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Introducción

En la sociedad libre, los gobiernos mantienen la paz, protegen la


propiedad privada y aplican los contratos. El gobierno debe hacer
estas cosas eficazmente y no debe hacer nada más; en caso
contrario estarán ausentes las condiciones indispensables para la
libertad personal en la sociedad. Ningún hombre mortal puede saber
si una sociedad libre es alcanzable o no: los límites de nuestro
conocimiento son demasiado estrechos. Pero sí sabemos una cosa:
que esta nunca llegará hasta que al menos los defensores de la
sociedad libre sean completamente conscientes de las condiciones
necesarias para su existencia. Pues aquellos deben estar siempre en
guardia contra nuevos movimientos, ideas y principios que pongan
en peligro su realización. Por otro lado, deben ser enormemente
conscientes de los impedimentos existentes, de forma que puedan
dirigir sus energías inteligentemente a la eliminación de las causas
de las imperfecciones actuales.
Asumo con considerable inquietud la tarea de argumentar que el
gobierno debería dejar de tratar de promover la competencia por
medio de leyes antitrust, especialmente porque algunos defensores
de la sociedad libre creen que una aplicación vigorosa de esas leyes
es absolutamente indispensable. Aun así, las leyes antitrust son
incoherentes con los principios básicos de la sociedad libre, la
propiedad privada y la libertad de contrato: privan a las personas de
propiedad privada en algunos casos y hacen ilegales ciertos
contratos que serían válidos en otros. Además, extienden el papel del
gobierno mucho más allá de lo previsto por la teoría de la sociedad
libre y por tanto equivalen a una admisión inconsciente de que la
propia teoría esencial es incoherente, pues la política antitrust acepta
implícitamente la premisa marxista de que una economía de laissez
faire generaría una decadencia de la competencia y la aparición de
un monopolio abusivo. Finalmente, y esto puede ser la razón más
acuciante para el artículo actual, en su intento de promover la
competencia las leyes antitrust en realidad la están perjudicando.
El Gobierno ¿Monopolio u oligopolio?

¿Qué es un monopolio gubernamental?


Cuando el gobierno permite o crea un monopolio en un mercado, esa
es la esencia de un monopolio gubernamental. El gobierno es directa
o indirectamente el único proveedor de un servicio o producto, y no
se permiten otras competencias.
Cuando el gobierno permite que una entidad privada tenga este
poder, se llama monopolio otorgado por el gobierno. Muchos
servicios públicos de electricidad y agua potable son ejemplos de
esta alternativa.
Un monopolio gubernamental se puede dar en cualquier nivel del
gobierno, desde el nivel nacional hasta el nivel de una ciudad o
distrito especial. La única distinción para discernir el nivel de
jurisdicción suele ser nacional, regional o local (esto es, un monopolio
nacional o local).
Dependiendo los países y su economía podremos decir si el gobierno
es un monopolio u oligopolio, en el caso de Honduras el Gobierno es
un monopolio, en muchas ocasiones cuando hablamos de monopolio
hay que recordar que en un extremo del espectro competitivo está en
el mercado de competencia perfecta en donde existen compradores
y vendedores, al otro extremo estaría lo que se conoce como
monopolio (un solo vendedor con el control total sobre un bien o
servicio en un mercado determinado).
Los monopolios encarecen los productos, bajan la calidad y
perjudican a los consumidores, la solución es la competencia; sin
embargo, muchas veces los gobiernos en un afán de impulsarla,
sobre regulan y dejan al arbitrio de funcionarios el decidir en una
oficina sobre fusiones, divisiones e inversiones de las grandes
empresas. Esas decisiones, basadas en parte en percepciones e
interpretaciones de la ley, los dejan como el cuetero, si no explota el
cuete les chiflan y si sale también chifla el cuete.
Gobierno de Honduras
El Gobierno si ponemos a Honduras en este caso como país, a
simple vista podemos decir que como es regido por tres poderes que
son Ejecutivo, Legislativo y Judicial , pero todo va a depender de qué
condiciones afronte el país, por ejemplo este es un país demócrata
¨supuestamente ¨ pero el pueblo como pueblo ya no lo ve así por el
tiempo en el que vivimos , en el que solo el poder ejecutivo tiene la
potestad de hacer lo que le venga en gana ¨Dictadura¨ sin necesidad
de los demás poderes del estado , entonces podemos verlo del punto
de vista que es un gran monopolio controlando a un pueblo ¨ellos
uno solo¨.
La Realidad de nuestra Honduras
La Realidad de nuestra Honduras actualmente la economía de
nuestro país depende de los monopolios y oligopolios que han
constituido las empresas extranjeras. Lastimosamente esta
dependencia ha impedido el crecimiento de la economía meramente
hondureña, y “obliga” a la población a trabajar y consumir los
productos de dichas empresas ya que no tienen la posibilidad de
elegir entre distintos productos Hondureños. Uno de los monopolios
más grande en Honduras, es la industria de cemento Piedra Azul, la
cual no tiene ninguna competencia y la utilidad que brinda el producto
es necesario a nivel nacional, y se puede dar el lujo de incrementar
los precios, pero el consumidor siempre lo va a pagar porque necesita
de ese producto .Otro monopolio muy importante es el que conformo
Celtel en Honduras, eso hace ya un tiempo, ya que este se convirtió
en un oligopolio al introducirse en nuestro país empresas tales como:
Claro y Digitel, las cuales prestan el mismo servicio, pero los
consumidores ya tienen la opción de adquirir este servicio con la
empresa que mejor les parezca. Televicentro un oligopolio de gran
poderío, ya que existen otros canales de televisión, pero su mayoría
pertenece a esta gran empresa .Industrias Turísticas de Honduras
(INTUR), relacionadas a las comidas rápidas, esta empresa es la
más grande en Honduras, y a pesar de esto no pagan impuestos en
nuestro país, argumentando que vienen a generar empleo.
Conclusión
El trabajo del gobierno se lleva a cabo cuando defiende el derecho
de los empresarios o trabajadores competitivos a asumir las
funciones de las que abusan los grupos monopolistas. La moraleja
más profunda es que los abusos monopolísticos raramente
sobreviven sin una base de una forma u otra de privilegio especial
concedido por el gobierno. Las largas y grandes huelgas del acero,
el automóvil y otras que hemos sufrido no habrían durado tanto
tiempo si el gobierno hubiera protegido efectivamente el derecho de
las empresas a mantener sus fábricas operando y el derecho de los
empleados a continuar trabajando durante la huelga.

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