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M a r ía L u is a T a r r é s *

Lo cualitativo como tradición

el concepto de tradición puede parecer inapropiado

A
u n q u e

. para referirse a las ciencias sociales, porque se opone a las


ideas de racionalidad, progreso, creatividad o innovación con las que
se identifican, es im portante rescatarlo para dar cuenta del carácter
histórico y social del conocim iento.
Para ello es necesario considerar que tradición, en el sentido
que se otorga aquí, difiere de la idea com ún que confunde la tradi
ción con la rutina, las costum bres, el conservadurism o o la sim ple
reproducción de un objeto material, de una idea o com portam iento.1
La idea de tradición que utilizarem os se referirá a la persisten
cia en el tiempo de "un sistema de ideas y prácticas organizadas por
reglas y rituales de naturaleza simbólica, tácitas o explícitas, orien
tadas a inculcar ciertos valores y norm as de conducta producidos
en determ inados grupos o en las sociedades” (Hobsbawm, 1983:1).

-D octora en so cio lo g ía por la U niversidad de París. Profesora-investigadora, Centro


de Estudios S o cio ló g ico s. El C olegio de M éxico.
1La idea de tradición para analizar las con tin u id ad es y las rupturas en la acción
humana ha sido desarrollada por autores de diversas disciplinas. Una visión general y de
gran interés se puede encontrar en Edvvard Shils. 1981. D esde la óptica de la historia social
y la an trop ología. E ric H o b sb a w m y T eren ce R anger rescatan la in v e n c ió n de tradi
cion es. para com prender las bases de la coh esión comunitaria y grupal, la legitim idad de
las instituciones y de la autoridad, las formas que adquiere la socialización en determ ina
dos valores, normas o reglas de conducta en las socied ad es m odernas, en el libro. The
hivcntioH o f T ra d itio n s. 1983. Un análisis que puede ser una buena puerta de entrada al
debate sobre la s tradicion es en las com un idades c ie n tífica s se encuentra en A m brosio
V elasco G óm ez. “El concep to de tradición en filosofía de la ciencia y en la hermenéutica**,
en A m brosio V ela sco G óm ez (com p ,), 1997. Por últim o, cabe recordar que filó so fo s de la
ciencia tan connotados com o Karl Popper o T ilom as Kuhn. entre otros, han desarrollado
la idea de tradición para explicar el cam bio y la innovación en la ciencia.
M A R ÍA LUISA T A R R É S

Lo propio de las tradiciones, entonces, radica en la continuidad de


una herencia transm itida dei pasado al presente.
En el caso de las tradiciones científicas, el contenido de lo que
se com unica está constituido por los conocim ientos, los supues
tos, los discursos, lenguajes, valores y convenciones creados alre
dedor de las prácticas de las comunidades dedicadas a esta tarea. Es
esto lo que se alm acena en la m em oria colectiva de las com unida
des. Las generaciones anteriores traspasan a las actuales diversos
tipos de contenido que son reelaborados, interpretados, utilizados o
transform ados.
Así, aunque en el m undo de las ciencias sociales la constante
parezca ser el cambio y la novedad, las com unidades com prom e
tidas con el quehacer científico en el presente establecen vínculos
con lo que hicieron las generaciones pasadas por m edio del len
guaje, la com unicación, las instituciones.
De hecho, estas tradiciones influyen de algún modo en el pen
sam iento y la conducta del presente, sea porque se adoptan al ser
consideradas legítimas, sea porque se reelaboran a la luz de nuevos
problem as o nuevas ideas o bien porque se rechazan por inoperan
tes. Esa m em oria heredada del pasado no es m onolítica, pues las
com unidades científicas, plurales por definición, ofrecen un reper
torio muy diverso de supuestos, valores, teorías y procedim ientos
m etodológicos a las generaciones posteriores.
Las generaciones de! presente, por ende, pueden conservar cier
tas tradiciones porque están dotadas de un valor que se com parte
con las anteriores, pero también seleccionan ciertos fragm entos de
la tradición, haciendo hincapié en algunos y desechando otros, o
sim plemente crean nuevas pautas sim bólicas, códigos norm ativos
o lenguajes y discursos alternativos, porque el examen de los ante
riores a la luz de los hechos del presente ya no responde a las ne
cesidades o requisitos de la práctica científica de su contem pora
neidad.
Tradición no significa, en consecuencia, repetición o rutina. La
forma com o se procesan las tradiciones depende en gran parte de
la capacidad persuasiva de los argumentos desarrollados por agen
LO C U A L ITA TIV O C O M O TRA D ICIÓN 37

tes sociales que las crean o “las inventan” (Hobsbawm , 1983), así
com o de la eficacia de las instituciones y actores para transm itir
las y com unicarlas. Su influencia no es, sin em bargo, m ecánica,
pues la suerte de las tradiciones tam bién está subordinada a la
capacidad reflexiva y crítica de aquellos que las reciben com o he
rencia o com o parte de la m em oria colectiva de su com unidad de
pertenencia.
A diferencia de lo que sucede en otro tipo de com unidades,
en las científicas tienden a preponderar los procesos de creación y
reelaboración de las tradiciones por sobre los procesos repetitivos
o reproductivos. El clim a de tolerancia, pluralism o y la valoración
de la crítica que, en principio, organizan la vida práctica de estas
comunidades se expresa en debates permanentes sobre asuntos con
trovertidos y se convierte en la base de la competencia entre diver
sas tradiciones. Por eso, aunque en ciertas coyunturas haya tradi
ciones científicas hegem ónicas, los agentes o las agencias que
sostienen ideas distintas, pero carecen de fuerza, tam bién partici
pan con sus propuestas en el quehacer comunitario.
Podríam os, entonces, llam ar “tradición reflexiva” al tipo de
tradición que m arca a las com unidades dedicadas a la ciencia para
diferenciarla de aquella que se conserva com o repetición, a veces
inconsciente, y que contribuye a la reproducción y no a la pro
ducción del conocim iento, de la cultura o de la sociedad. La tradi
ción reflexiva, en cambio, privilegia valores, normas y crea pautas
de conducta que favorecen una actitud analítica y crítica encam i
nada a revisar y evaluar las ideas, los supuestos, las teorías y méto
dos convencionales no sólo alrededor de un debate abstracto, sino
también en el m arco de las circunstancias históricas en que éstos
se originan y desarrollan.
La reflexividad com o pauta de com portam iento consiste en el
examen y reform ulación constante de prácticas y convenciones a
la luz de inform ación nueva sobre ellas, lo que altera su carácter
constitutivo (G iddens, 1990).
La dimensión reflexiva de la tradición de las comunidades cien
tíficas posibilita, así, la innovación, la creatividad, la im aginación
38 M AR ÍA LUISA TA R R É S

