado a ser más poderoso que tú. —Realmente
odiaba a Killian. La forma en que lo miraba me preocupaba.
Killian negó. 153
—Así que de eso se trata todo esto. —Lo miró decepcionado, el rostro
de Fear ardía de resentimiento—. Demonio tonto. —Sentí que esto ya no era
sobre mí. Había algo entre ellos que no sabía. ¿Qué sucedió exactamente
entre ellos?
Killian comenzó a brillar, desvaneciéndose varias veces, hasta que la
Parca finalmente tomó su lugar. La mano de la Parca se estiró ante él donde
apareció su guadaña. Fear se levantó de su silla, estirando los brazos, una
sonrisa oscura se deslizó sobre sus labios.
—Finalmente, al que he estado esperando. —Fear golpeó la mesa y se
deslizó hacia la Parca. La Parca saltó sobre la mesa mientras se movía,
caminando hacia nosotros mientras seguía moviéndose en dirección
opuesta. Una vez que estuvo en el otro extremo, saltó. Iba hacia Fear.
Fear se desprendió de su kimono, me alegré de ver que tenía pantalón
de seda oscura por debajo. Su piel blanca resplandecía en la oscuridad
mientras desnudaba su pecho. Su cuerpo comenzó a cambiar de forma,
similar a la forma que Killian hizo antes de convertirse en la Parca. La
belleza de su rostro fue lo primero en cambiar, desnudándose, exponiendo
al monstruo que realmente era. Sus dientes se alargaron, convirtiéndose en
afilados y puntiagudos. Sus ojos se volvieron de un tono carmesí mientras
su cabello rubio se tornaba negro. Sus orejas desaparecieron, disolviéndose
en su piel, mezclándose como si no tuviera nada. Dos cuernos surgieron de
su cabello, que se curvaron hacia atrás. Sus largas uñas se oscurecieron,
convirtiéndose en algo que lucía como armas.
Me tensé. Lo último que apareció fue su larga cola que salió de la parte
de atrás de su pantalón. Era tan larga como su cuerpo, tal vez más larga,
gruesa y negra como su cabello. Mi corazón palpitaba contra mi caja
torácica mientras lo miraba fijamente. Sólo que ya no lo estaba mirando,
estaba de vuelta en el aula. En ese lugar oscuro, sola y asustada mientras
me acurrucaba en el suelo y me marcaba, haciéndome odiar mi vida después
de eso.
Estaba en una pesadilla, una horrible pesadilla. Nunca lo vi ese día,
pero ahora estaba justo al lado de él, lo que más me asustaba. Y tenía miedo.
Miedo verdadero. Lo miré mientras daba vueltas a su lado. No era diferente
a la de nueve años atrapada en el aula. Me sentía sudorosa y enferma, sin
poder moverme, como si ni siquiera estuviera acorde al tiempo. Estaba
atrapada en alguna parte del pasado.
Su atención estaba dirigida a la Parca. Me quedé mirando la pálida
pesadilla con hermoso cabello y ojos aterradores. La guadaña de la Parca se
transformó en una espada de doble hoja, tomando momentáneamente mis
pensamientos de Fear. Luego, estaban saltando en el aire,
simultáneamente. Una espada sostenida sobre su cabeza mientras la otra
apuntaba hacia Fear, lo encontró en el aire. Antes de estar lo 154
suficientemente cerca como para usar su espada, la cola de Fear salió de
detrás de él, agarró el tobillo de la Parca y lo golpeó contra el suelo.
La Parca se puso en pie de nuevo, y ya lo perseguía de nuevo. Esta vez
se movió más rápido, Fear se paró en el suelo, anticipándose, justo antes
que la espada de la Parca golpeara, una espada apareció en la mano de Fear.
Así que, supongo que no es tan emocionante que la Parca pueda
cambiar su arma cuando todos los otros demonios podían hacer trucos
similares también. Suspiré, de alguna manera irritada. Pensé que era
fuerte, ¿lucha de espadas es lo único que se le ocurre? Enfrentaron sus
espadas, una y otra vez, haciendo que la cueva hiciera eco como un
trueno. Ninguno de los dos estaba dando golpes directos, era como si sólo
estuvieran rebotando uno alrededor del otro.
—¿De verdad? ¿Lucha de espadas otra vez? ¿No eres la Parca?; ¿no
puedes hacer algo más nuevo? —Me encontré gritando a través de la
habitación hacia la Parca. Él giró la cabeza rápidamente, así también como
Fear. Su esencia azul a su alrededor parecía iluminarse y crecer, antes de
oscurecerse. Me eché hacia atrás, ¿de verdad dije eso? ¿Y si se enojó y
decidía dejarme aquí? No, él todavía quiere algo de mí... pensé
miserablemente.
Algo empezó a resonar bajo mis pies. Miré hacia abajo a mis pies,
todavía pegada a la silla. El suelo retumbó de nuevo, sacudiendo toda la
cueva. Miré alrededor a las paredes de la cueva, su fuerza se dobló bajo la
presión. Oh Dios. ¿Qué estaba pasando? ¿Y si la cueva se
derrumbaba? Sería una manera horrible de morir. Miré hacia el techo con
cautela, esperando que se quedara donde estaba. Pero el suelo a varios
metros delante de mí comenzó a caer en un pequeño agujero, que continuó
expandiéndose, cada vez más. El agujero era enorme ahora y casi a mis pies,
¡me caería! Empujé mis pies al suelo, tratando de hacer palanca contra la
silla, pero no podía. Mi cuerpo nunca se movió debajo de la silla.
—¡Silla estúpida! —siseé, mi cabello cayendo en mi rostro, pero no
podía ni siquiera apartarlo.
Un extraño sonido salió de la abertura en el suelo, dejé de luchar contra
la silla y me congelé. Sonaba como una especie de animal. Un rugido...
esperaba que no. ¿Algún tipo de llamada de apareamiento? Fuera lo que
fuera, rezaba que se quedara abajo. Entonces, escuché movimiento dentro
del agujero. El agujero era oscuro, no podía ver nada dentro, tal vez eso era
algo bueno. Unas uñas gigantes salieron. ¿O eran garras? Su garra era tan
grande como yo. Entonces el resto salió. La criatura era enorme y
larga. Cuando el cuerpo entero salió a la vista sabía exactamente lo que era.
