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“Todas las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano. La ley garantizará la
participación de la comunidad en las decisiones que puedan afectarlo. Es deber del Estado
proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las áreas de especial importancia
ecológica y fomentar la educación para el logro de estos fines”.
“El Estado planificará el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales, para garantizar su
desarrollo sostenible, su conservación, restauración o sustitución. Además, deberá prevenir y
controlar los factores de deterioro ambiental, imponer las sanciones legales y exigir la reparación
de los daños causados. Así mismo, cooperará con otras naciones en la protección de los
ecosistemas situados en las zonas fronterizas”.
En estos artículos el legislador tiene como prioridad al medio ambiente, lo cual para la constitución
de 1991 acarreó la denominación de “Constitución ecológica” al brindar una protección a nivel
constitucional. Esto se ve desarrollado en pronunciamientos de la Corte constitucional colombiana
como por ejemplo en las sentencias:
Sentencia T-622/16
En las que se plantean preceptos constitucionales que sirven de precedente como un desarrollo
extensivo de la constitución ampliando el espectro protector de esta y brindando una mayor
seguridad al medio ambiente.
“La ley regulará las acciones populares para la protección de los derechos e intereses colectivos,
relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y la salubridad pública, la moral
administrativa, el ambiente, la libre competencia económica y otros de similar naturaleza que se
definen en ella. También regulará las acciones originadas en los daños ocasionados a un número
plural de personas, sin perjuicio de las correspondientes acciones particulares. Así mismo, definirá
los casos de responsabilidad civil objetiva por el daño inferido a los derechos e intereses
colectivos”.
Este articulo en relación con la Ley 472 de 1998, por la cual se desarrolla el artículo 88 de la
Constitución Política de Colombia en relación con el ejercicio de las acciones populares y de grupo
y se dictan otras disposiciones.
Entre las sentencias que podemos rescatar se encuentran:
En materia de derechos colectivos es claro que el propósito del Constituyente fue el de extender el
campo tradicional de esta clase de acciones que ya existían en estatutos civiles anteriores,
fortaleciendo la competencia de los jueces y su capacidad para proteger los derechos de las
personas. La Corte Constitucional ha explicado que a la luz del nuevo marco institucional y social
resumido a través de la fórmula del Estado social de derecho, se reivindica la prevalencia del
interés público al tiempo que empodera a los ciudadanos con herramientas jurídicas efectivas para
que velen activamente por lo comunitario.
Las acciones populares no son un instrumento jurídico ajeno a la tradición legal de Colombia.
Desde el Código Civil de 1887 se consagraron varias figuras al alcance de la ciudadanía en
general o de los vecinos de un determinado lugar con el objetivo de conjurar el riesgo sobre un
bien público o de interés común, así como de resarcir el daño ocasionado sobre el mismo. La Carta
Política de 1991 revitalizó y promovió la defensa de lo público mediante un conjunto de
herramientas constitucionales. Particularmente, la Ley 472 de 1998 desarrolló lo referente a las
acciones populares conservando el doble propósito de prevención y restitución del derecho
colectivo vulnerado, al tiempo que dispuso un marco legal más específico y orientado a la
obtención del derecho sustancial y del equilibrio entre las partes convocadas.
Las acciones populares, aunque estén previstas para la preservación y protección de determinados
derechos e intereses colectivos, pueden abarcar otros derechos de similar naturaleza, siempre
que éstos sean definidos por la ley conforme a la Constitución, y no contraríen la finalidad pública o
colectiva y concreta a que quedan circunscritas estas acciones, por sustanciales razones de lógica
y seguridad jurídica. Aunque se enderecen a la protección y amparo judicial de estos concretos
intereses y derechos colectivos, no pueden establecerse ni ejercerse para perseguir la reparación
subjetiva o plural de los eventuales daños que pueda causar la acción o la omisión de la autoridad
pública o del particular sobre ellos; para estos últimos fines el constituyente erigió el instituto de las
acciones de grupo o de clase y conservó las acciones ordinarias o especializadas y consagró como
complemento residual la Acción de Tutela. Por su finalidad pública se repite, las Acciones
Populares no tienen un contenido subjetivo o individual, ni pecuniario y no pueden erigirse sobre la
preexistencia de un daño que se quiera reparar, ni están condicionadas por ningún requisito
sustancial de legitimación del actor distinto de su condición de parte del pueblo.
Todo ello le brinda capacidad al juez competente de determinar como proceder o de si existió o no
vulneración a derechos o intereses colectivos para en el caso impartir las órdenes necesarias para
evitar el daño contingente, hacer cesar el peligro, amenaza, vulneración o agravio, o para restituir
las cosas a su estado anterior, de ser posible.