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Étienne Condillac
Por otro lado, el hecho de que la práctica terapéutica pueda ser considerada una
conversación nos recuerda sus aspectos interaccionales. Primero, para que se vea a la terapia
como una conversación deben participar en ella dos o más personas. Segundo, las
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conversaciones tienen lugar dentro del lenguaje, y es también lenguaje lo que utilizamos para
mantener conversaciones. De este modo, la consigna señala en dirección a la idea de Condillac
de que, para aprender acerca de la terapia debemos primero aprender nuestro propio idioma (y,
de hecho, para aprender sobre la conversación o cualquier otra actividad humana).
Las ideas que surgen de la consideración de la terapia como conversación, como una
actividad en la que participan dos o más personas, tienden a amenazar o corromper (o quizás a
equilibrar) los significados tradicionales de la palabra terapia (del griego, «cuidar, curar»), que
ciertamente pueden llevarnos a adherir a la descaminada idea de que el terapeuta actúa sobre
el paciente o cliente. Consideremos, por ejemplo, la siguiente definición que da el diccionario de
terapéutico/terapia:
que sirve para curar o sanar; curativo; relativo al descubrimiento y aplicación de remedios para las
enfermedades. Parte de la ciencia médica que se vincula con el tratamiento y la cura de las enfermedades.
Parece que «La terapia como conversación» es una fructífera contradicción en sus términos,
en tanto nos induce a considerar la práctica terapéutica y el uso del término terapia de un modo
que socava y contamina las definiciones usuales de la palabra terapia (que el vocablo
lamentablemente conlleva de manera automática).
Sin duda, nuestros lectores, como los de Condillac, creen que conocen su propio idioma; y
nosotros, como autores, queremos creer que tenemos una comprensión similar del nuestro.
Después de todo, lo usamos todo el tiempo, especialmente al hablar, escuchar, leer y escribir. El
uso de nuestro propio idioma parece algo simple y sin complicaciones.
El sentido común se basa en una concepción ingenua del lenguaje, que lo considera
transparente y verdadero. El supuesto de sentido común que sostiene que el lenguaje es un
medio transparente que expresa hechos preexistentes implica que el cambio nunca se produce
en el lenguaje. Se supone que el lenguaje siempre refleja cambios anteriores a los que ocurren
en el lenguaje. Se considera que los autores o hablantes son capaces de percibir las verdades
de la realidad y de expresar esta experiencia por medio del lenguaje, permitiéndole de ese modo
al lector y oyente saber exactamente a qué se refieren. Sin embargo, las cosas no son tan
simples. Hay al menos otras tres maneras diferentes de conceptualizar el funcionamiento del
lenguaje.
El pensamiento occidental tradicional (que se relaciona con la perspectiva del sentido
común) considera que, de un modo u otro, el lenguaje representa la realidad. Este punto de
vista se basa en la idea de que existe una realidad externa para ser representada. Por lo tanto,
el estudio del lenguaje puede consistir en determinar en qué medida este re-presenta esa
realidad. Es evidente que esta creencia se basa en la idea de que el lenguaje es capaz de
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Ludwig Wittgenstein
Tractatus Logico-Philosophicus
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Este es un recurso temporal, ya que no puede garantizarse el «adentro/afuera» de los pares binarios; el límite
no es una barrera.
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fácil olvidar que una descripción debe realizarse por medio del lenguaje y que el idioma inglés, ente
otros, requiere al menos un ordenamiento sucesivo de las palabras utilizadas para lograrla. Hasta
tal punto nuestro lenguaje se nos impone, o incluso nos engaña, que olvidamos que nuestras ideas
se originaron en figuras retóricas (más formalmente, podría decirse que inadvertidamente
confundimos ontología con gramática) y en el proceso interactivo entre terapeuta y cliente que se
turnan para hablar, es decir, para solicitar y brindar una descripción, lo que tiene como consecuencia
que tomemos a las descripciones por explicaciones causales. Es importante recordar que no hay nada
que reprochar ni al terapeuta ni al cliente cuando esto sucede. Si pudiera atribuirse alguna culpa, esta
residiría en el lenguaje mismo.