Dragón.
Su piel parecía coriácea de sus escamas, pero también de color brillante
y marrón, casi viscosa. Su rostro apareció a la vista cuando retorció su
cuerpo alrededor de mí. Su rostro era mucho más grande que yo, tenía pelo 15
rojo en la parte superior de su cabeza y en su barbilla. Sobresaliendo puntos 5
agudos en el enmarcado rostro del dragón, haciendo que la bestia luciera
aún más terrorífica. Sus ojos amarillos se clavaron en mí y una lengua
diminuta se deslizó hacia fuera. El dragón no tenía alas, pero estaba
bastante segura que era un dragón. Quiero decir, no todos tenían que tener
alas, ¿verdad? Cuando lo último de su cola salió del enorme agujero en el
suelo, comenzó a cerrarse de nuevo.
El agujero desapareció, el dragón caminó hacia mí. Miré a la Parca, él
estaba luchando con espadas con Fear, rebotando por todas partes las
paredes de la cueva. Nunca he visto una pelea como la de estos
demonios. Pero no tenía tiempo para pensar. La Parca debió de darse cuenta
del dragón, lo que significaba que debería saber que estaba en peligro. El
dragón sólo se acercó más, así que grité.
—¡Parca! —Él saltó lejos de Fear, girando su cabeza para mirarme. Fear
saltó, y estaba segura que mi distracción iba a hacerle daño, pero bloqueó
el ataque de Fear justo antes que pudiera cortar su hombro. Suspiré
aliviada, pero el dragón ya estaba delante de mí. El dragón bloqueaba la
vista de Killian. El dragón me recogió en su garra, aún en la silla, y me movió
a su rostro. Su aliento salió por sus fosas nasales, echando mi cabello hacia
atrás. Parpadeé, el hedor quemó mis ojos. Sus garras se enrollaron
alrededor de la silla, apretando fuertemente. La Parca apareció en el aire y
atacó su cuello. La espada sólo rebotó en las escamas del dragón, haciendo
que la Parca retrocediera. Se detuvo en el suelo, retrocediendo algunos
pasos antes de estabilizarse.
—Ni siquiera sabes lo que realmente significa ser la Parca —espetó Fear
desde algún lugar de la cueva antes de saltar para atacar a la Parca por
detrás. La Parca giró su cuerpo a tiempo y bloqueó la espada. El dragón giró
su cuerpo, deslizando su cola a través del piso capturando a la Parca con la
guardia baja. Sus pies se deslizaron debajo de él, volteándolo sobre su
espalda.
—Parca —grité con preocupación. Su rostro sin ojos me dirigió una
breve mirada antes de volver a ponerse en pie. La Parca estaba en
desventaja; cómo se suponía que debía manejar los ataques de ambos. El
dragón aun me aferraba a la silla, pero por ahora, su enfoque estaba en la
Parca. Me meneé en la silla, sintiéndome completamente inútil. Ni siquiera
podía ayudarme.
—Nunca mereciste ser la Parca —siseó Fear, estudié al demonio
mientras sus ojos se ponían más rojos. La forma en que habló me hizo
pensar que estaba hablando con Killian, no la Parca.
La Parca agarró su espada, tomando su tiempo caminando hacia él.
—No mereces vivir. —Su voz resonó en la cueva. Su ira contra Fear
crecía con cada palabra que salía de su boca. 156
Las espadas chocaron otra vez mientras continuaron. El dragón echó
la cabeza hacia atrás, respirando hondo, mirando a la Parca. Tenía la
sensación que sabía lo que iba a hacer.
—¡Parca, ten cuidado! —dije antes que el fuego saliera de su boca. Mis
palabras no llegaron a tiempo. No fue lo suficientemente rápido para
esquivar las llamas del dragón. La fuerza del golpe lo arrojó contra la pared
de la cueva. Cayó al suelo, en una masa de llamas.
Grité su nombre mientras miraba su cuerpo desmoronado. La silla que
me sujetaba de repente se aflojó, soltándose a mi alrededor. En una
frenética prisa, saqué mis brazos. Empecé a sacudir mi cuerpo fuera de la
silla, así como del agarre del dragón. Tenía miedo de cortarme con sus
garras, pero traté de ignorar esa parte y concentrarme en alejarme de la
bestia. Mi cuerpo finalmente se levantó y miré al suelo. La caída al suelo
sería peligrosa, pero no tenía otra opción. Sacando mis brazos de mis
costados, salté.
El impacto en mis pies fue demasiado fuerte, gruñí, mis rodillas se
doblaron contra mi peso. El dolor subía por mis piernas y mis brazos. Me
estremecí, apresurándome en ponerme de pie. El dragón se dio cuenta que
había escapado de la silla, con un rugido, la silla se derrumbó. Jadeé,
sabiendo que podría haber sido yo. Salí corriendo del dragón. Escuché sus
pasos detrás de mí. La cueva se sacudía debajo de su peso. Miré la puerta
de madera que conducía al dormitorio. No podría encontrarme allí. Me
apresuré en dirección a la puerta y me detuve cuando recordé a la Parca.
Me volví para ver que todavía estaba tendido en el suelo, cubierto de
llamas gigantes. Se estaba levantando del suelo, las llamas no se
desvanecían. Ni siquiera me di cuenta que estaba corriendo hacia él. El
dragón estaba más cerca de mí ahora que cambié de dirección. Podía oír el
viento de la cola del dragón mientras se movía tras de mí. Miré hacia atrás
para ver que la cola se movía hacia mí. Si esa cosa me golpeaba, no estaba
segura que sobreviviría al impacto. Dejé de correr, preparándome para el
golpe.
La Parca apareció, recogiéndome en sus brazos. Saltó en el aire
conmigo justo a tiempo. Parpadeé varias veces antes de darme cuenta que
estaba realmente en sus brazos. Una vez que lo supe, pasé mis brazos
alrededor de su cuello mientras él parecía levantarnos por la habitación,
esquivando al dragón mientras nos llevaba al trono. Me bajó y lo miré. Las
llamas cubrían su ropa como si nunca fuera a quemarse. Su pecho se movía
con su aliento, profundamente, dentro y fuera. Estaba cansado. Todavía
podía ver el resplandor azul que escapaba de su herida en el pecho que
Venganza le hizo. No se había curado completamente todavía.
