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El realismo

De igual manera que en las otras escuelas filosóficas, es posible distinguir varios tipos de
realismo. Como realismo metafísico, el termino realismo fue utilizado por primera vez para
designar la posición según la cual las ideas generales o universales, como se decía entonces,
tienen existencia real, independientes de ser pensadas o no. Como realismo gnoseológico
afirma que el conocimiento es posible sin necesidad de que la conciencia imponga sus
propias categorías a la realidad. Dentro de esta corriente se encuentran filósofos y
epistemólogos como Bertrand Russell, G. E. Moore y Mario Bunge, en nuestros tiempos.
Todos ellos se oponen a toda forma de idealismo. Dentro del realismo gnoseológico se
distinguen tres versiones: 1) el realismo ingenuo para el cual el conocimiento es una
reproducción exacta de la realidad; 2) el realismo crítico, que afirma que no podemos
aceptar sin crítica el conocimiento dado por los sentidos, pues debemos someter a examen
tal conocimiento para comprobar en qué medida corresponde a la realidad tal cual ella se
da; tal examen acerca este tipo de realismo al racionalismo; y 3) el realismo científico para
el cual es la ciencia la que proporciona el mejor conocimiento de la realidad; en ella, la
razón y la experiencia se necesitan para conocer la verdad. Según su principio básico, el
racionalismo científico rechaza otro tipo de conocimiento que pretenda tener el valor de
verdad, como el conocimiento ordinario, el conocimiento religioso, el conocimiento místico
y el metafísico. 26 SUPUESTOS DE LAS PRINCIPALES ESCUELAS FILOSÓFICAS El
filósofo de las ciencias Mario Bunge tiende, desde la posición del realismo científico, a la
cual se adhiere, un puente hacia el materialismo en la forma que se indica a continuación:
Todo ente material es cambiable cuando menos en lo que se refiere a su posición respecto
de otros entes materiales. Para decirlo en forma negativa, en ningún momento la ciencia ha
afirmado la inmutabilidad de la materia. Otra lección que podemos extraer de lo que
precede es que, lejos de alejarse del materialismo, la ciencia se está tomando cada vez más
materialista en forma explícita. Lo está haciendo no solo evitando el comercio con objetos
inmateriales (fuerzas vitales, fantasmas, pensamientos desencarnados, fuerzas históricas
supra materiales, etc.), sino también, y de hecho especialmente, estudiando entes
materiales. En efecto, la ciencia investiga cosas físicas tales como los quanta, campos y
cuerpos; sistemas bioquímicos como los componentes de la célula; biosistemas tales como
bacterias y hongos, y sistemas sociales tales como economías y culturas. De modo, pues,
que la ciencia contemporánea puede caracterizarse como el estudio de objetos materiales
por medio del método científico y con el fin de encontrar y sistematizar las leyes de tales
objetos. En otras palabras, la investigación científica presupone una ontología materialista y
también la enriquece. Mario Bunge, Materialismo y ciencia. Barcelona: Editorial Ariel.
l981, pág. 29.
El positivismo lógico
El positivismo lógico, conocido también como empirismo lógico, es la corriente surgida a
fines del decenio de 1920, y cuyos principales representantes se agruparon en el llamado
Círculo de Viena: Schlick, Carnap, Neurath, Frank, Kauffman, Gödel y otros. Su posición
básica se funda en el neopositivismo de Mach, Pearson y de algunos empiristas ingleses,
como Hume. Posteriormente, recibieron la influencia de Wittgenstein. El núcleo del
positivismo lógico está constituido por un empirismo total, apoyado en los recursos de la
lógica moderna, una alta valoración de la ciencia, un rechazo también total a la metafísica y
al propósito de unificar el lenguaje de las diferentes ciencias con un denominador común en
el lenguaje de la física (fisicalismo). Para esta escuela, una proposición sólo tiene sentido si
se apoya en un modo efectivo de verificación. Como dicen: El significado de una
proposición es su modo de verificación. Las proposiciones que no se apoyan en un modo de
verificación por la experiencia, de manera sensible, no pueden ser verdaderas ni falsas. Por
lo tanto, solo las proposiciones empíricas son auténticas proposiciones. Como los
enunciados de la metafísica no pueden ser probados por la experiencia, son
pseudoproposiciones o proposiciones sin sentido, sin significado. Una característica
importante del Círculo de Viena es su apoyo en la lógica moderna. Sus trabajos se exponen
con todo rigor con el propósito de eludir la ambigüedad. En esta regla radica su aporte a la
expresión más clara de los contenidos del trabajo científico. La influencia del positivismo
lógico es clara en la metodología cuantitativa de las ciencias sociales y, en particular, en
investigadores como Paul Lazarsfeld, Herbert Hyman, Raymond Boudon y un gran número
de sus seguidores.

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