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RECONCILIACIÓN
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Capacidades para la CULTURA DE PAZ Y
paz y la convivencia RECONCILIACIÓN
Tabla de Contenido
Glosario ...................................................................................................................................... 20
Referencias .................................................................................................................................21
02
Se crea la estrategia de
capacidades para la
Se asume el convivencia
proceso de cambio
4
03
-Niveles de capacidades
-24 capacidades para la
covivencia
Paz estable y
duradera
Figura 1.
Fuente: Elaboración propia.
La sociedad colombiana del siglo XXI hace parte del cambio que trae la transición hacia la
Paz, luego de la firma del Acuerdo Final con las Farc-Ep. Razón por la cual en esta unidad
se exponen las capacidades para la paz territorial y la convivencia ciudadana, principios
esenciales para la comprensión del proceso de cambio que se vive y del cual cada ciuda-
dano (servidor público) debe tomar una postura, que permita alcanzar una paz estable y
duradera, como lo expresó Immanuel Kant, en su texto La paz perpetua y ahora se lee en el
Acuerdo Final.
Así las cosas, el tema se estructura en dos grandes ejes temáticos: los niveles de capaci-
dades y las líneas de trabajo de Acción CaPaz. En cuanto a los niveles de capacidades se
divide en cuatro, que contienen veinticuatro capacidades para la convivencia que Acción
CaPaz clasificó así: “(…) Diez corresponden a capacidades en las personas; Siete a las capa-
cidades organizacionales y/o institucionales; Tres a capacidades para el trabajo en redes y
alianzas; y Cuatro al nivel de sociedad como sistema” (Prada, 2016, p. 24). 5
Y las líneas de trabajo de Acción CaPaz también son cuatro y buscan dar respuesta a cuál
sería el aporte a la construcción de Paz. “Línea 1: capacidades para la convivencia en
instituciones públicas, Línea 2: Nuevas pedagogías para la paz, Línea 3: red de facilitación,
diálogo y transformación de conflictos; y, por último, línea 4: Acción CaPaz con enfoque
territorial” (Prada, 2016, p. 36).
En síntesis, cada nivel y línea está pensado para empoderar el cambio y la transición, con
seres humanos conscientes de su existencia que tienen las mismas aspiraciones, entre
ellas, la que le permite el buen vivir: la Paz. Pero, esto se logra, si y solo si hay una cultura
en sentimientos de solidaridad y tolerancia que fortalecen las capacidades de convivencia
y mejoran la calidad de vida de los ambientes familiar, laboral, de amigos y la comunidad
local, nacional e internacional. Así es una persona que construye paz territorial.
Competencia
Asume el proceso de cambio y transición luego de la firma del Acuerdo Final con el
grupo las Farc-Ep, como una oportunidad para formarse en las capacidades para la
convivencia y ser parte de la construcción de una paz, estable y duradera, usando la
estrategia que plantea cuatro líneas de trabajo de Acción CaPaz.
A partir de la firma del Acuerdo Final con las Farc-Ep, los colombianos tienen la responsabi-
lidad de gestionar y crear de manera permanente los caminos que construyen la paz esta-
ble y duradera, en cada territorio del país. Bien lo expresa Fisas (2006): “(…) El Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) propicia que ese desafío sea asumido desde 6
la perspectiva del desarrollo humano” (p. 9). De manera que no es solamente una tarea de
las instituciones, agremiaciones, comunidades y sectores diversos que, por supuesto, están
para garantizar la calidad de vida a la comunidad, sino que son conformadas por personas
que existen y esto es lo que les permite aspirar a un buen vivir.
Es claro que a partir del 27 de agosto del 2012, cuando se iniciaron de manera oficial los
diálogos con el Gobierno y el grupo armado Farc-Ep, los colombianos no somos los mis-
mos. Independientemente de las posiciones que se generaron en el contexto político y
económico, hay que hacer una lectura al ambiente que envolvió cada espacio de cada ciu-
dadano, tanto así que fue tema de reuniones familiares, al calor de un partido de fútbol, en
salones de clase de todo nivel de formación, en el recorrido de un trayecto de transmilenio,
en el restaurante, los saludos fortuitos en los ascensores de los edificios, en los congresos,
seminarios, foros, conversatorios. Permeó los currículos académicos, incluso llegó a generar
tensiones entre parejas, amigos y familiares, no perdonó estrato social, todos estábamos in-
mersos en el proceso de los diálogos. Todo porque el ser humano, en este caso, los colom- 7
bianos, tienen la aspiración de la paz.