Agarré sus hombros.
—Estás herido —dije lo obvio. 157
Me agarró las manos, había una gentileza que me dejó confundida
antes que se apartara.
—Estoy bien. —Sabía, por la tensión en su voz, que estaba mintiendo.
—No lo estás. Sácanos de aquí —le pedí. El dragón pisoteó hacia
nosotros, sacudiendo el suelo mientras se movía. La Parca se convirtió de
nuevo en Killian. Agarró su pecho y se encorvó del dolor. El hecho que fuera
Killian de nuevo era preocupante.
—No es tan simple. Tiene una barrera alrededor del lugar. ¿Por qué
crees que me tomó tanto tiempo llegar a ti? Nadie puede usar ningún tipo
de poder para entrar o salir de este lugar, excepto él. —Asentí,
entendiendo. Recordando a Fear, miré alrededor de la cueva,
buscándolo. ¿Dónde estaba?—. Además, no va a dejar de venir detrás de ti,
Melanie. Tengo que detenerlo. —Su voz se nubla de rabia, a pesar del dolor
que debía tener. Sus pupilas se dilataron, sus ojos se volvieron
completamente negros, y le dio al dragón una mirada asesina.
Puse mi mano sobre su pecho, suavemente, recordé que estaba herido.
—¿Qué planeas hacer? Estás herido, pero no lo admites.
Sus rasgos endurecidos se suavizaron cuando apartó la mirada del
dragón y de mí. Su mano agarró mi mejilla izquierda, sus ojos encontraron
algo en la mía. Contuve mi aliento, el caos que nos rodeaba parecía borrarse
en el fondo. Miró mis labios, y yo su mandíbula, sus ojos observando,
quemándose en mi memoria. Algo acerca de este momento con él me hizo
pensar en la palabra por siempre. Lo cual era completamente
loco. Finalmente dijo:
—Estaré bien. Y te llevaré a casa después y te ayudaré a dormir si
necesitas que lo haga.
Su toque se apartó de mi mejilla, la frialdad reemplazó su calor. Se
convirtió de nuevo en la Parca. La luz azul que lo rodeaba se intensificó
mientras me miraba una vez más antes de moverse hacia el dragón.
La guadaña ya estaba en su mano. Voló por encima de la cabeza del
dragón; siempre me sorprendía lo fácil que él, y cualquier otro demonio,
podía saltar, como si la gravedad nunca existiera. El dragón inclinó la
cabeza para mirarlo. Se apoyó en su cuerpo, su boca se abrió cuando sus
fosas nasales se dilataron. El dragón inhaló haciendo que el pelo de su
barbilla se moviera. La Parca se echó hacia atrás y rugió ante el dragón. La
guadaña de la Parca se alargó, convirtiéndose en una sombra azul. El mismo
color de su esencia a su alrededor. Se lanzó hacia el dragón.
El dragón era extremadamente lento cuando se trataba de su
movimiento corporal, debido a que era tan grande. No podía detener a la
Parca mientras perforaba su cuello. A diferencia de la primera vez que atacó
al dragón, atravesó la piel escamosa. El dragón rugió en agonía mientras la
Parca movía la punta de la guadaña por el pecho, abriéndolo. La sangre 15
negra salió alrededor de ellos, derramándose de su pecho. El dragón fue 8
capaz de agarrar su pecho, rugiendo un último grito de batalla antes de
desmoronarse en el suelo.
La Parca observó al dragón, incapaz de leer su expresión cuando era la
Parca, me preguntaba qué estaba pensando. Algo turbio y negro flotaba por
encima del dragón y entraba en su guadaña. Eso parecía suceder cada vez
que quitaba una vida.
Alguien aplaudió a mi lado, me volví para ver a Fear aplaudiendo,
sentado en su trono.
—Eso es más de la Parca. —Sus ojos miraban a la Parca con nada más
que una evaluación. La Parca ya se está moviendo hacia nosotros. Empecé
a retroceder lentamente, sin apartar mis ojos de Fear. Quería estar tan lejos
de él como podía—. No tan rápido. —Sus ojos rojos, los que estaban dando
una mirada de aprobación a la Parca hace un momento, me fulminaron con
la mirada. Me congelé, insegura de lo que podía hacer.
—Se acabó, Fear. —La Parca parecía llevar su poder sobre sus
hombros, exudando su odio hacia Fear de sus labios… er, huesos. Una
combinación mortal, que incluso me erizó la piel. Dio unos pasos lentos y
seguros hacia el trono. El rostro de Fear se iluminó con diversión. Quería
golpear esa mirada presuntuosa de su rostro desagradable. Con un
movimiento de su muñeca, algo saltó sobre mí. Miré hacia arriba, sólo a
tiempo para ver una enorme jaula cayendo sobre mí. Me agaché, esperando
que me aplastara, pero sólo me atrapó.
Corrí a las barras y miré a Fear.
—¿Cuántas cosas más tiene bajo la manga? —dije furiosa. Necesitaba
tener cuidado cuando girara la muñeca, estaba aprendiendo que algo malo
siempre pasaba cuando lo hacía.
—Ella sería una buena mascota, ¿no, Parca? —Fear rió entre
dientes. La Parca apretó el puño alrededor de su guadaña antes que su
esencia azul cambiara de color. La turbulenta masa de negro lo rodeaba,
algo sobre él era letal. Di un paso atrás, no sé por qué lo hice.
Fear se centró en mi movimiento, absorbiendo mi miedo. Lo sabía
porque me sentía. Finalmente apartó la vista de mí y volvió a la Parca.
—Veo que te he enfadado. —Puso su mano sobre su pecho mientras
hablaba—. Créeme cuando digo que nunca quise pelear contigo. —Algo
sobre la manera que Fear habló me hizo sentir incómoda. La forma en que
miró a la Parca, la forma en que lo estudió. Era casi como si hubiera algún
anhelo. O algún tipo de deseo allí. Negué, no, eso no puede estar
bien. Quiero decir, podría estar atraído hacia...
