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EL ESPACIO COMO IDEOLOGIA BORRIES NEHE Vid bbl 20 CUENTROSZO50 | espacio y las categorias espaciales son quizés me- jor entendidos como obje- tos ideol6gicos, Desde los discursos sobre el cuer- o (como escala geogra fica mas pequefa) hasta los imaginarios sobre el ‘mundo" (que tenemos que cambiar, proteger, conquistar, etc.), desde el orgullo ba- rrial hasta el orgullo nacional, lo espa: cial nos proporciona orientacién y nos sugiere estabilidad, integracion, armo ‘ia y unidad en un universo por demas caético. “El espacio hace feliz’ afirma Marc Redepenning.' Desde esta perspec- tiva, hablar de “espacio” serfa poco més que una forma abreviada para referir- se a lo que algunos tedricos de sistemas Haman “abstracciones espaciales” 0, en 1 Marc Redepenning, “fine selbst erzeugte berraschung: 2ur Renaissance von Raum as Selbstbeschribungsformel der Gesellschaft’ en Spatio! Turn: das Rourparadigma in den Kultur und Socialissenschaften (Bielefeld: Transcript, 2008), 317-40, sePrewaRe OE 207 otras palabras, dscursos (y/o fragmen: tos de discursos). Los discursos, espacia les o1no, pueden comprenderse como conceptos de habla “que se encontra Fn institucionalmente consolidados en la medida en que determinen y consol den la accién y, de este modo, ivan ya para ejercer el poder", como escribe el te6rico ertico del discurso Jurgen Link? Decir que los “espacios" son abstrac ciones no quiere decir que no haya una ‘materialidad geogréfica y una realidad social “alfafuera” —aunque por supues: to, nuestro acercamiento a ellas estard siempre mediado por discursos espe- cificos (cientficos, mediaticos, urba nisticos..). Lo central es, mas bien, que la funcionalidad de los discursos espa- ciales que comuinmente nos rodean, y que el ge6grafo Gerhard Hard denomi: ra “regionalizaciones cotidianas", no se mide por su valor explicativo; no tienen como referencia un supuesto espacio “geogréfico’, ni ninguna otra referencia 2 Jurgen Link, "Was ist und was bringt Diskurstakti’, en kuftuRevolution (1983), 60, ESPACIO extra-societal. Su funcién reside prin- cipalmente en su capacidad de anonimizar de manera discreta el control externo de los destinata- rios (sujetos] y convertirio en auto- control (..). Abstracciones espa- ciales proyectan sistemas sociales (limites y estructuras de sistemas) sobre la materialidad: en los luga- res efectivos de produccién de abs- tracciones espaciales se proyecta la ‘superestructura’, lo social, a ve- ces un modelo entero de socie- dad, de manera convincente sobre la physis, y (a través de esa espa- cializacin y terrenalizacién) ganan una plausibilidad tal que cualquier contingencia parece descartada? En cuanto ideoldgicas, las categorfas espaciales pueden comprenderse co- mo elementos de discursos, practicas y ensambles materiales més amplios, {ue producen sujetos, que es la acep- cién que propone Chantal Mouffe pa- ra comprender la ideologia* y que se ve reflejada también en la descripcién ue Link hace del discurso. Esto, por supuesto, no quiere decir que nuestras nociones del espacio constituyen todas expresiones inmediatas de una supues- ta “ideologia dominante”. Son, por el contrario, objetos cuyo significado con- teto es disputado por diversos actores dentro de un orden politico y social en el cual algunos sujetos tienen mayor capacidad de significar (y hacer) las co- sas que otros. Es decir, las categorias y los discursos espaciales son elementos en la lucha por o contra la hegemonia, 3 Gerhard Hard, “Der Spatial Tur, von der Geographie her beobachtet’,en Spatial Tum: das Raumparadigma inden Kultur und Sozialwissenschaften (Bielefeld: Transcript, 2008), 298 4 Chantal Mouffe,"Hegemonia eideologla en Grams’, en Antonio Gramsci yl realidad co ombiana (Bogots: Ediciones Foro Nacional por Colombia, 1990, 167-227 al mismo tiempo que constituyen impor- tantes vehiculos para la perpetuacién de un determinado orden politico y social Ese cardcter ideologico del espacio ha sido subrayado por autores muy diver- 505. A principios de los afios 70, el en- tonces marxista