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Pontificia Universidad Javeriana

Departamento de Formación

Facultad de educación

Métodos de Investigación Cuantitativa

Michelle Saaibi, Danna Villegas

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Relación entre calidad de sueño y niveles de estrés en estudiantes de medicina y de

psicología de cuarto semestre de la Pontificia Universidad Javeriana.

Resumen

El estrés es un estado que se presenta con mayor frecuencia en niveles que no resultan

beneficiosos. Se encuentra generalmente acompañado de alteraciones de tipo físicas, fisiológicas

y especialmente del sueño. Esta última es un factor de importancia en la cotidianidad,

especialmente en jóvenes, ya que aquellos que se encuentran en la etapa universitaria sufren

considerables cambios en los hábitos de sueño. La presente investigación pretendió indagar sobre

estos dos fenómenos para establecer la relación entre los mismos, estudiando la bibliografía y

haciendo uso de instrumentos de medición, como el PSQI (Pittsburgh Sleep Quality Index) y el

PSS (Perceived Stress Scale) para cuantificar los niveles de estrés y hábitos de sueño en los

estudiantes de medicina y psicología de cuarto semestre de la Pontificia Universidad Javeriana.

Según resultados, se encontró una relación inversa entre estrés y sueño. A mayores niveles de

estrés menor calidad del sueño, tanto en estudiantes de medicina como en estudiantes de

psicología. Igualmente, se identificaron peores hábitos de sueño y mayores niveles de estrés en


los estudiantes de psicología que en los de medicina. De acuerdo a la escala PSQI (calidad de

sueño), el puntaje global para el de medicina fue de 6 y psicología fue de 10. El punto de corte en

la escala para considerar si alguien duerme bien o mal es mayor o igual a 5. Por lo tanto, ambos

grupos objeto de estudio son malos dormidores. Según la escala PSS los estudiantes de

psicología obtuvieron un puntaje de 31, mientras que los estudiantes de medicina obtuvieron un

puntaje de 28. Según el punto corte establecido en la investigación, puntajes sobre 30 serán

considerados altos niveles de estrés. En conclusión, los estudiantes de psicología presentan altos

niveles estrés.

Planteamiento del Problema

Las personas que acceden a una educación superior se ven expuestas a nuevas y mayores

responsabilidades ya que el ambiente universitario se desarrolla en un contexto más riguroso,

serio, competitivo y demandante. Los docentes ejercen presión en sus estudiantes exigiendo la

entrega de distintos trabajos, así como presentaciones e investigaciones en cada materia que

estén cursando, sobre los distintos temas del programa. De la misma manera, la universidad y el

mismo contexto cultural, familiar e incluso económico requiere que no solo se cumpla con los

deberes académicos, sino que los resultados sean “exitosos” numéricamente. Lo anterior quiere

decir que las notas y el promedio se convierten en otro factor de estrés y ansiedad para los

jóvenes. Los estudiantes diariamente enfrentan las exigencias y retos de su carrera, además del

temor por el futuro profesional. Para hacer frente a todo ello, requieren involucrar elementos

físicos, psicológicos, sociales e incluso familiares, modificando actividades y hábitos. Esto puede

tener una repercusión negativa en su cotidianidad, y, como consecuencia de lo anterior, muchos


de los jóvenes universitarios alteran sus horas de sueño en función de las tareas que deben

completar. Por lo tanto, se ven expuestos a circunstancias que pueden cambiar sus niveles de

estrés.

Al trabajar en ambientes relacionados con salud, los estudiantes de medicina y psicología se

enfrentan a más factores de riesgo relacionados con el estrés. Como consecuencia de las

exigencias de la institución, en este caso la universidad, duermen menos horas, o tienen hábitos

poco saludables de sueño. Tratar este problema implicaría, en primer lugar, entender su génesis,

y, para ello, debe existir una cadena causal. Si bien es cierto que muchas personas que viven bajo

altos niveles de estrés presentan alteraciones en el sueño, no se conoce con exactitud si son

derivados del estrés en sí o de factores genéticos, personalidad o contexto, sin ser uno excluyente

de los demás. A raíz de lo anterior, se plantea la siguiente pregunta de investigación:

¿Existe una relación entre la calidad del sueño y los niveles de estrés en estudiantes de

medicina y psicología de cuarto semestre de la Pontificia Universidad Javeriana?

