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Si formulamos el siguiente juicio: "el sol calienta las piedras", lo hacemos con base a ciertas percepciones.
Somos capaces de ver como el sol ilumina las piedras, luego, si las tocamos, nos constatamos por nosotros
mismos que estas se calientan por efecto del sol. Entonces, en la formulación de este juicio nos basamos en
datos sensoriales (la vista y el tacto), es decir, en la experiencia. Sin embargo, en nuestro juicio se encuentra
presente un elemento que no está contenido en la experiencia, ya que el hecho de que el sol calienta las
piedras vas más allá de un simple suceso pues, todos, como individuos conscientes, podemos razonar con
base a ese hecho que, existe una "relación" o "conexión" entre ambos elementos.
Es por esto que decimos que, el juicio "el sol calienta las piedras" se compone de dos elementos: uno que
procede de la experiencia y otro del pensamiento o razonamiento. Ahora, ¿cuál de estos dos factores impera
en el juicio formulado?, ¿qué va primero, la experiencia o el pensamiento?, ¿de cuál de las dos fuentes de
conocimiento sacamos las conclusiones y formulamos el juicio?
Es por eso que la cuestión del origen del conocimiento puede analizarse, principalmente, desde dos
perspectivas, la racionalista y la empirista.
Desde hace mucho tiempo ha existido la pugna entre el racionalismo y el empirismo, hoy en día
sabemos que esa pugna la ha ganado el racionalismo, donde la teoría predomina frente a la
experiencia pero, ¿es este el verdadero camino del conocimiento? La sociedad en este último
tiempo se ha estancado y no se ha cuestionado frente a esta pregunta, inclusive mucha gente
piensa que no es necesario, no lo considera algo “vital” o de mayor importancia, pero lo cierto es
que es indispensable retomarla y comenzar a reflexionar sobre esta. Si bien el racionalismo nos ha
entregado varias herramientas que nos han ayudado a la construcción de un conocimiento bien
dotado, no es suficiente para todo lo que demanda la sociedad, ya que al dejar de lado la
experiencia estamos creando un vacío, el cual difícilmente se llenara con
un racionalismo indiscutible.
Para poder realizar un conocimiento amplio, que abarque varias circunstancias, varios aspectos y
varias realidades, es totalmente necesario agregar empirismo, contemplar la experiencia, aunque
este no nos entrega un aspecto en el que podamos estar de acuerdo todos, si nos entrega otro
punto de vista y otra mirada frente al conocimiento, es por esto que debemos tenerlo en cuenta
como conocimiento, en nuestro conocimiento y complementarlo con el racionalismo, ya que
aunque este nos dote de varias herramientas, todavía nos deja con gusto a poco.
Es por todo esto, que es preciso realizar un equilibrio entre ambas teorías, de esa forma,
ampliamos nuestro conocimiento y no descartamos ninguna perspectiva, ninguna opción, ni
ningún punto de vista.
Muchos años ha durado esta cuestión entre el empirismo y el racionalismo, la cual sigue dándose
vueltas sobre lo mismo, la razón o la experiencia, las ciencias suaves o las duras, cuál es el
verdadero origen del conocimiento, existen muchas formas de describir esta pugna, estas posturas,
estas teorías, sin embargo, siempre estamos rebudando sobre lo mismo, pues, siempre nos vamos
a referir a esta como dos corrientes opuestas, y finalmente, cada uno generara sus propias
conclusiones o adquirirá una de las posturas, nosotros, queremos destacar que ambas corrientes
no son excluyentes, pueden complementarse o desarrollarse de manera paralela.
Tanto el racionalismo como el empirismo son corrientes de pensamiento que se desarrollaron
aproximadamente en la misma época (s. XVII y s. XVII-XVIII, respectivamente), por lo que es aún
más significativo el hecho de que sean corrientes tan dispares.
Descartes rechaza, por tanto, el punto de vista del empirismo (punto de vista desde el cual el
conocimiento no sólo es derivado de la experiencia, sino también validado por ella). De todas
maneras, no es correcto decir que el empirismo es la total contraposición del racionalismo, pues
aunque éste se fundamente en la experiencia, no niega la existencia de la razón. A diferencia del
racionalismo, que anula la experiencia, el empirismo no anula la razón, sino que la relega a un
segundo plano.