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DIBUJO DE BOSCH

w ^\

J WÁMJT is^

L
A Sección Técnica de

U
NA Idea? Una idea es
el tornillo que dupli- P U B L I C I T A S es un
ca el rendimiento de organismo vivo, lleno
una máquina, el principio de modernidad, fecundo en
m o r a l que a b r e n u e v o s ideas. Pensaremos por us-
horizontes... ted y trazaremos el plan de
Una idea es la campaña de . / campaña que usted necesita.
publicidad que crea la de-
manda de un articulo, el La S e c c i ó n T é c n i c a de
cartel que concentra la aten- P U B L I C I T A S ^crea y des-
ción de las muchedumbres. arrolla la publicidad auc da
la marca que populariza un en el blanco.
producto...

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MADRlD.-AVENIbA DE Pl Y MARGALL, 9, ENTRESUELO. TELÉFONO 16375. APARTADO 011
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x^ • J ' '•

J.RUIZVERNAGCl
(ANTIGUA CASA LAURENT)

Carrera de 5an Jerónimo, 53


r Viajar
TEL. 54645 j Cuando viaja a Caballo, en Vapor, Automóvil o Pe-
MADRID —i rrocarril, al hacer largos paseos a pie, cuando se dé una
asoleada o una mojada, siempre que se le mojen los
i pies, o que tome baños demasiado largos, todas las veces
M A S D E 60.000 CLICHÉS DE \
ARTE ESPAÑOL ANTIGUO \ que tenga grandes sustos o contrariedades repentinas,
Y MODERNO la Mujer debe tomar una cucharadita de Regulador
Pintura » gscutfuTa » Acá \
Cesteira y en seguida Medio Vaso de Agua!
quiteefupa -f mstas + Cos= | Cuando haga Ud. algún viaje, lleve siempre en su
tumbees -f Tipos + Tapices i
maleta algunos Frascos de Regulador Gesteira,
Mucbtea ••• Agmadupas de la i Con los movimientos del barco o del Ferrocarril, con
el sol o la lluvia, mojándose los pies, tomando baños
Reat Casa * Ampliaciones \
demasiado largos, llevándose un gran susto o teniendo
» » Oiapositlpas, etc. + + | una cólera repentina o un fuerte pesar, ciertos Órganos
GRABADOS EN NEGRO Y COLOR i internos pueden sufrir un desarreglo, que fácilmente
- MARCOS =^=^ i podrá ser el principio de una Enfermedad Grave!
TRICROMÍAS Y LIBRERÍA DE ARTE I Por lo tanto es de gran prudencia y de mucha utilidad
tomar en estos casos una cucharadita de Regulador
Gesteira.
Nuevos teléfonos
Cualquier perturbación en los delicados Órganos
d e Prenso Gráfica internos de las Mujeres puede dar comienzo a Enferme-
dades peligrosas y Males terribles!

50009*51011
Bailar
Obra nueva del Después de los bailes, cuando vuelva de las Fiestas o
Dr. Roso de Luna de los Teatros, después de pasear en Automóvil, al llegar
a la casa tome siempre una cucharadita de Regulador
LA ESFINGE.—Quiénes Gesteira
«omos, de dónde venimos
y adonde vamos. — Un to-
mo en 4.° Precio, 7 pesetas.
El elogio de esta notable
obra de las 30 ya publicadas SE ADMITEN SÜSCRIPCIQMES
por este polígrafo, está he-
Lea usted

crónica
dió con sólo reproducir su &RÜESTRAS REVISTAS
índice, á saber: ;
Prefacio.—El 'Edipo hu-
mano, eterno peregrino.— los BH LA
Losepiciclos de Hiparco y los
«ciclos» religiosos.—Las hi-
póstasis. —Kaos-Theos-Cos- domingos
mos.—Complejidad de la hu-
ttianapsiquis.-Mássobre los
siete principios humanos.—
El cuerpo mental.—El cuer-
REVISTA GRÁFICA DE LA SEMANA LIBRERÍA
po causal.~La superviven-
'2 O ceii.tim.OiS el e j e m p l a r e n t o d a E^spaña OE
cia.—Lamuertey el más allá
de la muerte.—Realidades
«post mortem»: la Huestia-
Arcana-coelestia. SAN MARTIN
De venta en casa del autor
(calle del BiEen Suceso, nú-
mero 18 dupl.") y en las prin-
cipales librerías.
CONSERVAS TREVIJANO i 6, Puerta del Sol, 6
LOOrFi^OlVO
M A R S E U l - A
HOTEL MARIETTE-PACHA e p \ # C M r \ B M Io9 clichés usados en esta Revista.
Dirigirse a Hermosllla, numero 37.
CONFORT 5 , P L A C E D U 4 S E P T E M B R E PCECIOS
MODERNO SE HABLA ESPAÑOL M0DñRAD3S
TAPAS
parala encuademación d ^

LOS MEJORES
RETRATOS Y AMPLIACIONES ROLDAN
confeccionadas con gran lujo
C A M I S E R Í A
DÍAZ CASARIEGO I Se han puesto a la venta las
E N C A J E S
FERNANDO, VI, 5 (planta baja)
1 correspondientes a los tri- BORDADOS
= ^ = M A D R I D -—=
I mestres tercero y cuarto R O P A BLANCA
de 1930
EQUIPOS
De wenta en la ñdminlstraclón de PARA NOVIA
Prensa Giáfica (S. A.), Hsrmosilla, 57
MADRID
l e a Dd. HUNDO GRÁFICO ^"IS.rr.f«3*^ M A D R I D
í •
Cuando el Presidente Hoover encen- EL LIBPO DE VERSOS
dió el faro ac'reo más grande del Lorenzo Rolden
mundo DE LORENZO ROLDAN

En nuestro núirero anterior reproducíamos una de


las poesías del libro de Lorenzo Roldan, Espadólas.
Apenas puesto a la venta, el volumen del eximio poeta
ha obtenido el gran éxito que era de esperar. Éxito
doble: de público y de crítica. Los versos de Españolas
están mereciendo una larga serie de comentarios elo-
giosos. L a venta del libro crece día por día. E l pú-
blico femenino, sobre todo, adquiere rápidamente este
volumen, t a n adecuado para las mujeres, porque son
ellas las que inspiran todas sus estrofas. «Poesía... ¡eres
tú!i), podría repetir este poeta de hoy ante esa galería
de figuras femeninas que son alnia del libro. líostros,
corazones, ternuras y amores de mujer desfilan por
las páginas de Españolas, que es uno de los grandes
éxitos literarios del momento.

Platería D. García (Fábrica)


ORFEBRE DE LA CASA REAL

Príncipe, 10-5al, 2 al S-Esparleros, 16 y 15


portada del libro de versos publicado recientemenle por el ilust.e poeía
Lorenzo Roldan, que está obteniendo un gran éxito de critica

El centenario de los fósforos

iiSTE GIGANTESCO FARO DE LA AVIACIÓN ARROJA SUS


RAYOS D E S D E LA CUMBRE DEL CAPITOLIO DE LA BELLEZA,
E N CHICAGO

E l Presidente de los Estados "Unidos norteamerica-


nos, Mr. Herbeit Hoover, oprimió el botón que en-
cendió por primera vez este gigantesco faro aéreo que
se alza en la cumbre del Capitolio de la Belleza: el edi-
Jicio Talmolive, en Chicago. E n la fotogratla pnede
apreciarse la magnitud de este faro, el más poderoso
del mundo."
L a ceremonia de la inauguración la presidieron las
más notables figuras de la aviación, contándose entre
la distinguida reunión jefes del servicio aéreo del Go-
bierno norteamericana, miembros del Departamento de
Comercio, oficiales navales y otros personajes.
La torre plateada del faro alcanza una altitud de
602 pies sobre el nivel de la avenida Michigan. Su
luz, producida por dos billones de bujías de fuerza,
tiene una visibilidad teórica de 500 millas.
Esta hermosa luz, fiue cada noche envía sus rayos
para guiar a los aviadores, es ya uno de los mayores Dentro de poco se cumplirán cien afios do la in- mático. Cuando falla uno de esos modernos sucedá-
atractivos de la gran urbe chicaguensE, y su posición vención de los fósforos, sucesores victoriosos de la neos, el humilde fósforo recobra todos sus viejos pres-
sobre el hermoso edificio de la Compañía Colgatc- pajuela. Sin dudo sonreirá algún lector de t a n poco tigios, prestando un servicio que circunstancialmente
Palmolive-Peet es una de las maravillas de Chicago. interesante acontecimiento. Y, sin embargo, ese hu- nos niega el invento perfeccionado.
Así, pues, que el hogar del Jabón Palmolive, el magni- milde trocito de madera o de cerilla cncaperuzado de Recordemos ahora que el- del encendedor químico
fico monumento de piedra dedicado a la ('conservación azufre y fósforo, que acaso dcsdefiamos, merece bien tuvo efecto en 1831. Se atribuye el descubrimiento a
del cutis de colegíala'», ha cobrado importancia eri otra la conmemoración que se le prepara. Su utilidad per- varios ingenios prácticos. Segi'm unos autores, fué el
ciencia, la más nueva de todas: la ciencia de la avia- dura a travos de un siglo, a despecho del hada Elec- inventor un wurtembnrgués; según otros, un húngaro.
ción. tricidad, del mechero de gas y del encendedor auto- Pero las mayores probabilidades parecen estar en fa-
vor de un francés: el estudiante de Química y Medicina
CarlosMarcos Saurie. He aquicómo realizó el hallazgo:
Una noche se le ocurrió extender sobre la pared de su
dormitorio una leve capa de fósforo blanco. Cuando es-
tuvo seca, frotó sobre la misma una pequeña astilla de
PARA ADELGAZAR madera, que se inflamó inmediatamente. Desde entonces
el estudiante Saurie no usaba para procurarse luz o
para los menesteres culinarios sino las astillitas de
DCLGADOSE madera, impregnadas en uno de sus extremos de fós-
foro blanco. Cuando los primeros fósforos manuíactu-
rados hicieron su aparición en Francia, procedentes de
MO P E R J U D I C A A L A SALUD.SIN YODO NI DERIVADOS Alemania, Carlos Saurie, y a doctor en Medicina, quiso
patentar su invento. Pero fracasó en su solicitud. Por-
DEL Y O D O , NI T K Y R O I D I N A . Precio 8'50 que ya había registrado su marca y la invención el
wurtembnrgués Jacobo Kapmerer. V.n nuestra fotogra-
LABORATORIO PESQUI -Alameda 1?-SAN SEBASTlAN(España) fía aparecen algunas variedades de fósforos de ma,dera,
£1 que son los máñ baratos de producción.
TSSX

AÑO XVIII 17 E N E R O 1931

NÚM. 889 MADRID

ILUSTRACIÓN MUNDIAL Director: FRANCISCO VERDUGO

Admirable perspectiva la de este pantano de Buseo, que hace muy poco se entregó oficialmente a los regantesde
la vega valenciana. El acto tuvo la máxima solemnidad, como lo requería la gran importancia de esta magnífica
obra hidráulica, que será un factor de enorme interés en la resolución de los problemas de la huerta levantina
(Fot. Vidal)
La Esfera

DE LA VIDA QUE PASA

LECCIONES DEL MECENISMO YANQUI


NUESTRA VISIÓN DE LOS ESTADOS UNIDOS S e r í a h i p o c r e s í a n o a d v e r t i r q u e e n el m e c o u i s n i o , d í a s p a s a d o s veinticinco millones de francos al A y u n t a -
c o m o e n el f u n d a c i o n i s m o , f i e b r e e s p i r i t u a l q u e se miento de París p a r a la creación de u n Dispensario

D ESDE Espj.fía, p o r d e f i c i o n c i a s d o inEomiacióii, y ,


sobre todo, por carecer de informaciones directas
y p r o p i a s , n o c o n t e m p l a t a o s b i e n el e s p e c t á c u l o
curioso de la v i d a e a los E s t a d o s U n i d o s , ni p o d e m o s
d e s a t a e n la E u r o p a d e la E d a d M e d i a h a s t a n u e s t r o s
días, h a y un móvil egoísta de perpetuación del n o m b r e
o del aseguramiento d e la o t r a vida, y a u n m u c h a s ve-
ces, d e a c a l l a m i e n t o d e l r o e r d e l a c o n c i e n c i a a t r i b u l a -
o d o n t á l g i c o d e s t i n a d o a l o s nifios d e l a s e s c u e l a s .

LOS D E B E R E S QUE NO C U M P L E E L E S T A D O

d e d u c i r y a p r e n d e r l a s l e c c i o n e s q u e se d e r i v a n d e a(]_iic- da. No h a sido raro, sino frecuente, ver negreros, que ;Ah!—exclamará el lector m e d i a n a m e n t e informa-
Hos v i g o r o s o s c o n t r a s t e s d o i n o c e n c i a y c o r r u p c i ó n , d e r e u n i e r o n c a u d a l e s t r a f i c a n d o c o n c a r n o v i v a ó ex- d o — , a h o r a los Kockefeller, Mellon, W e r y e r h a u s e r ,
a b u n d a n c i a y m i s e r i a , d e l i b e r a l i d a d g e n e r o s a y egoís- plotándola cruelmente, crear fundaciones p a r a reden- Eord, Morgan, Crocker, Curtís, Guggenheim, Swerin-
m o b r u t a ' , d e c u l t u r a e i g n o r a n c i a , d e d e m o c r a c i a libe- ción de cautivos u hospitales p a r a doloridos. E l funda- gcn y demás grandes capitanes de la actividad y a n q u i
ralistnia y absolutismo personalista, d e ingenuidad e c i o n i s m o y a n q u i se s e p a r ó d e e s t a o r i e n t a c i ó n m i s e r i - tienen, h e r m o s a o c a s i ó n p a r a r e i n t e g r a r l o s m i l l o n e s
bipacrcsía, de progreso, en íin, y b a r b a r i e j u n t a m e n t e . c o r d i o s a y e s p i r i t u a l i s t a del f u n d a c i o n i s m o e u r o p e o , y q u e les s o b r a n a los cinco millones de obreros sin t r a b a -
creó con sus liberalidades esta plutocracia universitaria jo que m e n d i g a n en los E s t a d o s U n i d o s y que acuden
D e aquella v i d a compleja y aU-ccionadora n o llegan
y a n q u i , que, i n d u d a b l e m e n t e , h a contribuido esforza- e n l a r g a s filas a l a p u e r t a d e l o s c u a r t e l e s y l o s a s i l o s
a n u e s t r a P r e n s a , a t r a v é s d e i n t e r e s a d a s A g e n c i a s in-
d a m e n t e al p r o g r e s o de las ciencias y a la elevación a e s p e r a r e l r e p a r t o d e l a «sopa b o b a » . . . E l l e c t o r s e
íormadoraa y a n q u i s o de cronistas franceses, q u e via-
d e l n i v e l g e n e r a l d e c u l t u r a , XJna p u r i f i c a c i ó n , c o m o h e engaña. E s a inclinación a la d á d i v a misericordiosa o
j a n pDf aiiu-jlUis E s t a d o s i c o m a a n t e s v i a j a b a n p a r E s -
dicho. l i m o s n e r a l a t i e n e allí sólo el b a n d i d o o c o n t r a b a n d i s t a
p a i l a , b u s c a n d o lo p i n t o r e s c o , c u a n d o n o d e í o r i n á n d : ) l o
o i n v e n t i i u d o l o , m á s q u e los s u c - ' s o s e x t r a v a g a n t e s o Capone, a quien las Agencias y a n q u i s h a n dado fama
V e d e s t o s c a s o s r e c i e n t e s : M í s t e r E d w a r H u u l e y , fi-
m o n s t r u o s o s . D e los procesos p o r c a u s a s d e corrupción m u n d i a l . L o s g r a n d e s i n d u s í r i i l e s y financieros, los
nanciero y político q u e figuró e n la Comisión a m e r i c a n a
d i la j u s t i c i a y d e la policía; d e l a s i n t i m i d a d e s íinan- profesores y los políticos creen q u e eso de dar d e comer
encargada de e s t u d i a r los m o d o s d e pasible reembolso
cietas q u e explican las r e i t e r a d a s crisis bursátiles y a l q u e t i e n e h a m b r e y d a r d e b e b e r a l s e d i e n t o e s fun-
de las d e u d a s de la guerra, ha donado a la Universidad
b a n c a r i a s q u e l i a n h e c h o q u e b r a r e n 1930 c e r c a d e m i l c i ó n del E s t a d o . E l E s t a d o d e b e o r g a n i z a r l a s o c i e d a d
de I n d i a n a doscientos millones de dólares, d e s t i n a d o s
establecimientos de crédito; del establecimiento de y d i r i g i r su e c o n o m í a d e t a l m o d o q u e n o s e a p o s i b l e
a l a c r e a c i ó n d e u n Colegio d e c o m e r c i o a m e r i c a n o y
l a «sopa b a b a * e n ' o s c u a r t e l e s y e n l o s a s i l o s y e n l a s q u e h a y a u n solo c i u d a d a n o , p o r t o r c i d a o d e s m e d r a d a
e x t r a n j e i o . M í s t e r H a r v e y G. W o o d w a r d , a l m o r i r , h a
iglesias, como e n la E s p a ñ a de los Austrias; del í r a c a s o o i n h á b i l q u e s e a su c o n d i c i ó n n a t i v a , s i n n u t r i c i ó n , s i n
a s e g u r a d o a su v i u d a u n a p e n s i ó n m o d e s t a , dcjaiid/» el
d e t o d o el s i s t e m a e c o n ó m i c o q u e se q u i s o i m p o n e r a abrigo, sin hogar. D e n t r o del E s t a d o e s t a función co-
r e s t o d e su f o r t u n a , u n o s d i e z m i l l o n e s d o d ó l a r e s , a l
E u r o p a como fórmula suprema, a raíz d e la guerra; r r e s p o n d e característicamente al Municipio. L o s par-
I n s t i t u t o d o Tecu:>logía d e M a s s a c h u s e t t s , p a r a q u e
d e l a d-:!3mo rali nación d e u n a s o c i e d a d q u e l l e v a a s u s ticulares no tienen necesidad de seguir profesando la
realice d u r a n t e setenta y cinco a ñ o s u n e n s a y o de edu-
leyes t o d ^ s los íariscísmos; d e la desvaloración efectiva v i e j a c o n c e p c i ó n d o c t r i n a r i a do l a s o b r a s d e c a r i d a d
cación laica, c o n la c u r i o s a l i m i t a c i ó n d e q u e los a l u m -
de sus dólares de oro, d e s d o b l a d o s en avalanchas, de q u e se c o n c i b i e r a e n el c o n x u n i s m o c r i s t i a n o d e l o s p r i -
n o s del n u e v o Colegio se h a n d e c o m p r o m e t e r a n o p r a c -
b i l l e t e s q u e se i m p o n e n c o m o m o n e d a c i r c u l a n t e e n m e r o s s i g l o s d e l a E r a , c u a n d o s e d e r r u m b a b a el E s t a d o
ticar n i n g ú n d e p j r t c , no a p r e n d e r n i n g u n a lengua ex-
todo Centroamcrica y las Antillas, y que intentan ve- r o m a n o . L o q u e se h a c í a e n t o n c e s p o r m i s e r i c o r d i a
t r a n j e r a , ni someterse a n i n g ú n e x a m e n escolar. Las
n i r a E u r o p a , a E s p a Ü a c u a n d o m e n o s , ap;;na-s s e n.)s es h o y , s e n c i l l a m e n t e , u n d e b e r social q u e p u e d e r e -
f u n d a c i o n e s q u e l l e v a n l o s n o m b r e s d e Koclcefeller y
d i c e p a l a b r a , n i se n o s m u e s t r a f o t o g r a f í a , n i s e n o s gularse con u n a ley y p a g a r s e con los e n o r m e s recursos
de Carncgie ha:i sido e n r i q u e c i d a s con n u e v a s d o n a J o -
exhibe película, c c o n ó n ü c o s d e q u e d i s p o n e el E s t a d o , y p r e v e n i r s e c o n
nes de sus fundadores. Dos síndicos de la J o h n Simón
una acertada política financiera.
Guggenheim E o u n d a t i o n h a n d e s t i n a d o un mÜIón de
E s preciso q u e u n Sinclair Lcwis, i r r i t a d o p o r las in- dólares p a r a establecer u n s i s t e m a de intercambio de
c u l p a c i o n e s d e los p a s t o r e s p r o t e s t a n t e s y p o r el d e s - E n cambio, l a reintegración a l a colectividad del
becas escolares entre América hispana y los E s t a d o s
d i n d^ los i n d u s t r i a l e s y l e s p r o t e s o r e s , c r e e s u s t i p o s d i n e r o q u e le c a p t ó el i n d i v i d u o c o n h á b d c s n e g o c i o s ,
U n i d o s , Y y a el a f á n d e p e r p e t u a c i ó n d e s u s n o m b r e s
representativos: G a n t r y , cínico, y B a b b i t t , m a j a d e r o , no tiene arbitrio m á s fecundo y purificador q u e po-
i n c i t a a e s t o s f u n d a d o r e s a e j e r c e r su l i b e r a l i d a d f u e r a
o d-!sate s u s i r a s c o n t r a s u s c o n c i u d a d a n o s e n l a c o n - n e r l o al s e r v i c i o d e l a c u l t u r a . E s el c i e n t o p o r n n o p r o -
de los E s t a d o s U n i d o s y fuera de América, S a b i d o es
ferencia reciente do Estocolrao, p a r a q u e nos s i n t a m o s v i d e n c i a l d e q u e h a b l a n l a s E s c r i t u r a s . Así s e v e a
q u e l a I n s t i t u c i ó n C a r n c g i e m a n t i e n e e n P a r í s u n cen'.ro
t e n t a d o s d e im-x^iiia-r q u e t r a s el e s t r u e n d o del m a q u i - A n d r e w Carnegíe, que m i e n t r a s dejó en herencia u n a
d e acción, donde publica u n a i m p o r t a n t e lievista. y
n i s m o q u e a t u r d e a! m i i n d o n o e x i s t e u n a n h e l o d e d e c e n a d e m i l l o n e s a su v i u d a y u n p o c o m á s a s u h i j o ,
q u e Rockefellor h a hecho c u a n t i o s o s d o n a t i v o s á la
c u l t u r a v e r d a d e r a m e n t e h u m a n a , ni u n p e n s a m i e n t o h a b í a e n t r e g a d o a la fundación q u e p e r p e t ú a su n o m -
U n i v e r s i d a d de P a r í s y á la Sociedad de Naciones.
c r i s t i a n o , s i n o e s a s s i m u l a c i o n e s q u e se l l a m a n p u r i t a - bre cuatrocientos veinticinco millones. John W , Ster-
V e d e s t a A s o c i a c i ó n d e d e n t i s t a s y a n q u i s q u e ofreció
n i s m o , confonnismjD, c u a q u e r i s r a o , e t c . , n i s i q u i e r a l i n g c e d i ó l a c a s i t o t a l i d a d d e su i o r t u n a a l a U n i v e r -
originales, sino in- sidad de Yale. Otro
ventadas en las de- t a n t o h i z o C, F .
cadencias de la vie- R n g l e s , el r e y d e l a
ja Europa. m a d e r a , en Michi-
gan. La lista de
EL NUEVO CONCEP- los millonarios q u e
d e s c a r g a r o n su
TO DE LA FILAM-
conciencia reinte- .
TROPÍA
g r a n d o a l a socie-
E n esta ignoran- d a d los signos d e
cia en q u e vivimos cambio y las pro-
c a s i enteramente piedades q u e le
E u r o p a , y singular- h a b í a n detentado
m e n t e E s p a ñ a , do s e r l a intermina-
las condiciones y ble.
calidades de la v i d a ¿Ejemplaridad
y a n q u i , n o s sor- de este estado
prende f r e c u e n t e - social en E s p a ñ a ?
mente la noticia de Y a e n C a t a l u ñ a el
las donaciones que señor C a m b ó inci-
hacen sus millona- t a á l o s millo-
rios p a r a impulso narios a profesar
y servicio d e la e s t a n u e v a fe. E n
c u l t u r a nación;:!. Asturias y Galicia
Sin d u d a esto tie- algunos indianos
n e el c a r á c t e r d e han invertido sus
una purificación. fortunas en este
C u a n d o se v e q u e fundacionismo;
ante este pueblo no p e r o t o d a v í a , y sa-
h a y entronizados be D i o s para
o t r o s d i o s e s q u e el cuánto tiempo,
Dólar, la M á q u i n a los a d i n e r a d o s es-
y el É x i t o , r e p r e - pañoles creen que
sentaciones de un logran mayor me-
paganismo ra.oder. recimiento para
no, a d m i r a ver sus almas fundan-
p r a c t i c a d o el m c - d o h o s p i t a l e s , asi-
cenismo, m á s que los y t e m p l o s ,
c o m o u n a fe reli- m i e n t r a s el E s t a -
g i o s a , c o m o u n in- do y las P r o v i n -
e x c u s a b l e d e b e r so- cias y los Muni-
c i a l . Así, n u n c a s e r á cipios g a s t a n sus
bastante ejemplar d i n e r o s en las
reproducir a n t e los más d i v e r t i d a s
r i c o s e s p a ñ o l e s el y a f a n o s a s fan-
c u e n t o de los d o - t a s í a s burocráti-
n a t i v o s con que los cas...
r i c o s y a n q u i s alien-
t a n las o b r a s cul-
turales, D I O N I S I O
Los tún trabüjot neayoiquinos piden pan 7 trabajo en esos carteles que van al frente de todas sus maniFestai:ianc:i [Fot. Vidal) P É R E Z
La Esfera

LA OFRENDA DE ESTE ANO ANTE EL MONUMENTO A CALDOS

S z ha cumplido en este afío el undécimo aniversario de la muerto de don Benito. Kl ciilto al escritor glo-
rioso tiene oada vez lámparas niá-s fervientes y devociones más hondas y más amplias, Así, eco de esa
devoción hacia el escritor insigne, la ofrenda anual ante el monumento del líetíro cuenta cada nue-
vo año con un público más nutrido y m á s entusiástico. Escritores, arpistas, pueblo, en noble comunión ante la
estatua simbólica, fraternizan en el culto al maestro. El acto do este año en t) líetiro tuvo el vivo acento
emocionado de siempre. Lola Membrives, que acababa de regresar de Anierica, y que se disponía a presen-
tarse en Eontalba con !a reposición de licalidad, leyó unas beUfsimas cuartillas de José Prancés. Después,
flores, muchas flores sobre el niánnol blanco, en la mañana gris de Enero... {Carleatira de Fresnoj
La Esfera-