para enfrentar nuevos dilemas en un clima de convenciones defini


do por la com unidad de pares.
La form a en que cristaliza social e históricam ente la com peten
cia entre tradiciones científicas es. sin duda, mucho más com pleja
(véase Velasco, op. cit. ) pues en ella, adem ás de ponerse en juego
disputas sobre la capacidad persuasiva de ciertas ideas, tam bién
influye la fuerza sociopolítica de los agentes y las agencias que
participan. Pese al consenso alrededor de ios valores y norm as
que organizan el campo de la ciencia, en su desarrollo histórico-so-
cial tam bién se entrem ezclan conflictos de poder.
Cuando las fuerzas entre los agentes son equilibradas, tradicio
nes que en principio son diferentes pueden apoyarse entre sí y
fusionar elementos de las otras, con lo que se alteran mutuamente.
En cam bio, cuando una de las tradiciones dom ina no sólo en el
campo de las ideas sino tam bién en la arena del poder, las tradi
ciones más débiles tienden a m arginarse y/o a m antenerse en for
ma latente. En estos casos, las tradiciones funcionan com o reser-
vorios de ideas en espera de actores posteriores que las escojan
com o opciones para su trabajo. El desafío para las generaciones
posteriores consiste en elegir entre las posibilidades que ofrece el
repertorio de tradiciones que han recibido com o herencia o m e
m oria de la com unidad científica para reelaborarlas y al m ismo
tiempo crear las condiciones sociopolíticas que les permitan concre
tar esas ideas.
En sum a, si bien las tradiciones reflexivas, propias de la cien
cia, cam bian com o resultado de los debates sobre ideas, supuestos
paradigm áticos, concepciones teóricas y m etodológicas, o sobre
la pertinencia de los hallazgos de investigación, y estas discusio
nes constituyen las bases más im portantes de su desarrollo, la his
toria de las com unidades científicas enseña que tam bién se trans
forman por la influencia de su contexto social e histórico.
Si en algunos m om entos hay tradiciones que legitiman ciertas
form as de hacer ciencia que definen lenguajes y códigos com o
universales para toda la com unidad, en otros la tradición funciona
com o un depósito de recursos ideales y m ateriales alternativos,
LO C U A L ITA TIV O C O M O TRA D ICIÓN 39

disponibles para aquellos agentes que impugnan o ponen en duda


ciertos supuestos considerados hasta entonces com o universales.
La idea de tradición reflexiva que tratam os de esbozar para
entender la lógica de las com unidades de las ciencias sociales tie
ne la ventaja de perm itir observar la persistencia y continuidad de
sus prácticas y sus ideas y al m ismo tiem po ofrece la oportunidad
de identificar los m ecanism os que dan lugar a la creatividad y la
innovación científica. Gracias a la presencia de las tradiciones re
flexivas son posibles debates continuos sobre asuntos que han unido
a los científicos sociales, al m enos, desde el siglo xix, cuando se
constituyeron sus cam pos de conocim iento disciplinarios.
Pese al tiem po transcurrido, es im portante recordar que sus
debates se han organizado alrededor de preguntas sencillas, que
han obtenido respuestas distintas de acuerdo con las circunstan
cias históricas en que se han planteado. Preguntas como: ¿cuál es
el objeto de las ciencias de la sociedad o del ser hum ano?, ¿hay
posibilidad de conocerlo?, ¿cuáles son los m étodos para hacerlo?,
que han definido el cam po de las distintas disciplinas de las cien
cias sociales, se m antienen vigentes y son fuente de controversias
en la actualidad.
Un asunto que durante las últim as décadas ha estim ulado un
debate de gran interés porque se relaciona con una crítica fuerte a
la corriente cuantitativa vinculada con los paradigm as positivos o
neopositivos, refiere justam ente al asunto de la pertinencia de los
métodos cualitativos para conocer la realidad social.2
Aun cuando hoy esta controversia se presenta con argum en
tos del lenguaje científico contem poráneo y parece novedosa e
irreso lu b le, está p resente com o p roblem a por lo m enos desde
finales del siglo xix. En efecto, el problem a se planteó cuando los
estudiosos de la sociedad definieron los cam pos disciplinarios, y

-L a d is c u s ió n so b re la pertin en cia de las m e to d o lo g ía s para c o n o c e r lo so c ia l,


enfrenta a quienes participan en ella a definir qué entienden por lo social. Fruto del debate
e s la enorm e cantidad de publicaciones sobre el tenia, que a menudo traspasan las fron
teras m etod ológicas, pues el problema de có m o conocer un objeto de estudio se vincula
íntimamente con la filo so fía de las ciencias y la teoría social. La bibliografía citada en los
distin tos artículos de este volum en puede orientar al lector interesado en estos asuntos.
40 M A R ÍA LUISA T A R R É S

surgió lo que conocem os com o las ciencias sociales. Su origen


enraizado en la form ación m ism a de la disciplina perm ite definir
el debate com o una dim ensión de las tradiciones de las ciencias
sociales.

E l d e b a t e s o b r e l .o s m é t o d o s c o m o e x pr e s ió n

DE LAS C O N T R O V E R S IA S E N T R E T R A D I C I O N E S 1

L a d i s c u s i ó n sobre la pertinencia de la perspectiva cuantitativa o

cualitativa tiene larga data en las ciencias sociales. Sin em bargo,


es posible afirm ar que la sucesión de conflictos alrededor de los
métodos entre las distintas tradiciones esconde antagonism os sobre
valores (Freund, 1969: 32). En efecto, los debates entre com uni
dades que se identifican con ciertos m étodos expresan aspectos
más profundos, no siem pre explícitos, porque indirectam ente se
vinculan con el com prom iso con ciertos supuestos subyacentes
en los paradigm as o con alguna concepción teórica.
Aunque en los últim os años ha habido esfuerzos im portantes
por integrar posturas que hasta hace poco parecían irreconcilia
bles (Alexander y Giesen, 1994; Giddens, 1995: Bourdieu. 1995 y
1990; Hekm an, 1999), la controversia entre los llam ados cualita-
tivistas y cuantitativistas todavía m uestra la presencia de com u
nidades científicas em peñadas en una especie de dogm atism o
m etodológico. Su debate se enm ascara con argum entos más rela
cionados con antagonism os sobre valores, supuestos paradigm áti
cos y opciones teóricas que con aspectos relacionados con el m éto
do, es decir con el cóm o conocer.
Un pequeño estudio sobre la percepción que los científicos
sociales tienen de las m etodologías, realizado a partir del análisis
de diversas publicaciones estadounidenses, m uestra con claridad
este problem a (Halfpenny, 1979). En efecto, pese a la cientifici-

