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El informe, elaborado por el equipo de psicólogos especialistas en el área empresarial de la

Fundación Salud y Persona, proporciona las claves para crear un entorno de trabajo saludable, en
un contexto en el que la ansiedad y la depresión serán en 2020 las principales causas de baja
laboral en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, el 59% de los profesionales en España sufre
de algún tipo de estrés en el trabajo. Para las compañías, un lugar de trabajo saludable es aquel
en el que los trabajadores y el equipo directivo colaboran en la aplicación de un proceso de mejora
continua para proteger y promover la salud, la seguridad y el bienestar de todos los trabajadores.

En contraste, una reciente encuesta llevada a cabo por la Agencia Europea para la Seguridad y la
Salud en el Trabajo (EU-OSHA), reveló que alrededor del 40% de los trabajadores creen que el
estrés no se gestiona adecuadamente en su lugar de trabajo.

Recomendaciones para reducir el estrés en las organizaciones

La Guía apunta que los riesgos psicosociales se pueden prevenir y gestionar, independientemente
del tamaño o del tipo de empresa. La presencia de estrés en la organización no implica que su
causa se encuentre en el trabajo, sino que puede hallarse en el entorno personal del empleado.

La Guía realiza un análisis de los factores de riesgo psicosociales, que incluye unas sencillas
técnicas para poder evitar y gestionar el estrés de forma individual.

El peso de la inteligencia emocional


en el éxito de las organizaciones
Ni el propio Daniel Goleman podría dar crédito a la omnipresencia del
término inteligencia emocional desde que en 1995 publicara su best
seller mundial.
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22 Junio 2018

PsicosociologíaInteligencia emocional Liderazgo TalentoGlobal


Solo en Google la búsqueda arroja 15 millones de resultados aproximadamente. Aunque surgió
para dar a conocer los descubrimientos sobre el cerebro y las emociones y sus implicaciones
en las escuelas y el desarrollo infantil, ha sido una magnífica sorpresa su influencia en el
mundo empresarial respecto a una nueva forma de concebir el liderazgo empresarial: “mandar
con corazón”.
La inteligencia emocional entendida como el adecuado conocimiento y gestión de
las emociones dispara la eficacia del liderazgo. El líder tiene la tarea fundamental
de despertar los sentimientos positivos de sus colaboradores: la inspiración, el
entusiasmo, la motivación… Ese clima es el más propicio para que se desarrollen las
personas y saquen lo mejor que llevan dentro: su talento.
El modelo de Goleman se centra en la conducta, en el rendimiento laboral y en el liderazgo en
las organizaciones. Tiene dos competencias principales (personal y social), que dan lugar a
cuatro dominios (autoconciencia, autogestión, conciencia social y gestión de las relaciones),
que en total abarcan dieciocho capacidades asociadas. Profundizaré un poco en ello:

 La competencia personal se refiere a la relación que tenemos con nosotros mismos:


autoconciencia y autogestión y es la buena correlación entre ambas la que lleva
al autodominio, es decir, alcanzar el estado cerebral más adecuado para
realizar una tarea. Estas capacidades son las que permiten que una persona tenga
un excelente rendimiento en cualquier ámbito y en una organización distingue a
aquellas personas con una gran aportación propia, “las estrellas solitarias”. Dominar
la autoconciencia significa ser consciente de las emociones propias y reconocer su
impacto, conocer las fortalezas y debilidades de uno y, además, mostrar seguridad y
objetividad en esa valoración, es decir, tener autoconfianza. Por otro lado, el dominio
de la autogestión muestra la capacidad para manejar adecuadamente las emociones
incluso en situaciones de conflicto, de adaptarse a los cambios superando los
obstáculos y de trabajar desde la excelencia con iniciativa propia y una conducta
positiva.
 Por otro lado está la competencia social, que determina el modo en que nos
relacionamos con los demás. La conciencia social, abanderada por la empatía,
significa compenetrarse con las emociones de los demás comprender sus puntos de
vista y mostrar un interés auténtico por las cosas que les preocupan. En un contexto
global como el actual, en el que se reivindica cada vez más la diversidad, es clave para
llevarse bien con personas de otros orígenes y culturas. Y qué decir de la capacidad
para reconocer y poder satisfacer las necesidades tanto de clientes, como de
colaboradores y compañeros en una organización. Y, en esta vertiente social,
la gestión de las relaciones es fundamental para influenciar e inspirar. Se trata, por
ejemplo, de contribuir a que los demás desarrollen sus habilidades a través
del feedback como motor de desarrollo personal y de los equipos de trabajo. En el
cambiante entorno actual permite catalizar los cambios y la gestión de los conflictos
que llevan implícitos, y es muy relevante para la creación y colaboración en los equipos
de trabajo.

