Se debe evaluar los signos y síntomas acompañantes del dolor pues en
muchas oportunidades constituirán la clave del diagnóstico.
Los síntomas acompañantes pueden ser anteriores, concomitantes o
posteriores a un dolor.
Un dolor intenso, cualquiera sea su origen, se acompaña de síntomas
neurovegetativos (palidez, sudación fría, sensación de fatiga, etc.).
Los síntomas acompañantes (vómitos, diarrea, fiebre, tos, etc.), ayudan a
precisar el sistema o aparato comprometido. Por ejemplo: El dolor torácico acompañado de tos y expectoración lo ubica en el aparato respiratorio. Un dolor abdominal con vómitos y/o diarrea en el aparato digestivo y sus glándulas anexas.
El dolor abdominal junto a la fiebre y escalofríos tiene distinta significación
que sin ellos: un cólico biliar sin fiebre indica que es un cólico no complicado o simple, en tanto que el que se acompaña de escalofríos y fiebre seguidos de coloración amarilla de la piel y conjuntivas, sugiere una complicación (cálculo en el colédoco o coledocolitiasis).
Sera diferente la orientación ante un paciente con dolor torácico semejante
a una puntada de costado si este está acompañado de disnea (neumotórax o tromboembolismo de pulmón) o por fiebre, tos expectoración mucopurulenta (neumonía con compromiso pleural).
Por otra parte, la ausencia de algunas funciones excretorias normales tiene
también importancia diagnóstica. Por ejemplo, un dolor abdominal que se acompaña de falta de expulsión de gases y materias fecales plantea una obstrucción intestinal.