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1. INTRODUCCIÓN.
Hay que tener bien claro la diferencia entre tomar una buena decisión o ser un buen tomador de
decisiones. Y para ello este tema es una guía para convertirse en buen tomador de decisiones.
HAY QUE EMPEZAR: Decidir por dilación es cuando tenemos una causa o problema, lo que permite
tener una necesidad de decidir que no desaparece de nuestras vidas.
Decidir por inacción es referente a no decidir nada, y con resultados insatisfactorios, es cuando se
toma una decisión por presión, tiempo o tardanza en tener una respuesta. Para superar este
problema es necesario cuestionarse algunas preguntas que se detallan en el punto dos.
La respuesta le indicara en que necesita concentrar la atención, puede ser la incertidumbre (no sé si
esta empresa sobrevivirá) o en su definición básica del problema (no sé ni cómo se presentó este
problema)
Una vez que haya delimitado su decisión y afinado su visual, necesita planear un método ordenado
para encontrar la solución del problema.
Recuerde sin embargo que la definición del problema puede cambiar a medida que uno ahonda, así
que sea flexible.
Vuelva a examinar su estrategia a intervalos regulares y también deténgase a reflexionar si tiene una
perspectiva inesperada o un súbito progreso.
Revise su plan y continúe. Repita este proceso según sea necesario hasta tomar la decisión. Un plan
le permite atacar su problema en una forma disciplinada, mientras que la flexibilidad y la apertura a
información y nuevos desarrollos son esenciales. Esté siempre dispuesto a parar, volver a evaluar y
reformular su plan. Pregúntese constantemente ¿Qué es lo que me preocupa? ¿Qué es lo que me
está atajando? ¿Por qué no puedo decidir ya?
5. REDUCIR LA COMPLEJIDAD.
Las siguientes técnicas te ayudaran a afrontar algún as situaciones que parecen no tener solución:
TOMAR DECICIONES POR NIVELES: Cuando se vea ante una serie de decisiones relacionadas
entre sí empiece por la más amplia, luego baje a un nivel de mayor detalle y enseguida a un
tercer nivel más bajo aún. En cada nivel, asegúrese de que conoce la alternativa más
promisoria del nivel inmediatamente inferior, pues esto podría influir en su elección en el
nivel superior actual.
LA TECNICA DEL ZOOM: Esta técnica, que toma su nombre del lente zoom de distancia focal
variable, es una variante de la de tomar decisiones por niveles. Enfocar de lejos equivale a ver
el cuadro grande; enfocar de cerca corresponde a examinar los detalles. Con la técnica del
zoom, sin embargo, no se toma ninguna decisión a ningún nivel hasta que se hayan
considerado varias veces posibles decisiones en todos los niveles. Se empieza a enfocar de
lejos y se toma la decisión más alta, luego se enfoca de cerca y se piensa como se tomaría
varias decisiones de niveles inferiores que depende de la superior. Después de hacer esto se
enfoca de lejos y se vuelve a reconsiderar la decisión de alto nivel, y ver la perspectiva de la
consecuencia al nivel inferior.
COMPARAR GRUPOS DE DECISIONES CONGRUENTES: Ciertas decisiones van naturalmente
juntas y constituyen grupos congruentes.
ESCOGER EL GRADO APROPIADO DE DETALLE: El grado de detalle del análisis se debe
proporcionar a la amplitud con que se haya definido el problema: cuanto más amplia sea la
definición, menos detallado tiene que ser el análisis.
Una y otra vez vemos que algunas personas expanden grandemente el alcance de la definición de un
problema, mantienen un alto nivel de detalle, y luego se quejan de la complejidad.
Muchas veces en un proceso decisorio se puede ver uno atascado, imposibilitado para dar un paso
adelante. A veces no se puede arrancar; a veces en su análisis de un elemento clave surge un obstáculo
insalvable, uno simplemente no puede resolver.
El consejo que seda en estos casos es buscar a una persona con quien hablar del problema. Cuando
empiece a hablar vera conexiones que no había visto antes.
Una buena manera de desatascarse es imaginarse que uno tiene que aconsejar a otra persona que
tiene un problema idéntico al suyo.
Otra manera de salir del atolladero es esta: si se ve ante un obstáculo para tomar una decisión, piense
que haría si el obstáculo desapareciera.
¿Cómo se sabe cuándo basta ya de análisis? Se contrapesa el costo de dedicarle un esfuerzo extra con
el beneficio posible de encontrar una elección mejor. Estas preguntas le ayudaran a resolver:
Evidentemente, si sus respuestas a todas las preguntas anteriores o la mayor parte de ellas, son
afirmativas, debe suspender el análisis y decidir.
Para tomar una decisión en un campo que esta fuera de su esfera de experiencia, suele ser necesario
buscar el consejo de otras personas. Los asesores o expertos pueden ser el médico, el abogado o el
contador. Lo malo es que la mayoría de la gente solo les pregunta: “¿Qué debo hacer?” y sigue el
consejo que le den, pese a que le quede la desazón de haber procedido así.