'Para una visión general actualizada sobre los principales debates desarrollados en
las ciencias sociales alrededor de su vocación c o m o ciencias y co m o disciplin as, desde su
sep aración de la filo so fía hasta m ediad os de los noventa, v é a se el libro de Im m anuel
W allerstein (1996).
LO C U A L ITA TIV O C O M O TRA D ICIÓN 41

dad de la argum entación utilizada en la literatura revisada para


calificar a los distintos m étodos, los autores de esta investigación
descubren que los métodos cualitativos y cuantitativos se definen a
partir de atributos dicotóm icos y por tanto opuestos, y aparecen
com o dos polos prácticam ente irreconciliables.
Así, algunos desacreditan a las com unidades que resisten la
cuantificación, calificando los resultados de la investigación cuali
tativa como “descriptivos, pre-científicos, subjetivos, políticos, es
peculativos, obtenidos de datos suaves”, mientras los que la apoyan
utilizan adjetivos tales como: “interpretativa, herm enéutica, holís-
tica, fenom enològica, ilustradora, inductiva, exploratoria, buena,
etcétera” .
Por su parte, aquellos que rechazan y devalúan los conoci
m ientos que provienen de estudios cuantitativos señalan que son
“rígidos, abstractos, ahistóricos, neutros, positivistas, atom ísticos o
sim plem ente m alos” . Y los grupos que se identifican con los m é
todos cuantitativos se refieren a este tipo de investigación com o
“científica, explicativa, que trabaja con datos duros, deductiva, que
verifica hipótesis, universalista, positivista, objetiva” .
El interés de este estudio radica en m ostrar con claridad la
confusión de los argum entos en que se apoya cada grupo para ju s
tificar su percepción, polarizando las opciones m etodológicas de
m odo que aparecen com o irreconciliables.
Las calificaciones sobre los m étodos se am paran en razona
m ientos de diversa índole. Éstos varían desde un sim ple juicio de
valor com o bueno y malo, pasando por considerar el tipo de dato
obtenido de acuerdo con su consistencia “dura o blanda” , hasta
aquellos que justifican su apoyo o rechazo a las distintas alterna
tivas m etodológicas apelando a determ inadas corrientes teóricas.
El caso más evidente y com ún es el argumento que confunde
una determ inada escuela teórica o un paradigm a con los m étodos
cuantitativos o cualitativos. En el estudio m encionado se supone,
por ejem plo, una correspondencia entre el positivism o y los m éto
dos cuantitativos, m ientras las corrientes interpretativas o la her
m enéutica se identifican con los cualitativos.
42 M AR ÍA LUISA TA R R É S

Aunque el problem a es infinitam ente m ás com plejo y la prác


tica de la investigación refuta estas ideas, lo im portante, com o se
dijo antes, es reconocer que estos antagonism os que trascienden
el método se han planteado en forma cíclica en las ciencias sociales.
De hecho, el conflicto se presenta durante el m om ento en que
ios estudios sobre la sociedad y el ser hum ano se definen com o
ciencia estableciendo los lím ites y alcances de las diversas disci
plinas. En esa coyuntura, los distintos autores apostaron a un obje
to de estudio así como a los métodos adecuados para conocerlos. Es
de destacar que, desde un principio, dentro de una m ism a disci
plina hubo com unidades que se com prom etieron con los paradig
mas de las ciencias naturales, postulando así un m odelo único de
ciencia y otros que im aginaron m odelos distintos, argum entando
la dificultad de identificar al ser hum ano o a la sociedad con la
naturaleza.
Las divergencias contem poráneas tienen, entonces, raíces en
las visiones opuestas sobre la sociedad y el conocimiento de lo so
cial, cuyas líneas gruesas fueron trazadas por los creadores de los
cam pos disciplinarios y científicos.
Sin em bargo, los com prom isos con una u otra tradición se m o
difican con el tiem po, pues la herencia clásica recibida por las ge
neraciones posteriores es reelaborada y en ocasiones alterada y
produce com binaciones inesperadas.
El paso de una teoría a otra en ciencias sociales no tiene siem
pre ese carácter revolucionario que Thom as Kuhn le adjudica en
la historia de las teorías científicas. Lo más com ún es que m uchos
cambios se realicen por medio de amalgamas, desplazam ientos de
ideas entre teorías, retoques sucesivos que influyen en transfor
m aciones teóricas y m etodológicas de im portancia (Ansart, 1990:
7-28).
De ahí que. para com prender las oposiciones que se presentan
en los debates contemporáneos, sea preciso detenerse, aun cuando
sea superficialmente en los orígenes de la controversia y considerar
al mismo tiem po que estas posturas prim igenias, calificadas hoy
com o clásicas por las com unidades, se han transform ado gracias
LO C U A L I T A T I V O C O M O T R A D I C I Ó N 43

al trabajo constante de los científicos sociales y a las circunstan


cias históricas en que éste se desenvuelve. A finales del siglo xix y
a principios del xx, dos autores de la sociología, sin saber uno del
otro, crean las bases de dos perspectivas teórico-m etodológicas
diferentes para una m ism a disciplina. Durante el periodo en que
Emilio Durkheim produjo su obra en Francia, Max Weber desarro
llaba un proyecto similar en Alemania. Las contribuciones de ambos
autores al desarrollo posterior de la teoría y la m etodología son
distintas. La lectura y las interpretaciones sobre sus obras son nu
m erosas y han creado adeptos y detractores de uno y otro. Sin
em bargo, las ciencias sociales contem poráneas no han podido
prescindir de sus ideas, ya que directa o indirectam ente se han
referido constantem ente a ellas. Esta reiteración de algún modo
indica la fuerza de su obra y la influencia que han tenido estos au
tores en el desarrollo de las distintas disciplinas sociales. Los dos
autores representan corrientes teóricas y m etodológicas diferen
tes, capaces de ofrecer las bases donde se crean y desarrollan las
tradiciones que adoptan las com unidades de científicos sociales
durante todo el siglo x x .4

El pa r a d ig m a po s it iv o

Y LA C O N T R IB U C I Ó N DE D l J R K H E I M

La p r i m e r a tradición que marca el trabajo de los científicos socia

les se ubica en el paradigm a cuyo origen se encuentra en las cien


cias naturales. Este m odelo concibe la ciencia com o una tarea
racional y objetiva, orientada a la formulación de leyes y principios
generales, cuya función es explicar con una base empírica los fenó
m enos sociales o naturales. Supone una separación de la teoría y
la observación, las cuales se articulan por m edio de la deducción
lógica de hipótesis que, extraídas de la teoría, se confirman o falsean
por medio de la contrastación em pírica. La explicación científica
se funda, según este modelo, en la lógica deductiva.