Objetivo general
● Determinar qué tipo de relación existe entre los estudiantes de cuarto semestre de

medicina y psicología de la Pontificia Universidad Javeriana, la calidad de sueño y los niveles de

estrés que manejan.

Objetivos específicos

● Identificar los hábitos de sueño en estudiantes de medicina y de psicología de cuarto

semestre.

● Determinar los niveles de estrés a los que se ven expuestos los estudiantes.

● Establecer si existe una relación entre los hábitos de sueño y los niveles de estrés.

Justificación
Uno de los principales problemas que experimentan los estudiantes al entrar a la universidad

es la intolerancia a agentes estresores, desencadenando altos y poco saludables niveles de estrés,

que se presentan principalmente cuando algunos sucesos de la vida, sean de orden físico o

psíquico, superan la capacidad humana para afrontarlos (Del Río Portilla, 2006). En los

estudiantes, el estrés no solo proviene de la carga académica, la intensidad horaria, los problemas

circadianos inherentes a la adolescencia o los malos hábitos para dormir, sino que tiene un origen

mucho más amplio. Igualmente pueden surgir como consecuencia de factores sociodemográficos

(como el estrato social o el contexto cultural e histórico), o por factores relacionados con la

situación personal (económica o familiar), toda vez que muchos estudiantes no tienen la

capacidad para financiar sus estudios (de forma total o parcial). Por lo anterior, suelen verse

obligados a acudir a préstamos con la misma Universidad (o instituciones independientes) y, al

mismo tiempo, trabajar para subsistir y pagar por su educación.

Por otra parte, se encuentran las preocupaciones derivadas del pensamiento sobre el futuro

referidas a la competencia del mundo laboral y las altas tasas de desempleo en estudiantes recién

graduados, así como la condición sociopolítica del país en el que se desempeñarán como

profesionales. La relación entre sueño y estrés es estrecha, sin embargo, no se ha definido su

direccionalidad. Algunos teóricos como Del Río Portilla (2006) afirman que las alteraciones en

el sueño (sean parciales o totales) tienen efectos de diferente índole, como las fallas en los

procesos de atención y percepción, falta de interés, errores de memoria e irritabilidad, o la

vulnerabilidad del sujeto frente a un estado de ansiedad o estrés que desemboca en una

modificación de las funciones cerebrales superiores o cognoscitivas. Por otra parte, autores como

Carrillo, Ramírez y Magaña (2013) sustentan que el estrés, al ser causante de respuestas
fisiológicas y psicológicas, desencadena una sobrexcitación del organismo que impide llegar a

un estado de reposo adecuado, por lo que el sueño en sus diferentes etapas sufrirá cambios.

Dormir bien es indispensable para el bienestar mental y físico, por lo que cuando se alteran

los patrones de sueño, ya sea por déficit, mala calidad o algún otro trastorno, se están

disminuyendo las capacidades cognitivas del individuo. Cuando se habla de sueño se tienen en

cuenta dos aspectos fundamentales: cantidad de horas de sueño calidad del sueño. Según

Hirshkowitz M, et al. (2015) en promedio, los adultos jóvenes deberían dormir de 7 a 9 horas, lo

cual, según varias estadísticas, no ocurre en estudiantes universitarios. Respecto a la calidad del

sueño, se ha demostrado que estudiantes que tienen mala calidad del sueño son más irritables y

se ven afectados tanto sus estilos de vida como sus relaciones interpersonales (Giri P, Baviskar

M, Phalke D, 2013). De la misma manera, existe una correlación entre tener buenos hábitos de

sueño y un buen rendimiento académico (Abdulghani, Al-Drees, Khalil, Ahmad,

Ponnamperuma, Amin, 2014), convirtiendo la falta de sueño un riesgo para la salud, y en el caso

de personas que trabajan en el campo de la salud, ellas se convierten en un riesgo para sus

pacientes, al no tener funcionando bien todas sus capacidades cognitivas por agotamiento.