Manuel Castells hablaba dela “ideologia urbana’, concepto con el cual criticaba que los “problemas ur- banos” se habian convertido en un tema esencial de los discursos medidticos y de las politicas gubernamentales (y, podria mos afiadir, de las intervenciones de las ONG), desplazando la atencién de lo que para él era el verdadero lugar del cambio social: la relacién capital-trabajo’ Auto- res mas contempordneos no niegan que una categoria como la “ciudad” pueda tener un alto contenido ideoldgico (s6lo tenemos que pensar en el branding que el gobierno hace de la recién rebauti- zada “CDMX’, 0 en el trabajo de funda- ciones como la Rockefeller! o la Alfred Herrhausen/Deutsche Bank2 que bus- can resolver grandes problemas socia les interviniendo en el espacio urbano), pero no creen que haya un arena mas “auténtica” de la lucha social que estaria siendo opacada por ello. Por el contra- rio, la ciudad es de hecho un escenario de enorme importancia para las luchas practicas e ideotégicas, y la manera c6 ‘mo la imaginamos y mapeamos es parte esencial de esas luchas por e50 la fun- dacién Rockefeller interviene en ello, y es por eso también que David Wachsmuth sugiere entender la nocion de la “ciu- dad" como categoria de la practica, en vez de como categorfa analitica— pues si bien nos es cada vez mas imposible dar una definicién medianamente estable de lo que es la ciudad, seguimos usan- do la nocién porque “en la vida cotidia- nna, todos dependemos de abstracciones para dar sentido al espacio urbano”* 5 Manvel Castells, (a cuestién urbana (México: Siglo x1, 2014), David Wachsmuth, “Ter'a urbana sin cldadls- ‘mo metodolégico’ Urban 06 (2013) 32 ESPACIO Pero es menester sefialar que a pe sar de que todos dependemos de ellas, 10 todos producimos libre y cotidiana mente nuevas abstracciones espacia~ les. Hay, sise quiere, una sintaxis, que tiene que ver con que se trata, por lo menos en parte, de abstracciones es- tructuralmente inducidas —abstrac- ciones reales, pues. Es en estos tér- ‘minos que Henri Lefebvre discute lo ue él denomina la “ilusién de trans- parencia” del espacio, que lo hace pa- recer como “Iuminoso e inteligible, ofreciendo campo libre a la accién": Lailusién de la transparencia se confunde con la de una inocen- cia del espacio, libre de trampas yy escondrijos secretos. Lo disimu- lado, lo oculto y, en consecuen- ia, lo peligroso, se oponen ala transparencia, bajo la cual todo puede ser captado por una sim- ple mirada del espiritu que escla- rece todo aquello que contempla.” Precisamente esa aparente transpa: rencia “libre de trampas" hace que los discursos espaciales sean tan convin: centes, pero lo que disimulan es el hecho que el espacio es un produc: to social, una realidad producida y re-producida en la practica material discursiva y no discursiva por una so- ciedad dividida en clases y estructura- da de manera extremadamente des- igual. El espacio es imaginado como contenedor —una nacién que sostiene que el espacio “tiene un impacto so- bre todos los objetos fisicos” sin que éstos tengan “una repercusién sobre 1", como ya sefialé Albert Einstein. © 7 Hen Lefebvee, a Poduccién del espacio (Madrid: Capitan Swing, 2013), 87, 8 Gado en Markus Schroer, “Bringing space back in’: 2 Relevanz des Raum ‘als sotilogischer Kategorie’ en Spatial “umn: das Raumparadigma inden Kultur und Soziaiwissenschaften (Bielefeld: Transcript, wy>d sernewone o€ 2077 encuextnoszost 21 rrrpryr biibdada Se trata, desde luego, de una mis: titcacion estructuralmente product da, que por s{ misma puede entender se-como un instrumento (ideoldgico) «de dominacion, al consttuir alos in: dividuos y grupos como consumido: Fes 0 transeuntes pasivos de un espa: Go totalmente independiente de su actos, Mas que un error ldgico, cogniti vo 0 empirico, ese concepto del espa Cio esta "estructuralmente condiciona: do por la formacién social (capitalista) ena cual ocutte’,afirman Neil Brenner y Stuart Elden, ¥ concluyen: “en la me: dida en que el espacio en cuestién apa rece como autonomo de las relaciones y condiciones sociales que realmente lo