4Este trabajo se lim ita a señalar la importancia de sus contribuciones. Las diversas
influencias de estos autores son evaluadas periódicam ente por diversos estudiosos y sobre
todo por los autores dedicados a la creación de teoría.
44 M A R ÍA L UISA T A R R É S

Si bien el paradigm a positivo durante el siglo xx ha tenido un


gran desarrollo que ha perm itido una m ayor flexibilidad en sus
principios y aplicación, tanto en el cam po de las ciencias natura
les com o sociales (W allerstein, 1996: 39-74) es im portante apun
tar algunos de estos principios básicos, pues las críticas contem po
ráneas se dirigen a ellos.
El autor que, en las ciencias sociales, se identifica con esta
corriente es Em ilio Durkheim (1858-1917). Aunque trabaja den
tro de la tradición del positivism o, establecida por C om te y Saint
Sim ón, quienes influyeron en su obra, D urkheim no explícita su
adscripción al positivism o, probablem ente porque su proyecto fue
establecer la sociología com o una disciplina científica autónom a,
que trascendiera los lím ites definidos por las tradiciones de su
tiempo.
Las ideas de D urkheim han dejado una enorm e huella en ¡a
sociología funcionalista, en el estructuralismo y en campos tan dis
tintos com o la antropología, la historia o la lingüística. También
su contribución a la m etodología de las ciencias sociales es fun
dam ental. pues las m arca e influye en su desarrollo posterior. En
los diversos trabajos realizados por Durkheim , se puede observar
con claridad que su preocupación por establecer los métodos cien
tíficos de esta nueva ciencia se relaciona estrecham ente con un
esfuerzo de naturaleza teórica orientado a definir un objeto, un cam
po de observación.
En Las reglas del m étodo sociológico argum entó que la tarea
de la sociología era el estudio de los hechos sociales. Concibió los
hechos sociales como “las formas de actuar, pensar y sentir, exterio
res al individuo, dotados de un poder de coerción, gracias al cual
se le im p o n en '. El hecho social definido así rem ite a un mundo
colectivo, exterior y superior al individuo. Se trataría de las fuerzas
y estructuras sociales, así com o las norm as y valores culturales,
que actúan sobre el individuo en form a externa y coercitiva.
Esta definición le perm ite diferenciarlos de otros hechos pre
sentes en la realidad social. Su proyecto, que se orienta a esta
blecer la autonom ía del campo de la sociología e independizarlo de
LO C U A L ITA TIV O C O M O TRA D ICIÓN 45

otras disciplinas, se puede com prender con claridad cuando plantea


que “todo hecho social debe ser explicado por otro hecho social” .
Ello significa que, para com prender la lógica que subyace en los
hechos sociales, no es necesario recurrir a los hechos biológicos,
clim áticos, económ icos ni de otra naturaleza. Subraya tam bién que
ellos son “reales”, que constituyen una “realidad objetiva” suscep
tible de ser conocida por m edio del m étodo científico.
Los supuestos del m étodo se orientan a satisfacer los cánones
del método científico, propios de las ciencias naturales y, por ende,
a cum plir con sus criterios de objetividad.
A unque D urkheim afirm a que el m étodo debe ser “estricta
m ente sociológico”, pues los hechos sociales son sui generis, al
mismo tiem po plantea que la actitud del sociólogo debe ser sim i
lar “a la del físico o el quím ico, de m anera que las ideas o senti
mientos individuales no intervengan en sus observaciones” . Debe
enfrentar los hechos “olvidando lo que cree saber sobre el hecho,
como si todo fuera totalmente desconocido [...] El m étodo ideal es
el naturalista, pues prescribe al sociólogo una actitud mental que
es una regla en las ciencias naturales, esto es dejar fuera de la
observación el punto de vista antropocéntrico” (Durkheim , 1900:
648-649).
Ello no significa que el sociólogo confunda el campo de lo so
cial con el de la naturaleza. Por el contrario, “debe considerar lo
social en toda su originalidad, de m odo que el naturalism o que
practique sea esencialm ente sociológico” .
La p ropuesta m etodológica de D urkheim se redondea y se
perfila claram ente com o positivista cuando plantea que la socio
logía se debe com prom eter a descubrir relaciones generales y de
finir leyes verificables en diversas sociedades.
El m étodo indicado para cum plir con este requisito es el com
parativo, pues posibilita la contrastación de un m ism o hecho social
en sociedades y épocas similares o distintas. De modo que “ las va
riaciones que presenten las instituciones o las prácticas (es decir,
el hecho social que se quiere explicar), com paradas con las varia
ciones que se constatan paralelamente en el medio social, permitirán
46 M A R ÍA LUISA TA R R ÉS

observar las relaciones que vinculan a dos tipos de hechos y se


podrá establecer una relación de causalidad" (D urkheim , 1909:
281-285),
La com paración es, en consecuencia, el instrum ento por exce
lencia del m étodo sociológico y sería, para este autor, un m étodo
equivalente a la experim entación en ciencias naturales.
Una observación que es preciso recalcar es que la cercanía de
su definición de la sociología con las ciencias naturales no le im
pidió u tilizar inform ación cu alitativ a cuando realizó investiga
ciones. A sí lo dem uestra su trabajo sobre las form as de la vida
religiosa, el derecho, la conciencia y las representaciones colecti
vas o los procesos de la "efervescencia social” y de institucionali
z a d ón.
Tam poco fue obstáculo para integrar inform ación cualitativa
y cuantitativa en su clásica investigación sobre el suicidio. A llí
aplica lo que hoy conocemos com o el análisis multivariado a fuentes
estadísticas secundarias sobre suicidio, las cuales com plem enta
recurriendo a material cualitativo acerca de la organización social
y la adscripción religiosa, que clasifica, analiza e interpreta para
dar sentido a los hallazgos estadísticos.
En suma, aun cuando el trabajo de Durkheim puede ser critica
ble porque adopta la tradición epistem ológica positiva que acerca
a la sociología con las ciencias naturales o por su concepción de lo
social, es evidente que su m étodo y su teoría aceptan indistinta
mente cortes cuantitativos y cualitativos de la realidad que inves
tiga. En sus palabras: “el sociólogo puede recurrir a la historia, a
las observaciones de los textos antropológicos o a las estadísticas
para construir su objeto" (D urkheim , 1975: 32-52).