Así, resulta entonces inevitable clasificar estos fenómenos (sueño y estrés) como

problemáticas que afectan el rendimiento, eficiencia y eficacia de los estudiantes, teniendo un

impacto negativo en los resultados académicos. La falta de sueño genera lentitud de

pensamiento, dificultad para lograr concentración y percepción precisa, fatiga e irritabilidad,

nerviosismo y mal talante, mientras que los efectos secundarios del estrés se centran en el

sistema cardiovascular y el sistema inmunitario (Del Río Portilla, 2006). Por las consecuencias

tan graves para la salud mental y física a las cuales conllevan estas dos variables resulta
pertinente estudiar la relación que existe entre las dos. La literatura médica no ha llegado a un

consenso frente a qué tipo de relación existe entre ambas variables, por lo que un estudio frente a

las mismas en un entorno en el que la acción posterior frente a los resultados que se obtengan sea

de fácil proposición y aplicación resulta pertinente.

Marco teórico

Al sueño se le entiende como el estado de conciencia asociado al reposo y como la

experiencia onírica, esto dado el idioma. Dormir (sueño) no es un estado uniforme de inactividad

sino que está compuesto por etapas en las que acontecen sucesos como cambios fisiológicos,

inhibición de movimientos voluntarios, entre otros, que se da en estados MOR Y no MOR,

variando cada 90 minutos durante la toda la noche, el primero corresponde al 25% del tiempo de

sueño total y es en este en el que se registran los cambios fisiológicos significativos, en la no

MOR, por otro lado, se identifican cuatro estadios en los que el sujeto se mueve entre el sueño y

la vigilia (Fierro, 2015). La alteración en la duración de cada uno de los estadios se ve afectada

por factores dependientes del mismo sueño, o de circunstancias externas, como acontecimientos

o sentimientos vividos durante el día, así como de elementos completamente independientes

como la edad (Gázquez, Padilla, Góngora, Castellón y Ruiz. 2005).

Aun cuando no existe un verdadero consenso de la duración “saludable” del sueño, algunos

han asumido que un sueño que garantice bienestar físico y mental debe estar entre 7 y 8 horas

(Miró, Ibáñez y Caro, 2002), por ejemplo, Horne (1992) considera que el sueño ideal de 8 horas,

se compone de períodos de 4 horas de sueño esencial y lo restante se configura como sueño

opcional, sin embargo, autores como Hartmann (1977) afirman que cada persona debe satisfacer
sus necesidades individuales, es decir, que la duración ideal del sueño dependerá del gasto

energético que deba recuperar cada persona para sentirse bien y garantizar una buena calidad de

vida. Ésta última alude a situaciones que representan aspectos positivos o deseables para las

personas o para las comunidades por ello se deduce que todo lo que tenga un efecto negativo en

los sujetos o poblaciones afecta la calidad de vida para mal (Miró, et al, 2002), algunas amenazas

o situaciones adversas a las que se ve expuesto un sujeto generan reacciones conscientes e

inconscientes.

El ser humano se ve sometido cotidianamente a factores o situaciones que le generan

respuestas fisiológicas involuntarias conocidas como estrés, este último resulta favorable para el

ser humano ya que implica respuestas que llevan a la acción y se convierten en un motor, sin

embargo, altos niveles de estrés pueden conducir a que el sujeto se abrume y al contrario quede

incapacitado para actuar (Millán, s.f). El estrés no siempre trae consigo consecuencias negativas

ya que muchas veces su presencia permite poner en marcha recursos personales llegando a

fortalecer la autoestima entre otras cosas (Consejo General de Psicología de España, s.f). En la

actualidad, el término estrés funciona casi como sinónimo de presión o tensión y se le atribuyen

entonces, cientos de consecuencias negativas (Caldera y Pulido, 2007), esto debido a que la

sociedad moderna añade cada vez más factores generadores de estrés, como el ruido, la

competencia laboral, etc, dichos factores han dejado de ser físicos y se convierten en amenazas

simbólicas y el ser humano se ha venido quedando sin recursos para actuar, esto genera que las

reacciones además de ser fisiológicas y cognitivas también produzcan malestar psicológico

afectando esferas como la social, familiar e intrapersonal (Sandin. 2002) ya que pueden

desembocar en enfermedades cardiovasculares, hipertensión, ansiedad, depresión y algunos


trastornos y patologías psicológicas de mayor gravedad (Próspero, Mendez, Ruiz y Capuleño,

2010).