SEMANA TEATRAL
íí
Realidad", estrenada en 1892, triunfa viva y "nueva" en 1951
15 de Marzo de 1892. Noche histórica; la tor de la barragana le molesta, sobre todo,
noche do Itealidad. Galdós, «buscando ma- que en un escenario como aquél—siempre
yor espacio para sus hazañasí, ha llevado decente—se exhiba un templecillo de Venus.
al teatro una novela dialogada. E s toda una Lo toma como ofensa personal y se encrespa,
revolución, que, como todas, nos llega un creyendo llegado su momento.
poco tinrde; muchos años antes los icono- L a moza está un poco asustada ante las
clastas se hahlan lanzado, allende el Pirineo, miradas hostiles con que algunos irascibles
contra el viejo mito de la antítesis entre la miran al viejo. Daniel líscosura la tranquili-
novela y el teatro; pero en Madrid el dogma za con un nnrar más humano, y luego, en el
es aún intangible, y la crítica, que se relame intermedio, aún me descubre cl secreto; la
de gusto ante u n teatro ótico, por íalaz y ar- conoce, eS una modelo amiga suya, a la que
tificioso, y apela a los más concretos diti- suele encontrarse por la maiiana en la plaza
rambos ante un teatro romántico que goza de Santa Bárbara, y que le ha hecho tener
délas máximas" licencias, ha íruncido el ceño unos cuantos cuartos de falta en la Escuela
ante el anuncio de que Galdós, novelista, de Minas.
quiere convertirse en Galdós dramaturgo, y Miro al viejo y me parece oue le han naci-
ha leído Realidad, novela, para convencerse do de pronto las barbazas conque Cepillo ha
de que Realidad, drama, es imposible. No caracterizado a Orozco.
es la noche de Hernani; es algo menos, por- A nosotros, aquel acto y, sobre todo, aquel
que nuestras gentes, bien educadas, no to- atrevimiento nos han enardecido; las Peri
man las cosas con tanto calor, y es algo más son también materia literaria, tienen cora-
por la magnitud del empeño del coloso, que zón y le lucen cuando hace lalta; lo que Fe-
se ha lanzado contra el muro impenetrable derico Viera toma sin repugnancia no son
de la hostilidad cerril, irrazonante. los reales, sino el corazón de la moza, a la que
todos hemos conocido en Fornos cuando he-
L a alegre estudiantina, que aún tiene el mos pedido «la lista pequeña» después de la
cuerpo tundido por los sablazos de la Santa cuarta de Apolo.
Isabel, es revolucionaria y conspiradora, y
juega a la masonería en la logia de la caite Un explorador que bajo al vestíbulo sube
de San Mateo, siempre bulicosa en el anfi- con noticias; los críticos tienen mala cara y
teatro de la Comedia; son los galdosianos de el del serrín dice con tristeza que ha pasado
primera hora y de primera mano, por lectu- el peligro; aquel acto era el hueso de la obra;
ra directa que busca a veces al maestro en la poro otro que viene del escenario los tranqui-
página de La Guirnalda, un periódico de mo- liza: Mariqídta Guerrero ha dicho que aún
das y labores que abrigó en su seno al ger- está el hueso por roer...
men de nuestra literatura moderna. Acto tercero. Volvemos al ambiento del
Aún no hay F. U. E., y los novccentistas primero; pero es cl acto do Joaquín Viera, el
están todavía en el Instituto o llamando a padre de Federico, otra figura galdosiana de
su puerta; pero hay Comité ejecutivo escolar las de sello inconlundiblc. Mario, director y
madrileño, que agrupa a los universitarios empresario, se ha reservado ese papel episó-
que no sonluiscs. ¡Qué pocos quedamos! Luis dico. ¡Qué vista de hombre'
de Hoyos, Pedro González Quijano, J u a n Los murmullos de aprobación y de entu-
Manuel Herrera Sotolongo, Rafaclito Esco- siasmo son ya constantes, no hay modo de
sura, Manuel Tolosa, Luis de la Peña, Ma- contenerlo, y nosotros mismos los acentua-
nuel Gómez líomán,.., muy pocos más. Aque- mos con nuestra admiración. El acto que
lla noche del 15 de Marzo de 1902 llenába- ios cómicos habían juzgado largo pasa rapi-
mos, o pocos menos, los anfiteatros de la Co- MARÍA GUERRERO
dísimo; nadie sicn<e íaUga, y al final, cuan-
media; con nosotros, algunos asiduos de la do cae el telón, la sala entera aplaude, co-
Mariquita Guerrero (como se decía entonces), en la que no creían los críticos vulgares,
casa, media docena de alabarderos innece- y que en la Augusta de «Realidadi fué elosiadlsima [lor «Clailn» mo nosotros, con fervor de creyente- Llama-
sarios y un pintor famoso, viejo y adinerado, mos al autor; alzan la cortina y, al fin, sale
ya que está allí con una muchacha muy guapa: «Hame a nosotros, viendo entrar a Menéndez Pelayo. Un poco a l a fuerza, porque Mariquita Guerrero y J u ü a M a r -
dado en la nariz...» más lejos, don J u a n Valora, Federico Balavt... En otro tínez—la espléndida Peri—le sacan en volandas. Las
grupo, Núñcz de Arce, con Daniel López, su maestro de sefíoras so ponen en pie y agitan sus pañuelos. Los
Yo ful con Bonito Gómez líomán y Daniel de la hombres palmotean hasta echar chispas. Valera, Nú-
Escosura, dos amados de los dioses, grandes esperan inglés, y otros amigos de don Benito, su tertulia del sa-
lón de Conferencias y los que le acompañan en sus bu- Rez de AJCC, Daniel López, Bafart, Paquilo Acebal,
zas de la Arquitectura y de la Minería, que la muerte de pie en la platea, agitan sus sombreros en cl aire.
truncó muy pronto. AI pasar por la Cervecería Escocesa ceos por los barrios bajos cuando estudia tipos, hus-
mea almas y con una mirada escrutadora se adueña a Don Marcelino Menéndez y Pelayo da también amplios
vimos a Clarín, que ha venido expresamente de Oviedo sombrerazos y vocifera. Nosotros hemos enronquecido,
para ver Realidad y juzgarla (a tont seigneur tout hon- un tiempo de la vida de un interior y de una vida inte-
rior... Todo lo que Madrid, España, tiene de grande pero aún sacamos vítores de nuestro entusiasmo; el
neur) en La Correspondencia. E n el vestíbulo, Benito pintor parece resignado; la <nuchacha y Daniel son-
Gómez Román saluda a Luis Taboada. que tal vez aguarda impaciente ante aquel telón, que se levantaba
pocas noches antes ante O locara o santidad y aun ante ríen... Aquello dura, la cortina no baja y el entusiasmo
fué aquella noche cuando, señalando a un crítico que sube, Don Benito, modesto como .siempre y un poco
llevaba la cabeza manchada por una caspilla blanca, Roger Laroqiic o el mártir del honor, adaptación do una
novela ioHetinesca, <iue, como La panadera. El hovilre hurón, parece molesto y mira a cajas como implorando
dijo a unos amigos; de los tramoyistas que echen la cortina. L a echan;
de las figuras de cera y otros melodramas que del fo-
—Mirad: se le sale el serrín. lletín siempre montepinesco de La Corrrespondenciaha- pero tienen que subirla de nuevo..., y otra y otra vez.
Desde el anfiteatro vemos la sala, espléndida; bus- blan saltado al escenario de Novedaes, olvidaban los Por fin, enipicza nuevamente cl entreacto. Nuestro
camos en ella a los «hombres representativos». Un- que aquella noche, más que nunca, sostenían que el tea- explorador, mientras nosotros comentamos a gritos,
grupo de críticos: Fernández Villegas, el más revolu- tro y la novela eran g,ntÍtéticos. con la poca voz que
cionario de los críti-
cos, que por la eter- Por fin, el telón sube. Siseos acuciadorcs a los que nos queda, baja al ^^^^^^^^^^^^a^^^^KM
na paradoja española aún no se han acomodado; luego, silencio absoluto, y vijstibiilo y sube con
escribe en La Época, los actores comienzan a decir; es el mismo diálogo de noticiiis:
y siendo muy de los la novela, el diálogo galdosianq inconfundible, t a n na- —El crítico do El
primeros firma Z, co- tural, tan realista, que parec-2 diálogo vulgar y, sin País está vociferando
mo si /uese el últi- embargo, es, por su plétora do ideas y sensaciones, in- que aquel acto sobra.
mo; Joaquín Ariraón, coníundible, diálogo de fondo más que de forma; pero lEárbarol
El A bate Pirracas. te- de forma t a n servidora fiel del fondo, que tiene su estilo E n cambio, don
rror de cómicos y au- en una especie de huída consciente y buscada del esti- Marcelino ha dicho a
tores y espanto de ac- lismo. voz en cuello:
trices, de las que se De vez en cuando interrumpen el silencio religioso —¡Este es nuestro
adueña — oralmente, murmullos de admiración incontenible: los de arriba, Ibsen; asi le quere-
claro está—diciendo admirados también, no queremos perder una sílaba, y... mos!
en sus crónicas: oMi siseamos para acallar a los que son demasiado expre- Don Marcelino, gal-
tiple...» «Mi actriz..,»; sivos. Cada frase feliz suscita un nuevo murmullo de dosiano, y El País,
coronel de la Guar- aprobación; a la atención primitiva ha sucedido la contra Galdós; noche
dia Civil, tiene una complacencia, y los teorizantes de la antítesis fruncen de Realidad, ¿porqué
idea extraña de la el ceño y se miran asombrados. ¿Será posible que el me haces rememorar
propiedad y abusa público, aquel público que se acaloraba dos días antes conl igo las noches de
exageradamente del con O locura o santidad, tolere aquellas insulseces? Ele Cira?
posesivo; Luis López Luego, líos actos
Ballesteros, muclios Cafí el telón; aplausos a que nosotros damos todo el
calor de nuestro férvido entu-síasmo. El viejo pintor más sin que el entu-
más. siasmo decaiga; poro
«¡Don Marcelino!», nos mira, adusto, y dice a su moza:
—¡Pues no me'divierto! los hombres de la an-
JUAN BALAGUER dice con unción mís- títesis, los defensores
JOSÉ CALLE
Es un motivo para arreciar Íos aplausos. Otro mozuelo de 1892, que hizo u n
Que todavía no era el gran actor de más ^-^^^ ^ ^ e s t u d i a n t e d e Acto segundo: el acto pecaminoso; la casa de la Peri del teatro castella-
tarde, y q . e a n g i 6 ^ U^ ' . " . . 1 . a de .les ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^^^^ ^ ^ ^ ^ .^^^^^^ Manolo Infante con todo el brío nece-
y la casa de Federico Viera. ¿Es esto tolerable? Al pin- no (il), rasgan sus sario
La Esfera

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EMILIO MARIO EMILIO THUILLER MIGUEL CEPILLO


Director de la Compafiía que estrenó iRealidadi, que interpretó Muy mozo entonces, que d¡6 toda la realidad imaginable al Fedeiico Creador del Oíozco, mucho más difícil en su ¿poca que hof,
insuperablemente el Joaquín Vi:ra de «Realidad! y que le dejó marcado pora siempre

vestiduras. ¿Puede darse nada más absurdo que aquel dura aún^viva, lozana y florida, coa una admirable ju- turgia extranjera, sentimos la misma sensación de no-
Orozco que perdona? ¡Que diría Calderón si levantara ventud, nuncio de que su vida será secular. vedad profética y orientadora. Todavía podemos llamar
la cabe2a! Por desgracia para nuestro teatro, Realidad sigue a don Benito precursor... Demos gracias, ante todo, a
Yo, con la imaginación, he afeitado al viejo pintor siendo en él una obra nueva. Dos generaciones de auto- Lola Mcmbrivcs, por habernos hecho oír otra vez la
— q u e exulta en imprecaciones, a su juicio calderonia- res han pasado, sin aprender lá lección de dramaturgia buena nueva.
nas—las barbas que le imaginé al final del acto segun- que la obra encerraba. Sólo Benavente puede volar por Antes de ella y después del 15 de Marzo de 1893,
do. Su semejanza con Orozco b a desaparecido. las altitudes galdosianas, y, sin embargo, tampoco es dos Compañías intentaron igual aventura; fueron tam-
El público, tras de otras ovaciones calurosas, va sa- Galdós. Todos somos galdosianos; pero Galdós no apa- bién las suyas voces clamando en el desierto, y los au-
liendo d2 la sala; nosotros seguimos gritando aún, como rece por ninguna parte. tores españoles siguieron siendo, atite todo y sobre todo,
sí alguien pudiera oírnos. Bajamos, aíisbamos al maes- Oyendo ahora Realidad, treinta y nueve años después hombres de nielier. ¿Qué mucho si el mismo don Benito
tro y le seguimos basta cl Cafe Ingles, donde se refugia, do su estreno, los que la oímos entonces y hemos se- sesteó a veces—Homero en muchas cosas—en los cam-
modesto y humilde; luego seguimos nuestro camino guidos después, aticionados y curiosos, toda la marcha pos agostados y estériles de la dramaturgia vieja?
por la calle de Sevilla, tortuosa aún; pasamos por For- dei teatro castellano, vacilante y sin norte, buscador Deseemos mejor fortuna al esfuerzo de ahora; pero,
nos, pero no entramos. Aquella es noche mística, y el afanoso de caminos nuevos en los mapas de la drama- ¿la tendrá?
bullicio nos molesta. Además— ¿por qué no decirlo E l erial de que habló Clarín cuando enjuició Realidad
todo?—, han comenzado ya los bailes en la Zarzuela, en la época del estreno—la indiferencia del público—•,
y nuestra bolsa está aun más ética que de costumbre. perdura acrecentado. Ahora, justo es decirlo, el Teatro
E n Ja calle de los Leones nos aguardan un cuartucho Fontalba h a estado lleno, como en noche de estreno
interior, muy nuestro, en una buftolerla acogedora, y importante, en la noche de Realidad; pero laltaba en
unos chocolates—¡Oh optimismo juvenil!—con bu- los espíritus y en la expresión de las emociones produ-
ñuelos: a treinta céntimos por cabeza. cidas por la magnífica obra cl calor entusiástico que
Tres o cuatro horas de comentarios calurosos ante en pro o en contra de la creación galdosiana sentían
un mozo, lleno de pringue, que nos mira asombrado aquellos espectadores; no bajo.ban de las alturas las
por nuestra afonía, que le parece, ignorante de pompas cniudecidas ovaciones de antaño, ni las señoras acla-
y vanidades literarias, de un origen patológico quo bas- maban a Galdós, de pie en la platea; ni agitaban sus
t a entonces no había sido ni epidémico ni súbitamente sombreros en alto los primates de la literatura y de la
eficaz. crítica: de la crítica verdadera, seria, sólida y razonada,
Al día siguiente, lectura de periódicos. E n La Época, a lo Clarín, por lo menos, y a quo no sería oportuno
Zeda canta a Galdós; en los periódicos de la izquierda hablar ahora de Menéndcz y Pelayo.
(El Liberal y El País) arremeten contra el maestro... Cierto que ahora el calor creció a medida que los ac-
¡Siempre'la paradoja como expresión del alma nacional! tos fueron sucediéndoso; pareció como si primeramente,
El País dice nada menos: «Un fracaso para el autor do durante el acto primero, dominara al público la sor-
t a n t a s y tantas bellas obras.» presa ante aquellas escenas que «pasaban» como en la
El A bate Phracas, despectivo, «despacha» el aconte- vida, sin ajustarse a los cánones de la construcción
cimiento con una docena de líneas, y él, coronel de la teatral, desdeñándolos, como si el autor hubiese queri-
Guardia civil, ds son metUr las pone un estrambote do decir a las gentes, un poco modificada, la frase fa-
encarándose con don Benito y diciéndole: «¡Zapatero, mosa de Daudet: «I-a vida no es una comedia.» Aquella
a t u s zapatos!» era la v i d a misma. Seres q u e hablaban naturalmente
Dos días después. Clarín escribe en La Corresponden- aun para decir cosas transcendentales. Detrás de mí, una
cia de España un magno articulo, que llena una plana señora joven quo, naturalmente, veía por primera vez
y comienza así; Realidad, puso al acto este hermoso comentario: «Es
«Cultivemos nuestro jardín. H a y en él pocas flores; que piensan y dicen lo que piensan.» Hombres y muje-
rodéale un erial: la indiferencia del público...* res quo vivían su vida sin pensar que tenían enfrente
unos cuantos centenares de curiosos.
Y desde aquella noche cl erial ba ido creciendo y las
flores son cada vez menos y han perdido fragancia, y E n el acto segundo, la sensación dominadora de vida
a fuerza de atenuar sus matices, se han hecho desvaídas, real la impusieron fuertemente las figuras t a n honda-
casi incoloras. - mente humanas, y por eso t a n psicológicamente lite-
Noche de Realidad, noche histórica de una historia rarias allí, de Federico, apenas entrevisto antes; de la
que no hemos sabido continuar. Peri y de Augusta. Tres recias figuras galdosianas de
espíritu multiforme y versátil, como suele serlo cl de
los seres reales, contraríos, antitéticos a los personajes
do teatro, que ahora, como entonces, aunque pretenda-
H a n pasado treinta y nueve aíios. Murió Galdós y mos disimularlos, han de ser.como los pedía tenazmente
murieron también casi todos los actores que estrenaron un crítico famoso, {(caracteres sostenidos».
Realidad: María Gu:>rrero, Cepillo, Mario, Julia Mar- E n cl fondo, lo son enormemente los de Augusta, la
tínez... La muerte se llevó también a muchos, a muchí- Peri y Federico; y sin serlo, no serían caracteres. Lo que
simos de los mozos que en la noche memorable del hay es que no lo son a la manera de los creados por la
15 de Marzo de 1892 aclamábamos a don Benito, lia-. vieja dramaturgia: manera sintética y aun simbolista,
mandóle «¡cl precursor!» Los de entonces que no hemos J U L I A MARTÍNEZ que extraía una nota del carácter, le hacía uniforme
muerto somos viejos ya; sólo la obra admirable per- Bellísima actriz, que impuso ila PerU, papel peligrosísima en 1892 y monótono y construía asi un autómata teatral.
La Esfera
L a fórmula dramática que hasta entonces había im- verdad. Aquellas escenas son sobrias, no r o r una con-
perado, y contra la ciial venía denodado Galdós, era cesión al sintetismo dramático de la escuela vieja, sino
la de personajes entera y sólidamente buenos o malos, porque así lo pide su misma intensidad. I3e las gran-
sin mezcla ni matiz alguno do maldad ni de bondad, des emociones podría decirse, como de los grandes do-
distribuidos en bandos, a un lado los malos y a otro, lores, que son muchas. También son reales las alucina-
los buenos, y con final de antemano conocido, en c^ue, ciones de Federico; es la obse.sión que se hace imagen,
mediante fórmulas de una menguada moral casera, los con toda la tremenda fuerza de la obsesión misma,
buenos triunfaban de los que no lo eran. acrecentada en aquellas escenas por el cinismo de la
Las personas de Realidad no eran así. Eran, como Peri, por la generosidad de Orozco, por la hidalguía de
los Seres vivos, mezclas complejas de bondad y de mal- Manolo luíante y por la misma insistencia de Augusta.
dad; pero de tal modo sorprendía y sorprende aún que Desde mucho antes hemos visto surgir, en el espíritu
fuesen así, que críticos t a n expertos como Ixart, en- más que en las palabras de Federico, la idea del suici-
tonces, y otros ahora, hablan de la doble personalidad dio; y cuando t'ste llega, nos parece un hecho trágico,
de Federico Viera, o de la doblo personabdad de Au- pero también real y necesario.
gusta, creyendo aún creaciones dramáticas a la manera E l acto quinto es, desde todos los puntos de vista, el
antigua con un tinte modernista de análisis psiquiá- más atrevido de la obra. E n el fondo, la grandiosidad
trico que hacía pensar en el caso inicial de Félida. de la figura de Orozco parece contradecir lo mezquino
Xo había para qué buscar esas explicaciones sutiles. de la naturaleza humana. Su final elevación sobre las
Se t r a t a b a sólo, y nada menos, de un escritor natxira- pasiones y los convencionalismos sociales pareció a
lista, que llevaba ol naturalismo al teatro y construía muchos que trajeron a cuento a Calderón una ofensa
sus obras dramáticas como había construido sus nove- a la tradición hidalga del teatro castellano. E n la
las: con documentos palpitantes de la realidad viva. técnica, aquella escena estupenda en que oímos expre-
Por eso—y en esto estuvo el triunfo mayor de Reali- sar a Orozco y Augusta, que es a la vez un diálogo bre-
dad—el público, a pesar del llamado atrevimiento d é l o s v e y dos monólogos profundos, iba contra el gusto im-
dos cuadros, el acto segundo fué ya aplaudido.
Después, en el acto tercero, la vida—la vida, con toda
su realidad—sigue su curso; pero mansamente, en lo
externo al meros, sin la violencia dramática del segun-
do. La realidad de Realidad, y con
ella el teatro naturalista, venció
cuando la obra lué estrenada con
CSC acto que ahora ha convencido
nuevamente al público de la posi-
bilidad de CSC teatro.
H a y on eso acto tercero, con evi- RICARDO PUGA
dente transgresión de oíra ley táci- Orozco afortunado en la iRcalidadi
ta de la dramaturgia, que era ne- de Fontalba
cesario derrumbar, dos figuras nue-
vas, y ambas muy netamente gal-
dosianas: una, episódica, muy hui- gustó aun más que ahora, y, so-
da, Clotilde, y otra que puede bre todo—y por eso creo que es
parcccrlo, pero tiene allí el valor hoy mayor que entonces el erial
de clave del espíritu de Federico, la de que habló Clarín—, apasionó.
de Joaquín Viera. Los que comen- Ahora, el público, más frío o me-
t a n la doble personalidad del galán nos expansivo, no h a sentido, o
podrían comprender la realidad de cuando menos no ha demostrado,
esa figura con reparar en Joaquín aquella pasión.
Viera y en aquel libro de oraciones . Y ahora, Realidad, obra inicia-
que t a n t o juega en el cuarto acto; dora del teatro realista en nues-
es un íruto de la herencia, al que tro país, liega cuando los sno-
no sería difícil encontrar acomodo bistas habían declarado que ese
—lo mismo que a Clotilde, con ser teatro ora cosa de ayer y demues-
t a n diferente de él—en el que po- t r a que casi no ha nacido. Vol-
dríamos denominar simbolirimo al- viendo a la fuente, podríamos lo-
gorítmico de las leyes de Mendel. grar el teatro fuerte que anhelamos.
Y es que Gaídós, como el monje
austríaco, había mirado al mundo
exteriory había sacado de él, tácita
o expresamente, una ley natura!. No cabe hablar ahora de la
BI acto cuarto—c;l que más ha interpretación, y sería necesario
gustado ahora—vuelve la acción a hacerlo Lola Hembrives, Ricardo
la acrecentada intensidad dramáti- Fuga, Roses, Esperanza Ortiz y
ca; pero sin salir de los cauces de Fernando Fresno h a n hecho cuanto
individualmente podían hacer, y merecen por olio aplau-
sos y alientos, Ko hay para qué señalar defectos que no
son de los actores, sino del medio ambiente. Los actores
de 189'í tenían por su repertorio una preparación más
sólida y más ampha. Realmente sorprende ahora que
Lola Membrives y Ricardo Fuga puedan hacer tanto
LOLA MEMBRIVES
como hacen, y es enorme lo que hubiesen hecho en con-
Que tiene momentos de completo acierto en la Augusta de Fontalba diciones más iavorables.—ALEJANDRÓ MIQUIS

pcrante que anatematizaba los monólogos y los apar-


tes, írancamcnte inadmisible. Ahora ya, después de ff
haber visto materializados los pensamientos por medios
más artiiicíosos aún, esos monólogos-apartes no podían
ni sorprender ni disgustar. H a n adquirido su verdadera
s'gnificación psicológica, como pueden tenerla más
clara, en una sociedad más ampliamente comprensiva
y menos calderoniana, la elevación de Orozco.
La aparición de Federico a Orozco, en esa escena fi-
nal, pareció a muchos, hace treinta y nueve afios. re-
curso de melodrama; después, otras semejantes han
sido tomadas como nianiíestaciones de un teatro no-
vísimo. Ni lo uno ni lo otro. En el pensamiento de Cal-
dos, la imagen fué subjetiva, igual y determinada por
motivos análogos que la de Orozco en el acto cuarto.
Sin duda, alguien pensó que aquella aparición pu-
diera ser un recurso de fuerte dramatismo o quiso-
matei-iidi/.ar el abrazo de perdón, y la imagen subjeti-
va en el t e x t o se hizo objetiva en la representación.
Eso y el detalle de que ahora se ha prescindido, de
que se iluminase misteriosamente el salón de billar
cuando la aparición va a surgir, que si es de Galdós,
podría ser tomada como o t r a anticipación.
Se ha dicho, tomando como artículos de fe palabras"
de la crítica ignara de aquel tiempo, que Realidad
fracasó en su estreno. No fué tal. Frente a los críticos
incomprcnsivos, estuvieron entonces los de mayor cul-
t u r a y mayor talla intelectual: Clarín y Zeda. De la^
ESPERANZA ORTIZ impresión en el público, do las ovaciones clamoro- F::HNA:IDO FRZSMO
Kac'u b::IU, como p W ; el papel de la Pcri, pero q u ü á demasiado sas, podemos hablar los que no hemos olvidado Que convence al público haciendo en Fontalba el J o a q j l n Viera,
fina,,. (lot. Walkcn, aquella noche memorable. Aquella noche. Realidad que estrenó Mario en la Comedia (For, Alfonso)
La .Esfer

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' T E M P L O S
If-ual que el alarife que a golpes en ¡a piedra en que, cotno los dioses del viejo paganismo,
concreta RUS ensueños, asi haz tú con tus rimas; no habrá de ser eterna siendo, como es, divina?
piletas que tu pluma sea un cincel que labre
para que no se borren las cosas que tú digas. ¿Homero no es tan grande como Júpiter? ¿ Baco
supera a Anacreontc en fecunda alegría?^
Más que escribir, esculpe ; que todo lo que sientas ¿ y Venus es acaso mds bella que las diosas
y pienses, que el concepto que tenidas de la vida, que en mármoles de Creta labró el' cincel de Fidias?
lo dejes, como en mármol, grabado a ¡innos trazos,
para que nunca pierda su resonancia lírica. No, no; no desespces... Poeta: si lo eres
de verdad, si haces versos con savia de la vida,
Cada ¡rase, una idea; sé profundo: que nada tú serás tan eterno como un dios del Olimpo:
sea vano; que en todo lo que tu mano escriba que si él lo es por su esencia, tú lo eres por tu lira.
vibre siempre una ráfaga de verdad tan ardiente,
que el viento de los siglos jamás pueda extinguirla. Crea; el secreto es ese, crear; que lo que sientas i
y pienses sea luyo; qtie en todo cuanto digan
Perennidad; a eso debe aspirar tu numen. ponga tu alma su sello, cotno en un huerto tiene
Perennidad: la meta suprema adonde aspira cada flor el aroma de su fragancia intima.
llegar el hombre en todo aquello que labora,
y más si entre sus manos lo que hay es una lira. Más que escribir, esculpe; que tu obra sea un templo^
en cuyas piedras todas tus ansias infinitas
Poeta-' si los dioses son eternos, tu obra Se vean concretadas; un templo en el que, eterna,
¿por qué—no desesperes—no ka de llegar UH dia arda de tus ensueños la lámpara votiva.

