de lado ya los laboriosos ornamentos en las firmas, tener "buena letra" era algo de gran significado para obtener un empleo. Y qué decir en escuelas y colegios, donde la enseñanza de la caligrafía reinaba con todo su esplendor. Antes entre la gente culta se entendía que escribir con "una letra infernal, ininteligible, era muestra de la educación deficiente del que así escribía" que "el egoísmo y la mala crianza suelen tener por espejo una letra ininteligible". Sin embargo para la grafología el tener una buena letra no es sinónimo de inteligencia. la caligrafía elegante con pluma, se mantuvo vigente en auge hasta el aparecimiento de los bolígrafos en 1940, y tardaron muchos años en ser aceptados como elemento para escribir en los establecimientos de educación, donde los pupitres tenían una cavidad para insertar el tintero. La caligrafía era muy importante y cada maestro le daba su sello. Tanto que, durante mucho tiempo, hasta se podía adivinar en qué colegio se había educado una persona, por la forma peculiar de trazar las letras. La enseñanza de la caligrafía era tomando en cuenta el estilo español, podemos recordar el libro al cual se referían nuestros padres “LA CARTILLA DEL SILABARIO”. Luego pasó "la letra inglesa, la más bella de las inventadas, con sus perfiles nítidos y sus vueltas acentuadas". El maestro enseñaba también la forma "decente y elegante" de tomar la pluma, así como la posición corporal adecuada para escribir. "Punta hombro, cuatro dedos banco", para establecer la distancia debida entre la pluma y la mesa.
Antiguamente algunas personas cultas
llegaban a obtener el título de Maestro Superior de Caligrafía. Dictaban la cátedra de Caligrafía Hoy, ya nada se escribe a mano. Salvo ese garabato llamado firma, y las deliberadamente ininteligibles recetas de los médicos, cuya oscuridad siguen enfureciendo a pacientes y farmacéuticos. La evolución de la tinta llegó en el siglo XX con el aparecimiento de los ordenadores y consecuentemente de los cartuchos de tinta para impresora.