Ahora bien se han definido varios tipos de estrés de acuerdo a su fuente, entre los cuales se

encuentran el estrés laboral y el académico, este último se define como un fenómeno en el que se

entrelazan variables interrelacionadas como los estresores académicos, la experiencia subjetiva

de estrés, los moderadores del estrés académico y los efectos del estrés académico, causados o

generados en la Universidad o en la Institución académica correspondiente, ya que en este

espacio se experimenta la sensación de falta de control sobre el nuevo ambiente y se haya un

nuevo temor, el del fracaso académico (Monzón, 2007), por esto la importancia del estudio de

este tipo de, recae en la población que se ve mayormente afectada, ya que son niños y

adolescentes, los escasos estudios respecto a este tema indican que el estrés es una de las causas

del bajo rendimiento, así como de patologías y episodios de depresión, ansiedad y baja

autoestima y para el caso especial de los universitarios, se identificó que los niveles de estrés

más alto se alcanzan en los primeros semestres de la carrera (García y Mazo 2011), y como

algunos de los estresores más comunes e importantes se señalan las notas finales, el exceso de

trabajo y los exámenes finales (Monzón, 2007). Si bien es cierto que la población sobre la que se

ha estudiado este tema han sido los estudiantes, esto no significa que sean los únicos afectados

por el estrés académico, ya que teniendo en cuenta la definición, este podría afectar también a los

docentes, quienes se ven de igual manera afectados por las exigencias de la institución (García y

Mazo, 2011).

El panorama indica que los jóvenes que acceden a la educación superior tienen una fuente de

estrés nueva, esta fuente de estrés tiene efectos en distintos ámbitos de la vida, y como se

mención antes, si resulta adverso, puede afectar los hábitos de sueño, algunas alteraciones como
el insomnio se pueden atribuir a una tensión nerviosa que puede ser efecto de altos niveles de

estrés (Morales. 2011), además del insomnio, que es la disminución en la cantidad de sueño, o la

presencia de sueño nocturno no adecuado, se identifican otras alteraciones como la disminución

de la necesidad de dormir, causada por una habituación a un mayor número de horas de vigilia;

el hipersomnio, que es la tendencia a quedarse dormido durante el día interfiriendo con las

actividades cotidianas; las parasomnias que se refieren a las experiencias extrañas que ocurren

durante el sueño como el sonambulismo; las asociadas con el sueño MOR , por ejemplo las

pesadillas y las fantasmagorías (Fierro, 2015). Las investigaciones sobre el estrés académico y el

sueño no son abundantes en Colombia por lo que determinar su causalidad no ha sido posible

(Monzón, 2007).

Las consecuencias negativas del estrés pueden ser son reguladas por procesos de

afrontamiento, este es definido como un proceso dinámico que responde a la demanda de

respuestas de acuerdo a una situación considerada subjetiva (Cassaretto, etar, 2003). El

afrontamiento no se determina por un estado constante sino por conductas y acciones que se

ejecutan frente a situaciones estresantes específicas, por lo que son igualmente cambiantes

(Lazarus y Folkman 1986).

Para lidiar con el estrés, el ser humano debe valerse de estrategias de afrontamiento, estas

varían entre lo positivo y lo negativo; algunas de estas estrategias son la evitación, la búsqueda

de apoyo social y/o familiar, (Sandin y Chorot, 2003). Algunos teóricos mencionan como

estrategias de afrontamiento, rasgos de la personalidad, específicamente el optimismo o

pesimismo disposicional, que hacen referencia a las expectativas positivas o negativas frente al

futuro, es decir, el establecimiento de una creencia frente a posibilidades de éxito o fracaso

(Correa, etar, 2006). El afrontamiento se destaca entonces como un medio para identificar los
elementos que están involucrados en las situaciones cotidianas y que generan estrés (Kobasa,

Maddi y Kahn, 1982), por lo que actúa como moderador de los estados de perturbación

emocional evitando cualquier tipo de malestar psicológico y físico clínicamente significativo, sin

embargo, esto solo sucederá si el método de afrontamiento es exitoso y positivo ya que si se

presenta de manera contraria podría traer efectos adversos (Correa, Reyes, García y González,

2006).