(Fot. Gante) FERNANDO L Ó P E Z MARTIN


EO Lm Esfem
Un varón de altas prendas espirituales
La fe encendida y la voluntad
férrea del Padre Juan, levantan un
templo a la Virgen del Carmen r ^^-Sv/*':

1X>S SSFUERZOS D E L O S M Ú S C U L O S Y EL FERVOH


DEL ESPÍRITU
i'fi

P ORTEABA, las féiTeas vigiietas, iba de acá para


allá con las esportillas Utnas de tierra, vaciaba
los camiones llenos de ladrillos, hincaba la
pesada espiocha en la miga de los cimientos o trepa-
ba por los andamios, a pique de caerse... Llamaba la
atención de las gentes transeúntes aquel obiero ves-
¡m,
tido de obscura estameña que trajinaba con ardo*
roso alan entiegado al trabajo rudo de la descarga
de piedras o la colocación de ladtiUos. Y cuando
acababa la cotidiana tarea, el trailecito tendía ha.
cía el cielo sus manos encallecidas, ofreciendo con
humildad y lágrimas a Dios los esfuerzos d e sus
músculos y el fervor de su espíritu.
Cundía la tarea. Crecían como una bendición Um
paredes del templo, y ti P a d r e J u a n sonreía di-
choso de ver el pequeño grano (.^invertido en mag-
§..
nifica espiga.
Se hermianaban en el fraile calzado las dos virtu-
mi
''des sin las cuales, según Prudencio, todas las de-
más son viudas: la paciencia y la lortaleza. Guiado
por el amor a I>ios, su trabajo era para él una
t
itesta, y cada día empezaba con más brío su esfuerzo
ardiente y denodado, sin notar el cansancio y áee^

Ii,'

uMÉi«,»-. • I i'«'
^^m^míÉ^*

iBtarioc da la Wada de U Vlrgra del Carmen. (ocenstniUa redenUmem*

brimiento que nos ataca a nosotros en los x)medios de cualquier obra huma-
na que emprendemos, acedía espiritual que tantas veces frustra nuestros
propósitos, haciéndolos estériles, recordándonos las palabras de fray Alon-
i i'K: • : so de Cabrera: Vetterunt filU usque a4 partum et vires non habel parUtriens.
f'^^'^. («iCuántas voces hanllegíido los hijos a punto de nacer, y por no tener fuer,
zas la madre para ayudarse se han quedado y mal logrado!»)

I.A CAPILLA ERA PEQUEJÍA PARA EL NÚMERO D B FIELES

La fe y la voluntad del fraile calzado culminó en esta espléndida iglesia


([ue se alza hoy en la calle de Ayala, y que el Padre J u a n ha puesto bajo la
advocación de la Virgen del Carmen, Y el reportero, más dado a los trivia-
les menesteres humanos que a las p'ofundas meditaciones religiosas, ha visi-
tado en su iglesia a este varón de t a n altas prendas espirituales,
Kn tanto le pasan recado, otro fraile de la comunidad, joven y de trato
llano y simpático, me cuenta, a requerimientos míos, algo de la vida de su
hermano de religión. Y su boca se llena de alaban^tas p a r a el ausente,
^ E l Padre Juan—me dice—•vino a \tadrid el año de 1924. instalándo-
se, a su llegada, en un piso de la calle de Serrano. El hermano traia la
misión de restaurar los conventos de los Carmelitas Calzados en Castilla. A
los dos meses de estar en Madrid compró este hotel de la calle de Ayala, y
poco tiempo después se inauguró la capilla...
Lallegada del P a d r e Juwi corta la charla. íís alto, en-
juto, vivai... Se resiste a hablar de su obra, v sus pala-
uib^Mdo'en IM ' " ^ comedidas y tímidas dejan entre unas y otras un
r••l^--a,.';• .•;H<K?^",i!'ír>lj:'
obfu de la capiOa ligerfsímo bache.
La Esfera
—¿Cómo se inició en usted, padre, el propósito de levantar este magnilico templo?
—^La capilla e r a pequeSa para contener el gran número de fieles. Todo ej
mundo me hablaba de la necesidad de ensancha) la, y yo rumiaba día y noche
la idea de levantar un templo en celo de Dios, y para gloria de la Virgen San-
tísima. Y pedí permiso a los Superiores píira levantar la capilla en esta forma.
Cuando me dieron la autorización, encargué al arquitecto sef cr Fipollés que me
presentara un proyecto de templo de estilo bizantino. Yo he diiigido las obras...
—¿Sabe usted Arquitectura?
—El fraile—me dice sonriente—sabe de todo...
SL OBRERO Y SU OBRA
—-Usted ha trabajado en las obras...
—Sí—dice con modestia—, desde los cimientos a la cumbre. H e hecho d e
todo. He descargado camiones, he subido los soportes, be formado los anda*
mies. E s t a es obra de elaboración y obra milagrosa de la Virgen y San Rafael,
a quienes tengo una devoción ciega—a&adc el P a d r e J u a n con voz cálida y
emocionada, nacida toda ella del amor al Santísimo Sacramento—. En laslágri-
mas, los sudores y fatigas yo siempre be encontrado consuelo y refrigerio en
el Santísimo.
—íCn^ritin oe r/imenzrt la o b r a '
—Ei 14 de Agosto del aflo pasado se puso el prmier ladiUlo, y el día de la
Purísima del mismo año ya estaba hecho lo que se llama el «cascarón» del edifi-
cio. Costó tres meses. Descansé tres meses (Diciembre, Eneio y Febreío), y
en Marzo empecé la decoración del templo. L a primera misa se ha celebrado el
día de ia Purísima de este aflo.
—'¿Cuánto ha costado?
—Yo lo calculo en cerca de un millón.
—¿Y quién ha dado ese dinero?
—Parte de él han sido donativos de fieles, y el resto, de personas de mi in-
timidad.—^Y añade:—Aún nos faltan algunos detalles. L a decoración de la iglc-
sia la han hecho discípulos de Benlliuie.
—¿Cómo empezó usted, Padre Juan, a relacionaise con los fieles o familia.^
de Madrid?
—Por la organización de la peregrinación caimelitana a Koma ti I Í 25, con
motivo del afto jubilar. Por cierto que fué una de las más solemnes y concurri-
das que se presentaron en la Ciudad Santa. ¡Fué admirable, créalo!—me
dice entusiasmado.

£1 Padre )aui, can Qo obran, trabsjftndo eo I* cApuIa de U capilU

LA INAUGURACIÓN DBL TBMPLO

—La inauguración del templo h a constituido un acontecimien-


to—añade con fervor el Padre Juan, sin podei disimulai su ale-
gría ingenua—. P a r a darle esplendor a las fiestas religiosas
celebradas, han venido el Padre General de la Orden y el Padre
Procurador General. Se ha celebrado un triduo solemne, y las
fundones matutinas han resultado magníficas, oficiando de
pontifical, el primer día, el Nuncio de Su Santidad; el segun-
do, la parroquia de la Concepción, y el tercero, el reverendo
Padre Procurador de la Orden Carmelitana, predicando los t r e s
días el Padre Salvador Molla, de la misma Orden. A las ocho y
media de la m a ñ a n a hubo misa de comunión general, celebrada
por el R e v m o . P . General y el Provincial de los Carmelitas de
.\ndalucia. Por la tarde las funciones religiosas consistieron en
trisagios maríanos, motetes, plegarias a la Virgen y sermón,
predicando los reverendos P a d r e s Luis María Llop, J u a n
Fernández y el referido Padre Molla. La última noche ha dado
la bendición el excelentísimo señor Obispo de Sión, dándose
enseguida a los fieles la bendición papal, concedida principal-
mente por Su Santidad el Papa Pío XI, con motivo de t a n
extraordinarias fiestas. Los cantos han estado a cargo de la
reputada Capilla Carmelitana, Schola Cantorum Carmelitana,
de Jerez de la Frontera, reforzada por valiosos elementos de
e s t a corte. Con motivo de t a n solemnes fiestas se han reunido
en esta residencia de Carmelitas religiosos de varias provincias.
Visitamos la iglesia.

L a luz penetra en este bello templo a través de ias hermo-


sas vidrieras de co'ores, las cuales muestran Jas altas cuali-
dades artísticas de las obras de Mauméjean.
E l cupulín está decorado p:)r doce vidrieras con figuras
venerables de la Orden del Carmelo. E n el coro hay cinco
ventanales con figuras, y en la nave, tres ventanales y dos
grandes rosetones que representan escenas ciilminant-ís, he-
chos piadosos o gloriosos, también de la Orden.
Los ojos del frailccito brillan de contento. E l P a d r e J u a n ,
humilde y tímido, ve hoy rematada su tarea. Ha levantado
un templo con fatigas, sudores y trabajos, y hoy llegan á su
iglesia, en jubilosa romería, los príncipes y jerarcas d e la Igle-
sia para bendecir a su hijo bien amado, a este fraile que ha
convertido en fábrica de ladrillo y pie-
CrUto del Comudo, mac' d r a sus ardientes plegarias,
niflc* Intagen que le con-
"5^¿r'?Sr' '^'-<'"^° "^^ CONTRERAS
12 La Esfera
j III jiiht iiiiKiiiiiiririiixiiiitiiiMiiiiiiimiiMiiMiiiimtiiitiriTir niiriiitiiir iiitii iiiiiiiiiiiiPiPiiiiiirplimiliiiUPIiHiiiintiHiiipiiiimiriiiiiiiiiiiniiiiiiiii i i iipiipiNiiiiPiiiriiiriririKiiMiiiiMtuin MM'I iitiiiiiiiiiiiiitpiíppiiiititiiptiiiipriipiPiPiprpppiiiiPH.

T I II1111IIII >•'•>• M i l

«San Francisco de Asís», cuadro de Francisco Villodas

ANTES DE QUE SE OLVIDE...

La V IsI ó n española d «rovere o»


O se enfaden conmigo con ios corderos y los lobos,
N 1 o s ortodoxos q u e
creen que no se debe
hablar de las cosas santas.
con los asnos y c o n l o s
hombres. L a efigie de Alon-
so Cano es la de un místico
Imaginen que la Iglesia no español, la d e u n contem-
ha santificado al PovereUo. plativo. A c a s o así fuera
El PovereUo, aparte su fe ar- Francisco de Asís cuando
diente, visionaria, luminosa se acercaba la hora de su
como la de unMurillo man- agonía; pero antes, ¿no co-
co, sin manos para dibujar nocéis cómo le ha evocado
ni para pintar, es u n poeta; Chartran empujando sobre
un poeta panteísta enamo- la tierra la reja del arado,
rado, más que de Dios, de la que arrastran dos poderosos
obra que Dios realizó sobre bueyes, é improvisando al
la tierra. paso las hermosas estrofas
de SQ lamoso Cántico da los
Acaso antes de que la creadores ?
banalidad de nuestra E d a d
haga olvidar al santo de El PovereUo es todo vo-
Asís, importe mucho seña- luntad, todo desbordamien-
lai á nuestros pintores y á to de corazón; en su vida
nuestros escultores esta vi- las Dalabras misericoraia y
sión nueva de nuestro her- trabajo r e p r e s e n t a n u n a
mano Francisco, del amigo misma cosa; en él el amor
de ntií-stros hermanos infe- es un sentimiento t a s in-
riores en la escala zoológica. tenso que abarca desde la
El arte esoañol no vio en el Providencia creadora h a s t a
PovereUo más que al asceta, el más pequeño y desvplido
al tétrico eontemulador de de los seres; su amor no
la Mi' erte, al soñadoi de sólo cura y salva y hace
otra vida donde no es nece- milagros, sino que vivifica
saria la misericordia, porque á los árboles y á las Üore^
es el reinado absoluto de la y á las piedras y A la tierra
justicia. fecunda. Mas que un senti-
do cristiano de la vida, es
AKI lo esculpe Pedro de un sentido poético el que
Mena en s j prodigiosa es- ilumina la poderosa inteli-
cultura de la Catedral d e gencia d e l Santo, ¿Cómo
Toledo: encuadrado el ros- los pintores españoles no la
t r o en la capucha, escondi- conciben sino e i éxtasis, en
das las manos en las man- l ú g u b r e s contemplaciones
gas del sayal frailero, los de la Muerte, en la exal-
ojos fijos en el cielo, tudo tación religiosa que le lleva
Francisco está en su mirada al trato material con las di-
puesta en el mAs allá. La vinidades? El Arte español
figura enhiesta y rígida, rí- no nos ha dado la visión
gidas ¡as arrugas de la esta- del poeta, que como un tro-
meiía, Alonso Cano h a con- vador arrastrara las m u -
densado el alma entera del chedumbres con la suges-
Santo en l o s ojos. Nada tión de su fe bella y Cauti-
menos humano, menos-fra- vadora como la palabra de
ternal, menos sem-illo y te- Cristo. Las gentes le seguían
rreno que esta efigie de il.i- y cortaban las hilachas de
minado. No es éste, no, el su hábito, que conservaban
santo que hablaba con las como reliquias. El siglo en-
avecillas y con los peces. «Cabeza de San Francisco de Asís», cuadro de «el Greco», que se conserVa en el Muieo Hispánico
de Nueva Yoik
La Esfera 13

tero. Con sus señores y su clerecía, con sus costumbres escuela madiileña. El Poverello está en su cuadi"o arro- mentó capaz d e mirar frente á frente la aparición ce-
galantes y su corrupción, ccn su pueblo envilecido, se dillado ante el seiafín que desciende del cielo y pone lestial.
estremeció ante aquella resurrección del pensamiento sobre él las mancas gloriosas de la Cnjcitixión. E n la Pinacoteca antigua de Munich tiene Mo-
d:e Cristo. Durante una hora en que el Santo estaba Z;\rbarán, a'istero, nos le ofrece muerto; la noble ca- rillo el único Poverello humano y real que ha producido
absorto en oración, un pintor fíriego, llamado Melor- beía descan.sa sobre una teja. L a calavera simbólica el arte español. Allí está el Hermano Francisco, tal
mus, trazó su rr'trato; el primer retrato que se pintó es su única compaííía; dos cirios le alumbran, en ligar como él era, rodeado de la muchedumbre que le se-
en la Edad Media. del sol, que el Hermano Francisco amó tanto. guía.
No es u n a mera casualidad esta influencia del Pave- No queda en el Musco del Prado otro cuadro español U n paralitico ha caído ante él sollozante, y el tauma-
fcllo en el Arte; es que era el primer hombre qi.e mere- dedicado al Poverello que uno de Muríllo. Sin duda este turgo le ha Curado. Aun en este momento de realizar un
cía ser retratado; el primero que santificaba Á la Natu • pintor fué el único artista nuestro qi.e t u v o de San milagro, de ser como Crisio, el pincel de Murillo trazó
raleza y A la realidad de la vida, fuente de todo arte. Francisco la idea de que su santidad era un desborda- ante todo un hombre que inflamado de amor á sus se-
Subsiste uno de estos retratos, pintados,del natural; miento inagotable de amor humano; no un deliquio es- mejantes realizaba en sí mismo el mayor de los mila-
es un fresco sobre un muro de Subiaco, la antigua Te- piritual, ni un cobarde temor de Dios y del misterio de gros: el de poder acercarse á la divinidad sin dejar de
baida, donde el Santo se retiró á orar. Allí aparece tal la otra vida. E l cuadro del Prado, hecho, sin duda, para ser humano. Y esta concepción t a n h u m a n a del Pove-
como era: «un campesino, con el rostro moreno sin be- servir u n encargo, n o expresa completamente esta rello en el pintor idealista es t a n intensa que llega en
lleza, la apariencia desoreciable, las ropas sucias, los idea. el c j a d r o de Munich á perfecciones de técnica que aca-
pies desnudos y groseros...*, según nos lo pinta i.n clé- E l pintor tenía que representar el símbolo de la Por- so superen al mismo San Antonio de Sevilla. Otra re-
rigo que lo oyó predicar en Bolonia. Debajo del retí ato ciúncula. A'in así, el San Francisco que cae arrodilla- presentación, llena de originalidad y de majestad, nos
de Sabiaco se dice en latín: «Hermano Frsncisco...» do en los escalones del altar ante la aparición de Cris- dio Murillo de Francisco de Asís en el cuadro que con-
E n el arte español el hermano Francisco, el herniíino to y de la Virgen no es un místico de soliloquios env\ - serva el Museo Provincial de Sevilla. Cristo se desclava
Poverello, no tiene realidad. \. través d e nuestros jjin- vadores, sino u n hombre d e acción, un recio tempera- de la Cruz p a r a abrazar fraternalmente, humanamente,
tores no podríamos co- al que resucita sobre la
nocer la enorme influen- Tierra, en plena E d a d
cia que este nuevo Cris- •I n u i l II11IIII111(1 Media, su amor á los
to ejerce en su éooca. humildes, á los caídos, Á
Nuestros pintores toman l o s miserables. E n el
á Francisco de Asís en la Museo del Estudio d e
época de su exaltación, Ñapóles h a y otro San
dos años antes d e su Francisco en que Mu-
m-.ierte, cuando ha pa- rillo, r e n d i d o forzosa-
sado la escena misterio- mente al Convenciona-
sa del moqte Alvemo, lismo místico de su épo'
donde se había retirado ca, nos da también esta
durante cuarenta días, sensación humana d e l
en una paráfrasis d e l Poverello.
retiro d e Je.sús. Los pin-
tores españoles no q. i- A mediados del siglo
sieron conocer s i n o al pasado Luis Viardot ha-
Santo prí vilegiado qu e bla de un San Francisco
había recibido en su pro- de Asís que estaba en
pio Cuerpo los estigmas el Museo del Rey, que
de la Crucifixión. es el Museo del Prado,
pintado por Mateo Ce-
E n la igle.sia de los rezo, «tan noble y t a n
Capuchinos d e R o m a bello como hubiera po-
hay un San Francisco dido pintarlo el propio
de Claudio Coello, S e Vao-Dyck»; pero no he-
advierte en este cuadro mos podido d a r con este
la influencia del fresco Cuadro.
d e Subiaco. El rostro Los pintores espa ñoles
Carece de belleza; es ru- no vieron que este Santo
do Como el de u n labrie- era el poeta creador del
go; el hábito muestra un sentimiento y de la com-
desgarrón en el hombro; •^h I prensión d e la Natura-
pero no es el hermano leza... Cid si'.s divinas
d e l o s animales quien palabras: «Nuestra her-
ora allí, sino el contem- mana la alondra tiene
plativo que quiere arran- una capucha como nos-
car á una calavera, h u r ' otros y es un avecilla
t a d a al descanso de fe humilde que va siempre
tierra irreverentemente, por el borde del sendero
e l secreto d e la otra buscando un grano de
vida... trigo. Y cuando la her-
E s t a misma concep- mana alondra se eleva
ción de San Francisco en los aires, su cántico
tiene*/Gí-eco. E n el Mu- es t a n delicioso, que aquí
seo del Prado h a y dos abajo l o s hombres se
Cuadros; uno de ellos es, detienen p a r a oírlo y
según el testimonio d e alzan los ojos p a r a se-
Cossío, una copia de es- guir su vuelo...»
caso mérito; en el otro ¡Hermano lobo, q u e
se nos ofrece al Poverello Cumplirás t u palabra de
dialogando con un Jraile no hacer daño á las her-
ó meditando sobre la de- manas ovejas; hermanas
leznabüidad de la vida golondrinas, q u e deja-
humana, simbolizada en réis de gorjear para que
el viejo mito de la cala- se oiga 1 a predicación
vera. del hermano Francisco;
Mirando al cielo, pen- hermana cigarra, que le
sando en sí mismo, alu- acompañarás chirriando
cinándose con la visión en su camino; hermano
anticipada de la morada ruiseñor, que le desper-
celestial, lo encontramos tarás e n l a hora de
también en el Museo del maitines; hermanos t o -
Prado, interpretado por dos vo.sotros, aves y pe-
Ribalta el Viejo. S a n ces. Cuadrúpedos, rep-
' Francisco enfermo, ago- tiles é insectos, puesto
nizante, escucha en éx- que tanto o a amó el
tasis la música que t a ñ e , Poverello, haced que en
un ángel. Helo aquí en- el Arte español surja la
t r e los cuadros d e Ribe- figura del hombre más
ra. Otro ángel interrum- humano que han cono-
pe Su éxtasis y le ofre- cido los siglos y del más
ce j n don del cielo: agua grande amador de la Na-
cristalina, símbolo de la turaleza, q u e supo en-
pureza. Eran, sin em- contrar á la Divinidad,
bargo, estos pintores de como u n pantefsta pri-
'a escuela valenciana, le- mitivo, en el portentoso
vantinos que recibían su espectáculo d e i TJni-
inspiración y su técnica versol
de Italia.
lllllllllllllllllllllllllllNlllItlIlllllllllllllll
Mas he aquí al fraile
J u a n Rizi, pintor de la «San Francisco de Asís», talla policromada de Francisco Asorey MÍNIMO ESPAÑOL
La Esfera

L A S V I E J A S C O S T U M B R E S EN Z A N Z Í B A R

MODAS FEMENINAS QUE PERDURAN


UIEN bw:squtt fu un annario geográfico y estadía- cuelas Normal y de Comercio, líneas regulares de vapo- mercio que de ellas píidier? deducirse, han llevado á los
Q tico noticias de Zanzihar, podrá suponer, le-
yéndolas, f[Utí el Suttaniulo es un país en pleno
progri;;jO, deímitivamente entiado en la civilización.
res... Todo el aparato de la civilización, indispensable
para la vida moderna.
Ea la obra de los ingleses, que atraídos por la enor-
Estado.s que forman el Sultanado (Zanzíbar y Pemba)
todos los elementos que para su labor comercial han
considerado indispensables.
Teléfonos, estaciones de radio, escuelas primarias, es- me riqueza, de las plantaciones de clavo y el intenso co- E s también, como en todas partes, obra principal de
La Esfera 15

las Miaicmí'.-i católica y piotestante, que para mejor mujeies de Zanzíbar reunidas para comer, y que lo metanas, sino con unos extraños antifaces hechos de
evangelizar A\ país han llevado a él, con táctica muy hacen alegremente. Rizadas sus cabelleías i::on una cortezas arbóreas y muy singularmente decorados,
conocida, ttMl,js los elementos de instmcción que les «permanente» muy característica, vestidas poco más que las cubren, si no el rostro totalmente, la frente y
ha sido posil)!' acumular. sumariamente que lag euiopeas antes de la hora de la nariz, en que, sin duda, ven lo más característico y
I^ero, fsc» n j o''H'ante, y aunque los esfuerzos pcr- cenar y con los rostros pintarrajeados de la manera más persona! del rostro femenino.
a.'veranttís d¿ los 'nj.:líscs n o son d e ahoia, sino que lle- caprichosa y arbitraria, con una policromía detonante, Tan característicos como esos antifaces son los cal-
van ya más do un siglo de fecha, Zan2íbar no h a podido más aÜJi que el hambre, parece habeilas reunido un zado.s—que rectterdan el coturno de los trágicos prie-
s-jr totalmente transíoimaílo, y junto a. talos elementos afán parlero do ftcómadrcar», y ,ealizándoIe paiecc-n gos—y la enorme cantidad de joyay y amuletos que las
de civilización y vida moderna continúan perdurando, felices y satisfechas, y exhiben con sus gestos y acti- mujeres de Zanzíbar gusian de poseer.
con todo au intenís étnico y social y con todo su tudes propiamente musulmanes sus gustos femeninos Mostrarlos a las amigas es el placer, muy femenino
aspecto pintoresco, las viejas co«tiimbres de las razas dii un luminoso orientalismo en su atavío. por lo demás, en que el íotógraío lia sorprendido a una
f de las tiibus africanas, que en su mayoiía, en aque- Cuando el rito musulmán las otdcna cubrir el rostro, de las bellas de Zanzíbar, r e t r a t a d a en estas páginas.
llas islas, están formadas a ú n por musulmanes. lo hacen; pero no con velos semejantes a los q u e en
t^na de nuestras fotografías rcptescnta un grupo de territorios más de Occidc-nte usan las mujeres maho- (Fota. Vldoll
La Esfera
t6

(Pot. Venucd)