La s t r a d ic io n e s “ in t e r p r e t a t iv a s ”
Y EL LEGADO DE M A X W EBER

tradición clásica que inspira e influye en las com u


La se g u n d a

nidades posteriores surge en A lem ania, durante el m ism o perio


do, alrededor de una concepción diferente de las ciencias sociales.
LO C U A L IT A T IV O C O M O T R A D IC IÓ N 47

Las com unidades que se adhieren a este paradigm a plantean


que, debido a que el objeto de las ciencias sociales es el sujeto que
crea significados sociales y culturales en su relación con los otros,
el método debería orientarse a com prender los significados de la
acción y de las relaciones sociales en sociedad. La sociedad o el
sujeto social no pueden reducirse al m undo de la naturaleza, por
lo que tam poco los m étodos pueden confundirse con los de las
ciencias naturales com o lo plantean los positivistas. Este paradig
ma critica el supuesto positivo de que los hechos sociales son obje
tivos. Argum entan que la realidad social no es objetiva ni subjeti
va, sino que los hechos sociales son “objetivados” por los métodos
positivos.
Com o alternativa proponen desarrollar m etodologías propias
orientadas a cum plir con la vocación em pírica de las ciencias so
ciales. Estas m etodologías deben conducir a la com prensión de la
experiencia vivida por los seres hum anos que, pese a la influencia
de las estructuras, poseen espacios de libertad y son sujetos por
tadores y productores de significados sociales o culturales.
Cabe señalar que, en la actualidad, esta postura no logra cons
truir un paradigm a único. Los distintos autores que la adoptan
tienden a pertenecer a diversas corrientes críticas del positivismo,
que de m odo muy grueso podrían identificarse com o corrientes
interpretativas. Sin embargo, y tal como lo señala Hekman, la insa
tisfacción con el positivism o que “im posibilita a los científicos
sociales acceder a su objeto de estudio, es decir a los sentidos subje
tivos de los actores sociales y a la form a estructural e institucional
de la vida social, no ha sido capaz de rem plazar al positivism o
com o paradigm a dom inante” (Hekman, 1999).
En efecto, casi todos los autores que se desligan del positivis
mo aún dialogan o se pelean con esta corriente cuando se trata de
crear un espacio propio de reflexión teórica o m etodológica. Ese
solo hecho dem uestra la hegem onía de ese paradigm a.
Pese a com partir la m irada crítica a ese enfoque, estas com u
nidades no pueden unificarse alrededor de un m odelo alternativo
debido a que se unen y diferencian de las otras, según la fuente de
48 M A R ÍA LUISA TA R R ÉS

error que identifican en el enfoque positivista o alrededor de las


soluciones teórico-m etodológicas que construyen para corregir
esos errores (H ekm an, 1999). Por ello las com unidades contem
poráneas críticas del positivism o se caracterizan por una gran
diversidad de perspectivas que se expresan en distintas teorías,
escuelas, discursos, lenguajes, métodos y técnicas de investigación
(herm enéutica, interpretativa, interaccionalism o sim bólico, feno
m enología, accionalism o, etcétera).
Su diversidad se explica en gran parte por el punto de partida
que adoptan para definir su posición teórica y metodológica. A lgu
nas com unidades lo hacen a partir de la definición del objeto de
estudio, m ientras otras establecen su postura a partir de la forma
de aprehenderlo.
Ante esta diversidad, hoy es im posible argum entar que las co
m unidades com piten entre dos tradiciones, la positiva y la inter
pretativa, sea en el ám bito teórico o en el m etodológico. El debate
contemporáneo plantea la necesidad de reconocer una realidad nue
va, caracterizada por la presencia de una diversidad de com uni
dades y tradiciones. Ello im plicaría redefinir el universal de la
ciencia utilizado hasta ahora, que ha postulado ciertos principios
y un m odelo único para todas las com unidades científicas, por un
universal alternativo que reconociera esa diversidad. Las ideas
propuestas por distintos autores para sistem atizar la situación con
tem poránea de la ciencia apuntan a rem plazar el universal único
por el de la pluralidad. El valor de la pluralidad, “debería ser la vir
tud a la que aspira todo conocim iento, ciencia o disciplina” (véase
W allerstein, 1996).
La incertidum bre producida por la diversidad de posturas a
finales del siglo xx no debería asombrar. Expresa concepciones di
vergentes sobre el conocim iento social, m ostrando la dificultad
de adoptar un paradigm a sim ilar al de las ciencias naturales, o de
com prom eterse con un modelo universal para la ciencia, cuyos an
tecedentes se encuentran en la sociología de principios de siglo. La
obra que m ayor influjo tiene sobre esta tradición es, sin duda, la de
Max Weber, pues constituye una invitación a dudar sobre la posi
LO C U A L I T A T I V O C O M O T R A D I C I Ó N 49

bilidad de analizar “objetivam ente” la acción y las instituciones


sociales (Weber, 1965), y subraya así la dificultad para salvar la
distancia entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales.

E l l eg a d o de M a x W eber (1 8 6 4 -1 9 2 0 )

Así com o la teoría y la m etodología de D urkheim no dan m ucho


lugar a la am bigüedad, la de Weber, por su extensión y densidad
en el cam po de la teoría sustantiva, las propuestas m etodológicas,
la investigación em pírica, los análisis históricos sobre diversas
sociedades, etcétera, presenta un desarrollo que por su com pleji
dad es difícil de sintetizar.
Pese a que su obra, junto a la de Marx, y Durkheim, es conside
rada com o parte de la llam ada teoría clásica, Weber parece ser el
autor m ás influyente en la sociología de finales de siglo.
Lo curioso es que su ascendiente cruza posturas teóricas, m e
todológicas y tem áticas: el funcionalism o estructural de Parsons,
la tradición del conflicto de Randa!! Collins, la teoría crítica ale
mana, el interaccionalism o simbólico, la fenom enología de Alfred
Schutz, que da lugar a! desarrollo de la etnom etodología, la teoría
de la acción com unicativa de Haberm as, la teoría de la acción de
Alain T ouraine (véase R itzer, 1998: 245-248). Su am plia obra
abarca la teoría general, pero también logra dar las pautas para la
definición de cam pos dentro de lo que hoy llamamos sociologías
especializadas, tales com o la sociología política, de las organiza
ciones, de la religión, de la música, etcétera, además de aportar al
derecho, la econom ía y la historia.
Dentro del am plio abanico de ideas que ofrece este autor, tra
taremos de sistem atizar algunas vinculadas con su propuesta m e
todológica, aun cuando en el intento se pierdan la riqueza y com
plejidad de sus planteam ientos.5

5 Para el lector interesado en la propuesta teórico-m etodológica de Max W eber se


recom ienda: N ota m eto d o ló g ica en E c o n o m ía y so cie d a d , f c e , M éx ico . L os capítu los
dedicados .al tipo ideal, al tipo histórico, a los tipos de acción se citan en el artículo de
Laura V elasco en el capítulo dedicado a tipologías en este volum en. Una visión general
del autor sobre el papel de la ciencia y del científico en el sig lo xx la proporciona el libro El
cien tífico y e l p o lític o , a sí co m o E ssa is su r la th e o rie d e la Science.
M A R ÍA LU ISA TA R R É S

En este marco se puede decir que la obra de Weber se propone:

a) definir el campo de las ciencias sociales, y especialmente el


de la sociología, ubicándolas sobre bases metodológicas firmes
y sustentadas;
b) establecer las fronteras de la ciencia y del trabajo científico,
especialm ente de los científicos sociales, con respecto de los
valores morales y los asuntos políticos;
c) ofrecer una amplia gama de conceptos y generalizaciones para
el estudio de problem as sociológicos sustantivos;
d) contribuir al estudio de la modernidad destacando los proce
sos de racionalización subyacentes que acom pañan el desarro
llo del capitalism o occidental.