—No tenemos que luchar si simplemente entregas a Melanie. —La
Parca dejó de caminar, pero la masa oscura que le rodeaba continuó girando 159
y enfureciéndose a su alrededor.
Fear resopló.
—Parca. —Asintió—. ¿Dime que no es así? —Fear me estaba dando una
mirada extraña antes de enfrentarse a la Parca de nuevo—. ¿Realmente
tienes sentimientos por una humana? —La palabra, humana, salió de su
boca como si fuera vil y repugnante.
La Parca se puso rígido, dejé caer mis manos a los lados. La masa negra
se hizo cada vez más débil mientras sus ojos vagaban por mí. Sus hombros
cayeron, su atención se volvió a Fear como si lo hubiesen atrapado con las
manos rojas. Miré a la Parca confundida. A través de la apertura de su
camisa, dentro del agujero de su pecho, algo parpadeó. Algo real y
poderoso. No un corazón, más como un sentimiento... Me preguntaba por
qué estaba pensando cosas tan extrañas. Fear se echó a reír, me sacó de mi
estado de confusión. Pude apartar la mirada de la Parca y concentrarme en
él, negó a la Parca.
—En todos mis tres mil años, nunca había pensado que vería a una
entidad sucumbir a una chica humana. Un poco de emoción. Supongo que
es grande para ti, esa emoción. —La Parca seguía rígido, su masa negra
volvía a la vida a su alrededor cuando Fear habló—. Echa un vistazo. —Me
estaba señalando. La Parca me estaba mirando, mirándome fijamente, ¿qué
estaba tratando de ver? Mis palmas estaban sudorosas, las limpié a lo largo
del vestido que llevaba, sintiéndome consciente y nerviosa—. ¿Parece que
podría amar a un ser esquelético? ¿Hmm? —Sus palabras me dejaron
sorprendida. ¿Por qué estaba haciendo esto?—. Puede que tenga algunos
sentimientos por Killian, pero no por ti. —Fear me dio una mirada de triunfo.
La Parca no era más que una masa de negrura ahora, apenas podía
distinguir su silueta esquelética. Miré a Fear, de repente temerosa de lo que
realmente estaba haciendo.
—¿Qué estás tratando de hacer?
Sin embargo, me ignoró, manteniendo su enfoque en la Parca.
—Nunca tuviste la intención de amar. ¿Cómo puedes enamorarte de
cualquier mujer? ¿O algo, para el caso? Fuiste creado por una razón, y una
sola razón; para guiar a los muertos a su destino, equilibrando el ciclo del
bien y del mal.
—No sabes lo que soy. O lo que puedo ser. —La Parca retumbó a través
de la oscuridad en la que se rodeaba. Temía por él. O a él. No estaba segura
de mis emociones, las palabras de Fear parecían cortarme como un cuchillo.
—Oh —dijo sorprendido Fear—. Quizás creas que puedes amar —
reconoció, pero sabía que estaba intentando enojar a la Parca. Simplemente
no sabía por qué—. Ella nunca te amará. Piensa que no eres más que un
monstruo como yo. —Eso me hizo recordar las duras palabras que le dije
antes de salir por el portal con Molly. Lo había llamado monstruo, no es 160
diferente a Fear. No lo había querido decir así. No, lo hice. Nunca podría
cambiar lo que dije—. Dile la verdad, Melanie, que nunca podrías amarlo,
sólo el demonio con el que se fusionó hace tanto tiempo. —Traté de decir
algo, pero no salió ninguna palabra. No sabía qué decir.
Esperé demasiado para hablar, la Parca se adelantó y quedó
inmediatamente atrapado en un círculo de luz. La masa negra de su esencia
desapareció a su alrededor, ni siquiera el resplandor azul regresó. Sus
manos se dirigieron a su rostro tratando de protegerse de la luz brillante
que lo ataba. El círculo se hizo más ancho, expandiendo la luz que lo
rodeaba.
—Entraste en la trampa tan fácilmente, la chica realmente te ha
debilitado. Estabas tan atrapado en la verdad sobre ella que no lograste
percibir la magia frente a ti —se burló Fear de él, frotándose los dedos. La
Parca tenía dolor. Cayó de rodillas, su cuerpo se inclinó hacia atrás. Agarró
su cabeza. Un rugido escapó de su pecho, diciéndome lo que le estaba
pasando, estaba herido. Se agachó de rodillas antes de desmoronarse a su
lado, retorciéndose y girando.
Llamé a su nombre, pero no podía oírme.
—¿Me olvidé de mencionar que el Vessel no era lo único que buscaba?
—Fear se levantó de su trono y caminó hacia la Parca atrapado en la
luz. Fear le sonrió en el círculo—. ¿Te das cuenta de lo que quiero
Parca? ¿Qué siempre he querido? —La Parca de alguna manera logró
inclinarse para mirar a Fear—. Elegiste a Killian sobre mí hace tanto
tiempo. Todavía no entiendo por qué y nunca puedo perdonarte por ello,
pero pronto lo haré cuando tú y yo finalmente seamos uno —dijo tratando
de convencerlo. ¿Planeaba fusionarse con la Parca? Eso no era posible,
¿verdad?
Temor recorrió mis venas, haciéndome sentir mareada al darme
cuenta. La Parca entró directamente en una trampa cuando vino a
rescatarme.
—¡Detente! —grité—. ¡Le estás haciendo daño!
Fear se burló de mí.
—No, tú eres la que le está causando dolor. Voy a dejarlo libre de esos
sentimientos una vez que estemos fusionados. —Negué. Fear estaba mucho
más loco de lo que pensé. Tiré y pateé las barras que me mantenían
atrapada. La Parca se estremeció en la luz, gruñendo de dolor. No podía
hacer nada. Absolutamente nada.
Pero lo peor estaba por venir. Otro rugido salió del pecho de la Parca y
agarró su cabeza otra vez, de nuevo sobre sus rodillas. Entonces sucedió
algo que confundió mi mente. Killian estaba saliendo de la Parca,
separándose de él, empezando por la cabeza y avanzando hacia su torso. Ya
estaban a mitad de camino, Killian se aferraba a su cabeza de la misma
manera que la Parca. Sabía que mi boca estaba abierta ante la
161
conmoción. Volvieron a juntarse y estaba casi segura que el plan de Fear no
funcionaba. Pero Killian se separó de nuevo, separándose completamente
de la Parca. Se cayeron al suelo en direcciones opuestas el uno del
otro. Jadeé, tan irreal que estaba viendo a los dos al lado del otro. Algo no
estaba bien.