LA SOMBRA DE LUIS XVI


T ODOS los años aparece, ante los franceses,
ante ios franceses católicos y monárciui-
cos.ylegitiihistas, la sombra de Luis X V I ,
el Capeta, camino del cadalso, con su aureola
él, Luis XVI, solemne y galo, con so cprona y
su espada y su manto reaí...
Luis XVI ha ido pasando, poco a poco, del
mismo modo que la doncella de Orleáns, que
los años en la silenciosa capilla de Saint Denis.
Coincidiendo con la entrada de la primavera,
estos funerales por los dos pobres Reyes decapi-
tados tienen un aire bien triste, a pesar de su
d e santidad y de martirio. E n la capilla de Saint- Santa J u a n a de Arco, a la categoría de símljolo... tono do rigidez y do protocolo. Son algo desapa-
Denis, iluminadas por dos vitrales góticos, apa- Luis XVI v a siendo, para los buenos franceses recido inevitable y fatalmente ante las inquietu-
recen las dos estatuas de Luis y de María Anto- de la tradición, n a d a menos y n a d a más que la des d e la Enciclopedia y las afirmaciones del
nieta, con el medallón del pobre Delfín en el Gran Monarquía de ft*imaneras corteses, de los Derecho Nuevo. l.os Reyes que vienen después
fondo. Unas misas en la 'capilla solitaria, u n a madrigales bonitos, de los jardines d e Versalles, de Luis no son sucesores suyos: son sus enemigos.
exhibición de unos aristócratas enlutados... y de las cacerías, de Racine y de Corneille. Luis X V I Ya son hombres como los demás, y la Providen-
la ceremonia: que concluye hasta el año venidero. es el último retoíkt de la magnifica raza que va cia comienza a no intervenir en sus determina-
Sobre el pavimento de la capilla, unas cruces— de Enrique IV, t a n amado de Jos franceses, a ciones. Y esta pareja trágica, orante en la silen-
recuerdos do guillotinados ilustres—.unas flores, Luis XIV. I.uis XVI ya no puede decir, como su ciosa capilla de Saint Denis, es algo que h a pa-
u n a s coronas y unos paños n ^ r o s recuerdan l a abuelo, que el E s t a d o es él, porque el E s t a d o sado con el rodar do los siglos que se fueron, y
terrible escena de la Revolución. Y los Reyes empieza a ser en Francia y en E u r o p a «1 j u i ^ o que n o c^espertari ya más, porque dejó de ser
aparecep en actitud orante; ella, candorosa y de pelota, y la Bastilla y el cadalso, entre cantos carne p a r a trocarse en mármol...
rubia, preguntando, acaso, por qué no daban ga- de la Carmañola, al final. Pero Luis X V I es el
lletas y bizcochos á ios pecheros hambrientos; último roi de casta, y Francia le recuerda todos • JOSÉ SÁNCHEZ R O J A S
Constantino Meuníer
y el monumento
a \ Trabajo
tr^

Y A se ha inaugurado el monumento que el gran es-


cultor belga, y uno délos más grandes escultores
del siglo XIX, hubo de modelar y üscuipir en pie-
dra y bronce, en trozos diversos, y que ha tardado más
de un Cuarto de centuria en salir de los mussos para ver
la luz y ser colocado al aire libre como lo imaginara el
maestro, que quiso magnificar el Trabajo.
Ei escultor tardío—pues sólo a la edad de cincuenta y
un años alternó el modelado con la paleta—iué en An-
dalucía, en Sevilla, dOnde había sido enviado por el
Gobierno belga para copiar el lienzo de la Catedral del
flamenco malinés Van Kempen o Pedro de Campana,

El monumento al Trabajo, de Meunier, erigido en Bruselas

donde por vez primera ensayó el barro. Su pintura, que E n las viejas catedrales, los escultores debían adap-
por desconocimiento de la totalidad de la obra algu- tarse a los arquitectos; aquí, el arquitecto lia debido
nas críticos han pasado por alto, no dándole importan- amoldarse al escultor, y resolver. Y h a resuelto, según
cia o, lo que es peor, denigrándola, es digna de sus aute^ Meunier había imaginado, en cubo. Pronto podremos
pasados flamencos y en nada desdice de sus contem- ver la diferencia de colocación, puesto que en Charle-
poráneos de linos del siglo xix; ya nos indica el enorme roi, en ei Henau, en el gran país del trabajo, no lejos
estatuario que con Carpsaux y Rodín ha dejado trazas de la Universidad del ídem, se alzará en hemiciclo el
de una labor de conjunto y ai'flada, que cada siglo mismo monumento; es decir, el conjunto de las figu-
adquirirá mayor fania y relieve. En sus dibujos al car- ras que lo componen y de los cuatro altorrelieves
bón La muerta y en sus pinturas de Sevilla líl arras- que son el motivo de la grandiosa concepción. Además,
Iradeyo, y Los picadores, y El moitaguilla, y otros que aquí, en el país de los terrilcs y de las minas, lo sa-
hace años contemplamos en Gante, se adivinaba el es- borearemos más á nuestro placer; estará en su am-
cultor. P e Sevilla vuelve a su patria, en plena posesión biente, allí donde fuera concebid", si recordamos que
del talento que había de darle más fama que dibujos, u n a mañana el ^mariscal de las letras belgas», aquel
acuarelas y óleos, que, sin embargo, n o desdicen al lado Camilo Lcnionnier, autor del Macho, salió a recorrer el
de sus contemporáneos y amigos de fines del Segundo país negro en compañía de Meunier, el ilustrador d e su
Imperio, Ch. Í>c Groux y Rops, y Boulcnger, pasando libro, y anibos pasaron por los lugares en que Ycrlaine
por el francés Millet, quien contribuyera a revelar al habitara el «mejor de los castillosí, la prisión de Mons
piíitor-escultor las direcciones de su destino artístico. y los pueblos en que el gran pintor Vicente Van Gogn,
Su maestría tardía, pero segura, la aplica a las gentes y misionario protestante, se dedicara, antes d e pintar a
^ los paisajes industriales, cuya belleza heroica le había evangelizar las masas de mineros, y donde Verhaeren
venido a la mente en nuestra España. L a pintura le pa- Cantara un día en su casa de poeta en Caillou-qui-Bique,
recía insuficiente para sintetizar debidamente sus im- y donde el célebre Eugenio Garriere, minado por un
presiones. Y Meunier introduce el obrero en el arte uni- mal implacable, viniera a refugiarse y a descubrir uua
versal, en este Borinaje y en este país da Charleroi, vez más la belleza grave y doloroaa de la vida.
cuya visión ya había cantado Verlainc: visión de alu- \ Aquí fué, en efecto, donde Meunier diseñó sus grandes
cinado, entre aceros y fundiciones de vidrio y de meta- c imponentes figuras, que luego cincelara; aquí donde
les, minas de carbón y fábricas diversas. una noche, tras una catástrofe del mortífero gas gri-íú,
iápií; en mano, inmortalizaba el dolor do una madre
Cuando Meunier ideó su monumento, su Himno al que, cual Dolorosa, encorvada por una gran pena,
Trabajo, no pensó en la reunión de los trozos que ha- t r a t a de reconocer el cadáver mutilado de su hijo, que
bían de formar el gran bloque que hoy se alza a orillas yace completamente carbonizado en los corredores de
del puerto interior do Bruselas. Una vez terminados los la mina. Por ello esperamos la o t r a réplica del monu-
diferentes motivos, relieves en piedra y estatuas en mento al Trabajo, en hemiciclo, para poder juzgar en
bronce, quiso hallar un c abo; otros escultores y algunos estos parajes de visiones apocalípticas, de torsos des-
arquitectos ya han empicado cerca de treinta años en nudas, de íacies negras, de brazos nervudos y gestos
armar el gran bloque; los nnos ideaban un hemiciclo; nobles de aquellos que fueran u n día sus modelos.
^^-••'•^•'- • . .r'. otros, el cubo; otros, alguna colocación de las figuras
de una forma disparatada; hasta que u n concurso p ú -
blico entre arquitectos ha dado vida a los trozos sueltos,
RICARDO A Z N A R CASANOVA
\y ya se puede admirar a plena luz!
Motivo en bronce, de! montimentó Bélgica.

Altorreliere en piedra, labrado por el mismo Míunier, qus_form3 pa: [e del monumento Otro altorrelieve del monumento que ya abandonó en el Real Museo de Bruselas para constituir el bloque
«Cabeza de muchacho», cuadro de Rosales'
propiedad de don José Luis Gómez-Narro
La hsiera 19

DEL ENIGMÁTICO IMPERIO MIENTRAS N A C E


EL DESEADO PRIN-
DEL S O L NACIENTE CIPE HEREDERO

N o ha debido chocarnos
a nosot ros, españoles,
la referencia, publi-
p a s a d a p o r la i m a g e n d e la
Virgen patrona de la ciudad
•^llamada por cs'dde la Cin-
cada por la Prensa, de la t a del Buen T a r t o - ^ ' si no
ceremonia, celebrada en la la propia cinta d e la ima-
residencia ¡mpcrialdcToldo gen, que, por cierto, tam-
de la imposición del cinltt'- bién se trajo para la Reina
rón del embaraza a la empe- Victoria Eugenia, salo pron-
ratriz Nagako, consistente to y diclio.sameníe del dolo-
en una ancha banda de seda
que la cifie ol cuerpo, y A la roso trance, por, laborioso
cual se atribuye virtud para que sea;, Y análoga es la
conseguir un íeliz alum- creencia alto-aragonesa en
bramiento, y que las augusr /(I sábana de San Ramón, del
t a s personas que constitu- cual cuenta la tradición o la
yen hoy el Miltado tengan, leyenda—no estoy muy se-
por fin, un heredero varón. guro—q_ue habiendo recibido
En España h a y creen- cordial posada en una casa
cias parecidas, sobre todo del pueblo de Tronccdo—
en lo cjue se refiere a rccnr- si no me es infiel la memo-
sos milagrosos p a r a lograr ria—dejó el don de que a
«una hora cortita y feliz* la toda mujer a quíen se apli-
mujer encinta. En Tortosa. case la Siibana en que él
hay la de que poniéndole a había descansado s:ddrfa
u n a parturienta u n a cinta pronto y bien del teniiblq
Monumental imagen, en bronce, del Gran Buda, en Kamakura paso.
20 ¿íi Esfera
Y el MtUado ha sido hasta hace poco una de las dos
soberanías del Japón, la virtual.y sagrada, como/la.
temporal y efectiva era el Taikun. -'''
Nn es extraño, pues, que lus sacerdotes siñtofstas
intervengan en toda ceremonia relacionada con el IKI-
cimiento de un vastago imperial. H a n intervenido aho-
ra, para fijar las fechas de la imposición de aquel cin-
tiirón, la palatina, privada y la pública, que so celebra
más tard'j, e intervendrán desde ahora en la reconien-
dación pública de plegarias para que sea varón el reto-
ño que se espera de la Emperatriz, y en la celebración
de plegarías con igual fin, y al ceñirse la soberana el
inanto blanco, símbolo sintoísta de la pureza, antes de
enclaustrarse en el palacete del Kubiás ó Jardín de las
Fuentes, de la imperial mansión. V llegado el momento,
sacerdotes sintoístas, ante el altar d;; los antepasados
de la misma, el horciden, y ante el gran altar de Is,
anunciarán, con arreglo á su rito tradieional, el na-
cimiento, e intervendrán igualmente en sinnúmero de
ceremonias ante la imperial cuna, para ahuyentar a los
espíritus maléficos y convencerlos de que está muy
bien defendida.
Aunque de este enigmático país que Marco Polo
liiuiti^íara con el nombre de Cipango, que significa Sol
-Vacíente, y que los exploradores portugueses de Mén-
dez Pinto dieron el que hoy lleva, dijera Camoehs en
Os Lusiadas:

El Japón, donde nace plata fina,


qnc ilustrado será con fe divina...,

y aunque no dijo cuándo, hasta ahora la realidad des-


miente su poder de vate 9 adivino. No sé lo que tendrá

El íamoso ídolo ds Buda, de Kioto

En la mezcolanza de religiones que priva en el Ja-


p ó n se hallará inuchas seniejaniías—algunas de las
cuales destacaré—con la católica.
No es extraño que la religión se mezcle en todos los
actos importantes d:; Ja vida del Mikado. El propio
A'íilíaclo tiene un origen, según su tradición, puramente
divino.
h Sabido es que la historia nipona cuenta que cuando
las siete dinastías que reinaron en el Cielo concluyeron
de crear el mundo, los dioses Izanagui c Izanazami
enviaron a este planeta cinco dinastías de dioses, que
se repartieron el mundo. Como Júpiter, que no desde-
ñaba el amor de las mortales, uno de aquellos dioses
sedujo a la princesa Liajín, que le dio cuatro hijos, el
menor y más ilustre de los cuales fué el fundador de
la actual dinastía japonesa, llamado j i m u Ten (guerre-
ro divino), cuyo 122 ó 123 sucesor es el actual Empera-
dor Hirohito.

Aspecto exterior del templo dj B u d í , en Kioto

de divina la fe del pueblo japonés; pero no cabe duda


de que está muy repartida entre numerosas religiones
y sectas. 1-a primitiva, la castiza, desde luego, es el ,
sintoísmo. Pero ha de advertirse que casi no es una re-
ligión, *Si es una religión—ha dicho el vizconde Ken-
cho Scniatu—, desde luego es indígena esencialmente.»
l'ero lo es a la manera de las antiguas religiones griega
y romana. No tiene fundador ninguno, ni dogmas, en
el recto sentido do la palabra. Se ha formado con la vida
de la nación, con las costumbres y tradiciones, y es la
misma nación. Reconoce la inmortalidad del alma, un
poder sobrenatural, y rinde culto a lo.s antepasados.
Su doctrina consiste más en actos materiales que es-
pirituales. L a limpieza de la conciencia t r a e como co-
rolario la limpieza del cuerpo. Sus ideales de conducta
son la honradez y la fortaleza. De las sencillas nociones
resulta una vida magnífica del subdito y del ciu-
dadano .»
Sinto es palabra chiiyi, cuya traducción japonesa es
kaminomilti, o sea senda de los espíritus. Estos espí-
ritus son las causas creado-
ras ocultasy las almas de los
Templo de la divinidí antepasados que con ellas
Siva. en Tol'.lo van a vivir y gobernar el
.La.Esfém ;ai
Uiüverso, Kn su primitiva de la vida ulterior, con-
forma fué una especie de testaba: «Si nunca llegare-
panteísmo. Así, tiene eri- mos a comprender esta
gidos altares a los astros, existencia, ¿para qué pre-
los elementos y hasta los ocuparnos de lo que des-
rfos y los lagos, que eran pués de ella pueda suce-
considerados como divini- der?»
dades. £ s m u y exacta la Al injerto de la moral
observación, hecha por un de Confucio en el síntols-
ilustre escritor, de que el ino siguió el de las doctri-
J a p ó n puede ser llamado nas de Buda, que quiero
la Italia de Oriente, por decir f / sabio o el ilumína-
su origen volcárico, por la d<\ y cuyo verdadero nom-
frecuencia de sus impo- bre era Siddhartha, hijo
nentes teniblores de tierra, del rey Kapila, y de ma-
por sus métodos de cultivo dre t a n hermosa, que fué
y por la riqueza de sus t r a - llamada i\[aya, o sea ilu-
diciones y de sus mitos, so- sión, fascinación. AI bu-
bre todo. La deificación dSiismo, según algunos, de-
de su Emperador tiene be el Japón sus adelantos
mucho de las apoteosis de en política, en literatura,
los Cesares. en arte y ciencia, pero
también su in=iensibilidad
Aunque las fábulas se de corazón, la degrada-
han apoderado de las tra- ción de la mujer y el fata-
diciones del sintoísmo, el lismo que entenebrece el
Gobierno del Aíikado las alma del pueblo. Cuando
ha recogido y se ha hecho se entra en un templo bu-
cargo de los mil monuJuen- dista, en una pagoda, sor-
tos religiosos quecoiLside- prende t a n t o el parecido
ra nacionales y dedicados de sus ritos con los católi-
a tres mil setecientos kami cos, que parece hallarse
o espíritus, cada uno de el viajero ante u n a paro-
los cuales tiene erigido un dia burlesca de los segun-
altar con una urna, un es- dos: altares con estatuas
pejo para significar la cons- aureoladas, vasos con flo-
t a n t e observación de sí res, lámparas votivas. Para
mismo, una espada y una Varios centenares de las 33.333 imágenes de dioses otortadorea de ¡as más variadas nisrcedes que pueda apetecer la imaginación,
que no falte detalle, has-
joya, dones de la princesa en el templo de Kioto
ta la imagen de Maya, la
Liajín, la enamorada del madre de Buda, con su hijo en brazos. El sacerdote,
Sol, a su hijo Jimmu Ten, y un retrato de la divinidad ximas como esta: «Obrar con nuestros semejantes ccmo magníficamente vestido de blanco, hace genuflexio'nes
chica, como si dijéramos. quisiéramos que se obrase con nosotros mismos, es lo cada vez que pasa ante el altar, y reza unas oraciones
El templo de Kioto es famoso por las 33.333 imágenes, que se puede llamar la doctrina de la Humanidad: en u n a lengua que a veces ni él mismo entiende T r a s
(jue para el pueblo representan todavía divinidades n a d a hay más allá.s Y antes de que Cristo predicara el del altar hay una fuerte caja de caudales para las li-
a líis cuales lia de i^edirse buenas cosechas, salud, feli- presentar la mejilla izquierda a quien hubiera golpeado mosnas. Aunque Buda, como Confucio, no pretendió
cidad, tranquilidad, fortaleza, etc., etc.; muchos etcé- la derecha, había dicho Confucio; (dmita al sándalo, fundar ninguna religión, sus discípulos y sus sectarios
teras, porque son muchas, como se ve. Los sacerdotes que perfuma el hacha que le hiere.» Sin embargo, el lo dedicaron; y, trocado J a en divinidad, le erigieron
que cuidan del templo tienen mucho de nuestros clá- no crcerl:; dios ni semidiós, ni siquiera profeta, el y consagraron templos y crearon los bonzorios, insti-
sicos ermitaños y santeros; no hacen votos ni estudios pueblo chino, no impidió a la leyenda aureolarlo con tuciones muy parecidas a nuestras comunidades re-
de ninguna clase. Mañana y tarde, los domingos, ves- un origen milagroso: su madre, fecundada por los rayos ligiosas, y una liturgia tan parecida a la católica, que
tidos de blanco, hacen su ofrenda de flores > frutos en del Sol, no sabía cómo explicarse su embarazo. Sin- no es extraño que San Francisco Javier, sorprendido
el altar y recitan una oración en alabanza de la divi- y horrorizado por aquel parecido, no pudiera menos
tiendo que éste tocaba a su término; abandonó su al- de exclamar; «¡Todo esto no es más que artimañas de
nidad, tocan una campanilla o un gong, hacen un par dea y caminó hasta.caer rendida de cansancio, a orillas
de reverencias, dan dos palmadas, y se acabó la cere- Satanás! ¡Se ha traído a este país los ritos de nuestra
de un gran lago, donde dio á luz á Confucio, a quien santa religión!»
, monia. El sintoíspio no.tiene grado, ni libros sagrados, depositó en una corola de flor de loto recién abierta,
ni prohibiciones; es el culto-de la histoiia y de los hé- que se cerró de nuevo, y en cuyo perfiimado lecho halló
roes. Por eso tanibiCn cae bajo la jusrisdicc'ón del el niño abrigo y sustento abundante hasta que llegó No es cxtrafio, pues, que el pueblo japonés tenga su-
Alikado. , ..' ; " a edad de poder emprender sus predicaciones- Tampoco persticiones muy parecidas a algunas creencias nues-
Cualquiera creerá, después de leído lo anterior, (^ue demostró Confucio conceder gran importancia por las tras, como ocurre con la que ha motivado este arlícii-
es el país de mayor fe. IS'o acertará mucho, aunque no cosas del más allá. Tan ijgca, que interrogado acerca lo, ni que, en realidad, sobre todo la clase culta antes
se distancie mucho de la exactitud. Expliquémonos. mencionada, sea, por lo general, descreída. Al japonés
El japonés culto, por lo general, es descreído. No siente culto el cristianismo le jiarcee una doctrina digna de
la necesidad de creer en nada de ultratumba, no sien- rcsiicto y de estudiar, sobre todo su influencia en el
t e la curiosidad, el ansia de investigar la verdad teo- mundo. Hasta la secta de Sin Yodo, monoteísta y com-
lógica. Estudia, investiga, analiza y busca una causa batiente, se acerca mucho al cristianismo: no cree en
científica y justa de la e:iistencia. Ante cualquier dogma milagros ni en nada que se salga de los límites científi-
religioso, lo examina con atención y no se declara pre- cos; respeta a Cristo como a un hombre bueno, y lee con
íeriintementc por ninguno. Es la inllnencia del gran es- atención los Evangelios para citarlos en sus sermones.
critor Yutuchi Fukuzawa, director del jiji-Shinipo y Los misioneros cristianos han hecho muchos prosé-
de la Keio-Gijulíu, la mejor Universidad japonesa, el litos; pero no es ése sn mayor triunfo; el mayor es el
cual solía decir: ANO hallo diferencia entre las religiones. haber infiltrado el cristianismo en el espíritu japones,
E s necesaria alguna: cristianismo, budhismo u otra, hasta el punto de que se nota hace ya mucho tiempo
p^ues sin una no hay paz ni soguiidad en los pueblos. en algunas clases ilustradas creyentes la tendencia a
El te. Hiendo verde o negro, siempre es te. Cada comer- formar una filosofía confies preceptos de Buda, Confu-
ciante alaba et que vende. Lo único que debemos exi- cio y Jesucristo. El cristianisriio, pues, es el último in-
gir es que la mercancía sea de buena calidad.» Cómo jerto que recibe el sintoísmo. ;
se ve, jxir esta metáfora, que estamos en el país del te,
la leyenda de cuyo origen es poéticamente religiosa: Después de leído lo cual por quien lo ignorase, tam-
la aromática planta es hija del milagro. Un piadoso ere- poco extrañará que a princiijios'del presente siglo so
mita llamado Dharma, de época muy remota, había tratase seriamente en el Consejo Privado de la posibi-
hecho voto de no dormir nunca, para no interrumpir lidad de convertir al Japón oficialmente al cristianis-
sus oraciones. Rendido de sueño, quebrantó su voto, mo. Kl Príncipe I t o , decano de los consejeros y el ver-
pues se quedó dormido co'mo un lirón. P a r a evitarse dadero gobernante del Japón, era el promotor del asun-
la recaída en tal quebrantamiento, se arrancó heroica- to, y en su plan entraba el lanzamiento d e u n edicto
mente los párpados. Al día siguiente, en el sitio donde adoptando el cristianismo como fe, oficial. Eran los
habían caído se vio unos arbustos cuyas hojas produ- tiempos de la evolución y del progreso con que el Ci-
jeron al_ solitario, que se las llevó curioso á la boca, pango asombró a poco al mundo. Y éste propósito do
una excitación t a n extraordinaria y alegre, que le pre- cristianarlo es un fenómeno que no se estudió bien a
dispuso a orar con mayor fervor y le mantuvieron siem- su hora, porque abortó por oposición del propio Mi-
pre despierto. kado. Pero sn causa no debió estar en la persuasión
adquirida de ser el cristianismo la verdadera religión
L a indiferencia, mejor dicho, la falta de i^arcialidad La fe debió jugar bien insignificante papel en aquello.
Probablemente el Prfncipe Ito creyó que su proyectad?
por una religión determinada, manifiesta en las frases proclamación oficial de íe cristiana ayudase mucho a
reproducidas antes del gran universitario japonés, se las ambiciones imperialistas niponas recién despierta;,
explica, sobre todo, teniendo en cuenta los injertos que Y no es menos probable que el Mikado se opusiera a
la nacional, el primitivo sintoísmo, ha sufrido de otras tal proclamación precisamente poT creer que para rcE-
religiones, empezando por la de Confucio, el gran fi- lizarla convenía más dejar al esiiírit'u nipón en el pié-
lósofo cuya cuna se enorgullece de ser el Celeste Im- lago de sus revueltas creencias religiosas, t a n mezclf-
perio, que le considera como la figura más grande del das, que por eso misnió h a n vuelto descreído o indife-
género humano, aunque no lo tenga por v^ofeta, sino rente al japonés culto.
como lo que fué: un gran reformador religioso y político,
creador de un sistema de moral práctica t a n elevada
y pura, que en muchos puntos se parece á la cristiana. ENRIQUE GONZÁLEZ F I O L
Seis siglos antes de Jesucristo y a había dicho él má- Lago y pagada de Nllcko (Fols, Orrios)
22 La Esfera

TRES VIÑETAS DEL BAR ARISTOCRÁTICO

\x3i ^r iJESTO que usted lia dicho que la vida va moldean. Ya existe la fauna de liar. No se ría. La acti- y no lleva sobre el fragranté rostro pintura ninguna.
^ H limitando nuestros pasos liasta inipedir- tud instintiva es reírse de lo desconocido. Mire usted. Y, sin embargo...
1^1 nos conocer la ciudad en donde vivimos, ¿Le gusta? No se deje engañar por el aspecto de plá- Sin embargo, es lo más impuro del bar. La que a t r a e
^^k y además ha escrito acerca de los coh- cido liogar vasco y por la presencia de señoritas y se- más deseos, la que recolecta propinas más pingües.
^ " tüih palabras ligeras, venga a tomar u no ñoras: es u n bar donde se bebe de firme. Ea, voy a ¿En un pcplo do gasa pura una bacante se envolvía?
a este bar, que ya tiene más de dos años de existencia, pedir dos brebajes, y mientras bebemos bucee usted No; sobre la frágil estatua pura los deseos colectivos
y que, sin embargo, usted no conoce, lista situado en por debajo del rumor de las conversaciones; quite de echan un velo de b a c a n t e . Su inocencia en el ambiente
una calle a la vez quieta y ciíntrica, de esas de remanso, los rostros demasiado sonrientes o demasiado serios las
y que á las horas del aperitivo y del t é se llena de gente máscaras que pueda, y agradézcame la invitación.
distinguida. Podrá usted observar algunos tipos. Los
hombres crean los lugares; pero después, los lugares in-
fluyen en ellos y, como las profesiones, los reforman, los E L B E B E D O R Y E L BORRACHO

Sólo en un par de mesas pueden identificarse bebi-


das simples. Todas las demás que irradian luces de rubí,
de ópalo, d e toimcio, sobre el nioptrador y a n t e los bus-
tos curvados de los contertulios, son mezclas. Los troci-
tos de hielo y las pajas con que se beben les d a n in-
ofensivo aire de refresco; pero apenas las copitas se
vacian, las pupilas se llenan de luces, y un carmín real
pugna por expulsar el mentido de las nu'jülas y de las
bocas de las mujeres.
Basta una ojeada para situar el espíritu de cada mesa.
H e aquí la conversación frivola de todos lo.s días. H e
aquí las (]_uc juegan a parecer más picaras de lo que son.
Allí están los que t r a t a n un negocio y afinan con el
liquido explosivo sus exigencias y sus resistencias. Más
allá, una mujer flaca, de marchitas ojeras, pesca con
la leve cañita una cereza, y con el mitar tiende una red,
donde de seguro caerá alguno. H a y niñas y niños bien,
que t u r b a n con su parloteo la voluptuosidad recogida
de los bebedores. Hay borrachos de espesa cortesía.
Para unos es el coHail zancadilla, y para otros espuela-
Las fruslerías saladas multiplican la sed. Enseguida
SB separan las categorías. Los frutos vivos del tedio,
de la necesidad, de la costumbre, t o m a n fisonomías
propias. Y bajo la luz discreta, en el ambiente casi do-
méstico, el bebedor y el borracho ensayan a formar
u n cokiail humano cuyos componentes, a pesar de todas
las agitaciones, no logran nunca, al meno.! para el buen
observador, amalgamarse.