Pero, se polarizó el proceso y no permitió que se pensara en cómo sería la situación des-
pués de la firma, precisamente, porque se entendía que era un tema entre Gobierno y
el grupo Farc-Ep, entre una justicia legal y unos jueces, entre unos terratenientes y unos
campesinos, entre unas víctimas y unos victimarios, pero jamás se escuchó en los diversos
ambientes, cuál era la responsabilidad de cada uno, por el solo hecho de ser sujeto de de-
rechos y deberes, ante el cambio.
Pues bien, el 24 de noviembre del 2016 en el Teatro Colón, se firmó la apuesta al cambio.
Ya son seis meses de transición, lo que implica los primeros pasos del cambio.
El contexto es que hay una sociedad con heridas materiales y psíquicas que los conflictos
producen y como dice Fisas (2011):
Lo complejo que es rehacer un país desde el propio conflicto, puesto que el fin de las hos-
tilidades armadas significa siempre el fin de la guerra, pero no del conflicto, que permanece
vivo hasta que la sociedad en cuestión no ha avanzado suficientemente en esta difícil y, a
veces, interminable etapa de reconstrucción, en la que no todas las personas aceptan la
decisión de otras de optar por el derecho a no tener enemigos (p. 117).
se habla de etapa de posconflicto para señalar el momento a partir del cual no hay
enfrentamiento armado. Pero, como hemos advertido, en realidad continúan dándose
múltiples expresiones del conflicto. Las referencias al “posconflicto”, por tanto, han de
entenderse con esta cautela (Fisas, 2011, p. 117).
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El cambio se puede entender como la reconstrucción de una sociedad que ha vivido un
conflicto y exige un cambio mental para quienes han sido protagonistas del conflicto.
Es como una novela, todo ciudadano colombiano tuvo su papel, algunos fueron actores
principales, otros secundarios y terciarios y, en últimas, los extras que, aunque no tengan
un papel protagónico son la mayoría y necesarios, porque sin ellos los actores principales
dejarían de serlo, los extras tienen una posición de silencio, pero al salir de la grabación,
comentan y proyectan lo que sería mejor para los actores y para ellos mismos, son pasivos,
pero al tiempo activos.
¡Ojo! La mayoría de los conflictos de las últimas décadas se producen en el interior de los
Estados, lo que se ha denominado “guerra civil” y lleva a una crueldad difícil de perdonar.
Porque la población civil, es el objetivo de la guerra, su principal víctima.
Ven, actores principales, secundarios, terciarios y extras, todos entran en escena, la esce-
na del conflicto, así que es tarea de todos entrar al cambio y para ello se requiere de un
cambio en la forma de concebir el pasado y el presente, para proyectar el futuro, siempre
pensando en dejar una mejor sociedad a las futuras generaciones o, como dicen algunos
teóricos, un mejor mañana a los biznietos.
Para comprender mejor lo que implica el cambio, hay una afirmación de Vera Grabe, exgue-
rrillera colombiana, hoy es vocera de paz que dice: “Ganar una actitud abierta para mirar
con ambos ojos: el que ve la complejidad de la violencia y el que ve la riqueza de la paz”.
Si se aspira a la paz estable y duradera, hay que tener actitud de mente abierta, ser capaz
de mirar al otro como igual.
Es necesario creer en la paz como un factor de cambio, como la utopía de este mo-
mento. La paz como un acto de afirmación ciudadana: la paz como posibilidad de
tratar de manera diferente los conflictos permanentes de los seres humanos. La paz
como el rescate dinámico y enriquecedor de la diferencia y como la realización del
individuo en el desarrollo de nuevas formas para relacionarnos colectivamente.
(…) para ello tenemos que edificar una ética ciudadana capaz de abarcar integralmente
el espacio público y el privado, respetando siempre la singularidad y las diferencias (p.
204).
Estas dos mujeres sintieron que la aspiración por la paz no se hace solamente invocando el
término, sino actuando, dejando atrás los odios y las venganzas, para ello hay que desnu-
darse y mirar al otro como igual, para luego intercambiar, renunciar y dialogar.