produjeron, representa un fetiche"? En este sentido, la “lusién de trans: parencia" del espacio esta intimamente ligada al concepto del “espacio abstrac: 10, sugerido por Lefebvre para pensar 1 espacio del capital y del Estado: un ‘espacio que “comanda cuerpos, orde: nando o prohibiendo gestos, rutas y dis- tancias a cubrir’ y que "se esfuerza en imoldear los espacios dominados (1 y ‘mediante el uso de acciones a menu do violentas reduce los obstaculos y todas las resistencias que encuentra’? Alacer esto, busca homogeneidad y ‘objetividad, en el sentido de posibiltar 9 Nei Benner y Stuart Elen, "Hen Lefebvre ‘on State, Space ertitny, nt Polit. Sool mernatonalFounca Sociology 3 (4) 2008): 37. 1 Heniitetebwe. op cn, 108 encuenraosvo80 seeieWBRE aE 207 ‘el cAlculo econémico continuo y racio: nal en as esferas de la produccidn y del intercambio, asi como un control am- plio e integral desde el ambito estatal:” Precisamente en ese sentido, las abs tracciones espaciales hegeménicas pro: ducen y reproducen categorias espaciales ‘Que sugleren la existencia de un “espa- cio objetivo que es fracturado y fragmen- tado en mirladas de lugares y posiciones (Gesde la propiedad individual, pasando por los “recursos naturales’, hasta los si tos de produccién det capitaismo glo- bab), ya la vee “total” y “unido” no s6- loen las "grandes narrativas” (la nacién, {a ciudad, etc), sino también en la apa- rente inmediatez de nuestra mirada: En su aspecto homogéneo, el espacio abole las distinciones y diferencias, en- tre otras, las del fuera y el adentro, que tiende a reducir a una situacién de indi- terencia entre lo visibie-legible. Simul- taneamente, este mismo espacio est desmenuzado, fracturado seguin las exi- encias de la division del trabajo, de las necesidades y funciones, hasta un um- bral de tolerancia a menudo superado.” Es decir, el capital y el estado fracturan y Uunifican incesantemente las funciones, ac tividades y lugares de las sociedades hu- ‘manas, y las representaciones espaciales son consubstanciales a ello, El énfasis que 11 Neil Brenner y Start Elden op ct 388 12 Went Lefebere, op ct, 388, ESPACIO los diferentes actores ponen en sus dis- cursos en los diversos aspectos de esa dinamica varia, aunque la sintaxis sigue igual: la propuesta neoliberal de desman- telar ciertas capacidades estatales reales a nivel del estado-nacién, por ejemplo, estuvo acompafiada de potentes discur- 0S y una acumulacién real de saberes sobre a decentralizacin, la competitiv dad entre regiones y la logistica —y tam- bién, sobre la ciudad como lugar para la resolucién de conflctos. Hoy por hoy, curiosamente, conforme se vayan disol- viendo los antiguos anclajes de las gran des semanticas espaciales, éstas encuen- tran defensores cada vez més aguerridos yy decididos de mantener en alto sus con- Vieciones, Esto no sélo aplica para la“ciu- dad” y el “campo”, que al mismo tiempo ue pierden todos sus contornos ident ficables ganan una populatidad desco- ocida en los discursos cotidianos, sino también y sobre todo para categorias tan dudosas como “nacién’, “occidente’ etc, Las campatias y discursos patrié- ticos como “#CuentaConmigoméxico” ‘0 los movimientos racistas en defensa de “occidente” en algunos paises euro- eos, por ejemplo, constituyen reaccio- ies histéricas que ante la crisis de las. antiguas verdades —es decir, la crisis de las semanticas sobre la “nacién mexica- nat y “Europa’,respectivamente— bus- can reactualizar imaginarios espacia- les que dejaron de ser viables hace rato. Lo que tienen en comin (y lo compar- ten con sus "enemigos", desde Donald ‘Trump hasta el fundamentalismo islé- ‘mico) es que ante las dinamicas centr fugas, las semanticas espaciales sub- yacentes prometen unidad, armonia, estabilidad (America First, "oagiya wa tatamadad, quedarse y expandir’, el eslo- gan de e1); naturalizan algunas diferen- cis, ¢ invisiblizan otras; anonimizan el control; y condenan a los sujetos al papel de espectadores de su propia historia. « Borries Nehe trabaja en el Instituto Goethe en México,

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