Travis Bradberry, presidente de TalentSmart, probó la inteligencia emocional junto con


otras 33 habilidades importantes en el lugar de trabajo y descubrió que es el mejor
predictor de rendimiento (mucho más que el cociente intelectual), lo que explica un
58 por ciento de éxito en todos los tipos de trabajos. Es tal el impacto de la inteligencia
emocional en el éxito personal y profesional que en su informe “El futuro de los empleos
(2016)”, el Foro Económico Mundial hacía un listado de las que consideraba que serían las
diez competencias más demandadas por las empresas en el horizonte de 2020, y requieren
precisamente importantes dosis de control socioemocional.

El estrés es uno de los factores más negativos que cuando se hace crónico afecta a la salud
emocional de los empleados que pueden llegar a sentir un cansancio frecuente, molestias
físicas o el síndrome del trabajador quemado. Por esta razón, en el inicio del mes de
septiembre es un buen momento para reflexionar sobre qué rutinas pueden ser gratificantes
para incrementar la salud emocional en la jornada laboral. En Psicología y Autoayuda
compartimos ocho consejos prácticos.

Consejos de salud mental


1. Practica la filosofía de comenzar desde cero cada día tu jornada laboral, sin ir acumulando
asuntos pendientes que pasaron ayer. Si tuviste un conflicto con un compañero de trabajo,
intenta relativizarlo y que con la perspectiva de un nuevo día, la distancia entre ambos no sea
mayor. Así como es natural tener conflictos familiares que son fruto de la convivencia, también
es posible que en el contexto profesional, puesto que los trabajadores pasan tantas horas
compartiendo en común, puedan existir diferencias. ¡Afróntalas de una forma natural!

2. Tus compañeros de trabajo no tienen por qué ser tus amigos, ni siquiera tienes que sentir
simpatía por todos ellos. Lo ideal sería que cuando nos sumamos a un nuevo trabajo tengamos
un alto nivel de afinidad con todos los compañeros. Sin embargo, la realidad es distinta y esto
no suele ocurrir. Conviene tener siempre presente que en el contexto profesional debemos
priorizar la eficacia en el trabajo bien hecho por encima de cuál sea nuestro grado de simpatía
hacia otra persona. Lo importante es mantener siempre el respeto.

3. En el contexto profesional actual, existe un alto nivel de incertidumbre puesto que muchos
trabajadores conviven con el miedo a ser despedidos. Sin embargo, esta preocupación no
mejora la salud mental. Por el contrario, puede ser perjudicial. De hecho, lo más recomendable
es aceptar la incertidumbre como una realidad e intentar establecer más planes a corto
plazo y menos objetivos a largo plazo.

4. Llega con puntualidad a la oficina y despídete de tus compañeros también en la hora


precisa. El tiempo es uno de los factores más valorados por los profesionales y estos sencillos
gestos incrementan la calidad de vida personal. No te acostumbres a llevarte trabajo a casa de
un modo habitual.

5. No conviertas el trabajo en un monotema en tus conversaciones con tu familia, tus amigos


e incluso, en tu propio diálogo interno. Es gratificante desconectar, priorizar otros aspectos de
la vida, hacer pausas y recordar que aunque el trabajo es importante no es lo único que de
verdad importa. Si convertimos el trabajo en un bien supremo corremos el riesgo de sufrir una
gran frustración durante el tiempo libre del fin de semana o las vacaciones.

6. El cansancio del trabajo, además de las largas jornadas laborales suele ser la excusa por la
que muchas personas sienten que no tienen tiempo libre para hacer deporte. Puedes ir
caminando al trabajo para poder encontrar espacios cotidianos en los que practicar la
actividad física.

7. Si el estrés se convierte en un malestar frecuente consulta ayuda profesional antes de que


el malestar se agrave. Tu médico de cabecera podrá orientarte sobre la posibilidad de recibir
apoyo psicológico. Si la empresa ofrece servicios de coaching para los empleados también
podrías valorar la posibilidad de hacer un proceso.

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