En su cam ino hacia estos objetivos, W eber escribió sobre m e


todología y filosofía de ias ciencias, contribuyó al estudio de las
sociedades antiguas, a la historia económica, realizó investigación
com parativa sobre la religión y la estructura social y dedicó una
parte fundam ental de su obra a definir los principios de la socio
logía.
Desde sus prim eros trabajos W eber m uestra varias preocupa
ciones que desarrollará en su obra posterior. Aparte de su interés
por las características que asum e en el cap italism o occidental
europeo, quizás la de m ayor im portancia, por su vinculación con
la sociología, sea la lucidez con que enfrenta "la com plicada natu
raleza de la relación entre las estructuras económ icas y otras for
mas de organización social, y especialm ente, su convicción de que
se debía rechazar toda form a de d etern in ism o ” (G iddens, 1977:
121)/’ Esta preocupación lo indujo a estudiar problem as que tu-

('La influencia que W eber otorga a las religiones o a la cultura com o m oldeadora del
com portam iento so cia l no sign ifica que desprecie el papel do lo s intereses eco n ó m ico s.
A l contrario, la acción racional con acuerdo a fines es parte de su conceptualización y de su
teoría sobre la acción social. El interés de su propuesta radica en no reducir lo social a lo
econ óm ico , muy por el contrario, otorga historicidad al interés y al cálculo racional, con
lo que logra una interpretación com prensiva que identifica la racionalidad com o uno de los
aspectos centrales de la sociedad capitalista moderna.
LO C U A L ITA TIV O C O M O TR A D IC IÓN 51

vieran significación cultural, a establecer los principios generales


de la sociología y los conceptos básicos relacionados con la acción
social, en sum a a definir las fronteras de su objeto de estudio.
Para W eber el fin de la sociología es lograr una com prensión
de los significados subjetivos de la acción social, lo cual permite
identificar los motivos del actor y explicar las causas de la acción.
Los individuos que actúan en relación constituyen la realidad social.
En esto W eber se opone al uso de conceptos colectivos (como
sociedad, conciencia colectiva, Estado), salvo que éstos se rela
cionen a nivel analítico o histórico con las acciones individuales.
También W eber se opone a la idea de que las ciencias sociales
descubran leyes en la form a com o lo hacen las ciencias naturales.
Rechaza especialm ente las teorías sociales que establecen leyes o
predefinen etapas del desarrollo de la sociedad.
La tarea de la sociología es más lim itada pero tam bién más
com pleja. Se debe orientar a establecer generalizaciones capaces
de definir tendencias “sobre la naturaleza, el curso y las conse
cuencias del comportamiento social”. Ello es posible porque el com
portam iento social tiende a presentar regularidades, a seguir pa
trones que se repiten. La formulación de tendencias cuya expresión
puede ser cuantitativa o estadística es necesaria para establecer la
adecuación causal de las explicaciones. Sin em bargo, no basta
expresar una tendencia en términos cuantitativos o estadísticos. Es
preciso fundam entarla en una interpretación com prehensiva del
com portam iento a que se refiere, para que podam os entender su
significado.7
La com prehensión no es un acto intuitivo. Por el contrario,
debe basarse en evidencias cualitativas y usar técnicas interpreta
tivas de los significados para poder replicarlas y así verificarlas de

7En palabras del autor: "Los fenóm enos desprovistos de significad o subjetivo, tales
co m o la e v o lu c ió n de la m ortalidad o de los n a cim ien to s o los p rocesos de s e le c c ió n
antropológicos e incluso los datos psíquicos brutos, juegan com o ’condiciones’ y com o ’con
secuencias* a partir de las cuales orientam os nuestra actividad significativa, y tienen un
papel tan importante Ipoco importante diríam os nosotros para aclarar la frase que contiene
una ironía] para la so cio lo g ía com prehensiva co m o el clim a o la fisiología vegetal para la
econom ía política” (W eber. Es sais su r la th co rie ele la Science. en Freund. 1969: 327-332).
52 M A R ÍA LU ISA TA R R ÉS

acuerdo con los cánones establecidos por el método científico. Los


significados de la acción, según Weber, pueden ser interpretados sea
con base en una explicación racional de la acción, basada en la ade
cuación de medios y fines dentro de la lógica del marco de refe
rencia subjetivo del actor, o bien por medio de una com prehensión
afectiva, esto es, la empatia.
La sociología debe considerar los objetos materiales y los hechos
que influyen en la actividad humana, pero su meta es relacionar
los con los significados subjetivos de la acción. Ésos fenóm enos
(clima, factores biológicos geográficos, terrem otos, etcétera) son
condiciones del com portam iento y adquieren significado socioló
gico sólo cuando se relacionan con la subjetividad de los actores.
C uando un hecho u objeto se relaciona con los fines subjetivos,
adquiere significado y pasa a form ar parte de la acción social.8
En suma, para la sociología com prehensiva, la acción es en
gran parte significativa en su relación con el m undo externo, pero
éste por sí m ism o es ajeno a la significación. Son los sujetos in
sertos en relaciones sociales quienes le otorgan los significados, y
el sociólogo es quien los interpreta por m edio del m étodo com
prehensivo.
El análisis de la acción va más allá de una simple descripción
y se realiza a través del m étodo de los tipos ideales. La com pre
hensión del sentido subjetivo de una acción im plica referirse a un
m arco norm ativo o de valor más am plio en el cual se desarrolla
esa acción individual. Para lograr una explicación W eber distin
gue entre adecuación subjetiva y causal: una acción es subjetiva
mente adecuada cuando su significado subjetivo corresponde o
tiene sentido dentro del m arco norm ativo en que se desarrolla. Sin
em bargo, ello no es suficiente para dar una explicación de una
acción particular, pues sentidos subjetivos diferentes pueden de
rivar en un m ism o tipo de acción. Por esta razón es necesaria la
adecuación causal que exige determ inar, incluso estadísticam en-

s Un ejem plo sencillo: un rasgo b io ló g ico adquiere sign ificad o so cio ló g ico cuando el
color de la piel o el sex o , por ejem plo, se constituye co m o un criterio de superioridad o
inferioridad en las relaciones sociales.
LO CU AL ITA TIV O C O M O TRA D ICIÓN 53
O

