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EL PRECIO DE LA VERDAD

Desde que el mundo es mundo civilizado, desde la antigua Sumeria hasta la actualidad, siempre
han existido conservadores vestidos de liberales y comunistas vestidos de socialistas.

Siempre han existido ricos y pobres; gobernantes y gobernados. Siempre han existido maestros
y alumnos. Siempre han existido imperios, pueblos gobernados y oprimidos. Vendedores y
compradores. Jefes y obreros.

Es decir, en una existencia dual: arriba y abajo, bueno y Malo, noche y día, derecha e izquierda,
religiosos y ateos; la historia de la humanidad oscilo siempre entre los extremos, intentando encontrar
un equilibro en la balanza del pensamiento y la psicología humana.

Cómo es que nacieron los primeros líderes o gobernantes de la civilización humana es un


misterio. Los antropólogos afirman que el liderazgo y la fortaleza física, incluso la longevidad fueron
las cualidades espontáneas de clasificación. Los epistemólogos afirman que el conocimiento primitivo
y la natural composición del cerebro entre la observación y la prueba; causa y efecto; llevaron a
diferentes individuos a sobresalir entre los demás, destacándose por sus formas y modo de pensar.

Finalmente los metafísicos, religiosos o paranormales creen que el liderazgo se debe a una
entidad o entidades superiores, los cuales seleccionaron; por motivos misteriosos; diferentes hombres,
razas o civilizaciones para liderar la civilización humana.

Cualquiera sea el origen; desde el principio de los tiempos; siempre han existido líderes y
seguidores.

Existe una tendencia antropológica del cerebro humano por asociar, toda la información
recabada consenciente o inconscientemente en dos principales grupos, partiendo de allí en numerosas
ramificaciones. El cerebro humano no tiene la capacidad de asimilar la información en
multidimensionalidad. Para ejemplificarlo: el cerebro humano entiende lo que representa un cuadrado,
pero no conceptualiza un cubo. Lo que hace, en realidad, es una reingeniería conceptual e empírica,
basándose en la observación, para llegar a la conclusión que existen cubos, ósea cuerpos
multidimensionales basados en figuras bidimensionales.

Otro ejemplo cotidiano es la división por (cero) de cualquier número, sencillamente da error.
Esto ocurre, porque el cerebro humano no tiene la capacidad del pensamiento multidimensional. Cómo
dividir o segmentar un elemento bidimensional con un concepto multidimensional como es (nada).

Primitivamente el hombre; por la observación; percibió y conceptualizó que tenía 2 extensiones


físicas superiores y 2 extensiones físicas inferiores. Por el tacto supo que tenía 2 orificios por los que
veía, una protuberancia en el centro de su rostro y una abertura debajo que le permitían respirar y
comer. Por la retroalimentación de la observaciones de otros de su especie pudo comprobarlo. La
percepción natural de dos géneros y el instinto de procreación asoció al mundo primitivo en dos
grandes grupos: hembras y machos.

Estas clasificaciones tenían sólo cuatro combinaciones: cabeza y pies, pies y cabeza; de una
mano o brazo al otro y viceversa. Osea derecha e izquierda, izquierda y derecha.

Anterior a estas clasificaciones, lo primero que miró el hombre fue el sol y de frente. Luego,
entendió que detrás pasaba el sol para que llegará la noche. Había conceptualizado el tiempo hacia
adelante y hacia atrás, basándose en la percepción de la noche y del día.

El hombre primitivo comparó sus diferencias anatómicas con otros de su especie y con
animales; y dedujo que existían espécimen hembras y machos, machos y hembras.

Así fue como paulatina y lentamente el proceso heurístico del cerebro humano comenzó a
clasificar todas las cosas, percepciones y concepciones en forma natural. Llegando a posicionar lo
bueno con el día, es decir, hacia adelante y derecha, el lado más hábil del cuerpo humano. El peligro se
alojaba en la noche, el lado menos hábil era el izquierdo, por lo tanto se asociaba con lo malo. Bien y
mal, derecha e izquierda, día y noche, lo divino y lo perverso.

Respecto a la sexualidad, basándonos en este cuadro evolutivo, debería la mujer clasificarse


hacia adelante y hacia la derecha. Sin embargo, naturalmente asociamos al hombre hacia la derecha y la
mujer hacia la izquierda y la noche. Esto se debe porque el hombre tiene una extensión sexual evidente,
en cambio la mujer tiene un lugar oculto, imperceptible, sin la comprobación de porqué motiva al
hombre a la procreación. Frente a un hecho no comprobado por la observación primitiva se clasificaba
en la noche y hacia en la izquierda.

