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Estimados Alumnos, Docentes y Autoridades de Nuestra querida Escuela Parroquial San

Antonio, hoy nos encontramos reunidos para conmemorar una de las primeras fechas de
nuestro calendario escolar.

El día de la verdad, la memoria y la Justicia, nos lleva a abrir demasiadas puertas sobre lo
que se conmemora este día. En esta jornada, estas palabras van a ir dirigidas a una de esas
puertas, que considero más trágicas y negras que los propios protagonistas relatan, y que
todavía hoy se encuentra abierta. Con estas palabras quiero dejar en claro, que vamos a
intentar decir que ocurrió con el derecho a la Identidad.

Desde que nacemos, todos nosotros hemos tenido la suerte de tener por derecho, una
identidad, hemos tenido un nombre y un apellido, hemos tenido un documento que lo
confirmará y además hemos encontrado una familia en donde vivir nuestros primeros pasos
e infancia. Sabemos bien que durante la última dictadura militar, este derecho no sólo fue
violado sino que fue ultrajado y corrompido por una sistemática política de eliminación de
los “enemigos del orden” en campos clandestinos de tortura, que los representantes del
Estado planificaron con gran crueldad y horror.

Ahora bien… ¿Cómo eso tiene que hacernos pensar en el derecho a la identidad?, El
General Massera intentaba hacernos creer a todo el pueblo argentino en un comunicado
desde la ESMA, que ellos venían a una guerra contra los defensores de los totalitarismos,
de los causantes del desorden social y político que nuestro país estaba sufriendo, y que ellos
necesitaban estar en el poder, para la defensa de la democracia pluralista. Ahora bien, esa
supuesta defensa de la democracia necesito del secuestro de personas, requirió de la tortura
de muchos jóvenes de las edades de ustedes, precisó del secuestro de muchas jóvenes que
estaban embarazadas y que dieron a luz en esos centros clandestinos alrededor de nuestro
país. Y lo más terrible, la dictadura se encargó de hacer que muchos bebes recién nacidos
sean separados de su identidad y sus familias.

Abuelas de Plaza de Mayo, es un signo noble de nuestro país, representa más que un
pañuelo blanco en la cabeza de mujeres adultas que recorren cada jueves las plazas más
importantes de las ciudades argentinas. Son las primeras defensoras y luchadoras por el
derecho a la identidad. Son las primeras que desafiando al gobierno militar, con valentía y
entusiasmo, y también por un sentimiento de dolor, decidieron decir por un medio francés
lo que no podían decir en su propios país: “que estaban aún buscando a sus hijos y nietos.”

¿Queremos Saber dónde están nuestro hijos, vivos o muertos? Ese testimonio doloroso de
una madre, de una abuela y hoy por hoy quizás una bisabuela de plaza de mayo se
transforma en una bandera de lucha. En un reclamo de todos y un compromiso que invito a
hacer eco en el resto de nuestras vidas: que haya MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA. Que
lo que pasó se sepa, se enseñe y se reflexione, que no quede en un acto del 24/3, que sea un
tema de conversar y de trabajar para que finalmente cada abuela se pueda reunir y encontrar
con sus nietos, y cerrar esta herida que sigue abierta y más latente que nunca.

Muchas Gracias.

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