te, que la probabilidad de que se presente una observación dada


(sea una acción, hecho o un sentido subjetivo) esté asociada con
otro hecho.
El trabajo de W eber abunda en generalizaciones y conceptos
que van desde su tipología básica sobre la acción social hasta los
co n stru cto s m ás so fisticad o s, com o los tipos de au to rid ad , la
burocracia, etcétera, los cuales están diseñados para facilitar el
análisis de la acción, elucidar sus causas, sus consecuencias y sus
expresiones institucionales. Varios de sus conceptos son tipos idea
les, es decir sim plificaciones de tendencias más o m enos presen
tes en la com plejidad de la realidad social, construidos desde una
perspectiva selectiva, elegida por el sociólogo. W eber insiste en
que los co n cep to s cien tífico s no pueden ex p resar ex h a u stiv a
mente la realidad social, la cual es infinita y dem asiado com pleja
com o para ser aprehendida por la ciencia.
Plantea que el conocim iento supone una selección que o b e
dece a la c u rio sid ad por un asu n to y a la im p o rtan cia que le
otorga el científico. El conocim iento cuantitativo, basado en la
m edición o en la explicación causal, es igual de selectivo que el
cualitativo, m enos preciso, fundado en la interpretación y la com
prehensión.
Si bien Weber considera que la medición com o procedim iento
metodológico es más precisa, plantea que. cuando se selecciona un
aspecto de la realid ad para ser cu an tificad o , tam b ién se hace
un corte arbitrario de ella.
Con una óptica sim ilar Weber se pronuncia con respecto a las
posturas que privilegian los m étodos generalizantes o nom otéti-
cos en contraposición con los m étodos ideográficos, orientados a
lo particular. Explica que ambas posturas exigen una selección. La
primera desecha los elementos contingentes, accidentales o únicos,
la segunda, los aspectos genéricos, com unes.
Para W eber ningún m étodo es superior a otro. C ada uno es
legítimo en relación con el m arco de los supuestos en que se fun
dam enta y con respecto a los resultados que obtiene.
V esto es importante, pues para W eber e! método en un cierto
sentido está som etido a la ley de la eficacia, de modo que no se
54 M A R ÍA LU ISA TA R R É S

puede decidir de antem ano si uno es más válido que otro. Son los
resultados obtenidos los que determ inan la legitim idad de un m éto
do, cuyo papel es hacer progresar el conocim iento y no el de ser
fiel a un ideal preconcebido de conocimiento (Freund, 1969: 32-39).
En este orden de ideas. W eber sostiene que los resultados de
la sociología com prehensiva no pueden ser considerados com o
resultados o verdades finales, definitivos o exhaustivos; considera
que deben ser juzgados com o guías o indicaciones “explicativas
contra las cuales se puede com parar y medir la realidad para lograr
exploraciones y explicaciones posteriores” .
La íntim a conexión entre ciencias sociales y valores surge
cuando se selecciona un problem a de estudio o una teoría para su
conceptualización y análisis.
Para W eber la tarea científica no debería com prom eterse con
juicios de valor, elecciones éticas, o preferencias políticas. El mundo
de la ciencia es distinto y debe separarse del de la moral y la po
lítica.
Pese a la enorm e contribución de W eber a los asuntos m eto
dológicos y a su interés por crear un cam po para la ciencia sepa
rado de la moral y la política coyuntura!, y a su participación en
los debates sobre m etodología y valores que tuvo lugar en A le
mania, en un momento de su carrera decidió definirse como “inves
tig ad o r” y ser ju zg ad o por su obra m ás allá de las cu estio n es
planteadas por la filosofía o la epistem ología.9
G racias a ello logró conceptualizaciones rigurosas que cons
truye con un gran conocim iento de la historia, pero a su vez selec
cionando aquellas tendencias que, com o hipótesis, tienen signifi
cación para interpretar la acción social del periodo que analiza. Es
im portante señalar que W eber insiste en la necesidad de aplicar
encuestas, realizar análisis estadísticos y establecer tendencias con

D esde finales del siglo xix. hubo debates m etodológicos sobre si las ciencias sociales
y naturales eran diferentes en naturaleza y por tanto en sus m etod ologías. L os neokan-
tianos aceptaban la diferencia, lo s naturalistas abogaban por una c ien cia universal. El
m étod o de la herm enéutica y la co m p reh en sió n c o m e n z ó a ser teóricam ente relevante
durante e sa ép oca. Paralelam ente a esta controversia, hubo otras relacionadas con los
ju icios de valor, la libertad de valor y la neutralidad.
LO C U A L I T A T I V O C O M O T R A D I C I Ó N 55

inform ación cuantitativa. Com o D urkheim , y a pesar de las dis


tancias entre sus concepciones teóricas, Weber, en cuyo trabajo se
apoyan la m ayoría de las escuelas interpretativas contem poráneas
y aquellos que se identifican con los m étodos cualitativos, no tuvo
obstáculo para integrar la estadística y la m edición en su postura
teórico-m etodológica. Lo que enseñan am bos autores es que el
investigador debe conocer el papel que le dará a uno u otro método,
a un corte determ inado de la realidad dentro de su marco de refe
rencia teórico y, por ende, en la construcción del objeto de investi
gación. Quizá la enseñanza más im portante de am bos autores para
los científicos sociales contem poráneos es que los debates m eto
dológicos no pueden separarse de las tradiciones teóricas. Por el
contrario, los'asuntos m etodológicos están siem pre articulados no
sólo con los supuestos y convenciones paradigmáticas, sino también
con la perspectiva teórica con la que se define el objeto de las
ciencias sociales. Así, el m étodo y los cortes cualitativos-cuanti-
tativos de la realidad quedan su b o rd in ad o s a las visiones que
sobre la sociedad y el ser hum ano se desprenden de la teoría. Los
casos de Em ilio D urkheim y Max Weber, cuyas definiciones de lo
social y de las ciencias sociales son disím iles, m uestran que es
posible hacer diferentes cortes de la realidad y que los métodos
cuantitativos y los cualitativos pueden ser utilizados indistinta
mente por el analista, siem pre y cuando tenga sentido teórico.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