Los pueblos siempre han sido gobernados por estos procesos evolutivos de selección. Los más
fuertes dominaban a los más débiles y los más débiles intentaban sobrevivir en esas circunstancias;
dejándose gobernar. Así fue como nacieron las civilizaciones, los imperios y las naciones.

Esto que parece obvio no es tan obvio cuando nos adentramos en la psicología del ser humano.
En la ética y la moralidad. Entre el bien y el mal. ¿Qué diferencia hay entre pensar y actuar bien para
mis intereses, los cuales son motivados por instintos de supremacía; o pensar y actuar bien para los
demás, aún contra nuestros propios intereses? En los dos casos se actúa bien, pero el hombre primitivo
no tenia éstas dos opciones, sino sólo una.

Así aparecieron los primeros liderazgos en las comunidades, sociedades, culturas e imperios de
la humanidad. Al principio estos liderazgos eran atribuidos a fuerzas extra o supra terrenales; que
otorgaban a los bendecidos; poderes especiales que los diferenciaba entre los demás.

Los gobernantes eran los representantes terrenales de las divinidades celestiales. Los que no
eran gobernantes eran súbitos del destino divino. Y así se sucedió en todas las civilizaciones por miles
de años hasta finales del siglo XVII con la Revolución Francesa.

Sin embargo, debemos hacer un paréntesis en la historia y regresarnos a la expansión comercial


iniciada por los Fenicios que, dicho sea de paso eran de origen Semita, igual que los Hebreos, en una
zona muy compleja como medio oriente, entre los siglos X y V A.C. De allí pasamos, muchos siglos
después, a los templarios y a la figura de Marco Polo en el siglos XII y XIII e, inmediatamente, en el
siglo XIV hasta el siglo XVI por la familia Los Médicis.

Todos estos acontecimientos, hechos y personajes históricos tienen algo en común: “el poder”.
El poder de controlar no sólo el progreso y el destino propio, sino el progreso y el destino de los demás.

Dios estaba a la derecha igual que los gobernantes y a la izquierda la humanidad igual que los
gobernados. Los primeros dictan, definen y dirigen el destino de los segundos. Y así es, hasta la
actualidad.
Este proceso evolutivo de la conducta humana, basado en el progreso científico y tecnológico el
“poder” tenía y tiene dos representaciones: el poder de hacer y el poder de tener. El poder de hacer
pirámides y el poder de tener el conocimiento para hacerlas. El pueblo y las comunidades vivían a
expensas de los proyectos “existencialistas” que los gobernantes emprendía a favor o por encargo de las
divinidades. El pueblo sólo tenía derecho a existir y los gobiernos a conquistar y ampliar su maquinaria
de construcción; obteniendo mano de obra y recursos materiales.

Por siglos el pueblo vivió esta experiencia cognitiva; llevando a aplicar este modelo entre las
comunidades sin que los gobernantes, al principio, lo supieran. A medida que los gobernantes estaban
ocupados por sus proyectos “existencialistas” llamase Egipto, Gracia, Roma, los Mongoles, etc.. El
pueblo comenzaba a tener más libertades, no por que los gobernantes así lo quisieran, sino por la propia
enajenación del poder. Nacen, entonces, los conceptos de libertad e igualdad.

El pueblo primitivo experimentaba que entre los gobernantes no existía la libertad y menos la
igualdad. Cuando el pueblo comenzó a tener libertad consideró, basada en la experiencia, que entre las
comunidades y los hombres había mucha similitud en formas de vida, conocimientos y costumbres por
lo cual, consciente o inconscientemente habían conceptualizado la idea de la igualdad.

Era mejor negociar con nuestro pueblo o comunidad vecina que ir a una confrontación con poco
o nada de recursos. Aquí nace el principio del comercio basado en el trueque. Los gobernantes no
necesitaban negociar, sino especular con sus recursos para adquirir más recursos a base de conquistar,
no de convencer. Este principio se sucederá hasta los siglos XVII y XVIII con la expresión “non
nobilitas” la cuál será contemporánea hasta hoy día.