LA I N O C E N T E

E l barman y los criados son extranjeros. Algo con-


gestivo, obfr^equioso y u n poco lejano los delata, Pero
la nemí que cuida del guardarropa y recoge 3- la entrada
los sombreros pregona, con su carita anémica, oue no
lia salido nunca de la ciudad, y que no hubiera venido
aquí sin que la trajese de la mano la madrastra Miseria.
Es muy linda, muy modosa. Sonríe con la vista baja
La Esfera 53
pura. Y entonces las mujeres del bar, las que perdieron
la batalla durante u n minuto, tendrán su desquite.

Aquella anciana sentada sola en un rincón lleva es-


crito su oficio en las ropas muy usadas, en los tacones
u n poco torcidos. Y su intranquilidad se revela enges-
tos frecuentes, que tienen mucho de sobresalto. ¿Por
qiió mira el reloj t a n a menudo? ¿Por que a k a el visillo
para otear la calle? Sin duda espera a alguien, y no es
a un galán. No puede ser una cita de amor. Además,
si hemos visto en su pobreza resistente su profesión.

artificioso atrae y turba. Es la fruta en agraz. Loa finos a su espíritu es la de dejar marchar a la muchaciía con-
conocedores que llevan allí nuichachas distinguidas, de fiada a su custodia o perder el puesto. La muchacha
esas que lian sido maceradas por los bailes de moda, y sabe ser dominante y mimosa- A sus temores opone una
los que tienen citas con las mundanas de noches subas- risita breve y la afirmación de que «ella sabe mucho y
tables la contemplan a hurtadillas como a verdadero ñola engaña nadie». P e r o . . . H o y t a r d a m o s que nunca.
oro sexual. Y ella, con su simplicidad de colegiala, re- Hace ya media h^ra que debían estar de regreso en la .ca-
coge abrigos, entrega fichas y tiende su manita, aún sa. ¿Qué dirán al volver? ¿Cómo resistirá ella, a sus
no afilada por la manicura, a los exagerados óbolo.s que años, l a s m i r a d a s d e l o s p a d r e s cuandolepregunttn? ¡Ali,
por ser joven y elemental le ofrecen cuantos ya nece- no debió corisentirl ¡No! Mejor la miseria a esta respon-
sitan de una excesiva complicación o de una sencillez sabilidad, a este martirio. Bien sabe que si ella se dc;-
de retorno, también extrema, para saborear el gusto de l)ide, la muchacha tendráotra carabiíifl,necesitada como
la vida. ella, débil como ella, para plegarse a sus órdenes. No
importa. Preferible todo a esto. Un día puede ocurrir
Ni una vez, al pasar, su cuerpccito elástico toca otro lo inapelable, y todos le dirán con razón... ;Ab, no!
Cuerpo; ni una vez sus manos se detienen en otras al ;Xo! Cuando venga la loca i:sa va a oírla, va a oiría por
entregar las prendas. Vi^stida con tocas monjiles no primera VC'Í.
tendría mayor aire de novicia. ¡Hay que verla ir y ve-
nir cargada de abrigos, de sombreros, de bastones y de Pero la loca llega de pronto, con prisa, y no admite
deseos! U n secreto combate se libra entre ella y todas reconvenciones. Tira sobre la mesa el dinero y le impi-
las demás mujeres del bar, y h a y un instante en que de esperar la vuelta. Es rubia, nerviosa, con boca de
ella es victoriosa. ventosa y dedos duroj de empuñar la raqueta. Se expli-
Con ella lo sería también la moral absoluta si hora ca que bajo el tirón de cinto de esos dedos que arrastran
a hora, como,en el retrato de Poe, los colores de las de- a la pobre vieja hacia la salida, el braiio sarmentoso se
más, las ideas alcohólicas de las demás, la calculadora la certidumbre de a quien espera no admite titubeo: contraiga, y que al choque de las palabras despóticas
o ígnea sensualidad de las demás no se fueran trasfun- se t r a t a de una pobre dama de compañía. dichas por los labios de presa, la boca razonable y mi-
diendo a su alma. Esa pureza que por pasear su candor Ya hace rato que la copa de Oporto que le dio ánimos serable no logre oponer ni una palabra sola.
y recoger unos objetos recibe a diario lo que su padre 6 está vacía, y u n miedo animal la aprieta,la garganta
su madre, si son trabajadores, no ganarán en un mes, salióndole al rostro. H a sido vano resistir. Fué adulada, A. HERNÁNDEZ-CATA
concluirá por adquirir de la virginidad una idea im- coaccionada. La alternativa que cada tarde se presenta (Dibujos d° Rívcro Gil)
24 Va 'Esfera
¿f^'^'

Una entrevista con


un personaje mili-
far de la República
de China

El fenicníc gene-
ral chino Moo-
S o n g Whang
visita España, y
se va encantado
de nuestro Ejc'r-
cito y de las es-
pañolas

Un aspecto'del puerto de Cantón (China), uno de los más importantes de la gran República, invadido por ios millares de tipleas embarcaciones
'' . al regreso de la pesca

•—Y ahora que estamos solos, ¿puede usted decir-y'


L EGACIÓN de China. Es t a n t c . Abre; la inierta un
hombre pequcñito. No han llegado. H a n asi=ti-
do !<• liL disertación de la señorita "Marcela de San
me, ya que usted sabe condimentar los platos de la co-'
ciña china, cómo se preparan loa perritos asados?
lón como todos esos salones de las Embajadas y Lega-
ciones, que conservan la uniformidad de un aspecto se-
vero, sobrio e indeciso. Nos sentamos. Hablamos en
Juan, q-t-ití en la Bibliotuca habló sobre Arte cliiiio. Agapito mi;ó al fotógrafo con desconfianza, y muy inglés, de varias cosas. El teniente coronel De la Esco-
Diíiz Casariego me pregunta en voz baja: serio exclamó: sura amablemente me explica el interés que el general
—¿Será chino tambic^n éste? —No, no, señor... E^o no es verdad. Loa chinos comen Whang ha demostrado al visitar Toledo, y a mis pre-
Y voi qiití le conozco, respondo: a base de verdura y pescados salados en conserva y guntas, aquel hombre que ha sido uno de los caudillos
—Ño. Es de Burgos y se llama Agapico. carnes en conseiva... [Si.lo sabr¿ yo que me estoy pa- mas arriesgados del Ejército chino, que dio la victo-
Estamos en u n recibimiento donde grandes espejos sando aquí mi juventudl Jia al_ Gobierno actual de Nankín, me dijo:
con molduras anclias y caladas de oro, reflejan mue- —¿Cuántos años tiene ustecl, Agapito?—Ic pregunté.
bles ehinos y caadros de China, entre los qne se desta- — E l Gobierno actual en China es un Gobierno na-
—Sesenta nada más, señor—me respondió el buen cionalista, que Cuenta con el apoyo de la mayor parte
can algunas estatuas occidentales. húrgales muy tranquilamente. del país. '
Díaz Casariego, que es un hombre curioso, quiere L a puerta se abre. Entran tres personas. Nos salu- —¿Cómo está constituido?—pregunto.
absolutamente saber cosas de Agapito. Hablamos: damos. E l señor Lingoli Wang. encargado d e Nego- Y el general Wliang me responde:
•^Salí del servicio—nos d i e n t a Agapito—, y como cios de China en España, me presenta al teniente ge- —El Gobierno completo se llama Kuomintang, y
hay que ganarse la vida, p.ics busqué trabajo^ y vine neral del Ejército chino Moo-Song Whang, que visita comprende cinco Yitans: el Vuan ejecutivo, el Yuan
a parar aquf, 'A la Legación de China. Madrid en el viaje que está realizando por Europa. A Itsgislativo, el Yuan judicial, el Yuan de examen y el
—¿líact mucho de eso?—le pregunto. las órdenes del teniente general ha estado el teniente Yuan de censura. Esos cinco Yttans representan los
—No, señor...—contesta Agapito con la mayor na- coronel diplomado de Estado Mayor don Antonio de ministerios siguientes: Interior. Relaciones exteriores.
turalidad—, solamente cuarenta años. la Escosura, a quien saludo, y que me cuenta las visi- Hacienda, Tráfico, Ferrocarriles, Administración del
Díaz Casal iego abre niáa sus ojos redondos y me mira t a s q\ie el general Whang ha hecho durante estos días Ejército, Justicia, Higiene, Instrucción, Agricultura
con expresión vacilante, porque no eptA seguro de si en los ambientes militares. y Minas e Industria y Comercio.
Agapito habla en serio o se divierte fcnambuleando —¿Hay Parlamento?
Con el vocablo. Peio yo, que conozco a Agapito, ex- —Todavía no. p e r o lo habrá.
clamo: Pasamos a un salón decorado a la europea. Un S3.- —¿Elecciones?
—Agaoito pasa de un. ministro a otro Con el inven- —Ahora no. Pero las habrá.
tario de la Legación. —¿ Constitución?
—lAh!... ¿Le recomiendan á usted los ministros al —Aún no. Pero la habrá.
marcharse?—pregunta con curiosidad el popular lo- —¿Entonces hay Dictadura?
tógrafo. El general Whang me responde muy convencido:
V Agaoito exclama muy convencido: —No. Porqae la Dictadura quiere decir el Poder re-
—No, Señor, no me recomienda nadie; pero debo ser concentrado en u n a determinada persona, sin contrcl.
del agrado de los señores ministros cuando estoy toda- Nuestro Gobierno nacionalista es un Gobierno del pue-
vía aqui. Y oso que una vez, como yo soy cocincio blo. Cada ciudadano tiene derecho a exponer su.> ideas
tanüiién y he aprendido la cocina china, y hasta lie y criticar los actos del Gobierno, y cada observación
preparado i>n banquete para veinte cubiertos al estilo es tomada en cuenta y estudiada detenidamente por
chmo, pues me ([Uise marchar con un ministro ipic me
quería llevar a Oslo con él. y entonces el otro ministro el Yiian a que corresponde. L a evolución lenta, pero
de aquí, de Madrid, le telegrafió al de Paiis y se cru- segura, hacia un Gobierno republicano moderno es la
zaron varios telegramas entre ellos. En fin... confirmación de la no existencia de la Dictadura.
—¿Y de los disturbios que a diario, según los tele-
Díaz Casariego le interrumpió para preguntarle: gramas, ocurren en China?
—Dfgamt^ Agapito, ¿por poco hay un conflicio di-
plomático ¡lor su causa, verdad? —No tienen importancia. E n China h a y cerca d e
ochocientos millones de habitantes. China es la nación
Agapito movió la cabeza. Y antes de que pudiera más grande del mundo. Solamente en el Norte, en la
reponerse del efecto de las palabras del fotógrafo, Díaz Mandchuria, hay verdaderos disturbios de origen co-
Casariego volvió a preguntarle: Desapareeerfi U costumbre de encerrar los pies de las mujeres en calilas
que" Impiden EU desarrollo munista. ¿Qué puede representar la minoría de un par
La Esfera 25
•—El pueblo chino es blancos, a quienes denominan los diablos blancos de
budista en general. Occidente?—pregunté con gran aplomo.
—¿Y Confucio? Somió el general, y me dijo:
'¿c —Kung-Fu-Tseu fué —Ese odio secular... no ha existido nunca. Pero si
el más célebre filósofo a i.na persona, otra, con medios violentos, en forma de
de China, que fundó una superioridad, la t r a t a mal, ¿cómo puede quererla?
¿pt -¿^^ ^'O^^^/ j^ religión d e i d e a l muy
elevado, basada en el
culto d e los padres, y
-¿.,.?
—A China le sucedió siempie así. Las grandes po-
escribió unos libros que tencias trataron a China con carácter de dominadoras.
t o d o chino conoce, lle- A los chinos sc les consideró por los extranjeros blan-
nos d e Sabia Filosofía, cos como Seres inferiores. No se les respetó ni familia,
y que comprenden los ni religión, ni hogar, ni propiedad... Y eso, a través
de lo.-, años, cr'stal'zó. Pero, ¿odio secular de raza?...
.^i^^^/u^^^á^-i^y ^ <A^' principios d e Moral y
Bondad. Tradición y No, no, señor.
concepto de íamilia que Hizo el g e n e r a l u n a pausa, y continuó dicién-
todo chino debe saber dome:
y practicar. —China estí dispuesta á celebrar Tratados de paz,
amistad y c o m e r c i o con l a s naciones que así lo

""v
-—¿ Entonces ?... deseen y la respeten, considerándola como un país
yi^tcyn --S-o^j —Que habrá u n a li-
modeino, con todas las cualidades de otro país de raza
bertad de conciencia ge-
blanca.
neial. Todas las religio-
nes serán permitidas y -¿...?
—Pero no sc dejará subyugar por potencias extran-
r e s p e t a d a s , sin violen-
jeras, por fuertes cjue sean. Defenderá su soberanía por
cia alguna, en favor de
.^.Liiiiiaacísc6*i?^.-:f:.,;.'liljÍM*idt._v_
determinada religión. todos los medios a su alcance. Respétala y Cumplirá
•los compromisos internacionales que contraiga...
Yo entonces le pre-
Facsímil del autóernto dei genetal Whang, escrilo pata I.A ESFERA, gunté: Y después de u n a pau=a corta, el t,t-ncral ter-
I-a traducciún es; «Mis mejores votos por la prosperidad de España. minó:
Moo-Song W h a n e ) J — D í g a m e , general:
Kemal P a d i á , en Tur-—China a s p h a a ser un país más en el concierto
quía, h a cambiado lasmundial, sin prejuicios de laza que limiten su indepen-
costumbres; h a desga-dencia.
rrado los velos que ocultaban los bellos rostros de las Yo entonces le pregunté:
de millones de rebeldes centra la masa enorme del pai.-> —¿Es fuerte el ejército chino?
que está al lado del Gobierno? turcas; ha suprímijo el fez; h a implantado el frac, el
sHfOftÍHg, la melcnita y las íald^^ cortas,.. ¿Cambiar,; Con su sonrisa peculiar, el general Whang me con-
—¿Entonces usted cree?... también China sus costumbres? testó:
—Que antes de tres meses terminarán los disturbios l'-l general Whang me contestó: —Sí, señor. Ante todo, es muy numeroso; puede de-
en China. El Oobierno tiene poder bastante para so- —Cambiarán las costumbres, suprimiendo de ellas cirse q j e es quizá el ejercito más numeroso del mundo,
focar todos los movimientos, aunque la propaganda lo perjudicial. Por ejemplo, la costumbre de encerrar porque pertenece también a la nación más numerosa
comunista eche leña al fuego entre las masas ignoran- los pies de las mujeres en cajitas que impiden su des- de la tierra. Y está organizándose con todos los adelan-
tes, y sobre todo entre las multitudes que en determina- arrollo, Pero a un país de tantos millonea de habitan- tos de la técnica militar moderna, por eso'he vthido
das regiones de aquel país t a n grande sientan necesi- tes, Cuya civilización milenaria se pierde en el recuer- yo a Europa a estudiar los ejércitos occidentales. Sus
dad, porque muchas veces es más fácil la lucha de los do de los historiadores, no es posible bruscamente im- tácticas, sus armamentos, sus estrategias y s,is ade-
hombres contra los hombres, que la lucha de los hom- ponerle otras costumbres t a n contrariamente opues- lantos,
bres Con la vida. tas a la tradición de t a n t a s generación^".
U n a pausa. Cambio de conversación, y le pregunto: ~¿.,.?
^ Y su viaje a Europa, ¿a qué obedece? —¿Qué h a y del odio secular de los chinos hacíalos —Como queremos la paz, debemos estar prepara-
—Quiero estudiar de cer- dos para la guerra.
ca la constitución d e los El teniente Coronel D e la
ejércitos europeos. H e es- Escosura añad'ó:
tado en Alemania, en S„iza. — E l general W h a n g la-
He asistido en Ginebra, re- menta mucho n o tcnei más
presentando a mi país, á la tiempo jíara vivir en Espa-
•-ouí er ene 1 a del líesarme. ña, Va encantado de nues-
Ahora, desde España, iré á tro país, de nuestro carác-
"ortugal, p a r a embarcarme ter. Dice que los españoles
le gustan mucho,
con nimbo a, Londres.
t^allamos. El general Whang Y y o , sonriendo, excla-
volvió a insistir: mé:
—Ya verá usted cómo an- —Y supongo q u e t a m -
tes de t r e s meses hay un bién las españolas.
orden perfecto en China. El El general Wliang sonrió
Gobierno es muy fuerte, y feliz, y me dijo algo en chi-
todas esas bandas de mal- no que, claro, no compien-
hechores que mantienen viva dí; pero adiviné su signifi-
cado.
la inquietud en aquel gran
territorio están cayendo en Y e'i que cuando se habla
poder de las fuerzas gubcr- un idioma extranjero quie-
namentales, y el p u e b l o bra el equilibrio de nuestra
quiere t r a n q u i l i d a d para v o l u n t a d la subconscien-
desarrollarse. cia.
Cambiando el tono de la Por eso, hablando en otro
•voz, pregunté al general: iilioma, si no es el propio,
(Qué hay de capitula- surge e s p o n t á n e a m e n t e la
ciones? l e n g u a m a t e r n a , idioma.
'—-'or ahora, los cónsules Cuando se reza, se cuenta,
'^'^n.inúan j u z g a n d o a sus Se maldice y se ama.
suijdilüs; pero m u y pronto
también cesará esc sistema
que meno,scaba la soberanía
china.
—¿Y entonces?
—Los extranjeros, al de-
linquir. Serán juzgados co- L a Calle. L a n o c h e . Al
mo los subditos chinos. subir a u n automóvil, una
—Pero, ¿y el Código Pe- sombra femenina se desliza
nal chino? ¿Y l a s penas de junto a nosotros, m u r m u '
muerto atroces? ¿Y los tor- rando algo incomprensible,
mentos? y pasa.
—El n u e v o Código P e - Dfaz Casariego me pregun-
n a l chino h a d e ser re- ta malicioso:
formado a la manera gene- •—¿Qué ha sido?
ral de los Códigos vigentes —Nada — le respondo —,
en todas las naciones oc- Como e s t a m o s a m b i e n t a -
cidentales. dos de China, l e diré que
—¿Entonces las penas? me ha parecido ver íi el doble
— Y a se h a constrr.Ido dragón...
u n a C á r c e l Modélo con
arreglo a los planes más mo-
dernos, ADEI.ARDO
—¿lY r e s p e c t o de reli- El general chino Moo-Song W h a n g , con el tenicntp coronel de la Escosura, durante su estancia en Madrid
gión? (Fot. Diaz Casariego]
EERNANDEZ ARIAS
26 La Esfera

-.'¿-¿íteíi^^str-. .

F I G U R A S FEMENINAS Jeannete Mac Donald es, en el cuadro de las actrices cinematográfi-


cas, de las que no necesitan presentación. Su nombre solo es ya su cédula.
DE LA PANTALLA MUNDIAL Su mejor elogio. Jeannete Mac Donald, fina, inteligente, expresiva, be-
llísima, es una de nuestras grandes figuras del «film». Ved aquí su rostro
armonioso y perfecto, su pelo de oro, luminoso aun en la fotografía... Ese
jeannete Mac Donald rostro que en la pantalla—tela blanca de países muy distintos--ha en-
cendido admiraciones múltiples y fervorosas.,.
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La Esfera 27
4 > , r t ; i i i i |'!*.«'
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6
I 4Í n u i l I
p.>t- •.A\'*>i\)ir** <':iiiilu

El yanqui de Jlgttani,
ancho sombrero lejano
y justa de hnanatl»,
sobre su potro alazano
y a la cintura vi «SinitM,
sale hacia el conlin lejano:
nariz roja, pelo cano
y olor ¡itcite a «Bacardi».
Un negro como un loli
cruza el llano:
el sombrero a lo «inaiiibi»,
hecha de yarey cubana;
machete de ancho lahali
y im gallo fino en la mam.
Muerde el negro una guayaba.
Para en seco su alazano
el yanqui de Jiguani:
, —¿Qué lleva el negra en la jaba?
—Boniato, azúcar y ají.
—Pues no es camino el potrero.
—Verá usted: es que se casa
la hija de Juan Romero...
—Blanquiza, pero con pasa.
Pues no quiero
en mi potrero .
ver inás tolí con yaguasa.
Parece que está de guasa
el yanqui de ojos de acero.
— ( Y qué más. ca/aball?
—QuB 710 se gana dinero
con estos negros de Haití...
—Mucha Maceo,
. paca Marti.
—El Señor vos hizo asi.
El yanqui le habla en villano:
—También hizo asi al mañano.
Tii ser un pcr-o hueveo,
paciente de IÍPUUIÍÍI.
Quiebra el potro maióme/o

y- ,
con el fino «manalí»,
le tira al nagro el sombrero.
El negro carabalí
mucstia fiero
sus dientes de iabalí.
¡El, que fué un gian mache'erb
en Peralejo y Rubí,
clavada está en el sendero,
como si fuera un jiquí!
— ¡ A y ! , señor, 110 ser madno
para tanto berbiquí.
y el negro coge el sombrero.
E! yanqui de Jiguani,
niontes de fina madera
y acciones en Daiquiri,
cruceros en Caimanera
y azúcar en Manatí,
que juzga suyo el lejano
ccnlín que llega a Maísl,
vuelve a picar su alazano.
Caracolea en el llano
su pot^o y luce la KíSmilh''.
Vuela rauda una guinea.
El potro caracolea
y el yanqui la tiende allí.
Pa/padea
el negro carabalí.
—Tú no tener de esto ¡dea.
Mucho Maceo,
poco Ma/ti.
No dice el tieg-o que si.
¡Peo ai''ado cacarea
en la java el gallo fino í