¿Y entonces qué es la transición? ¿Es necesario el cambio para vivir la transición? ¿La
transición trae el cambio? ¿Desde cuándo estamos los colombianos en época de transi-
ción? ¿Cuándo termina? ¿Sí termina?
Estas y muchas otras preguntas van a seguir rondando en los imaginarios colectivos y parti-
culares, toda vez que haya confusión, precisamente por estar en discusiones polarizadas.
Claro que sí, porque los acuerdos voluntarios no se aplican solos, necesitan de las perso-
nas para su funcionamiento y si no están dispuestas a poner en marcha lo que se acordó,
es porque no están dispuestas a recibir el cambio que implica la aceptación de un pasado
y la esperanza de un mejor futuro, que se pensaron al momento de hacer las negociacio-
nes. Entonces, si el cambio no se asume para recibir lo que implica la transición, entonces,
se puede quebrar en el camino. Por eso, es tan importante ser parte de la transición, que
implica ser parte del cambio.
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Por supuesto, depende de cada persona ser CaPaz de aceptar los acuerdos y ser CaPaz de
aceptar al otro en la diferencia, pero siempre bajo el principio de igualdad. Hay que hacer la
transformación mental, cambiar la forma de concebir las situaciones, los fenómenos, para
darle oportunidad a las nuevas lecturas de esa misma situación, fenómeno y conflicto.
Con la Ley de Justicia y Paz y Reparación -o Ley 975 del 2005- se creó un marco jurídico
promovido por el gobierno de Álvaro Uribe y aprobada por el Congreso para facilitar el
proceso de desmovilización de paramilitares en Colombia. Con esta ley, se inicia una transi-
ción que asume el Centro de Memoria Histórica como oidor de los relatos atroces que los
paramilitares cometieron, pero que es parte del proceso de la reconciliación y el perdón.
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Con los paramilitares fue a partir de una ley que inicia el proceso de desmovilización, en
cambio con el grupo Farc-Ep fueron más de cinco años haciendo uso de la palabra para
llegar a un punto de equilibrio, en tanto que, los intereses de cada parte debían ceder para
alcanzar el mismo objetivo: una paz estable y duradera para los colombianos. Además,
quedó un documento que es el fruto de un diálogo concertado, lograr acuerdos, por eso
el documento se denomina acuerdo, que es el fin de la paz, porque eso traduce el término
desde su etimología: la paz es el acuerdo entre dos o más partes.
¿Y para qué? Para cambiar lo que causa daño por la equidad, el bienestar, el vivir bien, la
justicia, la tolerancia y la solidaridad.
Y, lo más importante, se tuvo en cuenta a todos los colombianos y, por eso, fuimos invi-
tados a participar, algunos en la mesa de los diálogos, para ello fueron representantes de
agremiaciones, movimientos, minorías, víctimas, victimarios y, por supuesto, expertos en los
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diversos temas que se trataron, tanto nacionales como internacionales. Todos tuvimos la
oportunidad de actuar en igualdad de condiciones, con el voto del plebiscito.
El tiempo en este tipo de situaciones no es medible, claro que se puede evaluar después
de un tiempo prudente, por ejemplo, cada diez años, pero lo importante no es cuándo
termina, sino cuando vamos a ser conscientes que ya iniciamos un momento histórico
coyuntural para el país. Es decir, Colombia antes del 24 de noviembre del 2016 y Colombia
después de esta fecha.
Cuando todos los colombianos estemos dispuestos o como dijo Vera Grabe “abiertos” al
cambio y reconozcamos que somos parte de él y, por tanto, responsables del proceso de
los acuerdos.
Claro, pero nadie puede fijar una fecha y hora, ni siquiera frotando la lámpara de Aladino, por-
que esto no es frotar objetos ni de hacer magia. La reconstrucción tiene el objetivo que es el 14
fin del enfrentamiento armado y que en un plazo de tiempo lo más corto posible se alcancen
unas metas mínimas que satisfagan las necesidades básicas de la población (Fisas, 2011).
Todo período de transición tiene una etapa inicial muy intensa, los expertos dicen, no
menos de cinco años, en los que se afirman las bases políticas, sociales y económicas de lo
que será finalmente una nueva sociedad.
