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(Resumen)
tenía una mujer única para él y así mismo pasaba con la mujer, ella tenía un único
hombre.}
La familia monogámica: inicia con la caracterización de la familia sindiásmica, la
cual ya se refiere a la civilización ya que se decidió a procrear sin tener ningún
problema a la paternidad.
Capítulo III. La Gens Iroquesa: otro descubrimiento de Morgan que es, por lo
menos, tan importante como la reconstrucción de la forma primitiva de la familia
basándose en los sistemas de parentesco. La prueba de que los grupos de
consanguíneos designados por medio de nombres de animales en el seno de una
tribu de indios americanos son esencialmente idénticos a las "genea" de los
griegos, a las "gentes" de los romanos; de que la forma americana es la forma
original de la gens, siendo la forma grecorromana una forma posterior derivada; de
que toda la organización social de los griegos y romanos de los tiempos primitivos
en gens, fatria y tribu, encuentra su paralelo fiel en la organización indoamericana;
de que la gens (en cuanto podemos juzgar por nuestras fuentes de conocimiento)
es una institución común a todos los bárbaros hasta su paso a la civilización y
después de él; esta prueba ha esclarecido de golpe las partes más difíciles de la
antigua historia griega y romana y nos ha revelado inesperadamente los rasgos
fundamentales del régimen social de la época primitiva
anterior a la aparición del Estado. Por muy sencilla que parezca la cosa una vez
conocida, Morgan no la descubrió hasta los últimos tiempos. En su anterior obra,
dada a la luz en 1871, no había llegado aún a penetrar ese secreto, cuyo
descubrimiento ha hecho callar por algún tiempo a los historiadores ingleses de la
época primitiva, tan llenos de seguridad en sí mismos.
Capítulo IV. La Gens Griega
La gens era la unidad orgánica, comprendida a varias familias que formaban los
griegos, siempre han visto en ella un "grupo de familias" y no han podido por ello
comprender su naturaleza y su origen. A medida que fue pasando el tiempo
surgen cambios como por ejemplo el sello del matrimonio por grupos comienza a
borrarse notablemente. El derecho materno ha cedido el puesto al derecho
paterno; el derecho paterno con herencia de la fortuna por los hijos, lo cual facilita
la acumulación de las riquezas en la familia y hace de ésta un poder contrario a la
gens; al introducirse el derecho paterno, la fortuna de una rica heredera pasa,
cuando contrae matrimonio, a su marido, es decir, a otra gens, con lo que se
destruye todo el fundamento del derecho gentil; por tanto, no sólo se tiene por
lícito, sino que hasta es obligatorio en este caso, que la joven núbil se case dentro
de su propia gens para que los bienes no salgan de ésta. Vemos como la
mujer por su matrimonio,
cobre, el estaño y el bronce, combinación de los dos primeros, eran con mucho los
más importantes; el bronce suministraba instrumentos y armas, pero éstos no
podían sustituir a los de piedra. Esto sólo le era posible al hierro, pero aún no se
sabía cómo obtenerlo. El oro y la plata comenzaron a emplearse en alhajas y
adornos, y probablemente alcanzaron un valor muy elevado con relación al cobre
y al bronce.
Henos ya en los umbrales de la civilización, que se inicia por un nuevo progreso
de la división del trabajo. En el estadio más inferior, los hombres no producían sino
directamente para satisfacer sus propias necesidades. En el estadio medio de la
barbarie, encontramos ya en los pueblos pastores una propiedad en forma de
ganado. El estadio superior de la barbarie introduce una división más grande aún
del trabajo: entre la agricultura y los oficios manuales.
Hemos analizado ya una por una las tres formas principales en que el Estado se
alza sobre las ruinas de la gens. El tiempo transcurrido desde el advenimiento de
la civilización no es más que una fracción ínfima de la existencia pasada de la
humanidad, una fracción ínfima de las épocas por venir. La disolución de la
sociedad se yergue amenazadora ante nosotros, como el término de una carrera
histórica cuya única meta es la riqueza, porque semejante carrera encierra los
elementos de su propia ruina.