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DESBALANCES EN EL EGIPTO
HELENÍSTICO:
Una aproximación al panorama socio-religioso desde Zeus-Amón hasta Serapis
Valeria Salgado-Marín*
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*Estudiante de tercer año de Antropología en la Universidad Externado de Colombia, Bogotá-Colombia.
Para comunicarse directamente con la autora: valsalmar98@hotmail.com
¿Cómo era visto Alejandro Magno? ¿Cómo fue que logró tanta acogida por los pueblos donde se
lograba imponer con su ejército? Fernández (2011) recoge las fuentes donde, de hecho, Alejandro
fue al Oráculo de Siwa para autoproclamarse Zeus-Amón. Creo fundamental empezar con esta
connotación significante que les da vida a las anteriores preguntas y a lo que viene a continuación.
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Este nuevo héroe-guerreo-conquistador se tejió bajo las consideraciones griegas que le permitían no
ser solo un militante, sino casi un dios gracias al “culto al soberano”. Plutarco en Saade (2013), por
ejemplo, describe de tal forma a Demetrio: Bello, valiente en batalla, leal, estratega por excelencia y
victorioso: Un éxito rotundo en materia militar. Demetrio disputó el título real de la mano de
Antígono contra Ptolomeo; aunque este último se autoproclamase rey luego de rechazar la invasión
de Demetrio a Egipto hacia el 305 a. C.
Nada de lo anterior pudo haber sido posible sin el ejército, institución fundamental el cuál le daría
aprobación a su rey: Si eran necesarias medidas transaccionales como botines y grandes riquezas
que el rey, a espera de mayor apoyo de los suyos y de posibles contrincantes militares débiles, se
materializaran en mercenariados que le dieran la victoria al necesariamente ambicioso monarca.
Había que batallar y vencer siempre, pues un rey que no venciera sería un rey que perdiera sus
capacidades militares, poniendo en riesgo su estructura de defensa territorial del primera mano
(Saade, 2013).
Alejandro Magno se convertiría en esa figura de héroe envuelto por la nike (o la victoria), dándole
un sentido mitológico que podía hacerlo fácilmente autoreconocible con otras formas de supremacía
y control: Los dioses locales en alianza con su naturaleza heredada de los griegos
A partir del 323 a. C todo el panorama político, social y religioso se vendría a debatir desde las dos
poblaciones que quedarían luego del fallecimiento de Alejandro Magno. Los griegos de un lado y
los egipcios del otro lado. Comenzó el verdadero juego de sátrapas (sujetos encargados de
administrar los territorios dejados por el anterior regente. Así, los arsácidas, los aqueménidas, los
macedonios, los sasánidas, los persas, los asirios y los babilonios se consolidaron como fuerzas
tirantes, cada uno para su propio lado, con la intención de llevarse más territorios).
Campañas dialécticas entre sociedades humanas (transculturación según Croce, 2016; donde
coexisten influencias, diálogos, contradicciones y conflictos entre conocimientos y productos de
estas) hicieron posibles asuntos como la combinación de asuntos morales de la realeza presente en
la herencia greco-macedonia de los Ptolomeos como la anexión de valores de la antigua tradición
faraónica, llegando a presentarse como herederos de Nectánebo II, faraón derrotado por Cambises,
rey de los persas.
Pero los inconvenientes no terminaban. Saade (2013) lo describe así:
“Vale decir que los Ptolomeos tuvieron que gobernar por sobre un Estado muy complejo, con
intereses políticos y económicos que iban desde el Mar Egeo hasta Anatolia, y desde la Cirenaica
hasta la Tebaida y la Nubia. Éstos asumieron la administración de un conglomerado diverso de
grupos sociales con diferentes intereses, y diferentes niveles de lealtad, en un territorio extenso y
vulnerable frente a los embates externos, aunque controlable si se desarrollaba un aparato estatal
fuerte. (Saade en Sapere, 2013. p 177)”
Es por ello que, aunque las dificultades se apreciaban superficialmente, Ptolomeo I Soter buscó
establecer un equilibrio de poderes, con tendencias a desestabilizarse, de tal forma que si el
monarca sentado en Alejandría (asumida como capital económica y de pensamiento, siguiendo el
modelo greco-macedonio y dejando de lado la ya emblemática capital religiosa de Menfis) era
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capaz (según los términos ejemplificados en Plutarco vistos anteriormente), el reino permanecería
en balance.
Referencias
Martorell, A. (s.f) Historia. Civilización antes de Egipto (10.500 AC). Recuperado de:
http://imagenes.mailxmail.com/cursos/pdf/1/historia-civilizacion-antes-egipto-10500-ac-24341-
completo.pdf
Cerón Fernández, E. (2018). La religión del Egipto Faraónico en las obras de los escritores
grecorromanos: una aproximación al tema. Tesis de grado. Recuperado de:
https://repositorio.unican.es/xmlui/bitstream/handle/10902/14899/CeronFernandezElena.pdf?seque
nce=1&isAllowed=y
De la Fuente, D. H. (2013). Egipto como Utopía: sobre el Busiris de Isócrates y su posible relación
con el pensamiento político de Platón. Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Griegos e
Indoeuropeos, 23, 189.
Saade, A. (2013) Aspectos políticos del mundo posalejandrino: el Temprano Egipto Ptolemaico en
Sapere, A. (2013) Nuevas aproximaciones a la antigüedad grecolatina II. Buenos Aires, Argentina.
Editorial Rhesis. p 173-180.
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