' ¡Borracho de «Bacardí'i,


el yanqui sigue el camino
V el negro halaga el lahali!
28 La Esfera

E L excelentísi-
mo sefior,
cruzado el
pecho por tíos
mula «A Dios lo
que es de Dios»,
etcétera, etc.,
asistía todas las
bancbíH, la iTÍtidií noches d e abono
pechera dcstacaii- a su palco; dor-
clo del severo frac mía dulcemente,
»iade in London, y al final de la co-
plegada-s las ma- media su secreta-
nos sobre el mag- rio le tiraba de ]a
nífico abdomen, manga. El des-
dormía... mien- pertaba y decía:
tras el ministro «¿Ya se han ca-
iba destilando su sado esos tontos?
discurso, grave- Vamos.»
mente.
(En su madu-
Dormía, como rez protegió el ar-
t a n t a s veces dur- t e en forma más
miera en la Aca- directa, en forma
demia, en las se- de segundas ti-
siones del Consejo ples, de muy bue-
del lianco, en su nas formas; des-
sillón de! Senado, pués de los cin-
alia por los años cuenta lo prote-
v e n t u r o s o s del gía así, durmién-
viejo r é g i m e n . dose dignamente;
Cuando consigaió pero cuando la
la senaduría vita- fuerza del aplau-
licia, un conoce- so le despertaba,
dor de su espíri. él, como hombre
tu pnlctico ex. de orden, de las
trañó que hubie- derechas, aplau-
ra intrigado has- día también,)
ta lograrla. El di- . . Ahora, oyendo
jo: «Siempre me pareció cl Senado un buen sitio el rumor de la gente, creyó ()}^^ '^^ público sa-
para dormir.» Desde entonces, cada día, después La explotación triplicó su valor gracias al lía der teatro, y era cierto, cl público salía de
del almuerzo, exclamaba: «Me voy a mi sillón a «honrado subalternoi), su amo lé llamaba así, su comedia, y como en ésta igual que en las
echar una siesta.» La elocuencia-acunaba su es- sinironía; para ¿1 se era honrado liasta,.. tanto: otras silcle ocurrir—todo fueron virtudes, ideales
píritu; le mecía, haciéndole cerrarlos ojos. Y en- una honradez de cien mil duros, ya es algo muy y bellas mentiras—, terminada la farsa, dejába-
tre los oradores tenía sus preícrencias; decía: respetable... se óir la verdad, la cínica verdad en las murmu-
«¡I'ulánez t s un ostupeíaciente capaz de dormir- Tal era el hombre que, dispensándose do toda raciones de los amigos.
me, aunque rabie de las muelas; p:;ro Mengánez corrección, dormía tranquilamente, mientras el
me arrulla t a n bien!... Perengánez es cl gran ha- señor ministro hablaba con gravedad solemne... Fué a incorporarse para desfilar también, y cl
cendista, mu canta la nana como tina nodriza...» En descargo del durmiente, diré que estaba excelentísimo señor scdió un coscorrón. ¡Caramba!
A los propios oradores decíaselo bromeando, metido a la larga en una caja de caoba, acolchada Abrió los ojos.., ¡Cómo era estol ¡No veía!...
con el campechano cinismo a que le daba derecho de raso. ¿Soñaba, pues? ¡Si, c'cbia dormir aún!...
s.i caudal formidable: ochenta millones de duros. Porque mi excelentísimo hablase dormido en De pronto, a despecho de su modorra, ente-
Y al excelentísimo señor, académico y ex minis- el sueño eterno, y precisamente, aque] discurso róse m u y bien de que le levantaban; lo dejaron
tro y gran cruz, y presidente de diez Sociedades era la apología necrológica de sus gestos: el sobre algún sitio, pero de un modo t a n extraño,
financieras, y etcétera, etc., etc., le gustaba ser señor ministro, inflamado en noble ardor, que t a n estúpido como si el excelentísimo fuese un
grosero, porque era... cl Burro de oro. como le unido al ardor solar perlaba de rocío la calva mueble. ¡Eso es!... Sintió un golpe en todo su
llamaban en el mundo de la ]3anca. gubernamental, perora ante el silencioso con- cuerpo, luego empujaron n^ríc/Zo arrastrándolo...
CL-rso, que a pie enjuto y las cabezas descubier- ¡Qué era aquello, en que estaba empotrado, donde
Su brutalidad triunfó siempre; para tlar p á t i n a tas, aguanta heroicamente la oración fúnebre y se sentía su sej: como debe sentirse el caracol
a su oro, demasiado joven solicitó a una dama los rayo-í del astro rey, triunfador en el ciclo de en su costra!...
linajuda. Había el inconveniente de que la san- primavera. Dijo: «¡Vamos qué pasa!», y oyó perfectamen- •
gre de la damita era azul como el azulete, y la ;-'asó una mariposita azul: un momento aleteó t e su voz, y oyó ¡uera otr:is voces, pero r o eran
suya roja como el vino, «Bueno—dijo—, me daré sobre la nariz del orador, que tomaba por u n a voces discretas de criados, hechas a la penum-
un tinte.i> Cjmpró un título de conde en buen amapola... En las pausas oíase cantar los pajari- bra de los salones, a la penumbra de la obedien-
uso; en el escudo mandó poner un becerro dora- tos, oíase un golpe de azadón... cia; eran voces fuertes, como de pachos que viven
do y a sus pies una mitra, una espada y u n cora- El ministro ponía por modelo al luchador a plena luz y hablan porque quieren; voces como
zón con los ojos de mujer... caído. Siempre, en estos casos, el oyente ingenuo las de sus obreros, que nunca oyó, pero esta
Decía: (.¡No liay nada serio en la vida, más que piensa: «Yo deberla imitar al muerto», pero cl vez las escuchaba, poniendo en los oídos z\ alma.
el dinero; lo demás, puro juego!* Y también: oyente humorista piensa que, quizá.s, como se ¡Y ahora que quería oir a los obreros, no los en-
í'jHay que pjj.ir duro! H a y que ser Uzcudun; hace aquel discurso, pudiera hacerse el contra- tendía!
pero un Uzcudun del e.spiritvi. ¡Boxear!* rio; donde se dice voluntad, debe entenderse Oyó ruido de ladrillos... Y súbitamente, con
Y así, boxeando, el hombre fué minerito a los soberbia, y al oir «laboriosidad, patriotismo, aque! golpe de intuición práctica que fué su fuer-
quince años; a los se-ícnta, era el primer capita- honradez», va traduciéndose «avaricia, cuquería, za, que le hacía abarcar la realidad, comprendió.
lista cspiñol. tartuíismo». Estos discur.sos in mcmoriam pue- «¡Me he jnuerto y están enterrándome!»
Como un gran pLilpo, sus tentáculos abarcaban den volverse del revés: «He aquí una voluntad E l primer grito del instinto fue decir: <i¡No
la sociedad; y la sociedad se le rendía, como que forjó su propia grandeza a golpes de mazo! quiero estar muerto!», pero enseguida dióse
mujer deslumhrada por el oro. Cuando unas ga- ¡Desde el arroyo se levantó a las más altas ci- cuenta de que su protesta era imbécil; si había
lerías de sus minas se hundieron, sepultando a mas! ¡Su puño llamó t a n fuerte, que se abrió las muerto, debía aguantarse. Y pensó, tristemente:
más de cien obreros, un periódico nuevo, ro- puertas del destino!,..» «¡Ochenta millones de duros no impiden que uno.
miutico, inició una campaña contra «el coloso ¡La puerta del d.-stino!... La ironía es patri- estire la pata, como un asno.» Por vez primera
vampiro». monio de pobres diablos escritores; esta ave no se dijo que el dinero tampoco era una cosa seria..,
Se presentó al director: un mosquetero. suele anidar en las graves testas gobernantes; Un xumbidito, como reír burlón, le hizo escu-
—¿Qué vale esto? de otro modo el ministro hubiese visto que las char estirando el pescuezo... Si, alguien se reía
—¿Qué? puertas del destino eran éstas de la cripta del allí mismo; notó en su nariz un cosquilleo...
—Hl periódico y t ú ; todo. panteón de nuevo millonario, en uno de cuyos Pensó: «¡Qué asco!» «¡Mis gusanos!» ¡Y otra vez
•—¡Ah, yo soy pobre, señor, pero soy honrado! muros habla u n huequecito que vendría holga- se dijo melancólico: «¡Con ochenta millones de
Puedes dejar de ser pobre y honrado, hijo. do al excelentísimo señor... duros! ¡No h a y clasesl.,,»
¡Vamoi! ¿Qué vale tu honradez? Ello debía saberlo aquella lagartija que levan- Pero aquello no era gusano, porqu." al levantar
—1 Se ñor! t a b a el hociquillo burlón, mirando con sus oji- el la diestra, huyó, con un zumbido burlón.
—¿Cincuenta mil duros?... (Siempre contaba tos oblicuos al orador, mientras él, en su manía ¡Ah, el duende ora u n a mosca! U n a mosca
por duros.) ¿Tú sabes lo que son duros?... iMiral didáctica—todo gobcrnate «buena persona» es que habían enterrado con él; estaría la prójima
Se quedó con el diario. El mozo mosquetero un poco maestro de escuela—sacaba de la his- dándose un festín a costa suya, ni más ni menos
hubo de huir, pero el capitalista recompensó toria del finado la moraleja que más convenía que él se los dio a costa del mundo, y, al t a p a r
su honradez nombrándole director de sus explo- á su política. (Un político no pierde la ocasión la Caja, se quedó dentro. Agitó las manos, es-
taciones del Muni, Allá, el periodista, echó un d e hacerse el reclamo.) p a n t í n d o s c ¡as moscas como en vida, y pensé:
talento de colonizador enorme; les daba a los —Este hombre—decía en vida mi excelen- «¡Luego no estoy muerto! L a muerte es no sentir
indígenas civilización, es decir, aguardiente, ero- tísimo—es Capaz de desvelar á i'n muerto. naija, y yo siento!,.. ¿Dónde estás, mosquita?
tismo y pólvora, y les sacaba lo que buenamente (Vaya, como que lo desveló a él, sí, señor! Hazme compañía, mnjar...» Movía pies y manes,
p;)día: trabajo y trab..jo, y alguna vez los híga- Despertó, y oyó como \in mosconeo lejano... y la mosquita votaba, y el excelentísimo, oyendo
dos; pero los hígados sólo por una vez, a nin- «Me he dormido—pensó'—, estoy en el teatro.» su zumbido, se enternecía hasta saltarle una
g u n o se los sacó dos veces. I'orque cl Becerro de Oro, que profesaba la fór- lágrima.
La-^fera 29

[Estimaba más a esta buena, amiga que le mujer, y luego se t e morirá.» L a criatura lloraba —^Mira, me hablas como nadie me habló
había seguido a! sepelio que... ]quo a ninguno con leve rumor de carcoma seguido... nunca... Sin embargo, no me enfado. Te agra-
de aquellos que vinieron comentando chismes ¿Esto rumor era la mosquita? No, la mosca dezco que me hagas compañía; insúltame, pero
detrás del coche íúncbrc, y ahora apresurában- callaba, pero él oía la vocecita sollozante y veía no t e vayas.
se a huir, porque ya eran las dos y sentían ham- ía cara amarilla que le miraba fijamente, con •—^No me iré, mientras vivas.
bre. «Id, lobos, id a llenar la tripa», y gritaba: esos ojos que tienen los niños cuando sufren- •—¿Estoy vivo?
«¡Egoístas, farsantes!» El, sin orgullo alguno, dijo: —Aún. Te vas muriendo poco a poco.
Ahora caía en la cuenta de que antes ya des- —¡Hola, amiguito! •—¡Sufriendo!
pertó, pero volvió a dormirle la voz traidora —¡Hola, excelentísimo señor] •—Soy yo quien t e hace sufrir más.
del ministro, que sonaba como c] bordón del —¿Te acuerdas de mí? •—¡Tú! cQ\\\éa eres?
viento. Su instinto le gritó; njlmbécil, calla! jNo —Me acuerdo muy bien. Tú eres el que no ^—Tu alma.
digas más mentitasí ¡Di —¡Tan pequeñita!
que me abran!* •—Es que acabo de na-
Pero no le abrieron: cer.
le enterraban vivo. Sus •—¡Ahora!
asasinos habían hecho •—Hay quien no halla
bien las cosas; lo tenían su alma hasta la hora
dentro de un macizo de la muerte.
ataúd, con guarniciones •—¡Y he de morir así!
de plata, fuerte como —Así.
caja de caudales, y un — ¡ Enterrado I ¡ Sin-
momento pensó si lo ha- tiéndome morir!
brían enterrado en una •—Diente por diente.
de sus Cajas del Banco, Es el castigo.
irrompiblcs, eternas co- —¡Ay!... Almita, si
mo la muerte, pudieras al menos sacar-
Daba voces y p a t a - me las botas... ¡Se me
das, gritando: «¡Abrid!», han hinchado los pies y
pero nadie respondía m.e atormentan horrible-
más que la mosquita, mente! (El alma calla)
volando alocada. Ya no ¡i'ero qué se remedia
hablaban fuera. con mi dolor! ¡Para qué
sufrir!
Pensó; «¡Moriré aquí,
imbécilmente, si no me •—¡Hay preguntas que
oyen!» Y con un llanxa- son blasfemias!
miento a todas sus ener- —¿Por qué?
gías dio golpes con ma- —A ti no t e toca
nos y pies. íjAbridme. preguntar, sino respon-
canallas!» Respondió el ijer.
silencio. «¡Abridme!» —¡Si al menos supiera
¡Era absurdo! Dispo- c i á l fué mi maldad!
nía de miles de obreros; —¡Tu corazón seco y
•un ejército de hombres arterol
fuertes, porque sn vo- —Es que... No lo di-
luntad lo mandó, abría go para excusarme. E s
a esta misma hora las que yo pensé siempre
entrañas de la tierra en que favorecer a! pobre,
sus minas, y no había era hacer pebres: la ca-
unas manos que abrie- ridad alarga la vida al
sen aquello para darle miserable, y asi se per-
aire, luz, lo que tiene petúa la miseria...
un Titendigo, u n perro!... —Asi habla t u egoís-
«¡Abridme, porpiedad, mo hipócrita.
lujos!...» í'ensó: «Acaso —Mi razón. Dar li-
tengo que pedir perdón», y sin saber a quién, quisiste subir dos reales cuando la huelga. mosna me parecía u n a sensiblería cruel o u n a
pero seguro de que alguien había de perdonarlo, —Comprend ', hijo, los dos reales para ti eran bobada.
comenzó á suplicar: «¡Perdón, perdón!» eso, cincuenta céntimos, nada. P a r a mí eran —Los bobos que dan sin pensar ni preguntar-
Pero nadie resp.Tndía. E s t a b a concienzuda- muchos miles de duros... se «por qué» son los más sabios.
mente enterrado; condenado a morir así. E n - —Caca, señor. —No entiendo.
tonces, ei excelentísimo señor lloró como una —¡Sí, es verdad! Ahora lo comprendo. Ver- —No.
criatura. Va sin odio. Oyó el rumorcito, la mos- daderamente uno es tonto hasta que se muere. —¡Ayúdame á pedir socorro, almita!
quita buena. Aquel rumor era la vida y lo daba Se porta como un idiota... Te aseguro que yo, —No h a n de oírte.
sensación de compañía. por mi, hubiera hecho algo; pero los compañeros —¡Es horrible!
«Moriré por falta de aire», se dijo; y pe.isó que de consejo se opusieron. Dice que no se podría —¡Diente por dientcl... Fuiste un esplrtu sor-
la mi.5:iuita respiraba con él, robándole oxíge- repartir el ocho por ciento de dividendo... Dice do. Nunca oíste el dolor. Así, ahora, has de cla-
no; un momento ijuiso matarla; fué un egoísmo que era el triunfo de los huelguistas, después m a r y llorar y retorcerte en las tinieblas, mien-
último; arrepintióse diciendo: «Perdona, herma- de perdida la huelga... Que ese aumento de jor- tras los hombres, allá arriba, hablan todavía de
na mosca; no te haré ningún daño.» Y pensó nal era para el tabernero, para el vicio..., que tu poder, que temen aún dcsimés de haberte
<.;.! atpiellus obreros suyos que tiempo atrás mu- si el obrero no jugase, n i í u e r a al cine le sobraría. enterrado. H o y en los Bancos d e todo el mundo
rieron sepultados, y en los cientos de hombres Asi, con sofismas, narcotizáis la conciencia, os se cotiza tu muerte.
que se envenenaban lentamente en sus minas, envenenáis, es verdad... Te juro que si volviera —Caca... ¡Si pudiese siquiera sacarme las bo-
y en los miles ds desdichados salvajes, bestias al mundo serta de otro modo. tas, pero no me alcanzan las manos! ¡No puedo
esclavas allá en su feudo colonial... ¡Tuvo en su —Serías lo mismo, excelentísimo señor. U n levantarme una cuarta del suelo!
mano la felicidad de muclios seres, pudo hacer canalla. —¡Pesan sobre ti ochenta millones de duros!
el bien y no hizo más que dinero, dinero!... ,—-Qué montón íle basura. Dios míol
Recordaba, veía un grupo lamentable de Respiró con hondo sollozo, como si sintie-
hembras míseras; era como un borrón negro ra gravitar sobre su pecho la montaña de oro;
y en aquel borrón \^ cara amarilla y blandu- toda su vida trabajó, como esclavo, encorva-
cha, de gusano, de un pequeñito, que u n a de da la espalda, acarreando metal, sin alzar una
ellas traía colgando del largo pecho, pedían vez la vista al ciclo; así se sentía t a n fa-
más jornal para los maridos; tenían muchos tigado... «¡Ah Dios mío!»
hijos: u n a cinco, otra seis, ésta de la criatu- El alma callaba.
ra fofa, ocho. El la dijo; «¡Por qué retozáis
tanto!» «Yo no tengo ninguno!» Las mujeres —Oye, almita, parece que te veo menOs
rieron con esa risa aduladora del miserable que amarilla; estás más clara...
sonríe al mismo que odia, piJrque no tiene de- —Es que t ú estás llorando; empiezas á re-
recho a odiar en voz alta. I^a dei peclio de signarte y t e dueles de t u s iniquidades, exce-
Cabra se hizo roja, bajando los ojos. El dio lentísimo.
Un goipccito con dos dedos en la mejilla del —¡Perdón, Señor, yo sólo fui u n malvado!
pequeño y le puso en la mano un billete de Y el pobre hombre se estiró dentro de su
cien pesetas; el niño se lo llevó a la boca. frac, hizo u n a mueca n a d a correcta, echando
por la boca una espuma, no precisamente de
—¡No, hijo, cacal-—exclamó su madre, champán, que le manchó la banda, y se mu-
apartándole la manecita. rió definitivamente.
E¡ pensaba fríamente: «Para qué esta in- Después.
leliz querrá que viva eso. ¡Si ha de sufrir. ¡Di' ujos de Benel)
30 La Esfera

TEXTO y PlPUio^í 9 t ECWFA

-S^ PA2TE CPi?o\}/o 15

u NA vez instalado Aniceto en su nueva residencia, el Palacio de Verano, que t a n


gentilmente había puesto a su disposición el Soberano de los zapilongos, se
dispuso a hacer una breve inspección del menaje y de las condiciones higié-
nicas de la vivienda. El edificio, sí asi podía llamarse, estaba levantado sobre cua-
tro estacas y se componía de una sola habitación, cuya techumbre estaba cubierta
de bálago. La planta baja era el espacio Ubie comprendido entre las cuatro estacas,
y se utilizaba en las horas diurnas, cuando la ^
sombra protectora de la casa le defendía de los
abrasadores rayos del sol. Por la noche, la planta
superior ofrecía más garantías de seguridad reti- mante Batikolo. Huelga el decir que en cuanto sospechó la clase de ceremonia
rando la escalera de m.ano que durante el día que se iba a verificar, el bravo de Chuleta se agregó resueltamente en calidad
le servia de acceso. Las puertas, ventanas, cor- de convidado espontáneo. El festín fué verdaderamente regio. Aniceto hizo cons-
tinas, etc. eran d e uso desconocido en aquellos tar que era vegetariano, desdeñando toda ríase de carne; pero, en cL fondo, te-
parajes; de manera que Ja libre circulación de meroso de poder devorar los restos de algún explorador o de cualquier abnegado
toda clase de insectos alados y moitíferos estaba piisionero. La fiesta transcurrió en una forma por demás cordial, y Aniceto agasa-
suficientemente garantizada. £ 1 lecho lo forma- jado de modo encantador por la piincesa Caralampiolé. Pero el que sacó una im-
ban varios haces de hojarascas, y algunos cazue- liresión deslumbradora de la fiesta y el estómago repleto basta la hartura fué Chu-
losde madera completaban el moblaje de aquel leta, cuyas mandíbulas, fatigadas en extremo, le hacían tener la boca abierta. E n
recinto. Aniceto, después de'contemplar some- su vida había visto tantos huesos juntos. Después, y como digno remate de aquel
ramente su nueva instalación, pensó inmedia- festival inusitado, hubo música y danzas. Una renombiada tropa de bailarines
tamente de que modo podría abandonarla lo ejecutó lo más selecto del rcpertoiio nacional, que fuC acogido con los más calurosos
más pionto posible.. aplausos, Aniceto, sin embargo, no se encontraba tranquilo; los acerados ojos d d
La empresa no era nada fácil, con sólo repa- gran sacerdote no se apartaban de el. Sentía en aquella mirada un odio reconcen-
rar por el momento en-el chambelán que se le trado, prtcuisor do alguna secreta venganza. Y Aniceto se prometió ser cauto en
lo sucesivo. Terminado el festín y entrada la noche, Aniceto se retiró a su albergue;
pero en vez de quedarse allí dispuso las cosas de otra manera,
Acomodó a Chuleta, que, abito, sentía grandes deseos de dormir, en su lecho;

había puesto a sus órdenes y que esgrimía con gran desenvoltura un descomunal
machete, que seguramente, a juicio de Aniceto, estaba envenenado. Aunque consi-
guiese burlar la vigilancia de este sagaz guardián, Batilíolo I disponía de una nu-
trida falange de ágiles guerreros que darían pronto con el para-
dero de Aniceto, así estuviese oculto en las entrañas de la tierra,
La prudencia, pues, le aconsejaba desistir de toda intem-
pestiva huida y utilizar con preferencia la astucia o la habili-
dad en cuanto la ocasión se presentase. Dando vueltas a su
imaginación se hallaba Aniceto combinando .un plan de eva-
sión, cuando fué llamado de parte de Su Majestad.
Atender a un requerimiento regio e r a de la m á s elemen-
t a l coitcsanía, y Aniceto, fiel á este precepto, partió sin de-
mora al encuentro del Monarca. Desde que frecuentaba las
reales moradas había adquirido una especial soltura per-
fectamente palatina. E n t r a b a y salía en los regios alcázares
con altivo talante y maicial continente, pero ahora más que
nunca, desde que había sido el -salvador de la vida del Rey.
Esta bazafía, en la que fracasaron los más sabios sacerdotes
y curanderos, le había hecho al-
canzar la veneración más decidi-
da por parte de los zapilongos,
incluyendo en primer término a
su adorado Soberano, y el odio •
m a l contenido de los curanderos,
en particular del gran sacerdote,
que vela en Aniceto un peligroso
rival.
Se le esperaba para celebrar
un banquete en su [honoijlpor la
pronta y radical curación del fia-
La Esfera 31

liirigió hacia la casa, trepó con pasmosa agilidad, a pe-


le cubrió de hojarascas y le puso su sar ¿3 sus años, hasta el dormitorio de Aniceto v entró
sombrero encima, dando de esta for- en el con el mayoi sigilo. Aniceto, con el cora'íón sal-
ma la impresión de ser el mismo el que tándole en el pecho, aguardaba el desenlace previsto.
se encontraba descansando. Después, Este no se hizo esperar. El gran sacerdote salió como
con gran sigilo, se descolgó por la alma que lleva el diablo en una carrera desenfrenada.
ventana y fué a ocultarse detrás de Detrás de el, y a sus alcances, Chuleta, despertado de
una planta muy semejante a la pite- su plácido sueño, ladraba lurioso y corría sin descan-
ra, y se puso en acecho. Nada sospe- so. Pronto terminó aquel sorprendente espectáculo. Los
choso percibió por el pronto. Jíl ma- dientes de Chuleta habían hecho presa en una panto-
yor silencio reinaba por todas partes. rrilla sacerdotal.
La tribu, fatigada con los festejos, ya-
cía dominada por un profundo sopor. (Continuará en el (yóx'uiio ¡iiiiiiero.)
Sólo algunas bcstcxuelas nocturnas
daban señales de vida en su atareada
actividad en busca del diario alimen-
to. Aniceto permaneció así un largo
rato. L a noche era obscura y difícil
de divisar cualquier forma fugaz en-
t r e las densas sombras. Sin embargo,
al poco creyó adivinar algo que se
movia confusamente. Esta sospecha
se hizo pronto certidumbre cuando re-
conoció en aquella vaga aparic'ón la
túnica abigarrada del gran sacerdote.
Sus presunciones se habían realizado,
y no se equivocó al temer un ataque
a traición de su feroz enemigo, que,
en verdad, tenía unas trazas espan-
tosas.
Aniceto siguió esiJcrando algo que
y a tenía por descontado y que lo pro-
ducía la más regocijada de las risas.
Efectivamente, el gran sacerdote se
32 La- Esfera

LA MUJER QUE SE^^^rmZO SOCIÓLOGA


U N pequeño gabinete de tonos claros, reducido, mo-
derno. Al fondo, un buró de señora. Sentada ante
él, garrapatea unos números, torcidos y desenti-
lados, la mano blanca y tibia de una mujer joven.
—Si es solamente lo que has dicho, buen remedio
tiene y en vuestra mano está. Empleándole, no tar-
darás en ver sus efectos salvadores, aunque no ense-
guida y repentinamente.
gañanes de las zonas olivíferas. Pero es que entre el
labrador y tú h a y intermediarios, que encarecen esta
grasa tan sabrosa. Y parte de ellos pueden y deben des-
aparecer, y asi habrá ganado algo más el labriego y tú
E n la cara de ésta, pálida y armoniosa, donde brillan —Eso no me importa; unos meses, un año, no me comprarás el aceite más barato. Precisamente ahora los
dos ojos muy rasgados, hay un esguince de malhumor. apura seguir así; tenemos resistencia' económica para cultivadores de aceitunos han formado en Jaén una
La damita -e revuelve inquieta en el silloncito sedeño. ello. Pero no creo en lo que dices. Yo he dado mil Cooperativa y tratan d e ' c r e a r para dentro de pocas
Suma, vuelve a sumar, escribe nuevas columnas de vueltas al problema, y estoy muy desanimada. semanas una Cooperativa Nacional. Por atiuí buscan el
guarismos Nada; no le sale la cuenta, Y el temblor contacto directo con el consumidor. E s uno de los ca-
de sus labios carnosos,'que enrojeció la barrita perfu- bos de la cooperación, que ha de rematar en vosotras,
mada de carmín, delata un miedo que se va apoderando que seréis el otro cabo.
de aquella alma poco a poco.
—Empiezo a ver más claro. Explícame eso.
Lentamente, silenciosamente, se abre la puerta que —Las Cooperptivaa referidas pondrán cerca del con-
comunica con el pasillo. La cara sonriente de un hom- sumidor aceite abaratado por la exciuíjión de mediado-
bre de noblj porte e inteligente expresión, va entrando res y por la perfección que trae de cortejo el sistema
despacio, como si temiera hacer .uido y despertar de CQoperatista. Pero es preciso que el consumidor, vosotras
su abstracción a la mujercila que calcula. Este caba- las amitas de casa, ayudéis a esas Cooperativas al
llero es su mai ido- Apenas hace dos años que se casaron. comprar el óleo que necesitan vuestras cocinas. Claro
Sus vidas enlazadas se aprietan cada día m á s con un está que U' cifra mensual del aceite apenas tiene im-
cariño fundente, lít es lo que de público se llama un portancia, envuelta entre las numerosas y más creci-
sociólogo. Los sociólogos de estos días no usan barba das de vuestro presupuesto, pero todo comienza por
enmarañada, ni descuidan su indumento; se peinan, se el principio y las casas han de levantarse después de
acicalan, hablan de cosas entretenidas, ríen, y de cuando bien sentado el cimiento, y esta cooperación aceitera
en cuando dejan ver un fondo de sapiencia cargado debe ser la base de todo un ancho sistema coopera-
de realidades y pragmatismo. tista que vaya sucesivamente abarcando el vino, cl
El sociólogo se ha ido acercando a su esposa, hasta arroz, la finta, la hortali?a, lacarnc, el pescado, etc., etc.
darla un susto con su primera caiicia. E l susto le ha Y cuando esto haya sucedido, alentados unos y otros
servido de pretexto paia repetir las caiicias profusa- por el ejemplo de la primera actuación, la del aceite,
mente. Pero hoy, la mujercila no coriesiiondc a ellas la suma de pequeñas cifras ahorradas te dará la solu-
como otros días, líl marido lo nota y pregunta: ción que buscas.
—¿Que tienes? Te encuentro distraída. —¿Que hay que hacer para ello?—dice enardecida
—Ivstoy muy disgustada. Fíjate en esas cuartillas. la mujer.
Toda la mañana haciendo números, y no encuentro —Propaganda. Hablai' a tus amigas, y que éstas ha-
el remedio que busco. blen a las demás, y desoír el canto de sirena de quienes
—¿Y qué es lo que buscas? DON BARTOLOMÉ VALENZUELA viendo que se les va una riqueza...
—La manera d<' amoldar nuestros gastos a nuestros Vicepiesidente d e la Cooperativa de Olivareíos de J a é n —¡Los intermediarios!
ingresos. —Justo, los intermediario;; t r a t a r á n de echar abajo
—Realmente, mi sueldo-es corto, mis colaboraciones la obra de cooperación ofreciéndoos más barato cl
y libros tampoco logran fuertes cantidades —Porque le miras desde un punto de vista familiar, aceite u otros artículos para volvérosles a subir de
—No es eso, 'jucrido. f3astante ganas y de ¿obra ten- hogareño, que tiene un campo de visión muy chiquito. continuo, una vez inutilizados sus contendedores,
dríamos si el coste de la vida no subiera de continuo y Yo te enseñaré a solucionar tu conflicto; y, además, —^M!e voy a hacer socióloga, marido.
en t a n t a proporción. Todos los días nos sorprende una lo que voy a decirte lo llevaré a la Prensa, para decírse- —Pues te advierto que ganarás para la casa más que
noticia de encarecimiento. Que han subido la carne, lo a todas la*; deliciosas mujercitas que se hallen en yo, y saldremos de apuros, que tal están las cosas que
que han subido el pescado, que han subido las verduras, t u caso. Hablabas del aceite. Hoy se ha subido el acei- es más fácil buscar nivelaciones presupuestarias reba-
que han subido la fruta. Hoy le ha tocado el turno al te. Pues bien, querida; mientras tú has de pagarlo más jando gastos que aumentando ingresos.
aceite. También han subido el aceite. caro, los cosecheros apenas cobran por tal producto el
Sonríe complacido el sociólogo, y contesta; dinero que les cuesta obtenerlo, y e^tán hambrientos los COLOMA