—¡Killian!
Lo que sea que Fear logró, era malo, él sonrió. Se dio la vuelta, con los
ojos clavados en mí. Su cola azotó hacia la jaula y retrocedí.
Me resultó difícil respirar, y mucho más tratar de pensar en lo que
acaba de suceder. Killian y la Parca, ¿pensé que siempre iban a ser una
persona después de la fusión? ¿Cómo podrían separarse? Su problema me
causó pánico y confusión. Fear lanzó la jaula al aire con su cola. Fue
volando detrás de mí. No tardé en huir, pero no pude dar tres pasos antes
que su cola saliera y agarrara mi tobillo izquierdo. Me caí al suelo, mi
barbilla golpeando con fuerza el suelo. El aire salió de mis pulmones con un
zumbido gigante y por un segundo no sabía cómo recuperarlo.
—Todavía te necesito. —Se paró delante de mí y se inclinó, agarrando
un puñado de mi cabello. Me tiró a sus pies. Mi cuero cabelludo estaba en
llamas mientras me apresuraba a ponerme de pie para disminuir el
dolor. Intenté darle una patada, y me esquivó fácilmente. Con mi rostro
caliente de rabia, le escupí en la cara. Su mandíbula se apretó, sus ojos
brillaron rojo mientras me gruñía. Me di cuenta del error que había
cometido.
Me soltó el cabello y me apresuré a ponerme de pie. Vi su brazo atrás y
sabía lo que iba a hacer, pero era demasiado lenta para detenerlo. Sus
garras me atravesaron el pecho. Grité, siseando de dolor.
—No me hagas enojar. Aunque, no puedo matarte. Puedo hacer tu vida
larga y miserable. —Creí cada palabra que dijo. Me agarré el pecho, me dolía
tanto. Eché un vistazo hacia abajo para ver cuatro marcas en mi
pecho. Apenas quedaba nada de la parte delantera de mi vestido, sus uñas
afiladas habían desgarrado tanto el vestido como mi carne. El vestido ya
estaba empapado en mi sangre, el ardor aún no se había detenido. Ni
siquiera podía tocarlo, me dolía tanto.
—Melanie —habló finalmente Killian, su voz ronca y débil. Se estaba
poniendo lentamente de pie. La Parca se estaba poniendo de rodillas. Los
dos se miraron, el momento más breve, algo pasó entre ellos, algún tipo de
comprensión antes que me miraran.
Killian se movió hacia el final del círculo. Fear levantó su mano.
—Cuidado, Killian. Sabes lo que significará si pasas el hechizo sin la
Parca. No puede cruzar. Él me pertenecerá.
La mano Fear se estiró hacia mí, agarrándome el cuello por la espalda 162
mientras me traía contra él. Tenía la espalda apretada contra su pecho
desnudo y me hacía sentir enferma y pegajosa. Estaba repugnada por él,
pensé que mi cuerpo podría realmente desmoronarse al tener que sentir su
toque. Incliné la cabeza hacia un lado, mirando su rostro. Era algo de lo que
se hacían pesadillas y así de cerca, podía oler el hedor de la perversidad
irradiando de él como si tuviera su propio olor.
Killian miró con furia y por mucho tiempo, antes que diera una simple
sonrisa.
—Parece que estás olvidando algo. Mi trabajo, nuestro trabajo, es
mantener a Melanie segura y viva, sin importar las consecuencias. —Killian
miró a la Parca, la Parca asintió, había algo entre ellos de nuevo. Fear me
apretó el cuello y les sonrió.
Killian empujó a través de la barrera de la luz, en el momento en que
lo hizo, la luz desapareció por completo. No, no desapareció. Algo brillante
envolvía el torso y el pecho de la Parca. Él sólo podía mirar hacia abajo
mientras la brillante cadena blanca se envolvía y se apretaba a su
alrededor. Levantó la cabeza rápidamente hacia Fear, algo aterrador
atravesó su grito, ira y poder crudo.
Killian corrió hacia adelante, con los ojos clavados en Fear. Él soltó mi
cuello y me tiró al suelo. Mi cuerpo cayó por el aire demasiado rápido, no
podía distinguir lo que me estaba sucediendo hasta que me golpeé contra el
terreno áspero, girando unas cuantas veces. El dolor pasó a través de mi
pecho y estómago. Cuando finalmente dejé de moverme, mi cuerpo gritó en
protesta. Estaba con náuseas y cansada. ¿Seguía perdiendo sangre?
Ignorando mi cuerpo magullado y maltratado, levanté la cabeza para ver las
botas de Killian corriendo hacia mí. Se arrodilló a mi lado y colocó su mano
sobre mis hombros para ayudarme a levantarme de mi estómago. Me
tropecé tratando de ponerme de pie de nuevo, pero él estaba allí para
atraparme, levantándome hasta que estuviera firme en su abrazo.
Me quedé sin aliento, si era por él o por el dolor que sentía en todo mi
cuerpo, no lo sabía. Sus ojos vagaron por mis heridas. Juré que parecía que
podía matar algo cuando vio las marcas en mi pecho.
—Voy a matarlo —dijo con furia.
Me apoyé en los anchos hombros de Killian tratando de ver si podía
encontrar a Fear con la mirada. Lo sabía. Mis ojos se abrieron cuando vi que
se acercaba a la Parca, un destello maligno en sus ojos. ¿Quería a la Parca
todo el tiempo? Me aparté de Killian lo suficiente como para mirarlo. Tiré de
sus hombros.
—Quiere a la Parca.
Killian maldijo, con los brazos a mi alrededor. Miró fijamente a Fear.
—Maldito infierno, lo que está tratando de hacer no es posible.
—¿Qué es exactamente lo que intenta hacer? 163
—Planea unirse con la Parca y Fear, con ambos —respondió,
levantando su labio con disgusto.
Lo miré con incredulidad.
—No puede hacer eso, ¿no? —pregunté esperanzada. Cuando no
respondió, mi estómago se retorció—. Quiero decir, por supuesto que no
puede —añadí—. Tú y la Parca son uno, ¿verdad?
