Con el decreto 2373 de 1956, el gobierno nacional regulo la profesión del
contador juramentado conforme al decreto. Las personas que carezcan de esta profesión deberá dar fe pública respecto de los actos y documentos indicados en este mismo decreto y en las leyes. Los inscritos como contadores será necesario y bastará: - Obtener el título de acuerdo a las normas reglamentarias de la enseñanza universitaria del comercio. - O ser reconocido como persona moral se hizo por medio de la resolución número 35 de 1952, el ministerio Justicia. - Entre otros. El proyecto de código de comercio de 1958 propuso el establecimiento de la revisoría plural. Incluía como inhabilidad la de ser consocio de los administradores, el cajero o el contador de la sociedad. Obligaba al revisor fiscal a verificar el cumplimiento de las órdenes emanadas del Departamento Nacional de Comercio, institución que se proponía reemplazara a la Superintendencia de Sociedades Anónimas. Consagraba los términos en los cuales el revisor fiscal sería imputable de falsedad documental. Planteaba la posibilidad de una revisoría potestativa. Propendía por la extensión de la revisoría fiscal a toda clase de sociedades con excepción de las colectivas y de las en comandita simple, en este último caso cuando tuvieran menos de 10 socios comanditarios La ley 151 de 1959 ordenó que la elección de los revisores fiscales de “las empresas o instituciones en que tenga parte principal el Estado”, con excepción de los establecimientos bancarios, se hiciera de ternas suministradas por el Contralor General de la República. La ley 145 de 1960 derogó el decreto 2373 de 1956, suprimió las categorías de contador inscrito y contador público. Estableció que la dependencia laboral inhabilitaba al contador público para dar fe pública, salvo en el caso de los revisores fiscales. Mantuvo la asimilación a funcionarios públicos. Conservó la regulación sobre el dictamen de los balances. Eliminó la autorización legal para que la revisoría se organizara por departamentos. La firma con la que un contador juramentado expresa su concepto sobre un balance general, como revisor fiscal, auditor o interventor de cuentas, ira acompañada de un informe sucinto que debe mencionar toda la información necesaria para llevar a cabalidad todas las funciones derogadas por la profesión.