Acción CaPaz (p. 18) reconoce tres tipos de capacidades necesarias para la reconstrucción
de la paz territorial:
1. Capacidades temáticas.
2. Capacidades para la gestión territorial.
3. Capacidades para la convivencia.
Permitirán un sentir y pensar distintos para lograr un hacer distinto para la paz. En algunos
contextos estas capacidades son reconocidas como “las capacidades blandas”.
Luego Acción CaPaz clasifica las capacidades en cuatro niveles y justifica el lugar de la per-
sona en cada uno de ellos, así:
Si una persona toma una elección pensando en el bien del otro no en el suyo propio,
entonces es una decisión ética, que es poner en práctica la regla de oro “compórtate con
los demás como quisieras que se comportaran contigo”. Fue Kant, quien enfatizó en este
principio de reciprocidad, pues dijo que, si nos comportábamos de manera adecuada, es
porque queremos que las demás personas sigan este mismo comportamiento.
Es tener la capacidad de ponernos en los zapatos del otro, para que seamos capaces de
transformar una sociedad violenta y conflictiva por una sociedad tolerante y solidaria. Con
personas capaces de vivir en comunidad sin discriminaciones, exclusiones, maltratos, etc.,
con el propósito de disminuir la desigualdad social e incrementar el sentimiento del respeto
por el otro, de reconocer al otro (la otredad) como lo que complementa, lo que construye
sociedad, instituciones, personalidad. Es mirarlo igual a mí.
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Surge la necesidad de pensar en fortalecer las capacidades porque hay conflicto, este es motivo
para hallar la salida a lo que está llevando a la humanidad a la destrucción de su entorno y de sí
mismo. Los sentimientos de venganza y de odio permean todos los escenarios en los que el ser
humano se desenvuelve, sin que sospeche que también a él le afecta esta destrucción.
De ahí que las capacidades para la convivencia son una nueva forma de manejar los con-
flictos y, por tanto, evitan acciones violentas que precisamente incrementan la deshumani-
zación. Hay que ponerlas en práctica con las comunidades, instituciones, agremiaciones y
organizaciones a nivel nacional, pero antes hay que vivenciarlas en nuestro interior. Es ser
capaces de pensar en nuestra propia identidad, con preguntas como: ¿quién soy yo? , ¿soy
un ser vivo con existencia propia?, ¿mi existencia depende de la de los otros seres vivos? Así
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seremos capaces de construir una sociedad justa, entre iguales.
Entonces, hay que estar dispuestos para el fortalecimiento de las capacidades para la con-
vivencia y consolidar una sociedad participativa de manera que se desarrolle una democra-
cia social.
A continuación se transcriben algunas capacidades que Acción CaPaz clasificó por niveles y
le adjudicó el adjetivo “claves” para la convivencia.
Para mayor profundidad, ver cartilla Acción CaPaz (pp. 24-31), allí se encuentra la informa-
ción completa de la clasificación y lo que denominaron la bitácora de las capacidades para
la convivencia.
Glosario
Paz estable y duradera: acuerdo entre dos o más partes que tienen la intención de estar en
compromiso sobre una situación.
Capacidades: aptitud, talento, cualidad que dispone a alguien para el buen ejercicio de
algo. Oportunidad, lugar o medio para ejecutar algo. Aptitud Para ejercer personalmente un
derecho y el cumplimiento de una obligación.
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Referencias
Bernal, A. T. (1996). Paz y guerra en conflictos de baja intensidad: el caso colombiano. Bogotá,
Colombia: Programa de Reinserción.
Fisas, V. (2011). Cultura de paz y gestión de conflictos. Barcelona, España: Icaria editorial-
Unesco.
Gaarder, J. (2003). Todos somos actores. En: D. S. Heffermehl, Construir la paz (pp. 101-106).
Barcelona, España: Icaria Editorial, S.A.
Mesa, M. (2017). Capacidades locales para la paz. Bogotá, Colombia: Imprenta Nacional.
Oficina del Alto Comisionado para la Paz. (15 de diciembre del 2016). Acción CaPaz [Archivo
21
de video]. Disponible en: https://goo.gl/PtUjbX
Prada, M., Sánchez, M., Restrepo, I. & Arboleda, Z. (2016). Estrategias de capacidades para
la paz y la convivencia. En: Cartilla Acción CaPaz. Bogotá: Liderada por la Oficina del Alto
Comisionado para la Paz.