Los cestos a millares, llenes de aceitunas preparadas para la molienda (Fot. Seirano)
La Esfera

CERVANTES EN CÓRDOBA
C únDOBA tiene tambiiín—para eso es pueblo
lie -solera y de tradición—su Mesón del
Sevillano. Una posada típica de la pinza
del Potro se ufana de haber prestado plato y lecho
nes' Palomeques, que ha de pintar de mano
maestra. En Bolonia y en Milán ya subemos que
frecuentó las trattorias alegres y bulliciosas, y
tea y desdeñado, al fin y a la postre, por I-us-
cinda, que vive en el barrio de la Ajarquía, se
esconde un procer cordobés, de limpia prosapia,
que en Ñapóles hace vida de cuartel. Para saber nada menos que el joven duque de Medina Sido-
al príncipe de miestros ingenios, -Miguel de Cer- lo que es un cuartel en Nápol.:s en el siglo xvi,
vantes Saavedra, quoora, por cierto, de ascenden- nía, según la:s comadres de entonces, a las que
h a y que leer cf capítulo que consagra B -ncdctto siguen concienzudamente los eruditos de hoga-
cia cordobesa. El mismo cita en Don Quijote este Crocc a La vida militar en su libro España en la
lugar del Potro como sede de la picardía y uni- íio. Las referencias de Córdoba revelan la pre-
vida italiatia del Renacimienio, magníficamente sencia en la ciudad de Cervantes, que fué mucho
versidad de las malas costumbres, Y una lápida, traducido al castellano por José Sánchez líojas.
empotrada en los muros del Museo de Bellas a Sevilla, con sus alcabalas y tributos; que reco-
Aceptamos, desde hiego, la tradición cervantina rrió Sierra Morena desde Despeiiaperros a Cór-
jVrtcs, recuerda piadosamente la ocurrencia. del mesón cordobés de la plaza del Potro, y has- doba, de donde procedían sus abuelos.
Si de Colón ya no puede decirse, después de t a la encontramos gustosa y puesta en razón.
ios estudios de Pereira y de Marius André, que En el Quijota aparece varias veces Córdoba, H a y más. Hoy, que se hila delgado en el es-
ñié huésped de un mesón de la misma plaza, no con su luz y con sus patios, con sus anchas ca- tudio de la prosa cervantina, so advierten eri ella
hay, en cambio, inconveniente alguno en acep- sonas labradoras y con su fragancia nocherniega. infinidad de locuciones andaluzas, más que sevi-
tar la tradición cervantina. Recordemos los episodios de-Cardenio; el soto llanas, cordobesas. El pueblo de Ambrosio de
Miguel, en Sevilla vive en casa de un posadero, de Sierra Morena, con la bella Luscinda, que es Morales, de Pablo de Cé.spedes, de Luis de Gón-
amigo suyo: Tomás Gutiérrez; en Vailadolid, cordobesa, rubia y muy hermosa. Las pláticas gora, de Juan \'aicra, de Ángel Saavedra, ha
junto a una casa de trato llano y de puerta ase- de amor, a la reja y en Córdoba, tienen en la hablado siempre el castellano con inusitado de-
quible a todo el mundo; en Salamanca, en una prosa de Cervantes un hechizo singiilar. Doro-, coro. Los que tienen conciencia de esta solera
calle poco recomendable por su vecindad; en tea, perdida por las cercanías de Audi'ijar, es' literaria de Córdoba han hecho muy bien recor-
Zamora y en Plascncia, en mesones ruines que también prototipo de la bella cordobesa. Debajo dar el ipaso del pobre y desvalido Migiícl por la
después ha de describir mtiy bien y entre Jua- de don Fernando el. duque, desdeñado de .Doro- plaza del Potro, que es el camino natura! del
Rastro y de la Ribera.
Ó4 La Esfera

Una obra maestra de escultura del siglo de Feríeles, extraída del fondo del mar

L AS aguas de los mares griegos, celosamente guar-


dadoras, durante siglos y siglos, de magníficos te-
soros de arte, parecen, cansadas de su guarda y
dispuestas á mostrar sus joyas a la admiración de los
Los secretos del mar
UNA MAGNIFICA OBRA DE ARTE
E l más importante de ellos es una gran estatua, a la
que pertenecía la mano primitivamente pescada. ¿Es
im Poseidón que manejaba su tridente, o un Zeus que
lanzaba el rayo? F a l t a n los brazo.s, y no es fácil cole-
humanos. girlo; pero, desde luego, puede asegurarse que la anti-
Hace cuatro o cinco aftos, del fondo de la bahlg de rada que dominan las ruinas del templo de Artemis, güedad de la estatua se remonta al siglo v antes de
Maratón í u í extraído un magnifico bronce: la estatna lian entregado tanibiín sus" tesoros. Jesucristo. Tiene, pues, 2.500 afios de existencia.
de un eíebo, que las incrustaciones n-arinas y los fa- T-.'nos pescadores que habían tendido sus redes en el La cabeza de esa estatua, reproducida en nuestro
cundos moluscos habían convertido en un bloque- lugar donde combatieron por prirrera vez los navios grabado, muestra en el pelo y la barba su arcaísmo.
amojfo, y que, convenientemente limpia de aquellas griegos con los persas, sacaron en sus artes una mano LosotroB dos ejemplares son también de la mejor épo-
adiciones dcíraudadoras, constituye actualmente una de bronce. Aquel hallazgo hizo pensar a los arqueólogos ca del a:;:; (iriego, y representan un corredor y un
de las mejores joyas del Museo Nacional de Atenas. en la posibilidad de que en aquellas aguas existiesen gran fragmento de un caballo.
Ahora, como si aquel feliz hallazgT hubiese sido el ejemplares interesantes; y u n mos después eran extraí- Los tres son dignos de la admiración de los ar-
comienzo de u n a serie, las aguas del Egco, en una dos sucesivamente otros bronces. tistas.
«La Plaza del Ángel» (Madridl,
cuadro original de fcdith de Aguiai
VIDAS INTENSAS
Wildc, verdadero inmortal
E L d a m i a j a se ha cumolido el trigésimo aniversario
de ia muerte de Osear Wilde, que dejó de existir
en París el 30 de Noviembre de igao, joven aún,
pues sólo contaba cuarenta y seis años. Hijo de sir
y el entierro. Las mo'estias de índole judicial p a r a re-
gistrar la defunción del escritor aumentan por la cir-
cunstancia de que éste ha usado últimamente el nom-
bre de Sebastián Melraoth. Ross consigue aclarar todas
WilliíLm y lady Wilde, Osear nació en D u b ' í n el 16 de las cosas, y luego logra encontrar a dos religiosas para
Octubre de 1854. que vayan a velar el cadáver. Por la tarde llega el mé-
Desde el otofió de igoo, aquel gran estilista, príncipe dico del distrito, que pregunta si Osear se ha suicidado
de la belleza y de la ironía, se viene muriendo, coma "íl o ha sido asesinado...
misma dice, «de u a modo m u y superior a sus propios Se reciben veinticuatro coronas, algunas anónimas.
recursos»... Tres aftos antes. Osear ha salido roto de la Lord Alfred Douglas, cuyo nombre y a siempre irá
cárcel, y desde entonces su espíritu navoga a ]a deriva. también unido al de Wilde—pero, ¡ay!, con t a n distin-
Wilde h a muerto en la cárcel, y él lo sabe. Desde su pro- t a recordación al de Ross—, ha venido el domingo por
ceso y eacarcelamieato, j a m i s artista alguno ha sido la mañana, enviando u n a corona, y asiste al entierro,
t r a t a d o de modo t a u brutal por la vida y los hombres. que se verifica el lunes 3 de Diciembre, a las siete de la
Un te'egrama urgente de Reginald Turner hace que mañana. A la cabeza del féretro, Robert Ross coloca
Robert Ross regiese precipitadamen*'e a París, desde una corona de laureles, y dentro de ésta una lista con
Men'^one, adonde había ido a acompatlar a su madre, y los nombres de aquellos que fueron buenos con Wilde
i'ega la maftana de la víspera de la mvier'-e de Wilde. durante su estancia en la cárcel y luego. Tres coches
E l nombre de Ross se inmar'-aliza j u n ' o al de Wilde, de amigos siguen al féretro, y, un poco distante, otro
como r a r a encarnación de la amistad. Ross es el pro- ocupado por señores desconocidos. Wilde recibe se-
totipo del genlleman y es también el i\migo, con ma- pultura provisional en el cementerio de Bagneux.
yúscula. La m a ñ a n a otoñal de París tiene una gran ternura
A su regreso encuentra a Wilde en período agónico. amorosa en su dulce frialdad empurpurada, y unas ro-
Y llega a tiempb para cumplirle su promesa, hecha a sas celestes tiemblan en el horizonte lavado. La última
insistentes ruegos del enfermo, de que cuando estuviese paletada de tierra gime sordamente sobre aquel hom-
para morir le traería un sacerdote católico. Ross, que bre desgraciado, artista y genial, para quien «el íin
comparte con Reginald Turner-—otxo amigo fiel del del arte no es la verdad, sino la belleza»...
poeta—las angustias y desvelos de aquellas horas amar- Wilde yace ya bajo tierra, después de haberlo poseído
gas en que Osear se va, llama al p a d r e Cutbert Dunn, todo y de perderlo todo. A su m.uerte precedió la de su
de los Pasionistás, que administra a Osear la extrema- madre, lady J a n e Wilde, el 3 de Febrero de 1896,
unción y el bautismo, convirtiéndole de este modo a Kt mientras Wilde se retorcía de amargura en su celda, y 1897. Osear Wüdc a su salida de !a cárcel. El rostro triunfante de otros
fe catóUea, en que en sus últimos af\os WiUle ha querido años ha empalidecido para siempre
la de su esposa, aquella Constanza María, buena, pero
entrar. A las 5,30 de la m a ñ a n a del viihrncs 30 de No- t a n intransigente, por presiones lamiliares, a última
viembre de igoo, Wilde agoniza. Junto a 0I, los fieles hora, y que murió en Genova, en i8g8, al año de haber legítimo desagravio a la memoria de éste, y al que con-
Ross y Turner. Y luego Dupoirier, el dueño de a'iucl salido Osear de la cárcel. currieron las más destacadas personalidades de la alta
Hotel d'Alsace, de la r u é de Beaux Arts, donde Wildc sociedad y del mundo literario. Y en 1915 se le hizo a
morirá. Dupoirier, siempre admirable, que no ha mo- Después de dejarle en el cementerio de Bagneux,
Robert Ross no ve el momento de poder levantarle al Ross un público homenaje por el resultado de su pro-
lestado nunca a Osear con su cuenta, tan atrasada, de
hospedaje, experimenta una visible congoja durante amigo inolvidable un mausoleo en el del Pére Lachaise; ceso contra Douglas, al que tuvo que llevar a los Tri-
aquella mañana, en que brotan espuma y sangro d-:; los y su deseo se logra, nueve años m á s tarde, cuando bunales por difamación y calumnia.
labios del maravilloso escritor: aquellos labios de en 20 de Julio de igog los restos de Wilde son trasla-
caussexir único, que tantas bellas frases supieron decir. dados al Pere Lachaise, donde hoy reposan bajo un
Poro y a está muerta aquella boca donde tantos pensa- mausoleo que ejecuta Epstein. Adela Schuster, u n a Imposible hablar de WMlde en E s p a ñ a sin unir a su
mientos hallaron suprema elegancia. Y a las dos menos de las más fieles ajnigas de Osear, corre con los gastos nombre el de ese escritor exquisito, traductor ilustre
diez de la tarde,- Osear Wilde deja de existir. Sobre su de traslado y monumento, que ascienden a cincuenta de la obra wiidcana, que es Ricardo Baeza. A éste de-
boca la muerte h a dibujado una flor cárdena, que es mil francos. bemos también la Vida y con/csioncs de Osear Wilde,
coma la piedra tumbal de la belleza y que sustituye a por Frank Harris, del que ha dicho Bernard Shaw que
aquel «clavel verde» de los días de gloria. es euna de las grandes biografías del mundo», al par
No sólo queda Wilde como escritor, comediógrafo y que «la mejor», indiscutiblemente, de Wilde. Pero Baeza,
Ross y Turner tropiezan seguidamente con una serie poeta brilltLnte, sino que en el recuerdo de cuantos le una de las mayores autoridades del mundo en materia
abominable de inconvenientes en relación con 'a muerte conocieron perduran sus dones maravillosos de conver- wildeana, ha avalorado el libro de Harris añadiéndole
sador. A este respecto, Nellie Melba, la famosa cantante por su cuenta una sinopsis de la vida de Wilde, que nos
australiana—enferma de cuidado en estos m.omentos, permite seguirla casi día por día; una cronología deta-
según un despacho telegráfico—. hace especial mención llada de la obra de Wilde y una bibliografía completa
de Wilde en sus Memorias, publicadas no hace ra.ucho de cuantos libros se han publicado en Europa y Amé-
por el Daily Telegrapk. En ellas la Melba dedica un rica sobre Wildc. ¿Cabe pedir más?
capítulo a Osear, y afirma que fué el hombre más in- Ya está a hi venta el X l l volumen de las Obras
teresante que ella ha conocido, y de cuya charla que- completas: El alma del hombre bajo el .socialismo, uno
daban suspensos todos los invitados a cualquier fiesta de los mejores ensayos del autor, y que contiene todas
donde lo hubiese sido Wilde. Melba nos relata cómo le las conferencias y «cartas abiertas» d e W i l d e . Todo en-
conoció en casa de lady de Grey, en su época de escri- riquecido con notas informativas y explicativas, ver-
tor triunfante. Entonces Osear dedicó a la a r t i s t a un daderamente inapreciables. Sólo un talento y u n a devo-
soneto. Años después, una mañana, en París, la Melba ción como la de este tradu(itor, al que debemos también
vio acercársele a un señor alto, mal trajeado, que se el Epistolario inédito de Wilde, podrían realizar tarea
aproximó sombrero en mano: «¿No me reconoce usted t a n ardua con tanto celo. D¡fícilm.ente creo que la obra
ya, Melba?... Soy Osear Wilde... Y estoy a punto de de este autor haya encontrado en otro país traductor
hacer una cosa terrible: le voy a pedir a usted dinero...»
más celoso y verídico. Se t r a t a de uno de los pocos
La Melba sacó todos los Uiises que llevaba en su casos de «s. tal escritor, tal traductor».
bolso y se los ofreció a Osear, que hizo un rápido ade-
m á n y—dice la artista—«casi me los arrebató de la
mano y se marchó»... «Yo nunca olvidaré—termina—a Terminemos esta crónica haciendo resaltar que,
aquel hom.bre casi único, cuyo tipo no se produce en contra lo que han pretendido algunos, Wilde no h a
muchos países, y, desde luego, no lo producimos en pasado ni h a muerto artísticamente. Sus comedias
Australia»... • siguen representándose, a pesar de que cuentan, cuando
menos, cuarenta años—recientemente en Londres y casi
ahora mismo en Mánchester, La importancia de llamarse
De su matrimonio, Wilde hubo dos hijos: Cyril y Ernesto ha sido acogida con entusiasmo—; sus libros
Vyvyan. E l mayor, Cyril, murió en el frente francés, se reeditan con frecuencia. Y hace poco, un gran crítico
durante la guerra europea, en 1915. El segundo, que inglés señalaba lo imperecedero de la obra teatral de
también estuvo en la guerra, contrajo matrimonio con este autor, diciendo que entre Wilde, Shaw y Barrie
una distinguida señorita de la m.ejor sociedad francesa, puede sostenerse el teatro' inglés. E n cuanto a sus libros,
y reside en París, Ricardo Baeza me dice que Vyvyan concordamos con Baeza cuando dice de Intenciones que
escribe castellano bastante bien. «no podría hallarse en toda la literatura moderna un
Manual de Estética que le fuese comparable».
De aquellos que vivieron en más íntim.a relación con
Wilde, aún viven Frank Harris, que reside en Niza; No, no ha muerto Wilde, Y él lo presentía. Poco
Reginald Turner, que le viera morir, y que hace tiempo tiempo antes de morir, y refiriéndose al triunfo fácil en
que vive en Italia; André Gide, que escribió un admira- política y literatura de algunos de sus contemporáneos
ble retrato de Wilde, Y Douglas, lord Alfred Douglas, durante aquellos días de su derrota, él le decía a Harris:
t a n funesto en la vida de Osear, sobre cuyo recuerdo «Si el destino nos hiciese morir actualmente a todos
tanto lodo trató de acumular en su Oscay Wilde y yo, juntos, ¿quién, dentro de cincuenta años, de cien, se
o^-^ publicado en 1914, Pero su reciente Autobiagraphy of acordaría de Curzon o de Wyndham o de Blunt? Su
an. l^ zAH lord Al/red Douglas, éste canta, al fin, la palinodia y
tiene al m,ism5 tiempo el gesto valiente de una atrevida
vida, lo mismo que su muerte, no importaría un bledo
a nadie. E n cambio, mis comedias, mis cuentos, La
confesión. balada de la cárcel de Reading, serán conocidos y leídos
por millones de seres, y h a s t a mi mismo infortunado
Robert Ross murió en 1918, después d e haber logra- destino suscitará, una simpatía universal»...
do grandes satisfacciones para sí y para la memoria
de Wilde, Ya en igo8, e n e l H o t e l Ritz, de Londres, se Sí. Tardará mucho en morir Osear Wilde. Porque es
Fotoirratla y autóernfo de Oscat Wilde en 1892, la época de sus grandes le había ofrecido a Ross un banquete por la edición de de esos pocos, difíciles de superar...
* trianfos las Obyas completas de Wilde, que resultó un acto de HÉCTOR LICUDl
La Esfera 37
iSio
EL ARTE DE HOY

La pintura ejemplar de S u n y e r

E cuando en cuando, pero siempre do tiirde en tardo, Joaquín


D Sunyer abandona su afablt; niasfa de Sitges para exhibir en
Barcelona, Bilbao o Madrid algunos cuadros con el ademán
sencillo y tranciiiilo de un masoveio que ofrece lo escogido entre su
cosecha última. Luego torna al refugio suburense, recoleto y pla-
centero, que el Mediterráneo acuna y los claveles ciñen, para seguir
pintando rostros familiares, desnudos de campesinas, la roja tierra
de los viñedoíi y el plumón gris de los olivares bajo el cielo herma-
no en diafanidad cerúlea del que oyera el zumbar de las abejas y
de los versos clásicos en la remota Grecia.
Es, cÍertaTneni"e, un arte nacido del buen sosiego y la cariciosa
luz este de Joaquín Sunyer, detinídor, al fin, de cataianía en cuan-
to se despojó del francesismo 'nicial. Un arte sabroso a Natuiale-
za y a mujer, sin tosquedad ni lujuria. Cada día más claro de con-
cepto y más puro de.expresión. A cada obra mejor definido en el
propósito esencialmente pictural.
Los temas vienen reiterándose con una persistencia infatigable
e infatigosa. L-o nu?vq está en ese ahondar del sentimiento > ese por-
fiado buceo de la sensibilidad que no abandona al artista trente a
los motivos homogéneos" •
Más de una vez se ha comparado este arte de Sunyer al de J u a n
Maragall, y se acudió a estrotas o p.'osas del autor de Visions y Cants
para elogiar la bella veracidad catalana de los cuadros de este pintor.
Y ha de ser así, porque la visión serena del artista y la dicción
serena del poeta son de una íntima afinidad espiritual. Las almas de
ambos reaccionan con idéntica nobleza de expresión y pareja lim-
pidez emocional frente a la tierra nativa. Las figuras de mujeres
que pasan por las páginas de Maragall son como las mujeres que a
lo largo d e la obra pictórica de Sunyer encontramos: adolescentes des-
nudas, de una recia ancestralía clásica, madres humildes y fuer-
tes, campesinas, marineras y payesas saturadas del hálito salobre.

«Maternidad*

Y también los íntimos retratos de la amada que se sieilte


madura y de las hijas que se ve crecer en la calma ho-
gareña.
De aquí la condición de ejemplaiidad que nunca de-
jamos de descubrir en Joaquín Sunyer. En medio de
la ferial algarabía de arrivistas improvisados o testa-
rudos mediocres como invaden ahora los lugares de
exposiciones artísticas, se sosiegan ánimo y mirada en
los raros e infrecuentes ejemplos como el de Joaquín
Sunyer.

H a n bastado treinta obras bien mesuradas de t a m a -


ño y propósito para reiterar la didascalia estética del
artista catalán en nuestro Museo de Arte Moderno:
dos o tres paisajes, dos bodegones, varios retratos fe-
meninos e infantiles. Y desnudos.
Las maternidades y los desnudos definen a Sunyer.
E l sentimiento d e la t e r n u r a y el ritmo fresco de la
juventud física, dichos en un lenguaje sobrio, ajeno a
toda estridencia y retumbancia. Venus y María, las
dos personificaciones eternas de la mujer, encuentran
en este pintor acento peculiar para no caer en un mis-
ticismo eníerniizo ni en u n a paganfa cruda.
Sus Madres tienen cierto calor de ruralía dulca y
fuerte. Una grandeza no imperativa ni arrogante, sino
brotada de lo entrañable y sagrado del motivo. No
siempre evocan la iconografía mariana en la actitud
lactante o con el infantico desnudo sobre el regazo.
Acaso esto importa menos como asunto instrumental
al artista que reflejar la solicitud maternal de las muje-
res de su raza, diferente d e aquellos estáticos que el
cristianismo venera. Vemos a la madre partir la hoga-
za familiar sobre la mesa humilde para repartirla entre
sus hijos; la vemos arrodillada ante el niño dentro d e

«Los hermanos»
38 La Esfera
dadera joya a la manera de ciertoa interiores y ciertas escenas de
sentimental realismo gratas a la pintura flamenca y holandesa de
otro tiempo, pero vista con la soltura de estilo de las modemzis
tendencias.
También sería oportuna la reminiscente alusión al elogiar los
dos bodegones del Palomo y los Pescados. Este, sobre todo, tiene
el escrúpulo, la honestidad del verdadero pintor, dejándose arras-
trar por el tema y su brillantez rotunda, sin acordarse el artista
de su temperamento gustosamente vocativo por las gamas tiernas
y las armonías tranquilas.
Reveíamos entre los nuevos comentarios plásticos a los rostros
de la esposa y de las hijas—loh, ese franco y sincero retrato de la
adolescente cubierta la cabeza por una boina!—, cuadros ya conoci-
dos, y que se hizo bien en recordar, como el del niño esbelto e in-
grávido, de insuperable aristocracia tonal, y que es una de las más
deliciosas obras de Sunyer.
Pupilas d e campo y de mar se asomaban entre las figuras hu-
manas. Paisajes de vigorosa contextura terral o de fluidas trans
parencias acuáticas. Los pinos y los olivos y los viñedos que dan la
sombra, el aceite y la raaJvasfa de la fecunda Sitges, o las glosas ma-

«Hogar»

la bañera o vistiéndole; la vemos velando el sueño filial o cubriendo de besos


el rostro semejante al suyo.
¡Y qué inlinita caricia expresa también el arte de Sunyer en la interpreta-
ción de las figuras iníantilesi Lo mismo en aquellos niflos de rasgos fmns v car-
nes blancas, ataviados a
la burguesa, que en los d e
más humilde condición,
tosca fisonomía, carnes
curtidas y traza incon-
fundiblemente popular,
Joaquín Sunyer p o n e
sutileza de color, delica-
d o s ritmos lineales y
una cierta fragancia de
cuento do hada», cuyos
personajes nada tienen
que ver con el refina-
miento empalagoso de
1 o s príncipes encanta'
dos. Son, simplemente, «Elnifio» (fuá. Corté*)
« l o s hijos del hombre
q u e alegran 1 a vida»,
como decía Galdós.
Testimonios d e e s e rftimas que el artista quiso poner a sus estadas en
género de obras, al co- Vasconia. {Preferibles desde luego los primeros.)
bijo sentimental d é l a Pero lo que más y mejor definía el nuevo matiz, la
maternidad, había en la acentuada eficacia de la ejemplaridad de Sunyci en
reciente Exposición Sun- esta nueva incursión a la heteróclita vida artística
yer, algunos muy carac- madrileña, .eran los desnudos.
terísticos. Páginas d e 1 Duele que la hipócrita rijoscría española y cier-
poema del hogar cncali- t a s lorzosamente atendibles exigencias del público,
decido por los tonos gra- que—¡itodavlaü—finge escandalizarse de los cuadros
ves, austeros, o armoni- de desnudo, no consienta reproducir aquí las más bella i
zado e n suaves modu- ^^^^^^^^^^^Hf ' -'-^^^ obras de la recient-; exposición de Sunyfr.
lacioncs de grises. Y de ^^^^^^^^^^^^ ' ™" líefjoso j'n í-l campo, principalmente. Clásico y ac-
una gran variedad fac- tual. Mülicioso y casto, que el Giorgione amaría y Mo-
tural también, que venía digliani admiraría. Extraordinaria y profunda lección
desde Niña con las va- de pintura digna de un buen Museo.
cas—esquemática sínte-
sis del motivo y los co No estaba sólo en valor y en número ese desnudo de
lores—bagta i/ofar, ver- Sunyer. Había, además, otros como el ambarino, i'l
áureo titulado Delante del esf:cjo, como el de claia y
optimista fusión de las dos pubertades—la femenil, la
campesina—, titulado Primavcfa, que hacía pensar en
un Kcnoif espiritualizado. Había incluso este Desnudo
del ramo, inocente y candida interpretación de una
intimidad humilde, en la que Joaquín Sunyer obtenía
la máxima condición ejemplar de su pintura a la hora
presente.