Diseño de la programación y aplicación de las pruebas

En enero del 2018 se identificó, por observación, una problemática en la población de

estudiantes de la Pontificia Universidad Javeriana, particularmente en las carreras de psicología y

medicina, en las cuales, los estudiantes manejan altas cargas académicas, largos horarios de

clases y varios factores personales de distinta índole. Esta población se destaca por los altos

niveles de estrés que maneja, las largas horas de estudio, los malos hábitos alimenticios, la falta

de ejercicio, problemas de irritabilidad, dificultades en sus relaciones interpersonales entre otros.

Se decidió indagar por el origen de estos problemas, se encontraron varias causas, entre ellas, las

más pertinentes fueron los altos niveles de estrés y la falta y mala calidad del sueño. Por lo tanto

se planteó una pregunta que acogiera todo lo que se quería investigar.

Para la recolección de información se utilizaron diferentes bases de datos como pubmed,

Dialnet, Proquest Ebsco host, entre otras. Se recolectó información sobre niveles de estrés en

estudiantes de medicina y psicología, así como hábitos del sueño en estudiantes de medicina y

psicología, luego se buscaron artículos que relacionaban las dos variables en la población blanco.

Se escogieron los artículos más relevantes con los temas a investigar. Se incluyeron artículos en
inglés y en español, sus fechas de publicación varían, y no se discriminaron los estudios por

origen demográfico.

Para definir el instrumento que se utilizó se consultaron diferentes artículos, entre los cuales

se destacó un que realizó una revisión y recolección de los distintos instrumentos utilizados para

evaluar el sueño (Lomelí, Pérez-Olmos, Talero-Gutiérrez, Moreno, González-Reyes, Palacios, de

la Peña, Muñoz-Delgado, 2008). Cada escala tiene un objetivo diferente, por lo tanto, teniendo

en cuenta la temática del presente trabajo y la población a la que se pretendía aplicar los

cuestionarios se escogió un cuestionario autoadministrado (índice de calidad de sueño de

Pittsburg), con pocas preguntas y de carácter sencillo, en este caso 19 preguntas y 5 que se hacen

al cuidador, estas últimas no se realizarán ya que no es posible que la población blanco las

responda, se usará una versión modificada del cuestionario traducida al español.

Los 19 ítems analizan diferentes factores determinantes de la calidad del sueño,

agrupados en siete componentes: calidad, latencia, duración, eficiencia y alteraciones del

sueño, uso de medicación para dormir y disfunción diurna. Cada componente se puntúa

de 0 a 3. De la suma de los siete componentes se obtiene la puntuación total del PSQI,

que oscila entre 0 y 21 puntos (a mayor puntuación, peor calidad de sueño). Buysse

propone un punto de corte de 5 (puntaje ≥ 5 define malos dormidores).” (Lomelí,et al

2008).

Este cuestionario se utiliza en la población general y se usa mucho para determinar si alguien

es “mal” o “buen dormidor”. Además permite monitorizar los patrones de sueño de los

pacientes. El instrumento se denomina Pittsburgh Sleep Quality Index (PSQI) y este se usará

para medir y evaluar el sueño.


Mientras tanto, para el estrés se escogió un instrumento llamado Percived Stress Scale (PSS),

un cuestionario válido y adecuado para medir estrés tanto en entornos clínicos como de

investigación, la escala ya fue traducida al español y es completamente funcional (Eduardo

Remor, 2006). Las preguntas de la escala, son de carácter subjetivo, tienen momento en el último

mes, se utiliza una escala likert para cada una de catorce preguntas.

Se estudiaron los resultados para determinar qué relación existía entre las dos variables, estrés

y sueño y la relación que tienen con la población blanco, que son los estudiantes de medicina y

psicología de cuarto semestre en la Pontificia Universidad Javeriana. Una vez recolectados los

datos, se iniciará a hacer el análisis cuantitativo para determinar si existe correlación entre los

fenómenos mencionados, realizando las conclusiones pertinentes.

Resultados

Los resultados de cada una de las pruebas fueron divididos teniendo en cuenta la carrera,

y los puntajes correspondientes a cada cuestionario según indicara su manual o permitiera

interpretarse, la escala que se utilizó para evaluar sueño (índice de calidad del sueño de

Pittsburgh) está conformada por 7 componentes, cada uno de ellos con puntuación específica

determinada por la prueba.