Si trazamos una línea de tiempo desde Sumeria hasta la actualidad, es decir, mas de 7000 años;
veremos que estos patrones de gobernantes y gobernados se mantuvieron por más de 6700 años. Esto
significa que, mientras la derecha representada por los gobernantes, las divinidades y los imperios
aportaban a la humanidad el progreso del poder; la izquierda compuesta por gobernados y sometidos
fue la amalgama que sostuvo y sostiene a la humanidad sobre la base de la libertad y la igualdad.

Los pueblos comenzaron a desarrollar su propia identidad y asumir su destino sin intervención
ni participación de sus gobernantes. Aquí nace el principio de las revoluciones. Estas primitivas
revoluciones tuvieron dos corrientes bien definidas: el poder de tener, o sea el comercio y por
consiguiente el dinero o divisa; y el poder de hacer, o sea la capacidad y conocimiento sobre la ciencia,
tecnología y el arte que, inexorablemente generaban y generan productos, descubrimientos, inventos y
nuevas formas de pensar.

Las divinidades elegían a pocos y ciertas personas para representarlos en la tierra. La mayoría
debían ser súbditos de esta selección divina. Todo esto cambió cuando, cognitivamente, el hombre
primitivo descubrió la igualdad y la libertad entre el pueblo sin intervención de sus gobernantes. A raíz
de este hecho nace el trueque y, posteriormente el comercio y la divisa.

No en vano en el billete del dólar dice la frase: “en Dios Confiamos”. El comercio y el dinero
comenzaban a destronar la dictadura divina para implantar un nuevo régimen libre y justo; basado en el
intercambio de productos y habilidades (servicios). Este intercambio era estimulado por la necesidad,
no por la especulación. El oro, como otros metales preciosos y piedras seguían siendo propiedades y
representaciones de los gobernantes divinos. El pueblo no necesitaba estos bienes, sencillamente por
que no les ayudaba a sobrevivir. El pueblo necesitaba recursos para crear sus casas, abrigos, tener
comida y, más adelante, instrucción e incluso educación.
Todo este movimiento natural y primitivo de la evolución humana no se hizo desde la derecha,
sino desde la izquierda. Recordemos que Dios o las divinidades siempre están a la derecha o arriba y
todo lo demás a la izquierda o abajo.

El comercio y las divisas, que nacieron del pueblo y para el pueblo, insubordinando la voluntad
divina, pronto y a través de la banca de intercambio de los Fenicios y Babilónicos; más tarde, siglos
después por la banca financiera; el comercio y las divisas pasarán de ser un recurso de la izquierda a
convertirse en la representación de la derecha; destronando definitivamente a las representaciones
divinas en la tierra y dejando al pueblo nuevamente subordinado a la derecha.

Este punto es un momento de inflexión en la historia de la humanidad. La humanidad nació del


proceso natural del “existencialismo” primitivo, para pasar a una concepción “humanista” igualmente
primitiva. La igualdad y libertad formaron los principios esenciales del humanismo. Sin embargo, los
desafíos científicos y tecnológicos, incluso las guerras; irónicamente; sustentaron la preservación de la
existencia humana.

Como diría Frederich Nietzsche: -¡Dios a muerto!-. Y fue reemplazado por el dinero.
Confiscado el oro, metales y piedras preciosas para la especulación financiera y, por supuesto, invitaron
a las divinidades a sumarse a ese nuevo liderazgo, con la finalidad de volver existencialista al
humanismo.

Esto, que es fácil de describir en 2 o 3 páginas, la humanidad tardó más de 5000 años en
madurar; en su consciente e intelecto colectivo; la independencia de su destino.

Hablando científicamente, la humanidad en estos últimos 300 años, ha observado lo que ha


experimentado por 6700 años. ¿Quien en su sano juicio puede negar que seguimos siendo los mismos,
sólo que más sofisticados tecnológicamente? ¡Nadie!

No es más cierto aquella frase de Karl Marx donde dice: -la religión es el opio de los pueblos-.
Yo, sin embargo, agregaría que la ambición de tener el poder por consumir, es el opio de los pueblos.

El capitalismo, la religión y el gobierno están más unidos y aparentados de lo que todos


creemos. Desde el principio antropológico de la evolución humana, hasta la estructura y progreso del
conocimiento humano. Nadie puede negar que epistemologicamente el capitalismo y el gobierno, como
la religión la ubicamos a la derecha; las revoluciones o, no acatamiento del orden establecido, los
ubicamos a la izquierda.

Todo ser vivo tiene la necesidad de existir. La comida y la protección son las bases de su
supervivencia. El hombre en cambio, no sólo necesita y desea existir, sino abastecer y alimentar su
ambición para estar por sobre la misma existencia. No se trata de la ley del más fuerte, sino del que
tiene más poder por sobre todos y todo. En la tierra, en el cielo y más allá.