«Mi bjjav J O S É FRANCÉS


La Esfera 39
IKKIIIII'III ' i'ii<riiiriiiiiiiiiiiiii»iirij|ii(ii>iiir iiiiiiiiirii>i>iii'i'ii>iiiiit>'>iii>iiiii>iiir iitiiMi"" iiiitiiinr MmiiriJiiiitiMtitiiii 'i'>iiMtitiiMliii>iti>iii<itPiiiii(iiiinini(iiirirtriiiinniii>ifiriiiiiiii>ni)IIHrilii||uiiiiiiniiiHi(iMMiMmilllll'i

T<ii......,i„ii iiliiiiiiiiiiiimiKiiiiMiiiii IIMMUIU1tlll1ILIII1lllll1MIIIIIIMII1lllll1ll>lll"1>"IHIIIIIin


iiinMiMimimiiiii

Puerta Real del magnífico claustro de Santas Creus

LA MARAVILLA DE LA PIEDRA

SANTAS CREUS Y SUS SEPULCROS


iititiiKiiniiintibiiiiiiitiJ

Y A la plaza de San Bernardo, que es


como un patio de armas del Monas-
terio de Santas Creiis, sobrecoge el
ánimo con su silencio y con las tonafkla-
das las doctrinas de religión y filosofía, y
es el iliálogo que el hombre entabla con
su propia divinidad.
Fero he aquí que en la entraña de esta
des d e sus muros. Bien sea la sombra que piedra, entre las columnas de sus gran-
proyecta la fachada real del claustro—pie- diosas naves, unos sepulcros de mármol
dras del siglo XI!—, bien sea el espíritu florecido nos hablan de! grem misterio de
que infunden á todo lo q j e tes rodea la muerte. Nombres de bcUas y virtuosas
estos monasterios españoles, el hecho es damas, de preclaros varones, de reyes,
que el viajero se hunde en un mundo grandezas q u e causaron espanto, ya-
desconocido é inquietante, en el que la cen bajo la. pesadumbre de títulos y
civilización presente no cuenta, ó, A lo su- d i g n i d a d e s q u e apenas s i cupie-
mo, es como un rumor distante qi'e aill ron en las enormes losas que apisonan
no llegara jamás. sus cenizas, qaR eso son los títulos nobi-
¿Qué poder sobrenatural tienen estas liarios: unas pocas sílabas más para, un
piedras animadas por la fe y el arte q a e epitafio.
así paralizan la corriente ascensional de |Don Jaime I I y dofia Blanca de An-
la vida y llevan al espíritu apetencias de joul ¡I>on Pedro I I I de -Aragón y Roger
renunciamiento y ascetismo? No es ese de Lauria' He aquí en qu¿ vino á parar
sedimento\eIigÍoso que sp alberga en toda la gloria del gran navegante y guerrero
conciencia lo q a e con más fuerza lucha Roger de Lauria. de quien reuite la
contra esos torpes poderes que st^ñorean Faina: fNingún marino, ningún soldado
sobre el alma del hombre; es más bien le ha superado, antes y después, en vir-
u n a sacudida violenta y pagana, que po- tudes y prendas militares, en gloria y en
niendo á nuestro sentimienco frente á la fortuna. Nadie le ií^ualó en magnificencia
Verdad desnufla, le revela el hondo son- y nadie pudo contrastar con él el esfuer-
tido dp una vida en la que todo t-s pura zo y !a ¿randeza.» A los pies de un Rey
excelsitud humana, porque t o d a ella siguen las cenizas, en último tributo de
está forjada en la gran libertad de la Na- humildad, de quien dio á los Reyes, con
turaleza. E n t r e estas Jos augusta^ sole- el esfuerzo de .su brazo, t a n t o jwder y
dades de cielo y tierra, el arte enseña to- iiliiiiiillllltllllllllllliilllliiii
t a n t a gloria.
Nave de la " i l a capitular
40 La Esfera

¡Bellos monasterios españoles abandonado? y casi en podría existir un Rey como Don Pedro el Ceremonioso, Estas ruinas evocadoras quiebran el ritmo de nues-
ruinas! Sola la liistoria, aún viva, de aquellos días d e que tenía, «para aquellos á quienes llegaba á aborrecer, t r a « d a , arrastrándonos i un mundo moral que estre-
fervor religioso y guerrero, en los que el hombre era venenos como el que quitó la vida al conde de "Urgel; mece y asfixia. Por estas naves románicas se nos antoja
una lioguera de íe y de x>asión. Hablan estas fortalezas campos de batalla como el d e Lluchmayor, en que pe- ver disrurrir á una humanidad d e titanes en cuyo cuer-
construidas en -íl siglo Xii de aquellos días en que Euro- reció el Rey de Mallorca; jaulas de hierro como la en po no hay todavía más que un corazón disforme revol-
p a hacia temblar al Asia; en que üspaiia iba. acosan- que había encerrado al Infante don Jaime, X fin d e que cándose en una Conciencia llena de tinieblas. Y ya fuera
do á ios inüeles con Alfonso V I I . en el metiiodía;. con en ella se pudriese; puñales secretos para hacer inorir frente á la Naturaleza, cara á cara á nuestra civiliza-
las armas de .Ajagóu, en el Norte; con Berenguer IV, en el fondo de una cárcel A hombres como Jiménez de cií'iQ y á la libertad de que está hecha, huyen los asce-
pn el Oriente... Hablan también de la tremenda cruel- Gurrea; asesinos públicos para matar á quien )e estor- tismos que quisieron sobornarnos al entrar, y sentimos
dad que representaron aquellos poderes hoy extintos. baba, Como sucedió con su hermano, el Príncipe don lervientcmente el deseo de ponernos en contacto con
L a fe q u e impulsó estas obras de ensuei^o fué la misma Fernando, y cadalsos en que hacer rodar la cabeza de la vida.
que alimentó el ansia de poder y la que cohonestó crí- varones como don Bernardo de Cabrera, aun cuand"
menes espantosos. ¿En qué edad que no fuera aquélla le hubiesen prestado grandes 6 impagables servicios»? EMIUO PALOMO
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^,^^v Fecha:
la c a r a , es c u a n d o e m p i e z a esa l a r g a s e r i e de
Firma t
p e q u e ñ o s c u i d a d o s q u e f o r m a n lo « t o i l e t t e » d i a r l a .

En el folleto « N u e s t r a b e l l e z a d e cada d í a » hallará


usted resueltas todos sus dudas sobre el m a q u i l l a j e
exacto que corresponde a coda color de piel y de ojos,
sobre el tono personal de los polvos que debe usar,
sobre la perfecta igualdad del cutis y la distinción de las
manos, sobre la elegancia del tipo y la armonía de los
movimientos, porque al redactarlo se han tenido en cuenta
cuantos detalles constituyen el perfecto refinamiento.
42 La Esfera

Dos vestidos de paseo en tciépc tnarocaini, y dos abrigos, una en lana inglesa, propio pata isport', J* otro de iciúpeí
satín, con piel de trenarda

iQoarbsiaá

ABRA hombre o mujer jóvenes que no gusten de abigarrados tonos de la paleta luminosa ni aquellos
H practicar el bello deporte de la nieve? Acertare-
mos si decimos que no. Deslizándose por las ne-
vadas montañas en sus skis parece que los muchachos
otros que 'a palidecen; hay en la escala de los heiges y
do los grises, así como en la de los azules, gamas ver-
daderamente seductoras, que lucco armonizan a mara-
corren vertiginosamente en villa con las píeles que sir-
pos de su ventura.. ven do guarnición a los
Grcíios, la cumbre impo- abrigos, capas y chaquetas.
nentc y majestuosa, nos Una novedad que ha te-
ofrece la emotividad de sus nido enorme aceptación ha
paisajes bellísimos; el Gua- sido la chaquctita c o r t a
darrama n o s b r i n d a sus hasta el talle, confeccio-
montañas, más «modestas», nada toda ella en piel i'íist!;
pero más asequibles, en las por su aspecto juvenil nos
que se puede cultivar este parece un verdadero acier-
sano deporte d e la nieve, to, y además, por su esca-
que d a v i t a l i d a d a los so volumen, resulta muy
músculos, perfecciona nues- práctica.
tra línea y deja respirar a Se h a c e t a m b i é n este
nuestros pulmones el aire modt'io en pirineo de pelo
puro de la Sierra. muy corto o en nwnllon do
Para lamujci, y también lana; las dos calidades son
para el hombre que cuida sumamente bonitas.
de su aliare, constituye una La combinación de blan-
p r e o c u p a c i ó n el vestuario co y negro pone una nota
deportivo. de máxima elegancia sobro
La.? crónicas de la moda el n e v a d o f o n d o . Hemos
ofrecen las opiniones más visto algunos trajes en co-
diversas en lo que a ¿ste s<' tos tonos que hacen muy
refierp. H a y c[uicn dice que esbelta la silueta, porque
cuanto más luminosa, más la recorta muy graciosa-
elegante r e s u l t a la toilette mente, estilizando los con-
para practicar el shi; por tornos y la linea.
el contrario, otros aconsejan Gentralmente se llevan
los tonos neutros o, por lo los pantalones negros y la
menos, muy apagados. T,os chaqueta blanca. El toca-
que han de elegir entre una do es una boina o casque-
y otra tendencia no saben, te, bajo el que se ocultan
en realidad, lo que hacer. A los cabellos casi por com-
nuestro juicio, en un buen pleto, para que los rizos no
Abrigo de .spo.t. en lanilla t¿rmino radica lo acertado,
Lindo vestida de noche en (crÉpet satin se d e s h a g a n c o n la h u m e - vestido de .crápe marocaln»
inglesa de tonos gtJses y no deben elegirse ni los color malva dad ambiente. aiul marino, con bleses blancos
La Esfera 43
I-íay otros modelos en que el pantalón os negro y Su amplitud es uno de los factores primípalcs de su El spQyt de la montaña exige selección y cuidado en
blanco, combinado por medio de sabias incrustracioncs, éxito. Para llevar los útiles de su maquillaje, de los cua- lo que respecta al vestuario y sus accesorios. Una falta
que resultan sumauít-nte graciosas. Lo mismo se hace les la mujer no prescinde por nada en este mundo, lo más de buen gusto puede malograrnos un grato placer; el
en la chaqueta y, a ser posible, en la boina, para que el práctico, mejor que cartera o saco, es llevarlos en algún que significa gozar un día entero de la Naturaleza
conjunto resulte más perfecto. bolsillo de la chaqueta o pantalón, pero como con los cuando la nieve se ofrece ante nuestros ojos como el más
L a hechura del traje deportivo para la nieve debe movimientos del deporte pueden perderse, lo prudente delicioso regalo.
ser muy sencilla. El pantalón al estilo de Noruega es es asegurarlos con esas cerraduras corredizas de acero,
ei más aceptado, porque facilita todos los movimientos. tan de moda y tan cómodas y bonitas. A N G E L I T A NARDl

Traje-abrigo de terciopelo inglés kbeigei Traje de JCripe» de China gris, nioleado Traje de (ano marrón y blusa de jefsejr
claro, adornado de cara.cul marión de terciopelo ^ria y negro ibei^e» y marrón

(Modelo M. Rouff) (Modelo Rceny) (Modelo M. Roufí)


44 La Esfera

Tiaje de noche en puntilla rojo vivo, Tra¡e para fjeune-fille», de ocri^pe» de Traje de terciopelo 'aubcrginei, ccn gian
con fcharpE hacifndo juego China blanco, con volantes de organdi echarpe sujeta al traje
de seda blanco
(Modelo Prcmet) (Modelo Billioque) (Modelo S;ni:f)

le para la noche; sos trajes parecen algo inmaterial,


LAS TENDENCIAS DE LA MODA por lo vaporosos y sencillos, l'atou, en los trajts para
el día, derrocha esc ingenio productor en creacion'-s
lindísimas.
¿Podremos, pues, negarnos a libar el divino néctar
P ASADAS las fiestas de Navidad y de Afio Nuevo,
hemos vuelto otra vez a ocuparnos do la Moda,
esta tirana que nos esclaviza y nos encanta a un
tiempo. De nuevo nos hemos entregado a! placer de
de elegancia que ambos nos ofrecen?
Antes, una mujer de buen tono limitaba su vestua-
rio a las creaciones de un solo modisto; hoy, por el con-
de ver trapos en las Casas de alta coslura. trario, la diversidad de las firmas es la nota caracte-
Enero nos reserva muy £;ralas novedades, una de rística de la dama snob y elegante. En Espafia s? ha-
ellas la exhibición de modelos firmados por los ases bía admitido hasta ahora en un mismo guardarropa
de la moda viencsa, magníficos conjuntos que muy en varias firmas francesas; hoy se admite la intromisión
breve las damas espafiolas aceptarán muy complaci- de otras Casas extranjeras, como la cosa más natural
das, vistiéndose indistintamente con creaciones fran- del mundo.
cesas o austriacas. El eclectismo impera y se acata la novedad sin pn;-
Lo verdaderamente sensible es qtié en Espafia no testas, aunque la moda vienesa y la parisina difieren
h a y a aún una moda propia, teniendo como tenemos bastante en concepto y en la línea general de la si-
tantos medios para crearla, pus^s lo más esencial es que lueta.
haya quien la cotice, y esto no puedo dudarlo nadie. La única nota coincidente es la de la largura de las
Además, para su creación tenemos dibujantes y mejo- faldas, más corta en los trajes para el día qiie en les
res obreras de la aguja que en otros países donde la destinados para la noche, que son largos basta el to-
moda tiene su origen. billo y algunos cubriendo casi por completo el pie.
pero mientras esto no sea un hecho, hemos de con- Con la moda vienesa la feminidad se exalta hasta
formarnos a que un Wisental o un Patou lancen los lo máximo, y c-sta es la principal ra/ón de su éxito en
trajes que h a n do realzar nuestra belleza, ahogando todo el mundo.
este sentimiento de patviotis-no que nos anima,
Vcslido de noche Abrigo de terciopelo [Kf-ro,
Wisental crea modelos maravillosos, priucipalmen- en puntilla ibei^e» con piel de trtnard"
A. N .
ÁMTE
TODO
Al conducir un cocfie FORD por primera vez. uno
cíe los puntos que atraeré más poderosamente
su atención será el de la acción instantánea y
eficaz del siitema de seis frcnoi. Este íistema ga-
rantiza un grado máximo tíe seguridad. Los fre-
nos de pie a las cuatro ruedas y el lieno de
mano son absolutamente independientes, del
tipo de p>:pansión interna, con lai luperfictei de
fncción perfectamente encerradas y protegidas
contra el barro, el agua, la arena... La superficie
total de frenaje es de 1.454 cmi cuadrado!. Otra
característica exclusiva es la de centrarse auto-
Los D'ofluttos Fofd gozan d t getantlo indefinida lodo Agente Ford máticamente los cuatro frenos de pie Este meca-
autonzadD cambiará cualquier pieza en que se compruebe defecto de nismo permite que la superficie total de las za-
consíiucción, y cuidará aiimismo tJe desmontatla y montarla de nuevo patas se ponga en contacto con los tambores en
Sin gasto alguno para el propietario. Esta garantía se aplica en tual- el preciso momento en que se opnme el pedal, y.
quler momento de la vida del cocfie y debe uited ex(gi[la por escnto al eliminando los recfiinamientos y cliirridoi, eiegu-
adquirí! su coche o camión fa continuamente un funcionamiento silencioio

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La Esfera

CURIOSIDADES GRÁFICAS

C O S A S RARAS QUE P A S A N EN EL MUNDO


L os fotógrafos, admirables cazadores de notas cu-
riosas Uc actualidad, las encuentran de una diver-
sidad encantadora en los más diicientes países y
en los más contradictorios temas.
E n un solo día nos envían, cutr.; otras, las tres diver-
gentes que damos en esta plana: un tanque hidráulico
alemán; dos truchas gigantescas, pescadas en un mar
canadiense, y un bar de típico snobismo, qtie atrae estos
días al público parisino, extraordinariamente novelesco,
como nadie ignora...
El tanque es, contra la tradición de los de sn especie,
un artilitgio de paz. Eütá construido y manejado con
e' fin de calmar los ánimos y reducir á la obediencia á
los exaltados en caso de manitcstacíones callejeras, y
desde luego es más piadoso y menos cruento que los
medios usados antes: las cargas de la policía montada
ó de á pie, las descargas de fusilería y el famoso pasage
atabac de les sargcnts de Ville de París,
E l medio no es nuevo. Los alemanes no h a n hecho
sino copiarle de franceses é ingleses, que más de una
vez disolvieron manifestaciones empleando mangas de
riego, y agrandarle, kolosalizarle, como á su tradición
corresponde.
E n lugar de las míseras mangas de riego, utilizan el
magnífico tanque de su invención, que reproducimos:
lanzadas de agua á presiones clevadfsinias, y á cuyo?
efectos no hay exaltación que no se rinda.
Las truchas gigantescas, de las que mejor que de otras
puede decirse el reirán castellano de que no se pescan
á bragas enjutas. La pesca de tan extraordinarias tru-
chas no es, ni mucho menos, fácil, y sólo puede hacerse
con mucho trabajo en el lago de los Esclavos, al norte
del Canadá, donde la curiosa variedad del sabroso pez,
tan amador de los ríos leoneses, tiene su habitat par-
ticular.
No es de suponer que en ella, y p a r a tan enormes di-
mensiones, logro la finura que nuestras truchas nacio-
nales, y es, en cambio, lógico que esas truchas enormes
Un bar de nuevo gínero fn París ó el queso como pretexto par* beber...
no tengan la viveza ni la travesura que ha hecho á los
españoles prestar su nombre á una variedad de la es-
pecie humana, " ]»io deuominar Bar Qitcsen. E n él, efectivamente, aun- ber! e con justificación es una de las maneras de «pasar
La cual especie tiene caprichos de una variedad en- que, naturalmente, se beba, no es, cdmoenlosbaroaor- el rato», misión i'inica do algunos seres, que, con todo eso,
cantadora y muy divertida, que son fundamentalmen- dinarios, (lá cuerpo limpio», como diría uno de nuestros se aburren extraurdinanamente en este picaro mundo.
t e demostraciones de la fatiga producida por e' abuso baristas clásicos, sino con la justificación de un boca- Para muclios de los seres á quienes su inacción aburre,
de los placeres. Eso es lo que signitica el establecimiento dillo de queso. " el hallazgo de un nuevo placer serfa la felicidad suprema,
de degustación, como allí dicen, al que sería más pro- Cada uno tiene su vino particular apropiado, y be- y como esa felicidad es diffcil de lograr, se conforman
con dar aspectos y modalidades nuevos á los placeres
viejos, líeberes vicio airoso más que secular y que tie-
ne abolengo bíblico inclusive: la humanidad lo disfraza
en las más diversas formas para seguir bebiendo y ha-
cerse la ilusión de que la bebida es lo de menos. Unas
veces bebe en honor de un hombre ó de una idea; otras,
decora artística ó caprichosamente los lugares en que
ba de beber, y otras, como en esc novísimo bar parisino,
justifica la bebida con expedientes diversos; pero en el
fondo, como dijo el filósofo, todo es uno y lo mismo.

TANQUE CONTRA MANIFESTANTES


La policía alemana ha perfeccionado, >kolosalúáni¡ule., d sistffTuí disolvente de ninnifestaiiones que emplearon anws los itiaiigueroa Doa maenlllcos ejemplares de truchas canadienses
de P a i l s / Londres (Fots. Agencia Gráfica]
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T E M A S D E L DÍA L a familia en peligro, y su defensa PARATOPA CLASE DE TRABAJOS
ON ser t a n grave la prostitución sexual, h a y otra terribles qtie amenazan a todas las nacionc-S del Globo,
C infinitamente peor, y es la prostitución espiri-
tual. Prostitución de las conciencias, que sub-
Y es quizá la familia la institución social que ba salido
peor librada del universal desquiciamiento. Jtalos
vierte todas las instituciones y que empieza subvir-. vientos corren hoy para el matrimonio cristiano, y aun
tiendo ia institución familiar, base y eje de todas cuas. para toda especie de matrimonio. ¿Podremos esperar
Prostitución do los sentimientos, do las ideas y de las fundadamente que esas temercsas nubes se disiparán
voluntades, que, en proporción aterradora y en movi- mañana? No son, ciertamente, motivos de confianza el
miento rápido, invade y arrastra al mundo. E s algo íisí pesimismo desconsolador y la apatía enfermiza que por
como la apetencia de una Humanidad dcslainiliarizada todas partes cunden. Los que no creen en la familia,
por propia voluntad, sin la extorsión de las cargas y ni la aman, nada encuentran ni descubren en favor
obligaciones domesticas, y hecha a imagen y semejanza de la Humanidad, y apenas si dejan de su .paso por el
del hombre primitivo, a lo Kousseau, que, inhibido, de mundo otro recuerdo que el de su esli'ríl existencia.
toda asociación, ejercita su actividad erótica sin límites En el naufragio que amenaza a nuestra sociedad, en-
ni trabas. Y he nombrado a Rousseau, no sin motivo, t r e la inmensa legión de escéptícos y desesperados, que
sino a intento, porque la idea de q u e la Hnmanidad, niegan que la virtud corresponda a un orden eterno,
por sí sola y por movimientos espontáneos, puede lle- y que, incapaces de contemplar las cosas de una mane-
gar a la perfección—idea que no resiste al más liyero ra desinteresada, miran la familia como algo irritan-
análisis—, se funda en la tesis del filósofo gincbrínu de t e y absurdo, no queda a los hombres de buena volun-
que el hombre es naturalmente bueno, cuando.lo acer- tad más que un modo do sostenerse en pie, de no deshü-
tado es no considerarlo ni bueno ni malo, pero fí per- cerse en polvo, de no encena^'ar.'-:e en el olvido de sí mis-
fectible por la educación, es decir, por la dirección qiic , mos y en su propio desprecio: .substraerse a todo y decir,
le dé la familia. Lo importante, como ha dicho 61 pro- con Dumas (hijo): «Ha llegado la hora de decidirse.
fesor Bestciro, es saber cómo ha de regenerarse la Hu- Los tiempos anunciados-se acercan. Dios lia vuelto a
manidad y qué medios deben emplearse para garanti- visitar a Noó. Necesario será permanecer coii los hom-
zar esa vía de regeneración. Fuera de la familia no en- bres en el diluvio, o con el..ho]nbre en el Arca,» Esta
contraremos vía alguna que no sea o incompleta, o arca no puede ."¡er otra que la familia. Pero, ¿resistirá ilNlCAME^^^E
confusa, o desorientada. Bien lo comprenden los dcmo- al empuje del m a r embravecido, en cuyo oleaje corre- LAPÍCERÓS NEGROS YDECOLOREÍ
ledores sociales de nuestros días, y por eso dirigen con- mos el riesgo de perecer todos? Porque no hay que ha-
tra la familia todos los fuegos de su lanático encono. cerse ilusiones de incauto optimismo. L a anarquía
Pero el desenlace de tendencia tan innoble sería tras- actual, confiada on su poder terrible, lucha por doquiera
tornar por completo nuestra civilización y quizá, in- y arraiga, enseñoreándose del mundo. Ella adelanta
cluso, destruirla. como una borrasca prefiada de exterminio, a,S(jlando hombres de buena voluntad? Ante todo, considerar la
nuestras más caras instituciones, pervirtiendo nuestros causa de la familia, al convertirse en defensores suycs,
Kenán, on su agonfa, nos dejó esta solemne adver- más preciados .sentimientos y sepultando debajo de sus como una de esas causas eternas por las cuales es preciso
tencia: <dlay que temer para Europa nuevos siglos de olas nuestras vidas en imponderable desolación. vivir y morir. Luego, adaptar el esfuerzo a la realidad,
barbarie.» L a profecía ha empezado a cumplirse. exaltando, en su apostolado, cuanto sostiene y embe-
Las consecuencias do la pasada conílegración mundial Y en medio de este trastorno, máquina y confusión llece la vida, pero conservando siempre la pureza del
han abarcado a la Humanidad entera, difundiendo el de cosas, todos los valores transmutados y todas las alma, la idea del deber, la austeridad de la conducta.
desaliento y un verdadero-miedo a las contingencias creencias perdidas, ¿que misión han de imponerse les Finalmente, creer con firmeza que la familia prevale-
cerá contra sus enemigos y que continuará dignificando
al hombre y cnsefiándole, en santa lección de pureza, a
refrenar los impuL-íos del apetito carnal, oprobio de los
deshonestos animales, ptro dejándole reproducir nor-
mal y noblemente la especie, y haciéndole responsable
de la salud física y moral de la prole. Tal es el sencillo
programa a que deben adaptarse cuantos quieran evitar
la decadencia y desaparición de la sociedad domestica.
Por eso, cualesquiera que sean los destinos que la Pro-
videncia nos tenga reservados, esperemos que la familia
se sobrepondrá a las mayores convulsiones y que hasta
en el caso de que este bajo mundo de miseria y de lu-
chas se convierta en un sucio cnos, una voz .sobrehuma-
na gritará en las limpias alturas: «¡Paz a los lionibr<s
de buena voluntad! ¡Sólo para ellos renacerá la Huma-
nidad, y el nnmdo saldrá de sus ruinas!»

EDMUNDO GONZÁLEZ-BLANCO

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prólogo de Antonio Kobles, dibujos de Liniendoux y
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por la Compafiía Itero-Americana de Publicaciones.
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(Con qué atención y amabilidad debo recibir ducida del inglés y publicada por la Casa Editorial
Seguí en su colección «La Novela Einccional». Aunque
al cliente y cómo tengo que esforzarme en desde ia primera página se revela el género de viajes
y aventuras a c|uc pertenece esta obra, debe señalarse
serle agradable y cómo debo sonreirle para en ella una perfección de estilo y finura do observación
dignus de una novela psicológica. El ídcal de instruir
dejarle contento I ¡Y cuan difícil resulta a deleitando parece haber sido la divisa del autor en esta
obra, una de las más interesantes y entretenidas que
veces esto cuando una se siente enfermal han aparecido recientemente.
Flores del alma.—Poesías, por María Faura Cots.
Sin embargo desde que tomo Delicioso ramillete de inspirados versos, en los que
la autora vierte a raudales la inspiración de su numen
poético. «-VI presuntuoso semidiós», «A un sabio filó-

CAFI/ISPIRIAfA sofo», oMaya», «Diafanidad», «Calvario», oíñsteza»,


«Esperanza», «Lo insondable», «Temible filosofía»,
«Fatalismo», «Precocidad», «Enigma», cLuz», «Mundo
falaz», etc., son otros tantos títulos de bellísimas estro-
apenas si recuerdo lo que es el dolor, puesto fas, en las que la autora alcanza las altas cumbres de
una filosofía poética que deleita y hace pensar al mis-
que este remedio no sólo elimina los dolores mo tiempo.
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