Gráfica 1. Puntaje por porcentaje, según la carrera, en cada uno de los componentes, en algunos

casos el puntaje es igual a 0 por lo cual no se percibe en la gráfica

El componente correspondiente a calidad de sueño es un autoinforme subjetivo en el

que se genera un puntaje de 1 a 4 de acuerdo a las respuestas de los participantes, los estudiantes

de medicina obtuvieron un puntaje promedio de 3 (lo correspondiente a muy mala), mientras

que los estudiantes de psicología obtuvieron en promedio un puntaje de 2 (bastante mala).

El segundo, tercer y cuarto componente trataban la duración de permanencia en la cama y

la duración del sueño; para el segundo componente los estudiantes de psicología (en promedio)

mencionan demorar entre 31 y 60 minutos en conciliar el sueño mientras que los de medicina (en

promedio) se demoran menos de 15 minutos en hacerlo; en el tercer componente se encontró

que para las dos muestras participantes el promedio de horas que duermen se encuentra entre 5 y

6 horas por noche. El cuarto componente mide la eficiencia del sueño, es decir, la razón entre
horas dormidas y horas en la cama, el porcentaje obtenido fue de 76% para ambas carreras, el

mismo se expresa en la gráfica con un puntaje de 1.

El quinto componente abarca molestias para dormir y está compuesto por 10 ítems de

autoinforme, y aunque los estudiantes refieren algunas, no son los principales actores en impedir

una buena calidad de sueño en ninguna de las dos carreras; el sexto componente pregunta sobre

el uso de medicamentos para conciliar el sueño, el cual es casi nulo.

Gráfica 2. correspondiente a la pregunta 8 que hace referencia a la intensidad de somnolencia

durante actividades cotidianas.

Gráfica 3. Porcentajes totales frente a la pregunta 9 referente a si hay problemas manteniendo los

ánimos considerando la pregunta anterior

Finalmente el último componente indaga sobre la disfunción en el día, en cuyo caso el

38.5% de los estudiantes (medicina y psicología) refieren tener somnolencia durante sus
actividades diarias 3 o más veces por semana y el 29.1% refieren tener una o dos veces por

semana, lo cual nos indica que más de la mitad de los estudiantes tienen somnolencia durante sus

actividades diarias por lo menos una vez a la semana (Gráfica 1). Sin embargo se les pregunta

qué tan grave es esta situación para afrontar sus problemas, a lo cual el 47.7% refiere que no hay

ningún problema o es un leve problema, mientras que el resto piensan que es un grave problema

o sólo un problema(Gráfica 2). El puntaje global de medicina fue de 6 y el de psicología fue de

10. El punto de corte de la escala para determinar si es malo/buen dormir es cuando el puntaje es

mayor o igual a 5, en este caso tanto los estudiantes de medicina como los de psicología son

considerados malos dormidores.

En cuanto a la escala Perceived Stress Scale, los resultados se obtienen por la suma de los

puntajes de todos los ítems, siendo 14 ítems con respuestas tipo likert a las cuales se les otorga

un puntaje de 0 a 4, siendo 4 mayor indicador de estrés, para algunos ítems las respuestas se

invierten con el fin de obtener resultados coherentes. La máxima puntuación posible para la

prueba es de 56 y la mínima de 0, la puntuación directa obtenida indica entonces que a mayor

puntaje, mayores niveles de estrés percibe la persona. En la muestra a la cual se le aplicó la

prueba, se encontró que el 63% de los estudiantes de psicología y el 49% de estudiantes de

medicina presentan puntajes por encima de 30.


Gráfica 4. Promedio total de puntaje obtenido con distinción de carrera.

Igualmente, como se observa en la gráfica 4, el promedio de puntajes obtenidos se acerca a 30

para ambas carreras, sin embargo es 5 puntos más alto para psicología, los porcentajes de

población ubicados en cada rango varían notablemente entre carreras, sobre todo en los rangos

de puntajes más altos y más bajos, ya que, por ejemplo, en psicología un total de 15 personas

percibe niveles de estrés muy altos, frente a las 5 personas de medicina con el mismo resultado,

sin embargo, dentro de este rango alto (> 40), se encuentra que el puntaje promedio de psicología

es de 45 y el de medicina de 48, por lo cual, aunque hay un mayor porcentaje poblacional en

psicología que percibe muy altos niveles de estrés, estos niveles son más altos para el porcentaje
de estudiantes de medicina.

