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José: Yo soy José, esposo de María. Un ángel se me apareció en los sueños y me dijo que sería
padre de un niño, que él sería el Salvador de todos los hombres y que yo debía tener mucha fe.
¿Quieren saber cómo ocurrió todo? Pongan mucha atención.
Hace mucho, pero que mucho tiempo, una joven de Nazaret, María, recibió la visita de un
arcángel, de nombre Gabriel. El arcángel le dijo lo siguiente:
– María, has sido elegida para traer al mundo al hijo de Dios. Bendito sea tu vientre.
La joven, tembló. ¿Qué le acababa de decir aquel arcángel? ¿Que estaba embarazada? ¿Y que su
hijo sería el hijo de Dios?
Pasaron los meses, y ya, en el noveno mes de embarazo, tuvimos que partir desde Nazaret hacia
Belén. Por ley, el bebé debía nacer en el mismo lugar en donde nació su padre.
El camino era largo, y debíamos atravesar todo el desierto. María iba encima de una pequeña mula,
mientras que José tenía que ir andando por la arena.
Después de muchas horas, al fin llegamos a Belén. Pero María estaba a punto de dar a luz, y se
encontraba agotada del viaje. Decidimos buscar un hostal y una buena cama para que pudiera
descansar, y llamó a la primera posada de Belén, la más grande y lujosa:
Estábamos desesperados, fuimos hasta Belén, con la esperanza de encontrar habitación.
Luego de tocar muchas puertas. Salió el dueño de un albergue:
– ¿Qué buscáis, forasteros? Nos preguntó.
– Por favor- contesté- Venimos de Nazaret, de muy lejos, y mi mujer está muy cansada y a punto de
tener un bebé. Necesitamos una habitación y una cama.
– ¿Desde Nazaret, dices? ¡Son muchos kilómetros! Estaréis agotados… Ojalá pudiera ofreceros una
cama, pero justo hoy tengo todo el albergue ocupado. Sin embargo, se me ocurre algo… Puedo
adecentar el establo que hay junto al albergue.
– ¿De veras? ¡Le estamos tan agradecidos!- dijo María, mi esposa, muy emocionada.
– Siento, buena mujer, no poder ofrecerle otra cosa mejor. Pero haré todo lo posible por que pueda
descansar.
El hombre preparó el pesebre, en donde dormía un buey, y allí pudo hacer con paja un par de
camas. También preparó una hoguera para que no pasaran frío.
Y esa misma noche, en ese humilde pesebre de Belén, nació el niño Dios, a quien María y José
decidieron poner de nombre, Jesús.