Вы находитесь на странице: 1из 1

El angel rojo

G. K. Chesterton, publicado en “Grandes minucias”

https://gkcdaily.blogspot.com/2012/11/the-red-angel.html

“Encuentro que hay seres humanos que piensan que los cuentos de hadas son malos para los niños… una dama me ha
escrito un educada carta diciendo que los cuentos de hadas no deberían enseñarse a los niños ni siquiera en el caso de que
fueran ciertos. Dice que es cruel contarle a los niños cuentos de hadas, porque los atemorizan. Podrías decir igualmente que
es cruel darle a las chicas novelas románticas porque eso las hace llorar. Todo este tipo de charla se basa en el completo
olvido de lo que un niño es, lo cual ha sido la base firme de muchos planes educativos. Si mantienes alejados de los niños a
monstruos y trasgos ellos crearán los suyos propios. Un niño pequeño en la oscuridad puede inventar más terrores que
Swedenborg. Un niño pequeño puede imaginar monstruos más grandes y oscuros que cualquier escena y darles nombres
más ultraterrenos y cacofónicos que el grito de un lunático. Al niño, por empezar por él, usualmente le gustan los horrores, e
incluso les da rienda suelta aunque no le gusten... El miedo no proviene de los cuentos de hadas; el miedo proviene del
universo del alma.

La reserva del niño o del salvaje es enteramente razonable; están en alerta ante el mundo, porque este mundo es un lugar
muy alarmante. No les gusta estar solos porque estar solo es una idea horrible. Los bárbaros temen lo desconocido por la
misma razón que los Agnósticos lo devocionan: porque es un hecho. Los cuentos de hadas, entonces, no son responsables
de producir miedo en el niño, o alguna forma de miedo; los cuentos de hadas no le dan al niño la idea de lo malvado o lo
grotesco; eso está ya en el niño, porque eso está ya en el mundo. Los cuentos de hadas no le dan a los niños su primera
idea de los monstruos. Lo que los cuentos de hadas le dan al niño es su primera idea clara de la posibilidad de vencer a
esos monstruos. El niño sabe íntimamente del dragón desde que tiene imaginación. Lo que el cuento de hadas le trae es un
San Jorge para matarlo.

Exactamente lo que el cuento de hadas hace es esto: lo acostumbra mediante una serie de imágenes a la idea de que esos
terrores ilimitados tiene un límite, que esos enemigos informes tienen enemigos en los caballeros de Dios, que hay algo en el
universo más místico que la oscuridad y más fuerte que la fuerza del miedo. Cuando era un niño, miraba la oscuridad hasta
que su masa negra se transformaba en un gigante negro más alto que el cielo. Y si había una estrella en el cielo eso sólo lo
convertía en un cíclope. Pero los cuentos de hadas me devolvieron la salud mental, pues al día siguiente leí una auténtica
historia de cómo un gigante negro de un ojo, de similares dimensiones, había sido engañado por un pequeño niño como yo
(o igual de inexperto o incluso de ascensión más modesta) con una espada, algunos acertijos y un corazón valeroso. A
veces el mar de noche es tan terrorífico como cualquier dragón. Pero entonces supe de algunos hijos menores y pequeños
marineros para los cuales un dragón o dos eran algo tan natural como el mar.

Tomemos el cuento más horrible de los Grimm en sucesos e imágenes, el excelente cuento de “Juan sin miedo” y veréis lo
que quiero decir. Hay algunos auténticos sustos en ese cuento. Recuerdo especialmente las piernas de un hombre cayendo
por una chimenea y caminando por sí mismas alrededor de la habitación, hasta que se unieron a una cabeza y un cuerpo
que cayeron tras ellas. Bastante bueno. Pero la cuestión de la historia y la cuestión de cómo el lector se siente no es que
estas cosas sean aterradoras, sino el hecho mucho más contundente de que no asustan al protagonista… les da un
palmada en el hombro e invita a los diablos a beber con él; más de una vez en mi juventud, cuando me he visto sofocado por
algún moderno horror, he rezado por una doble ración de ese temple. Si no has leído el final de la historia, ve y léelo. Es la
cosa más sabia del mundo. El héroe al final aprende a temblar cuando, al casarse, su esposa arroja sobre él un cubo de
agua fría. Hay en esa escena más auténtico sentido del matrimonio que en todos los libros sobre sexo que cubren Europa y
América.

En las cuatro esquinas de la cama de un niño aguardan Perseo y Rolando, Sigfrido y San Jorge. Si tú le hurtas esa guardia
de héroes no lo estás haciendo más racional; solamente le estás dejando que luche contra sus demonios él solo. Porque los
demonios son algo en lo que siempre hemos creído. El más esperanzador elemento del universo está en estos tiempos
modernos continuamente rechazado o reafirmado, pero la desesperanza no ha sido en ningún momento desmentida..."

G.K. Chesterton

Вам также может понравиться