Análisis

De acuerdo a los resultados obtenidos en la prueba de sueño, se puede determinar que

aunque la mayor parte de la muestra total presente malos hábitos de sueño, estos hábitos son

menos saludables en estudiantes de psicología, esto se indica teniendo en cuenta los puntajes de

los componentes dos, tres, cuatro y cinco, en los que se concluye estadísticamente que demoran

más tiempo en conciliar el sueño, refieren tener más molestias para dormir lo cual disminuye su

calidad de sueño generando así somnolencia a lo largo del día afectando la realización de

actividades cotidianas como conducir y comer, lo cual es percibido como un problema (según la

mayoría de estudiantes).

En cuanto al estrés, si bien la prueba no determina un punto de corte frente al cual referir

niveles bajos o altos de estrés, para el presente trabajo se determinó que los puntajes para indicar
alto nivel de estrés partirán de 31, esto quiere decir, según los resultados antes mencionados,

más de la mitad de los estudiantes de psicología presentan altos niveles de estrés, frente a esto, se

encuentra también que aquellos participantes que puntuaron peor en hábitos de sueño, presentan

los puntajes más altos en la prueba de estrés, es decir, que hay una correlación inversa entre

ambos fenómenos, es decir, entre peor calidad de sueño hay mayores niveles de estrés;

asimismo, los estudiantes de medicina, según el umbral definido sus niveles de estrés no son

altos, sin embargo no son normales, y podemos inferir que también interfieren con la calidad de

sueño.

Existe una relación inversa entre los dos fenómenos, la calidad de sueño y los niveles de

estrés, y está relacionada con las carreras del ámbito de salud, medicina y psicología, ya que en

las dos hay malos hábitos de sueño y manejan niveles altos y no tan altos de estrés.

Conclusiones

Resulta importante resaltar que para un porcentaje significativo de la población los niveles

de estrés percibidos durante el último mes se encuentran en un umbral muy alto, igualmente,

contrario a lo indicado en la bibliografía, los jóvenes encuestados duermen entre 1 y 2 horas

menos de lo recomendado por expertos, la ausencia de horas y calidad de sueño de los sujetos se

ve reflejado en alteraciones del sueño, identificando como predominante en la muestra el

hipersomnio, dicha alteración afecta el funcionamiento eficaz de los sujetos en actividades

diurnas.
Si bien, existe una relación inversa entre calidad de sueño y niveles de estrés, no es

posible determinar el sentido causal, ya que se encuentran referencias bibliográficas contrarias,

en las cuales se indica que el estrés genera alteraciones en el sueño o que la ausencia de horas y

calidad de sueño es considerado estresor

Ahora bien, la bibliografía refiere que algunas alteraciones del sueño pueden atribuirse a

tensión nerviosa causada por presencia de estresores, esto quiere decir, que el estrés es generador

de alteraciones en la calidad del sueño, sin embargo, se encuentran investigaciones que afirman

que la ausencia de horas de sueño (que se puede dar por la falta de necesidad de dormir y la

habituación a la vigilia) es generador de estrés, por esto mismo, hace falta aplicar más pruebas a

cualquiera sea la muestra evaluada para determinar cual se presenta primer y es desencadenante

de la segunda, sin embargo, por la variabilidad encontrada en los resultados de los cuestionarios

se determina que el sentido causal de estos dos fenómenos se da de acuerdo al caso.

Se recomienda hacer más estudios para indagar sobre el afrontamiento del estrés en los

estudiantes de medicina y de psicología. El estrés puede ser modulado o regulado con dos tipos

de afrontamiento, afrontamiento centrado en el problema y el afrontamiento en la emoción, la

idea es que ambas actúen de la mano para poder manejar las situaciones estresantes; así, poder

evaluar las herramientas que ya tienen los estudiantes y poder identificar cuales les faltan para

mejorar los niveles de estrés y posiblemente, o de la mano mejorar los hábitos de sueño ya que es

un problema evidente que tantos los estudiantes de medicina como los de psicología tienen malos

hábitos de sueño y no manejan niveles levemente altos y altos de estrés en su cotidianidad.

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