U na que puede facilitar la com prensión de los dile


o b s e r v a c ió n

m as entre cu alitativ istas y cu an titativ istas, que en los últim os


años han m arcado el debate m etodológico de las ciencias sociales,
es que la realidad social no es ni cuantitativa ni cualitativa. Son
los valores, las definiciones y convenciones im plícitos en los su
puestos paradigmáticos, en las perspectivas teóricas o en las formas
de encarar el conocim iento de lo social, los que definen en última
instancia la opción cuantitativa o cualitativa. Se trata de un proble
ma presente en cualquier acto de conocim iento y que, sin embargo.
56 M ARÍA LUISA TA R R É S

en los últim os años ha dividido a los científicos sociales en posi


ciones que aparecen com o opuestas o irreconciliables.
Una m irada superficial a la genealogía de la investigación
social, tom ando la obra de W eber y Durkheim , enseña que ambas
m etodologías se encuentran enraizadas en dos tradiciones que
han m arcado el quehacer posterior de las com unidades dedicadas
a ¡as ciencias sociales. Si bien entre los años cuarenta y finales de
los setenta predom inó la tradición positiva y los m étodos cuanti
tativos, principalm ente en los Estados Unidos, es preciso recono
cer que la tradición interpretativa y las m etodologías cualitativas
han persistido m ostrando continuidad en el tiem po. A la hegem o
nía de los métodos cuantitativos contribuyó, sin duda, el desarrollo
de la com putación, la estadística y las encuestas. Esta revolución
tecnológica en algún sentido influyó en una cierta marginación de
los investigadores que privilegiaban tradiciones interpretativas o
perspectivas cualitativas.
Sin embargo, algunos análisis (Denzin, 1994) sobre el desarro
llo de los métodos cualitativos m uestran con claridad que éstos se
han m antenido cruzando disciplinas, escuelas teóricas e incluso
supuestos paradigmáticos. Por otra parte es preciso señalar que las
ciencias sociales se desarrollan de manera paralela en otras partes
del mundo, de modo relativamente autónomo. Aunque la tradición
interpretativa fue prácticam ente borrada de las com unidades cien
tíficas influidas por la sociología estadounidense, durante la hege
monía del estructural funcionalism o, hubo un desarrollo im por
tante de ella en los países europeos que. posteriorm ente en los
noventa, ha tenido una inm ensa influencia en la sociología esta
dounidense.
En estos términos, la perspectiva cualitativa se puede considerar
com o parte de la tradición de las com unidades académicas dedica
das a las ciencias sociales cuyo resurgimiento se ubica a finales de
los ochenta.
Es im portante destacar que el pape! desem peñado por las co
m unidades que optan por lo cualitativo ha sido central cuando han
puesto en tela de juicio las bases de la tradición hegemónica. pues
su crítica al positivism o ha hecho visible su dificultad para ana
LO C U A L IT A T IV O C O M O .T R A D IC IÓ N 57

lizar el sentido subjetivo de los actores o las formas institucionales


de la vida social. Sin em bargo, su discurso no ha logrado unifi
carlos alrededor de un paradigm a alternativo ni tam poco ha per
suadido a las com unidades académ icas dom inantes. En sum a, su
papel crítico pone en duda las bases de la tradición positiva y la
m etodología cuan titativ a en form a productiva, pues g en era un
debate alrededor de supuestos teóricos y m etodológicos legitim a
dos durante m ucho tiempo. Así contribuyen a la innovación teóri
ca, a la form a de abordar los problem as o a la definición de nuevos
objetos de estudio, poniendo en evidencia ciertos razo n am ien
tos carentes de justificación filosófica, teórica e incluso em pírica
de la com unidad hegemónica. Sin embargo, no logran rem plazar al
positivismo que predomina en numerosas comunidades con un pa
radigm a alternativo convincente, capaz de competir.
Esta rápida m irada al debate cuantitativo-cualitativo perm ite
observar que, si bien hay momentos en que éste recrudece y pone en
duda la cientificidad y validez de uno u otro enfoque metodológico,
ambos se han m antenido a través del tiem po. Tam bién esta revi
sión señala que, aunque en ciertos m om entos algunos autores han
reivindicado las m etodologías cualitativas com o una alternativa
paradigm ática opuesta al positivismo, paradójicam ente estudios de
gran interés teórico o disciplinario fundados en metodologías cuali
tativas se han desarrollado al amparo de ese paradigma que, en prin
cipio. no debería contenerlo. Y es que el desarrollo de las ciencias
no se puede limitar a la explicación del desarrollo de los paradig
mas o de los modelos legales universales que establecen las reglas
para el logro de un conocim iento verdadero.
Desde los años sesenta, filósofos de la ciencia y algunos cientí
ficos sociales ofrecen nuevas miradas para com prender el desarro
llo de la ciencia. Todos ellos elaboran una perspectiva que, al preo
cuparse por la innovación, la creatividad o el descubrim iento en
la actividad científica, recupera el valor que tiene la crítica hacia
el discurso de las com unidades hcgem ónicas así com o la toleran
cia, com o un valor que organiza las deliberaciones y el debate en
las com unidades académicas, com o factores que facilitan la inno
vación y la creatividad. Su contribución es que la actividad cien
58 M A R ÍA LUISA TA R R ÉS

tífica, además de ser analizada com o una discusión de ideas, entre


paradigmas o entre discursos teóricos o m etodológicos, debe obser
varse com o una actividad desarrollada por los seres hum anos. Esta
se hace en sociedad, ocupa lenguajes sobre los que las com unida
des pueden tener acuerdo o desacuerdo, subrayan ciertos aspectos
en que se funda la racionalidad del conocim iento, definen reglas o
convenciones sobre lo que se legitim a como verdadero o universal.
La actividad práctica de las com unidades se desarrolla alrede
dor de un orden que aparece com o la mejor form a para lograr co
nocim ientos. Ese orden no es estático, cam bia por la fuerza del
debate y la deliberación así com o por las circunstancias históri
cas. Si bien ciertas com unidades defienden valores epistém icos,
métodos o prácticas, porque han sido probados com o una buena
solución para los problem as que se plantean, la tradición reflexiva
que valora y practica la crítica, el desacuerdo y la discusión, tam
bién estim ula la pluralidad y la innovación. Estas características
permiten aplicar ciertas reglas ya probadas por la tradición positiva
para resolver problem as em píricos y conceptuales, pero tam bién
contribuyen a aceptar que ciertas teorías o m étodos son inadm isi
bles. Ese orden caracterizado por la capacidad reflexiva de las com u
nidades científicas permite generar innovaciones y cambio.
Por ello, sustentam os la hipótesis de que la práctica y el dis
curso desarrollado alrededor de las m etodologías cualitativas son
parte de un debate que m arca desde sus orígenes a las com unida
des dedicadas a las ciencias sociales. Se trata de una herencia trans
m itida desde la constitución de las ciencias sociales a las genera
ciones del presente, la cual no se encuadra necesariamente alrededor
de los métodos. Remite, com o lo dijimos antes, a cuestiones gene
rales relacionadas con la definición del objeto de las ciencias so
ciales y las formas de conocer lo social, que integran las tradicio
nes científicas. Es la cap acidad reflexiva in herente al peculiar
orden de las com unidades que se dedican a la ciencia lo que per
m ite reconocer que hoy coexisten una pluralidad de presupues
tos y criterios de racionalidad sobre lo que es legítim o en la tarea
científica.
LO C U A L ITA TIV O C O M O TRA D ICIÓN

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