No hay gobernantes sin gobernados. Políticos sin electores. Empresas sin empleados. Economía
sin dinero. Religión sin fieles. Padres sin hijos. Maestros sin alumnos. Se necesita a los menos fuertes
para que existan los que tienen más poder. O sea no podría haber derecha, sino existiera como
referencia la izquierda.

En esta ecuación tan pesimista existe otra opción equidistantemente opuesta y propositiva como
padres e hijos, maestros y alumnos. Estas relaciones no se basan en el interés de cambio, sino en la
necesidad del bien general.

Pero hay un hecho muy importante que debemos considerar entre el primer caso y el segundo y
es el siguiente: un político no progresa si no desea hacer carrera, una empresa no crece si no tiene
empleados, una economía no se expande si sólo genera dinero, una religión no evangeliza si no tiene
fieles, en estos casos no existirían las instituciones ni los estados.

En cambio un padre al final de sus días será hijo de su hijo en el cuidado y en las enseñanzas, un
maestro será alumno de su alumno cuando éste supere al maestro. Y en todos estos caso, contrario al
primero, en vez de retroceder los padres y maestros habrán crecido en satisfacción y felicidad igual que
la sociedad y el mundo. La derecha padres y maestros, la izquierda hijos y alumnos pasarán a cambiar
de roles sino que ello sea un demérito, sino un mérito. Es decir, se crea una simbiosis o alquimia
humana.

Este es el verdadero paradigma de la evolución humana: ¿Cómo ser gobernante y al mismo


tiempo padre y maestro de los gobernados? Si lo lográramos, iríamos contra nuestros propios intereses
de gobernante. Y si nos dedicáramos a ser sólo gobernantes, dejaríamos de servir al bien de los
gobernados.
Esto, yo le llamo “la paradoja de la verdad”.

Instintivamente ubicamos a la verdad hacia la derecha y la mentira hacia la izquierda. ¿Pero que
sucede si una verdad hiere o daña; o si una mentira puede sanar o hacer bien? ¿La verdad pasa a ser
mentira y la mentira verdad? En realidad, el valor intrínseco de la verdad siempre es el mismo, igual
que la mentira; sólo cambian de rol o posiciones cognitivas. Estos cambios suceden por como
percibimos la realidad. Y la realidad siempre la percibimos a través de un pensamiento “dicotómico
dual”.

Si deseamos cortar un tronco con un acha, siempre intentamos acertar al medio. Si quicieramos
sacar 3 partes lo pensariamos e intentariamos más, si quicieramos sacar 4 partes lo pensariamos e
intentariamos menos.

¿Cómo entender la realidad actual sea 2018 o 1018, sino conocemos la historia de la evolución
humana?. ¿Cómo entender y asimilar nuestras circunstancias y sus implicancias en nuestra psicología,
sino conocemos y aceptamos que la historia de la evolución humana la portamos en nuestra genética
como entidad única e indivisible?.

Alguien dijo una vez: “-quien no conoce su historia está condenado a repetirla-”. ¿Pero de que
historia estamos hablando?. ¿La de una País, la de una sociedad, la de un continente, nuestra propia
historia?. Y luego, imaginemos que conocemos la historia tan o igual de bien que un históriador, que
nos garantiza que no la repitamos. ¿Puede el conocimiento evitar el destino? ¿Vivimos un mundo lleno
de fatalidades donde el conocimiento sólo puede mostrarnos el final del camino, pero no cómo
evitarlo?

Yo creo que no. Pero el conocimiento es una parte del camino. El conocimiento trae
entendimiento. El entendimiento trae reflexión. La reflexión trae comprención. La comprención trae
concepción. Y la concepción nos lleva al albedrío donde podemos optar por aceptar nuestro destino o
cambiarlo.
Hagamos una dinámica de sentido común. ¿Dónde creen que podemos ubicar la aceptación y
dónde el cambio?. ¿Derecha e izquierda; arriba y abajo; bien y mal; mentira y verdad?.

Si la civilización humana no hubiera tendido siempre hacia la izquierda, hacia abajo, hacia el
mal, hacia la mentira jamás hubiera progresado. Sin embargo, nuestro estereotipo moral siempre nos
estimula y nos mueve hacia la derecha, hacia arriba, hacia el bien, hacia la verdad.

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