—No pensé que fuera posible para cualquiera encontrar una forma de
separar una fusión, pero lo hizo —respondió Killian, con el ceño fruncido.
la Parca atado por la brillante cadena blanca luchó bajo su
encarcelamiento. Pensé que vi preocupación en los ojos de Killian mientras
miraba a la Parca, pero rápidamente se giró con un objetivo. Su mandíbula
se tensó.
—¿Puedes ponerte de pie? —me dijo suavemente, a pesar del brillo
asustadizo de sus ojos. Estaba enojado y destruido, pero aún estaba
preocupado por mí. Asentí y me soltó de su agarre para que yo pudiera estar
sola.
—Ve a ocultarte hasta que todo esto haya terminado —ordenó, con voz
firme y majestuosa. Lo escuché.
Mis ojos siguieron a Killian mientras se inclinaba y sacaba un pequeño
cuchillo de su bota. Mi corazón se retorció, ¿cómo planeaba hacer algo con
algo tan pequeño? Killian no era tan fuerte por sí mismo como lo era con la
Parca, ¿verdad? Mi estómago se revolvió, imágenes pasaron por mi mente,
pensamientos horribles. Viendo a Killian morir y yo quedándome atrapada
aquí hasta morir. Alejé los pensamientos.
No, de alguna manera lo íbamos a hacer. Encontraría un camino.
—Estábamos destinados a ser uno. —Fear se acercó a la Parca ahora
que el círculo alrededor de él había desaparecido. La Parca no estaba
peleando contra la cadena cuando Fear habló—. Fusiónate conmigo. —Con
los brazos extendidos, le sonrió a la Parca, ansioso y emocionado. Fear se
distrajo y Killian se lanzó sobre él. Estaba detrás de Fear ahora, con un
cuchillo apuntado por encima del cráneo de Fear entre los cuernos. Miré
esperanzada, pero eso se acabó cuando vi la cola de Fear moverse como una
serpiente y desgarrar el pecho de Killian.
Killian gritó y me encontré llorando por él mientras corría en su
dirección. Sabía que me dijo que me escondiera en alguna parte, pero no
podía. Killian cayó de rodillas cuando Fear echó su cola hacia atrás. Killian
gimió, atormentado por el dolor. La sangre salía a borbotones por todas
partes, ahora que la cola de Fear estaba fuera del agujero que hizo en su
pecho. Luego, la cola arremetió de nuevo y golpeó el costado de Killian. Voló
a varios metros, antes de caer el suelo de nuevo y rodar unas cuantas
veces. Corrí más rápido. 164
—Tonto. —Fear sonrió—. Pensaste en atacarme cuando no eres más
que un demonio débil de nuevo, Killian —lo regañó Fear—. Ahora, ¿dónde
estábamos? —Se volvió hacia la Parca.
Caí al suelo junto a él y agarré su cabeza con cuidado, colocándolo en
mi regazo. Tenía los ojos cerrados con fuerza por el dolor. Estudié su pecho,
no podía ver que subía y bajaba. Suspiré de alivio cuando tomó una
respiración profunda, ahogándose y escupiendo sangre. La sangre no era
una buena señal.
—Killian, oh Dios, estás herido terriblemente —dije con la voz
temblorosa, con miedo. Miré el enorme agujero en el pecho e
inmediatamente hacia otro lado. Estaba mal.
Volvió a toser, tratando de levantarse. Lo mantuve quieto.
—Tu pecho —le advertí. No me hizo caso. Y con una fuerza que no podía
creer que tuviera alguien que lucía que estaba punto de morir, apartó mis
manos y se puso de pie.
—Protégete —susurró con voz ronca, casi incapaz de hablar. Me puse
de pie con él, se inclinó hacia mí cuando lo hice—. Tengo que... —Dejó caer
la cabeza—. Parca —murmuró antes que cayera completamente contra mí,
todo su peso presionado contra mí. Tenía que pesar más de noventa kilos
por lo menos, tan alto y robusto como era. Traté de empujar contra su peso,
pero no era lo suficientemente fuerte. Mi agarre en su camisa se deslizó
cuando caí al suelo con él.
Oí un sonido de dolor y me di cuenta que era yo. Maniobré mi cuerpo
debajo del suyo y agaché mi cabeza sobre la suya, algo se rompió dentro de
mí. Presioné nuestras frentes juntas y coloqué mi mano en su pecho.
—Killian —susurré con un sollozo. Sus latidos eran débiles.
Algo estalló y se rompió, y giré mi cabeza de golpe para ver que la Parca
estaba rompiendo la cadena alrededor de él. Aparecía y la rompía,
desapareciendo un poco más cada vez que rompía la barrera. Su esencia se
encendió de nuevo a su alrededor, brillando azul brillante antes de volver a
ser negra. La esencia negra era su rabia, su dolor, su venganza. Con un
siseo, la Parca rompió la última pieza de la cadena. Desapareció
completamente.
La Parca se puso de pie, flexionó sus brazos antes que caminara hacia
adelante. Nunca pensé que iba a ver Fear asustado, pero lo vi en sus ojos
ahora. La sorpresa y la incertidumbre en sus ojos. La Parca pareció ganar
más energía con cada paso que daba.
—Muerte. Puedo saborearla en el aire a tu alrededor. —La voz de la
Parca había cambiado, como lo hacía cada vez que entraba en modo
Reaper. Pero esta vez era diferente. Más atronador y oscura como para
escucharla y ser testigo de ello. Solté a Killian y me senté de nuevo. Daba
165
miedo ver a la Parca de esa manera. Más de lo que normalmente era.
—No me puedes matar —espetó Fear, pero no pasé por alto el titubeo
en su voz.
—Tienes miedo, Marcus. ¿Puedes oler el hedor de tu propia muerte
colgando en el aire a tu alrededor? —La voz de la Parca resonó alrededor de
las paredes de la cueva.
La Parca se movió rápido, estaba frente a frente con Fear, un segundo
después. Él no era rival para la Parca cuando estaba así. La Parca colocó
sus dedos esqueléticos alrededor del cuello de Fear. Fear jadeó por respirar,
pude ver a la Parca apretando su agarre en su cuello. La cola de Fear se
disparó frente a él. Entré en pánico, aparté la mirada. Volví a mirar para ver
que la Parca tomó la cola con la mano libre. Fear arañó la mano de la Parca
contra su cuello.