¿Por qué esa desazón? Si uno les pide a los expertos que tomen ellos la decisión en lugar de solicitarles
que le ayuden a tomarla, lo más probable es que esa elección no refleje completamente sus objetivos,
transacciones y tolerancia del riesgo.
Si quiere consejo sobre que resolver, comuníqueles sus objetivos, transacciones y tolerancia del riesgo
junto con su percepción del problema. Mejor aún, decida por sí mismo después de solicitar e incorporar
su aporte a la definición del problema, las alternativas, consecuencias e incertidumbres.
Válgase de asesores en lo que ellos denominan: suministrar información sobre lo que es o podría ser:
pero forme su propio juicio sobre lo que usted conoce mucho mejor que ellos, a saber: sus valores y
objetivos. Luego combínelo todo usted mismo y decida. Al fin y al cabo, la decisión es suya.
Se aprende a decidir cuándo se interiorizan unos principios básicos, ya que posibilita que podamos ir
mejorando con independencia de los resultados". Decálogo de toma de decisiones:
Preocúpate por decidir bien más que por acertar: es habitual tener un injustificado
sentimiento de responsabilidad, que lleva a pensar que si se hacen las cosas bien todo saldrá
como estaba previsto. Pero podemos haber decidido bien y obtener malos resultados (y
viceversa). El factor suerte también interviene.
Identifica claramente tus objetivos: Es fundamental plantearse ¿qué quiero/necesito
conseguir? Saber dónde vamos permite actuar en función de los objetivos.
Planteamientos realistas: Es imprescindible que nuestros planteamientos puedan
desarrollarse en la realidad.
No auto engañarse: Cuando tomamos una decisión solemos buscar razones que avalan
nuestra alternativa y no consideramos las razones que la cuestionan. Este problema se
acrecienta cuando nos rodeamos de gente que piensa como nosotros, por eso, cuanto más
heterogéneo sea el equipo directivo mejores serán las tomas de decisiones. Es un error que
los directivos se rodeen de personas mediocres que sólo avalan sus decisiones y no las
critican.
Atiende sólo a la información relevante: Es aquella que reduce la incertidumbre a la hora de
tomar una decisión y que su coste es inferior al beneficio que aporta.
Reconoce la incertidumbre y gestiónala: Tenemos miedo a la incertidumbre. Por eso, es
fundamental aceptarla, plantear varios escenarios y hacer planes contingentes para cada
uno.
Sé creativo y genera alternativas: solemos pensar que la primera alternativa es la buena,
pero en realidad, a más alternativas, mayor calidad de las decisiones.
Consecuencias de las decisiones: Juzgamos muchas veces nuestras decisiones por lo eficaces
que son, pero las decisiones tienen otro tipo de consecuencias. Un ejemplo claro es el de los
directivos de Enron, que por ganar más dinero acabaron en la cárcel. Lo que es definitivo es
que podemos decidir lo que queramos, pero una vez decidido, las consecuencias están
determinadas.
Lo que decidas, ponlo en práctica: A la decisión le tiene que seguir la acción, ya que ninguna
decisión es buena hasta que se aplica.
Aplicabilidad: gastar tiempo en tomar una decisión puede ser un ejercicio inútil si luego no
se va a poder poner en práctica.
Sé consciente de que no todo es racionalidad: También las personas tenemos sentimientos y
éstos influyen en la toma de decisiones. La cuestión es que la racionalidad tiene unos límites
individuales (la personalidad, la aversión al riesgo, el querer quedar bien,…) que generan una
forma de pensar distorsionada dependiendo de cada individuo.
Estilo directivo: Toleran poco la ambigüedad y su forma de pensar es racional. Son eficientes
y lógicos. Los tipos directivos toman decisiones rápidas y se centra en el corto plazo. Su
eficiencia y prontitud al tomar decisiones hacen que cumplan esta función con mínima
información y que evalúen pocas alternativas.
Estilo analítico: Toleran la ambigüedad mucho más que los tipos directivos. Quieren más
información antes de tomar una decisión y consideran más alternativas que en el estilo
directivo. Los de estilo analítico se caracterizan por su capacidad para adaptarse o enfrentar
situaciones únicas.
Estilo conceptual: Se enfocan en el largo plazo y son muy buenos para encontrar soluciones
creativas a los problemas.
Estilo conductual: Se interesan en los logros de los otros y aceptan sus sugerencias. Convocan
a juntas para comunicarse, aunque tratan de evitar los conflictos. La aceptación de los demás
es importante para los de este estilo de toma de decisiones.
Aunque estos estilos de toma de decisión son distintos. Casi todos los gerentes tienen características
de más de un estilo.
Algunos gerentes mostraran casi exclusivamente su estilo dominante, pero otros son más flexibles y
cambian de estilo dependiendo de la situación.
Algunos empleados se toman su tiempo, ponderan cuidadosamente las alternativas y calculan cuales
son las más arriesgadas (estilo analítico), en tanto que otros empleados se preocupan por escuchar
las sugerencias de los demás antes de tomar una decisión (estilo conductual).