La Parca retorció la cola de Fear contra él y apuntó a su pecho. Fear
lucía asustado, pero luego lo miró fijamente.
—Tu muerte se acerca. Puedo sentirla sobre ti. —Él le traspasó el pecho
con su cola. Fear aulló de dolor—. Pero hoy no. —Soltó el cuello de Fear, y
cayó al suelo. Cuando Fear cayó, las paredes de las cuevas comenzaron a
temblar y desmoronarse. Fear estaba de rodillas, la palma de su mano
contra el suelo mientras jadeaba en busca de aire. La cueva se iba a
derrumbar. Me pregunté si tenía algo que ver con que Fear estuviera herido.
Me quedé helada cuando la Parca se volvió hacia mí. Cuando se dirigió
hacia mí, sentí como que me estaba volviendo de repente en su
presa. Tragué saliva, tratando de no dejar que viera mi miedo. Miré a Killian,
me di cuenta que estaba agarrando su camisa y mis nudillos se habían
puesto blancos. Él puede verlo, pensé. Podía ver que tenía miedo de él.
Me di cuenta que estaba tensa mientras merodeaba cerca. El eco de
sus botas parecía resonar en mi cabeza más fuerte que la cueva
desmoronándose a nuestro alrededor. Sus botas, su ropa, todo era lo mismo
que Killian. Pero él era diferente. Me sentía diferente con él que con Killian.
Se detuvo frente a mí. Extendió sus manos esqueléticas. Me tomó la
mano y me levantó. Ignoré el dolor que sentía cada vez que movía mi
cuerpo. Todas mis lesiones parecían estallar a la vida, recordándome que
las tenía.
Presionó mi cuerpo contra sus huesos, me quedé mirando con
horror. El azul alrededor de él finalmente regresó a su alrededor, pero
cuando vio la mirada en mis ojos, el negro volvió con fuerza. Me agarró la
mano. Me di cuenta cuando ya era demasiado tarde, lo que estaba
haciendo. Me di la vuelta para llegar a Killian, pero lo dejamos allí.
La oscuridad me golpeó con toda su fuerza, deslizándome a través del
espacio y tiempo, a través de más luces. A continuación, la siguiente cosa
que supe era que estaba cayendo sobre mi cama. Miré alrededor de mi 166
habitación tranquila y pacífica. Se sentía como la habitación de un extraño.
Miré a la Parca, de pie delante de mí, no robusto como Killian, porque
era un esqueleto, sin embargo, se las arregló para hacer que la habitación
pareciera más pequeña, exactamente de la manera que Killian lo hacía.
—¿Qué hay de Killian? —pregunté de inmediato
Él no respondió, se quedó allí mirándome con ese rostro sin ojos. Sin
piel, sin carne. Sólo un esqueleto. No sentí nada. Las palabras de Fear
regresaron desde el fondo de mi mente.
Ella nunca podría amarte.
Como si él pudiera oír lo que pensaba, se dio la vuelta y en un abrir y
cerrar de ojos, se había ido.
Mi pecho dolía, lo agarré mientras me tambaleaba hacia mi espejo.
Vi a una niña con un vestido blanco ensangrentado, desgarrado en la
zona del pecho, exponiendo las marcas de garras desagradables contra sus
pechos. Estaba golpeada y cortada en tantos lugares.
Esa chica se veía salvaje y asustada.
Débil y tonta.
No sabía nada. Sin embargo...
Sobrevivió.
Sí, estaba viva. Aunque no sonreí. Una voz en el fondo de mi mente
salió a la superficie.
Pero, ¿realmente lo estás?

167
18
Aparecí en el hospital después de dejar a Fear. Dejé que la sonrisa
brillara en mi rostro. Cuando había sido llamada de nuevo a su lado, no
había esperado que él fuera el perdedor. Me complací de ver a la entidad
herida y lastimada. Aunque no duraría mucho.
Y estaba furioso. Fear era una fuerza a tener en cuenta. Siempre
pensaba cada uno de sus planes. Si uno de ellos fracasaba, sin dudas, tenía
muchos más.
Bastardo astuto.
Me quejé mientras caminaba por el hospital, fuera de vista, fuera de la
mente. Caminé por todas las puertas del hospital en vez de abrirlas. No
podía abrirlas aunque quisiera.
Lo que apestaba, pero sabía de muchas más cosas que eran peores. Es 168
decir, ser un fantasma. Además, morir de niña y estar atrapado en este
cuerpo durante tres décadas.
Bajé la mirada hacia mi vestido de muñeca de trapo, el mismo que
siempre he tenido desde que morí. Estaba cubierto de sangre en gran
parte. Qué bien sería cambiar a ropa nueva, suspiré, soñadora.
Miré hacia mi pecho plano y baja estatura. Siempre estaba atrapada en
este estado. El estado en el que morí. Qué bueno sería tener senos. Y tal vez
un poco de curvas, para variar, no estaba pidiendo mucho, siempre y
cuando podría conseguir algo.
Ah, un fantasma podía soñar.
Una joven enfermera me atravesó mientras caminaba por el
pasillo. Incliné mi cabeza hacia atrás y la miré antes de correr hacia ella y
arrojar los papeles de su mano. Los papeles cayeron alrededor de sus pies y
se agachó para recogerlos.
—Estoy tan loca —se quejó, y sonreí.
Sí, no me juzgues. ¿Qué haría un fantasma, sino causar alboroto entre
los vivos? Me volví a girar en la dirección en que me dirigía y corrí por los
pasillos, tarareando, fingiendo ser la niña que lucía. Hasta llegué a levantar
mi vestido mientras corría.
Porque era Molly. Molly, la niña muerta.
Me detuve, bajando mi vestido cuando llegué a la habitación que se
suponía que debía ir. Pasé por la puerta en una habitación oscura. Un
chico, bueno, no lo llamaría así. Un joven, descompuesto y enfermizo,
estaba tendido en la cama del hospital.
Suspiré y caminé al lado de la cama. No pienses en ello, me dije. La
mayor parte del tiempo, hacía el trabajo y nunca pensaba en cuestionar las
cosas. Conocí a demonios cuando era un fantasma de una década y descubrí
que había mucho más que fantasmas escondidos bajo la
superficie. También aprendí que podía convertirme en algo más que una
chica fantasma.
Podría dejar este cuerpo de niña, y finalmente convertirme en una
mujer. Algo que me negaron como un fantasma. Fear me había prometido
eso, si seguía haciendo lo que me pedía. Era su fantasma mano
derecha. Sólo tengo que hacer todo su trabajo sucio para conseguir lo que
quería. Convertirme en una mujer. Cuando eso ocurriera también tendría la
sensación de mi cuerpo otra vez. Sabría lo que se sentía el calor de
nuevo. Sentir la frialdad de cada invierno. Sentir el sol en mi rostro. Me
gustaría comer de nuevo y recordar lo que era el helado. Había olvidado
cómo se sentía todo. Pero, sólo tenía que hacer lo que me decían y lo tendría
todo de nuevo.
Normalmente, no me importaba. Normalmente... 169
Simplemente hacía lo que me decían sin pensarlo. Pero
había momentos, raros, como en este momento, cuando mi conciencia
culpable salía a la luz. Cuando eso sucedía, mi alma endurecida en la que
me había convertido, parpadeaba y algo de la bondad alcanzaba su punto
máximo.
Estúpida bondad.
Volví a mirar al joven. Una especie de tubo salía de su cuello y me
pregunté si tal vez si lo dejaba solo, lo dejaba estar, ¿podría morir por sí
solo? Tan pronto como el pensamiento cruzó mi mente, lo alejé. No, Fear no
me habría enviado aquí si el chico ya estuviera muriendo. El muchacho
estaba destinado a vivir.
Desprecié la idea de quitarles la vida a los humanos. Nunca me había
sentido así antes. Primero, estaba la chica humana, Melanie. Nunca lo logré,
pero si la Parca hubiera dejado de interferir, sabía que lo habría hecho. Sentí
la punzada en mi pecho y lo ignoré.
Ahora era su amigo. ¿Cuál era su nombre? Traté de recordar su
nombre. No, probablemente era mejor que no lo supiera. Estaba aquí para
matarlo de todos modos.
Miré su palma y vi la marca de Fear. Chico estúpido Se dejó atrapar
por los problemas de la chica, y ahora por eso, sería una parte grande del
plan de Fear.
Lo que Fear haría con el chico cuando poseyera su alma, pensé. No era
mi trabajo saberlo. Suspiré y subí la cama hasta que me senté en su pecho.
Quería acabar con esto antes que el ardor en mi pecho me destrozara. Sabía
que lo que estaba haciendo estaba mal.
Mal. Mal. Mal.
A veces, el deseo de huir de todo y nunca mirar hacia atrás me
sorprendía. Entonces, recordaba que nunca podría volver a ser simplemente
un fantasma. Perdí la oportunidad de seguir adelante. Ya no podía, no
después de todo lo que he hecho. Estaba enferma pensando en ello. Nunca
sabría lo que es entrar en las puertas del cielo. Sólo sería enviada a las
llamas de Satanás donde no conocería nada más que dolor y agonía.
Bueno, suficiente con pensamientos. Saqué el cuchillo mágico de mi
vestido que guardé a un lado de mis bragas. El cuchillo no dejaría rastro.
Parecería que murió de sus heridas en lugar de lo que iba a hacer.
Levanté el cuchillo sobre mi cabeza. Fue en ese momento que el joven
abrió los ojos. Permanecí allí, helada, olvidando que era un fantasma y no
podía verme. Sus ojos escudriñaron la habitación del hospital;
conmocionado y temeroso, como si recién se diera cuenta que estaba en el
hospital. Mi pecho se tensó. Cerré los ojos.
Hundí el cuchillo en su pecho. 170
Til Grim's Light

Melanie se encontró con el


monstruo que más temía y
sobrevivió... pero a un costo.
Perdieron una vida. Y uno se
dividió en dos.
Ahora que Killian ya no era la
Parca, volvió a ser un demonio
incubus. Y si esperar ataques de
demonios no fuese suficiente para
una chica, estar cerca de él
mientras sus feromonas estaban
al máximo, causando
pensamientos sucios en su mente,
fue suficiente para hacer que 171
cualquiera cuestionara su salud
mental.
Pero su mente sucia e
intentar mantenerse con vida no
eran las únicas cosas de las que
tenía que preocuparse. El Vessel
despertó en su interior. Ella
necesitaba descifrar qué era y por
qué de repente había una voz en
su cabeza.
Pronto, Melanie empezó a cuestionar todo, preguntándose... todo
mientras vagaba en círculos por un camino hacia la Parca y Killian,
descubriendo sus propios sentimientos.
Luego llegó la pregunta: ¿Qué si estaban equivocados sobre el Vessel?
Michelle Gross
Me gusta adentrarme en cosas oscuras
y retorcidas.
Al principio, cuando se trata de escribir,
tenía miedo de empezar a escribir todas esas
cosas locas que soñaba despierta, pero con
cada libro terminado, la oscuridad cae sobre
el teclado con más facilidad.
Sin importar qué escriba, siempre tiene
que ser romántico, vivo y respiro por eso...
sólo que es mejor con una mezcla de otros
géneros, así que no dudes en recomendarme
un libro o serie.
A Grim Awakening Series es mi primera serie publicada, no es la
primera que he escrito. Con el primer libro de la serie, 'Til Fear Do Us Part,
me mantuve "mayormente" al margen, pero luego las cosas son más
oscuras. 172
El cuarto libro de la serie definitivamente será el más oscuro, dejé que
la locura saliera por mis dedos.
Lo que escribo no es para todo el mundo, incluso si la serie parece
ligera al principio, puede que sea demasiado para algunas personas.
Otro aviso lector, la serie se vuelve más retorcida por partes. Por
supuesto, tengo un montón de personajes extrovertidos, divertidos y dulces
en mi mente que quiero escribir también, así que, no todo lo que escribiré
será oscuro, pero todos probablemente tendrán dramas, aunque...
probablemente... mejor dejarlo de esa manera.
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